Matraca, ambigüedad/*ambiguedad, interdicción

Por Roberto E. Guzmán

MATRACA

Esta palabra retrotrae al autor de estas líneas a la época de su pubertad. En ese momento los relojes eran mecánicos y, tenían rubíes y un “pelo”. Se recuerda que la cuerda era muy delicada. En esos años tener un reloj era un lujo. Eran mecanismos delicados que fácilmente se rompían o se descomponían. Esos relojes de pulsera eran enemigos de los deportes y de los juegos físicos.

A esa época pertenece la palabra “matraca” en el español dominicano. Era una forma de llamar al reloj de pulsera por otro nombre. No había necesariamente ánimo de burla en el uso de este vocablo. Hasta puede sostenerse aquí que había un dejo de admiración por el aditamento que medía el pasar de las horas y el tiempo. Si la memoria no falla, el reloj era más matraca mientras mayor fuese su tamaño.

Por esos años era normal que un joven al preguntar por la hora a otro le dijera, ¿Qué hora tiene tu matraca? No había ofensa en que se usara esa palabra, pues poseer un reloj de muñeca daba un toque de prestigio a quien lo poseía. En resumen, matraca era sinónimo de reloj de pulsera sesenta años atrás, por lo menos entre jóvenes en la ciudad de Santo Domingo.

Resulta interesante buscar el origen de la palabra en español y las relaciones que ella tiene con palabras de la misma familia, o desviadas de estas en otras lenguas. Sin olvidar, claro, el sentido derecho de la palabra matraca.

La palabra matraca en el español general posee varias acepciones. Es un instrumento musical de percusión. Es una persona inoportuna y molesta. Es una conversación sobre un tema molesto. Es una rueda que produce ruidos desagradables.

En su origen la matraca del español tuvo relación con el sonido que hacía un martillo. Luego fue una suerte de juguete que producía ruido. En francés la matraque es un tipo de macana. Como una curiosidad puede mencionarse que en francés de Quebec la voz patraque se usa con el sentido de “reloj de pulsera de poco valor”. Problèmes de lexicologie québécoise (1977:202).

Se recuerda que de modo jocoso los jóvenes de aquella época acostumbraban también a llamar de “macana” esos relojes que sus compañeros de estudios y de juegos llevaban. Era usual oír la pregunta, ¿Qué hora tiene tu macana? El misterio de esta macana quizá lo resuelve el español dominicano que entiende que algo que es macana es fuerte, preciso. Este uso está documentado en el Diccionario del español dominicano (2013:425), “Reloj grande o lujoso”.

En América, en ocho países, entre ellos República Dominicana, una matraca es un vehículo viejo y ruidoso. En República Dominicana, Puerto Rico y Bolivia, es también un artefacto mecánico que funciona mal o que no funciona. En portugués brasileño posee la palabra matraca algunos de las acepciones del español. Los datos sobre los países hispanoamericanos aparecen en el Diccionario de americanismos.

El Diccionario del español dominicano (2013:454) confirma la parte concerniente a ese país, con relación a macana. Se espera que algún día se documente la acepción dominicana que se publica aquí –matraca- para que se recoja en los lexicones de español dominicano.

 

AMBIGÜEDAD – *AMBIGUEDAD

“. . .erradicando toda situación de AMBIGUEDAD. . .”

En los últimos tiempos se ha notado cierta dejadez de parte de los articulistas con relación al asunto de colocar las tildes sobre las vocales para distinguir bien el papel que desempeñan en la oración.

Hay que poner en perspectiva el error en que se incurre -aún mayor- en cuanto se refiere a la diéresis, esos dos puntitos horizontales que en español se colocan encima de las úes.

Estos dos puntos constituyen un signo diacrítico, esto es, da un valor especial a la letra.  Solo se colocan sobre la letra u en las sílabas gue y gui; de esa forma se indica que esa vocal debe pronunciarse.

En la obra Anthropological Linguistics (1968:24) Joseph Greenberg afirma que siempre “la forma de escribir es la que se acomoda a la lengua hablada”. En este caso debe tomarse esa aseveración pensando que la pronunciación de esas palabras con diéresis fueron las que impusieron la utilización de estas para asegurarse de la forma en que debían y deben decirse.

En estos casos como el que se encuentra en la cita parece que la pereza vence a los redactores, a pesar de que la ausencia de la crema cambia la pronunciación de esas palabras. Este signo ortográfico auxiliar ha de representarse también sobre las letras aún cuando se escriban en mayúsculas.

En su condición de licencia poética, existe en español la posibilidad de representar la diéresis sobre otras letras además de las úes, para indicar que las vocales que componen el diptongo sobre el que se coloca deben pronunciarse en sílabas distintas.

Demostrar este tipo de pereza en los escritos destinados al gran público fomenta confusión en los lectores, pues a veces los últimos no poseen la capacidad para suplir el descuido del redactor. Además, con ese proceder fomentan una mala costumbre.

Los periodistas, los articulistas y todo aquel que tiene acceso a escribir en los medios de difusión ejercen un papel de modelo que debe ser asumido con respeto y celo.

 

INTERDICCIÓN

“Las autoridades realizaban operaciones de INTERDICCIÓN en un puesto de chequeo. . .”

Últimamente se ha extendido la mala costumbre de utilizar la palabra del epígrafe. Este uso tuvo su nacimiento entre los hispanohablantes de los Estados Unidos de América del Norte. El vocablo en cuestión pertenece por derecho propio al ámbito del español legítimo.

El problema que se advierte en la actualidad es que se ha extendido su campo semántico sin que ello tenga asidero. Más abajo se verá el asunto en detalle, sazonado con un poco de historia y semántica comparativa.

No produce sorpresa si se escribe que la interdicción es una prohibición en todas las lenguas que tuvieron algún tipo de contacto con el latín. Aún en aquellas lenguas con contacto menos directo, como el inglés, la primera acepción es su sinonimia con prohibición.

Según los textos acerca de semántica y etimología en un principio la interdicción fue una prohibición de decir, de expresarse, interdicere que tuvo su origen en el latín culto. Ese verbo del latín clásico fue de uso en el ámbito eclesiástico; de allí pasó al campo del derecho para las prohibiciones tanto en derecho civil como en derecho penal. El inglés lo tomó del latín a través del viejo francés.

La utilización que se hace en los últimos tiempos de esta interdicción proviene del inglés, lengua en la cual posee tres acepciones muy bien reconocidas. La primera como se escribió más arriba es solo la de prohibir.

La segunda que ha pasado al español, como puede comprobarse en la cita, es la de interceptar, que no aparece en las demás lenguas antes mencionadas. Entonces corresponde al español interceptación, que es la acción o resultado de detener, coger, parar, apoderarse de algo antes de que esta llegue a su destino o destinatario.

Los responsables de que se propague este uso viciado son algunos periodistas que abrevan en inglés y escriben en español. Esta traducción defectiva constituye otro tipo de descuido que también es censurable.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Reservado, agradecer, encajonar/engavetar, por la cuenta de/a cuenta de

Por Roberto E. Guzmán

RESERVADO

Reservar es un verbo reconocido ampliamente en el español internacional. De la familia de este verbo es el nombre “reservado” que también se conoce muy bien.

¿Qué rasgo especial tiene el adjetivo reservado en el español dominicano? En el español dominicano “un reservado” no es solamente el hombre comedido, discreto, cauteloso y circunspecto.

El reservado dominicano se relaciona a distancia con el compartimiento del coche de ferrocarril. Pero hay que recordar que los ferrocarriles de pasajeros hace largo tiempo que no existen en República Dominicana.

En los “hoteles de mala muerte”, en las secciones destinadas a comer y beber, es decir, en el bar o restaurante, había uno o más reservados. La característica de estos lugares era que escapaban a la mirada de los demás. Una vez que eran ocupados por los parroquianos, quedaban aislados de las miradas furtivas. No parece necesario que se añada que la iluminación era muy escasa en los reservados.

Esos sitios eran provistos de un timbre por medio del cual se llamaba el servicio del camarero o la camarera para que tomara las órdenes de los clientes que allí se recogían. El reservado tenía una mesa y sillas, además, en él había un mueble para sentarse con el espaldar alto que estaba adosado a la o las paredes.

Huelga decir que en esos hoteles los huéspedes no iban solo a dormir. Algunos de estos tenían comodidades de buena calidad. Es probable que los “moteles de placer” hayan mermado en gran medida el mercado de estos negocios y el uso de los reservados.

Habrá que incluir la palabra del título con una acepción apropiada para designar lo descrito en los próximos lexicones dedicados a las voces vernáculas del país dominicano. Con ese propósito se documenta aquí para que no se olvide.

 

AGRADECER

“Los republicanos pueden AGRADECER a sus propios fracasos. . .”

Por los significados que el verbo agradecer mantiene en el español corriente resulta cuesta arriba aceptar que pueda aceptarse el uso que de este se hace en la frase copiada. Se examinará la oportunidad de este tipo de utilización en casos excepcionales, aunque se centrará el examen sobre el empleo normal del verbo.

El verbo agradecer tiene estrecha relación con la demostración de gratitud por una cosa recibida o algún favor que beneficia. Algunas cosas que se benefician de algo muestran el buen efecto recibido, sin necesidad de expresar sentimientos.

En los casos en que se agradece por algo, es porque se ha recibido una cosa o un beneficio por la que se ha trabajado para conservarla o mejorarla. Esa cosa muestra el efecto beneficioso recibido.

No es posible en puridad de verdad agradecer algo que produce fracasos. El Diccionario de uso del español (2007:91) en su redacción para la primera acepción del verbo agradecer, deja sentado (y bien parado) que agradecer es, “Estimar un beneficio o una atención recibidos”.

En los únicos casos en que puede usarse el verbo agradecer del modo que se nota en la cita es cuando se hace de manera sarcástica, con ironía, por burla. En esos casos debe manifestarse muy claramente el ánimo que impele a emplear ese verbo en ese estilo. Claro, en muchos ocasiones el redactor lo que trata de conseguir es un efecto en el lector, o, lo hace como una guasa acerca de los hechos a los cuales se refiere.

 

ENCAJONAR – ENGAVETAR

“. . . el gobierno intentó legalizar el aborto terapéutico, pero finalmente ENCAJONÓ el proyecto. . .”

No todas las veces las sustituciones de vocablos producen una consecuencia afortunada. Tal parece que el redactor de la frase transcrita trató de evitar la palabra gaveta del español americano y la sustituyó por su sinónimo cajón del español peninsular. El desacierto se produjo cuando llevó ese traslado al verbo y, escribió encajonar, que es muy parecido en su enunciación al enfadarse en demasía dominicano.

No se está de acuerdo con la permuta que hizo el escribiente porque el verbo encajonar, como es natural, lo primero que significa es meter en uno o más cajones. Además, expresa ese verbo el meter algo o a alguien en un sitio estrecho. Los demás significados son muy especiales, por lo tanto, no se vacían aquí.

En tanto, el verbo engavetar en el Diccionario de la lengua española aparece en la primera acepción recogida por ese lexicón con el valor de, “Detener o paralizar un asunto o un documento voluntariamente”. Esta significación es propia para los siguientes países: Cuba, El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Venezuela.

Como si lo anterior fuera poco, la segunda acepción que es de uso en El Salvador, Guatemala, Honduras y Venezuela es, “Guardar algo en una gaveta por tiempo indefinido”.

Se piensa que no hacen falta más argumentos para demostrar la inoportunidad del verbo elegido por el redactor de la cita reproducida al principio de esta sección.

 

POR LA CUENTA DE– A CUENTA DE

“. . .el consumo de energía se multiplica por diez, sobre todo, A CUENTA DEL uso de combustibles fósiles. . .”

Llama la atención el uso que se hace de la locución verbal “a cuenta de” en la frase que se copió. No es la primera vez que se encuentra este uso. Es más, parece que hasta se la ha usado en una que otra ocasión. Lo interesante en este uso es que no se somete este empleo a lo que registran los diccionarios, como se verá más adelante.

El Gran diccionario de la lengua española para la expresión “a cuenta” o “a cuenta de” solo asienta que es “como parte de una cantidad a pagar” y la registra como locución adverbial. La misma locución es considerada por el Diccionario de la lengua española como locución prepositiva y la define con el valor de, “En compensación, anticipo o a cambio de”.

El Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:150), recoge la locución verbal “a cuenta de” con el significado de, “En condición, estado o situación de algo”.

Si se lee la frase reproducida más arriba a manera de ejemplo del uso de “a cuenta de”, puede comprobarse que este empleo no se aviene con ninguna de los significados que se copiaron de los tres diccionarios, pues no le confieren sentido a la cita.

La locución que correspondía que se usase en este caso era “por la cuenta de” que las Academias consideran una locución adverbial con el sentido de “Al parecer, o según lo que se puede juzgar”. Si se hacen los ajustes convenientes y se reemplaza en la cita ese “a cuenta de”, por “al parecer”, la frase cobra sentido; así mismo, si se cambia por “según lo que se puede juzgar”, pues de ese modo expresa la idea de que el pago se hace por concepto del uso de combustibles fósiles.

Desde que se leyó el uso de la locución llamó la atención porque parece que es un uso que se ha generalizado en el español dominicano. Ha de pensarse que en el habla de los dominicanos es frecuente que una persona pregunte a otra, “¿A cuenta de qué hiciste eso?” Aquí se considera que en casos como este y en otros parecidos la locución adverbial adquiere el sentido de “en qué condición, valiéndote de qué, apoyándote en qué, basándote en qué”. Más simplemente puede expresarse por, “¿Por qué hiciste eso?”, solo que se presume que la persona lo hizo amparado en o por algo.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

SI TOCA OPONERSE

Conocer la forma de las palabras nos ayuda a dominar su escritura. La morfología, la parte de la gramática que estudia la forma de las palabras, analiza los mecanismos para crear nuevas palabras que nos permitan decir lo que queremos decir, que no es otra la razón de ser de la lengua.

Entre estos mecanismos, la lengua ha desarrollado el que permite formar nuevos adjetivos a partir de la suma de un prefijo y un sustantivo. Si queremos un adjetivo que nos ayude a describir aquello que se opone al lavado de dinero, nos basta con sumar el prefijo anti- al sustantivo lavadooperación antilavado, ley antilavado. Si queremos un adjetivo que describa el efecto de un producto sobre la caída del pelo, nos basta con sumar el prefijo anti- al sustantivo caídachampú anticaída. Si queremos describir aquello que se opone a la corrupción, nos basta sumarle al sustantivo el prefijo anti-movimiento anticorrupción. El adjetivo que resulta es invariable cuando lo usamos aplicado a un sustantivo en plural: operativos antilavado, leyes anticorrupción, lociones anticaída.

Cuando el adjetivo se forma sobre la base de un sustantivo que ya está en plural, la ese final se mantiene en el adjetivo resultante, ya sea este singular o plural. Si queremos calificar el «supuesto» efecto de un cosmético facial sobre nuestras arrugas, nos basta con sumar el prefijo anti- al sustantivo arrugas: crema antiarrugas, tratamientos antiarrugas. Desde luego, desde el punto de vista de la lengua, mucho mejor este antiarrugas que el engañoso antiedad, formado por el mismo procedimiento.

Casi sin quererlo el prefijo de origen griego anti- ha protagonizado todos nuestros ejemplos. Nos gusta ser positivos, pero hay ocasiones en la vida en las que nos toca oponernos, y la lengua tiene que servirnos también para ello.

 

NO HAY DE QUÉ

La riqueza de nuestra lengua nos sorprende a cada paso. ¿Quién nos iba a decir a nosotros que un simple qué iba a dar tanto de sí? Unas semanas atrás matizamos la diferencia entre el qué tónico y el que átono. Hoy le damos protagonismo nuevamente al que, aunque esta vez en un contexto nuevo. Si se fijan, el qué se cuela, como quien no quiere la cosa, en muchas expresiones fijas de uso cotidiano. En todas las que verán utilizadas en esta columna ese qué es tónico y, por tanto, debe llevar tilde diacrítica.

¿Qué tal? ¿Nos ponemos manos a la obra? Qué sé yo cuántas veces hemos tratado eso de la dichosa tilde diacrítica. Estoy segura de que más de uno se pregunta qué tan difícil puede resultar aprender a tildar los monosílabos. Y los más reticentes seguro que están reclamando: «¿A santo de qué tenemos que ponernos otra vez con lo mismo?». Siempre habrá quien prefiera desentenderse: «¿Y a mí eso de las tildes qué? Yo nunca he sabido escribir bien, ¿y qué?». Hay hablantes que tienen un desinterés que para qué… Tantos las usamos y tan cotidianas son que incluso el manido qué lo qué tiene dos qué tónicos.

Como los lectores de esta columna no se cuentan entre los reticentes ni entre los desinteresados, seguro que agradecen este repaso de las expresiones que en nuestra lengua tienen al qué como protagonista. ¿Qué hay? ¿Las han contado? Las usamos muy a menudo y se merecen que las sepamos escribir correctamente. Si a algún despistado se le ocurre darme las gracias, con gusto le responderé: «No hay de qué».

NUEVAS Y NO TAN NUEVAS

Cada año conocemos cuáles han sido las actualizaciones que se han hecho a nuestro diccionario académico. Las modificaciones más vistosas suelen ser las incorporaciones: palabras que han ganado aceptación por parte de los hablantes y cuyo uso se ha mantenido en el tiempo. Esperar a que estas condiciones se cumplan provoca que el diccionario se demore en incluirlas.

Las adiciones léxicas de la última edición del DLE hablan de cómo cambia lo que nos rodea y de cómo cambiamos nosotros. Se popularizan los audiolibros, ‘grabación sonora del texto de un libro’, y nos familiarizamos con el holter, ‘prueba diagnóstica en la que un dispositivo registra en un monitor durante varias horas la actividad del corazón de un paciente por medio de electrodos colocados en su torso’. También nos hablan de que comemos hummus, ‘pasta de garbanzos, típica de la cocina árabe, aderezada generalmente con aceite de oliva, zumo de limón, crema de sésamo y ajo’, o cantamos y bailamos vallenato, ‘música y canto originarios de la región caribeña de Colombia, normalmente con acompañamiento del acordeón’ y ‘baile que se ejecuta al ritmo del vallenato’. Nos hablan de cómo está cambiando nuestra percepción de la realidad y cómo la transmitimos; la posverdad ha llegado para quedarse, ‘distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales’.

Como todas las obras que tienen a la lengua como protagonista el diccionario debe esforzarse por seguirle el paso. No hay nada que cambie más y más rápido que las palabras y sus significados. Por eso el DLE también ha modificado algunas definiciones, ha añadido acepciones y ha suprimido palabras de su nomenclatura. Les prometo que las iremos conociendo.

 

EL UMBRAL Y LA PUERTA
Escribía Inés Aizpún la semana pasada que la lectura es la puerta. De que nuestros niños sepan abrirla depende su desarrollo, el nuestro y el de los que vendrán. De esa puerta depende nuestro futuro. Y nuestros niños no saben leer. Todos hemos puesto nuestro granote de arena para que el umbral de esa puerta se haya convertido en una barrera insalvable más que en un punto de partida.

Si nuestros niños no nos ven leer, no sentirán curiosidad por la lectura. Mírenlo con los ojos de un niño. Un adulto abre un objeto, un objeto que no necesita batería, ni está conectado, ni tiene teclas ni luces. Lo mira en silencio, fijamente, y, poco a poco, pasa sus hojas. Parece haberse trasladado a otro universo. Parece divertirse. ¿No les apetecería intentarlo?

A los niños les despierta el gusanillo de la lectura convivir con los libros, con gente que lee, con gente que valora las palabras. Pero eso no basta, es solo el primer paso. La alfabetización los pone en contacto con la palabra escrita. Los enseñamos a interpretar grafías que se van sumando para componer palabras. Un paso más. Tenemos que hacerles descubrir que las palabras escritas son algo más que una suma de letras; que las palabras escritas nos dicen lo mismo que las palabras habladas. Otro paso más. Tenemos que ayudarles a intuir que las palabras no deberían estar solas; cuantas más palabras podamos convocar, más podrán contarnos y más podremos contar nosotros. Otro paso. Tenemos que guiarlos a través de las relaciones que las palabras establecen entre sí, esas que nos ponen a pensar, a reír, a llorar, a soñar. Y solo entonces estarán leyendo.

Nadie dijo que fuera fácil. Alfabetización, vocabulario, gramática, ortografía. Todos imprescindibles para la lectura, pero no suficientes. Sin curiosidad, sin pasión, sin placer no hay lectura. Mezclen estos ingredientes como si de una pócima mágica se tratase y el umbral se convertirá en el comienzo de un extraordinario camino.

 

A Santo Domingo, la eterna

Santo Domingo, ciudad fragmentaria

estallido de rosas y esquirlas

con un tambor de sombras y de átomos ardientes

va cantando en cada esquina

su pasado de leyendas y esqueletos dormidos

en las tumbas de la colonia antigua.

 

Santo Domingo

Hiroshima de Trópico y espuma

en la mortal soledad de su mundo

presurosa se cambia de dueño

para estrenar el deseo de los nuevos señores.

 

La ciudad y sus calles de fuego incendiándose

con los cañones oxidados de febrero

con la llama de abril que sepulta el recuerdo

y renace en la mentira de los sueños sin rumbo

hasta hundir su impiedad en los arrecifes.

 

Este pueblo calcina su historia

en el sol de cada mañana

dinamita de estrellas donde estalla el silencio

en cerrada mentira.

 

En esta tierra estremece el rugido

de un monstruotropical y salvaje

que calla su odio desde el mar sigiloso

acechando los pasos de la ciudad esquirlada

en burbujas y acero.

 

Esta ciudad que se borra en un mar de silencio

transparente e ingrávida

renacerá

rosa ígnea exhumada

de los pueblos antiguos perdidos en el sol

entre tambores de humo

y sus bosques dorados y suicidas.

Territorio sin vendimias

donde duermen los maizales su ceguera verde

y las bestias ya despiertan con hambre en los colmillos

graznando en las gargantas de cada nuevo invasor.

 

Aquí muero cada día

con la angustia de los ríos que perdieron sus caudales.

Aquí renazco cada día

para negar el olvido

para romper el silencio de este pueblo durmiente

que aún bebe la embriaguez de su espada

y devora indefenso su corona de laureles.

 

Una ciudad nunca duerme

cuando está cansada de la muerte

cuando se hastía la tierra de esperar por sus volcanes

cuando se cansan los labios de cantar sus imposibles

y arden rocas contra rocas en el vientre del olvido.

Pero las naves van soltando sus amarras

donde no existe el regreso.

Cada flecha ya dispara su dolor en las paredes

y cantan las voces una nueva catástrofe.

Hoy renace la palabra en estallido de aurora y mediodía.

Quema el fuego en cada letra

en cada flecha de plomo

hay amor en toda calle

un alud en las conciencias;

en las manos un misil ha nacido.

Esta fiera ya despierta con un machete entre las manos.

En el carro de sus héroes Santo Domingo corre

ataviada en una nueva armadura de sangre

porque hoy estrena su cosecha de libertades y acero.

Esparta de Trópico perfecto

ciudad eterna

ciudad rugido

¡Santo Domingopor siemprey para siempre!

 

Camelia Michel

Santo Domingo, D.N.

5 de mayo 2014

Derecho reservado

Conversatorio acerca de la obra César Nicolás Penson y su pasión por las letras: Antología, de Evelyn Marte Rodríguez

Por Camelia Michel

Es un placer y un honor representar al Dr. Bruno Rosario Candelier, presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, en este coloquio en torno a la obraCésar Nicolás Penson y su pasión por las letras: Antología,de la acuciosa investigadora Evelyn Marte Rodríguez, que además de oportuna, constituye toda una revelación y una puerta abiertapara recuperar del olvido a un escritor fundamental para la literatura y la historia dominicanas.

Evelyn Marte Rodríguez trae del abandono en que las políticas oficiales y los usos culturales del momentosumergieron a César Nicolás Penson. Ese rescateno sólo era necesario en este punto y hora, sino indispensable. Hay demasiadas memorias de una etapa histórica trascendente y fundacional de la nación dominicana que se han diluido, ya por obra del azar, ya por dejadez o por alguna intención oscura que no vamos a dilucidar en este espacio.

El hecho de que Penson y sus Cosas Añejas prácticamente hayan sido invisibilizados en los programas escolares, al extremo de que sólo se introduzca su lectura de manera tangencial en los cursos de bachillerato, siempre me causó inquietud. Eso pude notarlo cuando mis hijos atravesaban la etapa escolar. Por el contrario, yo tuve la suerte de que cuando cursaba el sexto de primaria,nos asignaban como tarea leer sus historias más relevantes, y eso me motivó posteriormente a dedicar una atención particular a dicho libro completo.

El hecho de que haya sido relegado a un segundo plano, podría quizás atribuirse a cierta etiqueta que le han colocado algunos historiadores y críticos literarios, que lo consideran no sólo un escritor de una época superada, sino vinculado a un sentimiento nacionalista, que para algunos resulta indeseado y peligroso.

Con esta puesta en escena de Penson, creo que se hace justicia no sólo a un prosista y narrador  exquisito, cuya hoja literaria y periodística está llena de contenidos importantes y dignos de ser estudiados, sino a esa herencia cultural que nos llega a borbotones del pasado, pero que está trabada por falta de políticas y canales adecuados.

Este libro es una doble revelación porque nos muestra a un César Nicolás Penson más allá de sus narraciones tradicionales y costumbristas, contenidas en Cosas añejas y en Tradiciones y leyendas, y además nos acerca a Evelyn Marte Rodríguez, un espíritu inquisitivo y tenaz, que maneja no sólo la pasión, sino las técnicas investigadoras con mano diestra.

La propuesta pensoniana abordada en la obra de la que hoy estamos conversando, va desde artículos de interés nacional e internacional, editoriales, poemas, ensayos y correspondencia con personajes proceros, locales y extranjeros de la segunda mitad del siglo XIX,cuyos contenidos se refieren a tópicos literarios, históricos y filológicos. También se incluye su Reseña histórico-crítica de la poesía en Santo Domingo, que según destaca Marte Rodríguez es el “primer trabajo de importancia de nuestra historia literaria”.

Igualmente, la autora destaca una exposición titulada Estudio práctico de la lengua castellana, en el que,según Marte Rodríguez, Penson “asume posición frente a la autoridad de la Real Academia Española de la Lengua, en aras de establecer la conciencia literaria americanista y nacionalista”.

Debo decir que he quedado profundamente impresionada con el espíritu inquisitivo y lleno de rigor con que la autora, EvelynMarte Rodríguez, ha llevado a cabo esta investigación. La lectura de César Nicolás Penson y su pasión por las letras: Antología lo pone de manifiesto, y además, ella lo señala en la introducción.

Una larga labor de rastreo la condujo a las hemerotecas de la Biblioteca Emilio Rodríguez Demorizi, del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC); del Archivo General de la Nación (AGN) y a las Biblioteca Central y Biblioteca Rafael Herrera Cabral, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), entre otras.

Sólo me queda congratular a esta dama, a la que quiero exhortar a que continúe con tan necesaria labor. Esta especie de arqueología nos revelará grandes tesoros ocultos en diferentes etapas de nuestra vida como pueblo. A todos ustedes, gracias por escucharme, y por favor, apoyen este esfuerzo, adquiriendo y leyendo este libro, pues César Nicolás Penson y su pasión por las letras: Antología merece un lugar de honor en nuestras bibliotecas.

 

Santo Domingo, D. N.

23 de abril 2018

21.ª Feria Internacional del Libro

Pabellón Lupo Hernández Rueda

Los dominicanos no leen

Por Rosario Espinal

    No lo digo yo, me lo dijo un mensajero que pasa el día en su motor calle arriba y calle abajo. No recuerdo a qué vino el comentario, pero desde ese día he pensado varias veces en su aseveración: “Los dominicanos no leen”. El resultado es que he entendido mejor algunas cosas.

Los insultos. En la cantidad de artículos que leo en los periódicos digitales, lo que aparece al final, fundamentalmente, son insultos de los lectores; casi nunca veo un argumento que refleje compresión del texto y análisis. Es vómito mental.
Las faltas ortográficas. Con la proliferación de las nuevas redes sociales se encuentran a diario muchas faltas de ortografía. Cierto, no es fácil escribir correctamente a la velocidad del relámpago, pero muchas faltas son garrafales y no son producto de la rapidez en el teclado.

Los accidentes de tránsito. Los letreros en las carreteras, cuando aparecen bien indicados, son muchas veces ignorados. Las estadísticas de accidentes están ahí para demostrar que la insensatez, el alcohol y la falta de atención tienen mucho que ver con esas tragedias.

El origen del déficit en la lectura. ¿Cuántos libros, en promedio, lee un estudiante dominicano en primaria, en secundaria? ¿Hay mucha diferencia entre las escuelas públicas y privadas? ¿Y en las universidades? No tengo el dato. Si existe, por favor que alguien me lo pase.

La Feria del Libro. Se decía que vendían más comida que libros. Hay muchas casetas de instituciones del Gobierno con algunas publicaciones que no atraen ni siquiera al burócrata más aburrido. ¡Eso sí, con impresión costosa! Ahora dicen que la Feria está más enfocada en la lectura. ¡Ojalá así sea y tenga buenos resultados!

La caída del libro. En un país de unos 10 millones de habitantes, como es la República Dominicana, la edición de mil copias de un libro se considera todo un éxito porque no hay clientela. Las librerías van quebrando, aquí y en otros lados; y el mundo digital aplasta el impreso. ¿Qué lee la gente? ¿Facebook, WhatsApp y Twitter? La vida definida y expresada en pocas palabras.

No es nostalgia, nunca he sido nostálgica de la sociedad de antes. Pero me preocupa que en la medida que se abren los canales de opinión a más y más personas, no exista un mecanismo de instrucción para desarrollar en la población la capacidad de reflexión, argumentación y expresión. Sin eso, la interacción social se vuelve irrelevante, prevalece el dime y te diré, la polarización irreflexiva, y un constante denostar porque en la disminución de uno está el triunfo del otro.

La comunicación reflexiva es fundamental para avanzar, alcanzar sociedades más humanistas y menos guerrerista, buscar la justicia, construir la paz, y encontrar mayor bienestar. El empoderamiento mediante la palabra bruta, agresiva y destructora no augura buen futuro. La palabra es arma potente de apoyo o agresión, dulzura o amargura. Pongamos más atención a las palabras con las que organizamos nuestro pensar y accionar. La lectura es un camino hacia las palabras, hacia la historia, el presente y el futuro.

Alerta: recientemente, la Asociación Internacional para la Evaluación de Rendimiento Escolar (IEA) publicó los resultados del Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana, basado en un examen a 94 mil estudiantes de secundaria en 24 países del mundo que evalúa conocimientos y actitudes cívicas. Los cinco países participantes de América Latina obtuvieron los últimos lugares, y de ellos Perú y República Dominicana los últimos. La baja educación cívica, como muestra el estudio, se traduce en valores más autoritarios.

(Publicado en el diario Hoy, Santo Domingo, 25 de abril de 2018, p. 10A)

Bruno Rosario Candelier pone a circular libro sobre el grupo mester de narradores de la Academia de la Lengua

Por Emilia Pereyra

El director de la Academia Dominicana de la Lengua, doctor Bruno Rosario Candelier, puso en circulación el libro “El Grupo Mester de la Academia”, durante un acto realizado en la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2018.

En la actividad, el escritor valoró el aporte que hace el grupo conformado por los escritores Manuel Salvador Gautier, coordinador del colectivo, Ángela Hernández, Miguel Solano, Rafael Peralta Romero, Ofelia Berrido y Emilia Pereyra.

Al presentar la obra, Gautier recordó que el Grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua fue creado el 13 de agosto de 2005, a través de una carta constitutiva de la institución.

Dijo que el grupo ha trabajado con ahínco y que una de sus intervenciones más importantes fue la organización del Curso-Taller sobre Técnicas Narrativas, efectuado en marzo de 2009.

Afirmó que también el colectivo ha participado en paneles realizados en varias instituciones como el Centro León, universidades y en las ferias internacionales del libro.

Gautier explicó que en el libro Rosario Candelier ha recopilado una serie de trabajos realizados en diferentes escenarios, donde se analiza toda la obra o una sola obra de cada uno de los mesteres.

“Estos trabajos han sido escritos por distintos autores: el doctor Rosario Candelier, los mesteres y miembros de la Academia Dominicana de la Lengua y del Ateneo Insular”, agregó.

Dijo que Rosario Candelier introduce cada autor, con un trabajo donde analiza la obra de este autor, y que luego se continúa con los distintos trabajos realizados sobre la obra del autor por otros escritores.

Aseguró que el conjunto de estos trabajos por autor da una idea cabal del valor literario de su obra.

Manifestó que la publicación de Rosario Candelier demuestra una capacidad enorme en organización y método. “Quienes la lean, apreciarán la obra de un grupo de escritores que han sido sujetos de ser analizados y capaces de analizarse”, indicó.

Solano, Peralta Romero, Berrido y Pereyra dieron testimonios de las experiencias positivas que han tenido promoviendo la narrativa dominicana en varias provincias del país, universidades y espacios culturales.

24 abr 2018, Diario Libre

 

Presentación de la obra «El grupo mester de la academia», de Bruno Rosario Candelier

Por Manuel Salvador Gautier

 

El Grupo Mester de Narradores de la Academia Dominicana de la Lengua fue creado el 13 de agosto de 2005, por una Carta Constitutiva que se inicia con el siguiente párrafo:

La Academia Dominicana de la Lengua, en la misión que la autoriza a fomentar el estudio de nuestra lengua y el cultivo de las letras, ha de auspiciar y encomiar la creatividad de nuestros narradores que asumen las palabras para crear con ellas una obra de ficción impregnada de valores literarios, humanísticos y culturales.

Esta Carta concluye con el siguiente párrafo:

Bajo la denominación de Mester de la Academianuestra institución auspicia la creación de un grupo de narradores que sobresalgan por la densidad de su pensamiento y la belleza de su narración a través de una obra de ficción ajustada al más bello decir que alumbre y auspicie el genio de nuestra lengua y el aliento de nuestras letras. Este Grupo Literario se conforma en ocasión del Día de Cervantes, autorizado a partir de la presente proclamación, para estimular a los creadores acreditados con esta singular distinción por la Corporación de Académicos.

Ese mismo día, el presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, doctorBruno Rosario Candelier, dirigió una comunicación al Arq. Manuel Salvador Gautier, en la cual se le designaba como Coordinador del Grupo Mester de Narradores con el fin de que colaborara en la organización y orientación del Grupo Literario.

El Coordinador comenzó inmediatamente a cumplir con su mandato. El grupo se consolidó con sus actuales miembros: Ángela Hernández, Emilia Pereyra, Ofelia Berrido, Rafael Peralta Romero, Miguel Solano, y su Coordinador designado.

El grupo ha trabajado con ahínco. Una de sus intervenciones más importantes fue la de organizar el Curso-Taller sobre Técnicas Narrativas, en marzo de 2009. Pero también ha participado en paneles en varias instituciones como el Centro León; en un grupo de universidades: La UASD, la PUCMM, la UNPHU; y en distintos paneles, en la Feria del Libro Dominicano.

En el libro El Grupo Mester de la Academia, eldoctor Bruno Rosario Candelier ha recopilado una serie de trabajos realizados en diferentes escenarios, donde se analizatoda la obra o una sola obra de cada uno de los Mesteres. Estos trabajos han sido escritos por distintos autores: el doctor Rosario Candelier, los Mesteres y miembros de la Academia Dominicana de la Lengua y del Ateneo Insular.

El doctor Rosario Candelier introduce cada autor, con un trabajo donde analiza la obra de ese autor. Luego continúa con los distintos trabajos realizados sobre la obra del autor por otros escritores. El conjunto de estos trabajos por autor da una idea cabal del valor literario de su obra.

El primero Mester en ser presentado es el coordinador Manuel Salvador Gautier, con el trabajo “La novelística de Manuel Salvador Gautier” del doctorRosario Candelier. Luego sigue con otro trabajo titulado: “Realidad histórica y ficción metafísica en El asesino de las lluvias de M. S. Gautier”, también del doctorRosario Candelier. Siguen 15 trabajos más, entre los cuales está “Dimensión intuitiva en la novela La fascinación de la rosa de Manuel Salvador Gautier”, de Roxana Amaro, y “Tiempo para héroes o la biografía clandestina de Manuel Salvador Gautier”, de Sélvido Candelaria.En estos trabajos está analizada prácticamente toda la obra narrativa escrita por Gautier.

La segunda Mester en ser presentada esEmilia Pereyra, con el trabajo “La narrativa de Emilia Pereyra”, subtitulado “Emilia Pereyra: Cóctel con frenesí”, del doctorBruno Rosario Candelier. Luego aparece el trabajo “Nadie silencia el coraje con la muerte”, de Manuel Salvador Gautier. Le siguen ocho trabajos más, entre los cuales está: “Un libro breve de argumento largo”, de Rafael Peralta Romero. En estos trabajos está analizada toda la obra narrativa escrita por Pereyra.

El tercer Mester en ser presentado es Rafael Peralta Romero, con el trabajo: “La narrativa de Rafael Peralta Romero” del doctorBruno Rosario Candelier. Luego se encuentra el trabajo “Los tres entierros de Dino Bidal, novela de Rafael Peralta Romero”, de Ofelia Berrido. Le siguen cinco trabajos más, entre los cuales está: “Memorias de Enárboles Cuentes, entre lo maravilloso y el interiorismo”, de Emilia Pereyra. En estos trabajos no está analizada toda la obra narrativa escrita por Peralta.

La cuarta Mester en ser presentada esOfelia Berrido, con el trabajo: “La creación literaria de Ofelia Berrido” con el subtítulo “La dimensión mística en la poesía de Ofelia Berrido”, del doctor Bruno Rosario Candelier. Luego aparece el trabajo “La clave mística de un diario novelado”, con el subtítulo “El sol secreto, de Ofelia Berrido”, del doctorBruno Rosario Candelier. Le siguen nueve trabajos más, entre los cuales está “La novela El infiel, de Ofelia Berrido”, del doctor Manuel Matos Moquete. En estos trabajos está analizada toda la obra narrativa de Berrido.

El quinto Mester en ser presentado es Miguel Solano, con el trabajo: “La narrativa de Miguel Solano”, con el subtítulo: “La ʻrazón poéticaʼ en Miguel Solano”, a su vez subtitulado “La ficción creadora del poeta soldeño”, del doctor Bruno Rosario Candelier. Luego encontramos el trabajo: “Rafael Solano y Bruno Rosario Candelier Diálogo sobre narrativa y creación”. Le siguen siete trabajos más, entre los cuales está: “De cómo simplificar lo intrincado”, con el subtítulo “Sobre el libro de cuentos de Miguel Solano ¡Explorando! La imaginación Infantil”, por Manuel Salvador Gautier. En estos trabajos no está analizada toda la obra narrativa de Solano.

La sexta Mester en ser presentada es Ángela Hernández, con el trabajo: “La narrativa de Ángela Hernández”, del doctor Rosario Candelier. Luego está el trabajo “Conversatorio con Ángela Hernández”, del doctor Rosario Candelier. Le siguen dos trabajos más, entre los cuales está:“Mudanza de los sentidos de Ángela Hernández”, de Emilia Pereyra. En estos trabajos no está analizada toda la obra narrativa de Hernández.

Esta publicación del doctor Rosario Candelier demuestra una capacidad enorme en organización y método.  Quienes la lean, apreciarán la obra de un grupo de escritores que han sido sujetos de ser analizados y capaces de analizarse.

21 de abril de 2018, Pabellón Funglode, Feria Internacional del Libro Dominicano 2018

 

La lengua sefardita

Por Segisfredo Infante

            Allá por el año 1993 visité, entre muchos lugares históricos y espirituales, el barrio judío de laAntigua Jerusalem. “Old City” la llaman por allá. Mis propósitos eran múltiples, incluidos el de rezar en el “Muro de las Lamentaciones” o “Muro Occidental”, y contemplar, con dolor y estremecimientos íntimos, las ruinas del Primer Templo de Salomón, sobre las cuales se localizan también las ruinas del Segundo Templo, a la par del pequeño montículo sur-oriental en donde de hecho vivió el rey David, su familia y sus amigos, unos mil años antes del maravilloso Rabino Jesús. Uno de los tantos motivos de mi visita era parlar con algunos sefarditas, y conseguir alguna revista del idioma judeo-español, el cual es, según mi humilde juicio, una variante del castellano de los siglos catorce, quince y dieciséis, que afortunadamente todavía se conserva en algunos puntos claves del Estado de Israel, y de otras partes del mundo.

Logré visitar una oficina y conseguir una revista en español actual llamada “Ariel”, y tambiénla revista “Noaj”. No comprendo cómo meses más tarde averiguaron mi dirección en Tegucigalpa y continuaron llegando a mis manos algunos ejemplares de la aludida revista “Ariel”, riquísima en su variado contenido. Por la gracia de Dios todavía conservo algunos ejemplares que las termitas han respetado hasta este momento. En mi último inventario reciente, de hace cinco semanas, me habían destruido, completamente, otra vez, más de cincuenta libros, entre ellos las viejas “Memorias” de FroylánTurcios que publicamos en los tiempos de Manuel Salinas Pagoada (QEPD), y un ejemplar del proceso de diálogo en El Salvador, que compré hace varios años en la capital salvadoreña.

Así que logré conversar con algunos sefarditas. Ignoro si el poeta Moshé Liba es sefardita, pero con él logramos parlar mediante un español contemporáneo muy fluido. Era curioso que los sefarditasme expresaran que ellos “no hablan español”, en tanto que ellos hablan “ladino”. Tal cosa la escuché en Jerusalem. Pero también en Safed, pueblo de kabbalistas, “café turco” y sinagogas actuales de más de cuatro siglos. Yo les contesté que podíamos conversar en “ladino”, pues para el autor de estos renglones es comprensible porque se trata de una variante del castellano que podemos encontrar en libros latino-riojanos-castellanos como los “Milagros de Nuestra Señora” de Gonzalo de Berceo (1246-1252). En “La Celestina”, con un castellano propio de finales del siglo quince y comienzos del dieciséis, que se le adjudica a varios autores, entre ellos Rodrigo Cota, Juan de Mena y Fernando de Rojas. Parejamente en “El Lazarillo de Tormes”, de comienzos del siglo dieciséis. Inclusive en algunos giros del “Quijote de la Mancha”, que por motivos extraños eran peculiares en las formas de hablar de mi abuela materna olanchana María López.

La historia personal cobra cierto sentido frente a la iniciativa del actual director de la RAE, don Darío Villanueva, y de otras personalidades sefardito-españolas, de crear una “Academia Nacional de Ladino”, o de “Judeo-Español”, en tierras del Estado de Israel. Es una noticia extraordinaria que conocemos desde hace un par de meses, que me ha llenado de mucha alegría, tal como le respondí hace más de un mes, a mi amigo don Bernardo Gorgún, uno de los líderes o rabinos de la comunidad hebrea de Tegucigalpa. De tal suerte que esperamos que el proyecto sea apoyado por las autoridades israelitas, y que se haga realidad durante el próximo año 2019, por el bienestar lingüístico de unos doscientos milsefarditas aproximados que habitan en Tierra Santa, y por el enriquecimiento de la extensa comunidad de hispanoparlantes de todo el planeta. Es el deseo íntimo de un anodino directivo, actual, de laAcademia Hondureña de la Lengua, vice-director de la misma.

Aparte de lo anterior he leído algunos poemas en lengua sefardito-española, como el que lleva por título: “Yerushalayim, de oro sois”. Pues bien. Esta es la primera vez que desde 1993 escribo, abierta y prosaicamente, sobre mi visita a Tierra Santa. Ignoro las razones o motivos por los cuales había postergado estos relatos escritos. Aun cuando, verbalmente, lo había realizado entre algunos círculos de amigos. Cada día se vuelve indispensable recordar mis caminatas por todo el recorrido aceptado de la pasión de Jesús hacia “El Gólgota”, y hacia el bastante estudiado “Santo Sepulcro”, me refiero en términos arqueológicos. Mis andanzas por Nazaret, Caná, Tiberíades, Caphernaum, Migdala, los Montes de Golán, el río Jordán, Safed, Haifa, las proximidades métricas de Jericó y, por supuesto, Tel Aviv. Que conste, este sólo es el comienzo de un probable correlato físico y espiritual, que se puede adivinar en mi extenso poema “De Jericó, el relámpago”.

            Tegucigalpa, MDC, 18 de marzo del año 2018. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 25 de marzo de 2018, Pág. Seis).    

 

 

 

«Diccionario de símbolos», del Dr. Bruno Rosario Candelier

Por Juan Ventura

                       En el campo de la bibliografía nacional nadie había publicado un libro bajo el epígrafe de: Diccionario de símbolos[1]como el que hoy en día ponemos en circulación, de la autoría del Dr. Bruno Rosario Candelier. Es una obra con una ordenación alfabética.

Dicho libro viene a ser pionero en la República Dominicana y, por tanto, será una herramienta que no deberá de faltar en ninguna biblioteca, ya sea privada o pública.

El pasado 12 de octubre del año (2017), cumplió la Academia Dominicana de la Lengua noventa (90) años de su fundación y ninguno de sus miembros de número o correspondiente, se habían ocupado en la publicación de un libro de tal magnitud e importancia.

Nuevamente el Dr. Rosario Candelier pone de manifiesto sus enjundiosos y profundos conocimientos de la literatura dominicana a través de este valioso e importante libro.

El Dr. Bruno Rosario Candelier tiene muchos años trabajando en compañía de otros académicos en la preparación y publicación de diccionarios y de los códigos gramaticales y ortográficos de la lengua, como han sido en los siguientes: Diccionario panhispánico de dudas, Madrid, Real Academia Española, 2005; Diccionario del Estudiante, Madrid, Real Academia Española, 2005; Diccionario práctico del Estudiante, Madrid, Real Academia Española, 2007; Diccionario Didáctico Avanzado, Madrid, Grupo SM, 2009; Nueva gramática de la lengua española. Morfología. Sintaxis I y II; Nueva gramática de la lengua española. Fonética y fonología, Madrid, Real Academia Española/Asociación de Academias de la Lengua Española 2009; Ortografía de la lengua española, en 2010; Diccionario de Americanismos, Madrid, Real Academia Española, 2010; Diccionario de la Real Academia Española, 23 edición. 2013; Diccionario del español dominicano, Academia Dominicana de la Lengua, 2014; Diccionario fraseológico del español dominicano, Academia Dominicana de la Lengua, en 2016.

En su larga y fructífera trayectoria de más de cincuenta y dos años de vida literaria, se ha ocupado de estudiar a profundidad la vida y obra de los grandes y sobresalientes escritores y literatos dominicanos.

El Dr. Bruno Rosario Candelier ha expresado:

“Cada saber tiene su simbología. Y cada lengua tiene la suya. En la literatura dominicana hay un caudal de símbolos que este diccionario selecciona, describe y ejemplifica. En ese sentido, la simbología se clasifica según el área de su competencia. La simbología religiosa, por ejemplo, estudia los símbolos que intervienen en una creencia o práctica ritual o confesional. De igual manera, la simbología del folklore, de la culinaria o de otra vertiente de la idiosincrasia de un país se ocupa de los símbolos que representan dichos aspectos dentro de la vida social, histórica, lingüística, antropológica y cultural. La simbología de una cultura comprende el estudio de los símbolos que permiten reflejar su mentalidad cultural”.[2]

Este libro Diccionario de símbolos, del Dr. Bruno Rosario Candelier viene a llenar un gran vacío existente en el país en el campo bibliográfico nacional.

Son clásicos los libros: Diccionario de símbolos[3], del español Juan Eduardo Cirlot (1916—1973); Diccionario de los símbolos[4], de los franceses Jean Chevalier (1906—1993) y Alain Gheerbrant (1920—2013);  y otros tantos.

Su amplia y vasta obra, habla y responde, por el connotado filólogo, lingüista, ensayista, narrador, periodista, promotor cultural, filósofo, crítico literario, biógrafo, novelista, académico, profesor universitario y director de la Academia Dominicana de la Lengua.

Con más de 60 obras publicadas en su larga y fructífera trayectoria como escritor y promotor cultural, convirtiéndose en el humanista y hombre de letras más trascendente e importante de los últimos años en la República Dominicana. En el año 2015, celebró 50 años de vida literaria y 25 años del Movimiento Interiorista.

Su trabajo intelectual ha estado dedicado por completo a las letras, al magisterio y la promoción cultural. Ha sido un escritor disciplinado y formado como humanista extraordinario e intelectual de fuste. Ha hecho de él: “Ningún día sin una línea”. De ahí su éxito y consagración a las letras dominicanas.

Es el fundador del Movimiento Interiorista, en 1990[5] y Presidente del Ateneo Insular. El mismo ha tenido una difusión en el país y en el extranjero.[6]

Escribió su primer ensayo en el año 1965. Estudió latín, griego, inglés, francés e italiano.

Es el crítico dominicano más agudo y consagrado a las letras nacionales.[7] Siendo el escritor dominicano que más ha escrito sobre  literatura dominicana y ha resaltado la vida y obra de la gran mayoría de los escritores dominicanos.

El Dr. Bruno Rosario Candelier ha ayudado a formar a grandes escritores que tenemos en la actualidad.

El Dr. Bruno Rosario Candelier se ha convertido en el principal crítico literario e intelectual dominicano. En su trabajo intelectual se ha dedicado, con rigor y profesionalidad, al estudio de la lengua y el cultivo de las letras, y que le ha merecido el reconocimiento.

En dicha obra que hoy ponemos en circulación, el Dr. Rosario Candelier hace gala de sus profundos y amplios conocimientos lingüísticos y filológicos. En cada uno de los símbolos de entradas en dicho Diccionario aparece un texto o varios textos literarios de nuestros hombres de letras.

“En la fuente literaria—nos dice Rosario Candelier—abordamos la poesía, la narrativa, el teatro, la crítica y el ensayo”.

 

Acota el autor de dicho Diccionario de símbolos:

“Con las instrucciones lingüísticas y metodológicas precisas para las tareas propias de un glosario de símbolos, laboramos en la búsqueda y el expurgo de las obras literarias (textos periodísticos, obras literarias y el lenguaje de la oralidad) y algunas fuentes secundarias (como diccionarios). En todas las áreas del saber humano hay símbolos que son creados e interpretados por autores y lectores. Disciplinas como mitología, religión, derecho, historia, música, arquitectura, mística, periodismo, filosofía, astronomía, física, etc., tienen un caudal de símbolos. En todas las ramas del saber y en los diferentes ámbitos de los conocimientos se encuentra una simbología, y cada lengua, como cada cultura, tiene la suya. En la cultura dominicana hay variados símbolos, algunos de los cuales recoge este diccionario”[8].

Como es natural en obra de este tipo, se hizo acompañar de la colaboración de Rita Díaz Blanco y Ruth Ruiz.

En nuestro país no hay tradición en la publicación de diccionario de ese género. Es el primero que se publica.

El autor de dicha obra en la extensa y enjundiosa introducción que le hace, nos explica detalladamente la metodología empleada.

Como muy bien ha dicho el Dr. Bruno Rosario Candelier:

“La elaboración de un diccionario de simbología conlleva la reunión del entramado representativo propio del ámbito de referencia en su conjunto lingüístico, histórico, social y cultural. La riqueza de sentidos de los símbolos en la historia de la cultura es relevante, y una de las dimensiones fundamentales es su realización en el fuero de los textos escritos, en especial de los literarios, ya que una vertiente principal es la simbólica. En su diseño, este diccionario tiene una estructura enciclopédica”.[9]

El autor de dicho libro nos identifica “la entrada o palabra clave que facilita la búsqueda al lector, consignada como voz simbólica con letras mayúsculas y en negritas, aplica las pautas del siguiente decálogo: 1. Definición del significado literal o valor básico. 2. Descripción del valor metafórico. 3. Identificación del valor simbólico. 4. Clasificación del ámbito del saber (ling., med., rel., lit., folk., psic., fil., mit., met., mist., teol., ast., agr., dep., mus, arq., der., fis., hist., antr., etc.). 5. Los elementos clasificados van con abreviaturas en negritas. 6. Ejemplificación o ilustración literaria (con la cita textual de una obra). 7. Ejemplo de ilustración escrito entre comillas y citado en su fuente original. 8. La palabra clase de la cita se destaca con letras en negritas. 9. Si se ponenvarios ejemplos, se enumeran. 10. Sus variantes se consignan con números en negritas”.[10]

Debemos de felicitar al Dr. Bruno Rosario Candelier por la obra que ha escrito y que viene a llenar un gran vacío en la bibliografía nacional. ¡ENHORABUENA!

 


[1] Santo Domingo. Editora Amigo del Hogar, 2017, 518 págs. (Academia Dominicana de la Lengua y Fundación Guzmán Ariza Pro Academia Dominicana de la Lengua).

[2] Diccionario de símbolos. Santo Domingo, Editora Amigo del Hogar, 2017, página X).

[3]19 edición. España, Editorial Siruela, 2016, 520 págs.

[4] Sexta edición, Barcelona, España. Imprenta Tesys, Empresa Editorial Herder, S. A., 1999, 1107 págs.

[5] Fundado en Moca el 28 de julio de 1990. El mismo ha sido definido por su mentor y guía así: “Movimiento literario dominicano de finales del siglo XX que expresa la huella interna y mística de lo real en la conciencia expresada mediante el lenguaje de la intuición, las verdades poéticas, los valores trascendentes y la belleza sublime”. Y sigue diciendo Rosario Candelier: “Esa definición se funda en el hecho de que el Interiorismo expresa, mediante el concurso de los sentidos interiores, el impacto que lo real produce en la conciencia, canalizando la dimensión trascendente de las cosas, la revelación de intuiciones metafísicas y la promoción de valores permanentes”. (“Del Director de la Academia Dominicana de la Lengua para el Director de la RAE”, contenido en el libro: La fragua del sentido. La lengua en el desarrollo cultural. Santo Domingo, Editora Corripio, C. por A., 2009, p. 196.

[6] En las Antillas españolas (República Dominicana, Cuba y Puerto Rico); España (Madrid, San Lorenzo de El Escorial, Guadalajara, Toledo y Barcelona); Centroamérica (Hondura y El Salvador) y Suramérica (Perú y Argentina). Véase la obra de Bruno Rosario Candelier. La fragua del sentido. La lengua en el desarrollo cultural. Santo Domingo, Editora Corripio, C. por A., p. 196.

[7] Cabe también destacar a los críticos literarios dominicanos: Pedro Henríquez Ureña, Max Henríquez Ureña, Camila Henríquez Ureña, Antonio Fernández Spencer, Pedro René ContínAybar, Manuel Valldeperes, María Ugarte, Federico Henríquez Gratereaux, Diógenes Céspedes, Manuel Matos Moquete, Andrés L. Mateo, Odalís G. Pérez, Soledad Álvarez, Mariano Lebrón Saviñón, Jeannette Miller, Manuel Rueda, Juan José Jimenes Sabater (a) León David, Marcio Veloz Maggiolo, José Alcántara Almánzar, Joaquín Balaguer, Cándido Gerón, Alberto Baeza Flores, Manuel Núñez, Franklin Gutiérrez, Julio Jaime Julia Guzmán, José Enrique García, Manuel Mora Serrano, José Mármol, Héctor Incháustegui Cabral, Federico García Godoy, José Rafael Lantigua, Daisy Cocco de Filippis, Ramón Francisco, Pura Emeterio Rondón, Giovanni Di Pietro, Alex Ferreras, Josefina de la Cruz, Miguel Ángel Fornerin, Eugenio García Cuevas, Miguel D. Mena, Carlos Federico Pérez y Pérez, Guillermo Piña Contreras, Basilio Belliard, Andrés Blanco Díaz, Néstor Rodríguez, Plinio Chahín, Miguel Collado, Enriquillo Sánchez, Enrique Eusebio, Miguel Aníbal Perdomo, Olivier Batista, y otros tantos.

[8] Obra citada, pág. XII.

[9] (Ibim, pág. X).

[10] (obra citada, pág. XII).