Publicaciones de la Academia | Fabio Guzmán Ariza: El lenguaje de la Constitución dominicana

Por Miguelina Medina

   Cuando leo al autor de esta obra, me dirijo a la fuente de sus inquietudes: un jardín lleno de purezas cristalinas, de verdes praderas, de voces que estaban en silencio y que conversan solo con él. Noto en su voz un “dolorido sentir”, gracias a su amor al patrio suelo. Su obra produce sensación de lo justo y eso emociona.

Transcribo uno de los epígrafes con que el autor inicia su disertación: Cumplidas deben ser las leyes, é muy cuidadas e catadas… e las palabras dellas que sean buenas, llanas é paladinas; de manera que todo hombre las pueda entender é retener… (Las siete partidas o Libro de las leyes, siglo XIII d. C.).

Tiene dos objetivos fundamentales este estudio, dice el autor: a) Alertar al pueblo dominicano y, de manera particular, a los tres poderes del Estado sobre el alarmante deterioro en las últimas décadas del lenguaje normativo en la República Dominicana, que refleja nuestra Constitución;  b) y, en segundo lugar, proponer medidas concretas para corregir esa situación, de manera que las normas jurídicas dominicanas sean redactadas en un lenguaje correcto y comprensible, como ha de ser en una sociedad democrática.

“Si, como se ha dicho, la lengua es la imagen del pueblo que la habla y, al mismo tiempo, el espejo de la mente de quienes lo componen, hay que reconocer, con solo leer nuestras leyes, que en esta materia los dominicanos no andamos bien”, expone. El buen uso del idioma español en la República Dominicana y, en especial, la correcta redacción de los textos jurídicos, es una preocupación del autor, por lo cual desde el año 2007 ha llevado a cabo trabajos y propuestas, que han despertado interés en el mundo jurídico dominicano por la buena redacción. Empero, dice,  “no se ha concretado ninguna de las ofertas de revisión y colaboración que se han hecho a quienes se encargan en nuestro país de la redacción o formación de las leyes”.  Tal indiferencia parece indicar que estos no están convencidos de que haya deficiencias en el lenguaje con que se redactan las normas jurídicas en la República Dominicana, o quizás esto sea de poca trascendencia, de simple corrección de estilo o gramática, como se ha llegado a decir, añade.

El autor expresa que “nuestra Constitución y nuestras leyes no hay manera de hacerlas que no sea con palabras: por más obvio que parezca han de utilizarse de acuerdo con las reglas del idioma a que pertenecen y el nivel lingüístico de las personas a las que van dirigidas, a fin de que estas las entiendan, como aconsejan los añejos epígrafes transcritos al comienzo de esta obra, y así puedan cumplirlas y beneficiarse de ellas”. Y esta es la idea central de este estudio, expone el autor (p. xxi).

Explica que “este análisis del lenguaje de nuestra Constitución se fundamenta en conceptos básicos de la gramática y ortografía española, así como en nociones elementales de inteligibilidad del lenguaje, al alcance de cualquier público medianamente culto”.

La obra se desarrolla en seis capítulos y un apéndice. El primero (I) versa sobre el lenguaje normativo en general. El segundo (II) sintetiza el proceso de redacción de la Constitución dominicana de 2010. En los próximos tres capítulos se explican las deficiencias de redacción de la Constitución en materia de gramática y estructura (III), ortografía (IV), y léxico (V). En el último capítulo (VI) se presentan varias recomendaciones para mejorar el lenguaje normativo dominicano. Y, finalmente, se muestra el texto completo de la Constitución (ACÁPITE) en dos columnas: en la primera se muestra el texto vigente de la Constitución con la indicación de los errores que ha notado el autor y en la segunda el texto con sus propuestas de corrección. Por supuesto, antes de este cierre, expone sus conclusiones las cuales forman parte de la estructura del estudio.

En esta reseña destacaremos algunos de los aspectos antes expuestos.

Veamos parte del análisis del lenguaje normativo que hace el autor: El hacedor de la norma, incluso el de las normas divinas, no cuenta con otro instrumento que no sea el verbo.  Sin este, sin la preexistencia de una lengua que sirva de canal de comunicación, la norma es simplemente inimaginable. Las palabras que componen la norma han de quedar fijadas por escrito porque solo de esa manera se puede garantizar la durabilidad y funcionabilidad de esta. El lenguaje escrito solidifica y concreta la voluntad normativa y hace posible su aplicación uniforme en el tiempo. Toda norma debe expresarse en una lengua y por escrito. Ahora bien, ¿qué lengua? Aunque parezca fútil la pregunta y evidente la respuesta, el tema merece atención ya que su examen nos permitirá caracterizar, más adelante, el lenguaje normativo moderno (pp. 1-3).

Expone el autor sobre la historia de este concepto de que “la norma debe expresarse en la lengua que hablan y entienden las personas a quienes va dirigida”. Dice que hasta época reciente los pueblos recibían leyes escritas en el idioma de sus gobernantes o conquistadores, como ocurrió, verbigracia, en Inglaterra tras su invasión por los normandos (1066), en la India después de su conquista por los ingleses (siglos XVIII y XIX), y en la República Dominicana (en lo que se refiere a sus códigos) desde la invasión y ocupación haitiana (1822) hasta la traducción y adecuación de estos en 1844. En las regiones europeas que heredaron la tradición jurídica del derecho romano, las leyes se conservaron y aplicaron por mucho tiempo en latín, su idioma original. Y añade el autor que “el proceso de su traducción y adaptación a las distintas lenguas vernáculas duró siglos” y no fue hasta  la Revolución Francesa que se empezó a difundir la noción moderna de la norma de que esta debe expresarse en la lengua que hablan y entienden las personas a quienes va dirigida —como se dijo anteriormente. La Revolución cristalizó para siempre lo que no había sido más que una idea del filósofo Rousseau quien en su obra Contrato social o principios del derecho (1762) había instituido a la voluntad popular como fuente única de la ley.

Otro razonamiento contundente, dice el autor, conduce al mismo resultado: el objetivo esencial de las normas jurídicas consiste en establecer principios y preceptos que han de regular la sociedad humana. En su concepción más sencilla y asequible esta regulación opera sobre sus destinatarios (por lo general, los hablantes de un país) de dos maneras: imponiéndoles obligaciones y reconociéndoles los derechos. “Así las cosas, resulta evidente que para lograr su cometido, la norma debe expresarse de forma tal que sea entendida por esos destinatarios, pues solo de esa manera, y no de ninguna otra, quedarían estos en condiciones de cumplir con las  obligaciones que se les imponen y de hacer efectivos los derechos que se les reconocen”, enfatiza Guzmán Ariza. Y dice que este concepto no es del todo nuevo, porque ya en el siglo XVI el jurista español Jerónimo Castillo de Bobadilla lo expresó con estas palabras: “Siendo el fin del derecho […] dar orden a los hombres para vivir y no dañar a otros, ¿cómo podrán alcanzarlo no entendiendo lo que las leyes les mandan y lo que les prohíben?” (p. 4).

“Así queda sentado el principio de que las normas han de redactarse en un lenguaje que las personas llamadas a obedecerlas la puedan entender”. Resta determinar, continúa el autor, cuál específicamente debe ser ese lenguaje: ¿Ha de ser un lenguaje especializado (técnico-jurídico) o bastaría con el uso del lenguaje corriente o estándar?

El lenguaje estándar, explica, según la clasificación  lingüística de los niveles del habla, es la variante del idioma que los hablantes emplean de una forma neutral para comunicarse de manera efectiva con la mayor cantidad posible de hablantes del mismo idioma. Se trata de un lenguaje que permite la buena comunicación entre personas de diversas áreas lingüísticas, clases sociales, generaciones, etc., y que rompe, en consecuencia, las posibles barreras de dialectossociolectos y cronolectos (p. 5). Así, el español estándar consiste en la variante lingüística del español que mejor entienden la mayoría de los hispanohablantes. Y añade el autor: “por esa razón la utilizan las grandes cadenas internacionales de la televisión que transmiten en nuestro idioma”. El lenguaje estándar, por definición, es un lenguaje inteligible, distinto del lenguaje vulgar —que se caracteriza por la incorrección gramatical, la pobreza del vocabulario y la abundancia de expresiones locales— y del lenguaje culto —que se caracteriza por la abundancia de las palabras pocos comunes (cultísimas) y de estructuras gramaticales complicadas y peculiares.

Sin embargo, “la inteligibilidad del lenguaje estándar no resulta suficiente para la cabal formulación de la norma jurídica: se precisan dos elementos más que son considerados indispensables” que son: la precisión y la especialización de léxico o vocabulario. El lenguaje estándar es básicamente impreciso y ambiguo; con frecuencia sus términos resultan polisémicos, es decir, que admiten diversos significados, como  por ejemplo la voz banco que puede denotar indistintamente un tipo de asiento o una institución financiera.

La norma, por razones que se derivan de su propia naturaleza preceptiva, no es compatible con las imprecisiones que manifiestan innumerables palabras del lenguaje común; exige, en cambio, un vocabulario especial que concrete, determine, e incluso “cambie artificialmente el significado de las palabras comunes”. Otro ejemplo que muestra el autor es la voz persona que en el lenguaje estándar es sinónimo de ‘ser humano’, en el lenguaje jurídico o normativo su sentido se ensancha hasta abarcar todo ‘ente al que se reconoce capacidad para ser sujeto de derecho’, o sea, seres humanos, sociedades, asociaciones, fundaciones, el Estado, órganos gubernamentales, etc. Y otras voces como casar, cohecho, amparo, oficio, sala, servidumbre, etc.

Y  enfatiza el estudioso jurista: A todas luces, pues, parecería que se impone el uso de un lenguaje técnico (tecnolecto) para la redacción de la norma, con terminología propia y la precisión y objetividad requeridas, de manera similar a como se utilizan los demás lenguajes técnicos o científicos en las distintas áreas del saber: “Por ello nadie discute el empleo en el lenguaje jurídico de palabras y expresiones que no existen en el lenguaje estándar, como por ejemplo a quo, ab intestato, anatocismo, anticresis, contredit, enfiteusis, in dubio pro reo,  in fine, in fraganti, etc. Estas, y muchas otras, solo tienen cabida en el habla de los juristas, por ser tecnicismos propios de las ciencias jurídicas. Igualmente, muchas palabras que proceden en su mayoría del griego, del latín y del derecho romano que se utilizan casi exclusivamente en materia jurídica como alevosía, amnistía, apelar, código, cómplice, confinar, fallo, imputado, jurisconsulto, etc. Con ellos se completa “lo que podríamos denominar un léxico jurídico o tecnolecto jurídico, que facilita una tarea de capital importancia para el profesional del derecho como son la concisión y la precisión en el lenguaje y los conceptos”, dice (p. 6).

Cita a Ángel Martín del Burgo y Marchán que expresa: “Ese tecnicismo del lenguaje tanto sirve para la mayor precisión del trabajo doctrinal, como para el rigor de la norma o convención jurídica…”. Empero, dice Guzmán Ariza, hay que reconocer, con todo y que se acepte que el lenguaje jurídico deba ser especial, que “la brecha entre el lenguaje estándar y este tecnolecto es (o debe ser) mucho menor que la existente respecto de otros lenguajes técnicos”. También cita el autor, las palabras de la Comisión para la Modernización del Lenguaje Jurídico de España que explican que, “A diferencia de otros ámbitos de la ciencia o de la técnica, el lenguaje jurídico se halla en estrecha relación con la vida y los intereses de los ciudadanos. Afecta a todos [los] ámbitos de su existencia desde su nacimiento (incluso antes) hasta su ausencia definitiva (e incluso antes)… [Pese a esto], las personas que entran en contacto con la ley y sus aplicaciones, en cualquiera de sus modalidades, han de salvar una sima de incomprensión a través del sacerdocio ejercido por el abogado. Se llega así a la paradoja de que las leyes, sentencias, requerimientos, citaciones […] dirigidas al ciudadano están configuradas en un lenguaje que este no comprende. De ahí que sea necesario una intervención que, de forma paulatina vaya acercando el lenguaje a las personas” (p. 7).

Y dice el autor que en efecto, si bien todos estamos sujetos tanto a las leyes de la física como a las leyes humanas, hay una disparidad enorme en cuanto a la necesidad que tenemos de conocer el contenido de unas y otras. Lo expresa enfáticamente: “Todos podemos sobrevivir perfectamente en la más absoluta ignorancia del asunto, aun cuando sean estas leyes que nos permiten poner los pies sobre la Tierra, en vez de andar flotando perennemente por los aires. Las leyes humanas, por el contrario, se elaboran para regular nuestro comportamiento en sociedad y su cumplimiento no es automático, sino consciente; se precisa, por tanto que su contenido sea conocido por quien esté obligado a obedecerlas” (p. 8).

   Consciente, esa es la gran voz del autor que abraza este estudio.

En el lenguaje técnico-jurídico a pesar de su carácter especial, la gran mayoría de los vocablos empleados corresponden (o deben corresponder) a términos del lenguaje estándar que pueden ser entendidos por el ciudadano común, quien es siempre, aunque sea en última instancia, el destinatario de la norma, expone Guzmán Ariza: “El uso de palabras técnicas es (o debe ser), en cierta medida, excepcional”.

Añado un poco más de la reseña histórica que hace el autor sobre este concepto de que “las normas sean escritas con sencillez y claridad” (p. 9). Se manifiesta desde el año 654 d. C. con el Fuero Juzgo, llamado también Libro de los jueces, este fue el código de la monarquía visigoda que reinó en la península ibérica entre los siglos V y VIII.   Las siete partidas o Libro de las leyes, código redactado más adelante durante el siglo XIII,  por encargo del rey Castellano Alonso X el Sabio (p. 10), y que estuvo vigente en España y en gran parte de Hispanoamérica hasta el siglo XIX. La Ley VII de la Primera Partida expresa: “Cumplidas deben ser las leyes, é muy cuidadas, é catadas… é las palabras dellas que sean buenas, llanas é paladinas de manera que todo hombre las pueda entender é retener…”, citadas ya previamente en esta reseña.  Explica nuestro autor y jurista que el estudio a fondo del tema  tuvo que esperar el siglo XVIII  cuando el gran filósofo y jurista inglés Jeremy Bentham (1748 – 1832), padre del utilitarismo, estableció por primera vez, en su obra técnica legislativa, los elementos del lenguaje normativo. Bentham “propuso en su tratado sobre legislación varias reglas de redacción normativa, que, aún hoy, pueden servir de excelente guía para los redactores legislativos”. Estas son: 1. Brevedad de los artículos. 2. Sencillez de las proposiciones. 3. Omisión de aspectos secundarios. Las ideas de Bentham resonaron en toda Europa y en Francia durante los primeros años de la Revolución […] (p. 11).

Este nuevo estilo comprensible de redacción utilizado en los grandes códigos napoleónicos —Código Civil de 1804, Código de Procedimiento Civil de 1806, Código de Instrucción Criminal de 1808 y Código Penal de 1810—, pasaron a formar parte del sistema jurídico dominicano en 1822 con la invasión haitiana.  En los años sesenta del siglo XX nació en los Estados Unidos el movimiento por un lenguaje comprensible Plain Language Movement (p. 13), fruto del esfuerzo de varias organizaciones privadas de consumidores que propugnaban que toda documentación dirigida al público fuese escrita en un estilo sencillo y de fácil comprensión. Fue hasta 1999 que se produjo la primera medida gubernamental estadounidense en favor de un lenguaje normativo comprensible.   “En nuestros días, las primeras iniciativas públicas en favor del uso de un lenguaje normativo comprensible surgieron en Suecia y Canadá. En 1976, el Gobierno sueco contrató, a un experto en lingüística para organizar la modernización sistemática del lenguaje normativo sueco por cuya recomendación se creó, a fines de ese año (p. 12), un equipo dentro del Ministerio de Justicia compuesto por cinco lingüistas del idioma sueco con la encomienda de revisar toda la legislación y simplificar su redacción de manera que resultara entendible para el público”.  “Merecen mención, en el mundo hispanohablante, los esfuerzos de México, Chile y España. México se convirtió, en 2004, en el primer país de habla española en adoptar como política pública la utilización de un lenguaje claro en las comunicaciones entre el gobierno y sus ciudadanos”, destaca también el autor.

[En este punto quiero añadir que en mayo de 2017 la Fundéu BBVA y la Fundación San Millán de la Cogolla organizaron el XII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo: Lenguaje claro, reto de la sociedad del siglo XXI”, impartido en San Millán de la Cogolla. Los diferentes debates están disponibles en internet,  hubo participación de representantes profesionales de varios países hispanohablantes de diferentes áreas ocupaciones. He aquí los enlaces de la inauguración y de los tres debates: (https://www.youtube.com/watch?v=B8VQeldVeJQ),  (https://www.youtube.com/watch?v=mh3_Ca3ePao), (https://www.youtube.com/watch?v=rI069lMjE5A), (https://www.youtube.com/watch?v=P6-zlUM8hCk)].

La meta esencial de la persona encargada de redactar un texto normativo es, pues, dice el autor, lograr que sus diversos destinatarios (funcionarios, administradores, jueces, abogados y el público en general) entiendan bien su contenido. Este entendimiento no debe variar dependiendo del receptor del mensaje, sino que ha de ser único para así satisfacer la voluntad del legislador que se supone que también es una sola. “Dicho de otra forma: el texto de la norma debe significar lo mismo para todos sus destinatarios, lo cual entraña que en su redacción se ha de evitar toda ambigüedad,  inconsistencia, oscuridad, vaguedad o impresión que pueda dar lugar a interpretaciones discordantes de su texto. De ahí que el lenguaje normativo, además de comprensible, deba ser preciso, conciso y coherente (p. 15).

Leamos lo que dice el director de la Academia Dominicana de la Lengua, doctor Bruno Rosario Candelier, en la presentación de esta obra: “La Academia Dominicana de la Lengua necesita del concurso intelectual de sus miembros y el apoyo operativo de sus colaboradores para realizar la misión que le compete ante el sistema de signos y reglas; necesita no solo la participación de sus académicos en las tareas lingüísticas y literarias, sino la colaboración de los mejores hablantes para que, mediante un esfuerzo compartido y solidario, podamos contribuir a expandir la conciencia de la lengua mediante el conocimiento y la aplicación de la normativa lingüística en el uso de la palabra. Justamente esta obra de Fabio Guzmán Ariza tiene ese propósito, ya que llama la atención sobre la redacción del texto fundamental de nuestro ordenamiento jurídico, que es la Constitución de la República. Si la realidad tiene su ordenamiento a partir del principio cósmico que formularon los antiguos pensadores presocráticos griegos cuando articularon  por primera vez las leyes de la Naturaleza o las leyes de la Creación, que llamaron Cosmos, de ese principio cardinal se deriva […] que todo lo que crean los hablantes mediante la palabra, ha de someterse también a ese principio básico inspirador del ordenamiento de lo viviente […]. No es un capricho la exigencia de que el lenguaje de la Constitución ha de ilustrar en su manifestación operativa, en su ejecución verbal, la normativa o cualidades del buen decir, que, en materia legislativa son, a buen juicio del autor de esta obra, la comprensibilidad, la sencillez, la claridad, la precisión, la concisión, la corrección y la coherencia”. Y dice: “Los lingüistas no conocemos la terminología de las ciencias jurídicas como la conocen los juristas; lo mismo podría decirse de las demás ciencias, de manera que, en una obra como la que presentamos, concurren dos disciplinas científicas, la de la lengua y la del derecho, ya que se centra en la Constitución de la República, que es una cara de la expresión jurídica del Estado. Para suerte de nuestro país Fabio Guzmán Ariza se ha preparado en esas dos áreas del saber, el derecho y la lengua, y se ha dedicado a estudiar el lenguaje de la Constitución de la República, que es la temática primordial de El lenguaje de la constitución dominicana, obra que damos a conocer con el respaldo de nuestra institución”.

Examinemos juntos algunos de estos errores gramaticales y estructurales de la Constitución dominicana, al igual que faltas ortográficas y errores léxicos (transcribo solo los textos, sin los recuadros. El color rojo corresponde al señalamiento del autor como error y el azul a su propuesta de corrección):

Falta de concordancia (p. 46):

Art. 128.h. Adoptar las medidas provisionales de policía  y seguridad necesarias en caso de violación de las disposiciones del artículo 62, numeral 6 de esta Constitución que perturben o amenacen el orden público, la seguridad del Estado, el funcionamiento regular de los servicios públicos o de utilidad pública, o impidan e desenvolvimiento de las actividades económicas.

Art. 128.h. Adoptar las medidas provisionales de policía  y seguridad necesarias en caso de violación de las disposiciones del artículo 62, numeral 6 de esta Constitución que perturbe o amenace el orden público, la seguridad del Estado, el funcionamiento regular de los servicios públicos o de utilidad pública, o impida e desenvolvimiento de las actividades económicas.

Defectos de coordinación (p. 50):

Artículo 33. Himno Nacional. El Himno Nacional es la composición musical de José Reyes con letras de Emilio Prud’Homme, y es único e invariable.

Artículo 33. Himno Nacional. El Himno Nacional es la composición musical de José Reyes con letras de Emilio Prud’Homme.  Es único e invariable.

La concordancia de género y número entre sustantivo y adjetivo y entre sujeto y verbo es una norma elemental de la morfología española que se supone conocida por todo escritor, por escasa que sea su preparación. No obstante, continúa diciendo el autor, el texto constitucional presenta más de una docena de casos de discordancia, que han de atribuirse principalmente al simple hecho de no haberse revisado con cuidado su contenido antes de su proclamación y publicación. La morfología, una de las dos ramas de la gramática, estudia la estructura de las palabras y sus variaciones (la otra es la sintaxis, que analiza la manera en que las palabras se combinan y se disponen linealmente en una frase u oración, así como los grupos que forman). En cuanto a los defectos de coordinación, dice el autor que a veces se dan en oraciones relativamente cortas, consistentes en dos segmentos unidos por la conjunción y.

Ambigüedad sintáctica: En ocasiones, el error sintáctico consiste en que el referente simplemente no existe:

Artículo 44.1. El hogar, el domicilio y todo recinto privado de la persona son inviolables, salvo en los casos que sean  ordenados, de conformidad con la ley, por autoridad judicial competente o en caso de flagrante delito;

Artículo 44.1. Son inviolables el hogar, el domicilio y cualquier recinto privado de la persona, salvo en los casos que sea ordenada la entrada por la autoridad judicial competente, conforme a la ley, o en caso de flagrante delito;

El caso más frecuente de ambigüedad sintáctica se da, explica el autor,  con el empleo de su posesivo, en razón de que este puede referirse a cualquiera de los sustantivos que le anteceden, aparte de poder denotar múltiples referentes: de él, de ella, de ellos, de ellas, de ello. Para hacer más fácilmente comprensible el texto, se recomienda en estos casos hacer explícito el referente, especialmente cuando los enunciados son largos o el referente se encuentra en un artículo anterior o en el epígrafe (p. 70).

Faltas Ortográficas. El autor explica que la ortografía es el conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua. Veamos lo que dice, por ejemplo, sobre la coma (,): a) La esencia de la idea va sin coma (no va coma entre sujeto y predicado. b) La coma delimita los incisos en una oración (pp. 99-102).

Artículo 8. Función esencial del Estado. Es función esencial del Estado, la protección efectiva de los derechos de la persona, el respeto de su dignidad y la obtención de los medios que le permitan perfeccionarse de forma igualitaria…

Artículo 8. Función esencial del Estado. Es función esencial del Estado la protección efectiva de los derechos de la persona, el respeto de su dignidad y la obtención de los medios que le permitan perfeccionarse de forma igualitaria…

Explica el autor, además, que si bien se ha dicho tradicionalmente que la coma denota una pausa corta dentro de la expresión, la pauta moderna establece que la finalidad de la coma y de los demás signos de puntuación no es la de indicar las pausas y la entonación del lenguaje oral, sino la de facilitar la identificación de las unidades sintáctico-semánticas en la oración, así como la comprensión del significado de los mensajes. Dentro de los errores léxicos el autor hace el señalamiento Electo por elegido: dice que el participio del verbo elegir es elegido y no electo. Según el Diccionario panhispánico de dudas, la forma electo es un adjetivo que significa ‘que ha sido elegido por una dignidad o cargo y aún no ha tomado posesión’. En consecuencia no debe utilizarse electo para formar los tiempos compuestos o la voz pasiva, como se hace equivocadamente en la Constitución en los textos siguientes (p. 154):

Artículo 79.1. Los senadores y senadoras electos por una demarcación residirán en la misma durante el período por el que sean electos;

Artículo 79.1. Los senadores y senadoras elegidos por una demarcación residirán en la misma durante el período por el que sean elegidos;

En la página 156 el autor expone que “la Constitución dominicana confunde los términos género por sexo en sus artículos 39, 42.2 y 62.9”. Explica que se ha hecho común el uso indebido de la palabra género, en lugar de sexo, para referirse a las particularidades que distinguen el macho y la hembra en la especie humana. Sin embargo, género y sexo no son la misma cosa. Expone Fabio Guzmán que sexo tienen las personas, los animales y algunas plantas; género solo las palabras. El sexo es una categoría biológica; el género una categoría gramatical. Una persona puede ser de sexo masculino o femenino, pero nunca de uno u otro género.  [En este punto voy a recomendar la lectura del libro Sexismo lingüístico y doble género, editado por la ADL, en el año 2012, donde el autor de esta obra es coautor junto con otros cuatro académicos de la lengua, nacionales e internacionales].

La Constitución de la República es un texto normativo, no es un ensayo de doctrina jurídica, ni una obra literaria, enfatiza el jurista Guzmán Ariza. Para su redacción, por consiguiente, se debió seleccionar, por razones expuestas en el primer capítulo  de esta obra, de entre todas las palabras y expresiones que forman el vocabulario o léxico español aquellas que reunieran  las cualidades ideales del lenguaje normativo: es decir, las sencillas, claras, precisas, concisas, coherentes y correctas. Es muy explícito: “Aunque en la composición en general se admiten los más diversos estilos (literario, periodístico, cohesionado, segmentado, austero, exuberante, etc.), para la composición de la norma jurídica resulta imperativo el empleo de un estilo sencillo y preciso que privilegie siempre la sobriedad sobre la ampulosidad, la naturalidad sobre el artificio y la exactitud sobre la ambigüedad” (p. 133).

Para finalizar leamos otras conclusiones del autor:

  1. La constitución de la República es, sin duda, el documento de mayor importancia del pueblo dominicano  puesto que en ella se definen y organizan el Estado y el Gobierno  de nuestro país, y se reconocen los derechos fundamentales que frente a estos tienen los ciudadanos. Su texto, como el de las demás normas jurídicas de una sociedad democrática, debió ser redactado, en las palabras de la ley que aprobó la reforma constitucional, “utilizando un lenguaje sencillo y diáfano, de forma tal que toda la población entienda el alcance y los límites de sus disposiciones”. Esto así porque la democracia requiere para su mantenimiento y supervivencia a una población consciente de sus derechos y obligaciones, lo cual solo puede alcanzarse a través de una legislación accesible, orientada a las necesidades de información y entendimiento de toda la ciudadanía.
  1. Quiéranlo o no los profesionales del derecho, la ley hoy en día nos pertenece a todos, y debe ser, por tanto, escrita para todos. El deber del jurista es facilitar su comprensión no entorpecerla. La norma jurídica no solo concierne a los legisladores, jueces o abogados,  sino también a todas las personas cuyos intereses puedan verse afectados por ella.
  1. En definitiva, el lenguaje de nuestra Constitución, que debería resplandecer como un diamante de talla perfecta, con rayos de sobria y exacta elegancia, muestra como se ha visto, defectos por doquier que menguan el valor y efecto  de su contenido […] Sus desaciertos lingüísticos se mantendrán en sala de exhibición hasta la próxima reforma constitucional, cuando confiamos en que habrán de ser corregidos.
  1. Aprovechemos el momento para reflexionar sobre la importancia de expresarnos bien en el idioma que compartimos todos los dominicanos, de suerte que siempre podamos entendernos como hijos de una Patria común.
  1. Asumamos el compromiso de mejorar la enseñanza y el uso de nuestra lengua, así como de cuidarla y protegerla frente a quienes a diario la maltratan o menosprecian.

Comparto todos los criterios del autor esparcidos por todo este ensayo, una obra del arte literario. Las palabras y la conciencia entrelazadas con una estructura conceptual  pulcra y honesta no puede ser más que producto de la creación única de ese pequeño universo que es el autor. Esa “energía interior de la conciencia a través de la cual plasmamos nuestra capacidad de reflexión, expresión y creación, llamada Logos”,  es lo que le ha hecho realizar su creación. Gracias, por su alta investidura espiritual, pues ese amor entrañable que siente por nuestra Patria es una honra para todos nuestros ciudadanos.

Desde mi banco de aprendiz, y a manera de observación, quisiera hacer dos preguntas al autor, con todo respeto, ya que la obra está editada hace ocho años: ¿Sería conveniente confirmar datos si se desean utilizar como referencias? ¿Cree usted que pudieron haber surgido cambios en cuanto a las reglas gramaticales y ortográficas y en cuanto a reformas parciales a la constitución para ser tomadas en cuenta en dichas referencias?

Fabio Guzmán Ariza, El lenguaje de la Constitución dominicana, Santo Domingo, ADL/Gaceta Judicial, 2012.

Tertulia Letras de la Academia: charla de Laura Gil sobre Durckheim

Es para mí un placer estar con ustedes en esta Academia Dominicana de la Lengua. Agradezco esos elogios que también me preocupan, porque tendré que hacer un esfuerzo para estar a la altura de las expectativas que han creado, pero en fin, haremos lo que podamos.

Vamos a hablar de Karlfried Durckheim, uno de los grandes maestros zen alemán del siglo XX, ahora que hablamos tanto de la globalización y de la interculturalidad. Ese personaje cobra una importancia todavía mayor, porque no solamente es un occidental que ayuda a que en el Occidente se conozca mejor la espiritualidad oriental y que comprendamos también en qué medida puede ser complementaria de los valores de la cultura occidental. No es que menosprecia una por valorar a la otra, sino que también es muy consciente de las diferencias que hay entre una y otra, y cuando se refiere específicamente a lo que no puede aportar el zen, el conocimiento y la práctica del zen y de la meditación, lo hace consciente de que está hablando para occidentales y que los occidentales tenemos una cultura y unas estructuras mentales psicológicas diferentes a las de los orientales.

Entonces, se puede resumir que el gran aporte de Durckheim, es darnos un zen, pero para occidentales. Voy a comenzar leyendo un fragmento, porque nada me parece mejor que oírlo hablar a él mismo y luego les daré algunas indicaciones, algunos datos biográficos para conocer un poquito más de este personaje y después voy a analizar algunos aspectos que creo que son los fundamentales de su pensamiento, además de darles los títulos de sus libros más importantes para que luego ustedes me digan si quieren preguntar, comentar algunas cosas y sobre todo, yo espero que la presentación que hago esta tarde, aquí en la Academia Dominicana de la Lengua, que sea un comienzo y no un final, que se interesen por la obra de Durckheim, que traten de leerlo directamente. Hoy en día algunos de sus libros se pueden bajar de internet en formato PDF, o sea, que es asequible para el público que esté interesado; pero se trata de un occidental, que escribe para occidentales, que trata de llevar lo que son las técnicas de meditación y la manera de percibir el mundo del zen a los occidentales. Él se refiere incluso a la figura de Cristo como un arquetipo y esto no debe extrañar. Dice él:

“El hombre que no acoge a su ser esencial y que elude a su responsabilidad vigilante que le deben tantas personas, ha caído ya en el sueño, por la experiencia viva del ser esencial y por la íntima toma de conciencia de Cristo, es como la VIDA abre los ojos. La emancipación del hombre en su esencia es la experiencia del Cristo inmanente en nosotros, su expresión primordial, incluso su mismo ejemplo es la frase de san Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo es quien vive en mí”, que expresa para la humanidad viva de la tradición cristiana, la trascendencia inmanente. Descubrir la unidad con el ser divino exige ser interpretadas por símbolos las palabras de Cristo: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”, nos muestran cómo deben ser la unidad a la que se llega. La experiencia de la unidad implica una íntima conciencia de participación en el TODO, que abarca el Universo, el TODO creador y liberador manifestado en cada uno de sus elementos”.

Otra imagen ilustra el mismo pensamiento, es el de la hoja y el árbol. Por mucho tiempo, que la hoja desde el exterior, el árbol que le aparecerá como separado de ella y de una grandeza aplastante, pero quizás un día comprenderás de repente, que ella es una hoja del árbol y que participa en el misterio de ese árbol, en sus innumerables hojas, más aun, descubrirá que el árbol, fuente de su fuerza, origen de su forma y raíz de su ser está en ella, más que ella misma es el árbol en el lenguaje de la hoja, ella no es el árbol, el árbol es todo lo infinitamente grande que le parece al que mira desde afuera, no obstante ella misma es la grandeza infinita en el lenguaje de su más íntima parte, ella puede dirigirse al árbol como si estuviera fuera, pero solo puede comunicarse realmente con él, con certidumbre de ser comprendida si ella es al mismo tiempo interior al árbol, cuando el árbol está en ella e interior en él. Esta imagen ilustra la forma en que el hombre, que ha despertado a la trascendencia siente el misterio que está presente en él, así como en todas las cosas y al cual denominamos Dios, el despertar al ser esencial levanta el velo que arrojó sobre nuestra conciencia original, la conciencia que domina nuestro tiempo, por la que el hombre se adhiere en el plano lógico, ético, estético y teológico a los sistemas establecidos. Es preciso empezar una vida nueva para que actúe la verdad de los momentos en que lucen las estrellas, en los cuales el hombre ha percibido por primera vez su propia profundidad y ha sentido la promesa y la vocación, que tras los momentos de gracia llevan a trabajar metódicamente en su transformación. La respuesta a esta llamada es entrar en la verdad iniciática. Solo aquel que ha despertado a su ser esencial, puede decir yo soy.

  1. D. Durckheim fue un conde alemán, es una pequeña hoja de un árbol, de una estirpe noble, destacada en su país, en la diplomacia y en la política. Nació el 24 de octubre de 1896 en Múnich, ciudad de Alemania. Participó en la primera guerra mundial como soldado y durante algún tiempo también se adhirió al nazismo como muchos jóvenes alemanes, hasta que descubrió que era medio judío. Entonces consiguió que lo enviaran al Japón por un tiempo y desde 1937 hasta 1947 se quedó en Japón. Cuando el protectorado en Japón en mano de los norteamericanos se supo sobre su aversión al partido Nazi y estuvo encarcelado.

Las experiencias de la guerra y de la cárcel fueron para él, según su testimonio, las más enriquecedoras y las que más lo llevaron a conocer lo que es el ser esencial, trascendente, lo profundo, lo espiritual en el ser humano. Desde 1950 en  E. Router en la Selva Negra él estableció un centro, que denomina Psicoterapia Iniciática. Él era egresado de la universidad de Kiev, en psicología y luego en esta misma universidad también impartió docencia en psicología y en filosofía; es por tanto un hombre con una sólida formación, tanto en el pensamiento occidental, imagínense ustedes esas universidades alemanas y que aprendió el Sen directamente en Japón con maestros que se lo inculcaron a través del tiro con arco, por eso encontramos que en su doctrina le da mucha importancia a la práctica de la meditación, no solamente con el tipo de ejercicio del zen clásico, de sentarse en el suelo a meditar, concienciar la respiración y ese tipo de cosas, sino que el ejercicio del arte, su primera y su segunda esposa, las dos fueron artistas, una de ella era pianista y fue la que lo puso en contacto con la filosofía oriental, con el Tao Te King y con la tradición budista también; y su segunda esposa María G. desarrolló un método de meditación y psicoterapia trabajando con él, basándose en el dibujo. Entonces él aprendió a utilizar todos los recursos creativos como instrumento de la meditación, el tiro con arco por todo lo que supone concentración, disciplina y también en último término de identificación entre el que tira y la diana. Usted solamente acierta el tiro en el momento en que ya no se preocupa por aceptar o no, ya no se preocupa, sino que deja que pase.

A mí me gustó mucho una expresión de alguien que decía: ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué no acierte? Y lo peor que puede pasar es que sí acierte. Esto viene de la identificación, de romper con las barreras que nos ponen a los occidentales el pensamiento objetivo, el pensamiento en el cual tenemos que diferenciar absolutamente lo que es el mundo y de lo que somos nosotros. El mundo sobre el que vamos a actuar es algo totalmente diferente de nosotros.  Somos partes del árbol, todo lo que existe son hojas del árbol, nosotros también; entonces retomar esta unidad con el Todo, con la Totalidad, que es otra palabra que está muy frecuentemente dentro de los textos de Durckheim, es uno de los puntos esenciales de su pensamiento. El Zen en nosotros, La práctica de la visión interior, Ejercicios iniciáticos en la psicoterapia, El hombre y su nuevo origen, esto es, basándose en algunos textos bíblicos que hablan del hombre terrenal y hombre celestial, Meditar por qué y cómo, El maestro interior, el verdadero maestro que no es otra persona, no está fuera. En última instancia, el maestro de cada uno de nosotros es interior. Experimentar la trascendencia, un título también muy significativo con respecto al pensamiento de Durckheim, porque él insiste en que mucha gente que se considera creyente, él está en contra y critica el adherirse por un afecto a cosa que uno ni entiende realmente, ni ha experimentado, que en lo que se tiene que fundamentar esa fe es en la experiencia natural de lo trascendente, de la totalidad de lo sagrado que tiene el ser humano, por ser humano.  Centro vital del hombre, JARA es vientre en japonés. Entonces, aquí él analiza todo lo que es importancia del cuerpo para la meditación y del hombre integral, no hay una división de cuerpo y espíritu, y Japón y la cultura de la quietud. Estos son los títulos más importantes de la obra de Durckheim.

Él plantea, en primer lugar, la necesidad de meditar, pero como un ejercicio iniciático. La meditación no es una mente, una técnica de terapia para calmarse los nervios, ni para quitarse el estrés, aunque también lo sea y a un nivel muy profundo. No es tampoco un equivalente a la oración, una práctica religiosa cualquiera, la meditación es un ejercicio de iniciación.

Iniciación quiere decir acceso al conocimiento que nos transforma. El iniciado, el que hace las cosas por segunda vez ya las sabe hacer. La primera vez es la de la iniciación, y la segunda vez es el del iniciado. Entonces, meditar es una iniciación, es para tomar contacto con una realidad profunda y al mismo tiempo transformarnos. Los ejercicios pueden ser activos o pasivos. Pasivo es el zen, pero el dibujo, la pintura, la música, el baile y tiro con arco, pueden ser ejercicios activos.

Y el ejercicio pasivo es la vida cotidiana. Él insiste, sobre todo, en los actos repetitivos, esto está muy dentro de las culturas japonesas. Los actos que parecen más insignificantes: lavarse los dientes, barrer, fregar unos platos sucios, que son repetitivos: “Una señora que está tejiendo en un rincón, mientras los nietos están alborotados, ella está tranquila, meditando, puede utilizar esta actividad puede esperar en la sala del médico o todavía peor, que nos haya llamado el jefe ¿Qué querrá?, y hay que sentarse un buen momento para meditar”.

Entonces, los momentos supuestamente vacíos de la vida e insignificantes, pueden ser los más significativos para hacer de la meditación un hábito.

Durckheim es muy consciente de que los occidentales tenemos una conciencia muy fuerte de nuestra individualidad. Somos los tataranietos de Descartes, el creador del racionalismo, del “Pienso y luego existo”, soy yo con mi ego, quien tengo que decidir lo que hago, como actúo sobre el mundo, qué opinión me merecen las cosas. Entonces, él insiste en que esta individualidad no hay que ignorarla, sino partir de ella para ser un zen, vamos a decir que de la manera y con la necesidades de los occidentales. Un japonés no lo necesitaría, yo no sé si ustedes conocen la famosa anécdota de san Francisco Javier cuando fue a misionar a Japón a dar a conocer el Cristianismo a los japoneses, que no le podían entender los japoneses; cómo era que un solo Dios era tres personas, pero no porque era difícil entender que uno fuera tres, lo difícil era entender qué rayos es una persona.

Yo tengo un amigo que no solamente tiene muchos años viviendo en Japón, sino que su esposa y su hijo son japoneses y él decía que él le preguntaba a su niño cuando estaba pequeño: ¿cuántos amigos tienes en la escuela? Y en la escuela había como mil niños, y el hijo le decía que tenía mil amigos, porque no tenía la noción que tiene un occidental de lo que es una amistad personal, sino que había un grupo de mil niños, pues todos tenían que ser amigos y no había preferencia por uno o por otro. Hay una visión más colectivista de lo que es el ser humano y a veces ni siquiera colectivista, más enraizada en el Cosmos y menos en su individualidad. Entonces, nosotros tenemos que partir de esa individualidad, no es destruirla, no es como decía el día que yo estaba en una charla en el Centro de Joaquín Salazar, que decíamos que no se trata de matar al Dios, es llevarle un martillazo para que coja su sitio, es que deje de estar en el medio mandándolo todo, porque ese no es su lugar, sino que se integre, es necesario integrar al individuo con la colectividad y con el Cosmos.

Se trata siempre de una transformación. Esa transformación también se insiste, no tiene punto de partida, ni punto de llegada. El ser es transformación permanente, se trata también de recuperar la Totalidad. Poco a poco va emergiendo la individualidad: un niño recién nacido ni siquiera se diferencia de su madre, no solamente el feto. El niño recién nacido todavía no entiende bien, la madre es otra persona o qué cosa sea una persona, que haya esa oposición, tiene que aprender que ella se va y también que regresa. Es algo que tiene que ir aprendiendo. Entonces, recuperar esa unión con la Totalidad, es también recuperar el trasfondo de nuestro Yo contingente, porque tenemos un Yo contingente, cotidiano, mediatizado por la cultura, por nuestros roles sociales, por el papel que tenemos, por lo que nos han enseñado, pero también tenemos un ser esencial que no está sometido a ningún condicionamiento. Fíjense que la experiencia del Yoga, por ejemplo, también dice Sarliade, que es otro autor, pero me puede servir para ilustrar un poco este pensamiento de Durckheim: En el Yoga se está buscando la inmortalidad y la libertad y el descondicionamiento, puesto que se busca la libertad, pero es que en el fondo del otro ser eso siempre ha estado ahí. Los maestros de Sen suelen decir que antes de la imaginación, los montes eran montes, los ríos eran ríos y las montañas eran montañas. Durante la iluminación dejaron de serlo, después de la iluminación los montes vuelven a ser montes y los ríos vuelven a ser ríos y entonces, nos damos cuenta de que esa iluminación siempre ha estado ahí.

Entonces, ¿por qué siempre ha estado ahí y no lo sabemos? Porque estamos condicionados por una cultura, que es racionalista, es pragmática, es la de la ciencia, pero es una ciencia que está muy unida por la tecnología, que lleva a ver las cosas solamente por cómo funcionan, como la podemos manipular y si tienen algún otro aspecto no lo captamos y nos creemos que esa es la única realidad que hay y nos vamos embotando y no nos damos cuenta de experiencias que nosotros mismos hemos tenido de alumbramientos en la infancia, llega un momento en que el niño sale de su éxtasis, se le olvida lo que era el árbol de navidad, el juguete nuevo, el ver algunas cosas por primera vez.

A veces pasa con esas personas súper dotadas, que tienen recuerdos de la infancia de edad que a los demás se nos han olvidado.

Yo todavía gateaba y había una puerta que siempre estaba cerrada, que un día se quedó abierta y él entró a una habitación verde, donde entraban luces entre el follaje de los arboles por las ventanas, que sintió que estaba en otro mundo. Eso es lo que se experimenta las catedrales góticas y por eso se les ponen vitrales con luces de colores para inducir ese tipo de experiencia de que no somos solamente de este mundo. En este mundo hay otros mundos también, hay otros mundos plegados: aquí probablemente yo pongo la mano y no siento nada, pero si se trae un aparato de radio, por aquí están pasando ondas y transmitiendo mensajes y hay un montón de cosas en la realidad, la percepción que tienen los surrealistas, por ejemplo, la mayor parte de la gente pensamos que el surrealismo es surrealismo, porque se fundamenta en el subconsciente y en realidad viene del francés, que es surrealismo, la sobre realidad, la realidad que integra muchísimo más que lo que percibimos cotidianamente o lo que percibe la ciencia o la tecnología, a la que continuamente Durckheim le rinde homenaje y cuidado.

No vamos a decir que estos no son grandes logros de Occidente, no vamos a ir a los otros extremos y vamos a cojear otra vez, es que hay que recuperar la otra parte, reintegrarnos en la Totalidad. Se trata de tener experiencia de lo luminoso, del Numen, de lo sagrado que hay en todas las cosas, ese fundamento y esa presencia que está en todas las cosas animadas o inanimadas y también en todos nosotros y de lo que formamos parte. Y como esos eternos también hay una percepción de que la muerte deja de ser un problema, porque nosotros no somos más que expresión de la eternidad. El disco duro vamos a decir, nuestro disco duro, no es el cuerpo ni las vivencias de una vida, es algo que engloba, pero lo trasciende también.

Se trata de tener la experiencia de lo tremendo y lo fascinante, por eso le da mucha importancia a esas experiencias límites de la vida, cuando se está al borde de la muerte, sobre todo, que pueden ser aterradoras, pero también es el momento de asomarse y ver que sí hay algo del otro lado, que no se acaba todo ahí. Entonces, también se trata de lograr una conciencia supra objetiva y una conciencia sobre natural. El problema principal es en su juicio para los occidentales y en nuestra cultura: la oposición entre sujeto y objeto y el problema en último término de la racionalización.

Otro punto que él considera fundamental basándose en la tradición japonesa y la tradición Zen, en donde son tan importantes la respiración, la postura y todo lo que tiene que ver con el cuerpo. Hay que dejar de oponer al cuerpo al espíritu y hacer por medio de la meditación que el cuerpo sea transparente. Yo creo que a todos nos ha pasado, que hay gente que no es, si uno la analiza, físicamente bella, pero transmiten algo que a esas gentes da gusto mirarlas incluso y a uno se le van los ojos y tiende a prestarle atención, porque incluso físicamente transparentan una armonía, una paz que son personas que son agradables de ver. Y hay gentes son lindísimas, pero tienen una mueca en la cara todo el tiempo, que producen una sensación de desagrado y también uno tiene que volver a mirar y dice: “Pero el tipo es buenmozo o  la muchacha es bonita, pero ¿y qué es lo que tiene de repelente? Entonces, ahí es donde el cuerpo transparenta y debe transparentar lo más profundo, el ser esencial y esa armonía profunda con la que consistimos y debemos consistir, el ser sobrenatural y divino, la trascendencia, lo luminoso.

El cuerpo, él lo llama cuerpo de destino, porque es lo que nos mete en el ámbito de lo contingente, pero hay que hacer que sea también transparente lo que nosotros no es destino, lo que es libertad. El ser contingente es generalmente resistente al cambio y por eso nos lleva a sufrir, dicen que no hay sufrimientos en la vida, pero el sufrimiento más grande de todos  es estar separado de nuestro ser esencial, porque ese ser esencial es como las aguas profundas, la calma a la que no le llega ninguna tormenta. Debemos siempre discernir, decidir y utilizar el cuerpo y los sentidos. Ojos contemplativos puede ser un instrumento para la meditación, de la misma manera que lo puede ser un mandala, no hay que rechazar todo lo que reprime la sociedad occidental. No hay que reprimir el cuerpo, no hay que reprimir el erotismo, no hay que reprimir lo femenino, los sentidos, hay que integrarlos con la espiritualidad.

Luego está el concepto de trascendencia inmanente; el trascendente por definición que va más allá de lo que está presente, pero simultáneamente también está aquí. Muchas tradiciones religiosas han desarrollado esta idea. En Hinduismo la luz que está más allá del horizonte, más allá de los montes, más allá de las estrellas es la misma luz que hay en el corazón del hombre. En lo místico cristiano también hay esa fusión de la cintila del alma de lo que habla san Juan de la Cruz, que es la misma luz de Dios. Entonces, la trascendencia también está en nosotros. El hombre puede estar a un nivel pre-iniciático, está tanto en el que no se ha preparado, porque no ha llegado a desarrollar lo subjetivo o lo racional como  también sigue siendo hombre pre-iniciático, el hombre racionalista que piensa en términos de sujeto –objeto, que objetiva al mundo y la diferencia sí. También es pre-iniciático y este hombre suele guiarse por autoridades exteriores a él mismo, pero después de la iniciación, no es que nos vayamos a volver amorales, es que la raíz de esos controles o reglas que seguimos, ya está en otro lugar, proviene de nuestro ser esencial.

Entonces, el hombre iniciático o el iniciado retoman todas estas cosas a través de esta experiencia de transformación. La fe toma un nuevo sentido, él dice que el hombre pre-iniciático generalmente es remiso a la meditación, pero también el que cree que está muy arraigado en su fe y que no necesita de la experiencia o el racionalista o el que es muy orgulloso y cree que se vale  para todo él solo, hasta que le viene una enfermedad terrible, que no puede venir en cualquier momento, se le muere un ser querido, quiebra, perdió el trabajo, que era la vocación de toda su vida y entonces, se ve que en realidad nunca estábamos seguros  y el ser humano pre-iniciático lo que más valora es la seguridad. ¿Entonces cómo usted supera esto? Soltar presa, es lo que él dice. No trata de agarrarse. ¿Qué hacer cuando tenemos un dolor físico? Deje que duela y cuando usted deja que duela generalmente se pasa, pero cuando usted se crispa y está tratando por todos los modos de que no le duela el dedo gordo, usted no piensa más que en el dedo y se olvida del resto del cuerpo. Deje que eso fluya, haga lo que tiene que hacer y no se trata de aceptar la fatalidad en el mal sentido de la palabra, es algo muy distinto, es aceptar la realidad y trascenderla, ir más allá.

Él plantea también que hay tres grandes miedos en el ser humano y hay que aceptar que son parte de la condición humana y después de aceptarlo, suerte presa. ¿Cuáles son esos tres miedos? El miedo a la muerte: Todos los miedos son miedo a la muerte. El miedo a la soledad.  El miedo a lo absurdo: El que nos preguntamos ¿Y para qué me estoy afanando tanto, qué sentido tiene todo lo que yo hago desde que me levanto hasta que si me voy a morir un día. En frente que eso es así, eso forma parte de la experiencia humana, que venimos con fecha de caducidad, que estamos en último término solos.

Por más que nos quieran hay un núcleo al que le llegan los demás, por más que se maten o que nos matemos por entender al otro, hay una parte que no llegamos y que es irrenunciable, que cada uno sabe por lo que ha pasado y luego nunca podemos tener una seguridad absoluta.

Señores, fíjense que lo que más veneramos en el siglo XXI es la ciencia, como la verdad y la ciencia más científica, la ciencia BUDA es la física y la física actualmente, son dos teorías que no pegan. La física cuántica y la teoría de la relatividad no encajan una con la otra y después un científico le dice a uno que cuando uno está interpretando da un acontecimiento en su vida como que fue que Dios me lo puso, que tú estás tratando de forzar.

A mí me encanta todo lo que tenga que ver con la cultura, el conocimiento, la ciencia, la respeto y le he dedicado mi vida a conocer y a enseñar a quien pueda, pero son realidades humanas con limitaciones y hay que aceptarlas así.

Entonces, a un maestro zen, a quien se le murió su hijo le preguntaron: ¿y usted cómo lo encajó? Y respondió: Ocho días sin comer, ni dormir.

Hay que pasarlo, como los duelos que hay que hacerlo, hay que llorar, hay que pasar por eso; después vendrá la transformación. La mayoría de la gente que muere, se muere reconciliada. Entonces, si eso es lo más grande que podemos pasar. Se pasa por varias fases, por ejemplo, nos preguntamos: ¿por qué a mí? Yo te prometo…y al final la mayor parte de la gente muere reconciliada y en paz.

Algunas de las fuentes de este gran personaje. Nadie lo aprende todo solo. También  Durckheim habla muchísimo de los arquetipos y fue un gran amigo de Rainer María Rilke, el gran poeta alemán, y una personalidad del siglo XX de la cultura y de la espiritualidad. Él utiliza mucho la expresión del Tao, es el camino y realmente yo creo que Durckheim a partir del cual cada uno puede ir haciendo su propio camino y expresar su ser esencial.

¿Es Durckheim la persona que más ha estudiado o ha comparado los dos pensamientos: el occidental y el oriental?

No, es un gran conocedor y es quizás una de las personas que más ha entendido un aspecto especifico en la práctica del Zen y cómo le puede servir a un occidental, en qué medida y en qué manera le puede servir a un occidental, pero desde luego, en Teología, para mí la gran figura es Raymond Panikkar, entre otros. Entonces, hay varias grandes figuras. Durkheim, yo creo, es una figura venerable, pero no es la única.

¿Quién elige o de qué forma se construye ese místico elegido por la Divinidad?  ¿Quién lo elige, Dios o el esfuerzo?

Yo le voy a creer a ellos, que tienen esa experiencia, y ellos dicen que es Dios, porque yo creo que todos tenemos nuestra pequeña experiencia mística, que más o menos es lo que viene a decir Durkheim, pero la gran experiencia, yo creo que es Dios, porque la fe también la da Dios, pero usted tiene que trabajarla de todas maneras. Hay gente que se ha pasado toda la vida haciendo meditación y cree que ya no va a conseguir nada.

Hay trozos de literatura de diferentes autores donde se describe también la experiencia, que a poco que usted haya tenido su pequeña experiencia que tenemos todos, va a reconocer de qué es que se está hablando. Muchísimas gracias por tu atención.

 

Teopoética de Fausto Leonardo Henríquez: Experiencia mística y protologema de la creación

Por

Bruno Rosario Candelier

 

“Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis,

¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales?”

 (Jn. 3, 12)

 

A

Yolanda de Jesús,

Cauce sutil de la Llama divina.

 

Fragua de la experiencia mística

    En todas las lenguas, culturas y generaciones hay contemplativos, iluminados, místicos, santos y teopoetas que canalizan en su pensamiento, su conducta y su creación el sentido trascendente pautado por la sabiduría espiritual del Universo.

Entre los creadores de poesía mística en la literatura española se distinguen san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, fray Luis de León, Miguel de Unamuno, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Emilio Prados, Dámaso Alonso, José María Pemán, Ernestina de Champoursin, Bartolomé Lloréns, José Ángel Valente, Clara Janés, fray Pablo de Jesús, Juan Miguel Domínguez Prieto, Teodoro Rubio y otros. En la literatura dominicana sobresalen, con su creación teopoética, Martha María Lamarche, Máximo Avilés Blonda, Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Roberto Miguel Escaño, Jit Manuel Castillo, Yky Tejada, José Frank Rosario, Carmen Pérez Valerio, Carmen Comprés, Ofelia Berrido, Gloria Nolasco, Leopoldo Minaya, Rocío Santos y Juan Santos.

Se trata de creadores de poesía y ficción, dotados de las condiciones estéticas y espirituales para el arte de la palabra con la visión mística del mundo a quienes les ha sido revelado, gracias a la alta dotación de su sensibilidad trascendente y la potencia receptiva de su inteligencia sutil, la sabiduría espiritual impregnada del aura divina que perciben durante los singulares episodios de su experiencia mística.

Con su talento creador y el poder de la palabra han intuido y recibido, como ocurriera en poetas de la talla del hebreo Yejudah Halevi (1075-1141), el persa Halal Udin Rumi (1207-1273) y el español san Juan de la Cruz (1542-1591), entre otras eminentes figuras de las letras universales, un conocimiento secreto y luminoso de singular prosapia mística.

En mi obra La belleza y el sentido (Santo Domingo, Ateneo Insular, 2012) acuñé el concepto “cordón umbilical de la conciencia” para aludir a los circuitos neuronales del cerebro que atrapan los efluvios trascendentes. Ese “cordón umbilical de la conciencia” es un circuito neuronal del cerebro que capta la energía trascendente de lo viviente y también mensajes del más allá. Si a la dotación de la palabra se suma un sujeto receptivo, empático y abierto, puede convertirse en un canal de recepción de fenómenos sobrenaturales, incluida la voz universal de la conciencia cósmica. La vivencia de un estado expandido de conciencia, en la coparticipación del sujeto contemplativo con la sustancia de la revelación, da paso a los efluvios del Universo mediante la conexión del “cordón umbilical” individual con las manifestaciones de la conciencia cósmica.

Se trata de la capacidad de la inteligencia sutil, que han desarrollado contemplativos, iluminados, místicos, santos y teopoetas, para captar las irradiaciones estelares portadoras de voces, estelas, aromas, visiones e imágenes del más allá, que llegan de repente, como un rayo del cielo, con el caudal de verdades secretas y mensajes divinos en las ondas intangibles impregnadas de una sabiduría espiritual de muy antiguas esencias.

Corresponde a los teopoetas captar, perfilar y revelar el contenido de esos mensajes trascendentes. El verdadero poder de la palabra, en su dimensión profunda y sutil, lo revela la poesía mística que canaliza en imágenes y símbolos mensajes crípticos de las irradiaciones estelares. Se trata de imágenes de la trascendencia con su sentido inmerso en esas señales, que los teopoetas perciben de las emanaciones cósmicas procedentes de la cantera infinita. Ese es el gran rol de los poetas místicos cuando formulan en sus versos la onda simbólica de los efluvios espirituales provenientes del fuero cósmico. En sede neurológica y psicolingüística, esa es una singular sintonía de las señales intangibles de los mundos sutiles que portan los efluvios de la Creación en sus imágenes estelares consignadas en voces, susurros, destellos, fragancias, inciensos y otros fenómenos suprasensibles. Y en sede literaria, la función del poeta con sensibilidad mística es atrapar y formalizar en el lenguaje de la teopoética los símbolos que representan el significado de esas manifestaciones espirituales procedentes del Nous de la sabiduría mística.

Cinco condiciones se requieren para que una persona pueda acceder al fuero sagrado del Nous, de donde procede la sabiduría mística de alta prosapia:

  1. Talento poético, dispuesto para formalizar, con el lenguaje de la lírica, el contenido trascendente de una singular experiencia interior.
  2. Inteligencia sutil, desarrollada para captar y entender la dimensión sagrada y mística de la sabiduría espiritual del Universo.
  3. Experiencia mística, singular vivencia de la sensibilidad trascendente mediante la cual los contemplativos experimentan el caudal de emanaciones divinas con un conocimiento espiritual del mundo.
  4. Lenguaje especializado, propio de la sapiencia mística, que recrea en imágenes y símbolos el modo sutil de la experiencia teopática.
  5. Connubio espiritualizado, mediante el aura de lo divino, que propicia la comunión espiritual del contemplativo con la Llama de la Divinidad.

   Para que se produzca una inspiración poética de contenido místico, primero debe darse en el creador una experiencia mística, que no acontece cuando el sujeto la anhela sino cuando el Espíritu la otorga, y que se manifiesta cuando se han desarrollado en el sujeto contemplativo los circuitos neuronales de la conciencia con la potencialidad para captar las ondas electromagnéticas de las irradiaciones estelares, que portan las emanaciones sutiles de la trascendencia. Esos circuitos de la conciencia están activos, receptivos y operativos en la sensibilidad espiritual de Fausto Leonardo Henríquez.

El circuito receptor de las ondas estelares del más allá -que se activa en la mente de contemplativos, iluminados, místicos, santos y teopoetas- capta los mensajes espirituales inherentes en las susodichas emanaciones cósmicas y, en ausencia de un vocablo que denomine ese singular poder de la conciencia, lo llamo Prologeia, nombre con el que denomino el dispositivo mental o circuito receptor de la mente sutil cuyas neuronas cerebrales captan las irradiaciones espirituales de las ondas estelares del Universo. La prologeia o circuito receptor de la conciencia, que adiestra las neuronas de la mente sutil para percibir las emanaciones estelares o efluvios cósmicos, capta y canaliza los mensajes que el sujeto receptor traduce al lenguaje simbólico de la mística, que llamo Protologema o caudal de voces que formalizan las señales supraestelares del Universo, cifradas en ondas, estelas, aromas, susurros, aves, rayos, ángeles y voces con imágenes portadoras de verdades de muy antiguas esencias. No es un vocabulario técnico sino voces del lenguaje común al que el teopoeta le asigna un valor simbólico con el sentido trascendente de su experiencia mística.

La inteligencia sutil del místico puede conectarse con lo que los iluminados les han llamado el “Mundo ideal” (Platón de Atenas), el “Reino celestial” (Jesús de Nazaret), el “Tercer cielo” (Pablo de Tarso) o el “Paraíso divino” (san Francisco de Asís), mundos sutiles de donde proceden las emanaciones espirituales con mensajes especiales.

A esos “mundos sutiles”, como les llamaba Antonio Machado a los predios invisibles, acceden los agraciados de la inspiración divina que han desarrollado su sensibilidad trascendente y, desde luego, la inteligencia mística de su elevada espiritualidad impregnada de la sabiduría sagrada con la que plasman su obra creadora y canalizan las voces del Cosmos portadoras de mensajes sagrados. Por eso hay estadios y voces diferentes.

Existe la voz interior de la conciencia personal, fuero y cauce de la intuición que, mediante el Logos de la conciencia, dicta los acentos, los tonos, los motivos; la voz universal de la conciencia cósmica, fuero y canal de la trascendencia, que los poetas perfilan y cifran en el lenguaje de la lírica; y la voz superior de la Divinidad, que escuchan místicos, santos y teopoetas, y que los creadores de la teopoética formalizan en imágenes y símbolos con el Protologema de la mística, lenguaje que comunica los mensajes de alto contenido espiritual con su sabiduría milenaria.

 

La dimensión sagrada de la trascendencia

En su dimensión espiritual, genuina y pura, la vocación de la religiosidad  ritual prepara la sensibilidad y la conciencia para vivir momentos sagrados que concitan la experiencia religiosa y, en su mejor caso, la experiencia mística. De ahí que los místicos suelen surgir entre los cultores de la vida consagrada, y la experiencia mística se manifiesta entre los contemplativos de honda espiritualidad religiosa, excepto el caso de unos pocos agnósticos entre los cuales se conoce la experiencia mística que viviera Jorge Luis Borges. De hecho, los teopoetas que en el mundo han sido proceden del seno de una organización religiosa o han estado vinculados a una vida consagrada o a una tendencia mística, como el Misticismo de la Iglesia Católica, la Khábalah judía, el Sufismo musulmán, el Taoísmo chino, el Budismo japonés o el Hinduismo de la India. Entre los místicos sufíes el modelo es el poeta persa Halal Udin Rumi; entre los cabalistas hebreos sobresale el poeta judeoespañol Yujudah Halevi; y entre los españoles la cumbre de la teopoética cristiana es san Juan de la Cruz.

Desde luego, la experiencia mística es una condición indispensable para crear poesía mística, que se distingue de la poesía religiosa. Aunque ambas modalidades, la religiosa y la mística, son vertientes de la espiritualidad sagrada que se inspira en la fe en la Divinidad y la creencia en la vida eterna, la poesía religiosa nace de un sentimiento espiritual impetrante de amparo divino, mientras que la poesía mística es el fruto de un amor genuino, sagrado y puro hacia el Padre de la Creación y, desde luego, es producto del testimonio vivencial, estético y espiritual de una experiencia teopática de filiación divina. Los creadores de ambas vertientes, la religiosa y la mística, son creyentes, y ambos participan del sentimiento espiritual de lo divino, pero el poeta místico ha vivido una experiencia extática, superior a la experiencia religiosa, en virtud de la conexión del alma del místico con la Energía Sagrada de la Divinidad. Por eso es imposible la existencia de un ateo místico en una misma persona, ya habría una contradicción, en términos vivenciales, espirituales y creativos, aunque esa fusión pueda concebirse en el plano de la ficción.

El sentimiento de lo divino puede inspirar una experiencia religiosa y, en tal virtud, una poesía religiosa; pero es la experiencia mística la causa eficiente de la creación teopoética y la única fuente inspiradora de la poesía mística.

La obra poética de Fausto Leonardo comparte y plasma la experiencia religiosa y la experiencia mística. La experiencia religiosa es un sentimiento de vinculación sagrada que lleva al orante a vivir un estado espiritual de devoción espiritual en procura de amparo divino. En cambio, la experiencia mística es un estadio especial de alta espiritualidad en el que la conciencia de quien la vive, participa de una energía de orden superior que toma control de sus sentidos mediando un rapto singular de la conciencia.

La experiencia mística es un arrebato de la conciencia mediante el rapto de los sentidos que produce el éxtasis del espíritu. Se trata de una experiencia arrebatadora en la que el sujeto contemplativo no tiene control de sus sentidos, pues un poder superior a su propia voluntad toma ese control y, en un breve lapso temporal, el sujeto vive un cautivador encantamiento en un estado de placidez y dulzura, con una serenidad espiritual y gratas sensaciones de sedación y gozo, poseído por una misteriosa energía trascendente, trascendida la conciencia, extasiados los sentidos y embelesada el alma bajo un singular fulgor de belleza, gracia y luz con la vivencia de un connubio divino. Así es la experiencia mística, un peculiar estadio de la conciencia expandida que no ocurre en la experiencia religiosa. Por eso el éxtasis místico no se cultiva ni se busca, sino que llega cuando el Espíritu quiere, como dice el texto bíblico, y quien lo experimenta es un elegido de la gracia divina del Altísimo.

Los místicos experimentan una estado de unificación con Dios, que viven y disfrutan mediante una vinculación sagrada con el halo superior de lo divino, que la ciencia de la física cuántica llama “partícula de Dios”, con la que confirman su existencia en la materia y en las redes invisibles del mundo visible, que los místicos de alta dotación contemplativa siempre han sentido y experimentado en la realidad de lo viviente y en el fuero de su conciencia mediante una singular experiencia de deificación, o proceso interior de la conciencia que encarna un halo sagrado de lo divino mismo, mediante el cual sienten y experimenten un destello sagrado y sutil en su interior profundo, hecho que se manifiesta en un hondo sentimiento de amor espiritual y de piedad universal por criaturas, cosas y elementos, lo que genera una actitud de sacralización de lo viviente como signo, eco y cauce de la fuente primordial de lo divino y, ambas vertientes, la del amor puro y la sacralización divina, las asumen los místicos con el toque luminoso de la sabiduría espiritual, hechizo indescriptible con que la mirada mística percibe la hermosura de las cosas y el esplendor de lo sagrado.

Desde luego, para escribir poesía mística hay que vivir místicamente la vida. Vivir místicamente la vida es vivirla con un sentimiento de amor sagrado y puro, bajo la convicción de que el mundo es una creación divina cuyo Autor sagrado se convierte, tanto para el contemplativo, como para los santos, místicos y teopoetas, en la fuente de la Llama viva, centro emocional, volitivo, imaginativo y espiritual de cuanto siente, hace y crea quien vive bajo la Llama sacrosanta de la inspiración divina. Por eso el místico es altamente sensible y compasivo con todo. Lo siente todo, lo sufre todo, lo goza todo, lo vive todo y lo ama todo. Cosas, plantas, animales, humanos, estrellas y ángeles para los místicos, que tienen una alta conciencia de lo divino, son emanaciones del Altísimo. Por eso el místico asume la naturaleza de lo viviente como fuero, eco y cauce de la Potencia divina. Y con ese sentimiento teopático profundizan, con amor y sabiduría, en el sentido de la Creación y, consecuentemente, buscan en todo al Padre de la Creación ante Quien se rinden con devoción sagrada.

Los místicos sienten y expresan el sentimiento de lo divino mediante una actitud de sacralización y pureza seráfica, y en todo sienten a Dios, y en su obra lo proclaman con dulzura infinita. Y están convencidos de que todo viene del Todo, y todo vuelve al Todo, como dijera el antiguo pensador presocrático Heráclito de Éfeso. Por eso los místicos viven impregnados de la singular llama del entusiasmo, vocablo griego procedente de la expresión en Theos, que significa ‘en Dios’, pues ese “estar en Dios” equivale a sentir la energía divina en el fuero de la propia conciencia, por lo cual el místico siente un gozo en su interior, y ese sentimiento jubiloso se manifiesta en una expresión de amor. En virtud de que el místico vive bajo la llama de lo divino, con esa onda sutil de comunión mística, siente y disfruta el gozo de saberse bendecido de Dios, para quien vive, ama y crea, como lo ilustra en su vida y en su obra el teopoeta Fausto Leonardo Henríquez.

El sentimiento de amor divino, una emoción jocunda y entrañable, como es el entusiasmo desbordante de contemplativos, santos y teopoetas, brota de un corazón amartelado a lo divino, es decir, fraguado con amor puro, troquelado con la sagrada llama de la inspiración divina. De ahí la sensación del místico de sentir que vive dentro de una concha iluminada con la sagrada Lumbre. Por eso el apóstol Pedro, en medio de la vivencia mística de la transfiguración del Tabor, le dijo a Jesús: “Maestro, qué bueno es estar aquí…” (Luc., 9, 33-35).

Por eso, al poetizar y proclamar el estadio sagrado de su experiencia mística, los teopoetas procuran, como lo hace Fausto Leonardo, lo siguiente:

  1. Mostrar la llama de la experiencia mística que viven durante el arrebato espiritual de la vivencia teopática en su conciencia.
  2. Dar a conocer el fuero sagrado del Nous, fuente de la sabiduría divina registrada en los predios celestiales de los mundos sutiles.
  3. Expresar la prologeia de la conciencia y el protologema de la teopoética con la expresión divina de la realidad trascendente.
  4. Enseñar que hay singulares estadios de los mundos sutiles a los que llegan los místicos, santos y teopoetas durante su conexión espiritual con la fuente divina, de la que conocen mensajes del tesoro sagrado.
  5. Comunicar imágenes y verdades de muy antiguas esencias procedentes de la sabiduría mística del Nous.

 

La creación teopoética de Fausto Leonardo Henríquez

    En mi obra Poética del Interiorismo (Moca, Ateneo Insular, 2015) consigné tres instancias de la creación poética: la realidad real o la sensorialidad de las cosas; la realidad subjetiva o el interior de la propia conciencia; y la realidad trascendente o la dimensión sutil de los efluvios sobrenaturales. Esas tres instancias las ilustran en su creación poética tres de nuestros poetas interioristas: Yky Tejada aborda la realidad sensorial; Fausto Leonardo enfoca la propia conciencia; y Rocío Santos trata la realidad trascendente.

En efecto, Yky Tejada se instala en la sensorialidad de las cosas, y desde esa instancia objetiva se compenetra con el sentido de lo viviente a la luz de su experiencia mística que experimenta y plasma en su creación teopoética. Fausto Leonardo se instala en el fuero de su conciencia, y desde su interior evoca y recrea su experiencia mística, que formaliza en su creación teopoética; y Rocío Santos se instala en el dintorno de los fenómenos sobrenaturales y, desde su conexión con los efluvios trascendentes, vive y canta su experiencia mística que revela en su creación teopoética.

   Fausto Leonardo Henríquez, teopoeta por la gracia de Dios, tiene desarrolladas la inteligencia sutil, la capacidad creadora y la espiritualidad refinada con el aval intelectual, estético y espiritual para escribir poesía mística adobada con la dolencia divina, el amor puro y la sabiduría sagrada. Y en virtud de esa singular categoría, Fausto Leonardo disfruta de tres singulares gracias que reciben los privilegiados del Espíritu: la gracia poética, la gracia mística y la gracia sacerdotal. En su función sacerdotal, actualmente es vicario parroquial en las Parroquias Inmaculado Corazón de María y Sagrada Familia en Palma de Mallorca, de las Islas Baleares.

Los teopoetas, como los iluminados, místicos y santos, buscan la unión con la Divinidad, lo que manifiestan en su conducta, su palabra y su creación. El don de la poesía mística es una gracia divina de alta alcurnia espiritual que formalizan los que han desarrollado la prologeia de la mente sutil y conocen el protologema de la creación teopoética como expresión de la dotación sagrada de su experiencia mística, como lo plasmaron san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y fray Luis de León, grandes teopoetas de la lírica española.

Nuestro poeta interiorista del Ateneo Insular nacido en La Vega, bautizado con los nombres de Fausto Antonio y formado en la Congregación de la Misión de los Paúles y consagrado sacerdote de la Iglesia Católica, ha evidenciado en su creación teopoética que tiene las condiciones intelectuales, estéticas y espirituales para crear poesía mística, estudiarla y promoverla, como lo han hecho otros poetas del Movimiento Interiorista, entre ellos Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Yky Tejada, José Frank Rosario, Fausto Leonardo, Roberto Miguel Escaño, Jit Manuel Castillo, Carmen Comprés, Carmen Pérez Valerio, Ofelia Berrido, Gloria Nolasco, Rocío Santos y Juan Santos. En efecto, Fausto Leonardo tiene la inteligencia sutil, la sensibilidad trascendente y el lenguaje de la creación teopoética. Y, desde luego, tiene también la condición inexorable e inconmutable de los teopoetas: la experiencia mística, la fe en la Divinidad y la dotación sagrada de la creatividad, de la que da cuenta en sus textos de poesía, ensayo y ficción.

Los poetas místicos hacen de su vivencia divina y su experiencia mística el motivo central de su creación, como lo ha hecho este agraciado poeta dominicano galardonado con el Premio de Poesía Mística otorgado en Roma. Los teopoetas usan el poder de la palabra para canalizar su experiencia espiritual, y se valen de la creación poética para formalizar su experiencia mística y su sabiduría sagrada. Y abren su inteligencia sutil para sintonizar los efluvios de la trascendencia en cuyas manifestaciones estelares, cifradas en voces, estelas, murmullos, fragancias y llamas, encauzan los mensajes de la sabiduría mística emanante de las señales misteriosas del Nous.

En efecto, Fausto Leonardo Henríquez es deudor estético y espiritual de san Juan de la Cruz, el patrono del Ateneo Insular y, conforme la Orden Consagratoria del papa Juan Pablo II, que también era un alto poeta místico conocido con el nombre de Karol Wojtyla, designó al santo místico abulense patrono de los poetas.

Según revela su creación poética y su valoración de lo trascendente, Fausto Leonardo ha intuido y conocido la dimensión sagrada de fenómenos y cosas, y desde niño aprendió, mediante la formación cristiana en su hogar y la formación religiosa de su iglesia, la existencia de la presencia divina en el mundo, que siente en su corazón y plasma en su creación.

En carta fechada en Valencia, el 8 de diciembre de 2008, el sacerdote-poeta me escribe y me comunica lo siguiente: “Los poemas de los Gemidos del ciervo herido son el resultado de unos cuatro años de vigilia. Están escritos, no al azar, sino con la clara visión de comunicar “estados del alma” en comunión con Dios. Muchos y diferentes son estos estados y, por tanto, las emociones y vivencias que reflejan. Hay poemas escritos en el marco de los Ejercicios Espirituales que hago cada año, y otros han ido surgiendo en el día a día. Gemidos del ciervo herido nace de mi experiencia cristiana de Dios, que supongo será, con los años, cada vez más profunda o, si se quiere, diferente” (Correo electrónico de Fausto Leonardo a Bruno Rosario Candelier, Valencia, España, 8 de diciembre de 2008).

Después de leer el poemario, le escribí al poeta interiorista mis impresiones iniciales y, entre otras cosas, le dije que su hermoso poemario tiene el tono bíblico de los salmos, con un encanto remozado y refrescante, y que en virtud de su petición y plegaria, tiene también una dimensión religiosa con una clara connotación mística. Le comenté que el poemario recrea, de manera rediviva y elocuente, la simbología religiosa, bíblica y mística, con la carga cultural de su estirpe literaria, ilustrada en poemas como “Tengo sed”, “Aguijón” y “Odres nuevos”, que recrean y actualizan inveterados referentes bíblicos en fecundas vivencias espirituales actualizadas. Subrayé en la susodicha misiva que desde la publicación de Los profetas, de Máximo Avilés Blonda, entre nosotros no se había escrito un libro que tocase, desde la onda de espiritualidad sagrada, la cuerda bíblica de la plegaria religiosa, con la hondura y la belleza como se manifiesta en Gemidos del ciervo herido, hermoso exponente con alto aliento poético. Asimismo destaqué la inspiración espiritual y mística en poemas como “Pentecostés” y “Reminiscencias”, que reviven el estadio del rapto extático que entraña la experiencia mística. Ponderé la honda y luminosa reflexión espiritual que alienta el sentido religioso y místico de este singular poemario, en el que vibra y fluye del alma del hablante lírico la ternura espiritual patente en todo el poemario.

En efecto, en la obra poética de Fausto Leonardo Henríquez (Gemidos del ciervo herido, Madrid, Fundación Fernando Rielo, 2012) el poeta asume como voces del protologema los vocablos viento, ángel, rayos, espejos, niebla, llama, búho, eco, águila, voz, soplo y luciérnaga para formalizar la situación vivencial que asume como sustancia de su creación, y en los poemas bajo el título de “Ejercicios del espíritu” revela un estado inquietante ante la angustiosa realidad que lo apela como señal de un mundo distante de lo sagrado, en contraste con las vivencias espirituales de su conciencia en medio de adversidades y acechanzas:

 

La tierra levanta el alma. Es más fría

la soledad en las nubes.

 

Ando en busca de tu senda,

mas la bruma oculta el meridiano.

Oigo el lenguaje del viento,

el batir de alas del ángel,

mas yo aquí cato

el vino de mis soledades.

 

Oh, Verbo, haz saltar

la escarcha que vela el alba. Caiga

mi sombra, crujan mis insomnios,

llamee este silencio y cobren vida

estas paredes que oscilan.

 

Altura que aclara mis ojos,

verdea los abismos, haz que nombre

lo que mis entrañas balbucean.

 

Mediante rayos y espejos, el visionario del misterio inmerso en la bruma, durante su viaje por los predios invisibles describe el panorama del más allá:

 

Pasemos al umbral, salgamos de esta pirámide.

Decae el día con su pesadez,

la bruma anida el resto de lo que hay de mí.

 

La humillación le llegó a la tarde. No saben

de gloria los últimos rayos diluidos

en el espejo vespertino.

 

Avanzo sin tregua por el laberinto,

abro puertas sin llaves para el regreso.

Los muros de castillo de este monte

en que reverbera el misterio,

poseen la paciencia

de la eternidad.

 

En cada piedra palpita el origen del mundo,

la fuerza de la vida de los que erigieron

esta cumbre.

Muero con la tarde. No llevo nada

a la tumba: ni reloj ni llanto.

 

En plena niebla de su visión especular, mediante las voces del protologema (viento, niebla, llama, búho) el poeta invoca la protección del Espíritu contra las fuerzas del Maligno, personificado en el búho, y, confiado en que la luz puede más que la sombra y que la oración atrae el aliento sagrado de lo Alto:

 

El desierto de la noche

se arremolina en la ventana. Es tu Espíritu

el que arrastra la escoria, el que blande la Llama

en medio del abismo. Expectante el búho

repasa sus recuerdos. No hay tramo del tiempo

en que el alba no aparezca despierta,

cargada de luz y nostalgia.

 

Estas lápidas conocen bien los rezos, las súplicas,

las penas. Aquí son largas las agonías, limpias

las vestiduras. Sumergido el cielo

en el abrazo, engendra una porción

de gloria.

 

En su evocación de la imagen bíblica del pozo, que Jesús de Nazaret enalteciera con la presencia de la Samaritana como referente deíctico del manantial divino, sutil simbolización de la sed espiritual en la conciencia humana, atiza la poetización sagrada de nuestro sacerdote-poeta:

 

El manantial inagotable se esconde

en lo profundo de la oscuridad; el eco

de la vasija que sondea las entrañas intangibles

advierte cuán inmenso es el cielo que, allá,

en el corazón del pozo, se esconde.

 

El pozo espera a la Samaritana; día

y noche su boca exhala el aliento cristalino

de la vida. Quien bebe de este pozo, bebe luz.

 

El misterio fluye en lo insondable.

Yo, como el cántaro, me precipito

tras el interior secreto del pozo,

sin más alas que la fe.

 

La experiencia mística del Tabor, que según el relato bíblico vivieron Pedro, Santiago y Juan con Jesús, es una referencia de alta sabiduría mística que los cristianos viven en su contemplación espiritual para sentir la Llama de lo Alto que enciende su alma en el estadio sagrado de compenetración religiosa y mística, que viven santos y contemplativos, que la teopoética remoza con la expresión de esa vivencia sagrada, según la plasma nuestro poeta:

 

La nube engendra la visión. El viento habla,

el Tabor eleva la brizna que soy.

El cielo se oye en esta tienda.

El tiempo, presagio del alba,

cambió de rostro.

 

Bajaré a la llaga, al dolor de la cáscara.

El ascenso es el descenso.

Allá abajo, en el llano, el monte

se esconde en el ojo triste. La voz

de Dios se oye en la esperanza rota,

en el agujero de la carne.

El ángel tañe las campanas, mas yo regreso

a la herida, al mar de Galilea.

 

Una brasa en mis labios

basta para incendiar el castillo. Otra es el águila

en su mirada, otro el sol en el meridiano.

 

Los libros de poesía de Fausto Leonardo, que superan la decena, son un canto de alabanza al Creador desde la intuición de su conciencia mística hasta la revelación del misterio. Y al engarzar en la palabra la belleza de la forma, entroniza en su lírica la Llama que ilumina y la Voz que edifica.

Este exquisito poemario místico, Gemidos del ciervo herido, Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2009 que ganara el sacerdote católico y poeta interiorista de la República Dominicana Fausto Antonio Leonardo Henríquez residente en España, recrea la experiencia mística de la conciencia, tal como la viviera nuestro admirado compatriota en su encuentro con lo divino, en cuya creación teopoética revela que ha disfrutado momentos sagrados de elevada estirpe divina:

 

Todas las colmenas de abejas son este aguijón.

Me duerme con su cicuta, se ríe

de mis fuerzas. Burla de mis plegarias

es este gusano que recorre mi habitación.

Da coces contra mí como un animal.

Este aguijón es del tamaño de mi cuerpo.

No se cura extrayéndolo. Duele más

extirparlo que su furia.

 

El poeta evoca la pasión de Cristo en el Huerto de los Olivos y, en su recreación imaginaria -tal vez real en la frecuencia psíquica de la dolencia teopática- revive el dolor del Nazareno en el centro mismo de su corazón, y al sentir lo que padeció su Maestro, inspirador y guía, nuestro poeta experimenta la dolorosa pasión del Pastor de Galilea en su propia interioridad:

 

No hay huerto de olivos en que no me haga sudar angustia,

ni cruz en que no me haga sentir abandono.

Oh espada del tábano, ¿por qué provocas mi frente?

¿A qué viene tu filo en este meridiano?

El aguijón -no es materia- pulula en mi cuerpo

con Tizón goteando furia.

Un punzón husmea mis llagas.

 

Con el simbolismo del lenguaje bíblico, las referencias bucólicas de viñedos y odres con la imagen traslaticia del vino del costado sagrado, reminiscencia de sabor patriarcal y del vocabulario patrimonial de cuño neotestamentario, el poeta rememora la pasión que enciende la fe de los cristianos:

 

A esta vasija le puedes contar

las costillas por donde mana

 la nostalgia del agua como un gemido

 de ángel.

 

Este odre sin vino, secos

los labios, tristes los párpados, atisba

el viñedo. Mójale la lengua con fuego,

alégrale el paladar

con el lagar del cielo.

 

Odre viejo, párate a la orilla

del camino, y grítale fuerte al Viñador:

¡Dame de tu cáliz!

 

Y hará nuevas tus entrañas,

y niñas tus puertas. Verás

nacer tu vejez, renovarse

el otoño de tu sepultura.

 

Odre nuevo cocido en la Palabra,

revestido de agua, ornado

de vino que mana

del costado del Verbo.

 

Odre nuevo, fiesta de uvas

caídas del cielo.

 

El poeta se imagina expulsado del Paraíso, y en su búsqueda anhela recobrar su condición edénica, su estadio original, su fulgor primigenio para sentir el primor de la Creación y revivir el fulgor prístino de lo sagrado:

 

Volvamos otra vez al origen,

al amor primero, al soplo de bondad

que abrió mis pulmones. Seamos amigos

otra vez, que los peces me nombren,

las aves me gobiernen y los animales

canten tu gloria.

Hice gemir la creación, la humillé, la ensordecí.

 

Recréame en la semilla, en el polen, en el árbol

del centro. Invierte las coordenadas y hazme iris,

alianza de los ríos. Volvamos

a ser amigos, Padre, hazte alfarero, para que

se haga la luz y Eva me sonría y no me avergüence

de mi desnudez.

 

En su poetización de la experiencia mística, el poeta recrea el misterio de la Deificación de la conciencia al influjo del Ruah que aletea en el hondón de su conciencia –fuego, viento, ángeles– mediante el estremecimiento de fulgores de quien recibe, embebido y extasiado, la Llama del Paráclito:

 

Revestido de blancura,

de humana luz sin fin,

vivo esta mañana,

la séptima de la Creación.

Hoy está más limpio el pensamiento,

mana sutilmente el agua en el abismo.

Un viento suave lame mis oídos. Se agita

el fuego en la cueva que es fuente.

Yo qué puedo hacer si esto que bulle no es fango.

Algo eterno arde en la finita habitación que me dieron.

Anda Él, hiriendo la casa,

por estas latitudes que queman.

Poseído, recito el aleteo de los ángeles.

Ya no quedan noches.

 

Efectivamente, “Ya no quedan noches”, se ha disipado la sombra, se ha transmutado la dolencia y ha llegado la Luz. Fausto Leonardo Henríquez recrea la experiencia mística de la conciencia como signo y dación de la gracia divina, y su creación teopoética perfila y reformula el sagrado fulgor que embriaga los sentidos, y la gracia transformante que fascina y enamora.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Moca, República Dominicana, 1 de mayo de 2020.

 

La poesía ladina de los judíos sefarditas

Por Bruno Rosario Candelier

 

A

 Santiago Muñoz Machado,

Brillante cultor de conceptos que edifican.

 

“Nada tiene de sí: tal vez la niebla

que empaña su mirar sin fondo hacia lo hondo”.

(Segisfredo Infante, De Jericó, el relámpago)

 

Moajacas judías con jarchas árabes

    En la época del místico sefardí de Córdoba, Abraham Maimónides (1138-1204), se cantaban en España unas antiguas canciones llamadas moajacas y jarchas, que tenían un influjo estético, erótico y espiritual de El cantar de cantares, el más bello poema bíblico de amor y, desde luego, de la cultura artística de mozárabes y sefarditas españoles.

Gracias a la poderosa inteligencia de los judíos, conocemos la existencia de las jaryas o jarchas mozárabes y las muwassahas o moajacas hispanojudías. La jarcha era una estrofa de la lírica popular de los moriscos españoles, que los poetas judíos del Sefarad incorporaron a sus moajacas, viejas cancioncillas románticas que los poetas sefardíes cantaban en la primitiva lírica española.  Los poetas hispanohebraicos de los siglos medievales en España añadían a sus moajacas en ladino las jarchas o cuartetas líricas moriscas,y esas moajacas judías con jarchas árabes eran una expresión estética del influjo judío y árabe en la antigua cultura hispánica. Durante el dominio árabe en la península ibérica, que permaneció durante ocho siglos, las culturas árabe y judía se reflejaron en la lengua castellana hasta el punto de que numerosos vocablos del castellano patrimonial proceden del árabe y el judío por el contacto de sus hablantes en Huelva, Cádiz, Córdoba, Sevilla, Granada, Málaga y Jaén.

La jarcha morisca y la moajaca judía revelan unos ocultos eslabones de una antigua tradición poética subyacente en los orígenes de la lírica hispánica. Esa revelación la debemos al investigador S. M. Stern, quien dio a conocer el descubrimiento de las jaryas o jarchas en 1948; y la profundización en ese tema se lo debemos al filólogo Dámaso Alonso, que lo estudió en Primavera temprana de la literatura europea (1).

En efecto, unos poetas hebreos terminaban sus muwassahas hebraicas con una jarya o jarcha, estrofa con mezcla del árabe y el español, que tuvo vigencia en la época de la Mozarabía o período de la España musulmana, época durante la cual el romance castellano estaba contaminado del árabe, como lo reflejan las jarchas, una de sus manifestaciones literarias que incluían las muwssahas, moajacas o estrofillas procedentes del Judaísmo.

La palabra muwssaha designa una composición en lengua judía que termina con una estrofa en árabe vulgar o mozárabe, que llamaban jarya o jarcha y que asumieron los poetas judeoespañoles y aplicaron a sus moajacas, a cuyo través llegaron hasta nosotros las susodichas estrofas. El mozárabe alude al grupo de dialectos románicos hablados por los cristianos de la península ibérica durante la ocupación de los árabes (2). Y el ladino alude a uno de los dialectos que conforman el retorromano.

Lo curioso de las jaryas es el hecho de que no las conociéramos a través de poetas árabes, o de poetas españoles, o de poetas mozárabes, sino de poetas hebreos, de cultos poetas hebreos con sentido de lo popular. Entre esos poetas hebreos es famoso el nombre de Judá Leví, de quien consta que versificó, no solo en su lengua hebrea, sino en árabe y romance castellano (3). Y digo que tenían sentido de lo popular porque las jarchas procedían de cantares de los pueblos donde florecieron esas cancioncillas de amor.

Poetas judíos incorporaban a sus muwssahas las jaryas de los árabes, y entre esas moajacas hebraicas aparecen las que reveló Stern y, por supuesto, también las jarchas, puesto que la composición hebraica terminaban siempre con una jarcha española o hispanoárabe.

¿En qué consisten las jarchas? En una estrofa amatoria incrustada al final de las muwassahas y que reflejaban el sentimiento amoroso de la voz femenina que cantaba. Según el poeta egipcio Ibn Saña al Mulc, que hizo una antología de muwassahas, la jarcha es la estrofa que el autor de la composición pone en boca del pueblo, o de un personaje popular en su dialecto vulgar, y que de ordinario es una lamentación de una muchacha por la ausencia del amado (4), con su peculiar situación afectiva.

Tanto las jarchas como las moajacas son cancioncillas de amor, es decir, coplillas, cantigas o villancicos eróticos formados por una estrofa de contenido amoroso en la que el amante o la doncella se expresan y cantan mediante una figura comparativa:

 

Des cand meu Cidello vénid

¡tan bona albizara!

Com’ rayo de sol éxid

en Wadalhayara.

(“Desde que mi Cidello viene,

¡oh, qué buenas albricias!

Como un rayo de sol

sale en Guadalajara”).

 

En las jarchas romances habla una doncella enamorada, casi siempre aquejada de la dolencia de amor que enciende el corazón de quien ama:

 

Vayse meu corachón de mib

Ya, Raba, ¿si se me tornarád?

¡Tan mal meu doler lil habid!

Enfermo yed, ¿cuándo sanarád?

(“Mi corazón se me va de mí.

Oh, Dios, ¿acaso retornará?

¡Tan fuerte mi dolor por el amado!

Enfermo está, ¿cuándo sanará?”).

 

Dámaso Alonso dice que en las ‘canciones de amigo’ judaico-mozárabes, la voz habid significa tanto ‘amigo’ como ‘amado’, aunque a menudo la doncella hispánica no habla directamente al amado sino a través de un tercero, que comparte su pena o su emoción (5). Y es la ausencia de su amado el motor que concita su inspiración:

 

Garid, vos, ay yermanelas

¿com’ contener é meu mali?

Sin el habid non viureyu

ed volarei demandari.

(“Decid, vosotras, oh hermanillas,

¿cómo refrenaré mi pesar?

Sin el amado no viviré,

y volaré a buscarlo”).

 

Las muwassahas hebreas y las jaryas mozárabes, expresiones estéticas de la primitiva lírica española, se conocen gracias a que los poetas hebreos incorporaron a sus moajacas las jarchas de los mozárabes, y para los árabes las muwassahas de los judíos eran una de sus composiciones predilectas, y sucedía que ambas creaciones poéticas constituían una hermosa forma de vinculación popular, y de un modo particular, un medio de relación entre moros, cristianos y judíos. Los judíos incorporaban esas tiernas cancioncillas populares de la tradición oral que, como canciones de ‘amigo’ mozárabes, eran una forma de vinculación sociocultural entre pueblos y culturas diferentes, como efectivamente eran los españoles, árabes y judíos.

El discreto acento sensual de las jaryas se explica no solo por la época de su origen -siglo XI de nuestra era-, sino por el canon musulmán que hace que la mujer sea recatada en lo erótico y parca en su expresión amorosa. Además, el tema de las jarchas, con un eco de nostalgia por la ausencia del amado, aparece en boca de graciosas doncellas españolas, cuya juventud, belleza y castidad eran afines a la expresión emotiva de un corazón impregnado de esa indeclinable dolencia divina. Pero lo más importante, como dice Dámaso Alonso, es el hecho de que cultos poetas hebreos, con una especial valoración de lo popular, recogieran esas valiosas jarchas y las usaran como núcleo de la intensidad lírica de sus muwssahas, por lo cual cristianos, moros y judíos convivieran bajo el sol de Andalucía “encastando la más temprana primavera lírica europea” (6).

Las muwassahas de cultos poetas hebreos, que llegaron en las jarchas árabes a la lírica española, evidencian la existencia de una lírica popular en la España mozárabe de los siglos XI, XII y XIII de nuestra era cristiana, y, como soterrado eslabón de las letras europeas revelado por estudiosos hebraístas, sitúan esas graciosas cancioncillas mozárabes y hebreas en la base de la primitiva lírica peninsular española. En efecto, entre las expresiones literarias ligadas a nuestra cultura hispánica está la jarcha, que en árabe significa ‘salida’, y que comprende una estrofa escrita en lengua vulgar mozárabe. Esas jarchas eran insertadas al final de las muwassahas o cantos de amor, por poetas cultos hispanojudíos y arabigoespañoles.

Las jaryas mozárabes datan del siglo XI de nuestra era y se corresponden  con las ‘cántigas de amigo’ de la literatura ibérica, pero se anticipan a ellas, por lo cual las cancioncillas populares de la mozarabía hispánica y la juglaría judaica constituyen la primera expresión lírica de la Romania.

 

La lengua ladina de los judeoespañoles

    El ladino es el nombre del antiguo dialecto del castellano primitivo que aún conservan numerosos hablantes judíos dispersos por el mundo: “No saves, Antonio, lo ke es morirse en su lingua. Es komo kedarse soliko en el silensyo kada dya ke Dyo da…”, refiere Marcel Cohen al dar el testimonio de un hablante del ladino en su libro In search of a lost ladino (7).

   El castellano que se hablaba en la España de 1492 (fecha del descubrimiento de América, la publicación de la primera gramática de la lengua castellana y la expulsión de los judíos sefarditas del territorio español), tenía tanta vitalidad que los judíos que se establecieron en diversos países de Europa, Asia Menor, África y América aún lo siguen hablando. El castellano antiguo que aún se habla en comunidades judías de Israel, Marruecos, Turquía, los Balcanes, New York, Miami y Argentina, se conoce como ladino, sefardí o judeoespañol.

El ladino conserva la fisonomía patrimonial del castellano antiguo. El léxico del judeoespañol, variedad del español arcaico de los sefardíes, conserva el legado lingüístico del habla de los judíos sefarditas. Entre los antiguos dialectos retorromanos figuran las lenguas romances de la región alpina, como el friulano, el tirolés, el romanche y el ladino. El ladino, lengua retorrománica que se habla en el Tirol y en otras regiones del mundo, se ha valorado como la lengua religiosa de los sefardíes. Sefardí es el nombre que designa al judío oriundo de España (porque los antiguos judeoespañoles llamaban Sefard a España). El ladino es la lengua de los judeoespañoles o sefarditas, hablantes del antiguo español del siglo XV.

En años recientes, las comunidades sefardíes del mundo celebran, cuando se aproxima la fiesta de Janucá, que es el día de su lengua madre, es decir, el ladino, sefardí o judeoespañol. El ladino es la variedad dialectal del antiguo español de los sefardíes, descendientes de los judíos expulsos de la península ibérica a finales del siglo XV.

El Diccionario de la lengua española presenta la siguiente definición del ladino o judeoespañol en su séptima acepción: “Lengua religiosa de los sefardíes, que es calco de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes” (8). Esta lengua de los sefarditas se caracteriza por conservar los rasgos idiomáticos del castellano hablado en los siglos XII al XV.

La lengua ladina de los sefardíes se siguió usando -tras la expulsión de los judíos de la península ibérica en el año 1492- en los territorios donde acogieron a los judíos, como Francia, Turquía y Marruecos. En su sistema léxico-sintáctico confluyen el léxico, la sintaxis, la fonética y otros rasgos semánticos del español, el hebreo y las lenguas de los países donde los judíos expulsados se asentaron. La lengua de los sefardíes tuvo su esplendor entre los siglos XV al XVIII. Hoy la hablan miles de descendientes de los judíos expulsos de los reinos cristianos peninsulares a fines del siglo XV. Actualmente el ladino se habla entre judíos de Israel, Turquía, Francia, Estados Unidos, Marruecos, los Balcanes y la Argentina. En Jerusalén existe la Academia Nacional del Judeoespañol de Israel, que la Real Academia Española reconoció como academia correspondiente de la corporación española. La comunidad judía de Jerusalén cuenta no solo con hablantes del ladino, sino con estudiosos de esa herencia de los antiguos sefardíes en cuya academia judeo-española estudian ese valioso tesoro lingüístico del español antiguo.

El antiguo dialecto del judeoespañol conserva la raíz espiritual de la lengua española y la base mística de la Khábalah hebrea, que la literatura plasma en creaciones narrativas y líricas. La mística de la Khábalah, que comprende la visión espiritual de los contemplativos judíos, floreció en la España medieval entre los judeoespañoles, que aprendieron la lengua castellana de entonces, que llaman ladino. Y la lírica hebrea tuvo cultores entre los judíos españoles de la Sefarad, nombre con que los judíos llamaban a España.

En la religión de los hebreos el hombre es, como sostienen la Biblia y el Zohar, una imagen del Padre de la Creación en tanto es una criatura insuflada con el soplo divino. El hombre y el mundo, como creación divina, reflejan a su Creador y, en tanto emanaciones directas de la Divinidad, constituyen una imagen de lo divino, por lo cual contienen las virtualidades distintivas. La Khábalah le pone especial atención a ese aspecto porque entiende que la dimensión entrañable del ser humano, es decir, su esencia divina, encierra un vínculo directo con la Divinidad y eso privilegia al ser humano. Destaca también la revelación que ha hecho Dios al hombre a través de sus elegidos y, entre los judíos, muchos han merecido esa singular distinción (9). El Sohar es el libro inspirador de la Khábalah que funda, en la tradición secreta de los hebreos, la doctrina mística de los saberes espirituales del Universo.

Un rasgo diferenciador de la literatura española es la dimensión mística de su espiritualidad sagrada, y esa faceta sutil es una herencia combinada de la mística hebrea, la religiosidad sufista y la fe cristiana de judíos, árabes y españoles, respectivamente, que los habitantes del territorio peninsular compartieron en tiempos de la Mozarabía y la Sefarad. No es extraño que la más alta lírica hispánica esté impregnada del Misticismo católico, el Sufismo árabe y la Khábalah judía, como la teopoética de fray Luis de León, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, voces cimeras de la literatura española aureosecular.

En los años previos y posteriores a Maimónides, siglos XI al XV, convivían en España árabes musulmanes, sefarditas judíos y españoles cristianos. De hecho, el arte literario de las jarchas y las moajacas fue un producto artístico combinado de la imaginación árabe, la intuición judía y la sabiduría cristiana que hizo de las moajacas hispano-judías una singular expresión estética, erótica y espiritual de la cultura española.

Todo lo que existe, deja una huella en su entorno. La lírica ladina de los judíos sefarditas expresa el sentimiento espiritual de un pueblo signado por el desarraigo involuntario. La inclinación espiritual de la conciencia es una apelación natural del ser humano, y la poesía de los sefardíes dispersos por el mundo confirma esa tendencia hispanojudía en la cultura inspirada del Cristianismo, el Islamismo y el Judaísmo.

Sirve de ilustración el “Himno de la Creación”, del poeta hispanohebreo Yehudah Halevi (1075-1141), que escribió jarchas con moaxajas en romance castellano, en cuya obra exalta al Padre de la Creación:

 

¡Dios mío!, ¿con qué te compararé,

si semejanza no hay en ti?

¿Con qué te asimilaré,

si toda forma es estampa de tu sello?

Enaltecido estás sobre toda potencia,

y te sublimaste por encima de todo pensamiento.

¿La palabra de quién te ha contenido?

¿Acaso habrá corazón que te haya alcanzado

y ojo que te haya divisado?

 

El ejemplo siguiente en la lengua ladina de los sefarditas revela ese sentimiento de identificación de los sefarditas con su lengua: “En eya vive tu pasado, en eya te sientes presente a ti mismo. Las palavras son tu verdadero lougar y tu esperanza. Kale ser loko para pensar ke, en eyas, podryas ser un dya el mousafir de ti mismo. En el mas profondo de ti saves ke las kozas, o al meno el sentido ke tienes de las kozas, no se mueren nunca” (10). En otro pasaje de una evocación nostálgica, el anónimo autor escribe: “Akeyas kantikas del tyempo de la esplendor mos las kantava el padre de una de mis tyas kada dya k’amanese kuando yo era tchiko” (11).

Un anónimo judío revela la compenetración de los judeoespañoles con la lengua de sus antepasados en tierra española, el ladino, que consideraban la más preciosa lengua del mundo, a la que le atribuían un carácter sagrado: “…los exilados de Espagna no tuvieron ni el gusto de aprender realmente al grego o al turko, seguros ke stavan de avlar la mas precioza lingua del moundo, una lingua jalis sakrada, dulce komo la myel” (12). El problema de algunos textos ladinos radica en que muchos de los hablantes del ladino no sabían escribirlo porque estaban alfabetizados en la lengua hebrea y, por tanto, escribían en el alfabeto hebreo lo que decían en ladino. De ahí que reservaban el ladino para sus oraciones y poemas religiosos, por lo cual el ladino se convirtió en la lengua sagrada de los judeoespañoles. Del siglo 15 en la Guenizá del Cairo aparecen estos versos escritos en ladino de su tiempo (13):

 

Por nacer en el espino

no val la rosa cierto

menos, nin el bon vino

por salir del sarmiento.

Non val el azor menos

por nascer de mal nido

ni los enshemplos

buenos por los decir judíos.

 

Lírica judeoespañola en lengua ladina

Desde los inicios de la lírica hispánica, según esta endecha de inspiración religiosa recogida por Marcel Cohen (14), la tendencia estética y espiritual de la religiosidad judeoespañola floreció en la “lengua sagrada” del ladino con antiguas cantigas de su peculio lírico:

 

Ajuntemos mis ermanos

A kantar esta endecha

porke mos korto las manos

el Dyo en esta etcha

Banim yethomin kedimos

komo ouerfanos sin padre

los ojos al Dyo alcemos

ke de mas mal mos ouadre

Tchilibi Behar Carmona

afamado por el moundo

de los djudyos korana

y Adjam el segundo

de ver komo mataron

a kada uno de una muerte

De los ojos mos saltaron

lagrimas komo la fuente.

 

Cuando ya vivían en tierras extrañas tras el forzado exilio del Sefarad, los emotivos recuerdos desataban el “dolorido sentir” del alma compungida: “Kon kara de muerto y toda so boz, kontinuava David el bueno kon esta otra kantika del tyempo de la salida”:

 

Irme kyero por estos kampos

por estos kampos me ire

y las yervas de los kampos

por pan me las komere

Lagrimas de los mis ojos

por agoua me las bevere

kon unyas de los mis dedos

los kampos los kavare

Kon sangre de las mis venas

los kampos os aregare

Kon bafo de la mi boka

los kampos los sekare

En medio de los kampos

una tchoka fraygare

por afuera kal y kanyo

por adientro la entiznare

Kada ombre deskaminente

adientro me lo entrare

ke me konte de sus males

y de los myos le kontare

Si los suyos son mas munchos

los myos a pasensya tomare

si los myos son mas munchos

kon mis manos me matare

¡Gway me matare!”.

 

Odmar Braga publicó en Google «Yegaré verso ti» (15):

Oy eskribo flores de otonyo
de silénsio i paz
ke esfuenyan i azen esfuenyar
desde mis manos espiertas
desde la desnudez de los rekodros
de la mirada de tu luz
a empesar otra vez
la iluzion de la primavera
mirando la mar
aogado por las onduras
yegaré verso ti
kuando kaiga la tarde
i yeguen mis byervos
i los duendes de la luvia
desde tus tangos abandonados
ke regalan una rosa
o pedasitos de mi vida
poemas frutos del sudor
de mi chiko lavor literário
yegaré verso ti
ande las rosas kayentes
han perdido sus pétalos
dando asotes nel syelo
de la gitara de tu puerpo
dame los abrasos de tu luz
i retrasos de tu korasón
o tal vez la alegria de un bezo
sovre tu indelevle puerpo de água
desbordando las palavras mojadas
de los poemas eskojidos
i yegaré verso ti
kon poemas ambiertos
i dedos resekados
yeno de karesas olvidadas
i borrachos lábios de aguardiente
el suave sudor de tu puerpo
prefuma la ansiedad de mis manos
i mis ojos dezesperados
endjunto a mis kanaverales
sin saver ande estarás
.

 

Los proverbios morales de Rab don Santob de Carrión, manuscrito en lengua ladina, consigna el estado emocional de su alma sensible. Tras la vivencia estética aflora, rediviva y radiante, la llama sutil de la presencia divina. La concepción religiosa y mística de los sefarditas errantes se puede apreciar en estos poemas de inspiración divina (16):

 

La shehina esklama el Mashiah brama

Eliyau demanda: Porke duerma Yisrael?

Mi padre meldava, mi mnadre rogava,

Yo me alegrava de tal oir.

Todas las nasiones de un padre somos

Todos los djentilios ermanos somos

Todos a un Dio serviremos

Tambien orasion aremos.

Alevanta ermanos mos aunaremos

Prove komo riko mos ayudaremos

A Tsion i Yeshurun salvar salvaremos

A la Tierra Santa suvir suviremos.

De estar durmiendo non sale indjenio

Djustidad djuisio toma por konsejo

Alevanta del suenyo ke ya es tadre

Esklamando esta Rahel nuestra madre

Savio plenisimo moso komo viejo

Toma konsejo i bushka un remedio

Por salvamos de este kativerio

Si vos kayadesh ternesh gran reveyo.

Ke somos nasion mos amostraremos

En lashon akodesh todos avlaremos

Yeuda i Efrayim mos aunaremos

En doze trivos mos espartiremos

Kon muestra boka orasion aremos

En muestra mano arma tomaremos

A los Makabeos mos asimijaremos

Por la Tierra Santa morir moriremos

Degel Yeuda alsar alasremos

Kon magen David mos dependenderemo

A el rey David lo enreinaremos

Vistido de salvasion vistir vistiremo

En Ar a-Galil kantar renovaremos

A el santuvario fraguar fraguaremos

Alsasion de rehmision alsar alsaremos

Alel agadol kantar kantaremos.

 

De Clarisse Nicoïdski (1938-1996), considerada por el colector una importante poeta de lengua sefardí del siglo XX, cito:

 

Cuéntame la historia

que camina en tus ojos

cuando los abres por la mañana

cuando el sol entra con su aguja de luz

en tus sueños…

 

De la misma poeta son estos versos de un lirismo nostálgico con evocación de la espiritualidad hebrea (17). Así lo revela el uso del vocablo soplo. Los que saben hebreo enseñan que ruah, voz con que traducen el ‘soplo divino en la conciencia’, es una forma lingüística y mística de aludir a la inspiración de lo divino mismo, como lo indica este poema:

 

Palabra di una lingua pardida

aprovu intinderti

cuandu durmin lus ojus la cara la frenti

cuandu no sos nada mas qui un barcu

 al fin di su viaje

nada mas qui una scrituria muda

…..

Palabra de una lengua perdida intento escucharte

cuando duermen los ojos, la cara, la frente

cuando no eres más que un barco

 al final de su viaje

nada más que una escritura muda

Ansia cumiendo mi luz

biviendu mi soplo mi arasgas

ni la curilada oscuridá

di mi pinser

di mi temblor qui dizirás?

In tu boca

as palavras puedin ser piedras

i puedin ser palabras, qui dizirás?

…Ansia comiendo mi luz

bebiendo mi soplo me desgarras

en la colorada oscuridad de mi pensar

de mi temblor¿qué dirás?

En tu boca las palabras pueden ser piedras

y pueden ser palabras ¿qué dirás?

 

En Aki Yerushalayim, revista electrónica judeoespañola de Jerusalén, publica textos en ladino según la tradición popular de las cantigas o coplas cantadas. El emisor de estos versos revela una solidaridad compartida (18):

 

Una manu tumo l´otra

li dixu di no scundersi

li dixu di no sararsi

li dixu di no spantarsi

 

Una manu tumo l´otra

mitio un aniu al dedu

mitiu un bezu in la palma

i un puniadu di amor

 

La dos manus si tumarun

aliviantarun una fuarza

a cayersi las paredis

a avrirsi lus caminus

…..

Una mano tomó la otra

le dijo no te escondas

le dijo no te cierres

le dijo no te espantes

…..

Una mano tomó la otra

puso un anillo al dedo

puso un beso en la palma

y un puñado de amor

 

Las dos manos se tomaron

levantaron una fuerza

para tirar paredes

para abrirse los caminos.

 

En sus “Poemas sefardíes” el poeta interiorista de Guadalajara, España, Juan Miguel Domínguez Prieto, acude al lenguaje latino de los antiguos judíos sefarditas y canta el sentimiento de acatamiento de la Virgen María. En lenguaje afín a la anonadación de la conciencia, la kénosis de los contemplativos cristianos, la persona lírica asume y recrea, con ternura y belleza, el simbolismo espiritual que entraña la gestación del Hijo del Hombre: “Melacrísmame / con noche de Ispahán/ de oler tu Alba”, dice en uno de sus textos en ladino (19) y en otro apuntala la actitud que comporta una transformación de la conciencia, apuntalando estética y espiritualmente su creación poética: “La Yovena i anasba, la di la boz vaziya/ ke en boka kalya dulse/su abaxada/ lyebando la kreatura/Pexe escribe kon sol/en la su escurra almendra i aze la manyana. /Serrada huerta, ayre/ke da, ke da bimbrio sin demandar el arvole,/ y avierta esposika/ buxkando lo ke save/avla en su blanka kaza dualo envenranolyera/en su kaza de anasba”. El propio autor translitera su creación lírica al español actual en los siguientes términos: “De abril –y núbil-, la de la voz vacía que dulce silencia su descendimiento llevando la Criatura, escribe en su mandorla Ixtís con sol y hace la mañana. Cerrado Huerto, Aire que da, que da su fruto, amarilla sin preguntarse por el árbol, Abierta y Pequeña Esposa buscando lo que sabe: ella es la que, en su hogar blanco, habla del verano íntimo en su casa de Párthenos” (20).

Para ilustrar la herencia estética y espiritual de la literatura sefardita presento una muestra de la lírica de la joven poeta dominicana de ascendencia hebrea, Bennalice Katz, ánfora sutil de la gracia espiritual judía, en cuyo poema fluye la lumbre de luna consentida con el aliento fluvial en su rostro, el soplo del cielo en su pecho y el fulgor del fuego en su alma tapiada de estrellas, eco redivivo de la mística de la Khábalah, como se puede apreciar en su poema “Abro mis brazos y agradezco”:

 

Agradezco el aire, el que respiro y el que no,

agradezco la vida, la que vivo y la que muero,

esa que también me hace renacer.

Agradezco al viento, ese que viene y va,

que no se detiene, que siempre se mueve.

Agradezco al sol, el que sale y el que se esconde,

agradezco a la Luna, aunque solo me muestre su mitad.

Agradezco al cielo, que nunca termina

 y se convierte en espacio,

se llena de galaxias y con él me lleno yo.

Agradezco a ti, que lees y que existes,

que sientes que no vives pero yo te digo que sí.

Y hoy agradezco, porque mañana no sé si podré.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Moca, Rep. Dominicana, 16 de mayo de 2020.

 

Notas:

  1. Dámaso Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, Madrid, Guadarrama, 1961, pp. 69ss.
  2. Fernando Lázaro Carreter, Diccionario de términos filológicos, Madrid, Gredos, 1971, 3ra. ed., pp. 285 y 288.
  3. Marcelino Menéndez Pelayo, De las influencias semíticas en la literatura española, en Obra completa, Madrid, Edición Nacional, 1952, vol. VI, p. 208.
  4. Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, p. 24.
  5. Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, p. 48.
  6. Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, p. 76.
  7. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, Jerusalem, Ibis Editions, 1997, p.73.
  8. Diccionario de la lengua española, Madrid, RAE, 2014, p. 1304.
  9. Gershom Sholem, Las grandes tendencias de la mística judía, México, FCE, 1996, 2ª  , pp. 162ss.
  10. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, pp. 75 y 98.
  11. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 77.
  12. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 81.
  13. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 81.
  14. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 78.
  15. http://folkmasa.org/av/aspamiac.htm.
  16. Poesía de Azriel Rozanes, Viena, 1832.
  17. (http: //folkmasa.org/av/aspamiac.htm).
  18. https://akantilado.wordpress.com/19/3/15-de-clarisse-nicoidski.
  19. De Juan Miguel Domínguez Prieto, “Fragmentos de glosolalia”, inédito. Fechado en Guadalajara, España, el 22 de diciembre de 1999, p. 7. Copia enviada por el poeta al autor de este estudio.
  20. Juan Miguel Domínguez Prieto, “Voz de Anasba”, poemas sefardíes. Inédito, fechado en Guadalajara, España, en 2004. Copia enviada por el poeta español al autor de este estudio.

 

Mococoa, electrocutar facturación / facturar

Por Roberto E. Guzmán

MOCOCOA

El autor de estos comentarios acerca de la lengua creyó durante años que esta palabra la había creado el hablante de español dominicano para expresar un estado de ánimo. Ignoraba -quizás junto con muchos otros chovinistas dominicanos- que la palabra del título era conocida en otros países. Específicamente en México donde han reivindicado la etimología de la palabra y con ello la creación.

La etimología popular había pensado que el origen de la palabra era moco, en tanto secreción nasal, porque cuando alguien está muy triste, de eso trata la mococoa dominicana, las secreciones nasales caen al mantener la cabeza hacia abajo por el pobre estado de ánimo que embarga al sujeto. Nada más lejos de la realidad.

La mococoa hispanoamericana tiene larga historia. Existe la voz con diferentes acepciones en varios países hispanoamericanos. Todo lo enunciado antes se detallará más abajo.

La palabra es conocida en México, Colombia, Panamá. El Diccionario de americanismos (2010), recoge la voz como conocida en Panamá sin hacer menciones acerca de los otros países que se mencionaron antes. Ese lexicón le asigna la acepción de “tristeza”. En la obra Panameñismos, D. Baltazar Isaza Calderón trae la palabra con el significado de “sueño o somnolencia” y califica la voz de vulgarismo (1986:77).

Antes de 1986, el P. Julio Tobón en su obra Colombianismos (1953:173) consigna la palabra del título en tanto “murria, melancolía”.  Como puede comprobarse mediante la comparación de las acepciones copiadas, existe diferencia importante entre las dos acepciones antes vaciadas aquí.

Ya en el año 1942 D. Fco. J. Santamaría en su Diccionario general de americanismos (1942-II-287) escribe acerca de mococoa, “En Méjico, enfermo. En Colombia, murria indisposición. En Venezuela dicen macacoa, ´vocablo que, según don Baldomero Rivodó, parece derivado de macaco. . .´ Este autor -Santamaría- consigna el origen azteca de la voz. En su Diccionario de mejicanismos (1974:729) considera ya que el adjetivo es, “poco usado, por enfermo”.

Efectivamente, macacoa está en el Diccionario de venezolanismos (1993-II-92) con una observación de que es una voz obsolescente. La acepción que interesa para esta voz es, “tristeza, congoja”.

Puede asegurarse que mococoa proviene del azteca “mococoa, estar enfermo, de cocoa, doler alguna parte del cuerpo, con el prefijo reflexivo mo para sustantivar el verbo”. Así aparece en el Diccionario de aztequismos de Luis Cabrera (1978:94).

Con lo expuesto más arriba pueden sacarse algunas conclusiones. La voz es de escaso uso en Hispanoamérica en la actualidad, por lo menos con el significado de enfermo.

En República Dominicana el Diccionario del español dominicano (2013:466) recoge la acepción, “tristeza, abatimiento”, documentado en una obra de literatura de 1995. Puede argüirse aquí que los hablantes de español dominicano tomaron la acepción del español venezolano y han mantenido la voz mococoa (mexicana) en vigencia durante más largo tiempo.

Que los dominicanos compartan voces con los venezolanos es algo comprobado por el autor de esta reflexiones sobre la lengua y fácil de constatar mediante el cotejo de voces del habla popular.

El colofón al asunto se lo coloca el Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:320) cuando enumera las locuciones que utilizan la palabra mococoa. Caerle la mococoa, locución verbal, “encontrarse alguien enfermo o con mala situación económica”. Además, “entrar en años, envejecer prematuramente”. Con la mococoa para abajo, locución adverbial, “En mala situación y deprimido”. Entrarle/tener la mococoa, locución verbal, “tener mala suerte, deprimido, con problemas”.

 

ELECTROCUTAR

“Mejora condición de jóvenes se ELECTROCUTARON”

Es probable que al leer el estilo de redacción muchos de los lectores puedan darse cuenta de que se trata de un titular de un periódico. En este titular hay una contradicción aparente que se subrayará en el desarrollo de esta sección.

Antes de ir al centro de la contradicción, el tema necesita que se ilustre con un poco de historia. Esa introducción ayudará a entender la oposición que surge en el sentido de la frase como consecuencia del uso del verbo “electrocutar” y “mejorar”.

El verbo electrocutar llega al español desde las orillas del inglés, más específicamente, del angloamericano. En esa lengua se introdujo en el año 1899 para “matar por medio de electricidad”. La palabra electrocución entró en esa lengua en el año 1890, siguiendo el patrón de la palabra ejecución y electricidad. El elemento electro- desde el siglo XVIII ayudó a formar varias palabras, casi todas en el campo de la tecnología.

Como dato curioso puede mencionarse que “electro” era ámbar, tomado del latín electrum, que a su vez venía del griego. La razón por la cual se llamaba así al ámbar fue por la propiedad que tiene el ámbar frotado de atraer eléctricamente. Electrocutar y electrocución ingresaron en el diccionario académico en fecha posterior al 1899.

El Gran diccionario de la lengua española de Larousse no se anda con paños tibios en la definición de electrocutar, “Matar a una persona por medio de una corriente o descarga eléctrica”. Este diccionario entiende que “ejecutar” es, “Matar a una persona en cumplimiento de una sentencia”. Lo anterior significa que si la electrocución es el resultado de una accidente entonces sería, morir una persona como consecuencia de una descarga de electricidad.

La lengua española reconoce la deuda que tiene con respecto de este verbo con el francés. El Diccionario de la lengua española al final de su acepción que es igual que la vaciada aquí de Larousse, consigna que el verbo puede ser pronominal. De esa forma salva la situación de aquellos que mueren de manera accidental por descarga eléctrica.

A quien matan o quien muere, no puede experimentar mejoría.

 

FACTURACIÓN – FACTURAR

“. . .capacidad descriptiva y de altísima FACTURACIÓN y originalidad. . .”

Hace ya largo tiempo que se observa la frecuencia con que se utiliza el verbo y el nombre del título. Esto con más frecuencia que en otros temas, en los relacionados con la crítica de producciones de arte. Aquí se examinará de dónde procede la influencia y como evitarla. En el desarrollo de esta sección se verá la razón por la que debe evitarse.

Vale la pena echar una ojeada a los diccionarios con respecto al verbo facturar para saber si el nombre puede usarse en las críticas de arte. Todos los diccionarios están contestes en que facturar tiene sobre todo relación con la fea costumbre de enviar cobros o, listas de cosas despachadas. Además, entregar o registrar equipaje o mercancía en estaciones de ferrocarril o aeropuertos.

La facturación en sí misma es más que cualquier otro asunto la realización y tramitación de una factura. Así mismo es la suma o conjunto de objetos facturados.

Para cumplir con lo prometido más arriba, hay que develar de dónde sale este empleo desafortunado. Proviene del inglés como en muchos otros casos semejantes.

En esa lengua facture es la manera en que algo (como una obra de arte) es realizada, creada; es decir, ejecutada, efectuada. Esta actividad artística abarca muchos aspectos que sería prolijo enumerar en esta exposición.

No se propone una palabra adecuada para reemplazar a la infortunada que usó el redactor de la frase porque se ignora cuál aspecto de la obra de arte quería destacar.

Brincolero, jíbaro, díler

Por Roberto E. Guzmán

BRINCOLERO

“. . .aquella muchacha BRINCOLERA con quien. . .”

En muchas ocasiones pocas palabras bastan para que se vislumbre lo que se desea expresar con una voz nueva, o una desconocida para el lector, si esta se presenta en femenino y en un contexto que sugiere comportamiento fuera de lo común.

En las palabras introductorias se han eliminado términos que sean sugerentes de mala conducta, pero hay que rendirse ante los hechos. La forma de redactar esta frase, así como muchos otros casos denotan un sexismo prejuiciado contra el sexo femenino.

Ante la voz desconocida hay que tener cuidado, para que no se interprete que es una manera de expresar simpatías por esta. Esta voz representa un modo de atraer la atención por medio del lenguaje corporal; es más, es una manera de hacerse atractivo/a y agradable ante la o las personas frente a quienes se observa la conducta.

No ha de tomarse este brincolero/a al pie de la letra, sino como demostraciones de interés por medio del lenguaje corporal. No se dan ni se “pegan brincos”, sino que se manifiesta con el proceder de quien “brincolea” el deseo de que uno o una de los circundantes le preste atención.

Puede parecer arriesgado, pero se asume el riesgo. Los chivos brincan. El habla de los dominicanos conoce muchas locuciones con los chivos y el verbo brincar. Por desventura algunas de estas casi siempre se aplican a las mujeres. Esa es una injusticia que ha sido demostrada y no se desea abundar sobre ello.

La percepción que se materializa con la lectura de la frase transcrita es que esta brincolera es sinónima de chivirica. En el español dominicano chivirico/a es la persona “muy alegre, a veces extremadamente coqueta y enamoradiza”. Diccionario de americanismos (2010:555).

La diferencia entre brincolero y chivirico es de grado. El brincolero está en un nivel por debajo del chivirico, pues sus manifestaciones son menos obvias. La intensidad del brincolero es menor que la del chivirico.

Debe de entenderse que lo que se ha escrito más arriba es una reflexión teórica que culmina en una comparación con una noción conocida y documentada. Mediante este discurrir se procura aportar elementos que permitan en un futuro no muy lejano definir al brincolero, el brincoleo, brincolear y toda la familia que de allí pueda derivar.

 

JÍBARO

“. . . ni huyen como JÍBARAS despavoridas. . .”

Esta voz del título tiene dos aspectos opuestos. Uno es positivo, para mencionar a un tipo de nacionales de una isla. El otro aspecto es menos halagador porque tiene una connotación despectiva. La voz es muy vieja en el español de América. Se comenzará por la historia de la voz hasta llegar a los usos y significaciones.

Esta voz de origen americano entró temprano al torrente de voces antillanas incorporadas al español general. Por el orden de enumeración de sus acepciones se hace necesario admitir que se aplicó primero a los animales domésticos que se hacían montaraces. De ahí pasó a designar a las personas ariscas y hurañas.

Esteban Pichardo (1836:354) asienta solo lo relativo al animal, con gran detalle. No consigna en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas acepción alguna acerca de otras acepciones. Además, este tratadista menciona que es una voz indígena.

En su obra Lexicografía antillana (1914:329), D. Alfredo Zayas hace constar acerca de jíbaro, “En la isla de Puerto Rico ha prevalecido este vocablo para designar a los campesinos”. Con esta mención va perfilándose la connotación menos halagadora de la voz antillana.

  1. Augusto Malaret en Vocabulario de Puerto Rico (1955:196) añade a lo ya consignado acerca del campesino, “Por antonomasia, el campesino blanco puertorriqueño”. Este acucioso investigador repasa las obras que consultó para dar con la voz del título mencionada por primera vez y la encuentra en Murillo en 1752.

Un dato importante para los dominicanos es que A. Sánchez Valverde, el autor de la obra, Idea del valor de la isla de La Española hace referencia a la palabra. Información obtenida del Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-III-511).

Un hecho que se desea apuntar es que la palabra jíbaro por las características de sus acepciones más conocidas ha arrinconado su uso, excepto en Puerto Rico. El hablante de español dominicano es cauteloso al emplear la palabra para que se entienda que no le anima el deseo de ofender.

Los pueblistas llaman campunos a las personas de menor cultura o escaso roce social y lo hacen con un dejo de minusvalía. Quizás este rasgo proviene de la calificación en sentido metafórico de “rústico” del jíbaro que hace Roque Barcia en su Diccionario general etimológico (1881-III-244). Ha de tenerse presente que en Cuba el jíbaro es persona arisca y huraña. En República Dominicana así se denomina al campesino que vive y trabaja en el campo. En tanto adjetivo en el habla dominicana se iguala a “campestre”.

El posible origen taíno de esta voz antillana, jíbaro, la hace derivar de la primitiva voz que se presume que motivó la denominación Cibao de una región de la actual República Dominicana; pero eso es harina de otro costal. Es de lamentar que el idioma taíno, “Hacia 1540. . . estaba ya en vías de extinción” según afirma Las Casas en su Historia de las Indias. Eso ha dejado muchos vacíos en la etimología de muchas presuntas voces de origen taíno.

 

DÍLER

“. . .si solo fuera por el acceso a la caterva de DÍLERES. . .”

Hace ya algún tiempo, es decir, indeterminado, que esta voz se trató en singular en estos estudios, en un momento en que todavía algunas instituciones no se habían ocupado de examinarla, y, después de encontrar estos nuevos exámenes se piensa que vale la pena incluirla de nuevo en estas apostillas.

Ante el díler de drogas (sustancias estupefacientes), el de autos ha pasado a un segundo plano. El detallista y distribuidor de drogas se ha convertido en un personaje de la vida diaria. Algunos de estos sujetos tienen sus “puntos” que son centros de despacho de esas sustancias.

La voz extraña que se encuentra en el título y en los usos ilustrativos es una adopción traída del inglés, con una grafía en el español que representa la pronunciación del inglés.

La historia de la voz viene de lejos. El primer díler de que tuvo conocimiento el autor de estas reflexiones fue el de los casinos que se conoció antes por el nombre extranjero de groupier, que muchas personas deformaban a su manera por “gurrupié”. Este personaje es el repartidor de las cartas en los juegos de cartas en los casinos. Este es un empleado del establecimiento de juegos.

El otro dealer que se conoció fue el vendedor de autos, distribuidor de una o varias marcas y modelos que podía ser un distribuidor exclusivo o no. Este podía ser dueño de los vehículos o solo un representante del o de los propietarios que ganaba una comisión o una tajada sobre el precio de venta.

Hay otro díler más sofisticado, el marchante de obras de arte. Este opera de manera parecida a los demás. Puede mantener establecimiento abierto al público o abrirlo solo mediante citas. Puede ser propietario de las obras que exhibe y vende o solo trabajar para obtener el pago de una comisión.

Otro díler de más categoría que los anteriores es el que opera en el mercado de valores que puede realizar las compras y ventas motu proprio o por cuenta de terceros.

El díler de drogas es un vendedor o traficantes de quien no importa cómo se las arregla para beneficiarse del negocio del vicio. Entre los díleres los hay de menor o mayor cuantía, vale decir, que negocian en mayores o menores cantidades. En la práctica se reserva el nombre díler para los que se dedican al tráfico menor, al detalle.

Fundéu al tratar el nombre entiende que se así se designa a la persona que es “traficante, distribuidor o vendedor” de drogas.

Cambumbo, malandrinada, alrededor / *arrededor

Por Roberto E. Guzmán

 

CAMBUMBO

“. . .de hacer acopio de este preciado líquido en CAMBUMBOS, barriles, tanques. . .”

La voz del título es otra que tiene curso corriente en el habla de los dominicanos. Por más señas, solo circula en el país de los dominicanos y, claro en todas partes donde hay dominicanos en el mundo.

Algunos datos con relación a esta voz deben ponerse de relieve. Don Pedro Henríquez Ureña no menciona esta voz entre las que recogió en El español en Santo Domingo obra publicada en 1940.   El Lic. Patín Maceo al concluir su obra Dominicanismos en 1939 tampoco consignó la voz que aquí se estudia. La documentación que existe de la voz cambumbo data de 1949 en la obra Orégano de Vigil Díaz.

Las fechas que se han retenido más arriba hacen pensar que la voz en cuestión se popularizó en los años cuarenta. Esto no asegura que no existiera antes, pero es dudoso que así fuese; pues es poco probable que pudiera escapar a la acuciosidad de los dos estudiosos mencionados.

Carlos Esteban Deive es quien trae primero la nota acerca del uso que hace Díaz de la voz sometida aquí a estudio. Deive define la voz, “Vasilla o recipiente de tamaño, material y uso muy variado.” [Se respetó la ortografía del original. Debe decir vasija]. El cambumbo de la cita es de hojalata. Diccionario de dominicanismos (2002:49).

No todos los estudiosos coinciden en la descripción del cambumbo. D. Francisco dePadua en su obra Aiguna palabra dominicana solo modifica el tamaño, escribe que es de “mediano tamaño” y le asigna un fin determinado, “para transportar líquidos”.

Orlando Inoa repite la cita de Vigil Díaz. Transcribe, “llevaba terciado un cambumbo de hojalata, oxidado, repleto de títulos falsos”, Diccionario de dominicanismos (2010:55). Este escritor para la acepción solo asienta, “recipiente”, con lo que demuestra ser muy cauto.

El Diccionario del español dominicano (2013:136) trae dos acepciones para el cambumbo. La primera es, “Canasto de mimbre u otro material con distintos usos”. La segunda es, “Vasija o recipiente”.

En los años cincuenta del siglo XX el autor de estas notas recuerda el cambumbo de la ropa sucia de su familia que era tejido de la fibra de palma o de cabuya. Era cilíndrico de unas treinta pulgadas de alto por quince pulgadas de circunferencia. La boca y el fondo eran del mismo diámetro. Luego fue testigo de la aparición de otros tipos de cambumbos más pequeños y fabricados con cartón y otros materiales.

El cambumbo dominicano no se encuentra aislado en el habla. En Chile tienen un recipiente semejante por su nombre es, cambucho que vale para nombrar un recipiente para papeles inservibles y para el canasto de la ropa sucia.

El chusco desea que antes de concluir notifique a los lectores que no hay prueba alguna de que la voz “cambumbo” tenga relación con la lata del inglés y aquel voluminoso instrumento de percusión, el bombo. Nada de ligar can y bombo. Insiste, no obtuvieron este nombre lanzando una lata escaleras abajo, can, bum, bo.

Puede observarse con la lectura de esta sección que el concepto de lo designado por la palabra del título ha evolucionado, de modo que las acepciones redactadas de modo amplio son en la actualidad las más adecuadas.

 

MALANDRINADA

“Y esas MALANDRINADAS. . .”

No puede negarse que en muchas ocasiones cuando el lector encuentra una voz que le es desconocida puede manifestar repulsión; pero puede también manifestar simpatía por lo desconocido.

Se produce una curiosidad por lo ignorado y el lector tratar de adivinar el sentido de la voz en cuestión. Si descifrar el significado de la voz recién descubierta se hace difícil a pesar del entorno, entonces algunos lectores abandonan la búsqueda y hasta la lectura.

Ha de confesarse que la voz que se presenta en esta sección ha producido simpatía en el ánimo de quien escribe estos comentarios. No hay una explicación lógica para esto, es un sentimiento. Se procederá más abajo a despejar el origen de la voz, así como su significación; proceso que se hará por dos medios. El primero es a través de la palabra base que se colige. Y el segundo, valiéndose de la terminación y semejanza con otras parecidas.

En la base de esta malandrinada se percibe la palabra malandrín. El malandrín es un perverso; una persona de conducta falsa y malintencionada. Si se sigue un razonamiento lógico hay que concluir que una malandrinada es la acción propia de un malandrín; es decir, una acción que demuestra falsía y mala intención.

En República Dominicana el malandrín es un ratero, ladrón, así aparece en el Diccionario del español dominicano (2013:433). Muy a pesar de eso, el contexto en que se presentó la frase hace pensar que se tomó la noción de malandrín por el ángulo que se mencionó primero; vale decir, perverso, de reprobable comportamiento, maligno, pícaro, astuto y sagaz. No se toma por el ladrón de poca monta, ratero que hurta cosas de poco valor. Por tanto, esta malandrinada es una acción de más cuidado que aquella que comete un simple ratero.

 

ALREDEDOR – *ARREDEDOR

“A mirar su ARREDEDOR y saber. . .”

Quizás no se peque de ligereza si se escribe que en la voz que se destaca en la cita se han mezclado varias palabras y preposiciones. Eso que se señala se explicará en detalle. Luego se propondrá el vocablo que corresponde al sentido de la frase.

Es una frase harto manida decir o escribir que las lenguas cambian a pesar de que permanecen las mismas. Cambian porque dejan de usar palabras, modifican algunos principios; sin embargo, aseguran la comunicación y el entendimiento entre las personas.

Este alrededor que en la actualidad escribimos en una sola palabra, antes se escribía en dos palabras; es decir, “al rededor”. Hay que apuntar que este no es el único caso en que esto ha ocurrido. Otro ejemplo de esto que viene a la memoria es, “apenas”.

El vocablo rededor existe, aunque la frecuencia de este en el habla y en la escritura haya descendido. Rededor ha conservado su significación de “contorno, redor”. Esto es, es el espacio que rodea una cosa, no parece que haga falta que se mencione, no obstante, se hace. Todos estos vocablos pertenecen a la misma familia, redor, rededor, derredor, alrededor.

Luego de traer casi todos los miembros de esta familia a esta exposición, solo resta asegurar que la voz “arrededor” no tiene carta de ciudadanía en el español aceptado en el ámbito internacional.

En la última voz, “arrededor” parece que se produjo de un cruce entre “en derredor” y alrededor. La locución adverbial en derredor, sin sorpresa, sirve para expresar “en contorno, alrededor, contorno”. Puede observarse que toda la terminología gira en torno al redor.

Sin necesidad de gran rodeo puede recordarse que existió alderredor, así en una sola palabra, que ha caído en desuso.

Lo que se sugiere para enderezar la redacción de la frase de la cita es recomponerla, “Mirar a su alrededor y saber. . .” Otra solución es, “Mirar alrededor y saber. . .” Hay otras posibilidades que no se añadirán en esta ocasión.

En algunos hablantes la costumbre hace ley

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Al escuchar a muchos de los usuarios del español, en lo que respecta a la variante del objeto indirecto  de tercera persona gramatical (le-les), es decir, la que expresa el daño o provecho de lo expresado en el verbo, o en los verbos si es más de uno, captamos que no pronuncian o no emplean la variante “les”, la cual hace referencia al plural. Eso deja indicado que los que así lo hacen no tienen conciencia de ese fenómeno de la concordancia, que demanda usar “le” cuando el receptor del daño o provecho es singular y “les” cuando es plural.

Veamos algunos ejemplos del uso indicado por la norma cuando se trata del singular:

  1. A él y a nadie más le haré un regalo.
  2. A Lucrecia le dijeron que se veía muy elegante con ese traje.
  3. Esa mata de cajuil luce mejor después que le cortaron la rama seca.
  4. Después que le lavaron el pelo, ese  perro se ve precioso.

Si pluralizamos los receptores, la variante “le” pasará a ser “les”. Veamos.

  1. A él, a Juan y a María les haré un regalo.
  2. A Lucrecia y a las demás muchachas les dijeron que se veían muy elegantes con ese traje.
  3. Esas matas de cajuil lucen mejor después que les cortaron las ramas secas.
  4. Después que les lavaron el pelo, esos perros se ven preciosos.

Es muy probable que una cantidad abundante de usuarios, quizás la mayoría,  si reprodujeran en el habla, no leyendo, las oraciones 5, 6, 7 y 8, van a pronunciar “le” en vez de “les”.

Y si las leyeran, seguro que la cantidad de los que lean “les” como lo indica la concordancia  aumenta, pero siempre habrá quienes lean “le” en lugar de “les”. Eso lo constaté recientemente escuchando a un lector en un templo, el cual las dos veces en que apareció un “les” lo pronunció como “le”. Veamos esos dos casos:

  1. “Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió…” El ministro leyó  “Jesús  le respondió:”
  2. “…los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio.”  También en este caso el ministro dejó de pronunciar “les” y leyó: “…y a los pobres se le anuncia el Evangelio.”

Y por  esa  tendencia de mantener el “le”, trátese del singular o del plural, una comunicadora, en un canal   de la ciudad de Santiago de los Caballeros, R. D., pronunció tres veces  “les” como ”le”. Véanse los ejemplos:

  1. “Tenemos que decirle a nuestros oyentes…”
  2. “Queremos informarle a ustedes…”
  3. “Señores, yo le dije que íbamos a traer al programa a una mujer bella…”

Afirmé en el titular de este artículo que la costumbre hace ley y creo que con los casos que les he ofrecido no estamos lejos de comprobarlo. Pero si ponemos un poco de cuidado, esa costumbre no se convertirá en ley; al contrario, la derogaremos para siempre. Les pongo como ejemplo a imitar el caso de un ingeniero santiaguero a quien le impartí un curso de redacción.  Casi  al l terminar el mismo  me confesó que antes del curso no sabía si usar  “le” o “les”, pero que ya, sin titubear, sabe cuándo debe emplear uno y otro.  Manos a la obra: derrotemos la costumbre para que no exista esa ley en ese aspecto de la concordancia.

 

Oraciones con palabras de dificultosa acentuación

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Cuando se trata de acentuar gráficamente palabras que de acuerdo con las reglas del español no deberían acentuarse, le surgen al usuario  serias dificultades. Hago alusión al grupo de palabras interrogativas y exclamativas que, por el llamado acento diacrítico, se les marcará  tilde. No ofreceré el listado de esas palabras porque aparecerán en las 32 oraciones que he construido para que sirvan de ejemplo. Es una realidad que  la dificultad se aumenta cuando se trata de las  llamadas interrogativas y exclamativas indirectas, en razón de que no llevan ni  los signos  ni la entonación inicial y final  de las directas. Lo que sí se mantiene alto es el tono de la palabra interrogativa o exclamativa.

Sin embargo, a  la palabra   interrogativa  o exclamativa se le marcará la tilde no importando en cuál de los dos tipos, directas o indirectas,  se ubique la palabra.  Cuando aparezca alguna pregunta o exclamación indirecta se le hará  la indicación conveniente. Debe quedar claro que todas las tildes necesarias  se   han puesto en todas las oraciones. De ese modo, esos modelos pueden servir de pautas orientadoras. Además, fíjese que las tildes aparecen en las preguntas  y no  en las respuestas, que son oraciones enunciativas. Véanse, como ejemplo, las oraciones 1 y  2,  y observe el “dónde” de la 1 con la tilde,  y el “donde” de la 2 sin la tilde. Puede ver, además, las oraciones 19 y 20, con el caso de “quiénes” y “quienes”.

Pasemos a ver las anunciadas oraciones.

  1. -¿De dónde vienes a esta hora?
  2. Vengo de donde uno de mis mejores amigos.
  3. -¿Dónde no hay paz?
  4. No hay paz donde no hay armonía familiar.
  5. -¿Dónde no hay armonía?
  6. No hay armonía donde no ha llegado la paz.
  7. -Dime adónde vas tan temprano. (Esta es una pregunta indirecta y, como es pregunta, “adónde” lleva tilde).
  8. Voy hacia la ciudad de Puerto Plata.
  9. -¿Por dónde vienes en tu regreso de Barahona?
  10. Ya vengo por el Cruce de Ocoa.
  11. -¿Desde dónde me hablas?
  12. Te estoy hablando desde el pico Duarte.
  13. -Quiero saber desde qué día comenzaste a trabajar en Bonao. (Esta es también una oración interrogativa indirecta, por lo cual “qué” lleva la tilde).
  14. Comencé a trabajar aquí  desde el 25 de febrero.
  15. -¿Hasta qué mes trabajarás allá?
  16. Trabajaré hasta el mes de noviembre.
  17. -¿Cuántos años hace que no  visitas  tu país?
  18. No lo visito desde hace 8 años y dos meses.
  19. -¿De quiénes me estás hablando?
  20. Te estoy hablando de quienes me pediste información.
  21. -Me interesa que me digas hacia quién(es) acudes en momentos apremiantes. (También esta oración es interrogativa indirecta, y no importa si es “quién” singular o “quiénes” plural, de cualquier modo llevará la tilde diacrítica).
  22. En esos momentos acudo a mis mejores amigos.
  23. -¿Con cuáles personas compartes normalmente?
  24. Comparto con personas honestas y sinceras.
  25. -¿Cómo lograste conseguir el solar donde construiste tu casa? (En esta oración la palabra interrogativa es “cómo”, y “donde” no es, en ese contexto, interrogativo sino relativo; por eso no lleva tilde).
  26. Logré comprarlo mediante un préstamo bancario.
  27. -¿Cuánto te costó ese libro?
  28. Este libro, a pesar de que es muy bueno, me costó poco dinero.
  29. -Aún no me has dicho por qué llegaste tarde a la charla del viernes. (Esta es otra pregunta indirecta con “por qué” separado, siendo “qué” la que lleva la tilde. Sin embargo, en la oración 30, aparece “porque” en una sola palabra y sin tilde).
  30. Llegué tarde a esa charla porque vine caminando desde mi casa. (Como puede verse en estas dos últimas oraciones, en la 29, se escribe “por qué” separado y con tilde, y en la 30, “porque” se escribe en una sola palabra y sin tilde.
  31. -¡Qué alegría sentí al ver y abrazar a mi tía Amelia después de varios años sin verla!
  32. Miguel exclamó que qué alegría sintió al ver y abrazar a su tía Amelia después de varios años sin verla. (La oración 31 es una exclamación directa y la 32 es una exclamación indirecta. Fíjese que en las dos la palabra exclamativa “qué” está acentuada, pues en las dos se mantiene el matiz exclamativo con su tono alto.

Como pudimos ver mediante las 32 oraciones presentadas a su consideración, son bien variados los factores que tenemos que tener en cuenta, especialmente en el caso de las  indirectas, como ya vimos e indicamos, por la ausencia del signo de interrogación y de exclamación  y  de la entonación  inicial presente en las directas y   ausente en las indirectas.  Es de desear  que desarrollemos las habilidades necesarias para emplearlas correctamente. Una de esas habilidades es saber que las palabras interrogativas y exclamativas, tanto    directas como  indirectas,  se pronuncian en un tono alto, que es el factor preponderante para la acentuación de esas palabras.

Bachiburro, afines / a fines (de), víctima, casacional

Por Roberto E. Guzmán

BACHIBURRO

“. . .entregadas en sorpresivas visitas aquí y allá a BACHIBURROS y maestros. . .”

Hace largo tiempo que esta voz circula en el habla de los dominicanos. No cuesta mucho esfuerzo deducir que es una voz compuesta de dos palabras conocidas. Se compone de bachi, de bachiller que es la persona que ha satisfecho la escolaridad y exámenes de la escuela secundaria y ha recibido el diploma de bachiller. La otra palabra es, burro, el pobre animal tenido por el más bruto.

A pesar de que algunos lexicones consignan que la voz del título debe entenderse con un valor festivo, esto no siempre es así, pues puede llevar manifiesta intención despectiva u ofensiva.

Cuatro países de Hispanoamérica utilizan esta voz, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela. En el registro coloquial en Venezuela se toma la voz bachiburro por el costado humorístico para denominar al “bachiller o estudiante cuyos conocimientos son escasos o incompletos”. En ese país se llama también con ese nombre a la “persona que ha recibido el título de bachiller”. Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:50).

En el habla nicaragüense la voz en cuestión reviste una denotación despectiva muy directa, pues la definen, “Persona con diploma o sin diploma de bachiller que dice muchos disparates”. Hay que reparar en que se atribuye el título de bachiburro a la persona que “dice muchos disparates”. Diccionario del español de Nicaragua (2007:57).

En el habla popular y en el ambiente familiar de los dominicanos el bachiburro, también hay bachiburras, es la, “Persona que termina los estudios secundarios con notorias carencias en su formación”. Diccionario del español dominicano (2013:65). No sobra que se recuerde que utilizar este apelativo en el habla de los dominicanos puede ocasionar profundo disgusto entre las partes involucradas, a menos de que se haga evidente el ánimo festivo.

Es difícil situar en el tiempo la aparición de la voz bachiburro; sin embargo, puede darse testimonio de que se la oyó por primera vez hace más de sesenta años. Resultaría muy interesante saber el porqué se eligió el título de bachiller para añadirle el burro. En América el título “bachiller” se utilizó desde el siglo XVI, conforme lo relaciona Ángel Rosenblat en Buenas y malas palabras (1974). La información la confirma Peter Boyd-Bowman en Léxico hispanoamericano del siglo XVI (1971:107), donde para referirse al bachiller expresa, “el Muy Magnífico Señor, el bachiller” [se respetó la ortografía del texto].

 

AFINES – A FINES (DE)

“. . . estos regímenes A FINES sufrirán un efecto dominó. . .”

Los dominicanos dicen, “juntos, pero no reburujados”. Aquí es diferente, juntos y no separados, en el caso específico del adjetivo y la locución conjuntiva; pues de una forma expresa una idea muy diferente de la otra manera. Aquí el redactor no afinó la puntería.

El adjetivo afín en el Diccionario de uso del español (2007-I-80) dice así, “Se aplica, con relación a una cosa o una persona, a otra que tiene comunes con ella algunos aspectos o caracteres”. Comunica que las dos cosas o personas son parecidas, similares; que están próximas o contiguas. Entre personas puede indicar que son parientes por afinidad. Por la secuencia de palabras que se lee en la frase, puede deducirse que el sintagma que conviene es el que se escribe junto, unido.

A fines de se refiere a “en los últimos” [unidades] del período de tiempo a que se contrae, sean estos días, meses u otra cosa parecida. Hacia su final de. En singular, a fin de, es una locución prepositiva o conjuntiva que expresa, “con objeto de, para”.

 

VÍCTIMA

“Fuera de heridos, no se han registrado VÍCTIMAS. “

Hay muchos tipos de víctimas. Hasta los lectores a veces son víctimas cuando sufren daños por los errores en que incurren los redactores. Vale la pena recordar aquí los significados y, sobre todo, el alcance de la palabra víctima.

La palabra víctima tiene varias acepciones. Una de ellas es, “Persona que padece daño por culpa ajena o causa fortuita”. Con esta acepción que puede considerarse general quedan comprendidas todas las personas que sufren pérdidas; es decir, que padecen cualquier tipo de perjuicio.

Otra de las acepciones del sustantivo víctima es, “persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito”. Como consecuencia de las acepciones oficiales de la palabra víctima, se ha adoptado la costumbre de individualizar a las “víctimas mortales” cuando se desea resaltar que algunas de las personas perjudicadas han perdido la vida como resultado de la culpa ajena o causa fortuita.

Se consideran víctimas, además, las personas que resultan perjudicadas, maltratadas; las que sufren menoscabo. El asunto no termina ahí, las personas morales también padecen daños pecuniarios, entre otros, y se las considera víctimas con derecho a ejercer acciones ante los tribunales en reparación de daños y perjuicios.

De una manera u otra, todos somos víctimas. Esto en mayor o menor grado, pero víctimas.

 

CASACIONAL

“. . .lo más grave es que un juez así carezca del control CASACIONAL. . .”

Al enfrentar esta frase el lector se halla ante dos problemas. El primero es saber qué cosa es esa “casacional” y, segunda, cuál es el origen o, de cuál palabra deriva esta voz para así tratar de dar con su sentido.

La pista acerca de cuál palabra se encuentra en la base de esta nueva voz la ofrece la palabra juez en la oración, pues eso sitúa la voz creada en el marco de los tribunales y el léxico jurídico. Puede concluirse que la palabra “casación” es la que sirve de base aquí.

Casación es la acción de casar o anular. Este “control casacional” lleva a aclarar el asunto con el recurso de llegar hasta lo que casación significa en el campo jurídico. Puede expresarse que la “casación” es la acción de casar o anular una sentencia de un tribunal inferior el tribunal investido con este poder cuando se le somete un recurso de casación contra esa sentencia.

Este recurso y vocablo lo heredó el sistema judicial dominicano del francés. Casar, casser, en francés, era romper algo sacudiéndolo. La lengua francesa creó este verbo del latín cassare que era “anular, destruir”.

Por metonimia en francés se convirtió en anular una sentencia dictada en última instancia, atacada esta por violación o falsa aplicación de la ley. Esto en sentido general, pues en el ámbito jurídico es más complicado.

La terminación -al ha cobrado mucha vigencia en el español moderno en tanto terminación añadida a sustantivos para crear adjetivos que transmiten el mensaje de “perteneciente o relativo a”. El español patrimonial cuenta con muchas palabras de larga data que llevan esta terminación, ejemplos, cultural, laboral, moral. La voz del título termina con una acepción parecida a, “relativo a la casación o, que tiene relación con la casación,”. En el caso específico de la frase sería, “de casación”.