Mayúsculas y minúsculas (II)

La semana pasada nos emburujamos con las mayúsculas y los signos de puntuación. Repasar algunos contextos que nos plantean problemas a la hora de elegir entre mayúscula o minúscula inicial nos ayudará a manejarlas con maestría y a no abusar de ellas por desconocimiento.

Solo se usa la mayúscula inicial en la primera palabra del título que designa una obra de creación. Además, los títulos deben escribirse en cursiva, lo que no deja lugar a dudas sobre donde empiezan y donde acaban: El violín de la adúltera de Andrés L. Mateo o  A mí no me gustan los boleros de Jeannette Miller. Por supuesto, si algún nombre propio forma parte del título, la mayúscula es indispensable: La biografía difusa de Sombra Castañeda de Marcio Veloz Maggiolo.

La misma norma se aplica a las partes o secciones de una obra (capítulos, artículos o columnas). La columna “Eñe. Voces del español” se publica todos los martes en Diario Libre. En este mismo ejemplo podemos observar otra norma: los títulos de diarios y revistas llevan mayúscula en la primera palabra y en todos los términos léxicos que  los componen. La sección se entrecomilla si se menciona junto al título de la publicación completa, que se escribe en cursiva. La revista Mujer Única inluye el segmento “Vivir bien”.

Muy distinto es el caso de los títulos personales y las fórmulas de tratamiento. Siempre se usan en minúscula, hasta la del mismo don Quijote. Los doctores o licenciados no lo son más con mayúscula inicial. Usen las mayúsculas solo cuando los tratamientos estén abreviados: Ud. o Dra.

El uso de la mayúscula no es caprichoso, no es signo de respeto ni de importancia. La mayúscula está regida por normas ortográficas. Conocerlas y aplicarlas correctamente es nuestra tarea de buenos hablantes.

María José Rincón

 

Llenar – márquetin – contribuyente tributario – saltina – revertir

LLENAR

No debe mostrarse extrañeza si se coloca como título el verbo llenar. Así se hace porque se considera que hay un uso del verbo que es propio de la República Dominicana y que aún falta por documentar. No consta en diccionario alguno de los dominicanismos, por lo menos en los consultados hasta ahora.

Con toda naturalidad lo utilizan los “marchantes de viandas”, así como las amas de casa. En las zonas rurales también conocen de este uso porque lo utilizan para referirse a los frutos. Leer más

Mayúsculas y minúsculas (I)

La utilización de las mayúsculas y las minúsculas está regida por normas ortográficas concretas. El hecho de que pongamos una palabra en mayúsculas no le añade relevancia ni distinción; ponerla en minúsculas no la desprestigia.

Las normas de puntuación son claras para regular la aparición de las mayúsculas.  La primera palabra de un texto siempre se escribe con mayúscula inicial; también todas las palabras que van después de punto.

Los puntos suspensivos (puntos al fin y al cabo) cuando se colocan como cierre de una frase exigen que la palabra que los sigue se escriba con mayúsculas. La ortografía siempre con sus reglas… Tenemos que familiarizarnos con ellas.

Si en nuestro escrito queremos introducir una cita, usamos los dos puntos y, tras ellos, la primera palabra citada debe llevar mayúscula inicial. La RAE afirma: “La norma, como el aire, se halla presente en todos los instantes de nuestra vida”.

Si escribimos una carta, debemos comenzarla con un saludo al que siguen los dos puntos. Pues bien, tras estos dos puntos debemos empezar con mayúscula. Siempre me ayuda recordar el merengue de Juan Luis Guerra (Querida mujer/ dos puntos/).

Cuando una oración completa es interrogativa o exclamativa y, por lo tanto, va enmarcada por los signos de interrogación (¿?) o exclamación (¡!) –siempre dobles en español-, la primera palabra de la frase que la sigue debe escribirse con inicial mayúscula. ¡Solo es cuestión de práctica! No lo olviden.

Los signos de puntuación exigen el uso de mayúsculas o minúsculas atendiendo a reglas concretas; las aprendemos con la lectura y el uso; si se les plantean dudas  cuando escriben (como nos pasa a todos) el Diccionario panhispánico de dudas, disponible gratuitamente en la red, puede echarles un cable. Úsenlo, que para eso está.

 

 

Tentado – intoxicar – zapato – cantinfleo – enchufar

TENTADO

Hace muchos años ya este adjetivo del título se utilizaba corrientemente en el habla de los dominicanos. Se recuerda sobre todo como era de uso entre los hablantes jóvenes.

La acepción que se confería a este término no es la que conoce el español general. En este el verbo tentar, del cual deriva tentado/a, es tocar para percibir o examinar. Es instigar, inducir o estimular. Es intentar hacer una cosa. Poner una persona a prueba. Leer más

Una a una

Acrecentar nuestro vocabulario no es paja de coco. Como casi todas las tareas que parecen inabarcables conviene comenzar paso a paso. Propónganse aprender una nueva palabra cada día. Unas aparecerán muchas veces en su vida diaria y otras se convertirán en pequeños tesoros para llamar por su nombre algunos detalles que pueden parecer insignificantes pero que están diariamente ante nuestros ojos.

Nada es tan cercano como nuestras manos. De pequeños nos enseñaron los nombres de los dedos (meñique, anular, corazón o medio, índice y pulgar) pero ¿saben cómo se denomina la distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar a la del índice, separado el uno del otro todo lo posible? Esa medida es el jeme, del latín semis ‘mitad’. En la raíz de nuestras uñas hay una pequeña mancha blanquecina. Llámenla lúnula, del latín lunula, diminutivo de luna, por su forma semilunar (aquí tienen otra hermosa palabra) y su color blanco.

Prueben a mirarse la oreja en el espejo y fíjense en una pequeña prominencia que está justo delante del conducto auditivo. Se llama trago. La que está situada en la parte inferior, opuesta al trago, se denomina antitrago.

Si mientras se miraban al espejo y encontraban ese trago y antitrago que no sabían que tenían, esbozaron una sonrisa, puede que en ella apreciaran un espacio en la encía más o menos ancho que separa algunos dientes. Si tienen que referirse a él llámenlo diastema, del griego διάστημα, ‘intervalo, distancia’.

Empiecen por lo que tienen más cerca o por lo más lejano; por lo útil o por lo intrascendente; por  cosas concretas o por realidades inaprensibles. Hay palabras para nombrarlo casi todo y nos quedan muchas por aprender.

 

Los puntos suspensivos

Introducción

Los puntos suspensivos indican generalmente que falta algo para completar lo que se desea expresar. Siendo esta su principal función, resulta curioso que se represente gráficamente con varios puntos consecutivos (…): si un punto único (.) marca el final de un enunciado, párrafo o texto, el mutiplicarlo por tres no debería denotar la idea totalmente opuesta de algo inacabado o incompleto. De todos modos, esa ha sido la regla en la ortografía española desde por lo menos el siglo XV. Leer más

Salonear – demeritar – atesorar (cautivar) – apeadero

SALONEAR

Los diccionarios generales de español no tienen noticias de este verbo. El Diccionario de americanismos de la ASALE (2010) trae una acepción. Puesto que en ninguno de los diccionarios consultados se ha encontrado noticia del verbo usado de la manera en que se hace en República Dominicana, por esa omisión, se trae ese verbo en esta ocasión a estas reflexiones acerca de la lengua con la intención de que no se pierda la acepción dominicana. Leer más

Hermosa cuenta corriente

El premio nobel Joseph Brodsky recomendaba: “Cuidad vuestro vocabulario como si se tratase de vuestra cuenta corriente. Dedicadle todo tipo de atenciones e intentad engrosarlo”. Pero ¿cómo?

La primera vertiente es la atención que le dedicamos al que ya poseemos. ¿Conocemos su verdadero significado? Nuestro auxilio fundamental en esta tarea es el diccionario. Con su consulta podemos acercarnos a los matices más sutiles de cada significado. Podemos conocer observaciones sobre uso gramatical o sobre la valoración social que impregna una palabra y que la hace apropiada o no para su utilización en determinado momento.

La segunda vertiente es la aspiración de aumentar nuestro caudal léxico. En cuestiones de amplitud léxica no se aplica la máxima “menos es más”. El tamaño sí importa. Más palabras (y mejor conocidas) suponen más capacidad de observación y de aprehensión del mundo que nos rodea y, por supuesto, más acierto para expresarlo y comunicarlo.

Hay muchas actividades que pueden ayudarnos a acrecentar nuestro vocabulario. La lectura es la primordial. Lean y, cuando lean, señalen las palabras que les planteen dudas. A veces no es necesario dejar el libro y consultarlas de inmediato. Traten de deducir el significado por el contexto de lo que leen y sigan con su lectura. En cuanto puedan, recurran al diccionario. Hasta aquí habremos incorporado el nuevo vocablo a nuestro vocabulario pasivo. El siguiente paso es hacer nuestra la palabra buscando la ocasión de utilizarla en nuestra vida diaria, aunque sea como un juego. Mi hija Natalia es especialista en esto. Todos notamos que ha aprendido una nueva palabra porque la usa hasta en la sopa.

La imagen de Brodsky acierta al considerar nuestro vocabulario como una riqueza. ¿Alguna vez lo habían visto así?

Diminutivos creativos

De unas palabras nacen otras. Con los sufijos creamos nuevas palabras por derivación; entre los más creativos están los diminutivos. A fuerza de usar una palabra en diminutivo aplicada a una realidad concreta los hablantes logramos que adquiera nuevos significados y pase a considerarse un nuevo término. Leer más

Pote – segar (cegar) – bocina (corneta) – casa docente – dejar atrás

POTE

“Interesantes son el salón lleno de POTES antiguos para medicinas y el hermosísimo el (sic) jardín típico de la época”.

En sentido general se conviene fácilmente en lo que un pote es en la mayoría de los países hispanohablantes. Sin embargo, la lengua tiene sorpresas reservadas. Aquí se recordará un pote muy particular que pertenece al habla de los dominicanos.

En general un pote es un recipiente cilíndrico y alto que sirve para guardar licores y otras sustancias. La diferencia entre el pote y el bote es que el último es pequeño y generalmente redondo para guardar pequeñas cantidades de cosas, que no son usualmente licores.

El frasco es un  recipiente de vidrio, semejante a una botella que se usa para guardar líquidos o sustancias en polvo. Al alcanzar este punto se hace necesario hacer un giro para centrar el interés en el pote y el frasco dominicanos.

El pote dominicano es una botella de ron. Este pote es un “recipiente de diversos tamaños, generalmente provisto de tapa”. Así lo tipifica el Diccionario del español dominicano (DED, 2013), obra que ilustra el uso con una cita.

Hay que establecer una diferencia entre un “pote de romo” y una “botella de romo”. El primero corresponde a lo que se llama “media botella” que se supone que es la mitad de la botella. La botella es la medida que se asemeja a un litro, por lo menos esa es la palabra que se utiliza para esa medida. Esa botella es la medida cuyo contenido equivale a 700 cc.

Por las noticias que se tienen en el Cibao llaman “frasco” al “pote de romo”. No se extrañará un dominicano, pero un extranjero en la República Dominicana puede mostrar sorpresa al leer u oír que al ron se conoce allí con el nombre de “romo”.

Hay que mencionar aquí también lo que en la RD se entiende por “tercia”, que es una medida de líquidos equivalente a ¼ de botella. Todavía hay una medida más curiosa para el ron, es lo que se llamó una “japonesa”. Era una “tercia de ron” vertida en una botella de Coca-Cola de las pequeñas que tenían todas sus curvas. Con respecto a las medidas se han extraído informaciones  de un artículo de J. A. Cruz Brache, publicado en la Revista dominicana de folklore, núm. 1, marzo 1975.

La hipótesis que adelanta el curioso redactor de los asuntos de la lengua con respecto de la voz “romo” es que para un bebedor de bebidas espirituosas la palabra ron es muy corta, es un monosílabo, por eso recurre a “romo” que es palabra más larga y tiene más resonancia. Además, la resaca del romo es muy larga como para que se la atribuya a una bebida con un nombre tan corto.

 

SEGAR – CEGAR

“. . .si se le compara a la instantánea brevedad con que los explosivos que estallaran por orden de este sujeto CEGARAN la vida de decenas de personas aquel. . .”

Tal parece que la tarea no termina. Por desventura, asuntos que se tildan de básicos o elementales distraen la atención de los estudiosos de la lengua. El error que se halla en esta frase copiada parece salido de un escrito de estudiante de escuela primaria. Es una vergüenza que se encuentre en un artículo salido del teclado de una persona culta.

Como es una pifia básica se presumirá que aquí se produjo por distracción del redactor. Hubo un desliz que pasó inadvertido y se publicó el artículo con esta falla. En muchas ocasiones estos gazapos no son detectados a tiempo porque no se les pasa el lápiz rojo a los artículos que envían los columnistas.

En español hay varios verbos que al decirlos se parecen mucho. Estos verbos que aparecen a manera de título en esta sección son un ejemplo de eso. Los significados de los verbos en cuestión son muy disímiles. La afinidad se reduce solo al parecido en la forma de decirlo. Este tipo de error se produce con mayor frecuencia en Hispanoamérica puesto que los hablantes de esta vasta región hispanohablante no enuncian la diferencia entre la ese /s/ y la ce /c/.

Las dos palabras del título son parónimas. Son vocablos que se diferencian solamente por una letra, pero que tienen significados diferentes. Son palabras fonéticamente parecidas, más aún en Hispanoamérica, donde no se pone tanta atención a la diferencia entre la /c/ y la /s/ como se señaló antes.

Cegar es perder completamente la vista; es hacer que una persona o animal pierda la vista. Es perder momentáneamente la vista a causa de una luz intensa, deslumbrar. Por extensión es impedir que una persona razone debidamente, ofuscar, obcecar.

Segar es cortar la mies o la hierba con algún instrumento o máquina a propósito. Es además cortar algo que sobresale. Hay otro significado en el lenguaje literario que es “cortar violentamente”, interrumpir el desarrollo de una cosa de forma brusca.

Tan pronto se termina de verificar las acepciones que poseen los dos verbos del título salta a la vista el error cometido. Es más, “segar las vidas” es casi un lugar común, es cortar el proceso de la vida, interrumpirlo; generalmente de forma violenta, brusca. Este error que se encuentra en este escrito es del tipo que se llama error infantil.

 

BOCINA – CORNETA

“. . .en una unidad la CORNETA no trabaja, en otra las luces de emergencia tampoco”.

El fin que se persigue en esta sección es dejar clara la diferencia que existe en el español dominicano entre las dos palabras del título. Asimismo, se aprovechará la ocasión para examinar las diferentes acepciones dominicanas del vocablo bocina.

Para los fines de esta sección la corneta que interesa es la que en Venezuela llaman de claxon. En ese país también conocen con ese nombre lo que el DRAE asienta como altavoz. Este claxon de Venezuela deriva de la marca inglesa klaxon. No es esta una voz desconocida de los dominicanos. Hace más de cincuenta años se utilizaba este vocablo en el habla de los dominicanos.

En la actualidad los dominicanos se conforman con llamar simplemente “bocina” a todo tipo de bocina eléctrica para automóvil. Entiéndase por esta la que produce un sonido fuerte que sirve para avisar a los conductores y peatones.

En materia de vehículos automotores los dominicanos establecen una diferencia muy clara entre la simple “bocina” y la “corneta”. La bocina es la que en otros países llaman con el nombre de pito (cuidado con esta palabra en algunos países) y para los nacionales dominicanos es la que está colocada en alguna parte oculta del vehículo, que no se ve.

La corneta era o es la que se exhibía fuera del vehículo, como por ejemplo sobre el guardalodo (guardafango), o sobre el bonete; y, en los casos de los camiones o “vehículos pesados” sobre el techo de la cabina del conductor.

El claxon era una corneta niquelada bellísima que era o es capaz de emitir un sonido en decibeles insospechados que puede mover montañas (hipérbole) de en medio de las vías públicas.

Ya después de estas explicaciones anteriores debe entrarse en el tema de las otras bocinas dominicanas. Una “persona que transmite las opiniones de otra” es una bocina, así aparece recogida en el DED. Además la locución verbal “ser bocina de alguien” se le aplica a la persona que “repite lo que alguien dice”.

Las acepciones que forman parte del español común se dejan fuera de esta sección. Antes de cerrar esta sección vale la pena que se mencione que en Cuba llaman bocina a la tapa metálica con que se cubre el buje de las ruedas de los automóviles. En República Dominicana denominan esa pieza con el nombre “tapabocina”.

 

CASA DOCENTE

“. . .anunciaron el miércoles planes para que médicos de la CASA DOCENTE comiencen a suministrar servicios a pacientes hospitalizados. . .”

Es una constante en los escritos cortos la tendencia a evitar repetir las mismas palabras. Ese cuidado es loable en un principio, mientras que llevado al extremo puede hacer que la persona que escribe acuda a locuciones y expresiones difíciles de descifrar.

Es inevitable que quien escribe utilice los términos que mantiene en su vocabulario activo al tiempo que se aleja de las voces más usuales, esto sin que se pierda el hilo del mensaje.

En esta sección  no hay una crítica, sino más bien una observación acompañada de un recuento de las creaciones de que se echa mano con respecto del título para no repetirse. También se incluirán aquí las variantes que se producen en los diferentes países para mencionar el objeto de que se trata.

Por el contexto a que se refiere hay que concluir que esta “casa docente” es un “centro de enseñanza”. Es lo mismo que en otros países llaman “alta casa de estudios” para referirse a la enseñanza universitaria. No hay que sorprenderse si se lee que en otros países denominan “centro de estudios superiores” a los mentados establecimientos. El nombre de “escuela de altos estudios” es otro nombre usado con el mismo propósito.

Otra posibilidad es escribir o decir “centro de estudios universitarios”. Las combinaciones que pueden lograrse son muchas. La enumeración que aquí se hace no es exhaustiva, sino solo ilustrativa.

 

DEJAR ATRÁS

“. . .metido a los perros en una funda de almohada y haber huido DEJANDO ATRÁS una computadora portátil. . .”

Lo que se encuentra en medio de esta sección es esa expresión del título “dejar atrás”, que no tiene cabida en el español general en un contexto como el copiado.

Primero se pasará revista a los valores con que se acepta en el español internacional la expresión estudiada aquí. Luego se propondrá una solución a la redacción para al final demostrar el calco de donde procede en un caso de uso correspondiente a esta redacción.

“Dejar atrás” es adelantar a alguien en una carrera o superarle en cualquier cosa; eso en cuanto la acción la ejerce una persona sobre otra. En los casos en que se trata de cosas, entonces es superar una cosa a otra. Los ejemplos son fáciles de recordar: “Fulano dejó atrás a los demás en la carrera de fondo”. “Este vino deja atrás los demás de la competencia”.

La locución verbal del título al ser definida por el DRAE lo hace con referencia a alguien o a algo y lo hace mediante el empleo de dos verbos: “adelantarlo, aventajarlo”. Esto es, ganar la delantera a alguien o algo. Es exceder a alguien. Llevar o sacar ventaja, superar o exceder a alguien en algo.

Con los casos que se examinan más arriba termina lo que se reconoce y acepta en el español general. Cabe aquí que se haga la pregunta: ¿De dónde sale que se haya usado del modo en que lo hizo el periodista? La respuesta es que es un calco del inglés.

Lo que se hizo en la cita fue adoptar el contenido semántico de la expresión extranjera to leave behind utilizando palabras del español, sin parar mientes en que no poseen las voces el mismo valor en las dos lenguas.

Si se coteja el significado de la locución con el sentido de la oración transcrita, puede percatarse quien así lo hace que en realidad lo que hizo la persona en la cita fue que “olvidó” una computadora portátil, que no se la llevó.

No hace falta “llover sobre mojado” con respecto de este asunto de los préstamos, calcos, falsos amigos y otras lindezas que escapan al escrutinio y cuidado de personas versadas en más de una lengua cuando escriben en español.