Temas idiomáticos

María José Rincón

NUEVAS ACEPCIONES

26/01/2021

 

La tecnología se extiende en nuestra vida cotidiana. Nada de malo tiene que se extienda también en el diccionario. Nuevas realidades, nuevas palabras, nuevas acepciones. Todos las usamos, y las usamos tanto que llega a sorprendernos saber que acaban de incorporarse al Diccionario de la lengua española en su actualización más reciente. Ya teníamos las palabras; ahora las utilizamos para referirnos a más cosas, ampliamos sus sentidos, las hacemos crecer.

Un perfil ha dejado de ser solo el de una figura para referirse también a nuestra identidad en una red social y al espacio donde publicamos los datos sobre ella. Un hilo ya no es solo una hebra textil larga y delgada que ensartamos o tejemos con una aguja; ahora publicamos en una red social un hilo con el que ensartamos una serie de mensajes relacionados. Antes publicábamos por medio de la imprenta; ahora lo hacemos en entornos digites. Lo bueno que tienen estos entornos es que también podemos despublicar, es decir, ‘retirar del acceso público un contenido’. Pesar fue siempre tener peso; el mundo digital le ha añadido una nueva acepción. Ahora también pesan los archivos, ocupan un cierto espacio de memoria en nuestros dispositivos electrónicos. Los avatares ya no son solo encarnaciones de dioses; ahora representan nuestra identidad virtual, simples mortales. Muchos se echarán a temblar y despotricarán sobre las nuevas tecnologías; las culparán de maltratar el idioma. Lo cierto es que estas nuevas acepciones demuestran cómo funciona la lengua, cómo se mantiene viva y a nuestro servicio. Somos nosotros, los hablantes, los responsables de todo lo demás.

 

02/02/2021

EMOJIS Y TROLES

 

Últimamente los usamos casi tanto como las palabras, pero sus nombres no estaban en el diccionario; hasta ahora. La versión actualizada del Diccionario de la lengua española ya registra los sustantivos emoticón, o emoticono, y emoji, de origen japonés, para referirse a esas pequeñas y coloridas imágenes digitales que incluimos en nuestros mensajes escritos y que muchas veces llegan a sustituirlos. Por nuevos que sean los emojis no se libran de las reglas para utilizarlos correctamente. El Libro de estilo de la lengua española, de la Real Academia Española, nos aconseja separarlos de las palabras con un espacio y respetar las normas de puntuación en los enunciados que los contienen.

En el Diccionario de la lengua española habitan toda clase de seres malignos. Uno de mis preferidos es el trol, personaje malvado, tradicional de la mitología escandinava, que vive en bosques y cuevas. Pero a nuestro mitológico trol le ha salido un tocayo; un nuevo inquilino en el diccionario, esta vez de origen inglés, y con menor prosapia, un usuario, indeseado y afrentoso, de las redes sociales que se pasa el día publicando mensajes con el ánimo de ofender, de provocar o, simplemente, de arruinar una conversación. Y claro, los troles no tienen otro oficio mejor que el del troleo, sustantivo también incluido en la actualización más reciente de nuestro diccionario académico; y no tienen otro oficio que trolear a diestra y siniestra, casi siempre a siniestra.

Ya sabemos que los diccionarios son las casas de las palabras y las palabras no se están quietas, mal que les pese a muchos. Las palabras están tan vivas como sus hablantes y estos cada día más habitamos las redes sociales. No debe extrañar que algunas palabras nuevas salten desde ahí al diccionario.

 

9/02/2021

VOLVERSE UN MANGÚ

«¿Sabías que la palabra mangú no aparece en el diccionario?». Así llama nuestra atención la nueva campaña publicitaria de los supermercados Jumbo, que pide a sus seguidores que utilicen la etiqueta #mangú en la RAE cuando se dirijan a la cuenta de la Real Academia Española para pedir que incluyan la palabra en su diccionario. Curiosa iniciativa publicitaria que merece que la aprovechemos para aprender un poco sobre diccionarios.

Empecemos por ahí: no existe «el» diccionario. Diccionarios hay muchos y de muchos tipos, y no todas las palabras están en todos, ni deben estarlo. Por ejemplo esta campaña publicitaria pasa por alto que la palabra mangú está registrada en el Diccionario del español dominicano de la Academia Dominicana de la Lengua o en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Su aparición en estos dos diccionarios (dos de muchos) se justifica porque la palabra cumple con los criterios que estas obras establecen para su inclusión. La propuesta de la palabra mangú deberá cumplir con los criterios del Diccionario de la lengua española de la RAE.

En cualquier caso, la presencia en el diccionario no le quita ni le pone al sustantivo mangú, tan nuestro como el plato que designa. Ojalá esta campaña se ampliara, no solo para la inclusión anecdótica de un término concreto en un diccionario concreto, sino para la difusión de nuestro patrimonio léxico, propio o compartido con otros hispanohablantes; para la promoción del buen uso del español en las redes o, ¿por qué no?, en las campañas publicitarias (por ejemplo, en el anuncio de Jumbo aparecen los anglicismos taguear y hashtag); para no volvernos un mangú con la ortografía, tantas veces maltratada; para la valoración de nuestra particular y riquísima forma de hablar español.

 

16/02/2021

BOMBONES PARA SIEMPRE

 

Cuando por la mañana bien temprano me encaminaba a mi oficina, solía encontrarme con Doi, con don Manuel Salvador Gautier, que paseaba a sus perros a paso largo y firme. Su porte y su silueta inconfundibles no lo dejaban pasar desapercibido. Más de una vez me detuve a saludarlo. A pesar de nuestros encuentros frecuentes en la Academia Dominicana de la Lengua, lo recuerdo mejor en estas breves conversaciones, a pie de calle, cerca del mar en el fresco de la mañana; revivo la calidez de su palabra, la perspicacia de su mirada y, en especial, su actitud templada y serena.

Recién llegada a esta isla, me regaló su primera novela, El atrevimiento, primer volumen de su tetralogía Tiempo para héroes. Con ella empecé a conocer literariamente la historia dominicana. Cuando supe de su muerte, busqué sus obras en mi biblioteca y, mientras recorría sus lomos, recordé que en esa primera novela Doi me había dejado una dedicatoria: «A María José, con la esperanza de que sus estudios de filología sirvan para entender a los dominicanos y para que los dominicanos se entiendan ellos mismos». Tremenda responsabilidad, sobre todo viniendo de la pluma de don Manuel, premio nacional de literatura. Me da por pensar que tenía razón. ¿Para qué otra cosa si no sirven la literatura y la filología?

A Doi le gustaban los bombones. Para siempre se me quedó entre las manos la caja de bombones que un día íbamos a compartir. Para siempre se quedarán en mis manos, y espero que en las de todos los lectores, sus novelas.

 

23/02/2021

UNA REGLA AGRADECIDA

No me nieguen ustedes que todos, al menos lo que prestamos atención a la ortografía, agradeceríamos que existieran reglas sin excepciones. Reglas hay muchas; excepciones, casi tantas como reglas. Memorizarlas todas es una tarea ímproba. Sin embargo, hay un puñado de reglas muy sencillas, con muy pocas excepciones, que se aplican a palabras que usamos con mucha frecuencia. Yo las llamo reglas ortográficas «agradecidas»: poco esfuerzo, grandes resultados.

El sufijo -oso, y su forma femenina -osa, se utiliza en español para formar adjetivos. Siempre se escribe con ese; por lo tanto, los adjetivos que se forman con él siempre se escriben con ese.

Este sufijo forma adjetivos a partir de sustantivos. Los adjetivos que resultan siempre se refieren a que lo expresado por el sustantivo es abundante. Con facilidad comprobamos su productividad: gusto, gustoso; nube, nuboso; jabón, jabonoso; afecto, afectuoso; montaña, montañoso; mora, moroso; bondad, bondadoso, volumen, voluminoso; vigor, vigoroso, vello, velloso; sudor, sudoroso.

El sufijo -oso/-osa forma, además, adjetivos a partir de otros adjetivos: de verde, verdoso, o de alegrealegroso. También en esta modalidad produce muchos nuevos adjetivos: amarillo, amarilloso; amargo, amargoso; elegante, elegantoso. También aparece este sufijo en adjetivos que se derivan de verbos: cavilar, caviloso; afrentar, afrentoso; resbalar, resbaloso. Hay otro sufijo que sigue esta misma regla ortográfica y que se aplica especializamente en la nomenclatura química: sulfuroso, nitroso, cloroso, ferroso.

A ojo de buen cubero el Diccionario de la lengua española registra unos mil trescientos adjetivos terminados en -oso/-osa. Solo hay dos excepciones a la regla: mozo y moza, buenmozo y buenamoza. A esto era a lo que me refería cuando les hablaba de regla ortográfica «agradecida». ¿Y lo buen mozo que resulta alguien con buena ortografía?

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