Arrayano/*arrallano, siore, a rastro/a rastras/con la soga al rastro, comelona/comilona

Por Roberto E. Guzmán

ARRAYANO – *ARRALLANO

¿Qué será de los ARRALLANOS, los hijos de . . .”

En muchas ocasiones resulta útil orientarse con respecto de la ortografía de un vocablo por medio del origen del vocablo. Si se sigue este método, el *arrallano de la cita tendría relación con llano o, con rallar.

Lo triste del asunto es que el redactor de la frase de la cita quiso referirse a las personas oriundas o que viven en la zona fronteriza entre Haití y la República Dominicana.

Luego de haber aclarado lo que quiso expresar el equivocado redactor, hay que explicar por qué es “arrayano” y no otra cosa. Esa frontera entre esos dos países en el habla de hace muchos años solía llamarse “la raya” porque era y es una señal larga trazada artificialmente para marcar los límites entre los dos países.

Los arrayanos se consideraban, todavía según parece se consideran, oriundos o habitantes del confín del país, alejados del poder central y del centro de las decisiones gubernamentales. De algún modo se consideran los olvidados, postergados, menos apreciados.

Una particularidad de los oriundos de esa región del país dominicano la representa el bilingüismo español-criollo haitiano que se manifiesta en las conversaciones y especialmente en las relaciones comerciales entre los nacionales de ambos países. Este bilingüismo se comprueba a ambos lados de la raya.

No ha de olvidarse, es arrayano porque tiene relación con la señal larga que se supone que existe, aunque solo sea en el imaginario de los dominicanos.

 

SIORE

“. . . se caracterizó por la elegancia y maestría de su fildeo en la segunda y en el SIORE . . .”

Según parece, esta voz, junto con otras de la misma ¿familia? Son exclusivamente dominicanas. Las otras voces de esta ¿familia? son, sior, siorestop. Una vez que se han leído las voces de este tipo se sabe que se está en el terreno de juego de béisbol.

Las tres voces extrañas a la lengua española pertenecen al español dominicano y se usan para denominar de modo rápido y acortado a la posición conocida en inglés, short stop. Mediante la comparación de la denominación del inglés y las voces de creación dominicana puede comprobarse que hay deformación que es el resultado de llevar al español la pronunciación del inglés; o por lo menos, lo que se piensa que se oye.

Una de las dificultades en la representación en español del sonido del inglés comienza con el sonido de la sh en inglés, que es suave. Además, el sonido ese /s/ delante de consonante no es usual en español y esto lo hace más difícil. En español la ese /s/ al principio de palabra se apoya sobre el sonido de una vocal, de ahí que aparezca la intromisión de la letra i /i/ en la grafía que se presentó. Un fenómeno parecido se reproduce con la segunda ese /s/, que se apoya en otra letra, la /e/ *estop.

En muchos casos en el español para la posición del jugador se usa llamarlo “campocorto”, que no es una traducción de la palabra del inglés, sino una adaptación al español. El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española acepta que este vocablo representa el “puesto del jugador que se sitúa entre la segunda y la tercera base”, naturalmente, en el beisbol.

 

A RASTRO – A RASTRAS – CON LA SOGA AL RASTRO

“. . . sale del gobierno ´CON LA SOGA AL RASTRO´ . . .”

No son pocas las palabras o expresiones de la lengua que tomadas de forma separada no tienen sentido. En la mayoría de los casos estas logran imponerse en la lengua gracias a la repetición continuada. No siempre la lógica y la lengua andan del brazo.

Todo lo que se ha esbozado en el párrafo anterior a este es el fenómeno que se produce en el caso de la locución verbal que usó el redactor de la frase copiada. Se abundará sobre el tema de la locución y de sus partes para despejar algunas dudas con respecto a su empleo.

No hay que dejarse confundir con el empleo de “rastro” en el caso de la locución, pues corresponde al verbo “rastrar” que es de poco uso en el español moderno en tanto transitivo y vale para expresar “llevar a rastras”.

Para despejar dudas es oportuno que se señale que en el habla de los dominicanos existe la locución adverbial “a rastro” para dar a entender “de mal grado”. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:431). El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española asienta también esta locución y a “de mal grado” añade, “obligado o forzado”.

El español dominicano es prolijo en las locuciones que se sirven del vocablo soga en su formación, el diccionario fraseológico mencionado en el párrafo retropróximo asienta veintidós de estas en sus páginas.

Entre las locuciones mencionadas se encuentra “andar con la soga a rastro”, que mantiene dos acepciones. La primera es, “Dar indicios de haber hecho algo indebido”, y la segunda, “Estar propenso a un castigo”.

Además de la locuciones ya mentadas, existe otra muy parecida a las anteriores, “irse con la soga a rastras”, para significar “Escapar dejando deudas o asuntos pendientes”.

Es muy probable que estas locuciones estudiadas aquí, así como las demás que no hay espacio aquí para tratar, provengan del habla rural donde la soga era un instrumento con muchas funciones y en consecuencia se prestaba para usarla en sentido figurado porque era de uso diario.

Hay que celebrar que se preserven en el habla todas estas locuciones; sobre todo si se tiene en cuenta que algunas de ellas son creación y uso exclusivo de los dominicanos.

 

COMELONA – COMILONA

“. . .compartió una COMELONA en estrecha camaradería . . .”

En la frase reproducida más arriba ha de entenderse que esta comelona se refiere a la “comida abundante”, que la interpretación americana sugiere.

No hay que perder de vista que comelona en tanto adjetivo es una persona que come mucho. Por la terminación se entiende que se refiere a una persona del sexo femenino.

En ocasiones debe observarse cuidado al usar una u otra de las palabras, porque puede suceder que en algunos ambientes la comida abundante se conozca por “comilona”, aunque en otras hablas esa comida abundante sea una comelona. Las diferencias entre los significados de las dos palabras del título tienen historia.

De acuerdo con lo que puede leerse en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-II-158) el vocablo comedor derivó del verbo comer y solo valía para la persona que comía mucho; años más tarde pasó a designar el lugar de comer. La palabra comilona llegó al español en fecha posterior a comelona.

En la actualidad el adjetivo comelón, na, en once países de América se usa para mencionar a la persona que el diccionario académico llama de comilón. El femenino comelona en República Dominicana y Venezuela equivale a “comida abundante”.

En República Dominicana de hace ya años se invitaba a una comelona para significar que era un convite a un banquete, pero de menor elegancia que este, aunque hubiese gran selección de manjares. Con eso se daba a entender que no era para degustar bocadillos, sino para comer sentados, con posibilidad de ingerir gran cantidad de alimentos.

Comelona es adjetivo femenino y además sustantivo en República Dominicana; así vale para caracterizar a la persona como para denominarla cuando esta come mucho.

En el español canario comelón equivale a glotón. El Tesoro léxico canario-americano (2010:334) documenta el uso con varias citas para ese archipiélago. La documentación americana con ese significado comienza a aparecer en los diccionarios de finales del siglo XIX; eso sugiere que el uso en el habla es muy anterior a esos años.

En cuanto a comelona, sustantivo femenino para comida muy abundante y variada, es significado común para Colombia, México, Nicaragua, República Dominicana y Venezuela. El Tesoro antes mencionado insinúa que con ese uso comenzó en América, pues su aparición documentada en Canarias es posterior a la americana.

El Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-318) trae citas que confirman que comelón se usa para “persona que come mucho” y para “comida muy abundante y variada”. En Puerto Rico D. Augusto Malaret menciona a comelona para comida abundante y persona que come mucho en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1917:45). Con esta mención se comprueba que la significación que es habitual en las islas antillanas es de larga data.

Con las menciones acerca del español canario y el americano, así como su coincidencia en cuanto a peculiaridades, se trata de destacar que esas islas del Atlántico sirvieron de relevo para los viajes en ambas direcciones del habla española y americana.

La colocación enclítica y proclítica de los pronombres átonos

Por Tobías Rodríguez Molina

Las variantes de los pronombres personales me, te, se, nos, os, le, la, lo, les, las, los,  llamadas átonas porque se pronuncian sin acento, apoyándose en palabras adyacentes con acento, ofrecen un gran interés sintáctico. Esas variantes pueden aparecer enclíticas (pospuestas) o proclíticas (antepuestas) a dichas palabras, dependiendo del contexto en que aparecen. Aclaremos un poco más. Las variantes  enclíticas van pegadas a las palabras al final de ellas, se podría decir a la derecha de ellas, y se pronuncian sin acento como si formaran parte de la palabra a la que van unidas. Ejemplos: dámelo, cómprale, búscaselo.

Las variantes  proclíticas son  las que van colocadas delante de la palabra, pero  sin ir pegadas a ellas aunque se pronuncian sin acento apoyadas en las palabras como si formaran parte de ellas. Ejemplos: se fue, se le dijo, se devolvió.

La posición enclítica o proclítica de los pronombres átonos se regula de la siguiente manera: en el imperativo, el infinitivo y el gerundio el pronombre es necesariamente enclítico. Ejemplos: dime, llevarlo, rogándole.

Ahora bien, cuando el infinitivo y el gerundio están subordinados a otras formas verbales, los pronombres enclíticos pueden separarse de ellos y pasar, pro atracción, al verbo principal. En ese caso, el concepto de enclisis no es relevante. Ejemplos:

-Quieren molestarte—–Te quieren molestar

-Debes avisárselo—–Se lo debes avisar

-Iba siguiéndolo——Lo iba siguiendo

Con las demás formas verbales, los pronombres pueden ser enclíticos o proclíticos. Ejemplos:

-Me miró——Mirome

-Lo dijo——Díjolo

Se sabrá——Sabrase

No obstante, los casos en que los pronombres átonos aparecen enclíticos a formas verbales como las anteriores, pude decirse que hoy en día pertenecen exclusivamente al estilo literario. En la conversación corriente es muy escaso ese uso. No es frecuente escuchar, en el habla ordinaria, casos de pronombres enclíticos a formas verbales que no sean el imperativo,  el infinitivo y el gerundio, y cuando suelen aparecer, se percibe cierta afectación. Incluso, en la lengua literaria, cuando hay un uso excesivo, se nota cierto grado de afectación o rebuscamiento en el estilo.

Por esa razón, lo normal, en el español actual, sea el empleo de los pronombres proclíticos a las formas verbales que no sean imperativo, infinitivo y gerundio y enclíticos a estas últimas.

Por otro lado, una forma verbal puede llevar dos y aun tres pronombres átonos. Pero en ese caso deben ir todos proclíticos o todos enclíticos. No es posible, por tanto, anteponer unos y posponer otros. Así, pude decirse:

-Se  lo decía——Decíaselo

-(Ruego que) se me lo busque——Búsquesemelo

Pero nunca puede decirse: lo decía se; se me búsquelo

Cuando concurren  varias formas átonas, se (personal o reflexiva) debe preceder a todas las demás; las  de segunda persona deben ir delante de las de primera, y cualquiera de estas dos deben ir delante de las de tercera. Ejemplos.

-Se me lo trae——Tráesemelo

-Te me quieren arrebatar—–Quieren arrebatárteme-

-Se me cayó——Cayóseme

Como es natural, este orden puede traer confusión en el uso ordinario. Es frecuente escuchar, en algunos hablantes de ciertas regiones y pertenecientes a niveles socioculturales bajos, casos en los que se da la confusión antes mencionada. Por ejemplo, en la parte sur de nuestro país, suelen oírse construcciones  como: Me se  perdió; Te se  oyó decir.

Esos son casos  en los  cuales  la forma se no precede a las demás como debe ser, según se planteó anteriormente.

En esas construcciones defectuosas, los pronombres átonos aparecen siempre proclíticos y no enclíticos, ya que resultarían expresiones no usuales o chocantes como, por ejemplo: Cayómese; Oyótese decir…

Esperamos que esta notas sobre los pronombres átonos nos sirvan para corregir algún detalle en el  que pudiéramos estar fallando en lo referente a la enclisis y la proclisis.

A troche y moche/*a trocha y mocha, compromiso

Por Roberto E. Guzmán

 

A TROCHE Y MOCHE – *A TROCHA Y MOCHA

“. . . y a vivir de las limosnas que repartieron a TROCHA Y MOCHA . . .”

Lo que el hablante entiende por la locución adverbial varía demasiado en el español dominicano. Esta locución en el habla sirve para expresar casi cualquier idea. Más abajo se verá que es muy vieja en el español y se repasarán las significaciones que le son atribuidas, tanto por el hablante como por las autoridades de la lengua.

Antes de entrar en el meollo del asunto se hace necesario recordar que la locución reconocida internacionalmente es “a troche y moche”. El hablante de español dominicano que dice “a trocha y mocha” lo hace porque no reconoce ninguna troche ni menos moche. Sustituye las palabras desconocidas por palabra de su léxico activo, trocha y mocha.

La información más vieja que se ha conseguido para la locución data del castellano clásico cuando se escribía en una sola palabra “trochemoche”, o trochi, trochimoche: “sin orden ni concierto”. Glosario de castellano clásico (2003:174). En castellano antiguo existía el verbo intransitivo “trochar” que significaba “avanzar”. Diccionario de castellano antiguo (2002:284).

La mocha más conocida en República Dominicana es la herramienta de labranza para el corte de la caña de azúcar, que no tiene punta y la hoja es más ancha que la del machete; se llama así porque le falta la punta. Con respecto de la trocha los dominicanos identifican de inmediato dos cosas con ese nombre, la senda abierta en la maleza y el guante del receptor en el juego de beisbol. Esa sustitución de palabras que se opera en la locución se explica porque es un fenómeno natural es las lenguas; las palabras conocidas ejercen atracción sobre las desconocidas que llegan a ser reemplazadas por las primeras; o las más populares sustituyen a las menos frecuentes.

Si se recurre al diccionario de las academias de la lengua para satisfacer la curiosidad acerca de esta locución se encuentra que ese lexicón entiende que se utiliza para señalar que algo se hace o dice de manera “Disparatada e inconsideradamente”.

La locución se encuentra asentada en el Diccionario fraseológico documentado del español actual (2017:860) donde se lee que corresponde a decir o escribir, “Sin tino ni medida”. En República Dominicana se entiende que comunica el mensaje de “En todo momento”, así por lo menos en el texto que sirve de apoyo para su documentación. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:497).

Las diferentes interpretaciones de los significados de la locución no terminan ahí, pues el Gran diccionario de la lengua española de Larousse indica que expresa “con derroche o de forma irreflexiva”, con el equivalente, “a diestro y siniestro”. En otra parte de ese mismo diccionario asegura que se emplea para indicar que “una cosa se hace en gran cantidad y sin reflexionar”.

De acuerdo con lo que consigna el Diccionario integral del español de Argentina, (2008:1794) la expresión estudiada aquí informa que algo se hace “sin orden o límite”.

Por medio de la lectura de esta sección puede comprobarse que los hablantes de español dominicano no están equivocados al usar la locución con diferentes sentidos en sus conversaciones, como se escribió al principio de esta exposición, pues eso corresponde a la realidad de la lengua.

 

COMPROMISO

“. . . que se atribuyó a la presencia de COMPROMISO pulmonar persistente . . .”

En algunas ocasiones las personas que traducen documentos lo hacen sin reparar en que las palabras no pueden traducirse de modo directo, por una parecida; es decir, sin detenerse a pensar en que los significados entre las lenguas vecinas no siempre corresponden con aquellas palabras a las que se asemejan en su escritura. La idea condensada en las frases anteriores se despejará a continuación.

En el campo de la medicina, ese tipo de “compromiso” no existe en español. Lo que puede producirse es que se presente una “afectación, deterioro, insuficiencia, alteración”. Se está seguro de que quienes leen las palabras propuestas en español del campo médico, esas personas exclamarán, “Oh, es cierto”. Esto así porque esas palabras llevan consigo ideas propias de la medicina. Con respecto del pulmón y la cardiopulmonary compromise, se trata de una afectación cardiopulmonar o insuficiencia cardiorrespiratoria.

Es innegable que la intromisión de este tipo de “compromiso” ha llegado a tal punto que muchas personas pasan por alto el desliz. Así se expresa el Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina (2005:210) con respecto a este desacierto.

En otras situaciones la palabra del inglés compromise, pasa a ser un arreglo, una concesión, transacción, conciliación, avenencia, acuerdo, cesión, contemporización.

Muchos de estos sustantivos pueden ser usados acompañados de verbos que ayudan a comprender mejor el sentido de lo que se expresa o se desea expresar; sobre todo, al traducir el verbo del inglés.

Las combinaciones a que se recurren pueden ser muy variadas, pero se ofrecen algunas para aclarar algunas ideas al respecto. Así se acostumbra a “alcanzar o llegar a un arreglo”, “llegar a una avenencia”. Las circunstancias llevan a utilizar “hacer concesiones”, “atenuar las pretensiones”, “encontrar una fórmula conciliatoria”, etc.

Algunos verbos pueden transmitir la noción, como acordar, ceder, conciliar, transigir, conceder, convenir, asentir, contemporizar. Avenirse, acomodarse, amoldarse.

El compromise puede no ser más que una “obligación, una cita, una situación difícil, una participación (en proyecto), colaboración, cooperación (en una tarea).

En otro orden de ideas, el verbo compromise puede significar “poner en peligro”, comprometer, arriesgar, exponer.

Por medio de la lectura de lo que se ha vaciado en esta sección se entenderá que la labor de traducir no es asunto para tomar a la ligera.

La concordancia en los colectivos y otros casos

Por Tobías Rodríguez Molina

 

Uno de los medios gramaticales de relación interna en la oración es la concordancia, la cual constituye un elemento de reacción porque las condiciones en que se verifica no son iguales para los miembros en que se da la concordancia. Eso quiere decir que uno de ellos impone la concordancia a la que tiene que someterse el de inferior jerarquía sintáctica. Por ejemplo, el sustantivo, como categoría superior al adjetivo, le impone a este los morfemas de género y número. Y lo mismo sucede con otras palabras que estén en concordancia.

Es evidente que existen unas leyes o reglas gramaticales que rigen la concordancia. Esas leyes resultan de las relaciones que se dan entre las diferentes categorías gramaticales.

A partir de aquí se puede definir la concordancia como la igualdad de género y número entre el sustantivo y sus modificadores (con excepción del complemento), y la igualdad de número y persona entre el verbo y su sujeto.

Ahora bien, esas leyes generales de la concordancia no se aplican en todos los casos, uno de los cuales es el de los nombres colectivos y otros casos a los  que suele llamárseles casos especiales de concordancia. En esos casos  se suele dar, con mayor frecuencia, la concordancia de sentido, en vez de la concordancia gramatical.

Pero antes de  continuar creemos  conveniente ofrecer una  definición de los nombres colectivos; veamos la siguiente:

“El nombre colectivo o sustantivo colectivo es el sustantivo que en singular expresa una colección o agrupación de objetos, animales o personas semejantes, en contraposición a los nombres individuales, (p. ej., alumnado es un nombre colectivo, mientras que alumno es individual).” (Wikipedia). Los siguientes son algunos ejemplos de nombres colectivos:

Avispero (conjunto de avispas); equipo (conjunto de personas que juegan en grupo); cardumen (conjunto de peces); enjambre (conjunto de abejas); gente (conjunto de personas); tropa (conjunto de soldados).

Veamos a continuación algunos de los casos de empleo más frecuente de los colectivos:

  1. Cuando el nombre es colectivo y va seguido del complemento en plural, el cual especifica ese nombre colectivo, el verbo puede ir en plural o en singular. Véanse los siguientes ejemplos:

La tropa de soldados  llegaron  muy cansados. (En este caso la concordancia se ha hecho con el complemento “de soldados”).

La tropa de soldados llegó muy cansada. (Aquí se hizo la concordancia con “la tropa”).

Pero si no va seguido del complemento, es preferible emplear el verbo en singular. Observe este ejemplo:

La tropa llegó muy cansada.

  1. Siguiendo con los nombres colectivos, cabe añadir que sustantivos como “mitad”, “parte”, “resto” y otros semejantes, aplicados a un conjunto de individuos, presentan la posibilidad de la concordancia en singular o plural. Veamos los siguientes ejemplos.

La mitad de los tripulantes evitaron la desgracia.

La mitad de los tripulantes evitó la desgracia.

  1. Si las palabras que acompañan al colectivo no aumentan la idea de pluralidad, sino que, por el contrario, la disminuyen, la concordancia en plural parece difícil o imposible. Mediante los siguientes ejemplos, se puede constatar lo que se acaba de decir:

La muchedumbre, conmovida por el hecho, lloró amargamente.

Aquel grupo, entre todos los miembros, había provocado esa situación.

  1. Si las palabras que acompañan al colectivo aumentan la idea de pluralidad, la concordancia en plural parece más factible o posible. Véase el siguiente ejemplo.

Aquel grupo de asistentes, preocupados por lo que estaba pasando, salieron despavoridos del salón.

Pasaremos a continuación a ver  otros casos de concordancia.

  1. El autor de una obra puede emplear la primera persona del plural, al cual se le llama el plural de  modestia. Observe  este  ejemplo:

Nosotros creemos (opinamos) que eso es algo injusto.

  1. Dos o más sustantivos pueden considerarse como una unidad  y concertar en singular. Véase el siguiente ejemplo:

La entrada y salida de aviones fue suspendida.

Pero si a cada sustantivo se le antepone el artículo, se impone la forma plural. Vea este ejemplo:

La entrada y la salida de aviones fueron suspendidas.

  1. Los sustantivos femeninos que empiezan con “a tónica” van precedidos por artículos masculinos (el, un) cuando se usan en singular. Fíjese  en los  ejemplos siguientes:

Tiene el (un) alma de ángel.

El (Un) águila vuela alto, muy alto.

Pero cuando el sustantivo  va acompañado de demostrativos, se emplea el femenino. Vea los próximos ejemplos:

Esa alma que tienes es pura, limpia, celestial.

Esta águila surcó los cielos de la montaña.

  1. Si un adjetivo va detrás de dos o más sustantivos y se refiere a ambos, concuerda con ellos    en plural. Pero si se refiere solo al último, concuerda con este. Observe los ejemplos referentes a este caso:

El muchacho y la muchacha, asustados, salieron corriendo. (Hay que tener en cuenta que si hay un sustantivo masculino, el adjetivo concuerda en género con el masculino).

Estudió geografía y gramática española. (Solo estudió gramática española, no geografía española).

  1. Hay casos en que un adjetivo debe aparecer en masculino aunque el referente sea femenino.    Vea ejemplos de este caso:

Tu criatura (femenino) está precioso,  rosado, frondoso (adjetivos masculinos por tratarse de un niño).

Su majestad (femenino) llego contento (masculino porque  se trata del rey).

  1. En oraciones con el verbo ser, como las siguientes, se emplea el verbo complementario en plural. Fijarse  bien en  los ejemplos:

Yo soy de los que defienden tu derecho a la protesta pacífica.

Tú eres de las que trabajan con entusiasmo.

Como se ha podido observar por los variados casos presentados, el sentido se impone normalmente por encima del valor gramatical tanto en la relación sustantivo y adjetivo, así como también en la relación sujeto y verbo. Además, hay casos en que se sugiere un tipo de concordancia, dejando al gusto o subjetividad del usuario el empleo de una o de la  otra. Espero contribuir a que empleemos  de la forma debida los  colectivos y los demás casos  de concordancia cuando   aparezcan en los  escritos que produzcamos.

Cachanchán / canchanchán, aguaje

Por Roberto E. Guzmán

 

CACHANCHÁN – CANCHANCHÁN

“Ellos también se rindieron a las energías desplegadas por las aspiraciones de su CACHANCHÁN . . .”

La voz del epígrafe no es una de larga historia en el español dominicano. Lo que le falta en tiempo de uso lo compensa con el uso intenso que de ella se hace en las conversaciones. Hasta en las reseñas, notas y artículos periodísticos se hace amplio uso de esta voz. Con esto último se destaca el salto que ha dado del habla a la literatura periodística. El último rasgo le confiere mayor permanencia y popularidad, pues los periódicos escritos y radiales son de amplia difusión en la República Dominicana.

La documentación recogida en el Tesoro léxico canario-americano (2010:214) señala que la palabra del título tuvo su origen en Cuba. D. Fernando Ortiz la consigna en su Nuevo catauro de cubanismos de 1923, pág. 101, donde él anota que significa, “Alcahuete. Servidor político incondicional”.  Ya antes Augusto Malaret había escrito que era usada en “jerga de politicastros”, en Cuba para, “Alcahuete, hombre de confianza”.

La palabra del título entró en el Diccionario de la lengua española (DLE) en la vigésima segunda edición, (2001-I-382) con la anotación de que era de uso en Cuba en el registro coloquial para expresar desprecio para, “Persona adulona, servil”.

La voz en cuestión permaneció en el uso y como tal aparece en los repertorios de voces cubanas. En el Diccionario ejemplificado del español de Cuba (2016-I-196) está catalogada con la marca gramatical de adjetivo y sustantivo como despectiva para, “Persona que adula o da la razón a otra, generalmente por servilismo o por interés personal”. (Subrayado de RG). En Puerto Rico el cachanchán no es más que un vago.

El Diccionario de americanismos (DAA) del 2010 incluye la República Dominicana (RD) junto a Cuba como los países donde se usa cachanchán para significar halaleva, con el señalamiento de que es de poco uso en ambos países. Este halaleva es un término anotado como obsoleto en ese diccionario que expresa, “Persona que adula a otra por interés o por servilismo”. Para RD ese lexicón escribe que cachanchán es la persona “que gusta de la juerga, de los tragos”. En otras palabras, es persona que parece inseparable de otra; cercana en amistad, trato o confianza.

Mediante el uso que se ha observado en el habla de los dominicanos, se piensa que la voz cachanchán no tiene ese rasgo despectivo tan pronunciado como lo tiene en el habla de los cubanos. El hablante dominicano se sirve de la voz para dar a entender que el cachanchán es una persona que acompaña a otra, que es su incondicional, que es su amigo; sin que ello implique que sea su subordinado. Se tiene entendido que el cachanchán dominicano es más un compañero de tragos, fiestas, actividades de la persona a quien acompaña, al tiempo que el cachanchán cubano es servil y adulón.

En República Dominicana se ha favorecido la voz canchanchán en el habla; si se observa con cuidado, tiene una letra ene /n/ extra en la primera sílaba. Es posible que esto haya sucedido como un efecto de la influencia del “can” a que son dados los hablantes de español dominicano. Para este vocablo el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española refiere que, en República Dominicana y Cuba, corresponde a adulón, na, en tanto sustantivo y adjetivo. La segunda acepción con la única función de sustantivo es, “Compinche, cómplice, compañero”. Repárese que con esta grafía no aparece en Puerto Rico.

Luego de haber leído lo que antecede, puede hacerse el ejercicio de buscar la razón que movió a los lexicógrafos a asentar las dos grafías con acepciones tan próximas una de otra. Solo bajo la influencia del uso pudo imponer estas dos grafías.

La intensidad en el uso de las palabras varía de acuerdo con las circunstancias. Esto puede notarse cuando se observa que se registró por primera vez la voz cachanchán en el año 1923 y su incorporación en el DLE en el 2001 fue luego de 60 años. Más tarde, en el año 2010 el DAA considera la voz de uso en tres países, con variantes en cuanto a su significación. En RD el uso aumentó a finales del siglo XX y ha continuado así a principios del siglo XXI.

 

AGUAJE

“. . . ya que ha ocurrido un AGUAJE en el acatamiento al recogimiento . . .”

Este vocablo de mucho uso en el español dominicano llamó la atención de quien escribe estas líneas desde cuando era un adolescente. Desde esos años despertó curiosidad el posible origen de este vocablo, pues a veces uno no se conforma con saber el significado de una voz, sino que desea además saber de dónde proviene.

Este vocablo como muchos otros pertenece a muchas variantes de español y no representa la misma noción en todas. En América puede observarse una tendencia en cuanto a lo que expresa el vocablo; es decir, existe cierta afinidad en cuanto al significado que se le atribuye; en casi todos los casos son solo pálidos matices de diferencias.

El Diccionario de la lengua española conoce de la palabra aguaje, pues está registrada en sus páginas con quince acepciones. Para los fines de esta exposición se retendrán las que interesan, las relativas al español de la cuenca del mar Caribe.

En Cuba, República Dominicana y Venezuela aguaje es “alarde, jactancia”. En Cuba y Puerto Rico se usa para llevar la idea de “bravuconada”. D. Ángel Rosenblat en Buenas y malas palabras (1974-I-63) escribe que un torero puede ser aguajero, “aficionado a los lances espectaculares, amigo de las morisquetas o del relumbrón”. En esa vena venezolana aguaje es un sustantivo masculino con el sentido, “Alarde o jactancia de lo que no se es o no se tiene”. Los testimonios de uso para ese país se remontan al año 1939. En ese país el aguajero está documentado en literatura desde el año 1966. Diccionario de venezolanismos (1983-I-16-7).

Como sucede en las lenguas, con el vocablo aquí estudiado en Cuba se ha observado una evolución en los significados que el uso le asigna. Allí se recogió en tanto “ostentación, pose. Bravuconería”. El habla popular cubana de hoy (1982:33). También añadió la acción del bravucón, que como puede observarse se conocía en Puerto Rico desde el año 1923. D. Augusto Malaret trae la voz aguaje en su Diccionario de provincialismos de Puerto Rico (1923:18), “Amenaza que no tiene valor. Mentira”. Estas dos acepciones las documentó en el Vocabulario de Puerto Rico (1955:80). Hay que señalar que la acepción de “mentira” como tal ha perdido fuerza. Más tarde en Cuba la voz se enriqueció y pasó a ser “alboroto o agitación que produce un acontecimiento inesperado”.

Ha de prestarse atención al empleo de aguaje que se hace en la cita, pues debe aceptarse en tanto pose de acatamiento al recogimiento. Es un “hacer creer” a los demás, una actitud afectada. Es una postura o conducta “con que se engaña a alguien”. La frase entrecomillada se extrajo del Diccionario de hispanoamericanismos (1997:29), donde se la usa para definir el aguaje.

No hay que olvidar que el aguajero no existe documentado en Cuba; es propio de Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, corresponde al individuo “que hace o dice aguajes”. Hay que dejar ahí lo concerniente a aguajero porque existe bastante material para dedicarle un aparte.

Ortoescritura

Rafael Peralta Romero

 

TARVIA, NO TALVIA; ENTARVIAR, NO ENTALVIAR

19/12/2020

El ingeniero Ramón Alburquerque, con la agudeza que lo caracteriza, divulgó el 13 de diciembre de 2020 el siguiente tuit: “Talvia era el nombre o sigla de la empresa que aplicó asfalto por primera vez a partir de 1918 y colocaba sus letreros o vallas TARVIA en las obras, que derivó en TALVIA”. Confieso que no tenía en agenda componer un artículo sobre este asunto, pero el comentario de Alburquerque me provocó una reflexión que dio origen a este texto. Leí las respuestas y comentarios al tuit de Alburquerque y de ellos escojo la de Confesor Castillo: “Tarvia era el nombre del producto que utilizaban para el asfaltado. La empresa se llamaba Barrett Industries. Fuente: barrettindustries.com/about-barrett/…».

Otra opinión juiciosa indica que “TARVIA es la marca de un producto usado para cubrir calles y carreteras. Fabricado por la Barrett Manufacturing Co., NY., lo mercadeaba bajo el lema «buenos caminos a bajo costo».

Alguien tuiteó una versión muy lógica para determinar el origen de la palabra: TAR= alquitrán, VIA= camino o vía. La Barrett Manufacturing Co fue la empresa contratada en la era de Trujillo para el asfaltado de las calles de Santo Domingo.

Este detalle remite a la escritura de la palabra como TARVIA y no TALVIA, de conformidad con su etimología. El vocablo es de uso habitual en el habla dominicana, pese a ello no está registrado en el Diccionario de la lengua española.
Vale apuntar que la palabra ha sido incorporada al Diccionario del español dominicano, publicación de la Academia Dominicana de la Lengua. La definición me luce muy escueta e insuficiente: «asfalto, alquitrán».TARVIA ha sido definida como una mezcla sólida y compacta de hidrocarburos y minerales que se emplea en el pavimento de calles y carreteras.» TARVIA es la marca de un producto usado para cubrir calles y carreteras. Fabricado por la Barrett Manufacturing Co., NY., lo mercadeaba bajo el … Ver más.

Creo pertinente presentarles un apunte de don Max Uribe, autor del Diccionario de dominicanismos y americanismos. Dice: “El doctor Carlos Curiel, escritor de múltiple cultura y de esmerado y limpio estilo, ha hecho llegar a nuestras manos su obra Semblanza del siglo XX, de reciente edición…Juntamente con la misma tuvo él a bien remitirnos una nota explicativa del significado de la voz tarvia así como de algunas locuciones que con dicha voz suelen construirse. Dice así la nota:

-Tarvia. Del inglés tar: brea, alquitrán. De ahí tarpauling, tela embreada o alquitranada, lo que la hace impermeable y a propósito para proteger cargamentos.” (Ed. Librería Trinitaria, 2008, pág. 582).

El comentario del profesor Curiel fortalece la apreciación de que la palabra se escribe /tarvia/ (con erre) y no /talvia/ (con ele). Y en consecuencia, el verbo derivado ha de seguir la misma suerte: entarviar y no entalviar. Del verbo /entarviar/ derivan el gerundio /entarviando/ y el participio /entarviado/, además de las formas provenidas de su conjugación (entarvio, entarviamos, entarvié, entarviaré…)

De modo que diremos: Están entarviando las calles del pueblo, qué bueno.

Por igual: Solo han entarviado la calle principal. El participio /entarviado/ puede fungir como sustantivo: El entarviado de la carretera se llevará un mes. Tarvia, entarviar, entarviado y otras de la familia son voces del español dominicano cuya grafía tiene deudas con el inglés (tar, alquitán). Por eso recomendable tarvia, no talvia; entarviar, no entalviar.

 

TROTAR Y GALOPAR, TAMBIÉN ANDONEAR Y ESCAPEAR

09/01/2021

Consiste, lo enumerado en el título, de cuatro acciones propias del caballo, pero el asunto a tratar no es hípico o ecuestre, sino lexicográfico. Los dos primeros verbos ostentan carta de ciudadanía en el español general, pero los otros se limitan al habla dominicana. La persistencia en el uso de /andonear/ y /escapear/ sugiere la atención de los académicos y estudiosos de la lengua. Veamos el Diccionario de la lengua española:

1-Trotar. 1. intr. Dicho de un caballo: Ir al trote. 2. Dicho de una persona: Cabalgar en caballo que va al trote.

El sustantivo trote deriva del verbo trotar. Es definido: Modo de caminar acelerado, natural a todas las caballerías, que consiste en avanzar saltando, con apoyo alterno en cada bípedo diagonal, es decir, en cada conjunto de mano y pie contrapuestos.
Ser trotón o trotona no es condición favorable de una cabalgadura, por el zangoloteo a que es sometido quien la monta.

1-Galopar. (Del francés galoper). Es lo que hace el caballo cuando va a galope. Esta última voz es definida así: Marcha rápida de una caballería, más veloz que el trote, que consiste en avanzar saltando y manteniendo en algún momento las cuatro patas en el aire. El verbo galopar tiene una variante en /galopear/, de uso no generalizado, pero con mejor suerte que /trotear/, reservado a hablantes dominicanos de poca escolaridad.
3- Algunas cabalgaduras tienen una condición favorable y grata a sus propietarios: caminan (no correr) con movimientos ágiles. Los dominicanos citamos esa acción con el verbo /andonear/, pero el Diccionario académico no la registra. Tampoco el Diccionario del español dominicano.

Pero hay esperanza, pues el adjetivo /andón, andona/ sí ha sido incorporado al código lexicográfico oficial. Así lo presenta: Cuba, Pan. y R. Dom. Dicho de una caballería: Que anda mucho.

En junio de 1977 publiqué el poemario infantil Niño y poesía, del poema “Mi padre” (pág. 15) cito estos versos en los que utilizo con naturalidad el verbo /andonear/, traído del ambiente donde me crié. Allí es habitual hablar de la acción de andonear atribuida a un equino.

“Mi padre se va montado / en su mula que andonea…”

4-Escapear. No está en el Diccionario. Lo más próximo es el sustantivo /escape/, que se refiere a la acción de escapar o escaparse, especialmente de una situación de peligro. Pero cuando se habla de /escapear/ no se piensa en huir, salir de un encierro o un peligro, sino que es una cabalgadura la que ejerce la acción de /escapear/. Se puede admitir que se trata de una corruptela del verbo escapar, en cuya tercera acepción el Diccionario apunta: Hacer correr a un caballo con extraordinaria violencia.

Alguien podría escapar de un lugar o de una situación sin que necesariamente sea con rapidez o violencia, pero cuando se dice que un caballo escapea implica velocidad en su desplazamiento. Tanto, que ha dado origen a este dicho popular: “Ese preña una yegua al escape”. Suele decirse para resaltar la edad de un muchacho a quien alguien cree niño o más joven de lo que aparenta.

En el Diccionario del español dominicano aparece el verbo /escapear/ con tres acepciones, ilustradas con ejemplos de autores dominicanos. La segunda acepción dice: “Poner un caballo al galope”. Cita un ejemplo tomado de la obra Merengue, de Miguel Ángel Jiménez: “El que se trepaba con mayor agilidad sobre los árboles; el que mejor escapeaba un caballo al pelo y el más guapo”. En la tercera acepción se define a escapear como “Andar o escapar con rapidez”. El ejemplo de uso procede de la novela La sangre, de Tulio M. Cestero: “Los viajeros, satisfechos, caminan a pares, escapeando de trecho en trecho, comentaban los incidentes de las fiestas”.

Los verbos andonear y escapear esperan por los académicos.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

 SIN EXCUSAS

22/12/2020

En la actualización de 2020 del Diccionario de la lengua española no todo es pandemia y crisis sanitaria. La gastronomía, cada vez más popular y más global, se adueña de las nuevas entradas del diccionario.

Nos proponen los populares nachos, típicamente mexicanos, ‘trozo triangular de tortilla de maíz’ y aprendemos que la palabra procede del nombre del cocinero mexicano Nacho Anaya. Hay lugar para las delicias orientales, como el sabroso falafel (o faláfel) ‘bolas fritas de pasta de garbanzos u otras legumbres’ o el suculento tayín, un guiso norteafricano muy especiado que se cocina en particular cazuela con tapa a la que también llamamos tayín. También el sustantivo wok comparte la designación del utensilio de cocina (‘sartén ancha y profunda con asas utilizada en la cocina oriental para saltear’) con la del plato que en él se prepara. Descubrimos que el italianismo carpacho (‘plato de lonchas muy finas de carne o pescado aliñadas que se come crudo’) procede del apellido del pintor veneciano Vittore Carpaccio, porque la creación del plato estuvo inspirada en una exposición que se le dedicó a este pintor en su ciudad natal a mediados del XX.

Si consultan la nueva versión del Diccionario de la lengua española descubrirán que habla de nosotros. Consulten la nueva acepción de chenchén, ‘plato propio de la República Dominicana, elaborado con harina de maíz, aceite, sal y coco’. El chenchén y la discusión están servidos. Aparecerán tantas recetas de chenchén como cocineros.

Después de este banquete no nos vendrá mal practicar algo de zumba. El sustantivo zumba, masculino o femenino, también ha sido incluido en el diccionario para referirse a la práctica deportiva que combina el baile con ritmos latinos y los ejercicios aeróbicos. Se acabaron las excusas, sobre todo con la que se nos viene encima en estas fechas.

 

A LOMOS DE LOS LIBROS

29/12/2020

En mi 2020 los viajes han sido los protagonistas. He vuelto a recorrer las llanuras manchegas bajo un sol tórrido que me derretía los sesos contemplando en lontananza la figura amenazante de los molinos de viento. Me he pateado las calles y comercios de Madrid buscando el mejor género y he visto la vida pasar ante la mesa de un café y una humeante taza de chocolate. He cruzado la selva tropical buscando un lugar donde fundar una familia cerca del mar. He contemplado el Mediterráneo desde las orillas de Creta, temblando ante la idea del monstruo que habita el laberinto; he oteado el horizonte desde las alturas de Delfos preguntándome sobre el destino. He saboreado un coctel en un elegante hotel neoyorquino; al salir, las ardillas de Central Park me han recordado a las esfinges. En Moca he conocido historias que bien podrían escribir los antiguos griegos. Me he visto rodeada por la feraz naturaleza de la isla Española mientras abría trochas en la manigua inclemente y escuchaba palabras que en nuestra lengua nunca habían sido dichas. En París, de café en café, he añorado las calles de Buenos Aires. Bajo el aguacero he perseguido una botella de ron para beber con los amigos viendo anochecer sobre La Habana desde una azotea. He sentido el sonido del viento sobre los llanos de la Patagonia. He recorrido una y otra vez todos los caminos de la lengua, desde San Millán hasta Silos. De la mano de Miguel de Cervantes, de Benito Pérez Galdós, de Gabriel García Márquez, de Jorge Luis Borges, de Homero, de Dorothy Parker, de José Hierro, de Aída Cartagena, de Gonzalo Fernández de Oviedo, de Julio Cortázar, de Leonardo Padura, de Gabriela Mistral, de muchos y muchos diccionarios, he surcado todos los senderos a lomos de los libros y he dejado atrás confinamientos y toques de queda. ¡Que 2021 nos encuentre rodeados de libros!

 

DESCUBRIR Y DISFRUTAR

05/01/2021

¿Cuántos de nosotros hemos incluido libros en nuestra carta a los Reyes Magos? ¿Cuántos de nuestros niños les habrán pedido libros? De la respuesta podemos sacar algunas conclusiones sobre nosotros, sobre nuestra forma de estar en el mundo y de ser padres.

No nacemos con un libro debajo del brazo. No nacemos sintiendo pasión por la lectura. No nacemos con el hábito de la lectura. El amor por los libros y por lo que en ellos leemos se construye día a día. La primera piedra, y quizás también la segunda y la tercera, es tarea de los padres . Nuestros niños se interesan por los libros con curiosidad innata cuando su cercanía y la de personas que leen les pica la curiosidad. Descubren que los libros atraen la atención y pueden absorbernos, que ayudan a que nos relacionemos con el mundo, con el que está cerca y con otros muy lejanos.

Hay muchos hogares sin libros. Aunque es cierto que los libros son costosos y que vendría muy bien un buen plan de fomento de la lectura, no siempre la razón de la ausencia de los libros es económica. Hay mucho de desinterés, de carencias en la formación, de desconocimiento y de empobrecimiento cultural y humano. La pasión y el hábito de la lectura no los construye el profesor en la escuela; su tarea es mantenerlos y enriquecerlos. La pasión y el hábito de la lectura no los construyen las instituciones oficiales o culturales; su tarea es fomentarlos, hacerlos más accesibles para todos con igualdad de oportunidades. La pasión y el hábito de la lectura los construyen nuestros padres, incluso cuando todavía no sabemos leer, cuando cada noche antes de ir a dormir, cada tarde lluviosa, cada rato de espera, cada momento libre abren un libro ante nosotros y nos invitan a ver el mundo con ojos curiosos, apasionados, críticos, comprometidos, divertidos; en fin, cuando nos invitan a descubrir y a disfrutar de la vida que atesoran los libros.

 

NO SOMOS INFALIBLES

12/01/2021

Sancho Panza recrimina a don Quijote su afán por corregir los errores que comete al hablar y se queja de que le reproche a cada rato sus «voquibles», por querer decir sus «vocablos». Del mismo pie que don Quijote cojeamos algunos.

Nuestra lengua nos brinda un extenso abanico de posibilidades para referirnos a los errores, no solo a los lingüísticos. En el Diccionario de la lengua española descubriremos que un error puede ser ‘un concepto equivocado o juicio falso’, ‘una acción desacertada o equivocada’ o una ‘cosa hecha erradamente’. Vinculado con el sustantivo error nuestra lengua nos ofrece el verbo errar, con una peculiar conjugación. (Si se les atraganta, el diccionario puede ayudarles a salir a flote). De errar surge el sustantivo yerro, con una definición con regusto antiguo en el diccionario de la RAE: ‘Falta o delito cometido, por ignorancia o malicia, contra los preceptos y reglas de un arte, y absolutamente, contra las leyes divinas y humanas’.

Para referirnos a un error podemos elegir además los sinónimos confusión o fallo, o incluso el americanismo falla. Un error intrascendente puede considerarse peccata minuta, un leve traspié sin consecuencias o un lapsus insignificante, pero los errores pueden ser también garrafales, groseros o inexcusables; para estos reservamos los sustantivos aberración o atrocidad. Todos cometemos falencias (‘engaño, error’), precisamente porque somos falibles. Nadie es infalible (‘que no puede errar’), pues cada hijo de vecino puede cometer un error, caerincurrir o incidir en él; incluso muchos reincidimos en nuestros errores; otros, echando mano de lo coloquial, pifian o se la comen; tal vez llegan a lo malsonante y la cagan.

Algunos son capaces de aprender de sus errores; hoy, al menos, hemos aprendido de las palabras que nos sirven para nombrarlos.

 

DE ERRATAS Y YERROS

19/01/2021

La semana pasada reconocíamos nuestra capacidad para equivocarnos y la posibilidad de aprender de nuestras equivocaciones. (Por ejemplo, la palabra traspié apareció sin su correspondiente tilde). Erramos en tantas cosas que nuestras fallas se han ganado el honor de tener nombres especializados; algunos tan curiosos que bien merece que los recordemos.

Si confundimos épocas o sucesos históricos cometemos anacronía o anacronismo. Si tomamos una cosa por otra, somos responsables de un quid pro quo. Si el fallo está en el orden, estamos ante un baile, de cifras, de letras, de nombres.

Los números suelen jugarnos malas pasadas y los errores en los que se ven envueltos se pagan caros; quizás por eso hay tantas palabras para referirse a ellos. Para un error en las cuentas podemos elegir entre trabacuentatrascuenta o gabarro. Las letras no se quedan atrás. Un fallo al hablar es un lapsus linguae; si es al escribir, un lapsus calami. Para uno y otro existe también la palabra coloquial gazapo, que el Diccionario de la lengua española define como ‘yerro que por inadvertencia deja escapar quien escribe o habla’. Si la equivocación se produce en un escrito hablamos de errata o de yerro de imprenta; si el error se relaciona con la ortografía, encontramos las temidas faltas; si el fallo está relacionado con la sintaxis entonces cometemos un solecismo.

A veces la equivocación nace en una comprensión errónea o deficiente. Trasoír es un verbo precioso en nuestra lengua para referirse al hecho de oír mal lo que se dice; más bonito aún es trasoñar, ‘concebir o comprender con error algo, como pasa en los sueños’. El caudal de palabras en nuestra lengua es inagotable, casi como nuestros errores. Aprendamos a llamarlos por sus nombres.

Poemas de Francisco Arellano Oviedo

REINA ASUNTA AL CIELO te mirábamos

desde tierra, materna tu sonrisa

en señal de adiós. Ahogadas

las miradas tenían las mujeres;

los apóstoles calma simulaban,

sin mirarte —resintiendo ya tu ausencia—

iban y venían de un lado al otro.

Yo vi ángeles, tronos, querubines

agitando muy rápido sus alas

como colibrí que en un punto

se detiene, no avanza y está en vuelo.

Al remontar los cielos, melodiosos

cantos iban llenando los espacios,

cenzontles y gorriones reforzaron

el concierto del coro de los ángeles.

Cien palomas del campo y de Castilla,

ampliaron la fiesta celestial,

mientras palmas y paños se mezclaban;

al retornar las aves, fue difícil

distinguir diferencias de columbas

y palumbas, palomas y palomas…

MADRE DE LA ESPERANZA, como palmas

verdes de alta montaña son tus ojos,

nadando sobre su blanca esclerótica,

mirando con devoción todo el cosmos,

bello y exacto, ¡cual su Creador!

Verde de la clorofila para limpiar

el aire que respiramos cada día;

verde yerba que dilata horizontes,

verde mar, como color de la esmeralda,

verde y verde, ¡color de la esperanza!

Nuestra madre de la fe y confianza

es ejemplo; muy difícil la virtud

de la fe sin la presencia de la otra.

¡Madre verde, pues llénanos de esperanza!

REINA DE NICARAGUA, bello canto

de Tino López Guerra, el primero

que pidió tu presencia, Madre-Reina,

en la región de América Central.

Y viniste a Cuapa, la ignorada;

su honda simbología la supimos

por tantas maravillas ocurridas:

Cuapa es el ombligo del país,

su étimo náhuatl: nido de serpiente.

Tu visita cumplió las escrituras,

pues recuerda el Génesis que dice:

la virgen pisará la cabeza

del ofidio falaz. Con el porte

de muchacha del campo, sobre nube

desde el cielo bajó y Vargas Llosa

escuchó a Bernardo quien contó:

si los nicaragüenses se convierten,

su nación será como luz del mundo.

¡Madre Reina, llévanos donde el Padre!

AUXILIADORA DE LOS CRISTIANOS y los moros,

sé que en Lepanto de unos salvaste caras vidas

y de los otros, Vos tomaste almas sufridas:

¡Madre de todos…, nunca señora matamoros!

 

Mi virgencita bella: rosado el vestido,

azul el manto, cetro dorado, coronada

la frente, rubias sienes en oro iluminadas

por estrellas celestes y el Fruto más querido.

En mi ciudad natal te miraba, me gozaba

ver tu altar y cuadro soñado por don Bosco;

de Lorenzone el gran pintor —hoy lo reconozco—

nada sabía, mas en la obra tan preciada

sobre mi Virgen yo aprendí. Bienamada

vida de niño: ¡por nuestra Madre yo triunfaba!

 

Cuatro poemas de Versos para loar a nuestra Madre, de Francisco Arellano Oviedo, director de la Academia Nicaragüense de la Lengua. (Poematización de las letanías lauretanas, incluyen las últimas tres incluidas por el papa Francisco, en junio de 2020).  PAVSA, septiembre de 2020.

Año de Dante

Jorge J. Fernández Sangrador

 

Cuando, en 1921, Benedicto XV publicó la encíclica “In praeclara summorum”, dedicada a Dante Alighieri en el sexto centenario de la muerte del poeta (Rávena, 13/14 de septiembre de 1321), el Papa se lamentaba ya por entonces de que hubiese fuerzas sociales que intentaran eliminar la religión de la escuela y educar a los jóvenes «como si Dios no existiera». Lo de querer expulsar a la religión de dondequiera que esté es cosa que, como se ve, viene de antiguo. Y en aquellos tiempos no se hablaba de “deconstruccionismo”, pero esa era precisamente la noción que el Papa tenía en la cabeza cuando deploraba el que se explicase la “Divina Comedia” despojándola de su significado teológico.

Los últimos Papas han sido mucho de Dante. También el actual, que ha anunciado que, en este año, en el que se conmemora el séptimo centenario de la muerte del Sumo Poeta, publicará algunas consideraciones acerca de su figura. Pío XI tenía la “Divina Comedia” sobre la mesa de estudio siempre. Cuando era director de la Biblioteca Ambrosiana de Milán, la leía en los ratos de descanso. Y León XIII, buen conocedor de Dante, quiso, días antes de su muerte, según el testimonio de uno de sus colaboradores, tenerla junto a sí, para seguir nutriéndose, como había hecho desde su ya lejana juventud, del néctar celestial de los cantos. «Los más dotados, que no solo tengan en la mano día y noche un ejemplar de la “Divina Comedia”, sublime obra maestra, sino que profundicen también en todo cuanto hay en ella de inexplorado y de oscuro. Procuren leerla todos íntegramente, sin precipitación ni de prisa, sino con mente penetrante y reflexión atenta», pedía Pablo VI en la Carta apostólica “Altissimi cantus”, publicada el 7 de diciembre de 1965, víspera de la clausura solemne del Concilio Vaticano II.

En una conversación con el pensador Jean Guitton, el Papa Montini le manifestó: «Dante me ha estado presente continuamente durante todo el Concilio. El final del Concilio coincidía con el séptimo centenario de su nacimiento en Florencia. Y al terminar la cuarta sesión, hice enviar a los obispos, a los observadores y a los auditores un ejemplar impreso exclusivamente para ellos, ligero y de bolsillo, ilustrado con alguna miniatura tomada de un códice del siglo XV conservado en el Vaticano, como un recuerdo del Concilio y un breviario de poesía. Incluso me arriesgué a componer para esa edición una dedicatoria en latín lapidario, intentando trasladar lo que podía aportar Dante a nuestro ideal ecuménico».

Y de todos los Papas del siglo XX se podría decir algo respecto a su relación con Dante. Existe un libro, publicado en 2018, en el que la autora, Valentina Merla, ha recogido y comentado las referencias dantescas por parte de los pontífices reinantes entre el final del siglo XIX y el inicio del XXI. Se titula “Papi che leggono Dante”. De los más recientes, Benedicto XVI será el que haya que estudiar con particular atención. De modo que, en este Año Santo Compostelano, en el que se conmemora el séptimo centenario de la muerte de Dante Alighieri, habrá que leer detenidamente sus obras, pero, antes que ninguna otra, la “Divina Comedia”, con la que podremos realizar la más reparadora y salutífera de las peregrinaciones, la que discurre por dentro de cada cual, la del camino interior que conduce de la coacervación a lo esencial, la dispersión a la unidad, la fragmentación a la integridad, el engaño a la verdad, la tristeza al gozo, la desesperación a la esperanza, las tinieblas a la luz, el pecado a la gracia, el abismo a las alturas, el infierno al paraíso. (La Nueva España, domingo 3 de enero de 2021, p. 25).

 

Consistencia del idioma español

Por Segisfredo Infante 

 

No soy lingüista. No soy lexicógrafo. Pero siento una gran empatía con el idioma con el cual aprendí los primeros monosílabos y a escribir las primeras palabras tomadas de una Biblia ilustrada de “Mama-Toya”, el ama de llaves ocotepequense, quien me enseñó las letras iniciales de la “Torá” o “Pentateuco”, entre mis cinco y seis años de edad, en una casa del Barrio “Villa Adela” de la capital, cuando Tegucigalpa era todavía una pequeña y linda ciudad, inundada de neblinas amorosas durante casi todo el año, con transeúntes pobres, pero bien trajeados.

En la década del noventa del siglo próximo pasado, conocí a un personaje oriundo de una aldea de Talanga, que había cursado dos años de abogacía en la UNAH, y luego había logrado una beca en la Universidad de Berkeley, Estados Unidos. Hablaba inglés con bastante soltura; fingía que también hablaba japonés; pero despreciaba el idioma español (su lengua materna), al grado de subrayar en varias oportunidades que “el idioma castellano es un dialecto, inservible para la ciencia”. Tal expresión me la restregó sobre el rostro en varias oportunidades. Hasta el momento en que le dio por traducir “Teoría de Justicia” del filósofo estadounidense John Rawls. No le quise decir que el libro ya estaba traducido al español, para que me probara que realmente conocía ambos idiomas. Cuando me presentó su traducción de unas cincuenta páginas, me sentí defraudado. En primer lugar porque el libro originario es voluminoso. Y luego porque al leer aquella traducción, me enteré que el personaje hablaba inglés pero no sabía nada de gramática inglesa. Tampoco sabía hablar ni escribir español. Le pregunté que en dónde había cursado sus estudios primarios y secundarios. Me contestó que en Talanga. “Eso lo explica todo”, le reafirmé, para finalizar la conversación de aquel día.

Aunque leí diferentes cosas en mi preadolescencia, descubrí la verdadera riqueza de la lengua castellana al saborear, a los catorce años de edad, más o menos, una edición del “Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha”. Era una edición cervantina (lo he divulgado varias veces) ilustrada por Gustav Doré, con un español cargado de palabras y frases arcaicas, muchas de ellas hermosísimas. No me gustan las ediciones de “Don Quijote” que circulan con un español actualizado. En esto coincidimos con el poeta y prosista español, de primera línea, Miguel Albero Suárez.

Creo que uno de los mejores piropos al idioma castellano, lo lazó Sigmund Freud, cuando escribió una carta, a un amigo, en donde le relataba que estaba aprendiendo el idioma español para leer en su lengua original al “Quijote de la Mancha”. Destacamos aquí el concepto de “castellano”, porque así le llamábamos en primer año de secundaria en el Instituto Central “Vicente Cáceres”, bajo la influencia de los textos de Víctor F. Ardón, el primer hondureño que escribió un libro sobre filología castellana.

Un segundo gran piropo es que las “Obras Completas” del filósofo neokantiano y lógico matemático Kurt Gödel, fueron publicadas, por primera vez, en lengua española, creo que bajo el consentimiento del autor. Bien pudieron ser publicadas en legua alemana, considerando que el autor era de origen austro-húngaro. O publicadas en inglés, habida cuenta que era uno de los profesores de la prestigiosa Universidad de Princeton, en donde se hizo amigo íntimo de Albert Einstein. Universidad que ha sido visitada, en días recientes, por nuestro amigo el doctor Josué Danilo Molina, uno de los fundadores del “Círculo Universal de Tegucigalpa Kurt Gödel”. Pues bien. Para orgullo de los que hablamos y escribimos en la lengua de Miguel de Cervantes, Fray Luis de León, Juan de Yepes, Francisco de Quevedo, Góngora y Argote, y del padre Francisco Suárez, aquella obra científica completa de Gödel (el más relevante lógico matemático del siglo veinte, y quizás el más importante después de Aristóteles), fue publicada en lengua española.

Cuando Ortega y Gasset comenzó a lazar sus textos de pensamiento creador, muchos discutieron, incluso en España, si acaso la lengua castellana era apropiada para los moldes, o módulos categoriales, de la gran Filosofía. Tal discusión encontró eco en varios círculos intelectuales de América Latina. Creo que en parte por el viejo complejo de inferioridad criollo-mestiza. Pero con la obra publicada de Ortega y Gasset, de Xavier Zubiri y de David García Bacca, para sólo mencionar tres autores, se demostró que el español del siglo veinte es una lengua consistente. Consolidada. Propia para la gran Filosofía y las ciencias duras.

En el plano particular puedo presentar limitaciones. Pero cuando me asaltan dudas técnicas consulto con mi amigo Atanasio Herranz, creador de la escuela universitaria de lingüistas y lexicógrafos hondureños. O consulto con mi amiga Águeda Chávez. Por cierto que hace varios años Atanasio me trajo de Madrid el Manual del español correcto, de Leonardo Gómez Torrego. Sin embargo, esta es otra historia, que contaré después.