Zapatón – cacerolear – hacer música – seguridad – flash

ZAPATÓN

Es muy posible que el común de los mortales al leer la palabra del título piense que no es otra cosa más que un zapato grande. El zapatón de esta sección es dominicano. Por más señas es “gallero”; pertenece a la jerga de los aficionados al deporte (¿?) del pico y las espuelas.

El zapatón dominicano no es solo importante porque es un dominicanismo, sino porque ha trascendido las fronteras nacionales. La pregunta que se hace el lector es de esperarse: ¿Cómo es eso de que es dominicano y ha trascendido las fronteras nacionales? Las respuestas se ofrecen más abajo.

El zapatón es un espolón de acero que, por lo general, no se acepta en las galleras de buena reputación. El Diccionario de Americanismos (DAA) asienta que es una “espuela postiza que se le pone a un gallo de pelea”. Las espuelas postizas pueden obtenerse de otros gallos y las preparan los galleros para que se ajusten por encima de las naturales del animal de pelea al que se le colocan, las sujetan muy bien para que no se desprendan durante la riña.

El zapatón del DAA, además de usarse en los medios rurales dominicanos se conoce también en México, Cuba y Venezuela. El Diccionario del español dominicano (DED) asienta la voz de la forma siguiente: »Espolón postizo que se le pone al gallo de pelea para toparlo”.

El zapatón venezolano lo define el Diccionario del habla actual de Venezuela, de Núñez y Pérez, 1994, del modo siguiente: “Espolón artificial semejante a una espuela que se coloca a los gallos de pelea”.

En Cuba la acepción que trae el Diccionario del español de Cuba, 2000, para zapatón es así: “Cuchilla de acero que se le pone en la espuela a un gallo de pelea”. La segunda entrada asentaba la acepción reproducida por el DAA.

El autor de estas anotaciones acerca del español ha encontrado que los dos países cuyas hablas se asemejan más al español dominicano son las de Venezuela y Cuba. Lo que llama más la atención con respecto de esto es que Venezuela es tan distante o más que los países de América Central que muy bien podrían tener mayor semejanza con el hablar de los dominicanos como consecuencia de la proximidad.

La exportación del zapatón dominicano llegó al criollo haitiano donde lo escriben sapatonn y, donde además de la espuela postiza por extensión significa ‘golpe, bofetada’. Para que no haya dudas con respecto a la información puede consultarse para estos fines el Haitian English Dictionary, de Freeman y Laguerre, 2000.

 

CACEROLEAR

“Los vecinos comenzaron a CACELOREAR cuando llegaron los grupos armados. . .”

Este es un verbo necesario. La necesidad nace del hecho de que existe la acción que precisa de un verbo para describirlo. Otras voces de la misma familia de un modo o de otro se encuentran integradas al habla de algunos países de la América Hispana. El DAA recoge este verbo y los vocablos afines.

El verbo deriva del sustantivo cacerola, eso que los dominicanos conocen con los nombres de olla, paila, caldero. La cacerola más conocida es el recipiente de cocina redondo, hecho de metal, barro u otro material que tiene dos asas.

La primera vez que se tuvo contacto con una voz de esta familia fue con “cacerolazo”, con el significado de “protesta popular que consiste en hacer sonar cacerolas u otros objetos domésticos golpeándolos”. Esta es la acepción que recoge el DAA.

De la familia de cacerola en Hispanoamérica existen caceroleada, que tiene la misma significación que el cacerolazo, y caceroleo, con el mismo valor semántico.

Es natural que para ejecutar las acciones antes descritas exista un verbo correspondiente a la acción y el resultado de esta: cacerolear que es ”Manifestar los ciudadanos su desacuerdo con la política gubernamental golpeando cacerolas u otros objetos domésticos similares”.

Este es un neologismo necesario porque describe una acción nueva o, concertada, una aplicación nueva a una acción que existía antes, pero no con el mismo propósito, por lo tanto hay que aceptarlo con beneplácito.

 

HACER MÚSICA

“. . .le han cambiado tanto la vida al astro del pop hasta está pensando en HACER MÚSICA para niños entre una serie de productos inspirados en ellos”.

Cada vez con mayor frecuencia se observa que el verbo hacer incursiona donde no debe ser llevado. En la mayoría de los casos es porque la persona que así redacta procura alejarse de la búsqueda de un verbo más apropiado. En este tipo de proceder hay mucho de pereza mental. En otros casos quienes escriben de este modo, como en la cita, lo hacen porque en otras lenguas utilizan un verbo que puede ser traducido por el verbo hacer del español.

En esta sección no se examinarán todos los casos en que se sustituyen verbos adecuados por el verbo “hacer” porque sería una labor hercúlea. Se limitará esta sección a ofrecer varios verbos que pueden ser usados con música (y melodía) para hablar y escribir derecho.

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mayoría de los hablantes y escribientes de español cedieran a la tentación de utilizar el verbo hacer para muchas de las expresiones y locuciones de la lengua, es muy posible que termináramos con una lengua monótona. Esto así porque el verbo hacer en realidad puede reemplazar muchos verbos de larga data en la lengua que son más propios para expresar lo que se pretende. El ejemplo de la cita es uno de ellos.

Esto de hacer música para niños puede interpretarse como componer música para niños, esto es, producir una obra artística en el género musical indicado.

Si por este hacer música debe entenderse interpretar música, entonces el asunto se reduce a ejecutar o reproducir una composición musical o una canción. Si al interpretar la música lo que se hace es que se toca un instrumento, entonces esto se reduce a hacer sonar ese instrume
nto.

No hace falta ir más lejos para que quede claro que algunos abusos del verbo hacer, además de empobrecer el léxico general de la lengua, lo que hacen es oscurecer el sentido de lo que se pretende expresar.

No ha de olvidarse que mientras más claro es un mensaje menos dudas deja. La precisión en la elección de los vocablos contribuye al entendimiento del mensaje, a la vez que educa a los lectores sobre la mejor manera de expresarse.

 

SEGURIDAD

“. . .luego trabajó como SEGURIDAD para Bush Gardens”.

Se ha sufrido ya durante largo tiempo que se llame seguridad tanto a la persona como al sistema de protección que existe en fábricas, edificios, compañías y en actividades de diferentes índoles.

Este abuso de la palabra seguridad viene del hecho de que en inglés existe una voz, security, que muchos desaprensivos traducen por el vocablo que les parece más fácil que es “seguridad” y que para desgracia de los lectores puede significar otra cosa muy diferente.

La seguridad es la cualidad o condición de seguro, la ausencia de peligro, de daño o de riesgo. De seguro que este señor no trabajaba en su cualidad de seguro, sino para colaborar a, mantener o promover la seguridad en el lugar de sus labores.

La persona a quien se refiere la cita debió nombrarse así: vigilante, encargado o guardián de seguridad, que por lo general es un empleado uniformado de una firma privada destinado a prestar servicios de seguridad.

Los nombres que se utilizan para denominar a estas personas son variados. En muchos casos dependen del lugar donde desempeñen sus labores y de los países donde lo hagan. Algunos de ellos portan armas de fuego y otros no.

El uso impuso la aceptación de la voz guachimán para celadores generalmente provistos de armas de fuego. Esta voz deriva del inglés watchman que designa al hombre que se mantiene alerta, en guardia, y observa atentamente para reaccionar si presiente que se compromete la seguridad del sitio donde desempeña sus funciones.

Una vez más la solución se reduce a no ceder a la primera palabra que viene a la mente, y en cambio, a buscar la que represente y describa con mayor certeza la persona y sus funciones.

 

FLASH

“La propensión es negativa conforme a las valoraciones FLASH de último momento”.

Hay palabras que por lo corta que son ejercen gran atractivo sobre los hispanohablantes. La del título es una palabra que se repitió mucho en el pasado cuando comenzaron a usarse los bombillos desechables de destello breve e intenso. Podría sustentarse la idea de que la voz del inglés es una onomatopeya del ruido producido por la bombilla al estallar.

Al principio cuando empezó a usarse el vocablo del título en español se hacía solo para el propósito mencionado. Más tarde entró en el español otro tipo de flash en la jerga periodística que pasó con facilidad al dominio general. Todo el detalle de lo aludido antes se desarrollará en el cuerpo de esta sección.

Ya en el año 1964, D. Ricardo J. Alfaro en su libro Diccionario de anglicismos criticaba la voz del título, señalando que: “Entre las muchas acepciones que tiene este nombre en inglés, la jerga periodística le da la de despacho telegráfico breve o noticia de última hora”.

No podía el estudioso recién mencionado vislumbrar las nuevas acepciones que se añadieron más tarde. Ahí están: “Euforia súbita producida por la ingestión de estimulantes”. Esta acepción pertenece al argot de la droga. “Impresión muy grande o sorprendente”, usada en el registro coloquial. Además: “Plano cinematográfico de mínima duración”, que refleja el campo de la cinematografía. Los jóvenes usan la palabra flash para reflejar una “visión mental momentánea”.

En la edición del DRAE del año 1992, la RAE le hizo espacio en su diccionario llevando su grafía al español: flas. Recogió tres acepciones: la del dispositivo luminoso con destello breve e intenso, usado cuando la luz es insuficiente. El resplandor provocado por el destello. Y la acepción figurada propia del periodismo.

En la vigésima segunda edición del DRAE del año 2001 asentaron la voz del inglés con su grafía original flash en destaque, con las acepciones ligeramente modificadas. La voz inglesa continuará sin alteración en la venidera edición vigésima tercera.

Como puede observarse en las acepciones que recogen los diccionarios de uso del español, la voz del inglés reviste heterogeneidad, sirve para denominar aparatos, situaciones, sentimientos, efectos provocados; la mayoría de ellos por ensanchamiento.

El uso de flash es inevitable. Lo fácil que resulta decirlo es un aliciente para que los hablantes lo utilicen; además, su campo de acción se ha extendido y diversificado a tal punto que no se le puede negar un espacio en los diccionarios.

Escribe Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una preposición entrometida

Dos errores muy frecuentes en la lengua oral y en la escrita y que a mí me causan especial impaciencia son el queísmo y el dequeísmo  (hasta el nombre lo tienen feo). La causa del error no es otra que la ausencia de la preposición de (queísmo) cuando es necesaria o su presencia (dequeísmo) cuando no lo es.

Incurrimos en dequeísmo si utilizamos la preposición de seguida de la conjunción que cuando no es necesaria: *No pensó de que podría llover esa tarde. En cambio, nuestro error es el queísmo cuando eliminamos la preposición de ante la conjunción que cuando es necesaria: *Se olvidó que tenía que recoger a los niños.

A fuerza de oír y de leer estos errores, que son muy frecuentes, hay ocasiones en las que dudo. Para evitar equivocarme uso un truco que me enseñó un querido profesor de lengua en la escuela y que siempre me ha sido muy útil. Siempre que tengo dudas con alguna expresión pruebo a convertir el enunciado en cuestión en una pregunta.

Si la pregunta que resulta no va encabezada por la preposición de, entonces es que debemos prescindir de ella. En el ejemplo de dequeísmo anterior preguntaríamos ¿qué pensó? y no *¿de qué pensó? La preposición de sobra en esta construcción.

Si la pregunta resultante nos obliga a usar la preposición de, entonces es que es imprescindible en nuestra frase. Volvamos a nuestro ejemplo de queísmo. Lo correcto sería preguntarnos ¿de qué se olvidó? y no ¿qué se olvidó? La preposición de es necesaria en esta frase.

Háganse un autoanálisis y descubran si la preposición de les juega a veces malas pasadas. No se dejen vencer por ella. Es chiquita pero tupida pero nosotros lo somos más.

Escribe María José Rincón González.

Estrenarse – sofisticado – ojeador (veedor) – abordar (desbordar)

Por Roberto E. Guzmán

ESTRENARSE

Estrenar es un verbo transitivo. Se estrena algo cuando se usa por primera vez. Cuando una obra de teatro u otro espectáculo se representa por primera vez, también se utiliza el verbo estrenar. En las ocasiones en que un empleo u oficio se empieza a desempeñar se dice que se estrena. La primera venta del día que hace un comerciante, se dice que se estrena.

En lo que se ha revelado en el párrafo anterior no hay novedad alguna. Esto obliga a que se desvele la razón por la que se trae una sección para el verbo estrenar como reflexivo o pronominal. Se separa una sección para este verbo porque en el español dominicano este tiene una connotación especial que lo hace singular. Leer más

Compartir una lengua

Cuántas veces habremos oído que más de quinientos millones de personas compartimos el español como lengua materna común. Cuántas veces hemos dicho que las palabras de esa lengua común viajan de un lado a otro, de una página a otra, de una boca a otra; unas viajan como turistas, otras emigran para quedarse, desde el nacimiento de nuestro idioma y cada día más veloces.
Pero una cosa es con guitarra y otra con violín; una cosa es oírlo y decirlo y otra muy distinta y mucho más emocionante es experimentarlo. La presentación del Diccionario del español dominicano en la Universidad de Miami nos demostró a todos que nuestro idioma común nos une más allá de fronteras físicas o políticas y más allá de circunstancias personales.
Los académicos dominicanos fuimos a Miami a presentarles a los dominicanos residentes allá una obra que les apoye en la tarea hermosa pero ardua de mantener la identidad lingüística cuando se vive en un país con otra lengua oficial. Nos encontramos con una comunidad hispanohablante de las procedencias más variopintas pero que lleva a gala su lealtad lingüística. Comparten un inmenso caudal de palabras comunes y, además, intercambian una fuente inagotable de nuevas voces y significados llegados de los más remotos rincones. Los historiadores de la lengua rastrearán minuciosamente el viaje de cada una de estas palabras pero los hablantes han conseguido su verdadero objetivo: lograr que las fronteras se diluyan.
La Academia Norteamericana de la Lengua Española, nuestra anfitriona en Miami y dentro de poco en Nueva York, tiene como responsabilidad el estudio de esta impresionante realidad en una de las mayores comunidades de hablantes de español del mundo. Cuenta con nuestra admiración y nuestro respeto.

María José Rincón González

Mucho ojo con los correctores

¡Qué no hubieran dado nuestros abuelos por disponer de una computadora! Estoy muy lejos de sumarme a los que opinan que cualquier tiempo pasado fue mejor; disfruto y trato de aprovechar lo que las nuevas tecnologías me ofrecen y, como a muchos, se me ha olvidado cómo hacíamos unos años ha sin las omnipresentes computadoras.

Un procesador de textos puede salvarnos de muchas erratas, de muchos atentados contra las normas ortográficas y de algún que otro error gramatical. Repasen cómo se usa el corrector ortográfico y gramatical cuando estén escribiendo con uno de estos procesadores. Si sabemos sacarles partido nos serán muy útiles. Pero, ¡mucho ojo!, el corrector ortográfico también puede jugarnos malas pasadas.

Cada procesor incluye una lista de palabras determinada. El programa analiza la palabra que hemos escrito y la coteja con las que están a su disposición. Suelen ser “peligrosos” con formas que pueden presentar en español, con cambios en el significado, varias acentuaciones: tributo/tributó, mi/mí, si/sí, etc. Estos correctores son muy patosos especialmente con las tildes diacríticas.

Hay que prestar mucha atención cuando escribimos palabras poco usuales o dialectalismos; estos no suelen estar incluidos en los vocabularios de los procesadores y suele suceder con frecuencia que el “duende informático” del que siempre nos quejamos nos cambie sin advertirnos una palabra como macopor mano o allante por alante.

Añadan sus palabras favoritas al corrector ortográfico del procesador y vayan creando su vocabulario personal. Por supuesto, la revisión, siempre necesaria, puede sacarnos de muchos apuros, sobre todo, teniendo en cuenta que a nuestras fallas pueden añadirse las de nuestro querido/odiado corrector automático. No se amilanen: lean y relean lo que escriben. Los sacará de muchos apuros ortográficos.

María José Rincón

Conchar – molestia – agarradera (empuñadura) – pedofilia (pederastia) – sotto voce – *urbanitas

CONCHAR

Este verbo deriva de la voz dominicana concho que denomina el “servicio de transporte colectivo urbano de pasajeros en coches y motocicletas”. Esa es la acepción que aparece en el Diccionario del español dominicano (2013). Como muy bien asienta ese diccionario concho es también el carro dedicado a ese transporte. No ha de hacérsele reparo al “coche” peninsular.

Puede recordarse que para las motocicletas hay un  vocablo compuesto de concho que es “motoconcho”. El verbo correspondiente es “motoconchar”. Si no se oye con frecuencia este verbo es porque es muy largo y desanima la utilización de parte de los hablantes.

Concho se oye en las conversaciones entre dominicanos con la función de interjección, de modo exclamativo, para expresar sorpresa, admiración. Hay que reconocer que en muchos casos funciona como un sustituto de otra palabra menos publicable de cuatro letras, que comienza con la letra ce /c/ y con una eñe entre dos oes /o/.

El verbo conchar es “trabajar como chofer de carro público o de motoconcho” (DED) Este verbo tiene una acepción por extensión, eufemística, relacionada con la que le es propia. Referido a una mujer conchar significa que es “de servicio colectivo”. Se dice de una mujer que está conchando cuando ella entrega sus servicios sexuales a cambio de dinero.

No se debe mostrar extrañeza que se trate aquí un verbo de este tipo que se considera de mal gusto porque se relaciona con una actividad censurada por las buenas costumbres sociales. Se menciona el verbo porque al igual que la actividad a la que se refiere forman parte de la realidad cotidiana dominicana.

MOLESTIA

“. . .fue capturado el lunes y enfrenta cuatro cargos por asalto sexual contra la pequeña y otros tres cargos por MOLESTIAS lascivas contra esta”.

En algunas ocasiones lo que se lee en los periódicos en español son traducciones o adaptaciones de noticias que reseñan acontecimientos que tuvieron lugar en países de habla extranjera. Al hacer estas labores algunos desprevenidos traducen o adaptan sin observar el debido cuidado. Esta sección se ocupará de demostrar que en el caso de la cita existe una traducción más adecuada que la del periodista.

El verbo del inglés to molest se ha degradado. Su significado conlleva connotaciones sexuales negativas, tales como: faltar el respeto, ofender, meterse con alguien. Es en inglés hacer indecentes insinuaciones sexuales; acosar sexualmente. No son por tanto molestias, sino insinuaciones.

En el campo jurídico to molest debe traducirse por agredir o agraviar sexualmente a una persona. Incurrir en abusos deshonestos. Esto aparte de la vertiente en cuanto a invasión de privacidad, intimidad o tranquilidad personales.

En español la molestia es la sensación de fastidio o enojo. Es una falta de comodidad. Es una perturbación o trastorno del bienestar o la tranquilidad de alguien; es un enfado, desazón o inquietud del ánimo.

Algo parecido a lo que sucede entre el español y el inglés acontece entre el español y el portugués con el verbo molestar y el sustantivo molestia. En portugués molestar es ‘causar daños o perjuicios; afectar, atacar’. La molestia en esa lengua es una dolencia, enfermedad, un achaque. En portugués una moléstia profissional es una enfermedad laboral, profesional o de trabajo que se contrae o se desarrolla como consecuencia del trabajo que se ejerce.

Estos enumerados más arriba son ejemplos de los famosos falsos amigos que pueden acarrear consecuencias costosas en materia de traducciones legales, o médicas. Hay que evitar esos enojosos resultados que terminan en pagos por reparación o indemnización como consecuencia de los daños y perjuicios que causan.

AGARRADERA – EMPUÑADURA

“Sin embargo, el agente regresó con una multa y vio la AGARRADERA de una pistola entre las rodillas del hombre”.

Desde el principio hay que anunciar que se aprovechará el encuentro que se ha tenido con la palabra agarradera para sugerir un mejor vocablo en el caso de la cita. Pero ahí no acaba la historia, los dominicanos tenemos una agarradera que no está documentada en los diccionarios de dominicanismos. Se repasarán aquí casi todas las acepciones de “agarradera” para deleite personal y de terceros.

Con respecto al uso del vocablo agarradera en el texto copiado, hay que señalar que no es la mejor selección. Es un término muy genérico. Es la parte arqueada y sobresaliente de un objeto, sí la parte de un objeto para cogerlo por él, el asa.

La empuñadura lleva en su seno la palabra puño que es la mano cerrada, la que sujeta el objeto abarcándolo. La empuñadura es la guarnición o puño de las armas. Aquí debió usarse empuñadura y no agarradera.

Ahora a entrar en materia con respecto a la voz agarradera. Agarradera es una voz que en dominicano significa acción reiterada de agarrar o agarrarse. Esa terminación añadida a un verbo -agarrar en este caso- para una acción repetida es una solución muy propia del español americano.

En otras acepciones agarradera es el paño acolchado para asir objetos calientes. En algunos países son los senos de las mujeres. En otros son las nalgas. En algunos países americanos es una riña entre dos o más personas. En otros más es un forcejeo durante un juego.

Ahora la agarradera dominicana. Es la ocasión, momento, en que las personas -sobre todo jóvenes- de alguna forma se las ingenian para “agarrarse” de modo sensual. Generalmente eso se producía durante una fiestecita. En otros momentos, hace más de 50 años, algunas de esas fiestecitas celebradas en casas particulares se llamaban CNF, que era la sigla de “coge-nalga-familiar”.

Hay que hacer constar aquí que esa “agarradera” y ese CNF no figuran en diccionario alguno de dominicanismos. Lo del CNF quizá fue una voz (ceeneefe) que no alcanzó a penetrar durante largo tiempo los filtros del habla de modo tal que merezca asiento junto con otras voces como “agarradera”, que incluso figura en un merengue que fue muy popular años ha. Hay que poner al día las obras del tema para que reflejen con exactitud y de modo íntegro las voces del español dominicano.

PEDOFILIA – PEDERASTIA

“. . . deberán renovar su constitución tras los escándalos de PEDOFILIA que desde hace años azotan a la entidad”.

Las dos palabras del título hace largo rato que ocupan de modo continuado los titulares de los periódicos en toda la aldea global. Se hace necesario adentrarse en el estudio de ellas porque en más ocasiones de las que pueden tolerarse los redactores incurren en errores. Colocan un término por otro o, piensan que los dos tienen igual significación.

La pedofilia es una perversa atracción erótica o sexual que experimenta un adulto hacia los niños o los adolescentes de ambos sexos. No es abuso de menores.

La pederastia es el abuso sexual cometido con niños; es la práctica del pederasta que comete abusos deshonestos con niños. La pederastia es también la práctica del coito anal. La Real Academia de la Lengua Española ha enmendado este artículo e incluye en la nueva redacción que es también la: “Inclinación erótica hacia los niños”.

Las personas que sienten atracción erótica hacia los niños pueden ser llamados pedófilos o pederastas; pero no sucede lo mismo al contrario.

De nuevo, los dos vocablos no son equivalentes. Nótese bien la diferencia para no incurrir en errores. Este tipo de error en un medio de comunicación puede tener consecuencias funestas.

SOTTO VOCE

“¿Qué secreto gobierna el control de la ultraderecha sobre el Partido Republicano? Es el SOTTO IL VOCE, secreto a voces que siembra, alienta y utiliza el resentimiento de la clase media. . .”

Algunas personas pueden pensar que sottovoce o sotto voce forma parte de los latinismos, pero no es así. Es un italianismo que se utiliza en español desde hace siglos.

Este italianismo se ha integrado de tal forma a la escritura del español culto que la Real Academia de la Lengua Española ha decidido incorporarlo a la vigésima tercera edición de su lexicón mayor.

Incluye esa docta Academia esa voz como un artículo nuevo y asienta que es una voz italiana que significa: “En voz baja, en secreto”. Ha de tenerse en cuenta que puede escribirse como una sola palabra o bien dividida, como se las ha presentado más arriba.

Lo que no es posible hacer es incluir il entre las dos voces, por lo menos en el adverbio adoptado por los hispanohablantes.

Con esto de las palabras adoptadas como un todo en español y que proceden de lenguas extranjeras siempre hay que andar con cuidado para no incurrir en errores. Se precisa verificar la ortografía cada vez. Son muchos los errores comunes; sobre todo con las que proceden del latín.

*URBANITAS

“Le vende cafés sofisticados a los URBANITAS que están dispuestos a pagar un precio Premium por el oscuro néctar”.

El lector común, el que en la actualidad no ha llegado a aprobar su examen de bachillerato, para el cual se escribe en los periódicos, es muy probable que no logre descifrar lo que este *urbanitas significa.

La culpa no es del lector; es del redactor que piensa que puede adaptar todo tipo de voces de otras lenguas al español con solo cambiar algunas letras. Eso que se critica en la oración anterior es lo que ha sucedido en el caso de la cita.

Como en español no se cuenta con una palabra derivada de urbe que sirva para mencionar a la persona que vive en una concentración grande de personas en una ciudad, se toma del último vocablo cita para formar un vocablo que sustituya al inglés urbanite que en esa lengua expresa: persona que vive en una ciudad.

En español americano se creó “citadino”, que no aparece en el DRAE. Es una voz corriente en el español americano de doce países en el registro culto, en tanto que adjetivo para dar a entender que es “relativo a la ciudad”. En doce países hispanoamericanos citadino funciona como adjetivo y sustantivo para mencionar a la “persona que vive en la ciudad y le agrada estar en ella”. Las dos acepciones copiadas se extraen del DAA.

Vale la pena que se mencione que no hay diccionario publicado en España del español peninsular o “de uso” que miente el vocablo hispanoamericano.

El DED, 2013, asienta el término citadino, na con las funciones de adjetivo y sustantivo y le asigna una muy bien redactada acepción: Referido a persona ‘que vive en la ciudad y gusta de la vida en ella’. En funciones adjetivas corresponde, conforme a ese diccionario, a “perteneciente o relativo a la ciudad”. Consigna esa obra que pertenece al registro culto del habla.

El Diccionario del español usual en México simplifica el asunto al asentar en sus páginas el vocablo citadino, adjetivo y sustantivo: “que vive en la ciudad o que se refiere a ella”.

Compare al final los millones de personas que utilizan la palabra citadino/na y la totalidad de hablantes de español. El resultado terminará en una cantidad enorme que sanciona positivamente el empleo.

Roberto E. Guzmán

Mayúsculas y minúsculas (II)

La semana pasada nos emburujamos con las mayúsculas y los signos de puntuación. Repasar algunos contextos que nos plantean problemas a la hora de elegir entre mayúscula o minúscula inicial nos ayudará a manejarlas con maestría y a no abusar de ellas por desconocimiento.

Solo se usa la mayúscula inicial en la primera palabra del título que designa una obra de creación. Además, los títulos deben escribirse en cursiva, lo que no deja lugar a dudas sobre donde empiezan y donde acaban: El violín de la adúltera de Andrés L. Mateo o  A mí no me gustan los boleros de Jeannette Miller. Por supuesto, si algún nombre propio forma parte del título, la mayúscula es indispensable: La biografía difusa de Sombra Castañeda de Marcio Veloz Maggiolo.

La misma norma se aplica a las partes o secciones de una obra (capítulos, artículos o columnas). La columna “Eñe. Voces del español” se publica todos los martes en Diario Libre. En este mismo ejemplo podemos observar otra norma: los títulos de diarios y revistas llevan mayúscula en la primera palabra y en todos los términos léxicos que  los componen. La sección se entrecomilla si se menciona junto al título de la publicación completa, que se escribe en cursiva. La revista Mujer Única inluye el segmento “Vivir bien”.

Muy distinto es el caso de los títulos personales y las fórmulas de tratamiento. Siempre se usan en minúscula, hasta la del mismo don Quijote. Los doctores o licenciados no lo son más con mayúscula inicial. Usen las mayúsculas solo cuando los tratamientos estén abreviados: Ud. o Dra.

El uso de la mayúscula no es caprichoso, no es signo de respeto ni de importancia. La mayúscula está regida por normas ortográficas. Conocerlas y aplicarlas correctamente es nuestra tarea de buenos hablantes.

María José Rincón

 

Llenar – márquetin – contribuyente tributario – saltina – revertir

LLENAR

No debe mostrarse extrañeza si se coloca como título el verbo llenar. Así se hace porque se considera que hay un uso del verbo que es propio de la República Dominicana y que aún falta por documentar. No consta en diccionario alguno de los dominicanismos, por lo menos en los consultados hasta ahora.

Con toda naturalidad lo utilizan los “marchantes de viandas”, así como las amas de casa. En las zonas rurales también conocen de este uso porque lo utilizan para referirse a los frutos. Leer más

Mayúsculas y minúsculas (I)

La utilización de las mayúsculas y las minúsculas está regida por normas ortográficas concretas. El hecho de que pongamos una palabra en mayúsculas no le añade relevancia ni distinción; ponerla en minúsculas no la desprestigia.

Las normas de puntuación son claras para regular la aparición de las mayúsculas.  La primera palabra de un texto siempre se escribe con mayúscula inicial; también todas las palabras que van después de punto.

Los puntos suspensivos (puntos al fin y al cabo) cuando se colocan como cierre de una frase exigen que la palabra que los sigue se escriba con mayúsculas. La ortografía siempre con sus reglas… Tenemos que familiarizarnos con ellas.

Si en nuestro escrito queremos introducir una cita, usamos los dos puntos y, tras ellos, la primera palabra citada debe llevar mayúscula inicial. La RAE afirma: “La norma, como el aire, se halla presente en todos los instantes de nuestra vida”.

Si escribimos una carta, debemos comenzarla con un saludo al que siguen los dos puntos. Pues bien, tras estos dos puntos debemos empezar con mayúscula. Siempre me ayuda recordar el merengue de Juan Luis Guerra (Querida mujer/ dos puntos/).

Cuando una oración completa es interrogativa o exclamativa y, por lo tanto, va enmarcada por los signos de interrogación (¿?) o exclamación (¡!) –siempre dobles en español-, la primera palabra de la frase que la sigue debe escribirse con inicial mayúscula. ¡Solo es cuestión de práctica! No lo olviden.

Los signos de puntuación exigen el uso de mayúsculas o minúsculas atendiendo a reglas concretas; las aprendemos con la lectura y el uso; si se les plantean dudas  cuando escriben (como nos pasa a todos) el Diccionario panhispánico de dudas, disponible gratuitamente en la red, puede echarles un cable. Úsenlo, que para eso está.

 

 

Tentado – intoxicar – zapato – cantinfleo – enchufar

TENTADO

Hace muchos años ya este adjetivo del título se utilizaba corrientemente en el habla de los dominicanos. Se recuerda sobre todo como era de uso entre los hablantes jóvenes.

La acepción que se confería a este término no es la que conoce el español general. En este el verbo tentar, del cual deriva tentado/a, es tocar para percibir o examinar. Es instigar, inducir o estimular. Es intentar hacer una cosa. Poner una persona a prueba. Leer más