Para el hablante culto dominicano de hoy en día, el latinismo espurio “versus”y sus abreviaturas “vs.”, “v.” y “Vs.” son sinónimos de “contra”. Hace unos veinte años solíamos tropezarnos con “vs.” sólo en las páginas deportivas (“Águilas vs. Licey”, “Mano de Piedra Durán vs. Sugar Ray Leonard”); en la actualidad, la abreviatura ya ha conquistado al editorialista, a las plumas excelsas de los articulistas de los periódicos nacionales y de las revistas profesionales, y hasta a nuestra Suprema Corte de Justicia, cuyos Boletines Judiciales vienen encabezados de un sumario o índice general en donde todos los pleitos se abrevian de esta manera: “Fulano de Tal Vs. Mengano de Tal.” La preposición castiza “contra” y su sencillísima abreviatura “c.” son ya, a los ojos de nuestra “intelligentsia”, vocablos archivulgares e indignos de ser utilizados en público; “versus”, en contra, es muestra instantánea tanto de erudición como de clase.