PRESENCIA DE LA ACADEMIA DOMINICANA EN LA SOCIEDAD

Entrevista de Alejandra Brunet a Bruno Rosario Candelier

«Oferta cultural de la Ciudad Colonial en Santo Domingo»

 

ALEJANDRA BRUNET: Mi nombre es Alejandra Brunet, estoy trabajando con la empresa D’Angelo & Asociados, una empresa de arquitectura y estamos haciendo investigaciones urbanas. Yo soy argentina, de Mendoza, pero muy aplatanada porque llevo ya 19 años viviendo en el país. El Centro León Jimenes nos pidió que hiciéramos un estudio de la oferta cultural de la Ciudad Colonial y en ese estudio estamos entrevistando a quienes consideramos actores muy importantes para el desarrollo de la cultura y el turismo desde la Ciudad Colonial. ¿Cuál es la idea de este estudio? Analizar qué hay en este momento y qué se está ofreciendo, para que el Centro León pueda definir cuál va a ser la temática que va a implementar en su Centro, porque ellos se van a instalar en la Ciudad Colonial. A ellos ya les han dado un espacio, que era donde estaba la Embajada Francesa, entre la calle Las Damas y El Conde. Entonces van a hacer modificaciones, van a trabajar con ese edificio y van a instalar un Centro Cultural en la Ciudad Colonial. Conocer la oferta cultural que hay en la Ciudad Colonial. Nosotros hemos preparado diferentes encuestas, dependiendo de espacio. Porque no es lo mismo la respuesta que nos pueda dar la Academia Dominicana de la Lengua que las que nos pueda dar el Centro Cultural Domínico-alemán, son dos entidades distintas.  Tengo la ubicación, lo que no tengo es la característica de la ubicación, por ejemplo, si es una casa interior, si es un monumento, un local comercial.  

BRC: Originalmente, el edificio donde está instalada la Academia era una casa familiar. De hecho, sabemos que en esa casa vivió el presidente Lilís, a finales del siglo XIX, y luego también hubo un establecimiento bancario y algún que otro organismo del Estado. También duró muchos años sin uso, es decir, el edificio estuvo completamente vacío, y a partir de 1992 el Estado dominicano le cede a la Academia Dominicana de la Lengua la concesión y comienza a funcionar la Academia de la Lengua. Luego la dirección de la Academia, en vista de que el edificio es bastante grande, le cede la segunda planta a la Academia Dominicana de la Historia. Y en una de las alas laterales de la planta baja, se le cedió un espacio a la Academia Dominicana de Medicina. De manera que funcionan tres academias, en el edificio situado en la calle Mercedes, no. 204, de la Ciudad Colonial de Santo Domingo.

 

AB: ¿Cuál es la función de la Academia? 

BRC: Lo que hace la institución tiene dos vertientes: una vinculada con la Real Academia Española, porque la Academia Dominicana, al igual que todas las Academias de la Lengua de los países del mundo hispánico, es correspondiente de la Real Academia Española, y, en consecuencia, colaboramos con las tareas lingüísticas y los proyectos idiomáticos de la RAE y formamos la Asociación de Academias de la Lengua Española. En ese aspecto, realizamos una labor privada a lo interno de la institución, como la revisión de los Diccionarios, la Ortografía y la Gramática de la lengua española, es decir, estudiamos los códigos de la lengua, revisando, ampliando o actualizando las voces y la norma de nuestra lengua. Y, en segundo lugar, tenemos una vertiente, local o social a favor de nuestro país, es decir, hacemos actividades, que ofrecemos a la sociedad y, en esas actividades, pienso, está lo que a ti te puede interesar.

 

AB: Me interesan las dos, porque ustedes, dentro de esa revisión del Diccionario y la Gramática y lo que en realidad están haciendo es una tarea de investigación, ¿no?  

BRC: Así es, porque para determinar el uso, por ejemplo, de una determinada expresión o el significado de una palabra, hay que hacer una investigación.

 

AB: Entonces, veamos primero qué actividades ofrecen a la comunidad. 

BRC: Desde que asumí la dirección de la Academia Dominicana entendí que, como tal, la institución tenía que hacer un servicio a favor de la comunidad. Concebí un plan de trabajo destinado a entrar en contacto con la población, con los usuarios de la lengua, tanto en la ciudad capital, como en las poblaciones del interior de nuestro país. Con ese fin, organizamos coloquios, presentación de libros, conferencias, tertulias lingüísticas y literarias, talleres de estudios de la lengua y la literatura… en fin, son diversas actividades concebidas para entrar en contacto con los hablantes y cumplir así el propósito de la Academia. Esa labor la realizamos no solo en Santo Domingo, es decir, además de celebrar actividades en la sede de la Academia, organizamos actividades en diferentes poblaciones del país: en el Este, como San Pedro de Macorís, La Romana, Hato Mayor, Miches, Higüey; en el Cibao, como La Vega, Moca, Santiago, Puerto Plata, Montecristi, Mao, Salcedo, San Francisco de Macorís, Nagua; y en el Sur: San Cristóbal, Baní, Azua, Barahona, San Juan de la Maguana. Es decir, abarcamos las poblaciones más importantes, para llevarles el mensaje de la Academia. ¿Cuál es el objetivo? Está centrado en dos aspectos consignados en los estatutos de la Real Academia Española: el estudio de la lengua y el cultivo de las letras. Esos dos aspectos inspiran un caudal de tareas, si uno quiere cumplimentar la misión de la Academia ante los hablantes, la lengua y el país.

 

AB: ¿Cómo hacen para realizar esas actividades fuera de la Academia, se relacionan con algunas otras instituciones? ¿Cuáles son sus aliados estratégicos? 

BRC: Naturalmente, buscamos el contacto con instituciones culturales existentes en esas provincias, como grupos literarios, centros culturales, escuelas o universidades. Con el apoyo de esos centros culturales hemos hecho actividades. Por ejemplo, en el Centro León, de Santiago, hemos presentado diccionarios y participado en actividades culturales. En escuelas, colegios y universidades hemos participado en coloquios, conferencias, talleres lingüísticos y literarios, en contacto con maestros y estudiantes, con apoyo de grupos literarios, como el Ateneo Insular.

 

AB: ¿Tienen algún acercamiento con las escuelas de la Ciudad Colonial?

BRC: Justo frente al local de la Academia Dominicana de la Lengua hay un liceo escolar y en ese centro educativo hemos dado charlas y conversatorios. Otras actividades, que hemos realizado en centros culturales, universidades, colegios y escuelas de otras zonas ubicadas fuera de la Ciudad Colonial, han tenido lugar tanto en la Capital como en poblaciones del país. La Academia Dominicana de la Lengua fomenta el conocimiento y el uso apropiado de la lengua española, el estudio del español dominicano y el cultivo y la promoción de las letras dominicanas.

 

AB: Y cuando ustedes hacen actividades ¿cuál es su público?     

BRC: Depende del lugar, porque en la misma Academia, pues, tenemos un conjunto de personas con correos electrónicos, a quienes invitamos. Antes de la existencia de los correos electrónicos, lo hacíamos por carta, enviadas a sus direcciones, o por llamadas telefónicas; pero desde la existencia de los correos electrónicos, convocamos electrónicamente, cuando hacemos actividades presenciales. Quiero especificar que, en virtud de la actual pandemia viral que ha obligado a modificar el modo de vida y de trabajo, hemos reducido casi en su totalidad las actividades presenciales, justamente por temor al contagio del COVID, que, casualmente en este momento está aumentando, según los reportes de prensa… Por esa razón, por temor al contagio, no tenemos actividades presenciales sino virtuales. Por ejemplo, antes de esta pandemia publicábamos boletines impresos; ahora publicamos esos boletines en formato electrónico. Por eso te dije que esta entrevista la prefería por esta vía virtual; y así hago con todo el que me invita a una entrevista, consulta o conferencia, que hemos tenido que dictarlas telemáticamente.

 

AB: Doctor Rosario Candelier, ¿Ustedes han hecho algunas actividades virtuales?

BRC: Hemos organizado varias actividades virtuales, eso es lo que estamos haciendo ahora. Hemos dictado conferencias, celebrado coloquios, participado en entrevistas y presentado actividades virtuales. Y he participado también, en representación de la Academia Dominicana de la Lengua, en actividades telemáticas con otras Academias de América y con la misma RAE. El mes pasado, por ejemplo, tuvimos un conversatorio, entre la Academia Colombiana de la Lengua, la Academia Argentina de Letras y la Academia Dominicana. Y participamos en un coloquio con directores de Academias y el Grupo “Amigos del español”, de las Naciones Unidas.

 

AB: ¿Ah sí?

BRC: La Academia Argentina de Letras, que dirige la filóloga Alicia María Zorrilla, de Buenos Aires; la Academia Colombiana de la Lengua, que dirige el lingüista Juan Carlos Vergara, y este servidor, participamos en un coloquio para exaltar al escritor Pedro Henríquez Ureña, famoso humanista dominicano que enseñó en México y también en Argentina, y escribió valiosas obras de crítica literaria, lengua y cultura de América.

 

AB: Incluso, dicen que había tenido relación con Borges. ¿O no, estoy confundida?

BRC: Ellos se conocieron, pero muy poco, porque Pedro Henríquez Ureña murió en el 46. No creo que se hayan tratado mucho.

 

AB: En algún momento leí que Borges había sido su alumno.

BRC: Se admiraban mutuamente, eso sí. Borges es el más famoso escritor americano, reconocido a nivel mundial, de la lengua española, sobre todo. En países no hispanos es altamente admirado, y en los últimos años Borges tiene un reconocimiento total.

 

AB: Lástima que, en Argentina, doctor Rosario, se hayan olvidado de él.

BRC: No creas, Alejandra. Me cuentan académicos argentinos sobre la alta presencia y estimación de que goza Borges entre los argentinos. Académicos argentinos, como Nina Bruni, Pedro Luis Barcia o Alicia María Zorrilla, veneran a Borges.

 

AB: Pero eso porque son académicos, pero en la sociedad como tal, es terrible, con este idioma inclusivo, doctor…

BRC: Sí, a nivel de pueblo es otra cosa.

 

AB: Es espantoso. Los políticos hablan de «todes».

BRC: Eso es un disparate. Son las feministas, que lo dañan todo. Justamente en Córdoba, Argentina, por primera vez escuché ese disparate de «todas y todes», por una profesora de allá, defendiendo a raja tabla esa nefasta propuesta, que las Academias rechazan.

 

AB: Gracias a Dios, y espero que la sigan rechazando y no se dejen influenciar.  

BRC: Rechazaremos siempre ese disparate porque no se compadece con el genio de la lengua española.

 

AB: Yo tengo conocidos que escriben con la x. Yo les he preguntado, ¿y cómo lo pronuncian? En vez de decir «Mi hijo e hija», ponen «Mi hijx».  

BRC: Un disparate que degenera y altera la estructura de nuestra lengua.

 

AB: Doctor Rosario, las presentaciones de libros, ¿son de autores dominicanos? 

BRC: Son libros de autores dominicanos y extranjeros. Por ejemplo, las publicaciones que hace la Real Academia Española, como los diccionarios, la ortografía y la gramática, los hemos presentado en la Academia Dominicana. Pero, además, hemos presentado libros de escritores españoles, como obras de Miguel de Cervantes, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Federico García Lorca y Santiago Muñoz Machado, actual director de la RAE; y libros de autores americanos, como Rubén Darío, Miguel Ángel Asturias, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes y Ernesto Cardenal, y de escritores actuales, con su presencia física, como los norteamericanos Odón Betanzos y fray Paul Dupuis, el mexicano Fredo Arias de la Canal, el guatemalteco Guillermo González Villanueva, el costarricense Jorge Sham Chen, los nicaragüenses Sergio Ramírez, Conny Palacios y Nydia Palacios Vivas, el hondureño Segisfredo Infante, los colombianos Bogdan Piotrowski y Helena Ospina, el ecuatoriano Eduardo Mora-Anda, la argentina Nina Bruni o los puertorriqueños José Luis Vega y Luce López-Baralt. Pero, por supuesto, también libros de muchos autores dominicanos y académicos de la lengua, como Federico Henríquez Gratereaux, Marcio Veloz Maggiolo, Rafael González Tirado, Franklin Domínguez, Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, Manuel Núñez, José Enrique García, Juan José Jimenes Sabater, María José Rincón, Fabio Guzmán Ariza, José Rafael Lantigua, Rafael Peralta Romero, José Miguel Soto Jiménez, Manuel Matos Moquete, Tony Raful, Andrés L. Mateo, Odalís Pérez, Irene Pérez Guerra, Emilia Pereyra, Ofelia Berrido, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Manuel Salvador Gautier, Jaime Tatem Brache y de este servidor, entre otros.

 

AB: ¡Wao, se nota que usted trabaja! 

BRC: Sí. Por ese trabajo a favor de la Academia, de nuestra lengua y nuestra literatura, los académicos me han reelegido como director de esta corporación.

 

AB: ¿Ustedes tienen página web, no es cierto? 

BRC: Sí. Y publicamos un Boletín electrónico cada mes, con el reporte de crónicas de nuestras actividades, ponencias, entrevistas, estudios y temas lingüísticos y literarios.

 

AB: ¿Y están a través de las redes sociales?  

BRC: En este momento el encargado de la página electrónica está en Nueva York, en un tratamiento médico. Pero a su regreso, Dios mediante, retomará esa publicación.

 

AB: Por ejemplo, ¿tienen presencia en Instagram, Facebook?  

BRC: No como institución; esa es una presencia individual.

 

AB: Por ejemplo, ustedes hacen una actividad virtual —como la han estado haciendo ahora—, invitan por correo electrónico, me imagino; o sea, ustedes tienen ya un público bien definido y que lo siguen en sus actividades, me imagino. Pero, dos cosas: ¿Cómo hace la gente que no está en ese listado de correos electrónicos, para enterarse? Y segundo, ¿tienen alguna forma de interactuar con los mismos participantes?

BRC: Un hecho muy importante es la edición virtual del Boletín de la Academia. En este momento, por la restricción de la pandemia, el único medio de contacto con nuestros seguidores es el correo electrónico y la publicación del Boletín. Publicamos charlas, coloquios y conferencias mediante la plataforma electrónica. No tenemos otra vía, por el momento, para interactuar con los participantes, a no ser la misma vía electrónica. Seguimos recibiendo consultas, cartas y entrevistas electrónicamente.

 

AB: Ah, eso es muy bueno.

BRC: Lo más importante, en este momento de crisis sanitaria, es la publicación del Boletín de la institución. En ese Boletín publicamos las actividades que presentamos durante el mes: estudios y ponencias de los académicos, todo lo relacionado con lo que hace la institución (incluidas las cartas que recibimos), artículos de opinión, entrevistas… Tiene varias facetas ese Boletín que publicamos cada mes, y no solo se lo enviamos a los académicos de la lengua, sino también se lo enviamos a un grupo grandioso de personas interesadas en temas de lengua y de literatura con las cuales mantenemos contacto, y si algunos se enteran de que existe el Boletín y piden que los incluyamos, los incluimos. Pero, además, ese Boletín no solo circula en el país; yo lo envío a todas la Academias del mundo hispánico, que son muchas: en Hispanoamérica y a la Academia Norteamericana de la Lengua Española, en New York; en España a la RAE y varios académicos de la Real Academia; a la Academia de Filipinas en Asia, a la Academia Ecuatoguineana de Guinea Ecuatorial, en África; a la Academia del español antiguo, en Israel; y a muchos escritores extranjeros con los cuales mantenemos contacto electrónico.

 

AB: ¿En África hay una Academia? 

BRC: Sí, en Guinea Ecuatorial, un país que estuvo gobernado por españoles hasta mediados del siglo pasado, y allí hablan español

 

AB: ¿Y me dijo también Filipinas? 

BRC: Sí, Filipinas tiene también una Academia de la Lengua Española. En Filipinas hay una porción de sus hablantes que habla español. Y también en Norteamérica, New York tiene una Academia Norteamericana de la Lengua Española. Es decir, no es solo con los países de la América hispana con los que nos relacionamos, sino también con las Academias de todo el mundo hispánico nuestra Academia mantiene contacto.

 

AB: Nunca se me hubiera imaginado ni en África ni en Filipinas. 

BRC: Y en Israel también, pues en ese grandioso país existe una Academia de la Lengua Española, que se llama Academia Judeoespañola de la Lengua, que está integrada por hablantes que hablan el antiguo español que se hablaba en la época en que los judíos fueron expulsados de España en el 1492, que también se llama ladino. Ya esa Academia Judeoespañola fue reconocida por la Real Academia Española. Son hablantes judíos que conocen el español y residen en Israel. En América, como en New York y Miami, hay hebreos que hablan el ladino.

 

AB: Es importante ese dato.

BRC: En el año 1492 ocurrieron tres hechos históricos: los judíos españoles fueron expulsados de España; se realizó el Descubrimiento de América; y se publicó la primera Gramática de la lengua castellana en el mundo occidental, escrita por Antonio de Nebrija. Fue la primera gramática que se publicaba de una lengua europea.

 

AB: Ah, eso yo no lo sabía. Otra pregunta, doctor Rosario. El Boletín de la Academia, ¿son artículos de opinión de gente…?

BRC: Son artículos de académicos de la lengua y de algún que otro invitado, porque a veces publicamos artículos de intelectuales que no son de la Academia.

 

AB: O sea, que pueden ser artículos que estén relacionados con la lengua. ¿No? 

BRC: Con la lengua y con la literatura. Son dos áreas: la lengua y la literatura… Hace poco se celebró en un pueblo de España que se llama Nebrija, donde naciera el autor de la primera gramática de nuestra lengua, que queda en Andalucía, la aparición de la Gramática de Nebrija, donde nos iban a invitar, pero por la «jodía» pandemia —como diría nuestro pueblo—, se suspendió esa invitación.

 

AB: Los talleres que ustedes imparten ¿generalmente de qué temas son?

BRC: De gramática o del léxico de nuestros hablantes o de literatura.

 

AB: Y estos ¿a quiénes están dirigidos?

BRC: A todo el que se interese por la formación de la lengua española, porque tratamos de sembrar lo que se llama conciencia de lengua, y la conciencia de lengua la tiene una persona que siente amor por la palabra: cuando una persona consulta el diccionario, si desconoce el significado de una palabra; cuando una persona se preocupa por el buen decir, en cuanto a la corrección gramatical y la belleza de la expresión. Eso es parte de nuestro trabajo, promover esas inquietudes intelectuales, estéticas y espirituales a través de la palabra, a través del conocimiento de la lengua, a través del estudio de la literatura.

 

AB: La lengua a través de la literatura. O sea que, en esos talleres, me imagino que se leerá, se discutirá un libro, alguna obra. 

BRC: Sí, sí, ejemplos de textos literarios, como hacía Pedro Henríquez Ureña. Por ejemplo, Pedro Henríquez Ureña publicó una Gramática, que justamente la dio a conocer en Argentina, y cuando él explica un concepto gramatical, normalmente, ¿tú sabes lo que hace? Él pone un ejemplo de poesía, por ejemplo, o de narrativa, donde se aplica ese concepto, donde se aplica el uso del adjetivo o el uso del pronombre o de la preposición o la combinación de una palabra con otra para ilustrar su uso en textos narrativos y poéticos. Es una grandiosa Gramática que la escribió viviendo en Argentina.

 

AB: ¿Enseñan en esos talleres, o en algún evento que hayan dado, formas de escribir, por un lado, una literatura, una poesía, una tesis? ¿Cuál es la técnica o cuál es la forma que se debe usar? No sé si es así que se debe decir o expresar. 

BRC: Depende del tema que se haya elegido, porque a veces enseñamos, por ejemplo, los recursos de la creación literaria, los recursos compositivos para la escritura de una novela o las leyes de la creación poética… Son decenas de temas posibles que se pueden enseñar.

 

AB: Muy bien, acabo de aprender bastante. La misión y la visión ya son, más o menos, lo que usted ya me ha dicho, y los objetivos. ¿Quiénes imparten todos estos talleres o cómo es que organizan los coloquios? ¿Viene alguien, ustedes lo planifican?

BRC. Tenemos académicos que colaboran en esas actividades, y yo les asigno tareas según la demanda. Por ejemplo, tenemos estudiosos de la lexicografía, como María José Rincón, Fabio Guzmán Ariza, Roberto Guzmán, José Miguel Soto Jiménez y Rita Díaz; expertos en gramática, como Ricardo Miniño, Ruth Ruiz y Domingo Caba; analistas de la creación poética, como Juan José Jimenes Sabater, Tony Raful y José Enrique García; entendidos en el arte de la narración, como Federico Henríquez Gratereaux, Manuel Núñez. Rafael Peralta Romero y Giovanny Cruz Durán; expertos en lingüística, como Odalís Pérez, Ana Margarita Haché y Manuel Matos Moquete; y en crítica literaria, como José Rafael Lantigua, Ofelia Berrido y Miguel Collado. Y promotores literarios, Emilia Pereyra, Fernando Cabrera, Laura Gil, Miguel Solano, Sélvido Candelaria, Carmen Pérez Valerio, Camelia Michel y Luis Quezada. Cuando organizamos un coloquio, invitamos a los preparados en el área del saber correspondiente, como gramática o lexicografía, poesía o novela, teoría o creación. Yo mismo participo en esas tareas, tanto lingüísticas como literarias, porque trabajo en las dos áreas, lengua y literatura.

 

AB: ¿Usted es doctor en qué disciplina?

BRC: En filología. La filología aborda la lengua y la literatura mediante el estudio de la palabra. Cursé un doctorado en filología en la Universidad Complutense de Madrid. Fui el primer dominicano en graduarse con un doctorado en Filología Hispánica, y me he dedicado al estudio de la lengua, el cultivo de la literatura y el habla de los dominicanos. La mejor vía para la formación intelectual es la lectura de obras literarias y el estudio de la lengua.  Y la mejor forma de enriquecer el léxico es consultar el diccionario.

 

AB: Lo que ustedes investigan ¿dónde los publican?  

BRC: En los libros y los boletines de la ADL. Esta Academia ha publicado cinco diccionarios: Diccionario del español dominicano, Diccionario fraseológico del español dominicano, Diccionario de refranes, Diccionario de símbolos y Diccionario de mística. Y varias obras con estudios lingüísticos y literarios.

 

AB: ¿Tienen ustedes tienen biblioteca? 

BRC: Tenemos una biblioteca de lengua y literatura al servicio de la comunidad.

 

AB: ¿Le han pedido el espacio para hacer alguna filmación cinematográfica?  

BRC: Sí, más de una vez hemos proporcionado el espacio físico de la institución para alguna que otra filmación de documentales y películas.

 

AB: Supongo que ustedes están satisfechos con el servicio que ofrecen.

BRC: Nos sentimos complacidos porque hemos logrado que la Academia Dominicana de la Lengua tenga una presencia en la comunidad, que nos reconozcan como una institución importante que contribuye al desarrollo cultural de nuestro país, el conocimiento de nuestra lengua, a la valoración de nuestra literatura…, en fin, que se trata de una institución que tiene un alto reconocimiento en la sociedad dominicana en todos los niveles, especialmente en los niveles intelectuales. Quienes tienen consciencia del desarrollo intelectual, estético y espiritual, valoran lo que hacemos desde la Academia Dominicana de la Lengua. Nos complace el reconocimiento a nivel nacional e internacional. Hacemos un servicio a favor de nuestro pueblo, nuestra lengua y nuestra cultura.

AB: Le agradezco esta entrevista, que me ha parecido muy interesante.

BRC: Gracias a usted. Bendiciones del Altísimo. ¡Salud y vida!

(Transcripción: Miguelina Medina).

 

INTELECTUALES AMERICANOS EXALTAN LA LENGUA ESPAÑOLA «LA DIVERSIDAD LINGÜÍSTICA Y EL FUTURO DEL ESPAÑOL EN EL MULTILATERALISMO»

Varios directores de Academias de la Lengua Española en América participaron, con otros intelectuales hispanoamericanos, en un diálogo sobre “La diversidad lingüística y el futuro del español en el multilateralismo”, en un coloquio convocado por el embajador Guillermo Fernández de Soto, representante permanente de Colombia ante las Naciones Unidas en Nueva York y presidente del Grupo Amigos del Español en Naciones Unidas, quien también fungió como moderador de ese panel virtual, en el que hablaron don Santiago Kalinovsky, director del Departamento de Investigación Lingüística y Filológica de la Academia Argentina de Letras; don Richard Bueno, director del Instituto Cervantes en Nueva York; don Marco Martos Carrera, director de la Academia Peruana de la Lengua; doña Carmen Millán de Benavides, directora del Instituto Caro y Cuervo, de Colombia; y don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua. La invitación fue extendida «a los directores de Academias de la Lengua representadas en dicha reunión, igualmente a sectores académicos y culturales, y otros intelectuales interesados en la materia». Con un agradecimiento especial hacemos mención del señor embajador Juan José Portorreal, representante permanente de la República Dominicana en las Naciones Unidas, con cuya asistencia afable ha sido posible realizar la presente reseña del susodicho evento, celebrado el 30 de noviembre de 2021.

 

Ponencia de doña Carmen Millán de Benavides, del Instituto Caro y Cuervo: 

«Gracias, don Santiago, sus planteamientos a mí me parecen muy interesantes, y yo retomo en el 2% de las palabras que tenemos localmente y en el 98 que nos comunican. Quisiera señalar, después de hablar de la variedad lingüística que hay en Colombia y de las dificultades que enfrentamos con lenguas que están, muchas de ellas, en peligro de supervivencia, que recientemente hicimos un trabajo con el último hablante de la lengua tinigua, y lenguas que ya aprendimos, que no se dicen, que son muertas, y que en los recientes movimientos de la calle y demás pudimos ver, es parte de la adopción de una identidad negada desde la oficialidad, desde los grupos que dominan territorialmente; es la reindigenización de la gente joven que quiere aprender las lenguas originarias, entrar en leguas profundamente llenas de sentido para este tiempo que nos corre. Es un poco al margen, se puede decir, como comentario de pie de página de lo que acaba de ocurrir.

Acudimos a ese 98%, a ese caudal de palabras que tenemos comunes. Pero, pues, “las cosas se parecen mucho en lo que se diferencian”, decía por ahí un libro sobre tango que compiló Ernesto Sábato, hace tiempo. Las palabras propias y las palabras locales son registros en diferentes formas del empleo de una lengua, sea en los medios de comunicación, sea en el aula de clases, sea en el registro escrito, sea en el registro científico. Y estábamos hablando de la gran preocupación para una institución como esta (que es una pequeña universidad, destinada a trabajo que tiene que ver con la lingüística, con la literatura, con el mundo editorial, con la enseñanza del español como segunda lengua y como lengua extranjera y de la escritura creativa, que son los cinco programas que hay acá), la preocupación que es la carencia de un espacio científico y técnico para el español en el mundo, para tener presencia en el mundo de las revistas y en el mundo de la bibliometría indexada, mediante la cual aparecen nuestros artículos (o creemos nosotros), para la comunidad científica; aunque quienes trabajamos en otras formas de apropiación social del conocimiento, bien sabemos que los paradigmas bibliométricos que nos imponen el inglés, y que niegan el castellano —o el español, como le decimos nosotros—, son esos paradigmas bibliométricos, y que finalmente la aspiración a publicar en inglés, en Journals, es algo un poco triste, en el sentido de que el público de los Journals, lo conforman nuestros padres, que se sienten orgullosos de ver ahí, y los de la comunidad científica, que son unos diez (de los cuales diez, cinco son amigos nuestros que nos van a citar y cinco son enemigos) que, al citarnos, también nos dan visibilidad en los paradigmas bibliométricos.

Hay que replantearse el buscar ese espacio científico del español sin hacer investigación valiosa en español. Y esa es una de las cosas que toca regresar para revisar las cifras en las que nos hablan de Colombia como segundo país hablante del español, Estado Unidos como el futuro mayor hablante del español, las cifras de las economías, de los países que manejan el español, etcétera, y regresar a lo que los otros nos llamaban “la cosa en sí”, y “las cosas en sí” son las palabras que usamos. Y las palabras que estamos usando son las que provocan una empresa del espíritu, una empresa lingüística que es el viaje al patrimonio lingüístico de Colombia, que es el Diccionario de colombianismos.

Y les quiero contar un poco cómo es que ocurre que hay diccionarios del español hablado en México, del español hablado en Argentina, y este Diccionario de colombianismos es el diccionario del español que se habla en Colombia, con todos sus contactos lingüísticos y demás. El Diccionario se nutre de los aprendizajes, que se remontan a la creación misma del Instituto (que va a cumplir 80 años), a su larga tradición lexicográfica, que se inicia con la publicación del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, de Rufino José Cuervo, un diccionario que le dio al Instituto Caro y Cuervo el Premio Príncipe de Asturias en 1999. Don Rufino dejó destinada en su empresa lexicográfica, enorme cantidad de fichas y demás, pero solo alcanzó a publicar de su Diccionario en París, hasta la letra D. Este Instituto fue creado para recoger todo el trabajo lexicográfico y darle culminación a ese Diccionario, que para García Márquez es la gran novela de las palabras. Ese es su Diccionario de construcción y régimen. Es el diccionario de autoridades de una persona que mantuvo una polémica con Juan Valera, pensando en que el español, con las variedades en que nosotros lo hablamos por acá, se iba acabar e íbamos a terminar como el latín, saliendo del gran árbol y volviéndonos ininteligibles los unos a los otros. Ese miedo del siglo XIX, de los primeros años de las Independencias, un miedo compartido por Andrés Bello, por Cuervo en parte, y discutido con Valera, es un miedo superado ya, para nosotros los que hablamos por acá; pero entre las personas que no trabajan en estas corrientes, es un miedo que pervive, pero no por la variedad del español, sino por las que llaman “contaminaciones”. Y por eso insistía en la cifra del 2% de las palabras (que son distintas del 98% que queremos siempre utilizar), de ese 2% que va variando porque va siendo lengua de tribu humana o va siendo lengua de momento o va a ser lengua que se pone en boga desde las redes sociales, y aparece y desaparece, como las redes sociales y los pajaritos en twitter y todas estas cosas, con una memoria de corta duración.

Estamos, entonces, trabajando en diccionarios que recogen un momento de la lengua, un momento que puede ser estelar, no lo sabemos; un momento que recoge registros de la lengua, soportes que no existen más, como por ejemplo las cartas, un género como el género epistolar, que ha visto desaparecer las formas que le daban sustento, tan importante en el mundo diplomático, como han sido las cartas. Se presentan cartas credenciales, se contesta mediante cartas, se usa todavía la retórica del “arcitáminis” que nos dejaron los latinos. Y siempre tenemos estas fórmulas retóricas para un soporte que ya está reducido en el correo electrónico a muy pocas fórmulas remanentes; quizás “cordialmente” al final, sea lo que queda, pero ya, nada más.

Todas esas cosas, los cortes de las palabras, las contaminaciones, lo que tenemos en común y lo que tenemos en diverso son las preocupaciones del español que nosotros hablamos para comunicarnos, para entendernos entre nosotros como acto comunicativo; de las redes o de bronca o de comunicación de ideas altísimas, de gran calado, o con fórmulas del afecto cotidiano y fórmulas a las que debimos acudir durante todo este tiempo de encierro, que regresaron. Regresaron las fórmulas amorosas, de recuperar palabras de amor que teníamos guardadas y que nosotros hemos llamado en el Instituto “Palabras de reencuentro”, que estamos buscando; palabras que volvimos a sacar del baúl de los recuerdos, de las palabras que teníamos pegadas en nuestro cuerpo, que hacen parte de las geografías del desarraigo que ha vivido la sociedad colombiana.

Hemos propuesto un español que está figurado a partir de otro instrumento muy poderoso del Instituto que es el Atlas lingüístico y etnográfico de Colombia (ALEC), donde uno puede abrir un mapa y torrencialmente podemos ver cómo se dice “niño” en Colombia (en las diferentes regiones de Colombia); cómo se dice “llover” en Colombia, Todo ese español. Pero si se abre el ALEX vamos a encontrar todo el léxico que tiene que ver, y que tuvimos que desenterrar, para conversar en el mismo lugar de la pandemia. Esas son las reflexiones que nos están ocupando.

El español en las Naciones Unidas es un español del registro del 98% de las palabras comunes. Pero yo creo que el embajador invitó al Caro y Cuervo, y no a la Academia Colombiana de la Lengua, para hablar de las palabras que nos son diversas, que nos distinguen. Él nos invitó a hablar del 2% y yo agradecí su invitación para proponerles el juego delicioso de la traducción simultánea entre nosotros, hispanoamericanos, que nos entendemos y que trabajamos a pesar de todo.

Yo quisiera recorrer solamente tres subtítulos de este volumen: lo diverso, creo que dice más que lo que yo trato de convencer, aunque estoy intentando no hablar “cositas” para no tener pies de páginas en una comunicación oral. 1. “Palabra nacional de Chile”, ese es el ensayo con el que contribuye una gran escritora que es Carla Wesenvai. 2. “¿Cómo se perjumó el español con el nicaragüense?”, escribe alguien desde España; “Tópicos dialectales del equívoco, la sorpresa, el milagro y la fascinación en México”; “Pocas, pero sabrosas”, lo que yo cité de Vale Sigelmo; “Testimonios dialectales en torno al tabú, entre agravios y jolgorios”. 3. “Enfogonada”, un ensayo que llega de Puerto Rico. Y leo estos ejemplos para decirles que estamos en un registro hablando en las Naciones Unidas, y en medio de esta conversación, y de pronto aparece la presencia destructiva de un lenguaje que, al interrumpir, se comprende en todos los lenguajes: ¿Qué tienen esas imágenes? ¿Qué poder tienen para entrar en los no lugares y provocar toda esa angustia que provoca no poder comunicarnos, pero a la vez poder afirmar con alegría que los que estamos aquí, estamos usando el 2% y el 98% para sonreír, para alegrarnos y podernos comunicar entre todos nosotros.

Les agradezco y los felicito y espero que puedan leer nuestro Diccionario de colombianismos, un libro que yo recomiendo para la mesita de noche, que es el lugar no negociable de nuestras lecturas; nosotros que leemos porque nos toca, casi todo el tiempo, y que cuando queremos leer lo que queremos leer, podemos abrir un diccionario en la mesita de noche y encontrar una palabra bella, que a mí me gusta porque me recuerda mi abuela, la palabra “zumbambico”. “Zumbambicos” son los que nos intervinieron acá, molestando, haciéndole de chinches, saltando de una página para otra, no quedándose quietos. Hablemos, entonces, con las palabras del 98% y gocémonos en el 2%. Y yo sé que en los pasillos de las Naciones Unidas se habla con el 2% y en el momento de la lengua oficial, de las seis lenguas oficiales que se hablan en Naciones Unidas y que se documenta en los diferentes documentos, se trabaja con el 98%, y así nos va. Gracias».

   Las palabras del señor Embajador, don Guillermo Fernández Soto, conjugó el esparcimiento de las esplendorosas pronunciadas por la distinguida expositora: «Carmen, muchas gracias, usted ha sido un bálsamo para todos nosotros, en estos momentos, porque, en el caso mío, me puse un poquito nervioso, pero usted quiso cerrar esta página y ya la olvidé. Le agradezco, infinitamente, sus palabras. Y de nuevo, su presencia hoy nos estimula, y como usted muy bien terminó, nos da mucha alegría».

 

El doctor Richard Bueno, director del Instituto Cervantes en Nueva York:  

«Señor embajador, muchísimas gracias por la invitación, y enhorabuena por la iniciativa. Estoy contento de que me esté convirtiendo en asiduo, porque es la segunda vez que participo, lo cual me llena de placer y de regocijo. También veo a mis colegas de la Misión de España, saludos a todos, y, por supuesto, a los participantes. Yo estoy muy contento por todo lo que estoy oyendo, porque me gusta utilizar siempre un tono muy positivo cuando hablo del español.  El español, realmente, goza de unas características que son absolutamente espectaculares, comparadas con cualquier otra de lo que se llama “las raras lenguas”. Pero dentro de la caracterización de “grandes lenguas”, que, como se sabe, hay una serie de indicadores que se utilizan para ello, el español está muy bien posicionado. Entonces, no solo por lo que. En términos lingüísticos, evidentemente, no es lo que se valora cien por cien para catalogarlo, sino toda su cultura, el hecho de que se habla un idioma homogéneo, un importante grado de nivelación y poco riesgo de fragmentación, etcétera. También es una lengua de cultura, en primer orden (ahí entran muchas de las cosas que estábamos hablando), no solo la cultura, digamos, literaria, histórica, geográfica, cinematográfica, sino las culturas que se han ido transmitiendo desde generaciones, desde muchos años y que perviven hoy en diferentes zonas de la geografía del español y de diferente manera; se van transmitiendo de generación en generación, y perviven, sea en el 98% o sea en el 2%. Pero el español es una lengua internacional, eso es muy importante porque, realmente, es lo que hace que acreciente ese valor, ese gusto, esa devoción que hay en muchas partes del planeta por lo que significa el español, el castellano, como lo quieran llamar, eso es una cuestión simplemente de opción personal y que en algunas personas tiene un significado muy importante. Yo, por ejemplo, me crie en España y aprendí el español o castellano. Para mí es lo mismo, es decir, simplemente es una idea, un concepto de cultura y lengua, y cariño y amor, que siento por lo que representa ese concepto. El español es una lengua compacta, geográficamente muy compacta, y aunque parece que ese es un trato que tiene poca relevancia, es muy importante, porque la comunicatividad que existe entre toda la geografía en español es muy fuerte en ciertas partes del mundo. Y es bastante importante, muy importante en otras partes, donde, por ejemplo, está Beneston, la Unión Europea. En el Continente Americano hay una gran concentración de países hispanohablantes, y eso, aunque a los lingüistas no nos guste escucharlo, eso acrecienta mucho el valor económico del español. Yo sé que hay mucha gente que se echa a temblar cuando empezamos a hablar de economía y de cuestiones de estadísticas, al hablar de la lengua, pero van unidas, básicamente. Otra característica del español es su índice de comunicabilidad muy alto —es ese 98 al que se refería Carmen—, y un índice de diversidad mínimo bajo. La diversidad es enorme, pero entre los hablantes es fácil la comunicación. Yo estoy comparándonos con las otras grandes lenguas que no tienen todo ese bagaje cultural o histórico detrás, o esa inmensa variedad, un número de variedades que le aporta esa riqueza. Había unos grandes eslóganes: “La unidad de la diversidad” o “La diversidad de la unidad”; ambas son absolutamente fundamentales, pero yo creo que, cuando hablamos, como bien dice el título del coloquio de hoy: “La diversidad lingüística y el futuro del español en el multilateralismo”, el futuro del español, realmente, se puede ejemplificar en una frase que se atribuye a Plinio el Viejo que es: “Cada uno es hacedor de su propia fortuna”. Entonces, depende, realmente, de nosotros.

Yo creo que toda la comunidad hispanohablante tiene una gran fortuna de tener gente tan importante —como todos nosotros, como todos ustedes—, defendiendo con pasión al español, y en instituciones con un bagaje importante y también una voz importante, para hacer llegar a todos los rincones del mundo la importancia y la valía del español. Creo que con acciones culturales o lingüísticas conjuntas es la única manera de llegar al multilingüismo y al multilateralismo y que se nos vea como una gran potencia lingüística. Es decir, como nos vemos nosotros es como nos ven los demás. Y ahí es donde está la importancia: cómo nos ven los demás. Realmente, para poder tener unos criterios que sean fácilmente transmitibles al resto de las demás lenguas, tenemos que estar pensando en esa lengua conjunta y haciendo uso de todas las variedades con la riqueza que se comporta. En el Instituto Cervantes somos unos jovencitos que cumplimos 30 años. Yo sé que las grandes instituciones como la Alianza Francesa, que nació en 1800, tienen una gran historia. Nosotros somos más jovencitos, pero hemos hecho muchísimo todos estos años, sobre todo aprendiendo, desde el primer momento, que es fundamental, ir todos de la mano. Es decir, los grandes proyectos que han tenido más renombre para el Instituto Cervantes han sido los que tienen carácter internacional, como, por ejemplo, la recientemente creada Red Canoa. Evidentemente, la primera palabra que ha cruzado el charco para llegar al Diccionario español, del taíno, pues ha sido la que ha nombrado ese gran proyecto cultural de internacionalización de los proyectos culturales de toda la comunidad hispanohablante: “canoa”. —Carmen, te acordarás cuando estábamos en Madrid, cuando yo estaba en la Dirección Académica, trabajábamos mano a mano con los compañeros de México, de la ONAM, del Instituto Mexicano Caro y Cuervo…, y toda esta unión hacía una fuerza enorme a la hora de hacer los proyectos. Ahí presentasteis, creo recordar, el Diccionario de colombianismos, y traías con gran cariño ese chocolate elaborado por las comunidades indígenas, que representaba, más que una barra de chocolate, era un poco esa pasión que cada uno de los países tenía hacia sus culturas indígenas y autóctonas—. Por lo tanto, apoyar la unidad, sin descuidar la variedad, es lo fundamental para este tipo de misiones. Nosotros, en el Instituto Cervantes (ahora mismo estoy en Nueva York), muchas de las grandes actividades que realizamos se establecen en conjunto con las instituciones internacionales del mundo hispánico y, por supuesto, los consulados generales de los diferentes países iberoamericanos. Nuestro proyecto, la Tribuna Iberoamericana, por ejemplo, en cada uno de los países tiene su voz y su representación. O el Congreso de “Lengua e identidad, variación lingüística e igualdad social”, también cuenta con la participación de los diferentes países, porque, realmente, nosotros necesitamos ser vistos como uno global, con un sinfín de variedades que enriquece esa unidad. Pero, seríamos una piña más que unas uvas, aunque en el fondo sepamos que cada uno somos una uva dentro de un gran racimo.

Yo simplemente quiero mencionar y añadir algo a lo que se estaba diciendo antes, que, a pesar de que tenemos todas o algunas cualidades como hablantes de la misma lengua, sí que hay unos retos que es evidente que tenemos que afrontar; todos vienen relacionados con el aumento del índice del desarrollo humano de todos los países hispanohablantes: 1. Concienciar a la población sobre el valor de su identidad y su cultura. 2. Aumentar los índices de producción científica para poder igualarnos a las tres grandes lenguas, que estarían posicionadas, según los indicadores, por encima del español. 3. Aumentar los índices de publicaciones en español, incluso cuestiones como registros de patentes. Por ejemplo, el uso del español en Internet, la producción de contenidos en español y la presencia en plataformas digitales o la representación de los organismos oficiales del español, como una de las lenguas a tener en cuenta. Yo creo que tenemos todas las bases y todos los ingredientes para poder conseguir lo que queremos y simplemente tenemos que recordar la frase de “Cada uno es hacedor de su propia fortuna”. Muchas gracias por la invitación y estamos aquí dispuestos a conversar con nuestros queridos colegas, a los que saludo, a todos, aquí».

 

Guillermo Fernández Soto: Muchas gracias al doctor Bueno, siempre es ¡muy bueno! Escucharlo. Usted ha sido muy claro y es una persona que tiene un enorme concepto de lo que significa el español para todos nosotros; yo quiero agradecer que, aquí, desde muy cerca, nos esté acompañando. Y vamos a seguir en ese contacto a través de este grupo, que es un grupo realmente interesado en los temas del español y, sobre todo, en lo que usted señala: en la necesidad de pensar en el futuro, cómo podemos contribuir de una manera en que se puedan ver los resultados que usted bien señalaba: la producción de nuevos textos o más publicaciones en español; en fin, tantas cosas que hoy en día la tecnología nos ofrece para difundir aún más nuestro español, que, como usted dice, es una de esas cosas positivas que hay en el mundo. Muchas gracias, doctor Bueno.

 

Don Marco Martos Carrera, director de la Academia Peruana de la Lengua:

«En primer lugar, quiero agradecer la iniciativa de la delegación de Colombia, y a usted mismo, señor embajador, por esta actividad en defensa del español, que, por lo visto, ya lleva un buen tiempo. Yo quería empezar subrayando mi conciencia, digamos, en el plano teórico, con lo expresado por el delegado de Argentina, profesor Kalinovsky, al comienzo, que podría resumirse en que todas las variantes del español son buenas, que no hay español malo, que el español de una comunidad es tan bueno como el de otra, y que no hay que pensar que hay un paralelo, un lugar por el que pasa la verdad del español. El español pasa por sus 500 millones de hablantes. Pero al mismo tiempo quiero matizar un poco lo que él ha dicho, subrayando la importancia del encuentro del español con las lenguas originarias en los pueblos de América, que no han hecho sino enriquecer al español con un lenguaje, con una cantidad de vocablos muy importante en cada uno de los países. También dijo que solamente dos países, México y Argentina, que tienen diccionarios de uso del español contemporáneo. Yo quisiera matizar eso diciendo que hay otros países en los que, si bien no hay un diccionario de uso del español (que son casi todos), en todos estos países hay diccionarios de peruanismos, de chilenismos, de dominicanismos, de palabras del Uruguay, del Ecuador, etc. Y podría citar algunos, por ejemplo. Aquí tengo el Diccionario del español de Nicaragua, de Francisco Arellano, exdirector de la Academia de Nicaragua, que ha consignado vocablos del español de Nicaragua diferentes a “mesa” o “lápiz”, claro. Pero así también nosotros tenemos en el Perú el Diccionario de peruanismos, en Chile el de chilenismos, en Ecuador está la contribución de Joaquín Córdova. Yo diría que, en todos los países, o en casi todos, hay estos diccionarios que, de pronto, recolectan el 2% de las palabras, que son muy útiles.

Entonces, hay una actitud, digamos, bastante antigua, de defensa del español americano y esa actitud tiene nombres y apellidos. Caro y Cuervo serían dos ejemplos colombianos, Andrés Bello en Venezuela, y Ricardo Palma en el Perú (que tuvo una controversia en 1892 con los académicos españoles, precisamente por la inclusión de vocablos originarios en América en el Diccionario, que, en ese momento, era de la Real Academia). Y justo es decir que España ha ido modificando, con el paso del tiempo, su actitud, a tal punto que, el Diccionario de la lengua española ahora lo hacen los 23 países que conforman el mundo panhispánico. Es una cosa que quiero subrayar. Y la otra es que, por iniciativa de un mexicano —para mí, ejemplar—, como fuera el presidente de México, en 1951, Miguel Alemán, se creó la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que tiene una importancia muy grande, que nadie hubiera soñado en el siglo XIX ni al comienzo del siglo XX. ASALE es el hilo académico que une a nuestros países a través de sus Academias, y marcha, digamos, sin controversias dentro y resolviendo cosas; y también ha publicado un Diccionario de americanismos, en 2010, y el DEL, que ahora está esperando una reedición con mayor trabajo conjunto. Esto no excluye, de ninguna manera, lo que ha dicho el profesor Kalinovsky: la necesidad de hacer trabajos específicos en cada uno de los países para defender el uso del español en nuestras comunidades; para dar, digamos, dignidad, a cada uno de los países; para que la gente sienta orgullo de hablar el español en la medida que aprendió de sus padres; y que eso sea importante en Santiago de Chile, como en México o en Bogotá y todos nuestros países. Yo diría que ese es el principal aporte.

Y quería destacar también algo que tiene que ver con el manejo del español. Y me refiero ahora al crítico y poeta peruano Roberto Fernández Retamar, quien publicó, primero, un artículo en 1969, titulado “Calibán” (que después se transformó en libro), mencionando los grados de manejo del español, históricamente, por nuestros pueblos. Los primeros nacidos en nuestro Continente que hablaron el español, lo hablaron con una lengua extraña, con una lengua de uso, impuesta y que necesitaban expresarse en ella. Y el ejemplo para esto, en el caso peruano, no es el Inca Garcilaso, que manejaba el idioma como el propio Cervantes —con gran soltura y precisión—, sino en su forma de hablarla, que hablaba un castellano muy mezclado con el quechua y, digamos que, no es propuesto como un modelo en ese momento. Pero sí es un modelo de actitud, de una persona que trata de expresarse y que reclama el derecho de los nacidos en este Continente, de los derechos sociales ante el rey Felipe, en su momento. Pero Fernández Retamar dice que hay un segundo momento en el que los hablantes tienen ya un manejo sobrio, preciso (todavía no artístico), digamos, en líneas generales, que ya no lo sienten como un idioma adversario, un idioma enemigo. Y hay un tercer momento —según el propio Fernández Retamar—, en el que ya hay grandes cuotas de dominio del idioma español y ese momento se alcanza, precisamente, a través de los escritores de primer rango.

España demoró ocho o diez siglos en tener un Cervantes. Nosotros hemos demorado cinco siglos en tener un César Vallejo, un Gabriel García Márquez, un Mario Vargas Llosa, un Octavio Paz. Yo diría que, estos escritores, estos cuatro o cinco escritores que he mencionado, a los que habría que añadir a Juan Rulfo, probablemente, y a José María Arguedas, son prototipos del manejo fluido y artístico del idioma español y lo hemos alcanzado en América, de los que nos podemos sentir muy orgullosos. Muchísimas gracias. Saludos para todos ustedes».

—Guillermo Fernández Soto: Yo quiero recordarles a todas las personas que nos acompañan en el día de hoy, que el doctor Marco es un gran poeta peruano. Yo había pensado pedirle que nos contara de esa historia, pero tenemos que dejarlo para otra oportunidad. Quiero reconocer su trayectoria y su destacada vida dedicada a la poesía. Es un orgullo para América Latina. Muchas gracias por acompañarnos, doctor Martos.

—Doctor Marco Martos: Muchas gracias por esas estimulantes palabras.

—Guillermo Fernández Soto: Quiero darle la palabra al embajador alterno de la República Dominicana, Juan José Portorreal, quien va a hacer una presentación del doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua.

Como lo indicó el señor embajador Guillermo Fernández Soto, moderador de la excelsa sesión virtual entre los intelectuales, la presentación del doctor Bruno Rosario Candelier estuvo a cargo del señor embajador Juan José Portorreal: «Muy buenos días, estimado embajador Guillermo Fernández Soto; con usted a todo el equipo de la Misión de Colombia. Buenos Días, representantes permanentes, distinguidos expositores, colegas diplomáticos, y todos ustedes que se encuentran asistiendo a este conversatorio, amantes interesados en esta hermosa y rica lengua como lo es la española, la que hace posible que nos estemos comunicando en el día de hoy. Es de gran honor para la Misión Permanente de la República Dominicana ante las Naciones Unidas, contar con la presencia virtual, como expositor de una de las más grandes figuras de la lengua y las letras dominicanas, del filólogo, crítico literario, ensayista, novelista y promotor cultural, doctor Bruno Rosario Candelier.

El doctor Rosario Candelier es licenciado en Educación por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, institución a la cual pertenece y en la cual ha dejado un enorme legado magisterial; y es también doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Tiene otros estudios y diplomas de Periodismo, Filología Española e investigador lingüístico, así como profesor de Lengua y Literatura. Es director de la Academia Dominicana de la Lengua, miembro correspondiente de la Real Academia Española, y de las Academias Norteamericana, Filipinas, Hondureña, Nicaragüense y Puertorriqueña de la Lengua Española. Asimismo, presidente del Ateneo Insular y creador del Movimiento Interiorista. Digirió el suplemento cultural Coloquio del periódico El Siglo, de Santo Domingo. Coordinó el sector cultural como subsecretario de Educación y fue director general de Bellas Artes. Ha participado como ponente en congresos internacionales de academias, universidades y ateneos en los Estados Unidos e Iberoamérica; y jurado en certámenes literarios nacionales e internacionales, como el Premio Cervantes de España.  Por su intensa labor cultural y extenso trabajo literario, ensayos y novelas, con más de sesenta libros publicados, ha recibido diversos galardones en el extranjero y en la República Dominicana obtuvo en 1988, por Tendencias de la novela dominicana, el Premio Nacional de Ensayo; y en el 2008 el Premio Nacional de Literatura. Señoras y señores, ante ustedes el doctor Bruno Rosario Candelier».

 

Palabras de don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana

«Deseo iniciar mis palabras con una salutación especial al señor embajador dominicano, don Juan Portorreal, y a los demás embajadores presentes en este acto tan significativo para la valoración de la lengua española en el mundo. Quiero felicitar a los organizadores de este evento por la importancia lingüística que tiene y, desde luego, agradecer esta invitación que nos honra, en representación de la Academia Dominicana de la Lengua. Quiero también resaltar la brillante participación de los ponentes que me han precedido en el uso de la palabra, y, al comentar lo que voy a decir, constituye una ratificación de algunos de los conceptos que en esta sesión se han expresado sobre la lengua española.

En primer lugar quiero subrayar que todas las variantes idiomáticas del mundo hispánico son válidas, y esa es una actitud que se aprecia en el mismo seno de la Real Academia Española, donde he tenido la oportunidad de participar en reuniones académicas, y allí se ha subrayado la importancia de todas la variedades idiomáticas del español en América y en las demás regiones del mundo donde se habla español, y, desde luego, eso significa que cada uno de nuestros países, tanto de América como de Europa, Asia y África, donde hay países que hablan la lengua española, sus variantes idiomáticas tienen la misma categoría en términos lingüísticos. Eso, naturalmente, es algo que debemos celebrarlo, compartirlo y promocionarlo por la virtualidad expresiva de su lenguaje, por el aporte intelectual, estético y espiritual que hacen cada uno de nuestros hablantes, y, sobre todo, por la importancia que tienen esas variedades en sus respectivas regiones y comunidades.

Desde el principio de esta sesión, dos ponentes subrayaron la existencia de diccionarios del español de México y de Argentina. Yo estimo que esos dos ilustres representantes de sus respectivas academias tendrían que haber hablado de la existencia de diccionarios del español americano desde México hasta la Argentina. ¿Por qué? Porque todos nuestros países tienen diccionarios de sus respectivas variantes idiomáticas. Por ejemplo, en la República Dominicana contamos con el Diccionario del español dominicano; pero lo mismo se puede decir de Puerto Rico, Honduras, Nicaragua, Colombia, Chile, etc. En fin, de todos nuestros países hispanoparlantes. Ese hecho, naturalmente, enriquece nuestra lengua con el caudal léxico de las respectivas comunidades de hablantes de nuestra América y del mundo hispánico. De manera que ese 2% de que se ha hablado es altamente importante porque esa cantidad de vocablos de nuestra habla es lo que nos da la especificidad idiomática de naciones con autonomía y con propiedad lingüística.

Desde luego, hay que subrayar que la instancia de la lengua general es la determinante en el español de todos los hablantes del mundo hispánico, y, además de la lengua general, existen las lenguas regionales y las lenguas locales, y todas son válidas con sus rasgos fonéticos, léxicos y semánticos. El hecho de que haya aquí representantes de tantos países, a través de las Naciones Unidas, indica, y de alguna manera avala, la categoría de nuestra lengua. Todas nuestras variantes tienen facetas lexicográficas muy importantes, tan abundantes que sería tedioso tener que leer cada uno de los diccionarios de sus respectivos países; pero cada uno de esos diccionarios avala el perfil lingüístico de una comunidad determinada, lo mismo si ese hablante es de Cholula, en México, o de San Pedro Sula, en Honduras, o de Moca en la República Dominicana. Es decir, todas las regiones y todos nuestros hablantes tienen una singular categoría por su identidad idiomática en atención a la propiedad lingüística que poseen y como testimonio también de su talento creador; porque un aspecto muy importante para nosotros los estudiosos de nuestra lengua y para los buenos hablantes del español es el hecho de la herencia que recibimos con este hermoso idioma que hablamos, como es la lengua española, pero antes de estudiar y valorar la dimensión lexicográfica, gramatical y ortográfica de la lengua española, recibimos el don del Logos, el Logos de la conciencia, que fue el antiguo pensador presocrático Heráclito de Éfeso el primero que concibió la palabra Logos para testimoniar esa grandiosa dotación que nos distingue y enaltece a todos los hablantes en todas las lenguas del mundo porque se trata del valioso don divino que recibimos después del don de la vida quienes tenemos la categoría biológica y espiritual de la condición humana.

Pues bien, nosotros tenemos un grandioso patrimonio lingüístico en América en virtud de la existencia de la lengua general y de las lenguas locales de las variantes idiomáticas. Como hablantes tenemos el conocimiento de la lengua general y en virtud de ese conocimiento nos podemos entender y comunicarnos con todos los hablantes de todas las regiones idiomáticas del mundo hispánico. Pero también tenemos una riqueza idiomática particular, es decir, el léxico propio de cada una de esas variantes de nuestros países que le dan una singularidad a la forma de hablar y que, naturalmente, hemos de conocer y estudiar si queremos tener un mayor dominio, porque si un chileno pronuncia la palabra “guagüita”, el concepto al que alude no lo van a entender todos los hablantes del español en el mundo. ¿Por qué? Porque “guagua” en República Dominicana es el ‘vehículo que ofrece un servicio público’, pero para un chileno es un ‘bebé’. Eso quiere decir que, al estudiar las variedades regionales, tenemos que conocer el sentido de sus creaciones léxicas y semánticas para entendernos mejor. Pero, gracias a Dios y gracias a la cantidad mayoritaria del léxico general, es decir, por el ya mencionado 98% de la lengua general, podemos comunicarnos y entendernos todos los hablantes de las diversas comunidades del mundo hispánico. Y es la lengua general la que se ha internacionalizado gracias a los medios de comunicación y especialmente gracias a la obra de los escritores, porque, justamente, son los escritores, y sobre todo los narradores de Hispanoamérica, los grandes novelistas de Hispanoamérica, quienes le dieron el impulso a la lengua española para su internacionalización. De tal manera, que ya la lengua española se ha convertido en la segunda lengua más estudiada en el mundo, después del inglés, y eso es un logro muy valioso y muy honroso para nuestro idioma porque la lengua española y su literatura se estudia y se lee en todos los países del mundo, y eso, naturalmente, debe enorgullecernos a nosotros como hablantes de esta hermosa lengua que heredamos de Castilla.

Desde luego, si pensamos en América, existen lo que se llama los americanismos. Y entonces, en virtud de la existencia de los americanismos, podemos hablar de la existencia de términos léxicos y variantes semánticas en el español de América. El americanismo léxico es la palabra creada por los hablantes americanos con una forma expresiva diferente de las demás formas léxicas de la lengua general. Y el americanismo semántico es la palabra de la lengua española que en nuestros países tiene un significado peculiar y diferente. Entonces, ese aspecto es parte de la riqueza de las variantes americanas de la lengua española. Pero ante esa realidad, ante la riqueza del español en América y también de las demás regiones del mundo donde se habla la lengua española, existe la particularidad de que, actualmente, tiene mucha importancia lo que se ha dado en llamar panhispanismo. Y esa vocación panhispánica es una manera de hermanarnos a todos los hablantes de la lengua española, justamente, para fortalecer esa herencia que compartimos los usuarios del español en cualquier parte del mundo hispánico. En efecto, el español que se habla en las Naciones Unidas, desde luego, es el español general, que es la dimensión de nuestra lengua que fortalecemos cada vez que participamos en una conferencia, en un evento académico como este, cada vez que hablamos en público o que publicamos un artículo o un libro, es decir, siempre que entramos en comunicación con hablantes de otros países y siempre que queremos testimoniar el nivel culto de nuestra lengua (porque cuando hablamos ante un público no usamos el nivel coloquial o peculiar con el que nos comunicamos cuando hablamos familiarmente con nuestros amigos y relacionados), y, sobre todo, cuando lo hacemos desde un escenario, en el que debemos comunicar una idea, un concepto, o cuando damos una charla o coloquio público, o cuando nos expresamos o nos comunicamos con el propósito de dar una conferencia, una disertación o la participación en un panel, como este en el que estamos participando, usamos la lengua general.

En definitiva, quiero subrayar es el hecho de que el futuro del español está asegurado, seguirá creciendo y potenciándose por el impacto que ha tenido a lo largo de las últimas décadas; seguirá creciendo por el impacto de las obras de nuestros escritores (obras ejemplares en su mayoría), y por suerte, la mayoría de los países del mundo hispánico tienen eminentes cultores de la lengua española que la enriquecen y prestigian por su talento y su creatividad, por el aporte intelectual, estético y espiritual con que canalizan el uso de la palabra en una obra de su creatividad. Y es, justamente, lo que acabo de subrayar, el uso de la palabra y el arte de la creación verbal, lo que nos enaltece a nosotros como hablantes que heredamos el legado de Miguel de Cervantes, de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús, y el de los grandes escritores que nos han enriquecido con sus obras y han contribuido a que fortalezcamos esta herencia hispánica que compartimos. Un escritor, por ejemplo, como el dominicano Pedro Henríquez Ureña, que enseñó en México, en Cuba y en la Argentina, que estudió en los Estados Unidos de América y en España, que participó en tantos escenarios internacionales, es un ejemplo del fecundo panhispanismo y del aporte edificante y luminoso que tantos escritores han realizado y han enaltecido la lengua española con el uso ejemplar de la palabra, justamente por esa virtualidad discursiva, expresiva y activa que contiene el poder creador de la lengua y que forma parte de este encuentro que en ese momento comparten tantos intelectuales, como embajadores, académicos y escritores de distintas regiones de nuestro mundo hispánico.  Sigamos, entonces, hacia adelante y sigamos fortaleciendo esa hermosa herencia que nos enaltece como hablantes de esta hermosa lengua de Castilla y de cada una de nuestras variantes idiomáticas en todo el mundo hispánico».

 

Conversatorio final de la sesión  

—Guillermo Fernández Soto: Muchísimas gracias, doctor Bruno Rosario Candelier, por su intervención, nos llena de esperanza y, como usted muy bien lo señala en dos frases: lo primero que decía es que el español tiene futuro, no hay duda de ello, la prueba está en esos 500 millones de hablantes que hoy hay en el mundo y, sobre todo, en los estudios que se siguen haciendo en muchos lugares para aprender el español. Sin duda el impacto de los escritores, el impacto de ustedes, que trabajan día a día en la preservación del enriquecimiento del español, que ustedes puedan expresar lo que significa el español y cómo debemos protegerlo. Ese legado constituye uno de los fines de estos encuentros.

 

—Del chat (leídas por el señor Embajador): Me parece que esta es una pregunta que concluye muy bien y que nos permite mirar esta parte del diálogo. Lamentablemente por razones de tiempo no podemos tener un diálogo interactivo más intenso, como querríamos; pero no se preocupen que los vamos a volver a molestar, como decimos en Colombia): «Cuando pensamos en diccionarios pensamos en definiciones de palabras. Pero ¿qué tal si pensamos en historias detrás de las palabras, historias que nos cuentan las palabras, por ejemplo, una palabra del 2% por ciento que aprendieron los interlocutores cuando eran jóvenes y que cuenten la historia detrás, como la de la palabra “zumbambico”, de la directora del Instituto Caro y Cuervo? ¿Qué anécdotas o historias de palabras podrían compartirnos los asistentes para fortalecer la relación entre los hablantes del español?». Yo quiero pedirle al profesor Alejando Bureba, que iba a coordinar esta última parte, si él nos puede hablar brevemente (lamentablemente, porque esto da una cantidad de parahistorias), de este concepto. Y también, para finalizar: ¿Cómo podríamos nosotros contribuir a la divulgación del español de una manera más activa? Doctor Alejandro, la palabra es suya, le ruego tomar en cuenta el tiempo. Y al doctor Bruno Rosario Candelier agradecerle de nuevo su valiosa intervención.

 

—Alejandro Bureba: Embajador, invitados, a todos los conferencistas, muchísimas gracias por darme la oportunidad de cerrar este evento. Efectivamente, habría hecho dos preguntas. Sé que el tiempo apremia y yo voy a ir muy rápido. Yo voy a tratar de contextualizar por qué esa pregunta. Llevamos ya varios años con el Instituto Caro y Cuervo presentando el Diccionario de colombianismos, justamente, y retomo las palabras del doctor Kalinovsky, no como un diccionario integral sino como un Diccionario de colombianismos. Y, efectivamente, sería interesante volver sobre ese concepto, pero es el diccionario que nos presenta las palabras específicas de Colombia. Y acá, justamente en un evento que hicimos, una de las personas se nos acercó al final y nos dijo: «Es muy interesante que ustedes nos hablen de definiciones y que nos digan, tal vez, cómo hay que hablar. Pero ¿qué pasa con todas las historias que conocemos detrás de las palabras y que nosotros aprendemos las palabras a través de esas historias?

Y les voy a dar solo dos ejemplos para cerrar: el primero, seguramente ya lo conocen, es la historia de la palabra «belladona» («beladona», que utilizamos también en español). Y esto nos devuelve hasta la Italia del siglo XVII, cuando se organizaban esos bailes, esas fiestas, y que las mujeres utilizaban la sustancia de la belladona —como se llamaba la atropina— en su forma líquida, para ponerse dos gotas en los ojos. ¿Por qué lo hacían? Porque la pupila dilatada de la mujer era considerada como una característica que le daba belleza en la Italia del siglo XVII. Solo la palabra «belladona» en ese sentido nos cuenta una historia muy interesante detrás; no es una historia etimológica, es decir, no nos cuenta la raíz de la palabra necesariamente, sino que nos cuenta cómo llegamos a esa palabra. Y ahora un ejemplo personal —y me permito aquí entrar en un colombianismo y compartirlo con ustedes—. Es la palabra «galear». Cuando yo era pequeño, mi abuela me decía que yo era un «galeador», es decir, que no paraba de comer todo el tiempo. Yo no entendía y ella me decía «Usted es muy galeador» y yo pensaba que ella me estaba diciendo que yo era muy bonito, o algo por el estilo, porque yo no la entendía nada y yo seguía comiendo. Hasta que un día alguien me explicó que «galear» significaba ‘comer por fuera de las horas de la comida’, de la mañana, del mediodía y de la noche. Y en ese sentido entendí lo que mi abuela estaba tratando de decirme, pero solamente hasta ese momento. Y la palabra «galear», cada vez que la escucho, me hace pensar en mi abuela, me hace pensar en la vida de mi abuela, me hace pensar en la vida de las personas que utilizaban esa palabra. Por eso planteaba la pregunta. Efectivamente las definiciones son muy importantes, la lexicografía es importante; pero también en términos de la divulgación y de la exploración del lenguaje sería interesante pensar en esas historias que podemos compartir, de manera informal, con otras personas, con las palabras que nosotros hemos aprendido del español. Y es muchísimo más interesante cuando lo hacemos con personas que hablan español de otros países.

Efectivamente, retomo un poco lo que se ha dicho en toda la discusión: no hay un solo buen español que se hable; cada español tiene su picante. Y eso es lo interesante, por eso tenemos personas que vienen de otros países, no hispanohablantes, a aprender en cada uno de los países: Colombia, Argentina, República Dominicana, Cuba. Tenemos todos los países, tenemos diferentes españoles y eso es lo que nos hace ricos; eso es lo que nos hace interesantes. No hay una sola manera de hablar bien el español. Y, de hecho, eso es lo que hace que las cosas se vuelvan más interesantes cuando pensamos en la divulgación, que era la segunda pregunta que yo hacía. Efectivamente, en un contexto académico, los artículos académicos son muy importantes. Y tratar de hablar de investigaciones en español y en inglés, quizás a veces sea muy complicado.

¿Qué otra manera de divulgar tenemos? Hoy en día, gracias a la tecnología, tenemos muchas propuestas diferentes: tenemos, desde España hasta el fondo de Latinoamérica, muchísimos atlas lingüísticos que se han publicado a nivel digital, que nos permiten descubrir la variedad del español, de maneras distintas, sin pensar en definiciones. Por supuesto, como soy colombiano, me permito hablar del Atlas lingüístico-etnográfico de Colombia, que se puede visitar en línea. Pero no solamente: tenemos el ALPI, que es el Atlas lingüístico de la Península Ibérica, tenemos el Atlas de Chile. Tenemos muchísimos atlas que hoy en día están tratando de acercarse a esa forma de multilingüismo a través de las nuevas tecnologías. Solamente quería terminar con eso. Fue un honor poder participar con ustedes. Muchísimas gracias por darme la oportunidad de cerrar esta charla. Hemos aprendido muchísimo y creo que el multilingüismo fortalecerá, de diferentes maneras, el multilateralismo a través de las estrategias que se han presentado hoy en día. Les agradezco la oportunidad.

 

—Guillermo Fernández Soto: Muchas gracias, Alejandro, me encanta ver que las nuevas generaciones se preocupan por el español. Para nosotros aquí en Naciones Unidas el tema de los jóvenes comprometidos con temas como este, realmente, es un elemento que nos cohesiona y que nos apasiona, por el significado que tiene, y por el significado, especialmente, que tiene en temas como proteger y lograr que el español siga siendo uno de los idiomas importantes, como ya lo es en las Naciones Unidas. Gracias, Alejandro, y sigue con esas inquietudes que nos alegran muchísimo.  

En el cierre formal del diálogo, el señor embajador Guillermo Fernández Soto expresó: «Para concluir, yo quisiera comentarles que nuestro propósito es recoger un informe de los principales elementos que aquí hoy se analizaron y se discutieron. Yo quiero agradecerles a todos los expositores, porque la verdad que uno se va muy contento, alegre, se va satisfecho. Ha sido, realmente, una mañana maravillosa llena de aprendizajes. Lo digo a título personal, pero estoy seguro de que todos los que estamos aquí lo comparten plenamente y además un orgullo muy grande contar con latinoamericanos como ustedes, preocupados por preservar esa hermosa raíz que nos une, que es la lengua española. De manera que los felicito, les agradezco nuevamente y admiro todo lo que ustedes hacen, porque, efectivamente, el español tiene futuro, sobre todo cuando existen personas como ustedes, que así lo hacen todos los días y que comparten para que el idioma español se recoja en esos dos grandes conceptos: en el del 98% y en el del 2%; porque yo comparto esa idea. Y nada más hermoso que incorporar en nuestra propia lengua todas las variantes que puedan existir en nuestra región. Les reitero el agradecimiento a todos los expositores por su paciencia y su presencia en el día de hoy. A los colegas que me acompañan aquí, expresarles mi agradecimiento. A todos los otros colegas, que estoy seguro están atentos a esta discusión, decirles que les llegará el libro. Aquí vamos a repartir algunos, a los otros se los haremos llegar. Saludo a Carmen por este regalo tan especial, como el primer regalo de Navidad. Y por supuesto recibirán el informe para que podamos compartirlo. Hasta aquí llego. Si no hay algo más, podemos dar por levantada la sesión. La verdad: ha sido un enorme gusto y me siento muy feliz de haber podido presidir, hoy día, este encuentro tan hermoso con todos ustedes.

 

(Reporte de Miguelina Medina para la Academia Dominicana de la Lengua.

Video: Grupo de Amigos del Español.mp4)

EL VOCABLO “MANGÚ” EN EL DICCIONARIO ACADÉMICO

DEL DIRECTOR DE LA RAE AL DIRECTOR DE LA ADL, MADRID, 25-06-21

 

Sr. D. Bruno Rosario Candelier

Director

Academia Dominicana de la Lengua

 

Querido Director y amigo:

De acuerdo con su solicitud, respaldada por el ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana y por el embajador de la República Dominicana en España, el Pleno de la Real Academia Española, en su sesión del pasado día 3 de junio, ha estudiado la propuesta de incorporación del vocablo mangú al Diccionario de la lengua española, que ha sido aprobada. Sin embargo, la constatación de su uso en otras áreas lingüísticas, a veces bajo formas diferentes, nos ha llevado a profundizar en la investigación documental a fin de completar, en su caso, la información sobre sus variantes y extensión geográfica. Confío en que podamos concluir pronto el proceso, del que le informaré oportunamente, e incluir la voz en la próxima actualización del Diccionario.                                                                               

Felicito al Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía, dirigido por la académica doña María José Rincón, por el excelente estudio lexicográfico realizado, que es decisivo para la integración de mangú en el DLE. 

Con mi agradecimiento por su iniciativa, le hago llegar un abrazo afectuoso.

 

Santiago Muñoz Machado

Director de la Real Academia Española

Presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española

 

LA REAL ACADEMIA INCLUYE A «MANGÚ» EN EL DICCIONARIO 

(https://la-real-academia-espanola-incluye-al-mangu-en-el-diccionario-oficial/)

 

La Real Academia Española anunció la inclusión del término «mangú» en el diccionario oficial de la corporación. Como parte de la campaña, “Ser dominicano es lo máximo”.

20 de diciembre de 2021

La Real Academia Española anunció la inclusión del término «mangú» en el diccionario oficial de la RAE. Como parte de la campaña, “Ser dominicano es lo máximo”, la red de hipermercados Jumbo inició esfuerzos para promover la inclusión del término y así enaltecer el popular plato gastronómico dominicano.

Durante el proceso, se trabajó de la mano con la Academia Dominicana de la Lengua, y el término fue incluido el pasado jueves 16 de diciembre, como parte de la actualización 23.5 del Diccionario de la Lengua Española (DLE) de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), consultada por millones de hispanohablantes en todo el mundo.

«Como marca, Jumbo invita a celebrar las cosas que hacen a los dominicanos especiales, en cualquier parte del mundo. A principios de año, nos dimos cuenta que, “mangú”, una palabra muy dominicana, que nos caracteriza alrededor del mundo y representa nuestro desayuno favorito, no estaba presente en el DLE de la RAE», comenta Madelyn Martínez, vicepresidenta de Mercadeo y Retail Financiero de Centro Cuesta Nacional.

«Fue en ese momento cuando, de la mano de nuestra agencia Ogilvy Dominicana, vimos una oportunidad: utilizar las plataformas de Jumbo para promover la inclusión de la palabra en el diccionario, y compartir con el mundo una parte importante de nuestra identidad».

El proceso inició el 2 de febrero del 2021, fecha en la cual Jumbo activó sus redes sociales para crear conciencia sobre la importancia de nuestra identidad y nuestra lengua. De esta manera, se incentivó provocar que creadores de contenido, especializados en concienciar a los dominicanos sobre temas relevantes, así como también invitar al público en general a hacerse eco de la propuesta. El contenido fue agrupado bajo la etiqueta #Mangu´EnLaRAE, con el objetivo de tener un alcance multinacional.

La misma etiqueta sirvió para promover respuestas del público objetivo acerca de la iniciativa de apreciación de la palabra mangú y de la cultura que la rodea.

A la información agregamos que el director de la Academia Dominicana de la Lengua, el doctor Bruno Rosario Candelier, y la lexicógrafa de la institución, la doctora María José Rincón, participaron en un conversatorio sobre la palabra “mangú” y otros aspectos idiomáticos del español dominicano con las delegadas de Jumbo en la capital dominicana.

 

LA RAE CONMEMORA EL 70 ANIVERSARIO DE ASALE

Encuentro de las Academias de la Lengua Española con motivo de la conmemoración de los setenta años de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE)

 

Por María José Rincón

 

La Real Academia Española convocó en su sede madrileña a los directores y presidentes de las academias de la lengua española para la conmemoración del septuagésimo aniversario de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).

Jueves, 9 de diciembre de 2021

La mañana del jueves 9 de diciembre tuvo lugar la reunión de trabajo de los directores y presidentes de las Academias de la ASALE en la sala Dámaso Alonso de la Real Academia Española, presidida por don Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente de la ASALE, con la asistencia de don Francisco Javier Pérez, don Manuel Gutiérrez Aragón, secretario y tesorero de la ASALE, respectivamente, y la Comisión Permanente de la ASALE, representada por don Jorge Ignacio Covarrubias, académico numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua.

Don Santiago Muñoz Machado dio comienzo a la reunión con el detalle del programa de actos y la información sobre las especiales circunstancias sanitarias vividas por la Comisión Permanente de ASALE y el protocolo sanitario establecido para las dos jornadas académicas.

El presidente en su informe dedicó especial atención a la explicación de los términos del acuerdo entre el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y la Asociación de Academias de la Lengua Española para la creación de un nuevo programa de becas de formación y colaboración destinado a todas las academias de la lengua española. Este programa de becas de formación y colaboración tiene como objetivo garantizar la participación de todas las corporaciones en los proyectos panhispánicos fundamentales. El acuerdo hará posible la existencia de un becario en cada academia de la ASALE con una beca de veintiocho meses de duración, repartidos entre la formación virtual (cuatro meses) y presencial (seis meses) en la Escuela de Lexicografía de la RAE y la colaboración formativa en la respectiva sede académica (18 meses). Este nuevo sistema, que sustituirá al vigente, será efectivo a partir de septiembre de 2022. Don Francisco Javier Pérez, secretario general de la ASALE, presentó su informe sobre las actividades del Pleno de la Comisión Permanente 2021, formada por los académicos doña Margarita Vásquez Quirós, de la Academia Panameña de la Lengua, don César Armando Navarrete Valbuena, de la Academia Colombiana de la Lengua, y don Jorge Ignacio Covarrubias, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Los miembros de la Comisión visitaron el centro de estudios de la RAE, para conocer de primera mano los equipos que trabajan en el Diccionario de la lengua española, el Diccionario histórico de la lengua española y la nueva edición del Diccionario panhispánico de dudas. Asimismo, han visitado la sede de Cilengua, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla en La Rioja. Los miembros de la Comisión Permanente han participado en las comisiones temáticas del Diccionario de la lengua española y han ofrecido charlas a los estudiantes del Instituto de Lexicografía. La Comisión Permanente de la ASALE 2022 estará formada por académicos de Guinea Ecuatorial, Guatemala y Honduras.

Don Francisco Javier Pérez presentó los volúmenes 10 y 11, correspondientes a 2021, de la colección Clásicos ASALE: Presente y futuro de la lengua castellana, obra de Humberto Toscano Mateus, en edición de Susana Cordero de Espinosa y Léxico indígena en el español de México, de Juan M. Lope Blanch, en edición de Pedro Martín Butragueño.

Don Santiago Muñoz Machado informó a los directores, presidentes y delegados sobre el estado de los proyectos académicos panhispánicos en curso.

            Crónica de la lengua española 2021. La obra publicada fue entregada a los asistentes, con el agradecimiento por la colaboración prestada por todas las academias. Se informó que se harán llegar varios ejemplares de la obra a cada academia para su distribución entre los académicos interesados.

            Crónica de la lengua española 2022. La nueva edición de la Crónica se centrará en la reflexión sobre el estado del español en las redes y medios de comunicación, en la administración pública y entre los jóvenes. El objetivo, además, es reflexionar y comunicar cuál es el trabajo y la presencia de las academias en la sociedad. Puesto que el programado IX Congreso Internacional de la Lengua Española en Arequipa (Perú) tendrá como lema «Mestizaje e interculturalidad», se pretende que sea también uno de los ejes temáticos de la próxima edición de la obra.

            Diccionario fraseológico panhispánico. Cuenta ya con una base de datos lexicográfica de aproximadamente siete mil entradas.

            Diccionario del estudiante – México y Centroamérica. Se encuentra avanzado a partir de los trabajos sobre la matriz lexicográfica mexicana. Está prevista su conclusión en 2022 con unas diecinueve mil entradas.

            Diccionario de la lengua española. Se anuncia a los asistentes la presentación al público de la actualización 23.5 del DLE el jueves 16 de diciembre de 2021. Don José Luis Vega, director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, propone la revisión y evaluación de los términos y contenidos raciales en el lemario del Diccionario de la lengua española. Don Santiago Muñoz Machado lo anima a plantear esta propuesta en el pleno extraordinario de la Real Academia con los directores y presidentes de la ASALE del jueves 9 de diciembre de 2021.

Segunda edición de la Nueva gramática de la lengua española. Para el avance estable de este proyecto se sugiere la mejora de la metodología de revisión de los artículos.

            Diccionario histórico de la lengua española. Avanzan los trabajos del DHLE y se plantea sumar a la metodología que se sigue en la actualidad por familias y redes léxicas, la historia de las palabras esenciales de la lengua española.

Segunda edición del Diccionario de americanismos. Don Francisco Javier Pérez pide un plazo de reflexión para el comienzo de los trabajos de la segunda edición del DA, que deben partir de la revisión de su planta lexicográfica.

            Diccionario panhispánico de gastronomía. Está pendiente de revisión y de propuestas de las comisiones lexicográficas de las academias.

Corpus académicos. La RAE tiene el proyecto de doblar el número de entradas de los corpus académicos para mantenerlos actualizados y que puedan incorporarse al proyecto académico Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA).

Proyectos editoriales. Están en marcha los proyectos editoriales de Los ríos profundos, del peruano José María Arguedas, y la Antología del mexicano Octavio Paz, cuya publicación está prevista en el IX Congreso Internacional de la Lengua Española en Arequipa, Perú. El presidente recuerda que las nuevas propuestas deben someterse a la Comisión Editorial de la ASALE.

Don Santiago Muñoz Machado informa de la posibilidad de que la Real Academia Española acceda a los fondos PERTE Lengua de la Unión Europea como apoyo a la digitalización de los fondos del Diccionario histórico de la lengua española o a la digitalización de las bases de datos de legislación americana.

El director de la Academia Peruana de la Lengua, don Marco Martos Carrera, aseguró el compromiso del Estado peruano con la celebración del IX Congreso Internacional de la Lengua Española en la ciudad peruana de Arequipa. Queda pendiente la decisión sobre la fecha del Congreso: octubre 2022 o abril 2023. Don Santiago Muñoz Machado proporciona a los asistentes el esquema temático provisional del Congreso y solicita propuestas académicas para las personas que se encargarán de ponencias y mesas redondas.

Como conclusión el presidente de la ASALE explicó el desarrollo previsto para el pleno extraordinario de la RAE y la ASALE del jueves 9 de octubre, con la participación como invitada de doña Diana Morant, ministra de Ciencia y Tecnología del Gobierno de España.

 Pleno extraordinario de la Real Academia Española con los directores y presidentes de las Academias de la Lengua, o sus delegados, con motivo de la conmemoración del septuagésimo aniversario de la ASALE

            Presidido por don Santiago Muñoz Machado, y con la presencia de doña Diana Morant, ministra de Ciencia y Tecnología del Gobierno de España, se celebró la tarde del jueves 9 de diciembre de 2021 un pleno extraordinario de la RAE con la asistencia de los directores y los presidentes, o sus delegados, de las academias de la ASALE. A lo largo del pleno, y siguiendo el protocolo establecido para las sesiones académicas, se presentaron nuevas obras de los señores académicos, como la nueva colección sobre divulgación lingüística. Doña Paz Battaner detalló la actualización 23.5 del Diccionario de la lengua española que se hará pública el jueves 16 de diciembre de 2021.

Don Róger Matus, subdirector de la Academia Nicaragüense de la Lengua, doña Raquel Montenegro, directora de la Academia Guatemalteca de la Lengua, y doña María José Rincón, delegada del director de la Academia Dominicana de la Lengua, don Bruno Rosario Candelier, tomaron la palabra a petición de don Santiago Muñoz para hacer un esbozo de la situación de la lengua española en sus respectivos países, especialmente en lo relativo al contacto con otras lenguas.

El viernes 10 de diciembre de 2021 tuvo lugar la firma del protocolo entre el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación y la Real Academia Española sobre el nuevo programa de becas de formación y colaboración para las Academias de la ASALE, en presencia de Sus Majestades los Reyes de España.

A continuación, se desarrolla el solemne acto institucional conmemorativo del septuagésimo aniversario de la ASALE, bajo la presidencia de Sus Majestades los Reyes de España en el salón de actos de la Real Academia Española. En este acto institucional el director de la RAE hizo entrega a Sus Majestades los Reyes de un ejemplar de la Crónica de la lengua española 2021 y de una edición facsímil del denominado Quijote chico.

El rey Felipe VI dio la bienvenida a los académicos y agradeció la labor de las Academias en defensa de la lengua española en el mundo.

Los actos conmemorativos concluyeron con una visita privada a la exposición «Tornaviaje. Arte iberoamericano en España» en el Museo del Prado, como símbolo de los lazos que unen a las Academias de la ASALE.

En la cena de despedida y a lo largo de las sesiones de trabajo y de los actos conmemorativos, tanto el director de la Real Academia Española y el secretario de la ASALE, como los directores y presidentes de las Academias de la ASALE me han manifestado la voluntad de que le transmita su admiración, su respeto y sus mejores deseos para usted y para su esposa y lo hacen extensivos a todos los miembros de la Academia Dominicana de la Lengua.

Aprovecho la ocasión para enviarle el saludo cordial de todo el equipo de Igalex y nuestros más sinceros deseos de salud y paz para usted y los suyos en estas fiestas y el año próximo.

 

Real Academia Española, 9-10 de diciembre de 2021

Madrid, 13 de diciembre de 2021

María José Rincón

Directora del Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía

Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua

ACTO INAUGURAL DE LA REUNIÓN DE DIRECTORES DE ACADEMIAS EN CONMEMORACIÓN DEL 70 ANIVERSARIO DE ASALE

   La reunión de directores y presidentes de Academias de la Lengua Española en la sede de la Real Academia Española, de Madrid, fue presidida por los reyes de España y el director de la RAE y presidente de ASALE, don Santiago Muñoz Machado.

El director de la RAE pronunció el discurso inaugural, con oportunas intervenciones de directores de las Academias Hispanoamericanas: de la Academia Colombiana, don Juan Carlos Vergara; de la Academia Ecuatoriana, doña Susana Cordero de Espinosa; de la Academia Peruana, don Marco Martos Carrera; en representación de la presidente de la Academia Argentina, doña Alicia María Zorrilla, don Rafael Oteriño; de la Academia Uruguaya, don Wilfredo Penco; don Jorge Covarrubias, de la Academia Norteamericana; de la Academia Boliviana, don José Roberto Arce; doña Concepción Company y Company, de la Academia Mexicana; don José Luis Vega, de la Academia Puertorriqueña; don Francisco Javier Pérez, secretario general de ASALE; y por la RAE hablaron don Víctor García de la Concha y don Arturo Pérez-Reverte. El rey de España, don Felipe II, en su intervención ponderó elogiosamente la obra de las Academias de la Lengua Española en el mundo hispánico.

Al evaluar la presencia del español en América, se destacó la permanencia de antiguas voces castellanas en las diversas variantes del español americano, desusadas en España. Se citaron palabras procedentes de las lenguas aborígenes americanas, como aguacate o peyote, y recordamos las voces taínas del español dominicano incorporadas al DLE, como areíto, canoa, huracán… Así como también la existencia de nuevas voces americanas sobre temas y asuntos que identifican datos de la realidad natural, geográfica, agrícola, antropológica y sociocultural de los pueblos que hablan la lengua española. Se recordó que desde 1925 el Diccionario de lengua castellana pasó a llamarse Diccionario de la lengua española en razón de la expansión del idioma nacido en Castilla.

Se valoró la creación de ASALE en 1951, en México. Y también el convenio multilateral de Bogotá en 1960, con la participación de las Academias hispanoamericanas según comentara don Francisco Javier Pérez, secretario general de ASALE.

Además de eminentes lingüistas americanos del pasado, como Andrés Bello y Rufino José Cuervo, se exaltaron las figuras señeras de la poeta mexicana sor Juana Inés de la Cruz, y la primera gran poeta dominicana, Salomé Ureña.

Entre los logros de la actual dirección de la Real Academia Española y de las Academias de la Lengua Española, se ponderó la publicación de la Crónica de la lengua española 2021, con participación de todas las Academias del mundo hispánico.

Todas las intervenciones académicas subrayaron la presencia dominante de la lengua española entre los hablantes de numerosos países. También se resaltó la colaboración interacadémica para los diferentes códigos de la lengua española.

Se ponderó la labor lexicográfica del Diccionario histórico de la legua española, con la red panhispánica de la lengua española. Don Santiago Muñoz Machado subrayó la importancia del proyecto Leia (Lengua española e inteligencia artificial) en la actualidad, en virtud de que dicha creación enfatiza el correcto uso del español en las redes sociales, como también que las máquinas hablen un correcto español. El rey Felipe II subrayó la grandiosa labor de ASALE en todo el mundo hispánico (España, América hispana, Filipinas en Asia, Guinea Ecuatorial en África y la Academia Judeo-española en Israel). Y el panhispanismo como dato cohesionador.

Madrid, RAE, 10 de diciembre de 2021.

RAFAEL PERALTA ROMERO RESALTA LA CREATIVIDAD VERBAL DE NUESTRA LENGUA

«Adaptación de palabras extranjeras sin dañar el idioma español» 

   El académico Rafael Peralta Romero dictó una charla en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña con el título «Adaptación de palabras extranjeras al idioma español».

Al iniciar su exposición el conferenciante afirmó que estamos llenos de italianismos, anglicismos y galicismos. «Claro, no vamos a hablar de los latinismos porque el español es hijo de esa lengua y todo viene de ahí. Vamos a decir que “ferretería” viene del latín, porque ferro es ‘hierro’. La ciencia está llena de palabras griegas: la medicina, la sicología, nombre de huesos… Pero esas no son las palabras a las que nos referiremos y vamos a adaptar su uso, sino palabras que llegaron por la vía del comercio, del arte y de la cultura. Del italiano llegaron muchas palabras como soneto y la palabra piano, y todas esas palabras que se usan en el canto: soprano

«Si no pueden ser traducidos, los adaptamos y los adoptamos», apuntó. 

Al comprender la necesidad de los hablantes, el intelectual explicó que «algunos extranjerismos, que nos llegan por distintas vías (del arte, de la tecnología, del comercio), si no pudieran ser traducidos, entonces, los adaptamos y los adoptamos (palabras diferentes que se parecen fonéticamente, pero que también, en el caso que estamos hablando, se parecen mucho: “adoptar” y “adaptar”), y le decimos: “Tú te vas a quedar aquí, pero tú te riges por lo que nosotros somos”». Afirmó que «Es innegable que este recurso, es decir la adaptación, es una vía para enriquecer el léxico del español, ya de por sí bastante amplio».

Expuso que «El español ronda como las 90,000 palabras (registradas en el Diccionario de la lengua española) más las palabras que se llaman “americanismos”». Dijo que «Cada país de lengua hispana tiene su Diccionario, y hay un Diccionario de americanismos»: «Entonces, ¿cuántas palabras tiene el español? Eso no se sabe porque, vamos a decir, hay palabras que nosotros usamos todos los días que no están en el Diccionario, y palabras que usamos con otro sentido. Por ejemplo, la palabra “cuero” está en el Diccionario, pero para referirse a ‘piel’. Y cuerazo está en el Diccionario, pero para referirse a ‘golpe con el cuero’. Pero ustedes saben… no está en el Diccionario “cuerazo” con el sentido que nosotros lo usamos», consignó el analista.

 

«La adaptación conlleva desaparecer algunas vocales repetidas y sobre todo consonantes que no hacen falta»  

«La palabra “álbum” no ha sido adaptada como otros latinismos: como “podio”, “auditorium”. Se dice “auditorio” y se dice “auditórium”. Pero a auditorium en latín le dicen: “Tú vas a entrar al español, pero, eso sí, tú te pones eso (un sombrerito llamado ‘tilde’). Ponte tu tilde para que seas de nosotros”. “Auditórium” se pone su tilde, si no: “Pues te cambiamos por ‘auditorio’”».  Expuso que «El beisbol es una buena fuente para explicar lo que es adaptación de palabras, comenzando por esa base ball. ‘beisbol’, ‘béisbol’. En el béisbol tenemos muchas palabras que los periodistas en un momento asumieron conciencia de la lengua y la tradujeron». Las palabras adaptadas presentadas por don Rafael Peralta Romero fueron en total 113. De ellas es esta otra porción (recomendamos acceder al enlace compartido el pie de esta reseña para conocerlas todas):

alegro (allegro). Voz latina. Indica viveza en el pasaje musical.

alzhéimer (Alzheimer). Voz alemana. Aunque procede de nombre propio pasa a común y va en minúscula.

bonsái (bonsay). Del japonés. Planta ornamental convertida artificialmente en enana.

beicon (bacon). Panceta ahumada. Lo que aquí llamamos tocineta.

bacón. Es otra forma de adaptación más fiel a la grafía, mientras la anterior lo es a la pronunciación.

beis (beige). Del francés. Color castaño claro.

chofer (chauffeur). Francés. Persona que conduce vehículos como oficio.

   Peralta Romero explicó que «Las palabras tienen dos vías para ser adaptadas: UNA, la escritura original; y OTRA (la más frecuente), la pronunciación de la palabra. “Beicon” entró por su sonido: “beicon”, así se escribe en español.

—Público (F): Tocino.

—RPR: Tocineta. Tocineta sí. “Tocineta” es la traducción; y la adaptación es ‘beicon’. Entones, si queremos hablar más o menos en inglés, porque muchos creemos (ese es otro tema), muchos dominicanos —yo no sé otros hablantes del español—, tenemos un complejo de inferioridad lingüística frente al inglés, y creemos que las cosas dichas en inglés le dan a uno prestancia, y tenemos un gran respeto por otras lenguas.

Con la sutileza del periodista Rafael Peralta Romero compartió la siguiente anécdota: «Yo publiqué mi primer libro de cuentos, que se llama Punto por punto —yo estudiaba Derecho en la Universidad del Este— y un profesor que lo leyó, un abogado reconocido, me felicitó por el libro; pero me hizo una observación. En mi libro aparecía la palabra “bazuca”, escrita “b a z u c a”, y él me observó que «bazuca» se escribe con dos “o”. Y es con “oo” y “k” en la lengua de que procede; pero en español, «bazuca», ya, ese instrumento que no debió existir en el mundo, existe. Por tanto, si existe el instrumento, existe la palabra: “bazuca”, “zu”. Y no teman, que tienen respaldo».

Las observaciones lexicográficas de esta ponencia «están amparadas, sobre todo, en el Diccionario panhispánico de dudas, publicación oficial de las Academias, el Diccionario de la Academia, el Libro de estilo de lengua española y la Ortografía de la lengua española, todos, publicaciones de la Asociación de Academias de la Lengua Española y de la Real Academia Española», consignó el académico.   

«He observado que los hablantes del castellano a menudo muestran, o mostramos, mucho aprecio por otras lenguas, y nos esmeramos en escribir los términos de estas que nos llegan prestadas conforme a su grafía original; pero olvidan que esa actitud puede ir en desmedro de nuestra lengua, la cual ha de merecernos más respeto que las otras. Los periodistas hacen todo el esfuerzo por escribir en inglés —con muchas vocales con muchas consonantes que no hacen falta— el nombre de una cosa que tiene mangueritas, para unos muchachos desaprensivos fumar en grupo. ¿Cómo se llama eso?».

—Público: Juca.

—RPR: Yo, si tuviera que escribir esa palabra la escribiera: “j u c a”, parecido a “yuca”. Claro, algunos que tienen complejo, cuando diga “juca”, van a pronunciar ‘yuca’, porque los dominicanos creemos que la j tiene que ir con sonido y. Hay palabras en español para ese instrumento innecesario, pero si vamos a aceptar “juca”, escribámosla “juca”.

«Todo vocablo extranjero antes de ser adaptado al español debe escribirse con una marca».  «Si es en caracteres de imprenta será la cursiva —dijo— y si el texto ha sido escrito a mano la marca será colocar el vocablo de que se trata entre comillas. Solamente va entre comillas, por ejemplo, las palabras burlonas, para cuestionar, la mala fe. Por ejemplo, referirse al escritor Peralta Romero, y ponerle “escritor” (entre comillas): eso es un discurso entero contra Rafael Peralta Romero».

«Cuando se adaptan al español los vocablos foráneos, deben comportarse como palabras de nuestro idioma».  «Unos asumen la tilde, como “blíster”; otros la ñ, como “champaña”, “lasaña”; otros pierden algunas consonantes, como “chofer”, y el apellido “Masara”, que era con zz, cuando llegaron los primeros “Mazzara”».

 

«Los nombres procedentes de lenguas que no emplean el alfabeto latino…»

«Lenguas que no usan el alfabeto latino, que se escriben con unos palitos…, como el árabe, el chino o el japonés, ¿cómo lo adaptamos? No hay forma. Primero vienen unos especialistas y le hacen un proceso que se llama transliteración. Por ejemplo, cogen esos palitos chinos y dicen: “Ahí dice chofán”. Bueno, pues escribimos chofán.  Ahora vienen otros problemas a través de eso: adoptan la forma correspondiente a la lengua de quien hizo la transliteración. Por eso un chino va a los Estados Unidos adonde un embajador, le hacen su relación y le dicen: “Usted se llama John” (Aquí vino alguien y quien le hizo la transliteración le dijo “Tú vas para República Dominicana: tu nombre es Juan”). Por esa transliteración, hecha por cada cual, el nombre del país conocido por Qatar en español es ‘C a’, Catar, porque eso es que lo estamos pronunciando. Y así, su gentilicio, ¿cómo lo escribimos?: catarín, con c. Entonces el país es Catar —a confianza—».

«Soja y judo proceden del japonés, pero quien la transliteró al alfabeto latino las escribió con : «Soja», un alimento, ¿verdad? Pero los dominicanos decimos «soya». Y un juego, cuyo practicante tiene una federación que se abrevia «Fedoyudo», pero ellos escriben «Fedojudo»; y si es «Fedojudo» es «Fedojudo». Entonces, esas dos palabras proceden del japonés: soya y yudo. Ambas proceden del japonés, pero quien la transliteró al alfabeto latino las escribió con j, y nosotros, muy complacientes con la fonética inglesa, pronunciamos la j con sonido de y.

—Publico (M): Y «jipeta».

—RPR: No, «yipeta» es aparte.

  «La adaptación de palabras en nuestra lengua es trabajar en pro de la renovación y de la perfección de nuestra lengua», expresó Rafael Peralta Romero.   

Concluyó: «Nuestro idioma debe merecernos más respeto que todos los otros. ¿Por qué tanta preocupación por escribir esas palabras que proceden de otros idiomas? No, preocupémonos por escribir el de nosotros. Los académicos de la lengua, lejos de las opiniones despectivas con las que a ellos se refieren algunas personas, trabajan por la renovación y perfección de nuestra lengua. La adaptación de palabras a nuestra lengua es eso: trabajar en pro de la renovación. Y fíjense que en la lingüística hay tendencias: algunos le llaman “puristas”, porque son conservadores. Entonces, el que acepta palabras de otras lenguas no es tan conservador, no es purista; lo que quiere es que las palabras se escriban como debe ser en español».

(Reporte de Miguelina Medina  https://www.youtube.com/watch?v=kCWnspTQ-Js

ACADEMIA DOMINICANA RECONOCE LABOR DE SUS LEXICÓGRAFOS

Con motivo de la celebración de su 94 aniversario, la Academia Dominicana de la Lengua realizó un acto para reconocer al equipo de lexicógrafos que integra el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía (Igalex), adscrito a la ADL, por su valioso servicio de investigación lexicográfica a favor de nuestra lengua, de nuestra Academia y del país.

Es importante señalar que esta comisión lingüística está compuesta por los académicos María José Rincón González, Ruth Ruiz, Rita Díaz Blanco, Fabio Guzmán Ariza, Roberto Guzmán Silverio, Rafael Peralta Romero, Domingo Caba Ramos y Miguel Collado.

Presidió la actividad el director de la corporación, don Bruno Rosario Candelier, con la presencia de los académicos de la lengua José Enrique García, Manuel Núñez Asencio, Eduardo Gautreau de Windt y Miguel Solano. Rafael Peralta Romero fungió como presentador del acto.

Rita Díaz Blanco hizo una breve exposición en la que dio algunas pinceladas sobre el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía (Igalex), adscrito a la Academia Dominicana de la Lengua. Manifestó que la labor del Igalex es trabajar en el área de lexicografía, la actualización del Diccionario del español dominicano, la reconexión de vocablos y todo lo relacionado con esta área: “La tarea vertebral del Igalex es la actualización del Diccionario del español dominicano, cuya primera edición fue publicada en el año 2013. Una de las misiones de este año es convertir ese diccionario en una herramienta digital que esté a disposición de las personas interesadas no solo en aumentar su vocabulario, sino en conocer su lengua materna”, explicó la académica.

Díaz Blanco informó que actualmente el Igalex propone realizar una segunda edición del DED, para lo cual el equipo está trabajando fuertemente, reuniéndose todas las semanas mediante vínculos de conversaciones a través de las redes de la tecnología en busca de actualizar el contenido del diccionario, completar y transformarlo para su nuevo formato.

Por otro lado, la académica Ruth Ruiz, en su intervención, brindó unas informaciones sobre una de las iniciativas de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua (Fundéu).

La experta en gramática de la lengua explicó que la Fundéu nace con el objetivo de impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación de la República Dominicana. Su labor principal consiste en hacer recomendaciones sobre el lenguaje utilizado en la prensa escrita, los medios audiovisuales y las redes sociales. Desde sus inicios, en julio del 2016, esta entidad cuenta con un Consejo Asesor compuesto por académicos y periodistas, que preside el director de la ADL, don Bruno Rosario Candelier. Más recientemente, el equipo del Igalex se ha incorporado a las labores de redacción y corrección de las recomendaciones.

Finalmente, Ruth Ruiz rindió cuentas de que a la fecha se han publicado más de 740 recomendaciones, las cuales se difunden a todas las personas interesadas en recibirlas por correo electrónico en un boletín al que ya se han suscrito unas 10, 600 personas y también se publican en la ciberpágina de la institución.

El académico e investigador literario, Miguel Collado, también tuvo la oportunidad de presentar su exposición, la cual tituló “Un breve paso por mi vida en la literatura”. Collado contó que entró al mundo de la literatura en el 1967, cuando escribió un poema a sus 13 años. Era un poema de amor titulado “Tus ojos negros”, motivado por la atracción que una joven de su edad había causado en él con todas las consecuencias emocionales que el primer amor convoca. El intelectual manifestó que en 1976 fue el año de su definición como escritor, “Ya tenía 22 y a esa edad emprendí mi primera aventura como investigador: me propuse hurgar en las raíces históricas de ese pueblo perdido en la serranía, en el que, muy hacia atrás en el tiempo, había tenido la América hispánica a su primer rebelde revolucionario: el cacique Caonabo, quien se paseaba por las montañas de Jánico mucho antes de arribar a la Isla el Almirante Cristóbal Colón acompañado de un grupo de delincuentes españoles salidos de las cárceles”, relató.

Agregó, también, que tuvo el privilegio en ese entonces de recibir las orientaciones de tres connotadas figuras de la historiografía dominicana: Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán y Ramón Franco Fondeur. Para concluir, Miguel Callado señaló que su nacimiento como investigador literario se da entre los años 1989 y 1993. Y en sus orígenes como investigador o historiador de la literatura dominicana, aparecen cinco connotados nombres de las letras dominicanas: Manuel Mora Serrano, José Enrique García, Antonio Fernández Spencer, Bruno Rosario Candelier y Manuel Matos Moquete: “Ellos me animaron y me estimularon haciéndome entender que el trabajo que como bibliógrafo yo había iniciado era novedoso y muy importante para las letras nacionales”, expresó.

Continuando el acto de reconocimiento, los académicos de número y figuras importantes de esta Academia: María José Rincón González y Fabio Guzmán Ariza intervinieron telemáticamente con unas precisas palabras. La lexicógrafa y coordinadora de la comisión lingüista de la Academia felicitó desde España a la Academia Dominicana de la Lengua en su 94 aniversario y, de paso, al Igalex en su primer año de función con la satisfacción de haber cumplido con los objetivos que se marcó para esta etapa y con la ilusión puesta en las tareas que se proyectan para el futuro. La doctora Rincón González reveló que están trabajando con entusiasmo y compromiso en la segunda edición del Diccionario del español dominicano, y también en una obra insigne: el Diccionario jurídico dominicano y están empeñados en el apasionante proyecto del Tesoro léxico dominicano y en el prestigioso proyecto internacional, que es el Tesoro lexicográfico del español de América.

“El Igalex nace gracias al aliento de la Fundación Guzmán Ariza para la investigación y la construcción de diccionarios. Lo hemos hecho este año y lo vamos a seguir haciendo. Nuestra tarea nos vincula estrechamente con la Academia Dominicana de la Lengua, y nos vincula, específicamente, en lo esencial: aportar en el conocimiento y en la valoración del español que hablamos en la República Dominicana y que compartimos con seiscientos millones de hispanohablantes”, indicó en su intervención la lexicógrafa María José Rincón.

De la misma manera, Fabio Guzmán intervino vía telemática con una breve reseña sobre lo que ha venido haciendo el Instituto de Lexicografía estos doce meses. El académico de número informó que el Igalex, además de apoyar a la Academia Dominicana de la Lengua en todas las tareas lexicográficas, ha comenzado la preparación de la segunda edición del DED y la primera edición del primer diccionario de términos legales de la República Dominicana: el Diccionario jurídico dominicano, que estará listo para impresión y difusión en el internet a mediados del año 2023. También el académico de la lengua residente en Miami, Roberto Guzmán, envió un resumen con el comentario de su labor lexicográfico, que publicamos más abajo.

Las últimas palabras del acto fueron pronunciadas por el Dr. Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, quien expresó que desde que concibió la idea de confeccionar un diccionario de dominicanismos, comenzaron a trabajar en conjunto y durante cinco años estuvieron laborando en esa investigación lexicográfica que, finalmente, dio como resultado la edición del Diccionario del español dominicano.

El doctor Rosario Candelier manifestó que luego de la elaboración del Diccionario del español dominicano, entendió que era necesario crear una comisión lingüística que trabajase por la Academia, por la lengua y, sobre todo, por el español dominicano. Contó que, en esa comisión lexicográfica designó a María José Rincón como coordinadora, a la que se integraron Fabio Guzmán, Roberto Guzmán, Ruth Ruiz, Rita Díaz, Rafael Peralta Romero, Domingo Caba y Miguel Collado: “Este organismo ha prestado un valioso servicio a la Academia Dominicana de la Lengua, y un inmenso servicio al mejor conocimiento del español dominicano y, naturalmente, sus integrantes tienen firmes inquietudes lingüísticas en atención a los estudios que han realizado, lo que ha permitido que puedan hacer un grandioso aporte lexicográfico al mejor conocimiento de la palabra”, destacó en director de la ADL.

Rosario Candelier señaló que la labor que ha realizado la Academia Dominicana a favor de nuestra lengua ha dado sus frutos, y dijo: “Hemos publicado cinco diccionarios de la lengua. Y ese aporte habla por sí mismo”. El lingüista recalcó que un académico de la lengua se justifica en función del amor que siente por la palabra, de la identificación que siente por lo que implica el conocimiento de la lengua en su dimensión lexicográfica, fonética, ortográfica y gramatical.

Al concluir, el Dr. Bruno Rosario Candelier entregó, en nombre de la ADL, un reconocimiento a cada uno de los integrantes del equipo lexicográfico de la Academia en atención a sus méritos lingüísticos y literarios, su valioso servicio de investigación lexicográfica a favor de nuestra lengua y su efectiva identificación con los ideales y tareas de esta corporación.  Santo Domingo, ADL, 12 de octubre de 2021.

 

Palabras de Fabio Guzmán Ariza para el acto conmemorativo en la ADL

Me complace compartir con ustedes una brevísima reseña sobre el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía, que cumple hoy un año muy fructífero de vida institucional.

En efecto en estos últimos doce meses, además de apoyar a la Academia Dominicana de la Lengua en todas las tareas lexicográficas que le ha encomendado la Real Academia Española, hemos comenzado la preparación de la segunda edición del Diccionario del español dominicano y del primer diccionario de términos legales de la República Dominicana: Diccionario jurídico dominicano o DJD. Estos últimos diccionarios, cuya elaboración está a mi cargo, son producto del acuerdo de colaboración suscrito hace unos años entre el Consejo del Poder Judicial, la Academia Dominicana de la Lengua y la Fundación Guzmán Ariza: Una Academia Dominicana de la Lengua.

El proyecto del DJD consta de cuatro fases:

En la primera, que concluyó en el mes de febrero de este año 2021, se seleccionaron los jueces y abogados que conforman el equipo de redacción. En total más de sesenta juristas divididos entre veintiún subgrupos y corresponden a las veintiuna marcas de disciplinas jurídicas y se utilizarán el de otras, tales como derecho civil, derecho penal, etcétera.

En la segunda etapa del proyecto, que se desarrolló en abril y mayo de este año, María José Rincón, la directora del instituto, impartió un breve curso de lexicografía a los miembros del equipo para asegurar que en la preparación del diccionario se cumplan las reglas con las técnicas lexicográficas correctas.

La tercera base consiste en la elaboración del lemario del diccionario, es decir, de las listas de todos los lemas y sublemas que se han de definir en él. A la fecha de hoy ya se han aceptado más de catorce mil lemas y sublemas en la aplicación informática que se ha desarrollado, específicamente, para el DJD.

En la cuarta y última fase que incursa a partir de agosto de 2021, se han comenzado a redactar las definiciones. Estimamos que esta tarea, por supuesto, que es la más importante del proyecto, nos tomará unos dieciocho meses y que el diccionario estará listo para impresión y difusión en el internet para mediados del año 2023. Esto es cuanto tengo que informarle del DJD. Santo Domingo, ADL, 12 de octubre de 2021.

 

Palabras de María José Rincón para el acto de reconocimiento en la ADL

El Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía nació el 12 de octubre de 2020 con la encomienda de dedicarse a la investigación y a creación lexicográfica. Llega hoy, por tanto, a su primer año de vida con la satisfacción de haber cumplido con los objetivos que se marcó para esta etapa y con la emoción puesta en las tareas que se proyectan para el futuro.

La investigación y la divulgación puesta al servicio del conocimiento de la lengua española son los empeños del equipo lexicográfico que han conocido hoy aquí, un equipo al que quiero destacar y que demuestra día a día, tarea a tarea, su generosidad al poner su experiencia y sus conocimientos al servicio de proyectos muy ambicioso. Y demuestra, además, su capacidad de identificación con una institución, El Instituto de Lexicografía Guzmán Ariza, que trabaja con entusiasmos y compromisos en el presente con conocimiento y respeto con los frutos del pasado y con la mirada puesta en el futuro: esa y no otra, es la identidad de la lexicografía. Un futuro cercano en el que pondremos a su disposición, como han visto hoy, la segunda edición del Diccionario del español dominicano en el que pondremos a su disposición una obra insigne: el Diccionario jurídico dominicano y, así mismo, estamos empeñados en el apasionante proyecto del Tesoro léxico dominicano y en ese prestigioso proyecto internacional, que es el Tesoro lexicográfico del español de América. El Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía nace gracias al aliento de la Fundación Guzmán Ariza para la investigación y para la construcción de diccionarios. Lo hemos hecho este año y lo vamos a seguir haciendo. Pero nuestra tarea nos vincula, estrechamente, con la Academia Dominicana de la Lengua a la que le felicitamos hoy por su nonagésimo cuarto aniversario. Y nos vincula, especialmente, en lo esencial: aportar en el conocimiento y en la valoración del español que hablamos en la República Dominicana, del español que compartimos con 600 millones de hispanohablantes.

Palabras de Roberto Guzmán sobre su colaboración lexicográfica para la ADL

Durante los últimos 19 años han aparecido estos comentarios en diferentes medios de comunicación. Es una labor ininterrumpida de una entrega por semana.

Por medio de estos se procuran varios fines. El primero es instruir a los lectores sobre el buen uso del español. El segundo propósito es estudiar la legua con un enfoque divertido y fácil de entender para todos. En las últimas producciones se han incorporado muchas voces del habla de los dominicanos. Esta labor ha permitido trazar el origen de estas voces en algunos casos, o por lo menos, la aparición de estas en los lexicones americanos o dominicanos. La última tarea mencionada ha permitido documentar la historia de algunas voces, cuya trayectoria permanecía en textos olvidados, arrinconados o ignorados.

A la par de los trabajos a los que se ha hecho referencia, ha sido posible incorporar el estudio de palabras nuevas que se incorporan en las publicaciones de la prensa diaria dominicana. En la medida de lo posible en cada ocasión se citan las fuentes a que se acude para sustentar las opiniones propias y ajenas de los escritos. Esto permite que los interesados puedan verificar la exactitud de lo escrito, así como ampliar los conocimientos sobre el tema recurriendo a las fuentes. El lenguaje de estas intervenciones es llano. Eso posibilita que todo tipo de lector pueda entender las razones que explican las posturas adoptadas en los textos. Algo novedoso en estos artículos son las referencias etimológicas de las palabras americanas estudiadas. Otro punto interesante son las referencias a lenguas extranjeras que han influido en la adopción de las palabras analizadas, sobre todo cuando estas pertenecen a la familia indoeuropea de lenguas. En la medida de lo posible los juicios y observaciones que se exponen son debidamente ponderados para evitar caer en posiciones controversiales con respecto de los asuntos que son tratados en estas entregas. Los puntos sobresalientes de estos esfuerzos es llevar al conocimiento de todos los lectores un abanico de temas relacionados con la lengua de modo organizado y claro.

Palabras de Miguel Collado en el acto de reconocimiento de la ADL 

Entré al mundo de las letras una noche, sobre las 9:00 p.m., del año 1967. Fue en Jánico. Escribí un poema a los 13 años. Era un poema de amor titulado «Tus ojos negros», motivado por la atracción que una joven de mi edad había causado en mí con todas las consecuencias emocionales que el primer amor convoca. Recuerdo que le dediqué toda una colección poemática a esa chica: inspirado en ella seguí escribiendo «Tu lunar», «Tus labios de grana», «Tu piel». ¡Y así! Por suerte para mí todos esos textos iniciales se perdieron, ahorrándome el esfuerzo de tirarlos a la hoguera, lo cual hubiera hecho, sin ninguna duda, tiempo después. Por razones de estudio, por ese hondo deseo de superación intelectual que siempre me ha animado, contrario a los deseos de mi abuela paterna con la que transcurrieron mi segunda infancia y mi primera adolescencia en Jánico (1957-1969), emigré a la ciudad de Santo Domingo, donde residían mis padres, quienes se habían divorciado cuando yo apenas tenía 3 años de edad. Era el año de 1969 cuando partí, con inevitables lágrimas, hacia lo desconocido. Ingresé a la secundaria: en el Colegio Onésimo Jiménez, situado en la avenida Venezuela del Ensanche Ozama, conocí al poeta Alexis Gómez, quien fue mi profesor de Lengua Española en el primer curso de bachillerato. Lo fue por solo tres días en sustitución temporal de la titular de la asignatura, cuyo nombre no recuerdo. ¡Por solo tres días fue mi profesor y a él lo recuerdo más que a ella! Alexis fue el primer escritor de oficio con el que entré en contacto en mi vida literaria. Yo tenía 15 años. Recuerdo que él me invitó a leer en un acto que con motivo de la celebración del día de la independencia fue organizado por el grupo La Antorcha en Los Mina, populoso sector de la zona oriental de la Capital. Leí un poema malo titulado «27 de Febrero». En esa actividad también estuvo el líder del grupo: Mateo Morrison. Mi amistad con Alexis fue para siempre: solo su muerte inexplicable logró romperla. Entre 1971 y 1972, viviendo ya en el sector de San Carlos, en la parte occidental de la Capital de la República, conocí a un destacado miembro de la Generación del 48, que en los años 60 del siglo XX había sido co-director de la revista Testimonio: me refiero a Ramón Cifré Navarro. Algunas esquinas nos separaban. En ese momento trabajaba en su poemario Espejo y aventura, del cual solía leerme, con emoción de juventud, textos de una hondura lírica impresionante. De él recibí algunos sabios consejos: «Escribe sin que el tema sea una limitante; olvídate de la poesía social, de la poesía política, de la poesía romántica. Solo escribe y deja que todo fluya en libertad», me dijo una de esas tardes en que acostumbraba visitarlo. En su casa, en la calle Álvaro Garabito, entre Abréu y Eugenio Perdomo, conocí a Virgilio Hoepelman y a Ramón Lacay Polanco. Ya estábamos en 1974, año en que da a la luz pública su obra poética citada, de la que conservo un ejemplar debidamente autografiado. Yo tenía 20 años de edad. Pero pienso que 1976 fue el año de mi definición como escritor. Ya tenía 22 y a esa edad emprendí mi primera aventura como investigador: me propuse hurgar en las raíces históricas de ese pueblo perdido en la serranía, en el que, muy hacia atrás en el tiempo, había tenido la América hispánica a su primer rebelde revolucionario: el cacique Caonabo, quien se paseaba por las montañas de Jánico mucho antes de arribar a la Isla el Almirante Cristóbal Colón acompañado de un grupo de delincuentes españoles salidos de las cárceles. Tuve el privilegio en ese entonces de recibir las orientaciones de tres connotadas figuras de la historiografía dominicana: Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán y Ramón Franco Fondeur. A los dos primeros los llamaba por teléfono con suma frecuencia para consultarles y recibir de ellos sabios consejos. Vivían en la ciudad de Santo Domingo, mientras que el tercero residía en la ciudad de Santiago de los Caballeros, donde era el director del Archivo Histórico de Santiago, que hoy ostenta, con toda justicia, el nombre de tan generoso caballero. No esperé concluir esa investigación para publicar mi primer libro, por lo que en el mes de diciembre de ese año vio la luz pública mi primer poemario: Pesada atmósfera. Fue singular esa primera publicación a mis 22 años de edad, puesto que, quizá por timidez provinciana, no lo firmé con mi nombre de pila, sino con un seudónimo anagramático: LEUGIN OINOTNO. Era mi nombre invertido: MIGUEL ANTONIO. Hay en ese libro una latente preocupación del autor por los problemas sociales y políticos, pero también una atención puesta en la condición humana. Es el periodista Rafael Abreu Ortiz quien escribe el prólogo: «Con su incuestionable pasta de poeta, con claridad en el estilo, Leugin Oinotno —que así quiso llamarse— nos trae en su ‘Pesada atmósfera’ un verdadero hontanar de bellezas y verdades dolorosas». En 1980, cuatro años después, mi segundo poemario, Soliversodario, vendría a dejar más definido mi modo de abordar la temática política en mi poesía, aspecto destacado por el poeta Antonio Lockward Artiles al presentar dicha obra en el salón de profesores de la Facultad de Humanidades «Pedro Henríquez Ureña» de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue en enero de 1981: La obra de Collado mantiene un equilibrio entre el fondo y la forma, pese a que el mismo ha trabajado un tema político tan candente en estos momentos como lo es el de la lucha que han venido librando los sandinistas contra la tiranía somocista en el hermano pueblo de Nicaragua. No cae en el panfleto, como ha ocurrido con otros jóvenes poetas que, como él, también se han identificado con la problemática nicaragüense, la cual compete a todos los latinoamericanos. ‘Soliversodario’ tiene unidad y hay en él una armonía entre el contenido y la forma. Lockward Artiles fue mi profesor de Literatura Dominicana en la UASD, cuando estudiaba la carrera de Educación Superior (Mención en Letras). Siempre he pensado que fue él quien realmente me motivó, sin saberlo, para que yo decidiera estudiar las obras y los autores dominicanos al pasar el tiempo. Por esa época (entre 1976 y 1984) tuvo el privilegio de ser discípulo de Abelardo Vicioso, Abel Fernández Mejía, Máximo Avilés Blonda, Alberto Malagón, Rafael Valera Benítez, Celso Benavides y Rafael Mejía Constanzo. En esa facultad, una tarde de 1980, conocí a Pedro Mir, quien me dio un consejo que me ha servido desde entonces: «Lee en ciclo, Miguel». Recuerdo que le mostré uno de los poemas del libro Soliversadari», todavía inédito, y como estaba mecanografiado a dos colores, en rojo y negro, sosteniendo en alto el poema escrito en hoja de maquinilla, dijo: «Miguel, ¿sabes que la poesía tiene un valor visual?» Nunca he olvidado el modo tan exquisito en que lo dijo. Y nunca estuve lejos de él; siempre estuve en contacto con él: hasta editarle la que pudo haber sido su última obra publicada en vida: Ayer menos cuarto y otras crónicas. Vio la luz pública en el año 2000, dos semanas después de su partida definitiva. Cinco años después, en 1986, ve la luz pública mi tercer poemario: El viento y yo. Motivó al crítico y poeta Julio Cuevas para escribir sobre el mismo, publicando un artículo en la página literaria «Trapiche», del periódico El Sol ya desaparecido: «En El viento y yo se perfila una manifestación filosófica que procura arraigar un planteamiento colindante entre la incógnita de la existencia y la impredecible realidad del destino. La nada y la muerte confluyen en su filosofar que tiende a alejarse del ritmo de la poesía, para constituirse en desahogo y descarga espiritual del poeta frente a su ambiente». Con Un encuentro propiciado por la lluvia, una colección de poemas amatorios, se cierra en 1987 mi ciclo poético desde la perspectiva editorial, es decir, aunque continuaría escribiendo poesía tomé la decisión de nunca más publicar otro libro de poesía. Estaba convencido de que el país no necesitaba un poeta más, pero sí un bibliógrafo que ordenara sus fuentes bibliográficas. Para asumir a conciencia esa labor, como un deber ciudadano, busqué y recibí el entrenamiento técnicobibliotecológico que el oficio exigía. A dos bibliotecólogas y a un bibliotecólogo bastante competentes debo agradecerles sus enseñanzas en la materia: Ana Marina Méndez, Elida Jiménez y Luis Rosa. SURGIMIENTO DEL INVESTIGADOR, DEL BIBLIÓGRAFO (1987-1993) Ahora bien, transcurridos once años desde la publicación de Pesada atmósfera habría de publicar un avance de mi investigación sobre la historia de Jánico. Fue mi primera obra en prosa, de poca extensión: Apuntes sobre la historia de las fiestas patronales del municipio de Jánico. Ese trabajo —enriquecido con nuevos datos, y que constituyó mi primer acercamiento a la poética de Juan Antonio Alix— sería el segundo capítulo de mi libro «Jánico. Notas sobre su historia», aparecido en 1993. Cabe destacar que el concepto apuntes apareció en mi léxico por primera vez en 1987 y nunca dejaría de estar presente en mis posteriores investigaciones bibliográfico-literarias. ¡Me fui definiendo casi de un modo inconsciente!

En mis orígenes como investigador o historiador de la literatura dominicana aparecen cinco nombres connotados de las letras dominicanas: Manuel Mora Serrano, José Enrique García, Antonio Fernández Spencer, Bruno Rosario Candelier y Manuel Matos Moquete. Ellos me animaron y me estimularon haciéndome entender que el trabajo que como bibliógrafo yo había iniciado era novedoso y muy importante para las letras nacionales. Lo consideraban pionero. El primero en decírmelo fue el autor de El fabulador, en esos años en que laborábamos ambos en el Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE), un organismo del Estado: él en el Centro de Capacitación y yo, paradójicamente, era Auditor Fiscalizador por haber realizado estudios en el campo de la Contabilidad y Auditoría en la Universidad Interamericana (UNICA). A él le mostré, en 1983, en su oficina, los originales mecanografiados de Una bibliografía preliminar de la narrativa dominicana (1786-1980), mi primer trabajo de investigación bibliográfica y que nunca llegué a publicar. Recuerdo su reacción aprobatoria. Partía esa bibliografía de 1786 porque en ese año el dominicano Jacobo de Villaurrutia (1757-1833) publicó en Madrid, España, una traducción libre del francés al español de la obra inglesa La escuela de la felicidad, la cual firma con un seudónimo anagramático: Diego Rulavit y Laur. Es un libro de narraciones y reflexiones morales que Villaurrutia traduce en un estilo más sencillo que el utilizado por su autor aún desconocido; incluso le agrega reflexiones propias. 1989 fue un año clave para el bibliógrafo que latía en mí desde los inicios del decenio de los 80: Bruno Rosario Candelier me brindó la oportunidad de dar a conocer al país el resultado de mis investigaciones bibliográficas a través del suplemento cultural Coloquio que, desde la fundación del diario El Siglo, él dirigía, convirtiendo ese órgano en uno de los más importantes suplementos editados en el país en toda la historia del periodismo dominicano. De Rosario Candelier aprendí el lenguaje periodístico, el uso racional del espacio en un medio impreso. Esos primeros trabajos me ganaron la admiración y el reconocimiento del ilustre Fernández Spencer, quien en cierta ocasión me dijo que en Europa tenían los bibliógrafos un bien ganado respeto en el mundo intelectual, especialmente en Francia y en España. Fue el célebre autor de «Bajo la luz del día», quien, siendo director de la Biblioteca Nacional en 1990, creó el cargo de investigador bibliográfico en la principal institución bibliotecaria del país para nombrarme. Fue mi maestro, mi jefe y mi amigo, pero sobre todo mi maestro. También Mora Serrano supo valorar mis investigaciones en torno a la literatura dominicana. En un artículo publicado el 24 de febrero de 1990 en el citado periódico, él declara lo siguiente: [Tenemos] en Miguel Collado algo que faltaba hace tiempo en nuestra literatura: un bibliógrafo metódico y actualizado, responsable y esforzado, confiable y mesurado. [Me] complace declarar que de continuar así, en el terreno de la investigación bibliográfica, [Collado] se convertirá en una indudable autoridad literaria cuyo prestigio crecerá con el tiempo. Definitivamente, 1993 es el año de mayor trascendencia en mi trayectoria de investigador bibliográfico: ve la luz pública mi libro Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana. Fue presentado en marzo de ese año, en presencia del profesor Juan Bosch y del Poeta Nacional Pedro Mir, por el destacado intelectual y académico Manuel Matos Moquete, quien dice en su discurso, publicado en el suplemento cultural Aquí del diario La Noticia del 26 de junio de 1993, lo que a continuación citamos: «Miguel Collado es un investigador acucioso y de promisoria trayectoria en el campo de la investigación bibliográfica. Singular es su virtud de unir su sensibilidad de poeta y el apego a la exactitud que trae de su formación profesional de la Administración de Empresas». Y en ese mismo número del citado suplemento cultural Aquí el crítico literario Bruno Rosario afirma que «Miguel Collado, con sus investigaciones y estudios sobre el material bibliográfico dominicano, ha revelado una faceta singular de su perfil creador y ha actualizado una disciplina indispensable para las tareas de la crítica literaria, la documentación bibliográfica y el conocimiento de obras publicadas en las diferentes vertientes escriturales». En verdad 1993 fue un año espectacular en mi carrera literaria, pues luego de la publicación de dicha obra vino el Premio Casa del Escritor Dominicano. No era una premiación por convocatoria, como se suele hacer en los concursos tradicionales, razón por la que me encontré extraña la noticia que me diera, un domingo en la mañana, el poeta Rafael Abreu Mejía, informándome por teléfono: «Miguel, te felicito; la Casa del Escritor Dominicano ha premiado tu libro Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana, considerándolo el mejor libro del año en su género». Luego me enteré de las características de esa premiación a través de la prensa. Abreu Mejía fue co-fundador en 1967 del grupo literario La Antorcha, junto a Mateo Morrison, Enrique Eusebio, Alexis Gómez y Soledad Álvarez. Los dirigentes de la Casa del Escritor Dominicano, entidad cultural de vida efímera, me expidieron, el 3 de octubre del siguiente año, un diploma de reconocimiento que dice así: «Por cuanto la obra Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana ha sido considerada por los miembros del Jurado que otorga anualmente los premios Casa del Escritor Dominicano como la mejor de las publicadas en el país en la categoría de investigación bibliográfica durante el año de 1993». Los firmantes son Pedro Vergés, Diógenes Céspedes, Jeannette Miller, Soledad Álvarez, José Enrique García, José Mármol y Arturo Rodríguez Fernández. (Escribir ese libro me tomó 10 años de duro y continuo trabajo de investigación, haciendo levantamiento de datos en bibliotecas de la ciudad de Santo Domingo y en las bibliotecas municipales de todos los pueblos que en el período 1979-1987 hube de visitar debido a que viajar por todo el territorio nacional era parte de mi responsabilidad laboral por ese entonces. Como ya dije, era auditor fiscalizador en un organismo del Estado. En el día hacía horario de trabajo en oficinas y carreteras y en las noches disfrutaba de la indagación bibliográfica en las bibliotecas pueblerinas. En muchas de ellas encontré reliquias bibliográficas que estaban en la Biblioteca Nacional). Cito de nuevo al crítico literario y académico Manuel Matos Moquete, quien, en su discurso citado, valora la obra del siguiente modo: La obra Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana corresponde a un género específico dentro de los estudios literarios. Aunque hoy se ubica dentro de las modernas técnicas de bibliotecología, entronca con una larga y noble tradición filológica de levantamiento bibliográfico de las obras literarias. La obra traza, para ser más completa y rigurosa, los antecedentes de ese género en República Dominicana. El gran aporte de esta obra es situarse en sus propios antecedentes y desde ahí actualizar tanto el método bibliográfico como la bibliografía, con nuevas fuentes. Pero su bibliografía vale sobre todo, por ser el intento más amplio y riguroso que se ha hecho en el país en ese género. Y vale también porque es una labor que se sabe inconclusa y así queda consignado repetidas veces. La obra tiene un mérito poco común en trabajos de estudios literarios en el país: la imparcialidad. Es visible la ausencia de exclusiones de autores por razones ajenas a las limitaciones propias de obras de este género y a las dificultades del investigador dominicano. Pero no existen prejuicios en contra de autores que impidan que sus nombres figuren en estos apuntes bibliográficos. Una obra como esta necesita ser leída por los escritores y los estudiosos de la literatura dominicana. Es un trabajo útil, de valor didáctico, y es obra de referencia para investigadores. El periodista y escritor Frank Núñez estuvo presente en el acto de puesta en circulación de Apuntes bibliográficos…, donde, sentados a mi lado en la mesa de honor, estuvieron también el maestro de la narrativa latinoamericana Juan Bosch y el Poeta Nacional Pedro Mir. En su artículo «El dominicano creyente», aparecido en el diario El Siglo del 25 de enero del año 2000, Núñez relata la siguiente anécdota: En una de las tantas tertulias que se celebraban en [el Hostal Nicolás de Ovando] de la Zona Colonial, el escritor y político Juan Bosch comentó visiblemente sorprendido las condiciones de Collado como investigador: «Muchacho, tú mismo no te imaginas la importancia de ese libro», le dijo el creador de La Mañosa al autor de Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana. Don Juan refería que muchas publicaciones de su juventud, las cuales él había olvidado, habían sido rescatadas en la obra [de Collado] y puestas en contacto con los lectores. Desde su aparición, Apuntes bibliográficos… ha sido fuente de consulta constante de investigadores y estudiosos de las literaturas dominicana y caribeña tanto dentro como fuera de la República Dominicana, a pesar de que fue edición limitada de 500 ejemplares bajo el auspicio de la Biblioteca Nacional. El crítico literario italo-canadiense Giovanni Di Pietro, en un ensayo suyo aparecido en el diario El Siglo en abril de 1998 opina así sobre la obra: Miguel Collado nos sorprende con una obra, Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana (Biblioteca Nacional, 1993), muy oportuna. Decimos esto porque, al observar el ambiente cultural dominicano, notamos cómo en él se escasean obras de la naturaleza de la obra que Collado ha publicado. Si es difícil o casi imposible publicar crítica o novela o poesía o cuento en nuestro medio, aún más lo es publicar una obra puramente bibliográfica, que es lo que la presente sería. Se requiere mucho valor por parte de un investigador dominicano no sólo atreverse a producir el resultado de sus intereses investigativos, sino también permitirse remover mares y montañas para que tal cosa viera la luz de la publicación. Esto es justamente lo que ha hecho Miguel Collado y por lo cual se merece nuestra admiración. En julio de 1993 entré por primera vez a la vida literaria de la diáspora dominicana radicada en la ciudad de New York. Lo hice con mis dos primeros libros de investigación: el ya citado y Jánico. Notas sobre su historia. Fue una enriquecedora e impactante experiencia; la recepción de la crítica hispana en la gran urbe causó en mí un efecto motivador profundo, que me sirvió para comprobar la efectividad de la línea metodológica de investigación definida por mí en la década de los 80, basándome en los estudios de Metodología de la Investigación que había realizado en la universidad. Sí, fue una experiencia muy interesante poner en circulación en Manhattan (New York), en un mismo acto celebrado en la Alianza Dominicana, esos dos libros. Ambos fueron presentados por el escritor y periodista dominicano José Carvajal, a quien siempre he de agradecerle su solidaridad, pues él también asumió la coordinación del evento y fue, en cierto modo, quien me presento ante la comunidad cultural dominicana radicada en la gran urbe. Allí estuvo presente el ensayista y académico Silvio Torres Saillant, quien declaró a la prensa lo siguiente: «Ambos libros, de la autoría del investigador Miguel Collado, son extremadamente útiles. El uno (Jánico. Notas sobre su historia) porque nos cuenta la historia de un pedacito de nuestro país, cosa que es muy inusual en la historiografía dominicana. Generalmente se hacen las historias grandes y se omiten las historias pequeñas. Y entendemos ya hoy día que son las historias pequeñas que, juntas, completan la historia grande. En cuanto al estudio bibliográfico (Apuntes bibliográficos sobre la literatura dominicana) es una colaboración muy sustanciosa, muy valiosa, y muy necesaria, especialmente para los estudiosos de la literatura dominica». Recuerdo que tanto le gustó mi libro sobre la historia de Jánico al Poeta Nacional Pedro Mir que hizo la siguiente confesión: «El libro de Miguel Collado sobre la historia de Jánico está tan bien escrito que yo lo leí de una sentada con el placer con que se lee una novela». El célebre autor del clásico poema «Hay un país en el mundo» dijo eso, a las 9:45 p.m. del 14 de agosto de 1993, en la tertulia literaria del Hostal Nicolás de Ovando, la cual era coordinada por la gestora cultural Verónica Sención. Pero no tan solo al poeta Pedro Mir dejó impresionado la lectura de ese libro, sino también al humanista Marcio Veloz Maggiolo, a quien me unió una estrecha amistad intelectual, sin que la significativa diferencia de edad entre nosotros fuera un obstáculo: él era el maestro, yo el discípulo. Veloz Maggiolo, para mi sorpresa, escribió un enjundioso artículo valorando mi investigación sobre la historia de Jánico, titulado «El Jánico de Miguel Collado» y publicado en la edición del 10 de noviembre de 1993 en el diario El Siglo: …su libro Jánico [es] una obra de consulta de un gran valor. Hace tiempo que tenía el deseo de escribir sobre este libro, completo y acucioso. Siempre he considerado que las historias locales son el núcleo básico de una historia mayor, porque no se puede historiar un país sin conocer la parte mínima de sus acciones, la vida interior de sus pueblos. Aunque la obra de Collado no es la única, es de las más importantes por el contenido total que intenta abarcar. Me he sentado a leer la y he entrado en un mundo de intimidades que va desde la fundación del poblado. Y aún desde antes, cuando el Nitainato de Xanique vivía un proceso cacical que tronchó la llegada del europeo. Se trata de una verdadera obra de investigación en la cual no faltan los topónimos referidos a la vegetación, aquellos que se refieren a la conformación del terreno y a la propia vida cotidiana. Asombra, igualmente, la precisión con la que el autor, en correcta prosa, camina por senderos que van desde la división territorial actual y antes desde la fundación de Jánico como una villa distante de la primera fortaleza. En 1993 también vio la luz pública Primicias de América en Jánico. El año anterior se había celebrado el quinto centenario del descubrimiento de América. Ahora bien, con anticipación a esa efeméride el gobierno presidido por Joaquín Balaguer había creado el 4 de noviembre de 1986, mediante el Decreto No. 1152-86-375, la Comisión Dominicana Permanente para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América (1492-1992), la cual fue convertida en Patronato de la Ciudad de Santo Domingo en 1993. Esa comisión ignoró por completo la trascendencia de algunos hechos primigenios en la historia americana que habían tenido lugar en la localidad de Jánico antes y luego de la llegada a la Isla de los conquistadores españoles, como el primer cultivo de cebolla en América, la primera fortificación militar instalada por los españoles en el interior de la Isla, el primer hallazgo arqueológico en el nuevo mundo y donde fue hecho preso, en 1494, el valiente cacique Caonabo.

PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA: «SEIS ENSAYOS EN BUSCA DE NUESTRA EXPRESIÓN»

Clásicos ASALE~9

Coordinación de D. Francisco Javier Pérez

Prólogo de D. Bruno Rosario Candelier

 

La Asociación de Academias de la Lengua Española editó en Madrid, el pasado año 2020, dos de los seis ensayos contenidos en la obra del dominicano y «humanista de América», Pedro Henríquez Ureña titulada Seis ensayos en busca de nuestra expresión, bajo la coordinación de D. Francisco Javier Pérez, con un estudio prologal de D. Bruno Rosario Candelier. La misma se encuentra dentro de la colección Clásicos ASALE~9 y son dos piezas escogidas, representativas de la susodicha obra de Henríquez Ureña.

«Hemos seleccionado los dos primeros textos del libro Seis ensayos en busca de nuestra expresión, titulados “El descontento y la promesa” y “Caminos de nuestra historia literaria”, para constituir la presente edición. Las piezas seleccionadas se han reproducido siguiendo la edición de 1928, a cargo de la editorial Babel (Buenos Aires, Argentina)», dice la Nota Editorial.

 

«Pedro Henríquez Ureña es un paradigma del intelectual consagrado al estudio de las letras hispanoamericanas», BRC 

Al iniciar su discurso prologal, Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, señaló que «Pedro Henríquez Ureña es un paradigma del intelectual consagrado al estudio de las letras hispanoamericanas». Explicó que «Producto de una corriente cultural que anhelaba el desarrollo de la propia identidad histórica, social y cultural en su expresión intelectual y estética, una forma de anhelar la independencia no solo política, sino filosófica y literaria según la aspiración de los intelectuales y escritores de la América española, en Seis ensayos en busca de nuestra expresión, el escritor dominicano encauzó ese anhelo de los escritores americanos para alcanzar la propia voz como signo y cauce de una sentida apelación creadora en el uso de la lengua y el cultivo de las letras».

«Humanista entusiasta y fecundo, Pedro Henríquez Ureña escribió numerosas obras inspiradas en el genio de nuestra lengua —expuso Rosario Candelier—. Cultor apasionado de la palabra, intérprete eminente de la literatura hispanoamericana, ensayista prolífico y profundo, se dedicó al estudio de nuestra lengua y la interpretación de nuestras letras con una consagración ejemplar. Publicó una veintena de obras centradas en la identidad lingüística y cultural de los hispanoamericanos». Añadió que en México «escribió en El Universal, hacia 1923, el concepto de que la América hispana precisaba de normas y orientaciones dirigidas hacia la definición inequívoca de su propia vida intelectual, estética y espiritual. Era una vieja aspiración que impulsaron hombres visionarios, intelectuales y escritores de nuestra América, que habían iniciado el camino en procura de nuestro desarrollo literario».

Explicó que «Pedro Henríquez reflexionó sobre el destino de nuestras letras y entendió que debíamos cultivar nuestra propia voz, fundada en la temática de nuestras vivencias y el hallazgo de la intuición con nuestro tono distintivo y una adecuada estimativa de nuestras percepciones y valoraciones para asumir, potenciar y promover los más altos valores literarios, estéticos y espirituales a través de la lengua y la cultura de los pueblos hispanoamericanos». Dijo que «el humanista dominicano creía que, para alcanzar ese objetivo, había que enfrentar el problema sin rodeos: “En literatura, el problema es complejo, es doble: el poeta, el escritor, se expresan en idioma recibido de España. Al hombre de Cataluña o de Galicia le basta escribir su lengua vernácula para realizar la ilusión de sentirse distinto del castellano”», p. 11.

Apuntó que Henríquez Ureña «Pondera la dimensión americanista, que supo identificar en forma admirable enfatizando el vínculo entrañable de pueblos hermanos que comparten lengua, geografía y modos de vida, como manifiesta en México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Santo Domingo, Colombia, Perú, Chile o Argentina, países en los cuales hay una vigorosa literatura, sin obviar entre los suramericanos, a Venezuela y Paraguay y, desde luego, a los demás pueblos antillanos y centroamericanos, empapados de las manifestaciones esenciales de nuestro idioma al compartir la misma tradición española cifrada en el alma de nuestra lengua».

 

«Un acento propio y su búsqueda centrada en la tonalidad de nuestro estilo a través del ensayo y la crítica literaria»  

Expuso Rosario Candelier que «Para la búsqueda de ese acento propio centrada en la tonalidad de nuestro estilo, Pedro Henríquez Ureña enfatizó la dimensión creadora a través del ensayo y la crítica literaria en las diversas expresiones de nuestras letras que supo estudiar, valorar y enaltecer».

«Al tiempo que ensanchaba nuestro horizonte intelectual y estético, con su visión de mundo, su formación académica y su vocación orientadora contribuyeron a forjar valiosos creadores, analistas e investigadores literarios en los países donde desplegó su actividad docente y su labor escritural, ejercida a través de numerosas publicaciones o mediante conferencias cartas y contactos personales en asesoría académica a escritores, estudiantes profesores e investigadores»: «Esa vocación de Pedro Henríquez Ureña lo convirtió en uno de los más importantes intérpretes de la lengua española» —destacó Rosario Candelier—.

Consignó algunos datos biográficos sobre PHU: «Se formó bajo la escuela de Marcelino Menéndez y Pelayo en Madrid. Nacido en Santo Domingo el 20 de junio de 1884, y en el seno de una familia de intelectuales y poetas, recibió la inspiración de su vocación literaria, vivió durante su etapa de formación en Cuba, Estados Unidos de América, España y México, y en su época más fecunda de orientador y escritor, se radicó primero en México y luego en Argentina, hasta su muerte en Buenos Aires el 11 de mayo de 1946, tras una fructífera existencia plasmada en la investigación, la escritura y la docencia».      

«Pedro Henríquez Ureña escribía para edificar», explicó Bruno Rosario Candelier. 

Señaló que él «Tuvo plena conciencia de las debilidades de nuestros pueblos, de su escasa formación intelectual y sus precariedades no solo materiales, sino intelectivas y espirituales. Con su esclarecida inteligencia, que puso al servicio del crecimiento intelectual y estético, hizo cuanto estuvo a su alcance para incentivar el amor a las artes y las letras, en cuyo desarrollo cifraba el ascenso de la conciencia moral y espiritual, y cuando advertía una carencia expresiva, una imprecisión semántica o una desorientación conceptual, lo señalaba con el sentido edificador del que busca enseñar sin humillar, como se aprecia en diferentes eruditos», p. 23. Rosario Candelier dijo, además,  que Henríquez Ureña «Tenía una alta estimación por la perfección literaria, y por esa valoración era exigente en la valoración de la calidad a la que reclamaba las más elevadas cuotas de cultivo, rigor y esmero, actitud que fundaba su ideario poético»: «Este humanista de América supo compenetrarse con el talante sensitivo y espiritual de los escritores que concitaban su atención, y tuvo la capacidad para subrayar su acento peculiar, su tono distintivo y su técnica creadora al enfocar el aporte que una obra literaria brinda al desarrollo del crecimiento cultural. Con el instinto crítico, para atisbar los aciertos y los desaciertos de una obra literaria y aquilatar la grandeza o el talento de un escritor, nunca reparó en elogiar la obra meritoria. Y promovió, sin mezquindades subalternas, los valores que nos distinguen y los principios que nos enaltecen».

«Seis ensayos en busca de nuestra expresión revela la concepción intelectual de un escritor que consagró su talento crítico a la forja de una conciencia humanística centrada en los valores conceptuales, estéticos y espirituales, con el sentido de la justicia y el amor a la verdad mediante el cultivo de la palabra inspiradora y el pensamiento edificador cabe la expresión edificante y elocuente», afirmó Rosario Candelier  

Explicó que «Los aspectos relevantes de Seis ensayos en busca de nuestra expresión se fundan en el hecho de que tenemos una manera peculiar de ser y proceder que postula, como en efecto acontece en la realidad léxica, imaginativa y conceptual de la literatura hispanoamericana, una forma de expresión connatural a nuestra singular idiosincrasia y peculiar talante». Sumó a este concepto que «El planteamiento que sirvió de inspiración a esta obra de PHU fue su intuición lingüística de que, al contar nuestra América con unos rasgos singulares de la tierra, la lengua y la cultura, cónsonos con nuestra singular sensibilidad y talante espiritual, habíamos de tener una voz propia y una expresión original y auténtica que testimoniara nuestra manera de sentir, pensar y querer». Y agregó: «Generoso, abierto y comprometido con el ideal de cultura, sin obviar el ideal de justicia, su concepción literaria se manifiesta en su vida y en su obra, plasmada en este ensayo que analiza y exalta el desarrollo de las inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales desde la creación del lenguaje y la vivencia de la literatura».

 

Dos aportes adicionales  

Antes de compartir una porción de la prosa ensayística de este inmortal humanista, cito dos comentarios que hicieran una estudiante de la PUCAMAIMA y don Manuel Núñez, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, al cierre de su conferencia magistral telemática sobre «Los aportes de Pedro Henríquez Ureña a los estudios de la lengua y la literatura» en julio de 2020 (https://academia.org.do/2020/07/31/conferencia-virtual-de-manuel-nunez-asencio-en-la-pucmm/):

—Estudiante (F): Realmente es impresionante lo que escribe Pedro Henríquez Ureña al rescatar esos escritos. Son ensayos bien largos, y me sorprende que él fue un ensayista moderno, y más que la estructura del texto es la manera de como plantea lo que tiene que ver con la utopía de América, toda la base que él expone en la mayoría de sus ensayos.

—Manuel Núñez: Sí, él tenía una visión enciclopédica del ensayo. Es decir, esencialmente cuando abordaba un tema él tenía agotado todo lo que él hace en su biografía. Cuando uno examina la biografía de Pedro Henríquez Ureña se da cuenta de que cuando él abordaba un tema lo hacía con la conciencia de dejar un aporte, aunque después lleguen otros y lleguen más lejos, pero tenía un aporte y por eso su obra se mantiene.

     He aquí una porción de la prosa de Henríquez Ureña plasmada en esta obra, que extraigo del ensayo «El descontento y la promesa», acápite «El problema del idioma»:  Nuestra inquietud se explica. Contagiados, espoleados, padecemos aquí en América, urgencia romántica de expresión. Nos sobrecogen temores súbitos: queremos decir nuestra palabra antes de que nos sepulte no sabemos qué inminente diluvio. En todas las artes se plantea el problema. Pero en literatura es doblemente complejo. El músico podría, en rigor sumo, si cree encontrar en eso la garantía de originalidad, renunciar al lenguaje tonal de Europa: al hijo de pueblos donde subsiste el indio —como en el Perú y Bolivia— se le ofrece el arcaico pero inmarcesible sistema nativo, que ya desde su escala pentatónica se aparta del europeo. Y el hombre de países donde prevalece el espíritu criollo es dueño de preciosos materiales, aunque no estrictamente autóctonos: música traída de Europa o de África, pero impregnada del sabor de las nuevas tierras y de la nueva vida, que se filtra en el ritmo y el dibujo melódico.  Y en artes plásticas cabe renunciar a Europa, como en el sistema mexicano de Adolfo Best, construido sobre siete elementos lineales del dibujo azteca, con franca aceptación de sus limitaciones. O cuando menos, si sentimos excesiva tanta renuncia, hay sugestiones de muy varia especie en la obra del indígena, en la del criollo de tiempos coloniales que hizo suya la técnica europea (así, con esplendor de dominio, en la arquitectura), en la popular de nuestros días, hasta en la piedra y la madera y la fibra y el tinte que dan las tierras natales.  De todos modos, en música y en artes plásticas es clara la partición de caminos: o el europeo, o el indígena, o en todo caso el camino criollo, indeciso todavía y trabajoso. El indígena representa quizás empobrecimiento y limitación, y para muchos, a cuyas ciudades nunca llega el antiguo señor del terruño, resulta camino exótico: paradoja típicamente nuestra. Pero, extraños o familiares, lejanos o cercanos, el lenguaje tonal y el lenguaje plástico de abolengo indígena son inteligibles.  En literatura. el problema es complejo, es doble: el poeta, el escritor, se expresan en idioma recibido de España. Al hombre de Cataluña o de Galicia le basta escribir su lengua vernácula para realizar la ilusión de sentirse distinto del castellano. Para nosotros esta ilusión es fruto vedado o inaccesible. ¿Volver a las letras indígenas? El hombre de letras, generalmente, las ignora, y a dura tarea de estudiarlas y escribir en ellas lo llevaría a la consecuencia final de ser entendido entre muy pocos, a la reducción inmediata de su público. Hubo, después de la conquista, y aún se componen, versos y prosas en lengua indígena, porque todavía existen enormes y difusas poblaciones aborígenes que hablan cien —si no más— idiomas nativos; pero raras veces se anima esa literatura con propósitos lúcidos de persistencia y oposición. ¿Crear idiomas propios, hijos y sucesores del castellano? Existió hasta años atrás —grave temor de unos y esperanza loca de otros— la idea de que íbamos embarcados en la aleatoria tentativa de crear idiomas criollos. La nube se ha disipado bajo la presión unificadora de las relaciones constantes entre los pueblos hispánicos.

 

A manera de conclusión 

  1. Quiero expresar algunas de mis apreciaciones personales sobre lo expuesto en esta reseña. Primero, ausculto la remota posibilidad de si se perdieran todos los ensayos de Seis ensayos en busca de nuestra expresióny solo nos quedara esta porción que hemos leído de todos ellos, imagino ¡cuántos más podríamos erigir a partir de este texto y con gran diversidad de propósitos! Por ejemplo, accionaríamos (a) por el puro deleite de entrenarnos en la majestuosidad de su texto ensayístico. Buscaríamos las razones de la existencia del mismo y los textos previos y posteriores evidenciados en esta construcción. (b) Por encontrar evidencias del reconocimiento que hace el autor de lo propio de cada pueblo y el reconocimiento del aporte de otros pueblos, incluyendo el discurso rescatista de los derechos de las culturas primordiales hispánicas. (c) Evidenciar el carácter del autor y la autenticidad de sus luchas a favor de los demás, mediante un conocimiento histórico y político de los pueblos, conocimiento de las diversas artes, y las soluciones que ha visualizado al estudiarlos. (e) Identificar las expresiones respetuosas con las que expone su evaluación, mediante la comparación, sobre el efecto sicológico de quienes no tienen temores de sus raíces y los que son, o podrían estar siendo, menospreciados por las suyas, etcétera.
  1. Finalmente nos preguntamos si a casi 100 años de la escritura de Seis ensayos en busca de nuestra expresiónse podría decir que se encontraron las respuestas que su autor buscaba con el anhelo de exponerla, asentarla y promoverla. Y para responder un poco esta pregunta, en cuanto es posible en este espacio, compartiré algunos de los trabajos que grandes estudiosos han realizado al respecto, con voces que cantan un mismo sentir, pero con sus propias afinaciones naturales:

     1 Perfil del español dominicano es un libro de Bruno Rosario Candelier, un hermoso ensayo publicado en 2019 en donde su autor, luego de analizar los estudios de diversos autores en el tiempo, identificó en ellos que había un perfil de nuestra propia vertiente del español nacido en Castilla. Leamos en la siguiente dirección electrónica algunas de las palabras expuestas por Josanny Moní en el estudio que realizara a esta obra  (https://academia.org.do/2020/05/29/presentacion-de-perfil-del-espanol-dominicano/):  El español es una lengua hermosa, rica en vocabulario, aunque compleja en su estructura sintáctica. Afortunadamente existen libros como el Perfil del español dominicano, de Bruno Rosario Candelier, que sirven como guía para el estudio y el conocimiento de los atributos del español dominicano. Si el español dominicano fuera una persona y usara redes sociales este libro, Perfil del español dominicano, fuera sin dudas su manual de identidad. Aunque el español dominicano no es una persona, sabemos que la lengua es un mecanismo vivo que crece y evoluciona constantemente; por tanto, hay que estar abiertos a sus cambios.

    2 REALEC 2020 fue un congreso virtual lingüístico celebrado en noviembre de 2020, cuyos anfitriones fueron Ana Margarita Haché y Erik Willis, en donde grandes investigadores presentaron sus estudios. Algunas de las palabras inaugurales pronunciadas por la estudiosa académica de la lengua, Ana Margarita Haché, fueron las siguientes (https://academia.org.do/2021/01/28/informe-de-ana-margarita-hache-sobre-el-congreso-linguistico-de-santiago/):  La realización de REALEC 2020 en República Dominicana se relaciona también con los estudios iniciados por Pedro Henríquez Ureña, quien en palabras de Amado Alonso, “le cabe el honor de haber sido el primero en plantear la interpretación genética de los principales caracteres del español americano sobre bases realistas y críticas, sin los prejuicios impresionistas que lo daban como mera prolongación del lenguaje de los andaluces; y el primero también en describir y ordenar su complejidad regional, anulando la idea simplificadora que de él se hacían hasta entonces los lingüistas”.  Pedro Henríquez Ureña fue también el primer lingüista dominicano en caracterizar el habla de nuestro país con su obra “El español en Santo Domingo” publicada en 1940 por la importante Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana […]. Es un propósito de este evento académico darles visibilidad a estos trabajos entre especialistas y estudiantes de lingüística y esperamos que los contactos que surjan de este evento permitan la realización de proyectos comunes sobre la tremendamente rica e innovadora variedad lingüística del Caribe hispánico (puede accederse a las reseñas de algunas de las ponencias y a los enlaces del Congreso global, en la siguiente dirección de la Academia Dominicana de la Lengua: https://academia.org.do/2020/11/28/retorno-al-espanol-del-caribe-realec-2020-congreso-virtual-linguistico-celebrado-del-4-al-7-de-noviembre-de-2020/).

  1. Otras voces de «nuestra expresión».Específicamente en la expresión musical autóctona, que en este contexto estructural de los ensayos fue mencionada por el autor,  expongo que, la UNESCO declaró el merengue dominicano «Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad» en el año 2016, muestra de la alta valoración de nuestra expresión cultural (https://www.godominicanrepublic.com/es/news-posts/archivo/la-unesco-declara-el-merengue-de-republica-dominicana-como-patrimonio-cultural-inmaterial-de-la-humanidad/). Igualmente en la expresión pictórica, mencionada por Henríquez Ureña en su potente argumentación —que si bien no es el tema propio evaluado en la porción del texto ensayístico que compartí, queda evidenciada de manera sutil su preocupación por la misma—, muchos estudiosos dan fe de esta búsqueda de nuestra «expresión genuina» cultural:  Fradique Lizardo, por ejemplo (http://enciclopediadominicana.org/Fradique_Lizardo), y Alfredo Rafael Hernández Figueroa (https://www.diariolibre.com/revista/cultura/dos-libros-sobre-la-vega-en-la-primera-mitad-del-siglo-xx-AI17795306), son una muestra. Por otra parte, en el arte culinario existe otra «voz genuina» de nuestra expresión cultural, eco producido por la inquietud de Henríquez Ureña, al pasar del tiempo: es el caso de uno de nuestros platos autóctonos que identifican a nuestra Rep. Dom., el «Mangú», cuyo nombre, palabra, o voz, está siendo gestionada su inclusión en el Diccionario de la lengua española, por un grupo de cultoras de nuestro acervo cultural, a través de la Academia Dominicana de la Lengua, como puede verse en el  siguiente enlace: https://academia.org.do/2021/04/09/bruno-rosario-candelier-y-maria-jose-rincon-dialogo-con-el-equipo-de-jumbo-sobre-la-palabra-mangu/.
  2. Finalmente expongo la pregunta que se hace Pedro Henríquez Ureña a final del primer ensayo presentado en esta obra reseñada: «¿El hombre del futuro seguirá interesándose en la creación artística y literaria, en la perfecta expresión de los anhelos superiores del espíritu?» (p. 58). 

Creo que entre todos podemos responderle que sí a nuestro Pedro Henríquez Ureña. En donde él esté puede sentirse satisfecho de su legado humanístico:  su obra fue y será siendo acogida y multiplicada por quienes genuinamente aman sus pueblos, su humildad y su grandeza. Gracias por su hermosa motivación de compartir el bien a favor de la humanidad, señor Autor. Y muchas gracias, don Bruno Rosario Candelier, por su maravillosa exposición. Gracias a la ASALE, y a todos los escritores que he citado en esta reseña, por las grandes maravillas de sus aportes.

Reseña de Miguelina Medina

Pedro Henríquez Ureña, Seis ensayos en busca de nuestra expresión, edición de Bruno Rosario Candelier, Asociación de Academias de la Lengua Española, Madrid, 2020.

LAS ACADEMIAS COLOMBIANA, DOMINICANA Y ARGENTINA CELEBRAN PANEL SOBRE PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA

(SESIÓN VIRTUAL DEL 4 DE OCTUBRE DE 2021)

    Para tributar un homenaje al «Escritor de América», don Pedro Henríquez Ureña, la Academia Colombiana de la Lengua celebró una sesión virtual en la que participaron, además de la Academia anfitriona, la Academia Dominicana de la Lengua, con la presencia de su director, don Bruno Rosario Candelier, y del bibliotecario, don Juan José Jimenes Sabater; y la Academia Argentina de Letras, representada por su presidenta, doña Alicia Zorrilla. «No estamos celebrando homenaje a don Pedro ya muerto, él aún vive y no dejará de vivir», expresó don Juan Carlos Vergara.

En la salutación entre amigos, previa al inicio de la sesión, don Juan Carlos Vergara manifestó que él ve a don Pedro Henríquez Ureña como un «ciudadano del mundo». «Tratando de recuperar un poco de la imagen de don Pedro Henríquez Ureña. Puntualizó: «Porque no ve uno que se haga este tipo de cosas como la que vamos a hacer ahora, que es encontrarnos para hablar de alguien que nos une: “Es que yo tengo aquí a Borges, y usted ¿a quién pone?; “Es que yo tengo a García Márquez, y usted ¿a quién pone?”. Es que yo miro a don Pedro Henríquez Ureña, y no le pertenece a América: don Pedro Henríquez es un ciudadano del mundo».

—Alicia Zorrilla: «Un ciudadano del mundo», estoy totalmente de acuerdo contigo.

—Juan Carlos Vergara: Esto si es que es un lujo conversar con ustedes, Alicia, Bruno.

—Bruno Rosario Candelier: ¡Un lujo es conversar contigo y con doña Alicia Zorrilla! Fue muy bueno esta iniciativa tuya para recordar a don Pedro Henríquez Ureña… ¿Don Pedro Henríquez Ureña estuvo en México cuando la fundación de la Universidad, o ya se había ido a Argentina?

—Juan Carlos Vergara: Yo creo que ya se había ido a Argentina. Él estuvo en el desarrollo y creación de la parte del plan de estudios de la Universidad Autónoma, y su tesis de Derecho versó sobre la Universidad. Es un excelente tratado sobre la Universidad, la «Tesis en Derecho», me parece que es muy válida para señalar el peligro de la mercantilización de la universidad, que es lo que vemos hoy, la caracterización de la universidad. Es decir, es premonitorio cuando él dice que «Las humanidades se retiran y entra solamente la racionalidad, la matemática y toda la técnica, y se deja de lado las humanidades. Entonces se produce una destrucción del ADN de la universidad». Y a eso él apunta cuando dice que «Van a quitar créditos en el plan de estudios, en la formación de profesores de la Universidad Autónoma de México», que él aboga por mantener, no solamente las horas, sino también aumentar el nivel de presencia. Yo creo que bien vale la pena hablar con la Academia de México para ver si podemos tener una segunda etapa de esta sesión de hoy.

La sesión inició con el protocolo formal: la «Orden del Día» fue leída para ser «sometida a la consideración de los académicos». Su lectura fue realizada por el académico don Edilberto Cruz Espejo. El director confirmó la aprobación del desglose dando paso a la ejecución fiel de la susodicha «Orden del Día». A manera de bosquejo presentamos su contenido: 1. Lectura de la antífona «Veni, Sancte Spíritus», leída en latín. 2. Se dio lectura a la Correspondencia que llevaba las excusas del secretario general de la ASALE, don Francisco Javier Pérez, por no haber podido asistir a la sesión debido a un compromiso previo «en la sede de la Academia Española, a la cual ya había confirmado su asistencia». La misiva fue enviada y firmada por la señora Susana Benito. 3. El director de la ACL, don Juan Carlos Vergara, ofreció su Saludos a todos los participantes con un sublime discurso introductorio. 4. Las Intervenciones de los conferenciantes tuvieron lugar en el mismo orden en que fue establecido: «Primero, el director de la Academia Dominicana de la Lengua, don Bruno Rosario Candelier, con su conferencia “Motivación humanística de don Pedro Henríquez Ureña”. Luego la exposición del Bibliotecario de la Academia Dominicana, don Juan José Jimenes Sabater, con “La prosa crítica de Pedro Henríquez Ureña”. Tercero, la directora de la Academia de Argentina de Letras, doña Alicia Zorrilla sobre “El humanista de América en la Argentina”». Finalmente, se dio cierre formal a la sesión. He aquí la reseña del insigne acto, que he colocado, respetuosamente, a manera de cátedras disertantes, escuchadas con devoción por un alumno remoto:

 

Salutación excelsa de don Juan Carlos Vergara                           

  • «Encontramos a un maestro, a un humanista, a una persona ejemplar y, en ese sentido, la Academia Colombiana de la Lengua, no solamente hace un recuento histórico de la memoria de alguien que fue: yo diría que don Pedro Henríquez fue, es y será, en la medida en que definimos un clásico», expresó Juan Carlos Vergara.

«Muy buenos días. En primer lugar, saludar la presencia de los dos académicos de la Academia Dominicana de la Lengua que hoy serán oradores, don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, y don Juan José Jimenes, bibliotecario de la corporación. Lo mismo a doña Alicia Zorrilla, presidenta de la Academia Argentina de Letras, y a cada uno de ustedes que ha tenido a bien acompañarnos en esta sesión de la Academia Colombiana de la Lengua, que busca recordar, a los 75 años de su fallecimiento, a uno de los intelectuales más ilustres de la cultura universal. Don pedro Henríquez Ureña nace en República Dominicana. Tiene un periplo de estancias en México, Cuba, Estados Unidos, Argentina, España; pero son unas estancias que lo van construyendo desde su adolescencia, desde el momento en que realiza sus primeros escritos periodísticos en Nueva York, hasta su última clase, que no logró, al momento de entrar a su Universidad en Argentina y quedar en la mitad del camino. Encontramos a un maestro, a un humanista, a una persona ejemplar, y, en ese sentido, la Academia Colombiana de la Lengua, no solamente hace un recuento histórico de la memoria de alguien que fue; yo diría que don Pedro Henríquez fue, es y será, en la medida en que definimos, un clásico. Don Francisco Javier Pérez que, como acaban ustedes de escuchar, se excusa de no asistir a este evento por razones de agenda, me recordó que dentro de la ASALE, hace un tiempo reciente, se publicó un documento de don Pedro Henríquez Ureña, con estudio de don Bruno Rosario Candelier, y que esa sencilla publicación refleja el afecto que ASALE tiene por don Pedro Henríquez Ureña. En ese sentido, recorrer la biografía de este gran intelectual americano, no es fácil. Por ello, la Academia ha querido apoyar su voz en la voz de dos Academias hermanas: La Academia de la República Dominicana y la Academia de Argentina de Letras.

  • En la reunión previa a esta sesión, tanto don Bruno como doña Alicia, me han recordado que aquí tenemos una Academia que debía de estar presente y quiero hacer la referencia inmediata: la Academia Mexicana de la Lengua. Y me he comprometido con ellos, y ahora con ustedes, a tener una sesión próxima —de acuerdo también con la agenda de la Academia Mexicana—, para hacer una segunda parte en donde, además de ver la mirada de la República Dominicana, claro, la mirada de Argentina, y por qué no, la Academia Colombiana.

Porque yo no puedo olvidar dos aspectos en mi vida como lector, que pueden ser anecdóticos. pero que son los que tengo. El primero, el haber tenido un profesor en básica primaria que me regaló en esa época un libro, un poco extraño para un niño, como fue la Gramática de don Pedro Henríquez Ureña y el doctor Amado Alonso. Ese libro que me entregó en mi niñez, todavía me acuerdo de su portada, no recuerdo haberlo leído, porque, evidentemente, no era una lectura infantil, pero es el primer recuerdo que tuve de esa figura. El segundo, el haber podido tener en mis manos, de la Colección Ayacucho, el trabajo de La utopía de América, y ver el prólogo de un coterráneo, de don Rafael Gutiérrez Girardot, que amaba a don Pedro Henríquez Ureña, que lo conocía muy a fondo y que hizo un prólogo denso, interesante y valioso, y del cual recuerdo sus últimas palabras: “Don pedro Henríquez Ureña nos dejó un legado que hay que trabajar”. Yo creo que esa frase nos queda bien a todos.

En una reunión que tuvimos con la Academia Brasileña de Letras, en mi intervención señalé que: “Un académico cuando es nombrado, no es nombrado para que su diploma sea una lápida mortuoria, sino un acicate para empezar a hacer una obra”. Y eso es lo que nos dice en su vida don Pedro Henríquez Ureña: que un académico es un ser vivo y responsable, política e históricamente; quienes no lo hacen —y en algunos casos son mayoría— desdicen del honor que el país les ha conferido.

Creo que todos vamos a disfrutar de que, de alguna manera, en la voz de don Bruno, en la voz de don Juan José y en la voz de doña Alicia, nos vamos a sentir participes como académicos, y ojalá que en nuestro espíritu se prenda la llama de homenajearlo por nuestra acción académica. Creo que ese es el legado más importante de don Pedro Henríquez Ureña… Ernesto Sábato señaló que “Pedro Henríquez Ureña era el ejemplo de americano ejemplar”. Y creo que ha habido americanos ejemplares, por eso decimos ha habido algunos americanos ejemplares, pero “el americano ejemplar” lo fue don Pedro Henríquez Ureña. Por eso la Academia Colombiana abre sus puertas y genera este espacio para homenajear a América, la lengua española, la literatura universal, en el recuerdo de don Pedro Henríquez Ureña. Sin más palabras cedo la palabra a don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, con nuestra bienvenida y nuestro agradecimiento».

 

Bruno Rosario Candelier: «Motivación humanística de don Pedro Henríquez Ureña» 

  • «Don Pedro fue el ejemplo más cabal de lo que debe ser un maestro en todo el sentido de la palabra. Y lo fue por lo que hizo, justamente, mediante la palabra», Bruno Rosario Candelier.

«Muchísimas gracias, Juan Carlos Vergara. En Primer lugar, quiero felicitar al director de la Academia Colombiana de la Lengua por esta iniciativa de convocar a esta reunión para ponderar parte del aporte de don Pedro Henríquez Ureña, lo cual, naturalmente, es un acto de reconocimiento que tenemos que hacerle a la Academia Colombiana por la oportunidad de esta convocatoria, por la magnífica oportunidad; es una manera de recordar el aporte de don Pedro; es una manera de nosotros tener presente ese gran legado humanístico. Por eso titulé mi conferencia con la palabra “humanidades”, porque don Pedro fue, digamos, el ejemplo más cabal de lo que debe ser un maestro en todo el sentido de la palabra, y lo fue por lo que hizo, justamente mediante la palabra. De hecho, don Pedro tenía un sentido ético de la palabra, un sentido ético de la cultura. Y ese sentido ético que, naturalmente, conlleva una actitud moral de consagración, de disciplina intelectual, él lo demostró con hechos, no con palabras, lo demostró con hechos, ¡mediante la palabra!, para enseñarnos a todos nosotros la hermosa dotación con que nos distinguimos los seres humanos en virtud del Logos de la conciencia, que originalmente Heráclito de Éfeso concibió cuando descubre la condición más hermosa y significativa de la condición humana ya que estamos dotados de ese poder de la palabra que se manifiesta en el Logos. En segundo lugar:

 

  • Don Pedro tenía un sentido ¡altruista! Fíjense que subrayo esta palabra, un sentido altruista del trabajo intelectual. De tal manera que los que lo conocieron dieron el testimonio de que él compartía todo lo que sabía.

 

Cuando alguien le consultaba algo para orientarse, puede ser un escritor o un profesor o un intelectual, incluso le cedía artículos que él había escrito y que aún no había publicado. Cuando se trataba de orientar, pues, se daba por completo. Porque él era un sacerdote de la palabra, y en tal virtud vivía el hecho de compartir sus conocimientos con fervor, con entusiasmo, con la devoción que lo caracterizó en atención al alto rol que él desempeñaba como intelectual, humanista y escritor. Y en tercer lugar quiero ponderar el sentido trascendente que don Pedro le asignaba al cultivo de la palabra, al estudio de la lengua y al hecho mismo de dedicarse a la creación. Él exaltaba el estudio de la lengua y el cultivo de las letras, que, a propósito, están consignados en los estatutos de la Real Academia Española desde su fundación. Todas las Academias del mundo hispánico hemos adoptado esa disposición original para justamente enaltecer la palabra, como predicaba y ponderaba don Pedro Henríquez Ureña cuando enseñaba, cuando comunicaba lo que sabía, cuando testimoniaba lo que él quería dar a conocer. Y de hecho él lo manifestó en múltiples obras: comenzando con nuestro país, por ejemplo, escribió un texto luminoso, El español en Santo Domingo; pero para referirse a todo el mundo hispánico escribió La cultura y las letras de Hispanoamérica. Y en esa obra él da cuenta, no solo de la erudición que él poseía, de esa devoción que él encarnaba cuando se trataba de comunicar y sobre todo de enseñar, que, sin duda alguna, fue su pasión. Es ese sentido don Pedro Henríquez Ureña tuvo la convicción de que la formación intelectual dependía del conocimiento de la lengua. Y eso era clave para él, por eso le dio mucha importancia al dominico de la palabra, al dominio de la gramática. La Gramática que escribió, como señaló don Juan Carlos, justamente, con Amado Alonso, es un hermoso testimonio de cómo debe ser la enseñanza de la lengua. Ojalá nuestros Ministerios de Educación tomasen de nuevo esa obra y la recomendasen o la impusiesen como base para el estudio de la lengua, porque es una vía luminosa para nosotros sentir y valorar el alcance de la gramática, de la lexicografía y de todas las manifestaciones de la lengua. Ese énfasis que él ponía en el estudio de la gramática, lo completaba con la literatura. De tal manera, que esa misma obra que acabo de citar es un ejemplo de cómo debe ser un educador, a la hora de ilustrar un aspecto gramatical: él, por ejemplo, lo hacía con textos poéticos, con textos literarios, que eran paralelamente una manera de incitar, de motivar el estudio y el conocimiento de la literatura; porque él no separaba lo que era la lengua de la literatura, es decir, combinada los dos aspectos, en atención al alcance de la palabra, porque con la palabra no solo hablamos: con la palabra escribimos, y tenemos la opción de comunicar conceptos y de comunicar imágenes. Son los poetas, los narradores, los dramaturgos los que hacen uso de la vertiente comunicativa de la imagen cuando canalizan su aporte creador. De ahí la importancia que don Pedro le dio siempre a la lengua y a la literatura.

  • Otro aspecto importante en esa visión humanística que tuvo don Pedro fue, justamente, sembrar lo que yo insisto muy frecuentemente con mis estudiantes y en mis escritos:  concitar la conciencia de lengua.

Tener conciencia de lengua es fundamental en los buenos hablantes, porque quien tiene conciencia de lengua se preocupa por conocer la palabra, se preocupa por abordar el diccionario, se preocupa por dominar la gramática, se preocupa por conocer los principios y las técnicas de la literatura, como los conocía y las aplicaba don Pedro Henríquez Ureña en estudios ejemplares que él escribió cuando dio a conocer los diferentes textos, digamos, exegéticos, de la literatura hispanoamericana, y también de otras lenguas —porque no solo escribió de autores de la lengua española, también escribió de autores de la lengua inglesa, la que conocía—. Entonces, esa visión humanística de don Pedro era una visión global, era universal, porque él tenía una actitud universal, una actitud de apertura completa ante la palabra. Él tenía la concepción de que desde la palabra abarcaba el mundo ya que mediante la palabra y en la palabra, está consignado todo, sobre todo en la época que vivimos, porque en la época inicial, por ejemplo, en la época de los antiguos presocráticos, era poco lo que se había escrito, pero en la época que nos ha tocado vivir son centenares y centenares las obras lingüísticas y literarias que se han escrito; por consiguiente, el arsenal de conocimiento que está a nuestro alcance, es sumamente amplio. Don Pedro, que tenía conciencia de lengua, que tenía una sólida vocación literaria, dio ejemplo de cómo un intelectual y un académico debe consagrarse al estudio, a la disciplina intelectual, a la formación rigurosa como la que él adquirió, dedicándose a tiempo completo al conocimiento, al estudio, a la valoración y, sobre todo, a la escritura, que tanto cultivó

Entonces, nosotros como académicos —pero también, cuando digo nosotros me refiero a los intelectuales, a los escritores, a los maestros, a quienes tienen la responsabilidad de orientar y de enseñar— podemos ver en don Pedro Henríquez Ureña como nuestro modelo: un modelo de creador, un modelo académico. Por ese modelo lo podemos apreciar, justamente, porque él supo descubrir, ponderar y motivar el sentido subyacente de la imagen y el concepto, que es clave para quienes escriben. Él supo pensar la lengua y descubrir el sustrato poético del pensamiento —cosa que lo plasmó admirablemente en muchos de sus escritos— y desde el texto literario, don Pedro, supo fomentar el valor de la lengua como fuero del buen decir. Entonces, este y otros aspectos que podemos comentar del aporte de la dimensión humanística de don Pedro Henríquez Ureña, pues, para nosotros sigue siendo un modelo ejemplar. Y eso es admirable y eso es algo que nosotros debemos reconocer y ponderar. De hecho, todos lo reconocemos y lo ponderamos y, digamos que nos inclinamos reverentemente ante ese grandioso aporte que hizo don pedro en diferentes obras.  Y antes de concluir quisiera subrayar un aspecto importante dentro de las tantas manifestaciones intelectuales estéticas y espirituales que se manifiestan en su escritura: la idea de la conciencia de la propia expresión que don Pedro insistió, subrayó, pero de una manera cabal, y con un apremio tan principal que contribuyó a que los grandes escritores de América —sobre todo a partir de la década del 40 del siglo XX— tomasen conciencia de lo que la palabra y la escritura podían significar para el desarrollo intelectual de toda Hispanoamérica. De hecho, la gran literatura hispanoamericana es fruto de esa idea suya de que debemos alcanzar nuestra propia expresión; esa idea fue insistente de su parte por el hecho de que él era un humanista que amaba a su país y que amaba a América. Don Juan Carlos Vergara dijo al principio que don Pedro era “El escritor de América”, y efectivamente, él amaba a América, él se identificaba con toda la América hispana.

Él insistió siempre, sobre todo, en los escritores, porque los escritores son los que hacen uso ejemplar de la palabra, son los que están llamado a iluminar la conciencia. Y una vez que el escritor deja de imitar y acude a su propia expresión, a partir de sus propias intuiciones y vivencias, puede entonces canalizar su visión del mundo y canalizarla de un modo ejemplar mediante el uso de la palabra, como él, en primer lugar, lo hizo, dando el ejemplo; en segundo lugar, motivó a los escritores; en tercer lugar, como docente que era lo sembró en sus estudiantes en República Dominicana, en Cuba, en México y en Argentina. Claro, no solamente a esos cuatro países llegó su enseñanza, pues en toda América se ha estudiado el aporte de Pedro Henríquez Ureña. Y, en ese sentido, nosotros, como Académicos de la Lengua, estamos llamados a asumir ese legado y a comunicarlo, no solo a nuestros académicos —que sin duda lo conocen—, sino en quienes no conocen el aporte que hizo don Pedro Henríquez Ureña para hacer de nuestra Patria, para hacer de nuestra América la “Magna Patria”, como él le llamaba, en función de nuestro desarrollo intelectual, emocional, moral y espiritual».

Juan José Jimenes Sabater: «La prosa crítica de Pedro Henríquez Ureña» 

  • «Decía ese gran hombre, ese gran patriota cubano llamado José Martí que “Honrar honra”, y es lo que estamos nosotros haciendo en el día de hoy, honrando a una de las figuras más extraordinarias, más excelsas, de la intelectualidad hispanoamericana, don Pedro Henríquez Ureña», expresó don Juan José Jimenes Sabater al iniciar su disertación.

«Muchísimas gracias. Señalaré, para empezar, que la reflexión de Pedro Henríquez Ureña, en torno al arte y la literatura, pertenece a una estirpe doctrinal realmente eminente. En cuanto crítico, Pedro Henríquez Ureña es paradigma de la ensayística académica: siempre desarrolla los aspectos característicos y reveladores; no se pierde en el tupido bosque de lo accesorio o meramente circunstancial; nunca se distrae de su objetivo, hace eje de la indagación, el espíritu del autor, plasmado en los motivos que le inspiran y en la singular manera como han sido articulados desde la crepitación anímica de la palabra. De ahí que los éxitos críticos del magno polígrafo dominicano, hicieran época, al extremo de que no puedan ser ignorados ni siquiera en tiempos como los que vivimos: ebrios de primicia, intoxicados de lopevería, pero siempre remisos, cuando se trata de volver la vista atrás para reconocer el mérito y las verdades que fueron quedando a las espaldas. Los años pasan, van sepultando las décadas, el ayer, con su ominoso manto de polvo y olvido. Pero las opiniones de pedro Henríquez Ureña, sus intuiciones, hallazgos y juicios, porque abrieron surco y abonaron zonas extensas del saber, permanecen vigentes y frescos como el día en que se produjeran, al punto de que todavía hoy, los grandes… se ven forzados a tejer en el pensamiento, con el mismo hilo y aguja con que tejió los suyos el astuto pionero quisqueyano. No asombra que Octavio Paz, cuya nombradía ahorra toda digresión, comenzara su ensayo intitulado “Émula de la llama”, recordando —cito a Octavio Paz—: “Desde que Pedro Henríquez Ureña señaló que las notas distintivas de la sensibilidad mexicana reinan la mesura, la meladuría, el amor a los tonos neutros, las opiniones sobre el carácter de nuestra poesía, tienden casi con unanimidad, a repetir, subrayar o enriquecer estas afirmaciones”.

Perfecto derecho tenemos —claro que sí— a reputar del humanista su fecunda labor inquisitiva, porque, para empezar, se erige sobre el postulado, a un mismo tiempo convicción, esperanza y certeza, de que el ejercicio literario y artístico fundan la sibilitación humana y constituyen, en cuanto a rivalidad con la opinión del vulgo, el motor de cualquier forma de desarrollo auténtico.

“Todo humanista tiene fe en la importancia y los beneficios del arte, y crea, vía puntillas, en la necesidad de desarrollar el sentido de la belleza como una de las virtudes que hacen grandes a los pueblos y superiores a los individuos”, esas son palabras de Pedro Henríquez.

Semejante veneración de lo bello, antes que mera postura ideológica, es en Pedro Henríquez Ureña —disponemos de sus escritos para demostrarlo— ideal de vida que irradia en cuanta empresa intelectual acometió. Pero también merece el título de Humanista, dicho escritor, porque gracias a su erudición pastísima y a su impecable formación clásica, arrastra siempre a la corriente del análisis, conocimientos de muy distinto tenor y procedencia, asediando el tema sobre el que discurre desde trincheras plurales que le permiten aprehender finas gradaciones que, a la mirada de otros ojos menos despiertos, escaparon. Y, desde luego, no hay término más adecuado que el de “humanismo”, para designar ese cardinal atributo de la facultad estimativa de Pedro Henríquez Ureña, que consiste en vituperar todo reduccionismo y tendencia a encorsetar el pensamiento en a prioris teóricos o en aparatosas metodologías técnicas…   Los ensayos críticos de Pedro Henríquez Ureña no fueron construidos con el fin de satisfacer a un puñado de doctos profesionales de la crítica, sino para servir de suculento manjar espiritual a cualquier hombre que, habiendo alcanzado un grado medio de cultura, se siente atraído por el universo concertante y enigmático de la literatura y el arte,  pareja concepción de la exégesis abierta, en principio, a todos nosotros, ya que esquiva  esoterismo verbales y peritos; pero a la vez con todos exigentes. Dado el señorío al que discurre accede, y dada la hondura y sutileza de la observación escrutadora, se nos impone como invicto, raramente igualado de excelencia, de esa excelencia que marca con su impronta de superioridad la faena del humanista auténtico.

  • Por otra parte, conviene poner de resalto que la crítica de Pedro Henríquez Ureña aspira a la plenitud de lo exhaustivo y terminado. Me refiero a que, tomando siempre en cuenta las peculiaridades de la obra inspeccionada, no se desentiende su estudio de ninguna de las tres fases esenciales de la sensata apreciación literaria. Esto es: explicar, clasificar y juzgar.

Puntualizo: no ha de entenderse que Pedro Henríquez Ureña nos ofrezca sus razonamientos críticos en la predisposición del principio donde acabo de hacer la aclaración, no: explicación, clasificación y juicio surgen, se desarrollan y combinan una y otra vez en las páginas de los ensayos al llamado conjuro de los temas e ideas tratados, proporcionándonos así, el empoliasta, una visión integral y coherente y en la mente despejar dudas, deshacer confusiones, combatir prejuicios y colmar lagunas. No pierde nunca el norte, que no es otro sino guiarnos, con segura brújula del avanzado piloto, hacia las honoradas comarcas de la belleza y la verdad.    En suma, la de Pedro Henríquez Ureña es una crítica que emana de un profundo sentido común, alquitarado en el formidable alambique de su inmensa cultura. Y ya que la palabra “cultura” se deslizó indiscretamente en la cuartilla, aprovechemos la ocasión para considerar, a punto largo, uno de los reproches que con más frecuencia hace Henríquez Ureña a los escritores jóvenes en su tiempo …comenta a su fraternal amigo el insigne ensayista, Alfonso Reyes:

“Ahora los escritores han vuelto a creer como Juan de Dios Peza que la cultura mata la originalidad, y no leen. Y el público en general ha bajado de nivel en sus lecturas, aunque los lectores son más que antes en número”.

Y en otra carta, de fecha muy anterior, dirigida al mismo Reyes se queja de que a los escritores de Cuba —cito nuevamente a Pedro Henríquez Ureña—:

“les falta todavía leer trescientos volúmenes fundamentales leyendo uno diariamente y sostener treinta y siete discusiones sobre el problema del conocimiento”.

Íntimamente vinculado con el tema de la cultura háyase la creencia de nuestro autor en la bienhechora influencia del canon. Hoy día, cuando en todas las arenas del pensamiento, un relativismo disolvente, fruto de la erosión sufrida por el principio de autoridad, introduce el caos y la incertidumbre en el territorio de la evaluación literaria y artística, la apelación de Pedro Henríquez Ureña a que tomemos en cuenta las jerarquías creadoras y no dejemos de inspirarnos en los modelos excelsos de la tradición occidental, conserva una actualidad y vigencia todavía mayores que en el momento en que hacía su exhortación. Pedro Henríquez Ureña no se ruboriza por pensar que hay obras maestras, que el buen crítico es el que más las ama y mejor las conoce; y que la función principal de una crítica sana consiste en contagiar al lector, espontáneamente inclinado a los arrobamientos del espíritu, con el entusiasmo por la dignidad de la palabra y la nobleza de la forma, despertando así su apetito de lectura y su ansia de contemplar los portentos de la creación humana».

 

Gracia divina de doña Alicia Zorrilla: «El humanista de América en la Argentina»  

  • «“Se me cierra la garganta al recordar la mañana en que vi entrar a la clase a ese hombre silencioso, aristócrata en cada uno de sus gestos y con palabra mesurada imponía una secreta autoridad: Pedro Henríquez Ureña”. Así lo define emocionado el escritor argentino, Ernesto Sábato, que fue uno de sus alumnos. Así inició su exposición solemne doña Alicia Zorrilla.

«Ensayista, crítico literario, filósofo, traductor, periodista, historiador, profesor, investigador, don Pedro, el maestro dominicano de pensamiento profundo y de la palabra viva y mesurada y criterio sólido y de ecuánime, arriba por primera vez a la Argentina en 1922 como integrante de la delegación mexicana encabezada por el político y escritor José Vasconcelos Calderón para asistir a la Asunción de Mando Presidencial de Marcelo Torcuato de Alvear. No le interesa la política, pero sí El Vocero, al que le dedica su estudio. Se acerca primero a la Argentina, a través de sus escritores: Esteban Echeverría, José Mármol, Domingo Faustino Sarmiento, Olegario Víctor Andrade. Y luego, gracias también, a la delegación argentina que participa del Congreso Internacional de Estudiantes celebrado en México, en 1921. Después de escuchar las exposiciones presentadas, y realmente deslumbrado, dice don Pedro:

“Cabía pensar que nuestra América es capaz de conservar y perfeccionar el culto de las cosas del espíritu sin que las ofusquen sus propias conquistas en el orden de las cosas materiales”.

No obstante, su nombre ya se conoce en la Argentina, pues en 1913, según las investigaciones del académico Pedro Bonifacia, se reproduce en la revista Nosotros, un trabajo sobre la obra de José Enrique Rodó. En la misma revista, pero en 1919, aparece “La enseñanza de la sociología en América”, una carta dirigida a Arturo de la Mota. En 1921 en La Revista de la Universidad de Buenos Aires se publica “En la orilla”, apuntes breves que luego recoge en su obra En la orilla. Mi España, de 1922. En verdad este año significa su primera verdadera visión de la Argentina. En esta entrada, le aconseja a Ricardo Roja la fundación de un Instituto de Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; más aún, le pide que lo presida un discípulo de don Ramón Menéndez Pidal: el elegido es Américo Castro. Además, visita la Universidad de La Plata, donde pronuncia su elogiada conferencia sobre “La utopía de América”, publicada en 1925. Dice el gran dominicano:

“Si el espíritu ha triunfado en nuestra América sobre la barbarie interior, no cabe temer que lo rinda la barbarie de afuera. No nos deslumbre el poder ajeno: el poder es siempre efímero. Ensanchemos el campo espiritual. Demos el alfabeto a todos los hombres; demos a cada uno los instrumentos mejores para trabajar en bien de todos. Esforcémonos por acerarnos a la justicia social y a la libertad verdadera. Avancemos, en fin, hacia nuestra utopía”.                              

Luego regresa a México donde se desempeña como Director General de Educación Pública del Estado de Puebla, conoce a Isabel Lombardo Toledano, veinte años menor que él, y se casa. La situación le es adversa y pierde su cargo. Entonces le escribe a su amigo Rafael Alberto Arrieta, quien le consigue tres cátedras de Castellano en el Colegio Secundario Rafael Hernández, dependiente de la Universidad Nacional de La Plata.

  • Así comienza a formar hombres y lectores, con la sabia humildad de los grandes, con la sencillez de los verdaderos eruditos, con una mezcla de entusiasmo y de moderación reflexiva. Como dice su madre, la gran poetisa y educadora Salomé Ureña: “La fiebre de la vida lo sacude”.

Llega a Buenos Aires, a finales de junio de 1924, con su esposa y la mayor de sus hijas y se instala primero en una pensión; después, en La Plata, donde nace Sonia, su segunda y última hija. Lo hace luego de haber viajado mucho, de entrañar otras culturas: los Estados Unidos, Cuba, México, España, Francia, Centroamérica, etcétera. …Atraído por la gran ciudad, en 1925 se traslada desde La Plata a Buenos Aires y comienza su labor docente en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario Joaquín Víctor González. Pero sigue viajando en tren a La Plata; no pone límites a su afán docente. El 20 de julio de ese año le escribe a su amigo, Alfonso Reyes, a la sazón, Embajador de México en Francia:

“Buenos Aires me recuerda a la Nueva York de 1905. Si para 1945, fuera lo que es la Nueva York de hoy, podría uno consolarse; pero ¿quién sabe?”.

 

Y el 5 de septiembre en otra carta a Reyes, se define:

“Yo no soy contemplativo, quizás no soy ni escritor en el sentido puro de la palabra, siento necesidad de que mi actividad influya sobre la gente, aún en pequeña escala”.

Como dice Alfonso Reyes: “Pedro Henríquez Ureña está sediento de educar y educarse con una disciplina ejemplar”. Tanto en Buenos Aires como en La Plata se destaca con un eminente profesor, consideraba que el éxito del profesor tenía su fundamento en el éxito del maestro. Sus libros reflejan su pulcritud, su esmero en la composición. Entre ellos nombraré: El libro del idioma. Lectura, gramática, composición, vocabulario, que compuso en colaboración con Narciso Binayán; Seis ensayos en busca de nuestra expresiónAspectos de la enseñanza literaria en la escuela comúnLa cultura y las letras en Santo DomingoPara la historia de los indigenismos. Papa y batataGramática Castellana, en colaboración con Amado Alonso; Historia de la cultura en la América hispánicaLas corrientes literarias en la América hispánicaLa utopía de AméricaAntología clásica de literatura argentina, en colaboración con Jorge Luis Borges… Siempre siente atracción por los temas filológicos, lo corroboran sus trabajos «Sobre el idioma español y la historia política en Santo Domingo»; Sobre el problema del andalucismo dialectal en América.   

  • Sabe que la lengua une a los hombres de Hispanoamérica: es la savia de su cultura y de su identidad, y a su estudio se entrega con sumo orden, sin improvisaciones ni erudición superficial. Cuando habla de su escritura, dice:

 

“Siempre he escrito suficientemente despacio para trabajar tanto la forma como las ideas. Mi procedimiento es pensar cada frase en escribirla, y escribirla lentamente. Poco es lo que corrijo después de escrito ya, un artículo. En cuanto a las ideas también es necesario pensarlas muy cuidadosamente antes de escribir. Sobre todo, ninguna idea incidental enunciarla de prisa, porque es incidental”.

José Vasconcelos Calderón asegura que “La prosa de Henríquez Ureña conlleva la luz y el ritmo que norman su escritura”. El doctor Bruno Rosario Candelier considera que “Henríquez Ureña escribe para edificar”. Creemos que este es un verbo muy significativo en la ruta intelectual del escritor, pues anhela refundar América como patria de la justicia y de los valores que sostienen la integridad moral de las personas. A pesar de sus valiosas obras y de hacer sin descanso, Alfonso Reyes llega a preguntarle con humor si sigue pensando mientras duerme. Henríquez Ureña se queja de que ha trabajado poco y de que no ha escrito lo que hubiera querido: es decir, cuentos, novelas, dramas. No publica novelas y dramas, pero sí cuentos, por ejemplo: Los cuentos de la nana Lupe, en la Universidad Autónoma de México; Éramos cuatro y El hombre que era perro, en la revista Caras y Caretas, de Buenos Aires; El piso falso y La sombra, en el diario La Nación, de Buenos Aires. Es invitado por el Gobierno Dominicano para ocupar la Superintendencia General de Educación de Santo Domingo, y hacia fines de 1931, viaja a su patria. No obstante, continúa ligado a la Argentina, donde se le concede licencia de sus cátedras. Al año siguiente la Universidad de Puerto Rico le otorga el título de Doctor Honoris Causa. Finalmente, no tolera la situación política de su país y deja su cargo. Viaja a Francia, donde su padre… y regresa por Buenos Aires para reanudar sus actividades de antes.

 

  • Sin duda, las horas que les consagra con generosidad a sus alumnos, le impiden dar vuelo a su imaginación. Sin embargo, no siente que pierde el tiempo, pues entre ellos, entre sus alumnos, puede haber un futuro escritor, entonces debe acompañarlo, ayudarlo, guiarlo.

 

Don Pedro corrige la ignorancia, denuncia la barbarie, compadece la mediocridad y odia la demagogia. Devoto incondicional de la cultura, sabe que solo la educación salva a los pueblos. Por eso nos dice:

“La sinceridad y la perseverancia de nuestra dedicación nos permitirán guiar por nuestros caminos a otros de quien no nos desplacería ver que con el tiempo se nos adelantasen”.

Nunca logra tener cátedras titulares porque se niega a renunciar a su ciudadanía dominicana, gesto que lo enaltece. Sin duda, ese no es obstáculo, ya que su verdadero objetivo es trabajar siempre con apasionada consagración. Como reconocimiento a su valía intelectual, el 5 de abril de 1934 la Academia Argentina de Letras lo designa Académico Correspondiente en representación de la República Dominicana. Aspira a la eutopía, es decir, a la construcción de un buen lugar, y un lugar mejor que los existentes, donde la riqueza material no ahogue la vida espiritual. Alfonso Reyes, quien lo llama el testigo insobornable, dice que “Henríquez Ureña enseña a oír y a pensar” y suscita una verdadera reforma en la cultura. Y Jorge Luis Borges afirma que “Su memoria era un precioso museo de literaturas”: Borges tenía la impresión de que Henríquez Ureña ya había leído ¡todo! Sus alumnos aprenden oyéndolo conversar y viven con el ejemplo constante cotidiano de su conducta intachable. A ellos los instruye acerca de que el ideal de justicia está antes que el ideal de cultura. Es superior el hombre apasionado de justicia al que solo aspira a su propia perfección intelectual. …A pesar de desencantos y fatigas siempre lo guía la templanza y un anhelo de armonía que vierte en cada uno de sus actos, en cada obra, en cada palabra.

 

  • Pero el tiempo y la vida intensa nos lo arrebata. Le confía a Luis Alberto Sánchez que el corazón le da a veces cierto malestar. Cuenta Sánchez, que la última vez que lo encontró estaba enflaquecido y pálido; trabajaba como galeote… Víctima de síncope cardíaco don Pedro fallece, el 11 de mayo de 1946, en el tren que lo lleva de Buenos Aires a La Plata para cumplir, como siempre, con sus obligaciones de docente universitario.

 

El filólogo, traductor y crítico literario argentino, Augusto Cortina, narra de esta manera sus últimos momentos: “Eran las 15:15, don Pedro llegó como de costumbre, al minuto. Antes de sentarse a mi lado colocó su sombrero en la repisa del tren. Me dijo: ‘¿Quiere que coloque el suyo?’ Y la acción siguió a la palabra. Tomó asiento tranquilamente. ‘¿Cómo le va?’, le pregunté. Entonces, se llevó la frente al torso y la diestra semicerrada. Se desplomó a mi lado. Lo miré sorprendido, pensaba que antes que otras veces, se proponía a dormir un rato. Advertí entonces su rostro ligeramente descompuesto. Después, por cortos momentos, un leve ronquido”. Nosotros decimos: Una muerte sin agonía, silenciosa, serena, abrazado a sus libros, quizá una forma de la felicidad. Así quiso dejarnos, como cayendo en un profundo sueño… Es sepultado en Buenos Aires, pero al cabo de 35 años, sus restos son repatriados a Santo Domingo e inhumados en la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, junto al sepulcro de su madre, en el Panteón de la Patria. Dice el investigador argentino Emilio Carilla que cuando escribe sobre Henríquez Ureña no puede imaginarlo muerto: “Para mí, será siempre el seguro guía, la palabra amable, el espíritu amplio que cumple su misión en Buenos Aires y a quien visito en cada viaje”.  Cuando la Universidad Nacional de La Plata decide rendir homenaje a su memoria destaca su papel de artífice del acercamiento cultural entre la República Argentina y la República Dominicana. Los que no lo conocimos gozamos hoy a través de sus obras, de su prédica ejemplar, de su misterio de erudición, de su irrenunciable vocación de servicio, que demuestra durando los 22 años que vive en la Argentina, para gloria de la cultura argentina».

 

Cierre de la sesión: Testimonio de una convocatoria    

Don Juan Carlos Vergara expresó su agradecimiento a los honorables participantes de la sesión: la calificó de «admirable». Antes de la despedida, sorprendió con gran sensibilidad y Gracia, su hermosa percepción espiritual del honroso evento:

 

«Y quisiera señalar una coincidencia de este 4 de octubre de 2021: en este momento simultáneamente, como lo señala el escrito del secretario de ASALE, se rinde un homenaje a don Enrique Rodó en la Real Academia Española¹, una de las figuras que admiró don Pedro Henríquez Ureña —que señaló en sus escritos con nombre propio—, y que don Juan José lo recordaba y nos daba a conocer también cómo, de esa pluma, se alimentó don Pedro Henríquez Ureña; es muy especial que hoy, precisamente, sin que nos hubiéramos puesto de acuerdo, a la misma hora se estuviera realizando este homenaje a Jorge Enrique Rodó y a don Pedro Henríquez Ureña. Pero esta mañana, muy madrugado, estaba en las “Jornadas de la Norma Alfonsí y la Norma Policéntrica de la Lengua Española²”, que convocó nuestro querido amigo Julio Borrego: estaba escuchando cómo hoy y mañana se celebra en Salamanca el paso de la Norma Alfonsí a la Norma Policéntrica, y a leer los textos de don Pedro Henríquez Ureña y de don Amado Alonso, en relación con sus innovaciones y su reconocimiento a Andrés Bello —porque está ahí, en el texto mismo—, y su reconocimiento a don Rufino José Cuervo, donde él menciona con nombre propio la aportación de don Rufino José Cuervo a la Gramática; y cómo, de ese hilo conductor que va desde don Vicente Salvá, desde una Gramática que celebramos aquí —primera Gramática académica—, hace unas sesiones donde don Heriberto Cruz nos recordaba la primera Gramática académica, con un recuerdo que tendremos dentro de unos meses de la de don Antonio Nebrija.

 

  • Encuentro Muy muy especial que hoy, la Universidad de Salamanca, la Real Academia Española y nosotros, la Academia Colombiana, la Dominicana y la Argentina, hayamos coincidido en un tema triple, por decirlo de alguna manera, que se vuelve uno en la memoria de don Pedro Henríquez Ureña. Yo creo que habría sido muy difícil, si don Pedro nos acompañara hoy, haber elegido a cuál dejar de asistir…».

 

«Y por eso creo que es una jugada de la historia, que don Bruno diría que no es ninguna coincidencia sino fruto de ese Logos que nos hermana, que nos permite saborear tres platos fuertes a la misma hora en tres entidades, que para él hubieran sido muy especiales, como la Universidad de Salamanca, La Real Academia Española y la Academia Colombiana en sus 150 años. Yo no creo en las coincidencias: creo que esto, sencillamente es otra de las jugadas de don Pedro Henríquez Ureña para unir a América y hacernos sentir que nuestro tesoro está en nuestro hermoso idioma español. Así que muchas gracias a cada uno de ustedes, muy especiales, y no sobra reiterarlos, a don Bruno, a don Juan José y a doña Alicia, por estas perlas que nos han regalado, inspiradas en una fuente magnífica, como lo fue y lo es don Pedro Henríquez Ureña. Lo he señalado en varias ocasiones: no recordamos a nuestros escritores e intelectuales como un epitafio en su vida, lo recordamos porque están presentes, porque son parte de ADN del mundo panhispánico».

«Y no quisiera cerrar estas palabras sin recordar sus los estudios de corrientes literarias donde recalcó algo que muchas antologías olvidan y olvidamos: y es que don Pedro Henríquez Ureña, en esas corrientes literarias de América, no excluyó a Brasil, no excluyó la lengua portuguesa en Brasil; y señaló que, si íbamos a hacer una antología de la literatura en América, no era posible excluir a Machado de Asís o a Guimarães Rosa, o a todos estos magníficos compañeros de viaje en América que son los escritores del Brasil. Y yo creo que, derivado de la última reunión de directores y presidentes de ASALE, habría que volver a tomar el canon, en donde no podemos dejar en la puerta del lado, los escritores portugueses de Brasil, o brasileños en portugués, que tanto nos han aportado. Yo creo que esas palabras de don Pedro nos aumentan la tarea y nos las complican un poco más, pero así es que debe ser: en complicarnos la vida está la tarea. Y lo decía al comienzo de esta sesión: el doctor Gutiérrez en su prólogo al libro de Ediciones Ayacucho de don Pedro Henríquez Ureña, nos señalaba que lo que tenemos que hacer es trabajar. Y aunque muchos mercantilistas y pragmaticistas y no pragmáticos consideren que esta sesión es una pérdida de tiempo, porque no está en Excel sino el Word, pues yo creo que, al contrario, estas son las obras que reflejan la productividad y la calidad de nuestra América. Muchas gracias a cada uno de ustedes y quedamos pendientes de una sesión próxima, que esperamos tener con la Academia Mexicana de la Lengua en donde recordaremos la presencia de don Pedro Henríquez Ureña en la construcción de la Universidad Autónoma de México y su excelente disertación como abogado de la universidad y su extraordinaria relación con don Alfonso Reyes. Creo que esa oportunidad no nos la vamos a perder y, en la medida de lo posible, hablaré con el director de la Academia Mexicana para ver si nos obsequian otra sesión para una persona que se merece todas las sesiones del mundo, don Pedro Henríquez Ureña. Muchas gracias a cada uno de ustedes y cerramos la sesión».

 

Por Miguelina Medina

 

Notas:

¹   https://www.rae.es/noticia/la-rae-acoge-el-homenaje-al uruguayo-josé-enrique-rodo

² https://cie.usal.es/2021/10/06/el-cieusal-organiza-con-exito-las-jornadas-de-la-norma-alfonsi-a-las-normas-del-espanol/

RESEÑA DE UNA PONENCIA SOBRE LA LENGUA MATERNA

“LA LENGUA MATERNA EN LA GESTACIÓN DE LA CONCIENCIA”

ESTUDIOS EN HOMENAJE A ALFREDO MATUS OLIVIER

Año 2021

     El doctor Bruno Rosario Candelier participó, en representación de la Academia Dominicana de la Lengua, en el Anejo Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier, preparado por la Academia Chilena de la Lengua. Este Anejo «ha sido publicado en formato electrónico en el Portal de libros electrónicos de la Universidad de Chile». Está compuesto por dos volúmenes a los cuales puede accederse consultando los siguientes enlaces electrónicos: Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I: Anejo N°3 Boletín de Filología; y Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen II: Anejo N°3 Boletín de Filología. O también https://libros.uchile.cl/1217), (https://libros.uchile.cl/1218, respectivamente.

      

     En la «Presentación» de este Boletín de Filología, su director, Abelardo San Martín Núñez, Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua, expresó lo siguiente:

«Los Anejos del Boletín de Filología conforman una serie de números extraordinarios de la revista con la que sus editores hemos querido contribuir a la difusión de conocimiento y de materiales relevantes en el estudio de nuestra lengua. Con esta serie no pretendemos más que reforzar su objetivo primordial, a saber, propiciar el intercambio científico y académico en las áreas de lingüística y filología hispánicas. Como fruto de este esfuerzo, en el pasado han aparecido el Anejo N°1, Introducción al estudio del español de Chile. Determinación del concepto de chilenismo, publicado en 1953 por Ambrosio Rabanales y el Anejo N°2, El habla culta de Santiago de Chile. Materiales para su estudio. Tomo I, editado en 1979 por Ambrosio Rabanales y Lidia Contreras». Dijo que estos números tuvieron «notable repercusión para la lingüística chilena e hispanoamericana». Sin embargo, señaló, que «debido a contratiempos ajenos a los responsables del Boletín de Filología, sus Anejos vieron interrumpida su publicación durante más de cuarenta años, ocasionando una dilatada y lamentable discontinuidad».

«Con este nuevo número, el Anejo N°3, Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier, hemos querido reactivar la publicación de esta serie, y qué mejor ocasión para su resurgimiento que elogiar a quien fuera su director por más de 20 años y el principal responsable de su modernización, de acuerdo con las actuales exigencias de las publicaciones académicas y científicas. Con motivo del octogésimo primer aniversario del nacimiento de este eximio lingüista chileno y de su nombramiento como profesor emérito de la Universidad de Chile y director honorario de la Academia Chilena de la Lengua, hallamos reunidos en este número especial una colección amplia y diversa de trabajos de lingüística y filología hispánicas».

«Como director del Boletín de Filología, en representación de su Comité editorial y de los editores de este volumen», agradeció «a los autores y las autoras de este Anejo su decidido interés en participar en este reconocimiento a la contribución de Alfredo Matus Olivier al estudio de la lengua española y el desarrollo de la lingüística y la filología en dicha lengua». Igualmente agradeció «a las autoridades de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, en especial, a su decano Carlos Ruiz Schneider, así como a la directora de la Academia Chilena de la Lengua, Adriana Valdés Budge, su constante apoyo a la edición de este número extraordinario».

«Confiamos en que los contenidos que el lector verá desarrollados, a continuación, harán plena justicia a la tradición de los Anejos y, por supuesto, a la trascendencia de la huella de Alfredo Matus Olivier», expresó al concluir.

 

«La lengua materna en la gestación de la conciencia» 

En esta breve reseña del Boletín vamos a exponer un resumen del estudio expuesto por don Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, en el homenaje a don Alfredo Matus Olivier, «La lengua materna en la gestación de la conciencia», el mismo está consignado en el Volumen I y puede accederse a su contenido consultando directamente el siguiente hipervínculo de dicho volumen.

Bajo tres subtítulos presentó Rosario Candelier este estudio: 1. El desarrollo de la conciencia en el niño. 2.  Gestación de la conciencia y el lenguaje. 3. Lengua materna y creación literaria.

En la primera parte, El desarrollo de la conciencia en el niño, expuso que el lenguaje, la ternura y el dolor troquelan las neuronas cerebrales que forjan el desarrollo de la personalidad y atizan el poder de la conciencia». «Tenemos una personalidad física y una personalidad espiritual —dijo—. A esta última la determinan la disciplina hogareña, la formación intelectual, el talante de la sensibilidad, el carácter individual, la inclinación estética, la orientación moral y la potencia creadora».

«Cuando el niño está en la etapa inicial de su desarrollo aprende la lengua de los hablantes que lo rodean, y de las palabras y oraciones que escucha, va asimilando la dicción de los vocablos, el significado de las palabras y el sistema como se combinan unas voces con otras para formar frases y oraciones en el habla y la escritura. El niño aprende a hablar como hablan los mayores que le rodean, y con el conocimiento de la lengua va adquiriendo el conocimiento del mundo; desde luego, primero entra en contacto con las cosas a través de su sensibilidad, y al entrar en relación con hechos, personas y cosas va conociendo la realidad y el sentido de fenómenos y cosas. En esa relación de su ser con las cosas en él se opera el mismo proceso que se operó entre los primeros hablantes cuando comenzaron a nombrar las cosas». «Dice la Biblia que Adán comenzó a nombrar las cosas según iba conociendo plantas y animales y fenómenos de la naturaleza. Algo similar sucede con cada uno de los hablantes cuando entra en contacto con las cosas», explicó.

«Con la luz del sol podemos visualizar las cosas con suficiente claridad para apreciar los colores y la textura de las cosas, y al lapso entre el nacimiento y el ocaso del sol se le llamó día; y desde el momento en que la sombra cubre las cosas por la ausencia de luz, el mundo se llena de tinieblas, contexto al que se le llamó noche; y así se fueron denominando todas las cosas, nombradas con una palabra que las distingue, y eso da lugar, mediante la función denominadora del lenguaje, al conocimiento del mundo, que ofrece a cada hablante un punto de contacto con lo existente para que cada uno tenga una percepción singular de cosas y fenómenos, lo que sirve de base y cauce para nuestra creación verbal».

En su didáctica, Rosario Candelier explicó que «Se llama lengua materna al idioma con el que nuestra madre nos educa en la infancia y que sirve para hablar y forjar el desarrollo de la conciencia, al tiempo que gesta una visión del mundo». Añadió que «Estudiosos del pensamiento y el lenguaje, como Heráclito de Éfeso, Guillermo de Humboldt y Ferdinand de Saussure, enseñaron que comenzamos a pensar con la lengua que aprendemos en la infancia. Logos es el poder de la conciencia para pensar, intuir, hablar y crear. Y esa capacidad humana se materializa en el proceso de simbolización del lenguaje, que las palabras formalizan en imágenes y conceptos de las cosas. Las tres vertientes de la realidad (cosas, hechos y fenómenos) el lenguaje las encarna con su poder de formalización verbal que compartimos con nuestros semejantes».

Destacó que «El desarrollo sociocultural requiere unas relaciones humanas que socializamos con el lenguaje, y desde niño aprendemos la manera adecuada para relacionarnos con personas, animales y cosas, y esas relaciones son más efectivas entre los humanos en virtud del medio de comunicación como la lengua, que propicia una conexión más efectiva, y si tenemos un buen conocimiento del instrumento de comunicación, más fecunda y provechosa es la relación que logramos con nuestros semejantes».

«Tenemos ciencia, arte y sabiduría para el desarrollo humano: ciencia, para el bienestar del cuerpo; arte, para deleite del alma; y sabiduría para la fruición del espíritu. La lengua se aprende bajo el influjo intelectivo, afectivo y espiritual de la madre, que da sustento, cariño y cultura. El afecto materno troquela positivamente los circuitos neuronales del cerebro para sentir y aprender el patrón verbal de una lengua, y con ella la esencia de una cultura y el sentido de la vida». Dijo que «Las mismas necesidades materiales propician la utilidad del conocimiento y la creación intelectual, estética y espiritual. La curiosidad por lo desconocido es la motivación que impulsa el conocimiento y la creatividad. Saber es una necesidad de la conciencia. Y un cauce para el desarrollo que anhelamos. Tenemos conciencia y, por tener conciencia, comprendemos las cosas, comprendemos el sentido y comprendemos el mundo». «Con el contacto sensorial y suprasensible —apuntó—, conocemos lo que las cosas son y el valor que las justifica. Mediante el concurso de los sentidos corporales entramos en contacto con las cosas, y conocemos para qué son buenas. Mediante el concurso de los sentidos interiores, entramos en contacto con la esencia y el sentido de fenómenos y cosas y valoramos lo que son, y comprendemos su trascendencia. Con el conocimiento de las palabras conocemos las cosas, se desarrolla la conciencia y se activa nuestro poder creador».

En su segundo punto, Rosario Candelier resaltó la Gestación de la conciencia y el lenguaje. Explicó que «Mediante el impacto de las sensaciones de las cosas en la sensibilidad, se atizan las neuronas cerebrales que activan la comprensión, la intuición y el pensamiento, base del desarrollo de la conciencia». Puntualizó que «Con el desarrollo de la lengua se aviva la gestación de la conciencia, la capacidad para conocer y pensar, el don para intuir y entender, el poder para hablar y crear, que son manifestaciones del Logos de la inteligencia humana»: «Lo que pensamos, sentimos y realizamos, conforma nuestra visión de la vida, el mundo y la cultura. A eso se le llama cosmovisión. Todos hemos internalizado en la conciencia una visión del mundo, aunque no sepamos formalizarla en imágenes y conceptos, y aunque no tengamos consciencia de ese conocimiento. Lo que sentimos, pensamos y queremos conforma el caudal de nuestras sensaciones, conceptos y anhelos, que se corresponden con la sensibilidad, la inteligencia y la voluntad, las tres grandes potencias de la personalidad. La sensibilidad y la inteligencia constituyen, mediante la dotación del Logos, la vía para percibir nuestras intuiciones y la base de nuestra creatividad, cauce de nuestras sensaciones, percepciones y vivencias».

Indicó que «Todos tenemos un punto de contacto con el Universo. Y el poder de la palabra y el don de la valoración y la creación. Podemos testimoniar lo que experimenta nuestra conciencia a la luz del impacto que las cosas generan en nuestra sensibilidad. Podemos testimoniar nuestra percepción de fenómenos y cosas, si el alma de lo viviente toca nuestro ser con su influjo singular. Podemos testimoniar las irradiaciones provenientes de los efluvios de la Creación, si tenemos desarrollados los circuitos cerebrales de la sensibilidad trascendente para percibir los mensajes de lo Alto con las verdades de muy antiguas esencias».

«Todos podemos hacer un aporte al pensamiento —dijo—, al arte y a la ciencia desde nuestra peculiar visión y valoración de fenómenos y cosas, si hay en nosotros el deseo de saber, de crecer intelectual y espiritualmente, de testimoniar lo que intuimos y comprendemos. El deseo de saber es una manifestación del eros platónico, que es la energía espiritual que activa el anhelo de conocer y lograr el crecimiento de la conciencia». Añadió que «El anhelo de conocer engendra el conocimiento, y ese anhelo despierta en el niño la curiosidad por sentirlo todo, conocerlo todo, disfrutarlo todo y entenderlo todo. Y ya se sabe que la curiosidad por el saber desata la sensibilidad, desarrolla la conciencia y activa la vocación creadora. Ante el conocimiento de las cosas nace la curiosidad por la palabra que sirve para conocer y explicar lo que conocemos, y se potencia el conocimiento del mundo y adviene la conciencia lingüística».

Afirmó Rosario Candelier que «Con la conciencia de lengua, la curiosidad por el conocimiento y el deseo de creación se activan las células cerebrales, que se cargan con la energía del conocimiento y el aprendizaje del saber». Y apuntó que «Hay cuatro conceptos básicos que se olfatean desde niño, aunque no se tenga en esa etapa de la vida una comprensión de su alcance, como son intuición, conceptuación, inspiración y revelación. Intuición (de intus legere, ‘leer dentro’) es el poder del intelecto para captar el sentido de fenómenos y cosas; conceptuación es la capacidad para comprender el valor de cosas, ideas, ocurrencias: inspiración es una luz o soplo del espíritu para entender fenómenos y cosas; y la revelación es la recepción de un mensaje profundo que viene de lo Alto, de la sabiduría cósmica o de la misma Divinidad».

Señaló que «Desde la etapa infantil comienza todo lo que forja la personalidad del sujeto. Sentimos, pensamos y queremos. Lo que sentimos aporta al cerebro datos para la comprensión de las cosas. Por eso decía Aristóteles: “Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu”: ‘Nada llega al entendimiento sin antes pasar por los sentidos’ (Citas en latín de Tomás, s/año, acápite 17). Efectuado ese proceso sensorial, adviene la conceptuación o realización de conceptos y de imágenes, base para la reflexión y la creación». Expuso que «Cuando pensamos, concebimos imágenes y conceptos. Pensar en conceptos es crear ideas de fenómenos y cosas; pensar en imágenes es crear una figuración de fenómenos y cosas. Quienes piensan en conceptos son los filósofos, científicos, tratadistas, ensayistas, teóricos o los hablantes cuando comunican mediante el lenguaje ordinario lo que sienten, conciben o valoran. Los que piensan en imágenes son los poetas, narradores dramaturgos, músicos, arquitectos, escultores, danzantes, cuando dan forma a sus intuiciones y vivencias».

«La capacidad para pensar se desarrolla con ejercicios de reflexión, interpretación y valoración de las cosas. La capacidad para sentir se acrecienta con ejercicios de contemplación y goce de lo viviente. Para crear hay que aprender a contemplar. La contemplación es un ejercicio de la sensibilidad para sentir y disfrutar el encanto de las cosas. Al sentir lo que las cosas son y significan, apreciamos sus fluidos en la sensibilidad y los procesamos en la conciencia». Afirmó que «Tenemos sensibilidad, conciencia y lenguaje, que se desarrollan mediante el contacto con la realidad material y suprasensible. La creatividad se desarrolla mediante la observación de la realidad, la lectura, el cultivo del arte y la literatura, la interpretación de cuentos, poemas y estudios. En el desarrollo de la sensibilidad y la conciencia inciden los medios de comunicación y todo lo que toca los sentidos físicos y espirituales».

Manifestó que «el impacto de los medios audiovisuales y digitales de la realidad virtual ha ido modificando y redefiniendo la educación de los niños con los dispositivos electrónicos y su relación con la realidad sociocultural, y ese impacto electrónico está interfiriendo, positiva en algunos aspectos, y negativamente en gran parte de su desarrollo, su educación y su capacidad de comprensión de su propia realidad, así como de su propia lengua. La vertiente negativa que al respecto está sucediendo entre infantes y mozalbetes es preocupante para padres, educadores, tutores, formadores y líderes de la comunidad. En los últimos 30 años la tecnología electrónica ha transformado la cultura que el mundo había forjado en tres mil años. Y esa realidad se está reflejando en la formación intelectual, el aprendizaje y el conocimiento, la conformación cerebral y los intereses de los niños y los jovenzuelos y, desde luego, en el desarrollo de la lengua materna».

Al desarrollar el tercer acápite, Lengua materna y creación literaria, Rosario Candelier consignó que «Cuando la madre habla con el niño le transmite la forma de hablar, el uso de las palabras y el significado de las voces y las cosas y, por supuesto, su cultura, su religión, su visión del mundo y el fundamento moral, intelectual y espiritual de su conducta». Dijo que «El sentido estético y espiritual comienza en la infancia con la vivencia de un arte, el cultivo del saber y la práctica de la religiosidad. El desarrollo de la sensibilidad y el intelecto lo propician emociones estéticas y conocimientos que enseñen y edifiquen. Cuando desde niño nos cuentan una bella historia o nos cantan bellas canciones o nos amenizan el momento con juegos comenzamos a valorar el arte de la narración y el arte de la canción y el deporte».

«Cuando en mi niñez escuché a una señora decir que en su sermón el cura tiraba por su boca pepitas de oro, la frase me impactó, aunque entonces no sabía que se trataba de una metáfora. En los hogares cuyos padres fundan sus actos en los ideales y valores que dan fundamento a una vida ejemplar, el niño aprende el sentido de un sano comportamiento y una convivencia positiva».

Expresó que «Si algo une a los poetas y los niños es la intuición, que es la facultad del intelecto con el cual asumen la sustancia de sus vivencias y el sentido de sus percepciones. El tema de la intuición está presente en la creación literaria y, desde luego, en la poesía y la narrativa para niños. Tanto los poetas, los contemplativos y los niños se compenetran con lo viviente y tienen una particular relación con fenómenos y cosas en virtud de su sensibilidad empática con fenómenos y cosas. Experimentan una singular satisfacción al vivir sus emociones entrañables como una aventura de la imaginación para vivir en su mundo interior lo que la realidad brinda. De ahí la imaginación lúdica que viven los niños».

Dijo que «En la literatura concebida para niños, sus autores, casi siempre adultos, recrean lo que entienden o suponen de la mentalidad infantil, y en su creación procuran el desarrollo de la sensibilidad y la conciencia de sus lectores. El niño vive el valor de las cosas mediante el sentido de la imaginación»: «A los sentidos físicos de visión, audición, olfato, oído y tacto, hay que sumar los sentidos interiores, que son intuición, imaginación, memoria, sentido común y estimativo. Dichos sentidos son el medio de contacto de nuestro ser con el ser de fenómenos y cosas. En el estadio de la infancia hay etapas en que el niño parece no diferenciar la realidad real de la realidad imaginaria. Vive la realidad como una ficción. Y su imaginario es cómplice de la realidad real»: «Para el niño, el mundo verdadero es el que recrea en su interior, que su imaginación concibe, perfila y certifica. Por eso, entre los rasgos de la literatura infantil figuran: 1. El sentido de lo maravilloso de sus aventuras y pasiones. 2. El tono lúdico de sus relatos y acciones. 3. El sentimiento de ternura y empatía hacia criaturas, elementos y cosas».

Explicó que «Los niños, los místicos y los contemplativos comulgan con el alma de lo viviente. Y se compenetran con el sentido de la Creación. De ahí el valor de la realidad, según quien la contemple. Ante la realidad interior del sujeto puede acontecer una vivencia estética; ante la realidad natural, una vivencia cósmica; y ante la realidad sobrenatural, una vivencia mística. Por tanto, difieren la realidad interior, la realidad estética y la realidad cósmica. Para la sensibilidad y la conciencia de los niños, la imaginación infantil se nutre de sueños, fantasías, ilusiones, inspiraciones y revelaciones. Los niños experimentan una coparticipación con la cosa, vivencia que también tienen poetas, iluminados y místicos».

«El poder de la intuición no requiere del conocimiento del mundo, ni formación intelectual o libresca, sino del contacto con la realidad. Por eso la intuición se auxilia de los sentidos, no de la razón. No hay restricción de temas y motivos, aunque en sus vivencias y creaciones figuran siempre la realidad con la belleza y la verdad», afirmó el estudioso expositor.  Y destacó que «La madre sabe cómo inducir la imaginación de su hijo en el uso del lenguaje y la creatividad». Dijo que «La tarea primordial de la imaginación poética es la invención de la forma que canaliza el tema que motiva y entusiasma para testimoniar lo que experimenta la sensibilidad y concita la inteligencia»: «La lengua es la plataforma verbal que da cuenta de las cosas que las palabras encarnan, perfilan y representan. Aunque nacemos con la capacidad para hablar una lengua, no venimos al mundo con el conocimiento de un idioma. Para aprender una lengua, el niño tiene que socializarse en una cultura, tener capacidad de intelección y habilidad para desempeñarse con las palabras».

Expresó que «Es importante la gestación de una mente sana, equilibrada y normal en los niños para evitar en la edad adulta actitudes resentidas, comportamientos egoístas y acciones miedosas, lo que influiría no solo en las relaciones con los demás, sino en la percepción de la realidad y la valoración objetiva y cierta de las cosas. Asumimos la realidad como somos en nuestro interior. No podemos confundir la verdad subjetiva con la verdad objetiva, o la verdad de juicio con la verdad de hecho. Y eso se aprende desde la infancia, en un hogar centrado en el amor, la virtud y la bondad».

 Rosario Candelier expuso algunos ejemplos que ponen de manifiesto sus aseveraciones: «Con mirada de niño, que es una mirada cómplice y empática, los textos de los escritores que cito como ilustración tratan de interpretar lo que sienten, hacen, viven y disfrutan los niños en su relación con las cosas, como se puede apreciar en los siguientes ejemplos».  «El afecto y el lenguaje, dos atributos que se aúnan en el corazón de la madre cuando acuna en su regazo al niño que gestó en sus entrañas, dan cuenta de lo que hace la sensibilidad y la conciencia para darle sentido y trascendencia a la vida, según revela la poeta romántica dominicana del siglo XIX Salomé Ureña, cuando evoca en su poema A mi madre, fuente del aliento y cauce de la vida»:

 

Mi voz escucha: la lira un día

un canto alzarte quiso feliz,

y en el idioma de la armonía

débil el numen ¡oh madre mía!

no halló un acento digno de ti.

 

 

¿Cómo tu afecto cantar al mundo,

grande, infinito, cual en sí es?

¿Cómo pintarte mi amor profundo?

Empeño inútil, sueño infecundo

que en desaliento murió después.

 

De entonces, madre,

buscando en prenda,

con las miradas al porvenir,

voy en mi vida, voy en mi senda,

de mis amores íntima ofrenda

que a tu cariño pueda rendir.

Yo mis cantares lancé a los vientos,

yo di a las brisas mi inspiración;

tu amor grandeza dio a mis acentos:

que fueron tuyos mis pensamientos

en esos himnos del corazón

 (Ureña 1960, pp. 102-103).

 

«Ante una mirada amorosa hacia lo viviente con la inspiración de una verdad profunda, la verdad poética que intuye el corazón, le tributó un reconocimiento universal al autor de El Principito, el escritor francés Antoine de Saint-Exupery, por su intuición de que lo esencial es invisible a los ojos. Y así es, porque lo que permanece y trasciende, otorga el sentido a todo y mueve la sensibilidad y la conciencia desde nuestra infancia, cuando sentimos y actuamos con espíritu abierto, limpio y espontáneo con una vida en armonía con la naturaleza bajo el aliento sutil que nos sostiene. Dice El Principito»:

 

   El principito se fue a ver nuevamente a las rosas: 

–No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún –les dijo–. 

Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era  

mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo  

hice mi amigo y ahora es único en el mundo. 

   Y las rosas se sintieron bien molestas. 

–Sois bellas, pero estáis vacías –les dijo todavía–. No se puede morir por  

vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece.  

Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es la rosa  

a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo.  

Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella 

la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas).  

Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun,  

algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa. 

   Y se volvió hacia el zorro:  

   –Adiós –dijo. 

  –Adiós –dijo el zorro–. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien  

sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. 

–Lo esencial es invisible a los ojos –repitió el principito, a fin de acordarse. 

–El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.  

–El tiempo que perdí por mi rosa… –dijo el principito, a fin de acordarse. 

–Los hombres han olvidado esta verdad –dijo el zorro–. Pero tú no debes  

olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres 

responsable de tu rosa… 

–Soy responsable de mi rosa… –repitió el principito, a fin de acordarse (De  

Saint-Exupery 1992, pp. 72-74). 

 

«En Labios, genuina creación poética de Miguel Solano, el poeta interiorista que tiene conciencia de adulto y sensibilidad de niño, se sitúa en el corazón de los infantes y asume su imaginación para recrear una amorosa visión del mundo mediante el lenguaje del amor con el que siente y expresa el encanto y el sentido de lo viviente a la luz de lo que embellece y edifica:

 

Concentró la esperanza del Universo

en sus labios y yo pude masticarla.

Labios que sostienen el idioma sagrado

el paladar simbólico

la iniciación del ser

labios que me entregaron las verdades altas.

 

Ahora me acojo al recogimiento de sus recuerdos

a la muerte de la ausencia que renace,

labios que al adueñarse de mí

se adueñaron del arte por excelencia

e hicieron de mi corazón un polvorín de amor (Solano 2008, p. 36).

 

Finalmente explicó que «El niño lo siente todo porque todo lo entiende con el corazón. Con su sensibilidad abierta y empática, se comunica con todo, lo sufre y lo goza todo con su identificación emocional, imaginativa y espiritual con lo viviente. Por eso decía el Maestro de Nazaret que había que volverse como un niño para sentir y saber que vivimos en un paraíso, que es la manera de abrirse con amor a todas las cosas bajo el fulgor de lo viviente».  Reseña de Miguelina Medina