Cuquear, quitar

Por Roberto E. Guzmán

CUQUEAR

“Porque en estos momentos que me CUQUEAN…”

Hace largo tiempo que este verbo circula en el habla de los dominicanos. Es una pena que voces como estas, por el hecho de no pertenecer al español internacional no consten con documentación en la literatura; solo en años recientes se ha podido avanzar en este punto.

En casos como este hay que conformarse con los levantamientos de voces que se hicieron en el pasado que constan en los diccionarios y vocabularios, aunque infortunadamente fueron redactados sin citas documentales.

D. Augusto Malaret fue el primer estudioso que recogió el uso de un verbo con la significación que tiene cuquear en el actualidad. Es el verbo cucar que ya a principios del siglo XX se consideraba anticuado en España. Ese tratadista escribe que cucar es, “Molestar, provocar. – // Incitar a uno porfiadamente para que ejecute una cosa”. Cuarenta años más tarde, 1955, este autor asienta la misma acepción con una cita del año 1849.

La primera mención del verbo con la grafía cuquear viene en el Vocabulario cubano (1921:169), allí aparece así, “Empleado por ´azuzar´, ´provocar´”. En esa obra vienen también varias palabras de la misma familia, “cuqueador, cuqueadura, cuqueo”. Como es posible inducirlo, el cuqueador es la persona aficionada a cuquear; la cuqueadura y el cuqueo son sinónimos para, “Acción y efecto de cuquear”. Este autor entiende que el verbo cuquear debe su etimología al castellano antiguo cucar.

En El español en Santo Domingo, D. Pedro Henríquez Ureña asienta la voz del título con la acepción de “provocar”; a la vez reconoce que es voz conocida en Cuba, Puerto Rico y Venezuela. D. Pedro reconoce, usando paréntesis, que esa voz se conoce en España.

Lo que sucedió con el verbo original, cucar, es algo que ha sucedido en la lengua a través del tiempo sobre todo en América. Algunos verbos de vieja estirpe reciben modificaciones por medio del habla. Sobre todo, en un caso como el que se comprueba aquí cuando el uso del verbo iba de capa caída en el español de la península. La terminación que se atribuyó a este verbo es una que ha producido muchos verbos en el español de las Antillas, -ear.

En el habla descuidada (¿cotidiana?) se enuncia el verbo cuquiar que es como D. Emilio Rodríguez Demorizi escribe el verbo en su obra Del vocabulario dominicano (1983:73) y lo define, “Despertar los instintos de alguien, incitar. . .” Él introduce una explicación al añadir, “No me cuquees. No me busques”. Con estas palabras reconoce que significa provocar.

El verbo ha conservado vigencia en el español cubano, ejemplo de esto es la forma en como el Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-367) se ocupa de este, “Incitar a alguien con palabras o hechos a que reaccione de manera airada”. Es una definición completa. Ese diccionario reconoce el valor del verbo en tanto “azuzar” un animal.

En Venezuela parece que el origen del verbo procede del juego con un trompo de los que se enrollan para hacerlo bailar, reguilar. De allí pasó a, “Provocar, molestar a una persona o animal”.

En Puerto Rico el verbo ha conservado el valor original, a la vez que pasó a significar “Preparar la droga químicamente, cocinarla”. Allí se ha conservado el verbo cucar.

El Tesoro del español de Puerto Rico trae noticias del uso de cuquear en Tabasco, México y Bolivia, además de los antes consignados.

 

QUITAR

“… me QUITAN un millón 250 mil pesos para darme una terapia…”

El verbo quitar posee muchas acepciones. Algunas de ellas han estado en la lengua desde hace siglos; otras han ido incorporándose con la evolución de la lengua. Con el uso que las ha impuesto. Esas acepciones han sido reconocidas por las Academias como correspondía.

En la cita que ilustra el uso al principio de esta sección, no hay modo de que pueda hacerse entrar este uso entre las acepciones reconocidas por el diccionario oficial de la lengua común.

En ninguno de los diccionarios de consulta internacional aparece una definición que satisfaga el uso que de este se hace en la cita en cabeza de este escrito. Hubo que esperar hasta la aparición del Diccionario del español dominicano en el año 2013 para que se hiciera constar este uso dominicano que constituye un dominicanismo semántico. En la página 581 de ese lexicón aparece así, “Cobrar una cantidad de dinero por algo”.

Leído con la ayuda de esta acepción se entiende que en la cita no se trataba de despojar o privar a una persona de la cantidad de dinero que se menciona.

Llama la atención que solo en el habla de los dominicanos se encuentra este uso. En el Diccionario de la lengua española de la Asociación de Academias de la Lengua Española el verbo quitar aparece con catorce acepciones y solo una de ellas alude a asunto pecuniario, “Desempeñar lo que estaba en prenda o garantía”.

Con la acepción dominicana del verbo quitar hay que tratar de entender cómo llegó el hablante dominicano a este uso. La explicación posible, o una de ellas, es que con este verbo empleado de esta manera lo que destaca el hablante es la poca o ninguna disposición que experimenta una persona para pagar por el servicio que se le presta. Indirectamente quien paga se siente desposeído mediante el cobro de que se hace objeto; de ahí que se exprese de este modo.

Este uso del español dominicano no anda descaminado del español antiguo, pues el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1982-IV-736) trae la noticia de que “quitar valga ´pagar´. De donde “me quitan” equivale a “me hacen pagar”. Quitar fue también “solventar una obligación”.

Quillarse, enllavado

Por Roberto E. Guzmán

QUILLARSE

“… el solo hecho de mencionarla hace que me QUILLE…”

El verbo quillarse es de reciente aparición en el léxico dominicano. Como ha sucedido con muchas otras voces nuevas esta tiene características que hacen pensar que proviene de los estratos jóvenes de hablantes de español dominicano.

El español dominicano conocía con anterioridad a este, el verbo transitivo quillar con el valor de, “Golpear y arrancar un fragmento a un objeto de vidrio”.

En el habla moderna quillado se utiliza en mayores ocasiones para transmitir la idea de que alguien está enfadado, molesto. Es un sentido del verbo que ha alcanzado más notoriedad, al punto de dar origen a “quille” que es la molestia o enfado mismo producido por la acción.

En el primer verbo transitivo quillar, la cosa que había sido golpeada y perdido un fragmento, se decía que estaba quillada. Hay que resaltar en este punto cómo el habla rápidamente acude a establecer diferencias al elegir dos palabras diferentes para distinguir los resultados del mismo verbo cuando este tiene sentidos distintos; cuando se trata de la persona, en el verbo intransitivo pronominal quillarse, la persona “tiene un quille”.

Es posible que cada persona reaccione de manera diferente al oír una palabra. Una parte de esta reacción proviene de conocimientos o experiencias anteriores en la vida propia. Esto es para destacar que el verbo quillar usado para golpear y arrancar un fragmento de un vidrio, se utilizaba también para los objetos con esmalte que perdían parte de este.

La reacción personal de quien escribe al oír el verbo quillar en su primera acepción era acerca de la imperfección de lo que se hablaba. El quillado afeaba la superficie al producir imperfección en el acabado de la superficie.

El verbo quillar(se) puede considerarse de aparición relativamente reciente en el español dominicano. Esto así si se toma como referencia que la primera mención en un lexicón dominicano es en el Diccionario del español dominicano (2013:580). Puede afirmarse que es una creación léxica del español dominicano, tanto por su formación como por su significado.

 

ENLLAVADO

“… oficiales de las FF.AA.  y de la Policía Nacional, ´bien ENLLAVADOS´ figuraban en varias nóminas…”

La búsqueda en las obras acerca del español dominicano relativas a la familia de voces “enllavado, enllavamiento, enllavadura, enllavar, enllave”, hace pensar que son de reciente aparición en el español dominicano. Hay más aún, se piensa que esas voces tuvieron su origen en el ámbito urbano, por oposición al rural.

Esta descendencia procreada por el verbo enllavar tiene su explicación. El enllavado es la relación establecida entre las personas. El enllavamiento es el resultado de la relación. La enllavadura es el trato o conexión. Enllavar es la acción de trabar el nexo. El enllave es cada una (agente) de las personas envueltas en este tipo de amistad.

Entre las obras que se han ocupado del vocabulario dominicano la primera que registra una voz emparentada con estas es Dominicanismos de Patín Maceo. La voz que trae esta obra es enllavar. Este verbo lo consigna de este modo, “Conseguir un empleo”.

Mediante la lectura de la acepción puede comprobarse la estrechez primera del significado. En las obras sucesivas el verbo y sus derivados ensancharon su campo de acción.

Enllave aparece en Del vocabulario dominicano (1983:104) con el valor de, “Compañero, cómplice. Camarada”. Para el verbo este autor repite lo que Patín Maceo había escrito antes.

Puede observarse que en los cuarenta años transcurridos entre una obra y otra apareció el nombre para la persona que ejerce o recibe la acción. Así mismo las personas involucradas en la relación de enllavadura pasan a ser compañeros, camaradas; y hasta cómplices como sugiere la cita en cabeza de este escrito.

Con este deslizamiento del uso la voz alcanza un cariz de envilecimiento del que carecía al principio. A la voz enllave Deive en su Diccionario de dominicanismos (2002:86) añade “persona influyente”. Es probable que este autor haya llegado a esta conclusión porque el sujeto de la acción es capaz de “conseguir un empleo”.

Más arriba se dejó entrever la posibilidad de que la voz hubiese nacido en los pueblos. Esta teoría se presenta porque la mayoría los “empleos” se generan en la estructura gubernamental de las instituciones públicas. El verbo conseguir en la primera definición de enllavar permite traslucir que la posición obtenida para otro se hace por la relación de amistad que implica el compañerismo, la camaradería.

La definición reciente del enllave la consigna el Diccionario de americanismos (2010), “Socio o persona de confianza que presta su ayuda para algún fin”. Echa de verse en la redacción de esta acepción que el enllave no solo se limita a conseguir empleo, sino “algún fin”. Por tanto, es más amplio el alcance de la influencia que un simple empleo.

En la misma dirección anterior se orienta el Diccionario del español dominicano (2013:288) cuando a la acepción anterior reconoce la confianza que existe entre las personas involucradas en la relación de enllaves, “persona de confianza”.

La evolución más reciente del concepto enllavadura la incluye el último diccionario citado cuando en la segunda acepción escribe, “Amigo, compañero inseparable”, con lo cual se colocó el acento sobre el sentimiento de afecto y confianza.

Alcanzado este punto puede repetirse la teoría que se avanzó en un artículo anterior a este que versó sobre el origen de estas voces. Se piensa que esta familia de voces deriva de la palabra llave. Es un vínculo creado, es un medio que asegura quitar estorbos o dificultades que se oponen a la consecución de un fin.

En la sociedad dominicana cada persona que vive en el seno de una comunidad, por fuerza de las circunstancias tiene sus enllaves de diferentes clases para fines distintos.

Estas voces estudiadas aquí se parecen mucho a una tendencia y práctica que existe en los países menos desarrollados políticamente, es la práctica del amiguismo que es la propensión a favorecer a los amigos a toda costa para cargos, privilegios y puestos.

Las voces examinadas en esta sección son creaciones léxicas del habla de los dominicanos. Solo los dominicanos cuentan con una voz, o varias, para denotar la trabazón de afecto y confianza que se han definido más arriba.

El cambio lingüístico

Por Tobías Rodríguez Molina

 

A Heráclito,  uno de los grandes pensadores griegos que vivió en el siglo VI a. C., se le atribuye el principio de “todo fluye, todo cambia, nada permanece”.  Y, además, “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.” En Google, parafrasean esto último diciendo: “Porque aunque aparentemente el río es el mismo, sus elementos, su cauce, el agua que corre por él ha cambiado. El cambio es la constante de la vida ya que esta representa una constante transformación.”

Aclarando un poco más lo dicho por Heráclito, leemos en El Telégrafo lo siguiente: “En realidad, el mundo que nos rodea, con infinidad de cosas, objetos y fenómenos diferentes, está en movimiento, cambio y desarrollo continuos.”

De ese constante cambio no escapan las lenguas o idiomas. A ese cambio se le llama el cambio lingüístico, que en ecuared.cu es definido como “una característica inherente a la lengua.” Y continúan diciéndonos que “El cambio lingüístico se refiere al proceso de modificación y transformación que experimentan las lenguas a través del tiempo, es decir, diacrónicamente, en el que intervienen causas internas y externas,”

En el presente artículo nos centraremos en el cambio que afecta a los sonidos. Esos cambios fonéticos son producidos por la ley del menor esfuerzo o ley de la economía  fisiológica que relaja y desgasta el sistema. Esos cambios pueden ser llamados fonético-articulatorios. Así sucedió con cambios sufridos por el latín vulgar en su paso hacia el castellano. Lo podemos ver con la m latina final de sílaba, que desapareció en palabras como caballum, que se convirtió en caballo; también lo podemos constatar en portam, que cambió a puerta.

Como puede observarse,  en caballum y portam, no solo se pierde la m, sino que cambian algunas vocales de esas palabras, como puede visualizarse en portam, que pierde la m, y se convierte la vocal o  en el diptongo ue.

La certeza de que las lenguas cambian, es decir, que no permanecen iguales en el tiempo, lo podemos constatar en el caso de la lengua castellana hablada en España y en Latinoamérica. Si consultamos un texto escrito en el español del siglo XVI, nos daremos cuenta de que  ese español se parece muy  poco al español actual por los enormes cambios que ha experimentado a través del tiempo.

Además, cada nación donde se habla español tiene “su propio español”, pues ese país tiene un español que no es igual a cada uno  de los otros, y aun en cada uno de ellos no existe un único español, sino una forma propia del nivel que podemos llamar “culto”, y  unas formas regionales o dialectos con variantes que los hacen diferentes entre ellos. Como ejemplo podemos tomar el caso de República Dominicana. Allí tenemos el español hablado por los integrantes del nivel sociocultural elevado o culto; el hablado en la región del Cibao (zona norte del país), empleado por integrantes del nivel sociocultural bajo, que se caracteriza por la vocalización de la r y la l final de sílaba (altar=aitai); el hablado por una parte abundante de los habitantes de la Capital dominicana, San Cristóbal y algunas provincias de la región  este, los cuales  convierten la r final de sílaba en l (altar=altal; martirizar=maltirizal); por último tenemos el habla de una parte de los que habitan en  la región sur, cuyos usuarios cambian la l por r (alma=arma; calma=carma).

Continuando con el tema, nos ocuparemos de comparar dos países antillanos-Cuba y República Dominicana-. Así veremos con claridad meridiana lo que acabamos de afirmar en el párrafo anterior cuando afirmamos que cada nación donde se habla español tiene “su propio español”.

Hace unos días, escuchando y viendo,  en un canal televisivo de Cuba, a un joven con un elevado nivel cultural, me llamó la atención la forma en que pronunciaba la c y qu (=k), que él convertía o articulaba como g=gue (gu,ga,go). Citaremos algunas de las palabras que el joven  empleó en su exposición:

Cuba (=guba)

Acá (=agá)

Cosa (=gosa)

Calle (=galle)

Como puede notarse, ese cambio del sonido k (=que a g (=gue), como en aquella (=aguella) se  debe a la economía fisiológica o ley del menor esfuerzo, porque pronunciando, por ejemplo, guba o agá, se hace un menor esfuerzo articulatorio que pronunciando cuba o acá.

Otro cambio lingüístico (fonético-articulatorio), que  se da, en general, en el habla cubana es el llamado asimilación. El mismo consiste en pronunciar una consonante que aparece en final de sílaba y delante de otra, pronunciándola igual que esa otra, como sucede con las palabras “carta” y “arbolito”, que son pronunciadas catta y abbolito; igual sucede al pronunciar “el mundo” como emmundo.

Al ver y escuchar a una joven comunicadora cubana en un video titulado Navidad en Cuba, escuché en ella una pronunciación semejante a la del joven  citado anteriormente. En el lapso de unos dos minutos, ella pronunció las palabras casa (=gasa), aquí (=aguí), conocer (=gonocer), acá (=agá), sacar (sagar), y aconteció (=agonteció).

Esa pronunciación, evidentemente, obedece a la ley del menor esfuerzo, que contribuye a que el español de Cuba tenga sus propias características.

El habla de los cubanos tiene una característica semejante al habla del nivel culto de los dominicanos: tiene que ver con la realización de la  s final de sílaba o de palabra, la cual tiene 3 posibilidades de realizacón; son ellas la aspiración (h), la pronunciación como s (/s/ y la elisión /=ni aspiración ni pronunciación/.

Pasando al español de República Dominicana, diremos que en la parte este del país se da, al igual que en Cuba, la asimilación. Es así que escuchamos  a hablantes de todos los niveles socioculturales pronunciando  el dulce (=edducce), colmillo (=commillo), alma (=amma), golpe (=goppe), alcalde (=accadde), armonía (=ammonía).

En la región del Cibao no encontramos la asimilación, sino la vocalización. Por esa razón, los que hablan el cabaeño, en vez de la asimilación, la r y la l final de sílaba las convierten  en la vocal i. Ejemplos: el dulce (=ei duice), colmillo (=coimillo), arma y alma (=aima), golpe (=goipe), alcalde (=aicaide). Lo mismo pasa con otras palabras propensas a la  asimilación, que también  convierten esa consonante en i,  como en actuación  (=aituación), actual y actuar (=aituai),  alto (aito), etc.

Otro cambio lingüísitico presente en el habla de los cibaños se encuentra en palabras que terminan en eo, como espontáneo (=espontánio), pedáneo (=pedanio), y en verbos terminados en ear, como pedalear (=pedaliai), menear (=meniai), golpear (=goipiai), golpeando (=goipiando).

En conclusión, en el presente artículo solo se ha tocado el cambio fonético que, como se ha  dicho, afecta los sonidos. No nos hemos referido a otros cambios que se dan en nuestra lengua, como los siguientes:

  1. A) cambio fonológico, el cual se da cuando se transforma el contenido diferencial de los fonemas y la distinción de estos. Ejemplo: cambio del fonema de la letra v por el fonema/b/.
  2. B) cambio morfológico-sintáctico, que se refiere a la gramática, forma, estructura y sintaxis de la lengua. Sobre este cambio, veamos algunas realizaciones: 1. En el día que te llamé no me devolviste la llamada. Este es el llamado traslaenqueísmo, consistente en el cambio del orden de los componentes  sintácticos. El orden debería ser: “El día en que te llamé no me devolviste la llamada.” 2. Me di cuenta que no te agradó lo que te envié. En este caso se elimina “de” después de “cuenta”, produciéndose así el queísmo, cambio sintáctico muy usual en República Dominicana. 3. Es conveniente de que te vayas cuanto antes. Esta vez se introduce un “de” que no lo  exige la sintaxis; a este cambio se le denomina dequeísmo, el cual es muy usual  en Venezuela y otros países.
  3. C) cambio lexical-semántico, el cual se refiere tanto al significado de las palabras como a las formas léxicas y representaciones escritas de la lengua. Un ejemplo de este cambio de significado es el de la palabra guapo, que en España significa bello, bonito, atractivo, mientras que en República Dominicana significa valiente, bravo, y también rabioso. Ejemplos: a) Él es muy guapo (=valiente, aguerrido, bravo, fiero); b) Él se puso guapo (=rabioso, bravo) por lo que le dijiste.

Algunos de esos cambios, y otros más,  pueden registrarse en los diferentes países cuya lengua es el español, con lo cual cada país va teniendo “su propio español”. Por eso no deben asustarnos los cambios lingüísticos, pues ya vimos que los cambios son propios de la esencia de las lenguas.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

21/12/2021

CIENCIAS Y PALABRAS

La ciencia y las palabras han conseguido que la vida triunfe como solo ella sabe hacerlo.

Va quedando atrás un año cargado de estupor y desconcierto, de dolor y de esperanza; un año en el que hemos aprendido, o, al menos, lo hemos intentado, a prescindir de lo que creíamos imprescindible, a necesitar aquello que habíamos considerado innecesario, a valorar lo que ya sabíamos que era invaluable. Va quedando atrás un año que nos ha demostrado que, visto lo visto en tantas partes de este mundo nuestro, algo falla en nuestra forma de enseñar y de aprender y, especialmente, en nuestra elección de lo que debe ser enseñado y aprendido.

Va quedando atrás un año en el que la ciencia y los científicos se han dejado la piel, como tantas veces en la historia, para salvarnos la vida y han acabado descubriendo que muchos no han aprendido a confiar en la ciencia. Va acabando un año en el que las palabras han demostrado que son más necesarias que nunca, necesarias para investigar, para divulgar, para transmitir, para hacer comprender, para explicar, para ayudar a razonar, para debatir, para convencer, para sobrevivir. Palabras como pequeñas y salvadoras Ariadnas, que, como sabiamente nos escribió Ida Vitale, nos sirven de hilo para escapar del laberinto. De un laberinto que este año nos ha desorientado con enfermedad, soledad, distancia y desasosiego, pero del que, gracias al conocimiento, el sacrificio y el trabajo de tantos y tantos, acertamos a atisbar la salida con prudencia y sentido común.

Este año que se ha llevado al lector más fiel de esta Eñe, la ciencia y las palabras han conseguido que la vida triunfe como solo ella sabe hacerlo, que renazca llevando siempre en la memoria a los que la hicieron posible.

 

28/12/2021

DEFENDER LA TRINCHERA

Les propongo una sencilla receta para construir un pequeño remanso de sosiego.

Nos esperan días de ajetreo, de algarabía y de reencuentros. Si somos afortunados, disfrutaremos de un poco de tiempo libre. Pero, si no, les aseguro que podemos arañárselo a tantas cosas inútiles. Les propongo una sencilla receta para construir un pequeño remanso de sosiego en medio del atropello y del correcorre. Hagan a un lado los charamicos, bajen la intensidad de las luces del arbolito y, solo si pueden, templen el volumen de la música y del ruido de fondo. Aléjense del teléfono; no duden ni por un instante que, si algo urgente se presentara, van a ser los primeros en enterarse, aunque hayan silenciado los mensajes. Busquen un rinconcito bien iluminado y defiéndanlo a capa y espada. Arrastren hasta ese rincón un asiento. Si puede ser cómodo, miel sobre hojuelas. Una hamaca o una mecedora pueden ser ideales para los que no se marean.  Tampoco se pasen de comodidad, porque los asaltará el sueño. Dependiendo de la hora del día o de la noche, tengan a mano un café humeante, un aromático té o una copa de fragante vino; incluso una espumosa cervecita bien fría o un vaso de agua helada servirían. Resuelvan lo de los mosquitos. Un buen abanico, si hay luz, ayuda; si no, abran la ventana y que corra el aire. No olviden los lentes, si ya les van haciendo falta. Por un instante dejen su mente en blanco y respiren. Abran un libro. ¿Cuál? Aquí es donde empieza el territorio inexplorado, la libertad de elección, la magia de la lectura. Cuando lo hayan conseguido, defiéndanlo como una trinchera, como nos enseñó el gran Benedetti a hacer con la alegría. No puedo desearles nada mejor para el año que se acerca.

4/01/2022

DELANTE DEL PAPEL

Tal vez sea esta la única carta que seguimos escribiendo. Su condición de ejemplar único y en riesgo de extinción la ha colmado de magia y de misterio.

Delante del papel, lapicero en mano, nos disponemos a escribirles una carta a los Reyes Magos. Tal vez sea esta la única carta que seguimos escribiendo. Su condición de ejemplar único y en riesgo de extinción la ha colmado de magia y de misterio. Tomamos el lápiz, inspiramos, y nos disponemos a dibujar sobre el papel unos trazos que llevan prendidos nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestras esperanzas y, ¿cómo no?, muchos de nuestros miedos. Escribía el gran Antonio de Nebrija, hace más de quinientos años, que «Entre todas las cosas que por experiencia los hombres hallaron para pulir y adornar la vida humana, ninguna otra fue tan necesaria ni que mayores provechos nos acarrease que la invención de las letras».

Escribir a mano marca un ritmo distinto al pensamiento, lo reposa, lo remansa y, a veces, parece que lo alumbra (caben aquí algunas de las acepciones del verbo alumbrar). La falta de práctica –¿quién nos lo iba a decir?– hace que los dedos se tensen, que la tinta no corra, que emborronemos el papel. ¡Cuidado! Lo que escribimos nos lleva a nosotros a la zaga, y no está bien que vayamos emborronados por la vida. Despacito y buena letra, nos decían; buena letra, buena ortografía, buena redacción. Y por si no tuviéramos bastante, hay que tener claro qué es lo que les vamos a pedir a sus majestades de Oriente. Pidan libroslibros cargados de palabras; pidan ensayos sesudos o ligeros para poner los pies en la tierra; pidan novelas clásicas, transguesoras, románticas y empalagosas, terroríficas por la invención o por la realidad; antiguas o modernas; pidan poemas alados, narrativos, incendiarios o íntimos, o todo a la vez, como pueden serlo los poemas. Yo pido libros para mí y para los que quiero, y los que me quieren piden libros para mí. Pidan libros: demuestren que quieren.

11/01/2022

CUESTIÓN DE FORMATO

Del papel al formato digital

Si los Reyes Magos o la Vieja Belén les han puesto libros considérense afortunados. No solo tienen materia para los sueños y las realidades de los próximos meses, sino que pueden presumir de hay gente que los quiere bien y que tiene un buen concepto de ustedes. En mi casa podemos considerarnos afortunados. Las árganas reales llegaron cargadas de lectura, en papel y en formato digital.

En las casas en las que se lee mucho suele hablarse mucho sobre libros. Así sucede en la mía. Hablamos de lo que nos hemos leído, de lo que nos vamos a leer; nos recomendamos lecturas y autores que hemos descubierto como tesoros insospechados. También discutimos sobre lo que nos gusta y lo que nos disgusta. La sobremesa del Día de los Reyes mi hijo, de casi treinta 30, y mi sobrina, de 11, sostuvieron una interesante charla sobre las bondades, o la ausencia de ellas, de un libro dependiendo de su formato. Curiosamente la pipiola de 11 abogaba por el formato tradicional y el ya no tan pipiolo defendía el formato digital. Para ella el tacto y el olor del papel, el tamaño y la forma del libro formaban parte de la lectura. Para él, la lectura era una conexión personal entre autor y lector.

La lectura de él es interior, intelectual y sentimental. La lectura de ella se carga, además, de sensorialidad; olfato, tacto y vista se suman a la experiencia de leer. Ambas lecturas son posibles y válidas. Pueden, además, ser complementarias. Cada formato es compatible con un momento, una necesidad, una obra o una finalidad. No nos dejemos marear con los formatos. Lo importante de leer es desentrañar lo escrito, hacerlo nuestro, gozarlo o sufrirlo. La lectura, como la vida, no siempre es cuestión de formato.

18/02/2022

MÁS QUE UN SÍMBOLO

La palabra mangú es más que un símbolo para los dominicanos

En febrero del año pasado una campaña publicitaria de los supermercados Jumbo nos sorprendió preguntando «¿Sabías que la palabra mangú no aparece en el diccionario?». Curiosamente a lo largo del año 2021 el sustantivo mangú fue la palabra más consultada por los dominicanos entre las que no estaban registradas en este diccionario, solo superada por teteo. Esta iniciativa publicitaria puso en marcha una acción conjunta de CCN y Jumbo, el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía y la Academia Dominicana de la Lengua para proponer la inclusión de mangú en el Diccionario de la lengua española.

En diciembre de 2021 vimos aparecer mangú entre las entradas incorporadas al Diccionario de la lengua española en su actualización anual. Y los dominicanos hemos seguido buscándola en el diccionario; de hecho, es la palabra más buscada por los dominicanos en el último mes. Casi tanto como otras, hermosísimas y relacionadas con la época navideña, que desplazaron a teteo, como soñarcabalgatainfancia o prosperidad.

Una palabra más o menos se pierde en el mar desbordante de palabras que es un diccionario del español. Sin embargo, cuando la palabra habla de nosotros, de quiénes somos, de nuestro pasado y de nuestro presente, se convierte en un símbolo del aprecio por nuestras expresiones, por lo que aportamos de distintivo, pero también por lo que compartimos con tantos que hablan nuestra misma lengua. Esa es la trascendencia real de que mangú esté en el DLE. Esta iniciativa nos ha mostrado que el compromiso social de las empresas puede ser un buen aliado para promocionar el buen uso del español, para animar a valorar nuestra lengua, para promover la lectura. No dejemos que se quede solo en un símbolo.

 

Año de Nebrija

Por Jorge Juan Fernández Sangrador

Este hermoso, edificante y luminoso artículo, “Año de Nebrija”, es un faro de la sabiduría espiritual del presbítero español Jorge Juan Fernández Sangrador, índice de su honda sensibilidad lingüística y cauce de su ejemplar dotación sagrada (BRC).

Elio Antonio de Nebrija (1444-1522) será la figura principal de 2022, pues en él se recordará, no solo su fallecimiento, hace quinientos años, sino también sus inigualables e impagables servicios a la Lengua española. El evento ha sido declarado “Acontecimiento de excepcional interés público”, con los correspondientes beneficios fiscales para quienes deseen colaborar en la cofinanciación de los actos conmemorativos.

De modo que las localidades vinculadas a la vida del maestro se han puesto ya, desde hace tiempo, manos a la obra para sumarse, en la medida de sus posibilidades, al general homenaje que se le tribute durante los próximos doce meses: Lebrija, Salamanca, Bolonia, Coca, Zalamea de la Serena, Villanueva de la Serena, Brozas, Sevilla, Medina del Campo, Logroño y Alcalá de Henares. Creo que son, en total, dieciocho. A ver cómo se las imagina Asturias para subirse al carro al que ya han sabido engancharse varios países hispanoamericanos.

Me atrevería a sugerir el que, a lo largo de 2022, se recordase lo que egregias personalidades literarias asturianas han hecho, continuando la labor de Nebrija, en favor de la Lengua desde la Real Academia Española. Sin embargo, después de haber visto el que a la madrileña plaza de Vázquez de Mella, académico, natural de Cangas de Onís, se le retirase el nombre, en el fatigoso quita y pon actual de placas denominativas, sin que nadie, en el Ayuntamiento cangués, ni en el Gobierno ni en las instituciones culturales del Principado de Asturias, ni en la Docta Casa de la calle Felipe IV de Madrid, mostrase en público un adarme de disconformidad con la medida, sólo cabe ser escéptico ante la posibilidad de que nadie secunde la idea.

Me parece que los académicos oriundos de nuestra región han sido veinte: Juan de Villademoros Rico y Castrillón, Pedro Rodríguez Campomanes y Pérez de Sorriba, Gaspar Melchor de Jovellanos y Ramírez, Francisco Javier Martínez Marina, Juan Pérez Villamil y de Paredes, Jerónimo de la Escosura y López de Porto, Pedro José Pidal y Carniado, José Caveda y Nava, Ramón de Campoamor y Campoosorio, Zeferino González y Díaz-Tuñón, Emilio Cotarelo y Mori, Juan Vázquez de Mella y Fanjul, Armando Palacio Valdés, Ramón Pérez de Ayala y Fernández, Carlos Bousoño Prieto, José García Nieto, Víctor García de la Concha, Ángel González Muñiz, Margarita Salas Falgueras y Salvador Gutiérrez Ordóñez.

A ver si la diócesis ovetense, en cambio, se anima y hace algo. Para empezar, rebuscando en el fondo de “Libros viejos y raros” de la biblioteca del Seminario Metropolitano. Y luego dando valor a las aportaciones lingüísticas de los académicos eclesiásticos asturianos: el cura Juan de Villademoros Rico y Castrillón, que fue uno de los fundadores de la Real Academia Española; el canónigo, e historiador del Derecho, Francisco Javier Martínez Marina; y el cardenal dominico fray Zeferino González y Díaz-Tuñón.

Si se toma como referencia el dato de que el académico hubiese recibido en sus años jóvenes la tonsura eclesiástica, la lista de nombres asociados formalmente a la Iglesia se amplía. Pero es que, además, volviendo a Nebrija, éste estudió en Salamanca, cursó Teología en el Real Colegio de España en Bolonia, y, bajo el protectorado del cardenal Cisneros, en Alcalá de Henares, colaboró en la magna obra de la “Biblia políglota complutense”, dejando patente, una vez más, que la Lengua, la Cultura, la Biblia y la Teología son, juntas, además de necesarias colaboradoras, hermosa epifanía de la Palabra única, de la que toda realidad existente proviene y  en la que halla su plenitud.

La Nueva España, domingo 16 de enero de 2022, p. 39.

La novela de Manuel Núñez

Andrés L. Mateo

   “Un hombre, camina en la Niebla de Rapallo”. Así comienza la novela de Manuel Núñez titulada El último Sordello, desenrollando una vida angustiada llena de realizaciones, abismos y contradicciones. Un Sordello es un trovador, a semejanza de su epónimo del siglo XIII, se trata de un poeta trovadoresco de la escuela provenzal italiana que despliega en sus cánticos el amor cortés. Y el hombre que “camina en la niebla de Rapallo”, ese “Último Sordello”, es Ezra Pound, otro poeta.   De él, de su vida intelectual esplendorosa, y de sus desgracias se habla en esta novela.

Anciano indefenso que vuelve a Rapallo llevando sobre sus hombros la vulnerabilidad de la existencia, rasgo sustancial de los humanos, y un costado del vivir ineludible, así sea usted presidente, emperador o poeta. Un hombre que ha olvidado quién es. Sin memoria, apenas jirones de sombras que lo envuelven. El personaje narrador lo encorseta, una y otra vez, en el designio más cerrado del ser: “Yo soy nadie”- se repite a sí mismo. Solo que no hay más regla para el hoy que conocer el ayer.

El último Sordello, la magnífica novela de Manuel Núñez, es, por lo tanto, un viaje. Hacia atrás. Hacia las reconditeces de los motivos que llevaron a un hombre tan lúcido, tan inteligente, tan sobresaliente en el mundo intelectual de la época, a convertirse en la despreciable voz del fascismo en toda Europa, en medio de los estragos de la Segunda Guerra Mundial.  Ha purgado doce años en un manicomio, es “un esqueleto que parece desarmarse al caminar”, y todo su pasado fascista se revuelve en el rostro silencioso que avanza bajo la niebla, y a la soledad.

También la muerte lo cerca. No la muerte que inexorablemente le espera, como a todos los humanos; sino la que lo convirtió en un renacido, de la que lo salvaron los grandes intelectuales de la época, sus amigos Willian Carlos Wilians, T. S. Eliot, Robert Frost, Archibald Macleish, Allen Ginsberg, Ernest Hemingway y otros notables de la postguerra; porque en razón de sus actividades a favor del Eje Alemania, Roma, y Japón, fue llevado a juicio  en los Estados Unidos, y sin el peso del testimonio de estas figuras del arte y el pensamiento, su condena a muerte era segura. Para rescatarlo, alegaron locura, desplegaron una copiosa argumentación llena de ternura y reconocimiento espiritual al aborrecible acusado que rememoraba en el telón de fondo de su escuálido ser las barbaries de la guerra y el absurdo, escenificados en el centro mismo de la orgullosa cultura occidental que con la guerra había extraviado el racionalismo cartesiano. Pero en el discurso de la ficción, el que camina en la niebla de Rapallo es “un anciano indefenso cogido en la horca de la razón política”. El autor no tiene otro camino que no sea escarbar en una voluminosa rememoración de la culpa, situando a cada quién en el escenario de la historia. Son muchos los diálogos con personajes de la cultura y la política italiana, y el teatro del juicio al reo Ezra Pound, en los Estados Unidos, que sirven para desmadejar por completo la convicción de la condena previa. Marinetti, Gentile, Passolini, y muchos otros, están confrontados ante “el hombre que camina en la niebla de Rapallo”. El diálogo con Passolini es demoledor. Marinetti, Gentile, Pirandello, Marconi, son piezas del mismo triángulo de opresión del fascismo, pero Pasolini es un retoño del tiempo, un joven con todos sus bríos e impetuosidad que llega a acusarlo. Lo pone ante las cámaras, lo increpa, hace una disección de su pasado, y termina rendido. En un giro magnífico, le propone: “Haré un pacto contigo, Ezra Pound, te he detestado ya bastante”.

Después de las numerosas deliberaciones que desfilan en el juicio, Pound es declarado mentalmente incapaz, y enviado al Sanatorio de Saint Elizabeth. En la novela se ve claramente que escapa de la muerte física, material, y el mallete sonando lo devuelve a un mundo en el cual ya no cabía. Narcisista, engreído, con complejo de superioridad, el mundo que apoyaba con vehemencia en las nueve cartas que escribe a Benito Mussolini, y en la voz exaltada que sonaba estentórea en los cielos de Europa en medio de la guerra, está hecho añicos a sus pies.

   “El último Sordello” coincide en el tiempo con un auge de la figura de Benito Mussolini como personaje de la novela europea, particularmente por las dos novelas de Antonio Scurati, “M. El hijo del siglo” y “M. El hombre de la providencia”, y ese hecho le da mayor relevancia a la novela de Manuel Núñez.  En cierto modo, Scurati emplea procedimientos imaginistas recurriendo al documento fehaciente del hecho histórico, y escasamente modificando el dato histórico con el discurso de la ficción.

Manuel Núñez también recurre al dato histórico, a la investigación, al testimonio. Pero adultera los tiempos y los confunde (El doctor Antonio Zaglul aparece como personaje, él mismo entra al discurso de la ficción, emplea dominicanismos para ilustrar determinadas circunstancias, moldea los rasgos de sus personajes desmenuzándolos como un narrador omnisciente, etc.), aunque su texto, como el de Antonio Scurati, no deja de ser más que un relato. Me imagino el impacto que tendría “El último Sordello” si se publicara en italiano.

Muchas veces en mi vida de lector sentí el pálpito de que Ezra Pound era un personaje de novela. Una vida tumultuosa, los episodios de una crápula existencia desperdigados en la ruta; y el legado de una obra poética robusta que perdura con fuerza. Hasta una cierta e indescifrable bondad. Ahí están sus esfuerzos por difundir las obras literarias de otros autores, y sus cánticos contra la usura y la mezquindad. Estoy más que satisfecho con El último Sordello, la novela de Manuel Núñez.  Una verdadera lección de buena escritura, una exhaustiva investigación documental, y una novela que escala la estantería de la excelencia de la literatura dominicana.

Orfelo, boronear, cubear

Por Roberto E. Guzmán

ORFELO

“… participante de las fiestas patronales, que ORFELO y masón…”

Muchos hablantes de español dominicano desconocen lo que es un orfelo. Otros piensan que debe descartarse la voz del título de los repertorios de voces de español dominicano porque esta es una voz espuria.

El autor de estas apostillas acerca del español dominicano no desestima el valor de la voz, aunque sea una deformación de una palabra del inglés.

Para los propósitos de esta sección lo importante es el origen de la voz y el porqué de la deformación de esta del modo en que los hablantes de español dominicano lo han hecho.

La voz procede del inglés Odd fellow que es el miembro de una orden fraternal o benevolente. Este orfelo entró en el español dominicano traído por los inmigrantes de habla inglesa que pertenecían a logias. Algunos vivían en medio humilde pero rodeados de dignidad y respeto.

Durante largo tiempo los masones en el siglo XIX se llamaban entre sí frère y hasta cariñosamente frercito. En francés la palabra frère signigfiva, hermano. Las misivas entre los próceres restauradores dan testimonio de este uso. Adoptaron este apelativo porque la masonería llegó a la República Dominicana desde Francia.

Hay que tratar de lanzar una hipótesis con respecto a porqué orfelo y no otra deformación. En esa época se conocían los orfanatos que ya se llamaban orfelinatos. Algunas mujeres recibieron el nombre de Orfelina. Ese tipo de palabras era el más próximo a lo que el hablante de español dominicano llano estaba familiarizado.

 

BORONEAR

“… mientras la economía despega y BORONEA…”

El verbo que figura en el título en el español dominicano goza de dos acepciones. Esas dos acepciones son desconocidas en otras variedades de español.

Como puede deducirse con facilidad, el verbo tiene estrecha relación con al sustantivo femenino borona. Las dos acepciones del verbo obedecen a dos de las acepciones que los dominicanos reconocen al vocablo borona.

Una borona dominicana es “Dádiva”, generalmente fraudulenta. También es, “Dinero extra generalmente poco”. Ese dinero extra puede provenir de un trabajo (actividad) extraordinario o temporal.

Una característica de la dádiva que se denomina borona es su cuantía, es pequeña. El tamaño de la borona está más reconocido en el ámbito del español, pues se admite en tanto migaja. En los hechos, casi siempre esta dádiva obedece a motivos políticos y no proviene de recursos personales, sino desviados de los fondos públicos. El propósito que se persigue con este boroneo es asegurarse la adscripción o lealtad política de quien lo recibe.

El concepto del verbo, así como la acción representan realidades existentes en el quehacer político dominicano. En calidad de tales se aceptan o toleran porque contribuyen a subsanar o encubrir otras carencias.

 

CUBEAR

“Exjuez TSE refirma Abinader ´lo CUBIÓ´”.

Cubear es un ejemplo de un verbo cuyo nacimiento fue auspiciado por una locución verbal, “echar un cubo”. Primero se usó la locución y luego vino el verbo. En el desenvolvimiento de este tema se verá además como el verbo aumentó su campo de acción hasta llegar a cubrir acciones alejadas de los objetos originales de la acción.

La locución citada en un principio se usó para, “No pagar un hombre los servicios de una prostituta”. Esta acción la escribe D. Max Uribe de este modo, “no pagar a una vendedora de caricias el precio de su pecado”. Notas y apuntes lexicográficos (1966:123).

Puede decirse que la evolución de allí a significar, “Timar, engañar a alguien” era un paso predecible. Pasó de un caso específico, el engaño a una prostituta a la práctica del engaño a cualquier clase de persona.

“Echar un cubo” era una acción que conllevaba riegos, porque las mujeres dedicadas a este oficio tenían hombres que las protegían y estos acostumbraban a salir en defensa de las mujeres. Además, la creencia popular atribuía a las prostitutas la posesión de navajas que podían esconder hasta debajo de la lengua.

El uso de la locución se circunscribió durante muchos años al lenguaje del medio en que se suscitaba, así como a la jerga de la juventud. Al ampliar su ámbito de acción para llegar a engaño en general, el uso pasó a otras esferas sociales y circunstancias.

En el ejemplo que se copió para esta sección, el verbo se usó escrito de la forma en que emite, cubiar, en el habla cotidiana (¿descuidada?) y a manera de título en un periódico.

Ante la posibilidad de que le echaran un cubo, las prostitutas tenían que encontrar una manera de evitar tener que recurrir a la fuerza; de allí que instituyeran la costumbre de “cuarto en mano, culo en tierra”, locución que indica que primero se paga.

Por lo expuesto más arriba se notará que el cubear perdió la connotación de descrédito a la que debió su origen.

Marotero / maroteador, bucán, boronear

Por Roberto E. Guzmán

MAROTERO – MAROTEADOR

“… utilizó la noción de marodeador (sic) o marotero haitiano…”

En el español internacional hay un verbo muy conocido, merodear, que en alguna forma se parece a una palabra del español dominicano, marotear.

El verbo merodear en una de sus acepciones es vagar por el campo viviendo de lo que coge o roba. Ese verbo es el que se parece al verbo dominicano, marotear. Este verbo dominicano se acepta para la acción de, “Recoger o comer frutas de una plantación ajena”.

En los predios rurales marotear era tomar frutos de cosechas ajenas. En las ciudades cuando la costumbre llegó consistió en tomar las frutas de los árboles ajenos. El maroteo de las ciudades no se hacía para subsistir o por necesidad; casi siempre eran los jóvenes quienes se entregaban a estas prácticas.

En los años cincuenta en Santo Domingo, la capital, los estudiantes sabían dónde se encontraban los solares yermos con árboles frutales apetecibles. Los terrenos de la Universidad de Santo Domingo durante largo tiempo fueron objeto de esta práctica.

A la persona que se entregaba a esta tarea se le llamaba maroteador. Era muy raro que el propietario del terreno objeto de la acción llamara a la policía para reprimir esta práctica. Bastaba con que el propietario del predio apareciera en las cercanías para ahuyentar a los jóvenes intrusos.

El nombre de la acción, el verbo, así como la voz para denominar a la persona que se enfrascaba en la actividad son creaciones de la inventiva del hablante dominicano. Estas voces son desconocidas en los dialectos conocidos del español actual o pasado. Es un dominicanismo léxico.

 

BUCÁN

“No solo café, tabaco, ron y carnes para ser cocinadas en un BUCÁN. . .”

Hace unos años se acostumbraba a decir, más que escribir, que una palabra no existía cuando no se la encontraba asentada en el Diccionario de la Real Academia. Había quien era más cauto y consultaba diccionarios de grandes empresas editoriales para saber si existían. La realidad actual es, hay vocablos, palabras, términos y voces que sí existen aunque no aparezcan en los diccionarios usuales. La voz del título es una de estas. Como se verá más abajo es una voz que tiene larga historia.

Lo que puede haber sucedido con la voz bucán es que durante largo tiempo estuvo fuera de circulación. También pudo haber sido víctima de métodos eurocentristas de evaluación para otorgar reconocimiento a algunas voces.

La voz bucán es de origen arahuaco o taíno, aunque Emilio Tejera escribe, “Se ha fantaseado acerca del origen de las palabras bucán y bucanero”. Hay quienes opinan que es de origen francés de buccus, macho cabrío. Indigenismos (1977-I-226). Es cierto que en Normandía conocen la voz boucan para humareda. Se presume que procede de la voz de la misma ortografía, con el sentido de “carne ahumada”. Littré Vocabulaire du français des provinces (2010:86).

Es interesante reproducir aquí lo que escribe A. Zayas y Alfonso en Lexicografía antillana, “Bucán.- La hoguera de ramas y hojas verdes para ahumar carne en barbacoa; . . . donde se emplean con preferencia ramas y hojas de guayabo” (1914:104).

El Dictionnaire historique de la langue française (2012-I-430) afirma que boucan es una voz tomada en 1578 prestada del tupí mokáem, “parrilla de madera”.

El, bucán es el modo de ahumar la carne que según muchas versiones de cronistas aprendieron los europeos de los aborígenes americanos, especialmente de las Antillas. Según parece el método de cocción y conservación de la carne pasó a denominar la parrilla rústica que en principio fue de madera.

Durante largo tiempo, y sobre todo a principios del siglo XIX, se dejó olvidada la voz bucán; hasta la palabra bucanero tuvo que esperar muchos años para su incorporación en el Diccionario de la Real Academia.

En la actualidad se conoce como barbacoa la parrilla más moderna, así como el alimento que así se cuece. Algo que ha llamado la atención de quien escribe estos comentarios es parte de lo que menciona Zayas en el libro citado más arriba, donde asienta que se emplean de preferencia “ramas y hojas de guayabo”. La razón porqué se reparó en esa parte es porque fue escrito en el 1917 y quien escribe estas reflexiones acerca del idioma usó ese tipo de vegetal para sus asados cuando tuvo acceso a ello. Lo que había oído decir era que el palo de guayabo le daba un sabor especial a la carne a la parrilla. Parece que la costumbre se transmitió oralmente entre los antillanos.

 

BORONEAR

“. . . mientras la economía despega y ´boronea´”.

El verbo boronear deriva del sustantivo borona. En siete países de Hispanoamérica la borona es una migaja, parte más pequeña y menuda del pan.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española acepta varias acepciones más para borona. En cuanto a los dominicanos los concierne porque también es “dinero extra”, así como “desperdicios”.

Ahora bien, lo que interesa en esta sección es lo concerniente al verbo del título, boronear que solo se conoce en el habla de los dominicanos con el sentido, “Realizar alguien un trabajo o una actividad extra en la que se gana algo de dinero”.

La historia del verbo no termina ahí porque las acepciones fueron puesta al día en el Diccionario del español dominicano (2013:101), “Repartir dádivas”. El último boroneo casi siempre corresponde a la actividad que un agente político ejerce cuando llega a ocupar una posición de cierta relevancia en la cual puede manejar dineros públicos, toma para sí y también boronea.

El verbo implica que el sujeto de la acción se guarda la mejor parte y lo que reparte es la borona. Los dominicanos dicen, “la cotorra come y boronea para que no se le suban al palo”. Boronear como la cotorra.

La terminación que el hablante de español ha utilizado para formar el verbo es la más productiva en el español dominicano, añadiendo la terminación -ear al sustantivo de la base.

Poética cuántica, metafísica y cósmica de José Miguel Ángel Soto Jiménez

Por

Bruno Rosario Candelier

 

A

Juan Carlos Mieses,

creador de una lírica trascendente.

 

Si todo lo forma el mismo material

y el espíritu es otra expresión de la energía,

en donde toda semejanza perceptible

comprueba su igual naturaleza.

(José Miguel Ángel Soto Jiménez, Cosmogramatón,

 Santo Domingo, Impresora Soto, 2020, p. 64).

 

Conocedor de la historia dominicana, cultor de la ciencia de la milicia, estudioso de la mística de la Khábbalah, investigador de la palabra criolla y autor del arte de la creación verbal, José Miguel Ángel Soto Jiménez (Santiago de los Caballeros, R. Dom., 1956) sorprende con la publicación del poemario Cosmogramatón, creación impregnada de una alta erudición humanística a la luz de la sabiduría espiritual del Cosmos.

Al contemplar el esplendor del mundo y valorar el sentido cósmico inherente a lo viviente, José Miguel Ángel Soto Jiménez observa no solo la organización con el ordenamiento inherente en el Cosmos, sino que como pensador de nuestro tiempo, al modo de los antiguos pensadores presocráticos, ausculta el sentido de la naturaleza y, como poeta, intuye los fenómenos de la Creación, lo que entraña una indagación estética y espiritual, que es la tarea de la creación poética, y en tal virtud, nuestro escritor hace poesía, más aún, poesía metafísica, porque indagar el sentido es hacer metafísica, y canalizar ese sentido a través de la lírica, es hacer poesía metafísica, como la que hace nuestro ilustre militar, escritor y académico de la lengua al escribir este singular poemario de alta prosapia espiritual, Cosmogramatón, una radiografía poética, cuántica y metafísica de lo viviente a la luz de su formación estética, intelectual y espiritual.

En efecto, en esta obra poética de Soto Jiménez el autor plasma con el lenguaje de la poesía una visión cuántica y espiritual del mundo inspirada en una intuición metafísica de la Creación, como lo ilustra la siguiente cita:

 

No es tan solo que vivimos en el universo,

sino que el universo vive en nosotros.

(Cosmogramatón, p. 13).

 

La visión metafísica del mundo marca la entrada al conocimiento sutil y trascendente del sentido cósmico, que entraña una valoración de lo viviente, un concepto de la Creación del mundo y una vivencia inspirada en la naturaleza de las cosas. El principio inspirador de este poemario es el concepto de que todo forma parte de Todo, y todo vuelve al Todo, como dijera Heráclito de Éfeso, uno de los antiguos pensadores presocráticos.

En efecto, somos uno con el Universo, y todo fluye en lo viviente, y todo tiene una categoría óntica con la dimensión espiritual de lo divino, comenzando por la palabra, que es una dotación sagrada recibida de la Divinidad a través del Logos de la conciencia, así como el don de la creatividad en cuya virtud canalizamos nuestras intuiciones y vivencias, como hace José Miguel Ángel Soto Jiménez en Cosmogramatón, un poemario metafísico con el subtítulo de Crónica virtual del desconcierto, fruto de la reflexión cósmica que el poeta realiza al contemplar la majestad de la Creación.

Desde el pórtico de este poemario, nuestro poeta revela la intuición de que todo tiene “nexos vinculantes” con el Todo en virtud de la incardinación de todo con todo lo existente bajo la onda invisible, sutil y trascendente del Todo, del que depende todo, signo, fuero y cauce de la huella de la Divinidad en todo cuanto existe:

 

versiones distintas de una sola cosa,

con dimensiones relativas a lo visible

y lo invisible,

simetrías básicas escondidas

en el alma oculta de las cosas.

El todo regido

por la correspondencia inevitable

de los diferentes planos existentes.

(Cosmogramatón, p. 15).

 

Convencido de que todo forma parte indisoluble de “una misma unidad”, con una “extraña semejanza” invisible en virtud de su misteriosa vinculación con la Energía Espiritual del Cosmos, conforme consigna el autor de este poemario, cifra y eco de la historia cósmica del Universo de lo viviente:

 

Semblantes idénticos de un perfil que se repite,

sin guardar proporción alguna con su propia realidad.

Como si su aspecto referencial,

estando diametralmente opuesto a su entidad,

jugara a esconder la particularidad

 de esta extraña semejanza,

enumerada una y mil veces,

por la aritmética sencilla

de la tabla periódica de los elementos.

(Cosmogramatón, p. 16).

 

Nuestro poeta evoca la “armonía sideral” de la que hablaba el pensador y místico presocrático Pitágoras de Samos, que enlaza con la idea de Leucipo de Abdera, otro pensador presocrático que afirmaba que “nada sucede por azar, sino por razón o necesidad”, conceptos orillados en este poemario de Soto Jiménez, quien se inspira en una concepción cosmológica, cuántica, filosófica y espiritual a la luz de la mística de la Khábalah, según la cual hay un equilibrio en la cosmografía universal, que nuestro poeta asume y recrea en la hondura metafísica de su creación poética:

 

Conjunto astral retraído,

entrañablemente implícito,

lejano y cercano al mismo tiempo

recreado en una insoslayable intimidad,

destacado en una ilimitada concordancia,

impactada por las ondulaciones

del tiempo imperecedero,

primando en un ambiente astral

 donde la analogía parece ser

la regla general más socorrida.

(Cosmogramatón, p. 18).

 

Los principios que articulan la plataforma estética, cuántica y metafísica de este poemario de Soto Jiménez son los siguientes:

  1. El concepto de la incardinación de todo con el Todo, en atención al hecho de que todo viene del Todo, todo lo contiene todo, y todo vuelve al Todo.
  2. El concepto de una onda misteriosa y sutil que enlaza a todo lo viviente, en atención al hecho de que todo está interconectado entre sí en función de principios articuladores de orden, armonía y cohesión.
  3. El concepto de que todo tiene el fundamento del Todo, para enfatizar el destino común que todo comparte con la totalidad de lo existente.
  4. El concepto inspirado en la Khábalah hebrea de que todo contiene el germen espiritual de lo divino, en virtud del vínculo sagrado con el Padre de la Creación.
  5. El concepto estético de una línea de creación trascendente, inspirada en la metafísica presocrática, la espiritualidad divina y la ciencia de la física cuántica para hacer del arte de la creación verbal un medio de conocimiento y fruición.

La relación de todo cuanto existe, incluidos los opuestos, como parte inherente de la naturaleza óntica de las cosas, explica la idea de una correlatio opositorum, es decir, una armonía de los contrarios, como se aprecia en algunas frases (“lo que sabemos es lo que ignoramos”, p. 19; “la nada para nada imperecedera”, p. 20), entre otras.

Otro aspecto que se infiere de la reflexión poética predominante en esta obra es la conclusión de que en toda cosa o ente viviente su naturaleza de microcosmos tiene la misma organización y el mismo funcionamiento del macrocosmos, una manera de decir que todo es igual en el universo de lo viviente, como lo subraya el autor en estos versos:

Y si el macrocosmos

es análogo a su equivalencia más pequeña,

como si fuera exactamente similar al microcosmos,

semejante a lo más grande en sus supuestas reglas,

presente en la plantilla orbital de sus entrañas cósmicas.

(Cosmogramatón, p. 20).

 

En la formalización estética, conceptual y espiritual de este poemario hay una confluencia de realidades sensibles, ideales y sutiles, y en tal virtud confluyen tres realidades compartidas: la realidad estética, articulada con la sustancia sensorial de lo viviente que percibe y recrea la sensibilidad del sujeto creador; la realidad verbal, formalizada en el ámbito conceptual de las palabras que dan cuenta del fuero sonoro y semántico del lenguaje; y la realidad metafísica, centrada en el ámbito vaporoso de la trascendencia donde conviven las manifestaciones sutiles de los fenómenos intangibles, misteriosos y enigmáticos, que percibe la inteligencia superior de la conciencia:

 

Todo esto involucrado y compensado

con lo infinitamente cinético y potencial,

en un orden general

donde todo parece fluir encasillado

con la misma orientación de las fuerzas

que interactúan por donde quiera sin remedio.

La vibración, el movimiento,

la inquietud como norma.

La dirección del campo vectorial,

la desconcertante sinergia del vacío,

el fluir permanente de lo desconocido,

la belleza de los cataclismos

más diversos y continuos.

La corriente ininterrumpida

del gran río energético existencial

que, con la relativa insustancialidad del presente,

parece que se pierde

 en los rumbos extraviados de los tiempos sin historia.

(Cosmogramatón, p. 22).

 

José Miguel Ángel Soto Jiménez enfoca el valor de los elementos cosmogónicos de lo viviente, que los pensadores presocráticos consignaron en la tierra, el agua, el fuego y el aire. Tales de Mileto estableció en el agua el elemento fundante de cuanto existe; para Heráclito de Éfeso el fuego es el origen de las cosas; Anaxímedes vio en el aire la fuente de lo existente; y Empédocles fundó en la tierra la base de lo viviente. Nuestro poeta estima que el agua es la “base sustancial de cada cosa”, “componente exultante de todo lo que existe”.  En efecto, el agua está en todo, y nada material existe sin su concurso, y la vida misma le debe su existencia, y todas las cosas precisan de su líquida sustancia para ser y seguir siendo, molécula vital de personas, plantas y animales, y aliento energético de lo material, que el autor de este poemario engarza a la temática de su creación poética:

 

Componente originario, al parecer, de nuestra tierra,

pero que con sus abismos interiores

y su alma tramada de destinos inciertos,

vino también de las inmensas regiones del espacio,

millones de años atrás,

en alguno de sus múltiples estados

como parte integral de toda cosa.

La molécula misteriosa del agua

presente y abundante en todo el cosmos.

(Cosmogramatón, p. 25).

 

La realidad que le sirve de inspiración a Soto Jiménez no es la realidad real, material y concreta, que perciben los sentidos corporales; ni la realidad imaginaria, subjetiva y ficciosa, que concibe la imaginación; sino la realidad trascendente, sutil y vaporosa, que funda la sustancia de Cosmogramatón, con su dimensión inasible y misteriosa que perciben los sentidos interiores de la conciencia, pues se trata de las emanaciones intangibles, pero reales y auténticas, de los mundos sutiles que no vemos con los ojos ni tocamos con las manos, pero sentimos con los sentidos espirituales de la conciencia que captan las irradiaciones de la realidad intangible del mundo ideal al que llega la sensibilidad profunda de los poetas, místicos, iluminados, santos y profetas cuando sintonizan las irradiaciones sutiles encarnadas en imágenes y símbolos del más allá:

 

Náufragos estelares de apocalípticas tormentas,

abandonados a nuestra propia suerte,

entre el oleaje embravecido del azar,

el maremágnum fatal de lo improbable

y la extraña posibilidad de lo oculto.

(Cosmogramatón, p. 27).

 

El enigmático título de este singular poemario, único en su género escrito en nuestro país, comienza con el título en una palabra compuesta y aguda de origen griego, Cosmogramatón, que debió ser una palabra esdrújula, Cosmográmaton, que significa ‘gramática del Cosmos’, es decir, la norma protocolar que sustenta y organiza el orden del Universo o el ordenamiento de lo viviente, pues el vocablo Cosmos, que en la lengua de los helenos significa ‘orden’, concebido en atención al principio normativo de lo viviente que rige todo lo existente, ya que todo tiene un protocolo estelar, una pauta reglamentaria que articula la estructura y el funcionamiento de cuanto existe, porque todo tiene un orden, una ley interna, subyacente y profunda, que regula su existir, su esencia y su función bajo el ordenamiento universal de todo con el Todo:

Qué premeditación de realidades venideras

compuso la anarquía organizada,

la ola expansiva que aun late espectral

como un fantasma de la destemplanza venidera.

¿Qué circunstancia secreta de la metafísica,

de la física o de la química lo hizo explosionar de repente?

¿Cómo nació la coincidencia de la intemperancia?

¿Qué abstracción consciente en su indiferencia

fue la culpable del evento que dio paso

al gran suceso de la creación inesperada?

Y si todo lo que vendría después de la explosión,

estaba previsto y calculado

como si fuera un plan preconcebido,

una conjura pletórica de curiosidades y detalles,

una extraordinaria contingencia calculada,

atestada de leyes, principios, potencias,

axiomas, razones y misterios.

(Cosmogramatón, p. 33).

 

Las instancias superiores del fuero cósmico de la Creación comprenden:

  1. Esencia primordial o Energía Superior de la que mana cuanto existe.
  2. Emanaciones divinas o irradiaciones sutiles canalizadas en estelas, voces, aromas, imágenes y señales de lo Alto que la inteligencia sutil percibe y recrea.
  3. Imágenes trascendentes. Que formalizan las irradiaciones cósmicas que los poetas verbalizan en sus metáforas y símbolos con las que revelan el sentido de las emanaciones de la cantera infinita.
  4. Creación de imágenes arquetípicas de las emanaciones sutiles de lo Alto.

 

   Las emanaciones de lo Alto son infinitas porque infinitas son las formas de su manifestación que la sensibilidad profunda capta y traduce en imágenes poéticas. El conocimiento poético de urdimbre metafísica y mística entraña un saber intuitivo, inspirado y revelado de una sabiduría espiritual con verdades de muy antiguas esencias, procedente del Numen de la memoria cósmica; y una sabiduría sagrada, cifrada en el Nous de la esfera celeste con revelaciones profundas que captan los teopoetas, santos, profetas, iluminados y místicos. La relación entre la imagen y la revelación, en virtud de la semejanza de la imagen con las emanaciones divinas, da categoría de amanuense del Espíritu al autor de la creación poética que revele una imagen trascendente con verdades de muy antiguas esencias. Por eso escribe nuestro poeta una intuición de sagrado linaje:

 

La simbiosis de la masa y la energía.

Los misterios secretos de la vida y sus formas infinitas.

La integración oculta de lo material.

La parte más densa del espíritu y del alma.

La energía de la fuerza que forma lo absoluto.

(Cosmogramatón, p. 35).

 

Se trata del aliento cósmico de la cantera infinita, soplo alado y sagrado del ámbito de la trascendencia que lo explica y lo contiene todo, como lo sugiere el siguiente pasaje:

 

El principio y el final en una sola pieza del rompecabezas,

en la perseverancia y la perennidad de lo increado.

La obvia posibilidad de que exista un Creador,

con la diestra del asombro original.

Su aliento como soplo de vida

y su energía en constante movimiento.

(Cosmogramatón, p. 36).

 

Según el trasfondo conceptual de esta obra, puedo inferir cinco conceptualizaciones de índole cósmica, filosófica, cuántica, estética y metafísica:

 

  1. QUIEN INTUYE EL SENTIDO CÓSMICO, PERCIBE EL SENTIDO METAFÍSICO. Quien siente y vive el sentido cósmico de lo viviente puede conocer el sentido metafísico del mundo, aunque para sentir y vivir el sentido místico del mundo -el más alto estadio de la sabiduría sagrada- hay que sentir y vivir el sentido de lo divino, el más alto peldaño de la espiritualidad humana. El agraciado autor de esta reveladora obra poética, paradigma del arte de la creación verbal a la luz del sentido cósmico, revela una conciencia metafísica, paso previo para alcanzar la conciencia mística. Desde luego, no es la verdad de la ciencia ni la verdad poética del arte, sino la revelación de la fe y la sabiduría de la mística, la mejor forma de explicar la existencia de Dios, y la mejor manera de vivir el sentimiento de lo divino. Sin embargo, nuestro poeta entiende que la ciencia es la única forma de encontrarnos con Dios, según escribe en estos versos:

 

Porque a pesar del argumento,

sin los paradigmas de la fe y las creencias

la ciencia es la única forma de explicarnos

 y encontrarnos a Dios

y mientras más se avanza y se descubre,

más cerca parecemos estar de tropezarnos con Él.

(Cosmogramatón, p. 37).

  1. TODO PASA EN EL FLUIR DE LO VIVIENTE, MENOS EL TODO QUE LO CREA. El emisor de estos singulares versos, con un conocimiento impregnado de la sapiencia de la ciencia de la física cuántica, la filosofía y la cosmología, dotado del saber que edifica. La intuición que esclarece y la revelación que certifica, escribe bajo la convicción del sentido cósmico que lo inspira:

 

Mareas influidas y determinadas por la dinámica del sistema.

Oleajes inauditos de estrellas y otros mundos,

fuerzas lejanas de constelaciones,

que influyen continuamente en nuestro devenir.

(Cosmogramatón, p. 40).

 

  1. EL ORDENAMIENTO CÓSMICO FUNDA EL GRAN CONCIERTO UNIVERSAL. El “concierto universal” que intuyera Pitágoras de Samos, fruto del orden y la armonía de lo viviente, fluye en la plataforma de esta obra, idea que inspiró en su tiempo la “iluminación mística” de fray Luis de León, el “sentido cósmico” de Pierre Teilhard de Chardin y la “revelación cuántica” de Ernesto Cardenal, que el inspirado autor de esta obra asume, recrea y perfila en su concepción cuántica, cosmológica y filosófica para hacer de esta obra y del autor de este poemario un singular cultor de una visión física, metafísica, estética y cuántica de lo viviente:

 

Porque si en el todo está manifiesto el concierto universal,

también está expresado el vacío sin fondo de la nadidad

y su propia negación tan debatida existe en demasía.

Y si lo demás de lo demás,

resulta en la muestra de un hecho consumado,

continuamente recreado en su propi potestad,

en un fluir inmutable que desencadena

a cada instante

 la causa original nunca expresada.

(Cosmogramatón, p. 43).

 

  1. LA CAPTACIÓN DEL SENTIDO CÓSMICO ENTRAÑA UNA ALTA DOTACIÓN.

El sentido cósmico se percibe ante el asombro que concita la majestad de la Creación, vale decir, ante el encanto que genera el esplendor de la naturaleza, que inspira un sentimiento de anonadación y de admiración al mismo tiempo, que los creyentes y los místicos traducen en un sentimiento de exaltación al Creador del mundo. Poetas como Ángelus Silesius, William Blake y William Wordsworth concibieron un elevado sentido cósmico en virtud de su valoración mística del mundo. Entre los poetas españoles contemporáneos pueden citarse a Antonio Machado, Dámaso Alonso y Clara Janés. Y entre los americanos a Jorge Luis Borges, Ernesto Cardenal y Luce López-Baralt. Ruborizado ante el esplendor de lo viviente, José Miguel Soto Jiménez escribió:

 

Y si lo inmensamente grande

es solo un menudo reflejo de otra totalidad

que no cabe en realidad en pensamiento alguno.

(Cosmogramatón, p. 63).

 

  1. LA REALIDAD MATERIIAL CONTIENE UNA VERTIENTE ESPIRITUAL La sustancia material tiene una onda intangible, o dimensión espiritual inmarcesible. El mundo espiritual no tiene un dónde material localizable por su condición inconmensurable y vaporosa, aunque es auténtico y real, como real es la faceta interna, esencial y mística de lo viviente. Los mundos sutiles tienen un archivo con imágenes arquetípicas de las que dan cuenta los poetas y los místicos, los santos y los profetas. La imagen es el reflejo de esa dimensión invisible de las cosas, que pensadores como Jacob Boheme, poetas como san Juan de la Cruz y ensayistas como Evelyn Underhill, han formalizado en sus reflexiones teoréticas o mediante la creación poética. El poeta Juan Ramón Jiménez anhelaba que su palabra fuese la cosa misma, cifrada en el concepto de que el yo, y las cosas, y todo, es una misma cosa. Y Jacob Boheme sostenía que la Creación del mundo es un aliento o emanación de la Palabra primordial, proveniente del Logos originario del Altísimo. La intuición de la Totalidad o la Revelación del Misterio mediante la creación poética es el sueño de todo poeta trascendente, como se infiere de estos singulares versos:

 

Porque ciertamente hay una sola mente singular,

que se hizo plural en sí misma

en sus múltiples manifestaciones y sus fuerzas,

presente en el conjunto de sus potestades perennes

“como un solo Dios verdadero”.

(Cosmogramatón, p. 46).

 

Quizás el condicional “si” de esta “Crónica virtual del desconcierto” sea la debilidad del autor de este poemario dubitativo y recurrente, y digo “debilidad” porque los poetas, cuando hablan ex catedra, no dudan, sino que afirman, aunque la duda subyacente en esta reveladora obra de Soto Jiménez, y eso lo salva, fue la que concitó su inspiración, la que prohijó esta grandiosa creación llamada a perdurar en la historia de las letras dominicanas por la hondura de su reflexiones metafísicas, la sapiencia de sus disquisiciones cósmicas y la belleza de su pensamiento reflexivo.

En efecto, Cosmogramatón, poemario inspirado en una triple perspectiva cuántica, cosmológica y metafísica, aborda la Creación del mundo mediante una especulación filosófica, una mirada científica y una sensibilidad estética con la dimensión trascendente del sentido cósmico y la hondura sutil de la lírica interiorista. Fuero de una concepción cuántica de la creación, y cauce de un aliento sutil con alto vuelo estético y espiritual.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Moca, R. Dominicana, 2 de enero de 2022.

Chemba, periquito, cocorícamo

Por Roberto E. Guzmán

CHEMBA

“Muchos dirigentes y miembros. . . que siguen esperando sus nombramientos mantuvieron “la CHEMBA larga” . . .”

La voz chemba es una creación del hablante dominicano. La voz no existe en ninguna otra variedad de español conocido. La significación que se le ha atribuido a la voz es privativa de esta creación. No se ha creado la voz por derivación o añadiendo un sufijo o prefijo a otra palabra conocida que mantenga un sentido parecido al de chemba.

Con respecto de la voz chemba hay que tratar de precisar el significado, porque existe una pequeña diferencia con respecto al significado de esta.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española asienta que chemba es, Referido a persona de raza negra, de labios gruesos. Esto hay que entenderlo en tanto referido a la persona, no solo a los labios o la boca.

El Diccionario del español dominicano entiende que chemba es, “Boca, especialmente la de labios grandes y gruesos”. En opinión de quien escribe estas notas, esta acepción es más acertada que la anterior.

El Diccionario de americanismos antes mencionado escribe que chembo, a, tiene su origen en bembo. Bembo a su vez es voz conocida en el habla de Puerto Rico y República Dominicana para “Bezo, especialmente el de una persona de raza negra”. En Cuba bembo es persona de raza negra. El bezo que aparece en la acepción citada es el “labio grueso”. Puerto Rico y República Dominicana utilizan la palabra bembe para el labio.

La pequeña diferencia en las acepciones antes transcritas, no son tan importantes como para propiciar polémica. El uso que se ha oído de la voz chemba hace pensar que hubo un desplazamiento. Es probable que el uso haya llevado el sentido original del labio grueso a la boca.

Antes de cerrar esta sección, es oportuno que se aclare porqué al escribir acerca de chemba se ha traído a colación la bemba. Destaca que la formación parecida de las dos voces, -emba, dos voces que se suponen distantes en sus orígenes. ¿Pura coincidencia?

 

PERIQUITO

“Eso de APP tiene sus PERIQUITOS. . .”

El vocablo periquito posee varias acepciones en el español internacional. Así posee también varios significados en Hispanoamérica. Solo algunas de estas acepciones mantienen relación con el ave de ese nombre. En el habla de los dominicanos el vocablo del título tiene significados propios, privativos de esta habla. Lo que se ha referido en las líneas anteriores se desgranará más abajo.

En tanto pájaro el periquito se distingue en el ámbito rural por el gran escándalo que arman cuando andan en bandada; sobre todo cuando se embriagan disfrutando de algunas frutas. Se piensa que esos sonidos emitidos por el periquito en esas y otras circunstancias son los que han provocado en la imaginación del hablante dominicano que se utilice este nombre para significar, Dificultad, escollo. Intención oculta. Pedo”. Se hace constar de inmediato que esas no son todas las acepciones de periquito en el español dominicano.

En el ejemplo reproducido más arriba se piensa que la dificultad salta a la vista del articulista, que eso manifiesta al redactar la frase, de allí que tome este periquito para representarla. El escollo se hace obvio, por lo menos en la mente de quien escribió la frase.

No huelga que se recuerde que el recurso a este tipo de dominicanismo es frecuente incluso en medios cultos. Esta clase de procedimiento a veces tiene el propósito de bajar el tono de la exposición para permitir que todos los lectores entiendan el asunto. En otras ocasiones la actitud obedece al deseo del escribiente de reafirmar su dominicanidad.

 

COCORÍCAMO

“. . . y ahora nueva coheroína, la nueva ´elegida, según el final, ya que tiene COCORÍCAMO”.

Cocorícamo es un dominicanismo léxico, esto es, la formación de la palabra, así como su significado, ambas cosas, forman parte de la creación del hablante de español dominicano.

Después del ingente trabajo que culminó en el año 2010 con la publicación del Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, puede asegurarse que una voz como esta es de uso exclusivo del hablante de español dominicano hasta que se esparza en el ámbito de hispanohablantes del mundo.

La voz del título tenía ya un tiempo en el habla dominicana y quien escribe estos comentarios entiende que se popularizó por medio de la televisión cuando algunos artistas la adoptaron. Estos artistas y algunos presentadores de programas de radio y televisión hicieron la labor que realizan los que en la actualidad se conocen en tanto influencers.

En el Diccionario del español dominicano (2013:195) la voz aparece con varias acepciones. La primera es la correspondiente al personaje de carnaval. Luego sigue “mal olor”. Luego de esas acepciones aparecen las locuciones verbales.

Tener cocorícamo, “tener una cosa o una frase un sentido oculto o engañoso”. Ser una persona de trato difícil o una cosa de difícil realización. Ser algo excelente o extraordinario”.

Llama la atención que a pesar de ser una palabra de cinco sílabas sea de tanto uso en las locuciones. Esto puede deberse a la sonoridad de la voz al emitirla.