Santiago Muñoz Machado: “La lengua es bien cultural más importante que tenemos”

Por Emilia Pereyra

 

El académico sugiere al Estado y a las universidades que tomen en serio el idioma

Santiago Muñoz Machado, reputado jurista y escritor, director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española, es un tenaz defensor del lenguaje que resalta su valor y aconseja al Estado y a las universidades que fomenten la lectura. En su reciente visita a la República Dominicana, donde encabezó el domingo 1 de marzo la puesta en circulación del Diccionario panhispánico del español jurídico, Muñoz Machado respondió preguntas de este medio, en compañía de Bruno Rosario Candelier, María José Rincón y Fabio Guzmán Ariza, miembros de la Academia Dominicana de la Lengua, que lo acogió.

 

En ese recorrido por varios países de América, ¿cómo ha podido percibir el estado del español en este momento? 

Es una pregunta para que normalmente el interrogado conteste qué le parece la corrupción que se aprecia en la calle respecto del español, la pérdida de valores del español culto y la sustitución por jergas de todo tipo. Son cosas de la vida. Tampoco hay que preocuparse demasiado. Yo creo que en la medida en que los sistemas educativos funcionen un poco mejor podrán ser mejores educados en la lengua también los ciudadanos de este país y del mío. El problema es universal. Yo creo que este tipo de preguntas, por otra parte, busca contestar al fenómeno del uso del español en las redes, muy especialmente en los sistemas electrónicos, en las redes sociales, entre ellas el wasap y los más modernos. De esto último decimos en la academia que nos parece que no hay que tomarse muy en serio que sea un idioma escrito o una manera de hablar escrita, que es más bien una forma de realidad nueva, inmediata, que tiene el valor de un dialecto encerrado en sí mismo y sin mucha proyección hacia el exterior. No está afectando a la lengua canónica, sin perjuicio de que salgan de este recinto algunas palabras que luego tengamos que considerar, cosa que hacemos con toda normalidad, incluso cuando son neologismos, lo que no es infrecuente. Los incorporamos cuando se han generalizado y ya está.

 

Por ejemplo, ¿ya lo están considerando wasapeando?

Tanto lo estamos considerando como que hemos tenido el atrevimiento en la Academia de la Lengua de aprobar unas reglas sobre cómo escribir en wasap. En el Libro de estilo de la lengua española, que se publicó hace dos años, pues hemos incluido un capítulo entero sobre la lengua en las redes y ponemos cómo hay que exhibir los emoticonos, si se ponen signos de interrogación, dónde va el punto, cómo se usan las comas, las combinaciones de mayúsculas y minúsculas para enfatizar, si está bien escribir en mayúsculas para ponerle énfasis a tu criterio o manejar mezclas de mayúsculas y minúsculas y poner cinco signos de admiración seguidos. De todo esto hemos escrito en este libro, digo yo, a pesar del director. Es el director de la academia quien tiene un punto de ingenuidad, porque lo que prima es las redes es la antigramática.

 

Algunos hablantes se quejan de las redes y de internet y del impacto que tienen y buscan consejo en la RAE y otros dicen no importa lo que decida la entidad, pues escriben como nos da la gana. Hay dos corrientes. ¿Cómo se puede manejar esta situación?

Pues yo creo que, por parte de la academia, como siempre se han manejado las cosas del idioma. Nosotros incorporamos palabras al diccionario, establecemos reglas, cambiamos las reglas generales de la gramática y de la ortografía en la medida en que se han convertido en un uso general. Eso es lo que verificamos, en qué medida pues son usadas por las mayorías de los hispanohablantes. Esas otras variaciones y agresiones están muy reducidas a un núcleo de los que manejan esas… que somos todos. Pero no trascienden al lenguaje oral y ni al escrito. Ni usted ni escribimos ni hablamos con abreviaturas ni omitiendo palabras. Cuando se escribe formalmente esto no ocurre.

 

Tenemos en el país un problema grave con la escritura también, problemas con la sintaxis, con el léxico y hasta con la pronunciación. ¿Qué se lo podría recomendar a las universidades, al Estado dominicano en cuanto al manejo de la enseñanza de la lengua?

Creo que hace falta ponerse serio y pedirles que se tomen en serio la lengua. Que las enseñanzas de las humanidades en general y de la lengua en particular se tome con programas educativos más eficientes y más exigentes. Las academias no, hay algunas más activas en esto que otras, pero en general no nos ocupamos mucho de la enseñanza directamente. Eso es cosa de otras instituciones. Nos ocupamos y preocupamos de preparar materiales para docencia también en materia de lengua, pero en la aplicación práctica no nos corresponde. No podemos ni es nuestra función. No tenemos recursos públicos como para hacerlo.

 

La lengua española es para mí hermosísima y ofrece unas posibilidades expresivas enormes para la escritura, pero no siempre lo percibe así el resto de los hablantes. ¿Qué se le pudiese decir a la gente sobre el valor que tiene nuestro idioma?

Que sean conscientes de que es una lengua hermosísima, que tiene unas posibilidades expresivas extraordinarias, que no la corrompan, que traten de amarla y que le lean novelistas de esos autores importantes. Que lean. Yo creo que el consejo mejor que se le puede dar a cualquiera de cualquier lengua es que lea. No se puede saber nada sin saber cómo manejan la lengua los mejores, que son siempre los escritores, los que la han cultivado. Por tanto, debieran hacer los gobiernos programas de lecturas, programas de lectura serios, habituar a la juventud, que ahora lee cada vez menos, para que lea más y tratar de superar esos déficits. Lamentablemente la lengua es un negociado y los políticos creen que está todo hecho y no está todo hecho. Hay mucho por hacer.

 

 Además, es muy dinámica. Va cambiando constantemente, ¿no?

Yo creo que no, yo creo que siempre va cambiando muy lentamente la lengua, siempre sin perjuicio de que de vez en cuando hay grandes terremotos, pero bueno ha ocurrido siempre. Yo creo que ahora el deterioro es muy importante por lo que aportan al deterioro las redes y la falta de educación, la falta de formación.

 

Con frecuencia surgen las controversias sobre el tema del lenguaje de género. ¿Habrá un cambio en la Real Academia acerca de esto?

Cuando el pueblo soberano, que es el dueño de la lengua, decida habrá un cambio. Hasta tanto no. Aquí he venido oyendo mucho en República Dominicana que hubo un tiempo remoto en que los haitianos se empeñaron en que se hablara francés, pues salvo esos casos esporádicos nunca un poder público ha impuesto la lengua que hay que hablar y nunca la academia la impondrá. El asunto es muy comprometido ahora porque hay muchos grupos Ong y grupos feministas que pretenden que se acoja el lenguaje inclusivo. La doctrina oficial que mantiene la Real Academia, que yo dirijo, es que hay dos maneras de entender el lenguaje inclusivo: uno, que exige siempre el desdoblamiento al referirse al varón y a la mujer. Eso es inclusivo según esos movimientos que exigen una variación. Nosotros decimos que lenguaje inclusivo es aquel en que el genérico sirve para ambos sexos. Estamos por proponer el masculino genérico y quitarle lo de masculino para que sea genérico porque masculino parece una ofensa para algunos y es genérico sin más. Y eso es lo correcto, porque eso que verificamos en la academia, a través de nuestros corpus, de nuestras obras, es el lenguaje común de la mayor parte de los hispanohablantes y esa es la autoridad.

 

Vemos en ámbitos muy formales el uso de la arroba como si fuese una letra. ¿Qué se hará con este símbolo?

Pues cada cual la pone donde le parezca porque infligir las reglas de la gramática no tiene sanción penal, pero la @en el lenguaje escrito todavía se puede, pero en el lenguaje oral no sé cómo se pronuncia. Bueno, las terminaciones en e tampoco están mal… Están estas fórmulas de terminar en e. Yo reto a quien quiera que hagan una conversación con la e. Es dificilísimo, requiere un entrenamiento muy severo.

 

¿Pudiera ser que el uso de la @ se deje de lado por su poco sentido práctico?

Nosotros, las academias deben insistir en que estas fórmulas no están en el común de las… Repetimos mucho estos conceptos: primero, es verdad que la discriminación de la mujer es un fenómeno histórico… Es verdad que tenemos que hacer un esfuerzo todos por la igualdad y luchar contra la discriminación. Pero tan verdad como esto es que la lengua no tiene la culpa. No es el principal problema. La lengua tiene adherencias de esa situación que son fácilmente identificables en los libros, incluso de la academia. Por eso, nos hemos dedicado en los últimos años a limpiar los diccionarios de referencias que no (son) machistas, pero sí son excesivamente masculinizantes y, si vale la palabra, evitables. Por ejemplos, definiciones de vocablos que empiezan por hombre, cuando se refieren a cargos que no están ocupados históricamente por mujeres, pero ahora sí.. Referencias que hay en el diccionario: jueza, la mujer del juez, embajadora la mujer del embajador, alcaldesa, la mujer del alcalde, etc. Todo eso sigue siendo verdad y siguen siendo vocablos en uso, porque seguimos usando alcaldesa o embajadora para la mujer del alcalde… pero es una acepción que tiene que bajar para situar en primer lugar embajadora, mujer que tiene la titularidad de la representación diplomática de su país. Ese tipo de verificaciones y de cambios los hemos hecho motu proprio, por nuestra propia iniciativa. Nadie nos lo ha pedido, (lo hemos hecho) dándonos cuenta de que en efecto hay muchas cosas del diccionario de la lengua actual que vienen del diccionario del siglo XVIII, donde las cosas eran de otra manera. Pero estamos muy empeñados en hacer lo que podamos. Lo que podamos no es estropear una lengua tan hermosa, no está utilizar desdoblamientos continuos que no se usan, que no es que no sean económicos, es que hacen feo un lenguaje tan precioso.

 

Usted hablaba del equipo que está trabajando diariamente, respondiendo consultas. ¿Puede dar una idea de la dimensión de ese trabajo diario que hace la RAE?

Las declaraciones de las academias son muy importantes en este punto. La autoridad lingüística de vez en cuando tiene que decir estas cosas que estoy contando ahora mismo. Lo noto porque es una necesidad. En España, la Academia se acaba de pronunciar recientemente sobre si nuestra Constitución maneja o no el lenguaje sexista y debería cambiarse. Y hemos dicho con absoluta rotundidad que la Constitución española está muy bien escrita. Yo he dicho… Todos los periódicos del país han sacado unas expresiones mías en una rueda de prensa en la que presenté ese informe. Dice: “La Constitución española tiene un español impecable”. Utiliza continuamente el masculino inclusivo. No sabe las repercusiones que ha tenido esa declaración, porque me para la gente por la calle, las mujeres, para decirme “es usted un valiente, pero muchísimas gracias” … las instituciones, gente que ya no sabía cómo escribir, si violentaban las reglas o las aspiraciones de algunos grupos que quieren cambiar el modo…Nadie de esos grupos ha formulado contestación alguna, y nadie es nadie. En cuanto a cuánta gente hace las cosas (el trabajo a favor de la lengua), pues mucha gente muy empeñada y muchos de nosotros de manera puramente honorífica. Es importante que se sepa que las academias tampoco somos un núcleo que gana muchísimo dinero manejando la lengua. Somos gente que tiene o ha tenido profesiones importantes. En mi caso, he sido abogado muchos años y tengo que apartar el oficio, porque no tengo tiempo, para dedicarle horas a la academia. Es lo que le pasa a don Fabio (Guzmán Ariza) y a tantos otros. Y los académicos de mi academia, pues, no reciben ninguna retribución. Trabajan ad honorem y esto hay que pensarlo. Tenemos, eso sí, equipos profesionales de lingüistas, de filólogos, que trabajan en nuestras obras y necesitamos la colaboración de expertos para algunas de ellas. El Diccionario general de la lengua lo están trabajando continuamente quince personas en la actualidad. Todos los académicos reflexionan sobre el diccionario durante dos horas todos los jueves. Cuarenta personas metidas ahí… trabajan y cambian veinte palabras cada jueves, a petición de los interesados, por iniciativa de ellos mismos y así se va trabajando. En el Diccionario panhispánico del español jurídico, pues, hemos convocado, ya que no tenemos fuerza en la academia para hacer eso. Supervisamos lo que se hace. Hemos convocado a 450 juristas y lexicólogos que han trabajado en la cuestión. Han tenido la disciplina y el pundonor de participar en la obra. Es importante ese trabajo.

Le contaba a Bruno (Rosario Candelier) y a los académicos de aquí que ahora estamos revisando la manera de hacer un diccionario histórico del español, que ha sido una obra que siempre se nos ha resistido y la manera de hacerlo es buscar todas las fuerzas intelectuales que sepan algo de la historia de la lengua. Se trata de hacer la biografía de cada palabra, cuándo nació, cómo evolucionó, si ha muerto, cuándo murió.

 

No sé si quiere decir algo más de lo que le hemos preguntado

Sí, quiero que ponga ahí que le agradezco mucho a la Academia Dominicana de la Lengua lo bien que me ha tratado, lo mucho que he aprendido de ellos, y que ponga también que recomiendo a los poderes públicos, muy especialmente, que atiendan a la academia, porque es una institución. Las academias son instituciones siempre débiles que se tienen que dar cuenta del trabajo inmenso que hacen, por el honor de la lengua y no porque tengan otro tipo de aspiraciones y que lo sepan porque es el bien cultural más importante que tenemos.

 

Fructífera trayectoria. Santiago Muñoz Machado es el trigésimo primer director de la RAE. Elegido el 20 de diciembre de 2018, tomó posesión de su cargo en el Pleno del 10 de enero de 2019. Estuvo al frente de la secretaría de la RAE desde 2015 a 2017. Es académico de número desde su elección el 13 de diciembre de 2012. Ingresó el 26 de mayo de 2013 con el discurso titulado Los itinerarios de la libertad de palabra. Es catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid desde 1994, y académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Académico de honor de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y académico correspondiente de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y de la Academia Dominicana de la Lengua. Posee una amplísima bibliografía. De su bibliografía jurídica, compuesta por más de cincuenta libros y numerosos artículos en materias de su especialidad, destaca su Tratado de derecho administrativo y derecho público general, obra de referencia en la materia. Es director del Diario del derecho y de la revista El Cronista del Estado social y democrático de derecho y miembro del consejo de redacción de otras revistas españolas y extranjeras. Es autor de libros de relatos, como Riofrío; de obras de investigación histórica, como El problema de la vertebración del Estado en España (2006) y Sepúlveda, cronista del Emperador (2012), además de un número importantes de obras ensayísticas, entre las cuales destaca la trilogía formada por Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo’ (2012) -por la que ha sido galardonado con el Premio Nacional de Ensayo 2013-, Cataluña y las demás Españas (2014) y Vieja y nueva Constitución (2016). Es doctor honoris causa por las universidades de Córdoba, Extremadura y Valencia, y en mayo de 2015 fue reconocido como académico de honor de la Real Academia de Córdoba. En 2016 se le concedió la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort. Además es Premio Nacional de Historia de España 2018.

 

 

Perfil del español dominicano, de Bruno Rosario Candelier

Por Miguelina Medina

  “Hay que tomar conciencia de lo que uno es y de lo que uno puede hacer y testimoniar, sabiendo con plena conciencia que nosotros tenemos un punto de contacto en el Universo y ese punto de contacto es único, exclusivo, personal y singular” (Bruno Rosario Candelier).

 

Don Bruno Rosario Candelier tiene una singularidad, y es que ese  punto del Universo, que solo es suyo, ha sido privilegiado. Su visión profunda y luminosa alcanza lejanas palabras que solo él puede traducir con el lenguaje que solo a él se le ha permitido develar.  Por esa conciencia que él alcanzó a muy temprana edad trabaja sin desmayar a favor de nuestra sociedad y de todos cuantos con él tienen contacto. Él es como el agua del estanque del que habla Pedro Salinas, que “tiene en el fondo joyas y pedrerías, misterioso tesoro celado, pero el que  hunda la mano más allá, más adentro, nunca la sacará sin provecho”. Por eso, con la energía divina con que fue dotado al venir a la vida, en virtud del Logos de la conciencia que él enfatiza con tanto esmero, con ese mismo amor divino devuelve a la humanidad sus conocimientos. ¿Y por qué no decirlo de él, pues hace eso mismo con todos y da testimonios en sus libros y conferencias de las virtudes de los demás antes de dar inicio a sus estudios?

Perfil del español dominicano es producto de esa conciencia que tiene don Bruno sobre la valoración del trabajo de los demás y de una visión respetuosa de los mismos. Esa misma conciencia le ha dado la visión de ponderar los trabajos que tantos estudiosos dominicanos han realizado en favor del habla peculiar dominicana.  Ha observado, además,  una continuidad genealógica en esos estudios, por así decirlo, a través de la historia: frutos de un árbol al que podemos llamar “árbol genealógico de estudios del habla dominicana”. De ese árbol genealógico ha nacido un nuevo fruto que es Perfil del español dominicano.

El epígrafe que he colocado al inicio de esta reseña es una expresión que muestra la integridad espiritual del autor y esa espiritualidad le desparrama a esta obra un deleite que se nos transmite a la  conciencia de la lengua; les descubre el amor a nuestro patrio suelo a muchos que lo llevan dentro sin notarlo. Dicha frase nos lleva a leer esta otra del autor: “El hablante consciente de su lengua usufructúa tres potencias de la conciencia con la que intuye, habla y crea; formaliza con su lengua las creaciones verbales en su dimensión discursiva o literaria; canaliza sus sensaciones y emociones, expresa lo que sacude su interior profundo y, con la imaginación y la memoria, desarrolla el poder de la invención y la retentiva generando una nueva creación”.

En un bosquejo general de la intuición del autor, con respecto a esta creación, él ha percibido la necesidad, ha visualizado la creación y ha estudiado sus argumentos para comprobar su validez y luego de aprobarlos los plasma en un ensayo que decide mostrar a los lectores, a los observadores y estudiosos para su conocimiento. He notado que esta creación tuvo su tiempo de gestación: a los 20 años del siglo XXI llega esta obra con su aporte singular: Perfil del español dominicano es, pues,  una obra de reflexión, de intuición, de creación donde cada pasaje es como un poema que construyó el tiempo en la voz de don Bruno Rosario Candelier.

Ahora bien, ¿por qué encumbrar estos estudios en la palabra perfil? Porque en esta obra su autor ha estudiado las características que definen el perfil del español dominicano. Estos rasgos, todos, ya están estudiados en esta obra que sustenta el postulado del  Perfil de español dominicano. El autor lo recalca en el subtítulo: Voces y expresiones del habla criolla. Bruno Rosario Candelier presenta este ensayo con estudios que avalan y sistematizan la variante dominicana de la lengua española en América.

Argumentos generales de la observación

  1. a) Dice el autor que: 1. Los hablantes dominicanos canalizan el potencial de la lengua con sus atributos idiomáticos: es decir, plasman su percepción de la realidad natural, sociocultural y espiritual. 2. Ponderan y activan los valores establecidos. 3. Reflejan el influjo de la tierra, la historia y la realidad sociocultural. 4. Cultivan y expresan  su pensar y su sentir en lenguaje directo, comunicativo y espontáneo.
  2. b) Explica que desde la publicación del Tesoro de la lengua  castellanao española en 1611, dado a conocer por Sebastián Covarrubias, el Diccionario de autoridades, editado por la Real Academia Española, en 1736, y las diversas ediciones del Diccionario, la Ortografía y la Gramática de la lengua española, se tienen los modelos para la confección de obras lexicográficas, ortográficas y gramaticales a la luz de las orientaciones lingüísticas establecidas.
  3. c) Con el surgimiento de las diferentes variantes de la lengua española en los países hispanohablantes han surgido voces y expresiones idiomáticas como seña sociocultural de identidad  que dan valor y vitalidad al talento creativo de sus hablantes desde su fuero léxico- morfosintáctico y semántico, y de esa peculiaridad idiomática particular figura el español dominicano adscrito a la zona dialectal del español antillano.
  4. d) Nuestra expresión idiomática ha merecido estudios de autores dominicanos como son: Pedro Henríquez Ureña, quien en 1940 publicó El español de Santo Domingo; Maximiliano Arturo Jimenes Sabater: Más datos sobre el español de la República dominicana, en 1975;  Orlando Alba, en 2004,  Cómo hablamos los dominicanos, y  otros textos de otros autores que estudian facetas léxicas, fonéticas y morfosintácticas del español dominicano.
  5. e) El autor nos recuerda que todavía en el siglo XVIII predominaba en la isla de La Española el habla al modo castellano, con las voces y las formas del habla patrimonial de Castilla, y en ese mismo siglo afloraron los antecedentes o rasgos iniciales de la voz genuina del habla criolla; es partir del siglo XIX cuando se desarrolla la criollización del idioma español en esta isla del Caribe Hispano y adquiere la distinción de variante dominicana del español en América. Luego en el siglo XX, con la creación de una genuina expresión propia, se consolida el perfil del españoldominicano, con sus atributos o rasgos peculiares de su habla criolla.

(II) Es esta, pues, la tesis de Perfil del español dominicano: Con la creación de una genuina expresión propia del español dominicano, con sus atributos o rasgos peculiares de su habla criolla, se consolida en el siglo XX el perfil del español dominicano (p. 10).

¿Cómo se produjo la consolidación del español dominicano?

Lo recalcamos un poco: el hecho determinante fue el reconocimiento de la criollización del idioma español en esta isla del Caribe Hispano, lo cual hizo que adquiriera la distinción de variante del español dominicano en América. Entonces este hecho imprescindible ocurrido en nuestra historia de  nuestra lengua “dio paso a la genuina expresión propia”, como ya se dijo anteriormente.

¿Qué contiene  esta obra, Perfil del español dominicano?

Esta genuina expresión del habla criolla, que se ha venido estudiando desde 1940, por estudiosos dominicanos hasta 2019 en todas sus facetas idiomáticas: semántica, léxica, fonética y morfosintáctica, don Bruno Rosario Candelier compila esos estudios, los sistematiza, resalta sus enunciados y los encumbra en esta obra, como escritor y académico; pero además,  cuenta con la facultad que le confiere su investidura como filólogo de la Complutense, teórico de la lengua y director de la Academia Dominicana de la Lengua (ADL), por lo cual la institucionaliza. Recordemos que la ADL es correspondiente de la Real Academia Española y, en tal virtud, copartícipe en sus objetivos y sus metas (…), “tiene consignado en su Estatuto original lo siguiente: ‘siendo el fin principal de esta Academia cultivar y fijar la pureza y elegancia de la lengua castellana, desterrando todos los errores que en sus vocablos, en sus modos de hablar o en su construcción ha introducido la ignorancia, la vana afectación, el descuido y la demasiada libertad para innovar (…), observando en todo las reglas y preceptos que están puestos en la planta acortada por la Academia, fundada en el año de 1713” (Sexismo lingüístico y doble género, ADLSanto Domingo, 2012, p. 14).  Es decir, que cualquier obra  de esta índole debe estar avalada por los organismos autorizados para la fiscalización e institucionalización de la misma.

Desde luego que, conociendo la didáctica del autor y su entrega a la verdad científica, en una edición de esta obra, y bajo válida argumentación,  podrían tomarse en cuenta las observaciones que a partir de su presentación pudieran producirse, especialmente de estudiosos  de nuestra habla, los cuales conocen la intríngulis del decir criollo, y de otros hispanohablantes.

Desarrollo de la tesis y opiniones del autor 

Expone el autor los argumentos en los siguientes temas o subtítulos: 1. Perfiles idiomáticos. 2. Estudios lingüísticos. 3. Códigos lexicográficos y 4. Estudios literarios.

  1. EN PERFILES IDIOMÁTICOS el autor expone el perfil general del español dominicano. Dice que los hablantes de la República Dominicana tienen el privilegio de hablar  la lengua española que vino asignada desde sus orígenes por una impronta espiritual impregnada en la prosapia de su fuero idiomático. Y ocurrió en el monasterio de San Millán de la Cogolla en el año 977 de nuestra era cristiana. Ahí fueron pronunciados los primeros balbuceos de la “lengua de Gonzalo de Berceo, santa Teresa de Jesús y Miguel de Cervantes” y desde entonces, dice, “con la obra luminosa de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León y san Juan de la Cruz, entre otros grandes creadores de poesía y ficción, el idioma de Castilla tiene un peculiar aliento trascendente que responde a la esencia primordial de la estirpe castellana”. Resalta el autor que esta canalización de la palabra viene dada por el Logos de la conciencia, fuero y cauce de la más alta espiritualidad.
  • Dice que elperfil idiomático de un hablante, una comunidad o un país se manifiesta en la fonética y el léxico del habla. Por eso, cuando escuchamos hablar a personas en la televisión, en lengua española, por la entonación y las voces que emplean se puede inferir el país hispanohablante al que pertenece. Esto indica, expone el autor, que hay una lengua general o lengua estándar; una lengua particular o lengua regional o local, que se plasma en las palabras con sus acepciones correspondientes. La lengua general es la que habla todo el mundo hispano sin importar la región donde viva. Las variantes  idiomáticas del español son las que tienen vocablos regionales y figuran en el diccionario académico, como por ejemplo españoles, hispanoamericanos, filipinos, ecuatoguineanos y sefarditas. Los países de otras lenguas,  donde se habla español, como los Estados Unidos, Filipinas, Israel y Guinea Ecuatorial, tienen academias cuyas corporaciones idiomáticas forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española, consigna Bruno Rosario Candelier.

El autor muestra una especie de radiografía del castellano, y le llama “ADN del castellano”, porque contiene tres aspectos claves  que el español dominicano avala con sus rasgos dialectales diferenciales que fueron tomados en cuenta para  la valorización de las voces incorporadas al Diccionario de la lengua española (p. 14); así también los propios de cada país hispanohablante. Esos tres aspectos claves son los siguientes: filiación latina, filiación castellana y filiación espiritual. La filiación latina ya que la lengua española que hablamos los hispanohablantes procede del latín y en tal virtud conserva rasgos propios de esa antigua lengua del Latio, que era la lengua latina. Nos enseña el autor que las lenguas derivadas del latín se denominan lenguas romances, pues el latín fue la lengua del Imperio Romano que extendió su uso en varios países de Europa, como Italia, Francia, España, Portugal, Rumania, etc. Estas lenguas también se denominan neolatinas entre las cuales figura la lengua española. 2. La filiación castellana, en virtud de que el idioma español nació en Castilla, región de España donde por primera vez brotó el balbuceo original de nuestra lengua. Este texto primordial se conserva en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla en uno de cuyos códices están consignadas las primeras manifestaciones de esa original expresión del decir hispano, que terminaría denominándose lengua castellana o lengua española. (Y aquí comparto la emoción que sentí cuando el autor testimoniaba su experiencia al haber tenido la distinción y el privilegio de mirar el documento donde está resguardado el virginal  trozo literario, nacimiento de nuestra lengua española.  Y la filiación Espiritual gracias a la circunstancia de haber nacido la lengua castellana en el seno de un monasterio de la Iglesia Católica, hecho que concita una “marca prístina del ab origine con un rasgo de espiritualidad inherente a nuestra lengua”.

En cuanto al rasgo arcaico del español dominicano, de una parte de su vocabulario, dice que Pedro Henríquez Ureña lo advirtió en su obra El español de Santo Domingo, señal de que la variante dominicana del español en América conserva el aire antiguo de la lengua castellana como se puede contactar en las voces arcaicas que aún usan nuestros hablantes, como aldabacurcuteardizque. Cita el autor (p. 15), que en la página 40 del libro citado consignó: “Santo Domingo, como toda la zona del Mar Caribe, se distingue por el sabor fuertemente castellano de su vocabulario y de su sintaxis, en combinación de una fonética que se asemeja más a la andaluza que a la castellana”.  Y del atributo espiritual dice Rosario Candelier: “Dámaso Alonso sostenía que un atributo de la lengua española, como se evidencia en su literatura, es la dimensión mística de la creación estética” (p. 15). Esta faceta mística floreció de un modo ejemplar entre los poetas místicos de Ávila, como fueron santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz y fray Luis de León, añade el autor; y además que “esta tendencia mística la conserva la literatura dominicana, ilustrada en la lírica de Domingo Moreno Jimenes, Martha María Lamarche y Máximo Avilés Blonda”,  e igualmente la poesía inspirada en el ideario estético del Interiorismo que aplican en su lírica Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Roberto Miguel Escaño, Jit Manuel Castillo, Ofelia Berrido, Rocío Santos, Gloria Nolasco y Juan Santos, poetas cuya obra ha sido estudiada por Bruno Rosario Candelier.

El español dominicano como variante dialectal del español de América tiene la distinción de haberse fraguado por primera vez en el Nuevo Mundo a raíz de la colonización de este continente y con el paso del tiempo los hablantes que se establecieron en esta isla de La Española generaron nuevas voces y expresiones que en el plano léxico-semántico han enriquecido la lengua castellana o española como han señalado estudiosos del habla criolla”, consignó Rosario Candelier (p. 16).

  • En cuanto a los rasgos lexicográficosdel español dominicano, expone el autor, que sus voces, acepciones y significados se denominan dominicanismos. El caudal de los dominicanismos lo componen la creación léxica y semántica de las voces del español dominicano. Los hablantes tienen la capacidad de crear nuevos vocablos, mediante la gestación de voces y expresiones indicativas de la variante creadora de la lengua. En ese tenor los dominicanos han creado nuevos términos que conforman  el arsenal léxico de la lengua española, sostiene Rosario Candelier. Entre las palabras que emplean los dominicanos hay vocablos creados por dichos hablantes, además del léxico propio del español general. Las creaciones originales del español dominicano se denominan creación léxica, aunque algunos de esos vocablos se usen fuera de nuestra frontera geográfica, como bachatacaliéchiviricafucúmangúpariguayo. Esas voces dominicanas constituyen el aporte de una nueva forma léxica con un significado, y este hecho confirma, no solo una creación nominal o verbal del español dominicano, sino la vitalidad de esta vertiente americana de la lengua española (p. 17).

La creación semántica alude a la vertiente significativa de una palabra que es peculiar a cada vocablo. Explica el autor de la obra que hay creación semántica cuando una palabra de la lengua española tiene un significado diferente del significado básico de la palabra consignada en la lengua general registrada en el Diccionario de la lengua española. Por ejemplo “arrebatar” (‘quitar’ y ‘experimentar un rapto extático’) y “arrebato” (‘éxtasis’), pertenecen a la lengua general, pero en el habla dominicana “arrebatado” significa ‘dominado por la pasión’, ‘enloquecido’. Asimismo, la palabra “cuero”, que en la lengua española es el  ‘pellejo de un animal’, en el español dominicano significa ‘prostituta’; es decir que el concepto ‘prostituta’ es la creación semántica asignada a la palabra “cuero” en el habla dominicana. Esa misma palabra en México tiene la creación semántica de “mujer bella” (p. 17).

En tanto, la creación léxico-sintáctica es una variante semántica de la creación idiomática y está integrada por dominicanismos léxico-semánticos en una composición hecha con un vocablo compuesto y una derivación, según la explicación que da Rosario Candelier: La composición de una palabra compuesta y derivada, con un significado peculiar. Por ejemplo medalaganario (medalaganariamente) es una composición derivada de la locución “me da la gana”.  “Medalaganario” alude a una acción caprichosa signada por un antojo o capricho. “Medalaganariamente” significa  ‘de manera antojadiza o caprichosa’ y es una creación léxico-gramatical del español dominicano, que la misma la Gramática de la lengua española ya la tiene registrada como aporte dominicano. Igualmente conchoprimo y viejevo.

  • Otro rasgo peculiar de español dominicano, nos enseña el autor, es la supervivencia del léxico patrimonial, es decir, la conservación de voces antiguas procedentes de la lengua de Castilla y que aún usan nuestros hablantes, como agora, aguaitar, tutumpotezamuroaguinaldo, y otras mencionadas anteriormente. Pedro Henríquez Ureña escribió al respecto: “Hay en Santo Domingo muchos rasgos arcaicos. Pueden atribuirse, en parte, al hecho de haber sido la isla, la primera región de América donde se sentaron los españoles” (p. 19).
  • La herencia aborigende voces latinas es otro rasgo peculiar del español dominicano, dice el autor, con vocablos heredados de la lengua de nuestros aborígenes, que era la lengua taína. Algunas de esas voces han pasado a la lengua general, como bohío, cacique, hamaca, huracán que registra el diccionario académico de nuestra lengua. Algunas voces taínas solo se usan en el español dominicano, como areito, buhitiho o ciguapa, que figuran en obras de autores españoles con los rasgos de la época colonial, en narrativas de autores contemporáneos  y en autores dominicanos (pp. 20-26).   “Todo lo anterior mencionado revela que: 1. Cada país tiene sus propios atributos, como lo tiene el español dominicano. 2. Las lenguas son mecanismos vivos, creaciones activas del léxico. 3. Esas creaciones se van renovando, actualizando y potenciando. 4. Cada nueva generación aporta cambios y adiciones, y cuando se acumulan cambios de generación tras generación las variantes son notables”, explica Rosario Candelier. Además nos dice que la vertiente creadora de los hablantes es una señal de las manifestaciones del genio de la lengua de que tiene: 1. El poder de generar nuevos términos inspirados en la realidad sociocultural. 2. La capacidad de dotar de nuevos significados a vocablos de la lengua española. 3. El poder de creación de diminutivos con valor afectivo. 4. La capacidad de componer voces formadas con derivaciones léxicas y morfológicas endosadas en nuevos sentidos. 5. La capacidad de creación  léxica inspirada en voces de otras lenguas. 6. Y la capacidad de dotación de una hondura espiritual fraguada en la obra de nuestros escritores.

Veamos otros conceptos del autor sobre los atributos semánticos de las voces dominicanas  y autores que los han plasmado en sus obras:

  • El español dominicano tiene su forma peculiar de expresión y el cuidar de la lengua española es una manera digna de enaltecer la identidad dominicana ya que es la base de nuestra cultura, signo y cauce de nuestra idiosincrasia intelectual psicológica y espiritual, leemos en Perfil del español dominicano. Con sobrada justificación el lema de la Academia Dominicana de la Lengua reza “La lengua es la patria”.
  • “Decir que los dominicanos hablan mal el español porque “se comen” las eses, no pronuncian la zeta, cortan las palabras o hablan con la “i” es desconocer que esa forma de hablar tiene una explicación histórica y una justificación sociocultural que responde a una singularidad de la variante dominicana del español en América. (Al leer estas palabras sentí el sentimiento con que fueron plasmadas por el autor).
  • El uso del seseo, el yeísmo, la neutralización de la “r” y la ‘”l” al final de la sílaba o la aparición de la “s” en muchos contextos no es exclusivo del español dominicano, sostiene el autor.
  • Tenemos un léxico diferencial y unos usos idiomáticos que perfilan nuestra variedad dialectal, reitera el autor como parte de la tesis central de esta obra lingüística.
  • A la luz de la sociolingüística cada país habla a su modo y manera, en lo que influye el aliento telúrico y celeste la historia y la idiosincrasia de la cultura, aunque ese legado no privilegie la norma culta del buen decir ni enaltezca la pauta académica del habla esmerada, afirma Rosario Candelier.
  • He aquí escritores que “hacen uso de la lengua local y la enaltecen en sus creaciones literariasy este hecho no es casual: escritores como estos son los que mejor conectan con su pueblo”. De los creadores dominicanos que usan en sus obras voces y expresiones de habla criolla, citados en esta obra, están: Pedro Henríquez Ureña, Domingo Moreno Jimenes, Sócrates Nolasco, Ramón Emilio Jiménez, Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Alfredo Fernández Simó, Bienvenido Gimbernard, Manuel Rueda, Manuel Mora Serrano, Marcio Veloz Maggiolo, Federico Henríquez Gratereaux, Manuel Núñez, Franklin Domínguez, José Miguel Soto Jiménez, Nicolás de Jesús cardenal López Rodríguez, Ricardo Miniño Gómez, José Rafael Lantigua, León David, Fabio Guzmán Ariza, María José Rincón, José Enrique García, Tony Raful, Manuel Matos Moquete, Andrés L. Mateo, Odalís Pérez, Rafael Peralta Romero, Manuel Salvador Gautier, Freddy Bretón, Emilia Pereyra, Leonel Fernández, José Alcántara Almánzar, Miguel Solano, José Mármol, Ofelia Berrido, Emelda Ramos, Rafael Hernández Figueroa, Carmen Comprés, Carmen Pérez Valerio, Luis Quezada, Kenia Mata Vega, Andrés Ulloa y otros.

En cuanto a las voces patrimoniales del habla criolla varios autores las recogen en sus respectivos diccionarios:

  1. Rafael Brito, en 1930, Diccionario de criollismos.
  2. Manuel Patín Maceo, en 1947, Dominicanismos.
  3. Carlos Esteban Deive, en 1986, Diccionario de dominicanismos.
  4. Orlando Inoa, en 2010, Diccionario de dominicanismos.
  5. Academia Dominicana de la Lengua, 2013, Diccionario del español dominicano.

A juicio de Rosario Candelier, tres hechos fundamentales de alta inspiración gestan una lengua y plasman una variante idiomática en una comunidad de hablantes. Esos hechos generan los conceptos que están en la raíz de un idioma encarnado en el léxico de su vocabulario, y añade este planteamiento clave: “Tengo una intuición lingüística inspirada en el fuero de la lengua, según la cual recibimos tres savias esenciales: la savia primordial (la sustancia originaria que reciben los hablantes en virtud de la dotación del Logos de la conciencia); la savia patrimonial (la singular energía lingüística que nace de las entrañas de una lengua); y la savia cardinal (la sustancia que una variante de la lengua concita en la inteligencia de los hablantes)”, dice el autor (pp. 33, 56).

El español dominicano ha alcanzado un notable desarrollo en el arte de la creación verbal, sostiene Rosario Candelier. Ejemplos ilustres en el plano literario le han dado categoría al español dominicano, no solo con las figuras cimeras de la producción narrativa, sino mediante los valiosos estudios de nuestra modalidad idiomática, que han contribuido al conocimiento, el cultivo y la producción de nuestra lengua, como son Pedro Henríquez Ureña, Ramón Emilio Jiménez, Manuel Patín Maceo, Emilio Rodríguez Demorizi, Carlos Federico Pérez, Mariano Lebrón Saviñón, Celso Benavides, Carlisle González, Lourdes Camilo de Cuello, Orlando Alba, Rafael González Tirado, Manuel Matos Moquete, María José Rincón, Manuel Núñez, José Enrique García, Rafael Peralta Romero, Fabio Guzmán Ariza, Ana Margarita Haché, José Miguel Soto Jiménez, Roberto Guzmán, Domingo Caba y otros.

Los hablantes hacen uso de su idioma y aplican diversos procedimientos léxicos, fonéticos y semánticos que el autor de esta obra consigna y explica mediante las diferencias diatópicas (regionales), diferencias diastrásicas (de niveles) y diferencias diafásicas (expresivas) que se corresponden con los diferentes tipos, niveles y estilos de lengua en la variedad de los modos idiomáticos configurados por el espacio, los estratos sociales y los registros culturales en las variopintas formas expresivas de los hablantes (p. 93).

En este libro se señalan expresiones y vocablos propios de los hablantes campesinos (por ejemplo: furnia, jaida, jarana, callejón) y otros asociados a los hablantes urbanos (cine, restaurante, teatro), y locuciones originadas en los ambientes campestres (comer gallina, freír tusas, dar del cuerpo) o citadinos (hacer esquina, escribir un correo electrónico, irse de bonche).  Hay palabras que tienen registros cultos, como otear (‘ver desde lo alto’) o vislumbrar (percibir); y vocablos del nivel popular, como vaina (‘problema’), jodienda (‘dificultad’).

  1. ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS. El estudio de la lengua,  dice Bruno Rosario Candelier, requiere disciplina, pasión y dedicación; y el cultivo de las letras implica intuición, talento y consagración al acto creador. Como hablantes, estudiosos y académicos de la lengua, dice que les corresponde velar por la lengua española, “y en tal virtud estamos llamados a potenciar el conocimiento de nuestro sistema de signos y de reglas”. Similar exigencia reclama el español dominicano, reitera. Y advierte que  “la operación léxico-semántica que el hablante ejecuta al hablar, lo hace al formalizar una expresión, pero no podría dar una explicación de la actividad lingüística cuando aplica las artes del lenguaje al hablar, escuchar, leer y escribir, ya que son los gramáticos quienes tienen la capacidad de describir la estructura formal de la lengua que usa el hablante cuya fórmula internaliza en su conciencia”. Esa operación verbal la realiza el operador lingüístico del cerebro, inconsciente para nosotros pero real para el cerebro humano, cuando la mente se dispone a hablar, entender, escribir o interpretar lo escuchado o leído (p. 256, 257).

   Manuel Patín Maceo fue el primer académico de la ADL en consagrar su vocación intelectual al estudio de nuestra lengua con un aporte a partir de las observaciones a la expresión idiomática de los dominicanos. Él era un gran observador del habla criolla. Su libro Obras lexicográficas (Santo Domingo, Corripio, 1989) contiene dos importantes estudios de este miembro fundador de la Academia Dominicana de la Lengua: Dominicanismos y americanismos en el lenguaje dominicano, editado en 1940 por la ADL y otra edición de 1947  por la Librería Dominicana. Americanismos en el lenguaje dominicano se publicó en la prensa nacional. Patín Maceo se dedicó al estudio del habla criolla y a mejorar el uso de la lengua. Entendió que enriquecer la cultura idiomática era enaltecer nuestra condición de hablantes de esta hermosa lengua heredera del tesoro lingüístico de Castilla, enseña Rosario Candelier.  Por eso se dedicó claramente a promover el estudio de la lengua, a sembrar inquietudes lingüísticas en nuestros hablantes, a crear conciencia de lengua en profesores, estudiantes, intelectuales y escritores para enriquecer el legado lingüístico de la cultura hispana de la que formamos parte en esta porción del Caribe insular (pp. 257, 258).

Otras obras lingüísticas sobre el perfil del español dominicano, citadas en esta obra, son:

  1. Ramón Emilio Jiménez: Del lenguaje dominicano, Savia dominicana, Del amor al bohío. El autor resalta la modalidad y las características del habla popular vernácula.
  2. Emilio Rodríguez Demorizi: Lengua y folklore en Santo Domingo. Habla de la raza, la lengua, las costumbres, la religión y el carácter de nuestra gente.
  3. María José Rincón: De la eñe a la zeta, pondera el valor de las formas y sentidos léxicos de la creación de los hablantes, los “dos idiomas”, el español y el dominicano.
  4. Fernando Sainz: Estudio sobre sicología y educación dominicana.
  5. Tomás Navarro: “Apuntes sobre el español dominicano”.
  6. Consuelo Oliver Vda. Germán: De nuestro lenguaje y costumbres.
  7. Vicenta Caamaño de Fernández: La lengua campesina en la narrativa dominicana.
  8. Rafael Núñez Cedeño: Fonología moderna y el español de Santo Domingo.
  9. Celso J. Benavidez G.: “El dialecto español de Samaná”.
  10. Francisco Javier Trujillo Temboury: El habla de Santo Domingo.
  11. Ana Margarita Haché de Yunén: “La N al final de la palabra”.
  12. Lourdes Camilo de Cuello: Pautas,usos y costumbres en el lenguaje dominicano.
  13. Carlisle González Tapia: El habla campesina dominicana.
  14. Andre Klump: Aspectos históricos de la lengua de Santo Domingo.
  15. Max Uribe: Diccionario de dominicanismos y americanismos.
  16. Mariano Lebrón Saviñón: Usted no lo diga.
  17. Rafael González Tirado: Palabras para compartir.
  18. J. Toribio Almeida y B. E. Bullock: “Reconsiderar el español dominicano”.
  19. Odalís Pérez: Lengua y sociedad.
  20. Rafael García Bidó: Voces del bohío, vocabulario de la cultura taína.
  21. Erick W. Willis: “Entonación del español dominicano”.
  22. Ana Marchena: La doble negación del español dominicano.
  23. Roberto Guzmán: De palabra en palabra.
  24. Fabio Guzmán Ariza: El lenguaje de la constitución.
  25. Freddy Bretón Martínez: Mis amigas las palabras.
  26. 2 Hannah Schilimpen: “El léxico socialmente valorado del español dominicano”.
  27. Francisco Padua Morales y María J. Garrido: Aiguna palabra dominicana.
  28. Toribio Almeida y Moreno Clemons: “Se comen las [s] pero a veces son muy fisnos”.

 

  1. CÓDIGOS LEXICOGRÁFICOS.  El vocabulario de un idioma propicia un horizonte intelectual, la conceptualización de las cosas y la manera de entender el Universo, explica Rosario Candelier. Por falta de conceptos y vocablos muchos no pueden desarrollar su creatividad o su talento intelectivo, dice  el autor: “Cuando nos ponemos en contacto con el mundo circundante, las palabras se convierten en aliadas del conocimiento que se fundan en el dominio de las cosas. Mediante la palabra se afianzan los saberes y se ensancha el horizonte conceptual” (p. 394).  Veamos estas obras, algunas ya se han mencionado en acápites anteriores según la lógica de los argumentos y razonamientos del autor:
  1. Palabras indígenas de la isla de Santo Domingo, de Emiliano Tejera.
  2. Diccionario de criollismos, de Rafael Brito
  3. Diccionario de dominicanismos, de Carlos Esteban Deive
  4. Diccionario didáctico avanzado, de Concepción Maldonado/SM/ADL
  5. Diccionario de dominicanismos, de Orlando Inoa
  6. Diccionario del español dominicano, de la ADL
  7. Diccionario fraseológico del español dominicano, ADL
  8. Diccionario de símbolos, de Bruno Rosario Candelier
  9. Diccionario de mística, de Bruno Rosario Candelier
  10. Diccionario de refranes, de Bruno Rosario Candelier

 

Dice el autor de Perfil del español dominicano que Emiliano Tejera (1841-1923) -quien escribió  Palabras indíjenas de las isla de Santo Domingo, indígena con j- fue un apasionado cultor de las voces taínas del español dominicano, que recogió y definió los vocablos que aportaron los aborígenes de Quisqueya a la lengua española y al español dominicano. Este autor recogió dichas voces en los textos de los cronistas de Indias, labor que ha facilitado conocer el tainismo del habla criolla: “Este lexicón de las voces taínas, es el primer diccionario que se escribe en Santo Domingo a principios del siglo XX, y que Emiliano Tejeda no publicó en vida, pues fue completado y editado por su hijo Emilio Tejera, quien dio a conocer la labor lexicográfica de su padre cuando publicó su obra en la capital dominicana en 1951”. En cuanto a esta obra dice Rosario Candelier  que Pedro Henríquez Ureña  consignó en el prólogo de esa obra lo siguiente: “Así organizada, la obra es de excepcional valor. No contiene discusión ni disquisiciones filológicas: se limita a incluir las palabras indígenas que los viejos cronistas recogieron en sus escritos y las que se conservan hoy en el español de Santo Domingo. Todo lo que a los señores Tejera les ha parecido indígena está recogido aquí” (p. 383).

Nuestra lengua, portadora de costumbres, historias y poesías, nos reafirma en esta dominicanidad que amamos y testimoniamos en el lenguaje popular que aflora espontáneamente en la expresión verbal. En este sentido  voy a añadir las palabras de una dominicana en Miami quien expresó de una manera muy emotiva su agradecimiento cuando Bruno Rosario Candelier y María José Rincón presentaron el Diccionario del español dominicano en la Universidad de Miami, el 20 de marzo de 2014: “Yo, como dominicana que vivo en Miami, quiero darle las gracias a ustedes porque tenía tanta preocupación de ese llamado ‘complejo de Guacanagarix’  que tenemos los dominicanos. Gracias por devolverme la identidad, gracias porque como madre de domínico-americano le puedo decir a mi hijo que cuando él dice ‘yo hablo dominicano’ lo está diciendo con la autoridad que ustedes le dan”  (Sitio web “http:// clickeventonline.com /event/ cultura/ 140320- PresentaciondelDiccionariodelEspanolDominicano.html”.

En el Diccionario de mística el autor expone que recoge las voces propias de la mística, sin confundirla con la religión, la metafísica o el mito. Enseña que la mística entraña, como búsqueda de lo divino, la contemplación espiritual de lo viviente en busca de lo sagrado, del Misterio que arroba y anonada. En uno de los segmentos que el autor se refiere a la mística expresa que “desde la lírica mística de Leonor de Ovando, en la temprana fecha del siglo XVII en la Ciudad Colonial de Santo Domingo, hasta la creación teopoética de Freddy Bretón en esta hora luminosa del siglo XXI bajo la lumbre de la Mocanidad, las letras dominicanas han sido eco, fuero y cauce del aliento místico inherente en la lengua española, a cuyo través valiosos creadores dominicanos e hispanoamericanos han recibido la impronta espiritual del genio idiomático de Castilla, que nuestros escritores han honrado con el aporte de sus intuiciones y vivencias a la luz de la dominicanidad”. Bruno Rosario Candelier menciona “el despertar espiritual en la poesía” de Salomé Ureña, Domingo Moreno Jimenes, Martha María Lamarche, Manuel Valerio, Aída Cartagena Portalatín, Máximo Avilés Blonda, Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Jit Manuel Castillo, Roberto Miguel Escaño, Gloria Nolasco, Emilia Pereyra, Ofelia Berrido, Leopoldo Minaya, León David, Sally Rodríguez, Iki Tejada, Carmen Comprés, Carmen Pérez Valerio, Rocío Santos y Juan de Jesús Santos (pp. 230-231).

Resalta Rosario Candelier que los antiguos presocráticos, entre ellos Heráclito de Éfeso, Leucipo de Abdera y Pitágoras de Samos, entendían que en virtud del Logos, la palabra encauza una triple expresión figurativa: “El vocablo con su sentido básico, su vertiente simbólica y su connotación mística. La filosofía, la literatura y la espiritualidad abordan la dimensión profunda del decir hondo, traslaticio y sugerente de la palabra” (p. 447).

  1. ESTUDIOS LITERARIOS, de los cuales tomaré un cultor de nuestra lengua como muestra, a Pedro Henríquez Ureña, como aval de argumentos de este estudio del autor, consumado en Perfil del español dominicano. Lo he visualizado como la raíz que hizo que brotara de la intuición de Bruno  Rosario Candelier este nuevo fruto. Todos son frutos del árbol de los estudios del español dominicano. No es posible nombrarlos a todos en su magnitud, pero todos tienen su impronta registrada en esta obra,  y muchos pueden consultarse en su totalidad, en sus originales, fuentes nutrientes de esta obra de investigación lingüística a favor del español dominicano.

Nos recuerda el autor de esta obra que cuando la Academia Dominicana de la Lengua (ADL) se fundó el 12 de octubre de 1927 en Santo Domingo, mediante la convocatoria del arzobispo de Santo Domingo, monseñor Adolfo Alejandro Nouel, en ese tercer decenio del siglo XX los escritores eran, entre nuestros hablantes, quienes le ponían atención al estudio de la lengua, es decir,  el estamento literario de la intelectualidad dominicana  se preocupaba por su idioma, para conocerlo y manejarlo con propiedad, belleza y corrección. Igualmente los poetas,  narradores, dramaturgos, críticos y prosadores estudiaban la lengua desde el punto de vista lexicográfico, gramatical y ortográfico para lograr un uso ejemplar de la lengua, consigna Rosario Candelier. Dice además que en la intención de dichos académicos figuraba el objetivo de que los escritores no solo se dediquen a escribir textos ejemplares, sino que también estudien la lengua y escriban sobre sintaxis, la escritura correcta y el significado de las palabras (p. 251). Explica el director de la ADL que para hablar o escribir sobre aspectos fonéticos, lexicográficos o sintácticos del español dominicano se necesita hacer un estudio especializado de nuestro lenguaje ya que identificar la identidad léxica de un vocablo, definir su significado, señalar la recta redacción de un párrafo y pautar la forma correcta de su escritura requiere un conocimiento lexicográfico, gramatical y ortográfico que debe tener quien se proponga realizar dicha tarea lingüística (p. 252).

Según Bruno Rosario Candelier fue Pedro Henríquez Ureña el primer filólogo dominicano que le prestó atención al español dominicano, como consta en su libro El español de Santo Domingo, publicado en Buenos Aires en 1940. Fue también el primer escritor dominicano en abordar el estudio de nuestra literatura, pues escribió tres libros de esa temática: Las letras en Santo Domingo colonialLas corrientes literarias en Hispanoamérica y El español en Santo Domingo (p. 252): “El humanista entusiasta y fecundo, Pedro Henríquez Ureña, escribió numerosas obras centradas en el genio de nuestra lengua. Cultor apasionado de la palabra, intérprete eminente de la literatura hispanoamericana, ensayista prolífico y profundo, se dedicó al estudio de nuestra lengua y la interpretación de nuestras letras con una consagración ejemplar.  Publicó una veintena de obras centradas en la identidad lingüística y cultural de los hispanoamericanos. En México escribió en El Universal, hacia 1923, el concepto de que la América hispana precisaba de normas y orientaciones dirigidas hacia la definición inequívoca de su propia vida intelectual, estética y espiritual” (p. 487).  Y añade: “Pedro Henríquez Ureña es un paradigma del intelectual consagrado al estudio de las letras hispanoamericanas. Producto de una corriente cultural que anhelaba el desarrollo de la propia identidad histórica, social, lingüística y cultural en su expresión intelectual y estética; una forma de anhelar la independencia no solo política, sino idiomática y literaria según la aspiración de los intelectuales y escritores de la América española. En Seis ensayos en busca de nueva expresión (Buenos Aires, 1928), el filólogo dominicano encauzó ese anhelo de los escritores hispanoamericanos para alcanzar la propia voz como signo y cauce de una sentida apelación creadora con el uso de la lengua y el cultivo de las letras” (p. 487).

Cada persona es un pequeño universo, sostiene Rosario Candelier, y en tal virtud responde al ordenamiento de lo viviente. Afirma que con el Logos de la conciencia plasmamos nuestra capacidad de intuición, reflexión y creación que formalizamos en imágenes y conceptos.   Con el caudal idiomático de la variante de nuestra lengua recreamos nuestra percepción y valorización de las cosas, que la mente interpreta y la palabra presenta.  Formalizamos nuestra capacidad de comprensión y expresión del habla con la aplicación de la normativa establecida por la gramática, la fonética  y la ortografía de la lengua española.  La labor lexicográfica y fraseológica para los que nos ocupamos del estudio y el cultivo de las letras se ha cifrado en la confección de diccionarios y gramáticas, dando cuenta de su contenido y su formalización, como lo ha hecho al recopilar:

  • El caudal léxico de nuestro vocabulario, en el Diccionario del español dominicano.
  • Las expresiones idioléxicas, en el Diccionario fraseológico del español dominicano.
  • El caudal de nuestros símbolos, en el Diccionario de símbolos.
  • La onda espiritual de nuestras voces, en el Diccionario de mística.
  • El conjunto de nuestras paremias, en el Diccionario de refranes.
  • “Y esta obra que he titulado Perfil del español dominicano, con los atributos del habla criolla en este rincón antillano de nuestra América”.

Concluye Rosario Candelier su obra afirmando que a los académicos de nuestra lengua nos corresponde estimular el conocimiento de nuestro idioma y la valoración del español dominicano. Afirma que la ADL tiene una doble función: el estudio de la lengua y el cultivo de las letras mediante acciones concretas a favor de la comunidad, como coloquios, talleres, conferencia, edición de libros, respuestas a consultas, publicaciones de artículos de prensa, encuentros con docentes , entre otras tareas (p. 613): “Aunque el habla dominicana comenzó a gestarse desde el día en que los castellanos poblaron esta tierra, no fue sino a partir del siglo XVIII cuando el español dominicano tuvo la etapa precursora de su propio perfil. La obra del padre Antonio Sánchez Valverde, Idea del valor de la Isla Española, de 1785, es el primer texto donde aparece el vocablo dominicano, que es un anticipo de esa peculiaridad del español dominicano” (p. 55).  “La lengua se nos confirió al nacer, como se nos dio el aire y la cultura en la comunidad donde crecimos y nos criamos. Pero su posición y su dominio dependen del peculiar esfuerzo que hagamos para instalarnos real y vitalmente en sus fueros lingüísticos como lo logran los buenos cultores del idioma” (BRC).  El propósito se ha cumplido. Recordemos su tesis: Con la creación de una genuina expresión propia del español dominicano, con sus atributos o rasgos peculiares de su habla criolla, se consolida en el siglo XX el perfil de nuestra habla: Perfil del español dominicano, de Bruno Rosario Candelier.

Para terminar, leamos estos hermosos testimonios recogidos por el autor en esta obra: Uno es de María José Rincón, de la cual dice Rosario Candelier que  “es una poeta de la lengua”, no porque ella escribe versos, sino porque mediante el estudio de la lengua, en sus trabajos lexicográficos, sus ponencias y charlas, y en todo lo que ella escribe sobre nuestra lengua, hace poesía: “Y uso la palabra “poesía” en el sentido que la usaban los antiguos griegos. Para esos antiguos pensadores y estetas la palabra “poesía” significa “creación”: creación idiomática, creación de la palabra, creación de imágenes y conceptos”. Testimonia María José Rincón: Inés Aispún me preguntó en una entrevista cuál era para mí la palabra más hermosa del español dominicano. Nunca me lo había planteado, pero no lo dudé ni un instante. Tumbarrocío, le respondí. Se trata de un precioso sustantivo compuesto con el que se designa a un pequeño pajarito que vuela en nuestros campos y que, al posarse, hace caer gotas de rocío de las hojas (p. 298).

De Tomás Morel, dice Rosario que el poeta “expresa el rostro auténtico del pueblo rústico, el aliento soterrado del alma campesina, la mansa quietud del típico ambiente aldeano, con las voces de su entorno, como la casita de cana o el rancho viejo; y que asume los sentimientos de la gente del pueblo en trazos que condensan jalones de nuestra historia nacional” (p. 512):

 

Hoy he vuelto al lugar.

¡Todo ha cambiado!

¡La casita de cana,

la trilla sensitiva y soleada,

el rancho viejo, la sabana tonta

y la grimosa soledad del monte.

¡Todo ha cambiado y solo el camino

me hizo una mueca que creí cansancio…

Lo demás… lo de siempre:

¡Los viejos que se mueren en la ausencia!

 

(Bruno Rosario Candelier, Perfil del español dominicano, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2019).

 

Presentación del Diccionario panhispánico del español jurídico

Por Fabio Guzmán Ariza

 

Para la Academia Dominicana de la Lengua y para quien les habla es un gratísimo honor presentarles en el día de hoy el Diccionario panhispánico del español jurídico, en especial por encontrarse entre nosotros la persona que concibió, promovió y dirigió la obra: don Santiago Muñoz Machado, actual director de la Real Academia Española, presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española y uno de los más connotados juristas del mundo de habla hispana. Como delegado de la Academia Dominicana y colaborador en la preparación del Diccionario, tuve el privilegio de escuchar el discurso de presentación de don Santiago en el acto solemne celebrado en el paraninfo de la ocho veces centenaria Universidad de Salamanca, que presidió el rey Felipe VI de España y al que asistieron todos los presidentes de las Cortes Supremas de habla hispana —incluyendo don Mariano Germán Mejía, a la sazón presidente de nuestra Suprema Corte—, directores y delegados de las veintitrés academias de la lengua, así como profesores universitarios de ambos lados del Atlántico y otras altas autoridades españolas e hispanoamericanas.

En su discurso de presentación en Salamanca, don Santiago Muñoz explicó que el punto de partida del Diccionario panhispánico del español jurídico fue el Diccionario del español jurídico, obra que recoge el léxico jurídico de España y que hizo realidad su idea y anhelo de elaborar un diccionario jurídico en español siguiendo las normas lexicográficas modernas. Este planteamiento fue refrendado, en noviembre de 2014, por las altas instancias judiciales y académicas españolas, y en menos de dos años, en abril de 2016, producto de la dirección férrea de don Santiago, vio la luz el Diccionario del español jurídico, de la autoría conjunta de la Real Academia Española y del Consejo General del Poder Judicial español.

En ese mismo año de 2016, don Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial español y, en ese entonces, presidente de la Cumbre Judicial Iberoamericana, que es la organización que vertebra la cooperación y concertación entre los Poderes Judiciales de los veintitrés países de la comunidad iberoamericana de naciones, propuso a la Cumbre celebrada en Paraguay la preparación de un diccionario jurídico panhispánico que contribuyera a la claridad y accesibilidad del lenguaje jurídico en castellano para todos los hispanohablantes, de manera que los juristas, las administraciones y empresas de las distintas naciones hispanas pudieran entenderse mutuamente, así como aprender unas de las otras, sin que sus particularidades jurídico-língüísticas se erigieran en un obstáculo insalvable para ello. La Cumbre aprobó la propuesta, la dirección del proyecto recayó en don Santiago y, trabajando sobre la base —o sobre la planta, como dicen los lexicógrafos— del Diccionario del español jurídico, se produjo, una vez más, un nuevo diccionario en un tiempo récord de menos de dos años.

Es oportuno señalar que la publicación del Diccionario panhispánico del español jurídico se enmarca dentro de la política panhispánica asumida por las academias de la lengua española desde fines del siglo XX. Según esta política, la elaboración de los códigos lingüísticos tradicionales —el diccionario, la ortografía y la gramática— no debe partir como antes “desde el deseo de mantener una lengua ‘pura’, basada en los hábitos lingüísticos de una parte reducida de sus hablantes, […] no contaminada por los extranjerismos ni alterada por el resultado de la propia evolución interna” del idioma, sino desde el reconocimiento de que para garantizar el mantenimiento de su unidad básica, que es lo que permite hablar de una comunidad hispanohablante, la variación, el cambio, el policentrismo y la cooperación interacadémica han de ser aceptados como hechos naturales que, lejos de interferir con su valor, lo realzan y multiplican. Es una cuestión de sensatez elemental admitir que los códigos lingüísticos del español no han de basarse solamente en los usos de 47 millones habitantes de España, que no llegan ni al diez por ciento de los 580 millones de hispanohablantes actuales, mucho menos de los 10 o 11 millones de habitantes de Castilla, incluyendo a Madrid. Por igual razón, el diccionario por antonomasia del español no debe llevar por nombre, como antaño, el eurocéntrico Diccionario de la Real Academia Española, sino, como hogaño, el universal Diccionario de la lengua española, que refleja la labor conjunta de las veintitrés academias de la lengua en su elaboración. Esta política panhispánica se ha aplicado a lo largo de este siglo XXI a todas las obras académicas: Diccionario de la lengua española, Diccionario panhispánico de dudas, Ortografía de la lengua española, Nueva gramática de la lengua española, etc. Y se aplicó también plenamente en la preparación del Diccionario panhispánico del español jurídico: a los equipos de profesores y juristas españoles que colaboraron en el Diccionario del español jurídico, se sumaron miembros de los tribunales y cortes supremas de los países hispanoamericanos, reconocidos juristas pertenecientes a las academias de la lengua americanas y profesores universitarios de todo el nuevo continente, en total, más de cuatrocientos abogados y filólogos de Hispanoamérica y España.

El resultado lo tenemos a la vista: una impresionante obra de 2220 páginas y cerca de 40,000 entradas, en dos volúmenes, que contiene voces y expresiones en uso en todo el mundo jurídico de habla hispana, ordenadas y definidas con la misma metodología y criterios lexicográficos con que se hacen los diccionarios de la lengua, y enriquecidas con documentos extraídos de leyes y jurisprudencia, a los que muy pronto se podrá acceder en la red. Por primera vez en la historia del español y del derecho se ha preparado y editado una obra de este carácter, sin parangón, pues nunca antes ha existido un diccionario que pretenda abarcar el lenguaje jurídico de toda la comunidad hispanoamericana.

En el prólogo del diccionario, Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial españoles, resalta la particular importancia que ha de tener un diccionario jurídico panhispánico ante el dinamismo y falta de univocidad de la lengua común que usamos día a día los hispanohablantes:

…[S]i las recapitulaciones lexicográficas y los diccionarios pretenden unificar criterios y definir conceptos, en el ámbito del derecho la función de precisión conceptual es más perentoria que en ningún otro campo por las consecuencias que conlleva en su aplicación práctica y por las insoslayables exigencias de la seguridad jurídica.

Cuando se fijan competencias, se reconocen derechos, se imponen obligaciones o sanciones y, en definitiva, se definen e interpretan instrumentos y garantías para su concreción, la arbitrariedad y la incertidumbre han de desterrarse por completo.

Ciertamente, los rasgos distintivos más importantes del lenguaje jurídico deben ser la precisión y la claridad. De ahí que lo ideal sea que cada palabra, cada expresión y cada enunciado puedan ser comprendidos por los diversos destinatarios del texto jurídico exactamente de igual manera, sin ambigüedades ni vaguedades, lo cual implica que se deben eliminar las inexactitudes del lenguaje común mediante el uso constante del término justo y adecuado. Este ideal, sin embargo, es muy difícil de alcanzar porque el español, al igual que todas los otras lenguas del mundo, es esencialmente impreciso —los significados de las palabras no son ni inmutables ni ubicuos, sino que varían según el contexto, la época, el lugar, etc. Esto así haciendo abstracción de los sempiternos defectos de redacción que desde siempre han entorpecido la comprensión de los textos jurídicos: el léxico ampuloso, la innecesaria complejidad sintáctica y las incorrecciones de todo tipo que tanto abundan en nuestro lenguaje jurídico.

Estos obstáculos no podrán jamás salvarse completamente: la precisión y claridad absolutas serán siempre una quimera. Es factible, sin embargo, mitigar sus efectos de varios modos, entre ellos, elaborando un lexicón como el Diccionario panhispánico, que cuenta con el prestigio y la autoridad suficientes para servir de obra de referencia obligada para toda la clase jurídica hispanohablante, de manera similar a como el Diccionario de la lengua española es hoy en día la guía de consulta por excelencia sobre el léxico general de todos los que hablamos el castellano.

Ahora bien, la recopilación y organización de todo el vocabulario jurídico del mundo hispano, por más descomunal que haya sido el esfuerzo conjunto desplegado por don Santiago Muñoz Machado y los especialistas que colaboraron en la preparación del Diccionario panhispánico, no es faena de unos pocos años. Por ello, el jurista dominicano que consulte el Diccionario panhispánico notará enseguida la ausencia de parte del léxico jurídico que utiliza a diario, así como la preponderancia en su contenido del vocabulario jurídico peninsular. Esto último delata el hecho de que, como se ha dicho, la planta del Diccionario panhispánico del español jurídico ha tenido como base la del Diccionario del español jurídico.

La omisión de una parte del léxico jurídico de la República Dominicana del Diccionario panhispánico obedece fundamentalmente a la peculiaridad de nuestro lenguaje jurídico, que utiliza una gran cantidad de voces extrañas al lenguaje jurídico común en español, y cuya recopilación requiere de un tiempo considerable, mucho mayor del que fue concedido al Consejo de Poder Judicial dominicano, que quizás también actuó con cierto desinterés, algo que de seguro no ocurrirá bajo la nueva presidencia del magistrado Luis Henry Molina.

Respecto de la singularidad de nuestro lenguaje jurídico, cabe recordar que contrasta con el de los demás países hispanoamericanos por derivarse en gran medida de los cinco códigos napoleónicos —Código Civil, Código de Procedimiento Civil, Código Penal, Código de Procedimiento Criminal y Código Comercial— adoptados con muy pocas modificaciones a partir de nuestra independencia en 1844, por ser los más avanzados de la época, y vigentes, ¡en francés!, hasta la penúltima década del siglo XIX, cuando fueron traducidos al castellano. En las primeras décadas del siglo XX, la mayoría de los textos de estudio en la Universidad de Santo Domingo eran en francés: mi padre, por ejemplo, al igual que el resto de la promoción del año 1927 a la que perteneció, se inició en Derecho Civil con el Droit Civil de Gabriel Baudry-Lacantinerie. En la actualidad, en ciertas ramas del Derecho como el mismo Derecho Civil y el Derecho Procesal Civil, que siguen regidos por los códigos decimonónicos, es inconcebible estudiar un caso con propiedad y profundidad sin consultar la doctrina y jurisprudencia francesas en las diversas enciclopedias y códigos anotados. Un último dato muy pertinente: el diccionario jurídico por excelencia del abogado y juez dominicano, el más citado, el que figura como la principal fuente en el glosario de términos legales que el Consejo del Poder Judicial publica en su sitio en internet, es todavía —aunque espero que no lo sea por mucho tiempo— el Vocabulario jurídico de Henri Capitant, de unas seiscientas páginas, una traducción del francés de hace casi cincuenta años.

No es de extrañar, pues, el gran caudal de galicismos existente en el léxico jurídico dominicano y la distancia enorme entre ese léxico y el de los demás países hispanohablantes, que solo se ha venido achicando en las últimas décadas con la adopción de patrones iberoamericanos en varias ramas del derecho. Por las razones antes mencionadas, muchos de estos términos provenientes del francés no aparecen todavía en el Diccionario panhispánico. Como muestra, no encontramos allí, limitándonos tan solo a la primera letra del alfabeto, voces tan usuales en el habla de los abogados dominicanos como acto recordatorio, aporte en naturaleza y asociación sin fines de lucro. Tampoco figuran en el lexicón galicismos crudos como avenir (en la acepción utilizada en la República Dominicana de acto por el cual un abogado comunica al abogado contrario la fecha de una audiencia), contredit, petit référé y saisine. Ni hablar de gabachos como demanda en responsabilidad civil (en lugar de demanda de responsabilidad civil), bienes sucesorales (en vez de bienes sucesorios), sentencias en defecto (en lugar de sentencia en rebeldía), etc.

De manera que el tópico de que todo diccionario es una obra inacabada cobra especial relevancia en cuanto al léxico jurídico dominicano en el Diccionario panhispánico. Al decir esto no es mi intención en lo absoluto criticar al Diccionario, sino estimular, alentar, si se quiere, incitar y provocar, al Consejo del Poder Judicial, al Tribunal Constitucional, así como a todos los académicos, profesores y doctrinarios dominicanos, a que cooperen de manera solidaria con la dirección del Diccionario para subsanar prontamente estas omisiones, ya que el Diccionario panhispánico del español jurídico es una magna obra que, no obstante las carencias señaladas desde la óptica dominicana —todas remediables—, constituye hoy día el texto de referencia idóneo para la comunidad jurídica de habla hispana. Para el jurista dominicano de manera particular, el Diccionario, aun en su estado actual, resulta de gran utilidad tanto por la abundancia de voces que contiene y la precisión de sus definiciones como por el léxico explicado en materia constitucional, administrativa y de derecho internacional privado, ramas del derecho que en la República Dominicana han sido muy influidas por el derecho español en los últimos años.

Finalmente, siguiendo el juicioso aforismo de Julio Cortázar de que “las citas evitan decir peor lo que ya otro dijo bien», concluyo con estas palabras inmejorables de don Santiago Muñoz, tomadas de su discurso en Salamanca: “[El Diccionario panhispánico del español jurídico] mantendrá el valor de la cultura jurídica común que hemos heredado, pero también servirá para asegurar la pervivencia en los pueblos ibéricos de los conceptos en que se apoyan las formas democráticas de gobierno, los valores del Estado de Derecho y las garantías de las libertades. Contribuirá a aumentar la seguridad jurídica de los ciudadanos y las empresas en todos los Estados de Hispanoamérica. Podrá ser el texto de referencia para una comunidad jurídica intercomunicada en la que los poderes públicos encuentren modelos ideales para sus regulaciones y políticas. Un ordenado sistema de ideas que sirva de repositorio de nuestros saberes y experiencias. Un libro inacabable donde buscar ejemplos y orientar la legislación y facilitar el trabajo de los tribunales y de todos los operadores jurídicos.” Confío esperanzado en que lo dicho por don Santiago sea muy pronto una realidad en la República Dominicana y en todo el mundo hispanohablante.

 

Fabio J. Guzmán Ariza

Discurso en la presentación del

Diccionario panhispánico del español jurídico.

Santo Domingo, Casa de las Academias, 1 de marzo de 2020.

La lírica platónica de fray Luis de León

Por Bruno Rosario Candelier

 

A

Niurca Herrera,

fulgor que arrulla la Creación.

 

Fue Platón (429-347 a.C.), el antiguo filósofo griego, quien enseñaba que allá arriba, En the Selene, en ese ámbito supralunar donde moraba la REALIDAD IDEAL, existían todas las cosas con su genuina esencia, y cuanto conocemos aquí no es más que una réplica o copia de su naturaleza primordial, concepto que dio origen al IDEALISMO de su doctrina estética, filosófica y teológica con la que explicaba la realidad, fundaba su cosmovisión y formulaba el conocimiento de las cosas.

Varios siglos después, uno de los intelectuales seguidores del ideal platónico, el poeta español fray Luis de León (1527-1591), mediante el poder espiritual de su imaginación mística se instaló en el fuero sutil de la “realidad ideal” donde apreció el sentido de lo trascendente, por lo que pudo plasmar en su lírica simbólica la doctrina platónica que asumió como fuente de su inspiración creadora, iluminada en el ideal sagrado de la teología cristiana y la gracia mística de lo divino.

Cuenta la tradición que cuando fray Luis de León retomó la cátedra de teología en la Universidad de Salamanca, de la que había sido separado por un proceso inquisitorial, ante la curiosidad de los presentes en el aula universitaria, proclamó al inicio de su intervención: “Como decíamos ayer…”, reiterando la concepción de las ideas que lo llevaron a padecer cárcel y angustia a causa de mezquinas intrigas en su contra.

Justamente la cárcel fue la imagen que le sirvió a este brillante poeta para concebir la vida humana como una prisión cuya liberación alcanzaría el hombre cuando alcance el reino celestial. Fray Luis de León se hizo sacerdote de la Orden de San Agustín, y como el santo de Hipona, fue un neoplatónico cristiano, ya que situaba en el más allá el destino último del hombre y el modelo arquetípico de la Creación del mundo.

Su obra le granjeó una inmensa fama de inspirado lírico que lo sitúa en la más alta cumbre de la poesía de Occidente en virtud de la pureza lírica de su creación poética (1). La calidad, la hondura y la belleza de su poesía es una expresión de alta vivencia espiritual y estética a la que tienen acceso los contemplativos, iluminados y místicos. Fray Luis de León entendía que todo acto creador se inspira en la Energía Superior de la Divinidad con el aliento sobrenatural del vínculo sagrado y la onda intangible de lo Alto. Con esa concepción mística, escribió poemas y ensayos, consciente de la participación divina en la creación humana y por eso nunca se vanagloriaba de su obra, que dio a conocer con ascética humildad intelectual. Consecuente con ese criterio valoraba en la creación humana el influjo de lo divino, presente en todo cuanto el hombre intuye, hace, dice o crea. La poesía del famoso agustino canaliza los siguientes atributos de su ideario estético:

  1. La poesía como creación espiritual y estética entraña el aliento superior de lo divino. 2. El valor de un poema lo determinan la belleza de su forma y el valor de su sentido. 3. La sustancia de un poema se funda en su dimensión estética y su connotación espiritual. 4. El poema ha de expresar el doloroso sentir ante el engaño, la falsedad y el sufrimiento. 5. La creación literaria ha de expresar la verdad, la belleza y el sentido de lo divino como el más alto bien. “En la Ascensión” (2), fray Luis de León esboza esos conceptos plasmados con honda reflexión y dolorida actitud por el sentimiento de abandono que invade su alma:

 

¿Y dejas, Pastor santo,

tu grey en este valle hondo, oscuro,

con soledad y llanto;

y tú, rompiendo el puro

aire, te vas al inmortal seguro?

Los antes bienhadados,

y los agora tristes y afligidos,

a tus pechos criados,

de Ti desposeídos,

¿a dó convertirán ya sus sentidos?

¿Qué mirarán los ojos

que vieron de tu rostro la hermosura,

que no les sea enojos?

Quien oyó tu dulzura,

¿qué no tendrá por sordo y desventura?

 

Todo creador, tanto si escribe, pinta, esculpe, modela o compone, produce inducido por una secreta apelación que despierta su sensibilidad y desata la pasión que da forma y sentido a la sustancia de una nueva realidad estética. Los poemas de fray Luis de León permiten inferir que este grandioso creador tuvo como aliento inspirador las siguientes motivaciones: 1) Nostalgia del cielo. 2) Anhelo de perfección. 3) Vocación contemplativa. 4) Simpatía por la soledad, el silencio y el sosiego. 5) Anhelo de paz espiritual.

Al igual que Platón, este poeta y sacerdote agustino creía en la existencia de la región celeste donde mora la verdad pura, la belleza ideal y el bien supremo, que asumía como el modelo original y la fuente primordial de cuanto existe, esto es, como arquetipo de lo que conocemos, señalando, como escribe ese original prosador en De los nombres de Cristo, que “si comparamos aqueste nuestro miserable destierro, es comparar el desasosiego con la paz, y el desconcierto y la turbación y el bullicio y desgusto de la más inquieta ciudad con la misma pureza y quietud y dulzura. Que allí se afana y aquí se descansa; aquí se imagina y allí se ve; aquí las sombras de las cosas nos atemorizan y asombran, allí la verdad sosiega y deleita; esto es tinieblas, bullicio, alboroto; aquello es luz purísima en sosiego eterno” (3).

Como genuino poeta con alta sensibilidad empática, fray Luis de León era un hombre abierto al dolor de los sentidos y poroso al valor de fenómenos y cosas. El “dolorido sentir” de que hablaba Garcilaso de la Vega era la condición entrañable de este inmenso lírico español. Dotado del poder para sentir, canalizó su potencial creador hacia la más alta cima que las criaturas alcanzan cuando trascienden la demanda sensorial de apetitos y pasiones. La concepción de un creador influye en su creación, como naturalmente influye todo lo que piensa, siente, hace, quiere o crea. La concepción ideológica, por ejemplo, suele convertirse en rienda que frena, perfila o condiciona actuaciones, actitudes y creencias.

La idea que tiene un autor, que en lo conceptual influye en la perspectiva de su vida y su obra, viene configurada por su sensibilidad y su conciencia, que determinan la naturaleza de la creación, el tipo de figuraciones o la onda de sentimientos y motivos que conforman la sustancia del poema, la narración, el drama o el ensayo. Desde luego, no siempre la sensibilidad va pareja al pensamiento y, cuando afinan, lo que sentimos concita lo que queremos. Una terrible lucha interior debió fraguarse en la conciencia de fray Luis de León, pues siendo un hombre altamente sensible para las delicias del mundo, optó por renunciar a los placeres de la carne para vivir en armonía con la pasión divina que concitaba su honda sensibilidad, ya que se identificó con lo que sentía interiormente para actuar y vivir en coherencia con lo que pensaba. Es decir, se trataba de una poderosa motivación conceptual al servicio de su sensibilidad estética y su vocación espiritual.

La sensibilidad estética y la conciencia mística de fray Luis de León presentan, según infiero de su obra, este cuadro caracterizador:

  1. Inclinación fraguada por el dolorido sentir para vivir, conocer y crear.
  2. Sensibilidad honda y abierta por todo con actitud compasiva y empática.
  3. Atracción por las delicias del mundo, que conmutó por su pasión divina.
  4. Opción por el sosiego interior en armonía con la moral ascético-cristiana.
  5. Simpatía por lo divino, con inspiración arrebatada por lo trascendente.

Esa disposición de su sensibilidad y su conciencia irrumpe en la mente del poeta y perfila su cosmovisión y su vocación, configurándolas mediante las ideas que informan el contenido intelectual de doctrinas, orientaciones y normas, como la platónica, la pitagórica y la cristiana, tres tendencias espirituales que confluyen armoniosamente en su obra literaria.

La cosmovisión espiritual en la lírica de fray Luis de León la sintetizo en estos términos:

  1. Concepción de la existencia terrenal como una desventura que entraña cárcel y destierro de nuestra verdadera morada, sentimiento que ilustra en el poema “Noche serena”, a la luz de la noche estrellada de Castilla, el cielo que contempla azorado y que le hace anhelar la gloria del cielo:

 

Cuando contemplo el cielo

de innumerables luces adornado,

y miro hacia el suelo

de noche rodeado,

en sueño y en olvido sepultado:

el amor y la pena

despiertan en mi pecho un ansia ardiente;

despiden larga vena

los ojos, hechos fuente;

Olarte, y digo al fin con voz doliente:

morada de grandeza,

templo de claridad y hermosura:

el alma que a tu alteza

nació, ¿qué desventura

la tiene en esta cárcel, baja, oscura?

¿Qué mortal desatino

de la verdad aleja así el sentido,

que de tu bien divino

olvidado, perdido,

sigue la vana sombra, el bien fingido?

 

  1. Percepción de la armonía de lo viviente en el concierto del Cosmos, concepción pitagórica inspirada en la armonía del Universo que fray Luis de León asimiló en su formación clásica, visión que le permitió al religioso agustino concebir la imagen de la cítara en las manos divinas, siendo la armonía cósmica, según explica Dámaso Alonso, “el gran canto de un inefable músico”, que es Dios, el gran concertador universal (4):

 

Quien mira el gran concierto

de aquestos resplandores eternales,

su movimiento cierto,

sus pasos desiguales,

y en proporción concorde tan iguales:

la luna cómo mueve

la plateada rueda, y va en pos de ella

la luz do el saber llueve,

y la graciosa estrella

de Amor la sigue reluciente y bella.

 

  1. Concepción de la belleza del mundo, imagen, fuero y eco de la belleza celeste, visión del anhelo del Paraíso, que la doctrina cristiana sitúa como el más alto bien, idea que llevaba al místico a renunciar a los placeres del mundo para lograr la ascesis purificadora de los sentidos en procura de la unión con lo divino, como canta en “Noche serena”:

 

¿Quién es el que esto mira,

y precia la bajeza de la tierra,

y no gime, y suspira

por romper lo que encierra

el alma, y de estos bienes la destierra?

Aquí vive el contento,

aquí reina la paz; aquí asentado

en rico y alto asiento,

está el Amor sagrado

de glorias y deleite rodeado.

Inmensa hermosura

aquí se muestra toda, y resplandece

clarísima luz pura,

que jamás anochece:

eterna primavera aquí florece.

 

  1. Ideación de este mundo como cárcel, percepción fraguada en la realidad dolorosa que sufrió, imagen que el poeta español creó a partir de su experiencia en la cárcel de Valladolid, con la ponderación de que la vida es sufriente y tortuosa, cercada de pena y preñada de tristeza, como plantea en el poema  “A nuestra Señora”:

 

Virgen que el sol más pura,

gloria de los mortales, luz del cielo,

en quien la piedad es cual la alteza:

los ojos vuelve al suelo,

y mira un miserable en cárcel dura,

cercado de tinieblas y tristeza.

Y si mayor bajeza

no conoce, ni igual el juicio humano,

que el estado en que estoy por culpa ajena;

con poderosa mano

quiebra, Reina del cielo, esta cadena.

 

  1. Consideración de la Idea platónica de una morada eterna del Bien, la Verdad y la Belleza, que le permite al poeta inferir que toda belleza física hace recordar la existencia de la Belleza Universal o Ideal, razón por la cual el alma, en su ascenso espiritual, anhela la unión mística con Dios, según escribe en el célebre poema “A Francisco Salinas”:

 

Traspasa el aire todo

hasta llegar a la más alta esfera,

y oye allí otro modo

de no perecedera

música, que es de todas la primera.

Ve como el gran Maestro,

a aquesta inmensa cítara aplicado,

con movimiento diestro

produce el son sagrado

con que este eterno templo es sustentado.

 

Para entender a un poeta que en su poesía canaliza una visión pura de la vida y el mundo con una concepción filosófica, clásica y mística, hay que descubrir la clave para valorarlo conceptual, estética y espiritualmente. En la lírica frayluisiana subyace un trasfondo pitagórico, platónico y cristiano. Ángel Custodio Vega califica a fray Luis de León como “gran místico doctrinal” (5), puesto que se trata de un pensador y poeta que fundamenta su creación literaria en la filosofía platónica, la teología católica y la estética clásica en un criterio conceptual asumido conscientemente. Para entender, sentir y valorar la producción poética del fraile agustino presento esta guía como clave general de su lírica mística:

  1. Percepción de la belleza sutil que nos sugiere la belleza particular de lo sensible según nuestra percepción sensorial, como leemos en “Vida retirada”:

 

El aire el huerto orea

y ofrece mil olores al sentido;

los árboles menea

con un manso ruido,

que del oro y del cetro pone olvido.

Ténganse su tesoro

los que de un falso leño se confían;

no es mío ver el lloro

de los que desconfían,

cuando el cierzo y el ábrego porfían.

 

  1. Comprensión del misterio cósmico a partir de la armonía universal. Según esta concepción, hay una armonía individual en sintonía con los acordes de la armonía universal, de la misma manera que hay una empatía personal en dos almas que experimentan vibraciones afines. En “Vida retirada” leemos:

 

Y mientras miserable-

mente se están los otros abrasando

con sed insaciable

del no durable mando,

tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,

de yedra y lauro eterno coronado,

puesto el atento oído

al son dulce, acordado,

del plectro sabiamente meneado.

 

  1. Concepción de la verdad poética, que “Noche serena” cifra como intuición del sentido en una doctrina filosófica, teológica y estética:

 

Aquí vive el contento,

aquí reina la paz; aquí, asentado

en rico y alto asiento,

está el Amor sagrado,

de gloria y deleites rodeado;

inmensa hermosura

aquí se muestra toda, y resplandece

clarísima luz pura,

que jamás anochece:

eterna primavera aquí florece.

 

  1. Valoración del Bien Supremo al que supedita todo bien pasajero del mundo:

 

Vivir quiero conmigo,

gozar quiero del bien que debo al cielo,

a solas, sin testigo,

libre de amor, de celo,

de odio, de esperanzas, de recelo.

 

  1. Captación de la voz universal, que muestra verdades reveladas, diferente de la voz personal, que expresa verdades intuidas. Para atrapar la voz universal se requiere: a) la activación del “cordón umbilical” de la conciencia; b) una experiencia trascendente; c) el desarrollo de la inteligencia sutil; y d) pasión por la verdad profunda y la belleza sublime. En “Noche serena” la voz universal rutila con su encanto:

 

El hombre está entregado

al sueño, de su suerte no cuidando;

y con paso callado

el cielo, vueltas dando,

las horas del vivir le va hurtando.

 

He dicho que fray Luis de León es el poeta de la energía armónica (6). El famoso poeta castellano enalteció la lírica española del Siglo de Oro, y siendo catedrático de la Universidad de Salamanca conoció a Francisco Salinas, prestigioso músico a quien le consagró uno de sus más célebres poemas. Se trata del titulado “A Francisco Salinas”, singular oda en la que exalta la armonía del mundo, indudable tributo a la enseñanza de inspiración pitagórica y platónica. El celebrado poema, uno de los más exquisitos de la lírica española, alcanza ecos de la más pura armonía, ya que mediante el tramado rítmico prepara el alma para disfrutar los acordes divinos al presentir la irradiación de los efluvios celestiales. Y con esa disposición suprasensorial, intelectual, imaginativa, afectiva y espiritual el poeta engarza al contenido de su inspiración estética un influyo centrado en las siguientes coordenadas del pensamiento presocrático:

  1. Concepción del alma como cauce de armonía, sosiego y equilibrio.
  2. Idea de que los fluidos musicales penetran el costado profundo del ser.
  3. La música purifica el ser por el efecto vibrador de las notas musicales.
  4. Purificados el cuerpo y el alma, el espíritu encauza la esencia divina.
  5. La gracia divina ilumina y enaltece la condición humana.

En tanto expresión de los efluvios suprasensibles, la lírica tiene la capacidad de atizar la más pura y sublime dimensión del sentimiento, fuero y cauce de las irradiaciones superiores que hacen “sentir en el espíritu” la llama sutil de la inspiración divina, como el inspirado poema “A Francisco de Salinas”:

 

El aire se serena

y viste de hermosura y luz no usada,

Salinas, cuando suena

la música extremada

por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino

el alma que en olvido está sumida,

torna a cobrar el tino

y memoria perdida

de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,

en suerte y pensamientos se mejora,

el oro desconoce

que el vulgo ciego adora,

la belleza caduca engañadora.

Traspasa el aire todo

hasta llegar a la más alta esfera,

y oye allí otro modo

de no perecedera

música, que es de todas la primera.

Ve cómo el gran Maestro,

a aquesta inmensa cítara aplicado,

con movimiento diestro

produce el son sagrado

con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta

de números concordes, luego envía

consonante respuesta,

y entrambas a porfía

mezclan una dulcísima armonía.

Aquí el alma navega

por un mar de dulzura, y finalmente

en él ansí se anega,

que ningún accidente

extraño o peregrino oye o siente.

¡Oh desmayo dichoso!

¡Oh muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido!

¡Durase en tu reposo

sin ser restituido

jamás a aqueste bajo y vil sentido!

A este bien os llamo,

gloria del Apolíneo sacro coro,

amigos, a quien amo

sobre todo tesoro,

que todo lo visible es triste lloro.

!Oh!, suene de contino,

Salinas, vuestro son en mis oídos,

por quien al bien divino

despiertan los sentidos,

quedando a lo demás amortecidos (7).

 

La expresión mística en la pureza lírica de fray Luis de León, que se funda en la concepción de la vida terrena como cárcel o destierro, criterio derivado de la idea platónica de un estado perfecto en el otro mundo y que, según la ascética cristiana, para merecerlo hay que renunciar a cuanto denigra la conciencia mediante la purificación de los sentidos y una vida en armonía espiritual con lo divino. Según esa concepción mística, fray Luis de León se valió de la teoría pitagórica de la armonía del mundo, para vivir en sintonía con los acordes cósmicos y el ascenso del espíritu, canal para la búsqueda de lo divino, considerado como el más alto bien. Como creación literaria, la lírica frayluisiana, enaltecido modelo en las letras occidentales, presenta singulares características literarias: aliento espiritual y estético expresado con animación dramática en una recreación platónica, pitagórica y cristiana. La perfección clásica de su creación, cauce de conceptos equilibrados y armonía formal, se plasma en un lenguaje culto, correcto y elegante que da cuenta del sentir que arrebata la sensibilidad y eleva la conciencia, como lo enfatiza el poema “Vida retirada”:

 

¡Qué descansada vida

la del que huye el mundanal rüido

y sigue la escondida

senda, por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido;

que no le enturbia el pecho

de los soberbios grandes el estado,

ni del dorado techo

se admira, fabricado

del sabio Moro, en jaspes sustentado!

No cura su la fama

canta con voz su nombre pregonera,

ni cura si encarama

la lengua lisonjera

lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento,

si soy del vano dedo señalado;

si, en busca deste viento,

ando desalentado,

con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, o fuente, oh río!

¡Oh secreto seguro, deleitoso!,

roto casi el navío,

a vuestro almo reposo

huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,

un día puro, alegre, libre quiero;

no quiero ver el ceño

vanamente severo

de a quien la sangre ensalza, o el dinero.

Despiértenme las aves

con su cantar sabroso no aprendido;

no los cuidados graves,

de que es siempre seguido

el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo;

gozar quiero del bien que debo al cielo,

a solas, sin testigo,

libre de amor, de celo,

de odio, de esperanzas, de recelo.

 

La obra poética de fray Luis de León, signo de elevada intuición estética y honda fruición espiritual, es el testimonio del poeta platónico, fuero y cauce de la más pura y exquisita expresión de la lírica española con el sentido que edifica y la belleza que embriaga.

En homenaje a nuestro agraciado colega en el cultivo de la palabra, Juan José Jimenes Sabater, sobresaliente creador que firma sus escritos con el pseudónimo de León David, transcribo uno de sus celebrados poemas, inspirado también en el ideal platónico y en la magia estética del lírico español, como es el texto titulado “La Idea de Platón”:

 

La Idea de Platón, esa inmutable
primera claridad, lumbre perdida,
del saber fuente, fuente de la vida
que mis ojos elude, inabarcable…

 

Lo que mis ojos ven y lo que nombra
el labio desleal con torvo apaño
es error, ilusión, quimera, engaño,
especioso discurso de la sombra.

 

¿Quién se puede fiar de lo que crece?
El tiempo es un tahúr que todo trueca:
hoy brote tierno, mañana rama seca,
polvo al final que el tiempo desvanece.

 

Solo la Idea indómita resiste
el asalto brutal de la jornada,
el filo de esta angustia, de esta nada
que estruja, muerde, corta, quema, embiste…

 

La Idea de Platón, única estancia
donde mora el instante detenido,
donde la Eternidad, -sordo bramido-
prolonga en el añoro su fragancia.

 

Es la Verdad que la palabra hospeda,
es la Belleza que en la flor fulgura,
presencia de lo eterno en la impostura
de todo lo que pasa… lo que queda.

 

El único pilar al que la mente
puede asirse en su vuelo temblorosa,
la que hace que la rosa sea la Rosa
vulnerable, fugaz y permanente.

 

Bruno Rosario Candelier

Encuentro en el Centro UASD

Nagua, R. Domin., 7 de marzo de 2020.

 

Notas:

  1. Este famoso poeta y pensador agustino nació en Belmonte, Cuenca, España, en 1527. Estudió Teología en la Universidad de Salamanca, y Sagradas Escrituras en la Universidad de Alcalá de Henares. Tradujo al español El cantar de los cantares y el Libro de Job. Publicó La perfecta casada y De los nombres de Cristo. Y escribió enjundiosos poemas de aliento místico. Cuando murió en Ávila, en 1591, tenía nombradía como pensador, traductor, prosador, poeta y místico. Cfr. J. García López, Historia de las literaturas hispánicas, Barcelona, Teide, 1967, p.105.
  2. Miguel de Santiago, Antología de poesía mística española, Barcelona, Verón editores, 1998, p. 62.
  3. Fray Luis de León, “De los nombres de Cristo”, en José García López, Antología de la literatura española, Barcelona, Teide, 1967, 8a. ed., p. 87.
  4. Dámaso Alonso, Poesía española, Madrid, Gredos, 1971, p. 176.
  5. En Miguel de Santiago, Antología de poesía mística española, p. 56.
  6. Bruno Rosario Candelier, “Filosofía presocrática”, en La creación cosmopoética, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2005, p. 40.
  7. 7. Fray Luis de León, Poesía, Madrid, Ediciones Cátedra, 1994, 69-70, 81.

El orden sintáctico de los componentes oracionales

Por Tobías Rodríguez Molina

Si se tiene  en cuenta la etimología u origen del término sintaxis, nos daremos cuenta de que el orden en las oraciones desempeña un papel de suma importancia. Recordemos que dicho vocablo (sintaxis) procede de dos palabras griegas que traducidas al español significan “con orden”. Y al parafrasear estas dos palabras nos encontramos con que significan “disposición ordenada”.

Sin embargo, el orden en que deben colocarse las palabras y los grupos sintácticos no tiene la misma importancia ni las mismas exigencias en todas las lenguas. En el latín, por ejemplo, debido a la existencia de la declinación, la cual, según Wikipedia, es “el conjunto de formas en que se declinan los sustantivos, adjetivos, pronombres y determinantes en latín”, se puede prescindir, aunque no totalmente, del orden en la disposición de los elementos oracionales.

Para una mayor comprensión de lo que es la declinación, consultemos  el diccionario Larousse; en él leemos que la declinación es el “sistema de formas o  casos que toman los nombres, los adjetivos, los pronombres y los artículos de las lenguas flexivas para  indicar su función sintáctica”. Aclaremos que los casos son las funciones que desempeñan las palabras en la oración, y  son: nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo y ablativo, equivalentes en español al sujeto, complemento, objeto indirecto, objeto directo, vocativo y circunstancial en ese mismo orden.

Es por esa realidad de los casos que en las oraciones latinas “Homo amat Deum”, Deum amat homo” y “Amat Deum homo” (El hombre ama a Dios), el cambio en la disposición de los elementos que constituyen esas oraciones no ha producido ningún cambio en el significado.

Pero eso no sucedería en español. En este idioma, algunos cambios son permitidos, pero otros producirían ambigüedades y cambios de significado. Eso lo podemos constatar en los siguientes ejemplos basados en la oración antes indicada “El hombre ama a Dios”:

  1. A Dios ama el hombre.
  2. Ama el hombre a Dios.
  3. El ama a Dios hombre.
  4. Al hombre Dios ama.
  5. Ama a Dios el hombre.

Al examinar detenidamente esas oraciones, notaremos que, en la 1 y 2,  los cambios operados en el ordenamiento de las palabras no han alterado la significación de la oración original. En la oración 3, ha habido cambio de significado. En la 4, se puede notar variación en el sentido y, al mismo tiempo, ambigüedad. Finalmente, en la 5 encontramos una evidente ambigüedad significativa. Algo totalmente opuesto  a lo que sucede en lenguas como el latín se da, por ejemplo, en la lengua china, la cual no posee un sistema morfológico. En ella las palabras son invariables y su valor depende de la posición que ocupen en la frase.

El español no es tan flexible como el latín ni tan estricto como el chino, sino que ocupa un lugar intermedio. Eso quedó evidenciado en los ejemplos ofrecidos más arriba.

Se suele hablar de un orden lógico en el idioma español, según el cual los grupos sintácticos se colocarían en el siguiente orden: sujeto, verbo, objeto directo, objeto indirecto y circunstancial. Pero  ese ordenamiento no es obligatorio y se permite el hipérbaton, que “consiste en la alteración del orden sintáctico normal o lógico de las palabras en la oración.” (Google). Un orden parecido al del español se encuentra en el francés, en el cual se colocan los elementos oracionales en el siguiente  orden: Sujeto- verbo- predicado nominal o Sujeto-predicado verbal: “Jean est bon.” (Juan es bueno.);  “Jean étudie.” (Juan estudia.)

Es por eso que, en vista de los diferentes ordenamientos de los elementos oracionales existentes entre el latín y otras lenguas, hay que tener sumo cuidado cuando se vaya a realizar una traducción del latín.

Ciertamente, es importante un adecuado ordenamiento, y por esa razón, cuando no  se  tiene plena conciencia de esa importancia  y de  que este se puede variar pero  sin alterar el buen sentido del mensaje, sucede lo que, en una publicidad de JUMBO,  apareció recientemente. Veamos esa publicidad:

EN EL REBAJON DE ENERO NOS PUSIMOS KETO

KETO LE BAJAMOS LOS PRECIOS (Para que tenga sentido hay que cambiar el orden como sigue: KETO LOS PRECIOS LE BAJAMOS.

O debe cambiarse la palabra KETO por KEATO de la publicidad para poder mantener la segunda parte con el mismo orden. Fijémonos bien:

EN EL REBAJON DE ENERO NOS PUSIMOS KEATO

KEATO LE BAJAMOS LOS PRECIOS.

Es conveniente recalcar que la exigencia de un determinado   orden en los diferentes tipos de construcciones sintácticas, viene, pues, determinada  por la necesidad  de conseguir claridad en el mensaje que se quiere transmitir. Pero las posibilidades de variación son uno de los recursos de mayor riqueza con que cuenta el que escribe no importa su categoría ni el género en que lo hace.

Para concluir, diremos que ciertas modalidades de orden, que en el uso habitual pueden parecernos, hasta cierto punto, anormales en una lengua, son normales y corrientes en otra. Ello así pues cada lengua se ha constituido con su fisonomía propia, sus propias características, no necesariamente repetibles en otras lenguas, y  por eso debe reflejar lo que ella es sin importar cómo sean  otras.

Cananero, maroteo, customizar

Por Roberto E. Guzmán

CANANERO

“. . .porque sabía de lo CANANERO -echador de vainas- que era, cómo le gustaba desconcertar a la gente, como un ejercicio de dominio”.

Cuando se encontró esta frase puede decirse que fue la primera vez que se leyó este adjetivo de modo escrito. No hace falta que se mencione, pero se menciona, que ya se conocía la voz canana del español dominicano con el sentido de “jugarreta, mala pasada”. Con esta significación aparece en el Diccionario del español dominicano (2013:138).  Esto es, mala jugada.

Esta canana ha dado lugar a varias locuciones entre las que pueden citarse, “coger de canana a alguien”, locución verbal que sirve para expresar traicionar o engañar a alguien. También es de uso, “echar [tirar] la canana”, que a su vez se usa para significar “Hacer responsable a alguien de algo”. Junto con las anteriores hay una tercera locución verbal, “No aguantar cananas”, que se utiliza para decir, “No soportar atrevimientos o irrespetos de otros”. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:88).

El autor del libro en donde puede leerse la cita tuvo la delicadeza de interpretar la palabra cananero con la ayuda de una locución conocida de los dominicanos, “echador de vainas”, que en este caso podría interpretarse en tanto, “mortificador, generador de problemas; causante de perjuicio ante otra persona”. De alguna manera el cananero obliga a alguien a hacer algo desagradable o a hacer algo en perjuicio de un tercero.

Este uso de la palabra canana tiene explicación. Una canana es un estuche. Es una funda, a pesar de que en algunos diccionarios asienten canana más bien como cinto. Los estuches son envolturas que en muchos casos sirven para proteger. Quien es cananero hace que otra persona resulte responsabilizada por acciones suyas, a veces usando la persona objeto de su treta como canana, protección.

En conversaciones se ha oído en el español dominicano actual una locución parecida a las anteriores, “coger de condón” que resume la acción de hacer algo al tiempo que el accionante se protege por intermedio de una persona interpósita. Con este accionar evita el cananero que se le considere responsable o culpable.

El reemplazo de la canana por el condón es un indicio de la preeminencia de una palabra sobre la otra. Se usa con mayor frecuencia la palabra condón que canana. Al hacerlo el hablante considera que transmite su mensaje de modo diáfano. Este tipo de cambios es una adaptación de la lengua al léxico de mayor vigencia.

 

MAROTEO

“Dio por llamarse MAROTEO a las aventuras y correrías que realizaban los muchachos de los pueblos para recoger frutas en cualquier terreno. . .”

Definido del modo en que se hacía antes, maroteo era la “acción y efecto de marotear”. Marotear era y es, “Recoger o comer frutas de un sembrado ajeno”. Diccionario del español dominicano (2013:450). Solo la última acepción pertenece al susodicho diccionario.

Ese diccionario ofrece “merodear” a guisa de sinónimo para marotear. No parece que esa sinonimia sea precisa, porque un rasgo distintivo de merodear es la violencia cuando la acción la ejercen las tropas.

El maroteo era más bien la invasión que hacían los jóvenes, hace años, en predios ajenos para apoderarse de frutas, sin intención de saciar el hambre, solo para degustar el fruto ajeno. Esas características las enumera un maroteador; son fruto de su experiencia. La acción de marotear podía hacerse en terrenos públicos sobre árboles que muchas veces crecían al azar. Se maroteaban frutas, no hortalizas o verduras, por lo menos en las ciudades.

Hay que resaltar que la forma en que se encuentra la cita refuerza la idea que se sostiene aquí sobre la inocente intención del maroteador, pues allí se lee, “para recoger frutas en cualquier terreno

Lo interesante con respecto a la voz maroteo es la explicación del origen de la voz que ofrece Mario Read Vittini en su obra Trujillo de cerca (2016:119) de donde se extrajo la cita, allí él escribe, “. . .por imitación de las Marotas de Giuseppi Garibaldi, grupos irregulares que enviaba a sobrevivir sobre el terreno en la guerra de la unidad italiana”. [Se respetó la ortografía del texto].

Luego de leer sobre la teoría del origen de la voz que no se considera descabellada, hay que interrogarse sobre cómo llegó la voz al español dominicano. Una posible explicación puede ser que por las aventuras que vivió Giuseppe Garibaldi en América fue posible que las noticias llegaran a República Dominicana por medio de los periódicos de la época.

Si este maroteo procede de la voz italiana no cabe duda de que entró al español dominicano por influencia culta. Esto así porque en el siglo XIX cuando Garibaldi vivió, en República Dominicana la tasa de analfabetismo era muy elevada. Por medio de periódicos solo las personas cultas tenían conocimiento de quien era Garibaldi y de sus hazañas.

 

CUSTOMIZAR

“Se pueden encontrar diferentes modelos de cada marca de motocicletas, originales y otras totalmente CUSTOMIZADAS. . .”

La invasión de voces inglesas en el español es una vieja historia que se repite con frecuencia. En algunas ocasiones las voces del inglés asaltan el español de manera cruda, introduciendo voces ajenas a la médula de la lengua española.

En el ejemplo de la cita aparece una voz del inglés a la que se le añadido una terminación para asimilarla a un adjetivo. Este tipo de intromisión es quizás más peligrosa que otras porque le confiere característica del español a la voz extranjera y los hablantes de español pueden pronunciarla más fácilmente.

Más abajo se estudiará la voz del título desde varios ángulos, se demostrará que no hace falta usarla en español, pues esta lengua posee con creces los recursos para expresar la idea de la voz del inglés.

El problema con los anglicismos no es la entrada de estos en el español, sino el abandono de palabras patrimoniales del español que salen de la memoria y sobre todo del uso de los hablantes.

Este customizar no llega solo al español, sino que viene en compañía de custom, customizable, customización, customizador, custom man. Aquí se estudiará sobre todo la voz del título, las demás se tocarán levemente.

Customizar es, “Hacer o adaptar un vehículo o aparato al gusto del cliente”. Esa es la interpretación que hace el Gran diccionario de anglicismos (2017:270). Ofrece ese diccionario la opción de utilizar el sinónimo “personalizar” en español para lo que definió como customizar. Por extensión entiende que el verbo customizar llega a, “hacer o adaptar algo al gusto del cliente”.

El “dichoso” custom man que apareció más arriba es la persona que se especializa en introducir modificaciones a algo para acomodarlo al gusto de su cliente.

En esa dirección de adecuar las cosas al gusto de quienes pagan por lo customizado se llega hasta a acomodar visitas a museos, vacaciones o excursiones (con su engaño) y llamarlas customizadas.

En el origen de todas las voces resaltadas en el cuarto párrafo de esta sección se encuentra la voz custom del inglés para llamar en inglés norteamericano a la motocicleta fabricada con un diseño especial, con partes cromadas, aditamentos añadidos, y más. Esto fue en principio algo del gusto de los jóvenes norteamericanos, pero en la actualidad solo pueden pagarlo los adultos con altos ingresos. El sentido de las voces resaltadas puede deducirse en español de la terminación que se les ha añadido.

En español corriente a estas motocicletas se llaman, motocicletas modificadas; sobre todo, cuando se introducen cambios en ellas que no son solo aparentes, sino que mejoran la velocidad, el rendimiento, la fuerza. En muchas ocasiones estas alteraciones se hacen para satisfacer de manera individual los pedidos de los compradores.

En el desarrollo de esta sección se han introducido los verbos y las palabras en español que pueden utilizarse para sustituir las voces del inglés.

Ortoescritura

CLAVES PARA INFORMAR  SOBRE ELECCIÓN DE AUTORIDADES  MUNICIPALES

Los dominicanos escogemos hoy las autoridades locales.  En cada uno de los  158 municipios  será escogido un  alcalde o alcaldesa,  un vicealcalde o vicealcaldesa y  el número de regidores con sus respectivos suplentes que acuerda la ley, en proporción a la cantidad de votantes.

Los 235 distritos municipales, categoría menor que municipio, escogerán sus respectivas juntas directivas, compuestas por lo menos por tres vocales y un director. Los primeros hacen la función deliberante, equivalente a los regidores, y el segundo desempeña la función ejecutiva.

La primera clave que pueden notar y anotar es que ni en los ayuntamientos ni en las juntas de distritos aparece  una figura llamada “concejal”,  copiada de otras culturas.

El gobierno de un municipio se llama ayuntamiento. Se compone de la Alcaldía y el Consejo de Regidores.  En algunos países se llama Concejo (con c) al gobierno municipal. Ese  Concejo (sin adjetivos) lo componen el Consejo de Regidores y la Alcaldía.

Con la voz concejo (con c) se nombra al ayuntamiento o corporación municipal. . Es moda en nuestro país escribir “concejo”  para  referirse al Consejo Municipal, tradicionalmente llamado Sala Capitular. Concejo “procede del latín concilium  (reunión o asamblea), y no debe confundirse con consejo (órgano para asesorar o tomar decisiones). Los miembros de un concejo son concejales; los de un consejo, consejeros”. Esto especifica el Diccionario  panhispánico de dudas, editado por  Asociación de  Academias de la Lengua Española.

El vocablo /consejo/ (con s) procede del latín  consilium. Significa: “1. m. Opinión que se expresa para orientar una actuación de una determinada manera. 2. m. Órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad. Consejo económico y social, escolar.3. m. Reunión de los miembros de un consejo. La decisión se tomó en el último consejo de administración”.

La segunda clave: se elegirán alcaldes y regidores que luego conformarán el Consejo Municipal.

Las autoridades municipales corresponden a municipios, nunca a provincia, por lo que no es aconsejable  hablar de que “fulano fue escogido alcalde de la provincia Santiago de los Caballeros”. Los alcaldes no gobiernan provincias, sino municipios: La Vega, Baní, Moca, Higüey, Bonao.

Los vocablos provincia, municipio y ciudad guardan entre sí una ligera  semejanza semántica, pero sus diferencias con muy superiores a sus afinidades, conforme lo consignan los códigos de nuestra lengua e incluso disposiciones  legales.

Sin embargo,  los medios de comunicación abundan  en ejemplos reveladores de  uso inadecuado  de estos términos. Un caso frecuente consiste en incluir los municipios  como parte de   “ciudades”. Ejemplo: Canadiense muerto en Villa Hermosa, municipio de esta ciudad… (La Romana). Si Villa Hermosa es un municipio, no puede pertenecer a la “ciudad” de La Romana, sino a una provincia que lleva el mismo nombre.

A veces se llama ciudad a una provincia (Monseñor Nouel): “El alcalde de esta ciudad….”Y más frecuentemente se le da condición de provincia al municipio cabecera: “Santiago, el alcalde de esta provincia…”.

Es muy frecuente, entre periodistas y políticos,  el error de considerar a la cabecera de provincia como  la provincia en sí y así se escribe que un municipio pertenece a otro, como que Gaspar Hernández pertenece a Moca (y no a Espaillat) o que San Rafael del Yuma pertenece a Higüey (y no a La Altagracia).

Ciudad  es un concepto geográfico, ligado a lo sociológico, mientras municipio y provincia son de carácter legal.  Municipio, en cambio, se define como “Entidad local formada por los vecinos de un determinado territorio para gestionar autónomamente sus intereses comunes.  Ayuntamiento (‖ corporación municipal)”.

En nuestro país, provincia es una demarcación territorial administrativa que agrupa  municipios, a los que solemos llamar pueblos, palabra similar a ciudad o villa. La última clave: hoy no se eligen autoridades provinciales, solo municipales.

 

EL PROCESO DE ADQUISICIÓN DE LA LENGUA

El pasado martes  (18-2-2020) se realizó en la Pontifica Universidad Católica Madre y Maestra, en Santo Domingo,  la “Jornada reflexiva sobre el español dominicano”. Fue organizada por esa institución y la Academia Dominicana de la Lengua, a propósito de conmemorarse el 21 de febrero el  Día Internacional de la Lengua Materna, por disposición de la Unesco.

Intervinieron Bruno  Rosario Candelier, director de la Academia de la Lengua, quien ponderó la función de las madres al enseñar a sus criaturas el lenguaje humano; María José Rincón, académica de número, se refirió a las particularidades del habla dominicana.  Luis Maximiliano Quezada, maestro y teólogo, expuso acerca de cómo el  niño puede forjarse la inclinación espiritual y estética desde la lengua materna. El escritor Miguel Solano, como Quezada, miembro correspondiente de la Academia, leyó un cuento sobre el tema.

En representación de la PUCMM actuó la joven intelectual Ybeth Guzmán. El autor de esta columna, miembro de número de la ADL, también intervino  en la jornada con unas palabras  en torno al  proceso de adquisición de la lengua materna. Lo que se expone a continuación es un resumen de esa exposición.

La adquisición de la lengua es un fenómeno social, es decir intervienen e influyen sobre  el infante entes sociales. En primer término la familia, luego el entorno y  escuela.

Este proceso, no obstante su carácter social, guarda una faceta tan íntimamente  biológica,  que hemos llamado “lengua materna”, a la que heredamos de nuestro ámbito familiar, la primera, y mayormente la única que hablamos.

La lengua es también paterna, pero en esto no se exige equidad de género. Padre y madre, además de alimentación, salud, cuidado físico y la correspondiente dotación de afecto, tienen  con el infante la responsabilidad de guiarlo en el proceso de adquisición de la lengua.

El padre, como la madre, debe hablar con el niño o la niña, aunque la criatura  no responda, debe indicarle los nombres de los seres y las cosas, enfatizando, obviamente, con las más cercanas y las que pronto podrán interesar al pequeño: cama, casa, mesa, agua, gato, papá, mamá, por ejemplo.

El niño escucha, aunque no hable, y va acumulando lo que oye y lo que ve, por eso nunca será recomendable  dar continuidad a la pronunciación defectuosa del pequeño. Si la criatura  ha querido decir “leche”, pero solo emite un sonido aproximado (ete, eche,…) nada inteligente resultará que padre, madre, la abuela o la tía repita  esa forma infantil de  llamar  las cosas.

El niño asocia nombres de  objetos y  seres vivos con sonidos que puedan estos producir, pero es deber de los adultos que lo atienden corregir dulcemente al pequeño  llevándolo a repetir el nombre verdadero de los seres y cosas.  Es decir, perro, no “jau”; gato no “miau”; cerdo no “chon”.

Por igual, se recomienda decir al niño su nombre: Alonso, Matías, Marcos, Adele, o como sea llamado. Muchos apodos han surgido por la respuesta del niño o niña al preguntarle su nombre, sin que  su capacidad expresiva le permita  decir,  por ejemplo: Alejandro, Maximiliano o María Altagracia.

De nosotros depende no solo la adquisición de la lengua, sino la formación de la personalidad. Será diferente la  repercusión en la conciencia de ese bebé escuchar “La primera cosa bella que ha habido en mi vida eres tú”, como canta Nicola Di Bari a una niña que soportar pacientemente: “Esta muchacha ya me tiene jarta”.

La pizarrita en blanco que es su mente será llenada por nosotros, lo que allí escribamos ahí quedará.  Luego la escuela y la lectura irán aumentando el caudal lingüístico de cada persona. De cada uno depende ser pobre o rico de palabras

 

COLMADO, PULPERÍA Y BODEGA, ¿ES TODO LO MISMO?

El Diccionario de la lengua española registra significados  diferentes para los vocablos colmado, pulpería y bodega, de conformidad con los usos que de éstos  se hacen   en la amplia comunidad hispanohablante. Pero…lo cierto es que en el habla dominicana estas tres voces tienen tanta afinidad semántica que se comportan como sinónimas.

Veamos  el Diccionario:

Colmado o colmada. Es un adjetivo, por eso el femenino. Se forma con el participio del verbo  colmar, que significa llenar. Colmado, entonces es abundante, copioso, completo. Otras acepciones, ya como sustantivo: 2. m. Figón o tienda donde se sirven comidas especiales, principalmente mariscos.3. m. Tienda de comestibles.

El Diccionario del español dominicano, publicación de la Academia Dominicana de la Lengua, lo define así: Colmado, tienda de comestibles, bebidas y artículos  de primera necesidad.

Pulpería. Tiene dos entradas en el Diccionario, la primera como derivada de /pulpa/: “por expender originariamente frutas tropicales y dulces hechos con ellas, y –ería”. Agrega la publicación académica que se trata de una “tienda donde se venden artículos de uso cotidiano, principalmente comestibles”, pero especifica que esto es los siguientes países: Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú, República  Dominicana, Uruguay y Venezuela.

La segunda acepción  de pulpería deriva de pulpo: “Establecimiento de comidas en el que se sirve preferentemente pulpo”.

El Diccionario del español dominicano  define  pulpería como un  establecimiento rural donde se venden víveres, bebidas, herramientas y quincallería.

De nuestra infancia pueblerina nos llega el recuerdo de esta palabra aplicada a un establecimiento que vendía artículos de consumo básico, aunque fuera pequeño: bacalao, aceite, sal, vinagre, ron…pero nunca quincallería, ni siquiera herramientas agrícolas.

Bodega. (Del latín  apothēca, y este del griego  apothḗkē ‘depósito, almacén’). Tiene doce acepciones, las cuales transcribo: 1. f. Lugar donde se guarda y cría el vino. 2. f. Almacén de vinos. 3. f. Tienda de vinos. 4. f. Establecimiento, generalmente industrial, para la elaboración de vinos. 5. f. Cosecha o mucha abundancia de vino en algún lugar. La bodega de Arganda, de Valdepeñas. 6. f. despensa (‖ lugar donde se guardan los comestibles). 7. f. troj (‖ espacio para guardar cereales). 8. f. En los puertos de mar, pieza o piezas bajas que sirven de almacén a los comerciantes. 9. f. Espacio interior de los buques desde la cubierta inferior hasta la quilla. 10. f. C. Rica, Ec., Hond. y Méx. almacén (‖ local donde se depositan géneros). 11. f. Cuba, Méx., R. Dom. y Ven. abacería. 12. f. Ec. y El Salv. trastero.

Han visto que  la penúltima (11) indica que en Cuba, México, República Dominicana y Venezuela, la palabra /bodega/ es lo mismo que  /abacería/. Pocos aquí conocen esa palabra, la cual se define: f. Puesto o tienda donde se venden al por menor aceite, vinagre, legumbres secas, bacalao, etc. A quien atiende  una abacería se le llama  abacero,  la misma derivación de colmadero (colmado), pulpero (pulpería) y  bodeguero (bodega).

En el Diccionario del español dominicano, la voz bodega es definida del siguiente modo: Bodega, tienda donde se venden al por menor alimentos y bebidas alcohólicas.

Hemos podido notar que  hay diferentes valores semánticos para los tres vocablos citados, según puntos de vistas incorporados  al principal código de la lengua española. Pero en cada caso, aparece  un resquicio (tienda, establecimiento, alimentos…) por donde se cuelan las significaciones que a estas palabras otorgamos los dominicanos. Aquí son afines, casi sinónimas. De hecho, no hay diferencias entre los servicios que ofrecen  la bodega I y el colmado N.

Temas idiomáticos

PALABRAS PARA UN HIMNO I

04 /02/ 2020

En febrero de 2018 le dediqué una Eñe al análisis de la métrica de la letra del himno nacional dominicano. Gustó mucho a los lectores acercarse al himno desde el punto de vista literario. Este febrero les propongo leer sus estrofas poniendo especial atención en sus palabras, desde el vocativo inicial al eco libertario final.

El hermoso gentilicio quisqueyanos parece tener origen indígena. Que no aparezca en el Diccionario de la lengua española no quiere decir que no exista, como muchos creen. La primera estrofa anima a los quisqueyanos a cantar y a mostrar (ostentar) a la cara del mundo la bandera dominicana. El vocablo faz es un cultismo latino para referirse al rostro («del mundo a la faz»). La palabra pendón, de origen francés, se utiliza como sinónimo de bandera, a la que se califica de «gloriosa» y de «invicta», un adjetivo que se refiere a su condición victoriosa.

La segunda estrofa comienza con la interjección poética salve, utilizada para saludar. Su origen es el latín, donde significaba ‘ten salud’. Ya ven, nuestros saludos y este salve tienen en su germen un deseo de salud. Se saluda al pueblo dominicano, al que se describe como «fuerte» e «intrépido», ‘que no teme a los peligros’. El adjetivo bélico es el sinónimo de origen latino del adjetivo guerrero, de origen germánico.

 

PALABRAS PARA UN HIMNO II

11/02/2020

 ¡Oh, lectores, que se han animado a releer el himno dominicano con ojos de lingüistas!, si la pasada semana desgranamos las tres primeras estrofas, aquí están las tres siguientes. Empezamos con una reflexión ortográfica. Recuerden que la conjunción adversativa mas (‘pero’), cada día menos usada y relegada al lenguaje escrito, es un monosílabo átono y se escribe sin tilde, en contraposición a más, adverbio de cantidad, monosílabo tónico.

Los dos primeros versos suman tres adjetivos calificativos con los tonos combativos propios del momento histórico: Quisqueya es «indómita» ‘que no se puede o no se deja domar’, y «brava» ‘valiente’, de frente «altiva» ‘orgullosa, soberbia’. El contraste entre esclavitud y libertad se prolonga hacia el porvenir gracias al contraste entre dos formas verbales que expresan el futuro de muy distinto modo: el futuro simple de subjuntivo, casi desaparecido de nuestra lengua («si fuere mil veces esclava») y el futuro simple de indicativo («otras tantas ser libre sabrá»). Aquí tienen los docentes un bello ejemplo histórico para enseñar las diferencias entre indicativo y subjuntivo.

Si la cuarta estrofa la protagonizan los adjetivos y los tiempos verbales, la quinta es de los sustantivos. El desdén (‘indiferencia y despego que denotan menosprecio’) que han provocado el dolo (‘engaño, fraude, simulación) y el ardid (‘artificio, medio empleado hábil y mañosamente para el logro de algún intento’) se convierte en gloria en los campos, en alusión a los campos de batalla.

 

 

PALABRAS PARA UN HIMNO III

18/02/2020

 El himno dominicano, doce estrofas construidas con palabras, nos sirve este mes de febrero como excusa para aprender un poco sobre el léxico de nuestra lengua. Recuerden que los diccionarios se convierten en nuestros mejores aliados, a veces los únicos, para bucear en los significados de las palabras. Y hay que saber hacerlo. Si consultamos empañar en el Diccionario de la lengua española, tenemos que leer hasta la quinta acepción para encontrar el matiz de significado que puede aplicarse a este contexto: «oscurecer o manchar el honor o la fama, amenguar el mérito o gloria de una persona o de una acción». Cuando buscamos inconsulto y encontramos que es un adjetivo desusado en la actualidad, comprendemos por qué los diccionarios deben registrar las palabras que van perdiendo actualidad en la lengua. Si buscamos el sustantivo caudillo aprendemos que tiene su origen en el diminutivo latino capitellum y en una imagen que está también en el diminutivo español cabecilla. El «incendio» de la guerra deja al soberbio león castellano «atónito», ‘pasmado, espantado’.

Algunas palabras significan una cosa particular si forman parte de la terminología de una determinada disciplina. Así sucede con el adjetivo cruzado. Cuando se emplea en heráldica se refiere a una bandera o a un escudo que lleva una cruz sobrepuesta. Y esta acepción con la que lo leemos en nuestro himno es solo una de las diez que descubrimos en su entrada en el DLE.

El segundo verso de la novena estrofa concluye con la preciosa locución advebial de hoy más ‘de hoy en adelante, desde este día’. Navegar por las páginas del diccionario nos guarda estas pequeñas joyas que nuestra lengua atesora y que tenemos el placer de descubrir cuando la tratamos con respeto y la usamos con pasión.

 

PALABRAS PARA UN HIMNO IV

25/02/2020

 Se va terminando este febrero en el que nos hemos propuesto releer las palabras de nuestro himno, y todavía nos reservan muchas cosas interesantes: adverbios relativos, conjugaciones verbales, tildes diacríticas y figuras retóricas.

Empecemos por el adverbio relativo do (‘donde’), una contracción de la preposición de y del adverbio desusado o. Ya solo lo encontramos en antiguos poemas, y hoy lo hemos redescubierto en nuestro himno. Sigamos con el reto de la difícil conjugación del verbo erguir; basta recordar que la forma que encontramos en el himno (yergue) puede también conjugarse como irgue. ¿Dudas? Acuda al Diccionario de la lengua española y le echará una mano con su conjugación, con esta y con la de cualquier verbo. Dos veces se repite el adverbio de tiempo aún (‘todavía’), con tilde diacrítica, gracias a su condición de monosílabo tónico, para diferenciarlo de aun (‘incluso’), monosílabo átono.

La anáfora, recurso expresivo retórico, se convierte en el hilo conductor que nos lleva de la mano hasta el eco final del himno: la hermosa palabra libertad, repetida cinco veces en las dos últimas estrofas. Doce acepciones tiene su entrada en el DLE, entre las que prefiero la primera (‘facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos’) y la quinta, por aquello de ‘derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas’.

 

POPIS Y WAWAWÁS

03/03/2020

El eco de lo que está sucediendo en nuestras calles llega a las páginas de los diarios y a los debates en las redes sociales. Con el eco de la calle y de la juventud llegan nuevas palabras: popiwawawá, o su compuesto popiwá. Recuerden que la ortografía se les aplica a los recién llegados como a los que ya estaban aquí: no olvidemos colocar las tildes en su sitio.

¿Existen? Las nuevas generaciones las usan; existen, sin ninguna duda. Que estas palabras entren o no en los diccionarios dependerá de si arraigan en el gusto de los hablantes o son voces pasajeras. Si finalmente estos sustantivos/adjetivos llegan para quedarse en nuestra lengua, serán bienvenidos. Tengan por seguro que los lexicógrafos las estaremos observando, documentando, analizando, como hacemos con todas las palabras de nuestra lengua, que no son pocas, y que demuestran día a día su vitalidad.

Como casi todas las palabras, nacen ya con matices de uso, con connotaciones particulares, o se van tiñendo con ellos a medida que las hacemos nuestras. Mientras algunos grupos las usan despectivamente, otros se reconocen en ellas y se enorgullecen de ser contados entre los popis o los wawawás. Que los protagonistas, felizmente, sean los jóvenes es motivo de ilusión y debemos asumirlo como una lección de compromiso para los que ya no lo somos tanto. Ustedes son los dueños de la lengua, los depositarios de siglos de tradición, historia y cultura; los dueños del futuro. En ustedes tenemos puesta nuestra esperanza.

Publicaciones de la Academia

BRUNO ROSARIO CANDELIER

EL GENIO DE LA LENGUA

 

El libro El genio de la lengua, de Bruno Rosario Candelier, es una obra conformada por un repertorio de estudios que ponen a la luz temas de la singularidad humana y, de un modo especial, aspectos esenciales de la lengua, como los mecanismos del pensamiento y de la expresión humana, conformados y atribuidos a un instinto creador inherente. Entre tantas formas del lenguaje, existe una que ha forjado y distinguido al ser humano del resto de los demás seres vivos de la tierra, como es el potencial creador de la lengua, que se manifiesta en el poder de intuición, reflexión, creación y expresión, según subraya el autor de esta obra. El genio creador que habita en cada ser humano arroja pistas de lo que realmente constituye la esencia de la especie humana, tanto en su aspecto físico, biológico y espiritual, en cuya virtud se fundamentan sus aptitudes de ir en busca del conocimiento y congeniar con la realidad de las cosas.

Los seres humanos somos más que vida en carne y hueso, somos conciencia que se fundamenta en alma y energía, y que, como todo lo que vemos hoy en día es el reflejo de un pensamiento creador impulsado por una conciencia superior. La conciencia es un potente detonante interior que con el tiempo los seres humanos hemos ido identificando respecto al mundo circundante mediante formas, sonidos, creaciones y comunicaciones. Hemos sentido la necesidad de identificar el mundo que nos rodea y exteriorizar el mundo interior propio, es decir, materializar lo pensado, dando como fruto la transmisión de imágenes y conceptos, o la creación de medios que a su vez son en sí mismos capaces de seguir siendo fuente de creación. La expresividad, como una singular capacidad comunicativa puede ser manifestada de muchas formas, pero existe una que representa el verdadero grado de desarrollo que distingue a la humanidad, como es la palabra. A lo largo de esta obra son tratados distintos aspectos en torno a la palabra como fundamento del lenguaje humano, desplegados a través de una serie de estudios dedicados a la obra de escritores y cultores de la lengua, con materiales de apoyo basados en entrevistas realizadas al autor del libro.

Cuando hablamos de El genio de la lengua estamos frente a una obra que explica y describe la lengua como un mecanismo de expresión codificada mediante el uso del verbo. Además de abordar la génesis de su esencia y las incidencias en la sociedad como parte fundamental de la cultura durante miles de años, el autor de esta obra concibe el lenguaje como vestigios de energía que brotan y reverberan en sus distintas frecuencias, producto de los influjos dictados por la tierra, la naturaleza, la sociedad, la cultura; podríamos decir que somos una expresión del Cosmos, y a la vez somos capaces de expresar lo que percibimos de fenómenos y cosas. Los seres humanos somos una proyección a menor escala de la tierra y de todo lo que habita fuera de ella, por lo cual somos seres capaces de interpretarla en su caudal simbólico. La tierra es un componente esencial en el ciclo de la vida humana, por lo que desde que somos en ella, nos convertimos en un foco potencial de expresión. La tierra, dicho de un punto del suelo natural funciona como un medio para depurar y reciclar las energías del ser, y en esa misma frecuencia, completar un ciclo que culmina en la elevación y en la conexión con la Fuente Suprema, que es Dios.

De esta obra de Bruno Rosario Candelier se colige que todo lo presente en la naturaleza son huellas de una forma de expresión, y que a su vez contienen signos e información esencial de nuestra proveniencia y nuestro vínculo con la Divinidad, por lo que mientras más nos permitimos mantener una sintonía a través de esa frecuencia, mayor será nuestra capacidad de descubrir, o más bien, de recordar una verdad inherente a nuestra realidad. Esta dinámica surge esencialmente desde una conciencia, a sabiendas de que somos conciencia y que, por ende, todo lo que brota de ella es portadora de un potencial creador para fundirse en el espacio presente y ser capaz de moldear la realidad. No obstante, para poder figurar la lengua como la conocemos no transcurre directamente de un estado a otro, es decir, pensamiento-figuración, sino que atraviesa un proceso mediante el ser, y que a su vez adquiere gran importancia ya que es una forma directa de canalizar energía y de ser capaz de moldear frecuencias vibracionales.

El autor de la obra explica el concepto de la energía creadora, como energía que transmuta a una forma de expresión: “Surge de una conciencia que se manifiesta en actitudes, emociones y conductas y, desde luego, en el lenguaje articulado de conceptuaciones y creaciones poéticas y ficticias. La corteza cerebral, cauce de las funciones intelectuales, morales, afectivas, estéticas y espirituales, es la compuerta de nuestras ideas de las cosas y del fuero del yo, que canaliza la formalización de imágenes y conceptos con el caudal de vivencias, intuiciones, sueños, inspiraciones y revelaciones” (Bruno Rosario Candelier, El genio de la lengua, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2016).

Bruno Rosario Candelier retoma la opinión de grandes pensadores de la antigüedad para fundamentar su disertación sobre la esencia del lenguaje humano, como es el caso de Heráclito de Éfeso, de quien escribió sobre su idea concebida sobre la lengua, como el acto del habla que surge por la necesidad de tener “algo que decir”. Esta frase resulta en sí de un sentido absoluto, ya que ‘decir’, como leemos en este libro, entraña una forma y un sentido, una expresión y un contenido o una imagen y un concepto. Por otra parte, el filólogo dominicano explica que el pensador de Éfeso intuyó que la esencia del decir se cifraba en la sustancia de un influjo espiritual que denominó Logos. El Logos que sustenta el antiguo pensador presocrático es descrito por el autor de la obra como la sustancia del pensamiento de donde surge el caudal expresivo que a su vez destila en la esencia de una lengua. Porque el Logos, en su facultad expresiva, no solo representa un instrumento, sino que con el simple hecho de pensar, figurar e idealizar, aunque sea al nivel del pensamiento, estamos recurriendo al accionar del Logos.

En El genio de la lengua podemos encontrar información que nos permite reflexionar y comprender al ser humano en su esencia, en su existencia y en el elemento clave del ser, que es la conciencia, y su correlación con los distintos componentes de la naturaleza, es decir, las leyes que lo rigen, la tierra, el espacio sideral, el Cosmos, lo que vemos y lo que no podemos ver, lo que está y lo que parece no estar, todo como parte de un mismo orden. Además, existe un componente angular entre el ser humano que lo hace converger armónicamente y el plano terrenal al que pertenece y el plano trascendental que le corresponde, y es ese componente su vínculo con la Divinidad: “Ya que todo fluye y permanece, en su fluir hay una entidad inalterable e inmutable, una energía suprema que llamamos Dios, que es la unidad de cuanto existe, cuyo fluir presenta una unidad de sentido, una fuerza vital, un fuego cósmico que el griego asumía como el alma del mundo. Para Heráclito de Éfeso, el Logos, en tanto Palabra que encierra idea y expresión, recrea la inteligencia universal de todo lo viviente, por lo cual cada ente o criatura forma parte de la esencia divina que rige el Universo”, escribe Rosario Candelier enEl genio de la lengua.

En esta obra el autor hace un persuasivo llamado a la actividad contemplativa, con el argumento de que a través de ella podríamos llegar a un más alto nivel de reflexión, auscultar los aspectos más profundos del ser, aprender a reconocer y escuchar la voz interna, a la que el autor denomina ‘intuición’, y a saber apreciar el lenguaje colectivo, con el que las cosas se mantienen en sintonía y a través del cual la naturaleza se expresa. Rosario Candelier define la expresión proveniente de la sabiduría del Numen, a través de la cual es posible canalizar verdades trascendentes de muy antiguas esencias, como dice el ensayista y académico dominicano. A lo largo de la obra podemos apreciar referencias avaladas con ideas de Heráclito de Éfeso, lo que deja en evidencia su gran admiración y afinidad con los ideales del famoso presocrático. Heráclito de Éfeso, en su condición de intelectual, era un auténtico contemplador, pues en tal virtud tenía una vocación para el estudio, el pensamiento, la disciplina espiritual y la creación artística, es decir, como infiere el autor de esta obra, contaba con una disposición para la vida interior de la conciencia, y por esa razón fue posible el desarrollo de la alta cultura en la antigua Grecia. Rosario Candelier explica que, para los antiguos, vivir la vida de este modo no era difícil ya que ellos vivían el mundo poéticamente, es decir sentían afinidad hacia la naturaleza y todo lo viviente, por lo cual pudieron comprender el sentido del mundo gracias a su alto nivel contemplativo y de reflexión.

Los antiguos griegos sintieron la necesidad de auscultar el lenguaje en una dimensión conceptual y estética por lo cual hablaban de la poesía [poiesis, ‘creación’], conforme la explicación del pensador mocano. Esos pensadores entendían que el hablante hace uso creativo de la palabra y, quien la usaba con valor estético, lo llamaban poeta, en alusión al hablante que, mediante el arte de lenguaje crea belleza y sentido, generando una emoción estética y un estremecimiento espiritual, según nos enseña el director de la Academia Dominicana de la Lengua, presidente del Ateneo Insular y creador del Interiorismo.

En algún momento de la vida, incluso siendo muy pequeña, me hice la pregunta siguiente: si no existiera la lengua, es decir, la palabra y sus respectivas hablas, ¿seríamos capaces de pensar? ¿Cómo figuraríamos nuestros pensamientos?, o más bien ¿en qué lenguaje pensaríamos? En ese momento fue cuando comprendí que el ser humano es un ser especial entre los seres vivientes, puesto que nuestro instinto creador y la necesidad de exteriorizar nuestros pensamientos nos llevó al desarrollo y adaptación de distintos medios de comunicación, en especial el de la palabra. En ese momento tuve la capacidad de figurar la idea de lo que conocemos por Logos; sin embargo, no lo había escuchado anteriormente bajo su nombre, ni mucho menos en el concepto como tal. Cuando empecé a leer esta obra sentí que me sumergía en mi propia mente. Fue como quitarle la venda a los ojos de mi yo interior, pues a medida que iba leyendoEl genio de la lengua, podía escuchar el eco de pensamientos y figuraciones que existían y estaban anteriormente, pero que no podían ser expresadas con palabras, o simplemente no concebía de manera muy clara. Por eso tengo la convicción de que todos estamos conformados por partículas que contienen una memoria, y en atención a eso que somos, un individuo cargado de historias, adquirimos una voz interna que sabe cosas y que recuerda cosas. Pero es tarea de cada persona poder congeniar con ese estado del ser. Siguiendo el mismo orden, nuestro filólogo expresa en su libro que la importancia del Logos radica en que es la base del pensamiento y la clave de la conciencia, y que además de ser una dotación divina, acata las mismas leyes del ordenamiento cósmico, así como la gramática y la normativa de la palabra han de aplicar en su plasmación formal. Por eso, la palabra que surge de una fuente de pensamiento, entraña el estudio del lenguaje en sus manifestaciones formales y conceptuales. Al estudio de la palabra en tal sentido se le denomina filología; el saber filológico se centra en el Logos, fuente de la palabra, su forma y su contenido. Desde la antigüedad, dice Rosario Candelier, los filólogos deben poseer conocimiento en cuatro disciplinas afines, que son la lingüística, para tener un fundamento gramatical, lexicográfico y semántico; la filosofía, para conocer la esencia y la naturaleza de las cosas; la estética, para la valoración de las expresiones sensibles, como belleza y el sentido; y la mística, como estudio de lo divino y la espiritualidad.

Además de una perspectiva intelectual, estética y trascendente sobre el lenguaje en los hablantes, el contenido de esta obra muestra un panorama singular sobre la implicación de la palabra en los hablantes. Sin los hablantes no existiera la configuración lingüística. Por tanto, el verbo o el estilo expresivo de una persona puede ser el reflejo sobre otros aspectos ocultos del mismo, así como el estilo de una cultura es un reflejo fiel sobre otros aspectos internos de la misma. Siempre he pensado que el modo de hablar de una sociedad aporta una visión radiográfica de un estado mental colectivo. Porque la palabra es una figuración de la energía que resuena en otras frecuencias, según Bruno Rosario Candelier (El genio de la lengua, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2016).

Gracias

LEÓN DAVID

Gracias

Gracias te doy por mi palabra,
Por la indeclinable claridad de mis pupilas,
Por el misterio de mis manos,
Por la fecundidad de mis blancos insomnios;
Gracias te doy por el camino,
Por el guijarro, el polvo, el agua, el viento,
Por la nostalgia de los atardeceres
Que se escurren en la ancestral quejumbre de la playa;
Gracias, también, por la brisa
Que sostiene en sus manos la ligera cometa
De mi infancia;
Gracias te doy por la lluvia,
La lluvia que despierta ese aroma de tierra humedecida
Que se oculta en mi carne,
Gracias te doy por las palomas,
Por el árbol y el sol, por el calor y el frío,
Por la noche mojada de preguntas,
Por la sencilla verdad de la mañana;
Gracias por el delirio de este instante que afirma,
Más allá de la duda y la certeza,
La razón de la espiga.
Gracias, en fin,
Por el recuerdo,
Por el país remoto de los cuentos,
Por el enigma de un barco de papel
Que viene desde siempre remontando el silencio…
Gracias, mi corazón, mi vida, mis añoros,
Por enseñarme a ser este que soy,
Este que simplemente sabe
Dar las gracias.