*TERAPISTAS – TERAPEUTAS – *ADOLESCENTARIO – VERSAL

“. . .además de asistir a sesiones individuales y de grupo con siquiatras, TERAPISTAS licenciados y enfermeras (. . .) . . . De eso se encarga un grupo de sicólogos y TERAPISTAS que, en sesiones. . .”

Durante los últimos años ha crecido el número de personas que utiliza la palabra del epígrafe para mencionar a las personas que profesan la terapéutica. La última es la parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios para el tratamiento de las enfermedades.


En español a la persona que profesa esa profesión se le llama “terapeuta”. La influencia del inglés es la que ha hecho a muchos hispanohablantes meter esta palabra en lugar de la castiza. En algunos países aceptan la palabra. El uso la hace más frecuente en la actualidad.

Años atrás no se escuchaba, ni menos se leía, que una persona fuera eso que se le pretende endilgar ahora. Hasta los niños sabían que los tratamientos médicos dispensados por los auxiliares de la medicina, médicos o ayudantes, eran medios terapéuticos para ayudar en el proceso de cura de los pacientes.

*ADOLESCENTARIO

“. . . que se me haya aparecido en el recuerdo junto al. . . del mundo ADOLESCENTARIO teñido de venganzas que, a su vez, en mi imagen . . .”

A veces los escritores se entusiasman en la redacción de un texto y se olvidan de revisar los términos que emplean. Lo hacen al calor de la redacción. Algunos de los escritores son muy buenos conocedores del idioma español, y muy confiados también, y como resultado de este último rasgo fallan.

En español, el sufijo –ario (-aria) marca las palabras a las que se les añade, con el significado de “parecido, de la forma de; relacionado con; o uno que”. No hay que ir muy lejos para entender que en el contexto en que se empleó la palabra del título de esta sección, no se aviene para significar nada que pueda retenerse como válido.

No existe una fórmula mágica que inmunice contra los errores de este tipo. Casi siempre son los autores con mayor capacidad de creación quienes se lanzan a experimentar con vocablos desconocidos para los lectores.

No se critica de manera sistemática el ensayo de creación. Hay autores que son tan buenos que se les perdona que inventen algunas palabras, en especial si ellas vienen a llenar un vacío en la lengua. Lo que sí hay que exigirles a las personas que hacen esta labor es que se ciñan a los cánones establecidos por la semántica cuando se lanzan en esta vía.

VERSAL 

“. . .que si bien no excluye el arte VERSAL a lo suelto, busca una música más raigal. . .”

Aunque parezca raro, el vocablo del epígrafe no significa relativo o perteneciente al verso, sino que se refiere a un tipo de letra. Esa es la letra que también se conoce como “versalilla, versalita”.

La única relación que tiene la palabra estudiada con el verso es que ese tipo de letra se la empleaba como inicial de cada uno de ellos.

SOFISTICACIÓN

“. . .las tiendas por departamento y una SOFISTICACIÓN  increíble. . .

La sofisticación es la acción y el efecto de sofisticar. Con la definición que se copió del DRAE no se sorprende a ninguna persona. Lo que cabe ahora es que se examine el significado del verbo sofisticar.

Este verbo corresponde a “adulterar”. Así lo enuncia la Academia, para después añadir “falsificar algo”. Luego de dejar en claro estos dos conceptos, hay que aproximarse a lo que ha sucedido con “sofisticado”.

Las dos últimas acepciones para el participio pasado del verbo lo que han hecho es reconocer el uso inveterado. La penúltima acepción equivale a “elegante, refinado”. La tercera y última vale por “técnicamente complejo o avanzado”. La última definición sólo se le aplica a los sistemas y mecanismos.

Una vez que se han vertido las definiciones precedentes, hay que insistir en que el verbo y el nombre se han quedado con los mismos significados que ya tenían de antaño.

Se aconseja que al usar los términos mencionados en los párrafos anteriores se proceda con cautela para que la emoción no arrastre a los redactores y se invada el campo prohibido. Antes de cerrar esta sección, se propone que en casos como el del ejemplo se sustituya el vocablo mal empleado por “refinamiento”. A eso muy probablemente quiso referirse la persona que mal utilizó la palabra.

BACHILLERATO

“. . .los propietarios de la escuela, cuentan con un BACHILLERATO en educación del. . .”

Ajustándose a lo que la lengua española entiende por “bachillerato”, la Academia define el concepto como los “estudios de enseñanza secundaria que preceden a los superiores”. Para completar lo relacionado con la palabra, en su segunda acepción redondea la idea estipulando que es el “grado o título académico que se obtiene al concluir dichos estudios”.

Ahora de lo que se trata es de saber cómo traducir el concepto del inglés que se representa con el vocablo bachelor. No hay que hacer sudar las meninges para dar con el término del español correspondiente a la figura que encarna el del inglés. En nuestro sistema de enseñanza y de estudios, equivale a un “licenciado” la persona, y el grado es una “licenciatura”.

El Diccionario Panhispánico de Dudas al tratar lo relacionado con bachiller asienta que en algunos países es la “persona que ha recibido el grado universitario inferior”. Hay que tener presente esto último pues eso proporciona un asidero para que con el título se designe como bachillerato el programa de estudios correspondiente al grado universitario inferior.

Hasta la publicación del Panhispánico, todos los diccionarios bilingües modernos estaban de acuerdo en que la traducción era licenciado para la persona y licenciatura para lña carrera.

ZEN 

“. . .en medio de una iluminación predominantemente blanca y rematada con un toque ZEN que le dan los pocos. . .”

Hay palabras que los hablantes escuchan y de las cuales tienen una mala interpretación. Poco importa que casi se desconozca lo que en realidad es el significado de la palabra, como el vocablo está de moda, no es raro que se aplique con prolijidad a todo lo que se le ocurra al hablante y hasta al escribiente.

Eso es lo que ha sucedido con este “zen”. Mal entendido y peor estudiado, el vocablo pasa de boca en boca. Al español lo traen del inglés.

Proviene este término del japonés, lengua a la cual llegó desde el chino chan, y éste a su vez desciende del sánscrito dhyana, que significa “meditación”. Es una “práctica de budismo con la cual se detiene el curso del pensamiento y se trata de alcanzar la esencia de la verdad, es decir, el satori”. Ese satori es la iluminación.

En este momento se impone el regreso al texto. ¿Cómo es eso de que un local tiene un toque zen? En el mejor de los casos uno puede transigir y aceptar que reina un ambiente que invita a la meditación, pero no necesariamente que eso sea zen.

Hay que usar el buen criterio para no relajar los vocablos del español ni los extranjeros, y sobre todo para no confundir a los lectores con esos estirones de conceptos extraños a nuestra cultura.

*REGISTRACIÓN 

“. . .puso en marcha el sistema de identificación de Extranjeros Sujetos a REGISTRACIÓN”.

Sólo en el español de los Estados Unidos de América del Norte se puede escuchar o leer cosa semejante a la que lleva el título de esta sección. La confusión en las mentes de los hispanohablantes de este país nace del hecho que en inglés existe un término propio de esa lengua que es registration.

En nuestra lengua el nombre correspondiente al verbo registrar no se forma con el sufijo –ción. El vocablo que corresponde en español es “registro”, que cubre todos los significados del equivalente del inglés.

El uso de la dichosa palabra está muy generalizado en la lengua hablada porque se emplea para las identificaciones de los vehículos. Además para las “inscripciones” en cursos, conferencias y otras actividades se usa el término del inglés que se transcribió antes.

No hay que dejarse llevar por las similitudes engañosas que hay entre los diferentes vocablos en las dos lenguas.

*DEDOS MARTILLO

“. . .en los consultorios de los podiatras son los juanetes, los cayos (sic), los DEDOS MARTILLO y las fascitis plantar. . .”

Los podiatras ya entraron en el seno del Diccionario de la Academia. Los callos a los que quiso aludir la periodista son los que producen dolores en los dedos, por lo tanto son los que se escriben con doble ele (ll), la antigua elle, por tanto debió ortografiarlos callos. Los que escribió, en cambio, fueron los que están en medio del agua.

Esos dedos del título en español no son “martillo”, sino “en garra”, porque esa es la idea que evoca en el genio de la lengua española. La representación que de esos mismos dedos se hacen los angloparlantes es “en martillo”. . . cosas de la cultura.

Los periodistas, los traductores y los intérpretes son profesionales que tienen que mantenerse alertas. Están en la obligación de mantenerse muy al día en asuntos de cultura. Tienen que conocer las idiosincrasias de los pueblos cuyas lenguas traducen, porque las representaciones en las diferentes lenguas varían.

Los idiotismos, las expresiones, los palabrones y otros, son reflejo de la cultura del pueblo. La selección de palabras o de figuras para hacer las comparaciones no coincide en diferentes idiomas. Las expresiones idiomáticas son ejemplo muy claro a este respecto.

Hay que proceder con cuidado, una vez más, para no traducir literalmente o palabra por palabra en todos los casos. El traductor antes de lanzarse tiene que hacer su investigación para asegurarse que la traducción que ofrece se ajusta a la conceptuación de la lengua.

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