Por Bruno Rosario Candelier
A Fabio Guzmán Ariza,
Cultor apasionado de nuestra lengua.
La Academia Dominicana de la Lengua (ADL) publicó una nueva obra lexicográfica, Diccionario fraseológico del español dominicano (Difrado), de la autoría de Bruno Rosario Candelier, Irene Pérez Guerra y Roberto Guzmán, labor que realizamos con la ayuda de varios colaboradoresen la búsqueda de expresiones fraseológicas.
Este trabajo de investigación idiomática en el campo de la fraseología es una expresión concreta de los estudios lexicográficos. La lexicografía es la disciplina de la lengua que enseña a confeccionar diccionarios, es decir, como ciencia del lenguaje da la pauta para hacer un diccionario, y un diccionario normalmente se hace de palabras, que se definen y se ilustran con ejemplos apropiados. Esa labor lexicográfica entraña el trabajo de seleccionar y describir las palabras que se usan en una lengua determinada y, además, se especifica el significado de cada palabra, con su denotación y su connotación, con sus diferentes acepciones.
El diccionario fraseológico recoge y define frases y expresiones idiomáticas de los diferentes niveles socioculturales de los hablantes -lenguaje culto y vulgar, campesino y urbano, del pasado y del presente- incluidas las diferencias de los hablantes y las regiones geográficas.
Esta nueva publicación de la ADL recopila frases que habitualmente utilizan los hablantes dominicanos, por lo cual nos acogimos al criterio de uso para seleccionar el material lingüístico que sirvió de base a esta obra fraseológica. Con ese fin acudimos a las tres fuentes de información: la literatura, la prensa escrita y la oralidad.
En esta obra fraseológica denominé idiolexías a las unidades fraseológicas o expresiones idiomáticas de nuestro pueblo. Se trata de expresiones que suelen nacer de un hecho real y que se pueden aplicar a otros contextos, con un significado diferente al de la motivación original. Nos guiamos por el criterio de uso para seleccionarlas frases de las fuentes ordinarias, cuya bibliografía se consigna al final del diccionario. La introducción ofrece al lector una orientación para el manejo adecuado de esta obra.
En cada uno de nuestros países hispanohablantes hay, además de las voces de la lengua general, términos y expresiones de la lengua local, con los significados habituales y las connotaciones idiomáticas del lenguaje coloquial. En la Academia Dominicana de la Lengua ya habíamos elaborado un diccionario de voces criollas. En este diccionario de frases hemos endosado, al léxico y al refranero de la lengua española, un vocabulario y unas expresiones autóctonas con nuevos significados que revelan la peculiaridad léxica y semántica en la variedad del español de América hablado en las Antillas.
En el conjunto del lenguaje, además de las palabras de la lengua, hay expresiones idiomáticas, como locuciones, frases, giros, adagios, sentencias, proverbios, máximas y refranes. En esta primera obra fraseológica de la ADL estudiamos fundamentalmente las frases, locuciones, adagios y giros. Dejamos para un segundo volumen el estudio de sentencias, proverbios, máximas y refranes. En este diccionario fraseológico hemos hecho una recopilación de las expresiones que usan los hablantes dominicanos, y hemos acudido a tres fuentes fundamentales: las referencias bibliográficas, es decir, al conjunto de obras literarias donde rastreamos frases usadas por narradores, novelistas, cuentistas, dramaturgos y ensayistas. Esas obras contienen una variedad de frases, porque los escritores suelen emplear las expresiones que usan los hablantes y las que ellos mismos emplean como escritores. Por eso las obras literarias constituyen una mina de frases, porque es un caudal fraseológico en el ámbito de las idiolexías o modismos idiomáticos.
La primera fuente es la literaria, cuyos textos de ficción escudriñamos para recoger las frases que aparecen en la narrativa. En la fuente literaria se hallan, básicamente, las obras narrativas de cuentos, estampas, relatos y novelas, que cotejamos en la literatura dominicana. También consultamos algunas obras de historiografía y de ensayo.
La segunda fuente a la que acudimos, de gran caudal expresivo, es la prensa escrita de periódicos y revistas en ediciones físicas y electrónicas. Fundamentalmente usamos los periódicos del Listín Diario, Hoy, La Información, El Nacional, Diario Libre, Nuevo Diario y El Caribe. En nuestra investigación lingüística pudimos constatar que los periodistas y escritores dominicanos que escriben en la prensa, sobre todo quienes tienen una columna regular, suelen usar expresiones fraseológicas. Todos están citados.
La tercera fuente es la oralidad, que es el caudal de voces y expresiones habladas en los diferentes escenarios sociales. Esa fuente refleja el lenguaje vivo de la gente cuando se comunica en diálogos, coloquios o conversaciones. La radio y la televisión son fuentes públicas de la oralidad, pero la mayor fuente donde acude la gente son los sitios de concurrencia abierta, como mercados, comercios, centros médicos, guaguas, carros de concho, colmadones, templos, salas de fiesta, pulperías, barberías, estadios deportivos, gimnasios, es decir, lugares donde va la gente por diversos objetivos y, por tanto, donde se manifiesta de un modo espontáneo la oralidad. Los tres autores de esta obra acudimos, cada uno por su cuenta, a esos escenarios del habla viva.
Quien estudia las expresiones fraseológicas se pone en contacto con los hablantes y entresaca de la conversación o de la obra escrita las susodichas frases, porque dentro de una descripción, una narración o el párrafo de un ensayo o estudio crítico, el autor dice una expresión de esas que forman parte de la fraseología. Desde luego, hay que saber identificar y extraer esa frase donde se encuentre, y eso es lo que en fraseología se llama expurgo, que es el acarreo o la selección de una expresión fraseológica, que definimos y consignamos en el diccionario. Es decir, leemos la obra literaria o un periódico y estamos atentos a la conversación, y donde aparece la frase escrita seleccionamos el párrafo para mostrarlo como ilustración.
Naturalmente eso tiene una técnica de trabajo. En primer lugar, las frases se organizan alfabéticamente. Para darle ese orden, se elige una palabra clave que aparezca en la frase; esa palabra se coloca de entrada, de tal manera que le sirva de guía al lector. Por ejemplo, en la frase “hay más días que longaniza”, la palabra clave es “longaniza”. Esa palabra comienza con “l”; entonces se coloca dentro de la letra L, y dentro de cada letra correspondiente se colocan las palabras claves de las expresiones que contienen las susodichas frases. Cada una de las frases se clasifica: la expresión puede ser una locución, un adagio, una frase, un giro. Entonces se le pone el nombre y quien hace ese trabajo debe distinguir qué tipo de clasificación le corresponde a cada frase. Las locuciones pueden ser verbales, adjetivas, sustantivas y adverbiales. Y hay una razón para esa diferenciación. Las frases pueden ser coloquiales y populares. Al lado de esa clasificación se define su significado. Y se consigna su uso en un párrafo de la lengua escrita o con un ejemplo de la lengua viva.
Público: ¿Cómo se define la frase “hay más días que longaniza”?
Público: Que el momento actual talvez no sea tan importante como el que viene.
BRC: Esa es una posible explicación.
Público: Que el acontecimiento actual es tan largo que sobrepasa a la longaniza, que esa bundante.
BRC: Esa es una segunda explicación. ¿Una tercera explicación?
Público: No preocuparse porque el día pasa y vendrán otros.
BRC: Esa sería una tercera explicación. En realidad, la frase “hay más días que longaniza” indica que por delante tenemos varias opciones y oportunidades. Y no hay que preocuparse si las cosas no ocurren, ahora, como esperábamos. Las diferentes explicaciones se llaman “acepciones”. Cuando una palabra o una frase en el diccionario tienen significados diferentes, cada uno de esos significados es una acepción, y normalmente las acepciones, tanto de una palabra como de una frase, en el diccionario se dan a conocer por medio de números y luego se consigna el ejemplo, que se consigna con un párrafo donde aparezca su uso, previamente explorado en un libro de narrativa, un artículo de periódico o en la oralidad. Cuando no encontramos el uso de una determinada frase en alguna fuente, entonces los autores inventamos el ejemplo.
Público: ¿Cómo se sabe si una frase es dominicana?
BRC: Viendo una película española escuché la expresión Hay más días que longanizas, común en el habla de los dominicanos, lo que indica que esa frase no es original del pueblo dominicano, ya que procede de España. Ya que es difícil determinar el origen de las frases, el criterio que optamos fue el uso. Si nuestros hablantes la usan, la registramos como parte del español dominicano.
Público: ¿Cómo se resalta una palabra dentro de un párrafo?
BRC: La palabra se escribe con letras en cursivas, en negritas o en versalitas. En este Diccionario fraseológico optamos por resaltar las frases con letras en versalitas, que es un tipo de letras con que las palabras adquieren otra forma. Ese trabajo lo hemos hecho en cada una de las frases que encontramos y que organizamos alfabéticamente. Este Diccionario fraseológico del español dominicano es un complemento del Diccionario del español dominicano, ambos realizados en nombre de la Academia Dominicana de la Lengua y publicados con el auspicio de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua, que preside el académico Fabio Guzmán Ariza.
El equipo de redacción del Diccionario del español dominicano contó con María José Rincón, Bruno Rosario Candelier, Fabio Guzmán Ariza y Roberto Guzmán. Ruth Ruiz colaboró en la revisión de ambos diccionarios. En el primero se describieron voces o unidades léxicas, es decir, palabras, no expresiones idiomáticas, que son las que contiene el Diccionario fraseológico.
Público: ¿Cuáles son los autores más citados en este Diccionario fraseológico?
BRC: En el Diccionario del español dominicano el autor más citado es Manuel Salvador Gautier; y en el Diccionario fraseológico el autor más citado es Rafael Peralta Romero. En el diccionario fraseológico la obra más citada es Guazábara, de Alfredo Fernández Simó; y los autores de columnas periodísticas más citados son Orlando Gil, César Medina, Pablo Mckinney, Alfredo Freites, Aristófanes Urbáez, Fabio Herrera-Miniño y Gina López Núñez, que tienen sus publicaciones en los periódicos Listín Diario y Hoy, respectivamente. En el primer diccionario figuran las voces dominicanas, es decir, las palabras que usan los hablantes dominicanos. Y en el segundo, las frases.
Las palabras, que son exclusivas del español dominicano, se llaman dominicanismos, y hay dos tipos de dominicanismos: léxico y semántico. El dominicanismo léxico es la palabra original creada por el hablante dominicano. Pero, si se trata de una palabra de la lengua española, es decir, que se usa en España o en cualquier país del mundo hispánico, forma parte de la lengua general, pero si en nuestro país una palabra tiene un significado diferente al que tiene esa palabra en el Diccionario de la lengua española, le llamamos dominicanismo semántico. Cuando una palabra de la lengua general adquiere un significado diferente en una variante de la lengua española en América, a ese vocablo se le llama americanismo semántico, y si es en Colombia, colombianismo semántico, etc. Ese criterio es válido para cada país hispanoparlante.
El ámbito de la fraseología tiene también sus peculiaridades, que son aquellas expresiones de la lengua general y las que son de uso local. En este diccionario recogimos las frases que usan los dominicanos sin especificar si son o no son exclusivas del español dominicano. Como ya dijimos, usamos el criterio de uso, es decir, si se usa aquí la registramos en el diccionario. Sabemos que una frase se usa si la emplean los hablantes en la oralidad, o si la registran los autores en uno de sus escritos.
En este diccionario hemos hecho una recopilación de las frases que usan los hablantes dominicanos de todos los niveles socioculturales, lo mismo del campo que de la ciudad, del pasado y del presente, entre jóvenes y adultos, del lenguaje de la calle y del lenguaje culto o académico. Y todas las expresiones, lingüísticamente hablando, tienen la misma jerarquía idiomática.
Hay curiosidades que llaman la atención. Por ejemplo, ¿ustedes han escuchado la expresión “esa es una gallina”? Se trata de una frase. Ahora bien, si esa frase se aplica a una mujer, significa que esa mujer es hermosa. En cambio, si se aplica a un hombre, significa que ese hombre es cobarde. Normalmente las llamadas frases idiomáticas o expresiones idioléxicas, son un modismo de la lengua y, en tal virtud, es propia del ámbito de la fraseología.
Hay datos singulares de las idiolexías o de los frasemas idiomáticos. La construcción de una frase, la primera vez que se emplea es la descripción de un hecho concreto y específico; por ejemplo, si ustedes leen el libro de Juan Bosch titulado Indios, en esa obra habla de la historia y la cultura de los aborígenes de este país, y tiene muchos pasajes donde da cuenta del estilo de vida de los indígenas, y en una de sus escenas hay una india que está guayando la yuca. La yuca era uno de los alimentos fundamentales de la raza aborigen de Quisqueya. Con la yuca hacían casabe, arepa, tortas. “Guayar la yuca” es una frase dominicana, que significa “fajarse a trabajar”; por consiguiente, la frase que aparece en Indios, donde textualmente dice Bosch: “Mientras Anaó guayaba la yuca…”, en ese contexto “guayar la yuca” no es una frase sino una mera descripción de lo que hacía la india, por lo cual en la obra del narrador dominicano no es una frase de la lengua española. Ahora bien, si yo digo: “A Ramón lo han puesto a guayar la yuca en la tarea que le asignaron”, esa expresión tiene el valor de una frase idiomática.
Las frases también se pueden llamar idiotismos, idiomatismos o expresiones idiomáticas por su carácter de idiolexías. Cada frase nació de un hecho real y luego comenzó a aplicarse a otra situación. A partir de su aplicación a otro contexto comienza a formar parte del mundo de la fraseología. El término idiotismo o idiomatismo está relacionado con idioma y quiere decir una expresión propia de una comunidad de hablantes, y cada lengua, así como cada país, tiene sus idiotismos peculiares. Todas las lenguas tienen expresiones exclusivas de su respectivo idioma.
La expresión “El que tiene moño bonito aguanta jalones”, nació originalmente de un hecho concreto. En un salón de belleza, a una mujer de cabello crespo, ensortijado y duro, para alisarlo, le pasaban un peine caliente o una plancha ardiente y la mujer sufría cuando lo sentía en la cabeza. Con el fuerte calor, la mujer le decía a su operadora: “ya quítame eso” y la estilista le respondía: “El que quiere moño bonito aguanta jalones”. Es decir, la primera vez fue un hecho real; luego esa frase comenzó a aplicarse a otra cosa.
¿A qué se aplica la frase “El que tiene moño bonito aguanta jalones”?
Público: Que si alguien quiere algo bueno tiene que sacrificarse.
BRC: Exactamente, entonces se puede aplicar a quien no quiere estudiar. El padre le puede decir al hijo: “Fájate a estudiar, si quieres que te dé dinero para ir al cine, pues el que quiere moño bonito aguanta jalones”, es decir, se puede aplicar a varias situaciones.
Todas las frases nacen de un hecho específico; no es inventado. Lo que acontece en un hecho real se puede aplicar a otra situación con la que no guarda cierta relación; entonces así nace una frase de nuestra lengua. La expresión “chuparse los dedos” indica que algo está muy bueno; pero si oigo decir “A los delincuentes hay que considerarlos, pero yo no me chupo ese dedo”, ¿qué está diciendo con eso?
Público: Que no cree eso.
BRC: Entonces, tiene muchos sentidos. Esto implica que una expresión originalmente es un hecho real de alguien que efectivamente se chupaba el dedo.
En la fraseología me encontré con frases impresionantes, y tanto yo, como las personas que trabajaron conmigo durante tres años en busca de frases idiomáticas del español dominicano, constatamos la variedad de expresiones idiomáticas. Y algunas son impresionantes, como la siguiente: “Solo el que se mueve puede escuchar el sonido de sus cadenas”. Esa frase se aplicaba en los tiempos de la esclavitud. En esa época el amo amarraba al esclavo rebelde con cadenas. Las cadenas eran de hierro, y no podían fugarse porque le ponían una cadena en cada pie. Solo podía dar un paso corto, pero esas cadenas de hierro suenan al moverse; por eso dice que solo el que se mueve puede escuchar el sonido de sus cadenas. Para entenderla habría que situarse históricamente en la época de la esclavitud. Aquí hubo esclavitud desde la etapa inicial de la Colonia hasta la Independencia de 1844. El sentido de esa frase se puede aplicar a los traumas de una persona. Quien tiene un trauma puede evocarlo ante la presencia de uno de los factores que provocaron el trauma.
Público: Una violación sexual, ¿crea un trauma?
BRC: Por supuesto que sí, puede crear un trauma psíquico si la mujer no lo deseaba. Un trauma puede durar un tiempo, pero no todo el tiempo. Una vez le pregunté a una mujer que fue violada, si ese hecho fue terrible para ella, y me contestó que no. Pero esa realidad es traumática para una mujer normal.
Pues bien, hay frases de todo tipo, que tienen connotaciones políticas, religiosas, psicológicas, antropológicas, sexuales o eróticas. Una vez escuché la frase “a esa no hay quien le lamba la arepa”, que se aplica a dos situaciones: a una persona que no se deja faltar al respeto, y a una mujer que no se entrega fácilmente. Las frases citadas están registradas en este Diccionario fraseológico.
En la expresión “Víbora escondida en yerba verde”, ¿a qué alude esa frase?
Público: Que no hay quien las encuentre.
Público: A una gente mala.
BRC: A una gente mala que finge ser buena.
Hay una palabra en lengua española para aludi
Hay una palabra en lengua española para aludir a quien tiene una conducta perversa, pero quiere envolverla como si fuera buena persona, esa palabra es “taimada”. Taimada es una persona que finge ser buena, pero no lo es. La frase “víbora escondida en yerba verde” alude a una persona taimada. Lo importante es usar las palabras con propiedad, porque muy a menudo muchos hablantes usan palabras de una manera impropia. Por ejemplo, la palabra “prístina”, la he escuchado por televisión con el significado de ‘elegante’ y ‘hermoso’. En realidad, “prístino” significa lo primero, lo original, algo primordial. Alguien dijo: “Fulanito tiene una conducta prístina indebida”, pero no se refería a primordial, sino a una conducta falsa”. Hay que saber usar las palabras con propiedad, sobre todo, las palabras cultas.
Oigan esta frase con la palabra serpiente: “El que duerme con serpiente, amanece dormido”. Esa es una expresión que advierte el peligro de compartir o convivir con gente perversa. Los adagios, como las máximas, las sentencias y los proverbios, aluden las situaciones específicas e implican una enseñanza a la luz de unos principios.
Hay una frase que se parece a la anterior: “El que se acuesta con muchacho amanece mojado”. Hay idiotismos, es decir, expresiones de la lengua que pertenecen al pasado y a determinados modos de vida, porque se usaban en siglos anteriores; y hay algunas que nacieron ahora, que son de este tiempo. Las relacionadas con el mundo de las computadoras son actuales ya que no se conocían en el siglo XX. Un ejemplo es la frase “hacer un zoom”, que significa ‘hacer una ampliación’; o “estar a un clic”, que indica ‘estar a un paso’ o ‘estar cerca de algo’, expresión actualizada del ámbito electrónico.
Hay dos frases parecidas usadas en el ambiente juvenil: “en mangueo” y “en hangueo”. La locución adverbial “en mangueo” significa ‘en práctica sexual libre y sin compromiso’. Y la locución verbal “andar en jangueo” es ‘dedicarse a la parranda o a la vida nocturna’. “Ella está en mangueo con fulanito”, dicha de una fémina que sale con un hombre y tienen relaciones sexuales sin compromiso.
En el mundo de los niños, hace un par de años escuché la locución “Hacer una piyamada”. Consiste en que un grupo de niños van a la casa de una amiguita, compañera del colegio y en compañía de otros niños. Eso es “hacer una piyamada”.
Público: ¿Son las idiolexías todas iguales
BRC: No. Hay tres tipos de idiolexías: en primer lugar, la frase hecha, a la que llamo: “frase estereotipada”, como decir: “desde luego”, “bajo ninguna circunstancia”, “por cierto”, “es decir”, “por supuesto” y otras. Ese tipo de expresión son formas de expresiones estereotipadas de la lengua española, pero no vale la pena registrarlas, porque significan lo mismo en todo el mundo hispánico. El segundo tipo de frase la clasifico como “frases establecidas”, especialmente locuciones. Por ejemplo, “tender la vista”, “parar la oreja”, “conocer como la palma de la mano”, “sufrir en carne propia”. Son formas establecidas de la lengua española y se usan en todo el mundo hispano, aunque algunas pueden tener una variante de significado. El tercer tipo de frase, son las originales de un país. Díganme una frase que sea original de este país.
Público: “El corazón de la auyama solo lo sabe el cuchillo”, “Ser una chapiadora”.
BRC: “El puerco no se rasca en jabilla”. Hace un par de horas se la dije a un español y no la entendió. Otras son: “De cualquier yagua vieja sale un tremendo alacrán”. “Coger lucha”, “Buscar el bajadero”, que es encontrarle la solución a un problema. La siguiente expresión: “Esa mujer cogió fiao”, se le aplicaba a una mujer que mantenía relaciones sexuales con su novio antes de casarse. “Remenear la mata”, en República Dominicana significa que el gobierno realiza cambio de funcionarios en el tren gubernamental.
Público: Y la frase “Las palmas son más altas y los puercos comen de ellas”.
BRC: Se usa en literatura. Juan Luis Guerra la emplea en una de sus canciones, pero se trata de una frase del lenguaje tradicional dominicano. Esa frase la conozco desde niño, mucho antes de existir el anuncio que la emplea.
La ya citada frase “Hay más días que longanizas” me parecía una frase dominicana, pero hace par de años vi una película española, ubicada a principios del siglo XX en Castilla, en la que una actriz le dice al hombre que la deseaba: “No te preocupes que hay más días que longanizas”. Un dato importante de esto es decir que la mayoría de las frases que usamos los dominicanos no son creaciones nuestras, pues la mayoría vienen de España. La frase “gato entre macuto” es posible que sea dominicana.
Donde aparecen frases genuinamente dominicanas es en el campo. El Cibao y el Sur constituyen una mina de frases típicas. A Melton Pineda le oí decir: “Qué culpa tiene la estaca si la rana salta y se engancha”. Esa frase refleja una pura vivencia campesina. Las empalizadas de los campos suelen ser unos palos que termina en puya, y cuando la rana se asusta, salta; imaginen el hecho en que la rana, al saltar, queda enganchada en la estaca. De ahí la citada frase expresiva y sugerente. Cuando la escuché, me encantó. Desde luego, la copié y la pasé al diccionario. Hay centenares de frases que reflejan la cultura y la idiosincrasia de nuestro pueblo. Otras tienen una moraleja, como “Tortuga quiere, pero concha no la deja”. Esa frase me la dio a conocer Carmen Pérez Valerio, quien me dijo que su abuela la usaba con frecuencia. La tortuga mora dentro de una concha, que suele ser pesada; cuando quiere moverse, no puede. Se usa para indicar que no siempre podemos hacer lo que deseamos.
El caudal de expresiones idiomáticas refleja el vínculo con la realidad sociocultural de los hablantes, proyecta la mentalidad de una cultura y manifiesta un nexo entrañable entre la forma de expresarse y la idiosincrasia de una comunidad, como se puede inferir de esta nueva obra lexicográfica que la Academia Dominicana de la Lengua pone al servicio de nuestro pueblo.
Bruno Rosario Candelier
Biblioteca Juan Bosch de Funglode
Santo Domingo, 3 de mayo de 2016.