¿Un ciempiés sin cien pies? (1 de 2)

Por Tobías  Rodríguez Molina

Con bastante frecuencia leemos en ensayos, noticias, tesis, monográficos y otros escritos, frases como estas: a) -Ese señor es catalogado por mucha gente como un sin vergüenza; b) –Les dijeron que trabajaran hasta  el medio día;  c) -Un sin número de personas se presentaron aquí ese día.

Para orientar a algunos usuarios de nuestra lengua española, me pareció útil presentarles varios pares de palabras o frases, muchas de las cuales  no todos manejan a la perfección al momento de escribirlas.

  1. No es verdad, como dice todo el mundo, que el ciempiés, a pesar de la gran cantidad de patas que le vemos, tiene cien pies.
  2. El porciento que le darán de ganancia en la compañía donde trabaja, hará que cuente los dólares por cientos.
  3. Un sinnúmero de jugadores, que otrora fueron estupendos prospectos, tienen sus uniformes raídos y sin número.
  4. El sinsabor que está pasando ante el triste suceso acaecido la semana pasada, lo tiene sin sabor de la vida.
  5. Ella luce muy bien, sobre todo últimamente, después que está luciendo entre sus amigas su nuevo sobretodo.
  6. Con el sinfín que compró hace poco en la mejor ferretería de la ciudad de Santiago, ha cortado exitosamente un sin fin de cosas.
  7. Ayer vino desde La Vega con un afín de parte de su madre, a fin de que le concedan el permiso para cortar su gigantesca mata de caoba.
  8. Si haces las cosas con placer, te vas a complacer grandemente por el positivo resultado de tus acciones.
  9. Tú te acuestas tranquilo si durante los días de sufrimiento, llevas tu cruz a cuestas lleno de conformidad cristiana.
  10. Ese marido, cumpliendo con el compromiso de su unión sagrada y cristiana, adora siempre a Dora y por eso la trata bien.
  11. Ese alcalde, a pesar de que es uno de los alcaldes más eficientes en su labor municipal,  todavía no ha arreglado toda vía que se daña en el municipio.
  12. Los habitantes de esa pujante comunidad cometieron una sinrazón al acusarlo sin razón de algo que él no hizo.
  13. Manuel, un entusiasta y cumplidor joven estudiante de nuestra familia, ha probado una enorme alegría después del curso aprobado con notas sobresalientes.
  14. Anselmo, con la destreza que lo caracteriza, ha trazado magistralmente el diseño que le encomendaron, pero lo entregó atrasado.
  15. Ella siempre ha sido una mujer sincera y por eso les dijo la verdad: es imposible que ella haga una vela para iluminar su altar sin cera.
  16. Escuchó el concierto ofrecido en el Gran Teatro del Cibao con cierto desencanto pues le pareció que algunos músicos tocaron con sus instrumentos desafinados.
  17. No acierto a saber, y eso me tiene desconcertado, atormentado, lo que le sucedió a cierto señor muy apreciado por mí.
  18. Un comerciante minorista de una comunidad campesina, estimado y querido por todos los comunitarios, es timado por algunas personas sin conciencia.
  19. De cierto economista, muy versado en los conocimientos propios de su especialidad, me informaron que inexplicablemente se extravió en un desierto.
  20. Tuvo que salir a porfiar con uno de esos clientes tramposos por fiar artículos sin ninguna garantía.
  21. Ese señor me causó un gran disgusto pues, sin avisarme, ha llegado a mi casa bien temprano con un allegado que tiene fama de vividor y haragán.
  22. A las once de la mañana ya ha cavado, y todavía son las once de las mañana, varias zanjas pero aún no ha acabado la tarea del día.

Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino

Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Deberíamos leer, meditar, rumiar, con cierta frecuencia, este dicho de José Martí tan lleno de riqueza y enseñanzas. Es bueno que aparezca ante nuestros ojos y ante nuestra conciencia de manera constante. Debería colgar, con letras bien legibles, junto a nuestra mesa de trabajo o de estudio. O escribirlo algunas veces en algunas páginas de nuestra libreta de apuntes o en nuestro celular. Aunque lo mejor sería esculpirlo en nuestro ser más íntimo hasta que se haga vida en nosotros.

Seguro que todos hemos oído a infinidad de personas injuriar, maldecir a su país, nuestro país, renegar de él y cobijarse bajo otras banderas.  Esos hacen exageradas y mal traídas  comparaciones con otros pueblos y con su pueblo, al  cual rechazan y al otro lo adoran.  Todo lo de su país es malo, pésimo, y lo del que adoptan es bueno, maravilloso, estupendo, excelente. En el examen que le hacen al suyo le ponen una nota bien baja. Al otro un inmenso CIEN.

No soportan ni el calor de su pueblo, ni el frío.  No  visten, ni calzan con esas porquerías elaboradas o mal hechas por los “mediocres” de aquí. No fuman cigarrillos hechos en su “despreciable” y atrasado país, ni van a un cine de su pueblo natal, pues le parecen atrasados. !“No “ombe”¡ Lo de aquí es basura. Lo de ellos son exquisiteces”, afirman desafiantes.

¿Se ha visto alguna vez que el pichón de pato se aleje del lado  de  su madre, porque le parece  fea, para mudarse a la casa de la bella pava real? Quizás su madre sea fea, pero es su madre.

Tampoco deja el niño a su mamá, ajada por el hambre y viviendo en una casucha de yaguas y cubierta de harapos, para irse a vivir a casa de  una elegante, rica  y bien vestida dama, en una ostentosa mansión, donde hay de todo y bueno.

Es que lo nuestro, aunque sea inferior a lo de otro, toca más fuertemente las fibras de nuestro ser, de nuestra naturaleza.

¡Qué poco vale el que desprecia su vino agrio para saborear, muchas veces mendigándolo, el vino dulce ajeno¡ Habría que afirmar,  contundentemente, que el que hace semejante cosa es un traidor, un imbécil, un flojo, un despreciable, un  cobarde. Para todos sabe, o debe saber mejor, lo nuestro supuestamente malo que lo  ajeno tenido como bueno. La ropa de tela mala, por lo barata, de un campesino le cubre mejor y le es más útil que el riquísimo traje, hecho al último grito de la moda, del artista de cine o del civilizado diplomático.

Nuestro país tiene deficiencias en el orden político, educativo, cultural, social, económico. Seremos subdesarrollados. Otras muchas naciones están por encima de  nosotros en casi todos los órdenes; pero no por eso el nuestro  deja de valer para nosotros. Es nuestro y como nuestro vale.

Juan Pablo Duarte sabía que su terruño dominicano marchaba pésimamente. La situación que se veía y vivía andaba mal. Estaba realmente agria. Y conocía otros países que marchaban enormemente mejor que nosotros.  Pero no renegó de la  tierra que lo vio nacer,   que le dio vida. Al contrario, si más se hundía nuestro país  y más flotaban los otros, más se sacrificaba y se  desvelaba por él.  Más lo amaba, pues era  el suyo.

Eso vale. Eso es ser grande. Esa es la correcta actitud de un ser humano recio y con conciencia limpia, pura. Así se comportan los valientes a diferencia de  los cobardes y mediocres.

¿Que ahora también tenemos deficiencias y nos ahogan las dificultades?  ¿Que todo anda al revés? Pues ¡a la carga¡ Esas deficiencias son nuestras. Pesan sobre nuestros hombros y no podemos tirarlas al suelo ni dejárselas a otros, sino que a todos   nos toca arrimar el hombro para, por lo menos,  enderezarlas o por lo  menos paliarlas.

Tenemos que luchar para que nuestro vino sea más dulce. Pero si sigue siendo agrio a pesar de los enormes esfuerzos por endulzarlo, ese es nuestro vino  y así lo beberemos hasta que, con tesonero afán y sin tregua, por la vía correcta, legal y democrática, le quitemos el mando a los que se han dedicado a buscar su beneficio personal por  vías torcidas y protegidos por el manto de la impunidad,  haciendo nuestro vino cada vez más agrio.

Piche, triquiñuelear, botija

Por Roberto E. Guzmán

PICHE

“Ese era precisamente lugar del PICHE de la guagua”. (Así en el original).

La vida moderna, una vez más, se ha encargado de borrar las huellas del “piche de guagua” que dicho o escrito de esta manera trae el personaje a la memoria de quienes ya han experimentado algunos años de vida.

En el habla popular el lanzador en el beisbol podía llamarse piche, de esa forma, sin interrupción intrusa de la letra te de pitcher. El piche de la guagua era una persona que desempeñaba funciones importantes en el transporte público, sobre todo interurbano.

Por mucho que uno se devane las meninges para encontrar una explicación para la formación de la palabra piche, no dará con una explicación plausible para todos los hablantes. El piche era el cobrador en los autobuses cuando a este tipo de transporte todavía no había llegado el sistema capitalista de inversión y explotación.

El piche recibía el pago de los usuarios, de algún modo los ayudaba a subir al autobús, les devolvía el vuelto sobre lo percibido en exceso en efectivo y de algún modo les indicaba si había cupo en el medio de transporte. Si había necesidad anunciaba las paradas solicitadas por los usuarios.

En la época en que los piches eran imprescindibles los autobuses solo tenían una puerta de embarque y desembarque. El piche se mantenía cerca de esa puerta para ayudar a bajar sin percances y verificar que el pasajero había pagado por el servicio hasta esa parada.

El piche no recibía ni entregaba recibo por las sumas recibidas. Por fuerza de las circunstancias el piche tenía que ser una persona de confianza del propietario del autobús. En esa época no se lleva control estricto de los ingresos o egresos.

La modernidad y el capitalismo casi han acabado con el pobre piche. Apenas se oye algunas veces la voz de un piche llamando la ruta y parada de los autobuses.

 

TRIQUIÑUELEAR

“. . . una verdadera dictadura constitucional para lo cual TRIQUIÑUELEÓ, torció . . .”

Con mayor frecuencia que la deseada los articulistas acuden a su imaginación para acuñar voces, entre ellas verbos que no tienen carta de naturaleza en la lengua, por eso son creaciones. En la mayoría de las veces estas creaciones tienen vínculos sólidos con palabras patrimoniales del español internacional. En otras ocasiones el redactor del texto que despliega la nueva y desconocida voz lo que buscan en realidad es llamar la atención del lector. En ambos casos el redactor merece que se respete su derecho.

La palabra que se encuentra en el origen del verbo del título es triquiñuela que tiene historia en el español. Se integró esta al repertorio académico de palabras en el año 1843.

La triquiñuela es un escape o efugio para disimular la verdad, para eludir la instancia que se hace sobre un asunto. Es una evasión para sortear una dificultad. Es una astucia que se emplea para algún fin. Las palabras con las que se han definido el concepto se han tomado en préstamo de la terminología de la Real Academia.

El Gran diccionario de la lengua española de Larousse menciona que la palabra triquiñuela es onomatopéyica. En este sentido sigue lo escrito en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Corominas y Pascual. Ahí se ha colocado la palabra triquiñuela entre las que tienen relación con tris como sonido de detonación, que viene junto con traque y trique.

La triquiñuela es un recurso diestro en el cual se encubre un engaño con el fin de conseguir algo; es pues un ardid, artimaña, treta o truco. En la forma en que se usa es un subterfugio.

Es muy posible que en la frase citada pudieran usarse algunos de los sinónimos que se han ofrecido para la triquiñuela, retenidos en tanto verbos, el que sobresale de inmediato es engañar, seguido de mentir, confundir. No hacía falta que el redactor creara un verbo cuando podía usar cualquiera de los ofrecidos. Pudo también utilizar el sustantivo modificando la redacción.

 

BOTIJA

“. . . cuando el erario público ha sido la BOTIJA de muchos enriquecimientos ilícitos . . .”

No hay lugar a sorprenderse si algunas personas nunca han oído la palabra botija. Es una palabra de poco uso en la actualidad. La vida moderna, con las operaciones bancarias cotidianas han dejado atrás la botija como depósito de seguridad para valores. Los refrigeradores relegaron al olvido las botijas en tanto reservorios de agua fresca.

Una botija era una tinaja, generalmente hecha de barro con la barriga más ancha que la boca y el fondo. En las viviendas dominicanas de las zonas rurales mantenían las tinajas en un lugar fresco para conservar el agua de beber.

Las personas ricas de antaño conservaban su dinero en botijas ocultas, generalmente enterradas. Tan pronto como una persona rica de la zona rural enfermaba de gravedad, la pregunta que se hacían los familiares era, ¿Dónde esconde la botija?

En siete países de Centroamérica y el Caribe usan de la palabra botija en tanto sinónimo de “tesoro oculto o enterrado”. La palabra en cuestión consta en la locución verbal “decirle a uno (hasta) botija verde” que es un insulto.

Los dominicanos también utilizan la palabra botijuela para referirse específicamente a una “botija ocultada en un muro o en la tierra con monedas de la época colonial”, así la define el Diccionario de la lengua española.

La palabra botija pasó al portugués y al catalán. Es del mismo origen de la palabra bouteille del francés. Todas estas palabras tienen el origen común del latín butticula que era el diminutivo de buttis. De allí sale también la bota, recipiente de cuero con forma de bolsa, provisto de boquilla para beber. Dicionário etimológico da língua portuguesa, José Pedro Machado (1967-I-454). El mismo origen tiene la botella del inglés bottle y del italiano bottiglia; en provenzal fue botelha.

Ñeca, ajustar, coaching, ring

Por Roberto E. Guzmán

ÑECA

“. . . hasta el momento hemos visto la misma ÑECA . . .”

Esta voz del epígrafe es otra creación del hablante de español dominicano. Es muy precisa en su significado. La voz tiene dos significaciones en el español dominicano, pero se presume por la redacción de la frase transcrita que se refiere a la ñeca menos usada. Se repasarán las dos acepciones de ñeca en el español dominicano.

En la frase reproducida la voz ñeca se usa para no mencionar una cosa desagradable con la que se tiene que vivir desde el nacimiento hasta la muerte. Esta ñeca es un producto del ser vivo. Casi nadie quiere tener que usar la palabra que es la reconocida por todos y por eso se la evita llamándola de muchas otras formas. Con el comentario escrito no hace falta que se utilice la palabra directa que se encubre al usar el nombre ñeca.

Se trata de los residuos de la comida después de hecha la digestión; expelido a través del ano. La palabra muy conocida, mierda, es malsonante de cualquier modo que se la use, por eso se evita. Cuando se usa delante de menores de edad, sobre todo de niños se la llama caca o pupú. La última palabra es muy conocida en República Dominicana, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Panamá. En otras palabras, es excremento humano.

Antes de terminar se recuerda que ñeca es también el femenino de ñeco que se usa para referirse a la persona “que tiene una o las dos manos anquilosadas”; “que le falta o tiene inutilizado un dedo, una mano o un brazo”.

 

AJUSTAR

“. . . nos AJUSTÓ una sarta de impuestos que todavía estamos pagando . . .”

Llama la atención la forma en que se utiliza el verbo ajustar en la frase citada. La forma en que se emplea ese verbo en esta frase pertenece al habla de los dominicanos de forma exclusiva. Por más señas, el valor de este verbo usado de este modo no ha sido reconocido por los estudios acerca del español dominicano hechos hasta esta fecha.

Naturalmente el uso es tan frecuente que el hablante de español dominicano no se percata de que lo usa de este modo. Claro, la forma de enunciarlo es sin la ese /s/, ajutar.

En el habla informal se favorece este uso del verbo cuando se trata de imponer un juez una pena a una persona condenada por algún hecho reñido con la ley. Así se dirá, “Le ajutaron tantos o cuantos años de cárcel a Fulano por el delito que cometió”.

De la misma manera en el registro informal se usa cuando se habla de propinar golpes, inferir u ocasionar heridas, así se dice también que, “Le ajutó tres palos y dos puñaladas”.

Mediante la lectura de los ejemplos se nota enseguida que el uso es cotidiano y que los hablantes entienden a perfección el mensaje que se transmite con el uso del verbo ajustar empleado de esa manera.

 

COACHING

“. . . ya que se trata de los COACHING de los procesos electorales . . .”

Algunas voces extranjeras tienen mayor fortuna que otras en español. Esta del título parece que ha entrado para permanecer y reemplazar otras.

Hasta hace relativamente poco tiempo la voz del inglés que había sentado reales en el habla era otra de esta familia, coach, que era o es muy usada en el beisbol. Piénsese que hay coach de primera, de tercera, de bateo y pitcheo. Los dos últimos no son más que entrenadores; a los dos primeros se les llama también pilotos.

Aunque parezca extraño la voz del inglés deriva de la diligencia de dos puertas, coach, que trascendió a otras lenguas y al español entró a través del coche, nuestro carro. El avance de la voz pasó del vehículo que conduce las personas a la “persona que conduce”. En inglés con el énfasis en la persona llegó en tanto tutor. De allí pasó a las actividades deportivas para ayudar en el entrenamiento del personal deportivo en calidad de asistente. En tiempos más recientes se ha encontrado el coach desempeñando funciones de entrenador personal para todo tipo de actividades.

En las universidades y en la vida profesional hay coach que motivan a las demás personas a superarse, a alcanzar los objetivos que se proponen.

El coaching se refiere al método que se utiliza para ayudar, enseñar y entrenar a una persona o a un grupo de personas para lograr alguna meta. Entre las actividades que lleva a cabo quien se dedica al coaching está la de asesorar, trazar la trayectoria que llevará a la consecución del objetivo.

Es probable que el uso en español de las palabras del inglés tenga mucho que ver el evitar utilizar la palabra entrenador o entrenamiento porque se pierde con estas palabras el aspecto teórico del acompañamiento y labor del coach.

 

RING

“Bajo fuerte presión internacional tuvo que salir del RING . . .”

El ring del inglés tiene muchas denominaciones en lengua española. Lo único que las palabras del español no logran es igualar la brevedad de la voz del inglés. Dependiendo del ámbito en que se usa se le llama cuadrilátero, ensogado o en dos sílabas, lona.

En la narración de una pelea pugilística en muchas ocasiones el narrador con el deseo de mantener al público al tanto de lo que sucede en al área de pelea, es natural que eche manos de la voz ring para continuar con las incidencias del encuentro.

Lo que mueve o motiva al narrador a usar una u otra de las opciones del español es lo que desee destacar en el instante en que narra. Si escribe tiene mayor latitud. Si cae dirá a la “lona”. Cuando suben es al “cuadrilátero”, allí se enfrentan los púgiles. Las cuerdas que limitan la zona de pelea en los laterales son las sogas, de allí que se diga a veces “ensogado”.

Algo que llama la atención es la gran cantidad de palabras o locuciones del pugilismo que han pasado al español general. Poner a alguien “fuera de combate” o noquearlo son dos que han trascendido el ámbito de las peleas de boxeo. A alguien que vapulean se dirá que “le dieron con el cubo del agua”. En los momentos en que una persona desiste de modo forzoso de un proyecto, muchos dirán que “tiró la toalla”.

Estas palabras y locuciones son solo una muestra de las muchas más que pertenecen al dominio general. Por medio de esta integración puede el observador darse cuenta del número de aficionados que tiene el deporte o profesión del pugilismo.

Chucho, desarrabalización

Por Roberto E. Guzmán

CHUCHO

“A Emilio lo torturaron con CHUCHOS y palos. . .”

Esta denominación para el látigo o fuete tiene larga historia en el español antillano. El Tesoro léxico canario-americano (2010:318) escribe que esta voz es americana, es decir, que apareció primero en América. De acuerdo con las noticias y documentos de que se dispone su origen se produjo en las islas antillanas. De ahí pasó a Venezuela.

De América la voz llegó luego a las Islas Canarias. Los autores del Tesoro antes mencionado entienden que la voz chucho deriva de chuzo. En opinión de quien escribe estas notas, quizás se produjo como una deformación del sonido de la letra zeta /z/ del español peninsular en la segunda sílaba de chuzo.

La primera noticia que se tiene de la voz chucho recogida en un diccionario es en el Diccionario de provincialismos de la isla de Cuba (1831). En ese lexicón se recoge la acepción, “Látigo que usa el jinete cuando monta a caballo”. Hay que reparar de inmediato en que la definición que ofrece esa obra está orientada por la situación en que se usa el instrumento.

Cuando D. Esteban Pichardo se ocupa de la voz en su Diccionario provincial casi razonado de vozes y frases cubanas, publicado por primera vez en 1836 redacta la acepción correspondiente señalando el uso, “Látigo o instrumento de azotar hecho de vergajo o cuero retorcido, que va adelgazando hacia la punta”. En esa definición entra la forma y el material con que se fabrica el chucho. En acepciones aparte aprovecha el diccionarista la oportunidad para mencionar otros usos de la voz chucho.

Ya en el año 1916, D. Augusto Malaret al escribir acerca del chucho en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico, en la página 59 reduce la definición a cuatro palabras, “Látigo de cuero retorcido”, que muy bien puede ser el chucho que se conocía en Puerto Rico en esa época y menciona que era de uso también en Cuba. Cuando este autor publicó   el Vocabulario de Puerto Rico (1955:151) reprodujo la acepción anterior, pero consignó que era de uso en las Antillas y Venezuela. Esta mención sirve de testimonio de la expansión de la voz.

En el Diccionario de voces cubanas (1921:186), D. Constantino Suárez trae una definición más lata para el chucho, “Toma este nombre cualquier forma de látigo, y algunos lo hacen extensivo a denominar el vergajo y las disciplinas”. Para la etimología de la voz presenta “achuchar”, que equivale a azuzar. Esta palabra, disciplina, denomina un azote que servía de instrumento de penitencia.

La tipificación del chucho comienza a liberalizarse en el Nuevo catauro de cubanismos de D. Fernando Ortiz, cuya primera edición data de 1923. Allí aparece en tanto “Látigo hecho de un vergajo retorcido y por extensión cualquier tipo de látigo” (1923:214). De la lectura de esta definición se infiere que a cualquier tipo de látigo se llama(ba) en Cuba chucho.

En República Dominicana D. Rafael Brito no lo recoge en su obra Criollismos de 1930. Quien lo presenta por primera vez es D. Pedro Henríquez Ureña en El español en Santo Domingo publicado por primera vez en 1940. Solo trae la mención de que es látigo y menciona el uso en Cuba y Venezuela.

Después de que D. Pedro lo mencionó todos los lexicógrafos ulteriores hacen constar la voz chucho en sus obras porque esta mantiene su vigencia en el habla de los dominicanos.

Algo que puede comprobarse con facilidad es que en el habla un chucho es cualquier instrumento flexible que sirve para azotar, los hay de cuero, de soga, de alambres retorcidos y algunos cuentan con nombre propio en el español dominicano como el “güevo de toro” que en el español internacionalizado se llama de vergajo.

El portugués brasileño tiene una palabra igual, chucho, pero para otros usos. Una de esas voces que se parece a la estudiada aquí por su significado y procedencia es el chucho usado en algunas zonas agrícolas para designar un palo puntiagudo con que el labrador abre en la tierra un hueco, donde luego depositará la semilla. Eso parece mucho a la coa de los taínos. Al igual que Corominas y Pascual sugieren para el origen del chucho caribeño la palabra chuzo, en portugués brasileño dicen que la voz deriva de chuço. Novo Aurélio O Dicionário da Língua Portuguesa Século XXI (1999:464).

 

DESARRABALIZACIÓN

“. . . con esta acción nos ayudan al proceso de DESARRABALIZACIÓN y adecentamiento. . .”

La voz del título es más que larga. Decirla causa problemas, escribirla toma tiempo. Hasta leerla cansa. El autor de estos comentarios acerca de la lengua no duda en pensar y publicar que debe ser una voz creada por el segmento culto de la población hablante de español dominicano.

El verbo desarrabalizar solo se conoce en República Dominicana. Este verbo tiene en el habla de los dominicanos una acepción muy precisa en el Diccionario de americanismos, “deshabitar un núcleo de población, especialmente ocupado por personas de pocos recursos económicos, y eliminar sus viviendas con el fin de desarrollar en él proyectos urbanísticos u obras civiles”. Con la lectura de la acepción se nota que es larga y llega desde el lado de la devastación.

Ya en el Diccionario del español dominicano (2013:248) la definición del verbo procede desde el ángulo positivo, “Acondicionar una zona urbana mediante la eliminación de infraviviendas o de puestos callejeros”. En esta caracterización se olvidó consignar el desarrollo de proyectos urbanísticos. No hay que sorprenderse de que sea así, porque en muchos casos no se construyó proyecto alguno, sino que se mejoró el paisaje para consumo de los incautos.

El sustantivo desarrabalización guarda relación estrecha con el verbo arrabalizar, pues sirve para mencionar el proceso mediante el cual se ejecuta la acción contraria.

Se hace necesario aquí mencionar el verbo arrabalizar. En muchos casos se utiliza para destacar que una parte de una población se convierte en arrabal, es decir, en una zona donde viven personas descuidadas, se acumula basura en las calles y resalta la falta del ornato público.

Tanto el verbo como el sustantivo mencionados más arriba tienen estrecho vínculo con la palabra arrabal que designa un barrio fuera del recinto de la población a que pertenece. Hubo un momento en la historia de las palabras en que el arrabal y el barrio fueron sinónimas.

La palabra arrabal procede del hispanoárabe rabád; la primera documentación data del año 1146, con lo que se entiende que es palabra antiquísima en la lengua. La palabra arrabalero se hizo de un cariz negativo, persona “que se comporta y habla de manera zafia”, persona de modales groseros o toscos, carente de tacto en su comportamiento. Con este tipo de creación léxica se estigmatizó al arrabal al hacerlo asiento de personas de la conducta señalada.

En tiempos modernos se han mejorado los métodos de llevar a cabo los planes de desarrabalización. En algunos países los llaman de beautificación, tomando en préstamo parte de la lengua francesa que llega al español desde las riberas del inglés. Es una manera de embellecer el panorama urbano; sin que se entre aquí en detalle.

Hay que celebrar una vez más que la inventiva del dominicano ha podido acuñar dos verbos y un sustantivo para mencionar con exactitud los procedimientos que se describieron más arriba.

Desvíos normativos en Tiempo muerto

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Hace un tiempo salió publicado en las ciberpáginas de la Academia Dominicana de la Lengua el artículo “El desenqueísmo y el desalaqueísmo en Tiempo Muerto de Avelino Stanley, en el cual se ofrecieron datos sobre esos dos fenómenos lingüísticos, el primero de los cuales  puede afirmarse que ha ido tomando presencia abundante en el español de los dominicanos.

Al inicio de ese artículo expresé mi extrañeza de que en esa  obra de Avelino aparecieran tantos desaciertos normativos, de los cuales prometí ocuparme en un artículo futuro, y de eso se tratará en esta ocasión.

Ante ese panorama de la abundancia de fallos   ortográficos y algunos de sintaxis, creo que pueden plantearse varias hipótesis sobre esa realidad. Esas hopótesis se presentan a continuación.

  1. El autor del libro no buscó un corrector de estilo pensando que no hacía falta porque él manejaba su idioma español a la perfección. Y por eso la Editora Búho, pensando que eso era cierto, no corrigió ni una coma.
  2. El buscó un corrector de estilo, pero no conocía la competencia del mismo, y, al creer en la capacidad del corrector, confió en que este  haría bien su trabajo; pero se puede demostrar su incompetencia por la baja calidad del  trabajo realizado.
  3. La Editora Búho no tenía a alguien competente que revisara el material que le entregó Avelino aunque ya hubiera sido corregido por un excelente corrector de estilo. Eso es parte de su responsabilidad.
  4. No se explica cómo la Editorial Cocolo dejó que fuera puesto en circulación ese libro con tantos fallos de normativa.
  5. Avelino no le dio aunque fuera un vistazo rápido a su libro antes de la impresión definitiva creyendo  que no era necesario confiado en la competencia de la Editora Búho.
  6. El jurado que le otorgó el Premio Nacional de Novela 1997 no tuvo en cuenta la abundancia de usos alejados de la normativa del español.
  7. Existió otro factor, aparte del excelente contenido y las abundantes y bien logradas figuras literarias, que movió al Jurado a otorgar el Premio Nacional de Novela 1997 a esa obra saturada de usos gramaticales alejados del correcto manejo de nuestro rico idioma español.

Después de planteadas esas hipótesis, se pasará a desarrollar la temática anunciada en el titular. Se verá en detalles los catalogados de “desvíos normativos” en Tiempo Muerto. Las citas están tomadas de la segunda reimpresión del año 1999.

  1. “Hay que moverse porque sino, cuando uno viene a ver, en vez de uno, serán dos los que se mueren. (pág. 133). En la p. 182 aparece un caso semejante: “Mamá, cálmese porque sino habrá que sedarla…” En la página 168 aparece otro “sino” que deber escribirse “si no” ¿Qué les parecen esos  “sino” que no son  adversativos? En ese contexto se trata de la expresión condicional negativa “si no”, como en “Si no puede venir Juan que venga Juana.” Un “sino” puede emplearse muy bien en “No pudo venir Juan, sino Juana.” Sin embargo, en la página 65 aparece escrito “si no”, debiendo escribirse “sino”, como aparece en el siguiente ejemplo: “…muchas de las normas…nunca me fueron consultadas, si no impuestas.” Por tratarse del  nexo adversativo, debió escribir “sino”.
  2. En la página 12 escribió “aveces” todo unido debiendo ser “a veces”.
  3. Otros casos de unión de palabras que deben escribirse separadas los encontramos en las páginas 11,  17 y 124. En la 11 apareció unido “porqué” debiendo escribirse “por qué”. Veamos: “No sabía porqué nos miraban tanto toda esa gente que estaban ahí.” En la 17 expresó: “Sus cantos, no sé porqué, me hacían recordarte.” Mientras que en la página 124 se lee la siguiente expresión: “Hasta pensé, no sé porqué, que mi tío podía estar en ese Central Romana. Está bien patente que en esos tres casos  hay que escribir “por qué”. Un “porqué unido puede aparecer en “No sé el porqué de su tardanza.”
  4. Parece extraño que palabras bastante comunes en su uso el autor las escribiera separadas debiendo ir unidas, como en los casos siguientes: 1. “No había perdedera porque donde quiera que uno doblaba, ahí aparecían las chimeneas del ingenio.” (p. 125). Otros “donde quiera” así, separados, aparecen en las páginas 137 (Donde quiera que se encuentre) y 208 (Por donde quiera saltaban saludos…). 2. Algo semejante lo encontramos en la palabra mediodía,  escrita “medio día” en dos partes. Veamos: “La comida del medio día, papabuelo, tú sabes que casi nunca te la llevaba.” (p. 128). Debe escribirse “mediodía”, pues se hace referencia a un período del día, que es “el mediodía” y no a la mitad del día,  que sería “medio día”.
  5. Hay ausencia de “les”.  En su lugar, el autor emplea erradamente “le”. Les presento los siguientes ejemplos: a. “Cuando venían a presionar, se le recogía algo entre todos los vecinos y se le daba.” (p. 178). b. “Nosotros mismos tuvimos que construirle las letrinas.” (p. 178). c. “Luego supe que a esas viviendas le llamaban barracón.”  En esos tres casos  el referente de la acción verbal es plural, por lo cual en todos ellos hay que escribir “les”. También se usó “le” en vez de “les” en las  páginas 184, 185 y
  6. En el capítulo 13 (páginas 58-61), aparecen 6 vocativos sin la coma. Véanse algunos de ellos: “¡Hay mi hija! (p. 59); “¡Hay Dios mío! (p. 60);  “Dígame María.” (p. 60). También falta la coma del vocativo  en las páginas 38, 97, 132, 145 y 199,  y en muchos otros vocativos.
  7. Se encuentran varios términos interrogativos y exclamativos sin la tilde a pesar de que deben llevarla por la exigencia del acento diacrítico. Veamos algunos de esos casos: “Tú sabes como son los muchachos.” (p.193); “Que miren a ver donde encuentro a Jacob.” (p. 58); “Apenas percibía como los fogones…comenzaban a perder fuerza…” (p. 71). También se encuentran casos de ese mismo tipo en las páginas 96,  98, 111, 113, 115, 116, 133, 177, 193…
  8. En la página 145 hay un “qué” con esa tilde, pero debe ser “que”. Allí se lee “La verdad qué extraño tu caso.” Otro “que” que no debe tildarse lo encontramos en la página 53: “¿Qué por qué digo eso? Aparece también un “como” sin tilde y  que debe escribirse con ella, ya que es una palabra  (p. 19). Dice así: “…mira como estoy de sudada.”
  9. Se encuentra un “ti” con tilde: “A tí lo que te pasa es que vives apoyándolo.” (p. 55). Y también a un “si” que debe escribirse con tilde no se le marcó: “…ahora si usted va a ver.” (p. 217). Se le puso tilde a un “aun” que no va acentuado: “…aún cuando un inconveniente surja…persistiré.” (p. 66).
  10. En el empleo de la puntuación, en el libro hay reflejo de serias deficiencias. Ya vimos en el punto 6 la ausencia abundante de la coma en el vocativo, y existen otros muchos casos que no voy a citar, tanto en vocativos como en otros muchos casos. Pero hay que destacar la dificultad con que se maneja el buen uso del punto y coma, empleando en su lugar la coma. Visualicemos esa realidad con algunos ejemplos y la gran cantidad de páginas donde aparece ese no uso del punto y coma.  Veamos:

_”El no era blanco, sin embargo trataba a los negros con desprecio.” Antes de “sin embargo” se debe escribir un punto y coma, y una coma después de ese enlace, como sigue: “El no era blanco; sin embargo, trataba a los negros con desprecio.”

_”Los cañaverales cambiaron su color verde, parecían una cama inmensa de algodón gris.” (p. 89). Entre verde y parecían se escribirá un punto y coma, aunque también puede admitirse el uso del punto.

_”Así es la vida, mi hija, mira lo dulce que es la caña y lo dulce que es el azúcar.” (p. 51). Antes de “mira” es inadmisible una coma. Pudiera ser un punto y coma o un punto.

_Esa abundante  ausencia  del punto  y coma lo encontramos en las páginas 82, 110, 112, 113, 117, 118, 126, 129, 183, 195, 212, 217…

  1. Hay constancia del mal empleo de algunos verbos, como los que aparecen en las siguientes expresiones: “…has una cita, pídele que te permitan visitarlos…” (p. 136). Esa forma verbal “has” proviene del verbo “hacer” y por eso debe escribirse “haz”. En esa misma página  aparece ese mismo  verbo “hacer” usado en plural aunque  está siendo  empleado  como impersonal, como es el ejemplo que ofreceré,  por lo cual debe conjugarse  en la tercera persona del singular. Veamos: “Yo sé que es una tarea ardua; que deben hacer cientos o miles con ese apellido…” Además,  confundió el verbo “hacer” con “haber”, pues debió emplear “debe haber”  y no “deben hacer”.
  2. No se supo mantener la correcta concordancia entre algunos verbos y sus sujetos en algunos casos. Fijémonos en los siguientes: a. “Todo eso con el propósito de que se conozca en el mundo entero las situaciones ya dadas.”(p. 172). Debe darse la concordancia entre “las situaciones ya dadas” y el verbo “se conozcan”; b. “…de cada uno de los hechos que se denuncia hay pruebas fehacientes.”(p. 174). Tiene que haber concordancia entre “los hechos” y “se denuncian”.

Seguro que en Tiempo Muerto hay otros quebrantamientos del español. Pero  los ya  ofrecidos son suficientes  para que se  cumpla una o varias de las hipótesis planteadas al inicio de este artículo. Confieso que me sorprendió, y me apena profundamente, que Avelino Stanley, a quien le tengo un gran aprecio, publicara este libro  con la abundancia de desvíos normativos que se encuentran en su interesante y  valiosa obra.

Para los que escriben o aspiran a escribir, les presento lo que apareció en unas notas que redacté para un taller dirigido a periodistas de Puerto Plata, referente a la corrección: “En este tipo de redacción deben tenerse en cuenta los aspectos normativos. La gente no perdona las incorrecciones a quien debe expresarse correctamente. Donde abundan las incorrecciones, se juega con el prestigio…” (La Redacción Periodística, Tobías Rodríguez Molina).

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

  

13/3/2021

NUERO… NO HAY; YERNA, TAMPOCO 

Lo primero que ha de expresarse en este artículo es el interés por introducir una precisión en torno a las palabras /nuera/ y /yerno/ y los viciosos cambios de género que en ocasiones las afectan. Pero no deja de provocar una reflexión el tratamiento que le da el Diccionario de la lengua española al definir los referidos vocablos. Ya veremos.

Para expresar el femenino de un ente vivo o de los elementos referidos a ellos (artículo, adjetivo), lo ordinario en el español es el cambio de terminación. Así, tenemos de perro, perra; niño, niña; chivo, chiva, bello, bella, pequeño, pequeña.

No podemos ignorar, sin embargo, que en algunos seres el masculino y el femenino presentan notable diferencia morfológica, fenómeno denominado heteronimia. De tal modo que la hembra del caballo se denomina yegua y no como el procedimiento habitual de nuestra lengua de mantener la base de la palabra y sólo variar el final.

Lo mismo ocurre con hombre, mujer; toro, vaca; carnero, oveja; padre, madre; compadre, comadre; rey, reina.

El Diccionario académico define lacónicamente el término heteronimia: “Relación que se establece entre dos heterónimos, p. ej., toro/vaca”.

Al consultar el adjetivo /heterónimo, ma/, encontramos que procede del griego (hetero, diferente; onomo, nombre) y se define así:1. adj. Ling. Dicho de un vocablo: Que se opone a otro de distinta raíz en algún rasgo morfológico, normalmente el género. Caballo es heterónimo de yegua.

Nuera y yerno son términos heterónimos, pues parten de raíces diferentes. Todos creemos que nuera es, con respecto a una persona, la esposa o pareja de un hijo de esa persona. Por igual, creemos que yerno es el esposo o marido de nuestra hija.

Sin embargo, el Diccionario oficial de nuestra lengua nos guarda estas sorpresas: nuera, (del lat. nurus, con cruce de suegra en las vocales).1. f. “Cónyuge femenino del hijo o de la hija de una persona”.

O sea, que la nuera (mujer) puede llegar a nuestra casa tanto de la mano del hijo (hombre) como de la hija (mujer).

Como para no dejarnos gachos, la publicación académica define el vocablo yerno de este modo: “m. Cónyuge masculino de la hija o del hijo de una persona”.

Esto deja dicho que el yerno (hombre) no es solo el marido de tu hija (mujer), sino que de este modo se ha de llamar también al “marido” de tu hijo (hombre).

La reflexión que se origina aquí se centra en la pregunta siguiente: ¿Hasta dónde tenemos que aceptar todo lo que diga el Diccionario? Es evidente que las definiciones de nuera y yerno arrastran pesada carga ideológica, identificadas con las corrientes que pregonan la exaltación de la homosexualidad. Pero ese es otro asunto.

Por hoy nos limitamos a recordar que la mujer relacionada maritalmente con el hijo de una persona es /nuera/ y que el hombre relacionado con la hija de esa persona es /yerno/.

 Bejuco y vejiga

Para completar el espacio, les recuerdo a quienes aún dudan que se escribe y pronuncia /bejuco/ la palabra con la que se denomina a la planta sarmentosa y trepadora, propia de regiones tropicales. Nunca “bujuco” ni “buhuco” ni “bojuco”, sino /bejuco/.

Parecida deformación ocurre con el vocablo /vejiga/ con el que se nombra un órgano interior que tienen los seres humanos y muchos otros animales vertebrados. Es una bolsa en la cual se deposita la orina producida en los riñones.

Algunos hablantes parecen temer a la pronunciación de la jota y buscan formas que creen más “finas”, tales como “veiga” o “vehiga”, dejando de lado la forma correcta, que es vejiga.

 

6/03/2021

DE CONCEBIR, CONCEPCIÓN; DE CONCEDER, CONCESIÓN

 Tema recurrente de esta columna ha sido el diferenciar las palabras de otras con las que guardan alguna semejanza gráfica o semántica, fenómeno al que los lingüistas llaman paronimia. Cuando dos o más palabras se parecen entre sí se dice que son parónimas. Ejemplos: intersección (cruce), intercesión (mediación) e intercepción (estorbo, detención).

Hoy les presento otros casos de parónimas que generan vacilación en hablantes cultos: concesión, concepción; enólogo, etnólogo; reto, recto y resto. Veamos:

Concesión. (Procede del latín. concessio, -onis). 1. f. Acción y efecto de conceder. 2. f. Acción y efecto de ceder en una posición ideológica o en una actitud adoptada. El vocablo tiene otras acepciones y les cito la cuarta: 4. f. Der. Otorgamiento que una empresa hace a otra, o a un particular, de vender y administrar sus productos en una localidad o país distinto.
Concesión es la acción de conceder, vale decir, dar, otorgar, hacer merced y gracia de algo. Este vocablo guarda gran afinidad con cesión (de ceder). Dar, transferir o traspasar a alguien una cosa, acción o derecho.

Concepción. (Del latín conceptio, -onis). 1. f. Acción y efecto de concebir. Por antonomasia la concepción de María, la madre de Jesús. Cuando se refiere a la fiesta con que anualmente celebra la Iglesia católica el dogma de la inmaculada concepción de María, se escribe Concepción, con mayúscula. Enólogo, ga. Es la persona entendida en enología. Con esta palabra, compuesta de vino y -logía, se denomina el conjunto de conocimientos relativos a la elaboración de los vinos. Aunque es propia de hablantes cultos, en ocasiones la prosodia se trastorna y lleva a confundirla con otro vocablo parecido en grafía y en sonido, pero muy disímil semánticamente. Etnólogo, ga. Especialista en etnología.

La etnología es definida en el Diccionario académico como la ciencia que estudia comparativamente los orígenes y expresiones de la cultura de los pueblos, a partir de los datos proporcionados por la etnografía.

Reto. Del verbo retar. 1. m. Provocación o citación al duelo o desafío. 2. m. Acción de amenazar. “Cuando en bélico reto de muerte, sus cadenas de esclavos rompió”.

Recto. Este vocablo tiene doce acepciones en el Diccionario de la lengua española. Les presento a continuación seis. Que no se inclina a un lado ni a otro, ni hace curvas o ángulos. Línea, trayectoria recta.2. adj. Dicho de un tipo de vestido o de una parte de él: Que es de corte sencillo, sin pinzas, pliegues, etc. Pantalón recto. Falda, manga recta.3. adj. Dicho de una persona: Severa, consigo y con los demás, en el cumplimiento de normas morales y de conducta.4. adj. Dicho del carácter o de la moral de una persona: Justo o severo.5. adj. Dicho del sentido de una palabra o una frase: Primitivo o literal, a diferencia del traslaticioo figurado.6. adj. Anat. Dicho del intestino: Correspondiente a la última porción, que termina en el ano. (Se usa más como sustantivo).

Resto. (De restar).. Parte que queda de un todo. En el juego de pelota y otros deportes, acción y efecto de restar. Dep. En el juego de pelota y otros deportes, sitio donde se resta. En matemática: Resultado de la operación de restar.

El vocablo restos, en plural, se emplea frecuentemente para referirse a los residuos o sobras de comida. Y peor aún para citar a lo que queda de las personas una vez que el espíritu ha volado a lo ignoto: restos mortales.

 

20/3/2021

HIBERNAR E INVERNAR: ¿SON PALABRAS SINÓNIMAS? 

Nuestro idioma tiene su ladito complicado y en ocasiones es preciso centrarse en la búsqueda del intríngulis. Quizá ocasione alguna dificultad determinar la relación semántica que pueda haber entre los verbos /hibernar/ e /invernar/, en adición al parecido fonético que presentan, es decir, son palabras homófonas.

Estos verbos son partes de sendas familias de palabras vinculadas todas al vocablo /invierno/, con el cual se nombra una estación del año. Veamos y comparemos, tomando como base lo que en cada caso señala el Diccionario de la lengua española.

Hibernación. (Del latín hibernatio, onis).1. f. Estado fisiológico que se presenta en ciertos mamíferos como adaptación a condiciones invernales extremas, con descenso de la temperatura corporal hasta cerca de 0° y disminución general de las funciones metabólicas.2. f. En animales, tanto vertebrados como invertebrados, sueño invernal.3. f. Estado semejante a la hibernación de los animales que se produce en las personas artificialmente por medio de drogas apropiadas con fines anestésicos o curativos.

Hibernar. (Del latín hibernare).1. intr. Pasar el invierno, especialmente en estado de hibernación.
Hibernal. (Del latín. Hibernalis).adj. invernal.

Hibernizo, za. De hibierno.adj. p. us. Perteneciente o relativo al invierno.

La voz /hibierno/ que procede del latín “hibernum”, aunque esté en desuso, es equivalente a invierno. Hibierno pudiera ser el vocablo líder entre el grupo de los que inician -hib, y es el que más evidencia el parentesco de este grupo con la voz invierno.Invierno. (De ivierno, y este del lat. [tempus] hibernum ‘[estación] invernal’).1. m. Estación del año que, astronómicamente, comienza en el solsticio del mismo nombre y termina en el equinoccio de primavera.2. m. Época más fría del año, que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de diciembre, enero y febrero, y en el austral a los de junio, julio y agosto.3. m. En la zona ecuatorial, donde las estaciones no son apreciables, temporada de lluvias que dura aproximadamente unos seis meses, con algunas intermitencias y alteraciones.4. m. coloq. Ven. aguacero (? lluvia repentina).Invernáculo. (Del latín, hibernaculum).m. invernadero (? recinto para el cultivo de plantas). Está claro que con este vocablo podemos nombrar a esos espacios destinados a la producción de frutos comestibles y que tanto bien han proporcionado a la economía y alimentación de los dominicanos.

Invernada. Estación de invierno. Es el tiempo de las temperaturas muy bajas, de las heladas y de las lluvias excesivas o de las tormentas de nieve, todo según el país de que se trate.
Invernal. Relativo al invierno.

Invernar. (De invierno).intr. Pasar el invierno en un lugar.2. intr. Arg., Chile y Ur. Dicho del ganado: Pastar en los invernaderos.3. tr. Ur. Engordar al ganado con buenas pasturas.
Invernizo, za. 1. adj. Perteneciente o relativo al invierno. 2. adj. Que tiene las propiedades del invierno. Invernadero. (De invernar y -dero).1. m. Recinto en el que se mantienen condiciones ambientales adecuadas para favorecer el cultivo de plantas.2. m. Paraje destinado a que pasten los ganados en invierno.

Efecto invernadero. 1. m. Elevación de la temperatura de la atmósfera próxima a la corteza terrestre, por la dificultad de que se disipe la radiación calorífica, debido a la presencia de una capa de gases, especialmente dióxido de carbono, procedentes de las combustiones industriales y otras actividades.3. m. desus. Sitio a propósito para pasar el invierno, y destinado a este fin.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

  

ENTRE SÍES Y NOES

02/03/2021

Hay quienes acuden a palabras larguísimas en su afán de aparentar dominio de la lengua. Podrían ahorrarse el esfuerzo; el dominio se encuentra también en lo más pequeño. Los monosílabos nos demuestran su carácter haciendo un despliegue de estilo para formar el plural y conviene saber cómo hacerlo.

Cuando acaban en consonante lo tenemos fácil. Como los sustantivos de más de una sílaba, los monosílabos acabados en las letras -n, -l, r-, d, -j, -s, -x o -z forman su plural añadiendo -es: pan/panes; col/coles; mar/mares; troj/trojes; lid/lides; fax/faxes; paz/paces. Si la palabra monosílaba y acaba en -y precedida de vocal sigue esta misma regla: rey/reyes, ley/leyes, ay/ayes.

Si acaba en cualquier otra consonante, forma el plural añadiendo solo –s: tic/tics, chef/chefs, blog/blogs, rock/rocks, zum/zums, chip/chips, bit/bits. Basta fijarse un poco para notar que la mayoría de estas voces proceden de otras lenguas. Encontramos un par de excepciones; para el sustantivo club se consideran correctos los plurales clubs y clubes; y para test podemos usar el plural regular tests y también el plural invariable test.

Los monosílabos acabados en vocal forman el plural añadiendo una -s: si/sis (nota musical), fe/fes, pie/pies. Un ejemplo de la regla son los nombres de las consonantes: ge/ges, pe/pes, ka/kas, cu/cus. Las excepciones las encontramos en los nombres de las vocales, que forman su plural con -es: aes, íes, oes y úes; el caso de la e es especial: podemos elegir entre es y ees, aunque es preferible el primero.

Tres monosílabos con una personalidad destacada nos sirven para concluir: yo, sí no. Si cambiamos de opinión, como solemos hacer de vez en cuando, nuestros noes se convierten en síes. Así nuestro yo, al que creemos tan singular y único, se encuentra con algunos yoes.

 

CAFÉS Y COLIBRÍES

9/03/2021

Los plurales de los monosílabos han levantado mucha expectación. De la expectación hemos pasado a las dudas. Las dudas son siempre saludables, pero no es aconsejable rumiarlas demasiado. Si surge una duda, buscamos una solución; al menos en la ortografía y la gramática solemos encontrarlas.

Dejamos atrás los monosílabos y nos centramos en las palabras de más de una sílaba cuando terminan en vocal. Siguen una regla general, aunque para las palabras terminadas en -í o en  tenemos algunas variantes. Vayamos a la práctica, que siempre nos ayuda a afianzar los conocimientos.

Ponemos en plural las palabras terminadas en cualquiera de las vocales átonas añadiéndoles una -s: mesa/mesas, aceite/aceites, taxi/taxis, polo/polos, haiku/haikus.

Incluso si el final de la palabra está formado por más de una vocal: bonsái/bonsáis, individuo/individuos, miau/miaus. También aplicamos la misma regla para las palabras que terminan en las vocales –á, -é y -ó cuando estas son tónicas: capá/capás, gagá/gagás, café/cafés, puré/purés, bongó/bongós, seibó/seibós. 

Las inseguridades resurgen con las palabras terminadas en -í -ú tónicas. Estas palabras tienen dos posibilidades en cuanto a su plural (-ís o -íes; -ús o –úes), aunque la lengua culta suele preferir las terminaciones en -íes o en -úes. Para las terminadas en –í nos fijamos en cuatro antillanismos prehispánicos: ají/ajís o ajíes, maní/manís o maníes de la lengua taína, y colibrí/colibrís o colibríes, manatí/manatís manatíes de la lengua caribe. Para las voces terminadas en -ú seguimos la misma regla: bambú/bambús o bambúes, mangú/mangús o mangúes. Existen algunas excepciones en palabras procedentes de otras lenguas, para las que se ha impuesto el plural en -s: champú/champús, menú/menús, vermú/vermús.

 

CONCISIÓN Y PROPIEDAD

16/03/2021

Hay dos palabras especialmente relacionadas con mi idea, y, por supuesto, la de otros muchos, de escribir bien. Escribir bien no significa usar la palabra más larga y más rebuscada, engañosamente más culta; no significa decir con más palabras lo que se puede decir con menos. Escribir bien tiene mucho que ver con la concisión y la propiedad, aliadas indispensables ante una página en blanco.

No es baladí recordar que para una buena escritura es preciso tener algo que decir y saber qué es. ¡Cuántas veces un texto ininiteligible nace de nuestras dudas sobre qué idea queremos transmitir! Suele servir un pequeño o gran esquema que establezca nuestras ideas principales y el orden en que las vamos a comunicar.

Tenemos el lápiz en la mano (pueden cambiarlo por su útil de escritura favorito), el esquema en la cabeza o garabateado en un papel, y ahora nos toca volver a aquello de la concisión y la propiedad. Ya sabemos lo que queremos decir y, por supuesto, lo queremos decir con exactitud. La concisión, según el Diccionario de la lengua española, consiste en hacerlo ‘con brevedad y economía de medios’. Húyanles como a la peste a los rodeos y circunloquios; si existe una forma más sencilla de decirlo, siempre debemos preferirla. Brevedad y economía sin sacrificar el significado; y aquí entra en juego nuestro principal recurso: la propiedad. Solo las palabras apropiadas nos brindan el sentido exacto de lo que queremos decir; van directas a la idea, son precisas y y adecuadas y cumplen con su misión: decir con exactitud y claridad o que queremos decir. «¿Y es fácil?», me dirán ustedes. Ya les digo yo que no, por eso me propongo compartir con ustedes algunos recursos en las próximas semanas.

En Mesopotamia

Por Jorge Juan Fernández Sangrador

 

Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medas, elamitas y habitantes de Mesopotamia… Y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua» (Hechos de los Apóstoles 2,9-11).

Jardín de Edén. Discurrían por él cuatro ríos. Dos de ellos se llamaban Éufrates y Tigris. Ambos delimitan la extensión territorial que el Papa visitó la semana pasada. En aquel vergel, Dios conversaba, a la hora de la brisa vespertina, con Adán y Eva, que habían sido advertidos, a la vista de un árbol, de a dónde podía arrastrarlos el ciego deseo de lo imposible.

Al este de Edén, la descendencia de Caín levantó la primera ciudad y hubo pastores, citaristas, flautistas y forjadores de herramientas de bronce y de hierro. Y héroes. Y surgieron los linajes y las genealogías, de las que fueron quedando noticias impresas en las tablillas de arcilla que se guardaron en las bibliotecas allí formadas.

En aquellas inmensidades mesopotámicas refulgió la luz de la fe religiosa, vivida como acto de relación personal con Dios, de tú a Tú, en un diálogo que acontece en el decurso de las horas cotidianas. Coloquio que la muerte no podrá acallar, porque, el hombre y la mujer, amorosamente moldeados por los dedos de Dios a su imagen y semejanza, fueron creados para estar siempre con Él.

Era, además, tierra de inundaciones purificadoras, porque la violencia sembrada por Caín en la historia no fue erradicada jamás de ella, sino que creció, se multiplicó y se expandió. Hasta el presente. Mas Dios, valiéndose de la inmejorable pedagogía de las pruebas de la vida, fue enseñándole a la humanidad, con infinita paciencia, el valor de la bondad y del perdón, como proclamó, en Nínive, el profeta Jonás.

Y cuando aquí morábamos aún en abrigos de cuevas o en chozas, unos emigrantes de Oriente construyeron, con ladrillos y alquitrán, en la llanura de Senaar, una torre altísima, con pretensiones de que llegase hasta el cielo. Fue, a partir de entonces, cuando la lengua “primaeva” se diversificó en tantas como pueblos se originaron tras la dispersión de Babel.

Siglos después, fue levantada en aquellos sequedales la ciudad de Babilonia, irrigada por rumorosas corrientes de agua fluyente a través de las acequias que proveían de la vital linfa a las exóticas especies de árboles y plantas que alegraban con sus colores y fragancias los jardines colgantes.

Junto a los sauces, de cuyas ramas pendían, silenciosos, los instrumentos musicales que se habían llevado consigo cuando fueron conducidos al cautiverio, los israelitas se lamentaban de su suerte, de haber sido trasplantados tan lejos de Sion. Y eso que no les faltaban ni los oráculos de Ezequiel, ni las visiones de Daniel, ni los testimonios de fe en Dios, que salvó de morir en el fuego a los jóvenes Ananías, Azarías y Misael.

El Cristianismo, que fue aceptado muy pronto por los habitantes del Creciente Fértil, arraigó profundamente en aquel suelo. Al fin y al cabo, las civilizaciones que allí habían existido coprotagonizaron las historias que refiere el Antiguo Testamento. Eran, en cierto modo, prehistoria del Cristianismo. Y esto lo captaron inmediatamente los oyentes mesopotámicos del anuncio del Evangelio, el cual, a la par que arrojaba una luz esclarecedora sobre su riquísimo pasado, confería a éste plenitud de sentido. Asumir, inculturar y resignificar. En eso consistió la clave del éxito apostólico.

De ahí el que el cristianismo mantuviese, en sus estructuras, jerarquías, liturgias y tradiciones, los adjetivos “caldeas”, “asirias” y “babilónicas”, y quepa decir con orgullo que los cristianos son los herederos y únicos representantes vivos de aquellas culturas poderosísimas que se originaron en la antigüedad dentro de los confines señalados por el Éufrates y el Tigris, en Mesopotamia.

(La Nueva España, 14 de marzo de 2021, pp. 22-23).

 

La dominicanidad transnacional: actitudes lingüísticas de los dominicanos en RD, EE. UU. y España

Por Andre Klump

(Universidad de Trier)

 

  1. Introducción 

“Unidad y diversidad”

El lema de la Real Academia Española (RAE 2016) y de la Asociación de las Academias de la Lengua Española documenta los dos ejes del cuidado de la lengua panhispánica en el siglo XXI: El objetivo principal es la preservación de la unidad del idioma en el mundo hispánico y, a la vez, el reconocimiento de la diversidad de sus variedades diatópicas. Por último, el debate lingüístico resultante acerca del carácter pluricéntrico del español como lengua mundial destacó el valor especial de ciertas variedades hispanoamericanas y de ciertos centros de irradiación, sobre todo en el caso del español mexicano en la Ciudad de México, del español argentino en Buenos Aires y del español colombiano en Bogotá. Sin embargo, ¿qué hay del prestigio o de la percepción interna y externa de otras variedades en Hispanoamérica, cuya distribución geográfica, cuyo número de hablantes y peso económico de la comunidad lingüística en cuestión son, en parte, mucho menores?

En el marco de mi ponencia me dedico a analizar uno de los principales actores del español caribeño insular que tiene su centro lingüístico en la capital de Santo Domingo: el español dominicano. Concretamente, me centraré en la cuestión de las actitudes lingüísticas de los hablantes dominicanos hacia su lengua materna y de los factores que constituyen estas opiniones acerca de su variedad antillana.

Para incluir también la movilidad como factor de influencia potencial, se tratarán no solamente las creencias y actitudes lingüísticas de los dominicanos en La Española, sino también las de los migrantes de procedencia dominicana en los Estados Unidos, en España, y, en menor grado, en Alemania.

En el año 2014, Glennys Miguelina Severino Cerda criticó en este ámbito temático la «precariedad de los conocimientos que se tienen sobre las actitudes lingüísticas en América, especialmente en República Dominicana». Como base de referencia, voy a integrar en mi conferencia todos los estudios ya publicados que focalizan, en particular, las actitudes lingüísticas de los dominicanos en ambas partes del Océano Atlántico.

  1. El español dominicano: Perfil distintivo e inseguridad lingüística 

Según la zonificación general de Hispanoamérica de Pedro Henríquez Ureña (1921), el español dominicano se ubica en las tierras bajas, es decir en las zonas costeras y las llanuras, en las que la estructura lingüística –al contrario de las tierras altas– se caracteriza por un consonantismo demasiado débil y por un vocalismo bastante constante. Casi ninguna otra variedad del español americano difiere de manera tan amplia de la modalidad española peninsular.

Esto se debe sobre todo a dos fenómenos de articulación, que, si bien existen parcialmente también en algunas regiones del mundo hispánico (p.ej. en Andalucía), forman una parte integrante estructural en la lengua hablada del español dominicano. Así se producen la frecuente aspiración y la elisión de la -s implosiva en la conjugación y en la formación del plural casi independientemente del registro: “Se dice en todos los niveles sociales que el dominicano ‘se come las eses’” (Nuñez Cedeño 1980, 72). Ejemplos de ello son vamos [‘bamo], escalera [eka’lera]), los [loh] y escuela [‘ehkwela]).

Además, se considera típicamente dominicana la neutralización de los fonemas /r/ y /l/ en posición implosiva. Mientras que en Santo Domingo lleva en primer lugar al lambdacismo (p.ej. suerte [‘swelte], placer [pla’sel]), en el suroeste del país domina el rotacismo (salsa del pollo [‘sarsader’pojo]), en el este la elisión (fuerte [‘fwette], cantar [kan’ta]) y en el valle del Cibao en el norte la vocalización (comer [ko’mej], porque [poj’ke]). Este rasgo fonológico –y también el uso del pronombre impersonal ello– deja aparecer el español cibaeño como la variedad diatópica más destacada en el Caribe insular hispánico. Para ilustrar estos fenómenos marcados y tener una impresión del español dominicano, se presenta a continuación un extracto de la novela Papi de Rita Indiana Hernández (2004, 200-201):

Más gente empezó al llegar en guaguas, jeppetas, mulas, con banderas, afiches y con sus canciones que ellos mismos se habían inventado sobre papi y sobre mí:

 

Ya recibimo la clave

Pa acelera eta carrera

Mil Mercedes colol blanco

Uno para quien lo quiera

El gran podei de mi papi

Ve que tronco e corredoi

Mamey ei coloi dei bate

Con ei que ei juega softboi.

 

Las particularidades descritas combinadas con los fenómenos generales en Hispanoamérica del seseo (hacer [a’ser] y del yeísmo (calle [‘kaje]) así como la aspiración de la /x/ (mujer [mu’her], jefe [‘hefe]) han alejado considerablemente el español hablado en la República Dominicana de su forma escrita. Aparte de eso, ciertas divergencias morfosintácticas y léxicas de la norma lingüística han causado entre los hablantes una inseguridad que ha sido tematizada en repetidas ocasiones en obras lingüísticas correspondientes.

La inseguridad lingüística de los dominicanos se manifiesta por faltas ortográficas o ultracorrecciones en la prensa diaria y también en la señalización oficial. Es particularmente evidente en las publicaciones de recomendaciones idiomáticas y en las numerosas consultas lingüísticas a la Academia Dominicana de la Lengua. La inseguridad lingüística va acompañada a menudo de una visión negativa hacia la lengua materna:

Los dominicanos tenemos el problema que hablamos con faltas ortográficas […]. Aquí se habla con falta ortográfica, no sólo se escribe, sino que se habla también. (Hombre de clase alta, 35 años según Toribio 2000, 258).

 

  1. La supuesta ‘inferioridad lingüística’ en la República Dominicana

En varios estudios esta inseguridad lingüística ha sido identificada como la causa principal de la denominada ‘inferioridad lingüística’ o del denominado ‘pesimismo lingüístico’ de los hablantes dominicanos.

En 2009, Orlando Alba, profesor de Lingüística Hispánica en Brigham Young University y especialista en español dominicano, enfrentó en su libro famoso sobre la identidad lingüística de los dominicanos el pesimismo a la lealtad lingüística y, en otro estudio, mencionó «la actitud negativa hacia su propia manera de hablar». Según Domingo Caba Ramos, lingüista y articulista, los dominicanos «perciben el español que hablan y escriben como el más inferior de los dialectos que forman parte del mundo hispánico».

Para María José Rincón, coordinadora del equipo lexicográfico, coautora del Diccionario del español dominicano y miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, la gran tarea de hoy es mejorar el conocimiento de los hablantes frente a su propia lengua para que no identifiquen automáticamente las diferencias lingüísticas como defectos, errores o incorrecciones:

Muchas veces hemos oído decir que los dominicanos hablan mal el español porque no pronuncian la z, porque “se comen” las eses… Estos rasgos, y muchos otros, no son producto de un error o de una incorrecta utilización de la lengua; son consecuencia del desarrollo histórico de la lengua, que implica cambio, adaptación y reorganización de los elementos del sistema lingüístico y que da lugar a la diferenciación dialectal dentro del sistema unitario y común de la lengua española, que usan para expresarse casi cuatrocientos millones de hablantes en todo el mundo. […] La actitud negativa por principio hacia el habla popular denuncia un sentimiento de inferioridad lingüística. […] Nuestra educación debe estar enfocada al conocimiento de nuestra propia realidad lingüística, a su valoración y estudio. […] Si podemos mejorar ese conocimiento también podremos transformar las actitudes de los hablantes frente a la lengua propia y, con ella, frente a sus propios valores culturales e históricos. (María José Rincón en ADL 2009)

El primer análisis de las actitudes lingüísticas de los dominicanos fue realizado por Manuel Alvar en el año 1983. De los 40 informantes dominicanos (22 masculinos, 18 femeninos) el 50% prefirió una columna periodística leída por un lector procedente de España mientras que solamente el 25% evaluó el texto articulado en variedad dominicana. Aún más significativa era la preferencia por la grabación presentada por una lectora procedente de España (un 60% vs. un 17,5%). Los motivos de la evaluación más positiva del español más allá del Atlántico eran complejos:

Preferían el español peninsular porque creían encontrar en los lectores de esa modalidad mayor grado de corrección, de instrucción, una mejor pronunciación o perfeccionamiento en la lectura y creían que en otros sitios también sería ésta la variedad más inteligible. (Alvar 1983, 238)

En el año 2004, Orlando Alba pidió a 138 estudiantes en Santo Domingo y Santiago de los Caballeros que evaluaran el español hablado en la República Dominicana. El 62% de los encuestados estuvieron de acuerdo (de ellos el 75% muy de acuerdo, el 25% de acuerdo) con la afirmación de que esta variedad era peor y menos correcta que las variedades del español en otros países del mundo hispánico, p.ej. en España o en Colombia. La confirmación más frecuente de la tesis se constató en Santiago (el 70% de acuerdo), mientras que en Santo Domingo el consentimiento y el rechazo quedaron al mismo nivel (el 51% de acuerdo). Sin embargo, a este sentimiento de inferioridad se opuso un fuerte sentimiento de solidaridad: el 87% de los interrogados (de ellos el 53% muy de acuerdo, el 34% de acuerdo) consideraron el español dominicano como un símbolo de la Dominicanidad, como una seña de identidad que debe ser cultivada (Alba 2004, cap. 5; 2009a, cap. 5).

Un estudio más actual sobre las actitudes lingüísticas en la República Dominicana fue publicado en el año 2014 por Glennys Miguelina Severino Cerda. Para tal fin fueron encuestadas en Santo Domingo 401 personas, que habían nacido (211) o que ya viven desde hace más de 20 años en esta ciudad (190). Según estos dos grupos, la forma más correcta de español se habla en España (42/31), después en Colombia (21/20) y en Venezuela (13/13). Se consideraron especialmente incorrectas las variedades de Puerto Rico (26%), de México (17%) y de la República Dominicana (11%).

En cambio, la propia modalidad dominicana se citó con mayor frecuencia en la categoría del “español preferido” (28,3%), por delante del español de España, (26,3%), Colombia (15,5%) y Venezuela (10%).

Lo decisivo eran ciertas asociaciones que los informantes enlazaron sobre todo con la comunicación cotidiana:

En el caso del español dominicano, estos calificaron su modalidad del español como con sentido del humor, cariño y de confianza en el trato. (Severino Cerda 2014, 1342)

Una investigación reciente de José María Santos Rovira (2017) con 57 informantes dominicanos de diferentes perfiles sociales constata una relación entre la actitud lingüística y el nivel de educación de los dominicanos: «Encontramos una clara división en la percepción de de la variación lingüística entre los dominicanos de alto y bajo novel socioeducativo.»  Además, Santos Rovira (2017) observó que, desde hace 15 años, la actitud lingüística de las personas con mayor nivel educativo ha evolucionado positivamente frente su propia variedad.

En su tesis doctoral del año 2017 en la University of Bergen, Noruega, Roxana Sobrino Triana investigó las actitudes lingüísticas en el Caribe insular hispánico, es decir en Cuba, Puerto Rico y en la República Dominicana. La encuesta en Santo Domingo con 72 informantes mostró que los hablantes dominicanos identifican un parentesco lingüístico con los países del Caribe hispánico insular, pero en primer lugar con Puerto Rico y antes de Cuba se mencionan todavía los países hispanoamericanos de Venezuela y México.

Además, la encuesta reveló que, según la mayoría de los encuestados dominicanos, los rasgos característicos y distintivos del español dominicano se localizan en el nivel suprasegmental (ritmo, acento, entonación, duración) y fónico.

Finalmente, la mayoría de los informantes dominicanos valoraron su propia forma de hablar mejor que la variedad cubana o puertoricana.

  1. Linguistic insecuritylanguage loyality en los EE. UU. 

Según el censo del año 2010, en la actualidad viven más de 50 millones de hispanos en los Estados Unidos (50.477.549), de ellos casi 1,5 millones de hablantes de procedencia dominicana (1.414.703). La comunidad dominicana (y también la cubana y la puertorriqueña) residen principalmente en Nueva York y en Florida (véase United States Census Bureau 2010).

Desde comienzos de los años 90, Ana Celia Zentella investiga el plurilingüismo y el uso de ciertos grupos de migrantes hispanoamericanos (Zentella 1990, 1997a, 1997b, 2007). En su estudio más reciente del año 2007 presentó los resultados de una encuesta efectuada a 266 latinos, mayoritariamente de la primera generación, de Puerto Rico (81), Colombia (72), Cuba (37) y de la República Dominicana (76).

En este contexto, los informantes dominicanos demostraron según Zentella “a higher rate of linguistic insecurity than the other groups of Latinos/as, and at both educational levels” (2007, 29), lo que se manifestó, entre otros aspectos, en la frecuente exigencia de los encuestados dominicanos de adaptación lingüística a la norma estándar de España (32%). Además, se reveló tendencialmente una evaluación negativa hacia el estatus del español dominicano en la autopercepción y la percepción extranjera: el 41% de los colombianos calificaron el uso del idioma de los dominicanos como incorrecto, incluso el 20% de los participantes interrogados consideraron como inconveniente ser identificado como dominicano por su idioma (véase Zentella 2007, 29-30).

El hecho de que en los Estados Unidos el español dominicano juega un papel identitario quedó demostrado por el estudio de Almeida Jacqueline Toribio del año 2000, que se basó en una encuesta dirigida a 46 hispanos de origen dominicano. También se puso de manifiesto que la lealtad lingüística de los dominicanos en la diáspora sirve tanto de solidaridad entre los dominicanos o hispanos como de distanciamiento de otros grupos de población, p.ej. de los vecinos haitianos o afroamericanos en Manhattan y Harlem:

The dominican dialect enjoys a considerable measure of a covert prestige as a symbol of national or group identity: it serves a unifying and separatist function, binding Dominicans to their Hispanic past and isolating them from their African und African-American neighbours. (Toribio 2000, 265)

 

  1. Inseguridad lingüística y lealtad lingüística en Europa 

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (2016), casi 72.000 dominicanos viven actualmente en España, de ellos más de 25.600 en Madrid.

En 2014, Manuel Peralta Céspedes publicó un estudio sociolingüístico para lo cual había entrevistado a 30 personas nacidas en la República Dominicana (15m/15f). El objetivo era en primer lugar indagar el comportamiento lingüístico y la actitud lingüística de los migrantes dominicanos en Madrid. Al principio, los informantes fueron interrogados sobre la aceptación y el uso de dos fenómenos de la norma peninsular: El 66,7% de los encuestados afirmaron utilizar el pretérito perfecto, un tiempo de función limitada y poco usado en Hispanoamérica (2014, 51).

Por el contrario, sólo el 13,3% de los hablantes dominicanos adoptaron la realización de la /ɵ/interdental, una articulación típica del español peninsular (2014, 54).

En cuanto a su actitud lingüística hacia ambas variedades, el 53,3% de los encuestados caracterizó el español europeo como “más culto”, el 43,7%, en cambio, la modalidad dominicana como “más simpática y sociable” (2014, 58-59).

En general, –como también en los Estados Unidos– los migrantes dominicanos en Madrid han seguido siendo fieles a su idioma caribeño en el extranjero: el 50% calificó el español dominicano como variedad preferida, sólo el 30% de las personas interrogadas optaron por el español de la Península Ibérica (2014, 59).

¿Pero se cambia la actitud lingüística de los dominicanos cuando se fija la atención en un país en el que el español no es lengua oficial y que no forma parte de la diáspora tradicional de los dominicanos? La oficina de estadística en Alemania, por ejemplo, registró en 2015 oficialmente más de 6.400 dominicanos en el país. Una primera encuesta de mi centro de investigación, organizado por la estudiante Friederike Küpper, reveló un alto grado de lealtad lingüística en la comunidad dominicana:

“El análisis de los resultados en el contexto de la diáspora alemana indica una discrepancia ligeramente positiva en comparación a los encontrados en Nueva York o en Madrid. Podemos concluir por el contexto alemán-hispanófono un juicio de valor lingüístico de neutro hasta ligeramente positivo en combinación con una lealtad lingüística muy fuerte.”

Las citas siguientes documentan concretamente este sentimiento de identidad y bienestar hablando español dominicano en el extranjero:

̶       ¿Cómo se siente/te sientes hablando el español dominicano con estas personas?

̶       Y hablo español también con mi hija, ella no habla español. Yo me siento bien, no me gustaría que mi hija […] no lo pudiera hablar, el español dominicano, porque son nuestros raíces y si lo olvidamos, o lo dejamos, es como dejar una parte de nosotros.

̶       ¿Qué significa para usted hablar español dominicano?

̶       Bueno, tú sabes que esto es un país extranjero y cuando uno habla su idioma o uno se // se junta // tú sale’ con gente de su país y habla el idioma // uno se siente por unos momentos uno se siente […] en su tierra. Uno se siente en su ciudad, en su país. Es algo // es algo lindo. Ok.

 

  1. Niveles y factores de las actitudes lingüísticas de los dominicanos 

Los estudios mencionados sugieren que el uso y la evaluación del español dominicano por parte de sus propios hablantes se ven influenciados e impulsados por dos fuerzas opuestas: La aspiración al ideal lingüístico ‘correcto’ según el modelo europeo y la búsqueda de preservación de la identidad en el sentido de la Dominicanidad.

La opinión positiva sobre el español europeo se basa en gran parte en la inseguridad lingüística y en el complejo de inferioridad lingüística de los dominicanos en su país y en el exterior, que están condicionados por las numerosas divergencias lingüísticas del la modalidad española peninsular. Aunque hay un amplio consenso en las investigaciones existentes al respecto, es evidente que cada estudio sólo prestó especial atención a ciertas particularidades del español dominicano. Los criterios lingüísticos principales son:

 

–   el Seseo (Alvar 1983, Peralta Céspedes 2014, Severino Cerda 2014)

–    el Yeísmo (Alvar 1983)

–    la aspiración de la /x/ (Alvar 1983)

–    la realización de la -s implosiva (Alvar 1983, Zentella 2007, Alba 2009b, Severino Cerda 2014)

–    el cambio de la -r y -l implosivas (Alvar 1983, Toribio 2000, Alba 2009b, Severino Cerda 2014)

–    la realización de la -d- intervocálica (Alba 2009b)

–    la preferencia por el pretérito indefinido (Peralta Céspedes 2014)

–    el uso obligatorio del pronombre sujeto (Toribio 2000, Alba 2009b)

–    el uso del pronombre impersonal ello (Toribio 2000)

–    la negación doble (Alba 2009b)

–    el uso del pronombre delante del infinitivo (Alba 2009b)

–    la falta de la inversión en el caso de construcciones interrogativas (Toribio 2000, Alba 2009b)

–    las divergencias léxicas (Toribio 2000, Alba 2009b)

 

Debido a estos particularismos, sus propios hablantes caracterizan el español dominicano en general como “variedad discrepante y local” (Alvar 1983, 238), los hispanohablantes no-dominicanos lo consideran incorrecto (véase Zentella 2007, 29). Según los estudios sociolingüísticos, la mayoría de los dominicanos asocian con el español peninsular –para muchos dominicanos la clave del éxito social– un alto grado de calidad lingüística, prestigio, corrección, comprensibilidad, tradición e irradiación, como lo demuestran los siguientes comentarios de la encuesta de Severino Cerda (2014, 1333):

“allá está la Real Academia de la Lengua”; “allí nace el español”; “es la madre de la lengua”; “allí se cumplen las reglas del idioma”; “hablan con la ese donde va y son más cultos”; “cada palabra se pronuncia correctamente”; “pronuncian bien la ese y la zeta”; “hablan casi perfectamente”; “lo hablan correctamente, no utilizan jergas”; “hablan claro y bien”.

Sin embargo, una vez que cambie la perspectiva, la estructura y el estatus del español dominicano en el contexto panhispánico pasarán a un segundo plano. El foco está, pues, en el papel del propio idioma como enlace y símbolo de la comunidad social.

Por consiguiente, son pertinentes otras funciones lingüísticas, una nueva conciencia de identidad y, a la vez, una actitud lingüística (más) positiva: “El sentimiento de inferioridad es superado por el de solidaridad o de lealtad” (Alba 2009b, 377).

El hecho de que la identidad social y nacional se defina particularmente por el idioma, se manifiesta desde siempre en la Isla Española: Así, la lengua nacional española en su variedad dominicana representa la hispanidad, el kreyòl y el francés del vecino haitiano, la francofonía.

Pero también el factor de la movilidad refuerza el enlace –a menudo emocional– con la propia cultura: Los migrantes dominicanos en los Estados Unidos y en España se sienten “dominicanos primero, e hispanos después” (Alba 2009b, 380), diferenciándose así de los otros grupos de población (hispanohablantes o hablantes de otra lengua) y conservan durante generaciones su propio modo de hablar en la diáspora.

El español dominicano desde la perspectiva de sus hablantes

 

Aspecto:

Estructura y prestigio

del habla dominicana

Aspecto: 

Papel del habla dominicana

para la comunidad social

Menor grado de

  • calidad
  • prestigio
  • corrección
  • claridad
  • comprensibilidad
  • tradición
  • irradiación
Alto grado de

·   símbolo identitario de la dominicanidad 

·        seña de “solidaridad y lealtad”

  • distancia de otros grupos de la población

 

  1. Reflexiones finales

Desde el temprano estudio de Alvar (1983) se han realizado algunas pocas investigaciones empíricas sobre las actitudes lingüísticas de los hablantes dominicanos en el país y en el exterior. Aunque estas hayan proporcionado planteamientos, conocimientos y tendencias significativas, tanto en los estudios cualitativos (p.ej. Toribio 2000) como en los cuantitativos (p.ej. Severino Cerda 2014), sólo se las puede considerar válidas y representativas de una manera limitada, sobre todo por el bajo número de casos y por la selección insuficiente de los informantes según la edad y la clase social.

Aunque los estudios anteriores han formado un primer fundamento importante, falta todavía un proyecto de investigación internacional e interdisciplinaria que tenga el objetivo de identificar globalmente las creencias y actitudes lingüísticas de los hablantes dominicanos en su país y en el extranjero según los criterios de validez, objetividad y fiabilidad.

Las encuestas correspondientes mediante métodos cualitativos y cuantitativos no sólo deberían ser realizadas en la República Dominicana (Santo Domingo o Santiago), en Nueva York y en Madrid. Hay, además, otros destinos de la migración dominicana, p.ej. en Florida o en los Países Bajos, que abren en este contexto nuevas perspectivas de investigación.

Por último, desearía aprovechar esta oportunidad para subrayar el hecho de que hay diferentes variedades del español en el mundo pero que -como lo dice ya Manuel Alvar 1996- «no hay un español mejor». También Orlando Alba constató en 2009 que «desde una perspectiva teórica, científica y lingüística, de ninguna manera se justifica afirmar que una variedad geográfica de la lengua es mejor que otra». Y quisiera terminar mi conferencia con una cita correspondiente de mi colega María José Rincón, lingüista y miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua: «Nuestra forma peculiar de hablar el español, nuestra variedad dialectal, es igual de válida como cualquier otra».

 

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