LAS ACADEMIAS COLOMBIANA, DOMINICANA Y ARGENTINA CELEBRAN PANEL SOBRE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA

(SESIÓN VIRTUAL DEL 4 DE OCTUBRE DE 2021)

    Para tributar un homenaje al «Escritor de América», don Pedro Henríquez Ureña, la Academia Colombiana de la Lengua celebró una sesión virtual en la que participaron, además de la Academia anfitriona, la Academia Dominicana de la Lengua, con la presencia de su director, don Bruno Rosario Candelier, y del bibliotecario, don Juan José Jimenes Sabater; y la Academia Argentina de Letras, representada por su presidenta, doña Alicia Zorrilla. «No estamos celebrando homenaje a don Pedro ya muerto, él aún vive y no dejará de vivir», expresó don Juan Carlos Vergara.

En la salutación entre amigos, previa al inicio de la sesión, don Juan Carlos Vergara manifestó que él ve a don Pedro Henríquez Ureña como un «ciudadano del mundo». «Tratando de recuperar un poco de la imagen de don Pedro Henríquez Ureña. Puntualizó: «Porque no ve uno que se haga este tipo de cosas como la que vamos a hacer ahora, que es encontrarnos para hablar de alguien que nos une: “Es que yo tengo aquí a Borges, y usted ¿a quién pone?; “Es que yo tengo a García Márquez, y usted ¿a quién pone?”. Es que yo miro a don Pedro Henríquez Ureña, y no le pertenece a América: don Pedro Henríquez es un ciudadano del mundo».

—Alicia Zorrilla: «Un ciudadano del mundo», estoy totalmente de acuerdo contigo.

—Juan Carlos Vergara: Esto si es que es un lujo conversar con ustedes, Alicia, Bruno.

—Bruno Rosario Candelier: ¡Un lujo es conversar contigo y con doña Alicia Zorrilla! Fue muy bueno esta iniciativa tuya para recordar a don Pedro Henríquez Ureña… ¿Don Pedro Henríquez Ureña estuvo en México cuando la fundación de la Universidad, o ya se había ido a Argentina?

—Juan Carlos Vergara: Yo creo que ya se había ido a Argentina. Él estuvo en el desarrollo y creación de la parte del plan de estudios de la Universidad Autónoma, y su tesis de Derecho versó sobre la Universidad. Es un excelente tratado sobre la Universidad, la «Tesis en Derecho», me parece que es muy válida para señalar el peligro de la mercantilización de la universidad, que es lo que vemos hoy, la caracterización de la universidad. Es decir, es premonitorio cuando él dice que «Las humanidades se retiran y entra solamente la racionalidad, la matemática y toda la técnica, y se deja de lado las humanidades. Entonces se produce una destrucción del ADN de la universidad». Y a eso él apunta cuando dice que «Van a quitar créditos en el plan de estudios, en la formación de profesores de la Universidad Autónoma de México», que él aboga por mantener, no solamente las horas, sino también aumentar el nivel de presencia. Yo creo que bien vale la pena hablar con la Academia de México para ver si podemos tener una segunda etapa de esta sesión de hoy.

La sesión inició con el protocolo formal: la «Orden del Día» fue leída para ser «sometida a la consideración de los académicos». Su lectura fue realizada por el académico don Edilberto Cruz Espejo. El director confirmó la aprobación del desglose dando paso a la ejecución fiel de la susodicha «Orden del Día». A manera de bosquejo presentamos su contenido: 1. Lectura de la antífona «Veni, Sancte Spíritus», leída en latín. 2. Se dio lectura a la Correspondencia que llevaba las excusas del secretario general de la ASALE, don Francisco Javier Pérez, por no haber podido asistir a la sesión debido a un compromiso previo «en la sede de la Academia Española, a la cual ya había confirmado su asistencia». La misiva fue enviada y firmada por la señora Susana Benito. 3. El director de la ACL, don Juan Carlos Vergara, ofreció su Saludos a todos los participantes con un sublime discurso introductorio. 4. Las Intervenciones de los conferenciantes tuvieron lugar en el mismo orden en que fue establecido: «Primero, el director de la Academia Dominicana de la Lengua, don Bruno Rosario Candelier, con su conferencia “Motivación humanística de don Pedro Henríquez Ureña”. Luego la exposición del Bibliotecario de la Academia Dominicana, don Juan José Jimenes Sabater, con “La prosa crítica de Pedro Henríquez Ureña”. Tercero, la directora de la Academia de Argentina de Letras, doña Alicia Zorrilla sobre “El humanista de América en la Argentina”». Finalmente, se dio cierre formal a la sesión. He aquí la reseña del insigne acto, que he colocado, respetuosamente, a manera de cátedras disertantes, escuchadas con devoción por un alumno remoto:

 

Salutación excelsa de don Juan Carlos Vergara                           

  • «Encontramos a un maestro, a un humanista, a una persona ejemplar y, en ese sentido, la Academia Colombiana de la Lengua, no solamente hace un recuento histórico de la memoria de alguien que fue: yo diría que don Pedro Henríquez fue, es y será, en la medida en que definimos un clásico», expresó Juan Carlos Vergara.

«Muy buenos días. En primer lugar, saludar la presencia de los dos académicos de la Academia Dominicana de la Lengua que hoy serán oradores, don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, y don Juan José Jimenes, bibliotecario de la corporación. Lo mismo a doña Alicia Zorrilla, presidenta de la Academia Argentina de Letras, y a cada uno de ustedes que ha tenido a bien acompañarnos en esta sesión de la Academia Colombiana de la Lengua, que busca recordar, a los 75 años de su fallecimiento, a uno de los intelectuales más ilustres de la cultura universal. Don pedro Henríquez Ureña nace en República Dominicana. Tiene un periplo de estancias en México, Cuba, Estados Unidos, Argentina, España; pero son unas estancias que lo van construyendo desde su adolescencia, desde el momento en que realiza sus primeros escritos periodísticos en Nueva York, hasta su última clase, que no logró, al momento de entrar a su Universidad en Argentina y quedar en la mitad del camino. Encontramos a un maestro, a un humanista, a una persona ejemplar, y, en ese sentido, la Academia Colombiana de la Lengua, no solamente hace un recuento histórico de la memoria de alguien que fue; yo diría que don Pedro Henríquez fue, es y será, en la medida en que definimos, un clásico. Don Francisco Javier Pérez que, como acaban ustedes de escuchar, se excusa de no asistir a este evento por razones de agenda, me recordó que dentro de la ASALE, hace un tiempo reciente, se publicó un documento de don Pedro Henríquez Ureña, con estudio de don Bruno Rosario Candelier, y que esa sencilla publicación refleja el afecto que ASALE tiene por don Pedro Henríquez Ureña. En ese sentido, recorrer la biografía de este gran intelectual americano, no es fácil. Por ello, la Academia ha querido apoyar su voz en la voz de dos Academias hermanas: La Academia de la República Dominicana y la Academia de Argentina de Letras.

  • En la reunión previa a esta sesión, tanto don Bruno como doña Alicia, me han recordado que aquí tenemos una Academia que debía de estar presente y quiero hacer la referencia inmediata: la Academia Mexicana de la Lengua. Y me he comprometido con ellos, y ahora con ustedes, a tener una sesión próxima —de acuerdo también con la agenda de la Academia Mexicana—, para hacer una segunda parte en donde, además de ver la mirada de la República Dominicana, claro, la mirada de Argentina, y por qué no, la Academia Colombiana.

Porque yo no puedo olvidar dos aspectos en mi vida como lector, que pueden ser anecdóticos. pero que son los que tengo. El primero, el haber tenido un profesor en básica primaria que me regaló en esa época un libro, un poco extraño para un niño, como fue la Gramática de don Pedro Henríquez Ureña y el doctor Amado Alonso. Ese libro que me entregó en mi niñez, todavía me acuerdo de su portada, no recuerdo haberlo leído, porque, evidentemente, no era una lectura infantil, pero es el primer recuerdo que tuve de esa figura. El segundo, el haber podido tener en mis manos, de la Colección Ayacucho, el trabajo de La utopía de América, y ver el prólogo de un coterráneo, de don Rafael Gutiérrez Girardot, que amaba a don Pedro Henríquez Ureña, que lo conocía muy a fondo y que hizo un prólogo denso, interesante y valioso, y del cual recuerdo sus últimas palabras: “Don pedro Henríquez Ureña nos dejó un legado que hay que trabajar”. Yo creo que esa frase nos queda bien a todos.

En una reunión que tuvimos con la Academia Brasileña de Letras, en mi intervención señalé que: “Un académico cuando es nombrado, no es nombrado para que su diploma sea una lápida mortuoria, sino un acicate para empezar a hacer una obra”. Y eso es lo que nos dice en su vida don Pedro Henríquez Ureña: que un académico es un ser vivo y responsable, política e históricamente; quienes no lo hacen —y en algunos casos son mayoría— desdicen del honor que el país les ha conferido.

Creo que todos vamos a disfrutar de que, de alguna manera, en la voz de don Bruno, en la voz de don Juan José y en la voz de doña Alicia, nos vamos a sentir participes como académicos, y ojalá que en nuestro espíritu se prenda la llama de homenajearlo por nuestra acción académica. Creo que ese es el legado más importante de don Pedro Henríquez Ureña… Ernesto Sábato señaló que “Pedro Henríquez Ureña era el ejemplo de americano ejemplar”. Y creo que ha habido americanos ejemplares, por eso decimos ha habido algunos americanos ejemplares, pero “el americano ejemplar” lo fue don Pedro Henríquez Ureña. Por eso la Academia Colombiana abre sus puertas y genera este espacio para homenajear a América, la lengua española, la literatura universal, en el recuerdo de don Pedro Henríquez Ureña. Sin más palabras cedo la palabra a don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, con nuestra bienvenida y nuestro agradecimiento».

 

Bruno Rosario Candelier: «Motivación humanística de don Pedro Henríquez Ureña» 

  • «Don Pedro fue el ejemplo más cabal de lo que debe ser un maestro en todo el sentido de la palabra. Y lo fue por lo que hizo, justamente, mediante la palabra», Bruno Rosario Candelier.

«Muchísimas gracias, Juan Carlos Vergara. En Primer lugar, quiero felicitar al director de la Academia Colombiana de la Lengua por esta iniciativa de convocar a esta reunión para ponderar parte del aporte de don Pedro Henríquez Ureña, lo cual, naturalmente, es un acto de reconocimiento que tenemos que hacerle a la Academia Colombiana por la oportunidad de esta convocatoria, por la magnífica oportunidad; es una manera de recordar el aporte de don Pedro; es una manera de nosotros tener presente ese gran legado humanístico. Por eso titulé mi conferencia con la palabra “humanidades”, porque don Pedro fue, digamos, el ejemplo más cabal de lo que debe ser un maestro en todo el sentido de la palabra, y lo fue por lo que hizo, justamente mediante la palabra. De hecho, don Pedro tenía un sentido ético de la palabra, un sentido ético de la cultura. Y ese sentido ético que, naturalmente, conlleva una actitud moral de consagración, de disciplina intelectual, él lo demostró con hechos, no con palabras, lo demostró con hechos, ¡mediante la palabra!, para enseñarnos a todos nosotros la hermosa dotación con que nos distinguimos los seres humanos en virtud del Logos de la conciencia, que originalmente Heráclito de Éfeso concibió cuando descubre la condición más hermosa y significativa de la condición humana ya que estamos dotados de ese poder de la palabra que se manifiesta en el Logos. En segundo lugar:

 

  • Don Pedro tenía un sentido ¡altruista! Fíjense que subrayo esta palabra, un sentido altruista del trabajo intelectual. De tal manera que los que lo conocieron dieron el testimonio de que él compartía todo lo que sabía.

 

Cuando alguien le consultaba algo para orientarse, puede ser un escritor o un profesor o un intelectual, incluso le cedía artículos que él había escrito y que aún no había publicado. Cuando se trataba de orientar, pues, se daba por completo. Porque él era un sacerdote de la palabra, y en tal virtud vivía el hecho de compartir sus conocimientos con fervor, con entusiasmo, con la devoción que lo caracterizó en atención al alto rol que él desempeñaba como intelectual, humanista y escritor. Y en tercer lugar quiero ponderar el sentido trascendente que don Pedro le asignaba al cultivo de la palabra, al estudio de la lengua y al hecho mismo de dedicarse a la creación. Él exaltaba el estudio de la lengua y el cultivo de las letras, que, a propósito, están consignados en los estatutos de la Real Academia Española desde su fundación. Todas las Academias del mundo hispánico hemos adoptado esa disposición original para justamente enaltecer la palabra, como predicaba y ponderaba don Pedro Henríquez Ureña cuando enseñaba, cuando comunicaba lo que sabía, cuando testimoniaba lo que él quería dar a conocer. Y de hecho él lo manifestó en múltiples obras: comenzando con nuestro país, por ejemplo, escribió un texto luminoso, El español en Santo Domingo; pero para referirse a todo el mundo hispánico escribió La cultura y las letras de Hispanoamérica. Y en esa obra él da cuenta, no solo de la erudición que él poseía, de esa devoción que él encarnaba cuando se trataba de comunicar y sobre todo de enseñar, que, sin duda alguna, fue su pasión. Es ese sentido don Pedro Henríquez Ureña tuvo la convicción de que la formación intelectual dependía del conocimiento de la lengua. Y eso era clave para él, por eso le dio mucha importancia al dominico de la palabra, al dominio de la gramática. La Gramática que escribió, como señaló don Juan Carlos, justamente, con Amado Alonso, es un hermoso testimonio de cómo debe ser la enseñanza de la lengua. Ojalá nuestros Ministerios de Educación tomasen de nuevo esa obra y la recomendasen o la impusiesen como base para el estudio de la lengua, porque es una vía luminosa para nosotros sentir y valorar el alcance de la gramática, de la lexicografía y de todas las manifestaciones de la lengua. Ese énfasis que él ponía en el estudio de la gramática, lo completaba con la literatura. De tal manera, que esa misma obra que acabo de citar es un ejemplo de cómo debe ser un educador, a la hora de ilustrar un aspecto gramatical: él, por ejemplo, lo hacía con textos poéticos, con textos literarios, que eran paralelamente una manera de incitar, de motivar el estudio y el conocimiento de la literatura; porque él no separaba lo que era la lengua de la literatura, es decir, combinada los dos aspectos, en atención al alcance de la palabra, porque con la palabra no solo hablamos: con la palabra escribimos, y tenemos la opción de comunicar conceptos y de comunicar imágenes. Son los poetas, los narradores, los dramaturgos los que hacen uso de la vertiente comunicativa de la imagen cuando canalizan su aporte creador. De ahí la importancia que don Pedro le dio siempre a la lengua y a la literatura.

  • Otro aspecto importante en esa visión humanística que tuvo don Pedro fue, justamente, sembrar lo que yo insisto muy frecuentemente con mis estudiantes y en mis escritos:  concitar la conciencia de lengua.

Tener conciencia de lengua es fundamental en los buenos hablantes, porque quien tiene conciencia de lengua se preocupa por conocer la palabra, se preocupa por abordar el diccionario, se preocupa por dominar la gramática, se preocupa por conocer los principios y las técnicas de la literatura, como los conocía y las aplicaba don Pedro Henríquez Ureña en estudios ejemplares que él escribió cuando dio a conocer los diferentes textos, digamos, exegéticos, de la literatura hispanoamericana, y también de otras lenguas —porque no solo escribió de autores de la lengua española, también escribió de autores de la lengua inglesa, la que conocía—. Entonces, esa visión humanística de don Pedro era una visión global, era universal, porque él tenía una actitud universal, una actitud de apertura completa ante la palabra. Él tenía la concepción de que desde la palabra abarcaba el mundo ya que mediante la palabra y en la palabra, está consignado todo, sobre todo en la época que vivimos, porque en la época inicial, por ejemplo, en la época de los antiguos presocráticos, era poco lo que se había escrito, pero en la época que nos ha tocado vivir son centenares y centenares las obras lingüísticas y literarias que se han escrito; por consiguiente, el arsenal de conocimiento que está a nuestro alcance, es sumamente amplio. Don Pedro, que tenía conciencia de lengua, que tenía una sólida vocación literaria, dio ejemplo de cómo un intelectual y un académico debe consagrarse al estudio, a la disciplina intelectual, a la formación rigurosa como la que él adquirió, dedicándose a tiempo completo al conocimiento, al estudio, a la valoración y, sobre todo, a la escritura, que tanto cultivó

Entonces, nosotros como académicos —pero también, cuando digo nosotros me refiero a los intelectuales, a los escritores, a los maestros, a quienes tienen la responsabilidad de orientar y de enseñar— podemos ver en don Pedro Henríquez Ureña como nuestro modelo: un modelo de creador, un modelo académico. Por ese modelo lo podemos apreciar, justamente, porque él supo descubrir, ponderar y motivar el sentido subyacente de la imagen y el concepto, que es clave para quienes escriben. Él supo pensar la lengua y descubrir el sustrato poético del pensamiento —cosa que lo plasmó admirablemente en muchos de sus escritos— y desde el texto literario, don Pedro, supo fomentar el valor de la lengua como fuero del buen decir. Entonces, este y otros aspectos que podemos comentar del aporte de la dimensión humanística de don Pedro Henríquez Ureña, pues, para nosotros sigue siendo un modelo ejemplar. Y eso es admirable y eso es algo que nosotros debemos reconocer y ponderar. De hecho, todos lo reconocemos y lo ponderamos y, digamos que nos inclinamos reverentemente ante ese grandioso aporte que hizo don pedro en diferentes obras.  Y antes de concluir quisiera subrayar un aspecto importante dentro de las tantas manifestaciones intelectuales estéticas y espirituales que se manifiestan en su escritura: la idea de la conciencia de la propia expresión que don Pedro insistió, subrayó, pero de una manera cabal, y con un apremio tan principal que contribuyó a que los grandes escritores de América —sobre todo a partir de la década del 40 del siglo XX— tomasen conciencia de lo que la palabra y la escritura podían significar para el desarrollo intelectual de toda Hispanoamérica. De hecho, la gran literatura hispanoamericana es fruto de esa idea suya de que debemos alcanzar nuestra propia expresión; esa idea fue insistente de su parte por el hecho de que él era un humanista que amaba a su país y que amaba a América. Don Juan Carlos Vergara dijo al principio que don Pedro era “El escritor de América”, y efectivamente, él amaba a América, él se identificaba con toda la América hispana.

Él insistió siempre, sobre todo, en los escritores, porque los escritores son los que hacen uso ejemplar de la palabra, son los que están llamado a iluminar la conciencia. Y una vez que el escritor deja de imitar y acude a su propia expresión, a partir de sus propias intuiciones y vivencias, puede entonces canalizar su visión del mundo y canalizarla de un modo ejemplar mediante el uso de la palabra, como él, en primer lugar, lo hizo, dando el ejemplo; en segundo lugar, motivó a los escritores; en tercer lugar, como docente que era lo sembró en sus estudiantes en República Dominicana, en Cuba, en México y en Argentina. Claro, no solamente a esos cuatro países llegó su enseñanza, pues en toda América se ha estudiado el aporte de Pedro Henríquez Ureña. Y, en ese sentido, nosotros, como Académicos de la Lengua, estamos llamados a asumir ese legado y a comunicarlo, no solo a nuestros académicos —que sin duda lo conocen—, sino en quienes no conocen el aporte que hizo don Pedro Henríquez Ureña para hacer de nuestra Patria, para hacer de nuestra América la “Magna Patria”, como él le llamaba, en función de nuestro desarrollo intelectual, emocional, moral y espiritual».

Juan José Jimenes Sabater: «La prosa crítica de Pedro Henríquez Ureña» 

  • «Decía ese gran hombre, ese gran patriota cubano llamado José Martí que “Honrar honra”, y es lo que estamos nosotros haciendo en el día de hoy, honrando a una de las figuras más extraordinarias, más excelsas, de la intelectualidad hispanoamericana, don Pedro Henríquez Ureña», expresó don Juan José Jimenes Sabater al iniciar su disertación.

«Muchísimas gracias. Señalaré, para empezar, que la reflexión de Pedro Henríquez Ureña, en torno al arte y la literatura, pertenece a una estirpe doctrinal realmente eminente. En cuanto crítico, Pedro Henríquez Ureña es paradigma de la ensayística académica: siempre desarrolla los aspectos característicos y reveladores; no se pierde en el tupido bosque de lo accesorio o meramente circunstancial; nunca se distrae de su objetivo, hace eje de la indagación, el espíritu del autor, plasmado en los motivos que le inspiran y en la singular manera como han sido articulados desde la crepitación anímica de la palabra. De ahí que los éxitos críticos del magno polígrafo dominicano, hicieran época, al extremo de que no puedan ser ignorados ni siquiera en tiempos como los que vivimos: ebrios de primicia, intoxicados de lopevería, pero siempre remisos, cuando se trata de volver la vista atrás para reconocer el mérito y las verdades que fueron quedando a las espaldas. Los años pasan, van sepultando las décadas, el ayer, con su ominoso manto de polvo y olvido. Pero las opiniones de pedro Henríquez Ureña, sus intuiciones, hallazgos y juicios, porque abrieron surco y abonaron zonas extensas del saber, permanecen vigentes y frescos como el día en que se produjeran, al punto de que todavía hoy, los grandes… se ven forzados a tejer en el pensamiento, con el mismo hilo y aguja con que tejió los suyos el astuto pionero quisqueyano. No asombra que Octavio Paz, cuya nombradía ahorra toda digresión, comenzara su ensayo intitulado “Émula de la llama”, recordando —cito a Octavio Paz—: “Desde que Pedro Henríquez Ureña señaló que las notas distintivas de la sensibilidad mexicana reinan la mesura, la meladuría, el amor a los tonos neutros, las opiniones sobre el carácter de nuestra poesía, tienden casi con unanimidad, a repetir, subrayar o enriquecer estas afirmaciones”.

Perfecto derecho tenemos —claro que sí— a reputar del humanista su fecunda labor inquisitiva, porque, para empezar, se erige sobre el postulado, a un mismo tiempo convicción, esperanza y certeza, de que el ejercicio literario y artístico fundan la sibilitación humana y constituyen, en cuanto a rivalidad con la opinión del vulgo, el motor de cualquier forma de desarrollo auténtico.

“Todo humanista tiene fe en la importancia y los beneficios del arte, y crea, vía puntillas, en la necesidad de desarrollar el sentido de la belleza como una de las virtudes que hacen grandes a los pueblos y superiores a los individuos”, esas son palabras de Pedro Henríquez.

Semejante veneración de lo bello, antes que mera postura ideológica, es en Pedro Henríquez Ureña —disponemos de sus escritos para demostrarlo— ideal de vida que irradia en cuanta empresa intelectual acometió. Pero también merece el título de Humanista, dicho escritor, porque gracias a su erudición pastísima y a su impecable formación clásica, arrastra siempre a la corriente del análisis, conocimientos de muy distinto tenor y procedencia, asediando el tema sobre el que discurre desde trincheras plurales que le permiten aprehender finas gradaciones que, a la mirada de otros ojos menos despiertos, escaparon. Y, desde luego, no hay término más adecuado que el de “humanismo”, para designar ese cardinal atributo de la facultad estimativa de Pedro Henríquez Ureña, que consiste en vituperar todo reduccionismo y tendencia a encorsetar el pensamiento en a prioris teóricos o en aparatosas metodologías técnicas…   Los ensayos críticos de Pedro Henríquez Ureña no fueron construidos con el fin de satisfacer a un puñado de doctos profesionales de la crítica, sino para servir de suculento manjar espiritual a cualquier hombre que, habiendo alcanzado un grado medio de cultura, se siente atraído por el universo concertante y enigmático de la literatura y el arte,  pareja concepción de la exégesis abierta, en principio, a todos nosotros, ya que esquiva  esoterismo verbales y peritos; pero a la vez con todos exigentes. Dado el señorío al que discurre accede, y dada la hondura y sutileza de la observación escrutadora, se nos impone como invicto, raramente igualado de excelencia, de esa excelencia que marca con su impronta de superioridad la faena del humanista auténtico.

  • Por otra parte, conviene poner de resalto que la crítica de Pedro Henríquez Ureña aspira a la plenitud de lo exhaustivo y terminado. Me refiero a que, tomando siempre en cuenta las peculiaridades de la obra inspeccionada, no se desentiende su estudio de ninguna de las tres fases esenciales de la sensata apreciación literaria. Esto es: explicar, clasificar y juzgar.

Puntualizo: no ha de entenderse que Pedro Henríquez Ureña nos ofrezca sus razonamientos críticos en la predisposición del principio donde acabo de hacer la aclaración, no: explicación, clasificación y juicio surgen, se desarrollan y combinan una y otra vez en las páginas de los ensayos al llamado conjuro de los temas e ideas tratados, proporcionándonos así, el empoliasta, una visión integral y coherente y en la mente despejar dudas, deshacer confusiones, combatir prejuicios y colmar lagunas. No pierde nunca el norte, que no es otro sino guiarnos, con segura brújula del avanzado piloto, hacia las honoradas comarcas de la belleza y la verdad.    En suma, la de Pedro Henríquez Ureña es una crítica que emana de un profundo sentido común, alquitarado en el formidable alambique de su inmensa cultura. Y ya que la palabra “cultura” se deslizó indiscretamente en la cuartilla, aprovechemos la ocasión para considerar, a punto largo, uno de los reproches que con más frecuencia hace Henríquez Ureña a los escritores jóvenes en su tiempo …comenta a su fraternal amigo el insigne ensayista, Alfonso Reyes:

“Ahora los escritores han vuelto a creer como Juan de Dios Peza que la cultura mata la originalidad, y no leen. Y el público en general ha bajado de nivel en sus lecturas, aunque los lectores son más que antes en número”.

Y en otra carta, de fecha muy anterior, dirigida al mismo Reyes se queja de que a los escritores de Cuba —cito nuevamente a Pedro Henríquez Ureña—:

“les falta todavía leer trescientos volúmenes fundamentales leyendo uno diariamente y sostener treinta y siete discusiones sobre el problema del conocimiento”.

Íntimamente vinculado con el tema de la cultura háyase la creencia de nuestro autor en la bienhechora influencia del canon. Hoy día, cuando en todas las arenas del pensamiento, un relativismo disolvente, fruto de la erosión sufrida por el principio de autoridad, introduce el caos y la incertidumbre en el territorio de la evaluación literaria y artística, la apelación de Pedro Henríquez Ureña a que tomemos en cuenta las jerarquías creadoras y no dejemos de inspirarnos en los modelos excelsos de la tradición occidental, conserva una actualidad y vigencia todavía mayores que en el momento en que hacía su exhortación. Pedro Henríquez Ureña no se ruboriza por pensar que hay obras maestras, que el buen crítico es el que más las ama y mejor las conoce; y que la función principal de una crítica sana consiste en contagiar al lector, espontáneamente inclinado a los arrobamientos del espíritu, con el entusiasmo por la dignidad de la palabra y la nobleza de la forma, despertando así su apetito de lectura y su ansia de contemplar los portentos de la creación humana».

 

Gracia divina de doña Alicia Zorrilla: «El humanista de América en la Argentina»  

  • «“Se me cierra la garganta al recordar la mañana en que vi entrar a la clase a ese hombre silencioso, aristócrata en cada uno de sus gestos y con palabra mesurada imponía una secreta autoridad: Pedro Henríquez Ureña”. Así lo define emocionado el escritor argentino, Ernesto Sábato, que fue uno de sus alumnos. Así inició su exposición solemne doña Alicia Zorrilla.

«Ensayista, crítico literario, filósofo, traductor, periodista, historiador, profesor, investigador, don Pedro, el maestro dominicano de pensamiento profundo y de la palabra viva y mesurada y criterio sólido y de ecuánime, arriba por primera vez a la Argentina en 1922 como integrante de la delegación mexicana encabezada por el político y escritor José Vasconcelos Calderón para asistir a la Asunción de Mando Presidencial de Marcelo Torcuato de Alvear. No le interesa la política, pero sí El Vocero, al que le dedica su estudio. Se acerca primero a la Argentina, a través de sus escritores: Esteban Echeverría, José Mármol, Domingo Faustino Sarmiento, Olegario Víctor Andrade. Y luego, gracias también, a la delegación argentina que participa del Congreso Internacional de Estudiantes celebrado en México, en 1921. Después de escuchar las exposiciones presentadas, y realmente deslumbrado, dice don Pedro:

“Cabía pensar que nuestra América es capaz de conservar y perfeccionar el culto de las cosas del espíritu sin que las ofusquen sus propias conquistas en el orden de las cosas materiales”.

No obstante, su nombre ya se conoce en la Argentina, pues en 1913, según las investigaciones del académico Pedro Bonifacia, se reproduce en la revista Nosotros, un trabajo sobre la obra de José Enrique Rodó. En la misma revista, pero en 1919, aparece “La enseñanza de la sociología en América”, una carta dirigida a Arturo de la Mota. En 1921 en La Revista de la Universidad de Buenos Aires se publica “En la orilla”, apuntes breves que luego recoge en su obra En la orilla. Mi España, de 1922. En verdad este año significa su primera verdadera visión de la Argentina. En esta entrada, le aconseja a Ricardo Roja la fundación de un Instituto de Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; más aún, le pide que lo presida un discípulo de don Ramón Menéndez Pidal: el elegido es Américo Castro. Además, visita la Universidad de La Plata, donde pronuncia su elogiada conferencia sobre “La utopía de América”, publicada en 1925. Dice el gran dominicano:

“Si el espíritu ha triunfado en nuestra América sobre la barbarie interior, no cabe temer que lo rinda la barbarie de afuera. No nos deslumbre el poder ajeno: el poder es siempre efímero. Ensanchemos el campo espiritual. Demos el alfabeto a todos los hombres; demos a cada uno los instrumentos mejores para trabajar en bien de todos. Esforcémonos por acerarnos a la justicia social y a la libertad verdadera. Avancemos, en fin, hacia nuestra utopía”.                              

Luego regresa a México donde se desempeña como Director General de Educación Pública del Estado de Puebla, conoce a Isabel Lombardo Toledano, veinte años menor que él, y se casa. La situación le es adversa y pierde su cargo. Entonces le escribe a su amigo Rafael Alberto Arrieta, quien le consigue tres cátedras de Castellano en el Colegio Secundario Rafael Hernández, dependiente de la Universidad Nacional de La Plata.

  • Así comienza a formar hombres y lectores, con la sabia humildad de los grandes, con la sencillez de los verdaderos eruditos, con una mezcla de entusiasmo y de moderación reflexiva. Como dice su madre, la gran poetisa y educadora Salomé Ureña: “La fiebre de la vida lo sacude”.

Llega a Buenos Aires, a finales de junio de 1924, con su esposa y la mayor de sus hijas y se instala primero en una pensión; después, en La Plata, donde nace Sonia, su segunda y última hija. Lo hace luego de haber viajado mucho, de entrañar otras culturas: los Estados Unidos, Cuba, México, España, Francia, Centroamérica, etcétera. …Atraído por la gran ciudad, en 1925 se traslada desde La Plata a Buenos Aires y comienza su labor docente en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario Joaquín Víctor González. Pero sigue viajando en tren a La Plata; no pone límites a su afán docente. El 20 de julio de ese año le escribe a su amigo, Alfonso Reyes, a la sazón, Embajador de México en Francia:

“Buenos Aires me recuerda a la Nueva York de 1905. Si para 1945, fuera lo que es la Nueva York de hoy, podría uno consolarse; pero ¿quién sabe?”.

 

Y el 5 de septiembre en otra carta a Reyes, se define:

“Yo no soy contemplativo, quizás no soy ni escritor en el sentido puro de la palabra, siento necesidad de que mi actividad influya sobre la gente, aún en pequeña escala”.

Como dice Alfonso Reyes: “Pedro Henríquez Ureña está sediento de educar y educarse con una disciplina ejemplar”. Tanto en Buenos Aires como en La Plata se destaca con un eminente profesor, consideraba que el éxito del profesor tenía su fundamento en el éxito del maestro. Sus libros reflejan su pulcritud, su esmero en la composición. Entre ellos nombraré: El libro del idioma. Lectura, gramática, composición, vocabulario, que compuso en colaboración con Narciso Binayán; Seis ensayos en busca de nuestra expresiónAspectos de la enseñanza literaria en la escuela comúnLa cultura y las letras en Santo DomingoPara la historia de los indigenismos. Papa y batataGramática Castellana, en colaboración con Amado Alonso; Historia de la cultura en la América hispánicaLas corrientes literarias en la América hispánicaLa utopía de AméricaAntología clásica de literatura argentina, en colaboración con Jorge Luis Borges… Siempre siente atracción por los temas filológicos, lo corroboran sus trabajos «Sobre el idioma español y la historia política en Santo Domingo»; Sobre el problema del andalucismo dialectal en América.   

  • Sabe que la lengua une a los hombres de Hispanoamérica: es la savia de su cultura y de su identidad, y a su estudio se entrega con sumo orden, sin improvisaciones ni erudición superficial. Cuando habla de su escritura, dice:

 

“Siempre he escrito suficientemente despacio para trabajar tanto la forma como las ideas. Mi procedimiento es pensar cada frase en escribirla, y escribirla lentamente. Poco es lo que corrijo después de escrito ya, un artículo. En cuanto a las ideas también es necesario pensarlas muy cuidadosamente antes de escribir. Sobre todo, ninguna idea incidental enunciarla de prisa, porque es incidental”.

José Vasconcelos Calderón asegura que “La prosa de Henríquez Ureña conlleva la luz y el ritmo que norman su escritura”. El doctor Bruno Rosario Candelier considera que “Henríquez Ureña escribe para edificar”. Creemos que este es un verbo muy significativo en la ruta intelectual del escritor, pues anhela refundar América como patria de la justicia y de los valores que sostienen la integridad moral de las personas. A pesar de sus valiosas obras y de hacer sin descanso, Alfonso Reyes llega a preguntarle con humor si sigue pensando mientras duerme. Henríquez Ureña se queja de que ha trabajado poco y de que no ha escrito lo que hubiera querido: es decir, cuentos, novelas, dramas. No publica novelas y dramas, pero sí cuentos, por ejemplo: Los cuentos de la nana Lupe, en la Universidad Autónoma de México; Éramos cuatro y El hombre que era perro, en la revista Caras y Caretas, de Buenos Aires; El piso falso y La sombra, en el diario La Nación, de Buenos Aires. Es invitado por el Gobierno Dominicano para ocupar la Superintendencia General de Educación de Santo Domingo, y hacia fines de 1931, viaja a su patria. No obstante, continúa ligado a la Argentina, donde se le concede licencia de sus cátedras. Al año siguiente la Universidad de Puerto Rico le otorga el título de Doctor Honoris Causa. Finalmente, no tolera la situación política de su país y deja su cargo. Viaja a Francia, donde su padre… y regresa por Buenos Aires para reanudar sus actividades de antes.

 

  • Sin duda, las horas que les consagra con generosidad a sus alumnos, le impiden dar vuelo a su imaginación. Sin embargo, no siente que pierde el tiempo, pues entre ellos, entre sus alumnos, puede haber un futuro escritor, entonces debe acompañarlo, ayudarlo, guiarlo.

 

Don Pedro corrige la ignorancia, denuncia la barbarie, compadece la mediocridad y odia la demagogia. Devoto incondicional de la cultura, sabe que solo la educación salva a los pueblos. Por eso nos dice:

“La sinceridad y la perseverancia de nuestra dedicación nos permitirán guiar por nuestros caminos a otros de quien no nos desplacería ver que con el tiempo se nos adelantasen”.

Nunca logra tener cátedras titulares porque se niega a renunciar a su ciudadanía dominicana, gesto que lo enaltece. Sin duda, ese no es obstáculo, ya que su verdadero objetivo es trabajar siempre con apasionada consagración. Como reconocimiento a su valía intelectual, el 5 de abril de 1934 la Academia Argentina de Letras lo designa Académico Correspondiente en representación de la República Dominicana. Aspira a la eutopía, es decir, a la construcción de un buen lugar, y un lugar mejor que los existentes, donde la riqueza material no ahogue la vida espiritual. Alfonso Reyes, quien lo llama el testigo insobornable, dice que “Henríquez Ureña enseña a oír y a pensar” y suscita una verdadera reforma en la cultura. Y Jorge Luis Borges afirma que “Su memoria era un precioso museo de literaturas”: Borges tenía la impresión de que Henríquez Ureña ya había leído ¡todo! Sus alumnos aprenden oyéndolo conversar y viven con el ejemplo constante cotidiano de su conducta intachable. A ellos los instruye acerca de que el ideal de justicia está antes que el ideal de cultura. Es superior el hombre apasionado de justicia al que solo aspira a su propia perfección intelectual. …A pesar de desencantos y fatigas siempre lo guía la templanza y un anhelo de armonía que vierte en cada uno de sus actos, en cada obra, en cada palabra.

 

  • Pero el tiempo y la vida intensa nos lo arrebata. Le confía a Luis Alberto Sánchez que el corazón le da a veces cierto malestar. Cuenta Sánchez, que la última vez que lo encontró estaba enflaquecido y pálido; trabajaba como galeote… Víctima de síncope cardíaco don Pedro fallece, el 11 de mayo de 1946, en el tren que lo lleva de Buenos Aires a La Plata para cumplir, como siempre, con sus obligaciones de docente universitario.

 

El filólogo, traductor y crítico literario argentino, Augusto Cortina, narra de esta manera sus últimos momentos: “Eran las 15:15, don Pedro llegó como de costumbre, al minuto. Antes de sentarse a mi lado colocó su sombrero en la repisa del tren. Me dijo: ‘¿Quiere que coloque el suyo?’ Y la acción siguió a la palabra. Tomó asiento tranquilamente. ‘¿Cómo le va?’, le pregunté. Entonces, se llevó la frente al torso y la diestra semicerrada. Se desplomó a mi lado. Lo miré sorprendido, pensaba que antes que otras veces, se proponía a dormir un rato. Advertí entonces su rostro ligeramente descompuesto. Después, por cortos momentos, un leve ronquido”. Nosotros decimos: Una muerte sin agonía, silenciosa, serena, abrazado a sus libros, quizá una forma de la felicidad. Así quiso dejarnos, como cayendo en un profundo sueño… Es sepultado en Buenos Aires, pero al cabo de 35 años, sus restos son repatriados a Santo Domingo e inhumados en la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, junto al sepulcro de su madre, en el Panteón de la Patria. Dice el investigador argentino Emilio Carilla que cuando escribe sobre Henríquez Ureña no puede imaginarlo muerto: “Para mí, será siempre el seguro guía, la palabra amable, el espíritu amplio que cumple su misión en Buenos Aires y a quien visito en cada viaje”.  Cuando la Universidad Nacional de La Plata decide rendir homenaje a su memoria destaca su papel de artífice del acercamiento cultural entre la República Argentina y la República Dominicana. Los que no lo conocimos gozamos hoy a través de sus obras, de su prédica ejemplar, de su misterio de erudición, de su irrenunciable vocación de servicio, que demuestra durando los 22 años que vive en la Argentina, para gloria de la cultura argentina».

 

Cierre de la sesión: Testimonio de una convocatoria    

Don Juan Carlos Vergara expresó su agradecimiento a los honorables participantes de la sesión: la calificó de «admirable». Antes de la despedida, sorprendió con gran sensibilidad y Gracia, su hermosa percepción espiritual del honroso evento:

 

«Y quisiera señalar una coincidencia de este 4 de octubre de 2021: en este momento simultáneamente, como lo señala el escrito del secretario de ASALE, se rinde un homenaje a don Enrique Rodó en la Real Academia Española¹, una de las figuras que admiró don Pedro Henríquez Ureña —que señaló en sus escritos con nombre propio—, y que don Juan José lo recordaba y nos daba a conocer también cómo, de esa pluma, se alimentó don Pedro Henríquez Ureña; es muy especial que hoy, precisamente, sin que nos hubiéramos puesto de acuerdo, a la misma hora se estuviera realizando este homenaje a Jorge Enrique Rodó y a don Pedro Henríquez Ureña. Pero esta mañana, muy madrugado, estaba en las “Jornadas de la Norma Alfonsí y la Norma Policéntrica de la Lengua Española²”, que convocó nuestro querido amigo Julio Borrego: estaba escuchando cómo hoy y mañana se celebra en Salamanca el paso de la Norma Alfonsí a la Norma Policéntrica, y a leer los textos de don Pedro Henríquez Ureña y de don Amado Alonso, en relación con sus innovaciones y su reconocimiento a Andrés Bello —porque está ahí, en el texto mismo—, y su reconocimiento a don Rufino José Cuervo, donde él menciona con nombre propio la aportación de don Rufino José Cuervo a la Gramática; y cómo, de ese hilo conductor que va desde don Vicente Salvá, desde una Gramática que celebramos aquí —primera Gramática académica—, hace unas sesiones donde don Heriberto Cruz nos recordaba la primera Gramática académica, con un recuerdo que tendremos dentro de unos meses de la de don Antonio Nebrija.

 

  • Encuentro Muy muy especial que hoy, la Universidad de Salamanca, la Real Academia Española y nosotros, la Academia Colombiana, la Dominicana y la Argentina, hayamos coincidido en un tema triple, por decirlo de alguna manera, que se vuelve uno en la memoria de don Pedro Henríquez Ureña. Yo creo que habría sido muy difícil, si don Pedro nos acompañara hoy, haber elegido a cuál dejar de asistir…».

 

«Y por eso creo que es una jugada de la historia, que don Bruno diría que no es ninguna coincidencia sino fruto de ese Logos que nos hermana, que nos permite saborear tres platos fuertes a la misma hora en tres entidades, que para él hubieran sido muy especiales, como la Universidad de Salamanca, La Real Academia Española y la Academia Colombiana en sus 150 años. Yo no creo en las coincidencias: creo que esto, sencillamente es otra de las jugadas de don Pedro Henríquez Ureña para unir a América y hacernos sentir que nuestro tesoro está en nuestro hermoso idioma español. Así que muchas gracias a cada uno de ustedes, muy especiales, y no sobra reiterarlos, a don Bruno, a don Juan José y a doña Alicia, por estas perlas que nos han regalado, inspiradas en una fuente magnífica, como lo fue y lo es don Pedro Henríquez Ureña. Lo he señalado en varias ocasiones: no recordamos a nuestros escritores e intelectuales como un epitafio en su vida, lo recordamos porque están presentes, porque son parte de ADN del mundo panhispánico».

«Y no quisiera cerrar estas palabras sin recordar sus los estudios de corrientes literarias donde recalcó algo que muchas antologías olvidan y olvidamos: y es que don Pedro Henríquez Ureña, en esas corrientes literarias de América, no excluyó a Brasil, no excluyó la lengua portuguesa en Brasil; y señaló que, si íbamos a hacer una antología de la literatura en América, no era posible excluir a Machado de Asís o a Guimarães Rosa, o a todos estos magníficos compañeros de viaje en América que son los escritores del Brasil. Y yo creo que, derivado de la última reunión de directores y presidentes de ASALE, habría que volver a tomar el canon, en donde no podemos dejar en la puerta del lado, los escritores portugueses de Brasil, o brasileños en portugués, que tanto nos han aportado. Yo creo que esas palabras de don Pedro nos aumentan la tarea y nos las complican un poco más, pero así es que debe ser: en complicarnos la vida está la tarea. Y lo decía al comienzo de esta sesión: el doctor Gutiérrez en su prólogo al libro de Ediciones Ayacucho de don Pedro Henríquez Ureña, nos señalaba que lo que tenemos que hacer es trabajar. Y aunque muchos mercantilistas y pragmaticistas y no pragmáticos consideren que esta sesión es una pérdida de tiempo, porque no está en Excel sino el Word, pues yo creo que, al contrario, estas son las obras que reflejan la productividad y la calidad de nuestra América. Muchas gracias a cada uno de ustedes y quedamos pendientes de una sesión próxima, que esperamos tener con la Academia Mexicana de la Lengua en donde recordaremos la presencia de don Pedro Henríquez Ureña en la construcción de la Universidad Autónoma de México y su excelente disertación como abogado de la universidad y su extraordinaria relación con don Alfonso Reyes. Creo que esa oportunidad no nos la vamos a perder y, en la medida de lo posible, hablaré con el director de la Academia Mexicana para ver si nos obsequian otra sesión para una persona que se merece todas las sesiones del mundo, don Pedro Henríquez Ureña. Muchas gracias a cada uno de ustedes y cerramos la sesión».

 

Por Miguelina Medina

 

Notas:

¹   https://www.rae.es/noticia/la-rae-acoge-el-homenaje-al uruguayo-josé-enrique-rodo

² https://cie.usal.es/2021/10/06/el-cieusal-organiza-con-exito-las-jornadas-de-la-norma-alfonsi-a-las-normas-del-espanol/

RESEÑA DE UNA PONENCIA SOBRE LA LENGUA MATERNA

“LA LENGUA MATERNA EN LA GESTACIÓN DE LA CONCIENCIA”

ESTUDIOS EN HOMENAJE A ALFREDO MATUS OLIVIER

Año 2021

     El doctor Bruno Rosario Candelier participó, en representación de la Academia Dominicana de la Lengua, en el Anejo Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier, preparado por la Academia Chilena de la Lengua. Este Anejo «ha sido publicado en formato electrónico en el Portal de libros electrónicos de la Universidad de Chile». Está compuesto por dos volúmenes a los cuales puede accederse consultando los siguientes enlaces electrónicos: Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I: Anejo N°3 Boletín de Filología; y Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II: Anejo N°3 Boletín de Filología. O también https://libros.uchile.cl/1217), (https://libros.uchile.cl/1218, respectivamente.

      

     En la «Presentación» de este Boletín de Filología, su director, Abelardo San Martín Núñez, Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua, expresó lo siguiente:

«Los Anejos del Boletín de Filología conforman una serie de números extraordinarios de la revista con la que sus editores hemos querido contribuir a la difusión de conocimiento y de materiales relevantes en el estudio de nuestra lengua. Con esta serie no pretendemos más que reforzar su objetivo primordial, a saber, propiciar el intercambio científico y académico en las áreas de lingüística y filología hispánicas. Como fruto de este esfuerzo, en el pasado han aparecido el Anejo N°1, Introducción al estudio del español de Chile. Determinación del concepto de chilenismo, publicado en 1953 por Ambrosio Rabanales y el Anejo N°2, El habla culta de Santiago de Chile. Materiales para su estudio. Tomo I, editado en 1979 por Ambrosio Rabanales y Lidia Contreras». Dijo que estos números tuvieron «notable repercusión para la lingüística chilena e hispanoamericana». Sin embargo, señaló, que «debido a contratiempos ajenos a los responsables del Boletín de Filología, sus Anejos vieron interrumpida su publicación durante más de cuarenta años, ocasionando una dilatada y lamentable discontinuidad».

«Con este nuevo número, el Anejo N°3, Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier, hemos querido reactivar la publicación de esta serie, y qué mejor ocasión para su resurgimiento que elogiar a quien fuera su director por más de 20 años y el principal responsable de su modernización, de acuerdo con las actuales exigencias de las publicaciones académicas y científicas. Con motivo del octogésimo primer aniversario del nacimiento de este eximio lingüista chileno y de su nombramiento como profesor emérito de la Universidad de Chile y director honorario de la Academia Chilena de la Lengua, hallamos reunidos en este número especial una colección amplia y diversa de trabajos de lingüística y filología hispánicas».

«Como director del Boletín de Filología, en representación de su Comité editorial y de los editores de este volumen», agradeció «a los autores y las autoras de este Anejo su decidido interés en participar en este reconocimiento a la contribución de Alfredo Matus Olivier al estudio de la lengua española y el desarrollo de la lingüística y la filología en dicha lengua». Igualmente agradeció «a las autoridades de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, en especial, a su decano Carlos Ruiz Schneider, así como a la directora de la Academia Chilena de la Lengua, Adriana Valdés Budge, su constante apoyo a la edición de este número extraordinario».

«Confiamos en que los contenidos que el lector verá desarrollados, a continuación, harán plena justicia a la tradición de los Anejos y, por supuesto, a la trascendencia de la huella de Alfredo Matus Olivier», expresó al concluir.

 

«La lengua materna en la gestación de la conciencia» 

En esta breve reseña del Boletín vamos a exponer un resumen del estudio expuesto por don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, en el homenaje a don Alfredo Matus Olivier, «La lengua materna en la gestación de la conciencia», el mismo está consignado en el Volumen I y puede accederse a su contenido consultando directamente el siguiente hipervínculo de dicho volumen.

Bajo tres subtítulos presentó Rosario Candelier este estudio: 1. El desarrollo de la conciencia en el niño. 2.  Gestación de la conciencia y el lenguaje. 3. Lengua materna y creación literaria.

En la primera parte, El desarrollo de la conciencia en el niño, expuso que el lenguaje, la ternura y el dolor troquelan las neuronas cerebrales que forjan el desarrollo de la personalidad y atizan el poder de la conciencia». «Tenemos una personalidad física y una personalidad espiritual —dijo—. A esta última la determinan la disciplina hogareña, la formación intelectual, el talante de la sensibilidad, el carácter individual, la inclinación estética, la orientación moral y la potencia creadora».

«Cuando el niño está en la etapa inicial de su desarrollo aprende la lengua de los hablantes que lo rodean, y de las palabras y oraciones que escucha, va asimilando la dicción de los vocablos, el significado de las palabras y el sistema como se combinan unas voces con otras para formar frases y oraciones en el habla y la escritura. El niño aprende a hablar como hablan los mayores que le rodean, y con el conocimiento de la lengua va adquiriendo el conocimiento del mundo; desde luego, primero entra en contacto con las cosas a través de su sensibilidad, y al entrar en relación con hechos, personas y cosas va conociendo la realidad y el sentido de fenómenos y cosas. En esa relación de su ser con las cosas en él se opera el mismo proceso que se operó entre los primeros hablantes cuando comenzaron a nombrar las cosas». «Dice la Biblia que Adán comenzó a nombrar las cosas según iba conociendo plantas y animales y fenómenos de la naturaleza. Algo similar sucede con cada uno de los hablantes cuando entra en contacto con las cosas», explicó.

«Con la luz del sol podemos visualizar las cosas con suficiente claridad para apreciar los colores y la textura de las cosas, y al lapso entre el nacimiento y el ocaso del sol se le llamó día; y desde el momento en que la sombra cubre las cosas por la ausencia de luz, el mundo se llena de tinieblas, contexto al que se le llamó noche; y así se fueron denominando todas las cosas, nombradas con una palabra que las distingue, y eso da lugar, mediante la función denominadora del lenguaje, al conocimiento del mundo, que ofrece a cada hablante un punto de contacto con lo existente para que cada uno tenga una percepción singular de cosas y fenómenos, lo que sirve de base y cauce para nuestra creación verbal».

En su didáctica, Rosario Candelier explicó que «Se llama lengua materna al idioma con el que nuestra madre nos educa en la infancia y que sirve para hablar y forjar el desarrollo de la conciencia, al tiempo que gesta una visión del mundo». Añadió que «Estudiosos del pensamiento y el lenguaje, como Heráclito de Éfeso, Guillermo de Humboldt y Ferdinand de Saussure, enseñaron que comenzamos a pensar con la lengua que aprendemos en la infancia. Logos es el poder de la conciencia para pensar, intuir, hablar y crear. Y esa capacidad humana se materializa en el proceso de simbolización del lenguaje, que las palabras formalizan en imágenes y conceptos de las cosas. Las tres vertientes de la realidad (cosas, hechos y fenómenos) el lenguaje las encarna con su poder de formalización verbal que compartimos con nuestros semejantes».

Destacó que «El desarrollo sociocultural requiere unas relaciones humanas que socializamos con el lenguaje, y desde niño aprendemos la manera adecuada para relacionarnos con personas, animales y cosas, y esas relaciones son más efectivas entre los humanos en virtud del medio de comunicación como la lengua, que propicia una conexión más efectiva, y si tenemos un buen conocimiento del instrumento de comunicación, más fecunda y provechosa es la relación que logramos con nuestros semejantes».

«Tenemos ciencia, arte y sabiduría para el desarrollo humano: ciencia, para el bienestar del cuerpo; arte, para deleite del alma; y sabiduría para la fruición del espíritu. La lengua se aprende bajo el influjo intelectivo, afectivo y espiritual de la madre, que da sustento, cariño y cultura. El afecto materno troquela positivamente los circuitos neuronales del cerebro para sentir y aprender el patrón verbal de una lengua, y con ella la esencia de una cultura y el sentido de la vida». Dijo que «Las mismas necesidades materiales propician la utilidad del conocimiento y la creación intelectual, estética y espiritual. La curiosidad por lo desconocido es la motivación que impulsa el conocimiento y la creatividad. Saber es una necesidad de la conciencia. Y un cauce para el desarrollo que anhelamos. Tenemos conciencia y, por tener conciencia, comprendemos las cosas, comprendemos el sentido y comprendemos el mundo». «Con el contacto sensorial y suprasensible —apuntó—, conocemos lo que las cosas son y el valor que las justifica. Mediante el concurso de los sentidos corporales entramos en contacto con las cosas, y conocemos para qué son buenas. Mediante el concurso de los sentidos interiores, entramos en contacto con la esencia y el sentido de fenómenos y cosas y valoramos lo que son, y comprendemos su trascendencia. Con el conocimiento de las palabras conocemos las cosas, se desarrolla la conciencia y se activa nuestro poder creador».

En su segundo punto, Rosario Candelier resaltó la Gestación de la conciencia y el lenguaje. Explicó que «Mediante el impacto de las sensaciones de las cosas en la sensibilidad, se atizan las neuronas cerebrales que activan la comprensión, la intuición y el pensamiento, base del desarrollo de la conciencia». Puntualizó que «Con el desarrollo de la lengua se aviva la gestación de la conciencia, la capacidad para conocer y pensar, el don para intuir y entender, el poder para hablar y crear, que son manifestaciones del Logos de la inteligencia humana»: «Lo que pensamos, sentimos y realizamos, conforma nuestra visión de la vida, el mundo y la cultura. A eso se le llama cosmovisión. Todos hemos internalizado en la conciencia una visión del mundo, aunque no sepamos formalizarla en imágenes y conceptos, y aunque no tengamos consciencia de ese conocimiento. Lo que sentimos, pensamos y queremos conforma el caudal de nuestras sensaciones, conceptos y anhelos, que se corresponden con la sensibilidad, la inteligencia y la voluntad, las tres grandes potencias de la personalidad. La sensibilidad y la inteligencia constituyen, mediante la dotación del Logos, la vía para percibir nuestras intuiciones y la base de nuestra creatividad, cauce de nuestras sensaciones, percepciones y vivencias».

Indicó que «Todos tenemos un punto de contacto con el Universo. Y el poder de la palabra y el don de la valoración y la creación. Podemos testimoniar lo que experimenta nuestra conciencia a la luz del impacto que las cosas generan en nuestra sensibilidad. Podemos testimoniar nuestra percepción de fenómenos y cosas, si el alma de lo viviente toca nuestro ser con su influjo singular. Podemos testimoniar las irradiaciones provenientes de los efluvios de la Creación, si tenemos desarrollados los circuitos cerebrales de la sensibilidad trascendente para percibir los mensajes de lo Alto con las verdades de muy antiguas esencias».

«Todos podemos hacer un aporte al pensamiento —dijo—, al arte y a la ciencia desde nuestra peculiar visión y valoración de fenómenos y cosas, si hay en nosotros el deseo de saber, de crecer intelectual y espiritualmente, de testimoniar lo que intuimos y comprendemos. El deseo de saber es una manifestación del eros platónico, que es la energía espiritual que activa el anhelo de conocer y lograr el crecimiento de la conciencia». Añadió que «El anhelo de conocer engendra el conocimiento, y ese anhelo despierta en el niño la curiosidad por sentirlo todo, conocerlo todo, disfrutarlo todo y entenderlo todo. Y ya se sabe que la curiosidad por el saber desata la sensibilidad, desarrolla la conciencia y activa la vocación creadora. Ante el conocimiento de las cosas nace la curiosidad por la palabra que sirve para conocer y explicar lo que conocemos, y se potencia el conocimiento del mundo y adviene la conciencia lingüística».

Afirmó Rosario Candelier que «Con la conciencia de lengua, la curiosidad por el conocimiento y el deseo de creación se activan las células cerebrales, que se cargan con la energía del conocimiento y el aprendizaje del saber». Y apuntó que «Hay cuatro conceptos básicos que se olfatean desde niño, aunque no se tenga en esa etapa de la vida una comprensión de su alcance, como son intuición, conceptuación, inspiración y revelación. Intuición (de intus legere, ‘leer dentro’) es el poder del intelecto para captar el sentido de fenómenos y cosas; conceptuación es la capacidad para comprender el valor de cosas, ideas, ocurrencias: inspiración es una luz o soplo del espíritu para entender fenómenos y cosas; y la revelación es la recepción de un mensaje profundo que viene de lo Alto, de la sabiduría cósmica o de la misma Divinidad».

Señaló que «Desde la etapa infantil comienza todo lo que forja la personalidad del sujeto. Sentimos, pensamos y queremos. Lo que sentimos aporta al cerebro datos para la comprensión de las cosas. Por eso decía Aristóteles: “Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu”: ‘Nada llega al entendimiento sin antes pasar por los sentidos’ (Citas en latín de Tomás, s/año, acápite 17). Efectuado ese proceso sensorial, adviene la conceptuación o realización de conceptos y de imágenes, base para la reflexión y la creación». Expuso que «Cuando pensamos, concebimos imágenes y conceptos. Pensar en conceptos es crear ideas de fenómenos y cosas; pensar en imágenes es crear una figuración de fenómenos y cosas. Quienes piensan en conceptos son los filósofos, científicos, tratadistas, ensayistas, teóricos o los hablantes cuando comunican mediante el lenguaje ordinario lo que sienten, conciben o valoran. Los que piensan en imágenes son los poetas, narradores dramaturgos, músicos, arquitectos, escultores, danzantes, cuando dan forma a sus intuiciones y vivencias».

«La capacidad para pensar se desarrolla con ejercicios de reflexión, interpretación y valoración de las cosas. La capacidad para sentir se acrecienta con ejercicios de contemplación y goce de lo viviente. Para crear hay que aprender a contemplar. La contemplación es un ejercicio de la sensibilidad para sentir y disfrutar el encanto de las cosas. Al sentir lo que las cosas son y significan, apreciamos sus fluidos en la sensibilidad y los procesamos en la conciencia». Afirmó que «Tenemos sensibilidad, conciencia y lenguaje, que se desarrollan mediante el contacto con la realidad material y suprasensible. La creatividad se desarrolla mediante la observación de la realidad, la lectura, el cultivo del arte y la literatura, la interpretación de cuentos, poemas y estudios. En el desarrollo de la sensibilidad y la conciencia inciden los medios de comunicación y todo lo que toca los sentidos físicos y espirituales».

Manifestó que «el impacto de los medios audiovisuales y digitales de la realidad virtual ha ido modificando y redefiniendo la educación de los niños con los dispositivos electrónicos y su relación con la realidad sociocultural, y ese impacto electrónico está interfiriendo, positiva en algunos aspectos, y negativamente en gran parte de su desarrollo, su educación y su capacidad de comprensión de su propia realidad, así como de su propia lengua. La vertiente negativa que al respecto está sucediendo entre infantes y mozalbetes es preocupante para padres, educadores, tutores, formadores y líderes de la comunidad. En los últimos 30 años la tecnología electrónica ha transformado la cultura que el mundo había forjado en tres mil años. Y esa realidad se está reflejando en la formación intelectual, el aprendizaje y el conocimiento, la conformación cerebral y los intereses de los niños y los jovenzuelos y, desde luego, en el desarrollo de la lengua materna».

Al desarrollar el tercer acápite, Lengua materna y creación literaria, Rosario Candelier consignó que «Cuando la madre habla con el niño le transmite la forma de hablar, el uso de las palabras y el significado de las voces y las cosas y, por supuesto, su cultura, su religión, su visión del mundo y el fundamento moral, intelectual y espiritual de su conducta». Dijo que «El sentido estético y espiritual comienza en la infancia con la vivencia de un arte, el cultivo del saber y la práctica de la religiosidad. El desarrollo de la sensibilidad y el intelecto lo propician emociones estéticas y conocimientos que enseñen y edifiquen. Cuando desde niño nos cuentan una bella historia o nos cantan bellas canciones o nos amenizan el momento con juegos comenzamos a valorar el arte de la narración y el arte de la canción y el deporte».

«Cuando en mi niñez escuché a una señora decir que en su sermón el cura tiraba por su boca pepitas de oro, la frase me impactó, aunque entonces no sabía que se trataba de una metáfora. En los hogares cuyos padres fundan sus actos en los ideales y valores que dan fundamento a una vida ejemplar, el niño aprende el sentido de un sano comportamiento y una convivencia positiva».

Expresó que «Si algo une a los poetas y los niños es la intuición, que es la facultad del intelecto con el cual asumen la sustancia de sus vivencias y el sentido de sus percepciones. El tema de la intuición está presente en la creación literaria y, desde luego, en la poesía y la narrativa para niños. Tanto los poetas, los contemplativos y los niños se compenetran con lo viviente y tienen una particular relación con fenómenos y cosas en virtud de su sensibilidad empática con fenómenos y cosas. Experimentan una singular satisfacción al vivir sus emociones entrañables como una aventura de la imaginación para vivir en su mundo interior lo que la realidad brinda. De ahí la imaginación lúdica que viven los niños».

Dijo que «En la literatura concebida para niños, sus autores, casi siempre adultos, recrean lo que entienden o suponen de la mentalidad infantil, y en su creación procuran el desarrollo de la sensibilidad y la conciencia de sus lectores. El niño vive el valor de las cosas mediante el sentido de la imaginación»: «A los sentidos físicos de visión, audición, olfato, oído y tacto, hay que sumar los sentidos interiores, que son intuición, imaginación, memoria, sentido común y estimativo. Dichos sentidos son el medio de contacto de nuestro ser con el ser de fenómenos y cosas. En el estadio de la infancia hay etapas en que el niño parece no diferenciar la realidad real de la realidad imaginaria. Vive la realidad como una ficción. Y su imaginario es cómplice de la realidad real»: «Para el niño, el mundo verdadero es el que recrea en su interior, que su imaginación concibe, perfila y certifica. Por eso, entre los rasgos de la literatura infantil figuran: 1. El sentido de lo maravilloso de sus aventuras y pasiones. 2. El tono lúdico de sus relatos y acciones. 3. El sentimiento de ternura y empatía hacia criaturas, elementos y cosas».

Explicó que «Los niños, los místicos y los contemplativos comulgan con el alma de lo viviente. Y se compenetran con el sentido de la Creación. De ahí el valor de la realidad, según quien la contemple. Ante la realidad interior del sujeto puede acontecer una vivencia estética; ante la realidad natural, una vivencia cósmica; y ante la realidad sobrenatural, una vivencia mística. Por tanto, difieren la realidad interior, la realidad estética y la realidad cósmica. Para la sensibilidad y la conciencia de los niños, la imaginación infantil se nutre de sueños, fantasías, ilusiones, inspiraciones y revelaciones. Los niños experimentan una coparticipación con la cosa, vivencia que también tienen poetas, iluminados y místicos».

«El poder de la intuición no requiere del conocimiento del mundo, ni formación intelectual o libresca, sino del contacto con la realidad. Por eso la intuición se auxilia de los sentidos, no de la razón. No hay restricción de temas y motivos, aunque en sus vivencias y creaciones figuran siempre la realidad con la belleza y la verdad», afirmó el estudioso expositor.  Y destacó que «La madre sabe cómo inducir la imaginación de su hijo en el uso del lenguaje y la creatividad». Dijo que «La tarea primordial de la imaginación poética es la invención de la forma que canaliza el tema que motiva y entusiasma para testimoniar lo que experimenta la sensibilidad y concita la inteligencia»: «La lengua es la plataforma verbal que da cuenta de las cosas que las palabras encarnan, perfilan y representan. Aunque nacemos con la capacidad para hablar una lengua, no venimos al mundo con el conocimiento de un idioma. Para aprender una lengua, el niño tiene que socializarse en una cultura, tener capacidad de intelección y habilidad para desempeñarse con las palabras».

Expresó que «Es importante la gestación de una mente sana, equilibrada y normal en los niños para evitar en la edad adulta actitudes resentidas, comportamientos egoístas y acciones miedosas, lo que influiría no solo en las relaciones con los demás, sino en la percepción de la realidad y la valoración objetiva y cierta de las cosas. Asumimos la realidad como somos en nuestro interior. No podemos confundir la verdad subjetiva con la verdad objetiva, o la verdad de juicio con la verdad de hecho. Y eso se aprende desde la infancia, en un hogar centrado en el amor, la virtud y la bondad».

 Rosario Candelier expuso algunos ejemplos que ponen de manifiesto sus aseveraciones: «Con mirada de niño, que es una mirada cómplice y empática, los textos de los escritores que cito como ilustración tratan de interpretar lo que sienten, hacen, viven y disfrutan los niños en su relación con las cosas, como se puede apreciar en los siguientes ejemplos».  «El afecto y el lenguaje, dos atributos que se aúnan en el corazón de la madre cuando acuna en su regazo al niño que gestó en sus entrañas, dan cuenta de lo que hace la sensibilidad y la conciencia para darle sentido y trascendencia a la vida, según revela la poeta romántica dominicana del siglo XIX Salomé Ureña, cuando evoca en su poema A mi madre, fuente del aliento y cauce de la vida»:

 

Mi voz escucha: la lira un día

un canto alzarte quiso feliz,

y en el idioma de la armonía

débil el numen ¡oh madre mía!

no halló un acento digno de ti.

 

 

¿Cómo tu afecto cantar al mundo,

grande, infinito, cual en sí es?

¿Cómo pintarte mi amor profundo?

Empeño inútil, sueño infecundo

que en desaliento murió después.

 

De entonces, madre,

buscando en prenda,

con las miradas al porvenir,

voy en mi vida, voy en mi senda,

de mis amores íntima ofrenda

que a tu cariño pueda rendir.

Yo mis cantares lancé a los vientos,

yo di a las brisas mi inspiración;

tu amor grandeza dio a mis acentos:

que fueron tuyos mis pensamientos

en esos himnos del corazón

 (Ureña 1960, pp. 102-103).

 

«Ante una mirada amorosa hacia lo viviente con la inspiración de una verdad profunda, la verdad poética que intuye el corazón, le tributó un reconocimiento universal al autor de El Principito, el escritor francés Antoine de Saint-Exupery, por su intuición de que lo esencial es invisible a los ojos. Y así es, porque lo que permanece y trasciende, otorga el sentido a todo y mueve la sensibilidad y la conciencia desde nuestra infancia, cuando sentimos y actuamos con espíritu abierto, limpio y espontáneo con una vida en armonía con la naturaleza bajo el aliento sutil que nos sostiene. Dice El Principito»:

 

   El principito se fue a ver nuevamente a las rosas: 

–No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún –les dijo–. 

Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era  

mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo  

hice mi amigo y ahora es único en el mundo. 

   Y las rosas se sintieron bien molestas. 

–Sois bellas, pero estáis vacías –les dijo todavía–. No se puede morir por  

vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece.  

Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es la rosa  

a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo.  

Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella 

la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas).  

Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun,  

algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa. 

   Y se volvió hacia el zorro:  

   –Adiós –dijo. 

  –Adiós –dijo el zorro–. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien  

sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. 

–Lo esencial es invisible a los ojos –repitió el principito, a fin de acordarse. 

–El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.  

–El tiempo que perdí por mi rosa… –dijo el principito, a fin de acordarse. 

–Los hombres han olvidado esta verdad –dijo el zorro–. Pero tú no debes  

olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres 

responsable de tu rosa… 

–Soy responsable de mi rosa… –repitió el principito, a fin de acordarse (De  

Saint-Exupery 1992, pp. 72-74). 

 

«En Labios, genuina creación poética de Miguel Solano, el poeta interiorista que tiene conciencia de adulto y sensibilidad de niño, se sitúa en el corazón de los infantes y asume su imaginación para recrear una amorosa visión del mundo mediante el lenguaje del amor con el que siente y expresa el encanto y el sentido de lo viviente a la luz de lo que embellece y edifica:

 

Concentró la esperanza del Universo

en sus labios y yo pude masticarla.

Labios que sostienen el idioma sagrado

el paladar simbólico

la iniciación del ser

labios que me entregaron las verdades altas.

 

Ahora me acojo al recogimiento de sus recuerdos

a la muerte de la ausencia que renace,

labios que al adueñarse de mí

se adueñaron del arte por excelencia

e hicieron de mi corazón un polvorín de amor (Solano 2008, p. 36).

 

Finalmente explicó que «El niño lo siente todo porque todo lo entiende con el corazón. Con su sensibilidad abierta y empática, se comunica con todo, lo sufre y lo goza todo con su identificación emocional, imaginativa y espiritual con lo viviente. Por eso decía el Maestro de Nazaret que había que volverse como un niño para sentir y saber que vivimos en un paraíso, que es la manera de abrirse con amor a todas las cosas bajo el fulgor de lo viviente».  Reseña de Miguelina Medina

 

INTEGRACIÓN DE LA NUEVA BECARIA DE LA RAE AL SERVICIO DE LA ACADEMIA DOMINICANA DE LA LENGUA

2 de septiembre de 2021

     Al oficializar la incorporación de la nueva colaboradora de la Academia Dominicana de la Lengua en su condición de becaria de la Real Academia Española, Winny Plasencia participó en una reunión con el director de la ADL, quien consignó:  «A partir de este momento eres colaboradora de la Academia Dominicana de la Lengua como becaria de la RAE, gracias a la beca otorgada por AECID y, en consecuencia, oficializo tu colaboración a favor de esta Academia, porque, oficialmente, ganaste una beca para ponerte al servicio de la Academia Dominicana de la Lengua con el objetivo de colaborar con los planes y proyectos de esta corporación, de los cuales vamos a hablar en esta reunión».

—BRC: Vamos a comenzar con las tareas de tu responsabilidad.

—Winny Plasencia.: Las dos cosas que tenemos que hacer, según los correos electrónicos que nos enviaron —que no son exactamente los mismos, pero tienen las mismas orientaciones— que es realizar un plan de trabajo a lo largo del año.

—BRC: Sí, tengo aquí preparado el plan de trabajo, que lo vamos a comentar.

El Director y la colaboradora comentaron la emisión de las certificaciones acordes a los requerimientos de la Real Academia Española, y el plan de trabajo, objetivo de esta reunión de oficialización de la incorporación de la nueva colaboradora.

 

Emisión de las certificaciones 

—Winny P.: Se necesita una certificación, por parte suya, que consigne mi incorporación oficial al servicio de la ADL, consignando que ya yo me incorporé. Esa certificación se debe enviar en los primeros diez días hábiles de septiembre.

—BRC: Ya tengo preparada esa comunicación y esta semana la remito a la RAE.

—Winny P.: Sí, y también yo la necesito porque yo también la debo enviar. Primero la envía usted a ellos y después yo también la envío, porque yo también debo enviar mi constancia de incorporación.

—Winny P.: Exactamente, y debe estar firmada.

En la reunión se consignó que la firma electrónica de don Bruno Rosario Candelier era necesaria. Se hace con la finalidad de agilizar los procesos actuales de las certificaciones requeridas de oficialización, y de los venideros en los que será necesario plasmar la firma electrónica del Director.

 

Diálogo sobre plan de trabajo 

—Winny P.: Ellos enviaron diferentes documentos para que usted lo tenga en archivo, pero lo único que solicita el correo es su constancia de mi incorporación y que también usted converse conmigo acerca de la responsabilidad que implica, que yo voy a asumir.  También hay un calendario donde se establecen aproximadamente como 6 fechas importantes, entre las cuales están, la certificación de mi incorporación en los 10 primeros días; el plan de trabajo anual, que comienza ahora en septiembre; y después unas cuatro entregas: una en noviembre y me parece que una en febrero.

—BRC: Tú tienes que entregarme un reporte mensual de las tareas que debes realizar a favor de nuestra Academia, reporte que yo debo remitir a la RAE cada mes.

Don Bruno Rosario Candelier explicó el plan de trabajo a Winny Plasencia que consiste en una tarea con cinco aspectos, como se consigna a continuación:

1- Revisar el Diccionario de la lengua española: Debe buscar en el Diccionario de la lengua española las palabras que tienen acepciones con la marca R. Dom., que significa que esa acepción se usa en la República Dominicana. Es decir, las entradas del diccionario tienen un significado especial en cada uno de los países hispanohablantes. Entonces, aquellas palabras que tú consideras que tienen una acepción propia de nuestro lenguaje, consignar que se les ponga R. Dom.  Debes tener el Diccionario de la lengua española de manera física porque el código lexicográfico es más amplio que la versión electrónica, o sea, tiene más detalles. Por eso yo te sugiero que adquieras el diccionario oficial de nuestra lengua: la última edición es del 2014,.  Entonces, vas a comenzar por la letra A. Tú comienzas a leer cada palabra, tal como la describe el Diccionario y, te repito: cuando te encuentres una palabra que amerite que se consigne que ese uso tiene vigencia aquí, hay que pedir que se agregue R. Dom. Igualmente, una acepción que tenga vigencia aquí y que no figure en el Diccionario, vamos a proponer que se incorpore.

2- La Real Academia Española está trabajando en la confección de un Diccionario fraseológico de americanismos. La fraseología incluye refranes, adagios, sentencias, máximas y giros. Pero la petición que te hago es que, un refrán o un adagio o una máxima o una sentencia o un giro que quieras proponer, tómalo, preferentemente de la lengua oral. Pero, ojo con esta observación, tiene que ser un refrán dominicano, no de la lengua española. Es decir, hay refranes que se usan en España, o que se usan en todo el mundo hispánico, y hay refranes que solo se usan en un país. Entonces, ¿qué debemos reportar? Los refranes que son una creación del español dominicano. A partir de ahora, cuanto tú estés escuchando a quienes hablan, si dicen un refrán —vamos a darle prioridad a la oralidad— si tú consideras que es dominicano, anótalo. Entonces consignas ese refrán y lo defines y pones un ejemplo de su uso, para que se entienda mejor.

Como práctica de esta parte de las tareas, Winny Plasencia le expresó al Director de la ADL que le parecía que el refrán «El que nació pa’estropajo no sale del fregadero» es dominicano «por los términos que tiene». A lo cual Don Bruno consintió: «Es posible que sea dominicano». Y además recordó el refrán «El que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija», para mostrarle que es un refrán del español general, y «ese no se debe poner». Don Bruno explicó a la nueva colaboradora una ilustración de la originalidad de un refrán, su experiencia con relación al refrán «Hay más días que longaniza».

—BRC: Yo siempre pensé que el refrán «Hay más días que longaniza» era dominicano y no es dominicano. Durante muchos años yo creía que era dominicano. ¿Tú sabes cuándo me convencí de que no era dominicano? Cuando vi una película española de los años 30 del siglo pasado. La película la filmaron en los años 50, pero se ubica en los años 30. y ahí ese refrán lo usa un hablante español. Y yo dije «Fíjate, pero es español el refrán». Y luego le pregunté a dos españoles si lo habían escuchado en España, y uno me dijo:  «Mi abuela lo usaba permanentemente». Fíjate cómo puede uno confundirse con un refrán. Entonces, preferentemente, incluir paremias que sean criollas, que tengan el sabor criollo.

3- Diccionario de lingüística. Estamos confeccionando un Diccionario de lingüística. Entonces, elige los vocablos que pertenecen a la ciencia del lenguaje. ¿Qué tú vas a hacer? A describir ese vocablo, a definirlo. En primer lugar, tienes que consignar específicamente su definición, su uso y, en lo posible, poner ejemplos de textos escritos de lingüistas, de literatos o de ensayistas que confirmen el uso y el  significado de esa palabra de la ciencia del lenguaje. Y hacer la definición con el rigor que exige la lexicografía. En esta parte de la tarea tuya es definir conceptos del lenguaje.

4- Diccionario de literatura. Estamos también trabajando en la confección de un Diccionario de literatura. En esa obra irán vocablos del arte de la creación verbal. También dejo a opción tuya la elección de vocablos para su definición. Debes consignar el vocablo; segundo, presentar datos específicos como la dimensión metafórica o simbólica; tercero, poner ejemplo de un creador de la lengua española, no de la literatura inglesa o alemana o francesa. El ejemplo tiene que ser de escritores de lengua española: sea de España, Hispanoamérica, Filipinas o de Guinea Ecuatorial y de autores dominicanos.

5- Panorama del español dominicano. A partir de este año, vamos a estudiar la dimensión peculiar del español dominicano para apreciar la situación del español de nuestro país, una especie de retrato o radiografía de la realidad lingüística del país. Pero hay que hacerlo con propiedad, precisión y rigor. Entonces, cada mes en esta parte tú vas a escribir una o dos páginas, no más de tres páginas sobre una faceta del español dominicano. Entonces, cada mes vas a enfocar un aspecto lingüístico sobre el habla del español dominicano. Por ejemplo, la dimensión lexicográfica del español dominicano. En el siguiente mes la dimensión semántica; en el siguiente mes la dimensión fonética; en el siguiente mes la dimensión gramatical; en el siguiente la faceta oral del habla criolla. En el siguiente mes la dimensión literaria. Por ejemplo, en la dimensión lexicográfica, que es el primer tema, debes enfocar cómo es el español dominicano a la luz de la palabra. La idea es describir nuestro lenguaje. Cada mes un aspecto diferente, para dar un panorama completo al término del año.

En lo acordado, la nueva colaboradora de la ADL, Winny Plasencia Peralta, se reunirá con el Director periódicamente. Acordaron, por sugerencia de Winny que, como ella es docente en La Canela de Santiago, la fecha puede ser movible, con previo aviso, pero siempre cumpliendo la tarea del mes, con responsabilidad. Don Bruno Rosario Candelier solicitó a Plasencia Peralta que las tareas mensuales sean impresas, con el propósito de verificarlas y corregirlas. Y luego de las correcciones las enviará electrónicamente.

 

Diálogo final  

—Winny P.: Aquí dice, por ejemplo, en el plan de investigación, ya yo tengo la noción, lo primero es objetivos formativos previstos. Yo buscaría esas cinco tareas que usted me enumeró y las convertiría en objetivos, poniendo verbos en infinitivos, y así, para poner cuáles son los objetivos de formación. Es el plan de trabajo. Entonces después están las actividades previstas durante la beca, esas cinco actividades que usted me indicó, y darle una caracterización como la que usted me acaba de dar. Entonces dice conocimientos y capacidades que adquirí y documentación a utilizar y cualquier otra información relevante. Con respecto a la documentación a utilizar, además del Diccionario, ¿cuáles otros documentos necesito?

—BRC: Los códigos idiomáticos de la Real Academia Española y ASALE. Por ejemplo, el Diccionario de la lengua española, la Gramática de la lengua española, la Fonética de la lengua española, el Diccionario panhispánico de dudas, el Diccionario de americanismos, y, de nuestra Academia, el Diccionario de dominicanismos, el Diccionario fraseológico del español dominicano, el Diccionario de refranes, el Diccionario de símbolos y el Diccionario de mística.  

—Winny P.: ¿Con eso basta para colocarlos en el Plan?

—BRC: Debes poner también obras literarias, para cada caso, de autores que escriban en español, dominicanos, hispanos, españoles, filipinos, novoguineanos o judeoespañola.

—Winny P: Otra pregunta respecto a este proceso. Las cinco tareas que usted me enumeró, ¿debo mensualmente ocuparme en una o debo hacer un reporte de las cinco?

—BRC: Debes hacer un reporte de las cinco vertientes cada mes.

—Winny P.: Perfecto.

En cuanto a la estructura del reporte, don Bruno le sugirió a Winny Plasencia que le enviara ejemplos de cómo hacer las susodichas tareas. «Mientras más ejemplos tengo es mucho mejor para mí, así yo tengo un esquema, más o menos, del producto final que se requiere y así trabajo coherentemente», expresó la nueva colaboradora. La joven expresó a Rosario Candelier que hay otros tipos de informaciones administrativas, personales, como seguro médico, entre otras, que ella tiene que reportar. Sobre la cantidad de páginas estipuladas para las cinco tareas —según la inquietud de Plasencia—, don Bruno Rosario Candelier sugirió, según reportes de otras colaboradoras, unas veinte o treinta páginas. «Tú tienes la ventaja de que conoces la lengua española, tienes dominio de la ortografía, que es muy importante. Pero sobre la marcha, cualquier observación te la iré dando», indicó el Director de la Academia.

(Repote de Miguelina Medina para la ADL).

 

ESCRITORES VALORAN EL APORTE DE JOAQUÍN BALAGUER

Santo Domingo, Biblioteca Nacional, 3 de septiembre de 2021

 

Varios académicos de la Academia Dominicana de la Lengua participaron, con otros escritores dominicanos, en el acto «Cena coloquio con Balaguer, el escritor», convocado por el doctor Ángel Lockward y celebrado en honor de este ilustre intelectual dominicano, que fuera Presidente de la República Dominicana, destacado escritor y miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Distinguidos escritores formaron parte del panel, entre los cuales fungió como moderador el novelista Avelino Stanley, quien dio la bienvenida a los participantes. Ángel Lockward, el organizador del evento, igualmente fungió como moderador y expresó: «Como todos supondrán, este es un ejercicio de libertad, en consecuencia, los participantes van a exponer las ideas que tienen sobre el tema que tratan, no importa si son partidarios o adversarios del presidente Balaguer. Es un ambiente de libertad en el que cada uno va a expresar su opinión sobre la obra literaria, que es el tema que nos convoca». El esquema del tiempo de este panel fue diseñado para dos rondas de exposiciones: en una «primera ronda los ponentes dispondrán de 3 minutos para una primera intervención, y una segunda ronda otros 3 minutos para cerrar», indicó.

 

Rafael Peralta Romero: «Palabras inaugurales» 

La actividad fue celebrada en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.  Su director, Rafael Peralta Romero, pronunció las palabras inaugurales: «Ante todo, agradezco a los distinguidos amigos, Avelino Stanley y Ángel Lockward, y los demás integrantes de esta mesa de discusión, el honor que me conceden de invitarme a esta mesa y al privilegio de dirigir unas palabras inaugurales. Este acto no lo organiza la Biblioteca Nacional, sin embargo, la Biblioteca Nacional se solidariza con él y saluda con corazón jubiloso la celebración, esta iniciativa». Expresó que está de acuerdo en que «hay que rescatar en algún sentido a Joaquín Balaguer como escritor, que será muy difícil separarlo del Joaquín Balaguer político», porque, «de hecho, su obra política, quizás, ha interferido para que su obra como escritor sea menos valorada».

«Joaquín Balaguer fue poeta, ensayista, historiador, biógrafo y un gran orador. A mí, particularmente su prosa, me resulta sumamente atractiva, por la galanura que ella encierra. Hay quienes les gusta su poesía y hay quienes no. Balaguer fue un poeta muy apegado a lo clásico, a lo tradicional, incluso puede decirse que, como poeta fue igual que como político, un poco conservador, poco dispuesto a las innovaciones. Sin embargo, como estadista fue capaz de construir esta Plaza de la Cultura donde nos encontramos: teatro, museos, y la Biblioteca Nacional, que me honro en dirigir», manifestó.

Peralta Romero, miembro numerario de la Academia Dominicana de la Lengua, también saludó a los académicos presentes, a los representantes de diversas fundaciones, entre ellas la Fundación Joaquín Balaguer, al director de la Feria del Libro, entre otras organizaciones y personalidades que estuvieron presentes en el acto. Expresó que «hace unos años, por el año 2006, la Fundación Joaquín Balaguer inició un ciclo de conferencias como escritor». Dijo que «Manuel Mora Serrano pronunció una de esas conferencias en las que dijo una serie de puntos básicos sobre su obra». Terminó sus palabras leyendo un párrafo, «conclusión de la conferencia ofrecida por Mora Serrano» en aquella ocasión, titulada, «¿Ha sido valorado justamente Joaquín Balaguer como literato?» («Eso está publicado por la Fundación Joaquín Balaguer en el año 2006», consignó): «No podemos arribarnos a conclusiones firmes, pero valorar justamente a Joaquín Balaguer en sus distintas facetas intelectuales va a ser misión de generaciones futuras que son las depositarias de la verdad, sin preferencias inmediatas y que fue para quienes, realmente, se hicieron las obras de arte». Agregó: «Nosotros ya comenzamos a ser parte de esas generaciones futuras. Balaguer ahora es un hombre de la historia y para nosotros en este momento es un escritor que merece ponderación y conocimiento de su obra para que sea justamente valorada».

 

Odalís Pérez expuso sobre «Balaguer, el ensayista»  

El académico numerario doctor Odalís Pérez expuso su ponencia bajo el título: «Balaguer, el ensayista». «Mucho se ha hablado del Joaquín Balaguer político —expuso—, pero poco se ha hablado del Joaquín Balaguer historiador, ensayista, crítico y al mismo tiempo memorialista». «Joaquín Balaguer produjo, entre 1934 y 1958, 25 libros de ensayo —consignó—: ensayos literarios, ensayos testimoniales, ensayos poblacionales, ensayos sobre métrica castellana, ensayos sobre crítica de la identidad dominicana». Apuntó que Balaguer «fue el ensayista que primero posicionó la literatura nacional, desde el punto de vista de sus valores universales y al mismo tiempo de sus valores intrínsecos».

«Balaguer, que fue uno de los más grandes conocedores de la literatura dominicana, informaba y trabajaba con el ensayo, pero con el ensayo al óleo clásico, al óleo aristotélico. Todo ensayo de Joaquín Balaguer tenía lo que se llama una introducción, un desarrollo, una conclusión, y al mismo tiempo tenía sus consideraciones: el modelo aristotélico, lo que se llama esa tesis, antítesis y síntesis y, sobre todo, sobre la base de un elemento que era fundamental en su obra, que era la estilística: era la filología y al mismo tiempo la teoría de la historia». Puntualizó que «dentro de esos grandes esbozos, esas semblanzas literarias, Balaguer fue indudablemente un maestro, desde el punto de vista de la escritura y desde el punto de vista de lo que se llama la coherencia de sus ensayos». «Toda su formulación en cuanto al ensayismo literario se hacía en base a párrafos cocidos, bien instituidos y con ideas claras de lo que eran las cardinales de la escritura de un ensayo», destacó Odalís Pérez.

 

León David (Juan José Jimenes Sabater) abordó al «Balaguer orador» 

Juan José Jimenes Sabater, León David, académico de la lengua y Premio Nacional de Literatura, expuso un conciso discurso sobre el «Joaquín Balaguer orador». Agradeció la invitación «para participar en este magnífico y necesario acto, no de cultura solamente, sino de reparación». Expuso que «Balaguer fue un tribuno notable, de verbo levantado, frase enfática, cadenciosa y caldeada expresión».

«Cuatro son a mi juicio las cualidades principales de su oratoria, sin que esto signifique, naturalmente, que no haya muchísimas más de aquellas de las que voy a hablar. Primero está ese manejo feliz y singularmente entramado de las ideas, que asidas unas a las otras como eslabones de una irrompible cadena tornan su decir de una contundencia abrumadora. En segundo lugar, está el uso de un lenguaje alquitarado, noble, culto, de linaje clásico que se explaya en cláusulas amplias y redondas, cuya severa arquitectura y verbal extensión no son óbices, sin embargo, para que se manifieste la claridad, la propiedad y el vigor del pensamiento. En tercer lugar, está la prosa, una prosa cuya prosapia académica y tono magistral, fruto de caudalosos adorno místico y bien digerido erudición, revélase de continuo con la suficiente flexibilidad para adaptarse con acierto al tema tratado y a la perspectiva dialéctica desde la que el asunto referido se aborda. Y cuatro, incuestionada maestría retórica, que se manifiesta en el medido, cuanto eficaz, empleo de figuras como el símil, la antítesis, las apóstrofes, las contraposiciones de palabras, etcétera, que confieren al discurso un fuero y un fulgor, a los que resulta casi imposible resistirse».

Señaló que estos «Atributos, si bien es verdad están presentes de continuo en sus alocuciones, se nos descubren, sobre todo, cuando el orador empuña las armas de la polémica». «Joaquín Balaguer fue, indudablemente, un gran orador», concluyó David.

 

Bruno Rosario Candelier: «Balaguer y su singular dominio de la palabra»  

El director de la Academia Dominicana de la Lengua, doctor Bruno Rosario Candelier, presentó mediante una plataforma audiovisual su discurso en el que señaló: «El doctor Joaquín Balaguer fue un portento de la palabra. De tal manera que su nombraría, su prestigio y su autoridad se debió, justamente, al uso ejemplar de la palabra que él siempre honró con alta categoría intelectual. Naturalmente, eso indica que él, como clásico, Joaquín Balaguer era un clásico, amante de la clasicidad, y en tal virtud cultivaba los valores establecidos de la cultura universal. Él, que tenía una poderosa vocación intelectual, que era un escritor consagrado, naturalmente, desarrolló una alta cultura, de tal manera que él se convirtió en uno de los hombres más cultos de la República Dominicana. Y eso desde su juventud, porque desde que tomó conciencia de la vida, desde que tomó conciencia de la palabra, se dedicó a cultivarse intelectual y estéticamente y de ahí la gran producción literaria que cultivó y que desarrolló. Porque él fue un exégeta literario y esa condición de crítico literario y teórico del arte de la creación verbal fue justamente lo que lo llevó a ser miembro de la Academia Dominicana de la Lengua. Él publicó varios libros, como Historia de la literatura dominicana, Letras dominicanas y Los Carpinteros, donde aborda grandes personajes y creadores del siglo XIX y principios del siglo XX. Y como estudioso de la retórica publicó un edificante libro titulado Métrica castellana que enalteció su aporte creador y también la corporación de la lengua».

«Para ser miembro de la Academia de la Lengua hay que ser un cultor de la palabra, un estudioso de la literatura y, sobre todo, un conocedor profundo del lenguaje. Joaquín Balaguer demostró con alta categoría esas condiciones de su intelecto. Por eso, desde mediados del siglo XX, en la década de los 50, fue nombrado miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, condición que él enalteció con su alta categoría intelectual, con su formación estética y, sobre todo, con la cuidadosa valoración de la palabra que siempre honró como intelectual, escritor, creador y como crítico literario».

 

Otros escritores, que también formaron parte del panel, expusieron sus ponderaciones sobre el Joaquín Balaguer escritor y su relevante figura pública:     

 

Miguel Franjul, «Un Presidente asequible a la prensa» 

«Fui el único al que él concedió una entrevista de dos horas, antes de asumir el poder, en transición, para hablar de todos sus planes. Luego ya, como director del periódico La Información, también me tocó conversar con él y entrevistarlo, sobre su experiencia, en ese diario centenario de Santiago. Y también lo hice desde el periódico La Nación y posteriormente desde el Listín Diario». Concluyó expresando que «el presidente Balaguer fue siempre un hombre asequible a la prensa, inclusive en los períodos más duros, como el de los 12 años, donde nunca esquivó el contacto con la prensa. Yo creo que fue un político y un presidente muy comunicativo con la prensa y, por ende, con todo el país».

 

Cándido Gerón habló sobre «El poeta Balaguer»                      

El crítico de arte, historiador y académico de la lengua, Cándido Gerón, participó en el evento, donde apuntó: «El poeta Balaguer, así es como yo lo veo, no Balaguer poeta, sino el poeta Balaguer» fue un valioso creador. Afirmó que «La política sepultó al poeta Joaquín Balaguer, sin embargo, de los géneros que cultivó, la poesía fue su fuente fundamental de inspiración». Explicó que «Dar una impresión de su obra poética suscita polémica porque sus adversarios nunca lo van a considerar como poeta, sino de político arbitrario».

«Pero sucede que una cosa es el poeta y otra el ejercicio del poder. Quien no separa al poeta de las iniquidades sociales y de las tendencias serviciada de la política, tampoco podrá valorarlo como extraordinario tribuno, filólogo de primera línea, ensayista y escritor de gran calado, como se demuestra en sus libros, Apuntes para una historia prosódica de la métrica castellana, El centinela de la frontera, La palabra encadenada, Los carpinteros, Heredia, verbo de la libertad…». «Balaguer fue un poeta intimista, amoroso, erótico y social. Se inició en la creación poética a partir de su primer libro, Salmos Paganos, publicado cuando apenas tenía 16 años de edad, es decir, en 1922», dijo Cándido Gerón.

 

José Chez Checo abordó el tema «La historiografía de Balaguer» 

El presidente de la Academia Dominicana de la Historia, José Chez Chero, también pronunció su discurso mediante una grabación audiovisual. Previamente en el mismo video, a través de una voz en off, se consignó que «Joaquín Balaguer ingresó a la Academia de la Historia el 14 de noviembre de 1954, año previo a la celebración de la Feria de la Paz, en sustitución de Julio Ortega Frier, y el discurso de recepción estuvo a cargo de don Ramón Emilio Jiménez quien ponderó sus condiciones cívicas e intelectuales».

Hizo constar Chez Checo, que «Ya el doctor Balaguer había escrito, para 1954, obras como Tebaida lírica, Azul en los charcos, Letras dominicanas, Literatura dominicana, La política demográfica de Trujillo, La realidad dominicana, La política internacional de Trujillo, En torno a un pretendido vicio prosódico, Los poetas hispanoamericanos, El tratado Trujillo-Hull y la liberación financiera de la Republica, Los próceres escritores, Semblanzas literarias, Apuntes para una historia prosódica de la métrica castellana y El Cristo de la libertad». Explicó que «la historiografía dominicana estuvo permeada por las ideas de los dos historiadores dominicanos fundacionales como son Antonio del Monte y Tejeda y José Gabriel García, denominado el Padre de la Historia Dominicana». «Después de esos dos grandes historiadores fundacionales vino una camada de documentalistas, entre ellos Apolinar Tejera, Máximo Coiscou Henríquez, fray Cipriano de Lutrera, J. Marino Incháustegui, Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán, y César Herrera. La historiografía que tuvo predominando durante la era, fue una historiografía que tenía por finalidad, o la explicación de la historia dominicana a través del advenimiento de ese hombre, llamado Providencial, que fue Rafael Trujillo, o justificativa de ese régimen».

«La producción historiográfica de Balaguer debe dividirse en dos grandes períodos: La historiografía que produjo en el período de la Era de Trujillo, 1930-1961, y la historiografía que escribió posterior, como fue La marcha hacia el Capitolio, La palabra encadenada, La isla al revés, Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo y Los carpinteros, una novela histórica, por mencionar algunas obras», explicó José Chez Checo.

   En el panel hubo una canción interpretada por cantautor dominicano Cheo Zorrilla, inspirado en el poema de Joaquín Balaguer, «Amor tardío». 

Acompañado de su guitarra, Zorrilla deleitó entonando el poema musicalizado cuyas letras fueron leídas emotivamente por Ángel Lockward:

 

«Fuiste mi último amor, amor tardío 

última llama que en el pecho arde 

última flor en el erial vacío 

última luz al expirar la tarde. 

 

Amor que se avergüenza de sí mismo, 

que el alma nunca a confesar se atreve, 

que pasa con rubor sobre el abismo 

que separa la llama de la nieve. 

                                                                                                        

Amé con ilusión tus veinte abriles 

pero en mi vida, que sin luz fenece, 

ya no hay arranques de pasión febriles 

el sol que te ofrecí, no resplandece 

y mi amor, en tus huertos juveniles, 

es ya, como un rosal que no florece». 

 

 La escritora Ibeth Guzmán participó con el tema «La narrativa de Balaguer» 

«Estamos muy complacidos de que llegara la invitación a través de la vía institucional —expresó— y, pues, no solamente voy a hablar como académica, como intelectual, como escritora, sino también como la directora de la Escuela de Lenguas de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra». Dijo que el Balaguer escritor lo conoció «primero por sus libros que en persona». Evocó los momentos en el librero de su papá, cuando era niña, en donde encontró por primera vez la novela Los carpinteros, libro que justamente iba a comentar hoy. Y explicó Los carpinteros: «Las fronteras entre un narrador culto y un intelectual que cuenta son a veces difusas —señaló—. El predominio de uno sobre otro es siempre una cacería entretenida para el lector. Así el que gane, al final, se alzará con la notable insignia y el mérito del lector crítico de decir: “es más un narrador que un intelectual o viceversa”».

Explicó la doctora Ibeth Guzmán que en Los carpinteros “convergen todas las venas creativas del autor: la poesía, el ensayo y la narrativa”. Dijo que «una propuesta de lectura es mirar tres grandes aspectos que están inmersos en esta narración: El primero es la visión de la mujer en Balaguer, cómo está planteada, cómo describe al género femenino; la visión del personaje haitiano y la visión de Haití; la visión de la dominicanidad y sus razonamientos y justificaciones históricas». Un cuarto aspecto a mirar en esta obra, descrito por la profesora, es «el Balaguer fraterno que está aquí en este libro, sobre todo, en el capítulo donde relata que “un padre tiene que perdonar la muerte de su hijo”»: «Es uno de los capítulos donde se desborda una humanidad y un amor fraterno nunca visto por mí en la obra de Joaquín Balaguer». Ibeth Guzmán propuso una «quinta lectura a la obra de Balaguer: mirarla a través de la vida de Héctor Corporán. La narración empieza con este personaje siendo a penas ‘un joven de fuerte personalidad, visible, no obstante, sus pocos años’, esto es en la página 34. Y termina en la penúltima página con este Héctor que les voy a citar a continuación: ‘Héctor se apresuraría a abrir, todavía en paños menores, sin más preámbulos recibió un golpe en la cabeza propinaba por uno de sus esbirros’. Por ahí, por la vida de Héctor Corporán, pasan 44 años de historia dominicana hilada por un personaje inteligente, valiente, y por qué no, víctima de los estragos de una dominicanidad, que no podía expresar en la política, con libertad ni garantías».

 

   El escritor Nan Chevalier, al hablar de Grecia eterna y España infinita, que Balaguer escribió en su vida productiva, según apuntara Lockward, manifestó: 

    «Creo que Bruno Rosario Candelier hizo alusión, hace un momento, también León David, precisamente, a esa clasicidad que obsesiona, de algún modo, a Joaquín Balaguer. Y precisamente en un libro como Grecia eterna, se puede notar, y se pueden notar algunos rasgos de su poética, para decirlo de ese modo. En Grecia eterna —“lo mismo aplica para el libro sobre España, porque es de algún modo un hispanista”— él siente, si se puede decir así, una nostalgia por el pasado. Creo que en el Balaguer persona, el Balaguer escritor, hay esa nostalgia por la perfección, que él entiende que hay en la literatura griega».

«Y en ese libro está también la figura del profesor, pero el profesor que habla sobre Homero con una visión crítica y que se nota que está al tanto de las discusiones al momento, de ese momento. Por ejemplo, la clásica discusión ya de si Homero es quien escribe o no los dos textos, y Balaguer se inclina por la idea de que los dos textos son… ¡La vieja discusión aquella de la diferencia de algunos temas entre la Ilíada y la Odisea!».

«¿Qué yo encuentro en ese Balaguer, en el aspecto de su poética, de su visión como escritor? Además de una sintaxis elegante, nunca barroca, un humor que exige de cierta referencialidad. O sea, para comprender bien estos textos de Balaguer y apreciar al escritor, hay que tener en cuenta esa referencialidad. También cuando se refiere a un aspecto que mencionó Ibeth sobre la mujer. Si alguien quiere buscar la idea de la mujer que tiene Balaguer que lea en ese libro su referencia a Safo, a la Poeta. Balaguer explica muy bien las implicaciones de esta poeta y todo ese mal decir que hubo, y que todavía se sostiene, sobre su propia personalidad. Se refiere, y a mí me encanta, cuando alude a los tres grandes trágicos griegos. Y, por supuesto, exalta especialmente a Sófocles por Edipo Rey, que se tiene casi como la perfección formal de la tragedia. En fin, es lo que más me impresiona de esa visión sobre la historia y del Balaguer escritor, escritor conectado con la idea del profesor», consignó.

 

—Avelino Stanley (al presentar a la escritora Elizabeth Balaguer) dijo: «Bruno Rosario Candelier, en su intervención, acaba de hablar de una Historia de la literatura dominicana. Para que se tenga una idea de lo que son los libros de textos en estos momentos: esa Historia de la literatura dominicana, que fue Premio Nacional de Obras Didácticas en el año 56, no solamente fue Premio de Didáctica y no solo fue un libro de texto durante los años 60, 70 y los 80, sino que los que investigamos en estos tiempos, nos damos cuenta que en muchas ocasiones los autores de toda América Latina, esa es la obra que están citando como referencia de la literatura dominicana».

 

Elisabeth Balaguer, «Historia de la literatura dominicana, de Balaguer» 

Luego de la presentación de Avelino Stanley la escritora Elizabeth Balaguer comentó, mediante una plataforma audiovisual, la obra de Balaguer Historia de la literatura dominicana: Expuso que «La historia de la literatura dominicana, de la autoría de Joaquín Balaguer, es un material histórico y cronológico que nos lleva a través de sus páginas desde los inicios del descubrimiento, en 1492, hasta la contemporaneidad de la literatura dominicana». Señaló que «El uso adecuado de esta obra puede dar lugar a que el estudiante desarrolle su vertiente creativa en la construcción inicial de conocimientos sobre la historia de la literatura dominicana». Destacó que «Esta obra está escrita en un lenguaje claro y preciso, lo cual facilitaría al maestro en su función de motivador para la enseñanza de la literatura en el aula». «Con esto quiero agregar que el texto en sí está íntimamente vinculado con la identidad cultural, la identidad nacional —“llámese patriotismo”—, y el contexto histórico-literario dominicano», puntualizó Elizabeth Balaguer.

 

Marino Berigüete, «Balaguer, el poeta filosófico» 

El narrador Marino Berigüete expresó que «Este poeta escribió sus primeros libros, como bien señala el poeta Cándido Gerón, a los 16 años. Los libros de versos escritos, para esa edad temprana, fueron, como él señaló, Claro de lunaSalmo pagano y Tebaida lírica. En esa época nunca pensó lo que el tiempo le tenía guardado»: «Me quedo con ese joven, que escribía poesía a la luz de una vela de cera. Y ahí en sus versos encontramos, realmente, sus orígenes, su vocación literaria, sus primeros gustos en la poética filosófica, como una forma de mirar la vida y de filosofar el mundo, influenciado entonces por José Enrique Rodó, poeta uruguayo creador del arielismo; Juan María Montalvo, poeta y ensayista ecuatoriano; José Martí, Rubén Darío, y hasta su despedida escribió el poema «Amor tardío». Yo me quedo con ese filosófico».  «La poesía de Balaguer fue una respuesta a su propio mundo —añadió—. Podemos encontrar en sus propios textos, en sus poemas, como fuente principal (“y esperamos que podamos reanudar hoy en día, una nueva visión en este evento, sobre el Balaguer filosófico”) tal y como dice Platón cuando dice: ‘Quien habla de propiedad de la obra de los poetas, recibe su fuerza de convencimiento de su obra’. Puntualizó Berigüete que «Balaguer llegó primero a la literatura a través de la poesía, y poetizando sus matices de su propia vida encontramos en Balaguer un hombre que reflexionó sobre su propia vida cuando escribió a su patria, a su hogar, a su tierra, a su caballo, a sus perros, y hasta ese “Amor tardío”».  «¡Finalmente empezamos a caminar por la senda de la justicia literaria, de ese escritor, al cual muchos escritores van y redescubren y generan diálogos precisos! Pero no me voy a ir sin leer en esta ponencia tan breve, un soneto perfecto que Balaguer hizo en su Salmos paganos. Balaguer le escribe a don Quijote:

 

“Vencido don Quijote en la pelea 

terminó con su andanza a su locura 

y entonces regresó con más cordura 

a la quietud de su gloria, de su aldea. 

 

Olvidó a su divina Dulcinea 

y cesó para siempre su aventura 

de caballero andante que murmura 

la epopeya eterna de su odisea. 

 

Don Quijote ha olvidado sus andanzas 

y tan solo nos queda esperanza 

de que regrese en su doncel al trote. 

 

Y esperando que vuelva a su locura 

las edades maldicen la cordura 

de nuestro eterno y pasional don Quijote”».

 

—Ángel Lockward: «Señores, los panelistas son escritores, todos han publicado, la mayoría varios libros, algunos muchos; más de la mitad son Premio Nacional de Literatura o son Premio de Literatura por género; la mayoría son académicos; pero Balaguer fue académico siempre y fue maestro desde la Normal en Santiago, hasta la Universidad de Santo Domingo.  Vamos a oír qué experiencia puede haber recogido el decano Augusto Bravo sobre el Balaguer maestro».

 

   «Balaguer el maestro», según Augusto Bravo:  «De esta constelación de exposiciones no cabe dudas que Balaguer reunía todas las condiciones para el ejercicio de la docencia y, sobre todo, en el contexto histórico cuando, para formar parte del staff de profesores de esa prestigiosa Institución, tenía que cumplir cabalmente con el perfil. Así demuestra el cuerpo profesoral de todas las facultades que operaban, en ese momento, en la Universidad de Santo Domingo. Y, sin lugar a dudas, el catedrático Balaguer poseía esas condiciones. Hemos querido rastrear testimonios de sus discípulos que dan ejemplo de que era un catedrático que en verdad deslumbró a todos sus alumnos, a través de sus exposiciones y de sus apuntes en la Facultad de Derecho. Eso no hay que discutirlo, no hay que polemizarlo, porque se saben esas competencias».

«Sin embargo, como todo lo que acontece con esta estelar figura, siempre hay un elemento de polémica y se trata justamente de su salida de la Universidad, que es el tema que siempre viene a colación y que siempre se discute. Y es de que, si fue suspendido o expulsado. Y se conoce que fue una suspensión como está en la Resolución 4, del 10 de enero de 1962, por el entonces Consejo Universitario Provisional y su rector Castaños Espaillat. La resolución habla, justamente, de su expulsión en el ejercicio como Presidente de la República, no como catedrático funcional. Por eso es importante estudiar y analizar ese elemento: de un lado están los que establecen su expulsión. Otros, sin embargo, hablan del ejercicio académico, que hay que separarlo. Al final, llama la atención poderosamente su ejercicio académico». «Hasta ahora no tengo testimonio escrito ni oral de que no fuera un profesor que no tuviese la competencia para ejercer la cátedra universitaria —apuntó—. De ahí que, tal vez sea una de las facetas menos ponderadas o estudiadas científicamente, o con datos históricos, para dilucidar su permanencia como catedrático y como profesor, tanto de otros niveles: primario, secundario y universitario». El señor Augusto Bravo concluyo señalando que «Hay que resaltar la importancia que debe de tener su cátedra, sus apuntes… Se debe investigar para publicar esa nota importante en el contexto de que en esa época los profesores preparaban la docencia, eran cátedras que se establecían. De ahí que está ese tema pendiente, que se debe estudiar y de investigar para ilustrar a la sociedad dominicana acerca de figuras sobresalientes de nuestra historia».

 

—«¿Cómo abordaba Balaguer la crítica literaria?», preguntó Avelino Stanley: «En 1941, Joaquín Balaguer publicó un libro que poco se ha leído aquí en República Dominicana. Más se leyó en Colombia, en Argentina y otros países de América Latina. Y es el titulado Azul en los charcos. Un libro eminentemente basado en el modernismo y la crítica de Darío a la realidad latinoamericana. Pero que también él concentró ensayos de gran valor. Por ejemplo, un ensayo sobre Federico Bermúdez; un ensayo sobre Hostos; un ensayo sobre Ramón Marrero Aristy, que casi nadie se ha referido, porque como figura que ha generado una controversia posdictadura es importante saber que Balaguer era un ministro plenipotenciario en Colombia, y publicó este libro, como la mayoría de sus libros, entre Colombia, Cuba, Buenos Aires y España. En ese sentido hay un estudio de José Ramón López como ensayista. Y el que recuerdo con más viva elocuencia es el relativo a Federico Bermúdez, un libro como Los humildes, que él situó críticamente y, realmente, instituyó una manera de ver a este poeta de los humildes, como dice: “Los del montón salidos”, que realmente es un ensayo prototípico en su obra. Pero sobresale también un ensayo como el prólogo a las obras completas de Salomé Ureña de Henríquez, que es uno de los mejores ensayos sobre esta poetisa. Realmente es un ensayo que encabeza y que se tiene que tener como libro de cabecera al momento de caracterizar la obra de Salomé Ureña de Henríquez», respondió el maestro Odalís Pérez.

 

   Otros escritores expusieron su opinión en este panel: Luis Santos, Osiris Madera, Pedro Antonio Valdez, Juan Inirio Hernández, Israel Pérez y Joan Ferrer Rodríguez, quienes consignaron sus pareceres en torno a la obra del consagrado escritor Joaquín Balaguer Ricardo.

 

«Palabras de cierre» de Joaquín Ricardo 

Las palabras de cierre estuvieron a cargo de Joaquín Ricardo, pariente del homenajeado. Inició leyendo algunas palabras de Manuel Mora Serrano a las obras selectas del doctor Balaguer que se publicaron en el año 2006»: «…A mucha gente se le hace difícil separar al hombre del escritor. Resulta, entonces, desconcertante que un autor que se preocupaba por enseñarle al pueblo a pensar con altura, a escribir mejor, a dominar el arte del verso y de la oratoria, desvelando sus vastos conocimientos universales como hombre culto y enterado para nutrir culturalmente a las masas de sus posibles lectores, venga a ser poco menos que un desconocido para su propia grey… Ha llegado la hora de repetir que Joaquín Balaguer el hombre, ha vuelto; que el escritor Joaquín Balaguer nació el mismo día en que el ser carnal murió, y se trata de una persona completamente distinta; que lo que se tiene en las manos es simplemente un texto, la cosa más mansa del universo, la palabra escrita, el legado espiritual, que nada o muy poco tiene que ver con el individuo que se vio afectado por el vendaval en la política».     

Y concluyó expresando: «Pensándolo así, solo me resta confesar que encuentros como este —“y estas son mis palabras”—, en el que se exponen ideas y consideraciones de manera abierta y democrática acerca del polifacético escritor, como ensayista, narrador, novelista, biógrafo y poeta, afianzan en mí el criterio de que lenta, pero sostenida e inexorablemente, está llegando la hora, como en cierto modo dijo el escritor León David, está llegando la hora de la reivindicación literaria de Joaquín Balaguer. Muchas gracias por la invitación. Muchas gracias por haber escuchado mis palabras. Y muchas gracias por todo lo que ustedes expusieron esta noche».

   La canción «Lucía» al cierre del video: La canción “Lucía”, de Joaquín Balaguer, fue incluida al cierre del panel. Estuvo interpretada por el artista dominicano Fernando Casado, miembro correspondiente de la ADL, acompañado de guitarras, y luego sublimemente escenificada por una hermosa bailarina, en una versión instrumental:

  

«Tan lánguido, tan leve y tan sublime, 

cual de la luz el tímido temblor 

es su pie que parece cuando oprime 

que no tiene más peso que una flor. 

 

En una flor debió de haber nacido, 

y a veces se diría que su piel 

es un velo traslúcido tendido 

sobre su fino cuerpo de clavel. 

 

Y a través de su carne transparente, 

como a través de un vaso de cristal 

se mira dilatarse la corriente 

de su sangre de púrpura ducal». 

 

Transcripción de Miguelina Medina

TERTULIA LITERARIA DE LA ACADEMIA

La poeta y pedagoga Rita Díaz reinició el recién pasado 19 de agosto la “Tertulia Letras de la Academia”, con el académico José Enrique García como invitado especial.

Cabe destacar que Rita Díaz Blanco, además de escritora, se dedica a la enseñanza de la lengua. Es académica correspondiente de esta Academia desde el año 2016 en virtud de sus méritos lingüísticos y literarios, su aporte a las letras nacionales y su labor cultural.

Dio inicio a la actividad literaria la académica Ofelia Berrido, quien tuvo el honor de coordinar el primer periodo de la “Tertulia Letras de la Academia” por un quinquenio junto al director de la ADL, Dr. Bruno Rosario Candelier: “Rita Díaz retoma y le da nueva vida a este magnífico espacio de expresión para los escritores y público en general. ¡Felicidades a Rita por esta disposición de entrega en beneficio de las letras dominicanas!”, expresó con entusiasmo nuestra académica correspondiente, la escritora Ofelia Berrido.

Rita Díaz pasó a leer una breve reseña biográfica del Dr. José Enrique García, quien tomó posesión el 20 de noviembre de 2007 de su plaza de académico de número. Ocupa el sillón R. Es escritor, crítico literario y docente. Realizó estudios de Educación y Letras en la Universidad Pontificia Católica Madre y Maestra. Obtuvo el doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Comenzó su trayectoria profesional como profesor de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Ha colaborado como crítico literario en Isla Abierta, suplemento del diario Hoy.  En su bibliografía se destacan Meditaciones alrededor de una sospecha (1977), El fabuladorRitual del tiempo y los espacios (1982), Contando lo que pasa (1986), Cuando la miraba pasar (1987), Huellas de la memoria (1994), entre otras. Además, ha recibido, entre otras distinciones, el premio Siboney de Poesía 1979, el Premio Nacional de Poesía 2000 y 2001 y el Premio Nacional de Literatura Infantil 2002.

Al iniciar, el académico indicó que esta tertulia es una ventana que abre la Academia porque hay una enorme ausencia de enseñanza de literatura y de la lengua en el país: “Ojala que se mantenga esta tertulia y ojalá que se articule a través de los estancos, porque la literatura es un cáñamo. Se comporta por época y, entonces, a cada época se le va agregando algo. La tradición es fundamental que se mantenga, porque la literatura y el arte general están sustentados en la modificación del signo lingüístico de la palabra”, expresó el crítico literario. Por otro lado, también explicó que cuando se habla de la modificación del signo lingüístico, se habla de la cultura, porque la palabra es la que encierra la cultura y la historia. “No es posible que usted pueda aprender algo nuevo si no conoce la cultura”, dijo.

Además, indicó que la literatura también se comporta como una cuestión cítrica que va y viene a nivel de procedimiento y a nivel de visiones. El escritor resaltó que en la literatura hay más historia y hay más sabiduría que en todas las ciencias. “Lo que forma a un hombre es la lengua y la literatura. Cuando tú vas a ejercer un cargo público, tú vas a bregar con papeles y esos papeles contienen palabras y conceptos”, explicó.

El literato subrayó que la literatura dominicana comienza en la época colonial y, por consiguiente, la lengua con la que se hicieron los primeros gráficos fue la lengua española.

Contó un hecho memorable sobre los padres dominicos en Santo Domingo. Los frailes Pedro de Córdova y Antonio de Montesino, quienes llegaron aquí con una misión de evangelizar, el proyecto que tenían los cambió radicalmente y comenzaron a hacer libros para la enseñanza de la lengua con la que se comunicaban. También explicó que la literatura dominicana comienza con los dominicos, con Tirso de Molina, Gonzalo de Oviedo y Cristóbal de Llerena.  Habló sobre la etapa de las letras coloniales en las que están Elvira de Mendoza y Leonor de Ovando. Y un personaje que no se menciona mucho, Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, quien escribió el libro Historia de la isla, y junto a él figura el escritor mayor Antonio Sánchez Valverde.

Comentó que Antonio Sánchez Valverde fue el autor del primer libro dominicano titulado Ideal del valor de la isla española de Santo Domingo: “Debería leer todo el mundo este libro, no solo porque es el primer libro dominicano publicado en España en el año 1785. Es un libro que se escribe en esa atmósfera de conquista y de civilización”, expresó.

José Enrique García resaltó que Sánchez Valverde es fundamental para conocer al país, el de ahora y el de antes. En su obra hay un inventario de lo que era esta isla. Santo Domingo, ADL, 20 de agosto de 2021.

REACTIVACIÓN DE LAS TERTULIAS DE LA ACADEMIA

El doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, convocó a los académicos de número Odalís Pérez y Juan José Jimenes Sabater, y a la académica correspondiente Rita Díaz en las oficinas de la institución en Santo Domingo, para orientarlos sobre la reactivación de las Tertulias de la Academia. Tres aspectos fueron abordados: «Activación de las tertulias lingüística y literaria», «Actividad con la Academia Colombiana de la Lengua».

El doctor Rosario Candelier explicó que su deseo de activar la Tertulia Lingüística y la Tertulia Literaria es porque, desde la fundación de las Academias de la Lengua, una de sus funciones, como está consignado en los estatutos de la Real Academia Española, es la del «estudio de la lengua y el cultivo de las letras»: «En su condición de miembro de número, Odalis Pérez tiene los conocimientos lingüísticos y literarios para dirigir cualquiera de las dos tertulias», consignó. Odalís Pérez eligió la Tertulia Lingüística

Rosario Candelier sugirió que se haga un mismo día una vez al mes. Las fechas para realizar las tertulias deben ser diferentes, es decir, no deben coincidir los días ni las horas pues habrá personas que querrán participar de las dos tertulias. En la Tertulia Lingüística se trabajará con la historia de la lengua, con obras de lingüistas que han hecho un aporte al estudio de la lengua, con el español dominicano. La lengua será el centro, el eje fundamental: filología, semántica, lexicografía, fonética.

Y en la Tertulia Literaria se trabajará con la literatura: la historia de la literatura, la literatura dominicana, la literatura hispanoamericana, la literatura universal, los movimientos literarios, los recursos literarios, etc. Hay cientos de temas. Ambas disciplinas ofrecen un caudal de aspectos temáticos para hacer una actividad al mes. Esa actividad ustedes decidirán si se hace presencial o virtual; o al mismo tiempo, presencial y virtual. Yo sugiero, que se haga virtualmente, y presencial, depende de ustedes.

   –Odalís Pérez: Si el grupo no es vasto, se puede hacer semipresencial, con el protocolo.

-De cada sesión debe hacerse una crónica para publicarla en el Boletín de la Academia.

El director explicó que ustedes y la Academia van a tener una proyección»: «Yo envío el Boletín a todas las academias del mundo hispánico. Y, naturalmente, las cosas que salen en el Boletín es una oportunidad para los autores que figuran con un aporte».

Odalís Pérez: Yo quiero también insertar otros tipos de lingüísticas que son menos tradicionales, como por ejemplo el problema del neohispanismo y la lingüística germánica.

BRC: Sí, sí, tú tienes libertad para elegir los temas que quieras que se expongan.

El procedimiento del desarrollo de los temas se hará de la siguiente manera:

-Primero, se elegirá un tema en cada sesión, y, segundo, un ponente.

-El coordinador puede participar en la exposición, pero el invitado debe desarrollar el tema, haciendo uso de media hora, con participación del público mediante preguntas o comentarios relacionados con la temática.

-Las tertulias son para académicos y público en general.

Rosario Candelier explicó que «la tertulia será abierta para quienes quieran, no es una cosa exclusiva para los académicos, porque es una manera de que la Academia tenga presencia con la comunidad, que es muy importante». Expuso que ese ha sido uno de los logros de su dirección, «conectar siempre a la Academia con la comunidad».

   Actividad virtual conjunta entre la ACL y la ADL en honor de Pedro Henríquez Ureña

—BRC: La Academia Colombiana de la Lengua me ha propuesto que, en vista de que se cumplen 75 años de la muerte de Pedro Henríquez Ureña, hagamos una actividad conjunta en su honor. Juan Carlos Vergara, el director de la ACL, es el proponente. Pensé en Odalís Pérez y Juan José Jimenes Sabater, para que representen, con el director, a la Academia Dominicana presentando una breve ponencia sobre Pedro Henríquez Ureña.

Los temas que desarrollarán los académicos dominicanos en dicha actividad serán los siguientes: Juan José Jimenes Sabater expondrá sobre la prosa de Pedro Henríquez Ureñay Odalís Perez hablará de filología y culturología en Pedro Henríquez Ureña. Y Rosario Candelier abordará el aporte filológico de Pedro Henríquez Ureña. Los académicos colombianos enfocarán otros aspectos sobre la obra del filólogo dominicano. La actividad será el 4 octubre en sesión virtual, en la que participará la Academia Argentina de Letras.

Asimismo, el director anunció que, Dios mediante, el 12 de octubre habrá una reunión de la Comisión Lexicográfica de la Academia, y a cada uno de sus integrantes, que preside la lexicógrafa María José Rincón, y que completan Fabio Guzmán Ariza, Ruth Ruíz, Roberto Guzmán, Miguel Collado, Domingo Caba y Rita Díaz, la Academia les entregará un diploma de reconocimiento por el trabajo lingüístico que han estado realizando. Y cada uno tendrá 10 minutos para comentar lo que ha hecho, desde el punto de vista lingüístico, en su participación en esa Comisión Lexicográfica. Rita Díaz sugirió que la reunión se transmita por Facebook Live.

 

DIÁLOGO CON BRUNO ROSARIO CANDELIER: LA LENGUA Y SU ALIENTO CREADOR

Tertulia Virtual Miercoletras con Juan Matos, Rhina Espaillat, Juan Freddy Armando, Ofelia Berrido y otros

 

—Juan Freddy Armando: Yo quisiera hacerle una pregunta a Bruno Rosario Candelier. Todos sabemos que el Movimiento Interiorista, desde el punto de vista literario, exalta lo trascendental, lo místico, todo el efluvio interior que mueve a un autor. El Interiorismo es una creación de Bruno Rosario Candelier. Ahora bien, las principales creaciones de ese movimiento han sido poéticas. Casi todos los interioristas son, ante todo, poetas. Entonces, me mueve a la curiosidad preguntar, siendo así, ¿por qué no conozco ningún poema de Bruno Rosario Candelier?

—BRC: Porque no los he publicado.

—Juan Freddy Armando: Aunque a un escritor le pasa, como decía Julio Cortázar, que en un texto literario si no hay poesía no hay literatura. De manera que, por ejemplo, García Márquez nunca publicó poesía, pero su narrativa está llena de poesía.

—BRC: Y él leía mucha poesía y la valoraba mucho. Claro, yo uso la palabra poesía, generalmente, con el sentido griego de esa palabra, que es «creación». Entonces, en mi obra hay creación, y si hay creación, hay poesía. ¿Cierto?

—Juan Matos: Interesantísimo.

—Rhina Espaillat: Publique su poesía.

—BRC: No estoy satisfecho, todavía, con lo que he escrito. Acuérdese que, si he creado un movimiento y hay buenos poetas en el movimiento, lo que yo publique debe ser ejemplar. Y si no estoy convencido de su ejemplaridad, mejor espero.

—Rosina Anglada: Sí, pero usted publicó un poema, «El ágape inmortal», que dedicó al poeta Andrés L. Mateo, muy hermosa, por cierto.

—BRC: Gracias, Rosina. Lo publiqué en respuesta a un poema de Andrés L. Mateo.

—Rosina Anglada: José Alberto Fernández Pereyra, se conecta, que es uruguayo.

—Juan Freddy Armando: Fernández Pereyra, un regalo de Uruguay a Rep. Dominicana.

—José Alberto Fernández Pereyra: Muchas gracias, estoy escuchando atentamente. Buenas noches para todos. Mis respetos para el maestro Bruno Rosario Candelier, que lo he seguido mucho por los programas, cuando salía por el Canal 4, lo seguía muy atentamente. Y ahí también en alguna oportunidad pude ver a mi amigo Freddy Armando.

—BRC: Hay una poeta uruguaya que admiro mucho, se llama Marta de Arévalo.

—José Alberto Fernández Pereyra: Pero, usted sabe, maestro —y perdone, no voy a discrepar con usted—, para nosotros hay una poetisa olvidada del Uruguay.

—Juan Alberto Fernández Pereyra: Admiro a Juana de Ibarbourou.

—BRC: Ah, esa es inmensa, grandiosa. Y también Delmira Agustini.

—José Alberto Fernández Pereyra: Nosotros nos tenemos que sacar el sombrero, primeramente con Rubén Lena, un maestro de escuela rural que fue el autor de «A don José». Hace poquito le hicieron un homenaje, desde el Gobierno y el ámbito del Parlamento Nacional de Uruguay. Se le hizo un homenaje por ese tema, que se convirtió en himno, porque ese tema lo escribió y lo musicalizó para los niños de su escuelita, para que cantaran de una manera fácil, o sea que les pudiera llegar a los niños y que la pudieran expresar y que la pudieran cantar. Por eso lo que usted hablaba, don Bruno, sobre la claridad de las palabras, igual que la señora Rhina, es muy importante. Y esa sencillez de la letra y esa claridad lo convirtieron en un himno nacional. Y hoy es el himno criollo más representativo de la música folclórica del nuestro país. Homenajea a nuestro prócer máximo José Gervasio Artigas. Y estoy homenajeando a un maestro de escuela, poeta, compositor.

—Rhina Espaillat: Al uruguayo quiero decirle que soy loca con Juana de Ibarbourou, la he traducido al inglés y dondequiera que leo sus obras siempre gustan mucho.

—José Alberto Fernández Pereyra: Muchas gracias, es un homenaje lindo de su parte.

Palabras de José Reyes: He escuchado con mucha atención la participación del hermano Asdrovel y también la participación de Rhina Espaillat. Y quiero martillar sobre el mismo tema, maestro Bruno Rosario Candelier, porque yo creo que debe ser una preocupación de todo el que escribe, de todo el que enseña, de todo el que habla el idioma español, preocuparse por la pureza del lenguaje. Lo que más daño está haciendo a la pureza del lenguaje es la influencia del inglés. Y, como dijo Rhina, no estamos tratando de hablar dos lenguas, estamos tratando de borrar una y hablar la otra a medias. De tal manera que, si nosotros no ponemos cuidado, nuestros nietos van a decir, por ejemplo: «Open the windows, para que las moscas hagan fly».

Usted tocó otra tecla muy sensible cuando usted dijo que el general romano Julio César escribía. ¿Y usted sabe por qué escribía? Julio César escribía porque los romanos le dieron la tarea a un escritor, llamado Virgilio, para que escribiera una obra que levantara el honor y el valor de los romanos y lo pusiera a la altura de los griegos. Y Virgilio escribió La Eneida. Y en esa obra, La Eneida, Virgilio subió a los romanos y los puso casi a la altura de los sabios griegos. Y narra la historia que, cuando Julio César se retira, siguió escribiendo. Si nosotros nos desviamos de las fuentes originales de nuestro español puro que nos enseñaron nuestros maestros… Yo tenía una maestra de lengua española, en primaria, que, cuando uno decía una palabra que no estaba correcta era un problema para nosotros. Entonces creo que si podemos influenciar a las nuevas generaciones con las cosas que hemos aprendido, es muy importante. Pero a veces los medios de comunicación masiva, como la radio y la televisión —y las mismas redes sociales—, están llenos de símbolos extraños, foráneos, que arropan prácticamente todo el deseo que tiene la gente. Y por eso es que usted está leyendo un mensaje de internet y le dicen: «KLK, qué lo que hay», y estas cosas que, dicho sea de paso, yo no sé qué es lo que hacen con las letras que les sobran.  Entonces yo creo que la Academia de la Lengua, junto con las autoridades de Educación, debe hacer un plan en conjunto, para tratar de sanear el idioma español. Aunque, claro, tenemos que estar abiertos a otras culturas porque de eso se nutren los pueblos, de las culturas y de la compenetración con otros pueblos.

—BRC: Tú has tocado un tema neurálgico, al hablar del magisterio. ¿Sabes cuál es el gran problema de la educación dominicana? La falta de formación de los maestros. La carencia de vocación intelectual y estética. Ese es gran problema, la deficiencia que tienen nuestros maestros, sobre todo en lengua española. Las personas de mi generación, o digamos de hace cuarenta años, la formación en cuanto al estudio de la lengua ha ido cada año descendiendo. ¿Y sabes qué ha influido en eso? Que el Ministerio de Educación eliminó, del pensum de estudios la Gramática de la lengua castellana, de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, una obra fundamental para el conocimiento básico de la lengua española. Desde entonces comenzó a descender la formación de nuestros maestros. Y da pena lo que está pasando actualmente. Hace poco, para ponerles un ejemplo, escuché a una muchacha decir: «Tengo el orgullo de haberme hecho licenciada sin haber leído un libro». ¡Oye eso!

—Juan Freddy Armando: ¡Qué bárbara!

—BRC: Ella tenía el orgullo de que se hizo licencianda sin leer ni un solo libro en la universidad. Imagínense ustedes. Nuestros maestros no leen. Nuestros maestros tienen una escasa formación intelectual. Hay que cambiar el sistema educativo desde su base para sembrar una nueva orientación escolar con disciplina, con rigor, con criterio de lo que es la formación intelectual y lo que es el desarrollo de la conciencia estética y espiritual.

—Rhina Espaillat: Yo creo que parte de eso viene de la idea que tiene el público sobre el que se hace maestro. Porque yo le dije —cuando estaba estudiando para ser maestra de inglés, aquí en este país, de la segunda enseñanza—, yo le dije a un dominicano… él me preguntó: «¿Y qué vas a hacer cuando salgas de la universidad?». Yo le dije: «Yo voy a ser maestra de inglés». Y él me dice: ¿Pero por qué, si puedes hacer tantas cosas interesantes? Una muchacha inteligente como tú, ¿por qué va a ser un maestra?». Y eso fue como un cuchillo en el corazón porque yo vengo de una familia llena de maestros, desde mis abuelos y toda esa gente. Y a mí me duele cuando hablan así de los maestros porque yo siento mucho orgullo de mi profesión y para mí eso es una profesión noble. Pero si el público habla así y dice: «Ah bueno, lo que están haciendo los maestros es cuidando a los niños durante el día para que los padres puedan ir a trabajar». El público tiene que reaprender a respetar esta profesión porque es esencial, es la base de la cultura de un país. Y si al público le parece que somos lo que se llama aquí «babysitter», entonces ¿por qué van a gastar dinero para enseñarle a esa gente a hacer lo que deben hacer bien? Ese es el problema.

—Rosina Anglada: Totalmente de acuerdo. Creo que es multicausal, que no es justo todo atribuírselo a los maestros, porque es todo un conjunto de la sociedad que va en esa línea. Los niños están en un entorno social, tienen un cúmulo de activadores, que los llevan a las escuelas. Y hay niños que los he oído decir que la escuela es como una cárcel porque sienten que no responden a lo que están viendo en el barrio. Y esa minusvaloración del maestro, o degradación, de parte de los padres es muy dolorosa también.

—Rhina Espaillat: Y de parte del Gobierno también porque el Gobierno es el que separa los fondos que va a soportar esa educación. Y si mi padre hoy me oye decir «soportar», me mata. Porque eso no es lo que se debe decir…

   Palabras de Julio Rafael Anglada: Buenas noches a todos los contertulios, bienamados. Me ha gustado esa palabra de nuestro querido Juan Matos, en mi vocablo diario la sumo, la vivo y la comparto. Expresándoles que somos bienamados todos los contertulios en esta noche y siempre, a través del vínculo de la palabra, del vocablo, del lenguaje, que nos hermana, nos aúna, nos convoca concitándonos siempre a ser mejores, a crecer, a recrearnos, a través del lenguaje. Y mi paso en esta noche, por acá, por este Miercoletras, es tan solo para reconocer la trayectoria y la vida consagrada de quien considero ser mi maestro, aunque él no lo sepa. Me refiero a don Bruno Rosario Candelier. Tengo varios de sus libros, acudo a ellos. Y aunque no soy un interiorista formal, me considero serlo y lo soy en espíritu. Entonces en esta noche, simplemente, mi paso por acá es para expresarle a don Bruno mi admiración, mi respeto y, humildemente, sin ánimo de adularlo, mi devoción a su trayectoria. Precisamente, quiero compartir con ustedes, y de manera especial con usted, don Bruno, un soneto que escribí el 12 de octubre de 2020, y se titula «A don Bruno Rosario Candelier»:

 

Es don Bruno Rosario Candelier 

buen lingüista, literato y escritor 

que cultiva la palabra con amor 

explorando lo más íntimo del ser. 

 

Él siempre fija, pule y da esplendor 

a la lengua, al vocablo y al lenguaje 

creando de insular un gran mensaje 

como todo buen maestro y profesor. 

 

Hijo digno de la patria quisqueyana 

que trabaja con empeño y gran tesón 

por la límpida conciencia, fiel y humana. 

 

Explorando el pensamiento en su interior 

la poesía y la palabra se engalana 

trascendiendo hacia un espíritu mejor. 

 

Un abrazo a todos los presentes y un apretón de mano para usted, mi bienamado don Bruno, con un abrazo caluroso, afectivo y fraterno, desde mi alma hasta la suya.

—BRC: Muchísimas gracias, Julio Rafael, por tus cálidas palabras. Y sigue haciendo lo que estás haciendo. Tú has asumido la palabra en el plano de la creación poética, estás haciendo tu aporte, un aporte interiorista. Eres un poeta interiorista. Así que, enhorabuena.

—Juan Matos: Muchísimas gracias, Julio Rafael, bienamado, una palabra llena de ternura.

—Asdrovel Tejeda: Siempre recuerdo muy bien el hecho de que los emperadores japoneses, que todo el mundo debe arrodillarse ante ellos, y ellos solamente se arrodillan, o hacen una genuflexión delante de los maestros. Porque los maestros son los que hacen médicos, abogados, literatos…. Entonces, ningún país puede sobrevivir con un sistema de educación donde los maestros vivan mal, y no sean reconocidos. Yo que, generalmente, cuando estoy en República Dominicana, me paro cuando veo a niños con profesores a darles lo que es, entre comillas, la bola, a darle un aventón, yo converso mucho con los profesores en el camino, y quedo sorprendido de la manera en que hablan, don Bruno. Yo digo, «¿Y estos son los maestros?». Entonces, no puede haber aprendizaje en el idioma ni desarrollo social en una nación donde los maestros están muy mal considerados.

—Juan Freddy Armando: Yo tengo el honor y el maravilloso recuerdo de que mi madre era una maestra, que así se le decía cuando Trujillo. Aunque ya la palabra «maestro» yo se la reservo a un pequeño número de grandes seres humanos, como Aristóteles, Platón, Hegel, Schelling o Víctor Hugo. Pero vamos a retomar la palabra «maestro» para referirnos a los profesores. Pero mi madre, que ganaba $25 pesos mensuales, era bien pagada. O sea, $25 pesos para un profesor eso equivalía a casi lo que se ganaba mi padre como comerciante en su colmado. De manera, que Trujillo tuvo muchísimas cosas malas, pero los profesores, en su época, ganaban bien. Esos $25 pesos de mi madre rendían muchísimo. Bueno, pero yo quiero preguntarle a Bruno algo. Hay una serie de autores importantes de nuestra lengua —Pedro Henríquez Ureña, Amado Alonso, Fermín Estrella Gutiérrez— que consideran que en España hay muchas lenguas y que todas esas son lenguas españolas; y que nuestro idioma debe llamarse no española, porque española son el gallego, el catalán, el vasco, el andaluz, todas esas lenguas, y que la que nosotros hablamos es el castellano, la que viene de Castilla. ¿Qué opina Bruno sobre esa divergencia que tienen los especialistas entre los que consideran que nuestra lengua debe de llamarse castellana y los que consideran que nuestra lengua debe llamarse español, que se ha impuesto? 

—BRC: En realidad, históricamente, nuestra lengua es castellana. Eso es cierto, porque viene de Castilla, donde originalmente comenzó a hablarse la lengua que actualmente hablamos. Ahora bien, es cierto lo que tú acabas de decir, Juan Freddy, de que todos los idiomas que se hablan en España son lenguas españolas. ¿Por qué se impuso el término «español» y no «castellano», que era el más apropiado? Porque se entendía que todas las regiones de España, que hablaban una lengua diferente a la española, también hablaban el castellano. Y por esa razón, entonces, en un momento determinado la Real Academia Española decidió llamarle lengua española al idioma de Castilla, es decir, llamar lengua española a la lengua castellana porque el habla castellana era la lengua que compartían todos los hablantes de la Iberia hispánica, aun cuando se hubiesen formado en la lengua catalana, gallega o valenciana. Y esa es una razón que se entiende desde ese punto de vista. Ahora, si tú me preguntas a mí, a mi gusto, yo preferiría llamarle lengua castellana, como era la original. Pero, una voz no decide un hecho histórico que ya está implantado.

—Juan Freddy Armando: Excelente respuesta, Bruno, genial.

—Mercedes Cabral: Si me permiten, quisiera leer el poema «El ágape inmortal», de Bruno Rosario Candelier, dedicado a Andrés L. Mateo:

 

La luz alumbra porque relumbra, 

fuero y cauce de un designio establecido. 

Si la rosa “florece porque florece”, 

el estiércol repugna por lo que tiene. 

 

Entre la A y la Z cabe todo, 

tanto del mundo sutil, 

como de la prosaica galera. 

Y todo vuelve a su origen, 

como intuyó el presocrático cuando vio 

que el río fluye incesante hacia su fuente. 

 

Lo que permanece es el ágape, Andrés, 

el ágape sagrado y divino 

al que nos convocan. 

Ya lo dijo Heráclito en su día: 

“Todo viene del Todo, y todo vuelve al Todo”. 

Nada cambia, si el amor preside la mirada, 

mientras la vida pauta el rumbo 

con sus señales secretas. 

 

Lo que la luz revela es el halo 

que perfila el sentido. 

A la luz sucede otra luz, 

la que despliega el manto 

inconsútil del misterio. 

 

En nosotros pervive el niño que con su enigma 

Aflora desde el fondo ignoto del pasado. 

En el poema late el miedo que troquela 

circuitos y neuronas 

como vestigio de una culpa irredenta 

o como el látigo inclemente 

que señala, acusa o recrimina. 

Un soterrado miedo o un trauma secreto 

con su larva da culpa o su inmarcesible 

llama hacen al poeta. 

 

No es la nostalgia la que inspiran tus dolientes versos, 

ni la palabra que representa, cuestiona o curcutea. 

Es la fragua de una pasión insumisa y traviesa 

del niño que con dolor recuerda 

una gozosa crueldad contra inocentes mariposas, 

que no puede revertir 

porque lo hecho, como lo dicho, 

irremediablemente queda detenido en el tiempo, 

a pesar del transcurso de los días y las penas, 

a merced de la distante y lumbrosa luna, 

o a despecho de las impertérritas 

y calladas piedras. 

 

Desde el fondo de ti 

late el reclamo de lo que no muere. 

Lo que fue, lo que se hizo o dijo, 

no cambia con el tránsito de las noches, 

porque nada pierde su esencia y su sentido. 

 

El venerable Heráclito lo supo, 

como tú lo presientes compungido, 

pues ni la secreta nostalgia, 

ni el olvido cómplice, 

cortejan las cosas que suceden, 

sino el ágape inmortal 

que las redime. 

(Bruno Rosario Candelier, “Poesía”, Areíto, Hoy, 28/12/2019/5

 

—José Reyes: Yo no quiero que don Bruno Rosario Candelier se sienta hostigado por las preguntas. Lo que pasa, maestro, es que no siempre lo podemos tener a usted así tan de frente. Y siguiendo la misma temática de Juan Freddy, yo quisiera preguntarle al doctor Bruno Candelier si él considera que el español o el castellano tuvo tanta influencia entre nosotros o entre el mundo hispanoparlante como, afirman algunos autores, por la influencia cervantina a través del poema «La Galatea» y Don Quijote y el poema del «Mio Cid». Yo quiero saber si usted cree que esas tres obras influyeron de manera positiva a la expansión de nuestro idioma español.

—BRC: Me parece más bien que el influjo decisivo ha sido la participación de los mismos hablantes de nuestra lengua, más que de autores establecidos o altamente calificados, como son los que tú citas. ¿Por qué? Porque la lengua es una realidad social y, como realidad social, son los hablantes de una lengua los que la impulsan, la valoran o hacen que se desarrolle, crezca y expanda. Ciertamente, el estamento de los escritores es clave, porque la literatura le da la categoría de culta a una lengua, porque los escritores son los que hacen el aporte intelectual, estético y espiritual con el mayor esmero posible en el uso de la palabra y en el arte del buen decir, y ese hecho es lo que hace, naturalmente, que una lengua adquiera la categoría de «idioma establecido» en una cultura en función del aporte exquisito de sus escritores, que con su obra dan la pauta del buen uso que la Academia fija en su norma, lo que sirve de referencia con los ejemplos citados por el diccionario, la gramática y la ortografía de la lengua española, refrendados con el aval de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Pero son los hablantes los que, realmente, influyen para el peso determinante de un idioma en una comunidad determinada. Y, por suerte, los hablantes de Hispanoamérica somos muchos, y las variantes de nuestra lengua también son muchas, y eso ha influido poderosamente en la pujanza de nuestra lengua. Desde luego, conviene consignar que los autores de literatura hispanoamericana —como los narradores del Boom, que surgieron en Hispanoamérica a partir de la década del 60— dieron una categoría de alta estirpe a la lengua española, y esa categoría literaria fue un hecho determinante que influyó a que, actualmente, la lengua española sea la segunda lengua más estudiada en todo el mundo, después del inglés. Entonces, la lengua se está estudiando en todas las universidades del mundo, en todos los diferentes países no hispanos. Y eso, naturalmente, ha hecho que aumenten los hablantes de la lengua española y que el prestigio de la lengua española sea muy alto en el concierto de las naciones. Eso, naturalmente, nos enaltece, nos orgullece a los que hablamos la lengua de Castilla, que siendo castellana, le llamamos lengua española por la razón que expliqué.

—Mercedes Cabral: Saludamos la presencia de la educadora, académica y poeta Ofelia Berrido, que acaba de unirse a nosotros.

—Juan Matos: Yo quiero, primero, agradecer a Ofelia por ser el puente que nos ha unido con el doctor, y maestro, don Bruno Rosario Candelier.

—BRC: Y yo le agradezco a Ofelia que ella fue la que me conectó con ustedes.

—Ofelia Berrido: Yo no podía dejar de estar aquí porque, creo que todo el que me conoce sabe que don Bruno Rosario Candelier es mi guía en el mundo literario, es un maestro de todos los que estamos en el Movimiento Interiorista, que todos admiramos y lo seguimos. Don Bruno, gracias por estar presente aquí con el grupo tan maravilloso de Miercoletras. 

—BRC: Muchísimas gracias a ti, querida Ofelia, por haber hecho posible este encuentro.

—Juan Matos: Don Bruno, en nuestra Tertulia Miercoletras, por lo menos una vez al mes, nosotros celebramos encuentros con escritores del interior del país. Y recuerdo que uno de los encuentros a mí me aportó mucho. Fue el encuentro con los escritores de Miches, donde se nos presentó un poeta, un escritor magnífico, que era no vidente y sin embargo dejó una obra maravillosa que esa noche quedamos todos deslumbrados. En ese sentido, el Movimiento Interiorista, obviamente que ha aportado tanto a la literatura dominicana, ¿de qué manera nosotros podemos, además de celebrar tertulias con ellos, y demás, dar a conocer esa literatura valiosísima de nuestros autores del interior? 

—BRC: Una manera sería organizar otra tertulia con ese tema y con la participación de varios escritores interioristas. Podríamos celebrar una actividad como esta sobre el Movimiento Interiorista y con autores vinculados al Interiorismo. Con mucho gusto yo participaría y convocaría a algunos de los escritores interioristas para que participen en esa jornada, que podría contribuir a que se conozca mejor la esencia del Interiorismo, el aporte intelectual, estético y espiritual que el Interiorismo ha auspiciado en el cultivo de las letras.

—Mercedes Cabral: Esa era, precisamente, la pregunta que tenía reservada para usted. Pero entiendo que será mejor desarrollarla cuando hagamos esa tertulia dedicada específicamente al Movimiento Interiorista.

 Palabras de Valentín Amaro: Buenas noches, Maestro Bruno Rosario Candelier. Cuando vi el anuncio de que este encuentro era con usted, aunque asisto a los demás, dije «En este encuentro debo estar». Así que, solo es para expresar mis saludos. No voy a encender la cámara por un asunto de conectividad, pero no quería dejar pasar la oportunidad para saludarle, Maestro, y en presencia de los compañeros agradecerle toda su dedicación, así como lo ha hecho Ofelia. El Maestro Rosario Candelier es guía espiritual, literario, de muchos de nosotros. Tiene una particularidad que doquiera que voy la digo: nos ha enseñado el arte de hablar, de hacer un discurso preciso, conciso, pero profundo, en veinticinco minutos. Y ni se diga de las lecciones recibidas en la montaña, en los llanos, en las provincias, en los municipios; tantos viajes, tantos pueblos, tantas comunidades visitadas sembrando la palabra creadora. Eso no tiene precio, lo que hemos vivido todos estos años con el Maestro Rosario Candelier. Y en cada encuentro siempre hay enseñanzas tan profundas que se han quedado con nosotros. Muchos de los que estamos en esta labor de la gestión literaria y cultural, tanto en el Ministerio de Cultura —como ahora en el Ministerio de Educación—, esas cosas que damos en los pueblos y seguimos trabajando, en gran medida, se deben a ese aprendizaje junto al Maestro Rosario Candelier.

—BRC. Gracias, a ti, Valentín, por tus elogiosas palabras. Tú eres un ejemplo de lo que el Interiorismo ha querido promover en nuestro país. Te felicito por el bien que tú haces mediante la palabra. Sigue aportando, que aún tienes mucho que dar.

—Rosina Anglada: Yo quiero compartir las sensaciones que tuvo el Maestro Bruno Rosario Candelier con la creación poética de Ofelia Berrido. Él dice que «ella canta el ordenamiento de lo viviente a la luz de la realidad cósmica. Deja fluir la energía interior de su conciencia, y su sensibilidad fluye para canalizar lo que ha vivido tan entrañablemente, por lo cual plasma una valoración del mundo como expresión de lo sagrado, y enseña que tenemos un destino trascendente. Por eso hay un júbilo místico en estos poemas de Ofelia Berrido». Esas palabras tan hermosas me encanta compartirlas con ustedes. Dice que todas esas cualidades «es fruto de la sensibilidad empática de una autora enraizada en lo viviente. Desde esa la disposición de su sensibilidad podemos decir que ella vino articulada para plasmar lo que sacudió su sensibilidad arrebatada». Todas estas emociones, le produjo Pájaros del olvido, el poemario de la distinguida maestra y escritora Ofelia Berrido.  ¡Qué lindo! De verdad que es un deleite escucharle.

—Juan Freddy Armando: Quiero manifestar mi alegría por la presencia de Ofelia Berrido aquí, una valiosa escritora dominicana a la que le tengo una gran admiración, respeto y cariño, no solo como escritora, sino como ser humano, porque Ofelia es uno de los seres humanos más encantadores que he tenido la dicha de conocer.

—BRC: Esa alegría la compartimos todos, Juan Freddy.

—Juan Freddy: Llena de bondad, de afectos, de solidaridad. Realmente, es un ser humano excepcional. Bueno, yo sé que don Bruno ha escrito varias novelas, entre ellas El Sorato de Magdala; y entonces quería preguntarle, ¿por qué no ha seguido escribiendo novelas?, y la otra, si él ha escrito cuentos,  porque casi siempre los escritores de novela, primero han escrito cuentos.

—BRC: Yo comencé a escribir cuentos, ciertamente. Llegué a escribir tres o cuatro cuentos, que se han publicado en algunas de las antologías del Ateneo Insular. Y ahora tengo otra novela inédita. Yo he publicado tres novelas: El sueño era Cipango,  El Sorato de Magdala y El degüello de Moca.

—Ofelia Berrido: Matos, yo quisiera decirle algo a don Bruno y a Juan Freddy. Juan, lo que tú no sabes es que don Bruno tiene como el secreto más guardado del mundo unas cuantas poesías que ha escrito. Él ha escrito poesía, pero las tiene guardadas bajo llave, en un baúl.

—BRC: Yo tengo conciencia poética, querida Ofelia, y sé cuándo hay poesía en un texto. Entonces, si yo lo sé, no puedo publicar una obra en la que no esté cabalmente plasmado el concepto que tengo del poema.

—Ofelia Berrido: Quiero hacerle una pregunta a don Bruno: ¿cuáles son los tres puntos focales que usted recomendaría para lograr la armonía entre el contenido y la forma cuando se trata de una narrativa —pongamos una novela— que uno quiere que verdaderamente se aplique en una novela profunda, trascendente. ¿Qué aconseja usted? Tres puntos que no podemos dejar de tomar en cuenta.

—BRC: Primero, lograr una identificación emocional entre el contenido de la narración, y lo que el narrador quiere plasmar. Se trata de una compenetración afectiva, de tal manera que tú puedas volcarte a ti misma, expresar tu ser profundo tal como es, con un sentido genuino y espontáneo. La palabra «genuino» es clave para lograr este aspecto de compenetración emocional. Segundo, plasmar un sentido profundo en el trasfondo de la narración, de tal manera que la dimensión conceptual, estética y espiritual, es decir, lo que se llama cosmovisión, esté presente en la narración. Hay muchas novelas dominicanas publicadas que no tienen esa dimensión de la cosmovisión. Una genuina novela tiene que plasmar una cosmovisión. ¿Y qué es una cosmovisión? La presencia de un planteamiento filosófico, una dimensión conceptual profunda con relación a la realidad, a la cultura, a la conciencia, con relación al contenido espiritual que ha movido tu escritura y al objetivo que tú persigues para lograr la emoción estética y la fruición espiritual. Entonces debe darse esa vinculación entrañable entre la conciencia, la sensibilidad y la expresión. Y en tercer lugar, tener una conciencia del contenido y la expresión, de tal manera que, lo que escribas, responda a las exigencias de la escritura, es decir que, desde el punto de vista literario, tenga propiedad, corrección, elegancia y, sobre todo, que puedas plasmar lo que ha nacido de tu ser interior con autenticidad y con la plenitud de tu propia conciencia. Tiene que haber una relación entre la sensibilidad, la conciencia y lo que se narra. Cuando enfoco la conciencia, es un aspecto importante para plasmar una apelación entrañable que nace del fondo de tu mismidad, de tu ser profundo, de tu ser interior. Porque en una obra narrativa, auténtica y genuina, como en un buen poema, tiene que darse esa adecuación entre lo que sientes, lo que piensas, y lo que dices, con la plena seguridad de que tú te estás expresando a ti misma y estás manifestando esa motivación secreta, esa apelación entrañable que mueve a la escritura, y que desata tu potencial creador. Pienso que ahí hay tres aspectos claves para lograr una obra que realmente toque la conciencia y la sensibilidad del lector.

—Juan Freddy Armando: Pero yo creo que eso vale para todo el arte, don Bruno: para la pintura, la música, la danza, la literatura.

—BRC: Tienes razón, Juan Freddy. Y cada arte reclama un modo peculiar de plasmación. Al abordar la naturaleza específica de la novela, pondero los siguientes rasgos pertinentes: 1. Una noticia nueva de la historia que se narra, es decir, una faceta inédita que revele un perfil desconocido de hechos y personajes, como lo hace Aída Cartagena Portalatín en Escalera para Electra. 2. Una caracterización psicológica de los personajes, con un perfil moral y conductual que revele el impacto emocional, afectivo y espiritual en la conciencia de los actantes, como lo hace Juan Bosch en La Mañosa. 3. Una cosmovisión conceptual, estética o espiritual, que revele el perfil filosófico, ideológico o cultural de una comunidad, como lo hace Marcio Veloz Maggiolo en La mosca soldado.

—Ofelia Berrido: Muchísimas gracias, don Bruno. ¡Excelente!

   Palabras de Lorenzo Araujo: Buenas noches, un abrazo con mucho calor para todos. Casi siempre me quedo callado porque disfruto inmensamente las veladas, la información, y esta noche no es una cualquiera por los conocimientos del doctor Bruno Rosario Candelier, que lo conocíamos en esa dimensión de la leyenda, pero nunca nos habíamos encontrado de frente, como hoy, aunque sea a través de la pantalla. Esa fuerza de su saber vemos que se transmite y siembra ideas y promueve la producción literaria.

—Carmen Meléndez: Yo me quedo como fantasmita escuchando y maravillándome de todo el contenido de nuestros encuentros. Don Bruno, mi respeto y mi admiración. Gracias por su compromiso y por tanto bien que usted hace. Bendiciones y gracias.

—BRC: Muchísimas gracias, Carmen, por tus palabras y tu identificación.

—Juan Matos: Bien, mis bien amados, esta ha sido la versión del miércoles 7 de julio de 2021 de su Tertulia Miercoletras. A todos los que han construido este magnífico espacio, muchísimas gracias. Gracias a Ofelia por ser este puente que nos ha traído este manjar con el doctor don Bruno Rosario Candelier. Tenemos ya la alegría de que tendremos otro encuentro con él y con los escritores del Movimiento Interiorista, ya lo coordinaremos, y ojalá que para entonces Ofelia Berrido pueda estar con nosotros. Salud y bendiciones.

—BRC: De mi parte quiero darles las gracias a ustedes por su hermosa participación, por su interés en estos temas y, sobre todo, por lo que ustedes hacen en favor de nuestro desarrollo intelectual, estético y espiritual para el crecimiento en todos los aspectos mediante la palabra. Porque la palabra es el instrumento con el que nos comunicamos con el mundo y con el que testimoniamos nuestras intuiciones y vivencias. ¡Felicitaciones!

(Miercoletras, segunda parte, 7 de julio de 2021. Transcripción de Miguelina Medina)

 

CRÓNICA DEL ACTO DE INCORPORACIÓN DE GIOVANNY CRUZ DURÁN

La Academia Dominicana de la Lengua realizó el acto de incorporación del dramaturgo, narrador, ensayista e investigador cultural Giovanny Cruz Durán como miembro de número de la institución.  El académico Rafael Peralta Romero, como maestro de ceremonias, dio la bienvenida a los invitados y presentó a don Giovanny Cruz Durán resaltando su condición de dramaturgo, actor y narrador. Manifestó que la ADL lo incorpora por su condición de escritor profesional de la palabra escrita.

En el desarrollo de la actividad académico, el recipiendario Cruz Durán pasó a exponer su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua como miembro de número, titulado “La religiosidad popular dominicana. Su reflejo en la literatura y en la escena”.

Al iniciar sus palabras, Giovanny Cruz expresó su agradecimiento por la alta distinción que recibió al ser elegido académico numerario de la ADL: “Esta distinción se agiganta al saber que ocuparé la letra “L”, que antes perteneció al escritor, investigador, ensayista y académico Carlos Esteban Deive, Premio Nacional de Literatura. No es un secreto para nadie la gran amistad que nos unía. Además, juntos libramos muchas batallas culturales y sociales”. También agradeció al Dr. Bruno Rosario Candelier, quien lo juramentó previamente con las siguientes palabras: “A partir de este momento, usted queda oficialmente incorporado como miembro de número de esta institución, lo que implica para su vida intelectual, naturalmente, no solo una alta distinción sino el compromiso de identificarse con la institución, porque sin duda alguna es un alto prestigio que usted acaba de adquirir al formar parte de esta comunidad de intelectuales y académicos de la lengua. Y, desde luego, la institución espera que usted, no solamente sea un miembro activo de la institución, sino que también haga algo por ella desde sus dones, desde su talento y desde su creatividad. ¡Enhorabuena! Y me congratula recibirlo en esta casa de la lengua”.

En el desarrollo de su discurso de ingreso, el nuevo académico trató sobre la incidencia de la magia en la literatura nacional y comentó que en un impresionante número de ensayos, varios de nuestros escritores abordan el tema de la religiosidad popular dominicana, como lo hicieron Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Andújar, Dagoberto Tejeda, Enrique Patín Veloz, Carlos Esteban Deive, Marcio Veloz Maggiolo, Manuel Núñez, Bienvenido Álvarez-Vega y Fradique Lizardo, entre otros. Destacó que Carlos Esteban Deive, por ejemplo, recreó en muchas de sus creaciones literarias aspectos esenciales de nuestra religiosidad popular. Citó su obra Amanda, una realización escénica trascendente de nuestra religiosidad popular.

En su disertación subrayó que nuestros estudiosos de la literatura aseguran que Yelidá, de Tomás Hernández Franco, representa el inicio de la magia en la literatura profesional dominicana. En ese memorable poema un joven noruego se debate entre divinidades distintas de dos culturas, en que la insular predomina, ejemplo del sincretismo criollo.

En ese orden también comentó el habla en la religiosidad popular dominicana. Contó que varios estudios abordan el tema en la versificación de la lírica popular, y dijo que la tendencia mágica se manifiesta en buena parte de los hablantes de los sectores populares, predominando los versos octosílabos y endecasílabos.

Don Giovanny Cruz indicó que aún no se puede precisar, con indiscutido rigor, quiénes son realmente las entidades o dioses de la religiosidad popular dominicana: “¿Primitivismo ancestral que habita dentro de nosotros? ¿Manifestaciones de un instinto atávico? ¿Una generación atrapada entre dos universos paralelos? ¿Acaso seres que encontraron una ventana abierta para transitar entre el mundo de los muertos y el de los vivos sin saber exactamente quiénes son? No podría responder a estas interrogantes. Apenas presumir unas respuestas”. Y agregó: “Nuestra religiosidad popular es única y está en nuestro pasado africano, se ha mezclado con la cultura del conquistador y aprovechó la de nuestros taínos. Ahora es un presente que conquista, con astucia. su propio espacio. Se proyecta, indefectiblemente como fuerte manifestación cultural hacia el porvenir eterno de nuestra mitad de isla…”, dijo al finalizar su discurso de incorporación.

Manuel Núñez Asencio recibió a don Giovanny Cruz Durán, en nombre de la Academia Dominicana de la Lengua, como nuevo miembro de número. De inmediato, leyó su discurso de recepción y expresó que esta ceremonia ensalza el ingreso de un escritor en el templo que se consagra a la defensa de la lengua española, implantada en este Continente hace ya quinientos años, por vez primera, en el territorio que ocupamos los dominicanos.

El historiador y académico aclaró que don Giovanny Cruz pertenece a la escena teatral. Ha actuado en más de sesenta obras teatrales. En todos los grandes momentos del teatro dominicano ha estado presente: en las obras que montó el inolvidable director teatral Ramón Pareja, Sueño de una noche de verano, o de William Shakespeare; en los Quíntuples, del autor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez.  Y ha estado, además, como director teatral en más de cincuenta producciones dramáticas. “Yo tengo para mis recuerdos el montaje de sus obras Amanda, de Ángeles y demonios, Virginia y el inolvidable montaje de Dos viejos pánicos del cubano Virgilio Piñera”, dijo.

Contó que la estampa de Cruz Durán aparece en varias producciones cinematográficas dominicanas: en el largometraje Pasaje de ida, de Agliberto Meléndez, comparte escena con el actor y dramaturgo Rafael Villalona, maestro del teatro en Santo Domingo; con el pintor y actor Ángel Haché; en La vida de Enrique BlancoEl Rey de Najayo, de Fernando Báez Mella; en El teniente Amado, de Huchi Lora; en Biodegradables, de Juan Basanta; en Perico ripiao, de Ángel Muñiz, y en la película de Agliberto Meléndez, El color de la noche. Y subrayó Manuel Núñez: “Nunca Cruz Durán ha dejado las tablas. Ni la historia del cine, ni la del teatro dominicano pueden escribirse prescindiendo de su nombre”, dijo.

Este acto académico fue honrado con la asistencia de la ministra de cultura, doña Carmen Heredia, tres funcionarios del cuerpo diplomático del país y los académicos Manuel Núñez Asencio, José Enrique García, Tony Raful Tejada, José Rafael Lantigua y Miguel Solano.

Al finalizar la actividad, el secretario de la institución le impuso la medalla académica a don Giovanny Cruz Durán y se le entregó el diploma de incorporación donde se consigna su elección como miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua.

 

Palabras de Bruno Rosario Candelier en el acto de incorporación de Giovanny Cruz

Esta fecha del 10 de agosto de 2021 es de alta significación para la Academia Dominicana de la Lengua por este acto de incorporación de un nuevo miembro de número de nuestra institución. En efecto, oficializamos la entrada del nuevo académico de la lengua, don Giovanny Cruz Durán, elegido por el voto mayoritario de los miembros de número de la corporación. A partir de este momento, Giovanny Cruz Durán forma parte de esta institución como académico de la lengua con la categoría de miembro de número. El hecho de ser académico numerario se suma la categoría de miembro correspondiente de la Real Academia Española, cuando las autoridades de la RAE consignen su entrada en nuestra corporación. En ese tenor, me complace formalizar la incorporación de Giovanny Cruz a esta institución. Para que quede el testimonio escrito de este acto le entrego de inmediato el diploma que así lo consigna: “La Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, fundada el 12 de octubre de 1927 con su lema “La Lengua es la Patria”. En atención a  sus méritos lingüísticos y literarios, su aporte al arte de la creación dramática y su labor cultural a favor del desarrollo intelectual y estético de nuestras letras, esta corporación ha convenido nombrar a Giovanny Cruz Durán, individuo suyo en la categoría de miembro de número, y para que así conste se expide el presente diploma firmado por el director, Bruno Rosario Candelier, y refrendado por el secretario, Manuel Núñez Asencio, con el sello de la institución. Dado en Santo Domingo, República Dominicana, 10 de agosto de 2021”.  Me corresponde, en consecuencia, entregarle a usted, don Giovanny Cruz Durán, este diploma para que lo conserve como testimonio de que a partir de este momento usted queda incorporado oficialmente como miembro de número de esta institución, lo que implica para su vida intelectual, naturalmente, no solo identificarse con esta institución, porque sin duda es un alto prestigio que usted acaba de adquirir al formar parte de esta comunidad de intelectuales y académicos de la lengua. Y, desde luego, la institución espera que usted, no solamente sea miembro activo de esta institución, sino que también haga algo por ella desde sus dones, desde su talento y desde su creatividad. ¡Enhorabuena, don Giovanny! Y me congratula recibirlo en esta Casa de la Lengua.

 

Palabras de Giovanny Cruz Durán: Es un honor, don Bruno Rosario Candelier, un honor recibirlo de usted, uno de los intelectuales que en mi vida he admirado y respetado. Le aseguro que estaré trabajando tanto por nuestra lengua como por esta Academia. He dicho y escrito que el premio más importante de un escritor es este y es más que cualquier premio, porque es un reconocimiento al más acto concepto de lo que manejamos los escritores: la palabra. Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 10 de agosto de 2021

 

Datos biográficos de Giovanny Cruz Durán. El escritor dominicano Giovanny Cruz Durán es miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. Autor de obras de teatro y ficción, también ha sido director teatral. Ocupa el sillón I que en vida ocupara al escritor Carlos Esteban Deive. El nuevo académico de la lengua es narrador, dramaturgo, ensayista, investigador cultural, guionista, actor y director teatral. Sus obras se han presentado en República Dominicana, París, Madrid, Barcelona, Costa Rica, Moscú, Puerto Rico, Islas Vírgenes, Argentina, Miami, Venezuela, New York y Boston. Varias obras suyas aparecen en antologías. Alfaguara publicó su libro Los cuentos del otro. Ha ejercido la crítica artística. Ha dirigido y escrito varias obras teatrales. Ha obtenido premios como director, actor y productor teatral. En 1994 ganó el Premio Casa del Escritor Dominicano. Dos veces ha ganado el Premio Nacional de Dramaturgia y el Premio Anual de Cuentos. Sus publicaciones son las siguientes:

Narración: “Carrusel de duendes difuntos y olvidados”, “Los cuentos del otro”, “La parca que espera en el camino” y “Códices en las cortesías de mis libros”.

Dramaturgia: “Teatro en un acto”, “Teatro intenso”, “Los diablos”, “Amanda”, “La virgen de los narcisos” y “Duendes y locos de las dunas”; entre otras.

Disertaciones: “William Shakespeare: ¿genio suplantado?”, “María Félix y la aristocracia del talento”, “El teatro revolucionario de Juan Pablo Duarte”, “Un punto de encuentro entre Shakespeare y Cervantes”, “Códigos y enigmas de Cristoforus Columbus”, “Premisas inmutables para la construcción del personaje”, “Historia de la dirección teatral” y “¿Cabe Dios en el universo de la física cuántica”?

Poesía: “Areítos, cantos sagrados entre el cielo y la tierra” e “Intimidades”.

Guiones de cine: “Un café en la calle El Conde”, “Amanda”, “El diablo ya no vive aquí” y “Juana la vegana”.

PANEL SOBRE LA FILOLOGÍA DE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA

La Biblioteca Nacional, la Universidad Pedro Henríquez Ureña y académicos de la lengua presentaron un panel sobre “La diversidad en el pensamiento de Pedro Henríquez Ureña”, en conmemoración del 50 aniversario de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.

Este encuentro contó con la participación del filólogo Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua; el ensayista Federico Henríquez Gratereaux, subdirector de la ADL, el historiador José Guerrero y el educador Miguel D. Mena. El historiador y académico de la lengua, José Miguel Soto Jiménez, tuvo a su cargo moderar el acto, que fue presidido por Rafael Peralta Romero, académico de la lengua.

En el encuentro se abordaron las facetas de Pedro Henríquez Ureña como filólogo, a cargo de Bruno Rosario Candelier; ensayista, por Federico Henríquez Gratereaux; historiador, a cargo de José Guerrero, y educador, a cargo de Miguel D. Mena.

Bruno Rosario Candelier, en su intervención sobre la dimensión filológica de Pedro Henríquez Ureña, manifestó que Pedro Henríquez Ureña fue nuestro primer gran filólogo. Es modelo para todas las personas que nos dedicamos al estudio de la lengua y al cultivo de las letras. Y ha sido un singular referente por el gran aporte que él hizo como crítico literario, como lingüista, como creador de literatura y, sobre todo, como intérprete, como exégeta de la palabra a la que se consagró, a la que dedicó toda su vida con una dedicación esmerada, con una profunda identificación con el alcance de la palabra y con lo que eso significa para el desarrollo estético y espiritual en la conciencia humana.

Señaló que Pedro Hernández Ureña tuvo la virtud de hallar el sentido subyacente en la imagen y en el concepto, las dos facetas en la que se mueven los escritores y con los que realmente desarrollan su trabajo creador. Ponderaba altamente el valor del sentido y el valor de la imagen en la creación poética.

“He recibido el testimonio de muchos literatos y de muchos estudiosos y de muchos intelectuales que descubrieron el valor de la poesía a través de La gramática castellana, de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso, justamente por el valor de la ilustración que él le daba a cada uno de los de los aspectos de los cuales ponderaba para enseñar”, comentó el también filólogo.

Subrayó tres aspectos fundamentales para la comprensión de la labor filológica que desarrolló Pedro Henríquez Ureña en prácticamente medio siglo de existencia como intelectual, como profesor, como intérprete y como creador: En primer lugar, hay un sentido ético en los planteamientos teoréticos, en los planteamientos pedagógicos y lingüísticos de su labor como intelectual,  como creador y como docente; segundo lugar, la dimensión altruista de su consagración como escritor y como filólogo y, en tercer lugar, fue muy importante en su visión del mundo, en su cosmovisión espiritual y en su visión filológica el sentido trascendente que don Pedro le daba a su quehacer intelectual y al ejercicio de la escritura con un propósito de edificación y de concientización de sus lectores y de sus alumnos.

Finalmente puntualizó un detalle importante en el aporte de Pedro Henríquez Ureña: su preocupación por la voz propia, por el descubrimiento, por la ponderación, por la valoración de la voz propia de los escritores para que escribiesen desde su propia sensibilidad y su conciencia en atención a la realidad social y cultural de su país.

Continuando la actividad, el académico y ensayista Federico Henríquez Gratereaux habló sobre “Pedro Henríquez Ureña: el ensayista”

Don Federico, indicó que Pedro Henríquez Ureña es un hombre del siglo XIX que vivió la mitad del siglo XX. Su formación y sus ideas parten de ese periodo de la historia humana.

“Hablar de Pedro Henríquez Ureña es el cuento de nunca acabar”, expresó.

Explicó que la misión social del ensayo es hacernos ver con la mayor iluminación los caracteres del mundo que nos toque vivir y sobre el cual se cierne las ocupaciones sociales. Es el instrumento óptico que nos libra de la ceguera institucional. Es la herramienta intelectual que nos permite comprender y orientarnos en el piélago de las opiniones interesadas, apasionadas, idealizadas, politizadas.

El ensayista comentó que Pedro Henríquez Ureña escribió dos notas que nos sirven para mostrar ese carácter que viene del ensayo: siempre un poder iluminador.

Ese carácter internacionalista, esa idea de que no haya fronteras. “Parece que Pedro Henríquez Ureña consideraba que lo mejor como ideal de la civilización era la conservación de todas las diferencias dentro de una armonía”, dijo.

Indicó que para Pedro Henríquez Ureña la cultura era un medio, la letra no era magna.

El académico destacó un aspecto particular de Pedro Henríquez Ureña, y es que en pocas palabras él decía muchas cosas y eso es lo que es propio de un ensayista: descubrir lo que está velado, hacer, por un momento, un foco que nos sirva como orientación para el mundo.

“Me parece que Pedro Henríquez Ureña, en los dos casos, cuando dijo “Ideal de civilización no es la unificación completa de todos los hombres y todos países, sino la conservación de todas las creencias dentro de una armonía”, hizo un ensayo breve. Y también en el segundo caso volvió a ejercer la función concerniente del pensamiento”, dijo tras concluir.

José Guerrero, en su turno, habló sobre “Pedro Henríquez Ureña y la historia”.

El destacado historiador expresó que Pedro Henríquez Ureña sin ser historiador definió el periodo de nuestra independencia como pocos estudiosos lo han hecho. Y entró en contacto con el estudio de la historia cuando en 1900 tomó clases.

Guerrero contó que Pedro Henríquez Ureña era un lector curioso, pero no tenía título universitario ni medio de subsistencia y lo discriminaban por extranjero y por ser negro. Sin embargo, aun así siempre estuvo orgulloso de su familia y de ser dominicano.

Relató que a la edad de tres años, según cuenta en sus memorias, oyó cantar el himno dominicano y la palabra “patria” y le preguntó a su madre por su significado y esta le respondió con el poema: “Que es patria”.

“Su amor por el terruño dominicano implica un patriotismo raigal y profundo que mantendrá vivo a través de toda su existencia”, agregó.

El historiador refirió que en septiembre de 1909 don Pedro recibió el libro Rufinito, escrito por Federico García Godoy en 1908. Le respondió al autor con una carta en la que expuso cinco temas claves de la relación entre historia y cultura, entre ellos: 1. Leyó con placer el estilo elegante del libro que trata sobre la proclamación de la República Dominicana, 2. Resaltó que la historia es parte de la literatura, por esa razón abordó el problema de la formación de la literatura nacional, la cual no puede dañar lo exterior ni lo vocal y advirtió que el indigenismo fracasó excepto la obra de Enriquillo, porque no era parte de nosotros. Ponderó que Rufinito abrió un nuevo campo de nuestra literatura histórica y elogió al autor por ser el primero que, sin olvidarse de la tradición popular y de formarla novelísticamente, nos dio una historia viva que puede agitar el espíritu de las clases dominantes.

Señaló que Pedro Henríquez Ureña ejerció el cargo de superintendente de enseñanza y fue quien extendió la enseñanza de la historia a la escuela secundaria, sustituyó la historia pintoresca por otra historia crítica y social e incluyó un capítulo sobre la historia de Haití.

“Como hemos visto, Pedro Henríquez Ureña, como buen humanista, incluyó la historia en su pensamiento y obra”, expresó el historiador al concluir.

El ensayista Miguel D. Mena enfocó el aspecto pedagógico de Pedro Henríquez Ureña.

Ponderó que Pedro Henríquez Ureña hizo el aula, hizo un jardín, un principio de amistad, hizo un espacio que lo acompañó toda su vida.

  1. Mena explicó que para Pedro Henríquez Ureña la educación era un acto ético, era un acto que tenía que ver con el desarrollo de la personalidad, con el desarrollo de la voluntad y con el mejoramiento de la persona, y dijo: “Él se conecta de una manera bastante directa con todo ese principio que ahora mismo se llama en la filosofía: principio dialógico. Todo esto ya en Pedro estaba latente, porque él trató de conectar siempre el conocimiento a un principio de verdad, a un principio de belleza”.

Miguel D. Mena, subrayó que para Pedro Henríquez Ureña la educación era un elemento de interacción. “Para él la educación debía integrarse en todas las disciplinas.    No solamente enseñarles a surfear, sino también enseñarles los instrumentos musicales.   Para Pedro Henríquez Ureña la educación no solo era un oficio, ni un trabajo” enfatizó.

La actividad cultural finalizó con la dinámica de preguntas y respuestas entre el público y los panelistas.

Participaron en el acto, el director de la BNPHU, escritor Rafael Peralta Romero; la licenciada Josefina Pepín, vicerrectora de extensión de la Universidad Pedro Henríquez Ureña y público en general.

Santo Domingo, BNPHU, 19 de agosto de 2021.

CONFERENCIA DE TULIO CORDERO LA MEMORIA EN LA OBRA DE MARCIO VELOZ MAGGIOLO

El sacerdote, escritor y académico de la lengua, reverendo Tulio Cordero, dictó una conferencia magistral dentro del Ciclo de Conferencias que organiza la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña con motivo de su 50 aniversario, titulada “Marcio Veloz Maggiolo: memoria, mito e identidad».

Rafael Peralta Romero, director de la BNPHU, dio la bienvenida a los presentes al acto cultural y manifestó satisfacción y agradecimiento. Ramón Saba, encargado de gestión cultural de la Biblioteca Nacional, tuvo a su cargo la lectura de la semblanza de Tulio Cordero, oriundo  de San Juan de la Maguana. Es poeta, pintor, filósofo, teólogo, profesor y sacerdote de la Congregación delos Padres Paúles. Cultor del Movimiento Interiorista y miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua”.

El sacerdote señaló que toda la narrativa y obra ensayística de Veloz Maggiolo dan testimonio de su obsesión por el interés de “re-visitar” el pueblo dominicano en su costumbre, su historia, sus personajes, sus mitos, sus creencias mágico-religiosas, sus huellas arqueológicas, así como en sus frustraciones, errores y sueños. A sabiendas de la importancia de la memoria en todo ejercicio literario de Marcio Veloz Maggiolo y que, además, se autodefiniera como “un cultor de la memoria”, Cordero subrayó que en el extenso corpus de Veloz Maggiolo hay cuatro obras en las cuales el autor plasma su concepción de la memoria y conceptualiza de modo más sistemático sobre la misma: en ellas expone su visión de la memoria y el modo en que esta funciona, es decir, en vez de definir la memoria, la presenta de modo descriptivo y alegórico, habla de su mímesis y ejemplariza su manifestación fenomenológica: La mosca soldado y Memoria tremens, y a los ensayos La memoria fermentada y En nombre del recuerdo.

El poeta y académico de la lengua, manifestó que Marcio Veloz Maggiolo se acerca a la realidad misteriosa de la memoria por aproximación analógica, describiendo el modo en que funciona y a veces lo hace con imágenes de gran plasticidad poética.

El sacerdote puntualizó cuatro temas en la obra de Marcio Veloz: “La fenomenología del recuerdo”, “Mito y memoria”, “Memoria e identidad” y “El desván de los objetos perdidos: arqueología y epifanía de la memoria”.

Sobre “Mito y memoria en Marcio Veloz Meggiolo” el sacerdote indicó que no extraña la insistencia de Veloz Maggiolo en los mitos de nuestros ancestros aborígenes en sus novelas Biografía difusa de Sombra CastañedaFlorbellaEl hombre del acordeón y La mosca soldado. Nos habla de los mitos taínos y los mitos del vudú. Explicó el areíto de los aborígenes quisqueyanos como una “memoria danzaria”.

Sobre “Memoria, resistencia e identidad”, el escritor comentó que, en casi todas sus novelas, Veloz Maggiolo desea recordarnos lo que somos y de lo que estamos hechos. Apela a la historia, a la etnicidad, a la cultura, a las creencias mágico-religiosas y a los mitos para hacernos conscientes de lo que funda y define la dominicanidad. “En La mosca soldado, el narrador se toma su tiempo para describirnos a los habitantes de El Soco, que es el contexto de la historia: mulatos, haitianos, cocolos (con sus tradiciones anglo-africanas: bailes, fiestas, religión, deporte, etc.)”, indicó.

Referente a “El desván de los objetos perdidos: arqueología y epifanía de la memoria”, Tulio Cordero afirmó que la memoria es un ente vivo, o como bien lo ha expresado el propio Veloz Maggiolo, la memoria es “un charco de vida”, “un ancla” a la que aferrarse, es ese “desván” donde uno puede volver a encontrarse con los “objetos perdidos”. “Es decir, primero hay que ejercer el oficio de desempolvar, retrotraer la historia prístina, revivir el pasado en su verdad real y “ponerle nombre” (esa es la labor de la arqueología, de la antropología y la etnología); pero luego está el oficio de arrojar luz y sentido sobre ese pasado y su mundo, rescatar la memoria colectiva, superar la materialidad del tacto y ponerle “carne y vida” a esos huesos diseminados entre el polvo milenario y hacer que arrojen algo de luz al mundo presente, labor que solo puede llevarse a cabo a través de la memoria, la poesía y la imaginación fecunda del fabulador literario”, explicó el intelectual.

Tulio Cordero compartió tres citas maravillosas de Marcio Veloz Maggiolo sobre la memoria. La primera, tomada de una entrevista que le concediera a la periodista Minerva Isa, en septiembre del 2014: “La memoria no olvida, la memoria está ahí abajo, esperando, acechando”. La segunda, tomada de su libro En nombre del recuerdo: “La memoria es una decisión del alma, porque cultivarla es una especie de agricultura del sueño, y ha de esperarse que dé frutos, y que pueda ser útil para todos”. Y la tercera, de su novela La mosca soldado: “La memoria es el último escalón para alcanzar la eternidad. Creo igualmente que la eternidad crece sustentándose en la memoria”.

Santo Domingo, Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, 21 de julio de 2021.