Metafísica de la personalidad en la poesía de José Rafael Lantigua

Por Bruno Rosario Candelier

 

A Rafaela Joaquín,

voz inspiradora del aliento que ilumina. 

 

“Íbamos descalzos/sobre las piedras sangrantes/y los rostros áridos./Era fiesta la noche/y el día/un ruido fragoso de cristales/En la pálida aurora de los abrazos/se colaba la piedad y el desafío/y al entrar en el tumulto/una sobria desnudez/una errancia de estrellas/coronaba el regazo en los relámpagos” (J. R. Lantigua, Los júbilos íntimos).

 Voy a iniciar mis palabras con una evocación, lo que indica que me voy a trasladar al pasado, en una etapa de la niñez de José Rafael Lantigua. Voy a retrotraerme al año de gracia de 1957 y me voy a ubicar en la sacristía del templo del Sagrado Corazón de Jesús, en Moca. En esa sacristía conocí a José Rafael Lantigua, donde ambos éramos monaguillos y, desde entonces me llamaba la atención la presencia de José Rafael Lantigua por un detalle muy peculiar: él era un imberbe de 9años y, desde esa edad, tenía la distinción de sobresalir por su porte elegante, muy bien vestido, con ropa impecable y limpia, unos zapatos bien lustrados y una personalidad definida.

Un día sucedió un acontecimiento que para mí fue una fuente de sorpresa y envidia, porque estando en el presbiterio de la iglesia ante la presencia del presidente de la República, Rafael Trujillo, quien fuera a conocer el impresionante templo tiempo después de su inauguración, los monaguillos fuimos convocados para recibir al Jefe, y después de hacer un recorrido por los laterales del interior, se acerca a nosotros y en un momento determinado pone sus manos sobre la cabeza de José Rafael Lantigua, y desde entonces todos nosotros comenzamos a mirarlo con envidia.

Para esa fecha José Rafael Lantigua no sabía, ni tampoco yo, que él se iba a consagrar al cultivo de las letras; ni sabíamos entonces que existía una cosa hecha de palabras llamada “poesía”; y sucede que hoy día tenemos en José Rafael Lantigua a un consagrado autor de poesía, y quien les habla es un estudioso y un intérprete del fenómeno poético.

Cuando yo estudiaba filosofía, le oí decir al padre Francisco José Arnaiz que para entender el pensamiento profundo había que sentir y entender la creación poética. En ese entonces no me interesaba la poesía porque no la entendía y, tras ponderar el criterio del distinguido sacerdote, me dispuse a leer y conocer la poesía mediante el estudio del lenguaje poético y su técnica para descifrar el sentido de sus imágenes que entonces eran para mí, como lo es para la mayoría de los lectores, una cifra enigmática y secreta, y cuando fui descubriendo la clave del trasfondo y la significación estética y espiritual de ese arte del lenguaje, comencé a escribir estudios valorativos de la creación poéticas con mis interpretaciones iniciándome en la crítica literaria. Entender el sentido de las figuraciones que los poetas expresan en su lírica para encauzarla dimensión de su intuición estética, la voz interior de su conciencia o la voz universal de la conciencia cósmica, es una operación del intelecto similar a la de la creación. Por eso decía Platón que los intérpretes y filólogos tienen, al igual que los poetas, el don que distingue a los vates del lenguaje, singular dotación que viene de lo Alto.

José Rafael Lantigua es un producto de la tradición literaria de Moca, donde nació, creció y recibió su primera formación intelectual durante su etapa de estudiante del nivel secundario de la escolaridad, y en Moca inició su obra de creación y su labor de promotor cultural. En su condición de crítico e intérprete literario, Lantigua conoce las técnicas y los recursos compositivos del arte de la creación poética.

En toda obra literaria hay un tema con sus variaciones en cada una de su creación. Ese tema tiene varias modalidades de plasmación. El autor con voz propia tiene un acento peculiar y una perspectiva temática que define su creación, su estilo y su cosmovisión.

José Rafael Lantigua enfoca su propia identidad a la luz de su personalidad y, en consecuencia, aborda lo singular, distintivo y peculiar de cuanto concita su sensibilidad y su conciencia para testimoniar el sello que lo distingue. Su poesía busca la identificación emocional, psicológica y espiritual de su propia interioridad. Es decir, su creación poética explora, perfila y revela su personalidad metafísica a la luz de sus vivencias entrañables.

En su condición de intelectual y crítico literario, José Rafael Lantigua conoce el lenguaje de la poesía. Y como creador plasma y fragua en su creación el lenguaje del arte poético. Desde luego, cuando él comenzó a escribir poesía probablemente no tenía el conocimiento que tiene ahora, fruto de 50 años de labor intelectual, de lecturas, de estudios y de escritura.

Eso naturalmente conforma un sólido bagaje cultural en quien se dedica con rigor, disciplina y sentido profesional al cultivo de las letras.

El hecho de asumir la creación poética como medio de expresión, que fue la motivación inicial en la vocación creadora de José Rafael Lantigua, indica en sí una alta valoración de lo que es la poesía, de cuanto entraña la creación poética, que es la más alta expresión de la intuición de la conciencia, hallazgo que suele canalizarse a través de la poesía.

A través de la creación poética se formaliza un conocimiento único del mundo y de la realidad sensorial y metafísica de lo viviente, razón por la cual la creación poética siempre se ha anticipado a todas las grandes creaciones y las grandes intuiciones de los creadores que en el mundo han sido y, justamente por el hecho de que se trata de un aporte de la intuición de la conciencia, que es el más alto poder creador del ser humano, explica la alta significación de ese singular producto de la cultura humanística llamada poesía. Ese poder interior de la conciencia da cuenta de todo cuando crea el hombre en el arte y en la ciencia, no solamente en poesía. De hecho, las manifestaciones artísticas y científicas tienen como base inspiradora y como aliento germinal a la intuición de la conciencia.

Quien asume la palabra con un propósito creador, como la ha asumido José Rafael Lantigua, naturalmente tiene que enfrentarse a la realidad, asumir su propia realidad y el ámbito de inspiración que atiza su conciencia, y cada poeta asume su propia realidad, la realidad que perciben sus sentidos, la realidad que toca su sensibilidad y su conciencia; porque a cada uno se nos da una realidad peculiar, única, exclusiva y singular para tener nuestro contacto con el mundo, para enriquecer nuestra sensibilidad y nuestra conciencia. Entonces, como la realidad es inmensa, los contenidos y los temas son también inmensos, pero cada poeta elige una parcela singular de ese caudal infinito de sensaciones e irradiaciones cósmicas que nutren el caudal de la creación; y la persona que asume la palabra poética con un propósito creador y con una genuina inspiración, identifica esa parcela de la realidad con la que logra una cabal compenetración sensorial, afectiva, intelectual, imaginativa y espiritual; y entonces ese caudal de intuiciones y vivencias conforma la sustancia de su creación, que la poesía formaliza en su lenguaje especializado.

Fíjense que dije al principio que me llamó la atención la personalidad de Lantigua, siendo él un mozalbete de 9 años. Ahora les digo que en la lectura que he realizado de los cinco libros poéticos publicados por el poeta mocano, me llamó la atención la valoración que él le da a su propia personalidad, actitud y visión que él no asume como una expresión egoísta para darse a conocer y proyectarse a sí mismo, sino que lo hace como una forma de identificación de la personalidad que tiene cada ser humano. Él identifica su propia personalidad y la canaliza en su creación poética como evidencia de lo que acontece en cada uno de nosotros.

León David dijo en su exposición que en la poesía de José Rafael Lantigua hay la expresión de un autoconocimiento, y es cierto. Ese autoconocimiento, esa búsqueda de su propia personalidad, esa identificación de sí mismo, lo hace nuestro poeta para mostrar la identidad del ser humano, para enfocar y privilegiar la personalidad metafísica que nos caracteriza a cada uno de nosotros y, entonces, como persigue canalizar, identificar y testimoniar lo que distingue la esencia de la personalidad, se vale de los factores que determinan el meollo de la personalidad, factores que tienen que ver con la propia personalidad, ya que implican la expresión de lo que somos interior y espiritualmente.

Hay cinco factores o vertientes de la personalidad metafísica de la persona, conforme voy a detallar en la presentación de la poesía de José Rafael Lantigua, ya que su creación se funda, según mi estimación, en la expresión de ese fenómeno de la interioridad.

 

  1. LA MEMORIA como fuero, cauce y expresión de la propia identidad personal. Ese primer factor que aprecio en la lírica de José Rafael Lantigua es el cultivo y la ponderación de la memoria como centro, señal y distinción de la personalidad. La memoria asumida como expresión de la identidad espiritual. La memoria asumida como signo y cauce de nuestra singularidad individual. Ahora nosotros podemos valorar mucho más que antes el rol de la memoria cuando podemos contactar la realidad existencial, cuando podemos valorar la existencia y advertir el impacto social de una terrible degeneración llamada Alzheimer, que liquida o anula la memoria. Quien pierde la memoria deja de ser lo que es, ya que pierde su propia identidad, no reconoce a nadie, ni se reconoce a sí mismo. Entonces, para Lantigua como para los que estudian la personalidad, la memoria es la primera expresión de la conciencia que nos identifica. En Cuaderno de sombras escribe nuestro poeta:De lo que pueda decir el corazón/te hablaré mañana./Uno se dice: lo haré,/voy a escribir el poema de las altivas/rutinas de cada día,/la rutina de la gente que sueña/que se estremece/que se enrolla en la tentación/de la codicia de cada mañana,/como quien dice, de cada amanecer,/entonces comienzo a escribir ese poema/y resulta que adultero su composición,/la composición de las altivas rutinas/de cada día,/porque el poema no pudo prever/que hay una memoria oculta/una misteriosa memoria oculta/en la grave sinfonía de la cotidianidad/de la gente que sueña/que se estremece/que se enrolla en la tentación/de la codicia de cada mañana,/como quien dice, de cada amanecer,/entonces uno le da vuelta al poema/para abordar –eso dije- la estridencia/de un espacio tembloroso/donde es posible alimentar la piel…” (1).

 

2.El LENGUAJE como signo, fragua y expresión de nuestra personalidad metafísica. El lenguaje como expresión de la personalidad es la señal que nos distingue porque nosotros tenemos, en virtud del Logos de la conciencia, la capacidad para reflexionar, intuir, crear y hablar, y ese poder permite identificar lo que somos, ya que pauta nuestra naturaleza distintiva ante las demás criaturas de la creación. Entonces, para nuestro poeta el lenguaje es clave en la identificación de la personalidad, y por eso, en La fatiga invocada, podrán ustedes apreciar que su autor busca la palabra apropiada  para sentir lo peculiar de cada cosa, elemento o criatura: “Quería decir un nombre pero no lo alcanzo/Un nombre para pronunciarlo sobre las cuestas y tras los rieles de la tarde/Pero no lo grito/Un nombre como de alborada/Un nombre como el nombre de un lúbrico suspiro/Pero no lo reconozco/Un nombre como de brisa errante/Como de memoria melodiosa/Como de sonata de estaciones melancólicas/Pero no lo esbozo/Quiero decir un nombre de lluvia/Desnudo/Mojado/Pero no lo cubro/Un nombre que me arranque palabras como tesoros ardientes/Que me estremezca/Entre las encendidas laderas de mis turbulencias/Un nombre que deseo nombrar/Pero no lo encuentro/Como si durmiera entre las sombras/En la gruta oscura donde habita la innombrable sensación del olvido” (2).

 

  1. LA TRADICIÓN como huella y expresión del pasado que encarnamos. Se trata de un elemento clave en la identificación de la personalidad metafísica. La tradición como expresión del pasado que heredamos. Todos somos la continuación del pasado que supervive en el presente. La tradición no es más que lo que traemos del pasado y le damos continuidad en el presente porque forma parte de nuestra esencia, porque conforma e identifica nuestra personalidad, es decir, nuestra manera de ser y de sentir, de reaccionar y de pensar, con ese talante peculiar y distintivo que tiene cada ser humano. De ahí la importancia que le da Lantigua a la tradición en su libro Territorio de espejos: “Salí a buscar un símbolo/una diadema/una perla/y alcancé a ver la presencia de unas manos/que parecían cocer sobre la piel sangrante/el rostro húmedo/el cuerpo vacilante/la adúltera belleza del desamparo./Salí a buscar el símbolo/la diadema/la perla/y observé sobre el hueco de una complicidad agrietada/la mirada abstraída/casi fugaz/casi frágil/de los ojos virulentos del estruendo./Salí a buscar el lento fluir del símbolo/la brillante luz de la diadema/la riqueza de la perla/y encontré un agujero de labios/un volumen de aullidos/trazos del tiempo sumergido/del tiempo alucinado/del tiempo furioso/de la furia descarnada./Salí a buscar el símbolo/y perdí la certeza informe del espejo/la diadema que cubre la testa recrecida/la perla del pasado que regresa/y entonces supe que la criatura no precisa de símbolos/que ella se cobija bajo las arcadas de la impureza/que ella se enfrenta al ojo del olvido/que ella se diluye en la fragua del cuerpo” (3).

 

  1. LA PASIÓN como expresión de la energía secreta y entrañable de la personalidad. Lo que somos y hacemos en la vida nos proporciona una presencia en el mundo, con una significación en el medio donde nos desenvolvemos, sea en el oficio o la profesión que ejercemos o en el ideal que asumimos, y es posible porque lo activa una pasión, es decir, algo con que toda persona se identifica tan entrañablemente que se vuelve parte de su ser y que canaliza en lo que siente, piensa, hace, vive y disfruta, y esa energía secreta y profunda hace posible que realice todo lo que anhela, sobre todo, su propia vocación por la pasión que subyace en sus realizaciones, como se aprecia en los creadores de poesía y de ficción, pero también en todo creador de cualquier arte o ciencia, de cualquier actividad humana. Sin la pasión nada es posible, y José Rafael Lantigua tiene conciencia de eso, por lo que aprecio en los siguientes versos de Sobre un tiempo de esperanza donde la huella de la pasión atiza su personalidad: “Nunca olvidaré/como se fue el verano aquella tarde,/como de pronto,/surgiendo inesperado,/apareció el invierno frío y largo/largo y frío/tremendamente largo y frío/frío y largo…/Nunca olvidaré/como al unir nuestros espíritus/las manos me ardían/y mi carácter tornábase vehemente./Nunca olvidaré/su cabellera larga/su cuerpo bronceado/su franca risa/y su torso descubierto,/el rubor de sus labios agridulces/y el temblor de mis rodillas/y el palpitar de mi pecho…/Nunca olvidaré/el amor/mientras subsista en mí/aquel recuerdo tan sublime,/mientras permanezca/por sobre el tedio de la evocación/aquella figura/limpia y fresca,/limpiaré los caminos de la reminiscencia/para tener la frescura de su acento/sobre mi acento/y escribir/muchas veces si es preciso/un poema de amor/un poema de amor al recuerdo/simplemente./Nunca olvidaré/cómo fue posible/que el verano partiera aquella tarde/y que, desde entonces,/haga frío/-un frío largo-/y que el invierno permanezca/así/como nada” (4).

 

  1. La INTRAHISTORIA FAMILIAR como expresión de lo vivido y lo compartido Fíjense lo que dice nuestro poeta cuando evoca el pueblo amado, la heredad familiar, el terruño bendito de su Moca natal donde se crio y que, para los que nacimos y nos criamos en esa Villa Heroica, ese singular territorio tiene una alta significación emocional y espiritual ya que asimilamos desde nuestra infancia la lumbre de la Mocanidad. La intrahistoria familiar no es sino lo que ha acontecido en nuestro hogar, lo que marcó nuestra existencia desde que nacimos, lo que vivimos, sufrimos y gozamos, lo que conocimos y experimentamos, el influjo de nuestros padres, hermanos y amigos, la huella del ambiente donde nos criamos. El hogar es clave en el desarrollo de nuestra personalidad metafísica pues lo que nos transmiten durante los primeros años de nuestra vida es fundamental para el desarrollo de la sensibilidad y la conciencia. Yo recuerdo vivamente a la madre de José Rafael, llamada Lolita, una mujer ejemplar, desvelada por la crianza de su hijo, por la preparación y el cuidado de su criatura amada, y sus vivencias en ese hogar fue un hecho clave en la forja espiritual, emocional y psicológica de José Rafael Lantigua. Lo que nosotros vivimos en nuestra infancia y en nuestro hogar nos marca para siempre: lo bueno y lo malo, los traumas y las desventuras, las vivencias entrañables y las menos agraciadas. Todo influye en la conformación de la personalidad, que es motivación y clave temática en la creación poética de José Rafael Lantigua. Nuestro poeta evoca el ambiente que lo acunó en sus años mozos en su Moca natal, heredad que conserva en las alforjas del recuerdo y que revive para sentir la huella del pasado que fecunda su personalidad metafísica: “Tierra que albergó la mirada/un lirio de mayo/una sonrisa sin edad/La huella/el ascendiente/la grey que busca afuera/su desmesurado sosiego./Gritos de marchantas en mañanas sin sueño/pan de juancito a la caída de la tarde/moroco tila el malévolo/Barrio de añoranzas intrépidas/vertientes de ciudad transida/vecindario de cuitas/Marolas y teresas/ Mirthas y juanitas/Glorias y titases/Papá monnaná mamá mora Sinencia /Heredades que cruzan la memoria/y la dominan/enhebrando apremios./Convite de auroras/Mañanitas de diciembre/Jenjibre pendencia/Amores que festejan/tiempos innombrables” (5).

Esos tiempos no son innombrables ya que están en la alforja de la sensibilidad del poeta y se prolongan en el hondón de su ser porque están vivos. Esos recuerdos fluyen, laten y fecundan nuestro espíritu y lo harán siempre. Lo que se vive en la infancia crea un núcleo espiritual fecundo, raigal, indeclinable porque conforma parte sustantiva de la personalidad metafísica y, a mi juicio, tras leer los poemas de Lantigua, percibo que como poeta, como auscultador de su propio mundo y de su propia realidad, es fundamental en él esa identificación afectiva y espiritual. Entonces, llego a la conclusión de que José Rafael Lantigua es el poeta dominicano en quien el alma de sí mismo es el alma de su creación y, como dije al principio, él no lo hace para cantarse a sí mismo, sino para decirle al mundo el impacto y el sentido que tiene para cada uno la esencia de su propia personalidad. Por esa razón estimo que la creación poética de José Rafael Lantigua lo convierte en un poeta esencial de las letras dominicanas y, en consecuencia, su obra le asigna un alto pedestal en las galerías de las letras nacionales.

La de José Rafael Lantigua es una poética de la identidad personal, una poética de la personalidad metafísica que centra su creación en esa faceta entrañable de su propia conciencia, con un trasfondo de valiosa trascendencia y alta significación emocional, psicológica y espiritual. Poética y metafísica de la personalidad, que también lo es de la conciencia profunda de la condición humana.

 

Bruno Rosario Candelier

Presentación de José Rafael Lantigua

Santo Domingo, ADL, 19 de junio de 2018.

Notas:

  1. José Rafael Lantigua, Cuaderno de sombras, Santo Domingo, Ediciones Centeno, 2015, p. 61.
  2. José Rafael Lantigua, La fatiga invocada, Santo Domingo, Ediciones Centeno, 2014, p. 38.
  3. José Rafael Lantigua, Territorio de espejos, Santo Domingo, Ediciones Centeno, 2013, p. 24-25.
  4. José Rafael Lantigua, Sobre un tiempo de esperanzas, Santo Domingo, Editorial Santo Domingo, 1986, p. 19-20.
  5. José Rafael Lantigua, Los júbilos íntimos, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2003, p. 30-31.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

QUIEN BUSCA HALLA

22 MAY 2018

Hoy me siento un poco Sancho y empiezo con un refrán: «Quien busca halla». Les prometí que repasaríamos las palabras más buscadas digitalmente por los dominicanos en el Diccionario de la lengua española en lo que llevamos de 2018; las más buscadas entre las que sí están registradas en este diccionario.

La palabra diccionario encabeza la lista, gracias a que es la palabra que ejemplifica las búsquedas en la página. Le siguen los verbos haber (2474 consultas), ir (1868 consultas) y, un poco más alejado, hacer (1533 consultas). Estos tres verbos también están entre las palabras más consultadas en Puerto Rico y Cuba. Sin duda, los hablantes se interesan por la ortografía de sus distintas formas; no olvidemos que el DLE tiene un asistente para la conjugación de los verbos que puede resultar muy útil.

Podemos asegurar que las consultas de la palabra ceja (1657) tienen también mucho que ver con la ortografía. Debido al seseo, muchos hablantes dominicanos tienen dificultades para segmentar el artículo y la palabra: las cejas / *las ejas. Esto provoca las dudas incluso cuando la palabra está en singular; por eso muchos consideran que el sustantivo es *eja.

La utilización del diccionario demuestra, al menos, cierto interés por la lengua y sus manifestaciones. Eso explica las búsquedas de palabra (1665) y cultura (1158). Otros intereses se reflejan en las búsquedas de los sustantivos sexo (1434 consultas) y amor (1055 consultas).

Cuando Sancho Panza recorría los campos de La Mancha no existía el Diccionario académico; en todo caso, y si hubiera sabido leer, el escudero podría haber consultado el Tesoro de Covarrubias. Buscar en el diccionario, siempre que sea uno bueno y apropiado para lo que queremos buscar, le da la razón al refrán: «Quien busca halla».

 

COMPAÑEROS DE VIAJE

29 MAY 2018

Nunca dejamos de aprender palabras. Cada nueva palabra amplía nuestros horizontes y nos enriquece, pero ¿cuándo podemos decir que hemos aprendido, realmente aprendido, una nueva palabra? ¿Cuándo podemos decir que la hemos incorporado a nuestro vocabulario personal? Repasemos el camino que debemos recorrer con las palabras para poder hacerlas nuestras.

Conocer bien su significado y su ortografía, con el auxilio de los diccionarios, es solo el primer paso de ese recorrido. También nos puede ayudar el diccionario a conocer las partes que las forman, la raíz de la que parten y sus posibles derivados. Así una palabra nos lleva a otra y va tejiendo para nosotros la red de su familia léxica. Como en la vida misma, nuestro entorno ayuda a definirnos.

Las palabras no están solas y no están quietas. Las palabras empiezan a funcionar cuando se combinan con otras palabras; por eso para saber utilizarlas, tenemos que saber dominar las normas que regulan estas combinaciones, eso que llamamos sintaxis.

Cuando conocemos su forma y cómo se relacionan solo hemos recorrido un tramo del camino. Todas las palabras no pueden usarse en todas las situaciones. Aun teniendo el mismo significado, el uso de algunas voces está reservado a determinados contextos. No ser capaces de adaptar nuestro vocabulario a la situación comunicativa en la que estamos; usar palabras coloquiales en entornos formales, o viceversa, demuestra que no las dominamos. Nos espera una etapa más.

Al significado, a la forma, a la sintaxis y al uso debemos añadir un conocimiento más, el de las connotaciones que van impregnando a cada palabra a lo largo del tiempo; hay palabras a las que se asocian matices afectivos, despectivos e, incluso denigrantes, que debemos manejar si queremos preciarnos de habernos convertido en verdaderos compañeros de viaje, de aquellos que nunca se olvidan. 

 

EN UNA ISLA DESIERTA

05 JUN 2018

Leí en un artículo de la BBC acerca de un neoyorkino, Amnon Shea, que había leído el diccionario Oxford. Sí, todo el diccionario. Como comentario a este artículo se me ocurrió reconocer que soy lectora de diccionarios. No solo usuaria o consultora: lectora con todas las de la ley; de las que empiezan por la primera página y acaban por la última; de la a la zeta, nunca dicho esto con más propiedad.

A uno de mis seguidores en Twitter lo asombró esta rara afición mía. ¿Leer diccionarios como si fueran novelas? Tengo que reconocer que es una de mis muchas rarezas. Entre todos, siento predilección por los antiguos, con los que me siento transportada a tiempos muy diferentes y, al mismo tiempo, muy parecidos a los nuestros. No puedo presumir, como Shea, de haber leído los veinte tomos del Oxford, pero sí, por ejemplo, de haber viajado a través de las más de dos mil páginas del Diccionario de americanismos de nuestras academias americanas y recorrido con él los más remotos rincones de nuestro continente; de haber seguido el hilo de una extraordinaria madeja de palabras en el precioso Diccionario ideológico de Julio Casares; de haber admirado página a página a la magistral María Moliner; entre los antiguos, uno de mis preferidos, el Tesoro de Covarrubias, de 1611, con el que por cierto me he reído de lo lindo.

Por eso comparto la elección del poeta británico W. H. Auden para quien el diccionario era el libro perfecto para llevar a una isla desierta. Un buen diccionario se deja leer; no impone ideologías; sus armas son la ortografía, la gramática y la certeza de la definición. Siempre está abierto e inacabado. A partir de ahí, nos ofrece el material inagotable de las palabras. Con ellas podemos aspirar a ser Cervantes o el más abyecto politicastro. Lo que seamos capaces de crear o destruir con las palabras es cosa nuestra. 

 

TRES DÍAS EN MADRID. PRIMERA JORNADA

12 JUN 2018

 Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Primera jornada. Amanece frío en Madrid. Busco algún sitio para desayunar y mis pasos me encaminan a la fachada de madera del Café Gijón, uno de los pocos sobrevivientes de los sabrosos cafés de tertulia madrileños. Me siento a una de sus mesas de mármol, junto a una ventana desde la que soy testigo de cómo se van abriendo puntuales las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, organizada por la Asociación de Libreros de Lance de Madrid….

Y empiezan a brotar las palabras. La locución adjetiva de lance aplicada a un libro nos lo califica como de segunda mano (o de medio uso, diríamos por aquí) o nos habla de que se adquiere en condiciones ventajosas. Ambas cosas se encuentran en esta feria del libro de sabor añejo. Muchos libros a buenos precios y algunas joyas de difícil localización. Apuro mi chocolate y mis churros y me dejo llevar de caseta en caseta ojeando títulos, ediciones antiguas, tebeos y libros infantiles que me recuerdan a mis inicios en la lectura. Varios recorridos, algunas horas más tarde, y algunos libros dejados atrás, me doy por satisfecha y dejo atrás el Paseo de Recoletos. En mis manos dos libros. Una edición crítica elaborada por Martín de Riquer del Tesoro de la lengua española de Covarrubias, el primer diccionario monolingüe de nuestra lengua. El segundo libro, regalo de mis padres, una Gramática de la lengua castellana de Vicente Salvá de 1847.

Sé que el libro electrónico es más cómodo y que ambas obras pueden consultarse digitalmente de forma abierta y gratuita, pero yo, esa mañana madrileña bajo el tibio sol de Recoletos, rodeada de libros, no me cambiaba por nadie.

 

TRES DÍAS EN MADRID. SEGUNDA JORNADA

19/6/ 2018

Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Segunda jornada. Flanqueada por la iglesia de los Jerónimos y con una vista privilegiada sobre el Museo del Prado, la sede actual de la Real Academia Española, en su sobriedad clasicista, nos recibe por la entrada de los académicos. Comienza la primavera en Madrid y los históricos percheros asignados a cada académico descansan. Nada más descansa en la sede académica. El salón de plenos está dispuesto para la sesión de los jueves y las comisiones trabajan a pleno rendimiento.

Nos reciben con cordialidad Darío Villanueva y Francisco Javier Pérez, director de la RAE y de la Asociación de Academias de Lengua Española, respectivamente, y valoran la divulgación de la actividad académica que hacemos en esta humilde Eñe. Nos invitan a recorrer las estancias de la sede académica, donde nos espera aquello de «Limpia, fija y da esplendor». Nos sorprenden las pequeñas cabezas de terracota con los rasgos de los personajes cervantinos que sirvieron de referencia para el concurso de ilustradores del Quijote para la primera edición académica de nuestra novela universal.

Nos emociona la extraordinaria biblioteca de la casa, que empezó a reunirse en 1713 con el objetivo de atesorar las obras de los autores que los primeros académicos habían considerado como autoridades para ejemplificar el uso de las palabras incluidas en el Diccionario de autoridades, primer diccionario académico. En ella se custodian joyas de nuestra cultura, como el manuscrito de las Etimologías de san Isidoro, del siglo XII, códices de Gonzalo de Berceo, primer poeta de nombre conocido de la lengua española, y del Libro de buen amor, y primeras ediciones de los clásicos españoles, miles de volúmenes que nos invitan a perdernos entre sus páginas. Yo me hubiera perdido con gusto, ya lo saben ustedes bien, pero los pasillos de la Casa de las palabras me reservaban todavía una sabrosa sorpresa, que dejo como ñapa para una próxima columna.

 

TRES DÍAS EN MADRID. ÑAPA

26 JUN 2018

Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Ñapa de la segunda jornada. Cargada de buenas ideas y con ganas de seguir trabajando en proyectos comunes para el conocimiento y la divulgación del buen uso de la lengua española, después de un cafecito en el salón de pastas, la Casa de las palabras me reservaba una alegría más: conocer el fichero lexicográfico general de la Academia. Imaginen una colección de gaveteros, poblados de infinidad de pequeñas gavetas, en las que se custodian más de diez millones de papeletas. Ojo, no se trata de diez millones de esas papeletas que se están imaginando ustedes. Los lexicógrafos denominan papeleta a cada .una de las fichas en las que registran, con las citas correspondientes, los usos de las palabras.

A los que ya manejamos bases de datos informatizadas se nos hace impensable la sola idea de manejar pequeñas gavetas atestadas de fichas cada una de las cuales documenta un uso, un ejemplo, una acepción, una cita literaria. Sin embargo, solo la visión de algunos de estos inmensos gaveteros sirve para dar una idea muy concreta de lo que supone enfrentarse a la elaboración de un diccionario, por pequeño y modesto que este sea. Sirve también para valorar y para honrar el trabajo de los lexicógrafos, artesanos del lenguaje, a cuyas obras recurrimos tan a menudo, o al menos deberíamos hacerlo, y de cuyo esfuerzo tan poco nos acordamos.

Para los que gusten de bucear en estos ficheros está disponible su consulta gratuita a través de la página del Nuevo diccionario histórico del español. Los vetustos gaveteros se conservan en la RAE; los nuevos lexicógrafos podemos aprovechar su contenido y seguir honrando el trabajo y la dedicación de las personas que los construyeron.

 

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

ACERCA DEL DICCIONARIO DE  REFRANES

El pasado martes fue presentado el Diccionario de refranes, cuyo subtítulo es “Paremias del español dominicano”, autoría del doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, en cuya se efectuó el acto.

Me ha resultado curioso comprobar que esta palabra no tiene definición en el Diccionario, sino que allí se dicen los sinónimos refrán, adagio, sentencia y proverbio.

A este nuevo libro le ha precedido el Diccionario fraseológico, también del académico Rosario Candelier, presentado en abril de 2016, cuyo contenido se centra en frases, locuciones, giros…Pero no es este el segundo tomo del anterior, sino una obra independiente de la otra, editorial y físicamente, aunque guardan entre sí una estrecha correspondencia y relación temática.

Del Diccionario de refranes, me permito afirmar lo que en aquella ocasión consideré del otro: “La convicción más firme que sustento sobre el Diccionario fraseológico es que éste puede servir como espejo para que los dominicanos apreciemos un filón fundamental de nuestra identidad, pues ya se ha dicho que somos lo que hablamos.

De igual modo, para las personas procedentes de otras latitudes que quieran asomar a nuestra conciencia para identificar palpitaciones espirituales y conocernos como conglomerado humano, esta es una obra imprescindible”.

Cada unidad léxica tratada en éste, como en el otro diccionario, tiene un sentido particular, aunque tipificarlas sea preocupación solo del estudioso, filólogo o lexicólogo, que las compila y valora para elaborar estudios como el que hoy presentamos, es innegable que en la voz de los hablantes los referidos pensamientos adquieren su verdadera dimensión por la utilidad que ofrecen para la comunicación.

A propósito del Diccionario de refranes, se me ocurre que quizá sea este el momento oportuno para externar una reflexión que he llevado por mucho tiempo incrustada, en la conciencia tal vez.
Me refiero a la incisión que causa el recuerdo –ojalá sea un recuerdo- de cómo los padres, incluso maestros, del pasado no muy remoto corregían a niños y jóvenes por el uso de refranes, o mejor dicho de lo que ellos llamaban refranes.

Tal práctica era motivo para ofrecer pescozones, y en algunos casos la promesa llegaba a materializarse, acompañada de una advertencia como esta: “Te he dicho que no me uses refranes”. Lo bueno o malo, en esa calificación no estoy seguro, era que a lo que llamaban refrán, no era tal, sino esos dichos pasajeros, por demás vacíos de contenido, que toman vigencia por un tiempo y que suelen repetir algunos con aire de necedad.

Nuestros padres criticaban el uso de dichos soeces y algunas otras, si bien menos groseras, mucho más repetidas. Es el tipo de expresión como las siguientes: “Qué pasa, Papo”, “Ah no, yo no sé no”, o el superusado “¿Y es fácil?”.
Durante buen tiempo he creído que este tipo de juegos verbales se denomina “modismo”, pero el DLE me ha disminuido ese convencimiento,
ya que define ese sustantivo de este modo: “Expresión fija, privativa de una lengua, cuyo significado no se deduce de las palabras que la forman; p. ej., a troche y moche”.

Nuestro principal código lexicográfico agrega una segunda acepción en la que aparece el vocablo idiotismo definido como “giro o expresión que no se ajustan a las reglas gramaticales; p. ej., a ojos vista”.

He querido encontrarle nombre al ejemplo de expresión a la que el vulgo confunde con refrán. Para ese fin me quedaré con el sustantivo modismo. Ojalá no resulte exagerado hablar de la reivindicación del refrán, frente a esa tendencia del vulgo a confundirlo con frases tontas como “¿Y es fácil?”.

Periódico El Nacional, 2 junio, 2018

 

QUITASUEÑO Y MATAPALACIO, URGE RECTIFICAR

La composición es un valioso recurso morfológico mediante el cual se forman palabras a partir de la unión de dos o más vocablos, de dos o más bases compositivas cultas o de la combinación de palabra y base compositiva. La norma académica no contradice la libertad de los hablantes para formar palabras, más bien orienta esa potestad y la encauza conforme al perfil de nuestro idioma.

Todas las categorías gramaticales intervienen para, mediante la unión de dos palabras, formar una nueva. Me limitaré, en esta entrega, a recordar los vocablos surgidos de la unión de un verbo más un sustantivo: cubre + cama da cubrecama; saca + corcho da sacacorcho; de mata + rata obtenemos matarrata y de quita más mancha tenemos quitamanchas.

Corresponden a la misma estructura (verbo más sustantivo) quitanieves, (artefacto para limpiar de nieve las vías), lavacarros, limpiasacos, tocadiscos, pararrayos, abrelatas, guardacostas, portaaviones, comecocos, beberromo, portafolios, matapolicía, alzapiés, pisapelo, cubrefaltas, tumbapolvo, o cualquier vocablo que fuera necesario formar a partir de la unión de una forma verbal (tercera persona singular, modo indicativo) la cual expresa una acción y un sustantivo.
Una máquina habrá de llamarse quitalodo, quitapiedras o quitahojas, según que recoja alguno de estos elementos.

 

QUITASUEÑO (UNA SOLA PALABRA)

Se emplea para referir aquello que causa preocupación o desvelo. Pero también puede ser un producto farmacéutico que impide el sueño.

No sé si es no adecuado que un pueblo lleve por nombre Quitasueño, pero por de pronto hay dos localidades, en República Dominicana, que llevan este nombre. Ambas tienen la categoría de distrito municipal y las dos arrastran una erosión a la gramática, porque el nombre aparece escrito en dos palabras: Quita Sueño.

La repetición del nombre no es tema para columna, pero informo que el distrito municipal Quita Sueño o Quitasueño, correspondiente a Cotuí, fue elevado a esa condición mediante la Ley No. 218-05: “La sección Quita Sueño del municipio de Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, queda elevada a la categoría de Distrito Municipal, con el nombre de Distrito Municipal Quita Sueño, cuya cabecera será el centro urbano Quita Sueño”. (Ortografía es del legislador).

Adscrito a Haina, provincia San Cristóbal, está el otro Quita Sueño o Quitasueño, llevado a distrito municipal mediante la ley No. 08-15 del 13 de enero de 2015: “El Distrito Municipal de Quita Sueño, estará integrado por las siguientes secciones Piedra Blanca Norte y la Cerca con sus respectivos parajes”. Diez años después del otro.
Lo que sí interesa a esta columna es que las autoridades de esos pueblos sepan que han de escribir sus nombres en una sola palabra, como limpiabotas, quitapesares, guardalodo, limpiacristales o pasamano.

Matapalacio
Un distrito municipal de Hato Mayor lleva este nombre, o mejor uno parecido: Mata Palacio. En la lógica gramatical, no se entiende para nada, pues ¿cómo es eso de matar palacios?
Es una localidad muy antigua. Se cuenta que allí tuvo lugar, durante la Guerra Restauradora, la batalla de Mata Palacio, dirigida por los generales Pedro Guillermo y Víctor de los Reyes, donde actuaron también Genaro Díaz y Santiago Silvestre, y las tropas españolas sufrieron pérdidas considerables. Hablamos de mayo de 1864.
Con el verbo matar más un sustantivo se han formado diversos vocablos: matarratas (matar + rata); matabuey (matar + buey); mataburros (matar + burro); matasellos (matar + sellos); matasanos (matar + sano); matasiete (matar + siete). Matahambre (matar + hambre); mataperro (mata + perro), matadeseo (matar + deseo).
Las autoridades de Mata Palacio, como las de los dos Quita Sueño, están a tiempo para rectificar los nombres de sus pueblos para que sean escritos como corresponde, conforme a las normas de nuestra lengua: Matapalacio y Quitasueño. Y saldrán ganando.

10 de junio, 2018

 

QUITACORAZA Y LA CARTA DEL PROFESOR REGINO

El pasado domingo, esta columna se refirió a la conveniencia de que a los distritos municipales Mata Palacio (Hato Mayor), Quita Sueño (Sánchez Ramírez) y Quita Sueño (San Cristóbal) les sean rectificados sus nombres para ajustarlos a la norma gramatical.

Gramaticalmente correcto sería: Matapalacio y Quitasueño. Una palabra, en cada caso.

El profesor universitario Francisco Bernardo Regino, con la gentileza y el buen juicio que lo caracterizan, ha enviado una carta que reproduzco a continuación:
Apreciado don Rafael:

¡Qué bueno que los “matadiarios” dejaron escapar a El Nacional para que apareciera los domingos y con él sus enjundiosos artículos! Su “Orto-escritura” de hoy es un “mataignorantes” y un “creasabios” de manera divertida, sencilla e inteligente, propio de un buen educador.

Hoy me recreo haciendo uso de “la libertad de los hablantes para formar palabras”, y también “me limitaré a … vocablos surgidos de la unión de un verbo más un sustantivo”. Ahí voy con el ejercicio, todo figurado, sin conexión con nuestra realidad.

  1. Una pena que no aparezcan “tumbagobiernos” como en décadas pasadas, que nos sacudan de los que nos desgobiernan.
  2. Los “robaerarios” tienen fortunas injustificables con los ingresos oficiales recibidos.
  3. Los “comecheques” de antes pasaron a ser plutócratas saltando la etapa capitalista.
  4. Ahora nos gobiernan los “matasueños” que nos encantaron con discursos solidarios.
  5. Los “quitapaces” (¿acaso quitapaz, profesor?) que ordenan el desorden nacional, duermen el sueño de la impunidad.
  6. El nuevo “mataburros” dominicano es el Diccionario de refranes de Bruno Rosario Candelier.
  7. Hacen falta algunos “quitacorazas” para revelar los cuerpos del delito.

Gracias por sus lecciones que quitan el sueño sin matar los sueños, quitan las corazas de la ignorancia y crean conciencia del buen uso del lenguaje.
Su lector,

Quitacoraza

La carta del profesor Regino trae a la mente a Quitacoraza. Resulta que desde 2003 hay otro distrito municipal cuyo nombre está constituido por una forma verbal más un sustantivo, pero que no se ha procedido con la unión de ambos elementos para componer una nueva palabra. Me refiero a Quita Coraza, perteneciente al municipio Vicente Noble, en la provincia Barahona.

Veamos en el Diccionario de la lengua española el significado de la voz coraza:

  1. f. Armadura de hierro o acero, compuesta de peto y espaldar. 2. f. Protección, defensa. 3. f. Mar. blindaje (? plancha para blindar). 4. f. Zool. Cubierta dura que protege el cuerpo de los reptiles quelonios, con aberturas para la cabeza, las patas y la cola. 5. f. desus. Parte de la montura que cubría el fuste o armazón de la silla. 6. f. desus. caballo coraza.

La persona o cosa que haga la función de quitar la coraza a otro ser (persona, animal…) se torna en un o una quitacoraza. Los vicentenobleros cuentan que esa localidad, que data de 1895, inicialmente se llamó Palo Copao y tienen varias versiones con respecto al nombre actual de este pueblo agrícola, a la orilla del Yaque del Sur.

La explicación más difundida es aquella según la cual iba un sacerdote a oficiar misa por estos lugares y para hacerlo tenía que cruzar un arroyo, entonces abundante de agua, y al momento de pasar, el afluente creció inesperadamente y la corriente se llevó todas las pertenencias que el religioso llevaba a lomo de su caballo, incluida una coraza. Cuando el sacerdote pronunció la homilía comentó el hecho y dijo: “Este lugar en vez de Palo Copao, debería llamarse Quitacoraza”.

Creo –así terminé el artículo anterior- que las autoridades de Quita Coraza, están a tiempo para rectificar el nombre de su pueblo para que sea escrito como corresponde, conforme a las normas de nuestra lengua: Quitacoraza. Eso pudiera ser urgente.

16 junio, 2018

Diccionario de refranes

Por Rafael Peralta Romero

Es motivo de honra y sano orgullo hablar en este acto de presentación del Diccionario de refranes, cuyo subtítulo es “Paremias del español dominicano”, autoría del doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua.

El volumen comprende refranes, adagios, sentencias, proverbios y máximas, unidades lingüísticas que guardan en común la condición de que rezuman un saber  consolidado por la experiencia y se agrupan en el nombre  genérico de paremia. Me ha resultado curioso comprobar que esta palabra no tiene definición en el Diccionario, sino que  allí se dicen los sinónimos   refrán, adagio, sentencia y  proverbio.

A  este nuevo libro le ha precedido el Diccionario fraseológico, también del académico  Rosario Candelier, presentado en abril de 2016, cuyo contenido se centra en frases, locuciones, giros…Pero no es este  el segundo tomo del anterior, sino una obra independiente de la otra, editorial y físicamente,  aunque guardan entre sí  una estrecha correspondencia y  relación temática.

Del Diccionario de refranes, me  permito afirmar lo que en aquella ocasión consideré del otro: “La convicción más firme que sustento sobre  el Diccionario fraseológico  es que éste puede servir como espejo para que los dominicanos apreciemos un filón fundamental de nuestra identidad,  pues  ya se ha dicho que somos lo que hablamos. De igual modo,   para las personas procedentes de otras latitudes   que quieran asomar a nuestra conciencia  para identificar palpitaciones  espirituales y   conocernos como conglomerado humano, esta es una obra imprescindible”.

Cada unidad léxica tratada en éste, como en el otro diccionario, tiene un  sentido particular, aunque tipificarlas sea preocupación  solo del estudioso, filólogo o lexicólogo, que las compila y valora para  elaborar estudios como el que hoy presentamos, es innegable que en la voz de los  hablantes los referidos pensamientos adquieren su verdadera dimensión por la utilidad  que ofrecen para la comunicación.

A propósito del Diccionario de refranes, se me ocurre que quizá sea este el momento oportuno para externar una reflexión que he llevado por mucho tiempo incrustada, en la conciencia tal vez. Me refiero a la incisión que causa el recuerdo –ojalá sea un recuerdo- de cómo los padres, incluso maestros, del pasado no muy remoto corregían a  niños y jóvenes por el uso de refranes, o mejor  dicho de lo que ellos llamaban refranes.

Tal práctica era motivo para ofrecer pescozones, y en  algunos casos la promesa llegaba a materializarse, acompañada de una advertencia como esta: “Te he dicho que no me uses refranes”. Lo bueno  o malo, en esa calificación no estoy seguro, era que a lo que llamaban refrán, no era tal, sino esos dichos pasajeros, por demás vacíos de contenido, que toman vigencia por un tiempo y que suelen  repetir  algunos con aire de necedad.

Nuestros padres criticaban el uso de  dichos soeces y algunas otras, si bien menos groseras, mucho más repetidas. Es el tipo de expresión  como las siguientes: “Qué pasa, Papo”, “Ah no, yo no sé no”,  o el superusado “¿Y es fácil?”.

Durante buen tiempo he creído que este tipo de  juegos verbales  se denomina “modismo”, pero el DLE me ha disminuido ese convencimiento, ya que define ese sustantivo de este modo: “Expresión fija, privativa de una lengua, cuyo significado no se deduce de las palabras que la forman; p. ej., a troche y moche”.

Nuestro principal código lexicográfico  agrega una segunda acepción  en la que aparece el vocablo  idiotismo definido como “giro o expresión que no se ajustan a las reglas gramaticales; p. ej., a ojos vista”.

He querido encontrarle nombre al ejemplo de expresión a la que el vulgo confunde con refrán.  Para ese fin me quedaré con el sustantivo  modismo. Ojalá no  resulte exagerado hablar de la reivindicación del refrán, frente a esa tendencia del vulgo a confundirlo con frases tontas como “¿Y es fácil?”.

Refranes, adagios, sentencias, proverbios y máximas representan suma de experiencias, expresiones de sabiduría, que decimos popular. Conviene apuntar las definiciones de las  paremias  en las que se fundamenta el libro que comentamos. El autor se ha interesado en precisar las diferencias entre una y otra expresión y ofrece las siguientes definiciones, que aparecen en la página xii:

Máxima: Señala lo que hace que las cosas sean.   Y en tal virtud,  es un principio que orienta la conducta: “El ojo del amo engorda al caballo”.          , ejemplo  de cada uno.

Sentencia: Advierte lo que las cosas deben ser, por lo cual es norma o patrón que ampara una determinación: “Delante de ahorcado no se debe mencionar el lazo”.

Adagio: Indica lo que las cosas son y, en ese sentido, es un conocimiento fundado en hecho real: “Culebra no se amarra en lazo”.

Proverbio: Muestra lo que las cosas generan, razón por la cual es una pauta inspirada en su naturaleza: “Por la fruta se conoce el árbol”.

Refrán: Señala lo que las cosas enseñan, en cuya virtud entraña un concepto derivado de una experiencia de vida: “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.

Las paremias tienen sus raíces  en la tradición, sobre todo de los más antiguos pueblos del mundo, como judío, griego y árabe, pero es obvio que la literatura  sapiencial tiene espacio en muchos ámbitos.  La Biblia, por ejemplo,  incluye una serie de libros de este carácter, cuyos títulos, muy reveladores, son los siguientes: Job, Salterio, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría y Eclesiástico.

En una introducción a los libros sapienciales, incluida en la versión Nacar-Colunga de la Biblia, aparece una noción de sabiduría que bien vale  reproducirse: “La sabiduría en Israel no es, como para Aristóteles, la ciencia de las últimas causas, sino que tiene un sentido más empírico: es cierta agudeza  y prontitud de ingenio  para hallar una salida en casos apurados. El juicio de Salomón en la querella de las dos mujeres que reclamaban su hijo quedó como proverbial en punto a sagacidad en la historia de Israel. Análoga a esta es la agudeza para hallar solución a los enigmas y acertijos, de que tanto gustaban los orientales”. (19ª edición, Madrid,  pág.649).

Las paremias no son extrañas a las grandes obras  de la literatura universal. En nuestra lengua, el ejemplo más  palmario  es Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, obra en la  que abundan máximas, sentencias y refranes.

A don Quijote, el personaje principal, aun gustándole que Sancho, su escudero, sea  sentencioso, le enrostra su inconformidad porque éste mal emplea los refranes, como puede apreciarse en este trozo:

“Mira, Sancho- respondió Don Quijote-: yo traigo los refranes a propósito y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tú los traes   tan por los cabellos, que los arrastras y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios; y el refrán que no viene a propósito antes es disparate que sentencia”. (Don Quijote de la Mancha II, capítulo LXVII, pág. 1065, edición IV Centenario).

Para elaborar este libro de paremias del español dominicano, el autor,  Bruno Rosario Candelier,  ha  indagado  obras  literarias de autores nacionales, sobre todo narrativas, además dice haber curcuteado en periódicos y revistas y por igual puso oído a la oralidad, que es fuente viva en la que este tipo de expresiones se cultiva con  frecuencia.

“Los refranes condensan sabiduría popular”, dice Rosario Candelier. Y es lógico que así sea, pues son producto de la tradición y  tienen su origen en el razonamiento. El pueblo los acoge como suyos, los escritores los divulgan a través de sus obras. De verdad,  refranes, máximas, sentencias y adagios representan una acumulación  de sapiencia.

Ya lo ha dicho  el  célebre hidalgo de la Mancha: “Parece que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la misma experiencia, madre de las ciencias todas”.

No obstante, Rosario Candelier  advierte que no siempre es positivo o conveniente el contenido de los refranes, aunque el pueblo los da como verdades indiscutibles. Las paremias contienen a veces prejuicios sociales o raciales, supersticiones o expresiones de pesimismo.

Incluso, el pueblo mismo, que asimila y repite los refranes, ha producido respuestas a algunas paremias. Un buen ejemplo puede ser este: “Con paciencia y calma sube un burro a una palma”, para lo cual  ha surgido  esta respuesta: “Si está tumbada”. O esta: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”, la variación  ha devenido en  “se lo come otro camarón”.

Por tratarse de un libro paremiológico  del español dominicano,  Rosario   ha incorporado expresiones de actualidad, incluso dichos políticos  que se han quedado en el habla popular, como “No hay peligro en seguirme…”, “Seguiré a caballo” y otros.

La forma de hablar representa, sin dudas, un indicador  oportuno para identificar a individuos  y a grupos sociales. Lo que hay dentro de una persona y por igual  los elementos que caracterizan  a determinada sociedad,  no tienen  medios  más idóneos para identificarse que el habla.

Más revelador de sus intimidades  ha de ser, si el particular modo de expresarse de una comunidad incluye  el empleo de  refranes, adagios, sentencias, proverbios y máximas, así como frases, giros y locuciones cuyo valor semántico es de todos aceptado.

El Diccionario de refranes  es un libro sapiencial, por cuanto recoge un conjunto de  sentencias, máximas, refranes, proverbios y adagios  que resultan indispensables para el habla de los dominicanos. Son  formas de expresión idóneas para emitir  juicios relativos al comportamiento humano y a fenómenos de la naturaleza.

Es pertinente felicitar a su autor, Bruno Rosario Candelier,  por este valioso aporte, muy apto para contribuir al conocimiento de las formas de ser y de sentir del pueblo dominicano a través de su palabra y de las actitudes que se manifiestan por medio de los dichos paremiológicos. Enhorabuena, se suele decir en estos casos.

29 de mayo de 2018.

 

El «Diccionario de refranes»

Por Roberto Guzmán 

La última producción bibliográfica de D. Bruno Rosario Candelier ha sido en el ámbito de diccionarios, todos incluidos en las publicaciones de la Academia Dominicana de la Lengua, esto indica que esa corporación y su director han tomado el camino de dotar a la bibliografía dominicana de los materiales necesarios en ese campo. Todas estas publicaciones se han hecho posible gracias a la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua.

En la entrega de este diccionario se nota una vez más el tipo de labor que despliega el autor de la obra cuando se dedica a componer y documentar los diccionarios de palabras, frases o refranes. En esta obra como en las anteriores, se nota desde el principio la corrección del trabajo emprendido.

Desde el comienzo en esta obra se nota una previa delimitación organizada del trabajo. Se puede percibir una visión crítica de las metodologías que se usan para el acopio de los materiales, así como para las definiciones y presentación del material.

Se evidencia con la lectura o consulta de este volumen que se ha seguido un proceso científico con el auxilio de un espíritu crítico y una gran erudición. Las descripciones implícitas en las definiciones tienen un gran valor lingüístico que se aparejan muy bien con los ejemplos que ilustran los usos.

El diccionario que se comenta cubre con ventaja la dimensión cultural que lleva en su confección, así como el valor descriptivo que se ponderó antes. Un rasgo que hay que destacar desde el inicio de este juicio ponderativo es que las fuentes han sido muy bien escogidas y, eso le confiere idoneidad a la labor.

La problemática de la clasificación de los sentidos, unido a la selección de los ejemplos demuestra un tratamiento apropiado de los refranes. No ha de olvidarse que los refranes pertenecen en un principio al nivel popular y la transmisión de estos se opera de modo oral. De allí que se destaque la ardua tarea que entraña localizar las fuentes escritas.

No se exagera si se afirma que de alguna manera, con la preparación de los diccionarios que ha emprendido la Academia Dominicana de la Lengua, se va reuniendo la bibliografía pertinente que puede derivar en un futuro no muy lejano de un Tesoro del español dominicano.

Este diccionario puede servir de obra de consulta no solo para los extranjeros que deseen aumentar sus conocimientos del español dominicano, sino también para los dominicanos que ven programas de televisión, que leen obras escritas por dominicanos, ya sean estas obras de ficción o que, simplemente leen la prensa diaria del país dominicano. En otras palabras, todo aquel que participe de la vida activa encontrará en este lexicón una fuente para dirimir dudas y un abrevadero para enriquecer sus conocimientos.

El Diccionario de refranes es un reflejo de la cultura dominicana. Este traza al mismo tiempo, un recorrido de la trayectoria de la idiosincrasia dominicana por los elementos del lenguaje que incorpora la sociedad a la formación de los refranes. Por su factura el refrán se convierte en un lugar privilegiado de referencia del conocimiento y el saber lingüístico y cultural. Estos refranes incluidos en este diccionario son muestras del pensamiento sicosocial de los dominicanos que contienen y transmiten la filosofía popular para enfrentar los avatares de la conducta en sociedad.

Algunos de estos refranes son recreaciones o reapropiaciones dominicanas de refranes españoles o internacionales. Las modificaciones que sufren son adaptaciones para ajustarlos al dominio lingüístico dominicano. En varios de ellos podrá encontrarse el ritmo “reposado y cadencioso” del habla de los caribeños que destacaba D. Rafael Lapesa. En ocasiones los refranes se convierten en la sal o el condimento de un discurso, discusión o ponencia. Si bien es cierto que el refrán brota del pueblo, no es menos cierto que este ha encontrado su camino para introducirse en la literatura también.

El refrán es un dicho popular, breve, cuyo valor le llega por la oportunidad de su utilización en casos de la vida diaria. En general este traza pautas para la conducta en la vida en sociedad. Muchas veces no es directo en su enseñanza, sino que recurre a símbolos e imágenes para introducir su consejo. En muchos casos puede captarse un ritmo en el interior del refrán que hace más fácil la memorización de este. Para impresionar cuando se usa, el refrán ha de ser agudo, incisivo, para que capte la atención y pueda transmitirse oralmente. El juicio que emite el refrán puede llegar de modo oblicuo, indirecto, por reflejo, pero se percibirá con toda certeza.

El refrán al ser utilizado por el hablante se convierte en un reflejo de las preocupaciones, de las ideas, del estado de ánimo, de las tendencias del emisor del mensaje que está contenido en este. Por esas cualidades lo usará el hablante en los casos adecuados a las necesidades del momento.

En los refranes que forman parte de esta selección se encontrarán algunos que emplean voces que pueden ser condenadas por soeces. Por esto no hay lugar a espantarse, pues los refranes nacen en el seno del pueblo y, a veces, esas son las expresiones directas a las que el vulgo puede recurrir para imprimir mayor fuerza a su sentencia. A pesar de las palabras desagradables que pueda contener, el refrán mantiene su carácter de modelo de conducta y reflexión.

Los diccionarios a los que se ha aludido antes, Diccionario del español dominicano y Diccionario fraseológico del español dominicano  se han convertido en una expresión de la identidad cultural nacional a la que viene a unirse esta nueva obra. Son, por así decirlo, repertorios de destellos suministrados por la lengua de la personalidad del pueblo dominicano. Estas obras entregan una imagen real y precisa del modo expresivo del hablante de español dominicano.

Como se entiende siempre en estos casos, es imposible reunir en un volumen todos los refranes, por lo que en este diccionario se encontrarán los que a juicio del autor son los más representativos del habla de los dominicanos. La importancia de los refranes que forman esta lista  le viene por diferentes rasgos. Algunos de ellos por la frecuencia de uso, otros porque representan una época de la historia del país que se deduce de los elementos que el hablante ha utilizado en ellos.

A pesar de la vocación que tienen los diccionarios de incorporar la mayor cantidad posible de material pertinente a sus propósitos, la pretensión de exhaustividad es imposible y, siempre habrá que conformarse con al criterio de representatividad que ha predominado en el ánimo del diccionarista. Por fortuna en este caso la experiencia y el conocimiento profundo del mundo dominicano auxilian con creces para conseguir la más alta calidad en esta larga nómina de refranes.

No hay que sorprenderse si al leer o consultar esta obra quien eso hace se da cuenta de que en muchos casos hay un refrán para cada situación de la vida. Los hay que se oponen entre ellos, pero en general son explicaciones compendiadas de patrones racionales de conducta. Un ejemplo de esto se encuentra en la página 237 bajo el título “madrugar”. Al que madruga Dios le ayuda. Y debajo de este: No por mucho madrugar amanece más temprano.

Estos refranes adquieren su validez del carácter comunitario del conocimiento que contienen. La conclusión de un refrán puede contradecir la que aporta otro. No obstante, no puede negarse el valor objetivo de los refranes. Empleados de una forma u otra, gozan de ser el producto del conocimiento intuitivo.

En este tipo de diccionario se puede encontrar una explicación fragmentada del mundo dominicano; ya sea por el refrán mismo, o bien por la cita que sirve de apoyo al uso que de este se hace. Es oportuno recordar que todo diccionario es un producto sociocultural por la naturaleza de su contenido. Este es el resultado natural de la sociedad y la cultura que revela.

De la misma manera que sucede en otros casos, este diccionario servirá para responder preguntas, para saciar deseos de conocimiento, para completar o redondear conceptos, para establecer precisiones sobre lo que se expresa por medio de los refranes que aquí constan. Aquí advertirá el lector o consultor del diccionario que en las definiciones hay un apego riguroso a la descripción lingüística. Quien consulte este diccionario puede constatar la adecuación de los refranes a las situaciones de uso, pues con los ejemplos de uso entenderá mejor el sentido de estos.

La autoridad de estos refranes se basa precisamente en el anonimato que ampara a los creadores, pues el uso le confiere, con la repetición, el respeto que acredita su oportunidad en las diversas circunstancias de la vida. En la expresión oral el refrán goza de la espontaneidad del hablante que lo utiliza a voluntad, dependiendo del momento apropiado, o del avatar que él enfrente. El refrán goza de tal autoridad que algunas personas los emplean para explicar la filosofía de la vida.

Por su contenido los refranes vertidos en este diccionario pueden ser de dos clases. De contenido prescriptivo, es decir, que introducen normas de comportamiento; o, refranes de contenido descriptivo que aparecen como actos asertivos, que explican o declaran algo que no estaba claro. Como ha quedado aceptado, el refrán es fruto del sentido común y de la experiencia.

En el Diccionario de refranes se nota la presencia de informaciones que aportan precisiones interesantes con respecto sobre todo de las intenciones que impulsan a los usuarios a recurrir a uno u otro de los refranes aquí incluidos. Las citas en apoyo desempeñan una función importante en este aspecto. Además, estas contienen elementos extralingüísticos, conceptuales, etc. que integran al diccionario otros aspectos interesantes.

Por la condición de diccionario este está organizado de modo alfabético y eso hace la consulta muy fácil. Es más, la mayoría de los refranes pueden encontrarse partiendo de más de un elemento de los que los forman. Este rasgo hace de la consulta una forma fácil de encontrar los diferentes refranes, es pues, de una eficacia práctica rápida.

Como acaece con toda obra humana, en esta también interviene el criterio de selección del autor. No ha de olvidarse que no es posible incluir todo el material que se halla. Se elige lo más representativo de la mayor parte del material disponible. La certeza en el escogimiento le imprime características de imagen real y precisa al inventario reunido. Con esa cualidad este diccionario se convierte de este modo en un muestrario verdaderamente representativo del uso dominicano de los refranes.

En este diccionario se encontrarán los refranes que han perdurado a través del tiempo, que no han perdido su vigencia. Otros refranes deben su inclusión en esta obra a que ellos son muestras fehacientes de su origen popular. Esta selección permite que esta obra se sume a las anteriores de la Academia Dominicana de la Lengua para redondear lo que se considera la lengua en tanto reflejo de la identidad nacional dominicana.

Muchos de los refranes incorporados en este lexicón son conocidos en otros países en los cuales se les conoce con otras interpretaciones o, son de uso con el mismo significado, pero con algunas variantes de palabras, algo que en el caso de los refranes dominicanos los hace más propios por adaptarse así al habla típica de los dominicanos.

Cada vez que se prepara un nuevo diccionario acerca de un aspecto del habla, con su elaboración se hace una evaluación del estado del léxico con respecto de esa parte. No puede perderse de vista que el léxico de una lengua está en continua mutación que requiere que se valore y que se destaque lo que se considera que es más representativo. Conforme con este procedimiento se ha procedido en este diccionario y, eso es algo que se constata al compulsarlo.

Algunos de estos refranes conservan los colores, matices, expresiones y voces características de los hablantes del español de las áreas rurales. Ellos conservan su vigencia actual a pesar de que la sociedad dominicana dejó de ser una sociedad rural. Ese vocabulario campesino es rico en palabras de noble solera. Ese ambiente aprovecha las circunstancias del entorno para introducir regionalismos o localismos sin faltar a su fin primordial de comunicación. Parecen, algunos de ellos, fruto de la espontaneidad ante el suceso inesperado que produce un cambio en la marcha de una cosa.

El diccionario fue publicado este año -2018- y es un volumen impreso con todo el cuidado que demanda una obra de este género. En este hay 458 páginas de refranes, así como 26 páginas de bibliografía. El volumen puede ser utilizado como una obra de consulta. De la misma manera puede hacerse de este una fuente de placer al leerlo.

Se recomienda la adquisición del diccionario para integrarlo al acervo cultural de toda biblioteca de autores y temas dominicanos. Se sugiere como elemento indispensable para contribuir a la comprensión de la mentalidad de los dominicanos.

Noticias sobre el «Diccionario de refranes»

Por la ASALE

Presentación del Diccionario de refranes. Paremias del español dominicano

  • Dirigido por Bruno Rosario Candelier

La Academia Dominicana de la Lengua llevó cabo el lanzamiento y puesta en circulación de su nueva obra lexicográfica: el Diccionario de refranes. Paremias del español dominicano.

El acto tuvo lugar el martes 29 de mayo en la sede institucional y contó con las intervenciones de Bruno Rosario Candelier, director de la obra, y los académicos Manuel Núñez Asensio y Rafael Peralta Romero.

El Diccionario de refranes dominicano es una recopilación de paremias y tiene la singularidad de ser el primer refranero dominicano que no se limita a la expresión de la lengua sino también a una muestra más orgánica de sus variantes consecuentes a la geografía, con sus formas peculiares en el habla del español dominicano.

El Diccionario, también conocido como el refranero del español dominicano, «pone en perspectiva el acervo cultural de los lugareños según la procedencia del hablante», explicó Rosario Candelier.

La obra, realizada con el auspicio de la Fundación Guzmán Ariza Pro Academia Dominicana de la Lengua, contiene refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios, escritos bajo el método de estudio fundamentado en la recopilación de datos extraídos exclusivamente de fuentes dominicanas.

El material fue recogido en periódicos, revistas y novelas dominicanas; así como en la radio, televisión y en distintos foros.

 

Ponen a circular diccionario de refranes de RD

30 mayo, 2018

Por: Hoy

e-mail: info@hoy.com.do

La Academia Dominicana de la Lengua puso en circulación el Diccionario de refranes, paremias del español dominicano del doctor Bruno Rosario Candelier.
Participaron en esta actividad los académicos Manuel Núñez Asencio, Rafael Peralta Romero y el director de la Academia, el doctor Bruno Rosario Candelier.
Esta quinta obra lexicográfica que publica la corporación de académicos dominicanos, sale a la luz gracias al auspicio de la Fundación Guzmán Ariza, entidad que dirige el académico y abogado cibaeño, Fabio Guzmán Ariza. La misma recoge un conjunto significativo de paremias dominicanas, expresiones lingüísticas que el pueblo bautiza con el nombre de refranes.

Tal como consigna el autor, en la contraportada del volumen, “con este refranero abordamos el abanico fraseológico condensado en refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios”. Las cinco vertientes paremiológicas estudiadas, definidas y registradas en este nuevo libro sobre las peculiaridades del español dominicano.
La presentación de este nuevo aporte bibliográfico de la Academia fue realizada ayer.
Autor. El doctor Bruno Rosario Candelier es el ilustre intelectual dominicano, oriundo de Moca, que dirige la Academia Dominicana de la Lengua desde hace unos años.

 

El Caribe

 31 mayo, 2018Principio del formulario

Final del formulario

Academia Dominicana de la Lengua pone a circular obra

 

Bruno Rosario Candelier durante la presentación de su obra.

 Danny Polanco

La Academia Dominicana de la Lengua puso en circulación su nueva obra lexicográfica “Diccionario de refranes del español dominicano”, escrito por su director, doctor Bruno Rosario

Este es el quinto volumen lexicográfico de la Academia, el cual cuenta con el auspicio de la Fundación Guzmán Pro Academia Dominicana de la Lengua, dirigida por el académico y jurista cibaeño Fabio Guzmán Ariza.

Durante la puesta en circulación del libro, que se celebró el martes en la sede de la institución, en la Zona Colonial, Rosario Candelier dijo que este diccionario de refranes, también conocido como el “Refranero del español dominicano”, es una recopilación de paremias que ponen en perspectiva nuestro acervo cultural, porque no solo se limita a la expresión de la lengua general, sino también a una muestra más genuina de sus variantes dialectales cónsonas con las diversas formas peculiares en el habla de los dominicanos, según la procedencia geográfica del hablante. “La confección de este refranero del español dominicano no solo nos permitirá auscultar de un modo muy singular las raíces de nuestra cultura, sino que de esta forma se contribuye a la identificación, distinción e ilustración palpable de muestras genuinas de la voz dominicana”, expresó el escritor.

De su lado, los académicos Manuel Núñez Asencio y Rafael Peralta Romero manifestaron que “la expresión es producto del pensamiento; es la voz prominente de la unión colectiva en pos a un mismo pensamiento, una visión, una idiosincrasia y anhelos profundos. Por tal motivo, desde el punto de vista del idioma, la expresión ‘hablada’ es un factor que representa un peldaño imperativo en la conformación de una cultura”.

Academia de la Lengua pone en circulación “Diccionario de Refranes”

Por: Dominga Ramírez/

doragaplc@hotmail.com
29 mayo, 2018 7:34 pm

 

Bruno Rosario Candelier

PERIODICO EL DÍA

Martes, 29 de mayo, 2018 | 7:39 pm

SANTO DOMINGO.- La idiosincrasia de las personas de República Dominicana quedó plasmada en el “Diccionario de Refranes, paremias del español dominicano”, puesto en circulación  por Bruno Rosario Candelario, director de la AcademiaDominicana de la Lengua.

Se trata del quinto volumen lexicográfico de la Academia, que recoge refranes donde se manifiesta la complejidad lingüística de cada región del país con temas que van desde la religión hasta la vagancia.

El Diccionario, también conocido como el refranero del español dominicano, pone en perspectiva el acervo cultural de los lugareños según la procedencia del hablante, explicó Rosario Candelier.

“Esta obra comprende todas las modalidades de los refranes, explicadas y definidas, además refleja la naturaleza del dominicano porque son expresiones que salen del alma”, afirma el autor.

La obra, realizada con el auspicio de la Fundación Guzmán Ariza Pro Academia Dominicana de la Lengua, contiene refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios, escritos bajo el método de estudio fundamentado en la recopilación de datos extraídos exclusivamente de fuentes dominicanas.

El material fue recogido en periódicos, revistas y novelas dominicanas; así como en la radio, televisión y en distintos foros.

Crítica mal uso del lenguaje

El también filólogo y crítico literario lamentó el pobre uso de la lengua de los hablantes dominicanos, que en su mayoría tienen una expresión incorrecta y un vocabulario reducido que disminuye la calidad de la expresión.

Dijo que los dominicanos hablan mal porque lo aprenden de sus padres, situación que debería cambiar a través de los estudios, pero el hecho de que los profesores tengan que promover de curso a todos los estudiantes, aún sin estar preparados, es un error lamentable del Ministerio de Educación.

Reconocimiento

Durante la puesta en circulación del Diccionario de Refranes, Rafael Peralta Romero recibió un diploma de la Real Academia de la Lengua, donde le nombran como académico correspondiente en República Dominicana.

 

DIARIO LIBRE

27 de mayo de 2018

Academia de la Lengua pondrá a circular diccionario de refranes dominicanos

SANTO DOMINGO. La Academia Dominicana de la Lengua pondrá a circular el “Diccionario de refranes, paremias del español dominicano”de su director, Bruno Rosario Candelier, el próximo martes 29 de este mes.

Participarán como expositores en la actividad, que se celebrará a las 10:00 de la mañana, en la misma Academia, los académicos Manuel Núñez Asencio y Rafael Peralta Romero, además de Rosario Candelier.

Una comunicación de prensa de la Academia Dominicana de la Lengua explica que esta quinta obra lexicográfica sale a la luz gracias al auspicio de la Fundación Guzmán Ariza, entidad que dirige el académico y abogado cibaeño Fabio Guzmán Ariza, y recoge un conjunto significativo de paremias, expresiones lingüísticas que el pueblo bautiza con el nombre de refranes.

«Con este refranero abordamos el abanico fraseológico condensado en refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios las cinco vertientes paremiológicas estudiadas, definidas y registradas en este nuevo libro sobre las peculiaridades del español dominicano”, expresa el autor en la contraportada del volumen.

De la obra y su autor

Bruno Rosario Candelier es un intelectual dominicano, oriundo de Moca, que dirige la Academia Dominicana de la Lengua desde hace unos años.

Su trayectoria como investigador, crítico literario, escritor y gestor cultural de más de cincuenta años lo sitúan como un paradigma de las letras nacionales, uno de los más prolíficos autores dominicanos, avalado por alrededor de cuarenta obras publicadas, agrega la nota de prensa de la academia.

 

EL NACIONAL

28 MAYO, 2018

Academia RD de la Lengua lanza diccionario de refranes del español dominicano

La Academia Dominicana de la Lengua llevará a cabo el lanzamiento y puesta en circulación de su nueva obra lexicográfica, el Diccionario de refranes del español dominicano, por el autor Bruno Rosario Candelier.

El acto de la primicia tendrá lugar este martes 29 de mayo del año en curso a las 10:00 a.m. en la Sede Corporativa de la institución, y será precedida por el doctor Bruno Rosario Candelier junto a la presentación de los académicos Manuel Núñez Asensio y Rafael Peralta Romero.

El Diccionario de refranes, también conocido como el Refranero del español dominicano es una recopilación de paremias, o lo que es mayormente conocido como refranes, y representa el quinto libro en su categoría de diccionarioproducido por la Academia Dominicana de la Lengua, y adquiere la singularidad de ser el primer refranero engendrado por un linajedel pensamiento, la intelectualidad y el hablar autóctonosde República Dominicana, y que a su vez pone en perspectiva el trasfondo de su acervo cultural, de tal modo que, el perfil del refranero dominicano no se limita a la expresión de la lengua general sino también a una muestra más orgánica de sus variantes consecuentes a la geografía, con sus formas peculiares en el habla del español dominicano. El material de la obra abarca los distinto espectros en que pueden ser expresadas aquellas frases informales de aire filosóficoque sirven para la canalización de forma figurativa y pragmática, la enseñanza o el metamensaje que contiene, con unacomposición sintáctica rítmica y estética, que tiene como objetivoinducir a la reflexión.

La cultura dominicana arraiga una complejidad lingüística propia de aquellos lugares que en algún momento de la historia y de algún modo se han visto sumergidos bajola influencia de otras culturas, por lo que es preciso destacar lariqueza y la diversidad en el inventario deparemias dominicanas. La expresiónes el producto del pensamiento; es la voz prominente de la unióncolectivaen pos a un mismo pensamiento, una visión, una idiosincrasia y anhelos profundos. Por tal motivo, desde el punto de vista del idioma, la expresión ‘hablada’ es un factor que representa un peldaño imperativoen la constitución de una cultura.

El contenido del diccionario consiste en un catálogo de las unidades categóricas que constituyen las paremias, tales como los refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios.La garantía para lograr la autenticidad y los alcances del proyecto se basó en un método de estudio fundamentado en larecopilación dedatos extraídos exclusivamente de fuentes dominicanas. El material debía ser estrictamente originario de la literatura dominicana, tales como novelas, periódicos, revistas, y la inclusión de una modalidad oral que consiste en la extracción del material proveniente de la oratoria dominicana, tales como la radio, la televisión, foros o los distintos escenarios en que puede efectuarse el diálogo, haciendo partícipes las voces de los distintos estratos del pueblo dominicano.

Una directiva conformada por el director de la ADL y un equipo lexicográfico, dieron parte a la integración de un equipo de colaboradores los cuales fueron instruidos con las premisas teóricas y lingüísticas para llevar a cabo la misma línea de estudio pertinentea la obra. Luego de ser extraídas, las paremias eran sometidas a un proceso protocolar de ordenamiento y confección textual basada en la predeterminación y designaciónde una palabra clave, número y estilo de letras, la clasificación de la paremia (refrán, máxima, adagio, proverbio o sentencia), su definición, la citación de la fuente de donde provieneel ejemplo, seguido del bloque bibliográfico.

Cada paremia es subclasificada en orden alfabético según la palabra clave a la que corresponde, palabras que a su vez también están organizadas en orden alfabético

Un conjunto de paremiasconstituye parte delo que es el patrimonio de una cultura, pues es un foco que refleja el origen de pensamientos, idiosincrasia, psicología, tendencias, calibre moral, los cambios que una sociedad ha sufrido, la manifestación de situaciones reales, parafraseadas por gente común, pero con la singularidad que arraiga el momento justo, por lo que puede ser considerado como la referencia vectorial más fidedigna sobre el perfil deuna cultura.

La confección del refranero del español dominicano no solo nos permitirá auscultar de un modo muy singular las raíces de nuestra cultura, sino que de esta forma contribuye a la identificación, distinción y petrificación de la voz dominicana.

 

PONEN A CIRCULAR DICCIONARIO DE REFRANES DE RD

29 mayo, 2018

Por Shira Abreu

La Academia Dominicana de la Lengua puso en circulación esta mañana el “Diccionario de refranes, Paremias del Español Dominicano”, escrito por el director de esa entidad, Bruno Rosario Candelier.

El Diccionario que el autor elaboró indagando en obras literarias nacionales, periódicos, revistas y en la escucha activa, recoge un conjunto de sentencias, máximas, refranes, proverbios y adagios que resultan indispensables para el habla de los dominicanos.

Son formas de expresión idóneas para emitir juicios relativos al comportamiento humano y a fenómenos de la naturaleza.

“Es importante el conocimiento de los refranes porque reflejan una expresión el alma nacional y de la idiosincrasia del pueblo dominicano”, expresó Rosario Candelier tras explicar que la motivación del libro fue recoger en un volumen el caudal de expresiones paremiológicas del español dominicano como refranes y sus variables.

El también autor del Diccionario Fraseológico (que se centra en frases, locuciones y giros), advirtió que el contenido de las paremias no es siempre positivo porque a veces están cargadas de prejuicios sociales o raciales, supersticiones o expresiones de pesimismo.

En la presentación de la obra el escritor Rafael Peralta Romero, miembro del número de la Academia Dominicana de la Lengua, aseguró que el diccionario se refranes es un valioso aporte para conocer las formas de ser y de sentir del pueblo dominicano a través de su palabra y de las actitudes que se manifiestan por medio de los dichos paremiológicos. v

Tras la presentación del libro Peralta Romero recibió el diploma que lo acredita como miembro correspondiente de la Real Academia Española (RAE) como corresponde a los miembros de número de las academias americanas.

 

ACADEMIA DE LA LENGUA PONDRÁ CIRCULAR DICCIONARIO REFRANES

25 de mayo de 2018, Almomento.net

Por Omar Furment

 SANTO DOMINGO.- La Academia Dominicana de la Lengua pondrá en circulación del Diccionario de refranes, paremias del español dominicano del doctor Bruno Rosario Candelier.

Participarán en esta actividad los académicos Manuel Núñez Asencio, Rafael Peralta Romero y el director de esta Academia, el doctor Bruno Rosario Candelier.

Esta quinta obra lexicográfica que publica nuestra corporación de académicos dominicanos, sale a la luz gracias al auspicio de la Fundación Guzmán Ariza, entidad que dirige el académico y abogado cibaeño, don Fabio Guzmán Ariza. La misma recoge un conjunto significativo de nuestras paremias, expresiones lingüísticas que nuestro pueblo bautiza con el nombre de refranes.

Tal como consigna el autor, en la contraportada del volumen, “Con este refranero abordamos el abanico fraseológico condensado en refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios”. Las cinco vertientes paremiológicas estudiadas, definidas y registradas en este nuevo libro sobre las peculiaridades del español dominicano.

La presentación de este nuevo aporte bibliográfico de la Academia se realizará el martes 29 de mayo de 2018, a las diez de la mañana, en la sede de esta entidad ubicada en la calle Mercedes no.204, de la Ciudad Colonial.

De la obra y su autor

El doctor Bruno Rosario Candelier es el ilustre intelectual dominicano, oriundo de Moca, que dirige la Academia Dominicana de la Lengua desde hace unos años.

Su trayectoria como investigador, crítica literaria, escritor y gestor cultural de más de cincuenta años, lo sitúan como un paradigma de las letras nacionales, uno de los más prolíficos autores dominicanos, avalado por alrededor de cuarenta obras publicadas.

Su gestión se ha caracterizado por el dinamismo que exhibe la institución, patente no solo en la cantidad y calidad de actividades culturales que organiza a favor del enriquecimiento de nuestra lengua y la difusión de autores nacionales, también es palpable en la cantidad de libros de carácter lingüísticos y lexicográficos que ha dirigido y publicado esta Academia Dominicana de la Lengua, en colaboración con acuciosos miembros de esta nonagenaria institución.

Conviene reiterar que este volumen, es la quinta obra publicada por la Academia que resulta del arduo trabajo de investigación del Director de la Academia, acompañado por un selecto equipo de miembros de esta entidad.

Almomento.net

Por Omar Furment

 

 Publicado el: 28 mayo, 2018

Periódico Hoy

La Academia Dominicana de la Lengua llevará a cabo el lanzamiento y puesta en circulación de su nueva obra lexicográfica, el diccionario de refranes del español dominicano, por el autor Bruno Rosario Candelier.

El acto de la primicia tendrá lugar el martes 29 de mayo del año en curso a las 10:00 a.m. en la Sede Corporativa de la institución, y será precedida por el doctor Bruno Rosario Candelier junto a la presentación de los académicos Manuel Núñez Asensio y Rafael Peralta Romero.

El diccionario de refranes, también conocido como el Refranero del español dominicano es una recopilación de paremias, o lo que es mayormente conocido como refranes, y representa el quinto libro en su categoría de diccionario producido por la Academia Dominicana de la Lengua, y adquiere la singularidad de ser el primer refranero engendrado por un linaje del pensamiento, la intelectualidad y el hablar autóctonos de República Dominicana, y que a su vez pone en perspectiva el trasfondo de su acervo cultural, de tal modo que, el perfil del refranero dominicano no se limita a la expresión de la lengua general sino también a una muestra más orgánica de sus variantes consecuentes a la geografía, con sus formas peculiares en el habla del español dominicano.

El material de la obra abarca los distintos espectros en que pueden ser expresadas aquellas frases informales de aire filosófico que sirven para la canalización de forma figurativa y pragmática, la enseñanza o el metamensaje que contiene, con una composición sintáctica rítmica y estética, que tiene como objetivo inducir a la reflexión.

La cultura dominicana arraiga una complejidad lingüística propia de aquellos lugares que en algún momento de la historia y de algún modo se han visto sumergidos bajo la influencia de otras culturas, por lo que es preciso destacar la riqueza y la diversidad en el inventario de paremias dominicanas.

La expresión es el producto del pensamiento; es la voz prominente de la unión colectiva en pos a un mismo pensamiento, una visión, una idiosincrasia y anhelos profundos. Por tal motivo, desde el punto de vista del idioma, la expresión ‘hablada’ es un factor que representa un peldaño imperativo en la constitución de una cultura.

El contenido del diccionario consiste en un catálogo de las unidades categóricas que constituyen las paremias, tales como los refranes, adagios, máximas, sentencias y proverbios.

La garantía para lograr la autenticidad y los alcances del proyecto se basó en un método de estudio fundamentado en la recopilación de datos extraídos exclusivamente de fuentes dominicanas.

El material debía ser estrictamente originario de la literatura dominicana, tales como novelas, periódicos, revistas, y la inclusión de una modalidad oral que consiste en la extracción del material proveniente de la oratoria dominicana, tales como la radio, la televisión, foros o los distintos escenarios en que puede efectuarse el diálogo, haciendo partícipes las voces de los distintos estratos del pueblo dominicano.

Una directiva conformada por el director de la ADL y un equipo lexicográfico, dieron parte a la integración de un equipo de colaboradores los cuales fueron instruidos con las premisas teóricas y lingüísticas para llevar a cabo la misma línea de estudio pertinente a la obra.

Luego de ser extraídas, las paremias eran sometidas a un proceso protocolar de ordenamiento y confección textual basada en la predeterminación y designación de una palabra clave, número y estilo de letras, la clasificación de la paremia (refrán, máxima, adagio, proverbio o sentencia), su definición, la citación de la fuente de donde proviene el ejemplo, seguido del bloque bibliográfico. Cada paremia es subclasificada en orden alfabético según la palabra clave a la que corresponde, palabras que a su vez también están organizadas en oren orden alfabético

Un conjunto de paremias constituye parte de lo que es el patrimonio de una cultura, pues es un foco que refleja el origen de pensamientos, idiosincrasia, psicología, tendencias, calibre moral, los cambios que una sociedad ha sufrido, la manifestación de situaciones reales, parafraseadas por gente común, pero con la singularidad que arraiga el momento justo, por lo que puede ser considerado como la referencia vectorial más fidedigna sobre el perfil de una cultura.

Suculento diccionario de refranes

Por Emilia Pereyra

    Tiene gran valor para la cultura vernácula el “Diccionario de refranes, paremias del español dominicano”, de la autoría del escritor y lingüista Bruno Rosario Candelier, recientemente publicado por la Academia Dominicana de la Lengua, con los auspicios de la Fundación Guzmán Ariza.

La obra es muy importante porque, sin duda, le aporta filones al estudio del español criollo,  recoge gran parte del habla viva de los dominicanos y está íntimamente relacionada con la tradición cultural nuestra.

En la presentación del libro, Rosario Candelier expresa que para elaborarlo fue preciso leer, indagar y curcutear obras narrativas de autores nacionales en busca de las “expresiones idioléxicas”, lo mismo en textos de poesía y ficción y en periódicos y revistas.

“Y puse particular atención a la oralidad, fuente viva de refranes, adagios, sentencias, máximas y proverbios”, dice el autor que le dedica el texto al conocido periodista Orlando Gil, a quien considera “cultor de la sabiduría paremiológica”, muy dado a usar refranes en sus columnas de comentarios políticos.

Ciertamente, hallamos refranes en obras literarias y en las expresiones del lenguaje oral, pues “el refranero condensa la sabiduría popular”.

El glosario reúne refranes muy usados en la actualidad y otros empleados antaño, que han quedado asentados en libros y otras publicaciones.

Para Rosario Candelier en el “refrán brota el alma del pueblo con su filosofía natural, su postura ante la vida y sus aspiraciones, su humanismo, su modo de reaccionar, positivo o negativo, ante tal o cual ocurrencia”.

Uno de los refranes, registrado en el libro de 486 páginas, es de uso frecuente y dice: “lo que abunda, no daña”. De acuerdo al texto, este “enseña que es mejor que sobre y no que falte”, y que “lo bueno es tener mucho, de todo”.

“Las mujeres son como las naranjas, unas salen dulces y otras salen agrias”, es otra de las paremias asentadas. Según el diccionario, esto quiere decir que “hay mujeres ásperas y agresivas, pero también las hay buenas y amables”.

Un refrán de uso cotidiano, igualmente recogido en el texto, es el que expresa “el que tiene sed, busca el agua”, lo cual significa que “la necesidad obliga a hacer la diligencia”.
Rosario Candelier registra otro refrán del habla cotidiana actual, que data de mucho tiempo atrás. Se trata de “muerto el perro, de acabó la rabia”, el cual “señala que al cesar la causa de un hecho desaparecen sus efectos”.

También figura otra paremia de mucho salero como es “el puerto no se rasca en javilla”, usado por Juan Antonio Alix en sus décimas, el cual señala que cada persona sabe con quién lucha. “Advierte que hasta los animales saben lo que les perjudica”, se agrega en la obra.

El suculento lexicón, del director de la Academia Dominicana de la Lengua,  no solo nos edifica sobre el uso de nuestro español criollo  y evidencia su vitalidad e  íntimo vínculo con el alma popular. De igual forma resulta divertido por la gracia y las socarronerías implícitas en numerosas expresiones, muestras del singular carácter del pueblo dominicano.

Periódico Diario libre, 24/06/18

Juan Antonio Alix, ¿padre de la poesía dominicana?

Por Fernando Cabrera

Como la generalidad de los críticos literarios dominicanos, e incluso de los simples lectores, me he acomodado a la idea de que nuestra poesía se remonta a los embelesos del Romanticismo, el Simbolismo y el Parnasianismo que encarnaban Salomé Ureña, Gastón F. Deligne y José Joaquín Pérez. Sin embargo, la historicidad de unos versos octosílabos traviesos me ha hecho reconsiderar ese aserto, al señalar insistentemente otro sendero. ¿Puede Juan Antonio Alix desde lo popular, con décimas escritas desde 1850, reclamar progenitura genérica? Veamos.

Juan Antonio Alix es, por mucho, merecedor de ser llamado uno de los poetas más representativos, como lo ponderó Joaquín Balaguer al referir que este era “el poeta nacional que ha interpretado con más vigor la idiosincrasia de nuestras clases rurales. Fue una figura determinante en el florecimiento cultural de Santiago de los Caballeros, cuando esta ciudad incluso llegó a ser capital de la República dos veces, una el 7 de diciembre de 1857 y, otra vez, el 14 de septiembre de 1863. Alix se desarrolla cuando el noble provincianismo de los santiagueros estaba en su apogeo, publicando millares de décimas en volantes que distribuía y vendía él mismo. En la segunda década del siglo xix, Santiago era el corazón político, económico y cultural del país.

Empezó a escribir a la edad de 16 años, alrededor de 1850, a un lustro de nacer la República. Escribiendo sorteó los avatares de la guerra de la Restauración, las vicisitudes de una incipiente democracia agitada por la ambición y codicia de sátrapas como Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Heureaux, Ramón Cáceres, y contempló ya muy anciano, en 1916, la ignominiosa primera intervención norteamericana. Alix, desde el humor, hizo suyo el folclore rural y urbano, el latir real del corazón provinciano. De ahí, de la realidad de la incipiente nacionalidad decimonónica, surgieron sus aciertos literarios primigenios. Su poesía constituye testimonio pormenorizado del habla criolla, en tanto la registró y celebró creativa y orgullosamente, hasta el desenfado.

La escritura de Alix estaba arraigada en la tradición hispánica. Tenía una amplia cultura, constatable en el hecho que toda su producción se inscribiera, con propiedad, en una tradición arraigada por siglos en la lírica española, de cantores centrados en la oralidad, que ejercitan la capacidad creadora para testimoniar, explicar o describir el entorno. Alix solo utilizó la variante estrófica espinela, de ágiles versos octosílabos con rima regularmente consonante. La décima espinela es aún la más importante forma estrófica utilizada en Hispanoamérica, introducida por los exploradores, colonizadores y misioneros españoles, conocedores de la efectividad de los versos medidos y rimados, como hacían los juglares y trovadores del Medioevo, para memorizar, atraer la atención y comunicar. En países como Colombia, Cuba, Argentina y Puerto Rico (e incluso en la provincia de Peravia, con los chuineros de Baní), en los cuales se mantiene con mayor fuerza el cultivo de las décimas, su vocalización se hace sobre una base melódica acompañada por guitarras.

Alix fue un lingüista empírico. Antes que Pedro Henríquez Ureña realizara, en 1940, su estudio El español en Santo Domingo, las décimas de Alix ya testimoniaban el acervo del habla dominicana. Alix fue un sociólogo natural, perfiló características que, si bien para algunos constituyen antivalores, pintan con exactitud la idiosincrasia de los diferentes estratos sociales criollos. Entre los poemas de Alix que mejor recogen la dinámica social destaca “El negro tras de la oreja”, uno de los pocos textos de nuestra historia literaria, e incluso de la historia de los estudios sociológicos dominicanos, en que la negritud —o mejor, el prejuicio racial contra los negros dominicanos— es abordada con propiedad. Alix, con agudeza sin par, desnuda la segregación solapada, el disimulo de la negritud que avergüenza a una sociedad mayoritariamente mestiza, mulata, negra, que se niega a mirarse al espejo.

Alíx fue un crítico sagaz, siempre atento a las circunstancias de su tiempo. La sagacidad proverbial de Alix le permitió criticar severamente, siendo gracioso, sin sufrir las consecuencias de denunciar los defectos a los políticos y enfrentar a los poderosos; dicho en su estilo, tenía la habilidad, que no es poca, de saber nadar y guardar la ropa, como en la décima “Corroboro, corroboro”. Ningún texto ulterior, en prosa o en verso, caracteriza de mejor manera la sumisión del poder legislativo ante el poder ejecutivo.

Alix fue el primero en hacer de la poesía un oficio lucrativo, asimismo fue un publicista nato, pues se las ingeniaba para sacar provecho de su ingenio, constituyéndose espontáneamente en vocero, lisonjero a veces, de cuantos productos, servicios y oficios sus dueños pudiesen retribuirlo materialmente. Alix fue un patriota.  En poemas como “Al pueblo dominicano”, “El 27 de febrero” y “¡Viva el 16 de agosto! ¡Viva la Restauración!”, dejó fluir un fervoroso llamado a la defensa de la República. No existe otro poeta criollo que haya defendido con tanto ardor y sistematización la tierra de su nacer y vivir.  Alix no tenía tabúes al escribir. no hubo temas prohibidos, tampoco ajenos a lo poético. Se parapetaba tras lo jocoso para blasfemar o tocar lo soez a sus anchas y sin consecuencias. No titubeaba para expresar lo vulgar, lo escatológico. Nada le causaba náusea. De este escabroso contexto, sin duda el más logrado y celebrado es el poema titulado “El follón de Yamasá”, que por su lograda factura y jocosidad, no debe faltar en ninguna antología.

Corresponderá a estudios críticos objetivos —que necesariamente han de realizarse— disipar prejuicios y moralina para justipreciar los aportes de su prolífica y original obra de Juan Antonio Alix. En lo que a mí respecta, no me cabe duda de que acumula méritos suficientes para ser considerado, aun sin acta del Congreso, Poeta Nacional o Poeta del Pueblo.

«Diccionario de refranes», de Bruno Rosario Candelier

Por Manuel Núñez

 Por más de una razón, la obra que se da  hoy a la estampa,  de D. Bruno Rosario Candelier, constituye un logro fundamental, un antes y un después que marca el inicio de los trabajos paremiológicos en el país. Se trata del primer compendio de las paremias, concebido con arreglo a las exigencias de la lexicografía. Se fundamenta en un trabajo de campo, extraído de la prosa de periodistas, escritores e intelectuales dominicanos. Concluido el acopio de las muestras, el autor clasificó cada uno de los ejemplos de su vademécum en las distintas categorías: adagio, sentencia, máxima, refrán, modismo, proverbio. Luego colocó cada una de las piezas en un campo semántico o una casilla temática. A seguidas, introdujo la definición de cada una de las  idiolexias. Finalmente, la entradilla queda rematada con  ejemplos de uso. Hay, pues,  un esfuerzo de demostración. Rosario Candelier  se propuso que cada una de las paremias figurasen escoltadas de solventes ejemplos de uso—oral o escrito– que desvanecieran la idea de que el diccionario se hallase desconectado del ejercicio verbal de los hablantes. Su objetivo era hallarnos ante la representación de los usos vigentes.

Tras quedar esclarecida la perspectiva emprendida por Rosario Candelier, resulta imposible sustraerse a la dimensión historiográfica, porque ésta contextualiza cada una de las entradas de este diccionario.

No se trata de una digresión ociosa. Es que las paremias (adagios, refranes, sentencias, proverbios, dichos y modismos) son parte de un legado, que ya estaba presente hace mil años, en la lengua, que aflora en San Millán de la Cogolla entre los siglos  X y XI. Es decir, en las pesebreras del idioma español.

Todas las paremias evocadas en este diccionario son, pues,  tradición. En vista de ello, no es posible prescindir del pasado. El hablante dominicano que las emplea desconoce estos derroteros que se echan de ver clamorosamente cuando sometemos los refranes vigentes en el habla nuestra a las horcas caudinas de la comparación. He aquí unas muestras. Tengo ante mí la lista de refranes del capítulo LXVII del Quijote, tomo II. 

A buen entendedor, pocas palabras

A quien madruga, Dios lo ayuda

El hombre pone y Dios dispone

Del dicho al hecho hay mucho trecho

Cuando a Roma fueres, haz lo que vieres

A Dios rogando y con el mazo dando

Donde menos se piensa se levanta la liebre

Ese te quiere bien que te haga llorar

Todos los gatos son pardos

Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza

(Variante de El muerto al hoyo y el vivo al bollo)

Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija

Hoy por ti y mañana por mí

 

No voy a citar la totalidad de coincidencias entre ese refranero empleado copiosamente por el caballero de la triste figura y su escudero Sancho Panza hace más de cuatrocientos años con el habla vigenteen nuestro país. La lista es inmensa. Es la demostración irrefutable de la pervivencia de ese Siglo de Oro entre nosotros.

Nuestros campesinos, la gente llana de nuestro pueblo, se expresan, sin saberlo, en la lengua de Cervantes, que es la suya propia.

Entre los hallazgos que ya aparecen en la obra El español en Santo Domingo (1936) de Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), figura en el capítulo VI el examen de los refranes y fraseologías, porción esencialísima de la sabiduría de la nación. Al imaginar la reconstrucción historiográfica de la lengua española en Santo Domingo, el insigne humanista, no perdió de vista la conexión de nuestros refranes y frases proverbiales con el repertorio reunido por el Marqués de Santillana en el siglo XV, con el  Diálogo de la lengua de 1535 de Juan de Valdés y con el  Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas del siglo XVII. Muchos de los usos dominicanos citados por Henríquez Ureña, fueron ilustrados con ejemplos copiosos sacados de El Quijote, de Lope de Vega, de Tirso de Molina, Quevedo, Gonzalo Fernández de Oviedo, del célebre Tesoro de la Lengua española (1611) de Sebastián de Covarrubiase incluso de  Diccionario de construcción y régimen del gramático colombiano Rufino José Cuervo (1844-1911).Qué gran maestro era don Pedro Henríquez Ureña!

Como queda demostrado, la lengua no es sólo como piensan muchos, un instrumento de comunicación, sino la transmisión de un legado cultural, de una tradición que incluye una vastísima literatura oral, en la que figura de manera esplendorosa, el romancero recogido entre nosotros por el esfuerzo  de Edna Garrido de Boggs (1913-2010), y cuyo santo y seña fue la conferencia “Romances de América” de Henríquez Ureña, que sin duda sirvió de escabel a la obra, Folklore infantil en Santo Domingo. Parejamente cabe citarse dentro de esta tradición la colección de cuentos orales compendiada por el filólogo español Manuel José Andrade (1885-1941), dada a la estampa con el título Folklore de Santo Domingo (1948) y el trabajo de campo emprendido por el poeta Manuel Rueda (1921-1999) recogido en su obra  Adivinanzas dominicanas (1968).

  En todos esos casos, nos hallamos ante trabajos de campo, que han permitido, posteriormente, estudios comparativos de gran envergadura.

Notabilísimos fueron igualmente los esfuerzos emprendidos por el educador dominicano Ramón Emilio Jiménez (1886-1970), en cuya obra  Al amor del bohío ya aparecen de manera copiosa modelos de las distintas etapas de esa tradición, expuestas parejamente en  La patria en la canción, Savia dominicana y en su obra  Del lenguaje dominicano. Cabe citarse igualmente al insigne polígrafo dominicano don Emilio Rodríguez Demorizi (1904-1986) quien dedicó monografías memorables a las distintas vertientes de nuestra cultura. A saber,  Refranero dominicano (1950)  Frases dominicanas (1973), Del romancero dominicano (1943), fábulas dominicanas, Lengua y folklore en Santo Domingo (1975). Sobre ese trasfondo de explicaciones del mundo, valores, costumbres, creencias, ideas enclavadas en la mentalidad del pueblo dominicano, se yergue, ahora, el Diccionario de refranes que, por primera vez,  reúne de manera organizada  el amasijo de paremias del español dominicano, conectándolas directamente con ejemplos de uso.

Henríquez Ureña en su memorable trabajo había dicho que muchos refranes, perdidos en el desván de su memoria habían desaparecido del habla, y citaba el caso, de una salutación que era corriente en aquel punto y hora, entre nuestros campesinos del sur:De morir tenemos,  decían unos y los otros respondían: ya lo sabemos.

Como queda demostrado, las paremias del español pueden ser abordadas desde dos perspectivas, que no pueden ignorarse, porque, en realidad, se complementan.

   Desde el punto de vista, rigurosamente, historiográfico, donde figuran los estudios comparativos entre el refranero que tenía primacía en el mundo hispánico y las variantes y aportaciones dominicanas. Tales han sido los estudios relacionados con la etnolingüística, donde se estampa la  irradiación de las paremias, su área geográfica, su adaptación a las tierras americanas, la interpretación y el valor semántico de cada una de estas fraseologías. Para la lingüística este sería el enfoque diacrónico, cuyo objetivo es la pervivencia en nuestra lengua de unos contenidos fraseológicos que llevan siglos de implantación y que han servido a posteriori para la formulación de nuevas paremias.

El otro derrotero para abordar las paremias, se halla representado por la perspectiva sincrónica. Es decir, hacer tabla rasa de la información historiográfica, realizar pesquisas a partir de la lengua viva empleada por nuestros periódicos, escritores y hablantes. Ha sido éste el enfoque adoptado por Rosario Candelier en esta obra. No quiere esto decir, que haya una desconexión entre los hallazgos que pululan prolijamente en el español contemporáneo y el inmenso legado que ya aparece reseñado en las obras de otros autores.

Aun cuando  el camino tomado por Rosario Candelier se aleje  del rumbo historiográfico, tan pronto penetramos en el santa sanctorum de los refraneros, nos hallamos velis nolis en la tradición, plenamente bañada por una historia varias veces centenaria. Examinemos a guisa de ejemplo algunas de las máximas relacionadas con el campo semántico del  gato:

 Gato con guantes no caza ratones (pag.176)

Máxima  que data de la época medieval. En un estudio comparativo llevado a cabo por Julia Sevilla Muñoz entre las paremias del francés y del español, (Proverbes, expressions proverbiales, sentences et lieux communs sentencieux de la langue française d’aujourd’hui, avec leur correspondance en espagnol (autores: Louis Combet y Julia Sevilla), en Paremia, 4, 1995: 7-95.), la autora nos advierte que la misma podría ser anterior al siglo XV.

En otro estudio, igualmente memorable la autora hace comparaciones de 1001 refranes del castellano con sus equivalentes en 8 lenguas –Véase: 1001 refranes españoles con su correspondencia en ocho lenguas (alemana, árabe, francesa, inglesa, italiana, polaca, provenzal y rusa— (autores: Julia Sevilla, Jesús Cantera, Mª I. Teresa Zurdo, Rosa María Piñel, Shirley L. Arora, Mª Teresa Barbadillo, Francisco Ruiz, Ahmed-Salem Ould Mohamed-Baba, Alvaro Arroyo, Mercedes Burrel, Fernando Presa, Agnieska Grenda, Mª Pilar Blanco y Guenrikh Turover). Madrid: Eiunsa, 2001. 2ª edición revisada y ampliada en el año 2008).

De pareja estirpe son estas dos máximas:

Gato maullador no es buen cazador

Cuando los gatos no están en casa, los ratones hacen fiesta

Esta última compagina con la máxima medieval española

Cuando no están los gatos, bailan los ratones

 En algunos casos, las paremias expurgadas en el trabajo de campo de Rosario Candelier empalman desde el punto de vista semántico con otras, aun cuando se expresan en formulaciones distintas.  Muestra al canto:

Desde hace siglos, en España suele decirse lo siguiente:

Dijo la sartén al cazo: quítate de ahí que me tiznas.

La sartén le dijo al caldero quítate que me ensucias

 Sin embargo, las equivalencias semánticas pueden establecerse con esta otra, ya como adagio o como sentencia. (pág.296)

 Un burro diciéndole a un conejo orejú

Un burro no debe llamar a un conejo orejú

En ambos casos, lo que se plantea es que quien tiene defectos no debe criticar.

Podríamos clasificar la fraseología y proverbios en tres grandes grupos.

  1. Los elementos pertenecientes a la tradición general de la lengua española, que mantienen en el Diccionario el mismo valor semántico.

Algunos de los refranes, compendiados en esta obra,  se hallan diseminados en la mayoría de los países del mundo hispánico. Por ejemplo los siguientes:

  1. Un grano no llena un granero, pero alimenta a su compañero (pág. 182)
  2. Cría cuervos y te sacarán los ojos ()
  3. Perro que ladra , no muerde
  4. En casa de herrero, cuchillo de palo (pág.193)
  5. El hábito no hace al monje (pág. 187)
  6. Pez grande se come al pequeño (181)
  7. De noche todos los gatos son pardos (pag.176)
  8. Genio y figura dura hasta la sepultura (pág. 177)
  9. No hay quien le ponga el cascabel al gato (pág.177)
  10. Éramos muchos y parió la abuela
  11. Una golondrina no hace verano (pág.179)
  12. Eso es de cuando se amarraban los perros con longaniza (
  13. Ojos que no ven, corazón que no siente
  14. Como el perro del hortelano, ni hace ni dejar hacer (pág.200)
  15. El horno no está para bollos/ galleticas
  16. El muerto al hoyo y el vivo al bollo
  17. Todo ladrón juzga por su condición
  18. Fueron por lana y salieron trasquilados
  19. Delante del ahorcado no se menciona el lazo (pag.220)
  20. Las oportunidades se pintan calvas (293)
  21. Ese vende la piel antes de cazar al oso (296)
  22. No se mira la viga en el ojo ajeno sin la paja en el propio (299)
  23. Perro huevero aunque le quemen el hocico sigue siendo huevero (358)
  24. Hombre precavido vale por dos 347
  25. Hierba mala nunca muere
  26. A caballo regalado, no se le mira colmillo.

 

2. Aunque es verdad que compartimos la irradiación de nuestros refranes con otros ámbitos, no hay que desdeñar, sin embargo, que en este muestreo se revelan, además, otros hallazgos que representan la creatividad de nuestro pueblo. Tesoro fraseológico que es a la par tradición e invención.   Nos referimos a aquellos modismos fraseológicos que han surgido al parecer de la propia experiencia dominicana.

  1. eso lo saben hasta los chinos de Bonao adagio (76)
  2. algunos descubren la china en gajitos, máx. (76)
  3. Ese se hace el chivo loco (77) adag.
  4. El corazón del ñame sólo lo conoce el cuchillo (91)
  5. La cucaracha no tiene razón con la gallina (101)
  6. Eso es de cuando Cuca bailaba
  7. Tiene cuerpo de tentación y cara de arrepentimiento (105)
  8. Cuarto en mano y culo en tierra (107)
  9. Dios aprieta pero no ahorca (132)
  10. Siempre creemos que viene una guagua (183)
  11. Te veré caer como una guanábana (184)
  12. Una cosa es con guitarra y otra con violín (186)
  13. Ya la pava no pone donde ponía
  14. Ya es tarde para ablandar habichuelas (187)
  15. Cuando el hambre da calor, la batata es un refresco (190)
  16. Hay gato entre macuto (236)
  17. Espera debajo de la mata a que caiga el mango
  18. La gatica de María Ramos que tira la piedra y esconde la mano
  19. Si saben de tripas desenreden su mondongo (260)
  20. Ese se come un tiburón podrido sin eruptar (406)
  21. Se quedó con el moño hecho (263)
  1. Además de estos aspectos, a ojos vistas, hallazgos e innovaciones, el autor nos conduce por los derroteros de expresiones estilísticas enfáticas. A saber las tautologías

 Negocio es negocio; madre es madre.

Algunas expresiones sapienciales, extraídas de la lengua culta, de proverbios bíblicos, presentes en todas las lenguas romances

El fin justifica los medios

No hay nada nuevo bajo sol (Eclesiastés)

Lo que ocurre una vez vuelve a repetirse (Eclesiastés)

Jesús Magnificat anima mea (latinismos)

Ojo por ojo y diente por diente (ley de Talión)

Esta obra de Bruno Rosario Candelier viene a ordenar los estudios de paremiología en nuestro ámbito, a mostrar las pervivencia de la tradición, las innovaciones, las menudencias estilísticas en la que se echa de ver, como en un retablo romano, la mentalidad colectiva, sapiencial, del pueblo dominicano, que es, para nosotros sus albaceas, lo más importante. Merezca, pues, don Bruno Rosario, nuestro reconocimiento por esta aportación, desde ya, rotundamente indispensable.

 

La novela de la mocanidad de José Frank Rosario

Por Bruno Rosario Candelier

 

A Ligia Belliard,

quien atesora la lumbre de la mocanidad.

 

La novela del poeta, dramaturgo y narrador mocano José Frank Rosario, Coronar el viento, pone a figurar a Moca en el mapa de la novelística nacional, al tiempo que desarrolla un tema de alta significación para la Mocanidad y las letras dominicanas.

Esta obra se desarrolla en Moca y su temática acontece dentro del marco epocal del gobierno de Rafael Trujillo, aunque la obra no lo enfoca directamente, pero se puede deducir, por la atmósfera del miedo reinante, que se ubica en el período histórico de ese régimen ya que en la novela hay una perspectiva, unas circunstancias y unas motivaciones que sirven de telón de fondo, y dentro de las peripecias de ese marco témporo-espacial, el autor de la novela, José Frank Rosario, ubica su temática en el ámbito de una familia y por consiguiente se puede comprobar que se trata de la historia de una familia mocana, centro y cauce de la intrahistoria familiar.

En la plasmación de esta novela se confirman dos aspectos fundamentales: por un lado, el sentido de la historia local; y por otro lado, el impacto de la historia nacional.y en ese tenor tendríamos que especificar dos conceptos en torno a la creación literaria deJosé Frank: el hecho de enfocar la historia de una familia, necesariamente entraña una historia local porque se trata de una familia de Moca; pero esa historia está articulada a la historia nacional, en tiempos del régimen de Trujillo. Como no se trata de un hecho de la historia, o de historiografía, no es una obra historiográfica porque la historia que en la novela narra el autor es una historia propia de una obra de ficción. Y una novela que cuenta una historia inspirada en la realidad social, como hacen todas las genuinas novelas. Esta novela tiene varios atributos, como voy a enfocar a continuación.

Narración de una intrahistoria. Ocurre que en toda novela hay la narración de una o más historias para que sea novela; si se trata de la narración de una sola historia no es novela, sino un relato; pero en esta obra hay varias historias conectadas a una historia local dominante, pero como no se trata de la historia nacional sino que es una historia local, y aún más restringido, de una historia familiar, en literatura ese tipo de narración tiene un nombre específico. En literatura a esa modalidad de la historia se le llama intrahistoria, es decir, es una historia interna, singular y privada, que puede ser la de una familia ouna comunidad. José Frank Rosario narra una intrahistoria familiar dentro del marco genérico del régimen de Trujillo. El siguiente pasaje lo confirma: “En casa fuimos ocho los hijos. Como si hubiera sido algo dispuesto de antemano, los cuatro primeros fueron hombres, las cuatro últimas, mujeres. Los varones se marcharon de casa cuando nosotras no soñábamos siquiera con abandonar el nido. Eran cuatro y se marcharon a cumplir con su destino, decía mamá dramáticamente, cuando alguien le preguntaba por ellos… Quedamos las mujeres, solas e inexpertas en los asuntos de la vida, para precisamente afrontar sus coletazos ponzoñosos. Porque no acababa de irse Adolfo, el más pequeño de ellos, casado y con un empleo seguro, cuando comenzó la maquinaria de Trujillo a tragar soga, a arrastrarnos sin compasión en una bacanal de sangre que aún hoy no sé cómo quedamos vivas… Bueno, en realidad lo sé: por nuestros maridos. Porque después de esperar lo debido nos casamos todas, una después de la otra, en lo que canta un gallo” (1).

Novelación introspectiva con recursos modernizantes. Un aspecto muy importante de esta novela lo aportan los diferentes planos o niveles que el autor enfoca en atención al desarrollo de la trama narrativa y a sus conocimientos de la técnica compositiva de una novela. José Frank Rosario es uno de los intelectuales más cultos de Moca. Este distinguido autor de poesía y ficción es escritor erudito y un maestro de la lengua, y lo es por la forma correcta, bella y culta en que usa el lenguaje. Manifiesta su creación varios niveles literarios: hay uno que incluye el uso de superposiciones espaciotemporales. Lo que técnicamente se llama retrospección, es decir, cuando el autor recrea lo que narra se va al pasado y evoca hechos del presente con reminiscencias del pasado, pero como se trata de un escritor de riguroso conocimiento idiomático,de un apropiado conocimiento de la historia y un dominio de la literatura, el lector podrá apreciar diferentes estadios y niveles donde se nota la capacidad de creación de este formidable narrador. Esta faceta de su obra no solamente se puede encontrar en esta novela, puesto que se da en todas sus creaciones, pues en su poesía se manifiestan estos niveles profundos a los cuales penetra en función del desarrollo intelectual que lo caracteriza y eso, naturalmente, deja su huella en su creación. Cuando un escritor narra lo que quiere contar, afloran en sus palabras su sabiduría, su ilustración, su formación intelectual y estética, porque cuando se trata de un escritor como José Frank Rosario, que ha leído mucho, que ha vivido mucho y que ha pensado mucho,de tal manera que quizás sea el mocano que más libros ha leído, lo que se nota en su escritura en la que se aprecian esosniveles de creatividad y esa capacidad de escribir. Conozco bien a José Frank Rosario (2) porque fue mi discípulo como estudiante de literatura en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, y puedo dar el testimonio de que entre los estudiantes a quienes he impartido docencia (y hubo muchos brillantes), José Frank Rosario ocupa el lugar número uno. Espero que alguna vez él pueda publicar los trabajos que él creaba en las tareas que le asignaba,verdaderos modelos de rigor profesional, de investigación seria, con alto nivel conceptual, y naturalmente eso se refleja en todo lo que ha escrito. En esta novela sobre una familia local, ustedes podrán preguntarse: ¿qué puede decir un autor al hablar de una familia? Pues bien, es mucho lo que se puede decir, es mucho lo que ustedes van a encontrar en esta obra inspirada en una singular faceta de la Mocanidad. Grandes novelas de la literatura universal y específicamente de nuestra América hispana, son historias de familias.Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, es una historia de una familia, y cuando se trata de una historia familiar, todo el que la lee entiende que está leyendo la historia de su propia familia, de tal manera que una lectora de Japón, cuando le preguntaron qué le pareció la novela del escritor colombiano, dijo que ella sentía que Cien años de soledad era la historia de su familia. Veamos la siguiente ilustración: “Los años habían ido pasando, pero Rita no podía olvidarse de cuanto pasó allí. Imposible, cómo iba a poder. Por eso, el día que tocaba limpieza, mientras iba de un lado a otro asistida por las ayudantes, abriendo ventanas y balcones, desmantelando muebles, removiendo colchones y barriendo salones y patios, una oleada de recuerdos la invadía en forma de voces y llantos, risas y rostros que la renovaban por dentro, la hacían vivir de nuevo otras muchas vidas, sintiendo entonces que la que estaba viviendo en la ciudad adquiría sentido de nuevo, perdida como andaba entre las tres generaciones que había sobrevivido, quedándose al final con nadie más que con Ernesto, el hijo de Laura, ahora casado de varios años y metido en líos, probablemente empujado por la muerte misteriosa de su papá Sebastián, y por todo lo que Trujillo le había hecho a Tobías, su abuelo. Que la sangre pesaba mucho, bien lo sabía ella, y Ernesto era hombre de no olvidarse. Él estaba liado, eso era seguro, porque ella se lo leía en los ojos, en los gestos, en las palabras que cruzaba con su mujer, palabras a trozos, calimochas, retorcidas, para que ella no entendiera, y en eso se equivocaban, porque sí que entendía, porque ella era la única que conocía el corazón del muchacho, desde chiquitico, que los trabajos que le tocaba hacer los hacía de memoria, y eso la dejaba libre de pensamiento y alma para dedicarlos a él, que era lo que siempre había hecho, menos los años que pasó en el extranjero, porque entonces era su imaginación la que entraba en juego, y con ella trataba de guiarlo en sus pasos” (Coronar el viento, p. 210).

Uso de formas verbales apropiadas. En cuanto al lenguaje es un dato muy significativo el uso de las palabras en esta novela. Lo primero que llama la atención es el uso de dominicanismos, pues hay muchos vocablos del español dominicano en esta novela, lo mismo dominicanismos léxicos y semánticos, y usofraseologismos, es decir, empleo de locuciones, adagios, giros y refranes que forman parte de la fraseología del español dominicano y quiero decir, en honor a José Frank Rosario, que ya esta obra forma parte de la base de datos del Diccionario fraseológico del español dominicano, obra de la Academia Dominicana de la Lengua que quien les habla ha emprendido para registrar las palabras y las expresiones de nuestro lenguaje. Muchas de las frases, giros y refranes que usamos los mocanos aparecen en esta novela y ya están registrados en el citado refranero y también lo estarán en elDiccionario de refranes,del suscrito, lo que evidencia el hecho del valor que los refranes tienen para nuestra lengua y la manera como los dominicanos usamos las palabras y las expresiones; pero en el caso particular de José Frank, su escritura refleja un dominio de la sintaxis, una propiedad en la dimensión semántica de los vocablos y, sobre todo, el uso que hacen los hablantes nuestros al emplear expresiones criollas, lo que es parte de la riqueza de esta obra narrativa de este ilustre mocano, lo que evidencia la conciencia lingüística que tiene nuestro autor, que posee una conciencia de lengua, como tiene también una conciencia literaria. Esa dobleconciencia se manifiesta en la calidad de la expresión, en la propiedad y la corrección del lenguaje conforme la normativa gramatical y ortográfica, lo que es importante subrayarlo porque a menudo nos encontramos con obras de escritores dominicanos con notables fallas gramaticales y estilísticas. En esta obra de José Frank Rosario no vamos a encontrar esos errores del lenguaje, porque José Frank tiene conciencia de nuestra lengua; se formó para ser un buen hablante, es un estudioso de la palabra y ha sabido hacer uso de esa formación intelectual plasmando en diversas obras su conocimiento de la palabra. Esta obra es un producto de tantos años de lectura porque él lee desde niño, y desde niño ha sido un observador de la realidad; por eso es novelista. Los novelistas son los escritores que fueron, desde niños, observadores de su realidad, de la realidad ambiental, de la realidad familiar y de la realidad social.  Entonces él ha sido como una esponja, que lo capta todo, le llega todo, lo sufre todo, lo goza todo, porque ama la vida, y ese sentimiento de amor a la vida es una vertiente fundamental en esta obra, como en todas sus obras, donde se aprecia esa ponderación de la vida con un alto sentido de lo que la vida es y significapara los seres humanos.

Dimensión psicológica de la memoria vicaria. Tenemos que tener presente el tema del inconsciente de Sigmund Freud, y del inconsciente colectivo de Carl Jung, como pauta para entender la psicología humana. Quienes al profundizar en el estudio del inconsciente ahondaron en esa vertiente del conocimiento profundo lo hicieron para que entendamos lo que somos, lo que sentimos, lo que percibimos, sobre todo, lo que recordamos del pasado con la profunda dimensión espiritual que podemos evocar y comunicar a través de la palabra cuando la conciencia humana profundiza en la herencia espiritual de la humanidad. Hay escenas en esa novela de José FrankRosario en donde se nota que el autor se mete en el inconsciente a través de la evocación de un personaje al recordar hechos y vivencias, al profundizar en intuiciones y experiencias: “Qué bueno es no llevar un diario verdadero, de tinta y papel, sino este escribir sobre las sombras del cuarto que la madrugada adensa, este diseminar recuerdos por el aire. Es que es un vicio, casi un pecado, retrotraer tantos detalles. Me vienen los recuerdos en bandadas, tropezándose, pugnando por salir a la luz, y pienso que si los escribiera, la gente se aburriría al leerlos. Porque a la gente de hoy le da fatiga leer la menudencia de los particulares. Siempre quieren ir al grano, sin pérdida de tiempo, adoradores de la diosa Eficiencia. Pero no escribo, no. Pienso, nada más, y eso me convierte en la única testigo de este desarrollo peliculero, emisora y receptora de estos pensamientos que me asedian. Porque no me canso de reflexionar sobre lo indefensos que somos los seres humanos ante los acontecimientos. Esta ceguera, este no saber nada hasta que las cosas ocurren, para espeluznarnos, aturdirnos con la sorpresa, como un tigre agazapado que espera el menor descuido para saltarnos encima” (Coronar el viento, p. 46).

Dimensión metafísica de lo viviente. Esta es una faceta importante que quiero subrayar en la composición de Coronar el viento, quizás la dimensión más importante desde el punto de vista de la valoración trascendente de una obra literaria. Es la dimensión metafísica que una obra debe tener para proyectar hondura y trascendencia. Esa dimensión tiene en esta obra dos aspectos colaterales. Los especialistas del lenguaje hablan del protoidioma de la creación, concepto con el cual dan a entender que los genuinos creadores de literatura, como poetas, narradores y dramaturgos, son los que hacen uso de ese lenguaje primordial, y entonces acuden a un tipo de palabras y a un nivel de la cultura y de la espiritualidad con cierta profundización: “El jugo se lo fue tomando a pequeños sorbos, cerrando los ojos y abandonándose al ruido, dejando que la brisa fresca le arañara la piel. Se sentía en armonía consigo mismo, con los desconocidos que en ese momento se movían a su alrededor. Con la tierra, con todo el universo. Abrió los ojos y se fijó en el cielo, entrevisto tras las ramas, en esa hora de un azul purísimo; después miró a la distancia, hacia los confines del fundo, y tras ellos las lomas, serenas e inmutables, enormes, casi negras de tan azules, con sus cabezas coronadas por las nubes espesas, tal como le había contado Rita. Se extasió mirándolas, tratando de recordar las tantas cosas que ella le había transmitido: la historia de la tía segunda y el engendro, la de Emeteria y cómo había salvado a su abuelo cuando era un recién nacido… Una mano se puso sobre su hombro derecho, despertándolo de su sueño a ojos abiertos. Era Tobías. “Así son ellas –le dijo, arrastrando una silla y sentándose a su lado. También él miró a la distancia-. Son como un imán. No hay quien pueda verlas y no quedarse luego contemplándolas…”.  Ernesto no sabía cómo, pero había entendido lo que su abuelo quería decirle. Él sabía lo que era: “El misterio de lo inmenso, de lo que no puede medirse”, pensó. Y la raíz de lo inamovible, de lo que no pasa. Imaginó –sonriendo para sus adentros ante la idea- el diálogo que sostenían esas lomas con las estrellas cada noche, de gigantes a gigantes, bostezando eternidades…” (Coronar el viento, p. 284).

Sabiduría espiritual del mundo. Esa singular dimensión en esta novela es parte de su profundización metafísica, que los antiguos griegos llamaban Numen. El Numen es una palabra muy importante en la interpretación del pensamiento profundo, cuando el concepto se vincula a la conciencia de lo trascendente. Los sabiosantiguos aludían con Numen a la sabiduría espiritual de lo viviente, y hay en esta obra situaciones, vivencias y mensajes en que José Frank Rosario pone a sus personajes, especialmente mujeres, a recordar, y al recordarse meten en esa dimensión de la conciencia, y hace uso de lo que llamo conciencia vicaria. Para que ustedes puedan apreciar lo que les estoy diciendo, voy a leerles un pasaje de la página 280 donde el autor cuenta: “Este desgranar a viva voz lo que no se conoce, un escalofrío lo recorrió desde el cuello hasta la última vértebra; él no está viendo con sus ojos sino con los de otra persona o a lo mejor esa otra persona se las ha robado a él para mirar lo que no tiene delante él mismo, concluyó el viejo”. Se trata de aprovechar la experiencia ajena para contar una historia. De alguna manera alude al inconsciente y entonces en el siguiente pasaje de la página284 de su no novela, leemos lo siguiente: “El jugo se lo fue tomando a pequeños sorbos, cerrando los ojos y abandonándose al ruido, dejando que la brisa fresca le arañara la piel. Se sentía en armonía consigo mismo, con los desconocidos que en ese momento se movían a su alrededor. Con la tierra, con todo el universo. Abrió los ojos y se fijó en el cielo, entrevisto tras las ramas, en esa hora de un azul purísimo; después miró a la distancia, hacia los confines del fundo, y tras ellos las lomas, serenas e inmutables, enormes, casi negras de tan azules, con sus cabezas coronadas por las nubes espesas, tal como le había contado Rita. Se extasió mirándolas, tratando de recordar las tantas cosas que ella le había transmitido: la historia de la tía segunda y el engendro, la de Emeteria y cómo había salvado a su abuelo cuando era un recién nacido… Una mano se puso sobre su hombro derecho, despertándolo de su sueño a ojos abiertos. Era Tobías. “Así son ellas –le dijo, arrastrando una silla y sentándose a su lado. También él miró a la distancia-. Son como un imán. No hay quien pueda verlas y no quedarse luego contemplándolas…”.  Ernesto no sabía cómo, pero había entendido lo que su abuelo quería decirle. Él sabía lo que era: “El misterio de lo inmenso, de lo que no puede medirse”, pensó. Y la raíz de lo inamovible, de lo que no pasa. Imaginó –sonriendo para sus adentros ante la idea- el diálogo que sostenían esas lomas con las estrellas cada noche, de gigantes a gigantes, bostezando eternidades…” (Coronar el viento, p. 284).

Ese pensamiento alude a lo que ha he dicho, es decir, a esa dimensión de la palabra donde el autor, tras la descripción de un suceso, tras el relato de un recuerdo, se retrotrae al pasado, y sabemos que el pasado de la humanidad registra todo lo acontecido a lo largo del tiempo porque nada se pierde, todo queda registrado, absolutamente todo, y en ese registro que tiene la naturaleza, nosotros recibimos por alguna vía algunos de sus mensajes y algunas verdades profundas y, sobre todo, aquellos que han desarrollado la sensibilidad trascendente, es decir, la sensibilidad espiritual; y los que valiéndose dela palabra, los que articulando una historia acontecida en su entorno o en su país tratan de auscultar lo que esa historia registra para reflejarnos a nosotros esos hechos o el trasfondo de esos hechos, para conectar la esencia de lo que somos con la esencia del Universo.

Transferencia afectiva del relato. Creo que José Frank Rosario logra un acierto al recoger la historia que él conoció desde niño, pues la mayoría de las cosas que él narra en esta novela fueron conocidas por él como si se tratase de un narrador testigo que al mismo tiempo es un narrador omnisciente; y entonces logra captar y comunicar secretos y detalles que le dan una profundidad psicológica a su novelar. Lo que dije al principio de que José Frank es un observador de la realidad es cierto, de tal manera, que él pudo ver a temprana edad individuos muertos  por los esbirros de Trujillo, y para un niño de 7 años observar un cadáver es algo impactante, traumático y sorprendente. Esas vivencias impactaron al autor de esta novela, y por suerte para la novelística dominicana, él ha asumido la temática de esta obra y la ha plasmado en términos narrativos en primer lugar porque eso queda registrado, al escribir un hecho queda para el futuro, Nosotros podemos conocer lo que vivió José Frank y lo que él narra en tantos pasajes de esta novela que nos permitirá, de alguna manera, identificarnos con ese pasado que es parte de la Mocanidad. Lo que él narra en esta obra es parte de la vida en Moca, de la vida de una familia mocana y de la historia local y de la intrahistoria mocana. Digo que esta obra va a ocupar un espacio y un puesto significativo en la literatura dominicana por la manera en como él narra la historia porque es por la forma como se escribe, como una obra queda porque el contenido no le da categoría a una obra literaria, es la forma como se trata, es el tratamiento formal, lingüístico, estilístico y literario, que José Frank Rosario logra plasmar con maestría: “Ese desgranar a viva voz lo que no se conoce”. Un escalofrío lo recorrió desde el cuello hasta la última vértebra. “Él no está viendo con sus ojos, sino con los de otra persona. O a lo mejor esa otra persona se los ha robado a él para mirar lo que no tiene delante ahora mismo”, concluyó el viejo. Otro escalofrío seguido de un breve mareo, lo hicieron sentarse. Creía entender lo que estaba ocurriendo, detrás de esos ojos no estaba Laura, como temió en un principio, sino Rita. Era un trozo del alma de Rita el que lo conducía por entre los recovecos del antes y el ahora, el que lo ponía en posesión de la historia antigua de la casa y la familia, quien sabe si para ayudarlo a vivir en el presente, porque las almas van de útero en útero, y las cosas también, presas en la memoria del recién nacido” (Ibídem., p. 280).

Finalmente, quiero ponderar el talento novelístico de José Frank Rosario y animarlo a que siga escribiendo novelas porque tiene no solo la dotación de poeta, sino también de novelista. Los novelistas tienen una conformación cerebral particular para poder auscultar la realidad social de su pueblo. Los poetas tienen el don de auscultar su propia alma. En cambio, el novelista ausculta el alma de la sociedad; por eso los novelistas son voceros de su sociedad, voceros de su historia y voceros de su tiempo. Esa es la importancia que tiene esta obra de José Frank Rosario, un valioso creador mocano y fino cultor de nuestra novelística. Ojalá se anime a seguir plasmando con su probado talento creador, con la capacidad intelectual desarrollada, con el nivel lingüístico y literario que ha forjado para el cultivo y la exaltación de las letras mocanas y para beneficio de la literatura dominicana.

Para Moca tiene una alta significación que José Frank Rosario haya tomado como tema de creación la historia de una familia mocana, y a través de esa historia proyecta el pasado de esa familia, el pasado que vivió nuestro pueblo y la atmósfera que caracterizó una etapa singular de la historia dominicana. Esos atributos enaltecen la importancia de esta novela por el hecho de asumir como sustancia de creación esa historia familiar como sustancia de la intrahistoria de nuestra comunidad. De ahí la importancia que esta obra tiene para Moca, para la valoración de la Mocanidad y para el desarrollo de la novelística dominicana.

 

Bruno Rosario Candelier

Acto de la novela de José Frank Rosario

Moca, Biblioteca Municipal, 12 de mayo de 2015.

 

Notas:

  1. José Frank Rosario, Coronar el viento, Santo Domingo, Ministerio de Cultura, 2015, 10.
  2. José Frank Rosario nació en Moca, República Dominicana, en 1948. Narrador, poeta, ensayista, dramaturgo y educador residente enUnion City, New Jersey, USA. Se formó en la Orden de los Carmelitas Descalzos y en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. En su pueblo natal ejerció la docencia, dirigió el Liceo Domingo Faustino Sarmiento, hizo vida cultural y orientó círculos literarios, ayudando a forjar la promoción literaria de los 70. Autor de una literatura trascendente, recrea vivencias impregnadas de saludables referencias bíblicas, alusiones al mundo cultural grecolatino desde la perspectiva espiritual de su cosmovisión cristiana. Su carisma personal y su creación literaria hacen de este valioso escritor dominicano un modelo del ideal interiorista. Fue premiado en el Concurso de Cuentos de Casa de Teatro. Miembro fundador del Ateneo Insular y signatario del Movimiento Interiorista. Su lírica metafísicaes densa, con reboso de humanismo, cultura y espiritualidad. Su narrativa ausculta la interioridad de sus personajes desgarrados por apelaciones profundas, que contrapone al sentido de la vida. Escritor de sólida formación intelectual, la exaltación de los ideales trascendentes articula su visión de la vida, la historia y el mundo. Su lírica expresa la dimensión interna y esencial de lo viviente con un valor simbólico, metafísico y estético de extraordinaria calidad y hondura. Publicó el poemario Entre la voz y el viento, y la novela Coronar el viento.