Pachuché – dejar saber – minuta

PACHUCHÉ

El vocablo que figura como título de esta sección resulta simpático al oído, por lo menos para quien esto escribe. Hasta puede uno atreverse a decir que es eufónico. Además de lo ya escrito, se incluye en estos comentarios porque es una voz auténticamente dominicana. Esta voz consta solo en algunos de los diccionarios del español dominicano. No obstante eso, se recordará aquí una acepción que se ha omitido en esos lexicones.

El pachuché es un ‘cigarrillo liado artesanalmente’. Es una voz usada y reconocida en los predios rurales. Esa acepción reproducida más arriba es la que consta en el DED, Diccionario del español dominicano (2013). En la segunda edición de la obra De nuestro lenguaje y costumbres (1971), la Sra. Consuelo Olivier entiende que es un ‘cigarro que hacen envolviendo el tabaco en papel a mano’. Estos datos se tomaron del Diccionario de dominicanismos de Orlando Inoa, (2010).

El Diccionario de cultura y folklore, de Paulino y Castro, (2005), consigna algunos detalles sobre la fabricación del pachuché. Era un cigarrillo, pues estaba envuelto en papel blanco “de pulpería”, es decir, muy fino. Se pegaba el papel con saliva y, si mal no se recuerda, el extremo por donde se iba a encender, el papel se dejaba más largo que la carga de tabaco para retorcerlo sobre sí mismo.

Los cigarrillos hace más de sesenta años eran muy baratos, sobre todo los de fabricación nacional. La persona que recurría a confeccionarse sus propios cigarrillos, pachuchés, era un campesino de muy escasos recursos, “un pata por el suelo” (pata pu´el suelo). Generalmente era un “echa días” (jornalero) que andaba vestido muy pobremente.

Por la descripción que se ha hecho del sujeto que fumaba se comprende que el interés está en indicar que a esa persona se la llamaba pachuché. Ser un pachuché era un término despectivo que se aplicaba al necesitado, al que solo poseía su fuerza de trabajo.

En este caso que se trae a la atención, se ha operado un tropo en el que la similitud material entre la pobreza del cigarrillo se ha trasladado a la persona por la semejanza de los pobres recursos, de la rusticidad.

Aquí se opera una transferencia, un desplazamiento del nombre de la cosa a la persona. El hombre se convierte con ese nombre en el representante de la pobreza, de la misma forma en que lo es el pachuché para el fumador. Como puede apreciarse la figura está bien motivada por la proximidad que existe entre la precariedad económica del individuo y el valor del objeto.

DEJAR SABER

“Un amigo me escribe desde Cuba para DEJARME SABER que el “paquete” (artilugio con grabaciones digitales) de la pasada semana ya contenía todos los filmes. . .”

La vía de penetración más expedita de la asimilación, de préstamos y calcos es la expresión oral. Cuando estas llegan a la expresión escrita, eso significa que se han asentado ya en la lengua de recepción y constituyen un asentamiento residual. La fijación ha operado en la lengua de recepción; de esto no hay duda, especialmente  cuando estos fenómenos se manifiestan en el español escrito.

En los casos en que se detecta uno de estos fenómenos es porque el escribiente permite entrever una inseguridad idiomática que no se debe a su desconocimiento del idioma, sino a una penetración de otra lengua que conoce.

Este tipo de reproducción en español de una estructura ajena al espíritu de la lengua española es uno de los más peligrosos modos de penetración que pueda existir.

Cuando se lleva al español una expresión hecha de una lengua extranjera, en este caso del inglés al español, lo que se hace es que se corrompe el español. Este “dejar saber” es una reproducción en español de la muy frecuente expresión del inglés let me know.

Constituye motivo de pesar que una persona que publica en español de manera periódica en un diario de gran circulación permita que su español manifieste una intrusión como esta. La riqueza de la expresividad del español hace innecesario el recurso a copiar expresiones que proceden de lenguas extrañas.

Para demostrar la inutilidad de acudir al inglés, a continuación se proponen algunas alternativas españolas para no tener que claudicar. La lista es enumerativa y no exhaustiva: avísame, infórmame, dime, anúnciame, comunícame, dame noticia de, notifícame, hazme partícipe de, hazme saber.

Después de esta enumeración de soluciones del español, se concluye con una interrogación: ¿Hacía falta ir hasta el inglés para expresar la idea?

 

MINUTA

“. . .según la MINUTA de su reunión de diciembre en la que por unanimidad las aumentaron. . .”

No será la primera vez, pero ojalá fuera la última. Esa frase de frustración se expresa ante la desconsideración que tuvo el redactor de utilizar un vocablo reconocido del español como equivalente de uno parecido del inglés. No hay motivo para rasgarse las vestiduras por esto, pues de todos modos pudo referirse a un significado auténtico del español.

La palabra minuta significa muchas cosas, pero la menos conocida es la que el redactor trató de expresar. Aquí se repasarán las significaciones en el español general, así como en el español de América para concluir con la explicación acerca del origen de la confusión.

La razón por la que se escribió más arriba que no había necesidad de rasgarse las vestiduras por el empleo que se hace de la palabra del título es porque el entendimiento del hombre se refleja en el lenguaje y de este modo contribuye a modificarlo. Como se verá más adelante, el uso de “minuta” del modo en que se ve en la cita es el producto del fenómeno social en el país en que con esa acepción se acepta, pues en esa comunidad es comprensible y aceptable. Esto así porque obedece al carácter funcional del lenguaje.

La función principal del lenguaje es comunicar, informar. Ese es el destino particular del lenguaje. En la prensa diaria esa es la función predominante. Ese cometido es una condición del lenguaje y se logra mediante el uso de términos convencionales. Si el comunicador social cede y utiliza el español estrecho de su país, falla al propósito de transmitir el mensaje para comprensión general.

El vocablo en estudio proviene del latín. En esa lengua denotaba lo que era menudo, de ahí que otras palabras de la misma familia sirvan para ese propósito. En esa línea de derivados en español se acepta que minuta sea “extracto, borrador, apuntación, nota”. Eso que se menciona aquí es lo aceptado en la comunidad internacional de hablantes de español.

En América la voz examinada posee significaciones que implican el menudo tamaño, la brevedad que se sugirió antes. En República Dominicana son pescados pequeños. En Guatemala, Honduras y El Salvador es el refresco hecho con hielo desmenuzado. En otros países el nombre corresponde a una lista de comida rápida, o a un pescado limpio, listo para cocinar.

En inglés en plural, minutes sirve para mentar el acta de una reunión. En francés el escrito que contiene lo decidido en una reunión es el procés-verbal o compte-rendu. Los demás minute del francés no tienen nada que ver con las actas, aunque sí con las reuniones.

La clave del uso en la cita se encuentra en el español de México y solo se inventaría en el Diccionario del español usual en México (2002). Allí se lee en la segunda acepción: ‘Resumen de lo discutido y decidido en una reunión o en una junta, a partir del cual se elabora el acta correspondiente: tomar la minuta.

A lo anterior hay que añadir que minuta sirve para ‘borrador o extracto de un documento’. Así lo consigna el Gran diccionario de la lengua española de Larousse. Tal vez el redactor se refería a esto y no a un acta acabada de la reunión que menciona. Si así fuere, debió usar uno de los vocablos mencionados, borrador, apunte, esbozo para evitar equívocos.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ojos que sí ven

Llega marzo y con él las conmemoraciones del Día de la Mujer. Estos días con nombre propio solo sirven para recordarnos compromisos que debemos mantener todos los días. La defensa de la igualdad de las mujeres no es cosa de un día. La discriminación por razón del sexo sigue tan asentada entre nosotros que cambiar esquemas es cosa de cada día, de cada postura, de cada actitud.

Esta postura personal puede plasmarse de muchas formas, porque nos queda mucha tarea por delante en todos los ámbitos. Hay quien opina que el sexismo se manifiesta en los géneros gramaticales; quizás porque no han entendido del todo cómo funciona la lengua.

Yo elijo otra postura. Tal vez menos evidente pero, sin duda, tan militante y tan comprometida como la que otros enarbolan. Yo elijo la defensa del acceso en igualdad de condiciones a una educación de calidad para las mujeres. La educación de calidad, cuando lo es, lleva aparejado el uso correcto y prestigioso de la lengua. Y, con el dominio de la lengua, la capacidad de expresar, de compartir, de crear, de reclamar, de exigir. Y, casi tan importante, la libertad de servirnos de esa educación, según nuestra capacidad, en todas las facetas: personal, laboral, académica, creativa, investigadora, directiva, política, ciudadana. Y que a igual desempeño, recibamos igual compensación e igual reconocimiento y respeto. Solo así seremos visibles las mujeres. Y cuando las mujeres seamos visibles, la lengua, que siempre ha sido materna, lo será más que nunca y como debe serlo: en los contenidos. Ojos que sí ven, corazón que sí siente.

© 2016, María José Rincón.

 

Capú – caucus – escénico

CAPÚ

Esta voz del español dominicano solo aparece en una locución verbal, hacer capú, que consiste en ‘darle un manotazo en el brazo a alguien para conseguir que suelte lo que lleva en la mano y quitárselo’.  Lo que consta a manera de cita es extraído del Diccionario del español dominicano (2013).

Por la referencia de 1915 que avala la inclusión en el mencionado diccionario, la locución es de larga data en el español dominicano. El autor de estas líneas recuerda haber jugado al capú hace más de cincuenta y cinco años. El golpe en los recuerdos no era en el brazo, sino en el dorso de la mano o en la muñeca y se hacía de modo sorpresivo.

El principal motivo para traer esta voz a estos estudios es porque se piensa que, al igual que muchas otras voces del español antillano, esta tiene raíces en las lenguas africanas.

Fernando Ortiz registra la voz capú cuyo significado coincide con la voz sambé que es un juego. Conforme con la opinión de este estudioso, es ‘voz africana, acaso del calabar’ que por su nombre se sitúa en el sur de Nigeria. Lo que se avanza aquí proviene del Glosario de afronegrismos, publicado por primera vez en 1924 y reeditado en 1990.

Este “calabar” es el que ha dado lugar a carabalí por metátesis. Así se denomina a los descendientes de esclavos de esa región que algunas personas se han empeñado en distinguir por tener un color de piel negro opaco.

El sambé era un juego infantil. Entre otras cosas, escribe F. Ortiz, ‘. . .sambé que no lo vi, y el preguntado, si no tenía el distintivo pagaba prenda o recibía algún golpe en castigo’. (Las negritas son mías).

De esta relación del juego de niños se deduce que el capú era el golpe; por lo tanto, en la locución señalada del español dominicano el capú es el golpe (manotazo) en el brazo, según el Diccionario del español dominicano. El niño que deseaba evitar las consecuencias del juego decía antes de ser sorprendido “fuera capú”.

El Diccionario de cultura y folklore dominicano (2005) de Paulino y Castro llama el juego “capú y no te abaje” y hace referencia al libro La Misericordia y sus contornos, 1894-1916 (1967). Es posible que la forma de jugar al capú haya evolucionado con el tiempo y que todas las descripciones con relación al golpe y al sitio en que este se propinaba sean exactas.

Resulta interesante hurgar en el pasado de algunas de estas voces del español dominicano y examinar el posible origen de estas.

 

CAUCUS

“Las asambleas o CAUCUSES de Iowa serán los que desaten la verdadera contienda. . .”

Esta voz del título es ajena a la lengua española. Cuando se la usa en español es para referirse a algo muy específico que sucede en un país extraño al habla española y, para respetar lo particular de lo que refleja esa voz se la utiliza tal cual. Ha sido muy empleada en español durante los últimos meses con ocasión de las elecciones primarias que se desarrollan en los Estados Unidos de Norteamérica.

Algunas precisiones se hacen necesarias con respecto al uso de la voz extranjera en el español corriente. Como sucede en muchas ocasiones parecidas, estas voces no siguen un patrón de uso predeterminado en lengua española.

En la oración copiada a modo de ejemplo de uso, la palabra del inglés americano aparece utilizada en plural formado añadiéndole la terminación -es. Esa es una tendencia que se ha usado en otras ocasiones para palabras de origen latino. En el caso de la voz sometida a estudio, caucuses es el plural en inglés.

La voz es de origen incierto pero se emplea en los Estados Unidos para reuniones de grupos. No solamente la reunión la hace un grupo de personas con el propósito de elegir candidatos, sino también para decidir acerca de las políticas a seguir.

El mismo día en que apareció publicada la noticia de la cual se extrajo la oración reproducida, Fundéu se ocupó de sentar las bases acerca del uso de la voz. El plural de la palabra es invariable. Esto así, porque el plural en español de las palabras extranjeras que terminan en –s solo varía su terminación cuando son monosilábicas o agudas.

Se ha hecho tan frecuente el uso de la palabra estudiada en el español común que no hace falta resaltar el vocablo estudiado con comillas ni en cursiva.

ESCÉNICO

“. . .los viajeros podrán tomar la ruta ESCÉNICA a través de la bahía de Biscayne. . .”

Muchas de las palabras del español tienen amigos pocos sinceros en otras lenguas. La palabra que se encuentra destacada en la cita es una de esas de engañoso parecido que mueve a equívocos. El uso desacertado, especialmente en este caso, se expondrá en lo que sigue.

En el español corriente, escénico es lo perteneciente o relativo a la escena. Esta a su vez, en el teatro, es el lugar en que se representa  la obra; es el sitio decorado para la representación. En una obra de teatro es la parte en que se divide un acto, etc. También tiene acepciones acerca de películas. Es, así mismo, algo digno de atención o lugar de un suceso.

No hay necesidad de extender la enumeración de las palabras de la familia de escénico que nada tienen en común con lo que pretendió comunicar el redactor de la reseña.

El asunto de la confusión nace de la proximidad que existe entre voces del inglés y palabras del español. Una de ellas es scene del inglés que en algunos casos debe traducirse por panorama, vista. En otras situaciones hay que trasladar al español esta idea mediante el vocablo ambiente, paisaje. Además, puede ser situación en las hipótesis en que cabe por el entorno en que se encuentra.

En algún sitio leyó u oyó el redactor la voz scenic y la llevó al español de la forma más parecida al inglés, que muchas veces antes se ha escrito que es la solución más fácil, pero no la más apropiada.

En el caso de la cita, debió ser ruta panorámica, para referirse así a la extensión de terreno o paisaje que se abarca con la vista, que muestra un amplio sector del campo visible. Pudo escribir, ruta de bello paisaje, u otra redacción que expresara la noción en español. Pudo recurrir a bella vista y redactar algo adecuado.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Palabras de familia

Mi querida profesora de tejido, a quien como a todas las profesoras, le gustan las cosas bien hechas, me mostró hace unos días un titular que rezaba como sigue: «El estereotipo de los problemas del nuero y la suegra al cine». Su lectura me recordó aquello de la familia de palabras. Para este caso hablamos también de palabras de familia.

No sé si se han dado cuenta de que cada uno de nosotros, como miembros de una familia, puede ser llamado de muy distinta manera según la relación a la que nos queramos referir. Yo, por ejemplo, soy al mismo tiempo hija, nieta, hermana, esposa, madre, cuñada, tía, sobrina, prima y nuera (y está en veremos si llegaré a ser suegra, consuegra, abuela o, incluso, bisabuela). Nuera, que no *yerna. Y si fuera un hombre sería yerno, que no *nuero. Yerno y nuera son los sustantivos que en nuestra lengua nos sirven para referirnos a las parejas o a los cónyuges (que no *cónyugues) de los hijos. Yerno es lo que en lingüística conocemos como el heterónimo de nuera; dos palabras distintas, con orígenes distintos, que se oponen solo por el género (como en los casos, y sin ánimo de comparar, de yegua/caballo o vaca/toro).

En algunas zonas de España y de Hispanoamérica (y de que nuestro país está incluido entre ellas da fe el anterior titular) echamos mano a veces de aquello de  nuero y yerna. Son una muestra de expresión coloquial que debemos desterrar de la expresión cuidada, sobre todo si se trata de un titular de prensa.

Nuestra industria cinematográfica está tomando vuelo. Aunque para el cine la imagen es primordial, las palabras no deben quedarse atrás. Que no sean ellas las que lastren su ascenso.

© 2016, María José Rincón.

 

Metan las narices en la lengua

Ya saben eso de la economía de la lengua. El máximo significado con el mínimo esfuerzo. A veces esa economía nos pone en jaque. Acérquense, si no, a la pareja de homófonos (puesto que se pronuncian igual) injerir/ingerir. Una sola letra de diferencia, dos palabras distintas. Como en todas las parejas, sus componentes comparten algunas cosas y difieren en otras. Sirvámonos del Diccionario académico para deshacer el entuerto.

Injerir, del latín inserere, significa ‘meter una cosa en otra’. Ingerir, del latín ingerere, significa ‘introducir por la boca la comida, bebida o medicamentos’. Ambos son verbos irregulares. Para conjugarlos correctamente podemos servirnos del modelo de conjugación del verbo sentir.

Todas las formas del verbo injerir se escriben con jota: Injieren un nuevo apartado en el informe. También, y con la misma ortografía, lo podemos usar como intransitivo pronominal para expresar que alguien se entromete o se inmiscuye en algo; para esto se construye con la preposición en: No es acertado injerirse en los problemas ajenos. Del verbo injerir, el sustantivo injerencia, la muy frecuente acción de entrometerse donde a uno no lo llaman: Siempre se critica la injerencia extranjera.

 Todas las formas del verbo ingerir se escriben con ge: Ingieren el mismo jarabe todas las mañanas. Del verbo ingerir, el sustantivo ingestión (ojo, no existe *ingerencia): La ingestión de ciertas setas puede provocar envenenamiento. Un cultismo latino, injerido hace tiempo en nuestra lengua desde el inglés, es también miembro de esta familia: ingesta. Originalmente ingesta se refería al conjunto de alimentos y bebidas que se ingieren: La ingesta de líquidos debe ser adecuada. A esta acepción ha añadido la de ‘acción de ingerir’, que lo convierte en sinónimo de ingestión: En las dietas hay que controlar la ingesta de azúcar. 

Injiéranse todo lo que quieran en la lengua; para eso es nuestra. El único requisito es hacerlo con respeto y conocimiento.

© 2016, María José Rincón.

 

Alinear: alineo [alinéo], alineas [alinéas], alinea [alinéa]

Si su vehículo muestra alguna inestabilidad en el rodamiento debe ser sometido a /alineación/. Incluso, el hecho de cambiarle las llantas demanda que se /alinee/.

Una vez en el taller,  el dueño le responderá: “Nosotros lo /alineamos/ en breve tiempo”. Usted insiste en preguntar: ¿En qué tiempo lo /alinean/? El operador de la máquina le dirá: Yo /alineo/ ese  carro en media hora. Entonces, usted ordena: alinéelo.

Un  extranjero que andaba  en lo mismo dice: el centro donde yo /alineaba/ ha cerrado, ¿vosotros alineáis electrónicamente? – Claro, nosotros /alineamos/ con tecnología moderna.  –Pues aquí /alinearé/  mi coche o mejor, lo /alinearéis/ vosotros.  – Sin duda, lo /alinearemos/.

El verbo  /alinear/ sufre en el habla de muchos dominicanos alteraciones que  lo diferencian de la conjugación  correspondiente al español general. Semánticamente se observa que el uso más generalizado entre nosotros  es el referente a la mecánica, pese a que en el Diccionario de la lengua española aparecen otras acepciones antes que esa. Veamos:

1-Colocar tres o más personas o cosas en línea recta. U. t. c. prnl.2. tr. Incluir a un jugador en las líneas de un equipo deportivo para un determinado partido. 3. tr. Vincular a una tendencia ideológica, política, etc. U. t. c. prnl.4– Mec. Ajustar en línea dos o más elementos de un mecanismo para su correcto funcionamiento.

La cuarta acepción (edición 23ª del DLE) predomina aquí sobre las otras. De ésta derivan  los sustantivos alineación y alineamiento.

El Diccionario  no registra  el significado que aquí le otorgamos a la palabra /alineación/  en relación con los automóviles. He aquí lo que dice:

  1. f. Acción y efecto de alinear.2. f. Trazado de calles y plazas.3. f. Línea de fachada que sirve de límite a la construcción de edificios al borde de la vía pública.4. f. Acción y efecto de formar o reunir ordenadamente un cuerpo de tropas.5. f. Disposición de los jugadores de un equipo deportivo según el puesto y función asignados a cada uno para determinado partido.

Respecto al vocablo /alineamiento/ la publicación académica refiere   hacia /alineación/. De su lado, el Diccionario del español dominicano registra alineación (en sentido del uso en beisbol, orden en que los peloteros aparecen en la lista de bateo).

Alineamiento  es definida por el DED como  alineación del tren delantero de un vehículo. Esta obra no incluye el verbo  alinear. 

Para advertir sobre ciertas incorrecciones, es  necesario reproducir textualmente lo que explica el Diccionario panhispánico  de dudas    sobre la conjugación del verbo alinear. Hela aquí:

En todas las formas en las que el acento recae en la raíz aline-, la vocal tónica es la -e-: alineo [alinéo], alineas [alinéas], alinea [alinéa], alinee [alinée], etc. Son, pues, incorrectas las formas en las que, por influjo del sustantivo línea, se desplaza el acento a la -i-: alíneo, alíneas, alínea, alínee, etc., así como su pronunciación con cierre de la /e/ átona resultante en /i/: [alínio], [alínias], [alínia], [alínie], etc., pronunciación que a veces llega a reflejarse en la escritura. Los mismos errores deben evitarse en el resto de los verbos acabados en -linear, como delinear, desalinear, entrelinear, interlinear y linear.

© 2016, Rafael Peralta Romero.

¿Qué haríamos sin lectores?

¿Qué haríamos sin los lectores? Rosa, siempre atenta, consulta sobre la ortografía de rehusar/reusar.

Reusar, compuesto por el prefijo re- y el verbo usar, no debe llevar hache intercalada.  Lo mismo sucede con su sinónimo reutilizar. El hecho de que se reúnan dos vocales no exige una hache. Rehusar, ‘rechazar, no aceptar algo’, a pesar de su similitud, no tiene ningún parentesco con reusar. Procede del latín refusare, y de esa ahí su hache.

Por una vez la hache no es la mala de la película ortográfica. En el verbo rehusar la mayor dificultad está en la tilde. Algunas de sus formas llevan el acento en la raíz, es decir, en la parte del verbo que no cambia con la conjugación. Conjuguen: rehusé, rehúsan, rehusamos… Cuando el acento está en la raíz verbal (rehus-)  tenemos que recordar que /eu/ es un hiato, formado por una vocal abierta átona (e) y una vocal cerrada tónica (ú). En estos casos siempre debemos colocar la tilde sobre la vocal cerrada, aunque no lo exijan las reglas generales . La hache es más muda que nunca: no nos libera de la obligación de usar la tilde en el hiato.

Si vamos más allá de la ortografía el verbo rehusar tiene más cosas que enseñarnos gramaticalmente Es un verbo transitivo, que se construye con complemento directo sin preposición: Rehusó el premio. Es incorrecto usarlo con las preposiciones a o de: *Rehúsan a colaborar en la exposición. También es un error utilizarlo como pronominal: *Se rehúsan a participar en la carrera.

¿Quién nos iba a decir que una sola pregunta nos iba a dar tanto juego? Sorpresas te da la lengua (casi tantas como la vida). Gracias, Rosa, por tus dudas de buen hablante. Y recuerda: rehúsa estas incorrecciones.

© 2016, María José Rincón.

Isabel la Católica, Pedro el Cruel, Diomary la Mala…

Leí recientemente en un diario el siguiente titular: “Diomary La mala, abrazada a la buena suerte en su tierra.” El artículo  “la”aparece en mayúscula mientras  el adjetivo “mala”, que es lo que diferencia a esa persona de las otras así nombradas, aparece en minúscula.  Lo correcto  habría sido: Diomary la Mala…

La Ortografía de la lengua española, publicación de la Asociación de Academias de la Lengua Española,  señala al respecto que los sobrenombres “son calificativos que siempre deben ir acompañados del nombre propio. Se escriben con mayúscula inicial y van precedidos de un artículo en minúscula.

La publicación académica pone los siguientes ejemplos: Alfonso X el Sabio, Isabel la Católica y Jack  el Destripador.  Ese  adjetivo con su respectivo artículo delante, hace la función de apellido. A estos nombres podemos agregar los de Fernando el Católico (esposo de Isabel), la hija de ambos Juana I de Castilla quien, por su estado de salud, pasó a llamarse Juana la Loca, mientras su esposo ha sido  identificado como Felipe el Hermoso.

La regla se aplica también para Herodes el Grande (rey de Israel, perseguidor de Jesús),  Pedro el Grande (zar de Rusia)  y el controversial Pedro I de Castilla quien asumió el trono con  ese nombre,  pero sus comportamientos  determinaron que pasara  a la historia como Pedro el Cruel, aunque sus  simpatizantes lo denominen Pedro el Justo.

Los periodistas que suelen mencionar al pícher  Pedro Martínez con el sobrenombre  de Pedro el Grande, tienen también  que observar esta regla.

En cuanto a Pedro el Cruel es título de una novela del autor de esta columna, cuyo personaje principal lleva ese nombre, en honor a la  crueldad que lo caracteriza.

Hablando de novelas, tenemos el  nombre Juanita la Larga, del siglo XIX, escrita por el español Juan Valera.  De España nos llega también el personaje  Antoñito el Camborio, poema de Federico García Lorca, de pura esencia gitana. Está basado en la muerte de  Antonio Torres Heredia. Aquí reproduzco una estrofa:

“¡Ay Antoñito el Camborio
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
¡Ay Federico García,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.”

Entre los apóstoles de Jesús, al menos dos se conocen con  nombres formados a partir de este modelo: Santiago el Mayor y  Santiago el Menor. Como todos los nombres que he citado, sin importar ocupación, categoría  o rango, se escribirán  los de aquellos cuya identidad esté compuesta por  un sustantivo propio, un artículo y un adjetivo: Toña la Negra, Amara  la Negra, Quico el Presidente, José el Calvo.

Apodos y alias

Hay diferencia entre apodo y sobrenombre. Los apodos y  alias  se basan muchas veces en  rasgos de las personas. En unos casos se usan junto al nombre, separados por una coma,  y en otros en sustitución de este. Ejemplos: Lola Flores, la Faraona; Fernando Villalona, el Mayimbe; Sandro, el Gitano; Casandra Damirón, la Soberana; Tetelo Vargas, el Gamo.

Otra forma es colocar el apodo entre paréntesis a continuación del nombre, con mayúscula, la palabra principal. Ejemplo: Johnny Ventura (el Caballo); Joaquín Guzmán (el Chapo) o Pascual Cordero Martínez (el Chino).

Es frecuente escribir apodos entre guiones a seguidas del nombre y antes del apellido: Rafael –Fafa- Taveras, Teófilo –Quico- Tabar, Fausto –Ceja-Rodríguez, Federico –Quique- Antún.

La Ortografía académica recomienda en  lugar de guiones, comillas: Ernesto “Che” Guevara; Víctor “Ito” Bisonó; Eulalio “Lalo” Almonte.  Hasta aquí por hoy, si alguien me fuera a tildar de necio, por favor que lo escriba así: Rafael el Necio.

© 2016, Rafael Peralta Romero.

Recuerden las sílabas

¿Recuerdan aquello de la división de las palabras en sílabas? Aunque pueda parecerlo, no se trata simplemente de un ejercicio escolar. Las sílabas son esenciales para el uso correcto de la tilde o para la separación de una palabra a final de línea. La estructura de la lengua española exige que todas las sílabas contengan una vocal. La dificultad la plantean las consonantes, sobre todo cuando hay más de una.

Pongamos como ejemplo algunos grupos de consonantes que se consideran inseparables: pr, br, tr, gr, y también pl, bl, cl, entre otros. Por regla general forman sílaba con la vocal que los sigue (pla-to, co-bra, tra-go, a-pre-ciar).

Algunos casos de palabras compuestas o con prefijo se apartan de esta regla de división silábica. Prueben a dividir en sílabas las palabras sublime y sublingual. En la primera el resultado de la división es su-bli-me; la segunda, en cambio, separa las consonantes b y l puesto que está formada por el prefijo sub- y el adjetivo lingual: sub-lin-gual.

Existe el caso curioso que forman las consonantes -tl- cuando aparecen juntas. Su separación silábica puede ser distinta según el lugar de procedencia del hablante. El sustantivo atleta se separa como at-le-ta en muchas partes de España y América; en otras áreas españolas y americanas, sin embargo, la separan como a-tle-ta. Prueben, por ejemplo, con atlántico. La forma en que haga la división puede delatar su lugar de procedencia. No se apure; ambas posibilidades son correctas.

Tener el privilegio de ser hablante de una lengua tan extensa, tan antigua y, permítanme la licencia, tan intensa como la nuestra tiene estas cosas. Las variantes aportan riqueza, también dificultades, aunque no serán insalvables siempre que nos sigamos entendiendo.

© 2016, María José Rincón.

Una de murciélagos

Los hablantes, dueños de la lengua, convierten a menudo los diccionarios en blanco de sus críticas. El Diccionario de la lengua española, por su longevidad, debe ostentar el récord. La crítica es un ejercicio saludable, pero, para que sea productiva, es aconsejable que conozcamos bien lo que criticamos.

El DLE refleja los cambios en las palabras y en su valoración incluyendo varias versiones de la misma palabra. He oído a muchos rasgarse las vestiduras por la aparición de murciégalo en el Diccionario. ¿Están locos estos académicos? ¿Lo correcto no es murciélago? Aprendamos con este ejemplo algunos trucos útiles para aprovechar el diccionario.

En el DRAE digital la etimología aparece en color verde. La palabra española para nombrar a este pequeño mamífero procede del latín mus ‘ratón’ y caecŭlus, diminutivo de caecus ‘ciego’. Algo tan tierno como ratón cieguito. Si lo analizamos, el resultado correcto evolutivamente es murciégalo. Pero los hablantes, con el tiempo, le han ido perdiendo el gusto y han dejado de usarla; el Diccionario lo registra incluyendo la abreviatura desus. (desusada) y haciendo notar que se la considera vulgar (con la abreviatura vulg.).

La demostración de esta evolución la encuentran si consultan la palabra que finalmente se impuso: murciélago. Verán que procede de murciégalo. Los hablantes desechan una palabra «correcta» e imponen una «incorrecta». No es tan raro. El diccionario no hace más que registrar el hecho.

Aunque parezca una incongruencia, los diccionarios nunca tienen la última palabra. Siempre podemos mejorarlos. Un apunte. En la definición académica de murciélago habría que matizar lo de insectívoro. Aunque los insectívoros son los más comunes, hay murciélagos (antes murciégalos) que se alimentan de flores, frutos e, incluso, de sangre.

© 2016, María José Rincón.