Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

PUERTA: ¿LA ABERTURA O LA PIEZA QUE TAPA LA ABERTURA?

No se trata de un asunto tan complejo como “ser o no ser”, planteado por William Shakespeare en su drama Hamlet. Tampoco es comparable a  determinar   el destino final  de las almas que se han apartado de sus  cuerpos,  como exclama el poeta Amado Nervo: “¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos! ¡Oh! Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos, a dónde van los muertos, Señor, a donde van?”.

En conversación entre amigos, que casi siempre son buenas, surgió un infrecuente interrogante: ¿Cuál es la puerta, el hueco  que sirve para entrar y salir   o es la parte     que tapa el hueco?

La puerta se abre y se cierra, pero la puerta también se instala, se cae, se compra, se fabrica, se desmonta, se pinta, se cambia.

Cuando la puerta se abre queda dicho que  el armazón que la cubre ha sido movido hacia un lado para dejar libre la abertura y por tanto se puede entrar y salir. Pero  instalar una puerta es labor de carpinteros que colocan  una pieza  que cubre el hueco.

El  objeto que se coloca en la puerta – que también  llamamos  puerta-  puede ser de madera, de cartón,  de cristal o de metal, ya que su constitución y calidad dependen de la  edificación donde se vaya a colocar.

Cuando cae una  puerta o alguien derriba una puerta se habla del objeto, por lo común rectangular, soportado por bisagras que se instala en el acceso de un local o habitación. El hueco por el que entramos nunca se cae, nadie lo derriba, no se traba, no se condena.

Por igual, cuando la puerta se cierra es porque  ha sido movida por  alguna fuerza, si no es eléctrica, debió intervenir   el viento, pero como el vacío es inmóvil, el viento solo  zarandea la hoja material, tangible, que cubre el hueco cuando se cierra.

“La puerta se cerró detrás de ti / y nunca más volviste a aparecer,/ dejaste abandonada la ilusión/ que había en mi corazón por ti”. Así canta Lucho Gatica en un bolero, repetido por otros artistas. Ahí tocamos el valor simbólico de la puerta, expresado también en la apertura de la misma: “Las puertas están siempre abiertas para usted”. Y se extiende hasta  la suprema expresión que envuelve la dicotomía “puertas del cielo” y “puertas del averno”.

La puerta puede ser una vía de escape: “Burló la vigilancia y salió por la puerta trasera”. También un valladar: “La corrupción de detiene en la puerta de mi despacho”.

Si alguien  destroza una porción de una pared  para permitir  acceso a su vivienda o empresa ¿ha hecho una puerta? ¿O esperará que vengan los herreros a colocar  un armazón de hierro que correrá hacia un lado según que se quiera permitir o impedir el paso?

Les transcribo  lo que al respecto  expone el Diccionario de la lengua española. Forme usted su respuesta a las preguntas planteadas:

Puerta (Del latín porta).1. f. Vano de forma regular abierto en una pared, una cerca, una verja, etc., desde el suelo hasta una altura conveniente, para poder entrar y salir por él. 2. f. Armazón de madera, hierro u otra materia, que, engoznada o puesta en el quicio y asegurada por el otro lado con llave, cerrojo u otro instrumento, sirve para impedir la entrada y salida, para cerrar o abrir un armario o un mueble.

  1. f. Agujero o abertura que sirve para entrar y salir por él, como en las cuevas, vehículos, etc.4. f. Entrada a una población, que antiguamente era una abertura en la muralla. 5. f. Arco de triunfo, erigido en el lugar donde hubo una antigua puerta (‖ entrada a una población). 6. f. En el fútbol y otros deportes, portería.

 

VERBOS QUE SIGUEN EL MODELO DE  AVERIGUAR

 En el artículo anterior hemos planteado la división que asumen, desde el punto de vista del acento, los verbos terminaos en –uar. Y hemos señalado la división entre los que siguen el modelo de actuar, que forma hiato con las vocales úo, –úa, úe, mientras que el grupo que tiene  el verbo averiguar como paradigma forma diptongo: averiguo, averiguas, desaguo, desaguas.

Como actuar se comportan estos verbos: perpetuar (perpetúo, perpetúes),  individuar (individúo, individúes), atenuar (atenúo, atenúes).  Como ven, algunas formas de estos verbos  guardan gran parecido con sustantivos y adjetivos de la misma familia de  palabras.  Gráficamente las diferencia la tilde y lexicalmente, el contexto en que se emplee cada vocablo. Por ejemplo: perpetúo y  perpetúa  no deben confundirse con el adjetivo perpetuo y su femenino perpetua. La forma verbal individúo,   sinónimo de especificar, concretar, no ha de confundirse con su parónimo individuo, que es un sustantivo equivalente a persona.

El énfasis de este artículo ha de  estar  en  que no todos los verbos terminados en    –uar  siguen el  modelo actuar.  Actúa también en esa función el verbo /averiguar/, cuya desinencia prescinde del hiato y  prefiere  el diptongo: averiguo, averiguas, averigua…averigüe, averigüemos.     De modo que los terminados en –uar  son dos grupos, cuya acentuación depende, no de la base o raíz, sino de la desinencia o final.

Vale recordar lo apuntado por el  Diccionario panhispánico de dudas,  publicación de la Asociación de Academias de la Lengua Española.  Es  decir que  si en el verbo de que se  trate la /u/ de la sílaba final va precedida de las consonantes  /g/ (guar) o /c/ (cuar), sigue el modelo de averiguar, es decir con diptongo (averiguo).

Efectivamente, en la página 77 del  DPD se lee lo siguiente:  “En general, los verbos que terminan en -guar y en -cuar (salvo anticuar) se acentúan según este modelo de conjugación; el resto de los verbos terminados en -uar (salvo estatuar) se acentúan como actuar: actúo [aktúo], actúas [aktúas], etc. Son excepción los verbos adecuar, colicuar, evacuar, licuar y promiscuar, para los que se admiten ambos modelos de conjugación”.

En atención a esta regla es que en los verbos licuar, adecuar y evacuar, aunque se  admiten las dos formas (licúo, licuo; adecúo, adecuo; evacúo, evacuo) aconsejamos  la que forma diptongo (licuo, adecuo y evacuo).

Veamos algunos verbos  que siguen el modelo averiguar: Desaguar (desaguo, desaguas, desagüe),  amortiguar (amortiguo, amortiguas, amortigüe, amortigües), aguar (aguo, aguas, agüe, agües), atestiguar (atestiguo, atestiguas, atestigüe, atestigües).

El verbo /menguar/ también se comporta como averiguar, es decir que en presente del indicativo –lo mismo que en los casos anteriores-  se dirá menguo, menguas, mengua, menguamos, menguáis, menguan. Todos con diptongo. El modo subjuntivo  forma  diptongo y lleva una diéresis en los casos en los que aparezca la vocal –e  precedida de –u: averigüe, averigües, averigüe, averigüemos,   averigüéis,  averigüen. Lo  mismo para el verbo menguar: mengüe,  mengües,  mengüe,  mengüemos,  mengüéis,   mengüen.

Lo expresado en el precedente párrafo debe regir para la conjugación de los verbos siguientes: apaciguar (apaciguo, apaciguas,  apacigüe, apacigües); santiguar  (santiguo, santiguas, santigüe, santigües);  desambiguar (desambiguo, desambiguas, desambigüe, desambigües);  deslenguar (deslenguo, deslenguas, deslengüe, deslengües). Deslenguar es quitar a alguien  la lengua.  Fraguar (fraguo, fraguas, fragüe, fragües).

En la primera persona del pretérito perfecto de cada verbo que sigue el modelo averiguar, se precisa también la diéresis y una tilde en la vocal –é: averigüé, santigüé, mengüé,  apacigüé, fragüé…).

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

30/10/18

NOS TUTEAMOS

Los pronombres personales son muy versátiles. Nos sirven para referirnos a las personas implicadas en el mensaje. Tradicionalmente hablamos de tres personas y sus correspondientes plurales: yo, nosotros, la primera persona, aquella que emite el mensaje; él, ella, ellos, la tercera persona, aquella que no interviene en la comunicación; y una muy especial segunda persona, aquella a quien se dirige el hablante, para la que nuestra lengua tiene una larga historia y una bonita variedad.

Si elegimos un tono de confianza para dirigirnos a nuestro interlocutor, nos decantaremos por el , y lo tutearemos; en extensas áreas del español usaríamos el pronombre vos, y lo vosearíamos; si preferimos un tono de cortesía, el pronombre elegido sería usted, y lo ustearíamos.

La segunda persona del plural también tiene sus particularidades. En algunas zonas utilizan vosotros para el tuteo dirigido a varios interlocutores; en América el pronombre de segunda persona preferido es ustedes, que se usa indistintamente para tutear y ustear.

Como ya habrán notado, los pronombres han procreado sus propios verbos y sustantivos para denominar qué tipo de tratamiento elegimos. Si consultamos el DLE descubrimos sus orígenes y sus significados. Tutear se formó a partir de tú, por adaptación del francés tutoyer, para el trato de confianza o familiaridad; el sustantivo asociado con este tratamiento es tuteo. Ustear y uste o son el equivalente para el usted; vosear y voseo, para el vos.

Cuando nos comunicamos con nuestra lengua tomamos decisiones cada segundo; decisiones que van dándole forma a nuestro mensaje; decisiones que expresan quiénes intervienen en él, pero también en qué tono nos estamos dirigiendo a nuestros interlocutores. Ustedes y yo nos conocemos y nos leemos desde hace tiempo, quizás vaya siendo hora de que nos tuteemos.

 

6/11/18

QUÉDATE CONMIGO

No se equivoquen; los pronombres personales a los que dediqué la Eñe pasada no son los únicos que existen en nuestra lengua. En mis años escolares nos los enseñaban gracias a una pequeña cantinela: yo, mí, me, conmigo; tú, ti, te, contigo… No sé si en estos tiempos estará bien visto el método, pero lo cierto es que yo todavía los recuerdo. Cada pronombre dispone de un abanico de formas que se utilizan dependiendo de la función que ejercen en la frase. Hoy les toca el turno a ciertos detalles que nos dan algún que otro quebradero de cabeza.

La tilde es uno de ellos. A veces pecamos por defecto y no les ponemos la tilde diacrítica a los pronombres personales sujeto él (tú cantas; él baila), que la llevan como monosílabos tónicos, para distinguirlos del adjetivo posesivo tu (tu casa) y del artículo el(el edificio), ambos monosílabos átonos.

Otras veces pecamos por exceso y le ponemos tilde a ti (te quiero a ti), que no la lleva porque no hay otro ti del que diferenciarse; en cambio,  (me quiere a mí) y  (se quiere a sí mismo) exigen una tilde diacrítica que los distinga como monosílabos tónicos de mi adjetivo posesivo átono (mi casa) y de si conjunción condicional (si no fuera por los pronombres…).

Los pronombres conmigo, contigo y consigo, de primera, segunda y tercera persona, respectivamente, se escriben en una sola palabra, puesto que se forman a partir de la amalgama de la preposición con y los segmentos pronominales migo, tigo y sigo. Quédese conmigo aprendiendo sobre pronombres y llévese consigo (o llévate contigo, si me permites el tuteo) algunos trucos para usarlos correctamente.

 

12/11/18

PROFESOR DE ESPAÑOL

Enseñar a hablar y a escribir correctamente, fomentar la lectura y transmitir el respeto por nuestra lengua no son tareas exclusivas de los profesores de lengua

Estamos equivocados si creemos que enseñar lengua es una responsabilidad exclusiva de los profesores de lengua. En la escuela se habla cada vez más de transversalidad y no hay ningún tema que exija más transversalidad que el aprendizaje correcto de la lengua materna. Enseñar a hablar y a escribir correctamente, fomentar la lectura y transmitir el respeto por nuestra lengua son tareas que deben ser asumidas por todo el equipo educativo del centro escolar.

Un mal desempeño lingüístico repercute en la comprensión, el aprendizaje y la evaluación de todas las materias. Un alumno que no disponga de un nivel de lectura adecuado para su edad difícilmente podrá entender su libro de texto; un alumno que no entienda adecuadamente la expresión oral se verá en serias dificultades para aprovechar lo que su maestro le enseña; un alumno que no se exprese correctamente, de forma oral o escrita, no podrá transmitir los conocimientos que ha adquirido, pero tampoco podrá preguntar correctamente para solventar sus dudas o desarrollar su curiosidad; un alumno que no domine el diálogo, sus normas y sus tiempos, tendrá dificultades dentro y fuera del aula; a un alumno con deficiencias en su propia lengua, se le dificultará aprender adecuadamente otras lenguas; un alumno que no adquiere el hábito de lectura, perderá unos años preciosos como lector. Un alumno que no domine su lengua materna arrastrará estas carencias a lo largo de su vida académica, tendrá que aplicar un esfuerzo extra para superarlas, y, si no lo logra, las trasladará a su vida profesional y ciudadana.

Yo aprendí lengua española en el colegio con un libro de texto de Lázaro Carreter, el filólogo que nos recordó en El dardo en la palabra que «todo profesor que enseña en español es profesor de español». La lección de un maestro.

 

POR ANTONOMASIA

20 / 11 / 2018

Cuando hablamos de retórica solemos arrugar la nariz; se nos presenta una acepción cargada de connotaciones despectivas, aunque, originalmente, la retórica se refiere, como leemos en el DLE, al ‘arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover’. Los estudios del lenguaje han registrado y estudiado muchos recursos lingüísticos para lograr eficacia expresiva. Estas figuras retóricas no son exclusivas del lenguaje literario; las encontramos con frecuencia en nuestra lengua cotidiana.

Juguemos con una figura retórica llamada antonomasia, que consiste en emplear un nombre referido a una clase para designar a uno de los miembros concretos de esa clase por considerarlo el más característico, el más conocido o el más importante del grupo. Como suele suceder, la descripción del procedimiento lingüístico resulta más complicada que el procedimiento mismo. Los ejemplos nos sacan del atolladero.

Cuando le decimos automóvil a un carro usamos la antonomasia; automóvil se refiere a todo lo que se mueve por sí mismo y no solo al vehículo para transportar personas. Cuando hablamos del calentamiento del planeta, nos referimos por antonomasia a la Tierra, que, a pesar de no ser único, siempre será para los humanos el planeta más importante. Cuando decimos que nos pasamos con los tragos, nos referimos por antonomasia al consumo de bebidas alcohólicas, puesto que la acepción común de trago designa la ‘porción de líquido que se puede beber de una vez’.

El adjetivo mortal se refiere a lo que está sujeto a la muerte y, por antonomasia, lo aplicamos a los humanos, los mortales que tenemos más cerca. La mayoría de los mortales no sabemos de recursos retóricos ni de antonomasias, que, aunque sea sin hacerse notar, nos ayudan a lograr que nuestra expresión sea más eficaz.

Sobre el lenguaje inclusivo

Por José Luis Moure

   Es una evidencia comprobable que los cambios lingüísticos que se imponen en una sociedad son aquellos que alcanzan difusión en los sectores más vastos de la población, y que usualmente —con las excepciones esperables en todos los procesos humanos— nacen de procesos evolutivos de la propia estructura del idioma, de la búsqueda de una mayor expresividad (sobre todo en el léxico), de la designación de realidades antes inexistentes (el mundo de la técnica es un buen ejemplo), y en una suerte de corolario de esto último, de las modificaciones sociales compartidas. En lo que atañe a la gramática propiamente dicha, suele prevalecer casi siempre una simplificación del sistema. Esta explicación es necesaria para entender mejor lo siguiente.

En la propuesta “inclusivista” es preciso separar la preocupación que está en su base —legítima en tanto procura el reconocimiento, defensa o ampliación de derechos de un sector de la sociedad— de los mecanismos, en este caso de intervención en la lengua de quinientos millones de usuarios, a los que se confía la empresa.

De las varias intervenciones que se han venido proponiendo en los últimos tiempos, acaso la menos espectacular consiste en imponer que se desdoble la mención del sustantivo afectado haciendo visible el género femenino (“señoras y señores” —ejemplo en el que se advierte que el procedimiento no es nuevo—, “los y las estudiantes”, encomendando al artículo la visibilización femenina, etc.). Cabe preguntarse si la mayor parte de los hablantes necesitará afectar la economía de su expresión recurriendo a ese mecanismo de redundancia, pero se trata de una elección cuya aceptación y generalización es impredecible.

En cuanto a la idea de unificar con la vocal “e” las distinciones de género presentes en los sufijos nominales “-a(s)” (femenino) y “-o(s)” (masculino), más que desaprobar la propuesta, parece conveniente exponer las razones que permiten anticipar su fracaso:

a) No surge como cambio “desde abajo”, es decir, como una progresiva y por lo general lenta necesidad expresiva de un número considerable de hablantes, sino como una propuesta “desde arriba”, numéricamente minoritaria nacida de un grupo de clase media que busca imponer con marca en la lengua un valor en torno a un reclamo social.

b) No implica una simplificación del sistema preexistente, sino una complicación inducida. Esa intervención afecta la estructura misma del idioma en su sistema de desinencias morfológicas de género (elaboradas a partir del latín y a lo largo de siglos), proponiendo la inserción de una terminación artificial arbitraria (vocal “e”, ¿por qué no “i”?) sin existencia en la conformación histórica de nuestra lengua.

El empleo de la arroba u otro signo que busca neutralizar en la escritura la distinción de género, aunque es un recurso probablemente también destinado a desaparecer, es en verdad mucho más inocente, porque deja constancia exclusivamente gráfica de esa voluntad —llamémosla “social” o “ideológica”—, sin proponer la asignación de un sonido diferenciado, que es, como hemos intentado explicarlo, interferencia lingüística mucho más grave.

La hipotética introducción de esos sustantivos y adjetivos artificiales terminados en “e” daría nacimiento a otros problemas no despreciables, como las dificultades que implicaría la enseñanza del nuevo sistema (el cuestionable entrenamiento de los padres, maestros y de la población en general), la puesta en peligro de la unidad del idioma de veintitrés naciones si ese cambio se impusiera solo en ciertos lugares, como todo indica que podría suceder si se avanzara desacompasadamente en esa línea, y etcéteras que seguramente surgirían a medida que se profundizara la reflexión sobre el asunto.

Una observación final. No deja de ser paradójico que se reclame a las academias y a las instituciones una intervención en la lengua, cuando lo general en los últimos tiempos ha sido un mal disimulado rechazo hacia cualquier política de imposición normativa.

José Luis Moure
Presidente Academia Argentina de Letras

Lenguaje y perspectiva de género

Por Camelia Michel

  Como usuaria del español y académica de la lengua observo con preocupación el alcance de la ofensiva para establecer la perspectiva de género en el uso de nuestro idioma. Es frecuente observar el empleo del “todos y todas” y de expresiones similares en una amplia variedad de documentos y actividades públicos; así como el uso inadecuado de esta clase de fórmulas en los medios de comunicación, e inclusive en instituciones estatales y privadas, universidades y escuelas, con lo que la enseñanza del español puede incurrir en determinados vicios que perjudicarían al estudiante.

Esta situación no ha pasado desapercibida para la Academia Dominicana de la Lengua. De hecho nuestro director, Bruno Rosario Candelier, la resalta en la separata del Boletín de la Academia de 2012: “Esa recurrencia al doble género se está generalizando entre maestros, locutores, presentadores de programas, dirigentes políticos y sacerdotes. Incluso se está haciendo también en textos escritos”.  Preocupa al pleno de nuestra academia el cúmulo de inexactitudes y visión errada de los principios que norman determinados usos lingüísticos, que se desprende de esta nueva forma de paranoia y cacería de brujas, propiciada por la rígida y nada inocente dictadura de lo “políticamente correcto”. Repetimos que preocupa porque intenta por la fuerza promover el empleo de fórmulas inadecuadas en el manejo de uno de los accidentes gramaticales que afectan a los sustantivos, adjetivos, pronombres y artículos: el género.

La ADL ha tenido que abordar este problema en diversas ocasiones, haciendo las aclaraciones pertinentes para salvaguardar el uso correcto del idioma. Uno de los más notorios esfuerzos se centró en la citada separata, publicación que presentó un esfuerzo mancomunado de varios académicos, encabezados por Bruno Rosario Candelier.

En este documento, La plaga del lenguaje contemporáneo. El sexismo lingüístico y el doble género, el director de la ADL enfatiza -entre otros importantes planteamientos- que se hace un “uso innecesario del desdoblamiento genérico”, y cita algunos ejemplos: “Los/las dominicanos/as, A todos y a todas, etc.; en ambos casos se dice “los dominicanos”, esa expresión incluye a todos los dominicanos de cualquier género, hombres y mujeres, que participan de esa condición civil; y si se dice “Buenos días a todos”, no hay que especificar “y a todas”, puesto que “todos” incluye a los seres humanos presentes, en cuya categoría están incorporadas las mujeres”.

Hay que destacar que el uso del doble género -para invalidar el uso no marcado del género masculino- es uno de los elementos principales y más recurrentes en la propuesta feminista del lenguaje “inclusivo”, no obstante las objeciones académicas muy bien cimentadas en el conocimiento de la lengua, y en una ardua labor de análisis de la problemática morfosintáctica que acarrea la perspectiva de género para el empleo adecuado del idioma. En su informe titulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, Ignacio Bosque, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, gramático del español y miembro de la RAE, señala que “Hay acuerdo general entre los lingüistas en que el uso no marcado (o uso genérico) del masculino para designar los dos sexos está firmemente asentado en el sistema gramatical del español, como lo está en el de otras muchas lenguas románicas y no románicas, y también en que no hay razón para censurarlo”. Ignacio Bosque hace este cuestionamiento: “Tiene, pues, pleno sentido preguntarse qué autoridad (profesional, científica, social, política, administrativa) poseen las personas que tan escrupulosamente dictaminan la presencia de sexismo en tales expresiones, y con ello en quienes las emplean, aplicando quizá el criterio que José A. Martínez ha llamado despotismo ético en su excelente libro El lenguaje de género y el género lingüístico (Universidad de Oviedo, 2008)”.

Los planteamientos formulados por quienes promueven el uso del “lenguaje no sexista” tienden a lesionar el uso correcto del castellano, en aras de dar protagonismo a la mujer, en el supuesto de que el idioma español y sus usuarios la ocultan. Entonces, “visibilizar” a las féminas es un objetivo que se intenta alcanzar a cualquier precio, así se termine por romper estructuras morfosintácticas y pautas lingüísticas diversas que soportan el andamiaje de nuestro idioma. En muchas ocasiones el uso del lenguaje “inclusivo” denota una gran ignorancia del hablante, una escasa conciencia del lenguaje. El Dr. Bruno Rosario Candelier refiere, en el ensayo ya citado, que “un aspirante presidencial de nuestro país publicó un espacio pagado en la prensa nacional y encabezaba ese comunicado con la siguiente expresión: “A los/las dirigentes/as de nuestro partido”. Explica además que: “Esa reiteración del femenino, en este caso es innecesaria ya que al decir “los dirigentes” comprende a ‘los seres humanos que dirigen’. Además, la palabra “dirigente” tiene una terminación no genérica, es decir, carente de la marca de género y por tanto aplicable a ambos géneros puesto que termina en e, no en o ni en a, marcas consignadas para el masculino y el femenino, respectivamente”. Creo que este caso no requiere mayores comentarios.

Pero igualmente hemos notado que las mismas feministas con cierto nivel intelectual y supuesto dominio de la lengua, lanzan quejas y denuestos que expresan un pobre conocimiento de muchas de las pautas que rigen el español, como el caso de una dirigente política que protestaba porque, de acuerdo a su parecer, la RAE no aceptaba el femenino de la palabra jefe, lo que es absolutamente falso.

   Entiendo que las acciones emprendidas para introducir el denominado lenguaje “no sexista” en los usos oficiales adquiere la dimensión de una estrategia cuasi bélica, dada su plataforma operativa e insistencia en satanizar el español y en etiquetarlo como un idioma “machista”, y llega a dirigir sus misiles ideológicos a la Academia de la Lengua y entidades afines, al parecer con la intención de que dicha institución termine por aprobar sus planteamientos, sin importar que se desarticule todo un sistema lingüístico de probada eficiencia comunicativa y antigüedad, raíz de toda una tradición literaria de gran significación.  Es preciso notar que el segmento de la humanidad que considera al español una lengua sexista, no representa al conglomerado de hablantes de ambos sexos. Ciertamente todas las lenguas evolucionan y deben evolucionar de acuerdo con el cambio e interacción de los pueblos, pero otra cosa es que un idioma tenga que ser modificado en muchos de sus elementos esenciales para complacer los requerimientos de un grupo de presión, que se ha dado en considerar como representante de una parte considerable de la población mundial, sin tener derecho a ello. Si así sucediera para complacer a los grupos feministas empeñados en alterar el español, tendríamos también que hacer nuevas modificaciones cuando surgieran nuevos grupos dispuestos a sentirse discriminados en su propia lengua.

Nos hemos visto precisados a salir al frente a críticas, que van desde considerar que la RAE posee “un ortopédico corsé de reglas estrictas”, hasta los calificativos de que ésta es una corporación “rígida” y “machista”. Sería suficiente con que se buscaran los resultados de las constantes revisiones y adaptaciones realizadas con el fin de que el español contemporáneo se adecúe a las necesidades de los pueblos hispanoparlantes de toda la geografía planetaria. Muchas de las fórmulas de lenguaje “no sexista” son realizadas desde entidades que nada tienen que ver con el ámbito académico, ni con las instancias donde se estudia el uso del idioma. Se observa la tendencia a demonizar las recomendaciones de lingüistas y expertos, mientras conculcan aspectos gramaticales o léxicos firmemente asentados en nuestro sistema lingüístico.

El doble género ante una situación de uso

Por Manuel Matos Moquete

   En República Dominicana, en una asamblea nacional de un partido político (PLD, PRM, PRD, PRSC, etc.) en la cual participan hombres y mujeres de la  organización, el líder se dirige a la audiencia en los siguientes términos, a sabiendas de que  no puede ignorar ningún matiz de los presentes que pudiera significar un perjuicio para su liderazgo y su partido: “Señores y señoras, dirigentes y dirigentes, delegados y delegadas, compañeros y compañeras…Extiendo mis más calurosos saludos a los y las presentes, entre los cuales se encuentran connotados y connotadas personalidades  de la vida pública, intelectual y académica del país: la doctora Celeste Alberto, medica ejemplar, directora  de la unidad  de rayos X de  la maternidad  La Milagrosa, el doctor Facundo Acosta, médico especialista en pie diabético; la licenciada Ana Quezada, decana de la facultad de Psicología de la Uasd, el licenciado Eliseo Candelario, decano de la facultad de contabilidad de la universidad PNL; la doctora Nidia Solon, jueza del tribunal de tierra, el doctor Ovidio Nin, juez civil; el capitán retirado José Pujols, la coronela retirada Kati Abigail…”. Todos y todas cuentan con mi profundo afecto. Los  miembros y las miembras de nuestro partido en todo el país están orgullosas de ser representados por ustedes en esta asamblea. Los afiliados y las afiliadas me han transmitido ese sentir durante las asambleas distritales y regionales. Y estarán más orgullosos y orgullosas cuando conozcan los positivos resultados de las deliberaciones a las cuales en este momento los y las invito”.

Ahí está el texto. Un texto propio del género discurso político, cuya ley es la eficacia para la búsqueda y el logro del poder mediante la seducción del auditorio, de los votantes de un partido y de la población en general.

Esa es la condición (situación) del uso de la lengua, en la cual la condición del uso de la forma lingüística (ver distinción en E. Benveniste, “El aparato formal de la enunciación”,  1970), constituida por la estructura del género en lengua española en base, principalmente, a la oposición de los morfemas flexivos de género masculino y femenino  o (masculino: alumno) /a(femenino: alumna) en los artículos, los sustantivos y los adjetivos y el derivativo e(común: estudiante ), además de los géneros neutro,   epiceno y el ambiguo. El género es un tema gramatical, y la gramática no es toda la lengua, es solo la estructura: una forma. Y aquí, en este ejemplo del discurso político, la gramática está al servicio del uso de la lengua en situación, de cual se sirve ese político para convencer a su auditorio y lograr sus fines políticos. El problema no es ni siquiera puramente lingüístico. Es social, es cultural, es político. Es, en definitiva, translingüístico. Y a la disciplina que le incumbe es, principalmente a la pragmática, ciencia que se ocupa de la relación de la lengua con los hablantes y de la relación entre los hablantes.

¿Qué podemos decirle a ese líder, qué consejo darle? Las recomendaciones son distintas según el criterio que manejemos. Las diversas opciones corresponden al conjunto de las disciplinas que integran las ciencias del lenguaje, que junto a otras dimensiones: cultura, ética, política, etc., conforman las ciencias  translingüísticas en las que yo me sitúo. ¿Nos colocamos al nivel del uso de la lengua como sistema semiótico total de producción de sentidos? Si el criterio se ajusta estrictamente a la ciencia lingüística (Saussure, 1916) solo nos queda describir y explicar en lo posible el tipo de uso dado por ese político como un hecho de lengua.

¿Nos situamos en la pragmática, ciencia que orienta la gramática, puesto que las formas deben seguir los fines de la comunicación? Entonces, solo tendríamos que esperar que el empleo de la lengua sea eficaz: por la adecuación en ese discurso de los propósitos perseguidos, el manejo de las expectativas y las experiencias culturales y políticas del auditorio y las formas gramaticales empleadas.

¿Nos situamos en la gramática, específicamente en las formas del género? Podríamos desear a ese político la capacidad necesaria en el conocimiento y uso de la lengua, según las normas del español, pero sin perder su objetivo comunicativo. Le recomendaríamos consultar el artículo relativo al género en la Nueva gramática de la lengua española (2010) y repasar estos principios: “El género es una propiedad de los nombres y los pronombres…”. “…el género sirve para diferenciar el sexo del referente (alcalde/alcaldesa; gato/gata; niño/niña; profesor/profesora. “Atendiendo al género, los sustantivos se clasifican en MASCULINOS Y FEMENINOS”. “El género NO MARCADO  en español es el masculino, y el GÉNERO MARCADO es el femenino”.

Le sugeriríamos que tomara en cuenta las reglas de la formación del género en lengua española, pero jamás se las impondríamos puesto que él es político y nosotros  gramáticos o lingüistas, y él es quien sabe lo que está en juego en su comunicación. Y como ese texto gramatical citado se define a la vez como prescriptivo y descriptivo, debemos tener el cuidado de no pretender constituirnos en la AUTORIDAD de la lengua, porque dicho sea de paso, en el uso no hay más autoridad que los mismos hablantes. La tarea del experto en ciencias del lenguaje no termina ahí. En ese discurso, la retórica y la estilística tienen mucho que hacer, armonizando el interés pragmático y el interés gramatical. E incluso, los hábitos culturales, éticos y estéticos.

¿Hay redundancia  y pesadez molestosa en delegados y delegadas, todos y todas, los y las? ¿Chocan algunos usos como son las palabras dirigentas y miembras con sensibilidades y percepciones éticas y estéticas de los usuarios comunes de la lengua? Se pueden buscar formas menos extrañas, fórmulas comunes, pero en el entendido de que ese no es un problema estrictamente gramatical. Aquí tocamos el aspecto más polémico del uso del doble género. Volvemos a los criterios. Las feministas no dicen que son lingüistas o gramáticas. Dicen que luchan por derechos sociales y políticos. Luchan en contra de la discriminación del género humano femenino por parte del  género humano masculino.

Los gramáticos no dicen que son políticos ni ideólogos de la discriminación machista. Dicen que son gramáticos. Pero los argumentos de algunos gramáticos están llenos de descalificaciones morales y estéticas. Amparándose en el criterio gramatical, política e ideológicamente rechazan al feminismo que afirma que la discriminación se inscribe en la lengua, y por tanto en la gramática. Digo lo mismo a esos gramáticos y a esas feministas: el espacio de ese conflicto no es la lengua. Déjenla en paz. Es el discurso, como el de ese líder político, que es el discurso del poder. Pues ese político atropella la lengua y atropella a su auditorio y a los votantes de igual manera, porque su interés y estrategia es seducir para alcanzar el poder. Por tanto, el debate debe situarse en la relación entre sujeto, discurso y poder. Pero, estamos ante otro análisis, el del discurso político, que aquí no emprenderemos.

 

Mi visión de la lengua como académica y como mujer

Por María José Rincón

   Como las oscuras golondrinas becquerianas vuelven a sus nidos, vuelven de tanto en tanto las controversias encendidas acerca del sexismo en el lenguaje. No seré yo quien se queje de que, por una vez, el tema de debate sea el buen o mal uso de nuestra lengua. Nuestra responsabilidad como académicos es intentar, al menos, que las discusiones nos acerquen un poco más al conocimiento de cómo funciona nuestra lengua, una estructura delicada y férrea a la par.  Cuando hablamos de la lengua española no conviene olvidar que nuestra lengua es nuestra, pero también de más de quinientos millones de personas que la tienen como medio de expresión y comunicación; no conviene olvidar tampoco que en la lengua el tiempo y la historia son fundamentales; conviene tener siempre presente, además, que el cambio y la adaptación a los hablantes es condición indispensable para que una lengua siga estando viva. Por lo tanto, hablantes, historia, tiempo y cambio son factores fundamentales en la realidad lingüística.

La lucha legítima, necesaria y encomiable por alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres, que comparto y practico, debería ser asumida por todos nosotros, y no solo por las mujeres, que somos las principales responsables de que nuestra reivindicación no se diluya en un tira y hala estéril de defensa de lo políticamente correcto. Discutimos acaloradamente sobre el género de algunos sustantivos, sobre el matiz despectivo de algunas palabras, y perdemos de vista que la lengua es un sistema que se ha conformado para expresar a los hablantes de una comunidad. El contenido de esa expresión es responsabilidad de cada uno de esos hablantes. La lengua expresa a una sociedad sexista, que expresa contenidos sexistas. La vigencia de uso de las expresiones o giros sexistas, como las de las expresiones o giros denigrantes, discriminatorios o racistas, es responsabilidad de los hablantes. No son otros los que las mantienen vigentes.

Aunque con poco reconocimiento y mucho desconocimiento por parte del público, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española han avanzado mucho, y lo siguen haciendo, en la eliminación del sesgo masculino de las definiciones y los ejemplos que incluimos en nuestros diccionarios, muy abundante en otras épocas. La Academia Dominicana de la Lengua hizo especial hincapié en esta perspectiva no sexista en el diseño y la redacción de nuestro Diccionario del español dominicano; y lo seguimos haciendo, porque los diccionarios nunca están hechos del todo y nuestro objetivo es que nuestro diccionario de referencia esté a la altura de los tiempos y se acerque a una expresión justa de la sociedad dominicana.

En la columna de Ivelisse Prats leo algunos ejemplos muy acertados para ejemplificar que en la mayoría de los casos el sexismo no está en la lengua, sino en el uso que los hablantes hacen de ella. Se pregunta la columnista por qué, si se aceptan términos como abogada, doctora, arquitecta o diputada, se rechaza el término jefa. Desde luego los términos abogada, doctora, arquitecta o diputada no tienen que aceptarse más o menos que sus correspondientes masculinos. El mecanismo morfológico para formarlos existe desde siempre en la lengua española. Cuando la sociedad los hizo necesarios no hubo más que empezar a usarlos. Si un cataclismo borrara de la faz de la Tierra, y permítanme el sarcasmo, solo a los diputados de sexo masculino, dejaríamos de necesitar el sustantivo masculino diputado, pero eso no significa que dejaría de aceptarse o de ser correcto. Lo mismo sucede con el par jefe/jefa. Que se rechace el uso de jefa por parte de algunos hablantes, más o menos numerosos o que se tiña el vocablo de ciertas connotaciones más o menos peyorativas no depende de mecanismos lingüísticos, sino de las apreciaciones de los hablantes. En nuestra mano está trabajar para que esto no suceda, como bien hace doña Ivelisse. El hecho de que tradicionalmente se distinguiera como fórmula de tratamiento entre señor y señora/señorita no es más que una distinción sexista que va perdiendo terreno. Como detalle, no olvidemos que en su momento era habitual, con otras connotaciones, el empleo de señorito. En estos casos el sexismo no está en la lengua, como la fiebre no está en la sábana. Desde luego cualquier reflexión sobre la lengua española por parte de los buenos hablantes o de quienes aspiran a serlo es bienvenida. Reflexionar sobre la lengua no supone irrespetar a la Real Academia Española, ni a las demás academias de la lengua española en el mundo, entre ellas la Academia Dominicana de la Lengua. Tampoco conviene olvidar que no son las academias de la lengua las que establecen las normas de la lengua española. La lengua española, como todas las lenguas, es un organismo vivo e histórico que se va formando a lo largo de los siglos. Su sistema tiene que ver con su lengua madre, el latín, y con muchos siglos de historia a sus espaldas. Las academias proponen obras de referencia, para eso nacieron, que ayuden a mantener la unidad dentro de la diversidad. La guía académica está a disposición de los hablantes que la requieran a través de sus diccionarios, su gramática, su ortografía, sus corpus y sus servicios de consultas, todos ellos de acceso gratuito y a disposición de todos los hablantes del mundo en la red. Aconsejan y orientan a los hablantes que buscan consejo y orientación. Si usted no lo necesita o no está interesado, es libre de hacerles caso omiso. Solo la educación de calidad y la formación de ciudadanos críticos y conscientes puede acercarnos a una sociedad libre de actitudes discriminatorias, sexistas, raciales, sexuales, económicas o de cualquier otra índole. La educación es el primer paso, el más importante. Con ella tendremos armas para favorecer el acceso de las mujeres, en igualdad de condiciones, a los medios de producción y de dirección. Estoy de acuerdo con Ivelisse Prats en que faltan muchas trochas por abrir, pero como he dicho en otras ocasiones, cuando las mujeres nos eduquemos y trabajemos en igualdad de condiciones no hará falta que nos visibilicen. Ya lo haremos nosotras mismas.

Parece mentira que a estas alturas tenga que decir una y otra vez que como mujer no me siento discriminada, ni poco visible, ni excluida, cuando se habla de los académicos, de los docentes, de los padres de alumnos, de los trabajadores. Tampoco excluyo a mis amigas cuando hablo de mis amigos, ni a mis lectoras cuando hablo de mis lectores, ni a mis jefas cuando hablo de mis jefes. Me disgusta que pretendan obligarme a sentirme discriminada o discriminadora. Me precio de ser buena hablante y de aspirar a serlo cada día mejor. Además de a ser buena hablante aspiro a ser respetuosa. Por ejemplo, me incomoda que me obliguen a ver en el uso del masculino genérico un uso discriminatorio que no he sentido nunca. Y no soy la única. Comparto esta postura con escritoras, historiadoras, lingüistas, periodistas e investigadoras. Estoy segura de que también la comparten muchos hombres que, por otra parte, deberían sentirse igualmente ofendidos porque se les prejuzgue discriminadores.

Nuestra preocupación y nuestra meta debe ser desterrar las actitudes y los contenidos sexistas. Dejémonos de poner en solfa nuestra lengua, que bien sabrá adaptarse a ese cambio, como lo ha hecho a infinidad de cambios en su larga historia, y seguirá estando al servicio de todos. Como filóloga y lexicógrafa, como académica, pero, sobre todo, como mujer creo que la lengua española, si saben enseñarnos a usarla correctamente, es el instrumento fundamental para la igualdad de oportunidades. Entender mejor lo que se lee y expresar mejor nuestro pensamiento y nuestros sentimientos son la clave para avanzar como ciudadanos hacia una sociedad mejor en la que todos nos sentiremos representados y expresados.

El lenguaje del doble género

Por Bruno Rosario Candelier

   Los gramáticos, lingüistas y académicos de la lengua estudian el sistema el propio idioma para mantener la unidad del medio de comunicación y fomentar su mejor comprensión y su aplicación y, en tal virtud, refrendan el uso del buen decir, defienden la normativa gramatical y alertan a los hablantes sobre los usos contrarios a la pauta inherente a la forma establecida de la expresión. Del empleo avalado por los hablantes competentes especialistas del lenguaje infieren la normativa gramatical. Consecuentes con dicho principio, advierten la inadecuación del lenguaje de doble género porque contradice una correcta aplicación de la norma gramatical, cuyo uso califican de incorrecto porque deviene una forma redundante, antiestética y antigramatical, como se aprecia en la innecesaria duplicación de “Los y las”, “todos y todas”, etc.

Al invalidar el lenguaje de doble género, los académicos de la lengua y los buenos hablantes parten de la aplicación correcta de la norma gramatical. Advierten que no es el lenguaje el causante de situaciones adversas a la mujer, y señalan que cuando los hablantes duplican la terminación genérica para usar el masculino y el femenino suelen violentar la normativa gramatical. El uso del doble género no hace pro feminista a quien lo emplea, ni su aplicación conlleva una valoración de la mujer, sino un atropello a la gramática. Aunque el sistema de nuestra lengua establece una diferencia entre el masculino y el femenino, la norma consigna que el masculino es el género no marcado y el femenino el género marcado, por lo cual el masculino genérico no entraña un uso discriminatorio contra la mujer. Así “Los dominicanos” incluye a los hombres y mujeres de esa condición gentilicia; “los estudiantes” engloba a varones y hembras. Igual ocurre con el participio activo terminado en –ente (presidente, inteligente, indulgente, pariente, aplicables a ambos sexos). Por tanto, es improcedente aplicar la marca femenina en el participio activo de voces terminadas en –ente, pues esa terminación carece de marca de género y, por tanto, es aplicable a hombre y mujer: estudiante, adolescente, cantante, oyente, etc., forma válida para ambos sexos.

Si la pauta gramatical establece que el masculino es el género no marcado, es innecesario, redundante, improcedente, antiestético y mal fundado usar el doble género ya que la alusión a los dos sexos es fonéticamente chocante, estéticamente engorroso, semánticamente reiterativo y casi siempre violatorio de la pauta gramatical. Quienes usan en público “los y las”, en su lenguaje coloquial privado no dicen “llevo a mis niños y mis niñas, a la casa de su tío y su tía para que ellos y ellas estén con sus primos y sus primas, y así estemos todos y todas juntos y juntas”.

La RAE reconoce el uso del femenino para los oficios y profesiones desempeñados por mujeres (doctor/doctora, abogado/abogada, peluquero/peluquera); no así para aquellas palabras que designan instancias o categorías, como miembro, que carece de femenino. MIEMBRO implica el concepto de pertenencia a un grupo, una instancia o entidad sin alusión de sexo; por tanto, es aplicable a hombre y mujer, en cuyo caso es invariable, por lo cual es incorrecto decir *miembra, aplicado a una mujer. Cuando se alude a profesiones y oficios, dicho de una mujer, corresponde el femenino (médica, abogada, arquitecta). Diferente es la HETERONIMIA, es decir, palabras propias para cada género, con vocablos de distinta raíz etimológica según el sexo del referente (hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera, varón/hembra, padre/madre).

La gramática habla de SUSTANTIVOS COMUNES en cuanto al género. Algunos son masculinos (cuadro, día, árbol) y otros son femeninos (mesa, pared, ventana), pero una expresión como “las manos limpias”, en que la palabra mano es femenina (la mano), su diminutivo sigue siendo femenino (las manitas limpias, no *las manitos limpias). Los sustantivos comunes tienen una misma marca para los dos géneros gramaticales. Por eso son sustantivos comunes, como tiempo, tema, mesa. El género del sustantivo común lo señalan los determinantes y los adjetivos con variación genérica: el/la pianista, el/ la psiquiatra, el/la artista.

Diferente es el caso de los SUSTANTIVOS EPICENOS. Son los que tienen una misma terminación, con un solo género gramatical para referirse a individuos de uno y otro sexo. Por eso hay epicenos masculinos, válidos para los dos sexos, como el personaje, el vástago, el lince (“Esa mujer es un lince”), no *“Esa mujer es una lince”); y epicenos femeninos, válidos para los dos sexos, como la persona, la víctima, la hormiga, aplicable a un hombre o a una mujer (“Juan es una persona sabia”, “María es una persona sabia”). Mientras el sustantivo común admite los dos géneros (el/la pianista), el sustantivo epiceno solo admite un género gramatical, válido para los dos sexos. “Lince” es, por tanto, aplicable a hombre y a mujer. “Ese hombre es un lince”, “Esa mujer es un lince”. El epiceno puede ser masculino o femenino, pero solo uno para ambos sexos: “Juana de Arco es un personaje de la historia” o “Alejando Magno es un personaje de la historia”. El nombre epiceno tiene un solo género gramatical para los dos sexos, mientras que el nombre común admite los dos géneros gramaticales con la misma terminación (bebé, artista, dentista, poeta). La existencia de nombres epicenos masculinos (el personaje, el vástago, el lince) o de epicenos femeninos (la persona, la víctima, la perdiz) no contradice la normativa gramatical.

El uso del doble género suele violentar la normativa gramatical. La concordancia de los epicenos se establece según el género del sustantivo, y no en función del sexo del referente. Así decimos “La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital” (y no “fue trasladado”, aunque se aplique a hombre), ya que la forma lógica del predicado (“fue trasladada”) ha de adecuarse al género del epiceno, que en el caso de “la víctima” es femenino, y no según el género del referente, que en el caso del ejemplo es masculino. Se ha establecido que el masculino gramatical no solo alude a los individuos de sexo masculino, sino también designa la clase, la categoría o la especie a que aluden por una convención. Así decimos: “El hombre es un animal racional”, aludiendo con la palabra “hombre” a los individuos de ambos sexos. La inclusión atribuida al género gramatical masculino no implica discriminación de sexo, sino una convención cultural, favorecida por la economía lingüística economía expresiva sancionada por el uso y la norma de la lengua. La expresión “Los alumnos”  comprende a varones y hembras. Es innecesario y redundante decir “Los y las alumnos/ alumnas”. Esa manera de hablar, rayana en la ridiculez, va contra la normativa de la concordancia y contra el espíritu de nuestra lengua. Decir “Los y las ciudadanas” contraviene la preceptiva de la concordancia ya que aplica “los” a “ciudadanas” y “las”  a “ciudadanos”, por lo cual, además de antigramatical, es redundante y antiestético, al tiempo que desdice del genio de nuestra lengua, aunque lo usen políticos, maestros, comunicadores y sacerdotes. La incuria en el lenguaje, la vulgaridad expresiva y el uso de voces soeces, señales son de frustración y resentimiento, y su uso, como el del lenguaje del doble género, inficiona el sistema de nuestra lengua aunque se use en nombre de un supuesto avance cultural.

La exaltación de discutibles avances epocales, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, el supuesto ‘orgullo’ de la pajarería, la justificación del aborto, el cuestionamiento de los valores cristianos y el lenguaje del doble género, etc., forman parte de una presunta modernidad que promueven quienes pretenden desarticular el fundamento de una cultura establecida sobre valores morales y espirituales en los que nuestros mayores fundaron sus vidas, su conducta y sus ideales.

 Coloquio sobre el doble género gramatical

Con la participación de académicos, escritores y profesores de letras, la Academia Dominicana de la Lengua efectuó un coloquio sobre “El lenguaje de doble género” para abordar la problemática implicada en esa moda de la expresión verbal.

El uso del lenguaje de doble género, que a menudo incumple la norma gramatical, desatiende la aplicación correcta de la gramática. A esa conclusión arribaron los académicos integrantes del equipo lingüístico de la ADL.

En el coloquio sobre el lenguaje del doble género, Manuel Núñez Asencio llamó la atención ante la tendencia feminista de «chantajear» al interlocutor, cuando algunas usuarias del idioma aplican ciertos usos para evitar la discriminación que, según dicen, refleja el lenguaje. El lingüista calificó esa actitud como «la dictadura del débil». Abogó por el uso de un colectivo que evite la duplicación de formas que aludan ambos sexos mediante una marca lingüística. Recalcó que la labor de las academias consiste en refrendar las formas correctas, consignar el uso ejemplar de los buenos hablantes con los casos que se ajustan a las normas y reglas del idioma.

Al presentar el lenguaje sexista, Núñez Asencio explicó que el feminismo comienza presentando el lenguaje como una ideología y no como un medio de comunicación.  Aclaró que en la lengua existe un masculino genérico, y hay otros términos conjuntos, como el hombre, la humanidad, que mantienen una designación genérica: “Según este enfoque hay sexismo en el lenguaje porque el genérico masculino invisibiliza a la mujer, por lo cual las feministas plantean como mecanismo de justificación eliminar los sujetos masculinos, colocar colectivos alternados, como profesores y profesoras, todos y todas, etc.”, explicó el intelectual, sociógrafo y académico de la lengua.

Consideró el lingüista que el lenguaje del doble género se convierte en un obstáculo para el uso ejemplar de la lengua por la complejidad que implica atender el doble género, ya que entorpece la construcción adecuada, pues esa forma de expresión lleva a confundir el género -que es una categoría gramatical- con el sexo -que es una categoría biológica-. Integrantes del llamado ‘sexo débil’ tratan de imponer su presencia, a costa de la pérdida de la norma gramatical en numerosas expresiones lingüísticas», aseguró, y dijo que el lenguaje no sexista podría complicar el aprendizaje de la lengua.

El escritor alertó al público y advirtió sobre el peligro que implica asumir ideologías y formas disolventes, como la del doble género, pues atentan contra la unidad lingüística y la normativa gramatical. El rol de las academias es velar por mantener y aplicar las cualidades de la lengua. Recalcó que la imposición de cambios en la lengua no resolverá la problemática social inherente, según demostró la Revolución Francesa, cuyos líderes creyeron que eliminando vocablos, como majestad o alteza, se obtendrían las transformaciones sociales que predicó dicha gesta patriótica. Pronto se percataron de que había que realizar reajustes en los renglones estatales y sociales. Al compartir el derecho de la mujer para progresar, subrayó que es inadmisible el pedimento de los movimientos feministas sobre el lenguaje del doble género.

También subrayó que la Real Academia Española no crea la lengua, sino que es la sociedad quien la crea, y las academias se adaptan a la sociedad. En el pasado no había farmacéutica, médica, abogada, médica. Así se hablaba incluso hasta mediados del siglo XX. Insisten en que si los libros dicen que Dios creó al hombre, se diga mejor que Dios creó la especie humana: “Hasta ahora Dios es masculino; pero es probable que las feministas exijan en el porvenir que Dios sea mujer porque se le podrá acusar de sexismo. Cuando se creó la concordancia entre un nombre en masculino y otro en femenino, debió hacerse la concordancia en uno de los dos. El masculino es el género no marcado”, subrayó el escritor, por lo cual representa a los dos géneros.

En su turno, Camelia Michel dijo que el español se halla “bajo ataque”, advirtiendo que observa con preocupación la ofensiva idiomática para establecer la perspectiva de género en el idioma. El empleo de “todos y todas” y expresiones similares en documentos, actos públicos, medios sociales, instituciones oficiales y centros escolares, incurren en vicios que perjudican el sistema de expresión.

La Academia ha tenido que abordar este problema mediante aclaraciones pertinentes para salvaguardar el uso correcto del idioma: “Un ejemplo en este sentido es el opúsculo de los académicos encabezados por Bruno Rosario Candelier, nuestro director”.

Comentó que el uso del doble género invalida el criterio no marcado del masculino, no obstante las explicaciones cimentadas en fundamento lingüístico y la problemática morfosintáctica en el empleo adecuado del idioma, dijo académica.

Camelia Michel comentó que los planteamientos formulados por quienes promueven el “lenguaje no sexista” tienden a lesionar el uso correcto del castellano en aras de dar protagonismo a la mujer, en el supuesto de que el español y sus usuarios la ocultan. “Entonces, “visibilizar” a las féminas es un objetivo que se intenta alcanzar a cualquier precio, así se termine por romper estructuras morfosintácticas y pautas lingüísticas que soportan el andamiaje de nuestro idioma. Es lamentable que las fórmulas del doble género sean realizadas desde entidades que nada tienen que ver con el ámbito académico, ni con las instancias donde se estudia y regula el idioma”, comentó.

En una entrevista publicada por Carmen Junyent, esa lingüista catalana resalta que el uso del doble género ha ridiculizado el feminismo, pues al jugar con la gramática han salido “usos absurdos”, y desde hace unos años han aparecido documentos, disposiciones legales y discursos con el uso de “todos y todas”, “bienvenidos y bienvenidas”, “niños y niñas”, “los y las”, llegando a expresiones caóticas o ridículas. Se preguntó la intelectual española hasta qué punto estos desdoblamientos de los nombres genéricos hacen más visibles a las mujeres o las discriminan, y cómo afectan al lenguaje estos cambios que acaban deformando y violentando la gramática.

En Repensar el género de la lengua, Carmen Junyent recoge las intervenciones y análisis de profesionales durante unas jornadas organizadas por un grupo de estudiosos de la lengua, y subraya que hay que distinguir el concepto de sexo, que es un rasgo biológico, del de género, una categoría gramatical que afecta al sustantivo y determina su concordancia, vocablos que no se pueden confundir por una actitud derivada de una voluntad de dar mayor presencia a la mujer sin considerar el correcto funcionamiento de la lengua. Según la experta catalana hay una forma de visibilizar a la mujer, que es cambiando la sociedad, puesto que el idioma de una comunidad lingüística refleja los cambios que los hablantes ejecutan en la realidad sociocultural.

En el coloquio se abrió turno a preguntas y comentarios de los profesores y técnicos de la Regional 04 de Educación, quienes participaron en la actividad formativa con gran entusiasmo y externaron su disposición a obviar el uso indebido del doble género.

 

El aura mística en la lírica de Freddy Bretón

Por Bruno Rosario Candelier

A Mélida Inés Méndez,

Quien vibra con la poesía de su ilustre coterráneo.

Suelta tu corazón

que vuele alto

sin que le falte el compás de su latido

a la tierra que pisas

o a la materia que se transforma entre sus dedos”.

(Freddy Bretón Martínez)

 

La obra literaria de Freddy Bretón Martínez (1), alto dignatario de la Iglesia Católica, valioso poeta mocano y creador de una hermosa lírica teopoética, refleja la huella sagrada de una cosmovisión en cuya esencia late la llama divina y, a su través, la gracia de un canto lírico, estético, simbólico, religioso y místico que asume y recrea el encanto de lo viviente como signo elocuente del Padre de la Creación.

La obra poética de Freddy Bretón Martínez constituye un singular acontecimiento para la literatura dominicana. La creación de este grandioso poeta mocano, que escribe poesía mística desde la década de los 70 del siglo XX, le acredita a su autor el título de introductor de la lírica mística en las letras dominicanas. Su creación poética refleja la expresión de amor y sabiduría que su talento concibe como un bien divino para el bien humano y, en tal virtud, es el primer escritor dominicano que asume de manera plena y consciente la poesía mística como medio de expresión de su honda cosmovisión espiritual.

A ese preciado valor de su creación poética se suman cuatro razones que potencian la significación de Freddy Bretón Martínez en las letras dominicanas: 1. Es el primer escritor dominicano que consagra su talento poético al cultivo de la mística. 2. Es el primer escritor dominicano en publicar un libro de poesía mística. 3. Su creación poética funda la línea mística en las letras de Moca y del país. 4. Su poesía mística es modelo del ideal de creación teopoética que propone el Movimiento Interiorista.

Al enfocar el aura mística en la lírica de Freddy Bretón podemos desglosar sus valores literarios y espirituales en el ámbito de la creación poética y la inspiración teopoética.

Llamo mística a la genuina vocación espiritual que funda, en la vivencia de lo divino, la llama del amor sublime mediante una obra inspirada en el sentimiento teocéntrico con unción sagrada, comprensión amorosa del mundo y entusiasmo jubiloso.

Hay una gracia del cielo que alienta la iluminación mística y un don especial otorga la vocación contemplativa de inspiración divina. Esa gracia ha fecundado el numen creador de Freddy Bretón, que ha alumbrado su trayectoria intelectual, espiritual y estética, no solo en el ámbito de su ministerio sacerdotal, sino en las tareas académicas que ha realizado con el encomiable ejemplo de su vida personal.

Su obra literaria es un faro de amor que alienta el conocimiento, la creación y la sabiduría espiritual, razón por la cual Freddy Bretón opta por el trabajo callado y el silencio productivo. Prevalido de la fe y el don del ágape sagrado, su lírica revela una relación armónica y empática con lo divino en la que confluye la esencia de la visión cristiana mediante la cual privilegia una perspectiva sagrada del mundo. Con esa disposición intelectual y emocional, su cosmovisión se nutre de un aliento espiritual cuya razón de ser descansa en la bondad infinita del Creador del mundo a cuyo bien supremo tiende su obra. Con esa conciencia espiritual se reconoce bajo el aliento redentor de una actitud esperanzadora.Esa disposición interior de la inteligencia y la sensibilidad, potencia la conciencia estética, la sensibilidad cósmica y la vocación mística de Freddy Bretón cuya obra secunda y proyecta el aliento de su formación teológica.

Cuando el hombre establece un vínculo de amor divino, su alma se impregna de la esencia trascendente y lo que hace, escribe o dice, se contagia del entusiasmo sublime que transmuta su actitud, su palabra y su obra.

Freddy Bretón es poeta y, en tal virtud, acude a la lírica para encauzar su sensibilidad estética mediante el lenguaje de la creación poética. Freddy Bretón es místico y, en tal virtud, acude a la escritura, gracia que le ha sido otorgada para testimoniar la presencia de lo divino en lo humano. Freddy Bretón es sacerdote y, en tal virtud, su alma sacerdotal es un pozo de amor que fecunda su lírica teopoética. Esos singulares atributos de su peculiar carisma confluyen en su poesía mística que esta obra antológica, Entre la voz y el fuego, recoge y promueve (2).

En “Río de paraíso” Freddy Bretón pone de relieve el triple sentido poético, místico y  amoroso que distingue el temple espiritual y estético del ilustre poeta mocano. Se trata de una composición que integra en forma admirable y armoniosa los rasgos esenciales de la lírica de Freddy Bretón: sentimiento de amor, onda estética y vocación divina en cordial sintonía con la realidad de sus vivencias entrañables y la connotación de su decir poético:

 

Al borde de todos mis sueños

corre un pequeño río.

Llega y se estaciona

sin tiempo

el suave canto de cristal risueño,

y ya el sonajero de pulidas piedras

cosquillea en el fondo.

No falta el destello del ave furtiva

que baila en la fronda

ni peces plateados

en los que arden soles

debajo del agua.

Ah, ríos enormes

cuya historia corre por entre los libros;

monstruos milenarios que laméis ciudades

y hendís continentes…

Este riachuelo de labradas peñas

que irriga mis sueños

y transcurre en mi alma,

no lo cambiaría

ni por vuestras aguas

ni por vuestros cauces

ni por vuestros nombres.

 

Estamos ante una obra poética continuadora de una fecunda tradición mística que va de san Francisco de Asís hasta Karol Wojtyla, pasando por san Juan de la Cruz y fray Luis de León, creadores que han hecho de la lírica la base de su vocación contemplativa y, de la naturaleza, la fuente nutricia de una Teopoética luminosa y cautivante.

Freddy Bretón fue dotado con el triple don de los elegidos entre los iluminados -la gracia poética, la gracia mística y la gracia sacerdotal- y en virtud de esos dones admirables canaliza en su vida y en su obra un sentimiento de ternura y piedad hacia lo viviente.

Nuestra conformación espiritual y cósmica nos proporciona un vínculo con la totalidad de lo viviente. Internamos en la conciencia cada una de nuestras vivencias y reconocemos que cada vivencia imprime una huella en la conciencia, aunque pocas veces nos damos cuenta de la vivencia presente. Cuando advertimos la ausencia de lo que vivimos, adviene la añoranza o la nostalgia. Y cuando la nostalgia atenaza los sentidos, aflora el sentimiento lírico y la vocación poética.

La intuición de los efluvios sobrenaturales alienta el eco de lo divino en virtud del vínculo de nuestra alma con el alma del mundo, que es la conciencia superior de lo viviente. En la obra de Freddy Bretón, el centro de su apelación lírica es Dios, que impregna su corazón de un gozo inmenso y su talento creador rebosa de un entusiasmo lírico, como lo revela la creación del mitrado dominicano.

La experiencia de lo trascendente tiene diversos modos de manifestación. Las vivencias espirituales conforman la sustancia que da pábulo a una manera trascendida de sentir el Mundo, como el impacto de lo real en la conciencia, el asombro de lo natural como vivencia cósmica o el júbilo interior ante el esplendor de lo creado. De igual manera, acontece la emoción de lo sagrado mediante la asunción de la belleza sublime, la concepción de lo natural como vínculo de lo divino o la intuición de verdades profundas. También se puede apreciar el sentido de lo viviente en su expresión sacra, la imitación de los arquetipos de la Creación o la visión amorosa del mundo como fuente de la vivencia contemplativa y mística.

La vivencia mística es un sentimiento derivado de la contemplación, que activa la disposición emocional y espiritual para concitar la búsqueda de lo divino y sentir la presencia de lo sagrado. La experiencia mística es una gracia recibida, que no depende de nuestra elección sino de una fuerza superior que propicia ese fenómeno trascendente mediante el rapto de los sentidos en unión con lo divino. No dudo que Freddy Bretón haya tenido experiencia mística, pero puedo afirmar, por el contenido de sus poemas y el aura mística de su talante, que ha disfrutado abundantes vivencias contemplativas, como lo testimonian sus poemas, escritos con aciertos espirituales y literarios.

La poesía de Freddy Bretón da constancia de que valora la verdad, la belleza y el bien bajo la inspiración de lo divino. Su obra es una evidencia del sentido de la sabiduría que nutre su vocación creadora. Asimismo, revela el vínculo entrañable entre el hombre y el mundo en virtud de una identificación intelectual, emocional y espiritual que se opera entre el ser del hombre y el ser de las cosas, que místicos, iluminados y poetas asumen, valoran y enaltecen. El poema, “Canción de hoy para mañana”, inspirado en elementos de la naturaleza y consustanciado con su visión espiritual del mundo, es un buen ejemplo de esta vinculación mística:

 

Ahora es el mañana.

Mira, si no, los resplandores como surgen:

como bandadas de sueños se levantan

multiplicándose en los prismas diminutos del rocío.

Ahora es el mañana, justo ahora.

Aferra bien tus manos a la esperanza nueva

a la aurora que nace de luz no anochecida.

Suelta tu corazón

que vuele alto

sin que le falte el compás de su latido

a la tierra que pisas

o a la materia que se transforma entre sus dedos.

Levanta el pie

que no es hora de piedras

ni de batir el fango.

 

El poeta se siente apelado al mismo tiempo por lo humano y lo sobrehumano, es decir, por lo que concierne al hombre y a Dios y, en su condición de poeta, es un amanuense de lo Alto y, en tal virtud, se siente intermediario entre el estamento natural y el divino, valorando la condición singular de la criatura terrestre con sus peculiares atributos. El título de esta obra conjunta, Entre la voz y el fuego, tiene una connotación simbólica (la voz, ‘lo humano’; el fuego, ‘lo divino’), ya que el autor se siente copartícipe de la energía natural y sobrenatural al mismo tiempo, es decir, se mueve entre la voz y el fuego. Por esa razón, siente el Mundo como una expresión de lo divino por lo cual su corazón se identifica con criaturas y elementos.

Esa identificación se funda en su sensibilidad empática, abierta y caudalosa, porosa a lo viviente, que genera un sentimiento de compenetración sensorial, afectiva y espiritual con lo existente en un abrazo de empatía solidaria con criaturas y elementos. Prevalido del amor puro de los místicos y dotado del amor sacerdotal que impregna su alma de ternura espiritual, Freddy Bretón abre su sensibilidad a lo viviente y vibra de entusiasmo ante las criaturas de la Creación, que las siente, como las sentía el Poverello de Asís, como una emanación de lo divino y se conduele de sus tribulaciones y, con un sentimiento de apertura compasiva, experimenta el “dolorido sentir” que aguijoneara el alma de Garcilaso de la Vega, y entonces canta, y en su canto se compadece de la garza solitaria, comparte su desolación y su herida y le parece que el crepúsculo amortigua su luz ante el dolor de una criatura errante y, con ese sentimiento de conmiseración emocional, testimonia lo que sacude su sensibilidad, angustiada por el gemir del viento o la soledad del nido ante la constatación del desamparo. En “A una garza solitaria” expresa ese sentimiento:

 

Surcando el opaco cristal de los aires

avanzas, garza solitaria.

Vuelo lento.

Pesadumbre en cada pluma de tus alas.

¿A dónde marchas desolada?

¿Huyes acaso de la noche?

No sabían de tu herida

tus compañeras de bandada.

¿No leyeron en tus ojos la congoja?

Te enrojecen aun

las últimas luces del crepúsculo

ya se va oscureciendo la nieve de tus plumas

y el rayo de tus ojos mortecinos.

Pero el viento sabe de tus cuitas,

manojito de nieve pesarosa;

él será cálido aliento en tu contorno,

soplo vital para tu alma entumecida.

¿Dónde pernoctarás?

¿En qué olvidado nido?

¡Aprisa! Que será densa la noche

y se cierne la oscuridad sobre tus alas.

 

El alma del místico rebosa de amor y piedad. La ternura mística, manifestación de una sensibilidad fraguada en el sentimiento divino, atiza al poeta que experimenta el júbilo del entusiasmo compartido y así lo vive Freddy Bretón, que quiere sentir su corazón incendiado en la llama divina, como lo reclama en “Oración para pedir un incendio”:

 

Incéndiame de amor

te lo suplico.

No quiero arder con llama pasajera.

Arda mi corazón -mi pobre casa-:

quiero oírlo crepitar cual pino viejo.

 

Quema tanta basura,

la escoria que amontono en mis adentros.

Quisiera levantarme renovado

sin los viejos temores que aposento.

 

No quede en pie madero alguno:

lo quiero todo calcinado.

Vuelen ardientes las astillas

de mis antiguos sueños

de leyes torpes que dictó el pasado.

 

Quiero que estalle todo,

que reviente hasta el último cimiento

y que así pueda volver aprisa

a la nada que me regale el fuego.

 

Y cuando se hayan dispersado mis cenizas

y del viento no cuelgue ni el olvido,

¡que hablen las mil bocas de la piedra!

¡Que se levante la pared bruñida!

    Sensible y poroso al acontecer del mundo, Freddy Bretón despliega sus antenas sensoriales y capta lo mismo el encanto de la Naturaleza que el dolor de los sufrientes y expresa lo que impacta su interior y, en actitud doliente y compasiva, tamiza el gemido de la tierra, el encanto de la rosa, los crepúsculos fulgentes, el rubor de las amapolas o la quietud silente de las piedras, al atisbar el alto sentido con su mirada poética impregnada de ternura consentida, como en “Girasol”:

 

Gira, girasol

en el cuadrante infinito de tus rumbos

sin calcular los grados ni las horas

muévete en la precisa dirección

de los mil vientos.

No te desveles por saber

si el ecuador está cerca o está lejos:

ignora meridianos, disloca paralelos.

Que nadie te señale nortes:

invéntate tus puntos cardinales.

Busca la luz y gira:

por cada rayo un sueño

un latido por partícula de luz.

Abre tus poros

y deja que ella invada tus caminos

que asalte tus meandros

que muerda y aniquile tus tinieblas.

Corra transfigurada tu savia bienherida.

Abre tus pétalos y gira.

Prodiga claridades

reparte a manos llenas

el oro de tus soles.

   La lírica de Freddy Bretón confirma que la poesía es la voz honda del alma. En “Naidí”, el poeta ausculta el latido del corazón en sintonía armoniosa con el aliento telúrico y las vivencias entrañables en las que afloran la gracia del folklore, la copla popular y los juegos infantiles engarzados al paisaje y el motivo nostálgico:

 

Los otros niños cantaban.

Y la noche se cuajaba

de voces y carcajadas

mientras el río callaba.

Naidí era aquella palmera

que por doquiera brotaba.

Menuda, frágil, hermosa.

Naidí debió ser tu nombre

por menudita y por tierna.

 

El venero lírico de su creación poética convoca y recrea, redivivos y elocuentes, la huella literaria de Antonio Machado, el acento popularizante de Federico García Lorca y el tono idílico de Tomás Morel con el aliento juglaresco de la campiña cibaeña tamizado por el alma dulce y amorosa de Bretón Martínez, que otorga avivamiento humanizado a las cosas:

 

Y temprano en la mañana

allí, a la orilla del río,

¡cuántas manitas se alzaron!

Pero las tuyas no estaban.

Y yo, arroyo subterráneo

sentí que por dentro lloraba.

No sé si hubo brillo en tus ojos.

Las palabras se ahogaron.

Yo, como el río, callaba.

   La lírica de este sacerdote-poeta, iluminada con la llama evangélica y agraciada con la belleza poética, brota henchida de su mirada amorosa en la claridad de su expresión estética y la hondura de su contenido simbólico, como se aprecia en “Samaritana”, tema y motivo de honda inspiración bíblica para los contemplativos cristianos:

 

Cargada de agua inútil

satisfecha

junto a la corriente se sienta la sed.

El manantial

con las plantas maltrechas

le pide de beber.

‘‘¿Cómo tú, siendo un pozo

me pides de beber?”

Y ella no comprende

que el pozo va sediento de su sed.

Cuando me dio de su agua

por los aires volé

dejé olvidado el cántaro

mil sedientos busqué.

Y ahora voy sedienta

de su sed.

A la mesa del mundo

se ha sentado el maestro

rodeado de los suyos

los suyos que son nuestros:

la piedra

el polvo

el trueno

los corderos y el lobo.

Entre mar y montañas por manteles,

el prado.

Y a la luz de sus ojos

el pan grande y dorado,

el amor entre todos.

 

La mística procura el sentido de reconciliación con los seres y las cosas. En atención a esa meta, el místico renuncia a la vocación del poder, al egoísmo, al orgullo y la competencia, para encontrarse con el otro y, de un modo especial, con el Todo. Freddy Bretón tiene el don de la palabra y asume la creación poética desde las enseñanzas del Poverello de Asís, dando fe de la inquebrantable comunión de amor con lo viviente en una lírica impregnada de la mística cristiana. En ‘‘Amiga, amigo’’, habla la voz de la caricia y, en una reflexión que combina razón y sentimiento, retoma la nostalgia y, como Borges, profundiza el sentido del vínculo entrañable cuando asume la metáfora del río que enalteciera Heráclito. En los versos de Freddy esa visión se potencia con su ternura dentro:

 

Yo sé que no invento contigo la nostalgia

pero no logro que el recuerdo

sea río sin regreso.

No estreno ciertamente la añoranza

-alguien antes que yo inventó el fuego-

pero no soy el mismo sin el recuerdo.

Y no es tópico si digo

que al recordarte se oprime el pecho

y late la vida de otra manera.

De por medio está la niebla

aplastante, extraviadora

pero sé que el cariño

no es camino hacia la nada

que no se pierde el río

entre piedras o bruma.

 

Hay dos motivos literarios que en toda obra conmueven y encantan: la belleza de la expresión o la hondura del concepto o su combinación integrada mediante la belleza del pensamiento. Freddy Bretón es un auténtico poeta y como tal acude a la palabra con sentido estético; y es también un místico genuino y como tal acude a la poesía con sentido trascendente, como se aprecia en “Lapsus”:

 

Si por decir amigo

dijeras puerta

silbido

antorcha

pendiente o ruta

no dirías nada.

Si en tu ejercicio

de espolvorear nombres

(aire sonoro, modulaciones)

dices peldaño mar en reposo

luna de marzo crisol rocío

resina piedra corteza o astro.

Si pronunciaras volcán quimera

columna iris

arteria nervio alero fronda.

Y se agolparan en tu garganta

la multitud de las voces todas…

AMIGA, AMIGO…

No dirías nadapor decir todo.

 

El poeta místico exalta la condición singular del territorio que le fue dado en heredad y gozo. La valoración es lo que se produce en nuestro interior cuando apreciamos lo que somos. La espiritualidad, que es una expresión de la sensibilidad trascendente, tiene el atributo de inspirarnos la verdad y el bien, con la búsqueda de la belleza y el misterio. La mística tiene por objeto descubrir la belleza del Mundo como expresión del misterio de lo Eterno. Como Thomas Merton y Anthony de Mello, autores que han sembrado su huella literaria en Freddy Bretón, nuestro poeta ha contribuido al desarrollo espiritual con su vuelo lírico y místico. Freddy Bretón Martínez sabe que a cada uno le llega alguna vez el rayo del Sol que lo enciende y lo ilumina. En “Manías”, el poeta proclama el esplendor que nos rodea en nuestro luminoso ambiente caribeño, una manera de alabar los dones recibidos:

 

Yo soy donde la luz

es potro que salta antes del alba.

Torrente de ámbar y cristales

que tiñe o juega

dueña del ala suspendida

o del prisma que va en el ave en vuelo.

Espolea la savia

enciende las arenas

baila y perdura en la huella o la laguna.

Yo soy donde la noche

-un parpadeo-

sólo en los ojos ostenta su dominio.

Luz en el principio

y en los instantes luz

en espacios abiertos

en grietas y recodos

sobre y en medio de la lluvia

en las raíces luz.

Obsesión del fulgor que pinta o canta

borbotón de verdor en el follaje

o en un techo de fuego doradas filigranas.

Ah no

ilustres territorios

no envidio para nada vuestras brumas

que aquí

para alumbrar el mundo

basta sólo una hendija

y el rayo que pueda atravesarla.

 

La hermosura de la Creación es el gran aliento que anima la poesía de Freddy Bretón. En estos poemas testimoniales y sugerentes, su lírica asume lo mismo el cauce de la métrica tradicional, como el tono y la técnica de inspiración bíblica o el formato de los salmos, que el verso libre de factura moderna donde fluye la emoción estética con libertad expresiva y en ambos moldes aflora el tono reflexivo, la actitud contemplativa y el estilo fluyente de su cordial empatía con el ser de las cosas, para rematar con el “toque sapiencial de la experiencia mística” (3).

La línea de creación poética que enalteciera fray Miguel de Guevara, ilustrado en el “Soneto al Cristo crucificado”, con la tradición mística que auparan Jacopone da Todi y Teresa de Ahumada, destila hondura y fervor en “La puerta de tus ojos”, con el que alude al rastro de luz y de congoja que expresa el alma anhelante del vino de la embriaguez divina:

 

Ábreme la puerta de tus ojos,

llévame a tus luces interiores;

que, incorpóreo yo,

o quizás transfigurado

pueda apenas mirar, a lo lejos

mis tinieblas en olvido.

Muéstrame tu luz

sin los espejos;

pueda yo entender

los jeroglíficos

que escribiste en mi cara.

De par en par tus puertas

y entraré como hormiga

que al universo asoma.

Ingenuamente alegre,

mínimo el paso,

largo el asombro.

Alza, mi Dios, la pobre tierra;

pueda ver yo cristalizado el barro.

   En el alma de poeta y en el corazón sacerdotal de Freddy Bretón brota el amor de los iluminados y ese torrente de ternura y piedad se abre al Mundo vinculándose a la Naturaleza y a la humanidad doliente que su poesía recoge y expresa mostrándonos un rostro diferente de los seres y las cosas. La mirada dulce de su sensibilidad empática destaca la dimensión singular de lo viviente y, en su expresión lírica, simbólica y mística, subraya la faceta entrañable que articula su lírica teopoética.

Mediante el canto espiritual, los monjes despiertan la más honda de las emociones para sentir la más intensa de las pasiones: la belleza divina. Con su plegaria procuran elevar su alma a Dios y con su canto concitan el amor de su corazón. Unidos en la celebración de los sagrados misterios, cantan salmos, cánticos e himnos siguiendo una milenaria tradición que conservan las iglesias y los conventos. Con el canto, el místico exalta la unión amorosa con Dios. En “Hacia la fiesta”, el poeta atrapa la melodía que aprecia en la brisa o en las fuentes y expresa con el encanto de su lira lo que mueve su sensibilidad:

 

Padre de la armonía:

yo sé bien que tu voz divaga por el mundo.

Te canta suavemente la brisa en los pinares,

o en los vientos que rozan

las rocas de la altura.

Padre del Universo, del que soy parte mínima:

preste yo mi voz a tus cantares,

como lo hace la fuente

o el arroyo en las piedras;

que no sólo a las aves les fue encomendado

cantar tus maravillas.

Sea todo mi ser el instrumento

en que hagas resonar

tus melodías.

 

Otro pastor iluminado de nuestra Iglesia, Mons. Francisco José Arnaiz, dotado de fecunda formación humanística y de sabiduría espiritual, cuya prosa es un manjar en letras imbuidas de honda espiritualidad, dijo que “…el espíritu del místico apela a su imaginación para traducir o expresar lo que él comprende del misterio divino usando símbolos, como la llama viva de amor de san Juan de la Cruz, los cuales por su carácter no discursivo se corresponden mejor con el pensamiento contemplativo que con las palabras” (4). Si es cierto que el pensamiento contemplativo se vale de la imaginación mística para expresar la comprensión del misterio divino, que las palabras ordinarias del lenguaje común no comunican, los poetas acuden al lenguaje de los símbolos para expresar la percepción de lo inefable, como apreciamos en “Lago de cristal”:

 

Un lago de cristal cerrado

ventana de la luz el iris

imágenes que van

en vuelo escritas con la luz y el fuego.

Orfebre habrá de ser su dueño;

es con cincel de amor labrado.

 

La sensibilidad mística de nuestro poeta no le impide advertir que el hombre puede ser “horrible fiera o aletear ingenuamente una paloma” y, desde luego, puede comprender las manifestaciones contrapuestas de la realidad existencial, como en “Fin de las labores”:

 

Traigo, Señor, la voz ronca,

el paso lento.

Al fin de las labores

una roca ha caído sobre el lecho.

Ancho es el Mundo

y mi pobre pensamiento

es corta envergadura para tanto lamento.

Terminan los trabajos

prosigue el desconcierto.

Mientras duermen las sombras

alrededor del lecho,

Tú sabrás cómo hacer que dé fruto el desierto.

    Tanto sus verdades poéticas (“…las olas del mar / que aun asestando duros golpes / prodigan la caricia de la espuma”, del Libro de las huellas; o bien “Y del pobre arado traigo solamente / callos en el alma”, de Bandera de algún viento), como sus imágenes sensoriales (“…y la lluvia, vestida de albañil” o “Los focos devoran por trozos la noche”, de Voces del polvo), procuran consignar su mirada de amor, su sentido estético y la búsqueda de lo divino bajo la ardiente apelación de la palabra.

De los atributos de la lírica de Freddy Bretón  colijo los siguientes rasgos literarios:

  1. Asume y recrea la presencia divina en el hombre y el cosmos para exaltar la huella de Dios en la tierra.
  2. Expresa y revela una actitud empática hacia lo viviente y un sentimiento compasivo con una mirada de amor y una vocación teopática.
  3. Revela el propósito de hacer sentir en el espíritu no solo el encanto de la Belleza y el asombro del Misterio, sino la llama viva del amor divino.
  4. Acude a referencias naturales, como buen teopoeta de la mística cristiana, que usa como símbolos de lo divino con un sentido simbólico y trascendente.
  5. Procura transmitir, mediante el lenguaje de la lírica y la forma moderna o tradicional de sus composiciones, una visión amorosa del mundo con una cordial identificación espiritual y un sentido estético.

Consagrado al servicio divino por vocación y entrega, Freddy Bretón Martínez aúna a su carisma pastoral el singular don de vivir poéticamente el mundo y la gracia mística de sentirlo como expresión sagrada en virtud de la sabiduría espiritual que fluye de su alma iluminada y pura. Y su hermoso testimonio creativo, canalizado desde la singular visión que fecunda su fe cristiana, proyecta en esta obra de amor, con humildad seráfica, la dicha de plasmar un texto poético, la alegría de encauzar un servicio edificante y la emoción de promover el amor sublime bajo la luminosa gracia del Espíritu.

 

Bruno Rosario Candelier

Encuentro del Movimiento Interiorista

Baní, República Dominicana, 28 de abril de 2007.

 

Notas:

  1. Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez nació en Canca La Reina, Moca, Provincia Espaillat, República Dominicana, en 1947. Ordenado presbítero el 10 de septiembre de 1977, ejerció el ministerio sacerdotal en varias parroquias y la docencia académica en Santo Domingo. Obispo de la Diócesis de Baní, desde el 19 de septiembre de 1998, fecha de su ordenación episcopal y toma de posesión. Ha publicado los siguientes libros: Libro de las huellas (Sobre la marcha, 1985), Bandera de algún viento (1991), Voces del polvo (1993), La máscara del tiempo (1995), El apellido Bretón en la República Dominicana (2003), Entre la voz y el fuego (Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2007), que recoge toda su obra poética; y Pasión vital (Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2008).
  2. Freddy Bretón, Entre la voz y el fuego, Santo Domingo, Amigo del Hogar, 2007. De este poemario proceden las ilustraciones poéticas de este estudio crítico.
  3. Mons. Roque Adames Rodríguez, “Palabras Previas”, en Voces del polvo, S. Domingo, MSC, 1993, p. 12.
  4. Francisco José Arnaiz, “Nuevos dinamismos en el ser humano”, en Listín Diario, Santo Domingo, 10 de febrero de 2007, p. 13. En el prólogo a Voces del polvo, de Freddy Bretón, escribió este ilustre obispo: “En las letras españolas, cuando balbuceaba la lengua, sacerdote era Berceo, el de los loores a María, y sacerdote el Arcipreste de Hita que, en vez de oraciones, escribía cantigas a Nuestra Señora. Y ya en el esplendor de la señorial lengua de Castilla, sacerdotes fueron también Fray Luis de León, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina y San Juan de la Cruz. Por tierras duras de Ávila y Salamanca, Santa Teresa de Jesús, en medio de sus deliquios místicos, escribía letrillas, mientras algo más tarde, por tierras aztecas, Sor Juana Inés de la Cruz bruñiría sonetos y compondría Autos Sacramentales”.Nota: Desde el año de gracia de 2015, Monseñor Freddy Bretón es el arzobispo de Santiago de los Caballeros.

(Bruno Rosario Candelier, “El aura sagrada en la lírica de Freddy Bretón”, en La mística en América, Santo Domingo, Ateneo Insular, 2010, pp.427-444).

 

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

POR FALTA DE CONSEJO METIERON EL CONCEJO EN LA CONSTITUCIÓN

Esta columna ha estado a punto de incurrir en injusticia contra los periodistas por la reiteración  en los medios de comunicación de un uso inadecuado del sustantivo /concejo/. Es cierto, mis colegas repiten con frecuencia el error, pero no lo han inventado ellos, sino que  la distorsión nació con la Constitución  proclamada en 2010. Cuando se escribe “concejo de regidores” o “concejo municipal” a esa palabra se le está dando el valor semántico correspondiente a /consejo/.

Con la voz concejo (con c) se nombra al ayuntamiento o corporación municipal. El Diccionario de la lengua española  la define

así: Principio del formulario

“concejo. Del lat. concilium. 1. m. casa consistorial.2. m. ayuntamiento (‖ corporación municipal). 3. m. municipio. 4. m. Sesión celebrada por los individuos de un concejo.

El Panhispánico de dudas, otro diccionario  editado por  Asociación de  Academias de la Lengua Española, especifica que concejo “procede del latín concilium  (reunión o asamblea), y no debe confundirse con consejo (órgano para asesorar o tomar decisiones). Los miembros de un concejo son concejales; los de un consejo, consejeros”.

El vocablo /consejo/ (con s) procede del latín  consilium. Significa: “1. m. Opinión que se expresa para orientar una actuación de una determinada manera. 2. m. Órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad. Consejo económico y social, escolar. 3. m. Reunión de los miembros de un consejo. La decisión se tomó en el último consejo de administración”.

Las empresas organizadas son regidas por un consejo de administración, las universidades tienen su consejo académico o consejo universitario (caso de la UASD), el Poder Judicial  cuenta con un órgano superior que es el Consejo del Poder Judicial y la contraparte, el Ministerio Público, es orientada por  el Consejo Superior del Ministerio Público.

El Poder Ejecutivo, con todo y lo unipersonal que se muestra, somete propuestas y  escucha planteamientos del Consejo de Ministros, instituido por el artículo 137 de la Constitución. Antes se llamó Consejo de Gobierno.

Vista la segunda acepción de la palabra consejo (órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad) resulta fácil  inferir que  el ente colegiado con función  normativa, reglamentaria y de fiscalización integrado por los regidores sea un consejo, que lo es. Los  regidores constituyen el Consejo Municipal.

El Consejo Municipal y la Alcaldía,  el  órgano el ejecutivo,   son las dos columnas del Concejo (gobierno municipal). Esta última palabra  no requiere ni soporta  el adjetivo  “municipal” ni el sintagma adjetival “de regidores”. Basta con la voz Concejo. De ahí que  se aconseje (de consejo) no emplear expresiones como las siguientes:

1-Concejo de regidores del ayuntamiento de Santiago estará presidido por  Héctor Martínez.

2- Escogen bufete directivo Concejo Municipal de….

3–Fulano  Tal  es el nuevo presidente del Concejo de Regidores de…

Menos aconsejable es que tal uso se inscriba en un documento oficial como lo es el acta  de sesiones de un ayuntamiento: “El secretario del Concejo Municipal del honorable Ayuntamiento Municipal de Santiago certifica elección del bufete….”

¿Quién ha sido el responsable de introducir  en el léxico edilicio  la locución redundante “concejo de regidores”? Nada menos que la Ley Suprema, hecha por hombres y mujeres pasibles de equivocarse, sobre todo si no piden consejo. El artículo 201 reza de este modo:

“El gobierno del Distrito Nacional y el de los municipios estarán cada uno a cargo del ayuntamiento, constituido por dos órganos complementarios entre sí, el Concejo de Regidores y la Alcaldía. El Concejo de Regidores es un órgano exclusivamente normativo, reglamentario…”.

Ahí está el maco. El Concejo es el gobierno municipal. En el Concejo caben el Consejo de Regidores y la Alcaldía.

 

¿QUÉ HACER EN ESPAÑOL CON LAS PALABRAS EXTRAÑAS?

La primera recomendación frente a los vocablos extranjeros  es evitarlos. Pero cuando éstos resultan  indispensables, o al menos necesarios,  procede recibirlos y  buscar la forma de adaptarlos  al perfil de nuestro idioma. Un vocablo se hace necesario porque  representa un objeto, una circunstancia o  una acción  que no ha sido nombrada en español.

El extranjerismo podría expresar también  una cualidad para la cual no se tiene palabra en  lengua de castellana. Es decir palabras que encierran una valoración sobre personas, cosas, animales o situaciones.

Si nos vamos a quedar con un vocablo procedente de otra  lengua, la actitud más prudente es sustituir grafías ajenas al sistema ortográfico del español, de manera que el vocablo se aproxime a las características del español.

Pongamos por ejemplo que como  en español la letra –q  (cu) solo tiene uso con el dígrafo –qu, o lo que es igual: seguida de las vocales –ue (queso, querer, quemado) y –ui (quiero, quizá, quimera), el nombre del país  árabe   debe escribirse Catar y no Qatar, como prefieren algunos.

Incluso, voces  procedentes del latín pero que no forman parte  del patrimonio léxico del español han presentado dificultades por su grafía ajena al sistema ortográfico castellano, específicamente con la letra -cu, sin formar el dígrafo qu,  y la pretensión  de unos hablantes de emplearla con el sonido  de –k (ca).

La Ortografía de la lengua española, publicación oficial 2010, apunta al respecto que: “Este uso autónomo del grafema q en representación del fonema /k/, como ya se ha señalado, contradice los intentos por regularizar y simplificar la escritura del español promovidos por la ortografía académica, que ya en 1815 determinó que se escribieran con cu+vocal todas las palabras en las que la secuencia gráfica  qu se correspondiese con la secuencia fónica /ku/, con independencia de la etimología”. (OLE, pág. 615).

Por lo antes expresado es que las voces latinas exequatur, quadrivium y quorum es preferible escribirlas con –cu: execuátur, cuadrívium y cuórum.

La voz inglesa “whisky” entró al español y no parece que vaya a desaparecer, pues el elemento que representa  ha calado muy hondamente  fuera de la cultura escocesa. Esta palabra presentó un problema de adaptación, dado que la –w (uve doble) no  existía en el alfabeto latino y por tanto  no hay palabras, propias del español, que lleven este signo. Del inglés y del alemán, sobre todo, llegaron vocablos iniciados con –w que fueron adaptados  con los sonidos –gu  o –v . Ejemplos: welf (alemán) devino en güelfo y wagon (del inglés) se acuñó como vagón.

Güelfo   es un adjetivo  y se define así: “1. adj. En la Edad Media italiana, partidario de los papas y enfrentado a los gibelinos, defensores de los emperadores de Alemania”.

Siguiendo ese patrón, los académicos  recomendaron adaptar la voz whisky con la grafía güisqui, y así aparece en el Diccionario. Pero más adelante a la uve doble (doble ve y mal llamada doble u) se le dio carta de ciudadanía en nuestro idioma  y se  está reconsiderando   la escritura del nombre que identifica al licor británico. Wiski es la forma considerada más acorde con su etimología, pero aún no la recoge el Diccionario académico.

La voz “kangourou”, procedente del francés  se adaptó al español como canguro, mientras zink  (del alemán) quedó en zinc o cinc.

Hemos de repetir  que el uso de  extranjerismos   es necedad cuando se trata de voces que tienen equivalente en español, pero cuando no ocurre esto, procede acuñar la palabra extraña y someterla al orden  de nuestra lengua.

Del Japón nos  llegó un juego llamado /yudo/, pues escribamos yudo, yudoca y Asoyudo. ¿Por qué escribir “judo” si leemos yudo?

 

CIENTO DIEZ PALABRAS EXTRAÑAS ADAPTADAS AL ESPAÑOL

En las entregas correspondientes a los domingos 16 y 23 de septiembre nos hemos referido al tratamiento que ha de darse en nuestra a los extranjerismos. La adaptación es   la forma recomendada cuando es inevitable que la voz extraña de que se trate sea empleada al hablar español. Hemos compilado algunas muy importantes, las cuales presentamos a continuación:

1-Abu Dabi (de Abu Dhabi), capital de los Emiratos Árabes. La versión entre paréntesis corresponde al uso en inglés. 2- a capela (a cappella). Voz italiana, cantar sin acompañamiento. 3-accésit (accesit). Latinismo que se significa “se acercó”.

4-adenda (addenda). Voz latina. Documento que se agrega. Uso en femenino.

5-álbum (album). Latinismo. Plural: álbumes. 6-alegro (allegro). Voz italiana. Indica viveza en el pasaje musical.7-alzhéimer (Alzheimer). Alemán. Aunque procede de nombre propio, pasa a común y va en  minúscula.

8-antidopaje (antidoping). Dopaje, de doping. 9-acuario (acuarium). Latinismo adaptado. 10-auditorio (auditorium). Latinismo11-bádminton (badminton). Inglés. Deporte con raquetas. 12-beicon (bacon). Inglés. Panceta ahumada. Lo que aquí llamamos tocineta.

13- bacón. Es otra forma  de adaptación, más fiel a la grafía mientras la anterior lo es a la pronunciación. 14-Baviera (Bayern). Alemán. Ciudad alemana. Bávaro es su gentilicio, pero se descarta la grafía Bavaria.15-bazuca (bazooka). Voz inglesa. Lanzagranadas.

16-bistec (beefsteak). Voz inglesa. Perfecto ejemplo de adaptación. Filete de res. Plural bistecs. 7-beis (beige). Del francés. Color castaño claro. 18-beisbol o béisbol (base ball). 19-Belice (Belize) Inglés. País centroamericano. Es palabra llana.

20-besamel o bechamel (del francés béchamel). Salsa hecha con harina, leche y mantequilla. 21-superventas (best seller) .Inglés. Es traducción. 22- bléiser (blazer). Voz inglesa. Chaqueta deportiva de tela.

23-blíster (blister). Inglés. Paquete con una lámina transparente. Usemos este modelo para el anglicismo clúster, adaptado por la tilde. 24-bloc (block). Voz inglesa. Conjunto de hojas de papel pegadas pero que se pueden desprender. 25-bloque (block)  Voz, inglesa., cuando se refiere a la pieza de cemento para construir casas.

26-bitácora (voz en español para el anglicismo blog). 27-blúmer  (bloomer).Voz inglesa. Prenda de vestir femenina. 28-bluyín (blue jean). Voz inglesa. Pantalón vaquero. 29-búmeran o bumerán (boomerang). Anglicismo. Arma que retorna.

30- bulevar (boulevard).Voz francesa. Calle ancha con árboles y paseos. 31-buqué (bouquet). Voz francesa, aroma del vino. 32-baipás (by-pass). Expresión inglesa. Conexión artificial  para salvar obstrucción de una vena. 33-búngalo o bungaló (bungalow). Voz inglesa.  Casa pequeña.

34- buró (bureau). Francés. Mueble para escribir. En política, órgano colegiado de dirección. 35-cácher (catcher). Voz inglesa. Por igual, pícher (de pitcher). Plural: cácheres, pícheres. 36-capuchino (cappuccino). Italiano. Tipo de café. 37- carné (carnet). Voz francesa.

38-cáterin (catering). Voz inglesa. Servicio de comida. 39-champán (champagne). Francés. Vino espumoso procedente de la región francesa de Champagne. 40-champaña, champán. Grafía más aproximada al original francés. 41- chifonier (chiffonnier). Voz francesa. Cómoda alta con cajones.

42-chofer (chauffeur) .Francés. Persona que conduce vehículos como oficio. 43-cloche (clutch) Voz inglesa. En español  hay equivalente: embrague. RD y otros países prefieren el anglicismo adaptado.  44-coctel o cóctel (cocktail). Voz inglesa. Bebida hecha de licores mezclados.

45-coñac (cognac). Francesa. Bebida de ese país. 46-colaje (collage). Voz francesa. Técnica pictórica que consiste en pegar materiales diversos. 47-cuplé (couplet). Francesa. Canción corta y ligera. 48-cruasán (croissant). Voz francesa.  Pan en forma de media luna.

49-crupier (croupier). Voz francesa. Empleado de casino que reparte cartas. 50-disyóquey (disc jockey). Voz inglesa. Persona que pone discos en fiestas, discotecas o la radio. 51-dólar (dollar). Voz inglesa. Moneda de Estados Unidos y otros países.

52-dosier (dossier). Voz francesa. Conjunto de documentos sobre un asunto. 53-escúter (scooter). Voz inglesa. Ciclomotor, vehículo de motor, de  dos ruedas, parecido a motocicleta pero diferente. 54-eslogan (slogan). Voz inglesa. Lema publicitario. Plural: eslóganes.

55-esmog (smog). Voz inglesa, compuesta de humo y nube.56-esnob, esnobismo (snob). Voz inglesa. Que imita las maneras de otros. 57-esmoquin (smoking). Voz inglesa. Traje formal. Plural: esmóquines. 58-espagueti (spaghetti). Voz italiana. Pasta alimenticia larga.

59-estrés (stress) Voz inglesa. Tensión. De esta palabra derivan estresar, estresado, estresante. 60-estriptis (striptease). Voz inglesa, espectáculo erótico. 61- filin (feeling). Voz inglesa. Sentimiento.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

UNISEX

02 OCT 2018

Al hilo de los préstamos surge la consulta de un lector sobre la corrección o incorrección de unisex, un anglicismo de reciente incorporación a nuestra lengua. Y digo reciente, en términos lingüísticos, porque este adjetivo comienza a documentarse en textos en español en los años 60 del siglo XX y su uso se difunde con rapidez, sobre todo en el ámbito de la moda y la belleza. Un rápido vistazo a la herramienta Enclave RAE lo demuestra: las palabras con las que más se relaciona son peluqueríasalón y moda. Su difusión hace que la Real Academia Española lo incorpore por primera vez al Diccionario de lengua española en 2001 con una única acepción: ‘que es adecuado o está destinado tanto para los hombres como para las mujeres’.

La duda de nuestro lector está relacionada con el significado de la palabra, y no le falta razón. En español el elemento compositivo uni- significa ‘único’ o ‘uno solo’. ¿Por qué entonces unisex se aplica a lo que está destinado a dos sexos? ¿Por qué no utilizar bisex? De hecho ya encontramos este término de vez en cuando.

El error estriba en analizar un extranjerismo como si de una palabra patrimonial se tratara. Un préstamo del inglés como unisex no puede analizarse a partir de los elementos compositivos del español. Basta comparar con el funcionamiento de los elementos compositivos uni- y bi- en palabras patrimoniales de nuestra lengua. El adjetivo unisexual, término especializado de la biología, se refiere al individuo vegetal o animal ‘que tiene un solo sexo’; el adjetivo bisexual, se refiere a la persona ‘que mantiene relaciones tanto homosexuales como heterosexuales’.

La adaptación completa de los extranjerismos no siempre resulta fácil; a veces la dificultad tiene que ver con su grafía o su pronunciación; otras veces, como en este caso, con su composición o su etimología.

 

09 OCT 2018

PONLE SABOR

Ya tenía este columna escrita cuando la realidad me la ha desbaratado; y, por una vez, me la desbaratado para bien. Una conocida marca nos proponía en una vistosa campaña publicitaria el uso de sus sazones con el siguiente eslogan: *Pónle sabor, *pónle color. El error, bien visible en las gigantescas vallas publicitarias, fue la excusa perfecta para volver a la tilde.

Normas ortográficas pasadas dictaban que el verbo mantenía su tilde cuando se le unía un pronombre personal átono, de esos que llamamos enclíticos. Por ejemplo, mantenía la tilde el verbo de Déme ese libro, a pesar de que, con el pronombre enclítico, dejaba de ser un monosílabo con tilde diacrítica para convertirse en una palabra llana terminada en vocal. La Ortografía de 2010 dictó que estas formas verbales con pronombre llevarían tilde o no según las reglas, sin tomar en cuenta la tilde que llevara el verbo sin el pronombre: Deme ese libro. Pero nuestro eslogan iba más allá. Aplicaba una regla desaparecida sobre un verbo que estaba tildado incorrectamente. El imperativo pon, como monosílabo, no lleva tilde. En pocos días me esperaba una agradable sorpresa. Frente a la misma valla publicitaria descubro que, como por arte de magia, esa espantosa tilde se ha esfumado. Muchas cosas, y todas buenas, dice esa tilde desaparecida. Todos los hablantes tenemos dudas ortográficas. Todos los hablantes, aun los más avezados, cometemos errores. La actitud del buen hablante es la de la curiosidad y el aprendizaje constante. Y si nos equivocamos, corregimos.

Si el «hablante» es una empresa, esta actitud implica además respeto por su marca y, lo que es más importante, respeto por sus clientes. Ahora sí, Victorina nos invita correctamente a animar nuestra cocina: Ponle sabor, ponle color. Búscalo en tu colmado favorito.

 

16 OCT 2018

VIVOS Y SUELTOS

En estos días hemos conmemorado un aniversario más del nacimiento del lexicógrafo Julio Casares. Entre otras muchas cosas admiro a Casares porque se adelantó en la prensa a divulgar el conocimiento de la lengua y el gusto por su buen uso.

Publicó Julio Casares durante cinco años una campaña de divulgación en forma de artículos en el diario español ABC; treinta y dos artículos, que luego fueron publicados en forma de libro, con el título de La Academia española trabaja. En el artículo de enero de 1964, que pone fin a la serie, reconoce el lexicógrafo cierto desencanto. Su objetivo no era otro que, según sus palabras, interesar a los lectores en «la callada y perseverante labor de la Academia», esa labor, añado yo, de la que solo nos acordamos cuando aprovechamos sus frutos, y no siempre para reconocerla. Para Julio Casares la divulgación era un servicio a la lengua.

La divulgación de los asuntos del idioma lleva aparejada, desde siempre, cierta sensación de desesperanza. Si nuestra lengua es muy larga, como diría Lola Pons, otra de nuestras grandes divulgadoras, su desconocimiento también lo es. Y no resulta labor sencilla acercarla a los hablantes con amenidad. A veces nos parece que habremos pasado por nuestros lectores, como decía Casares, «como el rayo de sol por el cristal».

Julio Casares, como nos pasa a todos los lexicógrafos, oía voces. No, no se escandalicen. Las palabras nos susurran al oído. Reconocía Casares, como cierre a sus artículos de divulgación, que pocos hacían caso de sus recomendaciones académicas y que los malos usos idiomáticos continuaban vivitos y coleando; y confesaba que oía una vocecilla burlona que le decía: «Los muertos que vos matáis gozan de buena salud». Los nuestros, sin duda, están vivos y sueltos.

23 OCT 2018

CUANDO UNA LENGUA SE VA

El español goza de una salud envidiable. Su número de hablantes, su extensión territorial, su prestigio cultural o su uso en internet lo sitúan entre las primeras del mundo. No todas las lenguas pueden decir lo mismo. Basta hacer un recorrido a través del Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro. Unas 3000 lenguas amenazadas nos dan idea de nuestra diversidad lingüística.

La UNESCO calcula seis niveles de vitalidad. Están a salvo las lenguas, como la nuestra, que tienen asegurada la transmisión de una generación a otra (estas lenguas no aparecen en el Atlas). Cuando los niños hablan una lengua, pero restringen su uso a un ámbito concreto, se considera que esta lengua es vulnerable. Si estos niños ya no la aprenden de sus padres como lengua materna, pasa a estar en peligro. Cuando son solo los abuelos los que la hablan entre sí y los padres ya solo la entienden, pero no la usan, la lengua está seriamente en peligro. La situación se torna crítica cuando ya solo los abuelos la hablan de vez en cuando y parcialmente. De ahí a declarar su extinción solo hay un paso.

Para hacernos una idea echemos un vistazo, por ejemplo, a México, donde se documentan 143 lenguas amenazadas, de las cuales 21 están en situación crítica; o a las 68 lenguas amenazadas de Colombia, 12 de ellas en situación crítica; o a Venezuela con 34 lenguas amenazadas, 8 en situación crítica.

El proceso de desaparición de una lengua es difícilmente reversible. Con sus hablantes se pierde una visión del mundo y una forma de vida, un miembro de la familia de las lenguas que puede ayudarnos a conocer mejor a las restantes lenguas emparentadas con ella.