Semblanza de Federico Henríquez Gratereaux

Por María José Rincón

 

El hombre auténtico está compuesto por un haz de vidas complementarias, nos recordaba Pedro Laín Entralgo. El hombre de una pieza, que tanto alaba nuestra expresión popular, no existe, entonces; Federico Henríquez Gratereaux no es, en este sentido, un hombre de una  pieza, y hacer la semblanza de su vida nos obliga a remontar el curso del río dispuestos a navegar sus corrientes vitales diversas hasta, quién lo diría mirándolo y conversando con él,  hasta 1937, en ese «lugar de las Antillas, cuyo nombre recuerda perfectamente, pues se trata de la ciudad más vieja de América».

Aunque si le hacemos caso, el hombre común, si es que logramos englobar a don Federico en esa categoría, dispone de una sola vida y de esta parcialmente: «una parte importante de nuestras vidas se nos escurre por la infancia (…).  Después asistimos a la escuela donde nos imponen las letras y los números.  Llegados a la mayoría de edad empieza a despuntar el carácter propio; aparece el feto de nuestra vocación (…). Enseguida experimentamos el choque con el contorno (…). Es el comienzo de la vida real, la vida personal de cada uno.  A partir de ahí arranca nuestra auténtica vida». Quizás para él es el momento en que decide contradecir a su madre, quien le aconsejaba fervientemente que se dedicara a la contabilidad en lugar de a las letras.

Para seguir los pasos de las vividuras de nuestro premio nacional de literatura habremos de hacerlo, como él nos enseña día a día en sus artículos, desde la respiración: a pleno pulmón, o quizás, tratándose de seguir la obra vital y literaria de don Federico, echando el bofe.

Su haz de trayectorias vitales está atado por el mimbre sutil y a la vez persistente de la palabra: el lector, el conversador, el periodista, el académico, el escritor. Y un eco de sus palabras se imbrica pertinaz entre las mías mientras voy trazando estas líneas.

El Federico Henríquez lector impenitente ha ido ensartando su figura humanística y su sobresaliente bagaje cultural; y ha ido poblando al conversador nato con su admirable verbo erudito, ese que es capaz de citar de memoria y, aparentemente sin esfuerzo, autores y obras, versos y anécdotas; una  capacidad que nos admira en cada conversación, inconcebible para los que nos hemos formado en una escuela que desprecia la memoria. Escribió una vez Mora Serrano que Federico Henríquez Gratereaux es uno de los conversadores más extraordinarios que jamás tuvo este país de grandes conversadores. Para él las conversaciones amables «favorecen la digestión, el ritmo cardíaco y quién sabe si también regulan el metabolismo».

La ética vital de don Federico le exige llegar a ser el que es en potencia, el que reclama su vocación más íntima. No hacerlo se convierte para él en una inmoralidad.  Su incómoda vocación personal y sus circunstancias vitales van tejiendo a su alrededor su tapiz vital:  «ser escritor en un país pobre y con muchos analfabetos no es tarea fácil; no hay dinero para comprar libros, ni educación para apreciarlos. Para lograrlo debes ser, simultáneamente: editor, periodista, productor de televisión, impresor. Escribo libros de ensayos, folletos de sociografía, artículos periodísticos y otros textos inclasificables; no los escribo para ganar premios (aunque sus escritos son los responsables de que estemos hoy aquí entregándole el Nacional de Literatura); no los escribo para ganar premios, los redacto por una incoercible necesidad de expresión».

El periodismo es para él una rendija para el drenaje de sus humores y un ungüento expresivo para mitigar los dolores por su país. Con su ejercicio de palabras contadas, afirma, ha evitado al psiquiatra, ha ejercitado la inteligencia y ha desafiado su capacidad verbal para la comunicación apropiada. Cuando las columnas periodísticas le permiten hablar de poesía o de filosofía, miel sobre hojuelas, le sirven como soportes para su integridad personal: sostienen su gran pasión por la lengua como expresión del pensamiento; el valor terapeútico de la escritura que, a menudo, nos pasa desapercibido a los que la practicamos. Pero escribir es también un vicio, una manía, un oficio perentorio, que no deja vivir al escritor que lo es «de raíz». El escritor periodista, y don Federico lo es (fue director general de El Siglo desde 1997 hasta su cierre en 2002, productor del programa de televisión Sobre el tapete, y columnista de diario en Hoy) mira a la realidad de forma abarcadora; «quiere ver  lo que le rodea en el presente, penetrar el pasado y pronosticar el porvenir». Considera que, como escritor, está obligado a abrir bien los ojos; abrir bien los ojos para ver Un ciclón en una botella (1996), su contribución a la elaboración de la imagen sociográfica de la República Dominicana, a cuya historia se acerca, en calidad de náufrago, a través de una «maraña de pasiones y de enigmas» solo pertrechado por la tabla de salvación de sus obras ensayísticas, género que domina con maestría y que le valió el Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña; un puñado de ensayos que nos enseñan lo que somos y cómo lo somos: Peña Battle y la dominicanidad;  Un antillano en Israel;  Negros de mentira y blancos de verdad; Cuando un gran estadista envejece; La globalización avanza hacia el pasado;  La guerra civil en el corazón; Disparatario;  Pecho y espalda; y abre bien los ojos para asistir a La feria de las ideas donde analiza la literatura y el pensamiento expresados en nuestra lengua materna. Pero el escritor también está obligado a entornar los ojos y a lanzarle una penetrante «mirada oblicua al mundo». Su «recia vocación intelectual», como la describe Rosario Candelier, le impide «saltar fuera de su sombra»; porque la responsabilidad del escritor, cercana a la del filósofo, es el conocimiento a través de un modo especial de vincularse con la realidad, compleja y enigmáticamente, a través de las palabras, «a modo de calador intuitivo que clavan en el gran saco del mundo».

Unas palabras que don Federico ha visto degradarse, tergiversarse, contaminarse por el uso de farsantes de toda calaña. Por el contrario admira la capacidad de escritores y filósofos para inventar nuevas palabras, «nuevas palabras para que nos ayuden a sentir o a pensar con más intensidad y alcance intelectual. Muchas palabras viejas y gastadas ellos las remozan y echan a rodar de nuevo dentro del pueblo que las acuñó; que las reconoce enseguida y las acepta con el valor agregado que artistas y pensadores les imprimen». En su condición de novelista remozó el sustantivo novela añadiéndole el sufijo despectivo para transformarla en Ubres de novelastra (2008), y dilucidar con ella los problemas universales del ser humano a través de un ensayo estilístico sobre las falsas novelas.

Es su oficio de escritor el perfeccionamiento de la capacidad de expresión, en el que, como él mismo enumera, «entran en juego la formación académica, las lecturas superpuestas, la gramática de la escuela primaria, y hasta el modo de hablar de los padres». Y el dominio inteligente del buen decir tiene mucho de disciplina, la que él considera «la disciplina del entendimiento, el rigor mental», que, «una vez se posee, sirve para todo, y no solo para la literatura o la filosofía».

Todos esas gotas han colmado el vaso lingüístico de Federico Henríquez, quien ocupa el sillón K en su condición de miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, de la que es subdirector, y correspondiente de la Real Academia Española; académico de una lengua, la nuestra, la de más de quinientos millones de hablantes y largos siglos de historia, que domina con la maestría, el humor y la gracia de los clásicos.

Hay dos facetas que en él admiro sobre las demás, por lo que tienen de faro para los que nos dedicamos a las letras y vivimos en estos tiempos, su dominio verbal y su presencia humana, que destila siempre amor y orgullo por su familia. Sé de su conciencia del tiempo y de la brevedad de la vida para dar cumplida cuenta de las tareas que nos restan por acometer. Cuando sus lectores, mal acostumbrados por su presencia diaria en la prensa, le reclaman por sus raros silencios, él les recuerda que tiene el derecho de echarse de vez en cuando a dormir sobre un pajonal.

No se le olvide a don Federico, no se te olvide, Federico, que el español ha ganado con tu ejercicio, que las letras dominicanas han ganado con tu figura y con tu dominio de la pluma y que tienes muchas tareas pendientes, por tu bien y por el nuestro.

 

Santo Domingo, 21 de febrero de 2017

Remenión, vitícola/*vinivitícola, dembousero, mansión

Por Roberto E. Guzmán

REMENIÓN

“Entonces, se impone que A. disponga lo inaplazable: un REMENIÓN de la mata militar. . .”

Al leer la palabra, la primera reacción que viene a la mente es saber si la voz del título es la representación escrita de la pronunciación de una palabra que existe en el español general. Para tranquilidad de muchos puede aclararse que no hay tal remeneón en el español internacional.

El remeneón aparece en el español dominicano, Diccionario del español dominicano (2013:596), “Sacudida fuerte y brusca”. Este sustantivo tiene también una aplicación más culta cuando se entiende como “Conjunto de cambios que alteran el orden habitual”.

Si se presta atención a la frase transcrita a guisa de ejemplo del uso al principio de esta sección, se nota enseguida que se trata de introducir cambios en el orden militar.

La forma en que está redactada la oración, así como las expresiones populares en uso aluden al origen del remenión que parece que deriva del sacudión que se da a un árbol para que los frutos maduros caigan. Este sacudión aparece en el Diccionario de la lengua española, diccionario por excelencia de la lengua común. Allí aparece definido, “Sacudida rápida y brusca”.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española registra el remeneón dominicano con una acepción ligeramente diferente, “Movimiento que se causa agitando algo prolongadamente y con fuerza”. Definido de una forma u otra el resultado es el mismo. En buen dominicano, algo cae; o más bien, algo cambia.

Encontrar voces como la del título asentadas con una definición en los diccionarios, es motivo de satisfacción, porque esa acción se ha producido durante largo tiempo en el español dominicano y se la ha mencionado como remenión.

Remeneón aparece recogido por primera vez por D. Manuel Patín Maceo, “Sacudida violenta”. Hay que tener en cuenta que el remeneo reconocido por las autoridades de la lengua es, “Conjunto de movimientos rápidos y continuos”. Mediante la lectura de las acepciones anteriores puede medirse la distancia que separa un concepto del otro.

 

VITÍCOLA – *VINIVITÍCOLA

“. . . o en su residencia en el Valle de Napa, región VINIVITÍCOLA de California. . .”

En algunas ocasiones, a algunos escritores, escribientes y redactores se les “cruzan los cables” y producen un término que es amalgama de otros y con eso desnaturalizan el mensaje. A veces el resultado es risible.

Lo que sucedió en este caso le pasa a cualquier hijo de vecino. . . que no relea con ojo crítico lo que escribe.

Para un dominicano caer en un error de este género es muy fácil porque en el país de los dominicanos se cultiva muy poco la vid, de donde puede concluirse que la viticultura es la actividad de unos pocos, casi excepcional.

Se escribió más arriba risible porque en opinión de quien escribe estos comentarios, el cruce de palabras que originó la *vinivitícola, proviene de la famosa frase del latín, veni, vidi vici, que cada quien escribe a su manera, con muchas faltas que aquí no se reproducirán para no confundir.

 

DEMBOUSERO

“. . . el reconocido derechista, influencer, DEMBOUSERO y negociante. . .”

Los jóvenes lectores pueden encontrar el origen de la voz del título de manera muy fácil. La voz dembow es la que se encuentra adaptada al español en la voz creada. Hasta la voz del inglés antes mentada es reciente.

Como es un vocablo reciente en lengua inglesa, su historia puede documentarse con todos los detalles. Eso no se hará aquí. Es suficiente para los propósitos de este escrito con mencionar que originó en Jamaica como nombre de un ritmo en las últimas décadas del siglo XX.

De Jamaica el ritmo y el nombre pasaron a Nueva York. De allí se internacionalizó el ritmo y con este el nombre el ritmo y el nombre llegaron a República Dominicana.

Al llegar a un país de habla hispana era natural que algunos de sus derivados adquirieran rasgos del español. El vocalista o músico de dembow pasó a llamarse dembousero en el habla de los dominicanos.

No hay que extrañarse de que esta nueva voz reciba la terminación -ero, pues en el español de las Antillas es muy prolífica. Esta terminación proviene del latín -arius y se añade a sustantivos para formar derivados nominales y adjetivos que generalmente se sustantivan.

Con respecto de dembousero lo que hace la terminación de la nueva voz es designar la persona que desempeña el oficio u ocupación de lo que designa la voz primitiva.

 

MANSIÓN

“. . . hoy sería seguro el inquilino de la MANSIÓN de Gascue”.

Es fácil saber cuál es el tema de esta sección. El título señala que versará sobre el vocablo mansión. Se trae a estos comentarios porque lo usan en la frase reproducida para no tener que mencionar con otro vocablo el asiento del poder ejecutivo de la República Dominicana.

La mayoría de los dominicanos que han cursado la educación primaria saben que Gascue es el nombre de un barrio de la ciudad de Santo Domingo.

Usar el vocablo mansión para designar con otro nombre el asiento del poder ejecutivo no es una selección afortunada. Eso se explicará más abajo. El desacierto comienza con el empeño que ponen algunos redactores en introducir (¿acuñar?) nuevos términos para denominar cosas conocidas con otros nombres.

El vocablo mansión tuvo mucho que ver con la detención o parada que se hace en alguna parte, por esto figura en el Diccionario de la lengua española con esta acepción en primera posición. Así consta en el Diccionario de autoridades (1963-II-486), donde la segunda acepción expresa, “Significa también el aposento o pieza destinada de la casa, que sirve para habitar y descansar en ella”. Apunta que deriva del latín mansio. Téngase en cuenta que este diccionario fue compuesto en el año 1732.

La segunda acepción es la que realmente interesa para esta exposición, “Morada, albergue”. En la tercera acepción se toma el vocablo casa para la edificación y se le coloca al lado el adjetivo suntuosa para significar que es grande y costosa. Ha de tenerse en cuenta que la morada es el asiento de la residencia continuada. Albergue que es el otro vocablo usado vale para alojamiento de personas.

No puede olvidarse que el presidente no mora (sin fruta) en ese lugar; no vive allí. Será suntuosa la edificación, pero no es vivienda aunque el presidente permanezca largas horas allí.

El vocablo mansión tiene equivalentes en otras lenguas romances. En portugués es mansão, definida como residencia de grandes dimensiones y lujo excesivo; habitación, morada, domicilio. En italiano sucede otro tanto, mansióne.

No siempre es bueno improvisar. El “palacio” es el asiento del poder ejecutivo en el español dominicano.

Embicar(se), impase

Por Roberto E. Guzmán

EMBICAR(SE) 

“… algunos taxistas que arriman sus vehículos al parque y encuentran un refugio tranquilo para EMBICAR una cerveza…”

Este verbo del español dominicano es más interesante de lo que parece a primera vista. Un elemento que hace este verbo sobresaliente es su origen, y otro, los derivados o relacionados que existen en el español dominicano.

Las dos ideas que se avanzaron en el párrafo anterior se examinarán más abajo. Una de ella se revelará patente a los ojos de los lectores una vez se desarrolle.

El verbo embicar(se) en el español dominicano tiene acepciones propias. En funciones de verbo solo existe en el español dominicano. Para poder llegar a dilucidar el origen del verbo dominicano y su significado hay que remontarse a la historia del español.

El ejercicio que se hará en esta sección no se hace solo para desentrañar el sentido del verbo que es harto conocido por los hablantes del español dominicano, sino para edificar la etimología de un verbo que a simple vista aparece obvio para estos hablantes.

En buen español dominicano embicarse indica que la persona que ejerce la acción bebe del pico de una botella. No hay que sorprenderse de que en el español dominicano las botella tengan pico. Este pico es una extensión del significado del que existe en el español internacional “que tienen en el borde algunas vasijas para que se vierta con facilidad el líquido que contengan”. Lo que figura entre comillas es parte de la quinta acepción de pico que consta en el diccionario oficial de la lengua española. Por tanto, no hay que sorprenderse de que este pico exista en el español dominicano extendido a las botellas.

Si más arriba se escribió algo acerca del verbo que podría ser del origen de este, ahora hay que asegurar que puede resultar sorprendente este origen.

En portugués existe el verbo embicar con varias acepciones, de las cuales se retendrán las que poseen relevancia para esta exposición. La segunda acepción es, empinar el codo (beber); la cuarta es tener riña, contender; la séptima es dirigirse, encaminarse.

Estas acepciones del portugués se traen a colación porque coinciden con las que posee el verbo embicar(se) en el español dominicano.

De acuerdo con lo que trae el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, embicarse es, “Dirigirse apresuradamente a un lugar” (dirigirse, encaminarse); “Embestir alguien a una persona, atacarla”. Y, por último, el más usado en el español dominicano, “Tomarse de forma continuada varios tragos de una bebida”.

Por medio de la lectura de lo explicado en el párrafo retropróximo, de las tres acepciones del verbo en español, dos provienen o coinciden con las del portugués. La acepción que añadió el español es la relativa a beber. Hay que aclarar que casi siempre este verbo “se conjuga con bebidas alcohólicas”.

Una vez se ha llegado a este punto hay que afinar la puntería para explicar cómo es que el pico llega hasta aquí. El pico comenzó por ser el de las aves. De ahí pasó en el español al pico de las montañas. En el año 1244 pasó a ser objeto punzante o “punta”. Más adelante en el español antiguo pasó a ser “punta aguda que tiene alguna cosa”. El último es el pico de la botella.

Este pico, aunque parezca increíble tiene relación con el beso, en francés faire la bise. En el año 1217, en francés, bec pasó a ser la boca humana. De ahí que los franceses den los gros bisous, grandes besos.

Luego de todas las explicaciones y reflexiones al margen, es apropiado reconocer que no se sabe cómo este verbo llegó del portugués al español dominicano con el significado particular que tiene en la última lengua.

Puede aventurarse una explicación. Llegó hace siglos de boca de los marineros portugueses con el sentido propio de la marinería y de ahí los habitantes de la isla La Española lo llevaron a “beber a pico de botella”. Esto es, directamente de la botella o recipiente.

 

IMPASE

“. . . Haití había detenido la construcción de ese canal para que el IMPASE que creó. . .”

Este impase es una adaptación válida del galicismo impasse que es de uso en América. En el español peninsular puede encontrarse usado impás que es otra adaptación válida al español. El español americano se ha decantado por una adaptación que se asemeja más a la escritura del francés, al tiempo que la peninsular se asemeja a la pronunciación del francés.

Para encontrar las acepciones de la palabra del título hay que remitirse a la del francés del modo en que se ha aceptado en español. En el Diccionario de la lengua española de la corporación madrileña de la lengua consta la palabra francesa impasse, en cursiva, con las significaciones que deben reconocerse a las adaptaciones al español. Estas se verán en detalle más abajo. Se adornará el tema con un poco de historia de la palabra francesa.

La palabra impasse está formada por el prefijo in (privativo) que hasta el año 1730 en francés se escribió inpasse. En el siglo XVIII se usó ya la palabra para reemplazar otra conocida en español cul-de-sac, callejón sin salida, calle ciega. Fue Diderot quien un poco más tarde la utilizó con el sentido de “situación de difícil solución”. En español se documentó la voz del francés en el año 1922 de la pluma de E. d´ Ors. Al italiano pasó también para situación sin solución, o sin salida; situación de gran dificultad.

El impase en negociaciones se produce cuando se llega a un “punto muerto, estancamiento, atascamiento”. El diccionario de las autoridades normativas de la lengua española añade a las acepciones anteriores, “compás de espera; detención de un asunto”.

Si la palabra se deja escrita en francés hay que ponerla en cursiva o entre comillas por ser voz extraña a la lengua española. También puede recurrirse a una de las traducciones o adaptaciones a la grafía española aceptadas por el uso culto o las traducciones impuestas por el uso continuado.

Guaguancó, recogedera, pechudo/pechú

Por Roberto E. Guzmán

GUAGUANCÓ

“. . . que también dominaban el gusto popular e igualmente divulgando por la radio (…) como el cha-cha-cha, el danzón, el GUAGUANCÓ. . .”

Esta voz puede resultar extraña a algunos jóvenes. Esa es la razón por la que se trae a estos comentarios. Es una voz interesante que es bien conocida en el español de Cuba.

Algunos estudiosos entienden que la difusión original del guaguancó, es decir el ritmo, fue propiciado por la abolición de la esclavitud en Cuba. Es una forma de rumba que tiene raíz africana; la rumba en sí misma es madre de muchos ritmos y bailes latinos.

El Diccionario de la lengua española reconoce la palabra al incorporarla a su repertorio con una cauta acepción, “Género musical popular con canto y baile”. La palabra ingresó en ese diccionario en la edición del año 2014, la vigesimotercera.

No puede olvidarse que en Cuba al igual que en otras islas del Caribe las celebraciones religiosas profanas se disfrazaron de alusiones cristianas. El baile entre los esclavos además de ser una manifestación de regocijo era una escapatoria a la miserable vida que llevaban. La música, así como otras manifestaciones culturales, se convirtieron en una fusión de expresiones (afro-criollas) afrocubanas.

Los instrumentos originales eran de percusión, tres tumbadoras y una caja. La forma de bailar este ritmo es común a otros ritmos en los que la característica es que la pareja ejecuta movimientos lascivos de caderas y pelvis. La mujer evita al hombre hasta que cede a sus insinuaciones -a distancia- y consiente; esa acción es llamada “vacunao”.

Es una pena que D. Fernando Ortiz no tuviera la oportunidad de buscar el origen de la palabra guaguancó como hizo con tantas otras palabras de Cuba de origen africano. La única pista que se ha encontrado para la palabra en estudio es guanguá, del yoruba, la que como muchas otras palabras de este tipo tiene muchas acepciones, “claro, alumbrado, iluminado, límpido, puro, neto, hueco, espaciado, transparente, terso, abertura”. Diccionario de términos yoruba (2010:76).

Fernando Ortiz con las siguientes palabras describe lo que sabe acerca del término: ”Ignoramos el significado del vocablo; pero no vacilamos en darlo como africano”. Añade, “Nombre de un danzón, que se bailaba en La Habana por 1893”. Glosario de afronegrismos (1924:213).

Por fortuna William Megenney se ocupó de la palabra. La define como “tipo de música guarachosa importada de Cuba”. África en Santo Domingo (1990:177). Trae posibles orígenes africanos en el habla de los kaffir (South África) quienes lo usan para “batir palmas durante un baile, el ruido de una multitud de personas, ingwangwa. En lengua bobangi él encuentra una voz parecida, ngwa ngwa, usado para “puntiagudo”.

Cuba fue una isla con una pujante industria azucarera que requería de mano de obra. Esa mano de obra en su gran mayoría la proveyó el esclavo africano. Con el esclavo vino su lengua además de su cultura. Con esto llegó su costumbre. Como se escribió más arriba, la música derivada de los ritmos africanos en América, se desarrolló en Cuba. Algunos de esos ritmos recibieron nombres originados en lenguas africanas.

El Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-II-27) consigna que el guaguancó es una “modalidad de la rumba cuya parte inicial de canto toma el carácter de un extenso relato. . .” Luego de esa parte entra en la descripción del baile.

A República Dominicana el guaguancó llegó a través de la radio, de los discos. No ha de olvidarse la gran influencia que ejerció Cuba sobre República Dominicana en muchos aspectos, entre ellos la lengua y la música.

La música del guaguancó fue escuchara con frecuencia en República Dominicana y la palabra entró en el habla. El baile o la práctica de esta música en el seno del pueblo no corrió la misma suerte en este país quizás por los atrevidos movimientos que se hacen durante el baile. Esto así quizás por la influencia de la religión, pues no puede olvidarse la gran influencia ejercida por la religión en el país dominicano, sobre todo en la época de esplendor de este ritmo.

 

RECOGEDERA

“. . . recurre al expediente de la RECOGEDERA de firmas. . .”

No se precisa de mucha imaginación para vincular el verbo recoger con la voz del título. Conforme con lo que los diccionarios recogen, el sustantivo del título solo tiene uso en el habla de los dominicanos. La voz no está en el diccionario oficial de la lengua española internacional. Ni siquiera aparece en el diccionario de americanismos confeccionado por las academias de la lengua.

El Diccionario del español dominicano (2013:590) es el que asienta la voz por primera vez. Allí puede leerse una escueta definición como corresponde a un diccionario de este tipo, “Acción y efecto de recoger reiterada o continuadamente”.

Hay que tener en cuenta que en el español general existe la palabra recogida, que es la acción y efecto de juntar personas o cosas. La voz recogedera nunca se usaría para la acción de cosechar granos, cuando para esta acción se dice y escribe recogida.

Con lo escrito en el párrafo retropróximo se desea destacar la diferencia en el habla, pues en la recogedera no se trata de juntar cosas dispersas, sino hacer diligencias para reunir algo inmaterial.

Podría argüirse que en el caso de la recogedera se solicita algo para conseguir, lograr u obtener otra cosa. La acción de la recogedera se caracteriza porque conlleva un tiempo entre el comienzo de la acción y su finalización; esto es, no es un producto obtenido de una vez.

Con lo expuesto más arriba se espera haber explicado el carácter de la acción que en el español dominicano se conoce con el nombre recogedera.

 

PECHUDO – PECHÚ

“¡Qué pechú!”

La voz pechú del español dominicano es moneda corriente. Ha estado en uso desde la primera mitad del siglo XX en el habla de los dominicanos.

Antes de entrar en el estudio del itinerario de la voz hay que señalar que los datos con que se cuenta apuntan a que es una voz que tuvo su origen en el habla dominicana. Hay que destacar que en otras hablas para las personas que están prestas a enfrentar las situaciones enojosas, estas hablas recurren a la frente, así, “dar el frente”.

La voz pechú,a, no se limita a encarar o afrontar las situaciones, sino que lo hace con celeridad, sin detenerse a pensar en los peligros que eso entraña. De algún modo el pechú es atrevido en sus acciones o reacciones.

Se ha insistido en la grafía pechú y hasta pechúo, porque solo en el habla desvirtuada dirá pechudo un hablante de español dominicano. Escrito o dicho de la manera intelectual pierde el sabor y el énfasis, le quita fuerza al sentido propio de la voz.

Más arriba se escribió que la voz del título ha estado en uso desde la primera mitad del siglo XX porque consta en la obra Criollismos de Brito que fue editada en 1930. P. Henríquez Ureña recoge la voz en El español en Santo Domingo, diez años más tarde (1940:192); este intelectual escribe pechudo y consigna “valiente, que presenta el pecho”. Brito por su parte había registrado “arriesgado, animoso”.

Manuel Patín Maceo cuando se ocupa de las voces dominicanas incluye pechú y pechúo en la obra Dominicanismos en el año 1939 y entra en explicaciones pertinentes que ayudan a entender el concepto que encierra la voz. Este estudioso eligió la voz pechúo, a, como representación gráfica del adjetivo; él escribe, “Que intenta hacer algo superior a sus aptitudes o que aspira a una cosa que le es imposible alcanzar. . .”

La voz no permaneció en los límites del habla dominicana, sino que pasó a Puerto Rico donde la documentaron ya en la segunda mitad del siglo XX. Rubén del Rosario menciona la voz en Vocabulario puertorriqueño (1965:99) y recurre solo a la voz pechú para designar la persona temeraria, atrevida; él entiende que en el habla dominicana es pechúo.

Todos los tratadistas del habla dominicana han continuado el camino trillado por los citados autores con ligeras variantes, Algunos autores han añadido el valor de “desvergonzado, inescrupuloso, sinvergüenza” a los significados anteriores; esto sin olvidar consignar “atrevido, valiente”.

El Diccionario del español dominicano (2013:530) además de repetir algo de lo anterior añadió, “persona bravucona, temeraria, poco escrupulosa”.

En Puerto Rico al pechú le han añadido también las características de cariduro, atrevido, arriesgado.

¿Emplean los dominicanos el verbo haber como impersonal?

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Hace unos años se celebró en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra un Simposio de Dialectología del Caribe Hispánico. En el transcurso del mismo presentó una ponencia el Lic. Félix Fernández en la que ofreció el resultado de un trabajo que él llevó a cabo en esa Universidad santiaguera.

Los sujetos sometidos a la prueba fueron 135 estudiantes que recién iniciaban sus estudios universitarios.

El Lic. Fernández indagó, entre otros aspectos, qué empleo le daban esos estudiantes al verbo haber en el uso que la normativa del español prescribe como impersonal. En su investigación se encontró que los encuestados, en su mayoría, aceptan la concordancia entre el verbo haber y el sintagma nominal siguiente. Eso deja dicho que se apartan de las normas del español al no emplear el verbo haber como impersonal, como lo indica la norma. Por creerlo de utilidad para el lector, me parece conveniente que les demos un vistazo a las normas referentes a ese uso. Al respecto se indica que el verbo haber tiene un uso impersonal, adoptando, por lo tanto, construcciones de tipo impersonal. De ahí  que deberán usarse construcciones como “Hubo fiestas”, “Había muchos soldados”, etc., ya  que “fiestas” y “muchos soldados” desempeñan la función sintáctica de objeto directo y  no de sujetos de esos verbos. (Real Academia Española: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, 3.5.7).

Las oraciones que el Lic. Fernández presentó  a sus estudiantes  fueron    las siguientes:

  1. Habían tres personas en la reunión. (61.5 % de aceptación).
  2. Hubieron problemas en ese país. (45.8 % de aceptación).
  3. Habían muchachas bonitas en la fiesta. (64.4 % de aceptación).

Como puede notarse, los estudiantes objeto del estudio del profesor de la PUCMM aceptan, en su mayoría, una forma del verbo haber impersonal apartada de las normas del español.

Movido por los resultados obtenidos por Fernández, y por lo que se percibe en el uso de los dominicanos de todos los estratos socioculturales, quise constatar qué sucedía 7 años después de su investigación, en el ámbito escrito de la lengua española, en estudiantes que ya habían tenido el chace de entrenarse en el estudio del verbo haber como impersonal.

Por ese motivo la población escogida como objeto de mi investigación estuvo constituida por estudiantes de la PUCMM, Campus de Santiago, que ya habían terminado el Ciclo Básico y que, por lo mismo, ya habían cursado las materias Español 1 y Español 2, asignaturas que incluyen en sus contenidos la concordancia en general y también  el empleo del verbo haber como impersonal.

Y por el hecho de que los estudiantes a quienes el Lic. Fernández sometió a estudio no habían  estudiado el Ciclo Básico y los de mi estudio sí, se esperaba que habría  unos resultados muy diferentes a los arrojados en  la investigación de Fernández y la mía. Pero no resultó ser así. Las diferencias fueron mínimas, lo cual parece indicar que el dominicano tiene tan arraigado el uso del verbo haber como personal que ni siquiera la insistencia sistemática de la escuela le hace cambiar de ruta dictada por las normas del uso de ese verbo haber. Y creemos que los resultados reflejados en mi investigación no se acercaron más a los del Lic. Fernández porque en la suya las únicas alternativas eran la aceptación y el rechazo mientras que el mío debían responder a  una de las siguientes alternativas: A (Acepto), R (Rechazo), AH (Acepto al hablar pero no al escribir) y  (No sé)

En nuestra investigación, el cuestionario que contenía las oraciones fue aplicado a 60 estudiantes y se obtuvo como resultado que los estudiantes objeto del estudio muestran una actitud de aceptación parcial del verbo haber impersonal. Es decir, en algunos casos  hacer concordar ese verbo con el sintagma nominal siguiente y en otros, no.

Ese fenómeno puede visualizarse mejor al observarse las oraciones aparecidas en el cuestionario que se les presentó. Aparecerán con solo  los porcentajes de aceptación y rechazo.

  1. En el salón habían cuarenta personas. ( A: 48.3%; R:31.7).
  2. En ese país hubieron muchos problemas. (A: 41.7; R: 46.7).
  3. En esta reunión habemos muchas personas. (A: 43.4; R: 45.0%).
  4. ¿Piensas que habrán muchachas bonitas en la reunión? (A: 61.7; R: 21.6).

Como puede observarse, un mayor número de encuestados rechazó, el uso contra las normas en las oraciones 2 y 3 (con hubieron y habemos), pero no sucedió lo mismo con las oraciones 1 y 4 (con habían y habrán).

Hay que notar, sin embargo, que el margen de diferencia entre la aceptación y el rechazo fue de apenas un 5% en la oración 2,  y de solo un 1.6 % en la 3. Pero al tratarse de las oraciones 1 y 4, empleadas por la mayoría de estudiantes en forma divergente a la normativa española, la distancia entre aceptación y rechazo es mucho mayor, siendo en la 1 de 16.6 y en la 4, fue de 40.1.

Esos datos reflejan una tendencia a apartarse de las normas prescritas para el uso de la lengua española; y creemos que los datos que indican ese apartarse de las normas pudieran haber sido mayores si las oraciones no se les hubieran presentado por escrito, pues con ello se afecta la espontaneidad al permitir que ellos leyeran y releyeran las oraciones hasta el punto de racionalizar el fenómeno en cuestión antes de marcar su respuesta.

Por otra parte, aunque no se han realizado estudios acabados al respecto, lo que solemos escuchar en el habla de los dominicanos, desde el estrato inferior hasta el más encumbrado, es un uso que hace concordar el verbo haber con el sintagma nominal siguiente: 1. Había un estudiante; 2. Habìan cuarenta estudiantes; 3. Hubo uno solo; 4. Hubieron muchos.

Por lo antes expuesto se podría pensar que en la República Dominicana el empleo del verbo haber como impersonal va perdiendo terreno en la lengua escrita y también en la oral. Esto último lo constatamos los profesores de español. Al presentarles el empleo del verbo haber como impersonal, es decir, sin concordancia, la mayoría de alumnos se muestran desconfiados, incrédulos y medio desconcertados, y creen que les estamos tomando el pelo al decirles que no es correcto decir “En la reunión habían muchas personas” o “Hubieron muchos que no llegaron a tiempo a la reunión.”

Será conveniente que los estudiosos de la lengua nos dijeran qué hacer frente a esta disparidad entre la norma que nos indica un uso impersonal del verbo haber y el usuario de la lengua que se aparta o tiende a apartarse de ella al hacer concordar el verbo haber con el sintagma nominal que le sigue.

Chivirica, intermitente / parpadeante, cachipa, enganchar

Por Roberto E. Guzmán

CHIVIRICA

“Se ve esa energía de niña inquieta pero obediente. De CHIVIRICA pero inocente”.

Esta voz del epígrafe en el español dominicano tiene más de una acepción. Desempeña funciones de adjetivo y sustantivo; en el habla casi siempre se utiliza en femenino para referirse a la conducta de una persona.

La voz en masculino chivirico existe en Cuba para algo que se come. En El Salvador en funciones de adjetivo se refiere a una cosa bonita, de buena calidad, o, a una persona agradable, simpática.

Con esta voz, chivirica, sucede algo que se ha criticado antes, la acepción que puede considerarse negativa solo se aplica a la mujer, “Mujer desinhibida en su relación con los hombres”; esto es, que actúa con espontaneidad.

La segunda acepción en funciones de adjetivo, se aplica a la persona “muy alegre, a veces extremadamente coqueta y enamoradiza”. Esta acepción expresa que la persona trata de atraer con maneras afectadas o que trata de despertar sentimientos de amor en otra u otras personas.

La voz chivirica tiene relación con otra de mucho uso en el habla dominicana, chiva. Una chiva, referido a mujer es la que tiene una conducta liviana y coqueta. Chiva es un grado superior de chivirica. La chivirica despliega mayor actividad que la chiva. La mujer chiva es menos fiel en sus relaciones amorosas.

De paso vale recordar que chivo es una palabra con muchas acepciones en el español dominicano y contribuye a formar muchas locuciones.

 

INTERMITENTE – PARPADEANTE

“Con sus luces traseras encendidas, PARPADEANTES. . .”

Algunas palabras se asemejan unas a otras, pero no son sinónimas. Hay quienes aseguran que la sinonimia nunca es total. Las dos palabras del título se parecen, no por la forma en cómo se escriben, sino por el significado. Hay que mantener el cuidado de no confundirlas. Esa confusión es lo que ocurrió entre los dos vocablos del título en la frase copiada más arriba. Aquí se verá la diferencia entre ellas.

La intermitencia tiene relación con interrupción y repetición; que enciende y apaga con periodicidad constante. En un vehículo automóvil es la luz lateral para señalar un cambio de dirección, con las características apuntadas.

El parpadeo es la acción y efecto de parpadear que es abrir y cerrar los párpados. Con respecto de la luminosidad es vacilar u oscilar. Con la primera acepción queda en evidencia que es acción de los párpados.

Parpadear es próximo de palpar y de palpitar, del último “tanto por la forma como en el sentido”. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-IV-406).

El parpadeo es de los párpados. Por extensión, se acepta para algunos fenómenos. La intermitencia es con periodicidad y se usa para las señales de los automóviles que cambian de dirección. No hay que confundir las dos nociones.

 

CACHIPA

“. . . para que coloquen filtros en la chimenea. . . pues inunda todo el municipio. . . de la llamada CACHIPA. . .”

Hay una cachipa dominicana que no se conoce en otra variedad de español. De modo implícito se expresa que existen otras cachipas en otras hablas que no significan lo mismo que la dominicana.

Es muy probable que la cachipa dominicana haya recibido influencia de la puertorriqueña. De acuerdo con lo que consigna el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico la voz cachipa apareció ya en el año 1937 estudiada por D. Augusto Malaret.

Algo que refuerza la posibilidad de que cachipa haya pasado de Puerto Rico a República Dominicana es que en el español de Puerto Rico esa voz sirve para mencionar, “bagazo, cachaza, cáscara, cascarón, corteza, paja, pellejo, pelusa, yesca”. De otro modo sirve para mencionar residuo, viruta.

La cachipa dominicana está documentada en el Diccionario del español dominicano (2013:124), y la acepción asignada es, “Resto ligero de material incinerado”. En el español dominicano se usa de modo casi exclusivo para los restos flotantes en el aire de la caña de azúcar quemada en los campos o, los que expulsan las chimeneas de la cita.

Si se enlazan los sinónimos puertorriqueños con la cualidad de la cachipa dominicana se nota la similitud que existe entre aquellos y esta. La cachipa es un resto, ligero. Las propiedades de los sinónimos de la cachipa puertorriqueña son esas, es residuo y es tenue.

  1. Max Uribe en Notas y apuntes lexicográficos (1996:87) trae un artículo dedicado a la voz del título. En este él menciona. “. . . dada la tradicional intercomunicación entre petromacorisanos y puertorriqueños, cabe suponer que el término CACHIPA es sin duda viejo trasplante lexical que por asimilación hubo de quedar convertido, gracias al hablante común de los territorios cañeros del Este, en significante de las pavesas que, en cantidades industriales, despiden las chimeneas de la industria del azúcar, conforme apunta el autor de “mis 500 locos”. (Uribe alude a un artículo publicado por el Dr. Antonio Zaglul en el diario El Caribe, del 11 de marzo de 1980).

Esta cachipa pudo haber entrado también al español dominicano a través de la ciudad de La Romana en cuya industria azucarera los puertorriqueños tuvieron gran influencia.

 

ENGANCHAR

“Esto permitiría que el país se ENGANCHE al creciente uso del hidrógeno para generar electricidad. . .”

De modo general el español hablado se distingue del español escrito porque en el último hay cierto esmero al elegir los vocablos. En el habla entre interlocutores o en público, pueden verse el hablante o disertante y los oyentes; estos por lo general saben o entienden de lo que se habla. La persona que redactó la frase de la cita olvidó ese detalle.

Enganchar, enganche y gancho son vocablos de uso constante en el español dominicano. Los vocablos de esta familia tienen más usos en esa variedad de español que las acepciones aceptadas internacionalmente.

Cuando un hablante de español dominicano desea expresar que suspende o pone una cosa pendiente de otra de modo que no llegue al suelo, usa el verbo enganchar y no colgar. En los casos en que señala que una persona se incorpora a las filas de una institución militar o policial, el verbo favorito es enganchar.

Si en cambio el hablante dominicano desea comunicar que ha sido víctima de un engaño o que logró estafar a otro, dirá, “lo enganchó”.

En el ejemplo de la cita el sustantivo enganche sustituye al sustantivo incorporación, o integración. La palabra gancho es de larga tradición en la República Dominicana; significa en el español dominicano, trampa, ardid. Un gancho es también el dispositivo que se coloca para robar electricidad, obviando que esta sea registrada por el contador.

En los casos en que el dominicano ha acertado a ensartar algo dirá que lo enganchó. De modo parecido recurrirá a este verbo cuando por accidente algo sufre un desgarre, o su persona un rasguño, por ejemplo, en cercas, o al pasar entre objetos puntiagudos, filosos, en los que “se engancha”.

Con la exposición que antecede se espera haber demostrado lo anunciado al principio acerca del verbo enganchar y sus derivados en el habla de los dominicanos.

Cachumbambé, arrogarse / arrojarse, sebo / cebo

Por Roberto E. Guzmán

CACHUMBAMBÉ

“Uno de los espacios favoritos de la muchachada, con sus chiringuitos, pistas, CACHUMBAMBÉS y verdes explanadas”.

La voz del epígrafe consta en los diccionarios del habla propia de Cuba desde el inventario pionero de D. Esteban Pichardo en 1836. Permaneció largo tiempo como voz exclusiva del habla cubana. Más tarde, con los avances de la tecnología logró salir de la insularidad. Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836:119). Su incorporación en el Diccionario de la lengua española ocurrió en la edición de 2001.

Los dominicanos habían oído la voz mucho antes del año 2001, pues la habían recibido a través de canciones y programas radiales provenientes de Cuba.

Quien primero inventarió la voz estudiada aquí fue Pichardo, quien la definió como un juego de muchachos que en su descripción corresponde con lo que los dominicanos conocen con el nombre de subibaja. Naturalmente, este artefacto era de construcción rudimentaria en esa época. Él aventuró una explicación para la voz resonante cachumbambé, “Parece derivado de la voz marítima Cachom y de Bamba, silla o asiento de columpio. En la actualidad se considera que la voz es de origen incierto. Esa explicación de Pichardo no arredró a Fernando Ortiz a arriesgar otra teoría acerca del origen como se verá más adelante.

Fernando Ortiz escribe, “Por la terminación parece africana la palabreja, parienta cercana de bembé, cumbé, zumbé, cucuyé, y otras”. Termina este investigador, “… el madero o tablón, recogido en el vocablo por sus dos primeras sílabas, debe de provenir de cachón, voz marinera … tenía antaño otra [acepción] ´cada uno de los pedazos gruesos de tablón colocados a uno y otro lado de la cabeza del bauprés´”. Con la lectura de estas expresiones él regresa a la primera teoría sobre el origen. Glosario de afronegrismos (1924:82-3).

En el Vocabulario cubano (1919:89) Constantino Suárez registra la voz cachumbambé como caída en desuso. El Diccionario de la lengua española de 2001 presenta una escueta acepción para la voz en cuestión, “Especie de balancín que se usa para entretenimiento infantil”.

En el año 2016, el Diccionario ejemplificado del español de Cuba trae una explicación detallada del aparato, dónde se instala, de qué está hecho, cómo es, y de qué manera se usa. El ejemplo de uso que cita es del año 1978. El autor de estas reflexiones acerca del lenguaje asegura que ha leído la voz aquí estudiada en varias publicaciones periódicas en los últimos veinte años. Con esto queda claro que no es voz en desuso.

 

ARROGARSE – ARROJARSE

“Cuando la religión sale de su ámbito, que es y debe ser privado, tiende a ARROJARSE el derecho de regir la esfera de lo político . . .”

Parece que el verbo arrogar o arrogarse es un tropiezo para muchos hablantes y algunos escribientes. En otras ocasiones se ha analizado cuando lo confunden con el verbo abrogarse. Para despejar las dudas con respecto a los dos verbos que figuran en el título, se procederá primero a estudiar el verbo arrogar(se) y luego el verbo arrojar(se).

El verbo arrogar(se) es atribuir(se), que significa aplicar hechos o cualidades, ya sea a una persona como a una cosa; en la mayoría los casos el uso es hacer esta atribución sin fundamento. Además, es dar o conceder una cosa a una persona; o tomar una cosa para sí. Es también ganar en una competición. Cuando se usa en funciones de verbo pronominal, es apropiarse, tomar para sí alguna cosa, generalmente sin tener en cuenta a su dueño.

Con respecto del verbo arrojar(se), así usado como pronominal es, “Dejarse ir con violencia de lo alto a lo bajo”; esto es, “lanzarse, tirarse hacia lo bajo”. Este verbo posee otras acepciones, pero se dejarán fuera por no ser pertinentes aquí.

Leída a la luz de lo explicado, la cita expresa que la religión “se deja ir con violencia. . . Lo que se desea exponer es lo absurdo que resulta el verbo arrojarse en este contexto, a pesar de que en otras circunstancias y con diferente complemento puede usarse para expresar “empezar precipitadamente”, en el sentido de “resolverse a hacer algo sin reparar en dificultades y riesgos”.

En el texto reproducido más arriba se escribe acerca de “derecho”; por lo tanto, el verbo que correspondía usar era arrogarse, que daría a esta redacción la interpretación de adoptar para sí el derecho de regir la esfera de lo político.

El error en la selección del verbo dio como resultado un disparate que debe evitar cualquier persona cuidadosa.

 

SEBO – CEBO

“. . . abuela derretía un poco de CEBO de carnero, derretido en una cuchara. . .”

Son muchos los escribientes que piensan que las palabras que suenan como una letra ese /s/ al decirlas, son más “finas” cuando se escribe con letra ce /c/ y así tienen mayor probabilidades de acertar en la ortografía de estas. Nada hay más alejado de la verdad que eso.

No debe olvidarse que la letra ce /c/ se asocia con todas las vocales y el valor fonético puede cambiar de acuerdo con la vocal situada después de ella. Sonido de /k/ delante de a, o, u. Otra particularidad es que la letra ce /c/ cobra otro sonido asociada con consonantes, delante de la c misma, o de la hache /h/.

El sebo es como llaman a la grasa sólida de algunos animales herbívoros. El sebo de carnero fue el que más se conoció en República Dominicana y se usó mucho -antaño- para dar “sobos” en algunas partes adoloridas del cuerpo humano. El sebo que más se usó fue el que provenía de Flandes. Quizás porque era o es sólido se calentaba para derretirlo. Tenía la ventaja de que se conservaba con facilidad con todas sus propiedades.

El cebo es la comida con que se engorda, se atrae o se alimenta a los animales. Puede ser también algo artificial para atraer, no solo animales, sino humanos. Este cebo ha alcanzado grado metafórico pues se usa la palabra para referirse a un estímulo que aumenta la intensidad de un sentimiento.

En República Dominicana se habla de “animal de ceba” el que se destina al engorde y no a la reproducción o sacrificio inmediato.

Como siempre se hace, se ruega a los manes de la ortografía para guíe los dedos de todos los escribientes de modo que no incurran en deslices -como este- que deslucen sus escritos.

 

Fallos frecuentes relacionados con «haber» y «hacer» impersonales en el español de los dominicanos

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Es muy probable que usuarios del español en otros países presenten los mismos fallos que nosotros los dominicanos, pero al yo no disponer de ningún estudio que dé constancia de que eso sea así, no  he incluido a los habitantes de esos países como presentadores de esos desaciertos.

Los fallos consisten en la pluralización del sintagma plural que tiene función de objeto directo, al cual el usuario le atribuye la función de sujeto del verbo hacer o haber y por eso pluraliza esos verbos. Es lo que sucede con los casos del 1 al 7, parte A.  A  las oraciones marcadas con B ya se le han hecho las correcciones poniéndoles el verbo impersonal en singular.

  1. A) Habían muchos estudiantes en la charla sobre el Covid 19. B) Había muchos estudiantes en la charla sobre el Covid 19.
  2. A) Hubieron algunos periodistas que se alegraron con esa noticia. B) Hubo algunos periodistas que se alegraron con esa noticia.
  3. A) Habrán pocos asistentes a la conferencia por el mal tiempo anunciado para el día de hoy. B) Habrá pocos asistentes a la conferencia por el mal tiempo anunciado para el día de hoy.
  4. A) Habemos aquí varios educadores que somos nativos de La Vega. B) Hay aquí varios educadores que somos nativos de La Vega.
  5. A) Han habido serios problemas con el funcionamiento de esa planta eléctrica. B) Ha habido serios problemas con el funcionamiento de esa planta eléctrica.
  6. A) Ayer hicieron 9 meses de su viaje a España. B) Ayer hizo 9 meses de su viaje a España.
  7. A) El día 15 de julio harán 5 años de su graduación de ingeniero industrial. B) El día 15 de julio hará 12 años de su graduación de ingeniero industrial.

En las oraciones siguientes, aparecen los verbos haber y hacer formando frases verbales con los verbos  deber y tener, que deben aparecer conjugados en singular y los verbos haber y hacer aparecerán  en infinitivo. Estas  oraciones, al igual que las siete primeras, no tienen sujeto, sino objeto directo, por lo cual los verbos auxiliares, como aparece en las oraciones marcadas con B, aparecen en singular.

  1. A) Debían haber en la reunión 50 enfermeras y solo hubieron 35. B) Debía haber en la reunión 50 enfermeras y solo hubo 35.
  2. A) Debieron haber 30 estudiantes y solo hubieron 20. B) Debió haber 30 estudiantes y solo hubo 20.
  3. A) Deberán haber allí varios aspirantes al cargo de mensajero. B) Deberá haber allí varios aspirantes al cargo de mensajero.
  4. A) Tenían que hacer unos 11 meses de su renuncia al cargo. B) Tenía  que hacer unos 11 meses de su renuncia al cargo.
  5. A) El año pasado debieron hacer 9 años de su muerte. B) El año pasado debió hacer 9 años de su muerte.
  6. A) En agosto deberán hacer unos 15 años de su inicio como estudiante de piano. B) En agosto deberá hacer 15 años de su inicio como estudiante de piano.

Se espera que usted les preste atención a las orientaciones presentes en este artículo y las aplique en su habla y en los escritos que usted produzca. Así destierra de su empleo de la lengua española esos fallos tan presentes entre los dominicanos de todos los niveles socioculturales.

Ortoescritura

Rafael Peralta Romero

 

17/04/2021

PIAR Y OTROS PÍOS

La pasada semana publicamos el trabajo titulado “No lo olvide: monosílabos van sin tilde”, y aunque es bien conocida la norma gramatical según la cual a las palabras de una sola sílaba no se les marca el acento, salvo algunas excepciones, el artículo suscitó comentarios y preguntas. Hoy les tengo una variación sobre el tema, enfocada en el verbo /piar/ y su familia de palabras.

Piar, de origen onomatopéyico, se dice de la acción propia de algunas aves, y especialmente del pollo: “Emitir cierto género de sonido o voz. 2. intr. coloq. Llamar, clamar con anhelo, deseo e insistencia por algo”. Eso indica el Diccionario de la lengua española.
Este verbo se conjuga como /enviar/. Presente de indicativo: envío, envías, envía, pío, pías, pía. Pasado perfecto: envié, enviaste, envió. Así: pie, piaste, pio. Las voces pío, pías, pía se tornan, por fuerza del acento, en bisílabas y como llanas terminadas en vocal y en -s no debe colocárseles tilde, pero excepcionalmente la llevan.

En el presente del subjuntivo se da igual fenómeno: yo píe, tú píes, él o ella píe, nosotros piemos, vosotros pieis, ellos píen.

Observarán que la forma verbal /pie/ (primera persona singular pasado perfecto) es palabra homónima del sustantivo pie (extremidad inferior del cuerpo humano). El vocablo pie (monosílabo y sin tilde) tiene 29 acepciones en el Diccionario académico. Con esta palabra se forman diversas locuciones: pie de amigo (ayuda), pie de atleta (infección en los pies), pie de cabra (palanqueta), pie de imprenta (Expresión de la oficina, lugar y año de la impresión, que suele ponerse al principio o al fin de los libros y otras publicaciones), a pie (loc. adv. Andando o caminando), pie de león (planta herbácea anual, de la familia de las rosáceas, con tallos erguidos), siete pies de tierra (sepultura, hoyo para enterrar un cadáver).
En ningún caso pie lleva tilde.

Entre tanto la voz pío, que corresponde a la primera persona, presente del indicativo del verbo piar (yo pío) coincide en escritura y sonido con otros usos del término con diferentes valores semánticos. Veamos: pío (onomatopeya, grito del pollito): “pío, pío, pío gritan los pollitos/ cuando tiene hambre, cuando tienen frío” (canción infantil).

Las expresiones “no sabe ni pío” y “no dijo ni pío” es posible que se correspondan con el anterior sentido de la palabra pío.

Pío es también sustantivo, nombre de persona: Doce pontífices romanos han usado el nombre Pío, entre ellos san Pío X.

El adjetivo /pío/ equivale a piadoso y es lo contrario de impío (Falto de piedad y de religión). El Diccionario recoge el adjetivo /pion/ (sin acento marcado) y con este significado: “Que pía mucho o con exceso”. En Higüey le dirán que se trata de un apellido, cuya escritura no precisa tilde, lo mismo que Sion, palabra que abunda en la Biblia para nombrar a Jerusalén, o Ruan, ciudad de Francia.

Del grupo de reír (río, presente; rio, pasado), dar (doy, dio), ver (veo, vio), liar (lío, lio) es el verbo fiar (fío, presente; fio, pasado).

Unos ejemplos con formas del verbo fiar:

1-No me fío de nadie.

2-En mi negocio no fío.

3-Nunca se fio de mí ni yo me fie de él.

4-Quien se fíe de los chismosos fracasa.

5-Te aconsejo no fíes, si quieres ver tu negocio crecer.

Seamos píos, nunca impíos.

  

NEVAR Y OTROS VERBOS IMPERSONALES

1/05/2021

La señora relataba un viaje por determinada región del mundo donde las temperaturas son insoportablemente bajas y al emplear el verbo /nevar/fue asaltada por una duda: ¿neva o nieva? De inmediato, una colaboradora, ágil y oportuna, leyó en su celular la conjugación que le señala el Diccionario académico a ese verbo, que en tercera persona singular del presente del indicativo es nieva. (En Alaska nieva casi siempre).

Sorprendió a la dama en cuestión-y también a quien esto escribe- lo que señala la Academia para la conjugación: yo nievo, tú nievas, usted nieva, él nieva, nosotros nevamos, vosotros neváis, ustedes nievan, ellos nievan.

La sorpresa se origina en el hecho de que /nevar/ es un verbo impersonal y sólo lo empleamos en la tercera persona singular, sin el pronombre: nieva, nevó, nevaba, nevaría, nevara o nevase, nevará, nieve (subjuntivo: Iré cuando no nieve).

Nevar es verbo de irregularidad vocálica cuyo modelo de conjugación es acertar (acierto, nievo; acertara, nevara; acertó, nevó…). El significado de todos conocidos es “Caer nieve”, pero el Diccionario guarda otra acepción. Hela aquí: “2. tr. Poner blanco algo dándole este color o esparciendo en ello cosas blancas”.

Deduzco que por eso aparece la conjugación, en todos los tiempos, modos y personas del verbo /nevar/. Solo así puede una persona atribuirse la acción de nevar: Yo nievo las paredes de mi casa cada año; Se nieva el pelo para una actuación teatral.

 

Otros verbos

Este choque con /nevar/ me ha motivado a examinar otros verbos impersonales, los cuales se refieren a acciones muy propias de la naturaleza y no del individuo: tronar, llover, relampaguear, amanecer, anochecer y atardecer.

 Tronar. Lo primero que de /tronar/ indica el Diccionario es que se trata de un verbo intransitivo e impersonal y significa “Haber o sonar truenos”. Su modelo es contar (cuento, trueno; cuenta, truena…). Resulta muy chocante esa primera persona: Yo trueno. Pero también: Nosotros tronamos; ellos truenan.

Hay otras siete acepciones de este vocablo que nada tienen que ver con el trueno. Aquí pongo algunas: 2. intr. Despedir o causar ruido o estampido; como las armas de fuego cuando se disparan.3. intr. coloq. Dicho de una persona: Perder su caudal hasta el punto de arruinarse. U. t. c. prnl.4. intr. coloq. Referirse a algo o a alguien de manera violenta.5. intr. coloq. Reñir con alguien, apartarse de su trato y amistad. Tronó con todos sus vecinos.6. intr. El Salv. y Méx. Dicho de una persona: Fracasar en un intento.7. tr. Cuba, El Salv. y Méx. suspender (? negar la aprobación a un examinando).8. tr. Cuba, El Salv. y Méx. Destituir o despedir a alguien de su cargo o empleo.

Llover. El verbo /llover/ se conjuga como mover. También es impersonal. Significado: “Caer agua de las nubes”. Como impersonal, solo ha de conjugarse en tercera persona, pero el Diccionario lo ofrece en conjugación completa: yo lluevo, tú llueves, él llueve, nosotros llovemos, vosotros llovéis y ellos llueven. Y así en los demás tiempos y modos.

Una segunda acepción registrada en el DLE, podría justificar esas conjugaciones. Lea esto: “Dicho de algunas cosas, como trabajos, desgracias, etc.: Venir, caer sobre alguien con abundancia”. Aun fuere dinero, maldiciones o bendiciones lo que lloviera, sigue siendo impersonal. Relampaguear (Haber relámpagos) es otro verbo impersonal que el Diccionario conjuga en forma personal: relampagueo, relampagueas…pero introduce la siguiente definición: Dicho frecuentemente de los ojos muy vivos o iracundos: Arrojar luz o brillar mucho con algunas intermisiones.

 

¿SE EQUIVOCA EL DICCIONARIO CON LOS VERBOS IMPERSONALES?

8/05/2021

En nuestro artículo de la pasada semana, titulado “Nevar y otros verbos impersonales”, mencionamos los verbos amanecer, anochecer y atardecer, pero no fueron explicados, como ocurrió con nevar, tronar, llover y relampaguear, todos los cuales se refieren a acciones propias de la naturaleza, por lo que resulta chocante conjugarlos en todos los tiempos y modos.

Amanecer. Este verbo se conjuga como agradecer (agradezco, amanezco; agradece, amanece). Tiene las siguientes acepciones, en el Diccionario de la lengua española, publicación oficial de las academias:

intr. impers. Empezar a aparecer la luz del día. Amanece a las ocho. Amanece nublado.2. intr. Llegar o estar en un lugar, situación o condición determinados al aparecer la luz del día. Amanecí en Madrid. Amanecí cansado.3. intr. Dicho de una cosa: Aparecer de nuevo o manifestarse al rayar el día. Amaneció un pasquín en la puerta de Palacio.4. intr. nacer. U. t. en sent. fig.5. intr. Aparecer o presentarse, especialmente de modo inesperado. U. t. c. prnl.6. intr. Am. Mer., Hond., Méx. y Nic. Pasar la noche en vela. U. m. c. prnl.

Pese a indicar, de inicio, que es un verbo impersonal (impers.) el Diccionario presenta la conjugación completa, con sus respectivos pronombres personales. Veamos el presente del indicativo: yo amanezco, tú amaneces, él, ella amanece, nosotros amanecemos, vosotros amanecéis, ellos amanecen.

Como impersonal, debería conjugarse solo en tercera persona, pero con sujeto indeterminado, como ocurre en estos usos: “Ella se irá para siempre cuando amanezca otra vez; “Si amanece y ves que estoy dormida, cállate…”.

Hay que admitirlo, los hablantes del español, no solo en República Dominicana, han venido usando de manera personal el verbo amanecer. Mire estos ejemplos: “Esta noche amanecemos, amanecemos parrandeando”; “Amanecí otra vez entre tus brazos…”. El primer caso corresponde a la primera persona plural, presente, indicativo, mientras el segundo se trata de primera persona singular, pretérito perfecto, también del modo indicativo.

Anochecer. (Del latín noctescere). Se conjuga como agradecer. Tiene cinco acepciones en el DLE. Helas aquí: 1. intr. impers. Empezar a faltar la luz del día, venir la noche.2. intr. Llegar o estar en un paraje, situación o condición determinados al empezar la noche.3. tr. And. Hacer desaparecer algo, hurtarlo.4. tr. p. us. oscurecer ( privar de luz y claridad).5. prnl. poét. Dicho de una cosa: Privarse o quedar privada de luz o claridad.

Aunque es impersonal, tomando en cuenta las otras acepciones, el Diccionario presenta su conjugación regular: anochezco, anocheces…

En los siguientes ejemplos, las formas verbales se circunscriben a la condición de verbo impersonal: “Qué será de ti, /Necesito saber hoy de tu vida /Alguien que me cuente sobre tus días / Anocheció, y necesito saber Que será de ti/”. (Roberto Carlo).
Otro ejemplo: En Europa anochece más temprano que en América, pero en Asia anochece primero que en Europa.

Estos versos de René del Risco Bermúdez (poema No está bien, sin embargo) son buen ejemplo de uso:

“Bien la mujer que siempre me acompaña está bien que llueva, que escampe,
y que anochezca”.

Atardecer. Conjugación como agradecer. También es clasificado como impersonal. Se define: Empezar a caer la tarde. Este verbo no tiene otra significación que no sea la llegada de la tarde, es el único de los siete mencionados en este y el anterior artículo que ha sido conjugado en el Diccionario solo en tercera persona. Aquí está en todos los tiempos y modos: atardece, atardecía, atardeció, atardecerá, atardecería, atardezca, atardeciere.Con la conjugación de los verbos impersonales, parece que los académicos se hayan equivocado, pero no es así, sino que los verbos citados, excepto atardecer, tiene otros valores semánticos.

DECIMONÓNICO, SÍ; PERO ¿VIGESIMONÓNICO?

15 /05/2021

El escritor Avelino Stanley, además de consagrado novelista, ha dedicado tiempo suficiente para la investigación en torno a la novelística dominicana. En esa área ha elaborado una teoría que da a entender claramente cómo se ha desarrollado el arte de componer novelas en nuestro país, desde sus comienzos. Para ello, Stanley ha marcado dos corrientes que han prevalecido en este quehacer a las que el autor de Tiempo muerto ha denominado “canon decimonónico” (siglo XIX) y “canon vigesimonónico” (siglo XX). En el primero se inscriben las novelas descriptivas, ampulosas, abundantes de detalles y en el segundo se registran novelas menos cargadas de información, en las que se rompe la continuidad del tiempo y el narrador deja de ser omnisciente.

Comparto la teoría de mi buen amigo Avelino Stanley, pero tengo una discrepancia de carácter lexicográfico: la denominación “vigesimonónico” no puede aludir al siglo XX (veinte), sino al XXIX (veintinueve). Es obvio que nuestra era aún no ha llegado a esa cifra y por tanto ninguna rama del accionar humano puede presentar características “vigesimonónicas”.

El adjetivo /nono, na/ deriva del latín “nonus” y significa noveno o que ocupa en una serie el lugar número nueve. Tiene uso en la formación de los números ordinales terminados en nueve, como nono, nona, décimonono, decimonono, décimanona, decimonona. Por igual: vigésimo nono, vigesimonono.

De vigesimonono y vigesimonona podrá derivar el adjetivo “vigesimonónico”, y su femenino “vigesimonónica”, los cuales adquirirán notable vigencia a partir del año 2801, cuando inicia el siglo XXIX (veintinueve). Esta palabra ha sido formada a partir de un calco del vocablo decimonónico, cuya terminación se ha agregado a vigésimo.

El Diccionario de la lengua española, publicación oficial de las academias, define el término /decimonónico, ca/ a partir de su etimología: decimonono. Y agrega lo siguiente: adj. Perteneciente o relativo al siglo XIX.

Desde luego, la palabra “vigesimonónica” no está en el Diccionario. Es de esperarse que el día que aparezca será definida de este modo: Perteneciente o relativo al siglo XXIX.

Muchos otros sucesos y actividades humanas podrán ser marcados, si ocurrieran en series, con el número ordinal veintinueve: Vigésimo noveno (o vigesimonoveno) Torneo de Ajedrez; Vigésimo noveno (o vigesimonoveno) Festival de la Canción. Vigesimonovena (o vigésima novena) Feria Internacional del Libro.

Los números ordinales determinan o individualizan al sustantivo en una serie o conjunto ordenado de elementos semejantes. Funcionan por lo común como adjetivos antepuestos al nombre. Ejemplo: “Era el quinto hijo para el mar nacido”. Pero también puede ir pospuesto: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César…”.

Ya hemos puesto ejemplos que ilustran que los números ordinales, a diferencia de los cardinales (dos, tres, cuatro…) presentan diferencia de género: primer mes, primera semana, primer hombre, primera mujer. Por igual: segundo paso, segunda ocasión, cuarto capítulo, cuarta edición, quinto encuentro, quinta conferencia.

Una importante observación académica acerca de los numerales ordinales es la siguiente: “Si el ordinal se escribe en dos palabras, el primer elemento mantiene la tilde que le corresponde como palabra independiente: vigésimo segundo, vigésima cuarta, trigésimo octavo, cuadragésima quinta; pero si se escribe en una sola palabra, el ordinal compuesto,

que resulta ser una voz llana terminada en vocal, debe escribirse sin tilde, pues no le corresponde llevarla según las reglas de acentuación”. (Ortografía de la lengua española, RAE y ASALE, 2010, pág. 676).

Temas idiomáticos

María José Rincón

 

BRÚJULA Y CAMINO

24/05/2021

Cuando acabamos de celebrar el Día Internacional del Libro no podemos olvidar que nos ha tocado vivir un tiempo muy especial. Un tiempo que, como escribe Michèle Petit en El arte de la lectura en tiempos de crisis, nos ha puesto a flor de piel todas las angustias. Muchos nos hemos refugiado, más aún si cabe, en la literatura, en esos libros que nos ayudan a enlazar nuestra historia y a darle sentido a través de las historias de otros. La literatura nos ayuda a repensar lo que se nos hace incomprensible, nos ayuda a apoyarnos en los que ya no están, nos brinda la posibilidad de ser un paso más en el camino, un camino que viene de lejos y al que, por suerte, no le vemos el final. Decía Emily Dickinson que «para viajar lejos no hay mejor nave que un libro».

Cuando sentimos que la realidad nos obliga a abrir los ojos a la fugacidad y a la fragilidad de la vida, nos hacemos conscientes del tiempo. Y los lectores medimos el tiempo en libros. Nunca ha habido un tiempo mejor que este para hacerle caso a Umberto Eco: «Quien no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida, ¡la propia! Quien lee habrá vivido cinco mil años. Estaba cuando Caín mató a Abel, cuando Renzo se casó con Lucía, cuando Leopardi admiraba el infinito. La lectura es la inmortalidad hacia atrás».

Cuando somos conscientes del tiempo que se escurre entre nuestras manos, no hay mejor antídoto que aferrarnos a las páginas de un libro. Compadezco a los que aún no han descubierto el íntimo placer de abstraerse del mundo para dejarse llevar a otro más intenso y perdurable construido con palabras que nos sirven de brújula a nuestro regreso.

 

DEJAR PARA MAÑANA

11/05/2021

Una de las palabras más consultadas en el Diccionario de la lengua española en todo el mundo durante el último año es resiliencia. Casi 384,000 hablantes se interesaron por su significado. 36,000 hablantes más la buscaron como *resilencia, pero el diccionario con seguridad les sirvió como orientador ortográfico. Curiosamente las consultas de este sustantivo, que oímos más cada día, pasaron de 28,000 en abril de 2020 a casi 160,000 en enero de 2021. La palabra resiliencia, según la define el Diccionario de la lengua española, se refiere a la ‘capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos’. Sin duda, la situación que nos ha tocado vivir y su prolongación en el tiempo se han convertido en el ambiente ideal para que este sustantivo, de origen latino, pero que ha llegado al español a través del inglés, esté entre los más consultados.

Mencionamos la semana pasada que, entre los términos que más se le acercan en número de consultas, está el verbo procrastinar, que mantiene una media superior a las 10,000 consultas mensuales en el último año, aunque algunas de ellas arrojan un resultado negativo porque el consultor del DLE escribe *procastinar. El verbo procrastinar, referido a eso que hacemos algunos con tanta frecuencia de diferir, aplazar, retrasar el momento de hacer algo, tiene su origen en el latín y en su composición interviene el adverbio latino cras, que significa ‘mañana’, de donde procede esa segunda erre que olvidamos a menudo. En resumen, parafraseando el refrán, se trata de dejar para mañana lo que bien puedes hacer hoy.

Procrastinar no suele dar buenos resultados; cuando se trata de consultar en el diccionario el significado apropiado o la escritura correcta de las palabras, no conviene dejar para mañana lo que tan fácilmente podemos hacer hoy.

 

PUNTO DE APOYO

18/05/2021

La ese líquida, esa que va seguida de una consonante al principio de una palabra, no es natural para la lengua española, por eso acostumbramos a añadir una e delante cuando tenemos que pronunciarla. Ya desde antiguo se daba este fenómeno. Innumerables palabras del latín que pasaron a formar parte del español desde sus orígenes lo hicieron añadiendo esta e protética: escritura de scriptura, estado de status, estrella de stellaescalera de escalaria, espuma de spuma o estadio de stadium. Y así muchas más.

Cuando las palabras o expresiones latinas se han incorporado a nuestra lengua como cultismos y mantienen su grafía de origen, la ese líquida persiste como en la escritura latina original; en estos casos debemos considerar la expresión como un extranjerismo sin adaptar y señalar esta condición con el uso de las cursivas o las comillas: statu quo, lex stricta, sensu stricto.

Cuando los extranjerismos se adaptan a nuestra lengua en su pronunciación, añadimos una e inicial para ayudar a la articulación de la ese inicial original y esa vocal de apoyo se mantiene en la escritura. La integración en nuestra lengua llega al punto de hacernos olvidar que estas palabras tenían ese líquida en su lengua de origen; nos lo recuerdan sus etimologías en el Diccionario de la lengua española: estrés, del inglés stress; espagueti, delitaliano spaghetti; escafandra, del francés scaphandre; o esquí, del noruego ski.

Se trata de un mecanismo de adaptación patrimonial en nuestra lengua que debemos seguir aplicando a los préstamos con eses líquidas, sin olvidar que los préstamos deben cumplir con la condición de ser necesarios. Si ya hay una palabra en nuestra lengua, no hay por qué salir a buscarla en otra.

 

CON UNA CONDICIÓN

25/5/2021

Una lectora se interesa por el modo verbal que debemos usar en las oraciones condicionales; una consulta gramatical apasionante que hay que aclarar al paso. Una oración condicional, generalmente introducida por la conjunción si, expresa la condición que debe cumplirse para que se produzca lo que expresa la oración que la sigue: Si llegas a tiempo, iremos al cine. Para entendernos, a la oración que va encabezada por si, que nos plantea la condición, la llamamos prótasis (Si llegas a tiempo) y a la que indica lo que sucede si se da esta condición la llamamos apódosis (iremos al cine). Quédense con estas denominaciones porque nos serán muy útiles para entender el funcionamiento de las oraciones condicionales.

La elección del tiempo y el modo verbal depende de varios factores. En ella interviene si la condición es considerada posible o no; si se considera realizada en el pasado o poco probable en el presente o el futuro. Ya se estarán dando cuenta de que en gramática no hay una respuesta fácil. Son tantos los matices que tenemos que expresar en la vida que la lengua recurre a toda su complejidad para reflejarlos. Las oraciones condicionales son un ejemplo perfecto.

Empecemos por las condicionales reales. Las llamamos así porque consideramos que la condición que expresan es posible. Los verbos de la prótasis (oración encabezada por si) y de la apódosis se conjugan en indicativo, ya sea en presente o en pasado: Si llegas a tiempo, iremos al cine; Si fallabas, te ganabas un boche; la apódosis puede conjugarse, además, en imperativo: Si lo consigues, prepárate para celebrar.

¿Qué pasa cuando la condición se considera imposible o improbable? La Eñe de la próxima semana nos demostrará que nuestra lengua tiene recursos para expresarlo todo; solo nos pone una condición, demostrarle respeto e interés.