Barrancón, chivoloquismo, enchumbar(se)

Por Roberto E. Guzmán

BARRANCÓN

“… que había llegado el momento de controlar la canalla hacinada en los BARRANCONES…”

Para un hablante advertido de español dominicano no debe producir sorpresa de que exista un barrancón con su propia definición, que se parece, pero no es igual al barracón. Eso que acaba de enunciarse se desgajará más abajo para aquellos que no han tenido la oportunidad de captar la diferencia.

La acepción que registra el diccionario de la docta corporación madrileña de la lengua para barracón es bastante general. Hay en ella una descripción del tipo de construcción que caracteriza el barracón, “edificio rectangular de una planta”, de “materiales ligeros”. Luego pasa al propósito de este, “para albergar tropa, prisioneros u otros grupos de personas”.

A través de la historia algo que ha podido comprobarse es esto, cuando algo se usa para más del primer fin para el cual se creó, a la acepción se le añade una ¿coletilla? parecida a la que se lee al final de la acepción, “u otros grupos de personas”. Palabras estas que son más “potables” que etc., que fue de uso durante largo tiempo en algunos diccionarios.

Con respecto al barrancón que apareció en América es posible que su formación tenga algo que ver con la palabra barranca, que es la forma en que los hablantes de español dominicano se refieren al barranco, es decir, mutándole el género. Llega el hablante a este cambio de género quizás pensando que pendiente es femenino, por consiguiente, barranco deber serlo también.

En los textos de historia puede leerse que los barrancones sirvieron de viviendas comunes, primero para la mano de obra esclava, luego para los extranjeros contratados mediante contrato de adhesión y en algunos países sirvieron también para alojar aborígenes. Estos barrancones desde el principio se construyeron en las fincas (haciendas) azucareras.

En el español dominicano el barrancón perteneció primero al batey azucarero, donde estos no poseían en su interior agua corriente, cuarto de aseo ni cocina. Algunas de estas dependencias se incorporaron más adelante, sin que ello les cambiara el nombre.

El autor de estas reflexiones acerca del español dominicano piensa que la voz barrancón, con esa letra ene /n/ añadida, reúne suficientes características propias para merecer tratamiento aparte.

 

CHIVOLOQUISMO

“El CHIVOLOQUISMO es un término propio de la cultura dominicana para referirse a la mala costumbre…”

El chivoloco es un personaje cotidiano dominicano. Esta persona es quien efectúa las acciones que se consideran chivoloquismo. Para poder llegar a explicar el chivoloquismo hay que expresar con precisión y exactitud qué tipo de individuo es el chivoloco.

El sujeto del chivoloquismo es aquel que observa la conducta de que no entiende lo que sucede a su alrededor. Es la persona cuyo comportamiento y actitud no aparece justificada para el resto del mundo. En muchas ocasiones el chivoloco simula que nada le afecta o que no comprende. Es una pose que le permite no sentirse concernido por los acontecimientos.

El chivoloquismo explicado como el proceder o costumbre del chivoloco es una filosofía de vida para algunos irresponsables, pues su actuación se guía por la inconsistencia o falta de cohesión de principios que orienten sus decisiones.

Como consecuencia de la caracterización expuesta, el chivoloco puede cambiar de postura en cualquier momento, pues su modo de operación generalmente consiste en evitar involucrarse en algo de manera duradera.

Las andanzas del chivoloco son tan bien conocidas en el habla de los dominicanos que hubo un vicepresidente que decía que procedía de un “revolcadero de burros” que llamaba a los chivolocos en su forma elegante de expresarse, “caprinos dementes”.

El chivo es un animal que ha servido para formar muchas locuciones en el habla dominicana. Son tantas que se elige no mencionarlas para no alargar esta intervención.

 

ENCHUMBAR(SE)

“… y los pones como pollos ENCHUMBADOS…”

El verbo del título desempeña diferentes funciones en el habla de los dominicanos. En el ambiente del automovilismo, en la cocina, sobre las personas o sobre el terreno. Más abajo se leerá el detalle de lo esbozado. Además, se mencionarán los otros países en cuyas hablas se utiliza también este verbo.

A pesar de las pesquisas que han llevado a cabo los etimólogos, no han podido desentrañar el origen cierto de este verbo; y si lo han descifrado, no han podido convencer a todos en el seno de las Academias de la Lengua.

Parece que el verbo tiene relación cierta con el portugués, lengua en la que chumbo es plomo. Por esto en Argentina, limítrofe con Brasil, se usa la voz portuguesa para mencionar el revólver, la bala (proyectil) y el balazo. En Uruguay vale también para pistola, revólver. No es sorprendente esto si se piensa que en español internacional se usa plomo para proyectil.

En México, Panamá, Uruguay y Venezuela se usa el verbo enchumbar para “ensopar, empapar de agua”. En Venezuela se utiliza el verbo en el vocabulario culinario para absorber grasa o aceite una fritura. Esto es lo que aparece en el Diccionario de la lengua española de la Asociación de Academias.

Como era de esperarse el Diccionario de americanismos de la antes citada asociación fue más preciso. En ese lexicón aparece la República Dominicana junto con el sudeste de México, Cuba y Venezuela para el verbo estudiado con el sentido de “empapar en exceso algo”. Para esas hablas en funciones de verbo intransitivo pronominal vale para “empaparse en exceso algo o alguien con un líquido, especialmente con agua”.

En el campo del automovilismo en República Dominicana y Venezuela se usa el verbo en cuestión para expresar “Llenarse de aceite las bujías del motor de un vehículo”.

En el habla de Republica Dominicana, así como en el de algunas partes de Canarias se usa el verbo pronominal para transmitir la idea de, “Encharcarse la tierra con el agua de lluvia”. En realidad, en el español dominicano puede el terreno enchumbarse con cualquier líquido, no solo con el agua de lluvia.

El verbo examinado en esta sección parece que se consignó por primera vez en el diccionario oficial de la lengua en la edición del año 2001.

El Tesoro léxico canario-americano (2010:439) incluye a Colombia y Puerto Rico en la lista de países o hablas en donde se usa el verbo. Ese Tesoro incluye un uso conocido en Cuba y República Dominicana, “Empapar algo, especialmente un dulce, con una sustancia líquida”. En el habla de los dominicanos hay varios tipos de dulces que se enchumban en almíbar. Es una pena que casi no se use en sentido figurado.

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