Ortoescritura
CLAVES PARA INFORMAR SOBRE ELECCIÓN DE AUTORIDADES MUNICIPALES
Los dominicanos escogemos hoy las autoridades locales. En cada uno de los 158 municipios será escogido un alcalde o alcaldesa, un vicealcalde o vicealcaldesa y el número de regidores con sus respectivos suplentes que acuerda la ley, en proporción a la cantidad de votantes.
Los 235 distritos municipales, categoría menor que municipio, escogerán sus respectivas juntas directivas, compuestas por lo menos por tres vocales y un director. Los primeros hacen la función deliberante, equivalente a los regidores, y el segundo desempeña la función ejecutiva.
La primera clave que pueden notar y anotar es que ni en los ayuntamientos ni en las juntas de distritos aparece una figura llamada “concejal”, copiada de otras culturas.
El gobierno de un municipio se llama ayuntamiento. Se compone de la Alcaldía y el Consejo de Regidores. En algunos países se llama Concejo (con c) al gobierno municipal. Ese Concejo (sin adjetivos) lo componen el Consejo de Regidores y la Alcaldía.
Con la voz concejo (con c) se nombra al ayuntamiento o corporación municipal. . Es moda en nuestro país escribir “concejo” para referirse al Consejo Municipal, tradicionalmente llamado Sala Capitular. Concejo “procede del latín concilium (reunión o asamblea), y no debe confundirse con consejo (órgano para asesorar o tomar decisiones). Los miembros de un concejo son concejales; los de un consejo, consejeros”. Esto especifica el Diccionario panhispánico de dudas, editado por Asociación de Academias de la Lengua Española.
El vocablo /consejo/ (con s) procede del latín consilium. Significa: “1. m. Opinión que se expresa para orientar una actuación de una determinada manera. 2. m. Órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad. Consejo económico y social, escolar.3. m. Reunión de los miembros de un consejo. La decisión se tomó en el último consejo de administración”.
La segunda clave: se elegirán alcaldes y regidores que luego conformarán el Consejo Municipal.
Las autoridades municipales corresponden a municipios, nunca a provincia, por lo que no es aconsejable hablar de que “fulano fue escogido alcalde de la provincia Santiago de los Caballeros”. Los alcaldes no gobiernan provincias, sino municipios: La Vega, Baní, Moca, Higüey, Bonao.
Los vocablos provincia, municipio y ciudad guardan entre sí una ligera semejanza semántica, pero sus diferencias con muy superiores a sus afinidades, conforme lo consignan los códigos de nuestra lengua e incluso disposiciones legales.
Sin embargo, los medios de comunicación abundan en ejemplos reveladores de uso inadecuado de estos términos. Un caso frecuente consiste en incluir los municipios como parte de “ciudades”. Ejemplo: Canadiense muerto en Villa Hermosa, municipio de esta ciudad… (La Romana). Si Villa Hermosa es un municipio, no puede pertenecer a la “ciudad” de La Romana, sino a una provincia que lleva el mismo nombre.
A veces se llama ciudad a una provincia (Monseñor Nouel): “El alcalde de esta ciudad….”Y más frecuentemente se le da condición de provincia al municipio cabecera: “Santiago, el alcalde de esta provincia…”.
Es muy frecuente, entre periodistas y políticos, el error de considerar a la cabecera de provincia como la provincia en sí y así se escribe que un municipio pertenece a otro, como que Gaspar Hernández pertenece a Moca (y no a Espaillat) o que San Rafael del Yuma pertenece a Higüey (y no a La Altagracia).
Ciudad es un concepto geográfico, ligado a lo sociológico, mientras municipio y provincia son de carácter legal. Municipio, en cambio, se define como “Entidad local formada por los vecinos de un determinado territorio para gestionar autónomamente sus intereses comunes. Ayuntamiento (‖ corporación municipal)”.
En nuestro país, provincia es una demarcación territorial administrativa que agrupa municipios, a los que solemos llamar pueblos, palabra similar a ciudad o villa. La última clave: hoy no se eligen autoridades provinciales, solo municipales.
EL PROCESO DE ADQUISICIÓN DE LA LENGUA
El pasado martes (18-2-2020) se realizó en la Pontifica Universidad Católica Madre y Maestra, en Santo Domingo, la “Jornada reflexiva sobre el español dominicano”. Fue organizada por esa institución y la Academia Dominicana de la Lengua, a propósito de conmemorarse el 21 de febrero el Día Internacional de la Lengua Materna, por disposición de la Unesco.
Intervinieron Bruno Rosario Candelier, director de la Academia de la Lengua, quien ponderó la función de las madres al enseñar a sus criaturas el lenguaje humano; María José Rincón, académica de número, se refirió a las particularidades del habla dominicana. Luis Maximiliano Quezada, maestro y teólogo, expuso acerca de cómo el niño puede forjarse la inclinación espiritual y estética desde la lengua materna. El escritor Miguel Solano, como Quezada, miembro correspondiente de la Academia, leyó un cuento sobre el tema.
En representación de la PUCMM actuó la joven intelectual Ybeth Guzmán. El autor de esta columna, miembro de número de la ADL, también intervino en la jornada con unas palabras en torno al proceso de adquisición de la lengua materna. Lo que se expone a continuación es un resumen de esa exposición.
La adquisición de la lengua es un fenómeno social, es decir intervienen e influyen sobre el infante entes sociales. En primer término la familia, luego el entorno y escuela.
Este proceso, no obstante su carácter social, guarda una faceta tan íntimamente biológica, que hemos llamado “lengua materna”, a la que heredamos de nuestro ámbito familiar, la primera, y mayormente la única que hablamos.
La lengua es también paterna, pero en esto no se exige equidad de género. Padre y madre, además de alimentación, salud, cuidado físico y la correspondiente dotación de afecto, tienen con el infante la responsabilidad de guiarlo en el proceso de adquisición de la lengua.
El padre, como la madre, debe hablar con el niño o la niña, aunque la criatura no responda, debe indicarle los nombres de los seres y las cosas, enfatizando, obviamente, con las más cercanas y las que pronto podrán interesar al pequeño: cama, casa, mesa, agua, gato, papá, mamá, por ejemplo.
El niño escucha, aunque no hable, y va acumulando lo que oye y lo que ve, por eso nunca será recomendable dar continuidad a la pronunciación defectuosa del pequeño. Si la criatura ha querido decir “leche”, pero solo emite un sonido aproximado (ete, eche,…) nada inteligente resultará que padre, madre, la abuela o la tía repita esa forma infantil de llamar las cosas.
El niño asocia nombres de objetos y seres vivos con sonidos que puedan estos producir, pero es deber de los adultos que lo atienden corregir dulcemente al pequeño llevándolo a repetir el nombre verdadero de los seres y cosas. Es decir, perro, no “jau”; gato no “miau”; cerdo no “chon”.
Por igual, se recomienda decir al niño su nombre: Alonso, Matías, Marcos, Adele, o como sea llamado. Muchos apodos han surgido por la respuesta del niño o niña al preguntarle su nombre, sin que su capacidad expresiva le permita decir, por ejemplo: Alejandro, Maximiliano o María Altagracia.
De nosotros depende no solo la adquisición de la lengua, sino la formación de la personalidad. Será diferente la repercusión en la conciencia de ese bebé escuchar “La primera cosa bella que ha habido en mi vida eres tú”, como canta Nicola Di Bari a una niña que soportar pacientemente: “Esta muchacha ya me tiene jarta”.
La pizarrita en blanco que es su mente será llenada por nosotros, lo que allí escribamos ahí quedará. Luego la escuela y la lectura irán aumentando el caudal lingüístico de cada persona. De cada uno depende ser pobre o rico de palabras
COLMADO, PULPERÍA Y BODEGA, ¿ES TODO LO MISMO?
El Diccionario de la lengua española registra significados diferentes para los vocablos colmado, pulpería y bodega, de conformidad con los usos que de éstos se hacen en la amplia comunidad hispanohablante. Pero…lo cierto es que en el habla dominicana estas tres voces tienen tanta afinidad semántica que se comportan como sinónimas.
Veamos el Diccionario:
Colmado o colmada. Es un adjetivo, por eso el femenino. Se forma con el participio del verbo colmar, que significa llenar. Colmado, entonces es abundante, copioso, completo. Otras acepciones, ya como sustantivo: 2. m. Figón o tienda donde se sirven comidas especiales, principalmente mariscos.3. m. Tienda de comestibles.
El Diccionario del español dominicano, publicación de la Academia Dominicana de la Lengua, lo define así: Colmado, tienda de comestibles, bebidas y artículos de primera necesidad.
Pulpería. Tiene dos entradas en el Diccionario, la primera como derivada de /pulpa/: “por expender originariamente frutas tropicales y dulces hechos con ellas, y –ería”. Agrega la publicación académica que se trata de una “tienda donde se venden artículos de uso cotidiano, principalmente comestibles”, pero especifica que esto es los siguientes países: Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
La segunda acepción de pulpería deriva de pulpo: “Establecimiento de comidas en el que se sirve preferentemente pulpo”.
El Diccionario del español dominicano define pulpería como un establecimiento rural donde se venden víveres, bebidas, herramientas y quincallería.
De nuestra infancia pueblerina nos llega el recuerdo de esta palabra aplicada a un establecimiento que vendía artículos de consumo básico, aunque fuera pequeño: bacalao, aceite, sal, vinagre, ron…pero nunca quincallería, ni siquiera herramientas agrícolas.
Bodega. (Del latín apothēca, y este del griego apothḗkē ‘depósito, almacén’). Tiene doce acepciones, las cuales transcribo: 1. f. Lugar donde se guarda y cría el vino. 2. f. Almacén de vinos. 3. f. Tienda de vinos. 4. f. Establecimiento, generalmente industrial, para la elaboración de vinos. 5. f. Cosecha o mucha abundancia de vino en algún lugar. La bodega de Arganda, de Valdepeñas. 6. f. despensa (‖ lugar donde se guardan los comestibles). 7. f. troj (‖ espacio para guardar cereales). 8. f. En los puertos de mar, pieza o piezas bajas que sirven de almacén a los comerciantes. 9. f. Espacio interior de los buques desde la cubierta inferior hasta la quilla. 10. f. C. Rica, Ec., Hond. y Méx. almacén (‖ local donde se depositan géneros). 11. f. Cuba, Méx., R. Dom. y Ven. abacería. 12. f. Ec. y El Salv. trastero.
Han visto que la penúltima (11) indica que en Cuba, México, República Dominicana y Venezuela, la palabra /bodega/ es lo mismo que /abacería/. Pocos aquí conocen esa palabra, la cual se define: f. Puesto o tienda donde se venden al por menor aceite, vinagre, legumbres secas, bacalao, etc. A quien atiende una abacería se le llama abacero, la misma derivación de colmadero (colmado), pulpero (pulpería) y bodeguero (bodega).
En el Diccionario del español dominicano, la voz bodega es definida del siguiente modo: Bodega, tienda donde se venden al por menor alimentos y bebidas alcohólicas.
Hemos podido notar que hay diferentes valores semánticos para los tres vocablos citados, según puntos de vistas incorporados al principal código de la lengua española. Pero en cada caso, aparece un resquicio (tienda, establecimiento, alimentos…) por donde se cuelan las significaciones que a estas palabras otorgamos los dominicanos. Aquí son afines, casi sinónimas. De hecho, no hay diferencias entre los servicios que ofrecen la bodega I y el colmado N.