Ortoescritura

CLAVES PARA INFORMAR  SOBRE ELECCIÓN DE AUTORIDADES  MUNICIPALES

Los dominicanos escogemos hoy las autoridades locales.  En cada uno de los  158 municipios  será escogido un  alcalde o alcaldesa,  un vicealcalde o vicealcaldesa y  el número de regidores con sus respectivos suplentes que acuerda la ley, en proporción a la cantidad de votantes.

Los 235 distritos municipales, categoría menor que municipio, escogerán sus respectivas juntas directivas, compuestas por lo menos por tres vocales y un director. Los primeros hacen la función deliberante, equivalente a los regidores, y el segundo desempeña la función ejecutiva.

La primera clave que pueden notar y anotar es que ni en los ayuntamientos ni en las juntas de distritos aparece  una figura llamada “concejal”,  copiada de otras culturas.

El gobierno de un municipio se llama ayuntamiento. Se compone de la Alcaldía y el Consejo de Regidores.  En algunos países se llama Concejo (con c) al gobierno municipal. Ese  Concejo (sin adjetivos) lo componen el Consejo de Regidores y la Alcaldía.

Con la voz concejo (con c) se nombra al ayuntamiento o corporación municipal. . Es moda en nuestro país escribir “concejo”  para  referirse al Consejo Municipal, tradicionalmente llamado Sala Capitular. Concejo “procede del latín concilium  (reunión o asamblea), y no debe confundirse con consejo (órgano para asesorar o tomar decisiones). Los miembros de un concejo son concejales; los de un consejo, consejeros”. Esto especifica el Diccionario  panhispánico de dudas, editado por  Asociación de  Academias de la Lengua Española.

El vocablo /consejo/ (con s) procede del latín  consilium. Significa: “1. m. Opinión que se expresa para orientar una actuación de una determinada manera. 2. m. Órgano colegiado con la función de asesorar, de administrar o de dirigir una entidad. Consejo económico y social, escolar.3. m. Reunión de los miembros de un consejo. La decisión se tomó en el último consejo de administración”.

La segunda clave: se elegirán alcaldes y regidores que luego conformarán el Consejo Municipal.

Las autoridades municipales corresponden a municipios, nunca a provincia, por lo que no es aconsejable  hablar de que “fulano fue escogido alcalde de la provincia Santiago de los Caballeros”. Los alcaldes no gobiernan provincias, sino municipios: La Vega, Baní, Moca, Higüey, Bonao.

Los vocablos provincia, municipio y ciudad guardan entre sí una ligera  semejanza semántica, pero sus diferencias con muy superiores a sus afinidades, conforme lo consignan los códigos de nuestra lengua e incluso disposiciones  legales.

Sin embargo,  los medios de comunicación abundan  en ejemplos reveladores de  uso inadecuado  de estos términos. Un caso frecuente consiste en incluir los municipios  como parte de   “ciudades”. Ejemplo: Canadiense muerto en Villa Hermosa, municipio de esta ciudad… (La Romana). Si Villa Hermosa es un municipio, no puede pertenecer a la “ciudad” de La Romana, sino a una provincia que lleva el mismo nombre.

A veces se llama ciudad a una provincia (Monseñor Nouel): “El alcalde de esta ciudad….”Y más frecuentemente se le da condición de provincia al municipio cabecera: “Santiago, el alcalde de esta provincia…”.

Es muy frecuente, entre periodistas y políticos,  el error de considerar a la cabecera de provincia como  la provincia en sí y así se escribe que un municipio pertenece a otro, como que Gaspar Hernández pertenece a Moca (y no a Espaillat) o que San Rafael del Yuma pertenece a Higüey (y no a La Altagracia).

Ciudad  es un concepto geográfico, ligado a lo sociológico, mientras municipio y provincia son de carácter legal.  Municipio, en cambio, se define como “Entidad local formada por los vecinos de un determinado territorio para gestionar autónomamente sus intereses comunes.  Ayuntamiento (‖ corporación municipal)”.

En nuestro país, provincia es una demarcación territorial administrativa que agrupa  municipios, a los que solemos llamar pueblos, palabra similar a ciudad o villa. La última clave: hoy no se eligen autoridades provinciales, solo municipales.

 

EL PROCESO DE ADQUISICIÓN DE LA LENGUA

El pasado martes  (18-2-2020) se realizó en la Pontifica Universidad Católica Madre y Maestra, en Santo Domingo,  la “Jornada reflexiva sobre el español dominicano”. Fue organizada por esa institución y la Academia Dominicana de la Lengua, a propósito de conmemorarse el 21 de febrero el  Día Internacional de la Lengua Materna, por disposición de la Unesco.

Intervinieron Bruno  Rosario Candelier, director de la Academia de la Lengua, quien ponderó la función de las madres al enseñar a sus criaturas el lenguaje humano; María José Rincón, académica de número, se refirió a las particularidades del habla dominicana.  Luis Maximiliano Quezada, maestro y teólogo, expuso acerca de cómo el  niño puede forjarse la inclinación espiritual y estética desde la lengua materna. El escritor Miguel Solano, como Quezada, miembro correspondiente de la Academia, leyó un cuento sobre el tema.

En representación de la PUCMM actuó la joven intelectual Ybeth Guzmán. El autor de esta columna, miembro de número de la ADL, también intervino  en la jornada con unas palabras  en torno al  proceso de adquisición de la lengua materna. Lo que se expone a continuación es un resumen de esa exposición.

La adquisición de la lengua es un fenómeno social, es decir intervienen e influyen sobre  el infante entes sociales. En primer término la familia, luego el entorno y  escuela.

Este proceso, no obstante su carácter social, guarda una faceta tan íntimamente  biológica,  que hemos llamado “lengua materna”, a la que heredamos de nuestro ámbito familiar, la primera, y mayormente la única que hablamos.

La lengua es también paterna, pero en esto no se exige equidad de género. Padre y madre, además de alimentación, salud, cuidado físico y la correspondiente dotación de afecto, tienen  con el infante la responsabilidad de guiarlo en el proceso de adquisición de la lengua.

El padre, como la madre, debe hablar con el niño o la niña, aunque la criatura  no responda, debe indicarle los nombres de los seres y las cosas, enfatizando, obviamente, con las más cercanas y las que pronto podrán interesar al pequeño: cama, casa, mesa, agua, gato, papá, mamá, por ejemplo.

El niño escucha, aunque no hable, y va acumulando lo que oye y lo que ve, por eso nunca será recomendable  dar continuidad a la pronunciación defectuosa del pequeño. Si la criatura  ha querido decir “leche”, pero solo emite un sonido aproximado (ete, eche,…) nada inteligente resultará que padre, madre, la abuela o la tía repita  esa forma infantil de  llamar  las cosas.

El niño asocia nombres de  objetos y  seres vivos con sonidos que puedan estos producir, pero es deber de los adultos que lo atienden corregir dulcemente al pequeño  llevándolo a repetir el nombre verdadero de los seres y cosas.  Es decir, perro, no “jau”; gato no “miau”; cerdo no “chon”.

Por igual, se recomienda decir al niño su nombre: Alonso, Matías, Marcos, Adele, o como sea llamado. Muchos apodos han surgido por la respuesta del niño o niña al preguntarle su nombre, sin que  su capacidad expresiva le permita  decir,  por ejemplo: Alejandro, Maximiliano o María Altagracia.

De nosotros depende no solo la adquisición de la lengua, sino la formación de la personalidad. Será diferente la  repercusión en la conciencia de ese bebé escuchar “La primera cosa bella que ha habido en mi vida eres tú”, como canta Nicola Di Bari a una niña que soportar pacientemente: “Esta muchacha ya me tiene jarta”.

La pizarrita en blanco que es su mente será llenada por nosotros, lo que allí escribamos ahí quedará.  Luego la escuela y la lectura irán aumentando el caudal lingüístico de cada persona. De cada uno depende ser pobre o rico de palabras

 

COLMADO, PULPERÍA Y BODEGA, ¿ES TODO LO MISMO?

El Diccionario de la lengua española registra significados  diferentes para los vocablos colmado, pulpería y bodega, de conformidad con los usos que de éstos  se hacen   en la amplia comunidad hispanohablante. Pero…lo cierto es que en el habla dominicana estas tres voces tienen tanta afinidad semántica que se comportan como sinónimas.

Veamos  el Diccionario:

Colmado o colmada. Es un adjetivo, por eso el femenino. Se forma con el participio del verbo  colmar, que significa llenar. Colmado, entonces es abundante, copioso, completo. Otras acepciones, ya como sustantivo: 2. m. Figón o tienda donde se sirven comidas especiales, principalmente mariscos.3. m. Tienda de comestibles.

El Diccionario del español dominicano, publicación de la Academia Dominicana de la Lengua, lo define así: Colmado, tienda de comestibles, bebidas y artículos  de primera necesidad.

Pulpería. Tiene dos entradas en el Diccionario, la primera como derivada de /pulpa/: “por expender originariamente frutas tropicales y dulces hechos con ellas, y –ería”. Agrega la publicación académica que se trata de una “tienda donde se venden artículos de uso cotidiano, principalmente comestibles”, pero especifica que esto es los siguientes países: Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú, República  Dominicana, Uruguay y Venezuela.

La segunda acepción  de pulpería deriva de pulpo: “Establecimiento de comidas en el que se sirve preferentemente pulpo”.

El Diccionario del español dominicano  define  pulpería como un  establecimiento rural donde se venden víveres, bebidas, herramientas y quincallería.

De nuestra infancia pueblerina nos llega el recuerdo de esta palabra aplicada a un establecimiento que vendía artículos de consumo básico, aunque fuera pequeño: bacalao, aceite, sal, vinagre, ron…pero nunca quincallería, ni siquiera herramientas agrícolas.

Bodega. (Del latín  apothēca, y este del griego  apothḗkē ‘depósito, almacén’). Tiene doce acepciones, las cuales transcribo: 1. f. Lugar donde se guarda y cría el vino. 2. f. Almacén de vinos. 3. f. Tienda de vinos. 4. f. Establecimiento, generalmente industrial, para la elaboración de vinos. 5. f. Cosecha o mucha abundancia de vino en algún lugar. La bodega de Arganda, de Valdepeñas. 6. f. despensa (‖ lugar donde se guardan los comestibles). 7. f. troj (‖ espacio para guardar cereales). 8. f. En los puertos de mar, pieza o piezas bajas que sirven de almacén a los comerciantes. 9. f. Espacio interior de los buques desde la cubierta inferior hasta la quilla. 10. f. C. Rica, Ec., Hond. y Méx. almacén (‖ local donde se depositan géneros). 11. f. Cuba, Méx., R. Dom. y Ven. abacería. 12. f. Ec. y El Salv. trastero.

Han visto que  la penúltima (11) indica que en Cuba, México, República Dominicana y Venezuela, la palabra /bodega/ es lo mismo que  /abacería/. Pocos aquí conocen esa palabra, la cual se define: f. Puesto o tienda donde se venden al por menor aceite, vinagre, legumbres secas, bacalao, etc. A quien atiende  una abacería se le llama  abacero,  la misma derivación de colmadero (colmado), pulpero (pulpería) y  bodeguero (bodega).

En el Diccionario del español dominicano, la voz bodega es definida del siguiente modo: Bodega, tienda donde se venden al por menor alimentos y bebidas alcohólicas.

Hemos podido notar que  hay diferentes valores semánticos para los tres vocablos citados, según puntos de vistas incorporados  al principal código de la lengua española. Pero en cada caso, aparece  un resquicio (tienda, establecimiento, alimentos…) por donde se cuelan las significaciones que a estas palabras otorgamos los dominicanos. Aquí son afines, casi sinónimas. De hecho, no hay diferencias entre los servicios que ofrecen  la bodega I y el colmado N.

Temas idiomáticos

PALABRAS PARA UN HIMNO I

04 /02/ 2020

En febrero de 2018 le dediqué una Eñe al análisis de la métrica de la letra del himno nacional dominicano. Gustó mucho a los lectores acercarse al himno desde el punto de vista literario. Este febrero les propongo leer sus estrofas poniendo especial atención en sus palabras, desde el vocativo inicial al eco libertario final.

El hermoso gentilicio quisqueyanos parece tener origen indígena. Que no aparezca en el Diccionario de la lengua española no quiere decir que no exista, como muchos creen. La primera estrofa anima a los quisqueyanos a cantar y a mostrar (ostentar) a la cara del mundo la bandera dominicana. El vocablo faz es un cultismo latino para referirse al rostro («del mundo a la faz»). La palabra pendón, de origen francés, se utiliza como sinónimo de bandera, a la que se califica de «gloriosa» y de «invicta», un adjetivo que se refiere a su condición victoriosa.

La segunda estrofa comienza con la interjección poética salve, utilizada para saludar. Su origen es el latín, donde significaba ‘ten salud’. Ya ven, nuestros saludos y este salve tienen en su germen un deseo de salud. Se saluda al pueblo dominicano, al que se describe como «fuerte» e «intrépido», ‘que no teme a los peligros’. El adjetivo bélico es el sinónimo de origen latino del adjetivo guerrero, de origen germánico.

 

PALABRAS PARA UN HIMNO II

11/02/2020

 ¡Oh, lectores, que se han animado a releer el himno dominicano con ojos de lingüistas!, si la pasada semana desgranamos las tres primeras estrofas, aquí están las tres siguientes. Empezamos con una reflexión ortográfica. Recuerden que la conjunción adversativa mas (‘pero’), cada día menos usada y relegada al lenguaje escrito, es un monosílabo átono y se escribe sin tilde, en contraposición a más, adverbio de cantidad, monosílabo tónico.

Los dos primeros versos suman tres adjetivos calificativos con los tonos combativos propios del momento histórico: Quisqueya es «indómita» ‘que no se puede o no se deja domar’, y «brava» ‘valiente’, de frente «altiva» ‘orgullosa, soberbia’. El contraste entre esclavitud y libertad se prolonga hacia el porvenir gracias al contraste entre dos formas verbales que expresan el futuro de muy distinto modo: el futuro simple de subjuntivo, casi desaparecido de nuestra lengua («si fuere mil veces esclava») y el futuro simple de indicativo («otras tantas ser libre sabrá»). Aquí tienen los docentes un bello ejemplo histórico para enseñar las diferencias entre indicativo y subjuntivo.

Si la cuarta estrofa la protagonizan los adjetivos y los tiempos verbales, la quinta es de los sustantivos. El desdén (‘indiferencia y despego que denotan menosprecio’) que han provocado el dolo (‘engaño, fraude, simulación) y el ardid (‘artificio, medio empleado hábil y mañosamente para el logro de algún intento’) se convierte en gloria en los campos, en alusión a los campos de batalla.

 

 

PALABRAS PARA UN HIMNO III

18/02/2020

 El himno dominicano, doce estrofas construidas con palabras, nos sirve este mes de febrero como excusa para aprender un poco sobre el léxico de nuestra lengua. Recuerden que los diccionarios se convierten en nuestros mejores aliados, a veces los únicos, para bucear en los significados de las palabras. Y hay que saber hacerlo. Si consultamos empañar en el Diccionario de la lengua española, tenemos que leer hasta la quinta acepción para encontrar el matiz de significado que puede aplicarse a este contexto: «oscurecer o manchar el honor o la fama, amenguar el mérito o gloria de una persona o de una acción». Cuando buscamos inconsulto y encontramos que es un adjetivo desusado en la actualidad, comprendemos por qué los diccionarios deben registrar las palabras que van perdiendo actualidad en la lengua. Si buscamos el sustantivo caudillo aprendemos que tiene su origen en el diminutivo latino capitellum y en una imagen que está también en el diminutivo español cabecilla. El «incendio» de la guerra deja al soberbio león castellano «atónito», ‘pasmado, espantado’.

Algunas palabras significan una cosa particular si forman parte de la terminología de una determinada disciplina. Así sucede con el adjetivo cruzado. Cuando se emplea en heráldica se refiere a una bandera o a un escudo que lleva una cruz sobrepuesta. Y esta acepción con la que lo leemos en nuestro himno es solo una de las diez que descubrimos en su entrada en el DLE.

El segundo verso de la novena estrofa concluye con la preciosa locución advebial de hoy más ‘de hoy en adelante, desde este día’. Navegar por las páginas del diccionario nos guarda estas pequeñas joyas que nuestra lengua atesora y que tenemos el placer de descubrir cuando la tratamos con respeto y la usamos con pasión.

 

PALABRAS PARA UN HIMNO IV

25/02/2020

 Se va terminando este febrero en el que nos hemos propuesto releer las palabras de nuestro himno, y todavía nos reservan muchas cosas interesantes: adverbios relativos, conjugaciones verbales, tildes diacríticas y figuras retóricas.

Empecemos por el adverbio relativo do (‘donde’), una contracción de la preposición de y del adverbio desusado o. Ya solo lo encontramos en antiguos poemas, y hoy lo hemos redescubierto en nuestro himno. Sigamos con el reto de la difícil conjugación del verbo erguir; basta recordar que la forma que encontramos en el himno (yergue) puede también conjugarse como irgue. ¿Dudas? Acuda al Diccionario de la lengua española y le echará una mano con su conjugación, con esta y con la de cualquier verbo. Dos veces se repite el adverbio de tiempo aún (‘todavía’), con tilde diacrítica, gracias a su condición de monosílabo tónico, para diferenciarlo de aun (‘incluso’), monosílabo átono.

La anáfora, recurso expresivo retórico, se convierte en el hilo conductor que nos lleva de la mano hasta el eco final del himno: la hermosa palabra libertad, repetida cinco veces en las dos últimas estrofas. Doce acepciones tiene su entrada en el DLE, entre las que prefiero la primera (‘facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos’) y la quinta, por aquello de ‘derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas’.

 

POPIS Y WAWAWÁS

03/03/2020

El eco de lo que está sucediendo en nuestras calles llega a las páginas de los diarios y a los debates en las redes sociales. Con el eco de la calle y de la juventud llegan nuevas palabras: popiwawawá, o su compuesto popiwá. Recuerden que la ortografía se les aplica a los recién llegados como a los que ya estaban aquí: no olvidemos colocar las tildes en su sitio.

¿Existen? Las nuevas generaciones las usan; existen, sin ninguna duda. Que estas palabras entren o no en los diccionarios dependerá de si arraigan en el gusto de los hablantes o son voces pasajeras. Si finalmente estos sustantivos/adjetivos llegan para quedarse en nuestra lengua, serán bienvenidos. Tengan por seguro que los lexicógrafos las estaremos observando, documentando, analizando, como hacemos con todas las palabras de nuestra lengua, que no son pocas, y que demuestran día a día su vitalidad.

Como casi todas las palabras, nacen ya con matices de uso, con connotaciones particulares, o se van tiñendo con ellos a medida que las hacemos nuestras. Mientras algunos grupos las usan despectivamente, otros se reconocen en ellas y se enorgullecen de ser contados entre los popis o los wawawás. Que los protagonistas, felizmente, sean los jóvenes es motivo de ilusión y debemos asumirlo como una lección de compromiso para los que ya no lo somos tanto. Ustedes son los dueños de la lengua, los depositarios de siglos de tradición, historia y cultura; los dueños del futuro. En ustedes tenemos puesta nuestra esperanza.

Publicaciones de la Academia

BRUNO ROSARIO CANDELIER

EL GENIO DE LA LENGUA

 

El libro El genio de la lengua, de Bruno Rosario Candelier, es una obra conformada por un repertorio de estudios que ponen a la luz temas de la singularidad humana y, de un modo especial, aspectos esenciales de la lengua, como los mecanismos del pensamiento y de la expresión humana, conformados y atribuidos a un instinto creador inherente. Entre tantas formas del lenguaje, existe una que ha forjado y distinguido al ser humano del resto de los demás seres vivos de la tierra, como es el potencial creador de la lengua, que se manifiesta en el poder de intuición, reflexión, creación y expresión, según subraya el autor de esta obra. El genio creador que habita en cada ser humano arroja pistas de lo que realmente constituye la esencia de la especie humana, tanto en su aspecto físico, biológico y espiritual, en cuya virtud se fundamentan sus aptitudes de ir en busca del conocimiento y congeniar con la realidad de las cosas.

Los seres humanos somos más que vida en carne y hueso, somos conciencia que se fundamenta en alma y energía, y que, como todo lo que vemos hoy en día es el reflejo de un pensamiento creador impulsado por una conciencia superior. La conciencia es un potente detonante interior que con el tiempo los seres humanos hemos ido identificando respecto al mundo circundante mediante formas, sonidos, creaciones y comunicaciones. Hemos sentido la necesidad de identificar el mundo que nos rodea y exteriorizar el mundo interior propio, es decir, materializar lo pensado, dando como fruto la transmisión de imágenes y conceptos, o la creación de medios que a su vez son en sí mismos capaces de seguir siendo fuente de creación. La expresividad, como una singular capacidad comunicativa puede ser manifestada de muchas formas, pero existe una que representa el verdadero grado de desarrollo que distingue a la humanidad, como es la palabra. A lo largo de esta obra son tratados distintos aspectos en torno a la palabra como fundamento del lenguaje humano, desplegados a través de una serie de estudios dedicados a la obra de escritores y cultores de la lengua, con materiales de apoyo basados en entrevistas realizadas al autor del libro.

Cuando hablamos de El genio de la lengua estamos frente a una obra que explica y describe la lengua como un mecanismo de expresión codificada mediante el uso del verbo. Además de abordar la génesis de su esencia y las incidencias en la sociedad como parte fundamental de la cultura durante miles de años, el autor de esta obra concibe el lenguaje como vestigios de energía que brotan y reverberan en sus distintas frecuencias, producto de los influjos dictados por la tierra, la naturaleza, la sociedad, la cultura; podríamos decir que somos una expresión del Cosmos, y a la vez somos capaces de expresar lo que percibimos de fenómenos y cosas. Los seres humanos somos una proyección a menor escala de la tierra y de todo lo que habita fuera de ella, por lo cual somos seres capaces de interpretarla en su caudal simbólico. La tierra es un componente esencial en el ciclo de la vida humana, por lo que desde que somos en ella, nos convertimos en un foco potencial de expresión. La tierra, dicho de un punto del suelo natural funciona como un medio para depurar y reciclar las energías del ser, y en esa misma frecuencia, completar un ciclo que culmina en la elevación y en la conexión con la Fuente Suprema, que es Dios.

De esta obra de Bruno Rosario Candelier se colige que todo lo presente en la naturaleza son huellas de una forma de expresión, y que a su vez contienen signos e información esencial de nuestra proveniencia y nuestro vínculo con la Divinidad, por lo que mientras más nos permitimos mantener una sintonía a través de esa frecuencia, mayor será nuestra capacidad de descubrir, o más bien, de recordar una verdad inherente a nuestra realidad. Esta dinámica surge esencialmente desde una conciencia, a sabiendas de que somos conciencia y que, por ende, todo lo que brota de ella es portadora de un potencial creador para fundirse en el espacio presente y ser capaz de moldear la realidad. No obstante, para poder figurar la lengua como la conocemos no transcurre directamente de un estado a otro, es decir, pensamiento-figuración, sino que atraviesa un proceso mediante el ser, y que a su vez adquiere gran importancia ya que es una forma directa de canalizar energía y de ser capaz de moldear frecuencias vibracionales.

El autor de la obra explica el concepto de la energía creadora, como energía que transmuta a una forma de expresión: “Surge de una conciencia que se manifiesta en actitudes, emociones y conductas y, desde luego, en el lenguaje articulado de conceptuaciones y creaciones poéticas y ficticias. La corteza cerebral, cauce de las funciones intelectuales, morales, afectivas, estéticas y espirituales, es la compuerta de nuestras ideas de las cosas y del fuero del yo, que canaliza la formalización de imágenes y conceptos con el caudal de vivencias, intuiciones, sueños, inspiraciones y revelaciones” (Bruno Rosario Candelier, El genio de la lengua, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2016).

Bruno Rosario Candelier retoma la opinión de grandes pensadores de la antigüedad para fundamentar su disertación sobre la esencia del lenguaje humano, como es el caso de Heráclito de Éfeso, de quien escribió sobre su idea concebida sobre la lengua, como el acto del habla que surge por la necesidad de tener “algo que decir”. Esta frase resulta en sí de un sentido absoluto, ya que ‘decir’, como leemos en este libro, entraña una forma y un sentido, una expresión y un contenido o una imagen y un concepto. Por otra parte, el filólogo dominicano explica que el pensador de Éfeso intuyó que la esencia del decir se cifraba en la sustancia de un influjo espiritual que denominó Logos. El Logos que sustenta el antiguo pensador presocrático es descrito por el autor de la obra como la sustancia del pensamiento de donde surge el caudal expresivo que a su vez destila en la esencia de una lengua. Porque el Logos, en su facultad expresiva, no solo representa un instrumento, sino que con el simple hecho de pensar, figurar e idealizar, aunque sea al nivel del pensamiento, estamos recurriendo al accionar del Logos.

En El genio de la lengua podemos encontrar información que nos permite reflexionar y comprender al ser humano en su esencia, en su existencia y en el elemento clave del ser, que es la conciencia, y su correlación con los distintos componentes de la naturaleza, es decir, las leyes que lo rigen, la tierra, el espacio sideral, el Cosmos, lo que vemos y lo que no podemos ver, lo que está y lo que parece no estar, todo como parte de un mismo orden. Además, existe un componente angular entre el ser humano que lo hace converger armónicamente y el plano terrenal al que pertenece y el plano trascendental que le corresponde, y es ese componente su vínculo con la Divinidad: “Ya que todo fluye y permanece, en su fluir hay una entidad inalterable e inmutable, una energía suprema que llamamos Dios, que es la unidad de cuanto existe, cuyo fluir presenta una unidad de sentido, una fuerza vital, un fuego cósmico que el griego asumía como el alma del mundo. Para Heráclito de Éfeso, el Logos, en tanto Palabra que encierra idea y expresión, recrea la inteligencia universal de todo lo viviente, por lo cual cada ente o criatura forma parte de la esencia divina que rige el Universo”, escribe Rosario Candelier enEl genio de la lengua.

En esta obra el autor hace un persuasivo llamado a la actividad contemplativa, con el argumento de que a través de ella podríamos llegar a un más alto nivel de reflexión, auscultar los aspectos más profundos del ser, aprender a reconocer y escuchar la voz interna, a la que el autor denomina ‘intuición’, y a saber apreciar el lenguaje colectivo, con el que las cosas se mantienen en sintonía y a través del cual la naturaleza se expresa. Rosario Candelier define la expresión proveniente de la sabiduría del Numen, a través de la cual es posible canalizar verdades trascendentes de muy antiguas esencias, como dice el ensayista y académico dominicano. A lo largo de la obra podemos apreciar referencias avaladas con ideas de Heráclito de Éfeso, lo que deja en evidencia su gran admiración y afinidad con los ideales del famoso presocrático. Heráclito de Éfeso, en su condición de intelectual, era un auténtico contemplador, pues en tal virtud tenía una vocación para el estudio, el pensamiento, la disciplina espiritual y la creación artística, es decir, como infiere el autor de esta obra, contaba con una disposición para la vida interior de la conciencia, y por esa razón fue posible el desarrollo de la alta cultura en la antigua Grecia. Rosario Candelier explica que, para los antiguos, vivir la vida de este modo no era difícil ya que ellos vivían el mundo poéticamente, es decir sentían afinidad hacia la naturaleza y todo lo viviente, por lo cual pudieron comprender el sentido del mundo gracias a su alto nivel contemplativo y de reflexión.

Los antiguos griegos sintieron la necesidad de auscultar el lenguaje en una dimensión conceptual y estética por lo cual hablaban de la poesía [poiesis, ‘creación’], conforme la explicación del pensador mocano. Esos pensadores entendían que el hablante hace uso creativo de la palabra y, quien la usaba con valor estético, lo llamaban poeta, en alusión al hablante que, mediante el arte de lenguaje crea belleza y sentido, generando una emoción estética y un estremecimiento espiritual, según nos enseña el director de la Academia Dominicana de la Lengua, presidente del Ateneo Insular y creador del Interiorismo.

En algún momento de la vida, incluso siendo muy pequeña, me hice la pregunta siguiente: si no existiera la lengua, es decir, la palabra y sus respectivas hablas, ¿seríamos capaces de pensar? ¿Cómo figuraríamos nuestros pensamientos?, o más bien ¿en qué lenguaje pensaríamos? En ese momento fue cuando comprendí que el ser humano es un ser especial entre los seres vivientes, puesto que nuestro instinto creador y la necesidad de exteriorizar nuestros pensamientos nos llevó al desarrollo y adaptación de distintos medios de comunicación, en especial el de la palabra. En ese momento tuve la capacidad de figurar la idea de lo que conocemos por Logos; sin embargo, no lo había escuchado anteriormente bajo su nombre, ni mucho menos en el concepto como tal. Cuando empecé a leer esta obra sentí que me sumergía en mi propia mente. Fue como quitarle la venda a los ojos de mi yo interior, pues a medida que iba leyendoEl genio de la lengua, podía escuchar el eco de pensamientos y figuraciones que existían y estaban anteriormente, pero que no podían ser expresadas con palabras, o simplemente no concebía de manera muy clara. Por eso tengo la convicción de que todos estamos conformados por partículas que contienen una memoria, y en atención a eso que somos, un individuo cargado de historias, adquirimos una voz interna que sabe cosas y que recuerda cosas. Pero es tarea de cada persona poder congeniar con ese estado del ser. Siguiendo el mismo orden, nuestro filólogo expresa en su libro que la importancia del Logos radica en que es la base del pensamiento y la clave de la conciencia, y que además de ser una dotación divina, acata las mismas leyes del ordenamiento cósmico, así como la gramática y la normativa de la palabra han de aplicar en su plasmación formal. Por eso, la palabra que surge de una fuente de pensamiento, entraña el estudio del lenguaje en sus manifestaciones formales y conceptuales. Al estudio de la palabra en tal sentido se le denomina filología; el saber filológico se centra en el Logos, fuente de la palabra, su forma y su contenido. Desde la antigüedad, dice Rosario Candelier, los filólogos deben poseer conocimiento en cuatro disciplinas afines, que son la lingüística, para tener un fundamento gramatical, lexicográfico y semántico; la filosofía, para conocer la esencia y la naturaleza de las cosas; la estética, para la valoración de las expresiones sensibles, como belleza y el sentido; y la mística, como estudio de lo divino y la espiritualidad.

Además de una perspectiva intelectual, estética y trascendente sobre el lenguaje en los hablantes, el contenido de esta obra muestra un panorama singular sobre la implicación de la palabra en los hablantes. Sin los hablantes no existiera la configuración lingüística. Por tanto, el verbo o el estilo expresivo de una persona puede ser el reflejo sobre otros aspectos ocultos del mismo, así como el estilo de una cultura es un reflejo fiel sobre otros aspectos internos de la misma. Siempre he pensado que el modo de hablar de una sociedad aporta una visión radiográfica de un estado mental colectivo. Porque la palabra es una figuración de la energía que resuena en otras frecuencias, según Bruno Rosario Candelier (El genio de la lengua, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 2016).

Gracias

LEÓN DAVID

Gracias

Gracias te doy por mi palabra,
Por la indeclinable claridad de mis pupilas,
Por el misterio de mis manos,
Por la fecundidad de mis blancos insomnios;
Gracias te doy por el camino,
Por el guijarro, el polvo, el agua, el viento,
Por la nostalgia de los atardeceres
Que se escurren en la ancestral quejumbre de la playa;
Gracias, también, por la brisa
Que sostiene en sus manos la ligera cometa
De mi infancia;
Gracias te doy por la lluvia,
La lluvia que despierta ese aroma de tierra humedecida
Que se oculta en mi carne,
Gracias te doy por las palomas,
Por el árbol y el sol, por el calor y el frío,
Por la noche mojada de preguntas,
Por la sencilla verdad de la mañana;
Gracias por el delirio de este instante que afirma,
Más allá de la duda y la certeza,
La razón de la espiga.
Gracias, en fin,
Por el recuerdo,
Por el país remoto de los cuentos,
Por el enigma de un barco de papel
Que viene desde siempre remontando el silencio…
Gracias, mi corazón, mi vida, mis añoros,
Por enseñarme a ser este que soy,
Este que simplemente sabe
Dar las gracias.

Entrevista a Ofelia Berrido

Por Emilia Pereyra

   Ofelia Berrido es una narradora, poeta y ensayista hechizada por el oficio, quien confiesa que “sin escribir moriría” y que no dedica su tiempo “a destruir a ninguna obra”.

Es una intelectual y creadora multifacética que acumula grandes experiencias en diversos campos, las cuales ensanchan las perspectivas de sus miradas sobre la vida y el arte literario.

Ella escribe incesantemente, aunque no publica con frecuencia. Pero hace poco ha entregado a la bibliografía dominicana su poemario Anacaona, dedicado al gran cacique taíno que desde la niñez le encandiló la imaginación y el deseo de conocer más sobre esa mujer impar de los remotos tiempos de la “conquista” y la colonización.

En relación a su trayectoria y a su honda manera de pensar sobre el oficio al que se entrega con razón y pasión, se ha expresado para Ruta de letras de Diario Libre.

Ha publicado recientemente el libro de poemas Anacaona, un personaje de nuestra historia. ¿Qué la convocó a su escritura?

Desde que supe de Anacaona en las clases de Historia, durante mi niñez, quedé prendada de la estatura de su figura. La fuerza vital que transmitía su imagen en mi mente me inspiraba. He leído acerca de Anacaona toda la literatura que me fue posible obtener; pero un día comprendí que los que fueron testigos presenciales de su época no dejaron muchas evidencias escritas. Pero los hechos hablan… Cacica de uno de los más importantes cacicazgos (Jaragua), luego de la muerte de su hermano el cacique Bohechio; y la de Caonabo cacique de Maguana de quien enviudó se convirtió en una cacica poderosa. El solo hecho de que los españoles al referirse a ella lo hicieran con el nombre de “reina” y que la consideraran una amenaza para sus fines colonialistas, nos indica el tipo de mujer y líder que era. A tal extremo que se vieron en la necesidad de urdir un plan macabro para acabar con su liderazgo cuyo funesto resultado fue su muerte en la horca y el asesinato de unos 80 caciques menores y parte de su pueblo (Matanza del Jaragua). La gran huella que debió quedar para la posteridad fue borrada, asunto entendible si consideramos la conocida frase de escritor británico George Orwell: “La historia la escriben los vencedores”.

Anacaona forma parte de mí como descendiente taína que siente orgullo de sus raíces. Ella vive en la imaginación de nuestro pueblo y así, un día cualquiera sin haberlo planificado me senté a escribir los versos que publiqué en el poemario que precisamente titulé Anacaona. Esa es a grandes rasgos la historia de Anacaona, que llegó a feliz término con la colaboración de Parmelia Matos de Calventi (mi hija) y un grupo de importante de fotógrafos dominicanos cuyos trabajos sumaron valor al texto: Juan de los Santos, Alejandra Oliver, Jiny Elena Ramos, Carmen Inés Bencosme, Parmelia Matos, Dennise Morales Pou y Pedro Genaro Rodríguez.

¿Cómo fue el proceso de creación de este libro? ¿Qué tiempo le tomó?

¡Quizás demasiado! Yo tiendo a madurar mucho lo que escribo. Terminé Anacaona en el año 2015. Ya ni recuerdo cuándo lo inicié. Escribí algunas estrofas y a medida que pasaba el tiempo y las releía, crecía el poema en longitud e intensidad. Al terminar, les envié el libro a José Enrique Delmonte y a Pura Emeterio Rondón para que si les gustaba, escribieran el prólogo y el epílogo, respectivamente. Luego, se lo hice llegar a Mayra Johnson y a María Teresa Ruiz de Catrain para el relato visual y el prefacio.

Tengo una anécdota acerca de este poema: antes de convertirlo en libro le enseñé la primera versión en hojas sueltas a Catharina Vanderplats de Vallejo, doctora en Filosofía de la Universidad de Montreal, quien se encontraba en el país realizando una investigación sobre la cacica para un libro que luego publicó el Banco Central en el 2015; para entonces, mi libro como tal todavía no había sido creado y solo existía el poema en una versión primaria. A ella le gustó y lo citó en su obra, a pesar de que aquella versión era diferente de la que finalmente publiqué.

Una vez terminado el poemario me comuniqué con José Enrique García, uno de los mejores editores del país, para que hiciera la revisión editorial propia del período pre-publicación. Finalmente, inicié la búsqueda de patrocinio. Acudí a varias instituciones que acostumbran a publicar este tipo de trabajos; les gustaba, pero se trataba de una obra costosa con portada dura, hojas satinadas de gran tamaño y el costo de impresión era alto. Pero su momento llegó cuando en el año 2019, el Ministerio de Medio Ambiente aceptó patrocinarlo dado su naturaleza pues se sustenta en nuestras playas, bosques, flora, fauna y la fértil tierra que acuñó en su seno a esta valiente cacica representante de la mujer dominicana. El Ministerio aportó el apoyo económico para su publicación y gracias a ello hoy circula y está de venta en la librería Cuesta.

Se le reconoce como poeta, novelista y ensayista. Son facetas muy distintas que usted maneja con fluidez. ¿Cómo lo logra? 

Soy muy inquisitiva en cuanto a las razones de la existencia y el mundo que nos rodea y eso me hace leer mucho en busca de respuestas. La lectura ha sido mi fuente de inspiración y del poco o mucho dominio que pueda tener en cualquier rama o género. He sido una lectora empedernida toda mi vida. Desde muy pequeña empecé a leer. Cuando leo clasifico los libros con estrellas, los subrayo, marco en colores, escribo en sus bordes, cuestiono, asiento o niego las observaciones que en ellos se encuentran. Al leer, tengo un verdadero diálogo con el autor o los personajes que desde las páginas de las obras me hablan y convocan. Hay libros que me han cautivado de tal manera que los he leído reiteradas veces y en cada lectura encuentro nuevos caminos de interpretación. No tengo géneros preferidos, pero opto por los autores de profundidad; los que me muestran lo fundamental de la vida y me hacen entenderla, los que me marcan. Son ellos los que me han enseñado a escribir. Disfruto leer más que nada en el mundo, con la excepción de escribir. Sin escribir moriría. 

Pero también se formó como médico y es docente. ¿Cómo ha logrado ese grado de versatilidad?

Creo que la infancia marca a uno. De pequeña viví muchos años en el extranjero y para entonces estaban de moda las series Dr. Kildare y Ben Casey, ambos eran médicos muy carismáticos y compasivos que influyeron en mí. Salvar vidas, poder arrancar a mis congéneres de las manos de la muerte se convirtió en mi objetivo principal. Me gradué de médico, luego realicé las especialidades de gineco obstetricia y oncología ginecológica y trabaje 15 años en medicina pública y privada. Luego, estudié Recursos Humanos y realicé una maestría en Administración de Empresas. Pero el tiempo pasa y la vida es breve… Cambié de rumbo como lo he hecho varias veces en mi vida. Cada cambio es como una muda, otra vida con nuevas e invaluables experiencias.

Actualmente, estoy en la fase de presentación de tesis del Doctorado de Español: Lingüística y Literatura de la Pucmm. Soy amante del conocimiento. Me estimula mucho aprender cosas nuevas. Sobre el aspecto docente… Empecé a dar clases desde que era estudiante universitaria. Fui monitora de Histología en la UASD; desde entonces, siempre he impartido docencia en el área de educación superior. Actualmente, soy docente de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm); laboro, además, en la Universidad Iberoamericana (Unibe) desde el 2011 en el área de Negocios Internacionales y posgrado; en la UNPHU laboré por un quinquenio y ejercí como directora del Departamento de Tecnología Educativa, la Unidad de Evaluación y Desarrollo Docente y de la revista Aula, además de impartir docencia en el área de posgrado y de laborar como formadora de formadores del Modelo Educativo.

Creo firmemente en que todos los seres humanos poseemos diferentes talentos para desarrollar, pero la mayoría de las personas deciden dedicarse a una sola área durante toda su vida. Todos tenemos la opción de decidir qué queremos hacer, por qué y cómo. Ninguna manera es mejor que la otra, sencillamente son diferentes formas de vivir, pero en mi caso la vivencia de diferentes roles me ha permitido desarrollarme en los campos que me apasionan, mantener pleno el deseo de vivir y ser feliz.

¿En qué momento de su vida decidió que debía dedicarse a la literatura?

Escribo desde los trece años y leo desde mucho antes. La literatura no ha sido una decisión, es simplemente parte de mi vida como lo es comer o dormir. Ahora, si me pregunta desde cuándo decidí publicar, ese es otro asunto. Mantuve la novela El Sol Secreto en una gaveta de mi escritorio por más de diez años y no fue sino hasta el 2006 que decidí publicarla; antes, el temor a la crítica despiadada me impedía hacerlo. Es por ello que al escribir sobre las obras de otros autores elijo hacerlo sobre los libros que de ellos me cautivan, aquellos que creo que aportan y que me parece que están bien escritos. Cuando un libro no me atrae lo termino de leer por respeto al trabajo del autor, pero no dedico mi tiempo a destruir a ninguna obra. No me siento cómoda denigrando el trabajo de otro. El tiempo dirá si ese libro perdurará en el tiempo o si ese autor evolucionará y escribirá en el futuro una gran obra. En varias ocasiones me han llamado para que haga una lista de los 100 mejores libros dominicanos. Para mí es una tarea imposible. Primero, no he leído todo lo escrito, así que corro el riesgo de ser injusta; segundo, cada tipo de literatura tiene su público.

¿Le ha resultado complicado desarrollarse como escritora? 

Escribo mucho, más de lo que publico. Pero publicar y ponerlo a circular eso sí ha sido difícil. Sería fácil si tuviera una casa editorial que se ocupara de todo y como escritora solo me dedicara a escribir. Los escritores dominicanos somos perseverantes con nuestro oficio, pero las facilidades de una buena editorial que promocione los escritores y sus obras internacionalmente son escasas. La mayoría de nuestros escritores tienen que trabajar fuera del mundo literario. Lo que reduce el tiempo que de otra manera dedicarían a escribir. Pero aman lo que hacen, sienten pasión por su oficio y se entregan de lleno.

Y su participación en el Movimiento Interiorista, ¿qué le aporta? 

Cuando publiqué mi primera novela se la envié a los escritores que yo leía y admiraba, a los que eran considerados maestros de la ensayística y la novelística dominicana. Entre ellos estaba Bruno Rosario Candelier, creador del Movimiento Interiorista. Él leyó la novela, le gustó su contenido por tratarse de una historia escrita desde las profundidades del ser. Me llamó para comunicarme lo que le había parecido el libro y me invitó a las reuniones del Ateneo Insular. Desde ese momento (abril del 2006) soy miembro del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular fundado el 28 de julio de 1990 que me ha aportado conocimiento y apoyo. Don Bruno, escritor de orden superior, para mí uno de los mejores ensayistas y críticos dominicanos, es un ejemplo de dedicación y disciplina.

Escritora interiorista lo soy desde las raíces mismas de mi ser; lo que escribo se refiere a cómo el mundo impacta la conciencia y cómo ella se manifiesta. El Ateneo Insular, sede del Movimiento Interiorista, es una escuela para los escritores que a él acuden; allí se debaten ideas, se estudian los más destacados escritores del mundo y sus obras; se presentan, estudian y se realizan críticas constructivas de las obras de los miembros, siempre respetando la libertad creativa de cada escritor. El Movimiento Interiorista anida en su seno los cultores de este tipo de literatura. Don Bruno, Premio Nacional de Literatura y director de la Academia Dominicana de la Lengua, ha dedicado su vida a promover la literatura dominicana y a captar nuevos miembros en todos los rincones del país y en otras regiones del mundo como lo son Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Con 30 años de existencia, el Movimiento Interiorista con Bruno Rosario Candelier a la cabeza junto a los demás fundadores del Movimiento, ha aportado a la literatura dominicana escritores y obras de importancia.

¿Habrá más novelas de Ofelia Berrido? ¿Escribe otras?

La novelística es mi debilidad. He acabado la próxima novela a publicar. Estoy en el proceso de edición y reedición. Releo mucho lo escrito: le sumo, le resto…, y vuelvo al proceso una y otra vez hasta que siento que no tengo nada más que aportar. Luego, se la paso al editor oficial del texto en cuestión antes de publicarla. Sin embargo, tengo dos libros de ensayos que deseo publicar primero y espero que estén listos para finales del 2020: Fábrica de Cavilaciones (ensayos filosóficos), sería el primero, y luego otro de “Ensayos críticos”.

¿A qué aspira como escritora dominicana, caribeña?

A que la buena literatura dominicana sea promovida y reconocida en el resto del mundo. A que los jóvenes dominicanos tengan acceso a la literatura de forma gratuita. A que el libro esté absolutamente libre de impuestos (y esto se cumpla), y a que tengamos bibliotecas físicas y digitales en todos los rincones del país.

¿Quiénes han sido sus maestros o maestras en la literatura? 

Para mí la palabra “maestro” se refiere a los maestros de la sabiduría sagrada; de hecho, mis lecturas preferidas son los libros sagrados de todas las religiones. Así que mencionaré algunas de las personas que admiro y leo y que me sirven de guía o ejemplo a seguir en el ámbito de la escritura. Ellos son los griegos, los existencialistas, los filósofos, los poetas malditos, entre otros. Si he de dar nombres, mencionaré algunos sin ningún tipo de orden ni prioridad: Platón, Aristóteles, Homero, Dogen, D. T. Suzuki, T. Deshimaru, Katsuki Sekida, Nietzsche, Ortega y Gasset, C. J. Jung, M. Foucault, Martin Buber, Hans Kung, Wen Tu, Spinoza, Camus, Sartre, Dostoievski, Marcel Proust, Flaubert, Rainer María Rilke, T.S. Elliot, Rudyard Kipling, William Butler Yeats, Marguerite Yourcenar, Gabriela Mistral, Aldous Huxley, William Faulkner, Goethe, Chateubriand, Kafka, Stanislaw Lem, Asimov, Mark Epstein, George Steiner, Jorge Luis Borges, Jose Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa. Mencionar a los dominicanos es difícil. La memoria es frágil y temo olvidar mencionar personas que uno lee porque admira su obra… Pero me voy a arriesgar citando algunos, a sabiendas de que tengo muy mala memoria: Salomé Ureña, Pedro Henríquez Ureña, Jeannette Miller, Ángela Hernández, Emilia Pereyra, Ylonka Nacidit Perdomo, Carmen Imbert, Martha Rivera, Juan Bosch, Bruno Rosario Candelier, León David, Marcio Veloz Maggiolo, Federico Henríquez Gratereaux, Jorge Tena Reyes, Andrés L. Mateo, M. Matos Moquete, José Enrique García, Diógenes Céspedes, Enerio Rodríguez, Odalis Pérez, Luis Arambilet, Manuel Núñez, José Rafael Lantigua… Ese es el problema de los nombres, son muchos y la memoria frágil.

 

¿Una obra que la haya marcado?

Crimen y Castigo de Fiodor Dostoievski.

¿Qué le preocupa de esta etapa que vive la humanidad? 

El caos global en que vivimos inmersos; la pobreza y la ignorancia generadoras de todo tipo de males que traen como resultado la injusticia y la indebida distribución de bienes. El que aún existan naciones que se crean con el derecho de dirigir el destino de la humanidad para su propio beneficio. La manipulación del hombre por el hombre; la pérdida de valor de la vida humana, pero más que nada me preocupa en esta época de la Inteligencia Artificial (IA), la desaparición del ser humano tal y como lo conocemos.

Una amplia hoja de vida

Ofelia Berrido, novelista, ensayista, poeta, crítica literaria, pedagoga, médico gineco-obstetra, oncóloga y gestora cultural. Nació en Santiago, República Dominicana el 26 de julio de 1951. Es autora de las novelas El Sol Secreto, El Infiel y los poemarios Pájaros del olvido y Anacaona. Se encuentran en vías de publicación Fábrica de Cavilaciones y Ensayos críticos. Sus ensayos han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales y en libros como Las Amazonas del Siglo XXI: ensayo escrito para libro Heroínas en Lienzos –Palabras y Sueños, Ministerio Público, Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional, Editora Corripio; La Narrativa interiorista: para Fundamentos de la estética del Interiorismo de Bruno Rosario Candelier, entre otros. Múltiples antologías locales e internacionales recogen y tratan sus novelas, ensayos y poesías, entre ellos las de los críticos Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua; Sara Rosell de la Universidad de Iowa, Estados Unidos; Catherina Vanderplaats de Vallejo de la Universidad de Concordia, Canadá; Carmen Cañete Quesada, Florida Atlantic University…

Fue fundadora del taller literario “La Mancha Indeleble” avalado por la Academia Dominicana de la Lengua y dirigió la Tertulia Letras de la Academia de la Académica Dominicana de la Lengua por un quinquenio. Actualmente publica ensayos y artículos de opinión -como colaboradora- para la revista literaria Areíto del periódico HOY con temas literarios y filosóficos de profundidad y para el periódico digital español LatinPress.

Labora como consultora de Planificación, Gerencia estratégica y Recursos Humanos para empresas locales e internacionales. Ejerció como directora del Departamento de Tecnología Educativa; Directora de la Unidad de Evaluación y Desarrollo Docente; directora de la Revista Aula y Miembro del Comité Editorial de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) donde fundó, dirigió y fue `parte del equipo de formadores de formadores del Programa de Certificación Docente del Modelo Educativo UNPHU (2015- 2018). Fue docente de las asignaturas “Gerencia estratégica” y “Planificación estratégica”, entre otras, para la maestría de Administración de Empresas y la maestría de Proyectos de la misma institución.

Por otra parte, Berrido es docente desde el 2011 del BBA y el MBA de la Escuela Internacional de Negocios de UNIBE-FIU; además, es profesora adjunta del área de Literatura y Letras de la misma institución. Labora además como docente en la Universidad Pontificia Madre y Maestra donde imparte las materias de Español II, Literatura y Cine.

Es graduada de doctora en Medicina por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con una especialidad en Ginecología y Obstetricia de la Escuela de Residencias Médicas de la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia -UASD-, y una subespecialidad en Oncología Ginecológica de la mismas instituciones, así como cursos en la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico y en el Hospital John Hopkins, Baltimore, USA. Cuenta con una Maestría en Administración de Negocios (MBA) por la prestigiosa “Braniff School of Management of the University of Dallas” con una mención en negociaciones y Diplomados Docentes y en el área de Tecnología Educativa de la Universidad Iberoamericana (UNIBE).

Es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua; miembro del Grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua; miembro del Ateneo Insular y de su Comité Intelectual. Miembro de la AEGRD (Asociación de escritores y guionistas de República Dominicana) y miembro de SingularityU (Singularity University), Capítulo de República Dominicana, entre otras membrecías.

Ha publicado recientemente el poemario Anacaona, inspirado en la gran cacica taína.

Artículo de Diario Libre. 20/02/2020

 

Concepción teológica de orígenes

Por Luis Quezada

 

El teólogo más original, creativo y controvertido en 2,000 años de cristianismo

“En el origen está el Amor. El Amor es por naturaleza creador de vida.

Dios ama creando y crea amando”

 

  1. Orígenes de Alejandría (Alejandría, 185 – Tiro, 253) es el teólogo más original, creativo y controvertido del Cristianismo en 2,000 años.
  2. Al lado de Orígenes (siglo III), solamente San Agustín (siglo IV) y Tomás de Aquino (siglo XIII).
  3. En este trabajo vamos a acercarnos al “giro origeniano” de la teología.
  4. Orígenes decía que la Teología tiene dos fuentes: la VIDA y la BIBLIA. Hay que ir como Rebeca, cada día, a beber en esas dos fuentes.
  5. Orígenes plantea que la teología es el esfuerzo humano de sincronizar armoniosamente la razón y el corazón, para acercarnos al Misterio. Decía: “Nadie entiende con el corazón, a menos quetenga la razón abierta y totalmente concentrada”.
  6. Cifró el misterio de Dios en la Trinidad. Se adelantó a Agustín en la reflexión trinitaria. Orígenes decía: “Todo salió del PADRE, por el HIJO, en el ESPIRITU SANTO. Todo regresa en el ESPIRITU SANTO, por el HIJO, al PADRE”.
  7. El cristiano Orígenes es fruto de dos influencias: una testimonial (su padre, Leónidas de Alejandría, que murió mártir) y otra intelectual (su maestro fue Clemente de Alejandría).
  8. Orígenes se le considera el padre de la exégesis. “Al texto hay que ir con amor, humildad y la mente en blanco, para extraer de él la sabiduría que viene de Dios”.
  9. Se le considera también como el primer gran sistematizador de la teología cristiana. Planteó los temas fundamentales: Protología, Escatología, Trinidad, Cristología, Pneumatología
  10. En la PROTOLOGIA, planteó la pre-existencia de las almas. Su tesis protológica fundamental es esta: “Todo existe desde siempre en el ser de Dios”.
  11. Es famosa en su reflexión sobre el Génesis, la visión que tiene de la Creación. Dice: “El Creador hizo todas las cosas para que existieran, y si las cosas fueron hechas para que existieran, no pueden dejar de existir”.
  12. Hace falta, al mismo tiempo, observar con Sœur C. Blanc: “Si Orígenes considera generalmente la preexistencia como probable, rechaza claramente la metempsicosis y la reencarnación” (Orígenes, Comentario sobre san Juan, T. I, SC 120, París, 1966, p. 30).
  13. En la ESCATOLOGIA, planteó la “apokatastásis”, es decir, la reconciliación total de lo creado en Dios. Su tesis clave es esta: “Todo lo que existe, no dejará de existir y terminará en Dios, la fuente de donde procede y hacia dónde se dirige”.
  14. Para Orígenes, nada en la creación se pierde, porque sería una “derrota de Dios”.
  15. En la concepción de Orígenes, eso que llamamos infierno no puede ser ni la “condenación eterna” ni tampoco la “aniquilación eterna”. El lo percibe como una dimensión de purificación.
  16. Orígenes es tan controversial, que es el teólogo cristiano que tiene más admiradores y más adversarios.
  17. Baste un ejemplo. Erasmo de Rotterdam, el célebre humanista del Renacimiento decía: “Aprendo más de una página de Orígenes que de diez de Agustín”.
  18. Jean Daniélou, uno de los mejores comentaristas del alejandrino, dice: “Orígenes es el primer pensador cristiano que intentó llevar el esfuerzo de la inteligencia humana a sus límites extremos en la investigación del misterio. Estos límites los pasó más de una vez; pero ello era tal vez necesario para que se los pudiera fijar exactamente. En una época en que no estaban aún determinados, probó a ver hasta dónde podía llegar la inteligencia humana. Ello constituye la grandeza de su tentativa».
  19. Con respecto al tema de la TRINIDAD, no cabe duda que Orígenes fue el gran inspirador de Agustín. Dice: “La Trinidad es el ser de Dios, que es amor y vida. Dios genera permanentemente amor y vida”.
  20. Orígenes fue controversial hasta en temas tan triviales como el ayuno.
  1. Quasten, un especialista en los Padres de la Iglesia afirma que “Orígenes es el primer exegeta de la Iglesia católica que hizo obra científica”. Se agrega, siguiendo siempre a Quasten, que “escribió sobre todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento bajo tres formas diferentes: scholia, breves explicaciones de pasajes difíciles, homilías y comentarios”.
  1. Aunque tarde o temprano, se le imputa, siempre con Quasten, una responsabilidad mayor en todas las “exageraciones del alegorismo medieval”, subrayando que “algunos de sus procedimientos de interpretación simbolista caen en la extravagancia”. Se recuerda con insistencia los errores filosóficos y doctrinales que le reprocharon, después de su muerte, varios papas y concilios, al punto de anatematizarlo: la preexistencia de las almas, el subordinacionismo, y la apocatástasis.
  2. Todo el mundo, sin embargo, se pone de acuerdo para alabar su genio, la sinceridad de su fe, su conocimiento de las Escrituras, y su coraje en la persecución, hasta el martirio. Atanasio, el gran defensor de Nicea, ¿no hablaba ya del “sabio y laborioso Orígenes”, a la vez que nos invitaba a “no confundir, en las opiniones de Orígenes, la opinión que él cita para refutarla, con la suya propia”. Con razón Orígenes es la cabeza de los padres apologistas.
  3. Orígenes se dio cuenta que su tradición cultural griega era el principal obstáculo para comprender plenamente la Biblia, que procede de una matriz oriental. Decía: Culturalmente, soy griego; espiritualmente, soy semita”.
  4. Sus presupuestos filosóficos hay que buscarlos en el platoniamo, neoplatonismo, en Filón de Alejandría y en los gnósticos.
  5. Orígenes nos expuso las normas de su exégesis en su célebre tratado Peri Archôn, o Tratado de los Principios, redactado antes de su partida de Alejandría, hacia los años 220-231. La exégesis de Orígenes ha sido considerada tradicionalmente como alegórica. El principio a partir del cual todos los pasajes de la Escritura tienen un sentido figurado y extraño a la concepción cristiana primitiva. Es el principio de la alegoría universal. Orígenes está tan penetrado de este principio que no duda en escribir: Todo lo que está en la Escritura es misterio”. El alegorismotiende a negar y a descartar la historia.
  1. Orígenes es el primero en insistir que la Biblia es primariamente un texto literario y que hace falta estudiarlo científicamente como texto literario. Dice Daniélou que “Orígenes es el primer gran maestro de la exégesis: todos aquellos que vinieron después, incluso los que reaccionaron contra él, como san Jerónimo, le deben casi todo, en todos los campos. En una palabra,¿qué sería hoy la exégesis sin Orígenes?”
  2. Su HEXAPLOS es un verdadero monumento a la exégesis.Es una sinopsis en 6 columnas, partiendo de las tres lenguas originales y las 3 mejores traducciones en griego. Algunos consideran que fue un fino lingüista y que puso la zapata de lo que más tarde se llamarían los métodos histórico-críticos.
  3. Como padre apologista, fue el mayor defensor del Cristianismo en el siglo III. Su obra más famosa es Contra Celsum (Contra Celso), escrita en la cárcel, 8 libros escritos para responder al neoplatónico filósofo griego Celso.
  4. Orígenes, llamado por sobrenombre Adamancio (hombre de acero), por su proverbial capacidad de trabajo,de su inmensa producción—más de seis mil títulos, según Epifanio de Salamina—, se ha conservado sólo una exigua parte. Escribió obras de carácter apologético, dogmático y ascético, pero la mayor parte gira en torno a la Sagrada Escritura. Estudió todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento.
  5. De su incansable actividad como predicador son testimonio el medio millar de homilías que hoy se le atribuyen.
  6. En 250, durante la persecución de Decio, Orígenes fue arrestado y torturado cruelmente. Debilitado por los sufrimientos padecidos, murió algún año después. No tenía 70 años.
  7. San Jerónimo, en su Epístola 33, cita los títulos de 320 libros y de 310 homilías de Orígenes. Lamentablemente la mayor parte de esta obra se perdió, pero incluso lo poco que queda de ella le convierte en el autor más prolífico de los primeros tres siglos cristianos. Su radio de intereses se extiende de la exégesis al dogma, a la filosofía, a la apologética, a la ascética y a la mística. Es una visión fundamental y global de la vida cristiana.
  8. Escribió, según testimonio de San Jerónimo, alrededor de 800 obras, la mayoría referidas a comentarios sobre la Biblia. Fue proverbial entre sus contemporáneos su gran capacidad para el trabajo, al punto de recibir el Sus obras sobre la Biblia se dividen en tres categorías: Escolios, es decir, explicaciones a pasajes difíciles; Homilías, prédicas tendentes a ilustrar libros enteros de las Escrituras, y Comentarios, examen sistemático de los textos.
  9. Hay que tener en cuenta que, según la teología sacramental, Orígenes no podía recibir las órdenes por ser eunuco, ya que se castró él mismo en su juventud, en un arrebato de ascetismo.

 

El lenguaje de la creación, de Bruno Rosario Candelier

Por Leopoldo Minaya 

   El magisterio intelectual de don Bruno Rosario Candelier sostiene su marcha edificante con la reciente publicación de la colección de ensayos titulada El lenguaje de la creación,  rótulo que cohesiona una enérgica labor desplegada en triple vertiente:  la reflexión teórica que indaga en las profundidades de la cognición, el estudio literario en que la especulación intuitiva o racional asume rol de piedra de toque que no excluye su propia valoración, y una conversación abierta al mundo en la que el mundo construye a fuerza de cotidianidad la vivencia de la lengua, experiencia vital esta última que juega a revestir en este libro ya forma dialógica —epistolar o conversacional— o francamente enunciativa.  Ese magisterio intelectual o, igualmente, este sacerdocio magisterial de luengas décadas y variadas disciplinas de don Bruno Rosario Candelier —de la crítica a la filología,  del ensayo a la narración, de la didáctica a la promoción cultural, de la orientación estilística a la creación de escuela de pensamiento y expresión— ha dejado y deja todavía trazas imborrables en el orbe iberoamericano en el que discurre su influyente personalidad con una inspiración humanística de acendradas aposturas universales. La marcha que iniciara en 1967 con la fundación de un grupo literario en la ciudad de Santiago, y continuara en 1975 con la publicación de La poesía de Emilio García Godoy como texto de evaluación, ha ido acrecentándose con la entrega de sustanciosas obras entre las que cabe destacar: Lo popular y lo culto en la poesía dominicanaEnsayos críticosLa imaginación insularLa creación mitopoéticaEnsayos lingüísticosPoética interiorEl ideal interior…, como muestrario apenas inicial de una corriente vigorosa de apariencia inagotable que con caudal expresivo empapado de hondura conceptual y belleza formal desemboca en 2019 en la publicación de El lenguaje de la creación, volumen que ahora nos ocupa.

El autor, por su condición de lingüista y cultor literario —indagador  de la certidumbre  y el arcano del idioma—, por exigencia del análisis especializado, y por escogencia  de la modalidad del ensayo sobre la del tratado; prioriza en El lenguaje…, el estudio y la ejecución de aquella creación en que interviene un discurso léxico frente a otras formas de creación no lingüísticas (danza, música, escultura, pintura, arquitectura, ciertos modos de realización teatral…) que cuentan también con lenguajes particulares de creación fuera del determinado campo de la lingüística pero dentro de las lindes de la semiología, aunque sin excluirlas plenamente, antes bien ejemplificándolas cuando en los escritos resulte necesario.

Como vemos, el leitmotiv o referente esencial en esta obra es la creación en la Palabra, el lenguaje en función de lengua, la lengua en atribuciones de lenguaje, ese tramo en que los conceptos de lenguaje y lengua se fusionan para apuntalar el ejercicio hacedor humano y… sobrehumano: las crónicas judeocristianas fincan la substanciación del mundo en unas cuantas palabras vertidas por ensalmo: «Dijo Dios: “Haya luz” y hubo luz»; «Dios llamó a la luz “Día” y a las tinieblas “Noche”». En la tradición mítica de los mayas, inscrito en el Popol vuh, se lee desenfadadamente: «Llegó aquí entonces la palabra»…  Estos fueron trabajos providenciales; los hombres — ¿más modestos?— creaban a su vez leyendas y epopeyas en las que no pocas veces erigían a las propias deidades.

Al discurrir sobre la lectura, primeramente tiéndese a ponderar las dotes de ensayista de nuestro autor; es como decir: sus dotes de pensador, de estilista y de juzgador.  Una actividad asumida con ardor entrañable y con verdadera pasión por el vocablo y el concepto nos revela una voluntad al servicio de los altos valores del espíritu, del intelecto y de la fraternidad humanos. El autor consigue transmitir en cada caso la fruición que el ideal genera en los adentros de su individualidad, amplificándolo cual si se tratase de caja de resonancia.  Ideal de belleza y perfección formal que pretende la Verdad, prístina e impoluta, como corolario sustantivo…  Para esto exhibe un bagaje cultural, intelectual y artístico decididamente sin parangón en las letras nacionales en cuanto resume un saber milenario que se organiza en los entronques de permeables presupuestos filosóficos y se abre a expectativas multívocas que rebasan los límites de la tirante racionalidad.

…Con la creación del lenguaje, en algún momento de su sinuosa evolución  (tal vez por razones de sobrevivencia, como se aduce desde finales del siglo XVIII), la humanidad ha podido, con cualificada legitimidad, reclamar rodaja de participación en el lenguaje de la creación, ese reino del logos esencial que materializa la idealidad figurada… y que vuelca en la realidad objetiva las íntimas certidumbres del ente generador. Dicho como para subrayar, el ser humano se apodera con propiedad del lenguaje de la creación en el instante en que emplea conciencia y capacidad cognitiva en la confección de un sistema de información que le permita organizar lógicamente el mundo adyacente y luego, peldaño tras peldaño, compendiar mundos nuevos de representación sígnica y simbólica al través de la reflexión, la intuición, el razonamiento, la imaginación, la inspiración, la abstracción… Si bien la substanciación de la lengua es acto cardinal de creación, la manipulación de la misma es propiciadora de una creación sobre la creación, formulación de taxonomía avanzada que podría develar otra creación aún más trascendente y a todas luces superior.  En el apuntalamiento y estímulo de esta forma última de creación en que puede el hombre enaltecer su condición natural se encuentran las razones que espolean el trabajo intelectual de don Bruno Rosario Candelier y, consecuentemente, la publicación de una obra como El lenguaje de la creación, donde se manifiesta la característica ejemplar o modélica con que deja el maestro plasmadas sus enseñanzas.

Don Bruno preconiza el conocimiento y el dominio acabado de la lengua como punto de partida para una creación revestida de singularidad, que deberá exhibir dos atributos fundamentales: belleza expositiva y sustantividad de significado, correspondientes a dos aspectos primarios de la obra de arte o de pensamiento: forma y fondo. En redonda lógica, no puede ser de otra manera.  El razonamiento enjundioso y el juicio más acertado carecerán del impacto necesario para convencernos a cabalidad —de entrada, al menos— cuando se hallen reducidos en eficacia por la circunstancia de una deficiente y cojeante exposición. De manera inversa, los más primorosos aderezos formales parecerán a nuestros oídos pomposas vaciedades cuando se haya descuidado la carga conceptual. Un equilibro de cúspide en ambas instancias garantiza una creación de orden trascendente, aquella que impacta indeleblemente  en la sensibilidad de nuestros espíritus y —superando al tiempo— en el flujo inagotable de las generaciones venideras.

Naturalmente, ese equilibrio entre aspecto formal y peso conceptual (que demanda proporcionalidad directa en la obra artística) puede sufrir alteraciones y hasta comportar proporcionalidad inversa en la obra técnica o científica, por lo cual acierta don Bruno Rosario al estatuir en El lenguaje de la creación la diferencia entre ambos discursos recurriendo a la naturaleza de la fuente: «Nuestros pensamientos se manifiestan en imágenes y conceptos, y pensar en imágenes o pensar en conceptos va a pautar la diferencia entre el pensador y el artista. El pensador reflexiona ante las cosas y, en tal virtud, hace filosofía, ciencia, tratados, estudios y ensayos. El artista se impresiona ante las cosas y, en tal virtud, escribe poesía, ficciones, compone creaciones pictóricas, arquitectónicas o musicales. Lo que indica que existe una belleza del pensamiento y una belleza de la forma, que el creador [concreta] en diferentes artes según su inclinación sensorial, afectiva y espiritual».

Muchas y variadas son las preocupaciones del autor en la obra: lingüísticas, didácticas, morales, filosóficas, ontológicas… dispuestas en conjunto interrelacionado que señala como aguja imantada, al experto como al apenas iniciado, la senda por donde habráse de ver la base vivencial transformada en acto eminente de creación  intelectual, espiritual o artística.

El tono predominante en El lenguaje de la creación es el del Maestro que maneja con habilidad la materia tratada, dispensando el conocimiento directamente al discípulo  en ocasiones; a veces a un maestro interpuesto para beneficio del acto de enseñanza…  Correspondencia entre lo predicado y lo elaborado: nuestro autor enseña, reclama y ejercita una escritura tensa (pero dúctil a la vez, válida la paradoja) en la que los conceptos escogidos por su reciedumbre  se hilvanan bellamente y armoniosamente, pero a la vez con corrección y propiedad, desenvoltura particular de quien ha consagrado toda una vida al cultivo del arte literario y al estudio de la lengua.  «Propiedad» y «Corrección» son entendidas por don Amado Alonso y don Pedro Henríquez Ureña de manera unánime: la primera como «adecuación interna de la frase al pensamiento que se ha querido expresar»; la segunda como «adecuación externa a las formas admitidas socialmente como las mejores».

He aquí la justificación de la insistencia del autor de El lenguaje de la creación  en el dominio de los que denomina «los tres códigos de la lengua» (el vocabulario, la gramática, la ortografía); la insistencia en el conocimiento de lo que designa «las tres perspectivas de la palabra»: a) la vertiente formal… «que funda el encanto de la expresión en su dimensión sonora y elocuente», b) la belleza conceptual… «que se funda en el sentido de fenómenos y cosas», y c) la dimensión trascendente… «que alude a la energía interior que los vocablos sugieren en virtud de su relación con el trasfondo de las cosas y los fenómenos de la conciencia», todo dicho en sus ajustadas palabras; y, por último, la insistencia en la observación de decálogos de fondo y de contenido para que se mantenga la debida orientación en cada singladura del lance escritural.  Estas recomendaciones las hace de manera reiterada, señal del propósito marcadamente pedagógico de sus disertaciones, porque todo aprendizaje implica y demanda, por esencia, al par de la imitación,  la gimnasia necesaria e implícita  en  la acción de repetición.

¿Imitación hemos dicho? «Imitación» parece ser palabra prohibida dentro de los criterios modernos que glorifican una originalidad a ultranza. Imitación es vocablo contrapuesto a creación: mimesis frente a poiesis, por tanto, cada estudio u opinión sobre el fenómeno de la creación tiende a suscitar en nosotros una reflexión paralela sobre el hecho de la imitación, porque de manera irracional todo lo antitético nace unido por naturaleza.  Pero, en la especie, entre creación e imitación ¿cuál es la regla y cuál resulta la excepción?  Platón y Aristóteles, con discordantes precisiones, consideraban el arte… o como imitación de una Forma esencial o como imitación de la naturaleza, enfatizando el último de ellos la primacía de conjunto de lo que se crea a partir de lo imitado. Miguel de Unamuno, en su conferencia de Málaga, el 22 de agosto de 1906, se inclina por la irreverencia: «En el orden de la literatura, los espíritus que pasan por más originales han sido los mayores plagiarios». Reflexionamos: difícilmente podamos jactarnos de puridad creativa en nuestras realizaciones, porque somos seres miméticos por naturaleza y creadores por excepción. Verbigracia, los autores que cuentan con la palabra como materia prima tienen en sus manos un recurso de todos, de la colectividad, aprendido por imitación en sus tonos, matices, significaciones, convencionalismos, arbitrariedades: los dramaturgos copian escenas y diálogos reales o verosímiles; poetas y narradores calcan pautas rítmicas y estructuras preestablecidas en la morfología de la lengua…

Piaget teorizó sobre las consabidas imitación y repetición en la adquisición de conocimientos, asociando tales prácticas a una inteligencia «sensomotora» en el individuo. Tal forma de aprendizaje, tal «saber hacer asimilado» se traslada a la producción de la obra de arte o de pensamiento como sustentáculo, de forma tal que a la postre lo que llamamos desembarazadamente «nuestra creación», sin ningún tipo de reparos, es en verdad una combinación proporcionada de imitación (que es un desprendimiento de la colectividad y de la naturaleza) e individualidad (que es un desprendimiento de la manera única en que cada ente reacciona y hunde sus raíces en la realidad y en los misterios del mundo, en sus territorios explorados e inexplorados).

Así, se nos antoja una distinción entre creación en sentido lato, es decir, la obra terminada en la que lo propio y lo colectivo se sincretizan en proporcionalidad variable; y la creación en sentido estricto, vale decir: la parte original que podría segregarse de la obra realizada tipificándose como sustrato distintivo aportado por la inventiva individual.

Dada una u otra circunstancia, al enfatizar en la «intuición del sentido», El lenguaje de la creación encarece el  ingrediente individualizador en el acto creativo, forma de enriquecer y balancear la mimesis que nos arropa de manera primigenia en tanto seres humanos. Ante la general impersonalidad, lo propio es sustancia salvadora, resultante de experiencias que imprimen sello único al objeto creado, vivencias inéditas provocadas por nuestra singular sensibilidad. Tal forma de enriquecedora originalidad se desprende, repetimos, de la manera en que  como individuos reaccionamos ante lo conocido y lo desconocido.  La prédica candelierista dispensa esta verdad dividiendo los sentidos del hombre en «exteriores» e «interiores», siendo los exteriores o corporales las facultades ordinarias, por lo general comunes a todos, que nos permiten aprehender la realidad «real» (el sonido, la imagen, la temperatura, lo duro o lo blando, la emanación de la materia y la substancia), y los interiores (entre ellos, ampliándose, marcadamente: la intuición,  la memoria, la imaginación, la inspiración, el sentido cogitativo y el afectivo), que facilitan nuestra interconexión con una ultra realidad  no mostrable a los sentidos ordinarios;  que nos nutren de experiencias situadas más allá de las fronteras meramente físicas; que conectan lo ya revelado a lo no revelado del cosmos, viabilizando percepciones inéditas que podrían remontarnos a estados de elevación espiritual o de supra consciencia. La intuición, a nuestro ver,  es el sentido que ausculta el Sentido de la conciencia cósmica, ya desde nuestra perspectiva individual, ya hacia ella (nótese que no hay redundancia alguna en el intento de definición: el primer “sentido” entendido como capacidad de captación, el segundo, destacado con mayúscula, entendido como finalidad o razón de ser de una entidad, lo que predetermina su movimiento); por eso el rol de primer orden tanto de la intuición, de la memoria y de la imaginación sensible en la aventura creativa como generadora de «originalidad», entendida esta no como ordinario cambio de praxis, o de estado regular, o boga, o modalidad, sino como reacción privativa e íntima del ser al rozar contra la Totalidad de la que forma parte en materialidad, esencialidad o irradiación. Los estudios literarios presentados en El lenguaje de la creación corresponden a autores dominicanos, con las excepciones del genio nicaragüense Rubén Darío —que recibe doble atención—  y el filósofo hondureño Segisfredo infante. Cada uno de los estudios ameritaría atención particular, pero habremos de detenernos en esta ocasión en al menos tres de ellos y en las percepciones cardinales que los apoyan…

Harto difícil resultaría encontrar otra ponderación tan valiosa y detallada de la labor  de nuestra más encumbrada poetisa, expresada además con igual gracejo y erudición; labor literaria que escolia don Bruno Rosario Candelier en las tres connaturales facetas de su personaje: como madre, como poeta, como educadora.  En la primera de ellas logra ciertamente nuestra Salomé Ureña levantar una respetada familia de intelectuales dominicanos: sus hijos Max, Camila y Pedro son referentes obligados en las letras y en la educación de estas latitudes. Educadora y poeta, puso al servicio del anhelo de realización de la patria tamañas capacidades. Y enfatiza don Bruno: «Su motivación fundamental fue el desarrollo material y espiritual de su país, y se valió del magisterio y la poesía para sembrar esa inquietud trascendente e inyectar el aliento de su acción transformadora».  El espíritu del escoliasta vibra en sintonía con las aspiraciones de realización social de la poeta estudiada, forma de manifestarle a la distancia devoción admirativa por el caudal magnificente que alcanza recibir y compartir a plenitud… hasta que el rigor y la ecuanimidad privativos de su oficio crítico, y su propia honradez personal,  le dejan ver en el poema «Mi ofrenda a la patria» de la autora… «un doliente testimonio de una actitud angustiosa que denuncia la indolencia de la clase dirigente y la discordia como trasfondo entre sus compatriotas», entre otras apreciaciones de parecido jaez.  En efecto, el magno canto a la patria que es casi toda esta poesía, hermoso y grandilocuente, fue tobogán de prominentes expectativas y hondas desesperanzas, fluctuación percibida con facilidad en el entramado de sus mejores versos: esfuerzo sobrehumano por sostener el ideal de esa suerte de utopía que parece solo alcanzar cristalización no mucho más allá de los himnos y tonadas de cantores y poetas…  Pero, a nuestro juicio, ¡tal vez valga decirlo!, es precisamente la ingenuidad el elemento salvador para la posteridad de la obra de Salomé  (la capacidad de hundirse donde los otros se alzan, y de erguirse donde los otros sucumben, cincela la excepcionalidad del alma del poeta, que nace envuelta en una cápsula cristalina); la ingenuidad, la candidez… y, en la especie, esa elaborada estilización neoclásica que evita la conversión en libelo farragoso de un discurso vehemente, doliente, inspirado y generoso.

En el primer ensayo dedicado a Darío en El lenguaje de la creación, don Bruno Rosario Candelier sustenta la tesis de que los grandes creadores, los «que han hecho una obra memorable con alta significación espiritual y estética para todos los tiempos y culturas», han podido elevarse a tales ámbitos gracias a lo que denomina «el impacto del dolor en la conciencia». Don Bruno atribuye a experiencias traumáticas en la vida del ser humano —vale decir: del artista, del poeta—, especialmente en la infancia, época de formación, la capacidad de desarrollar aptitudes extraordinarias de sintonía con el cosmos como resultado del especial moldeado mental resultante de esas experiencias críticas. Apela a la autobiografía del poeta modernista, extrae los hechos y circunstancias que sirven para la sustentación de la teoría, confirma sus asertos por medio de comparaciones y paralelismos, y a esto agrega, como elemento coadyuvante o propiciatorio,  la proclividad de ciertas zonas del planeta a recibir y a permitir la circulación de efluvios estelares de espiritualidad en forma de mensajes cósmicos, entre ellos Ávila en España y la ciudad de León en Nicaragua. La tasación de estas importantes y novedosas especulaciones hallarían tal vez como escollo o contrapartida la muy arraigada creencia de que «el poeta nace, no se hace», refrendada por la expresión «poeta nace, orador se hace», y la reticencia espontánea del poeta a considerarse a sí y a la excelencia de su arte divino como meras consecuencias del albur y de la fatalidad. Nos parece más bien que las conclusiones de don Bruno relativas a este punto pueden coexistir con la vieja creencia de la excepcionalidad artística como don innato. Personalmente hallo verdad en su teoría, puesto que un acontecimiento trascendental, altamente impresionante y estremecedor en la vida del artista positivamente puede originar un estado de vigilia permanente que lo haga voltear la mirada y hacerse receptivo a las altas instancias del origen del ser, su misión, su función, su destino y sus ultimidades.  La evaluación individual bien puede hacerla el lector mediante la lectura directa del ensayo de marras, intitulado «La irradiación estelar en la poesía de Rubén Darío», porque pudiera uno estar de acuerdo o no con este u otro de los planteamientos del Maestro, pero no podría evitar el quedar prendado por la densidad  y la solidez de sus exposiciones; de lo que quiero realmente dejar constancia aquí: de la admirable manera en que el autor maneja la técnica del ensayo literario, de la destreza embriagante con que sostiene las argumentaciones, cincela la frase y amolda los conceptos; y de la utilización de presupuestos investigativos tan poco trillados en la crítica hispanoamericana, postulados enriquecidos por la agudeza incisiva de la observación y la opinión  inteligentes de quien asume con efusión de rabdomante los misterios fundacionales…

En el segundo ensayo con el genio de Darío como centro en El lenguaje de la creación, el Maestro del Interiorismo replantea la teoría del troquelado neuronal del artista de excepción por medio de hechos traumáticos que suscitan un miedo terrífico (los había enumerado: «un suceso estremecedor, un golpe en la cabeza, un contacto eléctrico, un rayo del cielo o una dolencia patológica», y los reenumera incluyendo: nacimiento traumático, dolencia nerviosa, un hecho en la infancia…, sin carácter limitativo); episodios catastróficos o miedos terríficos que habilitan o perfeccionan la capacidad del ser para conectarse a efluvios e irradiaciones cósmicas que fomentan y refuerzan el impulso creador.  Este primer presupuesto —continuando con los postulados del autor— una vez asociado a una visión o perspectiva metafísica en el creador, que deberá auxiliarse además de un conglomerado de imágenes arquetípicas y de los sentidos interiores o de la revelación, dará a luz la cabal expresión poética o la locución trascendente, que se entiende conectada con lo divino (entidad numinosa en todo caso, surtidora de la cósmica sabiduría) al través del subconsciente y del inconsciente individual y colectivo. La construcción teórica es brillante, compleja y altamente especulativa. El elemento nuevo con respecto al ensayo inmediatamente anterior también referido al autor de Prosas profanas es la afirmación de la existencia de un lenguaje privativo de la expresión poética, que la determina, la cimenta y la conforma; un lenguaje o sistema de símbolos sin el cual no es posible su concreción y materialización portentosa, que finca por sí mismo los puntales sobre los cuales asientan los poetas la arquitectura verbal. Son esos los arquetipos: ellos conforman el protoidioma de la poesía. Son los vocablos básicos conectados a las más hondas apelaciones de la raza humana. Ellos manifiestan el atavismo y suscitan la conmoción:   sangre, aleteo, cuchillo, lengua, tierra, viento, ceniza, polvo, mar, pira, ojo, frío, madera, vientre, esfera, fuerza, alguien, nadie, vacío, soplo, piedra, redondez, filo, carne, verbo, noche, grito, palabra, vocablo, abismo… etc. No creo que haya poeta auténtico que pueda negar la jerarquía de estas misteriosas palabras, de estos denodados símbolos que subyugan y atraen como fuerza centrípeta.  Y para muestra, el estremecedor fragmento del poema de Darío, que transcribe el comentarista y transcribo a continuación en igual extensión y con pareja devoción (Augurios):

 

Hoy pasó un águila
sobre mi cabeza,
lleva en sus alas
la tormenta,
lleva en sus garras
el rayo que deslumbra y aterra.
¡Oh, águila!
Dame la fortaleza
de sentirme en el lodo humano
con alas y fuerzas
para resistir los embates
de las tempestades perversas,
y de arriba las cóleras
y de abajo las roedoras miserias.

Pasó un búho
sobre mi frente.
Yo pensé en Minerva
y en la noche solemne.
¡Oh, búho!
Dame tu silencio perenne,
y tus ojos profundos en la noche
y tu tranquilidad ante la muerte.
Dame tu nocturno imperio
y tu sabiduría celeste,
y tu cabeza cual la de Jano
que, siendo una, mira a Oriente y Occidente…

 del cual podemos desgajar los vocablos-símbolos siguientes, no enumerados anteriormente: águila, cabeza, ala, tormenta, garra, rayo, deslumbramiento, terror, fortaleza, lodo, tempestad, arriba, cólera, miseria, búho, silencio, perennidad,  muerte, imperio, sabiduría, Jano, Oriente, Occidente…

No quiero terminar la ponderación de la obra sin antes remachar una apreciación que tenderá tal vez adrede a restar gravedad a mis endebles opiniones, haciéndolas consiguientemente más amenas y ordinarias. Pero no por menos grave la valoración es menos verdadera. Veo en la concomitancia entre la práctica y la prédica, y en el carácter modélico de la instrucción dispensada por el Maestro, la aplicación de un lema vocacional: «Aquí se enseña haciendo y se aprende trabajando», norma que asume consciente o inconscientemente don Bruno Rosario Candelier como teórico, como progenitor y mentor del interiorismo literario y, en su praxis magisterial, con la puesta en funcionamiento de la importante estructura de creación artística y de pensamiento que es el Ateneo Insular, uno y otro derivados de su esfuerzo y  vocación infatigables.

Damos la enhorabuena a esta publicación. Hay en ella una sabiduría elocuente abierta hacia el infinito dispuesta a ofrecerse a quienes se atrevan a atravesar sus páginas. Se suma a las obras previamente enumeradas y a otras sin enumerar, de igual consistencia y calado en la bibliografía del Interiorismo y de su progenitor.  Don Bruno Rosario Candelier persiste, con su altruismo característico, en la formación intelectual, espiritual, moral y estética de sus semejantes y, entre ellos, de los dominicanos… Bello y verdadero es su apostolado. ¡Cómo seduce la reciedumbre de su pensamiento y cómo asombra la magnificencia de sus visiones de poeta!

Conciudadanos: es con hombres de su talante y de su genio que se construye la patria verdadera…

Visita institucional del director de la RAE y presidente de la ASALE al Caribe y Centroamérica

Del 14 de febrero al 2 de marzo de 2020

El director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de las Academias de la Lengua Española (ASALE), Santiago Muñoz Machado, realizará una visita institucional a siete academias de la lengua española de Centroamérica y el Caribe, en particular las de CubaPanamáNicaraguaGuatemalaEl SalvadorHonduras y la República Dominicana, que se desarrollará entre el 14 de febrero y el 2 de marzo.

El periplo se inscribe en la acción panhispánica que desarrolla la RAE desde la presidencia de la ASALE, e inaugura la ronda oficial de visitas del presidente a todas las corporaciones integradas en la ASALE, una vez cerrado el ciclo del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española y del XVI Congreso de la ASALE, celebrados ambos el año pasado en Córdoba (Argentina) y Sevilla, respectivamente.

Desde esa perspectiva la visita del director de la RAE, en su condición de presidente de la ASALE, tiene cinco objetivos fundamentales:

  • Reforzar la unidad y el buen uso de nuestra lengua, hoy patrimonio común de 580 millones de personas, a través del trabajo conjunto de las veintitrés Academias de la Lengua Española de América, Filipinas, Guinea Ecuatorial y España que constituyen la ASALE. El trabajo que impulsa y lleva a cabo la RAE, junto con las Academias de la Lengua radicadas en cuatro continentes, en favor de la unidad diversa del español, de su cuidado y de su fortaleza, es una cuestión de Estado, porque constituye un servicio público de extraordinaria relevancia por sus implicaciones políticas, diplomáticas, sociales, culturales, educativas y jurídicas. Adicionalmente, el compromiso de los gobiernos debe ir acompañado del compromiso y la colaboración de la sociedad civil, imprescindibles para que las Academias puedan cumplir su función. Esta circunstancia convierte a la RAE y a las Academias de la Lengua en las instituciones culturales más importantes del ámbito iberoamericano, pues gestionan un bien de valor universal, al que se conectan otros políticos, jurídicos y sociales de primer orden.
  • Conocer directamente lasituación, proyectos y actividades de cada una de las academias.
  • Mantener encuentros con altos representantes de los gobiernosde cada una de las naciones a fin de asegurar el sostenimiento de sus respectivas Academias de la Lengua y el apoyo en el desarrollo de su labor. Este compromiso constituye un fundamento básico de la relación de las Academias con el Estado en su función al servicio de la unidad de la lengua española desde el respeto a su esencial diversidad.
  • Realizar actividades públicas(conferencias, encuentros…) que pongan de manifiesto el interés general del trabajo académico y refuercen la presencia social de cada Academia en su país.
  • Impulsar los proyectos panhispánicosen curso en el ámbito de la ASALE, especialmente el intenso programa de acción aprobado en el congreso de Sevilla, con incidencia en tres proyectos de particular relevancia: la 24.ª edición del Diccionario de la lengua española, de concepción totalmente digital, la versión en línea del Diccionario panhispánico del español jurídico —obra respaldada por la Cumbre Judicial Iberoamericana y la última Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno— y  el proyecto Lengua Española e Inteligencia Artificial, además de comenzar la preparación del programa del IX Congreso Internacional de la Lengua Española, que tendrá lugar en Arequipa (Perú) en 2022.

De acuerdo con ello, cada una de las siete Academias ha preparado la agenda de la visita institucional del presidente de la ASALE, con el apoyo de la Embajada de España.

 

 

 

El sentimiento de lo divino En la obra de Jalil Gibrán

Por Bruno Rosario Candelier

 

Sólo regresarán a la Eternidad

los que en la tierra la buscaron”.

(Jalil Gibrán)

“Más allá de todo, el Absoluto”(BRC)

A

Oscar de León Silverio,

buscador del Todo en su poetizar.

 

Orígenes de Alejandría, quien naciera en el año 184 de nuestra era cristiana, es el primer teólogo de la Iglesia Católica, y ese celebrado pensador cristiano murió en el año 253 en el Líbano, donde sembró su última semilla, y en esa agraciada tierra del Oriente su siembra espiritual fructificaría siglos después en uno de los místicos del Catolicismo oriental con el nacimiento en 1883de quien sería narrador, poeta y ensayista conocido en el mundo de las letras con el nombre de Jalil Gibrán.

Este valioso escritor representa en las letras árabes una singular vertiente de la mística oriental. Jalil Gibrán nació en el Líbano el 6 de enero de 1883 y murió en New York, Estados Unidos de América, el 10 de abril de 1931. En su medio siglo de de vida publicó una docena de libros donde revela una clara valoración de lo Absoluto en obras como El loco, La tempestad, El profeta, Arena y espuma, El Hijo del Hombre y El vagabundo.

Los místicos se distinguen por un hondo sentimiento de lo divino que se traduce en una valoración de lo sagrado, una empatía hacia todo y una ponderación de lo viviente como signo y cauce de lo Eterno, vocación que canalizan en la búsqueda de lo Absoluto mediante la contemplación de fenómenos y cosas. Y expresan una mirada amorosa hacia los demás con una genuina actitud afectiva y espiritual de comprensión y piedad. Ese talante emocional, intelectual y espiritual lo reflejan los escritores místicos en sus cuentos, novelas, dramas, poemas y ensayos, como lo constatamos en las narraciones, poemas y reflexiones de Jalil Gibrán, así como en sus edificantes parábolas literarias, tan típicas de la cultura oriental, y también en sus hermosas Cartas de amor.

El místico está transido de un sentimiento de amor por todos los seres y las cosas. Nuestro poeta entendía que el amor divino se formaliza en una vida consagrada al cultivo de la espiritualidad. Así lo comprendió Jalil Gibrán y así fue su vida, que la consagró a la búsqueda de lo Absoluto  mediante el cultivo de lo divino. Las personas con elevadas inclinaciones espirituales suelen tener una conciencia del “más allá”, signo, fuero y cauce de la vocación trascendente (1).

La búsqueda de lo divino, que es una tendencia natural en el místico, se expresa en cada individuo de acuerdo con su peculiar talante. La nostalgia de Dios se atiza ante el esplendor del Cosmos o ante el fulgor de la belleza, que sacude nuestra sensibilidad y el fondo oculto de nuestra interioridad. Esa singular apelación acontece de un modo especial en los narradores y poetas, que están dotados de una sensibilidad profunda y de una capacidad para expresar la belleza y el sentido de fenómenos, cosas y hechos, pues como dice Gibrán en “El poeta” este “es un árbol regado por el río de la Belleza,/ dador de los frutos que anhela el corazón hambriento./ Es un ruiseñor que alivia el espíritu/ abatido con sus bellas melodías./ Es una blanca nube que surge tras el horizonte/ asciende y crece para colmar la faz del cielo./ Entonces cae sobre las flores en el territorio de la vida,/ abriendo sus pétalos para que penetre la luz” (2).

La sensibilidad estética y espiritual de Jalil Gibrán se percibe en sus cuentos y poemas. Se trata de una sensibilidad inclinada a lo trascendente, como se aprecia en unas composiciones que tienen como objetivo transmitir un mensaje de amor, una valoración de la vida y una reflexión sobre la existencia humana:

 

En lo profundo de mi alma

hay una canción sin palabras:

una canción que reside

en la semilla de mi corazón.

Se resiste a mezclarse

con la tinta del pergamino.

Encierra mi cariño

en un hálito transparente

y vuela, pero no sobre mis labios

(“Canto del alma”).

 

En este poeta árabe la emoción estética se convierte en fuente de revelación del ser. Es decir, la poesía le sirve a este escritor libanés para filosofar, hacer una teología de lo viviente, y sentir y vivir el sentimiento de lo sagrado. Y se ve a sí mismo como la expresión de una potencia superior que la refleja en su creación. En “Canto del alma”, expresa:

 

Cuando contemplo mis ojos interiores

veo la sombra de su sombra.

Cuando toco las yemas de mis manos

percibo sus vibraciones.

Las acciones de mis manos

buscan su presencia

como un lago debe reflejar

las estrellas resplandecientes.

Mil lágrimas las revelan

como las luminosas gotas de rocío

revelan el secreto de una rosa mustia.

Es un canto compuesto por la contemplación

y publicado por el silencio

y rehuido por el clamor

y plegado por la verdad

y repetido por los sueños

y comprendido por el amor

y ocultado por el despertar

y entonado por el alma.

 

Su poema es un canto de amor a las criaturas de la Creación, como lo han sentido los iluminados, místicos y santos de todas las tendencias contemplativas, desde san Francisco de Asís a Carol Wojtyla, pasando por Jalal-Udim Rumi, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, Thomas Merton y Clara Janés. Al sentir que es parte de la Totalidad, los místicos se compenetran con todo, lo sienten todo y lo valoran todo, pues como dijera Heráclito de Éfeso, todo viene del Todo, todo se transforma en Todo y todo vuelve al Todo.

Según una respetable tradición mística, Dios habita en las almas de los hombres, y quienes sienten la llamarada de lo divino buscan la pureza seráfica, se desapegan de los bienes materiales para vivir libres de ambiciones y tendencias que desnaturalizan la condición humana para hacer del barro humano de su cuerpo una vasija digna del soplo divino. El poeta así lo expresa en “El canto de la flor”:

 

Soy la afectuosa palabra pronunciada

y repetida por la voz de la naturaleza.

Soy una estrella caída desde la azul bóveda

del cielo a la verde alfombra

Soy la hija que los elementos

y el invierno han engendrado;

que la primavera ha dado a luz.

Fui acunada en el regazo del verano

y dormí en el lecho del otoño.

Al alba me uno a la brisa

para anunciar la llegada de la luz.

Al atardecer me uno a las aves

para despedir a la luz.

(…)

Y miro hacia arriba para ver solo la luz

y nunca hacia abajo para ver la sombra.

Esta es la sabiduría

que el hombre debe perseguir.

 

La búsqueda mística en Jalil Gibrán, como muestran en su vida y en su obra los espirituales del Oriente, procura el conocimiento del bien para sentir el Ser divino en lo viviente. Esa búsqueda se expresa, desde el punto de vista literario, en un uso lingüístico privilegiado en el empleo de determinadas expresiones simbólicas y en una vida cifrada en actitudes y acciones compartidas, como la perseverancia en un ideal y la espera contra toda esperanza, como se vislumbra en la Divina comedia, de Dante Alighieri. En esa búsqueda y en la plasmación de ese ideal, nuestro poeta siente que da continuidad a la realización humana a través de las edades y las mutaciones, como lo testimonió en “El canto del hombre”:

He estado aquí desde el principio

y aquí estoy aún.

Y aquí me quedaré hasta el fin del mundo,

pues no hay final para mi ser

transido de dolor.

He vagado por el cielo infinito

y por el mundo ideal

y floté en el firmamento.

Pero aquí estoy,

prisionero de la medición.

Escuché las enseñanzas de Confucio

y la sabiduría de Brahma.

Me senté junto al Buda bajo el Árbol de la Ciencia.

Sin embargo aquí estoy,

existiendo con ignorancia y herejía.

Estaba en el Sinaí

cuandoYaveh se aproximó a Moisés.

Contemplé los milagros del Nazareno en el Jordán.

Estaba en Medina cuando Mahoma la visitó.

Sin embargo, aquí estoy prisionero del desconcierto.

(…)

Ansío envejecer y alcanzar el momento

de mi retorno a Dios.

¡Sólo entonces mi corazón se saciará!

 

Insuflado por el fuego de la dolencia divina, Gibrán exhala un entusiasmo por la vida y se llena de amor por criaturas y elementos, comenzando por la naturaleza circundante. En sus poemas, cartas y relatos evoca los cedros del Líbano, los jardines de Bsharret, los arroyos de su tierra natal. Sus loas a la naturaleza los canta al estilo de los salmos bíblicos, que como expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios, constituyen un canto de oración con sus símbolos monosémicos, su tono realista y sus valores melodiosos, como se advierte en “El canto de la lluvia”:

 

Soy las húmedas hebras de plata

lanzadas del cielo por los dioses.

La naturaleza me lleva

para adornar sus campos y valles.

Soy las bellas perlas,

arrebatadas a la corona de Ishtar

por mi hija del Alba

para embellecer los jardines.

Cuando lloro las colinas ríen.

Cuando estoy abatido las flores se regocijan.

Cuando estoy agobiado,

todo sonríe con alborozo.

(…)

La voz del trueno proclama mi llegada.

El arco iris anuncia mi partida.

(…)

Golpeo suavemente las ventanas

con mis delicados dedos,

y mi anuncio es una canción de bienvenida.

Todos pueden oírme,

pero sólo los sensibles me comprenden.

 

Una iluminación interior le revela la presencia de lo trascendente en lo inmanente. Y su sentido místico amplía su comprensión del mundo a la luz de su inteligencia sutil. La mística espiritualista, a diferencia de la mística materialista o la mística naturalista, genera una actitud religiosa entre el hombre, Dios y el Cosmos, y un deseo de contemplación. Dice Jalil Gibrán:

 

Cuando llegues a lo más alto

de ti mismo,

sólo desearás por desear;

y sólo tendrás hambre

por el hambre misma;

y tendrás sed de una sed mayor (3).

 

Como forma de conocimiento y fragua de valoración de lo sagrado, la mística propicia un camino especial para la apreciación de los misterios del hombre y el Cosmos. En la dialéctica de la naturaleza, el poeta libanés advierte el concierto de las oposiciones: “No se puede llegar al alba, sino por el sendero de la noche”.

Tiene Jalil Gibrán hallazgos conceptuales sorprendentes, verdades poéticas que delatan su intuición profunda: “Lo real, en nosotros, guarda silencio. Lo adquirido es lo que habla mucho”. O este otro hallazgo de su intuición en el que desarticula nuestras vanas pretensiones temporeras:

 

Los árboles son poemas

que escribe la tierra en el cielo;

los abatimos y los transformamos en papel

para consignar en él nuestro vacío interior.

 

Sus cavilaciones interiores constituyen comprimidos de belleza y reflexión, que es una de las cualidades de la alta literatura: “Cuando das la espalda al sol,/ no ves más que tu sombra./Cuando llegues al corazón de la vida,/ descubrirás belleza en cada cosa,/incluso en los ojos ciegos a la belleza./Vivimos solo para descubrir la belleza./Todo lo demás es una forma de la espera”.

En el fondo de sus intuiciones estéticas y místicas hay, además del valor literario y conceptual de la expresión, un trasfondo espiritual en una dosis de compenetración intelectual y afectiva con los principios que encarnan un ideal de lo Absoluto. Jalil Gibrán era sensible a la belleza y al misterio, como han sido los contemplativos, los santos y los iluminados. Más aún, en el poeta del Líbano se fusionan las dos tendencias místicas fundamentales: la occidental, que concibe a Dios como trascendente al Cosmos, a quien se puede llegar mediante una ascesis y una purificación de los sentidos para el arrebato contemplativo; y la oriental, que concibe a Dios como algo inmanente al Cosmos, en cuya virtud todo participa del Todo (4).

La posición de Jalil Gibrán la habían asumido para entonces los simbolistas franceses, entre ellos Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud y Paul Valéry, tendencia espiritual que entonces formaba parte de la corriente epocal de principios del siglo XX, cuando Jalil Gibrán comienza a estar presente en el escenario literario internacional.

En su diálogo e interacción con la naturaleza, el poeta libanés siente la presencia de lo divino en los elementos naturales, y hay en su poesía una sensualidad limpia, genuina y cálida fusionada a una intención cósmica. Contempla y admira la huella de lo sagrado, vale decir, el hálito de lo Eterno en cada criatura viviente, y esa llama mística que late en su interior lo mueve a la contemplación de lo trascendente.

En Lágrimas y sonrisas, Jalil sostiene que la belleza es “lo que cautiva el alma”, y aunque se siente apelado por la belleza sensorial, singularmente la de la mujer, también siente la honda apelación de la llama sutil del fondo espiritual de lo existente. Esa dimensión trascendente se refleja también en su narrativa, en la que conjuga los valores de la poesía y los principios de la narratología. En “La sombra” apreciamos esas cualidades literarias y el aluvión simbólico de sus alusiones:

Cierto día de junio la hierba dijo a la sombra de un olmo:

  -Te mueves tan seguido de derecha a izquierda que perturbas mi paz.

  -Yo no -respondió la sombra. Mira hacia el cielo. Verás un árbol que se mueve por el viento de Este a Oeste entre el Sol y la Tierra.

   Y la hierba elevó la mirada y por primera vez observó el árbol y dijo en su corazón:

   -¿Por qué, pues, existe una hierba más alta que yo?

   Luego calló (5).

El texto de Jalil Gibrán es revelador. La sombra es la proyección de uno mismo. Al lado tenemos nuestro propio espejo y no lo sabemos. La hierba no había visto otra realidad que no fuera la propia, y por eso su desconcierto cuando advierte que otras realidades la rodean, incluso cualitativamente superiores. “La sombra” apunta al desconocimiento de una realidad por falta de visión, por ausencia de perspectiva, producto de un egocentrismo que nos vuelve indiferentes a la convivencia. La sombra nos da la perspectiva de la luz, nos sugiere su existencia, pues como dijera Paul Valéry en “Cementerio marino”, ‘toda claridad exige una mitad de sombra’. Eso también lo intuyó Jalil Gibrán.

Lo mismo en “La sombra”, como en la mayoría de sus textos, Jalil Gibrán revela un mensaje simbólico y místico, y a su través plantea verdades interiores como un llamado a la reflexión, ponderando el valor de la vida y del mundo desde una vertiente espiritual y estética.

Escritor modelo de sencillez y profundidad, Jalil Gibrán pertenece al linaje de poetas que asumen el canto creador como un cauce de la búsqueda de lo Absoluto con intención humanizada y trascendente. En uno de sus Dichos espirituales, escribió:“Si no fuera por la vista y el oído, la luz y el sonido no serían nada más que confusión y pulsaciones en el espacio. De la misma manera, si no fuera por el corazón que ama, tú hubieras sido un leve polvo llevado y desparramado por el viento”.

Los narradores y poetas, de cualquier tendencia estética y de cualquier lengua o cultura, usan las palabras para formalizar sus intuiciones y vivencias con un fin artístico y simbólico. Los narradores y poetas místicos, como los iluminados y los santos, usan las palabras para darle sentido a la búsqueda de lo divino y, sobre todo, para plasmar la mística del Logos, cauce y destino de una profunda apelación creadora. Jalil Gibrán lo sentía y sabía, y en todo lo que escribió tuvo siempre presente que el don de la palabra y el talento creador se nos dieron para entender el valor de fenómenos y cosas a la luz del ideal del sentido que ilumina la conciencia y nos conecta irremediablemente con la Fuente primordial de la Divinidad.

 

Bruno Rosario Candelier

Encuentro del Movimiento Interiorista

Santiago, Centro Belarmino, 25 de enero de 2020.

Notas:

  1. William Ralph Inge habla de “a dim conciousness of the ‘beyond’ which is part of our nature as human beingns” (“Una clara consciencia del ‘más allá’, expression de nuestra naturaleza que se humaniza”), en Christian mysticism, London, Methuem, 1989, p. 5.
  2. Los textos de Jalil Gibrán proceden de Obras completas, Barcelona, Cosmolibro, 1982, T. I, II, III. Esta nota y las siguientes son del libro Lágrimas y sonrisas.
  3. Esta nota y las siguientes proceden del libro Arena y espuma.
  4. Loreina Santos Silva, “Mi cantar de cantares: Una vía a lo Absoluto”, en El Cuervo,no. 1, Aguadilla, Puerto Rico, enero-junio de 1989, p. 67.
  5. Del libro El vagabundo, en Obras completas.

 

 

 

 

 

Función del adverbio y su supuesta invariabilidad

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Es sorprendente que los textos de español  no  nos ofrecen información precisa y completa acerca del   adverbio. Al acudir a  Internet creía, al ser una fuente moderna de información, que encontraría bien precisado lo referente al adverbio. Pero no fue posible quedar complacido pues las informaciones que uno encuentra allí son limitadas en extremo. En www.juntadeandalucia.es se dice sobre el adverbio que “El adverbio es la parte invariable de la oración que modifica el significado del verbo.” Ahí tenemos una pobre y limitada definición del adverbio.

En Babelnet.sbg.ac.at se afirma sobre el adverbio: “Es la parte de la oración que modifica el significado del verbo o de otras palabras.” Aquí se encuentra otro limitadísimo concepto del tan  importante elemento de nuestra lengua.

Consultando textos no tan modernos, encontramos también sorprendentes limitaciones, aun tratándose de personalidades de renombre y autores de libros de gramática. Nos dicen algunos de esos autores, al comenzar a hablar sobre el adverbio, que este es una palabra que nunca cambia de forma, pero luego afirman que algunos adverbios admiten los sufijos del diminutivo y del superlativo,  o también la apócope. Ante esa aparente contradicción y limitadísimo alcance del adverbio que ellos nos ofrecen,  tratemos de ver cuál es la verdadera realidad del adverbio.

Consultando  algunos autores de textos de gramática, encontramos que Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña se refieren al adverbio con bastante precisión al aspecto formal del adverbio cuando dicen que es una forma invariable en cuanto que no tiene accidentes de género y número. (Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña, Gramática Castellana, Segundo curso, p. 160).

En vista de eso que ellos afirman, creo que no se les puede atribuir contradicción cuando  hacen referencia a las formas apocopadas del adverbio muy, de mucho; cuán, de cuánto, etc. (Idem, p. 168). Lo mismo puede afirmarse cuando vemos que esos autores admiten la existencia de diminutivos en el adverbio, como aparece en  tempranito, despacito, prontito, cerquita… (Idem, p. 169).

Sí creemos que hay contradicción, o al menos imprecisión, en aquellos autores que afirman, por un lado, que no sufre modificaciones  morfológicas, que nunca cambia de forma, para luego decir que existe la posibilidad de que algunos adverbios admitan sufijos del diminutivo y del superlativo: despacito, ahorita, tempranísimo, lejísimos, etc. (José Escarpanter, Moderna Gramática Española, págs. 178-181).

Los mismos indicios de contradicción encontramos en las autoras Lacau-Rosetti. Dicen ellas que el adverbio es una palabra invariable, pero también afirman que sufre apócope delante  del adjetivo o adverbio: cuán, de cuánto; muy, de mucho. Sostienen, además, que tienen  grado superlativo: tempranísimo, lejísimos, etc. (Lacau-Rosetti, Castellano II, P168)

A las anteriores consideraciones habría que añadir otro detalle muy importante referente al aspecto formal del  adverbio, el cual no aparece contemplado en los textos de gramática del español que uno maneja. Me refiero a lo que podría llamarse “variación cuasi genérica” del adverbio cuando aparece con sufijo  diminutivo. Al respecto  es de notarse que, cuando el mismo  termina en o (temprano, despacio), el sufijo diminutivo termina también en o: tempranito, despacito. En cambio, si el adverbio termina en a (cerca, ahora), el sufijo diminutivo conserva esa a en su terminación: cerquita, ahorita.

Las anteriores consideraciones dan a entender que el adverbio, en su aspecto formal, tiene un comportamiento en cierto modo parecido al del adjetivo, ya que admite el grado superlativo (tempranísimo),  apócope (cuán),  diminutivo (ahorita), y tiene terminación “cuasi genérica” (cerquita) en muchos de los adverbios. Y todo eso deja dicho  que el concepto de la invariabilidad del adverbio es muy relativo y no siempre ha sido expuesto con la debida precisión y de forma abarcadora. Eso ha quedado evidenciado con los datos que ya se les han ofrecido. Pero hay más, y eso lo podemos notar cuando leemos lo que nos dicen algunos autores de textos con respecto a la función del adverbio.

Así, si consultamos a José Escarpanter (op. cit., p. 178), encontramos que nos dice que el adverbio es una palabra  que complementa al verbo, al adjetivo y también puede complementar a otro adverbio.

Del mismo tenor son las expresiones de las Lacau- Rosetti  cuando afirman que el adverbio es modificador  de verbo,  adjetivo o de otro adverbio. (Lacau-Rosetti, op. cit., p. 178). Ambos autores  se quedan limitados con respecto a la función del adverbio.

Uno de los autores que ofrecen una información un poco más completa acerca del adverbio, en su aspecto funcional, es Roca Pons. El afirma que el adverbio es una parte de la oración que modifica al verbo, al adjetivo o a otro adverbio, y luego añade que los adverbios no afectan necesariamente a una de las tres palabras indicadas, ya que pueden modificar, además, a una oración entera.  Ejemplo: “Seguramente tu amigo no te había dicho  la verdad.” (Roca Pons, Introducción a la Gramática, págs. 313, 323).

Llama la atención que ninguno de los autores consultados ni siquiera hace  referencia a la posibilidad de que el adverbio pudiera modificar también a un sustantivo. Ante ese hecho, cabe la pregunta: ¿Acaso no puede el adverbio modificar también al sustantivo?

Una referencia  a esa posibilidad  se encuentra en el artículo “Algunas Precisiones Sobre El Adverbio”, de la autoría de Mercedes Rodríguez de  Rodríguez, aparecido en el libro El Español Al Día, p. 205.  Veamos lo que ella plantea: “¿Se limita el papel modificador del  adverbio al verbo, al adverbio y a otro adverbio? Creemos que no, sino que algunos adverbios pueden modificar también al nombre.”

A  nuestro entender, sí puede hacerlo. Y vamos a decir que esa es otra de sus funciones aunque no aparezca mencionada  en los textos de gramática del español.

Veamos, al respecto, algunos ejemplos de oraciones con adverbios de cantidad modificando sustantivos.  A. “Ellos comen más arroz que habichuelas.” B. “Ellas comen menos habichuelas que arroz.” C. “Encontraron que ella tenía más sangre de lo normal.”

Fijémonos que en ninguno de los casos puede decirse  que los  adverbios más y menos están modificando al verbo, sino al sustantivo.

¿Y qué decir de los ejemplos “El siempre hombre tuvo temor de enfrentarse a su rival.” Y “El nunca hombre se atrevió a  enfrentarse a su rival.”? En los dos casos, un adverbio de tiempo está modificando al sustantivo hombre.

Las reflexiones que hemos presentado a su consideración deben haber dejado aclarado que, tanto en el aspecto formal (la llamada invariabilidad del adverbio) como en el aspecto funcional (su alcance o poder modificador), es necesario que los textos que nos informan sobre nuestra lengua española le dediquen más tiempo, espacio y profundidad al tratamiento del adverbio. Esa palabra de tanto valor en las lenguas así lo amerita.