RECEPCIÓN DE PERALTA ROMERO COMO MIEMBRO DE NÚMERO
La Academia Dominicana de la Lengua oficializó la incorporación de Rafael Peralta Romero como nuevo miembro de número de esta corporación durante un solemne acto con la presencia de académicos de la lengua y de la junta directiva. La ceremonia protocolar contó con la asistencia de escritores, intelectuales, políticos, periodistas, profesores, estudiantes de letras y personas interesadas en el lenguaje del buen decir.
Conforme al protocolo pautado por las academias para recibir al nuevo recipiendario de la lengua, el escritor, periodista y catedrático Rafael Peralta Romero leyó su discurso de ingreso, “Concurrencia de libertades y restricciones en el uso de la lengua española”, disertación comentada en el discurso de recepción a cargo del académico numerario Tony Raful Tejada. La maestría de ceremonias contó con la guía del Dr. Manuel Núñez Asencio, miembro numerario y de la junta directiva de la ADL.
Manuel Núñez Asencio leyó la semblanza de Rafael Peralta Romero, de quien resaltó su condición de narrador, periodista y profesor, subrayando su amplia experiencia en esas disciplinas del saber. Resaltó que Peralta Romero es un gran colaborador de esta institución y forma parte del equipo gramatical de Fundéu-Guzmán Ariza para las recomendaciones gramaticales y ortográficas que la Academia ofrece al país.
Al iniciar sus palabras y luego de agradecer a los académicos su elección como miembro de número, Rafael Peralta Romero rindió homenaje a Ramón Emilio Reyes, a quien reemplaza en el sillón C de esta institución. Ponderó la obra de Reyes al resaltar su obra literaria y su aporte lingüístico y literario a la ADL y a las letras dominicanas.
En su discurso de ingreso el escritor abogó por el enriquecimiento léxico del español mediante la derivación, la composición y la parasíntesis, y expresó que se propuso hablar de las restricciones y la libertad que tienen los hablantes para crear las palabras que resulten útiles con el fin de nombrar seres y cosas, denominar acciones o expresar las cualidades de los elementos. También se refirió a las limitaciones de esa libertad léxica, ya que hay que ponderar el genio de nuestro idioma y el sentido de la unidad idiomática en quienes usamos este importante medio de comunicación.
Peralta Romero explicó que la responsabilidad implica la oportunidad de escoger entre dos o más opciones ya que la decisión adoptada conlleva alguna restricción, pues hay una correspondencia entre el albedrío y las limitaciones: “Nada hay más parecido a las reglas de tránsito que las pautas gramaticales. ¿Quién disfruta conducir un automóvil en una ciudad carente de señales, semáforos o agentes de tráfico? Me parece que en esto solo encontrarán placer quienes gozan andar en el desarreglo. Quizá no sea aventurado afirmar que quien se solaza en el desorden lleva la conciencia atropellada, y es lícito intuir que ha de ser un sujeto patológico”, subrayó. Entonces manifestó que los dominicanos somos concesivos y respetuosos frente a las lenguas extranjeras de las que tomamos palabras prestadas. Justamente la consonante J es la víctima más propicia cuando se cuela cierto complejo de inferioridad lingüística que llevamos dentro.
Respecto al uso de la lengua, Peralta Romero señaló que los conservadores se apegan a la pureza del caudal idiomático y se oponen a neologismos y adaptaciones de vocablos procedentes de otras lenguas, pero si alguien reclama la abolición de los controles académicos en el uso de la lengua o reclama la anulación de las normas ortográficas para prescindir de los signos de puntuación o colocarlos a su antojo es un individuo que encarna la anarquía o alberga una vocación para actitudes viciadas. Aclaró que toda realidad, acción, cosa o cualificación requiere de las palabras que las designe, y si faltara ese vocablo, hay que crearlo o tomarlo prestado, dijo.
En la parte central de su discurso, Peralta Romero consignó: “En los debates acerca del tema lingüístico afloran con la frecuencia y el fervor que caracterizan a las discusiones políticas puntos de vistas tan diferenciados que permiten clasificar a los intervinientes en conservadores, revolucionarios y anarquistas. En lo relativo a la lengua, a los conservadores se les llama puristas. Estos se apegan al caudal lexicográfico del español y se oponen a dar cabida a neologismos y adaptaciones de vocablos procedentes de otras lenguas. Alguien que reclama ausencia de controles académicos en el uso de la lengua, que proclama necesaria la anulación de las normas ortográficas, que prescinde de los signos de puntuación o en vez de colocarlos los tira al desgaire, es un individuo que encarna la anarquía o al menos alberga en sus genes vocación para actitudes viciadas. La posición intermedia, como las acciones democráticas y progresistas en la política, propenden a aceptar la adaptación de neologismos, sobre todo si no tienen equivalentes en nuestra lengua (baipás, estrés, escáner), aceptan acepciones aplicadas en el habla local a voces existentes en el español (“cuero”, ‘prostituta’; “china”, ‘naranja’; “lechosa”, ‘papaya’). La máxima elevación de ese grupo -en el cual quisiera contarme- es poder ver y propiciar la capacidad del enriquecimiento léxico mediante la derivación, la composición y la parasíntesis”.
Entonces explicó que los verbos son elementos indispensables en el idioma. Es la única categoría gramatical capaz de expresar una idea por sí sola. Destacó que en nuestra lengua hay dos procedimientos morfológicos para derivar verbos a partir de adjetivos, adverbios, sustantivos o de otros verbos. El primer procedimiento es la sufijación. El catedrático ilustró con ejemplos los verbos formados por sufijos y prefijos, la derivación de sustantivos, entre otras explicaciones. Precisó que el ideal del crecimiento de la lengua española, sin menoscabo de su genio, queda expresado en este párrafo de los Estatutos de la Academia Dominicana de la Lengua: “Tiene por primordial objetivo la defensa y el cultivo del idioma español, común de los dominicanos. Debe velar, por ello, porque su natural crecimiento no menoscabe su unidad y que sea conforme a su propia índole y su desarrollo histórico”.
Rafael Peralta Romero subrayó que en el uso de la lengua castellana, las libertades vienen complementadas por las restricciones. Hay una sana correspondencia entre ellas, que permite considerar que el hablante del español disfruta de libertad para crear y adaptar términos, erosionar el orden gramatical, rebautizar los seres y las cosas o dotar de un valor semántico particular a los vocablos existentes, siempre para satisfacer necesidades de comunicación, aunque esa libertad es condicional.
Para recibir al nuevo numerario, intervino Tony Raful Tejada, quien recibió a Rafael Peralta Romero en nombre de la ADL. Ponderó la buena elección de Peralta Romero como uno de los destacados escritores de la literatura dominicana, además de ocuparse del aspecto teórico de nuestra lengua mediante conferencias, estudios y artículos.
Manifestó que su discurso de ingreso para la incorporación como miembro de número de la ADL es un formidable alegato para el abordaje de la libertad de los hablantes, en el sentido de crear nuevos términos y vocablos requeridos por la necesidad léxica comunicacional para nombrar seres y cosas, denominar cualidades de los elementos y resaltar el uso del buen decir. Raful Tejada refirió que Peralta Romero ha ofrecido numerosas exposiciones sobre temas vinculados a la cultura, el lenguaje, la historia, la literatura infantil, la ortografía, la narrativa y la poesía: “Peralta Romero propone priorizar la necesidad de comunicarnos enriqueciendo la lengua en la creación de palabras que nos resulten necesarias. Es el elemento referencial de las restricciones en enfoque de la necesidad cuando habla de generar voces nuevas a partir de otras ya existentes en nuestra lengua, y en algunos casos la adopción y la castellanización de vocablos procedentes de otra lengua y que carecen de equivalente en la nuestra”, dijo el ilustre poeta y escritor. Comentó que el nuevo académico numerario hace hincapié en el problema que se crea al cambiar el sonido de la “j” por la de la consonante “y”, lo cual se muestra de manera sistemática en generaciones anteriores: “Habla de un complejo de inferioridad lingüística que llevamos dentro. Me parece interesante su criterio para una discusión más profunda, pero los ejemplos son reveladores”, dijo Raful Tejada.
Para finalizar su discurso, el poeta Raful expresó: “Recibimos en este augusto recinto de la lengua, de la palabra reluciente en proceso magno de renovación perenne, al nuevo miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, Rafael Peralta Romero. Bienvenido al recinto sagrado del idioma, a la defensa de su ausencia primigenia de comunicación y su evolución en el desarrollo cultural y social de los pueblos”.
El Dr. Bruno Rosario Candelir, director de la ADL, cerró la actividad oficializando la incorporación de Rafael Peralta Romero como nuevo miembro de número de la ADL y consignó que a partir de esta incorporación es también miembro correspondiente de la Real Academia Española, al tiempo que le impuso la medalla académica y le entregó el diploma que acredita su nueva categoría académica con su rango de titular de la ADL.
El nuevo académico de número es miembro de la comisión lingüística de la ADL y, en su calidad de ensayista y estudioso de la lengua, tiene en su haber una fecunda colaboración intelectual a nuestra corporación. Prestante miembro del grupo Mester de la Academia, ha presentado varias ponencias en los actos de la institución y forma parte del equipo colaborador de Fundéu-Guzmán Ariza para la preparación de recomendaciones gramaticales; ha dictado cursillos sobre temas ortográficos y ha presentado obras literarias en nuestra corporación y en diversos escenarios nacionales.
Rafael Peralta Romero nació en Miches el 3 de diciembre de 1948. Ha colaborado como maestro de ceremonias en las actividades académicas de la ADL y publica artículos y ensayos para el Boletín de la Academia. Autor de una columna periodística semanal en El Nacional sobre asuntos idiomáticos, mantiene una ejemplar militancia en las actividades culturales de nuestra institución y en los encuentros literarios del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular, del cual es miembro activo y un asiduo participante en sus labores literarias. Ha publicado las siguientes obras literarias: Diablo azul, 1992; Residuos de sombra, 1997; Los tres entierros de Dino Bidal, 2000; Cuentos de visiones y delirios, 2001; Memorias de Enárboles Cuentes, 2004; El conejo en el espejo, 2006; Cuentos de niños y animales, 2007; Punto por punto, 2008; De cómo Uto Pía encontró a Tarzán, 2009; A la orilla de la mar, 2011; Círculo de espera, 2012; Pedro el cruel, 2013; Ella y tú, 2016; y La paloma dálmata, 2017.
Compartimos nuestro regocijo por la incorporación de este valioso escritor como miembro de número de la ADL, al tiempo que encomiamos su brillante hoja de servicios a esta institución con su aporte a nuestra lengua, su labor cultural y su creación en beneficio de las letras dominicanas.
Santo Domingo, ADL, 13 de febrero de 2018.