La Academia Dominicana de la Lengua puso en circulación la novela El degüello de Moca, de Bruno Rosario Candelier, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Recinto Santo Tomás de Aquino de la capital dominicana.
El acto de presentación estuvo encabezado por el autor de la novela y los académicos Rafael Peralta Romero, Manuel Núñez Asencio y Camelia Michel, quienes ponderaron los atributos de la novela, destacando su valor literario, su dimensión sociocultural y su vertiente histórica, ante la presencia de miembros de la Academia Dominica de la Lengua, así como estudiantes y profesores del Departamento de Estudios Generales de la PUCMM.
La obra aborda la fundación y la trayectoria histórica de Moca antes y después del degüello, infausta tragedia que ocurriera el 3 de abril de 1805 en el templo Nuestra Señora del Rosario de Moca, cuya trama recrea la vida de esa valiosa comunidad cibaeña.
Rafael Peralta Romero inició su ponencia con la observación de que los escritores con la iniciativa de recrear un hecho histórico tienen uno de los retos más riesgosos: “La primera exigencia de la historia consiste en que los sucesos narrados se apeguen a la verdad, y que quien los ha trabajado disponga de pruebas”. El periodista explicó que, a pesar de que las novelas narran hechos ficticios, sus personajes y anécdotas deben proceder de la realidad, agregando que el trabajo más cómodo para un novelista, es el de crear su obra a partir de realidades que podrían ser moldeadas: “El trabajo del novelista es comparable al del escultor. Pues este artista toma un trozo de metal, o de piedra, o de madera y lo somete a su soberano poder creativo para entregarlo convertido en una obra de arte, en muchos casos, capaces de perpetuarse en el tiempo”. El narrador de Miches explica que a los novelistas les gusta trabajar con material histórico para novelarlos mediante la inclusión de los recursos que la técnica de escribir les facilita.
El presentador comentó que Bruno Rosario Candelier organizó su novela en tres partes divididas en trece capítulos: “La primera parte, titulada nacimiento de la villa, es de carácter fundacional, y guiado por la intuición, el autor reconstruye la historia de la fundación de Moca, con ayuda de su imaginación. A los detalles elementales de un grupo de hombres cortando maderas para edificar chozas, y buscar en el bosque frutos para la alimentación, el autor le adiciona un elemento capaz de espantar la menor señal de aburrimiento: el baño de Margarita Jiménez bajo la luz de la luna llena: “El fulgor de su cuerpo, rutilante como la luna de esa noche, revelaba la armoniosa forma de su figura. Sus pechos túrgidos y ovalados destilaban polen de estrellas en sus picos de oro. Su pelo chorreaba sobre su espalda una cascada de lluvia”. Añadió que el autor de la obra se vale del personaje de Juan Francisco, joven a quien su abuelo recomienda dejar el trabajo agrícola y dedicarse a las letras, y quien, a su vez, sirve como cronista de la historia de Moca, la cual refirió en dos vertientes. Peralta Romero explicó que la historia de la Villa de Moca refleja la biografía del autor, el cual es evidenciado en las lecturas de Juan Francisco, quien gusta de contar historias y que lee a san Juan de la Cruz y a Heráclito, y como bien dice Juan Francisco: “Todos los hombres, sin excepción, tienen el poder de la intuición, que es una gracia espiritual para entender el sentido de las cosas y, en tal virtud, ese atributo forma parte de lo que Heráclito llamaba Logos, nombre con que el pensador presocrático denominó a ese poder de la conciencia, que la concebía como una energía sagrada para reflexionar, intuir y crear”.
La segunda parte de la novela lleva por título “Sangre en el templo”, y es aquí donde se encuentra el clímax de la obra. En estos textos se incluyen fragmentos de narraciones en la que otros autores cuentan los sucesos ocurridos el 3 de abril de 1805, en la entonces naciente Villa de Moca. Y en la tercera y última parte, “Reto de la Mocanidad”, hace énfasis en el compromiso de la comunidad por la reconstrucción del templo, borrar los vestigios del degüello y restaurar el ambiente colectivo.
En su turno, Camelia Michel explicó que el degüello de Moca es un suceso que esta novela tiene por objeto rescatar, luego de muchos años de pretendido olvido o disimulo: “Dicha masacre constituye uno de los episodios más dolorosos y menos conmemorados”. La poeta y académica declara que dicha obra plantea que los ataques fueron dirigidos contra la población blanca del Santo Domingo Español, comentando que la ofensiva haitiana contra la parte oriental de la isla, a principios del siglo XIX, al no poder contender con los franceses, se retiran hacia el oriente de la isla, tomando represalias en la población civil del Cibao. A lo que añadió que este hecho ha sido la primera limpieza étnica de la que se tenga referencia: “Esta novela llega como una clarinada que nos recuerda que no todas las verdades pueden barrerse, para luego ocultarse como polvo debajo de la alfombra. Hay acontecimientos y memorias que, al igual que fantasmas, resurgen para cobrar una deuda”, subrayó la periodista mocana. Camelia Michel explica que la narración no se queda en la fase de lamentación y la exaltación del rencor, con aprestos de venganza: “Más bien, el autor se empeña en describir la capacidad restauradora de la comunidad que, más allá de sus penas y rencores, reconstruye su templo, que fue fulminado por un incendio seguido del degüello. Restauraron casas e inmuebles quemados, y finalmente celebran, y prometen rehacer su vida más apegada a sus costumbres y fe religiosa”.
Al presentar su ponencia, Manuel Núñez Asencio valoró el uso de imágenes que adornan de poesía la narración, especialmente las descripciones del paisaje. Dijo que es notable que de los personajes surjan inquietudes espirituales y se evidencia una perspectiva interiorista.
Núñez Asencio analizó la novela desde la perspectiva histórica y del texto literario, y comentó algunas premisas para sustentar la veracidad de la historia que debe coincidir con la autenticidad del hecho real, para hacer de esta novela una obra válida: “La novela incluye cartas, cuentos orales, relatos historiográficos, cronología de los acontecimientos que la inspiran, un pasaje del cántico espiritual de san Juan de La Cruz, el “Soneto al Cristo crucificado”, de fray Miguel de Guevara, y un poema atribuido al mocano José Bretón. Esos pasajes dan cuenta de que la novela fue concebida en un borbotón de informaciones que constituyen el bagaje de la trama, en donde ha abrevado, de manera muy provechosa, el novelista”. Añadió el ilustre historiador y académico que la matanza no se limitó a Moca ni a Santiago, sino que se extendió por todo el territorio nacional.
El académico de la lengua explicó que El degüello de Moca se concibe en dos partes que se entrecruzan. La primera parte es una reconstrucción del nacimiento de la villa Nuestra Señora del Rosario de Moca, iniciada el 7 de octubre de 1751, nacida como poblado en los derredores de la iglesia, obra de doce apóstoles, que en una trashumancia decidieron fundar en territorio de anacahuitas, samanes, tórtolas y perdices, una nueva ciudad. Su ámbito se halla centrado en los primeros cincuenta años. Tradiciones, mitos, leyendas, historias, personajes. Nos tropezamos, pues, con una arqueología de la vida anterior a la matanza.
La segunda parte se halla conectada con el relato historiográfico. El macabro degüello emprendido contra la población de Moca el 3 de abril de 1805, los testimonios orales o escritos, las consejas transmitidas de padre a hijo e incluso los relatos heredados por los descendientes de los supervivientes de la hecatombe, tal el obispo Freddy Bretón, oriundo del tronco familiar de José Antonio Bretón y María Bueno, que salvaron sus vidas de la degollina porque quedaron disimulados entre la montaña de cadáveres.
En su intervención, el autor de la novela consignó este planteamiento para edificación de los profesores y estudiantes del recinto educativo:“Entender el sentido de patria y la vocación que nos motiva a darle continuidad desde nuestras raíces históricas, lingüísticas y culturales fue la motivación para escribir esta novela. Nosotros hemos heredado de España la lengua española y un conjunto de valores, principios e ideales que nos diferencian de otras culturas, como la haitiana; entonces, nuestra obligación es fortalecer nuestra cultura, desarrollar una conciencia de lengua, formarnos intelectual, cultural y espiritualmente para contribuir, no solo al desarrollo material, sino también educativo, moral y espiritual de nuestro pueblo. Y los que asumimos una carrera universitaria tenemos que tener también una conexión social con la realidad histórica, y eso implica una relación profunda, entrañable y consciente con la realidad que heredamos. Comenzando por el conocimiento de nuestro pasado y continuando por la proyección hacia el futuro; porque nosotros somos la continuación del pasado, y ese pasado hay que conocerlo. Si conocemos las raíces del degüello de Moca, podremos entender muchas manifestaciones del presente. Fíjense en lo que está aconteciendo con la presencia haitiana en la actualidad, pues si nos descuidamos, terminarán avasallándonos. No se trata de una actitud racista ni xenofóbica, sino de la defensa de nuestra soberanía, de nuestras tradiciones espirituales, de nuestros principios morales, de nuestra realidad ecológica con sus bosques y ríos, indispensables para mantener la integridad espiritual que viene de las raíces que sembraron nuestros antepasados”.
El autor de esta creación novelística agradeció a los académicos por su participación edificadora sobre su obra y pasó a interactuar con los participantes mediante comentarios e inquietudes de los presentes.
Santo Domingo, ADL/PUCMM, 5 de febrero de 2019.