COLOQUIO INTERNACIONAL DE LITERATURA PANHISPÁNICA

«Globalización y política en la literatura panhispánica» 

 Santo Domingo, 16 y 17 de noviembre de 2021 

Academia Dominicana de la Lengua

PRIMERA SESIÓN 

La Academia Dominicana de la Lengua fue sede de la celebración del XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus Valores: «Globalización y política en la literatura panhispánica». Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de la académica Rita Díaz Blanco, de la Academia Dominicana de la Lengua: «Saludos cordiales a todos los presentes, a nuestro querido director, el doctor Bruno Rosario Candelier, a nuestra querida doctora Mónica Montes Betancourt, representante de la Universidad de La Sabana, a la delegación de la República Checa, presidida por el señor Jan Mlčoch, y a los profesores del Instituto de Formación Docente Salomé Ureña del Recinto Luis Napoleón Núñez Molina, de la capital dominicana, a todos nuestros panelistas que están conectados telemáticamente y a todos aquellos apasionados de la literatura y de la investigación que siguen la transmisión en vivo a través de la cuenta de la Academia Dominicana de la Lengua. La ADL y la Universidad de La Sabana les dan una calurosa bienvenida a este XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus Valores: «Globalización y política en la literatura panhispánica». Es para nosotros un honor ser la sede de tan magno evento internacional que hoy reúne las ideas de países como Colombia, Venezuela, España, Argentina, la República Checa y la República Dominicana».

 

Doctor Bruno Rosario Candelier: Palabras inaugurales del coloquio  

El doctor Bruno Rosario Candelier tituló su discurso inaugural: «La política a la luz de la literatura», con el cual también quedó iniciada la primera mesa de exposiciones del evento internacional:  «En primer lugar, quiero felicitar al doctor Bogdan Piotrowski, el animador de estos coloquios, por esta perseverancia, ya que este es el décimo séptimo Coloquio Internacional de Literatura Hispanoamericana y sus Valores, que en esta edición lo estamos celebrando desde Santo Domingo, República Dominicana, en la sede de la Academia Dominicana de la Lengua, con una delegación de intelectuales y profesores, dominicanos, americanos y europeos y, por supuesto, también de Colombia, cuya delegación preside la profesora Mónica Montes Betancourt. Y, desde luego, quiero también felicitar a Rita Díaz por el trabajo organizativo que ella ha efectuado para la realización de este encuentro». Explicó que «Todos los temas contemplados para esta ocasión son amplios, muy diversos, con una repercusión social, política, intelectual, moral, literaria y espiritual, en atención a la composición de los temas, a la calidad de los ponentes y, sobre todo, a la finalidad de este Coloquio de Literatura Hispanoamericana, que desde que el doctor Bogdan Piotrowski lo concibió, ha venido realizándose, un año en Colombia y al año siguiente en otro país fuera de Colombia. Y esa ha sido una tradición en la organización de estos encuentros que tienen como finalidad profundizar en el conocimiento de la literatura y, sobre todo, que tanto los ponentes como los participantes salgan bien motivados para seguir profundizando en el estudio de la lengua y la literatura a la luz de los valores». «Ocurre que el estudio de la literatura es altamente exigente —señaló— porque es mucho lo que hay que estudiar para tener un conocimiento de la literatura, no solo con relación a los autores, sino con relación al conjunto de sus obras y, sobre todo, a la estructura y la organización que tiene la literatura en sí misma». Dijo que «La obra literatura es una expresión de la capacidad creadora del ser humano, por consiguiente, está vinculada a toda la condición humana, desde el punto de vista de su disposición intelectual, estética y espiritual»: «El conocimiento, el estudio, el cultivo de la obra literaria, es una tarea no solo profunda y exigente, sino que también es delicada, sino que también es motivadora, es inspiradora, porque tiene que ver con la expresión de lo mejor del ser humano. Los creadores de literatura, justamente cuando canalizan sus intuiciones y sus vivencias, testimonian todo lo hermoso que perciben del mundo». Destacó que «Todos los escritores, así como los artistas y los intelectuales, cuando se ponen en contacto con la realidad tienen un punto específico de conexión con todo el universo, desde una perspectiva peculiar, que es la propia» y que «por consiguiente, cada ser humano, cada hablante, tiene la virtualidad de un conocimiento peculiar y singular del mundo y la obra literaria lo que hace es canalizar esa percepción y esa valoración de la realidad a la luz de sus propias intuiciones y de sus propias vivencias. Y esto es lo hermoso de la obra literaria».

Sobre el tema a desarrollar en el inicio de este evento dijo que «La política a la luz de la literatura —o al revés, la literatura a la luz de la política— tiene muchas facetas que enfocar, comenzando por el concepto de “política”. El concepto de “política”, concebido filosóficamente, no se refiere a la organización partidaria de personas que se nuclean con un grupo con el fin de llegar al poder». Explicó que en este contexto la palabra «política» la está usando «en el sentido griego, en el sentido que tenía para la antigua cultura griega». «“Política” viene de la palabra griega polis y “polis”, para los antiguos griegos se refería a la “sociedad”, a la sociedad organizada, a las personas que se organizan y viven en una comunidad, y, en consecuencia, a partir de esa realidad, surgen múltiples manifestaciones por ese intercambio social, comenzando por la lengua misma». Afirmó que «El idioma que les toca conocer y hablar a cada uno de los hablantes en sus respectivos países, marca una manera de entender el mundo, marca una idiosincrasia y una sensibilidad y, desde luego, eso influye en la conciencia».

«Entonces, si enfocamos la idea de la “política” en su visión global, como expresión de la sociedad, podemos verla a la luz de la poesía, de la narrativa, del teatro y del ensayo». Por motivo de tiempo señalado por la logística del evento ha «elegido un género muy específico, que es la poesía». Expuso «algunos ejemplos de creaciones poéticas que dan una idea, la idea que tuvo el autor, la idea que plasmó el autor de esa creación poética, con relación a su mundo, con relación a su realidad, con relación a su propia sociedad y a lo que acontece en el mundo»: «Lo hermoso de esto, lo valioso y lo significativo de esta realidad es que, a través de la palabra, los creadores canalizan lo que perciben de la realidad. Y, claro, esa percepción de la realidad va a estar condicionada a la sensibilidad y la conciencia del creador, y, desde luego, a su visión del mundo, a su formación intelectual, a sus propias inclinaciones, porque los escritores, como todas las personas, tienen inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales y esas inclinaciones, pues, se manifiestan a través de la palabra». Los poetas cuyas obras mostró Rosario Candelier fueron: Natalio Hernández, mexicano; Segisfredo Infante, hondureño; Cristina Maya, colombiana; Marcos Martos, peruano; y Tony Raful, dominicano.  De este último son los siguientes versos, de su poemario La barca y el gavilán, «donde se puede apreciar alguna faceta singular de nuestro mundo circundante»:

 

El amor es el sueño que nos arbitria 

la danza lenta que en los límites de la ciudad 

preside las aristas de la lumbre/ el destierro de lo real. 

Aquí está el fuego heraclitiano 

donde alabado sea el verbo/ 

la madeja que tejieron seres de luz.

 

Participación del académico dominicano doctor Manuel Núñez   

En esta primera mesa también disertó el doctor Manuel Núñez, de la Academia Dominicana de la Lengua. El tema presentado lo tituló «Los peligros que corre la literatura panhispánica en la era digital». «Nos proponemos responder algunas de las interrogantes que nos plantea la era digital —dijo—: ¿Cuál será el destino del derecho de autor ante la piratería masiva, generada por la internacionalización? ¿Cuáles desafíos trae consigo la desmaterialización del libro, la mayor revolución, después de la invención de la imprenta en el siglo XV? ¿Qué papel desempeñarán en la actualidad el editor, el autor, el lector y la crítica?». «Nos enfrentamos en el mundo entero a la desaparición de las librerías, de las enciclopedias impresas, de los diccionarios y ante las amenazas para la propia edición que supone la transmisión del libro a través de las redes sociales, Facebook, Email, etcétera, muy poco después de haber sido publicados», expuso el intelectual. «Nos preguntamos: ¿Podrán los autores de novelas… vivir de su esfuerzo como escritores? Los costos de la impresión de edición periódica se han reducido grandemente al punto de que muchos escritores se convierten, normalmente, en editores de sus propias obras a precios extremadamente cortos», agregó. «Desde la invención de la imprenta en el 1450, nunca antes se había producido una reducción con las características que nos plantea la digitalización», apuntó Manuel Núñez. Dijo que «Han cambiado las relaciones entre el editor, el autor y el editor: el derecho de autora ha sido sustituido, en muchos casos, por derechos de la piratería. Una vez desmaterializado, el libro se desplaza como carga informática por las plataformas de internet o las redes sociales o los correos individuales». Ilustró su ponencia, en una primera ejemplificación, con el caso de los Premios Anuales de Literatura. Explicó que «Una vez la empresa Editora Alfaguara publica los Premios Anuales de Literatura, tan solo horas después aparecen en formato digital, en algunas plataformas las obras premiadas y recién publicadas». Puntualizó que «El escritor que vive de sus creaciones artísticas, hoy en día su venta resulta completamente electrónica, en el siglo XXI». Agregó, además, que «Muchos lectores se han acostumbrado a la gratuidad; otros se han asociado a grupos para evadir cualquier forma de paga»: «Algunos escritores se enteran de que sus obras aparecen divulgadas en alguna plataforma, un día cualquiera cuando decide averiguar cuál es su circunstancia en la web: “¡Nadie me pidió permiso, nadie nos consultó!”. Tan pronto el libro se desmaterializa, al parecer, se pierde el derecho que el autor tiene sobre su obra» […]». Destacó que «En las grandes naciones de Europa y de los Estados Unidos el libro en papel se mantiene aún por el peso de la tradición». «El libro es un bien material del cual el comprador se convierte en propietario, pero también es un discurso del cual el autor conserva la propiedad […]. Son los libros los que hacen el autor», consignó el académico Manuel Núñez.

  • Rita Díaz, en un comentario sintetizado de esta primera mesa, expresó: «Como bien planteaban los panelistas, la literatura nunca es una literatura solo por placer: hay literatura que tienen dentro y marca, pues, aquellos matices sociales, antropológicos, sicológicos, idiomáticos culturales que se cuelan en el arte de novelar, y que de manera consciente o inconsciente revelan el pensamiento, revelan esa dinámica y esa energía que tienen las sociedades. Y como decía nuestro compañero Manuel Núñez, el hecho de que estamos viviendo una revolución del libro, una revolución que nos afecta positiva y negativamente y en sí misma ella ha llegado para que nosotros tomemos acciones sobre esa revolución y es el hecho de que ahora tenemos una abrumadora cantidad de información y nosotros tenemos ahora que tener un mayor discernimiento porque tenemos mucho de todo, pero tenemos que diferenciar lo que nos conviene».

La segunda mesa inició con la catedrática Cecilia Caicedo, de la Universidad Tecnológica de Pereyra, Colombia, quien (de manera virtual) expuso «Una nueva definición sobre el viajero. Nuevas rutas literarias». «En este tiempo de globalización es interesante mirar cómo la literatura ha ido conectándose y sigue conectándose a la experiencia de viajar, pero fundamentalmente al fenómeno de la discursividad», señaló:  Expuso que hablaría del escritor Germán Espinosa e inició con una cita  suya: «Yo propongo que la literatura propicie un enfrentamiento del ser latinoamericano con el universo, una especie de lucha tolerante que acabe por revelarnos nuestra identidad última y las formas posibles de nuestro destino intelectual e histórico». «Yo creo que este es un excelente revote para repensar el objeto de la sociedad punzante en este mismo presente siglo, pero verlo y enmarcarlo en sus fuentes, en algunas novelas que él plantea cómo y cuáles son sus ideales panhispánicos. No se sería del todo justo ver a Espinosa como un escritor simplemente de novelas históricas, sino que al contrario lo que quiero plantear es el fenómeno de la discursividad que se leen en las escrituras de Espinosa». Agregó que «Distinguir y exponer su capacidad narrativa, va más allá de la recreación de la anécdota en sí misma, va más allá del suceso electivo, más allá de los procesos de la historia que quieren reconstruir».

«Yo pienso que a Germán Espinosa lo que en verdad le interesa es apuntalar un hecho histórico y tener un motivo histórico para saltar a un grado superior. A Espinosa le interesa, pues, lo mismo que llama la atención de la nueva historia: superar el hecho narrativo del suceso para registrar la arquitectura de los procesos: esto es enfocar la conformación de mentalidades en toda su compleja urdimbre, antes que tipificar el hecho anecdótico y parcial limitado al protagonismo de muchos». Apuntó que «Dentro del nuevo concepto de la historia y la cultura tanto novelistas como historiadores prefieren atisbar explicaciones e intervienen en la totalidad de lo narrado»: «Así, son comprensibles los cruces entre ideología y semiología, historia de la vida cotidiana, cultura viva […]. Esta manera de asumir los procesos históricos como referentes temáticos está presente en toda la literatura de Espinosa alrededor del episodio».

   Lorena M. Velásquez, de la Universidad Simón Bolívar, de Venezuela, disertó (con presencia telemática) sobre «Desiertos Sonoros (2019), de Valeria Luiselli: una representación ficcional del tránsito, nomadismo y tensión en la identidad latinoamericana»: «Mi intervención va dirigida con un diálogo que he tenido con esta novela de Valeria Luiselli y hago unos planteamientos producto del problema de la migración que, de alguna manera, se ha constituido alrededor de la frontera estadounidense».  La ponente citó, de Cristina Rivera Garza: «Cuando todo enmudece, cuando la gravedad de los hechos rebasa con mucho nuestro entendimiento e incluso nuestra imaginación, entonces está ahí, dispuesto, abierto, tartamudo, herido, balbuceante, el lenguaje del dolor»: «Este epígrafe me da la posibilidad de tejer una conversación con una temática que ha adquirido mayor fuerza dentro del ambiente de las últimas décadas: la migración». Velásquez explicó que «En el caso latinoamericano, la migración, que tiene como destino la icónica frontera del Norte, ha sido un punto de encuentro dentro del engrosamiento de las dos culturas que hacen vida de cada lado, ha generado una fractura significativa en una nación que en algún momento se eligió en la búsqueda de un absoluto incuestionable que no contuviéramos (“término de lo latinoamericano”)». Explicó que «De este modo, como Juan Fernando Ayuso bien señala en su texto: “La narrativa del siglo XXI dialoga con términos como ‘lo trasnacional’”, que es capaz de condensar la manifestación de una condición románica  “en tanto que el sujeto nómada se forja, a partir del tránsito”, una deshistorialización, producto de un descentramiento geográfico y cultural que obliga también a repensar la categoría de “identidad” desde un “afuera” o quizás dentro de un margen de aquello que hemos llamado Literatura latinoamericana».  Apuntó que «La narrativa de Valeria Luiselli —mexicana de origen y residente neoyorquino— entreteje figuraciones y oblicuidades desde donde explica esta compleja zona de subversión que es la situación de la frontera México-estadounidense actualmente».  «En síntesis —dijo—: Esa experiencia que resulta de cruzar un territorio fronterizo configura subjetividades complejas, que son al mismo tiempo una y muchas, producto de una vivencia sistémica en cuanto a que son, cito aquí a Saussure, “las consecuencias a menudo catastróficas del funcionamiento homogéneo de nuestro sistema económico y político”».

Pedro Javier Casas Malagón, de la Universidad de La Sabana, de Colombia, expuso sobre «Despedida, de Claudia Hernández, una alegoría del desarraigo y el desapropio personales». Por motivo de acústica en la trasmisión no es posible transcribir algunos de los textos de su ponencia. No obstante, transcribo el comentario de la profesora Mónica Montes, respecto a esta ponencia:

—Mónica Montes Betancourt: Yo agradezco estas tres intervenciones, realmente han sido muy esclarecedoras. Tuve la fortuna de ser jurado de la tesis de maestría de Pedro Javier, y me emociona, Pedro Javier, oír tu intervención porque realmente una de esas aproximaciones en las que nos ponemos en el vértice entre la interpretación literaria y la lingüística con este valor inmenso de lo que aporta una concepción sonora —fonética, fonológica— en la construcción literaria. Por demás hay que decir que, de alguna manera, Pedro Javier es artífice de un modelo de interpretación.

  • Y en su comentario sintetizado sobre esta segunda mesa Rita Díaz expresó: «Esta mesa ha estado enfocada en las manifestaciones literarias enfocadas específicamente en personajes y situaciones relativos a la frontera: en los personajes migrantes, la literatura íntima que entra en los matices políticos, sociales, que desentrañan lo humano, el hecho de los migrantes sus vivencias, su plano humano, que no es ajena a ninguna sociedad y que en los últimos tiempos hemos visto que ha tomado una fuerza bastante peculiar. La literatura no es ajena a esta realidad que vive nuestra sociedad (https://web.facebook.com/ateneoinsular/videos/1079081502932589).

 

La tercera mesa tuvo lugar en la tarde de este día 16 de noviembre. Inició Vanessa Ardila, de la Universidad Simón Bolívar, de Venezuela: «Uso panhispánico de la palabra papagayo desde la perspectiva del lexicón generativo»: La expositora (desde su país) inició con un epígrafe de Ignacio Bosque que reza: «Las palabras no significan algo y además se combinan de cierta manera, sino que en gran medida se combinan de cierta manera porque expresan precisamente esos significados». Explicó que «las palabras adquieren múltiples significados dependiendo del contexto en que se usen, concepción que se ve reflejada en cualquier diccionario que consultemos», pues «cada lema viene definido desde sus variadas acepciones». Dijo que «Este abanico de posibilidades tienen distintos repertorios lexicográficos en el que, en muchos casos, se presenta una larga lista de definiciones sin que se registren en todos los contextos posibles». Señaló que «En el mundo panhispánico una palabra puede tener diversos usos sin que todos estén reseñados en los diccionarios de lengua». «Debemos tener presente que, de acuerdo con el informe en el Instituto Cervantes de este año 2021, casi 493, 090 personas tienen el español como lengua materna por lo que, muchas veces, resulta complejo registrar las variabilidades léxicas». Agregó que «No debemos olvidar, como bien lo enseña Cohen, que “La polisemia es la norma y no la excepción” (Cohen, 1986)». «Esto genera, entonces, una problemática —apuntó—: ¿Cómo recoger en el diccionario la multiplicidad del sentido que despliegan las palabras cuando se combinan con otras?». Dijo que «Algunos podrían afirmar que es muy complejo porque el significado se ejercita en su uso y muy independiente en sí mismo», pero que «esta premisa tiene una contraparte porque las palabras sí tienen un significado mínimo que valida sus combinaciones y la interpretación que resulte de esa combinación». «Eso trata de explicar la Teoría del Lexicón Generativo (TLG) de James Pustejovsky (1986), que propone el estudio de las palabras a través de los principios generales. La preocupación básica de la TLG es la de dar respuesta al problema de lo que el autor (Pustejovsky) denomina polisemia lógica o sistemática: qué mecanismos son los responsables de hacer posible que una forma léxica infraespecificada adquiera una interpretación única y determinada en la composición de una oración (De Miguel, 2009, p. 340)» […]. Entonces, apuntó, «si cada palabra posee propiedades lingüísticas independientemente de cómo son en el mundo, tratemos de aplicar, entonces, el modelo del Lexicón Generativo a la palabra «papagayo», a sus acepciones y a su uso y alocuciones explicando los mecanismos generativos donde la información sub-léxica contenida en “papagayo” explique su interpretación en la designación de un género en el mundo y no del mundo». Dijo que «En este sentido Ignacio Bosque dice: “(…) no [se] analiza el mundo a través del léxico, sino el léxico mismo a través de la relación que existe entre el significado de las palabras y la forma en que las combinamos” (Bosque, 2004, p. XXII)». De esta manera podemos acerarnos al sentido que tiene en el mundo panhispánico la palabra “papagayo”». Expuso que «En los diccionarios consultados, Diccionario el español actual (2016); Diccionario de uso del español, de María Moliner (2016); Diccionario de le lengua española (de la Real Academia Española y de la Asociación de Academias de la Lengua Española); y del Diccionario de americanismos (propio de la Asociación de Academia de la Lengua Española Lengua), se registran: ‘ave y persona que habla mucho y sin fundamento’, con acepciones secundarias ‘planta’ ‘pez’ o ‘víbora’ y en Cuba en Venezuela ‘cometa’». La ponente expuso varios ejemplos, he aquí el de la acepción de ‘cometa’: 1. «Todavía treinta años atrás los niños nuestros tenían sanas distracciones: (…) eran asiduos oyentes de los “casos” de Tío Tigre y Tío Conejo; leían cuentos de Calleja; jugaban trompo y papagayo; asistían a títeres y funciones de circo (Tamayo, 1993, p. 181)». 2. «“Ahora es cuando se me va a enredar el papagayo”, pensó… (Alcalde, 2012, p. 152)». A seguidas presentó el desarrollo de la aplicación del Lexicón Generativo a la palabra «papagayo» (recomendamos acceder al enlace compartido al final de la reseña de esta mesa para su detallada ilustración).

Oscar Javier Montañez, de la Universidad de La Sabana, Colombia, expuso: «Fernando Zalamea Traba: una perspectiva panhispánica de las matemáticas. Una contribución al pensamiento sintético latinoamericano». Proyectando en pantalla un video con el título «España. La primera globalización» dio inicio a su ponencia. Consignó que «El doctor Fernando Zalamea Traba ha sido considerado como una de las mentes más globales en la época de la conciencia panhispánica». En uno de los textos en pantalla expuso que «Su capacidad para entender la matemática y la filosofía como una red cultural útil para comprender el mundo contemporáneo se hizo universal. Por eso, este profesor de la Universidad Nacional de Colombia (UN) forma parte del libro 100 Global Minds, the most daring cross – disciplinary thinkers in the world, publicado por la Domus Academy». Destacó que este autor «el objetivo que persigue es remarcar el adjetivo “sintético”, como una de las características más excepcionales del pensamiento latinoamericano planteado por algunos autores que él enumera, a saber: Pedro Henríquez Ureña, Mariano Picón Salas, José Luis Ramírez, entre algunos de los más representativos».  «La perspectiva que él propone se estructura desde la conciencia del valor catalizador y catártico de los bordes y movimientos pendulares atribuidos a dos críticos literarios muy importantes para él: Martha Traba, su madre, y así como a su gran maestro Ángel Rama». Agregó que este autor «Desde sus perspectivas literarias integra a los grandes románticos alemanes como Novalis y Goethe».

Con respecto a las «perspectivas matemáticas y filosóficas» de este autor, Montañez señaló: «Una clara justificación de la característica de integralidad y de mayor visión del pensamiento sintético latinoamericano se puede entender cuando el profesor Zalamea afirma que “el fundamento lógico de esa proximidad conceptual consiste en una elemental observación geométrica: el hecho de que, en un plano, un punto en una frontera tiene siempre acceso, al menos, a dos regiones del plano, mientras que un punto central puede siempre ser restringido a una sola vecindad. Así la frontera, el borde, el margen llevan inherentemente consigo una potencial multiplicidad que sirve para abrir y ampliar perspectivas” (Zalamea 2010)».

Marcela Gil Bustos, de la Universidad de La Sabana, Colombia, disertó sobre: «Los sintagmas nominales vinculados con la representación de los personajes migrantes en la novela Las tierras arrasadas, de Emiliano Monge».  Desde su mesa virtual expuso que «Emiliano Monge es un escritor mexicano nacido en la Ciudad de México en 1978» y que esta novela suya, de la que expondrá, fue publicada en 2015 y fue «ganadora del Premio Latinoamericano de Novela Elena Poniatowska y del English Pen Award». La expositora presentó en pantalla su texto: «En la literatura mexicana de los últimos años la representación de la situación fronteriza, entre el norte de México y los Estados Unidos, ha cambiado su foco, puesto que como afirma Kunz (2012) “lo fronterizo ya no importa tanto como zona de transición entre dos estados, sino más bien como región periférica donde se reflejan, de manera excesiva y a veces grotescamente deforme, los problemas de todo México”». Señaló que por tal razón «en estas narrativas lo que interesa es el espacio periférico, el cual es transitado por personajes migrantes que se ven expuestos a peligrosos desplazamientos clandestinos a través de los cuales siempre está latente la posibilidad de convertirse en víctimas de extorsión, violaciones, secuestros y trata de personas». «Este viaje de sujetos migrantes, que se desplazan en busca del “sueño americano”, es retratada en la novela Tierras arrasadas del escritor mexicano Emiliano Monge», especificó. Dijo que en «En esta obra se narra el recorrido migratorio de sujetos que transitan un calvario, conducidos por dos personajes: Epitafio y Estela. Estos crean un espacio laberíntico e infernal donde los migrantes son reducidos a meras mercancías transportados por un vehículo de mercancías: Minos».

Marcela Gil Bustos apuntó que «El objetivo de este trabajo es analizar sintáctica y semánticamente los sintagmas nominales referidos a los personajes migrantes tales como los sinalmalos sinnombrelos sinDioslos sinvozlos sincuerpolos sinsombra, entre otros, a través de los cuales se puede ver cómo estos personajes transitan un laberinto fúnebre sin salida que los va deshumanizando hasta su aniquilamiento». Estos son algunos de los análisis presentados por la ponente (recomendamos acceder al enlace para su comprensión integral): 1. «Los personajes Estela y Epifanio que, aunque en su infancia y juventud se vieron sometidos a las mismas dinámicas de explotación y privación de la libertad, en su adultez se asumen plenamente como victimarios…». 2. «Los personajes victimarios tienen sus nombres relacionados con un campo semántico de muerte: Epitafio, Nicho, Mausoleo y Sepelio». 3. «*Frecuencia de SN migrantes: Predominio del uso de la construcción: art.det. masc.pl. + sust. (masa sin identidad). *Importante destacar el núcleo de estos SN: prep. Sin + sust. *Este tipo de construcciones no son locuciones ni colocaciones sino lexías». En sus conclusiones, en cuanto a este análisis de los SN, la ponente expuso que «El análisis de los SN, sobre los migrantes como lexía, nos permite interpretar la visión que se tiene del otro, que en la zona de transición entre dos estados es deshumanizado hasta convertirse en mercancía o en nada».

Reacciones al término de las ponencias de esta tercera mesa:  

—Rita Díaz: En esta tercera mesa, tan interesante, relacionada con el aspecto lingüístico, literario y un poco del pensamiento global, es interesante ver que, cuando creamos —como el autor ha hecho—, crea una serie de lexías —como planteadas—, una serie de palabras, que van adoptando un matiz y una temática un poco fuerte: llamarlos «los sinnombre», «los sincuerpo», «los sinalma». Como analizaste la obra completa, Marcela, ¿sientes realmente ese matiz despectivo hacia los personajes, o es una creación que va a dejar libre la interpretación de esas lexías que aparecen en esa novela?

—Marcela: Yo creo que sí se ve esa imagen despectiva que se crea de esos migrantes. Y, de hecho, es muy interesante también cuáles son los nombres del resto de los personajes y su relación con ellos, todos relacionados con la muerte y que van a llevar esos personajes a convertirse en nada. Por un lado, esa visión del personaje al interior de esta novela. Y por otro lado está la visión del autor de la novela, de tratar de romper con esto, lo de esos personajes migrantes que sufren y que nadie los valora. Yo creo que él lo que hace es esto: ‘ese personaje lo cojo, y los otros los degrado, les voy a dar una voz’. El autor lo que hace es que coge unos fragmentos de testimonios de personajes reales y de esa manera intenta darles una voz. Y creo que es lo que el autor logra con esa obra. Y por otro lado se ve esa visión de ‘ese otro’ que lo lleva a ese estadio infernal. Pero sí, se ve a lo largo de la novela.

—Mónica Montes Betancourt: Yo, primero, felicito esta mesa. Siendo yo una que se dedica a la literatura, cada vez me causa más emoción ver todo el aporte que hace el contenido lingüístico del análisis real y, muy particularmente, siento que en esta mesa justo lo hemos advertido. Muy interesantes estas intervenciones de Oscar, de Vanesa, de Marcela. Tengo una pregunta para Oscar. A mí me llamó mucho la atención, y eso también es algo de lo que me he dedicado, lo que ocurre cuando aparecen categorizaciones que tienen mucho que ver con los espacios: la cardinalidad (las ideas de arriba, abajo, intermedio), intentando darles lugar a realidades puntuales en la literatura. Por ejemplo, es muy llamativo cuando hay juegos de cardinalidad: cómo todo deviene simbólico, cómo todo deviene, incluso, alegoría. Me gustaría, Oscar, porque me pareció muy interesante y realmente sintético lo que empiezo a advertir en tu trabajo (yo estoy dirigiendo la tesis de maestría de Oscar), que te detuvieses en esas simbologías puntuales que tienen tanto que ver con lo espacial y cómo en ellos puedes establecer esas clasificaciones muy, muy puntuales de ese pensamiento sintético latinoamericano que te interesa. De hecho, por eso un tema matemático casi geométrico puede tener connotaciones culturales, literarias, lingüísticas. Oscar, esa es mi pregunta para ti. Y para ti Maricela: me gustó mucho lo que aporta precisamente una preposición, también de nuevo en una categorización de los migrantes. ¿Tú planteas como proyecto futuro advertir en otras novelas a qué tipo de categoría se orientan los autores? ¿Cómo hacen ese juego de la categorización? Me gustaría preguntarte si has visto en este mismo autor otros juegos que tiendan también a estas apuestas del lenguaje, preposicionales o que vayan en esta dirección. Y les reitero mis felicitaciones a los tres. (Oscar Javier Montañez no pudo responder por motivo de conexión, no obstante, dejo el aporte de la interesante reflexión planteada por la profesora Montes).

—Marcela: Gracias, Mónica. Sí, a mí me gustaría ver en otras novelas qué pasa, pero ya no sé si con preposiciones. Yo no sé si en este autor esta es una característica de él, habría que revisar otras obras. Él sí, al final de la novela, hace otro tipo de construcciones, pero no tiene que ver con preposiciones. Llena un resumen de alma: «el que tiene aún nombre», «el que cuenta aún con Dios», «él tiene aún su voz», «el que todavía tiene cuerpo», «el que todavía usa su lengua». Se podría analizar ese tipo de construcción. Y yo creo también que habría que ver a otros autores, y si este tipo de construcción con preposición «sin» lo utilizan en este tipo de categorización. Ya son usadas: sinnombresinalma… «Los ninis», por ejemplo, eran los que no trabajaban ni estudiaban, que llegó a otro nivel de categorizaciones con los migrantes.

 

  • Comentario sintetizado de Rita Díaz sobre esta tercera mesa: «Sé que cuando escucharon hablar del papagayo y la polisemia todos refrescaron que en su país debe haber una palabra que en otro país significa otra cosa y en las que nos meteríamos en problemas de decirlas abiertamente. Realmente el contexto, esa concordancia léxica, no existe un diccionario que pueda recoger toda la diversidad que la lengua nos permite. Ver en el trabajo de Oscar el contexto de globalización, que esa es una tendencia también que se va a la pedagogía, y vemos que ya el pensamiento no está segmentado ni aislado, sino que se integra cada día más. Finalmente, con los sintagmas nominales analizados recordé de nuevo la presentación inicial de este coloquio en el sentido de la energía que traen las palabras: una palabra puede ser un torrente destructor o puede ser un torrente constructor de identidad, de idiosincrasia, de pensamiento a nivel general. De verdad que esta mesa ha sido bastante productiva.

 

Las ponencias de la cuarta sala iniciaron con Carlos Mata Induráin, de la Universidad de Navarra, España: Poder y sátira del poder en la poesía de Miguel (Daniel Leví) de Barrios y Manuel (Jacob) de Pina. El ponente señaló que estos dos poetas de quienes hablará «tienen en común que los dos son escritores judeoespañoles, que, más o menos a la altura de mediados del siglo XVII, escapan de España y de Portugal hacia los Países Bajos porque en España las condiciones de vida para los judíos no son ya muy buenas». Dijo que «Tienen en común también el cultivo de una literatura de corte satírico-burlesca». Expuso, además, que le interesan estos dos autores y los está estudiando «porque en el Grupo de Investigadores Siglo de Oro de la Universidad de Navarra, en el que trabaja, se está desarrollando un proyecto sobre la burla y la sátira en el Siglo de Oro». Señaló que «Pina y Barrios no son autores completamente desconocidos, hay bastantes bibliografías sobre ellos en la comunidad sefarditas en los Países Bajos en el siglo XVII; pero sí son autores sobre cuyos textos merece la pena volver de nuevo con una mirada profunda». Dijo que «No todas sus obras están editadas de forma moderna, y algunas hay que manejarlas en ediciones antiguas del siglo XVII y no siempre son fáciles de encontrar y por lo tanto hay que hacer esa labor de edición, de análisis, de anotación de sus textos». «Para que tengan un poco las coordenadas de sus mentes doy unas pinceladas —apuntó—: Pina era natural de Lisboa, vivió en Bruselas, en Ámsterdan. En Ámsterdan publica en 1656 un cancionero titulado Chanzas de ingenio y dislates de las Musas, que fue prohibido tres veces por el mahamad sefardí, más por sus obscenidades que por su heterodoxia. El tono burlesco predomina, aunque también es cierto que hay una variedad de registros bastantes largos: hay poemas de circunstancias, hay poemas de contenido histórico, hay algunos poemas en los que Pina habla de sí mismo y gracias a estos poemas podemos reconstruir o documentar algunos detalles de su biografía. Son 39 poemas, algunos en portugués y en español otros. Una comedia burlesca, escrita esta en español, se titula La mayor hazaña de Carlos VI», dijo. Explicó que «para entender un poco esta comedia burlesca de Manuel de Pina debía señalar algunas especificaciones de la comedia burlesca del Siglo de Oro: Ese corpus de obras que toman una obra seria y se representaban por carnaval vuelven el revés de estas piezas burlescas todos los elementos de las comedias serias. Evidentemente la pieza que está en el fondo con el protesto tiene que ser bien conocida para que la parodia pueda funcionar. Para que el lector o espectador que está viendo una obra de teatro pueda identificar los elementos parodiados tiene que conocer el referente que está detrás».

Explicó: «Existía una comedia seria de tipo histórico titulada La mayor hazaña de Carlos V, de Diego Ximénez Enciso, que es una reconstrucción del retiro del emperador Carlos V, que deja todo el poder, deja toda la pompa, para vivir sus últimos años retirado en un modesto cenobio. Esta es la comedia seria de Ximénez Enciso. La parodia de Pina se titula La mayor hazaña de Carlos VI.  ¿Y por qué lo llama así al monarca ficticio de esa pieza? Pues es Carlos VI, por los muchos pecados que comete contra el sexto mandamiento… Se dice en la comedia burlesca que él es un rey de pantomima y que se va a retirar a un convento de monjas en donde, se dice, probablemente, que estará en la gloria; con esta picardía».  «El caso de Barrios es parecido en alguna de sus circunstancias», apuntó el expositor. Desarrolló lo que él llamó «una introducción» para conocer a la literatura burlesca de estos autores de su exposición.

La segunda participación de esta mesa la tuvo el poeta Carlos Vásquez Zawadski (PEN Escritores de Colombia): La poesía romántica y política de Rafael Pombo. El ponente inició expresando que este autor que va presentar «se conoce en toda América Latina y se le conoce, más que todo, por su poesía dedicada a la niñez». Explicó que, no obstante,  «Pombo es un polígrafo que ha podido estar sobre la mesa para ser leído, investigado, estaba apagado», y que «en tanto polígrafo, el cuerpo de su poesía se acerca a los 1,500 textos, con registros diferentes: poesía romántica amorosa, poesía a la naturaleza, poesía poética, poesía social, poesía popular; algo de teatro, crónica, artículos de prensa; una producción enorme de traducciones, pues de muy joven Pombo aprende latín, el griego y otros idiomas, y traducir le va a permitir a él establecer un dialogo con diferentes culturas, la norteamericana, especialmente, pero también la francesa, la italiana». «Ese Pombo es interesante —dijo—. Estoy en un proceso de investigación que toca el romanticismo en Colombia y que nace temprano cuestionando con el canon establecido. Manifestó que «Esta investigación sobre el romanticismo colombiano, dos o tres etapas generacionales, se alza —en una proyección inicial— sobre la constitución del sujeto que escribe: el sujeto social y sujeto que, en la primera etapa del romanticismo, está determinado por lo que es el derecho del poder (todavía) escolástico, en propia América Latina». «Aparentemente el nacimiento de Rafael Pombo se da en que esta primera generación aparece y escribe y publica, en los años 30, como hasta la segunda década del siglo XX, que va a estar marcado por un poco las luchas independentistas y posteriormente por tomar partido —en el sentido literal y simbólico—, por una parte, de quienes hicieron esas luchas de independencia y construyeron nación. Estoy hablando del Partido Conservador en Colombia». Señaló que «Una de las partes de su producción —poética, política— pasa por un romanticismo que toca la independencia (en donde se toma partido por esos personajes), esas luchas, esas guerras partidistas del siglo XIX, que, como ustedes han leído en Cien años de soledad, son interminables hasta la Guerra de los Mil Días, al comienzo del siglo XX. Lo importante de esa producción, muy, muy poco estudiada, permite, desde su literatura, ver que Pombo, al tomar partido, esa es una vertiente política. Y le canta a otra vertiente liberal: como es católico conservador, su construcción como sujeto social se hace en el interior de él: conservador, católico, apostólico romano, en contra de todo lo que nos pasa por aquí. Su poesía política es, de tal manera, no le llamo sectaria pero sí partidista, negando al otro (al otro diferente) que hace que, en libros recientes que quieren reconocer a Pombo un poeta nacional, sea cuestionado eso: sería un poeta nacional en la medida en que resuelva esa dicotomía, esa oposición tan radical, no solamente de tipo religioso católico, en cuanto a lo político, donde lo diferente a lo conservador es destruido.

—Mónica Montes Betancourt: Yo también debo decir que me emociona que cerremos el primer día del coloquio con estas dos intervenciones. En primer lugar, debo decir lo que representa para mí que Carlos Mata esté aquí, que, sin duda, está aquí por amistad también, entre otras cosas. Y yo creo que los espacios académicos, sin duda, no solo son ocasiones de emir relaciones entre redes que son las que nos salvan, sino que son la ocasión de la amistad y así es como tiene que ser. Y también esa hermosísima ponencia del profesor Carlos Vásquez que nos pone en un matiz que no es el más conocido, tristemente, de Rafael Pombo, a quien conocemos mucho más por su bellísima poesía infantil, por sus fábulas poéticas, pero que es una voz que merece divulgarse muchísimo más. A mí me ha parecido una inmensa riqueza, reconocer, incluso un poco a una voz que está diciendo, antes de Rubén Darío, está comunicando antes que Rubén Darío todo este mensaje panamericano. Nos está salvando también de mantener nuestro lugar, de mantener nuestra identidad. Carlos Mata, tengo un comentario. Me llama tanto la atención que el registro que toman estos poetas sea precisamente siempre la historia de los proscritos, la historia de los condenados. Qué llamativo resulta semánticamente, del exilio, desde ese tema, estar contando de algún modo un drama personal también. Yo de algún modo es eso lo que sentía mientras te escuchaba…

Final del primer día del coloquio 

Ha concluido esplendorosamente este primer día del XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus Valores en el cual se han desarrollado las ponencias relacionadas con el tema elegido «Globalización y política en la literatura panhispánica». Las profesoras Mónica Montes y Rita Díaz concluyeron con sus emotivas palabras e invitaron a todos participar nuevamente en el día de mañana, ya sea por las vías electrónicas o de manera presencial en la Academia Dominicana de la Lengua, sede de esta edición de dicho Coloquio internacional: «Justo lo que ha ocurrido en este primer día de coloquio habla muy bien del sueño que teníamos, que era referirnos a la política y a la globalización con toda esa amplitud. Resulta que el debate más interesante está en abrir las fronteras y sentarnos a pensar este fenómeno de lo panhispánico en un eje diacrónico y sincrónico mucho más amplio», manifestó la profesora Mónica Montes Betancourt y agradeció a Rita Díaz «por esta coordinación, dedicada, puntual»

«Esta mesa cierra con broche de oro sobre la crítica literaria y sobre cuál es nuestro papel en la sociedad como intelectuales del área de la lingüística y de la literatura. Realmente ha sido un día muy productivo y considero que sacaremos mayor provecho en el día de mañana cuando retomemos el dialogo en este XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus Valores», celebrado en la sede de la Academia Dominicana de la Lengua en Santo Domingo, República Dominicana, expresó la académica y poeta interiorista Rita Díaz Blanco (https://www.youtube.com/watch?v=DWfDbNS5k6s).

 

El segundo día de la celebración del XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus valores: «Globalización y política en la literatura panhispánica», inició con las palabras de bienvenida por parte de la académica Rita Díaz Blanco, «quien realizó un admirable trabajó en la organización y desarrollo de este evento internacional de la Academia Dominicana de la Lengua», según reconociera su director, don Bruno Rosario Candelier, junto a académicos y profesores de la Universidad de La Sabana, de Colombia, entre los cuales estuvo la doctora Mónica Montes Betancourt; así como también junto a los académicos que tuvieron presencia telemática, y profesores y alumnos de las diferentes universidades nacionales e internacionales convocadas.

 

Participación del doctor Odalís Pérez, de la Academia Dominicana de la Lengua   

La primera mesa inició con la disertación del doctor Odalís Pérez, miembro numerario de la Academia Dominicana de la Lengua. Tituló su ponencia «Literatura dominicana y procesos migratorios»: «En el resumen que enviamos decíamos que el tema de la migración en la literatura dominicana tiene, y ha tenido, una repercusión abordada por muchos autores contemporáneos. Poetas, narradores, dramaturgos y ensayistas han asumido dicho tema, en algún momento de su producción, revelando elementos conflictivos, políticos, familiares, étnicos, personales y otros que definen algunas líneas de identidad, o de identidades culturales. Nuestro objetivo consiste en analizar, un poco, el trazado literario de esa literatura llamada “diaspórica” (o sea, basado en eso que llamamos de una u otra manera “diáspora”), asumida como fuerza dialógica o dialogante. Nuestro abordaje metodológico, ecléctico, indudablemente, acentúa una línea basada en la lectura crítica recuperadora de nuevos valores de las letras dominicanas dentro y fuera del país dominicano».

Explicó, «señalando elementos y variables, que existe una literatura a la que se le llama “diaspórica” porque son personas que emigran y están no solamente en los Estados Unidos». Dijo que la palabra “diáspora” es muy antigua; recuérdese la diáspora judía, helénica, oriental en todo el sentido»: «Estamos hablando de etnias en variedades que emigran a otro lugar y allí se adaptan a su lengua, a sus costumbres, a sus formas de ser, a sus mentalidades, y ya pertenecen, de una manera u otra, a aquel espacio (del espacio de origen al espacio adoptado), para dejar su testimonio allí, o en dos países». Añadió que «Hay mucha discusión aquí al respecto, porque el dominicano que emigra hacia Estados Unidos tiene muchas propuestas, soluciones, y vive, realmente, muchos fenómenos que, a la larga, van a incidir en su literatura, aparte de que él carga con su identidad, con su país, sus costumbres, sus formas de vida, y demás» […]

«El problema migratorio tiene aquí un tiempo —dentro de la modernidad, claro está— que comienza a finales del siglo XIX, llega al siglo XX y ha continuado sin pararse en el siglo XXI»; y añadió que «Esto ha creado experiencias muy significativas»: «Yo diría que esplendorosas —destacó—porque tenemos, incluso, autores que han sido premiados y han sido promovidos en los Estados Unidos, independiente de los prejuicios que siempre dicen que hay y de las presiones que ejerce un medio sobre el inmigrante, sobre el individuo que allá va a posicionarse, sea a estudiar, a vivir, a trabajar en un país, como los Estados Unidos, que siempre ha sido un país multicultural»

Señaló, sin embargo, que «Aquí, no todos, en el caso de los intelectuales y escritores, adoptan el hecho de que ellos realmente son exiliados económicos, o sea que van allí a trabajar, a malpasar, y allí se les desprecia». Puntualizó que «Hay personas que no se siente que son migrantes, que viven allí porque quieren vivir allí, no porque tienen aquí un objetivo de hacerse ricos o de que allí van a buscar ventajas económicas y demás». «Eso hace que, desde el punto de vista de la ubicación, de la geografía, haya tendencias; y dentro de la misma literatura dominicana hay explicaciones diversas, a propósito de esta diferencia en cuanto al fenómeno de la habitabilidad y de cómo funciona ese vivir, ese ser, allá en el país al que llega».

Apuntó el académico que: «Con todo y las desventajas idiomáticas, culturales, a veces; por todo este tipo de obstáculos de una persona que llega a un país donde tiene que adaptarse, hemos tenido lo que se llama un ‘boom de escritores dominicanos’ allí en Estados Unidos». «Quién que conozca, medianamente, la literatura dominicana, no va conocer el nombre, por ejemplo, de Rita Indiana Hernández, Rey Enmanuel Andújar, René Rodríguez Soriano (†), Eduardo Lantigua (†); críticos y escritores poetas como Medar Serrata, Silvo Torres-Saillant, Esteban Torres». Igualmente destacó «Nombres que cultivan literatura infantil y también son traductoras, narradoras, por ejemplo, Gianni Lantigua; poetas y narradores como Ivelisse Fanning, Claribel Díaz, Jimmy Valdez, poetas conocidos de otras generaciones que se han ido a vivir allí y no han regresado, como Luis Manuel Ledesma, Diógenes Pina».

«Es bueno explicar que esas personas que corresponden a ese apelativo de “diáspora”, de ‘personas que viven fuera de su país’, que son ‘migrantes’, no es que se quedan allí toda la vida, ellas vuelven aquí, y se van: entran y salen». Odalis Pérez recomendó el «libro de la socióloga Karin Weyland, que sería bueno que se tuviera en cuenta a la hora de examinar ese fenómeno de escritoras y escritores, intelectuales y artistas, que allí viven y que allí tienen una cultura, una cultura que puede ser de la pobreza pero también una cultura de la diferencia: Negociando la aldea global con un pie “aquí” y otro “allá”:la diáspora femenina dominicana y la transculturalidad como alternativa descolonizadora, publicado en el Instituto Tecnológico, de Santo Domingo (INTEC), en el 2006».

«Pero también existen modos de lecturas de esas literaturas —destacó el expositor—, que ellos mismos no se inscriben en la problemática de lo que es la literatura diaspórica, sino que, más bien, entienden, muchos de ellos, que no están allí como diáspora, sino como ciudadanos del mundo que van allí y trabajan, viven estudian; muchas de estas personas son profesores en los Estados Unidos, traducen sus libros al inglés y a cualquier otro idioma; ellos no se inscriben en eso porque la diáspora no es un movimiento, aunque hay personas que dicen que sí, que es una cardinal de la literatura dominicana en el exterior y que así como hay poetas de la diáspora, hay también dramaturgos de la diáspora, cronistas de la diáspora, historiadores de la diáspora; sin embargo el concepto es un dato conflictivo para nosotros aquí, y ellos allá […] Lo cierto es que estos escritores e intelectuales publican sus obras que nos interesan bastante… y hacen una vida cultural activa, y, desde ese punto de vista, hay valores establecidos en su lenguaje, en sus textos, en sus pronunciamientos y, sobre todo, su productividad». Entre los ejemplos que citó de estas literaturas están: La taberna de Tom de Phips, de José Moya Pons; Candela, «novela que fue llevada al cine», de Rey Enmanuel Andújar (Archipiélago Caribe); y Ser del silencio, de Claribel Alegría».

 

Disertación de Cristina Maya, de la Academia Colombiana de la Lengua 

En la segunda mesa, y desde la sala virtual de la Academia Colombiana de la Lengua, Cristina Maya expuso su ponencia: «Mario Benedetti, entre la literatura y la política». «Uno de los más importantes referentes de la literatura latinoamericana de los años 60 fue Mario Benedetti —dijo en su introducción—. Sin su decisiva participación en la llamada Generación del 45 o Generación de Marcha (semanario donde publicaban la mayor parte de los intelectuales uruguayos, que coincide, justamente, con la terminación de la Primera Guerra Mundial, como también de la publicación de su libro La víspera indeleble) no se entendería, en gran parte, de la orientación literaria que predominó en esta época». Explicó que ese «Era el momento de un cambio en las sentencias literarias…, pues era pregonero de una literatura llena de símbolos y de temas ajenos a la realidad latinoamericana. Y si bien muchos de los autores del Boom —Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar— vivieron parte de sus obras en Europa mirando siempre a mismo continente como referente de una nueva iniciativa, había que volver a América, ir sobre ella desde su propia trayectoria, tal como lo hizo Benedetti»: «Su ámbito sería el urbano, la ciudad como temática y motivaciones esenciales […] Bajo la influencia del poeta Baldomero Fernández Moreno, comienza a escribir su tesis de carácter realista que se enmarcaría después entre la llamada poesía social, por el énfasis en la persona urbana». Destacó que «En uno de sus primeros libros, Poemas de la poesía, emerge la temática que lo obsesionará en toda su obra posterior: la dramática alienación del empleado público».

«Para Benedetti, como él mismo lo dijo en más de una ocasión: el Uruguay era como una gran oficina, no había familia que no tuviera entre sus miembros un funcionario público, un burócrata o un oficinista, y dentro de esa misma orientación, los temas de la alienación, la muerte, el amor y la venganza son las sustancias que nutrirá su extensa obra en los campos de la poesía, la novela, el cuento, el ensayo, el periodismo, el teatro y la canción. Prolífico autor (de más de ochenta libros que en su mayoría han sido traducidos a diversas lenguas), su labor como escritor incluye obra de conferencista en París y universidades europeas, especialmente España, donde se le acogió siempre con notable admiración».  «Pero es con el surgimiento de la Revolución cubana cuando cambia definitivamente su perspectiva ideológica hacia la llamada “literatura comprometida” —señaló Cristina Maya—. Si algo caracterizó, o tuvo gran parte de la notoriedad de los años 60, fue una mentalidad surgida de este hecho incontrovertible, unida a la politización del marxismo y el existencialismo como sustentos teóricos»: «La literatura, según el Realismo socialista, es fijar los ojos en el actuar del individuo dentro de su engranaje social y en su permanente lucha contra los poderes despóticos del Estado en la necesidad de revelarse para buscar la anhelada igualdad. El socialismo marcaría, desde entonces, la inclinación política de Benedetti al convertirse en un militante que terminó en el exilio durante la dictadura de 1973, motivo por el cual su vida transcurrió en diversos países: Argentina, Perú, España y Cuba. Sobre su militancia y sobre su exilio escribió varios poemas y novelas».

Apuntó que este escritor, «Influido asimismo por el existencialismo de Sartre, a quien muchos de los escritores del momento del deben su legado, especialmente a partir de la lectura de libros como ¿Qué es literatura?, y del Existencialismo es un humanismo…, comprendió que la literatura cobraba sentido por su capacidad de cuestionar y a veces denunciar las injusticias sociales, la corrupción y los abusos del poder de las clases dominantes (…) Así pues la vida del escritor uruguayo se debatió entre la literatura y la política y a las dos las ubicó en el mismo lugar de importancia». Explicó que «Poemas de la oficina (1956) ha sido uno de sus libros más leídos y conocidos en Latinoamérica: allí el propósito era no solo mostrar la mentalidad del uruguayo medio, sino proyectarla de manera clara y transparente en sus poemas con la intención de llegarle al pueblo lector; inherente asume la actitud de testigo y con mirada penetrante, como descubriendo la mentalidad pequeño-burguesa, describe las miserias del anonimato, de la rutina diaria y elegante por la que transcurre la vida de un empleado de oficina». Leyó con emotiva voz, «el poema “El nuevo”», en donde el autor —dijo— «revela con patriotismo estas circunstancias: Viene contento/ el nuevo / la sonrisa juntándole los labios/ el lápizfaber virgen y agresivo/ el duro traje azul/ de los domingos /…/ Claro/ uno ya lo sabe/ se agacha demasiado/ dentro de veinte años/ quizá/ de veinticinco/ no podrá enderezarse/ ni será/ el mismo/ tendrá unos pantalones/ mugrientos y cilíndricos/ y un dolor en la espalda/ siempre en su sitio…».    Agregó que «El lenguaje fuerte, directo e irónico son característico de sus poemas, que pretenden ser una radiografía social por medio de la cual quería, ante todo, comunicar». Consignó también que, «Paralelamente, Benedetti escribe sus primeras novelas: en 1953 escribe Quién de nosotros y 1960 su segunda, y una de las más renombradas, La tregua».

Juan Torbidoni, de la Universidad Católica Argentina: «Reescrituras del mundo clásico en la literatura de Leopoldo Marechal y en la escultura de José Fioravanti» 

El tercer participante de esta mesa lo fue Juan Torbidoni, desde la sala virtual de la Universidad Católica de Argentina, con su ponencia «Reescrituras del mundo clásico en la literatura de Leopoldo Marechal y en la escultura de José Fioravanti». Al introducir su tema Juan Torbinodi apuntó que su ponencia «tiene que ver con un proyecto de investigación» en el que está «trabajando, precisamente, ahora», sobre «la conexión entre poesía y escultura». Explicó que «a pesar de su enorme importancia el escultor José Fioravanti es poco conocido». «Mi presentación va a versar sobre esta fecunda relación, humana y artística, entre Leopoldo Marechal y José Fioravanti» y, «por supuesto, su presencia en Argentina», señaló.

Juan Torbidoni consignó, a manera de semblanza, lo siguiente: «A fines de 1926, Leopoldo Marechal se embarca rumbo a Europa. A sus 26 años, el poeta, ya se destaca como una de las promesas de la joven generación de escritores argentinos, grupo que encarnaba lo que la crítica había denominado: “La nueva sensibilidad”. A esta altura, Marechal, había publicado dos importantes libros: el poemario vanguardista Los aguiluchos (de 1922) y el poemario vanguardista Días como flechas (de 1926). Además, sus escritos habían aparecido en importantes revistas culturales y literarias, como Caras y CaretasProaUltra y Martín Fierro». Explicó Juan Torbidoni que este poeta, en «Madrid, entra en contacto con figuras claves de la intelectualidad española como Ramón Gómez de la Serna y José Ortega y Gasset». Expuso que «Más tarde se desplaza a París […]»: «En una carta, de marzo de 1927, dirigida desde París a su amigo en Buenos Aires, el poeta Horacio Schiavo, un Marechal embriagado de entusiasmo retrata el ambiente cultural…, cito: Es una atmosfera de arte que se respira constantemente: obreros con bastidores en la calle, artistas llevando al hombro sus cuadros, carros con caballetes, libros, exposiciones, conciertos… Agregó que «Marechal le comenta, además, a Schiavo, que frecuenta los talleres de los pintores argentinos, Lino Enea Spilimbergo, Héctor Basaldúa, Horacio Butler y Aquiles Badi, círculo que más tarde se conocería como “El Grupo de París”».

Juan Torbidoni señaló que «Entre los artistas plásticos cercanos a Marechal hay uno en particular que sobresale como referente de ese círculo y cuya figura no ha recibido suficiente atención: el escultor José Fioravanti […] Expuso que «En 1936 Marechal evoca los comienzos de su amistad con el escultor, en su Historia de la calle Corrientes, ensayo que recupera la memoria de la icónica arteria porteña, en el preciso momento de su demolición, trasformación y modernización: …En 1923 conocí al escultor José Fioravanti que tenía su estudio en los altos del Museo Municipal. Allí se reunían en torno del erial caído, con pocas esperanzas el cincel, la pluma y la espátula» […] Apuntó que este escultor tuvo «su notoriedad en la escena cultural en 1925, con una exitosa exposición de sus obras en Madrid». Consignó que «El 25 de marzo de 1927 el escultor y el poeta abordan el barco El Madrid, rumbo a Buenos Aires»: «Algunos meses después de su arribo Fioravanti presenta sus trabajos en la Asociación Amigos de Arte, exposición que alcanza gran repercusión, concurriendo a ella nada menos que el Presidente de la nación, Marcelo Torcuato de Alvear». Destacó que «Es precisamente Marechal quien se encarga de reseñar la muestra en la revista vanguardista Martín Fierro, en una nota titulada “Fioravanti y la escultura plural”».

  • El expositor presentó un análisis de este texto primordial de su observación, «Fioravanti y la escultura plural», de Leopoldo Marechal:

«En el artículo de Marechal se destacan dos motivos, que considero merecen nuestra atención. En primer lugar, señala el autor, cito: El concepto puro de un arte se haya en determinados momentos históricos, casi siempre en los comienzos de una época o de una civilización. Marechal agrega que: Cuando este momento primigenio, originario, se apaga, el arte también se desvanece, hasta que aparezca nuevamente una era que recupere el sentido autentico que restaure la pureza inicial del arteEjemplos de cultura pura -prosigue el escritor- se encuentran en el arte de los asirios y egipcios, en el arte arcaico griego, en el románico…, pero también en el arte primitivo chino, indochino y japonés, y en el arte oceánico y negro. Todos ellos se caracterizan por comunicarnos -al decir de Marechal- una pura emoción plástica. Pero la transmisión de esa pura emoción de Marechal es inasociable, de carácter representativo: la escultura. Se pronuncia, entonces, partidario del arte figurativo y contrario a la escultura abstracta, llegando a dictaminar su fracaso como experimento estético. Sin embargo —aclara Marechal—, la representación de la realidad no debe, en modo alguno, ser copia infiel de lo real…, sino captar y plasmar los rasgos esenciales que configuran lo real. En otras palabras, para Marechal, la escultura pura de Fioravanti lo es tal, precisamente, por expresar cierto esencialismo en la captación de la forma».

«El otro motivo que me interesa resaltar en la reseña de Marechal es el concepto de la lucha que mantiene el artista con la materia, es decir el escultor con la piedra», apuntó el expositor. A continuación, Juan Torbidoni expuso momentos, a manera de semblanza, de la vida artística de José Fioravanti, los cuales, a modo de una vista rápida, refiero: «La consagración definitiva del escultor llegaría en 1934 al exponer las estatuas que integraban sus monumentos a Avellaneda y a Roque Sáenz Peña en la serie de galerías parisinas Jean Vaillancourt… La exposición de Fioravanti recibió la aclamación de la crítica, que se preguntaba si acaso no era Fioravanti el gran escultor argentino del siglo XX. Un año más tarde, en 1935, la misma exposición se repetía en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires […] La crítica de la época señala: La serena quietud de las figuras» […] «En 1942 Marechal vuelve a escribir sobre la obra de su amigo, pero esta vez un ensayo en forma de libro, presentando 24 fotografías de obras de Fioravanti. En este escrito ya se detecta la presencia de la estética neoplatónica que Marechal había desarrollado en su ensayo “Descenso y ascenso del alma por la belleza”, que data de 1933 pero se publica en formato de libro en 1939. Marechal, en este nuevo ensayo incluye: Obra de Fioravanti, entre los predestinados del arte, por su capacidad de captar y expresar el “esplendor Forms” (el esplendor de la forma, por supuesto, es un concepto escolástico), lo cual requiere -dice la exposición- de una virtud ordinativaEn esta reseña de Marichal que estoy hablando ahora, aparece nuevamente la descripción del acto creativo en términos del combate que utilizaba antes. Dice Marechal: El estudio de los grandes maestros había enseñado a Fioravanti, que toda escultura debe ser el resultado final de una batalla que, luchando frente a frente, ha de ganar al escultor a su materia, porque toda materia defiende su propia dignidad, y no se deja vencer sin condiciones. La obra de arte sería, pues, el fruto de una lucha y de una reconciliación, en el cual el artista logra su objeto y la materia salva su decoro. Y agrega Marechal: Fioravanti sostenía con la piedra un diálogo terrible y más que un dialogo una discusión porfiada, en el cual el artista y la materia eran contenedores y la luz actuaba como juez. Me parece una fórmula muy interesante y muy propia y adecuada para definir la escultura de Fioravanti: más que un dialogo una discusión porfiada, en el cual el artista y la materia -el escultor y la piedra- eran contenedores y la luz actuaba como juez; esa capacidad increíble de Marechal de elaborar, inclusive, metáforas muy certeras […].

«Para concluir, entonces, o para abrir una discusión, quizás: Marichal y Fioravanti interpretaron la modernidad desde la literatura y la escultura, y si bien, acaso, no sean tan lejanas entre sí -como a menudo se piensa-, después de todo, nada nos impediría parafrasear la célebre máxima de Horacio, Ut pictura poiesis (“La poesía es o debe ser como una pintura”), y reformular esta máxima como ‘Ut scultura poiesis’ (‘La poesía es o debe ser como una escultura’).  Desde la literatura y la escultura digo: Marechal y Fioravanti buscaron redefinir el mundo antiguo. Más allá del estrecho vínculo de amistad que los unía, los dos artistas compartían una honda visión estética desde la cual miraban, escribían, tallaban la modernidad. Esa perspectiva buscaba interpretar el cambiante mundo moderno desde categorías clásicas que pudieran rescatar lo efímero y lo pasajero, del curso inexorable de la caducidad temporal».

La profesora Mónica Montes consignó, en un momento de esta ponencia de Juan Torbidoni, que en la misma estuvo presente virtualmente la hija de Leopoldo Marechal: «María de los Ángeles Marechal, sabiendo que tendríamos una ponencia sobre su padre, se ha unido con nosotros, y es un honor tenerla por acá». El expositor, igualmente, hizo referencia a la presencia de María de los Ángeles, agradeciendo las fotografías que le facilitó para su ponencia y destacando la buena disposición suya para con todos los investigadores.

 

Segunda mesa: Javier de Navascués, de la Universidad de Navarra, España

Las ponencias de esta segunda sala iniciaron con don Javier de Navascués, de la Universidad de Navarra, España, cuyo tema lo tituló: «Hacia una teoría de la épica colonial»: «Haré una síntesis en relación con un tema poco estudiado hasta hace pocos años, como era el de la poesía épica entre los siglos XVI y XVIII en la América colonial, lo que también puedo llamar poesía épica colonial. Es un género, este, que ha sido relegado, ignorado o pasado por alto por la crítica tradicional, desde el establecimiento mismo del canon de los textos fundamentales de la literatura Hispanoamericana, y ese relegamiento se remonta al comienzo del siglo XIX»: «Cuando los primeros estudiosos que rescatan los textos fundacionales de la literatura del Siglo de Oro español, nos encontramos con que esa revalorización o esa conceptualización del canon no tiene demasiado aprecio por la producción épica», explicó Javier de Navascués.  Expuso que «Manuel Quintana, uno de los nombres de referencia», luego de dar «ejemplos de la gran tradición occidental de la poesía épica», concluye que «En España y también en la Península americana de España, no hubo referentes fundamentales, solo algo se levanta, solo la de Alonso de Ercilla, para Manuel José Quintana, un poco más». Apuntó que «La formación de la biblioteca entre los españoles, que vino a ser uno de los grandes proyectos de la concepción del Canon de la literatura del castellano del siglo XIX, incluyó, ciertamente, a La Araucana, y también algunos otros poemas de la obra de Ercilla». «Lo cierto es que esa falta de aprecio de la que solo se salvó, fundamentalmente, la obra de Alonso de Ercilla —y siempre en ámbitos universitarios—, él ha ido perpetuándose desde el siglo XIX». Dijo que «Frente al interés que tiene después de muchos años —en los años 80 o 90 del pasado siglo—, la literatura colonial, revisada desde una perspectiva poscolonial, ese rescate de los sustratos virreinal no atendía a afectar demasiado a este género épico».

«Primera visión que me gustaría resaltar —expuso Javier de Navascués— es la idea que Alonso de Ercilla sea el modelo de toda la poesía épica colonial, es una idea muy difundida, muy alabada, muy divulgada, en buena medida, gracias al enorme éxito que tuvo La Araucana». Agregó que «la fecha de la publicación de la primera parte es de 1569 hasta 1632, que se publican nada menos que 25 ediciones; es decir que fue todo un auténtico best seller o un éxito que incluyó diferentes lenguas europeas». Dijo que, «Incluso, para hablar del exitazo que fue La Araucana, en esos 50 primeros años de su recepción, habría que tomar en cuenta que las ediciones se hacían en formatos más pequeños, lo que abarataba y, sobre todo, la hacía más manejable»: «Tenemos muchos testimonios de cómo La Araucana estuvo en bibliotecas no solo de nobles, sino también algunas recónditas, en el caso del Perú; de cómo fue leída por los apostolados, por clérigos, ilustrados; aclamada por Cervantes, por supuesto, Quevedo, etcétera.  Pero todo ese enorme éxito que tiene La Araucana, ha llevado un poco a la crítica a plantear que antes fue el modelo de todo lo redime»: «Y esto es cierto hasta algún punto —agregó—, es decir, yo he dicho que entre 1569 y 1632 se contabilizan 25 ediciones, Lo que no se suele decir tanto es que desde 1632 en adelante hay que esperar más de cien años para que los otros la citen. ¿Qué pasa en ese siglo, por lo que dejan de citarla? Curiosamente la mayor parte del corpus que tenemos, actualmente, de poesía épica, se localiza justamente en el período de éxito de La Araucana. ¿Y después, qué sucede? Se siguen publicando los poemas épicos; pero, notoriamente, ya no tienen a Ercilla como modelo, es más, la mayor parte de los poemas épicos que se editan o se escriben en América son de corte religioso».

«Una segunda cuestión: a mí me llama mucho la atención el hecho de que la poesía épica de Ercilla tenga tantísimo éxito en un contexto editorial en el que el asunto americano es poco o nada reproducido. Por diversos motivos: en primer lugar, hay que tener en cuenta que las primeras crónicas de indias que tienen verdadero éxito son casi de inmediato prohibidas —Las cartas de Cortés, la primera parte de la historia de Oviedo—, en dos o tres años terminan su visibilidad. Más aún, la mayor parte de los textos en prosa que se publican en el siglo XVI, lo son por un rato nada más por un uso prohibido o directamente pasan al Consejo de Indias y tardan mucho tiempo en publicarse (Un caso famoso es el de Arabia del Castillo por su crónica que tiene que esperar 70 años en ser publicada). Y luego, por otra parte, el estudio de las bibliotecas y de las publicaciones en la península, nos indica que no son tantos los libros publicados, no ya sobre lo que sucedió en América, sino, incluso, sobre cualquier otra materia vinculada con el mundo americano. Y, sin embargo, ahí está lo sombroso, lo interesante, lo sugestivo de esas 25 ediciones. Eso es un tema muy interesante. Por otra parte, a pesar de los prejuicios, lo cierto es que la poesía épica fue leída, muchas veces, de modo cronístico, incluso como hechos verdaderos, en el caso de La Araucana».

  • «Yo lo que planteo es que los poemas épicos que se publican junto con La Araucana, años después (los 25 años, más o menos, de éxito de La Araucana), son el salvoconducto que algunos autores tienen para hablar de América», señalo.

Apuntó que «Dado que los textos en prosa estaban siendo prohibidos, honestamente, mirados de forma muy vigilante, la poesía época permitía subterfugio de la presunta decenalización: en aquella época, se movía en dos  modos de lectura: un modo belicista y un modo  ficcional, pero al mismo tiempo se leía con un interés de algo que era histórico; y esto hace que ciertos elementos propios recobren su unidad colonial que aparecen en la poesía: cuestiones religiosas, cuestiones de la defensa del indígena, la denuncia de la codicia de los colonizadores…, son muchísimos los temas que pueden encontrarse tanto en las crónicas, como en la poesía épica; y eso es todo un campo que ahora se está planteando».

«En mi visión panorámica voy concluyendo con una división que creo sería conveniente trabajar, que tiene que ver cómo todo este corpus de textos, a veces muy pocos leídos (a veces tenemos críticos que han leído uno, dos, tres poemas épicos), para ir trabajando en un contexto referente más amplio. Creo que es una división que podría verse, al menos, de forma tripartita: la épica fronteriza, la épica que llamo fundacional y la épica puramente religiosa».

El ponente explicó dos partes de esta «división tripartita»: «Los poemas épicos que llamo como “fronterizos” son determinados por un grupo de poemas que singularizan por el espacio, que es un espacio de las fronteras del imperio, y las precarias medidas que hay de control sobre ese espacio. Allí está por encima, claro, el modelo: es el modelo en todos, de hecho, genera un ciclo traumando, indómito (La guerra de Chile, la quinta parte de La Araucana), que son textos que prosiguen imitando la Ercilla, prosiguen el modelo arcillano. Pero también hay otros textos fronterizos: “La Argentina conquista el Río de la Plata”, delimita toda la lucha, con muchas dificultades de los españoles consolidarse, justamente, en el Rio de la Plata; “La conquista de México”. Entonces ¿qué sucede? Que toda esta épica que tanto atrajo en ese final del siglo XVII, es una épica donde hay un personaje colectivo, no hay un héroe principal (como toda la tradición, desde Virgilio en adelante); suele haber un autor testigo, en donde lo interesante es que el relato se hace defensivo, muchas veces; son textos que, por un lado, exaltan (como lo hace Ercilla), el valor de la conectividad española, pero también, aparte de reconocer al otro, plantean, indirectamente, la precariedad de las defensas del imperio en esas fronteras. Creo que esto es lo que lo distingue de la división más común, que en realidad llamo “fundacional”, que tiene que ver con la situación de conciliación del estrato colonial, donde ahí nos encontraremos con otros textos, digamos textos que creemos que son poemas épicos, y donde podemos encontrar, por supuesto, épicos dedicados al gran héroe épico, que es Hernán Cortés, poemas épicos cortesianos […] Este tipo de épica, esta segunda “épica fundacional” exalta los hechos políticos, a diferencia de la épica fronteriza o épica en donde los espacios humanos están ausentes o mantienen una existencia más bien precaria. Por el contrario (el caso más real es la americana), muchas veces, están dirigidas a exaltar, por ejemplo, las grandes capitales de los Virreinatos (puede ser en Lima o puede ser en México), y eso hace, definitivamente, que se distinga la épica periférica o fronteriza de lo que es una épica fundacional. La épica fundacional, cronológicamente, acaba imponiéndose poco a poco, es la épica que todavía las hay en el siglo XVIII, la podríamos encontrar en el siglo XVII, y que también se posiciona, por cierto, por los panegíricos…».

Joaquín Zuleta Carrandi, de la Universidad de Los Andes, Chile: Las crónicas coloniales de los Incas frente a la historia universal: el caso de la Historia Índica (1572), de Sarmiento de Gamboa. 

El segundo ponente de esta segunda mesa fue Joaquín Zuleta, de la Universidad de Los Andes, de Chile», con el tema «Las crónicas coloniales de los Incas frente a la historia universal: el caso de la Historia Índica (1572)».

  • En su introducción explicó que hablaría sobre «las crónicas que entran en el mundo incaico porque fue un género que tuvo un extraordinario desarrollo desde mediados del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII».

Agregó que se puede «registrar, al menos, unas 20 crónicas de los incas»: «Por lo tanto estamos refiriendo este corpus que (también desconocido) es muy rico, responde a una diversidad de autores, que, al igual como comentaba Javier Navascués, deben ser abordados de forma parcial. Tenemos un gran autor, Garcilaso de la Vega —que fue muy celebrado a los 400 años de su muerte en 2016—, pero tenemos una serie de otros autores que se hacen cargo, justamente, de los incas y que no son, muchísimos menos, nombrados, menos leídos o estudiados. Tenemos el mismo fenómeno, un corpus extenso, interesante, que suele ser abordado parcialmente». «No existen, o existen muy pocos, estudios globales dentro del corpus —afirmó—, y casi todos los estudios globales, los pocos que hay, digamos, lo hacen desde el ámbito antropológico y el ámbito histórico, y, con los que he planteado, el ámbito de la literatura». Manifestó que «Las primeras crónicas de los incas que conocemos, son de mediados del siglo XVI…, que podríamos nombrar como fundadores; luego tenemos a Bartolomé de las Casas […]».

«Este es un corpus, por supuesto, amplio, difícil de abordar y de encontrar ciertos lineamientos; un texto que a mí me ha interesado y pude construir una cuestión, un corpus: creo que podemos llamarla “genealogía”. Todos estos que he nombrado aquí, tiene de la genealogía de los incas que iría desde Manco Cápac, hasta llegar a Huáscar y Atahualpa, y siempre terminan todas ligadas con Pizarro. El ejemplo que he podido detectar…, por supuesto deja fuera muchos otros textos…, que se refieren a los incas, que se refieren a las cumbres que describen su modo de vida pero que no hacen hincapié en la genealogía. Entonces, esa es una manera que me ha permitido delimitar mi corpus y llamar propiamente “crónicas de los incas” a aquella que van transitando una nación en la genealogía incaica, partiendo de Manco Cápac […]».

  • «Dentro de este corpus, algunas de la preguntas que me he planteado tienen que ver, justamente con la representación del arte de los incas, y allí idee tener una grafiticación…, con la valoración del Perú antiguo; y podemos ratificar, con autores de aquellos tiempos, que la genealogía incaica fue un reinado legítimo, un reinado productivo, que haría aportes sustantivos a la civilización europea»: «Y tenemos aquellos detractores de esta constitución de la civilización  incaica, y que van a caracterizar este mundo como una tiranía, y como una dinastía ilegítima debe ser completamente desarraigada del Perú guardián».

«Evidentemente no podemos ir desarrollando cada una de estas crónicas, citando algunos textos específicos, colonial, y siempre van a dialogar con su presente […] El diálogo que representé va a ser muy importante y lo he caracterizado desde este punto de vista: una posibilidad, un criterio de clasificación entre muchos otros. Nos damos cuenta que nuestras posiciones son bastante encontradas, podemos decir que las posiciones son extremas. Vamos a tener desde aquellos que hacen verdadera apología, la defensa del Decanato, como Bartolomé de las Casas y Garcilaso de la Vega, hasta aquellos cronistas, digamos, que van a representar este trabajo suyo como una tiranía perpetua que debe ser absolutamente eliminada, absolutamente descartada, depuesta como un gobierno completamente ilustrativo, la más conocida de ellas es la Historia Índica de Sarmiento Gamboa»: «Hay un contexto de una gran reorganización del Perú colonial llevada a cabo por el virrey Francisco de Toledo, y dentro de todo ese plan de reforma, Francisco de Toledo estaba interesado en contar una historia; se lo encarga a Sarmiento Gamboa (que es un colaborador cercano de Toledo), le encarga esta historia con una hipótesis ya muy clara: y es declarar que el gobierno incaico fue una perfecta tiranía y que, por lo tanto, dentro de ese papel, los españoles, los castellanos estarían liberando al Perú de la tiranía incaica. Por lo tanto, toda la crónica vive por esa premisa, y Sarmiento Gamboa va a intentar demostrar esta que, efectivamente, cada inca fue eliminado hasta la liberación final por parte de Francisco Pizarro. En este sentido, y viendo posiciones extremas, por ejemplo, la figura de Manco Cápac: cómo Manco Cápac fue una especie de irrigador, una especie de fundador del Decanato, y la caracterización que se hace también es muy extrema».

  • «Tenemos la caracterización, por ejemplo, de la Garcilaso de la Vega que va a mostrar a un Manco Cápac que, si bien está obligado a fingir ciertos mitos (como que es hijo del sol), lo hace con un propósito noble, concretamente, con la idea de lograr, civilizar a los indios del Perú, y sacarlos de un estado de bárbaros, salvajes, para ponerlos en una etapa donde ya puedan recibir la Luz del cristianismo una vez que lleguen los castellanos. Esa es la hipótesis de Garcilaso de la Vega. Tenemos también a Bartolomé de las Casas que escribiera La apologista, la historia de Sumaria, y ahí tenemos un apartado dedicado a los indios del Perú y van a caracterizar a Manco Cápac como un héroe bondadoso, cuyo poder se basa en acuerdos de los pueblos para ser levantados, por él también, para beneficiar».

«La visión de Sarmiento Gamboa —sigue exponiendo Joaquín Zuleta— es muy negativa donde va a mostrar…, y va a caracterizar a Manco Cápac como un mentiroso, como un fingidor, alguien que finge una amistad con el objetivo de dominar a todos los indios con propósitos completamente ilegítimos, de cómo satisfacer su sed de bienes materiales, su enorme vanidad del dominio del prójimo, de esclavizar a todos los indios. Entonces muestra un Sarmiento Gamboa que los propósitos son completamente perversos. En ambos casos, por supuesto, tenemos la figura de los colonizadores que es muy importante». Dejo hasta ahí la reseña de esta exposición de Joaquín Zileta; recomendamos introducirse a la misma en el enlace que comparto al final de esta reseña, pues al escucharla desde la propia voz del ponente, ocurren expresiones de rubor en nosotros que no podremos dejar de plasmarlas en el papel, ya sea, en poesía pensamientos o narrativas. Agradecemos todas estas maravillosas exposiciones del XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus valores, desarrollado desde la Academia Dominicana de la Lengua. He aquí algunos comentarios que tuvieron lugar en esta sesión matinal:

—Mónica Montes: Sí que estoy ansiosa por tomar el micrófono, y cómo no, si tenemos aquí delante amigos a quienes quiero profundamente. Por demás, debo decir que Javier de Navascués fue mi director de tesis doctoral; de hecho, mi amistad con Juan Torbidoni, Javier tiene la culpa de esa amistad, porque justo los tres nos dedicamos a estos estudios. Bueno, y Joaquín para mí es como un hermano, esto va más allá. Y, sin duda, es un regalo poder pensar este panhispanismo ampliándole las orillas. Cuando preparábamos el coloquio y empecé a invitar a personas como Javier, como Juan, como Joaquín, pero en la misma ponencia de Cristina Maya, por ejemplo, cada uno ante la idea de «globalización y política», podía hacerse la idea de que era un tema restringido al siglo XX, XXI, y, en cambio, siento que el tema se crece cuando nos metemos en estas orillas. Yo en estos días, lo que mencionaba Rita me ha sacudido en República Dominicana, porque yo sí creo en buena medida la latinoamericanidad comienza por acá, con el arribo de Cristóbal Colón a La Española. Y en estos días, veía, justo el monumento de Antonio de Montesinos, que es un monumento espectacular, y uno siente que el monumento grita precisamente el “¿Con qué derecho os permitís tratar estos taínos de esta manera?”; y sentía justo lo que Rita estaba diciendo, una revisión de la épica, que nos está llevando a encontrarnos (incluso, con todos los despropósitos, que también son una incomprensión de la historia, que son un perder el matiz), salirse del contexto de los tiempos actuales (en Colombia también se está viviendo cómo en los motines se derriban la imágenes de descubridores, de civilizadores), y todo el mundo grita y eso termina polarizándose muchísimo más frente a la opinión pública. Así que, yo, pregunta, ni para Joaquín ni para Javier… pero sí, mi inmensa gratitud por ampliarnos la frontera en este tipo de reflexión… Gracias a cada uno, muy especialmente, por estas ponencias reveladoras que nos darán tanto tema para continuar pensando juntos. Y gracias también a los que están conectados desde las redes, y sin duda, a quien también en el aula en este momento».                                                                                                    

   La tercera mesa tuvo lugar en la tarde del segundo día y final del coloquio. Presente en la sala, Jana Máchová disertó sobre «Tres voces de la identidad femenina actual».

 

Segunda parte  (17-11-2021, en la tarde)  

Tercera mesa                                                                                                      

   La tercera sala de ponencias tuvo lugar en la tarde de este segundo día, y final del coloquio. Presente en la ADL, Jana Máchová, de la Universidad de Ostrava, República Checa, inició con su tema: «Andrea Abréu, Elena Medel y Aixa de la Cruz, tres voces de la identidad femenina actual». En la primera parte de su exposición, base para el desarrollo posterior de su tema central, la ponente indicó:

  • «La presencia de los conceptos de la identidad del género y de la ideología feminista son recientemente muy frecuentes y discutidos entre los hombres y mujeres y, según Francis Fukuyama, presentan una amenaza para la democracia, porque aquella civilización, que lucha por la eliminación de la desigualdad, pronto llegará al momento en el que se enfrentará con los límites de la naturaleza. Hemos conseguido varios logros desde la Democracia en muchos países hasta la Independencia; el hombre ha empezado a mirarse en otros ámbitos, a vivir en la abundancia de los bienes y esa situación lo lleva al descontento. Así mismo, la cada vez menos presencia de los aspectos morales, éticos y religiosos, se traduce en un caos epistemológico que puede culminar en el caos y en la degradación moral».

«Como lo arriba expuesto —explicó—, relacionar el término de la “identidad” con las “políticas de la identidad”, que han surgido en el discurso público, es, relativamente, recientemente. El primer concepto lo puntualizó Erik Erikson en “La psicología durante los años 50”, mientras que el segundo concepto apareció en relación con los Catch Statistics, que, aparte de los años 80 y 90, llamaron la atención de los especialistas». Dijo que «En la actualidad no es nada fácil determinar qué se entiende bajo estos conceptos porque vivimos en una época afectada por la globalización y el consumismo; así que, exalta al individuo que se pone en el centro de los acontecimientos». «Hay que decir que la identidad es una característica típica para los seres humanos, que los hace únicos y les permite distinguirse de los demás —explicó—: es algo que no está determinado de antemano, más bien es un fenómeno abierto hacia diversos procesos sociales o hacia el entorno en el que está situado».

Consignó que «En el ensayo Identidad. La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento (de 2018), Francis Fukuyama continúa con la exploración sobre la identidad, y él dice que “la identidad crece a partir de una distinción entre el verdadero yo interno y el mundo exterior de las reglas, y de formas sociales que no le conoce adecuadamente el valor —o la dignidad de ese yo interno—, de lo que surge el resentimiento, el concepto clave en los debates de los feminismos de la actualidad: el yo simboliza una base para la dignidad humana, por lo cual es muy importante apoyar la democracia (idea de la comprensión universal de la dignidad humana), porque si no, el hombre estará en un conflicto constante”». «Hemos visto que la identidad presenta algo inseparable de cada ser humano —destacó—.

El proceso de construcción de nuestra identidad empieza en el momento del nacimiento, porque somos, o bien niñas o bien niños, y asimilamos los códigos de los comportamientos y de las expectativas que tenía la sociedad para los seres humanos». Expuso que «García Leiva opina que la identidad es la autoclasificación, como hombre o mujer, sobre la base de lo que culturalmente se entiende por hombre o mujer». Dijo que «Otros opinan que la identidad se asume más bien a una perspectiva biológica porque la relación entre el sexo y la identidad es contradictoria, ya que el sexo se asocia con la femineidad o a la masculinidad, por lo que también el concepto de la identidad de género se relaciona con el aspecto biológico; mientras que el género es más bien una construcción social, que puede ser independiente del sexo humano, y que prescribe responsabilidades, actividades y papeles a los que los inscriben la sociedad». «De todas maneras, podemos decir que los movimientos ideológicos intentan destrozar la esencia humana por distorsionar la reciprocidad natural del hombre y la mujer. La negación de estos conceptos puede llevar solo a la división de la sociedad, al debilitamiento y a la descomposición de la democracia».

   Manifestó que «En cuanto al feminismo, no es nada nuevo que los conceptos de la identidad y del género están muy vinculados: en el público intentan provocar un debate para romper el estereotipo de que, según algunas corrientes del feminismo, “la mujer es inferior al hombre”, lo cual quiere subvertir apuntando, sobre todo, a los roles naturales de hombres y mujeres».  

Destacó que «El “feminismo”, como el término político, surgió en el siglo XXI y desde mediados del siglo pasado se convirtió en un término familiar que se usa hoy en día en relación con el movimiento que lucha por la igualdad entre hombre y mujer». Afirmó que «En la actualidad el feminismo se considera una ideología: un conjunto de movimientos políticos, culturales y económicos que tienen como objetivo la igualdad de los derechos de las mujeres y de los hombres»: «Con ello el movimiento feminista crea un amplio conjunto de teorías sociales, entre algunas de ellas la Teoría Feminista». «Para Pérez Henares la única manera de cómo entender a dicho movimiento es que se le entienda como principio de igualdad de derechos de la mujer y del hombre; movimiento que lucha por conseguir esa igualdad en todos los órdenes y aspectos».

«Aparte de mediados de los años 80 y al principio de los años 90 se da el comienzo de la tercera ola feminista, que es más radical que las dos anteriores, porque de las ideas tradicionales se ha pasado a la política que la diferencia», explicó. Dijo que «Se han reconocido las pluralidades y las heterogeneidades que coexisten en el movimiento y se han materializado en diferentes corrientes feministas»: «Entre los jóvenes existe la opinión de que la igualdad entre hombres y mujeres ya se ha conseguido; pero en realidad el feminismo contemporáneo se ha simplificado a las relaciones sociales, por lo cual dirige sus esfuerzos para conseguir leyes que repriman o discrimen a los hombres opresores».

«En suma —explicó—, existen muchos más enfoques de autores que se dedican al estudio de dicho fenómeno y aclaran sus significados. No obstante, el feminismo como tal no quiere odiar a los hombres, más bien, es una tendencia ideológica que abarca varias teorías de cómo conseguir la igualdad entre mujeres y hombres e impedir que haya discriminación y desigualdad entre ellos en todos los aspectos de vida».

Presentó «las ideas claves del feminismo y cómo las trabajan dichas autoras». Apuntó que «Panza de burro, que salió en el 2020, es una novela sobre la amistad y amor, se ambienta en un ambiente tinerfeño, donde viven las dos protagonistas principales: Shit, que es la narradora y su amiga Isora»: «Las niñas tienen 10 años y pasan las vacaciones juntas jugando a las Game Boy, paseando por el barrio y descubriendo aspectos físicos de sus cuerpos». Explicó que en esta narrativa «Se pueden observar varios motivos cruzados; sin embargo, el hilo conductor de la novela es el descubrimiento sexual de las niñas mediante el que la autora quiere presentar ideas más radicales sobre las ideas femeninas». Dijo que «El primer motivo que se puede observar es el tema de la identidad de Shit, es decir, de la narradora de la historia, y de Juanita Banana, un protagonista masculino y amigo de las niñas a la vez». Explicó que «Al principio la narradora carece de nombre, pero luego su amiga Isora le cuelga el sobrenombre “Shit”». «Mediante a ausencia del nombre, Abreu quería mostrar el deseo de la narradora de ser como Isora y así construye su identidad: imitando a su mejor amiga», señaló la ponente. Y añadió: «En cuanto a Juanita Banana, este niño tampoco tiene su identidad definida, al contrario, su identidad fluctúa entre Juan, Juanito o Juanita». «En suma —manifestó—, la falta del nombre es una manera de comunicar la identidad vacía e indeterminada y también de cómo dejar el espacio en la percepción de los lectores» (Esta charla puede continuarse en el enlace de la ADL, citado al final de la reseña, apuntando a: videos/624797595549294).

 

Azuvia Licon Villalpando, Universidad de La Sabana, Colombia

La segunda ponencia de esta mesa estuvo a cargo de Azuvia Licon Villalpando, de la Universidad de La Sabana, Universidad Central, Colombia, con el tema: «La edición de periódicos como estrategia política: el caso de Soledad Acosta de Samper (1833-1912): «Vamos a hacer ahora un salto temporal. De esta ponencia tan interesante, con estas propuestas tan tan recientes en cuanto a la identidad femenina, vamos a hacer un salto al siglo XIX donde también, claramente, están presentes todos estos problemas de la identidad», expresó la entusiasta ponente. «Particularmente, me voy a enfocar en lo que dice el título de mi trabajo, “La edición de periódicos como estrategia política, en el caso particular de Soledad Acosta de Samper”, una de las figuras más relevantes, si no la escritora, la letrada más relevante del siglo XIX en Colombia».

  • «Mi trabajo se centra en los estudios de prensa, porque para mí es súper importante el momento de aproximarnos a la prensa, tener unos planteamientos teóricos que nos permitan ver a las publicaciones periódicas, no solamente como contenedores de información, como una especie de miscelánea en la que se reúnen textos varios, sino como objetos en sí, como objetos culturales, objetos políticos, objetos sociales, que tienen una configuración especial en los autores particulares, unas relaciones entre ellos, y, de esta manera, cómo, tener esos presupuestos teóricos, nos permite tener unos estudios mucho más ricos, tanto del contenido como del papel mismo de las publicaciones periódicas dentro del escenario decimonónico Colombia».

«Una de las ideas principales es que las prácticas editoriales se refieren tanto al editor y las funciones que desempeña como mediador entre intereses, campos y agentes, así como la forma en la que estas filiaciones y tensiones se materializan en las publicaciones periódicas —expuso—. Es decir, cuando uno estudia la prensa, uno tiene que estudiar lo que yo he llamado “prácticas editoriales”, que es la manera en la que todos esos autores y estas circunstancias entran en tensión y entran en diálogo». Explicó que «dentro de estas prácticas editoriales está, por supuesto, la figura del editor»: «El editor es un agente que media entre sus propios intereses sociales económicos y artísticos y los del periódico (incluso cuando él o ella ha ideado y creado el periódico), además con los lectores, los anunciantes (cuando los hay) y los colaboradores. Esto es también muy importante porque tal vez solemos pensar que el editor es quien toma todas esas decisiones y que, simplemente, su visión se impone sobre todo lo que tenga que ver con la publicación periódica, y esto no es así en realidad».

  • «El editor, como en el caso de Soledad Acosta, aun cuando haya fundado, dirigido y reeditado los periódicos o las publicaciones periódicas, ella todo el tiempo está negociando con los lectores, está negociando con los colaboradores, está negociando con quien aporta dinero (pueden ser tanto los mismos lectores y escritores, como ciertos anunciantes) y, también muy importantemente, con el contexto político».

«Por eso es que también el editor es una figura súper importante cuando pensamos en términos de participación política: el editor posee, intrínsecamente, legitimidad y prestigio social, incluso más que cualquier otro de los autores involucrados. ¿Por qué? Porque, justamente, es él quien es la cara de este proyecto. Poniéndole términos simplistas, pero efectivos: editor hay uno por periódico, por publicación periódica; colaboradores, lectores, anunciantes, puede haber muchos. Entonces quien está a la cabeza de ese proyecto es el editor, y, automáticamente, eso, en términos también del campo, le otorga un prestigio social y una legitimidad», destacó Azuvia Licon. Agregó que «Además de ese poder que puede ser abstracto, es importante tener en cuenta que el editor impone sentido: tiene esa capacidad de imponer sentido, tanto en las decisiones de la editorial, pero también de crear cierto sentido (en el caso de las revistas femeninas, por ejemplo, acerca de qué es lo femenino: cuáles son los modelos o los imaginarios deseables). Entonces, el editor tiene el poder no solo de decidir lo que ocurre dentro de la revista, sino que, justamente, al ser la revista los objetos culturales con los impactos dentro del campo literario cultural, social, político, etcétera, ese sentido que se propine en las revistas tiene la capacidad de salir de la publicación (no imponerse, pero sí al menos colarse, difuminarse): expresar cómo hacer la presencia dentro de la sociedad».

  • «Esta cita de Fraser, Green y Johnston es muy relevante, que dice: “La voz del editor está (…) casi siempre dotada de un sentido de superioridad sobre el lector y prácticamente incuestionable ya sea que el público lector sea masculino o femenino y la edición esté a cargo de un hombre o una mujer”. Esto quiere decir que, en términos de participación política, en términos de participación en la esfera, el hecho de que una mujer sea editora en un periódico, le da un lugar privilegiado sobre, incluso, los lectores hombres, lectores masculinos; esto, en un momento en que la sociedad claramente está presentando unas desigualdades muy importantes. En términos de género, es muy muy importante, el hecho de que tengamos una editora en Colombia», expresó la ponente.

También explicó «El panorama de la prensa literaria decimonónica colombiana». Dijo que «es importante considerar esta distinción de prensa literaria» porque ahí es que ha concentrado su trabajo, «en este tipo de publicaciones»: «Ahí es donde yo ubico las publicaciones de Soledad Acosta». Explicó que «La prensa literaria es una prensa que no solo publica literatura, es decir, el concepto decimonónico de literatura es mucho más amplio de lo que consideramos en este momento (que es obra de ficción), tal vez no ficción también, pero, digamos que mucho más acotado»: «En el siglo XIX la prensa literaria es toda aquella que no es prensa política, es decir es toda aquella que no se ocupa de los asuntos diarios y cotidianos, de las disputas partidistas; que no se publica de una manera diaria, sino que se publica semanal, quincenal o mensualmente y que abarca y aborta muchos más temas que lo ficcional: hay documentos históricos, hay ensayos científicos, hay ensayos filosóficos, hay discusiones religiosas; es como un abanico muy muy grande». «La primera publicación que se asume como prensa literaria, justamente queriendo distinguirse del agitado ambiente en el que está pasando el país, se llama La estrella nacional y aparece en 1836, tiene muy muy pocos números (de ellos se conservan me parece que solo el primer número, en las bibliotecas bogotanas), pero es importante porque es el primer texto que se asume como prensa literaria […] En 1858 aparece la publicación literaria más importante y más estudiada del siglo XIX que es El mosaico, ahí publicaron todos los letrados colombianos del XIX; es producto, además, de una tertulia, es decir no era solo una reunión de letrados en las páginas de un texto, sino que también existía una reunión física: todos eran amigos, colaboradores y pertenecían a distintos partidos o bandos políticos (Esto también es importante porque el hecho de que la prensa literaria se asuma como distinta a la prensa política no quiere decir que fuera apolítica: es decir, había en ella una intención clara de ser política, pero sí buscaban separarse de la política partidista».

  • «En 1859 Soledad Acostase estrena como colaboradora de la prensa: con una correspondencia desde París, precisamente una correspondencia que ella escribe para la “Biblioteca de Señoritas”. Para 1874 en Bogotá se han publicado más de diez periódicos literarios, eso quiere decir que hay una incipiente escena de la prensa literaria. Esta fecha es importante porque la primera revista de Soledad Acosta se publica en 1878 y para este momento la prensa literaria no es algo novedoso, pero tampoco es algo que se haya consolidado todavía: hay algunas publicaciones literarias, el público sabe de qué va, más o menos, pero no hay un escenario consolidado de prensa literaria».

Explicó, además: «Algo que también hay que tener en cuenta es cómo funciona el campo periodístico, sobre todo en relación a los acuerdos entre lectores y editores, porque de esto va a depender la percepción que tengamos de las revistas de Soledad: si simplemente leemos lo que nos ofrecen, lo que la editora dice en algunos momentos, el tipo de relación que establece con sus lectores, las recriminaciones, todo eso; si lo leemos sin tener en cuenta cómo funcionaba ese campo periodístico, tendremos una visión cerrada y, en ocasiones, errada acerca de cómo funcionó la prensa de Soledad Acosta».

  • «Soledad Acosta y su primer experimento editorial: La mujerLa mujerse publica en 1878 y tiene como objetivo o como intención principal ser el primer proyecto de prensa exclusivamente escrita por mujeres en Hispanoamérica (Esto no fue así, en realidad, tuvo un par de experimentos antes, pero sin duda fue el primer proyecto de prensa femenina en Colombia). El género en el proyecto intelectual (es decir el contenido) estaba dirigido principalmente a las mujeres. Ahí sí los textos se pensaban como textos que sirvieran para la educación, tanto intelectual como moral de las mujeres, para que ellas también reflexionaran acerca de su papel en la sociedad. Y, además, también era un proyecto femenino en tanto que las decisiones editoriales de la autora estaban pensadas en que fueran solamente mujeres quienes participaran. También está la autoridad intelectual y política que adquiere Soledad Acosta quien pasa de ser una colaboradora asidua (pero una colaboradora de las publicaciones periódicas de la época), pasa a ser ella quien obtiene ese poder, automáticamente, por ser la editora de la revista» […].

«Pero Soledad Acosta desde el principio empieza a reconocer y a comunicar los obstáculos —apuntó la ponente—: (en el tomo no. 3, esto es el no. 36) habla acerca de las fatigas, los disgustos y los afanes que ella ha sufrido. Dice que como aquí no se acostumbra que las mujeres se ocupen de esta clase de trabajos ya pueden comprender nuestros lectores si debimos haber padecido mil molestias durante los pasados meses. Pero en este momento todavía está con ánimos y dispuesta a continuar con esta publicación». Expuso que «Para 1881 ese entusiasmo ha decaído considerablemente y decide terminar con la publicación. Dice: Fatigadas ya con un trabajo tan improbo, pues, hemos tenido que escribir sobre todas las materias para variar y amenizar cada número, afligidas con la falta de cooperación moral de nuestras compatriotas, disgustadas con el desarreglo general de todos los ramos de este purgatorio como debiera llamarse la empresa de un periódico resolvemos abandonar por ahora la palestra»: «Otra de las cosas que expone como razones por las cuales abandonar esta edición dice que: La generalidad de las mujeres no nos leen; las señoras escritoras (salvo unas pocas) nos miran con indiferencia y poquísimas han sido las que han procurado exhibir su talento en nuestras columnas; también que El Clero (salvo cinco o seis sacerdotes) nos han mirado con desdén». La expositora apuntó, «en cuanto a la cantidad de mujeres que Soledad Acosta estaba esperando que enviaran sus colaboraciones y que no las recibió y por lo tanto ella tiene que escribirlo todo, todo el periódico ella sola»: «Me parece, que más que hablar de indiferencia, tenemos que tener en cuenta las condiciones femeninas de escritura y que en ese momento en el país y en la ciudad había muy pocas mujeres que se dedicaban, de alguna manera constante, a la escritura; todas las escritoras, las mujeres que publicaron cosas en otros periódicos también publicaron en La mujer, pero no había un espacio suficiente, un grupo suficientemente nutrido de escritoras como para que rellenaran todas la paginas del periódico, como hubiera querido Soledad Acosta».

  • «Después de este primer proyecto editorial uno podría pensar que, bueno, después de esa reacción lo normal sería que dijera: ‘Bueno, ya se terminó la practica editorial para mí; me voy a dedicar mejor a escribir libros’. Sin embargo, Soledad Acosta no lo hace. Soledad funda, dirige y redacta, casi en su totalidad, cuatro revistas más entre 1884 y 1906», apuntó Azuvia Licon.

«La primera revista que publica después de La Mujer se llama La familia en 1888, dura un año más o menos —expuso—: aquí ya no está dirigida solamente a las mujeres, sino a la familia. Los lectores imaginados es esta comunidad que habita dentro del hogar en la cual participa la mujer, pero no únicamente: hay menos ficción, mas artículos históricos y filosóficos, hay textos de algunos hombres destacados como José María Samper (su esposo), Miguel Samper (su cuñado), José Antonio Soffia, Rafael Pombo, José María Gutiérrez de Alba […] Además, esta la única revista que tiene recetas de cocina y recetas, por ejemplo, para combatir enfermedades». «Después está (la que es mi revista favorita): El Domingo de la Familia Cristiana (1889-1890): en el prospecto anuncia que su objetivo es “Llevar el evangelio a las familias que no pueden asistir a la misa dominical”. Y la manera en la que lo hace es creando un universo diegético, es decir, creando una especie de novela que se va a ir desarrollando en cada uno de los números de esa publicación y ese evangelio dominical que quiere transmitir a las familias está integrado dentro de la ficción de la historia (es decir, los personajes llegan a un espacio, una hacienda, el hacendado invita al sacerdote, invita a un médico; el sacerdote da la misa…, el médico, después, dicta lecciones de botánica; entonces, nosotros como lectores estamos haciendo parte de las mismas lecciones que están tomando los personajes que aparecen en la revista)». Destacó: «En términos de estrategia narrativa demuestra una técnica muy muy impresionante en el desarrollo de los relatos enmarcados. Y en términos de la participación política, intelectual de Soledad Acosta, hay aquí también un gesto muy interesante que es el de la transgresión del espacio discursivo masculino tradicional». «Después tenemos El Domingo (1898-1899) […]». Luego de la interesante descripción de esta revista, la ponente consignó:

  • «La última revista es Lecturas para el hogar(ya en el siglo XX, 1905-1906). Acá lo que quiero que pongamos atención, sobre todo, es al subtítulo. El subtítulo de la revista es: “Redactada exclusivamente por Soledad Acosta de Samper (pero ahora no dice eso con pesar), “Miembro de la Asociación de Escritores y Artistas de Madrid, de la Sociedad de Geografía de Berna, de la Academia de Historia de Caracas, de la Sociedad de Historia Nacional de Bogotá, de la Sociedad Jurídico-literaria de Quito, del Instituto de Colombia, etcétera, etcétera”».

Al final de su ponencia, y a manera de conclusión, Azuvia Licon Villalpando consignó lo siguiente (recomendamos el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=sWqALPPcszg):

  1. «Es decir, esa mujer que años atrás se quejaba de que las lectoras no la leían, de que El Clero no le había puesto atención, de que ese trabajo editorial era una carga pesada que no podía sostener más, ahora no solo ha continuado con esa labor editorial, sino que, a lo largo de todo ese año, ha consolidado un lugar muy importante dentro del campo cultural, y lo demuestra sin ninguna pena en la primera página de cada uno de los números. Ella, en la primera página, se anuncia como esta figura muy importante que hace parte de muchos espacios intelectuales —y que incluso podíamos decir políticos— y que lo hace desde su labor editorial e intelectual. Además, también anuncia la cantidad enorme de Canjes nacionales e internacionales. Es decir, no solo le ponen atención en el medio local, sino que, además, también lo hacen en otros escenarios.
  2. Por eso es que, me parece, podemos decir que, para el final, para el momento en el que se publica la última revista de Soledad Acosta, sin duda, hay un éxito editorial, pero también una participación política y una consolidación en el campo cultural. Es cierto que el escenario político resulta mucho más favorable para ella, puesto que lo que empezó con el fin del Olimpo Radical, es decir un período de gobiernos liberales, para este momento estamos ya en la consolidación, en el auge de este periodo de tendencia más conservadora que ideológica, y personalmente era más cercano a Soledad Acosta; pero también es muy importante pensar que para ese momento ya hay un espacio mucho más consolidado en el campo cultural: hay muchas más publicaciones literarias, los lectores están mucho más habituados a este tipo de publicación, hay librerías en Bogotá que publican libros. Es decir, hay un campo cultural mucho más consolidado, del cual, sin duda, Soledad Acosta hace parte y ayuda, también, a configurar desde su labor editorial».

—(Comentario de) Rita Díaz: Muchísimas gracias a doña Azuvia por su presentación, muy en la línea del anterior con relación al proceso de construcción de la identidad. Sobre todo, es interesante ver que Samper se detuvo, contra todo pronóstico de fracaso, hasta que logró construir su propia identidad y luego se siente orgullosa y pone todos los títulos que ha logrado, pero pone algo interesante en la publicación: dice «exclusivamente», es decir ‘ahora yo tengo el control’. Y es muy interesante porque, a pesar de esa persecución sicológica de que nadie la mira, de que la ignoran otras mujeres también (quizá tenían miedo de que la vieran de igual manera), hasta que ella logra lo que las demás no se atrevían a hacer.

 

Doctora Mónica Montes Betancourt, de la Universidad de La Sabana, Colombia

La tercera charla de esta mesa la presentó la profesora Mónica Montes, de la Universidad de La Sabana de Colombia, con su tema «Soledad Acosta de Samper: mujeres delante y detrás del velo». Presente en la ADL, inició expresando: «Es una alegría estar acá, y una alegría cuanto ha pasado en estos días y cuanto seguirá pasando. En esta ponencia me dedico, sobre todo, a una novela que se acaba de reeditar de Soledad Acosta de Samper, que es El corazón de la mujer. Y es una historia llamativa porque esta novela, tal como lo comentó Azuvia Licón, se había publicado previamente en prensa antes de 1869, momento en que aparece por primera vez como libro, como parte de un compendio que se titula Novelas y cuadros de la vida suramericana»: «Este interesantísimo conjunto de relatos (que, por demás, nos hace pensar en las distinciones de los géneros literarios en el XIX que son escurridizas), es un trabajo haciéndose, se publicará solo una vez más en 1887, en Curazao, cuando tendrá, además, un subtítulo que es “Cuadro sicológico”: El corazón de la mujer. Cuadros sicológicos. Eso también es muy atractivo porque revela de qué manera la autora asume un lugar de escritora mujer: los hombres del XIX estaban, en Colombia, dedicados a los cuadros de costumbres, están dedicados a una descripción; Soledad Acosta está escribiendo la Nación y la está escribiendo en esa penetración de los vericuetos de lo femenino, de esas mujeres convocadas al silencio, donde ella, en cambio, encuentra una luz y una posibilidad de echar a andar un proyecto diferente de nación». «La tercera ocasión en que se publicará será en 2021». «Piensen ustedes que María, de Jorge Isaacs (de 1867), la pieza romántica colombiana por antonomasia, cuando se cumplía su centenario en 1967, llevaba 150 ediciones. En cambio, adviertan, lo que pasa con los relatos de Soledad Acosta de Samper, apenas recientemente, a finales de la década de los 80, redescubierta y puesta de nuevo sobre la mesa de los estudiosos que han ido trayendo hacia generaciones de lecturas».

Sobre el prólogo de esta edición de El corazón de la mujer, Mónica Montes expresó: «Como he dicho en el título de mi ponencia, “Soledad Acosta: mujeres delante y detrás del velo”, empiezo contando una anécdota: El prólogo de esta novela lo ofrece una de las escritoras colombianas contemporáneas, de las pocas a las que en ciertos eventos públicos se les ha reconocido su lugar […] Pilar Quintana se ganó, justo este año, el Premio Alfaguara, por una novela muy interesante que se llama Los abismos». «Pilar Quintana prologa la edición más reciente de El corazón de la mujer, de Soledad Acosta de Samper: “El conjunto de relatos había sido publicado inicialmente en 1869, en Novelas y cuadros de la vida sudamericana, recopilación de textos que habían salido a lo largo de los años en revistas y periódicos. Ese compendio recoge también otros conocidos relatos, como ‘Dolores’, ‘Teresa la limeña’, ‘La perla del valle’, ‘Luz y sombra’, ‘La monja’, ‘Mi madrina’ y ‘Un crimen’. El corazón de la mujer se había reeditado solo una vez, en 1887, y la edición de mayo de 2021, es la tercera. En 1963, centenario de María, la novela colombiana emblemática del Romanticismo se había reediado ya 150 veces. La historia de la producción literaria de Soledad Acosta de Samper está signada por estos silencios. El reconocimiento de su genialidad narrativa empezaría a ponerse en evidencia apenas desde la década del 80 y 90 del siglo pasado, de la mano de mujeres como Monserrat Ordoñez, Carmen Melissa Acosta, Isabel Corpas de Posada, Carolina Alzate […] A esas mujeres interesa ese claro talante de escritora de Soledad Acosta de Samper, su postura en defensa de los derechos de la mujer, e incluso su habilidad para negociar su aceptación entre de una sociedad colombiana conservadora, tan característica de la Regeneración –que es justo un período que empieza en 1863 en Colombia, de corte conservador y termina en 1910–, a través de un mensaje que reivindica el lugar de la mujer más allá del arquetipo de El ángel del hogar[y eso es muy interesante porque meterse con el arquetipo de El ángel del hogar, en el siglo XIX, es meterse en territorio candente, máximo siendo mujer]. ¿Cómo lo logrará? A través de un conjunto de velos [que son, exactamente en los que me quiero detener], al tiempo que la autora revisa con profunda sororidad [este término tan contemporáneo para referirse a estas relaciones entre mujeres que saben alentarse entre sí, eso es muy fuerte porque “sororidad” es una palabra relativamente nueva en las agendas y sin embargo es una característica en los relatos de Soledad Acosta de Samper], sentimientos, miedos, intuiciones femeninas; al mismo tiempo que ofrece lugar a voces moralizantes, incluso clericales, con las que, además de revelarse como mujer cristiana, fiel al dogma de la iglesia Católica [adviertan también que en ese título de esa revista, a la que se ha referido Azuvia, ya hay una veladura, El domingo cristiano, a través de un recurso diegético, hay algo que habla de cierta veladura en la construcción], intenta erradicar las sospechas, frente a un mensaje mucho más profundo e intencional que subyace a las capas narrativas”».

«Sostiene Carolina Alzate, en Soledad Acosta de Samper y el discurso letrado de género, que “La comprensión de la obra de Soledad Acosta parece no haber sido posible, sino hasta la década de 1980, años en los que la teoría crítica general, y en particular la crítica feminista, permitió abordar de nuevo los contextos de producción y percepción de los textos. Ahora, a partir de herramientas sofisticadas de análisis literario, que permitieran estudiar la historia en sentido amplio, atendiendo a su vez a la opacidad del lenguaje [a esas veladuras] y a su carácter performativo y político de sentido fuerte», explicó Mónica Montes.

Igualmente expuso que «La crítica británica Elaine Showalter sostiene que las escritoras inglesas pasan por tres fases importantes: “la primera, de literatura femenina, está enmarcada por una imitación de la tradición predominante y por la interiorización de esos estándares del arte; la segunda, de literatura feminista, ofrece una protesta contra los estándares y reivindica la autonomía y los derechos de la minoría; una tercera etapa, la que podemos reconocer como una literatura propia de la mujer, está enmarada por el autodescubrimiento [esto va muy bien  en relación con la ponencia que ofrecían al comienzo, justamente ustedes], la vuelta hacia el interior y la búsqueda de la identidad” [La obra de Soledad Acosta de Samper podría ubicarse entre estas dos últimas fases: hay unos elementos feministas muy de vanguardia en el XIX y hay ya una escritura de mujer. De hecho, por eso es tan interesante advertir una postura realmente de escritora, tan clara, tan evidente –bueno, tan evidente, aunque sea necesario penetrar en las captas textuales para conseguir descubrirlas más allá de todas esas veladuras que pone para negociar con un momento de tanto dogmatismo]».

Así mismo citó: «Helene Cixous sostiene, en La risa de la medusa que la escritura ofrece un alto subversivo a la mujer, que le permite sumergirse en su propio ser, descubrirse, trazar sus propios mapas y dar rienda suelta a un imaginario femenino. Así exhorta a la mujer: “Es necesario que tu cuerpo se deje oír, caudales de energía brotarán del inconsciente, por fin se pondrá de manifiesto el inagotable imaginario femenino”». Y de la misma autora citó, «en La llegada de la escritura: “Así, como energía, fuerza, raudal, corriente, temblor, Soledad Acosta de Samper vive lo que Ángel Rama expondría detalladamente en La ciudad letrada, en 1984, que ‘Poder es vivir y publicar lo escrito era detentar un poder’».

Consignó Mónica Montes: 1. «Es ese poder al que se acoge Soledad Acosta de Samper en ese conjunto de relatos, titulados El corazón de la mujer, en los que seis mujeres interconectadas, cuentan sus historias. Es llamativo porque ella no se anima a escribir esto como novela. Que las mujeres escribiesen novelas era sospechoso. También hay que decir que escribía con seudónimo: muy conocido era Aldebarán, un seudónimo, obviamente masculino, y sin embargo todo lo que está en el fondo es un ejercicio de alentar a la mujer a escapar de la veladura. 2. Es ese poder al que se acoge Soledad Acosta de Samper en estos relatos interconectados entre sí, un espacio confesional en el que las mujeres se curan oyéndose, se escuchan sin juzgarse, se dan aliento, se acompañan. No tenemos aquí el tipo de novela que las mujeres, como en María, corren al confesionario a contar los errores que han cometido. No. Esto, a pesar de la postura tan aparentemente católica (yo no lo sé, no lo puedo asegurar, pero tengo mi sospecha de Soledad Acosta de Samper, me parece que la estamos conociendo y eso es muy interesante), más allá de eso, el ambiente de la novela es muy laicista: los espacios de confesión son espacios entre mujeres, de profunda complicidad, de escucharse a fondo, de no jugar. Y lo que se cuenta en esas conversaciones tiene, incluso, velados visos de adulterio (por decir algo), velados visos de tentaciones que, para la época, eran muy muy escandalosas. Y, luego, unas formas muy puntuales de negociar con eso: poniendo gradaciones de relatos con sentido pedagógico, entre los cuales el último, justo es un relato de una sacerdote que es el tío de dos de las mujeres que están en una casa y terminan contando, más o menos, lo que le puede pasar a una mujer que se porta mal, y lo que le puede pasar a na mujer que se porta mal es terrorífico: escenas como que su hijo muera partido por un rayo. Y miren que en eso hay también un recurso que es llamativo: lo que ella está diciendo es el lenguaje del miedo, el lenguaje del no seguir nuestro corazón, nos viene vedado de unas voces que son patriarcales; y, de algún modo, es eso también lo que, con tanto cuidado y con tanto celo, Soledad Acosta de Samper nos está refiriendo».

La profesora Mónica Montes prosiguió su exposición, última de esta tercera mesa. Al finalizar, la académica Rita Díaz comentó:

  • Muchas gracias, doña Mónica, por cerrar esta mesa tan interesante sobre la construcción de los femenino, el rompimiento de los cánones, las líneas de autoconocimiento y la vuelta hacia el interior a través del análisis de estas mujeres que vienen ya desde el siglo XIX hasta el siglo XXI. Muy muy interesante.

Cuarta mesa: Mario Fed. Cabrera, Universidad Nacional de San Juan, Argentina

 

La última sala de ponencias de este XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus valores, inició con Mario Federico Cabrera, de la Universidad Nacional de San Juan, Argentina, quien, al iniciar su disertación expresó: «En esta comunicación me propongo analizar las modulaciones de la entrevista testimonial en Los niños perdidos, de Valeria Luiselli. Un ensayo en cuarenta preguntas tiene el subtítulo de este libro de la escritora mexicana». Así realizó el desarrollo de su estudio:

  • «Este texto se presenta como un ejercicio de escritura a través del cual su autora asume la primera persona, con el fin de rescatar y recuperar distintos episodios, inmersos en su experiencia como migrante latina en Estados Unidos y, sobre todo, como traductora voluntaria en la corte migratoria de Nueva York. En esta corte asisten diversos niños centroamericanos que huyen de sus países de origen a causa de problemas descomunales, tales como la violencia de las bandas o de la pobreza».

«Como otras características que atraviesan el diseño del libro —explicó—, es importante señalar, en primer lugar, que el recorrido de los nativos, se circunscribe especialmente en la denominada “crisis migratoria” que tuvo lugar en el verano de 2014 en Estados Unidos». Expuso que «A través del drástico incremento de las migraciones irregulares de menores de edad centroamericanos, se suscitó un gran debate único y político en torno al régimen migratorio, la seguridad fronteriza y el papel de los Estados Unidos en los países de Centroamérica»: «En segundo lugar, como advierte también el subtítulo del libro, el texto se realiza en torno a 40 preguntas que conforman el cuestionario de base, que deben contestar los mismos migrantes para acceder a un proceso legal dentro de la corte de Nueva York». Agregó que «A pesar de que esta marca es institucional y protocolar, la escritura del texto opera a través de un gesto que esquiva las respuestas uniformes, explora la incomodidad de esos cuerpos que están atravesados por historias que no encajan dentro de los límites del formulario, y engarza su historia junto con la de distintos niños y niñas que se hayan perdidos en los corredores de una trama —que es burocrática, pero también es humana—, y ni siquiera le asegura un lenguaje común a través del cual puedan ser escuchados por las instituciones en las que están inscritos».

  • «A partir de esto, en este trabajo, asumo como presupuesto que este “ensayo”, entre comillas, constituye una forma discursiva híbrida que apela a la tradición del testimonio para dar cuenta de la situación de indecibilidad e intraductibilidad en la que se enlaza la experiencia migrante, no solo la de los niños, sino también de la propia autora, con una problemática de índole lingüística», señaló Mario Federico Cabrera.

«En particular —apuntó—, es mi intención llamar la atención sobre las distintas operaciones de desterritorialización efectuando el interrogatorio, y su territorialización como entrevista testimonial. En este sentido es posible afirmar que la escritura de Luiselli configura una contra narrativa que explora las distintas funciones verbales y estéticas que discurren en un espacio de representación, para aquellos cuerpos que son arrastrados por la máquina burocrática de migraciones, por el crimen organizado, por la pobreza estructural que afecta a nuestros países.

«Quisiera detenerme en dos grandes tópicos —destacó—: uno tiene que ver con la reconstrucción de la aparición testimonial en nuestra literatura y por otra parte focalizar algunos elementos específicos de este tema». Explicó: «En relación con lo primero, de acuerdo con Éder García Dussán, “El testimonio, en tanto género discursivo, puede ser pensado en una elaboración residual del modelo de representación creatista decimonónico que está marcado por enunciados primarios que se niegan a perder la oralidad de la entrevista inicial e insisten en una retórica particular que está preocupada por resaltar la conexión entre las palabras y las cosas”. De esta manera es posible afirmar también que este tipo de escrituras ingresan, desde los márgenes de la discusión literaria y producen un posicionamiento diferente del intelectual en el espacio autoral que estable dos pactos de lecturas con pretensión de verdaderos. En primer lugar, su pacto es con su informante, en tanto que se compromete a reproducir sus palabras; y, en segundo lugar, su pacto es con el lector en el sentido de que se compromete o asegura la velocidad del acontecimiento que se va a representar. Por otra parte, recurrimos a las palabras Giorgio Agamben, quien, en Lo que resta de Auschwitz, advierte que la potencia política ante un enunciado testimonial radica en el hecho mismo de que tenga lugar».

  • «La escritura del testimonio, en este sentido, puede ser pensada como la expresión estética de una palabra fundacional que se sitúa entre la imposibilidad de una experiencia destinada a su eliminación, o el silencio, y la posibilidad de su transmisión por medio del lenguaje articulado», manifestó.

«En otras palabras, el valor político y ético del testimonio radica justamente en que relata una vivencia destinada a no ser dicha y que sin embargo puede ser narrada». Agregó que «Estas escrituras, además, materializan una fuerte dimensión pragmática, que no solo busca representar una realidad silenciada, sino que disputa con otra representación de la misma; de allí que, dentro del campo de “prácticas literarias”, el testimonio y sus distintas modulaciones organizan constelaciones en sentido sobre el pasado y sus disputas por las memorias, a la vez que se presentan como una suma histórica contra el olvido y la sustracción de los cuerpos».

Expuso: «En especial, dentro de la literatura hispanoamericana, a partir de la segunda mitad del siglo XX, es posible identificar la emergencia de un amplio conjunto de textos testimoniales que acompañan distintos procesos de lucha por la visibilización y el reconocimiento de derechos a grupos marcados por las diferencias de clases, de raza y de género. Esto se manifiesta especialmente en la institucionalización de la categoría “testimonio” dentro del Premio Casa de las Américas, al comienzo de la década del 70, por dar un ejemplo. Entre los textos paradigmáticos de testimonio podríamos considerar Operación masacre de Rodolfo Walsh, Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet […]».  «En el caso específico de Los niños perdidos, de Valeria Luiselli, considero que, a través de una forma discursiva híbrida, apela a la tradición de la escritura testimonial con el fin de disputar un espacio de representación para aquellas infancias que han quedado atrapadas en medio de las balas, los procesos migratorios y las tropas norteamericanas. Como señalé al comienzo, el texto de organiza en torno a un cuestionario básico, que el niño migrante debe responder antes de que las autoridades consideren si su caso merece ser tratado o si solamente serán deportados. A partir de este documento base, que regula los intercambios dentro de la entrevista judicial, la autora introduce una serie de intervenciones que tienden a la digresión y a la proliferación de historias que no pueden ser reducidas a las respuestas cerradas de un formulario.

  • «Un nuevo núcleo de sentido que atraviesa la lectura recupera la paradoja de Agamben en torno a la indecibilidad de la experiencia. En efecto, en cada una de las preguntas que organiza este texto, la autora escenifica un complejo proceso semiótico a través del cual explora diversas formas lingüísticas que le permitan expresar no solo lo impensable y estremecedor de las experiencias de esos niños que entrevista, sino también sus esfuerzos para hacer traducible, a la lengua de la corte, esa experiencia».

«En consecuencia —añadió—, la singularidad de esta escritura estremece por las imágenes que presenta y por la impotencia que proyectan los lectores de seguimos preguntándonos: ¿Cómo nombrar lo que no tiene nombre para cambiar, aunque sea un poco, el orden de las cosas? En este sentido, la narración, es importante señalar que propone un contrapunteo en el que convergen el relato de las entrevistas con los niños migrantes y el viaje por carretera que realiza la misma narradora, junto con su compañero y su hija, en el verano de 2014, desde nueva York hasta Arizona, muy cerca de la frontera con México. Según cuenta la misma autora, debieron organizar estas vacaciones atípicas debido a que había solicitado el permiso de residencia permanente en Estados Unidos […] y mientras esperaban no podían salir de su jurisdicción; y allí se dio una primera ironía o un gesto irónico del texto propuesto ante este sistema migratorio que no lo reconoce plenamente como ciudadanos, o como habitantes de su país, tampoco le permite salir del mismo. Por otra parte, en relación con su situación legal, la narradora se manifiesta entre la ofensa y el sarcasmo al momento de revisar el estatus lingüístico que se le asigna en su mismo lugar, de no residente» […]. Puntualizó: «En lo que se refiere a las entrevistas en sí mismas es importante señalar que el objetivo inicial de la autora–narradora, consiste en traducir al español el cuestionario de 40 preguntas y a anotar las respuestas de los niños para luego traducirlas antes. Este cuestionario tiene como fin, dije, determinar si este entrevistado constituye un caso con posibilidad de judicializado, para solicitar asilo político, por ejemplo, o en caso contrario si debe ser deportado. En relación con esto es interesante señalar cómo el formulario tiene una centralidad agónica a lo largo del texto, por cuanto se constituye en un objeto de deseo para sus protagonistas, que buscan, a toda costa, poder ingresar su vida o su historia de vida dentro de él; y también permite establecer, a través de este dispositivo del formulario, en una especie de jerarquía de vidas que pueden ingresar al sistema y aquellos que no. Tal como lo plantea la narradora (cito acá a) Valeria Luiselli: “El cuestionario de los niños produce un negativo de una vida, un negativo que va quedando en la oscuridad hasta que alguien los pesque del fondo del archivo y los ponga a la luz. Antes finalizar su exposición con sus consideraciones finales, el ponente expresó que las mismas «no son finales porque esto forma parte de un trabajo que está recién iniciándose».

—(Comentario de) Rita Díaz: Muchísimas gracias a Mario Federico Cabrera, de la Universidad Nacional de San Juan, Argentina, por estar compartiendo con nosotros esta reflexión. Muy interesante ver un poco eso del testimonio desde la conciencia, la experiencia y la reivindicación.

 

Dominika Ondreášová y Jan Mlčoch, Universidad de Ostrava, República Checa:

La siguiente ponencia fue presentada por Dominika Ondreášová, de la Universidad de Ostrava, República Checa: «La oscuridad en De nombre y hueso: la problemática transgénero en la literatura». Presente en salón de conferencia de la Academia Dominicana de la Lengua, la joven expositora inició expresando: «En La literatura trans se ha abierto un hueco en el mercado literario del español, relativamente, hace poco tiempo. El año pasado en España se publicó una antología, De nombre y hueso, cuyos autores se autodefinen como ‘personas trans’. La aparición de dicha literatura se debe probablemente a la cada vez más aceptada presencia de esas personas en la esfera pública y a la pérdida de un miedo a estigmatización. A pesar de ello podemos observar que en dicha antología prevalecen motivos relacionados con la oscuridad o con los elementos fantásticos, lo que supone un rasgo verdaderamente novedoso. En esta ponencia vamos a analizar el motivo de esa oscuridad en esa antología, en relación con las características de la ideología de género».

  • «El análisis está partiendo de la expresión “Salir del armario”, que lo relaciona con el motivo de la oscuridad y el aislamiento. Analizamos dichos conceptos refiriéndonos no solo a los homosexuales, sino a todos los seguidores. Para empezar, es necesario aclarar el concepto de la “ideología de género”, así como describir brevemente sus características e ideas sobre la sexualidad humana», señaló.

Dominika Ondreášová explicó que «La ideología de género es una nueva forma de interpretar la realidad que niega la naturalidad de la diversidad sexual binaria para el hombre o mujer y frente al tradicional modelo de la heterosexualidad propone una multiplicación de géneros que están, social e individualmente construidos»: «Esta ideología, en vez de utilizar el término “sexo”, usa el de “género”, mostrando la idea de que al hablar de la sexualidad, no habla desde el criterio biológico, sino siguiendo el criterio cultural y lingüístico, elementos que relacionamos con la palabra “género”. Además, el sexo no debe de estar configurado en categorías estables, como es el caso de los términos masculino y femenino, sino que debería ser un concepto de libre elección, que depende la cultura y sociedad».

«Como explica Marí, el movimiento que representa la ideología LGBTIQ, es bastante heterodoxo —destacó—. Los no heterosexuales apenas representan una comunidad unitaria, ni siquiera dentro de las letras que la componen y sus elementos tienen poco en común. Los gais o lesbianas no tienen demasiado aprecio entre sí, desconfían de las personas bisexuales, y casi no comparten los mismos espacios. A pesar de ellos, la etiqueta LGBTIQ es la forma en que la gente se empeña en identificar a un cierto conjunto de la población y sobre la cual pretende erigir las bases y justificaciones de una sociedad liberal». Explicó que «Los actuales cambios en la política de la sociedad contemporánea vienen de la necesidad del reconocimiento de la propia identidad de los aspirantes de la ideología de género; y, como explica Fukuyama, “La identidad se basa en la distinción entre el verdadero yo interno y el mundo exterior de normas sociales que no reconoce el valor de ese yo, es decir el valor de la identidad”. La identidad es la base de la dignidad humana. El sentido interior de la dignidad busca reconocimiento, entonces no es suficiente que yo tenga un sentido de mi propio valor, si la sociedad no lo reconoce públicamente, lo denigra o ni siquiera reconoce mi existencia».

  • «Todos los seres humanos, naturalmente, anhelamos reconocimiento y por eso el sentido moderno de identidad evoluciona rápidamente a través de políticas de identidad, en las que los individuos exigen el reconocimiento público de su valor interno […]   Es cierto que las personas que siguen la ideología de género tienen la necesidad de ser reconocidos como alguien distinto debido a su identidad sexual diferente a la sociedad mayoritaria, pero a la vez viene la necesidad del reconocimiento de la igualdad con otras personas».

Manifestó que «Una vez que se consigue el reconocimiento de la identidad, las personas desean ser iguales con los demás individuos, reconocidos de la misma forma»: «De hecho, se puede ver con varias organizaciones que están luchando con la abolición de las leyes contra la sodomía y por el derecho al matrimonio de las parejas homosexuales. Como ya hemos mencionado, partimos de la expresión “salir del armario”, que se refiere al hecho de revelar la identidad de la propia identidad sexual. A pesar de que mencionamos solo a los homosexuales, dicha expresión puede relacionarse con todos los miembros de la comunidad LGBTIQ». Añadió que, «Como lo explica esto, el significado de la expresión ha ido cambiando gradualmente a través de los años, incluso, ocasionalmente, designaba el hecho de tener relaciones sexuales con otro hombre o mujer por primera vez». Explicó que «Esta expresión evoluciono tanto hasta llegar al doble sentido actual de ‘reconocimiento de la identidad sexual ante uno mismo y ante los demás’».

«Si una persona revela su identidad sexual diferente de la mayoritaria hay solo dos posibilidades de la reacción: la aceptación o el rechazo […]», expuso.

  • «A pesar de la necesidad del revelamiento de la propia identidad, muchas personas con la identidad sexual diferente de la mayoritaria, piensan que tienen poco que ganar y mucho que perder, con la revelación de su condición homosexual en un contexto heterosexual, y este es probablemente uno de los motivos de su incapacidad de desvelar su propia sexualidad, es decir de la permanencia en el armario», explicó.

Expresó que «Los estudios sicológicos de sicopatologías asociadas con la orientación sexual, a principios del siglo XX, señalan que las personas homosexuales padecen con mayor frecuencia trastornos afectivos, trastornos de ansiedad, cuadros de consumos de sustancias tóxicas, incluido el alcohol, pensamientos y conductas autolíticas y en general mayor uso del servicio de salud mental»: «Lo sorprendente es que dichos trastornos ocurren tanto en los países donde existe la presión sexual hacia los homosexuales como en países donde no hay ninguna», consignó Dominika Ondreášová.

Algunas de sus puntualizaciones finales fueron las siguientes:

  1. «Estar en el armario simboliza el aislamiento a la vez estar que la oscuridad y el silencio, elementos principales en la antología a analizar: La antología De nombre y hueso, de varios autores, lleva por subtítulo Relatos oscuros trans, educándonos así con la idea misteriosa sobre de vida de esta gente. Su cubierta roja, donde aparece una figura oscura girando hacia atrás, detrás de la cual está su sombra, y sobre la que no se sabe si es un hombre o una mujer; aún más: subraya sus sentimientos de misterio.
  2. La antología consta de doce relatos oscuros y sobre naturales, que cuentan historias misteriosas de la gente trans. En el prólogo, Robles, una de los autores, menciona la presencia de dichos motivos, de esta manera: “Lo más sorprendente de esa antología es la combinación de la temática trans y homosexual, con lo oscuro, incluso con lo fantástico y lo gótico, la muerte, los cadáveres, los huesos, la podredumbre, los cementerios y las maldiciones, maldiciones añadidas al carácter maldito de las identidades fuera de la norma social”.
  3. Como ya se ha explicado, la ideología de género entiende el género como un elemento social y culturalmente construido, entonces estas ideas se encuentran frecuentemente en el libro. Balbuena Bello afirma que los homosexuales huyen porque los lugares de sus procedencias resultan demasiados opresores, y lo hacen hacia las ciudades donde encuentran mejores opciones de vida”. Este elemento de dejar atrás el pueblo natal y marcharse a vivir a otro lugar, lo vemos en varios relatos: “[…] estábamos solos, lejos por fin de la angustiosa familiaridad el pueblo, lejos de casa, donde habíamos crecido […]”. Otro elemento trans es la posibilidad de elegir nombre o género. Lo interesante es la forma cómo los autores describen ese hecho, que no se corresponde con la norma social. En el relato “Quien te nombre”, de Ángel Belmonte Rodes, vemos el cambio de nombre en el protagonista que está descrito como algo natural y fácil, a la vez que le resulta difícil al protagonista satisfacerse con el nuevo nombre y su nueva vida: “[…] no era la elección lo que destruyó las cadenas que lo retenían en el pueblo, sino el abandonar a la deriva el primer nombre y todo lo que este había tocado, había manchado […] el abandono es el origen de todos nuestros fantasmas”».

—(Comentario de) Rita Díaz: Muchísimas gracias a Dominika Ondreášová por esta reflexión sobre la ideología de género. Sabemos que, si la sociedad cambia, pues la literatura cambia también: acepta, deja fuera, modifica todo lo que nosotros como seres vivos pensantes de la sociedad vamos incluyendo en ella. Y eso es lo que, precisamente ha reflejado el trabajo de Dominika, en este caso sobre la oscuridad en la antología de varios autores.

 

Ricardo Visbal, de la Universidad La Gran Colombia 

La penúltima ponencia correspondió a Ricardo Visbal, de la Universidad La Gran Colombia, con el tema titulado «Relatos colindantes en La frontera de cristal, de Carlos Fuentes: «Es un tema muy interesante, que me apasiona mucho y es sobre la cultura de hoy, el desarrollo, las formas de como plantea la vida entre las diversas fronteras en el mundo de la sociedad de hoy […] Carlos fuentes en su desarrollo de La frontera de cristal plantea una obra híbrida de lo que es la literatura, la realidad y sobre todo el periodismo» (La ponencia no podrá ser reseñada debido al exceso de acústica. Recomendamos acceder al enlace directamente para no perder en su totalidad la presentación de Ricardo Visbal  https://www.youtube.com/watch?v=sWqALPPcszg, minuto 1:40:16).

 

Clausura del coloquio  

  Las palabras de cierre del XVII Coloquio Internacional de Literatura Panhispánica y sus valores: «Globalización y política en la literatura panhispánica», estuvieron a cargo del doctor Bogdan Piotrowski, de la Academia Colombiana de la Lengua, con el tema: «¿Globalismo o panhispanismo? Chispas explosivas en la literatura digital». Cabe recordar que el doctor Bogdan Piotrowski es el ideador de estos coloquios internacionales desde su primera entrega, como lo expuso en sus palabras inaugurales el doctor Bruno Rosario Candelier, director de la ADL, sede de esta edición 2021 de dicho coloquio: Desde que el doctor Bogdan Piotrowski lo concibió, ha venido realizándose, un año en Colombia y al año siguiente en otro país fuera de Colombia. Y esa ha sido una tradición en la organización de estos encuentros que tienen como finalidad profundizar en el conocimiento de la literatura y, sobre todo, que tanto los ponentes como los participantes salgan bien motivados para seguir profundizando en el estudio de la lengua y la literatura a la luz de los valores.

Palabras del doctor Bogdan Piotrowski                                                                                                                        

«Antes de iniciar mi intervención, desde luego, quiero presentar mis más sinceros agradecimientos al doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua y su equipo colaborador por el honor y la generosa acogida en su espléndida sede. También los dirijo a la doctora Mónica Montes por la eficiente coordinación y, desde luego, presento mi profunda gratitud a todos los ponentes por su audiencia y el iluminado y amistoso compartir de sus conocimientos. Personalmente, lo reconozco: aprendí mucho. El XVII Coloquio Internacional ya lleva 20 años y creo que la presencia y la participación de ustedes reconfirma que la idea fue adecuada, porque podemos compartir también en este espacio nuestros diferentes puntos de vista, presentar nuestros conocimientos, construir el diálogo, especialmente, afianzar las amistades», expuso al inicio de su discurso.

  • «Debo aclarar, para los que no me conocen, que, desde hace cuarenta años, me dedico a la axiología de la cultura y de la literatura, el panhispanismo. Y en más de una década, mis investigaciones se centran en las humanidades digitales, y en realidad, esa intervención es el reflejo de mis pobres esfuerzos.  Las presentes consideraciones se desarrollarán junto con la invitación a fundar el futuro. Vamos a compartir inicialmente unas observaciones sobre la literatura y el giro digital que vivimos, con el fin de podernos centrar mejor; después en sus implicaciones, que trae la globalización para el mundo panhispánico», apuntó el señor Piotrowski.

«A lo mejor debo hacer un ejercicio hermenéutico y aclarar, por lo menos, desde el inicio, la expresión metafórica de “Chispas explosivas” —expuso el entusiasta humanista—: la chispa la conocemos como ‘algo pequeño, un elemento encendido que salta de una madera o de otro material que arde’; ‘explosivo que causa o puede hacer la explosión’. Consideramos que el giro digital que vivimos es motivo de una especie de vórtice, un huracán que con ímpetu mezcla las esperanzas y los miedos, la luz y el terror. Así también podemos ver esas manifestaciones en la creciente literatura digital. La globalización no es menos. Todos reconocemos que tanto esta última como las nuevas tecnologías pueden traer beneficios como grandes peligros para la humanidad. Tenemos que ser cautelosos y altamente participativos en los profundos cambios que vivimos».  «Se podría definir que la literatura es la permanente indagación por el misterio de la vida, especialmente el misterio de la vida del hombre», explicó.

Expuso que, «Si bien la literatura es el arte de la palabra, resulta indispensable recordar, en particular hoy, en los tiempos de crisis, la importancia del valor de la palabra, su implicación en nuestras ideas, nuestro pensamiento, nuestra existencia»: «El arte se mueve en la búsqueda de la originalidad en las creaciones estéticas, pero en una verdadera obra la forma tiene que ir en par, y, hasta me atrevería a decir, enaltecer el contenido. Solamente así, logra el esperado impacto tan anhelado por el público. Por esta razón los experimentos promovidos por la literatura digital, indudablemente, atraen y al mismo tiempo deben ser cautelosamente seguidos, en vista de su incalculable repercusión. Lo destaco porque, si revisamos las definiciones en la literatura digital y sus géneros, se insiste en la importancia de los aspectos estéticos y muchas veces ni siquiera se menciona el componente conceptual. Es obvio que sus consecuencias pueden ser gravísimas. La fascinación por la tecnología ¡no puede! opacar el fondo filosófico, antropológico, histórico, cultural, político o social en la literatura».

  • «Comencemos estas consideraciones sobre la literatura electrónica con el homenaje al escritor de ciencia ficción William Gibson: fue él quien introdujo el término de cyberspace, en su novela Neuromante, y que fue ganadora de varios premios. El año de su publicación, en 1984, recibió el Premio Nébula; al año siguiente fue galardonado por el Premio Hugo y el Premio Philip K. Dick. En español los traductores introdujeron, felizmente, el termino de “ciberespacio”. El prefijo “ciber” es usado con éxito en numerosos vocablos en innumerables lenguas: en español hablamos de ciberliteratura, ciberpoesía, ciberestética, ciberacosos, cibercolegios, cibercrímen y muchos, muchos más», señaló el destacado estudioso.

«La globalización está flotando en las turbulentas ondas digitales, y no cabe ninguna duda: los cambios culturales y sociales son inevitables. Se construye un nuevo marco axiológico y surgen las preguntas fundamentales: ¿Se conservará el concepto tradicional de “persona humana” o se creará un concepto distinto? ¿Cuál será este concepto? ¿Cómo será el hombre del futuro? ¿El homo digitalis preservará su naturaleza o será más bien un ser producto de experimentos cibernéticos? Si reconocemos que la etimología de “ciber” proviene del griego kybernaein, que significa ‘manejar el timón, gobernar, conducir en el espacio virtual’, ¿hasta qué punto estas antiguas referencias idiomáticas serán válidas en el futuro? Las preguntas surgen unas tras otras, como una avalancha; pero resulta indispensable encausarlas, y, por ende, detenernos para reflexionar sobre lo esencial de la humanidad y del hombre». «¿Es necesario crear algunos límites de tipo moral, tecnológico o biológico?», agregó.

«A menudo se oyen las afirmaciones que la ética y el arte son incompatibles. ¿Es cierta esta opinión? ¿Acaso esa dicotomía no contribuye a ahondar la crisis que atraviesa nuestra sociedad? […] La literatura digital o electrónica, desde hace varios decenios llaman la atención de los lectores, y, desde luego, en los estudiosos de manera exponencial, e irrumpió en la cultura y en la educación con mucha más fuerza que los libros impresos después el Boom, y aún resulta difícil dimensionar adecuadamente su impacto, mucho menos sus consecuencias futuras». Y puntualizó que, «Si bien es cierto que sigue evolucionando, y surgen nuevos géneros literarios digitales (y hay algunos que gozan de mucho reconocimiento, por ejemplo, narración hipertextual o ficción interactiva, poesía cinética, diferentes instalaciones o performance, la literatura serializada, etcétera), no obstante, su fuerte dinámica, indudablemente, ocasiona aún dificultades para su tipología».

 

«Sin embargo, hay que reconocer la existencia de numerosos estudios sobre esta temática y afines […] Si el español es la segunda lengua internacional, en ese campo, realmente, los esfuerzos todavía no son del todo satisfactorio. Hay que, por ejemplo, reconocer los grandes esfuerzos también, en los mismos ciberespacios y la creación de literatura virtual: recordemos el aporte del argentino Ladislao Pablo Györi. Entre otras, conviene también recordar los experimentos del escritor peruano Santiago Roncagliolo: sus novelas fueron llevadas al cine, y su última novela, Oscar y las mujeres, publicada en 2018, fue entregada, precisamente, vía internet…; pero después, también, impresa por la Editorial Alfaguara; y, sí, hay que también subrayarlo, circula, por ejemplo, como e-book».

  • «Se trata de un manejo promisorio de la integración semiótica de diferentes medios comunicativos, donde la lengua debe llevar la primacía. Este surgimiento, con una nueva opción en el uso de este signo lingüístico, es disyuntivo; sin embargo, conviene que también busca ahondar en el manantial de la tradición. Son circunstancias complejas en que debe estar muy presente el ‘timón humanístico’, el ‘ciberhumanístico’. La globalización despierta contradicciones o armonía. Hay mucha discusión, y ustedes también saben que es muy difícil tomar posiciones», expuso el señor Piotrowski.

«Yo quisiera hacer una consideración algo etimológica —destacó—, porque vale la pena recordar sus antecedentes, que se arraigan en el Cosmopolites, que no es una idea nueva. Aunque a grandes saltos, recordemos algunos destellos. Ya entre los antiguos griegos surge el interés por el concepto de “ciudadano del mundo”, “cosmopolites”: que los hombres son iguales por la naturaleza, aunque puede haber diferencias por la ley; o que para un sabio la patria es el mundo entero; son ideas que promovían Hipias, Platón, Protágoras, Demócrito, etcétera, etcétera. Pero quizás también vale la pena mencionar que fue Pitágoras quien introdujo el término de “cosmos” en el vocabulario filosófico y luego lo continuaron Heráclito, Parménides, Empédocles y Demócrito. El “cosmos” (en oposición a kháos), para los antiguos griegos, significaba ‘el orden, la armonía, la belleza de los sistemas (como cosas, números, ideas); pero también comportamientos humanos (éticos, estéticos); en otros términos, de la realidad […]». El espléndido y amoroso discurso de cierre del doctor Piotrowski llegó al final afirmando en los oyentes lo que, a manera de un anhelo, expuso al inicio de sus palabras: Las presentes consideraciones se desarrollarán junto con la invitación a fundar el futuro.  Comparto, pues, en forma de poesía (con todo respeto), parte de sus palabras finales, pues de esa manera hemos sentido su discurso, una hermosa poesía, al igual que las entregas de los demás expositores):

¿Qué panhispanismo  

y qué literatura panhispánica queremos promover? 

¿Qué marco axiológico 

y cuáles valores hay que asumir en la creación, 

en la crítica y en los estudios literarios? 

En el panhispanismo tenemos que entender 

que se trata de una búsqueda no puede limitarse  

a un hallazgo, 

sino tiene que conducir al encuentro, 

al permanente diálogo. 

El panhispanismo es un esfuerzo conjunto 

que aspira a unos ideales sociales, 

derivados de las diferencias nacionales, 

étnicas, culturales, religiosas, 

pero que se vayan acercando a la plenitud anhelada. 

La nueva realidad ¿qué es, como será? 

¿Qué papel ocupará el hombre 

en estas circunstancias del futuro? 

No puede ocurrir 

que el panhispanismo esté desbordado por la tecnología 

y no promueva la verdad, belleza, bien común, 

autenticidad, integridad, justicia. 

(Al inicio mencioné a William Gibson 

y su novela Neuromante, publicada en 1984). 

La literatura no solamente recoge el presente y la historia, 

también puede ser premonitoria […] 

A nosotros nos corresponde explorar el futuro 

y buscar las alternativas viables para consolidar el panhispanismo, 

especialmente la literatura panhispánica 

con sólidas bases humanistas […].

 

[Un reporte de Miguelina Medina para la Academia Dominicana de la Lengua. Grabaciones de las plataformas virtuales de la ADL, Ateneo Insular y el canal de YouTube del Instituto de Lingüística Dominicano: (https://www.youtube.com/watch?v=Ng8bOiuuKjQ)

(https://www.youtube.com/watch?v=sWqALPPcszg) (https://web.facebook.com/ateneoinsular/videos/474424670630651)

(https://m.facebook.com/Academia-Dominicana-de-la-Lengua-ADL-284988378204966/videos/442480947294341/)

(https://m.facebook.com/Academia-Dominicana-de-la-Lengua-ADL-284988378204966/videos/624797595549294/)]

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