Los dos idiomas de María José Rincón

Por Bruno Rosario Candelier

 

A

Emilia Pereyra,

cultora del saber que edifica.

 

La prestigiosa lexicógrafa, académica y promotora lingüística hispano dominicana María José Rincón González, en esta obra de su autoría, De la eñe a la zeta, escribió sobre los “dos idiomas”, el español y el dominicano: “Hace unos años, en una visita a España, mi hijo, un niño en ese entonces, les decía a sus amigos en el parque infantil: “Yo soy español y dominicano y hablo los dos idiomas”. Ni que decir tiene que ese “bilingüismo” precoz lo convirtió en el héroe del barrio. Me sorprendió y me enorgulleció lo que ese comentario suponía para un niño de corta edad. Su trascendentalismo radicaba en que manifestaba, a su manera, la experiencia de descubrir las diversas formas de hablar español. El reconocimiento y la asunción de la diversidad es un paso muy importante para crecer como hablantes. Saber que nuestra forma de hablar es distinta de la de otras regiones hispanoparlantes y asumir que esta diferencia no nos hace mejores hablantes, pero tampoco peores, tiene mucho valor. Implica además el reto de conocer y valorar en su justa medida las características que nos son propias. La conciencia de la diferencia debe servir para aprender de los demás: más palabras, más significados para las mismas palabras, distintos acentos. No caigamos en el error de mirarnos solo nuestro propio ombligo. Sería una verdadera lástima limitar nuestros horizontes lingüísticos cuando el español supone todo lo contrario: amplitud, diversidad y riqueza. Como hablantes, si queremos expresar nuestro orgullo por lo que somos, podríamos empezar por decir: “Somos dominicanos (o españoles, colombianos, puertorriqueños, y así hasta veintitrés nacionalidades, puede que más) y hablamos en español”. (María José Rincón González, “Los dos idiomas” en De la eñe a la zeta, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2019, p. 30).

La autora de la obra lingüística De la eñe a la zeta, María José Rincón González, es una poeta de la lengua. Al usar la palabra “poeta”, no quiero decir que ella escribe versos, sino que mediante el estudio de la lengua, en sus trabajos lexicográficos, sus ponencias y charlas y en todo lo que ella escribe sobre nuestra lengua hace poesía, y uso la palabra “poesía” en el sentido que la usaban los antiguos griegos. Para esos pensadores y estetas la palabra “poesía” significa “creación”: creación del lenguaje, creación de la palabra, creación de imágenes y conceptos. Eso es lo que ha hecho María José desde que asumió el cultivo intelectual, desde que se valió de la palabra con un propósito creador, y es lo que ha demostrado en este hermoso libro titulado De la eñe a la zeta: crear con las palabras, ponderar el valor de formas y sentidos léxicos, ilustrar con su sabiduría filológica la creación idiomática de los hablantes de España y de América, de los hablantes de su tierra de origen, Sevilla, y de esta su tierra adoptiva, la República Dominicana, que ella adoptó como parte entrañable de su vida con su lenguaje, su historia y su cultura, como lo manifiesta este ejemplo que revela su identificación con los dos idiomas:

“Inés Aispún me preguntó en una entrevista cuál era para mí la palabra más hermosa del español dominicano. Nunca me lo había planteado, pero no lo dudé ni un instante. Tumbarrocío, le respondí. Se trata de un precioso sustantivo compuesto con el que se designa a un pequeño pajarito que vuela en nuestros campos y que, al posarse, hace caer gotas de rocío de las hojas. Es una imagen poética creada váyase usted a saber cuándo por un hablante con la suficiente sensibilidad para detenerse a contemplar la naturaleza. Esta palabra se ha creado por composición, un método tradicional en español para la formación de nuevas voces. El verbo tumbar y el sustantivo rocío se unen para crear una sola voz. Su ortografía también es interesante: el sonido /rr/, representado con r inicial en rocío pasa a ser representado por el dígrafo rr en posición intervocálica en tumbarrocío. El detalle más interesante es que el verbo tumbar, usado en una acepción característica del español americano, ha sido muy feraz a la hora de generar palabras. Sus compuestos siguen la misma estructura: verbo tumbar + sustantivo complemento directo” (María José Rincón González, De la eñe a la zeta, p. 195).

En los comentarios y opiniones de nuestra admirada filóloga se manifiesta el amor que ella siente por la palabra, la devoción con que asume el lenguaje para testimoniar su visión del mundo, en la pasión que revela para canalizar su comprensión de fenómenos idiomáticos a través del cultivo de las palabras; y lo hermoso de este libro, que tiene un contenido profundo, rico y revelador, es justamente la forma amena como ella lo hace. María José Rincón es una científica del lenguaje, pero no usa un lenguaje obtuso, rebuscado o complicado para comunicar lo que sabe, sino un lenguaje claro, preciso y apropiado para que lo entiendan no solo los especialistas de la lingüística, sino los hablantes interesados en conocer y mejorar el uso de su lengua, razón por la cual emplea un lenguaje comprensible para que lo entendamos todos, para que nos compenetremos con la idea que ella tiene de la palabra, con la concepción que ella tiene de la forma como hablamos los dominicanos y para que valoremos el legado hispánico que recibimos con la lengua española. Ella tiene la singular condición de dominar los dos sistemas de comunicación: la estructura de la lengua española y la forma peculiar del habla de los dominicanos. Son dos plataformas idiomáticas que ella maneja admirablemente porque conoce muy bien “los dos idiomas”.

A mí me impresionó la anécdota de “Los dos idiomas”, que protagonizara el hijo de María José Rincón, Juan Ramón Peralta, cuando en un parque de Sevilla les dice a sus amiguitos: “Pues, yo soy dominicano y español, y hablo los dos idiomas”, y la gracia como lo cuenta María José hay que apreciarla al leer ese pasaje. Tenía razón su hijo cuando dijo que sabía los dos idiomas, porque conocía el español de España y el español dominicano. Desde luego, ese doble conocimiento, que María José Rincón domina admirablemente, es lo que plasma y canaliza en este libro y lo hace con el conocimiento de la lexicografía y el dominio de la ciencia del lenguaje, porque ella es filóloga. Al decir que es filóloga, recuerdo una anécdota que yo tuve con ella y que de alguna manera explica la razón por la cual María José Rincón está sentada en ese sillón académico con la letra Z, y les voy a contar por qué lo digo. En el año 1994 fui invitado por la Real Academia a participar en un congreso de la lengua española que se celebraría (que se celebró) en Salamanca, y naturalmente tenía que conseguir visa para viajar a España. Cuando estoy delante de la ventanilla del consulado, la joven que me atendió, casualmente María José Rincón, me observa muy atentamente y me pregunta a qué iría a España. Entonces le explico que soy filólogo de la Complutense, académico de la lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española y, en tal virtud, me invitaron a participar en un congreso de filología. Cuando ella escucha esa palabra, filología, con emoción y alegría, me sorprende y exclama: “Ah, pues yo también soy filóloga”, y yo inmediatamente le dije que cuando regresara de España la invitaría para que participara en las actividades lingüísticas de nuestra Academia y, sobre todo, para que colaborara con nosotros en los trabajos lexicográficos que pensábamos realizar a favor de nuestra lengua, y ella, sin pensarlo dos veces, me contestó: “Pues, yo encantadísima. Por supuesto que participaré”. Y, efectivamente, a mi regreso la llamé, la invité a una reunión, a la que asistió, la incorporé al equipo lexicográfico de la Academia Dominicana de la Lengua para emprender estudios lexicográficos sobre el español dominicano, iniciar trabajos de investigación sobre el lenguaje de los dominicanos, promover el conocimiento de la lengua española en nuestra población mediante actividades que hacemos a favor de nuestros hablantes para incentivar el amor a la palabra, motivar el estudio de nuestra lengua y sembrar en nuestros hablantes una “conciencia de lengua”.

Pues bien, María José Rincón González tiene “alta conciencia de la lengua”, una cabal inquietud sobre lo que implica amar, estudiar y fomentar el estudio de nuestra lengua, lo que ella hace en este libro, revelar ese amor, testimoniar esa identificación intelectual, afectiva y espiritual por nuestro lenguaje, por el significado de nuestras voces, por la forma como nos expresamos, y lo hace justamente para sembrar en nosotros esa preocupación lingüística y nos interesemos por la palabra, para que valoremos el significado de las palabras y la importancia de usarlas con propiedad y elegancia, para que sepamos usar con rigor gramatical lo que la palabra demanda en los buenos hablantes. Eso es lo que María José Rincón quiere sembrar y motivar al publicar esta obra, De la eñe a la zeta, colección de los artículos que cada martes ella publica en Diario Libre, muy edificantes por lo que implica en términos lexicográficos, gramaticales y ortográficos.

Lo primero que ustedes van a apreciar en este libro es el entusiasmo lingüístico que derrocha María José Rincón cuando escribe. Nuestra lexicógrafa despliega su conciencia de lengua con destreza expositiva, entusiasmo lingüístico, humor ingenioso y gracia con solera al hablar, lo que es producto de su entrañable vinculación empática con el alma de la lengua española y su plena identificación emocional con la onda del español dominicano, índice expresivo del sentimiento de amor hacia “los dos idiomas”, el español y el dominicano. Da gusto leer cada uno de los párrafos de este libro porque lo hace con devoción, con particular identificación con el lenguaje, con cabal comprensión de las pautas lexicográficas, gramaticales y ortográficas, y, entonces, revela lo que es realmente amar su la lengua española, lo que implica su identificación intelectual y espiritual con nuestra lengua, por la que se desvive y por la que se ha entregado en cuerpo y alma, en espíritu y en inteligencia, para plasmar su sabiduría y su amor por la lengua de Castilla y la lengua de Quisqueya. Hoy mismo yo le decía a ella que fue un regalo que Dios nos hizo a los dominicanos al enviarnos a María José Rincón a establecerse en la República Dominicana.

Efectivamente, cuando María José Rincón González escribe, revela una destreza expositiva admirable y, entre otras virtudes, un humor luminoso porque en ella no hay solo talento y amor; no hay solo conocimiento y destreza; en ella hay un algo especial que la motiva, y la enciende, y la entusiasma. En ella hay sabiduría y amor por lo que siente pasión con iluminación y encanto. Cuando ella da una charla, de las muchas que ha dado en este augusto salón de esta Academia, contagia a los presentes, porque transmite desde el hondón de su sensibilidad y el fuero de su conciencia la pasión que siente por la lengua española. Describe el panorama de la realidad idiomática peninsular y dominicana, y contrasta las dos plataformas: la pauta de la lengua general, la española, y la aplicación de la variante regional,  la dominicana en esta porción caribeña y antillana de la América hispana. Y lo hermoso de su labor didáctica es su orientación a la luz de su formación lexicográfica y su conocimiento de la lengua. Ella se vuelca entera cuando enseña, y canaliza y transmite con emoción sus conocimientos idiomáticos; pero lo impresionante de su participación es la amorosa pasión como lo hace, y eso es lo que distingue a María José Rincón González cuando escribe, habla o enseña.

Cuando alguien se entrega con pasión a lo que hace, algo bueno sale, porque no solo manifiesta su talento, su energía y su dedicación, sino que canaliza su sabiduría y su entusiasmo, y con el entusiasmo la pasión que emociona, y con la pasión el aliento intelectual y espiritual que mana de sus entrañas para motivar, a la luz de su formación filológica, lo que enciende la sensibilidad y concita la inteligencia. Eso es clave para triunfar en la vida y lograr lo que María José Rincón ha logrado: convencernos de la bondad de nuestra lengua; enseñarnos que estamos obligados a honrar el conocimiento de nuestra lengua, porque ese cultivo forma parte de un deber moral y una misión intelectual y una meta espiritual que tenemos los hablantes, porque hemos recibido un don hermosísimo a través de la palabra, y ese don nos corresponde fructificarlo y potenciarlo para que siga creciendo el amor por la palabra y la identificación con nuestra lengua, la que nos identifica intelectual, afectiva y espiritualmente. El siguiente párrafo de su libro confirma lo que estoy diciendo de nuestra lexicógrafa:

“Busqué de inmediato quién había ocupado ese sillón antes que yo y resultó que yo era la primera letra zeta de la Academia Dominicana de la Lengua. Irónicamente le correspondía a una sevillana aplatanada: ni los sevillanos ni los dominicanos pronunciamos la zeta como la describen los manuales (sonido interdental fricativo sordo). Nuestro seseo (junto al del sur de la Península Ibérica, Canarias y toda Hispanoamérica) la asocia al sonido predorsal fricativo sordo. Los lazos que me unen a esta letra han ido tomando cuerpo desde entonces. Los zumbadores aparecen por doquier, mi hija prefiere las batidas de zapote, he tenido que zanquear dominicanismos por cielo y tierra y todavía dura el zaperoco del Diccionario del español dominicano. Solo espero que hoy no se le zafe un tornillo y que esta Eñe no vaya al zafacón” (M. J. Rincón González, De la eñe a la zeta, p. 224).

En efecto, María José Rincón González tiene un concepto lúcido, pertinente y preciso de la naturaleza de nuestra lengua con la necesaria aplicación normativa de la ortografía y la gramática bajo un criterio lingüístico y académico. Con su labor lexicográfica, ha hecho un gran servicio al estudio de nuestra lengua al responder consultas hechas a la página electrónica de la ADL. El aporte lingüístico de María José Rincón ha sido posible porque ella encarna en su sensibilidad y su conciencia lo que distingue a los grandes creadores de nuestra lengua, de cualquier lengua, en todos los tiempos y culturas, como es el hecho de ser coparticipe de lo que he denominado “la savia de la lengua”.

La energía de la lengua se manifiesta a través de una triple savia que, como “la sangre del espíritu”, según el decir de Miguel de Unamuno,  alienta el poder de la creatividad a través de la palabra. Hay una savia de la lengua, y el primero en identificarla en la cultura occidental, a la que pertenecemos, fue el antiguo pensador presocrático Heráclito de Éfeso, cuando intuyó que los hablantes tenemos un don altamente luminoso, y a ese don le llamó Logos, el Logos de la conciencia, porque ese sabio griego entendía que ese don era una energía sagrada que identifica y enaltece a los seres humanos. Concibo ese singular aliento del espíritu como la savia primordial, que entraña la esencia de la lengua en virtud del Logos que recibimos al nacer, porque viene desde el principio, cuando se nos da ese talento enaltecedor, el Logos que permite reflexionar, intuir, hablar y crear.

María José Rincón González participa también de la segunda savia que transmite de un modo natural la virtud fecundante de la lengua, a la que llamo la savia patrimonial, que nos da la lengua castellana. Los hablantes de esta hermosa lengua mediante un conducto especial a través de nuestro cerebro recibimos esa savia ancestral que nos inyectan las voces castellanas. Le llamo savia patrimonial porque viene de la raíz de nuestra lengua, que recibimos los hablantes de la lengua española en cualquier lugar del mundo donde nos encontremos. Nuestra académica participa de un modo privilegiado de esa savia patrimonial, no solo porque naciera y se criara en la ciudad andaluza de Sevilla, donde fue amamantada con la savia patrimonial de nuestra lengua, sino porque se compenetró entrañablemente con la savia de la lengua castellana, y eso lo manifiesta ella de una manera profunda y elocuente en este libro que hoy presentamos, y, desde luego, en todo lo que ella escribe sobre “los dos idiomas”, el español peninsular y el español dominicano.

Hay, además, una tercera savia, a la que llamo savia cardinal, que es la virtualidad operativa de las palabras que nos transmite una lengua determinada en un país específico. El español dominicano nos hace partícipes de esa savia cardinal desde el momento en que nuestras madres nos amamantan en nuestra infancia y nos acurrucan en nuestros balbuceos que imitamos de sus voces para transmitirnos el afecto y el lenguaje que va conformando en nuestra mente el genio de nuestra lengua, y con el troquelado afectivo y espiritual de su lenguaje y su amor recibimos esa savia cardinal que nos enlaza a nuestra lengua, a nuestra historia y a nuestra cultura. El impacto de dicha savia nos permite compenetrarnos con la esencia que nos distingue, con la idiosincrasia que nos identifica y el talante que nos hace hablantes de una variante idiomática hermosa, rica y fecunda.

Esas tres savias inherentes en la energía de nuestra lengua han renacido luminosamente en María José Rincón y ella las ha canalizado creadoramente en esta obra que resalta la importancia de conocer cabalmente nuestro medio de comunicación y creación para enfatizar el estudio de nuestra lengua y el cultivo de las letras de manera que sintamos la dicha de hablar la variante dominicana de la lengua española y nos compenetremos intelectual, afectiva y espiritualmente con la savia de nuestra lengua, a la que Rubén Darío llamara “sangre de Hispania fecunda” en uno de sus poemas.

Cuando Mariano Lebrón Saviñón  hablaba de los “pechos henchidos de nuestra lengua” se refería a ese saber idiomático que comunica nuestro lenguaje para ser lo que somos, para identificarnos con nuestra idiosincrasia cultural, para canalizar nuestro talento y nuestra creatividad en función de la palabra, como lo plantea la palabra, como lo concita la palabra y como lo plasma María José Rincón González con preparación, amor y devoción.

Llevamos en nuestras venas la savia espiritual que nos legara el verbo luminoso de los españoles Garcilaso de la Vega, Miguel de Cervantes, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y Antonio Machado; y también la palabra edificante de Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes; y, entre los nuestros, Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch, Flérida de Nolasco, Manuel del Cabral, Manuel Rueda, Freddy Bretón y Emilia Pereyra, con la savia de nuestra lengua que esta obra de María José Rincón asume, despliega y enaltece. ¡Enhorabuena con nuestra gratitud y admiración a María José Rincón González por su valioso aporte al estudio de nuestros dos idiomas, el español de España y el español dominicano!

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Santo Domingo, 14 de agosto de 2019.

Capa, grosso modo/*a grosso modo, *frizar (*frizó), psiquis/sique/*siquis, enardecer/encarnecer, cenagoso/*cenagozo

Por Roberto E. Guzmán

CAPA

He aquí otra palabra que en el español dominicano posee una acepción documentada que ha pasado inadvertida de los lexicógrafos dominicanos. No hay crítica solapada en la frase anterior.

La capa a que se refiere el dominicanismo se usó y, quizás se usa todavía, en el ámbito rural. Con esa palabra el campesino se refiere al cuero de un animal muerto, sobre todo al del animal sacrificado para consumo humano.

Se ha oído que con la palabra objeto de estudio de esta sección el carnicero de carne de cerdo y, sobre todo el que fríe chicharrones, se refiere a la piel del cerdo con la grasa adherida a esta. Es probable que esa palabra solo circule en ese ámbito.

El cuento en que se halla usada la palabra “capa” fue escrito en o antes del año 1941. El autor de estos comentarios puede dar fe de haberla oído en los años sesenta del siglo XX.

  1. Juan Bosch en su cuento Dos pesos de agua utiliza la palabra del modo siguiente: “. . .ella misma detallaba la carne y de las CAPAS extraía la grasa. . .” Puede colegirse del contexto que no se refiere solo a la parte externa del cuero, sino a este con la grasa adherida.

Es frecuente que muchas palabras del léxico dominicano se encuentren documentadas en las obras de D. Juan, pues él introdujo muchas de estas en sus obras en las que describió y trató el ambiente campesino que correspondía a su época y entorno. Ese es otro mérito añadido a su obra cuentística.

 

GROSSO MODO – *A GROSSO MODO

“A GROSSO MODO, cabe decir, que. . .”

La locución adverbial latina grosso modo debe ser escrita en letras cursivas. Esto así porque es una locución del bajo latín y de esa forma la representa la Real Academia en su diccionario. No ha dejado de ser latina. No se ha integrado totalmente al español.

De acuerdo con lo que escribe la corporación antes indicada significa, “A bulto, aproximadamente, más o menos”. Esto es, “poco más o menos” y, en algunas circunstancias puede entenderse que significa “sin detallar, a grandes rasgos, en conjunto, sin especificar”.

Esta expresión debe escribirse sin preposición alguna. No necesita de preposición ni la admite. Es incorrecto hacerla preceder de una preposición. De paso puede recordarse que no es la única locución latina que no admite preposición delante.

 

*FRIZAR (*FRIZÓ)

“. . .como si la sociedad se FRIZÓ, se paralizó. . .”

En español de buena solera no existe verbo alguno que sea frizar, así con una letra zeta /z/. Sí existe el verbo frisar en español internacional y en español venezolano. El primer frisar es de poco uso, “levantar y rizar los pelillos de algún tejido”. Es, además, refregar. En Venezuela este verbo es de uso en albañilería, dar friso, dar una capa de mezcla con cemento a una pared.

Este frizar con zeta tiene que ver con frízer que es congelador en el habla de Argentina, Bolivia, Chile, Honduras, Puerto Rico y República Dominicana. El frízer que se ha mentado varias veces viene del inglés freezer que es congelador, pero como se mencionó antes, en inglés.

La ventaja de la palabra derivada del inglés es que consta de solo dos sílabas mientras que la equivalente del español es de cuatro sílabas; por tanto, es economía de esfuerzo y tiempo.

 

PSIQUIS – SIQUE – *SIQUIS

“Una idea oscura clavada como daga en su *SIQUIS. . .”

En la frase de la cita se está en presencia de nuevo de una voz que imita a otras que sí existen, pero yerra en su representación gráfica; es decir, su ortografía es equivocada.

Escrita de esta forma *siquis es quizás una forma ultramoderna de escribir psiquis, que es lo mismo que psique que es alma, y en filosofía, principio de la vida.

Psiquismo se escribe también siquismo y se toma por conjunto de los caracteres y funciones de orden psíquico.

No hay que ofenderse si algunas personas incurren en errores con respecto de este tipo de ortografía, pues la realidad de los hechos es que la lengua española ha castellanizado muchas de las palabras que proceden el griego y que conservaron durante largos años la letra pe /p/ al principio de ellas.

En otras lenguas se ha conservado esa letra pe /p/ al principio de esas palabras porque tiene valor fonético, como sucede en francés.

 

ENARDECER – ENCARNECER

“. . .con los discursos ENCARNECIDOS que sacuden los foros públicos. . .”

En casos como este es cuando el lector desearía tener una bola de cristal para que le ayude a adivinar lo que quiso el redactor escribir, que no escribió. Haciendo gala de virtudes adivinatorias se propone colocar el verbo enardecer en lugar de encarnecer. Se repasarán más abajo las acepciones de ambos verbos.

Encarnecer es “Tomar carnes, hacerse más grueso”. Es ponerse gruesa y corpulenta una persona, que es igual que engordar. En el centro de este verbo figura el vocablo carne, que es algo que lo aleja de los discursos y los foros públicos.

El verbo enardecer lleva en sí el verbo arder, pero menos ostensible, porque su mensaje tiene que ver con avivar la llama que arde en una pasión para excitar el ánimo con respecto de una pugna, una disputa.

Esas disputas son las que se debaten en los foros públicos, son las que atizan los discursos, estimulan las discusiones, provocan entusiasmo, exaltan el espíritu. Quizás quiso expresar que hace más grueso los discursos.

 

CENAGOSO – *CENAGOZO

“Terreno *CENAGOZO”

Ese que se reprodujo en el título era lo escrito en el letrero. Este mensaje hubiese sido más apropiado en el frente de un lugar donde se sirve comida. ¿Por qué? Pues descompuesto resulta que es una aseveración de gozar la cena, “cena gozo”.

Luego de esta introducción que se hace en tono humorístico hay que entrar en materia con respecto a este *cenagozo.

Debe pensarse que en español no existe un sufijo -ozo. El sufijo que sí existe es -oso que unido a sustantivos y adjetivos destaca la abundancia de la palabra que le sirve de núcleo. El inconveniente en el caso de cenagoso es que el sustantivo que indica fango aquí es de escaso uso, cieno.

Cenagoso resalta que hay mucho barro, lodo blando, en el terreno al que se aplica la palabra cenagoso. El cieno se acumula en el fondo de lagunas o sitios bajos o húmedos.

Todo este lío se lo habrían evitado los redactores del letrero si en lugar de lo que escribieron hubiesen utilizado una palabra cotidiana, “terreno fangoso”. Quizás el equívoco proviene del hecho que se acostumbra a usar lodazal, con zeta para el sitio lleno o de mucho lodo.

Rolear, babucha, islam/islán, tender a/tender *por

Por Roberto E. Guzmán

ROLEAR

Este verbo del título no figura en ninguno de los diccionarios de español dominicano que se han consultado. Este verbo sirve para describir una acción que pertenece a la industria maderera dominicana. Es probable que en las actividades de desmonte de terrenos también se use.

Rolear consiste en desramar completamente los árboles que se talan, con el objeto de facilitar la tarea de transportarlos. La acción de rolear también permite que luego de llegar al aserradero o sitio donde se aserrará el tronco para su aprovechamiento, este pueda ser aserrado con menos esfuerzo y mejor aprovechamiento de la madera.

De la acción que el verbo indica puede deducirse que en algunas ocasiones a ese trozo de madera se le denomine rolo.

Es probable que esta voz no haya trascendido al uso generalizado por la especificidad de su uso. Además, solo se oyó su uso entre personas de escasa formación académica en la áreas rurales; esto explica también que no haya llegado a la literatura que documente su uso. No es un vocablo de ciudad ni de uso general.

 

BABUCHA

Esta palabra que ahora se considera que pertenece al léxico de la moda, hace más de sesenta años que forma parte del español dominicano. Se escribe “español dominicano” de propósito porque en el habla de los dominicanos esta posee rasgos distintivos que distinguen su uso del internacional.

Se trae a estos comentarios porque a pesar de que consta a justo título en el Diccionario del español dominicano (2013:64) merece que se consignen algunas de las circunstancias del uso que no figuran allí.

La primera babucha de la que se tuvo noticias hace mucho tiempo fue la de los bebés o infantes. Recientemente se halló que fue documentada por D. Pedro Henríquez Ureña según consta en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-I-444). Esta babucha fue definida como una “blusa de niño”.

Hay que definir desde el principio que hay dos babuchas, Una que es la del calzado. Esa es la más conocida y es la que la Asociación de Academias de la Lengua Española reconoce en su diccionario. Es un calzado ligero y sin talón que se usa sobre todo en países orientales y en el norte de África.

La babucha dominicana parece que ha desaparecido, o por lo menos, ha disminuido su frecuencia de utilización en el habla dominicana. La babucha que conoció el autor de estas reflexiones era la que se usaba para vestir niños de muy corta edad; sobre todo niños que todavía no podían caminar. Por esto se piensa que sería mejor definir ese tipo de babucha como “blusa de bebé”.

Esta babucha de niño no tiene relación alguna con la que se conoce en el español internacional que cuenta con una larga historia y una etimología documentada que lleva hasta el persa y es un tipo de calzado ligero y sin talón.

Hay otras babuchas que podrían llamarse de babuchas americanas. Son muchas y, para los fines de esta exposición se reducirán a dos. La “blusa de niño”, que en República Dominicana podría expresarse con mayor exactitud llamándola “blusa de bebé”, pues solo se aplicaba a las blusas de los niños en temprana edad, la edad en que el bebé todavía no era capaz de caminar.

Esta palabra del título tiene larga historia en la lengua española. Además, en el español dominicano ha evolucionado en cuanto a su significado, algo que sucede con frecuencia con los vocablos que son favorecidos por el habla. Esos caracteres que se han esbozado en las oraciones anteriores se desarrollarán más abajo.

La babucha dominicana asentada en el Diccionario del español dominicano es una “camisa ancha generalmente usada por encima del pantalón”, que corresponde con la conocida en Cuba.  Eso es todo exacto, pero lo que no se consignó allí es que en el uso lleva una connotación de admiración o un tono festivo.

Se recuerda de modo vívido que en los años de juventud de quien esto escribe, hace sesenta años o más, se llamaba babucha a una camisa vistosa, atractiva. Se usaba exclusivamente para ponderar la belleza de la camisa, llamándola babucha.

La admiración mencionada es la que resulta de la sorpresa agradable que ocasiona la belleza o elegancia de una prenda de ese estilo. El tono divertido era de uso, y quizás lo es todavía, entre los jóvenes para ponderar los colores llamativos de una camisa como la descrita antes.

Algo que llama la atención es que se buscó en los primeros diccionarios de voces cubanas, así como en los más recientes y no se ha encontrado rastro de la voz babucha en el español de esa isla.

Lo más prudente es dejar ese asunto ahí y conformarse con señalar lo concerniente a las babuchas dominicanas.

 

ISLAM – ISLÁN

“Ese mismo patrón de subordinación de las mujeres se encuentra en el ISLÁN. . .”

Hay errores y errores. En los [últimos tiempos las ¿autoridades? de la lengua española han tomado la iniciativa de españolizar los nombres de ciudades, países y grupos étnicos.

Esta castellanización implica independizarse de los criterios de copiar las grafías de la lengua inglesa. Esa es una iniciativa y resolución que hay que aplaudir; ahora bien, el problema que se presenta es que los periodistas, columnistas y articulistas tienen que mantenerse al tanto de estos cambios.

En el epígrafe figuran dos palabras que tienen carta de naturaleza en la lengua española. Las significaciones son muy diferentes en estos casos.

Por el estilo y sentido de la redacción de la frase que ejemplifica el uso de esta sección no cabe duda de que se trata de la palabra islam la que debió de aparecer en la frase.

Más que un error es un descuido. Para evitar este tipo de deslices los escritos se revisan antes de enviarlos para su publicación. Muchas veces ayuda si un tercero (o segundo) lee el escrito porque no tiene preconceptos acerca de la redacción. No hay que extrañarse si algunos correctores automáticos de algunas computadoras se han quedao rezagados con respecto a las ortografías de los grupos de humanos que se mencionaron más arriba.

 

TENDER A – TENDER *POR

“. . . la idea de elitismo que tiende POR excluir a los que . . .”

El verbo tender en funciones de verbo intransitivo con el sentido de “propender”, muestra preferencia por dos preposiciones y ninguna de ellas es “por”.

Con el significado antes señalado la acepción que acepta es A, sobre todo si el complemento es una oración. Si el complemento es un sustantivo se hace seguir de A o de HACIA.

El verbo tender puede indicar acciones que varían en su intención. Cuando es prestar atención (atendar) o, tener tendencia, la preposición conveniente es A. En algunos casos puede aceptar la preposición HACIA para el último caso mencionado.

Cuando el complemento que se escribe después del verbo en cuestión es indirecto, entonces no necesita de preposición alguna.

 

Los pronombres relativos y la concordancia

Por  Tobías Rodríguez Molina

Al igual que otros aspectos del español que nos exigen un esmerado cuidado a la hora de emplearlos,  los pronombres relativos no se quedan atrás en esa exigencia. Eso es así en razón de todos los aspectos sintácticos que hay que tener en cuenta cuando nos toque atenernos a lo que nos demanda la concordancia en lo que tiene que ver con esos pronombres. Primeramente presentaremos los aspectos teóricos definitorios referentes a los pronombres relativos y más adelante pasaremos a examinar las exigencias de la concordancia aplicables a ellos. Luego ofreceremos ejemplos de casos de buen uso y mal uso de parte de  algunos usuarios de nuestra lengua española.

Para ofrecerles los aspectos definitorios del tipo de pronombre que nos concierne en esta ocasión, diremos que “Los pronombres relativos son un tipo de pronombre que se usa para iniciar una oración e introducen una oración subordinada adjetiva de la que forman parte. Usualmente se considera que los pronombres relativos ocupan la posición del especificador de la oración y, por tanto, la oración de relativo que encabezan puede ser vista como un sintagma complementario.”(Wikipedia).

Me parece que con la presentación y análisis de algún  ejemplo, comenzaremos a comprender mejor la definición ofrecida anteriormente. Veamos este ejemplo: “La niña que me saludó es amiguita de una de mis nietas.” Se puede ver en ese ejemplo que  el pronombre relativo, además de hacer de elemento complementario  que introduce la subordinada adjetiva, que en este caso es “que me saludó”, está cumpliendo la función gramatical de sujeto de esa misma subordinada y es parte integrante de esa oración compuesta. En esa oración está presente el elemento concordancia en la palabra “amiguita”, que está escrita con marca de género femenino y número singular por la referencia a “la niña”.

El pronombre relativo, además de la función de sujeto, como vimos en el ejemplo anterior, puede introducir oraciones (que llamaremos proposiciones) con otras funciones, como lo veremos en los siguientes ejemplos: 1. El profesor, del cual te hablé ayer, es muy amigo mío. (Función de complemento). 2. Las muchachas a la cuales les prestaste la revista son estudiantes de medicina. (Función de objeto indirecto). 3. Los señores con quienes caminabas en el parque hicieron su especialidad profesional en Bélgica. (Función de circunstancial  de compañía).

Aparte de la función gramatical de los relativos, tenemos que tener muy en cuenta el factor concordancia, que debe estar expresado en relación con el género del antecedente, es decir, la palabra relacionada con el relativo, y también en relación con el número singular o plural del mismo.

Para esos fines, analicemos los ejemplos ofrecidos anteriormente fijándonos en el factor concordancia: “El profesor, del cual te hablé ayer, es muy amigo mío.”  Al ser “el profesor” singular y masculino, por esa razón “el cual” aparece escrito en número singular y género masculino. Además, al hacer referencia al profesor las palabras “amigo mío”,  ambas palabras  están en singular y con terminación masculina. Si nos fijamos en el verbo “es”, vemos que está expresado en singular y en tercera persona gramatical, ya que es el núcleo del predicado cuyo sujeto es “el profesor”, cumpliéndose así lo que demanda la concordancia general entre el sujeto y su verbo: sujeto singular exige el verbo en singular.

Debe quedar claro que, si en vez de que el sujeto sea “el profesor” (en singular)  fuera “las profesoras” (en plural), todos los elementos concordantes vararían de la siguiente forma: “Las profesoras de las cuales te hablé ayer son muy amigas mías.”

Continuando con la temática ya iniciada, les presentaré algunos textos de usuarios dominicanos, algunos de los cuales emplearon con corrección los pronombres relativos y otros que no los emplearon de manera correcta. Iniciaré con los textos correctos.

  • “Tomamos una muestra de cuarenta personas de ambos sexos…, a las cuales les presentamos nueve preguntas.” (Estudiante universitario). Este texto mantuvo  la relación antecedente y pronombre relativo dentro de lo que indican las normas:   “las cuales” con las marcas de género y número que presenta el antecedente “personas.”
  • “…se trata de eventos en los cuales se halla involucrada la salud o la vida de los niños dominicanos.” (Estudiante universitaria). Al igual que en el caso anterior, aquí encontramos la relación antecedente (“eventos”) y pronombre relativo (“los cuales”) dentro de las normas de la concordancia.
  • “Somos una cultura que tiene muchas peculiaridades, las cuales nos hacen ser diferentes a los ciudadanos de otros países.” (Estudiante universitaria). Esta estudiante empleó, al igual que los dos anteriores estudiantes,  lo que indican las normas para aplicarlas a las oraciones con presencia del pronombre relativo.

A  seguidas, les ofreceré algunos ejemplos de textos que contienen empleos alejados de la normativa referentes a los pronombres relativos.

  1. “La esperanza es una virtud, el cual nos acerca mucho más a Dios.” (Ministro católico). En este ejemplo del uso del pronombre relativo, aparece un error muy frecuente principalmente en el habla de los dominicanos, que consiste en no guardar la concordancia de género entre el antecedente (en este caso  “virtud”, de género femenino) y  el relativo, que en este caso debe ser “la cual” , con marca femenina , para adecuarse al género femenino de “virtud”.
  2. “…debemos hacer un padrón real, depurado en la cual tendrán participación todos nuestros militantes.” (Información de un partido político dominicano a sus militantes). En el presente caso se quebranta la regla de la concordancia a la inversa de lo que se vio en el ejemplo anterior. Esta vez el antecedente es masculino (“padrón”) y el relativo lo escribieron en femenino (“la cual”).
  3. “…esa es la vía indicada, el cual nos conducirá a lograr tener un mejor país…” (Comentarista del canal AN7). En este ejemplo se repite el error que vimos en el caso 1, donde se hizo una desacertada  concordancia de género entre el antecedente femenino y el pronombre relativo expresado en género masculino.
  4. “Ese es un caso en la cual no se ve clara la solución del mismo.” (Un participante en la parte de reflexión de AN7). Este caso es semejante al caso 2, en el cual hay un antecedente masculino con un relativo femenino, con lo cual no se cumple la norma de la concordancia.

Como pueden ustedes notar, de los 7 textos analizados, solo 3 de los mismos no presentan ningún error al emplear el pronombre relativo, y en los 4 últimos,  apareció por lo menos un error en cada uno de ellos. Esa elevada proporción de usuarios que no saben manejar esta faceta de nuestra  lengua española, guarda una cercana proximidad con lo que uno escucha en el habla normal de los dominicanos, por lo cual es de desear que se haga un mayor esfuerzo, no únicamente al tratarse  de los pronombres relativos, sino en todos los casos concernientes a la concordancia.

Casos dificultosos de la normativa del español

Por Tobías Rodríguez Molina

Como es sabido por todos, las lenguas o idiomas son  entidades complejas por la diversidad de factores que la constituyen, como son la concordancia, la estructura morfológica  de las  palabras, los variados  tipos de palabras, la gran cantidad de relativos diferentes por sus funciones,  las muchas veces complicadas expresiones adverbiales, etc.  Es por eso que podemos decir, con propiedad, que nuestra lengua española tiene muchos casos ciertamente dificultosos para una gran cantidad de usuarios de la misma.  Adentrémonos  a examinar, pues, algunos de esos casos que aparecen en algunos medios de comunicación y otros que, a manera de prevención, les presento.

Hace unas semanas,  anexo al periódico Diario Libre apareció una especie de encuesta precedida de expresiones que encomiaban aspectos positivos de los dominicanos. Le resultó dificultoso a la publicitaria que preparó el material anexo saber que “dondequiera” se escribe en una sola palabra, ya que expresó: “Donde Quiera que Llegamos nos Destacamos”. En ese contexto se debió escribir “Dondequiera” uniendo en una única palabra esas dos partes. Diferente sería decir: “Donde quiera ella estar, allí estaré yo con ella”. Lo que pasa en este nuevo contexto es que ese “quiera” es verbo y no puede ir unido a “donde” a diferencia del caso anterior, en el que la palabra completa es un adverbio constituido por dos elementos inseparables.

Por otra parte, el texto que estamos analizando presenta un desacierto aún mayor, pues debió usarse “adondequiera”, ya que se expresa la idea de  “lugar hacia donde”, idea de “movimiento” y no de  “lugar en donde”, que expresa idea de “reposo”, de “estatismo”,  como lo expresa la oración que aparece en el párrafo anterior, que dice: “Donde quiera ella estar, allí estaré yo con ella”. Si expresáramos “lugar hacia donde”, diríamos “Adonde quiera ella ir, hacia allí iré yo con ella”, empleando “adonde” (idea de movimiento) y no “donde” (idea de reposo).

Es posible que a muchos usuarios les resulte difícil escribir, sin cometer errores, las expresiones “Colócate dondequiera”, “Anda adondequiera” y “Anda adonde quieras”, por los diversos matices significativos envueltos en ellas y que no se captan muy rápidamente y con toda precisión.

Además, les puede ser de utilidad a muchos la visualización y asimilación de los  siguientes grupos de oraciones:

1.

A. Adondequiera que vayamos, nos destacaremos.
B. Adonde quiera ella que vayamos, nos destacaremos.

2.

A. Quienquiera que sea el que vaya será bien recibido.
B. Quien quiera ir que vaya que será bien recibido.

3.

A. ¿Adónde vas tan temprano?
B. Voy adonde te dije que iría.

4.

A. ¿Dónde vives en la actualidad?
B. Vivo donde construimos nuestra residencia.

5.

A. ¿Por qué no llegaste a pie hasta el parque?
B. Porque queda demasiado lejos.

6.

A. Quiero saber cuándo me pagarás lo que me debes.
B. Te pagaré cuando me paguen los que me deben.

7.

A. Sí, me enteré de que te pagaron la deuda y no me pagaste.
B. Si te pagaron la deuda y no me pagarás, eres un malapaga.

8.

A. Trabajó el día entero y solo le pagaron medio día por lo mal que hizo el trabajo.
B. Solo trabajó hasta el mediodía y le pagaron medio día y algo más por lo bien que hizo el trabajo.

9.

A. ¿Qué es lo que quieres?
B. ¿Que me vaya es lo que quieres?

10.

A. ¿Cuándo te vas y hacia dónde te vas?
B. Cuándo me voy y hacia dónde me voy, te lo diré cuando esté segura de cuándo será y hacia dónde será que me voy.

11.

A. Me siento dondequiera.
B. Me siento donde quiera ella.

Esos y otros muchos casos existen en nuestro español que no todos y no siempre estamos en la capacidad de manejarlos a la perfección. Por eso es conveniente que busquemos la forma de llegar a reducir los desaciertos que solemos cometer al emplearlos en los trabajos y textos que producimos.

 

Guantazo, masacote, tasar/tazar, personalidad, bancabilidad

Por Roberto E. Guzmán

GUANTAZO

Varios de los diccionarios dedicados a enumerar las voces usadas en el español dominicano recogen esta voz con una o varias de sus significaciones. Aquí se expondrán todas las acepciones que esa voz posee en el español dominicano para que los lexicógrafos puedan consultarla en el futuro. De ese modo ninguna de sus acepciones quedará sin ser documentada.

El Diccionario del español dominicano (2013:349) asienta la voz guantazo como un “trago de licor”. Eso es cierto, de ello no hay duda alguna. No hay que olvidar que en el origen el guantazo fue un golpe propinado con un guante, o mejor, con el puño envuelto en un guante.

De ese golpe enguantado el guantazo pasó a ser un golpe cualquiera, de cualquier tipo que este fuese. Tanto es así, que no es raro oír en el habla de los dominicanos decir que un auto le dio un guantazo a otro. Hay más, se ha oído que algunos hablantes para dar a entender que el choque fue leve se expresan diciendo que fue un “guantacito”, que es un equivalente en dominicano a un “cantacito”.

En el título se escribió guantazo, con la letra zeta en la voz del español dominicano, a pesar de que en realidad esa letra en el habla dominicana no tiene el sonido distintivo que la diferencia de la letra ese /s/. De modo que sería más auténtico si se escribiese “guantaso, cantaso, petacaso”. En muchas ocasiones este tipo de ligereza ocurre al escribir por ser más fino que el azúcar refino.

 

MASACOTE

Con respecto de esta palabra se desea destacar una acepción relativa a las personas. Una que se usa en República Dominicana que según parece no se conoce en la actualidad en ninguna habla de español. Más específicamente se refiere a una acepción que no se ha inventariado en los lexicones de español dominicano.

Las acepciones de masacote relacionadas con las cosas han encontrado la forma de que las integren en los diccionarios de español dominicano, como “sustancia espesa y pegajosa”.

La acepción que se ha pasado por alto es la de la persona de torpeza física, de gran volumen, pasada de peso, que llama la atención porque se mueve con dificultad. Puede llamarse de masacote a la persona que reúna todas las condiciones expuestas, así como a aquella que solamente es muy gorda y de andar lento.

En estos comentarios a veces se hace labor de descripción con respecto de las voces del español dominicano. Sobre todo, se documentan las voces que no se han encontrado en los lexicones diferenciales del habla de los dominicanos.

 

TASAR – TAZAR

“. . .vender a precios TAZADOS en dólares. . .”

Los dos verbos que constan en el título de esta sección tienen vigencia en español. El primero de los dos es de mayor uso que el segundo, sobre todo en el español dominicano.

Como se hace de costumbre en estos comentarios se le concede al escribiente el favor de la duda; es decir, es posible que el error sea el resultado de un mal tecleo como resultado de la proximidad en el teclado de las dos teclas, la zeta /z/ y la ese /s/.

Ahora bien, en la frase el sentido de esta hace pensar con toda certeza que el verbo que debió aparecer es el verbo tasar, con ese /s/, porque este es el que significa “fijar precio, valorar el precio de algo, poner límites”.

El verbo tazar es, “estropear la ropa con el uso, principalmente a causa del roce, por los dobleces y bajos”.  Diccionario de la lengua española, (2014-II-2089).

En un caso como el de la frase, en que se considera tratado un asunto comercial, el redactor pudo utilizar otros verbos, como “ajustar, reajustar, acoplar”.

 

PERSONALIDAD

“. . .hoteles con PERSONALIDAD propia . . .”

Desde hace un tiempo los hablantes de español se han dado a la tarea de emplear el término personalidad para aplicarlo a cosas. En esta sección se examinarán las acepciones que existen para el término personalidad; además, se verán los significados que tiene el término correspondiente en inglés.

Para que no quepa duda alguna con relación a las limitaciones del alcance del término personalidad se recordará que en cinco de las acepciones que asienta la Real Academia para el término aquí estudiado figura la palabra persona. Aparte de eso, en las otras tres acepciones, estas pertenecen a campos bien deslindados del Derecho y la Filosofía y en esta última también se usa la palabra persona para la definición del concepto.

En inglés el concepto personalidad se ha extendido para cubrir el conjunto de rasgos y características distintivas en sentido general, de manera que puede aplicarse a cosas. En el apartado dedicado a ese término el Merriam-Webster Dictionary utiliza un ejemplo en que se emplea la voz personality para una ciudad.

Hay que abandonar esta mala costumbre en español de atribuir personalidad a hoteles, tiendas, restaurantes, ciudades y negocios o actividades. Para destacar en español los rasgos caracterizadores de las cosas materiales e inmateriales existen en castellano las palabras, “caracteres, rasgos, características, peculiaridades, notas distintivas, atributos, cualidades”.

 

BANCABILIDAD

“. . .así como las facilidades de BANCABILIDAD que puedan surgir. . .”

En el ámbito de la economía y el comercio en los últimos tiempos han incorporado varias voces nuevas que responden a la necesidad de nombrar conceptos que se han hecho más comunes.

La voz que se examina en esta sección pertenece a las actividades financieras y pertenece al mismo género de otras que se han incorporado al habla, como por ejemplo “bancarización, bancarizar, bancarizado”.

Se constata en el habla un fenómeno, es que el hablante ya está en conocimiento de que existe tolerada la palabra bancarización; por lo tanto, este no encuentra raro que pueda introducirse otra voz de la misma familia, tal la del título, bancabilidad.

El verbo bancarizar consta en el diccionario oficial de la lengua común, “Hacer que alguien o algo, como un grupo social o un país, desarrolle o resuelva las actividades económicas a través de la banca”. Este verbo se incorporó al léxico oficial reconocido en la edición del diccionario de la Real Academia en el año 2001. Hay que hacer notar que la acepción de bancarizar varió entre ese año y el año 2014.

No hay lugar a sorpresa si se afirma que el vocablo bancarización no fue modificado, “acción y efecto de bancarizar”.

El adjetivo bancarizado, a no ha alcanzado un reconocimiento aparte de las academias, pues se supone que a partir del infinitivo del verbo puede deducirse el sentido del adjetivo. El Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:154), reconoció el adjetivo así, “Que está provisto de bancos y regido por métodos y principios bancarios”. Salta a la vista que el concepto expresado mediante el adjetivo se ha modificado.

De acuerdo con lo que escribe Fundéu, puede aceptarse bancarizar también “con el significado de ‘convertir en banco’”. También entiende esa institución que el verbo bancarizar ha dado origen a la expresión grado de bancarización.

Es posible que si uno se aventura a ofrecer una acepción para bancabilidad esta tendría que retener algunos rasgos tales como, la posibilidad de que una persona pueda resolver sus actividades financieras por medio de una institución bancaria porque esta posibilidad existe.

Influencias perturbadoras del “acá” en CDN

Por Tobías Rodríguez Molina

Hace unos meses apareció en la ciberpágina de la Academia Dominicana de la Lengua un artículo al que le di como título “Jean Suriel y Claudia Rodríguez sigan con su aquí”. En él realicé una relación comparativa entre 5 reporteros de TELESISTEMA y 9 de CDN, en cuanto al empleo de los adverbios demostrativos “aquí” y “acá”, que escuché y anoté de los reportes que ellos hacían con motivo del paso de los huracanes Irma y María al final del año 2017. Los 5 reporteros de TELESISTEMA emplearon una vez “acá” (4.2%) del total, y 23 veces “aquí” (95.8%) del total de las 24 veces que usaron ambos adverbios. Es decir, emplearon casi exclusivamente “aquí”. En cambio, los 9 reporteros de CDN, vistos en conjunto, emplearon 19 veces “acá” (29.3%) y “aquí” 46 veces (70.7%) de las 65 veces que usaron uno u otro adverbio. Debo dejar constancia, sin embargo, de que 5 de ellos, incluyendo a Jean Suriel y a Claudia Rodríguez, emplearon siempre “aquí” de acuerdo con el uso tradicional del castellano, es decir, el “aquí” con el sentido estático de “en este lugar”,  que es el uso mayoritario de los dominicanos.

En esa relación comparativa planteamos lo siguiente: 1. El elevado 95.8 % de empleo de “aquí” de los reporteros de TELESISTEMA se debe a que en ese canal no existe ningún factor o persona que influya para que “aquí”, el término usado mayoritariamente por los dominicanos, pierda presencia en nuestra habla frente a “acá”. 2. Sin embargo, creemos que el bastante elevado 29.3% de uso del “acá” de los reporteros de CDN, se debe, indefectiblemente, a que en ese canal televisivo, trabaja una comunicadora de un elevado nivel en su rol de comunicadora, y que solo emplea “acá” aun en los casos en que los dominicanos y, podría decirse, que la mayoría de países de habla hispana usamos “aquí”.

Por ejemplo, en un caso como “Yo estoy aquí en mi casa; ven para acá para que nos tomemos un café”, la influyente comunicadora diría: “Yo estoy acá en mi casa; ven para acá para que nos tomemos un café”. Al escucharla, hasta ahora no la he oído emplear jamás un “aquí”. Es decir, ella usa “acá” en un 100% de las veces en que los dominicanos empleamos “aquí” casi en un 100%. Ese factor lingüístico está logrando que algunos reporteros de CDN “se contagien” de esa comunicadora no dominicana y de mayor nivel cultural y profesional que ellos, lo cual les pone a funcionar el complejo de inferioridad que muchos dominicanos llevamos dentro aun en el aspecto lingüístico, como lo afirma el eminente lingüista Dr. Orlando Alba.

Y eso parece que está sucediendo con dos reporteros de CDN que cubrieron la manifestación que realizó recientemente el expresidente Leonel Fernández frente al Palacio del Congreso. Me refiero a Francisco Medrano, quien estuvo ubicado en la calle, y a Rentería Montero, que cubrió desde el Senado. El primero empleó 15 veces “acá” en lugar del “aquí “ que usamos los dominicanos, y un solo “aquí”, lo cual representa 93.8% de “acá” y 6.2% de “aquí”. El entrevistó a 6 personalidades distinguidas del PLD usando “acá” y todos le respondieron usando “aquí” en el 100 por ciento de las veces. Por ejemplo, veamos una pregunta de las que él formuló: “¿Cuál es el motivo que lo mueve a usted a estar “acá”? Respuesta: “Yo estoy “aquí” respaldando a mi líder en su oposición a la reforma de nuestra Constitución.”

Por su parte, Rentería Montero, transmitiendo desde el Senado, empleó 12 veces “acá” en lugar de “aquí” el 100% de las veces, mientras varios en el Senado emplearon todas la veces (6 veces) el “aquí” propio de los dominicanos.

En resumen, los dos reporteros, que son nacidos y criados en nuestro país, República Dominicana, que de seguro desde pequeños escucharon y se criaron empleando el “aquí” que les están arrebatando en CDN, usaron “acá” en un 96.4% de las veces, y los no reporteros (los de la calle y el Senado) también dominicanos, usaron 34 veces (el 100% de las veces) nuestro “aquí”. Y a ninguno de estos, ni “de chepa”, se les soltó un “acá” en lugar de “aquí”.

Evidentemente, ese contraste entre unos reporteros dominicanos, que emplean “acá” casi en un 100%, en lugar del “aquí” que es propio de nuestra habla, al entrevistar a dominicanos que en un 100% emplean “aquí, creo que no tiene otra explicación que la influencia que ejerce la comunicadora y comentarista Katerine Hernández en algunos reporteros de CDN de un nivel escolar y profesional inferior al de ella , y que arrastran el complejo de inferioridad de un elevado porcentaje de los dominicanos. Porque ¿cómo se explica que mientras los entrevistados, todos dominicanos, respondieron empleando “aquí” en un 100%, los dos reporteros y entrevistadores, siendo también dominicanos, en las preguntas y en los reportes usaron “acá” en casi un 100%?

Soy de opinión que este es un caso digno de que se le preste atención con urgencia, pero no me atrevo a sugerir quién debería “ponerle el cascabel al gato”. Alguien pudiera pensar, quizás, en el Ministerio de Cultura o en la Academia Dominicana de la Lengua. Porque es una realidad que ese “acá” extranjerizante está perturbando peligrosamente nuestro “aquí” y estamos obligados a defenderlo. Manos a la obra.

Más casos de concordancia y otros casitos

 Por Tobías Rodríguez Molina

Los idiomas, ya se ha dicho reiteradamente, son entidades muy complejas en múltiples aspectos de ellos, como  lo hemos visto en otros artículos  que les he ofrecido. Una de esas facetas en las que existe esa complejidad y, por consecuencia, las dificultades que encuentran los usuarios dominicanos y de otras  latitudes, tiene que ver con la concordancia, muchos elementos de la cual ya han visto ustedes en varios de mis ensayos.

Es de notar que en algunos hablantes, aun teniendo  cierta categoría política y profesional, se refleja en ellos un manejo del habla que quebranta las normas de la concordancia, más allá de lo que puede esperarse de un profesional, ya que no  producen, en las diferentes formas de nuestra habla del nivel sociocultural alto, siquiera  la mitad de las “eses” finales de sílaba o de palabra.

– Para ilustrar lo que estamos afirmando, les ofreceré varios fragmentos extraídos de una presentación que tuvo por la radio un personaje del Gobierno que ostenta el título de ingeniero. Veamos varias de sus expresiones:

  1. “…es bueno dejarle 100 metro cúbico…”
  2. “Eso no vas ayudar a evitar mayores daño…”
  3. “…esa son pequeña presa… y die a ocho mediana serán construida en un cuatrenio.”
  4. “…la presa serán defogada previamente al paso de Irma.”

Parece mentira que alguien con un “título” de ingeniero y con un cargo de relevancia en el Gobierno de este país, atropelle de tal manera nuestro español.  Cualquiera que lo estuviera escuchando sin saber que tenía el “título” de “ingeniero”, creería, sin duda, que estaba hablando un agricultor analfabeta y no un ingeniero con un cargo de importancia.

-Otro caso que se da con bastante frecuencia es el de las frases u oraciones encabezadas por “uno”, como la siguiente: “Uno de los fenómenos más comunes…” Debo decirles que es bastante común que los que emplean ese tipo de frases escriben “uno” en plural.  Véase ese uso en este caso: “Unos de los componentes para garantizar la salud del menor es la lactancia materna.” (Tesis de un graduando en derecho).

-La frecuencia con la que muchos de los  usuarios del español,  especialmente en República Dominicana, no reflejan un dominio de la concordancia en el caso de la variante del pronombre de tercera  persona (él,  ella, usted) con función de objeto indirecto (indicando daño o provecho) no sorprende a casi nadie. La realidad es que cuando el referente que recibe el daño o provecho es plural,  la mayoría de usuarios no emplean la marca de pluralidad, empleando “le” en vez de “les”. Así lo podemos ver reflejado en el caso de alguien que fungió de maestra de ceremonia. Leamos algunas de sus expresiones: “Para mí es un honor presentarle a ustedes a la próxima graduanda…” La concordancia  exige que dijera “presentarles a ustedes…”, ya que el referente “ustedes” es plural. También dijo esa maestra de ceremonia: “Ella le va a tocar a  ustedes una excelente pieza musical.” Aquí aparece el mismo caso anterior con ausencia de la correcta concordancia, al igual que en el siguiente ejemplo: “Ellos le van a interpretar los instrumentos en los que ellos  se  graduarán hoy.”

-También les resulta difícil a muchos la concordancia en frases iniciadas por “uno” seguido de varios términos en plural. Me refiero a un caso como este: “Uno de los derechos básicos más importante es la salud humana.” (Tesis de un  graduando).  Aquí, el usuario pone a concordar a “importante” con  “” uno”, pero la concordancia tiene que darse con “derechos”, por lo cual debió escribir “importantes” por la concordancia con “derechos”.

-Debo aprovechar la ocasión para referirme al fenómeno de las “eses” no concordantes que aparecen en el habla de muchos usuarios de nuestra lengua, muchos de ellos pertenecientes a un nivel social elevado, que se confunden al usar, en el habla principalmente, algunos números cardinales y expresiones adverbiales. Esa confusión posiblemente  se origina al leer o escuchar a otros, leyendo con sus eses, “dos”, “tres”, “seis”, “diez”.  Ante esa situación, el usuario se confunde creyendo que esa “s”  la tienen esos números porque expresan una pluralidad,  como en “dos mangos”, “tres mangos”  y “seis mangos”.  Esa realidad de números con “s” que acompañan a “mangos” en plural, los lleva a  escribir o decir “cuatros mangos”. Al respecto, hace unos días escuché a una comentarista de artes y espectáculos del canal AN7 decir: “…celebró su cumpleaños junto a sus ochos hijos.” En este caso, el uso de “ochos” pensando que es un plural con “s”, se refuerza por la cercanía contextual de  “sus” e “hijos”, que son dos plurales con la “s” de la concordancia presente en ellos,  por lo cual se la asignan también al número que les hace compañía.

Lo que debe quedarnos bien claro es que la “s” que tienen algunos números cardinales no la tienen por expresar pluralidad, sino porque en el devenir de la lengua española, así ha quedado establecido.  Es bueno que sepamos que las lenguas no evolucionan, propiamente hablando, siguiendo las leyes de la lógica, sino las leyes caprichosas de la propia lengua. Por esa razón, aunque “nueve” es más que “dos”,  el  primero  no tiene “s” y el segundo sí la tiene.

-Y ¿qué les parecen las expresiones adverbiales  “de pies” y “a pies” tan escuchadas aun en boca de encopetados maestros y maestras de ceremonia? Es verdad que alguien puede venir  “con sus dos pies” descalzos,  pero “a pie” y  no montado.  Seguro que usted ha escuchado más de una vez a alguien decir, a viva voz:” ¡Pónganse de pies que ya va a iniciar la interpretación del himno nacional!”

También me parece conveniente tocar el fenómeno de la metátesis, algo tan frecuente entre nosotros.  Consiste el mismo en  un cambio  de lugar de uno o más sonidos dentro de una palabra. Ejemplos de metátesis son “Grabiel” por Gabriel, “murciégalo” por murciélago,  y “sastifecho” en vez de satisfecho. Es bastante frecuente escuchar a algunos lectores o proclamadores de la Palabra sagrada en las iglesias o templos decir “israelistas”, en lugar de israelitas;  “jesuistas”, en vez de jesuitas, y “ prebísteros”, en lugar de presbíteros.

Muchas veces escuchamos a personas de escaso nivel escolar y cultural realizar lo que podría ser nominado una “cuasi metátesis” al rezar el “Padrenuestro” y decir: “Nos no dejes caer en tentación…”

Me parece que no podemos  dejar de lado a  los que dicen “vagamundo” cuando deben decir “vagabundo”,  y, además, a los que expresan “interperie” en lugar de “intemperie”,  palabra que  le oímos decir a una autoridad municipal de Salcedo en los días del paso del huracán María,  en la expresión siguiente:  “Muchas personas  quedaron aquí a la interperie…”  Esa misma persona también dijo: “Muchas personas fueron afeitadas por el huracán María.”

Pero ese tipo de producción lingüística, como el de “afeitadas” en vez de “afectadas”, no la encontramos solo  en una “empleadita” cualquiera, sino en algún comentarista deportivo  con incidencia en las trasmisiones beisbolísticas en el Estadio Cibao y en un programa de televisión de esta ciudad de Santiago. Esa persona así es como realiza en el habla la c (=k) ante consonante convirtiéndola en “i”, diciendo “aititu”, aituación, “efeitivo”, etc. Hay que resaltar que, aunque esa realización de c=k=i  es propia del nivel sociocultural inferior, también se da en hablantes del nivel sociocultural medio, como es el caso de ese comentarista  y de la empleada municipal de Salcedo.

Estos casos que les he presentado esta vez reflejan, en gran medida,  muchas de las deficiencias que se dan en usuarios  dominicanos.  Tengamos presente  ese fenómeno y pongámosle mucha atención al mismo. Así seremos contados  entre los que, por lo menos,  se acercan a los que son tenidos como buenos usuarios de la  preciosa y rica lengua española y  nuestra.

Muchos dominicanos no emplean el «les»

Por Tobías Rodríguez Molina

Antes de adentrarnos en esta temática, me parece conveniente ofrecer algunas pinceladas referentes a la concordancia. Comenzaremos diciendo que la concordancia tiene su aplicación en la sintaxis de la lengua, y esa parte de la gramática tiene que ver con los cambios que experimentan las palabras (sustantivos, adjetivos, pronombres, artículos, verbos) por la relación que guardan entre ellos algunos de esos tipos de palabras.

Como preámbulo de la temática planteada, digamos que existe concordancia entre un sustantivo y sus modificadores directos y los predicativos. Ahí hay que aplicar la concordancia de género y número;  si el modificador y el predicativo tienen terminación genérica, con “o” si el modificador directo o predicativo concuerdan con un nombre de género masculino, y  con  “a” si el nombre es femenino. Para la concordancia de número plural se añade una “s” al singular tenga o no terminación genérica. (Normas de Uso del Español, obra  inédita. Tobías Rodríguez M.).

Aclaremos esta teoría valiéndonos del siguiente ejemplo: “Los estudiantes adquirieron instrumentos utilísimos en la  ferretería.” Vayamos al análisis:

  1. Los estudiantes: los es un modificador (artículo determinado) de género masculino y número plural, ya que estudiantes, a quien modifica los, es masculino plural.
  2. instrumentos utilísimos: instrumentos es un sustantivo masculino plural, que exige, según la sintaxis de nuestra lengua, que utilísimos, el modificador directo, debe tomar, en ese  contexto, terminación o marca de masculino plural. Si el sustantivo al que hiciera referencia utilísimos  fuera femenino, como “anotaciones”, tendría que escribirse “anotaciones utilísimas”.
  3. la ferretería: (Haga usted el análisis; el modificador directo es “la”).

Esa teoría y ejemplos ya ofrecidos entran en el marco de lo que se suele denominar “casos generales de concordancia”. Pero hay otros casos a los cuales se les denomina “casos especiales de concordancia”, que se suelen  clasificar en: a. los indefinidos, b. los verbos haber y hacer usados como impersonales y c. las variantes de los pronombres personales (yo, tú, él, ella, usted,  nosotros, nosotras, ellos, ellas, ustedes).

En esta ocasión  me ocuparé de las variantes de los pronombres, pero concentrado en las variantes del pronombre de tercera persona  con función de objeto indirecto, es decir, “le” y “les”, que  son las variantes de él, ellos, ella, ellas, usted, ustedes.

La norma dice que en esas variantes solo existe la concordancia de número, empleándose “le” si  el referente es  singular y “les” cuando es plural. Aclaremos que el referente es el ser o realidad que recibe el daño (perjuicio) o provecho (beneficio) de lo expresado en el verbo.  Ejemplos: A. Para referente singular (masculino y femenino): Ya le envié la revista a Francisco; Alfonso le cortó una rama a la mata de cajuil. B. Para referente plural (masculino y femenino): A los jugadores les dijeron que deben llegar puntualmente a las prácticas;  También a las jugadoras les dijeron lo mismo.

Si el referente es usted: masculino y femenino singular, nos pueden servir de modelo los  siguientes ejemplos: ¿Ya a usted le entregaron su regalo, Arturo?; ¿Y a usted, Alfonsina, le comunicaron la buena noticia de su ascenso en la compañía? Para ustedes,  veamos estos ejemplos: Me informaron que a ustedes les hicieron un abundante aumento de sueldo;  Me enteré de que a ustedes,  Mariana y Melissa, les saldrá este año una bonificación inferior a la del año pasado.

Como una muestra de que muchos, podría decirse que la mayoría de dominicanos no sabe emplear, o mejor dicho,  no emplea la variante pronominal “les”,  ofreceremos varios fragmentos de cuatro profesionales dominicanos. Veamos:

1 a. “A los que tienen ganado cerca de ríos y tierras bajas, le recomendamos que lo trasladen a tierras altas” (Un alto funcionario gubernamental en CDN); b. “A los que viven a orillas de cañadas le aconsejamos  tener mucha prudencia en estos momentos.” (El mismo funcionario en la Z101).

2 a. “Le agradecemos a todos aquellos que nos siguen por este programa…” (Un médico especialista en Televida); b. “…dándole un nuevo aspecto a las zonas tratadas…” (El mismo especialista en el mismo programa).

3 a. “Le ruego que si lo (sic) van a sacar de un lugar de peligro, no se resistan;  es su vida que le están cuidando.” (Directora de un departamento del Gobierno).

  1. “…a los más pobres le impactan grandemente los fenómenos naturales.” (Un excelente profesional de la comunicación que opera en un importante canal de la capital dominicana).

Creemos que con los fragmentos que les he presentado, y con lo que captamos de nosotros mismos y de los demás usuarios de nuestra lengua, tenemos suficiente base para darnos cuenta de que muchos, podríamos decir, la mayoría de dominicanos no solemos o no sabemos emplear el “les”, pues tanto para el referente objeto indirecto singular o plural, empleamos “le”, apartándonos de la norma que orienta esa parte de la sintaxis del español, que les ofrecí anteriormente.

 

Fundirse, pedorreo/*pedorroteo, financierización/financiarización, mixología

Por Roberto E. Guzmán

FUNDIRSE

“. . . ambulancias. . . que se FUNDEN en la primera cuesta. . .

Este verbo es otro que no ha sido incorporado a los repertorios de dominicanismos como corresponde hacerlo. Más abajo se verá en cuáles países se ha oficializado el verbo con el mismo significado que se conoce en República Dominicana. Se vaciará aquí la acepción que le es atribuida en esos países porque en gran medida coincide con la que deberá consignarse para el habla dominicana.

En Cuba utilizan el adjetivo fundido y el verbo transitivo fundir. Para el primero la acepción es, “Ref. a un motor: que no funciona por haberse roto uno de sus componentes mecánicos esenciales”. Para el segundo es, “Dejar inservible un vehículo o un motor debido al mal uso o a la falta de mantenimiento”.  Diccionario del español de Cuba (2000:268). Con idénticas acepciones figuran esas palabras en el Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-543).

Tanto el adjetivo como el verbo son conocidos y usados en el español dominicano con esas acepciones u otras muy parecidas a las trascritas. Cuando el motor de un vehículo de combustión interna se funde lo que procede hacerse es reconstruirlo; generalmente lo anillan, trabajan sobre los pistones y las válvulas y, se ha oído que hasta trabajan sobre el bloque del motor.

En Cuba posee este verbo y el adjetivo mencionados otras acepciones que no se recuerda haberlas oído en el español dominicano. Por tanto, se prefiere no mencionarlas.

Este olvido confirma que no hay diccionario perfecto y, por esto hay que mantenerse alerta para continuar incorporando los términos que aún no están recogidos en los lexicones de español dominicano.

 

PEDORREO – *PEDORROTEO

“. . . la presencia perpetua del PEDORROTEO de las motocicletas. . .”

Estos vocablos son muy refinados. Es posible que muchos de los lectores no sepan a qué se refiere esta acción. Identificar la palabra que se encuentra en el origen de los vocablos en cuestión se hace difícil porque en el habla de todos los días no se enuncia pedo, sino peo.

Una vez que se escribieron las dos últimas palabras, el camino hacia el significado del pedorroteo queda despejado. No puede negarse que no se ha encontrado rastro de la palabra misma.

En lugar de la segunda voz del título la que sí se encuentra registrada en algunos diccionarios es pedorreo que es el sustantivo masculino que corresponde a la acción de pedorrearse. Este pedorrearse del español delicado es lo que los dominicanos llaman de “tirarse peos”, que como muchas de las palabras vulgares se encubren con otras expresiones y en dominicano dicen también “soltar una pluma”.

Este pedorrear es “echar pedos repetidos”, soltarlos en serie. El pedorrero es quien “frecuentemente o sin reparo expele ventosidades del vientre”, que es como haciendo galas de refinamiento lo define la Real Academia.

Aquí se recordará que ha habido quien abogue porque pueda decirse “peo”. Esto así porque el verbo es peer y, si para el verbo creer se permite que se diga creo, ¿por qué no es posible decir peo? No ha de tomarse en serio la última frase inmediatamente anterior a esta. Se trae a estos comentarios para introducir una nota jocosa.

 

FINANCIERIZACIÓN – FINANCIARIZACIÓN

“. . .que entró en forma de más deuda y FINANCIARIZACIÓN. . .”

En el epígrafe pueden leerse dos palabras largas, quizás demasiado largas. La longitud de ambas palabras lleva a pensar que son creación de personas eruditas, versadas en ciencias financieras que han descubierto algún fenómeno nuevo, alguna modalidad novedosa de actuar en el mundo financiero. Estas conjeturas expuestas antes se verán confirmadas en el desarrollo del tema.

Con la información acerca de la base sobre las que están formadas, financiero, financiar, existe suficiente indicio para comenzar por estas a indagar con respecto a su oportunidad.

En su acepción amplia financiero es lo concerniente a las cuestiones bancarias y bursátiles. Financiar, a su vez, es aportar el dinero necesario para el funcionamiento de una empresa, así como sufragar los gastos de una actividad, de una obra.

La Fundación Fundéu hace derivar el sustantivo financierización del verbo financierizar que no aparecen en el Diccionario de la lengua española y que esa institución -Fundéu- llama “neologismos válidos”, pues son palabras bien formadas “que se refieren al creciente peso del sector financiero en la economía”.

“El verbo financierizar está bien formado a partir del adjetivo financiero, con el sufijo -izar”, que expresa, “una acción cuyo resultado implica el significado del adjetivo”. A partir del verbo financierizar puede crearse el sustantivo financierización, al añadírsele el sufijo -ción.

La organización de actualización constante de la lengua española agrega que con las dos voces detalladas por su formación más arriba “puede hacerse referencia a la tendencia actual de que los mercados financieros dominen la economía”.

Con respecto a financiarización y el verbo financiarizar, la institución mencionada en el párrafo inmediatamente anterior a este escribe que “son menos aconsejables”. Inmediatamente después de ese juicio valorativo recuerda lo que la Gramática de la lengua española explica para casos como el que desaconseja.

Hay que felicitarse de que exista una organización pendiente de lo que sucede en la actualidad en la lengua española para puntualizar sobre asuntos de esta índole.

 

MIXOLOGÍA

“. . .en la que se puede disfrutar de una MIXOLOGÍA moderna. . .”

El embellecimiento del habla, sobre todo mediante las publicaciones de promociones comerciales, es un hecho fácilmente comprobable por medio de la lectura de material publicitario en las ediciones de difusión periódica.

Esta mixología llega al español desde las orillas del inglés. La publicación periódica del Instituto Cervantes que lleva el nombre Martes Neológico se ocupó en junio de 2016 de este neologismo -mixología- y lo considera una disciplina; de ahí que deba entenderse que es un arte, facultad o ciencia.

Esa publicación considera específicamente la mixología como el “arte de mezclar”, que se refiere a la preparación de cócteles mediante la mezcla de bebidas. Ha transcurrido largo tiempo entre la aparición de mixology en inglés en el siglo XX y la adopción de mixología relativamente reciente en español que data de principios del siglo XXI. El arte de preparar cócteles data del siglo XIX.

Hay que convenir en que en español hace tiempo que se cuenta con una palabra que sirve para mencionar el “arte de preparar cócteles”, que es coctelería, palabra esta que consta en los diccionarios más prestigiosos de la lengua española. Se piensa que la adopción de  mixología se produce para darle mayor prestigio a la actividad de preparar cocteles.

Los especialistas en esta actividad y las personas que disfrutan de este tipo de bebidas encuentran diferencias entre la coctelería y la mixología. La primera se conformaba con mezclar bebidas, al tiempo que la segunda introduce análisis de sabores, gradaciones alcohólicas, aromas, frutas y flores en las mezclas que realiza.

En última instancia puede considerarse la mixología como un grado más elevado de la coctelería que responde al gusto más exigente de los sibaritas del siglo XXI. No hay que ofender al mixólogo llamándole barman, pues el último solo se ocupa de servir o preparar bebidas en la barra de un bar, aunque el Diccionario de la lengua española entienda que es una persona “experta en cócteles y otras combinaciones alcohólicas”.

Antes de terminar esta sección es bueno recordar que en muchos países hispanoparlantes prefieren decir y escribir coctel y cocteles; es decir, con el acento invisible colocado en una sílaba diferente al uso peninsular. El hablante de español puede elegir la forma que mejor le parezca, cóctel, coctel, pues las dos son aceptadas.

© 2019, Roberto E. Guzmán