Por Rafael Peralta Romero
22/02/2022
PALABRAS MALSONANTES (CONTINUACIÓN)
(El escritor Sélvido Candelaria continúa con sus apreciaciones sobre las palabras consideradas “malsonantes” por los académicos de la lengua española. El domingo 9 de enero de 2022 se publicó la primera entrega). A continuación, el escrito de Candelaria:
Las llamadas palabras malsonantes (vea usted qué paradoja) casi siempre son las que se refieren a acciones o elementos que tienen que ver con las actividades más naturales del ser humano. Antes vimos el verbo usado para señalar actos coprológicos que, quizás por el hedor que provocan, no son bien vistas en los círculos refinados; sin embargo (y seguimos con lo antojadizamente discriminante que son los clasificadores de las palabras) dentro de sus mismas nomenclaturas, los señores censores, se vuelven un disparate. Por ejemplo:
No sabemos si por la impresionante apología que hizo don Francisco de Quevedo y Villegas sobre la palabra culo, esta, a pesar de ser el conducto natural para que se realice la acción de defecar, en las definiciones básicas, no aparece tachada de “malsonante” ni de “vulgarismo”; a lo más que se llega es a la benigna calificación de coloquial. Ilustro eso con copias textuales desde el diccionario de la RAE.
Culo
Del lat. culus.
- m. Conjunto de las dos nalgas.2. m. En algunos animales, zona carnosa que rodea el ano.3. m. ano.
…
Ahora bien, a partir de ahí, los mismos eruditos de la Academia, comienzan a enmarañar el asunto.
El culo del mundo
- m. coloq. Lugar muy lejano.
a tomar por culo, o por el culo
- locs. advs. malsons. vulgs. a hacer puñetas. Manda ese trabajo a tomar por culo y búscate otro.
- locs. advs. malsons. vulgs. Muy lejos. Lanzó el balón a tomar por culo.
Con el culo al aire
- loc. adv. malson. coloq. En situación comprometida por haberse descubierto algo. Su actuación nos dejó con el culo al aire.
Confundir el culo con las témporas
- loc. verb. malson. coloq. confundir la velocidad con el tocino.
dar por culo, o por el culo
- locs. verbs. malsons. vulgs. sodomizar.
¿Alguien me puede explicar cuál es la razón que se argumenta para determinar por qué en unos casos, la misma palabra es, “bien sonante” y, en otras, “malsonante”?
Lo mismo con la palabra singar.
Según el mataburros, este verbo se manifiesta en dos acepciones:
Singar
- intr. Mar. Remar con un remo armado en la popa de una embarcación, manejado de tal modo que produzca un movimiento de avance.
- intr. malson. Cuba, R. Dom. y Ven. Realizar el coito.
Notemos que casi siempre, cuando se refiere a un acto consustancial a la naturaleza humana, las palabras son señaladas como “malsonante”, no obstante tener las mismas grafías y el mismo sonido (además, en este caso, de la genial analogía que se hace en la última acepción, con el primer significado) de otras que son dadas como buenas y válidas, al no aplicársele ningún sambenito.
Esto es lo que me ha llevado a pensar en una conjura contra ciertos conceptos, por intereses muy particulares. Una conjura que, sin embargo, no incluye la palabra más fea, rastrera y malsonante que pueda existir en nuestro idioma (y en cualquier otro) por el contenido de dolor e inhumanidad que descarga al pronunciarse o escribirse: hambre.
29/02/2022
VOCES TAÍNAS QUE NO SOSPECHAMOS QUE LO SON
En conversación reciente con el doctor Max Puig Miller, salió a relucir la cuestión de las palabras indígenas de la isla de Santo Domingo que han tenido mayor repercusión y uso universal. Sin escrutinio alguno coincidimos en que la voz /huracán/ supera a todas. A seguidas el distinguido intelectual mencionó el vocablo /tabaco/ como una de las voces de nuestros antepasados más divulgadas en el mundo, yo, aunque menos seguro que él, asentí.
“Viento muy impetuoso y temible que, a modo de
torbellino, gira en grandes círculos, cuyo diámetro crece a medida que avanza apartándose de las zonas de calma tropicales, donde suele tener origen. Así la define el Diccionario de la lengua española. Esta definición guarda estrecha vinculación con el concepto de huracán usado en la lengua taína.
El escritor Rafael García Bidó, citando al cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, explica de este modo la etimología taína de la palabra huracán: “hu es viento, ra energía, can centro; huracán es viento concéntrico”. (Voces de bohío/ Vocabulario de la cultura taína, Archivo General de la Nación, Santo Domingo, 2010, pág. 82).
Esta voz criolla ha sido traducida a más de una docena de lenguas y en casi todas conserva lo esencial de su grafía original: hurricane, inglés; ouragan, en francés, furacao, portugués; uragano, italiano; furacán, gallego; hurrikan (húngaro y otras lenguas europeas).
En cuanto a la palabra /tabaco/ hay detalles que señalar. El Diccionario académico ubica su origen en el árabe clásico (?ub[b]aq) y asegura que antes del descubrimiento de América se aplicó ese nombre “a la olivarda, el eupatorio y otras hierbas medicinales que mareaban o adormecían; cf. Atabaca”.
García Bidó, en la obra citada, transcribe una explicación atribuida al padre Las Casas que concluye de este modo: “… tenían otra manera de yerba como propias de lechugas, y éstas secaban al sol y al fuego, y hacían de unas hojas de árbol secas un rollete como se hace un mosquete de papel y metían dentro de aquella yerba y encendían el mosquete por una parte, y por la otra sorbían o atraían el humo hacia adentro del pecho, lo cual les causaba un adormecimiento en las carnes y en todo el cuerpo, de manera que no sentían hambre ni cansancio, y estos mosquetes llamaban tabacos” ( pág. 121).
La lengua taína fue la primera encontrada por los europeos, quienes contribuyeron a divulgarla. Otro factor que contribuyó a la expansión de términos taínos fue que esta etnia pobló otras islas (Puerto Rico, Bahamas, Cuba). La lexicógrafa María José Rincón, académica de la lengua, ha apuntado setenta palabras taínas en el Diccionario de la lengua.
Entre los nombres comunes (cosas, animales, alimentos, frutos agrícolas) tenemos y empleamos una amplia colección de vocablos de origen indígena que ni siquiera sospechamos que lo sean. Algunas de esas voces se han internacionalizado, tales como: manatí (mamífero marino), hamaca (cama colgante), coa (herramienta agrícola para hoyar en conucos), barbacoa (espacio alto para guardar cosas; asadero) y caoba (árbol de madera muy apreciada).
Otros sustantivos heredados de nuestros aborígenes que resultan indispensables son: yuca, hutía, mapuey, batey, conuco, casabe, cacique, areíto, caney, bohío, canoa, batata, ají, maíz, jagua, bija, higüero, maní, lerén, algodón, cabuya, yautía, guanábana, guáyiga, anón, lambí, fotuto, tereque, henequén y guayo.
La palabra /cana/ (variedad de palmera cuyas pencas sirven para techar) ha ganado vasta divulgación en el exterior, pero la guardaré para el próximo domingo, el cual versará sobre topónimos taínos (nombre de lugar) y antropónimos (nombre de personas).
5//02/2022
¿SERÁ PUNTA CANA EL TOPÓNIMO TAÍNO MÁS FAMOSO?
En el artículo anterior, titulado “Voces taínas que no sospechamos que lo son”, nos referimos a las palabras comunes del vocabulario indígena con mayor propagación en el español general, entre las cuales sobresalen huracán y tabaco.
La palabra /topónimo/, procedente del griego, significa “Nombre propio de lugar”, y toponimia la rama que estudia los nombres propios. Hoy continuamos con las voces taínas, específicamente con las empleadas por nuestros aborígenes para nombrar lugares: regiones, pueblos, ríos.
Al momento de llegar los europeos, el gobierno de la isla estaba distribuido en cinco cacicazgos: Marién (cacique Guacanagarí), Maguá (Guarionex), Maguana (Caonabo), Higüey (Cayacoa) y Jaragua (Bohechío).
Al menos cuatro provincias llevan nombres procedentes de la cultura indígena: Azua (del cacicazgo de Maguana), Baoruco (sierra en el cacicazgo de Jaragua), y una (San Pedro de Macorís) que recuerda a los indios macorijes. “Macorix: Una comarca del norte y noreste de la isla, en la Cordillera Septentrional, donde vivía el pueblo de los macorijes”. (García Bidó, Voces de bohío. Vocabulario de la cultura taína, Archivo General de la Nación, 2010, pág.97).
Entre los municipios importantes que llevan nombres taínos se cuentan: Higüey, Moca, Nagua, Samaná, Cotuí, Neiba, Dajabón, Jimaní, Bonao, todos cabeceras de provincia. A estos se suman Jarabacoa, Jánico, Jamao, Tamayo, Bohechío, Licey, Bánica, Jima, Manabao, Baracoa, Yaguate, Nisibón, Baitoa, Jaragua,Bayahibe (distrito municipal de La Altagracia), Guananico (de Puerto Plata), Cutupú (distrito La Vega). Podría agregarse a Bayaguana, porque ese nombre resulta de la unión de Bayajá y Yaguana, pueblos taínos, destruidos por el gobernador Osorio.
Tenemos municipios que llevan nombre indígena combinado con otro hispano: San José de Ocoa, San Pedro de Macorís, San Francisco de Macorís, Azua de Compostela, Santa Cruz de Mao y Santa Cruz de El Seibo, San Juan de la Maguana y San Rafael del Yuma.
No se sorprenda de que el nombre Gualey (sector de Santo Domingo) proceda de la cultura indígena, como también Guajimía (cañada en Santo Domingo Oeste). Macao (pueblo de indios en Higüey) es hoy punto turístico.
Los cuatro ríos principales de República Dominicana conservan nombres indígenas: Yaque del Norte, Yaque del Sur, Yuna y Ozama. Pero otros muchos: Ámina (río de Mao), Anamuya (de Higüey), Azuí o Asuí (río de Hato Mayor), Bacuí (rio y localidad de La Vega), Baiguate, (río de Jarabacoa), Yuna y Camú (La Vega), Yuma (San Rafael del Yuma), Cumayasa (río de La Romana), Artibonito (río en la frontera), Licey (río de La Vega; municipio Santiago), Nagua (río de ese municipio), Seibo (río), Jamao (en el municipio de igual nombre),Higuamo (San Pedro de Macorís, se une al Casuí y al Macorix).
¿Por qué no son Babeque y Quisqueya (nombres de la isla) o batey (plaza taína y luego hábitat de trabajadores cañeros) o Higüey (municipio que comprende importante zona turística) los topónimos indígenas más conocidos en el mundo?
Sucede que el vocablo común/cana/, con el que se denomina una variedad de palmera que sirve para techar y para artesanía, figura en el inventario léxico de García Bidó (obra citada, pág.36) como voz taína. Por la abundancia de este árbol en un cabo o punta de la costa correspondiente a Higüey, el lugar vino a llamarse Punta Cana.
Es, sin duda, el principal destino turístico de la República Dominicana y uno de los más importantes del Caribe. Tan famoso es el sitio que algunos visitantes creen que es el nombre del país o que se trata de una isla. No fue un antropónimo indígena, pero la palabra clave sí lo es.
12/02/2022
NACIMIENTO DE UN NOVELISTA
Con “Teresita, la historia de un gran amor”, Claudio R. Bermúdez se inicia como novelista. El nacimiento de un novelista llega parejo con la creación de la novela.
Bermúdez ha estructurado una trama a partir de hechos singulares recogidos en el pueblo ficticio de Los Uveros, que no es tan ficticio porque resulta fácil descubrir que se trata de Miches, en una atmósfera que corresponde a los años 1970 y 80. Predomina el realismo, pero el autor ha sabido aderezar su obra con estilo donairoso, revelador de que se ha preparado para el trabajo de escribir, que no resulta el más cómodo. Veamos el párrafo inicial de la novela:
Pudo salvar su vida con un raudo salto a la cuneta. Al estar tirado en el suelo, estupefacto aún, como preguntando, ¿qué pasó?, con los ojos nublados, una rata pasó por encima de su cuerpo y de otro salto supo que seguía vivo. Se sacudió. Ya de pie, subió de nuevo al camino y trató de organizar en la mente lo sucedido. Recordó que solo vio el celaje de un auto que por milésima de segundo casi lo atropella. No llegó a identificar ni marca del vehículo, ni numeración de placa, mucho menos al conductor. Prosiguió su camino tratando de olvidar el hecho. Nada más pensaba en su amada Teresita.
Justamente, la obra toma como pretexto el noviazgo de Jaime y Teresita para referir de forma grácil el modo de vivir de la comunidad. Vida, costumbre, léxico de la gente de Los Uveros discurren a lo largo del texto, de 138 páginas. Lo que aquí se cuenta, allí ocurrió, pero el novelista -para ser novelista- no toma fotografías de los hechos, sino que los dibuja y los desdibuja. Ninguna novela debe asumir como compromiso la fidelidad a la realidad histórica, pues no hace falta ni conviene. La historia es una ciencia y su compromiso es con la verdad, la novela es una obra de arte y su fin es el deleite estético. Claro, todo novelista -o quien quiera serlo- observa su entorno, anota en su conciencia y a veces en papel lo que ve y oye.
Bermúdez ha vertido sus recuerdos de adolescente criado a la orilla de la mar, en la costa atlántica, en ese pueblo encantador que para entonces era solo de sus nativos. Salen a relucir la integración familiar, la vida sana entre amigos y vecinos, y más que eso, la presencia de personas cuyo pintoresquismo los convertía en personajes. El neonovelista los ha incorporado a su obra porque se dio cuenta de que estos andaban reclamando un autor que lo hiciera, que no solo a Pirandello le ha pasado.
Cada personaje de esta obra tuvo su arquetipo (modelo) en la realidad y los micheros los descubrirán de inmediato, pero qué bueno que quienes no conocieron esta etapa de la vida pueblerina los ubiquen en el plano de la imaginación.
¿Qué ocurrió con los amores de Jaime y Teresita? De niños eran vecinos, sus padres vislumbraron que se amarían, se hicieron novios y parecían felices, pero vinieron los conflictos. No diré qué pasó, mejor digo que no puede haber novela sin conflicto.
Precisamente, bienvenida sea Teresita, la historia de un gran amor, primera novela de Claudio Rafael Bermúdez Peralta, quien con esta obra presenta su tesis de grado para investirse de novelista. Ahora le falta escribir otra que supere la primera y eso lo ayude a liberarse del síndrome de la novela única, el cual ha afectado a importantes novelistas dominicanos (Galván, Cestero, Marrero, Vergés…). Enhorabuena.
19/02/2022
NOMBRES DE ENFERMEDADES Y ÓRGANOS, ¿POR QUÉ LAS DIFERENCIAS?
Muchos se lo han preguntado: ¿Por qué a la inflación del hígado se llama hepatitis y no higaditis? Por igual podrían cuestionarse la relación entre dermatitis y un mal de la piel o por qué denominar otitits a la inflamación en los oídos.
Les adelanto que no se trata de incongruencias, sino resultados de hechos sociales y políticos y la inevitable presencia de la lengua, cual que sea, en todo acto humano: en el placer, en el dolor, en el arte, en la guerra, en la religión… en la ciencia.
Justamente en la ciencia, la lengua griega ha influido en muchas otras, en buena medida en el castellano. Los nombres de las ciencias y las profesiones proceden mayormente del griego: zoología, psicología, antropología, ortopedia, ortografía, pedagogía, odontología, geometría, neurología…
La voz anatomía procede del griego, pero ingresó al español por vía del latín tardío “anatomía”, y significa ‘disección’ o ‘descripción anatómica’. Este artículo pretende ser una “disección lexicográfica” de vocablos de la anatomía humana y la relación de sus nombres en español con las voces que se refieren a su estado de enfermedad o inflamación.
Iniciemos con hepatitis (del griego hepatos, hígado e -itis, inflamación). Con la voz hepatitis se nombra la inflación del hígado. La raíz hepatos- es importante para entender otros nombres relacionados con el hígado: hepatología (rama que se especializa en ese órgano), hepatólogo (especialista en hígado).
Otitis es la inflamación del oído, palabra que proviene del griego “otos”, de ahí que en la farmacología la raíz oto- sea empleada para crear nombres de productos destinados a la salud del órgano de la audición. El especialista de los oídos (oto-) generalmente lo es también de la nariz (rino-), de la laringe (lárynx, -yngos) y se le llama otorrinolaringólogo.
De la raíz griega /dermat-/ se forman palabras castellanas relacionadas con la piel (dermatitis, dermatología, dermatólogo…) aunque la capa que cubre los músculos se nombre con una palabra procedente del latín: pellis. No tenemos una voz “pielitis”, aunque sí /mielitis/, del griego myelós, médula. Es como se denomina la inflamación de la médula espinal.
Con la voz /celulitis/ se nombra mayormente la acumulación de grasa en ciertas partes que produce rugosidad en la piel. Sin embargo, por su morfología (De célula e -itis) debería inflamación de la célula. (Célula deriva del latín científico cellula). En una segunda acepción, el Diccionario de la lengua española define /celulitis/ de este modo: Inflamación del tejido conjuntivo subcutáneo.
Algunos hablantes se refieren a la inflamación de un tendón como “tendonitis”, derivación que parece lógica, pero el Diccionario académico no registra esa palabra, sino /tendinitis/.
Es mejor que una inflamación en la vagina sea llamada /vaginitis/, como tiene que ser (De vagina e -itis). Vagina procede del latín y equivale a ‘vaina’. ¿Vainitis? No, mejor vaginitis. Similar ocurre con su contraparte /prostatitis/ para referirse a la inflamación de la próstata.
Artritis es la inflamación de las articulaciones, nos llegó por el latín que a su vez la tomó del griego “árthron”, que es ‘articulación’. Muchas otras voces hispanas relacionadas con las articulaciones emplean la raíz artr-, ejemplo: artrosis, artrología, artropatía…).
¿Cómo llamar a la inflamación de la vejiga? ¿Vejiguitis? No, por favor: cistitis (inflamación de la vejiga de la orina). Viene del latín científico “cystitis”, y este del grigo kýstis ‘vejiga’ e ‘-itis’.
La parte interior de la nariz (la mucosa) también se inflama. Lo conocemos como /rinitis/, (De rino- e -itis). Rino, del griego, nariz.
¿Será que el colon es una cola? Su inflamación se llama colitis. Viene del griego “Kólon”, pero no tenemos claro por qué es colitis y no colonitis. Un intríngulis de la lengua.