Güiro/güira, ábana/hábana/abana, testaferrato

Por Roberto E. Guzmán

GÜIRO – GÜIRA

“El GÜIRO taíno vino a ser el güiro de hoy”.

El güiro y la güira forman parte importante de lo dominicano. Güiro/a, es una palabra que tuvo su origen en las islas antillanas. La mayoría de los tratadistas aseguran que esta palabra proviene del arahuaco taíno. A tal punto se popularizó la voz taína que los españoles la definieron en parte por el uso a que destinaban el fruto, así escribían que era una “calabaza vinatera”, pues se servían del fruto después de seco para transportar ese líquido.

Esta calabaza (Cucurbita Lagenaria) peninsular terminó convirtiéndose en una vasija antillana, reconocida más por el nombre de jigüera en el habla dominicana que por calabaza vinatera, pues la sed de los aborígenes se centraba en el agua potable y otros ingredientes de la magra dieta taína, más que en el vino.

Parte de la jigüera se usó mucho en las cocinas dominicanas, utilizando parte de esta para hacer instrumentos de cocina, con o sin mangos usado como cazo, cuchara, etc.

No hay extrañeza si la primera documentación acerca del fruto del árbol tropical llegó a conocimiento general por medio de las reseñas de los cronistas “de Indias”. Con la diligencia que caracterizó a algunos residentes de la isla de Cuba, las primeras menciones americanas referentes a las dos palabras del título las produjeron estudiosos cubanos de la lengua americana; así consta en el Diccionario de provincialismos de la isla de Cuba de 1831. Las acepciones acogidas en este diccionario y otros de la misma época eran descripciones del fruto y los usos a que se destinaban.

  1. Esteban Pichardo trae en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836:314) una descripción detallada de las voces estudiadas con referencia a la jigüera dominicana. El güiro se ha conocido por otros nombres, bangaño, calabazo, calabacito; en los siglos XVIII y XIX recibió la denominación “calabacito rascador de fandango”.

La primera mención de güiro en una recopilación de voces de uso en el habla de los dominicanos consta en Criollismos de R. Brito, de 1930, quien solo se ocupa de esta voz y escribió, “Instrumento musical hecho de calabazas”.

En República Dominicana se usa indistintamente güiro o güira para el instrumento musical que se hace con el fruto vacío de contenido, seco y con rayas transversales paralelas que se rasgan para producir el sonido característico. Las formas del instrumento pueden variar. Por esta forma de producir el sonido se convierte en un “instrumento de frotación de vasos independientes”. Instrumentos musicales folklóricos dominicanos (1988-I-244). Para producir el sonido se usa el “gancho” o “rascador”.

La que quizás pueda considerarse primera mención de la güira, instrumento musical, es la que hace Pedro Francisco Bonó en El montero. Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005:186).

Desde hace largo tiempo güira ha pasado a denominar la cabeza. Según parece esa acepción originó en Cuba; de ahí pasó a Puerto Rico y de allí a República Dominicana. Este orden se propone por las fechas de las menciones en los repertorios de voces en los mencionados países.

Un dato curioso sobre el que vale la pena llamar la atención es que D. Pedro Henríquez Ureña escribe, “Los descubridores escribían con g las palabras indígenas en que existían los diptongos ua, ue, ui: Guacanagarí, Guarionex, Maguá, güiro: es posible que estas palabras no tuvieran g, como no la tenía ninguna en náhuatl, el idioma de los aztecas…”

El español en Santo Domingo (1940:144-5).

 

ÁBANA- HÁBANA- ABANA

Igualmente esqueje de yuca, ABANA de batata . . .”

A pesar de que en título figuran tres palabras, en realidad se pretende estudiar una. El motivo de porqué aparece con tres representaciones es porque no se sabe cuál es la grafía que pertenece a esta voz.

Algunos hablantes de edad avanzada recuerdan haber oído hablar del “ábana de batata”. Solo recuerdan la voz de oídas; por lo tanto, no saben si debe escribirse hábana, con la hache y la tilde para diferenciarla de otras palabras homónimas, o, abana, llana sin acento ni hache.

Algo que recuerda la fuente de la anterior información es que ábana o abana siempre iba acompañada de la palabra batata, pues según parece se asocia directamente con este tubérculo.

En la cita aparece sin hache y sin tilde, pero a veces no se puede confiar en lo que se lee, aunque sea en periódicos. Además, es posible que se conozca la voz de las dos maneras, con acento y sin este.

La información que se ha recogido hasta este momento proviene del Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico, donde aparece escrito ábana y abana, en tanto “bejuco de batata cuyos recortes o trozos sirven de semilla”. Descrito de modo general es, “bejuco usado como semilla”.

No hay duda acerca de la posibilidad de que esta voz pasara de Puerto Rico a República Dominicana, donde se integró al habla de los agricultores. Este tipo de transferencia de voces entre las islas caribeñas hispanohablantes es algo hartamente comprobado mediante las estadísticas. Es un hecho que la voz examinada aquí se conoce en el habla dominicana, pero solo en los medios campesinos, porque pertenece a las labores agrícolas. Quizás por ese ámbito de uso ha permanecido ignorada por algunos estudiosos del lenguaje.

 

TESTAFERRATO

“. . . así como el TESTAFERRATO, sicariato, . . .”

Es parte del proceso natural de las lenguas que estas se sometan a la influencia de las actividades de la vida. Muchísimas palabras que se han incorporado a la lengua a través de la historia de esta han llegado como consecuencia de la necesidad de nombrar una acción nueva que se ha detectado en la vida humana.

Algunas de estas actividades son celebradas por los beneficios que traen a las comunidades; por desventura, otras han recibido nombre propio porque alcanzan notoriedad y hay que designarlas para estigmatizarlas.

La palabra “testaferrato” no ha sido incorporada todavía a la nómina de las que son reconocidas por las autoridades de la lengua con su integración al diccionario oficial. Junto a esta voz aún no reconocida figura en la frase citada una que se incorporó recientemente al diccionario oficial, 2014; es ese sicariato que aparece inmediatamente después de la voz estudiada aquí y cuya definición es, “Actividad criminal desempeñada por sicarios”.

No hay que extrañarse si algunas voces permanecen en la “sala de espera” para su integración al lexicón mayor de la lengua. Eso es parte del proceso normal. Los doctores de la lengua someten las voces de reciente aparición a un período de espera hasta que demuestren que forman parte del uso general. En la actualidad los recursos modernos de la ciencia han puesto a disposición de los estudiosos de la lengua nuevos recursos que permiten aquilatar con mayor precisión los usos en el ámbito hispanohablante y la frecuencia de estas nuevas voces.

En la base de la voz del título aparece una que es conocida del común de los hispanohablantes, testaferro. El testaferro es un presta nombre en contrato, negocio o pretensión que en realidad es de otra persona.

Una posible acepción para el testaferrato es, actividad desempeñada por el testaferro. En algunos casos esta actividad puede ser castigada por las autoridades si contraviene una norma legal.

 

Atisbar, empatar, contratación/contrastación

Por Roberto E. Guzmán

ATISBAR

“. . . echaban los viajes hacia la casa con el mulo con sacos de 320 libras ATISBADOS del producto . . .”

Los lectores siempre están expuestos a sorpresas. Unas pueden ser más agradables que otras. Entre estas algunas resultan desconcertantes. La que se experimenta con este texto pertenece a la última clase.

El verbo que se ha escrito como título de esta sección se infiere de lo que parece que es el participio de este en función de adjetivo. Infortunadamente, el verbo no aparece en las fuentes consultadas. La palabra que sí aparece es atisbo.

La oportunidad que se presenta con el encuentro de la cita se utilizará para presentar algunas posibilidades que se asumen en tanto origen del verbo; o más bien, consecuencias de este.

Antes se mencionó el sustantivo atisbo y se descartó que se encontrara en el origen de la voz usada en la cita porque su significado es, indicio o iniciación débil de una cosa.

Este atisbar que no se conoce quizás se encuentra en el origen de una voz dominicana, timbí, que cuenta con dos acepciones. Referido a persona timbí es “saciado por haber comido abundantemente”. Referido a un lugar es “repleto de gente”.

De la frase copiada puede deducirse que estaban timbo, que es otra voz del español dominicano sinónima de timbí. Se piensa que se trata de expresar que los sacos estaban llenos, repletos del producto.

Lo que se propone es una explicación por el sentido de la frase y las deducciones que pueden hacerse de las voces del español dominicano.

 

EMPATAR

“Aunque la pareja siempre se esforzó por EMPATAR con sectores activos . . .”

El uso del verbo empatar que se observa de la frase transcrita no es frecuente. Precisamente por eso se trae a estas reflexiones acerca del idioma.

Los diccionarios tradicionales reconocen los sentidos del verbo empatar que son más conocidos. A esas acepciones tradicionales los diccionarios generales añaden las más conocidas de Hispanoamérica. En República Dominicana, en el habla, empatar es unir, juntar, añadir, amarrar, pegar.

El uso que se observa en la frase citada puede considerarse una extensión de una o más de estas acepciones. Aquí en este ejemplo de uso se observa como integrarse a los sectores que se mientan. Es una forma de expresar que la pareja se incorpora a ese grupo de personas. La característica está en ese aspecto al referirse a ligarse con otros individuos.

En Nicaragua y Venezuela tienen un uso parecido al que se advierte en la cita, pero es más específico, “enrolarse en una actividad”, así lo define el Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Este uso dominicano podría considerarse como “integrarse a un grupo de personas”.

 

CONTRATACIÓN – CONTRASTACIÓN

“Lo que debería ser un debate sobre ejecuciones y propuestas sometibles (sic) a CONTRASTACIÓN . . .”

Al principio el estudio de las dos palabras del epígrafe parece un ejercicio rutinario porque a simple vista la diferencia entre las dos palabras se proyecta notoria. Más abajo se verá que el sustantivo acreditado para el verbo contrastar es diferente del presentado aquí. Se aprovechará la oportunidad que ofrece este estudio para examinar otros rasgos relacionados con el tema principal.

En el español cotidiano la contratación se reduce a la acción y el efecto de contratar, así como a la escritura firmada por los contratantes. Esta contratación con sus efectos guarda estrecha relación con pactar, convenir, comerciar, hacer contratos o contratas de trabajo. La mayoría de las palabras que se vaciaron aquí proceden del Diccionario de la lengua española de la Real Academia.

Con respecto a la otra voz que aparece en el título, contrastación, se presume que se relaciona con el verbo contrastar que en varias de sus acepciones utiliza el verbo comprobar y el verbo determinar.

La palabra que consta en todos los diccionarios generales con las funciones de sustantivo para lo pertinente a las acciones del verbo contrastar es contraste, que apareció en la lengua en el siglo XVI y que ha permanecido en el uso americano y peninsular a través del tiempo.

El diccionario que sí reconoce el uso de contrastación es el Diccionario de uso del español, que en su origen fue obra de la señora María Moliner. Allí se define este sustantivo como “acción de contrastar”.

El Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos también consigna en sus páginas el sustantivo, a pesar de que el diccionario de las Academias no lo asienta.

Las últimas menciones que constan en esta sección inducen a pensar que es un sustantivo que está en uso, pero que todavía no ha recibido el espaldarazo de las autoridades de la lengua.

El punto final a este asunto se lo coloca el Diccionario integral del español de Argentina (2008:440) cuando define contrastación, “Procedimiento experimental para contrastar una hipótesis o teoría científica con los datos empíricos”. Con la lectura de esta definición puede comprobarse el tipo de operación a que se contrae la contrastación.

Cocal, ñango/a, montear, ramalazo

Por Roberto E. Guzmán

COCAL

“Sembrar todas las costas del país de COCALES . . .”

El vocablo del título es uno que puede provocar equivocaciones. La interpretación que se le dará a este dependerá del país en que se use. En este aparte se verán las acepciones acreditadas por el uso.

Para los hablantes de español dominicano se entiende que este vocablo del título tiene relación con otro de larga historia en el español internacional, coco. El vocablo coco figura en el tomo segundo del Diccionario de la lengua castellana, compuesto por la Real Academia de la Lengua Española del año 1729, con una descripción detallada, “Fruta de un árbol de la India semejante a la palma, la cual antes que le quiten la primera corteza (que es cabelluda y de color castaño) es tan grande como un melón muy grueso. . .” (Adaptación de RG).

De acuerdo con lo que refiere Oviedo, en el tiempo de la llegada de los europeos a América encontraron ya el coco en Centroamérica. Se acepta que el vocablo fue inventado por los portugueses desde la primera visita a la India. El origen del nombre y la historia que hay detrás del vocablo es muy rica en datos curiosos, pues el mismo vocablo, coco, sirvió para mencionar el fantasma usado para amedrentar los niños.

El vocablo coco pasó a todas las lenguas, aunque en algunas hubo de recibir otro elemento explicativo, como en inglés, coconut, porque el mismo vocablo se usaba para el cacao y el coco.

Un cocal en Bolivia y Perú es un “terreno donde se cría o cultiva coca”; así lo asienta el diccionario oficial de la lengua española. Ese diccionario consigna en América Central, Cuba, Ecuador, México, Puerto Rico y Venezuela, un cocal es un cocotal, esto es, “un sitio poblado de cocoteros”.

Por esto de la siembra de coca se expresó al principio de este aparte que había que ser cuidadoso cuando se usa el vocablo cocal.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias añadió a la lista anterior la República Dominicana como país donde un cocal es un cocotal. Algo interesante con respecto del coco, la fruta, es que nada de esta se pierde, ninguna parte del fruto queda sin uso.

 

ÑANGO, A

“Le dan la espalda para que ella lleve a ÑANGO el fruto de la improvisación . . .”

La letra eñe es un signo distintivo de la lengua española. Solo el español tiene esa letra con esa virgulilla encima que representa un sonido que en otras lenguas representan con una combinación de letras. La rayita encima de la ene /n/ al principio fue recta, luego se representó curva, como lo es en la actualidad.

En el español dominicano existen por lo menos treinta y ocho voces que comienzan con esa letra, por lo menos eso es lo que aparece en el Diccionario del español dominicano.

La voz ñango tiene varias significaciones en el español dominicano. Aquí se verán algunas de ellas y especialmente la que se usa en la frase copiada.

En funciones de adjetivo, referido a una cosa o parte del cuerpo, ñango transmite la idea de que esa parte está “inclinada, torcida”. Una persona ñanga es la “contrahecha, deforme, desgarbada”. En los casos en que tiene relación con cosas o personas, es “abundante”.

La última significación de ñango es la menos usada en la actualidad, es el “macuto de guano que se lleva a la espalda”. En la situación que describe la cita, la voz ñango la usan como referencia para mencionar el lugar o la parte del cuerpo de la persona en que de costumbre se lleva el ñango, macuto. Esa es la deducción que se hace de la lectura de la cita. Si no es así, entonces el propósito es de mencionar el macuto en tanto modo de acarreo aludiendo al continente.

 

MONTEAR

“Su vida transcurrió entre los conucos, el MONTEO en los fondos de la sierra . . .”

La primera mención americana del verbo montear aparece en los escritos de Bartolomé de Las Casas, referido a “perseguir al indio cimarrón o alzado”, sitúa esta acción en la isla La Española; obsérvese que solo menciona al indio.

Este verbo deriva de la palabra monte del castellano antiguo, conocida también en el portugués de ese período histórico de la lengua; cuya mención aparece ya en el Cid como “arbolado o matorral de un terreno inculto”.

En español se conoce desde hace largo tiempo la acepción del verbo montear en tanto “buscar la caza en los montes”. Las personas experimentadas en esta labor eran los monteros que recorrían los montes a pie para cazar animales y más adelante en la historia con la evolución hacia la crianza de estos, para cuidarlos.

La labor de montear fue importante en La Española entre los siglos XVI y XIX. Debe recordarse que durante largo tiempo en los montes de la isla La Española existió la crianza libre de ganado que se cazaba básicamente para aprovechar el cuero que se vendía en el comercio intérlope a través de las costas alejadas de los puertos reconocidos y de las autoridades.

En la actualidad ya casi no se practica la acción de montear, es decir, buscar la caza en un monte. Muchas personas utilizan el montear con otros propósitos diferentes a los descritos, simplemente para “andar por el monte o la selva”. El monteador dominicano fue la persona que buscaba y perseguía la caza en los montes.

La versión moderna de montear es un deporte que se practica con la ayuda de motocicletas, es el motorcross, que consiste en un recorrido a través del campo.

 

RAMALAZO

“C. no escapó a sus RAMALAZOS”.

La terminación -azo sugiere acción violenta o golpe. Puede esta terminación introducir aumentativos también. En su origen el vocablo ramalazo sirvió para el golpe dado con el ramal que era un cabo de soga, cuerda. De ahí pasó a representar la señal que dejaba el golpe. En los tiempos modernos se utiliza para mentar un dolor agudo y repentino que se extiende por una parte del cuerpo; por lo general este dolor es pasajero.

Como sucede con muchos otros vocablos de la lengua, este pasó a cubrir otras áreas, esto es, extendió su alcance semántico.

En sentido figurado en el español dominicano el ramalazo llega a aludir a un ataque verbal de una persona acerca de otra. Con ese sentido aparece en el texto escogido para introducir su estudio en esta sección.

Piche, triquiñuelear, botija

Por Roberto E. Guzmán

PICHE

“Ese era precisamente lugar del PICHE de la guagua”. (Así en el original).

La vida moderna, una vez más, se ha encargado de borrar las huellas del “piche de guagua” que dicho o escrito de esta manera trae el personaje a la memoria de quienes ya han experimentado algunos años de vida.

En el habla popular el lanzador en el beisbol podía llamarse piche, de esa forma, sin interrupción intrusa de la letra te de pitcher. El piche de la guagua era una persona que desempeñaba funciones importantes en el transporte público, sobre todo interurbano.

Por mucho que uno se devane las meninges para encontrar una explicación para la formación de la palabra piche, no dará con una explicación plausible para todos los hablantes. El piche era el cobrador en los autobuses cuando a este tipo de transporte todavía no había llegado el sistema capitalista de inversión y explotación.

El piche recibía el pago de los usuarios, de algún modo los ayudaba a subir al autobús, les devolvía el vuelto sobre lo percibido en exceso en efectivo y de algún modo les indicaba si había cupo en el medio de transporte. Si había necesidad anunciaba las paradas solicitadas por los usuarios.

En la época en que los piches eran imprescindibles los autobuses solo tenían una puerta de embarque y desembarque. El piche se mantenía cerca de esa puerta para ayudar a bajar sin percances y verificar que el pasajero había pagado por el servicio hasta esa parada.

El piche no recibía ni entregaba recibo por las sumas recibidas. Por fuerza de las circunstancias el piche tenía que ser una persona de confianza del propietario del autobús. En esa época no se lleva control estricto de los ingresos o egresos.

La modernidad y el capitalismo casi han acabado con el pobre piche. Apenas se oye algunas veces la voz de un piche llamando la ruta y parada de los autobuses.

 

TRIQUIÑUELEAR

“. . . una verdadera dictadura constitucional para lo cual TRIQUIÑUELEÓ, torció . . .”

Con mayor frecuencia que la deseada los articulistas acuden a su imaginación para acuñar voces, entre ellas verbos que no tienen carta de naturaleza en la lengua, por eso son creaciones. En la mayoría de las veces estas creaciones tienen vínculos sólidos con palabras patrimoniales del español internacional. En otras ocasiones el redactor del texto que despliega la nueva y desconocida voz lo que buscan en realidad es llamar la atención del lector. En ambos casos el redactor merece que se respete su derecho.

La palabra que se encuentra en el origen del verbo del título es triquiñuela que tiene historia en el español. Se integró esta al repertorio académico de palabras en el año 1843.

La triquiñuela es un escape o efugio para disimular la verdad, para eludir la instancia que se hace sobre un asunto. Es una evasión para sortear una dificultad. Es una astucia que se emplea para algún fin. Las palabras con las que se han definido el concepto se han tomado en préstamo de la terminología de la Real Academia.

El Gran diccionario de la lengua española de Larousse menciona que la palabra triquiñuela es onomatopéyica. En este sentido sigue lo escrito en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas y Pascual. Ahí se ha colocado la palabra triquiñuela entre las que tienen relación con tris como sonido de detonación, que viene junto con traque y trique.

La triquiñuela es un recurso diestro en el cual se encubre un engaño con el fin de conseguir algo; es pues un ardid, artimaña, treta o truco. En la forma en que se usa es un subterfugio.

Es muy posible que en la frase citada pudieran usarse algunos de los sinónimos que se han ofrecido para la triquiñuela, retenidos en tanto verbos, el que sobresale de inmediato es engañar, seguido de mentir, confundir. No hacía falta que el redactor creara un verbo cuando podía usar cualquiera de los ofrecidos. Pudo también utilizar el sustantivo modificando la redacción.

 

BOTIJA

“. . . cuando el erario público ha sido la BOTIJA de muchos enriquecimientos ilícitos . . .”

No hay lugar a sorprenderse si algunas personas nunca han oído la palabra botija. Es una palabra de poco uso en la actualidad. La vida moderna, con las operaciones bancarias cotidianas han dejado atrás la botija como depósito de seguridad para valores. Los refrigeradores relegaron al olvido las botijas en tanto reservorios de agua fresca.

Una botija era una tinaja, generalmente hecha de barro con la barriga más ancha que la boca y el fondo. En las viviendas dominicanas de las zonas rurales mantenían las tinajas en un lugar fresco para conservar el agua de beber.

Las personas ricas de antaño conservaban su dinero en botijas ocultas, generalmente enterradas. Tan pronto como una persona rica de la zona rural enfermaba de gravedad, la pregunta que se hacían los familiares era, ¿Dónde esconde la botija?

En siete países de Centroamérica y el Caribe usan de la palabra botija en tanto sinónimo de “tesoro oculto o enterrado”. La palabra en cuestión consta en la locución verbal “decirle a uno (hasta) botija verde” que es un insulto.

Los dominicanos también utilizan la palabra botijuela para referirse específicamente a una “botija ocultada en un muro o en la tierra con monedas de la época colonial”, así la define el Diccionario de la lengua española.

La palabra botija pasó al portugués y al catalán. Es del mismo origen de la palabra bouteille del francés. Todas estas palabras tienen el origen común del latín butticula que era el diminutivo de buttis. De allí sale también la bota, recipiente de cuero con forma de bolsa, provisto de boquilla para beber. Dicionário etimológico da língua portuguesa, José Pedro Machado (1967-I-454). El mismo origen tiene la botella del inglés bottle y del italiano bottiglia; en provenzal fue botelha.

Ñeca, ajustar, coaching, ring

Por Roberto E. Guzmán

ÑECA

“. . . hasta el momento hemos visto la misma ÑECA . . .”

Esta voz del epígrafe es otra creación del hablante de español dominicano. Es muy precisa en su significado. La voz tiene dos significaciones en el español dominicano, pero se presume por la redacción de la frase transcrita que se refiere a la ñeca menos usada. Se repasarán las dos acepciones de ñeca en el español dominicano.

En la frase reproducida la voz ñeca se usa para no mencionar una cosa desagradable con la que se tiene que vivir desde el nacimiento hasta la muerte. Esta ñeca es un producto del ser vivo. Casi nadie quiere tener que usar la palabra que es la reconocida por todos y por eso se la evita llamándola de muchas otras formas. Con el comentario escrito no hace falta que se utilice la palabra directa que se encubre al usar el nombre ñeca.

Se trata de los residuos de la comida después de hecha la digestión; expelido a través del ano. La palabra muy conocida, mierda, es malsonante de cualquier modo que se la use, por eso se evita. Cuando se usa delante de menores de edad, sobre todo de niños se la llama caca o pupú. La última palabra es muy conocida en República Dominicana, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Panamá. En otras palabras, es excremento humano.

Antes de terminar se recuerda que ñeca es también el femenino de ñeco que se usa para referirse a la persona “que tiene una o las dos manos anquilosadas”; “que le falta o tiene inutilizado un dedo, una mano o un brazo”.

 

AJUSTAR

“. . . nos AJUSTÓ una sarta de impuestos que todavía estamos pagando . . .”

Llama la atención la forma en que se utiliza el verbo ajustar en la frase citada. La forma en que se emplea ese verbo en esta frase pertenece al habla de los dominicanos de forma exclusiva. Por más señas, el valor de este verbo usado de este modo no ha sido reconocido por los estudios acerca del español dominicano hechos hasta esta fecha.

Naturalmente el uso es tan frecuente que el hablante de español dominicano no se percata de que lo usa de este modo. Claro, la forma de enunciarlo es sin la ese /s/, ajutar.

En el habla informal se favorece este uso del verbo cuando se trata de imponer un juez una pena a una persona condenada por algún hecho reñido con la ley. Así se dirá, “Le ajutaron tantos o cuantos años de cárcel a Fulano por el delito que cometió”.

De la misma manera en el registro informal se usa cuando se habla de propinar golpes, inferir u ocasionar heridas, así se dice también que, “Le ajutó tres palos y dos puñaladas”.

Mediante la lectura de los ejemplos se nota enseguida que el uso es cotidiano y que los hablantes entienden a perfección el mensaje que se transmite con el uso del verbo ajustar empleado de esa manera.

 

COACHING

“. . . ya que se trata de los COACHING de los procesos electorales . . .”

Algunas voces extranjeras tienen mayor fortuna que otras en español. Esta del título parece que ha entrado para permanecer y reemplazar otras.

Hasta hace relativamente poco tiempo la voz del inglés que había sentado reales en el habla era otra de esta familia, coach, que era o es muy usada en el beisbol. Piénsese que hay coach de primera, de tercera, de bateo y pitcheo. Los dos últimos no son más que entrenadores; a los dos primeros se les llama también pilotos.

Aunque parezca extraño la voz del inglés deriva de la diligencia de dos puertas, coach, que trascendió a otras lenguas y al español entró a través del coche, nuestro carro. El avance de la voz pasó del vehículo que conduce las personas a la “persona que conduce”. En inglés con el énfasis en la persona llegó en tanto tutor. De allí pasó a las actividades deportivas para ayudar en el entrenamiento del personal deportivo en calidad de asistente. En tiempos más recientes se ha encontrado el coach desempeñando funciones de entrenador personal para todo tipo de actividades.

En las universidades y en la vida profesional hay coach que motivan a las demás personas a superarse, a alcanzar los objetivos que se proponen.

El coaching se refiere al método que se utiliza para ayudar, enseñar y entrenar a una persona o a un grupo de personas para lograr alguna meta. Entre las actividades que lleva a cabo quien se dedica al coaching está la de asesorar, trazar la trayectoria que llevará a la consecución del objetivo.

Es probable que el uso en español de las palabras del inglés tenga mucho que ver el evitar utilizar la palabra entrenador o entrenamiento porque se pierde con estas palabras el aspecto teórico del acompañamiento y labor del coach.

 

RING

“Bajo fuerte presión internacional tuvo que salir del RING . . .”

El ring del inglés tiene muchas denominaciones en lengua española. Lo único que las palabras del español no logran es igualar la brevedad de la voz del inglés. Dependiendo del ámbito en que se usa se le llama cuadrilátero, ensogado o en dos sílabas, lona.

En la narración de una pelea pugilística en muchas ocasiones el narrador con el deseo de mantener al público al tanto de lo que sucede en al área de pelea, es natural que eche manos de la voz ring para continuar con las incidencias del encuentro.

Lo que mueve o motiva al narrador a usar una u otra de las opciones del español es lo que desee destacar en el instante en que narra. Si escribe tiene mayor latitud. Si cae dirá a la “lona”. Cuando suben es al “cuadrilátero”, allí se enfrentan los púgiles. Las cuerdas que limitan la zona de pelea en los laterales son las sogas, de allí que se diga a veces “ensogado”.

Algo que llama la atención es la gran cantidad de palabras o locuciones del pugilismo que han pasado al español general. Poner a alguien “fuera de combate” o noquearlo son dos que han trascendido el ámbito de las peleas de boxeo. A alguien que vapulean se dirá que “le dieron con el cubo del agua”. En los momentos en que una persona desiste de modo forzoso de un proyecto, muchos dirán que “tiró la toalla”.

Estas palabras y locuciones son solo una muestra de las muchas más que pertenecen al dominio general. Por medio de esta integración puede el observador darse cuenta del número de aficionados que tiene el deporte o profesión del pugilismo.

Chucho, desarrabalización

Por Roberto E. Guzmán

CHUCHO

“A Emilio lo torturaron con CHUCHOS y palos. . .”

Esta denominación para el látigo o fuete tiene larga historia en el español antillano. El Tesoro léxico canario-americano (2010:318) escribe que esta voz es americana, es decir, que apareció primero en América. De acuerdo con las noticias y documentos de que se dispone su origen se produjo en las islas antillanas. De ahí pasó a Venezuela.

De América la voz llegó luego a las Islas Canarias. Los autores del Tesoro antes mencionado entienden que la voz chucho deriva de chuzo. En opinión de quien escribe estas notas, quizás se produjo como una deformación del sonido de la letra zeta /z/ del español peninsular en la segunda sílaba de chuzo.

La primera noticia que se tiene de la voz chucho recogida en un diccionario es en el Diccionario de provincialismos de la isla de Cuba (1831). En ese lexicón se recoge la acepción, “Látigo que usa el jinete cuando monta a caballo”. Hay que reparar de inmediato en que la definición que ofrece esa obra está orientada por la situación en que se usa el instrumento.

Cuando D. Esteban Pichardo se ocupa de la voz en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas, publicado por primera vez en 1836 redacta la acepción correspondiente señalando el uso, “Látigo o instrumento de azotar hecho de vergajo o cuero retorcido, que va adelgazando hacia la punta”. En esa definición entra la forma y el material con que se fabrica el chucho. En acepciones aparte aprovecha el diccionarista la oportunidad para mencionar otros usos de la voz chucho.

Ya en el año 1916, D. Augusto Malaret al escribir acerca del chucho en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico, en la página 59 reduce la definición a cuatro palabras, “Látigo de cuero retorcido”, que muy bien puede ser el chucho que se conocía en Puerto Rico en esa época y menciona que era de uso también en Cuba. Cuando este autor publicó   el Vocabulario de Puerto Rico (1955:151) reprodujo la acepción anterior, pero consignó que era de uso en las Antillas y Venezuela. Esta mención sirve de testimonio de la expansión de la voz.

En el Diccionario de voces cubanas (1921:186), D. Constantino Suárez trae una definición más lata para el chucho, “Toma este nombre cualquier forma de látigo, y algunos lo hacen extensivo a denominar el vergajo y las disciplinas”. Para la etimología de la voz presenta “achuchar”, que equivale a azuzar. Esta palabra, disciplina, denomina un azote que servía de instrumento de penitencia.

La tipificación del chucho comienza a liberalizarse en el Nuevo catauro de cubanismos de D. Fernando Ortiz, cuya primera edición data de 1923. Allí aparece en tanto “Látigo hecho de un vergajo retorcido y por extensión cualquier tipo de látigo” (1923:214). De la lectura de esta definición se infiere que a cualquier tipo de látigo se llama(ba) en Cuba chucho.

En República Dominicana D. Rafael Brito no lo recoge en su obra Criollismos de 1930. Quien lo presenta por primera vez es D. Pedro Henríquez Ureña en El español en Santo Domingo publicado por primera vez en 1940. Solo trae la mención de que es látigo y menciona el uso en Cuba y Venezuela.

Después de que D. Pedro lo mencionó todos los lexicógrafos ulteriores hacen constar la voz chucho en sus obras porque esta mantiene su vigencia en el habla de los dominicanos.

Algo que puede comprobarse con facilidad es que en el habla un chucho es cualquier instrumento flexible que sirve para azotar, los hay de cuero, de soga, de alambres retorcidos y algunos cuentan con nombre propio en el español dominicano como el “güevo de toro” que en el español internacionalizado se llama de vergajo.

El portugués brasileño tiene una palabra igual, chucho, pero para otros usos. Una de esas voces que se parece a la estudiada aquí por su significado y procedencia es el chucho usado en algunas zonas agrícolas para designar un palo puntiagudo con que el labrador abre en la tierra un hueco, donde luego depositará la semilla. Eso parece mucho a la coa de los taínos. Al igual que Corominas y Pascual sugieren para el origen del chucho caribeño la palabra chuzo, en portugués brasileño dicen que la voz deriva de chuço. Novo Aurélio O Dicionário da Língua Portuguesa Século XXI (1999:464).

 

DESARRABALIZACIÓN

“. . . con esta acción nos ayudan al proceso de DESARRABALIZACIÓN y adecentamiento. . .”

La voz del título es más que larga. Decirla causa problemas, escribirla toma tiempo. Hasta leerla cansa. El autor de estos comentarios acerca de la lengua no duda en pensar y publicar que debe ser una voz creada por el segmento culto de la población hablante de español dominicano.

El verbo desarrabalizar solo se conoce en República Dominicana. Este verbo tiene en el habla de los dominicanos una acepción muy precisa en el Diccionario de americanismos, “deshabitar un núcleo de población, especialmente ocupado por personas de pocos recursos económicos, y eliminar sus viviendas con el fin de desarrollar en él proyectos urbanísticos u obras civiles”. Con la lectura de la acepción se nota que es larga y llega desde el lado de la devastación.

Ya en el Diccionario del español dominicano (2013:248) la definición del verbo procede desde el ángulo positivo, “Acondicionar una zona urbana mediante la eliminación de infraviviendas o de puestos callejeros”. En esta caracterización se olvidó consignar el desarrollo de proyectos urbanísticos. No hay que sorprenderse de que sea así, porque en muchos casos no se construyó proyecto alguno, sino que se mejoró el paisaje para consumo de los incautos.

El sustantivo desarrabalización guarda relación estrecha con el verbo arrabalizar, pues sirve para mencionar el proceso mediante el cual se ejecuta la acción contraria.

Se hace necesario aquí mencionar el verbo arrabalizar. En muchos casos se utiliza para destacar que una parte de una población se convierte en arrabal, es decir, en una zona donde viven personas descuidadas, se acumula basura en las calles y resalta la falta del ornato público.

Tanto el verbo como el sustantivo mencionados más arriba tienen estrecho vínculo con la palabra arrabal que designa un barrio fuera del recinto de la población a que pertenece. Hubo un momento en la historia de las palabras en que el arrabal y el barrio fueron sinónimas.

La palabra arrabal procede del hispanoárabe rabád; la primera documentación data del año 1146, con lo que se entiende que es palabra antiquísima en la lengua. La palabra arrabalero se hizo de un cariz negativo, persona “que se comporta y habla de manera zafia”, persona de modales groseros o toscos, carente de tacto en su comportamiento. Con este tipo de creación léxica se estigmatizó al arrabal al hacerlo asiento de personas de la conducta señalada.

En tiempos modernos se han mejorado los métodos de llevar a cabo los planes de desarrabalización. En algunos países los llaman de beautificación, tomando en préstamo parte de la lengua francesa que llega al español desde las riberas del inglés. Es una manera de embellecer el panorama urbano; sin que se entre aquí en detalle.

Hay que celebrar una vez más que la inventiva del dominicano ha podido acuñar dos verbos y un sustantivo para mencionar con exactitud los procedimientos que se describieron más arriba.

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

  

13/3/2021

NUERO… NO HAY; YERNA, TAMPOCO 

Lo primero que ha de expresarse en este artículo es el interés por introducir una precisión en torno a las palabras /nuera/ y /yerno/ y los viciosos cambios de género que en ocasiones las afectan. Pero no deja de provocar una reflexión el tratamiento que le da el Diccionario de la lengua española al definir los referidos vocablos. Ya veremos.

Para expresar el femenino de un ente vivo o de los elementos referidos a ellos (artículo, adjetivo), lo ordinario en el español es el cambio de terminación. Así, tenemos de perro, perra; niño, niña; chivo, chiva, bello, bella, pequeño, pequeña.

No podemos ignorar, sin embargo, que en algunos seres el masculino y el femenino presentan notable diferencia morfológica, fenómeno denominado heteronimia. De tal modo que la hembra del caballo se denomina yegua y no como el procedimiento habitual de nuestra lengua de mantener la base de la palabra y sólo variar el final.

Lo mismo ocurre con hombre, mujer; toro, vaca; carnero, oveja; padre, madre; compadre, comadre; rey, reina.

El Diccionario académico define lacónicamente el término heteronimia: “Relación que se establece entre dos heterónimos, p. ej., toro/vaca”.

Al consultar el adjetivo /heterónimo, ma/, encontramos que procede del griego (hetero, diferente; onomo, nombre) y se define así:1. adj. Ling. Dicho de un vocablo: Que se opone a otro de distinta raíz en algún rasgo morfológico, normalmente el género. Caballo es heterónimo de yegua.

Nuera y yerno son términos heterónimos, pues parten de raíces diferentes. Todos creemos que nuera es, con respecto a una persona, la esposa o pareja de un hijo de esa persona. Por igual, creemos que yerno es el esposo o marido de nuestra hija.

Sin embargo, el Diccionario oficial de nuestra lengua nos guarda estas sorpresas: nuera, (del lat. nurus, con cruce de suegra en las vocales).1. f. “Cónyuge femenino del hijo o de la hija de una persona”.

O sea, que la nuera (mujer) puede llegar a nuestra casa tanto de la mano del hijo (hombre) como de la hija (mujer).

Como para no dejarnos gachos, la publicación académica define el vocablo yerno de este modo: “m. Cónyuge masculino de la hija o del hijo de una persona”.

Esto deja dicho que el yerno (hombre) no es solo el marido de tu hija (mujer), sino que de este modo se ha de llamar también al “marido” de tu hijo (hombre).

La reflexión que se origina aquí se centra en la pregunta siguiente: ¿Hasta dónde tenemos que aceptar todo lo que diga el Diccionario? Es evidente que las definiciones de nuera y yerno arrastran pesada carga ideológica, identificadas con las corrientes que pregonan la exaltación de la homosexualidad. Pero ese es otro asunto.

Por hoy nos limitamos a recordar que la mujer relacionada maritalmente con el hijo de una persona es /nuera/ y que el hombre relacionado con la hija de esa persona es /yerno/.

 Bejuco y vejiga

Para completar el espacio, les recuerdo a quienes aún dudan que se escribe y pronuncia /bejuco/ la palabra con la que se denomina a la planta sarmentosa y trepadora, propia de regiones tropicales. Nunca “bujuco” ni “buhuco” ni “bojuco”, sino /bejuco/.

Parecida deformación ocurre con el vocablo /vejiga/ con el que se nombra un órgano interior que tienen los seres humanos y muchos otros animales vertebrados. Es una bolsa en la cual se deposita la orina producida en los riñones.

Algunos hablantes parecen temer a la pronunciación de la jota y buscan formas que creen más “finas”, tales como “veiga” o “vehiga”, dejando de lado la forma correcta, que es vejiga.

 

6/03/2021

DE CONCEBIR, CONCEPCIÓN; DE CONCEDER, CONCESIÓN

 Tema recurrente de esta columna ha sido el diferenciar las palabras de otras con las que guardan alguna semejanza gráfica o semántica, fenómeno al que los lingüistas llaman paronimia. Cuando dos o más palabras se parecen entre sí se dice que son parónimas. Ejemplos: intersección (cruce), intercesión (mediación) e intercepción (estorbo, detención).

Hoy les presento otros casos de parónimas que generan vacilación en hablantes cultos: concesión, concepción; enólogo, etnólogo; reto, recto y resto. Veamos:

Concesión. (Procede del latín. concessio, -onis). 1. f. Acción y efecto de conceder. 2. f. Acción y efecto de ceder en una posición ideológica o en una actitud adoptada. El vocablo tiene otras acepciones y les cito la cuarta: 4. f. Der. Otorgamiento que una empresa hace a otra, o a un particular, de vender y administrar sus productos en una localidad o país distinto.
Concesión es la acción de conceder, vale decir, dar, otorgar, hacer merced y gracia de algo. Este vocablo guarda gran afinidad con cesión (de ceder). Dar, transferir o traspasar a alguien una cosa, acción o derecho.

Concepción. (Del latín conceptio, -onis). 1. f. Acción y efecto de concebir. Por antonomasia la concepción de María, la madre de Jesús. Cuando se refiere a la fiesta con que anualmente celebra la Iglesia católica el dogma de la inmaculada concepción de María, se escribe Concepción, con mayúscula. Enólogo, ga. Es la persona entendida en enología. Con esta palabra, compuesta de vino y -logía, se denomina el conjunto de conocimientos relativos a la elaboración de los vinos. Aunque es propia de hablantes cultos, en ocasiones la prosodia se trastorna y lleva a confundirla con otro vocablo parecido en grafía y en sonido, pero muy disímil semánticamente. Etnólogo, ga. Especialista en etnología.

La etnología es definida en el Diccionario académico como la ciencia que estudia comparativamente los orígenes y expresiones de la cultura de los pueblos, a partir de los datos proporcionados por la etnografía.

Reto. Del verbo retar. 1. m. Provocación o citación al duelo o desafío. 2. m. Acción de amenazar. “Cuando en bélico reto de muerte, sus cadenas de esclavos rompió”.

Recto. Este vocablo tiene doce acepciones en el Diccionario de la lengua española. Les presento a continuación seis. Que no se inclina a un lado ni a otro, ni hace curvas o ángulos. Línea, trayectoria recta.2. adj. Dicho de un tipo de vestido o de una parte de él: Que es de corte sencillo, sin pinzas, pliegues, etc. Pantalón recto. Falda, manga recta.3. adj. Dicho de una persona: Severa, consigo y con los demás, en el cumplimiento de normas morales y de conducta.4. adj. Dicho del carácter o de la moral de una persona: Justo o severo.5. adj. Dicho del sentido de una palabra o una frase: Primitivo o literal, a diferencia del traslaticioo figurado.6. adj. Anat. Dicho del intestino: Correspondiente a la última porción, que termina en el ano. (Se usa más como sustantivo).

Resto. (De restar).. Parte que queda de un todo. En el juego de pelota y otros deportes, acción y efecto de restar. Dep. En el juego de pelota y otros deportes, sitio donde se resta. En matemática: Resultado de la operación de restar.

El vocablo restos, en plural, se emplea frecuentemente para referirse a los residuos o sobras de comida. Y peor aún para citar a lo que queda de las personas una vez que el espíritu ha volado a lo ignoto: restos mortales.

 

20/3/2021

HIBERNAR E INVERNAR: ¿SON PALABRAS SINÓNIMAS? 

Nuestro idioma tiene su ladito complicado y en ocasiones es preciso centrarse en la búsqueda del intríngulis. Quizá ocasione alguna dificultad determinar la relación semántica que pueda haber entre los verbos /hibernar/ e /invernar/, en adición al parecido fonético que presentan, es decir, son palabras homófonas.

Estos verbos son partes de sendas familias de palabras vinculadas todas al vocablo /invierno/, con el cual se nombra una estación del año. Veamos y comparemos, tomando como base lo que en cada caso señala el Diccionario de la lengua española.

Hibernación. (Del latín hibernatio, onis).1. f. Estado fisiológico que se presenta en ciertos mamíferos como adaptación a condiciones invernales extremas, con descenso de la temperatura corporal hasta cerca de 0° y disminución general de las funciones metabólicas.2. f. En animales, tanto vertebrados como invertebrados, sueño invernal.3. f. Estado semejante a la hibernación de los animales que se produce en las personas artificialmente por medio de drogas apropiadas con fines anestésicos o curativos.

Hibernar. (Del latín hibernare).1. intr. Pasar el invierno, especialmente en estado de hibernación.
Hibernal. (Del latín. Hibernalis).adj. invernal.

Hibernizo, za. De hibierno.adj. p. us. Perteneciente o relativo al invierno.

La voz /hibierno/ que procede del latín “hibernum”, aunque esté en desuso, es equivalente a invierno. Hibierno pudiera ser el vocablo líder entre el grupo de los que inician -hib, y es el que más evidencia el parentesco de este grupo con la voz invierno.Invierno. (De ivierno, y este del lat. [tempus] hibernum ‘[estación] invernal’).1. m. Estación del año que, astronómicamente, comienza en el solsticio del mismo nombre y termina en el equinoccio de primavera.2. m. Época más fría del año, que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de diciembre, enero y febrero, y en el austral a los de junio, julio y agosto.3. m. En la zona ecuatorial, donde las estaciones no son apreciables, temporada de lluvias que dura aproximadamente unos seis meses, con algunas intermitencias y alteraciones.4. m. coloq. Ven. aguacero (? lluvia repentina).Invernáculo. (Del latín, hibernaculum).m. invernadero (? recinto para el cultivo de plantas). Está claro que con este vocablo podemos nombrar a esos espacios destinados a la producción de frutos comestibles y que tanto bien han proporcionado a la economía y alimentación de los dominicanos.

Invernada. Estación de invierno. Es el tiempo de las temperaturas muy bajas, de las heladas y de las lluvias excesivas o de las tormentas de nieve, todo según el país de que se trate.
Invernal. Relativo al invierno.

Invernar. (De invierno).intr. Pasar el invierno en un lugar.2. intr. Arg., Chile y Ur. Dicho del ganado: Pastar en los invernaderos.3. tr. Ur. Engordar al ganado con buenas pasturas.
Invernizo, za. 1. adj. Perteneciente o relativo al invierno. 2. adj. Que tiene las propiedades del invierno. Invernadero. (De invernar y -dero).1. m. Recinto en el que se mantienen condiciones ambientales adecuadas para favorecer el cultivo de plantas.2. m. Paraje destinado a que pasten los ganados en invierno.

Efecto invernadero. 1. m. Elevación de la temperatura de la atmósfera próxima a la corteza terrestre, por la dificultad de que se disipe la radiación calorífica, debido a la presencia de una capa de gases, especialmente dióxido de carbono, procedentes de las combustiones industriales y otras actividades.3. m. desus. Sitio a propósito para pasar el invierno, y destinado a este fin.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

  

ENTRE SÍES Y NOES

02/03/2021

Hay quienes acuden a palabras larguísimas en su afán de aparentar dominio de la lengua. Podrían ahorrarse el esfuerzo; el dominio se encuentra también en lo más pequeño. Los monosílabos nos demuestran su carácter haciendo un despliegue de estilo para formar el plural y conviene saber cómo hacerlo.

Cuando acaban en consonante lo tenemos fácil. Como los sustantivos de más de una sílaba, los monosílabos acabados en las letras -n, -l, r-, d, -j, -s, -x o -z forman su plural añadiendo -es: pan/panes; col/coles; mar/mares; troj/trojes; lid/lides; fax/faxes; paz/paces. Si la palabra monosílaba y acaba en -y precedida de vocal sigue esta misma regla: rey/reyes, ley/leyes, ay/ayes.

Si acaba en cualquier otra consonante, forma el plural añadiendo solo –s: tic/tics, chef/chefs, blog/blogs, rock/rocks, zum/zums, chip/chips, bit/bits. Basta fijarse un poco para notar que la mayoría de estas voces proceden de otras lenguas. Encontramos un par de excepciones; para el sustantivo club se consideran correctos los plurales clubs y clubes; y para test podemos usar el plural regular tests y también el plural invariable test.

Los monosílabos acabados en vocal forman el plural añadiendo una -s: si/sis (nota musical), fe/fes, pie/pies. Un ejemplo de la regla son los nombres de las consonantes: ge/ges, pe/pes, ka/kas, cu/cus. Las excepciones las encontramos en los nombres de las vocales, que forman su plural con -es: aes, íes, oes y úes; el caso de la e es especial: podemos elegir entre es y ees, aunque es preferible el primero.

Tres monosílabos con una personalidad destacada nos sirven para concluir: yo, sí no. Si cambiamos de opinión, como solemos hacer de vez en cuando, nuestros noes se convierten en síes. Así nuestro yo, al que creemos tan singular y único, se encuentra con algunos yoes.

 

CAFÉS Y COLIBRÍES

9/03/2021

Los plurales de los monosílabos han levantado mucha expectación. De la expectación hemos pasado a las dudas. Las dudas son siempre saludables, pero no es aconsejable rumiarlas demasiado. Si surge una duda, buscamos una solución; al menos en la ortografía y la gramática solemos encontrarlas.

Dejamos atrás los monosílabos y nos centramos en las palabras de más de una sílaba cuando terminan en vocal. Siguen una regla general, aunque para las palabras terminadas en -í o en  tenemos algunas variantes. Vayamos a la práctica, que siempre nos ayuda a afianzar los conocimientos.

Ponemos en plural las palabras terminadas en cualquiera de las vocales átonas añadiéndoles una -s: mesa/mesas, aceite/aceites, taxi/taxis, polo/polos, haiku/haikus.

Incluso si el final de la palabra está formado por más de una vocal: bonsái/bonsáis, individuo/individuos, miau/miaus. También aplicamos la misma regla para las palabras que terminan en las vocales –á, -é y -ó cuando estas son tónicas: capá/capás, gagá/gagás, café/cafés, puré/purés, bongó/bongós, seibó/seibós. 

Las inseguridades resurgen con las palabras terminadas en -í -ú tónicas. Estas palabras tienen dos posibilidades en cuanto a su plural (-ís o -íes; -ús o –úes), aunque la lengua culta suele preferir las terminaciones en -íes o en -úes. Para las terminadas en –í nos fijamos en cuatro antillanismos prehispánicos: ají/ajís o ajíes, maní/manís o maníes de la lengua taína, y colibrí/colibrís o colibríes, manatí/manatís manatíes de la lengua caribe. Para las voces terminadas en -ú seguimos la misma regla: bambú/bambús o bambúes, mangú/mangús o mangúes. Existen algunas excepciones en palabras procedentes de otras lenguas, para las que se ha impuesto el plural en -s: champú/champús, menú/menús, vermú/vermús.

 

CONCISIÓN Y PROPIEDAD

16/03/2021

Hay dos palabras especialmente relacionadas con mi idea, y, por supuesto, la de otros muchos, de escribir bien. Escribir bien no significa usar la palabra más larga y más rebuscada, engañosamente más culta; no significa decir con más palabras lo que se puede decir con menos. Escribir bien tiene mucho que ver con la concisión y la propiedad, aliadas indispensables ante una página en blanco.

No es baladí recordar que para una buena escritura es preciso tener algo que decir y saber qué es. ¡Cuántas veces un texto ininiteligible nace de nuestras dudas sobre qué idea queremos transmitir! Suele servir un pequeño o gran esquema que establezca nuestras ideas principales y el orden en que las vamos a comunicar.

Tenemos el lápiz en la mano (pueden cambiarlo por su útil de escritura favorito), el esquema en la cabeza o garabateado en un papel, y ahora nos toca volver a aquello de la concisión y la propiedad. Ya sabemos lo que queremos decir y, por supuesto, lo queremos decir con exactitud. La concisión, según el Diccionario de la lengua española, consiste en hacerlo ‘con brevedad y economía de medios’. Húyanles como a la peste a los rodeos y circunloquios; si existe una forma más sencilla de decirlo, siempre debemos preferirla. Brevedad y economía sin sacrificar el significado; y aquí entra en juego nuestro principal recurso: la propiedad. Solo las palabras apropiadas nos brindan el sentido exacto de lo que queremos decir; van directas a la idea, son precisas y y adecuadas y cumplen con su misión: decir con exactitud y claridad o que queremos decir. «¿Y es fácil?», me dirán ustedes. Ya les digo yo que no, por eso me propongo compartir con ustedes algunos recursos en las próximas semanas.

Numeritos, vitillar/vistillar, ¿pútrido?/*pétrido, culturoso

Por Roberto E. Guzmán

NUMERITOS

Estos numeritos del título no tienen relación alguna con números pequeños. El diminutivo más bien se refiere al detalle que ellos implican. En el caso del diminutivo que se observa con respecto del sustantivo número, este no es indicativo del tamaño de los números; al contrario, corresponde a la cantidad de números, por eso el sustantivo siempre lleva la letra ese /s/ del plural.

El uso sobre que se escribirá en esta sección es propio de los dominicanos; esto es, solo el hablante de español dominicano utiliza este sustantivo con el significado particular que se estudiará aquí.

Estos numeritos pertenecen al deporte del beisbol. Estos se refieren a las estadísticas que se compilan con relación a un jugador o a un equipo. Casi siempre los narradores de beisbol recurrían a poner al día y comunicar a los oyentes las cifras actualizadas al final de una entrada o al final de un juego.

Las personas que son aficionadas a algunas actividades se interesan mucho en las estadísticas del desempeño de los jugadores y los equipos. En la obra Lengua y beisbol en la República Dominicana aparece definida la idea con propiedad, “Relación estadística que refleja la actuación de un jugador o de un equipo” (2006:208).

Hay que tomar nota de que en el español dominicano puede oírse que alguien lleva los numeritos cuando lleva cuenta de actuaciones ajenas, con lo que se hace una extensión del uso propio del sustantivo.

 

VITILLAR – VISTILLAR

“. . . que los muchachos del pueblo íbamos a VISTILLAR . . .”

En el epígrafe de esta sección figuran dos voces que se parecen mucho entre ellas. Es muy posible que se trate de la misma voz, que ha sido refinada en la cita que se recogió en el periódico porque sin la letra ese /s/ en medio parecía quizás muy pedestre en opinión del redactor de la frase copiada.

Es posible también que la vistilla con ese /s/ esté influenciada por el vocablo del español general que pertenece al campo del Derecho, vistilla, que es una, “Vista referida a una cuestión incidental o de trámite”. Esta vista del Derecho mencionada aquí es una “comparecencia ante un juez o tribunal en la que las partes exponen los fundamentos de sus respectivas pretensiones”. No puede olvidarse que en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española se ofrece “vistilla” como una ortografía alternativa para la voz dominicana vitilla.

Una vez expuesto lo anterior, con la relectura de la frase trascrita salta a la vista que se hace difícil interpretar el mensaje si se piensa que ha ido a un pueblo a jugar vitilla.

En el texto el verbo transitivo vitillar se usa para comunicar la idea asentada en el Diccionario del español dominicano (2013:701), “Intentar entablar relaciones amorosas o sexuales pasajeras”. De este verbo deriva el nombre vitilleo, “Intento de entablar o mantener relaciones amorosas o sexuales pasajeras”.

Algunas personas se ofenden cuando se utilizan voces autóctonas en los escritos. No hay que preocuparse con respecto a si esto perjudica el conocimiento de la lengua general o el uso correcto del lenguaje. En la mayoría de las ocasiones cuando los redactores recurren a estas voces vernáculas lo hacen para imprimir cierto sabor más dominicano a sus escritos.

 

¿PÚTRIDO? – *PÉTRIDO

“. . . el enfoque alternativo de búsqueda de soluciones nos hacen (sic) ´olvidar´ realmente el PÉTRIDO panorama”.

La voz latina sic que aparece entre paréntesis es para hacer entender que se ha reproducido la oración literalmente, con el error de concordancia, pues el verbo hacer debió aparecer en singular, hace, porque se relaciona con “el enfoque”. Luego de esa digresión se pasa más abajo al punto central de esta sección.

La voz pétrido no se encuentra por ninguna parte. Esa doble negación es una forma de indicar que no existe, que se ha buscado en todos los diccionarios y no aparece. Si llegara a hallarse alguna vez tendría relación con piedra.

En el título se colocó entre paréntesis la palabra pútrido porque no se está seguro acerca de lo que el redactor quiso escribir y, en consecuencia, se propone esa palabra como solución al sinsentido.

Pútrido es una palabra dominguera, de alta alcurnia, para expresar así que lo que se describe con ese adjetivo está podrido, corrompido. Por la prosapia -valga el salto- que se mencionó para la palabra propuesta, en la mayoría de los escritos se prefiere una forma más pedestre, como las dos ofrecidas en tanto equivalentes.

En la lengua española permanecen algunas palabras de la familia que han conservado la letra /u/ en el radical, ejemplos de esto son, putrefacto, pudrición y hasta el infinitivo pudrir.

En lugar de ese esperpento encontrado en la cita, pudo el redactor para expresar la misma idea escribiendo, corrupto, infecto, carroño, rancio, descompuesto, contaminado, viciado, purulento. Con las palabras propuestas puede comprobarse que la lengua cuenta con medios más que suficientes para suplir las necesidades de comunicación.

 

CULTUROSO

“. . . casi todos mis amigos dominican-york CULTUROSOS la mencionaban . . .”

El adjetivo culturoso apareció primero en Hispanoamérica antes de proseguir e imponerse en el habla hispana en general. El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española lo consignó en el año 2010 y reconoció que era de uso en Cuba, Venezuela y Argentina.

En la edición del año 2014 el Diccionario de la lengua española lo recoge con la misma acepción y para los países antes mentados para calificar a una persona “que aparenta tener alta formación cultural”. Por medio de la lectura del estilo de redacción de la acepción puede uno darse cuenta de que el adjetivo tiene un sentido peyorativo.

Algo que llama la atención, si es de uso en Cuba y Venezuela, ¿cómo es que los dominicanos no copiaron o emplearon el adjetivo en su habla? La pregunta es válida si se piensa en la gran cantidad de voces que los dominicanos comparten con los cubanos y venezolanos. No hay una explicación para ello si se piensa que los dominicanos son tan expresivos como sus pares de Cuba y Venezuela.

Se menciona para que conste que la cita se extrajo de una publicación dominicana, por lo tanto, aunque un poco tarde se incorporó la voz al acervo del habla de los dominicanos.

Ortoescritura

Rafael Peralta Romero

 

CONCORDANCIAS COMPLEJAS

23/01/2021

 Es norma bien sabida que en buen español el sujeto y el verbo deben concordar en número y persona. Ella dijo que vendrá / Ella y él dijeron que vendrán. Como la lengua no es un cuerpo rígido, natural es que se presenten situaciones lingüísticas en las que la concordancia no resulte tan cómoda como en “Fellito juega con la bola”.

Algunos sustantivos que representan colectividad son propicios para generar dudas respecto de la concordancia entre sujeto y verbo. No me refiero a colectivos como: grupo, ejército, ganado, patrulla, todos los cuales conllevan verbo en singular igual que si se tratase de una persona física (El grupo se divirtió en grande; El ejército vigila la frontera; El ganado fue trasladado a la otra cerca; Una patrulla intervino para controlar la situación).

Veamos lo que ocurre con el colectivo /mayoría/. Para esto me valgo del Libro de estilo de la lengua española (publicación de la Real Academia Española, 2018, pág. 58).
Caso como la mayoría de los asistentes, cantidad de personas…

  1. la mayoría de los asistentes aprobó/aprobaron. En general, con sujetos compuestos por elementos como la mayoría y complementos en plural, se admite la concordancia con el verbo en singular y en plural: La mayoría de los asistentes aprobó/aprobaron la propuesta.

 

Ocurre lo mismo con el resto de, el X por ciento de, un millón de, la mitad de, la mayor parte de, la totalidad de, un tercio de, un grupo de, un conjunto de, un montón de, un sinfín de, una serie de, una ristra de, un total de, un aluvión de, un puñado de, un número de, una gran cantidad de, un par de…

  1. la mayoría vinieron/vino. También se admiten las dos opciones cuando se omite el complemento: La mayoría vinieron /vino.
  2. la mayoría de las personas son. Cuando el verbo es copulativo se considera más adecuado establecer la concordancia en plural: la mayoría de las personas son sinceras; Buena parte de los turistas estaban agotados; El 10 % de los alumnos son mayores de treinta años.
    d. cantidad de personas vinieron. Con elementos sin determinante delante, como infinidad de, cantidad de, multitud de o gran número de, es más normal la concordancia en plural: Existen infinidad de posibilidades de que vuelvan a darle el premio; Cantidad de personas vinieron; multitud de especies están en peligro; gran número de personas acudieron…

Casos como pareja, gente, ejército…:

  1. La gente vino pronto. A pesar de que nombres como pareja, gente, ejército, manada… se refieren a varias entidades, deben concordar en singular con el verbo: La gente vino pronto, no La gente vinieron pronto; La pareja está encantada, no La pareja están destrozados. No obstante, en oraciones distintas contiguas con sujeto implícito es posible poner el verbo en plural: La gente vino pronto. Estaban deseando ver el concierto.
  2. Estábamos allí toda la familia. Cuando estos nombres colectivos incluyen al hablante o al interlocutor, es posible, sobre todo en la lengua coloquial, establecer la concordancia en 1ª. o en 2ª. Persona del plural: Estábamos allí toda la familia; La gente de letras debería argumentar con facilidad.
  3. Estopa dará un concierto en Guatemala. Salvo que el plural esté marcado por otros elementos, los nombres propios que designan conjuntos de entidades concuerdan en singular: EE. UU. presentará (no presentarán) un veto en la ONU (frente a los EE. UU. presentarán un veto en la ONU). Se dice, por la misma razón, Estopa dará un concierto en Guatemala (frente a Los estopa darán un concierto…).

 

30/01/2021

El aparente choque de plural y singular genera vacilaciones para establecer concordancia entre sujeto y verbo en casos en los que intervienen los sustantivos tipo, clase, especie, gama, género, variedad y otros afines. Veamos algunos ejemplos:

1A-Este tipo de situaciones /traen/ consecuencias.

1B-Este tipo de situaciones /trae/ consecuencias.

Aunque el núcleo del sujeto es singular (Este tipo…) se admite la concordancia con el verbo en tercera persona del plural (traen), pero para “descomplejizar” se admiten ambas formas.

2A- Esta clase de personas no /puede/ ser confiable.

2B- Esta clase de personas no /pueden/ ser confiables.

3A-Una gama de colores que /resulta/ atractiva.

3B- Una gama de colores que /resultan/ atractivos.

4A- Se /vio/ todo género de competiciones.

4B- Se /vieron/ todo género de competiciones

5A-Una variedad de canciones /alegró/ el ambiente.

5B-Una variedad de canciones /alegraron/ el ambiente.

El Libro de estilo de la lengua española, publicación académica de 2018, refiere que: En construcciones en las que verbo ser une un elemento en singular y otro en plural, se suele establecer la concordancia en plural independientemente de la posición de los elementos”.

Y aporta los siguientes ejemplos: Las nuevas leyes son el verdadero problema; El verdadero problema son las nuevas leyes. “Aun así, es posible también la concordancia en singular en algunos casos: Los nachos con queso es/ son un aperitivo ideal; El precio es/son 50 euros; Veinte años no es/son nada”.

Agrega el Libro de estilo que si uno de los dos elementos unidos por el verbo ser es un pronombre personal, atrae siempre la concordancia del verbo: El culpable soy.

Y si ambos elementos son pronombres personales, lo más normal es establecer la concordancia con el primero si está en primera o segunda persona (Yo no soy tú; Tú no eres yo). Se produce variación cuando el primer pronombre es de tercera persona, aunque es más normal la concordancia en primera o segunda persona: Ella no es/eres tú; Él no es/soy yo.

 

Las Águilas

Algunos sustantivos asumen la condición de nombres colectivos porque pasan a nombrar una entidad colectiva: Águilas Cibaeñas, Tigres del Licey, Estrellas Orientales, Gigantes del Cibao, Leones del Escogido, Toros del Este, Estados Unidos de América. La norma indica que estos nombres colectivos conllevan verbo en singular: Águilas Cibaeñas entrena para Serie del Caribe; Tigres del Licey ha ganado más series; Toros del Este tiene futuro, Estados Unidos salió de Donald Trump.

En cada caso el verbo aparece en singular (entrena, ha, tiene, salió) y aunque los sujetos de estas oraciones están formados por elementos plurales representan entidades únicas.

Diferente será cuando se les coloque, como se estila en el habla coloquial, un artículo delante, obviamente que en plural. En tal caso, se impone la forma plural del verbo: Las Águilas Cibaeñas representan RD en Serie del Caribe. Los Estados Unidos libran lucha contra la covid-19.

Resulta incómodo lograr la concordancia entre sujeto y verbo formados por elementos en plural, aun se trate de un nombre colectivo. Podemos escribir: Leones fue vencido temprano, pero no Los Leones fue vencido temprano, pues el artículo plural (Los) exige verbo y adjetivo en plural (fueron vencidos).

De paso anotamos que tanto en el nombre del gran país del Norte como de los conjuntos deportivos mencionados, el artículo no forma parte de la denominación, por lo cual se recomienda escribirlo con inicial minúscula si no aparece al inicio de una oración.

NOMBRES DE LOS DIENTES

06/02/2021

Los nombres de los dientes recuerdan la naturaleza animal de los seres humanos. Nos diferenciamos de los otros en que podemos hablar y pensar, además de estar dotados de sentimientos. En muchas acciones nos parecemos a los animales irracionales, sobre todo en las funciones biológicas y ciertas necesidades. El comer, por ejemplo, es una necesidad animal que los humanos podemos convertir en un acto social.

Por la condición original del acto de comer, nuestros dientes cumplen funciones específicas que han permitido a los especialistas del área agruparlos y nombrarlos en consonancia con esas funciones y las características que presentan las piezas dentales. Los nombres y roles remiten a nuestra condición animal.

Los nombres son: incisivos, caninos y molares más los premolares. Los incisivos, cuatro en el conjunto superior y cuatro en el inferior, tienen la función de cortar. Son como pequeñas hachas. “Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma”, escribió a su hijo el poeta Miguel Hernández cuando el bebé tenía cinco dientes “como cinco jazmines adolescentes”.

El adjetivo /incisivo/, de acuerdo al Diccionario de nuestra lengua, significa “Apto para abrir o cortar. Punzante, mordaz”. Con los dientes incisivos cortamos un trozo de alimento (una salchicha, por ejemplo) mientras sostenemos una parte que no llevaremos a la boca de inmediato. Comer un guineo maduro precisa de los incisivos, pero no así masticar majarete o un helado, nueces o coditos.

En los caninos, ahí sí que hay rastros de animalidad. Ese adjetivo deriva de can, que es sinónimo de perro. Muchos son los que llaman “colmillos” a estos cuatro dientes agudos, terminados en punta, y no es por casualidad. El Diccionario académico define el vocablo /canino/ del siguiente modo: “1. Adj. Perteneciente o relativo al can. Raza canina. 2. Propio de un perro. Hambre canina.3. colmillo (diente agudo)”. Una cuarta acepción define a canino como excremento de perro.

El canino es la pieza dental ideal para desgarrar o ripiar algunos alimentos, como la carne, sobre todo si no se dispone de cuchillo para cortarla. Quien pela una caña con la boca necesita el auxilio de los dientes caninos, y por igual quien destapa una gaseosa a puro diente, ha de recurrir a esas piezas. Con los caninos, entonces, no solo se rasga, sino que se logran otros actos animales.

Desgarrar es sinónimo de rasgar, una de cuyas acepciones indica que consiste en producir una incisión con un instrumento cortante. Despedazarlos es lo que hacen tigres y leones con mansos animalitos que se atraviesan en su camino. Lo mismo nosotros, pero con diferencias de formas.

Es bueno ver lo que dice el DLE sobre el sustantivo /can/: perro. Esta voz deriva del latín “canis”, que es como en la lengua madre del español se denomina a ese animal. En nuestra lengua, el adjetivo por excelencia relacionado con perro (aunque exista perruno) es canino: hambre canina, raza canina, unidad canina, alimento canino.

Los molares, que junto a los premolares pasan de veinte, tienen como función triturar los alimentos. Los llamamos comúnmente muelas, para más vincularlos al acto de moler. Muelas son para moler. Podríamos comer, sin los incisivos ni caninos, almendras, mangú, arroz, pero muy difícil si carecemos de los dientes trituradores, es decir los molares. El verbo triturar se define así: Moler o desmenuzar una materia sólida, sin reducirla enteramente a polvo. Eso hacemos con las muelas.

¿Es cierto que por sus nombres y funciones los dientes recuerdan nuestra naturaleza animal?

 

13/02/2021

DE CÓMO MANGÚ LLEGARÁ AL DICCIONARIO ACADÉMICO

Las palabras no son del aire, como expresa una canción; las palabras son de los hablantes, así lo demuestra la realidad. La vigencia de un vocablo depende del uso que del mismo hagan los usuarios de la lengua a que corresponda. La voz /mangú/, por ejemplo, forma parte del patrimonio lexicográfico de los dominicanos, así como el objeto que representa resulta infaltable en nuestra cultura gastronómica.

Denominamos /mangú/ al apreciado puré de plátano de verde, macerado con mantequilla u otra grasa comestible, preferiblemente aceite de oliva. Se suele acompañar con huevos, salami o queso frito y en su defecto… con lo que haya. La compaña varía según la condición económica de quien lo prepara, como también incide el factor geográfico y otras circunstancias.

El origen de la palabra no ha sido bien establecido, pero el plato constituye un elemento bien conocido y apreciado tanto en la mesa del rico como en la del pobre, del ilustrado como del iletrado, en hoteles calificados como en fondas y comedores modestos.

Como las palabras son de todos, todos tenemos derecho a emplearlas, promoverlas y defenderlas. En estos días hemos visto el anuncio de una campaña para lograr que el término /mangú/ sea incluido en el Diccionario de la lengua española. Los promotores de la cruzada lo llaman Diccionario de la Real Academia.

La actividad, alentadora y plausible, ha partido del centro comercial Jumbo. Solo un error se advierte en la estrategia de la campaña: han olvidado que en la República Dominicana funciona una institución llamada Academia Dominicana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española.

Las academias correspondientes trabajan junto a la RAE para elaborar el Diccionario académico, la Gramática, la Ortografía y todos los demás documentos y publicaciones destinados a regular, fortalece y perfeccionar el uso de la lengua española. Estas instituciones están en todos los países de habla hispana, además de Filipinas (antigua colonia de España) y -aunque parezca extraño- en los Estados Unidos de América, donde habitan alrededor de cincuenta millones de hablantes del español.

Estas instituciones constituyen la Asociación de Academiasde la Lengua Española, cuyo presidente suele ser el director de la RAE, como lo es en este momento Santiago Muñoz Machado.

Conste que los delegados de todas las academias correspondientes tienen voz y voto, ya sea remitiendo sus opiniones y propuestas desde sus respectivos países o reunidos en Madrid, cuando es necesario.

Debe alentar a los promotores de la cruzada en favor del vocablo /mangú/ que éste ha sido incluido -tenía que ser- en el Diccionario del español dominicano, publicación oficial de la Academia Dominicana de la Lengua, aparecida en 2013.

En ese Diccionario ha sido incorporada con la siguiente definición:
“1.m. Puré hecho de plátano verde hervido y aceite o mantequilla”.

El DED incluye un ejemplo tomado de la novela Uña y carne, de Marcio Veloz Maggiolo, el cual dice: “Eran las diez de la noche y un plato de mangú con salchichón le esperaba como siempre en su escritorio”.

Una segunda definición indica:

  1. Persona débil o influenciable.

De tan popular el mangú, se ha creado la expresión “Volverse un mangú”, la cual se aplica a la persona que ha quedado aturdida, que se ha vuelto incapaz de actuar. Cuando se compara a una persona “blandita” con el mangú, no es elogio para la persona, pero sí para el alimento.

Pienso que el dominicanismo mangú será incorporado al Diccionario académico, pues califica para ello, pero dudo que se logre por efectos de farandulearía.