Trúcamelo, molongo, tamizaje

Por Roberto E. Guzmán

TRÚCAMELO

“. . . brincar o saltar el TRÚCAMELO”.

Esta voz que figura en el título es muy probable que esté desapareciendo del vocabulario dominicano. La suposición anterior se emite ante los avances de la tecnología y con ella el cambio de juegos o entretenimientos que los niños practican en la actualidad.

Es una pena que la voz esté en vías de desaparición. El lamento se origina porque es una voz dominicana. Solo se conoce en República Dominicana. La formación de esta y el significado son dominicanos. Aquí se reflexionará acerca de la voz.

El trúcamelo es lo que en español internacional se conoce con el nombre de rayuela. El trúcamelo dominicano mantuvo algunas diferencias con el internacional. Los tejos en República Dominicana se conocen con el nombre de “chatas”. De preferencia la chata se elige de forma circular. El nombre a la chata dominicana le viene de la superficie y forma de este objeto plano, delgado. Esto así para permitir el fácil desplazamiento de la chata durante el juego.

Para iniciar el juego los participantes “se cantean”, es decir, lanzan su chata a la línea o “raya” con el fin de determinar quién será “mano” y quien “manito” y, el orden en que participará cada jugador. Este manito o segundo en el orden se conoce además con el nombre de “trasmano”. El último en jugar, por haber quedado más alejado de la raya será llamado “porra” o “pie”. Las modalidades del juego pueden sufrir algunas variantes que son determinadas por el espacio disponible.

El dibujo de las rayas en el suelo puede variar. Algo que permanece es que se salta en un solo pie y el jugador debe en algún momento decir “trúcamelo”. Hay espacios en el dibujo que le permiten descansar sobre ambos pies.

Se ha reflexionado acerca del nombre del juego en español sin poder dar con una explicación plausible. En inglés el juego es llamado hopscotch, el scotch procede de que esa palabra servía para score, que es puntuación en español. Llama la atención que en el pasado de la lengua inglesa este score fue raya, marca. Este nombre lleva dentro la idea de saltar y obtener puntos.

El nombre internacional rayuela evoca las rayas que se trazan en el suelo. En francés el nombre del juego es marelle que tiene relación con el nombre de la chata (tejo) que en francés antiguo fue merel. El francés tuvo influencia sobre la denominación del juego en Brasil, amarelinha, que alude al tejo antes mencionado en francés (merelie). La terminación es un diminutivo propio del portugués brasileño.

La única explicación ¿plausible? para el nombre trúcamelo del español dominicano es que procede del verbo “trocar” en tanto significa cambiar con el sentido de mudar, pues eso se hace en el juego, cambiar el sitio, mudar la “chata”, ficha que se coloca en el suelo. Por su formación sugiere la voz trúcamelo una orden o desafío, “trúcamelo”, cámbiamelo.

Que el nombre del juego en dominicano proceda de una provocación no es motivo para extrañarse, porque los nombres atribuidos a actividades pueden derivar de cualquier rasgo, cualidad; sobre todo cuando no es el nombre oficial, sino el que resulta de un uso y, más entre niños. Ya más arriba se documentó de dónde proceden los nombres del juego en lenguas otras que la española.

 

MOLONGO

“Lo que no está claro es de dónde van a salir los innumerables MOLONGOS que para esto se necesitan”.

En esta cita en cabeza de esta sección la voz molongo debe interpretarse como equivalente de “peso dominicano”. El peso es una unidad monetaria de muchos países hispanohablantes, por lo tanto, no debe ser motivo de sorpresa que tenga tantos “apodos” diferentes.

El dinero (peso) es una parte importante de la vida humana; como consecuencia de esto es parte de muchas de las conversaciones diarias. Algunos hablantes de español dominicano se divierten llamándole con diferentes nombres.

Los nombres que le son atribuidos al peso varían de acuerdo con la edad del hablante. El peso se designa con nombres que variarán con la época del año y otras circunstancias. La vigencia de algunos de estos nombres es efímera, o bien, solo circulan en algunas capas de la sociedad.

Con respecto de la voz “molongo”, se recuerda que en Santo Domingo hubo una persona que siempre usaba esta voz para mencionar el peso y el dinero. Sus programas de radio fueron escuchados durante unos años. El programa en la radio desapareció con la muerte de su productor.

Para el peso dominicano se ha promovido llamarle oficialmente “Duarte” con el propósito de honrar y mantener vigente la memoria del patricio. Los nombres extraoficiales han sido muchos y mencionar algunos y dejar otros fuera es una tarea sin recompensa.

Ese fenómeno de que la unidad de moneda de un país tenga muchos nombres populares no es exclusivo de República Dominicana, pues sucede en muchos otros países de América.

 

TAMIZAJE

“. . . millones de pruebas diagnósticas para el TAMIZAJE de la población . . .”

Es una pena que la voz “tamizaje” no figure en el Diccionario de la lengua española. Tampoco consta en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

La contrariedad que se expresa de modo disimulado por la ausencia de la voz tamizaje se produce porque se piensa que es la voz que mejor expresa y se acomoda para transmitir el mensaje que se hace por medio de la voz triage que prima en las salas de primeros auxilios de los Estados Unidos y que ha invadido el español de otros países.

La Academia por excelencia ha concedido la carta de naturaleza al vocablo triaje, cuyo origen no menciona y remite al verbo triar que considera de origen incierto. Ese vocablo -triaje- entró en el lexicón mayor de la lengua en la edición de 2014.

La lengua inglesa reconoce la deuda que tiene con el francés al adoptar crudo el vocablo triage, con una detallada acepción para la acción que se ejecuta en las “salas de emergencias”.

El verbo triar en español es, para los fines que interesan aquí, “escoger, entresacar, separar”. De allí se llega a que la acción del triaje es de escoger, entresacar, separar. En francés el verbo trier es “seleccionar, tamizar, cerner, clasificar”, entre otras significaciones.

En inglés triage cuenta con una primera acepción muy específica para aplicarla en las casos de emergencias médicas, “clasificación y asignación de tratamientos a pacientes. . . de acuerdo a un sistema de prioridades”. En las salas de urgencias médicas, “clasificación de los pacientes según la urgencia de sus necesidades de cuidados”.

Puede deducirse de lo expuesto más arriba que el uso del triaje del español procede del inglés y el origen de la palabra viene del francés, con posible origen del latín. La Real Academia ha adoptado la posición de solo consignar el origen de las palabras cuando este puede establecerse sin lugar a duda.

Se lamenta que el sustantivo correspondiente a la acción del verbo tamizar no se haya abrazado para el uso que del verbo se hace en el ámbito médico de las salas de urgencias.

Desaciertos de una entrenadora de profesores

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Hace varias semanas comencé a escuchar en uno de los canales por donde se transmitía el interesante entrenamiento dirigido a nuestros profesores dominicanos. Al escuchar un primer desacierto de una entrenadora lo anoté y seguí escuchando la exposición y anoté otros desaciertos más que les presentaré a continuación.

  1. Empleo de le-les: Esta variante del pronombre de tercera persona se emplea como objeto indirecto y tiene concordancia con el referente. Si el referente es singular se empleará le. Ejemplo: Le envié el libro a María. En este caso se usa “le” porque el referente, María, es singular.

En cambio, si el referente fuera plural, usaríamos “les”. Ejemplo: A los niños les encantan los dibujos. Al ser el referente  niños plural por esa razón se escribió “les” en plural.

Se les presentan a ustedes algunos de los casos en que la entrenadora usó en forma desacertada “le” en lugar de “les”, que sería lo correcto: a. Importa mucho el uso que le demos a los recursos; b) Para que ellos respondan las preguntas que le hacemos”; c) Le voy a dar a ustedes 30 segundos para que reflexionen.

La entrenadora empleó quince variantes de las cuales empleó 5 “le” (33.3 por ciento) bien empleados, mientras que usó 10 “le” en vez de “les” (66.7 por ciento) mal empleadas.

  1. Empleo de aquí-acá: De acuerdo con la norma del castellano, se emplea “aquí” cuando queremos significar “en este lugar” y “acá” cuando queremos significa “hacia este lugar”. En las cinco veces que empleó el adverbio demostrativo “acá´”, debió usar “aquí”,  ya que todas las veces quiso emplear “en este lugar”. De las cinco veces, en una empleó “aquí” (20 por ciento) en forma acertada, y en 4 veces empleó “acá” (80 por ciento) en lugar de “aquí”, es decir, en forma desacertada.
  2. Empleo del queísmo: Se emplea el “queísmo” cuando a la expresión “de que” le eliminamos el “de”. En este caso sintáctico, la entrenadora usó dos construcciones oracionales queístas, una de las cuales fue la siguiente: Estoy convencida que (debe ser “de que”) es conveniente resolver situaciones prácticas.
  1. Empleo del desenqueísmo: Se tiene una construcción desenqueísta cuando a la expresión “en que” le eliminamos “en”. La expositora usó la siguiente oración: Debes hacer una valoración de las condiciones que llegan. Debió  decir: “Debes hacer una valoración de las condiciones en que llegan”. Ese empleo del desenqueísmo está ampliamente extendido en  el habla de los dominicanos, de tal manera que lo raro es que alguien lo emplee acertadamente.
  1. Empleo de “por ende”. Ahora mismo escuché en una clase por televisión el “por ende”. Es una realidad el excesivo empleo del “por ende” que prácticamente todos los entrenadores y ahora también los profesores, lo están empleando en vez de decir “por consiguiente”, “por eso”, “por tanto”, “por lo tanto”, “en consecuencia” “por esa razón, etc.

Casi todos los entrenadores que escuché  emplean la palabra “puntual” debiendo usar mejor un término  sinónimo  de esa palabra, cuyo significado no todo el mundo entiende o capta con precisión. ¿No sería mejor  en vez de decir “Les voy a presentar de manera puntual lo siguiente”, decir “Les voy a presentar de manera precisa, exacta, bien delimitada lo siguiente?

  1. Empleo de “con base en”: La entrenadora usó muy bien esa expresión en la frase “con base en las situaciones creadas, a diferencia de la mayoría de usuarios que casi todos hubieran dicho “en base a las situaciones creadas”.

Ojalá que muchos de esos  desaciertos desaparezcan del léxico de muchos de los entrenadores y los profesores que en este período están dirigiendo la enseñanza de los niños y adolescentes dominicanos.

 

Allante, boronear, metástasis

Por Roberto E. Guzmán

ALLANTE

“Si no salimos de este círculo vicioso de ALLANTE y movimiento . . .”

La voz allante se incorporó al español dominicano hace muchos años. Durante todo este tiempo ha disfrutado de la preferencia de los hablantes dominicanos. Se recuerda de manera muy clara cuando formaba parte del idiolecto de los estudiantes de escuela intermedia y secundaria. Acompañó a esos hablantes a las aulas universitarias donde continuó en uso. Con posterioridad a este tiempo los narradores integraron la voz al habla de sus personajes como correspondía para representar la clase social y la edad a la que estos pertenecían.

Con respecto de esta voz el estudio no puede limitarse solo al sustantivo, sino que hay que tocar también lo concerniente al verbo, allantar, y el adjetivo allantoso,a que puede desempeñar también funciones de sustantivo.

Es muy probable que esta voz haya aparecido en el habla de los dominicanos en los años cincuenta del siglo XX. Se propone ese período porque Patín Maceo no la consigna en sus trabajos de lexicografía. Además, quien escribe esta apuntaciones recuerda haber comenzado el uso a principios de los años sesenta de ese siglo.

Allantar es persuadir con mentiras; impresionar o deslumbrar a alguien; ostentar, jactarse de algo que no es real. De aquí puede resultar que allante, el sustantivo, sea persuasión con mentiras, ostentación o jactancia de algo que no es real. Luego, el allantoso es la persona que convence a otra u otras por medio del engaño. Cuando se refiere a la persona misma esta es mentirosa impenitente; que aparenta lo que no es.

Se piensa que en el caso de la cita el autor destaca el comportamiento que se despliega para atraer la atención, sin que haya engaño o malicia, para aparentar más de lo que en realidad se representa y que de esta forma se le tome en cuenta.

En este párrafo se desarrollará una posibilidad acerca del origen de la voz allante. Esta puede haber derivado de la locución “de adelante”, (de alante), es decir, de los primeros, de los mejores o más destacados. Hay muchas voces en el español antiguo cuyos prefijos perdieron la firmeza en el sonido de la /d/ intervocálica, hubo desgaste. Esto sucedió de modo documentado en los primeros tiempos de lo que devino en lengua española en la península. Ese fenómeno pudo haber sucedido también en este caso como resultado de la elocución descuidada y rápida, y, de allí que se transformara en allante.

 

BORONEAR

“No había despidos, FASE BORONEABA chelitos para aguantar las penas . . .”

Este verbo hace largo tiempo que se utiliza en el habla de los dominicanos. No solo se utiliza en el habla, sino que se practica en la vida diaria. Es más, puede decirse que es una forma de actuar en política dominicana. No hay una crítica velada en la mención que se hace; es una práctica establecida, tolerada y hasta alentada.

En el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias aparece el verbo boronear con una acepción correspondiente a República Dominicana, “Realizar alguien un trabajo o una actividad extra en la que se gana algo de dinero”. Este uso del verbo en funciones transitivas aparece documentado en el Diccionario del español dominicano (2013:101).

Este verbo del título tiene otra acepción que fue rescatada por el último diccionario mencionado aquí, “Repartir dádivas”. La cita del uso es de un periódico diario con un detalle ilustrativo del uso, pues entra la cita en el detalle de cuándo y cómo se produce este boroneo; esto así en cuanto al origen de los dineros que se boronean, así como el fin que se persigue con este. “Y cuando aceleradamente han adquirido dinero y bienes por cualquier vía, boronean; se hacen de quienes los defiendan; compran conciencias y hacen donaciones”.

Este boroneo, que así se refiere el hablante a la acción de boronear, puede hacerla un jefe que reparte dádivas para así mantener a sus subalternos tranquilos, contentos, y, es una forma de comprometerlos con este proceder para que no haya quejas o denuncias, pues participan del producto del boroneo.

A la acción que describe la última cita el hablante dominicano en su habla llama “picar y boronear”, es decir “hacer como la cotorra, que pica y boronea”. El ejemplo nace de la observación de cómo ese animal come y deja caer parte de lo que come.

El sentido del verbo estudiado aquí, así como del sustantivo, tienen su origen en el sustantivo migaja, pues en algunos países de América, entre ellos República Dominicana, borona es sinónimo de migaja, a tal punto que reemplaza a migaja en la preferencia y el uso.

 

METÁSTASIS

“. . . es otra ventaja que . . . hace METÁSTASIS en otros sectores de la economía”.

En algunas ocasiones estos escritos no se dedican solo a comentar lo que se sale de la norma. Esta sección versará sobre el vocablo del epígrafe porque tiene el don de ubicuidad. Las lecturas diarias dan pie a pensar que se han olvidado otros vocablos que pueden expresar la misma idea.

Con toda propiedad el sustantivo metástasis tuvo su origen en la medicina donde todavía sirve para comunicar el concepto de que un foco canceroso pasa del órgano en que se origina a otro órgano distinto.

En los medios de comunicación se ha observado como el concepto que perteneció a la medicina se trasladó a todos los ámbitos de la actividad humana o del diario vivir.

No hay nada que sea de temer en este tipo de fenómeno en la lengua. Sin embargo, debe señalarse que cuando algo como esto sucede hay varios vocablos que pierden vigencia porque el campo de acción de un vocablo invade otras áreas y arrincona vocablos de larga data en la lengua.

Los genes del vocablo metástasis sugieren la noción de que aquello que experimenta metástasis cambia de lugar. Dependiendo del contexto, en lugar del vocablo del título pueden usarse otros sustantivos o giros de la lengua.

No hay que olvidar que metástasis debe de traer a la mente del lector o del interlocutor una percepción de algo negativo porque en su origen se trataba de un tumor canceroso que se reproducía en otra parte del organismo. Esto se señala porque en el texto se utiliza metástasis para comunicar “ventaja” que se reproduce, como puede constatarse por medio de la lectura del texto citado al principio de esta sección. Este uso se considera desacertado.

Con lo expuesto en el párrafo inmediato a este se transmite la advertencia de reservar el vocablo estudiado aquí para asuntos que conlleven rasgos de negatividad. Además, muchas otras palabras pueden usarse en lugar de metástasis en variados contextos, ejemplo de ellos son, “ampliación, despliegue, difusión, extensión, expansión”. Estas palabras sustituirán a metástasis siempre y cuando el entorno lo permita.

 

Presentación de «Logos», de Karol Wojtyla

Por Bogdan Piotrowski

 

Contexto histórico-cultural y personal

Antes de iniciar las consideraciones sobre el poema Logos, conviene recalcar el amor de Karol Wojtyla por la lengua materna, la literatura nacional y la historia patria. Aprendió valorarlas en el seno de su familia. No podemos olvidar que la literatura y la lengua, al lado del catolicismo, fueron las fuerzas vivas que permitieron salvar a Polonia, a pesar de las presiones de rusificación y de germanización que ejercían los ocupantes durante casi un siglo y medio[1]. Resulta oportuno recordar u os hechos históricos.

Polonia recuperó la independencia después de la Gran Guerra, el 11 de noviembre de 1918, pero su situación era muy inestable. El ejército polaco contaba con voluntarios, pero carecía de armamento y de apoyo logístico. Desde el año 1919 hasta marzo de 1921, cuando se firmó el tratado de Riga, tuvo que enfrentar la guerra contra Ucrania y, aún más peligrosa, la invasión del Ejército Rojo que llegó hasta Varsovia. La victoria en la defensa de la capital de Polonia, en agosto de 1920, aún es recordada como el Milagro del Vistula.

Karol Wojtyla nació el 18 de mayo de 1920, en Wadowice. Es decir, teóricamente un año y medio después de la independencia recuperada, pero con un presente muy convulsionado. Aunque pequeña, la ciudad de Wadowice está mencionada en las crónicas ya en el año 1317, lo cual también permite entender que su tradición se reflejaba en su cultura, tanto más que, indudablemente, Cracovia, la antigua capital de Polonia, está solamente a 40 kilómetros de distancia. En Wadowice había varios colegios, órganos de administración estatal, organizaciones culturales, artísticas, religiosas y deportivas. Ubicada en una pintoresca región, a la orilla del río Skawa y a pie de los montes Beskidy. Es comprensible que Lolek, como llamaban cariñosamente al pequeño Karol, hacía con sus colegas las caminatas de turismo, costumbre que conservó para toda la vida. De vez en cuando iba de excursión a Cracovia a visitar a los familiares o a algún evento artístico.

Desde la segunda mitad del siglo XIX, Cracovia, a pesar de pertenecer al Imperio Austro-Húngaro, volvió a ser el centro de la cultura. Muchos polacos, con ánimo de manifestar su patriotismo, acudían para revivir la gloriosa tradición, visitando el castillo real de Wawel, la Cátedra y las tumbas de los reyes, la Iglesia de Santa María y su incomparable altar gótico, entre otros. En la Universidad Jagellona los cursos fueron dictados en polaco. Floreció la vida artística y su principal objetivo era hacer valorar el pasado nacional y, de esta manera, mantener vivo el espíritu patrio. Jan Matejko, a través de su pintura, rescataba los grandes momentos de la historia, como la batalla de Grunwald, cuando el rey Ladislao Jagellón, en 1410, venció a los Caballeros Teutónicos o cuando el rey Juan Sobieski, en 1683, defendió a Europa, en Viena, ante la invasión turca. Es comprensible que así fue, igualmente, en la época de entre guerras, en los años de infancia y de juventud de Karol Wojtyla. El país se estaba reconstruyendo y todos sus ciudadanos estaban comprometidos con la causa.

Sin embargo, para entender la influencias externas sobre la personalidad de Karol Wojtyla conviene recordar los primeros años de su vida. No se pueden olvidar las dificultades que hubo en esa época. Las circunstancias de querra y el permanente miedo de que Polonia esté invadida otra vez. En el país reina la carestía de los alimentos, el desempleo y las protestas sociales.

A esta situación nacional es preciso agregar los acontecimientos familiares. En septiembre de 1923, muere en el apartamento de los Wojtyla el abuelo paterno. El 13 de abril de 1929 queda huérfano, muere su madre Emilia Kaczorowska. Tres años después muere su hermano Edmund, médico. Al estallar la Guerra, intentó huir con su padre ante los alemanes pero, cuando los soviéticos invaden a Polonia, deciden regresar a Cracovia.   Durante la II Guerra Mundial perdió muchos amigos y conocidos. Trabajaba en la cantera y, después, en la fábrica de químicos Solvay.  El día 18 de febrero de 1941, salió por los medicamentos y el almuerzo y cuando regresó su padre ya falleció. Queda solo. ¡Todavía no tenía 21 años! Desde ese entonces reforzó su búsqueda de Dios y entró al clandestino seminario del arzobispo Adam Sapieha.

Karol Wojtyla siempre fue muy buen estudiante, lo cual confirman sus calificaciones registradas en el Gimnasio Martín Wadowita para varones, con el programa de estudios clásicos. Allá se familiarizó con el griego, el latín, el francés y el alemán. El nivel de exigencia fue muy alto; de los 49 colegas que comenzaron los estudios solamente se graduó la tercera parte. En el colegio participó activamente, como actor y director, en un grupo de teatro; asumió el papel de protatonista, entre otros, en los dramas: Antígona de Sofocles, Balladyna y Kordian de Slowacki; Zygmunt August de Wyspianski. En esos años empezó escribir poesía y mantuvo esta vocación artística a lo largo de su vida.

Reconfirmó su interés por la literature polaca, cuando, al terminar el bachillerato, en 1938, empezó a estudiar la filología polaca en la famosa Universidad Jagellona de Cracovia. Conviene traer a colación este vínculo sentimental que siempre mantuvo con su casa de altos estudios. Por ejemplo, en 1983, Juan Pablo II, al recibir el doctorado honoris causa de su Alma Mater, recordó a sus profesores Pigon, Kolaczkowski, Klemensiewicz, Kamykowski y a Urbanczyk, quien vivía en ese entonces. Con el profesor Stanislaw Pigon estudió, durante todo el año académico de 1938/39, la asignatura Teatro y drama desde mediados de XVIII. Delante de Pigon, presentó el examen de Gramática descriptiva de la lengua polaca moderna[2]. Las enseñanzas que recibió en estos cursos fueron fructíferas para su formación, pero también para su creación artística, como lo veremos más adelante.

La Universidad Jagellona en Cracovia es todo un símbolo y motivo de orgullo de la cultura nacional en Polonia. Fundada en 1364 por el Rey Casimiro el Grande, la más antigua en Polonia y en el norte de Europa y, hasta ahora, una de las mejores en el ranking mundial. Las aulas medievales recuerdan la presencia de los personajes ilustres del pasado, como Adalberto de Brudzewo, Nicolás Copérnico, San Juan Kanty o Cancio, Estanislao Hosius, Nicolas Rej, Juan Kochanowski, Andrzej Frycz Modrzewski; el rey Juan III Sobieski; Hugo Kollataj, rector de esta Universidad y uno de los creadores de la Constitución de Polonia que fue la primera en Europa y la segunda en el mundo después de la norteamericana; Karol Olszewski y Zygmunt Wróblewski, fueron los primeros quiens licuaron el oxígeno y el nitrógeno del aire; Tadeusz Browicz quien identificó el microbio de la tifoidea; Napoleón Cybulski quien explicó el funcionamiento de la andrealina; Stanislaw Lem, el famoso novelista de ciencia ficción y tantos y tantos otros. Para terminar la enumeración, mencionemos al mismo San Juan Pablo Magno y las Premios Nobel de literatura Wislawa Szymborska y Olga Tokarczuk.

Los alemanes cierran la Universidad en noviembre de 1939 y deportan a 184 profesores al campos de concentración en Sachsenhausen. Para los polacos se hacía evidente que los nazis desarrollaban la política de exterminio no solamente físico, sino también cultura. En respuesta, se crearon acciones clandestinas, la Universidad organiza sus cursos, exponiendo las vidas de sus profesores y estudiantes. A mediados de 1942, Karol Wojtyla, junto con su mentor de colegio Mieczyslaw Kotlarczyk y cuatro amigos más fundaron el Teatro Rapsódico en que la palabra se vuelve el mayor recurso escénico. En el repertorio dominan txtos poéticos dramáticos, pero también los líricos y épicos. Se insiste en la transmisión del sentido de la palabra, de su forma y su sonido. El actor no interpreta, sino lleva las ideas. El grupo retomaba las raíces griegas, pero también aprovechaba la tradición polaca que dejaron Mickiewicz o Slowacki. A los actores correspondía la selección y la adaptación de los textos para, luego, recitarlos.

Antes de finalizar esta breve contextualización, es preciso enaltecer la actitud personal del joven Karol Wojtyla durante el trágico periodo de la guerra. Ciertamente no fue fácil vivir solo, vivir el terror diario nazi y enterarse periódicamente de las muertes de sus amigos. Aguantando hambre, frío y todo tipo de penurias, tuvo que trabajar duro para no ser deportado. Y, a pesar de todas estas circunstancias adversas, siguió estudiando y cultivándose. Hay que recalcar que, además, en esos años siguió escribiendo la poesía y elaboró dramas: Job (1940), Jeremías (1940) y Hermano de nuestro Dios (probablemente, 1944). Krol Wojtyla tomaba la vida en serio. Desde esta época su existencia ofrece no solamente la unidad de vida, sino una gran visión sobrenatural y un testimonio inigualable.

   Educado en el entusiasmo y la admiración por la cultura nacional, Karol Wojtyla se sentía atraido por los clásicos de la literatura polaca: Kochanowski, Mickiewicz, Slowacki, Krasinski, Norwid, Wyspianski, Kasprowicz. Bien que representan diferentes épocas, los une a todos una concepción de Polonia semper fidelis. La Patria se consolidó desde el año 966, cuando el príncipe polaco Miecislao se bautizó y el catolicismo ayudó a construir la identidad del país de los polanos. Es conveniente realizar unos breves esbozos de su cración para entender mejor y poder valorar la creación del Papa Poeta.

Una breve aclaración inicial: a lo largo del siglo XIX, cuando Polonia fue borrada del mapa, con frecuencia, por las razones de persecución, los polacos emigraban sobre todo a Francia. Las oleadas de los emigrantes se intensificaban después de las insurreciiones de 1830, 1848, 1860. París se volvió no solmente su refugio, sino un verdadero centro de florecimiento de la cultura polaca. Allá se publicaban libros, revistas y periódicos en polaco. Los cuatro poetas mencionados vivían y creaban en la Ciudad Luz. Krasinski hasta nació y murió allá. ¡Se hablaba de la Gran Emigración! Hasta se creó un Gobierno de Emigración que durante largos años presidía el príncipe Adam Czartoryski y que tenía sus embajadas en Londres y Estambul. Muchos son los nombres que deberíamos indicar, además de los escritores románticos señalados: Federico Chopin, el general Józef Bem, político Maurycy Mochnacki, el historiador Joaquín Lelewel, el inventor Jan Jozef Baranowski, Antoni Patek, fundador de la primera fábrica de relojes, y muchos más.

 

Jan Kochanowski (1530- 22 VIII 1584) 

Durante el Renacimiento, la creación de Jan Kochanowski, en español Juan Cocanovio; no tiene comparación, no solamente en la literatura polaca, sino en ninguna otra literatura nacional eslava, hasta el romanticismo. Estudió en Cracovia, Kaliningrado y en Padova, donde profundizó sus conocimientos en lenguas antiguas, bajo la orientación del célebre filólogo Francesco Robortello[3]. Mas, como los más grandes poetas renacentistas Petrarca, Dante o Ronsard – a quien visitó – elevó la lengua natal a la más alta expresión literaria y estuvo convencido de su deber de cantar en polaco la gloria de su Patria. Fue poeta de la corte y secretario del rey Esteban Batory. Recibió muchos honores, pero prefiró retirarse a su hogar en Czarnolas, la propiedad que heredó de su familia.

Toda su creación llegó a las más altas cumbres líricas. Sus Trenos son inigualables. En ellos lamentaba la muerte prematura de su hijita Úrsula. Su importancia sigue estando muy viva en la conciencia nacional, pero también demuestra su apertura a la universalidad, por ejemplo, al retomar la forma de trenos, estos cantos fúnebres de tono elegiaco, de la lírica griega arcaica. Muchas son las manifestaciones de su patriotismo que es el motivo más destacado en su creación. El canto V de Piesni / Cantos describe como los tártaros arrasaron con la region de Podole. A su vez, en el canto XII sugiere que los sacrificios y la muerte en defensa de la Patria merecen los más altos reconocimientos y honores. En su libro Fraszki / Bagatelas, encontramos el poema A las tumbas de Sokól en que expresa el homenaje y la admiración al heroism de los soldados muertos en la defensa de Polonia. El drama humanista de La despedida de los emisarios griegos aprovecha la analogía con la guera de Troya y las circunstancias históricas del país en ese entonces.

Aunque también en Polonia, en esa época, había vientos del protestantismo, el poeta subraya en sus versos que profesa la fe católica y sigue profundamente creyente. Su Himno. Czego chcesz od nas Panie / Himno. ¿Qué quieres de nosotros, Señor? Es una expresión de admiración y de gratitud por la creación. He aquí, un fragmento:

 

“Tú eres el Señor de todo el mundo, Tú creaste el cielo

Y lo bordaste bellamente con las estrellas doradas;

Tú pusiste el fundamento a la tierra sin fin

Y cubriste su desnudez con hierbas numerosas”.

 

En el último Treno subraya la misericordia infinita de Dios y la ingratitud de los hombres:

 

“Nosotros, Señor, tus hijos desobedientes,

En los tiempos felices

Te recordamos poco,

Solo placeres disfrutamos”.

 

Entre los juvenalia de Wojtyla se encuentra el libro Salterio renacentista.que contiene también algunos salmos escrito por él en 1939, como Canto matutino o Hoy te llevo una confesión.  El título ya es una clara alusión a la poesía de Kochanowski, autor de Siete salmos de contricción y traductor del Salterio de David, ambos libros publicados en 1579. Mas hay otra expresión de admiración del Papa poeta. Uno de sus poemas se llama el Banquete de Czarnolas. La insinuación es obvia. Se trata de las delicias o los encantos que creó don Juan a través de sus versos para los compatriotas en Czarnolas, la aldea de su propiedad donde tuvo su residencia y narró la vida bucólica que llevaba allá en seno de su familia. Con el tiempo, Czarnolas se volvió para los polacos un sinónimo del lugar paradisiaco, simbolo de la felicidad. Al ver los tilos en cualquier parte de Polonia, se crea una inmediada asociación con el árbol en cuya sombra Kochanowski escribía sus versos. El tópico de Czarnolas aparece a lo largo de los siglos en la literatura polaca.

 

Adam Mickiewicz

(24.XII.1798 – 26.XI.1855)

 

El romanticismo se desarrolló en Polonia gracias a Adam Mickiewicz quien entregó su vida y su obra a la causa patria. Estudiando en la Universidad de Vilna, formó parte de la asociación secreta patriótica para la juventud los Filaretos. Como indica el origen del nombre de la asociación y su lema „Patria, ciencia y virtudes”, sus miembros aspiraban a cultivar sus virtudes y adquirir conocimiento moral y religioso. En diciembre de 1820, el poeta escribió varias poesías, entre ellas, el Canto a los Filaretos que se volvió su himno. En unos de sus versos leemos: ”Mide la fuerza, según los propósitos, No el propósito, según tus fuerzas”.

Desde esta época, la frase se volvió un proverbio que aún se usa como una motivación.

De esta fecha del diciembre de 1820 proviene la Oda a la juventud. Su inicio es:

 

“¡Sin corazones, sin espíritu!: Son pueblos cadavéricos!

¡Juventud! Dame las alas,

Voy a sobrevolar el mundo en extinción

Al preciso, dominio de ilusión,

Corre la esperanza despierta la imagen dorada,

Lanza la nueva, bota la gastada.

¡Juventud! abandona la mediocridad,

Y como la luz solar

Ilumina la inmensidad

De tus propósitos y lo vas a lograr”[4].

 

En 1822 aparece el poemario Baladas y romances. Entre las poesías se encuentra Romanticismo, de cierto modo, un poema manifiesto, escrito en enero de 1821. Muchos son los versos citados, pero estos quizá son los que más:

„El sentimiento y la fe más me dicen

Que la lupa y el ojo del sabio.

(…)

Ten el corazón y mira el corazón”[5].

Es clara la crítica del joven Adam al programa de la Ilustración y que refleja perfectamente el famosos conflicto de las generaciones.

Muchas son las poesías que escribe Mickiewicz en los años 20. Condenado al destierro los elabora en Moscú y en Odessa. De su copiosa creación caracterizada por los tonos líricos; mencionemos, por lo menos, el título de un libro Sonetos de Crimea. También resulta indispensable mencionar el importante título de Konrad Wallenrod que parece en 1828, después de muchos problemas con la censura por sus motivos patrióticos. El poeta abandona Rusia y se dirige a Alemania, Italia, Suiza y, finalmente, llega a Paris.

La década de los 30 ofrece una nueva época en la creación de Mickiewicz. Los años 1832-1834 son de su especial producción literaria. Las obras que comienza a escribir, inspiradas en el patriotismo, y la profunda fe, demostraron su convicción que tenía que escribir para el bien de su nación. Mickiewicz, consciente de su papel de guía espiritual de su pueblo, no aceptaba la catástrofe, no renunciaba a la idea de salvar la Patria. En 1832, publica dos textos fundamentales: Ksiegi narodu polskiego y pielgrzymstwa polskiego (Libros de la nación polaca y de los peregrinos polacos) y Dziady (Antepasados) parte III.       

La temática de Los libros se basa en la profunda convicción de que la civilización europea, por no haber respetado los principios que la consolidaron, es decir, la fe cristiana y sus ideales, está amenazada por su extinción (los contemporáneos los consideraban profetico y hoy día este epíteto parece también vigente). Los abusos crecientes de cada generación sucesiva llevan al Viejo Continente a la destrucción, hay una nación que queda firme en su fé, la polaca. Los libros ayudaban a fortalecer el espíritu de los compatriotas de Michiewicz, tanto en el país, como en el exilio. Su propósito fue cumplido. Como ejemplo, recordemos la reacción de la princesa de Wirtemberg quien escribe desde Pulawy al príncipe Witold Czartoryski en París: “Leímos y lloramos, por favor, diga esto al autor, besándolo cariñosamente de parte de cuatro generaciones desde los más viejos hasta los más jóvenes”. (4)

Estas son las primeras líneas del famoso libro:

“Al comienzo había la fe en un solo Dios y en el mundo había libertad. No había leyes sino la voluntad de Dios y no había amos ni esclavos sino los patriarcas y sus hijos.

Pero, luego, los hombres renunciaron a un solo Dios y elaboraron ídolos y los saludaban y rendían en su gloria sangrientos sacrificios y guerreaban en nombre de sus ídolos.

Por esto, Dios mandó sobre los idólatras el peor castigo: la esclavitud.

La mitad de la gente quedó esclavizada por la otra mitad, aunque todos provenían del mismo Padre. Porque renunciaron a su origen y se inventaron diferentes padres; uno dijo que provenía de la tierra; otro, que del mar; los otros, que de los otros.”[6]

En el capítulo XXIV leemos la siguiente afirmación del poeta: “He aquí Los libros de la nación y peregrinación polacas, no inventados, sino recogidos del pasado polaco, y de los escritos, y de las historias, y de las enseñanzas de los polacos, gentes pías y consagradas a la Patria, Mártires, Creyentes y Peregrinos. Y algunas cosas son inspiradas por la gracia de Dios”[7].

Y para completar la visión citemos una de las oraciones finales que completan la publicación, La oración del peregrino:

“¡Señor, Dios todopoderoso! Los hijos de una nación guerrera elevan hacia tí sus manos indefensas desde diferentes extremos del mundo. Te llaman desde las profundidades de las minas de Siberia y desde las nieves de Kamchatka, y desde las estepas de Argelia, y desde Francia, tierra extranjera. Y en nuestra Patria, en la Polonia fiel a Tí, está prohibido llamarte; y nuestros ancianos, mujeres y niños oran a Tí a escondidas, en pensamientos y con lágrimas. ¡Dios de los Jagellones! ¡Dios de los Sobieski! ¡Dios de los Kosciuszko! Apiádate de nuestra Patria y de nosotros. Permítenos rezar a Ti, según la costumbre de nuestros antepasados, en el campo de batalla, con las armas en la mano, delante de los altares, hechos de los tambores y cañones, debajo del baldaquín, hecho de águilas y de nuestros estandartes; y a nuestra familia permítele rezar en las iglesias de nuestras ciudades y nuestras aldeas, y a nuestros hijos, en nuestras tumbas. Y así sea tu voluntad y no la nuestra. –Amén.”[8]

Los libros de la nación polaca y los peregrinos polacos son el mejor testimonio de la idea mesianista polaca romántica y de la concepción nacional polaca. Por tradición, el estado de Polonia era inseparable de la religión católica. El estado era casi algo santo algo sagrado y este sentimiento de lo sagrado, aún se intensificó, cuando Polonia dejó de existir. El mesianismo quería ver en la nación un ser colectivo que abarcara a los seres individuales, todos los polacos y, como ser humano y cristiano, a través del dolor y sufrimiento que de cierto modo se podían interpretar como liturgia y práctica religiosa; la Patria también iba a resucitar. El mesianismo era una religión nacional que respondía al pueblo humillado por los repartos y los levantamientos ahogados por la fuerza de los ocupantes. Era la reacción a la filosofía de la derrota. Era necesaria la justificación histórica de su posición geopolítica poco favorable, y resulta comprensible la exageración en el papel de la misión que tenía que desempeñar Polonia en el continente europeo. No podemos considerar estos textos como libros de historia, son páginas que defienden la relación de la moral con la convivencia social y política.

De la misma época proviene el libro de lectura obligatoria para todos los polacos, Don Tadeo. El poema comienza con la célebre invocación: “Lituania, Patria mía, tú eres como la salud, cuánto hay que apreciarte, sólo sabrá  el que te perdió.”[9]

Las páginas del libro entrelazan la historia de la época de Napoléon con la vida de la familia tradicional polaca. El lector se deja cautivar por la belleza del lenguaje, la frescura de las descripciones de la naturaleza, por los conflictos y suspensos que surgen en la trama, por los modelos sociales de los personajes y, sobre todo, por el despliegue de los sentimientos patrióticos. Czeslaw Milosz, el Premio Nobel de 1980, subraya que Don Tadeo es la última epopyea en la literatura universal[10].

Mickiewicz dictando su cátedra de las literaturas eslavas en el Colegio de Francia, logró difundir como nadie antes la historia de la cultura eslava. Uno de los aspectos que  desplegó la siguiente visión: „Las gentes del pueblo son las que sufren, las que languidecen, las que son libres en espíritu y que no vienen con haces de sistemas ya constituidos… estas clases –las capas superiores de la Iglesia– han abandonado la cruz; no querían sufrir, han hecho siempre todo lo posible para evitar el sufrimiento y se han encerrado en los libros, en la teología y en las doctrinas. Todos sabemos que es fácil creer y argumentar que decir sinceramente la verdad y sufrir por defenderla. La fuerza nace solamente del sufrimiento… Por lo tanto el que desee ser un creador en el arte o bien un jefe en la política, debe necesariamente identificarse en espíritu con las masas que sufren y que lnguidecen  en espera del porvenir. ¿Cuál debería ser por lo tanto el sufrimiento de la Iglesia? Un dolor idescriptible que San Martin  llamaba la agonía profética, es muy diferente de los sufrimientos del artista, o bien del sufrimiento individual: es un dolor que uno solo soporta por millones de hombres. El que no está preocupado sino de su propia salud, es incapaz de soportar tal sufrimiento”[11]. Merecería exponer muchos más aspectos y méritos de Mickiewicz, pero se trata únicamente de señalar algunos que pudieron influir en la formación estética y el pensamiento de Karol Wojtyla.

 

Juliusz Slowacki

(4 IX 1809- 1 IV 1849)

 

¿Cómo presentar a un genio como Juliusz Slowacki en unas frases? Es una tarea imposible.

A pesar de su corta edad (murió de la „romántica” tuberculosis) y la salud muy precaria, dejó una creación literaria inmensa, no solamente por la cantidad de títulos y de géneros, sino, sobre todo, por la dimensión de su estética y de su pensamiento. Es una obra considerada como muy densa en ideas filosóficas y religiosas cuya evolución mística era firme y unitaria, en función de su profundo catolicismo.

Es considerado como el gran renovador del polaco literario, entre otros, por introducir los neologismos, manejar una rica simbología, otorgar nuevos matices al significao de las palabras. Recurría a menudo de modo sorprendente a lo grotesco, la ironía. Sus depliegues de la fantasía y de la imaginación resultan inigualables.

Dejamos al lector tres muestra poéticas de la creación de Slowacki. La primera son unos fragmentos del poema Beniowski, Canto V:

 

…”Quiero que la lengua flexible a que aspiro,

                        Dijera todo lo que piensa la cabeza:

                        A veces sea cual el relámpago claro y rápido,

                        A veces triste como el canto de la estepa;

                        A veces tierna cual de las ninfas el quejido,

                        A veces como el habla de los ángeles bella.

                        Que sobrevuela todo con alas de un espíritu animoso

                        La estrofa se rije por el ritmo y no por un desveno poderoso”…

                        (…)

                        …”Y si aquel Juan Kochanowski viejo

                        Se levantara de su tumba, hubiera comprendido

                        Que escucha de un poema celestial el eco

                        Y que en la ultratumba sus tilos hacen el nido

            |           Que oye antiguos versos con el ritmo regio

                        En el habla que él mismo había construído.

                        Después, hubiera reido con alegría y el pensamiento grato

                        Que ni en el ataúd he olvidado el polaco”…

                        (…)

                        …” Oh Dios!  ¿Quién no te sintió en Ucrania admirable?

                        En sus campos azules, cuando su espíritu está afligido,

                        Cuando está recorriendo las llanuras interminables

                        Con el himno al viento, y con alas ha removido

                        Las cenizas y la sangre derramada del suelo ensangrentadas

                                   por los tártaros inexorables,

                        Y el sol dorado con sus rayos los polvos habrá subido

                        Hacia el cielo, que se ha vuelto rojizo y nublado,

                        Como el disco negro con ojos ensangrentados.

 

                        ¡Oh Dios Todopoderoso! quién nunca te estaba contemplando

                        En la gran estepa ante el sol casi agonizante

                        Cuando las bases de las tumbas, y las cruces se están ampliando

                        Y parecen sangre, o más bien, fuego llameante.

                        Allá lejos el mar de los matorrales está retumbando,

                        Los sepulcros llaman con voces horripilantes;

                        La nube de langostas como el arco iris fúnebre huye

                        La guirnalda de las tumbas poco a poco se diluye.”

 

Las estrofas permiten apreciar su amor a su Patria Polonia y a su patria chica, Ucrania, su compleja y dramática historia y los altos ideales. El yo lírico subraya su descendencia del gran vate renacentista, Kochanowski. Mas, por encima el poeta aspira a glorificar a Dios. Desde luego, resulta fácil percibir el rico vocabulario y su flexible y armonioso estilo, al lado de una imaginación que ofrece escenas pictóricas de fantasía.

 

La misma actitud se reafirma en otro poema, Mi testamento:

 

                        “Pero ustedes quienes me han conocido pasen este recado

                        Que para la Patria dedicaba todos los años míos

                        Mientras el navío luchaba, en el mástil estaba yo sentado,

                        Y cuando se hundía, me fuí a pique con el navío…

                        Algún día llegará, cuando alguien habrá meditado

                        Sobre mi pobre Patria, y su destino ominoso,

                        Y que el vestido de mi espíritu no fue mendigado,

                        Sino de los fulgores de mis antepasados esplendoroso.

                        (…)

                        Cuanto a mí, dejo aquí mis amigos y su acompañante

                        De los que lograron querer mi corazón orgulloso;

                        A Dios obedecí y le rindo cuentas de mi cumplimiento,

                        Y tengo aquí mi ataúd sin quejas ni sollozos.”

Himno

                        “Madre de Dios, Virgen,

                        Escúchanos, Madre Divina,

                        Es el canto de nuestros antepasados

                        Brilla la aurora de la libertad,

                        Suena la campana de la libertad,

                        Crece el arbusto de la libertad,

                                   Madre de Dios!

                        Lleva ante el trono del Señor

                        El canto del pueblo libre.”

 

De los diez dramas de Slowacki mencionemos, por lo menos, tres. El protagonista titular de Kordian (1834) es la personificación de los revolucionarios polacos que, después de la derrota, cuestionan a sí mismos, a los demás y al destino: ¿quié tiene la responsabilidad y cómo hay que asumirla? El mismo Kordian, desgarrado en su espíritu, no encuentra sosiego para su existencia. Balladyna (1835) es un drama en que se hallan todas las técnicas del teatro de la época y, al mismo tiempo, recoge las leyendas del folclore polaco. Balladina asesina a su propia hermana para alcanzar la riqueza. Atormentada por la conciencia reconoce su fracaso. En Mazepa (1840) Slowacki retoma a uno de los aventureros históricos más populares en Europa del siglo XVII quien llamó la atención, por ejemplo, de Voltaire, Víctor Hugo y Lord Bayron. El noble polaco de Ucrania forma un tiángulo amoroso cuyo desenlace trágico recuerda los amores típicos del romanticismo. Todos los dramas de Slowacki, también los que no alcanzamos a nombrar, están muy arraigados en el espíritu polaco y son considerados piezas clásicas en el teatro nacional. En todos ellos se manifiestan los dilemas éticos. Tampoco faltan los sentimientos de nostalgia por la patria o por su terruño ucraniano, a veces manifiestos, a veces de forma metafórica. Conviene recordar que Karol Wojtyla actuó en sus años de colegio en los dramas Balladyna y Kordian. Desde los años treinta, en la creación de Slowacki se intensifica la presencia religiosa y hasta mística. Esta visión se refleja en su poema en prosa Génesis del Espíritu (1844). Es allá que aparece la famosa frase que es como un axioma: „todo es creado por y para el Espíritu, y nada existe para el fin corporal”. El autor asumía su papel de vate que le exigía señalar los caminos de la nación y del futuro de la Patria. Relacionaba estrechamente sus palabras con la Palabra de Dios. En la época del romanticismo, los triunfos verdaderos en la poesía polaca los llevaban incuestionablemente Mickiewicz y Krasinski. Los contemporáneos no entendían la originalidad de la obra de Slowacki. Fue Cyprian Kamil Norwid quien, en sus famosas conferencias en 1860 pronunciadas en París, creó la famosa triada de los vates.  nacionales. Igualmente, conviene recordar que, en la cultura polaca se oyen a menudo las palabras de Norwid que definen a Slowacki como el creador del „idioma de las transfiguraciones sociales”.

 

Zygmunt Krasinski

(12 II 1812 – 23 II 18 )

 

Zygmunt o Segismundo Krasinski, hijo de aristócratas polacos de linajes antiguos y parentescos con casas reales, como romántico vivía profundas tribulaciones existenciales, causadas por las circunstancias históricas y familiares que tuvo que vivir. Los privilegios también le acarrearon rechazos y cuestionamientos de sus colegas de estudios. Por otro lado, toda la vida fue una persona de salud muy frágil y extremadamente sensible. Todas estas razones confluyeron a una personalidad intuitiva, de gran cultura, ideas profundas y abiertas, así como de la mente perspicaz. Estudió y presenció varias revoluciones y trató de descifrar sus fines y sus alcances.

La obra magna de Krasinski es La No Divina Comedia. El título mismo evoca a Dante, tan admirado por los románticos, pero hay que reconocer en la visión teatral se percibe la admiración por Shakespeare y Calderón de la Barca. La No Divina Comedia refleja el infierno de la revolución. El protagonista, el Conde Enrique desea el bien, per se siente impotente ante el mal; peor, por miedo se siente forzado a defender el mal. La revolución trae nuevos crímenes, abusos, la injusticia. Las atrocidades segundan los fraudes, las usurpaciones, más crueldades… Parecería que el autor critica la revolución, pero no es así. Pancracio quien quiere cambiar el orden, se guía por la fe, quiere cumplir su misión. En la última escena, Pancracio cae y emite el último grito: „Galilee vicisti”. El drama sugiere que los revolucionarios no son los verdaderos culpables del derrame de la sangre.

Krasinski desarrolla una especie de teodicea de la revolución. No fue el único que aspiraba a cristianizar la revolución. El tema fue estudiado a lo largo del siglo antes y después de publicarse  La No Divina Comedia. El autor leyó Schiller, Schlegel, Ballanche, Guizot, Quinet, Carlyle. Después, ahondaban esta problemática Lamartine, Blanc, Michelet, Renan.

Uno de los críticos de la obra de Krasinski resume: „La Comedia es es un drama sobre la persona humana, sobre una generación ´sin corazón´,sobre un mundo en desorden, sobre un mundo moral en desorden. Es un drama sobre los desarraigados – sobre los seres que han perdido, unos y otros sus raíces morales sobre la vida colectiva y de la vida individual (…) Krasinski vota en favor del corazón y de la cristianización del orden social y político. En esto continúa una bella y larga tradición del pensamiento en Polonia”[12].

En Francia, la problemática de la revolución y la presencia de Dios en la literatura se intensificaron después de la No Divina Comedia. En Francia, retomaron el tema los poetas de la talla de Víctor Hugo, Leconte de Lisle, Villiers de L´Isle Adams. También en Rusia consignaron sus reflexiones sobre este tópico los autores como Dostoyevski: Leyenda del Gran Inquisidor, Belyï: La Resurrección de Cristo y Alejandro Blok: Los doce.

Para enlazar el panorama de poetas, aprovechemos las palabras escritas de Krasinski en una carta escrita a Delfina Potocka, cuando describió unos comentarios de Norwid „Los encarcelamientos, juicios, grilletes, condenas a Siberia, ianudibles heroismos y martirios” (…) „Imagínate que desde cuando terminó su educación, hace como seis años, contó, nombre por nombre, doscientos condiscípulos, casi todos con quienes se conocía y estudiaba, desterrados a Siberia, muertos en Citadela o por el camino”[13].

 

Cyprian Kamil Norwid

(24 IX 1821 – 23 V 1883)

 

Cyprian Kamil Norwid fue el poeta más admirado por Karol Wojtyla maduro, lo cual se puede comprobar por las reiteradas citaciones de su poesía en las enseñanzas pontificias de Juan Pablo II. Una de ellas es „La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, el trabajo para resurgir” que aparece, en la Carta de los artistas. Este bello verso del poema Promethidión, yo lo terminaría más bien con „el trabajo para alcanzar la resurrección”[14]. También de Promethidion provienen estas líneas: „El artista nacional organiza la imaginación así como, por ejemplo, el político nacional organiza las fuerzas del estado”.

En toda su obra se aprecia una gran coherencia entre los postulados teóricos y su ejecución. Dominaban su propósito de autenticidad, su apego a la realidad vivida y de la afirmacón de la verdad. Para apoyar estas observaciones citemos algunos ejemplos del mencionado Promethidión, escrito a finales del año 1851. El poema tiene un subtítulo: „Asunto en dos diálogos y un epílogo”. La forma dialogada de los textos norwidianos es muy representativa; también la encontramos sus ecos en la creación de Karol Wojtyla.

Para comprobar la mencionada coherencia, acudamos a la muy diciente y representativa siguiente cita, tomada de sus palabras dirigidas al lector:

 

„En el primer diálogo se trata de la forma, es decir de la Belleza.

En el segundo del contenido, es decir del Bien, y de la luz de ambos, la Verdad”[15].

 

En este breve aviso se refleja toda su concepción condensada de su arte. En el fragmento que sigue, queremos destacar la entrega del poeta a la causa patria:

 

„¡Oh Polonia! No veo las líneas de tus fronteras,

No tienes nada, sino la voz –  ¡tan pobre!

Mas existes –  tú eres la hija de la opinión,

Tú eres la voz que que es – la voz de Dios.

¡Oh Polonia! – tu confesión es la profecía,

Porque hoy eres la única voz en el desierto ”.[16]

 

La estrofa del segundo Diálogo de Promethidión: Wieslaw demuestra esta permanente búsqueda de la verdad y del espíritu. Los románticos polacos, también Norwid veían en su Patria, que desapareció del mapa geopolítico de Europa, el papel del Mesías de las naciones que iba a traer la justicia y redimir a los oprimidos. Aprovechemos también este fragmento para destacar el uso frecuente de los signos de puntuación, especialmente, la „raya” o el „guion largo” que se usa para los incisos y para señalar el diálogo. Es evidente en estos pocos versos el propósito arístico de la coherencia de la forma y del contenido.

 

El Promethidión, como toda su creación del bardo, evidencia la permanente busca del perfeccionamiento estético de la forma. Si los dos diálogos están escritos en verso libre el Epílogo de Promethidión consta de poemas en prosa. Subrayemos este aporte innovador. Si bien es cierto qu podríamos buscar antecedentes de poemas en prosa, se admite universalemente que fue Charles Baudelaire quien consacró el nuevo género con su publicación en 1962. ¡Norwid ya lo hizo en 1851! Más de una década antes. También hace inquietar otra coincidencia artística entre ambos autores. Norwid editó las Flores negras y las Flores blancas en 1857, respectivamente, en enero y en marzo; a su vez, Baudelaire, lo hizo con sus Flores del mal el el 25 de junio del mismo año. Los tres tomos une el afán estético profundamente innovador. Norwid apostaba por el valor del silencio y el pathos, en oposición a lo cotidiano y lo escandaloso del poeta francés.

Retomemos la tercera parte, el Epílogo de Promethidión  que comienza:

 

I.

La palabra –  es el testamento del acto; lo que no se puede llevar con el acto, se ensaya con la palabra –  se transmite; Solamente este tipo de palabras son necesarias y solamente ellas resucitan en el acto –  todas las demás forman una fraseología más o menos sabia o una necesidad mecánica, si no son la clave del arte.

 

II.

Cada nación llega por otro camino a la participación en el arte; cuantas veces llega por el mismo que las demás, entonces no es ella ue le llega , sino es el arte que le llega, y es una planta exótica, y no hay allá un lugar para los artistas…  Aún es así en algunas partes”[17].

Norwid fue un polígrafo y, en este momento, no es posible enumerar toda su creación. En su legado artístico hallamos una abundantísima poesía lírica en varios géneros literarios. De entre los poemas, además de Promethidión, señalemos por lo menos: Pompeya, Epimenides, Quidam, Clave de la libertad de la palaba, Niewola/Esclavitud.

En sus títulos para el teatro se encuentran, entre otros, las comedias Noc tysiaczna druga/Mil y dos noches, Milosc-czysta u kapieli/ Amor puro en el baño; tragedias Pierscien wielkiej damy, czyli ex-machina-Durejko/ El anillo de la gran damao Ex-machina-Durejko y Krakus, ksiaze nieznany Krakus, el príncipe desconocido; tragedia histórica Kleopatra i Cezar/ Cleopatra y César. Su prosa nos ofrece todo un abanico de géneros literarios; relatos, novelas cortas, sátiras, cuentos ensayos, estudios, monografías, memoriales, artículos, etc. En todas estas páginas abundan reflexiones filosóficas, psicológicas o costumbristas con una mirada perspicaz, un tono adecuado a las circunstancias, desde el humor sarcástico hasta la ironía. También dejó insuperables y extensos fragmentos de las traducciones de la Odisea de Homero y de la Divina Comedia de Dante. El número incontable de cartas constituye una fuente de información fidedigna e inusual.

La creación literaria de Norwid no fue muy bien recibida por sus contemporáneos, aunque no faltaban manifestaciones de muy alto aprecio. „Quien quiere entender al poeta, debe ir a su país”[18] escribió Goethe. Si el contexto cultural pudo ayudar bastante, no cabe duda de que Norwid se adelantó con su pensamiento y su estética por varias generaciones. Tuvo mucha razón el profesor Stefan Sawicki, uno de los más versados conocedores de la obra de Norwid, cuando tituló uno de sus estudios Norwid desde el punto de vista de sus bisnietos[19]. Muy cierta es también su siguiente apreciación:

„Su destreza para hablar sobre los asuntos de la fe –de manera tan profunda que sobrepasa los esquemas establecidos- es cercana a los cristianos contemporáneos, que buscan el lenguaje adecuado a la realidad postconciliar de la Iglesia”[20].

Stanislaw Wyspianski

(1869 -1907)

Wyspianski fue un visionario quien renovó el teatro[21] Su ensayo sobre Hamlet con ideas renovadoras para el teatro contemporáneo, es un clásico que influenció, por ejemplo al teórico del teatro como Jan Kott, a los dramaturgos de fama mundial como Grotowski y Kantor, así como al cineasta Andrzej Wajda.

El drama más reconocido es Wesele / La boda (1901). Su impato en la conciencia nacional y en la vida cultural fue tan fuerte que los ocupantes austro-húngaros prohibieron el libro. El drama resulta ser todo un universo simbólico en que, en las escenas realistas desfilan personajes simbólicos que parecen analizar el pasado patrio. El análisis histórico no se limita a la reflexión sobre el país, porque su verdaero objetivo es pensar y hacer pensar sobre la existencia humana y su contexto personal y sociocultural.

Los dramas, por lo general, trataban temas de historia polaca: Warszawianka / La Varsoviana, Legion, Noc listopadowa, Wyzwolenia, Skalka, Zygmunt August, pero también de la historia universal, especialmente  en relación con la mitología griega: Protesilas y Leodamia / Protesilao y Laodamia, Meleager / Meleagro, Acrópolis, Powrót Odysa / Retorno de Odiseo. El dramaturgo no solamente registraba a los personajes, sino sabía darles rasgos humanos, con todas sus particularidades, dimensionarlos para que puedan convertirse en referentes en la conciencia de las generaciones venideras. Su visión histórica se convertía en una especie de fe mística, de amor por la Patria. Wyspianski insistía en que las tragedias y la sangre derramada en los siglos pasados no ocurrieron en vano, eran testimonio de heroismo y retos para el futuro, transmisión de las experiencias de los antepasados a los bisnietos.

Unos años antes de su muerte, Wyspianski anotó un esbozo del drama que planeaba escribir: “Castillo San Angelo. La revolución obrerea ya ha invadido todo el viejo mundo, ha dispersado a todos los reyes y a todos los aristócratas. Los últimos se han refugiado aquí con el jefe de la Iglesia. Los revolucionarios al frente de los cuales se encuentra un joven jefe, sitian el Castillo y no cesan de atacarlo. A pesar de la insistencia de los conservadores, el Papa no da la orden de disparar sobre los asaltantes. Al fin cede y ordena hacer uso de los cañones. Los asaltantes trepan por los muros, conducidos por su jefe. Aparece éste delante del Papa y su rostro es el de Cristo”[22].

El famoso profesor de filología polaca, Stanislaw Pigon, en memoria de los 50 años del fallecimiento de Wyspianski, pronunció el discurso inaugural del año académico, titulado Spiewak wielkosci narodu / Cantor de la grandeza de la nación[23].

Jan Kasprowicz

(12 XII 1860 – 1 VIII 1926)

Jan Kasprowicz fue una personalidad sorprendente para la época. Hijo de campesinos logró estudiar  filosofía y literatura en las universidades de de Wroclaw y Leipzig. En la Universidad de Lvov enseñaba como profesor y hasta fue rector. En el período de entreguerras fue reconocido como vate nacional.

En la poesía incorporaba la lírica coral y siempre daba su testimonio de compromiso social y nacional. El poeta recorrió el camino de la poesía filosófica y religiosa del más alto nivel universal. Cuando sus contemporáneos buscaban el remedio al mal en el pensamiento de Schopenhauer, Kasprowicz, sin ser místico, ahondaba en la tradición cristiana y en el amor incondicional e infinito de Dios que ayuda a superar toda miseria humana. Czeslaw Milosz, Premio Nobel de literatura de 1981, anota: «la originalidad de Kasprowicz consistía en unir las antiguas lamentaciones religiosas campesinas con sus propias reflexiones filosóficas”[24]. En la obra del poeta las imágenes muy plásticas de la naturaleza – al final de su vida, especialmente de los montes de los Tatras – contribuyen a la ambientación que despierta sentimientos y evoca recuerdos. Las reflexiones a menudo nacidas de la profunda soledad buscan la belleza y la perfección de la expresividad artística. La intimidad y la contemplación, el misterio, lo metafísico, lo sobrenatural y la magia se entrelazan permanentemente. No puede sorprender que el joven Karol Wojtyla, nacido cerca de los Tatras y desde muy joven atraido por la literatura y la filosofía, refleja en su creación la fascinación que le causaba la lectura de estos versos.

 

LOGOS

(Rapsodia)  etym. rhaptein – zszywać, oide – pieśń

Logos o una rebelión en contra de los rebeldes

 

La poesía de Karol Wojtyla – Juan Pablo II despierta cada vez más interés y la historia de la poesía universal le está abriendo sus puertas. La obra wojtyliana ocupa ya un puesto relevante entre la poesía filosófica y la poesía religiosa del siglo XX. Crece el número de traducciones a distintas lenguas del mundo, en las antologías aparece su nombre y sus poemas. Muchas veces sus versos son objeto de citaciones o de reflexiones en los ensayos literarios. El poema Logos, comentado en estas páginas ocupa un lugar singular en la creación de Karol Wojtyla. El poeta lo escribió en la primavera de 1939, es decir a la edad de 19 años. La Musa inspiró al pequeño Lolek desde muy temprano, a los 13 años; hay testimonios que debutó en Dzwoneczek Campanilla), una especie de magazín para niños que circulaba junto con el periódico Dzwon Niedzielny (Campana del Domingo), No.37 de 1933. Ya algunos compañeros de estudios del Colegio recuerdan sus poemas y también sus colegas  universitarios evocan los motivos folclóricos y legendarios de la región cracoviana, pero también las alusiones a la sensibilidad social de Wojtyla sobre las circunstancias que vivía la nación que recuperó su independencia y estaba reconstruyendo el país[25]. Lamentablemente, los textos de los poemas no se conservan y solamente quedó el título del poemario: Ballady beskidzkie (Baladas de los Beskidy). Es importante recordar, igualmente, la incursión pública  del joven Karol cuando el sábado 15 de octubre de 1938, junto con otros poetas, presentaron un recital de sus poesías en la Casa Católica de Cracovia[26].

La traducción presentada en este libro es la primera versión de Logos, publicada en español. Conviene también señalar que el texto, a pesar de ser escrito antes de la II Guerra mundial, fue divulgado apenas a finales del siglo XX. La poesía juvenil de Wojtyla se conoce bajo diferentes títulos y en distintas versiones: 1. Sonety. Magnificat (Sonetos. Magníficat), 2. Psalterz. Ksiega slowianska (Salterio. Libro eslavo) y, finalmente, 3. Renesansowy psalterz (Ksiega slowianska) (Salterio renacentista (Libro eslavo)). Fue Stanislaw Dziedzic quien tiene el mérito de dar a la luz pública estos significativos versos en 1995. Él también promovió la versión segunda que apareció en 1996. La tercera versión fue editada en 1999 por Marek Skwarnicki quien fue autorizado por Juan Pablo II a dar la versión final de los poemas incluidos en el libro. Al contrastar cada una de estas publicaciones, hay que reconocer que todas contribuyen con una valiosa información que enriquece el análisis de su contenido y facilita una verdadera riqueza paratextual[27].

Logos es una obra que testimonia el genio precoz de su autor. Se suele aceptar erróneamente que los genios tienen que ser una encarnación de herejía, de rebeldía, de transgresión. Deben chocar al lector por sus planteamientos o, por lo menos, sorprenderlo. Este es el cliché que circula desde el siglo XIX y promueve la inconformidad, el rechazo, la angustia y la desilusión de la vida. En este sentido, el genio literario supuestamente está llamado a cuestionar la realidad y regocijarse con lo más abyecto que pueda identificar en su existencia o detectar en el comportamiento de los que lo rodean. Esta obsesión negativa y unilateral a menudo no deja apreciar el bien y la belleza que también nos rodean. Muchos jóvenes se dejan seducir por estos planteamientos para no perder la oportunidad de entrar a los círculos de los ya iniciados y no quedar excluidos. El lugar común de artista maldito o renegado, aunque lánguido, todavía sigue rondando y recoge cosechas.

Es llamativo que la madurez del joven Karol se opuso a las actitudes de moda y el poeta recurre de modo creativo a las riquezas de la tradición literaria cristiana y, al mismo tiempo, contribuye con su propio arte a su continuidad. Vale la pena señalar que sus colegas de estudios de filologìa polaca en la Universidad Jagellona – en la época cuando escribió este poema – se sorprendían por la cantidad de volúmenes y de los nombres de los filósofos de la época que ellos desconocían, pero que se encontraban en la biblioteca del futuro Papa[28].

Casi sesenta años después, Juan Pablo II recordó: “A propósto de los estudios, deseo subrayar que mi elección de la filología polaca estaba motivada por una clara predisposición hacia la literatura. Sin embargo, ya durante el primer año atrajo mi atención el estudio de la lengua misma. Estudiábamos la gramática descriptiva del polaco moderno y al mismo tiempo la evolución histórica de la lengua, con un interés particular por el viejo tronco eslavo. Esto me introdujo en horizontes completamente nuevos, por no decir en el misterio mismo de la palabra”[29]. El poema Logos es una prueba de esta fascinación creciente por la palabra y la lengua que vivió el estudiante Wojtyla.

Desde esos años el futuro Papa concebía el arte como una expresión de la vida interior que tenía que cumplir con particulares funciones sociales. En los trágicos años de guerra, en 194  , escribió en una carta a su amigo Mieczyslaw Kotlarczyk:  “Yo en estos versos simplemente estoy aprendiendo a hablar, antes de que comience a conversar” escribió a Mieczyslaw Kotlarczyk en la carta del 14 de noviembre de 1939.

No cabe duda de que el texto de Logos sorprende por su dominio literario, su madurez filosófica y su profundidad teológica. Las tres partes constitutivas se compenetran de modo inseparable, constituyendo una expresión lingüística única, cargada de valores éticos y estéticos que refuerzan mutuamente su significado. El texto consta de 28 octavas de versos libres. En la primera línea del poema el yo poético manifiesta la circunstancia de que “Escucho las confesiones vespertinas del jardín”. No cabe duda de que es un acto de contemplación. Sobra aclarar la pregunta que surge inmediatamente: ¿Qué es la confesión? Es este acto de declaración o manifestación de las ideas o de los hechos en que se reconoce la importancia de ellos, sintiendo una razón o una motivación que los hacen declarar. Frecuentemente tiene su fondo religioso y se caracteriza en su ejercicio por los sentimientos de intimidad. Pero, si son muy válidos todos estos discernimientos, hay que subrayar que el poema es lírico en su esencia. Desde el inicio se crea un ámbito particular que convierte el yo en una conciencia receptora y, a la vez, emisora; siempre activa, que ejerce su libertad y afirma su racionalidad individual.

En el poema, el yo poético presta su oído para escuchar las confidencias y con sus ojos observar mejor la realidad que lo rodea, para aprehenderla con todo su ánimo hasta donde lo permita asumir su vida interior. Es preciso destacar la actitud que asume el protagonista poético. Está abierto al contorno y, al mismo tiempo, interioriza sus percepciones en función del origen de la creación. Lo observado refuerza en él la convicción de que al principio fue el Verbo y permite promover las asociaciones por analogía. Se encadenan reflexiones con el fondo teológico. El pensamiento dominado por el ambiente del atardecer, se inspira en la realidad y evoca las granjas, los surcos y los vados, siempre con epítetos de alta apreciación y en cuyo fondo abraza la concepción de la filiación divina. Si bien es cierto que su contemplación se identifica con la oración, el yo poético, emocionado por el impacto de la naturaleza divina, llega a sentir un estado místico que hasta le causa el sollozo.

Por otra parte, la limitación de la expresión verbal obliga al poeta a reconocer que existen contenidos sentidos, casi palpables, pero misteriosamente silenciados y que imponen una lamentación, a pesar de que despierten un perceptible levantamiento espiritual. Estas contradicciones provocan una actitud de no aceptación de las restricciones de la condición humana y, al mismo tiempo, exigen un reconocimiento de la importancia de la humildad que abraza finalmente el poeta.

Conviene aceptar que el escenario del jardín abarca dos espacios semánticos, uno ideal y el otro de origen realista. Por un lado, alude indudablemente al paraíso bíblico y por el otro, se extiende a la naturaleza de toda la tierra. En estas circunstancias, el yo poético concibe la Palabra como el enlace de ambas dimensiones. Se puede afirmar que Karol Wojtyla proyecta su creación literaria como un testimonio de la experiencia y de la recepción de la fe. ¡Cómo no recordar en este momento que el joven Karol, junto con su padre, recorría a pie y con entusiasmo la región de su natal Wadowice, caminando entre los campos, penetrando los bosques y escalando las montañas! Esta costumbre turística la conservó hasta los últimos años de su Pontificado. Siempre consideraba la naturaleza como una fuente fidedigna de la contemplación.

Regresemos a otro aspecto inicial más que repercute ostensiblemente en la interpretación del texto. Se trata del impacto del tiempo. Las confesiones son vespertinas, es decir, ocurren al final de la tarde, para cerrar el ciclo del día con la noche que cubre con su oscuridad el paisaje e impone sus efectos de inseguridad, inquietud, tristeza, nostalgia, quizás hasta la confusión. Surgen los cuestionamientos sobre el retorno esperado del sol y, por analogía, el sentido de la existencia, dentro de su grave e inquietante misterio.

El motivo de crepúsculo aparece en varias oportunidades, en algunas estrofas, como en la II, hasta dos veces:

 

II

El poeta susurra la oración vespertina,

pide el alcance gótico de sus pensamientos,

suplica por la palabra del milagro: Effeta –

para que se abran las puertas en el tiempo,

con el fin de poder escuchar en los minaretes

las rogativas vespertinas, en la belleza infantil

  • y pueda escuchar el mito de la Palabra,

durante esta cena, la del Cordero.

y

“– por esto aprendo el habla vespertina

de los salmos penitenciales israelitas” Estrofa IV

y “Las palabras sacrificiales necesitan a un sacerdote” Estrofa VIII

 

Reflexión sobre el papel de la palabra en el ejercicio del ministerio sacerdotal.

Si bien es cierto que al principio el poeta escuchó las confesiones del jardín, su contacto con la naturaleza se volvió proactivo e inspiró su conciencia para entender el sentido de su vida. Para lograrlo acude a la oración. Necesita una mayor relación con Dios. Al modo de los arquitectos medievales quiere elevar al cielo, al prodigioso estilo gótico, sus imploraciones para comprender en su plenitud el misterio de la Palabra, superando las fronteras del tiempo y las diferencias del culto que, por ejemplo, practican los musulmanes, pero, sobre todo, para ahondar en el significado de la Última Cena.

En esta segunda estrofa invoca la antigua fórmula romana de los augures durante la consagración de los templos, también practicada por Jesucristo, de pronunciar las palabras griegas: effata ábrase y tocar la oreja y la lengua con el objetivo de concientizar el poder milagroso de la sanación gracias al cual los sordos puedan escuchar y los mudos puedan hablar. En el catolicismo, la expresión de Effeta, desde los tiempos remotos, está relacionada con el rito de bautismo, recordando los milagros de Jesús, con el fin de que los catacúmenos se puedan abrir a la realidad sobrenatural, escuchar la palabra y confesar su fe para la gloria de Dios. El poeta reitera su deseo de la cercanía divina y concibe la palabra como un verdadero fenómeno intermediario entre Dios y el hombre.

 

III

Quiero ver el fuego de los fogones,

vivir en los escoriales, con la palabra de los míseros

  • sus ojos nunca captan los sentimientos

de la gracia del verde, sino deben soñar,

cubiertos por las neblinas, como el Fénix

enterrados en la noche, la cara entre las cenizas –

Sus palabras serán oscuras como el carbón

Debo recogerlas, tender como un arco

 

Si bien es cierto que el poeta desea sentirse un hijo de Dios, fiel y entregado, también experimenta la solidaridad con sus prójimos, humillados, muchas veces desamparados, privados de las circunstancias que dignifiquen su existencia, desconociendo la condición de personas humanas y los derechos que les corresponden. Cual esclavos, obligados a trabajar solamente, a vivir en la miseria, a reducirse al hostil mundo material en que no pueden conocer la gracia de la vivificante naturaleza y, por ende, sólo presienten el llamado divino, lo sueñan. Rodeados de tinieblas, desconocen la luz y sus palabras son “oscuras como el carbón”. El poeta las conoce porque quería verlas, porque su sentido fraternal le recuerda la importancia de la libertad y de la justicia. También sabe que en estas palabras relegadas que usan los míseros existen un poder. Lo importante es reconocer que en cada palabra hay poder, fama, bendición o plaga y hay que saber discernirlos y saber usar. El poeta quiere llevar la verdadera palabra libertadora, pero presiente que en su atrevido acto puede ser sacrificado. A pesar del miedo, su sentido del deber y su valentía lo empujan a cumplir su compromiso.

En esta línea de reflexión de amor de Cristo, el joven Karol vive plenamente los sentimientos de solidaridad con los prójimos desafortunados. Su vida, ya en ese entonces, es una experiencia heroica de la virtud de misericordia. La actitud de entrega a Dios le facilita el acercamiento comprensivo al otro[30]. El camino humano que traza en la poesía es el camino que conduce a la búsqueda y la práctica de la santidad. El texto no solamente puede ser interpretado como una postulación de ideas, sino igualmente como una muestra de la integridad personal del joven poeta mismo.

Para pedir la ayuda sobrenatural retoma los salmos penitenciales israelitas. Conviene subrayar la partura religiosa del poeta. Declarado católico, entre otros, en su deseo de comprender la Cena del Cordero, también trata de entender al Judaismo y el Islam. Ciertamente, en los confesos de los otros credos ve a los sucesores de Abraham, padre de las tres religiones. Esta idea manifiesta en su temprana juventud le estaba muy cercana a lo largo de toda su vida. Su Pontificado lo testimonió en repetidas ocasiones.

La palabra tiene poderes infinitos y a veces es capaz de enfrentarse a los otros poderes que enaltecen o destruyen. Sin embargo, el yo poético quiere usar la palabra para responder a su verdadero objetivo y su única fuente: ser cantor de la Gloria Divina del Amor.

La palabra es el verdadero enlace entre el cielo y la tierra., tanto en su dimensión espiritual, cuanto en su dimensión material. En este sentido, Wojtyla concibe la palabra como un obelisco que es una de las primeras y más bellas construcciones monumentales que fue capaz elevar el hombre. La arquitectura de la palabra erguida corresponde a la comunicación con Dios y se materializa por medio de la roca labrada. La palabra, igual que el obelisco, soporta las inclemencias del tiempo porque deriva de la eternidad y en ella se realiza fielmente. Conforme al estilo gótico quiere contribuir a la divulgación de la Gloria Divina.

 

Los cielos miran los abismos de las oraciones –

Confiesa tu alma en el confesionario,

Y en el Sacramento serás digno

del mito de la Palabra. Los coros lamentarán

y en la seo llena de oraciones de la Palabra

verás el mito gótico en la Gloria Divina.

Cuando los ángeles lleven el libro,

lanzarás a los cielos un espectro blanco.

 

VI

Escucho las confesiones vespertinas del jardín,

con la mirada del alma te veo – Palabra,

en unos pisos, niveles y levantes

una fuerza que madruga – como la fruta del Paraíso

poderosa en la historia de la nación humana

–al cielo y a la tierra – a ambas partes

el obelisco elevado de himnos y maldiciones:

un obelisco fuerte, de eterna duración.

 

VII

Desde los apacentaderos nublados en el atardecer

las nieblas se suspenden en el monumento de lamentaciones.

Con la garra clavada en el firmamento,

los gritos de la injusticia ya carcomieron los escombros –

un suspiro quedo, como un ónix caído,

  • con su sello, la noche envolvió los escoriales
  • Vestales con coronas, ofrezcan en los altares

estas palabras como el cordero en sacrificio.

 

VIII

Las palabras sacrificiales necesitan a un sacerdote.

  • Alguien va por el camino en contra de los vientos –
  • ¿Quién eres, anciano, que en la bochornosa noche

de las quejas humanas subes al teathron?

Caminas hacia los pisos de sacrificio –

¿Quién eres, anciano? – Soy hombre-actor.

Los cabellos le cubrían los viejos hombros

y él dominaba la palabra y no especulaba con ella.

 

IX

¡Los invoco, grandes protagonistas!

¡coreutas, los invito al cortejo!

Con la palabra el poeta inventó el drama,

Foibos – lanzó la carga de las flechas luminosas

como la gracia, en la floresta de

las hojas primaverales – no a ustedes, los de la bolsa –

mercaderes gritones, y no a los sacerdotes,

indignos de las gradas del templo sagrado.

 

X

Comenzamos el drama de la Palabra.

Comenzamos la proclama del mito.

En el libro sagrado hay una parábola

  • un tallista la forjó en hierro:

–He aquí a Sí mismo en otra persona

el escultor inspirado, en los rayos de la aurora

labró: Su Pensamiento y Su Palabra –

y con cincel consignó en un empeño de bronce.

 

XI

¡El Escultor Todopoderoso! El nacimiento milagroso

de la palabra en los rayos del poder –

y la Palabra es el amor del Padre,

el milagro supremo de los ojos todopoderosos,

y el continuo conocimiento de Sí mismo,

la Luz del Amor –transparencia dorada,

la Palabra se hizo Carne – la realización,

la semilla terrena de las promesas del Paraíso.

 

XII

He aquí el obelisco arraigado en la tierra

estigma del pie – el viacrucis

la guirnalda radiante encarnada en el cielo

con la copiosa corona de rosas con espinas.

En la Palabra se consumió nuestra salvación,

La que se implantó en el umbral divino y humano –

El Santo Obelisco en un mito crucial

Creció en los azules y en la tierra triguera.

 

XIII

Éste es el mito del libro del castillo –

el cantar de la Palabra – obra del escultor,

de la oculta alma del artista,

aporta con la palabra y con ella pone al rojo vivo –

un místico celestial, la mirada clavada en la llama,

busca las palabras prójimas en las caras humanas

y de estas palabras forja una gran confesión:

toda el ansia de la humanidad por la Palabra.

 

XIV

El alma del artista – un carbón incandescente –

una piedra hecha ascua.

Las palabras, primero, hay que cincharlas

y luego, empujarlas al ritmo del Amor absoluto

– y crear un cantar ígneo

de corazones. Mandar a los juglares

que lleven al pueblo los espectáculos

y la Verdad y la Libertad de las palabras.

 

XV

Escucho las confesiones vespertinas de los arroyos –

las palabras que contemplan las estrellas guardan silencio –

en visiones lunares hay que cambiar las palabras,

que se entrelazarán en el laurel del alma,

palabras que, quizás, se volverán una acusación –

porque hoy cada uno puede confesar

la historia de sus dolores, una rapsodia sangrante

y su propia suerte y la suerte de sus prójimos.

 

XVI

He aquí que se levantan de los surcos sin arar

entre el vertedero de caballones rendidos,

caen las palabras sobre el suelo duro,

cual el bulto de las rocas sin labrar,

como si atacaran el portón del castillo

y rompieran la dura placa de la puerta –

para la ceremonia de la fértil siembra

de los barbechos se puso en marcha el cortejo.

 

XVII

Se levantó de los socavones, de los pozos,

en un delirio lleno de dignidad brotó de las calles,

como un huracán liberado del cepo

para correr a los tribunales dionisíacos,

cual una fuerza suelta de cien ríos

rompió diques, destrozó malecones,

con su poder de erosión ensanchó los lechos,

con un poderío igual al de las torres que tocan el cielo.

 

XVIII

Contuvo en una unidad empírea del ardor.

Este implorante candelabro de cien brazos

–vestido con un sudario blanco para ser ridiculizado

con una palma en la diestra, las sienes adornadas,

el corazón templado – potentado eterno –

con su triple corona apareció ante de su pueblo

llevando en ofrenda la palabra suplicante.

 

XIX

– Las brechas les obstruyen el camino, el goteo, –

sangran los pies, siempre en el mismo movimiento –

el viento les levanta los andrajos pordioseros –

la articulación del esfuerzo – sin palabras – –

se dirigen al espacio – los huesos térreos,

absortas en su inmenso cansancio – –

  • – En una sola palabra transformó su camino:

conozco la visión del pueblo: – de la nostalgia por Dios.

 

XX

¡Oh Obelisco, que creciste hasta el cielo

brazos en cruz, manos sufrientes,

tú que de los pobres bienes de Adán

sacaste el cáliz de la amargura – de la pasión,

entrelazaste las rosas en tus cabellos,

rosas de espina de los senos maternos!

¡Oh Obelisco!¡Mira estas muchedumbres,

adorna su camino con la rosa purísima!

 

XXI

¡En la confesión escucha el ansia de los pueblos!

El deseo santo: ¡la Libertad y el Amor!

  • y, para no embaucarlos con falsas ilusiones

en el tiempo hay que crearles una brecha,

de las cenizas hay que rescatar la pobre heredad

e irrigar sangre purísima en las venas –

– alejar con la oblación – renuncia a las imprecaciones –

la violencia del hombre contra el hombre.

 

XXII

Hicieron rodar las piedras al pedregal

ofrecieron el sacrificio entre los desniveles.

Sólo hay que encender el sacrificio con una chispa,

hay que canturrear las lamentaciones de los salmos,

ustedes – coreutas, protagonistas de los dramas

sacerdotales con la hostia y la ofrenda

deben comenzar a la vista de las multitudes:

a salvar con la Palabra – a salvar de las cadenas.

 

XXIII

¡Protagonistas, y ustedes, coreutas!

¡Canosos sacerdotes! ¡Ancianos – héroes!

¡Léguennos la sagrada llave de los tesoros

dionisíacos, enseres – instrumentos ditirámbicos

que tienen en sus manos ancianas!

No erraré queriendo de corazón al Amor –

¡Permítanme la palabra de la voz mi pueblo!

¡Con la palabra comienza el sacrificio, y construye!

 

XXIV

Así de inmensa es esta asombrosa Palabra,

  • esta confesión hecha de corazón, un anhelo de ansias,

como la zarza ardiente, la zarza de Moisés,

como este recio príncipe y segador de los trigales –

como este santo Obelisco de la concordia,

con el brazo hacia el cielo y en la tierra arraigado.

¡Injertamos la Palabra de estos pueblos

en el retoño del milagro sobre el Obelisco!

 

XXV

Las hachas no tienen qué cortar en el sacrificio

purísimo – la ofrenda es sin sangre.

En el pedregal con fuego prenderé la Palabra –

saldrán las sacerdotisas vestidas de azul,

irán con el pan nupcial, con el regalo,

y repartirán el pan entre la gente –

¡Inclina la cabeza por encima del Obelisco

Palabra encarnada! – ¡Oh Christos, Christos!

 

XXVI

Tú por milagro multiplicarás los panes –

con el pan aliméntanos a mí y a mis hermanos –

Palabra injertada en el Obelisco Divino –

¡Declaremos la paz a los guerreros de bronce!

Las ansias de los pueblos depositemos en un solo

altar de piedra – y concibamos la verdad Divina

de la Palabra encarnada en el Amor,

esculpida en madera, en bloques de piedra.

 

XVII

La tarde me regala las confesiones de los bosques,

el soplo vespertino me trae el pensamiento:

visiones de la humanidad encadenada a un gran peso

y esta asombrosa verdad de la Palabra,

que es el Amor y la Liberación

que el hombre postrado anhela.

Así cierro el libro de oración,

entre los paréntesis de hierro – un curso sobre la Palabra.

 

XXVIII

¡Padre Nuestro! – oigo las últimas palabras –

En las oraciones humanas hay poderes milagrosos –

un insecto silencioso te murmura oraciones

y nuestra madre es fecunda en coros

y en los coros hay nostalgia y encanto,

el Amor ardiente en las fogatas de los pastores – –

La Palabra es el amor del Padre –

ansia en las palabras humanas – Amén.

 

La literatura para la música contemporánea. Las palabras de las obras musicales de diferente tipo inspiradas en las poesías de figuras tan eminentes como Czeslaw Milosz, Premio Nobel de Literatura de 1980, Zbigniew Herbert, P. Jan Twardowski, Anna Kamienska y Janusz Stanislaw Pasierb. En este grupo no falta Karol Wojtyla Juan Pablo II y sus versos inspiraron, entre otros, a

 

Logos

JPII discurso durante el encuentro con los artistas y periodistas en Munich, en noviembre del 1980: “La Iglesia necesita la palabra que va a ser capaz testimoniar y transmitir la palabra de Dios y que, simultáneamente, será una palabra humana, capaz de penetrar en el mundo del habla de la gente de hoy, tal como se encuentra ante nosotros en el arte de hoy.”

Tríptico romano: “pregunta a Miguel Ángel, (…) pregunta a la Sixtina / ¡Cuántas cosas están dichas en estas paredes?   Sprawdzic

Al inicio, fue la Palabra, el Logos,  hay que entender este término no en el sentido cronológico, sino axiológico, como el fundamento y la cumbre de todos los seres. La palabra es la raíz y la cima de la escala jerárquica de la realidad.

San Juan 1, 1.14:

En el cristianismo, el Verbo del Hijo, por medio del Dios Espíritu Santo se hizo Carne…

La tradición de la palabra que se hace cuerpo del mundo: Santo Tomás, K. Rahner, H.U. von Balthasar, A. Dulles, W. Ong.

 

La experiencia estética

No al vacío de la palabra, a su manejo ornamental

La belleza es para…“El valor estético de la palabra ni se puede limitar a lo ornamental, lo decorativo, a lo que es ‘lindo en su exterior’, pero en el fondo es como el cascarrón pintado del huevo. La palabra bella es la palabra que lucha con nombrar la esencia de las cosas, que le ‘da nombre’, cuyo bello acierto’ está emparentado con la verdad y el bien, es la colaboración creativa con el Creador.”  Szymik, Jerzy ks. Wszystko zjednoczyc w Chrystusie. Teologia, poezja, złow, TUM, złowie, 2003, p. 252

En este sentido, el poema es un testimonio de la práctica de los valores que afirman la vida y con un razonamiento fuerte conducen a la esperanza. Es una propuesta de un joven, dirigida a todos, también a los jóvenes, por encima del tiempo y de la época.

La poesía para Karol Wojtyla siempre era el depósito de la fe. Un auténtico humanismo cristiano. Poesía contemplativa, una especie de una intensa oración silenciosa.

 

Prodigar

Probablemente, el poeta se refiere al Libro del Castillo interior o Las moradas de Santa Teresa de Jesús, el último libro que escribió la gran mística española y una de las mayores expresiones de la prosa española del Siglo de Oro. Un libro en que Teresa, por insistencia de los ilustres hombres que la rodeaban, como el mismo Gracián, iba a “sermonear” un poco a sus discípulas, pero que resultó uno de los máximos ejemplos alegóricos de la doctrina religiosa que conduce por medio de diferentes grados de la vida espiritual desde la ascética hasta la mística. El texto escrito por inspiración en un brevísimo período, no pudo ser ni siquiera releído por su autora.

En las páginas del Libro del Castillo, la sabiduría, la felicidad y la santidad se entrelazan permanentemente y forman una unidad, como un ejemplo de vida. Por esta exigente, pero tan llamativa propuesta, Karol Wojtyla alude a su título. Vale la pena también recordar que unos años después el joven poeta descubre a otro gran escritor español de la misma época, san Juan de la Cruz cuya obra literaria lo marca por siempre. Sin embargo, se puede considerar que es la creación de Santa Teresa que lo introduce al pensamiento carmelita.

No nos puede extrañar que en la contemplación vespertina del poema Logos aparece el Ave Fénix, un pájaro inigualable, símbolo de la inmortalidad y de la resurrección. La belleza insuperable de su plumaje dorado y escarlata evoca la majestuosidad del Edén. Fénix tejió su nido con las ramas de finas maderas, plantas aromáticas y costosos inciensos, debajo de un rosal, al pie del Árbol del Bien y del Mal. Phoenicoperus (alas rojas) fue conocido ampliamente por los antiguos griegos, bien que su origen se atribuye a las épocas remotas de Egipto, Oriente Medio y hasta de la India. El fabuloso pájaro muere al anochecer y resucita junto con el sol. El ingenio del joven Wojtyla relaciona la palabra con el mito del Ave Fénix con el objetivo de atribuirle la supervivencia. Acoge la tradición cristiana que promueve la versión de que el Fénix fue el único animal del paraíso que no comió la fruta prohibida. Después de la expulsión de Adán y Eva, un ángel prendió el nido y el bello pájaro ardió junto con su habitat. No obstante, se le concedieron dones especiales para renacer de sus cenizas.  En la visión del poeta de Wadowice, el verbo puede desaparecer por un momento, pero renace física y espiritualmente con toda su gloria. Su poder se fortalece por medio de las penas y del temple que otorga la acción purificante y vivificante del fuego, con la finalidad de alcanzar la resurrección y, en consecuencia, la inmortalidad. Por ende, la palabra también vence el curso del tiempo y ejerce el poder curativo.

Agata Przybylska indica que en la poesía juvenil wojtyliana se manifiesta la presencia del “paisaje místico que facilita la relación de las experiencias religiosas” y que tiene fuente en la literatura romántica Agata Przybylska Mistyczny krajobraz wczesnych poematów Karola Wojtyly en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p.108

 

El pensamiento es un espacio asombroso poema escrito en 1952

“El paisaje de Wojtyla es también individual, es decir, surge de la experiencia personal, religiosa y sirve de intermediario entre el hombre – receptor de la poesía y Dios – idea que acerca” Agata Przybylska Mistyczny krajobraz wczesnych poematów Karola Wojtyly en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p.109

“Conocer a Dios no es un acto del momento y no puede tener el carácter ocasional, casual, incidental. Todo lo contrario, debe ser una especie de la permanente actitud de vida, como uno de los más importantes modos para una vida feliz. Esta es la idea de Wojtyla”  Kijas OFM Conv Zdislaw J. Wizja Boga i człowieka w utworach literackich Karola Wojtyly en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p.191

El agradecimiento por ser hijo de Dios y poder alabar la belleza de la creación en que vive impulsa al yo poético a invitar a quienes se dirige que también alaben al Señor.

“el sacerdote está llamado a ser hombre de la palabra de Dios, generoso e incansable evangelizador. Hoy, frente a las tareas inmensas de la ‘nueva evangelización’, se ve aún más urgencia”. Más adelante agrega: “… los hombres de hoy esperan del sacerdote antes que la palabra ‘anunciada’ la palabra ‘vivida’. El presbítero debe ‘vivir la Palabra’. Pero al mismo tiempo, se ha de esforzar por estar también intelectualmente preparado para conocerla a fondo y anunciarla eficazmente” [31]

“para El joven Karol Wojtyla, así como después para el sacerdote y el papa, la palabra y el hombre quien pronuncia la palabra o quien escucha la palabra constituyen uan unidad inseparable, dirigida en su esencia hacia Dios –Palabra viva” Ewa Miodonska-Brookes Yo en estos versos simplemente estoy aprendiendo a hablar, antes de que comience a conversar en Zofia Zarebianka y ks. Jan Machniak Przestrzen slowa. Twórczość literacka Karola Wojtyly – Jana Pawla II, Wydawnictwo Świętego Stanislawa BM, Kraków, 2006, p. 227

Ver, observar, contemplar y valorar

Asombro

Teo-logos, teólogo, El que habla de Dios y en nombre de Dios. En la Grecia antigua el primer teólogo fue llamado Orfeo, el modelo divino de los poetas. Los profetas del Antiguo Testamento que hablaban en nombre de Dios, también forman parte de los poetas teólogos. Dante Alighieri creó la más importante obra teológico-poética en la cultura occidental. Hay que reconocer que en el cristianismo surgieron muchos poetas de gran envergadura que ahondaban en la teología. En lengua española, entre los poetas religiosos se destaca san Juan de la Cruz. „El Doctor Místico español patrocinaba los inicios de la espiritualidad y de la teología del futuro papa”[32].

Como se puede constar en la documentación referente a los estudios de filología polaca de Karol Wojtyla en 1938 y 1939, conservada en la Universidad Jagellona, en su pénsum no tuvo la asignatura de griego; ésta sí aparece en su documentación de los estudios de teología en el clandestino Seminario Arquidiocesano de Cracovia en el año 1944 y 1945[33].

Logos puede significar palabra, habla, lenguaje, razón humana… En la filosofía el orden impersonal, existencia divina. La palabra proveniente de Dios se identifica con el Hijo unigénito que se encarnó en la Palabra, es la manifestación definitiva de Dios mismo.

Su vocero, reflejo de la gloria de Dios

La forma verbal expresa la finalidad divina

Logos pertenece a la eternidad, antes de la existencia del tiempo y del mundo, y existirá por siempre. La palabra permanentemente acompaña la evolución del mundo. La palabra ejerce el papel del intermediario entre Dios y el mundo. La revelación de Dios a través de la palabra: “Se trata, además, de una ontología unida a una axiología: el estudio sobre el ser no puede separarse de la reflexión sobre el bien y los valores. (…) La verdad de la creación, producida por la lógica del amor, se puede alcanzar con la luz natural de la razón. Pero la verdad es conocida , en toda su plenitud, gracias a la revelación cristiana”. Palau, Graciela M. La autorrealización, según el personalismo integral de K. Wojtyla, Editorial de la Universidad Católica de Argentina, Buenos Aires, 2007, p. 90.

Analizando la poesía de K. Wojtyla, Pilar Ferrer indica como uno de sus rasgos el énfasis en su misterio. Anota: ¿Cómo expresar lo inefable, lo indecible, lo invisible? (…) Asistimos, pues, al misterio impenetrable de la Poesía – que no deja de ser un atisbo de la fe –, al necesario alumbramiento de lo insondable a través del tosco instrumento que es el lenguaje” Ferrer, Ma. Pilar: Intuición y asombro en la obra literaria de Karol Wojtyla, EUNSA, Pamplona, 2006, ps.51, 52.„ la Palabra a la cual Juan Pablo II rindió su vida” Stanislaw Grygiel Nie ma filozofii bez prawdy, wolnosci i szczescia en Filipiak, Maria y Andrzej Szostek MIC (redacción) Obecność. Karol Wojtyla – Jan Pawel II w Katolickim Uniwersytecie Lubelskim. Dar i odpowiedzialność, Towarzystwo Naukowe Katolickiego Uniwersytetu Jana Pawla II, Lublin, 2008

Wieslaw Pawel Szymanski, niegan este carácter, aunque afirman su gran dosis de religiosidad. El último sostiene firmemente:

La poesía de Karol Wojtyła reside, toda, en la Iglesia. Incluso, como lo veremos, cuando habla de la patria secular. Porque la dirección del proceso del pensamiento de Wojtyła revelada en su poesía es ésta: la patria → la Patria → la Iglesia. Hay, en esta lírica ―no lo ocultaremos― momentos de cansancio y hasta de… rebelión. No obstante, la lírica de Karol Wojtyła no es una lírica mística. El racionalismo y la mística tal vez no sean dominios cohesivos. A decir verdad, la poesía de Wojtyła es profundamente ―como ninguna otra poesía polaca excepto la de Norwid― racionalista. Todo lo que contiene y revela constituye un trabajo de pensamiento. […] Pero ―la verdad sea dicha― existe en su creación poética un momento ―tal vez se pueda captarlo y describirlo― en que, sin renunciar al pensamiento, Wojtyła pasa claramente al lado de la fe. Esta fe, como punto de la llegada, como fondo, es redescubierta, sin embargo, por un camino racional. Esto ocurre cuando Wojtyła supera, en su poesía, el problema del “desdoblamiento” o de la “fisión” ―o de la “incoherencia”―, eliminando definitivamente, por lo mismo, la oposición “externo”-“interno” y alcanzando la paz que resulta del sentimiento de “unidad de la existencia”[34].

Refiriéndose al símbolo de la cruz en Logos, Fr. Jan Machniak anota: “The cross became a distinctive sign of this earth, expressing the deepest longings of the human hearts after Freedom and Love”[35].

 

Bibliografía

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– Le poesie giovanili, Cura e traduzione di Marta Burghardt, LUMSA, Roma, 2004

Titulos de los libros de Karol Wojtyla traducidos al español:

– Poesías Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Católica, Madrid, 1982

– El taller del orfebre (El taller del orfebre. Meditacion sobre el sacramento del matrimonio, expresada a veces en forma de drama ,  traducción realizada directamente del polaco por Anna Rodon Klemensiewicz; Biblioteca de Autores Cristianos, Editorial Católica, Madrid, 1987

– La fe según San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud S.Joannem a Cruce), traducción e introducción de Álvaro Huerga, Biblioteca de Autores Cristianos,  Madrid, 1979.

– Amor y responsabilidad. Estudio de moral sexual (Milosc i odpowiedzialnosc); Ed. Razón y fe, Madrid, 1978, 1979

– Amor y responsabilidad (Milosc i odpowiedzialnosc); traducción del polaco Dorota Szmidt y Jonio González, Plaza y Janés, Madrid, 1996 

– Persona y acción (Osoba i czyn; traducido del inglés por Jesús Fernández Zulaica), Ed. BAC, Madrid, 1982

– Max Scheler y la ética cristiana (Ocena mozliwosci zbudowania etyki chrzescijanskiej przy zalozeniach systemu Maksa Schelera; trad.: Gonzalo Haya), Ed. BAC, Madrid, 1982

– Cruzando el umbral de la esperanza, ed. Vittorio Messori, traducción Pedro Antonio Urbina, Norma, Barcelona, 1994

Don y misterio. En el quincuagésimo aniversario de mi sacerdocio, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1996.

– Mi visión del hombre. Hacia una nueva ética (Elementarz etyczny; traducción del italiano: Pilar Ferrer), Ed. Palabra, Madrid, 1997

– Tríptico romano, traducción y epílogo de Bogdan Piotrowski, Universidad Católica San Antonio, Murcia, 2003

– Pensamientos de luz, Compilación, traducción y estudio crítico de Bogdan Piotrowski, Norma, Bogotá, 2003

Memoria e identidad, traducción de Bogdan Piotrowski, Madrid, Bogotá, La Esfera de los Libros, Planeta, 2005

Magníficat, traducción y estudio crítico de Bogdan Piotrowski, Fundación Universitaria San Pablo – CEU, Madrid, 2005

 

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Es comprensible, pues, que la poesía juvenil de Karol Wojtyła constituya la piedra angular de la adecuada apreciación de toda su obra literaria.

  1. Rahner define al hombre como Hörer des Wortes, oyente de la palabra y el hombre responde a la Palabra de Dios con la oración. De este modo, de se crea el diálogo entre el creador y el hombre (Szostek, Czlowiek zyjacy droga Kosciola, p.180)

Todos los vates polacos eran famosos por su poesía, pero también su pensamiento filosófico marcó profundamente la cultura y la historia de su Patria.

[1] Los imperios de Rusia, Prusia y Austria realizaron el primer reparto en 1772, el Segundo, en 1793 y el tercero, en 1795.

[2] Hajdukiewicz, Leszek Karol Wojtyla w Uniwersytecie Jagiellonskim 1938-1954, Uniwersytet Jagiellonski, Kraków, documentos adjuntos, respectivamente, del 3 de julio de 1939 y del 30 de junio de 1939, 1983

[3] Chrzanowski, Ignacy Historja literatury niepodleglej Polski (965-1795), Wydawnictwo Ministerstwa

Wyznan Religijnych i Oswiecenia Oublicznego, Londyn, 1945, p.154.

[4] Mickiewicz, Adam Wiersze, Czytelni, Warszawa, 1998, p. 15

[5] Ibidem, p. 31

[6] Mickiewicz, Adam Powiesci poetyckie. Ksiegi narodu polskiego i pielgrzymstwa polskiego, Czytelnik, Warszawa, 1998, p. 223 (traducción mía, BP)

[7] Ibid., p. 283, 284

[8] Ibid., p. 285

[9] Mickiewicz, Adam Pan Tadeusz /Don Tadeo, Czytelnik, Warszawa, 1998, p. 7

[10] Milosz, Czeslaw Historia Literatury polskiej, Znak, Kraków, 1996, p. 265

[11] Lednicki, p. XXVI

[12] Lednicki, Waclaw Presentación en Zygmunt Krasinski La No Divina Comedia, Editorial Minerva, Bogotá, 1943, p. XL

[13] Gomulicki, Juliusz W. Zjawisko Norwid (Norwid un fenómeno) tomo I en Norwid, Cyprian Pisma wybrane, selección y edición Juliusz W. Gomulicki, V tomos, Panstwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa, 1968, p.11

[14] Norwid, Cyprian Kamil Pisma wybrane. Poematy, Panstwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa, 1968, p. 216

[15] Ibid., p. 207

[16] Ibid., p. 233, 234

[17] Ibid. p. 237

[18] Gomulicki, Juliusz W. Zjawisko Norwid (Norwid un fenómeno) tomo I en Norwid, Cyprian Pisma wybrane, selección y edición Juliusz W. Gomulicki, V tomos, Panstwowy Instytut Wydawniczy, Warszawa, 1968, p.10

[19] https://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.php/pyc/article/view/1115/1167

[20] Ibídem, p. 141

[21]  Fue traducido al español  Estudio sobre Hamlet, Oviedo, KRK, 2012

[22] Lednicki, Waclaw Presentación en Zygmunt Krasinski La No Divina Comedia, Editorial Minerva, Bogotá, 1943, p. XXVII

[23] Pigon, Stanislaw Spiewak wielkosci narodu / Cantor de la grandeza de la nación en Poprzez stulecia. Studia z dziejów literatury y kultury, PWN, Warszawa, 1984, p. 415-441           

[24] Milosz, Czeslaw Historia literatury polskiej, Znak, Kraków, 1995, p. 392

[25] Conf. Kydrynski, Juliusz Mlodziencze lata Karola Wojtyly. Wspomnienia, Oficyna Cracovia, Kraków, 1990

[26] Bober, Jerzy, Prycza w prycze (Camastro junto a camastro), en Kydrynski, ob. cit., pág. 14

[27] El lector encontrará una documentación más detallada en el artículo de mi autoría; Piotrowski Bogdan De la poética juvenil de Karol Wojtyla en Pensamiento y cultura, No. 10, noviembre de 2007, ps. 69 – 102

[28] Kydrynski, Juliusz

[29] Juan Pablo II Don y misterio. Autobiografía, Plaza y Janés, Barcelona, 1997, p. 19.

[30] Conf. Léthel, François-Marie Conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. La teología de los Santos, Ed. Del Carmel, Vénasque, 1989

 

[31] Juan Pablo II Don y misterio. Autobiografía, Plaza y Janés, Barcelona, 1997, repectivamente, p. 104 y 107.

[32] Bolewski SJ, Jacek Sztuka u Boga, Duchowosc obecna w Twórczości, Rhetos, Warszawa, 1998, p.173

 

[33] Hajdukiewicz, Leszek (Introducción y compilación) Karol Wojtyla w Uniwersytecie Jagiellonskim 1938 – 1954, Uniwersytet Jagiellonski, Kraków, 1983

 

[34] Szymanski, Wieslaw Pawel, Z mroku korzeni [De la penumbra de las raíces], Calvanarium, Kalwaria Zebrzydowska, 1989, pág. 22.

[35] Machniak, Fr. Jan God and Man In the poety of Karol Wojtyla – John Paul II, Wydawnictwo Sw. Stanislawa BM, Cracow, 2008, p. 30

 

El logos sagrado de Karol Wojtyla: de la palabra primordial a la conciencia

Por Bruno Rosario Candelier

A

Juan Carlos Vergara,

cultor de la palabra que edifica.

Una traducción del académico y poeta Bogdan Piotrowski en honor al pontífice polaco en el centenario de su nacimiento 

El papa Juan Pablo II, que vino al mundo con el nombre de Karol Wojtyla, es un agraciado poeta místico del siglo XX y un estudioso de la literatura sagrada que cultivó en varios géneros literarios, con especial predilección por la poesía, el teatro y el ensayo, con altos niveles de conceptuación y creatividad artística hasta hacer de su palabra un escritor consagrado y un ejemplo de sabiduría espiritual. Se doctoró en filosofía y letras, y su tesis doctoral versó sobre san Juan de la Cruz, con un estudio del pensamiento teológico y la visión mística y poética del santo carmelita español, creador de la lírica teopoética más hermosa y trascendente de las letras universales.

Natural de Wadovice, Polonia, Karol Wojtyla era un enamorado de la literatura y, en su condición de poeta contemplativo, cultivó la literatura mística como pensador y poeta con las implicaciones estéticas, simbólicas, teológicas y místicas que canalizaba como fuero y cauce de orientación intelectual y formación espiritual.

El doctor Bogdan Piotrowski, polaco radicado en Bogotá, donde estudió en el Instituto Caro y Cuervo, es un destacado crítico literario, catedrático de literatura, poeta, traductor y promotor cultural. Ejerce la docencia universitaria en la Universidad de la Sabana, y organiza coloquios y congresos internacionales de literatura. En su libro Mousiké: De la poética juvenil de Karol Wojtyla, poemario del Papa Juan Pablo II, nuestro académico de la lengua infiere la poética del mitrado polaco a partir de la poesía de su ilustre compatriota de quien afirma: “Asume en su plenitud el concepto de filiación divina” (1).

   Ahora nos da a conocer Logos, una traducción del original polaco, poemario místico de Karol Wojtyla, publicado en 1939 en Cracovia, Polonia, obra que perfila y recrea la hondura sagrada de este inmenso poeta de las letras universales. Con un estilo de alto nivel expresivo, lenguaje culto y hondura mística, Bogdan Piotrowski logra una magnífica traducción del original polaco.

Karol Wojtyla, el prelado polaco que ocupó durante un cuarto de siglo el Trono de San Pedro en Roma y que protagonizó uno de los papados más fecundos y luminosos en la historia de la Iglesia Católica, vino al mundo dotado de la gracia divina, una inteligencia sutil y una sabiduría sagrada, que en su condición de teólogo y teopoeta, canalizó en su vida sacerdotal y en su obra literaria. Nació en la ciudad de Wadovice, Polonia, el 18 de mayo de 1920, y murió en la Ciudad del Vaticano el 2 de abril de 2005.

Karol Wojtyla sintió desde muy joven no solo la vocación sacerdotal sino también la vocación creadora, y cultivó varios géneros literarios. En su juventud participaba en recitales poéticos, así como en la vida religiosa y cultural de su tierra natal. Tenía en alta estima su vocación literaria, que siempre compartió con su consagración sacerdotal, no solo en textos religiosos, sino también en obras de poesía y ficción.

En su condición de intelectual de alta estirpe, valoraba la palabra poética, la palabra filosófica y la palabra teológica por su dotación divina, que proclamaba con fervor religioso y convicción espiritual.

Ponderaba el amor y la inspiración como el aliento de la creación, como se aprecia en Mousiké, Tríptico Romano y en Logos, como muy bien ha valorado, traducido y comentado Bogdan Piotrowski.

En este nuevo poemario del mitrado polaco percibimos muy bien que el Universo viene del Verbo, y al Verbo regresa como su fuente, según decía y enseñaba Karol Wojtyla. En su lírica, enseña el doctor Bogdan, nos sirve de mediación para interrogar el mundo con los ojos de la fe, el aliento de la esperanza y la doctrina cristiana.

Cada imagen de su lírica adquiere valor simbólico con sentido místico, como muy bien se pueden interpretar estos luminosos versos, que solo un poeta conocedor del polaco, como Bogdan Piotrowski, sabe desentrañar y traducir.

En su admirable versión al español, el profesor Piotrowski logra una fidelidad al sentido místico del texto original del santo polaco y nos hace ver que el mitrado polaco percibe el paisaje como imagen del paraíso. Como místico, Karol Wojtyla percibía el mundo como la Creación de Dios y, en tal virtud, había en el poeta y sacerdote polaco una concepción sagrada de lo viviente.

De ahí que se inspiraba en la verdad y los principios fundados en la teología cristiana y la doctrina católica. De hecho, la poesía de Wojtyla confirma, como ha enseñado Bogdan Piotrowski, que así cono hay palabras poéticas, también hay palabras proféticas. De ahí que la intuición mística de Wojtyla se emparenta con la iluminación sagrada de san Francisco de Asís y la inteligencia mística de san Juan de la Cruz, sus dos santos inspiradores. Y de ahí también el título del poemario, Logos, vocablo de alta alcurnia sagrada en la literatura de la espiritualidad y en la filología clásica, desde Heráclito de Éfeso y Juan el Evangelista del In principio erat Verbum.

En su artículo “Mortandad léxica”, el presbítero Jorge Juan Fernández Sangrador, consignó: “«Y Dios vio que era muy bueno», se repite sucesivamente en el capítulo 1 del libro bíblico del Génesis ante la contemplación de las obras convocadas a la existencia por la Palabra del Creador. Algunas fueron dotadas con la capacidad ínsita de diversificarse y de multiplicarse, en virtud del poder que les otorgó la Palabra única, que preexiste al Universo. Ella es generadora de las otras palabras, variadas y polivalentes, por medio de las cuales esa Palabra primordial ha ido dándose a conocer, a entender y a amar, y con las que el ser humano asigna nombres a las realidades, visibles e invisibles, que se hallan ante él, pues, de no hacerlo, acabará sucediendo aquello que Carl Linnaeus advertía: «Nomina si nescis, perit et cognitio rerum» (Si ignoras los nombres de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas)” (2).

Esa Palabra sagrada o Verbo originario es el Logos primordial o energía sagrada de la conciencia y que Juan el Evangelista identificara con la Divinidad. El Logos de Karol Wojtyla también se empata a lo divino mismo, culmen de la grandiosa obra poética del santo polaco.

La Creación del Universo, que es el Logos viviente de la Divinidad, es el Verbo de Dios, como dijera san Juan en su Evangelio: “In principio erat verbum, et verbum erat apud Deum, et verbum erat Deus”. En ese origen divino estaba la Palabra, como intuyera Heráclito de Éfeso cuando concibió el concepto del Logos como el origen del Pensamiento y la Creación, que es también la dotación sagrada, divina y pura de la conciencia humana.

En virtud de Logos, hay una irradiación espiritual que impregna el dispositivo interior de las lenguas y culturas del mundo con una onda divina que hace posible una conexión mística entre los hombres y los pueblos, lo que explica que un poeta de lengua eslava, como Karol Wojtyla, sintonice admirablemente la cultura latina, como se ve en su tesis sobre la teología mística de san Juan de la Cruz, reflejo de comprensión profunda de su fe cristiana y su creación teopoética. Desde el poema inicial Karol Wojtyla aborda la función del Logos en la gestación de lo viviente con la Palabra inspiradora en la conciencia espiritual humana:

 

Escucho las confesiones vespertinas del jardín,

con la mirada del alma, pienso en la Palabra

 –el soplo de la tarde lleva mis pensamientos

de las granjas olorosas y de los surcos arados,

canta los asuntos de los vados cristalinos,

los párpados abiertos ante la belleza del verde –

la tarde de las palabras humanas es el silenciamiento

en la conclusión espigada: el sollozo de la oración.

 

Mediante la contemplación y la oración, disposición y fervor de la conciencia del creyente, el contemplador de la realidad siente el fulgor de la Creación desde el fuero de la Palabra para ver y ponderar la dimensión sensorial y suprasensible de fenómenos y cosas, al tiempo que subraya el poder del lenguaje, consciente de que el amor, el ideal o la fe impregnan a la palabra humana el aliento divino que ilumina con su sentido el mundo, como canta en la cuarta estrofa de Logos:

 

En las palabras hay poderes, camina la fama,

hay bendición o la plaga –

y sé que con la palabra abrazaré, derribaré,

o yo mismo voy a yacer en las lajas

y la turba hincará en mí la espada

– por esto aprendo el habla vespertina

de los salmos penitenciales israelitas.

 

La Palabra Primordial, Esencial y Trascendente inspiró a Karol Wojtyla la creación del poemario Logos -que motivó a Bogdan Piotrowski a traducirlo a nuestra lengua- ya que el ilustre polaco que fuera Pontífice Romano halló en el Logos de la conciencia el puente entre la Divinidad y la Humanidad -y el propio Karol fue puente, que es el significado de pontífice, ‘que hace puente’ -entre la realidad estética y la realidad sobrenatural, que humanizó, y entre la realidad natural y la Realidad Divina, que propició el cultivo de la imagen y el concepto, potenciado con la sabiduría espiritual del Numen y la sabiduría sagrada del Nous. Así lo vemos en los siguientes versos:

 

Los cielos miran los abismos de las oraciones

-confiesa tu alma en el confesionario,

y en el Sacramento serás digno

del mito de la Palabra.

 

En la apertura del Congreso Internacional en honor al papa Wojtyla, Bogdan Piotrowski consignó: “Su amor por la humanidad se reflejaba en su elevado sentido de filiación divina que, en otras palabras, se afirmaba en la imagen de Hijo de Dios que se le revelaba en la semejanza con el prójimo” (3). En efecto, en otro pasaje de este luminoso y revelador poemario escribió Karol Wojtyla:

 

¡El Escultor Todopoderoso! El nacimiento milagroso

de la palabra en los rayos del poder

 –y la Palabra es el amor del Padre,

el milagro supremo de los ojos todopoderosos,

y el continuo conocimiento de Sí mismo,

la Luz del Amor– transparencia dorada,

la Palabra se hizo Carne – la realización,

la semilla terrena de las promesas del Paraíso.

 

Por el Logos tenemos intuición, criterio y creatividad y, en tal virtud, fluye en nosotros el Soplo Divino que inspira, ilumina y edifica. Así lo entiende Karol Wojtyla cuya obra es testimonio elocuente del poder de la Palabra en el espíritu humano: Escucho las confesiones vespertinas del jardín,/con la mirada del alma te veo, Palabra…

El Logos de la conciencia confirma que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, como dice el texto bíblico. Y el producto del Logos, que es la creación de la imagen y el concepto, evidencia no solo el poder generador del intelecto, sino la capacidad para colaborar con la Creación divina, que sigue expandiéndose en el fluir de lo viviente:

 

Con su sello, la noche envolvió los escoriales

–vestales con coronas, ofrezcan en los altares

estas palabras como el cordero en sacrificio…

 

Wojtyla tuvo la suerte de leer en su juventud a san Juan de la Cruz, y quedó impactado con la inteligencia sutil y la sensibilidad mística del santo español, hasta el punto de que escribió su tesis doctoral sobre la obra del poeta abulense, a quien llamaba el Doctor Místico. De esa grandiosa tesis cito el siguiente pasaje, clave de la intuición mística de Karol Wojtyla: “El pensamiento del Doctor Místico se funda en lo siguiente: el entendimiento humano, al participar de la ‘sabiduría de Dios’, es partícipe también de la generación del Verbo. Como el conocimiento de lo divino se realiza en fe bajo la moción del Espíritu Santo y sin que se pierda la condición de oscuridad típica de la fe, síguese que el entendimiento se hace partícipe de la generación del Verbo divino” (4). Ese luminoso criterio del eminente polaco se refleja en los siguientes versos de su poemario Logos:

 

Comenzamos la proclama del mito.

En el libro sagrado hay una parábola

–un tallista la forjó en hierro–:

–He aquí a Sí mismo en otra persona

el escultor inspirado, en los rayos de la aurora

labró: Su Pensamiento y Su Palabra –

y con cincel los consignó en un empeño de bronce.

 

Y surgió la creación teopoética, huella y cauce de la inspiración divina. De ahí la idea del arte como creación divina, concepto platónico del que participa el distinguido académico y poeta polaco-colombiano, que ha hecho un grandioso aporte al traducir este poemario de Juan Pablo II. Para corroborar el criterio ancilar en la visión mística del mundo del mitrado poeta, cito un testimonio de María Pilar Ferrer: “Es fundamental entender la elevadísima apreciación que otorga Karol Wojtyla al valor de la palabra. Jamás le satisfacía únicamente el aspecto estético de la literatura. Desde los años de juventud, con gran madurez de pensamiento, insistía en la relevancia de la dimensión mística del arte. En su creación, en sus reflexiones y en las cartas dirigidas a sus amigos, hallamos abundantes ejemplos de su interpretación del arte como un don divino” (5).

Esa concepción teológica del pontífice polaco que fuera Juan Pablo II se evidencia en la formalización de los siguientes versos:

 

En la Palabra se consumió nuestra salvación,

La que se implantó en el umbral divino y humano –

El Santo Obelisco en un mito crucial

Creció en los azules y en la tierra triguera.

 

San Juan de la Cruz iluminó la conciencia mística de Karol Wojtyla, como la de otros iluminados de Occidente. El agraciado traductor de Logos así lo entiende: “Pero también la lectura de las poesías de san Juan de la Cruz cuando era seminarista y joven sacerdote contribuyó a la cristalización de su estilo poético. Karol Wojtyla ya escribía poesías, como sabemos, antes de leer al místico castellano, pero el encuentro con él le llevó a una transformación de su obra poética, que se transparenta en su estilo literario, en las imágenes que utiliza… En el “Canto del Dios escondido” (1946) y en el “Canto del esplendor del agua” (1950) leemos algo de la experiencia vivida entre la distinción del hombre en relación a Dios, y de la unión con Dios, que es fruto de la acción de Dios en el alma humana. Las imágenes que cambian: el mar, el campo, el umbral, la fuente, el pozo, la barca, muestran la dinámica de la vida sobrenatural que, por su esencia, es difícil, casi imposible designar con un nombre” (6).

Con razón Karol Wojtyla le dio forma y sustancia a su grandiosa concepción espiritual de lo viviente a través de la Palabra:

 

Éste es el mito del libro del castillo

 –el cantar de la Palabra–

obra del escultor,

de la oculta alma del artista,

aporta con la palabra y con ella pone al rojo vivo

–un místico celestial, la mirada clavada en la llama–,

busca las palabras prójimas en las caras humanas

y de estas palabras forja una gran confesión:

toda el ansia de la humanidad por la Palabra.

 

Los grandes místicos de todas las lenguas y culturas afirman que en la naturaleza de lo viviente, cauce de lo divino mismo, fluye la Palabra divina, el Logos primordial del Altísimo, ya que el mundo y toda la Creación es el Verbo encarnado en la sustancia de lo visible. Karol Wojtyla dice lo mismo estética, simbólica y místicamente:

 

Escucho las confesiones vespertinas de los arroyos

-las palabras que contemplan las estrellas guardan silencio-

en visiones lunares hay que cambiar las palabras,

que se entrelazarán en el laurel del alma,

palabras que, quizás, se volverán una acusación –

porque hoy cada uno puede confesar

la historia de sus dolores, una rapsodia sangrante

y su propia suerte y la suerte de sus prójimos.

 

Y consciente del poder de la Palabra, la vigorosa dotación del Logos en la conciencia humana, Wojtyla les pide a los que ostentan una función social mediante el concurso del lenguaje -como escritores, sacerdotes, maestros, políticos y comunicadores- que asuman la palabra convencidos de que pueden contribuir a elevar la conciencia humana y hacer más amable la vida y más encantadora la creación:

 

Hicieron rodar las piedras al pedregal

ofrecieron el sacrificio entre los desniveles.

Sólo hay que encender el sacrificio con una chispa,

hay que canturrear las lamentaciones de los salmos,

ustedes – coreutas, protagonistas de los dramas

sacerdotales con la hostia y la ofrenda

deben comenzar a la vista de las multitudes:

a salvar con la Palabra – a salvar de las cadenas

 

¡Con la palabra comienza el sacrificio, y construye!”, leemos al final del poemario Logos (7). Efectivamente, “sacrificio” significa ‘oficio sagrado’, cuya materialización de la palabra ilustra la concepción estética y espiritual del santo polaco y mitrado romano, y subraya el poeta que la dación de la palabra es “una ofrenda sin sangre”, como la zarza ardiente, la zarza de Moisés. Y lo más importante para este pastor sagrado es “la verdad divina de la Palabra encarnada en el Amor”, réplica del Amado que se inmoló en la Cruz, “asombrosa verdad de la Palabra”, que es el amor puro y sagrado, divino y santo, ya que, como concluye nuestro eminente teopoeta, “La Palabra es el amor del Padre”.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Moca, Rep. Dominicana, 3 de noviembre de 2020.

Notas:

  1. Bogdan Piotrowski, Karol Wojtyla: Mousiké, Bogotá, Universidad de La Sabana, 2008, p. 39. Y Tríptico Romano, Universidad Católica de San Antonio de Murcia, 2003.
  2. Jorge Juan Fernández Sangrador, “Mortandad léxica”, en La Nueva España, Asturias, España, 25 de octubre de 2020, p. 33.
  3. Bogdan Piotrowski, “Juan Pablo II: ¿Por qué el Grande”, en Legado de Juan Pablo II el Magno, Bogotá, Universidad Sergio Arboleda, 2015, p. 22.
  4. Karol Wojtyla, La fe según san Juan de la Cruz, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2014, p. 175.
  5. Bogdan Piotrowski, “Juan Pablo II”, en María Pilar Ferrer, Intuición y asombro en la obra literaria de Karol Wojtyla, Pamplona, Universidad de Navarra, 2006, p. 18.
  6. Bogdam Piotrowski, “Juan Pablo II”, en María Pilar Ferrer, cit, p. 56.
  7. Karol Wojtyla, Logos, Cracovia, 1939. Traducción de Bogdan Piotrowki, Bogotá, Universidad de La Sabana, 2020.

Mística del logos en Karol Wojtyla: la teología poética del mitrado polaco

 

Por Bruno Rosario Candelier

 

A

Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez,

Pastor amado de nuestra grey católica.

 

Las aguas de los ríos manan hacia abajo;

 el torrente del lenguaje monta hacia la cima.

 (Karol Wojtyla)

 

Si decimos que el Papa Juan Pablo II estaba dotado de una elevada sensibilidad espiritual nos parece natural en virtud de la alta categoría inherente a su dignidad eclesiástica, pero si añadimos que ese carismático Sumo Pontífice de la Iglesia Católica era también poeta, comprendemos su gran sabiduría, pero si agregamos que a su condición sacerdotal y poética se sumaba la dotación mística de su sensibilidad trascendente, entonces la admiración es mayor por la conjunción de tan valiosos atributos en ese excelso mitrado.

En efecto, el Santo Padre que dirigió los destinos de los católicos durante más de un cuarto de siglo, se distinguió como uno de los grandes poetas místicos europeos del siglo XX. Su nombre de pila era Karol Wojtyla, oriundo de Polonia, donde nació, creció y se desarrolló intelectual y espiritualmente. El lírico polaco es un poeta iluminado del siglo XX, con un singular magisterio espiritual que se suma a su inmensa sabiduría mística.

Teólogo de la esperanza y teopoeta de la espiritualidad católica,  Karol Wojtyla tuvo, además de su luminosa vocación sacerdotal, una sólida inclinación literaria y una honda sensibilidad mística, dones que cultivó en armonía con su consagración religiosa, sus estudios eclesiásticos y su devoción cristiana. Se graduó en filosofía y letras con una tesis doctoral sobre el pensamiento teológico de san Juan de la Cruz, de quien era particularmente devoto y a quien consagró, cuando fue el Sumo Pontífice de Roma, como el Santo Protector de los Poetas. La poesía era su género predilecto, que compartió con el ensayo, el teatro, las encíclicas y la oratoria. Este ilustre mitrado poeta cultivó la lírica mística con un alto sentido de la belleza y el sentido.

Se sabe que la lírica y la mística confluyen armoniosamente en la más alta cima de la creación humana, pues la poesía no es solo un conocimiento intuitivo de la realidad, sino una vía excelsa para canalizar y potenciar la dimensión espiritual de lo viviente. La mística no entraña solo la búsqueda de lo divino, sino un sentimiento de comunión espiritual con lo viviente en atención a la vocación de ternura y piedad que inunda el alma de los contemplativos. De ahí la pureza y la fascinación de la lírica mística.

El poeta va más allá de la realidad sensorial cuando alcanza, mediante la intuición del sentido, la esencia de las cosas, el valor permanente de criaturas y fenómenos o el alcance de lo divino mismo. La mística es un don, o una gracia, que se suma al talento poético, razón por la cual la poesía y la mística responden, en su contacto con lo trascendente, a una motivación singular y a una búsqueda, en la que el poeta y el místico coinciden en esa tarea luminosa de la literatura.

La búsqueda de la belleza sensorial y, más aún, de la belleza sutil forma parte de las apelaciones de la sensibilidad trascendente que mueve la curiosidad del poeta a expresar lo que concita la onda sublime en su hondura interior. En tal virtud, la búsqueda del poeta y la búsqueda del místico confluyen en un punto de encuentro en esa vertiente de la creatividad que comprende la lírica mística.

La belleza del mundo o el esplendor de la Creación se asumen, según la tradición mística, como una emanación de lo divino. Por eso la poesía es también una vía «hacia el conocimiento de lo Absoluto», como dijera Emilio Orozco (1). Si la poesía propicia un vínculo con la cantera infinita, mucho más la mística, que cifra en el sentimiento de lo divino su razón y su sentido. Más aún, los místicos enfatizan la vinculación amorosa y en todas las cosas exaltan la dimensión espiritual, interna y mística de lo viviente en atención a su anhelo mayor, que es la unión con Dios.  La poesía de Karol Wojtyla centra su atención en lo divino.

En atención a ese objetivo espiritual y estético, tres facetas concitan la sensibilidad mística del mitrado polaco: la realidad natural en su dimensión cósmica; la realidad existencial en su faceta humanizada; y la realidad trascendente en su faceta espiritual (Poemas, p. 23): “En la oscuridad hay tanta luz/ como vida en la rosa abierta”.

 

El sentido místico de lo viviente

En su “Cántico al esplendor del agua”, Karol Wojtyla asume el encanto de la Creación como expresión de lo divino. Este hermoso poema integra en su composición el fulgor expresivo de la belleza sensorial, la mirada amorosa del sujeto lírico y el sentimiento de lo divino ante el elemento de la Creación:

 

Mira las escamas argénteas del agua.

En su hondura el pozo se estremece

como la niña del ojo

cuando la imagen surge en ella.

Si el reflejo de las hojas

en la superficie del agua

toca tu rostro,

te lava las ojeras del cansancio.

Lejos está todavía el manantial.

Esos ojos cansados y ojerosos

me dicen que las aguas sombrías de la noche

rebosando están en las palabras de tu plegaria.

(Secas están nuestras almas, muy secas).

Pero la claridad del pozo palpita en tus lágrimas,

que un hálito de ensueños

-piensan los pasajeros-

habrá hecho brotar del corazón.

 

Este singular poema está inspirado en el pasaje bíblico de la samaritana (Jn 4, 13) cuando Jesús, aludiendo al agua que puede saciar la sed del alma, si la toma jamás vuelve a sentir sed. El poeta sabe que vivimos en “las aguas sombrías de la noche” y están “secas nuestras almas”, mientras llegamos al brocal del pozo de Siquem.

En su exploración profunda, el poeta ausculta la profundidad del alma humana en busca de lo que anhela la conciencia sutil. Advierte la sed que el agua no mitiga. Y la presencia de un manantial con agua de vida, el agua de vida eterna:

 

Nadie se atrevería a mirar como Él,

ni a ver, de esa manera, en sí mismo.

¡Qué distinto es su modo de conocer!

Apenas levantaba los ojos,

pero ¡qué plenitud de conocimiento!

Su rostro era como la luz del agua en el pozo:

Un espejo…, como el pozo…,

luminiscencia profunda…

 

A través de sus ojos escrutaba el resplandor del pozo profundo que su mirada irradiaba. Y la samaritana, atenazada por ese fulgor irresistible, siente la magia de una llama infinita que la embriaga bajo la lumbre de una presencia sutil:

 

Aquel pozo me ha unido contigo,

me ha sumergido en tu persona.

Nada había entre nosotros, nada,

sino la profunda claridad que tiembla

como una pupila limpia,

Engastada en la órbita de piedras del brocal

la claridad me sumergió en tus ojos

y me ha encerrado en ellos.

 

En su expresión traslaticia y simbólica el poeta alude a sombra, cansancio y vacío para referirse a un modo de existencia distante del auténtico sentido de la vida que reclama el alma en su ruta hacia lo Eterno. Y sugiere una vía adecuada hacia la armonía que da gozo:

 

Tarde o temprano,

he de reconocer que me has quitado

un peso, a la medida

de mi cansancio y mis esfuerzos

por conseguir una partícula de esa armonía

 tan sencilla que Tú posees sin agobio…

¡Y que es infinita!

 

Entonces la persona vuelve al pozo profundo en cuyo haz del agua brilla el fulgor de sus pupilas infinitas. De repente, el emisor de estos versos experimentó una iluminación. Misteriosamente, hay vivencias que iluminan y transforman. La vivencia de la mística entraña una iluminación y, los escogidos por la gracia divina, experimentan la más alta experiencia transformante en el hondón de su sensibilidad profunda. El poeta polaco así lo revela cuando dice que “en el reflejo de este pozo se me ha dado/ una experiencia como nunca tuve”:

 

El brillo de la hondura de este pozo,

 del que vine mi cántaro a llenar,

ha tiempo que se iba pegando

 a mis pupilas…

En el reflejo de este pozo se me ha dado

una experiencia como nunca tuve,

y he descubierto así

 mi gran vacío (2).

 

La actitud trascendente ante la vida y la muerte

Con el poema «La madre», que constituye un canto a la vida en alabanza divina, vamos a ilustrar otra vertiente en la lírica de Karol Wojtyla. El poema subraya la sensación que siente la mujer cuando está a la espera de la criatura que se gesta en sus entrañas. El poeta Wojtyla, para lograr su propósito, asume el canto desde la perspectiva de la mujer, una manera de identificarse con el motivo de su inspiración, que es un procedimiento pautado por la lírica mística para alcanzar la compenetración sensorial, intelectual, afectiva, imaginativa y espiritual con la sustancia que asume el creador como materia de su creación. De esa forma puede el sujeto obtener no solo la comprensión del fenómeno sino la identificación empática, una manera de sentir y habitar lo contemplado. El poeta contempla la situación de la madre y se identifica con ella hasta sentir y expresarse como ella:

 

Mi lugar se aleja de mi memoria.

Mas no se extingue

el silencio de las callejuelas lejanas

en el espacio cristalino

 reflejado en las limpias pupilas de luminoso zafiro.

Tengo cerca las palabras del niño

 que levantan el silencio:

«Mamá, mamá».

Y luego, cual pájaro invisible,

cae al fondo de las mismas callejuelas.

De siempre retorno a los recuerdos,

que ensanchan

la vida y se alían desde el fondo

 enriquecidos con un sentido inefable.

 

Entonces la voz de la criatura resuena con su eco sonoro en el fuero del ámbito materno, siempre dispuesto a potenciar el aliento de la sangre y la ternura para hacer de la existencia una canción, y de la canción, una oración fraguada con cada vivencia cotidiana. Es la forma de asumir la rutina de una mujer, como la de tantas que en el mundo hacen de lo simple la madeja existencial de su vida:

 

Son los días tranquilos, hijo mío,

de aquellas callejuelas

donde en el silencio protegía tu voz infantil.

Ahora oigo las palabras desde otra lejanía,

palabras que antes apenas murmurabas,

palabras que al intuir tu pensamiento

 me penetran el alma.

 

Mediante la poesía crea el poeta una forma estética para ponderar el valor de la vida, la significación del mundo y la magnificencia del Padre de la Creación. La lírica mística es la más alta forma de expresión de tan excelsos atributos. El sentimiento místico se funda en el amor y el bien, como paso previo a la búsqueda de lo divino: «La mística es una tiniebla luminosa que se convierte en transparente esplendor en el alma a medida que se comprende la verdad» (3).

La persona que asume el rol de madre en este poema de Karol Wojtyla funda su verdad en la certeza de la criatura que gesta su vientre, medita en torno al derrotero del hijo y se asombra por el portentoso acontecimiento que es la vida, que contrasta con la muerte:

 

Toda la vida cabe en ese momento,

condensado en verbo,

convertido en mi carne,

 alimentado con mi sangre,

llevando al éxtasis,

creciendo en mi corazón silencioso

 cual el de un hombre recién nacido

sin que cesara el asombro ni la cotidiana tarea manual.

Este momento, al alcanzar su cumbre, sigue tan fresco,

te encuentro de nuevo y solo falta una lágrima

en mis párpados

en la que los rayos de las miradas

 se funden en el aire frío

y el cansancio encuentre su luz y su sentido.

 

La expresión que pone el poeta en boca de la mujer, «creciendo en mi corazón silencioso», alude a la emoción con que contempla el milagro de la Creación. Al poeta lo subyuga la Creación del mundo y en esa contemplación pergeña la creación del lenguaje mediante el cual testimonia su visión luminosa al contemplar y plasmar una nueva realidad, la realidad estética y la realidad trascendente que su visión mística descubre.  Habla de un “corazón silencioso”. El silencio es lo que se produce en el interior de la conciencia cuando contemplamos o escuchamos, cuando ponderamos la belleza y el sentido de cada cosa, fenómeno suceso o acontecimiento. El autor de «La madre» tomó el acontecimiento supremo de la vida que le tocó gestar a una mujer singular. Y lo convierte en motivo de reflexión lírica y simbólica sobre el acontecimiento cardinal de la existencia humana. El fenómeno de una vida singular le hace pensar el hecho mismo de la vida y en el Dador supremo de todo lo creado.

La mística tiene por objeto exaltar la verdad y la belleza del mundo como manifestación de la Verdad y la Belleza divina. En el poema, la mujer ve a través de la Luz que le deslumbra y le revela el misterio:

 

Una luz se filtraba lentamente

a través de los acontecimientos cotidianos

a que desde la misma infancia se acostumbran

mis ojos y manos de mujer,

y de pronto en estos mismos acontecimientos

brilla una luz tan intensa,

que se anudaron las manos mientras

las palabras perdían su lugar.

En aquella aldea, hijo mío, donde todos nos conocían,

me decías «Madre»,

y nadie quería penetrar en las maravillas diarias.

 

«Y nadie quería penetrar en las maravillas diarias«, dice la voz lírica para significar que pocos valoran el portento maravilloso de cada criatura viviente, de los elementos y las cosas, de toda la Creación. A través del talante femenino el poeta fija su atención en el sentido de los hechos. Valora una señal, la que revelan fenómenos y cosas, y sabe que de nuestro interior profundo mana un río amoroso, que es efluvio de lo divino. A medida que establecemos un contacto con las cosas y, sobre todo, a medida que calamos el sentido trascendente, se despierta la conciencia espiritual con la gestación del sentido estético, el sentido cósmico y el sentido místico, que nos enseñan a sentir y ponderar la dimensión genuina de criaturas, fenómenos y cosas. La persona lírica expresa esa conciencia al sentir lo que sacude su sensibilidad profunda:

 

Sabía que la luz

que acompañaba aquellos acontecimientos

como chispa oculta bajo la corteza de los días,

y que esta luz que no salía de mi cuerpo,

que te he sentido más mío en la luz y en el silencio,

que antes cuando te sentía

en mi carne y en mi sangre.

   Con el convencimiento de que somos partícipes de una esencia trascendente, desarrollamos una nueva conciencia y, a partir de su gestación, comenzamos a ver lo que antes no veíamos. “Ver un mundo en un grano de arena”, atribuía William Blake a la mirada profunda de los poetas místicos. Si el amor es el sentimiento que permite aquilatar el valor de lo existente, la mística es la luz que alumbra la valoración de lo divino. El creador de «La madre» tenía conciencia de lo que despierta esa sensibilidad profunda y así se evidencia no solo en los subtítulos con que Wojtyla divide y organiza la estructura del poema, sino en los planteamientos y reflexiones que fluyen a través de sus intuiciones líricas, estéticas y místicas:

 

Las madres saben los instantes en los que el misterio

humano despierta un reflejo

de la luz en sus pupilas,

 que parece tocar el corazón con la mirada apenas.

Sé de estas lucecitas que pasaron

 sin despertar ningún eco

y dura lo que dura un pensamiento.

Hijo mío, complicado y grande, hijo sencillo,

conmigo te acostumbraste a pensamientos comunes

a todos los hombres

y, a la sombra de estas ideas,

 espera la profunda voz del corazón

que en cada persona suena de manera distinta.

 

«La profunda voz del corazón«, a la que alude el mitrado poeta, es el lenguaje del yo profundo en su vínculo con lo Eterno. El hombre, en contacto consigo mismo, descubre el lenguaje de su interioridad y siente el eco de las cosas y expresa esa dimensión de lo viviente. En comunión con lo existente se le revela el sentido místico del mundo. La intuición de lo profundo, en su hondo misterio, culmina en la conciencia de lo Absoluto.

En la segunda parte del poema, titulado «Imploración de Juan», advertimos que la madre que se alude en el poema no es la madre común, la que puede encarnar cualquier mujer, sino la singular mujer que en función de Madre acunó en su regazo al Hijo del Hombre. Juan, el discípulo amado, el que acompañó a María en su momento estelar, asume el discurso poético para dirigirse a la Madre dolorosa:

 

Yo soy Juan el pescador,

 merezco poco que me amen.

Todavía lo recuerdo a orillas del lago

con la menuda arena bajo mis pies,

cuando de repente, Él.

No podrás recoger este misterio en mí,

pero dulcemente yo estaré en tus pensamientos

como una hoja de mirto.

Que pueda decirte Madre, como Él lo quiso,

te ruego que no toques en nada esa palabra,

en verdad no es fácil medir su hondura,

cuyo sentido para ambos fue inspirada por Él,

para que en Él encuentre cobijo

 todo nuestro amor ancestral.

 

La mística tiene como meta orillar el camino hacia la trascendencia para alcanzar la unión con Dios mediante el amor que concita unión y vivencia de lo sagrado: «Los místicos auténticos buscaron y buscan ese amor trascendente, esa realidad última, sin preocuparse de lo que experimentaban o de si lo experimentaban. Mística es igual a unidad y lo que une verdaderamente es el amor», escribió Ros García (4).  En «La madre» el poeta Karol Wojtyla habla por Juan y dice:

 

¿Dónde está este espacio:

 en el murmullo de mis labios,

en los pensamientos, en la mirada,

 en el recuerdo o, tal vez, en el pan?

Se ha perdido entre tus brazos, con la cabecita

apoyada en tu hombro,

porque este espacio ha quedado en ti

y de ti procede.

 

Se trata de la unidad de lo viviente, como postula la conciencia mística, con una amorosa unidad con lo viviente, como sugiere la misma ley de la naturaleza, pues todo en ella tiende a la unificación y la armonía. La mística busca la unión, y el místico ha de ser un ente de comprensión y unificación. Esa unión la sintió amorosamente el apóstol Juan cuando se une a la Madre antes, durante y después del momento supremo de la crucifixión de Jesús:

 

Nunca se ve el vacío.

 Nuestra unión es tan intensa

que, cuando con dedos temblorosos

 partía el pan para ofrecerlo a la Madre,

me he quedado un momento atónito,

 al ver toda la verdad

en una lágrima que asomaba en sus ojos.

 

Es una conciencia de amor, de integración, de participación y con ella una actitud y una vivencia, una compenetración e identificación. Desde su propia conciencia, que es una conciencia mística, el poeta contempla, medita y escribe. El poema que comentamos revela que Karol Wojtyla vivió intensamente ese proceso estético y místico. Así se aprecia en la tercera y última parte de «La Madre», mediante una vivencia entrañable, tan cara a la lírica mística. Esa vivencia concita la fe en sí mismo, en el propio talento creador y la fe en la trascendencia. El poeta místico se siente vinculado a lo existente y sabe que encarna una porción de la Totalidad. Mediante la unión con lo existente concita una ternura cósmica y una empatía universal. En tanto creador, capta y escribe, mediante la fe en su quehacer que alienta la expresión como testimonio de su percepción y valoración de lo viviente. La madre toma conciencia de su rol y expresa:

 

No me conocí hasta encontrarme en la canción.

Andaba entre la gente

 sin saber separar sus penas

de mis simples actos,

de mis pensamientos de mujer,

 expresados a voces.

 

El lenguaje canaliza los acentos, los recursos compositivos, el tono y el ritmo como medio de expresión del canto, la forma más alta y más reveladora del sentimiento lírico. De ahí que los místicos, cuando rebosan de emoción o júbilo, cantan y, con su canto, entonan una expresión de amor, una emanación jocunda y jubilosa, una oración lírica y mística. Cantan la belleza de la Creación y a su través la bondad del Creador con la exultación y el gozo que concitan su emoción y su entusiasmo:

 

Y cuando el canto estalló

 como una campana sonora,

he percibido que estas palabras

 te sacaban del refugio,

ha de contenerse como luz profundamente

dentro del pensamiento.

 

La Madre está consciente de que se halla en su momento dramático, culminante y desgarrador. Valora el dolor que la embarga y la traspasa. Y ofrece ese dolor como sacrificio de comunión y entrega:

 

Nunca cesará en mí tu recogimiento.

Me levanto hacia ti, que serás parte de mí misma.

Silenciosa como un río de agua trasparente,

 con mi cuerpo dejado vendrán los discípulos,

 hallarán que mi corazón ha dejado de latir.

No dependerá mi vida de la balanza de mi sangre

ni huirá el camino bajo mis pies cansados,

en mis apagados ojos lucirá un tiempo nuevo.

Él será el huésped de mi corazón

y eternamente me colmará la delicia.

 

Figuran en estas estrofas el lenguaje poético de la lírica mística, que fraguan la creación con los recursos compositivos de la invención retórica, como antítesis, paradojas, hipérboles, imágenes y símbolos, formas expresivas que enlazan lo natural con lo sobrenatural y hacen sensible una visión de lo trascendente. La sensibilidad lírica del místico conecta con la dimensión sobrenatural de la realidad ya que la lírica mística encauza y potencia la zona de la realidad sublime y la hace comprensible a la intelección humana mediante los recursos simbólicos del lenguaje poético. La poesía y la mística coinciden en la búsqueda que mueve su sensibilidad, por lo cual los poetas y los místicos acuden a la creación. Por eso escribe nuestro místico a través de la voz de la mujer-madre:

 

Entonces se extenderá mi canto,

llegaré a comprender cada sílaba,

abriré mi canto

 inclinada sobre tu vida entera,

mi canto arrebatado

 por el Hecho tan claro y tan simple

que aparece en cada hombre

a la vez abierto y oculto.

 

Concluye con una frase que sintetiza el contenido temático para exaltar la figura divina encarnada en los humanos por el amor y pondera la vocación creadora de su canto místico:

 

Y este Hecho

 se hizo carne en mí,

se manifiesta en mi canto,

ha aparecido entre los hombres

y ha escogido en ellos su morada (5).

 

Karol Wojtyla asume con intensidad dramática la posición de la madre dolorosa en el momento culminante de la pasión y muerte de su Hijo, mediante versos dolientes y emotivos. Con el aliento de la lírica mística logra una creación trascendente. «La Madre», paradigma y símbolo del amor y el sacrificio supremos, comporta una valoración de la Trascendencia. El mitrado poeta enfatiza, con voz entrañable y luminosa, la significación de la vida, la condición humana relevante y la satisfacción de tributar, a través de la mujer hecha madre, un canto de alabanza al Creador del mundo. 

Lo esencial y trascendente de las cosas

La tercera faceta en la creación poética de Karol Wojtyla es justamente su sensibilidad estética y espiritual. Ese talante interior, intelectual y afectivo, funda una visión profunda de las cosas. El poeta polaco, enriquecido con tres dones eminentes -el don sagrado del sacerdocio, el don estético de la poesía y el don sublime de la mística-, hacía confluir su cosmovisión y su sensibilidad hacia la percepción de los valores trascendentes, que supo captar en todo lo existente.

El hombre superior pone su sensibilidad y su conciencia al servicio de apelaciones trascendentes. Se trata de una actitud y una disposición intelectual, afectiva y espiritual que privilegia, en actitudes, creaciones y conductas, los valores permanentes: la disciplina interior, la paz espiritual, la verdad profunda, la belleza sublime y el bien supremo. Esa ha sido la trayectoria de iluminados, místicos y santos, vale decir, de quienes ponen su tesoro en la búsqueda de la sabiduría y saben que la meta suprema de la vida va más allá de los bienes transitorios.

Karol Wojtyla tuvo siempre esa disposición interior hacia la plenitud de una vida consagrada a lo divino. Y en atención a esa vocación espiritual orientó su formación teológica, fundamentó su inclinación intelectual y encauzó su sensibilidad estética. Su obra literaria es testimonio elocuente de esa visión trascendente de la vida.

En el estudio crítico sobre Mousiké, el poema juvenil de Karol Wojtyla, el crítico polaco Bogdan Piotrowski consigna que la poesía de su ilustre coterráneo ahonda en la temática de la filiación divina, como lo confirma la realidad misteriosa de la palabra y la teología: “(Karol Wojtyla) se dirige a los hombres de todas las culturas, invitándolos a reflexionar sobre la existencia de la persona y sus relaciones con el entorno en que vive, pero especialmente pretende ahondar en la temática de la filiación divina. Ese propósito explica la insistente presencia de la imagen de Dios en sus versos” (6).

En el poema “Canción sobre el Dios oculto”, el poeta polaco enfatiza la valía de la dimensión esencial, interna y mística de lo viviente de nuestra sensibilidad espiritual que, en virtud de nuestros sentidos interiores, atrapa y expresa para obtener una visión profunda, rotunda y entrañable de lo real. Así se expresa el poeta:

 

Las lejanas orillas del silencio

comienzan detrás del umbral.

No podéis pasar por ahí como un pájaro.

Tenéis que deteneros y mirar hacia lo profundo,

hasta que no sepáis separar el alma del fondo.

Allí ningún verdor podrá llenar la mirada,

no regresarán los ojos fascinados.

Tu creías que la vida te iba a defender de la otra Vida,

abismo insondable.

De esta corriente -tienes que convencerte-

no hay regreso. ¡La eternidad te envuelve!

Hay que luchar siempre. No interrumpir el vuelo,

ir con sencillez hacia la cumbre.

Sin embargo, tú siempre retrocedes ante Aquel

que viene de la otra orilla,

cierras las puertas de tu pequeña casa.

Pero Él suaviza sus pasos en el silencio,

y con este silencio acierta en el blanco.

 

El poeta subraya que la llama del amor proporciona la manera de superar limitaciones y temores, al tiempo que constituye la vía para experimentar, con armonía y esplendor, la suprema vivencia del espíritu para vivir el auténtico sentido de la vida:

 

El Amor me lo ha aclarado todo,

el Amor me lo ha solucionado todo.

Por eso glorifico el Amor

en cualquier lugar en que se manifieste.

Ya me he convertido en un llanto abierto

a la tranquila avalancha del agua,

en la que no hay turbulencia alguna

y que tiene algo de la ola tranquila

que en la luz se abre

y con esta luz brilla en las hojas plateadas.

Oculto en el silencio,

yo

una hoja liberada del viento-

ya no me preocupo por los días que caen,

porque sé que todos los días irán desapareciendo.

 

Dice Karol Wojtyla que cuando Dios desciende a las orillas de su alma, “en la oscuridad hay tanta luz/ como vida en la rosa abierta”. En esa hermosa imagen el poeta cifra y revela su convicción profunda, base de su cosmovisión trascendente, en la que fundó su trayectoria existencial este singular hombre del siglo XX. Su creación poética, espejo de esa visión teocéntrica, refleja esa disposición intelectiva, espiritual y emocional de su conciencia por cuanto, como sujeto creador, procura expresar la belleza del pensamiento, libre de retórica insulsa, para dar con la verdad de su vida mediante la verdad y la belleza de su creación. En una de sus más hermosas estrofas, leemos:

 

Lentamente me despojo del brillo

 de las palabras,

conduzco los pensamientos,

como las sombras en rebaño.

Lentamente todo lo lleno con la nada,

que espera el día de la creación.

 

El poeta místico sabe lo que anhela y tiene claro su último destino. Sin embargo, como humano está sujeto a las limitaciones de la condición mortal y atado al abismo que lo separa de lo Eterno. Así lo confiesa el propio poeta cuando se siente acorralado ante el Misterio, que expresa en símbolos propios de este modo del decir místico:

 

Hay en mí un transparente abismo,

ante mis ojos velados por la niebla.

y paso con rapidez,

como un arroyo,

sin tocar el fondo de mi hondura (7).

 

La lírica mística de Karol Wojtyla constituye un canal de la llama divina, y el contenido trascendente de su creación poética revela la concepción del arte como inspiración y auxiliar del plan divino, así como el enfoque de la filiación divina del hombre y la visión de la poesía como una vía hermosa para llegar a Dios.

Los rasgos estéticos y espirituales de Wojtyla son los siguientes:

  1. Empatía universal hacia fenómenos, criaturas y cosas en actitud de convivencia fraterna y solidaria con los elementos, con predilección por el fuego y el agua, mediante los cuales exalta el sentido místico de inspiración bíblica y connotación simbólica.
  2. Coparticipación profunda impregnada de ternura cósmica mediante una disposición de identificación cordial con lo viviente para subrayar el vínculo existente entre lo material y lo espiritual, lo natural y lo sobrenatural, visión que exalta lo Absoluto.
  3. Imbricación entrañable de lo divino en lo humano engarzada a través de la experiencia cotidiana, como la gestación de la madre, hecho que la persona lírica asume desde la perspectiva terrenal y sobrenatural al mismo tiempo, para ponderar el fenómeno de la Creación que funda una mística de la experiencia.
  4. Identificación intelectual, afectiva, imaginativa y espiritual en la que el sujeto creador logra una compenetración con lo contemplado, al sentir y hablar desde la persona que piensa y siente como sujeto del poema con su representación simbólica.
  5. Atención a la faceta esencial, interna y mística de lo viviente, con las virtudes de su triple don sacerdotal, estético y místico, mediante un enfoque centrado en las vertientes de la vida que revelan, a la luz de la intuición mística en sintonía con su apelación interior, su sensibilidad espiritual y su creación teopoética, por la cual enfatiza esa dimensión de lo real con un sentido trascendente.

El aporte intelectual, espiritual y estético de Karol Wojtyla se cifra en los siguientes aspectos destacables de su lírica:

  1. Asunción de la poesía como salmo de oración para certificar la fe, potenciar la vocación mística y acentuar el amor divino, centro de sus apelaciones entrañables.
  2. Empleo de formas expresivas, teatrales y musicales, como vías estéticas para perfilar la dimensión dramática de lo viviente que clama angustiosamente por un destino trascendente.
  3. Uso de fórmulas lingüísticas y recursos simbólicos de las letras polacas, clásicas y universales, para enfatizar la dimensión divina.
  4. Concepción mística de la palabra mediante la cual formaliza el vínculo divino con la Creación, la realidad sagrada del Logos y la experiencia teopática de su expresión espiritual y estética.
  5. Encarnación del sentido del Logos, que asumió con la devoción y la conciencia de su vínculo con la energía de la Divinidad.
  6. Asunción de la energía interior de la creatividad con un sentido de sabiduría y espiritualidad profundamente arraigada en su conciencia, su sensibilidad y su talante.
  7. Ponderación y manejo de la poesía mística, en tanto creación teopoética, como caudal de belleza sutil y sentido teológico.
  8. Valoración de la llama de su luz y la fuerza de su convicción, aspectos que alientan la vocación creadora.
  9. Canalización de una orientación espiritual y teológica, cuya esencia se halla esbozada en su lírica mística.
  10. Formalización de la belleza de la expresión y la dimensión sutil del sentimiento místico, que activaron el don de su creatividad y el sentido trascendente de su visión espiritual.

La conciencia de una Llama sutil, centro de sus apelaciones entrañables, funda la experiencia singular de este sacerdote católico y poeta místico que acudió a la palabra para potenciar el vínculo divino inserto en su esencia, a la que alude el sujeto lírico de sus poemas como la expresión espiritual que transporta el alma hacia el pozo profundo de lo divino en comunión con la Fuerza Espiritual del Cosmos en su dimensión natural y sublime, tal como lo experimentó Karol Wojtyla como autor de estos versos memorables, creación que testimonió, a través de la lírica mística, para plasmar los hermosos dones espirituales y estéticos que iluminan su palabra y encauzan nuestra ruta hacia la Luz.

 

Bruno Rosario Candelier

Congreso Internacional sobre Juan Pablo II,

Santa Fe de Bogotá, Colombia, 20 de febrero de 2010.

Notas:

  1. Karol Wojtyla, Poesías, Madrid, BAC, 1993, p.25.
  2. Emilio Orozco, Poesía y mística, Madrid, Guadarrama, 1959, p. 26.
  3. Ver «Presentan en el Vaticano poemas de Karol Wojtyla», en Listín Diario, Santo Domingo, 19 de febrero de 1995, p. 13.
  4. S. Ros García, «Mística y Nueva Era de la Humanidad», Ávila, España, Centro Internacional de Estudios Místicos, copia mecanográfica, 1994, p. 8.
  5. Karol Wojtyla, Poesías, citado. Ver poema “La madre”, pp. 33-39.
  6. Bogdan Piotrowski, Mousiké, Bogotá, Universidad de La Sabana, 2008, p. 86.
  7. Los fragmentos poéticos que sirven de ilustración al presente estudio proceden del poemario Poesías, ya citado, de Karol Wojtyla.

 

 

Karol Józef Wojtyla. El papa san Juan Pablo II

Por S. E. Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez

 

Todavía están frescas en nuestra mente las imágenes impresionantes de la ceremonia de canonización de los Papas San Juan XXIII, del que escribí el pasado sábado, y San Juan Pablo II, de quien escribiré hoy.

Según cálculos de quienes suelen estimar esas muchedumbres, unas ochocientas mil personas estaban presentes en la histórica plaza de San Pedro y sus alrededores, y millones en los cinco continentes pudieron seguir la transmisión por televisión y otros medios audiovisuales y digitales.

Y no era para menos. Se trataba de presenciar la elevación a los altares de dos hombres extraordinarios que se ganaron el corazón de buena parte de la humanidad durante los años de su Pontificado.

Karol Józef Wojtyla nació en Wadowice (Polonia) el 18 de mayo de 1920. Durante la ocupación nazi, el joven Karol trabajó en una cantera de piedra y después en una fábrica de productos químicos para ganarse el sustento y evitar la deportación a Alemania.

En 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio, frecuentó los cursos de formación en el seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo Cardenal Adam Stefan Sapieha. Después de la guerra continuó sus estudios en el Seminario Mayor de Cracovia, de nuevo abierto, y en la Facultad Teológica de la Universidad Jagellonica hasta su ordenación sacerdotal el 1° de noviembre de 1946. Posteriormente fue enviado a Roma donde obtuvo un doctorado en teología con una tesis sobre la fe en las obras de San Juan de la Cruz.

Supo combinar su ministerio sacerdotal, con la docencia universitaria y en el Seminario Mayor de su diócesis.

El 4 de julio de 1958 el Papa Pío XII le nombró Obispo Auxiliar de Cracovia, recién cumplidos los 38 años de edad. En esa condición participó en el Concilio Vaticano II (1962-1965).

El 13 de enero de 1964 el Papa Pablo VI le designó Arzobispo de Cracovia y le agregó al Colegio de los Cardenales en 1967, tomando parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su Pontificado.

Fue elegido Papa el 16 de octubre de 1978, comenzando su ministerio de Pastor universal de la Iglesia el 22 de octubre de ese año.

¿Qué decir del Pontificado de nuestro admirado y querido Santo? Sencillamente extraordinario. Comenzando por su duración, casi 27 años, el tercero después de San Pedro y de Pío IX, beatificado por Juan Pablo II junto con Juan XXIII el 3 de septiembre del año 2000. Precisamente el reconocimiento de la santidad en la Iglesia fue uno de los aspectos que más se destaca en el Pontificado del nuevo Santo. Celebró 147 ritos de Beatificación en que proclamó 1338 Beatos, y 51 Canonizaciones para un total de 482 santos.

La corresponsabilidad pastoral la demostró en las 15 asambleas del Sínodo de los Obispos: seis generales ordinarias, una asamblea extraordinaria y ocho asambleas especiales, entre las que se incluyen los Sínodos continentales. Recuerdo que en la clausura de uno de esos Sínodos, durante el almuerzo en el atrio del Aula Pablo VI, le oímos decir textualmente: “quiero que se me recuerdo como el Papa del Sínodo”, y explicó esta palabra de origen griego: “Caminar juntos”.

Otro aspecto que debe señalarse en su Pontificado fue el sufrimiento. Jamás olvidaremos aquel sacrílego atentado del 13 de mayo de 1981 que le llevó al borde de la tumba. El mismo dijo que le salvó la mano materna de la Virgen María, por lo que quiso llevar a Fátima el casquillo de la bala con que fue herido para que se incrustase en la corona de la Madre. Recordemos también su ejemplar y heroico perdón al agresor que intentó asesinarlo, yendo a la cárcel en que le recluyeron de por vida. Posteriormente pidió al Presidente Pertini que le indultase y de hecho lo hizo.

Aún le faltarían otros muchos sufrimientos con las varias cirugías que experimentó y sobre todo la larga enfermedad del Parkinson que a la postre le provocó su sentida muerte.

¿Y cómo olvidar sus incontables viajes a los diversos continentes, manifestación clara e su solicitud pastoral por todas las Iglesias esparcidas por el mundo. Recordemos con perenne gratitud sus tres visitas a nuestro país, en enero de 1979, en octubre de 1984 y en octubre de 1992. Así recorrió los caminos del mundo evangelizando a todos y dando elocuente testimonio de amor a las innumerables naciones que visitó.

No podemos dejar de mencionar la convocatoria de las Jornadas Mundiales de la Juventud que congregaban multitudes oceánicas, participé como Obispo catequista en unas diez. Con sobrada razón se le ha declarado Patrono de esas Jornadas. La próxima será en Cracovia que tanto se benefició de su celo apostólico, de su sabiduría y de su probado amor a los jóvenes que siempre profesó.

Esa misma solicitud le llevó a crear muchísimas circunscripciones eclesiásticas, a promulgar el Código de Derecho Canónico latino y de las Iglesias Orientales, dispuso la celebración del año de la Redención, del año Mariano y del Año de la Eucaristía. Acogió a más de ocho millones de peregrinos en el curso del Gran Jubileo del Año 2000.

Murió en el Palacio Apostólico del Vaticano el sábado 2 de abril de 2005, a las 9:37 p.m., en la Vigilia del Domingo de la Misericordia.

¡Salve, heroico, valiente, querido e incansable santo! ¡Agradecemos tu fecunda vida!

(Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, “El Papa Juan Pablo II”, Listín Diario, 10/05/2014, p. 9A).

 

Conchero, desescalamiento

Por Roberto E. Guzmán

CONCHERO

“CONCHEROS aumentan pasajes y cumplen a medias medidas contra . . .”

Si alguien que no habla o que no está familiarizado con el español de República Dominicana “se topa” con este “conchero” de la frase, es casi seguro que se quede suspendido en el espacio sideral; es decir, que no entienda.

Solo un hablante de español dominicano puede deducir lo que este conchero significa en la oración que se transcribió a manera de ejemplo del uso.

Para la mayoría de los hablantes de español un conchero es un yacimiento de conchas de moluscos, vale decir, que se relaciona con las conchas de las babosas y los caracoles. La palabra concha representa en algunos países otra cosa que se escoge por no mencionar. Este conchero de los caracoles de otros países se conoce en el país dominicano con el nombre de “conchal” en tanto lugar donde se acumulan conchas de moluscos. El uso y la definición están documentados en el Diccionario del español dominicano (2013:208).

En República Dominicana existe desde hace largo tiempo la voz concho que es conocida de todos los hablantes de esta variedad de español. El concho dominicano alude a dos cosas. Al servicio de transporte colectivo y urbano de pasajeros en carros, y en los últimos tiempos, también en motocicletas que los dominicanos laman de “motores”. La voz concho sirve además para mencionar el vehículo, carro, dedicado al transporte colectivo y urbano de pasajeros.

El conchero del título se creó en época reciente para denominar a la persona que se dedica al trabajo o servicio ya descrito. Como ya existe el “motoconcho”, no se duda que en breve aparezca en el español escrito dominicano la voz “motoconchero” para aplicársela a la persona que se dedica al servicio mencionado, pero en motocicleta. En el caso del vehículo de dos ruedas se ha oído “motoconchista” para el conductor.

La voz conchero se formó añadiendo la terminación -ero al nombre concho para designar a la persona que se encarga de suministrar el servicio de concho. El sufijo -ero es muy productivo en el español antillano para derivados nominales de oficio u ocupación, como sucede en el caso del conchero.

Una acepción de la voz “concho” que ya se estudió con anterioridad en estos escritos es cuando se usa para expresar sorpresa, contrariedad o asombro. Es un equivalente “educado” de coño, pero sin la fuerza ofensiva del último; más bien utilizado como interjección. El concho dominicano en este uso pertenece a la parentela de ¡caramba! cuando indica enfado o extrañeza.

Este concho eufemístico de los dominicanos tiene lazos remotos con la concha de algunos países centroamericanos y con el inglés cunt, pues a pesar de su escritura, la voz del inglés se pronuncia de una manera algo parecida al coño del español latinoamericano. Los brasileños tienen un concho, pero es insulto cuando se usa para expresar vanidoso, engreído.

 

DESESCALAMIENTO

“. . . ha informado que reproduce un DESESCALAMIENTO de la enfermedad . . .”

Las escaladas han subido en la preferencia de los hablantes. Muchos hablantes no reparan en las imitaciones que son inherentes al verbo escalar y, por tanto, al escalamiento, y, como consecuencia, el desescalamiento.

La tendencia que se observa con respecto del uso de esta familia de palabras es algo natural en las lenguas. Una vez que una palabra entra en la lengua, las demás palabras de la misma familia tienden a seguir esos pasos. Se repasarán las acepciones de estas palabras para destacar los límites de sus campos semánticos.

Antes de entrar en otros aspectos del asunto hay que recordar que es una palabra larga. Esto indica el nivel del habla del cual procede la palabra. Este es un ejemplo típico de palabra que usa el registro culto para embellecer sus escritos.

Este desescalamiento tiene estrechos vínculos con escalada, desescalar, desescalada. Esta escalada (escalade) no viene directamente de la escala militar, sino de un uso metafórico de una “estrategia de agravamiento” que se inicia en inglés en los despachos periodísticos y comunicados de los EE. UU. durante la guerra de Vietnam. La desescalation aparece en lengua angloamericana con esta acepción en el año 1965. Los franceses por su parte aportaron la désescalade.

Luego de las intervenciones de estas lenguas extranjeras el español no podía quedarse atrás e introdujo la escalada y la desescalada. Del campo militar y político pasó a otras actividades como la economía y por último en salud pública con el aumento e incidencia de enfermedades.

La palabra escalada consta en el Diccionario de la lengua española desde hace largo tiempo. Desescalada es palabra que no ha entrado al diccionario, no está en la edición impresa de 2014, ni se halla en las consultas en línea. No obstante, algunos diccionarios de uso han aceptado el uso que se ha hecho cada vez más frecuente.

El Diccionario del español actual (1999-I-1516) consigna tanto a desescalar como a desescalada. Para desescalada, sustantivo femenino, escribe, “Disminución en la extensión, intensidad o magnitud [de algo, especialmente de la lucha o la violencia]”. Ese diccionario transcribe un ejemplo de uso de los años 1969 y 1970 relacionados con la guerra de Vietnam. Se presume que fueron estos los años en que comenzó a usarse con este significado.

Con respecto del verbo desescalar la acepción es la apropiada para las funciones verbales, “Disminuir la extensión, intensidad o magnitud [de algo (complemento directo), especialmente de la lucha o la violencia]”. La fecha de la cita de uso en ese diccionario es del año 1981.

En relación con el vocablo desescalamiento, este no aparece en ninguno de los diccionarios consultados. Esto hace presumir que su integración al uso es reciente.

La Fundación del Español Urgente considera aceptable el uso de desescalar y desescalada para las enfermedades, no solo para lucha y violencia; al tiempo que recuerda que para expresar disminución existen en español otros sustantivos que pueden utilizarse, rebaja, decremento, relajación.

Si se desea que el mensaje trascienda, el redactor tiene que elegir vocablos conocidos por todos los lectores. No debe ir a ninguno de los extremos. Esto es, ni demasiados términos rebuscados, ni tampoco voces desconocidas del lector promedio.

Alicate, caballete, journal, gente / hacer gente

Por Roberto E. Guzmán

ALICATE

“. . . es que el sector empresarial deje se ser ALICATE de los presidentes de turno . . .”

Voces como las del título resultan difíciles de documentar en cuanto a la fecha de integración en el habla porque pertenecen al español oral y solo excepcionalmente trascienden a la lengua escrita.

En el desarrollo de esta sección se examinará en cuáles hablas es vigente la voz y las diferentes significaciones que tiene.

En un artículo anterior se propuso una explicación acerca de la razón por la que se piensa que el nombre de esta herramienta se utiliza para transmitir el mensaje que expresa en el español dominicano. Por esa razón no se repite la explicación.

Como es de esperarse, en el habla dominicana la voz será como aparece en el título, alicate, sin la letra ese /s/ al final, pues ambas formas -alicate, alicates- son aceptables para denominar la herramienta.

El uso dominicano ha establecido dos acepciones para la voz estudiada aquí. La primera acepción es compartida por los dominicanos con hablantes de español de otros países; para ser más específicos, con los puertorriqueños. Esta acepción es, “Amigo íntimo, compañero inseparable”. La segunda acepción es solo de uso en República Dominicana, “Persona influyente que consigue que otra se mantenga en su oficio o en su cargo”. Diccionario del español dominicano (2013:29).

Como puede sospecharlo una gran cantidad de lectores al notar la ortografía de la palabra alicate, esta comienza con el artículo árabe hispánico al, lo que denota su origen árabe. Los antecedentes admitidos para esta palabra provienen del árabe hispánico allaqqát del árabe clásico laqqat que era “tenazas” en esa lengua.

En cuanto a la preferencia que cada hablante puede tener para expresar la idea, esta es equivalente de otra voz dominicana, “enllave”, que se ha estudiado ya en estos comentarios. Es muy posible que existan otras voces que expresen la misma idea, pero que no se mencionan en esta ocasión.

 

CABALLETE

Hay algunos caballetes que son más conocidos que otros. Entre los caballetes sobresale primero el caballete de los techos de dos o más vertientes de agua. Luego sigue el de los artistas de la pintura. Otra muy conocida para caballete es la que en el habla dominicana se llama de “burro” que es una simple estructura que sirve para reposar en ella un tablero o pieza que necesita soporte.

Si se trae este caballete a estas reflexiones acerca de la lengua es porque en República Dominicana existe un caballete que no ha recibido tratamiento adecuado.

El caballete dominicano es una parte del ave que se conoce también con el nombre de espinazo. Tiene bien ganada la denominación caballete porque de allí parten en la parte trasera del animal las costillas. Este caballete divide el cuerpo del ave en dos partes que regularmente son iguales. Este uso se ha encontrado en la región central del Cibao, en zonas rurales, así como en el suroeste del país.

 

JOURNAL

“Como ya han investigado algunos JOURNALS de educación . . .”

Hace largo tiempo que algunos periódicos utilizan el término del epígrafe para referirse a un tipo específico de publicación. Se ha notado en el uso de esta voz, extraña a la lengua española, que quienes la usan tratan de conferir a esa publicación un matiz de publicación seria o científica.

Este uso se sitúa lejos de la verdad en lengua inglesa, y desde luego, más lejos aún de la española. A este propósito puede adelantarse que en español existen varias palabras que nombran con exactitud una publicación de este género.

Estas “revistas” generalmente se citan en los periódicos y publicaciones con el nombre en inglés de journal, cuando en realidad es una “revista médica” de carácter científico. Es una “publicación periódica” que rara vez es diaria.

En francés el journal es un periódico que muchas veces es diario, pues es lo que significa journal en francés. En inglés designa algo más que algo diario, pues ha servido de nombre a un registro de operaciones mercantiles diarias, así como a la narración de acontecimientos organizada por días que lleva una persona.

En español se conocen varias palabras relacionadas con la palabra jour del francés, a manera de ejemplos pueden citarse jornal, jornalero, jornada. Jornada y jornal son palabras de larga data que constan ya en el Tesoro de la lengua castellana o española de Covarrubias (1611:491). Claro, la representación gráfica era iornada y iornal; esto así porque la jota con la representación actual apareció después de la composición del Tesoro. Es pertinente recordar que el nombre “jota” procede del nombre griego de la letra /i/, iota.

 

GENTEHACER GENTE

“. . . allí me HICE GENTE . . .”

La locución verbal “hacer gente” consta en el Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:238) con la definición de uso para, “Dar buena educación y buena posición social y económica”.

En la América hispanohablante la palabra gente significa “persona, individuo, persona decente”. No conforme con lo que el Diccionario de la lengua española trae, el Diccionario de americanismos completa la idea al añadir a lo anterior, “de buen comportamiento”, que es la persona “que es o se comporta del modo debido, como corresponde, correctamente”.

En República Dominicana cuando se desea exagerar las cualidades ya asentadas antes, califican a ese individuo de, “muy gente” y con ello se pondera la educación y la honestidad.

A lo anterior puede agregarse que en las conversaciones entre hablantes de español dominicano se ha oído decir que alguien “se hizo” gente para referirse a “crecer” en un ambiente. Empleado de este modo casi siempre se oyó cuando la persona que hablaba era de extracción humilde y evocaba el amparo recibido de una familia pudiente que lo había ayudado; con el auxilio de esa familia “echaba cuerpo”.

Desaciertos normativos en mensajes de miembros de grupos y otros usuarios

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Existen muchos usuarios de la lengua española,  me imagino que también en otras lenguas sucede, que creen que porque están escribiendo por las redes no hay que preocuparse por los errores que se cometen. Están muy equivocados los que así piensan porque esa actitud les perjudica, ya que aparecen como deficientes usuarios de la lengua, lo cual les reduce la apreciación que uno puede tener de ellos. Veamos una bastante elevada cantidad de deficiencias de deficientes usuarios.

  1. “El lugar más seguro dónde podemos estar es en las manos de Dios.” (Mensaje enviado por wasap). Ese donde no puede tener la tilde diacrítica porque no es un interrogativo, sino un relativo equivalente a “en que”. Esa oración gramatical es algo así como la respuesta a una pregunta que sí llevaría un “dٕónde”, como sería la siguiente. “¿Dónde podemos estar más seguros?”
  1. “Me has dado la capacidad de decidir sobre mi felicidad, sobre como ver las cosas…” (Mensaje enviado por wasap). Dos desaciertos saltan a la vista; el primero la falta de la tilde diacrítica al “cómo” interrogativo indirecto. El segundo es o una “y” copulativa o un punto y coma antes de “sobre cómo ver las cosas.”
  1. Al parque se van agregando nuevos atractivos, en la medida que el proyecto se desarrolla.” (Publicidad sobre el Parque Botánico Eugenio de Jesús Marcano). Esa oración no lleva coma y contiene el llamado “desenqueísmo” al eliminarle “en” al relativo “en que” en la parte de la oración que debe ser “en la medida en que el proyecto se desarrolla.”
  1. “En la medida que el pueblo se educa, el país cambia automáticamente hacia su mejoría.”(Candidato a un cargo electivo y es poseedor de una elevada  cultura). Al igual que el caso anterior, emplea el “desenqueísmo” al expresar “En la medida que” debiendo ser “En la medida en que”.
  1. “La publicación generó comentarios, a algunos le parecía gracioso y así lo demostraban con emoticones…” (Articulista de la Academia Dominicana de la Lengua). Aparece en esta expresión un “le” que debe ser “les” por la concordancia con “algunos”. Esa falta de concordancia es muy común en los usuarios dominicanos.
  1. “Se feliz, no te canses de hacer el bien.” (Miembro de una comunidad de católicos). El verbo inicial debe escribirse “Sé” pues lleva la tilde diacrítica; y después de “feliz” deber ir un punto y coma o, mejor aún,  una “y”.
  1. “…sigue agradeciéndole por todo lo que te concede, recuerda que solo El te proporciona lo necesario para que permanezcas en su gracia.” (El mismo del caso anterior). Aquí aparecen dos oraciones gramaticalmente completas,  por lo cual no pueden separarse por una coma, sino por un punto que debe aparecer entre “concede” y “recuerda”.
  1. “Por el momento sólo están permitidos un día a la semana con un número reducido de asistentes.” (Periodista Ycell Suero, Diario Libre). A partir del 2010 ese “solo” ya no lleva la tilde diacrítica.
  2. “En esta fase sólo vamos a oficiar misas los domingos…” (Un sacerdote de la capital dominicana). También este sacerdote le mantiene la tilde al “solo”.
  1. “Tengo mi hipótesis ya veremos finalmente cuales son los objetivos políticos de Danilo Medina.” (Miembro de un grupo político con una página virtual de comentarios breves). Este comentarista no puso el punto al terminar la oración “Tengo mi hipótesis”, que aunque es breve, es una oración completa. Tampoco le marcó la tilde diacrítica al interrogativo “cuáles”.
  1. “…todo el mundo quiere ser protagonista de palabras no de hechos que vallan en beneficios del país, si no de ellos individualmente.” (Miembro del grupo político con página virtual). Escribió “vallan”, una forma verbal no existente en español, en vez de “vayan, una forma verbal de “ir”; además, incurrió en el desacierto de usar la expresión adverbial “en beneficio” queriendo hacer concordar este último término “beneficio” con “hechos”. Otro desacierto consiste en emplear el adversativo “sino” separado.
  1. “No recibimos nada por qué no lo aceptamos. No la ponen difícil.” (La misma persona del caso anterior). Eso que el usuario escribió “por qué” como si fuera pregunta, pero va unido y sin tilde. Debió escribir “No recibimos nada porque no lo aceptamos.” Y la última oración debe ser “Nos la ponen difícil.”
  1. “Estoy en la lucha…haber si todo estos males se cambian.” (Otro miembro del grupo político ya citado). En “haber” incurrió en tres desaciertos pues debe escribirse “a ver” sin h, separado “a ver” y con v. Escribió “todo” sin concordar con “males”, por lo que ese grupo sintáctico debe escribirse “todos estos males.”
  1. “Vamos a insertar a esos ciudadanos en cualquier sector que se necesite su ayuda.” (Candidato a un elevado cargo electivo). El desacierto presente en ese texto es el llamado “desenqueísmo” pues eliminó “en” del relativo “en que” del grupo “en cualquier sector en que se necesite su ayuda.” En ese desacierto incurre un porcentaje muy elevado de usuarios del español en nuestro país.

Ya han visto los desaciertos de una cantidad considerable de usuarios de la lengua en nuestro país. Es de desear que se ponga un mayor cuidado aunque uno escriba por las redes. Nuestro idioma español hay que cuidarlo siempre.