Teopoética de Fausto Leonardo Henríquez: Experiencia mística y protologema de la creación

Por

Bruno Rosario Candelier

 

“Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis,

¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales?”

 (Jn. 3, 12)

 

A

Yolanda de Jesús,

Cauce sutil de la Llama divina.

 

Fragua de la experiencia mística

    En todas las lenguas, culturas y generaciones hay contemplativos, iluminados, místicos, santos y teopoetas que canalizan en su pensamiento, su conducta y su creación el sentido trascendente pautado por la sabiduría espiritual del Universo.

Entre los creadores de poesía mística en la literatura española se distinguen san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, fray Luis de León, Miguel de Unamuno, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Emilio Prados, Dámaso Alonso, José María Pemán, Ernestina de Champoursin, Bartolomé Lloréns, José Ángel Valente, Clara Janés, fray Pablo de Jesús, Juan Miguel Domínguez Prieto, Teodoro Rubio y otros. En la literatura dominicana sobresalen, con su creación teopoética, Martha María Lamarche, Máximo Avilés Blonda, Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Roberto Miguel Escaño, Jit Manuel Castillo, Yky Tejada, José Frank Rosario, Carmen Pérez Valerio, Carmen Comprés, Ofelia Berrido, Gloria Nolasco, Leopoldo Minaya, Rocío Santos y Juan Santos.

Se trata de creadores de poesía y ficción, dotados de las condiciones estéticas y espirituales para el arte de la palabra con la visión mística del mundo a quienes les ha sido revelado, gracias a la alta dotación de su sensibilidad trascendente y la potencia receptiva de su inteligencia sutil, la sabiduría espiritual impregnada del aura divina que perciben durante los singulares episodios de su experiencia mística.

Con su talento creador y el poder de la palabra han intuido y recibido, como ocurriera en poetas de la talla del hebreo Yejudah Halevi (1075-1141), el persa Halal Udin Rumi (1207-1273) y el español san Juan de la Cruz (1542-1591), entre otras eminentes figuras de las letras universales, un conocimiento secreto y luminoso de singular prosapia mística.

En mi obra La belleza y el sentido (Santo Domingo, Ateneo Insular, 2012) acuñé el concepto “cordón umbilical de la conciencia” para aludir a los circuitos neuronales del cerebro que atrapan los efluvios trascendentes. Ese “cordón umbilical de la conciencia” es un circuito neuronal del cerebro que capta la energía trascendente de lo viviente y también mensajes del más allá. Si a la dotación de la palabra se suma un sujeto receptivo, empático y abierto, puede convertirse en un canal de recepción de fenómenos sobrenaturales, incluida la voz universal de la conciencia cósmica. La vivencia de un estado expandido de conciencia, en la coparticipación del sujeto contemplativo con la sustancia de la revelación, da paso a los efluvios del Universo mediante la conexión del “cordón umbilical” individual con las manifestaciones de la conciencia cósmica.

Se trata de la capacidad de la inteligencia sutil, que han desarrollado contemplativos, iluminados, místicos, santos y teopoetas, para captar las irradiaciones estelares portadoras de voces, estelas, aromas, visiones e imágenes del más allá, que llegan de repente, como un rayo del cielo, con el caudal de verdades secretas y mensajes divinos en las ondas intangibles impregnadas de una sabiduría espiritual de muy antiguas esencias.

Corresponde a los teopoetas captar, perfilar y revelar el contenido de esos mensajes trascendentes. El verdadero poder de la palabra, en su dimensión profunda y sutil, lo revela la poesía mística que canaliza en imágenes y símbolos mensajes crípticos de las irradiaciones estelares. Se trata de imágenes de la trascendencia con su sentido inmerso en esas señales, que los teopoetas perciben de las emanaciones cósmicas procedentes de la cantera infinita. Ese es el gran rol de los poetas místicos cuando formulan en sus versos la onda simbólica de los efluvios espirituales provenientes del fuero cósmico. En sede neurológica y psicolingüística, esa es una singular sintonía de las señales intangibles de los mundos sutiles que portan los efluvios de la Creación en sus imágenes estelares consignadas en voces, susurros, destellos, fragancias, inciensos y otros fenómenos suprasensibles. Y en sede literaria, la función del poeta con sensibilidad mística es atrapar y formalizar en el lenguaje de la teopoética los símbolos que representan el significado de esas manifestaciones espirituales procedentes del Nous de la sabiduría mística.

Cinco condiciones se requieren para que una persona pueda acceder al fuero sagrado del Nous, de donde procede la sabiduría mística de alta prosapia:

  1. Talento poético, dispuesto para formalizar, con el lenguaje de la lírica, el contenido trascendente de una singular experiencia interior.
  2. Inteligencia sutil, desarrollada para captar y entender la dimensión sagrada y mística de la sabiduría espiritual del Universo.
  3. Experiencia mística, singular vivencia de la sensibilidad trascendente mediante la cual los contemplativos experimentan el caudal de emanaciones divinas con un conocimiento espiritual del mundo.
  4. Lenguaje especializado, propio de la sapiencia mística, que recrea en imágenes y símbolos el modo sutil de la experiencia teopática.
  5. Connubio espiritualizado, mediante el aura de lo divino, que propicia la comunión espiritual del contemplativo con la Llama de la Divinidad.

   Para que se produzca una inspiración poética de contenido místico, primero debe darse en el creador una experiencia mística, que no acontece cuando el sujeto la anhela sino cuando el Espíritu la otorga, y que se manifiesta cuando se han desarrollado en el sujeto contemplativo los circuitos neuronales de la conciencia con la potencialidad para captar las ondas electromagnéticas de las irradiaciones estelares, que portan las emanaciones sutiles de la trascendencia. Esos circuitos de la conciencia están activos, receptivos y operativos en la sensibilidad espiritual de Fausto Leonardo Henríquez.

El circuito receptor de las ondas estelares del más allá -que se activa en la mente de contemplativos, iluminados, místicos, santos y teopoetas- capta los mensajes espirituales inherentes en las susodichas emanaciones cósmicas y, en ausencia de un vocablo que denomine ese singular poder de la conciencia, lo llamo Prologeia, nombre con el que denomino el dispositivo mental o circuito receptor de la mente sutil cuyas neuronas cerebrales captan las irradiaciones espirituales de las ondas estelares del Universo. La prologeia o circuito receptor de la conciencia, que adiestra las neuronas de la mente sutil para percibir las emanaciones estelares o efluvios cósmicos, capta y canaliza los mensajes que el sujeto receptor traduce al lenguaje simbólico de la mística, que llamo Protologema o caudal de voces que formalizan las señales supraestelares del Universo, cifradas en ondas, estelas, aromas, susurros, aves, rayos, ángeles y voces con imágenes portadoras de verdades de muy antiguas esencias. No es un vocabulario técnico sino voces del lenguaje común al que el teopoeta le asigna un valor simbólico con el sentido trascendente de su experiencia mística.

La inteligencia sutil del místico puede conectarse con lo que los iluminados les han llamado el “Mundo ideal” (Platón de Atenas), el “Reino celestial” (Jesús de Nazaret), el “Tercer cielo” (Pablo de Tarso) o el “Paraíso divino” (san Francisco de Asís), mundos sutiles de donde proceden las emanaciones espirituales con mensajes especiales.

A esos “mundos sutiles”, como les llamaba Antonio Machado a los predios invisibles, acceden los agraciados de la inspiración divina que han desarrollado su sensibilidad trascendente y, desde luego, la inteligencia mística de su elevada espiritualidad impregnada de la sabiduría sagrada con la que plasman su obra creadora y canalizan las voces del Cosmos portadoras de mensajes sagrados. Por eso hay estadios y voces diferentes.

Existe la voz interior de la conciencia personal, fuero y cauce de la intuición que, mediante el Logos de la conciencia, dicta los acentos, los tonos, los motivos; la voz universal de la conciencia cósmica, fuero y canal de la trascendencia, que los poetas perfilan y cifran en el lenguaje de la lírica; y la voz superior de la Divinidad, que escuchan místicos, santos y teopoetas, y que los creadores de la teopoética formalizan en imágenes y símbolos con el Protologema de la mística, lenguaje que comunica los mensajes de alto contenido espiritual con su sabiduría milenaria.

 

La dimensión sagrada de la trascendencia

En su dimensión espiritual, genuina y pura, la vocación de la religiosidad  ritual prepara la sensibilidad y la conciencia para vivir momentos sagrados que concitan la experiencia religiosa y, en su mejor caso, la experiencia mística. De ahí que los místicos suelen surgir entre los cultores de la vida consagrada, y la experiencia mística se manifiesta entre los contemplativos de honda espiritualidad religiosa, excepto el caso de unos pocos agnósticos entre los cuales se conoce la experiencia mística que viviera Jorge Luis Borges. De hecho, los teopoetas que en el mundo han sido proceden del seno de una organización religiosa o han estado vinculados a una vida consagrada o a una tendencia mística, como el Misticismo de la Iglesia Católica, la Khábalah judía, el Sufismo musulmán, el Taoísmo chino, el Budismo japonés o el Hinduismo de la India. Entre los místicos sufíes el modelo es el poeta persa Halal Udin Rumi; entre los cabalistas hebreos sobresale el poeta judeoespañol Yujudah Halevi; y entre los españoles la cumbre de la teopoética cristiana es san Juan de la Cruz.

Desde luego, la experiencia mística es una condición indispensable para crear poesía mística, que se distingue de la poesía religiosa. Aunque ambas modalidades, la religiosa y la mística, son vertientes de la espiritualidad sagrada que se inspira en la fe en la Divinidad y la creencia en la vida eterna, la poesía religiosa nace de un sentimiento espiritual impetrante de amparo divino, mientras que la poesía mística es el fruto de un amor genuino, sagrado y puro hacia el Padre de la Creación y, desde luego, es producto del testimonio vivencial, estético y espiritual de una experiencia teopática de filiación divina. Los creadores de ambas vertientes, la religiosa y la mística, son creyentes, y ambos participan del sentimiento espiritual de lo divino, pero el poeta místico ha vivido una experiencia extática, superior a la experiencia religiosa, en virtud de la conexión del alma del místico con la Energía Sagrada de la Divinidad. Por eso es imposible la existencia de un ateo místico en una misma persona, ya habría una contradicción, en términos vivenciales, espirituales y creativos, aunque esa fusión pueda concebirse en el plano de la ficción.

El sentimiento de lo divino puede inspirar una experiencia religiosa y, en tal virtud, una poesía religiosa; pero es la experiencia mística la causa eficiente de la creación teopoética y la única fuente inspiradora de la poesía mística.

La obra poética de Fausto Leonardo comparte y plasma la experiencia religiosa y la experiencia mística. La experiencia religiosa es un sentimiento de vinculación sagrada que lleva al orante a vivir un estado espiritual de devoción espiritual en procura de amparo divino. En cambio, la experiencia mística es un estadio especial de alta espiritualidad en el que la conciencia de quien la vive, participa de una energía de orden superior que toma control de sus sentidos mediando un rapto singular de la conciencia.

La experiencia mística es un arrebato de la conciencia mediante el rapto de los sentidos que produce el éxtasis del espíritu. Se trata de una experiencia arrebatadora en la que el sujeto contemplativo no tiene control de sus sentidos, pues un poder superior a su propia voluntad toma ese control y, en un breve lapso temporal, el sujeto vive un cautivador encantamiento en un estado de placidez y dulzura, con una serenidad espiritual y gratas sensaciones de sedación y gozo, poseído por una misteriosa energía trascendente, trascendida la conciencia, extasiados los sentidos y embelesada el alma bajo un singular fulgor de belleza, gracia y luz con la vivencia de un connubio divino. Así es la experiencia mística, un peculiar estadio de la conciencia expandida que no ocurre en la experiencia religiosa. Por eso el éxtasis místico no se cultiva ni se busca, sino que llega cuando el Espíritu quiere, como dice el texto bíblico, y quien lo experimenta es un elegido de la gracia divina del Altísimo.

Los místicos experimentan una estado de unificación con Dios, que viven y disfrutan mediante una vinculación sagrada con el halo superior de lo divino, que la ciencia de la física cuántica llama “partícula de Dios”, con la que confirman su existencia en la materia y en las redes invisibles del mundo visible, que los místicos de alta dotación contemplativa siempre han sentido y experimentado en la realidad de lo viviente y en el fuero de su conciencia mediante una singular experiencia de deificación, o proceso interior de la conciencia que encarna un halo sagrado de lo divino mismo, mediante el cual sienten y experimenten un destello sagrado y sutil en su interior profundo, hecho que se manifiesta en un hondo sentimiento de amor espiritual y de piedad universal por criaturas, cosas y elementos, lo que genera una actitud de sacralización de lo viviente como signo, eco y cauce de la fuente primordial de lo divino y, ambas vertientes, la del amor puro y la sacralización divina, las asumen los místicos con el toque luminoso de la sabiduría espiritual, hechizo indescriptible con que la mirada mística percibe la hermosura de las cosas y el esplendor de lo sagrado.

Desde luego, para escribir poesía mística hay que vivir místicamente la vida. Vivir místicamente la vida es vivirla con un sentimiento de amor sagrado y puro, bajo la convicción de que el mundo es una creación divina cuyo Autor sagrado se convierte, tanto para el contemplativo, como para los santos, místicos y teopoetas, en la fuente de la Llama viva, centro emocional, volitivo, imaginativo y espiritual de cuanto siente, hace y crea quien vive bajo la Llama sacrosanta de la inspiración divina. Por eso el místico es altamente sensible y compasivo con todo. Lo siente todo, lo sufre todo, lo goza todo, lo vive todo y lo ama todo. Cosas, plantas, animales, humanos, estrellas y ángeles para los místicos, que tienen una alta conciencia de lo divino, son emanaciones del Altísimo. Por eso el místico asume la naturaleza de lo viviente como fuero, eco y cauce de la Potencia divina. Y con ese sentimiento teopático profundizan, con amor y sabiduría, en el sentido de la Creación y, consecuentemente, buscan en todo al Padre de la Creación ante Quien se rinden con devoción sagrada.

Los místicos sienten y expresan el sentimiento de lo divino mediante una actitud de sacralización y pureza seráfica, y en todo sienten a Dios, y en su obra lo proclaman con dulzura infinita. Y están convencidos de que todo viene del Todo, y todo vuelve al Todo, como dijera el antiguo pensador presocrático Heráclito de Éfeso. Por eso los místicos viven impregnados de la singular llama del entusiasmo, vocablo griego procedente de la expresión en Theos, que significa ‘en Dios’, pues ese “estar en Dios” equivale a sentir la energía divina en el fuero de la propia conciencia, por lo cual el místico siente un gozo en su interior, y ese sentimiento jubiloso se manifiesta en una expresión de amor. En virtud de que el místico vive bajo la llama de lo divino, con esa onda sutil de comunión mística, siente y disfruta el gozo de saberse bendecido de Dios, para quien vive, ama y crea, como lo ilustra en su vida y en su obra el teopoeta Fausto Leonardo Henríquez.

El sentimiento de amor divino, una emoción jocunda y entrañable, como es el entusiasmo desbordante de contemplativos, santos y teopoetas, brota de un corazón amartelado a lo divino, es decir, fraguado con amor puro, troquelado con la sagrada llama de la inspiración divina. De ahí la sensación del místico de sentir que vive dentro de una concha iluminada con la sagrada Lumbre. Por eso el apóstol Pedro, en medio de la vivencia mística de la transfiguración del Tabor, le dijo a Jesús: “Maestro, qué bueno es estar aquí…” (Luc., 9, 33-35).

Por eso, al poetizar y proclamar el estadio sagrado de su experiencia mística, los teopoetas procuran, como lo hace Fausto Leonardo, lo siguiente:

  1. Mostrar la llama de la experiencia mística que viven durante el arrebato espiritual de la vivencia teopática en su conciencia.
  2. Dar a conocer el fuero sagrado del Nous, fuente de la sabiduría divina registrada en los predios celestiales de los mundos sutiles.
  3. Expresar la prologeia de la conciencia y el protologema de la teopoética con la expresión divina de la realidad trascendente.
  4. Enseñar que hay singulares estadios de los mundos sutiles a los que llegan los místicos, santos y teopoetas durante su conexión espiritual con la fuente divina, de la que conocen mensajes del tesoro sagrado.
  5. Comunicar imágenes y verdades de muy antiguas esencias procedentes de la sabiduría mística del Nous.

 

La creación teopoética de Fausto Leonardo Henríquez

    En mi obra Poética del Interiorismo (Moca, Ateneo Insular, 2015) consigné tres instancias de la creación poética: la realidad real o la sensorialidad de las cosas; la realidad subjetiva o el interior de la propia conciencia; y la realidad trascendente o la dimensión sutil de los efluvios sobrenaturales. Esas tres instancias las ilustran en su creación poética tres de nuestros poetas interioristas: Yky Tejada aborda la realidad sensorial; Fausto Leonardo enfoca la propia conciencia; y Rocío Santos trata la realidad trascendente.

En efecto, Yky Tejada se instala en la sensorialidad de las cosas, y desde esa instancia objetiva se compenetra con el sentido de lo viviente a la luz de su experiencia mística que experimenta y plasma en su creación teopoética. Fausto Leonardo se instala en el fuero de su conciencia, y desde su interior evoca y recrea su experiencia mística, que formaliza en su creación teopoética; y Rocío Santos se instala en el dintorno de los fenómenos sobrenaturales y, desde su conexión con los efluvios trascendentes, vive y canta su experiencia mística que revela en su creación teopoética.

   Fausto Leonardo Henríquez, teopoeta por la gracia de Dios, tiene desarrolladas la inteligencia sutil, la capacidad creadora y la espiritualidad refinada con el aval intelectual, estético y espiritual para escribir poesía mística adobada con la dolencia divina, el amor puro y la sabiduría sagrada. Y en virtud de esa singular categoría, Fausto Leonardo disfruta de tres singulares gracias que reciben los privilegiados del Espíritu: la gracia poética, la gracia mística y la gracia sacerdotal. En su función sacerdotal, actualmente es vicario parroquial en las Parroquias Inmaculado Corazón de María y Sagrada Familia en Palma de Mallorca, de las Islas Baleares.

Los teopoetas, como los iluminados, místicos y santos, buscan la unión con la Divinidad, lo que manifiestan en su conducta, su palabra y su creación. El don de la poesía mística es una gracia divina de alta alcurnia espiritual que formalizan los que han desarrollado la prologeia de la mente sutil y conocen el protologema de la creación teopoética como expresión de la dotación sagrada de su experiencia mística, como lo plasmaron san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y fray Luis de León, grandes teopoetas de la lírica española.

Nuestro poeta interiorista del Ateneo Insular nacido en La Vega, bautizado con los nombres de Fausto Antonio y formado en la Congregación de la Misión de los Paúles y consagrado sacerdote de la Iglesia Católica, ha evidenciado en su creación teopoética que tiene las condiciones intelectuales, estéticas y espirituales para crear poesía mística, estudiarla y promoverla, como lo han hecho otros poetas del Movimiento Interiorista, entre ellos Freddy Bretón Martínez, Tulio Cordero, Yky Tejada, José Frank Rosario, Fausto Leonardo, Roberto Miguel Escaño, Jit Manuel Castillo, Carmen Comprés, Carmen Pérez Valerio, Ofelia Berrido, Gloria Nolasco, Rocío Santos y Juan Santos. En efecto, Fausto Leonardo tiene la inteligencia sutil, la sensibilidad trascendente y el lenguaje de la creación teopoética. Y, desde luego, tiene también la condición inexorable e inconmutable de los teopoetas: la experiencia mística, la fe en la Divinidad y la dotación sagrada de la creatividad, de la que da cuenta en sus textos de poesía, ensayo y ficción.

Los poetas místicos hacen de su vivencia divina y su experiencia mística el motivo central de su creación, como lo ha hecho este agraciado poeta dominicano galardonado con el Premio de Poesía Mística otorgado en Roma. Los teopoetas usan el poder de la palabra para canalizar su experiencia espiritual, y se valen de la creación poética para formalizar su experiencia mística y su sabiduría sagrada. Y abren su inteligencia sutil para sintonizar los efluvios de la trascendencia en cuyas manifestaciones estelares, cifradas en voces, estelas, murmullos, fragancias y llamas, encauzan los mensajes de la sabiduría mística emanante de las señales misteriosas del Nous.

En efecto, Fausto Leonardo Henríquez es deudor estético y espiritual de san Juan de la Cruz, el patrono del Ateneo Insular y, conforme la Orden Consagratoria del papa Juan Pablo II, que también era un alto poeta místico conocido con el nombre de Karol Wojtyla, designó al santo místico abulense patrono de los poetas.

Según revela su creación poética y su valoración de lo trascendente, Fausto Leonardo ha intuido y conocido la dimensión sagrada de fenómenos y cosas, y desde niño aprendió, mediante la formación cristiana en su hogar y la formación religiosa de su iglesia, la existencia de la presencia divina en el mundo, que siente en su corazón y plasma en su creación.

En carta fechada en Valencia, el 8 de diciembre de 2008, el sacerdote-poeta me escribe y me comunica lo siguiente: “Los poemas de los Gemidos del ciervo herido son el resultado de unos cuatro años de vigilia. Están escritos, no al azar, sino con la clara visión de comunicar “estados del alma” en comunión con Dios. Muchos y diferentes son estos estados y, por tanto, las emociones y vivencias que reflejan. Hay poemas escritos en el marco de los Ejercicios Espirituales que hago cada año, y otros han ido surgiendo en el día a día. Gemidos del ciervo herido nace de mi experiencia cristiana de Dios, que supongo será, con los años, cada vez más profunda o, si se quiere, diferente” (Correo electrónico de Fausto Leonardo a Bruno Rosario Candelier, Valencia, España, 8 de diciembre de 2008).

Después de leer el poemario, le escribí al poeta interiorista mis impresiones iniciales y, entre otras cosas, le dije que su hermoso poemario tiene el tono bíblico de los salmos, con un encanto remozado y refrescante, y que en virtud de su petición y plegaria, tiene también una dimensión religiosa con una clara connotación mística. Le comenté que el poemario recrea, de manera rediviva y elocuente, la simbología religiosa, bíblica y mística, con la carga cultural de su estirpe literaria, ilustrada en poemas como “Tengo sed”, “Aguijón” y “Odres nuevos”, que recrean y actualizan inveterados referentes bíblicos en fecundas vivencias espirituales actualizadas. Subrayé en la susodicha misiva que desde la publicación de Los profetas, de Máximo Avilés Blonda, entre nosotros no se había escrito un libro que tocase, desde la onda de espiritualidad sagrada, la cuerda bíblica de la plegaria religiosa, con la hondura y la belleza como se manifiesta en Gemidos del ciervo herido, hermoso exponente con alto aliento poético. Asimismo destaqué la inspiración espiritual y mística en poemas como “Pentecostés” y “Reminiscencias”, que reviven el estadio del rapto extático que entraña la experiencia mística. Ponderé la honda y luminosa reflexión espiritual que alienta el sentido religioso y místico de este singular poemario, en el que vibra y fluye del alma del hablante lírico la ternura espiritual patente en todo el poemario.

En efecto, en la obra poética de Fausto Leonardo Henríquez (Gemidos del ciervo herido, Madrid, Fundación Fernando Rielo, 2012) el poeta asume como voces del protologema los vocablos viento, ángel, rayos, espejos, niebla, llama, búho, eco, águila, voz, soplo y luciérnaga para formalizar la situación vivencial que asume como sustancia de su creación, y en los poemas bajo el título de “Ejercicios del espíritu” revela un estado inquietante ante la angustiosa realidad que lo apela como señal de un mundo distante de lo sagrado, en contraste con las vivencias espirituales de su conciencia en medio de adversidades y acechanzas:

 

La tierra levanta el alma. Es más fría

la soledad en las nubes.

 

Ando en busca de tu senda,

mas la bruma oculta el meridiano.

Oigo el lenguaje del viento,

el batir de alas del ángel,

mas yo aquí cato

el vino de mis soledades.

 

Oh, Verbo, haz saltar

la escarcha que vela el alba. Caiga

mi sombra, crujan mis insomnios,

llamee este silencio y cobren vida

estas paredes que oscilan.

 

Altura que aclara mis ojos,

verdea los abismos, haz que nombre

lo que mis entrañas balbucean.

 

Mediante rayos y espejos, el visionario del misterio inmerso en la bruma, durante su viaje por los predios invisibles describe el panorama del más allá:

 

Pasemos al umbral, salgamos de esta pirámide.

Decae el día con su pesadez,

la bruma anida el resto de lo que hay de mí.

 

La humillación le llegó a la tarde. No saben

de gloria los últimos rayos diluidos

en el espejo vespertino.

 

Avanzo sin tregua por el laberinto,

abro puertas sin llaves para el regreso.

Los muros de castillo de este monte

en que reverbera el misterio,

poseen la paciencia

de la eternidad.

 

En cada piedra palpita el origen del mundo,

la fuerza de la vida de los que erigieron

esta cumbre.

Muero con la tarde. No llevo nada

a la tumba: ni reloj ni llanto.

 

En plena niebla de su visión especular, mediante las voces del protologema (viento, niebla, llama, búho) el poeta invoca la protección del Espíritu contra las fuerzas del Maligno, personificado en el búho, y, confiado en que la luz puede más que la sombra y que la oración atrae el aliento sagrado de lo Alto:

 

El desierto de la noche

se arremolina en la ventana. Es tu Espíritu

el que arrastra la escoria, el que blande la Llama

en medio del abismo. Expectante el búho

repasa sus recuerdos. No hay tramo del tiempo

en que el alba no aparezca despierta,

cargada de luz y nostalgia.

 

Estas lápidas conocen bien los rezos, las súplicas,

las penas. Aquí son largas las agonías, limpias

las vestiduras. Sumergido el cielo

en el abrazo, engendra una porción

de gloria.

 

En su evocación de la imagen bíblica del pozo, que Jesús de Nazaret enalteciera con la presencia de la Samaritana como referente deíctico del manantial divino, sutil simbolización de la sed espiritual en la conciencia humana, atiza la poetización sagrada de nuestro sacerdote-poeta:

 

El manantial inagotable se esconde

en lo profundo de la oscuridad; el eco

de la vasija que sondea las entrañas intangibles

advierte cuán inmenso es el cielo que, allá,

en el corazón del pozo, se esconde.

 

El pozo espera a la Samaritana; día

y noche su boca exhala el aliento cristalino

de la vida. Quien bebe de este pozo, bebe luz.

 

El misterio fluye en lo insondable.

Yo, como el cántaro, me precipito

tras el interior secreto del pozo,

sin más alas que la fe.

 

La experiencia mística del Tabor, que según el relato bíblico vivieron Pedro, Santiago y Juan con Jesús, es una referencia de alta sabiduría mística que los cristianos viven en su contemplación espiritual para sentir la Llama de lo Alto que enciende su alma en el estadio sagrado de compenetración religiosa y mística, que viven santos y contemplativos, que la teopoética remoza con la expresión de esa vivencia sagrada, según la plasma nuestro poeta:

 

La nube engendra la visión. El viento habla,

el Tabor eleva la brizna que soy.

El cielo se oye en esta tienda.

El tiempo, presagio del alba,

cambió de rostro.

 

Bajaré a la llaga, al dolor de la cáscara.

El ascenso es el descenso.

Allá abajo, en el llano, el monte

se esconde en el ojo triste. La voz

de Dios se oye en la esperanza rota,

en el agujero de la carne.

El ángel tañe las campanas, mas yo regreso

a la herida, al mar de Galilea.

 

Una brasa en mis labios

basta para incendiar el castillo. Otra es el águila

en su mirada, otro el sol en el meridiano.

 

Los libros de poesía de Fausto Leonardo, que superan la decena, son un canto de alabanza al Creador desde la intuición de su conciencia mística hasta la revelación del misterio. Y al engarzar en la palabra la belleza de la forma, entroniza en su lírica la Llama que ilumina y la Voz que edifica.

Este exquisito poemario místico, Gemidos del ciervo herido, Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2009 que ganara el sacerdote católico y poeta interiorista de la República Dominicana Fausto Antonio Leonardo Henríquez residente en España, recrea la experiencia mística de la conciencia, tal como la viviera nuestro admirado compatriota en su encuentro con lo divino, en cuya creación teopoética revela que ha disfrutado momentos sagrados de elevada estirpe divina:

 

Todas las colmenas de abejas son este aguijón.

Me duerme con su cicuta, se ríe

de mis fuerzas. Burla de mis plegarias

es este gusano que recorre mi habitación.

Da coces contra mí como un animal.

Este aguijón es del tamaño de mi cuerpo.

No se cura extrayéndolo. Duele más

extirparlo que su furia.

 

El poeta evoca la pasión de Cristo en el Huerto de los Olivos y, en su recreación imaginaria -tal vez real en la frecuencia psíquica de la dolencia teopática- revive el dolor del Nazareno en el centro mismo de su corazón, y al sentir lo que padeció su Maestro, inspirador y guía, nuestro poeta experimenta la dolorosa pasión del Pastor de Galilea en su propia interioridad:

 

No hay huerto de olivos en que no me haga sudar angustia,

ni cruz en que no me haga sentir abandono.

Oh espada del tábano, ¿por qué provocas mi frente?

¿A qué viene tu filo en este meridiano?

El aguijón -no es materia- pulula en mi cuerpo

con Tizón goteando furia.

Un punzón husmea mis llagas.

 

Con el simbolismo del lenguaje bíblico, las referencias bucólicas de viñedos y odres con la imagen traslaticia del vino del costado sagrado, reminiscencia de sabor patriarcal y del vocabulario patrimonial de cuño neotestamentario, el poeta rememora la pasión que enciende la fe de los cristianos:

 

A esta vasija le puedes contar

las costillas por donde mana

 la nostalgia del agua como un gemido

 de ángel.

 

Este odre sin vino, secos

los labios, tristes los párpados, atisba

el viñedo. Mójale la lengua con fuego,

alégrale el paladar

con el lagar del cielo.

 

Odre viejo, párate a la orilla

del camino, y grítale fuerte al Viñador:

¡Dame de tu cáliz!

 

Y hará nuevas tus entrañas,

y niñas tus puertas. Verás

nacer tu vejez, renovarse

el otoño de tu sepultura.

 

Odre nuevo cocido en la Palabra,

revestido de agua, ornado

de vino que mana

del costado del Verbo.

 

Odre nuevo, fiesta de uvas

caídas del cielo.

 

El poeta se imagina expulsado del Paraíso, y en su búsqueda anhela recobrar su condición edénica, su estadio original, su fulgor primigenio para sentir el primor de la Creación y revivir el fulgor prístino de lo sagrado:

 

Volvamos otra vez al origen,

al amor primero, al soplo de bondad

que abrió mis pulmones. Seamos amigos

otra vez, que los peces me nombren,

las aves me gobiernen y los animales

canten tu gloria.

Hice gemir la creación, la humillé, la ensordecí.

 

Recréame en la semilla, en el polen, en el árbol

del centro. Invierte las coordenadas y hazme iris,

alianza de los ríos. Volvamos

a ser amigos, Padre, hazte alfarero, para que

se haga la luz y Eva me sonría y no me avergüence

de mi desnudez.

 

En su poetización de la experiencia mística, el poeta recrea el misterio de la Deificación de la conciencia al influjo del Ruah que aletea en el hondón de su conciencia –fuego, viento, ángeles– mediante el estremecimiento de fulgores de quien recibe, embebido y extasiado, la Llama del Paráclito:

 

Revestido de blancura,

de humana luz sin fin,

vivo esta mañana,

la séptima de la Creación.

Hoy está más limpio el pensamiento,

mana sutilmente el agua en el abismo.

Un viento suave lame mis oídos. Se agita

el fuego en la cueva que es fuente.

Yo qué puedo hacer si esto que bulle no es fango.

Algo eterno arde en la finita habitación que me dieron.

Anda Él, hiriendo la casa,

por estas latitudes que queman.

Poseído, recito el aleteo de los ángeles.

Ya no quedan noches.

 

Efectivamente, “Ya no quedan noches”, se ha disipado la sombra, se ha transmutado la dolencia y ha llegado la Luz. Fausto Leonardo Henríquez recrea la experiencia mística de la conciencia como signo y dación de la gracia divina, y su creación teopoética perfila y reformula el sagrado fulgor que embriaga los sentidos, y la gracia transformante que fascina y enamora.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Moca, República Dominicana, 1 de mayo de 2020.

 

La poesía ladina de los judíos sefarditas

Por Bruno Rosario Candelier

 

A

 Santiago Muñoz Machado,

Brillante cultor de conceptos que edifican.

 

“Nada tiene de sí: tal vez la niebla

que empaña su mirar sin fondo hacia lo hondo”.

(Segisfredo Infante, De Jericó, el relámpago)

 

Moajacas judías con jarchas árabes

    En la época del místico sefardí de Córdoba, Abraham Maimónides (1138-1204), se cantaban en España unas antiguas canciones llamadas moajacas y jarchas, que tenían un influjo estético, erótico y espiritual de El cantar de cantares, el más bello poema bíblico de amor y, desde luego, de la cultura artística de mozárabes y sefarditas españoles.

Gracias a la poderosa inteligencia de los judíos, conocemos la existencia de las jaryas o jarchas mozárabes y las muwassahas o moajacas hispanojudías. La jarcha era una estrofa de la lírica popular de los moriscos españoles, que los poetas judíos del Sefarad incorporaron a sus moajacas, viejas cancioncillas románticas que los poetas sefardíes cantaban en la primitiva lírica española.  Los poetas hispanohebraicos de los siglos medievales en España añadían a sus moajacas en ladino las jarchas o cuartetas líricas moriscas,y esas moajacas judías con jarchas árabes eran una expresión estética del influjo judío y árabe en la antigua cultura hispánica. Durante el dominio árabe en la península ibérica, que permaneció durante ocho siglos, las culturas árabe y judía se reflejaron en la lengua castellana hasta el punto de que numerosos vocablos del castellano patrimonial proceden del árabe y el judío por el contacto de sus hablantes en Huelva, Cádiz, Córdoba, Sevilla, Granada, Málaga y Jaén.

La jarcha morisca y la moajaca judía revelan unos ocultos eslabones de una antigua tradición poética subyacente en los orígenes de la lírica hispánica. Esa revelación la debemos al investigador S. M. Stern, quien dio a conocer el descubrimiento de las jaryas o jarchas en 1948; y la profundización en ese tema se lo debemos al filólogo Dámaso Alonso, que lo estudió en Primavera temprana de la literatura europea (1).

En efecto, unos poetas hebreos terminaban sus muwassahas hebraicas con una jarya o jarcha, estrofa con mezcla del árabe y el español, que tuvo vigencia en la época de la Mozarabía o período de la España musulmana, época durante la cual el romance castellano estaba contaminado del árabe, como lo reflejan las jarchas, una de sus manifestaciones literarias que incluían las muwssahas, moajacas o estrofillas procedentes del Judaísmo.

La palabra muwssaha designa una composición en lengua judía que termina con una estrofa en árabe vulgar o mozárabe, que llamaban jarya o jarcha y que asumieron los poetas judeoespañoles y aplicaron a sus moajacas, a cuyo través llegaron hasta nosotros las susodichas estrofas. El mozárabe alude al grupo de dialectos románicos hablados por los cristianos de la península ibérica durante la ocupación de los árabes (2). Y el ladino alude a uno de los dialectos que conforman el retorromano.

Lo curioso de las jaryas es el hecho de que no las conociéramos a través de poetas árabes, o de poetas españoles, o de poetas mozárabes, sino de poetas hebreos, de cultos poetas hebreos con sentido de lo popular. Entre esos poetas hebreos es famoso el nombre de Judá Leví, de quien consta que versificó, no solo en su lengua hebrea, sino en árabe y romance castellano (3). Y digo que tenían sentido de lo popular porque las jarchas procedían de cantares de los pueblos donde florecieron esas cancioncillas de amor.

Poetas judíos incorporaban a sus muwssahas las jaryas de los árabes, y entre esas moajacas hebraicas aparecen las que reveló Stern y, por supuesto, también las jarchas, puesto que la composición hebraica terminaban siempre con una jarcha española o hispanoárabe.

¿En qué consisten las jarchas? En una estrofa amatoria incrustada al final de las muwassahas y que reflejaban el sentimiento amoroso de la voz femenina que cantaba. Según el poeta egipcio Ibn Saña al Mulc, que hizo una antología de muwassahas, la jarcha es la estrofa que el autor de la composición pone en boca del pueblo, o de un personaje popular en su dialecto vulgar, y que de ordinario es una lamentación de una muchacha por la ausencia del amado (4), con su peculiar situación afectiva.

Tanto las jarchas como las moajacas son cancioncillas de amor, es decir, coplillas, cantigas o villancicos eróticos formados por una estrofa de contenido amoroso en la que el amante o la doncella se expresan y cantan mediante una figura comparativa:

 

Des cand meu Cidello vénid

¡tan bona albizara!

Com’ rayo de sol éxid

en Wadalhayara.

(“Desde que mi Cidello viene,

¡oh, qué buenas albricias!

Como un rayo de sol

sale en Guadalajara”).

 

En las jarchas romances habla una doncella enamorada, casi siempre aquejada de la dolencia de amor que enciende el corazón de quien ama:

 

Vayse meu corachón de mib

Ya, Raba, ¿si se me tornarád?

¡Tan mal meu doler lil habid!

Enfermo yed, ¿cuándo sanarád?

(“Mi corazón se me va de mí.

Oh, Dios, ¿acaso retornará?

¡Tan fuerte mi dolor por el amado!

Enfermo está, ¿cuándo sanará?”).

 

Dámaso Alonso dice que en las ‘canciones de amigo’ judaico-mozárabes, la voz habid significa tanto ‘amigo’ como ‘amado’, aunque a menudo la doncella hispánica no habla directamente al amado sino a través de un tercero, que comparte su pena o su emoción (5). Y es la ausencia de su amado el motor que concita su inspiración:

 

Garid, vos, ay yermanelas

¿com’ contener é meu mali?

Sin el habid non viureyu

ed volarei demandari.

(“Decid, vosotras, oh hermanillas,

¿cómo refrenaré mi pesar?

Sin el amado no viviré,

y volaré a buscarlo”).

 

Las muwassahas hebreas y las jaryas mozárabes, expresiones estéticas de la primitiva lírica española, se conocen gracias a que los poetas hebreos incorporaron a sus moajacas las jarchas de los mozárabes, y para los árabes las muwassahas de los judíos eran una de sus composiciones predilectas, y sucedía que ambas creaciones poéticas constituían una hermosa forma de vinculación popular, y de un modo particular, un medio de relación entre moros, cristianos y judíos. Los judíos incorporaban esas tiernas cancioncillas populares de la tradición oral que, como canciones de ‘amigo’ mozárabes, eran una forma de vinculación sociocultural entre pueblos y culturas diferentes, como efectivamente eran los españoles, árabes y judíos.

El discreto acento sensual de las jaryas se explica no solo por la época de su origen -siglo XI de nuestra era-, sino por el canon musulmán que hace que la mujer sea recatada en lo erótico y parca en su expresión amorosa. Además, el tema de las jarchas, con un eco de nostalgia por la ausencia del amado, aparece en boca de graciosas doncellas españolas, cuya juventud, belleza y castidad eran afines a la expresión emotiva de un corazón impregnado de esa indeclinable dolencia divina. Pero lo más importante, como dice Dámaso Alonso, es el hecho de que cultos poetas hebreos, con una especial valoración de lo popular, recogieran esas valiosas jarchas y las usaran como núcleo de la intensidad lírica de sus muwssahas, por lo cual cristianos, moros y judíos convivieran bajo el sol de Andalucía “encastando la más temprana primavera lírica europea” (6).

Las muwassahas de cultos poetas hebreos, que llegaron en las jarchas árabes a la lírica española, evidencian la existencia de una lírica popular en la España mozárabe de los siglos XI, XII y XIII de nuestra era cristiana, y, como soterrado eslabón de las letras europeas revelado por estudiosos hebraístas, sitúan esas graciosas cancioncillas mozárabes y hebreas en la base de la primitiva lírica peninsular española. En efecto, entre las expresiones literarias ligadas a nuestra cultura hispánica está la jarcha, que en árabe significa ‘salida’, y que comprende una estrofa escrita en lengua vulgar mozárabe. Esas jarchas eran insertadas al final de las muwassahas o cantos de amor, por poetas cultos hispanojudíos y arabigoespañoles.

Las jaryas mozárabes datan del siglo XI de nuestra era y se corresponden  con las ‘cántigas de amigo’ de la literatura ibérica, pero se anticipan a ellas, por lo cual las cancioncillas populares de la mozarabía hispánica y la juglaría judaica constituyen la primera expresión lírica de la Romania.

 

La lengua ladina de los judeoespañoles

    El ladino es el nombre del antiguo dialecto del castellano primitivo que aún conservan numerosos hablantes judíos dispersos por el mundo: “No saves, Antonio, lo ke es morirse en su lingua. Es komo kedarse soliko en el silensyo kada dya ke Dyo da…”, refiere Marcel Cohen al dar el testimonio de un hablante del ladino en su libro In search of a lost ladino (7).

   El castellano que se hablaba en la España de 1492 (fecha del descubrimiento de América, la publicación de la primera gramática de la lengua castellana y la expulsión de los judíos sefarditas del territorio español), tenía tanta vitalidad que los judíos que se establecieron en diversos países de Europa, Asia Menor, África y América aún lo siguen hablando. El castellano antiguo que aún se habla en comunidades judías de Israel, Marruecos, Turquía, los Balcanes, New York, Miami y Argentina, se conoce como ladino, sefardí o judeoespañol.

El ladino conserva la fisonomía patrimonial del castellano antiguo. El léxico del judeoespañol, variedad del español arcaico de los sefardíes, conserva el legado lingüístico del habla de los judíos sefarditas. Entre los antiguos dialectos retorromanos figuran las lenguas romances de la región alpina, como el friulano, el tirolés, el romanche y el ladino. El ladino, lengua retorrománica que se habla en el Tirol y en otras regiones del mundo, se ha valorado como la lengua religiosa de los sefardíes. Sefardí es el nombre que designa al judío oriundo de España (porque los antiguos judeoespañoles llamaban Sefard a España). El ladino es la lengua de los judeoespañoles o sefarditas, hablantes del antiguo español del siglo XV.

En años recientes, las comunidades sefardíes del mundo celebran, cuando se aproxima la fiesta de Janucá, que es el día de su lengua madre, es decir, el ladino, sefardí o judeoespañol. El ladino es la variedad dialectal del antiguo español de los sefardíes, descendientes de los judíos expulsos de la península ibérica a finales del siglo XV.

El Diccionario de la lengua española presenta la siguiente definición del ladino o judeoespañol en su séptima acepción: “Lengua religiosa de los sefardíes, que es calco de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes” (8). Esta lengua de los sefarditas se caracteriza por conservar los rasgos idiomáticos del castellano hablado en los siglos XII al XV.

La lengua ladina de los sefardíes se siguió usando -tras la expulsión de los judíos de la península ibérica en el año 1492- en los territorios donde acogieron a los judíos, como Francia, Turquía y Marruecos. En su sistema léxico-sintáctico confluyen el léxico, la sintaxis, la fonética y otros rasgos semánticos del español, el hebreo y las lenguas de los países donde los judíos expulsados se asentaron. La lengua de los sefardíes tuvo su esplendor entre los siglos XV al XVIII. Hoy la hablan miles de descendientes de los judíos expulsos de los reinos cristianos peninsulares a fines del siglo XV. Actualmente el ladino se habla entre judíos de Israel, Turquía, Francia, Estados Unidos, Marruecos, los Balcanes y la Argentina. En Jerusalén existe la Academia Nacional del Judeoespañol de Israel, que la Real Academia Española reconoció como academia correspondiente de la corporación española. La comunidad judía de Jerusalén cuenta no solo con hablantes del ladino, sino con estudiosos de esa herencia de los antiguos sefardíes en cuya academia judeo-española estudian ese valioso tesoro lingüístico del español antiguo.

El antiguo dialecto del judeoespañol conserva la raíz espiritual de la lengua española y la base mística de la Khábalah hebrea, que la literatura plasma en creaciones narrativas y líricas. La mística de la Khábalah, que comprende la visión espiritual de los contemplativos judíos, floreció en la España medieval entre los judeoespañoles, que aprendieron la lengua castellana de entonces, que llaman ladino. Y la lírica hebrea tuvo cultores entre los judíos españoles de la Sefarad, nombre con que los judíos llamaban a España.

En la religión de los hebreos el hombre es, como sostienen la Biblia y el Zohar, una imagen del Padre de la Creación en tanto es una criatura insuflada con el soplo divino. El hombre y el mundo, como creación divina, reflejan a su Creador y, en tanto emanaciones directas de la Divinidad, constituyen una imagen de lo divino, por lo cual contienen las virtualidades distintivas. La Khábalah le pone especial atención a ese aspecto porque entiende que la dimensión entrañable del ser humano, es decir, su esencia divina, encierra un vínculo directo con la Divinidad y eso privilegia al ser humano. Destaca también la revelación que ha hecho Dios al hombre a través de sus elegidos y, entre los judíos, muchos han merecido esa singular distinción (9). El Sohar es el libro inspirador de la Khábalah que funda, en la tradición secreta de los hebreos, la doctrina mística de los saberes espirituales del Universo.

Un rasgo diferenciador de la literatura española es la dimensión mística de su espiritualidad sagrada, y esa faceta sutil es una herencia combinada de la mística hebrea, la religiosidad sufista y la fe cristiana de judíos, árabes y españoles, respectivamente, que los habitantes del territorio peninsular compartieron en tiempos de la Mozarabía y la Sefarad. No es extraño que la más alta lírica hispánica esté impregnada del Misticismo católico, el Sufismo árabe y la Khábalah judía, como la teopoética de fray Luis de León, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, voces cimeras de la literatura española aureosecular.

En los años previos y posteriores a Maimónides, siglos XI al XV, convivían en España árabes musulmanes, sefarditas judíos y españoles cristianos. De hecho, el arte literario de las jarchas y las moajacas fue un producto artístico combinado de la imaginación árabe, la intuición judía y la sabiduría cristiana que hizo de las moajacas hispano-judías una singular expresión estética, erótica y espiritual de la cultura española.

Todo lo que existe, deja una huella en su entorno. La lírica ladina de los judíos sefarditas expresa el sentimiento espiritual de un pueblo signado por el desarraigo involuntario. La inclinación espiritual de la conciencia es una apelación natural del ser humano, y la poesía de los sefardíes dispersos por el mundo confirma esa tendencia hispanojudía en la cultura inspirada del Cristianismo, el Islamismo y el Judaísmo.

Sirve de ilustración el “Himno de la Creación”, del poeta hispanohebreo Yehudah Halevi (1075-1141), que escribió jarchas con moaxajas en romance castellano, en cuya obra exalta al Padre de la Creación:

 

¡Dios mío!, ¿con qué te compararé,

si semejanza no hay en ti?

¿Con qué te asimilaré,

si toda forma es estampa de tu sello?

Enaltecido estás sobre toda potencia,

y te sublimaste por encima de todo pensamiento.

¿La palabra de quién te ha contenido?

¿Acaso habrá corazón que te haya alcanzado

y ojo que te haya divisado?

 

El ejemplo siguiente en la lengua ladina de los sefarditas revela ese sentimiento de identificación de los sefarditas con su lengua: “En eya vive tu pasado, en eya te sientes presente a ti mismo. Las palavras son tu verdadero lougar y tu esperanza. Kale ser loko para pensar ke, en eyas, podryas ser un dya el mousafir de ti mismo. En el mas profondo de ti saves ke las kozas, o al meno el sentido ke tienes de las kozas, no se mueren nunca” (10). En otro pasaje de una evocación nostálgica, el anónimo autor escribe: “Akeyas kantikas del tyempo de la esplendor mos las kantava el padre de una de mis tyas kada dya k’amanese kuando yo era tchiko” (11).

Un anónimo judío revela la compenetración de los judeoespañoles con la lengua de sus antepasados en tierra española, el ladino, que consideraban la más preciosa lengua del mundo, a la que le atribuían un carácter sagrado: “…los exilados de Espagna no tuvieron ni el gusto de aprender realmente al grego o al turko, seguros ke stavan de avlar la mas precioza lingua del moundo, una lingua jalis sakrada, dulce komo la myel” (12). El problema de algunos textos ladinos radica en que muchos de los hablantes del ladino no sabían escribirlo porque estaban alfabetizados en la lengua hebrea y, por tanto, escribían en el alfabeto hebreo lo que decían en ladino. De ahí que reservaban el ladino para sus oraciones y poemas religiosos, por lo cual el ladino se convirtió en la lengua sagrada de los judeoespañoles. Del siglo 15 en la Guenizá del Cairo aparecen estos versos escritos en ladino de su tiempo (13):

 

Por nacer en el espino

no val la rosa cierto

menos, nin el bon vino

por salir del sarmiento.

Non val el azor menos

por nascer de mal nido

ni los enshemplos

buenos por los decir judíos.

 

Lírica judeoespañola en lengua ladina

Desde los inicios de la lírica hispánica, según esta endecha de inspiración religiosa recogida por Marcel Cohen (14), la tendencia estética y espiritual de la religiosidad judeoespañola floreció en la “lengua sagrada” del ladino con antiguas cantigas de su peculio lírico:

 

Ajuntemos mis ermanos

A kantar esta endecha

porke mos korto las manos

el Dyo en esta etcha

Banim yethomin kedimos

komo ouerfanos sin padre

los ojos al Dyo alcemos

ke de mas mal mos ouadre

Tchilibi Behar Carmona

afamado por el moundo

de los djudyos korana

y Adjam el segundo

de ver komo mataron

a kada uno de una muerte

De los ojos mos saltaron

lagrimas komo la fuente.

 

Cuando ya vivían en tierras extrañas tras el forzado exilio del Sefarad, los emotivos recuerdos desataban el “dolorido sentir” del alma compungida: “Kon kara de muerto y toda so boz, kontinuava David el bueno kon esta otra kantika del tyempo de la salida”:

 

Irme kyero por estos kampos

por estos kampos me ire

y las yervas de los kampos

por pan me las komere

Lagrimas de los mis ojos

por agoua me las bevere

kon unyas de los mis dedos

los kampos los kavare

Kon sangre de las mis venas

los kampos os aregare

Kon bafo de la mi boka

los kampos los sekare

En medio de los kampos

una tchoka fraygare

por afuera kal y kanyo

por adientro la entiznare

Kada ombre deskaminente

adientro me lo entrare

ke me konte de sus males

y de los myos le kontare

Si los suyos son mas munchos

los myos a pasensya tomare

si los myos son mas munchos

kon mis manos me matare

¡Gway me matare!”.

 

Odmar Braga publicó en Google «Yegaré verso ti» (15):

Oy eskribo flores de otonyo
de silénsio i paz
ke esfuenyan i azen esfuenyar
desde mis manos espiertas
desde la desnudez de los rekodros
de la mirada de tu luz
a empesar otra vez
la iluzion de la primavera
mirando la mar
aogado por las onduras
yegaré verso ti
kuando kaiga la tarde
i yeguen mis byervos
i los duendes de la luvia
desde tus tangos abandonados
ke regalan una rosa
o pedasitos de mi vida
poemas frutos del sudor
de mi chiko lavor literário
yegaré verso ti
ande las rosas kayentes
han perdido sus pétalos
dando asotes nel syelo
de la gitara de tu puerpo
dame los abrasos de tu luz
i retrasos de tu korasón
o tal vez la alegria de un bezo
sovre tu indelevle puerpo de água
desbordando las palavras mojadas
de los poemas eskojidos
i yegaré verso ti
kon poemas ambiertos
i dedos resekados
yeno de karesas olvidadas
i borrachos lábios de aguardiente
el suave sudor de tu puerpo
prefuma la ansiedad de mis manos
i mis ojos dezesperados
endjunto a mis kanaverales
sin saver ande estarás
.

 

Los proverbios morales de Rab don Santob de Carrión, manuscrito en lengua ladina, consigna el estado emocional de su alma sensible. Tras la vivencia estética aflora, rediviva y radiante, la llama sutil de la presencia divina. La concepción religiosa y mística de los sefarditas errantes se puede apreciar en estos poemas de inspiración divina (16):

 

La shehina esklama el Mashiah brama

Eliyau demanda: Porke duerma Yisrael?

Mi padre meldava, mi mnadre rogava,

Yo me alegrava de tal oir.

Todas las nasiones de un padre somos

Todos los djentilios ermanos somos

Todos a un Dio serviremos

Tambien orasion aremos.

Alevanta ermanos mos aunaremos

Prove komo riko mos ayudaremos

A Tsion i Yeshurun salvar salvaremos

A la Tierra Santa suvir suviremos.

De estar durmiendo non sale indjenio

Djustidad djuisio toma por konsejo

Alevanta del suenyo ke ya es tadre

Esklamando esta Rahel nuestra madre

Savio plenisimo moso komo viejo

Toma konsejo i bushka un remedio

Por salvamos de este kativerio

Si vos kayadesh ternesh gran reveyo.

Ke somos nasion mos amostraremos

En lashon akodesh todos avlaremos

Yeuda i Efrayim mos aunaremos

En doze trivos mos espartiremos

Kon muestra boka orasion aremos

En muestra mano arma tomaremos

A los Makabeos mos asimijaremos

Por la Tierra Santa morir moriremos

Degel Yeuda alsar alasremos

Kon magen David mos dependenderemo

A el rey David lo enreinaremos

Vistido de salvasion vistir vistiremo

En Ar a-Galil kantar renovaremos

A el santuvario fraguar fraguaremos

Alsasion de rehmision alsar alsaremos

Alel agadol kantar kantaremos.

 

De Clarisse Nicoïdski (1938-1996), considerada por el colector una importante poeta de lengua sefardí del siglo XX, cito:

 

Cuéntame la historia

que camina en tus ojos

cuando los abres por la mañana

cuando el sol entra con su aguja de luz

en tus sueños…

 

De la misma poeta son estos versos de un lirismo nostálgico con evocación de la espiritualidad hebrea (17). Así lo revela el uso del vocablo soplo. Los que saben hebreo enseñan que ruah, voz con que traducen el ‘soplo divino en la conciencia’, es una forma lingüística y mística de aludir a la inspiración de lo divino mismo, como lo indica este poema:

 

Palabra di una lingua pardida

aprovu intinderti

cuandu durmin lus ojus la cara la frenti

cuandu no sos nada mas qui un barcu

 al fin di su viaje

nada mas qui una scrituria muda

…..

Palabra de una lengua perdida intento escucharte

cuando duermen los ojos, la cara, la frente

cuando no eres más que un barco

 al final de su viaje

nada más que una escritura muda

Ansia cumiendo mi luz

biviendu mi soplo mi arasgas

ni la curilada oscuridá

di mi pinser

di mi temblor qui dizirás?

In tu boca

as palavras puedin ser piedras

i puedin ser palabras, qui dizirás?

…Ansia comiendo mi luz

bebiendo mi soplo me desgarras

en la colorada oscuridad de mi pensar

de mi temblor¿qué dirás?

En tu boca las palabras pueden ser piedras

y pueden ser palabras ¿qué dirás?

 

En Aki Yerushalayim, revista electrónica judeoespañola de Jerusalén, publica textos en ladino según la tradición popular de las cantigas o coplas cantadas. El emisor de estos versos revela una solidaridad compartida (18):

 

Una manu tumo l´otra

li dixu di no scundersi

li dixu di no sararsi

li dixu di no spantarsi

 

Una manu tumo l´otra

mitio un aniu al dedu

mitiu un bezu in la palma

i un puniadu di amor

 

La dos manus si tumarun

aliviantarun una fuarza

a cayersi las paredis

a avrirsi lus caminus

…..

Una mano tomó la otra

le dijo no te escondas

le dijo no te cierres

le dijo no te espantes

…..

Una mano tomó la otra

puso un anillo al dedo

puso un beso en la palma

y un puñado de amor

 

Las dos manos se tomaron

levantaron una fuerza

para tirar paredes

para abrirse los caminos.

 

En sus “Poemas sefardíes” el poeta interiorista de Guadalajara, España, Juan Miguel Domínguez Prieto, acude al lenguaje latino de los antiguos judíos sefarditas y canta el sentimiento de acatamiento de la Virgen María. En lenguaje afín a la anonadación de la conciencia, la kénosis de los contemplativos cristianos, la persona lírica asume y recrea, con ternura y belleza, el simbolismo espiritual que entraña la gestación del Hijo del Hombre: “Melacrísmame / con noche de Ispahán/ de oler tu Alba”, dice en uno de sus textos en ladino (19) y en otro apuntala la actitud que comporta una transformación de la conciencia, apuntalando estética y espiritualmente su creación poética: “La Yovena i anasba, la di la boz vaziya/ ke en boka kalya dulse/su abaxada/ lyebando la kreatura/Pexe escribe kon sol/en la su escurra almendra i aze la manyana. /Serrada huerta, ayre/ke da, ke da bimbrio sin demandar el arvole,/ y avierta esposika/ buxkando lo ke save/avla en su blanka kaza dualo envenranolyera/en su kaza de anasba”. El propio autor translitera su creación lírica al español actual en los siguientes términos: “De abril –y núbil-, la de la voz vacía que dulce silencia su descendimiento llevando la Criatura, escribe en su mandorla Ixtís con sol y hace la mañana. Cerrado Huerto, Aire que da, que da su fruto, amarilla sin preguntarse por el árbol, Abierta y Pequeña Esposa buscando lo que sabe: ella es la que, en su hogar blanco, habla del verano íntimo en su casa de Párthenos” (20).

Para ilustrar la herencia estética y espiritual de la literatura sefardita presento una muestra de la lírica de la joven poeta dominicana de ascendencia hebrea, Bennalice Katz, ánfora sutil de la gracia espiritual judía, en cuyo poema fluye la lumbre de luna consentida con el aliento fluvial en su rostro, el soplo del cielo en su pecho y el fulgor del fuego en su alma tapiada de estrellas, eco redivivo de la mística de la Khábalah, como se puede apreciar en su poema “Abro mis brazos y agradezco”:

 

Agradezco el aire, el que respiro y el que no,

agradezco la vida, la que vivo y la que muero,

esa que también me hace renacer.

Agradezco al viento, ese que viene y va,

que no se detiene, que siempre se mueve.

Agradezco al sol, el que sale y el que se esconde,

agradezco a la Luna, aunque solo me muestre su mitad.

Agradezco al cielo, que nunca termina

 y se convierte en espacio,

se llena de galaxias y con él me lleno yo.

Agradezco a ti, que lees y que existes,

que sientes que no vives pero yo te digo que sí.

Y hoy agradezco, porque mañana no sé si podré.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Moca, Rep. Dominicana, 16 de mayo de 2020.

 

Notas:

  1. Dámaso Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, Madrid, Guadarrama, 1961, pp. 69ss.
  2. Fernando Lázaro Carreter, Diccionario de términos filológicos, Madrid, Gredos, 1971, 3ra. ed., pp. 285 y 288.
  3. Marcelino Menéndez Pelayo, De las influencias semíticas en la literatura española, en Obra completa, Madrid, Edición Nacional, 1952, vol. VI, p. 208.
  4. Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, p. 24.
  5. Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, p. 48.
  6. Alonso, Primavera temprana de la lírica europea, p. 76.
  7. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, Jerusalem, Ibis Editions, 1997, p.73.
  8. Diccionario de la lengua española, Madrid, RAE, 2014, p. 1304.
  9. Gershom Sholem, Las grandes tendencias de la mística judía, México, FCE, 1996, 2ª  , pp. 162ss.
  10. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, pp. 75 y 98.
  11. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 77.
  12. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 81.
  13. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 81.
  14. Marcel Cohen, In search of a lost ladino, p. 78.
  15. http://folkmasa.org/av/aspamiac.htm.
  16. Poesía de Azriel Rozanes, Viena, 1832.
  17. (http: //folkmasa.org/av/aspamiac.htm).
  18. https://akantilado.wordpress.com/19/3/15-de-clarisse-nicoidski.
  19. De Juan Miguel Domínguez Prieto, “Fragmentos de glosolalia”, inédito. Fechado en Guadalajara, España, el 22 de diciembre de 1999, p. 7. Copia enviada por el poeta al autor de este estudio.
  20. Juan Miguel Domínguez Prieto, “Voz de Anasba”, poemas sefardíes. Inédito, fechado en Guadalajara, España, en 2004. Copia enviada por el poeta español al autor de este estudio.

 

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Por Roberto E. Guzmán

MOCOCOA

El autor de estos comentarios acerca de la lengua creyó durante años que esta palabra la había creado el hablante de español dominicano para expresar un estado de ánimo. Ignoraba -quizás junto con muchos otros chovinistas dominicanos- que la palabra del título era conocida en otros países. Específicamente en México donde han reivindicado la etimología de la palabra y con ello la creación.

La etimología popular había pensado que el origen de la palabra era moco, en tanto secreción nasal, porque cuando alguien está muy triste, de eso trata la mococoa dominicana, las secreciones nasales caen al mantener la cabeza hacia abajo por el pobre estado de ánimo que embarga al sujeto. Nada más lejos de la realidad.

La mococoa hispanoamericana tiene larga historia. Existe la voz con diferentes acepciones en varios países hispanoamericanos. Todo lo enunciado antes se detallará más abajo.

La palabra es conocida en México, Colombia, Panamá. El Diccionario de americanismos (2010), recoge la voz como conocida en Panamá sin hacer menciones acerca de los otros países que se mencionaron antes. Ese lexicón le asigna la acepción de “tristeza”. En la obra Panameñismos, D. Baltazar Isaza Calderón trae la palabra con el significado de “sueño o somnolencia” y califica la voz de vulgarismo (1986:77).

Antes de 1986, el P. Julio Tobón en su obra Colombianismos (1953:173) consigna la palabra del título en tanto “murria, melancolía”.  Como puede comprobarse mediante la comparación de las acepciones copiadas, existe diferencia importante entre las dos acepciones antes vaciadas aquí.

Ya en el año 1942 D. Fco. J. Santamaría en su Diccionario general de americanismos (1942-II-287) escribe acerca de mococoa, “En Méjico, enfermo. En Colombia, murria indisposición. En Venezuela dicen macacoa, ´vocablo que, según don Baldomero Rivodó, parece derivado de macaco. . .´ Este autor -Santamaría- consigna el origen azteca de la voz. En su Diccionario de mejicanismos (1974:729) considera ya que el adjetivo es, “poco usado, por enfermo”.

Efectivamente, macacoa está en el Diccionario de venezolanismos (1993-II-92) con una observación de que es una voz obsolescente. La acepción que interesa para esta voz es, “tristeza, congoja”.

Puede asegurarse que mococoa proviene del azteca “mococoa, estar enfermo, de cocoa, doler alguna parte del cuerpo, con el prefijo reflexivo mo para sustantivar el verbo”. Así aparece en el Diccionario de aztequismos de Luis Cabrera (1978:94).

Con lo expuesto más arriba pueden sacarse algunas conclusiones. La voz es de escaso uso en Hispanoamérica en la actualidad, por lo menos con el significado de enfermo.

En República Dominicana el Diccionario del español dominicano (2013:466) recoge la acepción, “tristeza, abatimiento”, documentado en una obra de literatura de 1995. Puede argüirse aquí que los hablantes de español dominicano tomaron la acepción del español venezolano y han mantenido la voz mococoa (mexicana) en vigencia durante más largo tiempo.

Que los dominicanos compartan voces con los venezolanos es algo comprobado por el autor de esta reflexiones sobre la lengua y fácil de constatar mediante el cotejo de voces del habla popular.

El colofón al asunto se lo coloca el Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:320) cuando enumera las locuciones que utilizan la palabra mococoa. Caerle la mococoa, locución verbal, “encontrarse alguien enfermo o con mala situación económica”. Además, “entrar en años, envejecer prematuramente”. Con la mococoa para abajo, locución adverbial, “En mala situación y deprimido”. Entrarle/tener la mococoa, locución verbal, “tener mala suerte, deprimido, con problemas”.

 

ELECTROCUTAR

“Mejora condición de jóvenes se ELECTROCUTARON”

Es probable que al leer el estilo de redacción muchos de los lectores puedan darse cuenta de que se trata de un titular de un periódico. En este titular hay una contradicción aparente que se subrayará en el desarrollo de esta sección.

Antes de ir al centro de la contradicción, el tema necesita que se ilustre con un poco de historia. Esa introducción ayudará a entender la oposición que surge en el sentido de la frase como consecuencia del uso del verbo “electrocutar” y “mejorar”.

El verbo electrocutar llega al español desde las orillas del inglés, más específicamente, del angloamericano. En esa lengua se introdujo en el año 1899 para “matar por medio de electricidad”. La palabra electrocución entró en esa lengua en el año 1890, siguiendo el patrón de la palabra ejecución y electricidad. El elemento electro- desde el siglo XVIII ayudó a formar varias palabras, casi todas en el campo de la tecnología.

Como dato curioso puede mencionarse que “electro” era ámbar, tomado del latín electrum, que a su vez venía del griego. La razón por la cual se llamaba así al ámbar fue por la propiedad que tiene el ámbar frotado de atraer eléctricamente. Electrocutar y electrocución ingresaron en el diccionario académico en fecha posterior al 1899.

El Gran diccionario de la lengua española de Larousse no se anda con paños tibios en la definición de electrocutar, “Matar a una persona por medio de una corriente o descarga eléctrica”. Este diccionario entiende que “ejecutar” es, “Matar a una persona en cumplimiento de una sentencia”. Lo anterior significa que si la electrocución es el resultado de una accidente entonces sería, morir una persona como consecuencia de una descarga de electricidad.

La lengua española reconoce la deuda que tiene con respecto de este verbo con el francés. El Diccionario de la lengua española al final de su acepción que es igual que la vaciada aquí de Larousse, consigna que el verbo puede ser pronominal. De esa forma salva la situación de aquellos que mueren de manera accidental por descarga eléctrica.

A quien matan o quien muere, no puede experimentar mejoría.

 

FACTURACIÓN – FACTURAR

“. . .capacidad descriptiva y de altísima FACTURACIÓN y originalidad. . .”

Hace ya largo tiempo que se observa la frecuencia con que se utiliza el verbo y el nombre del título. Esto con más frecuencia que en otros temas, en los relacionados con la crítica de producciones de arte. Aquí se examinará de dónde procede la influencia y como evitarla. En el desarrollo de esta sección se verá la razón por la que debe evitarse.

Vale la pena echar una ojeada a los diccionarios con respecto al verbo facturar para saber si el nombre puede usarse en las críticas de arte. Todos los diccionarios están contestes en que facturar tiene sobre todo relación con la fea costumbre de enviar cobros o, listas de cosas despachadas. Además, entregar o registrar equipaje o mercancía en estaciones de ferrocarril o aeropuertos.

La facturación en sí misma es más que cualquier otro asunto la realización y tramitación de una factura. Así mismo es la suma o conjunto de objetos facturados.

Para cumplir con lo prometido más arriba, hay que develar de dónde sale este empleo desafortunado. Proviene del inglés como en muchos otros casos semejantes.

En esa lengua facture es la manera en que algo (como una obra de arte) es realizada, creada; es decir, ejecutada, efectuada. Esta actividad artística abarca muchos aspectos que sería prolijo enumerar en esta exposición.

No se propone una palabra adecuada para reemplazar a la infortunada que usó el redactor de la frase porque se ignora cuál aspecto de la obra de arte quería destacar.

Brincolero, jíbaro, díler

Por Roberto E. Guzmán

BRINCOLERO

“. . .aquella muchacha BRINCOLERA con quien. . .”

En muchas ocasiones pocas palabras bastan para que se vislumbre lo que se desea expresar con una voz nueva, o una desconocida para el lector, si esta se presenta en femenino y en un contexto que sugiere comportamiento fuera de lo común.

En las palabras introductorias se han eliminado términos que sean sugerentes de mala conducta, pero hay que rendirse ante los hechos. La forma de redactar esta frase, así como muchos otros casos denotan un sexismo prejuiciado contra el sexo femenino.

Ante la voz desconocida hay que tener cuidado, para que no se interprete que es una manera de expresar simpatías por esta. Esta voz representa un modo de atraer la atención por medio del lenguaje corporal; es más, es una manera de hacerse atractivo/a y agradable ante la o las personas frente a quienes se observa la conducta.

No ha de tomarse este brincolero/a al pie de la letra, sino como demostraciones de interés por medio del lenguaje corporal. No se dan ni se “pegan brincos”, sino que se manifiesta con el proceder de quien “brincolea” el deseo de que uno o una de los circundantes le preste atención.

Puede parecer arriesgado, pero se asume el riesgo. Los chivos brincan. El habla de los dominicanos conoce muchas locuciones con los chivos y el verbo brincar. Por desventura algunas de estas casi siempre se aplican a las mujeres. Esa es una injusticia que ha sido demostrada y no se desea abundar sobre ello.

La percepción que se materializa con la lectura de la frase transcrita es que esta brincolera es sinónima de chivirica. En el español dominicano chivirico/a es la persona “muy alegre, a veces extremadamente coqueta y enamoradiza”. Diccionario de americanismos (2010:555).

La diferencia entre brincolero y chivirico es de grado. El brincolero está en un nivel por debajo del chivirico, pues sus manifestaciones son menos obvias. La intensidad del brincolero es menor que la del chivirico.

Debe de entenderse que lo que se ha escrito más arriba es una reflexión teórica que culmina en una comparación con una noción conocida y documentada. Mediante este discurrir se procura aportar elementos que permitan en un futuro no muy lejano definir al brincolero, el brincoleo, brincolear y toda la familia que de allí pueda derivar.

 

JÍBARO

“. . . ni huyen como JÍBARAS despavoridas. . .”

Esta voz del título tiene dos aspectos opuestos. Uno es positivo, para mencionar a un tipo de nacionales de una isla. El otro aspecto es menos halagador porque tiene una connotación despectiva. La voz es muy vieja en el español de América. Se comenzará por la historia de la voz hasta llegar a los usos y significaciones.

Esta voz de origen americano entró temprano al torrente de voces antillanas incorporadas al español general. Por el orden de enumeración de sus acepciones se hace necesario admitir que se aplicó primero a los animales domésticos que se hacían montaraces. De ahí pasó a designar a las personas ariscas y hurañas.

Esteban Pichardo (1836:354) asienta solo lo relativo al animal, con gran detalle. No consigna en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas acepción alguna acerca de otras acepciones. Además, este tratadista menciona que es una voz indígena.

En su obra Lexicografía antillana (1914:329), D. Alfredo Zayas hace constar acerca de jíbaro, “En la isla de Puerto Rico ha prevalecido este vocablo para designar a los campesinos”. Con esta mención va perfilándose la connotación menos halagadora de la voz antillana.

  1. Augusto Malaret en Vocabulario de Puerto Rico (1955:196) añade a lo ya consignado acerca del campesino, “Por antonomasia, el campesino blanco puertorriqueño”. Este acucioso investigador repasa las obras que consultó para dar con la voz del título mencionada por primera vez y la encuentra en Murillo en 1752.

Un dato importante para los dominicanos es que A. Sánchez Valverde, el autor de la obra, Idea del valor de la isla de La Española hace referencia a la palabra. Información obtenida del Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-III-511).

Un hecho que se desea apuntar es que la palabra jíbaro por las características de sus acepciones más conocidas ha arrinconado su uso, excepto en Puerto Rico. El hablante de español dominicano es cauteloso al emplear la palabra para que se entienda que no le anima el deseo de ofender.

Los pueblistas llaman campunos a las personas de menor cultura o escaso roce social y lo hacen con un dejo de minusvalía. Quizás este rasgo proviene de la calificación en sentido metafórico de “rústico” del jíbaro que hace Roque Barcia en su Diccionario general etimológico (1881-III-244). Ha de tenerse presente que en Cuba el jíbaro es persona arisca y huraña. En República Dominicana así se denomina al campesino que vive y trabaja en el campo. En tanto adjetivo en el habla dominicana se iguala a “campestre”.

El posible origen taíno de esta voz antillana, jíbaro, la hace derivar de la primitiva voz que se presume que motivó la denominación Cibao de una región de la actual República Dominicana; pero eso es harina de otro costal. Es de lamentar que el idioma taíno, “Hacia 1540. . . estaba ya en vías de extinción” según afirma Las Casas en su Historia de las Indias. Eso ha dejado muchos vacíos en la etimología de muchas presuntas voces de origen taíno.

 

DÍLER

“. . .si solo fuera por el acceso a la caterva de DÍLERES. . .”

Hace ya algún tiempo, es decir, indeterminado, que esta voz se trató en singular en estos estudios, en un momento en que todavía algunas instituciones no se habían ocupado de examinarla, y, después de encontrar estos nuevos exámenes se piensa que vale la pena incluirla de nuevo en estas apostillas.

Ante el díler de drogas (sustancias estupefacientes), el de autos ha pasado a un segundo plano. El detallista y distribuidor de drogas se ha convertido en un personaje de la vida diaria. Algunos de estos sujetos tienen sus “puntos” que son centros de despacho de esas sustancias.

La voz extraña que se encuentra en el título y en los usos ilustrativos es una adopción traída del inglés, con una grafía en el español que representa la pronunciación del inglés.

La historia de la voz viene de lejos. El primer díler de que tuvo conocimiento el autor de estas reflexiones fue el de los casinos que se conoció antes por el nombre extranjero de groupier, que muchas personas deformaban a su manera por “gurrupié”. Este personaje es el repartidor de las cartas en los juegos de cartas en los casinos. Este es un empleado del establecimiento de juegos.

El otro dealer que se conoció fue el vendedor de autos, distribuidor de una o varias marcas y modelos que podía ser un distribuidor exclusivo o no. Este podía ser dueño de los vehículos o solo un representante del o de los propietarios que ganaba una comisión o una tajada sobre el precio de venta.

Hay otro díler más sofisticado, el marchante de obras de arte. Este opera de manera parecida a los demás. Puede mantener establecimiento abierto al público o abrirlo solo mediante citas. Puede ser propietario de las obras que exhibe y vende o solo trabajar para obtener el pago de una comisión.

Otro díler de más categoría que los anteriores es el que opera en el mercado de valores que puede realizar las compras y ventas motu proprio o por cuenta de terceros.

El díler de drogas es un vendedor o traficantes de quien no importa cómo se las arregla para beneficiarse del negocio del vicio. Entre los díleres los hay de menor o mayor cuantía, vale decir, que negocian en mayores o menores cantidades. En la práctica se reserva el nombre díler para los que se dedican al tráfico menor, al detalle.

Fundéu al tratar el nombre entiende que se así se designa a la persona que es “traficante, distribuidor o vendedor” de drogas.

Cambumbo, malandrinada, alrededor / *arrededor

Por Roberto E. Guzmán

 

CAMBUMBO

“. . .de hacer acopio de este preciado líquido en CAMBUMBOS, barriles, tanques. . .”

La voz del título es otra que tiene curso corriente en el habla de los dominicanos. Por más señas, solo circula en el país de los dominicanos y, claro en todas partes donde hay dominicanos en el mundo.

Algunos datos con relación a esta voz deben ponerse de relieve. Don Pedro Henríquez Ureña no menciona esta voz entre las que recogió en El español en Santo Domingo obra publicada en 1940.   El Lic. Patín Maceo al concluir su obra Dominicanismos en 1939 tampoco consignó la voz que aquí se estudia. La documentación que existe de la voz cambumbo data de 1949 en la obra Orégano de Vigil Díaz.

Las fechas que se han retenido más arriba hacen pensar que la voz en cuestión se popularizó en los años cuarenta. Esto no asegura que no existiera antes, pero es dudoso que así fuese; pues es poco probable que pudiera escapar a la acuciosidad de los dos estudiosos mencionados.

Carlos Esteban Deive es quien trae primero la nota acerca del uso que hace Díaz de la voz sometida aquí a estudio. Deive define la voz, “Vasilla o recipiente de tamaño, material y uso muy variado.” [Se respetó la ortografía del original. Debe decir vasija]. El cambumbo de la cita es de hojalata. Diccionario de dominicanismos (2002:49).

No todos los estudiosos coinciden en la descripción del cambumbo. D. Francisco dePadua en su obra Aiguna palabra dominicana solo modifica el tamaño, escribe que es de “mediano tamaño” y le asigna un fin determinado, “para transportar líquidos”.

Orlando Inoa repite la cita de Vigil Díaz. Transcribe, “llevaba terciado un cambumbo de hojalata, oxidado, repleto de títulos falsos”, Diccionario de dominicanismos (2010:55). Este escritor para la acepción solo asienta, “recipiente”, con lo que demuestra ser muy cauto.

El Diccionario del español dominicano (2013:136) trae dos acepciones para el cambumbo. La primera es, “Canasto de mimbre u otro material con distintos usos”. La segunda es, “Vasija o recipiente”.

En los años cincuenta del siglo XX el autor de estas notas recuerda el cambumbo de la ropa sucia de su familia que era tejido de la fibra de palma o de cabuya. Era cilíndrico de unas treinta pulgadas de alto por quince pulgadas de circunferencia. La boca y el fondo eran del mismo diámetro. Luego fue testigo de la aparición de otros tipos de cambumbos más pequeños y fabricados con cartón y otros materiales.

El cambumbo dominicano no se encuentra aislado en el habla. En Chile tienen un recipiente semejante por su nombre es, cambucho que vale para nombrar un recipiente para papeles inservibles y para el canasto de la ropa sucia.

El chusco desea que antes de concluir notifique a los lectores que no hay prueba alguna de que la voz “cambumbo” tenga relación con la lata del inglés y aquel voluminoso instrumento de percusión, el bombo. Nada de ligar can y bombo. Insiste, no obtuvieron este nombre lanzando una lata escaleras abajo, can, bum, bo.

Puede observarse con la lectura de esta sección que el concepto de lo designado por la palabra del título ha evolucionado, de modo que las acepciones redactadas de modo amplio son en la actualidad las más adecuadas.

 

MALANDRINADA

“Y esas MALANDRINADAS. . .”

No puede negarse que en muchas ocasiones cuando el lector encuentra una voz que le es desconocida puede manifestar repulsión; pero puede también manifestar simpatía por lo desconocido.

Se produce una curiosidad por lo ignorado y el lector tratar de adivinar el sentido de la voz en cuestión. Si descifrar el significado de la voz recién descubierta se hace difícil a pesar del entorno, entonces algunos lectores abandonan la búsqueda y hasta la lectura.

Ha de confesarse que la voz que se presenta en esta sección ha producido simpatía en el ánimo de quien escribe estos comentarios. No hay una explicación lógica para esto, es un sentimiento. Se procederá más abajo a despejar el origen de la voz, así como su significación; proceso que se hará por dos medios. El primero es a través de la palabra base que se colige. Y el segundo, valiéndose de la terminación y semejanza con otras parecidas.

En la base de esta malandrinada se percibe la palabra malandrín. El malandrín es un perverso; una persona de conducta falsa y malintencionada. Si se sigue un razonamiento lógico hay que concluir que una malandrinada es la acción propia de un malandrín; es decir, una acción que demuestra falsía y mala intención.

En República Dominicana el malandrín es un ratero, ladrón, así aparece en el Diccionario del español dominicano (2013:433). Muy a pesar de eso, el contexto en que se presentó la frase hace pensar que se tomó la noción de malandrín por el ángulo que se mencionó primero; vale decir, perverso, de reprobable comportamiento, maligno, pícaro, astuto y sagaz. No se toma por el ladrón de poca monta, ratero que hurta cosas de poco valor. Por tanto, esta malandrinada es una acción de más cuidado que aquella que comete un simple ratero.

 

ALREDEDOR – *ARREDEDOR

“A mirar su ARREDEDOR y saber. . .”

Quizás no se peque de ligereza si se escribe que en la voz que se destaca en la cita se han mezclado varias palabras y preposiciones. Eso que se señala se explicará en detalle. Luego se propondrá el vocablo que corresponde al sentido de la frase.

Es una frase harto manida decir o escribir que las lenguas cambian a pesar de que permanecen las mismas. Cambian porque dejan de usar palabras, modifican algunos principios; sin embargo, aseguran la comunicación y el entendimiento entre las personas.

Este alrededor que en la actualidad escribimos en una sola palabra, antes se escribía en dos palabras; es decir, “al rededor”. Hay que apuntar que este no es el único caso en que esto ha ocurrido. Otro ejemplo de esto que viene a la memoria es, “apenas”.

El vocablo rededor existe, aunque la frecuencia de este en el habla y en la escritura haya descendido. Rededor ha conservado su significación de “contorno, redor”. Esto es, es el espacio que rodea una cosa, no parece que haga falta que se mencione, no obstante, se hace. Todos estos vocablos pertenecen a la misma familia, redor, rededor, derredor, alrededor.

Luego de traer casi todos los miembros de esta familia a esta exposición, solo resta asegurar que la voz “arrededor” no tiene carta de ciudadanía en el español aceptado en el ámbito internacional.

En la última voz, “arrededor” parece que se produjo de un cruce entre “en derredor” y alrededor. La locución adverbial en derredor, sin sorpresa, sirve para expresar “en contorno, alrededor, contorno”. Puede observarse que toda la terminología gira en torno al redor.

Sin necesidad de gran rodeo puede recordarse que existió alderredor, así en una sola palabra, que ha caído en desuso.

Lo que se sugiere para enderezar la redacción de la frase de la cita es recomponerla, “Mirar a su alrededor y saber. . .” Otra solución es, “Mirar alrededor y saber. . .” Hay otras posibilidades que no se añadirán en esta ocasión.

En algunos hablantes la costumbre hace ley

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Al escuchar a muchos de los usuarios del español, en lo que respecta a la variante del objeto indirecto  de tercera persona gramatical (le-les), es decir, la que expresa el daño o provecho de lo expresado en el verbo, o en los verbos si es más de uno, captamos que no pronuncian o no emplean la variante “les”, la cual hace referencia al plural. Eso deja indicado que los que así lo hacen no tienen conciencia de ese fenómeno de la concordancia, que demanda usar “le” cuando el receptor del daño o provecho es singular y “les” cuando es plural.

Veamos algunos ejemplos del uso indicado por la norma cuando se trata del singular:

  1. A él y a nadie más le haré un regalo.
  2. A Lucrecia le dijeron que se veía muy elegante con ese traje.
  3. Esa mata de cajuil luce mejor después que le cortaron la rama seca.
  4. Después que le lavaron el pelo, ese  perro se ve precioso.

Si pluralizamos los receptores, la variante “le” pasará a ser “les”. Veamos.

  1. A él, a Juan y a María les haré un regalo.
  2. A Lucrecia y a las demás muchachas les dijeron que se veían muy elegantes con ese traje.
  3. Esas matas de cajuil lucen mejor después que les cortaron las ramas secas.
  4. Después que les lavaron el pelo, esos perros se ven preciosos.

Es muy probable que una cantidad abundante de usuarios, quizás la mayoría,  si reprodujeran en el habla, no leyendo, las oraciones 5, 6, 7 y 8, van a pronunciar “le” en vez de “les”.

Y si las leyeran, seguro que la cantidad de los que lean “les” como lo indica la concordancia  aumenta, pero siempre habrá quienes lean “le” en lugar de “les”. Eso lo constaté recientemente escuchando a un lector en un templo, el cual las dos veces en que apareció un “les” lo pronunció como “le”. Veamos esos dos casos:

  1. “Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió…” El ministro leyó  “Jesús  le respondió:”
  2. “…los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio.”  También en este caso el ministro dejó de pronunciar “les” y leyó: “…y a los pobres se le anuncia el Evangelio.”

Y por  esa  tendencia de mantener el “le”, trátese del singular o del plural, una comunicadora, en un canal   de la ciudad de Santiago de los Caballeros, R. D., pronunció tres veces  “les” como ”le”. Véanse los ejemplos:

  1. “Tenemos que decirle a nuestros oyentes…”
  2. “Queremos informarle a ustedes…”
  3. “Señores, yo le dije que íbamos a traer al programa a una mujer bella…”

Afirmé en el titular de este artículo que la costumbre hace ley y creo que con los casos que les he ofrecido no estamos lejos de comprobarlo. Pero si ponemos un poco de cuidado, esa costumbre no se convertirá en ley; al contrario, la derogaremos para siempre. Les pongo como ejemplo a imitar el caso de un ingeniero santiaguero a quien le impartí un curso de redacción.  Casi  al l terminar el mismo  me confesó que antes del curso no sabía si usar  “le” o “les”, pero que ya, sin titubear, sabe cuándo debe emplear uno y otro.  Manos a la obra: derrotemos la costumbre para que no exista esa ley en ese aspecto de la concordancia.

 

Oraciones con palabras de dificultosa acentuación

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Cuando se trata de acentuar gráficamente palabras que de acuerdo con las reglas del español no deberían acentuarse, le surgen al usuario  serias dificultades. Hago alusión al grupo de palabras interrogativas y exclamativas que, por el llamado acento diacrítico, se les marcará  tilde. No ofreceré el listado de esas palabras porque aparecerán en las 32 oraciones que he construido para que sirvan de ejemplo. Es una realidad que  la dificultad se aumenta cuando se trata de las  llamadas interrogativas y exclamativas indirectas, en razón de que no llevan ni  los signos  ni la entonación inicial y final  de las directas. Lo que sí se mantiene alto es el tono de la palabra interrogativa o exclamativa.

Sin embargo, a  la palabra   interrogativa  o exclamativa se le marcará la tilde no importando en cuál de los dos tipos, directas o indirectas,  se ubique la palabra.  Cuando aparezca alguna pregunta o exclamación indirecta se le hará  la indicación conveniente. Debe quedar claro que todas las tildes necesarias  se   han puesto en todas las oraciones. De ese modo, esos modelos pueden servir de pautas orientadoras. Además, fíjese que las tildes aparecen en las preguntas  y no  en las respuestas, que son oraciones enunciativas. Véanse, como ejemplo, las oraciones 1 y  2,  y observe el “dónde” de la 1 con la tilde,  y el “donde” de la 2 sin la tilde. Puede ver, además, las oraciones 19 y 20, con el caso de “quiénes” y “quienes”.

Pasemos a ver las anunciadas oraciones.

  1. -¿De dónde vienes a esta hora?
  2. Vengo de donde uno de mis mejores amigos.
  3. -¿Dónde no hay paz?
  4. No hay paz donde no hay armonía familiar.
  5. -¿Dónde no hay armonía?
  6. No hay armonía donde no ha llegado la paz.
  7. -Dime adónde vas tan temprano. (Esta es una pregunta indirecta y, como es pregunta, “adónde” lleva tilde).
  8. Voy hacia la ciudad de Puerto Plata.
  9. -¿Por dónde vienes en tu regreso de Barahona?
  10. Ya vengo por el Cruce de Ocoa.
  11. -¿Desde dónde me hablas?
  12. Te estoy hablando desde el pico Duarte.
  13. -Quiero saber desde qué día comenzaste a trabajar en Bonao. (Esta es también una oración interrogativa indirecta, por lo cual “qué” lleva la tilde).
  14. Comencé a trabajar aquí  desde el 25 de febrero.
  15. -¿Hasta qué mes trabajarás allá?
  16. Trabajaré hasta el mes de noviembre.
  17. -¿Cuántos años hace que no  visitas  tu país?
  18. No lo visito desde hace 8 años y dos meses.
  19. -¿De quiénes me estás hablando?
  20. Te estoy hablando de quienes me pediste información.
  21. -Me interesa que me digas hacia quién(es) acudes en momentos apremiantes. (También esta oración es interrogativa indirecta, y no importa si es “quién” singular o “quiénes” plural, de cualquier modo llevará la tilde diacrítica).
  22. En esos momentos acudo a mis mejores amigos.
  23. -¿Con cuáles personas compartes normalmente?
  24. Comparto con personas honestas y sinceras.
  25. -¿Cómo lograste conseguir el solar donde construiste tu casa? (En esta oración la palabra interrogativa es “cómo”, y “donde” no es, en ese contexto, interrogativo sino relativo; por eso no lleva tilde).
  26. Logré comprarlo mediante un préstamo bancario.
  27. -¿Cuánto te costó ese libro?
  28. Este libro, a pesar de que es muy bueno, me costó poco dinero.
  29. -Aún no me has dicho por qué llegaste tarde a la charla del viernes. (Esta es otra pregunta indirecta con “por qué” separado, siendo “qué” la que lleva la tilde. Sin embargo, en la oración 30, aparece “porque” en una sola palabra y sin tilde).
  30. Llegué tarde a esa charla porque vine caminando desde mi casa. (Como puede verse en estas dos últimas oraciones, en la 29, se escribe “por qué” separado y con tilde, y en la 30, “porque” se escribe en una sola palabra y sin tilde.
  31. -¡Qué alegría sentí al ver y abrazar a mi tía Amelia después de varios años sin verla!
  32. Miguel exclamó que qué alegría sintió al ver y abrazar a su tía Amelia después de varios años sin verla. (La oración 31 es una exclamación directa y la 32 es una exclamación indirecta. Fíjese que en las dos la palabra exclamativa “qué” está acentuada, pues en las dos se mantiene el matiz exclamativo con su tono alto.

Como pudimos ver mediante las 32 oraciones presentadas a su consideración, son bien variados los factores que tenemos que tener en cuenta, especialmente en el caso de las  indirectas, como ya vimos e indicamos, por la ausencia del signo de interrogación y de exclamación  y  de la entonación  inicial presente en las directas y   ausente en las indirectas.  Es de desear  que desarrollemos las habilidades necesarias para emplearlas correctamente. Una de esas habilidades es saber que las palabras interrogativas y exclamativas, tanto    directas como  indirectas,  se pronuncian en un tono alto, que es el factor preponderante para la acentuación de esas palabras.

Bachiburro, afines / a fines (de), víctima, casacional

Por Roberto E. Guzmán

BACHIBURRO

“. . .entregadas en sorpresivas visitas aquí y allá a BACHIBURROS y maestros. . .”

Hace largo tiempo que esta voz circula en el habla de los dominicanos. No cuesta mucho esfuerzo deducir que es una voz compuesta de dos palabras conocidas. Se compone de bachi, de bachiller que es la persona que ha satisfecho la escolaridad y exámenes de la escuela secundaria y ha recibido el diploma de bachiller. La otra palabra es, burro, el pobre animal tenido por el más bruto.

A pesar de que algunos lexicones consignan que la voz del título debe entenderse con un valor festivo, esto no siempre es así, pues puede llevar manifiesta intención despectiva u ofensiva.

Cuatro países de Hispanoamérica utilizan esta voz, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela. En el registro coloquial en Venezuela se toma la voz bachiburro por el costado humorístico para denominar al “bachiller o estudiante cuyos conocimientos son escasos o incompletos”. En ese país se llama también con ese nombre a la “persona que ha recibido el título de bachiller”. Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:50).

En el habla nicaragüense la voz en cuestión reviste una denotación despectiva muy directa, pues la definen, “Persona con diploma o sin diploma de bachiller que dice muchos disparates”. Hay que reparar en que se atribuye el título de bachiburro a la persona que “dice muchos disparates”. Diccionario del español de Nicaragua (2007:57).

En el habla popular y en el ambiente familiar de los dominicanos el bachiburro, también hay bachiburras, es la, “Persona que termina los estudios secundarios con notorias carencias en su formación”. Diccionario del español dominicano (2013:65). No sobra que se recuerde que utilizar este apelativo en el habla de los dominicanos puede ocasionar profundo disgusto entre las partes involucradas, a menos de que se haga evidente el ánimo festivo.

Es difícil situar en el tiempo la aparición de la voz bachiburro; sin embargo, puede darse testimonio de que se la oyó por primera vez hace más de sesenta años. Resultaría muy interesante saber el porqué se eligió el título de bachiller para añadirle el burro. En América el título “bachiller” se utilizó desde el siglo XVI, conforme lo relaciona Ángel Rosenblat en Buenas y malas palabras (1974). La información la confirma Peter Boyd-Bowman en Léxico hispanoamericano del siglo XVI (1971:107), donde para referirse al bachiller expresa, “el Muy Magnífico Señor, el bachiller” [se respetó la ortografía del texto].

 

AFINES – A FINES (DE)

“. . . estos regímenes A FINES sufrirán un efecto dominó. . .”

Los dominicanos dicen, “juntos, pero no reburujados”. Aquí es diferente, juntos y no separados, en el caso específico del adjetivo y la locución conjuntiva; pues de una forma expresa una idea muy diferente de la otra manera. Aquí el redactor no afinó la puntería.

El adjetivo afín en el Diccionario de uso del español (2007-I-80) dice así, “Se aplica, con relación a una cosa o una persona, a otra que tiene comunes con ella algunos aspectos o caracteres”. Comunica que las dos cosas o personas son parecidas, similares; que están próximas o contiguas. Entre personas puede indicar que son parientes por afinidad. Por la secuencia de palabras que se lee en la frase, puede deducirse que el sintagma que conviene es el que se escribe junto, unido.

A fines de se refiere a “en los últimos” [unidades] del período de tiempo a que se contrae, sean estos días, meses u otra cosa parecida. Hacia su final de. En singular, a fin de, es una locución prepositiva o conjuntiva que expresa, “con objeto de, para”.

 

VÍCTIMA

“Fuera de heridos, no se han registrado VÍCTIMAS. “

Hay muchos tipos de víctimas. Hasta los lectores a veces son víctimas cuando sufren daños por los errores en que incurren los redactores. Vale la pena recordar aquí los significados y, sobre todo, el alcance de la palabra víctima.

La palabra víctima tiene varias acepciones. Una de ellas es, “Persona que padece daño por culpa ajena o causa fortuita”. Con esta acepción que puede considerarse general quedan comprendidas todas las personas que sufren pérdidas; es decir, que padecen cualquier tipo de perjuicio.

Otra de las acepciones del sustantivo víctima es, “persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito”. Como consecuencia de las acepciones oficiales de la palabra víctima, se ha adoptado la costumbre de individualizar a las “víctimas mortales” cuando se desea resaltar que algunas de las personas perjudicadas han perdido la vida como resultado de la culpa ajena o causa fortuita.

Se consideran víctimas, además, las personas que resultan perjudicadas, maltratadas; las que sufren menoscabo. El asunto no termina ahí, las personas morales también padecen daños pecuniarios, entre otros, y se las considera víctimas con derecho a ejercer acciones ante los tribunales en reparación de daños y perjuicios.

De una manera u otra, todos somos víctimas. Esto en mayor o menor grado, pero víctimas.

 

CASACIONAL

“. . .lo más grave es que un juez así carezca del control CASACIONAL. . .”

Al enfrentar esta frase el lector se halla ante dos problemas. El primero es saber qué cosa es esa “casacional” y, segunda, cuál es el origen o, de cuál palabra deriva esta voz para así tratar de dar con su sentido.

La pista acerca de cuál palabra se encuentra en la base de esta nueva voz la ofrece la palabra juez en la oración, pues eso sitúa la voz creada en el marco de los tribunales y el léxico jurídico. Puede concluirse que la palabra “casación” es la que sirve de base aquí.

Casación es la acción de casar o anular. Este “control casacional” lleva a aclarar el asunto con el recurso de llegar hasta lo que casación significa en el campo jurídico. Puede expresarse que la “casación” es la acción de casar o anular una sentencia de un tribunal inferior el tribunal investido con este poder cuando se le somete un recurso de casación contra esa sentencia.

Este recurso y vocablo lo heredó el sistema judicial dominicano del francés. Casar, casser, en francés, era romper algo sacudiéndolo. La lengua francesa creó este verbo del latín cassare que era “anular, destruir”.

Por metonimia en francés se convirtió en anular una sentencia dictada en última instancia, atacada esta por violación o falsa aplicación de la ley. Esto en sentido general, pues en el ámbito jurídico es más complicado.

La terminación -al ha cobrado mucha vigencia en el español moderno en tanto terminación añadida a sustantivos para crear adjetivos que transmiten el mensaje de “perteneciente o relativo a”. El español patrimonial cuenta con muchas palabras de larga data que llevan esta terminación, ejemplos, cultural, laboral, moral. La voz del título termina con una acepción parecida a, “relativo a la casación o, que tiene relación con la casación,”. En el caso específico de la frase sería, “de casación”.

 

Desaciertos variados de diversos usuarios

Por Tobías Rodríguez Molina

Es una realidad que a muchos usuarios del español se les dificulta manejarlo  acertadamente tanto en el nivel oral como en el escrito. Y los  desaciertos los encontramos  en los más variados medios de comunicación y de las más diversas ocupaciones de los manejadores de la lengua española. Constatemos lo que pasa realmente analizando los siguientes casos.

-“Hicieron un embargo ejecutivo de la cual no teníamos noticias.” (CDN, Tú Opinas). El relativo “de la cual”, que aparece en esta oración,  es un caso muy extraño de falta de concordancia de género, pues el antecedente y sus modificadores  “un” y “ejecutivo” denotan claramente que ese relativo tiene que ser “del cual” en masculino singular.

-“La ciencia no es un medio para lograr la fe… esta última no tiene una metodología  se basa más en la certeza y seguridad de algo que no se ve y se espera  la ciencia se basa en premisas verificables y repetibles.” (Articulista de La Información, Santiago, R. D.). Este articulista no parece haber terminado su bachillerato en  un colegio o liceo de Santiago, ni haber hecho una carrera en una universidad, centros educativos donde debió aprender a poner aunque fuera un punto y coma  después de los puntos suspensivos que aparecen   después de “fe…”, o no poner ese punto y coma e iniciar “esta” con mayúscula.  Y después de “metodología” poner una “y”,  y después de “se espera” poner un punto e iniciar “la” con mayúscula. A ese articulista habría que exigirle que tenga un corrector de estilo para que se le publique algo que no lo desprestigie ni desprestigie al periódico donde aparecen sus escritos.

-“Vayen al consulado que hemos llegados a unos acuerdos sobre las maletas que vayen a llevar.” (Un cónsul dominicano en una gran ciudad de EE.UU). Tremendo espécimen de la diplomacia dominicana nos gastamos con ese cónsul.  Seguro estoy  de que cualquiera de los lectores de mis artículos le puede decir que él debió haber invitado a sus conciudadanos del siguiente modo: “Vayan al consulado que hemos llegado a unos acuerdos sobre las maletas que vayan a llevar.”

-“El dirigente lamentó los niveles de inseguridad que posee el país, convirtiéndonos en una vergüenza antes los ojos del mundo.” (Dirigente político de Moca o el redactor de la noticia). A este dirigente, o al redactor de la noticia, le convendría leer uno de mis artículos ya publicados en las ciberpáginas de la Academia Dominicana de la Lengua titulado “No puedes estar “de pies” ni venir “a pies”. De esa manera se enterará de que no debe expresar “antes los ojos”, sino “ante los ojos”. El que elaboró el texto cree que “ante” concuerda con  “ojos”, o puede ser que  crea que ese “antes” es adverbio, que  funcionaría como tal en “Ella llegó antes que tú.” Pero en esa oración, se usó la preposición “ante” y no  el adverbio “antes”.

-“A pesar del error presidencial de decir “morido” en vez de muerto, no hay porqué dar tal importancia…” (Articulista de La Información, Santiago). En este caso, alguien queriendo justificar la metida de pata del Presidente dominicano, metió, a su vez, la pata al escribir “porqué” unido, que deber escribirse “por qué” en dos palabras.

-“Le pareció injusto que la magistrada no le variara la medida de coerción, aún cuando consideró que hay dudas en las pruebas aportadas.” (Abogada en la  defensa de un acusado, El Nacional). El desacierto que aquí se registra es la escritura de  “aún” con tilde debiendo escribirse “aun” así, sin tilde, ya que en este caso ese “aun” tiene como equivalentes a “incluso e inclusive” y no a “todavía”, que es cuando debe ir tildada esa palabra.

-“Se desconoce cuál será el futuro…de la Refinería Dominicana de Petróleo, donde el Estado venezolano es accionista.”(Redactor de noticias de un periódico dominicano). ¿No les parece que debió redactarse esa afirmación de la siguiente manera?: “Se desconoce cuál será el futuro…de la Refinería Dominicana de Petróleo,  ya que  el Estado venezolano  es accionista.”  También podría usarse “de la cual” en vez de “ya que”.

-Este impacto del Programa ha llevado a que nuestros talentos sean de reconocimiento nacional e internacional.” (Productor de un programa en Santiago). El productor de este programa, a pesar de ser un veterano comunicador y reconocido como alguien que se maneja bien en su área, no supo expresar con un estilo acertado, que pueda dejar entender con claridad y precisión el mensaje que quiere  transmitir. Mejoremos su redacción del siguiente modo: “Este impacto del Programa ha llevado a que nuestros talentos sean objeto  de reconocimiento nacional e internacional.” O también pudiera ser “sean reconocidos a nivel nacional e internacional”.

-“Conversaron sobre la Etica y la Transparencia Empresarial se contaron con la presencia de destacadas figuras internacionales.”(Suplemento Mercado Norteño). Al redactor de este Suplemento hay que asignarle un buen corrector de estilo para que no  se delate su mal manejo de la sintaxis española. Afloran en ese sencillo fragmento varios  desaciertos: uno de ellos puede ser la ausencia de una “y” coordinante que una la primera proposición con la segunda iniciada por “se contaron”. Pudiera ser que, en vez de la “y” de la coordinación, se escriba un punto y coma o un punto. El otro desacierto tiene que ver con la concordancia, pues se pluralizó y se escribió “se contaron” creyendo que “destacadas figuras internacionales”  es sujeto de ese verbo, lo cual no puede ser, ya que ese verbo funciona en ese contexto como impersonal, es decir, sin sujeto.

-“Lo pasió por el piso y lo pisotió.” (Escritor del Cibao de gran cultura). Conociendo uno la capacidad intelectual del escritor de esa sencilla oración, no esperaría que se expresara semejante a personas del nivel sociocultural bajo de nuestro país. Hay que precisar, sin embargo, que esa pronunciación refleja una tendencia del español de convertir el hiato “eo” (paseó, pisoteó)  en el diptongo “ió” (pasió. pisotió, bromió, menió).

-“¿Para qué otra vez Leonel, para qué otra vez Danilo? si han hecho lo que iban hacer. (Articulista de La Información). Este articulista inicia muy bien la oración  interrogativa con el signo correspondiente, pero marca el signo final de la interrogación después de “Danilo” debiendo haberlo escrito después de “hacer”, ya que ahí termina la interrogante directa. Aparecen otros deslices al dejar de poner  la palabrita “a” entre “iban” y “hacer”, y “ya” después de “si” para que se exprese “si ya han hecho lo que iban a hacer?”

-“Los jóvenes graduandos carecen de un empleo que le permita vivir  decentemente en su tierra.” (Articulista de un  periódico de Santiago, y que es profesor universitario con doctorado). Como suelen hacerlo la mayoría de los dominicanos, este articulista no realiza con acierto la concordancia de la variante de los  pronombres de tercera persona (él, ella, usted), que debe concordar en número con el objeto indirecto (el receptor del beneficio o del perjuicio que expresa el verbo o los verbos) que en esa oración son  “los jóvenes graduandos”, por  lo cual la variante debe ser “les” y no “le”.

 

-“Tenemos que abogar porque en la  sociedad dominicana hayan más incentivos para los jóvenes.” (Idem). El desacierto en el  que esta vez incurrió el articulista ya citado tiene que ver con el uso personal del verbo, que él escribió “hayan” cuando debe escribirse “haya”.

-“Ante ese descalabro que está la sociedad dominicana, ¿qué debemos hacer?” (Idem). En este caso el profesor empleó un “desenqueísmo” al emplear “que” en lugar de “en que” en el fragmento, que siguiendo los cánones del español, debe redactarse así: “Ante ese descalabro en que está la sociedad dominicana…”

-“Se dan cuenta en el descalabro que está la política.” (Idem). Esta vez el aludido articulista santiaguero emplea el llamado “traslaenqueísmo”, pues escribió separada la expresión de relativo “en que”. La redacción en buen castellano debe ser: “Se dan cuenta del descalabro en que está la política.”

-“Aquí habían muchos jóvenes críticos que se han dejado conquistar.” (Idem). En este fragmento del artículo se reitera el empleo del verbo “haber” conjugado como si tuviera sujeto que hiciera que “habían” apareciera así, en plural. Pero el verbo debe ser “había”,  en singular, pues “muchos jóvenes” es objeto directo y no sujeto de la oración.

-“El Presupuesto es un instrumento de desarrollo…donde el Gobierno proyecta desarrollo a través de una agenda de inversiones en todo  el país.” (Dirigente político de Santiago). Este dirigente, al igual que un alto porcentaje de dominicanos, refleja la  tendencia de emplear un “donde” que no es de lugar. El quiere significar que “el Presupuesto es el instrumento “mediante el cual” el Gobierno proyecta desarrollo…”, pero no sabe cómo expresarlo y acude al  “donde” como su tabla de salvación.

-“Este fue el músico que yo me inicié tocando.” (Un guitarrista en un programa de arte de CDN). Aquí se emplea “que” en lugar de “con el que” por lo cual decimos que ese hablante empleó un “desconelqueísmo”, pues  le quitó “con el” al relativo “con el que”.

-“Han habido (Hanabido) muchísimas negociaciones en la mesa para liberar a ese prisionero norteamericano.” (Video sobre Venezuela). También en Venezuela, como lo constatamos en este caso, pluralizan el verbo haber aun en la función de verbo impersonal. Debe decirse “Ha habido…”

-“Desde hacen 20 años tenemos solamente 20 consultorios en este hospital.” (Director de un hospital de Santo Domingo, R. D.). Ese profesional de la medicina no sabe que el verbo “hacer” empleado para expresar tiempo es invariable al no tener sujeto, por lo cual debió decir “Desde hace 20 años…”

-“Habrá justicia en la medida que la sociedad lo permita.” (Un  exprocurador de la Suprema Corte de Justicia, en Aeromundo). Este usuario del español es un reflejo de lo adentrado que está el “desenqueísmo en la conciencia lingüística de los dominicanos. Ciertamente, es poco frecuente que un dominicano exprese “en la medida en que), pues lo más seguro es que diga “en la medida que” a semejanza de este veterano abogado y exfuncionario de la judicatura dominicana.

-“Estoy seguro que el presidente (Medina) se va a repostular.” (Idem). También tenemos esta vez el reflejo de lo extendido que está en nuestro país el “queísmo”, ya que, al igual que este exprocurador, es usual que los dominicanos no digamos “estoy seguro de que”, ni “me doy cuenta de que”, etc., sino “estoy seguro que” y “me doy cuenta que”.

-“Le roban sus esperanzas y hacen de ellos viajeros sin rumbo.” (Un semanario dominicano). Ya es algo normal entre nosotros la falta de concordancia en la variante de tercera persona “le” cuando es plural, como en este caso, que debe ser “Les roban” para que exista la concordancia con “ellos”.

-“Generalmente a los 18 años era que contraían matrimonio.” (Articulista del semanario Camino). Este articulista, como la mayoría de dominicanos y habitantes de otras latitudes, ya no usa ni el “cuando” ni el “donde” en  expresiones de tiempo y de lugar como las siguientes: “Fue en ese año que ella nació.” (Fue en ese año cuando ella nació.);  “Fue en ese lugar que ellos se criaron.” (Fue en ese lugar donde ellos se criaron.).

-“Quienes usurpan el poder no tienen cómo garantizarle a los ciudadanos condiciones mínimas de vida.” (Diputada venezolana de la Asamblea Nacional). También en Venezuela hay quienes, al igual que nosotros, no respetan las leyes de la concordancia en el caso de la variante pronominal “le”, que cuando concuerda con el referente con función de objeto indirecto plural, tiene que expresarse “les”.

Como han podido ustedes constatar por el extenso recorrido que  hemos hecho por una gran variedad de medios de comunicación y de usuarios de nuestra lengua española, son muchos los desaciertos o alejamientos del español correcto en que incurre una cantidad bastante elevada de hablantes   y escribientes  de nuestro castellano. Se impone, pues, un mayor cuidado al expresarnos, para facilitarles a quienes nos leen, la comprensión y la satisfacción de asimilar, sin extremado esfuerzo, los contenidos que pudieran afianzarles su nivel intelectual.

 

Cuña, incipiente / insipiente, cuadra

Por Roberto E. Guzmán

 

CUÑA

“. . .me enamoré de un Mercury Comet, CUÑA de dos puertas. . .”

La voz cuña con el significado que se encuentra en el texto no ha sido registrada en los diccionarios diferenciales de español dominicano.

Quien esto escribe en una ocasión anterior publicó una sección acerca de esta voz, con el explícito propósito de documentarla. La aparición ahora en un escrito reciente en un periódico en papel ofrece la ocasión de documentarla usada en una frase.

El autor de estas reflexiones acerca del idioma recuerda haber oído la voz “cuña” en el habla de los dominicanos hace cerca de setenta años para referirse al vehículo automotor de dos puertas. La frecuencia del uso parece que ha disminuido.

En Cuba cuña es automóvil deportivo de dos plazas. Los cubanos parece que tomaron la palabra del francés coupé, lengua en la que se usaba desde el 1906 para el auto deportivo de dos plazas. En República Dominicana la cuña en los medios de transporte es diferente. La cuña del habla de los dominicanos es el automóvil de dos puertas, sin que entre en consideración si el vehículo es deportivo.

La razón para que los dominicanos hayan recurrido a esta voz tiene una explicación lógica. Algunas “cuñas” tenían un espacio angosto detrás de los asientos delanteros; quien entraba allí quedaba como una cuña, apretado, de la manera en que se colocan las cuñas para ajustar objetos. Con una idea semejante se originó en español la frase coloquial “ser buena cuña”, para referirse a una persona bastante gruesa meterse en un lugar estrecho (incomodando a los demás).

En otras lenguas cuentan con palabras que transmiten la misma idea de la cuña dominicana. En inglés es coupé, copiada del francés. En francés y en español antiguo se usó para los coches de caballos cerrados. En inglés era específicamente el carruaje de cuatro ruedas, cerrado, con espacio interior para dos personas y con el cochero en el exterior, en el frente.

La explicación de que usaran la palabra coupé en francés, fue que en esa lengua significaba y significa, cortado. En el caso del carruaje era más “recortado” en su tamaño, y sin duda, en su capacidad.

Lo que hizo el hablante de español dominicano fue aplicar un razonamiento y por similitud adoptó una voz de mucho uso para aplicársela el auto de dos puertas. Adoptó cuña porque un coupé es como un auto normal, pero cortado. La cuña tiene rasgos en su origen y definición que expresan la idea de “pieza cortada, de poca altura”. Sobre todo, para el espacio trasero del auto, pues quien entraba allí quedaba como una cuña. Aún en automóviles de dos puertas de tamaño razonable, el espacio para pasar a los asientos traseros es angosto, a veces hasta incómodo. El dominicano escogió una palabra para designar el carro de dos puertas, aunque este acomodara más de dos personas. Puede decirse que en el campo semántico la voz cuña en el español dominicano experimentó una ampliación de su sentido.

Es probable que la voz cuña para el auto haya caído en desuso porque los vehículos modernos de dos puertas son casi tan espaciosos en su interior como los de cuatro puertas.

Antes de concluir. La voz cuña se usa en República Dominicana como un apócope de “cuñado, a”. En ese país y en Cuba también vale cuña para nombrar a una persona influyente que ayuda para obtener ventajas o beneficios.

 

INCIPIENTE – INSIPIENTE

“. . .dándose el lujo de tirar tanto dinero por las bordas en nombre de una INSIPIENTE, lenta y frágil democracia. . .”

Desde el principio de la frase se percibe el rasgo de insipiencia del redactor de esta, pues coloca en plural la locución que alude a los costados de los buques “tirar por las bordas”, cuando este tipo de locución verbal rara vez admite alteraciones, pues son “frases hechas”. Tienen esas locuciones fijación formal, son combinaciones fijas. Constituyen un grupo fijo de palabras que no proviene del significado literal de las palabras. Algunas no permiten variaciones morfológicas.

El verdadero tema de esta sección es el que se refleja en el título. La confusión incide en el juicio que el lector se hace de los conocimientos del redactor. No hay insidia si se piensa que quien escribió la desdichada frase es él mismo un incipiente en estas lides. Este tipo de incidente mueve una vez más a exhortar a revisar la literatura antes de enviarla (ya no se entrega) para su publicación.

Incipiente expresa la idea “que comienza”, acerca de lo que es el sujeto de la oración. “Que está empezando a desarrollarse”, es la manera en que el Gran diccionario de la lengua española de Larousse lo define. La palabra destacada más arriba en este párrafo proviene del latín incipiens, -tis que era y es el participio activo de incipere que valía para “emprender, empezar”. Entró en la lengua hacia el año 1515.

Insipiente deriva del latín también, pero de insipiens -entis, que en tanto adjetivo indica “falto de sabiduría o ciencia”; “falto de juicio”. Puede notarse que las dos palabras del epígrafe conservan en su escritura elementos del latín, una con la letra ce /c/, y, la otra con la letra ese /s/.

Con mayor frecuencia que la deseable sucede que los errores de este tipo ocurren cuando los escribientes se arriesgan a recurrir a “palabras domingueras”, a pesar de que las de todos los días transmiten el mensaje sin incidentes.

 

CUADRA

“F. [una persona] es de la CUADRA del presidente. . .”

No hay que sorprenderse de que en un país en el que el presidente de la República presenta como candidato a un penco, se trate a las personas del círculo de este señor llamándolos, “de la cuadra del presidente”.

Las cuadras más conocidas son las de las casas y las de los caballos. Las cuadras de caballos son las caballerizas. Se conoce con este nombre también el conjunto de caballos que pertenecen a un mismo dueño. Además, llevan este nombre los corredores de caballos (jinetes) que pertenecen a un equipo.

La cuadra de las casas es la manzana. En América es también, en una calle, espacio comprendido entre las dos esquinas de un lado de una manzana.  La palabra se utiliza así mismo con otras significaciones, pero para el propósito de este escrito no hace falta citarlas.

Hubiese sido más adecuado -en la cita- usar otra palabra para referirse al grupo de personas que forman parte del equipo de un funcionario de la categoría (¿?) del presidente de la República.

La selección puede guiarse conforme con lo que desea expresarse. Si no son funcionarios los de la “cuadra”, entonces puede llamarse “círculo”. Puede ser un “allegado” al presidente. Podría ser “partidario” si se trata de establecer filiación. Si se trata de un asociado político, podría llamársele “correligionario, conmilitón”.

Como puede constatarse, había campo y espacio para escoger. “Del ámbito del presidente” también expresa la idea, así como “del entorno”.