Nuestra lengua no es una entidad aislada. Ninguna lengua lo es. Las lenguas se relacionan unas con otras por su cercanía histórica, geográfica, cultural o económica.
Estas interrelaciones producen con mucha frecuencia que una palabra del español adquiera un valor nuevo debido a una traducción incorrecta o poco cuidadosa de una palabra extranjera. Los llamamos falsos amigos. Son voces de lenguas distintas que se parecen mucho en su forma pero no así en sus significados.
Los aficionados a las series norteamericanas sufrimos con paciencia el uso repetido de bizarro con el sentido de ‘raro, extravagante’, significado del francés o del inglés bizarre. En español una persona bizarra es una persona valiente o generosa. La bizarría del español se refiere a valentía o generosidad. Por más que estas cualidades puedan resultarnos “raras” o “extravagantes” en este mundo de hoy, el significado de la palabra en español no puede estar más alejado del significado de su falso amigo inglés o francés.
Algo similar ocurre cuando, por referirnos a problemas graves de salud, decimos *severos problemas de salud. En español aplicamos el adjetivo severo a quien es ‘riguroso o duro en el trato o en el castigo’, o a quien es ´exacto y rígido en la observancia de una ley, precepto o regla’ (¿existen de estos todavía?).
Puntual en nuestra lengua se refiere a quien “llega a un lugar o parte de él a la hora convenida’ (y de estos, ¿quedan?). No es correcto, por tanto, usarlo para referirnos a algo que es concreto o esporádico.
Teman a los falsos amigos, en la lengua y en la vida; parecen lo que no son.