Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

EFECTOS SECUNDARIOS

02 / 07 / 2019

La visita a la Feria del libro de Madrid para hablar sobre el Diccionario del español dominicano y sobre el léxico que los dominicanos aportan al caudaloso vocabulario de nuestra lengua común me deparaba una feliz y azarosa coincidencia. Durante unos diez días la Biblioteca Nacional exponía en la antesala del salón general de lectura el Códice de Vivar, único testimonio conservado del Cantar de mío Cid. Es un manuscrito humilde, de «factura modesta», como lo describe el folleto introductorio; un códice único que nos ha permitido leer una obra literaria única: el primer poema épico castellano conservado.

Lo extraordinario es que este códice único no se exhibe al público por razones de conservación. Después de estos diez días, volverá al silencio de su cámara acorazada en la Biblioteca Nacional, que permitirá que, aun sin verlo, se conserve esta joya literaria patrimonio de todos los que hablamos español.

Solo se permite el acceso a la sala a grupos limitados de veinte personas cada quince minutos. Impacienta la espera en la antesala, sabiendo que el Códice de Vivar está ahí mismo, a un paso. Franqueada la puerta, sorprenden sus modestas dimensiones, un pequeño ejemplar, en un pergamino ennegrecido y rugoso; setenta y cuatro hojas cubiertas por una letra maravillosamente legible abiertas por el episodio de la afrenta de Corpes. Y gracias al poder de la poesía, la buena poesía, incluso la escrita por allá por los siglos XII o XIII, la ternura y la humanidad de esas estrofas siguen brotando intensas y emocionantes.

En la escalinata de la Biblioteca Nacional mi hija y yo nos hicimos una foto para inmortalizar el momento. Mi cara, entre las lágrimas y la sonrisa exultante, muestra los efectos secundarios que produce el contacto con la magia de los libros.

TOPÓNIMOS Y ARTÍCULOS

16 / 07 / 2019

La Ortografía de la lengua española recuerda que los nombres propios que designan lugares (topónimos) «se caracterizan por no necesitar artículo para integrarse en un enunciado»: Soy natural de Santo Domingo de Guzmán. Sin embargo, no debemos olvidar que algunos topónimos incluyen el artículo como parte propia: La Vega, La Descubierta, Las Matas de Farfán, El Seibo, Las Terrenas, La Romana, y tantos otros grandes y pequeños. Aunque para algunos se haya puesto de moda la parejería de ir a *Terrenas o a *Romana, como si se ganara en distinción por el mero hecho de comerse el artículo sin piedad, el artículo no debe omitirse puesto que forma parte integrante del topónimo correcto. Si queremos respetar la ortografía recordemos mantener la mayúscula inicial de estos artículos propios del antropónimo, incluso cuando hay una contracción con las preposiciones a o deVoy a El Seibo el próximo fin de semana.

Los nombres propios de lugar se caracterizan porque exigen el uso de un determinante cuando van acompañados de un calificativo o de un especificador: El Santo Domingo de su juventud no se parecía a la capital que encontró a su regreso. Todos deseamos un Santiago más seguro. Los nombres de accidentes geográficos (ríos, mares, montañas, lagos, etc.) siempre requieren un artículo para su integración en un enunciado, aunque este artículo no forme parte integrante del nombre propio. En estos casos el artículo se escribe con minúscula inicial: Desde la muralla colonial vemos la desembocadura del Ozama en el Caribe. Si analizamos estos ejemplos nos daremos cuenta de que la estructura a la responden es siempre la misma: La desembocadura del (río) Ozama en el (mar) Caribe.

Los nombres propios de lugar y los artículos tienen una relación peculiar que conviene dominar. Lucirán mejor en nuestros escritos y demostrarán que conocemos su historia y que la respetamos.

ENFERMOS DE ANGLIPARLA

23 / 07 / 2019

A veces la línea entre la corrección o la incorrección en el uso de la lengua es muy sutil; tan sutil que podemos llegar a creer que estamos hablando o escribiendo correctamente en español cuando, en realidad, no es así. Es notoria nuestra pobreza léxica cuando embutimos anglicismos injustificadamente. Sin embargo, otros usos que no llaman tanto la atención denotan también poco conocimiento de la lengua española. La Fundéu BBVA lo ha diagnosticado en estos días: sufrimos de angliparla. Esta palabra procede la composición formada por el elemento compositivo anglo-, ‘inglés’, y del verbo parlar, que curiosamente suma a la acepción de ‘hablar’ el hecho de que sea mucho y sin sustancia. Y no, la Fundéu no se ha inventado la palabreja. Está incluida en el Diccionario de la lengua española desde 1983 con la acepción ‘lenguaje de quienes emplean voces y giros anglicados, hablando o escribiendo en castellano’.

Los préstamos crudos son más llamativos; los giros pasan más desapercibidos, pero basta que prestemos atención para descubrir que los hay «por pipá». Cuando decimos *Déjame saber si nos reunimos mañana podemos creer que estamos hablando en español, pero, en realidad, estamos usando una estructura del inglés maquillada de español. En español podemos decir Avísame si nos reunimos mañana. Algo similar ocurre con contorsionismo de *Llámame para atrás frente a la naturalidad de Devuélveme la llamada.

La abundancia de este inglés maquillado dice mucho, y no bueno, de nuestras carencias de lectura, del nivel de nuestra formación en lengua española y de la consideración en la que tenemos a nuestra lengua materna. Cada día tiene más sentido que enseñemos a valorarla como se merece. Y recuerden, en español las cosas *tienen sentido, no *hacen sentido.

 

Decir de las sombras

Por Marcio Veloz Maggiolo

 

Por debajo de las alfombras

había reflejos; trozos de soledad que se hicieron libélula

y proyectaron sombras infinitas.

El hombre, animado en su duda, fue mirando con pena

debajo de cada estandarte; emergían los contornos del mundo

y podía verse el triunfo de la muerte

sometida, cuajada de lujurias,

porque de sombra en sombra separada

el cuerpo, único, exhausto, apenas se movía.

 

 

Una sombra sin cuerpo; un latido metálico en la noche.

Sombreros que se mueven en el aire.

sin cabeza posible.

Esqueleto innombrable de todo lo invisible.

Se preguntan moléculas de duda, átomos de desidia

si un día seremos libres y tendremos la sombra para nosotros.

Responder esta duda sería algo así como

hacer revoluciones, levantar barricadas,

distorsionar el viento.

 

 

(Oigan la historia: con su gran fusil vino el rubio invasor

y se paseó de camino en camino, apresando las sombras;

antes había ya ocurrido) y realmente cascadas de tortugas

caminaban, caían, mientras

del lomo duro del Caracaracol

emergían otros seres;

estamos en la noche de todo,

cuando la sombra era pura y el aborigen era el dueño de

su sombra.

 

(Era la época en que la mar surgía desde una calabaza,

ahogando las penumbras)

Y estábamos en junio: los catastros paralizados,

las estadísticas agonizantes; los cómputos podridos,

los cables de prensa podridos también

insultando la sombra de los pueblos

cansados de miseria.

 

 

Y se levantó la primavera con sus amas

transidas… (Entonces el señor de polainas dijo: matad

a tantos  cerdos…)

Y así fue: los hediondos soldados de hojalata

(comiéndose su iguana todavía y pensando en los muslos

y los vellos negros de las doncellas que danzaban)

blandieron su tizona eyaculando a la vez que matando.

 

 

Ciguapas y cemíes huyendo en las montañas.

Y tras un largo siglo, negras sombras creciendo

y podridos maderos, allá en el mar, en donde peces

con acetileno

perforan los aceros de las aguas.

 

 

Miradme ahora: perturbado en la peste y en el cirio;

anonadado,

tronando con la furia de otros dioses,

almidonado, como una camisa, que prefiriendo el viento

parece de cartón, y ni se arruga.

Henos, los hijos de una sombra en otra. (Porque háis de

recordar que en 1606 comenzamos a vernos como otros;

por ejemplo: comprendimos que los buenos ingleses

eran «mejores»

que los españoles;

y hasta bebimos sangre de novilla,

y dormimos en pieles, y la sombra, debajo de la piel,

siguiéndonos de siempre,

como un perro en sí mismo desleído.

 

 

Ahora, siglos después, alquilamos las sombras,

alguien nos las obsequia, porque se hacen en grandes factorías

de los puertos ingleses y franceses, y norteamericanos.

La sombra tiene réditos,

préstamos la respaldan,

cubriendo los países de multinacionales, la sombra

ha encontrado su adusta geografía la explotación medida

y de progreso convaleciente.

¡Oh, preguntad al esclavo de los primeros tiempos si era mejor

su sombra que la nuestra!

Preguntadle al Barón del Cementerio; a la Silí, preguntadle

al viejo Yocahú, rey de la harina,

protector del veneno de la yuca.

 

 

Veréis que cada sombra es diferente;

exiguos mayorales en el tiempo

preguntan por el siglo de los siglos.

Estamos en el borde de un año y de otros años

y podemos pedir sombra a la sombra.

Mientras aventureros de la sombra caminan y proyectan

mecanismos de muerte, vamos pensando, vamos repensando

en los hijos de puta del ayer,

y en los hijos de perra del presente.

 

Quién de sombras se libra…

Quién de vida se libra.

Quién,

sólo el más puro.

 

Reflexión sobre la obra de Jit Manuel Castillo

Por Jacqueline Pimentel

 

Al abocarnos a expresar nuestro parecer con respecto al discurso de incorporación de Fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, como miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, titulado «De la palabra hablada a la palabra hablante: experiencia mística y poesía», quiero partir del epígrafe que consigna el autor del texto citado, al inicio de su trabajo, a saber:

Hay palabras que dividen y palabras que aúnan. Palabras que explican un todo desintegrado y palabras que transmiten su mensaje como un conjuro a la persona ‒no solo a su inteligencia‒ auditora. Las hay de origen artificial, susceptibles de arbitraria definición, y las hay que siempre fueron recién nacidas ‒no fabricadas‒, como un milagro; porque son regalos de Dios (aun cuando en boca humana) y no factura de los hombres. Hay palabras que aíslan y limitan. Otras que hacen transparecer en un solo objeto la total inmensa Realidad, menudas conchas en las que resuena el océano de la infinitud.1

Las razones en las cuales me apoyo para comenzar mi reflexión, son las siguientes: primero, el propio autor del artículo que revisamos dice que este epígrafe sintetiza la esencia de su trabajo, pues este aplica los postulados de Merleau-Ponty en su libro Fenomenología de la Percepción referente a los nexos existentes entre la experiencia mística y el lenguaje poético, razón por lo cual Jit Manuel asegura que “podemos afirmar que quien ha experimentado la vida en su dimensión mística y nos comparte su vivencia poéticamente, pasa de “la palabra hablada” a “la palabra hablante”. En segundo lugar, considero que este inicio deja claro que las ideas presentes en el artículo analizado tienen fundamento, no solo en la experiencia del autor, sino también en los estudios que acerca de esta relación existente entre la experiencia mística y el lenguaje, han sido objeto de análisis de acuciosos investigadores, los cuales cita en su ensayo.

En este ensayo, el lector podrá develar cómo la profunda experiencia mística que ha vivenciado el autor le sirve de soporte para erigir un entramado de significaciones que se traducen en sus “palabras hablantes”, es decir, en un nuevo uso de la lengua, donde las palabras adquieren o reflejan la autenticidad que emana de su ser, de su persona, en virtud de que al pronunciarlas pretende aportar al entorno que le rodea.

El doctor Castillo de la Cruz fundamenta sus planteamientos a partir de la observación metódica de su experiencia, de otros líderes espirituales o intelectuales que han transitado por el sendero de hurgar en su mundo interior, y, a la luz de los principios de la Divinidad, expresar el impacto que le produce su relación con la realidad, con todos los seres vivientes, con el Cosmos, con la Divinidad; entre los cuales menciona al chino Lao Tse, el maestro sufí Husayn Ibn Mansur (858-922) Al- Hallaj, y el sabio hindú Gandhi.

Pero, sobre todo utiliza la pesquisa documental, pues se apoya en numerosas citas y referencias de investigaciones rigurosas acerca del tópico que plantea en su texto.

Pude constatar que el autor de este ensayo se apoya mucho en las ideas de Merleau-Ponty, la siguiente referencia tomada del propio texto, es un claro ejemplo de que ese autor refleja el pensamiento del doctor Castillo de la Cruz, veamos:

“Esta constatación es la que lleva a Merleau-Ponty a diferenciar la palabra hablada de la palabra hablante. La palabra hablada es aquella que traduce expresiones ya adquiridas, la que nos llega en la envoltura vacía de un pensamiento ya expresado, porque se trata de una palabra ya constituida. La palabra hablante, en cambio, es aquella que es originaria y auténtica, la que expresa por primera vez una idea. Esta no repite o traduce un pensamiento preexistente, porque trae un pensamiento a la existencia”.

Para el autor de esta exégesis lingüístico-espiritual, es tan profunda esta vinculación entre la experiencia mística y el lenguaje que en una parte del texto podemos leer, lo siguiente:

“Así lo constata Jacques Maritain, cuando nos recuerda que: “La experiencia poética y la experiencia mística nacen cerca una de otra, y cerca del centro del alma, en los vivientes manantiales de la vitalidad del espíritu, pre-conceptual o supra-conceptual”.2

En su texto continúa profundizando en esta idea, para ello hace acopio de otra cita que refuerza la anterior, a saber:

“De ahí que, en términos lingüísticos, podamos sugerir la experiencia mística como un acto sintético de autor reflexión sin palabras, que se realiza en el espejo del propio ser. Cuando esto nos ocurre, irrumpe en nosotros la voz poética, y como sugiere Paul Fenton, “el habla transformada en silencio se (nos) convierte en luz, pensamiento, meditación y examen de conciencia”.3 

El doctor Jit Manuel concluye su reflexión, en torno a esta vinculación que existe entre la palabra hablada y la palabra hablante, asumiendo el postulado primordial de Mahatma Gandhi (1869-1948) cuando el sabio hindú, dice:

“Mi vida es mi mensaje”. Asegura que su anhelo mayor es convertirse o transfigurarse en las palabras hablantes que supongan significados auténticos y valiosos para quienes les rodean. Tal como expresa este fragmento tomado de Dogen Zenji (1200-1253): “Vaya a donde vaya, venga de donde venga, / el ave acuática pierde su rastro, / y sin embargo nunca olvida su camino”4.

  1. Karl Rahner, Escritos de Teología,Tomo III, Taurus Ediciones, Madrid 1961, p. 332-333.
  1. Jacques Maritain, La intuición creadora en el arte y la poesía. Kamleshdutta Tripathi, “De lo sensible a lo suprasensible: estética india tradicional: conceptos clave de rasa, dhvani y bhâva-anukirtana”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio. Op. Cit.,p. 90.
  1. Paul Fenton, “El silencio como modo de espiritualidad en la mística judía”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio…, Op. Cit., p. 42. En paréntesis es nuestro para hacer más coherente la oración.
  1. Citado por Javier Melloni, Voces de la mística,Op. Cit., p. 53.

En la voz del silencio de Jit Manuel Castillo

Por Luis Quezada

 

Un estudio de su poesía a la luz de

la teología y la mística

 

Teología mística en la lírica de fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, ofm.

 

Augurio

de una Palabra

que se resiste al silencio;

metáfora de la Luz

donde muere El poema

Con esta estrofa, cierra Yit Manuel Castillo de la Cruz, poeta místico de la Orden de los Frailes Menores (OFM), su poemario “EN LA VOZ DEL SILENCIO”, compuesto por 75 poemas, de los cuales el último da el nombre a su libro.

Un epígrafe de Octavio Paz, acompaña a este poema 75 de la obra en cuestión: “Damos vueltas en el vientre animal, en el vientre espiritual, en el vientre temporal. Encontrar la salida: el poema” (Octavio Paz, Hacia el poema).

Bruno Rosario Candelier, en su emblemática obra “La dolencia divina” (Pág.309) califica a Yit Manuel Castillo de la Cruz como “un genuino poeta” y “un auténtico místico”.

Como buen franciscano, dedica su obra “a San Francisco de Asís, con infinita gratitud, mi más auténtico Maestro en este itinerario espiritual, que va desde Ti hasta Ti: “Mi Dios y mi Todo” (Pág.19).

Esta obra de Yit Manuel Castillo de la Cruz fue merecedora del Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2018, otorgado por el Ministerio de Cultura de la República Dominicana.

Jit es autor de varias obras, pero desde mi óptica teológica, el trabajo de mayor envergadura es “La interculturalidad, un nuevo paradigma de evangelización” con un subtítulo provocador: “para un mundo postmoderno, plural y multiétnico”. Pero, “En la voz del silencio” constituye sin dudas, su mayor aporte como poeta místico. Entremos, pues en materia, desentrañando esta cantera místico-poética.

 

  1. El poeta siempre habla y utiliza la palabra porque viene primero del silencio:

“Vengo de vuelta del silencio” (Alborada, 97)

 

  1. Toda poesía es testimonio de un viaje del poeta hacia el interior de si mismo, donde el que entra no es el mismo cuando sale:

“Doy testimonio de mi;

quien entró al umbral del ocaso

no es el mismo que sale.  (Crepúsculo, 96)

 

  1. Ese viaje interior, enciende la vida de tal manera, que uno se transforma afectivamente y queda mudo, pues sobra la palabra:

Como la lumbre en la hoguera

me transfiguré en caricia

y he quedado sin palabras”. (Crepúsculo, 96)

 

  1. El poeta que viaja interiormente y se encuentra con el Absoluto, vive una experiencia mística que el poeta solamente puede traducir con esta expresión lírica:

“…ver mi rostro en Tus ojos” (Ocaso, 95)

 

  1. Hay un dilema en el poeta; el vive y habla por la palabra, pero cuando viaja profundamente por su interior y descubre lo inefable, lo único que puede hablar es el silencio:

“Mi mudez

no es el silencio cómplice

que se complace en el mal

ni el indiferente

de quien ya no se irrita…

 

  1. ¿Por qué callar?, titula Yit su poema 71 y responde en su última estrofa:

Porque me sobran las palabras;

lloro junto a Ti tu partida

y callo por respeto a Tu amor.

 

  1. La experiencia mística que experimenta el contemplativo no es permanente, sino variable, fluctuante, viene y se va; entra y sale; aparece y desaparece. El poeta lo expresa hermosamente:

“Como la ola

entre el mar y la arena

viene y se va sin motivo

así eres Tú:

te vas sin razón alguna

y así sin razón

es también como vuelves”.

 

  1. Queda pues, en el místico una “añoranza”, que hace sentir todo lo que mira, observa, toca y palpa, hasta el punto de que aquello que es pura materia inerte, le hace expresar un hálito de espíritu:

“Si cuando miras las piedras

les tiembla el corazón” (Añoranza,92)

 

  1. Por eso, para el poeta místico, todo su cantar es silente, aunque de vez en cuando lo balbuce con palabras, pues ante la voz de la palabra, él sabe que le gana en profundidad:

En el mudo silencio

de mi espacio vacío

te encuentro

sembrado en Ti

también soy la LUZ

aunque parezca Tu sombra

 

 

 

  1. Jit describe hermosamente su camino interior como un “viaje al abismo” en su hermoso poema 67, inspirado en una rúbrica del maestro Eckhart:

Quemo las naves de moradas y certezas…

Viajo al abismo sin formas…

 

  1. Y al final de este poema, traduce la experiencia que le pone en aquella encrucijada de la poeta mística cuando decía “vivo sin vivir en mi/ y tan alta vida espero/ que muero porque no muero”. Yit lo expresa a su manera:

Experimento cuanto somos

en el lento fluir de la vida

al hilo de la muerte

 

  1. El dilema del poeta místico es este:

De una Palabra

Que se resiste al silencio;

Y de un silencio que evoca una palabra que le exprese.

 

  1. ¿Por qué este callar de aquel que tiene el talento para hablar, para expresar la palabra? Yit lo expresa así:

“En el mudo silencio

de mi espacio vacío

te encuentro (Sin Palabras, 91)

 

  1. Y añade que la experiencia mística lo enraiza de tal manera en el Amado, que logra proyectarlo a pesar de sus limitaciones:

“sembrado en Ti

también soy la LUZ

aunque parezca Tu sombra” (Sin Palabras, 91)

 

  1. El poeta que es místico o el místico que es poeta, hace un viaje al Abismo, quema las naves de sus moradas y certezas, viaja hacia lo profundo del ser y experimenta algo insondable, al filo de la vida y la muerte:

“Quemo las naves de moradas y certeza

en un éxodo irreversible…

Viajo al abismo sin forma…

Experimento cuanto somos

en el lento fluir de la via

al hilo de la muerte”… (Viaje al Abismo, 90)

 

  1. Por vivir al filo de la mística, el poeta percibe cada vez más que su palabra, que por su propia textura es rebelde, se vuelve silente y que cada vez que intenta expresarlo, ya no le surge el poema:

Rebelde, la palabra

inasible, el sujeto

aguerrida, la preposición,

dócil, el verbo

preclara, la metáfora

oscuro, el símil

pulido, el verso

vibrante, el ritmo

consumada, la estrofa

condensado, el misterio

reverente, el silencio.

Fracasado el intento:

no surge El poema. (Palabra Silente, El Poema, p.89)

 

  1. Transparencia, su poema 65, es el mayor reflejo de esa “esencia abismal” donde se sumerge el poeta místico:

Quiero romper todas mis máscaras

y los espejos que la habitan.

Ir al fondo de la piel y de la sangre

que yace por detrás de los ojos.

Con los poros abiertos

transpirar Tu presencia

de dentro afuera y de dentro adentro

más hondo que el suspiro

donde se gesta mi anhelo (Transparencia, p.88)

 

  1. La hondura existencial que vive el poeta místico, le hace consciente de que algo se ha roto dentro de él, en esa búsqueda sin límites de una presencia consumada:

Algo de mi se marchó súbitamente

para no volver.

Te busco

en la playa sin arena

en el río sin orillas

en la ola que se hunde

en el beso sin labios.

Eres una presencia consumada

al otro lado de la vida. (Roto, p.87)

 

  1. El místico expresa poéticamente “la crudeza del barro” ante “el misterio del Eter”, como “alfarero del vacío” o “como arcilla sin corazón ni forma, literalmente hueca”.

 

  1. El místico hace que su poesía exprese toda una danza cósmica, como Jit Manuel lo hace magistralmente en “Icaro”:

Yo vi al sol pelearse con la luna

incendieando en su seno

a todas las estrellas

Yo sufría el hurto de la noche

y desde un rincón inédito del universo

Te añoraba en otro cielo estrellado. (Icaro, p.83)

 

  1. El místico, al acercarse a la llama del amor, se hace muy sensible por sus debilidades y caídas, por su fragilidad y debilidad, que solamente atina a clamar: Misericordia.

Mis caídas

aguaron Tus ojos:

era la lluvia.

Toqué mi propio fondo:

…lavado en sollozos.

Rocío en la tierra

el llanto en mis ojos

¡Misericordia! (Ahogado entre lágrimas, p.82)

 

  1. El dilema mayor que experimenta el místico es la dialéctica presencia-ausencia:

No es Tu presencia

lo que temo.

Es al dolor que persiste

cuando te marchas. (Temor de Dios, p.80)

 

  1. En “Mi dolor de Tu silencio”, el poeta expresa con palabras aquella presencia callada que aparece y se ausenta:

No guardo ya memoria de Tu voz:

solo recuerdo el eco de Tu ausencia. (p.80)

 

  1. El poeta ante el Misterio que contempla, tiene permanentemente presente su indignidad:

Solo quise ser hombre/ un pedazo de carne/ transfigurado en el dolor.

No he sido otra cosa/ que polvo que camina sobre el polvo.

¿Será también obra suya/ esta arcilla que soy? (Angel caído, p.79)

 

  1. El poeta se mira en el Misterio como en un espejo:

Me miro en Sus pupilas/ y no me reconozco. (Frente a mi, p.78)

 

  1. Eso le hace anhelar el vaciado de si mismo, para llenarme de esa Presencia que nos plenifica:

Déjame sin mi/ puéblame contigo.

A solas con el Solo/ en mi soledad todos caben.

¿De dónde esta Presencia/ que me deja tan ausente? (Plegaria, p.77)

 

  1. “Afasia”, su penetrante poema 53, comienza con el dilema del poeta que es místico:

Quisiera no tener palabras

Pero, ¿cómo detener este torrente/ de profundidades ocultas/ que revienta mis riberas? (p.76)

 

  1. La experiencia del místico esta muy bien expresada en el título de su poema 52: “entremos más adentro en la espesura”, y allí el ser del poeta se siente “seducida por la esperanza”. (p.75)

 

 

  1. El poeta místico experimenta su vivencia como un verdadero “retorno al origen”:

Como río que regresa del mar/ vuelvo al Origen. (p.74)

 

  1. Llega un momento, que el poeta se aleja de la palabra, porque quiere solamente “el silencio en los éxtasis”:

Torrente de palabras/en la cresta de la ola.

Y más adentro aún/ el absoluto silencio. (p.73)

 

  1. El místico entra en una relación íntima de miradas, donde uno se refleja y mira en el otro:

Por detrás de Tus ojos/ transparencia del misterio.

Por delante de Tus ojos/ el Tú que trasciende las miradas. (Dentro de Tus ojos, p.72)

 

  1. En su poema 48, “Danza cósmica”, “despertamos a otros mundos/apenas sospechados”. (p.71)

La frase de Plotino le sirve de inspiración:

“Y al danzar esta danza, uno ve la Fuente de la Vida, la Fuente de la Inteligencia, el Principio del Ser, la Causa del Bien, la Raíz del alma”.

 

  1. Su poema 47, “Contemplación”, es una verdadera joya lírica de lo que significa contemplar:

Contemplo/mi/soledad/en/tus/ojos/abismales.

Soy una chispa de amor/encendida en Tu mirada.

(p.70)

 

  1. La Contemplación nos transforma en un “NOSOTROS”:

Tú no eres Tú/ ni yo soy yo/ Somos otros, es decir:/ lo mismo. (p.69)

 

  1. Esta compenetración que efectúa la contemplación produce un verdadero “naufragio del lenguaje”, como expresa su poema 45:

Mirar la mirada/en una sola pupila./Visión y vidente:/ Sin recuerdos ni ausencias. (p.68)

 

  1. El místico vive una experiencia transformante tan intensa, que un poema de Jit, “Llamaradas”, lo expresa con una brevedad absolutamente cautivante:

Consumido en llamaradas,

Renacer como el fénix,

en la pira de Tus cenizas.

Oír mis propios gemidos

y deshelar mis entrañas

en Tu susurro de amor. (p.66)

 

Esto me hace recordar la belleza lírico-mística de Alfonsina Storni, en su poema “El divino amor”, cuando dice:

Te ando buscando amor que nunca llegas…

Sálvame, amor, y con tus manos puras,

Trueca este fuego en límpidas dulzuras

Y haz de mi leño una rama verde.

  1. Citando Jit a la mística Hadewijch de Amberes, ¿cómo se unen estas dos mitades del alma?, nos entrega el poema 43, donde el encuentro con el Otro es prácticamente una nueva recreación, una nueva obra de alfarería divina:

En un golpe de alas

para que no me hieran Tus caricias

poso mis labios en Tus manos.

Desdibujas mi piel con Tus dedos

para negar que fuiste Tú el artista

que me reesculpió con mis retazos. (p.66)

 

  1. El hontanar del místico ews la intimidad amorosa. Jit la describe con un lirismo estremecedor:

Solos, Tú y yo

frente a Frente

el Uno ante el otro.

sinceramente yo, simplementa Tú.

Frente a frente íntimos

sabiéndonos amados. (p.65)

 

  1. Para Jit, la mística es un éxtasis de “Mirada con mirada, alma con Alma:

Para ver a Dios donde está

cuando se mira en mi alma (p.64)

 

  1. Su poema 40 es una respuesta a la pregunta sobre lo que busca un místico:

gustar en la fuente sellada

el secreto del Amor. (p.63)

 

  1. “Remover astillas”, su poema 39, expresa que la experiencia mística conmsiste en dejarse escu4lpir para hacerse uno con Aquel que nos modela:

Quitar cuanto sobre para lograr la escultura

pulir en mí Tu imagen oculta.

Despertar en el cuerpo sin los sentidos

del Uno al Todo

y del Todo al Uno. (p.62)

 

  1. El poema 38, “Anhelo silente” expresa cuúl es el anhelo del místico:

Anhelo

ser en Ti palabra silente (p.61)

 

  1. Su poema 37, “Una ráfaga de ternura”, intenta responder a la célebre pregunta de San Agustín, ¿qué es lo que amo cuando yo te amo?:

Pronuncias mi nombre:

ardiendo vives y me haces vivir. (p.60)

  1. La dialéctica sonoro-silente que experimenta el místico, está muy bien expresada en su poema 36, de manera tal que el místico maneja dos lenguajes: el SONORO (¡Que hable la palabra!) y el SILENTE (¡Que hable el silencio!)

Arriba, sonoro,

Por dentro, silente. (p.59)

 

  1. La mística para Jit es un “misterioso batir de alas”, como denomina él su poema 35, que expresa lo que busca el místico, inspirado en una frase de Génesis 16,13, donde Agar dice: “No hay duda que he visto a aquel que me ve”:

Entre aleteos anhelantes

busco Tu rostro y Tu mirada (p.58)

 

  1. “Hay un ardor en el pecho”, su límpido poema 34, tiene una claridad y profundidad mística, que debemos escucharlo como si fuera una verdadera sinfonía mística:

Esa pasión no es mía

aunque me abrasa.

Viene de lo alto

y está muy adentro.

Es tan honda

que me trasciende.

Me devora y me funde.

Su misterio me habita

me posee y me integra.

Soy todo fuego

y Tú eres la fuente ígnea

que me enciende. (p.57)

 

  1. Su poema 32 articula lo que El es en mi y lo que yo soy en El:

Soy en Ti

Interioridad en expansión

Eres en mí

El pluriverso en vilo… (p.55)

 

  1. Para el ístico, la noche oscura se convierte siempre en alborada, como expresa su poema 30:

Ya no es lo mismo.

Todas mis noches se siembran de estrellas

Mi densa oscuridad

Está poblada de constelaciones.

Cierro mis ojos para sentirTe. (p.53)

 

  1. Aun en el sufrimiento, el místico experimenta el goce:

“Nos unimos en la alborada

Yo me derramé en lágrimas

Tú me acompañaste con el rocío. (p.52)

 

  1. Para Jit, la mística es un movimiento de acercamiento entre dos seres: “Voy desde ti hasta ti”, citando el autor a Benjamín González Buelta:

Entre tus cuencas me baño

y renazco entre tus ondas (p.50)

 

  1. Friedrich Nietzsche, citado por Jit, muestra en sus arrebatos de locura, lo que traduce mejor la experiencia mística:

¿Cómo fuimos capaces de bebernos todo el mar?

¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte?

 

  1. Quiero expresar ahora diferentes caras de la experiencia mística, traducidas por la lírica de Jit:

Primera cara: Venciste:

Forcejeas y me seduces…

Mis temores duermes serenos

en el corazón de Tu ser. (p.48)

 

Segunda cara: Identidad

Aprenderé a ser yo

sin dejar de ser Tú (p.47)

Tercera cara: Intimidad

Imploro Tu mirada

para verme en Tus pupilas (p.46)

 

Cuarta cara: Despertar

Quiero sentirme presente

para sentir Tu presencia

porque duermes en cada cosa

soñando que yo despierto (p.44)

 

Quinta cara: Deseo y vértigo

Me atenaza el vértigo de tu amor (p.43)

 

Sexta cara: Preguntas previas

¿Qué será de mí

Cuando seamos UNO en un abrazo transfinito?

¿Acaso, ya no sería yo

Ni Tú Aquel a quien tanto amo? (p.40)

 

Séptima cara: Germinando

Algo se abre paso en mi interior.

Se rompen cáscaras

de heridas ancestrales (p.38)

 

Octava cara: Gemidos interiores

Creo, amo, espero

entre gemidos interiores

que yo mismo desconozco (p.37)

 

Novena cara: Luz y Tinieblas

Soy luz intermitente

A veces

ilumino el movimiento de la noche

para esconderme de Ti.

Otras veces

nado entre tinieblas

perdido en las sombras

de Tus aguas

que me encubren. (p.36)

 

Décima cara: Ser en muerte

En la muerte (esto lo digo yo para construir con los versos de Jit la mejor definición del momento antropológico de la muerte):

¡todo mi ser

despierta a la Vida! (p.35)

 

Undécima cara: Metáforas

Al amanecer…

Al atardecer…

Al anochecer…

Despierto y te descubro luminoso

entre la vida y la muerte

danzando el cosmos

por fuera y por dentro. (p.34)

 

Duodécima: Paradoja

¿Puede una luciérnaga

ocultarse a la noche?

Tampoco yo puedo

esconderme a Tu misterio. (p.30)

 

Décimo-tercera: Ser hoguera

Anhelo ser hoguera…

Consumirme contigo

en un bosque maternal (p.29)

 

Décimo-cuarto: Oscura perplejidad

Cuando aparece mi amado, ¿con qué ojo he de mirarle?:

Me ves en el amor

Te veo en el deseo (p.27)

 

Décimo-quinta: Total desnudez

Pretensión de la nada:

abrazar al Todo y seguir viviendo.

Hambre infinita

en un saco de miseria (p.26)

 

Décimo-sexta: Síntesis del poeta místico

Más que palabra,

anhelo ser silencio.

Acalla mi voz

Para que alcance a testimoniar

cuanto siento y recibo (p.25)

 

Décimo-séptima: Espera ansiosa

Algún día

me abrazarás por dentro…

Aquilatarme en Ti, volcán incandescente (p.24)

 

CONCLUSIÓN: LA TOTALIDAD DE LAS PALABRAS

La mejor manera de concluir el poemario místico de Jit Manuel Castillo de la Cruz, es con su poema inicial.

WITTGESTEIN, el famoso filósofo del lenguaje y la totalidad de las palabras, nos enseñó una lógica que es certera en el camino de la conciencia mística:

Exterioridad…Palabra…Interioridad…Silencio…Misterio.

Jit, en su riqueza lírica, lo expresa así:

Gustar la PALABRA

En el silencio de todas las lenguas.

Aquella que ni se pronuncia ni se escribe.

La que balbucea el MISTERIO

Y lo hace presente. (P.23)

Estoy totalmente convencido, que ante la lírica mística de Jit Manuel, estamos delante de un gigante de la poesía y de un “buzo” de las profundidades místicas.

Ante el MISTERIO, la TOTALIDAD DE LAS PALABRAS tiene un nombre: LA VOZ DEL SILENCIO.

Sábado 22 de junio de 2019

 

De la palabra hablada a la palabra hablante: experiencia mística y poesía

Por Jit Manuel Castillo de la Cruz

 

Buenas tardes, Paz y Bien. Antes que todo, con un afecto indecible deseo sumarme a los saludos protocolares de quienes me han precedido en este podio.

 Hay palabras que dividen y palabras que aúnan. Palabras que explican un todo desintegrado y palabras que transmiten su mensaje como un conjuro a la persona no solo a su inteligencia auditora. Las hay de origen artificial, susceptibles de arbitraria definición, y las hay que siempre fueron recién nacidas no fabricadas, como un milagro; porque son regalos de Dios (aun cuando en boca humana) y no factura de los hombres. Hay palabras que aíslan y limitan. Otras que hacen transparecer en un solo objeto la total inmensa Realidad, menudas conchas en las que resuena el océano de la infinitud.[1]

He iniciado mi reflexión con este epígrafe de Karl Rahner porque forma parte de un artículo suyo que refleja la seriedad con la que este intentó articular la vocación sacerdotal con la poética y, sobre todo, porque es precisamente en esta frase donde este insigne teólogo distingue con mayor claridad y belleza las palabras que él denomina confeccionadas, útile o técnicas de las que él considera originales o protopalabras. Con lo cual me remite a los dos propósitos fundamentales que me llevaron a escribir este texto: el inmenso sentimiento de gratitud que ahora me mueve por esta doble vocación que se me ha dado y una profunda inquietud que desde hace muchos años me conmueve. A saber, la estrecha relación existente entre experiencia mística y lenguaje poético y su pertinencia para la sociedad en la que nosotros estamos inmersos. De ahí que este discurso, con el que me incorporo como miembro correspondiente de esta honorable Academia Dominicana de la Lengua, lleve por título: “De la palabra hablada a la palabra hablante: experiencia mística y poesía”.

En primer lugar, deseo engrandecer a Dios por la honda experiencia de sí mismo que me ha regalado y porque Él ha hecho posible que la valla bosquejando en mis libros Apócrifo de Judas Izcariote, En la voz del silencio, La interculturalidad, un nuevo paradigma de evangelización para un mundo postmoderno, plural y multiétnico y La Santísima Trinidad como misterio de comunión y de amor. En cada uno de estos escritos he intentado balbucir en mi limitado lenguaje una vivencia que ha trascendido todas mis limitaciones. Puro don inmerecido al que, sin embargo, todos estamos llamados, pues la fuente en la que he saciado mis ansias sigue ahí para quien en ella desee abrevar su más honda sed.

También quiero expresar mi más honda gratitud al Dr. don Bruno Rosario Candelier, presidente de esta ilustre Academia, a sus miembros de número y a sus miembros correspondientes, que han tenido a bien admitirme para formar parte de esta benemérita institución. Sirva este contexto para señalar que algo que para mí torna este acontecimiento inconmensurablemente más significativo, es el hecho de que no estoy aquí en mi propio nombre. Me siento parte de una pléyade de personas que me han precedido y que me sucederán. En mí confluye un pueblo con múltiples rostros y cualidades. Siento en mi ser a todos los franciscanos y los sacerdotes, a todos los escritores y los poetas, a todos los dominicanos y los villaduartianos. Más aún, estoy aquí en nombre del Dios de la vida, acogiendo otra de sus innumerables bendiciones, consciente de que esta no es más que una nueva oportunidad que Él me brinda para testimoniarlo entre mis ahora colegas académicos y literatos.

Ninguno de nuestros sueños sería algo más que un sueño si en el camino de la vida no nos cruzamos con personas que creyeron en ellos y en nosotros. Estoy cien por ciento seguro de que, si en algo he podido desplegar mis alas, se lo debo a cientos de personas que confiaron en mi capacidad para crear y volar. Para todos ellos va este ¡gracias! desde lo más profundo de mi corazón. Hoy todos están aquí, unos física y otros espiritualmente. Sirva también este hondo sentimiento de gratitud para honrar mi complicidad espiritual con la Dra. María de los Ángeles Mejía Pujols, mi sintonía intelectual con Nina Bruni Medaglia, Riamny María Méndez Féliz y Luce López-Baralt; mi afinidad literaria con quienes integran el Movimiento Interiorista y mi identificación afectiva con mis familiares y amigos, con los frailes con quienes convivo, con los hermanos de la Fraternidad Franciscana Evangelizadora y con todos los feligreses de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Villa Duarte, con quienes poco a poco me voy transformando en evangelio viviente, cual lo fue san Francisco de Asís, aunque más lentamente de lo que yo querría y de lo que pudiera esperarse.

No puedo terminar este apartado sin expresar mi más sincero agradecimiento a cada uno de ustedes que hoy nos honran con su valiosa presencia y compañía en este acto tan trascendental para mí como para el barrio de Villa Duarte, y espero que así también lo sea para esta cuna de nuestra lengua.

En segundo lugar, deseo compartirles mi preocupación con la urgente tarea que tenemos de recuperar el lenguaje en la época de la post verdad, en la que parecería que hemos perdido para siempre el valor de la palabra. Muy a menudo me pregunto: ¿cómo enfrentar las más nefastas consecuencias del totalitarismo lingüístico que actualmente padecemos y hasta qué punto la experiencia mística y su comunicación poética nos pueden ayudar a salir de este laberíntico encierro?

Todo parece indicar que la sociedad imaginada por George Orwellen su novela distópica 1984[2]para nosotros ya es una realidad irreversible. De hecho, actualmente nosotros vivimos sometidos a la Policía del Pensamiento descrita por él, dominados por los principios fundamentales de la nueva lengua que este autor nos propuso: la reducción del vocabulario para eliminar el pensamiento, la creación de eufemismos para impedir la disidencia y la imposición de un lenguaje artificioso que nos hace artificiales.

En nuestros días, la situación es más grave que en el régimen totalitario descrito por Orwell, porque en aquel tiempo era solo el Partido quien oprimía y vigilaba a sus ciudadanos, pero en la actualidad, más allá del control al que nos somete el Partido, somos nosotros mismos quienes nos auto-vigilamos y auto-oprimimos. No tenemos que ser superdotados para intuir la enorme prisión que nosotros nos estamos construyendo con la inmensa cantidad de datos personales que proveemos a los dueños de las Multinacionales que hoy gobiernan el mundo. Dígase, Google, Facebook, Instagram, Twitter, entre otras. Y no quiero detenerme en el deterioro del poder comunicativo que actualmente padece nuestra lengua por el uso arbitrario que de ella estamos haciendo en las redes sociales, nicho desde donde esta mala práctica se extiende a todos los demás ámbitos de la vida humana.

Nuestro encierro ya no es en el complejo sistema de telepantallas usado para el control y el adoctrinamiento en la novela de Orwellni en el Panóptico conceptualizado por Michels Foucault.[3]Nosotros somos prisioneros del lenguaje. Dado que hemos relativizado hasta el máximo posible la palabra empeñada y que nuestro léxico se ha reducido a su más mínima expresión, para muchos de nuestros contemporáneos sostener una conversación vinculante e inteligente parece una realidad tan inalcanzable como una quimera. Urge que todos nos preguntemos a fondo y con honestidad: ¿será que los seres humanos sumergidos en la era digital y en la época de las telecomunicaciones nos estamos idiotizando?; ¿será que el mundo virtual nos arropa de tal modo que estamos perdiendo la capacidad para establecer relaciones reales?; ¿será que nuestra obsesión narcisista con tantas trivialidades nos está llevando a extraviar el sentido de la vida?

Para salir de la agobiante cárcel de lo banal, necesitamos recuperar la densidad de la vida que a diario nos sorprende y la riqueza del lenguaje que nos permita expresarla. Aquí es donde para mí la experiencia mística cobra su más hondo significado y actualidad; y donde la poesía como su expresión más depurada revela su más elevado sentido y esplendor. Porque quienes han captado la hondura y la belleza de la vida y nos la comunican poéticamente, nos traen noticias ciertas del Fondo en que se sostienen todas las cosas y del Horizonte que las amplía.[4]

Realidad a la que alude Ludwig Wittgenstein en su Tractatus lógico-philosophicus, cuando nos conmina a desvelar lo indecible: “Hay, en todo caso, cosas inexpresables. Es algo que se muestra; es lo místico”,[5] y a hacerlo, por los senderos intransitados que él mismo denominó “los intersticios del lenguaje”, los laberintos que atravesamos para dejar atrás los lugares comunes, de modo que afloren en nuestro ser los inéditos versos de un genuino poetizar. Esto es, descubrir que lo que nos hace escritores, quizás no es otra cosa que este esfuerzo persistente por expresar aquello sobre lo que deberíamos callarnos. Nuevamente es Wittgenstein quien nos ayuda a clarificar cuanto queremos transmitir con esta intuición: “Lo que es posible decirse en absoluto puede decirse con claridad: y de lo que no puede hablarse, sobre ello hay que guardar silencio”.[6]Porque como formula Emilio Adolfo Westphalen: “Tal vez sea este empeño por obligar a las palabras a que digan lo que no estaban hechas para decir ‒el único elemento común‒ el parentesco que se establece entre los miembros de la hermandad poética”.[7]

La vida me ha ido enseñando que esto es posible si entramos en un silencio exterior, en un silencio interior y en un silencio relacional en el que se incuba una palabra nueva, aquella que es nuestra razón de ser en el mundo, la que solo nosotros podemos proferir. Dado que únicamente luego de este acallamiento interior podemos gustar la verdad de cuanto somos y de cuanto es el otro, prerrequisitos para abrirnos a una auténtica relación con nosotros mismos, con los demás, con el cosmos y con Dios.

Quien ha vivido una experiencia de esta naturaleza se debate entre el deber de articularla y el deseo de callarla. Así nos lo aconseja san Agustín de Hipona: “Tal vez el silencio fuera el único homenaje que el entendimiento podría dar a lo inefable; pues si algo puede expresarse con palabras, ya no es inefable. Y Dios es inefable”.[8]Ahora bien, en fidelidad a su propia vivencia, cada cual debe tomar su propia decisión. En mi caso particular, siguiendo los consejos del Poverello de Asís que nos llama a “guardar para el Amado los secretos del amor”,[9] atesoré estas perlas por muchos años en la interior bodega de mi corazón, pero sin poder explicar exactamente cómo ni en qué circunstancias específicas sentí la llamada a compartirlas como un imperativo interior que me empujaba cada vez más y más a buscar aquello que se esconde entre las palabras o, más bien, dentro de ellas.

Esta vivencia me llevó a descubrir lo que tan sutilmente testimonian estos versos del maestro sufíHusayn Ibn Mansur (858-922), mejor conocido como Al-Hallaj: “Si quiero ir a apagar mi sed es a Ti a quien veo en el fondo de la copa. […] Tu lugar en mi corazón es mi corazón completo. Nadie más que Tú lo habitas”.[10]Esto solo es posible y auténtico cuando el místico se da cuenta de las implicaciones que para el hondón de su Ser tiene su encuentro con Dios. Así lo degustó en carne viva el Maestro Eckhart (1260-1328) ‒y llegados a este punto, me permito apropiarme y personalizar su afirmación‒: “Aquí el fondo de Dios es mi fondo, y mi fondo es el fondo de Dios”.[11] Experiencia que le permite al místico-poeta devolver al lenguaje su capacidad expresiva y subversiva, en cuanto articulador de una poética, de una narrativa y de un discurso distintos a los del pensamiento dominante.

Precisamente por ello es que los místicos son siempre los primeros en rebelarse contra quienes desean dominarlo todo: el lenguaje, las personas, la creación, porque como Lao Tsé (entre los siglos VI-IV a. de C.) tienen la certeza de que: “El Tao que se intenta aprehender / no es el Tao mismo; / el nombre que se le da no es su nombre adecuado”.[12] Ellos han descubierto a Dios como su único Absoluto, por lo que saben que todo lo demás es relativo (el estado, el poder, el dinero, el placer, el prestigio), y por esto todo lo sitúan en su justa perspectiva, aunque se los valore como herejes y sean catalogados como una amenaza para el estatus quo, incluso dentro de las tradiciones religiosas a las que sus experiencias dan fundamento.

Cuanto estamos proponiendo sobre la relación entre experiencia mística y lenguaje poético, se clarifica ampliamente con los postulados defendidos por el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty en su libro Fenomenología de la percepción.[13]Esto así por dos razones fundamentales: la primera, porque Merleau-Ponty no hace depender el nacimiento de la palabra de un estímulo o de una idea, sino de la percepción, con lo cual la vincula a la experiencia; y la segunda, porque ofrece un lugar preeminente al silencio en su relación con la palabra al articular en su recepción la pasividad con la actividad, afirmando que dicho regalo se recibe con el paradójico en cargo de acallarlo.

Para establecer el nexo entre la palabra y la significación, Merleau-Ponty sostiene que la actividad y la pasividad confluyen en el surgimiento de la palabra hablante. De ahí se desprende que las palabras no son universales vacíos, sino que se corresponden con hechos que nos han desbordado y que generan en nosotros una palabra articulada.[14] En este mismo sentido, este autor considera que la percepción originaria es pre consciente, por lo que la distingue de la síntesis intelectual:

Si solo consideramos el sentido conceptual y terminal de las palabras, es cierto, que a excepción de las desinencias, la forma verbal parece arbitraria. No sería así si tuviéramos en cuenta el sentido emocional de las palabras, lo que antes hemos denominado el sentido gestual, que es esencial a la poesía.[15]

De donde resulta que las canciones, los versos, los poemas, son diversas formas de expresar el mundo porque en estos casos, el contenido onomatopéyico expresa el contenido esencial. Entonces las palabras, las vocales, los fonemas son diversas maneras de cantar el mundo con las que comunicamos su esencia emocional.

Esta constatación es la que lleva a Merleau-Ponty a diferenciar la palabra hablada de la palabra hablante. La palabra hablada es aquella que traduce expresiones ya adquiridas, la que nos llega en la envoltura vacía de un pensamiento ya expresado, porque se trata de una palabra ya constituida. La palabra hablante, en cambio, es aquella que es originaria y auténtica, la que expresa por primera vez una idea. Esta no repite o traduce un pensamiento preexistente, porque trae un pensamiento a la existencia.

Para Merleau-Ponty, la palabra hablante, operante, no tiene un origen fisiológico (en cuyo caso sería expresión de un estímulo) ni intelectualista (en cuyo caso sería expresión de una idea), sino perceptual (pues brota del silencio primigenio). Por ello posibilita al sujeto la trascendencia del propio lenguaje, puesto que una vez que el lenguaje ha sido experimentado así nos convoca desde dentro a expresarlo. De ahí que Merleau-Ponty sostenga que: “En la palabra hablante toda intención significativa se encuentra en su estado de gestación”.[16]

Esto así porque la palabra hablante se descubre en el silencio, mejor dicho, se nos regala en el silencio primordial, porque nuestro acceso a ella es un don, fruto de una actitud más pasiva que activa. Y se nos da para que podamos traducir una experiencia que no ha sido expresada con anterioridad. Esta palabra brota de una vivencia que nos excede con relación a todo lo que hemos percibido. Exceso que de antemano sabemos no puede colmarse con las palabras. De donde se sigue que la expresión nunca la agota porque sus significaciones superan lo que las palabras pueden comunicar.

En ese sentido, aunque se trata de una palabra hablante, lo mismo que revela el misterio vivido lo oculta en su intento por manifestarlo. De modo que, si solo nos quedamos con los signos aislados individualmente, estos no nos dicen nada, porque estos nos revelan su verdadero significado en sus múltiples relaciones y en cuanto están referidos al conjunto de la obra, donde encuentran su más pleno sentido, el que nos devuelve a la experiencia originaria que estos intentan balbucir.

Aplicando estos postulados de Merleau-Ponty a los nexos existentes entre la experiencia mística y el lenguaje poético, podemos afirmar que quien ha experimentado la vida en su dimensión mística y nos comparte su vivencia poéticamente, pasa de “la palabra hablada” a “la palabra hablante”. Esto es, se retrotrae al silencio primigenio que es anterior al sonido de la palabra, para que de su interior brote una voz que es transformadora de su propio ser y de la palabra misma.[17]Acontecimiento que nos permite liberar el lenguaje del propio lenguaje, posibilitando que seamos creativos y, sobre todo, que seamos creadores: anfibio que deambula entre el Silencio y la Palabra ‒ambos con mayúscula‒, por los que de hablantes pasamos a ser el habla misma, es decir, la realidad última que se expresa sin la intervención de nuestro ego. Palabra esencial que manifiesta la belleza más pura.

En esta hondura, que podemos llamar trans-consciente, coinciden la experiencia de la creación y la del lenguaje, la vivencia mística y el quehacer poético. En cuanto a la equivalencia entre creación y lenguaje, se nos revela aquello que concibe el alfabeto sánscrito y la cosmovisión que lo sustenta, según la cual existe un silencio primordial, que corresponde al vacío de la creación. Este emite una vibración que es la resonancia suprema, que se condensa en un punto sonoro, una gota de sonido fónico, pero que contiene en sí toda la potencialidad del lenguaje y de la creación.[18]En cuanto a la comunión entre vivencia mística y quehacer poético, ambas se originan en el hondón del alma, allí donde nuestro corazón comulga con el corazón de Dios y con el corazón del pluriverso. Así lo constata Jacques Maritain, cuando nos recuerda que: “La experiencia poética y la experiencia mística nacen cerca una de otra, y cerca del centro del alma, en los vivientes manantiales de la vitalidad del espíritu, pre-conceptual o supra-conceptual”.[19]

De ahí que, en términos lingüísticos, podamos sugerir la experiencia mística como un acto sintético de auto reflexión sin palabras, que se realiza en el espejo del propio ser. Cuando esto nos ocurre, irrumpe en nosotros la voz poética, y como sugiere Paul Fenton, “el habla transformada en silencio se (nos) convierte en luz, pensamiento, meditación y examen de conciencia”.[20]

Quiero finalizar mi intervención, expresando mi más profundo anhelo de que algún día yo pueda revelar a Dios en mi vida con más transparencia que en mi escritura, y que como en su tiempo lo hizo Mahatma Gandhi (1869-1948), yo consiga afirmar con absoluta verdad: “Mi vida es mi mensaje”; porque entonces habré dejado de ser palabra hablada para transfigurarme en palabra hablante, convertido ya de una vez y para siempre en el ave mítica descrita por Dogen Zenji (1200-1253): “Vaya a donde vaya, venga de donde venga, / el ave acuática pierde su rastro, / y sin embargo nunca olvida su camino”.[21]

 

Fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, OFM

Academia Dominicana de la Lengua

[1] Karl Rahner, Escritos de Teología, Tomo III, Taurus Ediciones, Madrid 1961, p. 332-333.

[2]Cf. George Orwell, 1984, Debolsillo, Barcelona 2018.

[3] Cf. Michels Foucault, Vigilar y castigar, el nacimiento de la prisión, Siglo veintiuno editores, Argentina 2002.

[4] Cf. Javier Melloni, Voces de la mística, Herder, Barcelona 2018, p. 9.

[5] Ludwig Wittgenstein, Tractatuslógico-philosophicus,Op. Cit., p.

[6]Ibid,p.

[7]Emilio Adolfo Westphalen, La Poesía, los poemas, los poetas, Universidad Iberoamericana, México 1995, p. 82.

[8] San Agustín de Hipona, Sermón 117.

[9]San Francisco de Asís, “Avisos Espirituales XXVIII”, en José Antonio Guerra, San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1978, p. 85.

[10] “El Diwan de Al- Hallaj”, Muqatta’ At, M. No. 31, 4, p. 631; M.No. 35, 1, p. 632. En Louis Massignon, “ensayo de reconstrucción”, en Journal Asiatique, año 21, No. 9-10, noviembre-diciembre de 1934. Recuperado el 6 de mayo de 2019, en:

https://revistas.unc.edu.ar/index.php/REUNC/article/viewFile/6660/7741

[11]Maestro Eckhart, “Vivir sin porqué” 75, en El fruto de la nada, Ediciones Siruela, Madrid 2003, p. 49.

[12] Lao Tsé, Tao te Ching, Edición de Vladimir Antonov, New Atlanteans, Cánada 2008, p. 3. Recuperado el 28 de mayo de 2019 en http://www.swami-center.org/es/text/tao_te_ching.pdf

[13]Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción

[14] Cf. Cristina Micieli, Foucault y la fenomenología: Kant, Husserl, Merleau-Ponty, Editorial Biblos, Buenos Aires 2003, p. 66-73.

[15] Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, p. 218.

[16]Cristina Micieli, Foucault y la fenomenología: Kant, Husserl, Merleau-Ponty, Op. Cit., p. 74.

[17] Cf. ShizuteruUeda, “Silencio y habla en el budismo zen”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio…, Op. Cit., p. 19-20.

[18] Cf. Ibídem.

[19]Jacques Maritain, La intuición creadora en el arte y la poesía. KamleshduttaTripathi, “De lo sensible a lo suprasensible: estética india tradicional: conceptos clave de rasa, dhvani y bhâva-anukirtana”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio. Op. Cit., p. 90.

[20] Paul Fenton, “El silencio como modo de espiritualidad en la mística judía”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio…, Op. Cit., p. 42. En paréntesis es nuestro para hacer más coherente la oración.

[21] Citado por Javier Melloni, Voces de la mística,Op. Cit., p. 53.

En torno a Jit Manuel Castillo

Por Rafael Peralta Romero

 

Con justificado alborozo, la Academia Dominicana de la Lengua incorpora hoy, en calidad de miembro correspondiente a Jit Manuel Castillo de la Cruz, de quien puede asegurarse sin el menor asomo de duda que se trata de un hombre de la palabra.

En más de una dimensión, De la Cruz se manifiesta como un hombre de la palabra: es novelista, poeta, ensayista, profesor y divulgador del mensaje divino, por su condición de sacerdote.

Nació en Santo Domingo, el 18 de junio de 1974 y recibió el orden sacerdotal el 29 de julio de 2006.

Su formación para servir los oficios divinos le ha demandado estudios superiores en filosofía, los cuales cursaron Jit Manuel en la Universidad Central de Bayamón, Puerto Rico y concluyó en el año 2000. En 2004 finalizó su licenciatura en Teología, en el Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC), Bayamón, Puerto Rico.

Luego, en 2011, realizó estudios de posgrado en el Instituto Teológico Franciscano, en Petrópolis, Brasil (Afiliado a la Pontificia Universidad Antoniana, Roma, Italia). En 2015, Castillo de la Cruz obtuvo un doctorado en Ciencias de la Educación, en la Universidad de Sevilla, España.

Este depurado intelectual ha ejercido paralelamente todos los trabajos que lo identifican como un hombre de la palabra, y demuestra que ha llegado a esas funciones -sacerdote, escritor y educador- por vocación verdadera y pura disposición de ánimo.

En 2011 salió a la luz su primer libro, la novela Apócrifo de Judas Izcariote, publicada por Editorial Santuario, en Santo Domingo.

Más adelante, dio a conocer “La interculturalidad, un nuevo paradigma de evangelización para un mundo postmoderno, plural y multiétnico “, que se trata de un ensayo teológico, editado con el sello editorial Amigo del Hogar, Santo Domingo 2016.

En la poesía, similar a su inicio como novelista, Castillo de la Cruz también comenzó con una obra digna de un buen creador: “En la voz del Silencio” (poemario), Mandala Editorial, Madrid 2017. Esta obra mereció y obtuvo el premio nacional de poesía Salomé Ureña correspondiente al año de su publicación.

Su condición de educador y formador de otros religiosos, le exige a Castillo de la Cruz la producción de textos de esa naturaleza, tal el caso del manual “La Santísima Trinidad como misterio de comunión y de Amor, Editorial Amigo del Hogar, Santo domingo 2018.

Muchos son los escritos de Jit Manuel Castillo, emanados de las disciplinas en las que se desenvuelve, aquí solo he citado los divulgados como libros.

La obra de Castillo de la Cruz ha despertado notable interés en el ambiente literario dominicano y de otros ámbitos por donde ha trashumado el autor. Su novela “Apócrifo de Judas Izcariote”, por ejemplo, trajo con su segunda edición un libro de apostillas, que en 113 páginas incluye opiniones de creadores y críticos literarios, tanto nacionales como extranjeros.

Los comentarios son de: Nina Bruni, Santa Ángela Cabrera, José Carvajal, Giovanni Di Pietro, Manuel Salvador Gautier, Jorge Gómez Castaño, Ángela Hernández Núñez, Andrés L. Mateo, Soriette Matos Ortiz, Ariel Ortiz, Rafael Peralta Romero, Pablo Mella Febles, Miguel Solano y Marcio Veloz Maggiolo.

En esta obra el autor demuestra, quizá sin proponérselo, su consciencia de que la novela es una obra de creación y que el lenguaje de la obra creativa incluye un grado de especialización que lo diferencia de lo coloquial, común y vulgar.

En cuanto a su poemario “La voz del silencio”, Jit Manuel Castillo asume el mágico desdoble que le permite ir de la lengua discursiva, que emplea para enseñar o predicar, a la lengua expresiva con la que tanto puede narrar hechos imaginarios como si fueran reales o reales como si fuesen imaginarios, con los que presenta una visión, su visión, del mundo y de la sociedad, sin olvidar desde luego que ese nivel de expresión permite al autor la más fina expresión de la belleza con la palabra, que es la poesía.

La poesía contenida en la “La Voz del silencio” representa un estadio de abstracción que no es dado a toda persona, porque exalta la esencia del ser humano, la condición espiritual, que es mucho más que materia, que carne y huesos.

La Academia Dominicana de la Lengua recibe hoy a Jit Manuel Castillo como “individuo suyo”, y algunos pensarán, no exentos de sorna, que con este acto el valioso escritor es exaltado a algo así como el pabellón de la fama, a lo que tanta importancia se otorga en el mundo de los deportes.

La membrecía académica significa que a partir de ahora esta institución podrá asignar a Jit Manuel Castillo tareas propias de esta corporación, relacionadas con el estudio de la lengua española, en general, y del español dominicano en particular, así como el análisis y divulgación de nuestra literatura.

Con miras a esos fines, la Academia ha hecho una excelente selección, pues Jit Manuel Castillo es un hombre de la palabra y por la palabra ha trabajado y está dispuesto a trabajar.

 

Simposio interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy: Diccionario, ciudadanía cultural y hablas en la República Dominicana

Dr. Odalís G. Pérez

La propuesta de un Simposio interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy, que abarque como cardinales de análisis el debate y la reflexión sobre la actividad lingüística denominada “habla-hablar”, nace del anterior Encuentro interdisciplinario Pedro Henríquez Ureña: en la Academia de Ciencias de la República Dominicana: Lengua, Literatura y Educación, planteado y convocado por la Comisión de Lingüística y Literatura de nuestra Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD), en fecha viernes 28 y sábado 29 de 2017, y que reunió a un número significativo de académicos que debatieron en aquella ocasión, los problemas del español en República Dominicana, educación y cultura, teoría lingüística, estética y crítica literaria, así diversos aspectos teóricos, críticos e históricos sobre la lengua literaria, la lectura y la cultura académica dominicana.

En nuestra participación planteamos la necesidad de atender problemas lexicológicos, lexicográficos, socios dialectales y culturales para la recuperación, estudio e investigación de hablas o hablares locales que dan cuenta del español hablado en los principales puntos geográficos del país. Entendíamos, tal y como lo entendemos hoy, que un llamado a estudiar, debatir y proponer hipótesis de trabajo sobre nuestros hablares urbanos, rurales y fronterizos nos conduce a reconocer el español dominicano como patrimonio cultural y como habla activa y funcional en contextos formales e informales de producción.

Existe una relación viva entre diccionario, habla y ciudadanía importante para poder definir, crear, organizar y contextualizar hoy el contexto de habla, uso y praxis lingüística, mostrativo de una necesidad del sujeto histórico-social de comunicar en contexto público y privado, pero también en contexto institucional, grupal e informal. Lo que plantea también un desafío del hablante dominicano frente a propuestas academicistas, desligadas del uso popular actual que conlleva serios cambios, modos, fórmulas y mediaciones socio verbales que demandan explicación, atención, investigación y debates propiciadores de búsquedas lingüístico-culturales, sobre la comunicación verbal en medios públicos, privados, académicos y extra-académicos.

De ahí la importancia de esta convocatoria que tendrá lugar los días 5 y 6 de octubre del presente año 2019, en el Salón-Auditorio de la ACRD en los horarios acordados.

El concepto de diccionario ligado al de memoria cultural, lexical y habla, hablares públicos y privados, ha evolucionado procesualmente en el contexto de nuevas definiciones, usos pragmáticos y orientaciones lexicológicas y lexicográficas. El enmarque de la nueva lexicografía comprende, no solo palabras, términos o denominaciones verbales reconocidas en el uso formaciones lingüísticas cotidianas y funcionales en el uso, pero también, en la confluencia entre habla-cultura-ciudadanía, siendo la misma una cardinal  importante para el conocimiento y la dinámica pública de una comunidad sociocultural y lingüística.

En tal sentido, explorar modos de hablar hoy, en el marco de historias globales y específicas, implica reconocer sujetos en contexto y en movimiento; por lo que la relación habla-cultura se entiende y extiende en las diferentes memorias o diccionarios que asumen los diversos sujetos reconocidos como actores agentivos en el espacio social (urbano, rural o fronterizo). Las líneas socioculturales se activan y socializan en este caso, mediante hablares locales en contexto, en movimiento y, o actitud de habla.

De ahí que en el espacio público y privado de cualquier comunidad dominicana, se produzcan fenómenos de uso, tipo, norma, estructura y marco de habla que se desarrolla como fenómeno inclusivo de lenguaje, valor de memoria y movimiento socio dinámico. Este proceso se asume desde el planteamiento de una investigación lingüística de vertiente empírica, crítica y accionar sobre el español en la República Dominicana.

Por lo que el registro mediante cuestionario (s), respuestas, anotaciones, asientos y acentos de investigación debe estar elaborado, apoyándose en las técnicas de lingüística documental y sus métodos de rescate, colectánea y constatación, cómputo o comparación de los datos. La movilidad del hablar o los hablares es lo que da respaldo a la investigación planteada y planeada por un sujeto o un equipo conformado por especialistas, maestros de lengua, literatura y cultura, así como consultores lingüísticos y otros colaboradores. Las relaciones de comunicación verbal constituyen el documento oral más significativo para valorar hablas en el espacio social dominicano.

En efecto, una lingüística del hablar activa, en este caso, modos y fuerzas de comunicación verbal que adquieren significación en situaciones concretas de habla y cultura. De ahí que la diversidad de hablares plantee la necesidad de reconocer hablantes en el espacio público y privado dominicano, pero también, en las relaciones intercomunitarias y eco-comunicativas del país. El diccionario o memoria lingüística de una sociedad como la dominicana pide nuevos instrumentos, travesías dialógicas e inter contacto idiolectales, socio lectales y tecnolectales, fenómeno que implica y supone hablares individuales, colectivos y tecnológicos en el momento de su productividad.

Un fenómeno como el que nos planteamos debatir y analizar en este Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy…debe ser conocido en base a variables de acción, comunicación, significación social, cultural y gestión de procesos de recuperación o rescate socio dialectal, fonético-fonológico, sintáctico, semántico y ecológico-lingüístico. Los retos del hablante del español dominicano, se justifican en una práctica de habla en zonas diversas del país.

Dicho fenómeno plantea también una movilidad de habla-en-situación, inclusión comunitaria, hablares socializados e instruidos a partir de acciones, presencias, relaciones, motivaciones y sobre todo actuaciones lingüísticas llevadas a cabo en situaciones específicas de habla-hablar, lo que equivale a serias batallas idiomáticas en el espacio público, privado y fronterizo, donde los cruces verbales entre oralidades socio dialectales, construyen grados o niveles de comunicación establecidos por el uso lingüístico (UL), el intercambio entre hablantes y hablares que funcionan en la geografía urbana, rural y fronteriza del país.

¿Por qué el hablante desafía la norma y el sistema, en el hablar y el uso-L en general?

Es importante tener en cuenta que la propuesta del Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy… comprende el análisis de oralidades en proceso y en conflicto, esto es, formas de hablar constituidas por fórmulas verbales morfo fonéticas, sintácticas, asintácticas y socio semánticas que admiten giros lingüísticos o subversiones desde el llamado “español culto” y el “español popular”. Algunas inversiones, reducciones, rupturas sintácticas y batallas semánticas inciden en instituciones y procesos ya establecidas como: la familia, la escuela, la enseñanza de la lengua española, la escritura, el profesorado posmoderno, el lenguaje político, la comunicación pública, los diversos tecnolectos y otros niveles de sociabilidad lingüística y cultural.

En efecto, el fenómeno batalla idiomática y el de los dialectos sociales (comunitarios), se van desarrollando y a la vez convirtiéndose en espacio-tiempo de las oralidades públicas y privadas. Un punto que reclama tratamiento en el marco de una dialectología sincrónica y diacrónica es el relativo a los hablares marcados por la diversidad de hablares y los derechos lingüísticos de los ciudadanos-hablantes que asumen sus oralidades como acción comunicativa en el espacio-tiempo público y privado.

La posición sociocultural del hablante dominicano, obedece a una visión que cada vez cobra mayor significación en el mapa urbano, rural y fronterizo dominicano; esto se debe a la educación y la orientación del sujeto-hablante público que se manifiesta en la estructura de la vida cotidiana en la República Dominicana. La inserción de términos ideolectales y sociolectales junto a la incidencia cada vez mayor del tecnolecto en la vida pública (comercial, educativa, política, institucional, económica, científica), produce cambios en el habla formal e informal dominicana.

El problema de las memorias lingüísticas o diccionarios informales y establecidos por el habla-uso lingüístico, afecta poderosamente el concepto de ciudadanía, debido a que el ciudadano posee una Lengua-hablar que lo vincula a las instituciones sociales en movimiento, esto es, a una cultura-movimiento que se conforma mediante el concepto de hablares sociales. Las oralidades que se dan, de zona a zona, de barrio a barrio, de pueblo a pueblo, de provincia a provincia, plantean o podrían plantear problemas y teorizaciones en el Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy…

Un temario posible a tener en cuenta sería el siguiente:

  • Lengua y oralidad en la República Dominicana de nuestros días. Aspectos y problemas.
  • Hablares en contacto y contexto. Problemas diasincrónicos.
  • Recoger hablares en la República Dominicana. Un problema de diccionario y enciclopedia cultural.
  • El cuestionario como instrumento de investigación lingüística. Un ejemplo de exploración científica.
  • La posición del hablante dominicano en una situación comunicativa.
  • Hablas comunitarias, barriales y fronterizas. Una exploración cultural del uso lingüístico en la República Dominicana.
  • Oralidad lingüística y dialectología crítica. Movimientos e inflexiones.
  • El diccionario como memoria sociocultural.
  • El hablante como ciudadano. Un problema de comunicación en el espacio público e institucional dominicano.
  • La redacción oral y los tipos de hablares en la República Dominicana actual.
  • Escritura y oralidad. Lingüística del hablar y educación pública.
  • Ciudadanía cultural y hablares en contexto. Razones para una pedagogía funcional del habla-hablar.
  • Hacia una investigación de los hablares urbanos, rurales y fronterizos en el mapa dominicano.
  • Actos de habla en el espacio público. El problema de los idiolectos, los sociolectos y los tecnolectos.
  • La batalla entre “habla culta” y “habla popular”. Registros y conflictos entre institución y uso lingüístico en República Dominicana.
  • La fragmentación del hablar en la República Dominicana contemporánea (2000-2019).
  • El problema del inter contacto socio verbal en el espacio público dominicano. Algunas experiencias de acción comunicativa.
  • La diversidad lingüística del español dominicano de nuestros días
  • Educación y lengua en la República Dominicana. Habla y diccionario como batallas idiomáticas.
  • ¿Estructura socio verbal del sociolecto? Hacia la construcción de hablares en la República Dominicana
  • Hablar mal, Hablar bien en República Dominicana. Hacia un análisis crítico de la enseñanza de la lengua en contexto.
  • Lingüística del hablar y sociología de la interacción. Hablantes, actitudes lingüísticas y políticas públicas en la República Dominicana.

 

Dr. Odalís G. Pérez

Coordinador Comisión de Lingüística y Literatura

Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD)         

Mística de la palabra en el libro sagrado de la Biblia

Por Bruno Rosario Candelier

A

Ana María Fiallo,

amanuense de efluvios trascendentes.

 

La Biblia es el libro sagrado de la Cristiandad. También es una obra literaria que podemos abordar desde el lenguaje para apreciar las variadas formas de expresión del texto bíblico que ha edificado a millones de lectores, estudiosos y escritores en su formación intelectual, moral, estética y espiritual. En esta introducción al texto bíblico, enfocada a la luz de la creación literaria, podemos apreciar los libros de la Biblia como obra poética, narrativa, histórica o ensayística, lo que no choca con su naturaleza de texto religioso con mensajes sagrados vertidos mediante la palabra. Por el texto bíblico sabemos que,como expresión de la energía interior de la conciencia, la palabra concita, impulsa y congrega el aliento de vida, la energía sagrada y el poder de creación. Crea, inventa y testimonia lo viviente: plasma el aliento inspirador. En nuestra condición de criaturas a imagen y semejanza del Verbo primordial, fuimos creados por la virtud operativa de la Palabra. Tras la creación del mundo, Dios creó al hombre en virtud del poder creador del Verbo. Y le otorgó el don de nombrar las cosas para conocerlas, poseerlas y disfrutarlas. Y, con el don de la vida, el Logos y el amor, le dio el poder de creación. Por tanto la palabra es signo de creación, posesión y comunión. Con su hechizo, hace que las cosas sean.

Aunque el tesoro de la Biblia forma parte de la literatura hebrea, por su categoría histórica, religiosa y literaria pertenece a la literatura universal. La Biblia es el libro de la humanidad y, como libro inspirado, es la obra literaria más traducida porque ese luminoso texto proyecta la voz de Dios, la historia de la salvación y una relación trascendente de la evolución humana. La Biblia pondera el sentido místico de la palabra. El fuero esencial de la palabra que edifica, ilumina, embellece y enaltece la conciencia se funda en los ejes de la sensibilidad: la clave del amor, cauce y destino de la unión solidaria; la clave de la sabiduría, fuente de comprensión y valoración de las cosas; la clave de la belleza, faceta sensorial que emociona y entusiasma; la clave del ideal, motor que atiza la vocación creadora; y la clave de la mística, aliento que concita el desarrollo de la espiritualidad.

Al enfocar la Biblia a la luz de la literatura, podemos estudiarla como lenguaje, es decir, como expresión creadora de la palabra. El pasaje de Juan, el evangelista, con el que comienza el Nuevo Testamento, da la pauta. La Biblia está dividida en dos partes, el Antiguo Testamento, que comienza con el libro del Génesis, y el Nuevo Testamento, que termina con el Apocalipsis.

La Biblia puede ser estudiada no solo desde un punto de vista religioso, teológico y místico, sino también desde el punto de vista cultural, lingüístico y literario porque tiene que ver con la vida, la sociedad y la cultura. Desde el punto de vista antropológico, se relaciona con el comportamiento de la vida humana; desde el punto de vista histórico, entraña hechos del pasado de la humanidad; desde el punto de vista de la lengua, contiene referencias léxicas y estilísticas. Hay pasajes históricos, geográficos, religiosos, literarios y culturales en la Biblia por lo cual puede ser abordada desde varios puntos de vista, como el psicológico, porque hay reacciones emocionales de las personas. No solo desde la religiosidad y la teología, sino también desde la ciencia puede ser abordada la Biblia, como expresión de la vida y la conciencia.

En otras palabras, en cualquier disciplina humana se encuentran valiosos aspectos en la Biblia puesto que ese singular texto sagrado tiene un saber iluminado, tanto teológico como religioso y espiritual. Es decir, las diferentes disciplinas humanas pueden encontrar datos y referencias en los libros de la Biblia. El Antiguo Testamento contiene los libros del pentateuco, historias, narraciones, profetas, salmos, cantares y sapienciales. La religión de los hebreos fue establecida por Moisés, que liberó a su pueblo de la opresión egipcia. Justamente la historia de Moisés aparece en el Antiguo Testamento, desde su salvación milagrosa a través de las aguas del Nilo, hasta el éxodo del pueblo hebreo, que se caracterizó por su creencia monoteísta y recibió el decálogo y la certeza de que un día alcanzaría la tierra prometida.

El Nuevo Testamento se inspira en la vida, la pasión y la crucifixión de Jesús. Comprende 4 evangelios, los hechos de los apóstoles, las cartas doctrinarias y el Apocalipsis. El Evangelio o ‘Buena Nueva’ de la doctrina cristiana, presenta un Reino de gracia, amor y perdón.

En Éxodo (3, 4-13) se relata el hecho en que Moisés “escuchó una voz” que le decía “Moisés, Moisés” y, al escuchar la voz que lo llamaba por su nombre, quiso saber el nombre de quien lo llamaba, recibiendo una respuesta elusiva, el tetragrama YHWH [YAVEH], equivalente a ‘Yo Soy’, circunloquio mediante el cual Dios oculta su nombre y mantiene el enigma de su identidad. Ese Tetragrámaton (YHWH, nombre de cuatro letras, ‘Yahveh’,  que significa ‘Yo Soy’), es una manera de nombrar al que Es, en cuya virtud, mediante el Verbo, recibimos una porción de la Divinidad.

El Evangelio de Juan comienza diciendo que al principio existía el Verbo o Logos, vocablo concebido por Herácl4ito de Éfeso, que Juan traduce como Verbo o Palabra: In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Verbum erat Deus: “En el principio era el Verbo y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios” (Jn., 1, 1). De hecho, cuando leemos en la Biblia el vocablo Palabra, equivale al Logos de los griegos, concepto que comprende los significados de ‘concepto’, ‘imagen’ y ‘expresión’. Al principio fluía la Palabra, y la Palabra venía de Dios, y la Palabra era Dios, es decir, en la concepción del evangelista Juan hay una identificación entre Dios y Palabra, que es el Verbo emanante de la Divinidad. De esa identificación de la Palabra con la Divinidad se infiere que la palabra entraña un poder divino, y de ahí el nexo con la mística, por el sentimiento de lo divino.

Para nosotros la Palabra es un don poderoso, una dotación cognitiva, intuitiva y creadora o, lo que es lo mismo, encarna el poder que tenemos pues con ella intuimos, pensamos, hablamos y creamos. Tenemos la capacidad para crear con la palabra. Al principio la Biblia alude a Dios, pues afirma que mediante la Palabra existió todo, pues las cosas se hacían al pensar la Palabra, porque fue a través del Verbo como Dios fue pronunciando las cosas que ocurrían o se hacían, según el texto bíblico. La Divinidad dictó una orden y esa orden fue verbal,  con un aliento espiritual que se materializa en fenómenos y cosas tras su paso por irradiaciones, imágenes, destellos, ondas y susurros de lo Alto. Y dice: “Con ella existió todo; sin ella no existió cosa alguna de lo que existe” (Jn., 1, 3).

La primera acepción del Verbo es PALABRA. Ella contiene vida, que es la luz del hombre; esa luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la ha extinguido, etc. Ese concepto es la idea encarnada en el significado de “Palabra”, razón por la cual en la Biblia ese concepto se vincula a la Divinidad. De hecho, en la literatura mística hay una tradición que enseña que la palabra que tenemos y usamos los humanos es la parte divina inmersa en nuestro espíritu que nos conecta a Dios, porque se entiende que Palabra fue una predilección que Dios otorgó a los seres humanos dotándolos de su poder creativo, el poder de comprensión, el poder de la inteligencia, el poder de la Palabra con la cual intuimos y creamos.  Con el poder de la Palabra nombramos las cosas, según aparece en Génesis cuando Adán comenzó a nombrar las cosas: “Y dio el hombre nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo…” (Gn., 2, 20).

Nosotros tenemos que conocer el nombre de las cosas, y denominar las que no están nombradas. Desde Adán los primeros hablantes comenzaron a nombrar las cosas, y hacer uso de las palabras para referir sus percepciones, intuiciones y vivencias.

Uno de los atributos más importantes que nos otorga el Logos de la conciencia es la capacidad de intuir. Nosotros podemos intuir, pensar, imaginar, soñar y crear. Ahora bien, soñar puede interpretarse como la capacidad para imaginar, pero también existe la capacidad para revelar lo que acontece en el sueño. A veces soñamos. ¿Y qué es el sueño? Es una vivencia inconsciente que ocurre cuando estamos dormidos y que se manifiesta en algún nivel del inconsciente, porque al otro día recordamos que soñamos. Es decir, eso que acontece en nuestra mente mientras dormimos, pasa a otro nivel de la conciencia, porque después de levantarnos podemos recordar lo que soñamos. Entonces, el sueño es una realidad humana, una manifestación de la conciencia que también aparece en la Biblia. Por eso en Génesis (Gn., 2, 19,20) se alude al poder de la palabra para denominar e identificar las cosas.

Leemos en el Génesis (Gn., 6-8) donde se habla del sueño de José, y dice: “Un día tuvo José un sueño y contó el sueño a sus hermanos, y dijo José a sus hermanos: “Escuchen el sueño que he soñado: estábamos azotando gavilla en el campo, mi gavilla se levantaba y se ponía derecha, y la gavilla de ustedes la rodeaban y se postraron entre ellas”. Entonces, la interpretación de ese sueño, en ese mismo capítulo en el versículo 23, dice: “Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, fue sujetado, le quitaron la túnica con mangas, lo tomaron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua y se sentaron a comer. Levantando la vista vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos gomas, bálsamos y racimos de Galahad a Egipto”. Judá propuso a sus hermanos: “¿Qué sacamos con matar a nuestro hermano y con echar tierra sobre su sangre?”. No deciden matarlo, sino venderlo y luego es conocida la historia de José por el poder que llegó a tener en Egipto y todo eso tuvo lugar en un sueño que lo relata el libro del Génesis.

Desde el punto de vista literario la Biblia es un conjunto de libros. Biblia en griego significa ‘libros’ en plural, porque el singular de la palabra biblia esbiblíon. Biblia significa que hay muchos libros en uno solo texto. Todo cuanto acontece, lo sabemos por la Biblia, sucede para bien, ya que nada sucede por azar, conforme un principio místico. La Biblia también es fuente de la mística cristiana, centrada en la vivencia del misterio divino, vertido en el Nuevo Testamento y en la Patrística de la Iglesia, cuyos pensadores y teólogos remiten a los primeros apóstoles, como el siguiente pasaje de san Juan, esencial para entender el sentido de la mística cristiana: “Lo que existía desde el principio, lo que oímos, lo que vieron nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos -acerca de la Palabra de vida -porque la vida se manifestó y nosotros la vimos, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó- lo que vimos y oímos, os lo anunciamos ahora, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo” (I Jn. I, 1-4).

Un poder humano muy grande que también hemos recibido de Dios es el sentimiento del amor y, como la Biblia, habla de todo lo humano, el amor necesariamente tenía que aparecer en la Biblia. Se habla del amor humano y el amor divino. En El cantar de cantares se describe el amor humano, aun cuando los místicos le dan una interpretación valorándolo como “amor divino” o “amor místico”. Ahora bien, quien realmente describe el amor místico, el amor puro, que es el amor de los elegidos, es san Pablo en la primera carta a los Corintios. En esa carta el capítulo 13 es muy importante, porque describe lo que es la esencia del amor: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como campana que suena o címbalo que retiñe. Y aunque tuviera el don de hablar en nombre de Dios y conociera todos los mentirosos y toda la ciencia; y aunque mi fe fuese tan grande como trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve”. Y da una descripción hermosa de lo que es el amor espiritual: “El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo, ni jactancia. No es grosero, ni egoísta; no se irrita ni lleva cuenta del mal; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, razonaba como un niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en espejo y oscuramente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco imperfectamente, entonces conoceré como Dios mismo me conoce (Cor., 13, 1, 12).

Un aspecto importante de la Biblia, que tienen las grandes obras de la literatura universal, es el concepto del amanuense. Amanuense es quien escribe a mano lo que otro le dicta. Cuando alguien escribe lo que otro le dicta, es un amanuense, es decir, un intermediario o interlocutor. Cuando alguien escribe lo que el Espíritu le dicta es también un amanuense, pero no un amanuense cualquiera, sino un amanuense del Espíritu, lo que es un alto privilegio. En la Biblia, el concepto de amanuense del Espíritu aparece en el Apocalipsis.

La palabra apocalipsis significa ‘revelación’, proveniente de lo Alto, y es el nombre del último libro de la Biblia. Ese libro da cuenta de cosas sorprendentes, misteriosas y enigmáticas mediante imágenes y símbolos de difícil interpretación. Pero, como nos ha enseñado el teólogo mocano Luis Quezada, en su esencia fluye el aliento de la esperanza. El autor es Juan el Vidente, apóstol con grandes revelaciones místicas. En Apocalipsis 1, 9-15, leemos: “Yo Juan, hermano vuestro, que por amor a Jesús comparto con vosotros la tribulación y a la espera paciente del Reino, me encontraba desterrado en la isla de Patmos por haber anunciado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Caí en éxtasis un domingo”.

Un éxtasis ocurre cuando el sujeto sale fuera de sí, no tiene control de sus sentidos, ya que una fuerza externa lo rapta. Al éxtasis también se le puede llamar rapto y arrobo. Cuando se dice “rapto del espíritu” no es que te sacan físicamente y te llevan a otra parte, sino que experimentas la sensación de estar fuera de ti mismo, pues es una vivencia mental, espiritual, pues se trata de un fenómeno de la conciencia en el que se vive un estadio especial, un “arrobamiento de la conciencia”. El arrobamiento de la conciencia es un estado en el que el sujeto sabe lo que le está ocurriendo, pero no puede negarse a esa experiencia interior. El arrobamiento es el éxtasis de los sentidos. Quien experimenta el éxtasis de los sentidos tiene la sensación de que está fuera de sí, y no puede resistir la fuerza que le está dominando, porque es una fuerza superior que toma control del sujeto, que está consciente de eso, pero no puede oponerse al dictamen de esa fuerza.

Algunos han experimentado el éxtasis, como san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, incluso gente que no son santos ni militantes religiosos. Por ejemplo, el escritor argentino Jorge Luis Borges experimentó momentos de éxtasis; y el poeta boricua Francisco Matos Paoli dio testimonio de que varias veces experimentó el éxtasis, esa fuerza espiritual que toma control de la sensibilidad o de la inteligencia y sensibilidad de la persona que la experimenta y vive ese estado peculiar, un arrobamiento de la conciencia. Entonces, san Juan, dice: “Caí en éxtasis un domingo”. Dice que un domingo le arrebató el espíritu; está diciendo que experimentó el éxtasis de la conciencia. Más adelante dice: “Y oí detrás de mí una voz potente, como de trompeta que decía: -Escribe en un libro lo que veas y mándalo a estas siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea”. Me volví para mirar de quien era la voz que me hablaba, al volverme vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros una especie de figura humana que vestía larga túnica y tenía el pecho ceñido de una banda de oro”.

Esa descripción es un testimonio de quien ha experimentado el éxtasis. Mientras se vive el éxtasis nadie piensa hacer nada, sino quedarse tranquilo. Normalmente el éxtasis no dura mucho tiempo, puede durar uno o pocos minutos, pero nunca es largo. Algunos poetas que han experimentado el éxtasis pueden recordarlo y describirlo. Presento ese ejemplo de la descripción del éxtasis como un testimonio de lo que es un amanuense del Espíritu. En ese caso Juan el Vidente fue un amanuense, porque lo que él escribe le fue dictado por una voz divina, no por una voz humana.

   Público: ¿Es real que alguien haya sido arrebatado por una fuerza que no sea la del Espíritu Santo?

   BRC: Sí, podría acontecer por la energía de una Musa o por el influjo de una potencia cósmica. Creo que puede darse esa posibilidad.

   Público: Yo tuve una extraña experiencia, pues un día me desperté y abrí un libro y lo cerré. Entonces, repentinamente, comencé a escribir y yo no sabía que estaba escribiendo. Ya tenía siete páginas escritas y escribí un libro bajo esa vivencia.

   BRC: Eso que dices es diferente de lo que es propiamente dicho la inspiración. La inspiración es un soplo del Espíritu, como lo es la revelación, que es un soplo de lo Alto, y ese soplo, según los antiguos griegos, venía de las Musas, que dictaban ese soplo y entendían que las Musas existían justamente para eso, para inspirar a los hombres. También existe la revelación de la Divinidad, pero esa revelación ocurre por una gracia de Dios. La inspiración nace del recuerdo, de la formación intelectual, de vivencias soterradas en la conciencia, de lecturas que han dejado huellas en el inconsciente, de intuiciones. En cambio, la revelación es un dictado de una energía superior. En la primera carta a los Corintios, san Pablo dice: “En cuanto a los dones del Espíritu, no quiero, hermanos, que sigáis en la ignorancia. Como sabéis, cuando no erais cristianos, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie que hable movido por el Espíritu de Dios puede decir: “Maldito sea Jesús”. Como tampoco nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no está movido por el Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de actividades, pero uno mismo es el Dios que activa todas las cosas en todos. A cada cual se le concede la manifestación de Espíritu para el bien de todos” (Cor., 12, 1-7). 

Todos recibimos dones. Con el don de la vida se nos da el don del lenguaje, y con el lenguaje desarrollamos la creatividad, el talento del pensamiento, el poder de la intuición y también el don del amor. Cada persona recibe dones especiales. Por ejemplo, el don de escribir poesía, el de interpretar, el de profetizar. San Pablo escribió: “Porque a uno le es dada por el Espíritu la palabra de sabiduría; a otro la palabra de ciencia, según el mismo Espíritu, le otorga un profundo conocimiento. Este mismo Espíritu concede a uno el don de la fe, a otro el carisma de curar enfermedades, a otro el poder de realizar milagros; a otro el don de profecía, a otros en distinguir entre espíritus falsos y verdaderos, a otro el hablar un lenguaje misterioso y a otro, en fin, el don de interpretar ese lenguaje. Todo esto lo hace el mismo  y único Espíritu, que reparte a cada uno sus dones como él quiere” (I Cor., 12, 4-11).

Con el don de la palabra se aprende a formalizar el lenguaje del buen decir. Otros tienen el don para distinguir inspiraciones, porque  tienen la capacidad de leer y valorar una obra literaria. Tienen el don de la lengua quienes pueden hablar varios idiomas. Todo eso lo reparte el Espíritu dando a cada uno lo que a Él le plazca. Cada uno ha de descubrir el don que recibió, y valorarlo y plasmarlo en obra.

El don de la escritura es un don muy valioso, pues el que escribe, el que hace literatura, el que compone poesía, cuentos, novelas, teatro, crítica literaria o ensayo, tiene el don de la palabra y la creación y, en tal virtud, tiene las condiciones intelectuales para cultivar ese don.

Es importante tener conciencia de las cosas. En el libro de la sabiduría, que se atribuye a Salomón, tiene hondas reflexiones. ¿Alguien sabe que significa sabiduría?

   Público: El deleite de la palabra de Dios.

   BRC: Esa es una interpretación hermosísima. Sabiduría no es sinónimo de inteligencia, ni de conocimiento. Es un don exclusivo que poseen algunos seres humanos para vivir la vida con un sentido diferente al rutinario. ¿Qué se necesita para acercarse a la sabiduría?

   Público: Si buscamos el término bíblico, sabiduría viene de saborear, pero saborear en el Espíritu, porque puede ser que se hable del deleite de la palabra. Cuando se dice “saborear en Espíritu” tiene que ver con la fruición del espíritu.

   BRC: La fruición es el deleite del espíritu y el espíritu se deleita con las cosas que generan una enseñanza profunda, una verdad de vida o un saber que eleva la conciencia, lo que se consigue por la intuición. Las personas sabias son intuitivas, amorosas, cultores del espíritu. La intuición es un foco de la mente con el cual alumbramos la realidad y conocemos la realidad para nutrir la mente. La intuición es el más alto poder de la conciencia. A la intuición se deben los conocimientos científicos, artísticos, filosóficos, teológicos, humanísticos. El saber de la espiritualidad y los conocimientos profundos que ha alcanzado la humanidad se deben a la intuición y a la revelación. Hay personas con una intuición muy refinada, aun cuando no hayan leído nunca nada. Tienen un conocimiento de la realidad, una actitud serena ante la vida, una visión luminosa de lo viviente y una sabiduría. Ese conocimiento es espiritual, no es un conocimiento intelectual, ni imaginativo, ni especulativo. La intuición penetra en la esencia de las cosas, porque con los sentidos físicos tenemos contacto con la realidad sensorial, que es la dimensión material que percibimos a través de los sentidos. Percibimos los datos sensoriales de las cosas con los sentidos físicos, pero el conocimiento profundo lo dan los sentidos metafísicos. Los sentidos metafísicos son sentidos espirituales, que son la intuición, la memoria, la imaginación, el sentido común y la estimativa. La función primordial de la intuición es ponernos en contacto con la sabiduría.

En el Eclesiastés leemos: “Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Su tiempo de nacer, y su tiempo de morir; su tiempo de plantar, y de cosechar… Su tiempo de llorar, y su tiempo de reír; su tiempo de lamentarse, y su tiempo de danzar. Su tiempo de lanzar piedras, y su tiempo de recogerlas; su tiempo de abrazarse y su tiempo de separarse” (Ecl. 3, 1-5).

Las parábolas constituyen un procedimiento del lenguaje bíblico para comunicar una enseñanza, como lo hacía Jesús para adoctrinar a sus discípulos. Una parábola es una comparación de una cosa con otra para deducir una enseñanza y un aprendizaje.

   Público: Como la parábola del hijo pródigo. Su moraleja enseña que no debemos menospreciar los bienes, porque el dispendio trae pobreza y humillación y remordimiento de conciencia.

   BRC: La Biblia contiene enseñanzas para aprender a vivir. Jesús hablaba en parábolas para dar a entender su mensaje. Los místicos dicen que las vivencias espirituales de la experiencia extática son inefables porque acontece en un nivel interno de la conciencia y en un estadio sublime del espíritu. Quienes viven esa experiencia se valen de símbolos para comunicar esa experiencia. Por eso los místicos, como los autores de los textos bíblicos, resolvieron el misterio de lo indecible mediante la invención de los símbolos. En la II Carta a los Corintios, san Pablo habla de palabras inefables: “¿Hay que seguir presumiendo? Aunque es del todo inútil, me referiré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un cristiano que hace catorce años -si fue en cuerpo o sin cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y me consta que ese hombre fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre no puede expresar. De ese hombre presumiré, porque, en cuanto a mí, solo presumiré de mis flaquezas (II Cor., 12, 1-5).

Cacho, ringside/ring-side, marchante/a, influyentismo

Por Roberto E. Guzmán

CACHO

Se piensa que esta palabra por sí sola merece un espacio en los diccionarios de español dominicano. En el desarrollo de esta sección se revisarán las razones que mueven a pensar del modo expresado. Se expondrán aquí los usos que se encuentran en el habla para fortalecer la opinión expresada.

Cacho posee en el español dominicano todos los significados que se conocen en el español internacional, pero además de ellos tiene otro que es innegable y distingue este “cacho” del resto de lo usual.

Cacho se usa en el habla dominicana para ponderar algunas cualidades sobresalientes, sobre todo las que reconocen los atributos de una mujer. Ejemplo del uso que ilustra es este, “¡Qué cacho de hembra es esa mujer!”. En el ejemplo presentado no se trata de un pedazo o parte de la mujer, sino de la mujer entera.

Podría este cacho asemejarse a tremenda/o, formidable, estupenda/o, magnífica/o, increíble. Así se expresa el deleite de la observación de la mujer. De algún modo hay algo de asombro, a veces, en el uso de este “cacho”.

Para no pecar de sexista, es posible que una mujer pueda expresarse de modo semejante con respecto a un hombre que despierta admiración por su porte, presencia o personalidad; y, ¿por qué no?, hasta por su belleza.

Hay que rescatar este cacho y reconocerle su valor. Merece un sitio en los repertorios de voces dominicanas por esa acepción que se explicó más arriba.

 

RINGSIDERING-SIDE

“…quienes habían adquirido sillas de RING-SIDE…”

Hay varios reparos que pueden hacerse a la extraña voz que aparece en la cita y que consta en el título de esta sección.

Para comenzar puede recordarse que es una voz extranjera al español, proviene del inglés y, como no se ha asociado lo suficiente con la lengua española hay que escribirla con algún resalte, ya sea entre comillas, o mejor, en letras cursivas.

Otro asunto con respecto a la voz en cuestión es que la escribieron en dos partes con un guion en medio. En inglés se escribe en una sola palabra, por lo tanto, hay que respetar esa escritura porque pasa al español tal cual es en la lengua extranjera.

La voz del inglés tiene buena traducción al español de modo que los lectores nativos de español y, aún los extranjeros, pueden reconocer a qué se refiere es, “junto al cuadrilátero” o “junto al ring” si se desea permanecer más cerca del inglés.

No puede despedirse esta voz inglesa sin que se recuerde que esta posee muchas otras significaciones en inglés que no se usan en español. Es posible que el uso de la voz inglesa se deba a que el vocablo cuadrilátero del español es muy largo y el ring muy corto, de modo que resulta más económico en energía el vocablo inglés.

 

MARCHANTE /A

“…y las riñas feroces entre MARCHANTAS…”

Se atesoran los recuerdos de la niñez cuando se comenzó a oír por primera vez la voz marchante y marchanta que era la forma de llamarse entre sí el vendedor y el comprador; no se entendía a esa edad cómo ambas personas que desempeñaban diferentes papeles en la operación de compra y venta podían asignarse recíprocamente ese nombre.

Básicamente hay dos marchantes. Uno que es el elevado, el de obras de arte. Y el otro que es el de artículos más pedestres, que puede traficar en frutos menores. La palabra tiene su origen en la palabra francesa marchand y es muy probable que haya entrado al español dominicano durante la ocupación del territorio dominicano por los haitianos. O quizás, mediante las lecturas de los letrados de obras en francés.

Al habla debe de haberse incorporado primero, pues en esa época -durante la ocupación haitiana- es muy probable que se haya integrado con el sentido pedestre de mercader, en tanto persona que comercia con géneros vendibles, esto es, de artículos de consumo corriente.

La explicación para que los dos actores, el que vende y el que compra, reciban el mismo nombre, marchante, viene del sentido originario del francés, “persona que participa en un intercambio comercial”, que aparece en esa lengua desde el año 1200. Dictionnaire historique de la langue française (2012-II-2010).

Basta con que se piense en cuántas galerías de arte podían existir en la parte este de la isla La Española en ese tiempo, 1822-1844, de modo tal que pudiera emplearse la palabra marchante para el vendedor de obras de arte. De esta familia de palabras es de donde sale que exista en español la “marina mercante”.

La palabra no pertenece solamente a los dominicanos. En siete países hispanoamericanos es sinónimo de vendedor. En otros once países de América es el cliente habitual de una tienda o negocio.

La palabra estudiada aquí en el español dominicano tiene un uso particular que no se conoce en otro país, es cuando se usa para referirse a un individuo cuyo nombre no desea mencionarse y de esa manera se muestra disgusto o poco aprecio por esa persona. Casi siempre se usa como sujeto de una acción reprobable. Los elementos subrayados en este párrafo han de considerarse para introducirlos en una futura acepción de este/a marchante aquí analizada. La palabra no varía; se usa para el masculino y el femenino.

 

INFLUYENTISMO

“…es corrupción en su modalidad de INFLUYENTISMO”.

En más ocasiones que las toleradas el lector se ve en la obligación de adivinar lo que el redactor escribe. Este tipo de desciframiento del mensaje ajeno es el resultado de la inclusión de voces que no tienen arraigo en el español general.

Encontrar el significado del enigma que plantea la voz desconocida es un reto que a veces termina en gestión infructuosa. En otras ocasiones las dotes adivinatorias se ven amparadas por la sagacidad del lector que logra por analogía extraer el sentido oscurecido por voces inventadas o muy poco conocidas.

Lo que se ha descrito en los párrafos anteriores es lo que se presenta en la frase copiada a guisa de ejemplo de la opacidad introducida por una voz prácticamente desconocida.

Este influyentismo parece que tiene relación con los influencers que son personas consideradas importantes en el seno de la sociedad que ejercen un ascendiente en esta y, por tanto, sus opiniones son tomadas en cuenta, son personas influyentes.

Este influencer es un personaje moderno según lo consigna el Gran diccionario de anglicismos (2017:535) que lo cataloga en el área de la economía en tanto “persona conocida o famosa que cuenta con muchos seguidores en las redes sociales y ejerce influencia sobre los consumidores…”

Ese diccionario propone la traducción al español con la palabra referente.

Algunos escribientes no se conforman con la voz del inglés, ni toman en cuenta la traducción al español, sino que para “enredar más la cabuya”, sobre la base del concepto del inglés incluyen un sustantivo en español añadiéndole la terminación -ismo e inventan una nueva tendencia, doctrina, sistema.

Durante toda la historia de la lengua ha habido personas más osadas que otras que se permiten la libertad de crear nuevas voces que a veces con fortuna calan en el habla y pasan al dominio general. Si no fuera por personas como las señaladas, la lengua sería monótona y repetitiva. El tiempo es la sanción definitiva en casos como este. Unas van de cal, otras van de arena.

© 2019, Roberto E. Guzmán

Los indefinidos y la concordancia

Por Tobías Rodríguez Molina

 Normalmente, antes de iniciar la redacción de un tema es conveniente consultar alguna fuente o varias fuentes que nos ilustren o ayuden a conocer bien lo que les ofreceremos a nuestros lectores. Esta vez, en mi búsqueda, urgué un poco en Internet y allí encontré una definición de los indefinidos que dice así: “Los pronombres indefinidos son una clase de palabras con valor de adjetivo, pronombre o adverbio que dan al nombre diferentes valores.” (Babelnet: Los pronombres indefinidos). Creo que cualquier lector con sentido de la lógica y de la semántica se da cuenta de que esa es una definición disparatada, pues comienza llamándoles a los indefinidos “pronombres indefinidos” y luego dice que es una clase de palabras con valor de adjetivo, pronombre o adverbio.

Habría que preguntarse cómo puede un pronombre tener valor de adjetivo y de adverbio. Y también cómo puede una palabra que ya es pronombre tener o adquirir valor de pronombre. Es como si se definiera a los médicos del siguiente modo: “Los médicos son una clase de profesional con valor de médico.” Y de la parte final de la definición que dice  “que dan al nombre diferentes valores” no se puede captar con precisión lo que expresa. Yo sostengo que si se dijera, para completar la definición, “dependiendo del contexto en que aparecen, funcionando como adjetivo (concordando con el nombre) si  funciona como modificador de  un sustantivo;  como adverbio (sin concordancia) si acompaña o modifica a un adjetivo, a un  adverbio y a un verbo;  y como pronombre (con concordancia) si hace referencia a un nombre sin acompañarlo.”

Veamos esos contextos con sus respectivas funciones: a. Bastantes personas llegaron cansadas de la caminata. En este caso el indefinido “bastantes” funciona como adjetivo, y por eso presenta marca de concordancia, pues modifica a personas; b. Ellos llegaron bastante cansados de la caminata. Aquí “bastante” desempeña la función de adverbio, ya que modifica a un adjetivo y  por eso  no tiene marca de concordancia. Ellas llegaron bastante bien a pesar de lo larga que fue la caminata. En este último ejemplo “bastante”  no varía porque funciona como adverbio, ya que  acompaña  a un adverbio. “Me dijeron que Pedro comió demasiado.” Aquí demasiado no varía, ya que acompaña al verbo comió.  c. Algunos jóvenes que fueron a la caminata dicen que les fue bien, pero yo sé que bastantes llegaron cansados. En este ejemplo  “bastantes” desempeña la función de pronombre y  aparece en plural pues hace referencia al  nombre plural “jóvenes”.

La definición de pronombre dada por Babelnet  se podría considerar correcta, por lo menos en la primera parte de la misma,  si se le quitara la segunda palabra de la definición, es decir, la palabra “pronombres” y dijera: “Los indefinidos son una clase de palabra con valor de adjetivo, pronombre o adverbio…” (Y se podría completar la definición añadiéndole) “dependiendo del contexto en que aparecen”, que ya explicamos anteriormente.

Al constatar la desacertada definición ya analizada, podemos llegar a la conclusión de que, aunque las consultas de fuentes son importantes, no podemos confiar en ellas a ciegas, pues no siempre nos orientan correctamente.

Yo confío en que la definición y el concepto de indefinido que les ofreceré los ayudará a saber manejarse cabalmente en lo que tiene que ver con la concordancia o no concordancia que existe en esas palabras indefinidas, que es el objetivo que persigo con  la elaboración de este artículo. Ahí les va la definición:

“Los indefinidos son palabras que desempeñan varias funciones sintácticas,  y  se les llama “palabras indefinidas” por dos razones: la primera de ellas está fundamentada en que su función gramatical, que puede ser la de adjetivo,  pronombre, adverbio o complemento de un verbo, se determina por el contexto en que aparece empleado el indefinido. La segunda razón para calificarlas  de indefinidas se fundamenta en que el matiz o valor semántico cuantitativo que expresan es impreciso, indeterminado, indefinido.”

En pocas palabras, en  los indefinidos está indefinida su función gramatical de adjetivo, pronombre,  adverbio o complemento de un verbo, y está indefinido su valor o alcance significativo. Por eso se les llama  palabras indefinidas.

Al titular este artículo, quise referirme a algunos indefinidos que expresan cantidad, por lo menos cuando funcionan como adjetivos o pronombres, y son ellos: bastante, poco, demasiado, mucho y  suficiente. Otros indefinidos no los trataré en esta ocasión, pero podrán ver otros más si buscan en Eduteca “los indefinidos”. Pero de  todos los indefinidos podemos decir que  variarán o no, es decir,  tendrán concordancia o no, dependiendo del contexto o función gramatical que desempeñen, como lo hemos resaltado anteriormente. Pero volvamos a recalcarlo con mayor amplitud viéndolos  en sus variados contextos, los cuales determinarán su función.

  1. Acompañando a un sustantivo. En ese contexto el indefinido funciona como adjetivo, por lo cual sufre las variaciones de la concordancia que le impone el sustantivo. Ejemplos: a. A la conferencia asistieron pocos jóvenes. ; b. Ella suele comer muchas Fíjense que en los dos ejemplos ha habido concordancia de género y número, de los indefinidos pocos y muchas con los sustantivos jóvenes y empanadas, respectivamente.
  2. Haciendo referencia a un sustantivo. Aquí funciona como pronombre y concuerda en género y número igual que el adjetivo. Ejemplos: a. Muchos caminantes regresaron cansados y pocos demostraban tener sueño.; b. De esas frutas, algunos  comieron bastante.
  3. Acompañando a un adjetivo. En este contexto su función es la de adverbio, por lo cual no sufre variaciones ni de género ni de número, es decir, es invariable. Veamos los siguientes ejemplos: a. Esas doctoras son bastante ; b. Los muchachos que acaban de llegar parecen medio locos.
  4. Acompañando a un adverbio. También aquí funciona como adverbio, y por eso, al igual que cuando acompaña a un adjetivo, no experimenta las variaciones de género y número. Ejemplos: a. Me informaron que a ellas les va bastante bien en sus estudios. ; b. Manuel y Xavier llegaron a la reunión medio tarde.
  5. Solo complementando un verbo. En ese contexto funciona como complemento del verbo y es invariable. Ejemplo: “Esos muchachos estudiaron mucho antes de ese examen.” “Si ella come poco, se pondrá más delgada y débil.”

Me parece conveniente presentarles un aspecto que tiene que ver con los indefinidos: es  su valor cuantitativo, y que nos ayudará  a poder reconocer su  función y también si tendrán o no concordancia.  A este aspecto se le podría calificar de auxiliar del criterio de la función, el cual es el de más fácil comprensión y aplicación, y  ya fue explicado anteriormente.

Según este nuevo aspecto del valor cuantitativo, si el indefinido expresa cantidad recuperable, concuerda con la palabra a la que acompaña, al funcionar como adjetivo,  o a la que hace referencia, en su función de pronombre. Si no expresa cantidad recuperable, sino más bien grado o nivel, el indefinido será invariable, es decir, no experimentará las variaciones de la concordancia, por su función adverbial o de complemento de un verbo.

Ahora bien, ¿cuándo expresa cantidad recuperable?  Expresa cantidad recuperable cuando funciona como adjetivo o como pronombre. Ejemplos: a. Como adjetivo: En la playa hubo pocos bañistas el domingo pasado.; b. Como pronombre: Muchos trabajadores llegaron temprano hoy y  pocos llegaron tarde. Si observan bien, se darán cuenta de que los  indefinidos pocos, adjetivo, y pocos, pronombre, presentan las señales de género y número de la concordancia.

¿Cuándo no expresa cantidad recuperable? No expresa cantidad recuperable cuando funciona como adverbio o como complemento de un verbo. Ejemplos: a. Acompañando a un adjetivo: Esas medicinas son bastante caras.; b. Acompañando a un adverbio: Me informaron que Arnaldo  llegó medio tarde a la reunión. ; c. Complementando un verbo: Anoche estuvimos leyendo mucho. Como pueden ver, los indefinidos bastante y medio, adverbios, y mucho, complemento de verbo, no tienen señales de concordancia.

En la entrega anterior (1 de 2), dijimos que el sentido cuantitativo de los  indefinidos es impreciso, indeterminado,  indefinido. Pero ahora voy a añadir que en ese valor de cantidad indeterminada, se encuentra implícitamente la cantidad real,  la cual puede ser recuperada, como ya lo insinuamos anteriormente, cuando funcionan como adjetivos o como pronombres. Ahora bien, ¿mediante qué mecanismo se logra recuperar la cantidad real?  Yo me atrevo a plantear que esa recuperación se logra mediante  las preguntas “¿cuántos?” si el sustantivo es masculino, y “¿cuántas?” si es femenino. A los fines de visualizar la anterior teoría, les presento los siguientes ejemplos: l. Ese niño se comió  pocos mangos. ¿Cuántos se comió? 3 mangos. 2. Pedro Manuel se llevó bastantes cocos. ¿Cuántos se llevó? 12 cocos. 3. María Isabel comió demasiadas galletas. ¿Cuántas se comió? 15 galletas.

Ya dijimos que los indefinidos que expresan grado o nivel no sufren las variaciones impuestas por  la concordancia y que, por lo mismo, son invariables, y que los que expresan cantidad son variables o concordantes. Pero ¿qué procedimiento o mecanismo nos sirve para  determinar que no expresan cantidad recuperable? Creemos que se pude usar el mismo mecanismo de las preguntas “¿cuántos?” y “¿cuántas?”, pero en estos indefinidos, la prueba de que no expresan cantidad recuperable, sino grado o nivel es  que en ellos no se puede recuperar la cantidad que sí se recupera cuando expresan cantidad, como lo vimos en el párrafo anterior.

Ilustremos lo planteado mediante algunos ejemplos: 1. Esas jóvenes son bastante altas. ; 2. Esos muchachos  son medio distraídos.; 3. Ellos durmieron mucho anoche. ¿Cuántos? ¿Cuántas? Con esas preguntas no aparece ninguna  cantidad, lo cual deja dicho que lo que expresan es grado o nivel y, por esa razón, son invariables, por lo que no experimentan las variaciones de género y número.

Y para que constatemos la dificultad de muchos usuarios del español en lo concerniente a una adecuada  concordancia en los indefinidos, les presento algunos ejemplos. Veamos: 1. “Este caso ha dejado demasiado interrogantes.” (Un culto y veterano comunicador de Teleantillas). 2. “Había bastante casas de concreto construidas  por la compañía.” (Un laureado escritor dominicano ganador de un premio nacional). 3. “Ya yo me siento media chilena.” (Una dominicana en una entrevista en Chile).

Resumiendo lo antes expuesto con bastante amplitud, podemos decir que: “Los indefinidos son variables si funcionan como adjetivos o como pronombres y, en ese caso, expresan cantidad recuperable, por lo que existen dos razones para que experimenten las variaciones propias de la concordancia. En cambio, son invariables si acompañan a un adjetivo o a un adverbio y, en ese caso, no expresan cantidad recuperable, dos razones para que no los pongamos a experimentar las variaciones de la concordancia.

Creo que les puede ser de utilidad tener presente lo que les expuse en este artículo. Así tendrán seguridad y un dominio certero al emplear las palabras indefinidas o los indefinidos, como se les suele llamar. De ese modo, sus escritos y sus exposiciones o presentaciones orales tendrán mayor brillantez y prestigio.

© 2019, Tobías Rodríguez Molina