PRONTO – TEMPRANO – EN PUNTA

“…parece que estamos en Suecia o Inglaterra, POR LO PRONTO que oscurece.”

Hace un tiempo ya que observo como usan el adjetivo o adverbio PRONTO en lugar y funciones de TEMPRANO.

Pronto vale para indicar algo que se hace veloz, acelerado, ligero. También con el significado tomado del italiano vale para indicar que se está “dispuesto”, aparejado para la ejecución de una cosa. En su significado de la lengua familiar sirve para señalar las decisiones repentinas motivadas por una pasión u ocurrencia inesperada.


En sus funciones como adverbio es presto, prontamente, con anticipación, con tiempo de sobra. La locución adverbial “de pronto” es apropiada para expresar: apresuradamente, sin reflexión. POR LO PRONTO es otra locución adverbial que indica que la acción se hace de forma interina, provisionalmente.

Para referirse a las horas y las etapas del día o de una jornada cualquiera debe usarse TEMPRANO para indicar así que se hace en los primeros momentos o a principio, o ya sea antes de lo esperado o estipulado.

En muchos de los países de nuestra América Morena confundimos los dos términos. En verdad lo que debió escribir el redactor fue: POR LO TEMPRANO QUE OSCURECE y no lo que escribió, pues al hacerlo como lo hizo incurrió en un doble error.

Véase ahora lo que escribe el diccionario de la Digna de Madrid para TEMPRANO: “Adelantando, anticipado o que es antes del tiempo regular u ordinario”. En sus funciones adverbiales es: “en las primeras horas del día o de la noche y, por extensión al principio de un período determinado de tiempo”. Es también: “En tiempo anterior al oportuno, convenido o acostumbrado para algún fin, o muy pronto”.

En esta fecha el editor del periódico que me proporciona todas las “lindezas” del idioma que comento escribió esto: “…los diarios se han constituido en los diccionarios de los pueblos”. Después de esto sólo resta añadir… ¡POBRE PUEBLO!

EN PUNTA

“Los Dolphins otra vez EN PUNTA”.

Esto me trae “los pelos de punta”. Alguien que redacta los titulares en un periódico local se ha dado a la tarea de usar este “en punta” de manera tan frecuente que parece que la trae siempre “en la punta” de la pluma.

El problema estriba en que de la manera como la he encontrado usada me sugiere que EN PUNTA para estas personas significa que están a la cabeza. Siento mucho disentir del uso del “puntero” señor. Vale sí PUNTERO para indicar que un equipo está situado a la cabeza.

En español ACABAR UNA COSA EN PUNTA es terminar ésta de manera brusca o súbita, de forma inesperada, sin que terminara como se esperaba o como es normal.

La PUNTA sirve de soporte para muchas expresiones y giros en la lengua española, como ejemplo de ello tenemos DE PUNTA A PUNTA, que es de un extremo al otro, lo que en mi país le llaman “de cabo a rabo”. ESTAR HASTA LA PUNTA DE LOS PELOS de algo es estar harto de eso o de esa persona. También tenemos una expresión que escuchamos hasta en (de) boca de personas cultas empleada de forma errada, DE PUNTA EN BLANCO. Ponerse DE PUNTA con una persona es enemistarse o por lo menos disgustarse con ella.

En las conversaciones diarias escuchamos que alguien lanza una idea y la deja en suspenso o inconclusa y le pide a uno de los contertulios “que le saque punta”. En este caso se sugiere algo con malicia. Se invita al interlocutor a que interprete o encuentre el sentido oculto al asunto.

PAQUETES

De los paquetes que me ocupo en esta ocasión no tienen nada que ver con envolturas. Esta vez persigo el uso de esa palabra para referirse a las OFERTAS que lanzan los hoteles y los CENTROS VACACIONALES. Lo último es lo que ustedes escuchan a diario que le llaman “resorts”.

Lo del “paquete”, no es más que una OFERTA COMBINADA. También puede usarse la muy conocida LOTE, para las ofertas que son para comprar en cantidades y ahorrar. También sugiere alguien muy entendido en la materia que se use VIAJES COMBINADOS para las combinaciones de transporte aéreo y alojamiento.

A pesar de la oposición que se manifestó contra el uso de “paquete” para lo enunciado con anterioridad, la autoridad madrileña de la lengua le extendió un certificado de autenticidad en su último diccionario.

En la edición de 2001 del DRAE, incluyó ese colegio una acepción nueva para el vocablo comentado. En la entrada número cuatro consigna, “conjunto de servicios que se ofrecen o de requisitos que se exigen”.

A pesar del mucho respeto que se le pueda dispensar a la honorable corporación madrileña de la lengua, por favor no escriba PAQUETE para este asunto.

No se puede negar que las autoridades de la lengua han cedido ante la presión que ejerce el uso cotidiano.

PARADA

“Pero esta semana la veterana periodista… subió la PARADA y declaró que el acontecimiento…”

Como siempre acostumbro a hacer en estos casos, cuando no entiendo algo, recurro al “mataburros” para tratar de dilucidar el sentido de la palabra objeto de estudio en el contexto copiado. No encontré nada que me satisficiera. Me rendí al no poder dar con un significado que pudiera aplicarse en este caso. Las “paradas” son muchas, pero ninguna es susceptible de que se la “suba”.

No contento con lo que el diccionario oficial de la lengua ofrecía consulté uno de americanismos. En el último sobran las “paradas”. Me inclino a creer que en este caso es sinónimo de “fanfarronada” que es el significado que se le reconoce en Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Venezuela. En algunos de los países mencionados incluso se usa el verbo “paradear” como sinónimo de fanfarronear.

“Subir la parada” es una expresión del español de Cuba que pertenece al nivel coloquial, y significa “aumentar las exigencias o los requisitos establecidos para algo”. En España cuentan con una expresión muy parecida con significado similar, “subir el listón”.

En República Dominicana existe una expresión que le he escuchado muchas veces a mi cuñado José Ares, “lanzar, tirar o soltar una pará” (=parada). Con ello se expresa que quien ejerce la acción dice algo que es difícil de responder o que pone en aprietos al objeto de la “pará”. Sin duda la expresión recoge la esencia de las partidas de naipes y dados en que “tirar una pará” es hacer una apuesta.

No cabe duda que vivir en una sociedad cosmopolita tiene sus ventajas y sus riesgos. A veces se aprende y otras se queda uno sin entender, sobre todo cuando el periodista escribe en su dialecto y ni siquiera usa las comillas o la cursiva. Sólo resta (no suma) pedirle a Dios que se apiade de quienes no tienen diccionario o de aquellos que aun cuando lo tienen no lo consultan.

*SOMMELIER 

El origen de la palabra en francés viene desde antes de la Edad Media y era el conductor de animales. Más adelante en la historia pasó a considerarse con este apelativo al individuo que tenía a su cargo la administración de las provisiones, no sólo del vino, sino de los comestibles también. Fue en el siglo XIX cuando este señor se especializó en las tareas del vino.

En español la palabra que debe usarse para traducir esto es CATADOR. Para el caso de los vinos existe la palabra compuesta  CATAVINOS, CATALICORES. La última palabra ha quedado fuera de su significación, pues la Academia solo le reconoce el significado actual de “pipeta muy larga…”

CATAR, que es el verbo en español que se encuentra en el origen del vocablo viene del latín “captare”, que era tratar de coger, lo que pasó más tarde a “tratar de percibir por los sentidos”. Aún cuando les parezca raro en la actualidad, la palabra que corresponde a la acción de catar es CATADURA. El catador figura en la lengua española desde el año 1601; por lo menos de manera documentada.

Existe en español una voz de solera “sumiller” que procede de la del título y es la “persona encargada de los vinos y licores en un restaurante de lujo”. El vocablo es común en cuanto al género, se usa igual para masculino y femenino.

Algunos hablantes de la lengua española, y algunos escribientes también, han tratado de españolizar la voz del francés adaptándola en español así, “somelier”. El Diccionario panhispánico de dudas rechaza por innecesario el uso de la adaptación moderna del término francés.

CON QUE – COMO

“El libro encierra una aguda descripción de la forma perversa CON QUE los dictadores ejercen la autoridad…”

Como ya lo intuyeron ustedes, lo que debió escribir fue COMO. Esta palabra es la que sirve para introducir el modo COMO los dictadores ejercen la autoridad. Esto describe el modo o la manera (que son la mismísima cosa) en que se realizan las acciones. Algunos estilistas desaconsejan el empleo de “como” en situaciones parecidas a la que se comenta.

El vocablo QUE tiene tantas funciones que resulta imposible resumirlas en el espacio que uno se pone como límite para estos comentarios. Es oportuno, sin embargo, mencionar que como conjunción se la llama “completiva”; algunos gramáticos prefieren llamarla “substantiva”.

Para volver a COMO, este aquí vale por “MANERA DE” y, a decir de los entendidos equivale a nombre. Es conocida la frase “No hay como entrarle”.

La cita corresponde a un escritor de renombre. Aquí cabe que se recuerde que: “El mejor escribano echa un borrón”. El proverbio que se menciona al principio de este párrafo tiene equivalentes en otros idiomas, aquí van: “E cade anche un caballo que ha quattro gambe”. “Il n´y a si bon cheval qui ne bonche “. « A horse stumbles that has four legs ». En latín fue: “errat interdum quadrupes”. No olviden que escribí “equivalente”, pues el caballo no aparece en el español, pero la idea es la misma.

Quizás el error no fue del famoso escritor, sino de otra persona que le cambió lo que él había escrito “en que”, por lo que se leyó en el texto reproducido.

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