El «Diccionario de refranes»

Por Roberto Guzmán 

La última producción bibliográfica de D. Bruno Rosario Candelier ha sido en el ámbito de diccionarios, todos incluidos en las publicaciones de la Academia Dominicana de la Lengua, esto indica que esa corporación y su director han tomado el camino de dotar a la bibliografía dominicana de los materiales necesarios en ese campo. Todas estas publicaciones se han hecho posible gracias a la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua.

En la entrega de este diccionario se nota una vez más el tipo de labor que despliega el autor de la obra cuando se dedica a componer y documentar los diccionarios de palabras, frases o refranes. En esta obra como en las anteriores, se nota desde el principio la corrección del trabajo emprendido.

Desde el comienzo en esta obra se nota una previa delimitación organizada del trabajo. Se puede percibir una visión crítica de las metodologías que se usan para el acopio de los materiales, así como para las definiciones y presentación del material.

Se evidencia con la lectura o consulta de este volumen que se ha seguido un proceso científico con el auxilio de un espíritu crítico y una gran erudición. Las descripciones implícitas en las definiciones tienen un gran valor lingüístico que se aparejan muy bien con los ejemplos que ilustran los usos.

El diccionario que se comenta cubre con ventaja la dimensión cultural que lleva en su confección, así como el valor descriptivo que se ponderó antes. Un rasgo que hay que destacar desde el inicio de este juicio ponderativo es que las fuentes han sido muy bien escogidas y, eso le confiere idoneidad a la labor.

La problemática de la clasificación de los sentidos, unido a la selección de los ejemplos demuestra un tratamiento apropiado de los refranes. No ha de olvidarse que los refranes pertenecen en un principio al nivel popular y la transmisión de estos se opera de modo oral. De allí que se destaque la ardua tarea que entraña localizar las fuentes escritas.

No se exagera si se afirma que de alguna manera, con la preparación de los diccionarios que ha emprendido la Academia Dominicana de la Lengua, se va reuniendo la bibliografía pertinente que puede derivar en un futuro no muy lejano de un Tesoro del español dominicano.

Este diccionario puede servir de obra de consulta no solo para los extranjeros que deseen aumentar sus conocimientos del español dominicano, sino también para los dominicanos que ven programas de televisión, que leen obras escritas por dominicanos, ya sean estas obras de ficción o que, simplemente leen la prensa diaria del país dominicano. En otras palabras, todo aquel que participe de la vida activa encontrará en este lexicón una fuente para dirimir dudas y un abrevadero para enriquecer sus conocimientos.

El Diccionario de refranes es un reflejo de la cultura dominicana. Este traza al mismo tiempo, un recorrido de la trayectoria de la idiosincrasia dominicana por los elementos del lenguaje que incorpora la sociedad a la formación de los refranes. Por su factura el refrán se convierte en un lugar privilegiado de referencia del conocimiento y el saber lingüístico y cultural. Estos refranes incluidos en este diccionario son muestras del pensamiento sicosocial de los dominicanos que contienen y transmiten la filosofía popular para enfrentar los avatares de la conducta en sociedad.

Algunos de estos refranes son recreaciones o reapropiaciones dominicanas de refranes españoles o internacionales. Las modificaciones que sufren son adaptaciones para ajustarlos al dominio lingüístico dominicano. En varios de ellos podrá encontrarse el ritmo “reposado y cadencioso” del habla de los caribeños que destacaba D. Rafael Lapesa. En ocasiones los refranes se convierten en la sal o el condimento de un discurso, discusión o ponencia. Si bien es cierto que el refrán brota del pueblo, no es menos cierto que este ha encontrado su camino para introducirse en la literatura también.

El refrán es un dicho popular, breve, cuyo valor le llega por la oportunidad de su utilización en casos de la vida diaria. En general este traza pautas para la conducta en la vida en sociedad. Muchas veces no es directo en su enseñanza, sino que recurre a símbolos e imágenes para introducir su consejo. En muchos casos puede captarse un ritmo en el interior del refrán que hace más fácil la memorización de este. Para impresionar cuando se usa, el refrán ha de ser agudo, incisivo, para que capte la atención y pueda transmitirse oralmente. El juicio que emite el refrán puede llegar de modo oblicuo, indirecto, por reflejo, pero se percibirá con toda certeza.

El refrán al ser utilizado por el hablante se convierte en un reflejo de las preocupaciones, de las ideas, del estado de ánimo, de las tendencias del emisor del mensaje que está contenido en este. Por esas cualidades lo usará el hablante en los casos adecuados a las necesidades del momento.

En los refranes que forman parte de esta selección se encontrarán algunos que emplean voces que pueden ser condenadas por soeces. Por esto no hay lugar a espantarse, pues los refranes nacen en el seno del pueblo y, a veces, esas son las expresiones directas a las que el vulgo puede recurrir para imprimir mayor fuerza a su sentencia. A pesar de las palabras desagradables que pueda contener, el refrán mantiene su carácter de modelo de conducta y reflexión.

Los diccionarios a los que se ha aludido antes, Diccionario del español dominicano y Diccionario fraseológico del español dominicano  se han convertido en una expresión de la identidad cultural nacional a la que viene a unirse esta nueva obra. Son, por así decirlo, repertorios de destellos suministrados por la lengua de la personalidad del pueblo dominicano. Estas obras entregan una imagen real y precisa del modo expresivo del hablante de español dominicano.

Como se entiende siempre en estos casos, es imposible reunir en un volumen todos los refranes, por lo que en este diccionario se encontrarán los que a juicio del autor son los más representativos del habla de los dominicanos. La importancia de los refranes que forman esta lista  le viene por diferentes rasgos. Algunos de ellos por la frecuencia de uso, otros porque representan una época de la historia del país que se deduce de los elementos que el hablante ha utilizado en ellos.

A pesar de la vocación que tienen los diccionarios de incorporar la mayor cantidad posible de material pertinente a sus propósitos, la pretensión de exhaustividad es imposible y, siempre habrá que conformarse con al criterio de representatividad que ha predominado en el ánimo del diccionarista. Por fortuna en este caso la experiencia y el conocimiento profundo del mundo dominicano auxilian con creces para conseguir la más alta calidad en esta larga nómina de refranes.

No hay que sorprenderse si al leer o consultar esta obra quien eso hace se da cuenta de que en muchos casos hay un refrán para cada situación de la vida. Los hay que se oponen entre ellos, pero en general son explicaciones compendiadas de patrones racionales de conducta. Un ejemplo de esto se encuentra en la página 237 bajo el título “madrugar”. Al que madruga Dios le ayuda. Y debajo de este: No por mucho madrugar amanece más temprano.

Estos refranes adquieren su validez del carácter comunitario del conocimiento que contienen. La conclusión de un refrán puede contradecir la que aporta otro. No obstante, no puede negarse el valor objetivo de los refranes. Empleados de una forma u otra, gozan de ser el producto del conocimiento intuitivo.

En este tipo de diccionario se puede encontrar una explicación fragmentada del mundo dominicano; ya sea por el refrán mismo, o bien por la cita que sirve de apoyo al uso que de este se hace. Es oportuno recordar que todo diccionario es un producto sociocultural por la naturaleza de su contenido. Este es el resultado natural de la sociedad y la cultura que revela.

De la misma manera que sucede en otros casos, este diccionario servirá para responder preguntas, para saciar deseos de conocimiento, para completar o redondear conceptos, para establecer precisiones sobre lo que se expresa por medio de los refranes que aquí constan. Aquí advertirá el lector o consultor del diccionario que en las definiciones hay un apego riguroso a la descripción lingüística. Quien consulte este diccionario puede constatar la adecuación de los refranes a las situaciones de uso, pues con los ejemplos de uso entenderá mejor el sentido de estos.

La autoridad de estos refranes se basa precisamente en el anonimato que ampara a los creadores, pues el uso le confiere, con la repetición, el respeto que acredita su oportunidad en las diversas circunstancias de la vida. En la expresión oral el refrán goza de la espontaneidad del hablante que lo utiliza a voluntad, dependiendo del momento apropiado, o del avatar que él enfrente. El refrán goza de tal autoridad que algunas personas los emplean para explicar la filosofía de la vida.

Por su contenido los refranes vertidos en este diccionario pueden ser de dos clases. De contenido prescriptivo, es decir, que introducen normas de comportamiento; o, refranes de contenido descriptivo que aparecen como actos asertivos, que explican o declaran algo que no estaba claro. Como ha quedado aceptado, el refrán es fruto del sentido común y de la experiencia.

En el Diccionario de refranes se nota la presencia de informaciones que aportan precisiones interesantes con respecto sobre todo de las intenciones que impulsan a los usuarios a recurrir a uno u otro de los refranes aquí incluidos. Las citas en apoyo desempeñan una función importante en este aspecto. Además, estas contienen elementos extralingüísticos, conceptuales, etc. que integran al diccionario otros aspectos interesantes.

Por la condición de diccionario este está organizado de modo alfabético y eso hace la consulta muy fácil. Es más, la mayoría de los refranes pueden encontrarse partiendo de más de un elemento de los que los forman. Este rasgo hace de la consulta una forma fácil de encontrar los diferentes refranes, es pues, de una eficacia práctica rápida.

Como acaece con toda obra humana, en esta también interviene el criterio de selección del autor. No ha de olvidarse que no es posible incluir todo el material que se halla. Se elige lo más representativo de la mayor parte del material disponible. La certeza en el escogimiento le imprime características de imagen real y precisa al inventario reunido. Con esa cualidad este diccionario se convierte de este modo en un muestrario verdaderamente representativo del uso dominicano de los refranes.

En este diccionario se encontrarán los refranes que han perdurado a través del tiempo, que no han perdido su vigencia. Otros refranes deben su inclusión en esta obra a que ellos son muestras fehacientes de su origen popular. Esta selección permite que esta obra se sume a las anteriores de la Academia Dominicana de la Lengua para redondear lo que se considera la lengua en tanto reflejo de la identidad nacional dominicana.

Muchos de los refranes incorporados en este lexicón son conocidos en otros países en los cuales se les conoce con otras interpretaciones o, son de uso con el mismo significado, pero con algunas variantes de palabras, algo que en el caso de los refranes dominicanos los hace más propios por adaptarse así al habla típica de los dominicanos.

Cada vez que se prepara un nuevo diccionario acerca de un aspecto del habla, con su elaboración se hace una evaluación del estado del léxico con respecto de esa parte. No puede perderse de vista que el léxico de una lengua está en continua mutación que requiere que se valore y que se destaque lo que se considera que es más representativo. Conforme con este procedimiento se ha procedido en este diccionario y, eso es algo que se constata al compulsarlo.

Algunos de estos refranes conservan los colores, matices, expresiones y voces características de los hablantes del español de las áreas rurales. Ellos conservan su vigencia actual a pesar de que la sociedad dominicana dejó de ser una sociedad rural. Ese vocabulario campesino es rico en palabras de noble solera. Ese ambiente aprovecha las circunstancias del entorno para introducir regionalismos o localismos sin faltar a su fin primordial de comunicación. Parecen, algunos de ellos, fruto de la espontaneidad ante el suceso inesperado que produce un cambio en la marcha de una cosa.

El diccionario fue publicado este año -2018- y es un volumen impreso con todo el cuidado que demanda una obra de este género. En este hay 458 páginas de refranes, así como 26 páginas de bibliografía. El volumen puede ser utilizado como una obra de consulta. De la misma manera puede hacerse de este una fuente de placer al leerlo.

Se recomienda la adquisición del diccionario para integrarlo al acervo cultural de toda biblioteca de autores y temas dominicanos. Se sugiere como elemento indispensable para contribuir a la comprensión de la mentalidad de los dominicanos.

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