Más casos de concordancia y otros casitos

 Por Tobías Rodríguez Molina

Los idiomas, ya se ha dicho reiteradamente, son entidades muy complejas en múltiples aspectos de ellos, como  lo hemos visto en otros artículos  que les he ofrecido. Una de esas facetas en las que existe esa complejidad y, por consecuencia, las dificultades que encuentran los usuarios dominicanos y de otras  latitudes, tiene que ver con la concordancia, muchos elementos de la cual ya han visto ustedes en varios de mis ensayos.

Es de notar que en algunos hablantes, aun teniendo  cierta categoría política y profesional, se refleja en ellos un manejo del habla que quebranta las normas de la concordancia, más allá de lo que puede esperarse de un profesional, ya que no  producen, en las diferentes formas de nuestra habla del nivel sociocultural alto, siquiera  la mitad de las “eses” finales de sílaba o de palabra.

– Para ilustrar lo que estamos afirmando, les ofreceré varios fragmentos extraídos de una presentación que tuvo por la radio un personaje del Gobierno que ostenta el título de ingeniero. Veamos varias de sus expresiones:

  1. “…es bueno dejarle 100 metro cúbico…”
  2. “Eso no vas ayudar a evitar mayores daño…”
  3. “…esa son pequeña presa… y die a ocho mediana serán construida en un cuatrenio.”
  4. “…la presa serán defogada previamente al paso de Irma.”

Parece mentira que alguien con un “título” de ingeniero y con un cargo de relevancia en el Gobierno de este país, atropelle de tal manera nuestro español.  Cualquiera que lo estuviera escuchando sin saber que tenía el “título” de “ingeniero”, creería, sin duda, que estaba hablando un agricultor analfabeta y no un ingeniero con un cargo de importancia.

-Otro caso que se da con bastante frecuencia es el de las frases u oraciones encabezadas por “uno”, como la siguiente: “Uno de los fenómenos más comunes…” Debo decirles que es bastante común que los que emplean ese tipo de frases escriben “uno” en plural.  Véase ese uso en este caso: “Unos de los componentes para garantizar la salud del menor es la lactancia materna.” (Tesis de un graduando en derecho).

-La frecuencia con la que muchos de los  usuarios del español,  especialmente en República Dominicana, no reflejan un dominio de la concordancia en el caso de la variante del pronombre de tercera  persona (él,  ella, usted) con función de objeto indirecto (indicando daño o provecho) no sorprende a casi nadie. La realidad es que cuando el referente que recibe el daño o provecho es plural,  la mayoría de usuarios no emplean la marca de pluralidad, empleando “le” en vez de “les”. Así lo podemos ver reflejado en el caso de alguien que fungió de maestra de ceremonia. Leamos algunas de sus expresiones: “Para mí es un honor presentarle a ustedes a la próxima graduanda…” La concordancia  exige que dijera “presentarles a ustedes…”, ya que el referente “ustedes” es plural. También dijo esa maestra de ceremonia: “Ella le va a tocar a  ustedes una excelente pieza musical.” Aquí aparece el mismo caso anterior con ausencia de la correcta concordancia, al igual que en el siguiente ejemplo: “Ellos le van a interpretar los instrumentos en los que ellos  se  graduarán hoy.”

-También les resulta difícil a muchos la concordancia en frases iniciadas por “uno” seguido de varios términos en plural. Me refiero a un caso como este: “Uno de los derechos básicos más importante es la salud humana.” (Tesis de un  graduando).  Aquí, el usuario pone a concordar a “importante” con  “” uno”, pero la concordancia tiene que darse con “derechos”, por lo cual debió escribir “importantes” por la concordancia con “derechos”.

-Debo aprovechar la ocasión para referirme al fenómeno de las “eses” no concordantes que aparecen en el habla de muchos usuarios de nuestra lengua, muchos de ellos pertenecientes a un nivel social elevado, que se confunden al usar, en el habla principalmente, algunos números cardinales y expresiones adverbiales. Esa confusión posiblemente  se origina al leer o escuchar a otros, leyendo con sus eses, “dos”, “tres”, “seis”, “diez”.  Ante esa situación, el usuario se confunde creyendo que esa “s”  la tienen esos números porque expresan una pluralidad,  como en “dos mangos”, “tres mangos”  y “seis mangos”.  Esa realidad de números con “s” que acompañan a “mangos” en plural, los lleva a  escribir o decir “cuatros mangos”. Al respecto, hace unos días escuché a una comentarista de artes y espectáculos del canal AN7 decir: “…celebró su cumpleaños junto a sus ochos hijos.” En este caso, el uso de “ochos” pensando que es un plural con “s”, se refuerza por la cercanía contextual de  “sus” e “hijos”, que son dos plurales con la “s” de la concordancia presente en ellos,  por lo cual se la asignan también al número que les hace compañía.

Lo que debe quedarnos bien claro es que la “s” que tienen algunos números cardinales no la tienen por expresar pluralidad, sino porque en el devenir de la lengua española, así ha quedado establecido.  Es bueno que sepamos que las lenguas no evolucionan, propiamente hablando, siguiendo las leyes de la lógica, sino las leyes caprichosas de la propia lengua. Por esa razón, aunque “nueve” es más que “dos”,  el  primero  no tiene “s” y el segundo sí la tiene.

-Y ¿qué les parecen las expresiones adverbiales  “de pies” y “a pies” tan escuchadas aun en boca de encopetados maestros y maestras de ceremonia? Es verdad que alguien puede venir  “con sus dos pies” descalzos,  pero “a pie” y  no montado.  Seguro que usted ha escuchado más de una vez a alguien decir, a viva voz:” ¡Pónganse de pies que ya va a iniciar la interpretación del himno nacional!”

También me parece conveniente tocar el fenómeno de la metátesis, algo tan frecuente entre nosotros.  Consiste el mismo en  un cambio  de lugar de uno o más sonidos dentro de una palabra. Ejemplos de metátesis son “Grabiel” por Gabriel, “murciégalo” por murciélago,  y “sastifecho” en vez de satisfecho. Es bastante frecuente escuchar a algunos lectores o proclamadores de la Palabra sagrada en las iglesias o templos decir “israelistas”, en lugar de israelitas;  “jesuistas”, en vez de jesuitas, y “ prebísteros”, en lugar de presbíteros.

Muchas veces escuchamos a personas de escaso nivel escolar y cultural realizar lo que podría ser nominado una “cuasi metátesis” al rezar el “Padrenuestro” y decir: “Nos no dejes caer en tentación…”

Me parece que no podemos  dejar de lado a  los que dicen “vagamundo” cuando deben decir “vagabundo”,  y, además, a los que expresan “interperie” en lugar de “intemperie”,  palabra que  le oímos decir a una autoridad municipal de Salcedo en los días del paso del huracán María,  en la expresión siguiente:  “Muchas personas  quedaron aquí a la interperie…”  Esa misma persona también dijo: “Muchas personas fueron afeitadas por el huracán María.”

Pero ese tipo de producción lingüística, como el de “afeitadas” en vez de “afectadas”, no la encontramos solo  en una “empleadita” cualquiera, sino en algún comentarista deportivo  con incidencia en las trasmisiones beisbolísticas en el Estadio Cibao y en un programa de televisión de esta ciudad de Santiago. Esa persona así es como realiza en el habla la c (=k) ante consonante convirtiéndola en “i”, diciendo “aititu”, aituación, “efeitivo”, etc. Hay que resaltar que, aunque esa realización de c=k=i  es propia del nivel sociocultural inferior, también se da en hablantes del nivel sociocultural medio, como es el caso de ese comentarista  y de la empleada municipal de Salcedo.

Estos casos que les he presentado esta vez reflejan, en gran medida,  muchas de las deficiencias que se dan en usuarios  dominicanos.  Tengamos presente  ese fenómeno y pongámosle mucha atención al mismo. Así seremos contados  entre los que, por lo menos,  se acercan a los que son tenidos como buenos usuarios de la  preciosa y rica lengua española y  nuestra.

Muchos dominicanos no emplean el «les»

Por Tobías Rodríguez Molina

Antes de adentrarnos en esta temática, me parece conveniente ofrecer algunas pinceladas referentes a la concordancia. Comenzaremos diciendo que la concordancia tiene su aplicación en la sintaxis de la lengua, y esa parte de la gramática tiene que ver con los cambios que experimentan las palabras (sustantivos, adjetivos, pronombres, artículos, verbos) por la relación que guardan entre ellos algunos de esos tipos de palabras.

Como preámbulo de la temática planteada, digamos que existe concordancia entre un sustantivo y sus modificadores directos y los predicativos. Ahí hay que aplicar la concordancia de género y número;  si el modificador y el predicativo tienen terminación genérica, con “o” si el modificador directo o predicativo concuerdan con un nombre de género masculino, y  con  “a” si el nombre es femenino. Para la concordancia de número plural se añade una “s” al singular tenga o no terminación genérica. (Normas de Uso del Español, obra  inédita. Tobías Rodríguez M.).

Aclaremos esta teoría valiéndonos del siguiente ejemplo: “Los estudiantes adquirieron instrumentos utilísimos en la  ferretería.” Vayamos al análisis:

  1. Los estudiantes: los es un modificador (artículo determinado) de género masculino y número plural, ya que estudiantes, a quien modifica los, es masculino plural.
  2. instrumentos utilísimos: instrumentos es un sustantivo masculino plural, que exige, según la sintaxis de nuestra lengua, que utilísimos, el modificador directo, debe tomar, en ese  contexto, terminación o marca de masculino plural. Si el sustantivo al que hiciera referencia utilísimos  fuera femenino, como “anotaciones”, tendría que escribirse “anotaciones utilísimas”.
  3. la ferretería: (Haga usted el análisis; el modificador directo es “la”).

Esa teoría y ejemplos ya ofrecidos entran en el marco de lo que se suele denominar “casos generales de concordancia”. Pero hay otros casos a los cuales se les denomina “casos especiales de concordancia”, que se suelen  clasificar en: a. los indefinidos, b. los verbos haber y hacer usados como impersonales y c. las variantes de los pronombres personales (yo, tú, él, ella, usted,  nosotros, nosotras, ellos, ellas, ustedes).

En esta ocasión  me ocuparé de las variantes de los pronombres, pero concentrado en las variantes del pronombre de tercera persona  con función de objeto indirecto, es decir, “le” y “les”, que  son las variantes de él, ellos, ella, ellas, usted, ustedes.

La norma dice que en esas variantes solo existe la concordancia de número, empleándose “le” si  el referente es  singular y “les” cuando es plural. Aclaremos que el referente es el ser o realidad que recibe el daño (perjuicio) o provecho (beneficio) de lo expresado en el verbo.  Ejemplos: A. Para referente singular (masculino y femenino): Ya le envié la revista a Francisco; Alfonso le cortó una rama a la mata de cajuil. B. Para referente plural (masculino y femenino): A los jugadores les dijeron que deben llegar puntualmente a las prácticas;  También a las jugadoras les dijeron lo mismo.

Si el referente es usted: masculino y femenino singular, nos pueden servir de modelo los  siguientes ejemplos: ¿Ya a usted le entregaron su regalo, Arturo?; ¿Y a usted, Alfonsina, le comunicaron la buena noticia de su ascenso en la compañía? Para ustedes,  veamos estos ejemplos: Me informaron que a ustedes les hicieron un abundante aumento de sueldo;  Me enteré de que a ustedes,  Mariana y Melissa, les saldrá este año una bonificación inferior a la del año pasado.

Como una muestra de que muchos, podría decirse que la mayoría de dominicanos no sabe emplear, o mejor dicho,  no emplea la variante pronominal “les”,  ofreceremos varios fragmentos de cuatro profesionales dominicanos. Veamos:

1 a. “A los que tienen ganado cerca de ríos y tierras bajas, le recomendamos que lo trasladen a tierras altas” (Un alto funcionario gubernamental en CDN); b. “A los que viven a orillas de cañadas le aconsejamos  tener mucha prudencia en estos momentos.” (El mismo funcionario en la Z101).

2 a. “Le agradecemos a todos aquellos que nos siguen por este programa…” (Un médico especialista en Televida); b. “…dándole un nuevo aspecto a las zonas tratadas…” (El mismo especialista en el mismo programa).

3 a. “Le ruego que si lo (sic) van a sacar de un lugar de peligro, no se resistan;  es su vida que le están cuidando.” (Directora de un departamento del Gobierno).

  1. “…a los más pobres le impactan grandemente los fenómenos naturales.” (Un excelente profesional de la comunicación que opera en un importante canal de la capital dominicana).

Creemos que con los fragmentos que les he presentado, y con lo que captamos de nosotros mismos y de los demás usuarios de nuestra lengua, tenemos suficiente base para darnos cuenta de que muchos, podríamos decir, la mayoría de dominicanos no solemos o no sabemos emplear el “les”, pues tanto para el referente objeto indirecto singular o plural, empleamos “le”, apartándonos de la norma que orienta esa parte de la sintaxis del español, que les ofrecí anteriormente.

 

Fundirse, pedorreo/*pedorroteo, financierización/financiarización, mixología

Por Roberto E. Guzmán

FUNDIRSE

“. . . ambulancias. . . que se FUNDEN en la primera cuesta. . .

Este verbo es otro que no ha sido incorporado a los repertorios de dominicanismos como corresponde hacerlo. Más abajo se verá en cuáles países se ha oficializado el verbo con el mismo significado que se conoce en República Dominicana. Se vaciará aquí la acepción que le es atribuida en esos países porque en gran medida coincide con la que deberá consignarse para el habla dominicana.

En Cuba utilizan el adjetivo fundido y el verbo transitivo fundir. Para el primero la acepción es, “Ref. a un motor: que no funciona por haberse roto uno de sus componentes mecánicos esenciales”. Para el segundo es, “Dejar inservible un vehículo o un motor debido al mal uso o a la falta de mantenimiento”.  Diccionario del español de Cuba (2000:268). Con idénticas acepciones figuran esas palabras en el Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-543).

Tanto el adjetivo como el verbo son conocidos y usados en el español dominicano con esas acepciones u otras muy parecidas a las trascritas. Cuando el motor de un vehículo de combustión interna se funde lo que procede hacerse es reconstruirlo; generalmente lo anillan, trabajan sobre los pistones y las válvulas y, se ha oído que hasta trabajan sobre el bloque del motor.

En Cuba posee este verbo y el adjetivo mencionados otras acepciones que no se recuerda haberlas oído en el español dominicano. Por tanto, se prefiere no mencionarlas.

Este olvido confirma que no hay diccionario perfecto y, por esto hay que mantenerse alerta para continuar incorporando los términos que aún no están recogidos en los lexicones de español dominicano.

 

PEDORREO – *PEDORROTEO

“. . . la presencia perpetua del PEDORROTEO de las motocicletas. . .”

Estos vocablos son muy refinados. Es posible que muchos de los lectores no sepan a qué se refiere esta acción. Identificar la palabra que se encuentra en el origen de los vocablos en cuestión se hace difícil porque en el habla de todos los días no se enuncia pedo, sino peo.

Una vez que se escribieron las dos últimas palabras, el camino hacia el significado del pedorroteo queda despejado. No puede negarse que no se ha encontrado rastro de la palabra misma.

En lugar de la segunda voz del título la que sí se encuentra registrada en algunos diccionarios es pedorreo que es el sustantivo masculino que corresponde a la acción de pedorrearse. Este pedorrearse del español delicado es lo que los dominicanos llaman de “tirarse peos”, que como muchas de las palabras vulgares se encubren con otras expresiones y en dominicano dicen también “soltar una pluma”.

Este pedorrear es “echar pedos repetidos”, soltarlos en serie. El pedorrero es quien “frecuentemente o sin reparo expele ventosidades del vientre”, que es como haciendo galas de refinamiento lo define la Real Academia.

Aquí se recordará que ha habido quien abogue porque pueda decirse “peo”. Esto así porque el verbo es peer y, si para el verbo creer se permite que se diga creo, ¿por qué no es posible decir peo? No ha de tomarse en serio la última frase inmediatamente anterior a esta. Se trae a estos comentarios para introducir una nota jocosa.

 

FINANCIERIZACIÓN – FINANCIARIZACIÓN

“. . .que entró en forma de más deuda y FINANCIARIZACIÓN. . .”

En el epígrafe pueden leerse dos palabras largas, quizás demasiado largas. La longitud de ambas palabras lleva a pensar que son creación de personas eruditas, versadas en ciencias financieras que han descubierto algún fenómeno nuevo, alguna modalidad novedosa de actuar en el mundo financiero. Estas conjeturas expuestas antes se verán confirmadas en el desarrollo del tema.

Con la información acerca de la base sobre las que están formadas, financiero, financiar, existe suficiente indicio para comenzar por estas a indagar con respecto a su oportunidad.

En su acepción amplia financiero es lo concerniente a las cuestiones bancarias y bursátiles. Financiar, a su vez, es aportar el dinero necesario para el funcionamiento de una empresa, así como sufragar los gastos de una actividad, de una obra.

La Fundación Fundéu hace derivar el sustantivo financierización del verbo financierizar que no aparecen en el Diccionario de la lengua española y que esa institución -Fundéu- llama “neologismos válidos”, pues son palabras bien formadas “que se refieren al creciente peso del sector financiero en la economía”.

“El verbo financierizar está bien formado a partir del adjetivo financiero, con el sufijo -izar”, que expresa, “una acción cuyo resultado implica el significado del adjetivo”. A partir del verbo financierizar puede crearse el sustantivo financierización, al añadírsele el sufijo -ción.

La organización de actualización constante de la lengua española agrega que con las dos voces detalladas por su formación más arriba “puede hacerse referencia a la tendencia actual de que los mercados financieros dominen la economía”.

Con respecto a financiarización y el verbo financiarizar, la institución mencionada en el párrafo inmediatamente anterior a este escribe que “son menos aconsejables”. Inmediatamente después de ese juicio valorativo recuerda lo que la Gramática de la lengua española explica para casos como el que desaconseja.

Hay que felicitarse de que exista una organización pendiente de lo que sucede en la actualidad en la lengua española para puntualizar sobre asuntos de esta índole.

 

MIXOLOGÍA

“. . .en la que se puede disfrutar de una MIXOLOGÍA moderna. . .”

El embellecimiento del habla, sobre todo mediante las publicaciones de promociones comerciales, es un hecho fácilmente comprobable por medio de la lectura de material publicitario en las ediciones de difusión periódica.

Esta mixología llega al español desde las orillas del inglés. La publicación periódica del Instituto Cervantes que lleva el nombre Martes Neológico se ocupó en junio de 2016 de este neologismo -mixología- y lo considera una disciplina; de ahí que deba entenderse que es un arte, facultad o ciencia.

Esa publicación considera específicamente la mixología como el “arte de mezclar”, que se refiere a la preparación de cócteles mediante la mezcla de bebidas. Ha transcurrido largo tiempo entre la aparición de mixology en inglés en el siglo XX y la adopción de mixología relativamente reciente en español que data de principios del siglo XXI. El arte de preparar cócteles data del siglo XIX.

Hay que convenir en que en español hace tiempo que se cuenta con una palabra que sirve para mencionar el “arte de preparar cócteles”, que es coctelería, palabra esta que consta en los diccionarios más prestigiosos de la lengua española. Se piensa que la adopción de  mixología se produce para darle mayor prestigio a la actividad de preparar cocteles.

Los especialistas en esta actividad y las personas que disfrutan de este tipo de bebidas encuentran diferencias entre la coctelería y la mixología. La primera se conformaba con mezclar bebidas, al tiempo que la segunda introduce análisis de sabores, gradaciones alcohólicas, aromas, frutas y flores en las mezclas que realiza.

En última instancia puede considerarse la mixología como un grado más elevado de la coctelería que responde al gusto más exigente de los sibaritas del siglo XXI. No hay que ofender al mixólogo llamándole barman, pues el último solo se ocupa de servir o preparar bebidas en la barra de un bar, aunque el Diccionario de la lengua española entienda que es una persona “experta en cócteles y otras combinaciones alcohólicas”.

Antes de terminar esta sección es bueno recordar que en muchos países hispanoparlantes prefieren decir y escribir coctel y cocteles; es decir, con el acento invisible colocado en una sílaba diferente al uso peninsular. El hablante de español puede elegir la forma que mejor le parezca, cóctel, coctel, pues las dos son aceptadas.

© 2019, Roberto E. Guzmán

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

EFECTOS SECUNDARIOS

02 / 07 / 2019

La visita a la Feria del libro de Madrid para hablar sobre el Diccionario del español dominicano y sobre el léxico que los dominicanos aportan al caudaloso vocabulario de nuestra lengua común me deparaba una feliz y azarosa coincidencia. Durante unos diez días la Biblioteca Nacional exponía en la antesala del salón general de lectura el Códice de Vivar, único testimonio conservado del Cantar de mío Cid. Es un manuscrito humilde, de «factura modesta», como lo describe el folleto introductorio; un códice único que nos ha permitido leer una obra literaria única: el primer poema épico castellano conservado.

Lo extraordinario es que este códice único no se exhibe al público por razones de conservación. Después de estos diez días, volverá al silencio de su cámara acorazada en la Biblioteca Nacional, que permitirá que, aun sin verlo, se conserve esta joya literaria patrimonio de todos los que hablamos español.

Solo se permite el acceso a la sala a grupos limitados de veinte personas cada quince minutos. Impacienta la espera en la antesala, sabiendo que el Códice de Vivar está ahí mismo, a un paso. Franqueada la puerta, sorprenden sus modestas dimensiones, un pequeño ejemplar, en un pergamino ennegrecido y rugoso; setenta y cuatro hojas cubiertas por una letra maravillosamente legible abiertas por el episodio de la afrenta de Corpes. Y gracias al poder de la poesía, la buena poesía, incluso la escrita por allá por los siglos XII o XIII, la ternura y la humanidad de esas estrofas siguen brotando intensas y emocionantes.

En la escalinata de la Biblioteca Nacional mi hija y yo nos hicimos una foto para inmortalizar el momento. Mi cara, entre las lágrimas y la sonrisa exultante, muestra los efectos secundarios que produce el contacto con la magia de los libros.

TOPÓNIMOS Y ARTÍCULOS

16 / 07 / 2019

La Ortografía de la lengua española recuerda que los nombres propios que designan lugares (topónimos) «se caracterizan por no necesitar artículo para integrarse en un enunciado»: Soy natural de Santo Domingo de Guzmán. Sin embargo, no debemos olvidar que algunos topónimos incluyen el artículo como parte propia: La Vega, La Descubierta, Las Matas de Farfán, El Seibo, Las Terrenas, La Romana, y tantos otros grandes y pequeños. Aunque para algunos se haya puesto de moda la parejería de ir a *Terrenas o a *Romana, como si se ganara en distinción por el mero hecho de comerse el artículo sin piedad, el artículo no debe omitirse puesto que forma parte integrante del topónimo correcto. Si queremos respetar la ortografía recordemos mantener la mayúscula inicial de estos artículos propios del antropónimo, incluso cuando hay una contracción con las preposiciones a o deVoy a El Seibo el próximo fin de semana.

Los nombres propios de lugar se caracterizan porque exigen el uso de un determinante cuando van acompañados de un calificativo o de un especificador: El Santo Domingo de su juventud no se parecía a la capital que encontró a su regreso. Todos deseamos un Santiago más seguro. Los nombres de accidentes geográficos (ríos, mares, montañas, lagos, etc.) siempre requieren un artículo para su integración en un enunciado, aunque este artículo no forme parte integrante del nombre propio. En estos casos el artículo se escribe con minúscula inicial: Desde la muralla colonial vemos la desembocadura del Ozama en el Caribe. Si analizamos estos ejemplos nos daremos cuenta de que la estructura a la responden es siempre la misma: La desembocadura del (río) Ozama en el (mar) Caribe.

Los nombres propios de lugar y los artículos tienen una relación peculiar que conviene dominar. Lucirán mejor en nuestros escritos y demostrarán que conocemos su historia y que la respetamos.

ENFERMOS DE ANGLIPARLA

23 / 07 / 2019

A veces la línea entre la corrección o la incorrección en el uso de la lengua es muy sutil; tan sutil que podemos llegar a creer que estamos hablando o escribiendo correctamente en español cuando, en realidad, no es así. Es notoria nuestra pobreza léxica cuando embutimos anglicismos injustificadamente. Sin embargo, otros usos que no llaman tanto la atención denotan también poco conocimiento de la lengua española. La Fundéu BBVA lo ha diagnosticado en estos días: sufrimos de angliparla. Esta palabra procede la composición formada por el elemento compositivo anglo-, ‘inglés’, y del verbo parlar, que curiosamente suma a la acepción de ‘hablar’ el hecho de que sea mucho y sin sustancia. Y no, la Fundéu no se ha inventado la palabreja. Está incluida en el Diccionario de la lengua española desde 1983 con la acepción ‘lenguaje de quienes emplean voces y giros anglicados, hablando o escribiendo en castellano’.

Los préstamos crudos son más llamativos; los giros pasan más desapercibidos, pero basta que prestemos atención para descubrir que los hay «por pipá». Cuando decimos *Déjame saber si nos reunimos mañana podemos creer que estamos hablando en español, pero, en realidad, estamos usando una estructura del inglés maquillada de español. En español podemos decir Avísame si nos reunimos mañana. Algo similar ocurre con contorsionismo de *Llámame para atrás frente a la naturalidad de Devuélveme la llamada.

La abundancia de este inglés maquillado dice mucho, y no bueno, de nuestras carencias de lectura, del nivel de nuestra formación en lengua española y de la consideración en la que tenemos a nuestra lengua materna. Cada día tiene más sentido que enseñemos a valorarla como se merece. Y recuerden, en español las cosas *tienen sentido, no *hacen sentido.

 

Decir de las sombras

Por Marcio Veloz Maggiolo

 

Por debajo de las alfombras

había reflejos; trozos de soledad que se hicieron libélula

y proyectaron sombras infinitas.

El hombre, animado en su duda, fue mirando con pena

debajo de cada estandarte; emergían los contornos del mundo

y podía verse el triunfo de la muerte

sometida, cuajada de lujurias,

porque de sombra en sombra separada

el cuerpo, único, exhausto, apenas se movía.

 

 

Una sombra sin cuerpo; un latido metálico en la noche.

Sombreros que se mueven en el aire.

sin cabeza posible.

Esqueleto innombrable de todo lo invisible.

Se preguntan moléculas de duda, átomos de desidia

si un día seremos libres y tendremos la sombra para nosotros.

Responder esta duda sería algo así como

hacer revoluciones, levantar barricadas,

distorsionar el viento.

 

 

(Oigan la historia: con su gran fusil vino el rubio invasor

y se paseó de camino en camino, apresando las sombras;

antes había ya ocurrido) y realmente cascadas de tortugas

caminaban, caían, mientras

del lomo duro del Caracaracol

emergían otros seres;

estamos en la noche de todo,

cuando la sombra era pura y el aborigen era el dueño de

su sombra.

 

(Era la época en que la mar surgía desde una calabaza,

ahogando las penumbras)

Y estábamos en junio: los catastros paralizados,

las estadísticas agonizantes; los cómputos podridos,

los cables de prensa podridos también

insultando la sombra de los pueblos

cansados de miseria.

 

 

Y se levantó la primavera con sus amas

transidas… (Entonces el señor de polainas dijo: matad

a tantos  cerdos…)

Y así fue: los hediondos soldados de hojalata

(comiéndose su iguana todavía y pensando en los muslos

y los vellos negros de las doncellas que danzaban)

blandieron su tizona eyaculando a la vez que matando.

 

 

Ciguapas y cemíes huyendo en las montañas.

Y tras un largo siglo, negras sombras creciendo

y podridos maderos, allá en el mar, en donde peces

con acetileno

perforan los aceros de las aguas.

 

 

Miradme ahora: perturbado en la peste y en el cirio;

anonadado,

tronando con la furia de otros dioses,

almidonado, como una camisa, que prefiriendo el viento

parece de cartón, y ni se arruga.

Henos, los hijos de una sombra en otra. (Porque háis de

recordar que en 1606 comenzamos a vernos como otros;

por ejemplo: comprendimos que los buenos ingleses

eran «mejores»

que los españoles;

y hasta bebimos sangre de novilla,

y dormimos en pieles, y la sombra, debajo de la piel,

siguiéndonos de siempre,

como un perro en sí mismo desleído.

 

 

Ahora, siglos después, alquilamos las sombras,

alguien nos las obsequia, porque se hacen en grandes factorías

de los puertos ingleses y franceses, y norteamericanos.

La sombra tiene réditos,

préstamos la respaldan,

cubriendo los países de multinacionales, la sombra

ha encontrado su adusta geografía la explotación medida

y de progreso convaleciente.

¡Oh, preguntad al esclavo de los primeros tiempos si era mejor

su sombra que la nuestra!

Preguntadle al Barón del Cementerio; a la Silí, preguntadle

al viejo Yocahú, rey de la harina,

protector del veneno de la yuca.

 

 

Veréis que cada sombra es diferente;

exiguos mayorales en el tiempo

preguntan por el siglo de los siglos.

Estamos en el borde de un año y de otros años

y podemos pedir sombra a la sombra.

Mientras aventureros de la sombra caminan y proyectan

mecanismos de muerte, vamos pensando, vamos repensando

en los hijos de puta del ayer,

y en los hijos de perra del presente.

 

Quién de sombras se libra…

Quién de vida se libra.

Quién,

sólo el más puro.

 

Reflexión sobre la obra de Jit Manuel Castillo

Por Jacqueline Pimentel

 

Al abocarnos a expresar nuestro parecer con respecto al discurso de incorporación de Fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, como miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, titulado «De la palabra hablada a la palabra hablante: experiencia mística y poesía», quiero partir del epígrafe que consigna el autor del texto citado, al inicio de su trabajo, a saber:

Hay palabras que dividen y palabras que aúnan. Palabras que explican un todo desintegrado y palabras que transmiten su mensaje como un conjuro a la persona ‒no solo a su inteligencia‒ auditora. Las hay de origen artificial, susceptibles de arbitraria definición, y las hay que siempre fueron recién nacidas ‒no fabricadas‒, como un milagro; porque son regalos de Dios (aun cuando en boca humana) y no factura de los hombres. Hay palabras que aíslan y limitan. Otras que hacen transparecer en un solo objeto la total inmensa Realidad, menudas conchas en las que resuena el océano de la infinitud.1

Las razones en las cuales me apoyo para comenzar mi reflexión, son las siguientes: primero, el propio autor del artículo que revisamos dice que este epígrafe sintetiza la esencia de su trabajo, pues este aplica los postulados de Merleau-Ponty en su libro Fenomenología de la Percepción referente a los nexos existentes entre la experiencia mística y el lenguaje poético, razón por lo cual Jit Manuel asegura que “podemos afirmar que quien ha experimentado la vida en su dimensión mística y nos comparte su vivencia poéticamente, pasa de “la palabra hablada” a “la palabra hablante”. En segundo lugar, considero que este inicio deja claro que las ideas presentes en el artículo analizado tienen fundamento, no solo en la experiencia del autor, sino también en los estudios que acerca de esta relación existente entre la experiencia mística y el lenguaje, han sido objeto de análisis de acuciosos investigadores, los cuales cita en su ensayo.

En este ensayo, el lector podrá develar cómo la profunda experiencia mística que ha vivenciado el autor le sirve de soporte para erigir un entramado de significaciones que se traducen en sus “palabras hablantes”, es decir, en un nuevo uso de la lengua, donde las palabras adquieren o reflejan la autenticidad que emana de su ser, de su persona, en virtud de que al pronunciarlas pretende aportar al entorno que le rodea.

El doctor Castillo de la Cruz fundamenta sus planteamientos a partir de la observación metódica de su experiencia, de otros líderes espirituales o intelectuales que han transitado por el sendero de hurgar en su mundo interior, y, a la luz de los principios de la Divinidad, expresar el impacto que le produce su relación con la realidad, con todos los seres vivientes, con el Cosmos, con la Divinidad; entre los cuales menciona al chino Lao Tse, el maestro sufí Husayn Ibn Mansur (858-922) Al- Hallaj, y el sabio hindú Gandhi.

Pero, sobre todo utiliza la pesquisa documental, pues se apoya en numerosas citas y referencias de investigaciones rigurosas acerca del tópico que plantea en su texto.

Pude constatar que el autor de este ensayo se apoya mucho en las ideas de Merleau-Ponty, la siguiente referencia tomada del propio texto, es un claro ejemplo de que ese autor refleja el pensamiento del doctor Castillo de la Cruz, veamos:

“Esta constatación es la que lleva a Merleau-Ponty a diferenciar la palabra hablada de la palabra hablante. La palabra hablada es aquella que traduce expresiones ya adquiridas, la que nos llega en la envoltura vacía de un pensamiento ya expresado, porque se trata de una palabra ya constituida. La palabra hablante, en cambio, es aquella que es originaria y auténtica, la que expresa por primera vez una idea. Esta no repite o traduce un pensamiento preexistente, porque trae un pensamiento a la existencia”.

Para el autor de esta exégesis lingüístico-espiritual, es tan profunda esta vinculación entre la experiencia mística y el lenguaje que en una parte del texto podemos leer, lo siguiente:

“Así lo constata Jacques Maritain, cuando nos recuerda que: “La experiencia poética y la experiencia mística nacen cerca una de otra, y cerca del centro del alma, en los vivientes manantiales de la vitalidad del espíritu, pre-conceptual o supra-conceptual”.2

En su texto continúa profundizando en esta idea, para ello hace acopio de otra cita que refuerza la anterior, a saber:

“De ahí que, en términos lingüísticos, podamos sugerir la experiencia mística como un acto sintético de autor reflexión sin palabras, que se realiza en el espejo del propio ser. Cuando esto nos ocurre, irrumpe en nosotros la voz poética, y como sugiere Paul Fenton, “el habla transformada en silencio se (nos) convierte en luz, pensamiento, meditación y examen de conciencia”.3 

El doctor Jit Manuel concluye su reflexión, en torno a esta vinculación que existe entre la palabra hablada y la palabra hablante, asumiendo el postulado primordial de Mahatma Gandhi (1869-1948) cuando el sabio hindú, dice:

“Mi vida es mi mensaje”. Asegura que su anhelo mayor es convertirse o transfigurarse en las palabras hablantes que supongan significados auténticos y valiosos para quienes les rodean. Tal como expresa este fragmento tomado de Dogen Zenji (1200-1253): “Vaya a donde vaya, venga de donde venga, / el ave acuática pierde su rastro, / y sin embargo nunca olvida su camino”4.

  1. Karl Rahner, Escritos de Teología,Tomo III, Taurus Ediciones, Madrid 1961, p. 332-333.
  1. Jacques Maritain, La intuición creadora en el arte y la poesía. Kamleshdutta Tripathi, “De lo sensible a lo suprasensible: estética india tradicional: conceptos clave de rasa, dhvani y bhâva-anukirtana”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio. Op. Cit.,p. 90.
  1. Paul Fenton, “El silencio como modo de espiritualidad en la mística judía”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio…, Op. Cit., p. 42. En paréntesis es nuestro para hacer más coherente la oración.
  1. Citado por Javier Melloni, Voces de la mística,Op. Cit., p. 53.

En la voz del silencio de Jit Manuel Castillo

Por Luis Quezada

 

Un estudio de su poesía a la luz de

la teología y la mística

 

Teología mística en la lírica de fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, ofm.

 

Augurio

de una Palabra

que se resiste al silencio;

metáfora de la Luz

donde muere El poema

Con esta estrofa, cierra Yit Manuel Castillo de la Cruz, poeta místico de la Orden de los Frailes Menores (OFM), su poemario “EN LA VOZ DEL SILENCIO”, compuesto por 75 poemas, de los cuales el último da el nombre a su libro.

Un epígrafe de Octavio Paz, acompaña a este poema 75 de la obra en cuestión: “Damos vueltas en el vientre animal, en el vientre espiritual, en el vientre temporal. Encontrar la salida: el poema” (Octavio Paz, Hacia el poema).

Bruno Rosario Candelier, en su emblemática obra “La dolencia divina” (Pág.309) califica a Yit Manuel Castillo de la Cruz como “un genuino poeta” y “un auténtico místico”.

Como buen franciscano, dedica su obra “a San Francisco de Asís, con infinita gratitud, mi más auténtico Maestro en este itinerario espiritual, que va desde Ti hasta Ti: “Mi Dios y mi Todo” (Pág.19).

Esta obra de Yit Manuel Castillo de la Cruz fue merecedora del Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez 2018, otorgado por el Ministerio de Cultura de la República Dominicana.

Jit es autor de varias obras, pero desde mi óptica teológica, el trabajo de mayor envergadura es “La interculturalidad, un nuevo paradigma de evangelización” con un subtítulo provocador: “para un mundo postmoderno, plural y multiétnico”. Pero, “En la voz del silencio” constituye sin dudas, su mayor aporte como poeta místico. Entremos, pues en materia, desentrañando esta cantera místico-poética.

 

  1. El poeta siempre habla y utiliza la palabra porque viene primero del silencio:

“Vengo de vuelta del silencio” (Alborada, 97)

 

  1. Toda poesía es testimonio de un viaje del poeta hacia el interior de si mismo, donde el que entra no es el mismo cuando sale:

“Doy testimonio de mi;

quien entró al umbral del ocaso

no es el mismo que sale.  (Crepúsculo, 96)

 

  1. Ese viaje interior, enciende la vida de tal manera, que uno se transforma afectivamente y queda mudo, pues sobra la palabra:

Como la lumbre en la hoguera

me transfiguré en caricia

y he quedado sin palabras”. (Crepúsculo, 96)

 

  1. El poeta que viaja interiormente y se encuentra con el Absoluto, vive una experiencia mística que el poeta solamente puede traducir con esta expresión lírica:

“…ver mi rostro en Tus ojos” (Ocaso, 95)

 

  1. Hay un dilema en el poeta; el vive y habla por la palabra, pero cuando viaja profundamente por su interior y descubre lo inefable, lo único que puede hablar es el silencio:

“Mi mudez

no es el silencio cómplice

que se complace en el mal

ni el indiferente

de quien ya no se irrita…

 

  1. ¿Por qué callar?, titula Yit su poema 71 y responde en su última estrofa:

Porque me sobran las palabras;

lloro junto a Ti tu partida

y callo por respeto a Tu amor.

 

  1. La experiencia mística que experimenta el contemplativo no es permanente, sino variable, fluctuante, viene y se va; entra y sale; aparece y desaparece. El poeta lo expresa hermosamente:

“Como la ola

entre el mar y la arena

viene y se va sin motivo

así eres Tú:

te vas sin razón alguna

y así sin razón

es también como vuelves”.

 

  1. Queda pues, en el místico una “añoranza”, que hace sentir todo lo que mira, observa, toca y palpa, hasta el punto de que aquello que es pura materia inerte, le hace expresar un hálito de espíritu:

“Si cuando miras las piedras

les tiembla el corazón” (Añoranza,92)

 

  1. Por eso, para el poeta místico, todo su cantar es silente, aunque de vez en cuando lo balbuce con palabras, pues ante la voz de la palabra, él sabe que le gana en profundidad:

En el mudo silencio

de mi espacio vacío

te encuentro

sembrado en Ti

también soy la LUZ

aunque parezca Tu sombra

 

 

 

  1. Jit describe hermosamente su camino interior como un “viaje al abismo” en su hermoso poema 67, inspirado en una rúbrica del maestro Eckhart:

Quemo las naves de moradas y certezas…

Viajo al abismo sin formas…

 

  1. Y al final de este poema, traduce la experiencia que le pone en aquella encrucijada de la poeta mística cuando decía “vivo sin vivir en mi/ y tan alta vida espero/ que muero porque no muero”. Yit lo expresa a su manera:

Experimento cuanto somos

en el lento fluir de la vida

al hilo de la muerte

 

  1. El dilema del poeta místico es este:

De una Palabra

Que se resiste al silencio;

Y de un silencio que evoca una palabra que le exprese.

 

  1. ¿Por qué este callar de aquel que tiene el talento para hablar, para expresar la palabra? Yit lo expresa así:

“En el mudo silencio

de mi espacio vacío

te encuentro (Sin Palabras, 91)

 

  1. Y añade que la experiencia mística lo enraiza de tal manera en el Amado, que logra proyectarlo a pesar de sus limitaciones:

“sembrado en Ti

también soy la LUZ

aunque parezca Tu sombra” (Sin Palabras, 91)

 

  1. El poeta que es místico o el místico que es poeta, hace un viaje al Abismo, quema las naves de sus moradas y certezas, viaja hacia lo profundo del ser y experimenta algo insondable, al filo de la vida y la muerte:

“Quemo las naves de moradas y certeza

en un éxodo irreversible…

Viajo al abismo sin forma…

Experimento cuanto somos

en el lento fluir de la via

al hilo de la muerte”… (Viaje al Abismo, 90)

 

  1. Por vivir al filo de la mística, el poeta percibe cada vez más que su palabra, que por su propia textura es rebelde, se vuelve silente y que cada vez que intenta expresarlo, ya no le surge el poema:

Rebelde, la palabra

inasible, el sujeto

aguerrida, la preposición,

dócil, el verbo

preclara, la metáfora

oscuro, el símil

pulido, el verso

vibrante, el ritmo

consumada, la estrofa

condensado, el misterio

reverente, el silencio.

Fracasado el intento:

no surge El poema. (Palabra Silente, El Poema, p.89)

 

  1. Transparencia, su poema 65, es el mayor reflejo de esa “esencia abismal” donde se sumerge el poeta místico:

Quiero romper todas mis máscaras

y los espejos que la habitan.

Ir al fondo de la piel y de la sangre

que yace por detrás de los ojos.

Con los poros abiertos

transpirar Tu presencia

de dentro afuera y de dentro adentro

más hondo que el suspiro

donde se gesta mi anhelo (Transparencia, p.88)

 

  1. La hondura existencial que vive el poeta místico, le hace consciente de que algo se ha roto dentro de él, en esa búsqueda sin límites de una presencia consumada:

Algo de mi se marchó súbitamente

para no volver.

Te busco

en la playa sin arena

en el río sin orillas

en la ola que se hunde

en el beso sin labios.

Eres una presencia consumada

al otro lado de la vida. (Roto, p.87)

 

  1. El místico expresa poéticamente “la crudeza del barro” ante “el misterio del Eter”, como “alfarero del vacío” o “como arcilla sin corazón ni forma, literalmente hueca”.

 

  1. El místico hace que su poesía exprese toda una danza cósmica, como Jit Manuel lo hace magistralmente en “Icaro”:

Yo vi al sol pelearse con la luna

incendieando en su seno

a todas las estrellas

Yo sufría el hurto de la noche

y desde un rincón inédito del universo

Te añoraba en otro cielo estrellado. (Icaro, p.83)

 

  1. El místico, al acercarse a la llama del amor, se hace muy sensible por sus debilidades y caídas, por su fragilidad y debilidad, que solamente atina a clamar: Misericordia.

Mis caídas

aguaron Tus ojos:

era la lluvia.

Toqué mi propio fondo:

…lavado en sollozos.

Rocío en la tierra

el llanto en mis ojos

¡Misericordia! (Ahogado entre lágrimas, p.82)

 

  1. El dilema mayor que experimenta el místico es la dialéctica presencia-ausencia:

No es Tu presencia

lo que temo.

Es al dolor que persiste

cuando te marchas. (Temor de Dios, p.80)

 

  1. En “Mi dolor de Tu silencio”, el poeta expresa con palabras aquella presencia callada que aparece y se ausenta:

No guardo ya memoria de Tu voz:

solo recuerdo el eco de Tu ausencia. (p.80)

 

  1. El poeta ante el Misterio que contempla, tiene permanentemente presente su indignidad:

Solo quise ser hombre/ un pedazo de carne/ transfigurado en el dolor.

No he sido otra cosa/ que polvo que camina sobre el polvo.

¿Será también obra suya/ esta arcilla que soy? (Angel caído, p.79)

 

  1. El poeta se mira en el Misterio como en un espejo:

Me miro en Sus pupilas/ y no me reconozco. (Frente a mi, p.78)

 

  1. Eso le hace anhelar el vaciado de si mismo, para llenarme de esa Presencia que nos plenifica:

Déjame sin mi/ puéblame contigo.

A solas con el Solo/ en mi soledad todos caben.

¿De dónde esta Presencia/ que me deja tan ausente? (Plegaria, p.77)

 

  1. “Afasia”, su penetrante poema 53, comienza con el dilema del poeta que es místico:

Quisiera no tener palabras

Pero, ¿cómo detener este torrente/ de profundidades ocultas/ que revienta mis riberas? (p.76)

 

  1. La experiencia del místico esta muy bien expresada en el título de su poema 52: “entremos más adentro en la espesura”, y allí el ser del poeta se siente “seducida por la esperanza”. (p.75)

 

 

  1. El poeta místico experimenta su vivencia como un verdadero “retorno al origen”:

Como río que regresa del mar/ vuelvo al Origen. (p.74)

 

  1. Llega un momento, que el poeta se aleja de la palabra, porque quiere solamente “el silencio en los éxtasis”:

Torrente de palabras/en la cresta de la ola.

Y más adentro aún/ el absoluto silencio. (p.73)

 

  1. El místico entra en una relación íntima de miradas, donde uno se refleja y mira en el otro:

Por detrás de Tus ojos/ transparencia del misterio.

Por delante de Tus ojos/ el Tú que trasciende las miradas. (Dentro de Tus ojos, p.72)

 

  1. En su poema 48, “Danza cósmica”, “despertamos a otros mundos/apenas sospechados”. (p.71)

La frase de Plotino le sirve de inspiración:

“Y al danzar esta danza, uno ve la Fuente de la Vida, la Fuente de la Inteligencia, el Principio del Ser, la Causa del Bien, la Raíz del alma”.

 

  1. Su poema 47, “Contemplación”, es una verdadera joya lírica de lo que significa contemplar:

Contemplo/mi/soledad/en/tus/ojos/abismales.

Soy una chispa de amor/encendida en Tu mirada.

(p.70)

 

  1. La Contemplación nos transforma en un “NOSOTROS”:

Tú no eres Tú/ ni yo soy yo/ Somos otros, es decir:/ lo mismo. (p.69)

 

  1. Esta compenetración que efectúa la contemplación produce un verdadero “naufragio del lenguaje”, como expresa su poema 45:

Mirar la mirada/en una sola pupila./Visión y vidente:/ Sin recuerdos ni ausencias. (p.68)

 

  1. El místico vive una experiencia transformante tan intensa, que un poema de Jit, “Llamaradas”, lo expresa con una brevedad absolutamente cautivante:

Consumido en llamaradas,

Renacer como el fénix,

en la pira de Tus cenizas.

Oír mis propios gemidos

y deshelar mis entrañas

en Tu susurro de amor. (p.66)

 

Esto me hace recordar la belleza lírico-mística de Alfonsina Storni, en su poema “El divino amor”, cuando dice:

Te ando buscando amor que nunca llegas…

Sálvame, amor, y con tus manos puras,

Trueca este fuego en límpidas dulzuras

Y haz de mi leño una rama verde.

  1. Citando Jit a la mística Hadewijch de Amberes, ¿cómo se unen estas dos mitades del alma?, nos entrega el poema 43, donde el encuentro con el Otro es prácticamente una nueva recreación, una nueva obra de alfarería divina:

En un golpe de alas

para que no me hieran Tus caricias

poso mis labios en Tus manos.

Desdibujas mi piel con Tus dedos

para negar que fuiste Tú el artista

que me reesculpió con mis retazos. (p.66)

 

  1. El hontanar del místico ews la intimidad amorosa. Jit la describe con un lirismo estremecedor:

Solos, Tú y yo

frente a Frente

el Uno ante el otro.

sinceramente yo, simplementa Tú.

Frente a frente íntimos

sabiéndonos amados. (p.65)

 

  1. Para Jit, la mística es un éxtasis de “Mirada con mirada, alma con Alma:

Para ver a Dios donde está

cuando se mira en mi alma (p.64)

 

  1. Su poema 40 es una respuesta a la pregunta sobre lo que busca un místico:

gustar en la fuente sellada

el secreto del Amor. (p.63)

 

  1. “Remover astillas”, su poema 39, expresa que la experiencia mística conmsiste en dejarse escu4lpir para hacerse uno con Aquel que nos modela:

Quitar cuanto sobre para lograr la escultura

pulir en mí Tu imagen oculta.

Despertar en el cuerpo sin los sentidos

del Uno al Todo

y del Todo al Uno. (p.62)

 

  1. El poema 38, “Anhelo silente” expresa cuúl es el anhelo del místico:

Anhelo

ser en Ti palabra silente (p.61)

 

  1. Su poema 37, “Una ráfaga de ternura”, intenta responder a la célebre pregunta de San Agustín, ¿qué es lo que amo cuando yo te amo?:

Pronuncias mi nombre:

ardiendo vives y me haces vivir. (p.60)

  1. La dialéctica sonoro-silente que experimenta el místico, está muy bien expresada en su poema 36, de manera tal que el místico maneja dos lenguajes: el SONORO (¡Que hable la palabra!) y el SILENTE (¡Que hable el silencio!)

Arriba, sonoro,

Por dentro, silente. (p.59)

 

  1. La mística para Jit es un “misterioso batir de alas”, como denomina él su poema 35, que expresa lo que busca el místico, inspirado en una frase de Génesis 16,13, donde Agar dice: “No hay duda que he visto a aquel que me ve”:

Entre aleteos anhelantes

busco Tu rostro y Tu mirada (p.58)

 

  1. “Hay un ardor en el pecho”, su límpido poema 34, tiene una claridad y profundidad mística, que debemos escucharlo como si fuera una verdadera sinfonía mística:

Esa pasión no es mía

aunque me abrasa.

Viene de lo alto

y está muy adentro.

Es tan honda

que me trasciende.

Me devora y me funde.

Su misterio me habita

me posee y me integra.

Soy todo fuego

y Tú eres la fuente ígnea

que me enciende. (p.57)

 

  1. Su poema 32 articula lo que El es en mi y lo que yo soy en El:

Soy en Ti

Interioridad en expansión

Eres en mí

El pluriverso en vilo… (p.55)

 

  1. Para el ístico, la noche oscura se convierte siempre en alborada, como expresa su poema 30:

Ya no es lo mismo.

Todas mis noches se siembran de estrellas

Mi densa oscuridad

Está poblada de constelaciones.

Cierro mis ojos para sentirTe. (p.53)

 

  1. Aun en el sufrimiento, el místico experimenta el goce:

“Nos unimos en la alborada

Yo me derramé en lágrimas

Tú me acompañaste con el rocío. (p.52)

 

  1. Para Jit, la mística es un movimiento de acercamiento entre dos seres: “Voy desde ti hasta ti”, citando el autor a Benjamín González Buelta:

Entre tus cuencas me baño

y renazco entre tus ondas (p.50)

 

  1. Friedrich Nietzsche, citado por Jit, muestra en sus arrebatos de locura, lo que traduce mejor la experiencia mística:

¿Cómo fuimos capaces de bebernos todo el mar?

¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte?

 

  1. Quiero expresar ahora diferentes caras de la experiencia mística, traducidas por la lírica de Jit:

Primera cara: Venciste:

Forcejeas y me seduces…

Mis temores duermes serenos

en el corazón de Tu ser. (p.48)

 

Segunda cara: Identidad

Aprenderé a ser yo

sin dejar de ser Tú (p.47)

Tercera cara: Intimidad

Imploro Tu mirada

para verme en Tus pupilas (p.46)

 

Cuarta cara: Despertar

Quiero sentirme presente

para sentir Tu presencia

porque duermes en cada cosa

soñando que yo despierto (p.44)

 

Quinta cara: Deseo y vértigo

Me atenaza el vértigo de tu amor (p.43)

 

Sexta cara: Preguntas previas

¿Qué será de mí

Cuando seamos UNO en un abrazo transfinito?

¿Acaso, ya no sería yo

Ni Tú Aquel a quien tanto amo? (p.40)

 

Séptima cara: Germinando

Algo se abre paso en mi interior.

Se rompen cáscaras

de heridas ancestrales (p.38)

 

Octava cara: Gemidos interiores

Creo, amo, espero

entre gemidos interiores

que yo mismo desconozco (p.37)

 

Novena cara: Luz y Tinieblas

Soy luz intermitente

A veces

ilumino el movimiento de la noche

para esconderme de Ti.

Otras veces

nado entre tinieblas

perdido en las sombras

de Tus aguas

que me encubren. (p.36)

 

Décima cara: Ser en muerte

En la muerte (esto lo digo yo para construir con los versos de Jit la mejor definición del momento antropológico de la muerte):

¡todo mi ser

despierta a la Vida! (p.35)

 

Undécima cara: Metáforas

Al amanecer…

Al atardecer…

Al anochecer…

Despierto y te descubro luminoso

entre la vida y la muerte

danzando el cosmos

por fuera y por dentro. (p.34)

 

Duodécima: Paradoja

¿Puede una luciérnaga

ocultarse a la noche?

Tampoco yo puedo

esconderme a Tu misterio. (p.30)

 

Décimo-tercera: Ser hoguera

Anhelo ser hoguera…

Consumirme contigo

en un bosque maternal (p.29)

 

Décimo-cuarto: Oscura perplejidad

Cuando aparece mi amado, ¿con qué ojo he de mirarle?:

Me ves en el amor

Te veo en el deseo (p.27)

 

Décimo-quinta: Total desnudez

Pretensión de la nada:

abrazar al Todo y seguir viviendo.

Hambre infinita

en un saco de miseria (p.26)

 

Décimo-sexta: Síntesis del poeta místico

Más que palabra,

anhelo ser silencio.

Acalla mi voz

Para que alcance a testimoniar

cuanto siento y recibo (p.25)

 

Décimo-séptima: Espera ansiosa

Algún día

me abrazarás por dentro…

Aquilatarme en Ti, volcán incandescente (p.24)

 

CONCLUSIÓN: LA TOTALIDAD DE LAS PALABRAS

La mejor manera de concluir el poemario místico de Jit Manuel Castillo de la Cruz, es con su poema inicial.

WITTGESTEIN, el famoso filósofo del lenguaje y la totalidad de las palabras, nos enseñó una lógica que es certera en el camino de la conciencia mística:

Exterioridad…Palabra…Interioridad…Silencio…Misterio.

Jit, en su riqueza lírica, lo expresa así:

Gustar la PALABRA

En el silencio de todas las lenguas.

Aquella que ni se pronuncia ni se escribe.

La que balbucea el MISTERIO

Y lo hace presente. (P.23)

Estoy totalmente convencido, que ante la lírica mística de Jit Manuel, estamos delante de un gigante de la poesía y de un “buzo” de las profundidades místicas.

Ante el MISTERIO, la TOTALIDAD DE LAS PALABRAS tiene un nombre: LA VOZ DEL SILENCIO.

Sábado 22 de junio de 2019

 

De la palabra hablada a la palabra hablante: experiencia mística y poesía

Por Jit Manuel Castillo de la Cruz

 

Buenas tardes, Paz y Bien. Antes que todo, con un afecto indecible deseo sumarme a los saludos protocolares de quienes me han precedido en este podio.

 Hay palabras que dividen y palabras que aúnan. Palabras que explican un todo desintegrado y palabras que transmiten su mensaje como un conjuro a la persona no solo a su inteligencia auditora. Las hay de origen artificial, susceptibles de arbitraria definición, y las hay que siempre fueron recién nacidas no fabricadas, como un milagro; porque son regalos de Dios (aun cuando en boca humana) y no factura de los hombres. Hay palabras que aíslan y limitan. Otras que hacen transparecer en un solo objeto la total inmensa Realidad, menudas conchas en las que resuena el océano de la infinitud.[1]

He iniciado mi reflexión con este epígrafe de Karl Rahner porque forma parte de un artículo suyo que refleja la seriedad con la que este intentó articular la vocación sacerdotal con la poética y, sobre todo, porque es precisamente en esta frase donde este insigne teólogo distingue con mayor claridad y belleza las palabras que él denomina confeccionadas, útile o técnicas de las que él considera originales o protopalabras. Con lo cual me remite a los dos propósitos fundamentales que me llevaron a escribir este texto: el inmenso sentimiento de gratitud que ahora me mueve por esta doble vocación que se me ha dado y una profunda inquietud que desde hace muchos años me conmueve. A saber, la estrecha relación existente entre experiencia mística y lenguaje poético y su pertinencia para la sociedad en la que nosotros estamos inmersos. De ahí que este discurso, con el que me incorporo como miembro correspondiente de esta honorable Academia Dominicana de la Lengua, lleve por título: “De la palabra hablada a la palabra hablante: experiencia mística y poesía”.

En primer lugar, deseo engrandecer a Dios por la honda experiencia de sí mismo que me ha regalado y porque Él ha hecho posible que la valla bosquejando en mis libros Apócrifo de Judas Izcariote, En la voz del silencio, La interculturalidad, un nuevo paradigma de evangelización para un mundo postmoderno, plural y multiétnico y La Santísima Trinidad como misterio de comunión y de amor. En cada uno de estos escritos he intentado balbucir en mi limitado lenguaje una vivencia que ha trascendido todas mis limitaciones. Puro don inmerecido al que, sin embargo, todos estamos llamados, pues la fuente en la que he saciado mis ansias sigue ahí para quien en ella desee abrevar su más honda sed.

También quiero expresar mi más honda gratitud al Dr. don Bruno Rosario Candelier, presidente de esta ilustre Academia, a sus miembros de número y a sus miembros correspondientes, que han tenido a bien admitirme para formar parte de esta benemérita institución. Sirva este contexto para señalar que algo que para mí torna este acontecimiento inconmensurablemente más significativo, es el hecho de que no estoy aquí en mi propio nombre. Me siento parte de una pléyade de personas que me han precedido y que me sucederán. En mí confluye un pueblo con múltiples rostros y cualidades. Siento en mi ser a todos los franciscanos y los sacerdotes, a todos los escritores y los poetas, a todos los dominicanos y los villaduartianos. Más aún, estoy aquí en nombre del Dios de la vida, acogiendo otra de sus innumerables bendiciones, consciente de que esta no es más que una nueva oportunidad que Él me brinda para testimoniarlo entre mis ahora colegas académicos y literatos.

Ninguno de nuestros sueños sería algo más que un sueño si en el camino de la vida no nos cruzamos con personas que creyeron en ellos y en nosotros. Estoy cien por ciento seguro de que, si en algo he podido desplegar mis alas, se lo debo a cientos de personas que confiaron en mi capacidad para crear y volar. Para todos ellos va este ¡gracias! desde lo más profundo de mi corazón. Hoy todos están aquí, unos física y otros espiritualmente. Sirva también este hondo sentimiento de gratitud para honrar mi complicidad espiritual con la Dra. María de los Ángeles Mejía Pujols, mi sintonía intelectual con Nina Bruni Medaglia, Riamny María Méndez Féliz y Luce López-Baralt; mi afinidad literaria con quienes integran el Movimiento Interiorista y mi identificación afectiva con mis familiares y amigos, con los frailes con quienes convivo, con los hermanos de la Fraternidad Franciscana Evangelizadora y con todos los feligreses de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Villa Duarte, con quienes poco a poco me voy transformando en evangelio viviente, cual lo fue san Francisco de Asís, aunque más lentamente de lo que yo querría y de lo que pudiera esperarse.

No puedo terminar este apartado sin expresar mi más sincero agradecimiento a cada uno de ustedes que hoy nos honran con su valiosa presencia y compañía en este acto tan trascendental para mí como para el barrio de Villa Duarte, y espero que así también lo sea para esta cuna de nuestra lengua.

En segundo lugar, deseo compartirles mi preocupación con la urgente tarea que tenemos de recuperar el lenguaje en la época de la post verdad, en la que parecería que hemos perdido para siempre el valor de la palabra. Muy a menudo me pregunto: ¿cómo enfrentar las más nefastas consecuencias del totalitarismo lingüístico que actualmente padecemos y hasta qué punto la experiencia mística y su comunicación poética nos pueden ayudar a salir de este laberíntico encierro?

Todo parece indicar que la sociedad imaginada por George Orwellen su novela distópica 1984[2]para nosotros ya es una realidad irreversible. De hecho, actualmente nosotros vivimos sometidos a la Policía del Pensamiento descrita por él, dominados por los principios fundamentales de la nueva lengua que este autor nos propuso: la reducción del vocabulario para eliminar el pensamiento, la creación de eufemismos para impedir la disidencia y la imposición de un lenguaje artificioso que nos hace artificiales.

En nuestros días, la situación es más grave que en el régimen totalitario descrito por Orwell, porque en aquel tiempo era solo el Partido quien oprimía y vigilaba a sus ciudadanos, pero en la actualidad, más allá del control al que nos somete el Partido, somos nosotros mismos quienes nos auto-vigilamos y auto-oprimimos. No tenemos que ser superdotados para intuir la enorme prisión que nosotros nos estamos construyendo con la inmensa cantidad de datos personales que proveemos a los dueños de las Multinacionales que hoy gobiernan el mundo. Dígase, Google, Facebook, Instagram, Twitter, entre otras. Y no quiero detenerme en el deterioro del poder comunicativo que actualmente padece nuestra lengua por el uso arbitrario que de ella estamos haciendo en las redes sociales, nicho desde donde esta mala práctica se extiende a todos los demás ámbitos de la vida humana.

Nuestro encierro ya no es en el complejo sistema de telepantallas usado para el control y el adoctrinamiento en la novela de Orwellni en el Panóptico conceptualizado por Michels Foucault.[3]Nosotros somos prisioneros del lenguaje. Dado que hemos relativizado hasta el máximo posible la palabra empeñada y que nuestro léxico se ha reducido a su más mínima expresión, para muchos de nuestros contemporáneos sostener una conversación vinculante e inteligente parece una realidad tan inalcanzable como una quimera. Urge que todos nos preguntemos a fondo y con honestidad: ¿será que los seres humanos sumergidos en la era digital y en la época de las telecomunicaciones nos estamos idiotizando?; ¿será que el mundo virtual nos arropa de tal modo que estamos perdiendo la capacidad para establecer relaciones reales?; ¿será que nuestra obsesión narcisista con tantas trivialidades nos está llevando a extraviar el sentido de la vida?

Para salir de la agobiante cárcel de lo banal, necesitamos recuperar la densidad de la vida que a diario nos sorprende y la riqueza del lenguaje que nos permita expresarla. Aquí es donde para mí la experiencia mística cobra su más hondo significado y actualidad; y donde la poesía como su expresión más depurada revela su más elevado sentido y esplendor. Porque quienes han captado la hondura y la belleza de la vida y nos la comunican poéticamente, nos traen noticias ciertas del Fondo en que se sostienen todas las cosas y del Horizonte que las amplía.[4]

Realidad a la que alude Ludwig Wittgenstein en su Tractatus lógico-philosophicus, cuando nos conmina a desvelar lo indecible: “Hay, en todo caso, cosas inexpresables. Es algo que se muestra; es lo místico”,[5] y a hacerlo, por los senderos intransitados que él mismo denominó “los intersticios del lenguaje”, los laberintos que atravesamos para dejar atrás los lugares comunes, de modo que afloren en nuestro ser los inéditos versos de un genuino poetizar. Esto es, descubrir que lo que nos hace escritores, quizás no es otra cosa que este esfuerzo persistente por expresar aquello sobre lo que deberíamos callarnos. Nuevamente es Wittgenstein quien nos ayuda a clarificar cuanto queremos transmitir con esta intuición: “Lo que es posible decirse en absoluto puede decirse con claridad: y de lo que no puede hablarse, sobre ello hay que guardar silencio”.[6]Porque como formula Emilio Adolfo Westphalen: “Tal vez sea este empeño por obligar a las palabras a que digan lo que no estaban hechas para decir ‒el único elemento común‒ el parentesco que se establece entre los miembros de la hermandad poética”.[7]

La vida me ha ido enseñando que esto es posible si entramos en un silencio exterior, en un silencio interior y en un silencio relacional en el que se incuba una palabra nueva, aquella que es nuestra razón de ser en el mundo, la que solo nosotros podemos proferir. Dado que únicamente luego de este acallamiento interior podemos gustar la verdad de cuanto somos y de cuanto es el otro, prerrequisitos para abrirnos a una auténtica relación con nosotros mismos, con los demás, con el cosmos y con Dios.

Quien ha vivido una experiencia de esta naturaleza se debate entre el deber de articularla y el deseo de callarla. Así nos lo aconseja san Agustín de Hipona: “Tal vez el silencio fuera el único homenaje que el entendimiento podría dar a lo inefable; pues si algo puede expresarse con palabras, ya no es inefable. Y Dios es inefable”.[8]Ahora bien, en fidelidad a su propia vivencia, cada cual debe tomar su propia decisión. En mi caso particular, siguiendo los consejos del Poverello de Asís que nos llama a “guardar para el Amado los secretos del amor”,[9] atesoré estas perlas por muchos años en la interior bodega de mi corazón, pero sin poder explicar exactamente cómo ni en qué circunstancias específicas sentí la llamada a compartirlas como un imperativo interior que me empujaba cada vez más y más a buscar aquello que se esconde entre las palabras o, más bien, dentro de ellas.

Esta vivencia me llevó a descubrir lo que tan sutilmente testimonian estos versos del maestro sufíHusayn Ibn Mansur (858-922), mejor conocido como Al-Hallaj: “Si quiero ir a apagar mi sed es a Ti a quien veo en el fondo de la copa. […] Tu lugar en mi corazón es mi corazón completo. Nadie más que Tú lo habitas”.[10]Esto solo es posible y auténtico cuando el místico se da cuenta de las implicaciones que para el hondón de su Ser tiene su encuentro con Dios. Así lo degustó en carne viva el Maestro Eckhart (1260-1328) ‒y llegados a este punto, me permito apropiarme y personalizar su afirmación‒: “Aquí el fondo de Dios es mi fondo, y mi fondo es el fondo de Dios”.[11] Experiencia que le permite al místico-poeta devolver al lenguaje su capacidad expresiva y subversiva, en cuanto articulador de una poética, de una narrativa y de un discurso distintos a los del pensamiento dominante.

Precisamente por ello es que los místicos son siempre los primeros en rebelarse contra quienes desean dominarlo todo: el lenguaje, las personas, la creación, porque como Lao Tsé (entre los siglos VI-IV a. de C.) tienen la certeza de que: “El Tao que se intenta aprehender / no es el Tao mismo; / el nombre que se le da no es su nombre adecuado”.[12] Ellos han descubierto a Dios como su único Absoluto, por lo que saben que todo lo demás es relativo (el estado, el poder, el dinero, el placer, el prestigio), y por esto todo lo sitúan en su justa perspectiva, aunque se los valore como herejes y sean catalogados como una amenaza para el estatus quo, incluso dentro de las tradiciones religiosas a las que sus experiencias dan fundamento.

Cuanto estamos proponiendo sobre la relación entre experiencia mística y lenguaje poético, se clarifica ampliamente con los postulados defendidos por el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty en su libro Fenomenología de la percepción.[13]Esto así por dos razones fundamentales: la primera, porque Merleau-Ponty no hace depender el nacimiento de la palabra de un estímulo o de una idea, sino de la percepción, con lo cual la vincula a la experiencia; y la segunda, porque ofrece un lugar preeminente al silencio en su relación con la palabra al articular en su recepción la pasividad con la actividad, afirmando que dicho regalo se recibe con el paradójico en cargo de acallarlo.

Para establecer el nexo entre la palabra y la significación, Merleau-Ponty sostiene que la actividad y la pasividad confluyen en el surgimiento de la palabra hablante. De ahí se desprende que las palabras no son universales vacíos, sino que se corresponden con hechos que nos han desbordado y que generan en nosotros una palabra articulada.[14] En este mismo sentido, este autor considera que la percepción originaria es pre consciente, por lo que la distingue de la síntesis intelectual:

Si solo consideramos el sentido conceptual y terminal de las palabras, es cierto, que a excepción de las desinencias, la forma verbal parece arbitraria. No sería así si tuviéramos en cuenta el sentido emocional de las palabras, lo que antes hemos denominado el sentido gestual, que es esencial a la poesía.[15]

De donde resulta que las canciones, los versos, los poemas, son diversas formas de expresar el mundo porque en estos casos, el contenido onomatopéyico expresa el contenido esencial. Entonces las palabras, las vocales, los fonemas son diversas maneras de cantar el mundo con las que comunicamos su esencia emocional.

Esta constatación es la que lleva a Merleau-Ponty a diferenciar la palabra hablada de la palabra hablante. La palabra hablada es aquella que traduce expresiones ya adquiridas, la que nos llega en la envoltura vacía de un pensamiento ya expresado, porque se trata de una palabra ya constituida. La palabra hablante, en cambio, es aquella que es originaria y auténtica, la que expresa por primera vez una idea. Esta no repite o traduce un pensamiento preexistente, porque trae un pensamiento a la existencia.

Para Merleau-Ponty, la palabra hablante, operante, no tiene un origen fisiológico (en cuyo caso sería expresión de un estímulo) ni intelectualista (en cuyo caso sería expresión de una idea), sino perceptual (pues brota del silencio primigenio). Por ello posibilita al sujeto la trascendencia del propio lenguaje, puesto que una vez que el lenguaje ha sido experimentado así nos convoca desde dentro a expresarlo. De ahí que Merleau-Ponty sostenga que: “En la palabra hablante toda intención significativa se encuentra en su estado de gestación”.[16]

Esto así porque la palabra hablante se descubre en el silencio, mejor dicho, se nos regala en el silencio primordial, porque nuestro acceso a ella es un don, fruto de una actitud más pasiva que activa. Y se nos da para que podamos traducir una experiencia que no ha sido expresada con anterioridad. Esta palabra brota de una vivencia que nos excede con relación a todo lo que hemos percibido. Exceso que de antemano sabemos no puede colmarse con las palabras. De donde se sigue que la expresión nunca la agota porque sus significaciones superan lo que las palabras pueden comunicar.

En ese sentido, aunque se trata de una palabra hablante, lo mismo que revela el misterio vivido lo oculta en su intento por manifestarlo. De modo que, si solo nos quedamos con los signos aislados individualmente, estos no nos dicen nada, porque estos nos revelan su verdadero significado en sus múltiples relaciones y en cuanto están referidos al conjunto de la obra, donde encuentran su más pleno sentido, el que nos devuelve a la experiencia originaria que estos intentan balbucir.

Aplicando estos postulados de Merleau-Ponty a los nexos existentes entre la experiencia mística y el lenguaje poético, podemos afirmar que quien ha experimentado la vida en su dimensión mística y nos comparte su vivencia poéticamente, pasa de “la palabra hablada” a “la palabra hablante”. Esto es, se retrotrae al silencio primigenio que es anterior al sonido de la palabra, para que de su interior brote una voz que es transformadora de su propio ser y de la palabra misma.[17]Acontecimiento que nos permite liberar el lenguaje del propio lenguaje, posibilitando que seamos creativos y, sobre todo, que seamos creadores: anfibio que deambula entre el Silencio y la Palabra ‒ambos con mayúscula‒, por los que de hablantes pasamos a ser el habla misma, es decir, la realidad última que se expresa sin la intervención de nuestro ego. Palabra esencial que manifiesta la belleza más pura.

En esta hondura, que podemos llamar trans-consciente, coinciden la experiencia de la creación y la del lenguaje, la vivencia mística y el quehacer poético. En cuanto a la equivalencia entre creación y lenguaje, se nos revela aquello que concibe el alfabeto sánscrito y la cosmovisión que lo sustenta, según la cual existe un silencio primordial, que corresponde al vacío de la creación. Este emite una vibración que es la resonancia suprema, que se condensa en un punto sonoro, una gota de sonido fónico, pero que contiene en sí toda la potencialidad del lenguaje y de la creación.[18]En cuanto a la comunión entre vivencia mística y quehacer poético, ambas se originan en el hondón del alma, allí donde nuestro corazón comulga con el corazón de Dios y con el corazón del pluriverso. Así lo constata Jacques Maritain, cuando nos recuerda que: “La experiencia poética y la experiencia mística nacen cerca una de otra, y cerca del centro del alma, en los vivientes manantiales de la vitalidad del espíritu, pre-conceptual o supra-conceptual”.[19]

De ahí que, en términos lingüísticos, podamos sugerir la experiencia mística como un acto sintético de auto reflexión sin palabras, que se realiza en el espejo del propio ser. Cuando esto nos ocurre, irrumpe en nosotros la voz poética, y como sugiere Paul Fenton, “el habla transformada en silencio se (nos) convierte en luz, pensamiento, meditación y examen de conciencia”.[20]

Quiero finalizar mi intervención, expresando mi más profundo anhelo de que algún día yo pueda revelar a Dios en mi vida con más transparencia que en mi escritura, y que como en su tiempo lo hizo Mahatma Gandhi (1869-1948), yo consiga afirmar con absoluta verdad: “Mi vida es mi mensaje”; porque entonces habré dejado de ser palabra hablada para transfigurarme en palabra hablante, convertido ya de una vez y para siempre en el ave mítica descrita por Dogen Zenji (1200-1253): “Vaya a donde vaya, venga de donde venga, / el ave acuática pierde su rastro, / y sin embargo nunca olvida su camino”.[21]

 

Fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, OFM

Academia Dominicana de la Lengua

[1] Karl Rahner, Escritos de Teología, Tomo III, Taurus Ediciones, Madrid 1961, p. 332-333.

[2]Cf. George Orwell, 1984, Debolsillo, Barcelona 2018.

[3] Cf. Michels Foucault, Vigilar y castigar, el nacimiento de la prisión, Siglo veintiuno editores, Argentina 2002.

[4] Cf. Javier Melloni, Voces de la mística, Herder, Barcelona 2018, p. 9.

[5] Ludwig Wittgenstein, Tractatuslógico-philosophicus,Op. Cit., p.

[6]Ibid,p.

[7]Emilio Adolfo Westphalen, La Poesía, los poemas, los poetas, Universidad Iberoamericana, México 1995, p. 82.

[8] San Agustín de Hipona, Sermón 117.

[9]San Francisco de Asís, “Avisos Espirituales XXVIII”, en José Antonio Guerra, San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1978, p. 85.

[10] “El Diwan de Al- Hallaj”, Muqatta’ At, M. No. 31, 4, p. 631; M.No. 35, 1, p. 632. En Louis Massignon, “ensayo de reconstrucción”, en Journal Asiatique, año 21, No. 9-10, noviembre-diciembre de 1934. Recuperado el 6 de mayo de 2019, en:

https://revistas.unc.edu.ar/index.php/REUNC/article/viewFile/6660/7741

[11]Maestro Eckhart, “Vivir sin porqué” 75, en El fruto de la nada, Ediciones Siruela, Madrid 2003, p. 49.

[12] Lao Tsé, Tao te Ching, Edición de Vladimir Antonov, New Atlanteans, Cánada 2008, p. 3. Recuperado el 28 de mayo de 2019 en http://www.swami-center.org/es/text/tao_te_ching.pdf

[13]Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción

[14] Cf. Cristina Micieli, Foucault y la fenomenología: Kant, Husserl, Merleau-Ponty, Editorial Biblos, Buenos Aires 2003, p. 66-73.

[15] Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, p. 218.

[16]Cristina Micieli, Foucault y la fenomenología: Kant, Husserl, Merleau-Ponty, Op. Cit., p. 74.

[17] Cf. ShizuteruUeda, “Silencio y habla en el budismo zen”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio…, Op. Cit., p. 19-20.

[18] Cf. Ibídem.

[19]Jacques Maritain, La intuición creadora en el arte y la poesía. KamleshduttaTripathi, “De lo sensible a lo suprasensible: estética india tradicional: conceptos clave de rasa, dhvani y bhâva-anukirtana”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio. Op. Cit., p. 90.

[20] Paul Fenton, “El silencio como modo de espiritualidad en la mística judía”, en Oscar Pujols y Amador Vega (Eds), Las palabras del silencio…, Op. Cit., p. 42. En paréntesis es nuestro para hacer más coherente la oración.

[21] Citado por Javier Melloni, Voces de la mística,Op. Cit., p. 53.

En torno a Jit Manuel Castillo

Por Rafael Peralta Romero

 

Con justificado alborozo, la Academia Dominicana de la Lengua incorpora hoy, en calidad de miembro correspondiente a Jit Manuel Castillo de la Cruz, de quien puede asegurarse sin el menor asomo de duda que se trata de un hombre de la palabra.

En más de una dimensión, De la Cruz se manifiesta como un hombre de la palabra: es novelista, poeta, ensayista, profesor y divulgador del mensaje divino, por su condición de sacerdote.

Nació en Santo Domingo, el 18 de junio de 1974 y recibió el orden sacerdotal el 29 de julio de 2006.

Su formación para servir los oficios divinos le ha demandado estudios superiores en filosofía, los cuales cursaron Jit Manuel en la Universidad Central de Bayamón, Puerto Rico y concluyó en el año 2000. En 2004 finalizó su licenciatura en Teología, en el Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC), Bayamón, Puerto Rico.

Luego, en 2011, realizó estudios de posgrado en el Instituto Teológico Franciscano, en Petrópolis, Brasil (Afiliado a la Pontificia Universidad Antoniana, Roma, Italia). En 2015, Castillo de la Cruz obtuvo un doctorado en Ciencias de la Educación, en la Universidad de Sevilla, España.

Este depurado intelectual ha ejercido paralelamente todos los trabajos que lo identifican como un hombre de la palabra, y demuestra que ha llegado a esas funciones -sacerdote, escritor y educador- por vocación verdadera y pura disposición de ánimo.

En 2011 salió a la luz su primer libro, la novela Apócrifo de Judas Izcariote, publicada por Editorial Santuario, en Santo Domingo.

Más adelante, dio a conocer “La interculturalidad, un nuevo paradigma de evangelización para un mundo postmoderno, plural y multiétnico “, que se trata de un ensayo teológico, editado con el sello editorial Amigo del Hogar, Santo Domingo 2016.

En la poesía, similar a su inicio como novelista, Castillo de la Cruz también comenzó con una obra digna de un buen creador: “En la voz del Silencio” (poemario), Mandala Editorial, Madrid 2017. Esta obra mereció y obtuvo el premio nacional de poesía Salomé Ureña correspondiente al año de su publicación.

Su condición de educador y formador de otros religiosos, le exige a Castillo de la Cruz la producción de textos de esa naturaleza, tal el caso del manual “La Santísima Trinidad como misterio de comunión y de Amor, Editorial Amigo del Hogar, Santo domingo 2018.

Muchos son los escritos de Jit Manuel Castillo, emanados de las disciplinas en las que se desenvuelve, aquí solo he citado los divulgados como libros.

La obra de Castillo de la Cruz ha despertado notable interés en el ambiente literario dominicano y de otros ámbitos por donde ha trashumado el autor. Su novela “Apócrifo de Judas Izcariote”, por ejemplo, trajo con su segunda edición un libro de apostillas, que en 113 páginas incluye opiniones de creadores y críticos literarios, tanto nacionales como extranjeros.

Los comentarios son de: Nina Bruni, Santa Ángela Cabrera, José Carvajal, Giovanni Di Pietro, Manuel Salvador Gautier, Jorge Gómez Castaño, Ángela Hernández Núñez, Andrés L. Mateo, Soriette Matos Ortiz, Ariel Ortiz, Rafael Peralta Romero, Pablo Mella Febles, Miguel Solano y Marcio Veloz Maggiolo.

En esta obra el autor demuestra, quizá sin proponérselo, su consciencia de que la novela es una obra de creación y que el lenguaje de la obra creativa incluye un grado de especialización que lo diferencia de lo coloquial, común y vulgar.

En cuanto a su poemario “La voz del silencio”, Jit Manuel Castillo asume el mágico desdoble que le permite ir de la lengua discursiva, que emplea para enseñar o predicar, a la lengua expresiva con la que tanto puede narrar hechos imaginarios como si fueran reales o reales como si fuesen imaginarios, con los que presenta una visión, su visión, del mundo y de la sociedad, sin olvidar desde luego que ese nivel de expresión permite al autor la más fina expresión de la belleza con la palabra, que es la poesía.

La poesía contenida en la “La Voz del silencio” representa un estadio de abstracción que no es dado a toda persona, porque exalta la esencia del ser humano, la condición espiritual, que es mucho más que materia, que carne y huesos.

La Academia Dominicana de la Lengua recibe hoy a Jit Manuel Castillo como “individuo suyo”, y algunos pensarán, no exentos de sorna, que con este acto el valioso escritor es exaltado a algo así como el pabellón de la fama, a lo que tanta importancia se otorga en el mundo de los deportes.

La membrecía académica significa que a partir de ahora esta institución podrá asignar a Jit Manuel Castillo tareas propias de esta corporación, relacionadas con el estudio de la lengua española, en general, y del español dominicano en particular, así como el análisis y divulgación de nuestra literatura.

Con miras a esos fines, la Academia ha hecho una excelente selección, pues Jit Manuel Castillo es un hombre de la palabra y por la palabra ha trabajado y está dispuesto a trabajar.

 

Simposio interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy: Diccionario, ciudadanía cultural y hablas en la República Dominicana

Dr. Odalís G. Pérez

La propuesta de un Simposio interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy, que abarque como cardinales de análisis el debate y la reflexión sobre la actividad lingüística denominada “habla-hablar”, nace del anterior Encuentro interdisciplinario Pedro Henríquez Ureña: en la Academia de Ciencias de la República Dominicana: Lengua, Literatura y Educación, planteado y convocado por la Comisión de Lingüística y Literatura de nuestra Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD), en fecha viernes 28 y sábado 29 de 2017, y que reunió a un número significativo de académicos que debatieron en aquella ocasión, los problemas del español en República Dominicana, educación y cultura, teoría lingüística, estética y crítica literaria, así diversos aspectos teóricos, críticos e históricos sobre la lengua literaria, la lectura y la cultura académica dominicana.

En nuestra participación planteamos la necesidad de atender problemas lexicológicos, lexicográficos, socios dialectales y culturales para la recuperación, estudio e investigación de hablas o hablares locales que dan cuenta del español hablado en los principales puntos geográficos del país. Entendíamos, tal y como lo entendemos hoy, que un llamado a estudiar, debatir y proponer hipótesis de trabajo sobre nuestros hablares urbanos, rurales y fronterizos nos conduce a reconocer el español dominicano como patrimonio cultural y como habla activa y funcional en contextos formales e informales de producción.

Existe una relación viva entre diccionario, habla y ciudadanía importante para poder definir, crear, organizar y contextualizar hoy el contexto de habla, uso y praxis lingüística, mostrativo de una necesidad del sujeto histórico-social de comunicar en contexto público y privado, pero también en contexto institucional, grupal e informal. Lo que plantea también un desafío del hablante dominicano frente a propuestas academicistas, desligadas del uso popular actual que conlleva serios cambios, modos, fórmulas y mediaciones socio verbales que demandan explicación, atención, investigación y debates propiciadores de búsquedas lingüístico-culturales, sobre la comunicación verbal en medios públicos, privados, académicos y extra-académicos.

De ahí la importancia de esta convocatoria que tendrá lugar los días 5 y 6 de octubre del presente año 2019, en el Salón-Auditorio de la ACRD en los horarios acordados.

El concepto de diccionario ligado al de memoria cultural, lexical y habla, hablares públicos y privados, ha evolucionado procesualmente en el contexto de nuevas definiciones, usos pragmáticos y orientaciones lexicológicas y lexicográficas. El enmarque de la nueva lexicografía comprende, no solo palabras, términos o denominaciones verbales reconocidas en el uso formaciones lingüísticas cotidianas y funcionales en el uso, pero también, en la confluencia entre habla-cultura-ciudadanía, siendo la misma una cardinal  importante para el conocimiento y la dinámica pública de una comunidad sociocultural y lingüística.

En tal sentido, explorar modos de hablar hoy, en el marco de historias globales y específicas, implica reconocer sujetos en contexto y en movimiento; por lo que la relación habla-cultura se entiende y extiende en las diferentes memorias o diccionarios que asumen los diversos sujetos reconocidos como actores agentivos en el espacio social (urbano, rural o fronterizo). Las líneas socioculturales se activan y socializan en este caso, mediante hablares locales en contexto, en movimiento y, o actitud de habla.

De ahí que en el espacio público y privado de cualquier comunidad dominicana, se produzcan fenómenos de uso, tipo, norma, estructura y marco de habla que se desarrolla como fenómeno inclusivo de lenguaje, valor de memoria y movimiento socio dinámico. Este proceso se asume desde el planteamiento de una investigación lingüística de vertiente empírica, crítica y accionar sobre el español en la República Dominicana.

Por lo que el registro mediante cuestionario (s), respuestas, anotaciones, asientos y acentos de investigación debe estar elaborado, apoyándose en las técnicas de lingüística documental y sus métodos de rescate, colectánea y constatación, cómputo o comparación de los datos. La movilidad del hablar o los hablares es lo que da respaldo a la investigación planteada y planeada por un sujeto o un equipo conformado por especialistas, maestros de lengua, literatura y cultura, así como consultores lingüísticos y otros colaboradores. Las relaciones de comunicación verbal constituyen el documento oral más significativo para valorar hablas en el espacio social dominicano.

En efecto, una lingüística del hablar activa, en este caso, modos y fuerzas de comunicación verbal que adquieren significación en situaciones concretas de habla y cultura. De ahí que la diversidad de hablares plantee la necesidad de reconocer hablantes en el espacio público y privado dominicano, pero también, en las relaciones intercomunitarias y eco-comunicativas del país. El diccionario o memoria lingüística de una sociedad como la dominicana pide nuevos instrumentos, travesías dialógicas e inter contacto idiolectales, socio lectales y tecnolectales, fenómeno que implica y supone hablares individuales, colectivos y tecnológicos en el momento de su productividad.

Un fenómeno como el que nos planteamos debatir y analizar en este Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy…debe ser conocido en base a variables de acción, comunicación, significación social, cultural y gestión de procesos de recuperación o rescate socio dialectal, fonético-fonológico, sintáctico, semántico y ecológico-lingüístico. Los retos del hablante del español dominicano, se justifican en una práctica de habla en zonas diversas del país.

Dicho fenómeno plantea también una movilidad de habla-en-situación, inclusión comunitaria, hablares socializados e instruidos a partir de acciones, presencias, relaciones, motivaciones y sobre todo actuaciones lingüísticas llevadas a cabo en situaciones específicas de habla-hablar, lo que equivale a serias batallas idiomáticas en el espacio público, privado y fronterizo, donde los cruces verbales entre oralidades socio dialectales, construyen grados o niveles de comunicación establecidos por el uso lingüístico (UL), el intercambio entre hablantes y hablares que funcionan en la geografía urbana, rural y fronteriza del país.

¿Por qué el hablante desafía la norma y el sistema, en el hablar y el uso-L en general?

Es importante tener en cuenta que la propuesta del Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy… comprende el análisis de oralidades en proceso y en conflicto, esto es, formas de hablar constituidas por fórmulas verbales morfo fonéticas, sintácticas, asintácticas y socio semánticas que admiten giros lingüísticos o subversiones desde el llamado “español culto” y el “español popular”. Algunas inversiones, reducciones, rupturas sintácticas y batallas semánticas inciden en instituciones y procesos ya establecidas como: la familia, la escuela, la enseñanza de la lengua española, la escritura, el profesorado posmoderno, el lenguaje político, la comunicación pública, los diversos tecnolectos y otros niveles de sociabilidad lingüística y cultural.

En efecto, el fenómeno batalla idiomática y el de los dialectos sociales (comunitarios), se van desarrollando y a la vez convirtiéndose en espacio-tiempo de las oralidades públicas y privadas. Un punto que reclama tratamiento en el marco de una dialectología sincrónica y diacrónica es el relativo a los hablares marcados por la diversidad de hablares y los derechos lingüísticos de los ciudadanos-hablantes que asumen sus oralidades como acción comunicativa en el espacio-tiempo público y privado.

La posición sociocultural del hablante dominicano, obedece a una visión que cada vez cobra mayor significación en el mapa urbano, rural y fronterizo dominicano; esto se debe a la educación y la orientación del sujeto-hablante público que se manifiesta en la estructura de la vida cotidiana en la República Dominicana. La inserción de términos ideolectales y sociolectales junto a la incidencia cada vez mayor del tecnolecto en la vida pública (comercial, educativa, política, institucional, económica, científica), produce cambios en el habla formal e informal dominicana.

El problema de las memorias lingüísticas o diccionarios informales y establecidos por el habla-uso lingüístico, afecta poderosamente el concepto de ciudadanía, debido a que el ciudadano posee una Lengua-hablar que lo vincula a las instituciones sociales en movimiento, esto es, a una cultura-movimiento que se conforma mediante el concepto de hablares sociales. Las oralidades que se dan, de zona a zona, de barrio a barrio, de pueblo a pueblo, de provincia a provincia, plantean o podrían plantear problemas y teorizaciones en el Simposio Interdisciplinario de Lingüística y Sociedad hoy…

Un temario posible a tener en cuenta sería el siguiente:

  • Lengua y oralidad en la República Dominicana de nuestros días. Aspectos y problemas.
  • Hablares en contacto y contexto. Problemas diasincrónicos.
  • Recoger hablares en la República Dominicana. Un problema de diccionario y enciclopedia cultural.
  • El cuestionario como instrumento de investigación lingüística. Un ejemplo de exploración científica.
  • La posición del hablante dominicano en una situación comunicativa.
  • Hablas comunitarias, barriales y fronterizas. Una exploración cultural del uso lingüístico en la República Dominicana.
  • Oralidad lingüística y dialectología crítica. Movimientos e inflexiones.
  • El diccionario como memoria sociocultural.
  • El hablante como ciudadano. Un problema de comunicación en el espacio público e institucional dominicano.
  • La redacción oral y los tipos de hablares en la República Dominicana actual.
  • Escritura y oralidad. Lingüística del hablar y educación pública.
  • Ciudadanía cultural y hablares en contexto. Razones para una pedagogía funcional del habla-hablar.
  • Hacia una investigación de los hablares urbanos, rurales y fronterizos en el mapa dominicano.
  • Actos de habla en el espacio público. El problema de los idiolectos, los sociolectos y los tecnolectos.
  • La batalla entre “habla culta” y “habla popular”. Registros y conflictos entre institución y uso lingüístico en República Dominicana.
  • La fragmentación del hablar en la República Dominicana contemporánea (2000-2019).
  • El problema del inter contacto socio verbal en el espacio público dominicano. Algunas experiencias de acción comunicativa.
  • La diversidad lingüística del español dominicano de nuestros días
  • Educación y lengua en la República Dominicana. Habla y diccionario como batallas idiomáticas.
  • ¿Estructura socio verbal del sociolecto? Hacia la construcción de hablares en la República Dominicana
  • Hablar mal, Hablar bien en República Dominicana. Hacia un análisis crítico de la enseñanza de la lengua en contexto.
  • Lingüística del hablar y sociología de la interacción. Hablantes, actitudes lingüísticas y políticas públicas en la República Dominicana.

 

Dr. Odalís G. Pérez

Coordinador Comisión de Lingüística y Literatura

Academia de Ciencias de la República Dominicana (ACRD)