RETORNO AL ESPAÑOL DEL CARIBE, REALEC 2020: CONGRESO VIRTUAL LINGÜÍSTICO CELEBRADO DEL 4 AL 7 DE NOVIEMBRE DE 2020

ANFITRIONES: ANA MARGARITA HACHÉ ÁLVAREZ Y ERIK WILLIS

Con la participación de académicos de la Academia Dominicana de la Lengua y otros importantes ponentes de varias universidades americanas y europeas, bajo la coordinación de Ana Margarita Haché y Erik Willis, presentaron ponencias en el Congreso Retorno al español del Caribe varios académicos de la lengua y lingüistas dominicanos.

Este congreso lingüístico virtual titulado “Retorno al español del Caribe”, cuyos organizadores y anfitriones fueron los destacados lingüistas Ana Margarita Haché, dominicana y Erik Willis, norteamericano. Este congreso se había pautado, primeramente, para marzo de este 2020¹ de una manera presencial. Sin embargo, debido a las medidas sanitaras a causa de la pandemia del COVID-19, no pudo ser posible realizarlo de esa manera. No obstante, dicha actividad fue efectuada gracias a los avances de la tecnología digital, mediante aplicaciones y plataformas virtuales.

 

Palabras inaugurales de Ana Margarita Haché 

Así se expresó la profesora Ana Margarita Haché en la inauguración virtual, por la plataforma YouTube Live²: “Muchas gracias por acompañarnos en este día. La Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra les da la más cordial bienvenida a este congreso, “Retorno al español del Caribe, nuevos datos empíricos, Realec 2020”, una iniciativa de esta Universidad y de la Universidad de Indiana”. “Se trata de reactivar y darle seguimiento a una fecunda tradición de congresos de este tipo celebrados periódicamente a nivel internacional. El actual congreso pretende facilitar justamente un retorno al Caribe para centrarse en las variedades, lingüísticamente ricas e innovadoras, que comprenden su habla”. Dijo que “en los años 70 y 80 hubo una serie de simposios sobre la dialectología del Caribe hispánico, celebrándose el primero en Puerto Rico, en 1976. La sexta versión de estos simposios fue celebrada aquí, en la Madre y Maestra, organizada por Orlando Alba, uno de los plenaristas de este congreso”.

Ana Margarita Haché, profesora de la PUCMM y académica numeraria de la Academia Dominicana de la Lengua, hizo un esbozo global de la actividad, y señaló: “Cabe destacar que para este congreso el término español “caribeño” abarca cualquier variedad del español que se base en el contacto geográfico con el Caribe o que se derive de esta región, como sería el español puertorriqueño en Ohio, el español dominicano en Nueva York o el español cubano hablado en Miami”. Puntualizó que “entre el 4 hasta el 7 de noviembre los participantes podrán escuchar 25 ponencias que abordan fenómenos lingüísticos en las áreas de la fonética, la morfología, la sintaxis y el análisis del discurso, desde la perspectiva científica de la sociolingüística”.  Explicó que “estas investigaciones se enfocan de manera general en el español caribeño y en otras ocasiones de manera particular en las variantes de Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y la Costa Caribe de Venezuela”.

Dos temas centrales abordan grandes cuestionantes que forman parte de la temática de este congreso: «El Caribe hispánico: cómo nos percibimos en el Caribe Insular y en el Caribe continental», por el doctor Luis Ortiz, de la Universidad de Puerto Rico en el recinto Río Piedra; y Orlando Alba tendrá su plenaria titulada: «¿Existe un español antillano?». Añadió que “durante estos días podremos conocer los estudios que los 38 investigadores participantes, como ponentes y plenaristas, sobre el español caribeño en lugares como Sevilla, Lausana, Suiza, México, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y diversos Estados de los Estados Unidos”.  “Es un propósito de este evento académico darles visibilidad a estos trabajos entre especialistas y estudiantes de lingüística y esperamos que los contactos que surjan de este evento permitan la realización de proyectos comunes sobre la tremendamente rica e innovadora variedad lingüística del Caribe hispánico”, apuntó Ana Margarita Haché.

 

Participación del director de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier: “Variantes léxicas y semánticas del español dominicano” 

En el segundo día de Realec 2020, el doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, tuvo una intervención titulada Variantes léxicas y semánticas del español dominicano. Su ponencia fue proyectada desde una grabación de video. No obstante, el doctor Rosario Candelier tuvo presencia telemática en el evento.

En su ponencia agradeció la invitación a participar en el congreso y felicitó a los organizadores. Esta breve ponencia, en este Congreso Retorno al español del Caribe que Ana Margarita Haché tituló “Retorno del español del Caribe” y que, naturalmente,  quiero agradecerle a la licenciada, profesora y lingüista, Ana Margarita Haché, por esta honrosa invitación, y también felicitarla por la organización de este congreso de lingüística tan importante porque contribuye al conocimiento y la difusión de la lengua y la valoración de  nuestro sistema de expresión, lo que, naturalmente, siempre hace bien por el impulso que conlleva para el estudio y el cultivo de la lengua.

En su discurso destacó que “cada variante del español, en todo el mundo hispánico, tanto en América como en Europa, África o en Asia, tienen variantes propias de esa comunidad: variantes léxicas y semánticas que los propios hablantes inspiran, promueven y crean en su cultivo de la lengua, en el uso de su lengua, en el uso del español en su comunidad”. “Lo que quiere decir que las variantes del español dominicano constituyen una expresión de esa naturaleza de la lengua, de esa dinámica de la lengua, lo que, naturalmente, siempre enriquece el caudal de voces de la lengua española porque en todo el mundo hispánico esas variantes constituyen centenares de vocablos”: “Cuando digo variante, me refiero a variantes léxicas y variantes semánticas”. Dijo que “por ejemplo, el español dominicano tiene la particularidad de que tiene un rasgo arcaico –advertido originalmente por Pedro Henríquez Ureña–, que hace posible que se conserven muchas voces del caudal patrimonial del castellano antiguo”.

Rosario Candelier explicó que “cuando se habla de la variante léxica es, justamente, pensar en aquellas manifestaciones del habla expresadas en las voces que son creaciones propias, que constituyen una creación original de nuestros hablantes, como las palabras “chin”, “mangú”, “pariguayo” o “tíguere”, que son voces creadas por el hablante dominicano, y que forman parte del léxico dominicano”. “De la misma manera, podríamos decir que, así como hay creaciones léxicas, hay también creaciones semánticas, es decir, palabras de la lengua española a las cuales les endosamos un nuevo significado. Por ejemplo, la palabra «lámina» en la lengua española alude a ‘un retrato, un cuadro, que se cuelga en la pared porque tiene un paisaje hermoso, un rostro agradable’; entonces, de ahí, por vía comparativa, se aplica la palabra «lámina» a ‘una mujer hermosa’, en el español dominicano, lo que, naturalmente, la hace peculiar desde el punto de vista semántico”.

Subrayó que “tanto en Santo Domingo como en Puerto Rico y en Cuba, es decir, el área del Caribe, tenemos voces originales de la lengua taína, que era el idioma de los habitantes originales de esta tierra. Y muchas de esas voces, no solo se usan en nuestro país, sino que han pasado al conjunto de voces de la lengua española, como “bohío”, “cacique”, “canoa”, “cazabe”, “huracán”, “hamaca”. Y otras palabras como “areíto”, “buhitío” o “ciguapa”. Es decir, ese tipo de palabras procedentes de la lengua taína ha generado lo que se puede llamar el «tainismo del español dominicano», en función de las tantas voces heredadas de la lengua de nuestros aborígenes”, como advirtiera originalmente Emiliano Tejera.

 

Intervención de Bruno Rosario Candelier

Me tocó hablar de las variantes léxicas y semánticas del español dominicano. Cada variante del español, en todo el mundo hispánico, tanto en América como en Europa, en África o en Asia, tienen variantes propias, variantes léxicas y semánticas que los propios hablantes inspiran, promueven y crean, en su cultivo de la lengua, en el uso del español en su comunidad. Lo que quiere decir que la variante del español dominicano constituye una expresión de la naturaleza de la lengua, de esa dinámica de la lengua, lo que, naturalmente, siempre enriquece el caudal de voces de la lengua española porque en todo el mundo hispánico esas variantes constituyen centenares de vocablos.

Cuando digo variante me refiero a las diferencias léxicas y semánticas. Y esos vocablos enriquecen la lengua, aunque, naturalmente, cuando se trata de la comunicación, del entendimiento y de la comprensión, a menudo las variantes locales, pues, dificultan el mejor entendimiento en razón de que hay usos peculiares, con voces con significados exclusivos. Por ejemplo, en el español dominicano, que tiene la particularidad de que tiene un rasgo arcaico —como señaló, originalmente, Pedro Henríquez Ureña—, rasgo que hace posible que se conserven muchas voces del caudal patrimonial del castellano antiguo y, entonces, eso es parte de nuestra peculiaridad idiomática. Pero, lo más importante cuando se habla de la variante léxica es, justamente, pensar en aquellas manifestaciones del habla expresadas en las voces que son creaciones propias, que constituyen una creación original de nuestros hablantes. Como, por ejemplo, la palabra “chin” o “mangú” o “pariguayo” o “tíguere”, voces creadas por el hablante dominicano, son parte de su léxico, del conjunto de vocablos que forman parte del léxico dominicano.

Y, entonces, de la misma manera, podríamos decir que, así como hay creaciones léxicas, hay también creaciones semánticas, es decir, palabras de la lengua española a las cuales les endosamos un nuevo significado. Como, por ejemplo, la palabra “lámina”: “lamina” en la lengua española alude a ‘un retrato, un cuadro, que se cuelga en la pared porque tiene un paisaje hermoso, un rostro agradable’. Y, entonces, de ahí, por vía comparativa se aplica la palabra “lámina” a ‘una mujer hermosa’ en el español dominicano, lo que, naturalmente, la hace peculiar desde el punto de vista semántico.

Pues bien, en ese sentido, es importante señalar lo siguiente: la gestación de voces propias como la creación de nuevos significados a vocablos establecidos de la lengua española forman parte de esa riqueza idiomática que distingue a cada una de las variantes de la lengua española en el mundo hispánico. Y eso, naturalmente, de alguna manera nos distingue y enaltece a cada comunidad como es la comunidad de hablantes dominicanos en lo que llamamos ‘español dominicano’. Conviene, entonces, enfatizar, en primer lugar, el carácter de creación léxica: la creación léxica supone el concepto de que en una comunidad de hablantes -como el pueblo dominicano- hay voces creadas por nuestros hablantes, voces que enriquecen el caudal de las palabras de la lengua española.

 

Intervención de María José Rincón: “El tesoro léxico dominicano” 

Con su ponencia sobre “El tesoro léxico dominicano” tuvo participación la doctora María José Rincón, también de la Academia Dominicana de la Lengua. Agradeció la invitación a sus “colegas Erik Willis y Ana Margarita, por esta oportunidad de regresar a esta tradición tan interesante de que nos centremos un poco en el conocimiento y la investigación de todos los aspectos relacionados con esta variedad extraordinaria trascendente para el futuro de la lengua española que es la variedad del español en el Caribe y, especialmente, la que nos ocupa a nosotros como la variedad del español dominicano”. De inmediato María José Rincón compartió su pantalla con la presentación de su ponencia: “Un nuevo proyecto lexicográfico: el Tesoro léxico del español dominicano”.

Explicó que el Tesoro léxico del español dominicano es precisamente eso, “un proyecto lexicográfico que está en fase de nacimiento, en ese germen interesante para todos los que empezamos a trabajar en diccionarios”. Dijo que “ese proyecto nace con la intención de completar una bibliografía sobre el español dominicano, una bibliografía lexicográfica con una obra que aborde el léxico desde una perspectiva abarcadora, es decir, una perspectiva que sume la historia léxica y lexicográfica del español dominicano, tomando, por supuesto, como punto de partida el Diccionario del español dominicano, del 2013, y el Diccionario fraseológico del español dominicano, del 2016, ambos publicados por la Academia Dominicana de la Lengua.  Subrayó que “estas dos obras constituyen, sin duda, un aporte fundamental para nuestra lexicografía sincrónica, y también nuestra idea es completarlo con el aporte desde el punto de vista diacrónico”: “Sin duda este proyecto se enmarca entre los objetivos esenciales del recién nacido Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía, que dirijo y, por supuesto, también de la Academia Dominicana de la Lengua”.  Señaló la académica que “el Tesoro léxico del español dominicano, tiene como objetivo fundamental el registro lexicográfico a lo largo del tiempo del vocabulario diferencial dominicano: es decir, todas esas voces y locuciones, así como las acepciones actuales del español dominicano y que no pueden ser consideradas como pertenecientes al español general”.

En cuanto a “la memoria lexicográfica del Tesoro”, Rincón explicó que “es un registro abarcador y cronológico de toda la información que se contiene en los diccionarios de la lengua, una de las fuentes esenciales para el estudio histórico del léxico y también para la reconstrucción de la evolución de la lexicografía regional”.  Igualmente explicó que “el corpus de la documentación de este Tesoro léxico del español dominicano, estará formado por un conjunto de fuentes que van a estar debidamente justificadas y que pueden clasificarse según la siguiente tipología: a. Diccionarios diferenciales y también diccionarios integrales dominicanos en sus diferentes ediciones a lo largo del tiempo. b. Glosarios independientes o que estén incluidos como apéndices en otras obras, lo que A. Guerra denomina ‘lexicografía oculta’. c. Diccionarios restringidos de la lengua española y también del español de América, que incluyan marcas diatópicas que puedan estar relacionadas con los usos de la República Dominicana. Por ejemplo, esas marcas que señalan como usos americanos o antillanos o, incluso, específicamente nacionales como República Dominicana. d. Los diccionarios generales y las bases de datos de referencia, especialmente aquellas que elaboramos las academias, la Asociación de Academias de la Lengua Española en el mundo. e. El nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española o el Tesoro lexicográfico de las hablas andaluzas, el Tesoro léxico canario-americano o el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico, por ejemplo”. f. Por último, aquellos estudios lingüísticos que están dedicados al español americano en general y al español dominicano en particular, cuyos materiales dialectales constituyen, sin duda, una fuente indispensable para el registro del léxico local”.

María José Rincón expresó que este Tesoro es un “Diccionario de diccionarios”. Explicó que “puesto que la materia del Tesoro léxico dominicano es, fundamentalmente léxica, la forma normalizada ortográficamente será la que encabezará el artículo desarrollado y en él, en ese mismo artículo, habrá un apartado dedicado a registrar todas esas variantes gráficas documentadas”: “Esto va a permitir que el usuario del Tesoro relacione estas variantes gráficas y las compare a lo largo del tiempo. Cada forma documentada encabezará a su vez, pues, una entrada de remisión a esa entrada desarrollada”.

 

Palabras de Erik Willis y Orlando Alba    

Este recuento no abarca todo lo expuesto en los días de las maravillosas ponencias de los participantes, dolorosamente, pero es una muestra de la grandiosa labor realizada y de su inmenso aporte, que nos asombra. He aquí algunas de las emotivas palabras del profesor Erik Willis, al cierre de este congreso “Retorno al Español del Caribe, Realec 2020”:“La gente me pregunta: ¿Por qué estudias tú, el español dominicano? Y la respuesta es aquí, en frente de todos: tanto por este congreso, por la gente, por su forma de expresarse, por su forma de compartir y querer. Y es una bendición, es un don poder compartir y estudiar las identidades y la forma de expresar y compartir con los caribeños dominicanos, puertorriqueños, venezolanos, etcétera, en la investigación. Y esto cuenta como mi trabajo. Me siento muy afortunado”.

Al cierre del evento académico también estuvieron presentes el rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, reverendo padre Alfredo de la Cruz Baldera, y el vicerrector de investigaciones, doctor Kiero Guerra, entre otros.

No quiero terminar sin antes compartir el tierno y sensible detalle del profesor Orlando Alba, sobresaliente lingüista y académico correspondiente de la ADL, al finalizar su plenaria: colocó un video con la canción dominicana, “Que Dios bendiga al Cibao” (https://www.youtube.com/watch?v=qnVlpYLx3Jo), interpretada por el cantautor puertoplateño Juan Lockwad, quien “nació en la provincia de Puerto Plata, el 24 de junio del año 1914³”.  Al pie de esta página comparto todos los enlaces de Internet de este grandioso congreso, Realec 2020. 1314 fue el total de visitas al congreso durante los tres días de su realización.

¹ (https://humanidades.pucmm.edu.do/estudios-

generales/blog/Lists/EntradasDeBlog/Post.aspx?List=568d77da%2De722%2D4d97%2D8ecc%2D23ac39e70d88&ID=35&Web=8bcef8f2%2Da94b%2D493d%2Dbf14%2D828c6adcfc8e)

² Enlaces de la plataforma YouTube de los 4 días del congreso virtual Realec 2020:

(https://www.youtube.com/watch?v=dYvedobH3lU); (https://www.youtube.com/watch?v=z5a4l782uiU)

(https://www.youtube.com/watch?v=gYUYh53ZWHI); (https://www.youtube.com/watch?v=Vy5IbhLp-8s)

³ (https://acento.com.do/sociales/juan-lockward-homenaje-en-puerto-plata-por-sus-cien-anos-8270123.html)

 

 Jacqueline Toribio, de la Universidad de Texas en Austin, “La expresión y distribución del sujeto expletivo ‘ello’ en el habla dominicana” 

Almeida Jacqueline Toribio disertó sobre las aportaciones del pueblo dominicano a los avances en el campo de la lingüística general. Bajo el subtítulo “la singularidad del español dominicano y su importancia para la investigación lingüística”, señaló que “el español de la República Dominicana ha atraído la atención de los lingüistas comenzando por la obra fundamental de Pedro Henríquez Ureña, y a lo largo de los años la investigación sobre esta variedad se ha mantenido al tanto de la dirección de la investigación en la lingüística general y ha contribuido a un mayor desarrollo de modelos teóricos”. Dijo que “cuando miramos el español dominicano podemos ver la singularidad en relación con otras variedades del español y también en relación con otras variedades del Caribe, en todo nivel lingüístico”. Explicó que “en el léxico, por ejemplo, el hecho de que en el español dominicano se usa la palabra “bonamé”, esto nos señala algo del contacto socio-histórico con el creol haitiano”. Mencionó que “en la fonología, la variación en la pronunciación de las líquidas al final de sílaba nos dice algo de la variación geográfica en el país”: “Lo que vemos es que existe una multitud de factores que contribuyen a esos rasgos innovadores, a veces decimos que son no normativos”.

En cuanto al pronombre expletivo ello expuso que “como nos dice Jimenes Sabater, «esas expresiones más o menos redundantes coinciden curiosamente con la utilización del pronombre fósil ‘ello’» y González Tapia sigue que «se trata del empleo de ese pronombre arcaico, pero que está vivito y coleando con una amplia extensión»”. Explicó que “expletivo quiere decir que no contribuye al significado de la oración, lo vemos en los ejemplos: ‘Ello hay personas que lo aprenden bien’, ‘Ello no está lloviendo’, ‘Ello se hace bollo con coco’[…] Ese ‘ello’ es muy importante en la gramática del español dominicano”. Dijo que “las aproximaciones que hay sobre este ‘ello’ son de la Lingüística, de la Sintaxis teórica, donde se propone que este ‘ello’ es un elemento nominal, normal, que se encuentra en la proyección canónica de sujeto”. Señaló que “también hay varias investigaciones sociolingüísticas donde se estudia cuáles son los factores que van implicados en la realización del pronombre o no, y también hay estudios que tratan este ‘ello’ y los pronombres referenciales dentro del marco del cambio lingüístico”. Destacó el “otro ‘ello’ que se ha estudiado también, pero que sí tiene un significado, tiene un significado afectivo, es un elemento sintáctico que se realiza en la proyección complementante en la oración. “Un sentimiento bastante vago:  – ¿Pero tú no estuviste? –Ello sí. O –Ello no. Donde ese ‘ello’ no es un ‘ello’ expletivo”.

 

   Junice Acosta, Southern Utah University, “Respeto y familiaridad en las normas de tratamiento del español dominicano”

Por su parte, Junice Acosta presentó las “preguntas de su investigación” que fueron las siguientes: 1. ¿Cómo se expresan las relaciones de respeto y familiaridad en las formas de tratamiento del español dominicano? 2. ¿Ha cambiado el uso de las formas de tratamiento?. Expresó que «había notado que los jóvenes parecen haber cambiado completamente de usar ‘usted’, con muchas personas, a casi nunca utilizar ‘usted’». Añadió que ella también “quería saber si la gente percibe que ha cambiado, la gente en la actualidad”. Dijo que “para este estudio recolectó datos de 132 participantes, hablantes de varios subdialectos del español dominicano, diferentes regiones; hizo un cuestionario en línea y recabó información demográfica sobre sus relaciones familiares, el cuestionario incluyó 92 contextos o preguntas de tratamientos diferentes”. La lingüista mostró los datos en la pantalla: “sexo femenino entre 15 y 18 años, nivel primario; sexo masculino entre 19 y 30 años, nivel secundario; sexo desconocido entre 31 y 50 años, nivel universitario”. Dijo que “estos resultados se limitan a esta población muy específica y hay que ver esos resultados desde esa perspectiva. Las regiones son del Cibao, Este y Santo Domingo y desconocido, no hay participantes del Sur”.

“¿Cuáles fueron los resultados para la primera pregunta? –explicó–: Familiaridad:  más común para algunos familiares jóvenes y algunos familiares mayores; con hermanos, sobrinos, primos, cuñados, parejas; compañeros de estudio, más o menos de la misma edad y con amigos de infancia”. “Con relación al respetoUsted es más común para familiares mayores, regularmente; para los padres, los abuelos, tíos mayores; personas en contexto laboral, jóvenes y mayores, por ejemplo, con los jefes, empleados; para dirigirse a personas del gobierno o personas que prestan servicio profesional como funcionarios públicos o abogados o doctores, sacerdotes, hombres y mujeres policías; profesores de cualquier edad, con desconocidos, meseros, dependientes en tiendas, clientes”. “¿Cuáles fueron los resultados para la segunda pregunta? Hay un cambio, aparentemente percibido por los participantes, porque el 76.5% de la muestra reportó que percibe que ha cambiado el uso de las formas de tratamiento”. “Usando la técnica de Goldberg”, encontró que “hay tres grupos de factores que son estadísticamente significativos para la percepción del cambio y fueron: el salario que gana el participante, si el participante considera que hay más o menos respeto ahora, y el otro factor es el sexo”. Dijo que “no fue significativo la edad, el nivel educativo y la región de donde provienen los hablantes”.

 

   Merlyn de la Cruz: “Aspectos diacrónicos del español en la República Dominicana” 

Al iniciar su estudio sociolingüístico Merlyn de la Cruz expresó que “esta es una investigación que está en proceso, donde pretende recoger la evidencia de la escritura en el español de la República Dominicana”. Explicó que “no podemos confundir la variación diacrónica con otras variaciones lingüísticas: cuando hablamos de la variación diacrónica hablamos de cómo ha evolucionado una lengua a través del tiempocómo se han gestado diversos cambios en la misma”. La profesora ejemplificó con “una de las palabras más famosas del español en la República Dominicana que es la palabra «vaina» y la interesante historia que trae la misma”. Presentó las “varias acepciones semánticas –o sea significado de esta palabra– de la Real Academia Española”.  Señaló que “hay aspectos de estos significados que lo toman como analogía, nada más y nada menos que, de la palabra «vagina», por lo que ‘vaina’ es una evolución del latín «vagina», y en ese entonces pasó que la g en posición intervocálica se eliminó en la pronunciación y luego en ese campo se registra también en la escritura”. Mencionó que “en este caso también se registra como en ‘Reina’ en vez de «Regina» y otras más”.  Presentó “algunas evidencias de la escritura antigua en la República Dominicana que datan desde el siglo XVI y XVII y cómo estas han evolucionado”. Sobre los ejemplos que mostró en la pantalla apuntó que “estos documentos fueron extraídos del Archivo General de Indias y Archivo General de Simancas”: “En las escrituras sombreadas –desde 1509 a 1510–, las grafías «hiϬjese» la representación fonética es ‘hiciese’; «ReϬjdido» ‘residido’, «diϬjendo» ‘diciendo’, «haϬjenda» hacienda”. Dijo, que en la actualidad no tenemos esa escritura con ese valor fonético”.  Explicó que “el caso de ‘diciendo’ la grafía Ϭ, que se alterna fonéticamente con la pronunciación de la z, o la c con valor de z, (zezeo, siglo XVI en Castilla), es una de las representaciones gráficas de este fonema”. Explicó, además, que «la palabra ‘diciendo’ y la representación gráfica j, que conocemos como jota, la vemos con el valor de i: la j proviene del griego ‘jota’ (iota) porque antes en el griego la i era una i larga (j), que no es como actualmente la tenemos en español, y en el siglo XVI empieza a tener otra reproducción fonética y comienza a diferenciarse entre la i larga y la pronunciación aspirada que tenemos ahora de la j». Dijo que “después adquirido ese otro ribete fonológico se convierte en otro fonema y el español no tiene más remedio que alterarlo como una nueva letra”. Merlyn ejemplificó “otros casos con los verbos poder (puedo-podo) y forzar (fuerza-forza), ver (vi-vide), acudiendo los hablantes, consciente o inconscientemente, a la raíz latina”. “El español dominicano es una ‘marca de fábrica’ –expresó–, con características propias y peculiaridades individuales, salpicadas de sazones y expresiones, ritmos, alegrías, actitudes, algarabías y músicas propia. Pero, sobre todo, muchísima creatividad”: “Debemos amar nuestra lengua sin denigrar a aquellos que utilicen una variación lingüística, tal vez, con menos cuidado, porque todo esto forma parte de las riquezas lingüísticas de nuestra nación”, puntualizó la profesora Merlyn de la Cruz.

 

    Yrene Pérez Guerra y José Alejandro Rodríguez: “El uso de zoónimos en el español dominicano” 

Presentaron «una muestra de la diversidad de uso que tiene el tema en varios registros. En el periódico: “Poner al gato a cuidar la carne”, quiere decir ‘cauteloso’; “El salto de la pulga”, “Tortuga forense”; “El bacá y el caballo” en las elecciones; “Dar cotorra”». Mostrarpm “otros registros” que avalan su “hipótesis”: “Tábanos paraos en una esquina, ¡caballo!, y pasó un palomo con el tíguere este camellando, y vi, que algo taba chivo, por eso fue que le dieron el palo e la gata al palomito metio a na”. “También tenemos ejemplos de zoónimos en la fraseología dominicana en la televisión –señaló–, por periodistas, intelectuales, profesionales, diputados: ‘Dentro del bestiario político dominicano somos un país mosca, un país culebro, un país chivo’; ‘Estamos ante la proliferación exagerada de partidos garrapatas’, ‘Alianza de macos y cacatas’”. Señaló que “como estamos en pandemia, el uso del ‘chivo’, nos ha indicado que hay preferencias entre un animal y otro”.

   “¿De qué se trata toda esta ejemplificación que estamos mostrando? Se trata de expresiones zoonímicas que hacen referencia a personas, situaciones, acciones y otros campos semánticos con alto grado de rendimiento en el uso lingüístico de una lengua, en nuestro caso el español dominicano, con utilización de recursos tropológicos –metáforas, metonimias, comparaciones, paráfrasis léxicas, imágenes, pero también se convierten en unidades fraseológicas lexicalizadas en el español dominicano cuando es utilizada por la mayoría de los hablantes”: Presentaron una muestra de unidades lingüísticas y fraseológicas (lexemas simples o complejas pluriverbales) de uso en el español dominicano para expresar emociones positivas, negativas, con la estrategia del uso de zoónimos en la expresión humorística, el insulto, menosprecio, ironía, tabú social, picardía, etc. Y una amplia productividad semántica que llega, incluso, a la duplicidad de zoónimos en una misma unidad fraseológica: “Este tíguere es un león”, “Esa lechuza es una gata barcina”.

Una de las hipótesis que hemos comprobado es la sustitución del caudal léxico del español dominicano –adjetivos, sustantivos, verbos–, por zoónimos, cosa que debe inquietar a la educación dominicana”, dijo Yrene Pérez Guerra.

José Alejandro Rodríguez mostró la tipología estructural en el análisis lingüístico. Explicó que “estas estructuras sintagmáticas y pragmáticas, de manera espontánea o planificada, surgen en el habla, no solamente popular y coloquial, sino también en el habla formal como lo vemos en algunos medios de comunicación”: “Estas estructuras inciden, no solamente en el aspecto lingüístico, sino que también tienen un impacto pragmático, sociocultural, contextual y semántico”. Colocó en pantalla una primera tabla clasificada de enunciados con “Sintagmas, formas nominales, complementos, estructuras comparativas y estructuras oracionales”: “Más vale la sal que el chivo”, “Más terco que una mula”, “expresiones muy usadas en el español y en el registro dominicano”. Una segunda tabla contenía ejemplos de “vocativos”: “Mujeres”, “Amarren a su gallina que mi gallo anda suelto” y agregó que “podría decirse que es un vocativo que tiene una contextualización machista”. Una tercera tabla, mostró el analista, “con formación de palabras desde tres mecanismos: la composición, derivación y afijación discontinua”: “Este hombre es un simple pelagatos”. En otros ejemplos mostró “lexicogénesis mediante diminutivos y aumentativos”.

 

  Ibeth Guzmán, “La Utopía de Romeo Santos en los territorios de John Austin, el dialogismo de la bachata dominicana a la luz de los actos de habla” 

Ibeth Guzmán expuso que “este trabajo tiene como objetivo analizar el último álbum de Romeo Santos, Utopia, bajo la luz teórica de los actos de habla que plantea el filósofo y lingüista inglés, John Austin, en su libro Cómo hacer cosas con palabras: para ello usaremos un esquema analítico de los actos locucionarios, ilocucionarios y perlocucionarios desde los cuales se realiza la enunciación como soporte metodológico para aplicarlo a las doce bachatas que están incluidas en el álbum más reciente del bachatero dominicano o de origen dominicano”.

Explico que “un acto de habla, o enunciado, es una instancia de habla por medio de la cual uno realiza un acto locucionario, ilocucionario y perlocucionario, todas las veces y a la misma vez”: “Cada vez que emito, cada vez que hablo, hago estos tres actos con la lengua”. Detalló un poco más estos significados: “1. Un acto locucionario es aquello que digo. 2. Lo ilocucionario, la intención que subyace en mi postura frente a ese enunciado y lo que quiero conseguir. 3. Y el acto perlocucionario, ese puente que hay entre la intención del enunciador y el efecto que provoca en el enunciatario”. La profesora también definió lo que es una ‘canción’ y plantea la pregunta: “¿Una canción es un enunciado o una cadena de enunciado?”: “En Austin ya hemos visto qué es un enunciado –dijo–, pero, ¿cuánto se prolonga esto que se dice?”. Para responder basó su respuesta en “María Isabel Filinich (Enunciación, p. 20): Vamos a decir que la naturaleza de los enunciados en este estudio será de naturaleza oral y su extensión será la de una canción. Y, ¿qué es una canción? Según el Diccionario de la lengua española es una composición en verso que se canta y es hecha a propósito para poner en música; por lo regular tienen entre 100 y 500 palabras y una duración entre uno y diez minutos”.

La profesora también definió lo que es ‘bachata’. Comparto su definición personal, pero se pueden verificar, como ella lo mostró, otras definiciones en el DLE y Wikipedia. “Aquí la justificación de esta investigación que es muy particular: Bachata para mí es esa guitarra donde las cuerdas tocan toda la fibra de mi memoria, una nota acompasada que me lleva al centro de mi infancia, a ese lugar donde guardo la felicidad. Y este álbum de Romeo Santos tiene doce canciones: Canalla, Payasos, Millonario, El beso que no le di, Ileso, Amor enterrado… Los últimos, Años luz, Bella, Inmortal”.

En aquellas canciones cuyo acto locucionario es la presentación de un amor sostenido en la base de la idealización (Payasos, Millonario, El beso que no le di), la ilocucionaridad, lo que persigue, radica en que la anunciataria perciba, más bien, la postura de extremo dolor y alto sacrificio, al que están dispuestos los enunciadores con tal de conseguir unos segundos de atención de Ella”. “A nivel perlocucionario, a nivel de lo que busca, a quien va dirigido, al enunciatario, cuál es la reacción que causa en el enunciatario, hubo que hacer una redistribución porque a nivel locucionario y a nivel ilocucionario algunas canciones sí mantenían la unidad de intencionalidad y de enunciado, había una relación”.

 

   Pedro Antonio Valdez: “La pseudolexicografía cibernética, una respuesta al conocimiento de los nuevos vocablos del español dominicano”

El escritor Pedro Antonio Valdez señaló: “En el ámbito cibernético abundan las listas de lexicografía sobre el español dominicano. Algunas son el resultado de análisis lexicológicos, como los artículos de Fundéu Guzmán Ariza”. Agregó que “la gran mayoría de vocabularios en línea de dominicanismos pertenecen al campo de la pseudolexicografía cibernética”. Dijo que “ante la notoria presencia de esta clase de catalogaciones cabe una pregunta general: ¿De qué manera aporta la pseudolexicografía cibernética respuestas al conocimiento de los vocablos del español dominicano? ¿Cómo se origina el interés del hablante en catalogar las palabras? ¿Cuáles son las experiencias de pseudolexicografía cibernética del español dominicano? ¿Cómo se estructuran estas experiencias pseudolexicográficas? ¿Cuál debe ser la actitud de la lexicografía ante estas experiencias pseudolexicográficas?”. “En la búsqueda de esas respuestas nos basaremos en tres casos: a. En cuanto a lo metodológico se procederá a confirmar su carácter pseudolexicográfico contrastando la muestra con los requisitos universales de la Lexicografía. b. Se observará hasta qué punto utilizan los recursos cibernéticos. c. Se analizarán los componentes microestructurales para así señalar sus fortalezas y debilidades”.

Explicó que “para realizar la comunicación lingüística el hablante requiere de una memoria lexical de carácter interno que permita utilizar los patrones requeridos para establecer las comparaciones normativas y también para organizar las lexías en una situación concreta, practicando una facultad que, podríamos llamar, ‘diccionariolidad’. “Dicha facultad –añadió– consiste en el manejo del sistema semiótico (que, según investigaciones del 2016, ocupa, con fines de almacenamiento de signos lingüísticos, unas cien áreas distintas de los hemisferios cerebrales): en suma, esta operación, convierte al hablante en una especie de lexicógrafo natural”. Dijo que “la diccionariolidad transferida a la experiencia escrita da origen al Diccionario de la lengua española. “Digamos que en los albores del castellano surge su diccionario, así como la primera experiencia del hablante se inaugura con el sistema semiótico”.  Explicó que “bajo la etiqueta de ‘diccionarios en línea’ se encuentran varias páginas webs que pueden clasificarse dentro de pseudolexicografía cibernética…”.

“Resumiendo estos hallazgos –expresó– se pueden observar diversos aspectos de la Pseudolexicografía Cibernética del español dominicano: 1. Se considera como tal porque los vocabularios resultantes de esos ejercicios adolecen de un diseño estructural acorde con la lexicografía. Generalmente son vocabularios monolingües aunque aparecen del tipo bilingüe, también son de carácter semasiológicos y descriptivos: en muy raras ocasiones incorporan oraciones normativas, al punto de que por lo regular no incluyen ejemplos de uso. 2. En cuanto a la aplicación de recursos cibernéticos estos vocabularios lucen poco amigables desde el punto de vista del diseño, utilizan muy poco o nada el hipertexto. 3. Desde el punto de visa de la macroestructura, aunque en todos los casos de la muestra se observa una intención comunicativa –lo cual es algo favorable–, esta no es el resultado de una planificación de macroestructura. Aunque en dos de los casos se incluyen un instructivo en que, incluso, se mencionan las fuentes y la intención particular, no se presenta una idea acabada de las estructuras que le servirán de base: la calidad del diseño y de las entradas lucen muy poco satisfactorias. 4. En relación a los elementos de la microestructura resalta la exclusión de datos etimológicos y gramaticales: en los pocos casos en que aparecen son pseudoetimológicas y de etimología popular”. Dentro de sus recomendaciones Valdez expuso que, en el caso de la pseudolexicografía aplicada al español dominicano, se realice un acercamiento desde el terreno de la lexicografía. En este sentido dijo que los interlocutores ideales serían las escuelas universitarias de letras e instituciones especializadas, como la Academia Dominicana de la Lengua o Fundéu Guzmán Ariza que, de hecho, cuentan con investigadores del español dominicano.

 

 Orlando Alba: “¿Existe un español antillano?” 

   El profesor Orlando Alba inició agradeciendo la invitación a participar en este congreso y felicitó a los organizadores: “Yo creo que deben estar muy satisfechos y orgullosos porque una de las metas ya se ha conseguido, la de promover una especie de revitalización o renacimiento de los estudios en el Caribe”: “También quería dar constancia de que yo, aunque aparezco como profesor de BYU, aquí en Utah, me sigo sintiendo de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Por eso, debajo del nombre, he señalado los diecisiete años que estuve allá como profesor, y agradezco al Rector, el padre Alfredo de la Cruz, el que esté presente escuchando estas conversaciones”.

El doctor Orlando Alba consignó que “una aclaración importante es que –como ya se ha señalado en otras ocasiones–, la región del Caribe no solo incluye a las Antillas, sino también a otra zona como la costa de Venezuela, la de Colombia y de Panamá”. “Sin embargo –agregó–, como lo dice el título, en esta presentación yo me limito a una descripción de las islas del Caribe”. Dijo que “el objetivo de esta ponencia es mostrar que no solo existe un español ‘antillano’ y, por supuesto, mucho menos, un español ‘del Caribe’: en otras palabras, que Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana mantienen su peculiar identidad”.

En su ponencia, nuestro lingüista, que es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, mostró en pantalla el mapa del “archipiélago de las islas del Caribe y luego dentro de ese amplio archipiélago los tres territorios hispánicos”. “A manera de preámbulo”, el profesor presentó seis muestras del habla antillana con el objetivo de mostrar muchos ejemplos de audio “para que ustedes mismos lleguen a la conclusión o a la respuesta a la pregunta inicial de si existe un español antillano”.   En el análisis de los datos puntualizó que “existen razones para defender la idea de la INDIVIDUALIDAD dialectal de cada isla hispánica del Caribe, desde dos puntos de vista: 1. Por medio de la percepción subjetiva de los hablantes. 2. A través de la actuación de los hablantes (percepción objetiva)”. Explicó que “al interés de la Sociolingüística también hay que sumar la Dialectología Perceptiva, que analiza la percepción de los hablantes de las variedades lingüísticas, y en el mundo hispánico varios investigadores han incursionado, como Moreno Fernández (2004) t Díaz Campos (2009)”. Me parece que hay evidencia de que los antillanos tienen conciencia de su identidad lingüística , de manera que la impresión de unidad o de uniformidad del español antillano, que tienen algunos investigadores, contrasta con la PERCEPCIÓN de los hablantes de la región: para los hablantes, sus respectivos dialectos son distintos, inconfundiblemente distintos”: “De hecho, se sabe, por lo menos anecdóticamente, que muchos dominicanos, no solo reconocen por su manera de hablar a un puertorriqueño o a un cubano, sino que, a veces, los caricaturizan, se burlan, y cuando no logran identificarlos de forma positiva, por lo menos lo hacen de manera negativa. Pueden decir: “Ese no habla como dominicano”.  El profesor mostró en audio, y en pantalla escritas las palabras, un ejemplo de la “«percepción de la diferencia» (un humorista muy conocido en la República Dominicana, de apodo Boruga”:  «Los dominicanos vamos a Puerto Rico, y hablamos como puertorriqueños. Cruzamos para Miami y hablamos una mezcla de puertorriqueño con cubano. Y ponemos vainas de aquí. Y te dicen, “pueh nene, epérate un momento, que tengo que ir a chequear esa vaina, chico. Que eso es “eta del carajo”. Porque se te mezclan todas la… El caso es no quedar mal».

En su análisis explicó que el humorista “cuando dice ‘y hablamo como puertorriqueño”, y luego “una mehcla de puertorriqueño con cubano”, él está denunciando su percepción de que la forma de hablar del dominicano es distinta a la de los cubanos y puertorriqueños”. El profesor destacó también que en este ejemplo el dominicano “destaca el factor de la entonación y un elemento léxico propio de cada isla: nene para Puerto Rico y chico para Cuba”. Presentó audios de entrevistas, como, por ejemplo: “¿Cómo usted identifica a los cubanos cuando ve uno?”. “¿A un cubano? Bueno, por su forma la hablar. Es fácil, los cubanos hablan distinto a todos los otros centroamericanos” (el entrevistado era “de Placeta, Santa Clara”).

El profesor Alba expresó que “es el mismo problema que plantea la división de América en zonas dialectales”: “Hace ya casi treinta años me correspondió a mí escribir un artículo para esa obra, Historia y presente del español de América, y ahí analizo el tema. Por ejemplo, reviso la posición de P. J. Rona: Rona propuso una división de América en 16 zonas usando 4 rasgos:  uno fonético, el žeísmouno fonológico, el yeísmouno sintáctico, el voseo; y uno morfológico, las formas verbales utilizadas con vos”. Explicó que “de acuerdo con esa clasificación, basada en esos cuatro rasgos, la zona número uno de la división de Rona, comprende la mayor parte de México, las Antillas, la costa Atlántica de Venezuela y de Colombia”. Dijo que “con respecto a esa región, una región inmensa, lo que dice el trabajo de Rona es que hay yeísmo y que no hay žeismo ni voseo”. “Sin embargo –aclaró–, ese trabajo no dice de nada de las muchísimas diferencias que permiten, a cualquiera, identificar y distinguir a un mexicano de un dominicano, por ejemplo (presentó muestra en audio de una mexicana, con su escritura en la pantalla: ‘Estoy leyendo ahorita una novela, es Rayuela. Y me gusta, porque como que me hace darme cuenta de algunas cosas que de repente, ahorita, ya no la tomamos tanto en cuenta’). Igualmente presentó ejemplo de una hablante dominicana: (‘Y aquí tenemos una modalidad, que cuando tú entras a la universidad y tú eres prepa, te pintan, te echan espuma de afeitar, te ponen a pasar un trencito, te compran por un peso y tú tienes que ser esclavo de una gente durante un día’). “No se justifica considerarlas a las dos de una misma zona dialectal, que es lo que habría que hacer de acuerdo con las propuestas de Rona”, puntualizó Alba.

En conclusión, se podría argüir que las distinciones que yo acabo de señalar son escasas, con relación con los tantos y tantos fenómenos comunes a las tres islas; pero, lógicamente es que así tiene que ser, es decir, las semejanzas tienen que ser mayores porque en las tres islas hablamos en español, las diferencias son diferencias, lógicamente, menores en comparación de las semejanzas. También se podría decir que muchos fenómenos son propios de una zona geográfica específica o de un grupo social determinado y no de toda la isla en cuestión, y me parece que ese hecho demuestra, precisamente, que ni siquiera dentro de un mismo país existe una completa homogeneidad lingüística, y esto refuerza la idea que yo estoy tratando de defender que es la diversidad dialectal antillana.

De manera que, volviendo a la pregunta del título: ¿Existe un español antillano? La respuesta podría ser afirmativa si también se acepta que existe un ‘español de España’, un ‘español del Cono Sur’.  Pero, ¿es igual el modo de hablar de Valladolid al de Sevilla? ¿Es igual el modo de hablar de Argentina o el de Chile, México y Colombia? 

Por supuesto que las tres islas comparten muchos rasgos, pero no manifiestan la homogeneidad lingüística que algunos le atribuyen. En lo que toca a la República Dominicana, que es lo que más conozco, obviamente, estos hechos perfilan, claramente, la identidad dominicana: 1. (Fonético) la vocalización de /r, l/, y el avanzadísimo proceso de la reducción de la /s/. 2. En el nivel sintáctico la doble negación y el ello. 3. Y en el nivel léxico, palabras como cajuil, chichigua, chinola, concón, lechosa, yipeta.  Y en último lugar está la perspectiva SUBJETIVA: en cada una de las Antillas, los juicios evaluativos, y la percepción que tenemos de ciertos hechos, es distinta. Un reflejo de que esto es así, es que algunos, incluso, menosprecian y se burlan de la variedad de su lingüística.

Aunque se acepten que las coincidencias lingüísticas objetivas son predominantes, se puede afirmar que: 1. Las tres islas pertenecen a la misma comunidad lingüística. 2. Pero no constituyen una misma comunicad de habla, lo que en el fondo equivale a decir que NO COMPARTEN EL MISMO DIALECTO”, subrayó nuestro lingüista Orlando Alba.

 

Bruno Rosario Candelier: “Variantes léxicas y semánticas del español dominicano” 

Me complace participar con esta breve ponencia, en este congreso sobre el español del Caribe, que Ana Margarita Haché tituló “Retorno al español del Caribe” y que, naturalmente, en primer lugar, quiero agradecerle a la licenciada y profesora y lingüista, Ana Margarita Haché, por esta honrosa invitación, y también felicitarla por la organización de este congreso de lingüística tan importante siempre, porque contribuye al conocimiento, a la difusión de la lengua y a la valoración de  nuestro sistema de expresión, lo que, naturalmente, siempre hace bien, por el impulso que conlleva para el estudio y el cultivo de la lengua.

Quiero decir lo siguiente: cada variante del español, en todo el mundo hispánico – tanto en América como en Europa, en África o en Asia –, tienen variantes, variantes propias de esa comunidad, variantes léxicas y semánticas que los propios hablantes inspiran, promueven, crean, en su cultivo de la lengua, en el uso de su lengua, en el uso del español en su misma comunidad. Lo que quiere decir que las variantes del español dominicano constituyen una expresión de esa naturaleza de la lengua, de esa dinámica de la lengua, lo que, naturalmente, siempre enriquece el caudal de voces de la lengua española porque en todo el mundo hispánico esas variantes constituyen centenares de vocablos.

Cuando digo variante, me refiero siempre a variantes léxicas y variantes semánticas. Y esos vocablos enriquecen la lengua. Aunque, naturalmente, cuando se trata de la comunicación, del entendimiento y de la comprensión, a menudo las variantes locales, pues, dificultan el mejor entendimiento en razón de que hay usos peculiares, con voces, con significados exclusivos. Por ejemplo, en el español dominicano, que tiene la particularidad de que tiene un rasgo arcaico – como señaló, originalmente, Pedro Henríquez Ureña –, rasgo que hace posible que se conserven muchas voces del caudal patrimonial del castellano antiguo y, entonces, eso es parte de nuestra peculiaridad idiomática.

Pero, lo más importante, cuando se habla de la variante léxica es, justamente, pensar en aquellas manifestaciones del habla expresadas en las voces que son creaciones propias, que constituyen una creación original de nuestros hablantes. Como, por ejemplo, la palabra “chin” o “mangú” o “pariguayo” o “tíguere”, que son voces creadas por el hablante dominicano, son parte de las voces, del conjunto de voces que forman parte del léxico dominicano.  Y, entonces, de la misma manera, podríamos decir que, así como hay creaciones léxicas, hay también creaciones semánticas, es decir, palabras de la lengua española a las cuales les endosamos un nuevo significado. Como, por ejemplo, la palabra “lámina”: “lamina” en la lengua española alude a ‘un retrato, un cuadro, que se cuelga en la pared porque tiene un paisaje hermoso, un rostro agradable’. Y, entonces, de ahí, por vía comparativa se aplica la palabra “lámina” a ‘una mujer hermosa’, en el español dominicano, lo que, naturalmente, la hace peculiar desde el punto de vista semántico.

Pues bien, en ese sentido, es importante señalar: la gestación de voces propias como la creación de nuevos significados a vocablos establecidos de la lengua española forman parte de esa riqueza idiomática que distingue cada una de las variantes de la lengua española en todo el mundo hispánico. Y eso, naturalmente, de alguna manera, nos distingue y nos enaltece a cada comunidad como es la comunidad de hablantes dominicanos en esto que llamamos “el español dominicano”. Conviene, entonces, enfatizar, en primer lugar, el carácter de creación léxica: creación léxica supone el concepto de que en una comunidad de hablantes, como el pueblo dominicano, hay voces creadas por nuestros hablantes, voces que enriquecen el caudal de las palabras de la lengua española.

Muy bien. Quiero enfatizar algunos aspectos de la creación léxico-semántica del español dominicano. En primer lugar, nuestra habla tiene una peculiaridad ya que ha acentuado la dimensión arcaica de la lengua española. Por ejemplo, aún usamos voces como “agora”, “aguaitar”, “curcutear”, “disque”, tutumpote”, “samuro”, “aguinaldo”, son palabras del lenguaje patrimonial del castellano antiguo. Y como esas que he mencionado, hay decenas de voces, que forman parte de ese arsenal tradicional de nuestra lengua, por lo cual, tiene un rasgo arcaico, en cierto aspecto, la dimensión léxica de nuestro español.

Asimismo, es importante subrayar que, tanto en Santo Domingo como en Puerto Rico y en Cuba, es decir, el área del Caribe, tenemos voces originales de la lengua taína, que era el idioma de los habitantes originales de esta tierra. Y muchas de esas voces, no solo se usan en nuestro país, sino que han pasado al conjunto de voces de la lengua española. Como, por ejemplo: “bohío”, “cacique”, “canoa”, “cazabe”, “huracán”, “hamaca”. Y otras palabras como, por ejemplo: “areíto”, “buitío” o “ciguapa”. Es decir, ese tipo de palabras procedentes de la lengua taína ha generado lo que se puede llamar el “tainismo del español dominicano”, en función de las tantas voces heredadas de la lengua de nuestros aborígenes.

Con relación a la creación léxico-semántica quiero, también, subrayar otro aspecto. En primer lugar, las decenas de voces propias que distinguen nuestro vocabulario. Como, por ejemplo: “calié”, “calambrina”, “chepa”, “chopa”, “chivirica”, “fucú”, “guachimán”, “ñoño”, “pana” (bueno, quizá, “pana” la compartan también en Puerto Rico porque viene de inglés “partner”, que significa ‘compañero) y “tíguere”, con la familia de palabras que genera esa voz criolla como “tiguerazo”, “tigueraje”, “tiguerón”, voces que tienen un significado particular en el vocabulario dominicano.

Asimismo, quiero subrayar un dato importante en la forma de hablar del español dominicano, y es la creación de voces compuestas con derivación. Por ejemplo: de “medalagana” formamos “medalaganario” y “medalaganariamente” – voces registradas en la Gramática de la lengua española – o de “conchoprimo”  formamos “conchoprimismo”, o de “agua” y “fiesta” formamos “aguafiestero”. Es decir, se trata de composiciones de palabras que enriquecen el vocabulario.

Y con relación al significado, es decir, a la dimensión semántica de nuestras voces, también tenemos un aporte en el español dominicano. Por ejemplo: “acelere”, que significa ‘nerviosismo’ o ‘prisa’; o la palabra “afrentoso”, con el significado de ‘presumido’ o “agallú”, que significa ‘ambicioso’; “aguaje”, que es ‘ostentación’, ‘parejería’; “chivateo”, que es ‘delación’. O voces como “lírico”, con el significado de ’único’. Me llamó la atención cuando escuché a una campesina de Salcedo decir: “Tengo un lírico peso”, es decir, ‘un solo peso’. Y así hay otras voces como “maña” ‘costumbre’, “figurero” ‘exhibicionista’, o “sangrú” ‘odioso’.

Es decir, en nuestro vocabulario, el español dominicano, tiene la particularidad de que genera, permanentemente, voces nuevas, y nuevos significados a las voces establecidas de la lengua española, lo que enriquece nuestra forma de hablar, lo que enriquece la variante del español en América.

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