Al arribar al 92 aniversario de la fundación de la Academia Dominicana de la Lengua, dedicada al estudio del buen decir, la junta directiva organizó un Coloquio de la Lengua en la sede de la corporación, dirigido a profesores y estudiantes de letras de nivel universitario. La jornada cultural se desarrolló en dos sesiones de trabajo: la matinal, sobre la obra de los académicos Manuel Rueda y Maximiliano Arturo Jimenes Sabater, con la participación de Manuel Núñez Asencio, quien habló del “Aporte lingüístico de Maximiliano Arturo Jimenes Sabater”; y José Enrique García, que presentó “La creación literaria de Manuel Rueda”. Bruno Rosario Candelier comentó el aporte lingüístico y literario de los susodichos académicos dominicanos.
En su turno, Manuel Núñez enfocó el aporte lingüístico de Maximiliano Arturo Jimenes Sabater, y dijo que cuando era estudiante en la Universidad de Paris se enfrentó con los estudios que había escrito Max Arturo Jimenes Sabater. Tenía que explicar la obra de un lingüista y escogió como tema de su disertación el libro Más datos sobre el español de la República Dominicana, de este académico dominicano, y algunos artículos publicados en revistas. Se propuso demostrar que su país tenía intelectuales que se ocupaban de estos menesteres y lo hacían con base lingüística, porque durante años lo que se publicaba en los periódicos y revistas de Francia eran malas noticias y para sus compañeros, su país era un retablo de dictadores, corrupción y pobreza en donde, desde luego, no había lingüistas ni pensadores ni escritores.
El lingüista y académico dominicano expresó que la obra de Max Arturo Jimenes sirvió para devolverle credibilidad entre sus compinches y, desde ese momento, veían con interés lo que publicaba el escritor, convertido en su “ángel de la guarda”. Ponderó la obra Más datos sobre el español de la República Dominicana, de 1975, inspirada en El español en Santo Domingo, de Pedro Henríquez Ureña.
Destacó que el propósito de Arturo Jimenes era hacer un estudio centrado en el habla dominicana. Sus cuestionarios y su mapa geográfico desgajaban una estampa sincrónica de los fenómenos de quienes representaban las características del español dominicano. Sus conclusiones extraídas de trabajos de campo subrayan varios fenómenos, como la emisión de la s en las diversas posiciones, la relación de las vibrantes simples y dobles, la neutralización de esas vibrantes, el cambio de r y l por i en el español cibaeño, y por l en el español sureño, el alargamiento de hiato en los diptongos, etc.
Desde el punto de vista morfológico, Núñez Asencio señaló que Jimenes Sabater observó hace más de 40 años la pérdida de la s, de la d, la doble negación y afirmación. Ejemplificó cada uno de los puntos enfocados en su disertación: “De alguna manera, el camino que desglosó Jimenes Sabater dejó abiertas las faenas de la investigación lingüística dominicana sin plantearse la idea de que se trataba de un esfuerzo concluyente, porque él tenía la humildad de los pioneros. Se empeñó en plantar la simiente para que otros se propongan levantar la cosecha”, dijo Núñez Asencio.
Nuestro reconocido académico resaltó que en Max Arturo se habían desplegado las vertientes de la investigación de campo, exfoliada por los estudios de población, con entrevistas, indagaciones sociológicas y mapas lingüísticos. Pasó del examen descriptivo de la lingüística clásica y del comparatismo hasta convertirse en un sociolingüista moderno.
Sobre Max Arturo Jimenes Sabater, nuestro intelectual y ensayista dijo que este grandioso lingüista tenía una formación exquisita porque venía de un hogar de intelectuales formados en Paris, Londres y Madrid, y se dedicó a la formación de investigadores, a la enseñanza de la lingüística y al estudio del español dominicano.
Maximiliano Arturo Jimenes Sabater (1946-1998), graduado en filología románica por la Universidad Complutense de Madrid, autor de la obra Más datos sobre el español de la República Dominicana (1975), fue miembro numerario de la Academia Dominicana de la Lengua, ejerció la docencia en la Universidad Católica Madre y Maestra y otros centros docentes y contribuyó a renovar y motivar los estudios sobre nuestra lengua.
En la segunda parte de esta jornada literaria, al presentar la ponencia “La creación literaria de Manuel Rueda”, José Enrique García contó que fue gran amigo del poeta, novelista, ensayista, académico y crítico literario. Explicó que Rueda fue un intelectual eminente, espléndido e inteligente, por lo que no admitía la mediocridad. Fue un hombre del Renacimiento, pues lo sabía todo y estudiaba lo que no sabía. Comentó que Manuel Rueda siempre tuvo una actitud abierta para acercarse a los grandes modelos de literatura. El último libro de Manuel Rueda, Luz no usada, da constancia de la verdadera poesía y los grandes creadores de nuestra lengua: san Juan de la Cruz, fray Luis y santa Teresa de Jesús.
José Enrique García dijo que ha escrito más de doscientas páginas sobre la obra de Manuel Rueda, del que considera que es uno de los grandes maestros del país.
También habló sobre la simbología en Bienvenida y la noche, novela de Manuel Rueda, y afirmó que esa obra es una de las mejores novelas dominicanas. Consideró que es la mejor novela que se ha escrito sobre Rafael Leónidas Trujillo:“Bienvenida y la noche narra el fluir de la memoria de un niño (Manuel Rueda), ya adulto, prácticamente en los tramos últimos de la vida. La obra presenta un reencuentro con la tierra que lo vio nacer, Montecristi, que a su decir constituyó el centro de su creación. Además narra cuando Trujillo era brigadier”, comentó el secretario de nuestra Academia.
Subrayó que el título de esta obra constituye un perfecto símbolo y, por tanto, está lleno de significados y sugerencias. “Bienvenida es lo que llega, no la mujer, y la “noche” es Trujillo que va arropando al país”. Contó que Bienvenida y la noche se construye con dos asuntos centrales: el baile y la boda. Sobre esos dos ejes se mueven motivos y personajes, que el narrador recrea y proyecta en lo que narra: las premoniciones, lo que caería sobre el pueblo de Montecristi, el país y más allá.
Sobre los personajes de la obra, aludió a que todos, los de alto rango y de contexto común, provienen de la vida real. Desde el autor hasta el pueblo son personajes familiares, salvo Trujillo y los padrinos de la boda: “Bienvenida, Luisita, doña Eustasiana, doña Emiliana, el abuelo, el padre González, Sully, Porfirio, Leticia, Consuelo, Grecia, Ana Lidia, Inés, Rosita y Manolo, todos esos personajes están vinculados por la sangre”, dijo.
Reiteró que los personajes proceden de la experiencia del novelista, pero que en el tejido narrativo pierden esa categoría y adquieren la naturaleza de la ficción. El pueblo constituye un personaje esencial en la novela. Dijo que Bienvenida y la noche es una obra encantadora, fácil de leer y muy dominicana. Mereció el Premio Nacional de Novela.
Manuel Rueda González (1921-1999), narrador y poeta del movimiento de la Poesía Sorprendida, Premio Nacional de Literatura, autor de numerosas obras literarias, entre las que sobresale Retablo de la pasión y muerte de Juana la Loca (1996), premiada en Madrid, y miembro numerario de la Academia Dominicana de la Lengua, fue uno de los grandes creadores y analistas de la literatura dominicana.
La labor de la ADL confiere dinamismo, presencia y continuidad a la labor realizada para procurar el desarrollo lingüístico y literario de los dominicanos. El trabajo mancomunado de los académicos de la lengua ha hecho posible ofrecer al país varios diccionarios y textos lingüísticos y literarios de gran valor formativo. También conviene resaltar la realización de múltiples actividades culturales, de estudio y promoción lingüística y literaria, concebidas para enriquecer el acervo intelectual y estético de nuestros hablantes, entre los que suelen acompañarnos maestros y estudiantes de diferentes centros educativos del país.
Santo Domingo, Ciudad Colonial, ADL, 15 de octubre de 2019.