Sopa de tildes: segundo plato

La semana pasada nos dimos, en buen dominicano, una hartura de tildes. Hoy vamos a plantarles cara a las que aparecen hasta en la sopa. Nunca sobra recordar que en español los monosílabos no llevan acento ortográfico, salvo en contadísimas excepciones. Desterremos de una vez por todas la tilde de la fe, de dios, de los pies y de muchas formas verbales monosílabas que la sufren con paciencia: fui, fue, vi, di.

Sopa de tildes: primer plato

Cuántos quebraderos de cabeza nos dan todos los días nuestras queridas tildes. A los que nos gus-ta verlas usadas correctamente y no entendemos un texto sin ellas; pero también a los que les da trabajo colocarlas en su sitio o a los que las olvidan por completo.

De ahora en adelante

Las campañas publicitarias, sobre todo las políticas, de las que muchos esperamos ideas y propuestas, nos inundan demasiado a menudo con pequeñas frases vacías de contenido redactadas en un español gramatical y ortográficamente incorrecto. Es una demostración más de irrespeto a la ciudadanía que se ve obligada a leerlas y oírlas hasta la saciedad. Mucho más cuando esas consignas «se pegan» y empiezan a aplicarse a otros ámbitos de la vida diaria. Lo que estaba pensado para ser pasajero se establece entre nosotros. ¿Qué me dicen si no de los ubicuos *pa’ fuera y *pa’ lante?

Entre siglas y plurales

Es cada día más frecuente encontrar, sobre todo en la prensa escrita, siglas y acrónimos para referirnos a las más diversas realidades, desde enfermedades como el SIDA hasta organizaciones como la ONU o las ONG, pasando por impuestos como el ITBIS o por los más variados objetos como los CD o los DVD. Su carácter peculiar nos plantea a menudo dudas acerca de su ortografía, su forma o su sintaxis. Se escriben con todas sus letras en mayúsculas y, a diferencia de la mayoría de las palabras, se mantienen invariables cuando queremos ponerlas en plural. El número plural solo se aplica a las palabras que las acompañan, como los determinantes o los adjetivos. Hablaremos de «los nuevos CD» o de «las ONG tradicionales». Desterremos, por ridículo, el uso del apóstrofo seguido de s (*DVD’s, hasta me cuesta escribirlo), un anglicismo innecesario más.

Una jaula de grillos

En la escuela nos enseñan que las metáforas son propias de la literatura. Muy al contrario, las metáforas son parte esencial de nuestra lengua cotidiana. Con ellas comparamos dos realidades aplicando a una de ellas la palabra que originalmente estaba pensada para la otra. Creamos así nuevos significados para palabras ya existentes. Conseguimos expresar un nuevo concepto sin necesidad de inventar una nueva palabra. El lenguaje coloquial está preñado de metáforas expresivas. Y si hay un tipo de metáfora sorprendentemen-te productivo, ese es el que compara a los seres humanos con los animales.

Los "dos idiomas"

Hace unos años ya, en una visita a España, mi hijo, un niño en ese entonces, les decía a sus amigos en el parque infantil: «Yo soy español y dominicano y hablo los dos idiomas». Ni que decir tiene que ese «bilingüismo» precoz lo convirtió en el héroe del barrio. Me sorprendió y me enorgulleció lo que ese comentario suponía para un niño de corta edad. Su trascendencia radicaba en que manifestaba, a su manera, la experiencia de descubrir las diversas formas de hablar español.

Friendo y comiendo

Los usuarios de la edición digital del Diccionario de la lengua española de la Real Academia estamos de enhorabuena. Antaño era necesario esperar largos años para disponer de una edición actualizada. Así era y sigue siendo con las ediciones impresas del diccionario académico. La digitalización nos brinda la posibilidad de disfrutar «friendo y comiendo» del trabajo constante de los académicos. La página electrónica de la Real Academia permite desde 2001 la consulta en línea de su diccionario, del nuestro, el de todos los que hablamos español.

En flagrante

Una hablante interesada en la lengua española se ha comunicado con la página electrónica de nuestra Academia para consultar el uso correcto del adjetivo flagrante. Aprovecho para poner esta herramienta a la orden de los lectores. Siempre agradecemos que los hablantes de español confíen en nuestras respuestas a sus dudas sobre el idioma. Y nos alienta saber que son muchos los dominicanos que nos demuestran sus inquietudes lingüísticas, desde las más simples a las más complejas.

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¿Es un deber o una probabilidad?

Todas las lenguas responden un principio universal: la economía del lenguaje. Se trata de expresar el mayor contenido significativo con el menor esfuerzo posible. De aquí resulta que cada elemento de la lengua, por insignificante que nos parezca, tiene importancia para lo que queremos decir. Son muchos los ejemplos: las tildes, los signos de puntuación, el uso del género o del número. Las preposiciones, un grupo pequeño y cerrado, abundan en pequeños grandes matices. Veamos, si no, este ejemplo.

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Mejores y peores hablantes

Una de mis lectoras me proporcionó hace unos días el gran placer, tan raro en estos días, de recibir una carta manuscrita, unas páginas escritas a mano con esmero y corrección. En ellas manifiesta su interés por conocer en qué país hispanohablante se usa nuestra lengua con mayor corrección. Por supuesto, se trata de una materia que está sujeta a opiniones muy diversas. Y es eso, una opinión personal, lo más que les puedo ofrecer.

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