TERTULIA CON FRANKLIN DOMÍNGUEZ SOBRE EL TEATRO

El destacado dramaturgo y académico dominicano, Franklin Domínguez Hernández, quien actualmente es el Director General de Bellas Artes, en una conferencia sobre “El lenguaje en el teatro”, explicó cómo los dramaturgos precisan conocer y utilizar con propiedad el lenguaje, así como las técnicas o entramado del discurso teatral para elaborar con éxito una obra dramática. Dijo que los escritores deben conocer y utilizar los diferentes recursos que toda pieza teatral requiere para sus personajes, la trama del relato histriónico y la atmósfera para que sean considerados por los lectores/espectadores como elementos preciados y representativos de las artes dramáticas. Dominar las artes del lenguaje significa un aspecto vital, esencial, pues de este dominio depende la posibilidad de transmitir cabalmente mensajes, sentimientos, emociones o experiencias deseados  o proyectados en su obra, afirmó.
El actor y dramaturgo inició su disertación expresando que es un error creer que el teatro es solo diálogos. “Los diálogos de Platón”, un ejemplo visible, no es una obra de teatro, aunque emplee una técnica teatral. El lenguaje escrito fue posterior al hablado. El lenguaje ha sido considerado como una de las maravillas que dan testimonio de la capacidad creativa del ser humano. Mediante el lenguaje, el hombre logra la comunicación de toda su variada y enriquecida interioridad. La palabra escrita es el gran milagro que habla de la grandeza creativa del ser humano para comunicar sus juicios, valores y sentimientos. Los que trabajan en el teatro expresan ideas y emociones. A través del lenguaje, el hombre manifiesta lo que piensa, siente, desea y aspira. En el teatro es importante comunicar algo, contribuir con la buena utilización del idioma. Un teatro que no comunique, que no concite preguntas o interrogantes, que no genere inquietud en el público, aunque se trate de una comedia, obra infantil o sátira política, no cumple su principal función. El teatro universal pregunta insaciablemente.

Leyó con su voz de actor profesional un texto de Héctor Incháustegui, quien tiene varias obras teatrales escritas en versos, entre ellas Prometeo e Hipólito. En algunas de sus escenas y textos logró trasmitir acciones que mantenían el suspenso y provocaban emociones. Puede haber acción física en el texto. El público se identifica con el actor cuando siente lo que dice en el diálogo. A seguidas leyó algunos versos de una de las obras donde se evidencia esa acción. También mencionó a Francisco Javier Ángulo Guridi, para mostrar cómo el teatro estuvo presente desde el inicio de nuestra nación. En República Dominicana tenemos muy buenos poetas que han utilizado el lenguaje teatral para expresarse, con buen dominio por su gran cultura. Entre ellos tenemos a Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda e Iván García, quienes han dado a conocer sus obras con apoyo del público y de la crítica. En la dramaturgia universal, Federico García Lorca revolucionó la escena española y la proyectó hacia el mundo. El dramaturgo español, con su poema “Romance de la perla negra” hizo casi una pieza de teatro: ese gran poeta estremeció el teatro español y universal.

El verdadero y auténtico teatro va más allá de un buen verso, de un buen tema, del planteamiento de un argumento de gran interés, de diálogos inteligentes, más allá de caracteres bien trazados: el teatro es todo eso y mucho más. Se necesita manejar bien todos esos elementos y cómo maniobrar y planificar el orden en que se desarrollan las escenas en cada acto y cómo crear y detallar convincentemente los caracteres y personajes de tal forma que se logre la magia teatral. Se precisa una cualidad innata, esa habilidad natural que no se enseña en un curso de dramaturgia para saber conectar con el público y lograr una obra que impacte.

El lenguaje teatral reclama una exposición clara de planteamientos precisos, mediante una concatenación de escenas que generen hilaridad, interés, suspenso y expectativas, que provoquen crisis a través del diálogo y relaciones conflictivas y que culminen en un clímax, como respuesta final de las crisis de la obra, con caracteres convincentes para que el pueblo los vea como tal, sea drama, comedia  o tragedia.  Es preciso que la palabra atrape al público desde su inicio y en todo momento se esté siempre preguntando: ¿ahora qué va a pasar?, ¿qué viene? y que esté impaciente por saber qué sucederá luego. Además de educativo, el teatro es recreación y debe satisfacer plenamente al público que va esperando ser cautivado de manera convincente y auténtica. Habló de La espera, obra de su autoría donde trata de utilizar los elementos y trucos de la técnica del teatro. La trama es de una madre que espera toda la vida al esposo que marchó, pensando que volvería, con muchísimas implicaciones: suspenso, intriga, emotividad y al final termina con una pregunta hecha para concitar la participación del público. Santo Domingo, Academia Dominicana de la Lengua, 10 de julio de 2010.

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