Desaciertos normativos en mensajes de miembros de grupos y otros usuarios

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Existen muchos usuarios de la lengua española,  me imagino que también en otras lenguas sucede, que creen que porque están escribiendo por las redes no hay que preocuparse por los errores que se cometen. Están muy equivocados los que así piensan porque esa actitud les perjudica, ya que aparecen como deficientes usuarios de la lengua, lo cual les reduce la apreciación que uno puede tener de ellos. Veamos una bastante elevada cantidad de deficiencias de deficientes usuarios.

  1. “El lugar más seguro dónde podemos estar es en las manos de Dios.” (Mensaje enviado por wasap). Ese donde no puede tener la tilde diacrítica porque no es un interrogativo, sino un relativo equivalente a “en que”. Esa oración gramatical es algo así como la respuesta a una pregunta que sí llevaría un “dٕónde”, como sería la siguiente. “¿Dónde podemos estar más seguros?”
  1. “Me has dado la capacidad de decidir sobre mi felicidad, sobre como ver las cosas…” (Mensaje enviado por wasap). Dos desaciertos saltan a la vista; el primero la falta de la tilde diacrítica al “cómo” interrogativo indirecto. El segundo es o una “y” copulativa o un punto y coma antes de “sobre cómo ver las cosas.”
  1. Al parque se van agregando nuevos atractivos, en la medida que el proyecto se desarrolla.” (Publicidad sobre el Parque Botánico Eugenio de Jesús Marcano). Esa oración no lleva coma y contiene el llamado “desenqueísmo” al eliminarle “en” al relativo “en que” en la parte de la oración que debe ser “en la medida en que el proyecto se desarrolla.”
  1. “En la medida que el pueblo se educa, el país cambia automáticamente hacia su mejoría.”(Candidato a un cargo electivo y es poseedor de una elevada  cultura). Al igual que el caso anterior, emplea el “desenqueísmo” al expresar “En la medida que” debiendo ser “En la medida en que”.
  1. “La publicación generó comentarios, a algunos le parecía gracioso y así lo demostraban con emoticones…” (Articulista de la Academia Dominicana de la Lengua). Aparece en esta expresión un “le” que debe ser “les” por la concordancia con “algunos”. Esa falta de concordancia es muy común en los usuarios dominicanos.
  1. “Se feliz, no te canses de hacer el bien.” (Miembro de una comunidad de católicos). El verbo inicial debe escribirse “Sé” pues lleva la tilde diacrítica; y después de “feliz” deber ir un punto y coma o, mejor aún,  una “y”.
  1. “…sigue agradeciéndole por todo lo que te concede, recuerda que solo El te proporciona lo necesario para que permanezcas en su gracia.” (El mismo del caso anterior). Aquí aparecen dos oraciones gramaticalmente completas,  por lo cual no pueden separarse por una coma, sino por un punto que debe aparecer entre “concede” y “recuerda”.
  1. “Por el momento sólo están permitidos un día a la semana con un número reducido de asistentes.” (Periodista Ycell Suero, Diario Libre). A partir del 2010 ese “solo” ya no lleva la tilde diacrítica.
  2. “En esta fase sólo vamos a oficiar misas los domingos…” (Un sacerdote de la capital dominicana). También este sacerdote le mantiene la tilde al “solo”.
  1. “Tengo mi hipótesis ya veremos finalmente cuales son los objetivos políticos de Danilo Medina.” (Miembro de un grupo político con una página virtual de comentarios breves). Este comentarista no puso el punto al terminar la oración “Tengo mi hipótesis”, que aunque es breve, es una oración completa. Tampoco le marcó la tilde diacrítica al interrogativo “cuáles”.
  1. “…todo el mundo quiere ser protagonista de palabras no de hechos que vallan en beneficios del país, si no de ellos individualmente.” (Miembro del grupo político con página virtual). Escribió “vallan”, una forma verbal no existente en español, en vez de “vayan, una forma verbal de “ir”; además, incurrió en el desacierto de usar la expresión adverbial “en beneficio” queriendo hacer concordar este último término “beneficio” con “hechos”. Otro desacierto consiste en emplear el adversativo “sino” separado.
  1. “No recibimos nada por qué no lo aceptamos. No la ponen difícil.” (La misma persona del caso anterior). Eso que el usuario escribió “por qué” como si fuera pregunta, pero va unido y sin tilde. Debió escribir “No recibimos nada porque no lo aceptamos.” Y la última oración debe ser “Nos la ponen difícil.”
  1. “Estoy en la lucha…haber si todo estos males se cambian.” (Otro miembro del grupo político ya citado). En “haber” incurrió en tres desaciertos pues debe escribirse “a ver” sin h, separado “a ver” y con v. Escribió “todo” sin concordar con “males”, por lo que ese grupo sintáctico debe escribirse “todos estos males.”
  1. “Vamos a insertar a esos ciudadanos en cualquier sector que se necesite su ayuda.” (Candidato a un elevado cargo electivo). El desacierto presente en ese texto es el llamado “desenqueísmo” pues eliminó “en” del relativo “en que” del grupo “en cualquier sector en que se necesite su ayuda.” En ese desacierto incurre un porcentaje muy elevado de usuarios del español en nuestro país.

Ya han visto los desaciertos de una cantidad considerable de usuarios de la lengua en nuestro país. Es de desear que se ponga un mayor cuidado aunque uno escriba por las redes. Nuestro idioma español hay que cuidarlo siempre.

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

 

Ortografía

El apellido, esa parte del nombre propio que nos identifica como miembros de una familia, por su rol de antropónimo debe escribirse con mayúscula inicial, aunque esté expresado con sustantivos tan comunes como madera, puente, puerta o mesa, río, mata.

Por sus mismos orígenes, algunos apellidos han adquirido la preposición /de/ (de León); otros llevan además los artículos –la o -el, según el género (de la Cruz, del Castillo); y también unos llevan el artículo –la antepuesto (La Luz, La Guardia).

Con frecuencia vemos apellidos escritos con la preposición en mayúscula y en algunos casos lo propician los portadores de ese nombre familiar (De Castro, De Óleo). Pero aún más, algunos colocan mayúscula al artículo –la,  en apellidos que llevan este vocablo entre la –de y el sustantivo (De La Cruz, De La Rosa). ¿Procede poner mayúsculas en las preposiciones y los artículos de los apellidos?

La Ortografía de la lengua española, publicación oficial de la Asociación de Academias de la Lengua Española y la Real Academia Española, indica al respecto que si un apellido español comienza por preposición, o por preposición y artículo, estos se escriben con minúscula cuando acompañan al nombre de pila: Fernando del Campo, Luis de Torres, Juana de la Rosa; pero, si se omite el nombre de pila, la preposición debe escribirse con mayúscula: señor De Torres, De la Rosa, Del Campo… (Edición 2010, pág. 467). Cuando se invierte el orden de nombre y apellido, como para archivo o referencia bibliográfica, y el apellido precede al nombre de pila o se prescinde él, se empleará mayúscula inicial en la preposición. Ejemplo: De la Rosa Carpio, Ramón; De León, Osiris; De Castro, Aníbal.

Los apellidos que empiezan por artículo /La/, que no son muchos, deben escribirse siempre con mayúscula inicial, vayan o no acompañados del nombre: calle La Guardia, Pedro La Guardia; Milton La Hoz, señora La Hoz, José La Luz, Horacio La Madrid. Lo mismo va para los apellidos: La Torre, La Vega, La Rubia, La Parra, La Huerta, La Calle, La Blanca, La Merced…

El aeropuerto local de Nueva York ha sido nombrado La Guardia en honor al alcalde Fiorello La Guardia. Una calle en Santo Domingo se denomina La Guardia, igual que una ciudad de España. En cada caso La/ en mayúscula.

Procede insistir en el detalle relativo a los apellidos que llevan preposición y artículo, y reiterar que estas dos partículas se escriben con minúscula si van junto con el nombre: Félix de la Rosa, Santiago de la Cruz, Rosa Francia de la Mota, Laura de la Nuez, Jacinto de la Concha, Félix de la Vega, don Quijote de la Mancha.

Los apellidos que llevan preposición y artículo masculino (el) se someten, como en cualquier expresión común, al fenómeno llamado contracción: de + el se trueca en –del. En este grupo entran: del Toro, del Castillo, del Cristo, del Rosario, del Monte, del Pino, del Risco, del Río. Cuando se mencionan sin el nombre de pila asumen la mayúscula en /Del/: Del Toro, Del Castillo…

Provocan mucha tentación para ser alterados, por gusto o capricho, los apellidos que solo llevan la preposición delante del sustantivo. Las tendencias son a escribir la –d con mayúscula (De Camps, De Castro…) o colocar un apóstrofo D’, como ha hecho mi apreciada colega Nexcy D’ León, cuyo apellido verdadero es de León. Otros con -d: de Soto, de Torres, de Óleo (sin apóstrofo), de Luna, de Silva, de Dios, de Aza (sin apóstrofo). El sustantivo base del apellido puede estar en plural y, desde luego, el artículo debe concordar: Apolinar de los Santos, Waldo de los Ríos, Bartolomé de las Casas, María Antonieta de las Nieves. La mujer que quiera colocar el apellido de casada a continuación del suyo, si el del marido comienza con la preposición -de, la segunda vez va en mayúscula: María López de De León, Rebeca Núñez de De Peña, Petra de Del Castillo.

10/10/2020

Los prefijos son elementos que colocados delante de una palabra dan origen a una nueva (re + formar: reformar). Resultan muy productivos para el enriquecimiento de nuestra lengua. Comparten ese honor con los sufijos, más beneficiosos aun, pues se colocan al final de la palabra y derivan muchas otras (ero+jardín: jardinero, y por igual con los infijos, los cuales llevan la partícula modificadora en el medio (pie+ ec+ito: piecito). El tema ha sido tratado antes en esta columna, pero conviene insistir, sobre todo con los prefijos. Observe, por ejemplo, las distintas formas en que aparece escrito el vocablo referido a un pasado presidente de la República, usando la palaba base precedida del prefijo /ex/. Lo he visto de todas estas formas: ex Presidente, ex presidente, ex–presidente ex–Presidente, ex/Presidente… pero también de la forma correcta: expresidente. Alguna vez el uso se acomodó a la colocación de /ex/ separada de sustantivos que se refieren a ocupaciones, cargos, parentescos alterables y otras situaciones de las personas. De ahí que aún persista la rutina de colocar el prefijo separado de la palabra base como suele ocurrir en ex presidente.

De acuerdo a la Ortografía de la lengua española, es preferible “asimilar el comportamiento gráfico de ex al de los demás prefijos, de manera que se escriba unido a la base cuando esta sea una sola palabra (exministro, expresidente, excónsul, exnovio, exsuegra, etec) y separado de ella en aquellos casos en que la base sea pluriverbal (ex alto cargo, ex teniente coronel, ex primer ministro…) pauta que ya reflejan los ejemplos reales de uso que se acaban de aportar”. (Ortografía, 2010, pág. 538).

Los prefijos aparecerán soldados a la palabra aunque ésta se haya compuesto con otro prefijo, por ejemplo, reelección está formada por el prefijo /re/ más el sustantivo /elección/, pero resiste la colocación del prefijo anti: antirreelección. Por igual, rector más vice aporta vicerrector, y quien haya salido de ese cargo es un exvicerrector, así también exvicepresidente, con correspondiente femenino ambos.

Del prefijo /anti/ vale apuntar que es un prefijo más y que por tanto se escribe unido a la palabra base y forma una nueva, por tanto escribiremos: antilavado, antinarcóticos, antieconómico, anticorrosivo, antiético, anticiclónica.

Este prefijo presenta una particularidad cuando la palabra a la que precede inicia con mayúscula porque es, por ejemplo, un antropónimo: anti-Trujillo; anti-Peña Gómez, pro-OMS. También se escribirán con guion si la palabra es nombre topónimo: anti-China, anti-República Dominicana…

Conviene recordar que los prefijos actúan a favor de los usuarios de la lengua, ya sea hablada o escrita. Si la partícula se antepone a un verbo crea otro: ante+poner: anteponer; infra+valorar: infravalorar, re+dirigir, poner, tocar, diseñar, fundar, abrir, inventar, escribir,…y muchos verbos, forma otros muchos iniciados con re.

Al sustantivo le resultan amigables los prefijos, por igual sufijos, para reproducirse: contrarreforma, prosalud, antivirus, vicealmirante, teleconferencia, megapuerto, multicentro, megacentro. Prefijos agregados a adverbios originan otros adverbios: ante+ayer: anteayer, súper + bien: superbién. Usted puede agregar el adverbio súper a otros adverbios, aun fuese usted el primero en usarlo: superlejos, supercerca, supertemprano, supertarde. Lo mismo que si lo agregara a un adjetivo: superbello, superfeo, superbueno. Apropósito del adjetivo, es otro socio del prefijo en la constitución de palabras: prohaitiano, progringo, cuasifiscal, suprarrenal, subregional, subacuático, prenatal. Para concluir le recuerdo que /ex/ no se suelda si el nombre al que modifica es pluriverbal. Ejemplos: ex primera base, ex jardinero central, ex sargento mayor, ex arzobispo metropolitano, ex primer ministro, ex vice primer ministro, ex general de brigada, ex procurador fiscal, ex primera dama, ex juez de la instrucción.

 

UNA MISIVA DE CÉSPEDES Y LOS PRONOMBRES LE, LES

17/10/2020

A propósito del artículo “Ortografía de los apellidos que llevan artículo y/o preposición”, publicado el 4 de octubre 2020, nos ha remitido una atenta misiva el doctor Diógenes Céspedes, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua. A continuación la reproduzco:

Tu artículo sobre la ortografía de los apellidos es el tipo de trabajo que debe divulgarse para escolares, universitarios y público lego. Así pueden recortar el artículo y consultarlo cada vez que quiera. Sigue por esa ruta. Hay dos temas de vital importancia que nuestros escritores, académicos y público general no dominan cuando escriben.

Te los doy para posterior desarrollo: El uso de le y les como pronombres en singular y plural. La gran confusión se produce cuando la anáfora o antecedente está muy alejada como sujeto del complemento o atributo o complemento al que remite le o les. El usuario se pierde y olvida si va el le/les en singular o plural. O cuando aparentemente el sujeto de la oración está tácito o sobreentendido, como en el famoso título del cuento de Rulfo: Diles que no me maten. Los usuarios se comen la ese de diles, que remite a los soldados que van a ejecutar el fusilamiento. Ahora no recuerdo si la anáfora del título de la novela de Matos Moquete, Dile adiós a la época, remite a un sujeto tácito singular o plural; y 2) merece un artículo de divulgación el uso de los pronombres posesivos en plural cuando el poseedor está en singular. Un ejemplo ilustrativo: todas las noches y de día también escucho y veo a los programeros de radio y televisión darles las gracias a los televidentes o radioyentes por permitirles entrar hasta sus hogares. En puridad de lógica semántica los televidentes y oyentes, ni juntos ni por separado tienen hogares. Por lo tanto, hay que decir permítanos entrar a su hogar, aunque el sujeto poseedor esté en plural, pues él solo posee un hogar. Y en caso de que tenga una casa secundaria en La Romana o Jarabacoa, no pueden estar viendo tv simultáneamente en el hogar de esas dos ciudades, porque no tiene el don de la ubicuidad. Este es un artículo que deberá ser muy iluminador para el usuario y con muchos ejemplos de cómo resolver ese asunto, pues no siempre a un poseedor en plural va lo poseído en plural. Saludos cordiales, Diógenes.

 

Le y les

El uso y mal uso de los pronombres personales átonos /le/, /la/, /lo/ y sus formas en plural /les/, /las/, /los/ constituye una piedra de tropiezo. En unas regiones predomina el uso incorrecto de LO, mientras en otras es LA y creo que tanto en España como en América el empleo vicioso de LE afecta a mayor número de hablantes. Le y les corresponden al complemento indirecto (dativo). Por ello, la norma culta del español estándar establece el uso de estas formas para ejercer dicha función, independientemente del género del sustantivo al que se refiere el pronombre: “Hablé con el abogado y le expliqué el caso”. “Le dije a mi esposa la verdad”. El plural LES. Este pronombre se emplea en plural (LES) cuando el complemento al que se refiere también es plural: “Les aseguro que quien cree tiene vida eterna” (Juan 6, 47). “En verdad les digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo…” (Juan 12, 24). En ambos casos, el sujeto hablante (Jesús) es singular y los oyentes (los discípulos) es plural. Si el sujeto hablante fuera plural (nosotros) y el destinatario del mensaje singular, LE permanece en singular: “Le pedimos al Señor que le conceda el descanso eterno…”. “Queremos recordarle a nuestro presidente que las bases del partido siguen aquí abajo”.

 

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

HABITANTES DEL DICCIONARIO

22/09/2020

Los nombres propios no se quejan de su escaso protagonismo en el diccionario. Saben que se lo tienen merecido por dedicarse solo a individuos particulares y por carecer de significado léxico. No obstante, las entradas del Diccionario del español dominicano están plagadas de personajes.

Desconocemos (al menos yo) quién fue Cuca, pero sabemos que algo pasado de moda es de cuando Cuca bailaba. Tampoco nos han presentado nunca a Blas (al menos a mí), y, sin embargo, nos acordamos de él cuando alguien desaparece en cuanto se termina la comida: como Blas, ya comiste, ya te vas. No sé si tienen el gusto de conocer personalmente a Linda, pero, si no ven a Linda, puede significar que no han conseguido algo que está en juego, que no han comido o que no han mantenido relaciones sexuales.

A Adán lo conocemos casi todos, aunque no personalmente, y su nombre aparece en la manzana de Adán, la nuez del cuello de los hombres. También la flora y la fauna hacen gala de sus antropónimos; recuerden, si no, la sangre de Cristo o el san Antonio, un pequeño insecto de color verde intenso con manchitas amarillas. No conviene olvidar que, en el español dominicano, el término san Antonio (o sanantonio) se refiere también a una palabra malsonante, ofensiva o soez.

He reservado para el final mis preferidas, dos locuciones con nombres de personajes históricos. Si has perdido tus posibilidades de lograr algo, estás preso por la guardia de Mon, hipocorístico de Ramón Cáceres, presidente de la República Dominicana a principios del siglo XX. Si estás muy perdido, literal o metafóricamente, estás más perdido que el hijo de Lindbergh; cruel, pero expresiva. Ya conocen a algunos de los personajes y personajillos que pueblan nuestro diccionario.

 

FAMILIAS QUE NOS AYUDAN

29/09/2020

El vocabulario de nuestra lengua es tan extenso y tan complejo que pocos (quizás nadie) podrán decir que saben cómo se escriben todas las palabras del español. Los hablantes a los que nos preocupa la ortografía de las palabras recurrimos al diccionario cuando nos topamos por los caminos de la lengua con alguna voz desconocida para nosotros cuya escritura nos plantea dudas.

A veces la palabra no es una completa desconocida. Nuestro conocimiento sobre los mecanismos que la lengua usa para crear palabras puede sernos de utilidad ortográfica muy a menudo. ¿Cuántas veces una simple ese o una simple zeta nos ponen a dudar? ¿Se escribe abrazar o abrasar? Dependerá de a qué palabra nos enfrentemos. El diccionario es el recurso habitual, pero también podemos deducirlo si analizamos la composición de la palabra. En la formación del verbo abrazar (‘estrechar a alguien con los brazos en señas de afecto’) entra la palabra brazo, escrita con zeta. Este mismo brazo lo encontramos en muchas palabras que forman familia con él, y que comparten su ortografía: abrazo, antebrazo, reposabrazos, abrazadera, braza o brazada.

En cambio, en la formación del verbo abrasar (‘quemar, reducir a brasa’) interviene la palabra brasa, escrita con ese. El sustantivo brasa también forma su propia familia, que comparte con ella su ese: abrasadorabrasiónabrasivobrasearbraseroabrasante.

 

DETALLES QUE HABLAN BIEN

6/10/2020

 

Entre los signos ortográficos dobles las comillas presumen de tener una historia curiosa. Su denominación consiste en el diminutivo lexicalizado de coma. Desde su origen se utilizan para enmarcar una parte de un escrito que quiere destacarse por alguna razón. En tipografía encontramos tres versiones de las comillas cuyos usos y preferencias conviene que conozcamos. Las comillas angulares (« »), llamadas comillas latinas o españolas, las comillas altas (“ ”), también denominadas comillas inglesas, y las comillas simples (‘ ’). En las tres modalidades, por tratarse de signos ortográficos dobles, debemos prestar atención a que siempre estén presentes tanto las comillas de apertura como de cierre. La función principal de las comillas es delimitar frases o párrafos que reproducen con exactitud y fidelidad las palabras textuales de alguien; en las obras literarias enmarcan además los parlamentos de los personajes.

¿Cómo elegir qué tipo de comillas usar cuando estamos escribiendo? Si lo hacemos en español, se aconseja elegir las comillas españolas o latinas (« »): El profesor preguntó: «¿Han leído la novela?». Las comillas altas (“ ”) las reservamos para los casos en los que debamos incluir un texto entrecomillado dentro de otro que ya está entrecomillado, como si se tratara de una pequeña muñeca rusa: El profesor preguntó: «¿Qué significa la frase “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”?». Las comillas simples (‘ ’) se especializan en una tarea muy concreta: indicar que la palabra o la frase enmarcada por ellas se usa como definición de otra palabra. Los lectores de esta Eñe están más que familiarizados con ellas: El profesor recordó que la palabra pelotón está usada con la acepción militar de ‘pequeña unidad de infantería’.

Tres versiones de las comillas cuyos usos nos conviene tener presente para que nuestros textos hablen bien de nosotros.

 

ZARZUELA PARA UN ANIVERSARIO

13/10/2020

Los personajes de la famosa zarzuela La verbena de la Paloma no se cansan de repetir que «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad». Si así lo constataban el boticario don Hilarión y su amigo don Sebastián allá por el Madrid de 1894, imagínense lo que dirían si asomaran las narices por este siglo XXI.

El 12 de octubre celebramos cada año el aniversario de la fundación de nuestra Academia Dominicana de la Lengua. La conmemoración acoge una sesión plenaria de los miembros de número de la Academia. Y ayer, nuestro nonagésimo tercer aniversario, no iba a ser menos, a pesar de las circunstancias virales que nos asedian en este 2020. Tratamos, como siempre, de lo divino y lo humano en lo que se refiere a la situación de la lengua española en la República Dominicana y en el mundo. Revisamos lo realizado e hicimos planes para lo que nos falta por hacer.

La diferencia en este año tan particular es que la tecnología fue nuestra aliada esencial, la que hizo posible que la conmemoración académica pudiera llevarse a cabo en las condiciones adecuadas. Somos testigos de cómo cada día la tecnología, a la que tantas veces culpamos de nuestros errores o de nuestras carencias, se convierte en el asistente imprescindible para facilitar el trabajo académico y para lograr que sus resultados lleguen a los hablantes interesados en conocerlo.

Este año el aniversario llega preñado de proyectos y de pasión por llevarlos a buen puerto. No se equivocaba Manuel Alvar cuando, refiriéndose a lo que falta por investigar en la lengua de nuestra isla, afirmaba que «también la República Dominicana tiene un tajo –grande– abierto y pocos operarios».

 

DE ENHORABUENA

20/10/2020,

Quiero que con esta Eñe de hoy celebremos juntos el nacimiento del Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía, un extraordinario regalo de cumpleaños para el nonagésimo tercer aniversario de la Academia Dominicana de la Lengua. El Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía formará un equipo de trabajo especializado, dirigido por quien les escribe, dedicado al diseño y la construcción de diccionarios que registren el léxico del español dominicano.

Todos los hablantes de español tenemos en la riqueza de nuestras palabras uno de nuestros principales motivos de orgullo. Los diccionarios nos ayudan a conocerlas, las nuestras, las de otros, las de todos. Entre los logros de la Academia Dominicana de la Lengua se destacan sus diccionarios. El IGALEX los actualizará, preparará nuevas ediciones y las pondrá a disposición del público en formato digital.

La consulta en línea y gratuita del Diccionario del español dominicano es uno de nuestros primeros objetivos. La repercusión que tuvo su publicación en 2013 se potenciará con su accesibilidad. Nuestra forma de hablar español, nuestras palabras y acepciones peculiares, no solo nos interesan a nosotros; todo hablante de español como lengua materna las sentirá como parte de su patrimonio si puede conocerlas y valorarlas; así mismo todo hablante de español como segunda lengua podrá consultarlas y familiarizarse con ellas.

Imagínense lo que supondrá que todos podamos consultar en línea en un diccionario moderno y riguroso toda la información acerca de nuestras palabras: de dónde vienen, cómo se escriben, qué significan. El Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía aspira a convertir al Diccionario del español dominicano en una herramienta disponible para todos que nos haga sentir orgullosos de nuestra forma única de hablar español y que nos ayude a convertirnos en mejores hablantes.

 

Mortandad léxica

Por Jorge J. Fernández Sangrador

La conmemoración del nacimiento de Miguel Delibes ha avivado, como siempre que se evoca la figura y la obra del gran escritor español, el escozor que la desaparición de los vocablos campesinos y regionales específicos produce en el ánimo de los amantes de la riqueza léxica multisecular de nuestro idioma.

En su reivindicativo discurso de ingreso en la Real Academia Española, dijo: «Me temo que muchas de mis propias palabras, de las palabras que yo utilizo en mis novelas de ambiente rural, como por ejemplo aricar, agostero, escardar, celemín, soldada, helada negra, alcor, por no citar más que unas cuantas, van a necesitar muy pronto de notas aclaratorias como si estuviesen escritas en un idioma arcaico o esotérico, cuando simplemente he tratado de traslucir la vida de la Naturaleza y de los hombres que en ella viven y designar al paisaje, a los animales y a las plantas por sus nombres auténticos».

Hizo este pronóstico en mayo de 1975, cuando se sentó en el sillón “e” de la Docta Casa. Y el tiempo le ha dado la razón. Con la emigración a las ciudades y el abandono de las labores del agro han ido en desuso los términos con los que los habitantes de los pueblos, aldeas y caseríos de España señalaban, denotaban y definían los elementos que componían su entorno y su mundo.

Y es que no solo se mueren los pueblos, sino también las palabras que les dieron vida. Los medios, sin embargo, para evitar que se volatilicen los vocablos del habla popular en núcleos pequeños de población comenzaron a aplicarse a principios del siglo XX con la confección del “Atlas Lingüístico de la Península Ibérica”, concebido por Ramón Menéndez Pidal y dirigido por Tomás Navarro Tomás en los años 1920 y 1930. Este último fue, además, el creador del “Archivo de la palabra”, un registro del habla viva de las distintas regiones y capas sociales en nuestro país, de canciones tradicionales y de la voz de personalidades relevantes.

Aunque es preciso decir que hoy existe igualmente una conciencia viva del problema entre gente joven. Es el caso de María Sánchez, una veterinaria cordobesa que acaba de publicar un libro sobre la recopilación de términos rurales en peligro mortal. Se titula “Almáciga”, palabra de proveniencia árabe, cuya segunda acepción en el “Diccionario de la lengua española” es «Lugar donde se siembran y crían los vegetales que luego han de trasplantarse». Es decir, un semillero, un seminario, un vivero. En este caso, de palabras. En el apartado “Algunos pasos sencillos para preparar nuestra almáciga” explica cómo lo ha hecho ella, cosiéndolas luego en almazuela. Las hay preciosas: jañiquín, petricor, oriscana, alpararia, tárama, pergañas, aliara o seher.

De esta variedad léxica han quedado hermosos testimonios en la obra de Miguel Delibes. Sirva de ejemplo aquella exultante visión de la primavera recién advenida en “Diario de un cazador”: «El campo estaba hermoso con los trigos apuntados. En la coquina de la ribera había ya chiribitas y matacandiles tempranos. Una ganga vino a tirarse a la salina y viró al guiparnos. Volaba tan reposada que le vi a la perfección el collarón rojo y las timoneras picudas. En la salina, la gabusia se despegaba del cieno del fondo… Era un espectáculo… Así, como nosotros, debió de sentirse Dios al terminar de crear el mundo».

En efecto. «Y Dios vio que era muy bueno», se repite sucesivamente en el capítulo 1 del libro bíblico del Génesis ante la contemplación de las obras convocadas a la existencia por la palabra del Creador. Algunas fueron dotadas con la capacidad ínsita de diversificarse y de multiplicarse, en virtud del poder que les otorgó la Palabra única, que preexiste al Universo. Ella es generadora de las otras palabras, variadas y polivalentes, por medio de las cuales esa Palabra primordial ha ido dándose a conocer, a entender y a amar, y con las que el ser humano asigna nombres a las realidades, visibles e invisibles, que se hallan ante él, pues, de no hacerlo, acabará sucediendo aquello que Carl Linnaeus advertía: «Nomina si nescis, perit et cognitio rerum» (Si ignoras los nombres de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas).

(La Nueva España, 25 de octubre de 2020, p. 33).

Tributo a Salomé Ureña en el día de su nacimiento

Por Miguel Collado 

   Fue para engrandecer las letras dominicanas y para darle esplendor al sistema de educación de su patria que Salomé Ureña Díaz nació en la ciudad de Santo Domingo «el viernes 21 de octubre de 1850, a las 6 de la mañana, en el barrio de Santa Bárbara, antiguo solar de buenas familias, en la casa de su abuela materna, hoy número 84 de la calle Isabel la Católica, junto a la casa de Juan Pablo Duarte». (1) Era hija de Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) y Gregoria Díaz de León (1819-1914), quienes se unieron en matrimonio el 25 de diciembre de 1847, instalando su hogar en la calle Mercedes No. 37 de la citada ciudad. Por ambas familias, su origen era humilde. Como tributo a su memoria en República Dominicana se celebra, cada 21 de octubre, el Día Nacional del Poeta.

Su padre ―figura de mucho prestigio en la sociedad dominicana de la época, poseedor de múltiples talentos: poeta, educador, abogado, político y periodista― ejerció fuerte influencia en su formación cultural y en su pasión por la literatura. A temprana edad Salomé había leído los clásicos españoles y publicaba poemas antes de cumplir los 20 años de edad, utilizando el seudónimo de «Herminia» de 1867 a 1874.

El 11 de febrero de 1880 contrajo matrimonio con el educador Francisco Henríquez y Carvajal. La boda se celebró en la ciudad de Santo Domingo en la casa donde residía Salomé, situada en la calle San José No. 13 (hoy 19 de Marzo No. 254) esquina calle De la Cruz (hoy Salomé Ureña). Los padrinos fueron Noel Henríquez, su suegro, y Gregoria Díaz Vda. Ureña, su madre; y testigos fueron cuatro hermanos de Francisco: Manuel, Federico, José y Salvador Henríquez y Carvajal. Presentes estaban Alejandro Wons y Gil y el educador y poeta Emilio Prud’homme.

La primera casa en la que residió la pareja formada por Francisco y Salomé, inmediatamente después de la boda, fue en la ubicada en calle Del Estudio No. 25 (hoy Hostos). Aquí vivieron algo más de un año, pasando a residir luego en la casa materna de Salomé, es decir, en la San José No. 13. Procrearon cuatro hijos: Francisco Noel, (2) Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña. Todos, y cada uno en su campo profesional, habrían de ser destacadas y honorables figuras de la vida pública latinoamericana. El primero en el ámbito jurídico, en Cuba, y los demás, tanto en las letras como en el magisterio. ¡Honorables y ejemplares ciudadanos de las Antillas fueron los cuatro! Pedro, el más brillante, de toda la América hispánica.

Si Leonor de Ovando es, según Marcelino Menéndez y Pelayo, «la primera poetisa de que hay noticia en la historia literaria de América», Salomé Ureña es la primera autora dominicana que publica un libro de poesía: Poesías de Salomé Ureña de Henríquez (Prólogo: Mons. Fernando Arturo de Meriño. Santo Domingo, Rep. Dom.: Sociedad Literaria Amigos del País, 1880, XV-214 p.).

Ese hecho convierte a la madre del más prominente humanista dominicano de todos los tiempos, Pedro Henríquez Ureña, en una pionera desde el punto de vista histórico- bibliográfico, y específicamente en el ámbito de la creación literaria.

El libro de la fundadora del Instituto de Señoritas, gran colaboradora del apóstol antillano Eugenio María de Hostos, hace su aparición seis años después de haber sido publicada la primera antología literaria dominicana: Lira de Quisqueya: poesías dominicanas (Santo Domingo, Rep. Dom.: Imprenta de García Hermanos, 1894. 328 p.), editada por el puertoplateño José Castellanos, quien incluye en dicha obra siete poemas de la reputada poetisa y ejemplar educadora: «La gloria del progreso», «Recuerdos a un proscripto», «Melancolía», «Contestación», «A mi patria, Gratitud» y «Un himno y una lágrima». Disfrutemos de la lectura del primero de esos textos, escrito en 1873:

 

LA GLORIA DEL PROGRESO

A la sociedad «La juventud»,

No basta a un pueblo libre

la corona ceñirse de valiente;

no importa, no, que cuente

orgulloso mil páginas de gloria,

ni que la lira del poeta vibre

sus hechos pregonando y su victoria,

cuando sus lauros se adormece

y al progreso no mira,

e, insensible a los bienes que le ofrece,

de sabio el nombre a merecer no aspira.

¡Oh, dichosas mil veces las naciones

cuyos nobles campeones,

deponiendo la espada vengadora

de la civil contienda asoladora,

anhelan de la paz en dulce calma

conquistar del saber la insigne palma!

Esa del genio inmarcesible gloria

es el laurel más santo,

es la sola victoria

que sin dolor registrará la historia

porque escrita no está con sangre y llanto.

¡oh juventud, que de la Patria mía

eres honor y orgullo y esperanza!

Ella entusiasta su esplendor te fía,

en pos de la gloria al porvenir te lanza.

Haz que de ese profundo

y letárgico sueño se levante,

y, entre el aplauso inteligente, al mundo

el gran hosanna del Progreso cante.

 

En la introducción a la segunda edición su obra poética citada (Madrid: Tipografía Europa, 1920. XV-142 p.), su hijo Pedro dice:  «Nunca salió de su país. Durante su infancia no asistió a otras escuelas que las de primarias letras, únicas abiertas entonces a las mujeres; pero su padre, poeta discreto y abogado de buena reputación, que ocupó puestos de senador y de magistrado, le dio la mejor educación literaria que allí podía alcanzarse en aquellos años: fundamento de ella fue la lectura de los clásicos castellanos».

Y aquel hijo agradecido que Salomé le confió al porvenir nos sigue hablando de su inmortal madre: «Nunca escribió mucho. Comenzó a componer versos a los quince años; a los diez y siete comenzó a publicarlos bajo el seudónimo de Herminia; desde 1874 los publica siempre con su firma. […] Paz y progreso fueron sus temas desde 1873 hasta 1880; y la constancia de su prédica le conquistó la admiración y afecto de aquel pueblo…La preocupación patriótica llegó a sobreponerse a tora otra idea en el espíritu de la joven poetisa: la literatura fue para ella consideración secundaria junto al deseo de hacer llegar su prédica a la conciencia de toda la nación. Servir fue para ella, como para el poeta griego, la aspiración única».

Salomé es la voz lírica femenina más elevada de la literatura dominicana del siglo XIX y una de las figuras de mayor espíritu patriótico en toda la historia de la cultura nacional. Y es, a nuestro humilde entender, la dominicana poseedora de más méritos civilistas para ser considerada Madre de la Patria Dominicana.

Su trágica muerte —a causa de la tuberculosis, enfermedad incurable para la medicina de entonces— aconteció el 6 de marzo de 1897 en la zona colonial de la ciudad de Santo Domingo, específicamente en la calle que hoy lleva su nombre. Fue ese un acontecimiento que estremeció en lo más hondo a su iluminado maestro Eugenio María de Hostos, quien, taladrado con la infausta noticia de su muerte —encontrándose lejos de su segunda patria, en Santiago de Chile— en junio del citado año dictó a sus discípulos del Liceo Luis Miguel Amunátegui aquellas heridas palabras con las que —conducido su desolado espíritu por la gratitud y la admiración sentidas por esa extraordinaria mujer, educadora y luchadora indesmayable que fue Salomé— la valora así en su dimensión poética:

«Esta poetisa dominicana, que habría sido la admiración y el orgullo de cualquiera sociedad antigua, (porque las sociedades antiguas aprecian más y saben apreciar mejor que las nuevas a los cultivadores de la poesía y de las artes).

[…]

Parece que desde temprano empezó a cultivar su talento poético, pues ya de años atrás lo revela en su composición a la Patria, uno de los poemas cortos más vibrantes de la lira contemporánea en nuestra América. […] Pero, dicha sea la verdad, la poesía de esta poetisa no es de las que gusta al vulgo. Lenguaje severo, tono elevado, sentimientos profundos; y ninguna de estas cualidades son accesibles al vulgo en parte alguna.

Las poesías de Salomé Ureña de Henríquez son todas del género lírico y de carácter eminentemente subjetivo; pero como el sujeto es una entidad de primer orden en cuanto dice relación a sentimientos nobles y a ideas generosas, la tarea de la poetisa dominicana abarca todos los tonos: el familiar, cuando hablan en ella los sentimientos de familia; el elevado, cuando hablan los nobles impulsos y deseos de la educadora; y el tono de la indignación y del entusiasmo, cuando hablan ideas, sentimientos y aspiraciones patrióticas.

Indudablemente, lo más grande que hay en la poetisa dominicana es la fibra patriótica. Cuando se conozcan en América los cantos patrióticos de Salomé Ureña de Henríquez, no habrá nadie que les niegue la superioridad que tienen entre cualesquiera otros de la misma especie en nuestra América.

Algunas composiciones consagradas por ella a la educación de la mujer, compiten con sus poesías patrióticas en alteza de miras y en nobleza de expresión. Aunque no muchas, estas composiciones son muy notables y dignas de coleccionarse.

Los tributos poéticos de Salomé Ureña de Henríquez a los afectos, a los seres queridos, al hogar, a su digno esposo y a sus hijos, forman una serie de composiciones extraordinariamente subjetivas, pues todas juntas sugieren la certidumbre de que la poetisa era además una mujer; no hay ninguna de ellas que no sugiera algún sentimiento delicado, alguna recóndita sonrisa de complacencia, algún noble estímulo para la vida, alguna de esas tristezas reconfortantes que sirven de séquito, y a veces de ovación, al mérito moral e intelectual desconocido». (3)    Los restos de Salomé Ureña de Henríquez descansan, desde el 21 de octubre de 1988, en el Panteón de la Patria, en la misma cripta donde reposan los restos de su amado hijo Pedro Henríquez Ureña.

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(1) En: Silveria R. de Rodríquez Demorizi. Salomé Ureña de Henríquez (Buenos Aires, Argentina: Microforma, 1944), p. 6.

(2) Sobre el hijo mayor de Salomé publicamos un estudio biográfico: Francisco Noel, el primogénito de Salomé Ureña de Henríquez (Santo Domingo: Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas, 2017, 100 p.). Casi toda su vida transcurriría en la isla de Cuba, donde fue un connotado hombre de leyes, experto en materia de seguros. Su nacimiento fue motivo para Salomé escribir su poema «En el nacimiento de mi primogénito».

(3) Eugenio María de Hostos. «Salomé Ureña de Henríquez», en su obra póstuma: Meditando. París, Francia: Sociedad de Ediciones Literarias y Artística, Librería Paul Ollendorff, 1909. Pp. 223-230. Ese texto en torno a la que fuera su gran amiga y ferviente seguidora fue originalmente publicado en el número 128 de la revista Letras y Ciencias (Santo Domingo) el 2 de septiembre de 1897.

(http://primicias.com.do/?p=40205). 21 de octubre de 2020)  

 

El legado de monseñor Adolfo A. Nouel

Por Jacqueline Pimentel Pérez

El legado sociocultural de monseñor Nouel

Consideramos que, por múltiples razones, las cuales trataremos de destacar en este trabajo, monseñor Nouel ha dejado una huella importante en la historia sociopolítica y cultural dominicana que precisa una revalorización puntual.

Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla fue un connotado ministro de la iglesia dominicana y aguzado intelectual que desarrolló su accionar religioso, social y políticoa favor de nuestro país, desde finales del siglo XIX y los principios del siglo XX. Nació en Santo Domingo, el 12 de diciembre de 1862, cuarto de diez hijos del político Carlos Nouel Pierret y Clemencia Antonia Bobadilla DesnierD´Olbreuse, nació en la calle Plateros (hoy Arzobispo Meriño).

Educación y labor sacerdotal

Comenzó sus estudios en el Colegio de Santo Domingo, y dado que estaba inclinado al estado clerical, a los once años recibió la primera tonsura (20 de diciembre de 1873).Luego, estudió en el seminario dela capital dominicana donde fue discípulo del arzobispo Meriño. Dos años después, por deseo de su padre, viajó a Roma para estudiar en el Pontificio Colegio Pío Latino Americano, donde se preparaban los candidatos al episcopado. En Italia sobresalió en el Pontificio Colegio como uno de los estudiantes más brillantes. En 1883 recibió un doctorado en Filosofía y en Teología por la Universidad Gregoriana. En 1885, acompañado por Monseñor Meriño volvió a Santo Domingo y recibió la Orden Sagrada del Sacerdocio en la Catedral de Santo Domingo, el 19 de diciembre de ese año. En 1888, fue nombrado sacerdote de la parroquia de San Juan de la Maguana. En 1890, fungió como sacerdote de la parroquia de la catedral de Santo Domingo y vice-chancellor del seminario Conciliar de Santo Tomás de Aquino. En este seminario enseñó filosofía, latín y Teología. Más adelante, fue sacerdote de la parroquia de El Seibo, San Juan de la Maguana y finalmente de la parroquia en La Vega.

En esas localidades dejaría una huella significativa, no solo por su labor apostólica también como ciudadano ejemplar y motivado por el bienestar de su pueblo, a saber:

iglesias, escuelas, formación de asociaciones comunitarias(con marcada orientación religiosa y social), diseminó por esos lares sus dotes de orador convincente y elegante, así como otros aportes que dan cuenta de su preocupación socioeducativa, a la par que religiosa, según consta en obras como la del padre José Luis Sáez y la del fundador y director de la Academia Dominicana de Genealogía y Heráldica, el ingeniero Luis José Prieto Nouel, descendiente directo de monseñor Nouel, entre otras obras consultadas.

A propuesta del arzobispo Fernando A. de Meriño, el 8 de octubre de 1904, Su Santidad el Papa San Pío X le designó Arzobispo titular de Metymna y Coadjutor de Santo Domingo con derecho a sucesión, recibiendo el 16 de octubre del mismo año la consagración episcopal de manos del Cardenal Rafael Merry del Val. A la muerte de monseñor Meriño, en agosto de 1906, asume el gobierno de la archidiócesis, responsabilidad que compartiría con la Presidencia provisional de la República (1912-1913), y el ejercicio del cargo de Delegado Apostólico en Cuba y Puerto Rico (1913-1915). Una nota sui generis, curiosa circunstancia, se dio en la vida de monseñor Nouel, ya que su padre tras desempeñar importantes cargos públicos, entre ellos Ministro de Justicia e Instrucción Pública siendo presidente Ignacio María González, enviudó en 1876 y pronto abrazó la vida religiosa. Carlos Nouel Pierret fue ordenado presbítero en 1884. De manera que, en cierto período, ambos, padre e hijo coincidieron ejerciendo cargos pastorales en la misma ciudad, Don Carlos como párroco de la Catedral y el hijo como arzobispo. Introdujo en el país las órdenes de los Capuchinos Agustinos, Recoletos, así como las monjas Mercedarias y Franciscanas. También inició el edificio de una iglesia en la ciudad de La Vega, entre otras que prohijó en los lugares citados anteriormente, pero ésta no solo lo agradeció, sino que le acogió como “hijo adoptado”. En 1903, lo eligieron diputado en el fracasado Congreso Constituyente en esa misma provincia de La Vega, donde también ejerció en dos oportunidades como presidente del Ayuntamiento (1898-1899, 1902-1903).

Tras 25 años de ocupar el arzobispado de Santo Domingo, monseñor Nouel renuncia al cargo, mediante carta dirigida al Papa Pio XI, e1 19 de marzo de 1931, dimisión que se hizo realmente efectiva sólo en 1935 con el nombramiento de un nuevo arzobispo, monseñor Ricardo Pittini Piussi (11 de octubre de 1935 – 10 de diciembre de 1961).

Monseñor Nouel, en su carta dirigida a Pío XI, justificaba su renuncia al arzobispado a causa del dilatado periodo que llevaba al frente de la iglesia dominicana, el peso de los años y su delicado estado de salud. “Tan sólo pido humildemente –decía- que tengáis en cuenta mi reconocido estado de pobreza para que se me conceda una conveniente dotación que asegure mi congrua sustentación durante el corto tiempo de vida que el Señor quiera concederme todavía sobre la tierra” (7). Esta petición es una prueba fehaciente de la frugalidad y honradez que distinguió a monseñor Nouel, quien en sus años vigorosos ocupó prestantes cargos en el ámbito apostólico y político de la nación, y podía prevalerse de las más apreciadas distinciones, pero no se lucró de sus posiciones. En efecto, a lo largo de su dilatada vida, Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla recibiría numerosas distinciones honoríficas, destacando las de Conde Romano y Asistente al Solio Pontificio, nombramientos efectuados en 1914 por el Papa Benedicto XV, que ya hemos citado antes. Estaba, además, en posesión, entre otras, de las siguientes condecoraciones: Gran Cruz de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén, Comendador de la Orden de Juan Pablo Duarte, Comendador de la Corona de Italia, Oficial de la Legión de Honor, Pastor de la Arcadia de Roma, y Gran Placa de la Cruz Roja Española. El 16 de enero de 1922, el Cabildo de Santo Domingo le confirió el título de “Hijo Preclaro de la Ciudad de Santo Domingo de Guzmán” y dio el nombre de Arzobispo Nouel a la antigua calle Santo Tomás. Por su parte, el Congreso Nacional, el 29 de abril de 1936, dio el nombre de “Monseñor Nouel” a la villa de Bonao, y el 3 de agosto de 1982 la misma institución creaba la octava provincia nacional con el nombre de “Monseñor Nouel” (8).

 

El ambiente sociohistórico, cultural y psicológico de la sociedad 

Ahora bien, conviene contextualizar el convulso escenario nacional en el cual se desenvolvió monseñor Nouel, tanto en lo relativo a su labor consagrada de sacerdote como en la de ente social -consciente de su rol patriótico e histórico- que le impulsó a afrontar con gallardía las diferentes circunstancias de la época. Éstas se caracterizaron, precisamente, por la ya citada inestabilidad social, política y económica que atravesaba el país desde finales del XIX y principios del XX; muchos de esos eventos habían sido sorteados con arrojo y coraje por Monseñor Meriño, su protector y predecesor al frente del arzobispado, y, luego, del solio presidencial que ambos ocuparon como signo inequívoco del compromiso o responsabilidad social que marcó la vida de estos ilustres jerarcas de la iglesia. Pero, la personalidad de Nouel era más sosegada, conciliadora y academicista, afirma Joaquín Balaguer en su Historia de la Literatura dominicana donde figura como uno de los connotados oradores del período que estudiamos, por ende, es precisoresponder dos preguntas: ¿Cuáles eran sus angustias personales, como pastor de la grey católica y como ciudadano dominicano? ¿Cuál era su concepción de identidad dominicana?

Al parecer, le acompañaron los pesares de quien ve el horizonte empañado por las malas artes de los iracundos o ególatras que solo buscan su bienestar, en menoscabo del bien común; por suerte, junto a monseñor Nouel otros prohombres y mujeres de su época también hicieron lo posible por enfilar nuestra nación por derroteros que permitieran el desarrollo integral de los dominicanos, es decir, de quienes tenían amor por este terruño como el caso de Salomé Ureña, gran renovadora de la educación junto Eugenio María de Hostos, el gran antillanista caribeño radicado en nuestro país por esa época.

Las posturas asumidas por Nouel ante las diversas situaciones que se le presentaron revelan que las acometió, tomando en cuenta diferentes aspectos, pero, dijo Ortega y Gasset, “el hombre es él y sus circunstancias”, en ocasiones, la desazón e impotencia ante la malicia o el tigueraje (diría yo) de muchos, le avasalló como dice Balaguer en la ya citada Historia de la literatura dominicana.

Era difícil la situación nacional de aquellos años, por un lado, exhibía una estructura social de hombres y mujeres ocupados en trabajar tierras sin dueños, una masa empobrecida y con escasa formación educativa, según señalan varios de los autores consignados por Cassá en su libro Pensadores Decimonónicos; por otro lado, estaba la naciente burguesía dominicana, conformada por sujetos que exhibían un espíritu acorde con la ideología del naciente capitalismo salvaje capaz de apoderarse de todo a cualquier costo. En definitiva, se tiene a un grupo que vive de la tierra para comer, y otro con mentalidad del valor que tiene la propiedad privada, escenario que explica la inestabilidad meridiana que reinó en el país durante casi toda la segunda mitad del siglo XIX, infestada por grupos o bandas que provocaban constantes revueltas y otros que vivían en rudimentario libertinaje, según refieren numerosos pensadores, músicos y escritores de ese período. Esta inestabilidad y debilidades institucionales derivaron en situaciones que se propagaron en el país y sirvieron de caldo de cultivo para que grupos arteros dominicanos facilitaran la intervención norteamericana en la República Dominicana. Dicha intervención se verificó en dos fases, la primera, un tanto burocrática 1905-1907, pues los yanquis ocuparon nuestras aduanas, dado que impusieron la llamada Convención Harding, acuerdo económico con el objetivo del naciente imperio neocolonialista cobrar los préstamos que le habían otorgado al gobierno de Lilís, debido a que, a principios del siglo XX la economía dominicana era un fracaso, factor que también sirvió de argumento para la intromisión extranjera en los asuntos patrios.

A la sazón, Horacio Vásquez ocupaba de modo provisional la presidencia de la República, las negociaciones con Norteamérica se realizaban a través del ministro de relaciones exteriores Emiliano Tejera, quien formó parte de la Convención del año 1907, donde el país se comprometía a no firmar acuerdos con Europa a cambio de la resolución de los problemas económicos.

Si embargo, los términos de este tratado no fueron suficientes para el águila del norte, pues, en el año 1916, los Estados Unidos ocuparon militarmente el país, focalizándose en renglones administrativos y económicos; este accionar provocó cambios sociales y culturales que se concretizaron en las frecuentes protestas publicadas por parte de  intelectuales y personalidades criollas, así como el surgimiento de movimientos sociales y patrióticos de carácter rural  como el milenarista Olivorio Mateo en el Sur del país y los denominados Gavilleros del Este, cuyas tácticas de guerra de guerrillas mantuvieron en zozobra a las tropas invasoras durante muchos años.

Esa tensa situación cundió por todo el país, especialmente en la región Este, hasta que en 1922 un grupo gavillero se rinde y firman un pacto de cese a las hostilidades, gracias al efectivo trabajo de un despiadado soldado de la Guardia Civil llamado Rafael Leónidas Trujillo, quien se encargó de que muchos de estos revolucionarios fueran apresados, torturados, condenados o martirizados hasta la muerte; empero, otras figuras emblemáticas de los gavilleros como Gregorio Urbano Gilbert o Cayo Báez lograron milagrosamente librarse de la muerte a manos de las tropas invasoras.

A pesar de la notoria debilidad institucional de la República Dominicana, el sentido de nación, de patria y los valores humanos que se fueron conformando a lo largo de su historia social, los valores subyacentes de los hombres y mujeres se fueron convirtiendo en práctica social a favor de la colectividad. Podríamos decir que, con la intervención norteamericana a la República Dominicana, se vivió una transgresión cultural, política y económica. Resultado de la práctica imperialista y expansionista en América cuya única intención era mostrar poderío y someter a los ciudadanos, según afirmara Roberto Cassá en una de las clases del Doctorado en Humanidades de la UASD, y agregó, “nuestra nación vivió una verdadera dictadura, pues quien se opusiera o manifestara en contra era perseguido y muchas veces apresado o torturado hasta morir, como les ocurrió a numerosos pobladores humildes, mujeres y hombres que cayeron ante sus verdugos”.

Ahora bien, ¿por qué solo se proscribió y menospreció con saña a los gavilleros del Este, a Olivorio Mateo, en San Juan de la Maguana, si hubo ilustres personalidades que también protestaron ante la incursión gringa?

Según algunos autores que han estudiado la conformación identitaria dominicana, entre estos la Dra. Josefina Zaiter, el accionar de grupos como los gavilleros u Olivorio Mateo han sido considerados y fueron tratados como malhechores, fueron empujados a actuar cuales bandidos sociales vengadores si hacemos referencia a la tipología que establece el filósofo inglés Eric Hosbawm en su obra Bandidos. Sin embargo, nuestros gavilleros y olivoristas eran patriotas auténticamente criollos, pero, muy pobres y  considero que es sino que les estigmatiza.

Nuestros irredentos fueron perseguidos y acusados injustamente al luchar por recuperar lo suyo, ya que su manera de defenderse les colocaba en el interregno de la ilegalidad, según las clases dominantes y esta conducta les incriminaba a los ojos del común social; su forma de protestar, el arrebato a machetazos  o desafiante desobediencia civil para exigir aquello que le habían robado, “tomar a la brigandina” los bienes que permitieran su sobrevivencia y la de sus familiares, así como reconocerse parte de un conglomerado social importante dentro del proceso de conformación de la identidad nacional, reconocimiento identitario que se expresaría diferente por parte de diversos actores ilustres de la burguesía criolla-en este proceso histórico-, quienes divulgaron publicaciones de rechazo aquí y en el extranjero.

Las comunidades depauperadas, la mayoría de la población de aquel período, tuvieron difícil la lucha por su “ethos”, pues la misma doctora Záiter nos recuerda que la nación dominicana tuvo que agotar una serie de situaciones que fueron determinantes tanto en los aspectos subjetivos como objetivos: 1. Las tensiones en torno a las relaciones dominico-haitianas (nuestra independencia). 2. La estrecha relación con las disposiciones hacia el pueblo haitiano (evidente durante la Restauración, pues el vecino país sirvió de base operaciones). 3. La situación de dependencia hacia los Estados Unidos de Norteamérica, cuya vigencia revela que aún no se ha superado la secuela neocolonial. 4. Ausencia de una integración amplia entre los sectores mayoritarios y populares que enfatice lo nacional. 5. El problema de no consolidación y fragilidad de las instituciones sociales, la existencia de conflictos en lo político y en el ejercicio del poder. 6. Y, la situación de crisis económica por la que atraviesa la sociedad dominicana (Zaiter, p. 91-92).

Estas precisiones eran más crudas en esa época, pues, los primeros años del siglo XX fueron muy agitados en República Dominicana, desangrándose la ciudadanía entre los seguidores de los caudillos jimenistas y horacistas. En medio de continuos desórdenes y revueltas, recordemos que el gobierno de los Estados Unidos, que había logrado en 1907 el derecho de intervenir las aduanas para garantizar el pago de la deuda externa, presionó hasta obtener el 26 de noviembre de 1912 la renuncia del presidente Alfredo Victoria.

Ya el 1 de diciembre de 1912, el Congreso Nacional eligió a Monseñor Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla como Presidente Provisional con el mandatode organizar unas elecciones libres antes de un año. Algunas fuentes históricas señalan que, pese a sus eminentes dotes negociadoras y que se logró convocar a elecciones, Monseñor Nouel, observando el desorden que reinaba, presenta su renuncia el 13 de abril de 1913, tras cuatro meses y trece días de efímera presidencia. Aunque hay discrepancia entre algunas fuentes que indican que su renuncia estaba fundamentada en el hecho de haber cumplido su cometido: establecer cierto orden y convocar a elecciones, otras fuentes, empero, destacan que monseñor se sentía cansado y dolido por la falta de apoyo o quizás porque se le estaba exigiendo ir en contra de sus principios, tal como declaraba en su carta de dimisión que abordaremos, de nuevo, más adelante.

El país quedaría durante 15 días sin que se ocupase la más alta magistratura de la nación, debido a las fuertes divisiones políticas. Finalmente, fue elegido un independiente, el senador José Bordas Valdez, quien tampoco fue capaz de controlar la situación de crisis que se vivía se sucedieron otros cuatro efímeros gobiernos.

El 3 de julio de 1916, escasas semanas antes de la ocupación, Monseñor Nouel había hecho pública una declaración oficial en la que justificaba su negativa a aceptar la propuesta efectuada desde el Congreso y el Senado para que asumiera, de nuevo, la presidencia del país (3).

Lamentablemente, la situación de caos que imperaba en el país propició la ocupación militar norteamericana, el 24 de julio del 1916, que habría de durar hasta 1924.  Invasión yanqui que encontró a monseñor Nouel en viajes de salud por Europa, pero regresó en cuanto pudo y remitió una carta a los dirigentes invasores para protestar ante tan oprobiosa medida. Durante las intromisiones de Norteamérica, 1905/7 y 1916-24, la República Dominicana se ha visto involucrada en distintos escenarios históricos que la fueron empujando hacia la idea de conformación de un ideal nacionalista.

El diccionario etimológico define transculturación como expresión formada con raíces latinas y que significa «que pasa de una cultura a otra».

Sus componentes léxicos son: el prefijo trans- (de un lado a otro), colere (cultivar), -ura (sufijo que indica resultado), más el sufijo -al (relativo a). De manera que, a la luz de las intervenciones norteamericanas este concepto no se asumió cabalmente en nuestro país, la imposición extranjera quedómarcada en lo económico y político. Es decir, no hubo un abandono de los valores culturales, quizás porque el objetivo fundamental de los yanquis se concentró en los aspectos señalados, evitando que la República Dominicana incurriera en nuevas deudas (con Europa, por ejemplo) y no pudiera saldar la que tenía con EEUU. Por lo tanto, las intervenciones norteamericanas al país, más que diseccionar la cultura dominicana, la consolida, tal como se puede leer en la variada y numerosa divulgación de obras literarias y la prensa nacional de la época donde publicaron las plumas más ilustres de ese período donde predominó lo nacional.

Como ya hemos visto antes, con los movimientos sociales- ejemplo, los gavilleros-constituyen una muestra del nacionalismo imperante en la mayoría de la población dominicana. Reclamos potenciados al máximo por renombrados intelectuales y personalidades dominicanas, quienes se manifestaron en defensa de la soberanía, a saber: el arzobispo monseñor Adolfo Nouel, Francisco Henríquez y Carvajal, Pedro Henríquez Ureña, Federico García Godoy, Juan Vicente Flores, Federico Velásquez, Emiliano Tejera, José Ramón López, Rafael Justino Castillo, Luis C. del Castillo y Américo Lugo, quien junto a otros se asocia en la cultural Unión Nacional Dominicana, éste también funda el Partido Nacionalista, en 1924.También se manifiestan las sufragistas, con Abigaíl Mejía. Es decir, nuestra idiosincrasia se iba acrisolando y muchos sectores se unen frente al invasor, ya que tanto los intelectuales como los campesinos veían en ese gringo invasor la otredad que subsumía su propia identidad, pues tal como señala el mexicano Gilberto Giménez, (2005) en su artículo “La cultura como identidad y la identidad como cultura”:“(…) En efecto, si miramos con un poco de detenimiento a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que estamos sumergidos en un mar de significados, imágenes y símbolos…”.

El sentimiento de identidad nacional es evidente en el testimonio del ilustre intelectual Juan Vicente Flores, autor de “Escritos desde aquí y desde allá” y de “Lilí: El sanguinario machetero dominicano” recogido en el libro de Roberto Cassá Pensadores Decimonónicos: “Tan pronto como recibió noticias del desembarco de la Infantería de Marina a mediados de mayo de 1916 redactó a la carrera un manifiesto de protesta, uno de sus últimos documentos conocidos. Lo tituló “Protesta”, fechado el 30 de mayo de 1916, y lo hizo circular en hoja suelta, como todavía se estilaba”. (p. 395)

Ahora bien, lo que sucedió desde 1916 hasta 1924, en la República Dominicanafueron diferentes eventos de autoafirmación identitaria, pues hubo una muestra constante de fuerza y de valentía de parte de los dominicanos para mantener su cultura, sentir palpable también en la prensa, cartas y discursos de la época.

Cabe resaltar aquí, además de partidos políticos y asociaciones culturales, dos grupos literarios que significaron la ruptura de la literatura criolla tradicional hacia lo moderno, hacia lo auténticamente nacional: el Vedrinismo de Vigil Díaz y el Postumismo de Domingo Moreno Jimenes, respectivamente. Los planteamientos estéticos de estas tendencias literarias insuflaron no solo savia nueva a las letras nacionales, sino también auscultar en las potencialidades internas que posibilitaba la realidad dominicana de esa época a través de la literatura y el libre pensamiento. Si bien estos impulsores no tenían pretensiones políticas ante los acontecimientos de la época, si se opusieron con su praxis a las relaciones de fuerza del imperio, aprehendieron que en la vida se requiere de un orden y apego a las leyes para vivir en sociedad. Tal como lo plantea Pedro Henríquez Ureña en su obra Seis ensayos en busca de nuestra expresión: “Había sido costumbre, al juzgar a los Estados Unidos, censurar aspectos parciales de su existencia nacional, esperando que el tiempo los corrigiera. Ahora cambia la actitud: se discute el conjunto de aquella civilización, su significado y su valor. (…) El mercantilismo, la absorbente preocupación de la riqueza, se encuentra en sociedades del ayer o del presente: el problema está en por qué la vida en los Estados Unidos descontenta, más que ninguna, a hombres y mujeres de espíritu, a pesar de las maravillas de su industria, a pesar de la hostilidad común y la bondad fácil…” (p. 75).

Aunque el carácter insular de la República Dominicana hace que, en la actualidad, sus ciudadanos valoren los fenómenos exógenos, la invasión yanqui del 1916 impulsó a que la población acunara y protegiera su acervo cultural cual caparazón protector ante cualquier amenaza extranjera. La mayoría de los dominicanos, pues, trataron de consolidar y afianzar su raigambre cultural, especialmente, el rasgo más difícil de conculcar: su identidad nacional. Por supuesto, hubo quienes se dejarían seducir por elementos exógenos y se convertirían en cómplices de las tropas invasoras, pero, serían los menos, aunque letales como el caso de Rafael Leónidas Trujillo, en tanto miembro de la ya citada Guardia Nacional.

Es necesario aquí, esbozarla psicología social imperante en la época de la intervención. Sujetos despojados de sus derechos(la mayoría de la población), una relación social multicultural donde la mayoría era sometida por una élite dominante, se convierte en caldo de cultivo para actos de bandolerismo con acciones al margen de las leyes, una isla de todos y de nadie legitima tropelías; la relación con una fuerza exterior que llega para imponer cierto orden político y económico, induce a instalar en el imaginario del dominicano común cierta indefensión social (la misma impotencia que quizás padeció Nouel, en ocasiones). Este escenario, precedido de las múltiples revueltas e inestabilidad integral que padecieron los dominicanos a finales del S.XIX y principios del S.XX, propició que surgieran reacciones de sobrevivencia que serían catalogadas por el invasor y una parte de la burguesía criolla como “bandidaje o tigueraje”1, como el caso de los Gavilleros que ya citamos, vilmente despojados de sus bienes y criminalizados por reclamarlas con los únicos medios que poseían, su fuerza bruta.

En consecuencia, consideramos que esa invasión yanqui al país, significó una disputa entre la exoculturación y transculturación, que no afectó los valores identitarios de la colectividad de la población, ya que la mayoría de los ciudadanos desarrollaron una serie de estrategias de sobrevivencia que, quizás, todavía perviven en muchos sectores, por ejemplo: el “estar chivo” o desconfiar del extraño o del generoso en demasía; responder con evasivas, evitando comprometerse; valorar la limpieza, el hogar y el honor familiar; así como atesorar sus creencias religiosas, costumbres e idioma. La identidad dominicana se consolidacon relación a la otredad representada por el invasor yanqui, hay una autoafirmación de lo hispánico y caribeño.

En tal virtud, para esa época hubo un pulseo educativo/cultural entre los seguidores hostosianos (tildados de anticlericales y pro yanqui, falacia que el académico Rafael Justino Castillo desmontó en enjundiosos y liberales artículos periodísticos)y quienes propugnaban por una educación apegada a la tradición con raíces hispánicas y clericales, es decir, esta última significaba la defensa de la idiosincrasia dominicana,por oposición a la cultura invasora.

Aproximadamente, desde el año 1902 la lucha por el poder en la República Dominicana se orquestó entre los partidarios de Horacio Vázquez y Juan Isidro Jiménez, en este período se sucedieron gobiernos de tendencia liberal que no consiguieron dotar de estabilidad política al país. Tras el asesinato del presidente Cáceres, en 1911, los «jimenistas» colocaron en la presidencia a Eladio Victoria y un año más tarde el arzobispo Nouel fue designado para sustituirle en el Palacio Nacional.

Recordemos que, entre el 30 de noviembre y 1 de diciembre de 1912, monseñor Nouel se convirtió en el primer presidente provisional de la República Dominicana y el trigésimo quinto presidente dominicano. Tenía la misión de organizar elecciones libres en un año. Sin embargo, algunas fuentes históricas -ya mencionadas- dan cuenta que se sintió deprimido y frustrado porque observó que seguía la crisis interna en el país, pese a sus esfuerzos, situación que aprovecharon los Estados Unidos para intervenir en los asuntos internos de la República Dominicana.

No obstante, se mantuvo al frente junto a su gabinete, integrado: Ministro de Interior y Policía, Lic. Andrés J. Montolío y Lic. José M. Nouel; Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Lic. Manuel de Jesús Viñas y Lic. Andrés J. Montolío; Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Arturo Grullón, Lic. Francisco Leonte Vásquez y Lic. Elías Brache hijo; Ministro de Hacienda y Comercio, Eduardo Ricart, Arturo Grullón (interino) y Eduardo Soler; Ministro de Guerra y Marina, Lic. Elías Brache Hijo, Arturo Grullón (interino), Jaime Mota y José M. Nouel (interino); Ministro de Fomento y Comunicaciones, José Manuel Jimenes y General Casimiro N. de Moya: y Ministro de Agricultura e Inmigración, Samuel de Moya, Emilio Tejera Bonetti y Enrique Montes de Oca.

Dejó el cargo el 13 de abril de 1913, al considerar que había cumplido su misión de ofrecer, un clima que permitiera la viabilización de algunas actividades democráticas como las elecciones. “Comprendo que por la Patria debemos sacrificar todos nuestros intereses, pero ni ella ni nadie tiene derecho a exigirnos el sacrificio de nuestra dignidad y de nuestra conciencia. Mientras procedéis a la elección del ciudadano que debe reemplazarme, pido a la divina providencia que os dé acierto en vuestra elección, y os suplico aceptar sentimientos de mi respeto»2.

El mandato del prelado terminó, por expreso acuerdo de monseñor y las demás fuerzas político/sociales, luego, se eligió a José Bordas como presidente.

Su rectitud y patriotismo le conminó a rechazar ofertas de los yanquis para paliar la crisis económica dominicana que, en su calidad de presidente tuvo que enfrentar, incluso, empleados públicos no devengaron sus sueldos durante meses. También recibió numerosas presiones de diferentes sectores de la sociedad dominicana, por ejemplo, los jimenistas y horacistas ejercían presión contra el presidente Nouel con el propósito de que le cediera posiciones de importancia en la administración pública. Los jimenistas liderados por Desiderio Arias controlaban la Línea Noroeste, así como las provincias de La Vega y Santiago.

Monseñor Adolfo A. Nouel y Bobadilla fue un fiel exponente del intelectual y ciudadano de su época, típico personaje renacentista al decir de Joaquín Balaguer, pues asumió múltiples responsabilidades, además de las  religiosas, trató de encarar y revertir las adversidades imperantes en la sociedad dominicana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, ya que cumplió diversos roles sociales: arzobispo, orador destacado, ciudadano y miembro de familia ejemplar, virtudes en la que destaca poner el bienestar de la patria por encima de sus intereses particulares, pues, recordemos que a contrapelo de su carácter conciliador y academicista, asumió la presidencia de la República Dominicana para estabilizar el caos político/social imperantes, garantizando con su desprendida labor la convocatoria a elecciones.

Años después, continuó ejerciendo su rol patriótico a raíz de la invasión norteamericana, de 1916, la cual repudió enérgicamente en una carta que remitió a los jefes de las huestes yanquis. Dicha invasión significó más inestabilidad y agitación social en el país, por lo que monseñor se concentró en su labor apostólica sin descuidar sus aportes a favor del desarrollo cultural de su querida patria, según consigna el padre Sáez, Nouel enviaba al jefe de gobierno de turno numerosas cartas solicitando lo que por derecho pertenecía a la iglesia o a los feligreses. Esto, en medio de una sociedad que se debatía entre el apego a los valores tradicionales y los aires de la modernidad: un grupo tenía perfume francés-ejemplo, el Vedrinismo- y el otro, olor a jazmín y azahares de raigambre castiza, opuestos al imperialismo yanqui, el segundo, empero, era conservador. Nouel era una patriota consciente de su rol ciudadano, al tiempo que era un claro defensor del legado hispánico que consideraba medular en nuestra conformación identitaria nacional. Ese espíritu hispanista le impulsaba a enjuiciar como un desatino la imposición yanqui en nuestro país, de ahí que trabaja en pos de revertir o atajar atisbos de influencia yanqui a nivel cultural y lingüístico, se empeña en el mantenimiento de los valores religiosos predicados por la iglesia católica. Según consigna el Dr. D. Francisco Manuel de las Heras y Borrero en un artículo, publicado en el sitio “Doce linajes de Soria”, afirma que: “Durante su etapa presidencial, Monseñor Nouel se destacó por su aprecio a España. Afecto que manifestó, por ejemplo, al ofrecer un simbólico regalo, cargado de honda significación histórica, el cual fue entregado cuando ya había concluido su breve mandato presidencial”.

“Alojado en el exclusivo Hotel Palace de Madrid, el Enviado Especial y Ministro Plenipotenciario del Gobierno Dominicano, Julio M. Cestero, informaba, el 15 de mayo de 1915, al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, que había presentado por intermedio de la mayordomía de Palacio a S.M. el Rey Don Alfonso XIII la caja de caoba, hecha con madera de la puerta mayor de la Iglesia de San Nicolás, y los azulejos y clavos de la misma procedencia, en cumplimiento de lo dispuesto por S.S. Ilma. Monseñor Adolfo A. Nouel, Arzobispo de la Primada, cuando ejerció interinamente la Presidencia”3.

El regalo de Monseñor Nouel era una “expresión de los vínculos históricos y de los sentimientos que unen a la antigua Española con la Nación Progenitora”, según consta en el oficio que acompañaba al obsequio. El Rey Alfonso XIII, enseguida, hizo saber a monseñor Nouel y al Gobierno Dominicano “cuanto aprecia su delicado y artístico regalo, expresión patente de los vínculos históricos y de los afectuosos lazos de sincero sentimiento que unen a las dos naciones” (comunicación de Cestero de 15 de mayo de 1915 al Secretario de Estado de Relaciones Exteriores)”4.

Esa sería solo una muestra tangible del acuciante hispanismo que animaba a monseñor Nouel, patente también en otra iniciativa suya que se concretizó el 12 de octubre de 1927, cuando, junto a doce connotados intelectuales dominicanos funda en nuestro país una filial de la Real Academia Española (RAE).

A partir de esa fecha, comenzó a funcionar la Academia Dominicana de la Lengua, entidad encargada de estudiar y fomentar el conocimiento, dominio, cultivo y difusión de nuestro acervo cultural más preciado: el idioma español, así como de las obras producidas bajo su impronta lingüística. Fue el Dr. Nouel y Bobadilla, su primer presidente, ocupó el Sillón A durante 10 años. Además, fue fundador y Miembro de Número de la Academia Dominicana de la Historia (Sillón B), desde el 16 de agosto de 1931. Era Miembro Correspondiente de la Real Academia Española, desde 1932.

Otros miembros fundadores de la Academia Dominicana de la Lengua fueron, a saber: Alejandro Wos y Gil, quien fungió como vicepresidente de la primera junta directiva; Federico Llaverías, secretario; Cayetano Armando Rodríguez, Manuel A. Patín Maceo, quien escribiría uno de los primeros diccionarios del español dominicano; Rafael Justino Castillo, gran defensor de monseñor Nouel y de la patria; Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Andrés Julio Montolío, Félix María Nolasco, Alcides García Lluberes, Bienvenido García Gautier y Arístides García Mella.

La profusa labor apostólica, cultural y de mediador que monseñor Nouel desarrolló en la República consta en algunas publicaciones, según registra el portal de la Academia Dominicana de la Historia, cito: Colección de Trabajos, Conferencias y Discursos Literarios, Políticos y Exegéticos (1910); Exhortación Pastoral del Excmo. Iltmo. y Rvdo. Señor Arzobispo de Santo Domingo, Primado de América (1916); Manual para Uso de los Párrocos y de los Clérigos en la Arquidiócesis de Santo Domingo (1919); Carta Pastoral (1920); Coronación de Nuestra Señora de la Altagracia: Historia de su Aparición y de su Culto Importantes Documentos Relativos al Estado Actual de Santo Domingo, 1920 (1920); Ordo Divini Officii Recitandi Missaeque Celebrandae ad Usum Archidiocesis S. Dominici (1925).

Según Balaguer: “(…) de la prosa del ilustre prelado fluye una gracia que nos atrae y que suple con ventaja la ausencia de que se advierte en ella de ritmo majestuoso y cantante; la que resulta de la armoniosa distribución de las cláusulas, de cierta unidad de acento que la caracteriza, de la suavidad con que sus párrafos rozan el oído (…) Sus oraciones más famosas y más justamente celebradas fueron: la que pronunció con motivo de la apoteosis del general Ramón Mella; la que dedicó a hacer la apología, el 20 de agosto de 1906, de su maestro monseñor de Meriño, y la que leyó en honor de Duvergé, con motivo del traslado de sus restos a la Capilla de los Inmortales en la Catedral Primada”5.

En los anexos de este trabajo consigno una muestra o fragmento de discurso y alocuciones suyas, que han sido recopilados por diversos autores que han ponderado su aporte a la nación dominicana y convendría divulgar más.

Según informaciones de algunos especialistas, existen otros textos que permanecen inéditos, como un libro de su padre titulado Historia Eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo, el cual pretendía corregir, según se puede constatar en el portal cubano EcuRed.

Tal como señalé antes, en la sociedad dominicana de aquella época, existía una pugna entre los afectos a las influencias extranjera (afrancesados y/o pro yanqui) y quienes propugnaban por salvaguardar los valores patrios (de clara raigambre hispánica, por supuesto).

A mi juicio, en nuestra sociedad dominicana predomina la corriente hispanista, y monseñor Adolfo A. Nouel es uno de sus más señeros representantes, quizás sea quien haya dejado una impronta emblemática, indeleble y vigente como guardián del tesoro cultural más preciado y distintivo de nuestra identidad, la lengua española. El respaldo más fehaciente a esa concepción hispánica de nuestra idiosincrasia se concretiza y es patente, enla fundación de una academia correspondiente de la Real Academia Española en nuestro país, signo inequívoco de que la “Lengua es la Patria”, tal como reza el lema de la Academia Dominicana de la Lengua, fundada como hemos dicho, el 12 de octubre de 1927, en la ciudad de Santo Domingo, gracias a la iniciativa del ilustre prelado dominicano.

Jacqueline Pimentel

Santo Domingo, 1 de junio de 2020.

_______________

  1. Término que ya habían acuñado los haitianos durante la ocupación al país, la primera mitad del S.XIX, según refiere Lipe Collado, en su libro El tiguere dominicano. Editora Yelidá, Sto. Domingo, 2000. p
  1. Palabras textuales de monseñor Nouel, en su carta de renuncia a la presidencia de la república. Tomado de la obra de Juan Ventura. Presidentes, juntas, consejos, triunviratos y gabinetes de la República Dominica. 1844—1984. Santo Domingo, Publicaciones ONAP, 1985, Págs. 46 y 47.
  1. La Iglesia de San Nicolás, en aquella época en ruinas, había sido edificada bajo los auspicios del Comendador Ovando, en la Ciudad de Santo Domingo, entre 1504 a 1508.
  2. El Dr. D. Francisco Manuel de las Heras y Borrero, presidente de la Diputación de esta Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria, originalmente dio a conocer este artículo en el número 25 de la revista «Atavis et Armis», órgano de comunicación del Gran Priorato de España de la Orden de San Lázaro y lo consigna tambiénLuis José Prieto Nouel en su estudio genealógico familiar.
  1. Balaguer, Joaquín. Historia de la Literatura Dominicana. N.A. Cap. XX, pág., 291-93.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Bello Peguero, Dr. Rafael Pbro. Editor. Monseñor Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla (datos Eclesiásticos), pág. 54, contenido Ramón Emilio Jiménez. El Arzobispo Nouel. Apéndices, Selección: Mons. Dr. Rafael Bello Peguero. Serie Hombres de Iglesia, Santo Domingo.
  1. Cassá, Roberto. Pensadores Decimonónicos. Volumen CCCLIII, Archivo General de la Nación y Universidad Autónoma de Santo Domingo, Facultad de Humanidades. Santo Domingo, 2019.
  1. Henríquez Ureña, Pedro Seis ensayos en busca de nuestra expresión. Babel. Buenos Aires, 2006.
  1. Hombres de Iglesia, volumen II. Obispos, siglo XX. Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla y Luis Antonio de Mena Steinkopf. Santo Domingo, Editora Búho, Págs. 59 y 60 (Comisión Permanente de Efemérides Patrias).
  1. Giménez, Gilberto. “La cultura como identidad y la identidad como cultura”. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. México, 2005 – academia.edu.
  1. Rodríguez Demorizi, Emilio. Discursos históricos y literarios. Ciudad Trujillo, R. D., 1947, páginas 398 a las 401.
  1. Prieto Nouel, Luis José Américo. Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla y su familia. Investigación genealógica. Santo Domingo, Editora Taller, 1993, página 155.
  1. Sáez, Pbro. José Luis. “Cronología de una vida (1862—1937)”, contenida en la obra Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel, tomo III. Santo Domingo, editora Búho, 2008, Págs. 239 al 272.
  1. Záiter M. Alba J. La identidad social y nacional en República Dominicana: un análisis psico-social. Editora taller, Santo Domingo, 2001.

 

CONSULTAS ELECTRÓNICAS

1.http://academiadominicanahistoria.org.do/wpcontent/uploads/2017/07/NouelBobadilla.pdf

2https://www.academia.edu/33296481/Resistencias_discursivas_de_intelectuales_de_Rep%C3%BAblica_Dominicana_durante_la_ocupaci%C3%B3n_estadounidense_de_1916-1924_nacionalismo_antiimperialismo_e_hispanismo.pdf?email_work_card=reading-history

3-https://acento.com.do/2017/opinion/8453488-trigesimo-quinto-presidente-rd-mons-dr-adolfo-alejandro-nouel-bobadilla/

4.Archivo General de la Nación, portal electrónico.

5-http://www.docelinajes.org/2011/10/monsenor-adolfo-alejandro-nouel-y-bobadilla-arzobispo-de-santo-domingo-presidente-de-la-republica-dominicana-y-caballero-de-la-orden-militar-y-hospitalaria-de-san-lazaro-de-jerusalen/

6-https://www.ecured.cu/Adolfo_Alejandro_Nouel_Bobadilla (portal cubano).

  1. https://rebelion.org/el-concepto-de-bandolerismo-social-en-eric-hobsbawm/

8.https://www.academia.edu/33296481/Resistencias_discursivas_de_intelectuales_de_Rep%C3%BAblica_Dominicana_durante_la_ocupaci%C3%B3n_estadounidense_de_19161924_nacionalismo_antiimperialismo_e_hispanismo.pdf?email_work_card=reading-history

9-http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=nouel-adolfo-alejandro

 

Otras consultas

  1. Balaguer, Joaquín. Historia de la Literatura Dominicana.
  2. Collado, Lipe. El tíguere dominicano: una aproximación a su cultura.
  3. López, José Ramón. Dos ensayos y artículos. Compendio. Fundación Corripio. 1991.
  4. Molina García, Pedro. Identidad y diferencia. Reproducción social y negación del otro. Gaceta de Antropología. Universidad de Almería, 1996. UNESCO.
  5. Las culturas del Caribe. Documento de la reunión de expertos sobre las culturas del Caribe. Santo Domingo, 1978. UNESCO.
  6. Introducción a la cultura africana en América Latina. París, 1979.
  7. Diccionario etimológico en línea.
  8. Sáez R, José Luis (Pbro.). “La Iglesia Católica dominicana ante la Ocupación Militar Norteamericana, 1916-1924”, CLIO, año 85, no. 191, revista Academia Dominicana de la Historia, Enero-junio de 2016.

 

Rafael Rodríguez-Ponga: «El nacimiento de un nuevo vocabulario, consecuencias lingüísticas de la pandemia»

Por Miguelina Medina 

 

En el marco de la obra Pandemia y Resiliencia: Aportaciones académicas en tiempo de crisis, el doctor Rafael Rodríguez-Ponga ha desarrollado el estudio “El nacimiento de un nuevo vocabulario: consecuencias lingüísticas de la pandemia”. Explica que “la nueva realidad ha llegado de golpe con numerosos países afectados por la expansión de un virus”. Dice que “es impresionante comprobar que las distintas lenguas han cambiado su vocabulario en tan solo unos meses”: “Recordemos que las palabras viral, virulento virulencia proceden de virus” –explica. “Parece redundante, pero estamos ante una dramática situación creada por la aparición de un virus de virulencia inesperada y difundido de forma viral” (p. 198).    

“Fenómenos lingüísticos”

Rodríguez-Ponga, intelectual español, lingüista y promotor cultural, explica que “los emisores de los mensajes han tenido que dar respuesta lingüística a las urgentes necesidades sociales”: “vemos que han procedido a incorporar neologismos prestados del inglés (covid), a popularizar palabras que estaban limitadas al lenguaje científico (coronavirus) o jurídico (confinamiento), a dar nuevos contenidos a palabras ya existentes (test, aforo), a generalizar siglas como nombres comunes (epi, erte) y a acuñar otros neologismos que utilizan los procedimientos habituales de derivación por sufijación (covídico, coronavírico), composición (coronacrisis) e incluso composición y sufijación a la vez (sologripista)”.

Dice que “este conjunto de fenómenos lingüísticos se ha producido en cuestión de semanas, de días”. Consigna que “el nuevo lenguaje covídico (NLC) ha recorrido el mundo entero” y que “la urgencia sanitaria se ha convertido en urgencia lingüística”.   “Los contagios patológicos se han unido a los contagios lingüísticos. La velocidad del virus ha estado unida a la velocidad de difusión de los conceptos y las palabras”, añade.

“Los cambios en el lenguaje”

“Distingamos entre lenguaje y lengua –explica–: lenguaje es la capacidad humana innata de comunicarnos, de hablar, oír y entender, mediante la palabra (el lenguaje humano); así como cada una de las formas especializadas de utilizar esa capacidad (v.g. lenguaje técnico, lenguaje científico…). Lengua o idioma es cada uno de los sistemas o conjuntos de signos lingüísticos, que desarrolla del lenguaje y que es propio de una comunidad”.   Señala que “los cambios en el lenguaje suceden –entre otras razones– como reflejo de la evolución de la sociedad” (p. 199).

Expresa que “en sociolingüística es aplicable la Teoría de catástrofes, que «concibe la realidad (en este caso lingüística) como algo estable, pero sujeto a cambios imprevistos y a discontinuidades» (Moreno Fernández, 2005, p. 118)”, y que “en estos momentos la innovación lingüística ha sido tan rápida y profunda que está afectando a hablantes de todo tipo”: “Los cambios producidos en nuestra realidad física y social, de forma tan abrupta (aparición del virus, pandemia, mortandad, confinamiento…) han hecho que tengamos que adaptarnos a la nueva realidad mediante nuevas formas lingüísticas”. Agrega que “la palabra y la realidad se unen y se incorporan a nuestra vida cotidiana, con distintas intensidades” (Rodríguez-Ponga, 1998).

 

Leamos los siguientes conceptos que en este sentido expone el autor:

  1. “Las palabras son signos lingüísticos compuestos de dos elementos: significante y significado: el significante es la forma acústica del signo, lo que decimos mediante la articulación de los órganos sonoros (boca, nariz, garganta), que puede trasladarse a la escritura. El significado es el contenido, el concepto, la idea que contiene ese signo, lo que quiere decir la palabra”. “Por tanto –explica– si una palabra adquiere un significado nuevo, estamos realmente ante un nuevo signo lingüístico”.
  2. “Los medios de comunicación social y las redes sociales han difundido con una rapidez asombrosa las creaciones léxicas y los nuevos contenidos, sin importar fronteras (Demoulin 2020, Pérez-Peña 2020)”.
  3. “Algunos de los nuevos signos han llegado a todo el ámbito lingüístico hispánico, pero otros han tenido una difusión reducida”.
  4. “En todo caso, como ha dicho Darío Villanueva, exdirector de la Real Academia Española, es «fundamental» adaptar el diccionario a la nueva realidad” (p. 200).

 

En España: “Los contenidos semánticos: de la calma a la guerra”

Rodríguez-Ponga expone que “en los dos primeros meses de 2020, tras la aparición de la nueva enfermedad, las autoridades españolas transmitían mensajes de tranquilidad y llamamientos a la calma”. Dice que “en la comparecencia de prensa, tras el Consejo Europeo extraordinario (Bruselas, 21 de febrero de 2020), el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez dijo (p. 201):

«Afortunadamente tenemos un sistema de salud pública en España extraordinario que está haciendo una labor básica, que es la de controlar, desde un punto de vista científico esta enfermedad, y también desde un punto de vista de comunicación trasladando garantías, certezas y tranquilidad a la opinión pública española».

Igualmente dice: “El 9 de marzo, dijo el Presidente del Gobierno: «Quiero lanzar un mensaje de unidad, de serenidad y de estabilidad». Al día siguiente, repetía las mismas palabras, tras el Consejo Europeo extraordinario sobre el coronavirus (La Moncloa, 10 de marzo de 2020):  «Quiero en consecuencia enviar por ello un mensaje de confianza a todos los españoles, al conjunto de la ciudadanía, un mensaje de unidad, de serenidad y de estabilidad […] Nos encontramos ante una emergencia sanitaria global que afecta ya a más de ciento un países y que requiere por tanto de una respuesta coordinada y multilateral»” (p. 202).

Luego de analizar todos los textos citados en las páginas 201 y 202, Rodríguez-Ponga explica: “Nótese que serenidad aparece ya en un contexto de emergencia. Días después, en la declaración institucional del Presidente del Gobierno anunciando el estado de alarma (La Moncloa, viernes 13 de marzo de 2020), el vocabulario había cambiado: «[…] Estamos solo en la primera fase de un combate contra el virus que libran todos los países del mundo y en particular nuestro continente, Europa»”:  “De calma y serenidad –dice más adelante–, pasamos en solo unos días, a extraordinario, excepcional, alarma, muy duras, dificultad. Y ya introducía un elemento nuevo: el lenguaje bélico (combate)”.

Explica que “tranquilidad y alarma, en lugar de ser palabras contradictorias, pasaron a ser palabras cercanas y complementarias” y consigna que esto “contribuyó a generar desconfianza en los mensajes y a aumentar el desconcierto de la población, lo que se transformó, con sentido del humor, en un sinfín de chistes”: “Los mismos que hablaban de calma, hablaban de alarma, en la primera quincena de marzo”.

 

“Las palabras se endurecieron”

“La pandemia avanzaba y las palabras se endurecieron. Un mes después, el lenguaje era abiertamente bélico –dice–, en una escalada inesperada” (p. 203).

Cabe destacar que esta pena que se percibe en las palabras del autor, por el amor a la pureza de su lengua y a la humanidad misma, ya la había expresado en el texto que transcribo de su sensible testimonio (pie de la página 200): “Escribo en Barcelona, durante el estado de alarma, en mayo de 2020. Gracias al teléfono móvil y al ordenador portátil, mantengo la conexión a Internet, Facebook, WhatsApp… para hablar con muchas personas, estar informado y observar cómo está evolucionando el lenguaje”. Y en palabras previas a estas acotaciones expresó: “Quiero hacer este breve análisis de cómo se ha desarrollado este cambio lingüístico y cómo ha cambiado nuestra vida, en un torbellino en el que todavía estamos inmersos cuando escribo estas líneas”. “Hay personas que se han dedicado ex profeso a crear neologismos, con juegos de palabras y nuevos significados”, expresó.

Rodríguez-Ponga señala que “el Domingo de Pascua de Resurrección, 12 de abril de 2020, a las 3 de la tarde, en una hora de máxima audiencia, las televisiones transmitieron en directo las palabras de Pedro Sánchez, tras haberse reunido por videoconferencia con los presidentes autonómicos”. Dice que “su actitud mostraba un formato entre mensaje a la nación, conferencia de prensa y declaración de guerra. Estas fueron sus palabras”:  «Desde los tiempos de II Guerra Mundial, nunca la Humanidad se había enfrentado a un enemigo tan letal para la salud y tan pernicioso para nuestra vida económica y social. […] Cuatro semanas que están a punto de cambiar el curso de esta guerra. […] Todavía estamos lejos de esa victoria, del momento en el que recuperaremos esa nueva normalidad en nuestras vidas. […]. Nada nos va a detener hasta vencer en esta guerra. […] Estamos inmersos en una guerra total que nos incumbe a todos. Y la respuesta en consecuencia debe ser común, unida. Tanto en el plano nacional como en el europeo y también global. […] Del primero al último, nuestros compatriotas están librando una guerraForman en primera línea los sanitarios que llevan semanas batiéndose contra el virus esa línea de combate, muchas veces con armas y recursos insuficientes. […] Hoy, los españoles, como el resto de la Humanidad hacemos frente a un enemigo formidable. Un enemigo mortal que ha invadido nuestras ciudades y nuestros pueblos, poniendo en peligro nuestras vidas, nuestra salud, nuestra economía, en definitiva, nuestra manera de vivir. Los campos de batalla, allí donde se vive con crudeza toda la crueldad de nuestro enemigo, están principalmente en los hospitales y en las residencias de mayores. Para ayudar en esa batalla, para liberar la presión que ejerce el virus sobre nuestro sistema sanitario todos los españoles nos hemos confinado. […] Dentro de unas semanas concluirá el confinamiento y entraremos de lleno en la fase de la Reconstrucción».

“Leer este texto sobrecoge”, expresa Rodríguez-Ponga. Es inevitable hacerse preguntas. ¿Estamos en guerra? ¿Ha habido declaración de guerra? ¿Nuestro «enemigo formidable» es solamente un virus? ¿El Presidente está usando un lenguaje retórico? ¿O nos está diciendo, realmente, que aquí hay una «guerra total»?  ¿Nos está avisando de algo aún más grave sin que la audiencia se esté dando cuenta?”.

“A veces es difícil saber el significado de las palabras”, expresa. “¿Qué significa guerra? –dice–, hablan de guerra y no vemos bombas ni disparos. La realidad y las palabras no siempre van juntas, al mismo tiempo hablan de «evolución positiva», mientras nos llegan noticias de muertos y enfermos. La claridad del mensaje se trastoca por la mezcla de significados. Y las palabras siempre tienen un impacto en la audiencia”. Expone que “lo sorprendente es que las palabras de Pedro Sánchez respondían a un planteamiento internacional. No eran un mero recurso estilístico personal. El presidente de la República Francesa, Enmanuel Macron, había pronunciado un discurso a la nación el 16 de marzo: «Nous sommes en guerre […]»  (‘Estamos en guerra[…]’)” (p. 205).

En este contexto el autor cita al “exgobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi”: «We face a war against coronavirus and must mobilise accordingly» (‘Nos enfrentamos a una guerra contra el coronavirus y debemos movilizarnos en consecuencia’)”. Y de igual forma cita “noticias de Estados Unidos: ‘El presidente Donald Trump ha descrito la pandemia de coronavirus como el peor ataque contra Estados Unidos, señalando a China […]. Esto es peor que Pearl Harbor, es peor que el World Trade Center. Nunca ha habido un ataque como este’)”.

 

“Los alarmistas y los sologripistas

Rodríguez-Ponga señala que “en ese contexto en España había surgido la distinción informal y burlesca entre alarmistas y los sologripistas”. Explica que “los primeros eran acusados de crear alarma social y de agrandar la gravedad de la epidemia; los segundos, de minusvalorar el riesgo al considerar que solamente era una gripe especial (solo + gripe + –ista)”. “El sologripista es percibido como insensato: «Como provocador nato, Bret es sologripista y cree que esto de la cuarentena es una chorrada»” (p. 206).

“A partir de ahí –señala– Pulido (2020) distingue tres corrientes de opinión y, además, considera que hay «sologripismo de primera oleada» y «sologripismo de segunda oleada»”. Dice que denomina esas “tres corrientes de opinión que han facilitado la propagación del coronavirus de la siguiente manera: 1) «Sologripismo» (el coronavirus tiene baja tasa de letalidad y/o ya se ha propagado mucho, 2) el «soloeconomismo» (se priman los resultados económicos sobre la salud pública y 3) «solouvismo» (la recuperación económica será rápida y en V)” (p. 207).

“La causa: el nuevo virus, su nombre y sus derivados” 

Rafael Rodríguez-Ponga recorre la problemática de la cual diserta en este estudio y expone que “el origen de esta alarma está en la aparición de enfermos con síntomas desconcertantes en la ciudad de Wuhán, en China, en los últimos meses de 2019. Descubrieron que la causa era un nuevo virus”.

Dice que “al surgir en China, lo más sencillo era llamarlo virus chinovirus de China o, por su lugar de origen virus de Wuhán, como se hizo durante enero de 2020” (p. 207). Dice que “en El País, Oriol Güell, decía el 31 de enero: «Normalmente se bautizan con el nombre del lugar donde fueron descubiertos, así que probablemente será el virus de Wuhán»”. Señala el autor que “en efecto es un procedimiento habitual”: “La Organización Mundial de la Salud acuñó virus del Ébola… por el río Ebola, (el Congo) […]; y virus de Zika… por el bosque de Zika (Uganda) […]. En 1918 gripe española”… en España”. Dice “hoy, la OMS (2015) tiene unos criterios para evitar nombres que puedan usarse de forma ofensiva, como podría ser la alusión a China”. Destaca que “la OMS buscaba un nombre y dejó de hacer referencia al lugar de origen”.

 

“Batalla política internacional con las palabras”

Explica Rodríguez-Ponga que “las fórmulas virus chino, virus de China y virus de Wuhán se cargaron de connotaciones y empezaron a percibirse como fórmulas internacionales para hacer una velada acusación a las autoridades chinas”. Añade que “los políticos de varios países, empezando por Trump, las usaban para subrayar la responsabilidad de China en el inicio y la difusión de la pandemia”.

 

Chinofobia o sinofobia”.  Estos son “neologismos popularizados en los primeros meses de 2020”.  “Quien hablara del lugar de origen de la pandemia pasaba a ser acusado de chinofobia o sinofobia” (p. 208). Dice que esos neologismos “no están en el Diccionario de la Lengua Española (DLE)”, que “es la obra principal de la Real Academia Española (RAE) y está hecho junto con las demás academias de la lengua española de todos los países hispanohablantes”. Señala que “la Fundéu prefiere la forma Chinofobia: […] «es preferible el término chinofobia frente a sinofobia, pues el elemento compositivo sino- se emplea para aludir al estudio de la lengua y a la cultura de la China»” (p. 208).

Rodríguez-Ponga consigna que “el 11 de febrero fue un día clave”: “Ese día nació un neologismo. El nuevo virus fue clasificado por el International Committee on Taxonomy of Viruses (ICTV), que depende de la International Union of Microbiological Societies (IUMS) con la siguiente conclusión (p. 210): ‘El nombre del virus es “coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo [o grave], SRAS-CoV-2)’”.  Explica el autor que “el nombre de “coronavirus de tipo 2” causante del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV-2) fue elegido «porque el virus está genéticamente relacionado con el coronavirus responsable del brote de SRAS de 2003, aunque se trata de dos virus diferentes» (OMS, 2020)”. Agrega que “inmediatamente, la OMS acuñó el nombre de la enfermedad, COVID-19”.

Dice, entonces, que “desde el 11 de febrero de 2020 tenemos que distinguir tres nombres: 1) una familia de virus: coronavirus; 2) el nuevo virus: SRAS-CoV-2; y 3) la nueva enfermedad: COVID-19. Las tres denominaciones internacionales”.

Corona y virus son dos palabras latinas”

Rodríguez-Ponga explica que “coronavirus es una palabra compuesta por corona y virus y alude a que tiene forma de corona” y “resulta fácil de comprender y de pronunciar en español, porque ambas son palabras de uso habitual”. “Corona y virus son dos palabras latinas” y “como latinismo científico, coronavirus existe en muchos idiomas”. Explica que “con pequeñas modificaciones ortográficas tenemos:

*Coronavirus (español, catalán, gallego, francés, italiano, rumano etc.).

*Coronavirus (plural Coronanivures), en inglés.

*Coronavírus en portugués.

*Coronavirus (plural Coronaviren) en alemán.

*koronabirus en vasco

*koronawirus en polaco

*Coronavirus (plural Coronavirussen) en neerlandés

*koronavirüs en turco

*koronavirus en malayo e indonesio, etc.

 

Informe de la RAE

Por otro lado, el autor consigna que la “Real Academia Española ha informado que «el término coronavirus no se encuentra en la más reciente actualización del DLE, pero ya ha sido propuesto para su estudio y posterior incorporación» y da normas sobre su uso: se escribe unida, coronavirus, la forma en plural es invariable, es decir, es igual que en singular (los coronavirus). Y especifica su etimología: «El nombre se debe al parecido de la parte exterior del virus con la corona solar»”.

 

“Hiperonimia y metonimia”

Coronavirus ha pasado a tener tres significados (una familia de virus, un virus y una enfermedad), porque se han producido dos fenómenos lingüísticos: la hiperonimia y la metonimia”.

Explica: 1. “Es un hiperónimo, es decir, una palabra de significado amplio que abarca el significado de otras palabras con significados concretos reducidos; por ejemplo, pájaro, es hiperónimo de jilguero y de gorrión; y por el contrario jilguero y gorrión son hipónimos de pájaro”. Señala que “la denominación SARS-CoV-2 queda reservada para el lenguaje médico-biológico y no está en el lenguaje habitual”. 2. “El hecho de que llamemos coronavirus a la enfermedad se debe a una metonimia, es decir, el fenómeno lingüístico y retórico que consiste en tomar la causa (coronavirus) por el efecto (covid) y viceversa, como las canas por la vejez” (p. 212).

“Estos fenómenos de hiperonimia y de metonimia no han surgido en el habla cotidiana porque estemos confundidos por falta de conocimiento”. Aclara que “la realidad es que la confusión empezó en la propia OMS y sus comunicados y, a partir de ahí, en los medios informativos”.

 

“Cadena de novedades” 

El autor expone que “una vez que la palabra coronavirus ha quedado fijada en el español, se ha producido una cadena de novedades”:  “el corona, coronial, coronabeso, coronabrazo, coronabonos, coronabulo…”.

“Algunos hablantes recurren al acortamiento –dice–: el corona. Explica que “el acortamiento es la «palabra resultante de la reducción de la parte final o inicial de otra palabra; p. ej., cine, bici, bus, fago por cinematógrafo, bicicleta, autobús, bacteriófago, respectivamente (DLE). Y destaca que “hace unos meses decir el corona habría sido chocante. La palabra corona, de género femenino también tiene género masculino, con este significado” (p. 213). “De corona ha surgido el derivado coronial para la generación de niños pequeños que han nacido o que se están criando en tiempo de coronavirus, que se supone tendrán unos comportamientos especiales: generación coronial (Monzó 2020). Es palabra procedente del inglés”. “También –sigue explicando– se han creado palabras compuestas, formales o informales, con corona– con el contenido semántico de ‘en tiempo de la pandemia provocada por el coronavirus’: coronabeso y coronabrazo. “Son expresiones informales, entre amigos y parientes, para el ‘beso o el abrazo enviado en la distancia en tiempos de la enfermedad del coronavirus’: «te mando coronabesos», «recibe un coronabrazo». “Coronabonos son los ‘bonos de deuda que se pretende sean emitidos por el Banco Central Europeo para financiar a los países europeos de la zona euro que atraviesan dificultades económicas como consecuencia de la pandemia creada por el coronavirus’”. “Coronabulo es el ‘bulo la noticia falsa, o por lo menos no contrastada, difundida, generalmente, por las redes sociales, para deformar la información gubernamental sobre el coronavirus y sus consecuencias, sobre su origen, sobre las medidas de protección o sobre la situación general durante la pandemia’; también se han llamado coronafakes palabra compuesta a partir del inglés fake news ‘noticias falsas’”. El autor añade que “los coronabulos han funcionado tanto para minimizar lo sucedido (“es poco más que una gripe normal”) como para magnificarlo (“estamos en una guerra química mundial”)”. Otros estudiados por el autor son “coronachiste, coronacoma, coronacompra, coronacrisis, coronacuento. coronaverso, coronajuegos”, (pp. 214, 215).

“Por otra parte –explica Rodríguez-Ponga– han aparecido derivados con sufijos: “coronavírico, -a ‘perteneciente o relativo al coronavirus’ y coronaviroso, -a ‘persona que ha contraído la enfermedad provocada por el coronavirus’”. Otros son “coronavirología (inglés coronavirology, francés Corovanirologie, alemán Corona-Virologie)”. “He visto en televisión a una investigadora española que se definía como coronaviróloga, de manera que coronavirólogo, -a (inglés coronavirologist) es ‘especialista en coronavirología’”. Y completa expresando que “es posible que estas voces ya existieran entre el reducidísimo grupo de especialistas, pero hasta ahora no habían salido a la luz”.  Expone que “mediante el prefijo anti– han aparecido anticoronavirus, que se escribe unido, sin guion: “vacuna anticoronavirus”; anticoronavírico, -a que puede tomarse en sentido médico (“Un nuevo anticoronavírico alcanza buenos resultados”) o en referencia a todo aquello que ayude a aliviar la situación de dificultades provocadas por la pandemia”.

 

Entremos ahora al complemento del detallado estudio 

Ya se ha expuesto en la primera parte de esta reseña, “La causa: el nuevo virus su nombre y derivados” (ver página 5 de esta reseña o página 207 del libro referenciado en la última página).  Leamos ahora, más brevemente, “El efecto: la nueva enfermedad su nombre y sus derivados” (Recomiendo leer completo el estudio original, para disfrutar más ampliamente su esplendor).

“COVID-19”.  El autor ha señalado que “el mismo 11 de febrero en que nació el nombre del virus SARS-CoV-2, nació también el nombre de la enfermedad”. “El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, anunció: «En primer lugar, la enfermedad ya tiene nombre: COVID-19. Se lo voy a deletrear: C-O-V-I-D, guion, diecinueve. Lo dijo en inglés: I’ll spell it: C-O-V-I-D hyphen one nine – COVID-19»”.

Expone Rodríguez Ponga que “el comunicado de la OMS explicaba la formación del nombre: «WHO has named the disease COVID-19, short for “coronavirus disease 2019”». Se trata de un acrónimo compuesto por co de corona, vi de virus, d de disease ‘enfermedad’ y 19 en referencia al año 2019, en que apareció”.

Explica que “el neologismo nació «de acuerdo con las directrices elaboradas previamente en colaboración con la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La OMS y el ICTV mantuvieron consultas en relación con el nombre del virus y de la enfermedad»”: “Estas directrices se fijaron «‘con el fin de minimizar el impacto negativo innecesario de los nombres de enfermedades en el comercio, los viajes, el turismo o el bienestar animal, y para evitar causar ofensas a cualquier grupo cultural, social, nacional, regional, profesional o étnico’» (OMS 2015)” (puede leerse el original en inglés en las páginas 217 y 218).  Rodríguez-Ponga expresa que “esto explica por qué la OMS buscó un nombre que evitara las alusiones a China”: “Desaparecieron las denominaciones provisionales de neumonía china, neumonía de Wuhán, gripe china y similares que habían aparecido en los medios informativos”. Dice que “hay que destacar que tiene un número en referencia al año […]. Su presencia sugiere la posibilidad de una secuencia COVID-20, COVID-21… en los próximos años, sin necesidad de crear nuevos nombres, como fueron en su día MERS y SRAS (SARS)”. Y añade que “aunque la OMS, creadora de la palabra, optó desde el principio por escribir la COVID-19, los medios informativos dudan y escriben COVID-19Covid-19covid-19 o simplemente covid. Y en las radios y televisiones oímos [kobíd] y [kóbid]”.  “La palabra es tan nueva –apunta– que hay dudas sobre su escritura, su género gramatical y su pronunciación”.

Lo que “dice la Real Academia Española” (p. 219):  «El acrónimo COVID-19 que nombra la enfermedad causada por la SARS-CoV-2 se usa normalmente en masculino (el COVID-19) por el influjo del género de coronavirus y de otras enfermedades víricas (el zikael ébola), que toman por metonimia el nombre del virus que las causa. Aunque el uso en femenino (la COVID-19) está justificado por ser enfermedad (disease en inglés) el núcleo del acrónimo (COronaVIrus Disease), el uso mayoritario en masculino, por las razones expuestas, se considera plenamente válido.

¿Se escribe COVID-19 o covid-19? Al ser un acrónimo de reciente creación, aún no lexicalizado, lo indicado es su escritura en mayúsculas en todas sus letras. Solo si con el tiempo llegara a convertirse enteramente en el nombre común de la enfermedad, la escritura indicada sería en minúsculas, covid-19. ¿Cómo se pronuncia COVID? No hay una norma que determine cómo se acentúan prosódicamente los acrónimos en mayúsculas; por lo general, suele aplicarse el patrón acentual mayoritario para palabras con estructura similar. Así, lo normal es pronunciar [kobíd]».

 

“Unos han optado por el masculino y otros por el femenino”

“La OMS prefiere la forma en femenino, la COVID-19. Su filial americana, la Organización Panamericana de Salud (OPS), ha llegado a usar ambos géneros en el mismo documento […]. El titular de la portada de El periódico de Catalunya, el 10 de mayo de 2020, era «El covid empuja a las ciudades a reinventarse», en la versión en español; y «La Covid empeny les ciutats a reinventarse», en su edición en catalán”.

“Nótese –dice el autor– que consideran la palabra ya incorporada, en minúsculas y sin el número 19; que en castellano es masculino y va con minúscula inicial; mientras que en catalán es femenino y con mayúscula inicial”.

En cuanto al génerocovid (y ya lo escribo como nombre común, dice el autor) es una palabra ambigua: admite la concordancia en masculino o femenino sin que cambie el significado o el designatum. Sucede lo mismo con otra enfermedad muy conocida y antigua, que admite dos pronunciaciones: reuma y reúma; y dos géneros gramaticales: el reúma o la reúma”.  Añade que “en cuanto a la pronunciación, en español hay otras palabras terminadas en –id, con [í] tónica: adalid, ardid, David, Madrid, vivid (y sus derivados sobrevivid, convivid…), servid, hervid, o el sintagma la vid. Por tanto, covid se incorpora con normalidad al español, sin tener que forzar nada, a pesar de las vacilaciones”. Sin embargo, dice, “es cada vez más frecuente oír [kóbid], incluso [kóbi] con pérdida de la [–d]”. “Además, observa, que “han aparecido derivados por sufijación […] y por prefijación […] con sus formas en femenino” (pp. 220, 221).

 

“El efecto por la causa, el enfermo por la enfermedad”

Expone el autor que “por metonimia (el efecto por la causa, el enfermo por la enfermedad), se empieza a usar covid para referirse a una persona: «ese señor es covid», «cuidado, que soy covid (o cóvid)»”. “Así se hace en ámbitos hospitalarios”, dice. “Covid se utiliza como oposición, con sentido adjetivo, por ejemplo, al hablar de los servicios de un hospital: el equipo covid, la planta covid, los casos covid…”.

Veamos el siguiente análisis de la palabra covidiota: dice que “es la ‘persona que no se toma en serio las recomendaciones sanitarias frente a la pandemia de covid’”:  “Está formada por covid + idiota, con la eliminación de una sílaba id que resulta repetida, porque habría dado *covididiota. Es una haplología, tipo de abreviación consistente en la «eliminación de una sílaba semejante a otra contigua de la misma palabra» (DLE), como tenista (porque tenis + ista daría *tenisista)”.

Al covidiota también se le ha llamado coronaburro, que debe añadirse a la lista de derivados de corona (p. 221). Recoge también covidcionario, que “es la recopilación del léxico covídico”. 

El autor, profesor y lingüista, expresa que “queda pues ratificada la idea de que la creatividad lingüística se ha multiplicado en esta etapa de nuestras vidas, pero «estas nuevas palabras en torno al coronavirus son una ganancia muy cruel para la lengua» (Pons 2020)” (p. 222).

Rodríguez-Ponga trata otros temas relacionados con su estudio e incluye las palabras generadas. Ellos son: “Las consecuencias sanitarias: la pandemia”, incluye las palabras “epidemia, pandemia mundial, pandemia global…”. Dice que “la pandemia ha renovado la palabra epicentro”. También “mortandad, mortalidad y letalidad, tres palabras de significados cercanos que han pasado del lenguaje técnico al lenguaje diario. No son neologismos y no han cambiado su significado, pero esta situación ha servido para fijarlos, más allá del DLE”. “Para no confundirnos –dice–, digamos que mortandad es la «gran cantidad de muertes causadas por epidemia, cataclismo, peste o guerra» (DLE); mortalidad es la ‘tasa de muertes producidas en una población durante un tiempo dado, en general, o por una causa determinada’ y se fija, por tanto, señalando el número de muertos en relación con el número de habitantes; y letalidad es la ‘tasa de muertes producidas entre quienes han contraído una enfermedad’ y se fija señalando el número de muertos en relación con el número de enfermos de esa enfermedad (OPS 2020)”. Otro tema es “La reacción: las medidas de protección”: “La mascarilla ha sido el más famoso elemento de protección: ‘máscara que cubre la boca y la nariz para proteger al que respira, o a quien está en su proximidad, de posibles agentes patógenos o tóxicos’ (DLE)”. Pero también el autor cita “gestos de barrera, es una expresión que se emplea en el ámbito de la sociología y la psicología, como parte de la comunicación no verbal, para referirse a los gestos físicos que se hacen con el cuerpo para establecer distancia con los demás, como cruzar los brazos o las piernas”. Otros temas son: “Los espacios: hospitales, residencias y domicilios”“Las víctimas: las personas”“Las consecuencias sociales: de la cuarentena al confinamiento” y “La adaptación social: la transición a la nueva normalidad”.

Leamos, para terminar, un poco de este último tema: “La adaptación social: la transición a la nueva normalidad”: Rafael Rodríguez-Ponga expresa que “la pandemia y el confinamiento obligaron a pensar cómo actuar. Apareció, lógicamente, el prefijo pos–, post, para hablar de la nueva situación: la pospandemia, la poscuarentena, el posconfinamiento”. Dice que “se ha producido un cambio sintáctico, de forma que se prefiere la aposición –dos sustantivos juntos– en lugar del complemento con preposición de o en. Así, normalmente decimos «la cultura de la posguerra» o «la vida en la posguerra», pero ahora se dice «la vida pospandemia», «la vida poscuarentena» o «la docencia post-covid-19»” (p. 238). “Esta nueva etapa ha recibido el nombre de nueva normalidad”.

“La expresión nueva normalidad o Nueva Normalidad, con mayúscula, resulta también ser propia del NLC internacional, en varios países, en varios idiomas: New normal, nouvelle normalité, nuova normalitá, neue normalität, etc.”. Añade que “en España es la denominación oficial de esta etapa” (p. 239).

Nueva normalidad cruzó el atlántico y los gobiernos, de México a Chile, empezaron a usarla”. Señala que “en Chile, atribuyeron su formulación al canciller austríaco (pp. 239, 240)”: «[…] La nomenclatura, que en su idioma original es “neue normalität”, comenzó a usarla el canciller austríaco Sebastián Kurz el 14 de abril, cuando ese país llevaba cuatro semanas de confinamiento. “Podemos aplicar el primer paso hacia una nueva normalidad”, dijo aquella vez»”. “Sin embargo –apunta Rodríguez-ponga–, nueva normalidad ya fue usada, como queda dicho por Pedro Sánchez, con anterioridad”. Dice, además, que “en República Dominicana, han acuñado covidianidad, un neologismo lingüísticamente válido, por estar creado conforme a las reglas de nuestra lengua”.

Por mi parte agradezco, al autor, el esplendoroso estudio, y añado que la Fundéu Guzmán Ariza, aquí en República Dominicana, aclaró sobre el origen del uso de este neologismo, covidianidad, usado en nuestros medios de comunicación. Cito de su página de Internet, la recomendación del  18 de mayo de 2020:  «La realidad que ha creado la pandemia en prácticamente todos los países del mundo nos impone, en la frase de un conocido publicista, una “nueva covidianidad” […]. El término covidianidad es un neologismo correctamente formado por acronimia de los términos COVID-19 y cotidianidad, que se ha venido empleando con frecuencia desde hace unos días en la República Dominicana para aludir a la transformación que han de experimentar la mayoría de las actividades diarias como consecuencia de las medidas para prevenir el avance del coronavirus. Ha cobrado mayor relevancia por haberlo utilizado el presidente Danilo Medina en su discurso al país, en el cual anunció la reapertura gradual de la economía dominicana a partir de este miércoles 20”.

En vista de que covidianidad alude a un fenómeno nuevo en que sustituye la cotidianidad como la conocemos, sería más apropiado hablar de nueva cotidianidad o covidianidad, y no de nueva covidianidad. Asimismo, se recomienda escribirlo en minúscula por tratarse de un sustantivo común, así como sin comillas, puesto que no se está empleando con un segundo sentido ni se quiere señalar que la voz es impropia, vulgar o foránea  (https://fundeu.do/covidianidad-neologismo-valido/).


PANDEMIA Y RESICIENCIA: APORTACIONES ACADÉMICAS EN TIEMPOS DE CRISIS
, EUNSA, España, 2020: Rafael Rodríguez-Ponga, “El nacimiento de un nuevo vocabulario: consecuencias lingüísticas de la pandemia”.

Revolotear / revoltear, trasunto, intemperie / interperie

REVOLOTEAR – REVOLTEAR

“. . . REVOLOTEA el estómago . . .”

Cada grupo humano suficientemente numeroso asentado en un territorio contiguo de modo permanente, en circunstancias normales tiende a expresarse de modo parecido. Los miembros del grupo adoptan voces a las que imprimen significados que en otros grupos no se conocen; o tienden a modificar palabras que se conocen en otras comunidades para adaptarlas a sus necesidades expresivas y a sus circunstancias.

En este aparte se examinará el verbo que consta en el título. Se posará la vista también sobre algunas voces semejantes que expresan notas distintivas en el habla dominicana.

El primer verbo del título, revolotea, es conocido en el español internacional. Puede en el seno de este verbo hallarse dos nociones que esclarecen el sentido de este. Estas son el verbo volar y el nombre femenino vuelta. Con esta aproximación al verbo revolotear se entiende el sentido que expresa.

El hablante de español dominicano se ha ahorrado esfuerzo y tiempo al crear el verbo revoltear y revoltearse. Estos dos verbos son exclusivamente dominicanos, esto es, solo se conocen o utilizan en el español de República Dominicana.

Revoltear es un verbo que no aparece documentado en los diccionarios de español producidos hasta el presente. Se usa en lugar de revolver. Se revoltean papeles. Con ese verbo se expresa a idea de mover desordenadamente, de hurgar sin miramiento con respecto del orden que existía antes de la acción que se lleva a cabo.

El verbo que sí está documentado en la literatura y asentado en el Diccionario del español dominicano (2013:602-3) es el verbo en funciones de verbo intransitivo pronominal, revoltearse.

Para el hablante de español dominicano el verbo revoltear tiene sentido porque lo entiende compuesto del prefijo re- y el verbo voltear. El prefijo mencionado se toma en esta composición con el sentido de repetir la acción del verbo que le sirve de base. El verbo voltear a su vez se usa en este compuesto para representar la idea de “poner al revés, dar vueltas, cambiar las cosas de lugar”. Lo que se revoltea termina trastornado en su organización. Por la descripción del verbo realizada más arriba se entiende que este desempeña funciones de verbo transitivo.

 

TRASUNTO

“. . . en su TRASUNTO coloquial suelen manifestarse algunas confusiones . . .”

Se ha tomado el tiempo necesario para tratar de dar con el sentido de la palabra trasunto que usa el redactor de la oración de la cita. No puede asegurarse que se haya logrado despejar la incógnita.

A pesar de lo ya escrito se optó por escribir acerca del sustantivo masculino del título porque reviste interés. Del mismo modo que ocurre con muchas otras voces, esta voz posee una significación que se integra al patrimonio de los hispanohablantes antillanos.

El trasunto del español conocido por “español general” guarda cierta relación con el concepto que se tiene en República Dominicana y Puerto Rico acerca de esta palabra. En el español internacional es “copia, imitación, imagen, representación”, de un original o de algo.

En el español de las dos Antillas mencionadas, el verbo trasuntarse es “parecerse físicamente dos personas”. Cuando se trata de explicar el parecido físico se habla del trasunto que se da entre las dos personas involucradas en el asunto.

Si se comparan los dos conceptos, el general y el de las dos islas, se comprueba que no andan muy alejados, pues lo que es “copia” debe “parecerse” por fuerza a la que se considera el original, o simplemente al sujeto que ocupa la primera posición en la comparación del trasunto.

En las conversaciones se ha oído de modo reiterado que trasunto se utiliza para ponderar el parecido existente entre el padre y el hijo o, la madre y la hija. Incluso de modo menos frecuente se ha oído que algunos hablantes usan el sustantivo trasunto en tanto sinónimo de tener “un aire de”, con lo cual no solo se sopesa el parecido físico, sino el estilo, la personalidad, la conducta. La locución verbal “darse un trasunto” traduce a la perfección la mención del parecido físico entre dos o más personas.

El habla del dominicano cuenta con otras expresiones para significar el parecido entre personas, así usará el hablante dominicano, “escupido”, “parece escupido/a por su padre/madre” para destacar el gran parecido que existe entre los padres y sus descendientes. En el registro vulgar algunos hablantes sustituyen el verbo escupir por otro vulgar que sin mencionar mueve a rechazarlo por el mal olor que conlleva el acto fisiológico de expeler excremento.

Se recuerda que cuando se oyó por primera vez lo del “trasunto” fue en el ámbito rural del español dominicano. Eso hace presumir que la mutación con respecto del sentido entró por allí.

 

INTEMPERIE – INTERPERIE

“. . . sobre tener un lecho o vivir a la INTERPERIE . . .”

No es raro oír que alguien use la voz *interperie en lugar de intemperie en conversaciones de índole informal. Se piensa que hay dos causas que propician la confusión. Se escribe confusión aquí porque la voz *interperie no tiene carta de naturaleza en la lengua española. Las que se llaman causas se expondrán en orden en el curso de esta sección.

La primera explicación para que se produzca la confusión es que el elemento compositivo inter- ha intervenido últimamente en una gran variedad de términos compuestos. En lengua inglesa este elemento compositivo es muy competente y sirve para señalar por lo menos ocho situaciones diferentes en las que participa.

El prefijo inter- en español se incorpora para modificar o contribuir a la formación de palabras a pesar de que solo tiene tres matices que introduce, “en, en medio” y “entre varios”. En el español hay por lo menos una treintena de palabras que comienzan por inter.

La segunda explicación es que el español general cuenta con menos de diez vocablos de uso corriente que comiencen con intem-. Esta característica determina que los hablantes de manera instintiva tiendan a desechar ese principio de palabra.

Intemperie expresa “desigualdad del tiempo”. La locución adverbial “a la intemperie”, que debió ser la usada en la cita, indica “a cielo descubierto, sin techo ni otro reparo alguno”. La palabra “reparo” en el caso de la acepción recién transcrita significa “sin defensa ni resguardo”.

Las explicaciones anteriores acerca de las causas de la confusión con respecto de intemperie y otras palabras que empiezan por inter- se han expuesto para lograr levedad en la sanción contra quienes erran con respecto a estar expuestos sin protección a los elementos de la naturaleza, intemperie.

El desenqueísmo en el español de los dominicanos

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Hace varios años que se viene dando un uso del español de los dominicanos que se aleja cada vez más del empleo considerado “bueno” en varios aspectos de la gramática. Uno de esos aspectos es el que tiene que ver con “que”, especialmente cuando ese “que” debe  aparecer en el  relativo  “en que” y en otras frases enqueístas.  A ese “en que”, un porcentaje muy elevado, aunque   el mismo no  haya sido  medido aún en su magnitud, le elimina “en”, resultando de esa eliminación el llamado “desenqueísmo”.

Esa realidad del desenqueísmo apareció registrado en el artículo El desenqueísmo y el desalaqueísmo en Tiempo Muerto de Avelino Stanley. Pero esta vez se presenta el “desenqueísmo” en una considerable cantidad de usuarios del español en República Dominicana, entre los cuales se incluye a Stanley.

  1. “En la medida que se expande la enfermedad más se empeñarán los laboratorios en crear el medicamento que la combate.” (Político de gran capacidad intelectual en la Z 101).  Ese “que” en negrita representa el “desenqueísmo”  por la ausencia de “en” en la expresión  “en que”. Debió decir ese prominente político: “En la medida en que se expande la enfermedad…”.
  2. “Esa es la situación que está viviendo esta comunidad.” (Reportero de un  canal capitaleño). En esta oración sucede lo mismo: se tiene la ausencia de “en” del relativo “en que” (=en la cual), con lo que se  genera el “desenqueísmo”. El reportero debió decir: “Esa es la situación en que está viviendo esta comunidad.”
  3. “Yo soy un enamorado de los programas que” (Comentarista de Zetadeportes). Ese comentarista debió decir: “Yo soy un enamorado de los programas en que (en los cuales, en los que) participo.
  4. “Don Román Franco Fondeur siempre creyó y tuvo fe que la ciudad donde nació sería una que se elevase por su cultura.” (Articulista de La Información). Don Román Franco Fondeur tuvo fe en algo, es decir, “tuvo fe en que la ciudad donde nació sería una ciudad que se elevase por su cultura.”
  5. “Honremos su nombre y exaltemos su figura en el día que celebramos su natalicio.” (Idem). Ese articulista repite el mismo caso de la usencia de “en”, esta vez  en el relativo “en que” (=en el cual, en el que).
  6. “Justo en ese momento que la vecina rascaba ya el fondo del caldero.” (Novela Equis, P.83). Aquí el autor de “Equis” cometió el mismo  desacierto ya visto en los cinco casos anteriores, en los que no se le pone “en” a la expresión “en que”, en la expresión “Justo en ese momento en que la vecina rascaba ya el fondo del caldero.”
  7. “El día que ella se fue.” (Profesional de la comunicación). Este comunicador debió decir  “El día en que  ella se fue.”
  8. “Todo comenzó en San Pedro de Macorֵís el día que” (Tiempo muerto, p. 9). En este caso se elimina el “desenqueísmo” si escribimos “Todo comenzó en San Pedro de Macorís el día en que llegamos.
  9. “Pero ese cocolo me enloqueció el día que me tocó.” (Tiempo muerto, p. 70). A pesar de esos dos casos citados extraídos de esa obra, y otros más que no se citarán, hay algunos usos acordes con el buen uso, como este: “Llegaron por la época en que Boyer  buscaba…un mayor número de gente para gobernar.” (Tiempo muerto, 104).
  10. “Se puede usar un poco del agua que hirvió la espinaca.” (Chef en El Saber del Sabor, canal 37). Esta vez también tenemos “que” en lugar de “en que” (=en la cual).
  11. “Eso fue planteado por escrito fuera del tribunal y en un momento que ya había pasado la audiencia.”(Libro de abogado en etapa de corrección). Como estamos viendo, el “desenqueísmo” es un uso bastante generalizado entre los dominicanos de cualquier nivel. Ese abogado debió haber terminado el final de ese fragmento del libro como sigue: “…en un momento en que (en el  cual) ya había pasado la audiencia.”
  12. “Hubo un momento que sucedió algo insólito. (Una fiscal, Gobierno de la Tarde, Z 101). Esta fiscal, al igual que los usuarios ya citados, incurrió en el “desenqeísmo”, algo tan frecuente entre nosotros los dominicanos, al emplear “que” en vez del relativo “en que”.

Debo comunicarles que en los textos de autores dominicanos  que he  leído en las  últimas semanas o al escuchar programas de radio y televisión de nuestro país, no he encontrado a nadie que emplee acertadamente “en que”, ya  que todos han usado “que” en vez de “en que” equivalente a “en el cual”, cuando el referente es masculino,  o “en la cual” si es femenino el referente. En vista de esa realidad de la alta  penetración del “desenqueísmo”  en nuestro español, cambio sintáctico que  se está constituyendo en una característica del mismo,  podría llegar el momento en  que ese cambio   deje de ser  llamado desacierto o error de sintaxis, por lo menos en República Dominicana.

Soleta, panecico, desecho / deshecho

Por Roberto E. Guzmán

SOLETA

El espacio de esta sección se empleará para estudiar esa palabra del título. Por necesidad hay que revisar su historia primero, para luego colocarla en su lugar en el español dominicano.

La palabra soleta casi no se usa en la actualidad. Hay quien opina que cuando se usó en español dominicano no se usó en su significado original.

Se tuvo noticias de esta palabra en algún libro acerca de la historia dominicana, o, de historia novelada dominicana. Quien escribe tiene que admitir que no recuerda el título de la obra y por eso tiene que redactar estas notas de este modo.

Quien sí trajo información fehaciente acerca de esta voz fue D. Pedro Henríquez Ureña. En su obra El español en Santo Domingo en 1940 consignó la palabra del título entre aquellas con significado nuevo mediante traslado de significación. La palabra soleta consta en el página 218 de esa obra, “soleta ‘sandalia’”.

A pesar de la mención que hace D. Pedro en su obra, M. Patín Maceo en sus trabajos acerca de la lexicografía dominicana no anota la voz soleta entre las que recogió. Quizás esto sea así porque ya la voz había descendido mucho en el uso.

Mucha razón tenía D. Pedro para apuntar la observación que hizo, pues desde hacía muchos años el uso había impuesto que soleta era una plantilla que se echaba en la parte inferior de los pies de las medias y calcetines que estaban rotos; era una pieza de tela con que se remendaba la planta del pie de la media o calcetín cuando se rompían.

El autor de estos comentarios acerca del habla de los dominicanos piensa que lo que hicieron los dominicanos de finales del siglo XIX y principios del XX fue devolver a soleta su significación originaria. En el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1982-V-326), los autores asientan que soleta “parece designar una especie de sandalias o zapatilla”. Para sustentar este criterio recurren a un texto de APal, que quien escribe estos comentarios presume que es Alonso Fernández de Palencia, y a su Universal vocabulario de 1490.

  1. Roque Barcia en su Diccionario general etimológico de la lengua española (1882-IV-1057) asegura que la palabra del título tuvo su origen en la lengua catalana. Y no mienta la sandalia. Esa misma significación consigna el Diccionario de castellano antiguo (2002:271).

En este lugar se puede escribir que en los dibujos que representan a Concho Primo, este aparece con unas sandalias que muy bien podrían ser las soletas. Si mal no se recuerda este personaje llevaba atadas las sandalias no solo al pie, sino a la pierna. Esto parece lógico si se piensa que los caminos en la época mencionada antes podían ser fangales que atrapaban los calzados. Las ataduras al nivel señalado evitaban que las soletas se salieron del pie o mudaran de sitio.

 

PANECICO

Aquí llega en esta sección un vocablo de la gastronomía dominicana. Puede subrayarse lo de dominicana, pues en otros países no saben qué cosa es esa de un panecico.

Existe la probabilidad de que si un hablante de español dominicano emplea la voz panecico en presencia de un extranjero hispanohablante, este piense que se trata de un “panecillo”. Aquí cabe que se use la expresión dominicana, “no es lo mismo ni se escribe igual”.

Más abajo se abundará en torno al panecico dominicano, sus ingredientes y, se adelantará una idea con respecto al porqué de la voz con esa terminación.

El panecico se conoce también con el nombre “panecico de catibía”; esto es, lleva yuca en su composición y no harina de trigo como es normal en el panecillo. Entre los ingredientes está el anís, que no puede faltar, sal, huevos, leche y mantequilla. Se cuece al horno. Para que la parte exterior quede crujiente, se unta de manteca o mantequilla. Una particularidad de este es que el exterior es crujiente y el interior permanece esponjoso. Se recuerda que en algunas ocasiones se introducía carne de cerdo al panecico.

Si se ha entrado en este tipo de detalle que se lee más arriba es porque el panecico ya no es tan corriente y algunas personas no recuerdan los detalles de su composición.

Un dato curioso que se escribió más arriba es que se cocina al horno, pero sucede que en las cocinas de las personas de escasos recursos no había hornos. Entonces, ¿cómo se cocinaba? La necesidad que es madre del ingenio, ideó otra forma. Se tomaba una paila de grandes dimensiones, más grande y más profunda que la lámina metálica que se colocaba dentro para colocar los panecicos. A la paila se le colocaba fuego debajo. Sobre la paila se colocaba una plancha de metal a manera de tapa, y se colocaba fuego de carbón o leña sobre esta. Era la improvisación de un horno, fuego arriba, fuego abajo.

Como se nota con la lectura de todo lo anterior, la gran diferencia entre el panecillo es que en el panecico el ingrediente principal es la yuca.

Con respecto de la terminación, esta puede obedecer a dos diferentes razones. Una, para dejar claro que era algo diferente del panecillo. Otra, porque la terminación -illo no es usual en el español dominicano para voces populares. El hablante de español dominicano favorece la terminación -ico con valor diminutivo y diferenciarlo del pan chiquito, pancito.

 

DESECHO – DESHECHO

“. . . para que psicológicamente ‘te sientas inútil’, acabado, como si fueras un DESHECHO . . .”

Por estas haches usadas sin razón es que Cortázar escribió en Rayuela, “… y lo importante de este hejemplo es que el hángulo es terriblemente hagudo, hay que tener la nariz hadosada …” (1967:98).

Así se burlaba Cortázar del lenguaje. Es posible que el redactor de la cita al principio de esta sección, quizás siguiendo el ejemplo cortaziano haya escrito deshecho en lugar de desecho.

Mediante la interpretación lógica de la frase transcrita puede asegurarse que este “deshecho” no tiene cabida en el texto. Más abajo se expondrán los detalles.

Un desecho es un sobrante, un residuo, lo que queda después de haberse escogido lo que sirve. Puede en algunos casos considerarse el desecho como basura. Es algo sin valor, por lo menos para algunos. En la mayoría de los casos el desecho es algo inútil, inservible, o por lo menos es vil y despreciable. Cuando se refiere a una persona es una persona inútil y llena de defectos.

El verbo deshacer es algo muy diferente. Tiene esa “dichosa” hache /h/ intercalada debido a su formación. Se descompone fácilmente en dos partes. El elemento des- que indica negación o inversión del sentido de la palabra simple a la que va antepuesto, hacer.

En el caso específico de deshacer es lo contrario de hacer, tan sencillo como eso. Como muchísimas palabras del español, este verbo mantiene varias acepciones que varían en grado y en torno a la misma idea. Es quitar la forma, descomponer algo, en su primer sentido.

No hay que olvidar que el verbo deshacerse puede tener acepciones positivas en algunas acepciones en funciones pronominales. Trabajar con mucho ahínco o vehemencia es una de ellas. Acompañado (seguido) de la preposición en, es usado con frecuencia para extremar o prodigar manifestaciones de aprecio, afecto, cortesía; o todo lo contrario, exagerar la expresión de insultos.