Presentación de «Logos», de Karol Wojtyla
Por Bogdan Piotrowski
Contexto histórico-cultural y personal
Antes de iniciar las consideraciones sobre el poema Logos, conviene recalcar el amor de Karol Wojtyla por la lengua materna, la literatura nacional y la historia patria. Aprendió valorarlas en el seno de su familia. No podemos olvidar que la literatura y la lengua, al lado del catolicismo, fueron las fuerzas vivas que permitieron salvar a Polonia, a pesar de las presiones de rusificación y de germanización que ejercían los ocupantes durante casi un siglo y medio[1]. Resulta oportuno recordar u os hechos históricos.
Polonia recuperó la independencia después de la Gran Guerra, el 11 de noviembre de 1918, pero su situación era muy inestable. El ejército polaco contaba con voluntarios, pero carecía de armamento y de apoyo logístico. Desde el año 1919 hasta marzo de 1921, cuando se firmó el tratado de Riga, tuvo que enfrentar la guerra contra Ucrania y, aún más peligrosa, la invasión del Ejército Rojo que llegó hasta Varsovia. La victoria en la defensa de la capital de Polonia, en agosto de 1920, aún es recordada como el Milagro del Vistula.
Karol Wojtyla nació el 18 de mayo de 1920, en Wadowice. Es decir, teóricamente un año y medio después de la independencia recuperada, pero con un presente muy convulsionado. Aunque pequeña, la ciudad de Wadowice está mencionada en las crónicas ya en el año 1317, lo cual también permite entender que su tradición se reflejaba en su cultura, tanto más que, indudablemente, Cracovia, la antigua capital de Polonia, está solamente a 40 kilómetros de distancia. En Wadowice había varios colegios, órganos de administración estatal, organizaciones culturales, artísticas, religiosas y deportivas. Ubicada en una pintoresca región, a la orilla del río Skawa y a pie de los montes Beskidy. Es comprensible que Lolek, como llamaban cariñosamente al pequeño Karol, hacía con sus colegas las caminatas de turismo, costumbre que conservó para toda la vida. De vez en cuando iba de excursión a Cracovia a visitar a los familiares o a algún evento artístico.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, Cracovia, a pesar de pertenecer al Imperio Austro-Húngaro, volvió a ser el centro de la cultura. Muchos polacos, con ánimo de manifestar su patriotismo, acudían para revivir la gloriosa tradición, visitando el castillo real de Wawel, la Cátedra y las tumbas de los reyes, la Iglesia de Santa María y su incomparable altar gótico, entre otros. En la Universidad Jagellona los cursos fueron dictados en polaco. Floreció la vida artística y su principal objetivo era hacer valorar el pasado nacional y, de esta manera, mantener vivo el espíritu patrio. Jan Matejko, a través de su pintura, rescataba los grandes momentos de la historia, como la batalla de Grunwald, cuando el rey Ladislao Jagellón, en 1410, venció a los Caballeros Teutónicos o cuando el rey Juan Sobieski, en 1683, defendió a Europa, en Viena, ante la invasión turca. Es comprensible que así fue, igualmente, en la época de entre guerras, en los años de infancia y de juventud de Karol Wojtyla. El país se estaba reconstruyendo y todos sus ciudadanos estaban comprometidos con la causa.
Sin embargo, para entender la influencias externas sobre la personalidad de Karol Wojtyla conviene recordar los primeros años de su vida. No se pueden olvidar las dificultades que hubo en esa época. Las circunstancias de querra y el permanente miedo de que Polonia esté invadida otra vez. En el país reina la carestía de los alimentos, el desempleo y las protestas sociales.
A esta situación nacional es preciso agregar los acontecimientos familiares. En septiembre de 1923, muere en el apartamento de los Wojtyla el abuelo paterno. El 13 de abril de 1929 queda huérfano, muere su madre Emilia Kaczorowska. Tres años después muere su hermano Edmund, médico. Al estallar la Guerra, intentó huir con su padre ante los alemanes pero, cuando los soviéticos invaden a Polonia, deciden regresar a Cracovia. Durante la II Guerra Mundial perdió muchos amigos y conocidos. Trabajaba en la cantera y, después, en la fábrica de químicos Solvay. El día 18 de febrero de 1941, salió por los medicamentos y el almuerzo y cuando regresó su padre ya falleció. Queda solo. ¡Todavía no tenía 21 años! Desde ese entonces reforzó su búsqueda de Dios y entró al clandestino seminario del arzobispo Adam Sapieha.
Karol Wojtyla siempre fue muy buen estudiante, lo cual confirman sus calificaciones registradas en el Gimnasio Martín Wadowita para varones, con el programa de estudios clásicos. Allá se familiarizó con el griego, el latín, el francés y el alemán. El nivel de exigencia fue muy alto; de los 49 colegas que comenzaron los estudios solamente se graduó la tercera parte. En el colegio participó activamente, como actor y director, en un grupo de teatro; asumió el papel de protatonista, entre otros, en los dramas: Antígona de Sofocles, Balladyna y Kordian de Slowacki; Zygmunt August de Wyspianski. En esos años empezó escribir poesía y mantuvo esta vocación artística a lo largo de su vida.
Reconfirmó su interés por la literature polaca, cuando, al terminar el bachillerato, en 1938, empezó a estudiar la filología polaca en la famosa Universidad Jagellona de Cracovia. Conviene traer a colación este vínculo sentimental que siempre mantuvo con su casa de altos estudios. Por ejemplo, en 1983, Juan Pablo II, al recibir el doctorado honoris causa de su Alma Mater, recordó a sus profesores Pigon, Kolaczkowski, Klemensiewicz, Kamykowski y a Urbanczyk, quien vivía en ese entonces. Con el profesor Stanislaw Pigon estudió, durante todo el año académico de 1938/39, la asignatura Teatro y drama desde mediados de XVIII. Delante de Pigon, presentó el examen de Gramática descriptiva de la lengua polaca moderna[2]. Las enseñanzas que recibió en estos cursos fueron fructíferas para su formación, pero también para su creación artística, como lo veremos más adelante.
La Universidad Jagellona en Cracovia es todo un símbolo y motivo de orgullo de la cultura nacional en Polonia. Fundada en 1364 por el Rey Casimiro el Grande, la más antigua en Polonia y en el norte de Europa y, hasta ahora, una de las mejores en el ranking mundial. Las aulas medievales recuerdan la presencia de los personajes ilustres del pasado, como Adalberto de Brudzewo, Nicolás Copérnico, San Juan Kanty o Cancio, Estanislao Hosius, Nicolas Rej, Juan Kochanowski, Andrzej Frycz Modrzewski; el rey Juan III Sobieski; Hugo Kollataj, rector de esta Universidad y uno de los creadores de la Constitución de Polonia que fue la primera en Europa y la segunda en el mundo después de la norteamericana; Karol Olszewski y Zygmunt Wróblewski, fueron los primeros quiens licuaron el oxígeno y el nitrógeno del aire; Tadeusz Browicz quien identificó el microbio de la tifoidea; Napoleón Cybulski quien explicó el funcionamiento de la andrealina; Stanislaw Lem, el famoso novelista de ciencia ficción y tantos y tantos otros. Para terminar la enumeración, mencionemos al mismo San Juan Pablo Magno y las Premios Nobel de literatura Wislawa Szymborska y Olga Tokarczuk.
Los alemanes cierran la Universidad en noviembre de 1939 y deportan a 184 profesores al campos de concentración en Sachsenhausen. Para los polacos se hacía evidente que los nazis desarrollaban la política de exterminio no solamente físico, sino también cultura. En respuesta, se crearon acciones clandestinas, la Universidad organiza sus cursos, exponiendo las vidas de sus profesores y estudiantes. A mediados de 1942, Karol Wojtyla, junto con su mentor de colegio Mieczyslaw Kotlarczyk y cuatro amigos más fundaron el Teatro Rapsódico en que la palabra se vuelve el mayor recurso escénico. En el repertorio dominan txtos poéticos dramáticos, pero también los líricos y épicos. Se insiste en la transmisión del sentido de la palabra, de su forma y su sonido. El actor no interpreta, sino lleva las ideas. El grupo retomaba las raíces griegas, pero también aprovechaba la tradición polaca que dejaron Mickiewicz o Slowacki. A los actores correspondía la selección y la adaptación de los textos para, luego, recitarlos.
Antes de finalizar esta breve contextualización, es preciso enaltecer la actitud personal del joven Karol Wojtyla durante el trágico periodo de la guerra. Ciertamente no fue fácil vivir solo, vivir el terror diario nazi y enterarse periódicamente de las muertes de sus amigos. Aguantando hambre, frío y todo tipo de penurias, tuvo que trabajar duro para no ser deportado. Y, a pesar de todas estas circunstancias adversas, siguió estudiando y cultivándose. Hay que recalcar que, además, en esos años siguió escribiendo la poesía y elaboró dramas: Job (1940), Jeremías (1940) y Hermano de nuestro Dios (probablemente, 1944). Krol Wojtyla tomaba la vida en serio. Desde esta época su existencia ofrece no solamente la unidad de vida, sino una gran visión sobrenatural y un testimonio inigualable.
Educado en el entusiasmo y la admiración por la cultura nacional, Karol Wojtyla se sentía atraido por los clásicos de la literatura polaca: Kochanowski, Mickiewicz, Slowacki, Krasinski, Norwid, Wyspianski, Kasprowicz. Bien que representan diferentes épocas, los une a todos una concepción de Polonia semper fidelis. La Patria se consolidó desde el año 966, cuando el príncipe polaco Miecislao se bautizó y el catolicismo ayudó a construir la identidad del país de los polanos. Es conveniente realizar unos breves esbozos de su cración para entender mejor y poder valorar la creación del Papa Poeta.
Una breve aclaración inicial: a lo largo del siglo XIX, cuando Polonia fue borrada del mapa, con frecuencia, por las razones de persecución, los polacos emigraban sobre todo a Francia. Las oleadas de los emigrantes se intensificaban después de las insurreciiones de 1830, 1848, 1860. París se volvió no solmente su refugio, sino un verdadero centro de florecimiento de la cultura polaca. Allá se publicaban libros, revistas y periódicos en polaco. Los cuatro poetas mencionados vivían y creaban en la Ciudad Luz. Krasinski hasta nació y murió allá. ¡Se hablaba de la Gran Emigración! Hasta se creó un Gobierno de Emigración que durante largos años presidía el príncipe Adam Czartoryski y que tenía sus embajadas en Londres y Estambul. Muchos son los nombres que deberíamos indicar, además de los escritores románticos señalados: Federico Chopin, el general Józef Bem, político Maurycy Mochnacki, el historiador Joaquín Lelewel, el inventor Jan Jozef Baranowski, Antoni Patek, fundador de la primera fábrica de relojes, y muchos más.
Jan Kochanowski (1530- 22 VIII 1584)
Durante el Renacimiento, la creación de Jan Kochanowski, en español Juan Cocanovio; no tiene comparación, no solamente en la literatura polaca, sino en ninguna otra literatura nacional eslava, hasta el romanticismo. Estudió en Cracovia, Kaliningrado y en Padova, donde profundizó sus conocimientos en lenguas antiguas, bajo la orientación del célebre filólogo Francesco Robortello[3]. Mas, como los más grandes poetas renacentistas Petrarca, Dante o Ronsard – a quien visitó – elevó la lengua natal a la más alta expresión literaria y estuvo convencido de su deber de cantar en polaco la gloria de su Patria. Fue poeta de la corte y secretario del rey Esteban Batory. Recibió muchos honores, pero prefiró retirarse a su hogar en Czarnolas, la propiedad que heredó de su familia.
Toda su creación llegó a las más altas cumbres líricas. Sus Trenos son inigualables. En ellos lamentaba la muerte prematura de su hijita Úrsula. Su importancia sigue estando muy viva en la conciencia nacional, pero también demuestra su apertura a la universalidad, por ejemplo, al retomar la forma de trenos, estos cantos fúnebres de tono elegiaco, de la lírica griega arcaica. Muchas son las manifestaciones de su patriotismo que es el motivo más destacado en su creación. El canto V de Piesni / Cantos describe como los tártaros arrasaron con la region de Podole. A su vez, en el canto XII sugiere que los sacrificios y la muerte en defensa de la Patria merecen los más altos reconocimientos y honores. En su libro Fraszki / Bagatelas, encontramos el poema A las tumbas de Sokól en que expresa el homenaje y la admiración al heroism de los soldados muertos en la defensa de Polonia. El drama humanista de La despedida de los emisarios griegos aprovecha la analogía con la guera de Troya y las circunstancias históricas del país en ese entonces.
Aunque también en Polonia, en esa época, había vientos del protestantismo, el poeta subraya en sus versos que profesa la fe católica y sigue profundamente creyente. Su Himno. Czego chcesz od nas Panie / Himno. ¿Qué quieres de nosotros, Señor? Es una expresión de admiración y de gratitud por la creación. He aquí, un fragmento:
“Tú eres el Señor de todo el mundo, Tú creaste el cielo
Y lo bordaste bellamente con las estrellas doradas;
Tú pusiste el fundamento a la tierra sin fin
Y cubriste su desnudez con hierbas numerosas”.
En el último Treno subraya la misericordia infinita de Dios y la ingratitud de los hombres:
“Nosotros, Señor, tus hijos desobedientes,
En los tiempos felices
Te recordamos poco,
Solo placeres disfrutamos”.
Entre los juvenalia de Wojtyla se encuentra el libro Salterio renacentista.que contiene también algunos salmos escrito por él en 1939, como Canto matutino o Hoy te llevo una confesión. El título ya es una clara alusión a la poesía de Kochanowski, autor de Siete salmos de contricción y traductor del Salterio de David, ambos libros publicados en 1579. Mas hay otra expresión de admiración del Papa poeta. Uno de sus poemas se llama el Banquete de Czarnolas. La insinuación es obvia. Se trata de las delicias o los encantos que creó don Juan a través de sus versos para los compatriotas en Czarnolas, la aldea de su propiedad donde tuvo su residencia y narró la vida bucólica que llevaba allá en seno de su familia. Con el tiempo, Czarnolas se volvió para los polacos un sinónimo del lugar paradisiaco, simbolo de la felicidad. Al ver los tilos en cualquier parte de Polonia, se crea una inmediada asociación con el árbol en cuya sombra Kochanowski escribía sus versos. El tópico de Czarnolas aparece a lo largo de los siglos en la literatura polaca.
Adam Mickiewicz
(24.XII.1798 – 26.XI.1855)
El romanticismo se desarrolló en Polonia gracias a Adam Mickiewicz quien entregó su vida y su obra a la causa patria. Estudiando en la Universidad de Vilna, formó parte de la asociación secreta patriótica para la juventud los Filaretos. Como indica el origen del nombre de la asociación y su lema „Patria, ciencia y virtudes”, sus miembros aspiraban a cultivar sus virtudes y adquirir conocimiento moral y religioso. En diciembre de 1820, el poeta escribió varias poesías, entre ellas, el Canto a los Filaretos que se volvió su himno. En unos de sus versos leemos: ”Mide la fuerza, según los propósitos, No el propósito, según tus fuerzas”.
Desde esta época, la frase se volvió un proverbio que aún se usa como una motivación.
De esta fecha del diciembre de 1820 proviene la Oda a la juventud. Su inicio es:
“¡Sin corazones, sin espíritu!: Son pueblos cadavéricos!
¡Juventud! Dame las alas,
Voy a sobrevolar el mundo en extinción
Al preciso, dominio de ilusión,
Corre la esperanza despierta la imagen dorada,
Lanza la nueva, bota la gastada.
¡Juventud! abandona la mediocridad,
Y como la luz solar
Ilumina la inmensidad
De tus propósitos y lo vas a lograr”[4].
En 1822 aparece el poemario Baladas y romances. Entre las poesías se encuentra Romanticismo, de cierto modo, un poema manifiesto, escrito en enero de 1821. Muchos son los versos citados, pero estos quizá son los que más:
„El sentimiento y la fe más me dicen
Que la lupa y el ojo del sabio.
(…)
Ten el corazón y mira el corazón”[5].
Es clara la crítica del joven Adam al programa de la Ilustración y que refleja perfectamente el famosos conflicto de las generaciones.
Muchas son las poesías que escribe Mickiewicz en los años 20. Condenado al destierro los elabora en Moscú y en Odessa. De su copiosa creación caracterizada por los tonos líricos; mencionemos, por lo menos, el título de un libro Sonetos de Crimea. También resulta indispensable mencionar el importante título de Konrad Wallenrod que parece en 1828, después de muchos problemas con la censura por sus motivos patrióticos. El poeta abandona Rusia y se dirige a Alemania, Italia, Suiza y, finalmente, llega a Paris.
La década de los 30 ofrece una nueva época en la creación de Mickiewicz. Los años 1832-1834 son de su especial producción literaria. Las obras que comienza a escribir, inspiradas en el patriotismo, y la profunda fe, demostraron su convicción que tenía que escribir para el bien de su nación. Mickiewicz, consciente de su papel de guía espiritual de su pueblo, no aceptaba la catástrofe, no renunciaba a la idea de salvar la Patria. En 1832, publica dos textos fundamentales: Ksiegi narodu polskiego y pielgrzymstwa polskiego (Libros de la nación polaca y de los peregrinos polacos) y Dziady (Antepasados) parte III.
La temática de Los libros se basa en la profunda convicción de que la civilización europea, por no haber respetado los principios que la consolidaron, es decir, la fe cristiana y sus ideales, está amenazada por su extinción (los contemporáneos los consideraban profetico y hoy día este epíteto parece también vigente). Los abusos crecientes de cada generación sucesiva llevan al Viejo Continente a la destrucción, hay una nación que queda firme en su fé, la polaca. Los libros ayudaban a fortalecer el espíritu de los compatriotas de Michiewicz, tanto en el país, como en el exilio. Su propósito fue cumplido. Como ejemplo, recordemos la reacción de la princesa de Wirtemberg quien escribe desde Pulawy al príncipe Witold Czartoryski en París: “Leímos y lloramos, por favor, diga esto al autor, besándolo cariñosamente de parte de cuatro generaciones desde los más viejos hasta los más jóvenes”. (4)
Estas son las primeras líneas del famoso libro:
“Al comienzo había la fe en un solo Dios y en el mundo había libertad. No había leyes sino la voluntad de Dios y no había amos ni esclavos sino los patriarcas y sus hijos.
Pero, luego, los hombres renunciaron a un solo Dios y elaboraron ídolos y los saludaban y rendían en su gloria sangrientos sacrificios y guerreaban en nombre de sus ídolos.
Por esto, Dios mandó sobre los idólatras el peor castigo: la esclavitud.
La mitad de la gente quedó esclavizada por la otra mitad, aunque todos provenían del mismo Padre. Porque renunciaron a su origen y se inventaron diferentes padres; uno dijo que provenía de la tierra; otro, que del mar; los otros, que de los otros.”[6]
En el capítulo XXIV leemos la siguiente afirmación del poeta: “He aquí Los libros de la nación y peregrinación polacas, no inventados, sino recogidos del pasado polaco, y de los escritos, y de las historias, y de las enseñanzas de los polacos, gentes pías y consagradas a la Patria, Mártires, Creyentes y Peregrinos. Y algunas cosas son inspiradas por la gracia de Dios”[7].
Y para completar la visión citemos una de las oraciones finales que completan la publicación, La oración del peregrino:
“¡Señor, Dios todopoderoso! Los hijos de una nación guerrera elevan hacia tí sus manos indefensas desde diferentes extremos del mundo. Te llaman desde las profundidades de las minas de Siberia y desde las nieves de Kamchatka, y desde las estepas de Argelia, y desde Francia, tierra extranjera. Y en nuestra Patria, en la Polonia fiel a Tí, está prohibido llamarte; y nuestros ancianos, mujeres y niños oran a Tí a escondidas, en pensamientos y con lágrimas. ¡Dios de los Jagellones! ¡Dios de los Sobieski! ¡Dios de los Kosciuszko! Apiádate de nuestra Patria y de nosotros. Permítenos rezar a Ti, según la costumbre de nuestros antepasados, en el campo de batalla, con las armas en la mano, delante de los altares, hechos de los tambores y cañones, debajo del baldaquín, hecho de águilas y de nuestros estandartes; y a nuestra familia permítele rezar en las iglesias de nuestras ciudades y nuestras aldeas, y a nuestros hijos, en nuestras tumbas. Y así sea tu voluntad y no la nuestra. –Amén.”[8]
Los libros de la nación polaca y los peregrinos polacos son el mejor testimonio de la idea mesianista polaca romántica y de la concepción nacional polaca. Por tradición, el estado de Polonia era inseparable de la religión católica. El estado era casi algo santo algo sagrado y este sentimiento de lo sagrado, aún se intensificó, cuando Polonia dejó de existir. El mesianismo quería ver en la nación un ser colectivo que abarcara a los seres individuales, todos los polacos y, como ser humano y cristiano, a través del dolor y sufrimiento que de cierto modo se podían interpretar como liturgia y práctica religiosa; la Patria también iba a resucitar. El mesianismo era una religión nacional que respondía al pueblo humillado por los repartos y los levantamientos ahogados por la fuerza de los ocupantes. Era la reacción a la filosofía de la derrota. Era necesaria la justificación histórica de su posición geopolítica poco favorable, y resulta comprensible la exageración en el papel de la misión que tenía que desempeñar Polonia en el continente europeo. No podemos considerar estos textos como libros de historia, son páginas que defienden la relación de la moral con la convivencia social y política.
De la misma época proviene el libro de lectura obligatoria para todos los polacos, Don Tadeo. El poema comienza con la célebre invocación: “Lituania, Patria mía, tú eres como la salud, cuánto hay que apreciarte, sólo sabrá el que te perdió.”[9]
Las páginas del libro entrelazan la historia de la época de Napoléon con la vida de la familia tradicional polaca. El lector se deja cautivar por la belleza del lenguaje, la frescura de las descripciones de la naturaleza, por los conflictos y suspensos que surgen en la trama, por los modelos sociales de los personajes y, sobre todo, por el despliegue de los sentimientos patrióticos. Czeslaw Milosz, el Premio Nobel de 1980, subraya que Don Tadeo es la última epopyea en la literatura universal[10].
Mickiewicz dictando su cátedra de las literaturas eslavas en el Colegio de Francia, logró difundir como nadie antes la historia de la cultura eslava. Uno de los aspectos que desplegó la siguiente visión: „Las gentes del pueblo son las que sufren, las que languidecen, las que son libres en espíritu y que no vienen con haces de sistemas ya constituidos… estas clases –las capas superiores de la Iglesia– han abandonado la cruz; no querían sufrir, han hecho siempre todo lo posible para evitar el sufrimiento y se han encerrado en los libros, en la teología y en las doctrinas. Todos sabemos que es fácil creer y argumentar que decir sinceramente la verdad y sufrir por defenderla. La fuerza nace solamente del sufrimiento… Por lo tanto el que desee ser un creador en el arte o bien un jefe en la política, debe necesariamente identificarse en espíritu con las masas que sufren y que lnguidecen en espera del porvenir. ¿Cuál debería ser por lo tanto el sufrimiento de la Iglesia? Un dolor idescriptible que San Martin llamaba la agonía profética, es muy diferente de los sufrimientos del artista, o bien del sufrimiento individual: es un dolor que uno solo soporta por millones de hombres. El que no está preocupado sino de su propia salud, es incapaz de soportar tal sufrimiento”[11]. Merecería exponer muchos más aspectos y méritos de Mickiewicz, pero se trata únicamente de señalar algunos que pudieron influir en la formación estética y el pensamiento de Karol Wojtyla.
Juliusz Slowacki
(4 IX 1809- 1 IV 1849)
¿Cómo presentar a un genio como Juliusz Slowacki en unas frases? Es una tarea imposible.
A pesar de su corta edad (murió de la „romántica” tuberculosis) y la salud muy precaria, dejó una creación literaria inmensa, no solamente por la cantidad de títulos y de géneros, sino, sobre todo, por la dimensión de su estética y de su pensamiento. Es una obra considerada como muy densa en ideas filosóficas y religiosas cuya evolución mística era firme y unitaria, en función de su profundo catolicismo.
Es considerado como el gran renovador del polaco literario, entre otros, por introducir los neologismos, manejar una rica simbología, otorgar nuevos matices al significao de las palabras. Recurría a menudo de modo sorprendente a lo grotesco, la ironía. Sus depliegues de la fantasía y de la imaginación resultan inigualables.
Dejamos al lector tres muestra poéticas de la creación de Slowacki. La primera son unos fragmentos del poema Beniowski, Canto V:
…”Quiero que la lengua flexible a que aspiro,
Dijera todo lo que piensa la cabeza:
A veces sea cual el relámpago claro y rápido,
A veces triste como el canto de la estepa;
A veces tierna cual de las ninfas el quejido,
A veces como el habla de los ángeles bella.
Que sobrevuela todo con alas de un espíritu animoso
La estrofa se rije por el ritmo y no por un desveno poderoso”…
(…)
…”Y si aquel Juan Kochanowski viejo
Se levantara de su tumba, hubiera comprendido
Que escucha de un poema celestial el eco
Y que en la ultratumba sus tilos hacen el nido
| Que oye antiguos versos con el ritmo regio
En el habla que él mismo había construído.
Después, hubiera reido con alegría y el pensamiento grato
Que ni en el ataúd he olvidado el polaco”…
(…)
…” Oh Dios! ¿Quién no te sintió en Ucrania admirable?
En sus campos azules, cuando su espíritu está afligido,
Cuando está recorriendo las llanuras interminables
Con el himno al viento, y con alas ha removido
Las cenizas y la sangre derramada del suelo ensangrentadas
por los tártaros inexorables,
Y el sol dorado con sus rayos los polvos habrá subido
Hacia el cielo, que se ha vuelto rojizo y nublado,
Como el disco negro con ojos ensangrentados.
¡Oh Dios Todopoderoso! quién nunca te estaba contemplando
En la gran estepa ante el sol casi agonizante
Cuando las bases de las tumbas, y las cruces se están ampliando
Y parecen sangre, o más bien, fuego llameante.
Allá lejos el mar de los matorrales está retumbando,
Los sepulcros llaman con voces horripilantes;
La nube de langostas como el arco iris fúnebre huye
La guirnalda de las tumbas poco a poco se diluye.”
Las estrofas permiten apreciar su amor a su Patria Polonia y a su patria chica, Ucrania, su compleja y dramática historia y los altos ideales. El yo lírico subraya su descendencia del gran vate renacentista, Kochanowski. Mas, por encima el poeta aspira a glorificar a Dios. Desde luego, resulta fácil percibir el rico vocabulario y su flexible y armonioso estilo, al lado de una imaginación que ofrece escenas pictóricas de fantasía.
La misma actitud se reafirma en otro poema, Mi testamento:
“Pero ustedes quienes me han conocido pasen este recado
Que para la Patria dedicaba todos los años míos
Mientras el navío luchaba, en el mástil estaba yo sentado,
Y cuando se hundía, me fuí a pique con el navío…
Algún día llegará, cuando alguien habrá meditado
Sobre mi pobre Patria, y su destino ominoso,
Y que el vestido de mi espíritu no fue mendigado,
Sino de los fulgores de mis antepasados esplendoroso.
(…)
Cuanto a mí, dejo aquí mis amigos y su acompañante
De los que lograron querer mi corazón orgulloso;
A Dios obedecí y le rindo cuentas de mi cumplimiento,
Y tengo aquí mi ataúd sin quejas ni sollozos.”
Himno
“Madre de Dios, Virgen,
Escúchanos, Madre Divina,
Es el canto de nuestros antepasados
Brilla la aurora de la libertad,
Suena la campana de la libertad,
Crece el arbusto de la libertad,
Madre de Dios!
Lleva ante el trono del Señor
El canto del pueblo libre.”
De los diez dramas de Slowacki mencionemos, por lo menos, tres. El protagonista titular de Kordian (1834) es la personificación de los revolucionarios polacos que, después de la derrota, cuestionan a sí mismos, a los demás y al destino: ¿quié tiene la responsabilidad y cómo hay que asumirla? El mismo Kordian, desgarrado en su espíritu, no encuentra sosiego para su existencia. Balladyna (1835) es un drama en que se hallan todas las técnicas del teatro de la época y, al mismo tiempo, recoge las leyendas del folclore polaco. Balladina asesina a su propia hermana para alcanzar la riqueza. Atormentada por la conciencia reconoce su fracaso. En Mazepa (1840) Slowacki retoma a uno de los aventureros históricos más populares en Europa del siglo XVII quien llamó la atención, por ejemplo, de Voltaire, Víctor Hugo y Lord Bayron. El noble polaco de Ucrania forma un tiángulo amoroso cuyo desenlace trágico recuerda los amores típicos del romanticismo. Todos los dramas de Slowacki, también los que no alcanzamos a nombrar, están muy arraigados en el espíritu polaco y son considerados piezas clásicas en el teatro nacional. En todos ellos se manifiestan los dilemas éticos. Tampoco faltan los sentimientos de nostalgia por la patria o por su terruño ucraniano, a veces manifiestos, a veces de forma metafórica. Conviene recordar que Karol Wojtyla actuó en sus años de colegio en los dramas Balladyna y Kordian. Desde los años treinta, en la creación de Slowacki se intensifica la presencia religiosa y hasta mística. Esta visión se refleja en su poema en prosa Génesis del Espíritu (1844). Es allá que aparece la famosa frase que es como un axioma: „todo es creado por y para el Espíritu, y nada existe para el fin corporal”. El autor asumía su papel de vate que le exigía señalar los caminos de la nación y del futuro de la Patria. Relacionaba estrechamente sus palabras con la Palabra de Dios. En la época del romanticismo, los triunfos verdaderos en la poesía polaca los llevaban incuestionablemente Mickiewicz y Krasinski. Los contemporáneos no entendían la originalidad de la obra de Slowacki. Fue Cyprian Kamil Norwid quien, en sus famosas conferencias en 1860 pronunciadas en París, creó la famosa triada de los vates. nacionales. Igualmente, conviene recordar que, en la cultura polaca se oyen a menudo las palabras de Norwid que definen a Slowacki como el creador del „idioma de las transfiguraciones sociales”.
Zygmunt Krasinski
(12 II 1812 – 23 II 18 )
Zygmunt o Segismundo Krasinski, hijo de aristócratas polacos de linajes antiguos y parentescos con casas reales, como romántico vivía profundas tribulaciones existenciales, causadas por las circunstancias históricas y familiares que tuvo que vivir. Los privilegios también le acarrearon rechazos y cuestionamientos de sus colegas de estudios. Por otro lado, toda la vida fue una persona de salud muy frágil y extremadamente sensible. Todas estas razones confluyeron a una personalidad intuitiva, de gran cultura, ideas profundas y abiertas, así como de la mente perspicaz. Estudió y presenció varias revoluciones y trató de descifrar sus fines y sus alcances.
La obra magna de Krasinski es La No Divina Comedia. El título mismo evoca a Dante, tan admirado por los románticos, pero hay que reconocer en la visión teatral se percibe la admiración por Shakespeare y Calderón de la Barca. La No Divina Comedia refleja el infierno de la revolución. El protagonista, el Conde Enrique desea el bien, per se siente impotente ante el mal; peor, por miedo se siente forzado a defender el mal. La revolución trae nuevos crímenes, abusos, la injusticia. Las atrocidades segundan los fraudes, las usurpaciones, más crueldades… Parecería que el autor critica la revolución, pero no es así. Pancracio quien quiere cambiar el orden, se guía por la fe, quiere cumplir su misión. En la última escena, Pancracio cae y emite el último grito: „Galilee vicisti”. El drama sugiere que los revolucionarios no son los verdaderos culpables del derrame de la sangre.
Krasinski desarrolla una especie de teodicea de la revolución. No fue el único que aspiraba a cristianizar la revolución. El tema fue estudiado a lo largo del siglo antes y después de publicarse La No Divina Comedia. El autor leyó Schiller, Schlegel, Ballanche, Guizot, Quinet, Carlyle. Después, ahondaban esta problemática Lamartine, Blanc, Michelet, Renan.
Uno de los críticos de la obra de Krasinski resume: „La Comedia es es un drama sobre la persona humana, sobre una generación ´sin corazón´,sobre un mundo en desorden, sobre un mundo moral en desorden. Es un drama sobre los desarraigados – sobre los seres que han perdido, unos y otros sus raíces morales sobre la vida colectiva y de la vida individual (…) Krasinski vota en favor del corazón y de la cristianización del orden social y político. En esto continúa una bella y larga tradición del pensamiento en Polonia”[12].
En Francia, la problemática de la revolución y la presencia de Dios en la literatura se intensificaron después de la No Divina Comedia. En Francia, retomaron el tema los poetas de la talla de Víctor Hugo, Leconte de Lisle, Villiers de L´Isle Adams. También en Rusia consignaron sus reflexiones sobre este tópico los autores como Dostoyevski: Leyenda del Gran Inquisidor, Belyï: La Resurrección de Cristo y Alejandro Blok: Los doce.
Para enlazar el panorama de poetas, aprovechemos las palabras escritas de Krasinski en una carta escrita a Delfina Potocka, cuando describió unos comentarios de Norwid „Los encarcelamientos, juicios, grilletes, condenas a Siberia, ianudibles heroismos y martirios” (…) „Imagínate que desde cuando terminó su educación, hace como seis años, contó, nombre por nombre, doscientos condiscípulos, casi todos con quienes se conocía y estudiaba, desterrados a Siberia, muertos en Citadela o por el camino”[13].
Cyprian Kamil Norwid
(24 IX 1821 – 23 V 1883)
Cyprian Kamil Norwid fue el poeta más admirado por Karol Wojtyla maduro, lo cual se puede comprobar por las reiteradas citaciones de su poesía en las enseñanzas pontificias de Juan Pablo II. Una de ellas es „La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, el trabajo para resurgir” que aparece, en la Carta de los artistas. Este bello verso del poema Promethidión, yo lo terminaría más bien con „el trabajo para alcanzar la resurrección”[14]. También de Promethidion provienen estas líneas: „El artista nacional organiza la imaginación así como, por ejemplo, el político nacional organiza las fuerzas del estado”.
En toda su obra se aprecia una gran coherencia entre los postulados teóricos y su ejecución. Dominaban su propósito de autenticidad, su apego a la realidad vivida y de la afirmacón de la verdad. Para apoyar estas observaciones citemos algunos ejemplos del mencionado Promethidión, escrito a finales del año 1851. El poema tiene un subtítulo: „Asunto en dos diálogos y un epílogo”. La forma dialogada de los textos norwidianos es muy representativa; también la encontramos sus ecos en la creación de Karol Wojtyla.
Para comprobar la mencionada coherencia, acudamos a la muy diciente y representativa siguiente cita, tomada de sus palabras dirigidas al lector:
„En el primer diálogo se trata de la forma, es decir de la Belleza.
En el segundo del contenido, es decir del Bien, y de la luz de ambos, la Verdad”[15].
En este breve aviso se refleja toda su concepción condensada de su arte. En el fragmento que sigue, queremos destacar la entrega del poeta a la causa patria:
„¡Oh Polonia! No veo las líneas de tus fronteras,
No tienes nada, sino la voz – ¡tan pobre!
Mas existes – tú eres la hija de la opinión,
Tú eres la voz que que es – la voz de Dios.
¡Oh Polonia! – tu confesión es la profecía,
Porque hoy eres la única voz en el desierto ”.[16]
La estrofa del segundo Diálogo de Promethidión: Wieslaw demuestra esta permanente búsqueda de la verdad y del espíritu. Los románticos polacos, también Norwid veían en su Patria, que desapareció del mapa geopolítico de Europa, el papel del Mesías de las naciones que iba a traer la justicia y redimir a los oprimidos. Aprovechemos también este fragmento para destacar el uso frecuente de los signos de puntuación, especialmente, la „raya” o el „guion largo” que se usa para los incisos y para señalar el diálogo. Es evidente en estos pocos versos el propósito arístico de la coherencia de la forma y del contenido.
El Promethidión, como toda su creación del bardo, evidencia la permanente busca del perfeccionamiento estético de la forma. Si los dos diálogos están escritos en verso libre el Epílogo de Promethidión consta de poemas en prosa. Subrayemos este aporte innovador. Si bien es cierto qu podríamos buscar antecedentes de poemas en prosa, se admite universalemente que fue Charles Baudelaire quien consacró el nuevo género con su publicación en 1962. ¡Norwid ya lo hizo en 1851! Más de una década antes. También hace inquietar otra coincidencia artística entre ambos autores. Norwid editó las Flores negras y las Flores blancas en 1857, respectivamente, en enero y en marzo; a su vez, Baudelaire, lo hizo con sus Flores del mal el el 25 de junio del mismo año. Los tres tomos une el afán estético profundamente innovador. Norwid apostaba por el valor del silencio y el pathos, en oposición a lo cotidiano y lo escandaloso del poeta francés.
Retomemos la tercera parte, el Epílogo de Promethidión que comienza:
I.
La palabra – es el testamento del acto; lo que no se puede llevar con el acto, se ensaya con la palabra – se transmite; Solamente este tipo de palabras son necesarias y solamente ellas resucitan en el acto – todas las demás forman una fraseología más o menos sabia o una necesidad mecánica, si no son la clave del arte.
II.
Cada nación llega por otro camino a la participación en el arte; cuantas veces llega por el mismo que las demás, entonces no es ella ue le llega , sino es el arte que le llega, y es una planta exótica, y no hay allá un lugar para los artistas… Aún es así en algunas partes”[17].
Norwid fue un polígrafo y, en este momento, no es posible enumerar toda su creación. En su legado artístico hallamos una abundantísima poesía lírica en varios géneros literarios. De entre los poemas, además de Promethidión, señalemos por lo menos: Pompeya, Epimenides, Quidam, Clave de la libertad de la palaba, Niewola/Esclavitud.
En sus títulos para el teatro se encuentran, entre otros, las comedias Noc tysiaczna druga/Mil y dos noches, Milosc-czysta u kapieli/ Amor puro en el baño; tragedias Pierscien wielkiej damy, czyli ex-machina-Durejko/ El anillo de la gran damao Ex-machina-Durejko y Krakus, ksiaze nieznany Krakus, el príncipe desconocido; tragedia histórica Kleopatra i Cezar/ Cleopatra y César. Su prosa nos ofrece todo un abanico de géneros literarios; relatos, novelas cortas, sátiras, cuentos ensayos, estudios, monografías, memoriales, artículos, etc. En todas estas páginas abundan reflexiones filosóficas, psicológicas o costumbristas con una mirada perspicaz, un tono adecuado a las circunstancias, desde el humor sarcástico hasta la ironía. También dejó insuperables y extensos fragmentos de las traducciones de la Odisea de Homero y de la Divina Comedia de Dante. El número incontable de cartas constituye una fuente de información fidedigna e inusual.
La creación literaria de Norwid no fue muy bien recibida por sus contemporáneos, aunque no faltaban manifestaciones de muy alto aprecio. „Quien quiere entender al poeta, debe ir a su país”[18] escribió Goethe. Si el contexto cultural pudo ayudar bastante, no cabe duda de que Norwid se adelantó con su pensamiento y su estética por varias generaciones. Tuvo mucha razón el profesor Stefan Sawicki, uno de los más versados conocedores de la obra de Norwid, cuando tituló uno de sus estudios Norwid desde el punto de vista de sus bisnietos[19]. Muy cierta es también su siguiente apreciación:
„Su destreza para hablar sobre los asuntos de la fe –de manera tan profunda que sobrepasa los esquemas establecidos- es cercana a los cristianos contemporáneos, que buscan el lenguaje adecuado a la realidad postconciliar de la Iglesia”[20].
Stanislaw Wyspianski
(1869 -1907)
Wyspianski fue un visionario quien renovó el teatro[21] Su ensayo sobre Hamlet con ideas renovadoras para el teatro contemporáneo, es un clásico que influenció, por ejemplo al teórico del teatro como Jan Kott, a los dramaturgos de fama mundial como Grotowski y Kantor, así como al cineasta Andrzej Wajda.
El drama más reconocido es Wesele / La boda (1901). Su impato en la conciencia nacional y en la vida cultural fue tan fuerte que los ocupantes austro-húngaros prohibieron el libro. El drama resulta ser todo un universo simbólico en que, en las escenas realistas desfilan personajes simbólicos que parecen analizar el pasado patrio. El análisis histórico no se limita a la reflexión sobre el país, porque su verdaero objetivo es pensar y hacer pensar sobre la existencia humana y su contexto personal y sociocultural.
Los dramas, por lo general, trataban temas de historia polaca: Warszawianka / La Varsoviana, Legion, Noc listopadowa, Wyzwolenia, Skalka, Zygmunt August, pero también de la historia universal, especialmente en relación con la mitología griega: Protesilas y Leodamia / Protesilao y Laodamia, Meleager / Meleagro, Acrópolis, Powrót Odysa / Retorno de Odiseo. El dramaturgo no solamente registraba a los personajes, sino sabía darles rasgos humanos, con todas sus particularidades, dimensionarlos para que puedan convertirse en referentes en la conciencia de las generaciones venideras. Su visión histórica se convertía en una especie de fe mística, de amor por la Patria. Wyspianski insistía en que las tragedias y la sangre derramada en los siglos pasados no ocurrieron en vano, eran testimonio de heroismo y retos para el futuro, transmisión de las experiencias de los antepasados a los bisnietos.
Unos años antes de su muerte, Wyspianski anotó un esbozo del drama que planeaba escribir: “Castillo San Angelo. La revolución obrerea ya ha invadido todo el viejo mundo, ha dispersado a todos los reyes y a todos los aristócratas. Los últimos se han refugiado aquí con el jefe de la Iglesia. Los revolucionarios al frente de los cuales se encuentra un joven jefe, sitian el Castillo y no cesan de atacarlo. A pesar de la insistencia de los conservadores, el Papa no da la orden de disparar sobre los asaltantes. Al fin cede y ordena hacer uso de los cañones. Los asaltantes trepan por los muros, conducidos por su jefe. Aparece éste delante del Papa y su rostro es el de Cristo”[22].
El famoso profesor de filología polaca, Stanislaw Pigon, en memoria de los 50 años del fallecimiento de Wyspianski, pronunció el discurso inaugural del año académico, titulado Spiewak wielkosci narodu / Cantor de la grandeza de la nación[23].
Jan Kasprowicz
(12 XII 1860 – 1 VIII 1926)
Jan Kasprowicz fue una personalidad sorprendente para la época. Hijo de campesinos logró estudiar filosofía y literatura en las universidades de de Wroclaw y Leipzig. En la Universidad de Lvov enseñaba como profesor y hasta fue rector. En el período de entreguerras fue reconocido como vate nacional.
En la poesía incorporaba la lírica coral y siempre daba su testimonio de compromiso social y nacional. El poeta recorrió el camino de la poesía filosófica y religiosa del más alto nivel universal. Cuando sus contemporáneos buscaban el remedio al mal en el pensamiento de Schopenhauer, Kasprowicz, sin ser místico, ahondaba en la tradición cristiana y en el amor incondicional e infinito de Dios que ayuda a superar toda miseria humana. Czeslaw Milosz, Premio Nobel de literatura de 1981, anota: «la originalidad de Kasprowicz consistía en unir las antiguas lamentaciones religiosas campesinas con sus propias reflexiones filosóficas”[24]. En la obra del poeta las imágenes muy plásticas de la naturaleza – al final de su vida, especialmente de los montes de los Tatras – contribuyen a la ambientación que despierta sentimientos y evoca recuerdos. Las reflexiones a menudo nacidas de la profunda soledad buscan la belleza y la perfección de la expresividad artística. La intimidad y la contemplación, el misterio, lo metafísico, lo sobrenatural y la magia se entrelazan permanentemente. No puede sorprender que el joven Karol Wojtyla, nacido cerca de los Tatras y desde muy joven atraido por la literatura y la filosofía, refleja en su creación la fascinación que le causaba la lectura de estos versos.
LOGOS
(Rapsodia) etym. rhaptein – zszywać, oide – pieśń
Logos o una rebelión en contra de los rebeldes
La poesía de Karol Wojtyla – Juan Pablo II despierta cada vez más interés y la historia de la poesía universal le está abriendo sus puertas. La obra wojtyliana ocupa ya un puesto relevante entre la poesía filosófica y la poesía religiosa del siglo XX. Crece el número de traducciones a distintas lenguas del mundo, en las antologías aparece su nombre y sus poemas. Muchas veces sus versos son objeto de citaciones o de reflexiones en los ensayos literarios. El poema Logos, comentado en estas páginas ocupa un lugar singular en la creación de Karol Wojtyla. El poeta lo escribió en la primavera de 1939, es decir a la edad de 19 años. La Musa inspiró al pequeño Lolek desde muy temprano, a los 13 años; hay testimonios que debutó en Dzwoneczek Campanilla), una especie de magazín para niños que circulaba junto con el periódico Dzwon Niedzielny (Campana del Domingo), No.37 de 1933. Ya algunos compañeros de estudios del Colegio recuerdan sus poemas y también sus colegas universitarios evocan los motivos folclóricos y legendarios de la región cracoviana, pero también las alusiones a la sensibilidad social de Wojtyla sobre las circunstancias que vivía la nación que recuperó su independencia y estaba reconstruyendo el país[25]. Lamentablemente, los textos de los poemas no se conservan y solamente quedó el título del poemario: Ballady beskidzkie (Baladas de los Beskidy). Es importante recordar, igualmente, la incursión pública del joven Karol cuando el sábado 15 de octubre de 1938, junto con otros poetas, presentaron un recital de sus poesías en la Casa Católica de Cracovia[26].
La traducción presentada en este libro es la primera versión de Logos, publicada en español. Conviene también señalar que el texto, a pesar de ser escrito antes de la II Guerra mundial, fue divulgado apenas a finales del siglo XX. La poesía juvenil de Wojtyla se conoce bajo diferentes títulos y en distintas versiones: 1. Sonety. Magnificat (Sonetos. Magníficat), 2. Psalterz. Ksiega slowianska (Salterio. Libro eslavo) y, finalmente, 3. Renesansowy psalterz (Ksiega slowianska) (Salterio renacentista (Libro eslavo)). Fue Stanislaw Dziedzic quien tiene el mérito de dar a la luz pública estos significativos versos en 1995. Él también promovió la versión segunda que apareció en 1996. La tercera versión fue editada en 1999 por Marek Skwarnicki quien fue autorizado por Juan Pablo II a dar la versión final de los poemas incluidos en el libro. Al contrastar cada una de estas publicaciones, hay que reconocer que todas contribuyen con una valiosa información que enriquece el análisis de su contenido y facilita una verdadera riqueza paratextual[27].
Logos es una obra que testimonia el genio precoz de su autor. Se suele aceptar erróneamente que los genios tienen que ser una encarnación de herejía, de rebeldía, de transgresión. Deben chocar al lector por sus planteamientos o, por lo menos, sorprenderlo. Este es el cliché que circula desde el siglo XIX y promueve la inconformidad, el rechazo, la angustia y la desilusión de la vida. En este sentido, el genio literario supuestamente está llamado a cuestionar la realidad y regocijarse con lo más abyecto que pueda identificar en su existencia o detectar en el comportamiento de los que lo rodean. Esta obsesión negativa y unilateral a menudo no deja apreciar el bien y la belleza que también nos rodean. Muchos jóvenes se dejan seducir por estos planteamientos para no perder la oportunidad de entrar a los círculos de los ya iniciados y no quedar excluidos. El lugar común de artista maldito o renegado, aunque lánguido, todavía sigue rondando y recoge cosechas.
Es llamativo que la madurez del joven Karol se opuso a las actitudes de moda y el poeta recurre de modo creativo a las riquezas de la tradición literaria cristiana y, al mismo tiempo, contribuye con su propio arte a su continuidad. Vale la pena señalar que sus colegas de estudios de filologìa polaca en la Universidad Jagellona – en la época cuando escribió este poema – se sorprendían por la cantidad de volúmenes y de los nombres de los filósofos de la época que ellos desconocían, pero que se encontraban en la biblioteca del futuro Papa[28].
Casi sesenta años después, Juan Pablo II recordó: “A propósto de los estudios, deseo subrayar que mi elección de la filología polaca estaba motivada por una clara predisposición hacia la literatura. Sin embargo, ya durante el primer año atrajo mi atención el estudio de la lengua misma. Estudiábamos la gramática descriptiva del polaco moderno y al mismo tiempo la evolución histórica de la lengua, con un interés particular por el viejo tronco eslavo. Esto me introdujo en horizontes completamente nuevos, por no decir en el misterio mismo de la palabra”[29]. El poema Logos es una prueba de esta fascinación creciente por la palabra y la lengua que vivió el estudiante Wojtyla.
Desde esos años el futuro Papa concebía el arte como una expresión de la vida interior que tenía que cumplir con particulares funciones sociales. En los trágicos años de guerra, en 194 , escribió en una carta a su amigo Mieczyslaw Kotlarczyk: “Yo en estos versos simplemente estoy aprendiendo a hablar, antes de que comience a conversar” escribió a Mieczyslaw Kotlarczyk en la carta del 14 de noviembre de 1939.
No cabe duda de que el texto de Logos sorprende por su dominio literario, su madurez filosófica y su profundidad teológica. Las tres partes constitutivas se compenetran de modo inseparable, constituyendo una expresión lingüística única, cargada de valores éticos y estéticos que refuerzan mutuamente su significado. El texto consta de 28 octavas de versos libres. En la primera línea del poema el yo poético manifiesta la circunstancia de que “Escucho las confesiones vespertinas del jardín”. No cabe duda de que es un acto de contemplación. Sobra aclarar la pregunta que surge inmediatamente: ¿Qué es la confesión? Es este acto de declaración o manifestación de las ideas o de los hechos en que se reconoce la importancia de ellos, sintiendo una razón o una motivación que los hacen declarar. Frecuentemente tiene su fondo religioso y se caracteriza en su ejercicio por los sentimientos de intimidad. Pero, si son muy válidos todos estos discernimientos, hay que subrayar que el poema es lírico en su esencia. Desde el inicio se crea un ámbito particular que convierte el yo en una conciencia receptora y, a la vez, emisora; siempre activa, que ejerce su libertad y afirma su racionalidad individual.
En el poema, el yo poético presta su oído para escuchar las confidencias y con sus ojos observar mejor la realidad que lo rodea, para aprehenderla con todo su ánimo hasta donde lo permita asumir su vida interior. Es preciso destacar la actitud que asume el protagonista poético. Está abierto al contorno y, al mismo tiempo, interioriza sus percepciones en función del origen de la creación. Lo observado refuerza en él la convicción de que al principio fue el Verbo y permite promover las asociaciones por analogía. Se encadenan reflexiones con el fondo teológico. El pensamiento dominado por el ambiente del atardecer, se inspira en la realidad y evoca las granjas, los surcos y los vados, siempre con epítetos de alta apreciación y en cuyo fondo abraza la concepción de la filiación divina. Si bien es cierto que su contemplación se identifica con la oración, el yo poético, emocionado por el impacto de la naturaleza divina, llega a sentir un estado místico que hasta le causa el sollozo.
Por otra parte, la limitación de la expresión verbal obliga al poeta a reconocer que existen contenidos sentidos, casi palpables, pero misteriosamente silenciados y que imponen una lamentación, a pesar de que despierten un perceptible levantamiento espiritual. Estas contradicciones provocan una actitud de no aceptación de las restricciones de la condición humana y, al mismo tiempo, exigen un reconocimiento de la importancia de la humildad que abraza finalmente el poeta.
Conviene aceptar que el escenario del jardín abarca dos espacios semánticos, uno ideal y el otro de origen realista. Por un lado, alude indudablemente al paraíso bíblico y por el otro, se extiende a la naturaleza de toda la tierra. En estas circunstancias, el yo poético concibe la Palabra como el enlace de ambas dimensiones. Se puede afirmar que Karol Wojtyla proyecta su creación literaria como un testimonio de la experiencia y de la recepción de la fe. ¡Cómo no recordar en este momento que el joven Karol, junto con su padre, recorría a pie y con entusiasmo la región de su natal Wadowice, caminando entre los campos, penetrando los bosques y escalando las montañas! Esta costumbre turística la conservó hasta los últimos años de su Pontificado. Siempre consideraba la naturaleza como una fuente fidedigna de la contemplación.
Regresemos a otro aspecto inicial más que repercute ostensiblemente en la interpretación del texto. Se trata del impacto del tiempo. Las confesiones son vespertinas, es decir, ocurren al final de la tarde, para cerrar el ciclo del día con la noche que cubre con su oscuridad el paisaje e impone sus efectos de inseguridad, inquietud, tristeza, nostalgia, quizás hasta la confusión. Surgen los cuestionamientos sobre el retorno esperado del sol y, por analogía, el sentido de la existencia, dentro de su grave e inquietante misterio.
El motivo de crepúsculo aparece en varias oportunidades, en algunas estrofas, como en la II, hasta dos veces:
II
El poeta susurra la oración vespertina,
pide el alcance gótico de sus pensamientos,
suplica por la palabra del milagro: Effeta –
para que se abran las puertas en el tiempo,
con el fin de poder escuchar en los minaretes
las rogativas vespertinas, en la belleza infantil
- y pueda escuchar el mito de la Palabra,
durante esta cena, la del Cordero.
y
“– por esto aprendo el habla vespertina
de los salmos penitenciales israelitas” Estrofa IV
y “Las palabras sacrificiales necesitan a un sacerdote” Estrofa VIII
Reflexión sobre el papel de la palabra en el ejercicio del ministerio sacerdotal.
Si bien es cierto que al principio el poeta escuchó las confesiones del jardín, su contacto con la naturaleza se volvió proactivo e inspiró su conciencia para entender el sentido de su vida. Para lograrlo acude a la oración. Necesita una mayor relación con Dios. Al modo de los arquitectos medievales quiere elevar al cielo, al prodigioso estilo gótico, sus imploraciones para comprender en su plenitud el misterio de la Palabra, superando las fronteras del tiempo y las diferencias del culto que, por ejemplo, practican los musulmanes, pero, sobre todo, para ahondar en el significado de la Última Cena.
En esta segunda estrofa invoca la antigua fórmula romana de los augures durante la consagración de los templos, también practicada por Jesucristo, de pronunciar las palabras griegas: effata – ábrase y tocar la oreja y la lengua con el objetivo de concientizar el poder milagroso de la sanación gracias al cual los sordos puedan escuchar y los mudos puedan hablar. En el catolicismo, la expresión de Effeta, desde los tiempos remotos, está relacionada con el rito de bautismo, recordando los milagros de Jesús, con el fin de que los catacúmenos se puedan abrir a la realidad sobrenatural, escuchar la palabra y confesar su fe para la gloria de Dios. El poeta reitera su deseo de la cercanía divina y concibe la palabra como un verdadero fenómeno intermediario entre Dios y el hombre.
III
Quiero ver el fuego de los fogones,
vivir en los escoriales, con la palabra de los míseros
- sus ojos nunca captan los sentimientos
de la gracia del verde, sino deben soñar,
cubiertos por las neblinas, como el Fénix
enterrados en la noche, la cara entre las cenizas –
Sus palabras serán oscuras como el carbón
Debo recogerlas, tender como un arco
Si bien es cierto que el poeta desea sentirse un hijo de Dios, fiel y entregado, también experimenta la solidaridad con sus prójimos, humillados, muchas veces desamparados, privados de las circunstancias que dignifiquen su existencia, desconociendo la condición de personas humanas y los derechos que les corresponden. Cual esclavos, obligados a trabajar solamente, a vivir en la miseria, a reducirse al hostil mundo material en que no pueden conocer la gracia de la vivificante naturaleza y, por ende, sólo presienten el llamado divino, lo sueñan. Rodeados de tinieblas, desconocen la luz y sus palabras son “oscuras como el carbón”. El poeta las conoce porque quería verlas, porque su sentido fraternal le recuerda la importancia de la libertad y de la justicia. También sabe que en estas palabras relegadas que usan los míseros existen un poder. Lo importante es reconocer que en cada palabra hay poder, fama, bendición o plaga y hay que saber discernirlos y saber usar. El poeta quiere llevar la verdadera palabra libertadora, pero presiente que en su atrevido acto puede ser sacrificado. A pesar del miedo, su sentido del deber y su valentía lo empujan a cumplir su compromiso.
En esta línea de reflexión de amor de Cristo, el joven Karol vive plenamente los sentimientos de solidaridad con los prójimos desafortunados. Su vida, ya en ese entonces, es una experiencia heroica de la virtud de misericordia. La actitud de entrega a Dios le facilita el acercamiento comprensivo al otro[30]. El camino humano que traza en la poesía es el camino que conduce a la búsqueda y la práctica de la santidad. El texto no solamente puede ser interpretado como una postulación de ideas, sino igualmente como una muestra de la integridad personal del joven poeta mismo.
Para pedir la ayuda sobrenatural retoma los salmos penitenciales israelitas. Conviene subrayar la partura religiosa del poeta. Declarado católico, entre otros, en su deseo de comprender la Cena del Cordero, también trata de entender al Judaismo y el Islam. Ciertamente, en los confesos de los otros credos ve a los sucesores de Abraham, padre de las tres religiones. Esta idea manifiesta en su temprana juventud le estaba muy cercana a lo largo de toda su vida. Su Pontificado lo testimonió en repetidas ocasiones.
La palabra tiene poderes infinitos y a veces es capaz de enfrentarse a los otros poderes que enaltecen o destruyen. Sin embargo, el yo poético quiere usar la palabra para responder a su verdadero objetivo y su única fuente: ser cantor de la Gloria Divina del Amor.
La palabra es el verdadero enlace entre el cielo y la tierra., tanto en su dimensión espiritual, cuanto en su dimensión material. En este sentido, Wojtyla concibe la palabra como un obelisco que es una de las primeras y más bellas construcciones monumentales que fue capaz elevar el hombre. La arquitectura de la palabra erguida corresponde a la comunicación con Dios y se materializa por medio de la roca labrada. La palabra, igual que el obelisco, soporta las inclemencias del tiempo porque deriva de la eternidad y en ella se realiza fielmente. Conforme al estilo gótico quiere contribuir a la divulgación de la Gloria Divina.
Los cielos miran los abismos de las oraciones –
Confiesa tu alma en el confesionario,
Y en el Sacramento serás digno
del mito de la Palabra. Los coros lamentarán
y en la seo llena de oraciones de la Palabra
verás el mito gótico en la Gloria Divina.
Cuando los ángeles lleven el libro,
lanzarás a los cielos un espectro blanco.
VI
Escucho las confesiones vespertinas del jardín,
con la mirada del alma te veo – Palabra,
en unos pisos, niveles y levantes
una fuerza que madruga – como la fruta del Paraíso
poderosa en la historia de la nación humana
–al cielo y a la tierra – a ambas partes
el obelisco elevado de himnos y maldiciones:
un obelisco fuerte, de eterna duración.
VII
Desde los apacentaderos nublados en el atardecer
las nieblas se suspenden en el monumento de lamentaciones.
Con la garra clavada en el firmamento,
los gritos de la injusticia ya carcomieron los escombros –
un suspiro quedo, como un ónix caído,
- con su sello, la noche envolvió los escoriales
- Vestales con coronas, ofrezcan en los altares
estas palabras como el cordero en sacrificio.
VIII
Las palabras sacrificiales necesitan a un sacerdote.
- Alguien va por el camino en contra de los vientos –
- ¿Quién eres, anciano, que en la bochornosa noche
de las quejas humanas subes al teathron?
Caminas hacia los pisos de sacrificio –
¿Quién eres, anciano? – Soy hombre-actor.
Los cabellos le cubrían los viejos hombros
y él dominaba la palabra y no especulaba con ella.
IX
¡Los invoco, grandes protagonistas!
¡coreutas, los invito al cortejo!
Con la palabra el poeta inventó el drama,
Foibos – lanzó la carga de las flechas luminosas
como la gracia, en la floresta de
las hojas primaverales – no a ustedes, los de la bolsa –
mercaderes gritones, y no a los sacerdotes,
indignos de las gradas del templo sagrado.
X
Comenzamos el drama de la Palabra.
Comenzamos la proclama del mito.
En el libro sagrado hay una parábola
- un tallista la forjó en hierro:
–He aquí a Sí mismo en otra persona
el escultor inspirado, en los rayos de la aurora
labró: Su Pensamiento y Su Palabra –
y con cincel consignó en un empeño de bronce.
XI
¡El Escultor Todopoderoso! El nacimiento milagroso
de la palabra en los rayos del poder –
y la Palabra es el amor del Padre,
el milagro supremo de los ojos todopoderosos,
y el continuo conocimiento de Sí mismo,
la Luz del Amor –transparencia dorada,
la Palabra se hizo Carne – la realización,
la semilla terrena de las promesas del Paraíso.
XII
He aquí el obelisco arraigado en la tierra
estigma del pie – el viacrucis
la guirnalda radiante encarnada en el cielo
con la copiosa corona de rosas con espinas.
En la Palabra se consumió nuestra salvación,
La que se implantó en el umbral divino y humano –
El Santo Obelisco en un mito crucial
Creció en los azules y en la tierra triguera.
XIII
Éste es el mito del libro del castillo –
el cantar de la Palabra – obra del escultor,
de la oculta alma del artista,
aporta con la palabra y con ella pone al rojo vivo –
un místico celestial, la mirada clavada en la llama,
busca las palabras prójimas en las caras humanas
y de estas palabras forja una gran confesión:
toda el ansia de la humanidad por la Palabra.
XIV
El alma del artista – un carbón incandescente –
una piedra hecha ascua.
Las palabras, primero, hay que cincharlas
y luego, empujarlas al ritmo del Amor absoluto
– y crear un cantar ígneo
de corazones. Mandar a los juglares
que lleven al pueblo los espectáculos
y la Verdad y la Libertad de las palabras.
XV
Escucho las confesiones vespertinas de los arroyos –
las palabras que contemplan las estrellas guardan silencio –
en visiones lunares hay que cambiar las palabras,
que se entrelazarán en el laurel del alma,
palabras que, quizás, se volverán una acusación –
porque hoy cada uno puede confesar
la historia de sus dolores, una rapsodia sangrante
y su propia suerte y la suerte de sus prójimos.
XVI
He aquí que se levantan de los surcos sin arar
entre el vertedero de caballones rendidos,
caen las palabras sobre el suelo duro,
cual el bulto de las rocas sin labrar,
como si atacaran el portón del castillo
y rompieran la dura placa de la puerta –
para la ceremonia de la fértil siembra
de los barbechos se puso en marcha el cortejo.
XVII
Se levantó de los socavones, de los pozos,
en un delirio lleno de dignidad brotó de las calles,
como un huracán liberado del cepo
para correr a los tribunales dionisíacos,
cual una fuerza suelta de cien ríos
rompió diques, destrozó malecones,
con su poder de erosión ensanchó los lechos,
con un poderío igual al de las torres que tocan el cielo.
XVIII
Contuvo en una unidad empírea del ardor.
Este implorante candelabro de cien brazos
–vestido con un sudario blanco para ser ridiculizado
con una palma en la diestra, las sienes adornadas,
el corazón templado – potentado eterno –
con su triple corona apareció ante de su pueblo
llevando en ofrenda la palabra suplicante.
XIX
– Las brechas les obstruyen el camino, el goteo, –
sangran los pies, siempre en el mismo movimiento –
el viento les levanta los andrajos pordioseros –
la articulación del esfuerzo – sin palabras – –
se dirigen al espacio – los huesos térreos,
absortas en su inmenso cansancio – –
- – En una sola palabra transformó su camino:
conozco la visión del pueblo: – de la nostalgia por Dios.
XX
¡Oh Obelisco, que creciste hasta el cielo
brazos en cruz, manos sufrientes,
tú que de los pobres bienes de Adán
sacaste el cáliz de la amargura – de la pasión,
entrelazaste las rosas en tus cabellos,
rosas de espina de los senos maternos!
¡Oh Obelisco!¡Mira estas muchedumbres,
adorna su camino con la rosa purísima!
XXI
¡En la confesión escucha el ansia de los pueblos!
El deseo santo: ¡la Libertad y el Amor!
- y, para no embaucarlos con falsas ilusiones
en el tiempo hay que crearles una brecha,
de las cenizas hay que rescatar la pobre heredad
e irrigar sangre purísima en las venas –
– alejar con la oblación – renuncia a las imprecaciones –
la violencia del hombre contra el hombre.
XXII
Hicieron rodar las piedras al pedregal
ofrecieron el sacrificio entre los desniveles.
Sólo hay que encender el sacrificio con una chispa,
hay que canturrear las lamentaciones de los salmos,
ustedes – coreutas, protagonistas de los dramas
sacerdotales con la hostia y la ofrenda
deben comenzar a la vista de las multitudes:
a salvar con la Palabra – a salvar de las cadenas.
XXIII
¡Protagonistas, y ustedes, coreutas!
¡Canosos sacerdotes! ¡Ancianos – héroes!
¡Léguennos la sagrada llave de los tesoros
dionisíacos, enseres – instrumentos ditirámbicos
que tienen en sus manos ancianas!
No erraré queriendo de corazón al Amor –
¡Permítanme la palabra de la voz mi pueblo!
¡Con la palabra comienza el sacrificio, y construye!
XXIV
Así de inmensa es esta asombrosa Palabra,
- esta confesión hecha de corazón, un anhelo de ansias,
como la zarza ardiente, la zarza de Moisés,
como este recio príncipe y segador de los trigales –
como este santo Obelisco de la concordia,
con el brazo hacia el cielo y en la tierra arraigado.
¡Injertamos la Palabra de estos pueblos
en el retoño del milagro sobre el Obelisco!
XXV
Las hachas no tienen qué cortar en el sacrificio
purísimo – la ofrenda es sin sangre.
En el pedregal con fuego prenderé la Palabra –
saldrán las sacerdotisas vestidas de azul,
irán con el pan nupcial, con el regalo,
y repartirán el pan entre la gente –
¡Inclina la cabeza por encima del Obelisco
Palabra encarnada! – ¡Oh Christos, Christos!
XXVI
Tú por milagro multiplicarás los panes –
con el pan aliméntanos a mí y a mis hermanos –
Palabra injertada en el Obelisco Divino –
¡Declaremos la paz a los guerreros de bronce!
Las ansias de los pueblos depositemos en un solo
altar de piedra – y concibamos la verdad Divina
de la Palabra encarnada en el Amor,
esculpida en madera, en bloques de piedra.
XVII
La tarde me regala las confesiones de los bosques,
el soplo vespertino me trae el pensamiento:
visiones de la humanidad encadenada a un gran peso
y esta asombrosa verdad de la Palabra,
que es el Amor y la Liberación
que el hombre postrado anhela.
Así cierro el libro de oración,
entre los paréntesis de hierro – un curso sobre la Palabra.
XXVIII
¡Padre Nuestro! – oigo las últimas palabras –
En las oraciones humanas hay poderes milagrosos –
un insecto silencioso te murmura oraciones
y nuestra madre es fecunda en coros
y en los coros hay nostalgia y encanto,
el Amor ardiente en las fogatas de los pastores – –
La Palabra es el amor del Padre –
ansia en las palabras humanas – Amén.
La literatura para la música contemporánea. Las palabras de las obras musicales de diferente tipo inspiradas en las poesías de figuras tan eminentes como Czeslaw Milosz, Premio Nobel de Literatura de 1980, Zbigniew Herbert, P. Jan Twardowski, Anna Kamienska y Janusz Stanislaw Pasierb. En este grupo no falta Karol Wojtyla Juan Pablo II y sus versos inspiraron, entre otros, a
Logos
JPII discurso durante el encuentro con los artistas y periodistas en Munich, en noviembre del 1980: “La Iglesia necesita la palabra que va a ser capaz testimoniar y transmitir la palabra de Dios y que, simultáneamente, será una palabra humana, capaz de penetrar en el mundo del habla de la gente de hoy, tal como se encuentra ante nosotros en el arte de hoy.”
Tríptico romano: “pregunta a Miguel Ángel, (…) pregunta a la Sixtina / ¡Cuántas cosas están dichas en estas paredes? Sprawdzic
Al inicio, fue la Palabra, el Logos, hay que entender este término no en el sentido cronológico, sino axiológico, como el fundamento y la cumbre de todos los seres. La palabra es la raíz y la cima de la escala jerárquica de la realidad.
San Juan 1, 1.14:
En el cristianismo, el Verbo del Hijo, por medio del Dios Espíritu Santo se hizo Carne…
La tradición de la palabra que se hace cuerpo del mundo: Santo Tomás, K. Rahner, H.U. von Balthasar, A. Dulles, W. Ong.
La experiencia estética
No al vacío de la palabra, a su manejo ornamental
La belleza es para…“El valor estético de la palabra ni se puede limitar a lo ornamental, lo decorativo, a lo que es ‘lindo en su exterior’, pero en el fondo es como el cascarrón pintado del huevo. La palabra bella es la palabra que lucha con nombrar la esencia de las cosas, que le ‘da nombre’, cuyo bello acierto’ está emparentado con la verdad y el bien, es la colaboración creativa con el Creador.” Szymik, Jerzy ks. Wszystko zjednoczyc w Chrystusie. Teologia, poezja, złow, TUM, złowie, 2003, p. 252
En este sentido, el poema es un testimonio de la práctica de los valores que afirman la vida y con un razonamiento fuerte conducen a la esperanza. Es una propuesta de un joven, dirigida a todos, también a los jóvenes, por encima del tiempo y de la época.
La poesía para Karol Wojtyla siempre era el depósito de la fe. Un auténtico humanismo cristiano. Poesía contemplativa, una especie de una intensa oración silenciosa.
Prodigar
Probablemente, el poeta se refiere al Libro del Castillo interior o Las moradas de Santa Teresa de Jesús, el último libro que escribió la gran mística española y una de las mayores expresiones de la prosa española del Siglo de Oro. Un libro en que Teresa, por insistencia de los ilustres hombres que la rodeaban, como el mismo Gracián, iba a “sermonear” un poco a sus discípulas, pero que resultó uno de los máximos ejemplos alegóricos de la doctrina religiosa que conduce por medio de diferentes grados de la vida espiritual desde la ascética hasta la mística. El texto escrito por inspiración en un brevísimo período, no pudo ser ni siquiera releído por su autora.
En las páginas del Libro del Castillo, la sabiduría, la felicidad y la santidad se entrelazan permanentemente y forman una unidad, como un ejemplo de vida. Por esta exigente, pero tan llamativa propuesta, Karol Wojtyla alude a su título. Vale la pena también recordar que unos años después el joven poeta descubre a otro gran escritor español de la misma época, san Juan de la Cruz cuya obra literaria lo marca por siempre. Sin embargo, se puede considerar que es la creación de Santa Teresa que lo introduce al pensamiento carmelita.
No nos puede extrañar que en la contemplación vespertina del poema Logos aparece el Ave Fénix, un pájaro inigualable, símbolo de la inmortalidad y de la resurrección. La belleza insuperable de su plumaje dorado y escarlata evoca la majestuosidad del Edén. Fénix tejió su nido con las ramas de finas maderas, plantas aromáticas y costosos inciensos, debajo de un rosal, al pie del Árbol del Bien y del Mal. Phoenicoperus (alas rojas) fue conocido ampliamente por los antiguos griegos, bien que su origen se atribuye a las épocas remotas de Egipto, Oriente Medio y hasta de la India. El fabuloso pájaro muere al anochecer y resucita junto con el sol. El ingenio del joven Wojtyla relaciona la palabra con el mito del Ave Fénix con el objetivo de atribuirle la supervivencia. Acoge la tradición cristiana que promueve la versión de que el Fénix fue el único animal del paraíso que no comió la fruta prohibida. Después de la expulsión de Adán y Eva, un ángel prendió el nido y el bello pájaro ardió junto con su habitat. No obstante, se le concedieron dones especiales para renacer de sus cenizas. En la visión del poeta de Wadowice, el verbo puede desaparecer por un momento, pero renace física y espiritualmente con toda su gloria. Su poder se fortalece por medio de las penas y del temple que otorga la acción purificante y vivificante del fuego, con la finalidad de alcanzar la resurrección y, en consecuencia, la inmortalidad. Por ende, la palabra también vence el curso del tiempo y ejerce el poder curativo.
Agata Przybylska indica que en la poesía juvenil wojtyliana se manifiesta la presencia del “paisaje místico que facilita la relación de las experiencias religiosas” y que tiene fuente en la literatura romántica Agata Przybylska Mistyczny krajobraz wczesnych poematów Karola Wojtyly en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p.108
El pensamiento es un espacio asombroso poema escrito en 1952
“El paisaje de Wojtyla es también individual, es decir, surge de la experiencia personal, religiosa y sirve de intermediario entre el hombre – receptor de la poesía y Dios – idea que acerca” Agata Przybylska Mistyczny krajobraz wczesnych poematów Karola Wojtyly en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p.109
“Conocer a Dios no es un acto del momento y no puede tener el carácter ocasional, casual, incidental. Todo lo contrario, debe ser una especie de la permanente actitud de vida, como uno de los más importantes modos para una vida feliz. Esta es la idea de Wojtyla” Kijas OFM Conv Zdislaw J. Wizja Boga i człowieka w utworach literackich Karola Wojtyly en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p.191
El agradecimiento por ser hijo de Dios y poder alabar la belleza de la creación en que vive impulsa al yo poético a invitar a quienes se dirige que también alaben al Señor.
“el sacerdote está llamado a ser hombre de la palabra de Dios, generoso e incansable evangelizador. Hoy, frente a las tareas inmensas de la ‘nueva evangelización’, se ve aún más urgencia”. Más adelante agrega: “… los hombres de hoy esperan del sacerdote antes que la palabra ‘anunciada’ la palabra ‘vivida’. El presbítero debe ‘vivir la Palabra’. Pero al mismo tiempo, se ha de esforzar por estar también intelectualmente preparado para conocerla a fondo y anunciarla eficazmente” [31]
“para El joven Karol Wojtyla, así como después para el sacerdote y el papa, la palabra y el hombre quien pronuncia la palabra o quien escucha la palabra constituyen uan unidad inseparable, dirigida en su esencia hacia Dios –Palabra viva” Ewa Miodonska-Brookes Yo en estos versos simplemente estoy aprendiendo a hablar, antes de que comience a conversar en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p. 227
Ver, observar, contemplar y valorar
Asombro
Teo-logos, teólogo, El que habla de Dios y en nombre de Dios. En la Grecia antigua el primer teólogo fue llamado Orfeo, el modelo divino de los poetas. Los profetas del Antiguo Testamento que hablaban en nombre de Dios, también forman parte de los poetas teólogos. Dante Alighieri creó la más importante obra teológico-poética en la cultura occidental. Hay que reconocer que en el cristianismo surgieron muchos poetas de gran envergadura que ahondaban en la teología. En lengua española, entre los poetas religiosos se destaca san Juan de la Cruz. „El Doctor Místico español patrocinaba los inicios de la espiritualidad y de la teología del futuro papa”[32].
Como se puede constar en la documentación referente a los estudios de filología polaca de Karol Wojtyla en 1938 y 1939, conservada en la Universidad Jagellona, en su pénsum no tuvo la asignatura de griego; ésta sí aparece en su documentación de los estudios de teología en el clandestino Seminario Arquidiocesano de Cracovia en el año 1944 y 1945[33].
Logos puede significar palabra, habla, lenguaje, razón humana… En la filosofía el orden impersonal, existencia divina. La palabra proveniente de Dios se identifica con el Hijo unigénito que se encarnó en la Palabra, es la manifestación definitiva de Dios mismo.
Su vocero, reflejo de la gloria de Dios
La forma verbal expresa la finalidad divina
Logos pertenece a la eternidad, antes de la existencia del tiempo y del mundo, y existirá por siempre. La palabra permanentemente acompaña la evolución del mundo. La palabra ejerce el papel del intermediario entre Dios y el mundo. La revelación de Dios a través de la palabra: “Se trata, además, de una ontología unida a una axiología: el estudio sobre el ser no puede separarse de la reflexión sobre el bien y los valores. (…) La verdad de la creación, producida por la lógica del amor, se puede alcanzar con la luz natural de la razón. Pero la verdad es conocida , en toda su plenitud, gracias a la revelación cristiana”. Palau, Graciela M. La autorrealización, según el personalismo integral de K. Wojtyla, Editorial de la Universidad Católica de Argentina, Buenos Aires, 2007, p. 90.
Analizando la poesía de K. Wojtyla, Pilar Ferrer indica como uno de sus rasgos el énfasis en su misterio. Anota: ¿Cómo expresar lo inefable, lo indecible, lo invisible? (…) Asistimos, pues, al misterio impenetrable de la Poesía – que no deja de ser un atisbo de la fe –, al necesario alumbramiento de lo insondable a través del tosco instrumento que es el lenguaje” Ferrer, Ma. Pilar: Intuición y asombro en la obra literaria de Karol Wojtyla, EUNSA, Pamplona, 2006, ps.51, 52.„ la Palabra a la cual Juan Pablo II rindió su vida” Stanislaw Grygiel Nie ma filozofii bez prawdy, wolnosci i szczescia en Filipiak, Maria y Andrzej Szostek MIC (redacción) Obecność. Karol Wojtyla – Jan Pawel II w Katolickim Uniwersytecie Lubelskim. Dar i odpowiedzialność, Towarzystwo Naukowe Katolickiego Uniwersytetu Jana Pawla II, Lublin, 2008
Wieslaw Pawel Szymanski, niegan este carácter, aunque afirman su gran dosis de religiosidad. El último sostiene firmemente:
La poesía de Karol Wojtyła reside, toda, en la Iglesia. Incluso, como lo veremos, cuando habla de la patria secular. Porque la dirección del proceso del pensamiento de Wojtyła revelada en su poesía es ésta: la patria → la Patria → la Iglesia. Hay, en esta lírica ―no lo ocultaremos― momentos de cansancio y hasta de… rebelión. No obstante, la lírica de Karol Wojtyła no es una lírica mística. El racionalismo y la mística tal vez no sean dominios cohesivos. A decir verdad, la poesía de Wojtyła es profundamente ―como ninguna otra poesía polaca excepto la de Norwid― racionalista. Todo lo que contiene y revela constituye un trabajo de pensamiento. […] Pero ―la verdad sea dicha― existe en su creación poética un momento ―tal vez se pueda captarlo y describirlo― en que, sin renunciar al pensamiento, Wojtyła pasa claramente al lado de la fe. Esta fe, como punto de la llegada, como fondo, es redescubierta, sin embargo, por un camino racional. Esto ocurre cuando Wojtyła supera, en su poesía, el problema del “desdoblamiento” o de la “fisión” ―o de la “incoherencia”―, eliminando definitivamente, por lo mismo, la oposición “externo”-“interno” y alcanzando la paz que resulta del sentimiento de “unidad de la existencia”[34].
Refiriéndose al símbolo de la cruz en Logos, Fr. Jan Machniak anota: “The cross became a distinctive sign of this earth, expressing the deepest longings of the human hearts after Freedom and Love”[35].
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– Le poesie giovanili, Cura e traduzione di Marta Burghardt, LUMSA, Roma, 2004
Titulos de los libros de Karol Wojtyla traducidos al español:
– Poesías Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Católica, Madrid, 1982
– El taller del orfebre (El taller del orfebre. Meditacion sobre el sacramento del matrimonio, expresada a veces en forma de drama , traducción realizada directamente del polaco por Anna Rodon Klemensiewicz; Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Católica, Madrid, 1987
– La fe según San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud S.Joannem a Cruce), traducción e introducción de Álvaro Huerga, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1979.
– Amor y responsabilidad. Estudio de moral sexual (Milosc i odpowiedzialnosc); Ed. Razón y fe, Madrid, 1978, 1979
– Amor y responsabilidad (Milosc i odpowiedzialnosc); traducción del polaco Dorota Szmidt y Jonio González, Plaza y Janés, Madrid, 1996
– Persona y acción (Osoba i czyn; traducido del inglés por Jesús Fernández Zulaica), Ed. BAC, Madrid, 1982
– Max Scheler y la ética cristiana (Ocena mozliwosci zbudowania etyki chrzescijanskiej przy zalozeniach systemu Maksa Schelera; trad.: Gonzalo Haya), Ed. BAC, Madrid, 1982
– Cruzando el umbral de la esperanza, ed. Vittorio Messori, traducción Pedro Antonio Urbina, Norma, Barcelona, 1994
– Don y misterio. En el quincuagésimo aniversario de mi sacerdocio, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1996.
– Mi visión del hombre. Hacia una nueva ética (Elementarz etyczny; traducción del italiano: Pilar Ferrer), Ed. Palabra, Madrid, 1997
– Tríptico romano, traducción y epílogo de Bogdan Piotrowski, Universidad Católica San Antonio, Murcia, 2003
– Pensamientos de luz, Compilación, traducción y estudio crítico de Bogdan Piotrowski, Norma, Bogotá, 2003
Memoria e identidad, traducción de Bogdan Piotrowski, Madrid, Bogotá, La Esfera de los Libros, Planeta, 2005
Magníficat, traducción y estudio crítico de Bogdan Piotrowski, Fundación Universitaria San Pablo – CEU, Madrid, 2005
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Es comprensible, pues, que la poesía juvenil de Karol Wojtyła constituya la piedra angular de la adecuada apreciación de toda su obra literaria.
- Rahner define al hombre como Hörer des Wortes, oyente de la palabra y el hombre responde a la Palabra de Dios con la oración. De este modo, de se crea el diálogo entre el creador y el hombre (Szostek, Czlowiek zyjacy droga Kosciola, p.180)
Todos los vates polacos eran famosos por su poesía, pero también su pensamiento filosófico marcó profundamente la cultura y la historia de su Patria.
[1] Los imperios de Rusia, Prusia y Austria realizaron el primer reparto en 1772, el Segundo, en 1793 y el tercero, en 1795.
[2] Hajdukiewicz, Leszek Karol Wojtyla w Uniwersytecie Jagiellonskim 1938-1954, Uniwersytet Jagiellonski, Kraków, documentos adjuntos, respectivamente, del 3 de julio de 1939 y del 30 de junio de 1939, 1983
[3] Chrzanowski, Ignacy Historja literatury niepodleglej Polski (965-1795), Wydawnictwo Ministerstwa
Wyznan Religijnych i Oswiecenia Oublicznego, Londyn, 1945, p.154.
[4] Mickiewicz, Adam Wiersze, Czytelni, Warszawa, 1998, p. 15
[5] Ibidem, p. 31
[6] Mickiewicz, Adam Powiesci poetyckie. Ksiegi narodu polskiego i pielgrzymstwa polskiego, Czytelnik, Warszawa, 1998, p. 223 (traducción mía, BP)
[7] Ibid., p. 283, 284
[8] Ibid., p. 285
[9] Mickiewicz, Adam Pan Tadeusz /Don Tadeo, Czytelnik, Warszawa, 1998, p. 7
[10] Milosz, Czeslaw Historia Literatury polskiej, Znak, Kraków, 1996, p. 265
[11] Lednicki, p. XXVI
[12] Lednicki, Waclaw Presentación en Zygmunt Krasinski La No Divina Comedia, Editorial Minerva, Bogotá, 1943, p. XL
[13] Gomulicki, Juliusz W. Zjawisko Norwid (Norwid un fenómeno) tomo I en Norwid, Cyprian Pisma wybrane, selección y edición Juliusz W. Gomulicki, V tomos, Panstwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa, 1968, p.11
[14] Norwid, Cyprian Kamil Pisma wybrane. Poematy, Panstwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa, 1968, p. 216
[15] Ibid., p. 207
[16] Ibid., p. 233, 234
[17] Ibid. p. 237
[18] Gomulicki, Juliusz W. Zjawisko Norwid (Norwid un fenómeno) tomo I en Norwid, Cyprian Pisma wybrane, selección y edición Juliusz W. Gomulicki, V tomos, Panstwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa, 1968, p.10
[19] https://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.php/pyc/article/view/1115/1167
[20] Ibídem, p. 141
[21] Fue traducido al español Estudio sobre Hamlet, Oviedo, KRK, 2012
[22] Lednicki, Waclaw Presentación en Zygmunt Krasinski La No Divina Comedia, Editorial Minerva, Bogotá, 1943, p. XXVII
[23] Pigon, Stanislaw Spiewak wielkosci narodu / Cantor de la grandeza de la nación en Poprzez stulecia. Studia z dziejów literatury y kultury, PWN, Warszawa, 1984, p. 415-441
[24] Milosz, Czeslaw Historia literatury polskiej, Znak, Kraków, 1995, p. 392
[25] Conf. Kydrynski, Juliusz Mlodziencze lata Karola Wojtyly. Wspomnienia, Oficyna Cracovia, Kraków, 1990
[26] Bober, Jerzy, Prycza w prycze (Camastro junto a camastro), en Kydrynski, ob. cit., pág. 14
[27] El lector encontrará una documentación más detallada en el artículo de mi autoría; Piotrowski Bogdan De la poética juvenil de Karol Wojtyla en Pensamiento y cultura, No. 10, noviembre de 2007, ps. 69 – 102
[28] Kydrynski, Juliusz
[29] Juan Pablo II Don y misterio. Autobiografía, Plaza y Janés, Barcelona, 1997, p. 19.
[30] Conf. Léthel, François-Marie Conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. La teología de los Santos, Ed. Del Carmel, Vénasque, 1989
[31] Juan Pablo II Don y misterio. Autobiografía, Plaza y Janés, Barcelona, 1997, repectivamente, p. 104 y 107.
[32] Bolewski SJ, Jacek Sztuka u Boga, Duchowosc obecna w Twórczości, Rhetos, Warszawa, 1998, p.173
[33] Hajdukiewicz, Leszek (Introducción y compilación) Karol Wojtyla w Uniwersytecie Jagiellonskim 1938 – 1954, Uniwersytet Jagiellonski, Kraków, 1983
[34] Szymanski, Wieslaw Pawel, Z mroku korzeni [De la penumbra de las raíces], Calvanarium, Kalwaria Zebrzydowska, 1989, pág. 22.
[35] Machniak, Fr. Jan God and Man In the poety of Karol Wojtyla – John Paul II, Wydawnictwo Sw. Stanislawa BM, Cracow, 2008, p. 30