Simposio interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy: Diccionario, ciudadanía cultural y hablas en la República Dominicana

Dr. Odalís G. Pérez

La propuesta de un Simposio interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy, que abarque como cardinales de análisis el debate y la reflexión sobre la actividad lingüística denominada “habla-hablar”, nace del anterior Encuentro interdisciplinario Pedro Henríquez Ureña: en la Academia de Ciencias de la República Dominicana: Lengua, Literatura y Educación, planteado y convocado por la Comisión de Lingüística y Literatura de nuestra Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD), en fecha viernes 28 y sábado 29 de 2017, y que reunió a un número significativo de académicos que debatieron en aquella ocasión, los problemas del español en República Dominicana, educación y cultura, teoría lingüística, estética y crítica literaria, así diversos aspectos teóricos, críticos e históricos sobre la lengua literaria, la lectura y la cultura académica dominicana.

En nuestra participación planteamos la necesidad de atender problemas lexicológicos, lexicográficos, socios dialectales y culturales para la recuperación, estudio e investigación de hablas o hablares locales que dan cuenta del español hablado en los principales puntos geográficos del país. Entendíamos, tal y como lo entendemos hoy, que un llamado a estudiar, debatir y proponer hipótesis de trabajo sobre nuestros hablares urbanos, rurales y fronterizos nos conduce a reconocer el español dominicano como patrimonio cultural y como habla activa y funcional en contextos formales e informales de producción.

Existe una relación viva entre diccionario, habla y ciudadanía importante para poder definir, crear, organizar y contextualizar hoy el contexto de habla, uso y praxis lingüística, mostrativo de una necesidad del sujeto histórico-social de comunicar en contexto público y privado, pero también en contexto institucional, grupal e informal. Lo que plantea también un desafío del hablante dominicano frente a propuestas academicistas, desligadas del uso popular actual que conlleva serios cambios, modos, fórmulas y mediaciones socio verbales que demandan explicación, atención, investigación y debates propiciadores de búsquedas lingüístico-culturales, sobre la comunicación verbal en medios públicos, privados, académicos y extra-académicos.

De ahí la importancia de esta convocatoria que tendrá lugar los días 5 y 6 de octubre del presente año 2019, en el Salón-Auditorio de la ACRD en los horarios acordados.

El concepto de diccionario ligado al de memoria cultural, lexical y habla, hablares públicos y privados, ha evolucionado procesualmente en el contexto de nuevas definiciones, usos pragmáticos y orientaciones lexicológicas y lexicográficas. El enmarque de la nueva lexicografía comprende, no solo palabras, términos o denominaciones verbales reconocidas en el uso formaciones lingüísticas cotidianas y funcionales en el uso, pero también, en la confluencia entre habla-cultura-ciudadanía, siendo la misma una cardinal  importante para el conocimiento y la dinámica pública de una comunidad sociocultural y lingüística.

En tal sentido, explorar modos de hablar hoy, en el marco de historias globales y específicas, implica reconocer sujetos en contexto y en movimiento; por lo que la relación habla-cultura se entiende y extiende en las diferentes memorias o diccionarios que asumen los diversos sujetos reconocidos como actores agentivos en el espacio social (urbano, rural o fronterizo). Las líneas socioculturales se activan y socializan en este caso, mediante hablares locales en contexto, en movimiento y, o actitud de habla.

De ahí que en el espacio público y privado de cualquier comunidad dominicana, se produzcan fenómenos de uso, tipo, norma, estructura y marco de habla que se desarrolla como fenómeno inclusivo de lenguaje, valor de memoria y movimiento socio dinámico. Este proceso se asume desde el planteamiento de una investigación lingüística de vertiente empírica, crítica y accionar sobre el español en la República Dominicana.

Por lo que el registro mediante cuestionario (s), respuestas, anotaciones, asientos y acentos de investigación debe estar elaborado, apoyándose en las técnicas de lingüística documental y sus métodos de rescate, colectánea y constatación, cómputo o comparación de los datos. La movilidad del hablar o los hablares es lo que da respaldo a la investigación planteada y planeada por un sujeto o un equipo conformado por especialistas, maestros de lengua, literatura y cultura, así como consultores lingüísticos y otros colaboradores. Las relaciones de comunicación verbal constituyen el documento oral más significativo para valorar hablas en el espacio social dominicano.

En efecto, una lingüística del hablar activa, en este caso, modos y fuerzas de comunicación verbal que adquieren significación en situaciones concretas de habla y cultura. De ahí que la diversidad de hablares plantee la necesidad de reconocer hablantes en el espacio público y privado dominicano, pero también, en las relaciones intercomunitarias y eco-comunicativas del país. El diccionario o memoria lingüística de una sociedad como la dominicana pide nuevos instrumentos, travesías dialógicas e inter contacto idiolectales, socio lectales y tecnolectales, fenómeno que implica y supone hablares individuales, colectivos y tecnológicos en el momento de su productividad.

Un fenómeno como el que nos planteamos debatir y analizar en este Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy…debe ser conocido en base a variables de acción, comunicación, significación social, cultural y gestión de procesos de recuperación o rescate socio dialectal, fonético-fonológico, sintáctico, semántico y ecológico-lingüístico. Los retos del hablante del español dominicano, se justifican en una práctica de habla en zonas diversas del país.

Dicho fenómeno plantea también una movilidad de habla-en-situación, inclusión comunitaria, hablares socializados e instruidos a partir de acciones, presencias, relaciones, motivaciones y sobre todo actuaciones lingüísticas llevadas a cabo en situaciones específicas de habla-hablar, lo que equivale a serias batallas idiomáticas en el espacio público, privado y fronterizo, donde los cruces verbales entre oralidades socio dialectales, construyen grados o niveles de comunicación establecidos por el uso lingüístico (UL), el intercambio entre hablantes y hablares que funcionan en la geografía urbana, rural y fronteriza del país.

¿Por qué el hablante desafía la norma y el sistema, en el hablar y el uso-L en general?

Es importante tener en cuenta que la propuesta del Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy… comprende el análisis de oralidades en proceso y en conflicto, esto es, formas de hablar constituidas por fórmulas verbales morfo fonéticas, sintácticas, asintácticas y socio semánticas que admiten giros lingüísticos o subversiones desde el llamado “español culto” y el “español popular”. Algunas inversiones, reducciones, rupturas sintácticas y batallas semánticas inciden en instituciones y procesos ya establecidas como: la familia, la escuela, la enseñanza de la lengua española, la escritura, el profesorado posmoderno, el lenguaje político, la comunicación pública, los diversos tecnolectos y otros niveles de sociabilidad lingüística y cultural.

En efecto, el fenómeno batalla idiomática y el de los dialectos sociales (comunitarios), se van desarrollando y a la vez convirtiéndose en espacio-tiempo de las oralidades públicas y privadas. Un punto que reclama tratamiento en el marco de una dialectología sincrónica y diacrónica es el relativo a los hablares marcados por la diversidad de hablares y los derechos lingüísticos de los ciudadanos-hablantes que asumen sus oralidades como acción comunicativa en el espacio-tiempo público y privado.

La posición sociocultural del hablante dominicano, obedece a una visión que cada vez cobra mayor significación en el mapa urbano, rural y fronterizo dominicano; esto se debe a la educación y la orientación del sujeto-hablante público que se manifiesta en la estructura de la vida cotidiana en la República Dominicana. La inserción de términos ideolectales y sociolectales junto a la incidencia cada vez mayor del tecnolecto en la vida pública (comercial, educativa, política, institucional, económica, científica), produce cambios en el habla formal e informal dominicana.

El problema de las memorias lingüísticas o diccionarios informales y establecidos por el habla-uso lingüístico, afecta poderosamente el concepto de ciudadanía, debido a que el ciudadano posee una Lengua-hablar que lo vincula a las instituciones sociales en movimiento, esto es, a una cultura-movimiento que se conforma mediante el concepto de hablares sociales. Las oralidades que se dan, de zona a zona, de barrio a barrio, de pueblo a pueblo, de provincia a provincia, plantean o podrían plantear problemas y teorizaciones en el Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy…

Un temario posible a tener en cuenta sería el siguiente:

  • Lengua y oralidad en la República Dominicana de nuestros días. Aspectos y problemas.
  • Hablares en contacto y contexto. Problemas diasincrónicos.
  • Recoger hablares en la República Dominicana. Un problema de diccionario y enciclopedia cultural.
  • El cuestionario como instrumento de investigación lingüística. Un ejemplo de exploración científica.
  • La posición del hablante dominicano en una situación comunicativa.
  • Hablas comunitarias, barriales y fronterizas. Una exploración cultural del uso lingüístico en la República Dominicana.
  • Oralidad lingüística y dialectología crítica. Movimientos e inflexiones.
  • El diccionario como memoria sociocultural.
  • El hablante como ciudadano. Un problema de comunicación en el espacio público e institucional dominicano.
  • La redacción oral y los tipos de hablares en la República Dominicana actual.
  • Escritura y oralidad. Lingüística del hablar y educación pública.
  • Ciudadanía cultural y hablares en contexto. Razones para una pedagogía funcional del habla-hablar.
  • Hacia una investigación de los hablares urbanos, rurales y fronterizos en el mapa dominicano.
  • Actos de habla en el espacio público. El problema de los idiolectos, los sociolectos y los tecnolectos.
  • La batalla entre “habla culta” y “habla popular”. Registros y conflictos entre institución y uso lingüístico en República Dominicana.
  • La fragmentación del hablar en la República Dominicana contemporánea (2000-2019).
  • El problema del inter contacto socio verbal en el espacio público dominicano. Algunas experiencias de acción comunicativa.
  • La diversidad lingüística del español dominicano de nuestros días
  • Educación y lengua en la República Dominicana. Habla y diccionario como batallas idiomáticas.
  • ¿Estructura socio verbal del sociolecto? Hacia la construcción de hablares en la República Dominicana
  • Hablar mal, Hablar bien en República Dominicana. Hacia un análisis crítico de la enseñanza de la lengua en contexto.
  • Lingüística del hablar y sociología de la interacción. Hablantes, actitudes lingüísticas y políticas públicas en la República Dominicana.

 

Dr. Odalís G. Pérez

Coordinador Comisión de Lingüística y Literatura

Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD)         

Mística de la palabra en el libro sagrado de la Biblia

Por Bruno Rosario Candelier

A

Ana María Fiallo,

amanuense de efluvios trascendentes.

 

La Biblia es el libro sagrado de la Cristiandad. También es una obra literaria que podemos abordar desde el lenguaje para apreciar las variadas formas de expresión del texto bíblico que ha edificado a millones de lectores, estudiosos y escritores en su formación intelectual, moral, estética y espiritual. En esta introducción al texto bíblico, enfocada a la luz de la creación literaria, podemos apreciar los libros de la Biblia como obra poética, narrativa, histórica o ensayística, lo que no choca con su naturaleza de texto religioso con mensajes sagrados vertidos mediante la palabra. Por el texto bíblico sabemos que,como expresión de la energía interior de la conciencia, la palabra concita, impulsa y congrega el aliento de vida, la energía sagrada y el poder de creación. Crea, inventa y testimonia lo viviente: plasma el aliento inspirador. En nuestra condición de criaturas a imagen y semejanza del Verbo primordial, fuimos creados por la virtud operativa de la Palabra. Tras la creación del mundo, Dios creó al hombre en virtud del poder creador del Verbo. Y le otorgó el don de nombrar las cosas para conocerlas, poseerlas y disfrutarlas. Y, con el don de la vida, el Logos y el amor, le dio el poder de creación. Por tanto la palabra es signo de creación, posesión y comunión. Con su hechizo, hace que las cosas sean.

Aunque el tesoro de la Biblia forma parte de la literatura hebrea, por su categoría histórica, religiosa y literaria pertenece a la literatura universal. La Biblia es el libro de la humanidad y, como libro inspirado, es la obra literaria más traducida porque ese luminoso texto proyecta la voz de Dios, la historia de la salvación y una relación trascendente de la evolución humana. La Biblia pondera el sentido místico de la palabra. El fuero esencial de la palabra que edifica, ilumina, embellece y enaltece la conciencia se funda en los ejes de la sensibilidad: la clave del amor, cauce y destino de la unión solidaria; la clave de la sabiduría, fuente de comprensión y valoración de las cosas; la clave de la belleza, faceta sensorial que emociona y entusiasma; la clave del ideal, motor que atiza la vocación creadora; y la clave de la mística, aliento que concita el desarrollo de la espiritualidad.

Al enfocar la Biblia a la luz de la literatura, podemos estudiarla como lenguaje, es decir, como expresión creadora de la palabra. El pasaje de Juan, el evangelista, con el que comienza el Nuevo Testamento, da la pauta. La Biblia está dividida en dos partes, el Antiguo Testamento, que comienza con el libro del Génesis, y el Nuevo Testamento, que termina con el Apocalipsis.

La Biblia puede ser estudiada no solo desde un punto de vista religioso, teológico y místico, sino también desde el punto de vista cultural, lingüístico y literario porque tiene que ver con la vida, la sociedad y la cultura. Desde el punto de vista antropológico, se relaciona con el comportamiento de la vida humana; desde el punto de vista histórico, entraña hechos del pasado de la humanidad; desde el punto de vista de la lengua, contiene referencias léxicas y estilísticas. Hay pasajes históricos, geográficos, religiosos, literarios y culturales en la Biblia por lo cual puede ser abordada desde varios puntos de vista, como el psicológico, porque hay reacciones emocionales de las personas. No solo desde la religiosidad y la teología, sino también desde la ciencia puede ser abordada la Biblia, como expresión de la vida y la conciencia.

En otras palabras, en cualquier disciplina humana se encuentran valiosos aspectos en la Biblia puesto que ese singular texto sagrado tiene un saber iluminado, tanto teológico como religioso y espiritual. Es decir, las diferentes disciplinas humanas pueden encontrar datos y referencias en los libros de la Biblia. El Antiguo Testamento contiene los libros del pentateuco, historias, narraciones, profetas, salmos, cantares y sapienciales. La religión de los hebreos fue establecida por Moisés, que liberó a su pueblo de la opresión egipcia. Justamente la historia de Moisés aparece en el Antiguo Testamento, desde su salvación milagrosa a través de las aguas del Nilo, hasta el éxodo del pueblo hebreo, que se caracterizó por su creencia monoteísta y recibió el decálogo y la certeza de que un día alcanzaría la tierra prometida.

El Nuevo Testamento se inspira en la vida, la pasión y la crucifixión de Jesús. Comprende 4 evangelios, los hechos de los apóstoles, las cartas doctrinarias y el Apocalipsis. El Evangelio o ‘Buena Nueva’ de la doctrina cristiana, presenta un Reino de gracia, amor y perdón.

En Éxodo (3, 4-13) se relata el hecho en que Moisés “escuchó una voz” que le decía “Moisés, Moisés” y, al escuchar la voz que lo llamaba por su nombre, quiso saber el nombre de quien lo llamaba, recibiendo una respuesta elusiva, el tetragrama YHWH [YAVEH], equivalente a ‘Yo Soy’, circunloquio mediante el cual Dios oculta su nombre y mantiene el enigma de su identidad. Ese Tetragrámaton (YHWH, nombre de cuatro letras, ‘Yahveh’,  que significa ‘Yo Soy’), es una manera de nombrar al que Es, en cuya virtud, mediante el Verbo, recibimos una porción de la Divinidad.

El Evangelio de Juan comienza diciendo que al principio existía el Verbo o Logos, vocablo concebido por Herácl4ito de Éfeso, que Juan traduce como Verbo o Palabra: In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Verbum erat Deus: “En el principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios” (Jn., 1, 1). De hecho, cuando leemos en la Biblia el vocablo Palabra, equivale al Logos de los griegos, concepto que comprende los significados de ‘concepto’, ‘imagen’ y ‘expresión’. Al principio fluía la Palabra, y la Palabra venía de Dios, y la Palabra era Dios, es decir, en la concepción del evangelista Juan hay una identificación entre Dios y Palabra, que es el Verbo emanante de la Divinidad. De esa identificación de la Palabra con la Divinidad se infiere que la palabra entraña un poder divino, y de ahí el nexo con la mística, por el sentimiento de lo divino.

Para nosotros la Palabra es un don poderoso, una dotación cognitiva, intuitiva y creadora o, lo que es lo mismo, encarna el poder que tenemos pues con ella intuimos, pensamos, hablamos y creamos. Tenemos la capacidad para crear con la palabra. Al principio la Biblia alude a Dios, pues afirma que mediante la Palabra existió todo, pues las cosas se hacían al pensar la Palabra, porque fue a través del Verbo como Dios fue pronunciando las cosas que ocurrían o se hacían, según el texto bíblico. La Divinidad dictó una orden y esa orden fue verbal,  con un aliento espiritual que se materializa en fenómenos y cosas tras su paso por irradiaciones, imágenes, destellos, ondas y susurros de lo Alto. Y dice: “Con ella existió todo; sin ella no existió cosa alguna de lo que existe” (Jn., 1, 3).

La primera acepción del Verbo es PALABRA. Ella contiene vida, que es la luz del hombre; esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha extinguido, etc. Ese concepto es la idea encarnada en el significado de “Palabra”, razón por la cual en la Biblia ese concepto se vincula a la Divinidad. De hecho, en la literatura mística hay una tradición que enseña que la palabra que tenemos y usamos los humanos es la parte divina inmersa en nuestro espíritu que nos conecta a Dios, porque se entiende que Palabra fue una predilección que Dios otorgó a los seres humanos dotándolos de su poder creativo, el poder de comprensión, el poder de la inteligencia, el poder de la Palabra con la cual intuimos y creamos.  Con el poder de la Palabra nombramos las cosas, según aparece en Génesis cuando Adán comenzó a nombrar las cosas: “Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo…” (Gn., 2, 20).

Nosotros tenemos que conocer el nombre de las cosas, y denominar las que no están nombradas. Desde Adán los primeros hablantes comenzaron a nombrar las cosas, y hacer uso de las palabras para referir sus percepciones, intuiciones y vivencias.

Uno de los atributos más importantes que nos otorga el Logos de la conciencia es la capacidad de intuir. Nosotros podemos intuir, pensar, imaginar, soñar y crear. Ahora bien, soñar puede interpretarse como la capacidad para imaginar, pero también existe la capacidad para revelar lo que acontece en el sueño. A veces soñamos. ¿Y qué es el sueño? Es una vivencia inconsciente que ocurre cuando estamos dormidos y que se manifiesta en algún nivel del inconsciente, porque al otro día recordamos que soñamos. Es decir, eso que acontece en nuestra mente mientras dormimos, pasa a otro nivel de la conciencia, porque después de levantarnos podemos recordar lo que soñamos. Entonces, el sueño es una realidad humana, una manifestación de la conciencia que también aparece en la Biblia. Por eso en Génesis (Gn., 2, 19,20) se alude al poder de la palabra para denominar e identificar las cosas.

Leemos en el Génesis (Gn., 6-8) donde se habla del sueño de José, y dice: “Un día tuvo José un sueño y contó el sueño a sus hermanos, y dijo José a sus hermanos: “Escuchen el sueño que he soñado: estábamos azotando gavilla en el campo, mi gavilla se levantaba y se ponía derecha, y la gavilla de ustedes la rodeaban y se postraron entre ellas”. Entonces, la interpretación de ese sueño, en ese mismo capítulo en el versículo 23, dice: “Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, fue sujetado, le quitaron la túnica con mangas, lo tomaron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua y se sentaron a comer. Levantando la vista vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos gomas, bálsamos y racimos de Galahad a Egipto”. Judá propuso a sus hermanos: “¿Qué sacamos con matar a nuestro hermano y con echar tierra sobre su sangre?”. No deciden matarlo, sino venderlo y luego es conocida la historia de José por el poder que llegó a tener en Egipto y todo eso tuvo lugar en un sueño que lo relata el libro del Génesis.

Desde el punto de vista literario la Biblia es un conjunto de libros. Biblia en griego significa ‘libros’ en plural, porque el singular de la palabra biblia esbiblíon. Biblia significa que hay muchos libros en uno solo texto. Todo cuanto acontece, lo sabemos por la Biblia, sucede para bien, ya que nada sucede por azar, conforme un principio místico. La Biblia también es fuente de la mística cristiana, centrada en la vivencia del misterio divino, vertido en el Nuevo Testamento y en la Patrística de la Iglesia, cuyos pensadores y teólogos remiten a los primeros apóstoles, como el siguiente pasaje de san Juan, esencial para entender el sentido de la mística cristiana: “Lo que existía desde el principio, lo que oímos, lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos -acerca de la Palabra de vida -porque la vida se manifestó y nosotros la vimos, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó- lo que vimos y oímos, os lo anunciamos ahora, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo” (I Jn. I, 1-4).

Un poder humano muy grande que también hemos recibido de Dios es el sentimiento del amor y, como la Biblia, habla de todo lo humano, el amor necesariamente tenía que aparecer en la Biblia. Se habla del amor humano y el amor divino. En El cantar de cantares se describe el amor humano, aun cuando los místicos le dan una interpretación valorándolo como “amor divino” o “amor místico”. Ahora bien, quien realmente describe el amor místico, el amor puro, que es el amor de los elegidos, es san Pablo en la primera carta a los Corintios. En esa carta el capítulo 13 es muy importante, porque describe lo que es la esencia del amor: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como campana que suena o címbalo que retiñe. Y aunque tuviera el don de hablar en nombre de Dios y conociera todos los mentirosos y toda la ciencia; y aunque mi fe fuese tan grande como trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve”. Y da una descripción hermosa de lo que es el amor espiritual: “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo, ni jactancia. No es grosero, ni egoísta; no se irrita ni lleva cuenta del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, razonaba como un niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en espejo y oscuramente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco imperfectamente, entonces conoceré como Dios mismo me conoce (Cor., 13, 1, 12).

Un aspecto importante de la Biblia, que tienen las grandes obras de la literatura universal, es el concepto del amanuense. Amanuense es quien escribe a mano lo que otro le dicta. Cuando alguien escribe lo que otro le dicta, es un amanuense, es decir, un intermediario o interlocutor. Cuando alguien escribe lo que el Espíritu le dicta es también un amanuense, pero no un amanuense cualquiera, sino un amanuense del Espíritu, lo que es un alto privilegio. En la Biblia, el concepto de amanuense del Espíritu aparece en el Apocalipsis.

La palabra apocalipsis significa ‘revelación’, proveniente de lo Alto, y es el nombre del último libro de la Biblia. Ese libro da cuenta de cosas sorprendentes, misteriosas y enigmáticas mediante imágenes y símbolos de difícil interpretación. Pero, como nos ha enseñado el teólogo mocano Luis Quezada, en su esencia fluye el aliento de la esperanza. El autor es Juan el Vidente, apóstol con grandes revelaciones místicas. En Apocalipsis 1, 9-15, leemos: “Yo Juan, hermano vuestro, que por amor a Jesús comparto con vosotros la tribulación y a la espera paciente del Reino, me encontraba desterrado en la isla de Patmos por haber anunciado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Caí en éxtasis un domingo”.

Un éxtasis ocurre cuando el sujeto sale fuera de sí, no tiene control de sus sentidos, ya que una fuerza externa lo rapta. Al éxtasis también se le puede llamar rapto y arrobo. Cuando se dice “rapto del espíritu” no es que te sacan físicamente y te llevan a otra parte, sino que experimentas la sensación de estar fuera de ti mismo, pues es una vivencia mental, espiritual, pues se trata de un fenómeno de la conciencia en el que se vive un estadio especial, un “arrobamiento de la conciencia”. El arrobamiento de la conciencia es un estado en el que el sujeto sabe lo que le está ocurriendo, pero no puede negarse a esa experiencia interior. El arrobamiento es el éxtasis de los sentidos. Quien experimenta el éxtasis de los sentidos tiene la sensación de que está fuera de sí, y no puede resistir la fuerza que le está dominando, porque es una fuerza superior que toma control del sujeto, que está consciente de eso, pero no puede oponerse al dictamen de esa fuerza.

Algunos han experimentado el éxtasis, como san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, incluso gente que no son santos ni militantes religiosos. Por ejemplo, el escritor argentino Jorge Luis Borges experimentó momentos de éxtasis; y el poeta boricua Francisco Matos Paoli dio testimonio de que varias veces experimentó el éxtasis, esa fuerza espiritual que toma control de la sensibilidad o de la inteligencia y sensibilidad de la persona que la experimenta y vive ese estado peculiar, un arrobamiento de la conciencia. Entonces, san Juan, dice: “Caí en éxtasis un domingo”. Dice que un domingo le arrebató el espíritu; está diciendo que experimentó el éxtasis de la conciencia. Más adelante dice: “Y oí detrás de mí una voz potente, como de trompeta que decía: -Escribe en un libro lo que veas y mándalo a estas siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea”. Me volví para mirar de quien era la voz que me hablaba, al volverme vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros una especie de figura humana que vestía larga túnica y tenía el pecho ceñido de una banda de oro”.

Esa descripción es un testimonio de quien ha experimentado el éxtasis. Mientras se vive el éxtasis nadie piensa hacer nada, sino quedarse tranquilo. Normalmente el éxtasis no dura mucho tiempo, puede durar uno o pocos minutos, pero nunca es largo. Algunos poetas que han experimentado el éxtasis pueden recordarlo y describirlo. Presento ese ejemplo de la descripción del éxtasis como un testimonio de lo que es un amanuense del Espíritu. En ese caso Juan el Vidente fue un amanuense, porque lo que él escribe le fue dictado por una voz divina, no por una voz humana.

   Público: ¿Es real que alguien haya sido arrebatado por una fuerza que no sea la del Espíritu Santo?

   BRC: Sí, podría acontecer por la energía de una Musa o por el influjo de una potencia cósmica. Creo que puede darse esa posibilidad.

   Público: Yo tuve una extraña experiencia, pues un día me desperté y abrí un libro y lo cerré. Entonces, repentinamente, comencé a escribir y yo no sabía que estaba escribiendo. Ya tenía siete páginas escritas y escribí un libro bajo esa vivencia.

   BRC: Eso que dices es diferente de lo que es propiamente dicho la inspiración. La inspiración es un soplo del Espíritu, como lo es la revelación, que es un soplo de lo Alto, y ese soplo, según los antiguos griegos, venía de las Musas, que dictaban ese soplo y entendían que las Musas existían justamente para eso, para inspirar a los hombres. También existe la revelación de la Divinidad, pero esa revelación ocurre por una gracia de Dios. La inspiración nace del recuerdo, de la formación intelectual, de vivencias soterradas en la conciencia, de lecturas que han dejado huellas en el inconsciente, de intuiciones. En cambio, la revelación es un dictado de una energía superior. En la primera carta a los Corintios, san Pablo dice: “En cuanto a los dones del Espíritu, no quiero, hermanos, que sigáis en la ignorancia. Como sabéis, cuando no erais cristianos, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie que hable movido por el Espíritu de Dios puede decir: “Maldito sea Jesús”. Como tampoco nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no está movido por el Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de actividades, pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos. A cada cual se le concede la manifestación de Espíritu para el bien de todos” (Cor., 12, 1-7). 

Todos recibimos dones. Con el don de la vida se nos da el don del lenguaje, y con el lenguaje desarrollamos la creatividad, el talento del pensamiento, el poder de la intuición y también el don del amor. Cada persona recibe dones especiales. Por ejemplo, el don de escribir poesía, el de interpretar, el de profetizar. San Pablo escribió: “Porque a uno le es dada por el Espíritu la palabra de sabiduría; a otro la palabra de ciencia, según el mismo Espíritu, le otorga un profundo conocimiento. Este mismo Espíritu concede a uno el don de la fe, a otro el carisma de curar enfermedades, a otro el poder de realizar milagros; a otro el don de profecía, a otros en distinguir entre espíritus falsos y verdaderos, a otro el hablar un lenguaje misterioso y a otro, en fin, el don de interpretar ese lenguaje. Todo esto lo hace el mismo  y único Espíritu, que reparte a cada uno sus dones como él quiere” (I Cor., 12, 4-11).

Con el don de la palabra se aprende a formalizar el lenguaje del buen decir. Otros tienen el don para distinguir inspiraciones, porque  tienen la capacidad de leer y valorar una obra literaria. Tienen el don de la lengua quienes pueden hablar varios idiomas. Todo eso lo reparte el Espíritu dando a cada uno lo que a Él le plazca. Cada uno ha de descubrir el don que recibió, y valorarlo y plasmarlo en obra.

El don de la escritura es un don muy valioso, pues el que escribe, el que hace literatura, el que compone poesía, cuentos, novelas, teatro, crítica literaria o ensayo, tiene el don de la palabra y la creación y, en tal virtud, tiene las condiciones intelectuales para cultivar ese don.

Es importante tener conciencia de las cosas. En el libro de la sabiduría, que se atribuye a Salomón, tiene hondas reflexiones. ¿Alguien sabe que significa sabiduría?

   Público: El deleite de la palabra de Dios.

   BRC: Esa es una interpretación hermosísima. Sabiduría no es sinónimo de inteligencia, ni de conocimiento. Es un don exclusivo que poseen algunos seres humanos para vivir la vida con un sentido diferente al rutinario. ¿Qué se necesita para acercarse a la sabiduría?

   Público: Si buscamos el término bíblico, sabiduría viene de saborear, pero saborear en el Espíritu, porque puede ser que se hable del deleite de la palabra. Cuando se dice “saborear en Espíritu” tiene que ver con la fruición del espíritu.

   BRC: La fruición es el deleite del espíritu y el espíritu se deleita con las cosas que generan una enseñanza profunda, una verdad de vida o un saber que eleva la conciencia, lo que se consigue por la intuición. Las personas sabias son intuitivas, amorosas, cultores del espíritu. La intuición es un foco de la mente con el cual alumbramos la realidad y conocemos la realidad para nutrir la mente. La intuición es el más alto poder de la conciencia. A la intuición se deben los conocimientos científicos, artísticos, filosóficos, teológicos, humanísticos. El saber de la espiritualidad y los conocimientos profundos que ha alcanzado la humanidad se deben a la intuición y a la revelación. Hay personas con una intuición muy refinada, aun cuando no hayan leído nunca nada. Tienen un conocimiento de la realidad, una actitud serena ante la vida, una visión luminosa de lo viviente y una sabiduría. Ese conocimiento es espiritual, no es un conocimiento intelectual, ni imaginativo, ni especulativo. La intuición penetra en la esencia de las cosas, porque con los sentidos físicos tenemos contacto con la realidad sensorial, que es la dimensión material que percibimos a través de los sentidos. Percibimos los datos sensoriales de las cosas con los sentidos físicos, pero el conocimiento profundo lo dan los sentidos metafísicos. Los sentidos metafísicos son sentidos espirituales, que son la intuición, la memoria, la imaginación, el sentido común y la estimativa. La función primordial de la intuición es ponernos en contacto con la sabiduría.

En el Eclesiastés leemos: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Su tiempo de nacer, y su tiempo de morir; su tiempo de plantar, y de cosechar… Su tiempo de llorar, y su tiempo de reír; su tiempo de lamentarse, y su tiempo de danzar. Su tiempo de lanzar piedras, y su tiempo de recogerlas; su tiempo de abrazarse y su tiempo de separarse” (Ecl. 3, 1-5).

Las parábolas constituyen un procedimiento del lenguaje bíblico para comunicar una enseñanza, como lo hacía Jesús para adoctrinar a sus discípulos. Una parábola es una comparación de una cosa con otra para deducir una enseñanza y un aprendizaje.

   Público: Como la parábola del hijo pródigo. Su moraleja enseña que no debemos menospreciar los bienes, porque el dispendio trae pobreza y humillación y remordimiento de conciencia.

   BRC: La Biblia contiene enseñanzas para aprender a vivir. Jesús hablaba en parábolas para dar a entender su mensaje. Los místicos dicen que las vivencias espirituales de la experiencia extática son inefables porque acontece en un nivel interno de la conciencia y en un estadio sublime del espíritu. Quienes viven esa experiencia se valen de símbolos para comunicar esa experiencia. Por eso los místicos, como los autores de los textos bíblicos, resolvieron el misterio de lo indecible mediante la invención de los símbolos. En la II Carta a los Corintios, san Pablo habla de palabras inefables: “¿Hay que seguir presumiendo? Aunque es del todo inútil, me referiré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un cristiano que hace catorce años -si fue en cuerpo o sin cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y me consta que ese hombre fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre no puede expresar. De ese hombre presumiré, porque, en cuanto a mí, solo presumiré de mis flaquezas (II Cor., 12, 1-5).

Cacho, ringside/ring-side, marchante/a, influyentismo

Por Roberto E. Guzmán

CACHO

Se piensa que esta palabra por sí sola merece un espacio en los diccionarios de español dominicano. En el desarrollo de esta sección se revisarán las razones que mueven a pensar del modo expresado. Se expondrán aquí los usos que se encuentran en el habla para fortalecer la opinión expresada.

Cacho posee en el español dominicano todos los significados que se conocen en el español internacional, pero además de ellos tiene otro que es innegable y distingue este “cacho” del resto de lo usual.

Cacho se usa en el habla dominicana para ponderar algunas cualidades sobresalientes, sobre todo las que reconocen los atributos de una mujer. Ejemplo del uso que ilustra es este, “¡Qué cacho de hembra es esa mujer!”. En el ejemplo presentado no se trata de un pedazo o parte de la mujer, sino de la mujer entera.

Podría este cacho asemejarse a tremenda/o, formidable, estupenda/o, magnífica/o, increíble. Así se expresa el deleite de la observación de la mujer. De algún modo hay algo de asombro, a veces, en el uso de este “cacho”.

Para no pecar de sexista, es posible que una mujer pueda expresarse de modo semejante con respecto a un hombre que despierta admiración por su porte, presencia o personalidad; y, ¿por qué no?, hasta por su belleza.

Hay que rescatar este cacho y reconocerle su valor. Merece un sitio en los repertorios de voces dominicanas por esa acepción que se explicó más arriba.

 

RINGSIDERING-SIDE

“…quienes habían adquirido sillas de RING-SIDE…”

Hay varios reparos que pueden hacerse a la extraña voz que aparece en la cita y que consta en el título de esta sección.

Para comenzar puede recordarse que es una voz extranjera al español, proviene del inglés y, como no se ha asociado lo suficiente con la lengua española hay que escribirla con algún resalte, ya sea entre comillas, o mejor, en letras cursivas.

Otro asunto con respecto a la voz en cuestión es que la escribieron en dos partes con un guion en medio. En inglés se escribe en una sola palabra, por lo tanto, hay que respetar esa escritura porque pasa al español tal cual es en la lengua extranjera.

La voz del inglés tiene buena traducción al español de modo que los lectores nativos de español y, aún los extranjeros, pueden reconocer a qué se refiere es, “junto al cuadrilátero” o “junto al ring” si se desea permanecer más cerca del inglés.

No puede despedirse esta voz inglesa sin que se recuerde que esta posee muchas otras significaciones en inglés que no se usan en español. Es posible que el uso de la voz inglesa se deba a que el vocablo cuadrilátero del español es muy largo y el ring muy corto, de modo que resulta más económico en energía el vocablo inglés.

 

MARCHANTE /A

“…y las riñas feroces entre MARCHANTAS…”

Se atesoran los recuerdos de la niñez cuando se comenzó a oír por primera vez la voz marchante y marchanta que era la forma de llamarse entre sí el vendedor y el comprador; no se entendía a esa edad cómo ambas personas que desempeñaban diferentes papeles en la operación de compra y venta podían asignarse recíprocamente ese nombre.

Básicamente hay dos marchantes. Uno que es el elevado, el de obras de arte. Y el otro que es el de artículos más pedestres, que puede traficar en frutos menores. La palabra tiene su origen en la palabra francesa marchand y es muy probable que haya entrado al español dominicano durante la ocupación del territorio dominicano por los haitianos. O quizás, mediante las lecturas de los letrados de obras en francés.

Al habla debe de haberse incorporado primero, pues en esa época -durante la ocupación haitiana- es muy probable que se haya integrado con el sentido pedestre de mercader, en tanto persona que comercia con géneros vendibles, esto es, de artículos de consumo corriente.

La explicación para que los dos actores, el que vende y el que compra, reciban el mismo nombre, marchante, viene del sentido originario del francés, “persona que participa en un intercambio comercial”, que aparece en esa lengua desde el año 1200. Dictionnaire historique de la langue française (2012-II-2010).

Basta con que se piense en cuántas galerías de arte podían existir en la parte este de la isla La Española en ese tiempo, 1822-1844, de modo tal que pudiera emplearse la palabra marchante para el vendedor de obras de arte. De esta familia de palabras es de donde sale que exista en español la “marina mercante”.

La palabra no pertenece solamente a los dominicanos. En siete países hispanoamericanos es sinónimo de vendedor. En otros once países de América es el cliente habitual de una tienda o negocio.

La palabra estudiada aquí en el español dominicano tiene un uso particular que no se conoce en otro país, es cuando se usa para referirse a un individuo cuyo nombre no desea mencionarse y de esa manera se muestra disgusto o poco aprecio por esa persona. Casi siempre se usa como sujeto de una acción reprobable. Los elementos subrayados en este párrafo han de considerarse para introducirlos en una futura acepción de este/a marchante aquí analizada. La palabra no varía; se usa para el masculino y el femenino.

 

INFLUYENTISMO

“…es corrupción en su modalidad de INFLUYENTISMO”.

En más ocasiones que las toleradas el lector se ve en la obligación de adivinar lo que el redactor escribe. Este tipo de desciframiento del mensaje ajeno es el resultado de la inclusión de voces que no tienen arraigo en el español general.

Encontrar el significado del enigma que plantea la voz desconocida es un reto que a veces termina en gestión infructuosa. En otras ocasiones las dotes adivinatorias se ven amparadas por la sagacidad del lector que logra por analogía extraer el sentido oscurecido por voces inventadas o muy poco conocidas.

Lo que se ha descrito en los párrafos anteriores es lo que se presenta en la frase copiada a guisa de ejemplo de la opacidad introducida por una voz prácticamente desconocida.

Este influyentismo parece que tiene relación con los influencers que son personas consideradas importantes en el seno de la sociedad que ejercen un ascendiente en esta y, por tanto, sus opiniones son tomadas en cuenta, son personas influyentes.

Este influencer es un personaje moderno según lo consigna el Gran diccionario de anglicismos (2017:535) que lo cataloga en el área de la economía en tanto “persona conocida o famosa que cuenta con muchos seguidores en las redes sociales y ejerce influencia sobre los consumidores…”

Ese diccionario propone la traducción al español con la palabra referente.

Algunos escribientes no se conforman con la voz del inglés, ni toman en cuenta la traducción al español, sino que para “enredar más la cabuya”, sobre la base del concepto del inglés incluyen un sustantivo en español añadiéndole la terminación -ismo e inventan una nueva tendencia, doctrina, sistema.

Durante toda la historia de la lengua ha habido personas más osadas que otras que se permiten la libertad de crear nuevas voces que a veces con fortuna calan en el habla y pasan al dominio general. Si no fuera por personas como las señaladas, la lengua sería monótona y repetitiva. El tiempo es la sanción definitiva en casos como este. Unas van de cal, otras van de arena.

© 2019, Roberto E. Guzmán

Los indefinidos y la concordancia

Por Tobías Rodríguez Molina

 Normalmente, antes de iniciar la redacción de un tema es conveniente consultar alguna fuente o varias fuentes que nos ilustren o ayuden a conocer bien lo que les ofreceremos a nuestros lectores. Esta vez, en mi búsqueda, urgué un poco en Internet y allí encontré una definición de los indefinidos que dice así: “Los pronombres indefinidos son una clase de palabras con valor de adjetivo, pronombre o adverbio que dan al nombre diferentes valores.” (Babelnet: Los pronombres indefinidos). Creo que cualquier lector con sentido de la lógica y de la semántica se da cuenta de que esa es una definición disparatada, pues comienza llamándoles a los indefinidos “pronombres indefinidos” y luego dice que es una clase de palabras con valor de adjetivo, pronombre o adverbio.

Habría que preguntarse cómo puede un pronombre tener valor de adjetivo y de adverbio. Y también cómo puede una palabra que ya es pronombre tener o adquirir valor de pronombre. Es como si se definiera a los médicos del siguiente modo: “Los médicos son una clase de profesional con valor de médico.” Y de la parte final de la definición que dice  “que dan al nombre diferentes valores” no se puede captar con precisión lo que expresa. Yo sostengo que si se dijera, para completar la definición, “dependiendo del contexto en que aparecen, funcionando como adjetivo (concordando con el nombre) si  funciona como modificador de  un sustantivo;  como adverbio (sin concordancia) si acompaña o modifica a un adjetivo, a un  adverbio y a un verbo;  y como pronombre (con concordancia) si hace referencia a un nombre sin acompañarlo.”

Veamos esos contextos con sus respectivas funciones: a. Bastantes personas llegaron cansadas de la caminata. En este caso el indefinido “bastantes” funciona como adjetivo, y por eso presenta marca de concordancia, pues modifica a personas; b. Ellos llegaron bastante cansados de la caminata. Aquí “bastante” desempeña la función de adverbio, ya que modifica a un adjetivo y  por eso  no tiene marca de concordancia. Ellas llegaron bastante bien a pesar de lo larga que fue la caminata. En este último ejemplo “bastante”  no varía porque funciona como adverbio, ya que  acompaña  a un adverbio. “Me dijeron que Pedro comió demasiado.” Aquí demasiado no varía, ya que acompaña al verbo comió.  c. Algunos jóvenes que fueron a la caminata dicen que les fue bien, pero yo sé que bastantes llegaron cansados. En este ejemplo  “bastantes” desempeña la función de pronombre y  aparece en plural pues hace referencia al  nombre plural “jóvenes”.

La definición de pronombre dada por Babelnet  se podría considerar correcta, por lo menos en la primera parte de la misma,  si se le quitara la segunda palabra de la definición, es decir, la palabra “pronombres” y dijera: “Los indefinidos son una clase de palabra con valor de adjetivo, pronombre o adverbio…” (Y se podría completar la definición añadiéndole) “dependiendo del contexto en que aparecen”, que ya explicamos anteriormente.

Al constatar la desacertada definición ya analizada, podemos llegar a la conclusión de que, aunque las consultas de fuentes son importantes, no podemos confiar en ellas a ciegas, pues no siempre nos orientan correctamente.

Yo confío en que la definición y el concepto de indefinido que les ofreceré los ayudará a saber manejarse cabalmente en lo que tiene que ver con la concordancia o no concordancia que existe en esas palabras indefinidas, que es el objetivo que persigo con  la elaboración de este artículo. Ahí les va la definición:

“Los indefinidos son palabras que desempeñan varias funciones sintácticas,  y  se les llama “palabras indefinidas” por dos razones: la primera de ellas está fundamentada en que su función gramatical, que puede ser la de adjetivo,  pronombre, adverbio o complemento de un verbo, se determina por el contexto en que aparece empleado el indefinido. La segunda razón para calificarlas  de indefinidas se fundamenta en que el matiz o valor semántico cuantitativo que expresan es impreciso, indeterminado, indefinido.”

En pocas palabras, en  los indefinidos está indefinida su función gramatical de adjetivo, pronombre,  adverbio o complemento de un verbo, y está indefinido su valor o alcance significativo. Por eso se les llama  palabras indefinidas.

Al titular este artículo, quise referirme a algunos indefinidos que expresan cantidad, por lo menos cuando funcionan como adjetivos o pronombres, y son ellos: bastante, poco, demasiado, mucho y  suficiente. Otros indefinidos no los trataré en esta ocasión, pero podrán ver otros más si buscan en Eduteca “los indefinidos”. Pero de  todos los indefinidos podemos decir que  variarán o no, es decir,  tendrán concordancia o no, dependiendo del contexto o función gramatical que desempeñen, como lo hemos resaltado anteriormente. Pero volvamos a recalcarlo con mayor amplitud viéndolos  en sus variados contextos, los cuales determinarán su función.

  1. Acompañando a un sustantivo. En ese contexto el indefinido funciona como adjetivo, por lo cual sufre las variaciones de la concordancia que le impone el sustantivo. Ejemplos: a. A la conferencia asistieron pocos jóvenes. ; b. Ella suele comer muchas Fíjense que en los dos ejemplos ha habido concordancia de género y número, de los indefinidos pocos y muchas con los sustantivos jóvenes y empanadas, respectivamente.
  2. Haciendo referencia a un sustantivo. Aquí funciona como pronombre y concuerda en género y número igual que el adjetivo. Ejemplos: a. Muchos caminantes regresaron cansados y pocos demostraban tener sueño.; b. De esas frutas, algunos  comieron bastante.
  3. Acompañando a un adjetivo. En este contexto su función es la de adverbio, por lo cual no sufre variaciones ni de género ni de número, es decir, es invariable. Veamos los siguientes ejemplos: a. Esas doctoras son bastante ; b. Los muchachos que acaban de llegar parecen medio locos.
  4. Acompañando a un adverbio. También aquí funciona como adverbio, y por eso, al igual que cuando acompaña a un adjetivo, no experimenta las variaciones de género y número. Ejemplos: a. Me informaron que a ellas les va bastante bien en sus estudios. ; b. Manuel y Xavier llegaron a la reunión medio tarde.
  5. Solo complementando un verbo. En ese contexto funciona como complemento del verbo y es invariable. Ejemplo: “Esos muchachos estudiaron mucho antes de ese examen.” “Si ella come poco, se pondrá más delgada y débil.”

Me parece conveniente presentarles un aspecto que tiene que ver con los indefinidos: es  su valor cuantitativo, y que nos ayudará  a poder reconocer su  función y también si tendrán o no concordancia.  A este aspecto se le podría calificar de auxiliar del criterio de la función, el cual es el de más fácil comprensión y aplicación, y  ya fue explicado anteriormente.

Según este nuevo aspecto del valor cuantitativo, si el indefinido expresa cantidad recuperable, concuerda con la palabra a la que acompaña, al funcionar como adjetivo,  o a la que hace referencia, en su función de pronombre. Si no expresa cantidad recuperable, sino más bien grado o nivel, el indefinido será invariable, es decir, no experimentará las variaciones de la concordancia, por su función adverbial o de complemento de un verbo.

Ahora bien, ¿cuándo expresa cantidad recuperable?  Expresa cantidad recuperable cuando funciona como adjetivo o como pronombre. Ejemplos: a. Como adjetivo: En la playa hubo pocos bañistas el domingo pasado.; b. Como pronombre: Muchos trabajadores llegaron temprano hoy y  pocos llegaron tarde. Si observan bien, se darán cuenta de que los  indefinidos pocos, adjetivo, y pocos, pronombre, presentan las señales de género y número de la concordancia.

¿Cuándo no expresa cantidad recuperable? No expresa cantidad recuperable cuando funciona como adverbio o como complemento de un verbo. Ejemplos: a. Acompañando a un adjetivo: Esas medicinas son bastante caras.; b. Acompañando a un adverbio: Me informaron que Arnaldo  llegó medio tarde a la reunión. ; c. Complementando un verbo: Anoche estuvimos leyendo mucho. Como pueden ver, los indefinidos bastante y medio, adverbios, y mucho, complemento de verbo, no tienen señales de concordancia.

En la entrega anterior (1 de 2), dijimos que el sentido cuantitativo de los  indefinidos es impreciso, indeterminado,  indefinido. Pero ahora voy a añadir que en ese valor de cantidad indeterminada, se encuentra implícitamente la cantidad real,  la cual puede ser recuperada, como ya lo insinuamos anteriormente, cuando funcionan como adjetivos o como pronombres. Ahora bien, ¿mediante qué mecanismo se logra recuperar la cantidad real?  Yo me atrevo a plantear que esa recuperación se logra mediante  las preguntas “¿cuántos?” si el sustantivo es masculino, y “¿cuántas?” si es femenino. A los fines de visualizar la anterior teoría, les presento los siguientes ejemplos: l. Ese niño se comió  pocos mangos. ¿Cuántos se comió? 3 mangos. 2. Pedro Manuel se llevó bastantes cocos. ¿Cuántos se llevó? 12 cocos. 3. María Isabel comió demasiadas galletas. ¿Cuántas se comió? 15 galletas.

Ya dijimos que los indefinidos que expresan grado o nivel no sufren las variaciones impuestas por  la concordancia y que, por lo mismo, son invariables, y que los que expresan cantidad son variables o concordantes. Pero ¿qué procedimiento o mecanismo nos sirve para  determinar que no expresan cantidad recuperable? Creemos que se pude usar el mismo mecanismo de las preguntas “¿cuántos?” y “¿cuántas?”, pero en estos indefinidos, la prueba de que no expresan cantidad recuperable, sino grado o nivel es  que en ellos no se puede recuperar la cantidad que sí se recupera cuando expresan cantidad, como lo vimos en el párrafo anterior.

Ilustremos lo planteado mediante algunos ejemplos: 1. Esas jóvenes son bastante altas. ; 2. Esos muchachos  son medio distraídos.; 3. Ellos durmieron mucho anoche. ¿Cuántos? ¿Cuántas? Con esas preguntas no aparece ninguna  cantidad, lo cual deja dicho que lo que expresan es grado o nivel y, por esa razón, son invariables, por lo que no experimentan las variaciones de género y número.

Y para que constatemos la dificultad de muchos usuarios del español en lo concerniente a una adecuada  concordancia en los indefinidos, les presento algunos ejemplos. Veamos: 1. “Este caso ha dejado demasiado interrogantes.” (Un culto y veterano comunicador de Teleantillas). 2. “Había bastante casas de concreto construidas  por la compañía.” (Un laureado escritor dominicano ganador de un premio nacional). 3. “Ya yo me siento media chilena.” (Una dominicana en una entrevista en Chile).

Resumiendo lo antes expuesto con bastante amplitud, podemos decir que: “Los indefinidos son variables si funcionan como adjetivos o como pronombres y, en ese caso, expresan cantidad recuperable, por lo que existen dos razones para que experimenten las variaciones propias de la concordancia. En cambio, son invariables si acompañan a un adjetivo o a un adverbio y, en ese caso, no expresan cantidad recuperable, dos razones para que no los pongamos a experimentar las variaciones de la concordancia.

Creo que les puede ser de utilidad tener presente lo que les expuse en este artículo. Así tendrán seguridad y un dominio certero al emplear las palabras indefinidas o los indefinidos, como se les suele llamar. De ese modo, sus escritos y sus exposiciones o presentaciones orales tendrán mayor brillantez y prestigio.

© 2019, Tobías Rodríguez Molina

Enllavadura, *emprendedurismo, inusitado/*inucitado, desgranar

Por Roberto E. Guzmán

ENLLAVADURA

“…prevaleciendo sólo las prácticas corruptas, la ENLLAVADURA y el cabildeo…”

El vocablo del título es dominicano por sus significados distintivos. No solo este vocablo es dominicano, toda la familia de vocablos de esta estirpe lleva el sello dominicano.

El Diccionario del español dominicano (2013:288) recoge tres vocablos de esta familia, “enllavado, da, enllavar(se), enllave”. Lo inexplicable del caso es que “mancó” el nombre “enllavadura”, que es la relación que caracteriza o se establece entre los enllaves.

El enllave es la “persona de confianza que presta su ayuda para algún fin gracias a sus influencias”. Además, se define como el amigo, compañero inseparable”. Enllavado, da es “Referido a persona, que está unida a otra por amistad o por influencias”.

Enllavar(se) es un verbo transitivo, “Apadrinar a alguien por amistad o influencia política para conseguirle un cargo o empleo”. En tanto verbo intransitivo es “Establecer una relación con alguien que puede proporcionar beneficios”. Este verbo puede también ser intransitivo pronominal.

En otros países hispanohablantes existen algunas de las palabras de esta familia, pero solo para lo que tiene relación con la llaves y cerrar con llave.

Las palabras de esta familia de voces dominicanas no están tan lejos de la palabra llave. El autor de esta notas acerca del idioma español dominicano piensa que todas las ya mencionadas tienen relación con llave, pues la palabra llave sirve para denominar el instrumento que cierra las cerraduras, del modo en que son cerradas (estrechas) las relaciones que se denominan con esta familia de voces.

La enllavadura viene a ser el instrumento que activa el mecanismo que permite proporcionar beneficios. El enllave sería aquí la cuña que asegura el empleo. La enllavadura puede considerarse como el medio que facilita la consecución de un fin. Todas las definiciones de las voces dominicanas en este párrafo se han redactado de modo similar a las de la palabra “llave” en el español general.

 

*EMPRENDEDURISMO

“. . .estar al día con las innovaciones y los EMPRENDEDURISMOS viables”.

Luego de decir esta palabra tan larga el hablante queda exhausto o por lo menos cansado. Esta extensa voz es de reciente aparición en el español y anda tras un sitial de preferencia en algunos ámbitos de negocios en los que se la propuesto y se ha logrado que se la acepte.

Esta palabra puede catalogarse entre las que se conocen con el nombre de “archisilabismos”, que como se escribió antes, son largas en demasía. A veces como en este caso, son estiramientos. Aquí vale que se recuerde la frase de Cervantes en el Quijote: “Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala” (II, cap. XXVI).

No figura todavía en el diccionario oficial de la lengua, pero otras voces de esta familia tienen un bien ganado puesto. Se conjetura si algún día esta palabra será incorporada en la nómina oficial de la lengua común, pues va en contra de la economía de la lengua. Se examinarán aquí las voces de la misma familia de la del título y lo que se prevé como acepción para la palabra del título.

Fundéu aconseja que se utilice emprendimiento en lugar de emprendurismo, emprendedurismo o emprendeduría. La palabra sugerida “es la apropiada para aludir al espíritu emprendedor, o el ímpetu por iniciar algo, en sentido empresarial”.

En el Diccionario de la lengua española aparece la palabra emprendimiento con dos acepciones. “acción y efecto de emprender (//acometer una obra)”. Y “cualidad de emprendedor”.

Una persona emprendedora es aquella que “tiene iniciativas y decisión para emprender negocios o acometer empresas”, Diccionario de uso del español (2007-I-1135).

No hace falta otra palabra más para añadir a las que existen ya en el español internacional. Sin embargo, no puede olvidarse que las lenguas no se arredran ante la existencia de las palabras ya existentes para crear otras, aunque estas aparenten que son superfluas.

 

INUSITADO – *INUCITADO

“…que asume un *INUCITADO uso o auge. . .”

Este inusitado del título es lo que se conoce en el habla popular como una “palabra dominguera”. En el habla moderna dirían que es un vocablo “de lujo”.

En la cita la palabra dominguera quedó “mal retratada”, pues salió con un error de ortografía. Este tipo de error sucede de manera usitada con las palabras domingueras. Con mayor notoriedad en este caso, pues se trata de una voz que el mismo Diccionario de la lengua española cataloga en desuso. De la forma en que se ha empleado en esta sección funciona en calidad de adjetivo.

Como es una palabra en desuso algunos diccionarios ya no se ocupan de recogerla en sus páginas. Con la característica mencionada usitado aparece en el Diccionario de términos anticuados y en desuso (1973:297), donde se la define, “Que se usa muy frecuentemente”. Esa es la acepción que puede leerse en el diccionario de la Real Academia.

El adjetivo inusitado pertenece al castellano desde el año 1499. Consta ya en el Diccionario de autoridades de 1732 (1963-II-300) “Lo que no está en uso, o está fuera de este”. (adaptación al español moderno, RG). Allí aparece también el adverbio inusitadamente.

A esta familia de palabras pertenecen otros vocablos menos conocidos como usucapión, usucapir y, otros poco usados como usufructo, usufructuar y la larga lista de palabras que llevan el uso (usu) delante. Hay algunos vocablos en uso que son de la familia de usu-, tal usuario, usual, inusual, usura, usurero, usurpador.

En portugués brasileño han conservado el verbo usitar y por tanto conocen el inusitado que aparece con igual definición que en español, completada por “no usual, poco común, extraño”. En francés cuentan con inusité(e), usité(e), con acepciones semejantes a las de las otras lenguas romances.

En otras ocasiones se ha escrito, y se repite de nuevo, las palabras poco usuales es mejor dejarlas tranquilas para que no hagan pasar vergüenza al usuario. Si se insiste en usarlas, debe verificarse el significado y la ortografía.

 

DESGRANAR

“…una infraestructura… que se DESGRANA de mirarla”.

Se examinarán los significados del verbo desgranar en el español internacional para dilucidar si el empleo que se hace de ese verbo en la cita puede asociarse con uno de esos significados. Se aventurará una explicación sobre el abuso que se hace aquí del verbo en cuestión.

Desgranar es “sacar el grano de algo”. Desgranarse es soltarse las piezas ensartadas de un collar, un rosario, etc. Las otras dos acepciones pertenecen al ámbito militar.

En República Dominicana ese verbo se usa en los campos para referirse a los granos, especialmente a los del maíz. Se ha oído también usado para algunas semillas o leguminosas que se sacan a mano de sus vainas.

En la segunda acepción en el español internacional que se escribió más arriba, el verbo es muy específico en cuanto al efecto que se deriva de este; hay que destacar el verbo soltarse que se refiere a piezas ensartadas en la definición.

.

Como muchos otros verbos en la lengua común, este no permaneció sin dar lugar a acciones parecidas o asociadas al propósito principal para el que se usa en general. En el rezo del rosario se dice que se desgrana cuando se pasan las cuentas del rosario entre los dedos o las manos de quienes oran. En sentido figurado el reloj puede desgranar las horas cuando se resalta que estas pasan lentamente.

En República Dominicana, Cuba, Ecuador y Puerto Rico el arroz que queda suelto después de cocido, se dice que se desgrana. En el español dominicano un objeto que al romperse se hace pedazos, se dice que se desgrana. Entre dominicanos, al hablar, desgranarse se usa de modo metafórico para “debilitarse con la edad las facultades físicas de alguien”. Diccionario del español dominicano (2013:254).

Luego de repasar los significados enumerados puede ofrecerse como explicación que el verbo desgranarse en la cita se usa en una hipérbole encaminada a exagerar la debilidad de la infraestructura a que se contrae la cita. Algo que se deshace con solo mirarla, que se derrumba con la mirada, es algo que si es una construcción es de pésima calidad.

En un registro más avanzado del habla el verbo se usa de modo metafórico para “detallar, pormenorizar, explicar uno por uno” los elementos que componen una exposición. Fundéu desaconseja ese uso y alienta a los hablantes y escribientes a que utilicen algunos de los verbos que aparecen entre comillas en este párrafo.

Las metáforas no pueden llevarse demasiado lejos porque pierden fuerza evocadora y pueden exigir mucho esfuerzo de parte del lector.

© 2019, Roberto E. Guzmán

 

Gritadera, roster, colectar, alojarse/hospedarse/quedarse

Por Roberto E. Guzmán

GRITADERA

Esta voz posee en el español dominicano una acepción que ha sido pasada por alto por los lexicógrafos que se han ocupado del habla de los dominicanos. No se confunde en el español dominicano esta voz con griterío.

Un griterío es en el país dominicano lo que corresponde a la gritería del español general. Mas no debe olvidarse que en el habla de ese país en muchas ocasiones gritar se utiliza como sinónimo de llorar y, de allí es de donde resulta que gritadera es el acto de llorar de modo prolongado una persona o varias personas. No debe confundirse esta gritadera con el griterío del español corriente.

La gritadera dominicana tiene también algo de lamentación; es decir, puede ser una queja que se denomina de esta manera aun cuando no hay llanto ni estridencia, sino persistencia. En esta gritadera hay más de frustración que de dolor.

En la gritadera dominicana no existe la estridencia que se manifiesta en la voz alta; puede ser un sentimiento expresado por lo bajo, de modo insistente. Se ha oído en el habla que un vendedor de mercancía le espeta a un comprador que se queja por el supuesto alto precio de un artículo, “Déjate de esa gritadera que sabes que ese es el precio justo.”

Durante la Era de Trujillo se usó mucho la “gritadera” para aludir a la queja que con disimulo expresaba la ciudadanía por los excesos en que incurría el régimen. Era un estado de ánimo de gran cantidad de personas que no podía expresarse abiertamente. Esa gritadera se usa también en masculino “gritadero”.

 

ROSTER

“. . .ni siquiera están en el ROSTER. . .”

Esta voz del título debe escribirse en cursiva por ser una voz extranjera. Se usa más en el español americano que en el peninsular. Hay más aún, se utiliza con mayor frecuencia en México, Nicaragua, República Dominicana y Venezuela que en otros países.

La razón para la frecuencia de uso en esos países es que en ellos se juega beisbol y esa voz entró al español de esos países procedente del inglés por medio de este deporte.

Ha de tenerse en cuenta que era, se insiste en el verbo en pasado, la “lista de los jugadores que componen un equipo”. Con esa definición aparece en Lengua y béisbol en la República Dominicana (2006:233).

¿Por qué se insistió en el verbo en el pasado? Porque en la actualidad esa voz ha expandido su campo semántico. Se empleó en la jerga beisbolera y de allí pasó al habla con el significado se “lista, listado”.

No debe olvidarse que el róster del beisbol era la lista de jugadores que elaboraba el mánager para cada partido y, en este se especificaba la posición que defendería cada uno de ellos, así como el orden al bate de estos. Esta explicación se asemeja a la primera acepción que corresponde a la voz en lengua angloamericana. En esta lengua se expandió el significado para cubrir cualquier lista, así como las personas mencionadas o comprendidas en esa lista.

Con acierto el Diccionario del español dominicano (2013:609) consigna la voz del epígrafe en tanto “alineación de nueve jugadores que forman un equipo de beisbol”. Podría argüirse que el equipo de beisbol es formado por más de nueve jugadores, por lo cual en la descripción que aquí se hace se especifica “para cada partido”.

En República Dominicana han expandido el significado de “novena” al añadirle una acepción a esta palabra para que signifique “equipo de beisbol”, Diccionario del español dominicano (2013:487). Este significado sale de que son (o eran) nueve los jugadores que se presenta(ba)n en la alineación antes de un partido de beisbol.

 

COLECTAR

“. . .los técnicos. . .COLECTARON como evidencia un arma blanca tipo cuchillo. . .”

Cada vez con mayor frecuencia se encuentra el lector con un uso del verbo colectar de la forma en que se constata en el texto reproducido más arriba. Este uso llega al español procedente del inglés.

Se examinarán aquí los significados del verbo colectar en español; así como del verbo to collect en inglés, para dejar bien claras las diferencias entre uno y otro.

En español el verbo colectar es un verbo pobre. Sí, se escribe pobre porque solo tiene una acepción. Pobre si se compara con el inglés lengua en la que posee siete acepciones si se cuentan las que son accesorias de las principales; esto es, cinco principales, más dos accesorias.

Oficialmente en español la acepción que existe para el verbo colectar es recaudar, es decir, cobrar dinero, lo que conlleva cobrar o percibir esos valores.

El uso ha sumado significados al verbo colectar que aun no han sido consagrados, por ejemplo “recoger o reunir” dinero o cosas. Esta significación va de acuerdo con el nombre colecta que se conoce en el español general para la recaudación de donativos voluntarios que por lo general se ofrecen para obras de bien social.

El nombre colecta se utiliza en español también para la reunión de los fieles cristianos en la iglesia primitiva para celebrar los oficios religiosos. Esta congregación no ha producido un verbo relacionado con el nombre colecta.

Las dos acciones que se mencionaron más arriba que no están oficializadas con el verbo colectar como su descriptor de la acción, sí figuran en lengua inglesa con ese verbo para describir la acción del agente.

En español existe el verbo coleccionar que se dedica a la reunión de cosas para formar un conjunto de cosas que pertenecen a una misma clase, como por ejemplo las colecciones de sellos o monedas.

El verbo colectar figuraba ya en el Diccionario de autoridades publicado por primera vez en el año 1716, (1963-I-408) y allí se lee, “Recoger, cobrar, recaudar las rentas o contribuciones impuestas sobre los bienes y haciendas”. Esta cita sirve para reforzar la idea de que en el español el verbo ha cambiado muy poco a través del tiempo.

Los dominicanos pueden recordar las famosas oficinas de recaudaciones de impuestos internos que se llamaban “Colecturías de Rentas Internas”, y, el famoso “Colector de Rentas Internas”; de allí (colectar) provenían esos nombres.

 

ALOJARSE – HOSPEDARSE – QUEDARSE

“…y durante una parte del año SE QUEDA en su vivienda. . . “

Este verbo, quedarse, es uno que el autor de estas apuntaciones considera muy feo. Se prefiere permanecer para los casos en que se continúa en un lugar por un tiempo.

En los casos en que la acción de permanecer en ese sitio conlleve la idea de residir allí, dormir, habitar en ese lugar, se favorecen otros verbos como los que figuran en el título, alojarse, hospedarse.

Algunos de estos verbos son más apropiados para algunos casos específicos que otros, sobre todo si la persona es recibida en casa ajena a la suya, o si la casa en que permanece es de su propiedad.

Una de las razones por la que no se simpatiza con el verbo “quedarse” para las acciones que representan los verbos alojarse y hospedarse es porque ese verbo criticado no sugiere que el sujeto (actor) come, duerme o ambas acciones en ese lugar o sitio. El verbo quedarse tiene mucho de detenerse y muy poco de todo lo demás sobre lo que se ha escrito más arriba.

© 2019, Roberto E. Guzmán

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

 

Acerca de la palabra lengua y sus significados

Cuando abordamos el tema “Nuestra lengua y sus intríngulis” tocamos de soslayo  el significado del vocablo /lengua/, observando  que además de  referirse al sistema de comunicación entre los seres humanos (idioma) designa también un órgano  biológico, no sólo de las personas. La primera acepción que aparece en el Diccionario para la palabra lengua es: “1. f. Órgano muscular situado en la cavidad de la boca de los vertebrados y que sirve para gustar y deglutir, así como para modular sonidos”.

Aparecen otras once definiciones y solo dos aluden  a la lengua como sinónimo de idioma. Helas aquí: 2. f. Sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura. 3. f. Sistema lingüístico considerado en su estructura. 4. f. Vocabulario y gramática propios y característicos de una época, de un escritor o de un grupo social. La lengua de Góngora. La lengua gauchesca.

Les presento un grupo de expresiones  relativas al uso del término lengua, en las que aparecen indistintamente el concepto físico (lengua órgano) como el abstracto (lengua igual idioma).  Han sido tomados del Diccionario de la lengua española. Veamos:

1-Lengua aglutinante. 1. f. Ling. Idioma en que predomina la aglutinación.

2-Lengua aislante, o lengua analítica. 1. f. Ling. lengua cuyos elementos léxicos y gramaticales son palabras aisladas unas de otras, como en el caso del chino y del vietnamita.

3-Lengua azul. 1. f. Veter. Epizootia contagiosa del ganado ovino, que a veces ataca también al bovino, producida por un virus específico y caracterizada por cianosis de la lengua, ulceraciones en la boca y cojera.

4-Lengua bífida. 1. f. lengua serpentina.  5-Lengua  cerval, o lengua cervina. 1. f. Helecho de la familia de las polipodiáceas, con frondas pecioladas, enteras, de 30 a 40 cm de longitud, lanceoladas, y con un escote obtuso en la base; cápsulas seminales en líneas oblicuas al nervio medio de la hoja, y raíces muy fibrosas. Se cría en lugares sombríos, y el cocimiento de las frondas, que es amargo y mucilaginoso, se ha empleado como pectoral.

6-Lengua de buey.  1. f. Planta anual de la familia de las borragináceas, muy vellosa, con tallo erguido, de 60 a 80 cm de altura, hojas lanceoladas, enteras, las inferiores con pecíolo, sentadas las superiores, y todas erizadas de pelos rígidos, flores en panojas de corola azul y forma de embudo, y fruto seco con cuatro semillas rugosas. Abunda en los sembrados, y sus flores forman parte de las cordiales.

7-Lengua de escorpión. 1. f. lengua serpentina. 8-lengua de sierpe.1. f. lengua serpentina.

9-Lengua de estropajo. 1. m. y f. coloq. Persona balbuciente, o que habla y pronuncia mal, de manera que apenas se entiende lo que dice.

10-Lengua de fuego.  1. f. Cada una de las llamas en forma de lengua que bajaron sobre las cabezas de los apóstoles el día de Pentecostés.2. f. Cada una de las llamas que se levantan en una hoguera o en un incendio.

11-Lengua de gato.  1. f. Planta chilena, de la familia de las rubiáceas, de hojas aovadas y pedúnculos axilares, con una, dos o tres flores envueltas por cuatro brácteas. Sus raíces, muy semejantes a las de la rubia, se usan, como las de esta, en tintorería.  2. f. Bizcocho o chocolatina duros, alargados y delgados.

 

 

 

12-Lengua de tierra. 1. f. Pedazo de tierra largo y estrecho que entra en el mar, en un río, etc.

13- Lengua de trapo.  1. f. lengua de los niños cuando todavía no hablan bien.2. f. coloq. lengua de estropajo. 3. f. Cuba y Ur. Persona deslenguada, lenguaraz.

El asunto no termina, seguimos el domingo.

 

2

Gracias a los gentiles lectores que nos han comentado con agrado  la publicación del pasado domingo, basada en expresiones sobre el vocablo /lengua/, tanto  en el sentido de órgano anatómico como  en lo concerniente al sistema de comunicación verbal propio de los seres humanos.

Reitero que  las locuciones han sido tomadas del Diccionario de la lengua española. Veamos las de hoy:

14- Lengua de vaca. 1. f. Cuba. Planta de la familia de las liliáceas, originaria de África, de hojas alargadas, planas y carnosas, de color verde intenso o moradas y flores blancas. Su fruto es una baya de color rojo.

15-Lengua de víbora. 1. f. Diente fósil de tiburón, casi plano, de forma triangular y contorno serrado.  2. f. lengua serpentina.

16-Lengua del agua.  1. f. Parte del agua del mar, de un río, etc., que lame el borde de la costa o de la ribera. 2. f. Línea horizontal adonde llega el agua en un cuerpo que está metido o nadando en ella.

17-Lengua flexiva.  1. f. Ling. Idioma en que predomina la flexión. 18- Lengua franca.  1. f. lengua mixta, creada sobre la base de una lengua determinada y con la aportación de numerosos elementos de otra u otras, que usan especialmente en enclaves comerciales hablantes de diferentes idiomas para relacionarse entre sí.

19-Lengua madre.  1. f. lengua de la que han nacido o se han derivado otras. El latín es lengua madre respecto de la nuestra. 20- Lengua materna.  1. f. lengua primera que una persona aprende a hablar. 21- Lengua natural, o lengua popular. 1. f. lengua materna.

22- Lengua monosilábica.  1. f. Ling. lengua cuyas palabras constan generalmente de una sola sílaba. 23-Lengua muerta. 1. f. lengua que antiguamente se habló y no se habla ya como propia y natural de un país o nación. 24-Lengua viva.  1. f. lengua que actualmente se habla en un país o nación.25- Lengua sabia. 1. f. Cada una de las lenguas antiguas que ha producido una literatura importante. 26- Lengua santa. 1. f. hebreo. (‖ lengua semítica).

27-Lengua serpentina. 1. f. Persona mordaz, murmuradora y maldiciente. 28-Lengua viperina. 1. f. lengua serpentina. 29- Mala lengua. 1. f. Persona murmuradora o maldiciente. 30-  Malas lenguas. 1. f. El común de los murmuradores y de los calumniadores de las vidas y acciones ajenas. Así lo dicen malas lenguas.

31- Lengua signada. 1. f. lengua de signos o de señas. 32-Lengua sintética. 1. f. Ling. lengua flexiva. 33- Lengua tonal. 1. f. Ling. lengua que posee tonos.34-Lenguas hermanas.  1. f. pl.  Lenguas que se derivan de una misma lengua madre; p. ej., el español y el italiano, que se derivan del latín.

35-Media lengua.  1. m. y f.  Persona que pronuncia imperfectamente por impedimento de la lengua. Empezó a contar una noticia aquel media lengua.2. f. coloq. Pronunciación imperfecta. Empezó a contarlo con su media lengua.

36-Segunda lengua. 1. f. lengua que se aprende después de la materna. 37- Aflojar la lengua. 1. loc. verb. coloq. Cuba y Ven. írsele la lengua. 37- Andar en lenguas.  1. loc. verb. coloq. Ser con frecuencia objeto de conversaciones, o de habladurías y murmuración.

38-Atar la lengua. 1. loc. verb. Impedir que se diga algo.  39-Buscar la lengua a alguien. 1. loc. verb. coloq. Incitarlo a disputas; provocarlo a reñir. 40- Con la lengua fuera, o afuera, o de un palmo. 1. locs. advs. coloqs. Con gran cansancio o esfuerzo. 41- Darle a la lengua. 1. loc. verb. coloq. Hablar mucho.

42- Darse la lengua dos o más personas. Dice el Diccionario académico que esta  locución  verbal, significa en  Cuba y República  Dominicana: congeniar, que es lo mismo que entenderse, llevarse bien.  Pero…dígame usted ¿se atreve a contradecir el Diccionario?

 

3

El empleo del vocablo /lengua/, referido al órgano anatómico, como símbolo de la expresión,  es decir equivalente a  lengua como sistema lingüístico, data de viejos tiempos. Como “de la abundancia del corazón habla la boca”, las actitudes y comportamientos de las personas se captan por lo que hablan.

De ahí la  denominación de los caracteres a partir de una tipificación de la lengua, en obvia referencia a ese inocente órgano que algunos identifican como “la sin hueso”.

Equívocamente  he creído  que la frase “La lengua es el castigo del cuerpo” es de origen bíblico, pero no es así. Lo que se puede asegurar es que la retórica religiosa  hace uso frecuente  de este dicho.

La  referida sentencia  empalma bien   con algunos extractos bíblicos, como esta apreciación del apóstol Santiago: “Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. ¡Pues qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!”. (Santiago, 3,5).

Que  “la lengua es castigo del cuerpo”  queda ratificado en el refrán que  reza: “La lengua habla y se esconde, el hocico es el que paga”, el cual encierra una amenaza para  comunicadores, predicadores, políticos y todo quien haga uso de la palabra  para censurar o denunciar  comportamientos viciados de los poderosos.

Las locuciones adjetivas “largo  de lengua” y “ligero de lengua” califican a  personas a partir de cómo  emiten juicios y opiniones sobre otras personas o sobre acontecimientos. La primera significa: “Que habla con desvergüenza o con imprudencia” y la segunda: “Que sin consideración ni miramiento dice cuanto se le ocurre o se le viene a la boca”. Todos conocemos  a alguien así.

A quien se le vaya la lengua no le ha ocurrido un trauma  en el órgano que lleva en la boca, sino que posiblemente haya hablado de más, pues esta locución  verbal guarda el significado de “escapársele a alguien palabras que no quería decir”.

Si de usted se dijera que “parece  ha comido lengua”, dese cuenta que está hablando  mucho. Una forma  de mi padre mandar silencio a sus hijos era comentar que “tienen flux de lengua”, vale decir que una persona habla mucho.

Lo contrario de lo anterior  sería “meterse la lengua” en determinada cavidad. O “morderse alguien la lengua”, que quiere decir contenerse en hablar, callando con alguna violencia lo que quisiera decir. Situación parecida es la de  “pegársele a uno  la lengua al paladar”, que deja dicho: No poder hablar por turbación o pasión de ánimo.

Sirven  para calificar a personas los siguientes usos metafóricos  de la palabra  lengua: a) ser alguien lengua sucia:   Condición de la persona dada al uso de  palabras groseras. b) sacar la lengua a alguien: Burlarse de él. Todos le están sacando la lengua. c)  tener alguien la lengua larga, o muy larga: Ser propenso a hablar de más y de forma inconveniente.

La expresión más sugerida por lectores de los artículos sobre este asunto publicados  los domingos 9 y 16 de junio ha sido, sin duda, “lengua de Máuser”, en alusión a un poderoso fusil  alemán diseñado por Paul Mauser en 1898, y fue el principal fusil de la infantería alemana en la Primera Guerra Mundial. Se denomina lengua de Máuser a personas cuyas palabras son disparos, capaces de destruir ánimos, voluntades y reputaciones.

Las personas con esta característica  descargan algo más que una pela de lengua. Que es algo así como caer en la lengua del doctor Ernesto Fadul. Lo único peor que Fadul coja a uno en su lengua  es ser atravesado por un lengua de mime, arma blanca muy delgada y filosa.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

SABER DE TILDES

28 / 05 / 2019

 

Continuemos el repaso por las tildes diacríticas de los monosílabos que, como leímos en la última Eñe, siguen estando donde estaban. Entre los monosílabos tónicos tenemos en la lengua española dos formas verbales a las que debemos poner la tilde para diferenciarlas de dos monosílabos átonos que coinciden con ellas.

Empecemos por la forma sé, que esconde más de una sorpresa. Puede tratarse de la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo saber: sé. Aunque saber es un verbo polisémico, la forma  siempre lleva tilde, independientemente de la acepción con la que se use. Puede referirse al conocimiento o la instrucción: Sé utilizar las tildes, Sé que estás practicando ortografía, Sé de los talleres de la Academia; o bien puede referirse al sabor y, aunque con esta acepción lo utilizamos pocas veces en primera persona, no está de más recordarlo: Acabo de bañarme en el mar y sé a sal. Para concluir, no olvidemos que corresponde también a la segunda persona del singular del imperativo del verbo ser: Sé inteligente y preocúpate por mejorar tu ortografía.

La tilde diacrítica en estas formas verbales tónicas de ser y saberlas diferencia del pronombre personal de tercera persona se: Se puso de inmediato a practicar con las tildes.

La segunda forma verbal tónica que lleva tilde diacrítica es dé, de la conjugación del verbo dar; la tilde la diferencia de la preposición de. Puede tratarse de la primera o de la tercera persona del singular del presente de subjuntivo: Me piden que dé un taller sobre ortografía, Le exigimos al diccionario que dé cuenta de todas nuestras palabras. Pero también puede responder a la segunda persona del singular de cortesía del imperativo, y esta nos sirve para concluir hoy: Dé usted lo mejor de sí y cuide las tildes diacríticas.

QUEDAN MÁS TILDES

04 / 06 / 2019

Las tildes diacríticas nos han mantenido afanados durante estas últimas semanas. Ya hemos repasado las que han desaparecido y también las que siguen en su puesto. Entre estas solo nos restan dos para ponerle la guinda ortográfica a nuestro pastel: aún y más.

Hoy nos vamos a centrar en el adverbio comparativo más, que, a pesar de su pequeño tamaño, acumula muchas acepciones. Con él podemos expresar el grado de comparación (Utilizar correctamente las tildes resulta más fácil de lo que parece); referirnos a la frecuencia o la intensidad de una acción (Practica más y pronto verás resultados); destacar la intensidad de una cualidad (¡Qué escritura más cuidada!); comparar cantidades (Existen más tildes diacríticas de las que pensaba; Con las tildes hay más certezas que dudas); o incluso destacar algo (Practico con las tildes, y más si son las diacríticas).

Como pronombre comparativo puede expresar que algo es más importante (En ortografía practicar es más que estudiar) o que hay más cosas (En ortografía siempre hay más). Más también puede tratarse del sustantivo que se refiere al signo de la suma o al que indica el carácter positivo de una cantidad (+). Y, por si esto fuera poco, funciona como conjunción que indica adición: Hay que calcular las vocales más las consonantes.

Todas estas posibilidades del más tónico lo diferencian del mas átono, conjunción adversativa equiparable a ‘pero, sino’ cada vez más restringida al uso escrito y formal: Nos embotellamos la ortografía, mas no la razonamos; No me refiero a todas las tildes, más solo a las diacríticas.

La polisemia, los variados significados de una misma forma, no está relacionada con el tamaño de una palabra; las tres letras del, solo en apariencia, humilde más nos reservaban muchas sorpresas. Respondámosle poniéndole su tilde cuando toca.

 

AÚN HAY MÁS

11 / 06 / 2019

Con la Eñe de hoy cumplimos con nuestro repaso por las tildes diacríticas. Solo nos queda tratar otra pequeña palabra de nuestra lengua, pequeña solo en tamaño: el adverbio monosílabo aun.

Si lo buscan en el Diccionario de la lengua española de la RAE notarán que, como lema, solo está registrado sin tilde. Pero el diccionario, si sabemos utilizarlo, siempre nos aporta más información. La parte inicial del artículo, además de registrar la etimología (procedente del latín adhuc), nos indica que este adverbio se escribe con tilde en las tres primeras acepciones.

La tilde diacrítica distingue en este caso no dos palabras distintas, sino acepciones diferentes de la misma palabra. La misma palabra es tónica o átona en la cadena hablada dependiendo de su significado.

Cuando este adverbio es tónico sus acepciones están relacionadas con el significado ‘todavía’; por eso el mejor truco para distinguir cuando se trata de la forma tónica es sustituirla por la palabra todavía. Auxiliémonos de los ejemplos y de las tres primeras definiciones que encontramos en la entrada del DLEAún no conocemos bien nuestra ortografía (‘todavía, hasta un momento determinado’); Nos resulta difícil y aún nos sigue interesando (‘todavía, no obstante, sin embargo’); Hemos aprendido mucho y seguimos aprendiendo aún más sobre nuestra lengua (‘todavía, con encarecimiento o ponderación’).

En cambio cuando este adverbio es átono sus acepciones están relacionadas con los significados de ‘siquiera’ o ‘incluso’: Aun (’incluso’) manejando bien nuestra lengua, nunca lo sabemos todo sobre ella, ni aun (‘siquiera’) una pequeña parte. Al menos tras esta serie sobre tildes diacríticas podemos tener la confianza de que nos hemos acercado aún más a ella, pero siempre con la seguridad de que aún no lo sabemos todo.

 

ELLO HAY

18/06/2019

Una polémica lingüística es materia prima para esta Eñe, sobre todo si los tuiteros invitan a @Letra_zeta a participar. La protagonista fue la forma neutra del pronombre personal tónico de tercera persona del singular: ello. Lo usamos en la lengua escrita culta actual para referirnos a oraciones o sustantivos que ya hemos mencionado: Me aficioné a la lectura y ello mejoró mi ortografía. En este mismo registro funciona también como término de preposición: Quiere escribir correctamente y trabaja mucho para ello. El paso del tiempo y los cambios han ido limitando sus funciones. Por ejemplo, su uso como sujeto es raro incluso en la lengua culta escrita: Se considera un buen hablante. Ello lo anima a seguir aprendiendo.

¿Y el uso dominicano de ello? Entre los usos del español clásico que se han perdido está el ello en función de sujeto expletivo con valor expresivo. Sin embargo, en el español de la República Dominicana sigue usándose en oraciones como Ello parece que va a llover. Así mismo se usaba ello como sujeto de haber y otros verbos impersonales, y así se mantiene en el español dominicano en oraciones como Ello hay azúcar o Ello hace calor.

Estamos, por tanto, ante la pervivencia de formas clásicas del español general en la variedad dominicana del español. ¿Quiere esto decir que este uso es correcto? Lo fue en su día en todo el español, hace ya largos siglos, pero en la República Dominicana, a pesar de su mantenimiento, está considerado como vulgar.

Como colofón volvamos a los clásicos y sirvámonos de un ejemplo de El discreto de Baltasar Gracián recogido en la Nueva gramática de la lengua española: «Ello hay tales caprichos en el mundo», como aquellos con los que nos sorprende nuestra lengua todos los días.

Salmo crudo

Por Sandra Berroa

 

Mi corazón sobre los huesos de la noche.

Una noche sin rostro; huérfana. Cansado de tan roja espuma.

Cubierta de abrojos ciñe tu frente la voluble brisa. 

Somos mutua presa de las amarguras blancas. 

Yo que llevo tantas rumbas en el alma no supe preverte.

No imites ¡por dios! nunca mi alma. 

 

¡Venid a orar sobre mi pecho en flor, orad sobre el idilio y el hastío!

 

Pósate ahora que la luna se asoma a mis cuencas. 

Deshabítame, paloma salada; soy puente, soy tiempo.

Salmo crudo sobre tus palmas.

Una gota de carne y hueso. 

 

Para morir en este instante de lluvia, para llover a cántaros.

…y olvidarnos.

Reseña del Diccionario fraseológico del español dominicano

Por José María Santos Rovira

Academia Dominicana de la Lengua Diccionario fraseológico del español dominicano. Santo Domingo: Editora Judicial S.R.L., 2016. 626 pp. (ISBN: 978-9945- 9001-4-9)

En 2016 fue presentado en la sede de la Academia Dominicana de la Lengua, en Santo Domingo, el Diccionario fraseológico del español dominicano, una obra que es todo un hito en la lexicografía fraseológica. Aunque es cierto que circulan por el mundo editorial diccionarios fraseológicos de variada autoría, esta obra se ha convertido en la primera en ser redactada y publicada por una Academia de la Lengua Española. Hace varios años, concretamente en 2014, el Pleno de directores y presidentes de las academias que constituyen la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) aprobó el proyecto de elaboración de un Diccionario fraseológico panhispánico (DFP), pero esta es una iniciativa que, aunque ambiciosa, está lejos de concluir, ya que la primera reunión de su consejo científico tardó tres largos años en celebrarse, exactamente el pasado 24 de octubre de 2017, por lo que podemos esperar que su publicación no verá la luz hasta dentro de varios años. De esta manera, el español dominicano se convierte en la primera variedad dialectal de la lengua española en poseer una obra lexicográfica académica dedicada específicamente a su fraseología, parte importantísima del acervo lingüístico de cualquier pueblo, ya que sus “voces y expresiones perfilan una identidad lingüística” (ix). Más aún, el espíritu de trabajo de la Academia Dominicana de la Lengua no acaba en esta obra, ya que, tal y como expresa su director, este volumen “recoge cuatro de las idiolexías principales (locuciones, frases, adagios y giros), ya que dejamos para otro diccionario las expresiones paremiológicas (refranes, proverbios y máximas) que, Dios mediante, emprenderemos a su debido tiempo” (xv). Esperemos que dicho tiempo llegue en breve. Los redactores de este diccionario son Bruno Rosario Candelier (director de la Academia Dominicana de la Lengua, Miembro Correspondiente de la Real Academia Española y de las Academias Norteamericana, Filipina y Puertorriqueña de la Lengua Española, Premio Nacional de Literatura, ensayista, crítico literario y creador del movimiento literario interiorista), Irene Pérez Guerra (antigua profesora de la UASD –Universidad Autónoma de Santo Domingo–, Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Lengua y de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española), y Roberto Guzmán (Miembro Correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua). Su trabajo ha sido apoyado por un grupo de fieles colaboradores (Teresa Ayala, Lourdes Reyes, Mariela Guzmán, Mikenia Vargas, Perla Guerrero, Rita Díaz, Karla Tejeda, Inés Méndez, Valentina Flaquer y Francisco Rosario), así como revisado por Ruth Ruiz y diseñado por Miguelina Frith y Francisco Ubiera. Un extenso equipo que ha sabido llevar a cabo un ambicioso proyecto.

El Diccionario fraseológico del español dominicano consta de 626 páginas (40 correspondientes a la introducción –presentación, agradecimientos, recomendaciones de uso, objetivos y destinatarios, características, macroestructura, lematización y microestructura–, 538 al diccionario propiamente dicho y 48 a la bibliografía). La obra recoge las expresiones fraseológicas usadas en la República Dominicana, independientemente de que las mismas sean específicamente nacionales o sean compartidas también por otras variedades dialectales. Es destacable que, tal y como ocurre con la anterior obra lexicográfica de esta Academia, el Diccionario del español dominicano (2014), su orientación no sea normativa sino descriptiva, mostrando las diferentes expresiones que forman parte del habla dominicana, de la forma en que son utilizadas en el día a día. Esta orientación implica la transcripción frecuente de las expresiones sin tener en cuenta criterios ortográficos, sino mostrando lo que realmente se oye en las calles, como ocurre con “dar pa’abajo” y “ser un relambío”. Si hay un aspecto verdaderamente inmerso en la cultura de cualquier país es, precisamente, su gastronomía, y la Academia Dominicana de la Lengua ha querido mostrar este componente en su obra, incluyendo frasemas con componentes léxicos de la cocina local: la piña (“estar la piña agria”), el mango (“coger los mangos bajitos”), el ají tití (“guapo como ají tití”), la yuca (“guayar la yuca”) o la auyama (“el corazón de la auyama solo el cuchillo lo sabe”). Muchas otras unidades fraseológicas incluidas remiten a platos típicos del lugar: el mangú (“volverse un mangú”), el mondongo (“enamorarse por el mondongo”), el sancocho (“echar agua al sancocho”), o el yunyún (“hacer un yunyún”). Curioso resulta también encontrar que, para expresar determinados conceptos, podemos encontrar frasemas diferenciados en función de la variedad dialectal de que se trate pero, al mismo tiempo, teniendo ambos como referentes elementos propios de la gastronomía local: “mandar a freír plátanos” (“mandar a freír espárragos”), “auyama no pare calabaza” (“no pedir peras al olmo”), “ser tarde para ablandar habichuelas” (“dar las uvas”), “ser caco de ñame” (“ser un melón”), o “a falta de pan, casabe” (“a falta de pan, buenas son tortas”). La misma inmersión en la cultura y el vocabulario local es necesario para comprender las locuciones que incluyen términos provenientes, no de la lengua española, sino de lenguas indígenas americanas o incluso de lenguas africanas, componentes ambos del léxico dominicano, como: “darle a la bemba”, “dar el golpe de bibijagua” o “tener guararé”.

Original es también la forma en que transcriben la multitud de anglicismos que son de uso tan frecuente en el español dominicano: “dar apdéit” (update), “dar un breik” (break), “ser un cáchup” (ketchup), “tener un daun” (down), “quedarse en estambai” (stand by), o “tener páuer” (power). Pero no solo se transcriben originalmente expresiones del inglés, ya que el francés también es transcrito con los mismos criterios, como ocurre con “butik” (boutique) y “fua” (foi). Los anglicismos abundan en la fraseología dominicana, pudiendo encontrar en las páginas de esta obra expresiones como: “ser un brain”, “si no es un buen récord, es un buen average”, “flay al cácher”, “pedir más que un cácher” o “dar chance”. Como conclusión, el Diccionario fraseológico del español dominicano es una obra hecha con rigor y con un profundo conocimiento de la materia a tratar. La Academia Dominicana de la Lengua ha conseguido convertirse en la primera institución en recoger el amplio y rico acervo fraseológico de su nación en una obra amena e ilustrativa que, sin lugar a dudas, ampliará nuestro conocimiento del español dominicano.

José María Santos Rovira, Universidad de Lisboa (PORTUGAL), jose.rovira@campus.ul.pt