Totoloco – reguetonero – llevarse una luz roja – en manos de (a manos de)

TOTOLOCO

El título no es para menores de edad. En la República Dominicana cualquier carajito sabe lo que significa la “mala palabra” toto. Los padres no tienen que explicarles el valor semántico de la mencionada voz a sus hijos porque sus amigos y compañeros se encargan de ese aspecto.

El vocablo toto no es privativo de República Dominicana como pretenden algunos chauvinistas. Ese privilegio (¿?) lo comparten los dominicanos con los cubanos y los puertorriqueños.

Algo que se ha de admitir es que hasta esta fecha nadie ha podido dar con una explicación plausible del origen del término en cuestión. Se ha sugerido que tiene sus orígenes en África. Es desafortunado que no se haya podido leer ese trabajo pues lo ha realizado alguien con cualidades para satisfacer las exigencias de la etimología.

En el pasado algunas personas habían consignado en obritas acerca de la lengua dominicana que toto era la vagina, pero ya está bien establecido y aceptado a unanimidad que esa palabra designa la vulva. En esencia, eso significa que con ese vulgar vocablo el hablante se refiere a la parte exterior de los genitales femeninos en su conjunto.

La combinación “totoloco” es denigrante en grado superior. Además, es sexista, discriminatoria y vejatoria para con el sexo femenino. Es injusto catalogar así a una mujer cuando por el lado de los hombres en los casos en que ellos son promiscuos eso no se censura con palabras groseras. En expresiones dominicanas una “totoloco” es una mujer “que lo da como si no fuera de ella”.

Estas voces se traen a esta columna porque forman parte del léxico dominicano y aunque sean soeces, son dominicanas. Hay que recalcar que el vocablo toto hay quien lo exclama ante sorpresas. Algunas personas llegan a proferir “el toto” para darle mayor fuerza y contundencia a la exclamación que así sueltan. Con el tratamiento que se ha dado al tema se espera haber dejado satisfechas las expectativas de los lectores.

Para terminar, cabe que uno se haga la pregunta acerca del porqué esa parte de los genitales femeninos recibe un nombre masculino cuando muchas otras partes son femeninas como se presume que corresponde para una mujer.

 

REGUETONERO

“. . .son los REGUETONEROS de moda. . .”

Con frecuencia se acusa a la Real Academia de ser una institución lenta cuando no la tildan de atrasada. Este tipo de calificativo corresponde a tiempos pasados. En la actualidad la Academia es cautelosa como debe ser una organización de ese tipo, mas mantiene su oído presto para incorporar voces que existen en la lengua general, aun cuando sean extrañas al español por su origen.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la lengua española abrió sus páginas a la voz reggaetón y compuso la versión en español reguetón. Ese diccionario también asentó reggaetonero con la adaptación reguetonero para la ‘persona que canta o baila’ y para ‘relativo a reguetón’.

La palabra reggae ya consta en el Diccionario de la lengua española en la edición de 2014. Ha de tenerse en cuenta que este ritmo musical data de los años 60 del siglo pasado y, cincuenta años no es largo tiempo en términos de una lengua. El mentado diccionario la escribe en cursiva e inmediatamente la define como voz inglesa. La acepción es por demás corta: ‘Música de origen jamaicano, caracterizada por un ritmo sencillo y repetitivo’.

Además, el diccionario ya mencionado consigna la palabra reguetón: ‘De reggaeton, término acuñado por el panameño M. Ellis en los años ochenta del siglo XX’, así lo expresa ese diccionario. Esta incorporación que no está escrita en cursiva y lleva el correspondiente acento, está actualizada.

La acepción en sí es: ‘1. Música de origen caribeño e influencia afroamericana, que se caracteriza por un estilo recitativo y un ritmo sincopado producido electrónicamente. 2. Baile que se ejecuta al son del reguetón’.

Una vez leídas las líneas anteriores uno se siente a favor de aceptar el “reguetonero” de la corta cita reproducida al principio. El reguetonero será el músico que produce, canta y toca el reguetón, así como todo aquel que gusta y baila ese ritmo.

 

LLEVARSE UNA LUZ ROJA

“. . .lo mismo atropellar un peatón que LLEVARSE UNA LUZ ROJA o pegarle por detrás a otro vehículo”.

El uso del verbo llevarse en este caso está tan extendido que algunas personas no puede recordar cuál es el verbo que debe utilizarse en este caso.

Este uso también ocurre con LLEVARSE LA LUZ, por lo menos en Panamá, donde expresa la idea de ‘avanzar con el vehículo sin respetar la señal del semáforo’. Así consta en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española (2010).

No sobra que se recuerden algunos verbos que pueden desempeñar la acción a que se contrae lo tratado en esta sección, entre estos están, “irrespetar, violar, desobedecer”. No se citan otros verbos porque pertenecen al registro culto y suena rebuscado usarlo para una señal de tránsito.

En el habla de los dominicanos el verbo estudiado en esta sección rinde otra labor fuera de su ámbito acostumbrado en la locución verbal “llevarse la luz” que corresponde a ‘suspender el servicio de energía eléctrica’. Del modo transcrito aparece en el Diccionario del español dominicano (2013).

EN MANOS DE – A MANOS DE

La ONU ha expresado preocupación por la cantidad de afroamericanos que según ellos mueren en los Estados Unidos EN MANOS DE la policía.

El asunto de las preposiciones se ha tratado en otras ocasiones mediante estos comentarios acerca del habla y la escritura del español. El sentido de las locuciones cambia en muchos casos cuando cambia la preposición. En el caso de las locuciones del título estas cambian de significación con el cambio de preposición. El sentido de cada una de ellas se examinará más abajo.

“En [las] manos” de alguien da a entender que la persona o cosa que así se coloca se pone al cuidado de la otra persona de que se trata, queda bajo la responsabilidad de la última persona. Ese es el sentido de la locución adverbial, bajo el control de la persona en cuyas manos se coloca la persona o cosa. La cosa o persona son confiadas a esa otra persona para que las vigile, cuide o vele por ellas.

“A manos de” es otra locución adverbial que indica ‘por su causa o su acción’. Esta definición se tomó del Diccionario de uso del español actual de Clave (2012). Cualquier suceso que acontezca se produce ‘por la acción de la persona que se expresa’, de ese modo lo redacta el Gran diccionario de la lengua española de Larousse.

Al leer los dos últimos párrafos anteriores a este se percata quien eso hace, de que no es lo mismo (ni se escribe igual). En el primer caso, la persona es puesta “a cargo y responsabilidad” de la otra. En la segunda locución se señala con “a manos de” la certeza de que la persona por cuya acción se producen los hechos es la que se menciona. La acción es el producto o ‘consecuencia de una agresión o acción violenta [de esa pers.]’. En estos términos lo expresa el Diccionario fraseológico documentado del español actual (2004).

Después de estas explicaciones se espera que los redactores sean más cuidadosos en el empleo de una u otras de estas dos locuciones adverbiales, pues no significan lo mismo.

© 2015 Roberto E. Guzmán

 

 

 

 

 

 

 

 

Pipiolita – *décimo segundo (duodécimo) – sanitario

PIPIOLITA

Es muy probable que este diminutivo tenga relación con niño o con pequeño. Existió en dominicano la voz “pipiolo” para referirse a los niños, sobre todo a los más tiernos. Un pipiolito es un niño pequeño, muy pequeño, que ha dejado de ser un bebé, de corta edad, pero que apenas comienza a caminar.

Eso que acaba de explicarse concierne solamente al masculino, pues el diminutivo femenino que consta en el título tenía otro significado que no puede asegurarse que aun perdure. De todos modos, se expondrá sobre esta voz porque formó y quizás aún forma parte del habla que se usa para referirse a una parte íntima de esos niñitos.

La “pipiola” y, sobre todo la “pipiolita” era eso que en otros momentos se llamaba la “palomita”. En otros momentos los padres se referían a esa parte de la anatomía como la “pistolita”. Claro, en este caso del padre llamarlo así es quizás una transferencia mental que se desliza desde el subconsciente.

La pipiolita era el pene de los niñitos, ese mismo que luego con la edad cambia de nombre. Llega el momento en que ya no puede recibir este tipo de diminutivo porque en la mayoría de los casos la denominación no se corresponde con las proporciones del miembro viril. Por las recién expuestas razones en algunos casos se llamaba de “bimbolo” ese pene crecido.

Hay que señalar que a pesar de que el pene es propio del hombre, en el caso de la pipiolita era un diminutivo femenino que correspondía a un objeto masculino. No obstante, no había ofensa en eso, ni constituía motivo de sorpresa.

Una vez que el hablante llega a la edad adulta adopta muchas denominaciones para el pene. La mayoría son impublicables. Algunos de los nombres tienen un contenido machista o llevan subyacentes un contenido agresivo. En esta ocasión no se entrará en esos detalles que pertenecen a una entrega posterior.

Todos esos nombres lo que hacen es encubrir el nombre real, o bien, por la tierna edad del niño que oye, se procura no atormentarlo con palabras que escapan a su limitado vocabulario. No cabe duda de que en realidad lo que se hace es que se empobrece y limita la capacidad del niño para asimilar, al hacer una apreciación falsa de la capacidad del niño.

Al terminar, hay que resaltar que ninguno de los diccionarios de dominicanismos ha recogido esta voz del título con este significado. Algunos de entre esos diccionarios es probable que la hayan soslayado por el prurito de no entrar en detalle acerca de un tema que consideran en la esfera de lo tabú. Otros tal vez la han dejado fuera porque los autores no tuvieron noticia o no recordaron a tiempo la voz. Es hora de rescatar la voz.

*DÉCIMO SEGUNDO – DUODÉCIMO

“. . .dijo a Efe el nicaragüense R. P., estudiante de DÉCIMO SEGUNDO grado de la secundaria Miami Senior”.

Los cardinales del español guardan relación estrecha con los del latín, sobre todo del uno al quince, duos pasó a dos; decem se transformó en diez. undecim devino en once y duodecim se hizo doce en español.

Como se observa de inmediato, los ordinales superiores a diez son en realidad casi calcos de los ordinales latinos, así se comprueba con la norma actual que exige que no se utilice el ordinal formado por composición, *décimo primero, ni *décimo segundo. La Real Academia admite la formación analógica decimoprimero, decimosegundo, pero favorece la forma culta undécimo y duodécimo.

De esta suerte se sigue la pauta latina en español porque en español se tiene vigésimo, trigésimo, cuadragésimo, quincuagésimo, etc. Se está consciente de que esos ordinales son más difíciles de decir y de memorizar, son más largos, suenan a culto y afectado.

En el pasado se admitían los compuestos que se desecharon ya. Se ha impuesto la regla que había existido antes. Puede decirse que hay una vuelta a las fuentes. Es lo que el Diccionario panhispánico de dudas llama la ‘forma etimológica’ del adjetivo ordinal. Ha de recordarse que en tanto adjetivos conocen el femenino. Téngase en cuenta que solo varía el segundo elemento. Además, los adjetivos ordinales pueden funcionar asimismo como numerales fraccionarios; lo inverso no es admisible.

SANITARIO

“. . .después de que a inicios de mes su gobierno enviara una primera avanzada de 168 SANITARIOS a Sierra Leona. . .”

En muchas ocasiones pasar los ojos sobre una noticia no basta para entender el escrito. Hay que detenerse y poner las oraciones en contexto para aprehender el mensaje. En este caso procede que se invierta un momento para salir de dudas. Sanitario es una palabra que posee varias acepciones. Una de ellas ha ido perdiendo valor; otra ha visto su significado envilecido y ha ganado terreno. El vocablo merece que se le dedique tiempo.

El sanitario que ha ido perdiendo terreno a través del tiempo es el que tiene relación con la sanidad, entendida esta como los servicios dedicados a proteger la salud pública de las personas en un país cualquiera. Si mal no se recuerda hasta hace poco tiempo en República Dominicana se hablaba de “sanidad vegetal” que tenía por misión velar por la salud de los vegetales, es decir, el buen estado de estos.

El sanitario más conocido en la actualidad es el que se conoce con el nombre de retrete, letrina, excusado, privado, inodoro, váter, wáter, cuarto de aseo, cuarto de servicios, W C. Cada país tiene una denominación preferida; además, el nivel educativo de la persona usará un eufemismo más distante cada vez de la realidad de los hechos.

Como se comprende eso de wáter, váter y WC proviene de las orillas del inglés. Algunas de estas voces son adoptadas directamente del inglés, mientras otras pasaron a través del tamiz del francés, como es el caso de váter, que hace plural váteres. El WC trae las iniciales de water closet. Los más refinados llaman de toilette ese lugar y lo pronuncian a la francesa (tualét). Otros lo llaman toilet y lo enuncian tal cual se escribe.

Hay quienes a pesar de que vayan al sitio a defecar se refieren a este con el vocablo lavabo o lavatorio. Con la misma fineza anterior hay quien pregunta por el cuarto de baño aunque vaya a efectuar una función más prosaica. Algunas mujeres que se retiran de un grupo para ir a desahogarse, lo hacen diciendo que van a “empolvarse la nariz”. Los hombres dizque discretos y que pretenden ser graciosos, se ausentan del grupo diciendo que van a “cambiarle el agua al pajarito”, o “cambiarle el agua a las aceitunas”; hay quienes dicen que van a “rociar las flores”.

Todas estas frases y muchas más son eufemismos que evitan utilizar los vocablos que directamente se refieren a las necesidades fisiológicas que se van a satisfacer.

© 2015 Roberto E. Guzmán

 

 

 

 

 

Patriótico – emisión (edición) – girar (gira) – mutilar ( borrar, limar)

PATRIÓTICO

La voz que consta en el título de esta sección está en boca de los hablantes dominicanos frecuentemente en estas circunstancias históricas.

A pesar de que en sentido derecho este término goza de una definición aceptada por la universalidad de los hispanohablantes, en la República Dominicana también posee otra que es privativa del habla dominicana.

El adjetivo patriótico es “de la patria o del patriota”. La patria, a su vez, es el país en que una persona ha nacido o aquel cuya nacionalidad ha adoptado. El patriota es la persona que ama y defiende su patria.

Generalmente el vocablo “patriótico” dominicano se presenta en compañía del “jumo”. Es común oír que una persona se dio un “jumo patriótico”. En este caso hay que tomar el adjetivo con el valor de “memorable”.

La explicación que puede ofrecerse para encontrar la relación que existe entre el concepto de “patria” y sus derivados y la palabra “memorable”, es que las fechas patrias son memorables, son ocasiones que se recuerdan, se festejan, se celebran.

La palabra memorable mantiene rasgos comunes con “célebre”, que, a su vez, indica que es algo o alguien “famoso”. De lo anterior se deduce que “patriótico”, en las circunstancias que se describen, equivale a “memorable, célebre, famoso”.

En algunas ocasiones esas borracheras muestran características sentimentales que serán recordadas por los circundantes. Por fortuna, los “jumos patrióticos” no trascienden a la historia y solo permanecen en la memoria de los amigos y allegados para vergüenza de quienes “se amarran un jumo patriótico”.

EMISIÓN EDICIÓN

“. . .Art Basel Miami Beach (ABMB) que en su decimotercera EMISIÓN comprende 267 galerías internacionales procedentes de 37 países de América, Europa, Asia y África”.

En muchas ocasiones las semejanzas entre vocablos de la lengua común deparan sorpresas a las personas que no leen o no revisan lo que escriben. Otras veces, la mala pasada se la juega el desconocimiento cabal del léxico. Bastará más abajo verificar las acepciones del verbo emitir y del sustantivo emisión para percatarse del error. Luego de eso, se ofrecerá la palabra parecida a la criticada que sí cabía en el contexto.

Emitir es echar hacia fuera. Producir y poner a circular papel moneda, valores, etc. Manifestar o hacer público algo. Transmitir lanzando ondas hercianas. Expresado del modo en que se hace aquí, o de otro modo, el asunto se reduce a poner el verbo a gran distancia del contexto en que lo empleó la comentarista de arte. Resulta ocioso echar una mirada al sustantivo del título que tiene relación con el verbo estudiado.

El verbo y su correspondiente sustantivo que sí cabían aquí eran editar y edición. El habla ha ampliado de gran manera las acepciones de que goza ese verbo en la actualidad. Su evolución ha sido de ensanchamiento de su campo semántico. En el caso del contexto puede usarse el sustantivo porque, conforme con lo que la Real Academia escribe,  es “celebración de determinado certamen, exposición, festival, etc., repetida, con periodicidad o sin ella”.

Después de leer lo anterior queda claro que lo que hubo en la cita reproducida fue un equívoco lamentable. Esto, por no llamarlo de otra manera menos condescendiente.

GIRAR – GIRA

“Así he estado GIRANDO por varias ciudades de Estados Unidos. Traigo canciones de todos los tiempos, y sorpresas que estoy preparando. . .”

Estas dos palabras del título, consideradas a un tiempo, ofrecen un caso curioso. La curiosidad surge del hecho de que cada una tiene un significado propio que necesariamente no se transmite al otro. Esto así, a pesar de la relación que existe entre ellas. La diferencia se resaltará en el desarrollo de esta sección.

Desde el comienzo debe quedar claro que aquí se centrará el esfuerzo sobre el significado del verbo en tanto ‘moverse un cuerpo alrededor de otro o sobre sí mismo’. Esa es la primera acepción que consigna el Gran diccionario de la lengua española de Larousse.

En cuanto al sustantivo femenino “gira”, el mencionado diccionario retiene en su definición que el viaje por distintos lugares es con regreso al punto de partida. En su segunda acepción consigna las actuaciones de un artista, orquesta, o compañía de teatro.

En la cita, cuando quien escribe se expresa utilizando el verbo, lo que transmite como mensaje es que el artista “se mueve alrededor de varias ciudades”. Esto es diferente a escribir que “se mueve de una ciudad a otra”.

Ir de gira, o, estar o hacer una gira es diferente. Estos “giros”, con la ayuda de verbos y el sustantivo, permiten mantener el significado del último intacto, a la vez que expresan la acción propia de este.

Después de este estudio se nota la diferencia. Además, lo curioso es que, no obstante la relación que existe entre los dos vocablos estudiados, cuando se llega a este punto estos se distancian.

Para terminar, que el viaje de la gira es como el del periplo, los dos suponen un regreso al sitio o lugar de partida.

MUTILAR – BORRAR – LIMAR

“Unas 11 de las 93 que fueron incautadas los traficantes tenían el número de Serie MUTILADO para que no se pudieran rastrear. . .” (El texto se refiere a armas de fuego).

Es posible que quienes lean los tres términos del título de esta sección se pregunten acerca de la relación entre ellos. Los hablantes de español dominicano pueden encontrar la clave más fácilmente porque en su dialecto utilizan el último verbo del título -limar- para la acción a que se contrae la cita.

La primera idea que viene a la mente del lector cuando lee el verbo mutilar es “cortar una parte del cuerpo”. Por lo menos así sucede en el idioma dominicano, donde los árboles se podan o se cortan. Ese mutilar dominicano casi siempre es por acción reflexiva del ser humano. Algunas veces sobreviene como consecuencia de un accidente que obliga a la mutilación ulterior.

Con respecto al verbo borrar, los hablantes de español dominicano lo reservan para los escritos, dibujos y pinturas. En el español dominicano no será tachar, aunque cubran las pintadas con otro color en las paredes, verjas y “setos dominicanos”.

De preferencia el hispanohablante dominicano utilizará el verbo borrar para la acción que se hace con un “borrador” o con una goma, con un borrante o algo que haga desaparecer lo que se borra, no que lo cubra.

Las personas que empinan el codo de modo muy continuado y exageran en sus libaciones borran en algunas ocasiones; esto es, olvidan algunos detalles de lo acontecido mientras estaban bajo los efectos del alcohol, que en ese país no es considerado droga. En ese país la cerveza se menciona aparte de las bebidas alcohólicas como si se tratara de una bebida refrescante.

Con el verbo borrar los dominicanos han integrado una locución verbal, “borrar con cica de gato”, que certeramente es definida en el Diccionario del español dominicano (2013): “Acabar definitivamente con una amistad o con una relación”.

El verbo limar dominicano entra en esta lid solo para referirse a las armas de fuego cuando a estas se les hacen desaparecer los números de serie que las identifican. En estos casos ese verbo es sinónimo de borrar. Si el “dominicohablante” utiliza este verbo en este caso es porque lo hace teniendo en cuenta el instrumento que se usa para efectuar la operación: una lima. Con este instrumento se desgasta la superficie para que desaparezca la identificación del arma.

Este tipo de uso es solo una tenue representación de una gran vertiente que ofrece el idioma dominicano para el estudio. Esas preferencias han sido esbozadas en sentido general, sin ser estudiadas en detalle diferencial hasta el presente.

© 2015 Roberto E. Guzmán

 

 

 

Dulce pasión

Hay pocos placeres comparables con la lectura de los clásicos. En estos días he tenido entre manos la Tragicomedia de Calisto y Melibea, escrita en 1499 por Fernando de Rojas. Los amores de Calisto y Melibea ceden su protagonismo a Celestina, una genial alcahueta que enlaza los amores de los tortolitos usando todas sus artes de correveidile.

Rojas tiñe su prosa con el gracejo de muchas frases proverbiales y con ellas atesora su condensada sabiduría popular. Nos sorprende encontrar refranes que hoy, cinco siglos después, todavía viven en nuestra lengua diaria: “Pagan justos por pecadores”; “No por mucho madrugar amanece más temprano”; “Quien mucho abarca, poco suele apretar”; “Con su pan se lo coma”; “Cada cual habla de la feria según le va en ella”.

Otros se han modificado un tanto con los avatares históricos de lengua pero aún podemos reconocerlos: “Pan y vino anda camino, que no mozo garrido”; “Ser como perro de hortelano, que ni come las berzas ni las deja comer”.

Algunos han perdido vigencia pero todavía nos reservan mucha enseñanza acrisolada por el tiempo: “La mocedad ociosa acarrea la vejez arrepentida y trabajosa”; “Si la locura fuese dolores, en cada casa habría voces”; “Haz tú lo que bien digo, y no lo que mal hago”.

Una lección en cada párrafo, pulida por el tiempo y el uso de infinidad de hablantes que ya, en tiempos de La Celestina, los habían heredado de sus mayores; una lección que no voy a dejar pasar y, aplicándola, pongo el punto final a esta “Eñe” pues vanamente se dice por muchas palabras lo que por pocas se puede entender.

© 2015 María José Rincón González

 

Humilde apariencia

La coma, tan simple y sencilla como parece, provoca innumerables errores ortográficos. Sí, un error en el uso de la coma es una falta de ortografía. No es la primera «Eñe» que protagoniza la coma, y no será la última. La extensión de estos artículos es incapaz de contener la diversidad de reglas que establecen el uso correcto de este humilde, solo en apariencia, signo de puntuación. Vayamos, pues, paso a paso.

Hoy nos vamos a detener en las oraciones condicionales. Las distinguimos porque expresan una condición. Lo más frecuente es que vayan introducidas por la conjunción «si» (sin tilde por tratarse de un monosílabo átono).

En este tipo de oraciones el uso de la coma depende del lugar que ocupen en la frase. Si la condicional está colocada antes del verbo principal, debemos usar la coma. Si se fijan, esta oración y la anterior les pueden servir de ejemplo. Las oraciones condicionales, introducidas por «si», se separan con una coma de las respectivas oraciones principales porque están antepuestas.

Sin embargo, cuando la construcción condicional va pospuesta al verbo principal, la coma no aparece. Comparen estos dos ejemplos: «Si nos decidimos a leer, mejoraremos nuestra ortografía»/»Mejoraremos nuestra ortografía si nos decidimos a leer». En el primer ejemplo la condicional está antepuesta; en el segundo, pospuesta. El primero lleva coma; el segundo no.

La vida está plagada de condiciones, así que las oraciones condicionales son muy frecuentes. Si aprendemos a usar la coma en este contexto, evitaremos muchos errores. Presten atención al lugar de la frase respecto al verbo principal si quieren usar la coma con maestría.

© 2015 María José Rincón González

 

Otras quinientas

Me encanta la letra q, una aliada esencial para los aficionados a los crucigramas. Tiene personalidad propia: no puede aparecer de forma aislada. En nuestra ortografía siempre forma parte del dígrafo qu que, seguido de las vocales e, i, representa el fonema /k/. ¿Quién no disfruta de un buen queso, de un dulce quesillo o de un apasionado querer?

Los extranjerismos que tienen en su grafía original una q aislada suelen acarrear problemas de adaptación gráfica. Debemos tener en cuenta que estas palabras, una vez adoptadas, deben sustituir su q etimológica para adaptarse a nuestras normas ortográficas. Así se hizo siempre y así debemos seguir haciéndolo.

Vayamos a los ejemplos, que no son muchos pero, no por eso, debemos descuidar su ortografía.

El anglicismo cuásar (del inglés quasar) designa a un pequeño astro de gran luminosidad. El sustantivo cuórum (del latín quorum) designa al ‘número de individuos necesario para que un cuerpo deliberante tome ciertos acuerdos’; el también latinismo execuátur (del latín exequatur) se refiere al ‘reconocimiento en un país de las sentencias dictadas por tribunales de otro Estado’.

Si nos decantamos por mantener las grafías originales debemos considerar estas palabras como extranjerismos y escribirlas, por tanto, sin tilde y en cursiva o, si esto no es posible, entrecomilladas.

También tenemos ejemplos entre los topónimos. Aunque los menores suelen mantener su grafía originaria, la ortografía académica recomienda que, en el caso de los topónimos mayores, se aplique también esta castellanización: escribamos, pues, Irak y Catar cuando nos refiramos a estos dos países que tantas veces protagonizan las noticias, casi siempre para mal. Pero eso son otras quinientas.

© 2015 María José Rincón González

 

Totazo – demandar (requerir)

TOTAZO

“Por una votación de 3 a 2, el oscuro grupo que regula los monopolios como FPL eliminó de un ‘TOTAZO’, y por los próximos cinco años, los programas para promover eficiencia. . .”

No hay que sorprenderse, ni tampoco hay lugar a que alguien se ofenda. Esta voz del título es internacional. Se la conoce en varios países de la Hispanoamérica. La terminación -azo evoca muy bien una parte de su significado. El estudio de este vocablo con mención de sus significados y los países donde se usa se hará más abajo.

Lo primero que hay que dejar claro en este examen es que quien estos comentarios escribe piensa que la palabra totazo tiene relación con su pariente peninsular “tortazo”. Pensándolo bien, es una pena, porque hubiese sido más interesante su estudio si hubiésemos podido llevarlo al campo de toto y tota, mas no es real.

La torta de los dominicanos puede ser dulce o amarga. La diferencia entre una y otra la pone el azúcar que se le añade a esa torta. Los cibaeños aún mantienen vigente el vocablo torta en su vocabulario contemporáneo. En “la capital” llaman arepa este producto culinario.

Un totazo en principio es un golpe fuerte. Así consta en todos los diccionarios de americanismos. Es una voz vigente en República Dominicana, Cuba, Colombia y Venezuela.

La significación se trasladó del golpe a la acción; es decir, de aquel (el golpe), a la violencia o rapidez con que se ejecuta la acción que es una característica de esta. De esa traslación da testimonio la cita que aparece en cabeza de este escrito. En algunas ocasiones el totazo pone su mayor resalte en la singularidad de la acción que así se describe. Es una acción que se hace de una sola vez, con rapidez. Este concepto está confirmado por el P. Tobón en Colombianismos (1953) cuando escribe: “Del totazo: De un solo golpe; totalmente”.

El totazo venezolano tiene larga vida. Desde los tiempos de D. Ángel Rosenblat, quien lo documenta en los Andes venezolanos, pero este autor parece sugerir que deriva de “una piedra pequeña con pólvora o materia explosiva que los muchachos tiran al suelo para producir un estallido”. Así consta en Buenas y malas palabras (4ª. edición, 1974).

El Dr. Segundo Barroeta, médico venezolano, en su Diccionario de términos iberoamericanos (1996), define el totazo como ‘golpe, choque, encontronazo’. Este investigador consigna que en Cuba es ‘coscorrón’. Más precisión acerca de las características del totazo venezolano trae el Diccionario del habla de Venezuela (1994), que en su definición lo caracteriza de este modo: ‘Golpe dado con la mano o el antebrazo’.

Enseguida se lee esta acepción causa extrañeza que se propine con el antebrazo. Esto así, porque por lo general el totazo que da una persona a otra es en la cara. Cuando el totazo es la consecuencia de un accidente, como una caída, entonces es diferente, puede ser en cualquier parte del cuerpo.

El totazo dominicano de acuerdo con lo asentado en el Diccionario del español dominicano (2013), es simplemente un ‘golpe fuerte’. Este concepto debe aceptarse porque se reduce a lo esencial, no entra en detalles, no se presta para controversias.

El totazo moderno no aparece ya en los diccionarios de cubanismos. Esto es digno de mención porque más arriba se citaron fuentes que indicaban su presencia en esa isla. Todavía en el año 1997 el Diccionario de regionalismos de la lengua española incluía el totazo cubano como coscorrón y cabezazo. Esa obra registra para la voz examinada que en Colombia es ‘reventón, estallido’. Por primera vez aparece Honduras mencionado, país en el cual es ‘garrotazo’.

El Diccionario de americanismos (2010) de la Asociación de Academias solo reconoce el totazo para Colombia y Venezuela. La redacción es: ‘Golpe fuerte que recibe una persona al caerse o chocarse con algo, o el que se da con la mano’.

Este totazo ha trascendido sus límites naturales y ha llegado a representar situaciones en las que el golpe es moral o inmaterial. Ejemplo de este es el “gacetazo”, que fue un totazo. Los dominicanos en tanto buenos hablantes del español hispanoamericano han introducido otro totazo que deriva de la voz toto/tota. Para buenos entendedores pocas palabras bastan. Esa es harina de otro costal.

El sufijo -azo que está presente en la voz examinada es un aumentativo en español que se añade a los sustantivos. En general es un aumentativo físico, pero así mismo puede usarse para despectivos, así funciona en “ladronazo”. Este sufijo tiene un femenino que es -aza. Este aumentativo puede dar lugar a ponderativos, ejemplo de ese es “cantantazo”.

 

DEMANDAR – REQUERIR

“La democracia DEMANDA un arduo trabajo, y todos nos beneficiamos de la solidaridad. . .”

Por medio del título el lector puede colegir que se tratarán las dos palabras en esta sección. En lugar del verbo “demandar” en la oración copiada, se argüirá que el vocablo adecuado en este contexto era del verbo “requerir”. Además, se explicará de dónde procede el empleo que se ha hecho de demandar en este caso.

El verbo demandar posee acepciones bien asentadas a través del tiempo. Esencialmente es, pedir, rogar. Preguntar. Hacer cargo de algo. Entablar demanda. En resumen esas son las principales y más usadas. La mayoría de los diccionarios de español internacional están de acuerdo con esas acepciones.

En el párrafo inmediatamente anterior a este se escribió “la mayoría de los diccionarios”, porque en el Diccionario integral del español de la Argentina (2008), la segunda acepción es así: ‘Referido a una cosa, exigir que se le dedique algo, en especial esfuerzo o tiempo’.

Una vez terminada la lectura de este significado, no queda duda acerca del uso que se ha hecho del verbo en la cita. Este valor que le es reconocido a este verbo en Argentina puede provenir de varias fuentes. Hay que tener en cuenta que los argentinos tradicionalmente han sido muy independientes en cuanto a su español. Hay que reconocerles el derecho que tienen a reivindicar este uso.

En inglés la voz demand en tanto sustantivo tiene una acepción que es “la necesidad en trabajo, tiempo o gasto que se precisa para realizar algo”. Además posee otras no mencionadas aquí. En francés, el verbo demander en tanto se trate de realizar con éxito algo es, “necesitar, reclamar, exigir, requerir”. Esto solo en cuanto compete para los fines de esta exposición. En portugués, para los fines de lo expuesto aquí es, “tener necesidad de; precisar de; necesitar”. Sin enumerar aquí las demás acepciones que no vienen al caso. Basta con expresar que en italiano ocurre otro tanto; el campo semántico es más amplio que en español.

En resumidas cuentas, si se escribe para un público argentino es legítimo que se utilice el verbo del modo en que se ha hecho en la cita. Si se desea evitar carga mayor a los lectores, en el ámbito internacional es mejor evitar este empleo y recurrir al verbo requerir u otro equivalente de los que se han citado más arriba.

Ya en el año 1997, el Diccionario de regionalismos de la lengua española asentaba que el verbo demandar en América era ‘requerir, necesitar’. Quizás esta obra se excedió en la generalización. Es posible que haya pecado por falta de precisión.

© 2015 Roberto E. Guzmán

Buena pesca

Cuando una palabra no aparece en un diccionario no significa inevitablemente que no sea correcta o que no exista. Algunas veces sencillamente no la estamos buscando bien o no la estamos buscando en el diccionario correcto.

¿La acepción ‘ensuciar’ del verbo curtir no existe porque no está registrada en el Diccionario de la Real Academia Española? ¿Es incorrecto usar el adjetivo curtido con el sentido de ‘sucio’ porque no lo encontramos en el DRAE?

El diccionario académico registra para curtir la acepción ‘tratar la piel de un animal muerto para su uso’. También el aire y el sol y la vida curten, literal y figuradamente. No aparece ninguna acepción relacionada con la suciedad.

El panorama cambia si las buscamos en el Diccionario del español dominicano; atesoran entre nosotros algunas acepciones adicionales a las del español general, entre las que está también el uso despectivo para referirse a una persona de aspecto pobre y desaseado.

Las compartimos, según leemos en el Diccionario de americanismos de las Academias de la Lengua Española, con Honduras, El Salvador, Nicaragua, Puerto Rico, Colombia y Venezuela.

Existe además el verbo percudir, que significa, según el DRAE, ‘penetrar la suciedad’ y ‘maltratar o ajar la tez o el lustre de las cosas”. De él procede el adjetivo percudido.

¡Ojo pelado! No la confundan con percutir. La economía del lenguaje logra que con una sola letra distinta nos refiramos con este verbo a la acción de ‘golpear algo, generalmente de forma repetida’.

Tres verbos y tres adjetivos que tejen sus redes para ayudarnos a decir lo que queremos decir, siempre que sepamos usarlos apropiadamente. Los diccionarios pueden evitar que quedemos atrapados en la red y ayudar a que la pesca sea fructífera.

© 2015 María José Rincón González

 

Dulce pasión

Alguna vez nos hemos preguntado por qué las cosas se llaman como se llaman. La magia de la lengua convoca las razones más dispares. Piensen en las frutas, tan a la mano y quizás no nos hemos parado a pensar en el porqué de sus denominaciones.

La piña tropical debe su nombre al parecido que los conquistadores, que tantas cosas nuevas para sus ojos tuvieron que nombrar, observaron entre su aspecto y el de la piña europea cuando aún guarda los preciados piñones en su interior.

Solo los dominicanos llamamos «chinola» a la chinola. Seguro que han oído llamarla la fruta de la pasión, a veces con una sonrisa pícara en los labios. No es a esa pasión a la que se refiere el nombre. La mata de chinola produce una hermosa flor que fue considerada por el papa Pablo V la representación de la pasión de Cristo: sus filamentos recuerdan la corona de espinas, los cinco estambres representan las cinco llagas, los tres estilos, los clavos de la cruz y los pétalos, los doce apóstoles.

Nada tan alegórico y poético encontramos en el origen más cotidiano y prosaico de lechosas y mamones. La pulpa blanda y suave del mamón podría ser consumida hasta por los que no tienen dientes, como los bebés que maman. La mata de lechosa produce una savia de consistencia y aspecto similares a los de la leche que da origen a su denominación. Es por eso que debemos escribirla con ese y no con zeta.

Las frutas endulzan nuestro día a día y nos regalan un puñado de curiosidades lingüísticas que recuerda la riqueza de conocimientos que una lengua va atesorando en cada una de sus palabras.

© 2015 María José Rincón González

A nuestro lado

En la lengua encontramos con frecuencia que un mismo elemento funciona en distintas construcciones para lograr expresar distintos contenidos. Con la preposición de sucede algo así. Los diferentes papeles que juega nos confunden a veces, sobre todo en la lengua coloquial.

La usamos para enlazar dos sustantivos entre los que se establece una relación de pertenencia: El libro de la profesora. Para sustituir este complemento de posesión (de la profesora) podemos acudir al posesivo y decir su libro o el libro suyo, como diríamos por el Caribe. Comparen la estructura anterior con esta: Delante de la profesora. En este caso no expresamos posesión sino lugar; no relacionamos dos sustantivos sino un adverbio (delante) y un sustantivo (profesora).

Sin embargo reconozcan que todos hemos dicho alguna vez en la lengua coloquial delante suya. Entono un mea culpa porque en la conversación ligera suelo cometer con frecuencia este error. Olvido, en el calor de la charla, que los posesivos solo pueden modificar a los sustantivos y no a los adverbios.

No crean que se libran hoy del cocorícamo. ¿Y si decimos que alguien está al lado nuestro? ¿Es correcto o no? El truco para distinguirlo es buscar la palabra que funciona como núcleo. Si el núcleo es un sustantivo (en el ejemplo se trata del sustantivo lado), el uso del posesivo es correcto: A nuestro lado. Si el núcleo es un adverbio (*Está cerca mío), el uso del posesivo es incorrecto: *Está en mi cerca.

En la lengua casi todo gira alrededor de la estructura de las palabras. Casi todo gira alrededor suyo.

© 2015 María José Rincón González