Enfurfurarse/furfurarse, sacavar/*socavar, propinar, al frente de/enfrente

Por Roberto E. Guzmán

ENFURFURARSE – FURFURARSE

“Cuando C. . . se FURFURABA. . .”

En el título figuran dos voces del habla de los dominicanos. Una de ellas -la primera- se encuentra documentada en un diccionario que se encarga de registrar las voces de uso en Hispanoamérica. La segunda voz no ha sido inventariada en ninguno de los repertorios de voces vernáculas de los dominicanos.

Se repasarán aquí las menciones en diccionarios antes citadas para la primera de las dos voces y se comparará esta voz con otras parecidas del español de otros países. Se examinará además lo que se presume que es la base de estas voces.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias recoge el verbo enfurfurarse como verbo intransitivo pronominal de uso en República Dominicana para indicar que alguien se enfurece, se irrita. También registra el verbo enfurfurar en funciones de verbo transitivo para enfurecer, irritar a alguien.

Hay que llamar la atención de inmediato sobre el parecido que mantienen estas dos voces antes mencionadas con el verbo enfurecer(se). Tiene demás algún parecido con el verbo enfogonar(se) que el Diccionario del español dominicano (2013:286) incluye como de uso en el habla de los dominicanos.

El autor de estas reflexiones acerca del lenguaje se atreve a escribir que este enfogonarse se usó primero en Puerto Rico y, de allí pasó a República Dominicana después del año 1961 con la liberalización de los viajes e intercambios que trajo el final de la dictadura de Trujillo.

Con respecto de este último verbo ha de anotarse que tiene relación con el vocablo fogón, que es un utensilio de cocina donde se hace fuego y, en consecuencia puede calentarse; así como los dominicanos cuando pierden los estribos dicen que se “de(s)calientan”.

Quizás sea buena idea que se asienten los dos verbos del título en una próxima edición del diccionario dominicano mencionado.

 

SACAVAR – *SOCABAR

“. . .porque con ello se SOCABA la institucionalidad. . .”

A pesar de que en muchas ocasiones la persona que escribe o redacta no tiene tiempo de reflexionar acerca de la ortografía de lo que escribe, siempre es aconsejable que revise el texto antes de entregarlo para la publicidad.

Cuando se hace esa revisión de lo escrito, puede el redactor pensar en la forma que ha dado a algunas de las palabras; interrogarse acerca de la formación, para preguntarse si los elementos que ha utilizado son los adecuados.

La falta de cuidado es lo que se halla en la frase transcrita más arriba. Cabar es un verbo que no existe en el español general, ni siquiera en el particular de ningún hablante.

El verbo que sí existe es cavar, que es “ahondar, penetrar; hacer un hoyo o zanja; hace algo más profundo”. El otro elemento de socavar es el prefijo so- que es un componente de palabra que procede del latín sub, que se acepta como equivalente de “bajo, debajo, ligeramente”.

En la mayoría de los casos el verbo socavar se usa para expresar que algo se hace “por debajo”, que la acción a la que se refiere es de zapa; que es la labor que se hace oculta y solapadamente para conseguir algún fin.

Este socavar es corromper las bases, dañar los fundamentos de algo haciéndolo por lo bajo, destruyendo el soporte de lo que se desea echar a perder. Se deja claro que socavar se escribe con uve, ve de vaca, ve pequeña.

 

PROPINAR

“. . .como consecuencia de varios disparos PROPINADOS por. . .”

El origen del verbo propinar es curioso cuando se va hasta el latín. Más adelante se abundará sobre ese tema, pero antes hay que ocuparse del real y derecho sentido del verbo propinar en español cuando este no se orienta a la acción de la gratificación.

Propinar es “dar un golpe”. Esa es la primera acepción que retiene el Gran diccionario Larousse de la lengua española. Según parece, por la acepción que asienta el Diccionario de uso del español actual (2012:1587), se perfila una tendencia a la liberalización del concepto, pues ese diccionario  recoge, “Referido a algo desagradable o doloroso, darlo o infligirlos”.  

La opinión que mantiene el Diccionario de la lengua española (2014-II-1798) es diferente, pues la primera acepción es la referente a “administrar medicina”. La segunda es “dar un golpe”. La tercera y última es “dar a beber”.

La tendencia que se observó en el Diccionario de uso del español actual, se repite en el Diccionario de uso del español (2007-II-2412), pues allí se halla en la cuarta acepción, “Dar a alguien una cosa que no es bien recibida; como una purga, una paliza o una sarta de consejos”.

Como puede notarse, el verbo propinar deriva hacia expresar algo más que “dar golpes” y, se encamina a transmitir dar cualquier cosa o acción que no es agradable.

En la Edad Media “propinar” era beber. Propinar, del latín propinare, según parece por el empleo que de este verbo hacen algunos escritores de principios del siglo XV pasó a significar “dar, proporcionar”. En algunas obras aparece con el sentido de beber a la salud del otro y luego pasarle la copa para que ese otro la apurara.

Piénsese por un momento que propina en francés es pourboire, que literalmente dice “para beber” (pour boire). Los franceses han definido de modo muy estricto el sentido de la palabra, “cantidad de dinero entregada, a título de gratificación, recompensa, por el cliente a un trabajador asalariado”. Traducción de RG de Le Petit Robert Dictionnaire de la Langue Française (1993:1959).

Para resumir lo que se lleva expuesto más arriba. No hay que sorprenderse del uso del verbo que se hace en una frase como la citada a guisa de ejemplo, pues hay una propensión a que sea equivalente de “dar”, sin que tenga que ceñirse a golpes, paliza. Basta con que sea algo indeseado o desagradable.

 

AL FRENTE DE – ENFRENTE

“Gracias a la labor que ha realizado. . . ENFRENTE de la oficina. . .”

Cada una de estas dos locuciones propositivas que consta en el título tiene sus funciones muy bien delimitadas en el español. Las dos son muy parecidas, pero en sus desempeños difieren.

A través de los años los valores de las locuciones del epígrafe se han mantenido. No ha habido alteración alguna. Aquí se vaciará lo que los diccionarios apuntan para estas.

“Al frente de” en el Diccionario de la lengua española (2014) figura con un equivalente de su mismo género, “al mando de”. “Dirigiendo, ostentando el mando” es la forma en que escribe el Gran diccionario de la lengua española lo que debe entenderse por la locución estudiada.

Con respecto a “enfrente”, los diccionarios anteriores y, en el mismo orden expresan lo siguiente, “a la parte opuesta, en punto que mira a otro, o que está delante de otro”. “En la parte opuesta, delante”.

Delante, indica prioridad de lugar, en la parte anterior o en sitio detrás del cual hay alguien o algo. En primer término, en la parte delantera; frente a los interesados.

Con lo copiado más arriba se espera haber despejado el empleo de una y otra.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Nié, apesadumbrar/*apesadillar, aspirar a, basamento/*basamenta

Por Roberto E. Guzmán

NIÉ

Este monosílabo del título se utiliza en República Dominicana en el habla popular para mencionar una parte muy íntima de la anatomía humana.

Por el hecho de que se considera esta voz como una “malapalabra”, la gran mayoría de las obras lexicográficas sobre el léxico del español dominicano han obviado tratarla.

El único libro que trae la voz estudiada aquí lo hace de un modo poco profesional, por esta circunstancia debe considerarse como no tratada o inventariada.

El nié así con acento marcado sobre la letra e /e/, es el perineo. El perineo es el espacio comprendido entre el ano y los órganos sexuales externos. Con ese nombre se denomina la superficie del área comprendida entre las partes externas de los genitales en el frente y el orificio anal detrás. The Oxford Companion to Medicine (1986-II-1034).

La palabra perineo es tomada del griego perinaion, que se refiere al área entre el ano y el escroto o la vulva. Medical Meanings (1984:183). El componente de palabra peri- en sus funciones de prefijo proviene del griego y significa “alrededor de”.

El nié es un sitio muy poco exhibido y su formación en el español dominicano es de tipo festivo, pues proviene de un acortamiento “ni es, ni es”; de donde puede explicarse que ni es ano ni es lo otro. Debe tenerse en cuenta que por su origen popular no se enuncia la letra ese /s/, de allí que se pronuncie nié, como ya se explicó.

En el habla de los dominicanos, casi siempre que se menciona esta parte del cuerpo humano se le antepone el artículo definido el, para destacar que se trata de un nombre y no de cualquier otra cosa.

(En estos escritos si no se especifica lo contrario, todas las traducciones de obras cuyos títulos aparecen en lenguas extranjeras son del autor de la columna).

 

APESADUMBRAR – *APESADILLAR

“. . . me permito APESADILLAR sobre. . .”

La voz que es objeto de estudio en esta sección es “apesadillar”, aunque aparezca en segundo lugar. Para ilustrar el uso de esa voz se copió al principio la cita.

Muchos verbos del español se usaban en el pasado con la letra a /a/ al principio, tal como aserruchar y otros que no se mencionarán. En el habla y en los escritos algunos de estos verbos se han establecido sin la letra a al principio, como ocurre con el verbo serruchar que en ocho países de Hispanoamérica es el de mayor uso. Con esta mención se persigue recordar que anteponer esa letra a un vocablo (verbo) no es algo fuera del espíritu del español.

Es cierto que no existe el verbo *pesadillar, pero sí la palabra pesadilla que se adivina en el verbo marcado en el título. Para su interpretación en gran medida contribuye el contexto que a decir de algunos tratadistas es el responsable de los significados de las palabras.

El único argumento que puede esgrimirse a favor de este *apesadillar no es el ya presentado, sino también la proximidad que existe entre pesadumbre y pesadilla, sus significados y conceptos.

En las pesadillas hay angustia, preocupación grande y continua; el objeto de esta es molesto y enojoso. En la pesadumbre existe disgusto, padecimiento, abatimiento. En ambos términos existe la partícula “pesa”, que refiere a la cualidad de pesado.

A pesar de todo lo expuesto con anterioridad en beneficio de “apesadillar”, no se justifica la creación de la nueva voz, pues la lengua española cuenta en diferentes gradaciones con muchos recursos para expresar la idea contenida en el verbo creado.

Tomando en cuenta el grado de la pesadilla o pesadumbre, pueden proponerse términos como aflicción, tormento, amargor, congoja, tribulación, angustia, pesar,  abatimiento, tristeza, desconsuelo, disgusto.

 

ASPIRAR A

“. . .que fallidamente aspiró dar cohesión. . .”

“. . .bajando hasta los fundamentos de las cosas que aspiramos decir. . .”

En español así como sucede en otras lenguas, las conjunciones desempeñan un papel importante. Dependiendo de la preposición que se coloque después del verbo el significado de este puede variar. Con otros verbos lo que ocurre es que solo aceptan una preposición, y además, la necesitan para transmitir el mensaje que debe llegar al oyente o lector.

El verbo aspirar por su naturaleza necesita de la preposición A /a/ para poder desempeñar sus funciones. Cuando el verbo se utiliza sin preposición cambia de significado. Por ejemplo, “Cuando voy al campo aprovecho para aspirar el aire puro”.

Emile Slager en su Diccionario de uso de las preposiciones españolas (2007:69) escribe que cuando el verbo aspirar expresa deseo debe hacerse acompañar por la preposición A. Para documentar ese uso incluye cuatro ejemplos; dos de escritores y, dos de periodistas. No huelga recordar que las opiniones de esta obra no tienen la fuerza normativa de las que son publicadas por la  Asociación de Academias.

La forma en cómo presenta el asunto el Diccionario de uso del español (2007-I-288) es similar al anterior, solo que es más explícito. “Desear cierta situación o cierto bien y poner los medios para conseguirlos”, debe acompañarse con la preposición A. La misma opinión sostiene el Diccionario de uso del español actual (2012:214) “Pretender conseguir o alcanzar”. En cuanto a la sintaxis, este diccionario señala que la construcción de esta acepción lleva la preposición A.

Para terminar con este asunto puede recurrirse a la autoridad que acompaña al Diccionario panhispánico de dudas (2005:69), “Con el sentido de  ´pretender o desear´ es intransitivo y se construye con un complemento con a”. “Es incorrecto omitir la preposición”.

Con estas referencias vaciadas aquí se deja muy claro la necesidad de la preposición A en los casos en que el verbo aspirar se usa para expresar, pretender o desear algo.

 

BASAMENTO – *BASAMENTA

“. . .informado de las BASAMENTAS de la cultura. . .”

Se ha oído muchas veces en el habla de los dominicanos que algunos de ellos usan la palabra *basamenta en sus conversaciones. Por medio de la forma de presentación del título puede el lector percatarse de que no debe ser en un falso femenino, sino en masculino, como debe decirse y escribirse.

La palabra basamento pertenece al ámbito de la arquitectura y la construcción. Son las piezas que están debajo del fuste de la columna. Este fuste es la parte vertical y alargada de la columna.

En diez países de América, entre ellos República Dominicana, basamento es el cimiento y arranque de un edificio. Por arranque ha de comprenderse el principio del edificio.

En República Dominicana para referirse a los cimientos de una edificación de bloques y cemento, la palabra de preferencia es zapata que es un muro bajo que sirve de soporte común para sobre ella elevar las estructuras. Hasta las construcciones de maderas en ese país llevan zapata de cemento, varillas y bloques para aislar las maderas de la humedad; siempre y cuando los recursos económicos lo permitan. Es posible que el género femenino de zapata haya influido en el hablante dominicano para feminizar a basamento y hacerlo *basamenta.

En República Dominicana existe el verbo basamentar para, “Establecer la base o fundamento de una cosa” y, de acuerdo con lo que asienta el Diccionario del español dominicano (2013:77). Ese verbo pertenece al registro culto del español dominicano.

Lo que ha faltado registrar en los diccionarios de español dominicano es que en República Dominicana basamento también se utiliza de modo metafórico para referirse a ideas, opiniones, etc., en lugar de usar base, fundamento.

Al autor de estos comentarios no le cabe la menor duda de que este uso será especificado en las próximas ediciones de obras lexicográficas acerca del español dominicano, para que sirva de apoyo (basamento) a la explicación del empleo.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

TRES DÍAS EN MADRID. TERCERA JORNADA

Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Tercera jornada. Con el buen sabor de boca que me dejó la visita a la sede de la Real Academia Española, sigo metida en harina lingüística. Le llega el turno a la investigación. Desde que vivo en la República Dominicana me he interesado por sus diccionarios. No son muchos, pero desde luego tienen mucha tela que cortar. En mi última jornada madrileña la UNED me acoge para presentar los resultados de la investigación que he venido realizando en los últimos años sobre el tratamiento del léxico de los dominicanos tanto en nuestros propios diccionarios como en los diccionarios que se dedican a registrar el léxico de toda la América de habla española.

En una intensa sesión se van desgranando uno a uno los diccionarios que alguna vez han descrito nuestras palabras, desde aquella deliciosa Tabla de Fray Pedro Simón de 1627 hasta el todavía pipiolo Diccionario del español dominicano, publicado en 2013. Repasar cómo están hechos los diccionarios, cómo funcionan, qué palabras contienen y qué nos dicen sobre esas palabras son tareas esenciales para los lexicógrafos. Por supuesto, no solo se trata de analizar los diccionarios contemporáneos, sino de conocer al dedillo de qué diccionarios venimos, cuáles son sus aciertos y cuáles son sus puntos débiles. El conocimiento de la historia de nuestra lengua nos ayuda a evaluar el contenido de los diccionarios; el conocimiento de la historia de nuestros diccionarios nos ayuda a mejorar nuestra técnica. No es solo una cuestión académica o investigadora: a mayor conocimiento de la lengua y a mejor técnica lexicográfica, mejores diccionarios. Y recuerden que los diccionarios no se construyen para los académicos, sino para los hablantes; para que los hablantes los consulten y, si es posible, para que les sean útiles a diario. Con este objetivo en la mira, un puñado de lexicógrafos nos reunimos en Madrid para compartir conocimientos y hallazgos que nos permitan hacer lo que más nos gusta hacer: diccionarios.

03 JUL 2018

CURIOSA EVOLUCIÓN

Las palabras más coloquiales, aquellas que los buenos hablantes reservan para la conversación informal, suelen hacernos dudar a la hora de escribirlas. Esas mismas dudas ortográficas nos dificultan a veces su localización en el diccionario.

Sirvámonos de un sabroso ejemplo sobre el que me consultaron en estos días. Un lector se preguntaba por qué la palabra ruyío no aparecía en los diccionarios académicos.

En primer lugar, si vamos a buscar un participio o un adjetivo terminado en -ado o -ido, debemos tener en cuenta que en el diccionario no los vamos a encontrar sin la -d- intervocálica. Que nos comamos esta -d- cuando hablamos no quiere decir que nos la podamos comer también cuando escribimos. Es verdad que, acostrumbrados como estamos a ver este adjetivo sin ella, parece que no lo reconocemos si se la restituimos en la escritura: ruyido.

El verbo ruyir y el adjetivo ruyido no son exclusivos de la República Dominicana; se usan también en Canarias, México o Venezuela, donde han desarrollado diferentes acepciones. Alvar aclara su procedencia de roír, una forma peculiar del verbo roer, al que, en algún momento de su historia, los hablantes le introdujeron una -y- para deshacer el hiato, dando lugar a una evolución como esta: roer > roír > royir > ruyir. En algunos diccionarios lo encontrarán también con la variante ortográfica rullir.

La acepción dominicana del adjetivo se deriva de la acepción general del participio roído: ‘mordido o gastado superficialmente’. Despectivamente se aplica a la persona que está en una mala situación económica o de salud.

Con el dominicanismo ruyido hemos recordado un par de trucos para buscar en el diccionario. Para empezar, no se coman la -d-; y recuerden que los diccionarios, generalmente, no registran los participios. Si no encuentran el participio, prueben a buscar el infinitivo.

 10 JUL 2018

 

UN ARSENAL DE GOLPES

Como muchos lectores alrededor del mundo, ando enfrascada en la relectura compartida del Quijote en Twitter (búsquenla con la etiqueta #Cervantes2018). En el capítulo 24 de la primera parte don Quijote llama bellaconazo a un personaje de sus idolatrados libros de caballerías. Disfruté del regusto dominicano de este uso cervantino del aumentativo; placeres de la lectura de un clásico del siglo XVII desde una isla antillana en pleno siglo XXI.

El sufijo -azo no es exclusivo del español dominicano, pero quizás por aquí se le añada una sabrosura particular que adereza todas sus posibilidades expresivas. Si leemos el artículo que le dedica el DLE podremos reconocerlas.

A su valor aumentativo puede añadírsele uno apreciativo, en ocasiones difícil distinguir: ¿un carrazo es un carro grande o un carro que admiramos, independientemente de su tamaño? También recurrimos a este versátil sufijo si queremos añadir cierto tono despectivo, como el que imprimimos al sustantivo cuando hablamos de humazo o aceitazo, o un matiz afectivo, como el de padrazo o madraza.

Sin embargo, el sufijo -azo no se restringe a la expresión de estos matices. Interviene en la formación de nuevas palabras, todas ellas pertenecientes al campo semántico de los golpes. A veces forma voces que designan un golpe dado sobre la parte expresada por la palabra a la que se une; un espaldarazo no es más que un golpe dado en el espaldar, como aquel que le daban con la espada a los que se armaban caballeros, como el mismo don Quijote. Otras veces añadimos el sufijo -azo a la palabra que designa el objeto que da el golpe; de estos tenemos toda una galería en el español dominicano: macanazomascotazochuchazoyaguazobambinazobatazofuetazocacazocorreazococotazocorrientazo. ¿Por qué será que nuestra creatividad se desborda con esto de los golpes? Será cuestión de darle mente.

17 JUL 2018

 

BALONES Y FEMENINOS

El Mundial de fútbol nos mantuvo un mes atentos a veinticinco hombres en calzones corriendo detrás de un balón. A simple vista un deporte sencillo que logra suscitar pasiones en todo el planeta.

La imagen de la presidenta croata apoyando a su selección, que llegó a ser subcampeona del mundo, revivió las dudas acerca del femenino del sustantivo presidente. Nada resulta más refrescante y alentador que tener la oportunidad de resolver dudas sobre la formación y el uso del género femenino en la lengua. Significa que las mujeres adquieren protagonismo y visibilidad por sus acciones y que la lengua debe poder expresarlo; expresarlo correctamente, por supuesto.

El sustantivo presidente, como muchos de los terminados en -nte, procede de un participio activo latino (praesidens, -entis). La mayoría de estos sustantivos funcionan normalmente como comunes en cuanto al género. Designan a personas de uno u otro sexo y solo podemos distinguir a qué sexo se refieren gracias a la concordancia con los determinantes o los adjetivos que los acompañan en la frase: el presidente electo/la presidente electa.

Sin embargo, el uso ha generalizado, incluso entre los buenos hablantes, la alternancia de género mediante el cambio de desinencias: presidente/presidenta. La utilización del femenino presidenta es mayoritaria. Y no crean que es una cosa de ahora: la forma ya está registrada en la edición de 1803 del Diccionario de la lengua española de la RAE. La misma regla, por supuesto, siguen las palabras que se forman a partir de presidenta: vicepresidenta, expresidenta, copresidenta.

No hay por qué alarmarse. Algo similar sucedió con infantaclienta o tunanta. Los hablantes las asumieron hace tanto tiempo que ya no nos sorprenden. Uso, tiempo, norma, todo tiene su punto de protagonismo en la lengua.

24 JUL 2018

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

DUARTE DÍEZ, SIN LA CONJUNCIÓN INNECESARIA

Un buen amigo, lector habitual de esta columna, ha enviado la siguiente comunicación: En el busto del Padre de la Patria, aún no develado, que se encuentra en la Plaza de la Bandera, se escribió el nombre Juan Pablo Duarte y Diez. ¿La conjunción “y” entre los apellidos del Padre de la Patria es gramaticalmente correcta?.

Le hemos respondido, mediante correo electrónico, que no es incorrecta pero sí innecesaria. Se recurre a la conjunción /y/ entre los apellidos cuando hay lugar a confusión, cuando se trata de apellidos, sobre todo el primero, que funcionan además como nombres, tales los casos de: Mauricio, José, Antonio, Alberto, Ramón, Marcial, Altagracia, Jorge… y otros.

En esos casos podría justificarse la y. Ejemplos: Leonardo Mauricio y Amparo, Luis José y Martínez, Rafael Antonio y Peña, Marcial Ramón y Sánchez, Rafael Marcial y Silva, José Altagracia y Ramírez, Orlando Jorge y Mera. En cada ejemplo el primer apellido es también un nombre, por lo cual se presta a confusión, si la persona es de sexo masculino.

En cuanto a los apellidos María, Altagracia, Rosa, Paula, Lucía, Julia, Jazmín, Alba, Concha, Oliva, Alma, Rosario, Mercedes, Concepción, Encarnación…cuando son usados por una mujer conviene antes del segundo apellido colocar la conjunción. Una dama podría llevar por nombre, por ejemplo: María Altagracia Rosa. La duda se originará en cuanto a si Altagracia es parte de su nombre o si es su primer apellido. Lo mismo ocurrirá si cualquiera de estos apellidos apareciera a continuación del primer nombre de una mujer. Son los casos en los que se justifica la conjunción.

El apellido Duarte no se presta a confusión, aunque algunos pocos lo hayan usado como nombre.
La Ortografía de la lengua española, publicación oficial de las academias, indica al respecto: “La práctica más frecuente hoy en español es yuxtaponer el apellido paterno al materno, sin ningún tipo de conector (Carlota Sánchez Martos o José Pérez García), frente a la antigua costumbre de utilizar la conjunción y para distinguir cada apellido, especialmente en el caso de que uno de ellos fuera compuesto o pudiera confundirse con un nombre de pila: Francisco de Goya y Lucientes, Mariano José de Larra y Sánchez de Castro. Ramón Pérez de Ayala y Fernández del Portal, Santiago Ramón y Cajal” (Ortografía 2010, pág. 630)

 

DÍEZ, CON TILDE

El apellido materno del fundador de la República Dominicana es Díez. Escrito sin tilde esta palabra nombra el número 10. Díez es un apellido patronímico (Pérez, Sánchez, Fernández…) y tiene parentesco –también parecido- con Díaz, otro patronímico de similar origen.

Como los apellidos patronímicos derivan de nombre personal, Díez procede de Día o Dia, que son formas abreviadas de Diago o Diego, a su vez contracción de Santiago. Significa “hijo o descendiente de Diago o Diego”.

Se expandieron por varias regiones de España y sus descendientes se apellidaron Díaz o Díez, indistintamente. En una página sobre heráldica, en la Web, se anota que familias emanadas de un mismo origen usaron el apellido Díaz, mientras otras, llevaron Díez, sin dejar de emplear el mismo escudo de armas.

El tiempo los definió como dos apellidos. De modo que doña Manuela Díez, cuyo padre era Antonio Díez, natural de la Villa de Osomo, en la provincia de Palencia, España, vino al mundo con ese apellido. Y así ha de apellidarse su grandioso hijo: Juan Pablo Duarte Díez.

El Nacional, 24/06/ 2018.

 

FUERO Y AFORAR, DESAFUERO Y DESAFORAR

El sustantivo /afuero/ ha caído en desuso y los académicos recomiendan emplear /aforo/.  Este último aparece en el Diccionario de la lengua española con dos acepciones: 1. m. Acción y efecto de aforar. 2. m. Número máximo autorizado de personas que puede admitir un recinto destinado a espectáculos u otros actos públicos.

Para los fines de este artículo solo interesa la primera acepción, lo relativo a /aforar/. Este verbo  tiene dos entradas en el DLE, pero solo interesa una,  que es la siguiente: De a- y fuero. tr. Otorgar fuero. (Conjugación  como  contar).

Fuero procede del latín forum ‘foro’.  Y mire todo lo que significa: 1. m. Jurisdicción, poder. Fuero eclesiástico, secular.2. m. En España, norma o código históricos dados a un territorio determinado. Los fueros de Navarra y del País Vasco.3. m. Compilación de leyes. Fuero Juzgo. Fuero Real.4. m. Cada uno de los privilegios y exenciones que se conceden a una comunidad, a una provincia, a una ciudad o a una persona. U. m. en pl.5. m. Privilegio, prerrogativa o derecho moral que se reconoce a ciertas actividades, principios, virtudes, etc., por su propia naturaleza. U. m. en pl. Defender los fueros de la poesía, del arte, de la justicia, de la razón.6. m. coloq. Arrogancia, presunción. U. m. en pl.7. m. Der. Competencia a la que legalmente están sometidas las partes y que por derecho les corresponde.8. m. Der. Competencia jurisdiccional especial que corresponde a ciertas personas por razón de su cargo. Fuero parlamentario. 9. m. desus. Lugar o sitio en que se hacía justicia.

El Diccionario incluye estas  locuciones con la palabra fuero:

Fuero de la conciencia. 1. m. Libertad de la conciencia para aprobar las buenas obras y reprobar las malas. U. m. en pl. Fuero interior, o fuero interno.   A fuero, o al fuero. 1. locs. advs. Según ley, estilo o costumbre. De fuero. 1. loc. adv. De ley, o según la obligación que induce la ley. Privilegio del fuero.

Lo contrario de aforar (dotar de fuero) es desaforar, que se forma anteponiendo el prefijo des-  al verbo aforar. También éste se conjuga como    contar. Es decir, es verbo de irregularidad vocálica que en algunos tiempos y modos cambia la vocal –o en su raíz, por el diptongo –ue (cuento, desafuero; cuentas, desafueras, cuenta, desafuera…).

Desaforar es quebrantar los fueros y privilegios que corresponden a una persona o institución. Pero también se priva a una autoridad  del fuero o exención que goza, por haber cometido algún delito de los señalados para este caso, como soborno, por ejemplo.

El verbo ha generado el sustantivo /desafuero/. El Diccionario académico define este vocablo así: De desaforar. 1. m. Acto violento contra la ley. 2. m. Acción contraria a las buenas costumbres o a los consejos de la sana razón.3. m. Der. Hecho que priva de fuero a quien lo tenía.

Aunque se tiene el sustantivo /aforo/ (acción y efecto de aforar) no es viable  agregarle  el prefijo /des-/, pues la palabra “desaforo” no aparece en ningún lado, ni tampoco es necesario que aparezca.

Pese al sustantivo /aforo/, además  es preciso cuidarse cuando se conjuga el verbo aforar, en el sentido de otorgar fuero, pues se impone la irregularidad vocálica: afuero, afueras,  afuera, aforamos, aforáis, afueran.

Hay otro verbo aforar, relacionado con foro y no con fuero, cuya conjugación es regular (aforo, aforas, afora…), pero ese es otro tema.

 

PALABRAS, TAN SOLO PALABRAS

Nada tiene que ver lo expresado en el título con la  vieja balada así titulada. Se trata de que el tema de hoy consiste en comentar un grupo de palabras de las que conviene reforzar su escritura, su fonética o su valor semántico, para evitar dudas y errores. Veamos:

1-karma. Procedente del sánscrito, significa  ‘hecho, acción’. El Diccionario de la lengua española la define de este modo: “En algunas religiones de la India, energía derivada de los actos de un individuo durante su vida, que condiciona cada una de sus sucesivas reencarnaciones, hasta que alcanza la perfección”. Algunos hablantes la emplean en referencia a algo o alguien como causa de su sufrimiento. Mejor será usarla en el sentido de  fuerza espiritual.

2-Terna.  El sentido de esta palabra sigue vinculado al número tres. Se propone un conjunto de tres personas para que se designe de entre ellas la que haya de desempeñar un cargo o empleo. El trío puede ser también de animales o cosas. De ningún modo puede haber terna de cuatro o de cinco.

3-Lívido. Con la fuerza de entonación en la antepenúltima sílaba,  es decir palabra esdrújula. Escrita con /v/. Significa amoratado o pálido. Es un adjetivo, y por tanto soporta el accidente de género: lívida.  Se quedó lívido cuando se lo dijeron.   Al ver la situación, la cara se le puso lívida.

4- Libido. Con acento no marcado en la penúltima sílaba /bi/.  Significa deseo sexual. Es sustantivo masculino, pese a terminar en o, por lo que suele ir precedida del artículo /la/. Cuando sube la libido a veces se pierde la razón.  “Catedral de la libido” es una novela de Avelino Stanley.

5-Frustración. Acción y efecto de frustrar.  Con este verbo se indica “Privar a alguien de lo que esperaba”.  Y agrega el Diccionario académico: Dejar sin efecto, malograr un intento. No sé si mi oído me engaña, pero  parece que algunas personas, entre ellas graduados universitarios,  pronuncian “fustración”.  Debe evitarse para no caer en frustraciones.

6- Manisero, manisera, que significa perteneciente o relativo al maní  y también se designa con esta palabra al vendedor ambulante de maní tostado. Hay variación de un país a otro, pero manisero es la forma mayoritaria frente a manicero, que  también es válida. Esta última grafía sigue el patrón de la palabra carnicero.

7-Extravertido, da.  Dado a la extraversión, dice lacónicamente el Diccionario. En la Psicología se denomina así a la “condición de la persona que se distingue por su inclinación hacia el mundo exterior, por la facilidad para las relaciones sociales y por su carácter abierto”. Fíjese en la raíz “extra”.

8-Introvertido, da. Dado a la introversión. Lo contrario de la anterior: “Condición de la persona que se distingue por su inclinación hacia el mundo interior, por la dificultad para las relaciones sociales y por su carácter reservado”. Fíjese en la raíz “intro”.

9-Ron. Palabra muy dominicana, pero deriva del  inglés  “rum”. Quizá sobre decirlo, pero es la bebida alcohólica obtenida por fermentación de la caña de azúcar. Palabra asociada, al menos fonéticamente es  berrón (de bay rum), que es un líquido alcoholado que se usa para fricciones. El sustantivo /berrón/ no ha sido incorporado al Diccionario académico, pero sí al Diccionario del español dominicano.

10- sustantivo, va. Para terminar con una nota curiosa les recuerdo que la palabra /susantivo/ es un adjetivo. Mire esto: 1. adj. Que tiene existencia real, independiente, individual. 2. adj. Importante, fundamental, esencial.

11- Adjetivo, va. Para que haya equilibrio el vocablo /adjetivo/ también es un adjetivo: 1. adj. Que expresa cualidad o accidente. 2. adj. Accidental, secundario, no esencial. Cuestión adjetiva.

Por hoy, tan solo palabras.

El Nacional, 22/07/ 2018.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

QUIEN BUSCA HALLA

22 MAY 2018

Hoy me siento un poco Sancho y empiezo con un refrán: «Quien busca halla». Les prometí que repasaríamos las palabras más buscadas digitalmente por los dominicanos en el Diccionario de la lengua española en lo que llevamos de 2018; las más buscadas entre las que sí están registradas en este diccionario.

La palabra diccionario encabeza la lista, gracias a que es la palabra que ejemplifica las búsquedas en la página. Le siguen los verbos haber (2474 consultas), ir (1868 consultas) y, un poco más alejado, hacer (1533 consultas). Estos tres verbos también están entre las palabras más consultadas en Puerto Rico y Cuba. Sin duda, los hablantes se interesan por la ortografía de sus distintas formas; no olvidemos que el DLE tiene un asistente para la conjugación de los verbos que puede resultar muy útil.

Podemos asegurar que las consultas de la palabra ceja (1657) tienen también mucho que ver con la ortografía. Debido al seseo, muchos hablantes dominicanos tienen dificultades para segmentar el artículo y la palabra: las cejas / *las ejas. Esto provoca las dudas incluso cuando la palabra está en singular; por eso muchos consideran que el sustantivo es *eja.

La utilización del diccionario demuestra, al menos, cierto interés por la lengua y sus manifestaciones. Eso explica las búsquedas de palabra (1665) y cultura (1158). Otros intereses se reflejan en las búsquedas de los sustantivos sexo (1434 consultas) y amor (1055 consultas).

Cuando Sancho Panza recorría los campos de La Mancha no existía el Diccionario académico; en todo caso, y si hubiera sabido leer, el escudero podría haber consultado el Tesoro de Covarrubias. Buscar en el diccionario, siempre que sea uno bueno y apropiado para lo que queremos buscar, le da la razón al refrán: «Quien busca halla».

 

COMPAÑEROS DE VIAJE

29 MAY 2018

Nunca dejamos de aprender palabras. Cada nueva palabra amplía nuestros horizontes y nos enriquece, pero ¿cuándo podemos decir que hemos aprendido, realmente aprendido, una nueva palabra? ¿Cuándo podemos decir que la hemos incorporado a nuestro vocabulario personal? Repasemos el camino que debemos recorrer con las palabras para poder hacerlas nuestras.

Conocer bien su significado y su ortografía, con el auxilio de los diccionarios, es solo el primer paso de ese recorrido. También nos puede ayudar el diccionario a conocer las partes que las forman, la raíz de la que parten y sus posibles derivados. Así una palabra nos lleva a otra y va tejiendo para nosotros la red de su familia léxica. Como en la vida misma, nuestro entorno ayuda a definirnos.

Las palabras no están solas y no están quietas. Las palabras empiezan a funcionar cuando se combinan con otras palabras; por eso para saber utilizarlas, tenemos que saber dominar las normas que regulan estas combinaciones, eso que llamamos sintaxis.

Cuando conocemos su forma y cómo se relacionan solo hemos recorrido un tramo del camino. Todas las palabras no pueden usarse en todas las situaciones. Aun teniendo el mismo significado, el uso de algunas voces está reservado a determinados contextos. No ser capaces de adaptar nuestro vocabulario a la situación comunicativa en la que estamos; usar palabras coloquiales en entornos formales, o viceversa, demuestra que no las dominamos. Nos espera una etapa más.

Al significado, a la forma, a la sintaxis y al uso debemos añadir un conocimiento más, el de las connotaciones que van impregnando a cada palabra a lo largo del tiempo; hay palabras a las que se asocian matices afectivos, despectivos e, incluso denigrantes, que debemos manejar si queremos preciarnos de habernos convertido en verdaderos compañeros de viaje, de aquellos que nunca se olvidan. 

 

EN UNA ISLA DESIERTA

05 JUN 2018

Leí en un artículo de la BBC acerca de un neoyorkino, Amnon Shea, que había leído el diccionario Oxford. Sí, todo el diccionario. Como comentario a este artículo se me ocurrió reconocer que soy lectora de diccionarios. No solo usuaria o consultora: lectora con todas las de la ley; de las que empiezan por la primera página y acaban por la última; de la a la zeta, nunca dicho esto con más propiedad.

A uno de mis seguidores en Twitter lo asombró esta rara afición mía. ¿Leer diccionarios como si fueran novelas? Tengo que reconocer que es una de mis muchas rarezas. Entre todos, siento predilección por los antiguos, con los que me siento transportada a tiempos muy diferentes y, al mismo tiempo, muy parecidos a los nuestros. No puedo presumir, como Shea, de haber leído los veinte tomos del Oxford, pero sí, por ejemplo, de haber viajado a través de las más de dos mil páginas del Diccionario de americanismos de nuestras academias americanas y recorrido con él los más remotos rincones de nuestro continente; de haber seguido el hilo de una extraordinaria madeja de palabras en el precioso Diccionario ideológico de Julio Casares; de haber admirado página a página a la magistral María Moliner; entre los antiguos, uno de mis preferidos, el Tesoro de Covarrubias, de 1611, con el que por cierto me he reído de lo lindo.

Por eso comparto la elección del poeta británico W. H. Auden para quien el diccionario era el libro perfecto para llevar a una isla desierta. Un buen diccionario se deja leer; no impone ideologías; sus armas son la ortografía, la gramática y la certeza de la definición. Siempre está abierto e inacabado. A partir de ahí, nos ofrece el material inagotable de las palabras. Con ellas podemos aspirar a ser Cervantes o el más abyecto politicastro. Lo que seamos capaces de crear o destruir con las palabras es cosa nuestra. 

 

TRES DÍAS EN MADRID. PRIMERA JORNADA

12 JUN 2018

 Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Primera jornada. Amanece frío en Madrid. Busco algún sitio para desayunar y mis pasos me encaminan a la fachada de madera del Café Gijón, uno de los pocos sobrevivientes de los sabrosos cafés de tertulia madrileños. Me siento a una de sus mesas de mármol, junto a una ventana desde la que soy testigo de cómo se van abriendo puntuales las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, organizada por la Asociación de Libreros de Lance de Madrid….

Y empiezan a brotar las palabras. La locución adjetiva de lance aplicada a un libro nos lo califica como de segunda mano (o de medio uso, diríamos por aquí) o nos habla de que se adquiere en condiciones ventajosas. Ambas cosas se encuentran en esta feria del libro de sabor añejo. Muchos libros a buenos precios y algunas joyas de difícil localización. Apuro mi chocolate y mis churros y me dejo llevar de caseta en caseta ojeando títulos, ediciones antiguas, tebeos y libros infantiles que me recuerdan a mis inicios en la lectura. Varios recorridos, algunas horas más tarde, y algunos libros dejados atrás, me doy por satisfecha y dejo atrás el Paseo de Recoletos. En mis manos dos libros. Una edición crítica elaborada por Martín de Riquer del Tesoro de la lengua española de Covarrubias, el primer diccionario monolingüe de nuestra lengua. El segundo libro, regalo de mis padres, una Gramática de la lengua castellana de Vicente Salvá de 1847.

Sé que el libro electrónico es más cómodo y que ambas obras pueden consultarse digitalmente de forma abierta y gratuita, pero yo, esa mañana madrileña bajo el tibio sol de Recoletos, rodeada de libros, no me cambiaba por nadie.

 

TRES DÍAS EN MADRID. SEGUNDA JORNADA

19/6/ 2018

Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Segunda jornada. Flanqueada por la iglesia de los Jerónimos y con una vista privilegiada sobre el Museo del Prado, la sede actual de la Real Academia Española, en su sobriedad clasicista, nos recibe por la entrada de los académicos. Comienza la primavera en Madrid y los históricos percheros asignados a cada académico descansan. Nada más descansa en la sede académica. El salón de plenos está dispuesto para la sesión de los jueves y las comisiones trabajan a pleno rendimiento.

Nos reciben con cordialidad Darío Villanueva y Francisco Javier Pérez, director de la RAE y de la Asociación de Academias de Lengua Española, respectivamente, y valoran la divulgación de la actividad académica que hacemos en esta humilde Eñe. Nos invitan a recorrer las estancias de la sede académica, donde nos espera aquello de «Limpia, fija y da esplendor». Nos sorprenden las pequeñas cabezas de terracota con los rasgos de los personajes cervantinos que sirvieron de referencia para el concurso de ilustradores del Quijote para la primera edición académica de nuestra novela universal.

Nos emociona la extraordinaria biblioteca de la casa, que empezó a reunirse en 1713 con el objetivo de atesorar las obras de los autores que los primeros académicos habían considerado como autoridades para ejemplificar el uso de las palabras incluidas en el Diccionario de autoridades, primer diccionario académico. En ella se custodian joyas de nuestra cultura, como el manuscrito de las Etimologías de san Isidoro, del siglo XII, códices de Gonzalo de Berceo, primer poeta de nombre conocido de la lengua española, y del Libro de buen amor, y primeras ediciones de los clásicos españoles, miles de volúmenes que nos invitan a perdernos entre sus páginas. Yo me hubiera perdido con gusto, ya lo saben ustedes bien, pero los pasillos de la Casa de las palabras me reservaban todavía una sabrosa sorpresa, que dejo como ñapa para una próxima columna.

 

TRES DÍAS EN MADRID. ÑAPA

26 JUN 2018

Tres días en Madrid. Tres días con las palabras. Ñapa de la segunda jornada. Cargada de buenas ideas y con ganas de seguir trabajando en proyectos comunes para el conocimiento y la divulgación del buen uso de la lengua española, después de un cafecito en el salón de pastas, la Casa de las palabras me reservaba una alegría más: conocer el fichero lexicográfico general de la Academia. Imaginen una colección de gaveteros, poblados de infinidad de pequeñas gavetas, en las que se custodian más de diez millones de papeletas. Ojo, no se trata de diez millones de esas papeletas que se están imaginando ustedes. Los lexicógrafos denominan papeleta a cada .una de las fichas en las que registran, con las citas correspondientes, los usos de las palabras.

A los que ya manejamos bases de datos informatizadas se nos hace impensable la sola idea de manejar pequeñas gavetas atestadas de fichas cada una de las cuales documenta un uso, un ejemplo, una acepción, una cita literaria. Sin embargo, solo la visión de algunos de estos inmensos gaveteros sirve para dar una idea muy concreta de lo que supone enfrentarse a la elaboración de un diccionario, por pequeño y modesto que este sea. Sirve también para valorar y para honrar el trabajo de los lexicógrafos, artesanos del lenguaje, a cuyas obras recurrimos tan a menudo, o al menos deberíamos hacerlo, y de cuyo esfuerzo tan poco nos acordamos.

Para los que gusten de bucear en estos ficheros está disponible su consulta gratuita a través de la página del Nuevo diccionario histórico del español. Los vetustos gaveteros se conservan en la RAE; los nuevos lexicógrafos podemos aprovechar su contenido y seguir honrando el trabajo y la dedicación de las personas que los construyeron.

 

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

ACERCA DEL DICCIONARIO DE  REFRANES

El pasado martes fue presentado el Diccionario de refranes, cuyo subtítulo es “Paremias del español dominicano”, autoría del doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua, en cuya se efectuó el acto.

Me ha resultado curioso comprobar que esta palabra no tiene definición en el Diccionario, sino que allí se dicen los sinónimos refrán, adagio, sentencia y proverbio.

A este nuevo libro le ha precedido el Diccionario fraseológico, también del académico Rosario Candelier, presentado en abril de 2016, cuyo contenido se centra en frases, locuciones, giros…Pero no es este el segundo tomo del anterior, sino una obra independiente de la otra, editorial y físicamente, aunque guardan entre sí una estrecha correspondencia y relación temática.

Del Diccionario de refranes, me permito afirmar lo que en aquella ocasión consideré del otro: “La convicción más firme que sustento sobre el Diccionario fraseológico es que éste puede servir como espejo para que los dominicanos apreciemos un filón fundamental de nuestra identidad, pues ya se ha dicho que somos lo que hablamos.

De igual modo, para las personas procedentes de otras latitudes que quieran asomar a nuestra conciencia para identificar palpitaciones espirituales y conocernos como conglomerado humano, esta es una obra imprescindible”.

Cada unidad léxica tratada en éste, como en el otro diccionario, tiene un sentido particular, aunque tipificarlas sea preocupación solo del estudioso, filólogo o lexicólogo, que las compila y valora para elaborar estudios como el que hoy presentamos, es innegable que en la voz de los hablantes los referidos pensamientos adquieren su verdadera dimensión por la utilidad que ofrecen para la comunicación.

A propósito del Diccionario de refranes, se me ocurre que quizá sea este el momento oportuno para externar una reflexión que he llevado por mucho tiempo incrustada, en la conciencia tal vez.
Me refiero a la incisión que causa el recuerdo –ojalá sea un recuerdo- de cómo los padres, incluso maestros, del pasado no muy remoto corregían a niños y jóvenes por el uso de refranes, o mejor dicho de lo que ellos llamaban refranes.

Tal práctica era motivo para ofrecer pescozones, y en algunos casos la promesa llegaba a materializarse, acompañada de una advertencia como esta: “Te he dicho que no me uses refranes”. Lo bueno o malo, en esa calificación no estoy seguro, era que a lo que llamaban refrán, no era tal, sino esos dichos pasajeros, por demás vacíos de contenido, que toman vigencia por un tiempo y que suelen repetir algunos con aire de necedad.

Nuestros padres criticaban el uso de dichos soeces y algunas otras, si bien menos groseras, mucho más repetidas. Es el tipo de expresión como las siguientes: “Qué pasa, Papo”, “Ah no, yo no sé no”, o el superusado “¿Y es fácil?”.
Durante buen tiempo he creído que este tipo de juegos verbales se denomina “modismo”, pero el DLE me ha disminuido ese convencimiento,
ya que define ese sustantivo de este modo: “Expresión fija, privativa de una lengua, cuyo significado no se deduce de las palabras que la forman; p. ej., a troche y moche”.

Nuestro principal código lexicográfico agrega una segunda acepción en la que aparece el vocablo idiotismo definido como “giro o expresión que no se ajustan a las reglas gramaticales; p. ej., a ojos vista”.

He querido encontrarle nombre al ejemplo de expresión a la que el vulgo confunde con refrán. Para ese fin me quedaré con el sustantivo modismo. Ojalá no resulte exagerado hablar de la reivindicación del refrán, frente a esa tendencia del vulgo a confundirlo con frases tontas como “¿Y es fácil?”.

Periódico El Nacional, 2 junio, 2018

 

QUITASUEÑO Y MATAPALACIO, URGE RECTIFICAR

La composición es un valioso recurso morfológico mediante el cual se forman palabras a partir de la unión de dos o más vocablos, de dos o más bases compositivas cultas o de la combinación de palabra y base compositiva. La norma académica no contradice la libertad de los hablantes para formar palabras, más bien orienta esa potestad y la encauza conforme al perfil de nuestro idioma.

Todas las categorías gramaticales intervienen para, mediante la unión de dos palabras, formar una nueva. Me limitaré, en esta entrega, a recordar los vocablos surgidos de la unión de un verbo más un sustantivo: cubre + cama da cubrecama; saca + corcho da sacacorcho; de mata + rata obtenemos matarrata y de quita más mancha tenemos quitamanchas.

Corresponden a la misma estructura (verbo más sustantivo) quitanieves, (artefacto para limpiar de nieve las vías), lavacarros, limpiasacos, tocadiscos, pararrayos, abrelatas, guardacostas, portaaviones, comecocos, beberromo, portafolios, matapolicía, alzapiés, pisapelo, cubrefaltas, tumbapolvo, o cualquier vocablo que fuera necesario formar a partir de la unión de una forma verbal (tercera persona singular, modo indicativo) la cual expresa una acción y un sustantivo.
Una máquina habrá de llamarse quitalodo, quitapiedras o quitahojas, según que recoja alguno de estos elementos.

 

QUITASUEÑO (UNA SOLA PALABRA)

Se emplea para referir aquello que causa preocupación o desvelo. Pero también puede ser un producto farmacéutico que impide el sueño.

No sé si es no adecuado que un pueblo lleve por nombre Quitasueño, pero por de pronto hay dos localidades, en República Dominicana, que llevan este nombre. Ambas tienen la categoría de distrito municipal y las dos arrastran una erosión a la gramática, porque el nombre aparece escrito en dos palabras: Quita Sueño.

La repetición del nombre no es tema para columna, pero informo que el distrito municipal Quita Sueño o Quitasueño, correspondiente a Cotuí, fue elevado a esa condición mediante la Ley No. 218-05: “La sección Quita Sueño del municipio de Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, queda elevada a la categoría de Distrito Municipal, con el nombre de Distrito Municipal Quita Sueño, cuya cabecera será el centro urbano Quita Sueño”. (Ortografía es del legislador).

Adscrito a Haina, provincia San Cristóbal, está el otro Quita Sueño o Quitasueño, llevado a distrito municipal mediante la ley No. 08-15 del 13 de enero de 2015: “El Distrito Municipal de Quita Sueño, estará integrado por las siguientes secciones Piedra Blanca Norte y la Cerca con sus respectivos parajes”. Diez años después del otro.
Lo que sí interesa a esta columna es que las autoridades de esos pueblos sepan que han de escribir sus nombres en una sola palabra, como limpiabotas, quitapesares, guardalodo, limpiacristales o pasamano.

Matapalacio
Un distrito municipal de Hato Mayor lleva este nombre, o mejor uno parecido: Mata Palacio. En la lógica gramatical, no se entiende para nada, pues ¿cómo es eso de matar palacios?
Es una localidad muy antigua. Se cuenta que allí tuvo lugar, durante la Guerra Restauradora, la batalla de Mata Palacio, dirigida por los generales Pedro Guillermo y Víctor de los Reyes, donde actuaron también Genaro Díaz y Santiago Silvestre, y las tropas españolas sufrieron pérdidas considerables. Hablamos de mayo de 1864.
Con el verbo matar más un sustantivo se han formado diversos vocablos: matarratas (matar + rata); matabuey (matar + buey); mataburros (matar + burro); matasellos (matar + sellos); matasanos (matar + sano); matasiete (matar + siete). Matahambre (matar + hambre); mataperro (mata + perro), matadeseo (matar + deseo).
Las autoridades de Mata Palacio, como las de los dos Quita Sueño, están a tiempo para rectificar los nombres de sus pueblos para que sean escritos como corresponde, conforme a las normas de nuestra lengua: Matapalacio y Quitasueño. Y saldrán ganando.

10 de junio, 2018

 

QUITACORAZA Y LA CARTA DEL PROFESOR REGINO

El pasado domingo, esta columna se refirió a la conveniencia de que a los distritos municipales Mata Palacio (Hato Mayor), Quita Sueño (Sánchez Ramírez) y Quita Sueño (San Cristóbal) les sean rectificados sus nombres para ajustarlos a la norma gramatical.

Gramaticalmente correcto sería: Matapalacio y Quitasueño. Una palabra, en cada caso.

El profesor universitario Francisco Bernardo Regino, con la gentileza y el buen juicio que lo caracterizan, ha enviado una carta que reproduzco a continuación:
Apreciado don Rafael:

¡Qué bueno que los “matadiarios” dejaron escapar a El Nacional para que apareciera los domingos y con él sus enjundiosos artículos! Su “Orto-escritura” de hoy es un “mataignorantes” y un “creasabios” de manera divertida, sencilla e inteligente, propio de un buen educador.

Hoy me recreo haciendo uso de “la libertad de los hablantes para formar palabras”, y también “me limitaré a … vocablos surgidos de la unión de un verbo más un sustantivo”. Ahí voy con el ejercicio, todo figurado, sin conexión con nuestra realidad.

  1. Una pena que no aparezcan “tumbagobiernos” como en décadas pasadas, que nos sacudan de los que nos desgobiernan.
  2. Los “robaerarios” tienen fortunas injustificables con los ingresos oficiales recibidos.
  3. Los “comecheques” de antes pasaron a ser plutócratas saltando la etapa capitalista.
  4. Ahora nos gobiernan los “matasueños” que nos encantaron con discursos solidarios.
  5. Los “quitapaces” (¿acaso quitapaz, profesor?) que ordenan el desorden nacional, duermen el sueño de la impunidad.
  6. El nuevo “mataburros” dominicano es el Diccionario de refranes de Bruno Rosario Candelier.
  7. Hacen falta algunos “quitacorazas” para revelar los cuerpos del delito.

Gracias por sus lecciones que quitan el sueño sin matar los sueños, quitan las corazas de la ignorancia y crean conciencia del buen uso del lenguaje.
Su lector,

Quitacoraza

La carta del profesor Regino trae a la mente a Quitacoraza. Resulta que desde 2003 hay otro distrito municipal cuyo nombre está constituido por una forma verbal más un sustantivo, pero que no se ha procedido con la unión de ambos elementos para componer una nueva palabra. Me refiero a Quita Coraza, perteneciente al municipio Vicente Noble, en la provincia Barahona.

Veamos en el Diccionario de la lengua española el significado de la voz coraza:

  1. f. Armadura de hierro o acero, compuesta de peto y espaldar. 2. f. Protección, defensa. 3. f. Mar. blindaje (? plancha para blindar). 4. f. Zool. Cubierta dura que protege el cuerpo de los reptiles quelonios, con aberturas para la cabeza, las patas y la cola. 5. f. desus. Parte de la montura que cubría el fuste o armazón de la silla. 6. f. desus. caballo coraza.

La persona o cosa que haga la función de quitar la coraza a otro ser (persona, animal…) se torna en un o una quitacoraza. Los vicentenobleros cuentan que esa localidad, que data de 1895, inicialmente se llamó Palo Copao y tienen varias versiones con respecto al nombre actual de este pueblo agrícola, a la orilla del Yaque del Sur.

La explicación más difundida es aquella según la cual iba un sacerdote a oficiar misa por estos lugares y para hacerlo tenía que cruzar un arroyo, entonces abundante de agua, y al momento de pasar, el afluente creció inesperadamente y la corriente se llevó todas las pertenencias que el religioso llevaba a lomo de su caballo, incluida una coraza. Cuando el sacerdote pronunció la homilía comentó el hecho y dijo: “Este lugar en vez de Palo Copao, debería llamarse Quitacoraza”.

Creo –así terminé el artículo anterior- que las autoridades de Quita Coraza, están a tiempo para rectificar el nombre de su pueblo para que sea escrito como corresponde, conforme a las normas de nuestra lengua: Quitacoraza. Eso pudiera ser urgente.

16 junio, 2018

Acabadera/o, estratosfera/*estrastofera, semaforizar, conectado

Por Roberto E. Guzmán

ACABADERA/O

No son pocas las palabras a las que los hablantes de español dominicano  han introducido modificaciones para adaptarlas a sus necesidades. Las alteraciones obedecen a veces a parecidos que las palabras originales tienen con otras que ya han sido modificadas previamente.

En muchos de los casos de estas nuevas voces lo que se ha hecho es modificar las terminaciones y añadirles una que es de mayor uso en el habla. En el caso específico de la voz del título, lo que ha operado es la inventiva del hablante al tomar un verbo y a ese verbo añadir una terminación para hacer de ella un sustantivo.

El verbo que se percibe como base en esta “acabadera” es el verbo acabar que es el elemento definitorio de la nueva voz y sobre este se forma, se estructura, la nueva voz que a veces contiene matices importantes sobre todo para la expresión oral, como sucede en este caso. Por medio de la descripción que antecede se nota que este tipo de  formaciones se hace a partir de elementos ya existentes en la lengua.

Para transmitir el mensaje de que algo no tiene fin, el hablante dominicano lo expresa con “eso no tiene acabadera”. También utiliza esta voz para comunicar que algún objeto no se gasta o no se daña, empleando la expresión ya citada. La terminación -ero, -era procede del latín –arius, de donde puede deducirse que en circunstancias normales es legítima.

Con esta acabadera el hablante de español dominicano dice que algo no termina, no tiene final, o que a eso que menciona no le llega término. Puede referirse a acciones humanas a las que no se les ve el punto o momento final. No ha de olvidarse que en el uso de esta voz hay mucho de hiperbólico, pues en realidad son objetos o acciones que dejan de funcionar o situaciones que desaparecen o cambian.

Antes de cerrar debe hacerse mención de que esta terminación en este caso reviste carácter especial, pues en general se usa para formar palabras con diferente categoría a la que se estudia aquí, pero sigue el ejemplo de una palabra bien conocida, como duradero/a que mantiene vínculos de sinonimia con la voz examinada en esta sección.

 

ESTRATOSFERA – *ESTRASTOFERA

“. . .se remonta de manera exponencial a la *ESTRASTOFERA cantidad. . .”

Durante un tiempo en el español se dudó con respecto a imprimir mayor intensidad en la sílaba que contiene la letra /o/ de esta palabra para que se pronunciara estratósfera. En la actualidad las dos grafías, con y sin acento  son admitidas.

Estratosfera es un sustantivo y en la cita aparece modificando al vocablo cantidad. Esto no es posible. Aquí se impone que se use el adjetivo estratosférico para con este destacar que eso que se escribe o habla es enorme, exorbitante. Ese es un uso metafórico que no se encuentra reconocido por las autoridades lideradas por la institución madrileña de la lengua española.

La estratosfera o estratósfera es la “capa intermedia  de la homosfera, desde los 12 a los 50 kilómetros de altura”. Es una zona superior de la atmósfera. Superior en una de sus acepciones posee la idea de que es “más en calidad o cantidad”.

A los jóvenes estas distancias les pueden resultar ridículas comparadas con las que alcanzan los cohetes y satélites modernos; mas hasta hace cerca de setenta años eso era astronómico, desmesuradamente grande.

El Diccionario de uso del español (2007-I-1284) recoge la palabra estratosférico, -a, y, a lo que los demás diccionarios reconocen, añade, “Se usa también hiperbólicamente: “precios estratosféricos”. Con esto indica que de lo que se habla o escribe es excesivo en su aumento; es una exageración, es desorbitado, exorbitante.

 

SEMAFORIZAR

“. . .señalizada y SEMAFORIZADA. . .”

El verbo señalizar hace largo tiempo que forma parte del léxico oficial de la lengua española. El verbo que no ha entrado aún en el lexicón mayor de la lengua española es semaforizar.

El verbo debería ser reconocido porque la acción de instalar semáforos para regular la circulación de vehículos en las vías públicas es un hecho incontrovertible. Quizás el problema con la admisión del verbo es que la palabra semáforo en sí misma no se refiere solo a los aparatos eléctricos de señales luminosas que se hallan en las vías de comunicación.

Aun así parece posible que al definir la acción de semaforizar esta puede definirse limitándola sola a la que concierne a los mencionados aparatos luminosos que regulan el tránsito.

El Diccionario de americanismos (2010) asienta en sus páginas que este verbo es reconocido y usado en Chile. La acepción que consta en ese diccionario es, “Dotar a una vía pública de semáforos”.

Con la gran circulación que se incrementa cada día más en la vida moderna, los semáforos se han convertido en aparatos que forman parte de la vida diaria porque proliferan en las calles, carreteras y otras vías de comunicación.

 

CONECTADO

“. . .el primo de tal o cual fulano está CONECTADO y puede repartir algo. . .”

El verbo conectar de la misma forma que muchos otros verbos de la lengua española ha adquirido connotaciones especiales en algunas sociedades latinoamericanas como consecuencia de peculiaridades de estas.

Empleado este verbo en el participio pasado o desempeñando funciones de adjetivo, ha desarrollado matices que se reflejan en la frase que se copió a modo de ejemplo.

En mecánica contactar es establecer contacto entre dos partes o piezas. Es establecer comunicación entre dos lugares. Además es “lograr una buena comunicación con alguien”.

En Hispanoamérica el verbo conectar se utiliza también en el béisbol para “golpear la pelota con el bate”. Lengua y béisbol en la República Dominicana (2006:144). Es un uso metafórico conocido en otros países.

El Diccionario de americanismos (2010) recoge que el verbo en cuestión sirve para expresar “propinar golpes” y enumera a Costa Rica y Cuba como los países en que se emplea de este modo. Hace falta añadir la República Dominicana, pues en las narraciones de peleas de boxeo o en los pleitos callejeros se usa de este modo en el último país.

En la vida en sociedad, contactar es establecer relación o comunicación una persona con otra u otras. De este tipo de relación brota un lazo que a veces se hace fuerte y permite intercambios de favores.

El último diccionario mencionado reconoce que en funciones de verbo intransitivo pronominal el verbo del título expresa, “Relacionarse con alguien que tiene influencias o poder”. Incluye en la lista de países hispanoamericanos que se sirven de este verbo de esta manera cinco países, pero no figura la República Dominicana. Hace falta incluir este país en esa lista.

De la última acepción deriva que “conectado” sea, “persona que tiene influencias o poder”, especialmente en las esferas gubernamentales.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Taco, central, cisgénero, arista

Por Roberto E. Guzmán

TACO

La palabra taco tiene muchos significados conocidos por la mayoría de los hablantes de español corriente. Cuando se trae este vocablo a estas reflexiones sobre el español, no se hace para insistir sobre esos significados, sino para destacar uno que es propio del hablante de español dominicano.

Antes de entrar de lleno en el tema central de esta sección, vale la pena destacar algunos aspectos interesantes de esta palabra. Esta palabra aparece ya en el Tesoro de la lengua castellana, o española (1611:1296). Entre otras acepciones figura una que dio lugar a una frase de uso en el español dominicano, “La baqueta con que se aprieta el arcabuz después de cargado”. El dicho dominicano era y, probablemente es, “no servir ni para taco de escopeta”. Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:471).

Desde esos años hasta estos días el vocablo en cuestión ha ensanchado mucho sus significaciones en la lengua general, así como en la variedad del español de algunos países hispanohablantes. Entre estos el ya documentado en el Diccionario del español dominicano (2013:644), “persona muy competente en alguna materia”.

Los tacos que se conocen tienen algunas características comunes, son pedazos o trozos de alguna materia, son cilindros, baquetas, varas, canutos, conjuntos de hojas de papel, y, muchas otras formas que puede revestir el taco, llegando en España a ser una palabrota.

El taco dominicano es una formación que se acumula en alguna parte del cuerpo humano. Se recuerda el “taco” de cerumen que se forma en el oído y,  el que se asienta en alguna pequeña cavidad de la garganta, que puede formarse de restos de alimentos o de otra materia.

Se recuerda con toda claridad cuando los profesionales de la medicina decían que había que limpiarle el oído a una persona para sacarle ese taco de cera. También se recuerdan los casos en que al examinar la garganta decían que el paciente tenía un taco allí.

No se ha tratado de redactar una acepción para este taco semántico dominicano, sino solamente documentarlo para que se tome en cuenta más adelante y se haga constar en los diccionarios del español dominicano.

 

CENTRAL

El vocablo “central” se incorpora a estos comentarios para destacar una diferencia que se ha encontrado. Se refiere la diferencia a una discrepancia entre el género que es de uso en el español dominicano y el que aparece asentado en el Diccionario de americanismos y en el Diccionario de la lengua española.

En los dos diccionarios mentados más arriba se reconoce al central azucarero el género femenino para la República Dominicana. El ingenio de azúcar es masculino en el español dominicano y así derecho lo recoge el Diccionario del español dominicano (2013:165) “m. Ingenio azucarero”. Por antonomasia se conoce como “ingenio”, sin necesidad de añadir “de azúcar” para que se sepa que se refiere a la fábrica de azúcar de caña.

Al autor de estas reflexiones acerca del español no le cabe duda alguna de que esta pequeña discrepancia será subsanada en la próxima edición del lexicón oficial de la lengua española. Este autor entiende que la Academia Dominicana de la Lengua ya se ocupó de señalar esto a las demás academias para que no continúe esta discrepancia ya documentada.

 

CISGÉNERO

“. . .en igualdad de condiciones con las personas CISGÉNERO. . .”

Esta voz del título es un neologismo que no ha recibido aún el visto bueno de las autoridades institucionales de la lengua española. Es posible que el motivo por el cual todavía se considera extraño a  la lengua común sea porque es de uso restringido o escaso. Es un tecnicismo de origen alemán.

Este término se utiliza para referirse a los “individuos cuya identidad de género coincide con el sexo que les fue asignado en el momento de su  nacimiento”. Esa es la definición que se encuentra en Wikipedia.

Es un término creado por una persona, utilizando el prefijo latino cis- que significa “Del lado de acá”, “de la parte de acá”. La otra parte de la palabra, género, proviene del latín genus que se encuentra en el origen de generar, engendrar y otros.

La voz en estudio está formada de acuerdo con los cánones de la lengua. Se espera que con los avances en materia de estudios sobre género esta logre el reconocimiento que la incorporará al inventario oficial de la lengua española.

 

ARISTA

“. . .advertir ARISTAS y fenómenos. . .”

Hace años ya que el vocablo del título causa escozor. Lo emplean en la lengua escrita con el propósito de expresar un mensaje o concepto que no pueden alcanzar a transmitir.

El Diccionario de la lengua española solo reconoce y asienta las significaciones para esta palabra que corresponden a arquitectura, botánica, agricultura y geometría.

Para dar con la idea que se trata de trasladar con esta arista en casos como el de la cita, hay que recurrir a diccionarios de uso. Los diccionarios de uso dan cabida a un uso que escapa a toda previsión lógica para una palabra de este tipo.

En la frase transcrita más arriba, a modo de ejemplo de utilización de “arista”, hay que aceptar que se usa la palabra como equivalente de “dificultad que algo presenta”. Así se halla definida en el Diccionario de uso del español actual (2011:192). La explicación que ofrece ese diccionario para la legitimidad de este uso es que en latín arista era el filamento áspero en la cáscara de la espiga que envuelve granos y cereales, así como la espina del pescado. De aquí deriva que espina de pescado en francés sea arête; el acento circunflejo atestigua la desaparición de la letra ese /s/ de la voz del latín.

El Diccionario del español actual (1999-I-428) retiene que se usa en plural para “asperezas o dificultades”. Los ejemplos de uso que trae son de periódicos españoles. Así se “liman aristas”, por aquello de las asperezas. Este es un ejemplo de “sintagma neológico” (neologismo sintagmático) que es como lo llamó Louis Gilbert. La créativité lexicale, 1975.

El Diccionario de uso del español (2007-I-250) asevera que se utiliza en plural para “dificultades de un asunto”. Este diccionario añade un elemento nuevo a los significados, pues recoge el uso para “hosquedad de una persona”.

Hay que reconocer que el empleo del vocablo arista con el carácter de “inconveniente” que le reconocen los diccionarios de uso es un rasgo indicativo de lo que vendrá en el futuro si este uso se mantiene.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Yeje, bureau, interregno

Por Roberto E. Guzmán

 

YEJE

He aquí otra voz que ha faltado inventariar en los diccionarios de español dominicano. Esta es una palabra dominicana por todos los costados. Lo es tanto por su significación, como por su composición.

Si se define la función de este vocablo hay que convenir en que se trata de una interjección. El uso ha establecido dos características para el uso de esta palabra. La primera es que se usa a manera de burla o para llamar la atención del interlocutor acerca de algo e incitarlo a expresarse. La otra característica es que por ser tan corta casi siempre se la usa de modo repetido sin interferencia de otra palabra, “yeje-yeje”.

Si se trata de analizar la composición de la voz del epígrafe, puede avanzarse que es más bien una expresión espontánea, en la que la primera sílaba ye corresponde a la forma de enunciar la “i griega”. La segunda sílaba puede que pertenezca a la interjección que representa el ruido de la risa en español, y manifiesta incredulidad, así como burla, je, de donde deriva yeje.

Separada en partes, como se propone, se entiende muy bien el uso que de la interjección se hace en el español dominicano. Debe entenderse que lo que se propone aquí es una hipótesis acerca de la formación de la interjección y que no debe “escribirse con tinta china”, como se decía hace sesenta y cinco cuando el autor de estas reflexiones se sentaba en pupitres y bancos en la escuela para aprender.

 

BUREAU

“. . .que incluye su participación en la reunión del BUREAU de la Conferencia. . .”

El bureau que aparece en el texto citado es extraño a la lengua española. Es una voz que pertenece a la lengua francesa. En español hay muy buenas traducciones para la voz del francés. Como se leerá más abajo, en el español de algunos países existe la voz “buró” cuyo detalle se explicará en su lugar.

La intromisión de la voz francesa en el español es un asunto muy viejo, pues ya en el año 1915 D. Atalo Castañs se ocupó del asunto en su obra Galicismos, barbarismos e hispanismos (1915:80). Para el galicismo este señor proponía varias palabras de solera del español, “bufete, despacho, negociado, oficina, covachuela; mesa, junta; contaduría (de teatro)”.

El negociado a que se contrae la referencia es una sección de la administración pública que se ocupa de un servicio específico. Esa palabra recuerda el uso que se hacía de ella en Puerto Rico para las informaciones acerca de las condiciones atmosféricas, “Negociado del Tiempo”, pues se piensa que así se llamaba al departamento correspondiente. Para los que no llegaron a conocer las covachuelas, estas eran (o son), oficinas públicas que en su origen se situaban en el sótano del antiguo palacio real, claro en España.

En algunos casos en francés usan la palabra bureau para oficinas o departamentos que llaman la atención porque escapan a lo que se espera de la voz; una de ellas es el famoso deuxième bureau, que es un renombrado servicio de inteligencia francés.

En las conferencias el bureau será la secretaría de esa conferencia o institución, lo que a veces se llama en la última, el secretariado.

La palabra buró entró en el sanctasanctórum de la lengua española en la edición del Diccionario de la lengua española del año 1992.  Esta es la adaptación al español del galicismo estudiado aquí. Antes de ese año había viajado ampliamente a través de la literatura española.

Entró así, “mueble para escribir, a manera de cómoda, que tiene una parte más alta que el tablero, provista frecuentemente de cajones o casillas; se cierra levantando el tablero o, si este es fijo, mediante una cubierta de tablillas paralelas articuladas”. Esa acepción es una descripción detallada del mueble que, si uno no lo ha visto, será difícil de visualizar. En ese año se incorporó también la acepción mexicana, “mesa de noche”.

En la edición del 2001 del citado diccionario se introdujo en la segunda posición la acepción de buró de los comunistas, “En las antiguas organizaciones políticas comunistas, órgano colegiado de dirección”. No se extendió a las “juntas, directivas” que se consignan en otras lenguas para la palabra de origen francés. Así, la acepción mexicana pasó a ocupar la tercera posición. Otra palabra de esa familia recogida por las Academias es politburó.

El inglés no tuvo mejor fortuna que el español con el vocablo del francés. En Inglaterra es un escritorio, en el sentido de mesa para escribir, con cajones (gavetas). Es también el escritorio descrito antes en español, con el tope retráctil. En inglés conocen también la “mesita de noche”. Merriam-Webster´s Dictionary. Durante un tiempo en inglés angloamericano equivalió a la “coqueta”, (mueble) de los dominicanos. Les Faux Amis des vocabulaires anglais et américain (1975:112).

Para resumir lo que concierne al español. En el texto debió aparecer  “junta, directiva” para designar a los miembros elegidos por sus colegas para dirigir una organización. No han de olvidarse las demás equivalencias señaladas para otros casos.

 

INTERREGNO

“Tampoco puede negarse que durante ese INTERREGNO caliente de la llamada ´guerra fría´…”

No puede negarse que en las lenguas existe una tendencia a ampliar el campo de acción de las palabras. Este fenómeno se produce sobre todo en la época moderna en que escribir es tan fácil y en que publicar se ha hecho menos difícil.

La tendencia que se mencionó más arriba se hace más notoria con palabras de utilización menos frecuente, pues algunos escribientes las adoptan y se sirven de ellas a voluntad.

Eso que se ha detallado como ocurrencia en las lenguas modernas se piensa que ha ocurrido en la cita de más arriba con el vocablo del título. Se estudiará esto aquí específicamente y se propondrá una explicación aceptable de porqué esto ocurrió.

El interregno de la lengua española es el espacio de tiempo que trascurre en un Estado sin que haya soberano. En España es el intervalo desde que se interrumpen hasta que se reanudan las sesiones de las Cortes.

La explicación que se propugna para el desliz del redactor de la frase copiada es que ha leído en inglés algunas acepciones que no existen en español. En esa lengua interregnum es un lapso o pausa en una serie continua.

Lo que probablemente sucedió aquí fue que el redactor abrevó en inglés y luego escribió en español. Ese es uno de los peligros del bilingüismo.

© 2018, Roberto E. Guzmán

Morder, micro/miocro, enhestar/enastar, abrevar/abreviar

Por Roberto E. Guzmán

MORDER

Este verbo se trae a estos comentarios porque se entiende que en el español dominicano posee un significado que no se ha oído o leído en otras variantes de la lengua española.

La significación que se introducirá en esta sección corresponde a pillar, morder sin dientes, con el sentido de aprisionar. Casi siempre se utiliza para describir el tipo de sensación que se experimenta cuando una parte del cuerpo queda “cogida, agarrada, atrapada” entre otras o por objetos.

Se ha oído que un hablante de español dominicano refiere que una puerta, ventana u otro objeto le mordió un dedo o la mano. En el campo de la medicina un nervio puede estar “mordido” entre dos vértebras.

Quizás el verbo morder usado de este modo no sea de empleo frecuente. Esa puede ser la razón por la que no se ha documentado la utilización en los diccionarios de dominicanismos o del español dominicano. Es posible que luego de esta intervención aquí, se considere el verbo para incorporarlo en los lexicones del habla dominicana.

 

MICRO – MIOCRO-

“. . .nos tendemos a consumir en lo MICRO. . .”

Los métodos modernos de divulgación de las ideas permiten llevar nuevas palabras al conocimiento general. La palabra micro se ha utilizado con funciones de apócope en diferentes ámbitos de la actividad humana. Así se la encuentra en tecnología desempeñando la función de apócope de micrófono.

En el campo de la informática se utiliza micro para denominar de modo apocopado al microcomputador. En algunos países los autobuses pequeños son llamados microbuses.

Aparte de estos significados micro- actúa en función de componente de palabra, en la posición de prefijo,  que significa pequeño, como en el ejemplo del microbús. Desempeñando esa función se encuentra en palabras como microbio, microcosmos y otros.

La palabra microbio es digna de interés por su formación. Emile Benveniste relata la historia de esta. Fue el cirujano Sédillot quien la inventó, para sustituir a una serie de términos que existían para designar diferentes variedades de microorganismos. Él buscaba una sola palabra fácilmente pronunciable con la ventaja de presentar un sentido general. Sédillot consultó a Emile Littré sobre cuál de las dos palabras elegidas presentar y el último le sugirió microbe. Les mots savants (1968:87-8).

En el Diccionario de la lengua española (2014) a micro se le atribuye el significado de “muy pequeño” que coincide con lo que presenta el diccionario Merriam-Webster del inglés.

El Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:744-757) recoge más de cuarenta voces nuevas en la que el prefijo micro- figura haciendo esas funciones. Esto demuestra la tendencia actual en desarrollo de este componente de palabra.

Todavía en el año 1984, en la vigésima edición del Diccionario de la lengua española, este reconocía a micro- denotando “amplificación” como en micrófono. Ya en la edición de ese diccionario correspondiente al año 1992 esa denotación desaparece.

Resulta cuesta arriba aceptar que micro pueda emplearse de modo independiente para atribuirle el significado de “poco, pequeña cantidad”, que es como se encuentra en la frase introducida a modo de ejemplo del empleo en esta sección.

No hay que dejarse llevar por la moda de usar una voz para darle o reconocerle nuevas significaciones cuando esta no es usada como componente de palabra. Esto que se acaba de criticar es precisamente lo que se comprueba en la cita.

 

ENHESTAR – ENASTAR

“. . .un grupo de personas ha estado *ENASTANDO. . . la bandera. . .”

Los dos verbos que se encuentran en el título gozan del privilegio de formar parte del léxico de la lengua española. En este aparte se estudiará cada uno de ellos. Como resultará de este estudio se verá que ha sido mal empleado el verbo enastar para referirse a una bandera.

El verbo enastar es “Poner el mango o asta a un arma o instrumento”, Diccionario de la lengua española (2014:867). Como puede comprobarse mediante la lectura de la acepción de la Asociación de Academias de la Lengua Española, se refiere a arma o instrumento. El asta a que se contrae esta acepción es el palo de la lanza, de la pica, etc.

La palabra asta también es el palo en cuyo medio o extremo se pone la bandera. Ahora bien, enhestar es levantar en alto. La confusión es vieja. No es un error caprichoso, pues existe el verbo enastar y las banderas tienen asta, así como las armas e instrumentos.

El desvarío léxico es viejo, ya D. Manuel Patín Maceo en su obra Dominicanismos (1990:91) entiende que enastar en el caso de la bandera es un barbarismo en el que incurren “periodistas y poetas nuestros”. La obra mencionada fue publicada en su segunda edición en 1947, lo cual demuestra los años que lleva el descuido sobre este asunto.

Lo que debe recordarse es que enhestar es “levantar en alto, izar” y es precisamente en lo que consiste la acción de desplegar la bandera en su palo o asta.

 

ABREVAR – ABREVIAR

“Uno ABREVIA en las bibliotecas. . .”

En la representación gráfica de los dos verbos del epígrafe no existe gran diferencia. Solo una letra (vocal) diferencia uno de otro. En cuanto a sus significaciones a los dos verbos los separa un abismo.

El verbo abrevar es equivalente de saciar, verbo este que se usa también en sentido metafórico. Saciar es calmar por completo el hambre o la sed de alguien. Son casi las palabras exactas que emplea el Diccionario de la lengua española.

En sentido figurado el verbo abrevar se utiliza para satisfacer las ansias de conocimiento; de allí que cuando se acudía a una biblioteca se hacía para colmar los deseos de saber. Se han usado dos verbos en pasado porque en la actualidad no hace falta trasladarse físicamente a una biblioteca para este propósito. Los recursos de la informática moderna permiten ahorrarse ese traslado.

Quienes abrevian en una biblioteca son aquellas personas que acortan el tiempo que pasan en esos recintos, hacen breve las visitas a esos establecimientos, aceleran su paso por esas instituciones. Parece obvio que a las bibliotecas se va a abrevar; no a abreviar.

El verbo abreviar es hacer breve, acortar, reducir a menos tiempo; acelerar, apresurar; darse prisa.

No se quiso hacer más larga la cita que consta porque eso hubiese hecho posible la determinación del redactor del desacierto. Aunque no se haya escrito antes es bueno dejar sentado que es una norma en estos escritos no develar la identidad de las personas o las fuentes de los escritos que se comentan. Es un rasgo de delicadeza.

© 2018, Roberto E. Guzmán