Conferencia de León David sobre Pedro Henríquez Ureña

Comienza el disertante con el señalamiento de que en la actualidad solemos topar con dos formas de crítica literaria: la impresionista, en la que “la obra de arte presta materia a otra expresión  artística”, enfoque que “vale lo que vale como artista de la palabra el que lo prohíja”, y la crítica académica o especializada que pretendiéndose científica y objetiva acostumbra “hurtar el cuerpo al juicio de valor” y “atascarse en minuciosas consideraciones de pormenores irrelevantes”. Frente a ambas modalidades críticas se yergue, en opinión del conferencista y académico dominicano, una tercera que le merece el calificativo de “medular” porque “va al tuétano y solo con el tuétano se sacia”. A este género de acometimiento estimativo pertenecería la reflexión sobre arte y literatura de Pedro Henríquez Ureña porque este “no se pierde en el tupido bosque de lo accesorio o meramente circunstancial. Nunca se distrae de su objetivo. Hace eje de la indagación el espíritu del autor plasmado en los motivos que le inspiran y en la singular manera como han sido articulados desde la crepitación anímica de la palabra”, comentó el atildado expositor.

Con el fin de fundamentar lo argumentado, el charlista procede a citar fragmentos distraídos de varios ensayos en los que el ilustre polígrafo dominicano reflexionó sobre la obra de connotados escritores hispanoamericanos y españoles (Gastón F. Deligne, José María Gabriel y Galán, José Enrique Rodó, Juan Ramón Jiménez, Azorín, Juan Ruiz de Alarcón, etc.), destacando la novedad, originalidad, profundidad y permanente validez de sus valoraciones. Por lo demás, según el disertador, la cualidad señera de los ensayos críticos de Pedro Henríquez Ureña se funda en que “no fueron concebidos con el fin de satisfacer a un puñado de doctos profesionales de la crítica, sino para servir de suculento manjar espiritual a cualquier hombre que, habiendo alcanzado un grado medio de cultura, se sienta atraído por el universo desconcertante y enigmático de la literatura y el arte”. Virtud a la que es imperativo añadir esta otra: que el humanista de Quisqueya “aspira a la plenitud de lo exhaustivo y terminado”, por lo que “no se desentiende su estudio de ninguna de las tres fases esenciales de la sensata apreciación literaria, esto es, explicar, clasificar y juzgar”. Por si lo hasta aquí asegurado fuera poco, entiende Jimenes Sabater, o León David si prefiere su pseudónimo, que “el pensamiento de Pedro Henríquez Ureña se muestra siempre comprensivo, hospitalario, cordial” y que “uno de los primores menos discutibles con que se adorna es su desdén por todo dogmatismo, sea este de método, escuela o teoría”. Considera el conferencista que su cualidad señera es el equilibrio, de lo que “da indicio fehaciente su labor exegética”. Parejo aserto lo ilustra el disertador al comentar ciertos enjuiciamientos del crítico dominicano sobre Gastón Deligne, José Joaquín Pérez y Lope de Vega, así como también, su opinión sobre la poesía cubana de principios del siglo XX.

Otro aspecto del ensayismo crítico que pone de resalto Jimenes Sabater en su disertación (asunto que le merece una amplia digresión) es el hecho de que Pedro Henríquez Ureña, a diferencia de la caudalosa cofradía de escritores que intentan “convencernos de que no existen normas de universal validez que, en materia de estética, faculten para determinar el mérito o la ausencia de mérito” de la obra literaria, cree a pie juntillas en “la bienhechora influencia del canon”. El magno polígrafo dominicano “no se ruboriza por pensar que hay obras maestras; que el buen crítico es el que más las ama y mejor las conoce; y que la función principal de una crítica sana consiste en contagiar al lector, espontáneamente inclinado a los arrobamientos del espíritu, con el entusiasmo por la dignidad de la palabra y la nobleza de la forma”. Y para comprobar la verdad de lo afirmado, cita y comenta el expositor ciertos planteos extraídos de las cavilaciones que llevan el encabezamiento de “Caminos de nuestra historia literaria”. A lo que agrega que “para Henríquez Ureña la ocupación del crítico cumple un propósito preponderantemente didáctico. Enseñar, orientar, auxiliar al lector a discernir los primores del texto es su insoslayable cometido: “De ahí su persistente reclamo de claridad al cultivador de la prosa analítica”. Insiste León David en que “la marcada propensión a la tersura estilística, a la sencillez elocutiva, cobra en dicho autor carácter poco menos que obsesivo”. Y remachando en el mismo clavo, concluye sus consideraciones en torno a ese tema con la siguiente aseveración: “La entera obra de Pedro Henríquez Ureña cabe ser conceptuada porfía descomunal, heroica, por rescatar el pensamiento del hastío y la intrascendencia que hoy nos agobian, y que él, mejor que nadie vaticinó. Su apasionamiento por la pureza expresiva en ese contexto debe ser situado. El anhelo de pulcritud verbal, su testaruda insistencia en evitar preciosismos y hurtar el cuerpo a la ampulosidad y al efectismo retórico se orientan hacia un único y supremo horizonte: la dignificación del espíritu humano”, consignó.

Remató el charlista su discurso al señalar que siempre han existido dos modos de escribir a los que califica de “terráqueo” y “olímpico”. La primera modalidad es romántica, y clásica la segunda; mientras que el escritor terráqueo se singulariza por su propensión a trasladar a la superficie del lenguaje su propia fisionomía espiritual al extremo de que diera la impresión de que en él “el estilo es siempre una prolongación tangible, casi corporal de la persona”, el escritor de linaje olímpico, en contraposición, “asume una postura intelectiva, afectivamente distante, merced a la cual lo singular se diluye, los perfiles del yo son sistemáticamente escamoteados y el ademán verbal idiosincrásico puesto en sordina”. En criterio de León David es esta última forma estilística la que Pedro Henríquez Ureña enaltece en el ensayo Ariel que dedica al notable escritor uruguayo José Enrique Rodó cuando la define como “la transfiguración del castellano que abandonando los extremos de lo rastrero y lo pomposo, alcanza un justo medio y se hace espiritual, sutil, dócil a las más diversas modalidades, como el francés de Anatole France o el inglés de Walter Pater o el italiano de D’Annunzio”. Ese estilo que el maestro dominicano ponderara como “el que deja de ser el hombre para ser más definida su intelectualidad, aislada de su personalidad en cuanto esta sea obstáculo para la justicia y la pureza de la expresión” es, según el charlista, la que alienta “la prosa elegante sin ostentación, sencilla sin ascetismo, dúctil sin blandura, tonificante y erguida sin aspereza…”. Y finalizó su disertación con estas palabras: “Para describirla imposible no recurrir a la categoría de lo clásico”.

Santo Domingo, UASD, 11 de julio de 2017.

Conversatorio con Franklin Domínguez sobre teatro

En el Taller de Creación Literaria “Pedro Mir”, efectuado en la Biblioteca “Juan Bosch”, tuvo lugar un conversatorio con el dramaturgo, director teatral y académico de la lengua Franklin Domínguez.

Al iniciar la actividad, Bruno Rosario Candelier ponderó la vitalidad del dramaturgo dominicano, quien a sus 87 años de vida sigue activo, dinámico y entusiasta, como lo evidencia una producción dramática de más de 80 obras escritas y estrenadas en escenarios nacionales e internacionales.

Franklin Domínguez saludó y agradeció la presencia de los invitados y comentó que ha escrito dramas, comedias, tragedias, sátiras políticas, teatro infantil, cortos musicales y óperas para canalizar sus inquietudes creadoras en el ámbito teatral.

En respuesta a una interrogante de este director sobre su infancia, el dramaturgo contó: “Desde niño yo organizaba actividades artísticas en mi casa. Ponía a mi hermano de boletero. Yo actuaba, bailaba y cantaba”.

Habló de una de sus primeras obras, Se busca un hombre honesto, que se presentó en el Palacio de Bellas Artes en 1964, y desde hace más de 50 años se sigue presentando con el aplauso del público. Además, explicó que lo interesante de esta obra es su carácter social, no político, aunque ha participado en política desde la época de Trujillo: “Yo me gradué en el 1955. Sucede que éramos un grupo bastante “cabeza caliente” contra el régimen. Nos juntábamos a criticar, y en la época de Trujillo no se podían reunir tres jóvenes en una esquina, ya que de una vez venían y desbarataban el grupo. Suponían que si había un grupo pequeño estaban conspirando. Todo era en contra de Trujillo”, comentó.

Dijo que era muy amigo de Minerva, María Teresa y Patria Mirabal: “Estábamos en diferentes cursos, pero nos juntábamos e inclusive nos visitábamos. Yo iba mucho donde Minerva y María Teresa en la pensión donde se hospedaban e íbamos un grupo de enamorados, porque eran muy bellas”, dijo. Debido a esa vinculación, el dramaturgo escribió un pasquín con motivo de la muerte de las hermanas Mirabal. Publicó un pasquín pidiendo que el 25 de febrero en todos los sitios, como restaurantes, hoteles, cines, etc., quedaran vacíos en protesta por el asesinato de las hermanas Mirabal: “Ese hecho causó un problema tan grande que medio país cayó preso”, relató.

Explicó de qué manera metió el tema de la política en la obra teatral. Lo hacía de una manera indirecta. Domínguez se atemorizó porque había una cadena al repartirse los volantes y llegó un momento en que metieron preso a los que los regaron. Relató que por esa situación partió a Puerto Rico, siendo recibido por el escritor y político dominicano Juan Isidro Jimenes Grullón, de quien dijo: “Era un hombre talentoso y brillante. Entonces me lo presentaron, y él me puso a dirigir el periódico Unión de exiliados dominicanos”.

Franklin Domínguez narró que cuando retornó al país, don Rafael Díaz le dice que Juan Bosch quiere verlo, y así fue como asumió el cargo de director de prensa del Palacio Nacional por petición del presidente Bosch. Cuando deponen el gobierno de Bosch, escribió Se busca un hombre honesto: “Yo la he presentado como en cuarenta versiones y actúo también, porque trabajo en la obra. Yo hago de secretario”, expresó.

Domínguez también fue premiado como mejor actor de cine en el Festival Internacional de Cine de Honolulu, con la película «El fallo». Al respecto, habló de su formación académica, y aconsejó a los padres a que lleven a sus hijos a los espectáculos artísticos, a conciertos de música, de danza y de teatro: “Ustedes no saben qué vocación tienen esos niños y esa puede ser la ocasión que despierte en ellos el interés por el teatro, el cine o cualquier otro arte”, expresó el dramaturgo. Relató que a él se le despertó la vocación teatral viendo una obra de teatro infantil que presentó un colegio en Santiago, y se dijo a sí mismo: “Pero yo puedo hacer eso, yo puedo escribir”. Efectivamente comenzó a escribir, y la primera comedia que escribió la tituló Todo al revés. Luego dijo que para escribir una obra dramática hay que ser sincero con lo que se va a escribir, ya que el dramaturgo tiene una tarea muy difícil, porque ha de encerrar en hora y media o dos horas lo que otros escriben en un libro.

Con este dato, Bruno Rosario Candelier puso fin al encuentro y agradeció a Franklin Domínguez su presencia: “Él sabe la admiración que le tenemos y que la gente con conciencia de lo que es la creación dramática lo ubica a él en el elevado sitial que ocupa, el más alto peldaño como dramaturgo dominicano”, subrayó. Agregó que Franklin Domínguez tiene las tres categorías de quien participa en los escenarios, pues es director, actor y autor”, manifestó el director de la ADL al cerrar el conversatorio con el académico y dramaturgo dominicano.

Santo Domingo, 4 de julio de 2017.

Acto de incorporación del hondureño Segisfredo Infante

La Academia Dominicana de la Lengua celebró el acto de incorporación como miembro correspondiente del escritor hondureño y académico numerario de la Academia Hondureña de la Lengua don Segisfredo Infante Tejeda. El acto protocolar de incorporación del nuevo miembro de la ADL se efectuó en el marco de un coloquio literario sobre la filosofía y creación poética del pensador hondureño en el que participaron Rafael Peralta Romero, con “Presentación de su trayectoria literaria”; Manuel Núñez Asencio, con “Creación poética del creador hondureño”; Bruno Rosario Candelier, con “El pensamiento creativo de Segisfredo Infante Tejeda”; y el autor homenajeado habló de la reflexión filológica.

La Academia Dominicana de la Lengua recibió como miembro correspondiente al escritor hondureño cuyo nombre se ha expandido en su tierra y en otros países americanos por su vasto ejercicio como periodista, poeta, economista, historiador y filósofo. Miguel Solano, quien es también miembro correspondiente, leyó la semblanza de Segisfredo Infante escrita por Rafael Peralta Romero, quien dijo que es un humanista integral.

Peralta Romero expresó que el vínculo de este escritor con la Academia Dominicana de la Lengua es prueba de la hermandad y la coterraneidad que une a los pueblos de Hispanoamérica, parentesco sustentado en el hecho de compartir la lengua española y experimentar hechos comunes en sus respectivas historias: “ La Academia Dominicana de la Lengua lo declara hoy individuo suyo para que ostente la membrecía de nuestra institución en reconocimiento a su trayectoria de humanista pleno”, declaró el académico.

El escritor Manuel Núñez Asencio intervino con su ponencia sobre la creación poética de Segisfredo Infante. Comentó Núñez que a lo largo de su vida, Segisfredo Infante ha recibido diversos reconocimientos y para la Academia Dominicana de la Lengua es un alto honor recibirlo como miembro correspondiente: “Como pensador, Segisfredo Infante ha hecho en su prosa una descripción de los males que aquejan a su país, y de lo que ha sido el recorrido del pensamiento en Hispanoamérica”, comentó.

El intelectual dominicano resaltó que la obra de Infante Tejeda sigue a pie juntillas el pulso mental en el que ha vivido su país tras deslindarse muy clamorosamente de aquellos intelectuales que vivieron en esas arenas movedizas de lo que Raymond Aron llamó “el opio de los intelectuales”.  Dijo que Infante acompaña a la intelectualidad hondureña a los claros del bosque. Además subrayó que Segisfredo Infante es uno de los mayores poetas hondureños. Al leer sus libros notamos paladinamente los elementos que constituyen la calidad literaria de su poesía: “Hoy tengo la suerte de conocer la obra de Sagisfredo Infante, que se ha libertado de las mancuernas ideológicas que atenazaron a esa generación y nos trae las claridades, la riqueza mental, la desazón y la esperanza del mundo que nos ha tocado llevar a cuesta, y traspasarle como un florón a las generaciones venideras una orientación correcta”, expresó Manuel Núñez Asencio.

En su turno, Bruno Rosario Candelier manifestó que cuando un escritor asume la condición de pensador es una circunstancia altamente favorable y significativa en el mundo de la cultura, en el desarrollo del pensamiento y en la gestación de la creatividad. “Y Segisfredo Infante, cuando asume la palabra para tratar de entender el mundo, lo hace desde la perspectiva de tres opciones: concibe la existencia del sujeto que contempla la realidad de lo viviente; enfoca la realidad como tema de sus reflexiones; y el pensamiento como centro y apelación de su vocación intelectual. Él trata de testimoniar lo que percibe cuando entra en contacto con el mundo”, explicó.

La gran tarea de cada persona como sujeto es ponerse en contacto con el mundo y dar el testimonio de ese contacto, dijo Rosario Candelier: “Lo que todos los creadores deben hacer es justamente colocarse ante la realidad, saber que están ante la realidad y testimoniar lo que perciben de esa realidad a partir de su propia percepción del mundo”, como lo ha hecho Segisfredo Infante en su libro Fotoevidencia del sujeto pensante. Añadió que la segunda instancia a la que Segisfredo Infante le pone atención es la misma realidad a la que nos enfrentamos todos: “Cada uno de nosotros está instalado en una determinada realidad y estamos permanentemente en conexión con esa realidad, de la que se nutre nuestra sensibilidad y nuestra conciencia”, expresó el director de la ADL.

También explicó que la realidad aporta todo a las disciplinas que hay en el mundo. La realidad no es solo la dimensión material que percibimos con nuestros sentidos corporales. La realidad también tiene una dimensión inmaterial, la vertiente sutil de la realidad trascendente, fuente de los efluvios de la Creación, dijo el director y añadió: “Como pensador, Segisfredo Infante trata de desentrañar lo que la realidad le ofrece. Él es un pensador, rara criatura en el mundo intelectual de nuestra cultura”, agregó.

Rosario Candelier manifestó que realmente cuesta pensar y que nuestra cultura no nos prepara para pensar: “Esa es una deficiencia que tenemos. No nos enseñan a pensar y cuando aparece alguien con esa capacidad como Segisfredo Infante hay que celebrar su existencia”, resaltó.

Abordó la instancia del pensamiento, que tiene mucha importancia para Segisfredo Infante: “Todos los que se han dedicado a pensar el mundo sacan la conclusión de que tenemos la capacidad para pensar que pensamos y pensar lo que pensamos y de testimoniarlo con nuestra palabra”. Destacó que el pensamiento no es más que el fruto de la reflexión intelectual sobre la observación de la realidad que el sujeto pensante opta por observar en sus detalles sensoriales y suprasensibles. Habló de la coherencia en esos planteamientos en el pensador y el poeta hondureño: “Él concibe el pensamiento como un milagro de la creación. Somos nosotros los que creamos el pensamiento, somos los hablantes, los sujetos pensantes quienes lo creamos en función de esa dotación intelectual que hemos recibido los seres humanos, que es “la palabra” en el concepto originario que concibió Heráclito de Éfeso cuando inventó el vocablo Logos para referirse a la dotación del intelecto que genera la energía interior de la conciencia en cuya virtud podemos pensar, reflexionar, intuir, hablar y crear. Por eso para Segisfredo el pensamiento es un milagro”.

“Este intelectual que hoy recibimos en la Academia Dominicana de la Lengua y a quien otorgamos la distinción de miembro correspondiente de esta institución es por el aporte que ha hecho a través de la palabra, como pensador, como estudioso de la realidad y como periodista y como poeta”, recalcó Rosario Candelier al cierre de su intervención.

Don Sagisfredo Infante dio las gracias a los expositores y de manera especial al Dr. Bruno Rosario Candelier por sus palabras sobre su labor creativa: “En algún ensayo he expresado, en forma atrevida, que mi reino es el reino de los libros impresos, en tanto que sus páginas condensan el espíritu universal, en las esferas abstractas y concretas. Por eso en el marco del libro concreto he comenzado a leer la obra impresa del don Bruno Rosario Candelier”, dijo.  Confesó que había compartido con don Bruno la idea especial que en el ánimo del hombre pensante coexisten condiciones físicas y metafísicas. Como si se tratara de un pie de página indispensable, el académico expresó que Bruno Rosario Candelier es uno de los más importantes pensadores en los terrenos filosóficos, filológicos y poéticos.

Al agradecer la distinción, dijo: “Este es el momento preciso para subrayar mi agradecimiento por mi incorporación como miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, hecho extraordinario que me honra más allá de lo pensado, y me convierte en un ciudadano por adopción de la República Dominicana, un país por el cual mi deuda moral e intelectual habrá de ser permanente”.

Segisfredo Infante nació en San Pedro Sula, Honduras, en 1956. Tomó posesión como miembro de número en la Academia Hondureña de la Lengua en el 2010. Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en la que fue docente. Cofundador de las revistas Pensamiento hondureño y Tiempos nuevos, codirigió el boletín literario Conejo y fundó la revista Caxa Real. Es miembro de la Academia de Geografía e Historia de Honduras y correspondiente de la de Guatemala. Coordinador del programa de televisión Economía y cultura. Escribe en el periódico La Tribuna temas filosóficos, económicos y sociopolíticos. Entre sus obras filosóficas, históricas y poéticas figuran Filamentos (1984), Antinomias de café (1990), Pesquisas literarias (1993), Los alemanes en el sur (1993), El libro en Honduras (1993), Algo de opinión (1997), Reflexiones en el cine (2001), De Jericó, el relámpago (2004), Correo de Mr. Job (2005) y Fotoevidencia del sujeto pensante (2014). Compiló Homenaje a Rafael Heliodoro Valle  (1989). Recibió el Premio Froylán Turcios de periodismo y ensayo, la Hoja de Laurel en Oro (2005) y la presea de la Embajada de España en Honduras (2016).

Al felicitar a don Segisfredo Infante, el director de la ADL le hizo entrega del diploma que lo acredita como miembro correspondiente por sus méritos lingüísticos y literarios, su aporte al desarrollo del pensamiento, su contribución a la creación poética y su rol de promotor cultural.

Santo Domingo, ADL, 23 de junio de 2017.

Recital de poesía con Juan José Jimenes Sabater

Una entusiasta presencia de jóvenes, predominantemente estudiantil, se dio cita en la sede de la Academia Dominicana de la Lengua para conocer y aprender nuevas experiencias literarias bajo la inspiración del laureado escritor y académico dominicano Juan José Jimenes Sabater, quien escribe con el pseudónimo de León David.

La Academia Dominicana de la Lengua ofreció un recital de poesía con este destacado poeta, ensayista y académico de la lengua. El acto cultural contó con la asistencia de académicos, profesores universitarios y estudiantes de letras.

El director de la Academia Dominicana de la Lengua dio la bienvenida al creador invitado, de quien expresó que es una de las voces poéticas más representativas de la literatura dominicana. Bruno Rosario Candelier dijo que este escritor ha publicado varios libros de poesía, cuento, teatro, ensayo y crítica literaria.

Para revelar su faceta poética, el académico dominicano manifestó que el objetivo de su participación en este acto literario era leer algunos de sus poemas. Al aludir a las palabras del director de la ADL, confirmó que ha publicado varios libros de poesía sobre temas muy diferentes y pasó a leer algunos de sus poemas.

El poeta dio inicio al recital poético con la lectura de poemas de su libro Intento de bandera, específicamente los poemas “Para que tengas patria”, “Los galeones” y “El que soy”. Esta obra fue prologada por Juan Bosch y Pedro Mir: “El lector de Intento de bandera tiene en sus manos uno de los grandes libros de poesía social escrito en la lengua española y debo aclarar que cuando digo “libro de poesía social” no me estoy refiriendo a obra de poesía patriótica, revolucionaria, de renuncia política o algo parecido. Intento de bandera es una colección de cuarenta y dos poemas de los cuales describen escenas, actitudes y episodios sociales”, fueron las palabras de Juan Bosch al prologar este libro.

El poeta se refirió a su poemario Los nombres del olvido, del que confesó que lo hizo en homenaje al gran poeta argentino Jorge Luis Borges. De este poemario leyó los poemas “Apremios” y “Rosa”,  dedicado a la memoria de Franklin Mieses Burgos, quien escribió a las flores y a las rosas especialmente. De su poemario Carmina el poeta leyó el poema “El nombre exacto de las cosas”.

También citó un libro de sonetos titulado Cincuenta sonetos para amansar la muerte. Explicó que el soneto es una forma que ha perdurado hasta el día de hoy, pero pocos poetas lo escriben, ya que no es nada fácil escribir un buen soneto.

Finalmente leyó poemas de sus poemarios Compañera y Poemas del hombre anodino, de los que leyó los sonetos titulados “La ingrata”, “Juan” y “La bomba de neutrones”. Cerró su intervención con el poema “Gracias”, de su poemario Poemas del hombre nuevo.

Durante el desarrollo del acto literario, la luminosa mañana iba encendiéndose con el fulgor de las palabras que León David compartió con el público que abarrotó el lugar. En ese augusto escenario brillaron los arpegios sonoros de los poemas que dieron vida al recital de poesía.  Al concluir la hermosa jornada poética, observamos la alegre reacción de quienes nos visitaban por primera vez y al escuchar los emotivos comentarios de los contertulios, evocamos las palabras que recientemente expresara Ramón Antonio Jiménez, académico y docente francomacorisano: «La Academia Dominicana de la Lengua desarrolla una agenda cultural amplia y sustanciosa para fomentar el estudio de la lengua que asume como la dimensión fundamental de nuestra cultura. Y gracias a la entrega de su actual director, el doctor Bruno Rosario Candelier, quien tiene una obra que le ha merecido el renombre y el respeto a nivel nacional e internacional que se ha ganado trabajando habiendo enaltecido el sitial de nuestra Academia».

Al cierre de la actividad, el director hizo entrega de un reconocimiento al poeta y académico Juan José Jimenes Sabater en virtud de sus méritos lingüísticos y literarios, su valioso aporte a la cultura y su ejemplar cultivo de los valores humanísticos.

Santo Domingo, ADL, 14 de junio de 2017.

Taller de creación literaria con Manuel Matos Moquete

El escritor Manuel Matos Moquete, académico de la lengua, lingüista, narrador, profesor, novelista y crítico literario, fue el intelectual con quien iniciamos el conversatorio sobre su trayectoria literaria.

El director de la ADL expresó que Matos Moquete, en su condición de docente y teórico de la enseñanza de la lengua, tiene una fructífera trayectoria en el estudio de la lengua.

Manuel Matos Moquete agradeció a Bruno Rosario Candelier por la invitación. Seguidamente respondió a la interrogante sobre su origen y dijo: “Yo nací en Tamayo. Tamayo queda en el Sur profundo, en la provincia Bahoruco, aunque la gente de Tamayo dice que son barahoneros. Dijo que  nació en el 1944. Y en Tamayo se crio y cursó los estudios básicos, inició el bachillerato en Barahona y lo concluyó en la capital. “A Trujillo yo lo vi personalmente en mi pueblo en 1960, fue uno de los últimos viajes que él hizo. Hubo un esfuerzo durante años de grandes personalidades adictas al régimen, entre ellos mi padre, quien era miembro del Partido Dominicano y se logró que Trujillo fuera a Tamayo en 1960. Eso fue una cosa tan extraordinaria que después la narré en una novela mía, Larga vida, donde describí todo ese espectáculo y todas las consecuencias y las inspiraciones que su presencia produjo en mi pueblo”, relató el escritor.

Rosario Candelier manifestó a Moquete que tenía entendido que hay más de una de sus novelas que se inspira en Tamayo, a lo que el novelista asintió.

En cuanto a su crianza, el académico confesó que con su padre no era posible no ir a trabajar. Él tenía por lema “El trabajo y la escuela”. “Éramos 30 hermanos y a todos los hijos nos llevaba por la propiedad y todos teníamos que ir por la mañana o en la tarde a trabajar; nos cruzábamos por el camino; unos iban para la escuela y otros iban para el trabajo. Y así me crie trabajando y estudiando”, narró el escritor.

“¿Qué necesita un escritor para hacerse narrador?”, cuestionó Rosario Candelier.

Como respuesta a la interrogante, en su rol como narrador, Matos Moquete contestó que para una persona convertirse en narrador necesita gustarle mucho la historia y sentir pasión por el acto de contar, el arte de contar y de escuchar historia: “Es un encanto el escuchar el relato de otros y eso viene a veces también por la misma infancia. Yo nací y me crie en un pueblo de contadores de historias. No había electricidad en aquella época. Había una planta eléctrica en los años 1950 que encendía a las 7:00 de la noche, pero a las 10:00 ya se apagaba. Entonces, nos quedábamos siempre contando historias, muchas narraciones folklóricas de brujas, bacá y hechos cotidianos. Nos dormíamos escuchando esos cuentos”.

Desde el punto de vista literario, el narrador destacó que la dificultad mayor que experimentó en sus inicios como escritor fue el poder decir las cosas de tal manera que sintiera que tienen una diferencia, una sensibilidad distinta, porque se tiene la idea de que lo que dificulta a muchos escritores es que a veces están imbuidos por el uso común y corriente de la lengua y a la hora de escribir como que no pueden diferenciar lo correcto de lo impropio: “Es la misma lengua, pero hay que darle un giro. No es que yo voy a romper la lengua ni la voy a destruir como piensan muchos, dizque voy a hacer una transgresión de la lengua”, aclaró.

Rosario Candelier valoró a Manuel Matos Moquete como narrador, historiador, estudioso de la lengua y cultor de la palabra, por lo cual le hizo el siguiente planteamiento: ¿Cuándo tú escribes, tienes alguna motivación especial como escritor que te ha llevado a la escritura o cada obra ha postulado un tipo de motivación muy específica? ¿A partir de qué fecha tuviste conciencia de que tenías vocación literaria?

El escritor manifestó que no sabía que iba a ser escritor. Dijo que sabía que desde muy joven tenía dos condiciones, y usó una expresión de Sartre con respecto a cómo él era, ya que era percibido como el “idiota” de la familia. Explicó que era un tipo ensimismado, que en los campos le llaman azonzado, alelado, fuera de sí, que no hablaba, que está siempre en un rincón pensativo, abstraído, que no participaba en juegos. Tenía un mundo interior.

Por lo que intervine aclarándole que los artistas, los escritores, los intelectuales, poetas y contemplativos crean una concha interior, una especie de burbuja en la que se sumergen.   Entonces comienzan a rumiar sus experiencias, vivencias y fabulaciones, hasta tal punto que a veces les molesta el contacto con los demás. El académico comentó que era un lector compulsivo desde joven aunque no existieran libros, porque en su pueblo no había libros, pero se la ingeniaba para conseguirlos. Cuando ya estaba en la adolescencia era muy asiduo a la biblioteca municipal y era quien prácticamente abría y cerraba la biblioteca.

Comentó que desde muy temprano empezó a escribir en los periódicos de la izquierda dominicana: “Yo empecé a escribir artículos políticos desde muy joven y entonces la gente veía que yo escribía esos artículos y le gustaba. Incluso los artículos eran anónimos.   Comencé con la narrativa y la poesía. Escribí un libro de poesía, pero no continué”.

Manuel Matos Moquete manifestó que su pasión es la narrativa. “El ensayo para mí es una ficción del pensamiento”, agregó.

A la pregunta sobre su vocación narrativa el narrador explicó que escribe narración porque se reconoce como humanista. La narrativa le permite expresar una serie de emociones, situaciones y planteamientos que los seres humanos tenemos o debemos tener o podríamos tener. Entonces, los personajes son recursos para eso, los lugares son recursos: “Las técnicas son recursos para la filosofía que uno quiere expresar en narración: por ejemplo, un diálogo es un recurso pero yo tengo un planteamiento detrás de todo eso”.

El coordinador de la actividad explicó que en la narrativa de Matos Moquete hay una dimensión psicológica que la manifiesta cuando quiere dar cuenta de las actitudes y el comportamiento de sus personajes: “Ahí entra la psicología y nuestro narrador ha tenido gran acierto en ese aspecto, porque en su más reciente novela se aprecia esa incursión en la psicología de los personajes. Eso indica, naturalmente, que hay una capacidad del narrador para auscultar el alma de sus criaturas imaginarias”, consignó Rosario Candelier.

Al concluir, el público interesado manifestó sus inquietudes en forma de preguntas y elogios al escritor por su fructífera trayectoria.

Manuel Matos Moquete leyó una muestra de su producción narrativa para ilustrar, con el ejemplo de su palabra, el arte de la narración y su forma de escribir.

El director de la ADL agradeció la presencia del destacado académico y enalteció su valiosa intervención y su aporte al arte del lenguaje.

Santo Domingo, Biblioteca Juan Bosch, 6 de junio de 2017.

Coloquio literario sobre La dolencia divina

La obra de Bruno Rosario Candelier, La dolencia divina, fue el tema del coloquio comentado por Rafael Peralta Romero, Rita Díaz y Camelia Michel. El inicio de la actividad se dio con las palabras de bienvenida del autor y su agradecimiento por la asistencia de los presentes.

Camelia Michel intervino con su opinión sobre la obra, quien manifestó que la presentación de un libro es siempre una ocasión de festejo. Expresó que en esta oportunidad no solo da la bienvenida a esta nueva obra del director de la ADL, sino que celebra la activa participación de la Academia Dominicana de la Lengua en actos lingüísticos y literarios.

La escritora señaló que este nuevo libro de Bruno Rosario Candelier se inscribe en la temática favorita de su fautor, con una mirada especialmente centrada en la poesía mística.  También destacó su preocupación por la literatura mística, ya que en diversas obras aborda esa temática desde distintas variantes; sin embargo, en este libro penetra de manera cabal en la naturaleza de este fenómeno espiritual y artístico, enfocándolo desde su manifestación en la conciencia y su expresión artística en la poesía. Michel manifestó que igualmente el autor se refiere al cultivo de este género en el país y en el mundo, fundamental en la expresión poética de nuestra lengua, con una vigencia que contrasta con la creencia en boga de que cualquier raíz o tendencia literaria que nos conecte con el pasado carece de sentido. Destacó que Rosario Candelier enfatiza labor del filólogo, ensayista y crítico literario interesado en la obra teopoética.

Rita Díaz Blanco intervino expresando que Rosario Candelier es de las pocas personas en el país que se dedica al cultivo de los estudios místicos: “Para él, cada palabra tiene su significado particular que no comparte con otras, aunque en determinados contextos puedan experimentar casos de sinonimia o utilizar su definición para reorientar su sentido. Por eso, cuando inicia las reflexiones místicas no extraña que su vocabulario sea preciso y exacto hasta en la titulación de su obra”, dijo.

En cuanto a la organización del texto literario, Díaz Blanco señaló que esta obra recoge las reflexiones del filólogo dominicano sobre la mística, la conciencia y la creatividad poética. Presenta diálogos con diferentes escritores que hacen un recuento de la experiencia mística con sus intuiciones y revelaciones. Y aborda estudios sobre textos teopoéticos y recopila correos electrónicos para despertar reflexiones y motivar la creación literaria: “Para el autor la experiencia mística es una inclinación que experimenta la conciencia humana de manera involuntaria, pues por más que se busque o se quiera percibir no puede lograrse de otra manera que no sea como una emanación de la Divinidad”, dijo.

Rafael Peralta Romero comentó que La dolencia divina no solo constituye el más amplio soporte documental sobre los estudios místicos que se haya elaborado en nuestro país, sino que también presenta un cuerpo doctrinal sobre esa materia, reservada a un número muy reducido de seres humanos: “En este autor, la sensibilidad metafísica se alía con la cultural y brota como resultado en que todos los puntos de vista confluyan hacia “la veneración sagrada por las palabras”, que conecta con la filología, una especialidad de la lingüística cuya etimología sirve a Bruno Rosario Candelier para promover un saber orientado a infundir amor e interés por nuestra lengua, la literatura y el desarrollo del pensamiento”, subrayó Peralta Romero.

Por otro lado, manifestó que la dolencia divina ha sido explicada en este libro como una fuerza que descubre y revela el sentido de la vida: “Se trata de la vivencia del amor en su punto culminante, el éxtasis de amor con el alma embriagada y los sentidos suspendidos en la llama que incendia el corazón de los mortales bajo el ardiente aliento de la dolencia divina”.  El académico recomendó a quienes aspiren a desarrollar la gracia de la poesía mística, estudiar a autores como san Juan de la Cruz, nuestro modelo de la lengua española, a quien se estudia en La dolencia divina como un creador ejemplar de la lírica teopoética.

Finalmente, el autor de la obra dijo que para escribir una obra inspirada en la mística hay que tener sensibilidad espiritual. Explicó que mucha gente no se da cuenta de sus propias cualidades interiores, porque esas cualidades no son como el color de la piel o el de los ojos, que se ve físicamente. Resaltó que las condiciones interiores están ocultas, pero la palabra tiene la virtud de encauzarlas. También agregó que la mística comprende el estudio de lo divino y entraña una búsqueda espiritual centrada en la Divinidad, aunque precisó que la experiencia mística no obedece a un estudio: “Las pocas personas en el mundo que tienen experiencia mística, no se debe a que hayan estudiado mística o tengan sensibilidad espiritual, sino que se trata de un fenómeno que ocurre en virtud de una elección hecha por una fuerza divina, pues no hay intervención de la voluntad”, añadió Rosario Candelier.

Al término de las ponencias, los presentes recibieron respuestas y comentarios a sus preguntas sobre la mística, el lenguaje y la creación poética, al tiempo que ponderaron los estudios realizados sobre la citada obra. El público quedó satisfecho, y una frase del filólogo de la Complutense caló en varios jóvenes: “Mientras filósofos y teólogos analizan el sentido místico de la Divinidad, los contemplativos viven la experiencia de Dios en su conciencia”.

Santo Domingo, ADL, 25 de mayo de 2017.

 

Manuel Matos Moquete presenta una nueva novela

La Academia Dominicana de la Lengua presentó la más reciente creación del académico numerario Manuel Matos Moquete, Antimemorias: La otra última esperanza armada.

Esta actividad cultural, presidida por los académicos Manuel Núñez Asencio, Juan José Jimenes Sabater, Rafael Peralta Romero, Miguel Solano y Bruno Rosario Candelier, contó con un numeroso público formado por estudiantes universitarios, profesores de letras, intelectuales, escritores y amigos del autor.

Rafael Peralta Romero inició la presentación de Antimemorias, y dijo que con la lectura de este libro experimentó algunas inquietudes debido a una incertidumbre: “Este autor había publicado en 2002 el superventas Caamaño, la última esperanza armada, pero  ahora nos ofrece “la otra última esperanza”, es decir, la que vino después de la última, y queda al descubierto un asunto paradójico que, asociado al prefijo “anti” en el título del libro, “libera al autor de circunscribirse a la relación de hechos históricos”.  Manifestó que desde el primer capítulo el autor anuncia la presencia de la ficción. Cuenta la historia de una guerrilla, con estilo alegre, propio de la literatura de creación, pero no aparecen fecha, nombres ni otro indicador de carácter real de la historia: “Ese capítulo es como un prólogo narrativo, con hipérboles incluidas, que expresa una visión general de las guerrillas”, explicó. El escritor agregó que el tema central de este libro es el desaliento provocado por el fracaso de los movimientos guerrilleros y analiza situaciones objetivas  que explican esos fracasos: “Tanto se refiere a la gesta de Ernesto Guevara, en Bolivia, como a los intentos nacionales encabezados por Manuel Aurelio Tavárez Justo, en 1963, y Francisco Alberto Caamaño, en 1973. Pero para nada se trata de algo aburrido y rígido. Podría decirse que Matos Moquete ha escrito una novela a la que no quiso denominar así. Una novela que incluye lirismo y ternura, propios de una historia de amor”, añadió.

En su turno, Manuel Núñez Asencio intervino y subrayó que la obra de Manuel Matos Moquete es la visión novelada de la experiencia guerrillera vivida por el autor. Además, contó que a comienzos del decenio de 1970, un grupo de hombres, impregnados de un ideario redentor, se volvieron instrumentos de una religión secular que los convirtió en soldados de ese fundamentalismo político, que consistía en proclamar que, para ponerle punto final a todas nuestras desgracias, había que entregarle el poder a ese “grupo de iluminados cuyas creencias producirían el milagro de fabricar sociedades felices”.

Núñez Asencio subrayó que el narrador reúne sus recuerdos de una guerrilla, que desde las primeras líneas sabemos que ha sido diezmada: “Matos Moquete nos cuenta, valiéndose de recursos puramente literarios, la historia de una guerrilla que ha perdido el rumbo geográfico y el rumbo ideológico”, dijo.

Comentó el presentador que entran en el candelero algunas lecciones de Gerard Genette.   Comentó uno de sus hallazgos, la intertextualidad, que es la inclusión de un texto en otro: “Es claro que los hechos que se cuentan se hallaban de algún modo presentes en estas Antimemorias,  de manera que  en el texto literario viven otros textos: fragmentos del diario del Che, discursos de Joaquín Balaguer, pasajes de las memorias de Hamlet Hermann, discursos de Fidel o Caamaño y conversaciones de otros guerrilleros”, resaltó.

También abordó el descubrimiento representado por la relación architextual que puede entreverse entre estas antimemorias escritas con la libertad del novelista y el monólogo que la emparenta con la estructura de Yo el Supremo, de Augusto Roa Basto: “Las semejanzas estructurales saltan a la vista: la novela la cuenta un narrador personaje, cuya memoria se desata a partir de textos con los que dialoga y que lo empuja a franquear las fronteras de los tiempos”. Y añade la correlación novelesca con historias paralelas mediante textos que cuentan lo mismo, empalmadas en clave de ficción o como información historiográfica.

En su participación, Bruno Rosario Candelier reconoció la trayectoria intelectual de Manuel Matos Moquete, destacando el rol que ha desempeñado como usuario de la lengua, como estudioso de las letras y experto didáctico en asuntos vinculados a la enseñanza de la lengua. Resaltó que Matos Moquete tiene en su haber un fecundo ejercicio a favor del estudio de la lengua. Expuso que la novela tiene la particularidad de que aborda una dimensión histórica y social como fuente de iluminación para el autor que asume un tema específico, ya que se inspira en la realidad. Explicó que todo novelista se inspira en la realidad, con la peculiaridad de que esa filiación nutre la ficción, y el tema le permite abordar la dimensión ideológica para brindar una reflexión al lector.

Comentó que no es la primera vez que Manuel Matos Moquete asume la palabra con un propósito novelístico, ya que no es su primera novela, pero probablemente esta sea la novela en que él alcance el más alto desarrollo como novelista en virtud de la conciencia que se manifiesta en esta obra, es decir, la conciencia lingüística y la conciencia literaria.

Rosario Candelier resaltó que se trata de una obra literaria cuyo autor refleja un conocimiento de la técnica de la escritura con los recursos narrativos y, sobre todo, con lo que entraña la esencia y el sentido de la palabra: “En varios pasajes de esta novela se nota la actitud del autor cuando aborda la palabra. Él está consciente de lo que asume y de lo que hace y de lo que plasma cuando escribe lo que ha escrito en esta obra de ficción”, dijo, y añadió: “Como escritor, él disfruta lo que está haciendo y no lo disfruta solo porque ha sido un tema vivencial en su historia personal, sino porque se trata de un autor con conciencia de su lengua, con conciencia de la técnica literaria y con conciencia de lo que él quiere expresar”, precisó el académico.

El escritor destacó que en esta obra Matos Moquete muestra lo que entraña penetrar en la intimidad de un personaje, auscultar el alma de un protagonista y con ese fin usa los recursos literarios pertinentes. Dijo también que esta obra tiene una dimensión afectiva y una dimensión espiritual: “En su caso particular las canas de su cabeza son el reflejo no solo del paso del tiempo, sino del logro del ascenso cuyo crecimiento ha significado pasar por la vida y entender el auténtico sentido”, expresó con emoción.

El autor de Antimemorias contó que el momento vivencial de esta novela fue la pregunta que él se hizo: “¿Cómo estarían viviendo personajes como Caamaño o el Che Guevara momentos antes de ser fusilados?”. Todo lo que surge en Antimemorias es por la mente de estos personajes, que heridos y prisioneros, esperan la muerte. Y, tras leer un pasaje de la novela, expresó la motivación que lo condujo a escribir esta obra de ficción.

Oriundo del municipio de Tamayo, Manuel Matos Moquete nació el 6 de abril de 1944. Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua y de la Academia de Ciencias de República Dominicana, ha publicado varias novelas, textos de ensayos críticos y estudios sobre lengua y literatura dominicana. Y tiene una fecunda trayectoria como profesor de lingüística en varias universidades.

Santo Domingo, ADL, 18 de mayo de 2017.

Recital de poesía del grupo literario “Pedro Mir”

Con poetas de la Academia Dominicana de la Lengua, del Ateneo Insular y del Taller literario “Pedro Mir” se realizó un recital de poesía para incentivar el interés por la creación estética del lenguaje en cuyo encuentro leyeron algunas de sus composiciones los poetas Ofelia Berrido, Eduardo Gautreau, Rita Díaz Blanco, Camelia Michel, Karla Tejeda y Héctor Brea Tió. Condujo la actividad Camelia Michel, quien expresó que era un momento de alegría por un acto en que los creadores participan con mucho entusiasmo ya que dan a conocer el resultado de la emoción que experimentan en el acto de la creación poética.

Eduardo Gautreau leyó tres muestras de su poemario Susurros de la luz. Karla Tejeda leyó dos de sus poemas inéditos, y Héctor Brea Tio recitó “Fulgores”, dedicado al poeta Manuel Rueda. Rita Díaz Blanco participó con tres de sus textos y Camelia Michel leyó su poema “Mujer pájaro”, que transcribimos: “Simiente fecundada por la duda/semental de la mañana/violenta he nacido, mujer pájaro/Desde el suelo de mí misma/torva silueta en el espejo/alas, senos y plumaje y un alarido por canto/¿De qué universo vengo?/¿De cuáles mundos autistas?/¿De la palabra confusa,/del desgarro del silencio,/de una casa en el olvido?/¿De qué muerte he nacido rugiendo/en la recia vastedad del abandono?/Y mis padres muchedumbre: ¿cómo hicieron el milagro?/Arañando tantos vientres/nido roto, hoy emerjo de la cueva/Y este magma pegajoso,/ ¿es acaso oscuridad/o mancha,/un ropaje vitelino/una roja embriaguez entre la tierra,/de negros inframundos calcinados?/Y mi piel, entre plumón y llanura, /rasgando la caliza telaraña./¿Acaso cayó del cielo,/ángel imprudente y tembloroso?/¿O ya alzaba su espacio desde la garra imperfecta/que me ata a la guarida?/Entre manantiales y muertos, desfiladeros y orilla/Esta puerta entre dos mundos/podría llamarse destierro/Todavía no barrunto cuánto tiempo/estaré cruzando puentes/entre mi cuerpo y mi cuerpo/mujer pájaro graznando”.

El director de la Academia y coordinador del taller literario “Pedro Mir” formuló preguntas sobre el quehacer literario a cada uno de los participantes. ¿Por qué escribes poesía?”, le preguntó Bruno Rosario Candelier a Héctor Brea, y el interpelado respondió que para él la poesía es lo más excelso de la literatura sin subestimar a los otros géneros, porque para escribirla hay que tener una singular dotación de la intuición y la palabra.

A Karla Bobadilla se le preguntó cuál ha sido la dificultad que ha experimentado al escribir, y ella contestó: “La dificultad mayor es el hecho de estar conmigo misma, lo que me es muy difícil. Entonces, cuando estoy escribiendo puedo durar mucho tiempo conmigo, incluso, después de haber escrito puedo seguir conmigo misma, pero llega un momento en que quiero expresar algo y no tengo cómo decirlo y caigo en el mismo círculo”.

Ofelia Berrido dijo que la motivación para activarse como escritora la poesía la ha llevado a ella, no ella a la poesía, y subrayó: “Si de repente estoy haciendo cualquier cosa y me da deseo de escribir una poesía, la escribo. Sé que tengo la tendencia de escribir más cuando estoy triste. Cuando estoy alegre no me da deseo de escribir poesía; yo escribo cuando estoy triste, pero también si me siento sola, si veo algo bello en la naturaleza, tan bello que da deseo de llorar. Pero no planifico la creación”.

Al preguntarle a Rita Díaz si se enfrenta a la poesía, no como estudiosa de ese género literario, sino como creadora, qué aspecto toma en cuenta al escribir, contestó: “A veces cuesta mucho crear cuando tienes un parámetro establecido. Cuando lees poesía, tiendes a hacer una imitación, o sea, hacer que se parezca a lo que has leído”.  Confesó que dominar la escritura (que todavía no ha logra) requiere mucho esfuerzo, porque hay que despoblarse de lo que uno aprende.

A Camelia Michel, que viene de una familia de intelectuales, le pregunté si siente que su vivencia familiar motivó su inclinación creadora, a lo que respondió: “Por supuesto que sí. El ambiente familiar es fundamental y yo tuve la suerte de crecer en una casa donde se leía mucho, y teníamos una gran biblioteca. Los libros andaban por donde quiera. Esa familiaridad con los textos favorece mucho la inquietud de los niños, porque tú no lo ves como algo sagrado que está allá arriba, sino que era algo que yo tenía a la mano”.  También contó la poeta que en ella influyeron los hábitos familiares. Cuando ella caía en cama con gripe su padre le leía e igualmente su madre. Dijo que cuando escribían cartas, sus letras tenían que pasar por la revisión de sus padres Valentín Michel y Mercedes Díaz: “Entraña una disciplina de vida, que se adquiere sin uno darse cuenta”, subrayó la poeta interiorista y valiosa colaboradora de la Academia.

Cuando se le preguntó a Eduardo Gautreau de Windt, que procede de un ambiente familiar donde se cultiva música, teatro, poesía y ensayo, por qué siente singular devoción por la poesía, contestó: “La poesía es el Alfa y el Omega de la creación. Es un llamado y una necesidad; de hecho, yo pensé que me iba ir alejando a medida que me fui adiestrando como ensayista y ahora cultivo la narración, pero en cualquier momento me viene una imagen de cualquier cosa que me está pasando. Mi compañera empieza a hablar y al rato ella cree que yo no la estoy escuchando, pues aprovecho lo que me está diciendo”, respondió y añadió: “La gran materia de la escritura es la poesía. De ahí parte todo, porque la narrativa o el ensayo sin poesía, le falta el encanto de una buena creación. La poesía exige un grado de dominio de la palabra y de los diferentes lenguajes”, comentó.

Al cierre del acto cultural, Bruno Rosario Candelier resaltó que el género literario más exigente y más completo es la poesía, porque la creación poética no se inventó solo para cantar emociones y expresar belleza: “La verdadera poesía, la poesía genuina y profunda se creó para dar el testimonio de lo más significativo de la Creación, para canalizar las manifestaciones entrañables de la conciencia, sintonizar los efluvios del Cosmos y revelar las intuiciones y vivencias en nuestro contacto con las cosas. La creación poética entraña la más elevada función de la palabra”, remachó.

Santo Domingo,  ADL, 9 de mayo de 2017.

 

Conversatorio con José Miguel Soto Jiménez

En la Academia Dominicana de la Lengua tuvo lugar un conversatorio sobre la vida y la obra de José Miguel Soto Jiménez, militar, narrador, historiador, lingüista y académico de la lengua, con quien abordamos su trayectoria de escritor.

El director de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier, dio la bienvenida al creador santiagués, a quien presentó como miembro de número de la ADL y, desde luego, ponderó su talla intelectual y su destacada presencia en el ámbito nacional con la alta significación que lo distingue por su aporte al estudio de la lengua, la historia, la milicia y la literatura. Manifestó que las disciplinas en las que el académico ha consagrado su talento revelan tres aspectos fundamentales: una sensibilidad impregnada de un instinto idiomático; una conciencia imbuida de un instinto histórico; y una vocación afinada a un instinto literario. Igualmente subrayó que esos tres aspectos han impulsado en Soto Jiménez su talento de escritor y han desarrollado su capacidad creadora, evidenciada en varias obras sobre nuestros avatares históricos, nuestra forma de expresión y nuestra idiosincrasia colectiva, como lo ha demostrado en sus ficciones y sus ensayos sobre el ámbito militar, político, histórico, lingüístico y literario.

“Nuestro escritor comenzó cultivando la poesía, pero las obras publicadas revelan que ha dejado a un lado la creación poética, lo que es lamentable. Siempre he tenido la convicción de que la poesía es la más alta expresión intuitiva de la conciencia. Lo que confirma que el don para la creación poética es un alto privilegio por la dotación espiritual intrínseca al Logos de la conciencia que nos fecunda a todos”, expresó el director al iniciar el acto.

En su intervención, Soto Jiménez contó que una vez le preguntaron a Pablo Neruda qué hay que hacer para escribir poesía y él dijo simplemente: “Vivir”. Y añadió que eso es lo que él ha hecho, vivir para conocer y comunicar lo que ha vivido y sentido.

Ante la pregunta de quién es José Miguel Soto Jiménez, el académico comentó que se pueden decir muchas cosas de Soto Jiménez, ya que es un dominicano, condición de la que está orgulloso, más que de los premios literarios y sus alcances profesionales: “De lo único que yo estoy realmente orgulloso, inclusive de tener una familia con hijos y nietos, es de ser dominicano”, confesó con orgullo el prestante militar y académico de la lengua.

Contó que cuando venía hacia la Academia vio el lema de esta institución (“La Lengua es la Patria”), del que infirió que los pueblos son los que realmente hablan. Subrayó que de ahí hay que ponderar la labor que viene realizando la Academia Dominicana de la Lengua, y eso tiene que ver mucho con lo que él ha querido ser siempre: “Yo pretendo ser un dominicano. Pienso que la dominicanidad no es solo lo que hablamos, sino un concepto, que naturalmente hay que expresar en términos ciudadanos. La dominicanidad es un concepto que hay que ejercer para una ciudadanía responsable”, dijo.

Soto Jiménez reveló que a lo largo de su vida ha tenido muchas satisfacciones, porque se realizó como profesional, grandes logros como escritor laureado y premios literarios. “Esas cosas son con las que se mide el ejercicio intelectual”,  y agregó: “Nosotros estamos llenos de intelectuales de pacotilla, porque no tienen obras y los intelectuales sin obras realmente no son intelectuales, son fruto de otra cosa; por eso cuando se pondera a un escritor, por muy buena que visualice su obra, su vida misma es su obra”, explicó. Reveló que Soto Jiménez es un dominicano que vive orgulloso de ser dominicano, de hacer ese ejercicio de dominicanidad y dentro de ese ejercicio están las expresiones intelectuales, idiomáticas y literarias que ha podido ostentar a pesar de los otros ejercicios que han caracterizado su vida como ser humano, como militar y como hombre con varias vertientes y se podría llamar un ser humano integral. Destacó que la cultura es el factor fundamental de identidad, pero sin mirarla con el prisma de la discriminación: “Cuando uno habla de cultura inmediatamente nos remite a literatura, música, pintura, escultura, pero resulta y viene al caso que la cultura es la forma como los pueblos afrontan la vida”, explicó.

Comentó que los dominicanos tenemos una cultura que es el sello que nos caracteriza y esa cultura tiene que ver mucho con la forma de expresión. Citó a Juan Bosch cuando decía que los refranes eran la sabiduría popular, y dijo: “Yo no diría simplemente la sabiduría popular, porque esta engloba a toda la sabiduría de una nación, pero recuerden que eso no es un atributo exclusivo de nuestro país. La lengua castellana está llena de refranes y se explica también eso que yo digo de la sabiduría. Lo mismo decía Cervantes por la lengua de Quijote, pues hablaba con refranes”.

El escritor considera que la cultura dominicana está condensada en esos refranes, muchos de los cuales vienen de España, pero acondicionados y aclimatados a la realidad nacional. Explicó que el refrán es simplemente un ejercicio para enseñar las armas de la realidad, del conocedor y del sabio. Subrayó que el refrán nos sale por donde quiera y que es imposible contenerlo: “Si comparamos con mi generación y antes, el refrán era algo de uso fundamental en el manejo y el desenvolvimiento de la sociedad, inclusive en la política”.

El general José Miguel Soto Jiménez dijo que se crio con su abuelo Miguel Ángel Jiménez, quien fuera escritor y profesor, además de su primer maestro. “Fui un niño criado entre libros y con mucha influencia intelectual”. Y agregó: “Entonces con ese tipo de relación yo puedo decir sin modestia que cuando yo cumplí catorce años de edad ya yo me había leído los clásicos y mi poeta favorito era Rubén Darío”. Confesó que la lectura para él ha sido un hábito apasionante. Reconoció que auxiliándose de la memoria recita a Pablo Neruda, Nicanor Parra, Rubén Darío y Gustavo Adolfo Bécquer.

Hubo inquietudes entre los presentes, que el académico satisfizo dando cabal respuesta a las interrogantes planteadas. Al finalizar, el director de la Academia dio las gracias al general José Miguel Soto Jiménez por el edificante conversatorio que evidenció la talla intelectual del escritor, militar y académico, autor de novelas, obras historiográficas y textos fraseológicos de nuestro lenguaje.

Santo Domingo, ADL, 2 de mayo de 2017.

Velada sobre lenguaje y experiencia mística

 Con un encuentro de los grupos literarios Mester de la Academia y el Ateneo Insular,  celebramos un coloquio en el Centro de Espiritualidad “San Juan de la Cruz”, donde se enfocó la experiencia mística y la creación literaria.

En su exposición, la poeta mocana Rocío Santos abordó el tema de la deslocalización de la conciencia diciendo que “estamos localizados en una personalidad y por eso tenemos un mundo que siempre va a ser distinto del de los demás ya que se producen ciertos fenómenos en nuestras vidas que nos hacen salir de este estado para conocer otro estadio diferente”.

La joven poeta dijo que “para que nuestra visión sea más amplia es necesario que se den ciertas condiciones que nos conecten con esa Presencia consciente e imperceptible”, en la que fluye la “deslocalización de la conciencia”, que ocurre para ayudarnos a salir de la conciencia y “vivir otras experiencias metafísicas”. Aclaró que la deslocalización es una experiencia de desplazamiento que permite mostrar, a través de una singular vivencia, el estado de ser más allá del sujeto en todas las cosas para vivir experiencias que permiten ascender en este cuerpo a un estado emocional de conciencia distinta con el fin de expandirnos”.

Por su parte, el profesor, académico y poeta Ramón Antonio Jiménez habló de la experiencia mística resaltando que “cuando se vive en ese estadio cesan las interrogantes y el miedo ya que somos conscientes de la plenitud de la dicha al participar con el Absoluto”. Jiménez confiesa que “al permanecer en la conciencia cósmica vibrando a esa alta escala energética, la experiencia se hace natural y miramos todas las cosas con amor y a eso es a lo que llamo vivencia mística”.

El escritor francomacorisano aclaró que “cuando se está en ese estado de gracia somos parte intrínseca del Todo en un presente permanente de la realidad pura porque siendo ella el ser no es algo en lo que estamos sino en lo que somos y es por ello que en la auténtica poesía mística no hay espacios para lamentos, ni interrogaciones, ni búsquedas porque todo es en ella en la realidad pura pues en la poesía mística es testimonio de una certeza interior vivida en la conciencia y formalizada en el lenguaje de los símbolos”.

Ramón Antonio Jiménez sostiene que al tratarse de una experiencia mística el poeta tiende a testimoniarla por la necesidad de eternizarla mediante el lenguaje simbólico para comunicarla; sin embargo, aclara que cuando se trata de la vivencia mística no se tiene la necesidad de testimoniarla sino de hacer de ella una verdad de vida ya que no es algo que se conoce sino que se vive, por lo cual no es posible revelar la vivencia mística mediante el lenguaje ordinario sino mediante el lenguaje especializado de la lírica mística.

En este encuentro literario Bruno Rosario Candelier habló sobre la ciencia y la conciencia de la experiencia mística y, al referirse al tema citado, sostuvo que “la experiencia mística presenta dos vertientes: la naturaleza del fenómeno extraordinario y la del sujeto que lo experimenta, que remite a una realidad supraindividual”. Postuló el escritor que “las personas que han desarrollado su sensibilidad trascendente experimentan singulares vivencias interiores y algunas tienen la capacidad para sentir vivencias metafísicas, recibir mensajes provenientes de lo invisible y vivir experiencias místicas”.

El director de la Academia Dominicana de la Lengua presentó un estudio de su autoría sobre el tema advirtiendo que “aunque no sepamos cuáles son, ni cómo son, el cerebro tiene neuronas para percibir efluvios sutiles y fenómenos sobrenaturales, y que las susodichas neuronas no se activan en todos sino en quienes tienen desarrollada su sensibilidad trascendente tras la ocurrencia de previas condiciones especiales”. El tema desató inquietudes y preguntas en un público sediento de estos saberes, que fueron comentadas y adobadas con la lectura de poemas alusivos a la conciencia.

La Vega, Centro de Espiritualidad “San Juan de la Cruz”, 22 de abril de 2017.