Popola, achicharrar(se)

Por Roberto E. Guzmán

POPOLA

“Tú eres el rey de la POPOLA, no la dejes sola pa´que no le den una bola”.

La voz popola suena acariciadora. Puede decirse que es una voz dulce; tiene connotación de habla infantil. Popola y popolita hacen recordar nombres que se ofrecen a los niños para denominar partes del cuerpo cuyos nombres entre adultos son vulgares y entre letrados son cultos, suenan raros. El tipo de palabras del título tiene escasa circulación en la expresión escrita; casi siempre se reserva para conversaciones privadas. Las razones para que sea así son variadas.

En la historia reciente de las canciones dominicanas, las letras han dado un gran salto. Ya no se esconden las palabras obscenas. Cada vez se desnuda más el lenguaje y se hace más explícito. El “doble sentido” ha ido desapareciendo. Esto es quizás el resultado de que las palabras moldean el mundo, pero también lo reflejan. “Ahí me planto” es la frase elegida por este redactor para evitar entrar en ese aspecto del tema.

Con respecto de las palabras consideradas obscenas, debe de recordarse que por lo general estas suscitan emociones inexpresadas. Algunas que se publican o se usan en público en la actualidad revisten el sabor de la transgresión; se erigen en una crítica a la falsedad de la fachada moral de la sociedad.

Aunque se viva en sociedad, todas las personas no reaccionan de la misma manera ante el uso de palabras reales para nombrar hechos de la vida. Algunas profesiones tienen sus códigos para denominar algunas acciones; por ejemplo, cohabitación, relación carnal, adulterio, infidelidad, corrupción y estupro son palabras que en la calle reciben otros nombres descarnados que muchas veces muestran el disgusto o desaprobación del acto por medio de la censurada palabra.

Si se toma desde el ángulo lingüístico, la amplitud del vocabulario sexual puede aceptarse como un índice de la vitalidad de la lengua y de la riqueza de la imaginación de los hablantes del país. No puede negarse que la sexualidad ocupa un lugar preponderante en la vida humana y, en consecuencia, existe una gran creatividad; es un área fecunda y dinámica en el habla del humano de a pie.

Durante largo tiempo los diccionarios ignoraron las palabras que se consideraban crudas y con ello fallaban en su misión de transmitir o asentar el conocimiento. C. J. Cela asegura que “la vulva del diccionario no es el coño del pueblo, sino tan solo una parte de él”.  Diccionario secreto (1968-I-13). Se plegaban -los diccionarios- a la prohibición del tabú, que puede provenir del miedo, de la delicadeza y de la decencia. En casos como este es posible escribir que el lenguaje está al servicio del hecho social.

Los hablantes y escribientes de la lengua en esa condición obedecen a varias motivaciones cuando emplean en público palabras proscritas por “los escrúpulos de María gargajo”. No hay que rasgarse las vestiduras ante las palabras malsonantes.

La palabra del título existe desde hace largo tiempo en la lengua dominicana. Lo nuevo con respecto de esta es usarla en público. En algunos casos quienes de ese modo actúan lo hacen para escandalizar, para protestar contra las convenciones sociales que enmascaran la realidad con adornos retóricos y eufemismos. A lo recién mencionado Lacan añade la metonimia y la metáfora como recursos fundamentales en la elaboración de nuevas palabras en general; recurso que puede considerarse aplicable a la terminología sexual “de pueblo”. En el área sexual ocurre lo que Michel Bréal llamaba los “desarrollos peyorativos” del lenguaje.

Algunas actitudes del ser humano se reflejan a través del léxico sexual, tómese por ejemplo el machismo tropical y caribeño para denominar el pene. Todas las palabras elegidas son alusivas a la rigidez de este, a la fortaleza.

La popola tiene otros nombres más indecentes, escandalizadores. Ya más arriba se apuntó que es usado para denominar la vulva durante la niñez porque la realidad impide que se quede sin nombre. Por este medio el uso de este tipo de palabra no se celebra ni se censura.

 

ACHICHARRAR(SE)

“El ACHICHARRAMIENTO de más de noventa por ciento de los aspirantes a profesores…”

En el español dominicano hay dos verbos que tienen relación entre ellos, con acepciones especiales, muy dominicanas. Esos dos verbos en el título, achicharrarse, y, quemarse hasta en su valor semántico dominicano tienen relación.  Más adelante se revisarán las acepciones correspondientes anunciadas y se emitirán juicios con respecto a la redacción de estas.

El verbo achicharrar es un aumentativo de la acción de quemar, eso que en la lengua general se entiende por “quemar en exceso”. Por esa cualidad, en el español dominicano cuando el verbo quemar se usa en una de las acepciones propias de esa variante de español, puede recurrirse al verbo “quemarse”, como en el ejemplo en cabeza de esta sección.

En la cita puede recurrirse a una de las acepciones, “No aprobar un profesor a un alumno en un examen”. “Suspender un alumno un examen”. En el caso específico citado, como un porcentaje elevado de candidatos que no alcanzaron la calificación aprobatoria, el redactor echó manos del verbo achicharrar para elevar el grado del fracaso.

El verbo quemar cuenta con otras significaciones en el español dominicano. “Vender una cosa muy barata”. “Copiar datos, música o imágenes en un disco digital”. “Rozarse alguien el cuerpo con el de otra persona con intención erótica”. Esta son las más usuales, pues hay otras más.

Puede escribirse aquí que el verbo achicharrar debe esa formación a una onomatopeya, el ruido que produce aquello que se quema. En el siglo XVII el verbo era chicharrar, abrasar. De la misma forma en como sucedió con otros verbos, a este se le añadió una vocal /a/ al principio que se integró y derrotó la forma originaria.

En las conversaciones y hasta en programas televisivos algunas personas utilizan el verbo quemar para dar a entender que una persona, especialmente personalidad pública, se sobrexpone a través de los medios de comunicación causando mediante ese proceder una impresión negativa.

Esa podría ser una nueva acepción para el verbo, pues no se ha logrado hacerla entrar en la conceptualización que existe para el verbo.

Del mismo modo que en otras ocasiones, una vez más hay que reconocer que el hablante de español dominicano aprovecha los recursos existentes en la lengua para explotarlos y comunicar de modo elocuente sus sentimientos.

Mojiganga, entrejunta

Por Roberto E. Guzmán

MOJIGANGA

“… así como acabar con la MOJIGANGA que…”

El vocablo del título no lo crearon los dominicanos. Lo que sí han hecho los hablantes de español dominicano es añadir nuevas acepciones a este vocablo.

La palabra mojiganga comenzó en español conocida por boxiganga. No hay que sorprenderse por el cambio experimentado. Recuérdese que la letra jota /j/ no existía todavía a principios del siglo XVII. En el siglo XVIII se conservó el nombre mojiganga solamente en sentido figurado para “farsa, cosa ridícula con que parece que uno se burla de otro”. La palabra del español pasó al catalán y al portugués.

En el Diccionario de autoridades (1732-II-587) aparece escrito mojiganga con la acepción copiada más arriba. Allí se añade, “Fiesta pública que se hace con varios disfraces ridículos, enmascarados los hombres. . .” (Versión moderna RG).

En el español dominicano el reconocimiento de la palabra estudiada aquí se produjo en el año 1940 cuando P. Henríquez Ureña la escribió en plural, mojigangas, con el sentido de “máscaras”; este estudioso agregó, Por extensión, ‘ridiculeces, tonterías, ficciones’. D. Pedro menciona además el verbo “mojiganguear” al que identifica como juguetear.

Cuando Patín Maceo se ocupó de las palabras mojiganga y mojigangas; para la primera la trata de “Barbarismo por máscara”. Trae la locución Estar de mojiganga con el sentido de “Estar en ridiculez”. Para el plural mojigangas, asienta, “Gestos, ademanes, bravatas”.

No hay que olvidar que la semilla de la acepción de la máscara dominicana para mojiganga apareció en el Diccionario de autoridades, con las palabras “disfraces, enmascarados”. En De nuestro lenguaje y costumbres (1967:63) la mojiganga aparece tipificada por, “Algo que hace de hazmerreír”.

Al leer estas significaciones recogidas en el habla para la palabra mojiganga, eso permite que el lector comience a hacerse una idea de la vía por la que se encamina el habla dominicana con respecto a la palabra. Hay que resaltar que en las acepciones que presenta el diccionario oficial de la lengua española el acento está colocado todavía sobre los disfraces y la acción burlona y la obra teatral breve.

El hablante americano de español en México, Panamá y Honduras retuvo el rasgo del disfraz ridículo y el entorno de la fiesta para su mojiganga que es una figura gigante de madera y trapos en las festividades.

El hablante dominicano hizo de mojiganga, “Persona que es objeto de burla o sirve de diversión a otras”. Así mismo usa mojiganga para referirse a, “Falta de seriedad y orden”. Aunque no se ha encontrado en los lexicones, se ha oído y usado mojiganga para calificar a una persona de poca o ninguna valía. Expresarse diciendo que una persona es un o una mojiganga es hacerlo de modo despectivo. Se ha oído decir que un hombre es un mojiganga, sobre todo cuando la compañera de vida es quien lleva la voz cantante.

La palabra mojiganga ha dado pie a varias locuciones bien acreditadas por el uso. En el habla dominicana, “coger de mojiganga, estar de mojiganga, poner de mojiganga, ponerse de mojiganga”. La nota en estas locuciones va de la mofa, a la ridiculez, hasta someter a una persona a la voluntad y capricho de otra.

Puede afirmarse sin riesgo a equivocación que mojiganga ya no se usa para máscara. Si va vestido de manera extravagante puede que se diga que esa persona es o parece una mojiganga. La persona de quien se dice que es mojigangosa es la que presenta características de ridiculez.

Como la palabra ha rodado en el habla americana, no podía faltar alguien que procurara encontrarle un origen diferente al peninsular. D. Fernando Ortiz va a las lenguas bantúes y explica que el brujo nga, nganga vestía de forma ridícula y extravagante, colores chillones, máscara, campanillas y cencerros. Él entiende que de estos personajes sacó el español la mojiganga del teatro. El citado autor trae en auxilio de su teoría abundante material. Glosario de afronegrismos (1924:322-6).  El Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico alude a Ortiz, pero descarta sus teorías.

 

ENTREJUNTA

“Los que dicen poner candados se conforman con que la puerta esté ENTREJUNTA…”

La búsqueda que se ha emprendido para dar con las menciones de la palabra del título en diccionarios de la lengua general no ha sido productiva.

La primera mención de la palabra entrejunta en un lexicón aparece en el Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Allí se atribuye su uso al habla cubana.

Algo curioso es que al repasar los lexicones de habla cubana no se encontró rastro de esta. La misma tarea se acometió entre los repertorios de habla dominicana. La primera mención del adjetivo “entrejunta” se encontró en el Diccionario del español dominicano (2013:291).

El autor de estos comentarios acerca de la lengua recuerda el uso de la palabra desde los años de su juventud cuando era un adolescente hace más de sesenta años. En el habla familiar se usaba para pedir a alguien que no cerrara completamente una puerta.

El español general conoce el verbo entornar que deriva en el adjetivo entornado, a para “Volver la puerta o la ventana sin cerrarla del todo”.

Es pertinente llegado a este punto hacerse la pregunta acerca de si usar una composición semejante, entrejunta, es acertada para expresar dejar una puerta o una ventana sin cerrarla del todo.

Al revisar el Diccionario de la lengua española, es decir, el de la Asociación de Academias de la Lengua Española, se encuentra que “entre” puede servir para mentar “Situación en medio de dos o más cosas” o “estado intermedio”. Con respecto del verbo “juntar” este comunica “entornar, cerrar una puerta o una ventana sin echar llave o pestillo”.

Así, ya no cabe sorpresa de que los hablantes de español de Cuba y República Dominicana recurran a entrejuntar para, “Referido a una puerta o ventana, que no está cerrada del todo”.

Si se toma en consideración lo escrito más arriba con respecto a encontrar el vocablo en los lexicones cubanos, esto mueve a pensar que no es un uso antiguo, o, es de uso esporádico. Esa consideración puede aplicarse también a la República Dominicana.

Jurungar, lechón, cháchara

Por Roberto E. Guzmán

JURUNGAR
“… sino que saldrá de nuestros bolsillos, ya rotos, y cansados de tanto JURUNGARLOS”.

El verbo jurungar procede de las hablas dominicana y venezolana. De este modo lo reconoce el Diccionario de la lengua española cuando asentó esta voz en calidad de propia de los dos países cuyas hablas se mentaron más arriba. El reconocimiento antes señalado se produjo en la edición del año 2001.

Las fuentes bibliográficas apuntan en la dirección de una aparición relativamente reciente para el verbo jurungar en el habla dominicana. Esto inclina a hacer pensar que el origen del verbo se produjo en Venezuela, por lo menos con esta grafía.

La primera noticia del verbo escrito jurungar en un repertorio de voces propias del habla dominicana se encuentra en Del vocabulario dominicano de D. Emilio Rodríguez Demorizi, “Jurungar. Embromar. Punzar. Meter un dedo o algo en una cavidad. Molestar. Pinchar”. (1983:143).

Con anterioridad a esta cita hubo alguna noticia acerca de jurungal con un verbo como sinónimo o equivalente, pinchar. Así se halla en Criollismos de Rafael Brito. Llama la atención que este autor haya escrito jurungal, con una letra ele /l/ al final, si se toma en cuenta que su fuente principal de voces vernáculas procede de la región del Cibao, donde la terminación sería otra y no ele /l/. En esa obra Brito en varias ocasiones presenta las palabras escritas de la forma en que la pronunciaban los lugareños del Cibao, con la letra /i/ en lugar de la erre /r/.

Hay que destacar el tiempo transcurrido entre la primera mención de una voz parecida al verbo y la aparición del verbo mismo en un repertorio de voces.

A don Ángel Rosenblat el origen de la palabra le parece indudable “. . . jurungar se formó por cruce de dos verbos: jurgar (hurgar) y jeringar”. La primera mención escrita de este verbo la encontró este investigador en un escrito del año 1859, escrito jorungar, con el valor de escarbar. Unas líneas más adelante, escribe, “. . . en Venezuela, las Antillas, América Central. . . es frecuente que se emplee. . . “no se la jurungue” [la nariz]. Buenas y malas palabras 1974-II-41). Para “introducirse los dedos en las fosas nasales”, es como el autor de estos comentarios recuerda haber oído en su niñez por primera vez el verbo jurungar.

Como es natural que ocurra en casos como este, una palabra que cobra vigencia en el habla tiende a ampliar su ámbito semántico, porque el hablante, o los hablantes, usan la voz aunque no sepan con exactitud el campo específico que cubre.

En Venezuela en el año 1977 ya se utilizaba la voz en cuestión con el valor de, “hostilizar, molestar, provocar la ira de alguien”. Léxico popular venezolano (1977:189).

En los predios rurales la voz pasó a significar “Escarbar. Provocar a alguien”. Ahí está la palabra del campo, escarbar; junto con la idea de pinchar, punchar, pero en sentido figurado, en tanto acción ejercida pero no físicamente. Cuando el verbo del título sentó reales en el ámbito citadino y por ende culto, la acepción tomó rumbo más elevado, “Hurgar, revolver, escarbar”. Este valor se documentó ya en el año 1912. Diccionario de venezolanismos (1993-II-37).

Más adelante en la lexicografía venezolana registró acepciones insospechadas cuando llegó a “Registrar por curiosidad los objetos de otra persona”. En sentido figurado alcanzó a tipificar, “Investigar algún asunto”. Diccionario del habla actual de Venezuela (1994:290).

En el habla de la República Dominicana el verbo jurungar adquirió acepciones desconocidas en otros países. “Estropear algo con lo que se ha estado operando. Maniobrar repetidamente con una cosa. Estropearse un aparato o maquinaria”. Llama la atención la proyección del verbo hacia estropear y maniobrar. En estos casos se produjo un salto que solo el tiempo, la distancia, el medio social y el uso en diferentes circunstancias pueden explicar. Diccionario del español dominicano (2013:400).

 

LECHÓN

“Hay que celebrar que los LECHONES de Santiago no son. . .”

Lechones es el plural de lechón. El lechón es un cochinillo que todavía mama. De allí le llega el nombre lechón, pues mama leche. El cerdo tiene fama de ser un animal sucio (cochino), de donde por extensión se califica con este adjetivo a la persona puerca, desaseada. También se usa la palabra lechón en funciones de nombre para el cerdo macho sin importar la edad de este.

Luego de esa entrada obligatoria hay que enfocarse en el lechón de Santiago de República Dominicana. En esa ciudad casi siempre se usa el nombre en plural, “lechones de Santiago”.

Los lechones de Santiago son las “máscaras que acuden al desfile de carnaval vestidos de diablos”. Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005:222). Este disfraz casi siempre lleva cuernos (cachos) añadidos a la careta, sobre la frente o la cabeza, porque así era la representación del diablo. En el caso del “Baile de lechones”, en lugar de disfraz de diablo llevan caretas (máscaras) de lechón.

En Santo Domingo, la capital, se llama “diablo cojuelo” al personaje disfrazado que en Santiago se denomina Lechón. Es posible que esta diferencia entre los nombres nunca sea bien explicada, sobre todo por sus motivos. En Montecristi a los personajes disfrazados del período de carnaval llaman de “toros”.

En los últimos tiempos se ha propagado la costumbre de llamar diablo a todos los personajes disfrazados con trajes llamativos y máscaras elaboradas; sobre todo si llevan cuernos y látigo.

 

CHÁCHARA

“. . . la movilidad en el Gran Santo Domingo no es para CHÁCHARAS. . .”

En verdad, en verdad os digo. . . este vocablo del título se incluye en esta columna para aprovechar y tratar el tema de la onomatopeya y el uso de esta en el español dominicano.

Cháchara es palabra de raíz onomatopéyica romance klakk- “charla”.

Para el objeto de esta exposición solo se insistirá sobre la significación “conversación frívola”. Al español llegó del italiano chiàcchiera que en esa lengua era “conversación sin objeto y por mero pasatiempo”. En italiano tienen un verbo para el ejercicio de esta acción, chiachieràre. Al pasar al español pasó con el sonido de /ch/ y no de /k/ como correspondía por el origen.

En portugués J. P. Machado sostiene que cháchara llega a esa lengua desde el español y tiene “etimología obscura” y alude a A. Nascentes que escribe, “El español tiene cháchara que la Academia Española y M. Lübke consideran vocablo onomatopéyico”. [No obstante] L. Erguilaz da un étimo árabe, con significado de “ruido tumulto”. (Versiones españolas de RG).

La onomatopeya alude a la relación existente entre la cosa que se designa y el sonido de la cosa, al ruido, o voces en el caso de algunos animales con la unidad léxica que se crea para imitarlos. La imitación del sonido se hará de acuerdo con los parámetros de la lengua en cuestión.

La representación de algunos sonidos (onomatopeya) cuenta con la aceptación de los segmentos cultos de los hablantes. Esto no es objeción para que en algunas hablas se sientan con derecho de imitar el sonido a su manera. Es clásica en lingüística la diferencia en la representación de los sonidos de los animales en distintas lenguas por las diferencias que estas arrojan.

Los dominicanos para referirse al sancocho que hierve lo hacen diciendo, plopló. El sonido de un disparo de arma de fuego es tituá. Para dar a entender que algo sucede de modo súbito, ¡rián! Pimpán para el golpe propinado, tras, para el desgarre de una tela; tóquiti para el golpe accidental, especialmente si se recibe en la cabeza. Curcur o culcul, para líquido ingerido con rapidez. ¡Fua!, se fue la luz. Algunas de estas onomatopeyas se tomaron de Retablo de costumbres dominicanas (1991:146).

Una vez que estos sonidos se integran en la lengua en cuestión pueden conducirse como palabras, aceptan el plural, por ejemplo. En algunas lenguas pueden dar lugar a verbos. Se piensa que la lengua que crea onomatopeyas con mayor facilidad es el inglés.

Buhonero, complejo, alcaide/alcalde

Por Roberto E. Guzmán

 BUHONERO

“Para muchos BUHONEROS de la avenida Duarte. . .”

La idea que se tenía acerca del buhonero ha cambiado con el transcurso del tiempo. En principio el buhonero era un vendedor ambulante que se trasladaba de un lugar a otro con sus mercancías. Se le tenía por persona que alababa en exceso el valor de su mercancía, que exageraba la cualidad de sus productos.

En algún momento el buhonero iba a la “plaza del mercado” de los poblados. Para las personas que vivían en poblados alejados de establecimientos comerciales era conveniente comprar del buhonero porque eso les evitaba el penoso viaje por caminos muchas veces difíciles.

Este comerciante al por menor traficaba con productos menores, pequeños y baratos que podían ser adquiridos por los residentes de las zonas rurales. Más adelante en la historia una vez que el buhonero dominicano fijó un punto para sus ventas, aunque fuera al aire libre, dejó de ser ambulante y se especializó en las baratijas. En periódicos dominicanos del siglo XIX se mencionaban estos vendedores ambulantes y se entendía en esos años que esa actividad era una de las favoritas de los inmigrantes de origen sirio, libanés, palestino, inmigrantes conocidos en toda América con el gentilicio de turcos.

Un fenómeno que se ha producido en la circulación de los artículos que comerciaban los buhoneros es que se han “establecido”. Esto es, se han fijado en mercados de pulgas donde venden objetos nuevos, usados y chucherías.

El Diccionario de la lengua española en la segunda acepción para la palabra del título asienta que buhonero es “vendedor ambulante” en República Dominicana y Venezuela. Esto ya no es parte de la realidad dominicana. Los vendedores ambulantes que existen en República Dominicana, son los que negocian con alimentos perecederos. Vale que uno se pregunte si todavía quedan buhoneros que visitan las recónditas zonas rurales del país dominicano.

Los vendedores ambulantes en la actualidad se transportan en motonetas, camionetas, camioncitos, motocicletas y otros tipos de vehículos; hasta el caballo ha sido desechado. En lugar de pregonar sus mercancías a viva voz, lo hacen por medio de altavoces.

El buhonero dominicano pasó a través de varias etapas, quizás vicisitudes. En la edición del Diccionario de la lengua española de 1992 no aparece mención de República Dominicana, ni de Venezuela para el vendedor ambulante o de baratijas. En la edición de ese diccionario del año 2001 viene la mención de Venezuela. Hubo que esperar hasta la edición de 2014 para ver incluida la República Dominicana. Como puede comprobarse por los años citados de las ediciones, hubo que esperar pacientemente para que se hiciese lugar al uso dominicano de la palabra buhonero. Este largo período de espera hay que tomarlo como parte de la cautela que observan las autoridades que cuidan de la lengua general.

 

COMPLEJO

“Mi experiencia como observador y quizás algún COMPLEJO de psiquiatra. . .”

Hay palabras que cobran importancia en el idioma; o, que se introducen en el habla y se hacen importantes, comunes. Algunas veces esas palabras han estado presentes desde largo tiempo en el lenguaje, pero algún acontecimiento le imprime o devuelve notoriedad.

El vocablo del título entró en el habla culta en República Dominicana en la década de los años sesenta del siglo XX. Como sucede con frecuencia en el lenguaje, al popularizarse el vocablo halló espacio en el habla de todos los días; es decir, no solo en el dominio de la esfera culta de hablantes.

Aparejado con esta popularidad el vocablo adquirió una connotación negativa. En esa etapa fue el adjetivo acomplejado el que sirvió para explicar el comportamiento social de muchas personas, especialmente en la actividad política. En esos momentos se usaba el adjetivo para interpretar el inesperado e inexplicable comportamiento político de algunas personas distinto al propio.

Cuando el vocablo complejo entró en el español indicaba acerca de las cosas compuestas de elementos diversos. Más adelante sirvió para referirse a lo complicado. Así anduvo por los meandros del lenguaje hasta que la psicología se apoderó del término.

En psicología se ha adoptado el término para designar el, “Conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento”. Diccionario de la lengua española de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Este término ha llegado a tener connotaciones patológicas como consecuencia de su amplio uso entre psicoanalistas y psiquiatras para caracterizar el conjunto de ideas e impulsos que entran en conflicto con otros aspectos de la personalidad. No obstante, este concepto no implica necesariamente anormalidad y puede usarse para caracterizar asociaciones de deseos, impulsos y sentimientos que ocurren en personas normales.

En la cita se usa el término complejo para significar “creerse”. Esto así cuando se hace seguir por un sustantivo precedido del nombre de una profesión. Con esto se expresa que la persona que de este modo se caracteriza “se considera, piensa o supone” que es eso que se designa con el sustantivo. El que se utilice de esta manera no conlleva por necesidad un tono crítico o negativo.

 

ALCAIDE – ALCALDE

“. . . ALCALDE de la referida cárcel”.

Con el auxilio de esta sección se tratará de dejar bien establecida la diferencia entre las funciones de las personas que desempeñan estas dos posiciones, el alcaide y el alcalde.

El amigo chusco sugirió que desde el principio deje claro que el alcaide no es un alcalde de una ciudad de la región del Cibao de la República Dominicana. Durante largo tiempo al alcalde de las ciudades en República Dominicana se denominó síndico. Quizás una de las razones para proceder de este modo era evitar tener que usar la palabra alcalde, por la proximidad fonética que esta guarda con el director del establecimiento penitenciario.

Los dos vocablos proceden del árabe, eso tienen en común. El alcaide entró a tempranas horas en el idioma que terminó por llamarse español. También pasó con la misma grafía al portugués; con una letra /i/ llegó al catalán.

El alcalde no fue más que un juez hasta la Edad Media, época en la que se le sumaron las atribuciones municipales que al final predominaron.

Lo que ha de retenerse con respecto a alcaide, el de la entrometida letra /i/ es que designa a la persona encargada del gobierno de una cárcel.

El alcalde es el del ayuntamiento, el que ejecuta los acuerdos que toma esa corporación.

 

Ser suizo, pelar(se), carrusel, funcionariato

Por Roberto E. Guzmán

SER SUIZO

“… porque no SOMOS SUIZOS ni lo seremos…”

La locución “ser suizo” parece que solo pertenece a los dominicanos. Se escribe “parece”, pues puede manifestarse que se han hecho las diligencias para documentarla en otras hablas y no se ha encontrado rastro de ella. Las obras dedicadas a ofrecer informaciones acerca de estas expresiones no traen noticias acerca de ella.

Las personas, los grupos, acostumbran a conceder o reconocer valores a algunas cosas. Un grupo o país puede constituirse en referente de una idea que una comunidad se hace acerca de ciertas cualidades. Algunos de estos atributos pueden ser negativos o positivos. Con respecto de los referentes los hay en los que el grupo se reconoce o con los que se identifica.

Una locución verbal parecida a la del título que los hablantes cultos de español dominicano usan es “hacerse el sueco”. Con esto se indica disimular, fingir no entender algo. Otra similar es cuando una persona “habla en chino”; esta reconoce que la persona que así habla lo hace en un lenguaje ininteligible. Los ingleses son tenidos por ser puntuales, de allí que a los cobradores se les designe con el nombre de “ingleses”. Los caribeños tienen la reputación de llegar tarde hasta a su entierro, por eso las tardanzas se toman a la ligera en la región del mar Caribe.

Con respecto de los suizos la cualidad que se rememora con la locución es la de ser civilizados, educados, cívicos, mesurados. Todas son características positivas que se les supone como sobresalientes a los ciudadanos de la Confederación Suiza. En esto es muy probable que haya influido una idealización del sistema de gobierno y de la postura de ese país con respecto a los conflictos bélicos, su política de neutralidad.

 

PELAR(SE)

“Partidos y gobiernos que son una jugada de lotería que SE PELA en todos los intentos…”

El verbo pelar ha criado una extensa prole. Esta prolija familia de derivados se ha fortalecido con las locuciones que el hablante ha creado para expresar con gracia sus sentimientos.

Los dominicanos en su habla han añadido nuevas acepciones al verbo. Aquí solo se mencionarán las que se entienden que son de uso más frecuente.

En la cita que figura en cabeza de este comentario el verbo pelarse se usa en sentido figurado del original que es, “no conseguir premio en un juego de azar”. Aquí hay que tomarlo para expresar “no conseguir lo que se desea”. La idea es muy próxima de otra de las acepciones dominicanas, “equivocarse, cometer un error”.

El autor de estas reflexiones acerca del habla de los dominicanos es de la opinión que el primer uso que introdujo el hablante dominicano fue en referencia con relación a un billete de la lotería que no sale premiado.

No se procederá aquí a estudiar o mencionar las otras locuciones formadas por el hablante de español dominicano con apoyo sobre el verbo pelarse, porque son muchas y eso se dejará para otra ocasión.

 

CARRUSEL

“En este CARRUSEL de la autodestrucción…”

“… conmigo no cuenten para un CARRUSEL de la revancha…”

Es muy probable que una gran cantidad de personas que leen la palabra del título piensen que se trata de una voz que procede del francés. Sí, es cierto, la voz ingresó en la lengua española desde el francés, pero la historia no termina ahí.

Todo comenzó con un juego moro que los españoles introdujeron en Nápoles, Italia, en el siglo XVI. En italiano pasó por varias ortografías, hasta llegar a carousello en el 1580. Al francés llegó en el año 1596 carrouselles, para terminar en carrousel en 1620.

El juego a que se aludió más arriba era entre jinetes haciendo evoluciones. Por metonimia en 1740 se designó en París la Place du Carrousel el sitio donde se practicaba el torneo ecuestre. Luego en 1870 pasó a llamarse así al tiovivo de caballitos de madera. Dictionnaire historique de la langue française (2012-I-604).

Del francés pasó al español que lo reconoció con la grafía actual que consta aquí. La palabra ha evolucionado en las diferentes lenguas. En español moderno se usa, como en la cita, para “sucesión de elementos en el espacio y en el tiempo”. Este carrusel puede tomarse con el valor de “fiesta, feria, desfile, exhibición pública”. Entró en el diccionario de la corporación madrileña de la lengua en la edición del año 1992.

Como sucede con frecuencia en las lenguas, con el uso generalizado de la palabra esta adquirió acepciones propias en algunas hablas. En este caso en México y Perú ha servido para mencionar diferentes tipos de fraudes.

El campo de acción del carrusel se ha ampliado, pues al soporte giratorio donde se colocan las diapositivas en un proyector se le conoce con el nombre de carrusel.

En la cita debe asumirse que la utilización de la palabra carrusel hay que tomarla en tanto “exhibición pública, espectáculo”, claro, sin los jinetes.

 

FUNCIONARIATO

“… y la última vez que el FUNCIONARIATO público tuvo alguna posición pública…”

Al examinar esta voz que no aparece en los diccionarios de español internacional se enfocará el estudio sobre la terminación y la posible significación que se atribuye a esta, porque está abierta a interpretación.

Las terminaciones -ato, -ata son de poca productividad aún en el español de América Central continental y de las Antillas. Eso así a pesar de que es precisamente en estas hablas en las que se utilizan con mayor frecuencia.

Tan pronto se entra en contacto con una voz que termina de la forma apuntada se produce en el lector o en el oyente una reacción de poca o ninguna simpatía. Esto se debe a que estos derivados tienen un significado peyorativo; piénsese en chivato, por ejemplo.

Los dominicanos han formado varias voces con este sufijo, con una connotación de disgusto político, “trujillato, balaguerato” y otros que no hace falta mencionar. “Las derivaciones en -ato, -ata denotan dignidad, oficio y a veces tiempo y lugar”. Innovaciones sufijales en el español centroamericano (1987:135).

Desde el momento que se lee funcionariato se piensa que aquello a lo que se alude o se hace referencia, se hace con menosprecio o desdén con respecto de la palabra del español general que más se asemeja a la que se añade la terminación señalada.

No cabe duda de que con la voz del título se remite la memoria a una palabra parecida que se desea denigrar; en este caso se trata de funcionariado que es la clase (¿?) de funcionarios; vale decir, empleados de la administración pública de cierta categoría, profesionales de los cargos públicos.

Con esta terminación se incorpora a la voz creada el significado de oficio, posición, sistema, pero con intención de desacreditar.

Nueva vez hay que celebrar que la inventiva popular encuentre formas de encaminar sus sentimientos por medio del habla que constituye la manera más idónea de expresarse.

 

Chubar, jurunela, jalda

Por Roberto E. Guzmán

CHUBAR

“. . . el PRD no se percató de que los “cívicos le CHUBARON a Bosch. . .”

En los diccionarios de español general o internacional no es posible encontrar el verbo del título. En el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española sí aparece este verbo, pero consta escrito con una uve /v/ para representar el sonido entre la letra U y la A. Al final, que se articule de un modo o de otro es una sutileza articulatoria que ya no se estimula.

No hay que extrañarse que algo como esto ocurra. Hay que pensar que una representación gráfica u otra se use es indiferente en este caso porque el sonido es el mismo. En el pasado se alentó la diferencia de pronunciación entre las dos consonantes, be /b/ y uve /v/.  Este no es el espacio para entrar en detalle acerca de esto. Además, este verbo, chubar, pertenece al habla y muy pocas veces se encontrará en forma escrita.

El verbo es una creación del hablante de español dominicano. No se conoce en ninguna otra variedad de español. Todo dominicano sabe que este verbo sirve especialmente para incitar a los perros a atacar. Expresa la idea de instigar a que animales o personas luchen o a para crear animadversión entre estos.

Quien produce estas observaciones acerca del habla opina que este verbo, chubar, es onomatopéyico. Deriva del sonido con que se incita a los perros al ataque, ¡chu, chu! O al sonido que se emite con los labios proyectados, expulsando el aire de manera forzada, con la mandíbula casi cerrada. Este sonido se usa también para incitar a las bestias a caminar, avanzar o acelerar el paso.

El verbo chubar figura en Criollismos, la obra de R. Brito de 1930, con un sinónimo que se ha adoptado desde esa fecha en forma de acepción, azuzar. Aparece en esa obra con la grafía chubar. En El español de Santo Domingo, P. Henríquez Ureña lo escribe con uve, chuvar. Desde esa fecha en adelante las personas que se han ocupado del verbo lo han escrito con be /b/. Solo el Diccionario de americanismos en época más reciente lo representa con uve /v/.

Hay que resaltar que D. Manuel Patín Maceo no introdujo este verbo en sus obras; en lugar de eso colocó la orden “¡chúbale! Voz para azuzar perros”.

La obra De nuestro lenguaje y costumbres (1967:49) inserta la voz chubai. Esa representación con la /i/ es fiel a la pronunciación de la zona del Cibao en esos años. A su lado pone “chubar” y escribe, “Azuzar los perros. Incitar a pelear a dos personas”.

Más arriba se escribió que chubar es una voz con rasgos fonético onomatopéyicos. Para sostener este aserto se repasaron los lexicones de voces antiguas de la lengua española; luego los del portugués y el francés. Por último, se recurrió al inglés. En esa lengua se encontró el verbo transitivo shoo que en esa lengua se usa para ahuyentar, mandar, echar. Se piensa que de allí proviene el chubar dominicano. Justo es reconocer que esa explicación constaba ya en Aiguna palabra dominicana (2015:75), “(Probablemente del inglés shoo” [espantar animales] durante la ocupación americana del 1916), o del español chus, voz que se usa para llamar el perro”.

La voz en estudio figura en el Diccionario del español dominicano (2013:182). “Incitar a pelear a alguien en contra de otra persona. Azuzar a un animal contra una persona u otro animal”. Vienen estas acepciones acompañadas de una cita de la literatura dominicana y un ejemplo de uso respectivamente.

 

JURUNELA

“Usted puede, haber nacido y haberse criado en la JURUNELA más recóndita. . . “

Jurunela es otra voz creada por el habla dominicana. La voz es invención del habla de los dominicanos; la acepción de la voz es una contribución de la inventiva dominicana.

Con respecto de esta voz hay algunas características que se piensa que hay que ratificar. En el desarrollo de esta sección se expondrá la voz completa y se destacará el rasgo saliente que ha faltado resaltar en los lexicones del habla dominicana. Se repasarán las acepciones en los lexicones del habla dominicana hasta llegar al rasgo que se considera que se ha soslayado.

La voz estudiada en esta sección no tiene larga historia en el español dominicano. Esta aseveración se hace porque no se encontró rastro de esta hasta la publicación de la obra De nuestro lenguaje y costumbres (1967:58) donde se presenta la acepción, “Lugar escabroso; escondido; también lugar de mala fama”. Cuando el autor de estos comentarios tuvo contacto con el uso de esta voz no la conoció por ser un lugar escabroso. Las dos restantes características sí fueron conocidas. Es posible que en el medio rural una jurunela representara un sitio de terreno accidentado, rasgo que puede hacer inhóspito ese paraje.

Carlos Esteban Deive incluyó en su Diccionario de dominicanismos (2002:118) la voz jurunera para “Huronera Chiribitil, covacha. También jurunela”. Se deduce de la redacción de esta acepción que indirectamente Deive propone que el origen de jurunela es huronera. Es posible, pues el hurón también se conoce con el nombre jurón.

No lejos de esta inferencia se encuentra lo escrito por Alberto Membreño, “Jurumela.- Corrupción de huronera. Pieza sucia, pequeña y obscura”. Vocabulario de los provincialismos de Honduras (1897:102).

Hubo que esperar hasta la aparición del Diccionario del español dominicano (2013:400) para que la voz jurunela fuese asentada con cuatro acepciones. “Local o vivienda de pequeño tamaño y en malas condiciones. Lugar donde se da de comer a los animales. Lugar inhóspito. Lugar de diversión considerado de mala reputación”. La última acepción añadida fue la predominante en las ciudades durante años, junto a la vivienda pequeña y en malas condiciones.

Con esta voz sucede algo parecido a lo que se observa con otras palabras. El hablante la abusa. La lleva por encima de la realidad de su significado cuando entiende que una persona no vive en una casa conforme con su condición social. Es una exageración propia del hablante que no debe tomarse al pie de la letra.

Algo que llama la atención con respecto de la voz jurunela es la formación. Esos dos sonidos de letra /u/ próximos unos de otros hacen pensar que pudo tener origen africano. Se han hecho las diligencias pertinentes para documentar esa posibilidad, pero con resultados infructuosos. En cambio, se han encontrado varios sitios con nombres de origen indígena en República Dominicana con este tipo de sonido, ahí está Jumunucú en las cercanías de La Vega. Jumunuco en Jarabacoa. En Cuba existen o existieron sitios con los nombres Jurumú y Jururú. Indigenismos (1977-II- 904).

No puede asegurarse que la voz provenga de una u otra de los posibles orígenes. No se encontró vestigio de un posible origen en el español antiguo. Queda como tarea pendiente.

 

JALDA

“. . . y es por eso que resulta JALDA empinada. . .”

En República Dominicana los citadinos no acostumbran a usar esta palabra. La primera explicación para esto es que eligen otras palabras que representan la misma idea en el ambiente urbano. Las calles serán en “cuesta,” o en “subida”, pero no serán jaldas. Para ese hablante de español dominicano las jaldas son propias de los ambientes rurales.

Esta palabra comenzó en español con la letra inicial hache /h/ que por razones desconocidas derivó en efe /f/ y terminó en falda. Esa falda se conoce como parte del vestuario femenino, aunque no siempre fue solo eso. Existe aún la falda de la montaña, la parte más baja de la ladera, una elevación del terreno o de una montaña.  Esa es la jalda que se menciona en los predios rurales.

En el habla de los dominicanos en los campos se ha oído el uso de jalda para “la parte inferior de un monte” que es la acepción que le reconoció D. Augusto Malaret en Puerto Rico. Esta acepción aparece identificada en el Diccionario de la lengua española. Malaret la trajo en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1917:90).

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua española incluye además de Puerto Rico a República Dominicana y Costa Rica como países donde se usa jalda para “ladera de una montaña o monte”. En Puerto Rico se utiliza jalda también para “cuesta empinada”. En sentido metafórico “jalda arriba” se emplea también para “empresa difícil que se lleva a cabo a pesar de los obstáculos”.

Con respecto de la jota /j/ de jalda puede insinuarse que apareció como consecuencia del énfasis del habla rural sobre la letra hache /h/, fenómeno que se produjo también en otras palabras del español. Si los tratadistas se han visto en la obligación de reconocer la representación con la jota /j/ se debe en gran medida a la intervención de A. Malaret, “Nadie dice halda, sino jalda o falda”. Vocabulario de Puerto Rico (1955:195).

Esta explicación con respecto a la ortografía reconocida para jalda no hay que interpretarla en sentido estricto.

Algo que llama la atención, estas dos faldas, la de la indumentaria femenina y la de la montaña, están presentes en español, italiano y portugués. Etymological Dictionary of the Romance Languages. Friedrich Diez (1864:194).

Amargue, esprín, coche/carro, genitalidad

Por Roberto E. Guzmán

 

AMARGUE

“He aquí aquel mundo de trapisondas donde el engaño, el vicio, el amor comprado, el AMARGUE . . .”

La voz amargue es de mucho uso en el español dominicano. Es una voz relativamente nueva si se toma en consideración lo que el concepto tiempo significa en una lengua. En su calidad de sustantivo masculino es de uso exclusivo del español de los dominicanos. No está solo vigente en el habla, sino que puede encontrársela en los periódicos o publicaciones de otro tipo.

En los periódicos ha permanecido en el uso durante largo tiempo sobre todo para referirse a un género de canción. Es un tipo de canción en la que prima la melancolía por el desamor; es una expresión de dolor.

En su calidad de sustantivo el amargue es la “condición de amargo”. El amargue dominicano, por su parte, refleja el sentimiento de amargura, angustia y sufrimiento que en el género musical destaca este sentimiento.

Generalmente las letras que acompañan a estas canciones se refieren al resultado o consecuencia de una decepción o desilusión amorosa. Por eso el hablante de español dominicano recurrió a su poder creativo y acuñó este amargue.

Regularmente cuando se considera el amargue como género musical, se hace por referencia a la bachata.  La bachata es música para bailar y se la considera folclor urbano. Las letras que acompañan la música versan sobre el sentimiento de tristeza profunda causado por la falta de amor.

Más arriba se aludió a que la palabra con el significado que ha alcanzado en el habla se popularizó en fecha reciente, para mayor precisión, en los años de la década de 1980.

El amargue puede definirse como el sentimiento intenso de pena y aflicción. Este sentimiento generalmente es consecuencia de disgusto, desengaño amoroso, de ilusión frustrada, engaño, infidelidad. Se expresa por medio de dolor intenso causado por impresiones afectivas que se manifiestan con quejas amargas y lamentaciones.

 

ESPRÍN

“. . . cadenas, botones, cables, ESPRINES. . . “

La voz del título es una adaptación al español de una voz parecida del inglés. Se la utiliza para denominar el mismo objeto que en inglés. La voz del inglés es spring. Hay que tener en cuenta que la voz del inglés tiene otras significaciones que no se retienen en el uso del esprín en español.

Además de República Dominicana, se conoce y utiliza la voz esprín en Panamá, Puerto Rico, en el español de los Estados Unidos y en Honduras. Este esprín sustituye en el habla de los dominicanos la palabra patrimonial resorte.

Es común que al llevar al español una voz extranjera que comienza por una consonante como ese /s/ seguida de otra consonante, algo que es extraño a los usos del español, la adaptación se acomode al español añadiendo una vocal al principio, como se observa en el caso del esprín. La tilde también es una señal de la españolización.

En los diccionarios diferenciales al ofrecer las equivalencias para la voz del título, pueden leerse dos palabras, resorte y muelle. Vale la pena que se mencione aquí que en el español dominicano un resorte (esprín) es el que tiene forma de espiral. Un muelle se refiere al fabricado de metal que tiene forma plana y combado en su disposición, capaz de recobrar su forma cuando cesa la presión a que se somete. Ejemplo de este muelle es el que se encuentra en la parte inferior de los vehículos automotores para la suspensión y amortiguación de la carrocería y el área de carga.

 

COCHE – CARRO

“. . . a 20 minutos en COCHE desde. . . “

El asunto que concierne las dos palabras del epígrafe ya no es tema de disputa. En esta sección estas dos palabras se examinarán como palabras con diferentes significados del pasado, que ya no se mencionan, aunque existan. Los hablantes de español de las dos orillas han aprendido a convivir con esta realidad.

En “este lado” del Atlántico un carro es un vehículo automóvil; es una máquina para transportar personas. El coche, en cambio, es el tirado por caballo. El primero es un signo del avance de la ciencia, al tiempo que el segundo es una reliquia.

Los hablantes del español peninsular se aferran a su coche. Los americanos no ceden su derecho con respecto del uso del carro.

El coche ha transportado personas durante siglos. El carro americano es menos viejo. El vocablo carro apareció en la lengua española para denominar lo que muchos americanos llaman… vagón. Aunque antes fue un tipo de carreta.

Al carro americano se le hace derivar del mismo carro español, cuyo origen remonta hasta el latín, pasando por el anglo-francés. El nombre angloamericano del vehículo se aplicó por primera vez en el año 1896. Esto se resume diciendo que el coche existía siglos antes que el car.

El carro americano es un automóvil, que es un vehículo que se mueve por sí mismo, provisto de un motor que antes era de combustión interna y que ahora puede ser también eléctrico.

Es muy probable, por no decir seguro, que hay mayor cantidad de hispanohablantes que llaman carro al automóvil, que aquellos que lo hacen con el nombre de coche. Por razones de historia y costumbre ambas palabras están condenadas a coexistir.

Hace mucho tiempo que el idioma de América recurre a sus voces dominadas por las imágenes propias, con las huellas de su modo de ser característico, sin parar mientes en asuntos que pertenecen al pasado.

 

GENITALIDAD

“. . . consideran que las emociones y placeres se obtienen sólo de la GENITALIDAD”.

Voces como la que se colocó a guisa de título de esta sección hay que usarlas con cuidado. Esto así porque es una voz con corta historia. Las autoridades (¿?) de la lengua todavía no le han abierto las puertas de su diccionario.

A pesar de lo ya escrito, hay que añadir que algunos lectores son más afortunados que otros. El autor de estas apostillas acerca del idioma de cada día se cuenta entre los afortunados. Esto así porque cuenta con los recursos bibliográficos a mano y con el tiempo para realizar la búsqueda y enterarse del significado preciso de la voz.

No puede escribirse lo que antes se escribía, es decir, poner sobre una voz nueva el mote “no existe”. No ha sido reconocida por los lexicones oficiales de la lengua, pero los diccionarios del lenguaje moderno sí reconocen la voz. Más abajo se repasarán las acepciones o la acepción con sus variantes de redacción que traen algunos diccionarios actualizados.

El diccionario en que se encontró la primera mención de genitalidad es el Diccionario del español actual (1999-II-2323), con la acepción “sexualidad”; con la nota de que es de escaso uso (raro), y, una cita del año 1975. En el Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:522) le atribuyen la acepción, “Actividad sexual”. La cita que ilustra el uso es de un periódico español de circulación nacional del año 1997.

En la edición del Diccionario de uso del español (2007-I-1450) proponen que genitalidad deriva de genital y asientan en tanto acepción, “Sexualidad desde el punto de vista exclusivamente físico”. Este diccionario utiliza una cita del año 2009 de un periódico español de gran circulación. Esa misma definición usaron los autores del anterior diccionario en Neologismos del español actual (2013:128).

La definición del Diccionario integral del español de Argentina (2008:866) se aleja de las anteriores. La primera acepción es, “Placer sexual que resulta de excitar los genitales”. La segunda, “Funcionamiento de los órganos sexuales que se alcanza plenamente al lograr la madurez”. No ha de olvidarse que estos diccionarios recogen el uso; por lo tanto, si este varía, ellos acomodarán las acepciones consecuentemente en futuras ediciones.

Puede observarse aquí que a pesar de que el concepto no es el mismo en todos los diccionarios, las diferencias no son de consideración. La Real Academia no ha incluido -hasta abril del 2020- la voz del título entre los que se incorporarán en la próxima edición del Diccionario de la lengua española.

Calzada, gadejo

Por Roberto E. Guzmán

CALZADA

“… al terminar las faenas, lo almacenan en depósitos construidos sobre la CALZADA…”

En esta sección se examinará lo concerniente al vocablo del título. Lo interesante con respecto a una de las acepciones de este vocablo es que en República Dominicana siempre se usó con un significado diferente del que señalaba la Real Academia Española. Las ideas esbozadas aquí se expondrán pormenorizadas más abajo.

El origen de la palabra calzada ha sido motivo de debate entre los entendidos de las etimologías. La teoría más socorrida es la que hace derivar la palabra calzada del latín calciata, vía de calx, calcis, piedra para hacer cal. Enciclopedia del idioma (1958-I-867).

Desde largo tiempo la definición que el diccionario oficial de la lengua trae es, “Parte de la calle comprendida entre las dos aceras”.

Durante largo tiempo la palabra calzada se usó en República Dominicana para mencionar la, “Parte lateral y más elevada de la calle por donde transitan los peatones”. Esta definición se encuentra en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Llama la atención que en el diccionario recién mentado no se menciona República Dominicana entre los que usan la palabra para este propósito, constan allí, Venezuela, Bolivia y Paraguay.

  1. Emilio Rodríguez Demorizi en su obra Del vocabulario dominicano (1983:48) asienta que calzada es acera. Ya antes de esta obra D. Manuel Patín Maceo había escrito que calzada era, “Barbarismo por acera”. Dominicanismos (1947:52).

No ha sido posible documentar el motivo por el cual no apareció mencionada la República Dominicana en el Diccionario de americanismos como uno de los países donde se usa la palabra con esa acepción, cuando D. Martín Alonzo en la Enciclopedia del idioma en 1958, citada más arriba, consignó en la acepción número cinco que calzada se usaba en Santo Domingo para acera. Quizás la ausencia se deba al severo juicio de Patín Maceo en su obra.

El autor de estos comentarios recuerda que cuando era adolescente en Santo Domingo se defendía el uso de calzada para la acera porque algunos entendían que derivaba de calzado. Es un hecho cierto que esa fue una etimología aventurada que no se correspondía con la verdad, aunque sí hubo algunos tratadistas que sostuvieron que calzada derivaba del latín calx, talón.

No hay lugar a extender más este examen, aunque sí hay que puntualizar que calzada se usó y todavía se usa en República Dominicana para la acera, aunque algunos estudios y diccionarios no lo consignen.

 

GADEJO

“. . . con perdón de P. y de todo el que crea que insisto con esto por GADEJO . . .”

La voz gadejo no aparece entre las recogidas por el lexicón oficial de la lengua. Sí se encuentra en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Durante largo tiempo los diccionarios eligieron pasar por alto esta voz por el contenido implícito en ella.

La definición que trae ese diccionario es interesante. Inmediatamente después de la voz y entre paréntesis se lee, “Abreviatura de ganas de joder”. Hay que tener en cuenta que en el español peninsular el verbo joder tiene una carga semántica más ofensiva que en el español hispanoamericano.

Debajo de la acepción y, después de la enumeración de países en los que se usa, viene la parte que interesa en esta sección. Se define a gadejo como eufemismo. La acepción es, “Deseo de molestar o fastidiar”.

Se aprovecha aquí la oportunidad que ofrece esta mención al eufemismo para abundar sobre este término, su significación y alcance. El diccionario de la autoridad reconocida de la lengua común lo define de modo escueto, como debe ser, “Manifestación suave y decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura y malsonante”.

Muchas de las palabras en español y otras lenguas romances que comienzan con “eu” llevan en sí el sentido de bien, bueno o, atributos positivos. Este eufemismo es uno de ellos. Procede del griego a través de un “hermano del latín fari”, “que habla bien, que evita las palabras de mal agüero”. Así aparece en Corominas y Pascual, (1980-III-297). El griego euphemismós era “pronunciar una palabra de buen augurio”.

A principios de la segunda mitad del siglo XX (1953) D. Fernando Lázaro Carreter en su Diccionario de términos filológicos, en su definición consignó brevemente las características de esta “manifestación”, que él llama “proceso”, para “evitar la palabra con que se designa algo molesto, sucio, inoportuno, etc.” Obsérvese que antaño lo importante era de “mal agüero” y hace setenta años era “molesto, sucio, inoportuno”. Este orden ilumina acerca de la sociolingüística de cada época.

Hace cien años el eufemismo se usaba era evitar palabra “plebeyas, triviales” y en cambio, mostrar “respeto”; se atenuaba la “evocación penosa”. Se eludía así el tabú social, religioso, moral, supersticioso.

Cada lengua tiene su modo de expresar el concepto en sus palabras, algo que refleja lo que la cultura mantiene. En francés colocan el acento en la “manera atenuada o suavizada para expresar ideas cuya crudeza puede herir”. Los procedimientos a los que recurre el eufemismo son numerosos, entre otros pueden mencionarse, la lítotes, hipérbole, perífrasis, circunlocución, alusión, metaplasmos y otros para transmitir la idea.

Como puede comprobarse mediante estas explicaciones, el eufemismo “disfraza para evitar una palabra socialmente chocante. . .” Diccionario de terminología actual (1981:182).

En Hispanoamérica puede decirse que alcanzan a mencionar lo desagradable, ofensivo, de modo indirecto. Ch. Kany en su obra American-Spanish euphemisms, de 1960, afirma que el populacho recurre al eufemismo mayormente por razones de superstición, mientras las capas cultas lo hacen por delicadeza, urbanidad, decencia o hipocresía. Así se disfraza una verdad hiriente, ofensiva. Es una manifestación de creación incesante que se renueva. Observa este autor que el propósito no es jocoso.

El autor de estas reflexiones acerca de la lengua recuerda que las personas de avanzada edad con menor educación formal evitaban la palabra diablo; en su lugar decían “el enemigo malo”.

Se es consciente de que el eufemismo de la lengua hablada es distinto del usado en la expresión escrita. El gadejo está en la lengua con vocación para permanecer.

Macutear, trabuco, díscolo/discordante

Por Roberto E. Guzmán

MACUTEAR

“Lo que quiere es una policía que no MACUTEE. . . “

Este verbo del título deriva de la voz macuto. El macuto es una cesta tejida, flexible, que se usa (¿usó?) para llevar frutos, vegetales y para recoger granos. Las cuerdas que servían para cargarlo permitían llevarlos también sobre la espalda o colgarlo sobre el hombro. Las cantidades o carga transportadas en un macuto nunca fueron grandes. Cuando se usaba para recoger granos se llevaba sobre el vientre para mayor comodidad y celeridad en la recogida. El uso del macuto casi ha desaparecido y se ha convertido en un objeto del folclor destinado para la venta a turistas.

La difusión de la palabra en el español general quedó circunscrita al objeto descrito más arriba; por eso tardó mucho tiempo para que los europeos reconocieran la palabra o la integraran a su uso. Algunos cronistas de Indias reconocieron macutos en Suramérica; este dato ha de retenerse como una traslación del nombre a un objeto parecido al macuto objeto de este estudio. Este fenómeno fue frecuente en América de esa época. Por eso se han encontrado canoas en otras regiones y muchas otros indigenismos de las Antillas en Tierra Firme.

El verbo macutear parece que es de uso exclusivo de los hablantes de español dominicano. El macuto mismo, según indican los estudios, se usó en Venezuela y República Dominicana. Que conste, lo que es de uso exclusivo de los dominicanos es el uso del verbo, pues la acción es mundial.

Con respecto al origen de la palabra macuto, durante largo tiempo se aceptó que era una voz de origen taíno porque el primer contacto de los colonizadores con la voz fue en las Antillas. Luego cuando se estableció que se conocía también en Venezuela hubo que revisar esa opinión. Pensaron algunos que era voz caribe, aunque por ser conocida en Venezuela y las Antillas, se presume que es arahuaca.

La voz no adquirió vigencia en el español peninsular debido quizás a que al ser una cesta de tejido vegetal flexible no se asemejaba a las existentes en Europa.

  1. Fernando Ortiz argumentó que la palabra macuto tenía antecedentes en lenguas de Angola. Además, arguye él, en idioma congo, nkutu significa saco, bolsa o talego de fibras vegetales.

Todavía en el portugués brasileño del 1948 se conocía la voz macuto, sustantivo masculino para expresar “mentira, inverdade”. La etimología atribuida a la voz era del quimbundo , prefijo plural de cuarta clase más kuto, mentira. Fue término usado entre los negros y hoy (1948) parece haber desaparecido. A influencia africana no portugués do Brasil (1948:235). Versión en español de RG.

Una nota curiosa con rasgos que salen de lo común es la acepción que insertó D. Roque Barcia en su Diccionario general etimológico de la lengua española (1881-III-531), “Masculino americano. Paquetito hecho de yagua, que contiene cera, carne, tabaco, etc.”

No hay explicación para esta definición, pues este autor conocía la obra de Esteban Pichardo.

El macuto antillano era más largo que ancho, con la boca ancha, tejido de guano. Ya se escribió que este macuto servía para recoger en él los granos durante las cosechas. De la actividad de recolección derivó el verbo macutear, que en buen dominicano es sobornar o exigir soborno. Casi siempre quienes solicitan o reciben el macuteo son los empleados públicos, funcionarios y agentes del orden público.

Cuando el macuteo era de sumas importantes de dinero, mi hermano Julio decía que eso era seroneo, de serón, pues las cantidades de dinero no cabían en un simple macuto y se precisaba de un serón para transportarlo. El serón dominicano es “Especie de árgana hecha con fibras de guano que sirve para llevar carga en las caballerías”.  Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005:376).

Parece que la práctica del macuteo no ha cesado en la vida cotidiana dominicana; solo ha variado la forma de practicarlo y los montos.

 

TRABUCO

“. . . era un tercer bate de un ´line up´ que contaba con un TRABUCO de formidables bateadores”.

El primer encuentro de los niños y jóvenes dominicanos con el trabuco es por medio de la historia dominicana. En la noche del 27 de febrero de 1844 se asegura que Matías Ramón Mella realizó un disparo con un trabuco para precipitar las acciones. Esa es la acción que se conoce con el nombre de “trabucazo de Mella”.

Por fuerza de la historia los estudiantes se enteran de lo que significa un trabuco. Este trabuco es un arma de fuego prácticamente en desuso. La descripción que hacen los diccionarios es en comparación con una escopeta, más corta que esta, pero con la boca ancha y de mayor calibre.

Procede enseguida que se pase a la explicación con relación a la cita. El sustantivo está usado en sentido metafórico, algo que los dominicanos han logrado en su habla. El traslado que ha hecho el hablante de español dominicano es llamar trabuco a una persona o cosa extraordinaria, así como a un equipo deportivo que destaca por su desempeño. Diccionario del español dominicano (2013:668).

El trabuco de la cita es una alineación extraordinaria de bateadores, que aciertan con el bate y demuestran poder en esta actividad. Este uso de trabuco sorprendería grandemente a otros hablantes de español, pues para la mayoría de hablantes de español el trabucazo es el disparo del trabuco; la herida ocasionada por el disparo del trabuco y en el registro coloquial, la pesadumbre o susto que, por inesperado sobrecoge y aturde.

Como los dominicanos son tan aficionados al deporte del beisbol, el trabuco ha ido más lejos en ese ámbito. Se usa la palabra trabucazo para particularizar un lanzamiento de la pelota o el tiro de esta por uno de los jugadores, cuando alcanza gran velocidad o precisión. Ejemplos son, “Ese pícher tiene un trabuco en el brazo”. “El jardinero central tiró un trabucazo al plato”.

Del mismo modo que ha ocurrido con otros usos del lenguaje, los dominicanos le han imprimido un sentido diferente y exclusivo a una acción. Esto es propio de la riqueza de la lengua. Debe ser motivo de celebración.

 

DÍSCOLO – DISCORDANTE

“Hay temor en la nota DÍSCOLA entre pares ya que se asume que leer no es cosa de hombres”.

No todas las palabras se prestan para ser llevadas a un uso extraordinario, es decir fuera de su ambiente. El ámbito de acción delimita los significados que pueden atribuirse a casi todas las palabras. Hay que ser cauto con el uso de la figura que se llama “uso figurado”.

Las metáforas son bellas, por eso las usan los poetas. Esas son las que consisten en cambios de palabras entre el término concreto y la noción abstracta.

Los poetas disfrutan de una licencia especial para crear tropos, esto es, el uso de palabras con sentido distinto del literal, a condición de que haya alguna semejanza entre el sentido literal y el abstracto.

No es menos cierto que en la vida diaria usamos con mucha frecuencia de las metáforas sin darnos cuenta de ello. Algunas de estas metáforas se han integrado con tanta naturalidad a la lengua que no llaman la atención, pasan inadvertidas.

Con eso de las metáforas puede suceder, guardadas todas las distancias, lo que dijo el personaje de Molière, que no sabía que hablaba en prosa, aquí en lugar de prosa colóquese metáfora.

Con respecto a las notas, en el lenguaje escrito pueden ponderarse varias características, entre ellas las de los sonidos con cierta frecuencia, que con respecto de la calificación y rasgo puede ser discordante, por eso se colocó esta palabra en el título junto al que se critica.

Díscolo es “desobediente, rebelde, indócil, indisciplinado, revoltoso, indomable, indómito, perturbador”. Discordante, por su parte, referido a persona es, que rompe la armonía del conjunto. Si en la cita se usó la palabra “pares”, se supone que ellos y ellas son miembros de un conjunto.

Por fortuna, no se califica de falta de conocimientos el asunto de la elección de una palabra inadecuada en esta situación, es más bien algo relacionado con las dotes poéticas del redactor. No hay lugar a sorpresa, en el español al igual que en otras lenguas son más los eunucos creativos que los productores formales.

Remenión, vitícola/*vinivitícola, dembousero, mansión

Por Roberto E. Guzmán

REMENIÓN

“Entonces, se impone que A. disponga lo inaplazable: un REMENIÓN de la mata militar. . .”

Al leer la palabra, la primera reacción que viene a la mente es saber si la voz del título es la representación escrita de la pronunciación de una palabra que existe en el español general. Para tranquilidad de muchos puede aclararse que no hay tal remeneón en el español internacional.

El remeneón aparece en el español dominicano, Diccionario del español dominicano (2013:596), “Sacudida fuerte y brusca”. Este sustantivo tiene también una aplicación más culta cuando se entiende como “Conjunto de cambios que alteran el orden habitual”.

Si se presta atención a la frase transcrita a guisa de ejemplo del uso al principio de esta sección, se nota enseguida que se trata de introducir cambios en el orden militar.

La forma en que está redactada la oración, así como las expresiones populares en uso aluden al origen del remenión que parece que deriva del sacudión que se da a un árbol para que los frutos maduros caigan. Este sacudión aparece en el Diccionario de la lengua española, diccionario por excelencia de la lengua común. Allí aparece definido, “Sacudida rápida y brusca”.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española registra el remeneón dominicano con una acepción ligeramente diferente, “Movimiento que se causa agitando algo prolongadamente y con fuerza”. Definido de una forma u otra el resultado es el mismo. En buen dominicano, algo cae; o más bien, algo cambia.

Encontrar voces como la del título asentadas con una definición en los diccionarios, es motivo de satisfacción, porque esa acción se ha producido durante largo tiempo en el español dominicano y se la ha mencionado como remenión.

Remeneón aparece recogido por primera vez por D. Manuel Patín Maceo, “Sacudida violenta”. Hay que tener en cuenta que el remeneo reconocido por las autoridades de la lengua es, “Conjunto de movimientos rápidos y continuos”. Mediante la lectura de las acepciones anteriores puede medirse la distancia que separa un concepto del otro.

 

VITÍCOLA – *VINIVITÍCOLA

“. . . o en su residencia en el Valle de Napa, región VINIVITÍCOLA de California. . .”

En algunas ocasiones, a algunos escritores, escribientes y redactores se les “cruzan los cables” y producen un término que es amalgama de otros y con eso desnaturalizan el mensaje. A veces el resultado es risible.

Lo que sucedió en este caso le pasa a cualquier hijo de vecino. . . que no relea con ojo crítico lo que escribe.

Para un dominicano caer en un error de este género es muy fácil porque en el país de los dominicanos se cultiva muy poco la vid, de donde puede concluirse que la viticultura es la actividad de unos pocos, casi excepcional.

Se escribió más arriba risible porque en opinión de quien escribe estos comentarios, el cruce de palabras que originó la *vinivitícola, proviene de la famosa frase del latín, veni, vidi vici, que cada quien escribe a su manera, con muchas faltas que aquí no se reproducirán para no confundir.

 

DEMBOUSERO

“. . . el reconocido derechista, influencer, DEMBOUSERO y negociante. . .”

Los jóvenes lectores pueden encontrar el origen de la voz del título de manera muy fácil. La voz dembow es la que se encuentra adaptada al español en la voz creada. Hasta la voz del inglés antes mentada es reciente.

Como es un vocablo reciente en lengua inglesa, su historia puede documentarse con todos los detalles. Eso no se hará aquí. Es suficiente para los propósitos de este escrito con mencionar que originó en Jamaica como nombre de un ritmo en las últimas décadas del siglo XX.

De Jamaica el ritmo y el nombre pasaron a Nueva York. De allí se internacionalizó el ritmo y con este el nombre el ritmo y el nombre llegaron a República Dominicana.

Al llegar a un país de habla hispana era natural que algunos de sus derivados adquirieran rasgos del español. El vocalista o músico de dembow pasó a llamarse dembousero en el habla de los dominicanos.

No hay que extrañarse de que esta nueva voz reciba la terminación -ero, pues en el español de las Antillas es muy prolífica. Esta terminación proviene del latín -arius y se añade a sustantivos para formar derivados nominales y adjetivos que generalmente se sustantivan.

Con respecto de dembousero lo que hace la terminación de la nueva voz es designar la persona que desempeña el oficio u ocupación de lo que designa la voz primitiva.

 

MANSIÓN

“. . . hoy sería seguro el inquilino de la MANSIÓN de Gascue”.

Es fácil saber cuál es el tema de esta sección. El título señala que versará sobre el vocablo mansión. Se trae a estos comentarios porque lo usan en la frase reproducida para no tener que mencionar con otro vocablo el asiento del poder ejecutivo de la República Dominicana.

La mayoría de los dominicanos que han cursado la educación primaria saben que Gascue es el nombre de un barrio de la ciudad de Santo Domingo.

Usar el vocablo mansión para designar con otro nombre el asiento del poder ejecutivo no es una selección afortunada. Eso se explicará más abajo. El desacierto comienza con el empeño que ponen algunos redactores en introducir (¿acuñar?) nuevos términos para denominar cosas conocidas con otros nombres.

El vocablo mansión tuvo mucho que ver con la detención o parada que se hace en alguna parte, por esto figura en el Diccionario de la lengua española con esta acepción en primera posición. Así consta en el Diccionario de autoridades (1963-II-486), donde la segunda acepción expresa, “Significa también el aposento o pieza destinada de la casa, que sirve para habitar y descansar en ella”. Apunta que deriva del latín mansio. Téngase en cuenta que este diccionario fue compuesto en el año 1732.

La segunda acepción es la que realmente interesa para esta exposición, “Morada, albergue”. En la tercera acepción se toma el vocablo casa para la edificación y se le coloca al lado el adjetivo suntuosa para significar que es grande y costosa. Ha de tenerse en cuenta que la morada es el asiento de la residencia continuada. Albergue que es el otro vocablo usado vale para alojamiento de personas.

No puede olvidarse que el presidente no mora (sin fruta) en ese lugar; no vive allí. Será suntuosa la edificación, pero no es vivienda aunque el presidente permanezca largas horas allí.

El vocablo mansión tiene equivalentes en otras lenguas romances. En portugués es mansão, definida como residencia de grandes dimensiones y lujo excesivo; habitación, morada, domicilio. En italiano sucede otro tanto, mansióne.

No siempre es bueno improvisar. El “palacio” es el asiento del poder ejecutivo en el español dominicano.