Trepadurismo, ponchar, maestrando, decantar / descantar

Por Roberto E. Guzmán

 

TREPADURISMO

“¿Trepadurismo? “

Esa voz sonora, larga y evocadora, con los signos de interrogación, en la forma en que se reprodujo aquí, apareció a manera de título en un escrito en la prensa dominicana.

Por el contenido del escrito que se encontraba debajo de este título puede deducirse que tiene estrecha relación con el verbo trepar en la tercera acepción con que se halla en el Diccionario de la lengua española, “Elevarse en la escala social ambiciosamente y sin escrúpulo”. Esta significación pertenece al registro coloquial.

Esa fue la primera vez que el autor de estas reflexiones acerca de la lengua española de uso en República Dominicana leyó esta voz. Con la oración anterior se desea ponderar el poco uso que la voz en cuestión ha tenido, de acuerdo con esa opinión.

Por la terminación que se le ha asignado a la voz en estudio hay que entender que se ha creado un sustantivo que denomina una actitud intencionada que nombra la costumbre o conducta de escalar socialmente. En algunas ocasiones esta subida súbita se logra por medio de la política oportunista.

Analizada de la forma en que se ha hecho aquí la voz transmite el mensaje y puede ser aceptada. Sin embargo, se corre el riesgo de que no siempre la comprenda el universo de hispanohablantes.

 

PONCHAR

“. . .desde que PONCHAN las tarjetas a las 8:00 a m . . .”

El verbo ponchar posee dos acepciones predominantes en el español dominicano. Una de ellas pertenece al beisbol y la otra pertenece al área de labores.

La razón principal de traer este verbo a la atención de los lectores es porque en el asiento que se ha hecho a las dos acepciones en las publicaciones oficiales de la lengua, existen omisiones que hay que colmar. Lo que se ha esbozado en los dos párrafos introductorios se desarrollará más abajo.

En lo relativo al beisbol el verbo puede ser transitivo y pronominal también. La acepción que consigna el diccionario oficial para el verbo transitivo es “eliminar a un bateador”. En tanto verbo pronominal es “quedar eliminado en su turno de batear”, el bateador de béisbol.

¿Dónde está la omisión? En que entre los nombres de los países en donde se usa el verbo para esta acción (o inacción) no aparece la República Dominicana, RD. Esto así en el Diccionario de la lengua española, DLE

El Diccionario de americanismos de las Academias subsana la omisión, pues allí aparece la República Dominicana reconocida. Ofrecen como sinónimo de ponchar en el beisbol el verbo estrucar, y, la definición es “eliminar a un jugador por fallar en el bateo”. Se sobreentiende que queda eliminado de su turno al bate. Aún en ese diccionario no se menciona la RD en la acepción para el verbo intransitivo pronominal que reza así, “quedarse eliminado un bateador al fallar tres veces consecutivas en el intento de golpear la pelota”.

El verbo ponchar ha producido descendencia con la acepción que se reseña aquí; pueden citarse, “ponchado, ponchador, ponche, ponchón”. El bateador ponchado es “el que es puesto out por el lanzador con tres strikes, sin poder conectar la pelota”. El adjetivo ponchador se aplica al “lanzador que con frecuencia hace out a los bateadores por medio del ponche strike out”. El ponche es, “La acción de poner out al bateador con tres strikes o el efecto de recibir dicha acción”. Lengua y béisbol en la República Dominicana (2006:221).

Con respecto al verbo ponchar los redactores del DLE señalan que procede del verbo inglés to punch. Consecuente con ese origen en Panamá, Puerto Rico y RD utilizan este verbo para “marcar en una máquina o reloj especial la hora de entrada y de salida del trabajo”.

Para los hablantes usar ese verbo tiene sentido, porque lo que hacía o hace esa máquina era o es perforar un agujero o señal en la tarjeta del empleado. Ese perforar es uno de las acepciones que tiene el verbo del inglés en esa lengua.

Todo lo anterior no significa que el hablante de español dominicano no sepa disfrutar de un buen ponche, la bebida, ya sea esta mezclada con licor espiritoso o solo de frutas.

 

MAESTRANDO

“. . . por dónde andaba la inquietud de la MAESTRANDA y que. . .” [se respetó ortografía original]

Se observa aquí el fenómeno de acuñar nuevos términos en español, algo común en todas las lenguas. Ahora le parece al hablante de español que ese fenómeno ocurre con mayor frecuencia, pero en realidad lo que sucede es que la difusión es más rápida y mayor en la actualidad.

Este “maestrando” se ha formado siguiendo el modelo de graduando y doctorando. No hay mal en ello, sobre todo si se tiene en cuenta que expresa una idea afín con la de las palabras que le han servido de modelo y en el mismo campo semántico.

El “maestrando” es el que se recibe con el título de Maestro, sobre todo durante el acto de graduación, de forma parecida a graduando. En todos estos casos se ha procedido tomando la terminación –ando y se ha colocado delante la palabra o parte de esta que le sirve de base. Con respecto de maestrando se coloca la susodicha terminación a seguidas de maestr– que a su vez se usa con el significado de maestro en tanto título o grado de un diploma.

En resumen, se ha formado un nombre sobre una raíz conocida para nombrar a personas que están recibiendo el título a que se refiere la nueva voz, o que son estudiantes de término de esa carrera o curso. A veces se usa también para la persona que en el preciso momento en que se menciona está recibiendo la acreditación a que se contrae la palabra.

La extensión del uso de la voz estudiada aquí hace pensar que muy pronto logrará que se la incluya en todos los diccionarios, incluso en el oficial de la lengua española.

 

DECANTAR – DESCANTAR

“. . .se DESCANTÓ por imponer un. . .”

Descantar es limpiar un lugar de cantos o piedras. Estos cantos que constan en la acepción del verbo nada tienen que ver con los sonidos melódicos emitidos con la boca y la laringe. Estos cantos en este verbo son trozos de piedras.

Decantar que debió aparecer en la breve frase que se reprodujo, induce a pensar que se utiliza con la acepción, “inclinarse, tomar partido, decidirse” que es como lo define el Diccionario de la lengua española, en sus funciones de verbo pronominal.

Con esto de embellecer palabras para que sean más finas que el filo de una navaja es un arte peligroso. En algunas ocasiones, como esta, existe un vocablo con ese refinamiento que expresa una idea muy alejada de lo que se pretende comunicar.

Hay que tener en cuenta que los correctores automáticos saben mucho acerca de la lengua, pero no tanto como para poder discernir el sentido de lo que pretende escribir el redactor. Por eso el corrector no descartó el verbo porque este existe en español, aunque con una acepción distante de lo que quiso expresar quien escribió la frase.

Natimuerto/a, teleférico / *telesférico, parche / parcho, cuatrienio / *cuatrenio

Por Roberto E. Guzmán

NATIMUERTO/A

“Esta pretendida candidatura es NATIMUERTA. . .”

Este vocablo del título es dominicano, compartido con los puertorriqueños; o viceversa. Por su formación se presume que es una creación de personas cultas. En sus genes pueden notarse dos partes.

La primera parte es nati-, de la cual se ha hecho en este caso un elemento compositivo para la nueva palabra y, en la segunda parte, el adjetivo muerto colocado a modo de segunda parte. Este nati- es un indicio de la palabra nacimiento.

Hace más de sesenta años que el autor de estos escritos oyó el vocablo de la boca de un abogado. En ese momento pareció que se refería a la criatura concebida que al momento de su nacimiento ya está muerta.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias le hizo un espacio al vocablo y refiere que su uso es metafórico para referirse a, “Proyecto o situación que se da por fallido antes de comenzar”.

El mentado diccionario asegura que ese vocablo se conoce también en Puerto Rico. El Tesoro del español de Puerto Rico consigna dos acepciones para el vocablo sometido a estudio. La primera confirma la sospecha del autor de estas líneas, pues es, “Niño nacido muerto” y, la segunda coincide con la acepción metafórica que aparece en el susodicho diccionario. Con este sentido metafórico se asemeja a inviable que se acepta en tanto “que no puede ser llevado a cabo”.

Hay que tener en cuenta que el Diccionario de la lengua española asienta una segunda acepción para inviable así, “Dicho especialmente de un recién nacido: que no puede vivir”. Esta acepción establece una diferencia con relación al natimuerto dominicano, pues el inviable nace, pero “no puede vivir”. Ha de entenderse al interpretar la redacción de la acepción que la criatura no sobrevivirá porque tiene un defecto congénito que se lo impide. El natimuerto murió en la matriz.

Inviable es una palabra que se incorporó al Diccionario académico por primera vez en la edición de 1992, y allí puede leerse, “que no tiene aptitud para vivir”. Se resalta aquí el cambio producido en la redacción, comparada con la acepción actual que se trascribió más arriba. Este cambio puede ser el resultado de los avances en la ciencia médica que ofrece mayor certeza con respecto a las posibilidades de vida de una criatura que tiene defectos congénitos.

Aunque no se menciona en el diccionario recién citado más arriba, es muy probable que la palabra haya sido adaptada del inglés, inviable, lengua en la que entró en el año 1918 en el International Scientific Vocabulary.

Al tiempo que en español viable es “que tiene probabilidades de llevarse a cabo”, y en Biología, “que puede vivir”; en inglés cuenta con mayor número de acepciones. Entre otras acepciones, significa capaz de crecer y desarrollarse; capaz de trabajar, funcionar y desarrollarse adecuadamente; con razonables probabilidades de tener éxito.

Con la voz natimuerto se anuncia en español dominicano que el proyecto de que se trata se considera con poca o ninguna posibilidad de tener éxito. Esto así desde antes de que se emprenda.

 

TELEFÉRICO – *TELESFÉRICO

“Desde luego que integrando el Metro y el *TELESFÉRICO para. . .”

Mueve a risa más que a disgusto el que alguien que escribe para el gran público sea tan delicado que meta una letra ese /s/ en medio de esta palabra. Hay varias razones para que sea inaceptable esa letra allí.

Tele- es un elemento compositivo que significa “a distancia”. Este tele que se presenta en combinaciones de palabras proviene del griego. En todas las palabras que contribuye a formar no admite que se le coloque una letra ese /s/ inmediatamente después o a seguidas. Ejemplos de eso que se escribe aquí son, “teleadicto, teleclub, telecomunicación, telecontrol, telediario, teledifusión, teledirigir” y muchas más que no se incluyen aquí.

La Real Academia reconoce que la palabra en cuestión, teleférico, procede del francés telephérique, lengua en la que tampoco lleva esa letra ese /s/ entrometida.  La voz francesa se incorporó a esa lengua en el año 1923.

Teleférico no se escribe pensando en la esfera; por tanto, no hay ese /s/ que valga allí.

 

PARCHE – PARCHO

“Pasaron casi 23 años entre simulación . . . y PARCHOS desechables. . .”

Algunas voces mal enunciadas logran mayor circulación en el habla que aquellas que son reconocidas y aceptadas internacionalmente. Estas voces adquieren mayor validez en el habla cotidiana que aquellas que pertenecen al español general. Esto que acaba de exponerse es lo que ocurre en el caso de las dos voces del título. En República Dominicana hay más parchos que parches.

Quizás una de las razones que ha contribuido a esta preeminencia del parcho sobre el parche haya sido la proliferación de letreros mal escritos que colocaban y, quizás colocan todavía, los negocios dedicados a tapar pinches de gomas de vehículos.

El parcho es tan acreditado en el español dominicano que no se considera necesario señalarlo con un asterisco por considerarlo contrario al uso en la lengua dominicana. No hay que empujar la corrección hasta límites intolerables.

El autor de estas notas ha oído parcho más frecuentemente que parche, sobre todo para los neumáticos. Cuando se trata de los que se colocan sobre las personas, con propósitos curativos, se oye el parche. Existe la posibilidad de que el hablante de español dominicano haya establecido una diferencia entre ambos y reserva el parche para el medicamentoso.

Algo que llamó la atención de quien esto escribe es que el Diccionario de la lengua española registra parcho para el parche solamente para Puerto Rico. Por suerte el Diccionario de americanismos repara el olvido, pues coloca República Dominicana y Puerto Rico como los países en los que el parcho es, “Trozo de tela, papel u otro material, que se pega sobre la superficie de un objeto para repararlo o disimular el daño”.

 

CUATRIENIO – *CUATRENIO

“. . .ruego de iluminación mental y memorístico si en los últimos *CUATRENIOS electorales. . .”

En la palabra en el título marcada con el asterisco aparece el cuatro y la letra /i/. Aún así no es correcta la ortografía de esta. En español dominicano diríase que se tramboliquió el orden de las letras; es decir, se trocó la colocación y orden de las letras.

El componente de palabra que corresponde a cuatro es cuatri-. Este procede del latín quattuor que significa cuatro. Del mismo origen es el componente de palabra cuadri- que significa lo mismo que el anterior y, además, “cuatro veces”.

Un cuatrienio es un período de cuatro años. Como es de suponer, puede decirse o escribirse también cuadrienio.

Rolita, apichonar(se), harto / alto

Por Roberto E. Guzmán

ROLITA

“. . .ni siquiera si jugaba con el hijo a fildear ROLITAS. . .”

Hay rolitas y rolitas. Esto es, hay rolitas que vuelan y otras que ruedan. El propósito de esta sección es aclarar o afirmar lo que se ha escrito al vuelo. Los dominicanos en su habla conocen las dos rolitas, pero siempre hay algo que añadir.

La primera rolita aquí es la que vuela. Se presume que es el diminutivo de rola. La rolita es un ave silvestre “. . . de 15 a 18 cm de longitud. La parte inferior es rojo vino en los machos, y gris tirando a blanco en las hembras. Las plumas de la garganta y pecho tienen centros más oscuros, dando una apariencia de escamas, como la de un pez. Las plumas primarias son de color canela”. Guía de campo para las aves de la República Dominicana (1981:129).

En el habla de los dominicanos se ha oído hablar de la rola y del rolón. No se ha encontrado descripción específica para estas aves. Se presume que el rolón es de mayor tamaño que las anteriores, pero de la misma familia.

La otra, la de la cita, es una rolita que se produce cuando se batea una pelota por el suelo que rueda lenta y resulta fácil atraparla, de donde se desprende el nombre en diminutivo. Algunas personas piensan que esta rolita de la pelota es una deformación de la roleta.

De esta familia de palabras hay varias incorporadas al español dominicano, entre ellas la rolata, voz derivada del inglés rolling. El roletazo es un “aumentativo derivado de rolata, con disimilación de la primera /a/”. Es, “Pelota bateada con fuerza por el suelo; rolling violento”. Lengua y béisbol en la República Domjnicana (2006:233). Esa obra asegura que la rolata se conoce en el español de EE. UU. y Venezuela.

El roletazo está documentado en EE. UU., Guatemala, Nicaragua, Venezuela. Como se entiende enseguida, esta terminación hace de roletazo un aumentativo de la roleta, que da a entender que la pelota lleva mayor velocidad y eso hace más difícil atraparla.

En el habla de los dominicanos aficionados al beisbol hay “rolincitos, roletacitos y roletas. El diccionario mencionado más arriba asienta que rolata y roleta son sinónimos.

 

APICHONAR(SE)

“. . .pero se APICHONÓ, y no lo hizo”.

Esta voz tiene su lugar bien ganado en el habla de los dominicanos. Aparece asentada en casi todas las obras que se han encaminado a estudiar el español dominicano.

Antes de entrar en el meollo del asunto con relación a esta voz, se ofrecerán algunas razones para que esta sirva para expresar la idea de sentir temor o desanimar.

En español internacional pichón es el palomo joven, es decir, el ave de corta edad. En República Dominicana se utiliza la palabra pichón para todas las crías de aves. Pichón se usó durante largos años para mentar a los hijos pequeños en una familia. Se usaba como apelativo para referirse a estos; sobre todo en las áreas rurales donde había mayor contacto con los pichones de aves.

En el habla de los dominicanos se usó la palabra pichón en funciones sinonímicas de “aprendiz” de un oficio. No era raro oír que alguien dijera que ese muchacho era un “pichón de mecánico”, o, “pichón de carpintero”, etcétera.

Los polluelos se consideran crías que necesitan protección, que por su edad no cuentan con las fuerzas y experiencia para defenderse de las otras aves predadoras. Como consecuencia de su debilidad muestran temor ante lo desconocido.

Del temor natural que muestra el pichón es de donde sale que apichonar sea atemorizar alguien a una persona y apichonarse acobardarse alguien. Con la última acepción figura el verbo desempeñando funciones de verbo intransitivo pronominal en el Diccionario del español dominicano (2013:45). No huelga que se recuerde que acobardarse es sentir miedo. Este miedo es la angustia, turbación del ánimo que experimenta una persona ante un riesgo o daño real o imaginario.

Casi siempre se utiliza al verbo apichonarse para referirse a la actitud que adopta la persona que siente miedo y que no continúa con la acción que se esperaba emprendiera, o, siguiera. En las conversaciones diarias se ha percibido que se usa apichonarse para referirse al lenguaje corporal que manifiesta una persona que siente miedo o temor y desiste del intento de acción.

 

HARTO – ALTO

“. . .no es el miedo lo que está causando esta debacle en la aplicación de justicia ante los hechos ALTO conocidos, verificados y . . .”

Los dominicanos pueden entender de modo fácil que en algunas regiones de su país puedan confundirse estas dos palabras del título. En Santo Domingo, la capital y sus alrededores, las dos palabras del epígrafe se pronunciarían alto. En Azua y parte del suroeste, la pronunciación sería arto para ambas.

Eso que acaba de enunciarse se explica por las características de la manera de hablar de esas zonas del país dominicano. Ahora bien, de ahí a confundir la forma de representar por medio de la escritura los dos vocablos es otra historia.

Harto puede funcionar en tanto adjetivo o adverbio. En el caso de la cita, en que está antepuesto y solo admite el masculino, es adverbio y sirve para expresar “bastante o demasiado, sobrado, abundante, asaz”. Hay que tener en cuenta que en México pueden usar el adverbio con el valor de “muchos o demasiados”, colocándolo antepuesto, con la flexión plural; así como pospuesto.

En Bolivia, Chile y México y, por imitación en otros países de manera esporádica, se usa para llevar la noción de, “con gran intensidad; con mucha frecuencia; mucho tiempo”.

Hay que recordar que harto tiene otras acepciones, así puede significar “molesto, cansado, aburrido, fastidiado”. Huelga recordar que expresa “satisfecho totalmente”. Ese significado puede utilizarse para la satisfacción material, comida, bebida: o necesidad o deseo de algo inmaterial, intelectual, espiritual.

Alto es lo opuesto de bajo. En sentido vertical trae la idea de que alcanza una distancia relativamente elevada de la superficie. Se refiere a la persona que tiene una gran estatura. Sería abusar de la paciencia de los lectores imponerles la lectura de todos las acepciones que la palabra alto(a) tiene.

Solo el descuido puede explicar que se confunda la ortografía de las dos palabras del epígrafe.

Grajearse, prigilio, distar/dictar

Por Roberto E. Guzmán

GRAJEARSE

“. . . que quiera verlo en mangas cortas, GRAJEÁNDOSE en los barrios. . .”

Este verbo se ha formado con la ayuda del sustantivo masculino grajo, que es el olor desagradable que se desprende del sudor de las personas. En el habla de los dominicanos han especializado el grajo al olor que se percibe procedente sobre todo de las axilas.

Ese olor grajiento en los registros populares y familiares recibe otros nombres que a veces son festivos. Entre esos nombres puede recordarse “machete, violín” y otros que sirven para enmascarar la alusión al ofensivo olor con el recurso a un eufemismo.

El verbo grajear no se conoce en el español internacional para el uso que se le da en la frase de la cita. Existe sí, para llamar la acción de otros grajos, como los sonidos guturales del niño; o los sonidos de los cuervos.

El propósito del empleo del verbo en la cita es para dar a entender que se emite o esparce el olor del grajo y hasta contamina. En el caso de la cita se usa para lo que otros llaman darse un “baño de pueblo”. Esto es, mezclarse con las capas sociales más necesitadas que son las que producen más sudor como producto del trabajo manual en condiciones calurosas.

La utilización de una manera oblicua de expresar el contenido de la frase baja el tono para que se compadezca con lo que se expresa; es decir, si se trata de mezclarse con los pobres, ¿por qué no usar un derivado de grajo si esa palabra forma parte del vocabulario del proletariado?

No faltará quien se sienta ofendido porque implícitamente se pone el mal olor del lado de los pobres. Esta ecuación, mal olor igual pobres, no siempre es cierta y hay muchas otras formas para referirse a las masas desposeídas.

 

PRIGILIO

“Esta falta de PRIGILIO debe detenerse”.

Hay palabras, vocablos y voces. Unas son generales, otras regionales, las hay que son nacionales. Esta voz que figura en el epígrafe solo circula entre dominicanos. Es una voz precisa, que cuenta con una sola acepción, vergüenza.

La vergüenza a que se refiere el prigilio es el producto del comedimiento. Es una moderación que nace de los sentimientos íntimos. El prigilio alude a la cualidad de la persona que no incurre en exceso ni violencia.

Cuando se llama al prigilio, que es un sustantivo masculino, se recurre a despertar o recordar en el sujeto que por iniciativa propia observe mesura, moderación.

Con el prigilio no se trata de imponer condiciones sobre una persona, sino recordar a esa persona que hay conductas que se observan por propia imposición.

Se recuerda el prigilio en los casos en que las personas puedan incurrir en excesos, tanto de palabras como de hechos. Es un código no escrito de conducta, que lo dicta la conciencia personal reforzada por la observación de lo correcto.

Con respecto de esta voz el autor de estas reflexiones recuerda que la ha oído de labios de personas que no son necesariamente cultas. Ojalá algún día pueda seguirse el camino hacia el origen de esta voz, porque quien esto escribe piensa que la voz se originó fuera de los centros urbanos.

Prigilio es una voz formada por la imaginación dominicana. No existe en ninguna otra habla, como se apuntó antes, hispana o extranjera.

 

CORPORATIVIDAD

“. . .por el dominio del Estado y su respectiva CORPORATIVIDAD”.

Corporación es una palabra que se reconoce que viene del inglés. Esto sucede no solo en español, pues en otras lenguas también se reconoce. En inglés esa palabra tiene su origen en la lengua del siglo XV. En esa lengua entró para designar las asociaciones, los gremios, cofradías y asociaciones profesionales del modo en que se entendían en esa época. Luego se extendió a las asociaciones representativas de sociedades en los burgos, que hoy representarían agrupaciones edilicias.

El autor de estos comentarios recuerda que en sus años mozos -hace mucho tiempo- la única firma o compañía que se reconocía con el nombre de corporación como parte de su nombre oficial era la de electricidad. Bastaba con decir la corporación para que se supiera a cuál se refería el hablante. La razón para que esto fuese así es que esa compañía fue en sus orígenes de capital estadounidense.

Se traen estas menciones acerca de la palabra corporación porque es la que se encuentra en la base de corporatividad que consta en el título. La palabra del título no aparece reconocida oficialmente en el Diccionario de la lengua española. Se hurgó en otros diccionarios y esos tampoco asientan el vocablo.

El Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:332) incluyó en sus páginas la voz corporatización, con la acepción, “Reunión de los individuos de una misma profesión en una corporación”. Todavía en el año 2020 esta voz no ha sido consagrada por las Academias.

Con respecto de esta voz del título formada por el ingenio de los hablantes, que se presume que son cultos, al formarla con la terminación -idad, lo hacen con la intención de que desempeñe funciones de sustantivo. Aquí habría que buscarle la definición de una voz de este género que satisficiera el espíritu de la lengua española. Este tipo de sustantivo es de género femenino y por lo general se forma sobre la base de un adjetivo.

Cabe que se plantee la pregunta acerca de la oportunidad de este sustantivo. Por la poca notoriedad que muestra en la actualidad no puede reconocérsele grandes perspectivas de uso general.

 

DISTAR – DICTAR

“La organización alegará que lo que se escenificó en estos comicios DICTA mucho de ser el acto democrático. . .”

Dista mucho la pronunciación entre las dos palabras del título. No hay ni que pensar en la distancia que separa los significados entre estas dos. Hay que estar muy distanciado de la ortografía y de las lecturas para incurrir en un error como el que se halla en la cita.

Por más benigno que uno quiera aparentar ante un desliz del género encontrado en la frase copiada arriba, se hace difícil perdonarlo. Ya en el primer párrafo de esta sección se incluyeron varias palabras de la familia del verbo distar para que se note el uso apropiado de ese verbo.

El verbo distar es estar situada una cosa o persona a cierta distancia espacial o temporal de otra. Una persona o cosa dista de otra cuando se diferencia notablemente de otra. Las dos acepciones que se mencionan pertenecen al español tradicional.

Con respecto del verbo dictar corresponde a decir o leer algo con las pausas necesarias para que una, o varias personas, puedan escribirlo casi al mismo tiempo. Se usa este verbo además para expedir, promulgar, pronunciar, leyes, reglamentos fallos, preceptos, etc.

En el caso en que se pudiera perdonar el que se haya pulsado una tecla por otra; no puede perdonarse que al leer lo escrito no se haya percatado del error el redactor.

Gusanillo, piquito/pringue, reusado/rehusado, riesgo/riego, reputacional

Por Roberto E. Guzmán

GUSANILLO

Es muy probable que al leer el título se piense que esta sección versará sobre un gusanito español, de España. No es así, este gusanillo, a pesar de la terminación en -illo, pertenece al español de los hablantes de español dominicano y, de paso, nada tiene que ver con los vermes.

La terminación inusual para el español dominicano que se señaló antes no reviste necesariamente caracteres de diminutivo. No se conoce la razón para que se emplee de este modo.

El vocablo gusanillo en el habla de los dominicanos tiene compañero en el español de los venezolanos, ecuatorianos, colombianos. De la misma forma en que ocurre con muchas voces más, esta también es compartida entre los dominicanos y los venezolanos.

Este gusanillo pertenece a un área de labores que no goza de gran prestigio hasta que a la persona se le desinfla un neumático, rueda, goma, llanta, de un vehículo.

El gusanillo es la válvula de la cámara de aire de las gomas. Esta permite que se le ponga, añada a presión aire al neumático, pero no permite de manera normal la salida de este.

Con respecto al nombre mismo. El autor de este texto no conoce el motivo que impulsó a los hablantes de los mentados países para que tomaran ese nombre para la válvula de las cámaras de aire de las gomas. Es posible que hayan encontrado alguna semejanza entre la válvula y el gusano. Llama la atención que hasta las personas de escasa educación formal (gomeros) usen la voz gusanillo, que por su terminación no pertenece al léxico usual de ese grupo de hablantes. Hay que destacar que al elegir esta voz el hablante ha transferido una voz del reino animal (gusano pequeño) a un objeto material; dicho sea de paso, no deja de ser pequeño el dispositivo con relación al tamaño de la goma, y, quizás de allí proviene el diminutivo.

Este gusanillo no ha encontrado su incorporación todavía en los diccionarios de español dominicano. Con la acción que se toma aquí al mencionarlo y publicarlo, se espera que en el futuro este gusanillo penetre en los lexicones diferenciales de español dominicano.

 

PIQUITO – PRINGUE

“. . . deben tomarse con un PIQUITO de sal. . .”

Para el común de lectores este piquito no es otra cosa que un pico pequeño. Por la compañía en que se encuentra este piquito, el cerebro humano de inmediato rechaza o relega aparte muchos picos que no tienen relación alguna con este diminutivo.

Este piquito es pertinente en este contexto, su significado aquí no se encuentra alejado de algunas acepciones de algunos picos. Piénsese por ejemplo en la pequeña parte de una cantidad que sobrepasa a un número en redondo, que es pico.

Aparte de este piquito ya mencionado, los dominicanos en su habla tienen un piquito propio y exclusivo, el “gesto o mueca de enojo que hacen los niños”. Diccionario del español dominicano (2013:552). En el caso del piquito de los niños dominicanos la terminación, el diminutivo –ito del pico viene de la forma que adoptan los labios en el gesto de enojo y de que se produce especialmente en niños.

Para pequeñas cantidades de algo, pizca, los dominicanos tienen “pringue, pringa, pringuito, a” y otros. En Guatemala conocen el pringue, pero es casi exclusivo para líquidos. En Costa Rica sí hay un pringue como el dominicano.

Quien esto escribe piensa que el “pringue” dominicano deriva de la cantidad que puede aprisionar una persona entre el pulgar y otro dedo de la misma mano. Esa característica del pringue excluye los líquidos. Ese pringue es casi exclusivo en la cocina dominicana (vocabulario gastronómico) que es una cantidad igual o menor que un chin.

 

REUSADO – REHUSADO

“La planta de agua envasaba el producto terminado en botellones REHUSADOS de. . .”

Como tal y a título particular el verbo reusar no aparece en el lexicón mayor de la lengua española. Eso no le cambia el carácter de verbo de uso. No hay que condenar el verbo porque no aparezca en algunos diccionarios. El verbo está bien formado, sobre la base del verbo usar con el prefijo re- que significa repetición, literalmente expresa “volver a usar”.

En el español moderno este reusar corresponde en buena lid a reciclar. Puede sustituirse por el verbo reutilizar que transmite la misma acción de volver a emplear.

No debe confundirse el verbo reusar con su homónimo rehusar. Rehusar es no aceptar una cosa, rechazarla, no quererla. Algo más que tienen en común los dos verbos, se conjugan de la misma manera. Llevan una tilde que rompe el diptongo en reúso, reúsas, reúsa, reúse, reúses, reúsen.

Esa letra que no tiene sonido alguno, la hache, en el caso de estos dos verbos inserta con su presencia una gran diferencia entre los dos verbos; por tanto, hay que observar cuidado al escribir uno u otro verbo para no expresar lo contrario de lo que se desea.

 

RIESGO – RIEGO

“. . .estos que corresponden a ilícitos de falsificación y RIEGOS a la salud. . .”

En las conversaciones diarias en familia, entre amigos, es aceptable que se relajen los hablantes y no se observen todas las elegantes formas de hablar. Esto así con respecto del vocabulario, con la introducción de muchos comodines, y, en la elocución para dar paso a los acortamientos de terminaciones y la elisión de las “incómodas” eses /s/.

Al contrario de lo mencionado para las conversaciones informales, al redactar para publicar, quien escribe se esmera en observar las reglas que conoce para que se le entienda, a conciencia de que no está en presencia del lector y, en consecuencia, no puede despejar dudas.

Uno de los cuidados que debe observar un redactor de columnas o articulista es releer lo que ha redactado. Estos disponen de mayor tiempo que los redactores de noticias\, pues los últimos están sometidos a la presión del tiempo.

Toda la introducción anterior es para criticar el desliz que se advierte en la escritura de riesgo, que aparece escrito de manera incorrecta – riego- en tanto representación gráfica de la manera descuidada de decirlo en los diálogos cotidianos.

Riego es la acción y efecto de regar. El verbo regar es esparcir agua de manera deliberada o derramar un líquido de modo accidental. Riesgo es la contingencia o proximidad de un daño. Riesgos son los imprevistos que pueden cubrirse con un contrato de seguro.

 

REPUTACIONAL

“El riesgo REPUTACIONAL. . .”

Este reputacional ha recibido la bendición de la Fundación del Español Urgente que afirma que está bien formado. Este adjetivo hay que aceptarlo con el significado de “perteneciente o relativo a la reputación”.

Reputacional se ha formado a partir del sustantivo reputación al que se le ha añadido el sufijo -al. Esta manera de formar adjetivos tiene precedentes en español. Ejemplos de estos son, vacacional, cultural y nutricional.

El empleo del adjetivo se ha hecho usual en los medios de comunicación masiva. Este adjetivo llega precedido de otros que han llegado al español procedentes del inglés. La procedencia de la voz no invalida su condición.

El uso y su formación ajustada a los cánones de la lengua española abren las puertas para que se considere el vocablo como un buen candidato para que se integre a la nómina de palabras reconocidas por los hablantes cultos de las urbes citadinas.

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

 

DICCIONARIO PANHISPÁNICO DEL ESPAÑOL JURÍDICO

El pasado domingo (1 de marzo de 2020) ocurrió en Santo Domingo un acontecimiento no visto antes: la visita institucional del director de la Real Academia Española, desde su fundación en 1713. Santiago Muñoz Machado, el trigésimo primer director de la RAE y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, incluyó en la agenda de su visita la presentación del Diccionario panhispánico del español jurídico, intensa obra en dos tomos en cuya elaboración intervinieron más de quinientos académicos y abogados especialistas en distintas ramas, de España y América.

Muñoz destacó los esfuerzos desplegados para la composición del DPEJ , concebido desde el punto d vista lexicográfico, ponderando que el lenguaje del derecho tiene un valor históricamente superior a cualquier otro lenguaje técnico: La lengua de los juristas forma parte destacada de la cultura común, en proporción, incomparablemente superior a las demás “artes liberales y mecánicas”.

Además de los juristas de los países hispanohablantes, en la redacción de este libro ha intervenido un equipo de académicos que aportaron “el ajuste lexicográfico”. De República Dominicana participaron Carolina Santana Sabbagh, catedrática de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (léxico de derecho constitucional); Rafal Alburquerque, especialista en derecho del trabajo, José Cruceta Almánzar, juez de la Suprema Corte, quien trató el léxico procesal.

La responsabilidad, entre los dominicanos, correspondió a Fabio J. Guzmán Ariza, abogado y miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, quien además pronunció el discurso de presentación del libro en la solemne ceremonia efectuada en la sede académica en Santo Domingo, el primero de marzo. El director de la ADL, Bruno Rosario Candelier, le entregó al director de la RAE el diploma acreditativo de miembro correspondiente de nuestra institución.14/3/2020 | Rafael Peralta Romero (El Nacional, República Dominicana)

 

¿HILARIDAD TIENE QUE VER CON ILACIÓN? ¡CLARO QUE NO!-

Hace unas cuantas décadas –aún no nacía mi primogénito- fui testigo de una conversación entre el doctor Antonio Rosario y un joven que recién terminaba sus estudios de Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. El casi graduado juzgaba un hecho político del momento y dijo, moviendo las manos como si las juntara y las separara: “Eso no tiene hilaridad”. El jurista mocano, quien fuera rector de la UASD, en uso de sus facultades de maestro, advirtió al joven: “Mire, usted ya no es mi alumno, pero estoy en el deber de decirle que hilaridad no significa lo que usted cree, hilaridad significa risa, usted quiere decir coherencia”. Tiempo después, ya como profesor de la UASD, me correspondió impartir un curso de redacción a estudiantes de término de la licenciatura en Derecho en el centro de la UASD en Bonao y comencé la exposición con la anécdota que les he relatado: todos los estudiantes creían que hilaridad guarda relación semántica con los sustantivos coherencia, unión, relación.

Posiblemente muchos sigan creyendo eso, como posiblemente alguno de ustedes critique mi persistencia en comentarles las palabras parónimas. Recuerde, una palabra es parónima con otra porque guarda con esta una semejanza que puede ser en el sonido o en la grafía, sin que nada tenga que ver una con el significado de la otra.

Vamos al Diccionario. Hilaridad: (del latín hilaritas, -atis). f. Expresión tranquila y plácida del gozo y satisfacción del ánimo. 2. f. Risa y algazara que excita en una reunión lo que se ve o se oye. Relacionado con el sustantivo hilaridad tenemos el adjetivo /hilarante/, también procedente del latín y que significa: Que inspira alegría o mueve a risa.

No conocemos verbo en español relacionado con esta pequeña familia de palabras, aunque hilarante tiene forma de participio activo y su etimología remite al verbo latino “hilarare”, que es alegrar, regocijar. Parece que quieran decir /ilación/ quienes al hablar emplean /hilaridad/ fuera de su verdadero significado.

De acuerdo al Diccionario académico, ilación significa: 1. f. Acción y efecto de inferir una cosa de otra.2. f. Trabazón razonable y ordenada de las partes de un discurso.3. f. Consecuencia lógica o natural.4. f. Fil. Enlace o nexo del consiguiente con sus premisas.

También tenemos el adjetivo /ilativo, va/ con el siguiente significado: 1. adj. Que se infiere o puede inferirse.2. adj. Perteneciente o relativo a la ilación. 3. adj. Gram. Dicho de una oración subordinada: Que expresa la consecuencia lógica o natural de lo afirmado en la principal. U. t. c. s. f. 4. adj. Gram. Dicho de un período: Que contiene una oración subordinada ilativa. U. t. c. s. f.

Parecidos en la grafía con hilaridad son los vocablos hilandería, hilar, hilatura, hilandero. Pero no son familia, como puede apreciarse.

Hilandería. 1. f. Arte de hilar. 2. f. Fábrica de hilados.

Hilar. 1. tr. Reducir a hilo el lino, cáñamo, lana, seda, algodón, etc. 2. tr. Dicho de algunos insectos y de las arañas, y en especial del gusano de seda: Sacar de sí la hebra para formar el capullo o la tela.3. tr. Dicho de algunas cosas: Discurrir, trazar o inferir de otras.

Hilatura. De hilar.1. f. Arte de hilar la lana, el algodón y otras materias análogas.2. f. Industria y comercialización del hilado.3. f. Establecimiento o fábrica donde se hilan las materias textiles. Como ven, hilaridad nada tiene que ver con ilación, ni siquiera con hilatura.

 

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

UN SÍNTOMA MÁS

10/03/2020

El director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado, ha visitado esta semana la Academia Dominicana de la Lengua, en su condición de director de la RAE, pero, fundamentalmente, de presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, a la que pertenecemos como una de las veintitrés que trabajan en el mundo.

Como siempre que nos encontramos los académicos, hemos hablado largo y tendido; de lo que hemos hecho, y, sobre todo, de lo que estamos haciendo y de lo que vamos a hacer. Santiago Muñoz nos ha presentado el extraordinario Diccionario panhispánico del español jurídico, en el que hemos participado y en el que vamos a seguir participando para que el uso dominicano del español jurídico esté correctamente registrado en sus páginas. Hemos hablado del Nuevo diccionario histórico de la lengua española, de las nuevas ediciones del Diccionario de la lengua española o del Diccionario panhispánico de dudas; también de la revisión para una nueva edición de nuestro Diccionario del español dominicano; o de nuevos proyectos, como el Tesoro léxico del español dominicano.

Lamentablemente en nuestras sesiones académicas ha sobrevolado, como siempre lo hace en nuestros proyectos, la ausencia de apoyo institucional al trabajo ad honorem que realiza la Academia Dominicana de la Lengua por el conocimiento y la valoración del buen uso de nuestra lengua. Y no hablo siquiera del apoyo económico, que no existe, sino del más fácil de brindar, aquel que se demuestra con la presencia o con las palabras de buena voluntad. La visita histórica de un director de la Real Academia Española, que, por cierto, ha sido fraternal, fructífera y exitosa desde el punto de vista académico, se ha saldado con la ausencia de las autoridades nacionales de educación o de cultura, un síntoma innegable de cuáles son nuestras prioridades como nación.

 

TILDES Y YES

17/03/2020

En cuestiones ortográficas nunca terminamos de aprender. Una seguidora me consulta en Twitter sobre el uso de las tildes en las palabras que terminan en ye. Ya saben que para determinar el uso o no de la tilde en las palabras de más de una sílaba es esencial buscar la sílaba tónica y saber en qué posición está: aquello de palabras agudas, llanas o esdrújulas.

Saber si una palabra terminada en ye lleva tilde depende también de su sílaba tónica y de la posición de esta. Si la sílaba tónica es la sílaba final de la palabra, es decir, si estamos ante una palabra aguda que termina en y, no debemos poner la tilde. Para encontrar ejemplos nos basta un precioso repaso por muchas palabras antillanas: batey, maguey, abey, caney, carey, catey, quibey o jagüey. No debemos olvidar nuestro bello topónimo Higüey, también palabra aguda terminada en ye y, por lo tanto, escrita sin tilde. Pero no solo hay ejemplos de origen antillano; también de origen francés, como convoy o bocoy, del portugués, como balay, o patrimoniales como virreyguirigay o el eufemismo caray, (por no decir carajo). Hay pocos ejemplos de palabras llanas, aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima, que terminan en ye, en su mayoría anglicismos adaptados a nuestras normas ortográficas; todos deben llevar su tilde: yóqueyyérsey. Las esdrújulas y las monosílabas nos simplifican la vida; las primeras llevan siempre tilde; las segundas, nunca: ley, grey, rey.Hoy hemos aprendido sobre tildes, pero, si desconocen el significado de alguna de estas palabras de nuestra lengua, no desaprovechen la oportunidad de aprender vocabulario y rellenar sus árganas léxicas consultando un buen diccionario.

 

UN SIGNO SUTIL Y ELEGANTE

24/03/2020

Aunque tras un febrero dedicado a las palabras de nuestro himno cabría poner un punto final, la Eñe de hoy tiene como protagonista al punto y coma, cuyo uso correcto requiere una especial destreza. Manuel Seco, en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, nos explica que los signos de puntuación tienen la misión, entre otras, de precisar el sentido de lo que escribimos; nada más necesario para que los que nos lean entiendan adecuadamente lo que queremos decir y no otra cosa.

Me siento solidaria con el punto y coma; me gusta su personalidad dual. Me gusta que nos haga dudar cuando vamos a utilizarlo. A veces podemos elegir una humilde coma; otras, optar por el punto; incluso, recurrir a los dos puntos. De esta condición surgen las dificultades a la hora de usarlo en nuestros escritos; su aparición siempre está muy sujeta a la subjetividad del que escribe, y ya sabemos que, cuando la opcionalidad entra en juego, comienzan las dudas.

Nada de opcional o subjetivo tienen las normas ortográficas que rigen la forma correcta de escribirlo en un texto. Podemos empezar por conocerlas. El punto y coma siempre se escribe pegado de la palabra o del signo al que sigue y separado por un espacio de la palabra o del signo que lo siga a él. La palabra que se escribe inmediatamente a continuación del punto y coma se escribe siempre con la letra inicial en minúscula.

Muchos hablantes, inseguros sobre cómo utilizarlo, renuncian a él; pero el punto y coma bien usado es sutil, elegante y muy significativo. ¿Dispuestos a saber más sobre los usos del punto y coma?

Poetas de la Academia

La muerte del ahora

 

Por Ofelia Berrido

 

Silencio inmóvil,

solo el arroyo

se escucha correr entre las peñas.

Palpitas en mi pecho

 corazón del cielo,

 al impulsar las aguas del torrente

y desplazarte entre los pinos y los cedros.

Vibración sagrada, sagrada vibración,

sostenida en Do

sobre la corriente y el vacío…

Susurra tu secreto en mi oído,

 devela tu misterio

y llévame contigo.

Ascenderé por el árbol.

 Rama a rama escalaré.

Alcanzaré la corona;

tomaré su último fruto y realizada

habrá  muerto el ahora.

No habrá ego.  ¡Ya no habrá Yo!

develan los invisibles mundos…

 Te aseguro que no habrá lágrimas.

 ¡Trepa, trepa, hiedra…!

 Germina en mi ánima.

En lo alto de la montaña,

 en tierra fértil reposan las raíces

del dulce sueño del alma.

En mi vientre florece la savia,

 que consume los miedos ancestrales

 con fervores de un tiempo eterno…

Marcharé…

Paso a paso por este desierto estéril…

evocando tu imagen,

y deseando tus besos.

El camino es espinoso,

mis piernas endebles, pero en mi pecho

late un corazón ardiente.

Estoy cerca… tendré la dicha de verte.

Solo faltan unos pasos…

Lo sé por la dicha inmensa que me embriaga

y por la danza de mi corazón.

¡Por fin he llegado!

Lo avisto en el brillo de constelaciones de tus ojos.

Es una luz fuerte, intensa, cegadora.

Rayos dorados lo cubren todo…

Solo siento

y aspiro el aliento del gran silencio

y una infinita paz se hace cargo de mí.

Sentada frente al espejo

las sombras se desvanecen,

como el rocío…

sin dejar huellas,

como el  murmullo de la inspiración

y la espiración del alma

que sufre y anhela.

Me das señales dolorosas

y aquí estoy, rebelde,

padeciendo esta aflicción.

El entender, no aminora mi sorpresa.

El sentir tu presencia, no suprime el temor.

Ahora que encuentro la paz

me arrebatas todo.

Cuando por fin disfruto el mundo,

lo pierdo todo.

Veo cómo la muerte acecha, pasiva

y la encuentro en todas partes casi dormida.

Recibo tus señales una y otra vez.

Veo tus huellas y no lo puedo creer

Huyo despavorida…

No me preparo para la muerte,

sigo en este mundo de la forma

atada a las pequeñeces.

Me niego a abandonar esta mortalidad

que asfixia y mata.

Cumplo con lo que para mí es sagrado

y sigo equivocada y aprisionada,

inmersa en la nada.

De espalda a la realidad inefable

me apego a esta experiencia.

Abandonar lo inacabado duele

y terminar nunca se puede.

Siento que estas aquí, cerca,

muy cerca y no sé por qué tiemblo

como la hoja última del invierno

que abatida por un soplo

en un instante cae y perece.

Ya, ya mis fuerzas se escapan

 y poco a poco me desplomo.

Quiero ceder y no puedo

el deber sale al paso,

invoca, se opone y lo cambia todo.

Temo alejarme de lo conocido,

entonces, me ato a los míos,

a mi luz, mi norte, mis hijos.

 

Santiago Muñoz Machado: “La lengua es bien cultural más importante que tenemos”

Por Emilia Pereyra

 

El académico sugiere al Estado y a las universidades que tomen en serio el idioma

Santiago Muñoz Machado, reputado jurista y escritor, director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, es un tenaz defensor del lenguaje que resalta su valor y aconseja al Estado y a las universidades que fomenten la lectura. En su reciente visita a la República Dominicana, donde encabezó el domingo 1 de marzo la puesta en circulación del Diccionario panhispánico del español jurídico, Muñoz Machado respondió preguntas de este medio, en compañía de Bruno Rosario Candelier, María José Rincón y Fabio Guzmán Ariza, miembros de la Academia Dominicana de la Lengua, que lo acogió.

 

En ese recorrido por varios países de América, ¿cómo ha podido percibir el estado del español en este momento? 

Es una pregunta para que normalmente el interrogado conteste qué le parece la corrupción que se aprecia en la calle respecto del español, la pérdida de valores del español culto y la sustitución por jergas de todo tipo. Son cosas de la vida. Tampoco hay que preocuparse demasiado. Yo creo que en la medida en que los sistemas educativos funcionen un poco mejor podrán ser mejores educados en la lengua también los ciudadanos de este país y del mío. El problema es universal. Yo creo que este tipo de preguntas, por otra parte, busca contestar al fenómeno del uso del español en las redes, muy especialmente en los sistemas electrónicos, en las redes sociales, entre ellas el wasap y los más modernos. De esto último decimos en la academia que nos parece que no hay que tomarse muy en serio que sea un idioma escrito o una manera de hablar escrita, que es más bien una forma de realidad nueva, inmediata, que tiene el valor de un dialecto encerrado en sí mismo y sin mucha proyección hacia el exterior. No está afectando a la lengua canónica, sin perjuicio de que salgan de este recinto algunas palabras que luego tengamos que considerar, cosa que hacemos con toda normalidad, incluso cuando son neologismos, lo que no es infrecuente. Los incorporamos cuando se han generalizado y ya está.

 

Por ejemplo, ¿ya lo están considerando wasapeando?

Tanto lo estamos considerando como que hemos tenido el atrevimiento en la Academia de la Lengua de aprobar unas reglas sobre cómo escribir en wasap. En el Libro de estilo de la lengua española, que se publicó hace dos años, pues hemos incluido un capítulo entero sobre la lengua en las redes y ponemos cómo hay que exhibir los emoticonos, si se ponen signos de interrogación, dónde va el punto, cómo se usan las comas, las combinaciones de mayúsculas y minúsculas para enfatizar, si está bien escribir en mayúsculas para ponerle énfasis a tu criterio o manejar mezclas de mayúsculas y minúsculas y poner cinco signos de admiración seguidos. De todo esto hemos escrito en este libro, digo yo, a pesar del director. Es el director de la academia quien tiene un punto de ingenuidad, porque lo que prima es las redes es la antigramática.

 

Algunos hablantes se quejan de las redes y de internet y del impacto que tienen y buscan consejo en la RAE y otros dicen no importa lo que decida la entidad, pues escriben como nos da la gana. Hay dos corrientes. ¿Cómo se puede manejar esta situación?

Pues yo creo que, por parte de la academia, como siempre se han manejado las cosas del idioma. Nosotros incorporamos palabras al diccionario, establecemos reglas, cambiamos las reglas generales de la gramática y de la ortografía en la medida en que se han convertido en un uso general. Eso es lo que verificamos, en qué medida pues son usadas por las mayorías de los hispanohablantes. Esas otras variaciones y agresiones están muy reducidas a un núcleo de los que manejan esas… que somos todos. Pero no trascienden al lenguaje oral y ni al escrito. Ni usted ni escribimos ni hablamos con abreviaturas ni omitiendo palabras. Cuando se escribe formalmente esto no ocurre.

 

Tenemos en el país un problema grave con la escritura también, problemas con la sintaxis, con el léxico y hasta con la pronunciación. ¿Qué se lo podría recomendar a las universidades, al Estado dominicano en cuanto al manejo de la enseñanza de la lengua?

Creo que hace falta ponerse serio y pedirles que se tomen en serio la lengua. Que las enseñanzas de las humanidades en general y de la lengua en particular se tome con programas educativos más eficientes y más exigentes. Las academias no, hay algunas más activas en esto que otras, pero en general no nos ocupamos mucho de la enseñanza directamente. Eso es cosa de otras instituciones. Nos ocupamos y preocupamos de preparar materiales para docencia también en materia de lengua, pero en la aplicación práctica no nos corresponde. No podemos ni es nuestra función. No tenemos recursos públicos como para hacerlo.

 

La lengua española es para mí hermosísima y ofrece unas posibilidades expresivas enormes para la escritura, pero no siempre lo percibe así el resto de los hablantes. ¿Qué se le pudiese decir a la gente sobre el valor que tiene nuestro idioma?

Que sean conscientes de que es una lengua hermosísima, que tiene unas posibilidades expresivas extraordinarias, que no la corrompan, que traten de amarla y que le lean novelistas de esos autores importantes. Que lean. Yo creo que el consejo mejor que se le puede dar a cualquiera de cualquier lengua es que lea. No se puede saber nada sin saber cómo manejan la lengua los mejores, que son siempre los escritores, los que la han cultivado. Por tanto, debieran hacer los gobiernos programas de lecturas, programas de lectura serios, habituar a la juventud, que ahora lee cada vez menos, para que lea más y tratar de superar esos déficits. Lamentablemente la lengua es un negociado y los políticos creen que está todo hecho y no está todo hecho. Hay mucho por hacer.

 

 Además, es muy dinámica. Va cambiando constantemente, ¿no?

Yo creo que no, yo creo que siempre va cambiando muy lentamente la lengua, siempre sin perjuicio de que de vez en cuando hay grandes terremotos, pero bueno ha ocurrido siempre. Yo creo que ahora el deterioro es muy importante por lo que aportan al deterioro las redes y la falta de educación, la falta de formación.

 

Con frecuencia surgen las controversias sobre el tema del lenguaje de género. ¿Habrá un cambio en la Real Academia acerca de esto?

Cuando el pueblo soberano, que es el dueño de la lengua, decida habrá un cambio. Hasta tanto no. Aquí he venido oyendo mucho en República Dominicana que hubo un tiempo remoto en que los haitianos se empeñaron en que se hablara francés, pues salvo esos casos esporádicos nunca un poder público ha impuesto la lengua que hay que hablar y nunca la academia la impondrá. El asunto es muy comprometido ahora porque hay muchos grupos Ong y grupos feministas que pretenden que se acoja el lenguaje inclusivo. La doctrina oficial que mantiene la Real Academia, que yo dirijo, es que hay dos maneras de entender el lenguaje inclusivo: uno, que exige siempre el desdoblamiento al referirse al varón y a la mujer. Eso es inclusivo según esos movimientos que exigen una variación. Nosotros decimos que lenguaje inclusivo es aquel en que el genérico sirve para ambos sexos. Estamos por proponer el masculino genérico y quitarle lo de masculino para que sea genérico porque masculino parece una ofensa para algunos y es genérico sin más. Y eso es lo correcto, porque eso que verificamos en la academia, a través de nuestros corpus, de nuestras obras, es el lenguaje común de la mayor parte de los hispanohablantes y esa es la autoridad.

 

Vemos en ámbitos muy formales el uso de la arroba como si fuese una letra. ¿Qué se hará con este símbolo?

Pues cada cual la pone donde le parezca porque infligir las reglas de la gramática no tiene sanción penal, pero la @en el lenguaje escrito todavía se puede, pero en el lenguaje oral no sé cómo se pronuncia. Bueno, las terminaciones en e tampoco están mal… Están estas fórmulas de terminar en e. Yo reto a quien quiera que hagan una conversación con la e. Es dificilísimo, requiere un entrenamiento muy severo.

 

¿Pudiera ser que el uso de la @ se deje de lado por su poco sentido práctico?

Nosotros, las academias deben insistir en que estas fórmulas no están en el común de las… Repetimos mucho estos conceptos: primero, es verdad que la discriminación de la mujer es un fenómeno histórico… Es verdad que tenemos que hacer un esfuerzo todos por la igualdad y luchar contra la discriminación. Pero tan verdad como esto es que la lengua no tiene la culpa. No es el principal problema. La lengua tiene adherencias de esa situación que son fácilmente identificables en los libros, incluso de la academia. Por eso, nos hemos dedicado en los últimos años a limpiar los diccionarios de referencias que no (son) machistas, pero sí son excesivamente masculinizantes y, si vale la palabra, evitables. Por ejemplos, definiciones de vocablos que empiezan por hombre, cuando se refieren a cargos que no están ocupados históricamente por mujeres, pero ahora sí.. Referencias que hay en el diccionario: jueza, la mujer del juez, embajadora la mujer del embajador, alcaldesa, la mujer del alcalde, etc. Todo eso sigue siendo verdad y siguen siendo vocablos en uso, porque seguimos usando alcaldesa o embajadora para la mujer del alcalde… pero es una acepción que tiene que bajar para situar en primer lugar embajadora, mujer que tiene la titularidad de la representación diplomática de su país. Ese tipo de verificaciones y de cambios los hemos hecho motu proprio, por nuestra propia iniciativa. Nadie nos lo ha pedido, (lo hemos hecho) dándonos cuenta de que en efecto hay muchas cosas del diccionario de la lengua actual que vienen del diccionario del siglo XVIII, donde las cosas eran de otra manera. Pero estamos muy empeñados en hacer lo que podamos. Lo que podamos no es estropear una lengua tan hermosa, no está utilizar desdoblamientos continuos que no se usan, que no es que no sean económicos, es que hacen feo un lenguaje tan precioso.

 

Usted hablaba del equipo que está trabajando diariamente, respondiendo consultas. ¿Puede dar una idea de la dimensión de ese trabajo diario que hace la RAE?

Las declaraciones de las academias son muy importantes en este punto. La autoridad lingüística de vez en cuando tiene que decir estas cosas que estoy contando ahora mismo. Lo noto porque es una necesidad. En España, la Academia se acaba de pronunciar recientemente sobre si nuestra Constitución maneja o no el lenguaje sexista y debería cambiarse. Y hemos dicho con absoluta rotundidad que la Constitución española está muy bien escrita. Yo he dicho… Todos los periódicos del país han sacado unas expresiones mías en una rueda de prensa en la que presenté ese informe. Dice: “La Constitución española tiene un español impecable”. Utiliza continuamente el masculino inclusivo. No sabe las repercusiones que ha tenido esa declaración, porque me para la gente por la calle, las mujeres, para decirme “es usted un valiente, pero muchísimas gracias” … las instituciones, gente que ya no sabía cómo escribir, si violentaban las reglas o las aspiraciones de algunos grupos que quieren cambiar el modo…Nadie de esos grupos ha formulado contestación alguna, y nadie es nadie. En cuanto a cuánta gente hace las cosas (el trabajo a favor de la lengua), pues mucha gente muy empeñada y muchos de nosotros de manera puramente honorífica. Es importante que se sepa que las academias tampoco somos un núcleo que gana muchísimo dinero manejando la lengua. Somos gente que tiene o ha tenido profesiones importantes. En mi caso, he sido abogado muchos años y tengo que apartar el oficio, porque no tengo tiempo, para dedicarle horas a la academia. Es lo que le pasa a don Fabio (Guzmán Ariza) y a tantos otros. Y los académicos de mi academia, pues, no reciben ninguna retribución. Trabajan ad honorem y esto hay que pensarlo. Tenemos, eso sí, equipos profesionales de lingüistas, de filólogos, que trabajan en nuestras obras y necesitamos la colaboración de expertos para algunas de ellas. El Diccionario general de la lengua lo están trabajando continuamente quince personas en la actualidad. Todos los académicos reflexionan sobre el diccionario durante dos horas todos los jueves. Cuarenta personas metidas ahí… trabajan y cambian veinte palabras cada jueves, a petición de los interesados, por iniciativa de ellos mismos y así se va trabajando. En el Diccionario panhispánico del español jurídico, pues, hemos convocado, ya que no tenemos fuerza en la academia para hacer eso. Supervisamos lo que se hace. Hemos convocado a 450 juristas y lexicólogos que han trabajado en la cuestión. Han tenido la disciplina y el pundonor de participar en la obra. Es importante ese trabajo.

Le contaba a Bruno (Rosario Candelier) y a los académicos de aquí que ahora estamos revisando la manera de hacer un diccionario histórico del español, que ha sido una obra que siempre se nos ha resistido y la manera de hacerlo es buscar todas las fuerzas intelectuales que sepan algo de la historia de la lengua. Se trata de hacer la biografía de cada palabra, cuándo nació, cómo evolucionó, si ha muerto, cuándo murió.

 

No sé si quiere decir algo más de lo que le hemos preguntado

Sí, quiero que ponga ahí que le agradezco mucho a la Academia Dominicana de la Lengua lo bien que me ha tratado, lo mucho que he aprendido de ellos, y que ponga también que recomiendo a los poderes públicos, muy especialmente, que atiendan a la academia, porque es una institución. Las academias son instituciones siempre débiles que se tienen que dar cuenta del trabajo inmenso que hacen, por el honor de la lengua y no porque tengan otro tipo de aspiraciones y que lo sepan porque es el bien cultural más importante que tenemos.

 

Fructífera trayectoria. Santiago Muñoz Machado es el trigésimo primer director de la RAE. Elegido el 20 de diciembre de 2018, tomó posesión de su cargo en el Pleno del 10 de enero de 2019. Estuvo al frente de la secretaría de la RAE desde 2015 a 2017. Es académico de número desde su elección el 13 de diciembre de 2012. Ingresó el 26 de mayo de 2013 con el discurso titulado Los itinerarios de la libertad de palabra. Es catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid desde 1994, y académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Académico de honor de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y académico correspondiente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y de la Academia Dominicana de la Lengua. Posee una amplísima bibliografía. De su bibliografía jurídica, compuesta por más de cincuenta libros y numerosos artículos en materias de su especialidad, destaca su Tratado de derecho administrativo y derecho público general, obra de referencia en la materia. Es director del Diario del derecho y de la revista El Cronista del Estado social y democrático de derecho y miembro del consejo de redacción de otras revistas españolas y extranjeras. Es autor de libros de relatos, como Riofrío; de obras de investigación histórica, como El problema de la vertebración del Estado en España (2006) y Sepúlveda, cronista del Emperador (2012), además de un número importantes de obras ensayísticas, entre las cuales destaca la trilogía formada por Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo’ (2012) -por la que ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ensayo 2013-, Cataluña y las demás Españas (2014) y Vieja y nueva Constitución (2016). Es doctor honoris causa por las universidades de Córdoba, Extremadura y Valencia, y en mayo de 2015 fue reconocido como académico de honor de la Real Academia de Córdoba. En 2016 se le concedió la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort. Además es Premio Nacional de Historia de España 2018.

 

 

Perfil del español dominicano, de Bruno Rosario Candelier

Por Miguelina Medina

  “Hay que tomar conciencia de lo que uno es y de lo que uno puede hacer y testimoniar, sabiendo con plena conciencia que nosotros tenemos un punto de contacto en el Universo y ese punto de contacto es único, exclusivo, personal y singular” (Bruno Rosario Candelier).

 

Don Bruno Rosario Candelier tiene una singularidad, y es que ese  punto del Universo, que solo es suyo, ha sido privilegiado. Su visión profunda y luminosa alcanza lejanas palabras que solo él puede traducir con el lenguaje que solo a él se le ha permitido develar.  Por esa conciencia que él alcanzó a muy temprana edad trabaja sin desmayar a favor de nuestra sociedad y de todos cuantos con él tienen contacto. Él es como el agua del estanque del que habla Pedro Salinas, que “tiene en el fondo joyas y pedrerías, misterioso tesoro celado, pero el que  hunda la mano más allá, más adentro, nunca la sacará sin provecho”. Por eso, con la energía divina con que fue dotado al venir a la vida, en virtud del Logos de la conciencia que él enfatiza con tanto esmero, con ese mismo amor divino devuelve a la humanidad sus conocimientos. ¿Y por qué no decirlo de él, pues hace eso mismo con todos y da testimonios en sus libros y conferencias de las virtudes de los demás antes de dar inicio a sus estudios?

Perfil del español dominicano es producto de esa conciencia que tiene don Bruno sobre la valoración del trabajo de los demás y de una visión respetuosa de los mismos. Esa misma conciencia le ha dado la visión de ponderar los trabajos que tantos estudiosos dominicanos han realizado en favor del habla peculiar dominicana.  Ha observado, además,  una continuidad genealógica en esos estudios, por así decirlo, a través de la historia: frutos de un árbol al que podemos llamar “árbol genealógico de estudios del habla dominicana”. De ese árbol genealógico ha nacido un nuevo fruto que es Perfil del español dominicano.

El epígrafe que he colocado al inicio de esta reseña es una expresión que muestra la integridad espiritual del autor y esa espiritualidad le desparrama a esta obra un deleite que se nos transmite a la  conciencia de la lengua; les descubre el amor a nuestro patrio suelo a muchos que lo llevan dentro sin notarlo. Dicha frase nos lleva a leer esta otra del autor: “El hablante consciente de su lengua usufructúa tres potencias de la conciencia con la que intuye, habla y crea; formaliza con su lengua las creaciones verbales en su dimensión discursiva o literaria; canaliza sus sensaciones y emociones, expresa lo que sacude su interior profundo y, con la imaginación y la memoria, desarrolla el poder de la invención y la retentiva generando una nueva creación”.

En un bosquejo general de la intuición del autor, con respecto a esta creación, él ha percibido la necesidad, ha visualizado la creación y ha estudiado sus argumentos para comprobar su validez y luego de aprobarlos los plasma en un ensayo que decide mostrar a los lectores, a los observadores y estudiosos para su conocimiento. He notado que esta creación tuvo su tiempo de gestación: a los 20 años del siglo XXI llega esta obra con su aporte singular: Perfil del español dominicano es, pues,  una obra de reflexión, de intuición, de creación donde cada pasaje es como un poema que construyó el tiempo en la voz de don Bruno Rosario Candelier.

Ahora bien, ¿por qué encumbrar estos estudios en la palabra perfil? Porque en esta obra su autor ha estudiado las características que definen el perfil del español dominicano. Estos rasgos, todos, ya están estudiados en esta obra que sustenta el postulado del  Perfil de español dominicano. El autor lo recalca en el subtítulo: Voces y expresiones del habla criolla. Bruno Rosario Candelier presenta este ensayo con estudios que avalan y sistematizan la variante dominicana de la lengua española en América.

Argumentos generales de la observación

  1. a) Dice el autor que: 1. Los hablantes dominicanos canalizan el potencial de la lengua con sus atributos idiomáticos: es decir, plasman su percepción de la realidad natural, sociocultural y espiritual. 2. Ponderan y activan los valores establecidos. 3. Reflejan el influjo de la tierra, la historia y la realidad sociocultural. 4. Cultivan y expresan  su pensar y su sentir en lenguaje directo, comunicativo y espontáneo.
  2. b) Explica que desde la publicación del Tesoro de la lengua  castellanao española en 1611, dado a conocer por Sebastián Covarrubias, el Diccionario de autoridades, editado por la Real Academia Española, en 1736, y las diversas ediciones del Diccionario, la Ortografía y la Gramática de la lengua española, se tienen los modelos para la confección de obras lexicográficas, ortográficas y gramaticales a la luz de las orientaciones lingüísticas establecidas.
  3. c) Con el surgimiento de las diferentes variantes de la lengua española en los países hispanohablantes han surgido voces y expresiones idiomáticas como seña sociocultural de identidad  que dan valor y vitalidad al talento creativo de sus hablantes desde su fuero léxico- morfosintáctico y semántico, y de esa peculiaridad idiomática particular figura el español dominicano adscrito a la zona dialectal del español antillano.
  4. d) Nuestra expresión idiomática ha merecido estudios de autores dominicanos como son: Pedro Henríquez Ureña, quien en 1940 publicó El español de Santo Domingo; Maximiliano Arturo Jimenes Sabater: Más datos sobre el español de la República dominicana, en 1975;  Orlando Alba, en 2004,  Cómo hablamos los dominicanos, y  otros textos de otros autores que estudian facetas léxicas, fonéticas y morfosintácticas del español dominicano.
  5. e) El autor nos recuerda que todavía en el siglo XVIII predominaba en la isla de La Española el habla al modo castellano, con las voces y las formas del habla patrimonial de Castilla, y en ese mismo siglo afloraron los antecedentes o rasgos iniciales de la voz genuina del habla criolla; es partir del siglo XIX cuando se desarrolla la criollización del idioma español en esta isla del Caribe Hispano y adquiere la distinción de variante dominicana del español en América. Luego en el siglo XX, con la creación de una genuina expresión propia, se consolida el perfil del españoldominicano, con sus atributos o rasgos peculiares de su habla criolla.

(II) Es esta, pues, la tesis de Perfil del español dominicano: Con la creación de una genuina expresión propia del español dominicano, con sus atributos o rasgos peculiares de su habla criolla, se consolida en el siglo XX el perfil del español dominicano (p. 10).

¿Cómo se produjo la consolidación del español dominicano?

Lo recalcamos un poco: el hecho determinante fue el reconocimiento de la criollización del idioma español en esta isla del Caribe Hispano, lo cual hizo que adquiriera la distinción de variante del español dominicano en América. Entonces este hecho imprescindible ocurrido en nuestra historia de  nuestra lengua “dio paso a la genuina expresión propia”, como ya se dijo anteriormente.

¿Qué contiene  esta obra, Perfil del español dominicano?

Esta genuina expresión del habla criolla, que se ha venido estudiando desde 1940, por estudiosos dominicanos hasta 2019 en todas sus facetas idiomáticas: semántica, léxica, fonética y morfosintáctica, don Bruno Rosario Candelier compila esos estudios, los sistematiza, resalta sus enunciados y los encumbra en esta obra, como escritor y académico; pero además,  cuenta con la facultad que le confiere su investidura como filólogo de la Complutense, teórico de la lengua y director de la Academia Dominicana de la Lengua (ADL), por lo cual la institucionaliza. Recordemos que la ADL es correspondiente de la Real Academia Española y, en tal virtud, copartícipe en sus objetivos y sus metas (…), “tiene consignado en su Estatuto original lo siguiente: ‘siendo el fin principal de esta Academia cultivar y fijar la pureza y elegancia de la lengua castellana, desterrando todos los errores que en sus vocablos, en sus modos de hablar o en su construcción ha introducido la ignorancia, la vana afectación, el descuido y la demasiada libertad para innovar (…), observando en todo las reglas y preceptos que están puestos en la planta acortada por la Academia, fundada en el año de 1713” (Sexismo lingüístico y doble género, ADLSanto Domingo, 2012, p. 14).  Es decir, que cualquier obra  de esta índole debe estar avalada por los organismos autorizados para la fiscalización e institucionalización de la misma.

Desde luego que, conociendo la didáctica del autor y su entrega a la verdad científica, en una edición de esta obra, y bajo válida argumentación,  podrían tomarse en cuenta las observaciones que a partir de su presentación pudieran producirse, especialmente de estudiosos  de nuestra habla, los cuales conocen la intríngulis del decir criollo, y de otros hispanohablantes.

Desarrollo de la tesis y opiniones del autor 

Expone el autor los argumentos en los siguientes temas o subtítulos: 1. Perfiles idiomáticos. 2. Estudios lingüísticos. 3. Códigos lexicográficos y 4. Estudios literarios.

  1. EN PERFILES IDIOMÁTICOS el autor expone el perfil general del español dominicano. Dice que los hablantes de la República Dominicana tienen el privilegio de hablar  la lengua española que vino asignada desde sus orígenes por una impronta espiritual impregnada en la prosapia de su fuero idiomático. Y ocurrió en el monasterio de San Millán de la Cogolla en el año 977 de nuestra era cristiana. Ahí fueron pronunciados los primeros balbuceos de la “lengua de Gonzalo de Berceo, santa Teresa de Jesús y Miguel de Cervantes” y desde entonces, dice, “con la obra luminosa de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León y san Juan de la Cruz, entre otros grandes creadores de poesía y ficción, el idioma de Castilla tiene un peculiar aliento trascendente que responde a la esencia primordial de la estirpe castellana”. Resalta el autor que esta canalización de la palabra viene dada por el Logos de la conciencia, fuero y cauce de la más alta espiritualidad.
  • Dice que elperfil idiomático de un hablante, una comunidad o un país se manifiesta en la fonética y el léxico del habla. Por eso, cuando escuchamos hablar a personas en la televisión, en lengua española, por la entonación y las voces que emplean se puede inferir el país hispanohablante al que pertenece. Esto indica, expone el autor, que hay una lengua general o lengua estándar; una lengua particular o lengua regional o local, que se plasma en las palabras con sus acepciones correspondientes. La lengua general es la que habla todo el mundo hispano sin importar la región donde viva. Las variantes  idiomáticas del español son las que tienen vocablos regionales y figuran en el diccionario académico, como por ejemplo españoles, hispanoamericanos, filipinos, ecuatoguineanos y sefarditas. Los países de otras lenguas,  donde se habla español, como los Estados Unidos, Filipinas, Israel y Guinea Ecuatorial, tienen academias cuyas corporaciones idiomáticas forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española, consigna Bruno Rosario Candelier.

El autor muestra una especie de radiografía del castellano, y le llama “ADN del castellano”, porque contiene tres aspectos claves  que el español dominicano avala con sus rasgos dialectales diferenciales que fueron tomados en cuenta para  la valorización de las voces incorporadas al Diccionario de la lengua española (p. 14); así también los propios de cada país hispanohablante. Esos tres aspectos claves son los siguientes: filiación latina, filiación castellana y filiación espiritual. La filiación latina ya que la lengua española que hablamos los hispanohablantes procede del latín y en tal virtud conserva rasgos propios de esa antigua lengua del Latio, que era la lengua latina. Nos enseña el autor que las lenguas derivadas del latín se denominan lenguas romances, pues el latín fue la lengua del Imperio Romano que extendió su uso en varios países de Europa, como Italia, Francia, España, Portugal, Rumania, etc. Estas lenguas también se denominan neolatinas entre las cuales figura la lengua española. 2. La filiación castellana, en virtud de que el idioma español nació en Castilla, región de España donde por primera vez brotó el balbuceo original de nuestra lengua. Este texto primordial se conserva en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla en uno de cuyos códices están consignadas las primeras manifestaciones de esa original expresión del decir hispano, que terminaría denominándose lengua castellana o lengua española. (Y aquí comparto la emoción que sentí cuando el autor testimoniaba su experiencia al haber tenido la distinción y el privilegio de mirar el documento donde está resguardado el virginal  trozo literario, nacimiento de nuestra lengua española.  Y la filiación Espiritual gracias a la circunstancia de haber nacido la lengua castellana en el seno de un monasterio de la Iglesia Católica, hecho que concita una “marca prístina del ab origine con un rasgo de espiritualidad inherente a nuestra lengua”.

En cuanto al rasgo arcaico del español dominicano, de una parte de su vocabulario, dice que Pedro Henríquez Ureña lo advirtió en su obra El español de Santo Domingo, señal de que la variante dominicana del español en América conserva el aire antiguo de la lengua castellana como se puede contactar en las voces arcaicas que aún usan nuestros hablantes, como aldabacurcuteardizque. Cita el autor (p. 15), que en la página 40 del libro citado consignó: “Santo Domingo, como toda la zona del Mar Caribe, se distingue por el sabor fuertemente castellano de su vocabulario y de su sintaxis, en combinación de una fonética que se asemeja más a la andaluza que a la castellana”.  Y del atributo espiritual dice Rosario Candelier: “Dámaso Alonso sostenía que un atributo de la lengua española, como se evidencia en su literatura, es la dimensión mística de la creación estética” (p. 15). Esta faceta mística floreció de un modo ejemplar entre los poetas místicos de Ávila, como fueron santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz y fray Luis de León, añade el autor; y además que “esta tendencia mística la conserva la literatura dominicana, ilustrada en la lírica de Domingo Moreno Jimenes, Martha María Lamarche y Máximo Avilés Blonda”,  e igualmente la poesía inspirada en el ideario estético del Interiorismo que aplican en su lírica Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Roberto Miguel Escaño, Jit Manuel Castillo, Ofelia Berrido, Rocío Santos, Gloria Nolasco y Juan Santos, poetas cuya obra ha sido estudiada por Bruno Rosario Candelier.

El español dominicano como variante dialectal del español de América tiene la distinción de haberse fraguado por primera vez en el Nuevo Mundo a raíz de la colonización de este continente y con el paso del tiempo los hablantes que se establecieron en esta isla de La Española generaron nuevas voces y expresiones que en el plano léxico-semántico han enriquecido la lengua castellana o española como han señalado estudiosos del habla criolla”, consignó Rosario Candelier (p. 16).

  • En cuanto a los rasgos lexicográficosdel español dominicano, expone el autor, que sus voces, acepciones y significados se denominan dominicanismos. El caudal de los dominicanismos lo componen la creación léxica y semántica de las voces del español dominicano. Los hablantes tienen la capacidad de crear nuevos vocablos, mediante la gestación de voces y expresiones indicativas de la variante creadora de la lengua. En ese tenor los dominicanos han creado nuevos términos que conforman  el arsenal léxico de la lengua española, sostiene Rosario Candelier. Entre las palabras que emplean los dominicanos hay vocablos creados por dichos hablantes, además del léxico propio del español general. Las creaciones originales del español dominicano se denominan creación léxica, aunque algunos de esos vocablos se usen fuera de nuestra frontera geográfica, como bachatacaliéchiviricafucúmangúpariguayo. Esas voces dominicanas constituyen el aporte de una nueva forma léxica con un significado, y este hecho confirma, no solo una creación nominal o verbal del español dominicano, sino la vitalidad de esta vertiente americana de la lengua española (p. 17).

La creación semántica alude a la vertiente significativa de una palabra que es peculiar a cada vocablo. Explica el autor de la obra que hay creación semántica cuando una palabra de la lengua española tiene un significado diferente del significado básico de la palabra consignada en la lengua general registrada en el Diccionario de la lengua española. Por ejemplo “arrebatar” (‘quitar’ y ‘experimentar un rapto extático’) y “arrebato” (‘éxtasis’), pertenecen a la lengua general, pero en el habla dominicana “arrebatado” significa ‘dominado por la pasión’, ‘enloquecido’. Asimismo, la palabra “cuero”, que en la lengua española es el  ‘pellejo de un animal’, en el español dominicano significa ‘prostituta’; es decir que el concepto ‘prostituta’ es la creación semántica asignada a la palabra “cuero” en el habla dominicana. Esa misma palabra en México tiene la creación semántica de “mujer bella” (p. 17).

En tanto, la creación léxico-sintáctica es una variante semántica de la creación idiomática y está integrada por dominicanismos léxico-semánticos en una composición hecha con un vocablo compuesto y una derivación, según la explicación que da Rosario Candelier: La composición de una palabra compuesta y derivada, con un significado peculiar. Por ejemplo medalaganario (medalaganariamente) es una composición derivada de la locución “me da la gana”.  “Medalaganario” alude a una acción caprichosa signada por un antojo o capricho. “Medalaganariamente” significa  ‘de manera antojadiza o caprichosa’ y es una creación léxico-gramatical del español dominicano, que la misma la Gramática de la lengua española ya la tiene registrada como aporte dominicano. Igualmente conchoprimo y viejevo.

  • Otro rasgo peculiar de español dominicano, nos enseña el autor, es la supervivencia del léxico patrimonial, es decir, la conservación de voces antiguas procedentes de la lengua de Castilla y que aún usan nuestros hablantes, como agora, aguaitar, tutumpotezamuroaguinaldo, y otras mencionadas anteriormente. Pedro Henríquez Ureña escribió al respecto: “Hay en Santo Domingo muchos rasgos arcaicos. Pueden atribuirse, en parte, al hecho de haber sido la isla, la primera región de América donde se sentaron los españoles” (p. 19).
  • La herencia aborigende voces latinas es otro rasgo peculiar del español dominicano, dice el autor, con vocablos heredados de la lengua de nuestros aborígenes, que era la lengua taína. Algunas de esas voces han pasado a la lengua general, como bohío, cacique, hamaca, huracán que registra el diccionario académico de nuestra lengua. Algunas voces taínas solo se usan en el español dominicano, como areito, buhitiho o ciguapa, que figuran en obras de autores españoles con los rasgos de la época colonial, en narrativas de autores contemporáneos  y en autores dominicanos (pp. 20-26).   “Todo lo anterior mencionado revela que: 1. Cada país tiene sus propios atributos, como lo tiene el español dominicano. 2. Las lenguas son mecanismos vivos, creaciones activas del léxico. 3. Esas creaciones se van renovando, actualizando y potenciando. 4. Cada nueva generación aporta cambios y adiciones, y cuando se acumulan cambios de generación tras generación las variantes son notables”, explica Rosario Candelier. Además nos dice que la vertiente creadora de los hablantes es una señal de las manifestaciones del genio de la lengua de que tiene: 1. El poder de generar nuevos términos inspirados en la realidad sociocultural. 2. La capacidad de dotar de nuevos significados a vocablos de la lengua española. 3. El poder de creación de diminutivos con valor afectivo. 4. La capacidad de componer voces formadas con derivaciones léxicas y morfológicas endosadas en nuevos sentidos. 5. La capacidad de creación  léxica inspirada en voces de otras lenguas. 6. Y la capacidad de dotación de una hondura espiritual fraguada en la obra de nuestros escritores.

Veamos otros conceptos del autor sobre los atributos semánticos de las voces dominicanas  y autores que los han plasmado en sus obras:

  • El español dominicano tiene su forma peculiar de expresión y el cuidar de la lengua española es una manera digna de enaltecer la identidad dominicana ya que es la base de nuestra cultura, signo y cauce de nuestra idiosincrasia intelectual psicológica y espiritual, leemos en Perfil del español dominicano. Con sobrada justificación el lema de la Academia Dominicana de la Lengua reza “La lengua es la patria”.
  • “Decir que los dominicanos hablan mal el español porque “se comen” las eses, no pronuncian la zeta, cortan las palabras o hablan con la “i” es desconocer que esa forma de hablar tiene una explicación histórica y una justificación sociocultural que responde a una singularidad de la variante dominicana del español en América. (Al leer estas palabras sentí el sentimiento con que fueron plasmadas por el autor).
  • El uso del seseo, el yeísmo, la neutralización de la “r” y la ‘”l” al final de la sílaba o la aparición de la “s” en muchos contextos no es exclusivo del español dominicano, sostiene el autor.
  • Tenemos un léxico diferencial y unos usos idiomáticos que perfilan nuestra variedad dialectal, reitera el autor como parte de la tesis central de esta obra lingüística.
  • A la luz de la sociolingüística cada país habla a su modo y manera, en lo que influye el aliento telúrico y celeste la historia y la idiosincrasia de la cultura, aunque ese legado no privilegie la norma culta del buen decir ni enaltezca la pauta académica del habla esmerada, afirma Rosario Candelier.
  • He aquí escritores que “hacen uso de la lengua local y la enaltecen en sus creaciones literariasy este hecho no es casual: escritores como estos son los que mejor conectan con su pueblo”. De los creadores dominicanos que usan en sus obras voces y expresiones de habla criolla, citados en esta obra, están: Pedro Henríquez Ureña, Domingo Moreno Jimenes, Sócrates Nolasco, Ramón Emilio Jiménez, Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Alfredo Fernández Simó, Bienvenido Gimbernard, Manuel Rueda, Manuel Mora Serrano, Marcio Veloz Maggiolo, Federico Henríquez Gratereaux, Manuel Núñez, Franklin Domínguez, José Miguel Soto Jiménez, Nicolás de Jesús cardenal López Rodríguez, Ricardo Miniño Gómez, José Rafael Lantigua, León David, Fabio Guzmán Ariza, María José Rincón, José Enrique García, Tony Raful, Manuel Matos Moquete, Andrés L. Mateo, Odalís Pérez, Rafael Peralta Romero, Manuel Salvador Gautier, Freddy Bretón, Emilia Pereyra, Leonel Fernández, José Alcántara Almánzar, Miguel Solano, José Mármol, Ofelia Berrido, Emelda Ramos, Rafael Hernández Figueroa, Carmen Comprés, Carmen Pérez Valerio, Luis Quezada, Kenia Mata Vega, Andrés Ulloa y otros.

En cuanto a las voces patrimoniales del habla criolla varios autores las recogen en sus respectivos diccionarios:

  1. Rafael Brito, en 1930, Diccionario de criollismos.
  2. Manuel Patín Maceo, en 1947, Dominicanismos.
  3. Carlos Esteban Deive, en 1986, Diccionario de dominicanismos.
  4. Orlando Inoa, en 2010, Diccionario de dominicanismos.
  5. Academia Dominicana de la Lengua, 2013, Diccionario del español dominicano.

A juicio de Rosario Candelier, tres hechos fundamentales de alta inspiración gestan una lengua y plasman una variante idiomática en una comunidad de hablantes. Esos hechos generan los conceptos que están en la raíz de un idioma encarnado en el léxico de su vocabulario, y añade este planteamiento clave: “Tengo una intuición lingüística inspirada en el fuero de la lengua, según la cual recibimos tres savias esenciales: la savia primordial (la sustancia originaria que reciben los hablantes en virtud de la dotación del Logos de la conciencia); la savia patrimonial (la singular energía lingüística que nace de las entrañas de una lengua); y la savia cardinal (la sustancia que una variante de la lengua concita en la inteligencia de los hablantes)”, dice el autor (pp. 33, 56).

El español dominicano ha alcanzado un notable desarrollo en el arte de la creación verbal, sostiene Rosario Candelier. Ejemplos ilustres en el plano literario le han dado categoría al español dominicano, no solo con las figuras cimeras de la producción narrativa, sino mediante los valiosos estudios de nuestra modalidad idiomática, que han contribuido al conocimiento, el cultivo y la producción de nuestra lengua, como son Pedro Henríquez Ureña, Ramón Emilio Jiménez, Manuel Patín Maceo, Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Federico Pérez, Mariano Lebrón Saviñón, Celso Benavides, Carlisle González, Lourdes Camilo de Cuello, Orlando Alba, Rafael González Tirado, Manuel Matos Moquete, María José Rincón, Manuel Núñez, José Enrique García, Rafael Peralta Romero, Fabio Guzmán Ariza, Ana Margarita Haché, José Miguel Soto Jiménez, Roberto Guzmán, Domingo Caba y otros.

Los hablantes hacen uso de su idioma y aplican diversos procedimientos léxicos, fonéticos y semánticos que el autor de esta obra consigna y explica mediante las diferencias diatópicas (regionales), diferencias diastrásicas (de niveles) y diferencias diafásicas (expresivas) que se corresponden con los diferentes tipos, niveles y estilos de lengua en la variedad de los modos idiomáticos configurados por el espacio, los estratos sociales y los registros culturales en las variopintas formas expresivas de los hablantes (p. 93).

En este libro se señalan expresiones y vocablos propios de los hablantes campesinos (por ejemplo: furnia, jaida, jarana, callejón) y otros asociados a los hablantes urbanos (cine, restaurante, teatro), y locuciones originadas en los ambientes campestres (comer gallina, freír tusas, dar del cuerpo) o citadinos (hacer esquina, escribir un correo electrónico, irse de bonche).  Hay palabras que tienen registros cultos, como otear (‘ver desde lo alto’) o vislumbrar (percibir); y vocablos del nivel popular, como vaina (‘problema’), jodienda (‘dificultad’).

  1. ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS. El estudio de la lengua,  dice Bruno Rosario Candelier, requiere disciplina, pasión y dedicación; y el cultivo de las letras implica intuición, talento y consagración al acto creador. Como hablantes, estudiosos y académicos de la lengua, dice que les corresponde velar por la lengua española, “y en tal virtud estamos llamados a potenciar el conocimiento de nuestro sistema de signos y de reglas”. Similar exigencia reclama el español dominicano, reitera. Y advierte que  “la operación léxico-semántica que el hablante ejecuta al hablar, lo hace al formalizar una expresión, pero no podría dar una explicación de la actividad lingüística cuando aplica las artes del lenguaje al hablar, escuchar, leer y escribir, ya que son los gramáticos quienes tienen la capacidad de describir la estructura formal de la lengua que usa el hablante cuya fórmula internaliza en su conciencia”. Esa operación verbal la realiza el operador lingüístico del cerebro, inconsciente para nosotros pero real para el cerebro humano, cuando la mente se dispone a hablar, entender, escribir o interpretar lo escuchado o leído (p. 256, 257).

   Manuel Patín Maceo fue el primer académico de la ADL en consagrar su vocación intelectual al estudio de nuestra lengua con un aporte a partir de las observaciones a la expresión idiomática de los dominicanos. Él era un gran observador del habla criolla. Su libro Obras lexicográficas (Santo Domingo, Corripio, 1989) contiene dos importantes estudios de este miembro fundador de la Academia Dominicana de la Lengua: Dominicanismos y americanismos en el lenguaje dominicano, editado en 1940 por la ADL y otra edición de 1947  por la Librería Dominicana. Americanismos en el lenguaje dominicano se publicó en la prensa nacional. Patín Maceo se dedicó al estudio del habla criolla y a mejorar el uso de la lengua. Entendió que enriquecer la cultura idiomática era enaltecer nuestra condición de hablantes de esta hermosa lengua heredera del tesoro lingüístico de Castilla, enseña Rosario Candelier.  Por eso se dedicó claramente a promover el estudio de la lengua, a sembrar inquietudes lingüísticas en nuestros hablantes, a crear conciencia de lengua en profesores, estudiantes, intelectuales y escritores para enriquecer el legado lingüístico de la cultura hispana de la que formamos parte en esta porción del Caribe insular (pp. 257, 258).

Otras obras lingüísticas sobre el perfil del español dominicano, citadas en esta obra, son:

  1. Ramón Emilio Jiménez: Del lenguaje dominicano, Savia dominicana, Del amor al bohío. El autor resalta la modalidad y las características del habla popular vernácula.
  2. Emilio Rodríguez Demorizi: Lengua y folklore en Santo Domingo. Habla de la raza, la lengua, las costumbres, la religión y el carácter de nuestra gente.
  3. María José Rincón: De la eñe a la zeta, pondera el valor de las formas y sentidos léxicos de la creación de los hablantes, los “dos idiomas”, el español y el dominicano.
  4. Fernando Sainz: Estudio sobre sicología y educación dominicana.
  5. Tomás Navarro: “Apuntes sobre el español dominicano”.
  6. Consuelo Oliver Vda. Germán: De nuestro lenguaje y costumbres.
  7. Vicenta Caamaño de Fernández: La lengua campesina en la narrativa dominicana.
  8. Rafael Núñez Cedeño: Fonología moderna y el español de Santo Domingo.
  9. Celso J. Benavidez G.: “El dialecto español de Samaná”.
  10. Francisco Javier Trujillo Temboury: El habla de Santo Domingo.
  11. Ana Margarita Haché de Yunén: “La N al final de la palabra”.
  12. Lourdes Camilo de Cuello: Pautas,usos y costumbres en el lenguaje dominicano.
  13. Carlisle González Tapia: El habla campesina dominicana.
  14. Andre Klump: Aspectos históricos de la lengua de Santo Domingo.
  15. Max Uribe: Diccionario de dominicanismos y americanismos.
  16. Mariano Lebrón Saviñón: Usted no lo diga.
  17. Rafael González Tirado: Palabras para compartir.
  18. J. Toribio Almeida y B. E. Bullock: “Reconsiderar el español dominicano”.
  19. Odalís Pérez: Lengua y sociedad.
  20. Rafael García Bidó: Voces del bohío, vocabulario de la cultura taína.
  21. Erick W. Willis: “Entonación del español dominicano”.
  22. Ana Marchena: La doble negación del español dominicano.
  23. Roberto Guzmán: De palabra en palabra.
  24. Fabio Guzmán Ariza: El lenguaje de la constitución.
  25. Freddy Bretón Martínez: Mis amigas las palabras.
  26. 2 Hannah Schilimpen: “El léxico socialmente valorado del español dominicano”.
  27. Francisco Padua Morales y María J. Garrido: Aiguna palabra dominicana.
  28. Toribio Almeida y Moreno Clemons: “Se comen las [s] pero a veces son muy fisnos”.

 

  1. CÓDIGOS LEXICOGRÁFICOS.  El vocabulario de un idioma propicia un horizonte intelectual, la conceptualización de las cosas y la manera de entender el Universo, explica Rosario Candelier. Por falta de conceptos y vocablos muchos no pueden desarrollar su creatividad o su talento intelectivo, dice  el autor: “Cuando nos ponemos en contacto con el mundo circundante, las palabras se convierten en aliadas del conocimiento que se fundan en el dominio de las cosas. Mediante la palabra se afianzan los saberes y se ensancha el horizonte conceptual” (p. 394).  Veamos estas obras, algunas ya se han mencionado en acápites anteriores según la lógica de los argumentos y razonamientos del autor:
  1. Palabras indígenas de la isla de Santo Domingo, de Emiliano Tejera.
  2. Diccionario de criollismos, de Rafael Brito
  3. Diccionario de dominicanismos, de Carlos Esteban Deive
  4. Diccionario didáctico avanzado, de Concepción Maldonado/SM/ADL
  5. Diccionario de dominicanismos, de Orlando Inoa
  6. Diccionario del español dominicano, de la ADL
  7. Diccionario fraseológico del español dominicano, ADL
  8. Diccionario de símbolos, de Bruno Rosario Candelier
  9. Diccionario de mística, de Bruno Rosario Candelier
  10. Diccionario de refranes, de Bruno Rosario Candelier

 

Dice el autor de Perfil del español dominicano que Emiliano Tejera (1841-1923) -quien escribió  Palabras indíjenas de las isla de Santo Domingo, indígena con j- fue un apasionado cultor de las voces taínas del español dominicano, que recogió y definió los vocablos que aportaron los aborígenes de Quisqueya a la lengua española y al español dominicano. Este autor recogió dichas voces en los textos de los cronistas de Indias, labor que ha facilitado conocer el tainismo del habla criolla: “Este lexicón de las voces taínas, es el primer diccionario que se escribe en Santo Domingo a principios del siglo XX, y que Emiliano Tejeda no publicó en vida, pues fue completado y editado por su hijo Emilio Tejera, quien dio a conocer la labor lexicográfica de su padre cuando publicó su obra en la capital dominicana en 1951”. En cuanto a esta obra dice Rosario Candelier  que Pedro Henríquez Ureña  consignó en el prólogo de esa obra lo siguiente: “Así organizada, la obra es de excepcional valor. No contiene discusión ni disquisiciones filológicas: se limita a incluir las palabras indígenas que los viejos cronistas recogieron en sus escritos y las que se conservan hoy en el español de Santo Domingo. Todo lo que a los señores Tejera les ha parecido indígena está recogido aquí” (p. 383).

Nuestra lengua, portadora de costumbres, historias y poesías, nos reafirma en esta dominicanidad que amamos y testimoniamos en el lenguaje popular que aflora espontáneamente en la expresión verbal. En este sentido  voy a añadir las palabras de una dominicana en Miami quien expresó de una manera muy emotiva su agradecimiento cuando Bruno Rosario Candelier y María José Rincón presentaron el Diccionario del español dominicano en la Universidad de Miami, el 20 de marzo de 2014: “Yo, como dominicana que vivo en Miami, quiero darle las gracias a ustedes porque tenía tanta preocupación de ese llamado ‘complejo de Guacanagarix’  que tenemos los dominicanos. Gracias por devolverme la identidad, gracias porque como madre de domínico-americano le puedo decir a mi hijo que cuando él dice ‘yo hablo dominicano’ lo está diciendo con la autoridad que ustedes le dan”  (Sitio web “http:// clickeventonline.com /event/ cultura/ 140320- PresentaciondelDiccionariodelEspanolDominicano.html”.

En el Diccionario de mística el autor expone que recoge las voces propias de la mística, sin confundirla con la religión, la metafísica o el mito. Enseña que la mística entraña, como búsqueda de lo divino, la contemplación espiritual de lo viviente en busca de lo sagrado, del Misterio que arroba y anonada. En uno de los segmentos que el autor se refiere a la mística expresa que “desde la lírica mística de Leonor de Ovando, en la temprana fecha del siglo XVII en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, hasta la creación teopoética de Freddy Bretón en esta hora luminosa del siglo XXI bajo la lumbre de la Mocanidad, las letras dominicanas han sido eco, fuero y cauce del aliento místico inherente en la lengua española, a cuyo través valiosos creadores dominicanos e hispanoamericanos han recibido la impronta espiritual del genio idiomático de Castilla, que nuestros escritores han honrado con el aporte de sus intuiciones y vivencias a la luz de la dominicanidad”. Bruno Rosario Candelier menciona “el despertar espiritual en la poesía” de Salomé Ureña, Domingo Moreno Jimenes, Martha María Lamarche, Manuel Valerio, Aída Cartagena Portalatín, Máximo Avilés Blonda, Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Jit Manuel Castillo, Roberto Miguel Escaño, Gloria Nolasco, Emilia Pereyra, Ofelia Berrido, Leopoldo Minaya, León David, Sally Rodríguez, Iki Tejada, Carmen Comprés, Carmen Pérez Valerio, Rocío Santos y Juan de Jesús Santos (pp. 230-231).

Resalta Rosario Candelier que los antiguos presocráticos, entre ellos Heráclito de Éfeso, Leucipo de Abdera y Pitágoras de Samos, entendían que en virtud del Logos, la palabra encauza una triple expresión figurativa: “El vocablo con su sentido básico, su vertiente simbólica y su connotación mística. La filosofía, la literatura y la espiritualidad abordan la dimensión profunda del decir hondo, traslaticio y sugerente de la palabra” (p. 447).

  1. ESTUDIOS LITERARIOS, de los cuales tomaré un cultor de nuestra lengua como muestra, a Pedro Henríquez Ureña, como aval de argumentos de este estudio del autor, consumado en Perfil del español dominicano. Lo he visualizado como la raíz que hizo que brotara de la intuición de Bruno  Rosario Candelier este nuevo fruto. Todos son frutos del árbol de los estudios del español dominicano. No es posible nombrarlos a todos en su magnitud, pero todos tienen su impronta registrada en esta obra,  y muchos pueden consultarse en su totalidad, en sus originales, fuentes nutrientes de esta obra de investigación lingüística a favor del español dominicano.

Nos recuerda el autor de esta obra que cuando la Academia Dominicana de la Lengua (ADL) se fundó el 12 de octubre de 1927 en Santo Domingo, mediante la convocatoria del arzobispo de Santo Domingo, monseñor Adolfo Alejandro Nouel, en ese tercer decenio del siglo XX los escritores eran, entre nuestros hablantes, quienes le ponían atención al estudio de la lengua, es decir,  el estamento literario de la intelectualidad dominicana  se preocupaba por su idioma, para conocerlo y manejarlo con propiedad, belleza y corrección. Igualmente los poetas,  narradores, dramaturgos, críticos y prosadores estudiaban la lengua desde el punto de vista lexicográfico, gramatical y ortográfico para lograr un uso ejemplar de la lengua, consigna Rosario Candelier. Dice además que en la intención de dichos académicos figuraba el objetivo de que los escritores no solo se dediquen a escribir textos ejemplares, sino que también estudien la lengua y escriban sobre sintaxis, la escritura correcta y el significado de las palabras (p. 251). Explica el director de la ADL que para hablar o escribir sobre aspectos fonéticos, lexicográficos o sintácticos del español dominicano se necesita hacer un estudio especializado de nuestro lenguaje ya que identificar la identidad léxica de un vocablo, definir su significado, señalar la recta redacción de un párrafo y pautar la forma correcta de su escritura requiere un conocimiento lexicográfico, gramatical y ortográfico que debe tener quien se proponga realizar dicha tarea lingüística (p. 252).

Según Bruno Rosario Candelier fue Pedro Henríquez Ureña el primer filólogo dominicano que le prestó atención al español dominicano, como consta en su libro El español de Santo Domingo, publicado en Buenos Aires en 1940. Fue también el primer escritor dominicano en abordar el estudio de nuestra literatura, pues escribió tres libros de esa temática: Las letras en Santo Domingo colonialLas corrientes literarias en Hispanoamérica y El español en Santo Domingo (p. 252): “El humanista entusiasta y fecundo, Pedro Henríquez Ureña, escribió numerosas obras centradas en el genio de nuestra lengua. Cultor apasionado de la palabra, intérprete eminente de la literatura hispanoamericana, ensayista prolífico y profundo, se dedicó al estudio de nuestra lengua y la interpretación de nuestras letras con una consagración ejemplar.  Publicó una veintena de obras centradas en la identidad lingüística y cultural de los hispanoamericanos. En México escribió en El Universal, hacia 1923, el concepto de que la América hispana precisaba de normas y orientaciones dirigidas hacia la definición inequívoca de su propia vida intelectual, estética y espiritual” (p. 487).  Y añade: “Pedro Henríquez Ureña es un paradigma del intelectual consagrado al estudio de las letras hispanoamericanas. Producto de una corriente cultural que anhelaba el desarrollo de la propia identidad histórica, social, lingüística y cultural en su expresión intelectual y estética; una forma de anhelar la independencia no solo política, sino idiomática y literaria según la aspiración de los intelectuales y escritores de la América española. En Seis ensayos en busca de nueva expresión (Buenos Aires, 1928), el filólogo dominicano encauzó ese anhelo de los escritores hispanoamericanos para alcanzar la propia voz como signo y cauce de una sentida apelación creadora con el uso de la lengua y el cultivo de las letras” (p. 487).

Cada persona es un pequeño universo, sostiene Rosario Candelier, y en tal virtud responde al ordenamiento de lo viviente. Afirma que con el Logos de la conciencia plasmamos nuestra capacidad de intuición, reflexión y creación que formalizamos en imágenes y conceptos.   Con el caudal idiomático de la variante de nuestra lengua recreamos nuestra percepción y valorización de las cosas, que la mente interpreta y la palabra presenta.  Formalizamos nuestra capacidad de comprensión y expresión del habla con la aplicación de la normativa establecida por la gramática, la fonética  y la ortografía de la lengua española.  La labor lexicográfica y fraseológica para los que nos ocupamos del estudio y el cultivo de las letras se ha cifrado en la confección de diccionarios y gramáticas, dando cuenta de su contenido y su formalización, como lo ha hecho al recopilar:

  • El caudal léxico de nuestro vocabulario, en el Diccionario del español dominicano.
  • Las expresiones idioléxicas, en el Diccionario fraseológico del español dominicano.
  • El caudal de nuestros símbolos, en el Diccionario de símbolos.
  • La onda espiritual de nuestras voces, en el Diccionario de mística.
  • El conjunto de nuestras paremias, en el Diccionario de refranes.
  • “Y esta obra que he titulado Perfil del español dominicano, con los atributos del habla criolla en este rincón antillano de nuestra América”.

Concluye Rosario Candelier su obra afirmando que a los académicos de nuestra lengua nos corresponde estimular el conocimiento de nuestro idioma y la valoración del español dominicano. Afirma que la ADL tiene una doble función: el estudio de la lengua y el cultivo de las letras mediante acciones concretas a favor de la comunidad, como coloquios, talleres, conferencia, edición de libros, respuestas a consultas, publicaciones de artículos de prensa, encuentros con docentes , entre otras tareas (p. 613): “Aunque el habla dominicana comenzó a gestarse desde el día en que los castellanos poblaron esta tierra, no fue sino a partir del siglo XVIII cuando el español dominicano tuvo la etapa precursora de su propio perfil. La obra del padre Antonio Sánchez Valverde, Idea del valor de la Isla Española, de 1785, es el primer texto donde aparece el vocablo dominicano, que es un anticipo de esa peculiaridad del español dominicano” (p. 55).  “La lengua se nos confirió al nacer, como se nos dio el aire y la cultura en la comunidad donde crecimos y nos criamos. Pero su posición y su dominio dependen del peculiar esfuerzo que hagamos para instalarnos real y vitalmente en sus fueros lingüísticos como lo logran los buenos cultores del idioma” (BRC).  El propósito se ha cumplido. Recordemos su tesis: Con la creación de una genuina expresión propia del español dominicano, con sus atributos o rasgos peculiares de su habla criolla, se consolida en el siglo XX el perfil de nuestra habla: Perfil del español dominicano, de Bruno Rosario Candelier.

Para terminar, leamos estos hermosos testimonios recogidos por el autor en esta obra: Uno es de María José Rincón, de la cual dice Rosario Candelier que  “es una poeta de la lengua”, no porque ella escribe versos, sino porque mediante el estudio de la lengua, en sus trabajos lexicográficos, sus ponencias y charlas, y en todo lo que ella escribe sobre nuestra lengua, hace poesía: “Y uso la palabra “poesía” en el sentido que la usaban los antiguos griegos. Para esos antiguos pensadores y estetas la palabra “poesía” significa “creación”: creación idiomática, creación de la palabra, creación de imágenes y conceptos”. Testimonia María José Rincón: Inés Aispún me preguntó en una entrevista cuál era para mí la palabra más hermosa del español dominicano. Nunca me lo había planteado, pero no lo dudé ni un instante. Tumbarrocío, le respondí. Se trata de un precioso sustantivo compuesto con el que se designa a un pequeño pajarito que vuela en nuestros campos y que, al posarse, hace caer gotas de rocío de las hojas (p. 298).

De Tomás Morel, dice Rosario que el poeta “expresa el rostro auténtico del pueblo rústico, el aliento soterrado del alma campesina, la mansa quietud del típico ambiente aldeano, con las voces de su entorno, como la casita de cana o el rancho viejo; y que asume los sentimientos de la gente del pueblo en trazos que condensan jalones de nuestra historia nacional” (p. 512):

 

Hoy he vuelto al lugar.

¡Todo ha cambiado!

¡La casita de cana,

la trilla sensitiva y soleada,

el rancho viejo, la sabana tonta

y la grimosa soledad del monte.

¡Todo ha cambiado y solo el camino

me hizo una mueca que creí cansancio…

Lo demás… lo de siempre:

¡Los viejos que se mueren en la ausencia!

 

(Bruno Rosario Candelier, Perfil del español dominicano, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2019).