Temas idiomáticos

María José Rincón

NUEVAS ACEPCIONES

26/01/2021

 

La tecnología se extiende en nuestra vida cotidiana. Nada de malo tiene que se extienda también en el diccionario. Nuevas realidades, nuevas palabras, nuevas acepciones. Todos las usamos, y las usamos tanto que llega a sorprendernos saber que acaban de incorporarse al Diccionario de la lengua española en su actualización más reciente. Ya teníamos las palabras; ahora las utilizamos para referirnos a más cosas, ampliamos sus sentidos, las hacemos crecer.

Un perfil ha dejado de ser solo el de una figura para referirse también a nuestra identidad en una red social y al espacio donde publicamos los datos sobre ella. Un hilo ya no es solo una hebra textil larga y delgada que ensartamos o tejemos con una aguja; ahora publicamos en una red social un hilo con el que ensartamos una serie de mensajes relacionados. Antes publicábamos por medio de la imprenta; ahora lo hacemos en entornos digites. Lo bueno que tienen estos entornos es que también podemos despublicar, es decir, ‘retirar del acceso público un contenido’. Pesar fue siempre tener peso; el mundo digital le ha añadido una nueva acepción. Ahora también pesan los archivos, ocupan un cierto espacio de memoria en nuestros dispositivos electrónicos. Los avatares ya no son solo encarnaciones de dioses; ahora representan nuestra identidad virtual, simples mortales. Muchos se echarán a temblar y despotricarán sobre las nuevas tecnologías; las culparán de maltratar el idioma. Lo cierto es que estas nuevas acepciones demuestran cómo funciona la lengua, cómo se mantiene viva y a nuestro servicio. Somos nosotros, los hablantes, los responsables de todo lo demás.

 

02/02/2021

EMOJIS Y TROLES

 

Últimamente los usamos casi tanto como las palabras, pero sus nombres no estaban en el diccionario; hasta ahora. La versión actualizada del Diccionario de la lengua española ya registra los sustantivos emoticón, o emoticono, y emoji, de origen japonés, para referirse a esas pequeñas y coloridas imágenes digitales que incluimos en nuestros mensajes escritos y que muchas veces llegan a sustituirlos. Por nuevos que sean los emojis no se libran de las reglas para utilizarlos correctamente. El Libro de estilo de la lengua española, de la Real Academia Española, nos aconseja separarlos de las palabras con un espacio y respetar las normas de puntuación en los enunciados que los contienen.

En el Diccionario de la lengua española habitan toda clase de seres malignos. Uno de mis preferidos es el trol, personaje malvado, tradicional de la mitología escandinava, que vive en bosques y cuevas. Pero a nuestro mitológico trol le ha salido un tocayo; un nuevo inquilino en el diccionario, esta vez de origen inglés, y con menor prosapia, un usuario, indeseado y afrentoso, de las redes sociales que se pasa el día publicando mensajes con el ánimo de ofender, de provocar o, simplemente, de arruinar una conversación. Y claro, los troles no tienen otro oficio mejor que el del troleo, sustantivo también incluido en la actualización más reciente de nuestro diccionario académico; y no tienen otro oficio que trolear a diestra y siniestra, casi siempre a siniestra.

Ya sabemos que los diccionarios son las casas de las palabras y las palabras no se están quietas, mal que les pese a muchos. Las palabras están tan vivas como sus hablantes y estos cada día más habitamos las redes sociales. No debe extrañar que algunas palabras nuevas salten desde ahí al diccionario.

 

9/02/2021

VOLVERSE UN MANGÚ

«¿Sabías que la palabra mangú no aparece en el diccionario?». Así llama nuestra atención la nueva campaña publicitaria de los supermercados Jumbo, que pide a sus seguidores que utilicen la etiqueta #mangú en la RAE cuando se dirijan a la cuenta de la Real Academia Española para pedir que incluyan la palabra en su diccionario. Curiosa iniciativa publicitaria que merece que la aprovechemos para aprender un poco sobre diccionarios.

Empecemos por ahí: no existe «el» diccionario. Diccionarios hay muchos y de muchos tipos, y no todas las palabras están en todos, ni deben estarlo. Por ejemplo esta campaña publicitaria pasa por alto que la palabra mangú está registrada en el Diccionario del español dominicano de la Academia Dominicana de la Lengua o en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Su aparición en estos dos diccionarios (dos de muchos) se justifica porque la palabra cumple con los criterios que estas obras establecen para su inclusión. La propuesta de la palabra mangú deberá cumplir con los criterios del Diccionario de la lengua española de la RAE.

En cualquier caso, la presencia en el diccionario no le quita ni le pone al sustantivo mangú, tan nuestro como el plato que designa. Ojalá esta campaña se ampliara, no solo para la inclusión anecdótica de un término concreto en un diccionario concreto, sino para la difusión de nuestro patrimonio léxico, propio o compartido con otros hispanohablantes; para la promoción del buen uso del español en las redes o, ¿por qué no?, en las campañas publicitarias (por ejemplo, en el anuncio de Jumbo aparecen los anglicismos taguear y hashtag); para no volvernos un mangú con la ortografía, tantas veces maltratada; para la valoración de nuestra particular y riquísima forma de hablar español.

 

16/02/2021

BOMBONES PARA SIEMPRE

 

Cuando por la mañana bien temprano me encaminaba a mi oficina, solía encontrarme con Doi, con don Manuel Salvador Gautier, que paseaba a sus perros a paso largo y firme. Su porte y su silueta inconfundibles no lo dejaban pasar desapercibido. Más de una vez me detuve a saludarlo. A pesar de nuestros encuentros frecuentes en la Academia Dominicana de la Lengua, lo recuerdo mejor en estas breves conversaciones, a pie de calle, cerca del mar en el fresco de la mañana; revivo la calidez de su palabra, la perspicacia de su mirada y, en especial, su actitud templada y serena.

Recién llegada a esta isla, me regaló su primera novela, El atrevimiento, primer volumen de su tetralogía Tiempo para héroes. Con ella empecé a conocer literariamente la historia dominicana. Cuando supe de su muerte, busqué sus obras en mi biblioteca y, mientras recorría sus lomos, recordé que en esa primera novela Doi me había dejado una dedicatoria: «A María José, con la esperanza de que sus estudios de filología sirvan para entender a los dominicanos y para que los dominicanos se entiendan ellos mismos». Tremenda responsabilidad, sobre todo viniendo de la pluma de don Manuel, premio nacional de literatura. Me da por pensar que tenía razón. ¿Para qué otra cosa si no sirven la literatura y la filología?

A Doi le gustaban los bombones. Para siempre se me quedó entre las manos la caja de bombones que un día íbamos a compartir. Para siempre se quedarán en mis manos, y espero que en las de todos los lectores, sus novelas.

 

23/02/2021

UNA REGLA AGRADECIDA

No me nieguen ustedes que todos, al menos lo que prestamos atención a la ortografía, agradeceríamos que existieran reglas sin excepciones. Reglas hay muchas; excepciones, casi tantas como reglas. Memorizarlas todas es una tarea ímproba. Sin embargo, hay un puñado de reglas muy sencillas, con muy pocas excepciones, que se aplican a palabras que usamos con mucha frecuencia. Yo las llamo reglas ortográficas «agradecidas»: poco esfuerzo, grandes resultados.

El sufijo -oso, y su forma femenina -osa, se utiliza en español para formar adjetivos. Siempre se escribe con ese; por lo tanto, los adjetivos que se forman con él siempre se escriben con ese.

Este sufijo forma adjetivos a partir de sustantivos. Los adjetivos que resultan siempre se refieren a que lo expresado por el sustantivo es abundante. Con facilidad comprobamos su productividad: gusto, gustoso; nube, nuboso; jabón, jabonoso; afecto, afectuoso; montaña, montañoso; mora, moroso; bondad, bondadoso, volumen, voluminoso; vigor, vigoroso, vello, velloso; sudor, sudoroso.

El sufijo -oso/-osa forma, además, adjetivos a partir de otros adjetivos: de verde, verdoso, o de alegrealegroso. También en esta modalidad produce muchos nuevos adjetivos: amarillo, amarilloso; amargo, amargoso; elegante, elegantoso. También aparece este sufijo en adjetivos que se derivan de verbos: cavilar, caviloso; afrentar, afrentoso; resbalar, resbaloso. Hay otro sufijo que sigue esta misma regla ortográfica y que se aplica especializamente en la nomenclatura química: sulfuroso, nitroso, cloroso, ferroso.

A ojo de buen cubero el Diccionario de la lengua española registra unos mil trescientos adjetivos terminados en -oso/-osa. Solo hay dos excepciones a la regla: mozo y moza, buenmozo y buenamoza. A esto era a lo que me refería cuando les hablaba de regla ortográfica «agradecida». ¿Y lo buen mozo que resulta alguien con buena ortografía?

Arrayano/*arrallano, siore, a rastro/a rastras/con la soga al rastro, comelona/comilona

Por Roberto E. Guzmán

ARRAYANO – *ARRALLANO

¿Qué será de los ARRALLANOS, los hijos de . . .”

En muchas ocasiones resulta útil orientarse con respecto de la ortografía de un vocablo por medio del origen del vocablo. Si se sigue este método, el *arrallano de la cita tendría relación con llano o, con rallar.

Lo triste del asunto es que el redactor de la frase de la cita quiso referirse a las personas oriundas o que viven en la zona fronteriza entre Haití y la República Dominicana.

Luego de haber aclarado lo que quiso expresar el equivocado redactor, hay que explicar por qué es “arrayano” y no otra cosa. Esa frontera entre esos dos países en el habla de hace muchos años solía llamarse “la raya” porque era y es una señal larga trazada artificialmente para marcar los límites entre los dos países.

Los arrayanos se consideraban, todavía según parece se consideran, oriundos o habitantes del confín del país, alejados del poder central y del centro de las decisiones gubernamentales. De algún modo se consideran los olvidados, postergados, menos apreciados.

Una particularidad de los oriundos de esa región del país dominicano la representa el bilingüismo español-criollo haitiano que se manifiesta en las conversaciones y especialmente en las relaciones comerciales entre los nacionales de ambos países. Este bilingüismo se comprueba a ambos lados de la raya.

No ha de olvidarse, es arrayano porque tiene relación con la señal larga que se supone que existe, aunque solo sea en el imaginario de los dominicanos.

 

SIORE

“. . . se caracterizó por la elegancia y maestría de su fildeo en la segunda y en el SIORE . . .”

Según parece, esta voz, junto con otras de la misma ¿familia? Son exclusivamente dominicanas. Las otras voces de esta ¿familia? son, sior, siorestop. Una vez que se han leído las voces de este tipo se sabe que se está en el terreno de juego de béisbol.

Las tres voces extrañas a la lengua española pertenecen al español dominicano y se usan para denominar de modo rápido y acortado a la posición conocida en inglés, short stop. Mediante la comparación de la denominación del inglés y las voces de creación dominicana puede comprobarse que hay deformación que es el resultado de llevar al español la pronunciación del inglés; o por lo menos, lo que se piensa que se oye.

Una de las dificultades en la representación en español del sonido del inglés comienza con el sonido de la sh en inglés, que es suave. Además, el sonido ese /s/ delante de consonante no es usual en español y esto lo hace más difícil. En español la ese /s/ al principio de palabra se apoya sobre el sonido de una vocal, de ahí que aparezca la intromisión de la letra i /i/ en la grafía que se presentó. Un fenómeno parecido se reproduce con la segunda ese /s/, que se apoya en otra letra, la /e/ *estop.

En muchos casos en el español para la posición del jugador se usa llamarlo “campocorto”, que no es una traducción de la palabra del inglés, sino una adaptación al español. El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española acepta que este vocablo representa el “puesto del jugador que se sitúa entre la segunda y la tercera base”, naturalmente, en el beisbol.

 

A RASTRO – A RASTRAS – CON LA SOGA AL RASTRO

“. . . sale del gobierno ´CON LA SOGA AL RASTRO´ . . .”

No son pocas las palabras o expresiones de la lengua que tomadas de forma separada no tienen sentido. En la mayoría de los casos estas logran imponerse en la lengua gracias a la repetición continuada. No siempre la lógica y la lengua andan del brazo.

Todo lo que se ha esbozado en el párrafo anterior a este es el fenómeno que se produce en el caso de la locución verbal que usó el redactor de la frase copiada. Se abundará sobre el tema de la locución y de sus partes para despejar algunas dudas con respecto a su empleo.

No hay que dejarse confundir con el empleo de “rastro” en el caso de la locución, pues corresponde al verbo “rastrar” que es de poco uso en el español moderno en tanto transitivo y vale para expresar “llevar a rastras”.

Para despejar dudas es oportuno que se señale que en el habla de los dominicanos existe la locución adverbial “a rastro” para dar a entender “de mal grado”. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:431). El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española asienta también esta locución y a “de mal grado” añade, “obligado o forzado”.

El español dominicano es prolijo en las locuciones que se sirven del vocablo soga en su formación, el diccionario fraseológico mencionado en el párrafo retropróximo asienta veintidós de estas en sus páginas.

Entre las locuciones mencionadas se encuentra “andar con la soga a rastro”, que mantiene dos acepciones. La primera es, “Dar indicios de haber hecho algo indebido”, y la segunda, “Estar propenso a un castigo”.

Además de la locuciones ya mentadas, existe otra muy parecida a las anteriores, “irse con la soga a rastras”, para significar “Escapar dejando deudas o asuntos pendientes”.

Es muy probable que estas locuciones estudiadas aquí, así como las demás que no hay espacio aquí para tratar, provengan del habla rural donde la soga era un instrumento con muchas funciones y en consecuencia se prestaba para usarla en sentido figurado porque era de uso diario.

Hay que celebrar que se preserven en el habla todas estas locuciones; sobre todo si se tiene en cuenta que algunas de ellas son creación y uso exclusivo de los dominicanos.

 

COMELONA – COMILONA

“. . .compartió una COMELONA en estrecha camaradería . . .”

En la frase reproducida más arriba ha de entenderse que esta comelona se refiere a la “comida abundante”, que la interpretación americana sugiere.

No hay que perder de vista que comelona en tanto adjetivo es una persona que come mucho. Por la terminación se entiende que se refiere a una persona del sexo femenino.

En ocasiones debe observarse cuidado al usar una u otra de las palabras, porque puede suceder que en algunos ambientes la comida abundante se conozca por “comilona”, aunque en otras hablas esa comida abundante sea una comelona. Las diferencias entre los significados de las dos palabras del título tienen historia.

De acuerdo con lo que puede leerse en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-II-158) el vocablo comedor derivó del verbo comer y solo valía para la persona que comía mucho; años más tarde pasó a designar el lugar de comer. La palabra comilona llegó al español en fecha posterior a comelona.

En la actualidad el adjetivo comelón, na, en once países de América se usa para mencionar a la persona que el diccionario académico llama de comilón. El femenino comelona en República Dominicana y Venezuela equivale a “comida abundante”.

En República Dominicana de hace ya años se invitaba a una comelona para significar que era un convite a un banquete, pero de menor elegancia que este, aunque hubiese gran selección de manjares. Con eso se daba a entender que no era para degustar bocadillos, sino para comer sentados, con posibilidad de ingerir gran cantidad de alimentos.

Comelona es adjetivo femenino y además sustantivo en República Dominicana; así vale para caracterizar a la persona como para denominarla cuando esta come mucho.

En el español canario comelón equivale a glotón. El Tesoro léxico canario-americano (2010:334) documenta el uso con varias citas para ese archipiélago. La documentación americana con ese significado comienza a aparecer en los diccionarios de finales del siglo XIX; eso sugiere que el uso en el habla es muy anterior a esos años.

En cuanto a comelona, sustantivo femenino para comida muy abundante y variada, es significado común para Colombia, México, Nicaragua, República Dominicana y Venezuela. El Tesoro antes mencionado insinúa que con ese uso comenzó en América, pues su aparición documentada en Canarias es posterior a la americana.

El Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-318) trae citas que confirman que comelón se usa para “persona que come mucho” y para “comida muy abundante y variada”. En Puerto Rico D. Augusto Malaret menciona a comelona para comida abundante y persona que come mucho en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1917:45). Con esta mención se comprueba que la significación que es habitual en las islas antillanas es de larga data.

Con las menciones acerca del español canario y el americano, así como su coincidencia en cuanto a peculiaridades, se trata de destacar que esas islas del Atlántico sirvieron de relevo para los viajes en ambas direcciones del habla española y americana.

A troche y moche/*a trocha y mocha, compromiso

Por Roberto E. Guzmán

 

A TROCHE Y MOCHE – *A TROCHA Y MOCHA

“. . . y a vivir de las limosnas que repartieron a TROCHA Y MOCHA . . .”

Lo que el hablante entiende por la locución adverbial varía demasiado en el español dominicano. Esta locución en el habla sirve para expresar casi cualquier idea. Más abajo se verá que es muy vieja en el español y se repasarán las significaciones que le son atribuidas, tanto por el hablante como por las autoridades de la lengua.

Antes de entrar en el meollo del asunto se hace necesario recordar que la locución reconocida internacionalmente es “a troche y moche”. El hablante de español dominicano que dice “a trocha y mocha” lo hace porque no reconoce ninguna troche ni menos moche. Sustituye las palabras desconocidas por palabra de su léxico activo, trocha y mocha.

La información más vieja que se ha conseguido para la locución data del castellano clásico cuando se escribía en una sola palabra “trochemoche”, o trochi, trochimoche: “sin orden ni concierto”. Glosario de castellano clásico (2003:174). En castellano antiguo existía el verbo intransitivo “trochar” que significaba “avanzar”. Diccionario de castellano antiguo (2002:284).

La mocha más conocida en República Dominicana es la herramienta de labranza para el corte de la caña de azúcar, que no tiene punta y la hoja es más ancha que la del machete; se llama así porque le falta la punta. Con respecto de la trocha los dominicanos identifican de inmediato dos cosas con ese nombre, la senda abierta en la maleza y el guante del receptor en el juego de beisbol. Esa sustitución de palabras que se opera en la locución se explica porque es un fenómeno natural es las lenguas; las palabras conocidas ejercen atracción sobre las desconocidas que llegan a ser reemplazadas por las primeras; o las más populares sustituyen a las menos frecuentes.

Si se recurre al diccionario de las academias de la lengua para satisfacer la curiosidad acerca de esta locución se encuentra que ese lexicón entiende que se utiliza para señalar que algo se hace o dice de manera “Disparatada e inconsideradamente”.

La locución se encuentra asentada en el Diccionario fraseológico documentado del español actual (2017:860) donde se lee que corresponde a decir o escribir, “Sin tino ni medida”. En República Dominicana se entiende que comunica el mensaje de “En todo momento”, así por lo menos en el texto que sirve de apoyo para su documentación. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:497).

Las diferentes interpretaciones de los significados de la locución no terminan ahí, pues el Gran diccionario de la lengua española de Larousse indica que expresa “con derroche o de forma irreflexiva”, con el equivalente, “a diestro y siniestro”. En otra parte de ese mismo diccionario asegura que se emplea para indicar que “una cosa se hace en gran cantidad y sin reflexionar”.

De acuerdo con lo que consigna el Diccionario integral del español de Argentina, (2008:1794) la expresión estudiada aquí informa que algo se hace “sin orden o límite”.

Por medio de la lectura de esta sección puede comprobarse que los hablantes de español dominicano no están equivocados al usar la locución con diferentes sentidos en sus conversaciones, como se escribió al principio de esta exposición, pues eso corresponde a la realidad de la lengua.

 

COMPROMISO

“. . . que se atribuyó a la presencia de COMPROMISO pulmonar persistente . . .”

En algunas ocasiones las personas que traducen documentos lo hacen sin reparar en que las palabras no pueden traducirse de modo directo, por una parecida; es decir, sin detenerse a pensar en que los significados entre las lenguas vecinas no siempre corresponden con aquellas palabras a las que se asemejan en su escritura. La idea condensada en las frases anteriores se despejará a continuación.

En el campo de la medicina, ese tipo de “compromiso” no existe en español. Lo que puede producirse es que se presente una “afectación, deterioro, insuficiencia, alteración”. Se está seguro de que quienes leen las palabras propuestas en español del campo médico, esas personas exclamarán, “Oh, es cierto”. Esto así porque esas palabras llevan consigo ideas propias de la medicina. Con respecto del pulmón y la cardiopulmonary compromise, se trata de una afectación cardiopulmonar o insuficiencia cardiorrespiratoria.

Es innegable que la intromisión de este tipo de “compromiso” ha llegado a tal punto que muchas personas pasan por alto el desliz. Así se expresa el Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina (2005:210) con respecto a este desacierto.

En otras situaciones la palabra del inglés compromise, pasa a ser un arreglo, una concesión, transacción, conciliación, avenencia, acuerdo, cesión, contemporización.

Muchos de estos sustantivos pueden ser usados acompañados de verbos que ayudan a comprender mejor el sentido de lo que se expresa o se desea expresar; sobre todo, al traducir el verbo del inglés.

Las combinaciones a que se recurren pueden ser muy variadas, pero se ofrecen algunas para aclarar algunas ideas al respecto. Así se acostumbra a “alcanzar o llegar a un arreglo”, “llegar a una avenencia”. Las circunstancias llevan a utilizar “hacer concesiones”, “atenuar las pretensiones”, “encontrar una fórmula conciliatoria”, etc.

Algunos verbos pueden transmitir la noción, como acordar, ceder, conciliar, transigir, conceder, convenir, asentir, contemporizar. Avenirse, acomodarse, amoldarse.

El compromise puede no ser más que una “obligación, una cita, una situación difícil, una participación (en proyecto), colaboración, cooperación (en una tarea).

En otro orden de ideas, el verbo compromise puede significar “poner en peligro”, comprometer, arriesgar, exponer.

Por medio de la lectura de lo que se ha vaciado en esta sección se entenderá que la labor de traducir no es asunto para tomar a la ligera.

Cachanchán / canchanchán, aguaje

Por Roberto E. Guzmán

 

CACHANCHÁN – CANCHANCHÁN

“Ellos también se rindieron a las energías desplegadas por las aspiraciones de su CACHANCHÁN . . .”

La voz del epígrafe no es una de larga historia en el español dominicano. Lo que le falta en tiempo de uso lo compensa con el uso intenso que de ella se hace en las conversaciones. Hasta en las reseñas, notas y artículos periodísticos se hace amplio uso de esta voz. Con esto último se destaca el salto que ha dado del habla a la literatura periodística. El último rasgo le confiere mayor permanencia y popularidad, pues los periódicos escritos y radiales son de amplia difusión en la República Dominicana.

La documentación recogida en el Tesoro léxico canario-americano (2010:214) señala que la palabra del título tuvo su origen en Cuba. D. Fernando Ortiz la consigna en su Nuevo catauro de cubanismos de 1923, pág. 101, donde él anota que significa, “Alcahuete. Servidor político incondicional”.  Ya antes Augusto Malaret había escrito que era usada en “jerga de politicastros”, en Cuba para, “Alcahuete, hombre de confianza”.

La palabra del título entró en el Diccionario de la lengua española (DLE) en la vigésima segunda edición, (2001-I-382) con la anotación de que era de uso en Cuba en el registro coloquial para expresar desprecio para, “Persona adulona, servil”.

La voz en cuestión permaneció en el uso y como tal aparece en los repertorios de voces cubanas. En el Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-196) está catalogada con la marca gramatical de adjetivo y sustantivo como despectiva para, “Persona que adula o da la razón a otra, generalmente por servilismo o por interés personal”. (Subrayado de RG). En Puerto Rico el cachanchán no es más que un vago.

El Diccionario de americanismos (DAA) del 2010 incluye la República Dominicana (RD) junto a Cuba como los países donde se usa cachanchán para significar halaleva, con el señalamiento de que es de poco uso en ambos países. Este halaleva es un término anotado como obsoleto en ese diccionario que expresa, “Persona que adula a otra por interés o por servilismo”. Para RD ese lexicón escribe que cachanchán es la persona “que gusta de la juerga, de los tragos”. En otras palabras, es persona que parece inseparable de otra; cercana en amistad, trato o confianza.

Mediante el uso que se ha observado en el habla de los dominicanos, se piensa que la voz cachanchán no tiene ese rasgo despectivo tan pronunciado como lo tiene en el habla de los cubanos. El hablante dominicano se sirve de la voz para dar a entender que el cachanchán es una persona que acompaña a otra, que es su incondicional, que es su amigo; sin que ello implique que sea su subordinado. Se tiene entendido que el cachanchán dominicano es más un compañero de tragos, fiestas, actividades de la persona a quien acompaña, al tiempo que el cachanchán cubano es servil y adulón.

En República Dominicana se ha favorecido la voz canchanchán en el habla; si se observa con cuidado, tiene una letra ene /n/ extra en la primera sílaba. Es posible que esto haya sucedido como un efecto de la influencia del “can” a que son dados los hablantes de español dominicano. Para este vocablo el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española refiere que, en República Dominicana y Cuba, corresponde a adulón, na, en tanto sustantivo y adjetivo. La segunda acepción con la única función de sustantivo es, “Compinche, cómplice, compañero”. Repárese que con esta grafía no aparece en Puerto Rico.

Luego de haber leído lo que antecede, puede hacerse el ejercicio de buscar la razón que movió a los lexicógrafos a asentar las dos grafías con acepciones tan próximas una de otra. Solo bajo la influencia del uso pudo imponer estas dos grafías.

La intensidad en el uso de las palabras varía de acuerdo con las circunstancias. Esto puede notarse cuando se observa que se registró por primera vez la voz cachanchán en el año 1923 y su incorporación en el DLE en el 2001 fue luego de 60 años. Más tarde, en el año 2010 el DAA considera la voz de uso en tres países, con variantes en cuanto a su significación. En RD el uso aumentó a finales del siglo XX y ha continuado así a principios del siglo XXI.

 

AGUAJE

“. . . ya que ha ocurrido un AGUAJE en el acatamiento al recogimiento . . .”

Este vocablo de mucho uso en el español dominicano llamó la atención de quien escribe estas líneas desde cuando era un adolescente. Desde esos años despertó curiosidad el posible origen de este vocablo, pues a veces uno no se conforma con saber el significado de una voz, sino que desea además saber de dónde proviene.

Este vocablo como muchos otros pertenece a muchas variantes de español y no representa la misma noción en todas. En América puede observarse una tendencia en cuanto a lo que expresa el vocablo; es decir, existe cierta afinidad en cuanto al significado que se le atribuye; en casi todos los casos son solo pálidos matices de diferencias.

El Diccionario de la lengua española conoce de la palabra aguaje, pues está registrada en sus páginas con quince acepciones. Para los fines de esta exposición se retendrán las que interesan, las relativas al español de la cuenca del mar Caribe.

En Cuba, República Dominicana y Venezuela aguaje es “alarde, jactancia”. En Cuba y Puerto Rico se usa para llevar la idea de “bravuconada”. D. Ángel Rosenblat en Buenas y malas palabras (1974-I-63) escribe que un torero puede ser aguajero, “aficionado a los lances espectaculares, amigo de las morisquetas o del relumbrón”. En esa vena venezolana aguaje es un sustantivo masculino con el sentido, “Alarde o jactancia de lo que no se es o no se tiene”. Los testimonios de uso para ese país se remontan al año 1939. En ese país el aguajero está documentado en literatura desde el año 1966. Diccionario de venezolanismos (1983-I-16-7).

Como sucede en las lenguas, con el vocablo aquí estudiado en Cuba se ha observado una evolución en los significados que el uso le asigna. Allí se recogió en tanto “ostentación, pose. Bravuconería”. El habla popular cubana de hoy (1982:33). También añadió la acción del bravucón, que como puede observarse se conocía en Puerto Rico desde el año 1923. D. Augusto Malaret trae la voz aguaje en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1923:18), “Amenaza que no tiene valor. Mentira”. Estas dos acepciones las documentó en el Vocabulario de Puerto Rico (1955:80). Hay que señalar que la acepción de “mentira” como tal ha perdido fuerza. Más tarde en Cuba la voz se enriqueció y pasó a ser “alboroto o agitación que produce un acontecimiento inesperado”.

Ha de prestarse atención al empleo de aguaje que se hace en la cita, pues debe aceptarse en tanto pose de acatamiento al recogimiento. Es un “hacer creer” a los demás, una actitud afectada. Es una postura o conducta “con que se engaña a alguien”. La frase entrecomillada se extrajo del Diccionario de hispanoamericanismos (1997:29), donde se la usa para definir el aguaje.

No hay que olvidar que el aguajero no existe documentado en Cuba; es propio de Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, corresponde al individuo “que hace o dice aguajes”. Hay que dejar ahí lo concerniente a aguajero porque existe bastante material para dedicarle un aparte.

Ortoescritura

Rafael Peralta Romero

 

TARVIA, NO TALVIA; ENTARVIAR, NO ENTALVIAR

19/12/2020

El ingeniero Ramón Alburquerque, con la agudeza que lo caracteriza, divulgó el 13 de diciembre de 2020 el siguiente tuit: “Talvia era el nombre o sigla de la empresa que aplicó asfalto por primera vez a partir de 1918 y colocaba sus letreros o vallas TARVIA en las obras, que derivó en TALVIA”. Confieso que no tenía en agenda componer un artículo sobre este asunto, pero el comentario de Alburquerque me provocó una reflexión que dio origen a este texto. Leí las respuestas y comentarios al tuit de Alburquerque y de ellos escojo la de Confesor Castillo: “Tarvia era el nombre del producto que utilizaban para el asfaltado. La empresa se llamaba Barrett Industries. Fuente: barrettindustries.com/about-barrett/…».

Otra opinión juiciosa indica que “TARVIA es la marca de un producto usado para cubrir calles y carreteras. Fabricado por la Barrett Manufacturing Co., NY., lo mercadeaba bajo el lema «buenos caminos a bajo costo».

Alguien tuiteó una versión muy lógica para determinar el origen de la palabra: TAR= alquitrán, VIA= camino o vía. La Barrett Manufacturing Co fue la empresa contratada en la era de Trujillo para el asfaltado de las calles de Santo Domingo.

Este detalle remite a la escritura de la palabra como TARVIA y no TALVIA, de conformidad con su etimología. El vocablo es de uso habitual en el habla dominicana, pese a ello no está registrado en el Diccionario de la lengua española.
Vale apuntar que la palabra ha sido incorporada al Diccionario del español dominicano, publicación de la Academia Dominicana de la Lengua. La definición me luce muy escueta e insuficiente: «asfalto, alquitrán».TARVIA ha sido definida como una mezcla sólida y compacta de hidrocarburos y minerales que se emplea en el pavimento de calles y carreteras.» TARVIA es la marca de un producto usado para cubrir calles y carreteras. Fabricado por la Barrett Manufacturing Co., NY., lo mercadeaba bajo el … Ver más.

Creo pertinente presentarles un apunte de don Max Uribe, autor del Diccionario de dominicanismos y americanismos. Dice: “El doctor Carlos Curiel, escritor de múltiple cultura y de esmerado y limpio estilo, ha hecho llegar a nuestras manos su obra Semblanza del siglo XX, de reciente edición…Juntamente con la misma tuvo él a bien remitirnos una nota explicativa del significado de la voz tarvia así como de algunas locuciones que con dicha voz suelen construirse. Dice así la nota:

-Tarvia. Del inglés tar: brea, alquitrán. De ahí tarpauling, tela embreada o alquitranada, lo que la hace impermeable y a propósito para proteger cargamentos.” (Ed. Librería Trinitaria, 2008, pág. 582).

El comentario del profesor Curiel fortalece la apreciación de que la palabra se escribe /tarvia/ (con erre) y no /talvia/ (con ele). Y en consecuencia, el verbo derivado ha de seguir la misma suerte: entarviar y no entalviar. Del verbo /entarviar/ derivan el gerundio /entarviando/ y el participio /entarviado/, además de las formas provenidas de su conjugación (entarvio, entarviamos, entarvié, entarviaré…)

De modo que diremos: Están entarviando las calles del pueblo, qué bueno.

Por igual: Solo han entarviado la calle principal. El participio /entarviado/ puede fungir como sustantivo: El entarviado de la carretera se llevará un mes. Tarvia, entarviar, entarviado y otras de la familia son voces del español dominicano cuya grafía tiene deudas con el inglés (tar, alquitán). Por eso recomendable tarvia, no talvia; entarviar, no entalviar.

 

TROTAR Y GALOPAR, TAMBIÉN ANDONEAR Y ESCAPEAR

09/01/2021

Consiste, lo enumerado en el título, de cuatro acciones propias del caballo, pero el asunto a tratar no es hípico o ecuestre, sino lexicográfico. Los dos primeros verbos ostentan carta de ciudadanía en el español general, pero los otros se limitan al habla dominicana. La persistencia en el uso de /andonear/ y /escapear/ sugiere la atención de los académicos y estudiosos de la lengua. Veamos el Diccionario de la lengua española:

1-Trotar. 1. intr. Dicho de un caballo: Ir al trote. 2. Dicho de una persona: Cabalgar en caballo que va al trote.

El sustantivo trote deriva del verbo trotar. Es definido: Modo de caminar acelerado, natural a todas las caballerías, que consiste en avanzar saltando, con apoyo alterno en cada bípedo diagonal, es decir, en cada conjunto de mano y pie contrapuestos.
Ser trotón o trotona no es condición favorable de una cabalgadura, por el zangoloteo a que es sometido quien la monta.

1-Galopar. (Del francés galoper). Es lo que hace el caballo cuando va a galope. Esta última voz es definida así: Marcha rápida de una caballería, más veloz que el trote, que consiste en avanzar saltando y manteniendo en algún momento las cuatro patas en el aire. El verbo galopar tiene una variante en /galopear/, de uso no generalizado, pero con mejor suerte que /trotear/, reservado a hablantes dominicanos de poca escolaridad.
3- Algunas cabalgaduras tienen una condición favorable y grata a sus propietarios: caminan (no correr) con movimientos ágiles. Los dominicanos citamos esa acción con el verbo /andonear/, pero el Diccionario académico no la registra. Tampoco el Diccionario del español dominicano.

Pero hay esperanza, pues el adjetivo /andón, andona/ sí ha sido incorporado al código lexicográfico oficial. Así lo presenta: Cuba, Pan. y R. Dom. Dicho de una caballería: Que anda mucho.

En junio de 1977 publiqué el poemario infantil Niño y poesía, del poema “Mi padre” (pág. 15) cito estos versos en los que utilizo con naturalidad el verbo /andonear/, traído del ambiente donde me crié. Allí es habitual hablar de la acción de andonear atribuida a un equino.

“Mi padre se va montado / en su mula que andonea…”

4-Escapear. No está en el Diccionario. Lo más próximo es el sustantivo /escape/, que se refiere a la acción de escapar o escaparse, especialmente de una situación de peligro. Pero cuando se habla de /escapear/ no se piensa en huir, salir de un encierro o un peligro, sino que es una cabalgadura la que ejerce la acción de /escapear/. Se puede admitir que se trata de una corruptela del verbo escapar, en cuya tercera acepción el Diccionario apunta: Hacer correr a un caballo con extraordinaria violencia.

Alguien podría escapar de un lugar o de una situación sin que necesariamente sea con rapidez o violencia, pero cuando se dice que un caballo escapea implica velocidad en su desplazamiento. Tanto, que ha dado origen a este dicho popular: “Ese preña una yegua al escape”. Suele decirse para resaltar la edad de un muchacho a quien alguien cree niño o más joven de lo que aparenta.

En el Diccionario del español dominicano aparece el verbo /escapear/ con tres acepciones, ilustradas con ejemplos de autores dominicanos. La segunda acepción dice: “Poner un caballo al galope”. Cita un ejemplo tomado de la obra Merengue, de Miguel Ángel Jiménez: “El que se trepaba con mayor agilidad sobre los árboles; el que mejor escapeaba un caballo al pelo y el más guapo”. En la tercera acepción se define a escapear como “Andar o escapar con rapidez”. El ejemplo de uso procede de la novela La sangre, de Tulio M. Cestero: “Los viajeros, satisfechos, caminan a pares, escapeando de trecho en trecho, comentaban los incidentes de las fiestas”.

Los verbos andonear y escapear esperan por los académicos.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

 SIN EXCUSAS

22/12/2020

En la actualización de 2020 del Diccionario de la lengua española no todo es pandemia y crisis sanitaria. La gastronomía, cada vez más popular y más global, se adueña de las nuevas entradas del diccionario.

Nos proponen los populares nachos, típicamente mexicanos, ‘trozo triangular de tortilla de maíz’ y aprendemos que la palabra procede del nombre del cocinero mexicano Nacho Anaya. Hay lugar para las delicias orientales, como el sabroso falafel (o faláfel) ‘bolas fritas de pasta de garbanzos u otras legumbres’ o el suculento tayín, un guiso norteafricano muy especiado que se cocina en particular cazuela con tapa a la que también llamamos tayín. También el sustantivo wok comparte la designación del utensilio de cocina (‘sartén ancha y profunda con asas utilizada en la cocina oriental para saltear’) con la del plato que en él se prepara. Descubrimos que el italianismo carpacho (‘plato de lonchas muy finas de carne o pescado aliñadas que se come crudo’) procede del apellido del pintor veneciano Vittore Carpaccio, porque la creación del plato estuvo inspirada en una exposición que se le dedicó a este pintor en su ciudad natal a mediados del XX.

Si consultan la nueva versión del Diccionario de la lengua española descubrirán que habla de nosotros. Consulten la nueva acepción de chenchén, ‘plato propio de la República Dominicana, elaborado con harina de maíz, aceite, sal y coco’. El chenchén y la discusión están servidos. Aparecerán tantas recetas de chenchén como cocineros.

Después de este banquete no nos vendrá mal practicar algo de zumba. El sustantivo zumba, masculino o femenino, también ha sido incluido en el diccionario para referirse a la práctica deportiva que combina el baile con ritmos latinos y los ejercicios aeróbicos. Se acabaron las excusas, sobre todo con la que se nos viene encima en estas fechas.

 

A LOMOS DE LOS LIBROS

29/12/2020

En mi 2020 los viajes han sido los protagonistas. He vuelto a recorrer las llanuras manchegas bajo un sol tórrido que me derretía los sesos contemplando en lontananza la figura amenazante de los molinos de viento. Me he pateado las calles y comercios de Madrid buscando el mejor género y he visto la vida pasar ante la mesa de un café y una humeante taza de chocolate. He cruzado la selva tropical buscando un lugar donde fundar una familia cerca del mar. He contemplado el Mediterráneo desde las orillas de Creta, temblando ante la idea del monstruo que habita el laberinto; he oteado el horizonte desde las alturas de Delfos preguntándome sobre el destino. He saboreado un coctel en un elegante hotel neoyorquino; al salir, las ardillas de Central Park me han recordado a las esfinges. En Moca he conocido historias que bien podrían escribir los antiguos griegos. Me he visto rodeada por la feraz naturaleza de la isla Española mientras abría trochas en la manigua inclemente y escuchaba palabras que en nuestra lengua nunca habían sido dichas. En París, de café en café, he añorado las calles de Buenos Aires. Bajo el aguacero he perseguido una botella de ron para beber con los amigos viendo anochecer sobre La Habana desde una azotea. He sentido el sonido del viento sobre los llanos de la Patagonia. He recorrido una y otra vez todos los caminos de la lengua, desde San Millán hasta Silos. De la mano de Miguel de Cervantes, de Benito Pérez Galdós, de Gabriel García Márquez, de Jorge Luis Borges, de Homero, de Dorothy Parker, de José Hierro, de Aída Cartagena, de Gonzalo Fernández de Oviedo, de Julio Cortázar, de Leonardo Padura, de Gabriela Mistral, de muchos y muchos diccionarios, he surcado todos los senderos a lomos de los libros y he dejado atrás confinamientos y toques de queda. ¡Que 2021 nos encuentre rodeados de libros!

 

DESCUBRIR Y DISFRUTAR

05/01/2021

¿Cuántos de nosotros hemos incluido libros en nuestra carta a los Reyes Magos? ¿Cuántos de nuestros niños les habrán pedido libros? De la respuesta podemos sacar algunas conclusiones sobre nosotros, sobre nuestra forma de estar en el mundo y de ser padres.

No nacemos con un libro debajo del brazo. No nacemos sintiendo pasión por la lectura. No nacemos con el hábito de la lectura. El amor por los libros y por lo que en ellos leemos se construye día a día. La primera piedra, y quizás también la segunda y la tercera, es tarea de los padres . Nuestros niños se interesan por los libros con curiosidad innata cuando su cercanía y la de personas que leen les pica la curiosidad. Descubren que los libros atraen la atención y pueden absorbernos, que ayudan a que nos relacionemos con el mundo, con el que está cerca y con otros muy lejanos.

Hay muchos hogares sin libros. Aunque es cierto que los libros son costosos y que vendría muy bien un buen plan de fomento de la lectura, no siempre la razón de la ausencia de los libros es económica. Hay mucho de desinterés, de carencias en la formación, de desconocimiento y de empobrecimiento cultural y humano. La pasión y el hábito de la lectura no los construye el profesor en la escuela; su tarea es mantenerlos y enriquecerlos. La pasión y el hábito de la lectura no los construyen las instituciones oficiales o culturales; su tarea es fomentarlos, hacerlos más accesibles para todos con igualdad de oportunidades. La pasión y el hábito de la lectura los construyen nuestros padres, incluso cuando todavía no sabemos leer, cuando cada noche antes de ir a dormir, cada tarde lluviosa, cada rato de espera, cada momento libre abren un libro ante nosotros y nos invitan a ver el mundo con ojos curiosos, apasionados, críticos, comprometidos, divertidos; en fin, cuando nos invitan a descubrir y a disfrutar de la vida que atesoran los libros.

 

NO SOMOS INFALIBLES

12/01/2021

Sancho Panza recrimina a don Quijote su afán por corregir los errores que comete al hablar y se queja de que le reproche a cada rato sus «voquibles», por querer decir sus «vocablos». Del mismo pie que don Quijote cojeamos algunos.

Nuestra lengua nos brinda un extenso abanico de posibilidades para referirnos a los errores, no solo a los lingüísticos. En el Diccionario de la lengua española descubriremos que un error puede ser ‘un concepto equivocado o juicio falso’, ‘una acción desacertada o equivocada’ o una ‘cosa hecha erradamente’. Vinculado con el sustantivo error nuestra lengua nos ofrece el verbo errar, con una peculiar conjugación. (Si se les atraganta, el diccionario puede ayudarles a salir a flote). De errar surge el sustantivo yerro, con una definición con regusto antiguo en el diccionario de la RAE: ‘Falta o delito cometido, por ignorancia o malicia, contra los preceptos y reglas de un arte, y absolutamente, contra las leyes divinas y humanas’.

Para referirnos a un error podemos elegir además los sinónimos confusión o fallo, o incluso el americanismo falla. Un error intrascendente puede considerarse peccata minuta, un leve traspié sin consecuencias o un lapsus insignificante, pero los errores pueden ser también garrafales, groseros o inexcusables; para estos reservamos los sustantivos aberración o atrocidad. Todos cometemos falencias (‘engaño, error’), precisamente porque somos falibles. Nadie es infalible (‘que no puede errar’), pues cada hijo de vecino puede cometer un error, caerincurrir o incidir en él; incluso muchos reincidimos en nuestros errores; otros, echando mano de lo coloquial, pifian o se la comen; tal vez llegan a lo malsonante y la cagan.

Algunos son capaces de aprender de sus errores; hoy, al menos, hemos aprendido de las palabras que nos sirven para nombrarlos.

 

DE ERRATAS Y YERROS

19/01/2021

La semana pasada reconocíamos nuestra capacidad para equivocarnos y la posibilidad de aprender de nuestras equivocaciones. (Por ejemplo, la palabra traspié apareció sin su correspondiente tilde). Erramos en tantas cosas que nuestras fallas se han ganado el honor de tener nombres especializados; algunos tan curiosos que bien merece que los recordemos.

Si confundimos épocas o sucesos históricos cometemos anacronía o anacronismo. Si tomamos una cosa por otra, somos responsables de un quid pro quo. Si el fallo está en el orden, estamos ante un baile, de cifras, de letras, de nombres.

Los números suelen jugarnos malas pasadas y los errores en los que se ven envueltos se pagan caros; quizás por eso hay tantas palabras para referirse a ellos. Para un error en las cuentas podemos elegir entre trabacuentatrascuenta o gabarro. Las letras no se quedan atrás. Un fallo al hablar es un lapsus linguae; si es al escribir, un lapsus calami. Para uno y otro existe también la palabra coloquial gazapo, que el Diccionario de la lengua española define como ‘yerro que por inadvertencia deja escapar quien escribe o habla’. Si la equivocación se produce en un escrito hablamos de errata o de yerro de imprenta; si el error se relaciona con la ortografía, encontramos las temidas faltas; si el fallo está relacionado con la sintaxis entonces cometemos un solecismo.

A veces la equivocación nace en una comprensión errónea o deficiente. Trasoír es un verbo precioso en nuestra lengua para referirse al hecho de oír mal lo que se dice; más bonito aún es trasoñar, ‘concebir o comprender con error algo, como pasa en los sueños’. El caudal de palabras en nuestra lengua es inagotable, casi como nuestros errores. Aprendamos a llamarlos por sus nombres.

Desguabinar(se), féretro / sarcófago, rosca izquierda

Por Roberto E. Guzmán

 

DESGUABINAR(SE)

“La ´triste verdad´ es que la pandemia ha DESGUABINADO la industria . . .”

El verbo desguabinar(se) no pertenece solamente al español dominicano. Los dominicanos comparten la palabra con los cubanos, panameños y puertorriqueños. La diferencia entre estos países surge con respecto de las acepciones que se le han reconocido.

Antes de adentrarse en el estudio propio de la palabra, hay que mencionar que en el español reconocido por la Real Academia aparece un verbo con una grafía que no es muy alejada de la de desguabinarse, es el verbo desguabilar que lleva consigo acepciones parecidas a las del verbo estudiado aquí.

La Real Academia en su diccionario entiende que el verbo desguabilar es de uso en Honduras y Nicaragua. En ambos países significa, “Destrozar o desmontar desordenadamente un aparato eléctrico o un automóvil”. En Honduras sirve para expresar “desvencijar”, que sigue a las acepciones anteriores por su parecido. Las demás acepciones de Nicaragua no se mencionan porque no guardan relación con los significados ya señalados.

Este desvencijar en su primera acepción se define entre otras características por, “desconcertar las partes de algo que estaban y debían estar unidas”. El verbo es de uso también en República Dominicana con el significado ya mencionado.

En el Diccionario de americanismos (DAA) para el verbo del título se consigna que en Cuba y Panamá es, “Desarmar(se), deshacer(se), descalabrar(se) una persona algo o alguien”. Esos usos son conocidos en el habla de los dominicanos en funciones transitivas, al tiempo que en funciones intransitivas pronominales es, “Desarmarse o deshacerse una cosa”; que es un uso reconocido en Cuba y Panamá.

El último diccionario mencionado, para Puerto Rico ofrece verbos equivalentes para desguabinar(se), “desvencijar, acobardarse, rendirse”; así como “causar daño”. El verbo desguabinar, en tanto intransitivo en el español dominicano es “desfallecer”. Esta acepción es exclusiva de los dominicanos en su habla.

El verbo desguabinar ha procreado descendencia en República Dominicana, el adjetivo desguabinado, da cuya significación se deduce del verbo con facilidad, excepto cuando se aplica a una persona, en cuyos casos es “maltrecha, en malas condiciones físicas” o, “cansada, debilitada”. El sustantivo correspondiente es desguabine que se utiliza para “Falta de fuerzas”. Algo que llama la atención con respecto a este sustantivo es que en el DAA se consigna “deguabine”, sin la ese /s/, lo que refleja con fidelidad la forma de enunciarlo un dominicano en su habla. La definición que consta para esa voz es, “agotamiento, cansancio extremo”.

Los dos verbos mencionados desde el principio en esta sección, desguabilar, desguabinar, son  conocidos en América desde hace más de ochenta años. D. Francisco Santamaría en su Diccionario general de americanismos (1942-I-567) los menciona. El verbo desguabilar entró en el diccionario oficial de la lengua española en la edición del año 2001.

En el diccionario de americanismos de Santamaría, 1942, para desguabilar solo constaba Cuba con el sentido de “desarreglar, decuajaringar”. Desguabinar se conocía en Puerto Rico y en Tabasco, México, para “desencuadernar, desarmar, desvencijar, dislocar”. Mediante la lectura de lo que antecede puede comprobarse como las acepciones y los países han cambiado. Estos cambios forman parte de fenómenos naturales propios de las lenguas vivas.

 

FÉRETRO – SARCÓFAGO

“Al llegar el SARCÓFAGO fue colocado en capilla ardiente . . .”

Hay que imaginar todo el inconveniente que tuvieron las personas que transportaron el sarcófago. Las dificultades para el transporte se mencionan porque el sarcófago es una “obra por lo común de piedra que se construye levantada del suelo para dar en ella sepultura al cadáver de una o más personas”.

Con la definición anterior que se ha sacado del diccionario académico de la lengua española, puede uno darse cuenta enseguida de que eso de llevar un sarcófago a una capilla de una iglesia o, a una cámara para velar un cadáver o tributarle honras fúnebres es un traslado que linda en lo imposible.

En el título se incluyó la palabra féretro porque es la caja en que se deposita o lleva a enterrar un muerto. Pudo también escribirse ataúd, que es una caja ordinariamente de madera para los mismos propósitos. En algunos países usan la palabra cajón para designar el mismo objeto, es decir, para denominar la caja de madera para enterrar o incinerar el cadáver.

El vocablo que se elige para llamar el recipiente en que se coloca el cuerpo sin vida depende en muchos casos de los recursos económicos del fallecido o de sus familiares.

En el cuerpo de esta sección se han mencionado tres voces diferentes para denominarlo y cada una de ellas tiene origen diferente. Ataúd proviene del árabe hispánico; caja del latín y sarcófago del griego a través del latín, así como féretro.  Ha de tenerse en cuenta que sarcófago no es necesariamente sinónimo de mausoleo, a menos que aquel sea un sepulcro suntuoso, esto es, grande y costoso.

Hay que observar mayor cuidado al redactar para no llegar a describir situaciones casi imposibles de practicar en la realidad, por no escribir imposible, como sucedió en la cita.

 

ROSCA IZQUIERDA

¿Quién podrá volver a convencer al querido ROSCA IZQUIERDA de . . .”

Un individuo “rosca izquierda” es aquel “que suele llevar la contraria, conflictiva, de trato difícil o quisquilloso”. Solo en el habla de los dominicanos se emplea la locución sustantiva, adjetiva para aplicársela a una persona con ese significado. Diccionario del español dominicano (2013:609). Cuando se aplica a una cosa con ella se expresa que gira en sentido contrario a las manecillas del reloj.

Hay que tener cuidado con el uso de la locución en algunos países, pues si se califica a un hombre “de rosca izquierda”, se comunica que ese hombre es homosexual, así como decir o escribir que el hombre es “de izquierda”. No siempre la izquierda es política.

Con la rosca y con la izquierda hay que observar cautela. Con la izquierda por la connotación que tiene esa orientación en política. Con rosca porque es “actividades sexuales que realizan más de dos personas juntas”. Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-II-408). De acuerdo con lo que consigna el Diccionario del español de Cuba (2000:468) a esa actividad llaman de “cuadro”. El habla cubana se sirve de la palabra rosca para indicar que alguien se extralimita, “pasarse de rosca”. Diccionario mayor de cubanismos (1999:605).

La rosca tiene su incursión en política, pues en Venezuela se llama con el sustantivo la “camarilla que ejerce predominio económico, político o de cualquier índole, en forma exclusiva”, sin alusiones a grupo dominicano alguno. Además, en Venezuela usan la locución verbal “darle rosca” en sentido figurado para aplicado a cosa, significar “usarlo mucho”. Diccionario de venezolanismos (1993-III-77-8).

Con el sentido de camarilla señalado para Venezuela, se emplea también en siete países más, conforme escribe el Diccionario de americanismos del 2010 de ASALE.

Planchar, challenge

Por Roberto E. Guzmán

 

PLANCHAR

” Los han PLANCHADO”. [Los habitantes de un lugar esperaban la construcción de obras].

El verbo planchar se encuentra en esta frase utilizado de una manera que no refleja su significado de origen. El modo en que se usa aquí comenzó en México y entró en el Diccionario de la lengua española en la edición correspondiente al año 2001.

En México se acepta este verbo con el sentido de, “Dejar a alguien esperando”. Antes de lograr su entrada en el lexicón mayor de la lengua, este tipo de uso ya había logrado llegar a otras variantes del español americano.

En el habla de los dominicanos D. Emilio Rodríguez Demorizi recoge la palabra plancha para expresar “desplante”. Así consta en la obra Del vocabulario dominicano (1983:206).

El autor de estas notas puede dar testimonio de que en el habla de los jóvenes se usaba desde los años sesenta del siglo XX la locución verbal “hacer plancha” para significar, “Dejar a alguien plantado, darle un plantón”. Esta locución da a entender, “no cumplir con lo convenido”. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:407).

La locución era de uso en República Dominicana para “dejar esperando” desde los años sesenta del siglo XX. Ser usaba sobre todo en los casos en que una persona no asistía a una cita convenida con anterioridad. En México la recoge D. Francisco Santamaría en su Diccionario general de americanismos (1942-II-499). Esta fecha de edición del mencionado diccionario da a entender que en ese país se conocía desde antes de ese año.

En la actualidad el verbo planchar tiene otras acepciones en el español reconocido por las Academias. El verbo y el sustantivo plancha han formado locuciones en los diferentes países de habla hispana.

Algunas de estas significaciones junto con las locuciones se han incorporado a los diccionarios académicos de acuerdo con la categoría y sentido correspondientes. En Cuba, por ejemplo, el verbo planchar es, “romper la relación amorosa con alguien”. En el registro coloquial en ese país expresa, “excluir a alguien de una tarea en equipo”; “rechazar una idea o una propuesta por considerarla inadecuada”. En El Salvador sirve para decir, tener un hombre relaciones sexuales con una mujer.

Tengo un amigo soltero de edad avanzada que presume de llevar a la cama a señoras añosas que fueron reinas y concursantes en certámenes de belleza. En tono jocoso le he dicho que “está planchando arrugas”. Mediante la lectura de lo expuesto más arriba puede comprobarse que la acción primitiva de pasar la plancha caliente sobre la ropa llegó lejos.

 

CHALLENGE

“. . . no escriben, ni hacen CHALLENGE, ni publican fotografía al respecto”.

“. . . prefieren el reality show, la comedia, hacer de un CHALLENGE un festival de ridiculez”.

La introducción de una voz extranjera es una claudicación en la redacción en español en las frases transcritas más arriba. Sin necesidad de llegar a extremos en esta sección se repasarán los diferentes casos en los que en inglés se utiliza challenge y la palabra española que debe usarse en esos casos, que no es una sola, para así servir el propósito de transmitir con exactitud el mensaje.

Hasta el presente los traductores y autores de noticias refritas del inglés han interpretado la palabra del inglés con el uso exclusivo de dos vocablos del español, “desafío, reto”. Esa limitación denota falta de imaginación y de análisis.

Como la voz es extranjera, extraña al español tradicional, hay que comenzar despejando sus orígenes en esas lenguas de las cuales procede, pasando por la que la ha popularizado en el mundo, para llegar a su intromisión al español.

En inglés la voz challenge existe desde el siglo XIV. Provino del antiguo francés, del siglo XI, con el sentido de défi, que corresponde al español desafío. Al francés regresó transformada en el siglo XVI, en el campo deportivo. Es con el sentido figurado como se la encuentra con mayor frecuencia en las lenguas modernas. En el español se ha traducido casi siempre por dos palabras, desafío y reto. Ese desafío perteneció a la Edad Media y luego revivió en las competencias deportivas en el siglo XIX, cuando se entregaban trofeos a los vencedores. Como un dato curioso puede mencionarse que el verbo retar pasó por un período en que se consideró arcaísmo léxico en el español peninsular. El español americano lo trajo al uso actual.

En el mundo moderno en español deben evaluarse las situaciones en las que se presenta la voz del inglés para no permanecer traduciendo siempre por las dos palabras antes mencionadas, cuando en realidad esas no transmiten exactamente el mensaje.

Al evaluar los “desafíos” de la naturaleza, por ejemplo, puede constatarse que no se trata en puridad de “desafíos”, sino de pruebas, obstáculos, dificultades que el ser humano tiene que vencer o a los que tiene que sobreponerse.

Si se trata de algo como una tarea que debe cumplirse o realizarse y esta presenta problemas, no hay necesidad de decir que es un reto o desafío, sino simplemente que es un problema que hay que resolver.

En algunos casos sencillos, puede representarse el famoso challenge simplemente como tarea, si se considera que es complicada la tarea, puede usarse tarea difícil. Si no es una tarea, es posible que se use un término más general, cosa difícil, algo que hay que resolver.

Otra opción que se presenta en español es utilizar la palabra empresa, si se tiene en cuenta que una empresa, según el Diccionario de la lengua española es, “Acción o tarea que entraña dificultad . . .” Al definir el término empresa la Real Academia al final escribe, “. . . cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo”.

En otros casos lo que en inglés denominan un challenge no es más que una prueba, que puede ser adornada con algunos calificativos, como prueba difícil, porque es algo que expone al sujeto a prueba ante una situación en que debe demostrar su suficiencia.

Si requiere decisión puede considerarse que el actor está en un trance.

A veces se trata simplemente de oportunidades que presenta el destino o la vida y no hay lugar a escandalizar con respecto a eso.  Esas oportunidades ofrecen la ocasión de demostrar aptitudes o de mostrar creatividad, ingenio, inteligencia, sin que haya necesidad de recurrir a más de lo mismo.

En el ámbito tecnológico muchas veces se trata de hacer frente a exigencias, apremios que surgen como consecuencia de los adelantos y expectativas de los consumidores.

En política internacional se recurre en inglés a la voz en cuestión cuando en español puede traducirse el panorama de la acción, algo que puede definirse como una amenaza, o, un peligro. Esto claro, dependerá de la gravedad de las acciones o de la terminología empleada al describirla.

Si las acciones son más serias, hay que describirlas o evaluarlas en su real dimensión y escribir que se trata de un ataque u ofensiva. Entre personas es muy posible que lo que afronta una persona sea una simple oposición que puede obedecer a una rivalidad o competencia que se ha de encarar.

Se recuerda en este lugar que se mencionó antes que la voz inglesa entró desde temprano en el mundo de los deportes, allí se habla de competición, sin necesidad de escribir o decir la voz del inglés. Los deportistas pueden participar en una competencia.

La misma receta puede aplicarse para la palabra challenger, vale decir, antes de traducir pensar, analizar, ponderar, evaluar y luego decidir cuál es la palabra del español que representa mejor eso de lo que se habla.

Cotorra, calipso, andanada / hondanada

Por Roberto E. Guzmán

COTORRA

“La situación no admite COTORRA alguna. . .”

Se presume que la frase de la cita puede producir desazón en la mente de algunos lectores, especialmente si estos no están habituados a practicar el español dominicano. Esta cotorra en este sitio no tiene explicación posible a la luz del español internacional. Más abajo se disiparán estas dudas mediante la explicación del significado de esta “cotorra” en el habla de los dominicanos.

Para el común de dominicanos la cotorra o perico es el animal capaz de hablar, o de aprender a hablar. De allí es de donde, con un poco de exageración, se use para destacar que una persona habla mucho, por eso se dice que habla como una cotorra, o es una cotorra.

Como casi siempre ocurre en las lenguas, especialmente en español, la mujer lleva la peor parte; es decir, que cuando una mujer es una cotorra no solamente puede referirse a su locuacidad, sino a su aspecto, “mujer vieja y fea”. Diccionario del español dominicano (2013:220).

En tanto sustantivo cotorra se entiende entre otras significaciones por “palabrería para convencer a alguien”. De esta específica acepción se desprende la locución adverbial “a cotorra”, para significar “con palabrería, hablando mucho”. La otra locución del mismo tipo es “dar cotorra” que transmite la idea de “convencer con palabrería”.

En dependencia de los países, cotorra puede ser “persona habladora”, mujer soltera, pasando por “conversación larga y fastidiosa” en Venezuela para terminar significando “vulva, mentira, pene”. Es una verdadera pena que el hablante haya llevado el nombre del pobre animal a estos extremos tan alejados de su naturaleza.

Como puede comprobarse mediante la lectura de lo expuesto más arriba, en muchos países interpretarán derecho el mensaje de la cita. La interpretación de la cita es, “La situación no admite palabrerías, conversación para convencer, pues se considerará fastidiosa”.

 

CALIPSO

“. . . aquel que recogió los CALISOS y las chancletas ahogadas . . .”

Esta voz, que se ha recogido con la grafía calipso en los diccionarios produce intriga en el espíritu de los curiosos acerca del idioma. La mayoría de los hablantes de varias lenguas entienden lo que es un calypso, voz extraña al español, que no mantiene relación alguna con lo que representa el calipso dominicano. Este mondongo se desenredará en el curso de esta exposición.

El calipso dominicano, así, con esa entremetida letra pe /p/ en su interior es una sandalia, una “Chancla, zapatilla abierta de plástico con unas tiritas que se colocan entre los dedos”. Ese es el calipso que consigna el Diccionario del español dominicano (2013:133). Esta chancla es una chancleta sin talón, de material blando y ligero.

El calipso que recuerda este curioso del español, que escribe esto, era o es una chancleta que solo llevaba una parte sujetadora de la parte delantera de la suela, que pasaba entre el dedo gordo del pie y el próximo a este, que se dividía en dos tiras más que pasaban a cada lado del pie por encima del empeine, para engarzar por encima del pie a ambos lados y sujetar la suela. Este calipso era fabricado con material sintético blando.

Vale la pena que uno se pregunte cómo el nombre de un ritmo musical termina haciendo de nombre de una sandalia. La única explicación posible es la coincidencia entre el auge de la popularidad del ritmo y el de las descritas sandalias o chancletas. Esta explicación se ofrece ante la realidad de que no hay otra mejor. Además, se puede añadir que se fue testigo de ambos fenómenos, el de la música y el de la aparición del calzado abierto sin talón.

Con alguna relación o sin ella entre el nombre y el objeto, el nombre es un hecho concreto que no admite negación. Este es un ejemplo de cómo el uso puede imponer un nombre por encima de la razón y lograr que este perdure en la memoria de los hablantes.

 

ANDANADA – HONDANADA

“. . . que le ha caído a la autora de la . . . con una HONDANADA de críticas . . .»

Los errores al redactar pueden ser de todas clases y colores. Unos son menores y otros mayores. La suerte para los redactores descuidados es que la inteligencia humana tiende a enmendar las faltas, omisiones y errores. Pero no es justo colocar el fardo de la comprensión del mensaje exclusivamente sobre los hombros de los lectores. El emisor y el receptor tiene cada uno su cuota de responsabilidad para hacer comprensible la comunicación.

El redactor de esta perla fue quien cayó en la hondonada, que es la parte del terreno que está más honda que la que la rodea, como expresa el Gran diccionario de la lengua española.

Para enmendar el texto se propone sustituir el desacierto por la palabra “andanada” que se entiende que de acuerdo con lo que se halla en el diccionario antes mencionado, en este caso puede tomarse en tanto, “fila o capa de cosas colocadas en serie”. La Real Academia de la Lengua expone acepciones que se avienen mejor al propósito de esta enmienda, pues de ellas pueden extraerse palabras esclarecedoras, “Aluvión de palabras o gritos de reprobación”. En el registro coloquial esa corporación entiende que vale para expresar, “Reprensión, reconvención agria y severa”.

Aquí se puede exhibir benignidad y expresar que el error no vale una andanada de censura y desaprobación, aunque sí de amonestación.

Desguañangar, atolladero, engranojarse / engranujarse

Por Roberto E. Guzmán

DESGUAÑANGAR

“No obstante, la DESGUAÑANGÓ, teniendo que recurrir a severos ajustes”.

El verbo desguañangar es importante en el habla de los dominicanos. Es muy usado en las conversaciones y hasta puede trascender a la prensa como demuestra la cita. Tal y como se verá más adelante este verbo ha producido sus sustantivo y adjetivo correspondientes.

En el Diccionario de la lengua española (DLE) la voz desguañangar aparece con la mención de uso en siete países y una región en los que se conoce y usa, pero la República Dominicana no consta en esa lista, aunque figura quizás englobada en la región de las Antillas.

En el Diccionario de americanismos de la misma institución del diccionario más arriba mencionado consta la República Dominicana en la lista. Así se reparó la omisión anterior. En este diccionario aparece con varias acepciones; algunas de ellas que no aparecen en el diccionario oficial de la lengua.

Las acepciones más conocidas para la voz en estudio son, “desvencijar, estropear”. En función de verbo intransitivo pronominal equivale a “desguabinarse”, para el habla de los dominicanos. En otros países el verbo tiene sinónimos que son desconocidos del hablante dominicano. Para los hablantes de español dominicano “descuajaringar” es equivalente de “desguañangar” como afirma el DLE para los siete países y una región como se escribió antes.

El penúltimo verbo mencionado, “descuajaringar” en el habla de los dominicanos sirve para expresar en funciones intransitivas pronominales “Descuidar alguien su aspecto o su forma de vestir”. Así aparece en el Diccionario del español dominicano (2013:252).

Tal y como se señaló antes, el verbo examinado aquí es importante en el habla de los dominicanos porque el adjetivo “desguañangado, da”, referido a persona expresa “debilitada, agotada; desaliñada, descuidada en el vestir”.

Se anunció al principio de esta sección, los derivados del verbo son importantes para el hablante del modo en que puede apreciarse. Desguañangar(se) es “estropear, romper”. Posee otros matices en tanto verbo transitivo, pues es también, “hacer daño a alguien”. En tanto verbo intransitivo pronominal es “estropearse, romperse una cosa”; así como, “hacerse daño una persona”.

El cotejo de “descuajaringado y “desguañangado” permite encontrar que el primero de los dos es “descuidar alguien su aspecto o su forma de vestir”, y el segundo en su segunda acepción, “Referido a persona, desaliñada, descuidada en el vestir”.

En cuanto a las acepciones anteriores para desguañangarse se está de acuerdo; no obstante, se ha oído el verbo usado para una cosa que se desarma con el mal uso, con el abuso, sobre todo en vehículos de motor, que a veces, comienzan a perder piezas. Lo importante en este señalamiento es que las partes no se separan solas, sino por el exceso de uso o por el descuido durante el uso.

Antes de concluir estas notas vale que se pregunte si se ha oído alguna vez la voz “desguañingado” como sinónimo de desguañangado, pero sobre todo para aplicárselo a personas, no a cosas. Es natural que esta voz provenga de “desguañingar”, con sus sustantivo correspondiente “desguañingue”.

 

ATOLLADERO

“. . . podría ayudarnos a sacar el muerto del ATOLLADERO . . .”

El sustantivo atolladero aparece registrado en el Diccionario de la lengua española, que a veces en estos escritos se denomina diccionario oficial del español. Ahí, en ese diccionario se ofrece un equivalente para atolladero, atascadero.

La razón por la que se trae esta palabra a estos comentarios acerca de la lengua es porque en el español dominicano existen algunas palabras relacionadas con atolladero. Entre esas palabras está el “tollo” de los dominicanos, así como tolloso.

El tollo es una “suciedad, desorden”; además, es un “lío, enredo”. Tollosa es la cosa “desordenada, confusa, descuidada” y la persona “que trabaja malamente y sin cuidado”. Todas estas definiciones pertenecen al Diccionario del español dominicano (2013:664).

El “atolladero” internacional es lodazal; en ese aspecto se piensa que existe un punto en que se tocan el atolladero y el tollo. El lodazal es sucio, al tiempo que el tollo es suciedad.

El Diccionario del español actual (1999-I-506), asienta una acepción para atolladero que acerca aún más los conceptos dominicano e internacional de palabras relacionadas. La segunda acepción en ese lexicón es “Situación apurada o comprometida de la que es difícil salir”. Ahí está el “lío, enredo” del tollo dominicano. Esa es la situación incómoda del lío. El enredo del que es difícil salir.

Los dominicanos en su habla utilizan un verbo que no se ha considerado como merece, entollar, que es ensuciar, en su acepción directa, y, de modo figurado es enredar. Este entollar se aproxima al verbo atollar de los costarricenses, quienes usan el último verbo para “meter en un enredo”. Ese es el lío o enredo de los dominicanos.

No todas las veces pueden encontrarse o descubrirse los vínculos y similitudes que existen entre voces del español dominicano y las que pertenecen al español general, pero en este caso la relación se presenta de modo directo y sin duda.

 

ENGRANOJARSE – ENGRANUJARSE

“. . .la piel se me eriza, se me pone de gallina, me ENGRANUJO de arriba abajo”.

El primero de los dos verbos del título es un verbo de uso solamente en el habla de los dominicanos. Así consta en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Es posible que a otros hablantes de español dominicano le suceda lo que le sucedió al autor de estas notas; hasta la edad adulta no conoció otro verbo que no fuera engranojarse para “erizarse el vello de la piel”.

El verbo engranojarse consta de tres acepciones en el Diccionario de americanismos, para la aparición de sarpullido en la piel, para emocionarse y la que se copió antes.

Algunos diccionarios que se precian de ser de español general ni siquiera se toman la molestia de inventariar el verbo engranujar. Este verbo es “llenarse granos” y “hacerse granuja”.

Es hasta cierto punto natural que el hablante de español dominicano favorezca el modo de expresarse con el verbo engranojarse, porque lo que sucede con su piel se parece a la situación que presenta la piel cuando se llena de granos, cuando en realidad se levantan los vellos, se erizan.

La fuerza de la palabra grano atrajo hacía sí el verbo engranujarse, para formar el verbo dominicano “engranojarse”, pues el hablante no se identificaba con “granu” y, sí con grano, que sugería algo conocido con un significado semejante a lo que el hablante deseaba expresar.

Otra razón para explicar la ausencia del verbo engranujarse del español hablado dominicano es que la palabra “granuja” no es de uso común en esta habla; por lo tanto, el hablante de esta variedad de español no encuentra palabra patrimonial del español para relacionarla con el verbo engranujar. Este fenómeno que se explica, se produce con harta frecuencia en español y hasta en otras lenguas. Algunas palabras que se originaron de este modo terminaron adquiriendo carta de naturaleza en la lengua española.

No hay que escandalizarse si alguien utiliza en español dominicano el verbo engranojarse para significar que el vello se eriza, que la piel adquiere característica parecida a la piel llena de granos.

El verbo engranojarse del español dominicano parece que no es muy viejo, pues no aparece en las obras de recolección de voces dominicanas hasta el año 2002, cuando D. Esteban Deive lo coloca en su Diccionario de dominicanismos (202:85) y lo califica de barbarismo por engranujarse. Este barbarismo es de índole etimológica, pues el verbo lleva en español la base “granu” y no grano como ha pensado el hablante dominicano.

Para concluir con esta voz, puede aducirse que es posible que el hablante de español dominicano haya pensado que este grano de engranojarse es un simple abultamiento pasajero, que produce el vello al erizarse.