Conduce, brujulear, tejemaní / tejamanil

Por Roberto E. Guzmán

CONDUCE

“. . . detuvo un camión de carga que transitaba con varios productos diferentes a los especificados en el CONDUCE”.

Es un proceso natural en las lenguas que algunos vocablos deriven de otros. Las derivaciones pueden ser de diversos tipos. Unos son ortodoxos y otros menos conformes con la doctrina o prácticas aceptadas de forma general. En algunos casos las formaciones de los nuevos vocablos obedecen a necesidades especiales, a circunstancias que determinan su nacimiento y uso. Con respecto de “conduce” se piensa que se está frente a un caso como el vislumbrado más arriba.

En el origen del verbo conducir está el latín conducere, que era “conducir juntamente”. La idea que transmitía era la de llevar consigo. A través del tiempo el infinitivo del verbo fue definiendo mejor sus caracteres. Una de sus acepciones actuales es transportar algo de una parte a otra.

Se recuerda que el vocablo conduce se usaba en los predios rurales con bastante frecuencia, pues para poder transportar animales en pie se precisaba del conduce del alcalde pedáneo del lugar de donde procedía el animal. Con esto se buscaba controlar el robo de ganado. En los puestos militares a la salida y entrada de las poblaciones los militares allí destacados pedían el conduce de lugar.

Conduce corresponde a la tercera persona del singular del presente del indicativo del verbo conducir, que en América se usa también para tratamiento de respeto, usted.

El vocablo conduce con la significación de documento en que se registra la mercancía que se estrega o transporta se conoce solamente en las Antillas hispanohablantes. El vocablo no ha revestido o conservado idénticas acepciones en estas islas, pues en Cuba se usa en el lenguaje administrativo y es, “Notificación que debe firmar la persona que recibe un documento para que el portador acredite la entrega”. En Puerto Rico es la nota de entrega de una mercancía que firma quien la recibe; en esta se hace constar la mercancía que se entrega. En República Dominicana durante largo tiempo se usó el conduce como documento para certificar la legitimidad de lo transportado.

Por medio de la lectura de las acepciones anteriores para el conduce antillano puede comprobarse que tienen el mismo propósito, servir de documento comprobante de la entrega o transporte de mercancía.

 

BRUJULEAR

“Le encanta a la gente ´BRUJULEAR´en la calle”.

La razón principal para introducir en estas reflexiones el estudio del verbo brujulear es porque se expondrán las características que subyacen en este para determinar que en el habla de los dominicanos este posee un sentido particular.

Desde el principio de este estudio se impone traer la definición que más se acerca a la acepción que se propondrá más adelantes para este verbo. Entre otras el Diccionario de la Lengua Española consigna, “Andar sin rumbo fijo”.

El verbo brujulear que conoce quien escribe estas consideraciones es caminar para perder el tiempo, o, perder el tiempo caminando. No se busca lo que no se ha perdido.

Este verbo posee una locución que se le asemeja, es muy dominicana porque no es de uso en otras hablas; además, ha pasado inadvertida para muchos estudiosos del español dominicano, es, “enderezar esquinas”. Este enderezar esquinas en el habla de los dominicanos es caminar de arriba abajo algunas calles principales. Este verbo se conjugaba con varios propósitos. Uno era mostrarse en público, hacerse notar, estar en el medio, exhibirse. Era o es una actividad que no reportaba o reporta beneficio pecuniario alguno.

El verbo brujulear, por su parte, tenía mucho de perder el tiempo caminando. Quizás algún día alguien con acierto logre incorporar en los lexicones de español dominicano tanto la locución mencionada como el verbo brujulear con una adecuada acepción.

 

TEJEMANÍ – TEJAMANIL

“…antes del comienzo del desmonte para la construcción de las casas de TEJAMANIL…”

En muchas ocasiones los intelectuales cuando escriben embellecen con palabras lo expuesto de tal modo que la representación termina no correspondiendo con la realidad. Algunos escritores de gabinete no han tenido la oportunidad de experimentar la vida rural, de conversar con los campesinos, no han tenido contacto directo con la realidad.  Escriben acerca de una realidad no vivida, sino leída.

Algo de lo escrito más arriba parece que sucede en la oración reproducida más arriba. Con respecto de las palabras del título hay otras consideraciones que deben tomarse en cuenta. Una de ellas es, con las voces del Nuevo Mundo pasó como con los nombres de las plantas y frutos, al llegar a Europa los nombres se asemejaron a los ya conocidos en las lenguas de esos países. Más abajo se expondrán los argumentos para sustentar lo esbozado más arriba.

“El tejamanil es una tablilla de madera que se usa para techar casas, o cobertizos”, “derivado de tlaxamanilli”. Su forma correcta es tajamil”. Diccionario de aztequismos (1978:127). La voz aparece asentada ya por Feliz Ramos en su Diccionario de mejicanismos (1895:475), “Tira delgada de madera para techar”.

Es algo cierto y comprobado que muchos términos taínos pasaron con los españoles a otros territorios del Nuevo Mundo. Es muy probable que voces de otros territorios hayan pasado a la isla La Española en su versión original o con las modificaciones que les introdujeron los españoles. En el caso del tejamanil más parece una interpretación, pues sí era tablilla de madera para techar, pero no de barro.

Es muy probable que la forma de techar con tablitas haya pasado a La Española, pues quien escribe estos comentarios acerca de la lengua vio en República Dominicana hace quizás unos sesenta años los “techos de tablitas”. Recuerda haberlos visto en las cercanías del hotel Montaña, en la carretera que lleva de La Vega a Jarabacoa.

La historia del “tejemaní” o tejamaní dominicano es diferente. Es un método de construcción usado en el suroeste dominicano. Se recuerda haberlo visto en las paredes de algunas casas rústicas; era de ramas secas cruzadas o amarradas entre sí a las que se ponían un enlucido (pañete) de tierra del entorno, de preferencia de caliche, carbonato de calcio, una tierra amarilla con la que se preparaba una mezcla con agua que al secar formaba una capa dura e impermeable.

Emilio Tejera en su obra Indigenismos (1977:141) entiende que en Santo Domingo llaman a las armazones de “palos verticales y varas horizontales, que cubren con lodo o tierra podrida y batida”, tejamaní y palenque. Esto lo escribe cuando se ocupa de las voces bajareque o bahareque.

El Diccionario de cultura y folklore dominicano incluye excremento de vaca en esa mezcla del pañete. Este diccionario entiende que tejamaní es una edificación en las que, “Los techos son de cana o yagua, el suelo de tierra”. (2005:389). Hay quienes aseguran que esas construcciones no tienen ventanas, aunque sí tienen una o dos puertas.

Hay que precisar que se escribió antes tejemaní porque se ha oído así en el habla de los dominicanos. La explicación que el hablante ha encontrado para esta voz se basa en que el sistema de construcción es de madera, ramas secas, entrecruzadas, tejidas, usan madera flexible que pueden entrecruzar y hasta bejucos. El hablante dominicano no conoce de manil, pero sí ha visto el maní, de donde ha elaborado su propia voz para su modo de levantar estas construcciones, tejemaní.

Lo escrito más arriba es una opinión personal. Se ha documentado en la medida de lo posible.

Chiripeo, mancar

Por Roberto E. Guzmán

CHIRIPEO

“Ese es el pan nuestro de cada día de hijos e hijas de familias que practican el CHIRIPEO como modo de vida . . .”

La familia de la palabra del título ha procreado prole. Al finalizar el estudio de esta palabra se mencionarán las demás que pertenecen a la parentela para entender el uso y alcance de estas.

El diccionario que se acepta en tanto oficial de la lengua asienta un chiripeo que se circunscribe al juego de billar. En la acepción correspondiente a chiripeo utiliza la corporación madrileña de la lengua la palabra chiripa a la que define indirectamente como, “suerte favorable que se gana por casualidad”. El alcance de la palabra está limitado al juego de billar en el que el sinónimo es carambola.

Existe un chiripeo puramente dominicano que aparece en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, “Realización de trabajos extra”. El Diccionario del español dominicano trae una acepción más afortunada, “Realización de trabajos ocasionales”, que completa así, “de poca importancia o de escasa remuneración”. Con esta definición se tipifica la actividad con todas sus características.

En Puerto Rico se conoce la chiripa, “trabajo de poca importancia”, “pequeño trabajo que se hace por ajuste”, “algún trabajo de poca monta”, “trabajo extra”. Se separaron las acepciones porque proceden de diferentes fuentes, pero al final redondean la idea de la definición del Diccionario del español dominicano (2013:177).

Con respecto a la chiripa directamente el mentado diccionario de español dominicano la asienta como, “trabajo extra que permite conseguir algún dinero”, “ganancia pequeña”, “empleo modesto de pocas horas”.

La chiripa y el chiripeo han dado origen al chiripero, persona “que no tiene trabajo ni sueldo fijos y se dedica a realizar tareas de escasa importancia o de escasa remuneración”. (Perdónese la repetición).

En la lengua moderna el concepto del chiripeo coincide en algunos aspectos con el empleo informal, lo que algún chusco ha llamado “actividad extracurricular”. Es grande la cantidad de personas que pertenecen a este sector de la economía nacional dominicana.

La chiripa antillana tiene larga historia. D. Augusto Malaret la incluye en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1921:58). En esta obra vienen además chiripear y chiripero, todas con las características que las han distinguido hasta estos días. Estas tres palabras reaparecen en Vocabulario de Puerto Rico (1955) del mismo autor.

En República Dominicana Rafael Brito consigna chiripa como “trabajo de poca monta” en el año 1930 cuando publicó su obra Criollismos. Una excepción viene en El español de Santo Domingo, de Henríquez Ureña (1940:187) donde solo aparece chiripero con la acepción, “que acierta de chiripa”.

Cuando Patín Veloz elabora su obra en la década de 1940, asienta las palabras de la familia de chiripa en la que lleva por título Americanismos en el lenguaje dominicano. Allí reconoce que llega al habla dominicana desde Puerto Rico. Chiripa era ya, “ganancia pequeña”. Las demás palabras muestran los rasgos que conservan todavía.

La presión que ejerce la necesidad de ganarse la vida ha empujado a muchos dominicanos a aceptar trabajos ocasionales de escasa remuneración. Este fenómeno social ha mantenido vigente el empleo de las palabras de esta familia en el habla de todos los días.

 

MANCAR

“En cada acto no MANCABA la declaración . . .”

En los diccionarios modernos viene el verbo mancar con la marca de obsoleto. Creo que es una exageración, por lo menos para el habla de los dominicanos, que puede provenir de que las fuentes que fácilmente se usan en estadísticas del uso son las concernientes al español escrito, pues el oral es más difícil de evaluar y menos confiable.

El autor de estas reflexiones acerca del habla dominicana conviene en aceptar que en la actualidad es de poco uso, pero no hace tantos años, solo unos cincuenta, era utilizado en la conversación diaria. Una vez destacada esta observación se pasa al estudio del verbo.

El diccionario “que no manca” en su apreciación es el Diccionario del español dominicano (2013:438-9). En sus páginas precisa con justeza los usos y no falla en sus acepciones. Además, trae la documentación del uso con toda propiedad. Una de las citas data del año 1949 y la otra del año 2003.

En el año 1930 Rafael Brito en Criollismos “manca” al asentar la manera de representar la voz, pues la reproduce como la escucha en el Cibao, mancai, y, anota que es “fallar, errar”. En lo relativo a las equivalencias es certero. Diez años más tarde P. Henríquez Ureña permanece en los linderos del español tradicional y escribe que mancar es “faltar” y se remonta al Cantar del Mio Cid. El español en Santo Domingo (1940:63). Un poco más tarde Patín Maceo al ocuparse de la palabra asienta el uso en Puerto Rico y República Dominicana con el valor de “faltar, errar”.

En el espacio en que se ocupa del verbo mancar, el Diccionario del español dominicano (2013:438-9), inscribe que en tanto verbo transitivo es “errar, fallar”. En sus funciones intransitivas es “Dejar de suceder algo”; así como “Dejar alguien de hacer algo, especialmente cuando se trata de un compromiso”; “Dejar de funcionar algo”; “Errar el blanco de un disparo”.

Puede observarse que este mancar procede en su origen del italiano mancare del siglo XIII. En latín llegó mancus, falto o tullido o falto de un brazo o una mano. Más tarde pasó a “falto de algo” en sentido figurado, algo moral; sustraerse a una obligación moral. Más adelante alcanzó a “no tener éxito”. Después de estas explicaciones compárense las acepciones del Diccionario del español dominicano con lo que acaba de exponerse.

Con respecto a este verbo el autor de estos comentarios ha pensado que el uso dominicano del verbo mancar obedeció a la influencia de personas cultas entre cuyas lecturas se incluía literatura en lengua francesa. Esto cuando se pensaba más en cultivar la cultura por medio de la lectura que aprender una lengua extranjera para los negocios.

A estas consideraciones se ha llegado al comparar los usos del verbo y sus locuciones en francés y la coincidencia de estos con los que se registran en el español dominicano. No se desea alargar demasiado estos argumentos, no obstante, llama la atención las semejanzas para ser fortuitas.

¿Serán dominicanos todos esos eufemismos?

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Buscando una palabra o expresión que no suene tan fuerte, tan pesada, tan vulgar, en el campo y también en algunas regiones, no importa que se trate de la ciudad o del campo, muchos usuarios de la lengua o comunidades de hablantes emplean palabras sustitutas para tratar de  que su oído no les sea golpeado muy fuertemente al escuchar esas  palabras catalogadas por ellos  de vulgares.

En este artículo me centraré principalmente  en los eufemismos que tienen que ver con los miembros o partes del cuerpo o con las acciones realizadas por ellos, que es una de las ocasiones en que se da ese fenómeno lingüístico con mayor frecuencia y abundancia. También presentaré eufemismos de índole social, política y económica.

El término eufemismo proviene  del griego “eu” (bueno,bien) y de “pheme” (habla, hablar), y que puede definirse como “palabra o expresión más suave o decorosa con que se sustituye otra considerada tabú, de mal gusto, grosera o demasiado fresca y malsonante.” (Google).

A su vez, la RAE (Real Academia de la Lengua Española) la define como “la manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta  y franca expresión sería dura o malsonante.”

Podría decirse que “los eufemismos suelen ser  palabras muy útiles para salvar determinadas situaciones del habla cotidiana. Están presentes en personas de todas las clases sociales y de todos los niveles de la lengua…” (Eufemismo o la otra forma de llamar los seres y las cosas, El Nacional).

Veamos algunos de los términos eufemísticos que solemos usar los dominicanos referentes a miembros del hombre o de la mujer y a las acciones que ellos realizan.

  1. A lo que los españoles le dan el nombre de “culo”, los dominicanos le llamamos trasero, sentadera, cola, pompi, patrá, fundi, glúteo, etc.
  2. A lo que se le suele dar el nombre de “teta”, le damos los nombres de pecho, seno, mamas, busto, pechuga, pechonalidad, glándula mamaria, etc.
  3. Al órgano femenino vulgarmente nominado “toto” no se hace referencia con ese nombre, sino con el de cuca, popola, chocha, cotorra, la finquita, la cosa, etc.
  4. Si se trata del órgano masculino al que se le suele llamar “güebo”, le decimos miembro, pinga, puya, bimbín, bimbolo, bibí, ripio, miembro viril, pene, etc.
  5. A la acciٕón de “mear” la llamamos hacer pipí, hacer aguas, orinar, etc.
  6. Si se trata de “cagar”, decimos tatar, dar del cuerpo, ensuciar, ensuciarse, hacer caquita, hacer cacá, ir al monte, desahogarse, etc.

Pasemos a presentar los términos que tienen que ver con acciones o realidades de la vida diaria de los seres humanos, y los eufemismos con que se busca suavizar  lo que ellas expresan:

  1. borracho: ebrio, bebido, pasado de tragos, pasado de copas, contento, beodo, etc.
  2. beber en exceso: empinar el codo, pasarse de tragos, pasarse de contento, pasarse de copas, etc.
  3. joder: molestar, importunar, fastidiar, etc.
  4. impotencia: disfunción eréctil, ni na ni na, ni fu ni fa, está caído, etc.
  5. cayó en un acto de corrupción: cometió una indelicadeza, se  pasó de vivo, metió la mano, cogió lo ajeno, dejó el limpio, etc.
  6. robar: meter la mano, coger lo ajeno, pasarse de vivo, dejar el limpio, cometer una indelicadeza, etc.
  7. viejo: adulto mayor, de la tercera edad, juventud acumulada, veterano, etc.
  8. vejez: edad dorada…
  9. desfalco: desviación de fondos…
  10. quiebra: cierre del negocio…
  11. asilo: casa de asistencia, residencia de ancianos, residencia de retirados, etc.
  12. menstruar: tener la regla, tener visita, tener la cosa, tener el período, etc.
  13. morir: pasar a mejor vida, hacer el último viaje, irse a la última morada, colgar los tenis, etc.
  14. Persona de color, de tez oscura, etc.
  15. pobre: económicamente débil, de escasos recursos, de bajo nivel, etc.

Si no conocías muchos de esos eufemismos, habrás logrado asimilar, para tu archivo lexical, términos que en su mayoría son de uso corriente  entre los dominicanos y que, por  esa razón, te pueden ser útiles en tu interacción con los demás usuarios de nuestra lengua española, especialmente si  te  has  criado  en nuestro país o en un ambiente de cultura dominicana.

Güiro/güira, ábana/hábana/abana, testaferrato

Por Roberto E. Guzmán

GÜIRO – GÜIRA

“El GÜIRO taíno vino a ser el güiro de hoy”.

El güiro y la güira forman parte importante de lo dominicano. Güiro/a, es una palabra que tuvo su origen en las islas antillanas. La mayoría de los tratadistas aseguran que esta palabra proviene del arahuaco taíno. A tal punto se popularizó la voz taína que los españoles la definieron en parte por el uso a que destinaban el fruto, así escribían que era una “calabaza vinatera”, pues se servían del fruto después de seco para transportar ese líquido.

Esta calabaza (Cucurbita Lagenaria) peninsular terminó convirtiéndose en una vasija antillana, reconocida más por el nombre de jigüera en el habla dominicana que por calabaza vinatera, pues la sed de los aborígenes se centraba en el agua potable y otros ingredientes de la magra dieta taína, más que en el vino.

Parte de la jigüera se usó mucho en las cocinas dominicanas, utilizando parte de esta para hacer instrumentos de cocina, con o sin mangos usado como cazo, cuchara, etc.

No hay extrañeza si la primera documentación acerca del fruto del árbol tropical llegó a conocimiento general por medio de las reseñas de los cronistas “de Indias”. Con la diligencia que caracterizó a algunos residentes de la isla de Cuba, las primeras menciones americanas referentes a las dos palabras del título las produjeron estudiosos cubanos de la lengua americana; así consta en el Diccionario de provincialismos de la isla de Cuba de 1831. Las acepciones acogidas en este diccionario y otros de la misma época eran descripciones del fruto y los usos a que se destinaban.

  1. Esteban Pichardo trae en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas (1836:314) una descripción detallada de las voces estudiadas con referencia a la jigüera dominicana. El güiro se ha conocido por otros nombres, bangaño, calabazo, calabacito; en los siglos XVIII y XIX recibió la denominación “calabacito rascador de fandango”.

La primera mención de güiro en una recopilación de voces de uso en el habla de los dominicanos consta en Criollismos de R. Brito, de 1930, quien solo se ocupa de esta voz y escribió, “Instrumento musical hecho de calabazas”.

En República Dominicana se usa indistintamente güiro o güira para el instrumento musical que se hace con el fruto vacío de contenido, seco y con rayas transversales paralelas que se rasgan para producir el sonido característico. Las formas del instrumento pueden variar. Por esta forma de producir el sonido se convierte en un “instrumento de frotación de vasos independientes”. Instrumentos musicales folklóricos dominicanos (1988-I-244). Para producir el sonido se usa el “gancho” o “rascador”.

La que quizás pueda considerarse primera mención de la güira, instrumento musical, es la que hace Pedro Francisco Bonó en El montero. Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005:186).

Desde hace largo tiempo güira ha pasado a denominar la cabeza. Según parece esa acepción originó en Cuba; de ahí pasó a Puerto Rico y de allí a República Dominicana. Este orden se propone por las fechas de las menciones en los repertorios de voces en los mencionados países.

Un dato curioso sobre el que vale la pena llamar la atención es que D. Pedro Henríquez Ureña escribe, “Los descubridores escribían con g las palabras indígenas en que existían los diptongos ua, ue, ui: Guacanagarí, Guarionex, Maguá, güiro: es posible que estas palabras no tuvieran g, como no la tenía ninguna en náhuatl, el idioma de los aztecas…”

El español en Santo Domingo (1940:144-5).

 

ÁBANA- HÁBANA- ABANA

Igualmente esqueje de yuca, ABANA de batata . . .”

A pesar de que en título figuran tres palabras, en realidad se pretende estudiar una. El motivo de porqué aparece con tres representaciones es porque no se sabe cuál es la grafía que pertenece a esta voz.

Algunos hablantes de edad avanzada recuerdan haber oído hablar del “ábana de batata”. Solo recuerdan la voz de oídas; por lo tanto, no saben si debe escribirse hábana, con la hache y la tilde para diferenciarla de otras palabras homónimas, o, abana, llana sin acento ni hache.

Algo que recuerda la fuente de la anterior información es que ábana o abana siempre iba acompañada de la palabra batata, pues según parece se asocia directamente con este tubérculo.

En la cita aparece sin hache y sin tilde, pero a veces no se puede confiar en lo que se lee, aunque sea en periódicos. Además, es posible que se conozca la voz de las dos maneras, con acento y sin este.

La información que se ha recogido hasta este momento proviene del Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico, donde aparece escrito ábana y abana, en tanto “bejuco de batata cuyos recortes o trozos sirven de semilla”. Descrito de modo general es, “bejuco usado como semilla”.

No hay duda acerca de la posibilidad de que esta voz pasara de Puerto Rico a República Dominicana, donde se integró al habla de los agricultores. Este tipo de transferencia de voces entre las islas caribeñas hispanohablantes es algo hartamente comprobado mediante las estadísticas. Es un hecho que la voz examinada aquí se conoce en el habla dominicana, pero solo en los medios campesinos, porque pertenece a las labores agrícolas. Quizás por ese ámbito de uso ha permanecido ignorada por algunos estudiosos del lenguaje.

 

TESTAFERRATO

“. . . así como el TESTAFERRATO, sicariato, . . .”

Es parte del proceso natural de las lenguas que estas se sometan a la influencia de las actividades de la vida. Muchísimas palabras que se han incorporado a la lengua a través de la historia de esta han llegado como consecuencia de la necesidad de nombrar una acción nueva que se ha detectado en la vida humana.

Algunas de estas actividades son celebradas por los beneficios que traen a las comunidades; por desventura, otras han recibido nombre propio porque alcanzan notoriedad y hay que designarlas para estigmatizarlas.

La palabra “testaferrato” no ha sido incorporada todavía a la nómina de las que son reconocidas por las autoridades de la lengua con su integración al diccionario oficial. Junto a esta voz aún no reconocida figura en la frase citada una que se incorporó recientemente al diccionario oficial, 2014; es ese sicariato que aparece inmediatamente después de la voz estudiada aquí y cuya definición es, “Actividad criminal desempeñada por sicarios”.

No hay que extrañarse si algunas voces permanecen en la “sala de espera” para su integración al lexicón mayor de la lengua. Eso es parte del proceso normal. Los doctores de la lengua someten las voces de reciente aparición a un período de espera hasta que demuestren que forman parte del uso general. En la actualidad los recursos modernos de la ciencia han puesto a disposición de los estudiosos de la lengua nuevos recursos que permiten aquilatar con mayor precisión los usos en el ámbito hispanohablante y la frecuencia de estas nuevas voces.

En la base de la voz del título aparece una que es conocida del común de los hispanohablantes, testaferro. El testaferro es un presta nombre en contrato, negocio o pretensión que en realidad es de otra persona.

Una posible acepción para el testaferrato es, actividad desempeñada por el testaferro. En algunos casos esta actividad puede ser castigada por las autoridades si contraviene una norma legal.

 

Atisbar, empatar, contratación/contrastación

Por Roberto E. Guzmán

ATISBAR

“. . . echaban los viajes hacia la casa con el mulo con sacos de 320 libras ATISBADOS del producto . . .”

Los lectores siempre están expuestos a sorpresas. Unas pueden ser más agradables que otras. Entre estas algunas resultan desconcertantes. La que se experimenta con este texto pertenece a la última clase.

El verbo que se ha escrito como título de esta sección se infiere de lo que parece que es el participio de este en función de adjetivo. Infortunadamente, el verbo no aparece en las fuentes consultadas. La palabra que sí aparece es atisbo.

La oportunidad que se presenta con el encuentro de la cita se utilizará para presentar algunas posibilidades que se asumen en tanto origen del verbo; o más bien, consecuencias de este.

Antes se mencionó el sustantivo atisbo y se descartó que se encontrara en el origen de la voz usada en la cita porque su significado es, indicio o iniciación débil de una cosa.

Este atisbar que no se conoce quizás se encuentra en el origen de una voz dominicana, timbí, que cuenta con dos acepciones. Referido a persona timbí es “saciado por haber comido abundantemente”. Referido a un lugar es “repleto de gente”.

De la frase copiada puede deducirse que estaban timbo, que es otra voz del español dominicano sinónima de timbí. Se piensa que se trata de expresar que los sacos estaban llenos, repletos del producto.

Lo que se propone es una explicación por el sentido de la frase y las deducciones que pueden hacerse de las voces del español dominicano.

 

EMPATAR

“Aunque la pareja siempre se esforzó por EMPATAR con sectores activos . . .”

El uso del verbo empatar que se observa de la frase transcrita no es frecuente. Precisamente por eso se trae a estas reflexiones acerca del idioma.

Los diccionarios tradicionales reconocen los sentidos del verbo empatar que son más conocidos. A esas acepciones tradicionales los diccionarios generales añaden las más conocidas de Hispanoamérica. En República Dominicana, en el habla, empatar es unir, juntar, añadir, amarrar, pegar.

El uso que se observa en la frase citada puede considerarse una extensión de una o más de estas acepciones. Aquí en este ejemplo de uso se observa como integrarse a los sectores que se mientan. Es una forma de expresar que la pareja se incorpora a ese grupo de personas. La característica está en ese aspecto al referirse a ligarse con otros individuos.

En Nicaragua y Venezuela tienen un uso parecido al que se advierte en la cita, pero es más específico, “enrolarse en una actividad”, así lo define el Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Este uso dominicano podría considerarse como “integrarse a un grupo de personas”.

 

CONTRATACIÓN – CONTRASTACIÓN

“Lo que debería ser un debate sobre ejecuciones y propuestas sometibles (sic) a CONTRASTACIÓN . . .”

Al principio el estudio de las dos palabras del epígrafe parece un ejercicio rutinario porque a simple vista la diferencia entre las dos palabras se proyecta notoria. Más abajo se verá que el sustantivo acreditado para el verbo contrastar es diferente del presentado aquí. Se aprovechará la oportunidad que ofrece este estudio para examinar otros rasgos relacionados con el tema principal.

En el español cotidiano la contratación se reduce a la acción y el efecto de contratar, así como a la escritura firmada por los contratantes. Esta contratación con sus efectos guarda estrecha relación con pactar, convenir, comerciar, hacer contratos o contratas de trabajo. La mayoría de las palabras que se vaciaron aquí proceden del Diccionario de la lengua española de la Real Academia.

Con respecto a la otra voz que aparece en el título, contrastación, se presume que se relaciona con el verbo contrastar que en varias de sus acepciones utiliza el verbo comprobar y el verbo determinar.

La palabra que consta en todos los diccionarios generales con las funciones de sustantivo para lo pertinente a las acciones del verbo contrastar es contraste, que apareció en la lengua en el siglo XVI y que ha permanecido en el uso americano y peninsular a través del tiempo.

El diccionario que sí reconoce el uso de contrastación es el Diccionario de uso del español, que en su origen fue obra de la señora María Moliner. Allí se define este sustantivo como “acción de contrastar”.

El Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos también consigna en sus páginas el sustantivo, a pesar de que el diccionario de las Academias no lo asienta.

Las últimas menciones que constan en esta sección inducen a pensar que es un sustantivo que está en uso, pero que todavía no ha recibido el espaldarazo de las autoridades de la lengua.

El punto final a este asunto se lo coloca el Diccionario integral del español de Argentina (2008:440) cuando define contrastación, “Procedimiento experimental para contrastar una hipótesis o teoría científica con los datos empíricos”. Con la lectura de esta definición puede comprobarse el tipo de operación a que se contrae la contrastación.

Cocal, ñango/a, montear, ramalazo

Por Roberto E. Guzmán

COCAL

“Sembrar todas las costas del país de COCALES . . .”

El vocablo del título es uno que puede provocar equivocaciones. La interpretación que se le dará a este dependerá del país en que se use. En este aparte se verán las acepciones acreditadas por el uso.

Para los hablantes de español dominicano se entiende que este vocablo del título tiene relación con otro de larga historia en el español internacional, coco. El vocablo coco figura en el tomo segundo del Diccionario de la lengua castellana, compuesto por la Real Academia de la Lengua Española del año 1729, con una descripción detallada, “Fruta de un árbol de la India semejante a la palma, la cual antes que le quiten la primera corteza (que es cabelluda y de color castaño) es tan grande como un melón muy grueso. . .” (Adaptación de RG).

De acuerdo con lo que refiere Oviedo, en el tiempo de la llegada de los europeos a América encontraron ya el coco en Centroamérica. Se acepta que el vocablo fue inventado por los portugueses desde la primera visita a la India. El origen del nombre y la historia que hay detrás del vocablo es muy rica en datos curiosos, pues el mismo vocablo, coco, sirvió para mencionar el fantasma usado para amedrentar los niños.

El vocablo coco pasó a todas las lenguas, aunque en algunas hubo de recibir otro elemento explicativo, como en inglés, coconut, porque el mismo vocablo se usaba para el cacao y el coco.

Un cocal en Bolivia y Perú es un “terreno donde se cría o cultiva coca”; así lo asienta el diccionario oficial de la lengua española. Ese diccionario consigna en América Central, Cuba, Ecuador, México, Puerto Rico y Venezuela, un cocal es un cocotal, esto es, “un sitio poblado de cocoteros”.

Por esto de la siembra de coca se expresó al principio de este aparte que había que ser cuidadoso cuando se usa el vocablo cocal.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias añadió a la lista anterior la República Dominicana como país donde un cocal es un cocotal. Algo interesante con respecto del coco, la fruta, es que nada de esta se pierde, ninguna parte del fruto queda sin uso.

 

ÑANGO, A

“Le dan la espalda para que ella lleve a ÑANGO el fruto de la improvisación . . .”

La letra eñe es un signo distintivo de la lengua española. Solo el español tiene esa letra con esa virgulilla encima que representa un sonido que en otras lenguas representan con una combinación de letras. La rayita encima de la ene /n/ al principio fue recta, luego se representó curva, como lo es en la actualidad.

En el español dominicano existen por lo menos treinta y ocho voces que comienzan con esa letra, por lo menos eso es lo que aparece en el Diccionario del español dominicano.

La voz ñango tiene varias significaciones en el español dominicano. Aquí se verán algunas de ellas y especialmente la que se usa en la frase copiada.

En funciones de adjetivo, referido a una cosa o parte del cuerpo, ñango transmite la idea de que esa parte está “inclinada, torcida”. Una persona ñanga es la “contrahecha, deforme, desgarbada”. En los casos en que tiene relación con cosas o personas, es “abundante”.

La última significación de ñango es la menos usada en la actualidad, es el “macuto de guano que se lleva a la espalda”. En la situación que describe la cita, la voz ñango la usan como referencia para mencionar el lugar o la parte del cuerpo de la persona en que de costumbre se lleva el ñango, macuto. Esa es la deducción que se hace de la lectura de la cita. Si no es así, entonces el propósito es de mencionar el macuto en tanto modo de acarreo aludiendo al continente.

 

MONTEAR

“Su vida transcurrió entre los conucos, el MONTEO en los fondos de la sierra . . .”

La primera mención americana del verbo montear aparece en los escritos de Bartolomé de Las Casas, referido a “perseguir al indio cimarrón o alzado”, sitúa esta acción en la isla La Española; obsérvese que solo menciona al indio.

Este verbo deriva de la palabra monte del castellano antiguo, conocida también en el portugués de ese período histórico de la lengua; cuya mención aparece ya en el Cid como “arbolado o matorral de un terreno inculto”.

En español se conoce desde hace largo tiempo la acepción del verbo montear en tanto “buscar la caza en los montes”. Las personas experimentadas en esta labor eran los monteros que recorrían los montes a pie para cazar animales y más adelante en la historia con la evolución hacia la crianza de estos, para cuidarlos.

La labor de montear fue importante en La Española entre los siglos XVI y XIX. Debe recordarse que durante largo tiempo en los montes de la isla La Española existió la crianza libre de ganado que se cazaba básicamente para aprovechar el cuero que se vendía en el comercio intérlope a través de las costas alejadas de los puertos reconocidos y de las autoridades.

En la actualidad ya casi no se practica la acción de montear, es decir, buscar la caza en un monte. Muchas personas utilizan el montear con otros propósitos diferentes a los descritos, simplemente para “andar por el monte o la selva”. El monteador dominicano fue la persona que buscaba y perseguía la caza en los montes.

La versión moderna de montear es un deporte que se practica con la ayuda de motocicletas, es el motorcross, que consiste en un recorrido a través del campo.

 

RAMALAZO

“C. no escapó a sus RAMALAZOS”.

La terminación -azo sugiere acción violenta o golpe. Puede esta terminación introducir aumentativos también. En su origen el vocablo ramalazo sirvió para el golpe dado con el ramal que era un cabo de soga, cuerda. De ahí pasó a representar la señal que dejaba el golpe. En los tiempos modernos se utiliza para mentar un dolor agudo y repentino que se extiende por una parte del cuerpo; por lo general este dolor es pasajero.

Como sucede con muchos otros vocablos de la lengua, este pasó a cubrir otras áreas, esto es, extendió su alcance semántico.

En sentido figurado en el español dominicano el ramalazo llega a aludir a un ataque verbal de una persona acerca de otra. Con ese sentido aparece en el texto escogido para introducir su estudio en esta sección.

¿Un ciempiés sin cien pies? (2 de 2)

Para orientar a algunos usuarios de nuestra lengua española, me pareció útil presentarles varios pares de palabras o frases, muchas de las cuales  no todos manejan a la perfección al momento de escribirlas.

  1. Acabo de realizar, con un esmerado y esforzado empeño, el trabajo que debía llevar a cabo durante el día completo.
  2. De acuerdo con Martin y la mayoría de mis familiares y amigos, todos están en total desacuerdo
  3. Gina, una joven que próximamente cumplirá sus dieciséis años, convino con su padre que ella celebraría su cumpleaños con vino y ninguna bebida más.
  4. Ella, después de muchos tropiezos y desengaños, va a deponer su plan porque está cansada de poner fechas diferentes a cada rato.
  5. Ese bombero, por no dedicarse con empeño a apagar el fuego, va a ser condenado a pagar 100,000 pesos para indemnizar al dueño de la casa siniestrada.
  6. Después de arrobar a esa mujer con sus encantos, con toda seguridad y muy pronto le va a robar el corazón.
  7. Por no haber sido diligente e ir a pesar el saco de arroz que compró en el almacén, le va a pesar cuando vea la cantidad exagerada que le cobraron.
  8. Es bueno, conveniente y necesario que le des agua a ese obrero que con tanto empeño te desagua el patio cuando se te inunda.
  9. Mucha gente le critica a esa preciosa e inteligente mujer que desperdicie sus encantos, pues se pasa la mayor parte de los días en oraciones y en cantos.
  10. Sería bueno para ti aprovechar esa inteligencia que tienes y le des tino a tu pensamiento y tu conducta porque, si no lo haces,  será  fatal tu destino.
  11. Por más que lo pienso, todavía no atino a saber con certeza por qué a Tino, un hombre tan prudente, le pudo pasar es percance.
  12. Yo espero que delante de mí y de los tantos testigos que presenciaron tu accionar, no te atrevas a negar que fuiste tú el que dejó anegar la finca de arroz.
  13. Te aconsejo, como amigo y compañero de estudio de tu hermano menor, que le des ánimo en estos momentos en que está deshecho por el desánimo.
  14. En este momento de su vida, llena de soledad y de tristeza, el mayor consuelo y ocupación de ella es dedicarse a lavar la ropa de pordioseros y alabar al Dios de cielo y tierra.
  15. No le des arma al pacífico porque es inofensivo; mejor desarma al violento porque ese sí es peligroso con un arma en sus manos.
  16. Una tarde llegó a mi casa mi prima Mercedes con Dulce, su mejor amiga, a traerme unas habichuelas con dulce sabrosísimas.
  17. Le latió aceleradamente el corazón cuando vio que pasaba cerca de él la Tio, la muchacha que él y todos los muchachos del colegio quisieran tener como novia.
  18. Cuando voy solo al parque me siento dondequiera, pero si voy con ella me siento donde quiera ella.
  19. No le des a Tino ningún tipo de armas, ya que, al ser tan violento, en cualquier momento pude cometer un desatino.
  20. E l soldado, que ha pasado toda la candente tarde haciendo ejercicios, tiene la cara rojiza por el sol dado de frente mientras  marchaba a paso doble.
  21. ¡Qué bueno que siempre des honras y alabanzas a nuestro Dios porque, si actúas de forma diferente, deshonras a toda tu familia!
  22. De caer en la conducta y actuaciones de los amigos con los que comparte muy a menudo, va a decaer en la cadena de éxitos que hasta ahora ha logrado.
  23. Yo te garantizo que tu padre, un hombre tan gentil y servicial, no va a desaprobar que le des a probar a tus amigos el exquisito vino que compró ayer.
  24. A tu hermano pequeño se le va a demoler la espalda de moler una cantidad de café que le exige demasiado esfuerzo  para su edad.

Es probable que a la hora de escribir algunas de las palabras o frases que les he ofrecido y otras más que existen en español, ustedes no tengan  o hayan tenido alguna dificultad, aunque probablemente con algunas de ellas sí.  Pero de todas maneras, es de esperar que siempre les pongan cuidado a las mismas y ustedes proyecten,  en todo momento, una positiva imagen de escritores  del español.

Véase: ¿Un ciempiés sin cien pies? (1 de 2)

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

 

NO LO OLVIDE: MONOSÍLABOS VAN SIN TILDE

10/04/2021

Lo ordinario es, en la lengua española, que las palabras monosílabas no lleven acento ortográfico, aunque excepcionalmente algunos vocablos de una sola sílaba lo requieran para diferenciarlos de otros que les son homónimos: tú (pronombre) y tu (adjetivo); de (preposición) dé (del verbo dar); se (pronombre) y sé (del verbo saber y del verbo ser).

No es buena práctica la colocación de la tilde en las palabras monosílabas que no tienen otra homónima con la cual confundirse. Hubo un tiempo, muy lejano, en el que se marcaba el acento a las monosílabas, pero eso quedó atrás. Algunas personas persisten en poner acento gráfico a palabras de una sílaba que una vez lo llevaron.

 

PIAR Y OTROS PÍOS

17/04/2021

La pasada semana publicamos el trabajo titulado “No lo olvide: monosílabos van sin tilde”, y aunque es bien conocida la norma gramatical según la cual a las palabras de una sola sílaba no se les marca el acento, salvo algunas excepciones, el artículo suscitó comentarios y preguntas. Hoy les tengo una variación sobre el tema, enfocada en el verbo /piar/ y su familia de palabras. Piar, de origen onomatopéyico, se dice de la acción propia de algunas aves, y especialmente del pollo: “Emitir cierto género de sonido o voz. 2. intr. coloq. Llamar, clamar con anhelo, deseo e insistencia por algo”. Eso indica el Diccionario de la lengua española. Este verbo se conjuga como /enviar/. Presente de indicativo: envío, envías, envía, pío, pías, pía. Pasado perfecto: envié, enviaste, envió. Así: pie, piaste, pio. Las voces pío, pías, pía se tornan, por fuerza del acento, en bisílabas y como llanas terminadas en vocal y en -s no debe colocárseles tilde, pero excepcionalmente la llevan.

En el presente del subjuntivo se da igual fenómeno: yo píe, tú píes, él o ella píe, nosotros piemos, vosotros pieis, ellos píen. Observarán que la forma verbal /pie/ (primera persona singular pasado perfecto) es palabra homónima del sustantivo pie (extremidad inferior del cuerpo humano). El vocablo pie (monosílabo y sin tilde) tiene 29 acepciones en el Diccionario académico. Con esta palabra se forman diversas locuciones: pie de amigo (ayuda), pie de atleta (infección en los pies), pie de cabra (palanqueta), pie de imprenta

(Expresión de la oficina, lugar y año de la impresión, que suele ponerse al principio o al fin de los libros y otras publicaciones), a pie (loc. adv. Andando o caminando), pie de león (planta herbácea anual, de la familia de las rosáceas, con tallos erguidos), siete pies de tierra (sepultura, hoyo para enterrar un cadáver).

En ningún caso pie lleva tilde.

Entre tanto la voz pío, que corresponde a la primera persona, presente del indicativo del verbo piar (yo pío) coincide en escritura y sonido con otros usos del término con diferentes valores semánticos. Veamos: pío (onomatopeya, grito del pollito): “pío, pío, pío gritan los pollitos/ cuando tiene hambre, cuando tienen frío” (canción infantil).
Las expresiones “no sabe ni pío” y “no dijo ni pío” es posible que se correspondan con el anterior sentido de la palabra pío. Pío es también sustantivo, nombre de persona: Doce pontífices romanos han usado el nombre Pío, entre ellos san Pío X. El adjetivo /pío/ equivale a piadoso y es lo contrario de impío (Falto de piedad y de religión).
El Diccionario recoge el adjetivo /pion/ (sin acento marcado) y con este significado:
“Que pía mucho o con exceso”. En Higüey le dirán que se trata de un apellido, cuya escritura no precisa tilde, lo mismo que Sion, palabra que abunda en la Biblia para nombrar a Jerusalén, o Ruan, ciudad de Francia.

Del grupo de reír (río, presente; rio, pasado), dar (doy, dio), ver (veo, vio), liar (lío, lio) es el verbo fiar (fío, presente; fio, pasado).

Unos ejemplos con formas del verbo fiar:

1-No me fío de nadie.

2-En mi negocio no fío.

3-Nunca se fio de mí ni yo me fie de él.

4-Quien se fíe de los chismosos fracasa.

5-Te aconsejo no fíes, si quieres ver tu negocio crecer.

Seamos píos, nunca impíos. Hasta el domingo.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

EL SECRETO

30/03/2021 

Escribir con concisión tiene mucho que ver con la selección de las palabras que usamos para decir lo que queremos decir sin recargar el mensaje rodeos que no aportan al contenido ni a la expresividad del texto. Como en las preposiciones y los adverbios, que tratamos la semana pasada, también encontramos sustantivos que empiezan a verse desplazados por derivados más largos y altisonantes. Es lo que la Guía práctica del español correcto del Instituto Cervantes llama «la moda del archisílabo», que se basa en la idea errónea de que si la palabra es más larga nos hace ver más preparados o más cultos.

Las palabras son las que son; una sílaba de más no las mejora. Nuestro objetivo a la hora de elegirlas es que digan con exactitud lo que queremos decir y que su estilo se adapte a nuestra necesidad concreta. Son muchos los ejemplos de palabras que pierden uso frente a susderivados: tema y temáticarecibir y recepcionariniciar e inicializarclima y climatologíaproblema y problemática. Con los verbos sucede algo parecido. En lugar de usar el verbo simple de toda la vida nos decantamos por expresar lo mismo dando un rodeo. Basta compararlos: viajar y realizar un viajenotificar y dar cuenta de algollamar y hacer un llamamientousar y hacer usoopinar y ser de la opinión desaber y tener conocimiento de algo. Son creaciones innecesarias, con el mismo contenido significativo, no aportan ningún matiz que nos ayude a expresarnos con más propiedad, no designan objetos o conceptos nuevos. Son expresiones superfluas que nos suenan engañosamente más importantes. No se dejen confundir; en la claridad y la concisión está el secreto de una buena expresión.

 

SUJETOS Y VERBOS ENLAZADOS

6/4/2021 

En una expresión correcta, tanto al hablar como al escribir, intervienen, por supuesto, la ortografía o el dominio de la cantidad y la calidad del vocabulario. A estos elementos esenciales se le suma uno tan importante como ellos: una estructura gramatical correcta. Para lograrla debemos, entre otras cosas, fijarnos bien en la concordancia. Gracias a ella los elementos que forman la frase se vinculan entre sí. Por ejemplo, gracias a la concordancia verbal se relacionan sujeto y verbo; la concordancia exige que sujeto y verbo coincidan en persona y número. Cuando de concordancia verbal se trata hay dos estructuras que generan muchas dudas y por las que me preguntan muy a menudo. Analicemos una de ellas: Yo soy de los que creen que hay que cuidar la ortografía; Tú eres de los que piensan que hay que leer más.

 

GRAMÁTICA Y CORRECCIÓN

13/04/2021

Desde la semana pasada los casos de concordancia verbal nos traen de cabeza. La regla de que el sujeto y el verbo deben concordar en género y número nos obliga a prestar atención a la estructura de nuestras frases para que los elementos que las forman se vinculen adecuadamente entre sí. Si el sujeto está formado por varios elementos coordinados (el precio alto y la mala ubicación) el verbo debe ir en plural: Lo desanimaron el precio alto y la mala ubicación. En cambio, hay otras estructuras del sujeto que concuerdan con el verbo en singular. Por ejemplo, encontramos uno de estos casos cuando el sujeto está formado por elementos coordinados que se refieren a la misma persona, el verbo concuerda con ellos en singular: La investigadora y académica recibió merecidamente el galardón. Así mismo, usamos el verbo en singular si los elementos coordinados que forman el sujeto se refieren a etapas de un mismo proceso continuo: La subida y bajada de precios influye en la inestabilidad del mercado; El análisis del problema y la propuesta de soluciones está a cargo de una comisión. Un tercer tipo de sujeto que exige el verbo en singular es aquel que está formado por verbos en infinitivo coordinados. Podemos verlo funcionando por partida doble en el siguiente ejemplo: Aunque cantar y bailar no es su fuerte, le encanta reunirse con amigos y organizar fiestas.

Cuando allá por los tiempos escolares estudiábamos gramática olvidábamos a menudo –o no nos lo recordaban lo suficiente– que no era un simple ejercicio de memorización; la gramática es esencial para construir mensajes correctos y para entender cómo hacerlo.

En ambas oraciones los pronombres (yo y tú) son los sujetos del verbo ser y concuerdan con él en número (singular) y en persona (primera o segunda, respectivamente). En cambio, el sujeto de las oraciones de relativo los que piensan y los que creen es plural y tercera persona y exige que el verbo sea conjugado en tercera persona del plural: creen y piensan.

Una estructura similar es la que encontramos en estas frases: Yo soy la que organiza la agenda o Tú eres el que plantea problemas. De nuevo en estos ejemplos yo y  son los sujetos del verbo ser y deben concordar con él. En cambio, en las oraciones de relativo la que organiza y el que plantea problemas el sujeto es una tercera persona del singular y así concuerda con los verbos organiza y plantea

 

EL PAPEL DE LOS AFIJOS

20/04/2021 

La lengua tiene sus propios mecanismos para formar nuevas palabras. La derivación es uno de ellos. A una palabra le añadimos un afijo y conseguimos una nueva palabra con diferentes funciones gramaticales o con distintos matices de significado. Los afijos, como pequeñas piezas de un maravilloso rompecabezas, pueden ser de tres tipos dependiendo del lugar en el que se colocan en la nueva palabra.

Cuando el afijo precede a la raíz de la palabra a la que modifica lo llamamos prefijo; lo llamamos sufijo, en cambio, si se pospone a esa raíz; y lo llamamos interfijo si se intercala entre la base léxica de la palabra y un sufijo. Si los analizan verán que todos estos términos que usamos para referirnos a los afijos se crean gracias a ellos: a-fijo, pre-fijo, su-fijo, inter-fijo. Aprovechemos para recordar que, cuando nos referimos a un prefijo en la escritura, le colocamos un guion al final para indicar que es un elemento que no funciona de forma independiente, sino cuya misión es sumarse a las palabras para formar nuevas voces. Los afijos, aunque no disfrutan de la independencia de otros elementos de la lengua, también tienen su lugar en los diccionarios. Si los buscamos, podemos consultar qué matices de significación les aportan a las palabras que forman. Prueben a consultar, por ejemplo, en el Diccionario de la lengua española los cuatros afijos que hemos visto hoy; o algunos de los sufijos que registra el Diccionario del español dominicano.

Saber reconocerlos como parte de las palabras que utilizamos nos puede resultar útil. Los afijos nos aproximan al significado de las voces en las que intervienen, nos proporcionan pistas útiles sobre la ortografía y nos dan una idea de cómo se van formando nuevas palabras a partir de las que ya tenemos.

El horizonte que señalan las catedrales: pensamiento catedral

Por Jorge J. Fernández Sangrador

 

En agosto de 1904, Marcel Proust publicó, en “Le Figaro”, un artículo titulado “La mort des cathédrales” (La muerte de las catedrales), en el que describía, haciendo referencia a los edificios históricos eclesiásticos, las consecuencias que acarrearía la aplicación de la Ley Briand para la separación del Estado y la Iglesia.

El novelista partía, en esa tribuna, de la supuesta situación de que el catolicismo hubiera desaparecido de sobre la faz de la tierra sin dejar otro rastro que las catedrales: vacías, mudas, enucleadas, secularizadas, ininteligibles, descontextualizadas. Sin embargo, un grupo de estudiosos habría logrado reconstruir, a partir de documentos antiguos, cómo eran las ceremonias en ellas celebradas.

Y si unos artistas, con deseos de representar el drama sacro que allí oficiaron los sacerdotes del pasado, se atrevieran a llevarlo a escena, el gobierno lo subvencionaría encantado, al igual que el teatro. Más aun, lo financiaría exultante, puesto que se trataría de realizar algo genuino, oportuno y de extraordinario alcance histórico, en aquellos edificios «que son la expresión más alta y más original del genio de Francia», es decir, las catedrales.

Los snobs, escribía Proust, al igual que viajan al santuario operístico wagneriano de Bayreuth, irían entusiasmados a Amiens, Chartres, Bourges, Laon, Reims, Beauvais, Rouen y Paris, para disfrutar de los sagrados ritos, ejecutados por actores, en los lugares para los que aquellos fueron creados.

Lo que sucedería, sin embargo, es que lo que practicasen los actores no sería otra cosa que diletantismo. Estarían imbuidos de los textos, sí, pero carentes del alma de antaño, mientras que el clero y el pueblo, los arquitectos, los vidrieros, los emplomadores, los escultores, los pintores, los capataces, los albañiles, los canteros, los herreros, los carpinteros, los carreteros, los campaneros y cuantos participaron en la construcción, el sostenimiento y el engrandecimiento de las catedrales, todos ellos “creían”.

Marcel Proust pronosticaba en aquel artículo que cuando las catedrales pasasen a manos del Estado, quedarían secularizadas y destinadas a los más variados usos laicos. Lo que no llegó a imaginar es que, en Francia, se incendiaría una cada diez años a causa de la incuria estatal, según ha declarado Édouard de Lamaze, presidente del Observatorio del Patrimonio Religioso de Francia. Las últimas, Notre-Dame de París y la de Nantes.

«Cuando ya no se celebre en las iglesias el sacrificio de la carne y de la sangre de Cristo, ya no habrá en ellas vida. La liturgia católica forma una unidad con la arquitectura y la escultura de nuestras catedrales, pues aquélla y éstas se derivan de un mismo simbolismo», escribió, lamentándose, el autor de “En busca del tiempo perdido”.

No hacía falta que lo dijera Proust. Los cantos, el órgano, los cirios, el incienso, las estatuas, los vitrales, las columnas, las molduras, las nervaturas, las cenefas, las rejerías, los retablos, los relieves, las inscripciones, las sillerías, los remates, los dorados, los plateados, las puertas, los reflejos de la luz solar, las baldosas ajedrezadas, las vestiduras, las plegarias, los salmos, las procesiones, las gradas, la oratoria, el silencio, el arcano … ¡Qué belleza!

Y es que las catedrales son de gran significación para las sociedades que se desarrollaron en torno a ellas. En las ciudades en las que hay una, ésta señala a toda la ciudadanía que deambula y se arrebuja bajo su maravillosa mole en qué consiste la excelencia de la obra bien hecha, empujada hacia arriba por la fe de quienes la proyectaron, diseñaron y alzaron; manufacturada en unidades de tiempo que duran, en la que menos, cien años; erigida en emblema del tesón, la perseverancia y la confianza en el futuro de las generaciones, una detrás de otra, hasta cinco o seis, que la casi concluyeron, porque una catedral no puede darse nunca por finalizada del todo.

No es extraño, pues, que el concepto “pensamiento catedral” (cathedral thinking) se haya originado a la vista de tan fenomenales construcciones. Ellas representan lo contrario del cortoplacismo, fueron creadas para el disfrute de las generaciones que no conocieron su comienzo, se desarrollaron armonizando en sí, a instancias de la religión, todos los saberes y no cesan de proclamar ante los siglos que, para ser bien, ha de ser el espíritu el que tire de la materia y no al revés.

En ellas resplandecen la fe, la inteligencia, la clarividencia, el buen gusto, la imaginación, la técnica, la economía y el deseo de hacer algo que perdure en el futuro. Y después de leer el libro “The Good Ancestor” (el buen antepasado), del australiano Roman Krznaric, uno se pregunta: ¿seré yo un buen antepasado para quienes me sucedan en el tiempo y en las tareas?

El teólogo Dietrich Bonhoeffer decía que la cuestión última que una persona responsable ha de plantearse no es la de cómo se las va a arreglar para resolver, de la mejor forma posible, el asunto que trae entre manos, sino la de cómo será la vida de la generación que viene a continuación de la suya.

Y en este tiempo nuestro, que discurre entre incertidumbres, emprender acciones audaces que se espera que den frutos en un futuro, ya próximo, ya remoto, es algo que reclaman las personas del mañana, que han de seguir haciendo crecer la magna catedral, incoada anteayer, de la fe religiosa, de la confianza inteligente y del amor que todo lo dignifica, embellece y humaniza.