Cubear (cubiar)/cubo, ficcionalizar, treinta y cuatro/treinticuatro

Por Roberto E. Guzmán

CUBEAR (CUBIAR) – CUBO

Cubear (cubiar) es engañar, timar, así se encuentra definido en el Diccionario del español dominicano (2013:227). El cubero es la persona engañadora, timadora. Un cubo es un engaño, una mentira, una promesa falsa. Todo lo copiado con anterioridad procede del mencionado diccionario, en la página referida.

Allí se encuentra también la locución verbal “echar un cubo” que consta en ese lexicón así: “Engañar, timar a alguien”. No se está completamente de acuerdo con la definición que se halla allí. Hay que matizar esta opinión, quizás en los cincuenta años transcurridos “cubiar” ha ampliado su ámbito de acción.

Los recuerdos de las conversaciones y los intercambios verbales de la época de hombre joven lo que trae a la memoria es que los cubos solo se echaban a los cueros; es decir, que “echar un cubo” era irse sin pagar de un sitio de prostitución después de haber utilizado los servicios sexuales de una prostituta.

Con la explicación anterior se aboga por poner una limitación en cuanto a la caracterización de la persona que es víctima del engaño. La especificación anterior entra en contradicción con lo que ha recogido el Diccionario fraseológico del español dominicano (2016:147) donde se consigna que la locución verbal mentada sirve para transmitir el mensaje de “engañar o mentir a alguien” y “participar en un juego sin dinero y no poder cumplir con la deuda contraída”. En ese diccionario se usan dos ejemplos de la literatura dominicana para ilustrar el cubo en perjuicio de las prostitutas. No aparece ejemplo alguno de las otras acepciones; por esto se piensa que la otra significación fue recogida -quizás- del uso oral moderno.

Como consecuencia de este tipo de travesura, echar un cubo, el vulgo creó la frase “cuarto en mano y culo en tierra”; lo que equivale a decir que primero se paga si se desea ver acción, o, antes de recibir un servicio de cualquier índole que este sea. La frase pasó al habla popular ampliando su campo de acción, pues de manera festiva se usaba o usa para indicar que hay que pagar por adelantado antes de recibir algún tipo de servicio.

 

FICCIONALIZAR

“. . .es una versión FICCIONALIZADA de. . .”

Hay verbos en uso que no han adquirido carta de ciudadanía en el ámbito de la lengua regulada; no obstante, por la forma en cómo están formados y por el sentido que transmiten, a los hablantes les parece que deberían ser oficializados.

No figura en el diccionario oficial de la lengua el verbo que se supone que está en el origen de este “ficcionalizada”, que podría ser ficcionalizar. Tampoco figura el verbo “ficcionar”. Lo que sí existe en el diccionario oficial de la lengua es el adjetivo ficcional que se define allí, “Perteneciente o relativo a la ficción”.

La palabra ficción tiene un puesto bien ganado en ese diccionario donde aparece como “invención”. Debajo de esa acepción viene otra que amplía la anterior, “Clase de obras literarias o cinematográficas, generalmente narrativas, que tratan de sucesos y personajes imaginarios”.

Por las definiciones que se han vaciado se puede deducir que hay espacio para hacerle un lugar a uno de los verbos antes sugeridos, ficcionalizar, ficcionar. El primero se ampara en el sustantivo ficción; el segundo puede reclamar apoyo en la otra palabra inventariada en el mentado diccionario, ficcional.

En lengua española generalmente se recurre a un circunloquio para expresar lo que uno de estos verbos podría llevar como mensaje, “escribir (obras de ficción), crear ficción, imaginar ficción”.

Existe antecedente con relación al verbo ficcionar, pues este consta en el Diccionario del español actual (1999-I-2154), “Imaginar [algo no real]”. Ese lexicón trae un texto para documentar el uso que data de 1990.

De la misma familia de palabras son ficcionalización y ficcionalizado. Esas dos forman parte del inventario del Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:483). Para la primera de las dos coloca esta definición, “Acción y resultado de ficcionalizar (dar carácter de ficción [a algo])”. Para la segunda palabra, el adjetivo, “Que ha sido hecho ficción”. Los ejemplos de empleo corresponden a publicaciones de 1999.

Es posible que las personas cultas prefieran el verbo más largo, ficcionalizar, que se forma sobre la base del adjetivo ficcional, al que se le añade la terminación verbal -izar.

Algo que debió escribirse desde el principio es que se simpatiza con la creación y reconocimiento del verbo o los verbos, algo que quizás ya percibió el lector acucioso por la redacción de la introducción de esta sección.

En inglés existe el verbo fictionalize que probablemente ha servido de inspiración para los dos verbos considerados aquí. El Merriam-Webster´s Dictionary trae una acepción que traducida es esta, “convertir, transformar o tratar a manera de ficción”. (Traducción RG).

 

TREINTA Y CUATRO – TREINTICUATRO

“. . .*TREINTA CUATRO diputados participantes . . .”

Con respecto a cómo deben representarse en la escritura, en letras, las expresiones numéricas, existe mucha hesitación. Quizá ha contribuido a esto los cambios o más bien las directrices ambiguas de algunos textos. Algo que pudo confundir a los escribientes de español es que la forma de exponer algunas reglas o recomendaciones no eran tan claras como son en la actualidad. En los párrafos siguientes se expondrá el asunto con las normas.

“Se escriben preferentemente en varias palabras las expresiones complejas a partir de treinta. . .” Lo que consta vaciado entre comillas es lo que puede leerse en el Libro de estilo de la lengua española (2018:145). Más adelante en esa obra puede leerse, “No obstante, en el caso de los cardinales complejos entre 30 y 100, es también válida la escritura en una sola palabra . . .”

Las grafías complejas son anticuadas y deben evitarse, ejemplo de estas son diez y ocho, veinte y seis, tres cientos. La terminología empleada en la primera frase de este párrafo se sacó del Diccionario panhispánico de dudas (2005:119).

Hay que escribir en la actualidad en una sola palabra los cardinales simples, es decir, del uno al quince. Así mismo se hará con todas las decenas y las centenas.

Mientras más sencillo se expone el asunto, más fácil resulta retenerlo.

© 2019, Roberto E. Guzmán

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

  CRUZADA POR LA LECTURA

En un país con profundo atraso educativo, un plan intenso de lectura será importante factor de cambio. Porque con acciones, no con discurso, es como se deshacen entuertos, se cambia el mundo o se mejora la sociedad. El país se ha llenado de licenciados que no saben construir una oración. Algunos y algunas pregonan la caducidad de la ortografía.

Unos teóricos creen que el principal problema de la sociedad dominicana es la crisis de energía eléctrica, otros estiman que es el desempleo; otros y otras se centran en la equidad de género como el asunto que demanda mayor atención. Pero el principal problema dominicano es la profunda crisis de la educación. Somos un pueblo de maleducados.

El Ministerio de Educación concibió y anunció la Cruzada Nacional por la Lectura, programa amplio y novedoso que incluye la distribución de más 800 ejemplares de libros, de autores nacionales, entre estudiantes de la escuela secundaria. Los textos, clasificados de acuerdo a grado y edad, llegarán gratuitamente a los alumnos.

Una inversión superior a 280 millones de pesos no podía pasar inadvertida y un suplidor objetó la asignación de la impresión al editor que la había obtenido. Cuestión de intereses económicos, se entiende. Otro hecho, más simple que ese, contribuyó a frenar el programa. Me refiero a la inclusión, entre los libros a divulgar de la novela “Ruinas”.

Esa obra, sobre la vida de Salomé Ureña, fue escrita por Rafael García Romero, director de Cultura del MINERD. Este yerro del funcionario ha servido para que algunos y algunas pongan en evidencias las lacras de que adolecen. Han salido a flote, como la basura cuando llueve, inquina, envidia y ganas de dañar reputaciones.

No han tenido intención política las saetas y mofas contra la Cruzada Nacional por Lectura. Los comentaristas de esa área ni los partidos de oposición han buscado motivos para criticar la acción anunciada por el ministro de Educación, Andrés Navarro, y que él mismo decidió aplazar para corregir las fallas detectadas.

Han sido escritores y escritoras, poseídos del mal pecho y alérgicos al triunfo ajeno, quienes tomaron la suspensión momentánea del programa de lectura para mostrar sus baldaduras emocionales. Se solazan con la idea de que ha fracasado la valiosa iniciativa. Han esgrimido argumentos necios y viles para justificar su actitud.

El ministro Andrés Navarro debe saber que el proyecto es plenamente válido y que siendo una acción de gobierno, aplicada como debe ser, habrá de convertirse en una obra patriótica.

Ninguna tarea de ese ministerio, en las presentes circunstancias, tiene semejante vocación de trascendencia. La Cruzada por la Lectura se justifica.

15 de febrero de 2019

 

SI DE STALIN, ESTALINISTA; DE SPINOZA,  ESPINOCISTA

El trabajo de  corregir notas  (estilo, gramática, ortografía) en un periódico ocasiona algunas incertidumbres, pero si se trata de material noticioso el corrector se constituye en autoridad y elimina palabras, frases y párrafos y todo queda mejor.

Cuando le toca a uno revisar artículos o ensayos que se publicarán en un diario, la situación cambia. Más que incertidumbre, angustia hube de sentir al revisar un ensayo, en cuatro entregas, de un acreditado intelectual, publicado en el suplemento Areíto, del diario Hoy. Versa el enjundioso texto sobre la filosofía de Baruch Spinoza,  a propósito de  un  libro de la  filósofa Elsa Saint-Amand Vallejo.

El problema era simple, de carácter lexicográfico. Pero un problema simple se torna en complejo si  quien lo siente no dispone de la solución o si teniéndola no se dispone a aplicarla por algún temor. Esto último fue mi caso.  El filósofo que analizaba el libro “La utopía materialista de Spinoza”, de la profesora Saint-Amand, comenzó llamando “espinosista” a los seguidores del filósofo holandés nacido en 1632:

“Desde mi punto de vista el continuo ontológico espinosista transpuesto al mundo político es injustificable e inconsecuente a la luz…”

“A mi entender -hasta prueba en contrario- la libertad espinosista solo equivale ontológicamente a necesidad y por tanto dista de ser la de algún ser humano”.

Visité la escuela de filosofía de la UASD en busca de orientación.  Luego, pude consultar al autor de los trabajos sobre Spinoza. Escuchó mis razones con sobrada tolerancia cuando le argumenté que en español la /z/  cambia a /c/ en palabras derivadas: pedazo, pedacito; Somoza, somocista.

La Ortografía de la lengua española, publicación oficial de las academias, recomienda que  los sustantivos y adjetivos derivados de nombres de personas y de lugares  no adaptados al español, deben conservar las características  gráficas  del nombre del que proceden para facilitar la identificación de la persona o de los lugares aludidos. Ejemplos:

Beethoveniano (de Beethoven), picassiano (de Picasso), trostkista (de Trostky),  flaubertiano (Flaubert), shakesperiano (de Shakesperare).   De acuerdo con esto, de Spinoza, pudiera ser “spinozista”. En otras  lenguas (italiano, francés…)  las voces derivadas  de Spinoza mantienen la /z/: Spinozianas.

Sin embargo,   esos vocablos derivados de los nombres citados, están sujetos a variación por su adaptación al español, pues todos llevan una terminación propia de nuestra lengua. El mejor ejemplo  de esto se encuentra en las voces derivadas  del apellido de Joseph Stalin.

Estalinista, estalinismo o estaliniano son vocablos  del español. El Diccionario define a estalinista de este modo: 1. adj. Perteneciente o relativo a Stalin o al estalinismo.2. adj. Partidario del estalinismo. Apl. a pers., u. t. c. s.

Estalinismo. 1. m. Régimen comunista totalitario impuesto por Stalin en la Unión Soviética en el siglo XX.

El Diccionario académico incorpora el vocablo /espinosista/ definido de este modo: 1. adj. Fil. Perteneciente o relativo al espinosismo. 2. adj. Fil. Seguidor del espinosismo.

A su vez /espinosismo/  es definido por DLE así: m. Fil. Doctrina representada por Benito Espinosa, filósofo holandés del siglo XVII, que consiste en afirmar la unidad de sustancia, considerando los seres como modos y formas de la sustancia única.

Un  filósofo que se llame Benito Espinosa le parece a uno que sea español, dominicano, cubano…pero ocurre que  Baruch Spinoza ha sido llamado de distintas maneras ( Baruch de Espinoza,  Benedict, Benito o Benedicto  Spinoza o Espinosa), según las distintas traducciones de su nombre. Cierto que  los españoles lo prefieren como  Benito Espinosa. Y  Fernando L. Ferrand, el filósofo que escribió el ensayo sobre el libro de Elsa Saint-Amand, siguió ese modelo, y emplea la voz /espinosista/, registrada en el Diccionario académico.

Como  la forma más conocida es Spinoza, yo, amparado en dos preceptos de nuestra lengua, opino que  el derivado debe ser “espinocista”, variando la z como  en somocista, y comenzando con  /e/ como en estalinista.

(Publicado en el EL NACIONAL, DOMINGO 17-2-19)

 

INSISTENCIA CON LAS MAYÚSCULAS Y UNA RECOMENDACIÓN DE FUNDÉU BBVA

Los iletrados podrían ignorar las letras mayúsculas, pero  a muchos profesionales (ay, los abogados) parece  resultarles  imposible  prescindir del uso generoso  de la letra alta al principio de palabras que no lo requieren.

Lo natural es que las palabras se escriban con minúsculas, sin embargo se ha determinado emplear mayúscula para marcar  algunos vocablos, como los nombres propios. Las instituciones, por ejemplo, se denominan con palabras comunes que asumen la mayúscula  en la formación de sus nombres.

Ocurre con órganos estatales, partidos políticos, universidades: Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Poder Ejecutivo, Suprema Corte de Justicia, Senado de la República, Ejército Nacional, Armada Dominicana, Obispado de la Altagracia. Todas estas expresiones están formadas con palabras del léxico común, pero en estos casos, obviamente, se escribirán con mayúscula inicial.

Sin embargo, las palabras que designan a las personas involucradas en  funciones  de dirección  de las  entidades siguen siendo voces comunes, igual que plátano, cuaderno o mesa. Por tanto no necesitan mayúsculas estos términos: senador, diputado, legislador, presidente, juez,  procurador, magistrado, rector, general, coronel, teniente, cabo, almirante, vicealmirante,  capitán de navío, marinero…obispo, monseñor, presbítero, catedral, diácono, monaguillo.

Los lingüistas llaman mayúscula de relevancia a la que hemos venido llamando mayúscula caprichosa.  Los casos más frecuentes ocurren con los cargos públicos. Escritores, magistrados, columnistas de diarios, relacionistas… escriben  todos los días con mayúscula inicial las palabras ministro, presidente, senador, embajador,  alcalde, general, monseñor. Algunos colocan la mayúscula inicial al término presidente, aunque no se trate del primer mandatario.

La Ortografía de la lengua española señala al respecto lo siguiente:

“La mayúscula está revestida de un cierto valor sacralizador y dignificante, probablemente derivado del uso monumental, solemne y suntuario de sus orígenes. Su prestigio gráfico se evidencia en el significado de la locución con mayúscula (s), que, pospuesta a un adjetivo o a un sustantivo, denota su más alto grado o su más elevada manifestación: tonto con mayúscula (s), amor con mayúscula (s)”.  (Página 514).

Igual con el papa

Por si quedan dudas, les agrega algunas partes de la recomendación correspondiente al  20 de febrero del 2019 de la Fundación del Español Urgente, institución asesorada por la Real Academia Español en su interés por mejorar el uso del español en los medios de comunicación. Se titula  “7 claves de redacción para la cumbre del Vaticano”. Helas aquí:

Con motivo de la cumbre que se celebra en el Vaticano entre el jueves 21 y el domingo 24 de febrero para abordar el problema de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica, se ofrecen las siguientes claves de redacción:

  1. El excardenal, en una sola palabra

El sustantivo excardenal, con el que se hace referencia a aquel cardenal que ha sido secularizado, se escribe sin espacio ni guion entre el prefijo ex- y el sustantivo al que precede: «El Vaticano expulsó a Theodore McCarrick, el excardenal estadounidense acusado de abusos sexuales».

  1. La expresión tolerancia cero, sin comillas

La expresión tolerancia cero, preferible a cero tolerancia, no necesita comillas. Si a continuación se especifica aquello hacia lo que se muestra o exige que no haya tolerancia alguna, lo habitual es emplear las preposiciones con, hacia, a o para, mejor que tolerancia cero contra.

  1. La Iglesia católica, con ce minúscula

Aunque el sustantivo Iglesia se escribe con mayúscula inicial cuando alude a la institución, los adjetivos que lo acompañan se escriben con minúscula.

  1. El papa, con minúscula inicial

Tanto papa como pontífice se escriben con minúscula inicial, ya aparezcan dichos tratamientos acompañados del nombre propio o de manera aislada.

23 de febrero de 2019

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

NORMA VARIABLE

29 / 01 / 2019

Cuando de corrección lingüística se trata, siempre solemos centrarnos en la ortografía. Sin embargo, la corrección y el buen uso de la lengua no se restringen a la escritura. Como buenos hablantes es importante que prestemos atención a la lengua oral. La pronunciación, aunque a primera vista no lo parezca, suele crear más dudas y malentendidos que la ortografía. Las normas ortográficas son por definición uniformadoras y todos debemos atenernos a un código único. Sin embargo, en el español encontramos variantes válidas de pronunciación que nos hablan de su extensión y de su diversidad.

Si nos centramos en las consonantes, los principales escollos los encontramos en la supresión de una consonante en la pronunciación de una palabra, lo que coloquialmente llamamos «comernos» una consonante». En algunos casos el fenómeno está bien o mal visto dependiendo del área del español de la que se trate. Por ejemplo, los hablantes cultos de español de España suelen «comerse» la -d- intervocálica, incluso en situaciones de cierta formalidad sin que esta omisión sea censurada socialmente. Sin embargo, los hablantes cultos en el español de América siguen sintiendo esta omisión de la -d- intervocálica como un fenómeno vulgar que debe restringirse a ambientes coloquiales o informales.

Para muestra valga una anécdota. Hace años, en una entrevista sobre el Diccionario del español dominicano, dije que los trabajos para su diseño y redacción habían «durao» cinco años. Sin duda, di muestras, a pesar de los años que hace que resido en el Caribe, de mi variedad dialectal personal. Algunos oyentes de la entrevista lo percibieron como un error y afearon mi «mala» pronunciación. Un ejemplo de que la norma culta, en ciertos casos, es variable. Cuidado, solo en ciertos casos. Saber distinguir estos casos es tarea para los buenos hablantes.

 

TRASPIÉS GRAMATICAL

05 / 02 / 2019

Un lapsus linguae del presidente está dando, injustificadamente, mucho que hablar, y es que con frecuencia nos escandalizamos por errores intrascendentes mientras pasamos por alto otros que deberían preocuparnos. Decir ocasionalmente *morido por muerto solo puede considerarse un traspiés gramatical involuntario motivado por el descuido, la prisa o la presión del entorno. A todos nos ha pasado.

Estos lapsus gramaticales, cuando suceden en la lengua infantil, prueban que la adquisición de las reglas va bien encaminada. Cuando un niño dice *yo sabo en lugar de yo sé, o *yo cabo en lugar de yo quepo, está aplicando una regla gramatical correcta que existe en la lengua, aunque la aplica a una palabra que no sigue la regla, precisamente porque es irregular. Es lo que se conoce como un error de sobre rregularización.

También encontramos estos errores en el lenguaje adulto. Por ejemplo, el pretérito perfecto simple del verbo andar, conjugado erróneamente por la mayoría de los hablantes, y me incluyo, como *yo andé, tú andaste, él/ella andó, nosotros/as andamos, ustedes, ellos/as andaron: *Andé por ahí toda la tarde y no logré encontrarla. Sin embargo, la conjugación correcta de este verbo es yo anduve, tú anduviste, él/ella anduvo, nosotros/as anduvimos, ustedes/ellos/as anduvieron: Anduve por ahí toda la tarde y no logré encontrarla. Los hablantes asimilan erróneamente la conjugación irregular del verbo andar a la conjugación regular de otros verbos terminados en -ar, como cantar (canté, cantaste, cantó, cantamos, cantaron).

Y, ojo, esto ya no es un lapsus, porque no se trata de un error ocasional. Un lapsus no es más que un resbalón, que, como tal, suele hacernos reír, sobre todo si es otro el que tropieza. Si nos aplicamos aquello de la paja y la viga y ponemos atención a los errores, que no lapsus, que todos cometemos, nuestra lengua nos lo agradecerá.

 

DESLICES PARA TODOS

12 / 02 / 2019

La Eñe de la semana pasada la protagonizó un lapsus gramatical. Ya saben que el protagonismo es fugaz y hoy los lectores se han interesado por el propio sustantivo lapsus.

De la palabra latina lapsus, ‘resbalón’, ‘desliz’, se han derivado en nuestra lengua dos palabras: lapso y lapsus. La primera es fruto de la evolución fonética que experimentó el latín vulgar. Distintas evoluciones de la misma lengua dieron lugar a las distintas lenguas romances: español, gallego, catalán, francés, italiano, rumano, etc. En la evolución del latín al español, por ejemplo, la terminación -us se convirtió en -oamicus > amigohortus > huertolapsus > lapso, con tres acepciones en nuestra lengua.

La palabra española lapsus, con la que designamos la equivocación que se comete por descuido, es un cultismo. Según el Diccionario académico, un cultismo es el ‘vocablo procedente de una lengua clásica que se toma en préstamo en una lengua moderna y no pasa por las transformaciones fonéticas propias de las voces populares o patrimoniales’.

En nuestra lengua culta existen además dos locuciones latinas para referirnos a dos tipos de deslices lingüísticos. Como extranjerismos que son, pues están tomados tal cual de la lengua de origen, debemos escribirlos en cursiva o entrecomillados. Una vez mas el DLE nos guía en el camino. Un lapsus linguae (cuya traducción literal del latín sería algo así como «error de la lengua») es un error involuntario que cometemos al hablar. Si el error, por el contrario, tiene que ver con la mecánica de la escritura estaremos cometiendo un lapsus calami (un «error de la pluma»). En el uso diario de la lengua estos lapsus son inevitables, los sufrimos todos, así que va siendo hora de que sepamos llamarlos por su nombre.

 

TESTIGOS

19 / 02 / 2019

En la ceremonia de mi investidura como doctora se recordó a seis científicos españoles, miembros de la Real Academia de Ciencias, que tuvieron que huir de España a causa de la Guerra Civil. Algunos de ellos se afincaron en México, como tantos otros intelectuales perseguidos por el fantasma atroz de la represión. Algunos, comprometidos con su vocación científica, siguieron ejerciéndola como forma de superar la ausencia gracias a la universalidad del saber.

La universidad, la academia, la ciencia, tienen su pilar fundamental en la transferencia del conocimiento. Si este pilar se resquebraja, la ciencia, que no se lleva bien con el aislamiento, se tambalea. Todos hemos aprendido de y nos hemos inspirado en nuestros maestros, en los que estudiaron nuestra disciplina antes que nosotros, en los que llevaron el testigo hasta donde nosotros lo recogemos. Si uno de ellos nos falta, el testigo cae al suelo y la carrera del conocimiento se interrumpe quién sabe por cuánto tiempo.

El exilio político puede robarnos a nuestros maestros, como le sucedió a la ciencia y a la cultura española; pero también nos los puede arrebatar el exilio económico: la escasez de medios, las precariedades y la ausencia de perspectivas para el futuro. La investigación, en todos los campos, necesita dedicación, apoyo y tiempo.

En el tren de vuelta a casa, con esa melancolía inimitable que produce el paisaje que dejamos atrás, me pregunto a cuántos intelectuales y científicos dominicanos formados o en formación hemos renunciado y seguiremos renunciando porque no somos capaces como sociedad de garantizarles el futuro a cambio de que ellos nos garanticen uno mejor para nosotros y para nuestros hijos.

 

UN PASEO LITERARIO

26 / 02 / 2019, 12:00 AM

Cuando paseamos nuestra mirada está puesta en lo que nos rodea; cuando paseamos por Nueva York nuestra mirada se escapa, inevitablemente, hacia las alturas, pero, a veces, lo más interesante está a ras del suelo.

Soy una enamorada de las bibliotecas y la Biblioteca Pública de Nueva York está entre mis preferidas. Si se acercan a ella caminando por la calle 41, al este de la Quinta Avenida, descubrirán una serie de placas sobre sus aceras en las que se leen citas relacionadas con la lectura y la creación literaria. Es lo que se conoce como el Library Walk, el Paseo de la Biblioteca, creado por el escultor Gregg LeFevre en 1998 para conmemorar la literatura del mundo.

Yo lo descubrí un día lluvioso en el que debía cuidar dónde ponía mis pies. En la primera placa que llamó mi atención, azares del caminar, se leía un verso de Julia Álvarez, una autora de origen dominicano: «Quien toca este poema toca a una mujer». Paso a paso recorrí arriba y abajo la cuadra buscando autores de lengua española.

Del argentino y universal Borges, su poema Una brújula: «Todas las cosas son palabras del/idioma en que Alguien o Algo, noche y día,/escribe esa infinita algarabía/que es la historia del mundo. […]».

José Martí nos trae de nuevo al Caribe y nos recuerda que la cultura, la lectura, el saber amplían nuestros horizontes y nos hacen libres: «El conocimiento de literaturas diferentes nos libera de la tiranía de unos pocos».

Las palabras construyen el mundo y la lectura es el aliado imprescindible para orientarnos en él. El Paseo de la Biblioteca de Nueva York me lleva a las palabras del Quijote: «Ahora digo que el que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho».

Comparonear, mediodía/medio día, *avalanchar, «workshop»

Por Roberto E. Guzmán

COMPARONEAR

Todos los hablantes de español dominicano saben muy bien lo que “comparón” significa; es la persona presumida, pretenciosa, arrogante.

Con relación al verbo que se trae en esta entrega, comparonear, ha sucedido algo muy común en las lenguas naturales, del adjetivo o sustantivo surge un verbo que mantiene estrecha relación con estos.

Este verbo del título es el que presenta la forma en que se comporta el sujeto comparón. En las oraciones naturalmente formará parte del predicado. Gracias a este verbo el comparón se presentará desempeñando las funciones propias de la acción, de movimiento, de estado, de proceso; esto lo hará en el tiempo correspondiente a estas.

El comparón lo que hará con su conducta es mostrarse muy orgulloso de sí mismo o de sus cosas. Se preocupará en demasía del aspecto físico para aparentar atractivo. Pretenderá ser más de lo que en realidad es; se creerá superior a los demás. Demostrará así una inclinación desmesurada a creerse mejor que sus semejantes, con quienes se compara regularmente con palabras o acciones para resaltar las cualidades que él mismo considera que lo hacen preferible o más conveniente.

Esta forma de actuar que se ha detallado más arriba es la que caracteriza el proceder del comparón; por lo tanto, es comparonear. En los diccionarios del español dominicano hay que hacer un espacio para este verbo y así documentar su existencia.

 

MEDIODÍA – MEDIO DÍA

“El Show del Medio Día . . .”

En lo que se ha copiado a manera de ejemplo aparece Medio Día, esto es, escrito con dos iniciales mayúsculas tomando las dos palabras con el valor de título o nombre de un espectáculo. Que se tome la combinación del adjetivo con el nombre, medio día, para que desempeñe las funciones de nombre es legítimo.

Ahora bien, hay que aprovechar la ocasión para exponer las diferencias que existen entre los dos vocablos del epígrafe, pues la presentación en una sola palabra o en dos dependerá de su significado y función en la oración.

Escrito en una sola palabra, o en dos elementos, el significado no es el mismo. Mediodía, así en una sola palabra, es el momento del día en que el sol se encuentra en el punto más alto sobre el horizonte del lugar de que se trata. Es, además, el período que transcurre alrededor de ese momento, las doce del día. Así como para referirse al período entre las doce del mediodía y las dos de la tarde. Según parece, por el uso, el mediodía se sitúa alrededor de la hora del almuerzo, de allí que en algunos textos españoles sitúen ese momento entre las dos y las tres de la tarde.

Escrito en dos partes, medio seguido de día, comprende un período más largo que debe tomarse como la duración de la mitad de un día o de una jornada, sin que tenga que ser exacto en su duración.

Se debe recordar que mediodía también es una forma de llamar el punto cardinal opuesto al norte, sinónimo de “sur”. Hace unos años mediodía era la palabra favorita para aludir al sur de Francia, se decía o escribía acerca del Mediodía francés.

 

*AVALANCHAR

“En estos precisos momentos se AVALANCHA una multitud. . .”

En esta corta frase se detecta la existencia de varios errores. Estos se señalarán individualmente y se ofrecerá información acerca de algunas palabras que se asemejan.

La voz del título no aparece en sitio alguno. No se consigue rastro de ella. Se presume por su terminación que es un intento de crear un verbo. Esta presunción nace de la terminación de la voz y la construcción de la frase, pues parece que se trata de un movimiento de la multitud hacia un destino.

En la frase citada la conjugación (¿?) del verbo contiene una palabra, avalancha, que es conocida en español moderno. Se ha escrito moderno porque esa palabra quedó consagrada en el español cuando entró al diccionario académico en la edición de 1970 con la acepción “alud” (1970:146).

  1. Humberto Toscano en Hablemos del lenguaje, calificó la palabra avalancha de “viejo galicismo del siglo XIX”. Allí sostiene que ella “ha superado en el uso cotidiano” al castizo alud; sobre todo en las acepciones figuradas. (1965:334).

Si la palabra avalancha tuvo que permanecer en espera durante más de setenta años para obtener una sanción favorable, habrá que imaginarse la larga espera que tendrá que aguantar este invento que aparece en el epígrafe.

Ni en francés se ha conseguido un verbo de esta familia. Lo que sí existe es un adjetivo de esta familia de voces que apareció en 1927, a pesar de que avalanche figura en esa lengua desde el año 1611. En esa lengua esa es una voz importante por la frecuencia de aludes que se producen en invierno en las montañas con las caídas de nieve. Tiene incluso en francés sentido metafórico.

La voz francesa es un préstamo tomado del franco provenzal. Dictionnaire historique de la langue française (2012-I-249). Todavía en el siglo XVI en francés era lavanche que llegó a avalanche por el influjo de aval que en esa lengua es la parte inferior de un curso de agua o de un valle.

El alud del español no tiene nada que envidiar a la avalanche del francés, pues el vocablo castizo también alcanza a otras materias y no solamente a las masas de nieve que se desprenden por una vertiente.

Después de esta larga revisión, viene a la mente la idea de que el redactor quiso escribir algo parecido a “abalanzar(se)” que expresa “lanzar(se), arrojar(se) en dirección a alguien o algo”.

 

WORKSHOP

“. . . se harán los WORKSHOPS, donde se . . .”

No existe justificación alguna para continuar usando la voz workshop en español, cuando existen palabras del acervo común que sirven muy bien el propósito de nombrar el cursillo intensivo de enseñanza que en inglés denomina esa voz.

La lengua española ha ido lejos, hasta acomodar una acepción de una de sus palabras para cubrir exactamente las actividades que se hacen en los workshops. Lo que se esboza en la oración inmediatamente anterior a esta será desglosado en detalle en el cuerpo de esta exposición.

Fundéu de manera diáfana propugna la palabra “taller” para reemplazar el anglicismo workshop. Para justificar esa selección escribe que taller “hace referencia al concepto de ‘seminario’ o ‘reunión de trabajo’. La palabra seminario consta en la segunda acepción de taller, y en sí misma designa una clase de un profesor con sus discípulos para trabajos de investigación o, de trabajo en común de maestros y discípulos para labores de investigación o práctica de alguna disciplina.

Con esta respuesta Fundéu se aleja de la simple noción de “reunión de trabajo” para definirlo más bien como un concepto amplio de un, “Grupo de personas que realizan un trabajo persiguiendo un fin común”, que fue propuesto por el Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003:1348).

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias recoge la voz del inglés en letra cursiva y destaca su procedencia de la lengua inglesa. Ese lexicón escribe que esa voz es de uso en Chile, Nicaragua y Puerto Rico. En la actualidad se piensa que es de uso, además, en otros países hispanoamericanos. La acepción en este que acompaña a la palabra es, “taller, seminario”.

La voz inglesa forma parte de ese léxico desde el año 1562 y el Merriam-Webster´s Dictionary la define, “programa intensivo generalmente educativo para un grupo pequeño de personas, enfocado especialmente en técnicas y capacitación en un campo específico”. (Traducción RG).

© 2019, Roberto E. Guzmán

Mermejo, terminal/terminar, pender de/pender *en, abasto/*a bastos

Por Roberto E. Guzmán

MERMEJO

Esta voz es un dominicanismo por todos los costados. Esto así porque no existe la voz en ninguna otra variante de español conocida. Es una creación de los dominicanos con un significado propio; o mejor, con varios significados.

El Diccionario de americanismos recoge la voz del título con al significado de “dinero”. No puede evitarse el afirmar que antes de leer lo que ese diccionario consigna, ese valor no se conocía para esa voz.

En lugar del significado apuntado más arriba ya se había oído la voz mermejo para ponderar la dimensión o la importancia de algo. De esa manera también la han anotado varias obras dedicadas al estudio del español dominicano.

Una característica que hay que destacar con respeto a esta voz es que en el uso cuando se la ha oído y cuando se la ha usado esta generalmente se antepone al nombre de lo que se va a sopesar. Así se ha oído de boca de los hablantes de español dominicano decir, “En mermejo problema se ha metido”. “Andaba buscándolo con un mermejo cuchillo en la mano”.

De los ejemplos anteriores puede colegirse que el mermejo que se ha conocido significa o significaba “grande, enorme, extraordinario, mayúsculo, voluminoso”.

Con esta intervención se espera contribuir a que en el futuro los lexicógrafos tomen en cuenta las observaciones contenidas en este aparte para incorporarlas a los diccionarios que honran esa denominación.

 

TERMINAL – TERMINAR

“La base del conflicto es la construcción de una TERMINAR de autobuses. . .”

Las dos palabras que figuran en el título tienen una pronunciación muy parecida. Además, en algunas regiones de la República Dominicana pueden provocar mayores problemas por las características del habla de esas regiones. Entre las dos palabras estudiadas aquí solo existe una diferencia, es la consonante final.

Terminar es el infinitivo del verbo que indica poner fin o término a una cosa; consumir o agotar una cosa; tener una cosa fin y otras acepciones afines a estas.

Terminal tiene estrecha relación con la otra palabra en la acepción en que señala el fin o término de una cosa o situación. En el caso específico del texto reproducido a manera de ejemplo, la palabra significa punto extremo de una línea de transporte público.

Para poner fin al asunto de la confusión, se ofrece una clave que puede resolver el asunto. El infinitivo del verbo, como tal, termina con la consonante erre /r/. La otra palabra, la que lleva la ele /l/ al final, es el último sitio adonde llega un servicio de transporte público. No se piensa que sea tan difícil retener estos datos que permiten distinguir el verbo del adjetivo, o nombre. Si se retiene uno de modo firme, la confusión queda eliminada.

 

PENDER DE – PENDER *EN

“. . .consciente de que su corta y agitada vida PENDÍA EN manos de la . . .”

En muchas ocasiones las dudas que asaltan a los redactores con respecto de las preposiciones que deben seguir a algunos verbos les vienen de las palabras del complemento. Esto sucede en algunos casos, como el de la cita, porque el redactor no se da cuenta de que la palabra que sigue a la preposición se usa en sentido figurado. Aquí se analizará el asunto.

El verbo pender acepta más de una preposición para introducir sus complementos. Las preposiciones dependerán del significado que se elija de entre los que posee ese verbo. En esta sección se repasarán las varias acepciones del verbo que obligan a colocar una preposición en lugar de otra.

Sin lugar a dudas, la primera acepción que se reconoce para el verbo pender es, “colgar, suspender”, los dominicanos dirían guindar. Para esta significación la preposición que debe acompañar al verbo es DE. En sentido figurado este verbo indica también, “depender (de) y agarrar(se) (de). En los dos últimos casos la preposición que corresponde es DE.

Pender puede adquirir el sentido de “gravitar, pesar”, de modo que debe hacerse acompañar por la preposición sobre. Ejemplo: “Pende sobre su persona una acusación grave”.

Lo que se observa con respecto de este verbo es algo que sucede con muchos otros verbos, esto es, que cambian el sentido específico dependiendo de la preposición que los acompañe.

 

ABASTO – *A BASTOS

“. . .el dispensario . . .no da A BASTOS para servir a toda la población”.

Algunas palabras por sus similitudes pueden generar confusiones. Las preposiciones contribuyen en algunos casos al lío que se crea entre los vocablos que tienen parecido; esto de las preposiciones proviene de la forma en que el hablante integra en el habla las preposiciones a las palabras que vienen después de las primeras.

Abasto es una sola palabra que consta en todos los diccionarios de español porque es muy común en el habla. Si en la actualidad es palabra del habla diaria, antes lo era aún más.

Esa palabra entre otras significaciones es sinónima de abundancia, y es la provisión de bastimentos, especialmente víveres. En las labores de bordado es la parte secundaria. En Venezuela, informa el Diccionario de la lengua española, es, “tienda pequeña de alimentos”.

Dar abasto” es una locución verbal que expresa, “Dar o ser bastante, bastar, proveer suficientemente”.

El nombre basto por sí solo mantiene varias significaciones, es una carta de la baraja española; es un aparejo de caballería de carga. En funciones de adjetivo es, “grosero, tosco; aplicado a una persona indica que es tosca, de poca delicadeza.

El hábito de la lectura, sobre todo de la buena literatura puede ayudar a evitar este tipo de errores. La diferencia en casos como el que se repasa aquí se presenta cuando se lleva a la escritura lo que se dice en la conversación cotidiana, porque al escribir se hace necesario observar las separaciones y segregar las palabras como tales.

© 2019, Roberto E. Guzmán

 

Asirimbar, especia/especie, turistear, crescendo

Por Roberto E. Guzmán

ASIRIMBAR

Los hablantes de español dominicano renuevan constantemente los recursos de que disponen para expresarse. Esto lo hacen de forma sobresaliente en el uso de las voces que pueden considerarse vernáculas.

Puede observarse una actualización de este tipo en lo concerniente al verbo del título. En esta sección se abundará sobre el verbo que llena un vacío en el habla de los dominicanos, pues el adjetivo y el nombre de la misma familia formaban parte ya del español dominicano.

Los diccionarios de español dominicano hace largo tiempo que asientan la voz “sirimba”. El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias también inventaría esa voz como perteneciente al léxico dominicano. En ese diccionario se reconoce que la voz sirimba es de uso en Cuba y República Dominicana.

La acepción que asienta ese diccionario es, “Desvanecimiento, desmayo”. En lo recién expuesto no hay nada nuevo. Lo nuevo consta en el título de esta sección, pues por fuerza tiene que existir el verbo correspondiente, asirimbar. Esto así porque el diccionario antes mencionado registra la voz “asirimabao, á”. Para esta voz, trae la acepción siguiente: “Referido a persona, distraída, alelada, lela”.

Lo que llama la atención es que no se asienta el verbo asirimbar. Este verbo existe, pues se ha oído en las conversaciones de los nacionales dominicanos especialmente para referirse a medicamentos que ponen aleladas, distraídas, ausentes, a las personas que los usan.

Algo que se ha notado en el uso del nombre sirimba es que hasta donde se ha observado, esta se produce de manera súbita, sin aviso, sin que la víctima del desmayo o desvanecimiento haya percibido señales de que algo raro o diferente le va a ocurrir. Este rasgo se piensa que debe incorporarse en la acepción para sirimba porque en las definiciones para las dos palabras que se ofrecen como sinónimas para su definición esta característica no es intrínseca a ellas.

La sirimba según parece llegó antes a Cuba que a República Dominicana. En el Diccionario de voces cubanas de Constantino Suárez (1921:479) consta como “síncope, ligero desmayo”, Más interesante aún es la descripción que asienta el Diccionario ejemplificado del español de Cuba” (2016-II-441) “Desvanecimiento que sufre una persona debido a una emoción fuerte”. Eso se parece a esos “ataques de nervios” que sufren sobre algunas personas cuando pierden un ser querido. Ese patatús se conoce en el español dominicano como un “yeyo”.

Debe incluirse el verbo asirimbar en los diccionarios de español dominicano tomándose en cuenta lo que se ha explicado m´{as arriba como justificación para ello.

 

ESPECIA – ESPECIE

“. . .llegaban las más extraordinarias mercancías orientales como la seda, las ESPECIES. . .”

Algunas palabras que son semejantes a otras causan muchos inconvenientes a nivel del habla. A veces las confusiones entre ellas entorpecen la comunicación en el nivel de la lengua escrita también.

Antes de comenzar a enderezar el problema entre las dos palabras del título, y explicar las diferencias que existen entre ellas, se expondrá la razón por la cual se piensa que el hablante del español dominicano suele incurrir en este error.

La palabra favorita para los hablantes de español dominicano para denominar los condimentos en general es “sazón(es)”. Este vocablo es el equivalente de “especia”, pues para los dominicanos, especia queda relegada a una época en que Europa procuraba la ruta a los países productores de estas sustancias vegetales aromáticas.

En pocas palabras, especia es un vocablo que pertenece a la historia y no a la realidad diaria de los dominicanos. En otros países prefieren usar la palabra “adobo” para los mismos propósitos que el dominicano usa “sazón”; esto a pesar de que en los diccionarios el adobo aparece definido como “salsa o caldo”.

Con la exposición que se hizo ha quedado claro que especie es un concepto muy diferente y más complicado que especia. Se propone para evitar la confusión, retener en la memoria que la palabra con la A, es el (la) sazón y, con la E es la clase, grupo. De propósito se ha evitado entrar en mayores consideraciones con relación a las diferentes acepciones de las dos palabras del título.

 

TURISTEAR

“. . . a TURISTEAR a expensas de la caja chica. . .”

Este verbo es de incorporación reciente en el Diccionario de la lengua española de la Asociación de Academias. Hizo su aparición en la edición de 2014. Antes de eso ya constaba en el Diccionario de americanismos (2010) de esa asociación.

Con respecto de este verbo se ha hecho merecida justicia porque era de uso generalizado en once países de la América Hispana de acuerdo con lo que escribe el último diccionario mencionado. La acepción que asienta la mentada asociación es la que goza de mayor uso en el español hispanoamericano, “Dicho de una persona: Viajar por placer, visitando varios lugares en poco tiempo”.

El verbo turistear posee otras acepciones en el español americano. Es pasear, deambular sin rumbo o plazo fijo. Otra acepción es, recorrer lugares sin un destino o un plazo fijo. Además, vagar por distintos lugares sin hacer nada.

En República Dominicana llaman turista a la persona que no trabaja, al holgazán; aquella persona que aun cuando percibe un salario en una empresa o dependencia de la administración pública, no desempeña función alguna, es vago. En la mayoría de los casos, esas personas pasan el tiempo deambulando entre los demás, de allí es de donde se desprende el nombre.

Es fácil colegir que la palabra turista en español derivó del inglés tourist, que a su vez nació del inglés tour que se originó del viejo francés de la misma grafía. El origen remoto se remonta al latín tornare. El verbo turistear en español es una creación válida hispanoamericana.

 

CRESCENDO

“. . .regresaban siempre con noticias, que iban siempre CRESCENDO. . .”

En un momento u otro los articulistas y columnistas meten una que otra palabra en lengua extranjera. Los motivos para hacer esto son muy variados. Algunos lo hacen para demostrar sus conocimientos en lengua extraña al español. Otros lo hacen simplemente por “gadejo”.

En muchos de los casos quien escribe se olvida de revisar el significado de esas voces extranjeras y cae en error. En otros casos, sobre todo con los latinismos, los escribientes les anteponen preposiciones que no caben en esas locuciones por la naturaleza misma de estas.

Con respecto de crescendo hay que tener en cuenta que su primer campo de acción corresponde a la música, aunque el italianismo ha pasado a las lenguas internacionales y ha trascendido las fronteras de la música. No puede olvidarse que son muchas las palabras italianas del campo de la música que han pasado a lenguas extrajeras.

Algo que no puede olvidarse es que por ser una voz extraña a la lengua española esta voz, crescendo, debe presentarse en itálica o entre comillas al escribirla cuando se la acompaña de palabras españolas.

Puede escribirse que la voz crescendo está acreditada en el español internacional si se tiene en cuenta que el Diccionario de la lengua española la inventaría, pero lo hace en letra itálica en sus páginas. En el aparte en que ese diccionario reconoce la voz, informa acerca de su origen, voz italiana, derivada del latín crescendo, gerundio de crecer en la última lengua.

En el ámbito de la música consigna ese lexicón que es, “Aumento gradual de la intensidad del sonido”. Crescendo es también la anotación en la partitura que introduce el aumento gradual de la intensidad del sonido. En sentido general sirve para expresar, “Aumento progresivo de algo”. En el habla se pronuncia imitando la forma de hacerlo en italiano, creshendo.

Además de lo anterior, se registra allí la locución adverbial in crescendo que debe interpretarse en tanto, “Con aumento gradual”. Cada lengua acepta la voz italiana con variantes de matices; el inglés entiende que es “aumento gradual en poder y volumen”. El francés no añade nada nuevo a lo ya expuesto. La lengua portuguesa ofrece como sinónimos, “progresión, gradación”, que para el primero de los dos es una ampliación con respecto a las otras lenguas. Estas dos voces deben ser interpretadas con el acompañamiento de aumento, aumento progresivo, gradación progresiva.

© 2019, Roberto E. Guzmán

Baldado (baldao), brochure, «foam», reportajista

Por Roberto E. Guzmán

BALDADO (BALDAO)

Antes de entrar en el meollo del vocablo del título debe hacerse justicia. La noticia acerca de esta voz se debe a la información ofrecida por el académico de número de la Academia Dominicana de la Lengua D. Rafael Peralta Romero quien en compañía de D. Antoliano Peralta Romero ofreció las nociones sobre esta voz.

Baldado (baldao) es el hombre que posee un pene de dimensiones desmesuradas. Es posible que esta voz tenga relación con el baldado más conocido del español que da a entender que una persona tiene un impedimento físico, tal como una lesión o, inutilizada una extremidad o, algún tipo de invalidez. Habrá quien piense que esta desproporción del pene no constituye un impedimento.

El baldado de la lesión en una extremidad se conoce también en el español dominicano, aunque no consta en todos los diccionarios de español dominicano. Por las noticias de los dos baldados tratados en esta sección, se entiende que pertenecen al español del suroeste dominicano.

Solo una obra de entre las publicadas dedicada al español dominicano trae noticias de este baldado. Esta obra no cumple con todos los requisitos para que se la considere un diccionario, pero demuestra una vez más que la labor paciente de una persona puede producir frutos que merecen considerarse.

En la misma región mentada antes, suroeste, dicen que un niñito está baldado cuando los testículos están inflamados sin que haya una explicación inmediata para ello.

Hay que tener en cuenta que en los casos anteriores de los hombres que tienen un pene prominente, de ellos se dice en el español dominicano que están o son lisiados, lo que concurre a reforzar la misma idea de baldado.

 

 BROCHURE

“. . .ni hay BROCHURE educativo”.

Este brochure hace rato que anda de boca en boca y de texto en texto. Parece que tiene el poder de encantar a los hispanohablantes. Lo anterior es cierto, a pesar de que hay que matizarlo debido a que ese galicismo ha penetrado en otras lenguas como se verá más abajo. Se aprovechará la presente ocasión para ilustrar otros aspectos acerca de la voz francesa.

En francés, el sustantivo brochure es femenino. En español puede afirmarse que es un folleto, un libro pequeño u obrita encuadernada, forrada, o sea, un volumen de poca monta. Es una obra impresa de reducido número de páginas. La palabra francesa deriva de broche que es la aguja con que se cosen las páginas de un libro.

En inglés también entró la voz brochure, pero en esa lengua consideran que es un pamphlet. La definición de la voz inglesa es la de una publicación impresa sin carátula, o con una cubierta de papel. Esta voz del inglés no corresponde en todos sus aspectos con el “panfleto” del español. La traducción de la voz brochure del inglés se hace al español con los vocablos folleto o panfleto.

La lengua italiana ofrece una descripción del brochure en tanto obra de pocas páginas, de cubierta sencilla, pegada o cosida, recubierta de papel o de un cartón flexible. En italiano han decidido representar la voz francesa así, brossura. Los brasileños dieron solución al asunto introduciendo una palabra acomodada a su lengua, brochura, que sirve para expresar la idea de folleto, u opúsculo encuadernado.

En el español americano, en Costa Rica, Estados Unidos, Panamá y Puerto Rico, se escribe brochur, que más o menos representa el sonido en español de la voz francesa. El Diccionario de americanismos (2010) registra el brochur (masculino) usado en Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica como un “Folleto o pequeña obra impresa de carácter informativo sobre un determinado tema”. En el diccionario oficial de la lengua española no aparece el brochure escrito de ninguna forma.

 

FOAM

“. . .tal cual botella plástica o como vaso FOAM”.

No es un secreto que la sustancia con que está fabricado el vaso mencionado en la frase citada está escrita en una lengua extraña al español; es una voz del inglés.

Cuando se usa la palabra foam para designar esa sustancia se elige la solución más fácil; es decir, se selecciona la palabra más corta. Esta solución contradice la teoría de que los escribientes prefieren las palabras más largas.

En este caso como en muchos otros de la vida moderna, lo que sucede es que se desconoce la palabra en español para designar el material que corresponde a la voz del inglés. Como en otras ocasiones, el material o sustancia con que está fabricado el recipiente entró al mercado internacional desde costas ajenas a las de habla española, desde allí se propaga esa voz

El vaso que se obtiene con este procedimiento de fabricación es muy ligero y, además, es aislante, cualidad la última que lo hace adecuado para expender bebidas que se conservan durante más largo tiempo a la temperatura deseada.

El inconveniente con el material mencionado con la voz foam es que no es biodegradable, y en consecuencia, contamina el ambiente.

La traducción que se considera más afortunada para el material, foam, es “espuma de poliuretano” y, para la palabra foam, en general es espuma. En el español de los Estados Unidos y Puerto Rico se conoce otro foam, que es la espuma de afeitar.

El poliuretano es una, “Resina obtenida por condensación de poliésteres, caracterizada por su poca densidad”. Diccionario del español actual (2005-II-3607).

Se preconiza la traducción “espuma” por la comodidad y porque se piensa que prenderá mejor en el español que una más exacta, pero más larga. En la cita pudo escribirse “vaso de espuma”.

 

REPORTAJISTA

“. . .en el rol de REPORTAJISTA . . .”

Para una lengua como la española, el vocablo del título es nuevo. Solo tiene unos años en la lengua. Todavía no ha entrado en los diccionarios de español internacional. Se ha hecho la búsqueda en otros diccionarios, pero no se ha encontrado noticia del vocablo.

La palabra que más se asemeja a la del título es reportaje. En sentido lato el reportaje es un género de periodismo informativo. Este reportaje no es solo texto, pues puede ser acompañado de fotografías. En prensa suele llevar una cabeza compleja y va firmado por su autor. Existen varios tipos de reportajes en periódicos impresos. Uno de ellos es el reportaje moderno que es una “narración objetiva, escrita en tercera persona o de manera impersonal”. Diccionario del periodismo (1981:170-1).

El reportaje es una narración que tiene alguna relación con la actualidad. Es esencialmente informativo, como se escribió antes, objetivo en cuanto al modo y redactado en estilo directo. “Se diferencia de la información pura y simple por la libertad expositiva de que goza el reportero”. Géneros periodísticos (1986:65-6).

Con respecto de la terminación -ista este componente de palabra se une a nombres de profesión o doctrina base para indicar que la persona así designada trabaja, se ocupa o tiene esa profesión, y en el caso de la doctrina, que es partidario de ella. De este modo en el caso de las profesiones forma sustantivos

Hay que pensar con respecto de la voz del epígrafe, que se ha tomado como base la palabra reportero que en sí designa al periodista que se dedica a recoger y redactar reportajes.

La única explicación que puede ofrecerse para justificar la creación de la nueva voz es establecer una diferencia entre el reportero y el reportajista. Esta diferencia redundará en beneficio del reportajista por considerar a este/a de mayor categoría que a quien se llama solamente reportero. Quizás más bien se tomó como base la palabra reportaje; pues reportero en sí mismo vale para expresar por su terminación el oficio, profesión, ocupación o puesto.

© 2019, Roberto E. Guzmán

 

Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

 

GÉNERO Y VARIACIÓN DE SIGNIFICADO DE ALGUNAS PALABREAS

El ingeniero Alejandro Merino, en cuya cabeza el estudio de nuestra lengua  merece sitio  a parte. Él ha sugerido el tema  en torno a un grupo de palabras homónimas  que varían el significado  según que se empleen en masculino o en femenino.

Precisamente el género  indica que son palabras diferentes  dos que se escriben de la misma manera pero tienen diferente origen y significado. Veamos: el orden, la orden; el cólera, la cólera; el editorial, la editorial; el génesis, la génesis;  el guía, la guía; el cabeza, la cabeza; el moral, la moral; el levita, la levita;  la atalaya,  el atalaya; el margen, la margen; el guardia, la guardia, el esperma, la esperma, el cura, la cura, el corte, la corte.

1-Cólera.  Procede del latín  cholĕra, bilis. En femenino significa: 1. f. Ira, enojo, enfado. Y en masculino es el nombre de una  enfermedad gastrointestinal epidémica.

2-Editorial .Como adjetivo es igual para ambos géneros: política editorial,  consejo editorial.  Es masculino  cuando se refiere al artículo no firmado que expresa la opinión de un medio de comunicación sobre un determinado asunto: el editorial de hoy.  En femenino, suele nombrar  a una casa editora: Editorial Gente.

2- Génesis. Masculino, origen o principio de algo. El libro de la Biblia que cuenta el origen del mundo  es el Génesis.  Pero en forma femenina significa: serie encadenada de hechos y de causas que conducen a un resultado (Hay que buscar la génesis del problema).

3- Guía. Femenino.  De guiar, es aquello que dirige o encamina. Tratado en que se dan preceptos para encaminar o dirigir en cosas, ya espirituales o abstractas, ya puramente mecánicas. En masculino guía es sinónimo de volante (pieza del automóvil). El Diccionario presenta otras acepciones de guía en masculino, citemos una más: Persona autorizada para enseñar a los forasteros las cosas notables de una ciudad, o para acompañar a los visitantes de un museo y darles información sobre los objetos expuestos.

4- Cabeza. La cabeza es la parte superior del cuerpo, en la que está situado el cerebro. Es sustantivo  masculino para indicar persona de mayor responsabilidad en una familia que vive reunida.

5-Moral- Femenino.  Doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican.  f. Conjunto de facultades del espíritu, por contraposición a físico. Moral es también un árbol oriundo de Asia, de la familia de las moráceas cuyo   fruto es la mora.

6-Levita. El levita es para judíos un sacerdote dedicado al servicio del templo. Mientras la levita es una prenda masculina de etiqueta, más larga y amplia que el frac.

7- Atalaya. Torre hecha comúnmente en lugar alto, para registrar desde ella el campo o el mar. Se ha llamado el atalaya  al hombre destinado a registrar desde la atalaya y avisar de lo que descubre.

8-Margen. Femenino.  Extremidad y orilla de una cosa. Margen del río, del campo.  En masculino: Espacio que queda en blanco a cada uno de los cuatro lados de una página manuscrita, impresa, grabada.

 

9- Guardia (femenino). Acción de guardar . f. Conjunto de soldados o gente armada que asegura la defensa de una persona o de un puesto. . f. Defensa, custodia, protección. Cuando se trata de un miembro de la guardia, asume el masculino: un guardia, el guardia.

10- Esperma. Semen. Es de ambos géneros cuando se  refiere a la  sustancia de las abejas para hacer velas. Cera.

11- Cura.   Sacerdote  católico. En femenino, cura es lo mismo que  curación.

-12- Corte. Masculino.  Acción y efecto de cortar o cortarse.  Sección por donde ha sido cortada una pieza de carne, un embutido, etc. Este jamón tiene buen corte. Cambia femenino cuando se refiere a   Medio que se toma para cortar diferencias y poner de acuerdo a quienes están discordes. Tribunal de justicia: la corte.

 

EL ORDEN NO SE ESTABLECE CON UNA ORDEN

El artículo anterior se refirió  a un grupo de palabras homónimas  cuyo  significado  varía  según que se empleen en masculino o en femenino. De esa lista hemos discriminado  el vocablo /orden/para resaltar su amplio valor semántico.

El Diccionario de la lengua española  atribuye veintiuna acepciones a esta palabra, tanto en género masculino como femenino,  y registra treinta y cinco  locuciones  formadas con este vocablo, en las que también  se intercalan los usos en masculino y femenino: el orden de batalla , el orden del día, a la orden, de orden, la real orden.

El vocablo /orden/ procede  del latín  ordo. Su primera acepción  es  como voz masculina: “Colocación de las cosas en el lugar que les corresponde”. Siguen estas: 2. m. Concierto, buena disposición de las cosas entre sí. 3. m. Regla o modo que se observa para hacer las cosas.

El orden tiene que ver también con el ámbito de materias o actividades en el que se enmarca alguien o algo.” En el orden social”.  “En el orden político”.  La sexta acepción, también en masculino,  se refiere al nivel o categoría que se atribuye a alguien o algo. “Es un profesional de primer orden”.

Algunas acepciones  y  locuciones  corresponden a la arquitectura. Por ejemplo: Cierta disposición y proporción de los cuerpos principales que componen un edificio.

En  botánica  y zoología, se denomina orden (en masculino) a “cada uno de los grupos taxonómicos en que se dividen las clases y que se subdividen en familias. Orden de los artiodáctilos”.

En la  lingüística se habla del orden gramatical, mientras en  la  música se trata de una cuerda de un instrumento musical, o grupo de dos o tres cuerdas, que representan una única nota y se tocan de una sola vez.

En la religión católica conocemos  como orden uno de los siete sacramentos, que reciben los obispos, presbíteros y diáconos. El orden episcopal, el orden sacerdotal.

Femenino

El más conocido uso en femenino  del vocablo orden (la orden, una orden) se vincula al sentido de “mandato que se debe obedecer, observar y ejecutar”. Sin embargo,  antes que esa acepción (número 17), en el Diccionario académico aparece esta: 16. f. Instituto religioso aprobado por el papa y cuyos individuos viven bajo las reglas establecidas por su fundador o por sus reformadores, y emiten votos solemnes.

Esas son las llamadas órdenes religiosas (salesianos, jesuitas, mercedarios…). Pero también se mencionan en femenino  “Cada uno de los institutos civiles o militares creados para premiar por medio de condecoraciones a las personas con méritos relevantes”. La Orden de Duarte, Sánchez y Mella, la Orden de Cristóbal Colón, la Orden de Alfonso X el Sabio.

Nos referimos a la orden cuando pedimos al camarero de un restaurante algo para comer o beber. Lo  curioso es que  de acuerdo al Diccionario ese uso se limita a tres países: Cuba, México y República Dominicana.

Aunque la referencia al orden sacerdotal se emplea en masculino, en la  vigésima acepción de  la palabra se plantea lo siguiente: “20. f. Rel. Cada uno de los grados del sacramento del orden, que se van recibiendo sucesivamente y constituyen ministros de la Iglesia”. Es decir que podríamos decir de un religioso que “Ya recibió la orden de diácono y se prepara para la orden de presbítero”.

También se aplica el femenino (la orden) para nombrar cada una de las filas de granos que forman la espiga.

 

¿POR QUÉ  LOS DOMINICANOS LLAMAMOS “TAJO” A LA CARNE?

Los estudiosos de la lengua atribuyen origen rural al uso de la palabra /tajo/  con el significado de carne.  Hasta hace  pocas décadas  la mayoría de la población dominicana  vivía en el campo. Como  los campesinos hemos emigrado hacia los centros urbanos y escribimos en periódicos y  libros, firmamos decretos y cartas pastorales, aprobamos leyes y dictamos cátedras universitarias, es de presumirse que el vocablo tajo,  carne comestible,   se haya asentado en nuestro hábitat.

De verdad, la voz tajo deriva del verbo /tajar/  y el Diccionario de la lengua española  le atribuye las siguientes acepciones:

  1. m. Corte hecho con instrumento adecuado.2. m. Sitio hasta donde llega en su faena la cuadrilla de operarios que trabaja avanzando sobre el terreno; como la de mineros, segadores, taladores, etc.3. m. Escarpa alta y cortada casi a plomo. 4. m. Filo o corte. 5. m. Pedazo de madera grueso, por lo regular afirmado sobre tres pies, que sirve para partir y picar la carne sobre él. 6. m. tajuelo (‖ banco rústico). 7. m. Trozo de madera grueso y pesado sobre el cual se cortaba la cabeza a los condenados. 8. m. coloq. tarea (‖ trabajo que debe hacerse en tiempo limitado). 9. m. coloq. Lugar en el que se trabaja. Me voy al tajo.10. m. Esgr. Corte que se da con la espada u otra arma blanca, llevando el brazo de derecha a izquierda. 11. m. Zam. tabla de lavar. 12. m. C. Rica. cantera (‖ sitio de donde se saca piedra). 13. m. desus. Corte  o hechura de un vestido.

Ninguna de las acepciones hace referencia a carne, pero sí a trozo, pedazo, corte. La asociación podría ser que un trozo de carne es un tajo. Pero hay otros detalles  que ayudan a la aproximación. Por ejemplo, el verbo tajar significa “Dividir algo en dos o más partes con un instrumento cortante”.

El participio de ese verbo es tajado, que al hacer la función de adjetivo asume el femenino tajada: “1. adj. Dicho de una costa, de una roca o de una peña: Cortada verticalmente y que forma como una pared. 2. f. Porción cortada de algo, especialmente de carne cocinada”.

Ya ven,  en la segunda acepción aparece el vocablo carne. Es decir, una  tajada es una porción de carne. Bien sabido es que en  el habla dominicana predomina  para tajada el significado de  pedazo de una naranja. Se ha hecho extensivo el término, como sustantivo,  para indicar  los beneficios que recibe una persona –generalmente un funcionario público- en una negociación  que implica recursos del erario: “La obra no sirvió, pero al  ministro no le importa porque  ya cogió su tajada”.

El participio activo del verbo tajar es tajante: que taja.  El Diccionario lo registra así: 1. adj. Que taja. 2. adj. Concluyente, terminante, contundente. 3. m. carnicero (‖ persona que vende carne). ¡Eureka!  Ahí está, en la tercera acepción,  tajante es sustantivo y equivale a carnicero.

La Nueva gramática de la lengua española, página 481, cuando  trata de las voces terminadas en –nte (originadas en el participio activo)  indica lo siguiente: “Entre los muchos nombres de oficio  en –nte perdidos  o poco usados, cabe señalar aprovechante, bailante, (hoy bailarín, bailador, bailaor y bailón, de sentido distinto), musicante o trabajante. Con el sentido del actual carnicero se usaban antiguamente  tajante y cortante”.

Si tajante equivale a carnicero, no es de extrañar que lo que vende sea tajo, es decir carne. (Publicado en EL NACIONAL  el domingo 6.1.19)

 

METURA

Sin la “metura” la comida está incompleta

En la gastronomía de la pobreza no se emplea el vocablo guarnición, que eso (arroz, yuca, ñame, plátanos, batata o yautía)  sirve como elemento principal al que hay que buscarle una metura. El  sello clasístico  del comer impone también su terminología.

En la gastronomía del buen vivir la guarnición es cosa secundaria, porque  el componente  principal  es proteína de origen animal: carnes, pescado o marisco. ¿Con qué lo prefiere?, suele preguntar el camarero del restaurante, luego de que el cliente haya seleccionado pescado, carne o marisco. A seguidas podría precisar las opciones: puré de papas, papas salteadas, vegetales o arroz blanco.

En la casa del pobre, la esposa preguntará: ¿Con qué nos vamos a comer los víveres? Y remacha: Aquí no hay nada de metura. “Trozos sin metura,  está fuerte eso…”, responderá el hombre. La metura se marida con lo que en otras mesas se llama guarnición. El Diccionario académico define guarnición de este modo: “Complemento, generalmente de hortalizas, legumbres, etc., que se sirve con la carne o el pescado”. Procede del verbo guarnir.

Tengo testimonios de personas procedentes de diferentes regiones del país que emplean el vocablo metura  para nombrar a la parte de la comida que otros llaman compaña e incluso grasa. En Miches y otros puntos del Este, metura es término común.

El Diccionario del español dominicano no reconoce  el vocablo metura, aunque sí su sinónimo /compaña/. Pero su definición resulta incompleta: “Guarnición de un plato principal”.  Para el común de los hablantes, compaña es el componente proteínico y no los frutos de origen vegetal.  Aunque el aguacate, por su contenido graso, ha sido empleado –gastronomía de la pobreza-  como compaña o metura.  Se le menciona con  el apelativo “chicharrón de bosque”.

El vocablo metura no  aparece en el Diccionario de la lengua española ni  la registra don Max Uribe en su célebre diccionario de dominicanismos.  Tampoco  ha sido incorporado en el Diccionario del español dominicano. Aunque, bueno, hay que señalar que  esta obra, auspiciada por la Academia Dominicana de la Lengua,  recoge la forma /mestura/ con  las siguientes  acepciones: mezcla, rural. 2. Carne o frituras que acompañan al plato básico de arroz y habichuelas.

La  palabra metura como  su parónima /mestura/ se presumen  derivadas –o corruptela- de mixtura, voz procedente del latín que significa: 1. f. Mezcla, juntura o incorporación de varias cosas. 2. f. Pan de varias semillas. 3. f. Med. Poción compuesta de varios ingredientes.

Temas idiomáticos

Por María José Rincón

 

 UN EMBLEMA ACTUAL

08 / 01 / 2019

El lema de la Real Academia Española, «Limpia, fija y da esplendor», triunfó sobre otras propuestas, como aquella de «Aprueba y reprueba» que hoy, que todo nos hiede y nada nos huele, habría levantado ampollas. Por allá por 1713, cuando fue fundada la RAE, estaba asentada la idea de que cada lengua alcanzaba un momento de apogeo que era necesario mantener.

En su emblema, un crisol sobre el fuego simboliza el trabajo con una sustancia noble y maleable, la lengua, de la que, como si de un metal se tratara, hubiéramos de separar la escoria. No se me solivianten por el uso de la palabra escoria. En su acepción originaria se refiere a la sustancia procedente de la parte menos pura del metal que se separa cuando este metal se funde en el crisol.

Como nos aconsejaba Lázaro Carreter, quien fue director de la RAE, «bien está que el célebre emblema se recuerde tanto», pero tengamos presente sus estatutos actuales: «La Real Academia Española tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que tal evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como este ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor».

Los estatutos advierten de que esta tarea debe hacerse con las Academias americanas y, como bien apunta Lázaro Carreter, «en concurrencia con todos cuantos, hablando y escribiendo, contribuyen a ese esplendor». Los años de trabajo con la lengua y su saber filológico destacaban esta otra misión académica: «velar por que el español pueda seguir siendo mucho tiempo más la lengua con que una parte enorme de la humanidad ha escapado a la maldición de Babel».

  

SALAMI DOMINICANO

15 / 01 / 2019

Entre las curiosidades que nos dejó 2018 está la peculiar invitación de Induveca, empresa de productos cárnicos, a sus seguidores en las redes sociales, y se entiende que consumidores de sus productos, a firmar una solicitud para que la Real Academia Española incluyera el *Salami Dominicano, (así tan cual, con sus mayúsculas y todo) en el Diccionario de la lengua española. Para ello propusieron la etiqueta #ElSalamienlaRAE. La curiosa iniciativa empresarial denota, al menos, que sabemos poco de cómo se hacen los diccionarios en general, y el Diccionario de la lengua española de la RAE en particular.

Si buscamos en el DLE ¬¬—y recuerden que pueden hacerlo gratuitamente en la versión en línea— encontraremos esta definición de salami; ‘Embutido hecho con carne vacuna y carne y grasa de cerdo, picadas y mezcladas en determinadas proporciones, que, curado y prensado dentro de una tripa o de un tubo de material sintético, se come crudo’. El salami, como la palabra que lo designa, tiene su origen en Italia. Me imagino que, como pasa con el sancocho o con el cocido, cada maestrillo tiene su librillo y cada zona, fabricante o cocinero tiene su propia receta y su forma de comerlo. Todas no caben en una definición lexicográfica. Los rasgos generales de «nuestro» salami pueden descubrirse en la definición académica. Quizás algunos rasgos diferenciadores podrían convertirlo en un dominicanismo semántico o, tal vez, aquello a lo que nosotros llamamos salaminunca fue salami.

Me permito un consejo a las empresas para sus iniciativas relacionadas con la lengua o con el diccionario: cuiden con esmero la ortografía y la redacción; de lo contrario sus promociones serán contraproducentes. En cualquier caso sigan comiéndose su salami como más les guste.

 

PRIMERA CONSULTA DEL AÑO

22 / 01 / 2019, 12:00 AM

Una de las primeras consultas del año versa sobre la corrección del uso de *haiga como primera o tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber. Una consulta a primera vista sencilla, pero que nos puede servir para aprender muchas cosas de cómo funcionan la lengua y sus diccionarios y la valoración que de ellos hacen los hablantes.

Algunos lectores consideran que la forma *haiga es incorrecta por tratarse de una «falta de ortografía»; otros creen que su ausencia del Diccionario de la lengua española de la RAE (y, añado yo, de la mayoría de los diccionarios) es un indicio evidente de su incorrección.

Los hablantes no van mal encaminados al considerarla una forma incorrecta, pero esta incorrección no tiene que ver ni con la ortografía ni con su ausencia del diccionario. Por supuesto, si la buscan tal cual en el diccionario no la encontrarán, como tampoco encontrarán ninguna forma verbal conjugada. Los verbos se buscan en el diccionario por su infinitivo. Si buscamos haber en el DLE podremos consultar su conjugación y confirmar que la forma verbal correcta para el presente de subjuntivo de este verbo es haya.

A los que me consultaron respondí en mi cuenta de Twitter (@Letra_zeta) que el uso de *haiga está desaconsejado porque es considerada por los hablantes cultos como una forma vulgar. Como bien respondió el servicio de consultas lingüísticas de la RAE en su cuenta de Twitter (@RAEinforma) «esta forma ha sido siempre ajena a la norma culta del español; hoy pervive como vulgarismo, fuertemente estigmatizado, en el habla popular y rural». Existir, existe; pero, parafraseando a mi admirado y añorado Mariano Lebrón Saviñón, «usted no lo diga».

Voces y ecos: «El sueño era Cipango» (2 de 2)

Por Rafael Peralta Romero

 

(2 de 2)

“El sueño era Cipango”, de Bruno Rosario Candelier, no es una novela fantástica, pero es rica en elementos fantásticos, en los que encuentra especial cabida el personaje principal de la mitología dominicana, que es la ciguapa.

No es una novela histórica, aunque se haya alimentado de  hechos de tal naturaleza, realizados por personas reales. De ninguna manera puede asociarse al documentalismo, sino que  Rosario ha sumado a los sucesos y personas reales las acciones y personajes   necesarios para cumplir su  propósito: una obra de creación, que es el fin primario de todo arte, y la literatura es arte.

La atmósfera corresponde al siglo quince en la isla Española, agitada por  la carga de vicios, ambiciones y pasiones procedentes del reino de Castilla.

Rosario ha tomado de pretexto de la fundación de La Isabela, con las  consiguientes  acciones nefastas de los conquistadores, el saqueo de las riquezas naturales,  el sojuzgamiento a los nativos, las diferencias políticas entre ellos  (roldanistas y colombistas), las protestas de los aborígenes encabezados por Caonabo y otras acciones derivadas de las  circunstancias políticas y de las condiciones materiales de existencia en la colonia, para edificar un sólido edificio literario en el que ha alojado  el corpus doctrinal interiorista.

La  siguiente reflexión   ilustra sobre el contenido político de la obra: -Qué ironía –dice fray Texada- con la cruz, el signo de redención, trajimos la espada, el signo de  opresión.

Podría decirse, a modo de conclusión,   que “El sueño era Cipango” es una novela perfectamente tramada para cuya composición el autor ha empleado una carta de navegación, a diferencia de los novelistas que suelen decir que no elaboran  guía ni mapa conceptual para trabajar sus obras, sino que las componen de acuerdo a como le vayan afluyendo los hechos.

Es bien sabido que las narraciones de largo aliento le demandan al autor un plan de trabajo, lo cual le facilitará  la creación de un mundo en el que nada falte ni nada sobre y al final todo quede como tenía que quedar.

Bruno ha creado una novela ceñida a un marco histórico,  ambientada en un diminuto espacio geográfico y comprometido con una particular filosofía estética y un ideal de la creación literaria. Este libro es producto de reflexiones profundas y todos los argumentos empleados en su elaboración  están destinados a conducir el componente activo de la obra, que es la trascendencia.

Historia, fantasía y  metafísica confluyen armoniosamente, canalizadas por la técnica de novelar, para  lograr “El sueño era Cipango”, una novela diestramente estructurada.

(A publicarse el viernes 11.1.19)