En algunos hablantes la costumbre hace ley

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Al escuchar a muchos de los usuarios del español, en lo que respecta a la variante del objeto indirecto  de tercera persona gramatical (le-les), es decir, la que expresa el daño o provecho de lo expresado en el verbo, o en los verbos si es más de uno, captamos que no pronuncian o no emplean la variante “les”, la cual hace referencia al plural. Eso deja indicado que los que así lo hacen no tienen conciencia de ese fenómeno de la concordancia, que demanda usar “le” cuando el receptor del daño o provecho es singular y “les” cuando es plural.

Veamos algunos ejemplos del uso indicado por la norma cuando se trata del singular:

  1. A él y a nadie más le haré un regalo.
  2. A Lucrecia le dijeron que se veía muy elegante con ese traje.
  3. Esa mata de cajuil luce mejor después que le cortaron la rama seca.
  4. Después que le lavaron el pelo, ese  perro se ve precioso.

Si pluralizamos los receptores, la variante “le” pasará a ser “les”. Veamos.

  1. A él, a Juan y a María les haré un regalo.
  2. A Lucrecia y a las demás muchachas les dijeron que se veían muy elegantes con ese traje.
  3. Esas matas de cajuil lucen mejor después que les cortaron las ramas secas.
  4. Después que les lavaron el pelo, esos perros se ven preciosos.

Es muy probable que una cantidad abundante de usuarios, quizás la mayoría,  si reprodujeran en el habla, no leyendo, las oraciones 5, 6, 7 y 8, van a pronunciar “le” en vez de “les”.

Y si las leyeran, seguro que la cantidad de los que lean “les” como lo indica la concordancia  aumenta, pero siempre habrá quienes lean “le” en lugar de “les”. Eso lo constaté recientemente escuchando a un lector en un templo, el cual las dos veces en que apareció un “les” lo pronunció como “le”. Veamos esos dos casos:

  1. “Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió…” El ministro leyó  “Jesús  le respondió:”
  2. “…los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio.”  También en este caso el ministro dejó de pronunciar “les” y leyó: “…y a los pobres se le anuncia el Evangelio.”

Y por  esa  tendencia de mantener el “le”, trátese del singular o del plural, una comunicadora, en un canal   de la ciudad de Santiago de los Caballeros, R. D., pronunció tres veces  “les” como ”le”. Véanse los ejemplos:

  1. “Tenemos que decirle a nuestros oyentes…”
  2. “Queremos informarle a ustedes…”
  3. “Señores, yo le dije que íbamos a traer al programa a una mujer bella…”

Afirmé en el titular de este artículo que la costumbre hace ley y creo que con los casos que les he ofrecido no estamos lejos de comprobarlo. Pero si ponemos un poco de cuidado, esa costumbre no se convertirá en ley; al contrario, la derogaremos para siempre. Les pongo como ejemplo a imitar el caso de un ingeniero santiaguero a quien le impartí un curso de redacción.  Casi  al l terminar el mismo  me confesó que antes del curso no sabía si usar  “le” o “les”, pero que ya, sin titubear, sabe cuándo debe emplear uno y otro.  Manos a la obra: derrotemos la costumbre para que no exista esa ley en ese aspecto de la concordancia.

 

Oraciones con palabras de dificultosa acentuación

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Cuando se trata de acentuar gráficamente palabras que de acuerdo con las reglas del español no deberían acentuarse, le surgen al usuario  serias dificultades. Hago alusión al grupo de palabras interrogativas y exclamativas que, por el llamado acento diacrítico, se les marcará  tilde. No ofreceré el listado de esas palabras porque aparecerán en las 32 oraciones que he construido para que sirvan de ejemplo. Es una realidad que  la dificultad se aumenta cuando se trata de las  llamadas interrogativas y exclamativas indirectas, en razón de que no llevan ni  los signos  ni la entonación inicial y final  de las directas. Lo que sí se mantiene alto es el tono de la palabra interrogativa o exclamativa.

Sin embargo, a  la palabra   interrogativa  o exclamativa se le marcará la tilde no importando en cuál de los dos tipos, directas o indirectas,  se ubique la palabra.  Cuando aparezca alguna pregunta o exclamación indirecta se le hará  la indicación conveniente. Debe quedar claro que todas las tildes necesarias  se   han puesto en todas las oraciones. De ese modo, esos modelos pueden servir de pautas orientadoras. Además, fíjese que las tildes aparecen en las preguntas  y no  en las respuestas, que son oraciones enunciativas. Véanse, como ejemplo, las oraciones 1 y  2,  y observe el “dónde” de la 1 con la tilde,  y el “donde” de la 2 sin la tilde. Puede ver, además, las oraciones 19 y 20, con el caso de “quiénes” y “quienes”.

Pasemos a ver las anunciadas oraciones.

  1. -¿De dónde vienes a esta hora?
  2. Vengo de donde uno de mis mejores amigos.
  3. -¿Dónde no hay paz?
  4. No hay paz donde no hay armonía familiar.
  5. -¿Dónde no hay armonía?
  6. No hay armonía donde no ha llegado la paz.
  7. -Dime adónde vas tan temprano. (Esta es una pregunta indirecta y, como es pregunta, “adónde” lleva tilde).
  8. Voy hacia la ciudad de Puerto Plata.
  9. -¿Por dónde vienes en tu regreso de Barahona?
  10. Ya vengo por el Cruce de Ocoa.
  11. -¿Desde dónde me hablas?
  12. Te estoy hablando desde el pico Duarte.
  13. -Quiero saber desde qué día comenzaste a trabajar en Bonao. (Esta es también una oración interrogativa indirecta, por lo cual “qué” lleva la tilde).
  14. Comencé a trabajar aquí  desde el 25 de febrero.
  15. -¿Hasta qué mes trabajarás allá?
  16. Trabajaré hasta el mes de noviembre.
  17. -¿Cuántos años hace que no  visitas  tu país?
  18. No lo visito desde hace 8 años y dos meses.
  19. -¿De quiénes me estás hablando?
  20. Te estoy hablando de quienes me pediste información.
  21. -Me interesa que me digas hacia quién(es) acudes en momentos apremiantes. (También esta oración es interrogativa indirecta, y no importa si es “quién” singular o “quiénes” plural, de cualquier modo llevará la tilde diacrítica).
  22. En esos momentos acudo a mis mejores amigos.
  23. -¿Con cuáles personas compartes normalmente?
  24. Comparto con personas honestas y sinceras.
  25. -¿Cómo lograste conseguir el solar donde construiste tu casa? (En esta oración la palabra interrogativa es “cómo”, y “donde” no es, en ese contexto, interrogativo sino relativo; por eso no lleva tilde).
  26. Logré comprarlo mediante un préstamo bancario.
  27. -¿Cuánto te costó ese libro?
  28. Este libro, a pesar de que es muy bueno, me costó poco dinero.
  29. -Aún no me has dicho por qué llegaste tarde a la charla del viernes. (Esta es otra pregunta indirecta con “por qué” separado, siendo “qué” la que lleva la tilde. Sin embargo, en la oración 30, aparece “porque” en una sola palabra y sin tilde).
  30. Llegué tarde a esa charla porque vine caminando desde mi casa. (Como puede verse en estas dos últimas oraciones, en la 29, se escribe “por qué” separado y con tilde, y en la 30, “porque” se escribe en una sola palabra y sin tilde.
  31. -¡Qué alegría sentí al ver y abrazar a mi tía Amelia después de varios años sin verla!
  32. Miguel exclamó que qué alegría sintió al ver y abrazar a su tía Amelia después de varios años sin verla. (La oración 31 es una exclamación directa y la 32 es una exclamación indirecta. Fíjese que en las dos la palabra exclamativa “qué” está acentuada, pues en las dos se mantiene el matiz exclamativo con su tono alto.

Como pudimos ver mediante las 32 oraciones presentadas a su consideración, son bien variados los factores que tenemos que tener en cuenta, especialmente en el caso de las  indirectas, como ya vimos e indicamos, por la ausencia del signo de interrogación y de exclamación  y  de la entonación  inicial presente en las directas y   ausente en las indirectas.  Es de desear  que desarrollemos las habilidades necesarias para emplearlas correctamente. Una de esas habilidades es saber que las palabras interrogativas y exclamativas, tanto    directas como  indirectas,  se pronuncian en un tono alto, que es el factor preponderante para la acentuación de esas palabras.

Bachiburro, afines / a fines (de), víctima, casacional

Por Roberto E. Guzmán

BACHIBURRO

“. . .entregadas en sorpresivas visitas aquí y allá a BACHIBURROS y maestros. . .”

Hace largo tiempo que esta voz circula en el habla de los dominicanos. No cuesta mucho esfuerzo deducir que es una voz compuesta de dos palabras conocidas. Se compone de bachi, de bachiller que es la persona que ha satisfecho la escolaridad y exámenes de la escuela secundaria y ha recibido el diploma de bachiller. La otra palabra es, burro, el pobre animal tenido por el más bruto.

A pesar de que algunos lexicones consignan que la voz del título debe entenderse con un valor festivo, esto no siempre es así, pues puede llevar manifiesta intención despectiva u ofensiva.

Cuatro países de Hispanoamérica utilizan esta voz, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela. En el registro coloquial en Venezuela se toma la voz bachiburro por el costado humorístico para denominar al “bachiller o estudiante cuyos conocimientos son escasos o incompletos”. En ese país se llama también con ese nombre a la “persona que ha recibido el título de bachiller”. Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:50).

En el habla nicaragüense la voz en cuestión reviste una denotación despectiva muy directa, pues la definen, “Persona con diploma o sin diploma de bachiller que dice muchos disparates”. Hay que reparar en que se atribuye el título de bachiburro a la persona que “dice muchos disparates”. Diccionario del español de Nicaragua (2007:57).

En el habla popular y en el ambiente familiar de los dominicanos el bachiburro, también hay bachiburras, es la, “Persona que termina los estudios secundarios con notorias carencias en su formación”. Diccionario del español dominicano (2013:65). No sobra que se recuerde que utilizar este apelativo en el habla de los dominicanos puede ocasionar profundo disgusto entre las partes involucradas, a menos de que se haga evidente el ánimo festivo.

Es difícil situar en el tiempo la aparición de la voz bachiburro; sin embargo, puede darse testimonio de que se la oyó por primera vez hace más de sesenta años. Resultaría muy interesante saber el porqué se eligió el título de bachiller para añadirle el burro. En América el título “bachiller” se utilizó desde el siglo XVI, conforme lo relaciona Ángel Rosenblat en Buenas y malas palabras (1974). La información la confirma Peter Boyd-Bowman en Léxico hispanoamericano del siglo XVI (1971:107), donde para referirse al bachiller expresa, “el Muy Magnífico Señor, el bachiller” [se respetó la ortografía del texto].

 

AFINES – A FINES (DE)

“. . . estos regímenes A FINES sufrirán un efecto dominó. . .”

Los dominicanos dicen, “juntos, pero no reburujados”. Aquí es diferente, juntos y no separados, en el caso específico del adjetivo y la locución conjuntiva; pues de una forma expresa una idea muy diferente de la otra manera. Aquí el redactor no afinó la puntería.

El adjetivo afín en el Diccionario de uso del español (2007-I-80) dice así, “Se aplica, con relación a una cosa o una persona, a otra que tiene comunes con ella algunos aspectos o caracteres”. Comunica que las dos cosas o personas son parecidas, similares; que están próximas o contiguas. Entre personas puede indicar que son parientes por afinidad. Por la secuencia de palabras que se lee en la frase, puede deducirse que el sintagma que conviene es el que se escribe junto, unido.

A fines de se refiere a “en los últimos” [unidades] del período de tiempo a que se contrae, sean estos días, meses u otra cosa parecida. Hacia su final de. En singular, a fin de, es una locución prepositiva o conjuntiva que expresa, “con objeto de, para”.

 

VÍCTIMA

“Fuera de heridos, no se han registrado VÍCTIMAS. “

Hay muchos tipos de víctimas. Hasta los lectores a veces son víctimas cuando sufren daños por los errores en que incurren los redactores. Vale la pena recordar aquí los significados y, sobre todo, el alcance de la palabra víctima.

La palabra víctima tiene varias acepciones. Una de ellas es, “Persona que padece daño por culpa ajena o causa fortuita”. Con esta acepción que puede considerarse general quedan comprendidas todas las personas que sufren pérdidas; es decir, que padecen cualquier tipo de perjuicio.

Otra de las acepciones del sustantivo víctima es, “persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito”. Como consecuencia de las acepciones oficiales de la palabra víctima, se ha adoptado la costumbre de individualizar a las “víctimas mortales” cuando se desea resaltar que algunas de las personas perjudicadas han perdido la vida como resultado de la culpa ajena o causa fortuita.

Se consideran víctimas, además, las personas que resultan perjudicadas, maltratadas; las que sufren menoscabo. El asunto no termina ahí, las personas morales también padecen daños pecuniarios, entre otros, y se las considera víctimas con derecho a ejercer acciones ante los tribunales en reparación de daños y perjuicios.

De una manera u otra, todos somos víctimas. Esto en mayor o menor grado, pero víctimas.

 

CASACIONAL

“. . .lo más grave es que un juez así carezca del control CASACIONAL. . .”

Al enfrentar esta frase el lector se halla ante dos problemas. El primero es saber qué cosa es esa “casacional” y, segunda, cuál es el origen o, de cuál palabra deriva esta voz para así tratar de dar con su sentido.

La pista acerca de cuál palabra se encuentra en la base de esta nueva voz la ofrece la palabra juez en la oración, pues eso sitúa la voz creada en el marco de los tribunales y el léxico jurídico. Puede concluirse que la palabra “casación” es la que sirve de base aquí.

Casación es la acción de casar o anular. Este “control casacional” lleva a aclarar el asunto con el recurso de llegar hasta lo que casación significa en el campo jurídico. Puede expresarse que la “casación” es la acción de casar o anular una sentencia de un tribunal inferior el tribunal investido con este poder cuando se le somete un recurso de casación contra esa sentencia.

Este recurso y vocablo lo heredó el sistema judicial dominicano del francés. Casar, casser, en francés, era romper algo sacudiéndolo. La lengua francesa creó este verbo del latín cassare que era “anular, destruir”.

Por metonimia en francés se convirtió en anular una sentencia dictada en última instancia, atacada esta por violación o falsa aplicación de la ley. Esto en sentido general, pues en el ámbito jurídico es más complicado.

La terminación -al ha cobrado mucha vigencia en el español moderno en tanto terminación añadida a sustantivos para crear adjetivos que transmiten el mensaje de “perteneciente o relativo a”. El español patrimonial cuenta con muchas palabras de larga data que llevan esta terminación, ejemplos, cultural, laboral, moral. La voz del título termina con una acepción parecida a, “relativo a la casación o, que tiene relación con la casación,”. En el caso específico de la frase sería, “de casación”.

 

Desaciertos variados de diversos usuarios

Por Tobías Rodríguez Molina

Es una realidad que a muchos usuarios del español se les dificulta manejarlo  acertadamente tanto en el nivel oral como en el escrito. Y los  desaciertos los encontramos  en los más variados medios de comunicación y de las más diversas ocupaciones de los manejadores de la lengua española. Constatemos lo que pasa realmente analizando los siguientes casos.

-“Hicieron un embargo ejecutivo de la cual no teníamos noticias.” (CDN, Tú Opinas). El relativo “de la cual”, que aparece en esta oración,  es un caso muy extraño de falta de concordancia de género, pues el antecedente y sus modificadores  “un” y “ejecutivo” denotan claramente que ese relativo tiene que ser “del cual” en masculino singular.

-“La ciencia no es un medio para lograr la fe… esta última no tiene una metodología  se basa más en la certeza y seguridad de algo que no se ve y se espera  la ciencia se basa en premisas verificables y repetibles.” (Articulista de La Información, Santiago, R. D.). Este articulista no parece haber terminado su bachillerato en  un colegio o liceo de Santiago, ni haber hecho una carrera en una universidad, centros educativos donde debió aprender a poner aunque fuera un punto y coma  después de los puntos suspensivos que aparecen   después de “fe…”, o no poner ese punto y coma e iniciar “esta” con mayúscula.  Y después de “metodología” poner una “y”,  y después de “se espera” poner un punto e iniciar “la” con mayúscula. A ese articulista habría que exigirle que tenga un corrector de estilo para que se le publique algo que no lo desprestigie ni desprestigie al periódico donde aparecen sus escritos.

-“Vayen al consulado que hemos llegados a unos acuerdos sobre las maletas que vayen a llevar.” (Un cónsul dominicano en una gran ciudad de EE.UU). Tremendo espécimen de la diplomacia dominicana nos gastamos con ese cónsul.  Seguro estoy  de que cualquiera de los lectores de mis artículos le puede decir que él debió haber invitado a sus conciudadanos del siguiente modo: “Vayan al consulado que hemos llegado a unos acuerdos sobre las maletas que vayan a llevar.”

-“El dirigente lamentó los niveles de inseguridad que posee el país, convirtiéndonos en una vergüenza antes los ojos del mundo.” (Dirigente político de Moca o el redactor de la noticia). A este dirigente, o al redactor de la noticia, le convendría leer uno de mis artículos ya publicados en las ciberpáginas de la Academia Dominicana de la Lengua titulado “No puedes estar “de pies” ni venir “a pies”. De esa manera se enterará de que no debe expresar “antes los ojos”, sino “ante los ojos”. El que elaboró el texto cree que “ante” concuerda con  “ojos”, o puede ser que  crea que ese “antes” es adverbio, que  funcionaría como tal en “Ella llegó antes que tú.” Pero en esa oración, se usó la preposición “ante” y no  el adverbio “antes”.

-“A pesar del error presidencial de decir “morido” en vez de muerto, no hay porqué dar tal importancia…” (Articulista de La Información, Santiago). En este caso, alguien queriendo justificar la metida de pata del Presidente dominicano, metió, a su vez, la pata al escribir “porqué” unido, que deber escribirse “por qué” en dos palabras.

-“Le pareció injusto que la magistrada no le variara la medida de coerción, aún cuando consideró que hay dudas en las pruebas aportadas.” (Abogada en la  defensa de un acusado, El Nacional). El desacierto que aquí se registra es la escritura de  “aún” con tilde debiendo escribirse “aun” así, sin tilde, ya que en este caso ese “aun” tiene como equivalentes a “incluso e inclusive” y no a “todavía”, que es cuando debe ir tildada esa palabra.

-“Se desconoce cuál será el futuro…de la Refinería Dominicana de Petróleo, donde el Estado venezolano es accionista.”(Redactor de noticias de un periódico dominicano). ¿No les parece que debió redactarse esa afirmación de la siguiente manera?: “Se desconoce cuál será el futuro…de la Refinería Dominicana de Petróleo,  ya que  el Estado venezolano  es accionista.”  También podría usarse “de la cual” en vez de “ya que”.

-Este impacto del Programa ha llevado a que nuestros talentos sean de reconocimiento nacional e internacional.” (Productor de un programa en Santiago). El productor de este programa, a pesar de ser un veterano comunicador y reconocido como alguien que se maneja bien en su área, no supo expresar con un estilo acertado, que pueda dejar entender con claridad y precisión el mensaje que quiere  transmitir. Mejoremos su redacción del siguiente modo: “Este impacto del Programa ha llevado a que nuestros talentos sean objeto  de reconocimiento nacional e internacional.” O también pudiera ser “sean reconocidos a nivel nacional e internacional”.

-“Conversaron sobre la Etica y la Transparencia Empresarial se contaron con la presencia de destacadas figuras internacionales.”(Suplemento Mercado Norteño). Al redactor de este Suplemento hay que asignarle un buen corrector de estilo para que no  se delate su mal manejo de la sintaxis española. Afloran en ese sencillo fragmento varios  desaciertos: uno de ellos puede ser la ausencia de una “y” coordinante que una la primera proposición con la segunda iniciada por “se contaron”. Pudiera ser que, en vez de la “y” de la coordinación, se escriba un punto y coma o un punto. El otro desacierto tiene que ver con la concordancia, pues se pluralizó y se escribió “se contaron” creyendo que “destacadas figuras internacionales”  es sujeto de ese verbo, lo cual no puede ser, ya que ese verbo funciona en ese contexto como impersonal, es decir, sin sujeto.

-“Lo pasió por el piso y lo pisotió.” (Escritor del Cibao de gran cultura). Conociendo uno la capacidad intelectual del escritor de esa sencilla oración, no esperaría que se expresara semejante a personas del nivel sociocultural bajo de nuestro país. Hay que precisar, sin embargo, que esa pronunciación refleja una tendencia del español de convertir el hiato “eo” (paseó, pisoteó)  en el diptongo “ió” (pasió. pisotió, bromió, menió).

-“¿Para qué otra vez Leonel, para qué otra vez Danilo? si han hecho lo que iban hacer. (Articulista de La Información). Este articulista inicia muy bien la oración  interrogativa con el signo correspondiente, pero marca el signo final de la interrogación después de “Danilo” debiendo haberlo escrito después de “hacer”, ya que ahí termina la interrogante directa. Aparecen otros deslices al dejar de poner  la palabrita “a” entre “iban” y “hacer”, y “ya” después de “si” para que se exprese “si ya han hecho lo que iban a hacer?”

-“Los jóvenes graduandos carecen de un empleo que le permita vivir  decentemente en su tierra.” (Articulista de un  periódico de Santiago, y que es profesor universitario con doctorado). Como suelen hacerlo la mayoría de los dominicanos, este articulista no realiza con acierto la concordancia de la variante de los  pronombres de tercera persona (él, ella, usted), que debe concordar en número con el objeto indirecto (el receptor del beneficio o del perjuicio que expresa el verbo o los verbos) que en esa oración son  “los jóvenes graduandos”, por  lo cual la variante debe ser “les” y no “le”.

 

-“Tenemos que abogar porque en la  sociedad dominicana hayan más incentivos para los jóvenes.” (Idem). El desacierto en el  que esta vez incurrió el articulista ya citado tiene que ver con el uso personal del verbo, que él escribió “hayan” cuando debe escribirse “haya”.

-“Ante ese descalabro que está la sociedad dominicana, ¿qué debemos hacer?” (Idem). En este caso el profesor empleó un “desenqueísmo” al emplear “que” en lugar de “en que” en el fragmento, que siguiendo los cánones del español, debe redactarse así: “Ante ese descalabro en que está la sociedad dominicana…”

-“Se dan cuenta en el descalabro que está la política.” (Idem). Esta vez el aludido articulista santiaguero emplea el llamado “traslaenqueísmo”, pues escribió separada la expresión de relativo “en que”. La redacción en buen castellano debe ser: “Se dan cuenta del descalabro en que está la política.”

-“Aquí habían muchos jóvenes críticos que se han dejado conquistar.” (Idem). En este fragmento del artículo se reitera el empleo del verbo “haber” conjugado como si tuviera sujeto que hiciera que “habían” apareciera así, en plural. Pero el verbo debe ser “había”,  en singular, pues “muchos jóvenes” es objeto directo y no sujeto de la oración.

-“El Presupuesto es un instrumento de desarrollo…donde el Gobierno proyecta desarrollo a través de una agenda de inversiones en todo  el país.” (Dirigente político de Santiago). Este dirigente, al igual que un alto porcentaje de dominicanos, refleja la  tendencia de emplear un “donde” que no es de lugar. El quiere significar que “el Presupuesto es el instrumento “mediante el cual” el Gobierno proyecta desarrollo…”, pero no sabe cómo expresarlo y acude al  “donde” como su tabla de salvación.

-“Este fue el músico que yo me inicié tocando.” (Un guitarrista en un programa de arte de CDN). Aquí se emplea “que” en lugar de “con el que” por lo cual decimos que ese hablante empleó un “desconelqueísmo”, pues  le quitó “con el” al relativo “con el que”.

-“Han habido (Hanabido) muchísimas negociaciones en la mesa para liberar a ese prisionero norteamericano.” (Video sobre Venezuela). También en Venezuela, como lo constatamos en este caso, pluralizan el verbo haber aun en la función de verbo impersonal. Debe decirse “Ha habido…”

-“Desde hacen 20 años tenemos solamente 20 consultorios en este hospital.” (Director de un hospital de Santo Domingo, R. D.). Ese profesional de la medicina no sabe que el verbo “hacer” empleado para expresar tiempo es invariable al no tener sujeto, por lo cual debió decir “Desde hace 20 años…”

-“Habrá justicia en la medida que la sociedad lo permita.” (Un  exprocurador de la Suprema Corte de Justicia, en Aeromundo). Este usuario del español es un reflejo de lo adentrado que está el “desenqueísmo en la conciencia lingüística de los dominicanos. Ciertamente, es poco frecuente que un dominicano exprese “en la medida en que), pues lo más seguro es que diga “en la medida que” a semejanza de este veterano abogado y exfuncionario de la judicatura dominicana.

-“Estoy seguro que el presidente (Medina) se va a repostular.” (Idem). También tenemos esta vez el reflejo de lo extendido que está en nuestro país el “queísmo”, ya que, al igual que este exprocurador, es usual que los dominicanos no digamos “estoy seguro de que”, ni “me doy cuenta de que”, etc., sino “estoy seguro que” y “me doy cuenta que”.

-“Le roban sus esperanzas y hacen de ellos viajeros sin rumbo.” (Un semanario dominicano). Ya es algo normal entre nosotros la falta de concordancia en la variante de tercera persona “le” cuando es plural, como en este caso, que debe ser “Les roban” para que exista la concordancia con “ellos”.

-“Generalmente a los 18 años era que contraían matrimonio.” (Articulista del semanario Camino). Este articulista, como la mayoría de dominicanos y habitantes de otras latitudes, ya no usa ni el “cuando” ni el “donde” en  expresiones de tiempo y de lugar como las siguientes: “Fue en ese año que ella nació.” (Fue en ese año cuando ella nació.);  “Fue en ese lugar que ellos se criaron.” (Fue en ese lugar donde ellos se criaron.).

-“Quienes usurpan el poder no tienen cómo garantizarle a los ciudadanos condiciones mínimas de vida.” (Diputada venezolana de la Asamblea Nacional). También en Venezuela hay quienes, al igual que nosotros, no respetan las leyes de la concordancia en el caso de la variante pronominal “le”, que cuando concuerda con el referente con función de objeto indirecto plural, tiene que expresarse “les”.

Como han podido ustedes constatar por el extenso recorrido que  hemos hecho por una gran variedad de medios de comunicación y de usuarios de nuestra lengua española, son muchos los desaciertos o alejamientos del español correcto en que incurre una cantidad bastante elevada de hablantes   y escribientes  de nuestro castellano. Se impone, pues, un mayor cuidado al expresarnos, para facilitarles a quienes nos leen, la comprensión y la satisfacción de asimilar, sin extremado esfuerzo, los contenidos que pudieran afianzarles su nivel intelectual.

 

Cuña, incipiente / insipiente, cuadra

Por Roberto E. Guzmán

 

CUÑA

“. . .me enamoré de un Mercury Comet, CUÑA de dos puertas. . .”

La voz cuña con el significado que se encuentra en el texto no ha sido registrada en los diccionarios diferenciales de español dominicano.

Quien esto escribe en una ocasión anterior publicó una sección acerca de esta voz, con el explícito propósito de documentarla. La aparición ahora en un escrito reciente en un periódico en papel ofrece la ocasión de documentarla usada en una frase.

El autor de estas reflexiones acerca del idioma recuerda haber oído la voz “cuña” en el habla de los dominicanos hace cerca de setenta años para referirse al vehículo automotor de dos puertas. La frecuencia del uso parece que ha disminuido.

En Cuba cuña es automóvil deportivo de dos plazas. Los cubanos parece que tomaron la palabra del francés coupé, lengua en la que se usaba desde el 1906 para el auto deportivo de dos plazas. En República Dominicana la cuña en los medios de transporte es diferente. La cuña del habla de los dominicanos es el automóvil de dos puertas, sin que entre en consideración si el vehículo es deportivo.

La razón para que los dominicanos hayan recurrido a esta voz tiene una explicación lógica. Algunas “cuñas” tenían un espacio angosto detrás de los asientos delanteros; quien entraba allí quedaba como una cuña, apretado, de la manera en que se colocan las cuñas para ajustar objetos. Con una idea semejante se originó en español la frase coloquial “ser buena cuña”, para referirse a una persona bastante gruesa meterse en un lugar estrecho (incomodando a los demás).

En otras lenguas cuentan con palabras que transmiten la misma idea de la cuña dominicana. En inglés es coupé, copiada del francés. En francés y en español antiguo se usó para los coches de caballos cerrados. En inglés era específicamente el carruaje de cuatro ruedas, cerrado, con espacio interior para dos personas y con el cochero en el exterior, en el frente.

La explicación de que usaran la palabra coupé en francés, fue que en esa lengua significaba y significa, cortado. En el caso del carruaje era más “recortado” en su tamaño, y sin duda, en su capacidad.

Lo que hizo el hablante de español dominicano fue aplicar un razonamiento y por similitud adoptó una voz de mucho uso para aplicársela el auto de dos puertas. Adoptó cuña porque un coupé es como un auto normal, pero cortado. La cuña tiene rasgos en su origen y definición que expresan la idea de “pieza cortada, de poca altura”. Sobre todo, para el espacio trasero del auto, pues quien entraba allí quedaba como una cuña. Aún en automóviles de dos puertas de tamaño razonable, el espacio para pasar a los asientos traseros es angosto, a veces hasta incómodo. El dominicano escogió una palabra para designar el carro de dos puertas, aunque este acomodara más de dos personas. Puede decirse que en el campo semántico la voz cuña en el español dominicano experimentó una ampliación de su sentido.

Es probable que la voz cuña para el auto haya caído en desuso porque los vehículos modernos de dos puertas son casi tan espaciosos en su interior como los de cuatro puertas.

Antes de concluir. La voz cuña se usa en República Dominicana como un apócope de “cuñado, a”. En ese país y en Cuba también vale cuña para nombrar a una persona influyente que ayuda para obtener ventajas o beneficios.

 

INCIPIENTE – INSIPIENTE

“. . .dándose el lujo de tirar tanto dinero por las bordas en nombre de una INSIPIENTE, lenta y frágil democracia. . .”

Desde el principio de la frase se percibe el rasgo de insipiencia del redactor de esta, pues coloca en plural la locución que alude a los costados de los buques “tirar por las bordas”, cuando este tipo de locución verbal rara vez admite alteraciones, pues son “frases hechas”. Tienen esas locuciones fijación formal, son combinaciones fijas. Constituyen un grupo fijo de palabras que no proviene del significado literal de las palabras. Algunas no permiten variaciones morfológicas.

El verdadero tema de esta sección es el que se refleja en el título. La confusión incide en el juicio que el lector se hace de los conocimientos del redactor. No hay insidia si se piensa que quien escribió la desdichada frase es él mismo un incipiente en estas lides. Este tipo de incidente mueve una vez más a exhortar a revisar la literatura antes de enviarla (ya no se entrega) para su publicación.

Incipiente expresa la idea “que comienza”, acerca de lo que es el sujeto de la oración. “Que está empezando a desarrollarse”, es la manera en que el Gran diccionario de la lengua española de Larousse lo define. La palabra destacada más arriba en este párrafo proviene del latín incipiens, -tis que era y es el participio activo de incipere que valía para “emprender, empezar”. Entró en la lengua hacia el año 1515.

Insipiente deriva del latín también, pero de insipiens -entis, que en tanto adjetivo indica “falto de sabiduría o ciencia”; “falto de juicio”. Puede notarse que las dos palabras del epígrafe conservan en su escritura elementos del latín, una con la letra ce /c/, y, la otra con la letra ese /s/.

Con mayor frecuencia que la deseable sucede que los errores de este tipo ocurren cuando los escribientes se arriesgan a recurrir a “palabras domingueras”, a pesar de que las de todos los días transmiten el mensaje sin incidentes.

 

CUADRA

“F. [una persona] es de la CUADRA del presidente. . .”

No hay que sorprenderse de que en un país en el que el presidente de la República presenta como candidato a un penco, se trate a las personas del círculo de este señor llamándolos, “de la cuadra del presidente”.

Las cuadras más conocidas son las de las casas y las de los caballos. Las cuadras de caballos son las caballerizas. Se conoce con este nombre también el conjunto de caballos que pertenecen a un mismo dueño. Además, llevan este nombre los corredores de caballos (jinetes) que pertenecen a un equipo.

La cuadra de las casas es la manzana. En América es también, en una calle, espacio comprendido entre las dos esquinas de un lado de una manzana.  La palabra se utiliza así mismo con otras significaciones, pero para el propósito de este escrito no hace falta citarlas.

Hubiese sido más adecuado -en la cita- usar otra palabra para referirse al grupo de personas que forman parte del equipo de un funcionario de la categoría (¿?) del presidente de la República.

La selección puede guiarse conforme con lo que desea expresarse. Si no son funcionarios los de la “cuadra”, entonces puede llamarse “círculo”. Puede ser un “allegado” al presidente. Podría ser “partidario” si se trata de establecer filiación. Si se trata de un asociado político, podría llamársele “correligionario, conmilitón”.

Como puede constatarse, había campo y espacio para escoger. “Del ámbito del presidente” también expresa la idea, así como “del entorno”.

Temas idiomáticos

YO ME QUEDO EN CASA

31/03/2020

 

Las palabras me rondan y les sigo la pista. En tiempos de pandemia le echo un vistazo a la pequeña partícula pan-, un elemento compositivo de origen griego que significa ‘totalidad’, como nos recuerda el Diccionario de la lengua española. Nada más panhispánico que la lengua española. Con las mismas herramientas léxicas (pan- + sustantivo/adjetivo) se forma toda una familia de palabras: panamericano, panafricanismo, pangermánico, paneslavo.

La sorpresa está garantizada cuando de profundizar en las palabras se trata. Miren lo que he encontrado en el DLE sobre la etimología de la humilde panorama, un préstamo procedente del inglés. El pintor irlandés de finales del siglo XVIII Robert Barker realizó con enorme éxito una serie de pinturas circulares de grandes dimensiones que producían la ilusión óptica de ver la imagen en 360 grados. A estas pinturas las denominó «panoramas», a partir de los griegos pan- ‘totalidad’ y hórama ‘vista’.

También tiene origen griego una curiosa pareja de sustantivos. Para aludir a un sistema filosófico que identifica a Dios con el universo disponemos del término panteísmo (nuevamente de pan- y el griego theós ‘dios’); para referirnos a un lugar en el que hay ruido y confusión tenemos la voz pandemonio, o su variante pandemónium, (otra vez pan- y daimónion ‘demonio’), que denominaba la ‘capital imaginaria del reino infernal’.

 

UN SIGNO RESBALOSO

07/04/2020

 

Nos hemos propuesto hacernos maestros del resbaloso punto y coma. Su uso no es una cuestión de todo o nada, sino de grado. Refleja un grado mayor de independencia sintáctica entre dos elementos que la coma y un grado menor que el punto. Dónde esté el límite de esa gradación depende del sentido que queramos dar a nuestras palabras.

El Diccionario panhispánico de dudas registra para este signo de puntuación tres usos esenciales; dos de ellos los analizaremos hoy y el tercero quedará para la próxima Eñe. El primer uso tiene una razón eminentemente práctica de claridad en la organización de lo escrito. Sabemos que la coma separa los elementos de las enumeraciones: Podemos elegir entre café, té, jugo y agua. Si cada uno de los elementos enumerados contiene ya una coma, debemos optar por el punto y coma para separarlos: Podemos elegir entre café, té o agua; jugos de piña, guayaba o limón; refrescos variados, con y sin azúcar. Prueben a sustituir el punto y coma por la coma y se darán cuenta del galimatías. Cuando elegimos conjunciones adversativas (pero, mas), concesivas (aunque, sin embargo) o consecutivas (por tanto, por consiguiente) para encabezar un enunciado largo, debemos preferir el punto y coma a la coma. De nuevo recurrimos al ejemplo. Si decimos Llegué a tiempo, aunque por los pelos, optamos por la coma debido a la brevedad de la oración encabezada por la conjunción aunque. Sin embargo, si esta oración fuera más larga, deberíamos echar mano del punto y coma: Llegué a tiempo; aunque no se imagina las dificultades que tuve para encontrar parqueo después de pasarme más de una hora en el tapón habitual. Ya tienen aquí dos contextos para el uso del punto y coma para que vayan practicando. Y recuerden, sutileza y elegancia. ¿Quién se atreve a menospreciarlas cuando de escribir se trata?

 

UN SIGNO CON CARÁCTER

14/7/2020

 

El punto señala en la escritura la separación entre dos oraciones sintácticamente independientes; el punto y coma también. ¿Cuál es la diferencia entonces y cuándo elegir uno u otro? Nos decantaremos por el punto y coma cuando consideremos que entre las dos oraciones, aun con su independencia sintáctica, existe una relación de significado muy próxima y queramos remarcarla. Vayamos al ejemplo: Se ha emitido una alerta de huracán. Debemos mantenernos atentos a los boletines de las autoridades. Si en este enunciado sustituimos el punto que separa las dos oraciones por un punto y coma, decimos lo mismo, pero agregamos el matiz de que consideramos que la emisión de una alerta debe estar íntimamente relacionada con la atención a los boletines informativos.

Es, por tanto, el punto y coma, como nos dice la Ortografía académica, un «indicador de relaciones semánticas […] en función de la subjetividad de quien escribe». Seguro que les servirá de ayuda el ejemplo que aporta la obra académica del argentino Kociancich: «Si le cuento lo de la pesadilla en la terraza, no me creerá; si me cree, me tomará por loco; si no le cuento, por estúpido». Los tres enunciados establecen entre sí una relación mucho más cercana que si se hubiera elegido el punto.

Dirán los más que es una cuestión de matiz; y un matiz no es más que, como lo define el Diccionario de la lengua española, «un rasgo poco perceptible», pero recuerden que a esta afirmación se añade aquella de que «da a algo un carácter determinado». Es decir, aunque el matiz que aportemos pueda ser poco perceptible para la mayoría, siempre aportará un carácter especial a lo que escribimos.

 

UN PARÉNTESIS

21/04/2020

 

Seguimos en cuarentena. Un paréntesis vital, que no ortográfico, que todos deseamos que se cierre, más pronto que tarde, con un punto y seguido lo menos doloroso posible. Las circunstancias nos obligan a desempolvar algunas palabras.

El sustantivo cuarentena parte de un numeral (cuarenta) para expresar un período de tiempo, como sucede con quincena o treintena. El Diccionario de la lengua española lo define como ‘Tiempo de 40 días, meses o años’. A partir de aquí la palabra cuarentena adquiere su personalidad propia: ‘Aislamiento preventivo a que se somete durante un periodo de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales’.

Hemos rescatado también aislamiento y confinamiento, que usamos hoy casi como sinónimos para referirnos a eso que hemos llamado «Quédate en casa». El aislamiento, que en su raíz lleva la voz isla, tiene que ver con apartarnos del trato con los demás, del trato físico se entiende; el confinamiento, que suena mucho más serio, con recluirnos dentro de unos límites determinados, los de nuestra casa

.El diccionario suele ser termómetro de lo que nos interesa y las consultas que le hacemos demuestran más que nada lo que nos importa hoy. En diciembre de 2019 se consultó en el DLE la palabra cuarentena unas 300 veces; en febrero de este año las consultas pasaron a ser 4381; en marzo el termómetro lexicográfico se disparó a 47 579 consultas. La consulta de aislamiento pasó de 342 en febrero a 2260 en marzo; y confinamiento pasó de 567 consultas en febrero a 25 229 en marzo.

Y así nos pilla mayo, consultando el diccionario y preguntándonos cuál será la duración de esta particular cuarentena y del aislamiento y el confinamiento que trae con ella. Mientras tanto, cuídense, apoyen a los que están dando la cara por nosotros y llenen este paréntesis de contenido.

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

 

VOCABLOS EXÓTICOS “VESTIDOS” EN ESPAÑOL

 A algunos dominicanos les resulta difícil   hablar sin emplear  palabras de otras lenguas, sobre todo del inglés,  lo cual no es una buena costumbre. Para  quienes puedan caer   en  esa tentación, les presento unas sugerencias. Primero me permito recordarles que la adaptación es la forma recomendada cuando es inevitable que la voz extraña de que se trate sea utilizada  en nuestra lengua. Hoy se trata de una colección de voces extranjeras relacionadas con el vestir. Las recomendaciones están avaladas por el Diccionario panhispánico de dudas y el  Libro de estilo de la lengua española, ambos publicados por la Asociación de Academias de la Lengua Española, incluida la Real Academia Española.

Comenzamos con el vocablo -beis (beige). Del francés. Color castaño claro.  -bléiser (blazer). Voz inglesa. Chaqueta deportiva de tela.-blúmer (bloomer).Voz inglesa. Prenda de vestir femenina que en el español dominicano devino en “blumen”,  de uso no aconsejable. Su plural: blúmeres. Todos usamos el pantalón de fuerteazul procedente de la cultura estadounidense: bluyín, adaptación de la voz inglesa “blue jean”. Se traduce como pantalón vaquero o texano.

El -esnob, esnobismo (del inglés snob)  es  la tendencia a  imitar  las maneras de otros. El protocolo a veces  impone usos comunes. Por ejemplo, a  unas actividades se asiste con traje de coctel o cóctel (de la  voz inglesa cocktail, que es una  bebida hecha de licores mezclados). Otras actividades exigen el esmoquin (del  inglés smoking). Traje formal. Plural en español: esmóquines.

El  esmoquin podría  aportar /glamur/, vale decir elegancia, finura a quien lo usa (de glamour, francés), pero también a quien lleva /overol/, traje de una sola pieza (overall, inglés). Para dormir también tenemos vestimentas: unos se ponen la /piyama/ y otros el  /pijama/. La voz procede del inglés (pyjama). En el español general es vocablo masculino (el pijama) y suena la –j conforme a su grafía etimológica. En el español de América predomina la forma femenina (la piyama) y el sonido –ye. Del inglés hemos  recibido también el sustantivo  /suéter/ (sweater). Su plural es suéteres. El Diccionario académico no define este vocablo, sino que remite a /jersey/, también anglicismo, al cual define así: “Prenda de vestir de punto, cerrada y con mangas, que cubre desde el cuello hasta la cintura aproximadamente”. Su plural en español: jerséis. Las palabras inglesas adaptadas al español si terminadas en –y cambian esta consonante por la vocal –i seguida de –s (ponis, pony; (gais, gay), (espráis, espray).

Palabra terminada en –y, procedente del inglés y que se define “prenda femenina, a modo de leotardo de tejido fino y muy elástico”: panty. Se ha adaptado como /panti/ y su plural es pantis, a pesar del repetido “panties” de la publicidad.

Pariente del panti ha de ser el /biquini/, prenda femenina de baño compuesta de un sujetador y una braga. Procede del inglés bikini. Debe su nombre a  Bikini, nombre de un atolón (islote) de las Islas Marshall.

De la lengua francesa nos ha  llegado /culote/ (culotte), prenda interior femenina en forma de pantalón corto. Hasta ahora, los ejemplos tienen que ver con prendas de vestir, pero si alguien quisiera mostrarse  públicamente con poca ropa, hará un /estriptis/  (striptease). Esta voz inglesa, nombra un espectáculo erótico. Por el  procedimiento  de la adaptación  han  ingresado muchos términos a nuestro idioma, y seguirán  ingresando.  Ese proceso   conlleva el acomodo al sistema fonológico, gráfico y ortográfico del español y está regido por normas. En unos casos la palabra extraña se amolda al español conforme a la pronunciación en su lengua de origen y en otros casos entra por la grafía.

Entrevista a Eduardo Gautreau de Windt:

Entrevista a Eduardo Gautreau de Windt:

“MUCHOS CONSIDERABAN QUE ERA UN MÉDICO JUGANDO A LA LITERATURA”

 

Por Emilia Pereyra

 

Médico a tiempo completo, pero también poeta, ensayista, narrador y dramaturgo, quien ha llegado a los linderos literarios después de destacarse en los derroteros de la ciencia, y desde entonces no ha cejado de ejercer plenamente su vocación por las letras.

Eduardo Gautreau de Windt finalmente se aventuró a entrar en el campo literario, tras caer en un “vacío”, luego de finalizar sus gestiones como presidente de dos importantes entidades médicas y de darse cuenta de que había llegado el momento.

Así, poco a poco y sin desmayar, comenzó a actuar en la escena literaria dominicana, donde se le reconoce por su trabajo y su activismo por la difusión cultural.

 

   Sus tormentos como médico durante de la pandemia del coronavirus, ¿lo han motivado a escribir algún texto literario?

Sí, claro, pues mi vocación literaria es tan intrínseca a mí como la vocación médica. Ambas las considero como un servicio a los demás.

 

   ¿Se puede ser médico en ejercicio y escritor tenaz y no morir en el intento? ¿Cómo se logra esa “magia”?

Se puede. Muchos, antes que yo lo han hecho, de ejemplos, buenos ejemplos, está llena la literatura, y precisamente, en muchos de nosotros, médicos y escritores, la literatura, en mi caso, el arte, en general, sirve para eso: para no “morir” en ese intento diario… o, al menos, morir menos, más lento… Considerando ese “morir” como secarse, padecer por las impotencias frente a las adversidades por las enfermedades, por la muerte, por el dolor y el sufrimiento que uno no puede aliviar. Por las injusticias del sistema, de la vida, y de la misma muerte. Y eso se logra, siendo cada vez más humanos. Dejando a un lado la ciencia pura, fría, y reflexionando sobre el sentir de los demás.

 

   ¿Cómo pudo relegar por tanto tiempo su vocación literaria?

Porque mi padre me hizo elegir a los 18 años: o el arte, en aquel tiempo era el teatro, o la medicina. Mas, paradójicamente, siempre me alentó a no olvidar por completo mi vocación literaria; al contrario, me estimuló, con su ejemplo, era poeta, además de abogado y estudioso de teología, y de manera directa y clara en una carta inmensa, que me mandó a Caracas, donde estudiaba las especialidades: donde me aconsejó sobre todo lo que un padre puede aconsejar a un hijo hombre: las mujeres, el amor, la vida, los hijos, la familia… y mi vocación literaria. En esa carta me confesó que me consideraba mejor poeta que él, y me estimuló a que ahondara en la literatura para que no me quedara como un diletante.

 

   ¿En qué momento se dijo “ya es la hora del escritor”? ¿Cuál fue el detonante?

Al terminar mis mandatos como presidente de la Federación Centroamericana y del Caribe, y de la Sociedad Dominicana de Neumología y Cirugía de Tórax, diciembre del 2007, caí en un “vacío”; me sobraba tiempo, después de un largo y agitado período profesional y gremial y político. Entonces, me propuse acercarme al ensayo. Un género literario al que le temía, pero me atraía enormemente. Asistí a una conferencia que dictó Basilio Belliard en la Academia Dominicana de la Lengua: “El ensayo. El centauro de los géneros”, y salí enganchado, para siempre. Luego vino la valiosa ayuda de mi gran maestro, el Dr. Bruno Rosario Candelier, a través de la Academia y del Movimiento Interiorista.

 

   Es poeta, ensayista y gestor cultural. ¿Qué le aporta cada faceta?

Todas son ramas de un mismo tronco: comunicar. La de poeta es la base de todo; no me imagino abandonando la poesía. Por medio del ensayo convino perfectamente mis dos vetas: la racional y lógica, la del hombre de estudios y de ciencias que soy, formado en inquirir, buscar la verdad y las razones, y ejercer, una de mis pasiones más inagotables: el analizar, desconstruyendo y reconstruyendo la realidad, las verdades a las que tengo acceso. Me encanta ejercitar mis condiciones analíticas y críticas. Y la de gestor cultural me da la oportunidad de hacer. De realizar aquellas cosas que ideo, que forjo en mis labores literarias y de pensamiento, con cierta libertad. Es decir, sin depender tanto de los otros.

 

   ¿Cómo ha logrado un espacio en la literatura después de descollar como médico?

Haciendo, haciendo y haciendo. Sin temor al qué dirán (al principio muchos consideraban que era un médico jugando a la literatura). Y, sobre todo, aplicando todo mi bagaje intelectual, vivencial y experiencial.

 

   ¿Ha tenido mentores literarios?

Muchos: ya mencioné a don Bruno, y tangencialmente a Basilio Belliard. También, en poesía a Tulio Cordero, como ejemplo; Carmen Pérez Valerio y Carmen Comprés Bencosme, consejeras y correctoras. Al filólogo español José Nicas Montoto. En cuentos a Juan Manuel Prida. En dramaturgia, mi papá teatral es Iván García. Y otros como don José Alcántara Almánzar, Juan Carlos Mieses, Rafael Peralta Romero, Valentín Amaro, tú misma, Emilia Pereyra, permitiendo que mi voz llegue a los demás, que me han facilitado el avance, me han dado la mano, me han abierto puertas, demostrándome que mi trabajo sirve para algo.

   Su recorrido.  Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo. Miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua y del Movimiento Interiorista. Cirujano torácico y especialista en vías respiratorias, en ejercicio, además de profesor de postgrado en el IDSS.

Ha publicado: Susurros de la lux, poemario (Santuario, 2011), (Isla Negra Editores, 2016) y transcrito al braile en español (Escuela Nacional de Ciegos, 2017). Relatos de un silbo, narrativa corta (Banco Central, 2018). Los poemarios digitales Sublime incompletud (2016, Exebook) y Traducido soy Otro, en Italiano (2018). El poema escénico Martirio de una Rosa (2019, CPEP) y un volumen de cuentos Los linderos del fuego (Amazon, 2020).

Ha escrito artículos de interés nacional para la prensa escrita, digital e impresa, así como más de 170 estudios literarios sobre poesía y narrativa, algunos han sido publicados en España, México, Nicaragua, Puerto Rico y Estados Unidos de Norteamérica. Cuentos, poemas y ensayos suyos han sido incluidos en más de cinco antologías, nacionales y latinoamericanas y en obras de otros autores. Es coordinador de “Intelectuales por la República Dominicana”. Por siete y medio años organizó una tertulia poética que se convirtió en un referente sobre poesía dominicana y por la que pasaron más de 90 de los más importantes poetas y escritores dominicanos.

https://www.diariolibre.com/revista/cultura/eduardo-gautreau-de-windt-muchos-consideraban-que-era-un-medico-jugando-a-la-literatura-OL18130709

Para lectores “infieles”

(En memoria de Cervantes y de Ortega y Gasset)

 

Por Segisfredo Infante

 

El primer libro de Ortega y Gasset, publicado como tal, fue puesto en circulación en julio de 1914, bajo los ecos de los primeros pistoletazos que anunciaban el advenimiento de una de las guerras más espantosas de la Historia: La Primera Guerra Mundial. Así que el más importante libro introductor de una nueva filosofía moderna en lengua castellana, pasó desadvertido, y apenas fue leído por media docena de amigos y conocidos del filósofo español. Los motivos de la indiferencia frente a las “Meditaciones del Quijote” de Ortega y Gasset, son básicamente dos: Primero: Los lectores españoles, incluyendo los académicos, en aquel tiempo no estaban nada familiarizados con los lenguajes filosóficos, y las necesarias profundidades de una Filosofía de contenido. Segundo motivo: Los cañonazos expansivos de la Primera Guerra Mundial, empalidecieron cualquier esfuerzo filosófico y científico. Y ensordecieron los leves campanazos de la armonía propuesta por el saber amoroso de un pensador insólito como Ortega y Gasset.

Por tal razón Ortega se presentó a los lectores latinos, como un simple profesor de Filosofía, con la irónica frase de “in partibus infidelium”. Había que dirigirse a posibles lectores “infieles” que desertaran de la simple lectura de provincia, en donde alternaban, simultáneamente, las buenas y las malas literaturas. No habían sido suficientes los esfuerzos previos de Miguel de Unamuno por acercar a los castellanos, y a los lectores hispanoamericanos en general, hacia las obras de reflexivo pensamiento. Por eso el periodismo había sido la praxis normal previa de Gasset para instalarse en la plazoleta de la opinión pública. Sin olvidar sus aproximaciones a las aulas universitarias. Sin embargo, estaba convencido que la verdadera Filosofía sólo es posible mediante las páginas del libro impreso, en donde el nuevo lector puede detenerse sobre cada metáfora y concepto. Así que el filósofo determinó lanzarse desde los bosques del sobrio monasterio de “El Escorial”, en las proximidades de Madrid, a la cacería de lectores “infieles”, con el fin ulterior de rescatarlos y pastorearlos en el templo de Sophía.

Con el propósito de incorporar a estos nuevos lectores elaboró el señuelo llamativo de “Meditaciones del Quijote”, pues en una sociedad cervantina como la española de aquel entonces, y quizás la de ahora, el sólo nombre de Don Quijote se convertía en un anzuelo para los peces dispersos del conocimiento. La dificultad es que los propios amigos de Ortega fueron atraídos únicamente por las bellas metáforas del libro, creyendo que se trataba de un volumen más de mera literatura, y nunca de un libro de Filosofía que anunciaba la creación de un nuevo sistema filosófico abierto, desde cuyas páginas sería lanzada ante el mundo la frase estremecedora ortegueana: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” (Ediciones Cátedra, 1984, pág. 77). En cambio, la frase que posiblemente sí les gustó a los lectores desprevenidos, es aquella en que el filósofo presenta al monasterio de  San Lorenzo de El Escorial, como “nuestra gran piedra lírica”, como es para nosotros, en Tegucigalpa, el Cerro del Picacho, con todo lo que representa. Varios años más tarde Ortega se quejó, según Julián Marías, de la insensibilidad filosófica de sus amigos y conocidos, quienes ignoraron la inauguración de un nuevo modelo de pensamiento en lengua castellana, como expresión de la madurez centenaria y milenaria de un gran idioma mediterráneo y visigótico: el español.

Pero como Ortega y Gasset había declarado que “filosofar es circunstancializar”, se atuvo, amorosamente, a las circunstancias de la España de aquel tiempo, publicando en revistas y periódicos algunos pensamientos críticos y sesudos, desde casi los comienzos del siglo veinte. De hecho José Ortega y Gasset pertenece a una generación española, la de 1914, que parejamente a la del pensador catalán Eugenio D’Ors, exhibe una fuerte tendencia hacia el ensayo y el artículo periodístico. Esta tendencia marcará una buena parte de su recorrido intelectual: ratiovitalista. Al grado que para reconocer a Ortega, en estos años frívolos en que suelen olvidarse los nombres de varios grandes pensadores europeos y latinos, es sugerible rastrear sus escritos multiformes en periódicos y revistas de su época, como “El Espectador” y la “Revista de Occidente”, para sólo mencionar algunos. Vale destacar que tal actividad periodística terminaba convirtiéndose, al final de la tarde, en sendos libros de una subespecie de filosofía antológica; o de aproximación a ella; sin caer en estereotipos y minimalismos.

Volviendo a las “Meditaciones del Quijote”, debo aclararles a los condescendientes lectores y oyentes, que utilizo en este ensayo-conferencia una edición de 1984 (no la del 2007), preparada por el principal discípulo de Ortega, el también filósofo Julián Marías, con quien en algún momento establecí correspondencia postal. Aún creo conservar una carta manuscrita del profesor Marías. Por razones metodológicas evito, o cuando menos lo intento, diluirme en otros volúmenes posteriores, riquísimos, débiles o amargados, del señor Ortega y Gasset. Encima de ello el libro que nos ocupa pertenece a “Ediciones Cátedra”, del aludido año 1984, que he deletreado en unas tres oportunidades aproximadas, incluyendo la actual. De tal suerte que para evitar las engorrosas formalidades académicas solamente escribiré, dentro del texto, cuando considere pertinente, el número de página citado. También debo añadir que durante casi toda mi vida de periodista de opinión (más o menos treinta y seis años), he venido citando, en múltiples artículos y ensayos, el pensamiento de “Don José”, como algo inevitable en el discurrir castizo. También he citado y trabajado a don Julián Marías, en ligamen con el tema del “ser español”, hondureño y latinoamericano, con sus complicaciones más íntimas, razón por la cual resultarán comprensibles ciertos parafraseos aislados, voluntarios e involuntarios, de los dos pensadores españoles, con mis propias consideraciones concienciales, dentro de los parámetros de mi propio otoño espiritual. (He estudiado a Ortega y Gasset casi con la misma devoción que he dedicado al gran Guillermo Hegel, a René Descartes, Parménides, Aristóteles, Maimónides, María Zambrano, Luis Alonso Schökel, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, por sólo mencionar algunos nombres insignes: inevitables y dispares entre sí).

“Meditaciones del Quijote” es un libro que sondea las profundidades de aquel bosque cercano al monasterio de El Escorial, y de algunas universidades alemanas, en donde Ortega y Gasset mantuvo contacto cerebral, y templó su ánimo y su estilo. Es un libro señuelo, como ya lo sugerimos, para atrapar a lectores que se acostumbraron a leer únicamente literatura, en desmedro del pensamiento. Ortega ansía, en 1914, o posiblemente desde antes, que la Filosofía penetre en el alma de los mejores españoles, sobre todo en la de los jóvenes que se mueven bajo el espíritu de los nuevos tiempos. Sabe quizás que nunca va a ponerse de acuerdo con su formidable adversario fraterno don Miguel de Unamuno, el otro gran viejo vascuence castellano, polemista por naturaleza, y a quien nosotros los latinoamericanos le debemos mucho. O por lo menos algo fuerte. Don José Ortega y Gasset comprende, singularmente, que el libro “Don Quijote” es un inmenso bosque, un libro pleno, de un mirar profundo, como pocos de la lengua castellana. Don Quijote es, en definitiva, un “libro máximo”, “una selva ideal” (pág. 118). Y eso que hubo épocas “de la vida española en que no se quería reconocer la profundidad del Quijote” (pág. 119).

Pero lo que a Ortega le interesa, vale la pena destacarlo, es el verdadero quijotismo de Cervantes. (Pág. 87). No las quijotadas de algunos primos y paisanos. Percibimos, en consecuencia, que a Ortega le interesa la profundidad en la mirada y el estilo de don Miguel de Cervantes Saavedra, que se explaya por las páginas del “Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha”, de una manera que es difícil atrapar. Es una mirada latina, mediterránea, transparente. Pero también es una mirada gótica, medieval, germánica, profunda y moderna, instalada en “la cumbre del Renacimiento.” (pág. 214). No hay que olvidar en este punto que hay autores que sostienen (quizás nunca lo supo Ortega) que Cervantes es de origen judeo-sefardita, lo que le adjudicaría, en caso de demostrarse, un estatus de verdadero “nuevo-cristiano”, como lo insiste él mismo, de forma un poco velada, en las páginas del “Quijote”. Por eso Miguel de Cervantes representa al español genuino, en tanto que se diferencia del común de los españoles, según lo reafirmado por Ortega y Gasset en otro de sus textos, o en las mismas “Meditaciones”. Por lo mismo él insiste que es cuando menos “dudoso que haya otros libros españoles verdaderamente profundos. Razón de más para que encontremos en el Quijote la magna pregunta: Dios mío, ¿qué es España?”. (Pág. 168). “Español significa para mí”, continúa Ortega, “una altísima promesa que sólo en casos de extrema rareza ha sido cumplida” (pág. 172). “Una de estas experiencias esenciales es Cervantes, acaso la mayor. He aquí una plenitud española”… (pág. 173). “Si supiéramos con evidencia en qué consiste el estilo de Cervantes, la manera cervantina de acercarse a las cosas, lo tendríamos todo arreglado. Porque en estas cimas intelectuales reina inquebrantable solidaridad y un estilo poético lleva consigo una filosofía, una ciencia y una política” (pág. 173).

Pero al hablar del estilo de Cervantes devenimos obligados a redactar un paréntesis anticipado sobre la sustancia del estilo de Ortega y Gasset. En el estilo de este filósofo advertimos preguntas y alusiones que nunca son contestadas, dentro del texto tal o cual, por el autor. Quedan entonces los lectores en suspenso, tratando de encontrar respuestas a las incógnitas que sólo la vida y otras lecturas acumuladas pueden despejar. Por ejemplo Ortega advierte que El Quijote está elaborado sobre una gran “equívoco” de la literatura española. Pero nunca esclarece en qué consiste tal equívoco. También él pregunta de qué cosa se burla Cervantes. Pero deja la respuesta entrelineada y como en suspenso. Aquí conviene recordar la técnica de rodear las murallas de Jericó en forma gradual y concéntrica, que alude el filósofo en varios de sus libros, y de cuya técnica nosotros somos porcentualmente deudores, sobre todo en el renglón moderado de la poética específica “De Jericó, el relámpago”. A esto habría que agregar que para Ortega “La meditación es el movimiento en que abandonamos las superficies” (pág. 125). “Cuando meditamos tiene que sostenerse el ánimo a toda tensión;” en “un esfuerzo doloroso e integral” (pág. 126). Pues el meditador “posee el órgano del concepto. El concepto es el órgano normal de la profundidad” (pág. 141). En consecuencia conviene leer algo sobre el concepto de la alusión puntualizada por Ortega mismo: “la pedagogía de la alusión” es la “única pedagogía delicada y profunda. Quien quiera enseñarnos una verdad que no nos la diga: simplemente que aluda a ella con un breve gesto, gesto que inicie en el aire una ideal trayectoria, deslizándonos por la cual lleguemos nosotros mismos hasta los pies de una nueva verdad” (pág. 109). He aquí la auténtica Filosofía ortegueana.

Sin embargo, hay también filosofía, hay política y hay solidaridad en el Quijote de Cervantes. Y hay un cierto estilo poético, advierte Ortega y Gasset. No olvidemos los maravillosos consejos políticos de Don Quijote a su escudero Sancho Panza, al momento de hacerse cargo de la gobernación de Ínsula Barataria. Son consejos sublimes que empalman con la mejor ética y moral que traspasa todos los territorios y los tiempos. Y es que el Quijote representa, lo ha sugerido Julián Marías, la clave de la realidad española. En El Quijote de Cervantes se realiza con “máxima intensidad ese modo de ser humano que es lo español, esa posibilidad tantas veces perdida”, de esa “gema iridiscente”, de lo que pudo España haber sido…De alguna manera también es la clave formidable, añadimos nosotros, de las duras y escurridizas realidades mestizas latinoamericanas, sumergidas entre la realidad, la terquedad y el ensueño, incluyendo a la periférica y angosta República de Honduras, una Ínsula Barataria, muy a la manera hondureña.

En la obra de cada gran pensador hay un estilo abierto o subyacente. Una sustancia especial; irrepetible. Es tarea del buen lector (“infiel” o recién rescatado de las superficies) identificar las peculiaridades de ese estilo único, al margen de las posibles, indirectas e inevitables influencias de otros autores, cercanos y lejanos. O al margen del saber universal compartido. Sobre este extraño punto tengo la percepción que Ortega se imagina a Miguel de Cervantes como un probable pensador, con un estilo poético que guarda en su interior una especie de filosofía. Aunque Ortega solamente sugiere esta posibilidad en algunos cuantos renglones de sus “Meditaciones del Quijote”, se hace fotoevidente que Gasset está proponiendo algo así como una “razón poética”, que será trabajada, décadas más tarde, por su discípula, fiel e independiente, doña María Zambrano. Tema que también será retomado, desde otra óptica, por autores más contemporáneos como el cubano Eduardo López Morales. (Edición 1989). A estas alturas de mi otoño se torna indispensable informarles a los lectores, nuevamente, que hay dos escritoras europeas que han estado, durante casi toda mi vida, muy cerca de mi pensamiento y de mi corazón: me refiero a la española María Zambrano y a la judeo-alemana Hannah Arend’t. Desconocerlas a ellas sería como desconocer dos piedras preciosas del pensamiento occidental. No vaya a ser que los fanáticos y extremistas de siempre nieguen en algún momento de la historia futura que estas dos escritoras nunca existieron, como ahora mismo niegan, algunos, que se verificó el “Holocausto”, y que la señorita Ana Frank, potencial novelista y mártir de unas circunstancias indescriptibles, haya escrito su propio “Diario Íntimo”; sino que lo escribió, dicen ellos, su señor padre Otto Frank. Después negarán, también, que existió su papá. Y así sucesivamente, hasta el “infinito” de la desvergüenza historiográfica.

Las “Meditaciones del Quijote” de Ortega y Gasset son, además, según Julián Marías, un proyecto intelectual de orden personal, y por tanto vocacional, que el autor habría de dividir en diez meditaciones. De entrada, aunque sugiere negarlo más tarde, se propone elaborar una “doctrina” concretamente filosófica, ligada a la realidad de España, con el propósito de reformarla. El autor pareciera querer advertir que los posibles lectores “infieles”, en vías de conversión en su época, nada querían saber de Filosofía, a pesar de los esfuerzos previos y posteriores del gran Unamuno, con sus ensayos sobre el casticismo y el concepto de la “intrahistoria”. Veamos lo que expresa el mismo Ortega y Gasset: “Estas Meditaciones, exentas de erudición –aun en el buen sentido que pudiera dejarse a la palabra–, van empujadas por deseos filosóficos. Sin embargo, yo agradecería al lector que no entrara en su lectura con demasiadas exigencias. No son filosofía, que es ciencia. Son simplemente unos ensayos. Y el ensayo es la ciencia, menos la prueba explícita. Para el escritor hay una cuestión de honor intelectual en no escribir nada susceptible de prueba sin poseer antes ésta” (pág. 60). Tal es otro ejemplo de la elipsis ortegueana entre la ciencia y la verdadera filosofía especulativa.

De las diez “Meditaciones” proyectadas, Ortega solamente logró escribir, y medio terminar, la primera, subdividida en una “Meditación preliminar” y en una tautológica “Meditación primera”. Sospecho que el desarrollo trágico de los acontecimientos europeos lo hicieron desistir del proyecto. Por eso Ortega se vio en la circunstancia, desde el periódico, la revista y desde el libro, de hacer “propaganda de entusiasmo por la luz mental”. Es decir, “La luz como imperativo” filosófico-conceptual, poético y moral (pág. 157). (De ahí su amor intelectual por el poeta y dramaturgo alemán, extraordinario, Wolfgang von Goethe).  Es interesante que en un libro aparentemente literario, Ortega y Gasset proponga toda una teoría novedosa del concepto, a veces excesivamente pangermanista, por lo menos desde mi gusto personal. Motivo por el cual chocará, mediante agrias discusiones, con su “enemigo fraterno” favorito: don Miguel de Unamuno. Sin embargo, nunca olvidará que es un hombre mediterráneo, que ansía las claridades conceptuales germánicas.  En el alma y en la etnia mestiza del pensador coexistían (lo llegó a insinuar él mismo), diferentes hombres que pensaban simultáneamente. Por otro lado conviene recordar que Ortega se identificaba un poco con el pintor español Diego de Silva y Velázquez, cuya técnica morosa, o de “vocación” suspendida, era la de nunca terminar sus obras pictóricas, al grado de convertir en un estilo plástico genial lo que de entrada parecía un defecto. Ortega sigue, de alguna manera, estos mismos pasos velazquiztas, cuando advierte que sus “Meditaciones del Quijote” son apenas unos ensayos intimistas, propios del “amor intelectuallis” que sugería el filósofo Baruch Spinoza. Pero es tal la insistencia en que su obra es solamente ensayística, que ahí podría esconderse una trampa muy noble, y que para Ortega es, por definición, aquello de la filosofía  como “ciencia general del amor”, pero en estado alusivo y elusivo, circular o elíptico.

El gran preámbulo sobre la obra de Miguel de Cervantes se convertirá en una subespecie de pretexto para establecer el amor como categoría relacional con los “otros”, y para elaborar verdadera Filosofía. En ambas direcciones Ortega la emprende contra el concepto del “odio”. En uno de mis tantos artículos publicados en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, yo advertía que si los españoles hubiesen estudiado, a fondo, la obra filosófica de Ortega y Gasset, jamás de los jamases hubiesen decaído en la famosa “Guerra Civil” de los años treinta. Un solo ejemplo de lo externado se puede extraer del contenido de las mismas “Meditaciones del Quijote”, publicadas por Ortega, ya lo dijimos, a mediados de 1914. Veamos: “Yo desconfío del amor de un hombre a su amigo o a su bandera cuando no le veo esforzarse en comprender al enemigo o a la bandera hostil. Y he observado que, por lo menos, a nosotros los españoles nos es más fácil enardecernos por un dogma moral que abrir nuestro pecho a las exigencias de la veracidad. De mejor grado entregamos definitivamente nuestro albedrío a una actitud moral rígida que mantener siempre abierto nuestro juicio, presto en todo momento a la reforma y corrección debidas.” (Pág. 50). Pero como si la propuesta anterior fuera poca, en la siguiente página sentencia: “El rencor es una emanación de la conciencia de inferioridad. Es la supresión imaginaria de quien no podemos con nuestras propias fuerzas realmente suprimir” (pág. 51). “Esta lucha con un enemigo a quien se comprende, es la verdadera tolerancia, la actitud propia de toda alma robusta” (pág. 52). El mismo Ortega había dado pruebas contundentes de compresión al defender a su adversario natural Miguel de Unamuno cuando éste fue expulsado de la rectoría de la Universidad de Salamanca.

No comparto del todo la metáfora o la opinión de Ortega cuando sugiere que Don Quijote es “la parodia triste de un cristo más divino y sereno; él es un cristo gótico, macerado en angustias modernas; un cristo ridículo de nuestro barrio, creado por una imaginación dolorida que perdió su inocencia y su voluntad, y anda buscando otras”. (Pág. 86). Sí comparto que Don Quijote es como si fuera un personaje gótico, medieval, metido en una época impropia que apunta hacia el desencanto de cierta modernidad. También me parece aceptable que Ortega proyecte estudiar a Miguel de Cervantes para descubrir la autenticidad española, o sea “el sí mismo”, que los verdaderos héroes intentan asumir para diferenciarse de la vulgaridad de los demás. O “el sí propio”, como corregiría Martin Heidegger en 1927. Claro está que tal heroicidad se encuentra plasmada, para bien o para mal, en la noble y triste figura del inmortal Don Quijote de la Mancha. Porque “el individuo Don Quijote es un individuo de la especie Cervantes” (…). Y “el verdadero quijotismo es el de Cervantes, no el de don Quijote” (pág. 87).

La contradicción aparente, de esta ardua temática ha sido y sigue siendo, sin embargo, creada por el mismo Ortega, cuando esboza que en la obra literaria de Cervantes hay filosofía; apuntamiento que comparto en un ochenta por ciento. Porque también hay una fuerte solidaridad para con los desvalidos y los huérfanos de ambos sexos, y una poesía amorosa, en forma prosaica, en donde se idealizan querencias reales a partir de algo irreal, en tanto que por encima de todo se alza la honra de la mujer. Por ejemplo, la tosca Aldonza Lorenzo en el papel de la sublime Dulcinea, cuyo proceso fue subliminalmente traducido, siglos más tarde, mediante la bella película “El Hombre de la Mancha” (o “Sueño Imposible”), protagonizada por Peter O’Toole y Sofía Loren. No hay que olvidar en este punto “El irracionalismo poético” trabajado, magistralmente, por Carlos Bousoño. (Gredos, 1977). Y las mismas frases del Quijote cuando señala las sinrazones del corazón que la razón no entiende. Ya que “La razón no puede, no tiene que aspirar a sustituir la vida”, termina diciendo el gran Ortega (pág. 149).

Gasset resuelve la aparente contradicción al afirmar que Don Quijote NO es un personaje épico, del tipo homérico, sino que un personaje heroico, de una novela en donde se supera, como síntesis, la tragedia y la comedia. Don Quijote es la vez un héroe y un orate (pág. 241). Pues “el carácter de lo heroico estriba en la voluntad de ser lo que aún no se es”, en donde el personaje tiene el cuerpo medio salido de la realidad. “Héroe es quien quiere ser él mismo. La raíz de lo heroico hállase, pues, en un acto real de voluntad.” Sin embargo, como la mitad del cuerpo la tiene sumergida en la realidad y la otra mitad en la fantasía, al tirarle de los pies y traerlo a la tierra por completo, “queda convertido en un personaje cómico” (págs. 237-238). El problema real es que el soldado y el grave escritor don Miguel de Cervantes, no tiene nada de cómico, ni mucho menos, ya que ha vivido una vida intensa hasta llegar a la miseria concreta y hasta las heces, sólo para construir, consciente o inconscientemente, una novela cuasi gótica inmortal, a partir de por lo menos cuatro importantes novelas caballerescas previas, entre ellas el inolvidable “Amadís de Gaula”, y “Tirante el Blanco” (“Tirant lo Blanc”, como le gusta repetir a Mario Vargas Llosa).

Espero que estos párrafos más o menos cansinos, cuyos borradores han sido escritos, originariamente, entre un jueves y un viernes de “Semana Mayor” (o de Semana alternativa del “Pésaj”), como un homenaje sincero, respetuoso y alterno, al sublime y amoroso Rabino de Galilea, sean digeridos por los lectores avispados de diversas etnias y culturas; pero, sobre todo, por aquellos lectores “infieles”, que se desplazan en doble vía, de países como Honduras, que hoy por hoy desprecian, de manera casi sistemática, cualquier gran Filosofía, o el mismo pensamiento especulativamente serio, en tanto que prefieren el facilismo manualesco de algunas tendencias ideológicas y tecnológicas al uso, simplonas, antifraternas y pesadas. A veces cargadas de histeria y de odio. Ansío la conversión gradual de los “infieles” a la auténtica Filosofía, o, cuando menos, sólo para empezar, a la filosofía ortegueana, aunque para ello, en nuestro medio espiritual precario, tengan que transcurrir unos doscientos años aproximados.

Otros temas conceptuales ortegueanos, como los de “raza”, “gente” y “pueblo”, los seguiré abordando en artículos aislados de periodismo de opinión. Entretanto vale la pena meditar, por nuestra propia cuenta, que así como Don Quijote es un personaje novelesco que padece las dolencias de aquella conciencia desgarrada medieval y moderna que advertía Guillermo Hegel, don Miguel de Cervantes, por su parte, es un hombre muy herido, de conciencia interior parejamente desgarrada, que de alguna manera se consubstancia con su personaje central. Por lo que haciendo una comparación forzada entre el novelista Pío Baroja y el autor del Quijote, podríamos parodiar la frase que Cervantes, “más bien que un hombre, es una encrucijada.”

He aquí mis simples pensamientos de primavera cálida, bajo el cantar desolado de las cigarras y chiquirines, sobre el borde de un tosco peñasco tegucigalpense en donde habito, en virtud que en primavera fueron lanzadas, desde el sacro-histórico monasterio de El Escorial, las primeras meditaciones filosóficas profundas, cervantinas, de don José Ortega y Gasset. Muchas gracias (Segisfredo Infante).

 

Tegucigalpa, MDC, 24 y 25 de marzo del año 2016.          

 

(*) Conferencia pronunciada por Segisfredo Infante, el lunes 25 de abril de 2016, en el paraninfo “Ramón Oquelí Garay”, de la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”. En esta actividad coincidieron las iniciativas del director de la Academia Hondureña de la Lengua, don Juan Ramón Martínez, con las máximas autoridades de la Universidad Pedagógica, en un acto conmemorativo de los “Cuatrocientos Años del fallecimiento de don Miguel de Cervantes Saavedra”.

 

Poetas de la Academia: poemas de Fray Jit Manuel Castillo

Metáforas

Dichoso el siervo que guarda en su corazón los secretos del Señor.

(San Francisco de Asís, Avisos espirituales, 28)

Al amanecer,

Te derramas como lluvia torrencial

en mis poros hambrientos.

Tus manos trasparentes

se deslizan en mi calzo.

 

Al atardecer,

eres árbol que surge en un bosque primario.

Raíces, tronco y follaje,

vuelan en el viento.

 

Al anochecer,

eres frágil crisálida

dormida entre los sauces

esperanza que se acrisola

en el corazón de los astros.

 

Despierto y te descubro luminoso

entre la vida y la muerte

danzando el cosmos

por fuera y por dentro.

 

Ser en muerte

Ser en Tu vientre

amor total

agonía de un anhelo

fuego indiviso e integrado:

¡todo mi ser

despierta a la Vida!

 

Luz y tinieblas

 

Si te perdieres, mi amada, / Alma, buscarte has en Mí.

(Santa Teresa de Jesús, “Si te perdieres, mi amada”)

 

Soy luz intermitente.

A veces

ilumino el movimiento de la noche

para esconderme de Ti.

Otras veces

nado entre tinieblas

perdido en las sombras

de Tus aguas

que me encubren.

 

Gemidos interiores

 

“La creación entera gime y sufre dolores de parto” (Rom. 8, 22).

 

Engendrado en ternura

germiné como el óvulo

de un amor seminal

en el útero de la tierra.

 

Sé de una promesa:

quien floreció ayer

fructificará mañana.

 

Si no viene un sembrador

vendrá una abeja

una mariposa o el viento

para fecundarme con su hurto.

 

Creo, amo, espero

entre gemidos interiores

que yo mismo desconozco.

Germinando

 

Aparta de Dios todo cuanto lo reviste  y tómalo puro en el vestidor  en donde está descubierto y desnudo en sí mismo. Entonces permanecerás en él.

(Maestro Eckhart, “La imagen desnuda de Dios”)

 

Algo se abre paso en mi interior.

Se rompen cáscaras

de heridas ancestrales.

Debo vaciarme entero a cuanto irrumpe

echar tierra donde enraíce.

¡Cuánto dolor de adentro hacia afuera!