Son responsables también los copistas, si es que aún existen, ellos en el pasado eran verdaderos conocedores de la lengua. Según parece, en la actualidad no hay espacio para los últimos en las salas de redacciones y composiciones de los periódicos modernos.
Después de escribir las consideraciones anteriores se puede paliar el juicio añadiendo que a cualquier hijo de vecino se le escapa una errata, pasa por alto algo, o se distrae y permite que se cuele un error mínimo como lo es el de ortografía.
Se va a aprovechar la ocasión que ofrece este error para aclarar algunos puntos con relación a la letra “jota” que causa tantos problemas a los extranjeros que aprenden el español.
La letra “J” es de reciente aparición. No aparece ni en el alfabeto griego ni en el romano. Hizo su aparición hace solo cuatro siglos, que es tiempo corto para una letra. Primero vio la luz de la mano de dos franceses que se disputan su paternidad. En español quien la introdujo fue el innovador andaluz Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la Lengua Castellana, en el 1492.
El sonido que él propuso que se representara con la j luenga lo hizo para diferenciarlo del sonido de la i. La idea fue buena como se ha podido comprobar a través de los tiempos, pero no ha dejado de traer problemas porque se confunde con la g. Sustituyó también en el pasado muchas de las palabras que se escribían con la x, de ésas que ni recordamos.
La Real Academia decidió en el 1815 sustituir con la “j” muchas de las representaciones de los sonidos antes mencionados. En la actualidad los problemas subsisten cuando se trata de diferenciar o de saber cuando se escribe la “j” o cuando se representa el sonido con la “g”. No falta en los tiempos modernos quien propugna por la desaparición de la ortografía arbitraria porque la consideran innecesaria.
Hay autores famosos que han expresado su rechazo a la diferencia entre la “g” y la “j” delante de algunas vocales, cuando el sonido es el mismo, como en el caso por ejemplo de “general” y “giro”, dos palabras que se pronunciarían del mismo modo si se les colocara delante la jota. El autor famoso cuyo recuerdo viene enseguida a la memoria es Juan Ramón Jiménez, celebrado poeta andaluz.
Toda la disertación precedente tiene por objetivo destacar el rasgo arbitrario de la ortografía con una letra o con la otra. En muchos casos la adopción de una ortografía o de la otra depende de razones históricas o etimológicas.
Para terminar, no queda más remedio que aprender de memoria las palabras que deben llevar una letra o la otra. Para quienes consideren que eso es mucho para recordar, lo que les queda es someterse al juicio de los correctores automáticos de las modernas computadoras.
Para que los lectores no se distraigan con una mala ortografía, en un bello e interesante artículo, lo que se recomienda es que se los revisen antes de entregarlos a las redacciones de los periódicos. Si hay duda con respecto a la ortografía, lo que procede que se haga es que se recurra a las fuentes de consultas.
INSTALAR
“Desafortunadamente, se trata de un tema que no está INSTALADO en el debate político ni periodístico en la región.”
En muchos casos el lector no puede salir de la sorpresa. A cada instante le espetan cada cosa –por no decir barbaridad- que le revuelven al pobre lector las entrañas gramaticales. El ejemplo de la cita es bueno para ilustrar lo que sucede con el idioma común.
Algunos escritores, periodistas, columnistas, analistas y toda la gama de personas que escriben en los medios de comunicación masiva abusan de la lengua. Al abusar de la lengua demuestran irrespeto por los lectores.
Hay escritores que incurren en errores cuando andan precisamente en procura de embellecer sus escritos. Se piensa que ese es el caso en el texto comentado. Tratando de elevar el nivel del español que utiliza, el periodista incluyó el verbo “instalar” para referirse a un tema. Aquí cabía que se utilizase “tratado, discutido, examinado, estudiado, planteado”.
Como las suposiciones son libres, quizás trataba de expresar que el tema aún no había sido propuesto en el debate político. Ahora hay que revisar lo que en la lengua se acepta como el significado del verbo “instalar”.
El verbo en cuestión es “poner en posesión de un empleo, cargo o beneficio”. Es “poner o colocar en el lugar debido a alguien o algo”. Esta acepción se refiere a las cosas materiales, a las piezas que se “instalan”, a los accesorios. En las maquinarias o en los edificios hay partes que se instalan para hacer el lugar más cómodo. Aquí se trata de “poner en el sitio y en la forma en que debe estar para cumplir una función” la cosa que se menciona.
La última acepción para el verbo es la que se refiere a “establecerse, fijar residencia”.
DETRÁS – TRAS
“La reacción de. . . sorprendió a los funcionarios escolares, quienes llevaban desde marzo del 2001 DETRÁS de la propiedad, y desde entonces se habían mantenido en. . .”
Hay que tener compasión de los funcionarios que han permanecido durante todo ese tiempo “en la parte posterior” de esa propiedad. ¡Ojalá que hayan conseguido donde guarecerse de las inclemencias del tiempo!
Detrás tiene que ver con la parte posterior o con posterioridad de lugar; o en sitio delante del cual está alguien o algo.
Para el vocablo “tras” el diccionario registra una segunda acepción que despeja todas las dudas, “en busca o seguimiento de”.
Después de vaciadas las significaciones de las dos palabras del título, por fuerza se llega a la conclusión que el vocablo que convenía en el texto reproducido era “tras” y no lo otro.
DEFAULT
“Argentina otra vez en DEFAULT con el FMI.”
Produce vergüenza que la claudicación se haga presente en casos como el presente. No hay necesidad de reproducir la voz default para mentar una figura jurídica que se conoce muy bien en el español de las ciencias económicas y jurídicas.
El default es una voz del inglés que tiene traducciones muy adecuadas. En momentos como este cabe que uno se pregunte si quien reproduce la palabra en idioma extranjero lo hace porque desconoce el vocablo correspondiente del español, o lo hace para hacerse el extraño, para presumir.
No faltará quien sostenga que una de las traducciones es muy larga para reproducirla en un título. A ese argumento se le responde mencionando que hay otra palabra en español que solo tiene cuatro letras y que significa lo mismo que la voz inglesa.
Las traducciones más conocidas para el término copiando en esta sección son “mora, incumplimiento”. En otros contextos se puede reemplazar por “omisión”.
En otras ocasiones se ha encontrado el concepto traducido con ayuda de “cesación de pagos”, sobre todo cuando se plantea el incumplimiento de pagos, lo que en inglés completo es default of payment. En lenguaje más llano, “falta de pago”. Hay quienes hasta lo traducen por “insolvencia”. Por el camino de la omisión se puede continuar hasta componer “omisión de pago”.
Hay que detener la tendencia a repetir los términos extranjeros porque es más fácil reproducirlos que averiguar la traducción exacta. Desde el momento en que se emplea el vocablo del español se contribuye con la educación general de los lectores.
ENCLAVE
“En ENCLAVES sociales favoritos como Mango´s y Cleavelander, muchas mesas están llenas. . .”
A través de los tiempos hay conceptos que se ponen de moda y ven su campo semántico expandirse en detrimento de otros más viejos. Los términos arrinconados solo tienen que esperar a que pase la moda para recobrar su territorio.
El vocablo del título pertenece al grupo de palabras que tuvo su apogeo hace cerca de treinta años y que de vez en cuando asoma de nuevo. En la cita que se reprodujo al principio de esta sección se le ha dado un estirón al concepto que representa el vocablo.
De acuerdo con lo que sostiene la Real Academia, el enclave es un “territorio incluido en otro con diferentes características políticas, administrativas, geográficas, etc.” La segunda acepción es seria también, “grupo étnico, político o ideológico inserto en otro y de características diferentes”.
Con las nociones políticas, económicas y sociales que encierra el término “enclave” no es recomendable andarse con descuido, porque fácilmente se cae en exageración si se emplea el vocablo de manera festinada y sin moderación.
Dos sitios de diversiones que se encuentran en el medio de muchos otros en una franja de la arteria principal de diversiones de la playa de Miami no constituyen “enclaves”, porque no revisten las características que tipifican el concepto.
Los dos sitios mencionados por sus nombres no son otra cosa que “centros de diversiones, restaurantes, centros de recreación” o cualquiera otra cosa que se le ocurra a quien redacta. Para concluir, dejemos el “enclave” para asuntos más serios.