Cada época tiene sus gustos que la distinguen de las demás, tanto en la vestimenta como en la música, el corte de pelo, la bebida, etc. Dentro de ese etcétera cabe el idioma. Así, mientras que en mi juventud –en los años sesenta–, vestíamos túnicas
hippies,bailábamos merengue con Johnny Ventura o Félix del Rosario, lucíamos el pelo largo y seco o afros, bebíamos ron con coca-cola y hablábamos de los “anuncios” en la radio y en la televisión; hoy los jóvenes andan todos con jeans (“pantalones de fuerte azul”, se decía antes), bailan reguetón, exhiben el pelo corto y engominado, toman vodka con
cranberry (“arándano agrio” o “arándano amargo”, en castellano) y ya no oyen “anuncios” en los medios, sino “spots publicitarios”.
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