Abundan los usuarios que no saben emplear el punto y coma

Por Tobías Rodríguez Molina

Los signos  de puntuación resultan ser difíciles de usar correctamente a  una considerable cantidad de escribientes del español. Pero de todos esos signos, el que parece serles más difícil es el punto y coma. De ese signo me ocuparé en el presente artículo. Pero antes de ofrecerles datos de ese mal uso, les presento en cuáles casos se emplea o se puede emplear ese signo de puntuación.

Usos del punto y coma:

Este signo tiene un solo uso obligatorio y varios usos opcionales. El uso obligatorio aparece en estructuras oracionales que tienen coma en su interior como las siguientes:

-De esa tienda me pidieron los siguientes artículos: corbatas, dos docenas; camisas, tres docenas; pantalones, una docena; pañuelos cinco cajas, y sábanas, dos docenas.

– En el mes de septiembre solicitaron trabajo en esta empresa: Pedro Valdez, un chofer de Salcedo; Luisa Hernández, una secretaria residente en Licey; Arnulfo Pérez, un electricista de Gurabo, y Marcos Peralta, un experto plomero de Santiago.

Como pueden ustedes observar en esos dos ejemplos, se trata de enumeraciones de artículos y personas, y a cualquier estructura sintáctica semejante a esas hay que puntuarlas como ellas: coma después de cada artículo o el nombre de las personas, y punto y coma antes de los siguientes artículos o personas.

Los usos opcionales son los siguientes:

  1. Para separar proposiciones yuxtapuestas (=relacionadas sin elementos relacionantes, como y, porque, aunque, por eso, pues, etc.). En ese caso caben dos opciones: o el punto y coma o el punto. Ejemplos: a) No asistió a clases hoy; nadie sabe el motivo de su ausencia. b) Aminta cometió un grave error. A Martina le pasó lo mismo. Si les ponemos los elementos relacionantes, serían redactadas como sigue: a) No asistió a clases hoy pero nadie sabe el motivo de su ausencia. b) Aminta cometió un grave error y a Martina le pasó lo mismo. Redactadas de ese modo ya no son yuxtapuestas y por eso mismo no llevan punto y coma.
  1. Antes de “es decir”, “o sea”, “esto es”, “por consiguiente”, “sin embargo”, “por lo tanto”, “en efecto”, cuando un elemento de esos une partes (proposiciones) de una oración compuesta). Aquí caben las opciones del punto y coma y el punto. Ejemplos: a) El obrero estaba muy cansado; en efecto, los fuertes trabajos de la semana lo afectaron enormemente. b) Amantina es una empleada muy competente. Es decir, todo lo que le toca resolver lo realiza a la perfección.
  1. Delante de “pero”, “mas”, “aunque”. En este caso existen cuatro opciones: que no se maque ningún signo,  la coma, el punto y coma y el punto, pero cualquiera de esas opciones  va a depender de varios factores, difíciles de precisar, entre los cuales está la subjetividad. Ejemplos: a) Es muy inteligente pero completamente desorganizado. b) Le ofrecieron un trabajo, pero lo rechazó sin pensarlo mucho. c) Hoy está de buen humor; aunque no siempre está así.  d) Todos dicen que Juan no es inteligente. Mas obtiene mejores notas que muchos de los que son tenidos como inteligentes.

A continuación  presento varios fragmentos en los que no se ha  empleado el punto y coma como se lo he indicado, coincidiendo en lo fundamental con  lo que estipulan las normas del  español.

  1. Ponemos el préstamo, Lo personal lo pones tú. (Anuncio de un prestigioso e importante banco dominicano). Ese ejemplo está constituido por dos yuxtapuestas y por eso no se debe usar la coma, sino el punto y coma o el punto, pero especialmente el punto, ya que aparece  escrito “Lo” iniciado por una mayúscula.
  1. Le voy a brindar la oportunidad de oro, ponga usted el lugar, la hora y el día… (Tomado de una carta-reto de un precandidato a otro precandidato). Aquí se trata también de dos yuxtapuestas, por lo cual se escribirá el punto y coma o el punto en medio de ambas proposiciones, es decir, antes de “ponga”.
  1. Los ciclos históricos terminan, es imposible detener el tiempo… (Idem). También en este caso tenemos dos yuxtapuestas, que deben aparecer escritas no con coma, sino, como ustedes ya saben, o con punto y coma o con  punto antes de “es”.
  1. En cada momento de la historia los dominicanos hemos elegido un presidente con un propósito, en cada circunstancia el pueblo se expresa y habla claro. (Idem). También en  este fragmento, tomado de ese precandidato, especialista en Derecho y que ha desempeñado elevados cargos en el  Gobierno, él  debió poner el punto y coma o el punto, pero  de ningún modo es correcto poner una coma.
  1. Las temperaturas se sentirán bastante calurosas debido al viento cálido y húmedo del este/sureste, por lo tanto, la ONAMET recomienda ingerir suficientes líquidos y evitar la exposición al sol por períodos prolongados. (ONAMET). Tampoco los redactores de ONAMET saben emplear el punto y coma en las yuxtapuestas, ya que colocaron una coma delante de “por lo tanto”, y cuantas veces uno lee los reportes de esa institución, encuentra un error semejante a este.
  1. …la Iglesia como institución desempeñó un papel dual, por un lado evangelizó aborígenes y africanos, pero por otro lado justificó la conquista como un acto de civilización… (Profesor, articulista de un periódico de Santiago). En este caso, debió poner un punto y coma o el punto, aunque también caben los dos puntos después de “dual”.

Después de haber repasado el concepto y ejemplos de lo que son las proposiciones yuxtapuestas, y, además, habiendo visto varios ejemplos de textos producidos por intelectuales  y profesionales distinguidos de nuestro país, no nos queda más remedio que aceptar como un hecho lo que afirmamos en el titular del presente artículo. Y a uno le queda la impresión de que parecería que nunca, en las clases de gramática y de redacción, ningún centro educativo dio a conocer a los alumnos lo que son las proposiciones yuxtapuestas y la puntuación que ellas demandan.

Machear, integral/integrar, enclave

Por Roberto E. Guzmán

MACHEAR

“. . . a través de un MACHEO hecho por nosotros. . .”

Ese verbo que aparece en el título es una creación de los hispanohablantes que tienen influencia del inglés. La terminación de este verbo es la más común en Hispanoamérica para las creaciones   de este tipo -(e)ar.

Aunque parezca esa terminación engañosa, puede reconocerse que el origen del vocablo es espurio. Esto equivale a decir que es un cuerpo extraño trasplantado al español. En pocas palabras, viene del inglés to match.

Es un verbo que pertenece al habla de los jóvenes dominicanos y de algunos profesionales. Estas aseveraciones se explicarán enseguida.

Machear en el habla de algunos técnicos es “acoplar, encajar”.  Es usual oír que algunos plomeros, digan que esa pieza a la que se refieren “machea” bien con la que hay instalada o, con la que se dejó de la instalación anterior. Los mecánicos de vehículos automotores también usan el verbo para las partes que se “ajustan, compaginan” en tamaño o función con las demás.

En otras profesiones técnicas utilizan el verbo para lo que corresponde correctamente con otra cosa por su forma y cabe o, puede integrarse a ese sistema ya existente o en operación.

Los hablantes jóvenes de español dominicano emplean el verbo para referirse a la compatibilidad de colores, y combinación de ropas por sus estilos.

En el español de los Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico se utiliza el verbo machear para expresar ideas iguales o parecidas a las del hablante de español dominicano.

El Diccionario del español dominicano (2013:426) recoge el verbo en sus páginas y reconoce que es un verbo transitivo que sirve para expresar “emparejar, parear”: esto es, poner dos personas o cosas para que formen una pareja.

 

INTEGRAL – INTEGRAR

“En cuanto al desarrollo INTEGRAR de los adolescentes. . .”

No hay secreto sobre lo que se abundará en esta sección. Se explicará más adelante en detalle la diferencia que existe entre las dos palabras del título. Mediante el ejemplo copiado más arriba se demuestra que no es tan fácil, parece, saber la diferencia entre las dos palabras, aun cuando para muchos hablantes de español esta sea grande.

Para los fines de este estudio se destacarán solo las partes que interesan con respecto de las dos palabras del título.

Integral transmite la idea de que contiene todos los elementos o aspectos de la cosa de que se trata. Dicho de otro modo, es global o total. En este mismo orden de ideas es que el adjetivo íntegro se utiliza para significar que eso a lo que se aplica no le falta nada o no se le ha quitado parte alguna.

En cuanto a integrar, es hacer un todo o conjunto con partes diversas; es incorporar una cosa a otra más amplia, es componer, constituir; estas cortas acepciones se alinean con lo expuesto más arriba de solo resaltar lo importante para el punto que se trata aquí.

En la frase de la cita debió aparecer integral para referirse al desarrollo completo, es decir, de todas las cualidades deseables.

 

ENCLAVE

“. . . con el propósito de devolverle a Nuestra Primada de América (…) podría ser un ENCLAVE y piedra angular. . .”

La voz enclave es de entrada reciente en el español oficial de la lengua; esto es, su entrada en el sanctasanctórum de las academias de la lengua se realizó en la edición decimonovena del año 1970.

Tiene su origen en lengua francesa desde el siglo XIV en tanto “territorio establecido en otro”. Desde el siglo XIX (en esa lengua) se utiliza para un territorio que obedece a leyes morales o sociales diferentes de aquellas de su derredor.

Desde el francés la voz viajó a otras lenguas como el italiano, en la que se considera un “territorio que pertenece a un Estado, rodeado por todas partes del territorio de otro Estado”. Dizionario delle parole straniere (1999:85). Traducción RG.

La acepción que recoge el lexicón mayor de la lengua española ha sido la misma desde que entró en ese diccionario. No obstante, el uso ha ampliado la acepción, la ha ensanchado, liberalizado.

En la actualidad la palabra consta en el Diccionario de la lengua española con dos acepciones. La segunda fue introducida en la edición de ese diccionario en el año 1984. Esta sufrió modificación para hacerla más sencilla.

En la actualidad las dos acepciones son cortas, “Territorio incluido en otro con diferentes características políticas, administrativas, geográficas, etc.” “Grupo étnico, político o ideológico inserto en otro y de características diferentes”.

La expansión a que se aludió antes se encuentra es los diccionarios de uso. En el Diccionario del español actual (1999-I-1794), “Situación [de un lugar o una cosa dentro de otros]. El ejemplo que trae ese diccionario es del comercio que logra un enclave dentro de una ciudad.

El Diccionario de uso del español ha añadido el concepto de enclave a otras áreas. Entre ellas la geología, la medicina y, hasta la lingüística, donde se considera enclave una, “Penetración de una lengua en el territorio de otra”. (2007-I-1152).

El enclave más conocido en el tiempo presente es el que menciona el Diccionario integral del español de Argentina (2008:674), “Lugar o área en la que algo se sitúa: un lujoso enclave veraniego. . .” Esta acepción se parece mucho al concepto que se tiene acerca de lo que la corporación de la lengua española considera un resort, es decir, un “complejo hotelero”.

En francés la frecuencia de uso ha llevado a conceder la primera posición en el Petit Robert a la acepción jurídica de la propiedad rodeada por otra u otras a la que se accede mediante una servidumbre de paso porque no tiene salida a la vía pública. Le Nouveau Petit Robert (2007:862). (Adaptación del francés, RG).

Por medio de la lectura de lo expuesto más arriba puede constatarse que la noción acerca de lo que debe entenderse por enclave ha evolucionado y es probable que continúe en esa trayectoria; sobre todo por influencia de las liberalidades del inglés con respecto al empleo de la voz en los tiempos modernos en promociones inmobiliarias.

 

Dificultad de muchos para manejar la concordancia en el complemento

Por Tobías Rodríguez Molina

Al igual que en otros aspectos de nuestra lengua española, en esta faceta de la misma, es decir, el complemento, uno se atreve a afirmar que son innumerables, por no decir que el porcentaje de los que manejan de forma desacertada la concordancia en  el complemento es muy alto. Pero antes de continuar con el tema, creo útil  y necesario explicar qué es un complemento. Y para llegar a precisar qué es el complemento, aclaremos lo que son los   determinantes. Estos son palabras colocadas delante de los sustantivos para precisarlos o determinar su sentido. (Eduteca). Otros los definen como palabras que acompañan al nombre y nos dan información sobre él. (Academia JAF).

A los determinantes se les atribuye el ser modificadores directos, pues se relacionan directamente con el nombre, es decir, sin ningún elemento gramatical que los una o relacione, como lo podemos ver en los siguientes ejemplos: 1. Este libro me costó mucho dinero. 2. Algunos estudiantes no hicieron bien la tarea.  En el ejemplo 1, son determinantes “este” y “mucho”, relacionados directamente con “libro” y con “dinero”, respectivamente. En el ejemplo 2, son determinantes “algunos” y “la”, los cuales se relacionan directamente con “estudiantes” y con  “tarea”, respectivamente. Ahora bien, existe otro tipo de modificador relacionado con el nombre,  al cual se le denomina modificador indirecto, ya que su relación se da en forma indirecta mediante alguna preposición, como “de”, “sin”, “con”, “sobre”, etc. Observemos un ejemplo de modificador indirecto: “Las situaciones de tipo político  que  estamos viviendo en muchos países de América son difíciles de resolver.” El complemento “de tipo político” modifica a “situaciones” de forma indirecta  y está constituido por varias palabras. En cambio, el  modificador directo,  por una sola palabra, como lo vieron en los ejemplos 1 y 2 de este párrafo.

A  ese modificador indirecto se le llama complemento, y a ese tipo de complemento me refiero en el presente artículo, tal como aparece en el título. Veamos otro  ejemplo para tener una idea más clara del complemento: Las ayudas de forma desinteresada que me diste te las agradezco con el alma.  En ese ejemplo, “las” es un modificador directo de ayudas,  mientras que “de forma desinteresada” es un modificador indirecto o complemento, ya que se relaciona o complementa a “ayudas” mediante una preposición, que en este caso es “de”. Enseguida les ofrezco algunos   ejemplos de casos de mal manejo del complemento de parte  de usuarios casi todos dominicanos.

  1. “Llegamos al acuerdo de traer a Venezuela todo el apoyo, toda la ayuda de carácter humanitaria que pueda traerse.”(Diario Libre: Maduro anuncia acuerdo, EFE). La dificultad que se refleja en el complemento  “de carácter humanitaria” tiene que ver con la concordancia y consiste esa dificultad  en que se pone a concordar “humanitaria” con “ayuda” y no con “carácter”, que es el núcleo o palabra con la que concuerda en género y número, para que diga “de carácter humanitario”.  Para que humanitaria concuerde  con ayuda, habría que eliminar “de carácter” con lo cual “humanitaria” se convertiría en modificador directo de “ayuda” y así sería “ayuda humanitaria”.
  2. “Hay que tener en cuenta las situaciones de índole civiles y políticas en nuestro país.” (Entrevistado en un canal de Santo Domingo). En este caso sucede algo semejante al ejemplo anterior: se toma para la concordancia no el núcleo del complemento “índole”, que es la palabra que determina la concordancia en este caso, sino a “situaciones”, que no tiene nada que ver con “civiles y políticas”  para los fines de la concordancia, y por eso escribe “civiles y políticas” en vez de “de índole civil y política”.
  3. “Durante esta semana sucedieron tres acontecimientos de carácter políticos.” (Comentarista de un canal capitalino). En este caso se repite un desacierto semejante al que apareció en el ejemplo 1: se pone a concordar a “políticos” con “acontecimientos” y esa concordancia tiene que hacerse con “carácter”, que es el núcleo de ese complemento y que tiene a “político” como su modificador directo. Y para mantener la concordancia, se escribirá “de carácter político”.
  4. Una factura de EDENORTE nos ha llegado, durante muchos años, con este infantil error: “Santiago de los Caballero”. Seguro que por esa rica entidad han pasado varios administradores, y tiene como empleados a competentes profesionales y excelentes manejadores de la lengua española, pero nadie ha descubierto el mal manejo de ese complemento, que ahora estamos viendo usted y yo, y que debe escribirse “de los Cabelleros”.
  5. “Su estructura y su diseño hacen de esta parroquia uno de los templos más hermoso de la zona.” (Libro en etapa de corrección; autor: un profesional con maestría). Esta vez aparece otro tipo de deficiente dominio del complemento: en lugar de poner a concordar “hermoso” con “templos” para que se diga “uno de los templos más hermosos, el  escritor  hace la concordancia con “uno”, y por eso escribe “hermoso” en singular.
  6. “Fundaron uno de los tres colegios más grande de la Orden en el país.” (Idem). Aquí tenemos el mismo autor repitiendo el mismo error,  el cual ustedes  pueden corregir.
  7. “Por todas partes irrumpe el espíritu de la mundialización, que tiene sus cajas de resonancias en los foros internacionales.”(Idem). La dificultad de este tipo de complemento consiste en dejarse influenciar por la palabra sustantiva “cajas”, que tiene el complemento “de resonancias” al cual se pone a concordar desacertadamente con ella. Lo acertado es decir, en este caso, “…tiene sus cajas de resonancia…” En semejante error caen los que dicen “libros de textos”, “días de lluvias”, etc.
  8. “…se ha producido la realización de murales…y un sinnúmero de obras de artes.” (Tesis de grado de un estudiante de Derecho). Ahora les dejo a ustedes, apreciados lectores, corregir el error cometido por ese estudiante de Derecho. Es un error idéntico al anterior y aparece en “obras de artes”.

Ciertamente que a muchos de los usuarios del español les resulta dificultoso manejar con acierto el aspecto concordancia al emplear el complemento en sus escritos o exposiciones orales. Y  me luce que la dificultad proviene de deficiencias en la enseñanza de la sintaxis que se imparte en nuestros centros educativos de todos los niveles, incluyendo el universitario. Pero, mientras tanto, les recomiendo que se fijen bien en que la palabra complementada no le impone la concordancia al complemento, y por esa razón ambos  marchan por caminos distintos en cuanto a la concordancia.

Lengua, barriga/bodega, estrato/extracto, adolescente/adolecient/*adolecente

Por Roberto E. Guzmán

 

LENGUA

Son muchas las lenguas que “cuentan” (que son importantes) en el español de los dominicanos. La lengua larga es la que se refiere a la persona chismosa. Un lengua de mime es un arma blanca cuyo nombre es engañoso, pues a pesar de que el mime es un insecto diminuto, esta arma es larga puntiaguda y filosa. De todos modos, el propósito de esta sección es traer a estos comentarios una lengua que ha pasado inadvertida de los lexicógrafos dominicanos, es la lengua del zapato.

La lengua del zapato es lo que en una sola palabra otros hablantes de español laman de lengüeta. Como puede adivinarse ya, es la tira en el calzado que se coloca debajo de los cordones o sistema de cierre. Esta lengua sirve el propósito de asegurar mejor el calzado mediante el cierre y hacer más cómodo el cierre al evitar que los cordones o, lo que haga sus funciones, lastimen el pie.

Como puede deducirse de su terminación, la palabra lengüeta es un diminutivo o un despectivo de lengua. Por lo general es más pequeña que la lengua, pero también puede considerársela un despectivo porque no posee las propiedades de una lengua ni desempeña las esenciales funciones de ese elemento del habla.

Es muy probable que el nombre en el español internacional se deba a la semejanza entre el órgano del habla y la parte del zapato. La semejanza a que se alude aquí es que está fija en un extremo y puede moverse en varias direcciones.

En los muchos años de vida y habla el autor de estos comentarios no recuerda haber llamado lengüeta a esta lengua del zapato calzado. Esto muy posiblemente es la consecuencia de la estrechez del vocabulario y la economía del esfuerzo de memoria.

 

BARRIGA – BODEGA

“. . .anunció que se aprovecharán los espacios vacíos de la BARRIGA . . . debido a que los turistas viajan con poco equipaje . . .”

La palabra que figura en el primer lugar del título, barriga, en el contexto de la cita parece completamente fuera de lugar. La otra palabra que consta en el título tampoco parece que tenga cabida en la frase. En el desarrollo de esta sección se demostrará que ambas pueden utilizarse; eso depende del país en que se usen para transmitir el mensaje.

Hay que recordar que en un apartado anterior a este se trató como dominicanismo el uso del vocablo barriga de la forma en que lo utilizan en la cita. Después de las explicaciones que siguen todo quedará claro con los usos y significados de los dos vocablos.

El vocablo barriga empleado en compañía del vocablo avión se refiere al compartimiento en donde se coloca el equipaje y la carga que se transportan. Esto es válido solamente en República Dominicana y en el ambiente de las líneas aéreas, las agencias de viaje y los aeropuertos. Se presume que se usa esta palabra porque el hablante se hace la idea de que una aeronave posada o en posición de vuelo se asemeja a una persona acostada bocabajo, por tanto, la barriga es el vientre del avión. Esta acepción aún no ha encontrado su entrada en los lexicones de español dominicano.

Con respecto a la palabra bodega, esta es la que se utiliza en el español peninsular para la, “Parte destinada a la carga o al equipaje”, en un barco o en un avión. Diccionario del español actual (1999-I-686). Hay que mencionar que con este significado no figura en el diccionario de las corporaciones de la lengua.

Hay mucha tela por donde cortar con respecto de la palabra bodega. En República Dominicana es, “Tienda donde se venden al por menor alimentos y bebidas alcohólicas”. En los ingenios azucareros es, “Tienda general”. Diccionario del español dominicano (2013:94). La bodega española más conocida es la que tiene relación con la elaboración y almacenamiento de vino.

 

ESTRATO – EXTRACTO

“. . .donde frente al delito que se comete en los EXTRACTOS altos de la sociedad. . .”

No puede negarse que existe algún tipo de semejanza entre las dos palabras del título. No obstante, en la elocución de ellas hay dos sonidos que son diferentes y establecen la distinción entre una y otra. El abismo entre ellas es en los significados que tienen ambas.

El vocablo estrato que más se menciona en la actualidad es el de la capa o nivel de una sociedad. Algo que llama la atención de este vocablo es que en las definiciones del diccionario oficial de la lengua la palabra capa aparece en cuatro de las seis acepciones.

Desde sus orígenes en latín el vocablo se presenta con una letra ese /s/, que ocupaba la primera posición en esa lengua, stratum. Esto se trae a colación para reforzar la idea de que la letra ese /s/ pertenece a este vocablo desde su origen.

Con respecto a extracto, este es un resumen preciso y sustancial; así como un producto sólido o espeso. Por medio de estas menciones con respecto de los dos vocablos se comprueba que los significados de ambos son muy diferentes.

Desde su origen en latín medieval este vocablo, extracto, lleva en su ortografía las letras equis /x/ y ce /c/ que le confieren carácter especial a su pronunciación. El hablante de español dominicano enuncia muy claramente la letra equis /x/ en el seno de los vocablos que la llevan, haciéndola sonar como /ks/ que la distingue de todas las demás letras del alfabeto.

Si se desea abundar aún más puede añadirse que en lenguas extranjeras románicas y otras, la diferencia entre los dos vocablos existe de manera igual o muy parecida a la que ocurre en español.

En verdad no puede ofrecerse una explicación para el error en que incurrió el redactor de la frase que aparece en la cita, donde se confunden los dos vocablos estudiados en esta sección. Solo la falta de cuidado en la redacción o la ignorancia de los significados propios de ambos vocablos pueden llevar a confundirlos.

 

ADOLESCENTE – ADOLECIENTE – *ADOLECENTE

“. . .que ilustran el camino de la deformación y construcción del *ADOLECENTE. . .”

Como dice el hablante de a pie, «aquí no hay cómo ni por dónde”. La voz que se entrometió en la oración y que se ha señalado con un asterisco no tiene sanción positiva ni uso inveterado; por tanto, carece de credencial para figurar en la frase.

La persona que se denomina o a quien se aplica el adjetivo adolescente es quien está en la adolescencia. La adolescencia es el período de la vida que se sitúa entre la niñez y la juventud.

La palabra adolescente entró en el español en la primera mitad del siglo XV, tomado del latín adolescens, “hombre joven”, que era el participio activo de adolescere que significada “crecer”. Quizás por esto se llama ese período de la vida humana, “edad del crecimiento”.

Adoleciente, a su vez, es el “que adolece”. El verbo adolecer en el español corriente y usual es caer enfermo o padecer alguna enfermedad habitual. Es tener o padecer algún defecto.

Se aprovecha la oportunidad para abundar sobre el verbo adolecer. En la acepción correspondiente a tener algún defecto o sufrir de algún mal es intransitivo, por tanto, precisa de un complemento introducido por la preposición de. El defecto o el mal debe ser mencionado expresamente. No debe usarse este verbo con el significado de carecer.

Estiba, aura/áurea, predictibilidad/*predictividad

Por Roberto E. Guzmán

ESTIBA

“. . . como se almacena el azúcar en sacos de henequén que organizan en ESTIBAS en los depósitos. . .”

Algunos autores de lexicones de español dominicano han sobreseído la consignación de la voz del título en esos repertorios. Es probable que eso haya ocurrido porque esa voz era, y quizás es, de circulación en estratos humildes de la sociedad dominicana que tienen escasa educación formal.

Esta voz del título cuenta con dos rasgos que la hacen distinguirse por encima de muchas otras.

El primer rasgo es que solo pertenece al habla dominicana y no se conoce en ninguna otra habla. La segunda característica es que una palabra de esta familia trascendió al inglés. Esos dos puntos se ampliarán en el cuerpo de esta sección.

La palabra conocida de esta familia es el verbo estibar, cuyo aspecto más conocido en el español dominicano es el concerniente a “cargar o descargar un buque”. La palabra estibador cobró vigencia en República Dominicana en los años posteriores a la caída del régimen de Trujillo, pues uno de los más progresistas y poderosos sindicatos fue el de estibadores del puerto de Santo Domingo.

El verbo tiene otras significaciones que son de escaso uso en el español dominicano. La acepción conocida y usada es el ensanchamiento de la que se mencionó más arriba. Se escribe ensanchamiento porque estibar es colocar de modo organizado en almacenes los sacos llenos de productos.

Las hileras de sacos colocados unos encima de otros y unos al lado de otros acomodan los productos para el mejor aprovechamiento del espacio con la mayor estabilidad de lo acomodado. De este modo en los almacenes los sacos ocupan menor espacio; cuando se estiba en los vehículos de motor, mediante esta operación se distribuye convenientemente la carga para evitar desbalances y consecuencias lamentables.

Después de esta introducción llega el momento de colocar la estiba en la exposición. Esta es el conjunto organizado que resulta de las hileras, filas y pilas de sacos. En algunas ocasiones se oyó llamar estiba también a una sola fila o pila de cosas. La distribución racional impide en los almacenes que los sacos se muevan o pierdan su equilibrio cuando se retira de su sitio alguno de los sacos. Con esta colocación compacta la estiba cumple con el significado de origen del latín stipare que significaba apretar, compactar.

El origen del estibar dominicano vino de la acepción náutica del siglo XV “distribuir convenientemente todos los pesos del buque”. De los buques pasó a los almacenes dominicanos y de allí a los camiones de productos agrícolas. Es digno de admiración la organización de las manos de plátanos o de los repollos en las camas de los camiones para entender el verbo.

El vocablo estibador del español pasó al inglés en tanto persona que se ocupa de cargar y descargar los buques, pasó al inglés, stevedore. No hay que extrañarse de la uve /v/ del inglés que apareció en 1828, si se piensa que ya la tenía la voz en el latín. El portugués ha conservado esa letra en su lengua. Esta lengua conoce la palabra estiva, pero solo para la primera parte de la carga del navío.

Las modernas maquinarias de carga y descarga de mercancías en los barcos ha desplazado en gran medida la mano de obra del arrimo de las mercancías en los puertos. Esta puede ser la razón que explique la caída en el uso de las palabras relacionadas con estibar, estibamiento y estibador. No obstante, los dominicanos seguirán con sus estibas en almacenes, camiones y camionetas.

Por último, en las estibas que llegó a ver el autor de estos comentarios de los sacos de azúcar eran del Central Río Haina de 220 lbs. y fabricados de yute.

 

AURA – ÁUREA

“. . .porque su recuerdo y su ÁUREA de sabiduría. . .”

Algunas palabras transitan con mayor frecuencia en las conversaciones entre hablantes; otras, en cambio, son de uso más restringido y se orientan más bien hacia la lengua escrita. Eso que acaba de esbozarse es el fenómeno que ocurre entre las dos palabras objeto de este examen.

No es tarea fácil deducir cuál de las dos palabras es de menor frecuencia que la otra, pues en realidad ambas en el uso no gozan de alta frecuencia. Este último rasgo destacado hace presumir que son dos palabras que circulan entre un grupo selecto de hablantes y escribientes.

En un grupo de esta característica no debería producirse confusión entre los significados de las dos palabras porque los hablantes que las emplean son de alta educación formal. Desafortunadamente el ejemplo de uso copiado habla de la confusión por sí mismo.

Más abajo se verán las acepciones correspondientes a las palabras examinadas y así se despejará cualquier duda que permanezca en la mente de algunos lectores. En el desarrollo de la exposición se señalará otra palabra que se presta a alimentar esta confusión.

Hay que tomar la voz áurea de la cita en tanto femenino de áureo. En esa vía hay que dejar muy claro desde el principio que todo lo relativo a áureo tiene relación directa o indirecta con oro. En arquitectura posee significados que no tienen relación con la “sabiduría” de la cita.

La palabra que podría caber en la frase citada es aura que en dos de sus acepciones termina perfilando el sentido de la frase. Aura en una de sus acepciones es “aplauso, aceptación general”. Otra acepción que se usa en poesía y en sentido metafórico es “halo”. Este es el “brillo que da la fama o el prestigio”.

Este halo es la palabra que pudo causar parte de esta confusión en la mente del redactor, pues es el resplandor que se representa detrás de las cabezas de las imágenes consideradas sagradas.

La palabra que desempeñaría mejor papel en una frase como la copiada más arriba a modo de ejemplo es aura. La definición que se ajusta mejor al caso es la que incluye el Diccionario de uso del español actual (2012:228) que trae, “Sensación o impresión que algo produce”.

 

PREDICTIBILIDAD – *PREDICTIVIDAD

“. . .provocaría consecuencias en el futuro porque no hay *PREDICTIVIDAD en las reglas. . .”

Los vocablos largos que aquí se han denominado antes polisilábicos tienen marcada tendencia a causar problemas entre los escribientes. En el caso concreto de la cita el redactor omitió una sílaba, así también metió una uve /v/ en lugar de una be /b/.

El vocablo que conoce el español tiene seis sílabas y es posible que el escribiente de la frase haya oído ese vocablo sin haberlo leído nunca antes. Esto provocó quizás que fallara al llevarlo a la escritura. No lo había leído antes en su vida tal vez porque es de poco uso en el español cotidiano.

La predictibilidad es la cualidad de predictible. Este predictible es “que puede predecirse”. Predecir, a su vez, es anunciar o decir lo que ha de ocurrir valiéndose quien lo hace de algún indicio o suposición. Cuando el o los hechos se anuncian con anticipación, fundamentándose en indicios, es entonces una predicción.

Cuando se anticipa algo que habrá de suceder, o que sucederá a ciencia cierta, o que sucedió y se anunció con antelación, entonces puede decirse o escribirse que se predijo. Los grados de diferencia entre estos sustantivos son tenues y se ajustan a las circunstancias.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

03 / 09 / 2019

DE LA EÑE A LA ZETA

Escribió una vez en 1906 nuestro Max Henríquez Ureña que «nada hay que predisponga tanto a favor de un buen libro como una primorosa edición». Perdonen la inmodestia, pero mi último libro, De la eñe a la zeta, ha quedado precioso, más allá de su contenido, y queremos celebrarlo y compartirlo con los lectores. Como el conocimiento y el buen uso del español suelen despertar interés, e incluso pasiones, se nos ha ocurrido que, para presentar el libro, no hay nada mejor que dejar por una vez, y sin que sirva de precedente, la escritura y darle protagonismo a la palabra hablada.

La familia Logomarca nos acogerá en su sede de la avenida Rómulo Betancourt el jueves 5 de septiembre a las 6 de la tarde para la presentación de De la eñe a la zeta. Y lo vamos a hacer en forma de charla informal a la que hemos puesto el siguiente subtítulo: «Venga con su duda ortográfica y llévesela resuelta». Una excusa como otra cualquiera para que esta servidora conozca a sus lectores y les devuelva aunque sea un chin del aprecio que siempre le demuestran.

El estudio de la lengua española y su defensa forman parte esencial de mi trabajo en la Academia, donde, como miembro de número, tengo asignada la letra zeta. La divulgación del conocimiento y buen uso del español, en la medida de mi formación y mi capacidad, son para mí un deber de agradecimiento a mi lengua materna y a los que la han hablado antes que yo. En lengua española, de la que soy una apasionada como filóloga y lexicógrafa, mi tarea va, sin duda, De la eñe a la zeta.

 

10 / 09 / 2019

PALABRAS Y PALABROTAS

Aquí está la Eñe malapalabrosa que les había prometido. Lamento si a algunos les incomoda ver escrita en un diario una palabra que los hablantes suelen considerar ofensiva, indecente, inconveniente, soez o grosera. Todos estos adjetivos se aplican a esas palabras que proferimos como exclamación o imprecación, insulto, arma arrojadiza, picardía o, incluso, como demostración de rebeldía. Algunos las llamamos palabrotas, con un curioso aumentativo que también se aprecia en la locución palabras gruesas. Por estas tierras americanas les decimos malas palabras, cambiando la apreciación del «tamaño» por una más que evidente valoración moral.

Para los estudiosos del lenguaje no hay buenas ni malas palabras. Las analizamos todas como parte esencial de nuestra lengua, imprescindibles para expresar todo lo que tenemos que expresar, lo bueno y lo malo, lo adecuado y lo vulgar. Por eso palabras y palabrotas tienen el mismo derecho a aparecer en los diccionarios, aunque, eso sí, deben ir señaladas con alguna indicación de la valoración que los hablantes hacen de su uso, por aquello de evitar males mayores.

¿Y saben cuál es la palabra que no está en el Diccionario de la lengua española que más han buscado los dominicanos a lo largo de 2019? No se equivocan; la más buscada fue una mala palabra, tabú donde las haya: mamagüevo. Hasta 1248 consultas, favorecidas por sus muchos escollos ortográficos: g/h, u/ü/, v/b. Y no está en el DLE no por su condición de palabrota, sino porque su uso es americano. Prueben a buscarla en el Diccionario del español dominicano y en el Diccionario de americanismos: está documentada en Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú, Paraguay y Uruguay.

La lengua debe servirnos para todo, y a veces lo que queremos decir necesita de ciertas palabras teñidas de cotidianeidad que también (¿por qué no?) podemos consultar en los diccionarios.

 

16 / 09 / 2019,

CALIMETES

Este verano la plaza comercial Ágora promueve una campaña de eliminación de los calimetes plásticos. Un calimete parece cosa de poca monta, pero la campaña evitará que más de un millón y medio de calimetes plásticos se sume a la basura que cubre el planeta. Cuenta además la campaña con mi reconocimiento por el cuidado en la ortografía, al que, lamentablemente, no estamos acostumbrados: las tildes y las mayúsculas justas: los signos de admiración, todos, en su sitio; y las comas bien usadas.

Pero, como nunca falta una voz discordante, alguien en las redes me «indicó» que la palabra calimete «no existe, porque no está registrada en el Diccionario de la lengua española». Yo, que soy lexicógrafa, es decir, autora de diccionarios, aprecio la autoridad que algunos lectores les atribuyen y aconsejo que se dejen guiar por la autoridad de los buenos diccionarios, que la ejercen en muchos aspectos: ortografía, etimología, información gramatical, definiciones, registros y ejemplos de uso.

Sin embargo, debemos tener siempre presente que los diccionarios no son los que deciden si una palabra existe o no. Suele suceder que no la estamos buscando en el diccionario adecuado; por ejemplo, calimete podemos encontrarla en el Diccionario del español dominicano o en el Diccionario de americanismos de la ASALE. Mi apreciado Roberto Guzmán nos habló en su columna de Acento de su origen haitiano (kalimet) a partir del francés (chalumeau/calumet).

 

24/09/2019

MERCED A LAS PALABRAS

El 24 de septiembre celebramos el Día de la Virgen de las Mercedes, una festividad que viene acompañada de su correspondiente día no laborable, merced al cual se extiende la celebración, por razones obvias, a católicos y no católicos. Basta acercarse a esta advocación mariana para descubrir un encanto especial. Por cierto, una advocación, si consultamos el Diccionario de la lengua española, que es lo que debemos hacer cuando dudamos sobre el significado de una palabra, es la denominación que se aplica al nombre de divinidades o santos para referirse a un atributo, un lugar o una característica con la que se los vincula.

El sustantivo de origen latino merced tiene entre las acepciones que registra el DLE aquellas que se refieren al ‘premio o galardón que se da por el trabajo’ y a la ‘dádiva o gracia que se hace a alguien’, significado con el que está relacionada la advocación. Con esta acepción se usa también como parte de la locución preposicional merced a, con el significado de ‘gracias a’: Su carrera se desarrolló merced a su conocimiento de la disciplina.

El sustantivo merced puede significar además ‘voluntad o arbitrio’; con esta acepción forma parte de la locución preposicional a merced de, ‘dependiendo de una voluntad o fuerza ajenas’: Nuestra ubicación geográfica nos deja a merced de los huracanes. El sustantivo merced se usaba además como título de cortesía (su merced, vuestra merced) y está en el origen del usted, nuestra fórmula de tratamiento por antonomasia.

Enriquecer nuestro vocabulario no solo consiste en aprender más palabras, sino en conocer y usar adecuadamente las variadas acepciones que estas tienen. Cualquier excusa es buena para acercar la lupa a nuestras palabras y seguir aprendiendo sobre ellas. Recuerden que estamos a merced de las palabras.

 

Entrevista a María José Rincón

Por Emilia Pereyra 

 

María José Rincón: “A los académicos se nos critica que seamos cascarrabias y regañones”

La lingüista, que acaba de publicar el libro “De la eñe a la zeta”, también defiende el español dominicano.

La conocida lingüista María José Rincón defiende el español dominicano y sostiene que se trata de un idioma heredado desde hace muchísimos siglos que se debe aprender a valorar.

Ella, miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, es una ardorosa defensora de la lengua española y acaba de publicar el libro “De la eñe a la zeta”, que compila columnas que ha divulgado en Diario Libre durante varios años.

En ese contexto se realiza esta entrevista en la que Rincón da cuenta de su pasión por la investigación lingüística, de su interés por compartir los conocimientos sobre el tema y llama la atención acerca del respeto que debe prevalecer en el uso  del español dominicano. “Siempre con la idea de que aprendamos a valorarlo, porque siempre lo que oímos es la crítica, pues también me gusta poner mi granito de arena para que tengamos ese poquito de autoestima lingüística y siempre lucho por la vigencia de la lengua española”, dijo.

 — ¿Qué significa la publicación de este libro para usted?

 Significa reivindicar el papel que tenemos los investigadores y la responsabilidad que tenemos en la divulgación de la lengua. Cuando uno es investigador y se dedica a investigar se encierra en su mundo porque la labor es incompatible con el ruido, con el tumulto, con la conversación. La labor de investigación es generalmente individual o en equipo, pero muy cerrada. Pero todo los que hemos tenido la suerte de dedicarnos a investigar le debemos un poco a la sociedad que nos ha permitido divulgar esas cosas que estudiamos, que investigamos, que descubrimos.

Entonces, publicar columnas que se han leído a través de un montón de años semanalmente en las columnas de un periódico gratuito, de muchísima difusión, significa que me siento orgullosa de haber mantenido esa esfera de la divulgación… Es decir, no te quedes encerrada, transmite un poco de los conocimientos que has conseguido con esa investigación.

 — Es una lingüista muy vinculada a la época también, que divulga a través de las redes sociales y todo eso. ¿Qué reacción tiene la gente cuando entra en contacto a través esos medios?

 Lo primero que sientes, sobre todo cuando dices que eres académica, es que la gente tiene la imagen del académico varón y viejo. Entonces, ‘pero ¿usted es académica? ¿Usted escribe en Twitter?’. La primera reacción es como de incredulidad. Creo que descoloco un poco al público, pero una vez que uno entra en contacto y la gente pierde ese sentimiento de lejanía que la gente tiene con la academia se recibe muy bien y a veces se nos exige que seamos lo que también se nos critica. A los académicos se nos critica que seamos refunfuñones, cascarrabias, regañones, que damos muchísimos boches y que estamos siempre corrigiendo. Pero al mismo tiempo, cuando no lo hacemos así, porque yo no soy mucho de eso (si doy un boche la ironía está más que el boche) nos exigen que corrijamos, que nuestro papel es corregir y que necesariamente tiene que ser eso: corregir, regañar y dar ese boche de lo que tú estás haciendo mal, porque ese es el papel que se le asigna a la academia. Ya la academia, desde hace muchos años, no se dedica a corregir. Ya la academia se dedica a aconsejar lo que se considera más propio de los buenos hablantes, y también eso tiene que ver con la divulgación y las redes sociales ayudan porque acercan a los lectores y a los usuarios de las redes al contenido, que a veces se cree que está en un libro serio, en un libro gordísimo que da mucho trabajo leer y que no entendemos.

¿Qué se le puede aconsejar a los hablantes cibernautas en la actual coyuntura?

 Se le puede aconsejar que cuando uno habla o escribe, independientemente del medio que utilice, la corrección es esencial. Hay que tener, primero, respeto por la lengua y después (no sé si en ese orden) respeto por el lector o por el oyente. Tú tienes que considerar a la persona que te va a leer. La corrección lingüística es un tema de respeto de tu propia herramienta lingüística, de respeto por tus lectores y de respeto por el contenido que estás transmitiendo. Si tú no valoras tu contenido como para transmitirlo correctamente le pierdes el respeto a lo que estás haciendo como profesional. El primer consejo que se debe dar es: respeta la herramienta que estás usando y si te vas a comunicar con el lenguaje, y no tienes otra vía de comunicación, tienes que respetar y conocer el lenguaje, y lo primero es respetar la herramienta lingüística.

¿Y todas esas palabras que se están creando en redes sociales o que se está deformando?

 Esto está bien. El lenguaje está vivo y tiene que ser así. En lenguaje, además, no se analiza simultáneamente a lo que está pasando porque es un organismo vivo. El lenguaje se comienza a analizar después de que pasó. ¿Cuántas de esas palabras van a perdurar dentro de diez años? Probablemente muy pocas. Pero eso ha pasado en todas las épocas del lenguaje. Los hablantes crean y desechan, crean y desechan y solamente muy poco de eso que se crea permanece a lo largo del tiempo. Entonces hay que dejar pasar el tiempo, dejar que se asiente y ver cuánto de eso va a permanecer.

No hay que desgarrarse las vestiduras por nada de la lengua porque la lengua es la vida y si deja de adaptarse a lo que los hablantes necesitan pierde sentido. La lengua no es de nadie. Es de todos al mismo tiempo. Claro, hay mucha responsabilidad de los que somos buenos hablantes y de los que hemos tenido la ventaja, la suerte en la vida, de habernos podido dar una formación correcta. Tenemos la responsabilidad de defender lo que es correcto y defender los buenos hablantes porque servimos como modelo. Pero fuera de eso hay que dejar que la lengua fluya. Hay que dar cuenta de lo que está pasando. La parte de la investigación registra lo que pasa sin meterse en si eso es correcto o incorrecto. La academia aconseja por dónde va el camino de los buenos hablantes, pero a la lengua hay que dejarla vivir y sobre todo dejarla que repose y analizarla después del reposo, y ya después, cuando los hablantes te pidan consejos de qué es lo correcto o lo incorrecto, entonces sí dar tu opinión.

 —Como conoce el español dominicano y ha trabajado en el “Diccionario del Español Dominicano”, ¿puede evaluar un poco la manera en que nos comunicamos?

 Lo primero es que hay, con nuestra forma de hablar, mucho desconocimiento. A veces valoramos negativamente rasgos que compartimos con muchísimos millones de hablantes y decimos los dominicanos si hablan mal porque los dominicanos nos comemos las eses. Nosotros decimos la erre por la l y masticamos… Eso mismo lo hacen casi 400 millones de hispanohablantes. Eso no tiene que ver con ser dominicano, con ser colombiano, con ser español. No tiene que ver.

Hablantes buenos los hay en todos los países y malos hablantes, desgraciadamente muchos, los hay en todos los países.

Ahora, nuestra forma peculiar de hablar el español, nuestra variedad dialectal, es igual de válida como cualquier otra y tiene unos rasgos, muy pocos rasgos propios, exclusivos, y muchos rasgos compartidos con otras variedades. Por ejemplo, el ceceo; por ejemplo, el yeísmo; por ejemplo, esa neutralización que llamamos de la err y la ele en la posición final de sílaba y final de palabra; la aspiración de la ese al final de palabras, incluso llegando a cero fonético. Es decir, llegamos a eliminar la ese en determinados contextos. Eso existe en el español desde que el español se trasplantó de España a América. De hecho, nosotros lo hacemos así porque los hablantes que vinieron en esos barcos, en las primeras etapas, venían de una determinada variedad dialectal que ya tenía esos rasgos. Es decir, no lo hemos hecho aquí; no son errores; no es mala forma de hablar. Es un idioma heredado desde hace muchísimos siglos que debemos aprender a valorar. Ahora otra cosa diferente es usar mal la gramática; eso no forma parte de la variedad dominicana, la pobreza léxica, eso no forma parte de la variedad dominicana. Eso no se lo podemos achacar a que los dominicanos hablamos así. Eso tenemos que asumirlo como responsabilidad propia de cada uno de nosotros. Si uno tiene pobreza léxica no es porque en el país hay pobreza léxica. Es porque uno no cultiva su léxico.

¿No hay que echarle la culpa, por ejemplo, al Ministerio de Educación, por ejemplo?

 Sí. Sin dudas. No solo es la culpa de Educación, pero la formación es fundamental, no solo aquí sino en muchos sitios. La formación en lengua española está perdiendo muchísima calidad, no solo porque los que forman son los profesores y a los profesores no los han formado con calidad y por lo tanto son cada vez más contado los profesores que son buenos hablantes. El profesor es modelo de muchísimas cosas, pero sobre todo es modelo de hablante. Si el profesor no demuestra cómo se habla bien, el niño no tiene oportunidad, saliendo de su entorno vital, de oír a alguien hablando bien. Y el lenguaje se aprende oyendo y se aprende por mímesis, se aprende por imitación. Uno imita los buenos hablantes. Te tienen que enseñar a respetar el lenguaje correcto, para que tú aspires a imitarlo. Además de eso, la lectura. Las carencias de lectura son extraordinarias. Pero las carencias de lectura de nuestros niños son las carencias de lectura de nosotros mismos. ¿Por qué unos hijos leen y otros no? Porque los padres no leen. Si los hijos no ven leyendo a los padres, los hijos no van a leer. Si los niños no ven leyendo a sus profesores los niños no van a leer, porque la lectura es un hábito y no hay nada mejor para una buena dicción, para una buena escritura, para una buena ortografía, para una buena forma de hablar en público que leer. Leer cosas correctamente escrita, correctamente editadas.

La formación tiene una responsabilidad grandísima, pero no es la formación de ahora. Es la formación de los profesores que están formando ahora y por ahí es que creo que hay que empezar, por mejorar la formación de los docentes.

¿Cómo se logra ser un buen hablante?

 Es complicado. Primero, ¿se llega a considerar ser un buen hablante? Bueno, yo me considero aspirante a buen hablante, porque siempre uno está aprendiendo. Pero, trucos, trucos para mejorar nuestra forma de hablar. Sin dudas, la lectura. Si el hablante es oral, si quieres mejorar tu forma de hablar, de expresarte oralmente, leer y leer en voz alta es una de las mejores recetas. ¿Por qué? Porque leyendo en voz alta mejoras tu dicción. Te tienen que entender lo que estás leyendo. Entonces, tratas de cambiar tu ritmo de lectura. Nosotros siempre hablamos muy rápido. Leemos un poco más lento. Entonces la lectura nos acompasa la forma de hablar.

En cuanto a la calidad del hablante, bueno, eso va un poco con el estilo, también con la escritura, pero fundamentalmente debemos conocer las reglas gramaticales básicas, que no las conocemos y eso sí tiene que ver con la formación y sobre todo el volumen del léxico. Cada vez empobrecemos más nuestro léxico y a veces no es tan complicado. A veces es poner una meta. A veces es a aprender a consultar el diccionario, a sacarle partido. A veces, es diversificar nuestras lecturas. A veces es simplemente demostrar un poco de interés por decir lo que exactamente queremos decir porque ahí está lo que nosotros defendemos tanto que es la propiedad en el habla, y la propiedad en el habla tiene que ver con usar la palabra adecuada para lo que quieres expresar, porque al fin y al cabo la idea de hablar es que el otro te entienda y la idea hablar es que el otro entienda exactamente lo que tú quieres decir, pero es que a veces no estás diciendo lo que crees que estás diciendo porque no sabes elegir la palabra correcta. Lo mejor para un hablante es ampliar el vocabulario y todo eso no tiene una receta mágica. Eso es lectura, lectura y muchísima lectura.

Volviendo al libro, ¿cómo hizo la selección de los textos?

 Sí, se han publicado desde el 2010. Son columnas semanales. Hay una parte de consulta de los hablantes. Hay hablantes que se preocupan y preguntan. Hay temas que de repente se ponen en el candelero, cuando hablamos de formación o de determinado personaje público que dijo determinada palabra que se considera errónea o no. Las decisiones que toma la academia tienen mucha repercusión sobre todo cuando no hay otras noticias, porque a veces las noticias sobre la lengua son como de relleno, (se publican) cuando no tenemos otra cosa de qué hablar, y de repente surge: ‘La academia hizo una actualización y eliminó del idioma español 2,000 palabras’, y todo el mundo con las manos en la cabeza. Dos mil palabras que nunca nadie usó. Ninguno de esos que se puso las manos en la cabeza las usó ni sabe lo que significan, pero la culpable es la academia que ha eliminado del lenguaje dos mil palabras cuando no es verdad, evidentemente. Todos esos saltos sobre la actualidad dan muchas ideas para la columna. Pero también me gusta que todo tenga un equilibrio. Yo también me precio de que no he repetido nunca tema. Claro, evidentemente sobre las comas he hablado muchas veces porque surgen muchas dudas cuando uno escribe, y entonces hablo muchas veces de las comas en distintos contextos. Trato de equilibrar léxico con ortografía, ortografía con obras nuevas que nos pueden ayudar a consultar. (Escribo) muy poquito de literatura porque respeto mucho que el tema sea siempre ortográfico o gramatical.

Hablo del español dominicano siempre con la idea de que aprendamos a valorarlo, porque siempre lo que oímos es la crítica, pues también me gusta poner mi granito de arena para que tengamos ese poquito de autoestima lingüística y siempre lucho por la vigencia de la lengua española.

¿Qué uso quisiera que hicieran los lectores de su libro?

 Que lo pongan en la mesita de noche, para que lo consulten. Yo siempre digo: ortografía y diccionario en la mesita de noche o en la mesa de trabajo. ¿Por qué? Porque al fin y al cabo todos trabajamos y vivimos con la lengua. Entonces, si la usamos mejor le sacamos mejor partido. Entonces, solo se mejora con la consulta y la consulta es la del diccionario y la de la ortografía para empezar. Eso debería estar a la mano de todos los profesionales que trabajamos con el lenguaje que somos casi todos y este libro ayuda porque tiene un tono que no es académico, es un tono más irónico, más de humor. Porque así nació realmente cuando Inés Aizpún me propuso que escribiera la columna (en Diario Libre). Yo di un discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Lengua como miembro correspondiente precisamente en el 2010, y en ese discurso nos reímos tanto, y al fin y al cabo estábamos hablando de diccionarios. Y cuando salimos Inés me dijo: ‘Hacía tanto tiempo que yo no me reía tanto en una actividad académica’. Fue muy divertido. Yo creo que los diccionarios nada más me resultan divertidos a mí, pero soy capaz de transmitírselo a los demás. Y todo el mundo se río muchísimo. Entonces Inés me dijo: ‘¿Serías capaz de escribir una columna de ortografía, pero con ese tono de humor, de diversión, con ese tono de ironía?’. Yo le dije: ‘Bueno, vamos a intentarlo’, y creo que salió. Me ayuda mucho mantener el tono. Si uno lo va leyendo (el libro), releyendo en pequeñas dosis, uno va a aprendiendo, resolviendo dudas, reforzando conocimientos y divirtiéndose un poco, porque algunas (columnas) sí que dan un poquito de risa.

Movimiento Interiorista debate temas literarios en Constanza

Por Emilia Pereyra

 Escritores leyeron textos y hablaron sobre el impacto tecnológico, la metafísica y San Agustín

El Movimiento Interiorista del Ateneo Insular realizó su acostumbrado encuentro mensual en Constanza, a donde se leyeron creaciones literarias y se abordaron temas como la metafísica en la creación, el impacto tecnológico y San Agustín de Hipona, pensador del cristianismo.

En la reunión, efectuada en el hotel La Posada Divina, Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua y creador del Movimiento interiorista, expuso sobre la “Metafísica de la creación en la lírica de William Wordsworth”, notable poeta que se distinguió “por la intensidad lírica de su expresión” y su voz personal, original y auténtica, “dotada de un aliento emotivo y una hondura reflexiva en forma densas y profunda”.

“Creía Wordsworth que el poeta estaba llamado a despertar pasiones con su poesía. El poeta inglés hacía esta afirmación pesando en las connotaciones positivas que la pasión entraña, identificación afectiva y espiritual de elevados ideales y propósitos, y no dudo que este poeta metafísico eludía a la pasión del espíritu en su dimensión teopática por las intensas apelaciones intelectuales, estéticas y místicas que la dolencia divina provoca en las personas con alta sensibilidad espiritual y, en casos excepcionales, el don de la iluminación mística, que disfrutan los grandes iluminados de la sabiduría, el amor y la gracia”, expresó Rosario Candelier.

En su extensa disertación, el escritor mocano dijo que con Wordsworth cobró prestancia en la creación poética el amor a la naturaleza, la ponderación de lo viviente y la expresión de la ternura cósmica, valores espirituales que los poetas metafísicos ingleses potenciaron para contrarrestar los peligros que la prioridad al desarrollo material infligía al crecimiento del espíritu”.

En tanto, Luis Quezada disertó acerca de “San Agustín y la interioridad” y dijo que este pensador ha pasado a la historia como un paradigma de la búsqueda y la inquietud existencial.

“Tocó todas las puertas del saber de su tiempo, buscando la verdad y quedó siempre insatisfecho. Pasó por el platonismo, el neoplatonismo, estoicismo, epicureísmo, escepticismo, maniqueísmo, racionalismo fideísmo y muchas más”, dijo.

Agregó que, para San Agustín, el ser humano es un barril sin fondo y “es insaciable porque tiene hambre de trascendencia”.

Igualmente, el escritor León David leyó una profunda reflexión sobre el impacto del desarrollo tecnológico en la sociedad contemporánea.

Lecturas de textos literarios

Leyeron cuentos Emilia Pereyra, Rosbelisa Berroa, Miguel Solano y Andrés Ulloa. Además, hubo una lectura de poemas a cargo de Sandra Berroa, Miguelina Medina y Josanny Moní.

Los encuentros del Ateneo Insular procuran el desarrollo intelectual, estético y espiritual de los participantes de manera que puedan plasmar, mediante el estudio de la lengua y el cultivo de las letras, el arte de la creación literaria con la poética del Interiorismo para aderezar sus intuiciones y vivencias con la belleza sutil y el sentido trascendente.

Diario Libre – 02/09/2019

Anthonela

Una historia de amor que podría ser la tuya

Antonio Francisco Rojas Collado

Por Luis Quezada Pérez

 

Breves comentarios sobre la novela

Hace 50 años (1968), un servidor comenzó a dar clases en el Colegio “Santo Domingo Savio”, que presidía la Srta. Ana Virginia Ferreiras Guzmán.

Cincuenta años después (2018), un ex – alumno de la Srta. Virginia y de un servidor, el dinámico, creativo e inquieto joven Antonio Francisco Rojas Collado, produce su primera cosecha literaria: “ANTHONELA”.

Antonio Francisco es hijo de una pareja muy querida por quien suscribe, ya que Guigue Rojas fue uno de los primeros alumnos de la Srta. Virginia, que tengo entendido, si mal no recuerdo, que ella lo alfabetizó, a petición de doña Cheíta, una mujer muy dulce y encantadora. La madre de Antonio Francisco es Melenny Collado, que fue mi profesora de español en Bachillerato, y quien descubrió mis condiciones personales ante la Srta. Virginia. Ella es hermana de Fabio Collado, a quien siempre he estimado como un hermano.

Me ha sorprendido Antonio Francisco por dos razones: en primer lugar, por atreverse a incursionar en la narrativa literaria, a través de una novela muy insinuante, evocadora y provocadora. En segundo lugar, me ha prestigiado queriendo dedicarme en parte su trabajo a una persona que tuvo la dicha de ser su profesor en la etapa primaria de su vida. Agradezco tal distinción.

A través de una amiga común, la Lic. Keila González, que es la prologuista de la obra, supe de este proyecto hermoso de Antonio Francisco. Creo que su abuelo, don Antonio Rojas Badía, debe sentirse orgulloso de que en su prole familiar, uno de sus nietos incursione en el quehacer literario.

Me llenó de mucha satisfacción que Antonio Francisco dedique su novela de un modo especial a Ligia Minaya Belliard, que ya vive en la casa de los bienaventurados. Desde allá, Ligia, escritora de fuste, te seguirá inspirando, incentivando y alentando, pues supo ver sus condiciones “cuando Anthonela recién nacía”.

El prólogo de Keila recoge hermosamente el latir de la novela: “Anthonela es la historia que todos hemos vivido alguna vez, ese amor de secundaria que casi todos hemos tenido, salvo aquellos que no se atrevieron a rebelarse contra los típicos mandatos de la mayoría de progenitores. También -continúa diciendo Keila González – es la historia de amor prohibido que muchos conocemos, cargada con el ingrediente chispeante de los celos y con la rabia inevitable que se siente por no poder gritar a los cuatro vientos que se ama visceralmente a alguien”.

Es de mucha carga emotiva el testimonio que recoge el autor de Juan Santos, quien se considera “testigo del nacimiento de Anthonela, cuando aún rondaba entre la cien y el corazón del artista”.

Después de una brevísima introducción del autor, estilo poco común en la narrativa pero no descartable, nos introduce en lo que será la dinámica afectiva de la novela en cuestión. Nos presenta los SUJETOS de la novela (Frank–Anthonela); el LUGAR donde se da la trama narrativa (El Colegio); el OBJETO de la misma (encontrar el amor verdadero).El índice nos presenta el marco estructural de la novela, diseñada en 18 ligeros capítulos o apartados. El número 18 deja entrever inconscientemente que estamos ante una construcción “mayor de edad”.

La novela culmina con un corto epílogo de tres párrafos, que traduce en nostalgia espacial y temporal una ilusión que todavía pervive en los fueros internos del corazón de ambos, pero que alberga la esperanza de que “el destino…nos haría reencontrarnos de la forma menos esperada, para darnos una nueva oportunidad de ser felices”. El autor define para cerrar el drama de Frank y Anthonela como algo “que solo puede existir entre dos almas gemelas”.

Quiero, pues, reaccionar ante esta obra, que me parece una bella ilusión literaria de alguien que balbucea en las lides de la narrativa.Lo primero que quiero resaltar es que su autor no es un escritor consumado y dedicado. Es un joven brillante en su quehacer profesional, moviéndose “en altos puestos gerenciales”, presidiendo varias organizaciones, donde ha sido exitoso su trabajo como gerente ejecutivo; él mismo se considera un promotor de alianzas y sobre todo, un mecenas educativo. Se percibe como un hombre de alta vocación de servicio social.

Incluso este primer libro que nos entrega, él lo percibe como “una responsabilidad social”. Esta novela intenta ser un reto para “despertar todos los sentidos” e incluso, el autor desea que su puesta en circulación sea algo poco común, no por puro esoterismo, sino que sea capaz de simultáneamente armonizar la sensibilidad humana y la responsabilidad social. Me parece un gesto y un proyecto de su parte poco común en jóvenes tan tiernos como él.

Yo sé de dónde le viene esa sensibilidad humana, acompañada de tan acrisolada responsabilidad social. En primer lugar, de sus padres, de la familia Rojas-Collado; ambas familias han tenido un norte claro en este sentido, con respecto a los ascendientes de Antonio Francisco; en segundo lugar, por el Colegio “Santo Domingo Savio”, donde se echó la zapata educativa de su personalidad. El mismo me ha confesado que lo marcó para siempre cuando lo escogieron para dar clases en la escuela nocturna que tenía el Colegio. Fue un año que sembró valores que no se borran con los años; al contrario, se van acrecentando, a medida que uno asume compromisos personales y profesionales con la sociedad donde le ha tocado vivir.

Pienso que en gran parte, Anthonela es una experiencia autobiográfica del autor, en los tiempos que se fue a hacer el bachillerato en el Colegio “Las Américas” de Santiago.Creo que una presentación formal de esta novela implicaría muchas cosas para sintonizar con ella: música, baile, una pareja expresando rítmicamente su corporalidad; en una palabra, debe ser una verdadera fiesta de los sentidos, un derroche de sensibilidad humana y responsabilidad social.

No me atrevo a usar el bisturí de la crítica literaria que generalmente utilizo en el quehacer literario del Ateneo, al cual pertenezco, como miembro del Movimiento Interiorista, creado por ese gran maestro de la lengua, el insigne mocano Dr. Bruno Rosario Candelier, quien fue exaltado hace pocos años como inmortal del Templo de la Fama de la Provincia Espaillat.No. Me limitaré a degustar el tejido textual que fue hilando Antonio Francisco en su construcción narrativa. Si se me permite, quiero hacer de mi auscultación literaria, una noveleta dentro de la novela de Antonio Francisco.

En su primer apartado narrativo, que por la brevedad no se si llamarlo capítulo, todo transcurre como un “PRIMER DÍA”, comenzando con el “bus escolar” y culminando con “esa silla al lado de Anthonela”. La construcción de este primer apartado es ligera y ubicante. Aparecen los dos protagonistas (Frank–Anthonela); aparecen sus acompañantes (Ernesto, que protege a su hermana Anthonela; y Augusto, hermano de Frank, que presenta a su hermano con Ernesto). Y también aparece Laura, amiga y confidente de Anthonela. “Primer día” llena su cometido: el encuentro.

El segundo apartado lleva un nombre muy feliz: “MI RELIGIÓN”. Al iniciarlo, cualquiera se imagina que ambos protagonistas se van a conocer en sus niveles confesionales. Nada de eso. Se trata solamente de la religión de Frank. Se llama: “Anthonela”. Dice el autor: “Conocerla cada vez más se volvió una necesidad para mí, de manera que observar y reconocer su mirada, su dulzura y su belleza era mi trabajo de cada día, el cual hacía con una devoción casi religiosa”. La descripción que hace de los tres grandes grupos en que estaba dividido su curso, es muy gráfica y chispeante. Su Anthonela pertenece al segundo grupo, a cuyos miembros le llamaban “jevitos o plásticos” y parecían ser “hijos de papi y mami”.

Su tercer apartado “EL PRETEXTO”, es extremadamente corto, pero preciso en su objetivo: tener una excusa perfecta para acercarse a Anthonela. La “paletera de Alex” le facilitó “el encuentro casual diario y amistoso con Anthonela”. El pretexto era sencillamente “darle una menta”. Del pretexto pasamos a “LA SORPRESA”, nombre del cuarto apartado, donde suceden “las primeras ráfagas de celos” y su “primer sufrimiento por amor”. Si en el apartado anterior, el sentimiento “era como el aire, no importa la cantidad que inhales, siempre necesitas más para vivir”; en el apartado siguiente, Frank exclama: “¿Por qué siento que me falta el aire?” No se si el autor lo hizo conscientemente, pero con ambas frases juega hermosamente a expresar explosiones afectivas opuestas que bullen en su interior. Su antagonista -que él no llama por su nombre- y que se llevó a su Anthonela en una “Ford 350”, le hizo pensar si no se “había enamorado de la persona equivocada” o que se trataba de “un amor imposible”. El autor, a través de su personaje protagónico, lo expresa así: “Mientras yo le regalo mentas, este joven la recoge en su camioneta del año y puede ofrecerle cosas que obviamente yo no puedo”.

‘RENDICIÓN”, su quinta entrega, es el autoconvencimiento de que él (Frank) había perdido el control de su propia vida y cayó en la cuenta de que ella (Anthonela) tenía el control de su vida “y la capacidad de convertir mis días en dolor o felicidad”. Creo que desde el punto de vista psicológico, este apartado es uno de los mejor trabajados por el autor, a pesar de su excesiva cortedad.

“LA OPORTUNIDAD” es la antípoda de las dos entregas anteriores. Un nombre simboliza la nueva oportunidad que se le presenta a Frank en su vida: se llama Griselda, una maestra que le daría clases particulares, para rellenar sus lagunas académicas, ocasionadas por sus delirios afectivos. Pero, ¿por qué la maestra Griselda se convierte en “la oportunidad”? Porque también Anthonela había decidido tomar clases con ella “y que ella al enterarse de que yo iría allí, promovió que fuera con la misma maestra”. Ahora tendría la oportunidad de verse no solamente en el colegio sino en la casa de la maestra-refuerzo. Sin querer, Griselda se convirtió de un refuerzo académico en un refuerzo afectivo. Desde el punto de vista de la trama literaria, este apartado está bien logrado.

 “CONTRAGOLPE” es la antítesis del apartado anterior. Después que Rodríguez, su amigo, lo lleva a la casa de la maestra, un vehículo de lujo se adelanta a ellos y los llena de polvo. Es su contrincante, que trae en su hermoso carro a su hermosa Anthonela. El nombre de su opositor no puede ser más certero: Adonis. El se interponía de nuevo entre Frank y Anthonela. El autor cierra este contragolpe de esta manera: “Así fue como empezó esa tarde, en la cual nació un nuevo sentimiento, ya no solo eran celos, dolor, desilusión y rabia; ahora sentía impotencia y sobre todo, cansancio de luchar”. Definitivamente, la caracterización psicológica de los personajes que hace el autor, nos hace pensar si el que escribe es un novelista o un psicólogo, pues juega magistralmente con los sentimientos que afloran en aquel drama afectivo.

En “LA DECISIÓN”, “un Volkswagen del 1977” en malas condiciones que pertenecía a la maestra Griselda, fue el detonante que le hizo entrar a Frank dentro de sí mismo y comenzar a valorar su identidad, que hasta el momento, estaba alienada por el fetichismo afectivo en que lo envolvió Anthonela. Fue la frase de la maestra al responderle cuando le preguntó “por qué permitió que se deteriora tanto” aquel “cepillo” amarillo que ella utilizaba para trasladarse años atrás al colegio donde ellos recibían docencia, lo que le hizo despertar: “Aquello que no valoras, ni le das mantenimiento, llegará el día en que se convertirá en un estorbo, su reparación costará tanto que no valdrá la pena”. Intuyo que aquí se da el paso de la exterioridad afectiva a la interioridad que nos identifica como un ser único e irrepetible. De nuevo, un gran logro literario y hasta filosófico del autor.

“LA ESCALERA” da nombre al lugar en una discoteca donde Frank ve descender sola a su Anthonela. “Hoy o nunca” fue su consigna interior, “es mi oportunidad de poder bailar con ella”. Frank “dio la bienvenida a esta bella mujer que se había llevado consigo mi aliento”. Note el lector que el autor no habla en tercera persona y cuando se refiere a Frank está hablando de sí mismo. Por eso, la condición autobiográfica de esta narrativa salta a la vista.

Continuando en el ambiente de la discoteca, “EL BAILE” nos lleva a la experiencia más erótica hasta ahora narrada en la novela. Todo se inició al ritmo de la canción de Fernando Villalona, “Me muero por ti”. El autor dice: “Estábamos haciendo el amor bailando”. Lo que sucedió en los bailes continuos de aquella discoteca, trazó la línea de Pizarro afectiva. Ni el arrebato de Adonis, su contrincante, “quien de manera poco gentil me arrancó a Anthonela de los brazos y la sacó de la pista alejándola de mí, sin entender que el destino había hablado, que ya no existía fuerza humana que alejara estas dos almas y que era solo cuestión de tiempo para que se consumara el noviazgo”. Estamos en el corazón de la novela, en su epicentro literario.

A partir de la experiencia de “el baile”, comenzó una prolongada y profunda “COMPLICIDAD” afectiva entre Frank y Anthonela.  “Romance anónimo, de Narciso Yepes” henchía de vibrante amor las entrañas de Frank. El protagonista era consciente de que “me había llegado el momento”. Sigue el autor hablando en primera persona, refiriéndose a Frank.

Debajo de un árbol se vivió míticamente la experiencia parejal de Adán y Eva. Debajo de un árbol, Anthonela le expresa “la decisión de terminar su relación con Adonis”. Surgen en Frank “mis primeras lágrimas de amor” ante aquella confesión esperanzadora. Todo se vuelve canciones, cartas, poesías, mirarse al espejo. Está viviendo la magia del amor. Ya el contrincante está fuera del camino y no se interpone entre ellos. La felicidad adquiere una connotación eufórica, “por fin mis sueños se hacían realidad”.

Con el apartado titulado “EL BESO”, dice Frank (y el autor) “así empezó mi noche, la noche que no olvidaré jamás”. La canción de Juan Luis Guerra “25 horas” “que plantea que ese tiempo no es suficiente para amarse”, se convirtió en su himno de amor. Los cuatro párrafos finales de este apartado son una hermosa descripción del beso que experimentaron Frank y Anthonela. Como una nueva Eva, ella fue la de la iniciativa: “Bésame”. El entresijo de labios, lenguas y fluidos es tan intenso y tan real, que todo parecía “un sueño del que no se quiere despertar”.

Después del éxtasis del beso, viene casi por inercia “EL RITUAL”. Lo empezó Frank con su madre, tomados de la mano, girando y saltando. Luego continuó donde Oliva, su querida amiga. Allí esperaría a su Anthonela. Allí se juntaron Oliva y Rodríguez, “las dos personas más importantes en mi lucha por este amor” y allí “tendría la oportunidad de darles la noticia”. Allí se repitió de nuevo el éxtasis labial “y la besé como si no hubiera mañana”. En un momento, ella le dijo “las palabras mágicas que hasta ahora no había escuchado de sus labios. Te amo”. El apartado termina con un párrafo cargado de extrañezas: “Llegué a la casa y la llamé enseguida, le confesé que era muy feliz y que también la amaba. En medio de esa conversación apareció una solicitud de mi amada, y una promesa hecha por mí que cambiaría esta historia para siempre, y que he cumplido por más de veinticinco años? Si esto no es un nudo literario, ignoro lo que es el segundo criterio de toda novela, que inicia con una presentación, pasa por el nudo y termina en un desenlace.

Por eso, considero muy acertado que el apartado siguiente lo titule “EL SECRETO”. Una larga llamada telefónica, interrumpida por una breve pausa, destapó una solicitud por parte de ella que él no comprendía en aquel momento: “me pidió mantener en secreto nuestro noviazgo hasta que fuera el momento oportuno para hablar sobre ello con otros”. Aquel amor “que había puesto mi vida de cabeza, y que para colmo, ahora que finalmente lo había logrado, no podía compartirlo con nadie”. Sin dudas, aquí está el gran acertijo de toda la novela.

El secreto comienza a develarse lentamente al llegar a “EL PALACIO”, aquella tarde que ella me invitó ir a su casa. Anthonela le sugirió a Frank que pasara a buscar a Rodríguez “para que no llegara solo”. Primer velo que se cae del misterio. Cuando se comunicó para decirle que salía para su casa, “ella me informó que tendría que dejar el carro fuera y lejos para que si alguien llegara, no se percatara de mi presencia”. Segundo velo que se cae. Cuando entró, pensó que no llegaba a la casa de su amada, sino “al palacio de una reina”. Tercer velo que se cae. Cuando ella salió a recibirlos, “nos susurró que habían llegado unos amigos de su hermana y nos pidió que entráramos por la parte trasera para no ser vistos por ellos”. Cuarto velo que se cae. ¿En qué terminará todo esto? Hasta aquí, el autor deja embriagado al lector de una espera desesperante, de una intriga contagiosa y de una incertidumbre misteriosa. Esa es pues, una buena cualidad del bien narrar, lo cual le apunta en su haber un tanto al autor.

Algo grande se interpone entre Frank y Anthonela. Y no es Adonis. Es algo más grande, al parecer. Por eso, el apartado siguiente lo titula magistralmente “ELLA, EL MAR Y YO”. ¿Acaso existe algo más grande e inmenso que el mar en nuestro planeta? Tengo que confesar que todo lector avieso como yo, se adelanta a la narrativa, para imaginar su desenlace. He quedado frustrado en mis pretensiones. Supuse que este apartado abriría la brecha inconmensurable entre Frank y Anthonela. Fracasé en mi pretensión, porque no era la intención del autor. Me sentí despistado. Lo que yo imaginé como el fracaso de un amor, el autor lo llama “el bautizo de nuestro amor”. Me sentí más perdido que “el hijo de Lindbergh”. A pesar de que Adonis en cierta manera les persigue, allí no reside ya el problema. Tengo que confesar que al leerlo pensé que era un capítulo brillante desperdiciado. Me hice muchas elucubraciones, pensando que la metáfora del mar era la dimensión adecuada de aquel nudo. Pero en este capítulo, el mar no era una metáfora, sino que estaban en la casa de verano de la familia de Anthonela, donde se vislumbra el mar por todas partes. Confieso que este capítulo me rompió el esquema preconcebido que todo lector se va haciendo cuando está llegando al final de una novela. Me dije: “carajo, aquí no pasó nada; que desperdicio de oportunidad literaria”. Sin embargo, las entregas siguientes disiparán totalmente mi sabor amargo.

De entrada, me confunde más el título del apartado: “LADRÓN DE AMOR”. Pienso automáticamente: alguien le arrebata a Frank el amor de Anthonela. Y me equivoco medio a medio. Su lógica literaria sigue divorciada de la mía. En este apartado encontramos una Anthonela decidida a todo. Se fue a dormir a casa de Gina, “para que nada ni nadie pudiera empañar esa noche tan esperada”. Dice Frank: “Me parecía increíble y me daba muchas fuerzas ver cómo Anthonela estaba dispuesta a fugarse”. Y añade: “Por primera vez me sentí como un verdadero ladrón de amor”. Frank pudo aquilatar la firme decisión de Anthonela: “Dejó de temblar y me pidió que le prometiera que pasara lo que pasara, nunca dejaría de cuidarla, de luchar por ella y de protegerla”. En aquel momento “nos besamos y tomados de la mano decidimos iniciar la noche dispuestos a dejarnos llevar por el destino”. Llegan a “un lugar hecho para los enamorados” y “cuando menos lo esperábamos y más nos divertíamos, vimos que hacían su entrada Ernesto y Adonis, como dos personas más que buscaban entretenerse”. Lograron esconderse y escabullirse de aquella no grata presencia y llegando a un lugar paradisíaco, “Anthonela se lanzó a mis brazos repitiéndome varias veces: Nunca dejes de luchar por mí”. El párrafo final es elocuente: “En ese momento tomé su rostro entre mis dos manos, acerqué su boca a la mía y allí mismo bajo aquella luna rodeada de mil estrellas, se produjo aquel beso cargado más que todo de un deseo inmenso por hacerla mía, y como si ella hubiese sentido lo mismo, me miró fijamente y me invitó a un lugar secreto, diciéndome con la mirada que estaba preparada y decidida a todo”.

Así llegamos al apartado final, titulado “LA REVELACIÓN”, donde tampoco nuestros adelantos imaginativos acerca del desenlace fueron acertados. Esto cualifica más la calidad del trabajo narrativo del autor. Dicen que la luna es cómplice de nuestros sentimientos y afectos más hermosos. Por eso, este apartado final comienza con ella, en un rincón secreto de la playa. Como muy bien señala el autor, hablan más los cuerpos que las palabras. Hemos llegado al clímax de una verdadera “historia de amor”. Anthonela hace una advertencia premonitora: “Si algún día la distancia nos separa Frank, solo tendremos que mirar la luna en cualquier parte que estemos y nuestros corazones se unirán en aquel mismo instante”.

El lenguaje de las miradas es el más elocuente: “Mírame a los ojos, no quiero olvidar este momento jamás”, suplicó Anthonela. El amor intenso hace que el tiempo se detenga. Los griegos tenían dos palabras para hablar del tiempo: Cronos y Kairós. El primero es el tiempo cuantitativo, el del reloj; el segundo es el tiempo cualitativo, donde suceden las grandes cosas de la vida. Es el tiempo oportuno. En aquel lugar de la playa, bajo la luz de la luna, Frank y Anthonela viven plenamente su Kairós: “La miré y sentí cómo se paralizó el tiempo”, dice Frank. Insiste en que el tiempo no pase; Anthonela enfatiza que no cierre los ojos: “Mírame, no los cierres. Yo nunca los cerraré al besarte, pues adivino en el brillo de tu mirada lo grande y fuerte que es tu amor por mí”. El autor se vale de un augurio para cifrar el destino que espera a estas almas gemelas: “se levantaron desde el horizonte cuatro aves blancas de gran tamaño, agitando sus alas a gran velocidad y dirigiéndose hacia nosotros…llegamos jadeantes al lobby del hotel, sin percatarnos de que esto había sido una señal de que nuestro amor estaría sometido al mayor reto que pudieran enfrentarse dos almas gemelas, el tiempo y la distancia. Cada ave significaría tres años de distancia sin vernos y sin saber uno del otro, pero eso lo sabríamos algún tiempo después”. Y sorpresivamente, el autor no nos da explicaciones del desenlace que obligó a separarse a dos personas que nacieron para amarse.

El “EPILOGO” es abrupto en su cierre: el tiempo y la distancia separaron aquella pareja: “doce años sin verla y una distancia de 170 kilómetros de separación; mundos totalmente construidos, sin haber tenido la oportunidad de vernos, ni saber de cada uno durante todo ese tiempo”. La narrativa termina con un sabor esperanzador, que no describe, sino que juega con “la loca de la casa”, la imaginación, aquella que es mayor que la inteligencia y sobre todo más adecuada tenerla a nuestro lado en momentos difíciles. Como dijo una vez el genio de Einstein: “En tiempos de crisis, la imaginación es más importante que la inteligencia”. Un hálito lleno de una brisa suave cargada de esperanza sale al final de la pluma del autor en su penúltima frase: “Pero una vez más, el destino jugaría una ficha impensable y nos haría reencontrarnos de la forma menos esperada, para darnos una nueva oportunidad de ser felices”. Y la frase final nos transforma los sentidos, dejando los ojos luminosos, la piel erizada, el olfato perfumado el oído aguzado y el tacto ansioso: “Porque a pesar de todo lo que habíamos construido, siempre existió un vacío y una búsqueda inconsciente que solo puede existir entre dos almas gemelas”.

Concluyo mis ponderaciones sobre esta hermosa narrativa de Antonio Francisco Rojas Collado, catalogando esta novela como un velero suave, frágil, ágil, de ameno discurrir, intrigante, evocadora de sentimientos encontrados, provocadora de vivencias íntimas, de un candor exquisito, facilitada por una pluma que parece volar más que escribir, sentir más que razonar, imaginar más que pensar. Y lo más importante: es contagiosa. Nada mejor se puede decir de ANTHONELA que es “una historia de amor que podría ser la tuya”.

 

Luis Quezada Pérez

Anthonela, de Antonio Rojas Collado

Moca, Teatro Don Bosco, 7 de julio de 2019.

El castellano inicial americano

Por Marcio Veloz Maggiolo

No es un secreto que en la isla de Santo Domingo se inician los primeros usos del español o castellano en América. Son las fundaciones colombinas las que asientan en documentos considerados básicos, esos primeros usos, y es Cristóbal Colon el primero que trata de utilizar la lengua española en las páginas de su Diario recuperadas por el Bartolomé de las Casas. Digo que “trata” porque no era el castellano o español utilizado por el Almirante el mejor modelo del mismo en su tiempo, y porque a pesar de los afeites con que Fray Bartolomé de Las Casas lo acomodara para mejorar su acercamiento al castellano, don Marcelino Menéndez Pidal, en su estudio sobre la lengua de Colon, hace hincapié en el “portuguesismo” de la misma, sin dudas producto de sus ocho años de vida familiar en Portugal, y de su conocimiento del ámbito.

Las lenguas son, desde el punto de vista de los conquistadores, casi siempre una imposición, y quienes dejaron la huella inicial del español en América, no fueron tanto los cronistas ni los documentalistas, sino los que convivieron y estuvieron en contacto con las sociedades llamadas “originarias” y los que masivamente iniciaron el mestizaje. La documentalidad naciente no era para los millones de analfabetos americanos, sino para los mínimos lectores del reino, algunos de los cuales eran analfabetos a medias.

Un castellano popularizado se convirtió rápidamente en modo de hablar que consolidó su presencia desde la conquista, y que, en el caso nuestro, se enraizó en el uso conversatorio al punto de que no generó un creole o lengua criolla, sino que siguió siendo lengua castiza, cuyos arcaísmos se perciben en el habla dominicana actual.

Las ocupaciones producidas durante el segundo viaje de Colon con 1500 hombres y mujeres dispuestos a fundar y sembrar la cultura europea entre los aborígenes durante el establecimiento de la villa de La Isabela, en la costa norte de la isla de Santo Domingo, (cerca del lugar que el Almirante había denominado en su primer viaje como Monte de la Plata), obligaba a una relación cultural en la cual se detalla el aporte del indio y su aprendizaje, lo mismo que la necesidad de intercambio idiomático, iniciado por Colon durante su primer viaje al escoger al indio que llamó Diego, para convertirlo en “Lengua”, y el cual resulto de gran utilidad cuando Colon regresara a la isla con el grupo de indios que llevó a la Corte y que pidió bautizar para sorpresa de Fernando e Isabel. Esta actitud del Almirante, aunque respondiese al interés de conocer al través de este primer “lengua” los secretos de la sociedad taina, para lo cual deposito luego el encargo de aprender el lenguaje de los taínos en Fray Ramon Pané, puede considerarse como uno de los primeros asomos o intentos de la enseñanza del español en tierras americanas así como el primer intento de una manera de pedagogía en tierras de América, por cuanto los indios bajo el mando de Guarionex, recibieron en parte la inicial cristianización aprendiendo nombres y maneras del idioma de Castilla con el mismo Pané quien lo hubo de usar para su contacto con el aborigen y para la recolección de sus datos etnológicos.

La lengua es poder

En el segundo viaje de Colon, el Indio Diego, originario de las islas Bahamas, viene convertido casi en súbdito español, en traductor de la lengua taina, ramo de la arawaca continental, y más tarde, según el propio Las Casas en un hombre de cierto poder por su conocimiento del español y sus relaciones personales, al punto de que el Adelantado Bartolomé Colon, a quien terminó sirviendo, quiso proponerlo para hacer el “guatiao”, acuerdo matrimonial, con una de las indias del cacique Guarionex. No hay que dudar que el castellano hablado por el indio Diego, fuera modelo para los indios de su entorno. Figura fundamental por su conocimiento rudimentario y funcional, de la lengua de los conquistadores, sería el primer indio en hablar el castellano de manera entendible, aunque hay otros modelos sobre españoles que hablaron la lengua indígena o que desde el principio de la conquista asimilaron palabras y frases capaces de que lograsen un entendimiento con los pobladores isleños.

Sabemos que ante la necesidad de un contacto que permitiera a Colon entenderse con la población indígena, antes de finalizar el siglo XV ya Colon había planeado extender sus planes de hacerse entender y de hacer que la población india entendiera la lengua de España. Para eso había designado al cura Fray Ramón Pané, quien entrenaría indios de la zona donde habitaban los llamados macurijes, entre los que moraban los llamados “niurici”, sabedores de la lengua taina, general de la isla, y de la suya propia, destacándose por su facilidad para el aprendizaje.

Colón, que había asistido muy posiblemente al uso de “lenguas” en sus viajes africanos, poseía una experiencia sobre este aspecto usado por los portugueses y común a la trata de esclavos en las costas de África, las que visitó como marino durante su época portuguesa.

Listín Diario, 27 de abril de 2018

El correr de los días