Macutear, trabuco, díscolo/discordante

Por Roberto E. Guzmán

MACUTEAR

“Lo que quiere es una policía que no MACUTEE. . . “

Este verbo del título deriva de la voz macuto. El macuto es una cesta tejida, flexible, que se usa (¿usó?) para llevar frutos, vegetales y para recoger granos. Las cuerdas que servían para cargarlo permitían llevarlos también sobre la espalda o colgarlo sobre el hombro. Las cantidades o carga transportadas en un macuto nunca fueron grandes. Cuando se usaba para recoger granos se llevaba sobre el vientre para mayor comodidad y celeridad en la recogida. El uso del macuto casi ha desaparecido y se ha convertido en un objeto del folclor destinado para la venta a turistas.

La difusión de la palabra en el español general quedó circunscrita al objeto descrito más arriba; por eso tardó mucho tiempo para que los europeos reconocieran la palabra o la integraran a su uso. Algunos cronistas de Indias reconocieron macutos en Suramérica; este dato ha de retenerse como una traslación del nombre a un objeto parecido al macuto objeto de este estudio. Este fenómeno fue frecuente en América de esa época. Por eso se han encontrado canoas en otras regiones y muchas otros indigenismos de las Antillas en Tierra Firme.

El verbo macutear parece que es de uso exclusivo de los hablantes de español dominicano. El macuto mismo, según indican los estudios, se usó en Venezuela y República Dominicana. Que conste, lo que es de uso exclusivo de los dominicanos es el uso del verbo, pues la acción es mundial.

Con respecto al origen de la palabra macuto, durante largo tiempo se aceptó que era una voz de origen taíno porque el primer contacto de los colonizadores con la voz fue en las Antillas. Luego cuando se estableció que se conocía también en Venezuela hubo que revisar esa opinión. Pensaron algunos que era voz caribe, aunque por ser conocida en Venezuela y las Antillas, se presume que es arahuaca.

La voz no adquirió vigencia en el español peninsular debido quizás a que al ser una cesta de tejido vegetal flexible no se asemejaba a las existentes en Europa.

  1. Fernando Ortiz argumentó que la palabra macuto tenía antecedentes en lenguas de Angola. Además, arguye él, en idioma congo, nkutu significa saco, bolsa o talego de fibras vegetales.

Todavía en el portugués brasileño del 1948 se conocía la voz macuto, sustantivo masculino para expresar “mentira, inverdade”. La etimología atribuida a la voz era del quimbundo , prefijo plural de cuarta clase más kuto, mentira. Fue término usado entre los negros y hoy (1948) parece haber desaparecido. A influencia africana no portugués do Brasil (1948:235). Versión en español de RG.

Una nota curiosa con rasgos que salen de lo común es la acepción que insertó D. Roque Barcia en su Diccionario general etimológico de la lengua española (1881-III-531), “Masculino americano. Paquetito hecho de yagua, que contiene cera, carne, tabaco, etc.”

No hay explicación para esta definición, pues este autor conocía la obra de Esteban Pichardo.

El macuto antillano era más largo que ancho, con la boca ancha, tejido de guano. Ya se escribió que este macuto servía para recoger en él los granos durante las cosechas. De la actividad de recolección derivó el verbo macutear, que en buen dominicano es sobornar o exigir soborno. Casi siempre quienes solicitan o reciben el macuteo son los empleados públicos, funcionarios y agentes del orden público.

Cuando el macuteo era de sumas importantes de dinero, mi hermano Julio decía que eso era seroneo, de serón, pues las cantidades de dinero no cabían en un simple macuto y se precisaba de un serón para transportarlo. El serón dominicano es “Especie de árgana hecha con fibras de guano que sirve para llevar carga en las caballerías”.  Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005:376).

Parece que la práctica del macuteo no ha cesado en la vida cotidiana dominicana; solo ha variado la forma de practicarlo y los montos.

 

TRABUCO

“. . . era un tercer bate de un ´line up´ que contaba con un TRABUCO de formidables bateadores”.

El primer encuentro de los niños y jóvenes dominicanos con el trabuco es por medio de la historia dominicana. En la noche del 27 de febrero de 1844 se asegura que Matías Ramón Mella realizó un disparo con un trabuco para precipitar las acciones. Esa es la acción que se conoce con el nombre de “trabucazo de Mella”.

Por fuerza de la historia los estudiantes se enteran de lo que significa un trabuco. Este trabuco es un arma de fuego prácticamente en desuso. La descripción que hacen los diccionarios es en comparación con una escopeta, más corta que esta, pero con la boca ancha y de mayor calibre.

Procede enseguida que se pase a la explicación con relación a la cita. El sustantivo está usado en sentido metafórico, algo que los dominicanos han logrado en su habla. El traslado que ha hecho el hablante de español dominicano es llamar trabuco a una persona o cosa extraordinaria, así como a un equipo deportivo que destaca por su desempeño. Diccionario del español dominicano (2013:668).

El trabuco de la cita es una alineación extraordinaria de bateadores, que aciertan con el bate y demuestran poder en esta actividad. Este uso de trabuco sorprendería grandemente a otros hablantes de español, pues para la mayoría de hablantes de español el trabucazo es el disparo del trabuco; la herida ocasionada por el disparo del trabuco y en el registro coloquial, la pesadumbre o susto que, por inesperado sobrecoge y aturde.

Como los dominicanos son tan aficionados al deporte del beisbol, el trabuco ha ido más lejos en ese ámbito. Se usa la palabra trabucazo para particularizar un lanzamiento de la pelota o el tiro de esta por uno de los jugadores, cuando alcanza gran velocidad o precisión. Ejemplos son, “Ese pícher tiene un trabuco en el brazo”. “El jardinero central tiró un trabucazo al plato”.

Del mismo modo que ha ocurrido con otros usos del lenguaje, los dominicanos le han imprimido un sentido diferente y exclusivo a una acción. Esto es propio de la riqueza de la lengua. Debe ser motivo de celebración.

 

DÍSCOLO – DISCORDANTE

“Hay temor en la nota DÍSCOLA entre pares ya que se asume que leer no es cosa de hombres”.

No todas las palabras se prestan para ser llevadas a un uso extraordinario, es decir fuera de su ambiente. El ámbito de acción delimita los significados que pueden atribuirse a casi todas las palabras. Hay que ser cauto con el uso de la figura que se llama “uso figurado”.

Las metáforas son bellas, por eso las usan los poetas. Esas son las que consisten en cambios de palabras entre el término concreto y la noción abstracta.

Los poetas disfrutan de una licencia especial para crear tropos, esto es, el uso de palabras con sentido distinto del literal, a condición de que haya alguna semejanza entre el sentido literal y el abstracto.

No es menos cierto que en la vida diaria usamos con mucha frecuencia de las metáforas sin darnos cuenta de ello. Algunas de estas metáforas se han integrado con tanta naturalidad a la lengua que no llaman la atención, pasan inadvertidas.

Con eso de las metáforas puede suceder, guardadas todas las distancias, lo que dijo el personaje de Molière, que no sabía que hablaba en prosa, aquí en lugar de prosa colóquese metáfora.

Con respecto a las notas, en el lenguaje escrito pueden ponderarse varias características, entre ellas las de los sonidos con cierta frecuencia, que con respecto de la calificación y rasgo puede ser discordante, por eso se colocó esta palabra en el título junto al que se critica.

Díscolo es “desobediente, rebelde, indócil, indisciplinado, revoltoso, indomable, indómito, perturbador”. Discordante, por su parte, referido a persona es, que rompe la armonía del conjunto. Si en la cita se usó la palabra “pares”, se supone que ellos y ellas son miembros de un conjunto.

Por fortuna, no se califica de falta de conocimientos el asunto de la elección de una palabra inadecuada en esta situación, es más bien algo relacionado con las dotes poéticas del redactor. No hay lugar a sorpresa, en el español al igual que en otras lenguas son más los eunucos creativos que los productores formales.

Remenión, vitícola/*vinivitícola, dembousero, mansión

Por Roberto E. Guzmán

REMENIÓN

“Entonces, se impone que A. disponga lo inaplazable: un REMENIÓN de la mata militar. . .”

Al leer la palabra, la primera reacción que viene a la mente es saber si la voz del título es la representación escrita de la pronunciación de una palabra que existe en el español general. Para tranquilidad de muchos puede aclararse que no hay tal remeneón en el español internacional.

El remeneón aparece en el español dominicano, Diccionario del español dominicano (2013:596), “Sacudida fuerte y brusca”. Este sustantivo tiene también una aplicación más culta cuando se entiende como “Conjunto de cambios que alteran el orden habitual”.

Si se presta atención a la frase transcrita a guisa de ejemplo del uso al principio de esta sección, se nota enseguida que se trata de introducir cambios en el orden militar.

La forma en que está redactada la oración, así como las expresiones populares en uso aluden al origen del remenión que parece que deriva del sacudión que se da a un árbol para que los frutos maduros caigan. Este sacudión aparece en el Diccionario de la lengua española, diccionario por excelencia de la lengua común. Allí aparece definido, “Sacudida rápida y brusca”.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española registra el remeneón dominicano con una acepción ligeramente diferente, “Movimiento que se causa agitando algo prolongadamente y con fuerza”. Definido de una forma u otra el resultado es el mismo. En buen dominicano, algo cae; o más bien, algo cambia.

Encontrar voces como la del título asentadas con una definición en los diccionarios, es motivo de satisfacción, porque esa acción se ha producido durante largo tiempo en el español dominicano y se la ha mencionado como remenión.

Remeneón aparece recogido por primera vez por D. Manuel Patín Maceo, “Sacudida violenta”. Hay que tener en cuenta que el remeneo reconocido por las autoridades de la lengua es, “Conjunto de movimientos rápidos y continuos”. Mediante la lectura de las acepciones anteriores puede medirse la distancia que separa un concepto del otro.

 

VITÍCOLA – *VINIVITÍCOLA

“. . . o en su residencia en el Valle de Napa, región VINIVITÍCOLA de California. . .”

En algunas ocasiones, a algunos escritores, escribientes y redactores se les “cruzan los cables” y producen un término que es amalgama de otros y con eso desnaturalizan el mensaje. A veces el resultado es risible.

Lo que sucedió en este caso le pasa a cualquier hijo de vecino. . . que no relea con ojo crítico lo que escribe.

Para un dominicano caer en un error de este género es muy fácil porque en el país de los dominicanos se cultiva muy poco la vid, de donde puede concluirse que la viticultura es la actividad de unos pocos, casi excepcional.

Se escribió más arriba risible porque en opinión de quien escribe estos comentarios, el cruce de palabras que originó la *vinivitícola, proviene de la famosa frase del latín, veni, vidi vici, que cada quien escribe a su manera, con muchas faltas que aquí no se reproducirán para no confundir.

 

DEMBOUSERO

“. . . el reconocido derechista, influencer, DEMBOUSERO y negociante. . .”

Los jóvenes lectores pueden encontrar el origen de la voz del título de manera muy fácil. La voz dembow es la que se encuentra adaptada al español en la voz creada. Hasta la voz del inglés antes mentada es reciente.

Como es un vocablo reciente en lengua inglesa, su historia puede documentarse con todos los detalles. Eso no se hará aquí. Es suficiente para los propósitos de este escrito con mencionar que originó en Jamaica como nombre de un ritmo en las últimas décadas del siglo XX.

De Jamaica el ritmo y el nombre pasaron a Nueva York. De allí se internacionalizó el ritmo y con este el nombre el ritmo y el nombre llegaron a República Dominicana.

Al llegar a un país de habla hispana era natural que algunos de sus derivados adquirieran rasgos del español. El vocalista o músico de dembow pasó a llamarse dembousero en el habla de los dominicanos.

No hay que extrañarse de que esta nueva voz reciba la terminación -ero, pues en el español de las Antillas es muy prolífica. Esta terminación proviene del latín -arius y se añade a sustantivos para formar derivados nominales y adjetivos que generalmente se sustantivan.

Con respecto de dembousero lo que hace la terminación de la nueva voz es designar la persona que desempeña el oficio u ocupación de lo que designa la voz primitiva.

 

MANSIÓN

“. . . hoy sería seguro el inquilino de la MANSIÓN de Gascue”.

Es fácil saber cuál es el tema de esta sección. El título señala que versará sobre el vocablo mansión. Se trae a estos comentarios porque lo usan en la frase reproducida para no tener que mencionar con otro vocablo el asiento del poder ejecutivo de la República Dominicana.

La mayoría de los dominicanos que han cursado la educación primaria saben que Gascue es el nombre de un barrio de la ciudad de Santo Domingo.

Usar el vocablo mansión para designar con otro nombre el asiento del poder ejecutivo no es una selección afortunada. Eso se explicará más abajo. El desacierto comienza con el empeño que ponen algunos redactores en introducir (¿acuñar?) nuevos términos para denominar cosas conocidas con otros nombres.

El vocablo mansión tuvo mucho que ver con la detención o parada que se hace en alguna parte, por esto figura en el Diccionario de la lengua española con esta acepción en primera posición. Así consta en el Diccionario de autoridades (1963-II-486), donde la segunda acepción expresa, “Significa también el aposento o pieza destinada de la casa, que sirve para habitar y descansar en ella”. Apunta que deriva del latín mansio. Téngase en cuenta que este diccionario fue compuesto en el año 1732.

La segunda acepción es la que realmente interesa para esta exposición, “Morada, albergue”. En la tercera acepción se toma el vocablo casa para la edificación y se le coloca al lado el adjetivo suntuosa para significar que es grande y costosa. Ha de tenerse en cuenta que la morada es el asiento de la residencia continuada. Albergue que es el otro vocablo usado vale para alojamiento de personas.

No puede olvidarse que el presidente no mora (sin fruta) en ese lugar; no vive allí. Será suntuosa la edificación, pero no es vivienda aunque el presidente permanezca largas horas allí.

El vocablo mansión tiene equivalentes en otras lenguas romances. En portugués es mansão, definida como residencia de grandes dimensiones y lujo excesivo; habitación, morada, domicilio. En italiano sucede otro tanto, mansióne.

No siempre es bueno improvisar. El “palacio” es el asiento del poder ejecutivo en el español dominicano.

Embicar(se), impase

Por Roberto E. Guzmán

EMBICAR(SE) 

“… algunos taxistas que arriman sus vehículos al parque y encuentran un refugio tranquilo para EMBICAR una cerveza…”

Este verbo del español dominicano es más interesante de lo que parece a primera vista. Un elemento que hace este verbo sobresaliente es su origen, y otro, los derivados o relacionados que existen en el español dominicano.

Las dos ideas que se avanzaron en el párrafo anterior se examinarán más abajo. Una de ella se revelará patente a los ojos de los lectores una vez se desarrolle.

El verbo embicar(se) en el español dominicano tiene acepciones propias. En funciones de verbo solo existe en el español dominicano. Para poder llegar a dilucidar el origen del verbo dominicano y su significado hay que remontarse a la historia del español.

El ejercicio que se hará en esta sección no se hace solo para desentrañar el sentido del verbo que es harto conocido por los hablantes del español dominicano, sino para edificar la etimología de un verbo que a simple vista aparece obvio para estos hablantes.

En buen español dominicano embicarse indica que la persona que ejerce la acción bebe del pico de una botella. No hay que sorprenderse de que en el español dominicano las botella tengan pico. Este pico es una extensión del significado del que existe en el español internacional “que tienen en el borde algunas vasijas para que se vierta con facilidad el líquido que contengan”. Lo que figura entre comillas es parte de la quinta acepción de pico que consta en el diccionario oficial de la lengua española. Por tanto, no hay que sorprenderse de que este pico exista en el español dominicano extendido a las botellas.

Si más arriba se escribió algo acerca del verbo que podría ser del origen de este, ahora hay que asegurar que puede resultar sorprendente este origen.

En portugués existe el verbo embicar con varias acepciones, de las cuales se retendrán las que poseen relevancia para esta exposición. La segunda acepción es, empinar el codo (beber); la cuarta es tener riña, contender; la séptima es dirigirse, encaminarse.

Estas acepciones del portugués se traen a colación porque coinciden con las que posee el verbo embicar(se) en el español dominicano.

De acuerdo con lo que trae el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, embicarse es, “Dirigirse apresuradamente a un lugar” (dirigirse, encaminarse); “Embestir alguien a una persona, atacarla”. Y, por último, el más usado en el español dominicano, “Tomarse de forma continuada varios tragos de una bebida”.

Por medio de la lectura de lo explicado en el párrafo retropróximo, de las tres acepciones del verbo en español, dos provienen o coinciden con las del portugués. La acepción que añadió el español es la relativa a beber. Hay que aclarar que casi siempre este verbo “se conjuga con bebidas alcohólicas”.

Una vez se ha llegado a este punto hay que afinar la puntería para explicar cómo es que el pico llega hasta aquí. El pico comenzó por ser el de las aves. De ahí pasó en el español al pico de las montañas. En el año 1244 pasó a ser objeto punzante o “punta”. Más adelante en el español antiguo pasó a ser “punta aguda que tiene alguna cosa”. El último es el pico de la botella.

Este pico, aunque parezca increíble tiene relación con el beso, en francés faire la bise. En el año 1217, en francés, bec pasó a ser la boca humana. De ahí que los franceses den los gros bisous, grandes besos.

Luego de todas las explicaciones y reflexiones al margen, es apropiado reconocer que no se sabe cómo este verbo llegó del portugués al español dominicano con el significado particular que tiene en la última lengua.

Puede aventurarse una explicación. Llegó hace siglos de boca de los marineros portugueses con el sentido propio de la marinería y de ahí los habitantes de la isla La Española lo llevaron a “beber a pico de botella”. Esto es, directamente de la botella o recipiente.

 

IMPASE

“. . . Haití había detenido la construcción de ese canal para que el IMPASE que creó. . .”

Este impase es una adaptación válida del galicismo impasse que es de uso en América. En el español peninsular puede encontrarse usado impás que es otra adaptación válida al español. El español americano se ha decantado por una adaptación que se asemeja más a la escritura del francés, al tiempo que la peninsular se asemeja a la pronunciación del francés.

Para encontrar las acepciones de la palabra del título hay que remitirse a la del francés del modo en que se ha aceptado en español. En el Diccionario de la lengua española de la corporación madrileña de la lengua consta la palabra francesa impasse, en cursiva, con las significaciones que deben reconocerse a las adaptaciones al español. Estas se verán en detalle más abajo. Se adornará el tema con un poco de historia de la palabra francesa.

La palabra impasse está formada por el prefijo in (privativo) que hasta el año 1730 en francés se escribió inpasse. En el siglo XVIII se usó ya la palabra para reemplazar otra conocida en español cul-de-sac, callejón sin salida, calle ciega. Fue Diderot quien un poco más tarde la utilizó con el sentido de “situación de difícil solución”. En español se documentó la voz del francés en el año 1922 de la pluma de E. d´ Ors. Al italiano pasó también para situación sin solución, o sin salida; situación de gran dificultad.

El impase en negociaciones se produce cuando se llega a un “punto muerto, estancamiento, atascamiento”. El diccionario de las autoridades normativas de la lengua española añade a las acepciones anteriores, “compás de espera; detención de un asunto”.

Si la palabra se deja escrita en francés hay que ponerla en cursiva o entre comillas por ser voz extraña a la lengua española. También puede recurrirse a una de las traducciones o adaptaciones a la grafía española aceptadas por el uso culto o las traducciones impuestas por el uso continuado.

Guaguancó, recogedera, pechudo/pechú

Por Roberto E. Guzmán

GUAGUANCÓ

“. . . que también dominaban el gusto popular e igualmente divulgando por la radio (…) como el cha-cha-cha, el danzón, el GUAGUANCÓ. . .”

Esta voz puede resultar extraña a algunos jóvenes. Esa es la razón por la que se trae a estos comentarios. Es una voz interesante que es bien conocida en el español de Cuba.

Algunos estudiosos entienden que la difusión original del guaguancó, es decir el ritmo, fue propiciado por la abolición de la esclavitud en Cuba. Es una forma de rumba que tiene raíz africana; la rumba en sí misma es madre de muchos ritmos y bailes latinos.

El Diccionario de la lengua española reconoce la palabra al incorporarla a su repertorio con una cauta acepción, “Género musical popular con canto y baile”. La palabra ingresó en ese diccionario en la edición del año 2014, la vigesimotercera.

No puede olvidarse que en Cuba al igual que en otras islas del Caribe las celebraciones religiosas profanas se disfrazaron de alusiones cristianas. El baile entre los esclavos además de ser una manifestación de regocijo era una escapatoria a la miserable vida que llevaban. La música, así como otras manifestaciones culturales, se convirtieron en una fusión de expresiones (afro-criollas) afrocubanas.

Los instrumentos originales eran de percusión, tres tumbadoras y una caja. La forma de bailar este ritmo es común a otros ritmos en los que la característica es que la pareja ejecuta movimientos lascivos de caderas y pelvis. La mujer evita al hombre hasta que cede a sus insinuaciones -a distancia- y consiente; esa acción es llamada “vacunao”.

Es una pena que D. Fernando Ortiz no tuviera la oportunidad de buscar el origen de la palabra guaguancó como hizo con tantas otras palabras de Cuba de origen africano. La única pista que se ha encontrado para la palabra en estudio es guanguá, del yoruba, la que como muchas otras palabras de este tipo tiene muchas acepciones, “claro, alumbrado, iluminado, límpido, puro, neto, hueco, espaciado, transparente, terso, abertura”. Diccionario de términos yoruba (2010:76).

Fernando Ortiz con las siguientes palabras describe lo que sabe acerca del término: ”Ignoramos el significado del vocablo; pero no vacilamos en darlo como africano”. Añade, “Nombre de un danzón, que se bailaba en La Habana por 1893”. Glosario de afronegrismos (1924:213).

Por fortuna William Megenney se ocupó de la palabra. La define como “tipo de música guarachosa importada de Cuba”. África en Santo Domingo (1990:177). Trae posibles orígenes africanos en el habla de los kaffir (South África) quienes lo usan para “batir palmas durante un baile, el ruido de una multitud de personas, ingwangwa. En lengua bobangi él encuentra una voz parecida, ngwa ngwa, usado para “puntiagudo”.

Cuba fue una isla con una pujante industria azucarera que requería de mano de obra. Esa mano de obra en su gran mayoría la proveyó el esclavo africano. Con el esclavo vino su lengua además de su cultura. Con esto llegó su costumbre. Como se escribió más arriba, la música derivada de los ritmos africanos en América, se desarrolló en Cuba. Algunos de esos ritmos recibieron nombres originados en lenguas africanas.

El Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-II-27) consigna que el guaguancó es una “modalidad de la rumba cuya parte inicial de canto toma el carácter de un extenso relato. . .” Luego de esa parte entra en la descripción del baile.

A República Dominicana el guaguancó llegó a través de la radio, de los discos. No ha de olvidarse la gran influencia que ejerció Cuba sobre República Dominicana en muchos aspectos, entre ellos la lengua y la música.

La música del guaguancó fue escuchara con frecuencia en República Dominicana y la palabra entró en el habla. El baile o la práctica de esta música en el seno del pueblo no corrió la misma suerte en este país quizás por los atrevidos movimientos que se hacen durante el baile. Esto así quizás por la influencia de la religión, pues no puede olvidarse la gran influencia ejercida por la religión en el país dominicano, sobre todo en la época de esplendor de este ritmo.

 

RECOGEDERA

“. . . recurre al expediente de la RECOGEDERA de firmas. . .”

No se precisa de mucha imaginación para vincular el verbo recoger con la voz del título. Conforme con lo que los diccionarios recogen, el sustantivo del título solo tiene uso en el habla de los dominicanos. La voz no está en el diccionario oficial de la lengua española internacional. Ni siquiera aparece en el diccionario de americanismos confeccionado por las academias de la lengua.

El Diccionario del español dominicano (2013:590) es el que asienta la voz por primera vez. Allí puede leerse una escueta definición como corresponde a un diccionario de este tipo, “Acción y efecto de recoger reiterada o continuadamente”.

Hay que tener en cuenta que en el español general existe la palabra recogida, que es la acción y efecto de juntar personas o cosas. La voz recogedera nunca se usaría para la acción de cosechar granos, cuando para esta acción se dice y escribe recogida.

Con lo escrito en el párrafo retropróximo se desea destacar la diferencia en el habla, pues en la recogedera no se trata de juntar cosas dispersas, sino hacer diligencias para reunir algo inmaterial.

Podría argüirse que en el caso de la recogedera se solicita algo para conseguir, lograr u obtener otra cosa. La acción de la recogedera se caracteriza porque conlleva un tiempo entre el comienzo de la acción y su finalización; esto es, no es un producto obtenido de una vez.

Con lo expuesto más arriba se espera haber explicado el carácter de la acción que en el español dominicano se conoce con el nombre recogedera.

 

PECHUDO – PECHÚ

“¡Qué pechú!”

La voz pechú del español dominicano es moneda corriente. Ha estado en uso desde la primera mitad del siglo XX en el habla de los dominicanos.

Antes de entrar en el estudio del itinerario de la voz hay que señalar que los datos con que se cuenta apuntan a que es una voz que tuvo su origen en el habla dominicana. Hay que destacar que en otras hablas para las personas que están prestas a enfrentar las situaciones enojosas, estas hablas recurren a la frente, así, “dar el frente”.

La voz pechú,a, no se limita a encarar o afrontar las situaciones, sino que lo hace con celeridad, sin detenerse a pensar en los peligros que eso entraña. De algún modo el pechú es atrevido en sus acciones o reacciones.

Se ha insistido en la grafía pechú y hasta pechúo, porque solo en el habla desvirtuada dirá pechudo un hablante de español dominicano. Escrito o dicho de la manera intelectual pierde el sabor y el énfasis, le quita fuerza al sentido propio de la voz.

Más arriba se escribió que la voz del título ha estado en uso desde la primera mitad del siglo XX porque consta en la obra Criollismos de Brito que fue editada en 1930. P. Henríquez Ureña recoge la voz en El español en Santo Domingo, diez años más tarde (1940:192); este intelectual escribe pechudo y consigna “valiente, que presenta el pecho”. Brito por su parte había registrado “arriesgado, animoso”.

Manuel Patín Maceo cuando se ocupa de las voces dominicanas incluye pechú y pechúo en la obra Dominicanismos en el año 1939 y entra en explicaciones pertinentes que ayudan a entender el concepto que encierra la voz. Este estudioso eligió la voz pechúo, a, como representación gráfica del adjetivo; él escribe, “Que intenta hacer algo superior a sus aptitudes o que aspira a una cosa que le es imposible alcanzar. . .”

La voz no permaneció en los límites del habla dominicana, sino que pasó a Puerto Rico donde la documentaron ya en la segunda mitad del siglo XX. Rubén del Rosario menciona la voz en Vocabulario puertorriqueño (1965:99) y recurre solo a la voz pechú para designar la persona temeraria, atrevida; él entiende que en el habla dominicana es pechúo.

Todos los tratadistas del habla dominicana han continuado el camino trillado por los citados autores con ligeras variantes, Algunos autores han añadido el valor de “desvergonzado, inescrupuloso, sinvergüenza” a los significados anteriores; esto sin olvidar consignar “atrevido, valiente”.

El Diccionario del español dominicano (2013:530) además de repetir algo de lo anterior añadió, “persona bravucona, temeraria, poco escrupulosa”.

En Puerto Rico al pechú le han añadido también las características de cariduro, atrevido, arriesgado.

Chivirica, intermitente / parpadeante, cachipa, enganchar

Por Roberto E. Guzmán

CHIVIRICA

“Se ve esa energía de niña inquieta pero obediente. De CHIVIRICA pero inocente”.

Esta voz del epígrafe en el español dominicano tiene más de una acepción. Desempeña funciones de adjetivo y sustantivo; en el habla casi siempre se utiliza en femenino para referirse a la conducta de una persona.

La voz en masculino chivirico existe en Cuba para algo que se come. En El Salvador en funciones de adjetivo se refiere a una cosa bonita, de buena calidad, o, a una persona agradable, simpática.

Con esta voz, chivirica, sucede algo que se ha criticado antes, la acepción que puede considerarse negativa solo se aplica a la mujer, “Mujer desinhibida en su relación con los hombres”; esto es, que actúa con espontaneidad.

La segunda acepción en funciones de adjetivo, se aplica a la persona “muy alegre, a veces extremadamente coqueta y enamoradiza”. Esta acepción expresa que la persona trata de atraer con maneras afectadas o que trata de despertar sentimientos de amor en otra u otras personas.

La voz chivirica tiene relación con otra de mucho uso en el habla dominicana, chiva. Una chiva, referido a mujer es la que tiene una conducta liviana y coqueta. Chiva es un grado superior de chivirica. La chivirica despliega mayor actividad que la chiva. La mujer chiva es menos fiel en sus relaciones amorosas.

De paso vale recordar que chivo es una palabra con muchas acepciones en el español dominicano y contribuye a formar muchas locuciones.

 

INTERMITENTE – PARPADEANTE

“Con sus luces traseras encendidas, PARPADEANTES. . .”

Algunas palabras se asemejan unas a otras, pero no son sinónimas. Hay quienes aseguran que la sinonimia nunca es total. Las dos palabras del título se parecen, no por la forma en cómo se escriben, sino por el significado. Hay que mantener el cuidado de no confundirlas. Esa confusión es lo que ocurrió entre los dos vocablos del título en la frase copiada más arriba. Aquí se verá la diferencia entre ellas.

La intermitencia tiene relación con interrupción y repetición; que enciende y apaga con periodicidad constante. En un vehículo automóvil es la luz lateral para señalar un cambio de dirección, con las características apuntadas.

El parpadeo es la acción y efecto de parpadear que es abrir y cerrar los párpados. Con respecto de la luminosidad es vacilar u oscilar. Con la primera acepción queda en evidencia que es acción de los párpados.

Parpadear es próximo de palpar y de palpitar, del último “tanto por la forma como en el sentido”. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-IV-406).

El parpadeo es de los párpados. Por extensión, se acepta para algunos fenómenos. La intermitencia es con periodicidad y se usa para las señales de los automóviles que cambian de dirección. No hay que confundir las dos nociones.

 

CACHIPA

“. . . para que coloquen filtros en la chimenea. . . pues inunda todo el municipio. . . de la llamada CACHIPA. . .”

Hay una cachipa dominicana que no se conoce en otra variedad de español. De modo implícito se expresa que existen otras cachipas en otras hablas que no significan lo mismo que la dominicana.

Es muy probable que la cachipa dominicana haya recibido influencia de la puertorriqueña. De acuerdo con lo que consigna el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico la voz cachipa apareció ya en el año 1937 estudiada por D. Augusto Malaret.

Algo que refuerza la posibilidad de que cachipa haya pasado de Puerto Rico a República Dominicana es que en el español de Puerto Rico esa voz sirve para mencionar, “bagazo, cachaza, cáscara, cascarón, corteza, paja, pellejo, pelusa, yesca”. De otro modo sirve para mencionar residuo, viruta.

La cachipa dominicana está documentada en el Diccionario del español dominicano (2013:124), y la acepción asignada es, “Resto ligero de material incinerado”. En el español dominicano se usa de modo casi exclusivo para los restos flotantes en el aire de la caña de azúcar quemada en los campos o, los que expulsan las chimeneas de la cita.

Si se enlazan los sinónimos puertorriqueños con la cualidad de la cachipa dominicana se nota la similitud que existe entre aquellos y esta. La cachipa es un resto, ligero. Las propiedades de los sinónimos de la cachipa puertorriqueña son esas, es residuo y es tenue.

  1. Max Uribe en Notas y apuntes lexicográficos (1996:87) trae un artículo dedicado a la voz del título. En este él menciona. “. . . dada la tradicional intercomunicación entre petromacorisanos y puertorriqueños, cabe suponer que el término CACHIPA es sin duda viejo trasplante lexical que por asimilación hubo de quedar convertido, gracias al hablante común de los territorios cañeros del Este, en significante de las pavesas que, en cantidades industriales, despiden las chimeneas de la industria del azúcar, conforme apunta el autor de “mis 500 locos”. (Uribe alude a un artículo publicado por el Dr. Antonio Zaglul en el diario El Caribe, del 11 de marzo de 1980).

Esta cachipa pudo haber entrado también al español dominicano a través de la ciudad de La Romana en cuya industria azucarera los puertorriqueños tuvieron gran influencia.

 

ENGANCHAR

“Esto permitiría que el país se ENGANCHE al creciente uso del hidrógeno para generar electricidad. . .”

De modo general el español hablado se distingue del español escrito porque en el último hay cierto esmero al elegir los vocablos. En el habla entre interlocutores o en público, pueden verse el hablante o disertante y los oyentes; estos por lo general saben o entienden de lo que se habla. La persona que redactó la frase de la cita olvidó ese detalle.

Enganchar, enganche y gancho son vocablos de uso constante en el español dominicano. Los vocablos de esta familia tienen más usos en esa variedad de español que las acepciones aceptadas internacionalmente.

Cuando un hablante de español dominicano desea expresar que suspende o pone una cosa pendiente de otra de modo que no llegue al suelo, usa el verbo enganchar y no colgar. En los casos en que señala que una persona se incorpora a las filas de una institución militar o policial, el verbo favorito es enganchar.

Si en cambio el hablante dominicano desea comunicar que ha sido víctima de un engaño o que logró estafar a otro, dirá, “lo enganchó”.

En el ejemplo de la cita el sustantivo enganche sustituye al sustantivo incorporación, o integración. La palabra gancho es de larga tradición en la República Dominicana; significa en el español dominicano, trampa, ardid. Un gancho es también el dispositivo que se coloca para robar electricidad, obviando que esta sea registrada por el contador.

En los casos en que el dominicano ha acertado a ensartar algo dirá que lo enganchó. De modo parecido recurrirá a este verbo cuando por accidente algo sufre un desgarre, o su persona un rasguño, por ejemplo, en cercas, o al pasar entre objetos puntiagudos, filosos, en los que “se engancha”.

Con la exposición que antecede se espera haber demostrado lo anunciado al principio acerca del verbo enganchar y sus derivados en el habla de los dominicanos.

Cachumbambé, arrogarse / arrojarse, sebo / cebo

Por Roberto E. Guzmán

CACHUMBAMBÉ

“Uno de los espacios favoritos de la muchachada, con sus chiringuitos, pistas, CACHUMBAMBÉS y verdes explanadas”.

La voz del epígrafe consta en los diccionarios del habla propia de Cuba desde el inventario pionero de D. Esteban Pichardo en 1836. Permaneció largo tiempo como voz exclusiva del habla cubana. Más tarde, con los avances de la tecnología logró salir de la insularidad. Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836:119). Su incorporación en el Diccionario de la lengua española ocurrió en la edición de 2001.

Los dominicanos habían oído la voz mucho antes del año 2001, pues la habían recibido a través de canciones y programas radiales provenientes de Cuba.

Quien primero inventarió la voz estudiada aquí fue Pichardo, quien la definió como un juego de muchachos que en su descripción corresponde con lo que los dominicanos conocen con el nombre de subibaja. Naturalmente, este artefacto era de construcción rudimentaria en esa época. Él aventuró una explicación para la voz resonante cachumbambé, “Parece derivado de la voz marítima Cachom y de Bamba, silla o asiento de columpio. En la actualidad se considera que la voz es de origen incierto. Esa explicación de Pichardo no arredró a Fernando Ortiz a arriesgar otra teoría acerca del origen como se verá más adelante.

Fernando Ortiz escribe, “Por la terminación parece africana la palabreja, parienta cercana de bembé, cumbé, zumbé, cucuyé, y otras”. Termina este investigador, “… el madero o tablón, recogido en el vocablo por sus dos primeras sílabas, debe de provenir de cachón, voz marinera … tenía antaño otra [acepción] ´cada uno de los pedazos gruesos de tablón colocados a uno y otro lado de la cabeza del bauprés´”. Con la lectura de estas expresiones él regresa a la primera teoría sobre el origen. Glosario de afronegrismos (1924:82-3).

En el Vocabulario cubano (1919:89) Constantino Suárez registra la voz cachumbambé como caída en desuso. El Diccionario de la lengua española de 2001 presenta una escueta acepción para la voz en cuestión, “Especie de balancín que se usa para entretenimiento infantil”.

En el año 2016, el Diccionario ejemplificado del español de Cuba trae una explicación detallada del aparato, dónde se instala, de qué está hecho, cómo es, y de qué manera se usa. El ejemplo de uso que cita es del año 1978. El autor de estas reflexiones acerca del lenguaje asegura que ha leído la voz aquí estudiada en varias publicaciones periódicas en los últimos veinte años. Con esto queda claro que no es voz en desuso.

 

ARROGARSE – ARROJARSE

“Cuando la religión sale de su ámbito, que es y debe ser privado, tiende a ARROJARSE el derecho de regir la esfera de lo político . . .”

Parece que el verbo arrogar o arrogarse es un tropiezo para muchos hablantes y algunos escribientes. En otras ocasiones se ha analizado cuando lo confunden con el verbo abrogarse. Para despejar las dudas con respecto a los dos verbos que figuran en el título, se procederá primero a estudiar el verbo arrogar(se) y luego el verbo arrojar(se).

El verbo arrogar(se) es atribuir(se), que significa aplicar hechos o cualidades, ya sea a una persona como a una cosa; en la mayoría los casos el uso es hacer esta atribución sin fundamento. Además, es dar o conceder una cosa a una persona; o tomar una cosa para sí. Es también ganar en una competición. Cuando se usa en funciones de verbo pronominal, es apropiarse, tomar para sí alguna cosa, generalmente sin tener en cuenta a su dueño.

Con respecto del verbo arrojar(se), así usado como pronominal es, “Dejarse ir con violencia de lo alto a lo bajo”; esto es, “lanzarse, tirarse hacia lo bajo”. Este verbo posee otras acepciones, pero se dejarán fuera por no ser pertinentes aquí.

Leída a la luz de lo explicado, la cita expresa que la religión “se deja ir con violencia. . . Lo que se desea exponer es lo absurdo que resulta el verbo arrojarse en este contexto, a pesar de que en otras circunstancias y con diferente complemento puede usarse para expresar “empezar precipitadamente”, en el sentido de “resolverse a hacer algo sin reparar en dificultades y riesgos”.

En el texto reproducido más arriba se escribe acerca de “derecho”; por lo tanto, el verbo que correspondía usar era arrogarse, que daría a esta redacción la interpretación de adoptar para sí el derecho de regir la esfera de lo político.

El error en la selección del verbo dio como resultado un disparate que debe evitar cualquier persona cuidadosa.

 

SEBO – CEBO

“. . . abuela derretía un poco de CEBO de carnero, derretido en una cuchara. . .”

Son muchos los escribientes que piensan que las palabras que suenan como una letra ese /s/ al decirlas, son más “finas” cuando se escribe con letra ce /c/ y así tienen mayor probabilidades de acertar en la ortografía de estas. Nada hay más alejado de la verdad que eso.

No debe olvidarse que la letra ce /c/ se asocia con todas las vocales y el valor fonético puede cambiar de acuerdo con la vocal situada después de ella. Sonido de /k/ delante de a, o, u. Otra particularidad es que la letra ce /c/ cobra otro sonido asociada con consonantes, delante de la c misma, o de la hache /h/.

El sebo es como llaman a la grasa sólida de algunos animales herbívoros. El sebo de carnero fue el que más se conoció en República Dominicana y se usó mucho -antaño- para dar “sobos” en algunas partes adoloridas del cuerpo humano. El sebo que más se usó fue el que provenía de Flandes. Quizás porque era o es sólido se calentaba para derretirlo. Tenía la ventaja de que se conservaba con facilidad con todas sus propiedades.

El cebo es la comida con que se engorda, se atrae o se alimenta a los animales. Puede ser también algo artificial para atraer, no solo animales, sino humanos. Este cebo ha alcanzado grado metafórico pues se usa la palabra para referirse a un estímulo que aumenta la intensidad de un sentimiento.

En República Dominicana se habla de “animal de ceba” el que se destina al engorde y no a la reproducción o sacrificio inmediato.

Como siempre se hace, se ruega a los manes de la ortografía para guíe los dedos de todos los escribientes de modo que no incurran en deslices -como este- que deslucen sus escritos.

 

Ortoescritura

Rafael Peralta Romero

 

17/04/2021

PIAR Y OTROS PÍOS

La pasada semana publicamos el trabajo titulado “No lo olvide: monosílabos van sin tilde”, y aunque es bien conocida la norma gramatical según la cual a las palabras de una sola sílaba no se les marca el acento, salvo algunas excepciones, el artículo suscitó comentarios y preguntas. Hoy les tengo una variación sobre el tema, enfocada en el verbo /piar/ y su familia de palabras.

Piar, de origen onomatopéyico, se dice de la acción propia de algunas aves, y especialmente del pollo: “Emitir cierto género de sonido o voz. 2. intr. coloq. Llamar, clamar con anhelo, deseo e insistencia por algo”. Eso indica el Diccionario de la lengua española.
Este verbo se conjuga como /enviar/. Presente de indicativo: envío, envías, envía, pío, pías, pía. Pasado perfecto: envié, enviaste, envió. Así: pie, piaste, pio. Las voces pío, pías, pía se tornan, por fuerza del acento, en bisílabas y como llanas terminadas en vocal y en -s no debe colocárseles tilde, pero excepcionalmente la llevan.

En el presente del subjuntivo se da igual fenómeno: yo píe, tú píes, él o ella píe, nosotros piemos, vosotros pieis, ellos píen.

Observarán que la forma verbal /pie/ (primera persona singular pasado perfecto) es palabra homónima del sustantivo pie (extremidad inferior del cuerpo humano). El vocablo pie (monosílabo y sin tilde) tiene 29 acepciones en el Diccionario académico. Con esta palabra se forman diversas locuciones: pie de amigo (ayuda), pie de atleta (infección en los pies), pie de cabra (palanqueta), pie de imprenta (Expresión de la oficina, lugar y año de la impresión, que suele ponerse al principio o al fin de los libros y otras publicaciones), a pie (loc. adv. Andando o caminando), pie de león (planta herbácea anual, de la familia de las rosáceas, con tallos erguidos), siete pies de tierra (sepultura, hoyo para enterrar un cadáver).
En ningún caso pie lleva tilde.

Entre tanto la voz pío, que corresponde a la primera persona, presente del indicativo del verbo piar (yo pío) coincide en escritura y sonido con otros usos del término con diferentes valores semánticos. Veamos: pío (onomatopeya, grito del pollito): “pío, pío, pío gritan los pollitos/ cuando tiene hambre, cuando tienen frío” (canción infantil).

Las expresiones “no sabe ni pío” y “no dijo ni pío” es posible que se correspondan con el anterior sentido de la palabra pío.

Pío es también sustantivo, nombre de persona: Doce pontífices romanos han usado el nombre Pío, entre ellos san Pío X.

El adjetivo /pío/ equivale a piadoso y es lo contrario de impío (Falto de piedad y de religión). El Diccionario recoge el adjetivo /pion/ (sin acento marcado) y con este significado: “Que pía mucho o con exceso”. En Higüey le dirán que se trata de un apellido, cuya escritura no precisa tilde, lo mismo que Sion, palabra que abunda en la Biblia para nombrar a Jerusalén, o Ruan, ciudad de Francia.

Del grupo de reír (río, presente; rio, pasado), dar (doy, dio), ver (veo, vio), liar (lío, lio) es el verbo fiar (fío, presente; fio, pasado).

Unos ejemplos con formas del verbo fiar:

1-No me fío de nadie.

2-En mi negocio no fío.

3-Nunca se fio de mí ni yo me fie de él.

4-Quien se fíe de los chismosos fracasa.

5-Te aconsejo no fíes, si quieres ver tu negocio crecer.

Seamos píos, nunca impíos.

  

NEVAR Y OTROS VERBOS IMPERSONALES

1/05/2021

La señora relataba un viaje por determinada región del mundo donde las temperaturas son insoportablemente bajas y al emplear el verbo /nevar/fue asaltada por una duda: ¿neva o nieva? De inmediato, una colaboradora, ágil y oportuna, leyó en su celular la conjugación que le señala el Diccionario académico a ese verbo, que en tercera persona singular del presente del indicativo es nieva. (En Alaska nieva casi siempre).

Sorprendió a la dama en cuestión-y también a quien esto escribe- lo que señala la Academia para la conjugación: yo nievo, tú nievas, usted nieva, él nieva, nosotros nevamos, vosotros neváis, ustedes nievan, ellos nievan.

La sorpresa se origina en el hecho de que /nevar/ es un verbo impersonal y sólo lo empleamos en la tercera persona singular, sin el pronombre: nieva, nevó, nevaba, nevaría, nevara o nevase, nevará, nieve (subjuntivo: Iré cuando no nieve).

Nevar es verbo de irregularidad vocálica cuyo modelo de conjugación es acertar (acierto, nievo; acertara, nevara; acertó, nevó…). El significado de todos conocidos es “Caer nieve”, pero el Diccionario guarda otra acepción. Hela aquí: “2. tr. Poner blanco algo dándole este color o esparciendo en ello cosas blancas”.

Deduzco que por eso aparece la conjugación, en todos los tiempos, modos y personas del verbo /nevar/. Solo así puede una persona atribuirse la acción de nevar: Yo nievo las paredes de mi casa cada año; Se nieva el pelo para una actuación teatral.

 

Otros verbos

Este choque con /nevar/ me ha motivado a examinar otros verbos impersonales, los cuales se refieren a acciones muy propias de la naturaleza y no del individuo: tronar, llover, relampaguear, amanecer, anochecer y atardecer.

 Tronar. Lo primero que de /tronar/ indica el Diccionario es que se trata de un verbo intransitivo e impersonal y significa “Haber o sonar truenos”. Su modelo es contar (cuento, trueno; cuenta, truena…). Resulta muy chocante esa primera persona: Yo trueno. Pero también: Nosotros tronamos; ellos truenan.

Hay otras siete acepciones de este vocablo que nada tienen que ver con el trueno. Aquí pongo algunas: 2. intr. Despedir o causar ruido o estampido; como las armas de fuego cuando se disparan.3. intr. coloq. Dicho de una persona: Perder su caudal hasta el punto de arruinarse. U. t. c. prnl.4. intr. coloq. Referirse a algo o a alguien de manera violenta.5. intr. coloq. Reñir con alguien, apartarse de su trato y amistad. Tronó con todos sus vecinos.6. intr. El Salv. y Méx. Dicho de una persona: Fracasar en un intento.7. tr. Cuba, El Salv. y Méx. suspender (? negar la aprobación a un examinando).8. tr. Cuba, El Salv. y Méx. Destituir o despedir a alguien de su cargo o empleo.

Llover. El verbo /llover/ se conjuga como mover. También es impersonal. Significado: “Caer agua de las nubes”. Como impersonal, solo ha de conjugarse en tercera persona, pero el Diccionario lo ofrece en conjugación completa: yo lluevo, tú llueves, él llueve, nosotros llovemos, vosotros llovéis y ellos llueven. Y así en los demás tiempos y modos.

Una segunda acepción registrada en el DLE, podría justificar esas conjugaciones. Lea esto: “Dicho de algunas cosas, como trabajos, desgracias, etc.: Venir, caer sobre alguien con abundancia”. Aun fuere dinero, maldiciones o bendiciones lo que lloviera, sigue siendo impersonal. Relampaguear (Haber relámpagos) es otro verbo impersonal que el Diccionario conjuga en forma personal: relampagueo, relampagueas…pero introduce la siguiente definición: Dicho frecuentemente de los ojos muy vivos o iracundos: Arrojar luz o brillar mucho con algunas intermisiones.

 

¿SE EQUIVOCA EL DICCIONARIO CON LOS VERBOS IMPERSONALES?

8/05/2021

En nuestro artículo de la pasada semana, titulado “Nevar y otros verbos impersonales”, mencionamos los verbos amanecer, anochecer y atardecer, pero no fueron explicados, como ocurrió con nevar, tronar, llover y relampaguear, todos los cuales se refieren a acciones propias de la naturaleza, por lo que resulta chocante conjugarlos en todos los tiempos y modos.

Amanecer. Este verbo se conjuga como agradecer (agradezco, amanezco; agradece, amanece). Tiene las siguientes acepciones, en el Diccionario de la lengua española, publicación oficial de las academias:

intr. impers. Empezar a aparecer la luz del día. Amanece a las ocho. Amanece nublado.2. intr. Llegar o estar en un lugar, situación o condición determinados al aparecer la luz del día. Amanecí en Madrid. Amanecí cansado.3. intr. Dicho de una cosa: Aparecer de nuevo o manifestarse al rayar el día. Amaneció un pasquín en la puerta de Palacio.4. intr. nacer. U. t. en sent. fig.5. intr. Aparecer o presentarse, especialmente de modo inesperado. U. t. c. prnl.6. intr. Am. Mer., Hond., Méx. y Nic. Pasar la noche en vela. U. m. c. prnl.

Pese a indicar, de inicio, que es un verbo impersonal (impers.) el Diccionario presenta la conjugación completa, con sus respectivos pronombres personales. Veamos el presente del indicativo: yo amanezco, tú amaneces, él, ella amanece, nosotros amanecemos, vosotros amanecéis, ellos amanecen.

Como impersonal, debería conjugarse solo en tercera persona, pero con sujeto indeterminado, como ocurre en estos usos: “Ella se irá para siempre cuando amanezca otra vez; “Si amanece y ves que estoy dormida, cállate…”.

Hay que admitirlo, los hablantes del español, no solo en República Dominicana, han venido usando de manera personal el verbo amanecer. Mire estos ejemplos: “Esta noche amanecemos, amanecemos parrandeando”; “Amanecí otra vez entre tus brazos…”. El primer caso corresponde a la primera persona plural, presente, indicativo, mientras el segundo se trata de primera persona singular, pretérito perfecto, también del modo indicativo.

Anochecer. (Del latín noctescere). Se conjuga como agradecer. Tiene cinco acepciones en el DLE. Helas aquí: 1. intr. impers. Empezar a faltar la luz del día, venir la noche.2. intr. Llegar o estar en un paraje, situación o condición determinados al empezar la noche.3. tr. And. Hacer desaparecer algo, hurtarlo.4. tr. p. us. oscurecer ( privar de luz y claridad).5. prnl. poét. Dicho de una cosa: Privarse o quedar privada de luz o claridad.

Aunque es impersonal, tomando en cuenta las otras acepciones, el Diccionario presenta su conjugación regular: anochezco, anocheces…

En los siguientes ejemplos, las formas verbales se circunscriben a la condición de verbo impersonal: “Qué será de ti, /Necesito saber hoy de tu vida /Alguien que me cuente sobre tus días / Anocheció, y necesito saber Que será de ti/”. (Roberto Carlo).
Otro ejemplo: En Europa anochece más temprano que en América, pero en Asia anochece primero que en Europa.

Estos versos de René del Risco Bermúdez (poema No está bien, sin embargo) son buen ejemplo de uso:

“Bien la mujer que siempre me acompaña está bien que llueva, que escampe,
y que anochezca”.

Atardecer. Conjugación como agradecer. También es clasificado como impersonal. Se define: Empezar a caer la tarde. Este verbo no tiene otra significación que no sea la llegada de la tarde, es el único de los siete mencionados en este y el anterior artículo que ha sido conjugado en el Diccionario solo en tercera persona. Aquí está en todos los tiempos y modos: atardece, atardecía, atardeció, atardecerá, atardecería, atardezca, atardeciere.Con la conjugación de los verbos impersonales, parece que los académicos se hayan equivocado, pero no es así, sino que los verbos citados, excepto atardecer, tiene otros valores semánticos.

DECIMONÓNICO, SÍ; PERO ¿VIGESIMONÓNICO?

15 /05/2021

El escritor Avelino Stanley, además de consagrado novelista, ha dedicado tiempo suficiente para la investigación en torno a la novelística dominicana. En esa área ha elaborado una teoría que da a entender claramente cómo se ha desarrollado el arte de componer novelas en nuestro país, desde sus comienzos. Para ello, Stanley ha marcado dos corrientes que han prevalecido en este quehacer a las que el autor de Tiempo muerto ha denominado “canon decimonónico” (siglo XIX) y “canon vigesimonónico” (siglo XX). En el primero se inscriben las novelas descriptivas, ampulosas, abundantes de detalles y en el segundo se registran novelas menos cargadas de información, en las que se rompe la continuidad del tiempo y el narrador deja de ser omnisciente.

Comparto la teoría de mi buen amigo Avelino Stanley, pero tengo una discrepancia de carácter lexicográfico: la denominación “vigesimonónico” no puede aludir al siglo XX (veinte), sino al XXIX (veintinueve). Es obvio que nuestra era aún no ha llegado a esa cifra y por tanto ninguna rama del accionar humano puede presentar características “vigesimonónicas”.

El adjetivo /nono, na/ deriva del latín “nonus” y significa noveno o que ocupa en una serie el lugar número nueve. Tiene uso en la formación de los números ordinales terminados en nueve, como nono, nona, décimonono, decimonono, décimanona, decimonona. Por igual: vigésimo nono, vigesimonono.

De vigesimonono y vigesimonona podrá derivar el adjetivo “vigesimonónico”, y su femenino “vigesimonónica”, los cuales adquirirán notable vigencia a partir del año 2801, cuando inicia el siglo XXIX (veintinueve). Esta palabra ha sido formada a partir de un calco del vocablo decimonónico, cuya terminación se ha agregado a vigésimo.

El Diccionario de la lengua española, publicación oficial de las academias, define el término /decimonónico, ca/ a partir de su etimología: decimonono. Y agrega lo siguiente: adj. Perteneciente o relativo al siglo XIX.

Desde luego, la palabra “vigesimonónica” no está en el Diccionario. Es de esperarse que el día que aparezca será definida de este modo: Perteneciente o relativo al siglo XXIX.

Muchos otros sucesos y actividades humanas podrán ser marcados, si ocurrieran en series, con el número ordinal veintinueve: Vigésimo noveno (o vigesimonoveno) Torneo de Ajedrez; Vigésimo noveno (o vigesimonoveno) Festival de la Canción. Vigesimonovena (o vigésima novena) Feria Internacional del Libro.

Los números ordinales determinan o individualizan al sustantivo en una serie o conjunto ordenado de elementos semejantes. Funcionan por lo común como adjetivos antepuestos al nombre. Ejemplo: “Era el quinto hijo para el mar nacido”. Pero también puede ir pospuesto: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César…”.

Ya hemos puesto ejemplos que ilustran que los números ordinales, a diferencia de los cardinales (dos, tres, cuatro…) presentan diferencia de género: primer mes, primera semana, primer hombre, primera mujer. Por igual: segundo paso, segunda ocasión, cuarto capítulo, cuarta edición, quinto encuentro, quinta conferencia.

Una importante observación académica acerca de los numerales ordinales es la siguiente: “Si el ordinal se escribe en dos palabras, el primer elemento mantiene la tilde que le corresponde como palabra independiente: vigésimo segundo, vigésima cuarta, trigésimo octavo, cuadragésima quinta; pero si se escribe en una sola palabra, el ordinal compuesto,

que resulta ser una voz llana terminada en vocal, debe escribirse sin tilde, pues no le corresponde llevarla según las reglas de acentuación”. (Ortografía de la lengua española, RAE y ASALE, 2010, pág. 676).

Temas idiomáticos

María José Rincón

 

BRÚJULA Y CAMINO

24/05/2021

Cuando acabamos de celebrar el Día Internacional del Libro no podemos olvidar que nos ha tocado vivir un tiempo muy especial. Un tiempo que, como escribe Michèle Petit en El arte de la lectura en tiempos de crisis, nos ha puesto a flor de piel todas las angustias. Muchos nos hemos refugiado, más aún si cabe, en la literatura, en esos libros que nos ayudan a enlazar nuestra historia y a darle sentido a través de las historias de otros. La literatura nos ayuda a repensar lo que se nos hace incomprensible, nos ayuda a apoyarnos en los que ya no están, nos brinda la posibilidad de ser un paso más en el camino, un camino que viene de lejos y al que, por suerte, no le vemos el final. Decía Emily Dickinson que «para viajar lejos no hay mejor nave que un libro».

Cuando sentimos que la realidad nos obliga a abrir los ojos a la fugacidad y a la fragilidad de la vida, nos hacemos conscientes del tiempo. Y los lectores medimos el tiempo en libros. Nunca ha habido un tiempo mejor que este para hacerle caso a Umberto Eco: «Quien no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida, ¡la propia! Quien lee habrá vivido cinco mil años. Estaba cuando Caín mató a Abel, cuando Renzo se casó con Lucía, cuando Leopardi admiraba el infinito. La lectura es la inmortalidad hacia atrás».

Cuando somos conscientes del tiempo que se escurre entre nuestras manos, no hay mejor antídoto que aferrarnos a las páginas de un libro. Compadezco a los que aún no han descubierto el íntimo placer de abstraerse del mundo para dejarse llevar a otro más intenso y perdurable construido con palabras que nos sirven de brújula a nuestro regreso.

 

DEJAR PARA MAÑANA

11/05/2021

Una de las palabras más consultadas en el Diccionario de la lengua española en todo el mundo durante el último año es resiliencia. Casi 384,000 hablantes se interesaron por su significado. 36,000 hablantes más la buscaron como *resilencia, pero el diccionario con seguridad les sirvió como orientador ortográfico. Curiosamente las consultas de este sustantivo, que oímos más cada día, pasaron de 28,000 en abril de 2020 a casi 160,000 en enero de 2021. La palabra resiliencia, según la define el Diccionario de la lengua española, se refiere a la ‘capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos’. Sin duda, la situación que nos ha tocado vivir y su prolongación en el tiempo se han convertido en el ambiente ideal para que este sustantivo, de origen latino, pero que ha llegado al español a través del inglés, esté entre los más consultados.

Mencionamos la semana pasada que, entre los términos que más se le acercan en número de consultas, está el verbo procrastinar, que mantiene una media superior a las 10,000 consultas mensuales en el último año, aunque algunas de ellas arrojan un resultado negativo porque el consultor del DLE escribe *procastinar. El verbo procrastinar, referido a eso que hacemos algunos con tanta frecuencia de diferir, aplazar, retrasar el momento de hacer algo, tiene su origen en el latín y en su composición interviene el adverbio latino cras, que significa ‘mañana’, de donde procede esa segunda erre que olvidamos a menudo. En resumen, parafraseando el refrán, se trata de dejar para mañana lo que bien puedes hacer hoy.

Procrastinar no suele dar buenos resultados; cuando se trata de consultar en el diccionario el significado apropiado o la escritura correcta de las palabras, no conviene dejar para mañana lo que tan fácilmente podemos hacer hoy.

 

PUNTO DE APOYO

18/05/2021

La ese líquida, esa que va seguida de una consonante al principio de una palabra, no es natural para la lengua española, por eso acostumbramos a añadir una e delante cuando tenemos que pronunciarla. Ya desde antiguo se daba este fenómeno. Innumerables palabras del latín que pasaron a formar parte del español desde sus orígenes lo hicieron añadiendo esta e protética: escritura de scriptura, estado de status, estrella de stellaescalera de escalaria, espuma de spuma o estadio de stadium. Y así muchas más.

Cuando las palabras o expresiones latinas se han incorporado a nuestra lengua como cultismos y mantienen su grafía de origen, la ese líquida persiste como en la escritura latina original; en estos casos debemos considerar la expresión como un extranjerismo sin adaptar y señalar esta condición con el uso de las cursivas o las comillas: statu quo, lex stricta, sensu stricto.

Cuando los extranjerismos se adaptan a nuestra lengua en su pronunciación, añadimos una e inicial para ayudar a la articulación de la ese inicial original y esa vocal de apoyo se mantiene en la escritura. La integración en nuestra lengua llega al punto de hacernos olvidar que estas palabras tenían ese líquida en su lengua de origen; nos lo recuerdan sus etimologías en el Diccionario de la lengua española: estrés, del inglés stress; espagueti, delitaliano spaghetti; escafandra, del francés scaphandre; o esquí, del noruego ski.

Se trata de un mecanismo de adaptación patrimonial en nuestra lengua que debemos seguir aplicando a los préstamos con eses líquidas, sin olvidar que los préstamos deben cumplir con la condición de ser necesarios. Si ya hay una palabra en nuestra lengua, no hay por qué salir a buscarla en otra.

 

CON UNA CONDICIÓN

25/5/2021

Una lectora se interesa por el modo verbal que debemos usar en las oraciones condicionales; una consulta gramatical apasionante que hay que aclarar al paso. Una oración condicional, generalmente introducida por la conjunción si, expresa la condición que debe cumplirse para que se produzca lo que expresa la oración que la sigue: Si llegas a tiempo, iremos al cine. Para entendernos, a la oración que va encabezada por si, que nos plantea la condición, la llamamos prótasis (Si llegas a tiempo) y a la que indica lo que sucede si se da esta condición la llamamos apódosis (iremos al cine). Quédense con estas denominaciones porque nos serán muy útiles para entender el funcionamiento de las oraciones condicionales.

La elección del tiempo y el modo verbal depende de varios factores. En ella interviene si la condición es considerada posible o no; si se considera realizada en el pasado o poco probable en el presente o el futuro. Ya se estarán dando cuenta de que en gramática no hay una respuesta fácil. Son tantos los matices que tenemos que expresar en la vida que la lengua recurre a toda su complejidad para reflejarlos. Las oraciones condicionales son un ejemplo perfecto.

Empecemos por las condicionales reales. Las llamamos así porque consideramos que la condición que expresan es posible. Los verbos de la prótasis (oración encabezada por si) y de la apódosis se conjugan en indicativo, ya sea en presente o en pasado: Si llegas a tiempo, iremos al cine; Si fallabas, te ganabas un boche; la apódosis puede conjugarse, además, en imperativo: Si lo consigues, prepárate para celebrar.

¿Qué pasa cuando la condición se considera imposible o improbable? La Eñe de la próxima semana nos demostrará que nuestra lengua tiene recursos para expresarlo todo; solo nos pone una condición, demostrarle respeto e interés.

Conduce, brujulear, tejemaní / tejamanil

Por Roberto E. Guzmán

CONDUCE

“. . . detuvo un camión de carga que transitaba con varios productos diferentes a los especificados en el CONDUCE”.

Es un proceso natural en las lenguas que algunos vocablos deriven de otros. Las derivaciones pueden ser de diversos tipos. Unos son ortodoxos y otros menos conformes con la doctrina o prácticas aceptadas de forma general. En algunos casos las formaciones de los nuevos vocablos obedecen a necesidades especiales, a circunstancias que determinan su nacimiento y uso. Con respecto de “conduce” se piensa que se está frente a un caso como el vislumbrado más arriba.

En el origen del verbo conducir está el latín conducere, que era “conducir juntamente”. La idea que transmitía era la de llevar consigo. A través del tiempo el infinitivo del verbo fue definiendo mejor sus caracteres. Una de sus acepciones actuales es transportar algo de una parte a otra.

Se recuerda que el vocablo conduce se usaba en los predios rurales con bastante frecuencia, pues para poder transportar animales en pie se precisaba del conduce del alcalde pedáneo del lugar de donde procedía el animal. Con esto se buscaba controlar el robo de ganado. En los puestos militares a la salida y entrada de las poblaciones los militares allí destacados pedían el conduce de lugar.

Conduce corresponde a la tercera persona del singular del presente del indicativo del verbo conducir, que en América se usa también para tratamiento de respeto, usted.

El vocablo conduce con la significación de documento en que se registra la mercancía que se estrega o transporta se conoce solamente en las Antillas hispanohablantes. El vocablo no ha revestido o conservado idénticas acepciones en estas islas, pues en Cuba se usa en el lenguaje administrativo y es, “Notificación que debe firmar la persona que recibe un documento para que el portador acredite la entrega”. En Puerto Rico es la nota de entrega de una mercancía que firma quien la recibe; en esta se hace constar la mercancía que se entrega. En República Dominicana durante largo tiempo se usó el conduce como documento para certificar la legitimidad de lo transportado.

Por medio de la lectura de las acepciones anteriores para el conduce antillano puede comprobarse que tienen el mismo propósito, servir de documento comprobante de la entrega o transporte de mercancía.

 

BRUJULEAR

“Le encanta a la gente ´BRUJULEAR´en la calle”.

La razón principal para introducir en estas reflexiones el estudio del verbo brujulear es porque se expondrán las características que subyacen en este para determinar que en el habla de los dominicanos este posee un sentido particular.

Desde el principio de este estudio se impone traer la definición que más se acerca a la acepción que se propondrá más adelantes para este verbo. Entre otras el Diccionario de la Lengua Española consigna, “Andar sin rumbo fijo”.

El verbo brujulear que conoce quien escribe estas consideraciones es caminar para perder el tiempo, o, perder el tiempo caminando. No se busca lo que no se ha perdido.

Este verbo posee una locución que se le asemeja, es muy dominicana porque no es de uso en otras hablas; además, ha pasado inadvertida para muchos estudiosos del español dominicano, es, “enderezar esquinas”. Este enderezar esquinas en el habla de los dominicanos es caminar de arriba abajo algunas calles principales. Este verbo se conjugaba con varios propósitos. Uno era mostrarse en público, hacerse notar, estar en el medio, exhibirse. Era o es una actividad que no reportaba o reporta beneficio pecuniario alguno.

El verbo brujulear, por su parte, tenía mucho de perder el tiempo caminando. Quizás algún día alguien con acierto logre incorporar en los lexicones de español dominicano tanto la locución mencionada como el verbo brujulear con una adecuada acepción.

 

TEJEMANÍ – TEJAMANIL

“…antes del comienzo del desmonte para la construcción de las casas de TEJAMANIL…”

En muchas ocasiones los intelectuales cuando escriben embellecen con palabras lo expuesto de tal modo que la representación termina no correspondiendo con la realidad. Algunos escritores de gabinete no han tenido la oportunidad de experimentar la vida rural, de conversar con los campesinos, no han tenido contacto directo con la realidad.  Escriben acerca de una realidad no vivida, sino leída.

Algo de lo escrito más arriba parece que sucede en la oración reproducida más arriba. Con respecto de las palabras del título hay otras consideraciones que deben tomarse en cuenta. Una de ellas es, con las voces del Nuevo Mundo pasó como con los nombres de las plantas y frutos, al llegar a Europa los nombres se asemejaron a los ya conocidos en las lenguas de esos países. Más abajo se expondrán los argumentos para sustentar lo esbozado más arriba.

“El tejamanil es una tablilla de madera que se usa para techar casas, o cobertizos”, “derivado de tlaxamanilli”. Su forma correcta es tajamil”. Diccionario de aztequismos (1978:127). La voz aparece asentada ya por Feliz Ramos en su Diccionario de mejicanismos (1895:475), “Tira delgada de madera para techar”.

Es algo cierto y comprobado que muchos términos taínos pasaron con los españoles a otros territorios del Nuevo Mundo. Es muy probable que voces de otros territorios hayan pasado a la isla La Española en su versión original o con las modificaciones que les introdujeron los españoles. En el caso del tejamanil más parece una interpretación, pues sí era tablilla de madera para techar, pero no de barro.

Es muy probable que la forma de techar con tablitas haya pasado a La Española, pues quien escribe estos comentarios acerca de la lengua vio en República Dominicana hace quizás unos sesenta años los “techos de tablitas”. Recuerda haberlos visto en las cercanías del hotel Montaña, en la carretera que lleva de La Vega a Jarabacoa.

La historia del “tejemaní” o tejamaní dominicano es diferente. Es un método de construcción usado en el suroeste dominicano. Se recuerda haberlo visto en las paredes de algunas casas rústicas; era de ramas secas cruzadas o amarradas entre sí a las que se ponían un enlucido (pañete) de tierra del entorno, de preferencia de caliche, carbonato de calcio, una tierra amarilla con la que se preparaba una mezcla con agua que al secar formaba una capa dura e impermeable.

Emilio Tejera en su obra Indigenismos (1977:141) entiende que en Santo Domingo llaman a las armazones de “palos verticales y varas horizontales, que cubren con lodo o tierra podrida y batida”, tejamaní y palenque. Esto lo escribe cuando se ocupa de las voces bajareque o bahareque.

El Diccionario de cultura y folklore dominicano incluye excremento de vaca en esa mezcla del pañete. Este diccionario entiende que tejamaní es una edificación en las que, “Los techos son de cana o yagua, el suelo de tierra”. (2005:389). Hay quienes aseguran que esas construcciones no tienen ventanas, aunque sí tienen una o dos puertas.

Hay que precisar que se escribió antes tejemaní porque se ha oído así en el habla de los dominicanos. La explicación que el hablante ha encontrado para esta voz se basa en que el sistema de construcción es de madera, ramas secas, entrecruzadas, tejidas, usan madera flexible que pueden entrecruzar y hasta bejucos. El hablante dominicano no conoce de manil, pero sí ha visto el maní, de donde ha elaborado su propia voz para su modo de levantar estas construcciones, tejemaní.

Lo escrito más arriba es una opinión personal. Se ha documentado en la medida de lo posible.

Chiripeo, mancar

Por Roberto E. Guzmán

CHIRIPEO

“Ese es el pan nuestro de cada día de hijos e hijas de familias que practican el CHIRIPEO como modo de vida . . .”

La familia de la palabra del título ha procreado prole. Al finalizar el estudio de esta palabra se mencionarán las demás que pertenecen a la parentela para entender el uso y alcance de estas.

El diccionario que se acepta en tanto oficial de la lengua asienta un chiripeo que se circunscribe al juego de billar. En la acepción correspondiente a chiripeo utiliza la corporación madrileña de la lengua la palabra chiripa a la que define indirectamente como, “suerte favorable que se gana por casualidad”. El alcance de la palabra está limitado al juego de billar en el que el sinónimo es carambola.

Existe un chiripeo puramente dominicano que aparece en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, “Realización de trabajos extra”. El Diccionario del español dominicano trae una acepción más afortunada, “Realización de trabajos ocasionales”, que completa así, “de poca importancia o de escasa remuneración”. Con esta definición se tipifica la actividad con todas sus características.

En Puerto Rico se conoce la chiripa, “trabajo de poca importancia”, “pequeño trabajo que se hace por ajuste”, “algún trabajo de poca monta”, “trabajo extra”. Se separaron las acepciones porque proceden de diferentes fuentes, pero al final redondean la idea de la definición del Diccionario del español dominicano (2013:177).

Con respecto a la chiripa directamente el mentado diccionario de español dominicano la asienta como, “trabajo extra que permite conseguir algún dinero”, “ganancia pequeña”, “empleo modesto de pocas horas”.

La chiripa y el chiripeo han dado origen al chiripero, persona “que no tiene trabajo ni sueldo fijos y se dedica a realizar tareas de escasa importancia o de escasa remuneración”. (Perdónese la repetición).

En la lengua moderna el concepto del chiripeo coincide en algunos aspectos con el empleo informal, lo que algún chusco ha llamado “actividad extracurricular”. Es grande la cantidad de personas que pertenecen a este sector de la economía nacional dominicana.

La chiripa antillana tiene larga historia. D. Augusto Malaret la incluye en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1921:58). En esta obra vienen además chiripear y chiripero, todas con las características que las han distinguido hasta estos días. Estas tres palabras reaparecen en Vocabulario de Puerto Rico (1955) del mismo autor.

En República Dominicana Rafael Brito consigna chiripa como “trabajo de poca monta” en el año 1930 cuando publicó su obra Criollismos. Una excepción viene en El español de Santo Domingo, de Henríquez Ureña (1940:187) donde solo aparece chiripero con la acepción, “que acierta de chiripa”.

Cuando Patín Veloz elabora su obra en la década de 1940, asienta las palabras de la familia de chiripa en la que lleva por título Americanismos en el lenguaje dominicano. Allí reconoce que llega al habla dominicana desde Puerto Rico. Chiripa era ya, “ganancia pequeña”. Las demás palabras muestran los rasgos que conservan todavía.

La presión que ejerce la necesidad de ganarse la vida ha empujado a muchos dominicanos a aceptar trabajos ocasionales de escasa remuneración. Este fenómeno social ha mantenido vigente el empleo de las palabras de esta familia en el habla de todos los días.

 

MANCAR

“En cada acto no MANCABA la declaración . . .”

En los diccionarios modernos viene el verbo mancar con la marca de obsoleto. Creo que es una exageración, por lo menos para el habla de los dominicanos, que puede provenir de que las fuentes que fácilmente se usan en estadísticas del uso son las concernientes al español escrito, pues el oral es más difícil de evaluar y menos confiable.

El autor de estas reflexiones acerca del habla dominicana conviene en aceptar que en la actualidad es de poco uso, pero no hace tantos años, solo unos cincuenta, era utilizado en la conversación diaria. Una vez destacada esta observación se pasa al estudio del verbo.

El diccionario “que no manca” en su apreciación es el Diccionario del español dominicano (2013:438-9). En sus páginas precisa con justeza los usos y no falla en sus acepciones. Además, trae la documentación del uso con toda propiedad. Una de las citas data del año 1949 y la otra del año 2003.

En el año 1930 Rafael Brito en Criollismos “manca” al asentar la manera de representar la voz, pues la reproduce como la escucha en el Cibao, mancai, y, anota que es “fallar, errar”. En lo relativo a las equivalencias es certero. Diez años más tarde P. Henríquez Ureña permanece en los linderos del español tradicional y escribe que mancar es “faltar” y se remonta al Cantar del Mio Cid. El español en Santo Domingo (1940:63). Un poco más tarde Patín Maceo al ocuparse de la palabra asienta el uso en Puerto Rico y República Dominicana con el valor de “faltar, errar”.

En el espacio en que se ocupa del verbo mancar, el Diccionario del español dominicano (2013:438-9), inscribe que en tanto verbo transitivo es “errar, fallar”. En sus funciones intransitivas es “Dejar de suceder algo”; así como “Dejar alguien de hacer algo, especialmente cuando se trata de un compromiso”; “Dejar de funcionar algo”; “Errar el blanco de un disparo”.

Puede observarse que este mancar procede en su origen del italiano mancare del siglo XIII. En latín llegó mancus, falto o tullido o falto de un brazo o una mano. Más tarde pasó a “falto de algo” en sentido figurado, algo moral; sustraerse a una obligación moral. Más adelante alcanzó a “no tener éxito”. Después de estas explicaciones compárense las acepciones del Diccionario del español dominicano con lo que acaba de exponerse.

Con respecto a este verbo el autor de estos comentarios ha pensado que el uso dominicano del verbo mancar obedeció a la influencia de personas cultas entre cuyas lecturas se incluía literatura en lengua francesa. Esto cuando se pensaba más en cultivar la cultura por medio de la lectura que aprender una lengua extranjera para los negocios.

A estas consideraciones se ha llegado al comparar los usos del verbo y sus locuciones en francés y la coincidencia de estos con los que se registran en el español dominicano. No se desea alargar demasiado estos argumentos, no obstante, llama la atención las semejanzas para ser fortuitas.